Boal Augusto - Juegos para Actores y No Actores
Boal Augusto - Juegos para Actores y No Actores
Boal Augusto - Juegos para Actores y No Actores
el pensamiento vivo
de Oscar Fessler
tomo 2
Clases para actores y directores
ISBN 978-987-3811-01-2
CONSEJO EDITORIAL
STAFF EDITORIAL
> prólogo
Puedo decir –sin temor a equivocarme– que Fessler nos abrió las puertas
hacia una nueva perspectiva con formación sistemática, valorizando otros
contenidos de la actuación. Hasta ese momento conocíamos bibliográficamente a
Stanislavski y nos nutrimos de la etapa en la que el maestro ruso transitó lo referido
a la memoria emotiva. No habíamos profundizado aún el método de las acciones
físicas, y es aquí donde recibimos las enseñanzas de Fessler; a lo que podemos
agregar los análisis “activos”, en sustitución de los tan tradicionales análisis “de
mesa”; la comprensión del hecho teatral, del juego del actor, las funciones en el
seno de la estructura dramática, la comprensión de textos… Es decir, todo lo
contenido en el libro de Juan Antonio.
Tanto los estudiantes como los docentes –y digo esto porque como alumno
fui designado ayudante y, ya egresado, profesor de Actuación de primer año–
hemos recibido la sapiencia, la orientación, el estímulo, el amor al teatro y a las
artes de Oscar Fessler. Se conjugaban en él, el maestro, el actor, el director teatral y
cinematográfico, el activo miembro de la resistencia francesa en la lucha contra el
nazismo. Fessler era una síntesis apretada de todo esto, con ansias de construir, de
reconstruirse, de integrarse a nuestra actividad teatral. De ahí su previo trabajo en
Santa Fe –mi ciudad de origen– en la que dirigió la calificada Escuela de Teatro
Provincial, a la que asistieron destacados exponentes del teatro santafesino.
Rescato del Maestro su indiscutida idoneidad; disciplina; exigencia;
sensibilidad; generosidad para compartir sus saberes; actitud abierta a la
experimentación, alejada de preconceptos encorsetadores; disposición lúdica;
propulsor de ejercitaciones orientadas hacia la conjunción de lo individual y lo
grupal, a la búsqueda “en el otro”, “esperando permanentemente lo inesperado”;
re-creando y no repitiendo; incorporando al error como herramienta de
aprendizaje; viajando por un camino abierto a las transformaciones, al juego, al
asombro; potenciando y sensibilizando la expresividad a partir de la afinación de
nuestro instrumento.
Por otra parte recuerdo también algunas de sus calificadas puestas: El buen
alma de Se-Chuan, El diario de Ana Frank, El décimo hombre, María Estuardo, El
círculo de tiza caucasiano, entre otras… Más allá de que podamos compartir o no
sus propuestas estéticas o aceptar su controvertida personalidad, no puede negarse
que estuvimos en presencia de un talentoso y riguroso maestro-creador.
Afortunadamente, también experimenté ser dirigido por él, en El décimo
hombre.
Juan Antonio nos acerca un minucioso y fidedigno relato de las experiencias
del maestro Fessler con sus estudiantes. Describe las clases con una rigurosa
cronología y las fundamenta en un cúmulo de reflexiones teóricas y prácticas
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escénicas. Nos ayuda a conocer y/o a reconocer el valioso aporte de Fessler, y por
ende de Stanislavski, ese otro gran maestro enraizado en nuestra historia teatral,
alimento de trascendentes experiencias ulteriores, generador de controversias
metodológicas, pedagógicas, estéticas, y nutriente de propuestas superadoras,
incluso de las antagónicas.
El trabajo de Juan Antonio, impregnado de amor y agradecimiento, es a su
vez, otro valioso aporte para los teatristas de todo color. Por supuesto, es dable
reflexionar acerca de lo sucedido teatralmente entre la década del 60 y el presente,
y quizás corramos el peligro de caer en la tentación de no justipreciar los aportes
de Fessler, o más aún, considerar lo pedagógico stanislavskiano ya superado y
obsoleto; o muy por el contrario, podemos en cambio no dejar pasar esta
oportunidad para contextualizar y reivindicar tales propuestas desde una
perspectiva historicista. En cuanto a procesos artísticos se refiere, más que pensar
en la culminación definitoria de etapas, me seduce la idea del juego entre la
pervivencia y la transformación. Un anónimo pensador oriental, con el que me
identifico, solía decir a sus discípulos. “Si manipuláis una semilla de vuestro
pasado, transformaréis el presente y abriréis una nueva ventana hacia un futuro
expectante”. Y lo que resulta más apasionante es que podemos hacer el proceso en
otros sentidos, partiendo de un futuro fantaseado o de un presente reformulado.
Agradezco enormemente lo que la vida me deparó: Alumno de Fessler, su
ayudante, profesor orientado por él, actor bajo su dirección, y a lo largo del tiempo
partícipe de una amistosa relación. Cuánta vida plena, modificadora, creadora de
futuro, estimuladora para desacartonar, para crear con felicidad, para cuestionar,
para jerarquizar nuestra responsabilidad como teatristas. Siempre hay semillas que
quedan, “aún en aquel solitario espectador de aquella función”… Cuidemos la
calidad de las semillas… elijamos con autenticidad, más allá de las modas, alejados
del oportunismo, arriesgando y nutriéndonos de los logros, de los errores y de los
fracasos.
Y no olvidemos que todo lo hacemos jugando. “Nunca se nos ocurriría
dejar de alimentarnos. Pues bien, no olvidemos que el juego es un suave y poderoso
alimento, nos hace vivir y crecer. Tengamos en cuenta al niño que llevamos
adentro, dejémoslo vivir, cuidemos que no se enferme y que esté con nosotros hasta
el último momento compartido”.
VÍCTOR BRUNO
Diciembre 2013
desplegaba en sus cursos. Al trascribir detalladamente las clases a las que asistí,
pretendo dar cuenta de la dinámica de esas clases, del modo en que aparecen cada
una de las reflexiones y consejos a partir de los ejercicios que se presentan y de qué
manera aprovecha los errores a corregir o los hallazgos a destacar dentro de los
ejercicios mostrados por los estudiantes, para aportar nuevos elementos a trabajar.
Al mostrar el panorama completo de sus clases podremos ver cómo, con sus
enseñanzas, iba de lo simple a lo complejo, de lo general a lo particular, de la
práctica a la teoría; cómo capitalizaba los errores y las dificultades que aparecían
para aportar propuestas, aconsejar y desafiarnos a la investigación y a la búsqueda
de nuestras propias resoluciones.
Es por esto que decidí agregar en este volumen mis apuntes de las clases de
Primer Año, cursado en 1962, de Segundo (1964) y Tercero (1965), a los que asistí
después de haber suspendido las clases en 1963, por tener que cumplir, en Entre
Ríos, con el Servicio Militar Obligatorio, vigente por aquella época.
Los apuntes que tomé han sido relevados desde mi propia visión. He
recogido en las páginas de mis cuadernos el personal registro de lo que ocurrió, de
cómo lo resolvieron mis compañeros o de qué manera realicé mis propios
ejercicios. Los consejos de Fessler aparecen contados con mis propias palabras. Si
bien en aquel momento traté de registrar todo lo que él decía y cómo lo decía,
existe la posibilidad de que trascribiera algunas premisas no tan claras ni tan
exactas, salvedad que conviene tener presente cuando el lector aborde mis apuntes.
En Primer Año, Oscar Fessler proponía algunas improvisaciones con las
estructuras y situaciones de textos que luego se trabajarían en Segundo y en Tercer
Año. De todas maneras, al plantear el trabajo de una escena de autor, siempre
aconsejaba comenzar con una improvisación, en algunos casos, sin que
conociéramos previamente el texto, solo inducidos por las pautas que él dictaba,
que se ajustaban luego, casi con exactitud, a la escena planteada por el dramaturgo
en cuestión.
Como se verá, los textos seleccionados por Fessler para trabajar en sus clases
de Segundo y Tercer Año, fueron siempre escenas de dos o tres personajes, de
autores europeos que él conocía bien, y hasta personalmente a alguno de ellos.
Decidí también, incorporar los textos trabajados para que el lector tenga la
referencia concreta de la escena que se analiza y sobre la cual Fessler realizaba
acotaciones y consejos, fundamentalmente, sobre la construcción de las líneas
internas de los personajes.
Las pautas de trabajo, los elementos de análisis para la elaboración de
escenas y construcción de personajes, siempre estuvieron orientadas a alimentar la
interioridad del actor, con pensamientos, imágenes y sensaciones. Evitaba los
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> la educación
La educación
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender matemáticas?
¿Para qué?, quisiera contestarle.
De que dos pedazos de pan son más que uno ya te vas a dar cuenta.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender francés?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Esa nación se hunde.
Señálate la boca y la tripa con la mano, que ya te entenderán.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender historia?
¿Para qué?, quisiera contestarle.
Aprende a esconder la cabeza en la tierra y quizás te salves.
¡Sí, aprende matemáticas, le digo, aprende francés, aprende historia!
BERTOLT BRECHT
(Traducción de Oscar Fessler)
Comienzos
Oscar Fessler nació en Vatra Dornei, en Bucovina, que formaba parte del
Imperio austro-húngaro antes de la Primera Guerra Mundial. Sus recuerdos
infantiles atinentes al teatro se refieren a los espectáculos de Max Reinhardt y del
Burgtheater, en Viena. Ya mocito marchó a Berlín, donde estudió arte dramático
junto a Max Reinhardt y al lado de otro gran artista, el director ruso judío Alexis
Granowsky, fundador de una academia de arte escénico en lengua idish que llegaría
a hacerse famosa. Cuando apareció Hitler con su furia antisemita y su barbarie
consiguiente, el joven Fessler huyó a Dinamarca, para de ahí pasar a Francia e
instalarse en París, donde en 1934 se incorporó en calidad de actor al Teatro
Popular Judío, en el que más tarde llegaría a asumir funciones directivas.
Maestros
Como me resultaría imposible dar cuenta por menudo de nuestro largo
entretién, me limitaré a resumir lo que en la conversación se refirió al arte del actor
y al teatro.
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–¿Y Baty?
–Gastón Baty, sin descuidar, claro está, al actor, se preocupaba
particularmente por la escenografía y la iluminación, siempre con miras a crear
climas vibrantes. Para él era de capital importancia la atmósfera adecuada a la obra.
Pero el gran amor de Baty fueron los títeres y ellos insumieron mucho de su talento
creador. Quería con los títeres llegar a la realización de un teatro esencialmente
poético.
–¿Y Jouvet?
–Tengo para mí que Louis Jouvet representaba, de manera rotunda, el
intelectualismo teatral. En su ambivalencia de metteur en scène e intérprete, se
preocupaba más de extraer el espíritu íntimo de las obras que de confiarle
importancia preponderante a la escenografía. Dos títulos bastan para evocar
la aplicación de las teorías de Jouvet al espectáculo: Knock o El triunfo de la
medicina de Jules Romains y La guerra de Troya no sucederá, de Jean
Giraudoux, que, por otra parte, siguen teniendo vigencia entre las más altas
expresiones del moderno teatro francés. En ambas piezas Jouvet supo ofrecer
la demostración más acabada de sus especulaciones estéticas, como director y
como intérprete.
Stanislavski
–Oscar Fessler, al considerar la personalidad de Stanislavski, me dijo:
–Deben estimarse en él dos aspectos: el de maestro de actores y el de
director. Como director inicia una tendencia hacia la expresión naturalista,
reaccionando en contra del teatro romántico, tal como lo había hecho André
–¿Cuál es, para usted, la finalidad del arte teatral como espectáculo?
–Procurarle al público un alimento espiritual de suerte que terminada la
función, cuando abandona la sala y sale a la calle, el arte pueda seguir ejerciendo
en él una influencia bienhechora, tonificante. El arte teatral que no prolonga sus
beneficios en la vida de los espectadores es solo un mero pasatiempo baldío y sin
consecuencias. Es decir: una pérdida de tiempo.
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destinadas a los niños. Estos espectáculos en idish y castellano entran en los planes
artísticos del organismo. Por otra parte, El diario de Anna Frank me permitirá
ofrecer una realización de estilo en extremo diferente al de El triste fin de Amán, así
como su índole es distinta. Y ambas, nutridas del mismo espíritu, harán mucho a
favor de la comprensión y la tolerancia entre los hombres.
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contradicciones y anomalías. Al llevarnos lejos con ciertas obras, quiere, sobre todo,
despertar nuestra curiosidad, crear la distancia para permitirnos descubrir mejor, en
China o en el Cáucaso, aspectos de la realidad que nos rodea muy de cerca, pero a
los cuales estamos demasiado acostumbrados para verlos.
La obra de Brecht no refleja problemas inmortales ni aspectos eternos. Los
problemas mortales y los aspectos no eternos le parecían los más dignos de señalar.
Un pequeño hecho de nuestra vida cotidiana visto por él, se revela como un hecho
importante y universal. Volviendo al ejemplo de El alma buena de Se-Chuan, esa
“Villa Miseria” china: hay un cuadro en el cual el aguatero recibe un golpe de un
peluquero por haber querido vender agua en la peluquería. El golpe le rompe una
mano. Varias personas asisten al incidente, pero nadie quiere servir de testigo…
meterse en líos… El incidente, la cobardía de los asistentes, es un hecho común.
Pero Brecht nos muestra que este hecho común es extraordinario, un hecho de
importancia universal, un hecho histórico, tan histórico como, por ejemplo, una
conferencia de la ONU –quizá más–, porque es un hecho que refleja realmente
nuestra época.
Brecht sabe ver y hacer ver en algún pequeño acontecimiento lo importante,
lo significativo. Y la realidad, tal como la descubrimos a veces con él, no es muy
agradable, pero él sabe también mostrarnos que la misma realidad no queda
siempre como tal y que cambia. Lo que parece imposible en la época de Galileo,
ya no lo es hoy. Y lo que parece imposible hoy, no lo será mañana. Vista con la
perspectiva de continuas posibilidades de transformación, la realidad ya no parece
tan aplastante ni “ilevantable”. La obra de Brecht, a pesar de su amargura, adquiere
un aspecto optimista.
Y ahora nos preguntamos con las preguntas aprendidas de Stanislavski: ¿Por
qué y con qué objeto Brecht crea su arte? Surgido de la vida, indudablemente, para
volver a la vida, para iluminarla, elevarla, mejorarla. Por medio de los espectadores.
¿Y cuál será el contacto más fértil con los espectadores? Muchas de las obras de
Brecht están construidas en forma particular, distinta a la que estamos
acostumbrados con el arte dramático. Y a menudo son acompañadas de
anotaciones y observaciones del autor donde nos explica cuál le parece la manera
interesante de llegar al espectador. El no quiere llegar por medio de lo que estamos
acostumbrados a llamar la “magia teatral”. No quiere hipnotizar al espectador. No
quiere “agarrarlo” con un “suspenso dramático” ni “arrastrarlo” con la acción. Él
considera que en todas esas formas de contacto el público se torna pasivo y se deja
llevar, por así decirlo, con las manos atadas y la boca abierta hacía donde quiere el
autor. No. Brecht quiere que el espectador participe libremente y con lucidez de lo
que sucede en el escenario. Naturalmente que no se trata de prescindir del goce
artístico, pero Brecht propone otro tipo de goce: entretener al espectador, sí,
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al mirar el resultado, le dice: “Bueno… aquí está el globo, ¿pero dónde está el
árbol?”. Hablando de Brecht me parece difícil olvidarse del árbol, ya que encierra
una realidad compleja.
La obra de Brecht es realista, es decir, expresión de una realidad sustancial. O
también podríamos decir, expresión de la verdad sustancial de la vida. Hablando de
verdades, él distingue entre verdades importantes de decir y las otras. Hay autores
que se preocupan por desarrollar y decir verdades como la siguiente: “La lluvia cae
de arriba para abajo”. Es una verdad indiscutible, pero a quienes se preocupan de
decir tales verdades, Brecht a su vez les dice: “Parecen ocupados en pintar naturalezas
muertas sobre las paredes de un barco que se está hundiendo”. La verdad que
preocupa a Brecht es más discutible pero, en todo caso, más importante para
discutir. Su verdad es la verdad social. Lo que él trata en su arte son hechos sociales.
Relacionados entre hombres que viven en una sociedad. Problemas que se refieren
a esas relaciones. No trata problemas de psicología partiendo del hombre solo o del
hombre y el universo. El estima que mucho de lo que se tiene por problemas
psicológicos eternos del hombre, no son tan eternos y que una gran parte de lo que
se considera “lo eterno” humano es un reflejo temporario de ciertas formas y reglas
que rigen la sociedad en la cual vive. Según Brecht, modificando la forma de
organización y las reglas de contacto entre los hombres que viven en la sociedad,
cambiarán también algunos supuestos problemas eternos del hombre. En una
palabra, él cree que lo único verdaderamente eterno es el cambio. De ahí su
convicción de que la vida es movimiento continuo y de ahí su fe en la posibilidad
de transformar la vida y los hombres.
Brecht cree que en el fondo el hombre es bueno y cita en alguna parte el
ejemplo siguiente: “Sobre la pared tengo una máscara japonesa que representa la
maldad. Miren los músculos contraídos, las venas hinchadas, prueba del esfuerzo
antinatural que hay que hacer para la maldad”. Además, su tema preferido es la
bondad. Tal, la buena Grousha de El círculo de tiza caucasiano, que salva al niño
abandonado por su madre, y, aunque rodeado de un ambiente hostil o indiferente,
hace mil esfuerzos para criarlo. Tal, la buena Shen Te en El alma buena de Se-Chuan,
que quiere hacer el bien en un suburbio miserable. Pero la bondad de ella sola no
puede aliviar la miseria de tantos y los menesterosos, depravados por la miseria, la
arruinan rápidamente y perjudican sus buenas intenciones. Para defenderse, ella se
disfraza con una máscara de un primo malo. Y con astucia y brutalidad defiende su
vida y la vida del niño que ha de nacer. El supuesto primo está acusado de matar a
la buena Shen Te. Ante los tres jueces –tres dioses en viaje de encuesta sobre la tierra
para descubrir si todavía hay gente buena en el mundo–, en el tribunal, ella se quita
la máscara y se da a conocer, pidiendo ayuda a los dioses y explicando que en un
mundo donde hay tanta miseria, ella no puede ser buena y debe en cambio usar el
artificio del primo, poniéndose una máscara. Los dioses se retiran diciendo que en
cosas económicas no pueden inmiscuirse. El alma buena de Shen Te queda sin
respuesta. En el epílogo, sale un actor y se disculpa ante el público, de que la
compañía no haya podido encontrar un final mejor e invita a los espectadores a
contribuir en el hallazgo de una conclusión adecuada.
¿Cómo expresa Brecht a través de esa parábola una realidad sustancial?
¿Cómo sigue siendo realista a pesar de la parábola, del uso de máscara, de apartes
y llamados al público? Lo hace ubicando los hechos sobre un fondo de realidad
social; seleccionando los momentos esenciales de la historia; condensando los
cuadros con un realismo poético. Dice lo estrictamente necesario para la
comprensión de la fábula, en un lenguaje que parece natural y cotidiano, pero en
el cual cada frase es significativa, poética o satírica. Cada cuadro expresa lo más
importante de miles de situaciones parecidas y registradas en otros tantos de Se-
Chuan. En algunos momentos, la acción se interrumpe y un personaje se dirige al
público, a veces en forma narrativa o con versos o palabras en prosa rítmica. Esos
momentos de intervención directa de un personaje, para llamar la atención del
público sobre algún hecho importante de la escena, son expresiones
particularmente densas, a modo de extracto poético de la situación, e impide al
espectador olvidarse del problema y sobre todo dejarse llevar por la acción, lo que
perturbaría su actitud lúcida como testigo y juez.
La construcción dramática de los primeros cuadros es relativamente lenta,
para introducir al espectador con tranquilidad, haciéndole comprender que “no va
a asistir a las carreras con la única preocupación de saber quién gana”. Sino que le
van a mostrar y contar una historia interesante y hermosa con pausas de respiración
para permitirle formularse la pregunta por qué en lugar de tener prisa por el final.
En la segunda parte de El alma buena de Se-Chuan, cuando el espectador ha tenido
tiempo de entrar cómodamente, de orientarse en muchos aspectos y de seguir
libremente el desarrollo de la fábula, el ritmo se hace más rápido y la escena final
es un diálogo dramático en el cual Shen Te pide desesperadamente socorro a los
dioses que no la pueden ayudar en sus pequeños problemas terrestres.
He tratado de bosquejar un breve análisis de dicha obra, para destacar en lo
posible, la forma en la cual se reconoce la intención de Brecht de obtener del
espectador una nueva actitud, yo diría más profunda, hacia la obra teatral y
también hacia la vida. Varias obras importantes de Brecht tienen en su
construcción características parecidas, aunque hay también piezas de una época
como Terror y miserias del Tercer Reich construidas en la forma dramática habitual
y sumamente logradas en este sentido. Tanto Madre Coraje como El círculo de tiza
caucasiano, tienen sin embargo cada una, un variado empleo de la poesía
dramática, épica o lírica, y de la música.
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Hace cuatro años que Oscar Fessler desarrolla una intensa y fecunda
labor entre nosotros. Sus estudios de arte dramático los cursó en Francia, su
país de origen, y en Alemania, destacándose de ese aprendizaje los trabajos
que realizara junto a uno de los discípulos más celebrados de Stanislavski:
Alexis Granowsky. Su carrera como director y profesor de teatro comenzó en
Francia y hoy se prolonga en nuestro país, esperamos que en forma definitiva,
pues Fessler se cuenta entre los mejores elementos del medio teatral
rioplatense. Afirmación válida en estos tres aspectos de su actividad:
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es influir sobre los niveles medios, esa formación debe proyectarse en una realización
extensiva. Las posibilidades institucionales de los organismos universitarios
permiten concretar una labor desligada de los mecanismos profesionales corrientes.
Están en condiciones de encarar un repertorio y aplicar un sistema de trabajo con
un fundamento eminentemente cultural, sin olvidar a la vez, puesto que se dirigen
hacia el mismo público que frecuenta las restantes entidades escénicas, que su labor
debe ubicarse en una línea de similar o mayor agilidad o perfección.
El ITUBA, dentro de ese plan, representaría uno de los engranajes esenciales
–el de la capacitación– para aquellos que tuvieran a su cargo la animación del
Teatro de la Universidad. Además, respecto de aquellos alumnos que no ingresaran
al Teatro, se confía en aportar una formación apta a los que fuera de la Universidad
quieran dedicarse al teatro.
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(Nota: Seleccioné este programa, de entre todos los que elaboró Oscar
Fessler, porque al analizarlo detalladamente y cotejarlo con mi experiencia
como estudiante de Primer Año del Curso Formación del Actor, en la
Escuela de Arte Dramático del ITUBA, en 1962, reconozco tanto los
objetivos propuestos –que logramos en su totalidad– como las distintas
etapas que recorrimos durante ese proceso de enseñanza aprendizaje.
Características del Curso: Primer curso específico dictado en tres años,
dentro del ámbito de las Universidades Nacionales, en la UBA, creado y
supervisado por el Dr. Bernardo Canal Feijóo, dictado y dirigido por Oscar
Fessler).
Plan de trabajo
El estudio se hará siguiendo una vía experimental, y no partiendo de
premisas teóricas que condicionen el trabajo.
De los ejercicios realizados se deducirán los elementos esenciales del camino
a seguir, los cuales deberán ser incorporados por los alumnos en trabajos
posteriores. Dichas deducciones serán efectuadas por los mismos alumnos, guiados
adecuadamente por el conductor de la clase, mediante la crítica que sucederá a cada
ejercicio y en la que participará toda la clase.
Objetivos a lograr
Al finalizar el curso, los alumnos deberán estar capacitados para desarrollar
con continuidad las acciones de un argumento propuesto por el profesor, no
demasiado complejo y con personajes psicológicamente elementales. El texto será
totalmente improvisado. Es importante aclarar que lo que se va a tratar de
conseguir es que el alumno pueda estar dentro de la situación propuesta siendo en
principio él mismo, y haciendo abstracción de los elementos que caractericen
psicológica y físicamente al personaje.
Se estimulará la liberación de las facultades creadoras potenciales de los
alumnos, para que puedan entregarse a la situación dramática y encontrar en ella
placer, tal como el niño lo halla en sus juegos.
1ª etapa
Estudio de la acción. Necesidad de la existencia de un motivo y de un
objetivo para que se produzca la acción. El deseo, fuerza motriz de la acción en la
vida y en el teatro.
Diferenciación entre acción física, acción psíquica y acción psicofísica.
Definición de acciones físicas elementales.
Estos aspectos se estudiarán en base a ejercicios propuestos en la clase, y a
ejercicios que los alumnos elegirán y prepararán individualmente. Estos últimos
deberán contener pequeñas acciones psicofísicas, basadas en:
a. La observación de actividades relativas a artesanos, a profesionales, o a
oficios en general; tomando con preferencia tareas consistentes en acciones
físicas. Es importante orientar a los alumnos para que seleccionen lo esencial
de lo observado a su alrededor.
b. La evocación de acciones efectuadas por los mismos alumnos en la vida real.
Los ejercicios presentados se irán trabajando en clase, corrigiendo posibles
errores e incorporando otros elementos, lo cual habrá de plantear nuevos
problemas como el de la continuidad de la acción; atención mantenida
ininterrumpidamente a lo largo de una serie de acciones, mediante la adecuada
utilización de puentes o nexos.
En el momento adecuado conviene aclarar a los alumnos el camino a seguir
en la preparación de ejercicios fuera de la clase.
Paralelamente a los trabajos citados se harán ejercicios de improvisación
para desarrollar la imaginación: transformación de elementos y de la realidad
ambiental, ejercicios con elementos reales y con elementos imaginarios, etc.; la
comunicación continua e intensa con el mundo que rodea a los alumnos: objetos,
personas, etc. Estos ejercicios serán individuales y colectivos, y algunos de ellos
tendrán el carácter de juego.
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En toda esta primera etapa se tratará de realizar trabajos que no exijan el uso
de la palabra como principal medio de comunicación, sino que, por el contrario,
la reduzcan a un elemento que se utilice solamente en casos de efectiva necesidad.
2ª etapa
Se sugerirán argumentos simples con dos o a lo sumo tres personajes
psicológicamente elementales. Se planteará así el problema de la comunicación a
través de las acciones contenidas en una trama propuesta.
Por supuesto, cada vez se hará más necesaria la palabra y, por lo tanto, se
insistirá sobre la valorización de la misma. Es necesario que los alumnos recorran
el mismo camino que el autor, el cual llega al texto en último término y como
expresión de una acción; por otra parte, únicamente de esta manera se puede
hablar de palabra teatral o activa.
3ª etapa
Los argumentos propuestos en la segunda etapa se irán complicando
paulatinamente con el agregado de elementos psicológicos, hasta llegar al término
del curso con la posibilidad de que los alumnos los puedan desarrollar
eficientemente. El texto, tal como se ha señalado anteriormente, será totalmente
improvisado por los alumnos.
> introducción I
2. El porqué del teatro. ¿Por qué ejerce el teatro tanta atracción especialmente sobre
la juventud? Probablemente por ser el arte más vivaz, más completo, más orgánico;
más parecido a la vida misma, a pesar de las diferencias. Permite aplicar las energías
desbordantes de la juventud. Las energías no utilizadas en la vida permiten la
realización de sueños, permiten la creación de vida, aunque imaginaria. Crear una
vida que nace en nuestra imaginación y a la cual podemos convertir en realidad
sobre el escenario.
3. ¿Cómo y por qué nace esta vida imaginaria en nosotros? Nace de la tendencia
de la naturaleza humana a evolucionar, cambiar y superarse. Evolución que se dio
desde la primera célula generada hasta el hombre, pasando por organismos de las
épocas prehistóricas.
También debemos considerar la tendencia de la naturaleza hacia una vida más
amplia, más intensa; despojándose de lo superfluo y concentrándose totalmente en
el hombre.
El hombre es una obra de arte de la naturaleza.
En cada ser viviente –en cada cuerpo– permanece esta tendencia, esta necesidad de
evolucionar, cambiar, concentrarse, en una vida más rica, más densa. Esta
tendencia a seguir creando vida continúa en el hombre; tendencia a crear física y
psíquicamente.
Como último peldaño de la creación, el hombre tiene no solo movimiento físico
independiente –como los animales– sino también, en cierto modo, un
movimiento psíquico independiente: su inteligencia, su sensibilidad, su
creatividad. Puede no solo continuar la vida física procreando, sino que puede
continuar la vida en un nivel más alto gracias a sus facultades internas.
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> introducción II
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> clases de primer año dictadas en ITUBA por Oscar Fessler, 1962
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T E RC E R A C L A S E . 12 de abril de 1962
La primera en pasar fue Adriana. Evocó el momento en que llegó tarde a la
clase de gimnasia. Corrió desde el fondo del escenario hasta el proscenio, del lado
izquierdo. Tomó el picaporte imaginario, forzó para entrar, se desilusionó, miró a
través del vidrio, trató de escuchar lo que pasaba y luego de unos segundos terminó
el ejercicio sorpresivamente, de golpe. El ejercicio interesó un poco, y fue ejecutado
con sinceridad.
Fessler le preguntó qué había sentido en el momento en que terminó el
ejercicio, qué fue lo primero que hizo y pensó inmediatamente enseguida de
finalizarlo. Ella no pudo contestar, no se acordaba.
Fessler: Y en la realidad, ¿qué continuó haciendo, después de escuchar?
Adriana: Me senté en el suelo.
Fessler: Entonces su ejercicio terminaba en el suelo. ¿Por qué? Porque
recién allí cambiaba su acción. Toda acción genera otra. Usted no debió
interrumpirse de esa manera pues nos dejó en el aire, realmente faltaba algo.
Toda acción que tiene una razón de ser se encadena con otra y así
sucesivamente hasta que la mente se desconecta recién cuando nos dormimos.
Estamos en una acción y de pronto esta termina, porque la razón, el motivo de
esa acción, deja de estimular, entonces se toma otro rumbo, nace otra acción. Las
dos acciones se enlazan, en este enlace se produce un bache que hay que salvar:
crear entre las dos un puente.
Ejemplo: Hay tres personas en una habitación. Una se despide. El
dueño de casa la acompaña a la puerta. Desde que la visita sale hasta que el
dueño se da vuelta para seguir hablando con la otra persona se puede producir
un bache. Es decir que el actor en cuestión puede accionar simplemente,
dándose vuelta mecánicamente. Lo que debería hacer es continuar en acción,
reflexionando sobre la persona que se ha ido o en la manera en que retomará
la conversación. Sintetizando, continúa manteniendo una línea interna de
pensamientos que sostienen la acción y evitan el bache.
Aquí descubrimos que la acción en la escena tiene sus puntuaciones, su
ritmo, como lo hay en una prosa. Los silencios, contestaciones bruscas, telón
lento o rápido, sonido sorpresivo, dulce sonido que se prolonga, apagón a
cuchilla, etc. Esta creación de relación de ritmos entre acciones le corresponde al
director. El actor se encargará de establecer el puente entre dos acciones dentro
de la escena que le toca jugar. Por eso conviene que los ejercicios que preparen los
hagan continuando la acción importante con otra para terminar en el comienzo
de esa nueva acción, que ya no nos interesa.
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También se da el caso del actor que sabe encontrar ese puente, aunque
deba salir del escenario. Su intención al salir es tan clara y evidente que hace que
los espectadores lo sigan con el pensamiento más allá de la escena, y no pensando
que se va a esconder entre bambalinas o en su camarín sino en el lugar preciso a
donde se dirige el personaje. De esta manera, el actor que sale del escenario se
lleva su hilo de la madeja que entreteje en la escena.
La evocación revive la realidad pasada a través de un filtro haciendo que
esa realidad se perciba aunque más tenue. Esta no es, de ninguna manera, una
nueva realidad sino la realidad pasada traída a este momento. Siempre debe haber
una realidad objetiva fuera de nosotros para que nos provoque y nos ayude a
ponernos en actividad psicofísica.
Si trasladamos esto a los personajes que debemos encarnar será más fácil
su comprensión y podremos ver su aplicación práctica.
Si aplico la regla anterior diré que no debo concentrar la atención en mi
interior preguntándome “¿quién soy?”, sino que debo proyectarla hacia los
personajes que me rodean y con los cuales comparto mi vida. Buscando en mí no
me movilizo. Pensando en los demás comienza la acción, físicamente.
Psíquicamente pasa lo mismo. Yo solo siento odio o quiero pero, ¿a quién? En
cambio, estoy con tal persona y ella me provoca reacciones interiores positivas o
negativas. Hablo, entonces, de un sentimiento provocado por el otro.
¿Para qué evocamos? ¿Qué utilidad tiene en todo esto la evocación?
Sabemos que para que se produzca una acción debe haber un objetivo. En la
realidad, nuestro motor interior se pone en funcionamiento provocado por los
elementos reales que nos rodean y nos ofrecen objetivos. Ahora bien, mediante
la evocación producimos elementos para excitar y mover nuestro motor interior
al recrear en la ficción un hecho real.
Si tengo que crear un papel de viejo y me cuesta introducirme en su
psicología nada lograré con adoptar una pose o una voz o un andar de viejo. En
cambio si comienzo a ver y a pensar que todos los que me rodean son mucho más
jóvenes que yo y los trato como a tales, comenzaré a comportarme como un viejo.
Pasó María Rosa: Preparó una observación. Un niño, en Diagonal Norte,
de la mano de su madre, observa pasar los coches, luego la gente, escucha lo que
conversan, se aburre, está molesto, pasan helicópteros, se anima, los sigue con la
vista, su rostro se ilumina.
No logró convencernos, nos interesó en parte por lo que hacía. Falló al no
pensar durante el ejercicio lo que hubiera pensado el niño observado. En su
observación debió descubrir los intereses del niño, qué miraba y por qué.
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desorientan sin saber qué hacer, luego las gotas son más y más fuertes, comienza
a llover. Cada uno trate de resguardarse sin olvidarse de los compañeros.
Algunos se cubrieron con libros y con diarios, otros se levantaron la solapa
del saco. Casi todos se arrinconaron en la puerta de salida, otros se agacharon detrás
de los bancos. Algunos compañeros participaron intensamente dejándose llevar
por la situación, otros se detuvieron en mitad del ejercicio por falta de convicción
en lo que estaban haciendo.
Fessler: Estos ejercicios son los que más nos atrapan y concentran pues nos
ayudamos mutuamente a creer en lo que estamos haciendo.
Fessler propuso otro ejercicio. Roberto será el ascensorista. En el primer piso
se venden artículos de señora. En el segundo, Leonardo, venderá artículos para
caballeros. En el tercero se venden muebles y en el cuarto Lía venderá juguetes.
Casi todo el resto de la clase serán pasajeros del ascensor que bajan a comprar en
los distintos pisos.
El ejercicio se realizó con algunas fallas. Luego se dividió en partes. En la
primera parte la acción consistió en bajar en el piso en que tenían pensado
comprar. Luego se desarrolló un pequeño ejercicio entre Lía y Rafael quien
compraba juguetes. Este sobresalió en el ascensor del grupo de los compradores por
su insistente pedido de la sección juguetes en cada piso. El diálogo entre los dos
tuvo sus titubeos pero el saldo general fue favorable.
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hecho para una compañera a la cual presume, o que era de esa compañera y no
de Jorge. Pero ella en ningún momento se dejó llevar por la imaginación y no
hizo nada más.
Pasó Laura. Se cumple una fecha muy íntima de ella y su marido. Cuando
se dispone a acostarse, al volver de la clase, entra a su dormitorio, prende la radio,
comienza a desvestirse cuando descubre sobre la cómoda un frasco de perfume,
regalo de su marido. Luego explicó que ella le había comentado a él que le gustaba
ese perfume un día en que miraban vidrieras. Tomó el frasco, lo destapó, lo olió y
lo guardó. Se dio vuelta y comenzó a llamarlo.
En general fue un ejercicio negativo. No evocó con precisión y además no
hubo sorpresa o naturalidad al “encontrar” el regalo sino que lo buscó con los ojos.
No realizó un puente de acciones, una secuencia de acciones con sus puentes, sino
que pasó de una a otra, sin ilación alguna.
Fessler le entrega a Marta un globo imaginario desinflado y le dicta acciones:
Tómelo, friéguelo entre los dedos, comience a inflarlo pero muy
lentamente, con una mano sujete el pico, con la otra apoye el globo. Sienta cómo
se va estirando la goma. Vea todas sus paredes. Deje de inflar. Mírelo. Siga
inflando, más, más. ¿Ve a través de sus paredes?
Marta: No.
Fessler: Pase su mano libre por la superficie. Presiónelo contra su pecho.
Interesó el ejercicio en gran medida, aunque a veces, sobre todo en los dos
últimos pasos, Marta no evocó plenamente. Fue real y ajustado a la realidad. Daba
la impresión de que tenía el globo e inflaba realmente.
Fessler: ¿Usted lo infló realmente?
Marta: Creo que sí.
Fessler: Con la imaginación hay que operar suavemente. Comenzar con
un elemento pequeño y dejarse llevar. Nunca debemos presionarla, pues es
contraproducente.
Pasó Ruth. Está lista para salir. Se mira en el espejo. Descubre un ruedo
descosido. Busca aguja e hilo en un costurero, enhebra, cose, se mira nuevamente,
se arregla, queda satisfecha. Se va.
La acción fue muy interesante, además de simpática, salvo en el último
momento en que sobreactuó exagerando la nota y haciendo durar demasiado algo
que ya estaba dado. La acción de coser fue perfecta. Llegó con toda nitidez e
intensidad.
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QU I N TA C L A S E . 10 de mayo de 1962
Fessler pidió a Leonardo que realizara un ejercicio pero como “no se sentía
con ganas” no pasó al escenario. En cambio Susana pidió pasar “porque tenía ganas
de evocar”.
Pasó Susana. Despide a su tía en el aeropuerto, le hace señas con la mano. La
sigue con la mirada, le tira dos besos con la mano y luego se aleja, un tanto insegura.
El ejercicio fue muy breve. Comenzó ni bien dispuso el escenario y terminó
un minuto después. Sin embargo fue intenso y nos emocionó, transmitió
plenamente la tristeza de la despedida. Ejercicio logrado, salvo al final donde ella
misma dijo que no sintió el brazo de su padre que la guiaba. Esa fue la indecisión
que nos llegó a nosotros. En cambio, ella aseguró “haber visto” a la tía, al igual que
nosotros.
Fessler: Ahora bien, la breve preparación que tuvo el ejercicio nos permite
asegurar que lo realizó impulsada por la intuición. Ya habíamos hablado de esto en
la primera clase, he aquí el ejemplo clásico. Su capacidad intuitiva le permitió
llegar, sin proceso alguno, a realizar las vivencias del personaje, es decir, ella misma
en aquella oportunidad evocada.
Pero ya hablamos también de que esto no es frecuente y por lo tanto
nosotros debemos preparar el camino para que se produzca. O también, puede
haber sucedido que Susana estuviera emocionada por otra causa, ajena a esa
situación y la capitalizara para el ejercicio. Cosa que no sería legal (¿?). Esto ocurre
generalmente en los exámenes, o en los estrenos, donde el que rinde está
emocionado por la propia situación y la aplica a lo que está haciendo,
engañándonos (¿?). (Nota: Dudé en quitar o dejar estas dos frases. Opté por dejarlas
para que el lector saque sus propias conclusiones).
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S E X TA C L A S E . 17 de mayo de 1962
Pasó Silvia: Para hacer el ejercicio necesitaba una botella con agua, ella
trajo un vaso.
Pasó Yadranka. Mientras la primera fue por agua, ella tenía que hacer su
ejercicio. No lo pudo hacer pues comentó que estaba muy nerviosa. Tuvo que elegir
a una persona que la reemplace. Yadranka elige a Roberto.
Pasó Roberto. Saca de su bolsillo un paquete envuelto como para regalo y
explica que justamente lo había traído para Yadranka. La sorpresa fue general.
Sobrevino una situación embarazosa donde Roberto no supo qué hacer o cómo
hacer el ejercicio ya que él había entendido que tenía que entregar directamente su
sorpresa y nada más. En cambio, ahora le pedían que “hiciera el ejercicio”.
Roberto tampoco pasó a realizarlo.
Continuó Silvia con su ejercicio: Sube la rampa, toca el timbre, la hacen
pasar. No se le escucha palabra alguna. Se sienta. Sirve agua de la botella al vaso, lo
aproxima a la nariz. Luego toma, chorreándose con agua, para de tomar, vuelve a
insistir hasta que se da cuenta de que el vaso tiene un agujero en el cuello. Es un
vaso trucado para chasco.
Resultó un ejercicio muy indefinido. Ella trató de hacer el papel de Roberto,
persona a la que estaba destinado el chasco cuando ella lo pensó. Trató pero no lo
logró. Como resultado se chasqueó a sí misma, divirtiéndose con algo que ya
conocía. No logró lo que el profesor había propuesto.
Fessler: Este ejercicio fue propuesto con la intención de orientar nuestra
imaginación sobre un punto fijo, el regalo, que además tiene un destinatario. De
esta manera se impulsa a seguir una línea de acción para luego salir en busca de
otro personaje, es decir otra persona, compañero real del curso.
Pasó Raquel. Se acerca a la mesa llena de objetos. Toma la campana de
aluminio para usarla como cacerola. La coloca sobre otra mesa que oficia de cocina.
Toma un paquete pequeño imaginario, cuadrado, le saca el papel y lo echa dentro
y revuelve el contenido de la olla. Apaga la cocina, toma la olla y mirando hacia la
clase exclama: “Esta es una sopa que preparé para Gerardo. Elegí esta sorpresa
porque sé que él vende esta marca de sopa”.
Por momentos vimos que pensaba en la cara del compañero cuando se
encontrara con la sopa. En otros momentos no vimos su meta nítidamente.
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Cristóbal (Utilizamos como nombre el título de un libro que hemos leído los dos: “Juan
Cristóbal” de Romain Rolland). El sanatorio queda a 20 minutos de subte. Acciones
del ejercicio: Ella comienza sola, con acciones en el departamento, que yo
desconozco, previas a mi llegada. Convenimos en que entraré cuando ella diga: “¿Y
ahora qué hago?”. Como siempre tocaré el timbre al llegar, ella abrirá la puerta.
Primero él dará su sorpresa agradable. Ella no reaccionará como él esperaba, la
interrogará. Finalmente ella le dará su sorpresa desagradable.
de casados. Muestra el poncho que compró para regalarle porque no tenía más
dinero para otra cosa. El departamento es de un solo ambiente, explica dónde están
la cama y el ropero. Comienza el ejercicio, está sola, deja el poncho sobre la mesa
junto con una carta y se sienta a esperar a que entre el esposo.
Nada pudimos juzgar sobre su actuación pues no realizó ninguna acción.
Solo pudimos observar su ingenuidad. Daba la impresión de que estaba allí sentada
cumpliendo las consignas del director. No había en ella orientación interna alguna.
Luego pasó Julio. Se dirige resuelto a la puerta del departamento, va a entrar,
vacila, abre la puerta con cautela, entra, se dirige resuelto al ropero, lo abre, saca
una valija, coloca en ella un traje, una camisa, dos pares de medias y la cierra. En
ese momento piensa en su mujer. Mira por última vez la pieza. Ve un retrato de
ella sobre una mesita, se acerca, lo toma, saca la foto y detrás le escribe una nota de
despedida. Sale resueltamente.
Vimos en toda esta secuencia de acciones solo un impulso demostrativo de
él, tratando de hacernos ver lo que hacía. Fue un buen ejercicio de manipulación
de objetos pero no persiguió ni transmitió la meta fijada.
Interrogado por Fessler contó la motivación que había ideado para sus
acciones. Se trata de una pareja de actores. Ella es una fracasada que lo detiene, lo
traba y lo presiona. Él quiere huir de toda esa tortura, apronta su valija y se marcha.
He aquí la falla del ejercicio. Él no concretó la meta que se había fijado, fue un
recorrido de acciones “en general”. No sabía a dónde iba, qué plan tenía, ni en qué
momento de su vida la mujer lo había retenido.
Fessler: Mediante un análisis profundo hay que concretar la visión de lo
que se quiere lograr para imponerse luego, en la acción, esa meta precisa, con
todos sus detalles. De esta manera el impulso será claro y concreto.
Susana colocó el poncho imaginario en el lugar donde Julio tomó la foto,
ya que no sabía que el pocho estaba allí. Al realizar de nuevo el ejercicio, cuando él
cerró la valija, dirigió la mirada hacia la mesa, se encontró con el poncho y con la
carta que no abrió. Abrazó el poncho con ternura, pensó, recordó. Dejó las dos
cosas sobre la cama, abrió la valija y guardó la ropa en el ropero. El momento en
que descubrió el poncho fue realmente intenso, su sorpresa fue real. Su indecisión
y luego su resolución de quedarse fueron la prueba evidente de que sus motivos
para irse no eran muy fuertes y seguros, ya que tan solo la ternura de un recuerdo
pudo más que su frustración. Toda la parte final del ejercicio no se logró.
Fessler: Después de ese momento auténtico de sorpresa, su reacción, al
acariciar el poncho, fue demasiado recargada. Esto nos permite comparar dos
reacciones: una, la de Javier, cuando encontró su ropa anudada. Javier reaccionó
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Inés y Daniel: Ella coloca la carta sobre el escritorio de él. Daniel vuelve a
realizar su acción. Cuando se sienta descubre la carta, la abre, la lee, luego se queda
pensando.
En la primera parte, cuando coloca las flores, lo hace rápidamente,
cambiando un tanto los movimientos del ejercicio individual, quizá porque ha
visto de reojo el papel en su escritorio y desea leerlo de una buena vez. Esta parte,
malograda después de leer el primer renglón, se entrega por entero a la acción y
como resultado logra comunicarnos su sorpresa con gran intensidad.
Para la próxima clase, preparar con el mismo compañero y en idéntica
situación otro nuevo ejercicio pero invirtiendo la clase de sorpresa, de agradable a
desagradable y viceversa, pero mantener el primero para realizar en clase los dos
ejercicios.
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trabajo y el aumento de sueldo. Ella a toda respuesta dice: “Juan Antonio, perdí el
anillo”. Luego la situación se alarga en una búsqueda del anillo, hasta que
decidimos marcharnos a donde teníamos previsto salir.
El ejercicio de María Rosa tuvo un momento de intensidad al reparar en la
pérdida del anillo. En nuestro encuentro también hubo intensidad, pero en menor
grado. A partir de ese momento se cortó la comunicación y no interesó en absoluto
la larga escena que mantuvimos hasta el final. Según las opiniones de los
compañeros nos vieron como si fuéramos dos compañeros de clase y no un
matrimonio casado hace seis meses. No supimos expresar todas las motivaciones
interiores. Estaban sustentadas “teóricamente” en nuestro plan escrito pero no
“prácticamente”.
Fessler: Para evitar esto y crear entre ustedes una relación más fluida
hubieran tenido que realizar ejercicios previos. Mediante esta técnica, pasando
por distintas etapas de la relación que se estaba creando, se hubieran aproximado
a establecer un vínculo más cotidiano, más cercano: cómo se conocieron,
declaración, regalos, casamiento, elección de un departamento donde vivir,
pensar juntos en la decoración. Por ejemplo, Juan Antonio, ¿qué cuadros colgaría
en la pared del comedor?
Juan Antonio: Un paisaje con personajes de la costa del Litoral, de Raúl
Schurjin.
Fessler: Muy bien. Es un elemento concreto en el cual pensar, evocar. Con
estos detalles deben construir el entorno, que colabora en la creación de la
relación. En cuanto a las sorpresas, no fueron recibidas por ninguno de los dos
como verdaderas sorpresas, las palabras no salían fluidamente, se los veía
forzando una situación planificada de antemano. Los objetivos se perdieron. En
general, bastante negativo.
Pasó Mónica. Entra al bar Los estudiantes, se sienta en una mesa y escribe
una carta.
Ante todo no la vimos en el ambiente que luego describió; la veíamos allí,
sentada en nuestra clase. No “escribía” la carta sino que la copiaba de otra que ya
había roto y arrugado; por lo tanto no asistimos al nacimiento de la carta.
Fessler: Nuestro interés de espectadores surge cuando la imaginación del
actor trabaja activamente en la escena. Esta actividad promueve la nuestra,
atrapando nuestra atención. Pero en este ejercicio no sucedió nada de eso.
Cuando un actor encuentra la palabra justa que tiene que decir, en el
momento de decirla, atrae todo nuestro interés, pero cuando se utiliza la letra
aprendida y se la repite como rutina no trasciende a la platea. Por eso no nos llegó
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Temas:
1. Un encuentro para ir al baile. Ella y él se alistan por su lado, se encuentran.
Puede darse la variante de que él ha conseguido mejor partido y la deja plantada.
Le avisa por carta o por teléfono.
2. En el baile han concertado cita ella y él sin conocerse. Llevarán “algo” que los
identifique. Se buscan. Él la reconoce. Se desilusiona. Ella lo ve, le gusta. Él quiere
irse, ella lo detiene. Conversan, él pone excusas, se va.
3. Ella reacciona, queda sola. Otro muchacho que ha visto todo la comprende,
pues ha pasado por lo mismo. Se acerca solidariamente. Ella acepta su amistad, se
refugia en él.
5. Es de noche, llega a una casa un hombre. Se conocen con el dueño, eran amigos
de juventud. Hace años que no se veían. Los dos pretendían a la que ahora es
esposa del dueño de casa. Este es un empleado importante del gobierno. El que
llega es perseguido por la policía, por terrorista. Después del encuentro el
perseguido solicita albergue. Están las dos situaciones de por medio:
a. fueron rivales amorosos;
b. uno lucha contra el amo del otro. El desenlace queda sujeto a los participantes.
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policía. El final queda a criterio de los participantes: ¿lo apresa, pide datos por
teléfono, lo convence, se escapa?
8. Un matrimonio. Hace meses que están casados. Ella tiene una hermana. Entre la
cuñada y el esposo hay una mutua antipatía. La hermana nunca lo quiso como
candidato. Por todos los medios trata de sembrar la discordia entre ellos,
desacreditando al marido ante la esposa. El esposo lo ve claramente, en cambio la
mujer no se da cuenta, además quiere mucho a su hermana, no puede imaginarla en
trámite tan bajo. La hermana, ese día le ha traído de regalo un jarrón. Es muy bonito.
Con esto quiere hacerle ver que ella se ocupa de su hermana más que su propio
marido. La casada no se da cuenta de esto y acepta el regalo, gustosa. Él está
disconforme con el trabajo que tiene pero lo soporta por el sueldo. Ese día ha tenido
una terrible discusión con el jefe pero se contuvo por temor al despido. Se ha guardado
todo su enojo para desahogarse con su mujer, que lo comprende. Al llegar a la casa se
cruza con la cuñada que acaba de salir de allí. Inmediatamente piensa en el disturbio
que habrá creado. Al entrar se guarda todo lo que quería contar. Trata de averiguar cuál
será la nueva púa que trató de colocar su cuñada. La esposa le da la alegría de haber
preparado el postre que a él más le gusta y luego le muestra el jarrón. Él descubre ahí
el motivo puesto por su cuñada para la discordia. Ella dice que es hermoso, él que es
de mal gusto. La discusión se sucede hasta que el jarrón se rompe. Ella llora, él ríe.
(Descubrimos aquí la estructura base de la propuesta de improvisar sobre dos sorpresas
cruzadas de los integrantes de una pareja, una agradable y otra desagradable. Está tomada
de “Dos meses en prisión”, de Charles Vildrac que trabajaremos en Tercer Año).
9. Alguien tiene dificultades para conseguir vivienda. Otra persona consulta con sus
padres la posibilidad de ofrecerle albergue. Los padres aceptan. Al comunicarle la
noticia, el primero, por orgullo, rechaza la oferta. Solución a criterio de los participantes.
Con María Rosa elegimos el ejercicio N° 4. Ella será una doctora recién
recibida, yo seré un paciente con intención de tomarle el pelo.
Preguntas para Fessler:
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1. Las aclaraciones son necesarias solo cuando se explica algo a otro personaje, para
modificar su manera de pensar pero no cuando tratamos de que el público se
entere. Pasar información pero en situación dramática.
3. Para que haya conflicto, los personajes deben desconocer la manera de pensar de
sus interlocutores.
4. En una indecisión o duda, los dos caminos que puedan adoptarse deben tener
el mismo peso, valor y fuerza para que la elección sea verdaderamente vacilante y
meditada.
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que lo suspendieran. Después del incidente, la cinta para un minuto para descanso
del personal. Roberto, agradecido, ofrece un cigarrillo a Lía.
Gerardo, el capataz, llega y los sorprende conversando, los reprende. Ellos
se defienden. Desde hace varios días hay tensión entre los empleados, están
disconformes y traman una huelga. El capataz sospecha que estos dos hablan con
respecto al paro y no cree lo que ellos le cuentan. Los manda a ver al gerente para
que los sancione. Así es como Lía, que había actuado con compañerismo, se ve
envuelto en algo de lo que no puede defenderse y aclarar. Va acumulando tensiones
sin poder desahogarse.
Yadranka, Celeste, Daniel y Juan Antonio entran en un bar que atiende Julio.
Los muchachos han invitado a las chicas a probar el mejor whisky de su vida. Hacen
alarde de quién descubrió el bar, quién va a pagar, etc. Mientras ellos discurren alegre
y ociosamente entra Lía que ha salido de su trabajo y antes de ir a la casa toma una
copita de ginebra en ese bar. Mientras toma, ve y escucha al otro grupo, piensa que
él está pendiente de un despido en su trabajo y debe soportar cualquier injusticia,
mientras otros pueden desperdiciar tiempo y dinero de tal manera.
De todo este largo ejercicio los mejores momentos fueron los de Lía en la
discusión con el capataz; y de Gerardo en la oficina del gerente, pues, a pesar de
que no hablaba, estaba pendiente de lo que sucedía; en el bar, Lía, que tampoco
habló pero meditó interiormente atrayendo todo el interés sobre sí.
D E C I M OT E RC E R A C L A S E . 26 de julio de 1962
Se retoma el ejercicio de la clase pasada. Javier coloca las patas; Daniel hace
las espigas y Leonardo es el capataz.
El capataz no utilizó sus argumentos, sin fundamentos quiere llevarse al
empleado para hablar con el gerente. Prepotencia exagerada. Javier no participa, se
mantiene al margen de la situación. Daniel no trabajó su motivación de temer el
probable despido, pues actuó y contestó como si buscara precisamente eso, que lo
despidieran.
Rota el equipo en los distintos roles. Javier hace espigas, Leonardo las coloca
y Daniel es el capataz. Leonardo evoca bien la cinta transportadora y las patas
cuando van llegando pero no cuando las manipula. Javier acude al llamado de su
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compañero sin que el llamado haya sido formulado entero, sin saber qué es lo que
su compañero necesita. A pesar de que el capataz está al lado de ellos, no se dan
por aludidos hasta que el otro habla. Daniel se acuerda de datos que había aportado
Fessler al plantear el ejercicio y los injerta en sus parlamentos sin ningún asidero.
Pasamos Marta y yo: pareja de casados hace dos meses. Hoy es la primera
mañana que desayunan en una habitación nueva, que alquilan en un barrio nuevo
para ellos, en San Telmo. Sentados a la mesa, comentan sobre la habitación, los
vecinos, el barrio. A él se le hizo tarde y tiene que salir corriendo para su trabajo.
Al despedirse le comenta que para festejar irán esa noche al teatro. La escena se
retoma cinco minutos antes de la llegada de él de vuelta del trabajo. Ella estuvo
ocupada y no pudo arreglar la pieza pero quiere darle una sorpresa y con pequeños
detalles modifica la disposición para impresionarlo, baja a comprar flores, etc.
Como las motivaciones no fueron trabajadas previamente la escena
improvisada resultó un poco entrecortada y fría. Debemos prepararla para la
próxima clase.
está tratando de descubrir una frase publicitaria y la comenta con Roberto quien le
sugiere nuevas ideas. Después entrará el marinero Julio y simulará comprar botones
para llevar a su país. Por lo bajo, sin que se entere el patrón, le dirá a Alfredo dónde
y a qué hora lo esperan para embarcar. (Estructura de la primera escena de “El viaje”,
de Georges Schehadé).
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inyecciones a domicilio para ayudar con una entrada de dinero. Antes vivían en
una pensión humilde, tipo conventillo, en el barrio de La Boca. Él no podía volver
a la pensión a almorzar, quedaba muy lejos de su trabajo, con un horario cortado;
por esto pasaba poco tiempo en casa, con su mujer. En cambio ella tenía que
alternar con el barrio, los vecinos y estaba cansada de ellos. Él salía temprano por
la mañana y volvía tarde por la noche. En ese período hicieron sacrificios,
ahorraron, se privaron de pequeños gustos para poder ahorrar 20.000 pesos para la
llave del nuevo departamento de un ambiente. Al estar más cerca del trabajo
pueden almorzar juntos. Hoy no, pues él hace horas extra. Se conocieron en un
baile, un sábado a la noche, en un club del barrio. Él entra a trabajar a las 8.30, de
su casa tiene que salir 8.15. El despertador suena 7.30. Mientras él se afeita en el
baño, fuera de escena, ella prepara el café. Corren los primeros días de la primavera.
El departamento está en planta baja, con ventana a la calle. Muy cerca de la vereda,
en la calle hay un árbol. Ella es Marta, él Antonio. Acción en la pieza alquilada en
el “conventillo”. Cuando salgo al baño, ella prepara café. Me estoy lavando la cara
y alguien llama a la puerta, digo: “Ocupado”. Al salir me encuentro con un señor,
que posiblemente ocupe algún otro departamento. Se presenta, es el señor Daniel,
que vive al fondo. Se ofrece para cualquier cosa que necesitemos.
Cuando el día anterior le conté a mi compañero de trabajo lo de la mudanza
a un departamento más cerca del trabajo, se alegró mucho, me felicitó y me
preguntó si el también podría conseguir algo.
Fui a mediodía a ver el departamento que había encontrado en los clasificados
de Clarín y había hecho tratativas con la “señora gorda”, dueña de todo el edificio, y
luego regresé a mi trabajo. Caminaba contento, mirando las casas de la vecindad,
haciendo planes, cuando me di cuenta de que estaba pasando frente al teatro San
Telmo; estaba en cartel El décimo hombre, con Norma Aleandro que a Marta le gusta
tanto cuando la ve por televisión y pensé que el primer día que viviéramos en el nuevo
departamento la invitaría a ese teatro para festejar, pues quedaba muy cerca de
nuestro nuevo domicilio. (No es casual la elección ya que esa puesta en escena estaba
dirigida por Oscar Fessler. ¿Un guiño de complicidad con el profesor?).
Ejercicio previo.
Estamos en un baile de barrio, es un salón grande con pocas mesas, un
mostrador y la orquesta de tango en el escenario. Yo, solo, aburrido, escucho y miro,
diviso a una chica que está sola y me acerco, entablamos conversación y quedamos
combinados para que ella venga a mi casa a enseñarme a bailar. Ella es muy simpática
y a su lado me siento muy a gusto. Conversamos de música, de amigos, de paseos y
descubrimos que concordamos en muchas cosas, la simpatía sigue creciendo.
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D E C I M O QU I N TA C L A S E . 16 de agosto de 1962
Pasaron Ana y Javier (matrimonio). Diálogo sin motivación. Él no se
entrega. Ella fresca pero tampoco se entrega a la situación. Se pierde el diálogo por
volumen bajo.
Fessler: Siempre, al entablar una relación, cada uno de los integrantes de
la pareja se debe dedicar a su compañero de trabajo. Conocer sus gustos para
complacerlo. Los recuerdos de algo agradable o desagradable compartido juntos
fortalece la relación. Para poder transmitir con limpieza las acciones se debe
sintetizar, simplificar la secuencia del ejercicio. Nuestros sentidos deben ser como
radares dispuestos en todo momento para captar el mundo exterior.
Para la próxima clase preparar como ejercicio el tema: “Un paseo por el puerto”.
D E C I M O S E X TA C L A S E . 6 de septiembre de 1962
Fessler conduce una improvisación grupal: Nancy será la cantinera de
su propio negocio, La marina. Llegan Alfredo, Javier y Julio, tres marineros que
están a punto de zarpar y no tienen dinero para comprar una botella. Con
artimañas consiguen llevarse una. Al salir se cruzan con Juan Antonio, un
soñador de viajes, triste empleado que solo se hace a la mar en sueños. Conoce
todos los barcos y todos los marinos. Va a ese bar para conversar con ellos y
averiguar sobre otros puertos y otros países. La cantinera lo considera ya como
algo suyo, como algo que pertenece a la misma cantina. Toman una copa juntos
y luego ella lo deja solo. Entra Lía, contramaestre de un barco que acaba de
llegar de Génova, lugar donde a Juan Antonio le gustaría viajar. Antes de salir
de Italia, Lía tuvo una discusión en un bar con un capitán de otro barco, la
discusión pasó a mayores y de un sillazo dejó tendido a su contrincante. Se
refugia en su barco, que zarpa enseguida. Está a salvo. Cuando llega a este
puerto y baja a tierra ve sombras que lo siguen, lo vigilan. Sospecha que hayan
pasado la noticia desde Italia y la policía local ya esté prevenida. Entra a la
cantina para ocultarse, llevar el uniforme es llamar la atención. Interiormente
trama desprenderse de esas prendas y lo enreda al pobre soñador. Logra cambiar
su chaqueta de marino por el saco del empleado de la casa de botones y darle
su gorra. Sale de la cantina. Cuando la cantinera regresa se encuentra a su
querido parroquiano vestido de contramaestre. Le gusta, se extraña. Al enterarse
de que las prendas son de Lía, le ordena al soñador que se las quite pues nada
bueno se traerá entre manos ese sinvergüenza. (Estructura de la segunda escena
de “El viaje”, de Georges Schehadé).
Una vez propuesto el tema con todos sus detalles realizamos una improvisación.
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El soñador debe querer beber, desear ser amigo de todos, olvidarse de los
gestos y los movimientos realizados en la botonería. Al entrar al bar, evocar lo que
acaba de dejar, qué le desagrada del negocio y desear encontrarse con el marinero
que le prometió conseguirle un pasaje. Utilizar la lluvia. Evocar compañeros de
la botonería mientras está en el bar; también al marinero que le trajo un regalo
de otras tierras; el barco; el patrón; la cara que pondrá la cantinera cuando se
entere de que él va a viajar. Está contento por el próximo viaje; contento porque
va a dejar el odiado empleo. Se sabe burlado en forma simpática por todos los
que encuentra en el bar, que lo conocen como el “viajero en sueños”.
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independientemente, sino que soy yo mismo en tal situación. Debo hacer una
abstracción del espíritu del personaje e introducirlo en mi cuerpo.
Debo ponerme en esta situación: Juan Antonio, si fuera un marinero
materialista ¿cómo obraría? ¿quién es Hamlet? Puede ser cualquier actor; puedo
ser yo en la situación del personaje. Cada ser humano tiene dentro de sí mil
personajes pero solo ha desarrollado uno.
Método para recordar: Yo soy actualmente lo que he ido formando para
mí, después de pasar miles de situaciones y encrucijadas. Si en momentos de
decisión hubiera tomado otros caminos ¿yo qué sería en este momento?
Algunos actores dicen: “Yo no puedo representar a un criminal porque mi
ética, mi posicionamiento en el mundo no me lo permite. Yo no hubiera sido
nunca un criminal”. ¿Quién puede asegurarlo? Si retrocedemos en el recuerdo de
nuestra niñez o adolescencia hasta una encrucijada y si, imaginariamente,
seguimos otro camino del que realmente elegimos hasta llegar a la situación
pedida por el personaje a interpretar, habremos incorporado a nuestro ser otro,
que podría haber sido y es el que te pide la escena.
Yo no soy, ni por naturaleza ni por educación, un criminal. Un análisis me
descubre los motivos que impulsaron a ese personaje a convertirse en un
criminal. Yo y él pasamos en cierto momento por la misma encrucijada, pero yo
tomé este, mi camino. Si hubiera tomado otros caminos, en diversas
encrucijadas, hubiera llegado a ser ese criminal.
Ante todo debo ser yo mismo y después ser como otro, además de ser yo.
Si quiero transformarme en otro soy un caso de psiquiatría pues el
complejo mundo interior de un ser humano no puede cambiarse por el de otro.
El actor debe ser el hombre con más carácter y personalidad que los demás para
poder comprender las situaciones que se le planteen.
El examen final fue realizado el 2 de enero de 1963. (Hasta aquí mis apuntes
de ese año).
2. Pedirle a un actor que recuerde lo que le pasó ayer. Pedirle que realice un
esfuerzo físico, levantar o correr algún mueble. Estos actos mentales dependen de
nuestra voluntad y pueden promoverse cuando queramos.
3. Pedir a alguien que tenga hambre. Pedir a otro que se ponga furioso.
Empezarán a pensar cómo deben manifestarlo y no en conseguir estados
sensitivos o emocionales que los pongan en la situación pedida: hambre o furia.
. Mientras nuestra energía mental o muscular es controlada, la sensitiva o
emocional lo es muy poco y sin embargo actuar es desarrollar la habilidad de
reaccionar ante estímulos imaginarios.
. Ejercitar la memoria sensitiva puede ayudar al training de actores. No debe
trabajarse la imitación pantomímica de las reacciones que provoca la sensorialidad.
Tampoco las observaciones que se le hagan sobre el personaje (actitudes,
movimientos, pensamientos, costumbres, etc.) serán útiles si el actor no absorbe en
su mente las ideas y no crea incentivos para su propio cuerpo y aspecto.
. Desde el punto de vista sistemático, según Lee Strasberg, el training del actor se
divide en “trabajo sobre sí mismo” y “trabajo sobre el papel”. Strasberg no debería
empezar con la segunda etapa sin antes haber preparado a los actores,
intensamente, en la primera.
• Training mental: conocimientos, observaciones históricas o geográficas vividas.
• Training físico: educar el cuerpo y la voz a no ser expuestos sino expresivos,
flexibles y habituados a concentrarse.
• Training emocional (sensitivo): concentración y training de sentidos.
. Memorizar, observar con objeto y luego describirlo sin él. Ponerse zapatos,
vestidos, tomar una copa, acariciar un rostro, un cuerpo. (No se preocupen en
transmitir la impresión al público sino en notar la impresión que produce sobre
ustedes).
. Escuchar: tango, jazz, clásico. No deben hacer mímica para transmitir lo que se
está escuchando sino definir interiormente la contextura del sonido que escuchan.
Ver un cuadro, detenidamente, su textura, forma, color, tema, etc. Probar vinagre,
limón. Primero los sabores fuertes, los más fáciles de distinguir. Trate de recordar
la sensación más notable de su día.
. Ejercicios: Llegar a casa de noche; buscar algo sin hacer ruido, fósforos, un farol.
Prepararse para salir; recibir un llamado telefónico que cambia los proyectos.
Recomiendo preparar los objetos para la salida al campo.
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QU I N TA C L A S E . Martes 18 de abril
. Plan de clase: Empezar con algunos ejercicios de memoria sensitiva. Diferenciar
lo más posible los recuerdos sensitivos y aclarar su importancia para enriquecer la
expresión con matices y evitar la inexpresividad y falta de comunicación. No hacer
mímica, dejar que fluyan las reacciones auténticas.
. Proponer ejercicios de lavarse las manos con distintos objetivos, desde limpiarse
para comer pasando por lavarse para amar, operar, sacar la mancha de sangre de
Lady Macbeth. Recordar una voz desagradable. Sonido que crispa, por ejemplo
freno brusco de coche, que remite a un accidente. La palidez de una cara ante ese
recuerdo. El olor a gasolina. Una superficie rugosa, una herida abierta. Nuestro
inconsciente se rebela a través del uso que hacemos de los objetos.
. Ejemplo: Linda remendando el saco de Willy, en La muerte de un viajante.
. Observar cómo fuma la gente, de distinta manera en cada persona; cómo usa
una servilleta; lo que hace con un papel de su caramelo; abotonarse o
desabotonarse una prenda; jugar con un boleto de colectivo; cómo prepararse en el
teatro para entrar a escena. Descubrir la descarga de tensión en el objeto.
. El uso del objeto puede rebelar el estado de ánimo de la persona, su carácter, y
además lo alivia de tensiones. Los sentidos, en nuestra vida tensa, rutinaria, llegan
a embotarse.
. Un momento muy importante y poco frecuente: mirémonos en el otro. El actor
tiene que tener los ojos de un pintor, los oídos de un músico, los dedos de un
escultor, la lengua de un goloso o un gourmet, la nariz de un especialista en
perfumes o en vinos. Ejercitar el paso de un sentido a otro, antes de quedarse
dormidos y al despertar.
. Usar el paso de un sentido al otro como transición o puente al resolver una
escena en el escenario.
CLASE IV
. Diferenciar entre el que cuenta los hechos y el que cuenta sus estados de ánimo.
Hay sorpresas profundas que el pensar y hablar de ellas nos vuelven a poner en el
mismo entusiasmo o en la misma depresión.
. Todos los sentidos nos hacen recordar las sensaciones registradas; aunque todo
no puedo expresarlo, como la naturaleza, que reacciona sobre estímulos de
recuerdos sensitivos. Gente que teme recordar ciertas cosas tiene una evidente
memoria emocional.
. El accidente. La vivencia naturalista que provocó horror. Unos días después, al
pasar ante el lugar, esta imagen del recuerdo se transforma. Lamentamos lo
pasajero, la indiferencia, el destino. La vivencia naturalista se transforma en
símbolo, conduce a pensamientos y nuevos sentimientos. La memoria acoge el
acontecer mientras lo guarda pero borra ciertas imágenes. Hechos similares del
mismo tono de sentimientos se mezclan. Luego guardamos lo esencial.
. El denominador común, lo que en distintos casos similares nos ha
impresionado más fuerte. La relación hacia los casos especiales se nivela a un
sentimiento para todos los casos similares. La memoria concentra y borra.
Recordamos mejor lo bueno. La fuerza del actor está en sus vivencias y en la
posibilidad de crear vivencias de cosas que no ha vivido.
. ¿Cómo despertar nuestra memoria emocional?
. Registrar el ambiente de lo que sucede en la realidad: llueve, hay fragancia a
jazmín; una mañana de primavera, una noche de invierno, etc.
. El espacio escénico preparado ayuda a despertar la imaginación, también
recuerdos y emociones en el actor.
. No se puede repetir el resultado (recuperar una sensación particular) sin realizar
el camino que llevó a ese resultado.
. La rapidez de reacción es distinta ante una vergüenza sufrida públicamente, algo
que uno no olvida nunca y que lo traba en todo. La vida está destrozada por su
memoria emocional.
. Luego, descubrir situaciones que cada vez que pensamos en ellas nos excitan de
inmediato; y otras situaciones que nos hacen surgir el sentimiento solo lentamente.
. El paso de la compasión por el personaje observado (el hombre que mató a su
mujer) hacia el sentimiento de una persona que participó del drama (el hombre
mató a su mujer por celos hacia mí).
. Todos los medios psicofísicos son estímulos que deben despertar la
memoria emocional y el sentimiento necesario: el “como si”, “las situaciones
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CLASE VIII
CLASE IX
. Sobre actores loros y la contrapartida: ver a un actor pensar y desear algo. Sobre
las lágrimas contagiosas o la emoción profunda, en silencio. El gran dolor o la gran
alegría. Una emoción culminante, desbordante: amando en silencio.
. Actuar en la representación como por primera vez; como el amor espontáneo y
nuevo; como la ilusión de la primera vez.
. El actor: una máquina de emociones. Equilibrio entre subvertido y
sobreactuado o entre falta de control y encontrar la medida. La relación entre las
tensiones musculares y las vivas tensiones.
PRIMERA CLASE
• Improvisaciones:
. Imaginar el escenario convertido en terraza de café, preparación para Marius, de
Marcel Pagnol.
. Relatar un hecho de las vacaciones (describir una persona del otro sexo que le
interesó), preparación para La dama sin perrito, de Anton Chéjov.
• Improvisaciones a preparar:
. Hombres: relato de un paseo por el puerto, preparación para El viaje, de Schehadé.
. Mujeres: un paseo por la ciudad (cerca del Mercado de Abasto) y el relato del
paseo, preparación para El alma buena de Se-Chuan, de Bertolt Brecht.
SEGUNDA CLASE
• Improvisación:
. Los preparativos de una pareja para una salida al Tigre.
. La actividad física de la preparación es lo que más se comunica al espectador.
. Construir y ordenar el esquema del ejercicio de salida de la pareja.
T E RC E R A C L A S E
C UA RTA C L A S E
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QU I N TA C L A S E
PRIMERA CLASE
• Introducción:
. Reflexionar sobre la “moda” adoptada por los últimos actores.
. La Torre de Babel que reúne a los autores teatrales y la necesidad de encontrar
una estabilidad en los valores de la dramaturgia.
. ¿Bertolt Brecht superado por Arnold Wesker, Harold Pinter y Fernando Arrabal?
. Reflexionar sobre lo poco adecuado que serían los textos del teatro de Eugene
Ionesco y Harold Pinter, con su teatro del absurdo, para la formación de actores.
. La necesidad de los autores muy modernos de contar con actores muy seguros
para la interpretación de textos de tales autores.
SEGUNDA CLASE
. Aclarar que las distintas escenas a presentar sirven, por ahora, para repasar los
elementos básicos: la concentración como punto de partida.
T E RC E R A C L A S E
. Imaginación.
. Insistir en la necesidad de saber observar en forma selectiva para que a través de
un sentido se imprima más fuertemente la impresión y esta impresión evocada
pueda también suscitar reacciones más fuertes y expresivas.
C UA RTA C L A S E
S E X TA C L A S E
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NOVENA CL ASE
DÉCIMA CLASE
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TERESA: Yo creo que no hay que elegir. Se debe aceptar lo que nos llega.
SEGARD: No, ¡tendríamos que elegir! Yo quisiera tener todo, pero sé que
extrañaré precisamente lo que dejo y hasta lo lamento por
anticipado.
TERESA: Yo lo extraño después. Eso me ocurre. Ayer, por ejemplo, dudé hasta
último momento entre los zapatos marrones y los negros charolados.
Elegí los marrones, por la estación; sin embargo, los negros…
SEGARD: Sí. Pero yo no me refería a las cosas, al calzado…
TERESA: Lo sé.
SEGARD: La vida está llena de combinaciones misteriosas. Teresa, yo dejo París
por Canadá, en compañía de Bastien. Desde hace un mes no pienso
más que en el Canadá. En el tren veía el barco y después el Canadá,
del que me he hecho un cuadro en la cabeza. Llegamos. La salida no
se hace como habíamos previsto. Desde hace quince días estoy en el
hotel Cordier. ¿Y cree que yo no pienso más que en la partida, como
Bastien? ¿Que no quito los ojos del fin, como dice él? No… Yo… yo
la miro a usted; me complazco en acompañarla; me siento amigo de
la casa, amigo suyo… suyo.
TERESA: (Levanta la cabeza y ríe). ¿Verdad?
SEGARD: Me digo: te vas y tal vez hubieras podido ser muy feliz en este país.
Si quisieras… Usted acaba de contarme que estuvo con un criador
de aves. Mire –yo soy así– dejé correr mi imaginación. Veo una
casilla llena de sol, algo así como una casa de guardabarrera; pero
no en el Canadá. Hay un espacio donde se crían las aves y un
jardín con la linda Teresa que ríe. Porque me habló también de un
jardín, ¿verdad?
TERESA: Sí.
SEGARD: Es por decir, ¿no? Cómo perturba sentir cada paso que damos; todo
aquello que sería posible si nos detuviéramos allí; adivinar cómo
podríamos llenar fácilmente nuestra vida y el corazón…
TERESA: Es verdad lo que dice. (Silencio) ¡Ah! me va a hacer trabajar la cabeza
y sentiré nostalgia.
SEGARD: (Poniéndole una mano en el hombro) No, no…
TERESA: Oigo a la señora Cordier que baja; tengo que tender las mesas.
SEGARD: ¿La he aburrido con mis cosas?
TERESA: (Levantándose) ¡Oh, no! ¡Me ha dicho cosas tan agradables!
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. Segard está apegado a todo, al aspecto del bar, a lo tradicional en él, a Teresa.
Ubicar bien el lugar, crear el ambiente. No debemos comenzar por sentir sino por
crear el ambiente que es lo que nos llevará a sentir.
. Lo más importante para él es estar a gusto, deleitarse en ver a Teresa.
. Motivación de Segard: comunicarle a Teresa su satisfacción de estar allí pero
tiene dificultad en encontrar las palabras. Lo importante, lo rico en la actuación
está antes y después de las palabras, lo que flota en el ambiente y no las palabras en
sí. En el silencio previo está el noventa por ciento de lo que se dice, la palabra es el
diez por ciento. A través de una misma frase se ocultan diferentes intenciones.
. El actor que asume el personaje de Segard debe elaborar qué quiere decirle
a Teresa cuando empieza a mencionar “la guerra…”, y luego no concluye ni
retoma el tema. Debe estar muy seguro de lo que va a recordar (es su hilo
rojo).
. Teresa y Segard: los dos juegan. Ella no se deja llevar por él, en cambio lo
provoca, flirtea. Él piensa: ¿por qué me dice eso? ¿Me quiere?
. Segard no debe hacer esfuerzos por ver los rulos en el cuello de ella; debe
encontrar el placer de verla; expresar sin miedo lo que sienten. Intención
fundamental de Segard: “Yo la miro a usted”.
. No ponerse solemne al decir: “No, mentiroso no”.
. No exagerar al llamar su atención.
. Poner el énfasis en recordarla a ella; la mención de lugares o cosas es rápida.
. Liberarse de tensiones y solemnidades.
. Teresa piensa que Bastien, es un gatito “para comérselo”; en Segard ve un sueño
que este quiere lograr y que ese sueño los distancia.
. En Segard se destaca su vitalidad y seguridad; su interés por Teresa en todo, en
sus evocaciones, en la música, en las palabras; siempre se destaca lo que siente con
mucha fuerza; las evocación de olores es muy fuerte, viva. En Teresa también, esto
le sirve de aliciente a Segard, lo moviliza.
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TELÓN.
. La señora sospecha pero no los molesta; le dirige una indirecta: “Apaga la luz”.
. Él siente que está en infracción, “Ya subo enseguida”.
. La esencia de la escena es el juego permanente.
. Los dos están pendientes de la señora Cordier hasta que se va.
. Bastien les da tranquilidad, a la señora e indirectamente a Teresa.
. Los dos quedan sin hablar, pendientes, pero sabiendo que están solos.
. Crear un interés mutuo por el otro pero sin demostrarlo. Las miradas se pueden
encontrar solo una vez. Trabajar los silencios. Ella canta y provoca, finalmente lo
enfrenta cuando termina su tarea. “Eh, señor del diario”: comienza ella, ella lo provoca.
. Él está concentrado en un fingido interés por el diario, juega con eso, luego lo
tira, decidido a enfrentar otro juego.
. ¿Cómo la quiere conquistar? Se produce un cambio al quedar solos.
. Inmediatamente la aborda. No le da importancia al objetivo de conquistarla; sí
de eliminarle dudas y darle tranquilidad de conciencia.
. Bastien la retiene, luego la enfrenta.
. Pide “dos vasos”, avanza despacio, tentándola.
. Ella se mueve, rechaza con delicadeza.
. ¿Qué tiene de malo que se entere la patrona?
. Ella duda por cómo lo tomará la patrona, sinceramente.
. El juega, imita un ronquido para que ella entre en el juego.
. Se ríen, hay entrega al juego, complicidad.
. “Venga, abra”: es una insinuación fuerte. Él ya se la comería.
. Él apronta la mesa, vasos y sillas. Primero juntas, piensa en jugar, luego las separa.
. Él da por descontado que ella aceptará la invitación al champagne. Decidido
busca la botella y los vasos, chispeante.
. Ella retrocede un tanto porque lo ve muy decidido.
. Él la envuelve con argumentos lógicos. Él descubre su intención, quiere que este
encuentro sea íntimo, entre los dos, para tener el placer de tomarla.
. A ella no le gusta la rapidez, piensa, busca argumentos para provocarlo, para
hacerlo más difícil, no está dispuesta todavía. Él, rápidamente, se defiende para
convencerla.
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LINDA: Biff me dijo: “Dile a papá que le vamos a banquetear. Tienes que estar
allí a las seis. Cenarás con tus dos chicos.
WILLY: ¡Vaya! He aquí algo que vale la pena. Voy a meterme a Howard en el
bolsillo. Conseguiré un adelanto y vendré a casa con un puesto en
Nueva York.
LINDA: Así, así, Willy, con esos ánimos… ¿Llevas tus lentes?
WILLY: Sí, sí, tengo mis lentes.
LINDA: Y un pañuelo.
WILLY: Sí, el pañuelo.
LINDA: ¿Y tu sacarina?
WILLY: Sí, mi sacarina.
LINDA: Ten cuidado en las escaleras del subterráneo. (Le da un beso y se ve que
cuelga de su mano una media de seda.)
WILLY: (Lo advierte). ¿Quieres dejar de remendar medias? Por lo menos
mientras yo esté en casa. Me pone nervioso. No sabes cómo. Por favor.
LINDA: (Esconde la media en su mano). Recuerda; es el restaurante de Frank.
WILLY: Bien, no trabajes mucho hoy. (Sale).
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. Willy no siente la diferencia de edad con respecto a sus hijos. ¿Qué quieren los
hijos? Uno, Happy, el menor, seductor, consigue las mujeres que quiere; el otro
triunfará en cualquier deporte que practique.
. Evocaciones: cuidar que se llenen los silencios con reales evocaciones y
pensamientos concretos para evitar baches o cortes en el discurso o la escena.
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juguete nuevo de Howard -hijo del fundador de la empresa, actual jefe-, aparato
que este quiere mostrar y compartir. Willy reacciona, le sigue la corriente para no
molestarlo antes del planteo, se pone de igual a igual. Relaciona el grabador con la
radio de su auto.
. El actor que asuma a Willy debe buscar estímulos que no sean difíciles de
adaptar a su personalidad y a su edad. Tan solo puede fijarse como objetivo “no
salir más a la ruta por largos períodos para poder quedarse más tiempo en casa y
dedicarse a trabajar en el jardín, con Linda”, su esposa. No hacemos el papel de
Willy, tomamos el comportamiento de Willy y lo adaptamos a nosotros. Willy
estuvo presente junto al padre de Howard en la creación de la empresa, siempre fue
como de la familia.
. En los procesos sistemáticos de aprendizaje, es común que actores jóvenes
deban asumir personajes de mayor edad. Esto no debe ser una dificultad para
captar la esencia del personaje.
. Para adaptarse a la edad de Willy pensar en Howard como alguien muy joven.
. Willy se ve a sí mismo joven, decidido, capaz, bien vestido; eso lo estimula a
enfrentarse a Howard. También espera una respuesta positiva para aportar alegría
a la cena de la noche con sus hijos.
. Howard es como un niño, vanidoso, frío, distanciado; está al frente de la empresa
no por mérito sino porque la heredó de su padre. Trabajo individual para el
personaje de Howard: deseos de jugar con el grabador; encontrar elementos de
juego y diversión con el grabador para gozar con él; fastidio por el problema que le
trae este viejo empleado que lo molesta desde hace tiempo; duda de las condiciones
reales de Willy; se irrita por la insistencia y la presión que ejerce sobre él.
. Por el sonido del aparato va evocando a las personas que hablan, le parece que
su hijita es extraordinaria. Evocar con vitalidad todos los sonidos.
. Piensa: este viejo se cree un gran vendedor; no da más; tengo que sacármelo de
encima para seguir grabando; además me cansa y me aburre; cuando el viejo
plantea “no viajar más” siente alivio, le evita el discurso de despedida. Esto lo
impulsa a evitar que se tome de la ilusión de que quedará en el local; esquivar los
lances; sacárselo de encima pero evitando el posterior peso de conciencia; pensar
que los hijos lo ayudarán; trata de convencerlo.
. Una definición general de un carácter de un personaje no es ningún estímulo para
la acción. Por ejemplo: es tímido, es serio, etc. No partir del “soy” sino del “quiero”.
. Las características de los personajes van apareciendo a partir de lo que hacen,
de la acción.
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. Deben justificar al personaje por más vil que este sea; buscarle razones valederas
que lo justifiquen.
. Matices de Willy: el pedido es algo a lo que se aferra desesperadamente. En
la primera entrada no está netamente seguro. Es un juego por el que se
autoconvence. Es una falsa seguridad que cae al chocar contra la
incomprensión y falta de interés de Howard. Cada vez más va tomando
conciencia de su inestabilidad. Recuerda la magnificencia del trabajo del
viajante, de lo maravilloso que era él trabajando. “Ahora ya no es nada un
viajante”, cae en la cuenta de que se dejó engañar por el dueño, el padre de este
mocoso. No sabía que terminaría así. Comprende lo que dejó en su vida por
trabajar en esta empresa y que ahora no lo recompensan.
. Para abordar la crítica de los ejercicios preguntarse ¿qué pasa en la situación que
vimos?
. La evocación en medio de una escena tiene importancia solo cuando surge de
lo hablado y tiene una intención, va direccionado a producir algo en el otro.
. Recuerden que el estímulo es lo que mueve la escena. Deben redescubrir
continuamente los estímulos de cada situación, en cada momento; deben recibir
estímulos y reaccionar, si esto no sucede, no pasa nada en el ejercicio.
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¿Qué te pasa?
BIFF CONTINÚA INMÓVIL; LAS LÁGRIMAS RUEDAN POR SUS MEJILLAS.
Es una clienta. Tiene su habitación abajo y la están pintando. No te
imagines (...) Ve las mercaderías en su habitación y las cosas tienen
que ser así... Tráeme mis trajes.
BIFF NO SE MUEVE.
Deja de llorar y haz lo que te digo. (...) ¿Cómo te atreves a llorar?
(Echando un brazo a los hombros de Biff). Cuando seas mayor
comprenderás estas cosas. (...) Gestionaré los puntos que necesitas
para entrar a la Universidad...
BIFF: No pienso ir allí.
WILLY: Tienes todo el verano para recuperar...
BIFF: (Que está rompiendo a llorar) Papá...
WILLY: (Muy afectado) ¡Hijo mío!
BIFF: Papá...
WILLY: Esa mujer no significa nada para mí, Biff. Me sentía solo, muy solo...
BIFF: Tú... le has dado las medias de mamá. (Llora desconsoladamente y se
levanta).
WILLY: (Tratando de agarrar a Biff) ¡Te he dado una orden!
BIFF: ¡No me toques! Tú... mentiroso.
WILLY: ¡Pídeme enseguida perdón!
BIFF: ¡Tú... farsante! ¡Un ínfimo farsante! ¡Farsante! (Dominado por sus
emociones, se vuelve rápidamente y, llorando con amargura sale con su
maleta. Willy queda de rodillas en el piso.)
WILLY: ¡Te he dado una orden! ¡Biff, vuelve aquí! ¡Voy a molerte a golpes!
Aportes para trabajar la escena del hotel entre Biff, Willy y su amante.
. A Willy algo le preocupa, lo tiene ensimismado; el actor debe buscar
imágenes y pensamientos. La asociación de ideas debe estar bien compaginada
para que se trasluzca en la escena, que ayude al actor y no lo distraiga. Al armar
una escena buscar siempre la cadena de ideas, imágenes y pensamientos que la
sostenga.
. La mujer quiere sacarle el susto que tiene Willy. Está en actitud simpática, trata
de despertarle deseos de que la bese.
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. Willy: Marca el punto final cuando dice “tiene que ser así”, decidido, ¿cómo te
atreves a juzgarme?
. Biff: Agilidad, vitalidad, entusiasmo, no mendiga, arrastra al padre con su
seguridad. En la imitación piensa en la rabia que siente por el profesor, su objetivo
es hacer comprender a Willy cuál es su situación en el colegio. El objetivo de la
escena: convencer a su padre de que vaya a hablar con el profesor.
. Biff debe recordar al profesor cuando lo pilla imitándolo. Su llegada al hotel es
con urgencia pues cerrarán las inscripciones. Está contento con el encuentro del
padre, si Willy va a la universidad estará todo solucionado.
. El proceso de Willy para convencer a Biff es más rápido, sin tantos cortes.
. Olvidarse de tratar de mostrar a cada personaje con sus características.
. Deben comenzar con un estímulo que impulse la escena.
. La concentración en la escena comienza fijando solo una imagen fuerte que
tenga relación inmediata con la situación.
. No fijar la mirada en la puerta –esperando que se abra y aparezca el padre– sino
que deben establecer imágenes y asociar ideas, esto movilizará a Biff.
. Tomar el ejercicio por partes para practicar solo escenas separadas que luego se
unirán. No ensayar la escena de un tirón, pues luego fallarán los puentes, habrá
cortes en la continuidad. Para evitar los cortes y facilitar la creación de los puentes
tomar pequeños temas de improvisación, cuando estén claros y seguros, unirlos a
través de puentes.
. Ya tenemos las intenciones generales, los “qué quiero”. Ahora debemos
incorporarlos en la acción, entrar en situación, hacerlos propios.
1. Hacer improvisaciones solo con esquemas de acciones y unidades de las escenas.
2. Leer el texto después de cada ensayo, para analizar paso a paso la situación.
Elaborar por partes el esquema de la improvisación siguiendo la línea de
intenciones. Descubrir lo que hace brotar la escena, descubrir los estímulos.
. Deben lograr mantenerse en situación durante toda la escena.
. Para entrar en situación, concretar las ideas, dirigirlas hacia un objetivo concreto.
. Ubicarse en el lugar, en la hora, en lo que ha pasado inmediatamente antes, no
pensar en el pasado, en la historia de la vida del personaje, sino pensar en lo más
fuerte del pasado inmediato, la escena anterior, esté o no esté escrita por el autor.
. No es cualquier personaje en situación sino justamente ese personaje. (Yerma
deseará ese hijo de distinta manera que cualquier otra mujer).
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. No se traben con las réplicas del texto, todavía. Respeten las unidades, los pasos
de la escena. Deben diagramarla a grandes trazos; sacar de la escena las referencias
europeas; no ensayar los pasos, tener en cuenta las boyas, las unidades. Fortificar
los detalles anteriores de la historia: el encuentro, el lugar, los planes.
El paquebote Tenacity, de Charles Vildrac. Tercer acto. Escena entre Teresa y Bastien.
AMANECE. BASTIEN CON TRAJE DE VIAJE, ABRE UNA VALIJA SOBRE LA MESA.
TERESA ENTRA CON PRECAUCIÓN, CAMINA EN PUNTAS DE PIE, CON UNA
VALIJA MÁS GRANDE.
TERESA: (En voz baja). Ves, querido. (Abre la valija) Todavía hay mucho lugar…
BASTIEN: (La besa efusivamente) Mejor. Así podré dejar a Segard esta valija que
es suya. Ahora, cinco minutos para arreglar las cosas. (Saca y selecciona
el contenido de la valija que está en la mesa. Pasa a Teresa objetos que
guardará en la valija grande).
TERESA: Tenemos tiempo; todavía es temprano. No he podido dormir…
Querido, ¡Ya han pasado ocho días desde que bebimos champagne
en esta mesa…!
BASTIEN: ¿Estás contenta?
TERESA: ¡Sí, feliz! Solamente me emociona que me voy así, sin avisar a la
patrona. ¿Y Segard? ¿Qué te dijo cuando le contaste todo anoche?
Tengo temor de que baje ahora.
BASTIEN: Yo no le he dicho nada.
TERESA: No le has dicho…
BASTIEN: No. Estaba decidido. Esperaba encontrarlo en el dormitorio al ir a
acostarme. Entonces supimos que el Tenacity estaba preparado. Y no
tuve valor. ¡Ah! ¡Cuánto lamento no habérselo dicho hace tres o
cuatro días! Fui a hablar con Hidoux. Lo puse en conocimiento de
todo. Les advertirá a todos. Él sabe lo que hay que decir. Y he escrito
una carta para Alfredo.
TERESA: ¡Ah, bueno! ¿Una carta larga?
BASTIEN: Sí… una carta… Pero debí verlo. ¡Pobre Alfredo!... Pero no podía
decirle, precisamente a la hora del embarque, que ya no iba, yo, el jefe
de la expedición; yo, que había arrastrado a un compañero como él,
y a quien había predicado la perseverancia. No podía hacerlo, era
demasiado penoso.
TERESA: Sin embargo, todo el mundo comprende que el amor puede más que
todo.
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. Para aliviar el rigor, Inés se dice “mañana dejaré de adorarte pero hoy es una
fiesta”. Es fiesta el contacto con la ropa, el ver las prendas, “que rica soy”. A través
de las prendas del hijito, vive. En distintas etapas escuchará llantos; voz diciendo
“mamá”, verá el bracito que golpea el vidrio; le pedirá que no se quede en la
ventana, que hace frío, que se vuelva al cielo.
. Brand le exigirá un último sacrificio, para agradar verdaderamente a Dios: Inés
debe desprenderse de la ropa de su hijito muerto; la debe regalar a gente humilde.
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SEGARD: Sí.
SRA. CORDIER: ¿No sentirá deseos de volver a su casa, más bien?
SEGARD: ¡Volver a casa! Cuando llegué aquí lo deseaba, pero ahora no. Por otra
parte estaba obligado a partir… ¡Para qué me habré comprometido!
Mi valija está en el barco.
SRA. CORDIER: Oh, por la valija… Hidoux podría ir a buscarla…
HIDOUX: Francamente, de corazón, ¿tú qué prefieres? ¿Volver a París? ¿Irte? ¿O
quedarte aquí?
SEGARD: Nada… (Silencio) No, quedarme aquí, no. ¡Puesto que debía irme,
me iré…!
SRA. CORDIER: Usted debió irse con Bastien, pero ya que él lo dejó…
SEGARD: Entonces, señora, porque Bastien me ha dejado, porque Bastien ya
no va al Canadá, ¿no sabré irme? Esta es la primera vez que me
entristece una partida…
HIDOUX: Bueno, ¡vete, muchacho! ¡Vete!
SRA. CORDIER: Yo en su lugar…
HIDOUX: Ocurre también, mi pobre Segard, que cuando no hay lugar -más
que para uno nos atropella quien se atrevió antes que nosotros… ¡Eso
no impide que la vida sea hermosa!
SEGARD: Y triste.
HIDOUX: Y triste, y alegre y triste otra vez. ¿Crees que serán felices mucho
tiempo Bastien y Teresa?
SEGARD: ¿Qué decía?
HIDOUX: ¿Quién?
SEGARD: Teresa, ¿qué decía?
HIDOUX: No sé…
SEGARD: ¿Se reía…?
HIDOUX: No sé, y si lo supiera no te lo diría. Apenas la vi. El tren ya salía.
¿Crees que los enamorados flamantes se ocupan de otra cosa que de
ellos mismos?... ¿Qué dices?
SEGARD: Me voy. Prefiero irme lejos, solo.
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. Segard sigue con su idea fija, al principio no cree que se han escapado, piensa
que han ido al puerto. Recibe la carta y recién se asegura ¿cuántas veces lee la carta?
Mastica, madura. Finalmente concluye: Teresa me engañó, parecía que estaba
conmigo. Imagina a Teresa en su jardín, no la ve trabajando como vendedora; culpa
a Bastien.
. Hidoux modifica este pensamiento al degradar a Teresa. Hidoux y la señora
Cordier quieren consolarlo y retenerlo; trabajar la intención de que se quede, se
tranquilice. Hidoux debe definir qué lo mueve a ayudarlo; su modo de
comunicarse es muy razonado, como un psicólogo.
. Segard la imagina riéndose con Bastien. Le molesta la actitud adoptada por
Hidoux, compartida, además, por la Señora Cordier. Esto lo impulsa a querer irse.
La decisión de irse de Segard está motivada por una imperiosa necesidad de estar
solo. Debe tener presente dos intenciones, una superficial: para no escuchar más a
Hidoux y a la señora; una profunda: para castigarlos a Teresa y Bastien, para que se
arrepientan de haberlo dejado solo. Trabajar el deseo de llamar la atención sobre sí
para que comprendan cuánto sufre.
. El suicida piensa siempre en la reacción que provocará su muerte.
. ¿Qué va a hacer ahora, llorará o no le dará importancia? Un muchacho a punto
de irse, extrañando el lugar pero con excitado movimiento de partida, retoma la
esperanza.
. ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo? ¿Para qué? ¿Dónde estoy?
. No realicen movimientos superfluos pues dispersan las imágenes e intenciones.
. Escena difícil respecto de la emoción. La emoción debe hacer aflorar alguna
lágrima, que se contiene, sin llegar a llorar.
. Todos los estados deben estar promovidos por la imaginación. Profundizar la
riqueza de las imágenes, aunque sea una sola, pero fuerte.
. Para que impacte en el espectador, la imagen que trabaja el actor debe estar
detallada al máximo. Debe lograrse una comunicación artística y no científica.
. Cuando se va un personaje siempre pasa algo, comienza una nueva escena o una
nueva unidad. Importante combinar acción física con acción interior.
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apabullan, pide al profesor algo más fácil. El profesor se aviene y transforma toda
simpleza en ciencia para poder comerciar. El burgués aprovecha para pedirle que le
escriba una carta.
. Argumento sencillo; intenciones simples.
. Según cómo se realizan las acciones, estas manifiestan las intenciones.
. La intención de nuevo rico aparecerá cuando muestra su casa; da la impresión
de que él lo hubiera construido todo; gracias a él está todo esto aquí. No vale el
pintor por sí mismo sino porque él lo descubrió, adquiriendo y exponiendo su
pintura.
. El profesor de filosofía es una autoridad en letras, impone respeto por su
sabiduría.
. Encontrar una acertada intención. Gozar con la intención del personaje.
. El nuevo rico, en cada letra parece que descubriera algo importante; se siente
feliz de aprender tan rápido.
. El profesor valora las cosas que enseña, cada letra es un tratado de filosofía.
Habla con facilidad abrumadora destacando cada cosa que dice. Vestido con
elementos de hombre de ciencia: bonete, toga, cuello blanco. Dirige palabras
rebuscadas para impresionar al burgués. Al pagar, el burgués cree que con esto ya
se encuentra a la altura del profesor.
. ¿Qué hace el burgués desde que se levanta? Los detalles físicos son importantes.
Después de lavarse se perfuma, prueba su ropaje ante el espejo, su peluca,
pantuflas, moños. Al mirarse no ve diferencia entre él y Luis XIV. Diferenciar
niveles de uno y otro personaje.
. La escena es casi un ballet, es una farsa popular.
. La comunicación entre personajes: ¿Qué significa estar comunicados? No es
solo una idea sino una sensación. La comunicación, en un plano emocional, se da
al evocar en conjunto momentos vividos en común. Se da también, una
comunicación por contagio: al ver una cara sonriente o llorosa; contagiarse de ese
estado de ánimo del otro.
. Una comunicación del pensamiento, se da en las explicaciones o los relatos que
nos sitúan en algo, un lugar, una cosa, una persona.
. El goce de descubrir una idea comunica el goce del pensamiento.
. No se pueden diferenciar las distintas maneras de estar comunicado, siempre
aparecen mezcladas, pero siempre debe aparecer un acento en alguna de ellas.
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picaría más.
KNOCK: ¡Ah!, ¡ah!, muy importante. ¡Ah!, ¡ah! ¿Qué edad tiene usted?
PREGONERO: Cincuenta y un años, hacia los cincuenta y dos.
KNOCK: ¿Más cerca de los cincuenta y dos o de los cincuenta y uno?
PREGONERO: Cincuenta y un años, hacia los cincuenta y dos. Los cumpliré a
finales de noviembre.
KNOCK: (Colocándole la mano en el hombre) Amigo mío, cumpla hoy su
trabajo como de costumbre. Esta noche, acuéstese temprano.
Mañana por la mañana quédese en la cama. Yo pasaré a verle. Para
usted, mis visitas serán gratis. Pero no lo diga. Es un favor.
PREGONERO: (Con ansiedad) Es usted demasiado bueno, doctor. Pero, ¿así que es
grave lo que tengo?
KNOCK: Quizá no sea todavía muy grave. Ya era hora de que se cuidara.
¿Usted fuma?
PREGONERO: (Sacando el pañuel). No, tomo rapé.
KNOCK: Prohibición absoluta de tomar rapé. ¿Le gusta el vino?
PREGONERO: Bebo con prudencia.
KNOCK: Ni una gota más de vino. ¿Está usted casado?
PREGONERO: Sí, doctor. (Se seca la frente).
KNOCK: Total abstinencia por ese lado, ¿eh?
PREGONERO: ¿Puedo comer?
KNOCK: Hoy, como va a trabajar, coma un poco de potaje. Mañana
estableceremos restricciones más serias. De momento, limítese a lo
que le he dicho.
PREGONERO: (Secándose de nuevo). ¿No cree que sería mejor que me acostara
enseguida? Realmente, no me siento muy bien.
KNOCK: (Abriendo la puert). ¡Ni pensarlo! En su caso, es malo meterse en cama
entre la salida y la puesta de sol. Suelte sus pregones como si no
pasara nada, y espere tranquilo hasta la noche. (El pregonero se va.
Knock lo acompaña).
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> clases de tercer año dictadas en ITUBA por Oscar Fessler, 1965
REGISTRO MANUSCRITO: JUAN ANTONIO TRÍBULO
ESSEN, 1934. CASA DE OBREROS. UNA MUJER CON DOS NIÑOS. UN JOVEN
OBRERO Y SU ESPOSA ESTÁN DE VISITA. LA MUJER LLORA. SE OYEN PASOS EN
LA ESCALERA. LA PUERTA ESTÁ ABIERTA.
LA MUJER: Lo único que dijo fue que pagaban salarios de hambre, ¿No es cierto,
acaso? Mi mayorcito tiene los pulmones enfermos y no podemos
comprar leche. No es posible que le hayan hecho algo.
ENTRAN VARIOS S.A. Y DEJAN EN EL SUELO UN LARGO ATAÚD.
UN S.A.: Ahora nada de teatro. Cualquiera puede pescar una pulmonía. Aquí
tiene los papeles. Todo está perfectamente en orden. Les aconsejo que
no cometan tonterías.
SALEN LOS S.A.
EL NIÑO: Mamá, ¿papá está adentro? (El obrero se acerca al cajón).
EL OBRERO: Es de cinc.
EL NIÑO: ¿No se puede abrir?
EL OBRERO: ¡Claro que se puede! ¿Dónde pusiste la caja de herramientas?
BUSCA LAS HERRAMIENTAS. SU JOVEN ESPOSA TRATA DE RETENERLO.
LA ESPOSA: ¡No abras, Juan! También a ti te detendrán.
EL OBRERO: Quiero ver lo que le hicieron. Tienen miedo de que lo veamos. Si no,
no lo hubieran puesto en un cajón de cinc. ¡Déjame!
LA ESPOSA: No te dejaré. ¿No oíste lo que dijeron?
EL OBRERO: Creo que por lo menos tengo derecho a verlo, ¿no?
LA MUJER: (Toma a sus hijos de la mano y se acerca al cajón). Todavía me queda
un hermano, Juan, y podrían llevárselo. El cajón puede permanecer
cerrado. No necesitamos abrirlo. No lo olvidaremos.
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. S.S.: técnicos, élite, intelectuales. Lo son por vocación, verdaderos enfermos sádicos.
. La Gestapo: policía política secreta, del Estado.
. Los S.A. se justifican entre sí ya que los que no están con el régimen cometen
sabotajes y tienen que combatirlos. Preguntaron si era esa la casa del obrero
muerto, nada más.
. Los presentes en la casa deben trabajar la idea de que “no sabemos qué quieren,
pueden venir a registrar la casa en busca de panfletos o pueden venir a buscar
informes en la vecindad; o pueden volver para informarles que el hombre está en
tal prisión, o en un campo de concentración”.
. El certificado médico dice “pulmonía”: nadie podrá probar lo contrario. “Nada
de teatro”. “No cometan tonterías”, es lo más importante que dicen. No se
imponen gritando sino diciendo los breves comentarios con seguridad, para frenar
movimientos impulsivos de parte de la gente de la casa.
. Hay que denotar que se van los S.S., escuchar que se alejan, asegurarse de que
no los ven, ni escuchan, ni volverán.
. El matrimonio vecino vino a preguntar si hay noticias, qué ha pasado. No están
totalmente al tanto. El obrero que ahora está en el cajón les contó el incidente del
día anterior; al día siguiente vieron que se lo llevaban detenido, por eso vienen a
averiguar qué está pasando.
. Antes de que ellos hablen ya piensan que el amigo está allí, en el cajón, se refleja
en sus caras que lo han asesinado. Accionar para evitar que la mujer comience a
gritar: “¡Asesinos!, ¡no puede ser!”. El grito se le queda en la garganta. Tienen que
prevenirse, esto es peligroso para todos.
. Sospecha el obrero: “¡En qué estado estará!”. Imaginar que ya no se sabe dónde
están sus ojos por la hinchazón de la cara. Es monstruoso encerrar en un cajón de
cinc a un hombre como si fuera una mercadería. Sin dejar que lo vea por lo menos
su mujer. “Es de cinc”, estos monstruos lo encerraron. Si el obrero los mira como
a monstruos asesinos, los S.S. reaccionarán. Deben cuidarse, ocultar sus reacciones.
. La esposa del obrero puede decir “fulano” está adentro. Es de cinc. El hombre
pregunta “¿dónde pusiste la caja de herramientas?”.
. Son importantes los detalles naturalistas, el impulso es el de abrir el cajón, para
ver y mostrar a los vecinos lo que hicieron con él. Fuerte deseo de abrir la caja, de
romper la soldadura. Deseo exaltado, como para correr. La esposa nunca lo vio en
esta actitud. Mientras pide herramientas las busca como loco. Mujer quiere
calmarlo, por eso baja el tono de la voz.
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. Preguntas sobre la situación del comienzo: ¿Qué espera la madre? ¿Agotó los
medios de enterarse? ¿Quién lo vio por última vez? ¿Y desde allí qué pasó? ¿La radio
qué dice? Los diarios son más seguros, ¿los compró a todos? ¿Tiene números de
teléfono? ¿Los vecinos qué dicen? ¿Qué saben?
. Lo importante es crear una relación con el muchacho muerto; crear un clima
real de preocupación y búsqueda. ¿Se quedó a dormir en la casa de un compañero?
¿Lo retuvieron veinticuatro horas en la comisaría? ¿Estará herido?
. Memoria emocional. Buscar un elemento de un recuerdo, una situación vivida
donde yo haya ayudado o me haya preocupado por alguien en inferioridad de
condiciones. Esta situación, aplicarla luego a la escena, por ejemplo, donde tengo
que preocuparme por la mujer viuda, frente al cajón de cinc.
. Usar la vida diaria con tal apego e intensidad como para empaparse de todo el
material que engrosará nuestra memoria emotiva.
. Observación afectiva del entorno, los objetos y las personas: Con mayor
interés y apasionamiento. Cada día vivido deberá tener un momento de
impacto que luego deberé recordar y asimilar, almacenar para poder utilizar
aunque más no sea la luz, el azul del cielo, el rojo de la estufa con grave sonido
que cruje. Observar las cosas y las personas pero con profundidad, hasta en las
mínimas características, cara, cutis, mirada. Cuando encuentro a otra persona
similar intuyo qué tipo de relación se establecerá con ella, de acuerdo a mis
viejas experiencias.
. Guardar en los dedos el áspero de las frutas. Registrar el apretón de manos, tibio
y firme o frío y viscoso; sin voluntad o acariciador. Desarrollar una mirada
profunda, una que me mire y otra que se mira en mí.
. La risa, enamorarse de ese sonido; hacerles chistes a los que me rodean para que
se rían y poder escucharlos reír. Trabar una fuerte relación con las personas, que
impacte en mi memoria, así esta se enriquecerá y engrandecerá. La impresión que
yo recibo es mía propia, y no se gasta, perdura cada vez que trato de recordarla para
utilizarla.
. No mecanizar el registro de las sensaciones, mantenerlo fresco, enriquecerlo,
cambiarlo, para que cada vez me haga vibrar como la primera. Si practico este
ejercicio de memoria afectiva me ampliará la capacidad de recibir, de experimentar
sensaciones.
. Esto me servirá para la comunicación con las personas. En la situación que
estamos trabajando, por ejemplo, aunque los personajes no se hablen, solo con
miradas le podrá decir que está a su lado, que le comprende.
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cuadradas, nucas grandes, casi rectas, sudor, pelos pegados, con cicatriz de honor
por herida de espada en acciones de la juventud nacionalista.
. Siempre conviene comenzar con una pequeña acción. No comenzar pensando
en las consecuencias, comenzar creando sonidos e imágenes. Tengo que evocar los
hombres en el coche, no los he visto pero me los imagino. Qué modelo de coche,
espaldas con nucas fuertes, calle oscura con farol.
. Apoyarse siempre en imágenes, no trabajar sobriamente, aparentando visiones
interiores.
. Curiosos pero no relacionados.
. Él no se siente culpable: ¿Cómo traducirlo? ¿Cómo entrar en situación
cargado de culpa? Verse rechazados por todos los vecinos, la portera, el
almacenero, en las puertas de las casas, mirándolos, cuchicheando, hablando,
estas imágenes aportarán la carga de culpabilidad. Tienen más miedo de los
vivos, de los que quedan en el vecindario, de los que los despreciarán y
señalarán. Pensar también en las posibles venganzas futuras de esos mismos
vecinos cuando la situación cambie.
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PANIS: Veintitrés y estoy buscando tres más, porque tengo un pedido muy
importante de la Malacia. Un velero de tres mástiles. (A Marius, que
está sirviendo). Vamos muchacho, llena mejor los vasos.
MARIUS: Están llenos.
FANNY: Embustero.
PANIS: (Marius hace desbordar los vasos). Cuidado, no eches fuera de la copa.
FANNY: Discúlpelo, está un poco fatigado.
PANIS: (Bebe del plato). Realmente ese muchacho no tiene buenos modales.
(Quiere encender la pipa, no tiene fósforos). ¡Qué mala suerte!
FANNY: Espere. (Busca fósforos y enciende la pipa).
PANIS: Qué gentil es lo que haces. Un fósforo sostenido por mano tan bonita.
FANNY: Qué zalamero que es usted. No me diga que mis manos son lindas.
PANIS: Son tan lindas como todo lo demás de tu personita. (Le toma la
mano). Tus manos son finas y están ardientes. ¿Y ese anillo tan lindo?
FANNY: ¿Le gusta?
PANIS: Está muy bien hecho. ¿Es de oro?
FANNY: No sé. Lo encontré en una caja de sorpresas.
PANIS: Entonces es de cobre.
FANNY: ¡Qué lástima!
PANIS: ¿Nunca has tenido un anillo de oro legítimo?
FANNY: No.
PANIS: ¿Y tu collar es de oro?
FANNY: Sí, me lo regaló mi tía cuando hice la primera comunión. (Toma el
collar entre sus dedos y se acerca).
PANIS: Muy bonito, y tiene un medallón. (Toca la piel de Fanny para hacer
salir el medallón de entre los senos).
FANNY: Sí, hay una medallita. Un momento que la saco.
PANIS: (Trata de leer). ¿Qué dice?
FANNY: Es la fecha de mi nacimiento.
PANIS SE INCLINA, RESPIRA FUERTEMENTE, SE ECHA MÁS AÚN SOBRE ELLA.
MARIUS: Fanny, te llama tu madre.
FANNY: No la he oído.
MARIUS: Te aseguro que tu madre te llama. Van tres veces.
FANNY: Tú sueñas.
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(Oscar Fessler nos propuso hacer primero una escena sin texto, el
incendio del taller de esculturas en madera, donde se encuentra solo el
aprendiz, y trata de salvar una obra de arte del maestro. En realidad se
trata de una escena que solo relata, luego de lo sucedido, el aprendiz al
maestro. Al plantearnos Fessler su realización funcionó como una escena
previa que me ayudó a crear imágenes, sensaciones y sentimientos que
me servirían como línea interna para la resolución de la escena del
encuentro de los dos personajes.
Dedicamos unas cuantas sesiones a redondear la escena del incendio,
verdadero conflicto con el medio, más decisiones que había que tomar,
recuperando llamas, humo, miedo, riesgo, ahogo, quemaduras, tajos,
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. Al comienzo debe estar muy concentrado en el trabajo fino para no registrar las
primeras llamas. Cuando termina esa acción descubre las llamas, quiere apagarlas,
aparece otro foco de fuego, trae agua, quiere sacar el banco de trabajo, las
herramientas; se chamusca el pelo, las cejas, se prende fuego la pierna del pantalón.
Las puertas quedan bloqueadas con fuego intenso. Evita el techo que está por
desplomarse. Protege la estatuilla con un paño o su saco. Deseo de ayudar al
compañero que está frenando a la multitud pero al ver a la Magdalena rodeada de
fuego cambia de objetivo. El fuego ya la tocó, la ha herido, él será el salvador. Esto
lo hará valorar ante el maestro Colás. Ve en peligro a su obra y la quiere salvar. Trata
de taparla, salir, pero no tiene lugar; rompe el vidrio de una ventana, arrima una
mesa y salta al exterior.
. El arte está en seleccionar los elementos que sirvan para este ejercicio, por
ejemplo en la forma en que se propaga el fuego.
. La tarea del director consiste en despertar en el actor curiosidad por buscar
elementos para solucionar una escena.
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quiere que el auditorio razone, piense. Realiza un corte en la acción para marcar
algo, hacer pensar sobre lo que sucedió imaginariamente. Pero hacer pensar que lo
que sucede en la escena es real, vivo, humano, no de papel sino de carne y hueso.
. En el caso de Sobre el daño que hace el tabaco el auditorio al cual habla el autor
(Anton Chéjov) es el viejo auditorio de la escuela de Petersburgo, de beneficencia,
que escucha la conferencia. El actor debe ubicarlos en la penumbra, sobre la platea,
casi en el pullman.
. Deben buscar situaciones de reacción, de emoción directa, afectiva; movilizar
la facultad de reacción frente a diferentes estímulos para reaccionar con matices.
. Comunicación: es compartir con otro lo que uno siente o tiene. Desear recibir algo.
. Para comunicar, primero se debe recibir un estímulo que inspire, se capta, se
recibe (en forma relajada) y recién entonces se podrá transmitir.
. Nos expresamos cuando nos sentimos provocados por algo; la expresión
acompaña a la actividad psicofísica.
. Tengo ganas de cantar; el deseo responde a estímulos recibidos. Nuestra vida
interior está hecha de pensamientos, de impulsos. El sentimiento acompaña a las
cosas que nos suceden.
. Al pensar, tener una idea, una imagen y realizar simultáneamente una acción se
traslucirá el estado de ánimo en el que me encuentro, lo que siento en ese momento.
. Para expresar realizo un intercambio con el mundo exterior; recibo estímulos,
objetivos o subjetivos que me hacen reaccionar.
. La expresión se verá en la acción acompañada por tal o cual estado de ánimo.
. Las cosas exteriores que me influyen crean en mí un estado de ánimo que se
expresará en alguna palabra o acción que deberá traslucir mi estado interior.
. Cuando no hay cosas que expresar o que comunicar se caerá en la expresión
exterior, vacía.
. Facilitará la tarea el concretar lo que se desea hacer y concentrarse en eso.
. Para crear una relación amorosa se debe partir de la imagen de una persona de
quien querría enamorarme, cómo debería ser, lo que me gustaría escuchar de esa
persona.
. La alegría (o cualquier otro sentimiento) no puede existir sin motivo, sin pensar
en nada. Algo siempre será lo que me lleve a ese particular estado.
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MARITA: Me veías bien en casa, con las composturas, los detergentes, los platos.
ENRIQUE: No, Marita, tampoco. Y tú lo sabes bien.
MARITA: Uno puede gustar de un empleo que no tenga nada que ver con lo
que soñaba. Supongo que estarás obligado a volver a la fábrica. ¡Tú
que hablas tan bien!
ENRIQUE: No, no volveré allí.
MARITA: ¿Qué vas a hacer?
ENRIQUE: Te lo voy a decir. Pero antes tienes que saber todo respecto de ese
dinero. Si he querido verte, es también por esta explicación que te
debo. ¿Tienes cinco minutos más?
MARITA: Sí.
ENRIQUE: Este dinero, Marita, no lo había prestado.
MARITA: Es lo que yo pensaba.
ENRIQUE: Este dinero lo ponía en la caja de ahorros. Tenía que servir para
liberar dos presos, para permitirles respirar: tú y yo.
MARITA: Si lo habías hecho, por qué me lo ocultaste. ¿Por qué?
ENRIQUE: Un proyecto magnífico, pero te quería dar la sorpresa recién a último
momento, sobre todo porque era largo y difícil de realizar. Quizás no
hubieras creído en él lo bastante para imponerte sacrificios. Entonces
te los impuse sin que lo supieras. Uno acepta mejor las cosas cuando
está persuadido de que no puede ser de otra manera. Necesitaba toda
mi energía para llevarlo a cabo. Si lo hubieras sabido, es probable que
hubiéramos puesto dos veces más tiempo para economizar esta suma.
Pero yo quería dejar la fábrica lo antes posible. No aguantaba más.
Me conozco, corría el riesgo de perder el trabajo en algún gesto de
impaciencia y todo hubiera estado otra vez perdido. Además, se lo
hubieras contado a tu hermana.
MARITA: (Protestando) ¡Oh!
ENRIQUE: Sí. Cuanto más te hubiera entusiasmado el proyecto, más pronto se
lo habrías contado, feliz de poder explicarle el porqué de nuestro
régimen de miga de pan.
MARITA: ¿Y entonces? ¿Era una cosa tan vergonzosa?
ENRIQUE: De alguna manera. Lo he contado a mis mejores amigos. Pero tu
hermana y su marido son incapaces de comprender la audacia y la
fantasía. Se hubieran encarnizado en destrozarlo y encima se
hubieran burlado.
MARITA: Nunca les dije nada que no les importara. Siempre te imaginabas cosas.
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comprar la casa rodante, tiene coraje. Está decidido a hacer cosas, tiene fuerza,
transmite el proyecto con ganas.
. Ansioso por ver la cara de su mujer: “Buen día, Marita”. Deseo de tenerla cerca.
. Trabajar el primer momento del encuentro con un intento de abrazarse, besarse,
que se frena. Él no sabe si ella lo retará y quedará en ridículo, este es el freno, pero
los dos tienen ganas del contacto físico. Es breve pero intenso.
. Él la ve como siempre: tierna. El actor tiene que descubrir en la compañera de
escena todo lo atractivo que naturalmente tenga, los pequeños detalles físicos y de
su arreglo personal.
. Él debe observar los efectos que van produciendo en ella los distintos relatos.
. Los ataques deben ser directos con respecto a la boutique.
. Ella debe ver en la cara de él que está seguro, tranquilo.
. Al notar esta intención piensa “va muy bien”. “Ahora que eres una ‘niña bien’
no puedo pedirte que vuelvas a casa”.
. Entre el dinero que restituye, que fue ahorrando, y el florero que le regala, este
es más importante. Él no la comprará con dinero sino con buen gusto y atenciones
cariñosas.
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MONTSERRAT: Sí.
IZQUIERDO: Has hecho matar a seis desgraciados, pero su muerte no determina la
liberación de sus millones de compatriotas. Yo soy un oficial del Real
Ejército, Se me han dado órdenes de mantener a cualquier precio la
autoridad de su Majestad. Todos los venezolanos que se sublevan ante esa
autoridad son criminales. El cruel no soy yo, Montserrat, sino mi deber.
MONTSERRAT: ¿Y los que torturaste hasta la muerte? ¿Y los que tú hiciste morir
mandando que les serrasen las piernas o que les vertiesen plomo
derretido en las entrañas? ¿También era tu deber quien te mandaba a
cometer tales atrocidades?
IZQUIERDO: Al ejecutar esos rehenes tengo la certeza de haber servido al rey.
MONTSERRAT: ¿Pero de dónde sacas tanto odio para ser tan cruel?
IZQUIERDO: Conseguirás volverme vanidoso… Ya te he contado cuando en Sierra
Chavaniz, los insurrectos me tomaron y me enterraron hasta el cuello y
luego me abandonaron así… Todos se reían. Ya se habían ido todos y
yo continuaba oyéndolos reír. Era una meseta pelada, sin un árbol, sin
nada. Hay noches en las que vuelvo a verme allí, veo esta cabeza, la mía,
puesta como una piedra de la gran llanura desierta. Cuatro días así.
Todavía oigo aquellas risotadas que llenaban el cielo vacío. Ahora,
cuando atravieso el patio, cuando me cruzo con la fila de rebeldes que
van a fusilar, su silencio a mi paso, hace en mí el silencio. Ya no oigo las
risotadas…Te hago tales confidencias, porque tengo la certeza de que
vas a morir esta tarde. (Grita a los soldados). ¡Decid a Morales que venga!
MONTSERRAT: ¡Izquierdo!
IZQUIERDO: Esta vez no podré concederles más que media hora. ¡Desearía que
hubiera entre ellos otra madre… con dos pequeñuelos!
MONTSERRAT: ¡No puedes hacer eso! ¡No podría! ¡Yo no podría!
IZQUIERDO: Y si esos nuevos rehenes no te hacen confesar, los mandaré fusilar
ante tus ojos. Y mandaré a buscar otros seis…
MONTSERRAT: No podré… No podré…
IZQUIERDO: (Tras un silencio, con una voz tranquila). ¿Está armado?
MONTSERRAT: Sí.
IZQUIERDO: ¿Está solo?
MONTSERRAT: Hay tres indios con él.
IZQUIERDO: ¿Tiene fusiles?
MONTSERRAT: Sí. (Silencio).
IZQUIERDO: Decías que era una casa aislada…
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llega a producir dolor real. Deben trabajar una imagen valorada, en el momento
justo, sin provocarla físicamente. No debe ser tan tremenda, debe ser accesible para
poder creerla.
. Izquierdo debe hacer ver a Montserrat que no retrocederá ante nada.
. La mención de traer a una madre con hijos despierta en Montserrat miedo de
ver sus rostros ante él.
. Sobre el final; Montserrat no está lúcido, ha perdido su dominio interior, ya no
tiene tanta fuerza para frenarse; Izquierdo ve esta debilidad y la aprovecha.
. Izquierdo: avidez del final, hace reaccionar a Montserrat que vuelve a cerrarse.
. Montserrat: tener presente a los seis que ya fueron sacrificados, diferenciarlos.
. Los dos personajes deben profundizar en el trabajo interior, sin “hacer” el
desesperado, lograrlo con una clara línea de pensamientos.
. Tragedia:
1. Movilización de energía para luchar contra la adversidad. Sin aceptar lo que
ya está decidido; luchan sufriendo pero relajados; con vitalidad, no aplastados,
para que el espectador se lleve la imagen de que alguien sufría pero con
vitalidad. Lo positivo del sufrimiento dramático es que da vida.
2. Las tragedias son bellas cuando aparece la intención de no aceptar el destino
desgraciado.
3. La tensión muscular no sirve, perjudica al encarar esas escenas. Lo único que
corresponde son las tensiones interiores de fuerza para luchar contra el destino.
. Síntesis del primer momento del cuento: Un nuevo personaje había aparecido
en la localidad: una señora con un perrito. Gurov, que por entonces pasaba una
temporada en Yalta, empezó a tomar algún interés en los acontecimientos que
ocurrían. Sentado en el pabellón de Verney, vio pasearse junto al mar a una señora
joven, de pelo rubio y mediana estatura, que llevaba una boina; un perrito blanco
de Pomerania corría delante de ella; nadie sabía quién era y todos la llamaban
sencillamente “la dama del perrito”. Una noche que Gurov estaba comiendo en los
jardines, la señora de la boina llegó lentamente y se sentó a la mesa de al lado. La
expresión de su rostro, su aire, el vestido y el peinado, le indicaron que era una
señora, que estaba casada y que estaba triste...
Escena 1
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. Ella pregunta con interés no porque esté molesta por las acciones de juego de él.
. No dejar estancar el diálogo, crear ambiente liviano. Él debe proponer cosas
divertidas para evitar que ella se aburra.
. Crear clima del encuentro de dos personas que no se conocen. Él tiene que
causarle gracia, ella debe ser receptiva y abierta, dispuesta a la relación.
. Él no debe aparecer canchero, sí divertido, juzga solo su carita risueña. Entablar
relación para invitarla a pasear juntos. Ella ríe fácilmente, es buena compañera,
receptiva. Ella piensa que él encuentra soluciones para todo.
. No bajar el tono, no hablar en forma seria; encontrar una tónica más fácil de la
situación. No debe haber cortes en la línea del juego. El objetivo es “quieren
divertirse juntos”.
. Síntesis del segundo momento del cuento: Después de comer pasearon juntos y
pronto empezó entre ellos la conversación ligera y burlona de dos personas que se
sienten libres y satisfechas, a quienes no importa ni lo que van a hablar ni hacia dónde
han de dirigirse. Pasearon y hablaron de la luz tan rara que había sobre el mar; el agua
era de un suave tono malva oscuro. Hablaron del bochorno que hacía después de un
día de calor. Gurov le contó que había venido de Moscú, en donde tomó el grado en
Artes, pero que era empleado de un banco; que había estado como cantante en una
compañía de ópera, abandonándola luego; que poseía dos casas en Moscú...
. De ella supo que había sido educada en San Petersburgo, pero vivía en S. desde
su matrimonio, hacía dos años, y que todavía pasaría un mes en Yalta, donde se le
reuniría tal vez su marido, que también necesitaba unos días de descanso.
. Cuando el viento se calmó un poco, se acercaron a ver venir el vapor. Había
muchas personas paseando por el puerto; se habían reunido para recibir a alguien
y llevaban ramos de flores. Se notaban allí dos peculiaridades de la gente elegante
de Yalta: las señoras mayores iban como muchachas y había muchos generales
vestidos de uniforme.
. A causa de lo alborotado que estaba el mar, el vapor llegó muy tarde y tardó
mucho tiempo en atracar al muelle. Ana miró a través de sus impertinentes al vapor
y a los pasajeros como esperando encontrar algún conocido, y al volverse hacia
Gurov sus ojos brillaban. Habló mucho y preguntaba cosas desacordes, olvidando
al poco rato lo que había preguntado; al hacer un movimiento con la mano dejó
caer los impertinentes al suelo.
. Gurov y Ana permanecían allí quietos como si esperasen ver salir a alguien más
del vapor. Ella olía en silencio las flores sin mirar a Gurov.
–El tiempo está mejor esta tarde –dijo él– ¿Dónde vamos ahora?
Ella no contestó. Entonces Gurov la miró intensamente, rodeó su
cuerpo con el brazo y la besó en los labios, mientras respiraba la
frescura y fragancia de las flores; luego miró a su alrededor
ansiosamente, temiendo que alguien lo hubiese visto.
–Vamos al hotel –dijo él dulcemente. Y ambos caminaron de prisa.
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“en la pareja del hombre flaco, es la mujer quien lleva los pantalones”. Es una
imagen perfecta y atrayente.
. Ella recuerda que su marido no la hace reír, el contraste viviente es él.
. Ella opina: “Es alegre el desembarcadero, me gusta, igual que las estaciones de tren”.
. Él pregunta: “¿A la ida o a la vuelta?”. Piensa: “¿Tiene apuro en volver para ver
a su marido?”.
. Él dice las cosas con sencillez, es un hombre relajado. Encontrar una manera
elegante de atacar al general, sin agresión. Ella mirará la semisonrisa de sus labios
al decir cada frase.
. Él piensa: “Ella es única, delicada e insolente; es frágil, original y vivaz”.
. Él debe trabajar el intento de saber algo más de ella y su relación con su
marido ausente.
. Marcar los placeres que tienen en común, descubrirse mutuamente.
. Crear el clima de vacaciones. Atrapar la oportunidad del diálogo para indagar,
pero sin provocarla. El no conocerse produce deseos de descubrirse, pero no en una
forma común, tradicional, sino original, divertida.
. Justificar la soledad de los dos: ¿por qué están solos?
. La relación amorosa y la atracción se van dando de manera subconsciente,
intuitivamente. Va a colaborar el verano, los lugares por donde pasean, la soledad,
la simpatía de ambos.
. Encontrar una comunicación simple, sin esfuerzos; en absoluta relajación, para
que el diálogo surja naturalmente.
. Ella pregunta: “¿Conoció muchas mujeres?”. El sonríe y piensa “por lo menos
le intereso”.
. Llegar a comunicarse sin esfuerzos. Olvidarse de lo que se conoce del
compañero de escena y tratar de descubrirse mutuamente, tratando de encontrar
las coincidencias.
. Trabajar los tipos de interés que tiene cada uno hacia el otro: cualquiera de los
dos, interior o exterior. Llenar silencios y relacionarse en diálogo.
. Ella expresa con sutileza que se aburre sin su marido.
. Él no está dispuesto a indagar ni a meterse en la vida de ella, pero solo quiere saber
qué tipo de relación existe entre ella y el marido. Él la observa en momentos fugaces
cuando ella no lo ve. Sus miradas solo se cruzan rara vez para separarse enseguida.
(Hasta aquí el registro de las clases. Esta escena de “La dama sin
perrito” fue una de las cuatro que integraron mi examen, junto con
escenas de “El pagador de promesas” de Dias Gomes, “Montserrat” de
Emanuel Robles y “Marius” de Marcel Pagnol. Aprobamos todos: Delia
Castañé, Perla Rosemblum, Hugo Gramajo, Víctor Rotelli, Rafael Polio y
yo; el pequeño grupo de estudiantes que habíamos logrado llegar al final
del Tercer Año del Curso de Formación de Actores del ITUBA).
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• Formas de inspiración:
. Ampliar y magnificar los gestos de la vida hasta llegar a la expresividad de la
danza.
. La fiesta popular. La danza guerrera.
. Los ritmos reales son fuentes de inspiración para las artes dinámicas: La
represión. El pulso. El día y la noche, crecimiento y decadencia. Las estaciones. Los
ritmos cósmicos.
. Espacio y tiempo están relacionados como contenido y forma hasta confundirse
y no saber dónde empieza lo uno y lo otro. Sin embargo, existe la posibilidad de
cambiar su atención de uno a otro.
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1. Concentración.
2. Atención continua.
3. Vencer el miedo. Tomar iniciativa.
. Los estímulos del mundo que nos rodea.
. Sensibilizando al individuo y enriqueciendo su expresión.
. Ejemplo: Llueve. Observar nubes; sentir gotas; protegerse del aguacero. Evitar
charcos.
. Temas: humorísticos; turistas en museo; turistas en Catedral; manifestación 1°
de Mayo.
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(Escrito en Costa Rica, donde Oscar Fessler residió desde 1976 hasta 1982).
Las tres hermanas (de Anton Chéjov) y Los bajos fondos (de Máximo Gorki) u obras
del teatro de vanguardia norteamericano que, a su vez, había recibido influencias de
Stanislavski en sus realizaciones y en la búsqueda de su repertorio.
Las obras extranjeras o nacionales no eran elegidas con el criterio de
presentar un éxito de taquilla, sino por el tema y la calidad teatral de las mismas.
Tenía que satisfacer a los intereses de un público ávido de encontrar en el teatro un
reflejo del mundo y sus problemas. Poco a poco, alrededor de los años 50, al
margen del público de boulevard, los teatros independientes habían conseguido
crearse un público de fervorosos seguidores.
Los conjuntos teatrales, que brotaban en todos los países del continente, se
diferenciaban entre sí en la búsqueda de un estilo propio de representación.
Algunos trataban de encontrar en sus puestas algo del realismo poético de la
segunda etapa del TAM. Otros se inspiraban en la temática y ciertas formas
expresivas de los teatros de vanguardia norteamericanos. Otros, finalmente, bajo
influencias de innovadores del teatro francés, como Jacques Copeau, probaban
formas de la Commedia dell´Arte adaptada a nuestra época, en algunos casos con
temas folklóricos teatralizados.
Pero, aunque diferían en sus líneas estéticas y habían recibido diferentes
influencias, tenían en común el respeto por el gran ejemplo del TAM en sus
aspiraciones por crear un teatro nuevo desde sus raíces y que respondiera a las
necesidades de su país y de su época; también coincidían en tratar de aplicar en el
funcionamiento de sus elencos los principios éticos pregonados por Stanislavski.
Esta generación de pioneros del Teatro Latinoamericano tuvo su auge entre
los años 40 y mediados del 60. Mientras tanto, habían aparecido otras figuras en
el panorama del Teatro Universal. Por un lado Bertolt Brecht, con su gran
producción de autor y sus teorías estéticas sobre las funciones del teatro; por otro
lado, las visiones de Antonin Artaud y las experiencias de Jerzi Grotowski. En toda
Latinoamérica surgen nuevas compañías. Algunas inspiradas en una de las figuras
mencionadas. Otras, a veces, con una mezcla de varias influencias. Y, por último,
las que buscan un camino propio a través de la creación colectiva.
Hay conjuntos, conscientes de la misión social del teatro, empeñados
seriamente en expresar la problemática latinoamericana con un lenguaje directo y
auténtico. Entre ellos, a veces “hijos” de discípulos de Stanislavski, algunos “hijos”
o “nietos” rebeldes, que ignoran cuánto heredaron del “abuelo” y cuántas de sus
enseñanzas siguen vigentes y sirven de punto de partida para diversos desarrollos
estéticos. También aparecen de cuando en cuando “rebeldes sin causa”. Aquellos,
que sin objetivos muy claros, parecen solo interesados en encontrar alguna forma
de atraer la atención sobre ellos a través de ciertas exhibiciones destinadas a épater
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(Reportaje “El mismo Oscar Fessler de hace diez años”, por Yirair
Mossian, Tiempo Argentino, Buenos Aires, 8 de febrero de 1984).
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un maestro de actores que quiere para el teatro la misma pasión que para el fútbol, 1984
–¿Es muy exagerado decir que hiciste una revolución teatral en Costa Rica?
–Revolución es un término muy ampuloso. Yo, simplemente, inicié “algo”;
“algo” que mis instructores están continuando. En París, donde vivo, recibo a
diario visitas y correspondencia de mis alumnos: me hacen consultas sobre
repertorios, métodos de trabajo, sistemas de formación de elencos. Eso quiere decir
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Luego de más de diez años de ausencia, Oscar Fessler regresó a Buenos Aires
invitado por el Teatro Municipal General San Martín para poner en escena Las
brujas de Salem, de Arthur Miller. (…)
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(Nota: Bajo el título: “Veinte clases sobre la Técnica del Actor”, fechado en
1973, Oscar Fessler se proponía desarrollar veinte clases para actores.
Solo escribió dos. Las he subtitulado, según sus contenidos, para orientar
al lector).
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que lo deje solo. Ella comprende que él está a punto de suicidarse y se queda. Poco
a poco consigue distraerlo de su intención y hacerlo tomar interés por ella. Para
calmar la sed del aviador exhausto, ella va a comprar un vaso de agua a un vendedor
y al volver para ofrecer el agua al aviador lo encuentra dormido al pie del árbol.
O del Tartufo recordaremos el momento en que la esposa del dueño de casa
quiere demostrar a su marido la hipocresía del hombre a quien hospeda y a quien
admira. Recordaremos cómo ella esconde al marido debajo de la mesa. Luego
manda a buscar a Tartufo y le hace creer que acepta satisfacer la pasión que este le
había manifestado. Cómo se veía a Tartufo desconfiar primero y cómo la mujer
consigue convencerlo y seducirlo. Luego, cuando él la cree conquistada y trata de
abrazarla, el marido interrumpe en la escena y echa al hipócrita a quien hasta ahora
había adorado como a un santo.
Del ámbito en el cual se desarrollaba el espectáculo nos queda una
impresión global. Del diálogo alguna frase o palabra, pero lo que se ha impuesto
en primer lugar y lo que perdura más en nuestro recuerdo es lo que los personajes
hicieron y con qué actitud, gesto o expresión realizaron tal o cual acción: la
reacción del ingeniero cuando el minero acercaba el cartucho de dinamita, o la
inmovilidad de la joven mujer mirando la soga en el árbol mientras el aviador le
gritaba, o la mirada de la mujer hacia el lugar donde se esconde el marido, cuando
Tartufo quería abrazarla.
Stanislavski, queriendo comentar a sus actores impresiones recibidas de
algún gran intérprete, dice: “Recuerden con qué nervios la Duce se sacaba los
guantes en tal momento o cómo se miraba en el espejo en el último acto de La
dama de las camelias”. Pareciera que en estas manifestaciones físicas se revelara lo
más concreto, lo más verdadero y significativo de las intenciones de la conducta del
personaje. Así como un buen psicólogo sacará valiosos indicios sobre el estado de
su paciente, observando los movimientos involuntarios de sus manos.
Saquemos algunas primeras conclusiones de nuestras experiencias como
espectadores en tres espectáculos distintos. En los tres nuestra atención se fijó,
sobre todo, en los personajes en acción. Los distintos enfoques o métodos con los
cuales se elaboró la imagen escénica, o, el estilo en que se nos presentaron los
espectáculos, solo tendían a destacar y valorar mejor la expresión de los actores.
Para estudiar mejor los medios de expresión utilizados por los actores y las
impresiones provocadas en los espectadores, nos convendría volver a observarlos
una segunda, o más veces, en el acto mismo de la representación pública, así como
para el estudio más profundo de una obra necesitamos varias lecturas. Incluso,
deberíamos, quizá, poder detener la representación e interrogar a actores y
espectadores sobre lo que pensaban, sentían o querían en tal o cual momento y,
eventualmente, volver a presentar ciertas partes de la representación. Ante la
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• Anexo 1
El alma buena de Se-Chuan, de Bertolt Brecht
“Teatro alemán contemporáneo”, Varios Autores, Aguilar, México, 1960. Versión
sintetizada de la Escena 3, Páginas 48-52.
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SUN: No; no los has visto… Quizá hayas conocido a un par de majaderos
con casco de cuero, pero sin oído para el motor; sin sensibilidad para
una máquina… Si se arriesgan a elevarse en un cacharro, es solo
porque han podido sobornar al guardián del hangar… Prueba a
decirle a uno de esos que deje caer su aparato desde una altura de dos
mil pies, con nubes por medio, y luego lo ponga en equilibrio con un
simple movimiento de palanca… Te contestará: “Pero… ¡Si eso no
figura en el contrato!”. Aquel que no sepa aterrizar de modo que su
aparato se pone en tierra como si se tratase de sus mismísimas
posaderas, es un imbécil. Yo sí que soy un aviador. Y a pesar de ello,
soy un idiota de marca mayor. En la escuela de Pekín, me leí todos los
libros y revistas que había sobre aviación pero se me pasó el leer una
página en la que decía que ya no hacen falta más aviadores. Así, resulta
que soy un piloto sin aparato, un aviador postal sin correo… Pero tú
no puedes comprender lo que esto significa.
SHEN TE: Creo que lo entiendo.
SUN: Cuando yo te digo que no lo puedes comprender, es que no lo puedes
comprender.
SHEN TE: (Medio riendo, medio llorando) Cuando éramos pequeños había en
casa una grulla que tenía un ala atrofiada; era muy amable con
nosotros, no se ofendía por las bromas que le gastábamos; marchaba
tan campante detrás de nosotros dando gritos para que no corriésemos
demasiado… (Ríe). Pero en otoño y luego en primavera cuando las
grandes bandadas de grullas pasaban sobre la aldea ¡le entraba una
pena! Y yo la comprendía muy bien. (Quiere reprimir el llanto).
SUN: No lloriquees.
SHEN TE: No.
SUN: Se afea la cara…
SHEN TE: Ya no lloro. (Se seca las lágrimas con la manga. Él, apoyado en el tronco,
estira el cuerpo y se acerca al rostro de ella sin volverse).
SUN: Por lo pronto debieras limpiarte bien esos lagrimones. (Le limpia la
cara con un pañuelo. Pausa). Y ya que tienes que quedarte aquí para
que no me cuelgue, por lo menos podrías decir algo.
SHEN TE: No sé decir nada.
SUN: Mmmm… ¿Por qué quieres privarme del placer de colgarme de esa
rama, hermana?
SHEN TE: Tengo miedo. Estoy segura de que usted se empeña en hacerlo… por
la sola razón de que la tarde de hoy es triste…
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(Nota: Segunda clase escrita por Oscar Fessler, sin título, bajo la
consigna: “Veinte clases sobre la Técnica del Actor”, fechada en 1973, la
propuesta de título es mía).
centímetro por centímetro. Agua que alcanza mis tobillos aunque me haya subido
sobre un gran pedazo de carbón.
Y cuando presto atención a los ruidos, ¿qué oigo? El burbujeo del agua que
va formando un arroyo; los pedazos de carbón que caen; las vigas que crujen bajo
el peso de la montaña; el polvo que se desprende del carbón; la respiración pesada
y ronca del hombre que está cerca de mí; mi propia respiración.
¿Qué siento? ¿El agua que sube por mis piernas? ¿El sudor que corre por mis
espaldas y por mi cara? ¿La mano que tiene los cartuchos de dinamita y que
transpiran? ¿El polvo que pica mis ojos?
¿Qué huelo? ¿Un fuerte olor a carbón húmedo? ¿El olor de mi propio sudor?
¿Quizá el olor de la lámpara?
¿Qué gusto tengo en la boca? ¿Un gusto a tizne del aire pesado y saturado
de tizne que respiro? ¿El tizne que obstruye la nariz y que me hace más difícil el
respirar? Respiro de a poco para no absorber tanto el tizne. Este tizne que parece
haber penetrado hasta mis venas. Algunas de estas imágenes me impresionan más
que otras. En la realidad hubiera percibido varias impresiones a la vez.
Pero en mi evocación me conviene usar las impresiones por separado,
cerrando en cierto modo los otros sentidos mientras me dedico a percibir por uno
más intensamente. Este sentido, pongamos el olfato, que agudizo, mientras respiro.
Este sentido suple a los otros, que no están en acción al mismo tiempo y cómo en
el ciego se fortalece el tacto o en el sordo la vista, este uso de un sentido por
separado, fortalece mis impresiones y provoca reacciones más fuertes, conociendo
por experiencia, el funcionamiento de mis sentidos, usaré probablemente el más
sensible, el que más reaccione, en este caso con acciones de defensa contra
impresiones hostiles, que me amenazan.
No sé cuál de las evocaciones que he sugerido aquí o que el actor imaginará
por su cuenta, habrá suscitado más fuertemente el deseo de defenderme contra el
peligro. Quizá la sensación del agua que ya está a la altura de las pantorrillas y que
dentro de una hora o dos me habrá sumergido. Quizá la respiración del aire
enrarecido, lleno de tizne, que me provoca mareos y que amenaza con hacerme
perder el conocimiento.
El encierro ya no es una noción abstracta. La evocación de peligros
concretos provoca en mí una auténtica necesidad de defenderme, de escapar a esta
opresión. Pienso en la dinamita como única solución. Me imagino la brecha
abierta por la explosión. Recuerdo cómo he abierto en otros momentos rocas con
cartuchos de dinamita. Con un pedazo de carbón que recojo, golpeo la pared para
juzgar su espesor. Escucho el ruido que produce aquí o allá. Calculo la carga de
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del análisis de las circunstancias a la creación de una línea interna de los personajes
dinamita que necesito para abrir la brecha. Pienso que no me conviene gastar todos
los cartuchos que tengo, por si falla mi primer intento o por si se presentara otro
obstáculo después. Imagino, quizá, el alivio que sentiré cuando llegue una ráfaga
de aire de la gran galería de al lado. Imagino la distancia que voy a recorrer con mis
últimas fuerzas hasta la salida. Imagino la cara angustiada de mi mujer. Su risa,
mezclada con llanto cuando la abrace. Vuelvo a imaginar el agua en la galería que
ya me sube hasta las rodillas. Coloco dos cartuchos en la pared cuando me
interrumpe el ingeniero amenazándome con la pistola.
Las evocaciones con las que he tratado de ubicarme en las circunstancias:
estar encerrado en una galería subterránea de una mina de carbón son válidos
también para el otro personaje, el del ingeniero. Pero si a mí me toca el papel del
ingeniero y si yo estuviera en su lugar cuando veo al minero acercarse a la pared
para colocar los cartuchos de dinamita imagino que la explosión puede también
llegar a tocarme y hacerme explotar. Imagino que si el minero llegara a abrir un
agujero en la pared el agua que va creciendo entraría por este agujero a la gran ga-
lería de al lado, de donde se extraen en este momento miles de toneladas de carbón.
Imagino esta nueva galería inundada. Me veo despedido por haber permitido
anegar la galería y por haber detenido no sé por cuánto tiempo la producción.
Recuerdo que hace dos meses conseguí el puesto de ingeniero en la compañía.
Imagino que con este antecedente ninguna compañía me contrataría.
Veo al minero preparar la explosión sin esperar una orden mía, sin siquiera
pedirme mi opinión. Sin preocuparse de mí. Tengo que pararlo, tengo que hacerle
sentir que aquí mando yo. Tengo que hacerme respetar. Quiero asustarlo con mi
arma. A partir de las actitudes con intenciones definitivas de los dos personajes, que
descubrí a través de la lectura del diálogo, trato de imaginar lo que en esta situación
yo podría ver, oír y pensar; y las evocaciones concretas que susciten en mí
reacciones e intenciones concretas, que se encadenan, que me permiten encontrar
en una parte de la escena el comportamiento del personaje, ya no solo como una
abstracción mental sino como una conducta integrada.
Aunque no use por ahora el texto del diálogo, sino apenas algunas palabras
necesarias, consigo entrar activamente en la situación y comportarme de una
manera parecida a la de los personajes. Y de esta misma situación evocaré lo que
pasó antes, cómo llegué yo aquí y me imaginaré qué pasará después.
Los elementos que no veo todavía muy claros, o que no puedo integrar
sensorialmente a mi evocación, me convendrá buscar aparte. Por ejemplo, ¿cómo
es un cartucho de dinamita? ¿Cómo se maneja? O para el ingeniero: ¿de dónde
proviene la filtración? ¿De agua que yo he descubierto? O ¿cómo es la oficina del
gerente de la compañía? ¿Cuál será la reacción del gerente cuando lo informe sobre
lo sucedido?
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del análisis de las circunstancias a la creación de una línea interna de los personajes
que sea la situación presente o las circunstancias del momento que provocan la
decisión del personaje. Allá es el encierro insoportable entre las paredes de la mina
que generó la acción. Aquí es “la vida insoportable” en términos más generales que
lleva al aviador al suicidio.
En el momento de la escena hay quizá solo un pretexto que desencadena en
mí el impulso de poner la soga. Quizá el oír y ver el avión tan deseado manejado
por otro. Bastará con buscar estímulos en el pretexto inmediato del día gris, como
dice Shen Te en un poema de la misma escena, “esta gota que basta para colmar la
copa y hace desear abandonar esta miserable vida”. Imagino el día lluvioso, la
humedad fría, que penetra en mis zapatos rotos. Oigo el motor del avión encima
de mí. Imagino la cara satisfecha del piloto, que lo maneja, como si me mirara con
burla y desprecio. ¿Bastarán estas imágenes para despertar en el actor el gusto
desesperado del suicida? Me conviene quizá buscar o inventar cierto antecedente
que me haya impresionado y por el cual yo vine a este parque público con mi
decisión tomada. Quizá, la burla de alguno de estos pilotos acomodados, al verme
mirar con ganas un avión. Quizá alguna pelea con mi madre, que me tiene que
mantener y me pregunta para qué me sirvió mi estudio.
Pero antes de buscar estos estímulos me pregunto: Aunque el aviador haya
colocado la soga en el árbol, ¿querrá realmente ahorcarse? No tengo la evidencia de
su intención. Podría ser, por lo que se ve de sus características en el curso del
diálogo, en estas y otras escenas de la obra, que el poner la soga sea solo un gesto
violento o una postura sin verdadera intención de llevar a cabo el suicidio. Lo que
sí es evidente es que la imitación y burla de las dos prostitutas provoca alguna
reacción airada y la intención de ahuyentarlas.
Supongamos que empiezo mi acción a partir de este momento. Evoco la
lluvia, siento el suelo mojado, pruebo la solidez de la cuerda colgada en la rama del
árbol (¿qué árbol es: roble, sauce?). Esto me ayuda a ubicarme y concentrarme. Veo
a las dos prostitutas: una vieja, repugnante, pintarrajeada. La otra, una niña apenas,
adolescente. La vieja me mira con desprecio como queriendo decir: “¿Y este pobre
diablo dice ser un aviador?”. “No tiene ni un centavo”. Las dos se ríen. Se burlan
de mí. Las voy a echar. Y esta otra que sale a defenderlas. No quiero que me moles-
ten. Pero esta mira la soga. Comprendió lo que yo estoy por hacer. Comprendió
que de mí no pueden burlarse. Esta no se burla de mí. Me tiene miedo. Me mira
con respeto. A esta le voy a decir quién soy. Y aunque no tenga un peso, y aunque
no tenga avión para volar, valgo más que todos estos fanfarrones acomodados, que
manejan aviones mientras a mí, el mejor aviador del mundo, no me queda más que
una soga para ahorcarme.
La primera acción del personaje del aviador consiste en querer echar a las
prostitutas, luego, cambiando su actitud hacia Shen Te, la buena, querer hacerle saber
a esta qué aviador importante es él, aunque no le den la oportunidad de volar. Busco
los estímulos que me lleven a querer hacer lo mismo que el personaje, sobre todo en
las actitudes provocativas y burlonas de las dos prostitutas. Luego, en la actitud atenta
y sumisa de la joven Shen Te, que despierta en mí las ganas de impresionarla. “Tengo
que mostrarle quién soy, lo que yo sé del manejo de un avión, tengo que poder
imaginarme este manejo de una manera muy concreta. Cómo la máquina obedece a
mis impulsos. Cómo puedo elevarme por encima de las nubes. Cómo puedo hacer
cualquier acrobacia con el avión”. Para que esta acción de evocar el vuelo convenza,
separo en mí las imágenes o impresiones: por ejemplo, escucho el ruido del motor,
veo las nubes, oigo o siento el viento. Es decir doy a cada sentido una acción.
Cuando termino este relato que surgió de la intención de querer mostrar a
esta joven lo que yo sé hacer, empieza un nuevo eslabón de la acción del personaje.
Ahora observo y escucho el relato de Shen Te.
La actriz que analizó las acciones del personaje de Shen Te en esta escena,
encontró una serie de intenciones: “Quiero defender a las prostitutas insultadas.
Quiero saber por qué este hombre está furioso. Quiero saber por qué colgó esta
soga en el árbol. Quiero quedarme para no dejarlo solo. Quiero no contrariarlo,
para no enojarlo más”. Luego de escuchar su relato quiero contarle el recuerdo de
la grulla con el ala rota para mostrarle que comprendo su pena.
El medioambiente primero (el bosque), los gritos del aviador, luego sus
actitudes, van a proporcionarme los estímulos para que yo quiera hace lo que hace
Shen Te en la escena.
Finalmente, antes de seguir la elaboración de esta situación tratemos de
desglosar el esquema de acción de algunos momentos del Tartufo.
El verso que usa Molière para hacer hablar a sus personajes no debe distraer
nuestra atención de la necesidad de discernir primero ¿quiénes y en qué situación
están hablando? ¿Qué intención los mueve o qué quieren y cómo lo manifiestan?
Ella quiere mostrarse amable con Tartufo y hacerle creer que lo ama y desea ser
amada por él. Él desconfía y quiere que le dé pruebas de lo que le dice.
Al verlo desconfiado é inmóvil, con declaraciones más abiertas, le dice que
estaría dispuesta a darle pruebas más concretas de su amor si no temiera el castigo
del cielo por el pecado.
Él quiere tener lo antes posible estas pruebas y trata de convencerla de que
del cielo no tiene nada que temer, que él tiene sus arreglos por ese lado y que él se
haría cargo del pecado.
Ella espera que con esta declaración el marido ya se haya convencido de las
intenciones de Tartufo y saldrá de su escondite para terminar la situación,
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del análisis de las circunstancias a la creación de una línea interna de los personajes
incómoda para ella. Ella tose queriendo así llamar al marido. Pero este no se ha
decidido a aparecer como si todavía no le bastaran las pruebas contra Tartufo.
Elmira, escondiendo ante Tartufo el enojo que le causa la terquedad del
marido, decide provocarlo más y manda a Tartufo mirar detrás de ciertas puertas a
fin de asegurarse que el marido no los sorprenderá. Tartufo le dice que no tiene
nada que temer del marido ingenuo, que él lo ha adoctrinado de tal manera que
aunque lo viera todo no lo creería. Ella insiste en hacerlo salir y cuando Tartufo
acepta hacer la averiguación, el marido decide finalmente salir de su escondite.
Tratemos de situar a los actores en este esquema y buscar un primer
bosquejo de interpretación, olvidándonos, por ahora, de las palabras sutiles con las
que se expresan los personajes en la escena.
Para convertir las intenciones abstractas en intenciones concretas
necesitaremos estímulos que nos movilicen físicamente. La actriz que interpretará
a Elmira, que debe querer desenmascarar a Tartufo, encontrará estímulos en el
peligro que significa para toda la familia la presencia de este impostor en la casa.
Detallará este peligro en imágenes. Por ejemplo: Tartufo en la mesa devorando
pollos y codornices y bebiendo el mejor vino de la bodega; la cara del marido de
Elmira observando a Tartufo con admiración, la cara desesperada de la hija del
dueño de casa quien le anuncia que la quiere casar con Tartufo; Tartufo, cebado
como un pavo, cruzando la casa mientras todos los familiares se callan; Tartufo
tratando de seducir a Elmira; Tartufo desnudándola con la mirada; el aliento de
Tartufo hablándole a la oreja; Tartufo tocando con su mano blanda y grasienta la
rodilla de Elmira; la cara del marido cuando ella trata de decir cómo Tartufo
intentó seducirla; el marido gritando y defendiendo a Tartufo contra la opinión de
todos; el último momento que precede a la llegada de Tartufo en esta escena; cómo
el marido se resiste hasta aceptar la prueba y esconderse.
Estimulada por alguna imagen que la habrá impresionado más, la actriz
llega a la intención de hacer ver y oír a su marido el comportamiento de su
protegido. Ante la desconfianza de Tartufo, Elmira piensa: “Tengo que ser más
seductora con él. Tengo que acercarme, hacerle sentir mi perfume. Tengo que
conseguir que tome confianza y que vuelva a mostrarse descaradamente como se
mostró en su intento anterior de seducirme. Tengo que hacerle creer que lo deseo
y que espero que él tome la iniciativa”.
El actor que habrá de interpretar a Tartufo, empieza observando a Elmira:
“Es atractiva, la boca apetitosa. Debe ser sabroso besarla. Pero no quiero que me
vuelva a pasar lo mismo que hace un momento cuando el hijo me sorprendió y
alertó a toda la casa. Ella estaba muy tímida recién y ahora ¿parece que me buscara?
¿No será esto una trampa? No habrá nadie escondido por ahí, el marido no puede
ser. Este me defendió y echó al hijo. Ahora confía en mí más que nunca y para
mostrar su confianza, quiere que yo cuide a su mujer. Y ella parece realmente
dispuesta a aceptar mis cuidados. No puede querer a este viejo tonto de marido. Yo
podría hacerle descubrir placeres que ella ignora. ¿Tendrá realmente ganas de mí?
Quiero que me lo demuestre. Que venga a besarme. ¿Tiene miedo del castigo
divino? Si no es más que eso, de este miedo la voy a curar. Le voy a asegurar que
conmigo no corre peligro. Y del marido no hay que temer nada. A este lo tengo
totalmente hipnotizado. Y me mira con los ojos de un perro confiado y sumiso. Es-
tará fe1iz de saber que la protejo contra los galanes. Ahora parece que esta mujer
está toda excitada y apurada. Es el momento oportuno. Voy a darle la seguridad de
que el marido no nos vigila detrás de esta puerta. ¡Con qué ansias me espera esta
mujer! Será una fiesta poseerla. ¡Un manjar!”.
En este boceto de la situación, en esta secuencia de pensamientos e
intenciones de los personajes no se pretende todavía buscar las características de
los mismos. Con la ayuda de imágenes estimulantes que el actor percibe o
aprehende, se procura suscitar en él reacciones que habrá de manifestar
espontáneamente. Es un trabajo o técnica que tiende a movilizar energías en el
actor. Posteriormente, estas energías podrán encausarse en formas expresivas
más precisas y más características.
Preocuparse, en este momento de iniciación del trabajo creativo por las
modalidades específicas del personaje, distraería la atención del actor de lo más
esencial de un personaje vivo, de lo que lo moviliza y hace actuar, es decir la fuerza
vital de sus impulsos.
En el caso de un personaje clásico como el Tartufo, personaje que ya ha sido
interpretado muchas veces, pensar inmediatamente en sus características nos
llevará fácilmente a la imagen preconcebida que tenemos del hipócrita, es decir que
nos llevaría al cliché de rutina. En cambio, guiándonos por la corriente viva de las
intenciones, sus matices, y asimilándolas progresivamente, cada vez con mayor
precisión, llegaremos a la imagen más original del personaje; una imagen modelada
sobre nuestros propios medios expresivos.
Si en el comienzo de esta escena incorporo bien las razones que me llevan a
ser cauteloso; si al ver los escrúpulos de la mujer y su miedo al pecado, este miedo
me parece ingenuo; si pienso en la facilidad con que voy a poder levantar sus
escrúpulos y garantizarle la impunidad, gracias a mis arreglos directos con el cielo;
si imagino la cara de mi protector como la de un viejo embobado que me admira
como a un santo, voy asimilando elementos de una manera de ver, pensar y juzgar,
que son características de mi personaje, y que se traducirán en mi comportamiento
como rasgos específicos de Tartufo.
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del análisis de las circunstancias a la creación de una línea interna de los personajes
Nota: Este artículo no está indicado como Tercera clase escrita por Oscar
Fessler, pero por su contenido podría quedar bajo la consigna: “Veinte
clases sobre la Técnica del Actor”. La propuesta de subtítulo es mía.
Los momentos críticos en una obra o una escena, las así llamadas situaciones
límite, donde uno tiene que tomar una decisión urgente, son las que más claramente
revelan la conducta de los personajes. Así como también, se conoce realmente a la
gente en una situación crítica de la realidad, donde hay que definirse y optar.
En Los dos hombres en la mina, de Enrique Buenaventura, ante la urgencia de
salvarse del encierro, se definen la actitud del minero y la del ingeniero. El gesto del
minero de colocar la dinamita, el gesto del ingeniero de apuntar al minero con su
revólver, muestran, en un instante, la culminación de las intenciones de cada uno.
Estos momentos son de gran importancia, no solo por la fuerza con-
centrada con la que permiten al actor expresarse, sino también por la luz que
echan sobre toda la actitud anterior del personaje. Conseguir incorporar e
interpretar tal momento puede facilitar la comprensión y asimilación de otros
pasajes menos claros del papel; así como en una puesta en escena definir
primero los momentos más significativos de la representación ayuda a precisar
y subordinar las partes secundarias que conducen a –o se deducen de– estos
momentos significativos y decisivos. Ciertos autores comienzan a estructurar
sus obras a partir de tales situaciones, de ahí para atrás y para adelante y en
algunos casos, un director puede empezar de la misma manera la elaboración de
la representación. Tampoco es inconveniente para el actor empezar a penetrar
en su papel por situaciones o por una acción significativa y clara, siempre que
haya encontrado e incorporado el motivo que lo lleve a esta situación crítica.
Alguno de los fragmentos que propongo a nuestro estudio (con el fin de
probar nuestro método o técnica de elaboración del actor) tiene este carácter en
mayor o menor grado. Según el carácter de esta crisis o situación límite, según la
importancia del cambio que la acción de un personaje se propone obtener.
En Los dos hombres en la mina –una situación simple pero extremadamente
crítica– la acción del minero es de escapar a una muerte segura. En El alma buena
de Se-Chuan de Bertolt Brecht, la acción de Shen Te es de salvar al aviador de un
pretendido suicidio. En una escena de Tartufo de Molière, la acción de Elmira es
de desenmascarar a Tartufo.
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sentido. Sin ello sería una reacción o un gesto automático o mecánico. Y lo que en
definitiva nos interesa en la acción de un personaje es lo que revela de su intención,
y de ahí, de su conducta y característica.
Nos conviene observar más detenidamente cómo trabaja la imaginación,
verdadera fuente de creación del actor. Sobre todo cuando sabe utilizarla para
ubicarse en situación y suscitar en él intenciones activas.
En esta primera etapa del trabajo creativo del actor, cuando intenta dar vida
a un esquema de intenciones y se topa con una dificultad de plasmar nociones de
sensaciones, saber crear las imágenes adecuadas, saber seleccionarlas y aplicarlas en
el momento debido como estímulos es como saber proporcionar el combustible
necesario para movilizar nuestra actividad escénica.
En la realidad, nuestra actividad está promovida y condicionada por
estímulos exteriores –el medioambiente, los objetos o los seres con quienes nos
relacionamos– e interiores, necesidades biológicas como la respiración, la nutrición,
la reproducción, o psicológicas, de vivencias y experiencias acumuladas y otras
imaginadas. En el escenario, donde el objetivo es presentar la conducta de los
hombres a través de personajes vivos en acción, esta acción es igualmente promovida
y condicionada por estímulos externos –el medioambiente sugerido, objetos y otros
personajes con quienes se crea una determinada relación– y estímulos internos,
vivencias y experiencias acumuladas y otras imaginadas por el personaje.
Solo que en el escenario lo único real es el espacio escénico y,
eventualmente, algún elemento de escenografía o utilería y los actores. El resto, es
decir la relación entre los personajes, tiene que ser creada imaginariamente.
Pretendemos una creación, si no la relación no sería entre personajes sino relación
real entre actores. Y, por supuesto, las vivencias y experiencias internas así como las
posibles imaginaciones del personaje tienen que ser creadas imaginariamente. De
ahí la fundamental importancia de la imaginación para el actor.
Los actores tienen que imaginarse estar en una galería subterránea, tienen
que imaginar entre ellos una relación de minero e ingeniero. Tienen que recordarse,
es decir imaginarse, en algún momento de la escena, sus vivencias y experiencias
anteriores. En la mina, tienen que imaginarse lo que podría sucederles luego, al
salir de la mina.
Los actores de El alma buena… tienen que imaginarse el lugar del parque
público donde están, tienen que imaginarse una relación entre ellos de aviador y
prostituta. El actor que interpreta al aviador tiene que imaginarse sus experiencias
previas que lo llevaron hasta aquí, con la intención de ahorcarse en un árbol. La
actriz que interpreta a Shen Te tiene que imaginarse las anteriores experiencias de
Shen Te como prostituta.
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Veo que Howard recoge los cigarrillos y quiere irse. Lo voy a detener a la
fuerza –lo agarro del brazo– y me tendrá que escuchar con respeto cuando yo le
hablo de su padre...
Se fue, enojado. Le grité. ¿Por qué perdí el control? ¿Cómo no supe
dominarme con este chico? ¡Qué diferente es de su padre!
En el lugar donde estuvo parado Howard evoco la imagen de su padre:
“Frank, recuerdas lo que me dijiste aquella vez”.
Al apoyarme en la mesa aprieto un botón del grabador que comienza a
funcionar. Oigo la voz estúpida de este chico enumerando las capitales del país. No
aguanto este ruido. ¡Que lo paren ya! Llamo a Howard.
personaje. Cuando las palabras que dice evocan imágenes precisas deberá verlas con
la mayor claridad posible. Cuando su texto alude a, o sugiere ciertas imágenes
generales, el actor habrá de particularizarlas y precisarlas en visión interna. Y sobre
todo, en los momentos en que un personaje se queda en silencio será
imprescindible que su imaginación elabore imágenes relacionadas con la situación
y acción del personaje para que no corra el riesgo de perder la continuidad de la
acción y quedarse ausente o con lo que se llama “bache”.
La serie de imágenes del viajante de Miller no son todavía las imágenes del
actor pero basta que las recree con una determinada sensibilidad para que las
incorpore y que lo movilicen a actuar. Así creó la esencia energética o dinámica de
su papel que luego podrá encauzar, orientar, matizar hasta llegar a la caracterización
de su personaje.
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No creo poder abarcar en esta exposición todos los complejos problemas del
tema. Así como en la actuación teatral, para seguir una línea de acción hay que
proponerse un objetivo donde se quiere llegar, para este tema formularé tres
peguntas a las cuales trataré de proponer algunas respuestas posibles.
1. ¿Por qué nos interesa conocer las relaciones entre teatro y sociedad?
2. ¿Cómo llegar a conocerlas?
3. ¿Para qué nos puede servir este conocimiento?
¿Pero cómo llegar a conocer, con todos los matices, una experiencia viviendo
lo que pasó en pasados lejanos y en épocas remotas? Nos gustaría estar ahí,
presentes, en el lugar y en el momento mismo. Nos gustaría asistir a uno de los
juegos olímpicos de hace veinte siglos; estar entre los miles de espectadores en un
“estreno absoluto y mundial” de una obra de Esquilo. O ver a Shakespeare con su
compañía pasar por las calles de Londres en el cortejo de coronación de Jacobo I.
O escuchar a Molière en algún salón de Versalles leer su propia obra a los actores y
darles consejos de interpretación.
Pero, ya que no podemos viajar, en cualquier momento, a cualquier país y
mucho menos trasladarnos hacia cualquier época del pasado –por lo menos hasta
ahora la cohetería moderna no ha inventado el cohete con el cual podríamos
hacernos disparar a través del tiempo hacia delante o hacia atrás– tenemos que
contentarnos con lo que de estas experiencias vividas por otros nos llega por
intermedio de textos, edificios o accesorios conservados.
Si no podemos ver a Esquilo interpretando sus propias tragedias por lo
menos podemos leer algunos de sus textos. Y leyendo a Esquilo, Molière, Cervantes
o Shakespeare nos aparece la primera y evidente relación entre el teatro y la
sociedad en la cual ellos vivieron. Los personajes de sus obras son el reflejo de los
hombres de aquellas épocas, con sus ocupaciones y preocupaciones, con sus
creencias y ambiciones, sus virtudes y defectos.
En muchos casos, estos textos nos revelan más de los hombres y sus acciones
que la misma historia. Y de algunos acontecimientos nos hemos enterado solo por
verlos reflejados en la obra de un autor de teatro. Pareciera que, a veces, el reflejo
teatral de un acontecimiento se ha conservado mejor que el relato exacto de este
acontecimiento que inspiró al poeta. No podemos asegurar si estos reflejos son
absolutamente fieles a la realidad o no. No sabemos si tal guerrero era tan noble
como aparece en la obra de Esquilo, o tal burgués enriquecido era tan ridículo
como lo muestra Molière o tal príncipe era tan sensible y reflexivo como el Hamlet
de Shakespeare. Lo que podemos afirmar es que, estos reflejos, tienen mayor
vitalidad que sus modelos reales ya que los sobreviven después de muchos siglos.
Liberados del encierro del texto de una época remota renacen hoy a la vida. Y
los nuevos espectadores parecen descubrirse en estos reflejos reencontrados. Si bien lo
que algunos esperan de la sociedad o de su personajes parecen haber cambiado, las
fuerzas vitales que los mueven y conmueven parecen ser hoy las mismas.
Este viaje imaginario hacia atrás nos revela que entre distintas épocas y
distintos países hay grandes parecidos en las relaciones entre teatro y sociedad.
Vemos, por ejemplo, cómo en la Grecia Antigua el teatro nace del rito religioso.
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Las primeras formas son mágicas, rígidas, con un camino único para el hombre que
quiere ganarse la indulgencia de las fuerzas absolutas. Luego, el hombre refleja en
el teatro, que él empieza a rebelarse contra el destino absoluto dictado por un dios
inexorable. El protagonista ya no es más un dios sino un hombre que lucha por su
vida. De religioso, el teatro se torna cada vez más secular, de divino cada vez más
humano. Finalmente decae con la sociedad antigua y nace de nuevo de la liturgia
cristiana de la Edad Media. Otra vez la forma empieza por ser absoluta, divina,
única. Al hombre de la Edad Media no le cabe duda sobre su destino, tanto en la
tierra como en el cielo. Pero el hombre no puede quedarse indefinidamente
encerrado en una forma absoluta, hermética. Sin perder, quizás, la esperanza del
esperado “más allá” empieza a dudar sobre la invariabilidad del orden feudal sobre
la tierra como de un orden divino. Estas dudas se reflejan poco a poco en el teatro.
Y cuando algunos siglos más tarde, las formas de vida de la sociedad están
nuevamente establecidas o entumecidas, nuevas inquietudes preocupan a los
hombres. Al comienzo de nuestro siglo XX aparecen en las obras de Ibsen
personajes que dudan de la infalibilidad de ciertas formas establecidas por sus
padres o abuelos. Personajes parecidos en muchos aspectos a los del Renacimiento.
Claro está que hay diferencia entre los personajes ansiosos de justicia en
Esquilo, Shakespeare o Ibsen; aunque a veces nos sorprende la extraordinaria
similitud en los argumentos de Orestes y Hamlet o entre el amor sublime de una
pareja de la leyenda hindú y el amor de Romeo y Julieta.
Hay diferencias entre los distintos roles religiosos de los pueblos primitivos,
primera forma mágica del teatro; aunque nos sorprende, a veces, la extraordinaria
similitud entre las fiestas dionisíacas de la Grecia antigua, ciertos ritos mágicos de
alguna tribu de África, ceremonias de encantación de los dioses en México o en
Perú de antaño y una macumba del Brasil actual o ciertos gestos simbólicos de otras
culturas civilizadas.
A pesar de las diferencias, digo, se establece una similitud, por ejemplo,
entre personajes del Renacimiento y la actualidad. Aunque tengamos costumbre de
¿Cuáles son pues estas energías que como un pulso regular van de la
sociedad al teatro y vuelven transformados del teatro a la sociedad? ¿Cuál es esta
energía que hace brotar en el primer hombre el teatro? ¿Cuál es el primer impulso
que reunió a los hombres y cómo actores y espectadores realizan este rito primitivo
o culto que llamamos teatro?
La diferencia entre actor y espectador en esta primera fase no es tan grande.
Las energías que los mueven a los unos y a los otros son las mismas. Para descubrir
este primer impulso convendría observar la relación entre sociedad y teatro no solo a
través de obras o relatos sino en el momento del contacto más vivo, más íntimo, es
decir en el momento de la representación. Y puesto que resulta difícil asistir al rito
mágico de un pueblo primitivo o al estreno de una obra de Esquilo en Grecia, veamos
qué se produce hoy en un estreno –y en cada representación–, un estreno del misterio
teatral, donde se encuentre la sociedad con el teatro o el público con los actores.
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Además sabemos que el ritmo de vida se establece solo entre los elementos
opuestos y complementarios, como en este caso entre escena y público. En escena
aparece una mujer –esta vez la primera–, que continúa en este mundo recreado; es
una mujer y no un hombre, ya que siempre los hombres quieren ser los primeros
en todas partes. Esta mujer joven que aparece con una serie de paquetes en la
mano, prepara visiblemente regalos para sus hijos y su marido. Las precauciones
que tiene para ocultar los regalos, atrae la atención del espectador y este,
introducido por las pequeñas acciones de la mujer en escena, se siente pronto
partícipe de su secreto y cómplice de su juego.
La actriz que encarna a la mujer ha dejado fuera del teatro las ocupaciones
y preocupaciones reales de su vida particular; y ha dejado en el camarín, las últimas
preocupaciones por el traje y su maquillaje, símbolo de su transformación y
renacimiento. Está ahora entregada a los tiernos pensamientos para con sus hijos
–relación creada con su imaginación– y su marido, el abogado Helmer. (Casa de
muñecas de Henrik Ibsen).
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es el supuesto amante, hace pasar a todos los hombres del pueblo para tener
relaciones con su mujer). Muy inspirada en aquella época por el teatro de la feria, la
biomecánica le permite realizar una puesta con el formato de un espectáculo de
circo. La biomecánica, como técnica de preparación y formación de actores, servirá
a Meyerhold también en otras puestas, aunque el juego escénico no coincida más
con los ejercicios preparatorios como en El magnífico cornudo. Abandonando el
estilo constructivista de los primeros años, después de la revolución de 1917, y
llegando a un “realismo concentrado” (por ejemplo en su versión de El inspector de
Gogol, en 1926, que no se presenta más en una escenografía constructivista y los
actores no están más vestidos con una especie de mono overol de trabajo, sino un
vestuario, caracterizando cada personaje), pero la expresión corporal, el gesto
preciso, el ritmo, el juego pantomímico comunican tanta información como el
texto. Acá el movimiento o gesto está a menudo mostrando como en un primer
plano cinematográfico, como agrandado con una lupa. Para destacar la importancia
del juego de un personaje, Meyerhold inmoviliza en ciertos momentos el grupo y
valoriza algún movimiento o gesto de un actor; gesto que pude ser la inclinación de
una cabeza, el movimiento de una mano, de un hombro o una sonrisa, gesto hecho
con precisión en el espacio y en el ritmo, es decir en el tiempo.
Para llegar al dominio del gesto escénico, la biomecánica habrá servido
como buena técnica de preparación y formación. Muchas escuelas de teatro la
adoptan con diversas variantes.
A la par de Meyerhold, Alexis Granovsky, quien había sido discípulo del
famoso director alemán Max Reinhardt, Granovsky creador y director durante los
años 20 del Teatro GOSET (Gosudarstveni Evreiski Teatr) aplicó en la formación
de sus actores la biomecánica y logró formar este tipo de actor total o completo que
había defendido Meyerhold teórica y prácticamente. Con estos actores completos,
Granovsky crea una serie de espectáculos que recorren Rusia en 1928 y obtienen
un extraordinario éxito en una gira por Europa. Lo menciono aquí, porque,
aunque no tan citado y difundido en la historia universal del teatro y especialmente
en los años 20, tan extraordinarios y creativos en muchos países y especialmente en
Rusia, con figuras como Stanislavski, Meyerhold, Vajtangov o Tairov, Granovsky
logró, en pocos años, llevar a estos actores de un teatro judío, hasta entonces o
prohibido o marginal y desconocido, a un nivel difícil de igualar. El crítico e
historiador de teatro Pavel Harkov escribió en su libro La verdad en el teatro: “De
todos los teatros de Moscú, el GOSET (el Teatro Estatal Judío) logró la mayor
expresividad en la organización rítmica del movimiento, palabra y gesto”.
Voy a citar unas líneas de un artículo más extenso que escribió el crítico más
temido de Alemania, Alfred Kerr, en el Berliner Tageblatt, abril, 1928:
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cara y en el cuerpo, que pueblos africanos usaban para la caza o para determinadas
ceremonias o fiestas.
Así como en determinadas oportunidades, los hombres sabían del valor que
podía tener la máscara para destacar y presentar a un personaje, como se dio en las
tradiciones de los grandes teatros griegos, romanos u orientales, la máscara es, sin
duda, según Darío Fo, un excelente elemento en la preparación y formación del
actor, ya que lo ayuda a descubrir el significado de un gesto y la posibilidad de
seleccionarlos conscientemente, en función del personaje que le toca representar.
En sus búsquedas para encontrar los medios para desarrollar al máximo la
técnica corporal del actor, Fo descubre que al ponerse una máscara, el actor toma
conciencia de que el resorte central de todos los movimientos está en la cadera.
Aparentemente, el significado del kabuki, en japonés, es “el teatro de las caderas”.
Las diversas actitudes y los movimientos característicos de los personajes de la
Commedia dell‘Arte, la forma de caminar y de comunicarse con los otros, también
parte de este centro. La versatilidad y precisión de los movimientos que el actor
puede observar en diversas actividades de trabajo son, por ejemplo, el del
campesino cortando el trigo con la guadaña, que parte de la cadera o el de los
pescadores que tiran las redes o el de los marineros que levantan las velas o el de los
barqueros de la laguna de Venecia, que empujan las góndolas con sus largos palos.
Ejemplos de gestos de trabajo, justos y equilibrados, para obtener un máximo de
resultados con un mínimo de esfuerzo. Muchos de estos movimientos y gestos se
van a encontrar transpuestos en movimientos y gestos de los actores de la
Commedia dell‘Arte. Teniendo muy en cuenta el ritmo que tienen estas acciones y
la transposición necesaria, generalmente agrandando el gesto, cuando está realizado
con los objetos o instrumentos de la vida real y con el ritmo propio según el caso,
acelerado o ralentado, transponiendo el vaivén del cosechador, podremos crear, por
ejemplo, un paso de baile.
Voy llegando a la conclusión de mi ponencia. ¿Por qué, en la situación
actual del teatro, me detengo en la formación de actores y cito dos figuras tan
distantes uno del otro en tiempo y espacio y sin embargo con muchos puntos de
referencia en común de uno al otro?
Después de la Guerra Mundial de 1914 y la Revolución Rusa de 1917,
muchos teatros fueron naciendo o renaciendo, con la preocupación de participar
en la construcción de ese país con diferentes experiencias teatrales. Algunos, con el
deseo de alcanzar la máxima calidad estética, otros más orientados a remplazar
viejas formas teatrales importadas, con un teatro en busca de profundas verdades
en la presentación de auténticos personajes rusos, como las que, con tanta sutileza,
ofrecían las obras de un Chéjov.
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De este público popular, al que las más sinceras tentativas lograron apenas
interesar en los años 50 y 60, no habrá que esperar que venga a las grandes salas de
las metrópolis, donde llega cada vez menos público (incluso el pequeño burgués
pauperizado) sino que habrá que ir a buscarlo en los suburbios, en las ciudades y
en los pueblos de provincia.
El teatro sobrevivirá si conseguimos crear un nuevo teatro y ganar un nuevo
público. De las diversas experiencias de su historia hasta la época más reciente,
¿cuál podría ser la esencia y la forma del teatro del próximo siglo? ¿Cómo sería el
teatro con el que conseguiríamos ganar un nuevo público? Ya sea con una obra del
repertorio clásico universal o con un juego improvisado delante de su público, este
teatro no deberá olvidar su función. Esta función que el autor y el actor italiano
Darío Fo (uno de los pocos hombres de teatro que ha logrado crear un teatro nuevo
y un público nuevo) define cómo debe ser el teatro: “Un diario hablado y
teatralizado para el pueblo.(…) Un teatro que logre la conjunción de tradiciones
teatrales, ocultas por varios siglos de teatro literario y aristocrático (luego burgués),
y de un teatro que tiene que ver con la actualidad inmediata de la sociedad en la
que viven tanto los actores como los espectadores”.
En cuanto al lenguaje teatral que habrá que utilizar será, pienso,
principalmente, el juego de los actores, más que la tecnología, y la puesta en escena.
Un juego que incite al público a querer participar. Un teatro que ayude al público
a comprender la sociedad y una sociedad que ayude a comprender al teatro.
Para que este flujo de la sociedad al teatro y del teatro a la sociedad se
produzca tendríamos, desde ya, que poner el mayor esfuerzo para que la tendencia
espontánea del niño al juego imaginario –que en definitiva es el juego teatral– no
sea descuidada sino estimulada e introducida en el plan de estudios, no solo como
una disciplina (al menos tan legítima con el dibujo o la música) sino que este juego
ayude a la asimilación de tantas otras materias como la historia, la geografía o la
literatura.
Habiéndolo practicado desde la escuela, no como el “espectáculo de fin de
año”, sino como una disciplina que ayuda al desarrollo y al enriquecimiento de la
personalidad, podremos contar con adultos, disponibles y dispuestos a colaborar
con los actores que vendrán a presentar este “diario teatralizado de su tiempo”. Un
“diario” que no habrá, de ningún modo, de prescindir de un análisis profundo de
los temas tratados y del uso del lenguaje corporal y vocal más expresivo y más
imaginativo. Un teatro que no abusará de las ilustraciones sensacionales y del
impacto de las imágenes (visuales o auditivas) sino que despertará y estimulará la
imaginación de su público para que se produzca una verdadera comunicación entre
actores y audiencia, tanto en las sensaciones y emociones, como cuando se apela a
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(Nota: Artículo con mi firma, publicado en Teatro XXI, revista del GETEA,
Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano, Año 2, N° 3,
primavera 1996, páginas 112 a 114).
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adiós al maestro
a cargo del rectorado, debía poner en marcha los planes de estudio, de cuya
elaboración había participado Oscar Fessler, por solo cuatro semanas de clase, en
diciembre, ya que el año lectivo estaba terminando, para que el proyecto se concretara
y evitar así que se perdiera en el agujero negro del burocrático sistema educativo
argentino. Tuve el privilegio de asistir a cuatro clases sobre Didáctica del Teatro
dictadas por Fessler, pero al implementarse oficialmente la carrera docente, en 1975,
la ENAD no lo contó entre sus maestros. Fessler partía, entre idas y vueltas, para
Brasil, luego a México, siempre enseñando, hasta asentarse en Costa Rica.
El nuevo Plan de Estudios puesto en vigencia en 1987, para la Licenciatura
en Teatro de la Facultad de Artes de la UNT –que habíamos creado en 1984–,
incluye la instrumentación de docentes con incumbencia en los niveles primario y
secundario, que egresan con el título Intermedio de Profesores en Juegos Teatrales,
inspirado, de alguna manera, en los postulados de Fessler.
En Costa Rica, desde 1976, dictó cursos para la formación de instructores
y docentes de teatro poniendo en práctica su “Seminario de Juegos Teatrales”,
fechado en 1975 (que hemos publicado en el Tomo I). Produjo un efecto
multiplicador, con el apoyo del ministro de Cultura Guido Sáenz logró incluir a la
materia Teatro en los planes de estudio oficiales.
En 1982, fue de vacaciones a París y se quedó enseñando. Fue y vino varias
veces hasta que, en febrero de este año, volvió para radicarse otra vez en Buenos
Aires, en su viejo estudio de Palermo. Su repentina partida nos sorprendió a todos.
¡Adiós, Maestro! ¡Estará siempre junto a nosotros a través de la pasión que
nos legó!
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Primera escena
Él se levanta y comienza a buscar algo, primero alrededor de su mesa,
después debajo de las sillas. Se acerca a la joven. Esta, algo sorprendida,
parece intrigada por conocer el motivo del comportamiento del hombre.
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anexo
Curiosamente se callan los dos. Ella un poco avergonzada, él más bien
divertido. Ella se decide a romper el silencio.
Uno se aburre mucho aquí…
ÉL: Uno se aburre cuando está solo…
ELLA: Es verdad… Yo esperaba mucho de mi estadía aquí… Y, al final esta
soledad…
ÉL: ¡Confieso que eso sería injusto! Yo estoy solo, usted está sola, nos
hubiéramos quedado ahí, hasta consumirnos de tedio, bajo pretextos
de que usted no tiene un perro.
ELLA: (Riéndose) Sí, es cierto. La culpa es mía...
ÉL: No hay que lamentarse demasiado. Si tuviera un perro, alguien
hubiera podido ganarme de mano y yo no me hubiera consolado
jamás…
ELLA: Usted exagera.
ÉL: Sin embargo, estoy muy contento; me siento orgulloso de haber
conseguido hablarle, de haberle hecho reír… Claro que usted me ha
dicho que se ríe a menudo.
ELLA: ¡Oh, no! Río con facilidad, es cierto… pero no tengo ocasión de
hacerlo a menudo.
ÉL: ¿Y su marido? Porque… ¿usted es casada, no?
ELLA: Él no se ríe.
ÉL: Y bien, si me lo permite, yo me dedicaré a hacerla reír…
ELLA: ¡Oh, deseo tanto hacerlo!
ÉL: Pareciera que las mujeres recuerdan siempre a los hombres que las
hacen reír…
ELLA: ¿Y hay muchas mujeres que se acuerdan de usted?
ÉL: (Modesto, pero dejando adivinar una respuesta afirmativa) ¡Oh!
ELLA: ¿Tiene por costumbre hacer estas pequeñas escenas para entrar en
contacto con alguien?
ÉL: (Sintiendo peligro) Le voy a confesar algo: es la primera vez. Me tiré al
agua. En realidad, yo soy… tímido.
ELLA: Yo también.
ÉL: Sí, pero en usted es cierto.
Ríen los dos.
(Cambiando el tono) Adivino sus pensamientos… Usted me juzga
severamente. Toda esta comedia fue de una puerilidad, de una torpeza…
Segunda escena
Es el crepúsculo, Él y Ella están de pie delante del desembarcadero.
Acaba de llegar un barco y ambos se divierten con el espectáculo de los
pasajeros y de la gente que ha venido a recibirlos.
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• teatro/13
Obras ganadoras del 13º Concurso Nacional
de Obras de Teatro -dramaturgia regional-
Incluye obras de de Laura Gutman, Ignacio
Apolo, Florencia Aroldi, M. Rosa Pfeiffer,
Fabián Canale, Juan Castro Olivera, Alberto
Moreno, Raúl Novau, Aníbal Friedrich,
Pablo Longo, Juan Cruz Sarmiento, Aníbal
Albornoz y Antonio Romero.