Este documento resume la trama y los personajes principales de la Ilíada de Homero. Narra la historia de Aquiles y su disputa con Agamenón que provoca su retiro temporal de la guerra de Troya. Describe la importancia de Aquiles como el héroe más valeroso y las consecuencias fatales para los griegos de su ausencia. Relata también el combate final entre Aquiles y Héctor que resulta en la muerte de este último a manos del primero.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
289 vistas12 páginas
Este documento resume la trama y los personajes principales de la Ilíada de Homero. Narra la historia de Aquiles y su disputa con Agamenón que provoca su retiro temporal de la guerra de Troya. Describe la importancia de Aquiles como el héroe más valeroso y las consecuencias fatales para los griegos de su ausencia. Relata también el combate final entre Aquiles y Héctor que resulta en la muerte de este último a manos del primero.
Este documento resume la trama y los personajes principales de la Ilíada de Homero. Narra la historia de Aquiles y su disputa con Agamenón que provoca su retiro temporal de la guerra de Troya. Describe la importancia de Aquiles como el héroe más valeroso y las consecuencias fatales para los griegos de su ausencia. Relata también el combate final entre Aquiles y Héctor que resulta en la muerte de este último a manos del primero.
Este documento resume la trama y los personajes principales de la Ilíada de Homero. Narra la historia de Aquiles y su disputa con Agamenón que provoca su retiro temporal de la guerra de Troya. Describe la importancia de Aquiles como el héroe más valeroso y las consecuencias fatales para los griegos de su ausencia. Relata también el combate final entre Aquiles y Héctor que resulta en la muerte de este último a manos del primero.
Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 12
La Ilada y eI humanismo de Homero
Primer poema pico deI puebIo griego. Homero eIigi para
desarroIIarIo un episodio semifabuIoso de Ia histrica guerra de Troya, que se sita a principios de sigIo XII a de C y cuya causa fue Ia rivaIidad econmica entre Ias primeras tribus griegas que se instaIaron en Ia Grecia propiamente dicha Ios aqueos de Micenas- y en Ia costa asitica deI Egeo, Ios eoIios de Troya. Este episodio, es eI de Ia cIera de AquiIes, provocada por su disputa con Agamenn, rey de Micenas y jefe de Ia expedicin en contra de Troya. Trama: EI supremo jefe Agamenn exige de AquiIes, eI ms vaIeroso de Ios griegos, que Ie ceda a una beIIa cautiva, Briseida, incIuida en su parte deI botn. AquiIes se opone con indignacin a ser despojado de un bien que Ie pertenece. Se queja de soportar siempre eI peso ms duro deI combate, y recibir soIo en recompensa una parte deI botn inferior a Ia de Agamenn, soIdado tan cobarde como generaI vido. Jura ante sus camaradas abandonar Ia Iucha hasta que Agamenn no haya reparado eI agravio inferido a su bravura.
AquiIesHroe principaI- Eje de toda Ia accin. Su retiro
tiene gravsimas consecuencias para eI ejrcito aqueo. Por primera vez en diez aos ven que Ios troyanos se atreven a acampar por Ia noche en Ia IIanura. De sitiadores se convierten en sitiados.
Ia ausencia de AquiIes no es sino eI signo claro de su fuerza
y su poder. Ios ms bravos jefes aqueos se afanan en vano por supIirIo.
Ninguno de estos vaIiosos sustitutos deI coraje de AquiIes vaIe
Io que eI joven hroe que, por reunir en s
-fuerza - rapidez -mpetu -bravura
Encarna toda Ia virtud bIica sin mengua y sin faIIa.
Dos de Ios principaIes jefes deI ejrcito:
yax UIises Anciano que educ a AquiIes en su niez: Fnix
Ie supIican que vueIva a Ia Iucha, que saIve eI ejrcito. Ie
prometen en nombre Agamenn espIndidos presentes y honores. AquiIes decIara que aI da siguiente se embarcar de nuevo con sus tropas y voIver a su tierra; que prefiere una vejez oscura , a Ia gIoria que haba eIegido conquistar muriendo, en pIena juventud, deIante de Troya. PatrocIo Ie pide con Igrimas que Ie permita combatir en su Iugar , revestido con Ias iIustres armas que no podrn menos que espantar a Ios Troyanos. Hctor mata a PatrocIo en combate singuIar. AI enterarse de Ia suerte de su amigo, eI doIor de AquiIes es terribIe: tendido de bruces en tierra, se niega a tomar ningn aIimento, se mesa Ios cabeIIos, ensucia con ceniza sus ropas y su cara, soIIoza y piensa en morir (a Ios ojos de Ios griegos eI suicidio era soIo ofensivo refugio de cobardes). Destruido eI ejrcito troyano tras eI regreso de AquiIes aI combate, soIo Hctor, desoyendo Ios ruegos de su padre y de su madre, queda a Ias puertas de Ia ciudad para enfrentar aI mortaI enemigo de su patria.
EI combate singuIar de Hctor y AquiIes es eI punto
cuIminante de Ia IIada.
Hctor peIea como bravo, henchido eI corazn deI amor que
siente por su mujer, por su hijo, por su tierra. Pero AquiIes es eI ms fuerte. Hasta Ios dioses que protegan a Hctor Io abandonan. IIeva aI campo de Ios griegos su cadver a modo de trofeo, despus de uItrajarIo; Io ata por Ios pies detrs de su carro de guerra, y fustiga a Ios cabaIIos.
AquiIes, a cuya tienda acude Pramo a supIicar, Ie devueIve
eI cadver de su desdichado hijo. EI puebIo troyano sepuIta a Hctor con honores fnebres. Ias Iamentaciones de Ias mujeres, Ios cnticos de dueIo que entonan, dicen Ia desgracia y Ia gIoria de quien dio Ia vida por Ios suyos.
Composicin de Ia IIada- SigIo VIII.
Casi todos Ios personajes son guerreros, y bravos en su
mayora; pero IIama Ia atencin que cada uno Io sea a su manera peculiar.
No solo hay guerreros. Tambin hay ancianos y mujeres.
No solo hay bravos entre sus guerreros: tambin est Paris. los extraos amores de Paris y Helena, que la tradicin situaba en el origen de la guerra de Troya, permanecen presentes y actan con fuerza singular en el conflicto de la Ilada. Paris, seductor y raptor de Helena, y causante principal de la guerra, es tambin el vencedor de Aquiles, a quien da muerte con su dardo. Cabe conjeturar que hubo un tiempo en que los cantares picos del ciclo troyano anteriores a la Ilada lo presentaron como el hroe de la guerra desencadenada por l mismo. Parece haber sido el propio Homero quien lo reemplaz en este noble papel por su hermano Hctor, personaje ms reciente en el ciclo troyano, transformndolo en el cobarde de la Ilada. En todo caso, el instinto potico de Homero sita a Paris en las antpodas de Hctor y mantiene a travs de todo el poema un permanente conflicto entre los dos hermanos. Hctor es el hroe puro, el protector y el salvador de Troya; Paris es casi el cobarde en estado puro, la plaga de su patria. No es, empero, el cobarde absoluto. Si el temor lo aparta de la refriega, suele volver a ella por vanidad o por afn de vanagloria. Su personalidad solo se explica concebida como el campo de una experiencia que ha de calificarse de religiosa. l recibi de Afrodita la gracia de la belleza, el deseo y la virtud de inspirar amor. Amor y belleza son bienes gratuitos, cosas divinas: no permitir Paris que Hctor se los rebaje, ofendiendo as una deidad. l no eligi, fue elegido. En el mundo de la guerra en que acta se comporta ciertamente como un cobarde, porque su voluntad es floja o nula. En el abandono a la voluntad divina se libera de remordimientos. Afrodita, fuerza csmica, infunde grandeza al pobre instrumento que ha elegido, a ese cobarde.
Paris y Helena
Bellos y apasionados los dos, su pasin y su belleza son
dones que no pueden rechazar y que constituyen su destino. Pero la naturaleza de Helena estaba hecha para el orden y la norma. Se juzga con severidad a s misma, y encuentra natural que el pueblo troyano la juzgue severamente. Se consolara quiz de su destino si Paris fuese por lo menos valeroso, si tuviera honor como Menelao, el marido cuyas virtudes pone de ejemplo a su amante. Nada sealaba a Helena, criatura moral, para desempear el papel de la mujer adltera, instrumento de la ruina de dos pueblos. Paradjicamente Homero hizo de esta esposa culpable por quien se exterminan aqueos y troyanos, una mujer simple, que solo hubiera querido vivir en la penumbra su vida de buena esposa y madre tierna. Hay paradoja en cuanto los dioses intervienen en nuestras vidas, por lo menos estos dioses homricos , que no simpatizan mucho con la moral que inventamos para defendernos de ellos. Afrodita se ha apoderado de Helena para manifestar su omnipotencia. Doblega a su vctima bajo la doble fatalidad de su belleza y del deseo rabioso que inspira a los hombres. Helena llega a ser la imagen de la propia Afrodita. Su belleza es su fatalidad.
Aquiles y Hctor:
Aquilesimagen de la juventud y la fuerza.
Joven por la edad (unos veintisiete aos) lo es todava ms por el ardor de la sangre y el mpetu de sus cleras. Como una fuerza destructora y manchada de sangre aparece Aquiles en los cantos ms terribles del poema: su figura es atroz. Sigue siendo un hombre el que tal hace o no es ms que una fiera este hijo de una diosa? Humana es por lo menos su extremada susceptibilidad a las pasiones, y este es el resorte psquico de su fuerza.
la amistad el amor propio la gloria el odio lo devoran.
La fuerza de Aquiles, solo se declara en el arrebato de la
pasin. l, tan inflexible e insensible a nuestros ojos, es insensible a todo porque no puede sentir otra cosa que su pasin: es inflexible porque ella le da la rigidez del hierro. No hay nada de sobrehumano ni de divino en este hombre, si lo divino consiste en lo impasible. Desde los cuatro puntos cardinales de su horizonte sentimentalBriseida, Agamenn, Patroclo, Hctorla vida desencadena en l una tempestad tras otra de amor o de odio, con raros intervalos de calma aparente. Aquiles es una sensibilidad violentamente conturbada por el objeto exclusivo que en el instante presente desea, aora o aborrece, y ciega para todo lo dems. La imagen pasional puede cambiar: Puede ser Agamenn Patroclo o Hctor pero no bien se apodera del alma pone en conmocin toda la persona y desencadena una apremiante necesidad de accin, nico medio posible de aliviarla.
Pasin- sufrimiento- accin es la vida entera de Aquiles,
an despus de muerto Hctor, cuando la pasin satisfecha debiera permitirle reposo.
Pasiones enrgicas que se descargan en acciones
enrgicas. El demonio del poder, que se alimenta y medra de todas sus victorias, parece constituir la nica ley de su personalidad. El hroe rompe y pisotea todos los lazos que lo ataban a la comunidad de sus camaradas y a todos los otros hombres. la pasin, a travs de la accin disolvente y anrquica que le es propia, aniquila el sentido del honor y lo lleva a la ms inhumana crueldad. Por este camino desrtico avanza Aquiles hacia una soledad inhumana, condenndose a su propia destruccin. Se vio ya en la escena en que resolvi abandonar el ejrcito, sin importrsele el desastre de los suyos, cuando se atrevi a declarar que prefera la vejez a la gloria. Pero llegar a viejo rumiando da tras da su resentimiento equivale a negar el sentido de su existencia. Y no puede tanto. Aferrado al presente, est siempre dispuesto a atrapar todo lo que le brinda en emociones (la vida), a cumplir todos los actos que le exige, a apurar con avidez lo que cada acontecimiento le depara. Pronto al asesinato, a la clera, a las lgrimas, a la ternura y aun a la piedad, lo acoge todo, no a la manera del sabio antiguo, con pareja indiferencia, sino al modo de un temperamento robusto que todo lo vive con parecido ardor. Extrae alegra hasta del sufrimiento. El que le causa la muerte de Patroclo le procura el placer de la matanza. Poderoso mpetu vitaldesafa a la muerte en la que no piensa nunca. Anclado en el presente. Su sabidura es en esto profunda: ama la vida lo suficiente para preferir la intensidad a la duracin. Ya en su juventud haba elegido la gloria que se conquista en la guerra a la seguridad de una vida sin historia. Una muerte gloriosa significa la inmortalidad en el recuerdo de los hombres. As el individualista se reintegra a la comunidad humana de todos los tiempos; porque no concibe la gloria como una tumba solemne, sino como la patria comn de todos los hombres vivos. Otra escena de la Ilada, revela en un aspecto diferente la profunda humanidad del personaje: una noche que ha llevado el cadver de Hctor a su tienda luego de arrastrarlo a la zaga de su carro, y mientras evoca en el silencio a su amigo muerto, Pramo, el anciano padre desposedo, se presenta ante l con riesgo de su vida. Se atreve a suplicarle que le devuelva el cuerpo de Hctor para que se le tributen honores fnebres. Conmovido hasta el fondo del alma por el recuerdo de su padre, Aquiles levanta al anciano dulcemente, y por un momento los dos hombres lloran juntos: el uno por su padre y por Patroclo; el otro por Hctor. Y Aquiles promete a Pramo devolverle el cadver de su hijo.
HctorCriatura predilecta de Homero y la que expresa,
mejor que cualquier otra, su fe en el hombre. Como Aquiles y casi todos los personajes picos, Hctor es gallardo y valeroso. la bravura de Hctor, tan grande como la de Aquiles, es de otra calidad: nace de la razn y no de la naturaleza; ms an, la ha conquistado sobre su propia naturaleza, a fuerza de disciplina. La pasin de Aquiles puede complacerse en la guerra; Hctor por el contrario la detesta, y as se lo dice a Andrmaca: ha tendido que aprender a ser valiente y a combatir en la primera fila de los troyanos. Su valor es el ms alto, el nico que segn Scrates merece el nombre de tal, porque no ignora el miedo, sino que lo domina. Cuando ve que yax avanza a su encuentro monstruoso, con la sonrisa en el rostro terrible, no logra reprimir un movimiento de temor instintivo, completamente fsico, y su corazn se pone a golpear con ms fuerza en el pecho. Empero gobierna sus impulsos, recurriendo a su ciencia militar. No ignora la tentacin de la cobarda. Cuando se queda ante las puertas de Troya para enfrentar a Aquiles y matarlo o ser muerto por l, no le cuesta demasiado desor los ruegos que le dirigen su padre y a su madre desde lo alto de las murallas para que entre en la ciudad. Tales ruegos lo desgarran, porque le pintan el incendio de Troya, el asesinato o la esclavitud que sobrevendrn para los suyos si muere. Le basta el respeto humano para rechazar esta vez la tentacin. Pero al quedar luego a solas consigo mismo, extraos pensamientos lo conturban en el secreto de su alma: piensa en su muerte segura si entabla el combate. Considera las clusulas de un acuerdo razonable. De pronto se sobresalta: su locura, su debilidad se le revelan claramente. Se recobra: En qu divaga mi espritu? No, no suplicar a Aquiles; no consentir que lo maten como a una mujer; no volver a Troya deshonrado. El tiempo de los sueos qued atrs, con los amores juveniles. Se trata de mirar a la muerte cara a cara y de saber morir como un bravo. Si contra la cobarda no bastasen el amor propio y el respeto humano, para vencerla estara siempre el honor, ms alto que la vida. Aquiles no necesita razonar para ser valiente; Hctor lo es en un acto de reflexin y de razn. Sin embargo, el honor y la razn no explican toda su personalidad. El honor no es para l un concepto abstracto ni un ideal borroso: significa combatir por la tierra que ama y morir por ella, si se requiere; combatir para salvar a su mujer y a su hijo de la muerte o de la esclavitud. El coraje de Hctor no es el del sabio ; no se parece por ejemplo al de Scrates, fundado en la indiferencia a los bienes de este mundo: por el contrario, se nutre en el amor que les profesa. Ama a su patria. No ignora que Troya est perdida. Pero se defiende hasta el ltimo minuto lo que se ama. Toda la accin de Hctor apunta a la salvacin de Troya. Si a Aquiles le importan poco los sentimientos sociales, Hctor est aferrado al amor que siente por su ciudad, por sus conciudadanos, por su padre, que es tambin su rey. Aquiles, jefe todava semisalvaje de una tribu en guerra, a quien la guerra hace an ms incivil, reducindolo a veces al nivel del bruto, contrasta con Hctor, el hijo de la ciudad que defiende su territorio, y a quien la ciudad impone hasta en la guerra su disciplina social. Aquiles es anrquico, Hctor es cvico. Aquiles quiere matar en la persona de Hctor al hombre que odia. Hctor solo quiere dar muerte al mortal enemigo de su patria. la guerra no impide a Hctor ser a la vez cvico y civilizado; su patriotismo prescinde del odio al enemigo. Otra prueba de civilizacin consiste en estar dispuesto siempre a un pacto con el adversario. Tiene el vivo sentimiento de que todo lo que une a los hombres podra prevalecer sobre cuanto los separa. A pesar del odio de Aquiles, sigue viendo en l a un semejante con quien no le parece quimrico intentar una conciliacin: medita en ofrecer por su intermedio a los griegos la entrega de Helena y los tesoros robados por Paris, adems de una parte de las riquezas de Troya. Ms que una tentacin de la cobarda, se ve que aqu el acoso de una vieja ilusin: el pacto que podra reconciliar a los enemigos. Y sobre todo la profunda repugnancia por la violencia que inspira siempre su conducta, hasta en el momento decisivo en que su razn condena el plan que acaba de concebir como una fantasa. Poco antes de iniciar el combate, todava intenta un postrer acuerdo equitativo y humano. Sabe que ese combate es el ltimo, pero la idea del pacto sigue dominndolo. Mientras Aquiles no sale de lo particular, donde su pasin lo confina, Hctor se mueve en lo universal. El entendimiento que sugera, aquel plan de pacto, no es nada menos que el principio todava elemental, pero seguro, del derecho de gentes. El poderoso amor que lo ata a su tierra y que parece extenderse a la comunidad de los hombres tiene cimientos ms hondos y ms vivos: Hctor ama a los suyos; est enraizado firmemente en el amor a una mujer y a un nio. Todo lo dems deriva de eso: su patria no es solamente los muros y la ciudadela y el pueblo de Troya: son esas vidas, preciosas para l entre todas las que quiere salvar, y salvarlas libres. En la ltima entrevista de los esposos hay algo muy raro en la literatura antigua: la perfecta igualdad del amor que se testimonian. Se hablan al mismo nivel, se aman de igual a igual. Hctor no quiere a Andrmaca y a su hijo como bienes propios, sino como a seres humanos de valor equivalente al suyo. Defender a sus bienamados hasta el fin. llega el momento en que los dioses lo abandonan. Crea tener junto a s a su hermano Defobo, y era Atenea que, para engaarlo haba revestido la apariencia de su hermano. Despus de lanzar su ltima flecha, y rota ya su espada, pide un arma a Defobo pero no hay nadie a su lado: est solo. Conoce entonces su destino. Plenamente lcido y consciente de su destino, ve tan cerca de cerca la muerte como si la tocara, y esta misma visin parece renovar sus energas. El instante de morir sigue siendo el instante de luchar El personaje de Hctor se define por el amor a los suyos, por el reconocimiento de los valores universales y, hasta el ltimo soplo, por el esfuerzo de la lucha.