Montaigne, Ensayos (I, 8 y III, 13)
Montaigne, Ensayos (I, 8 y III, 13)
Montaigne, Ensayos (I, 8 y III, 13)
Parece que la muerte no haba exonerado al primero de animosidad hacia el prjimo, tras haberla ocultado toda la
la palabra dada, 5 y que el segundo, 6 aun sin morir, estaba vida. Demuestran cuidarse poco de su honor, pues irritan al
exento. Nuestra obligacin no puede ir ms all de nuestras ofendido contra su memoria, y menos de su conciencia, pues
fuerzas y nuestros medios. 7 Por tal motivo, dado que efectos ni siquiera por respeto a la muerte han sido capaces de dejar
y acciones en modo alguno estn en nuestro poder, y dado morir su mala disposicin, y prolongan la vida de sta ms
que, si hablamos en serio, slo la voluntad est en nuestro all de la suya. Inicuos jueces, que aplazan el juicio hasta
poder, todas las reglas del deber del hombre necesariamen- el momento en que ya no tienen conocimiento de causa! 9
te se fundan y se establecen en ella. As, el conde de Egmont, Yo me guardar, si puedo, de que mi muerte diga nada que
al mantener alma y voluntad sujetas a su promesa, por ms primero no haya dicho mi vida, y abiertamente.
que no estuviera en sus manos poder cumplirla, estaba sin
duda alguna eximido de su deber, aun de haber sobrevivi-
do al conde de Horne. Pero el rey de Inglaterra, que falt
intencionadamente a su palabra, no puede ser excusado CAPTULO VIII
por aplazar hasta despus de su muerte la ejecucin de su
LA OCIOSIDAD
deslealtad. Como tampoco aquel albail de Herdoto que,
tras guardar toda la vida lealmente el secreto de los tesoros
de su amo, el rey de Egipto, al morir los descubri a sus a 1Vemos que las tierras ociosas, si son ricas y frtiles, re-
hijos.8 bosan de cien mil clases de hierbas salvajes e intiles , y que,
e 1En estos tiempos he visto a muchos que, acusados por para mantenerlas a raya, es preciso someterlas y dedicar-
su conciencia de detentar bienes ajenos, estn dispuestos las a determinadas semillas para nuestro servicio.1 Y vemos
a satisfacerla mediante su testamento una vez muertos. Lo asimismo que las mujeres producen por s mismas molas y
que hacen no tiene valor alguno: no lo tiene diferir cosa tan pedazos de carne informes, pero que, para efectuar una gene-
urgente, ni pretender reparar una injusticia de una manera racin buena y natural, hay que ocuparlas con otra semilla. 2
que les afecta y perjudica tan poco. Su deuda atae a algo Lo mismo ocurre con los espritus. Si no los ocupamos en
ms suyo. Y, cuanto ms gravoso y molesto les resulte el pago, un asunto determinado que los refrene y obligue, se lanzan
tanto ms justo y meritorio ser el resarcimiento. La peniten- en desorden, a diestro y siniestro, por el vago campo de las
cia exige asumir la carga. Se comportan todava peor quie- imaginaciones:
nes reservan para su ltima voluntad la revelacin de alguna
b 1 Sicut aquae tremulum labris ubi fumen ahenis
sale repercussum, aut radiantis imagine Lunae
42 43
LIBRO 1 CAPTULO VIII LOS MENTIROSOS
omnia peruolitat late loca, iamque sub auras uariam 8 semper dant otia mentem,9
erigitur, summique /erit laquearia tecti. 3 [la ociosidad vuelve siempre el espritu inestable],
[Como en un vaso de bronce la luz temblorosa del agua que refleja el sol
o la imagen de la luna revolotea a lo lejos, surge en el aire y golpea los que, al contrario, como un caballo desbocado, se lanza con
artesonados de los techos ms altos]. cien veces ms fuerza a la carrera1 0 por s mismo de lo que lo
haca por otros. Y me alumbra tantas quimeras y monstruos
a 1Y no hay locura ni desvaro que no produzcan en tal agi- fantsticos, encabalgados los unos sobre los otros, sin orden
tacin, ni propsito, que, para contemplar a mis anchas su insensa-
uelut aegri somnia, uanae tez y extraeza, he empezado a registrarlos, esperando cau-
finguntur species. 4 sarle con el tiempo vergenza a s mismo.11
[como sueos de un enfermo, se forjan vanas imgenes] .
do y apartado la poca vida que me resta.? Se me antojaba 10 (a-c 1) se da cien veces ms trabajo.
11 En su Diario de viaje, Montaigne-o el secretario que redacta parte
que no poda hacerle mayor favor a mi espritu que dejarlo
del texto-se refiere en varias ocasiones a los intensos ataques de migraa
conversar en completa ociosidad consigo mismo, y detenerse que padeca. Ahora bien, en una de ellas, comenta que haca diez aos que
y fijarse en s. Esperaba que, a partir de entonces, podra lo- no le-atacaba semejante mal: Esta maana he sufrido una pesadez de la
grarlo con ms facilidad, pues con el tiempo se habra vuelto cabeza y una turbacin de la vista, como en mis antiguas migraas, que no
ms grave y ms maduro. Pero veo, haba sentido haca diez aos. En otro momento habla de ms de diez
aos y aade: Pero la cabeza continuaba sin recuperar su estado normal.
A ciertas horas senta esta alteracin, que era agravada por el tormento de
la fantasa [travaglio delta fantasa]. Dado que estas anotaciones estn
fechadas en mayo y en junio del 1581 (en Pian della Ponte y en Bagni della
3 Virgilio, Eneida, VIII , 22-25. 4 Horado, Arte potica, 7-8.
Villa), los diez aos, si efectivamente son diez, nos remiten a 1571, es decir,
5 Sneca, Cartas a Lucilio, 2, 2. 6 Marcial, VII, 73, 6.
al perodo en que Montaigne lleva a la prctica su retiro. Sobre los graves
7 Se ha conservado la inscripcin latina, pintada en un muro de su efectos de la fuerza de la imaginacin en Montaigne, cfr. el inicio de 1, 20;
gabinete, con la que Montaigne solemniz su retiro el28 de febrero de 1571, sobre la melancola que le produjo la soledad del retiro, y sobre la idea de
el da que cumpla treinta y ocho aos. dedicarse a escribir, cfr. el inicio de 11 , 8.
44 45
LIBRO 111 CAPTULO XII LA EXPERIENCIA
insociable y disconforme con nuestro uso; pero no he visto con aquellos que se lo toman a mal, tampoco, a decir verdad,
a nadie que la haya juzgado ultrajante ni maliciosa, ni que se tengo muchos escrpulos en emplearme en las ilegtimas con
haya ofendido por mi libertad si la ha soportado de mi boca. quienes estn de acuerdo.
Las palabras que se refieren tienen otro sonido y tambin
otro significado. Adems, yo no odio a nadie. Y tanta es mi
blandura para ofender que soy incapaz de hacerlo ni siquiera
al servicio de la razn. Y cuando la ocasin me ha incitado a CAPTULO XIII
condenas criminales,' 39 he preferido faltar a la justicia, e 1ut
magis peccari nolim quam satis animi ad uindicanda peccata
LA EXPERIENCIA
habeam140 [de modo que no querra que se cometieran ms
faltas que nimo tengo para castigarlas] . Le reprocharon a b 1Ningn deseo es ms natural que el deseo de conocimien-
Aristteles, segn se dice, que haba sido demasiado miseri- to.1 Probamos todos los medios que nos pueden llevar hasta
cordioso con cierto malvado: En verdad, dijo, lo he sido l. Cuando la razn nos falla, empleamos la experiencia,
con el hombre, no con la maldad.' 4 ' Los juicios comunes se
exasperan hasta llegar al castigo' 42 por el horror del delito. e 1 Per uarios usus artem experientia fecit:
Eso mismo enfra el mo. El horror de la primera muerte me exemplo monstrante uiam, 2
hace temer la segunda. Y la ignominia' 4 3 de la primera cruel- [A travs de prcticas diversas, la experiencia produjo
dad me lleva a aborrecer cualquier imitacin. b 1A m, que el arte, con el ejemplo mostrndonos el camino],
no paso de sota de espadas, puede corresponderme lo que se
deca de Crilo, rey de Esparta: No puede ser bueno, puesto b 1que es un medio mucho ms dbil y ms vil. Pero la verdad
que no es malo con los malos.' 44 O bien de este modo- es una cosa tan grande, que no debemos desdear interme-
Plutarco lo presenta, en efecto, de las dos maneras, como diario alguno que pueda conducirnos hasta ella. La razn
presenta mil otras cosas diversa y contrariamente-: Tiene posee una variedad tal de formas, que no sabemos con cul
que ser bueno, puesto que lo es incluso con los malvados.' 45 quedarnos; la experiencia no posee menos. La consecuencia
As como, en las acciones legtimas, me disgusta emplearme que pretendemos inferir de la comparacin entre aconteci-
mientos es incierta, pues stos son siempre diferentes. En
1 3 9 Recurdese que Montaigne ejerci un cargo en el Parlamento de esta imagen de las cosas ninguna cualidad es tan universal
Burdeos, bsicamente un tribunal de justicia. como la diversidad y variedad.3 Griegos y latinos, y tambin
'4 Tito Livio, XXIX, 21, u. 1 4 1 Digenes Laercio, v, 17 .
nosotros, utilizamos, como ejemplo ms claro de similitud,
1 4 2 (c 1 ) a la venganza 1 43 (c1 ) Y el odio
el de los huevos. Sin embargo, ha habido hombres, y en par-
r44 Plutarco, Licurgo, 5, 9; Cmo distinguir a un adulador de un ami
go, u, 55e; Mximas de espartanos, 218b; La envidia y el odio, 5, 537d.
Sneca rechaza una sentencia semejante (que atribuye a Teofrasto) en La 1 Cfr. Aristteles, Metafsica, 1 , 98oa: Todos los hombres desean
ira, I, 14, 1 .
por naturaleza saber.
1 45 Montaigne parece fundarse en alguna formulacin ambigua de
2 Manilio, 1, 61 -62 (en referencia al arte astrolgico).
Amyot, traductor de Plutarco al francs. 3 Sobre el mismo tema, vase el final del libro 11 .
1588 1589
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
ticular uno en Delfos, que reconoca signos de diferencia e 1-ut olim flagitiis, sic nunc legibus laboramus9 [como antes
entre los huevos, de suerte que jams los confunda; e 1 y, por los crmenes, ahora sufrimos por las leyes]-; b 1y, sin
aunque hubiera muchas gallinas, era capaz de juzgar de cul embargo, les hemos dejado a los jueces tanto campo para
era el huevo. 4 b 1La diferencia se inmiscuye por s misma opinar y decidir, que jams existi libertad tan poderosa y
en nuestras obras; ningn arte puede alcanzar la similitud. desenfrenada. 10 Qu han conseguido nuestros legisladores
Ni Perrozet ni nadie puede pulir y blanquear con tanto es- distinguiendo cien mil casos y hechos particulares, y aso-
mero el dorso de sus cartas que no haya jugadores que las cindoles cien mil leyes? Ese nmero no guarda proporcin
distingan slo con verlas deslizarse por las manos de otro. alguna con la infinita variedad de las acciones humanas. La
La semejanza no iguala tanto como la diferencia distingue. 5 multiplicacin de nuestras invenciones no alcanzar la varia-
e 1 La naturaleza se ha obligado a no hacer ninguna cosa cin de los ejemplos.II Aadidle cien veces ms: aun as, no
distinta que no sea diferente. 6 habr ningn acontecimiento futuro que encuentre, en ese
b 1Por eso, no me gusta mucho la opinin de aquel que gran nmero de miles de casos distinguidos y registrados, ni
crea contener la autoridad de los jueces con una multitud de uno al que pueda unirse y asociarse con tanta exactitud que
leyes, prescribindoles lo que deban hacer? No reparaba en no reste alguna circunstancia y variacin que requiera una
que es tanta la libertad y la amplitud que hay al interpretar distinta consideracin al juzgar. La correlacin entre nues-
las leyes como la que hay al elaborarlas. Y estn de broma tras acciones, siempre en perpetuo cambio, y las leyes fijas e
quienes piensan reducir y atajar nuestros debates remitin- inmviles, es escasa. Las leyes ms deseables son las menos
donos a la expresa palabra de la Biblia. 8 Nuestro espritu, em numerosas, las ms simples y generales; y creo incluso que
efecto, no encuentra un campo menos espacioso al examinar sera mejor no tener ninguna que tenerlas en el nmero que
un sentido ajeno que al representar el propio; y como si hu- nosotros las tenemos.
biera menos animosidad y acritud en glosar que en inventar. La naturaleza las otorga siempre ms venturosas que las
Vemos cun grande era su error. Porque en Francia tenemos que nos otorgamos nosotros. As lo atestigua la descripcin
ms leyes que en todo el resto del mundo a la vez, y ms de de la edad de oro de los poetas, y el estado en que vemos
las que se precisaran para regir todos los mundos de Epicuro vivir a las naciones que no poseen otras. 12 En algunas em-
plean como nicos jueces de sus causas al primer viajero que
cruza sus montaas. Y en otras, el da de mercado, eligen a
cualquiera de entre ellos para que resuelva en el acto todos
4 Cicern, Acadmicas, II, r8, 57 (pero se trata de Delos, no de
sus procesos. 13 Qu peligro hab ra en que los ms sabios
Delfos) .
5 Plutarco, La envidia y el odio, r, 536f.
liquidaran as los nuestros, a medida que se p resentaran y
6 Cfr. Sneca, Cartas a Lucilio, II3, 4
7 Posible alusin a Triboniano, jurista colaborador del emperador] us- 9 T cito, Anales, II I, 25 (Tcito alude tambin a la multiplicacin de
tiniano; pero cfr. J ean Bodin, R publique, VI, 6 (en referencia a Carlos VII). las leyes) .
8 Los protestantes, a partir de Lutero, postulan la claridad de las 1 Cfr. Jean Bodin, R publique, VI, 6 .
Escrituras. Erasmo y Sebastin Castellion (adems de los catlicos de obe- 1 1 Cfr. ibdem.
diencia estricta) ponen en duda tal postulado. Montaigne ha aludido ya al 12 Al respecto, vase el captulo Los canbales (!, 30) .
asunto en un pasaje de I, 44 y en una pgina de II , 12. 1 3 Ejemplos tomados de Guillaume Bouchet, L es Seres (r58 4 ), r , 9
1590 I59I
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPE RIENCIA
a ojo, sin obligacin de ejemplo ni de consecuencia? Para y cuanto ms se empean en someterla a su ley, ms irritan
cada pie, su zapato. El rey Fernando, al enviar colonias a la libertad del noble metal: huye de su arte y se desmenuza y
las Indias, provey sabiamente que no se llevaran a ningn desparrama ms all de toda cuenta. Sucede lo mismo; por-
docto en jurisprudencia, no fuese que los procesos prolife- que, al subdividir estas sutilezas, se ensea a los hombres a
raran en el nuevo mundo, pues se trata de una ciencia que, acrecentar las dudas; se nos anima a extender y a diversificar
por naturaleza, genera disputas y divisin; pensaba, como las dificultades; se las prolonga, se las esparce. Sembrando las
Platn, que jurisconsultos y mdicos son una mala provisin cuestiones y recortndolas, se logra que el mundo fructifique
para un pas. 14 y prolifere en incerteza y en querellas, e 1igual que la tierra
Por qu nuestro lenguaje comn, tan cmodo para cual- se hace tanto ms frtil cuanto ms se desmenuza y cuanto
quier otro uso, deviene oscuro e ininteligible en los contratos ms profundamente se remueve. Dzfficultatem facit doetrina' 6
y testamentos?, y por qu quien se expresa con tanta clari- [La doctrina crea la dificultad]. b 1Dudamos sobre Ulpiano,
dad, en todo lo que dice y escribe, no encuentra en este te- volvemos todava a dudar sobre Bartolo y Baldo. 17 Haba que
rreno manera alguna de declararse que no incurra en la duda borrar las trazas de esta innumerable variedad de opiniones,
y en la contradiccin? Slo porque los prncipes de este arte, no engalanarse ni llenar la cabeza de la posteridad con ellas.
aplicndose con particular atencin a distinguir palabras No s qu decir al respecto, pero se percibe por expe-
solemnes y a formar frases artificiosas, han sopesado tanto riencia que tantas interpretaciones disipan y quebrantan la
cada slaba, han escrutado tan minuciosamente cada tipo de verdad. Aristteles escribi para ser entendido; si no lo con-
enlace, que ah los tenemos enfrascados y enmaraados en sigui, menos lo conseguir uno menos hbil y un tercero,
una infinidad de figuras , y en divisiones tan menudas que ya que el que se ocupa de su propio pensamiento. Abrimos la
no pueden caer bajo ninguna ordenacin ni prescripcin, ni materia y la esparcimos, y de este modo la destemplamos;
bajo ninguna comprensin segura. e 1Con/usum est quidquid de un asunto hacemos mil, y recaemos, multiplicando y sub-
usque in puluerem seetum est 15 [Cualquier cosa que se haya dividiendo, en los infinitos tomos de Epicuro. Jams dos
dividido hasta reducirla a polvo es confusa]. b 1Quin no ha hombres juzgaron lo mismo de la misma cosa, y es imposible
visto a nios que tratan de dividir en cierto nmero de partes ver dos opiniones exactamente similares, no ya en hombres
una masa de mercurio? Cuanto ms la aprietan y la amasan, distintos, sino en el mismo hombre en momentos distintos.
Por lo general, encuentro dudoso aquello que el comentario
no se ha dignado tocar. Suelo tropezar ms en las partes lla-
1 4 El rey aludido es Fernando el Catlico, que, efectivamente, pro-
nas, como ciertos caballos que conozco, que tropiezan ms
hibi viajar a los abogados en la nutrida expedicin que, al mando de
Pedrarias, parti de Sanlcar de Barrameda el I I de abril de 1514: Que
a menudo cuando el camino es liso.
no consintis que ninguno pueda abogar, as clrigo como lego. Habis de Quin no dir que las glosas aumentan las dudas y la
defender que no vayan a la dicha tierra ningn letrado que vaya a abogar, ignorancia cuando no se ve libro alguno, humano o divino,
ni procurador de causas ... (Instrucciones dadas a Pedrarias Dvila , 11 de
agosto de 1513). Montaigne toma la noticia de Guillaume Bouchet, Les
Seres, r , 9 (la referencia a Platn, que se encuentra tambin en Bouchet, 16 Quintiliano, X , 3, 16.
corresponde a R epblica, HI, 405a-d). 17 Ulpiano fue un jurista romano. Bartolo y Baldo fueron comentaris-
' 5 Sneca, Cartas a Lucilio, 89, 3 tas medievales.
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
del que el mundo se ocupe, cuya interpretacin ponga fin a las b 1Slo una flaqueza particular nos hace estar contentos
dificultades? El centsimo comentario le remite al siguiente, con aquello que otros o nosotros mismos hemos encontrado
ms arduo y ms escabroso de lo que haba encontrado el en esta caza de conocimiento; otro ms hbil no se dar por
primero. Cundo se decide entre nosotros: este libro tiene satisfecho. Siempre hay sitio para el siguiente, e 1 incluso
bastante, ya no queda nada que decir? Esto se ve mejor en para nosotros mismos, b 1y camino por otro sitio. Nuestras
los pleitos. Se atribuye autoridad de ley a infinitos doctores, indagaciones no tienen fin; nuestro fin est en el otro mundo.
a infinitas sentencias y a otras tantas interpretaciones. En- e 1Es un signo propio de espritu encogido, o de fatiga, que
contramos, sin embargo, algn trmino en la necesidad de se d por satisfecho. Ningn espritu noble se detiene en s
interpretar?, se observa algn progreso y avance hacia el mismo. Nunca deja de pretender, y va ms all de sus fuerzas.
reposo?, precisamos menos abogados y jueces que cuando Sus impulsos sobrepasan sus actos. S no se avanza y no se
esta masa de derecho se hallaba todava en su primera infan- apresura, s no queda acorralado y no sufre un golpe, si no da
cia? Al contrario, oscurecemos y sepultamos la comprensin; vueltas, no est vivo ms que a medas. b 1Sus persecuciones
ya no la descubrimos sino a la merced de todas estas cercas y carecen de trmino y de forma; su alimento es e 1la admi-
barreras. Los hombres ignoran la enfermedad natural de su racin, la caza, b lla ambigedad. De sobra lo manifestaba
espritu; ste no hace ms que huronear y buscar, y se dedica Apolo hablndonos siempre de una manera doble, oscura y
a dar vueltas, a edificar y a enmaraarse incesantemente en oblicua, sin darnos alimento, brindndonos slo ocupacin
su tarea, como nuestros gusanos de seda, y se ahoga en ella. y tarea.21 Es un movimiento irregular, perpetuo, sin modelo
Mus in piee18 [Un ratn en la pez]. Cree observar de lejos no ni objetivo. Sus invenciones se inflaman, se siguen y se pro-
s qu apariencia de claridad y de verdad imaginaria; pero, ducen mutuamente unas a otras.
mientras corre, se le cruzan en el camino tantas dificultades,
tantos obstculos y tantas nuevas indagaciones, que lo ex- Ainsi voit-on en un ruisseau coulant,
travan y embriagan. No de manera muy distinta a lo que les sans fin !'une ea u, apres !'autre roulant,
sucedi a los perros de Esopo, que, al descubrir lo que pareca et tout de rang, d'un ternel conduit,
un cuerpo flotando en el mar, como no podan acercarlo, se l' une suit !'autre, et !'une !'autre fuit.
propusieron beber el agua, secar el paso, y se ahogaron.19 Par celle-la est pousse,
e 1 Coincide con esto lo que Crates deca de los escritos de et par !'autre est devance:
Herclito: que requeran un lector buen nadador, para que toujours !'eau va dans !'ea u, et toujours est-ce
la profundidad y el peso de su doctrina no lo engluteran y m eme ruisseau, et toujours eau diverse. 22
ahogaran.20 [As vemos en el arroyo que fluye que un agua corre sin tregua tras otra,
y sucesivamente, por una direccin eterna, que una sigue a la otra, y una
18 La misma imagen en Rabelais, Tiers livre, 37; cfr. Erasmo, A dagios, 21 Apolo era llamado Loxias, es decir, el Oblicuo. Recurdese la c-
II, 3, 68: <<Mus picem gustans [Un ratn que prueba la pez] . lebre sentencia de Herclito: El seor cuyo orculo est en D elfos ni dice
19 Plutarco, N ociones comunes contra los estoicos, 19, 1067e; cfr. ni oculta, sino que sugiere (Plutarco, Por qu la Pitia no profetiza ahora
Esopo, Fbulas, 13 5. en verso, 21 , 404e) .
20 Cfr. Digenes Laercio, r x, 12 . 22 Son versos de tienne de La Botie, que forman parte de la in-
1594 I 59 5
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
huye de la otra. sta empuja a aqulla, y sta es adelantada por aqulla: mi tema se vuelve sobre s mismo-no s si todo el mundo
el agua va siempre al agua, y el arroyo es siempre el mismo, y el agua es la admitir.
siempre distinta]. b 1 He visto en Alemania que Lutero ha dejado tantas
o ms divisiones y disputas por las dudas sobre sus opinio-
Se invierte ms trabajo en interpretar las interpretaciones nes de las que concit acerca de las Sagradas Escrituras. 24
que en interpretar las cosas, y hay ms libros sobre libros que Nuestra discusin es verbal. Pregunto qu es la naturaleza,
sobre cualquier otro asunto. No hacemos sino glosamos los el placer, el crculo y la sustitucin. 25 La pregunta versa so-
unos a los otros. e 1Por todas partes proliferan los comenta- bre palabras, y se responde con lo mismo. Una piedra es un
rios; de autores, hay gran escasez. El saber ms importante y cuerpo. Pero si alguien insiste: Y cuerpo, qu es?. Una
ms famoso de nuestros siglos, no consiste en saber enten- sustancia. Y sustancia, qu es?, y as sucesivamente, al
der a los doctos? No es ste el fin general y ltimo de todos final empujara al que respondiera hasta el extremo de su
los estudios? Nuestras opiniones se injertan unas en otras. La calepino. 26 Se trueca una palabra por otra palabra distinta,
primera sirve de tronco a la segunda, la segunda a la terce- y con frecuencia ms desconocida. S mejor qu es un hom-
ra. De este modo vamos ascendiendo de escaln en escaln. bre de lo que s qu es un animal, o qu es mortal, o qu es
Y eso ocasiona que muchas veces el que ms arriba ha as- razonable. Para satisfacer una duda, me dan tres; es la cabeza
cendido tiene ms honor que mrito; en efecto, est subido de Hidra. 2 7 Scrates pregunt a Menn qu era la virtud:
apenas un grano sobre la espalda del penltimo. Hay, replic Menn, la virtud del hombre y la de la mu-
b 1 Cun a menudo, y qu neciamente acaso, he exten- jer, la del magistrado y la del particular, la del nio y la del
dido mi libro para hablar de l! e 1Neciamente, aunque slo anciano. ste va bien!, exclam Scrates; buscbamos
sea porque debera acordarme de cuanto digo de los dems una virtud, y nos proporcionas un enjambre de ellas.28 For-
que hacen esto mismo: que esas miradas tan frecuentes a mulamos una pregunta, nos responden con una colmena.
sus obras prueban que tienen el corazn por
su amor, y que hasta los desdeosos maltratos con que la
2 4 En efecto, en el Diario de viaje (en Lindau, el ro de octubre de
golpean no son sino mimos y coqueteras de favor maternal,
1580), el secretario de Montaigne anota (en referencia, al parecer, a las
en conformidad con Aristteles, para quien el preciarse y el querellas entre gnesio-luteranos y melanctonianos): Bajo la autoridad de
despreciarse surgen a menudo de un similar aire arrogante. 23 Martn [Lutero], al que admiten como jefe, entablan numerosas disputas
Porque mi excusa-que debo tener en esto ms libertad que sobre la interpretacin del sentido de los escritos de Martn.
2 5 Sustitucin es un trmino jurdico relativo a las herencias.
los otros, dado que precisamente escribo sobre m, y sobre 26 Ambrosio Calepino public en 1502 un pequeo diccionario pol-
mis escritos, lo mismo que sobre mis restantes acciones; que glota, que, ampliado en sucesivas ediciones, lleg a ser celebrrimo.
2 7 Cfr. Cornelio Agrippa, De incertitudine scientiarum, 7 ; un anlisis
similar se encuentra tambin en las primeras pginas del Que nada se sabe
traduccin a su versin del Canto 32 del Orlando furioso de Ludovico (r58r ) de Francisco Snchez, dedicadas a probar que toda definicin es
Ariosto (ro9 -u6). En ellos La Botie defiende la inagotabilidad de la in- nominal. Snchez utiliza asimismo la imagen de la Hidra en otra pgina de
ventiva humana. su libro.
2 3 Cfr. Aristteles, tica a Nicmaco, rv , 7, u2 7a 13 y ss. (que trata de 2 8 Plutarco, La abundancia de amigos, r , 93 b ; cfr. Platn , M enn,
la jactancia y de la irona). 71d- 72a.
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LA EXPERIEN C I A
LIBRO III CAPTULO XIII
As como ningn caso y ninguna forma se parecen del A cuntos inocentes hemos descubierto que han sufrido
todo a otro, ninguno difiere del otro por entero. e 1 Ingeniosa castigo, quiero decir sin culpa por parte de los jueces?, y
mezcla de la naturaleza. Si nuestras caras no fueran similares, a cuntos no hemos descubierto? Esto ha sucedido en mis
no podra distinguirse al hombre del animal; si no fuesen tiempos. Ciertos hombres son condenados a muerte por un
diferentes, no podra distinguirse al hombre del hombre. 2 9 homicidio, con la sentencia, si no pronunciada, al menos
b 1 Todas las cosas estn unidas por alguna semejanza, todo decidida y fallada. En ese punto, los oficiales de una cor-
ejemplo cojea. Y cualquier relacin fundada en la experien- te subalterna vecina advierten a los jueces de que tienen a
cia es siempre defectuosa e imperfecta; sin embargo, las com- ciertos prisioneros que confiesan claramente el homicidio
paraciones se unen por algn extremo. As sirven las leyes, y aportan a todo el caso una luz indubitable. Se delibera si,
y as se asocian a cad a uno de nuestros asuntos, por alguna aun as, debe interrumpirse y aplazarse la ejecucin de la
interpretacin desviada, forzada y sesgada. sentencia fallada contra los primeros. Se considera la no-
Dado que las leyes ticas, que miran al deber particular vedad del ejemplo, y sus consecuencias, para suspender los
de cada cual en s mismo, son tan difciles de fijar, como ve- juicios; que la condena ha sido aprobada jurdicamente, que
mos que lo son, no es extraordinario que las que gobiernan los jueces no tienen derecho a arrepentirse. En suma, esos
a tantos particulares lo sean an ms. Examinemos la forma pobres diablos son sacrificados a las frmulas de la justicia.
de la justicia que nos rige; es una verdadera prueb a de la Filipo o algn otro provey a un incoveniente similar de este
. flaqueza humana: hasta tal punto llegan sus contradiccio- modo. H aba condenado a un hombre a pagarle unas grandes
nes y sus errores. Lo que nos parece favor y severidad de la multas a otro, con un juicio pronunciado. Al descubrise la
justicia, y hay tantas cosas que nos lo parecen que no s si verdad cierto tiempo despus, se encontr que haba juzgado
lo intermedio se encuentra tan a menudo, son partes enfer- de manera injusta. La razn de la causa estaba de un lado; la
mizas y elementos injustos del cuerpo mismo y de la esencia razn de las formas judiciales, del otro. Dio satisfaccin en
de la justicia. Unos campesinos acaban de :1dvertirme a toda alguna medida a las dos dejando la sentencia como estaba, y
prisa de que han dejado ahora mismo en un bosque de mi compensando con su bolsa el perjuicio sufrido p or el conde-
posesin a un hombre magullado por cien golpes, que to - nado.30 Pero se trataba de una desgracia reparable; los mos
dava respira, y que les ha pedido agua por piedad, y ayuda fueron irrep arablemente colgados. e Cuntas condenas he
1
para levantarse. Dicen que no se han atrevido a acercarse a visto ms criminales que el crimen!
l, y que se han escapado, por miedo a que los alguaciles los b 1 Todo esto me hace acordar de estas opiniones anti-
atrapen, y, como suele hacerse con quienes son encontrados guas: que quien pretende actuar rectamente en conjunto, se
junto a un hombre asesinado, tengan que rendir cuentas del ve obligado a causar daos de detalle, y que quien pretende
suceso para su total ruina, al no tener ni capacidad ni dinero conseguir hacer justicia en las cosas grandes, debe cometer
para defender su inocencia. Qu poda decirles? No cabe injusticias en las peque as; 31 que la justicia humana est for-
duda de que el deber humanitario los hab ra puesto en un
aprieto. 3 Cfr. Plutarco, M ximas de reyes y generales, 24 , 178f - 179a.
31 Idem, Consejos para conservar la salud, 24 , 135e-f; Consejos polti-
2 9 San Agustn , Ciudad de Dios, xx r , 8, 3- cos, 24, 8r7f - 8r8a; cfr. Aristteles, R etrica, r , 12 , 1373a 25 .
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
mada con arreglo al modelo de la medicina, segn la cual la situacin de sus provincias, tal y como castigan a quienes
todo lo que es til es tambin justo y honesto; 32 y de lo que cometen malversaciones en su cargo, remuneran tambin
sostienen los estoicos: que la naturaleza misma vulnera la jus- con plena generosidad a quienes han hecho una buena ges-
ticia en la mayor parte de sus obras; 33 e 1y de lo que sostienen tin, ms all del uso comn, y ms all de la necesidad de su
los cirenaicos: que nada es justo de suyo, que las costumbres deber. Se presentan ante ellos no slo para p rotegerse, sino
y las leyes forman la justicia;34 y los teodorianos, que consi- tambin para adquirir, y no simplemente para ser pagados,
deran justo para el sabio el robo, el sacrilegio, toda suerte de sino tambin para recibir ddivasP
lujuria, si sabe que le resultar provechoso. 35 b 1A Dios gracias, hasta ahora ningn juez se ha dirigido
b 1 No hay remedio. Me ocurre como a Alcibades: si a m como juez por causa alguna, ni ma ni ajena, ni criminal
pudiera, jams me presentara ante nadie que decida sobre ni civil. Ninguna prisin me ha acogido, ni siquiera para pa-
mi cabeza, de suerte que mi honor y mi vida dependieran de searme por ella.38 La imaginacin hace que las vea, incluso
la habilidad y del empeo de mi procurador, ms que de mi desde fuera, desagradables. Anso tanto la libertad que si
inocencia. 36 Me arriesgara ante una justicia que me exami- alguien me prohibiera el acceso a algn rincn de las Indias,
nara por lo bien hecho, igual que por lo mal hecho, donde vivira de algn modo ms infeliz. Y mientras encuentre una
tuviera tanto que esperar como que temer. Salir indemne no tierra o un aire abiertos en otro lugar, no me pudrir en un
es pago suficiente para un hombre que hace algo mejor que sitio donde haya de esconderme. Dios mo, qu mal sobre-
no cometer falta alguna. Nuestra justicia slo nos presenta llevara la condicin en la cual veo a tanta gente, clavada
una de sus manos, y ms bien la izquierda. No hay nadie que en una regin de este reino, privada de poder entrar en las
no salga perdiendo. principales ciudades y en las cortes, y de usar los caminos
e 1 En la China, el gobierno y las artes de cuyo reino, pblicos, por haber tenido disputas sobre nuestras leyes! Si
sin tener relacin con los nuestros ni conocerlos, superan aquellas a las que sirvo me amenazaran siquiera con la punta
nuestros ejemplos en muchas cualidade.s excelentes, y cuya de un dedo, me ira en el acto a buscar otras, a cualquier sitio.
historia me ensea hasta qu punto el mundo es ms amplio Toda mi pequea prudencia en las guerras civiles en las que
y ms variado de lo que los antiguos y nosotros comprende- nos hallamos se aplica a que no interrumpan mi libertad de
mos, los magistrados a quienes el prncipe enva a supervisar ir y venir.
Ahora bien, las leyes mantienen su crdito no porque
sean justas, sino porque son leyes. ste es el fundamento ms-
32 Cfr. Plutarco, La tardanza de la divinidad en castigar, r6, 559e tico de su autoridad; no tienen otro. e 1Lo cual les conviene
(a propsito de la justicia divina).
33 Cfr. dem, Las contradicciones de los estoicos, 35, 1050 f (Plutarco
atribuye esta opinin a Crisipo). La Botie, en La servidumbre voluntaria , 37 Cfr. Juan Gonzlez de Mendoza, H istorias de las cosas ms notables,
haba defendido, por su parte, que nada hay en el mundo tan contrario a ritos y costumbres del Gran R eyno de la China (1585 ; traduccin francesa
la naturaleza, que es enteramente razonable, como la injusticia (vase, en 1589 , p . 7 2).
el mismo sentido, Cicern, Los deberes, 1 II , 8, 3 5). 3 8 Sin embargo, despus de haber escrito estas lneas, el 1 0 de julio
34 Digenes Laercio, II, 93 35 Ibidem, 99 de r 58 8, Montaigne fue encarcelado en la Bastilla durante unas horas por
3 6 Cfr. Plutarco, Alcibades, 2 2, 2. los ultracatlicos de la Liga, que a la sazn dominaban Pars.
r6oo r6or
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
mucho. A menudo estn hechas por necios, las ms de las ve- b 1 Quaerite quos agita! mundi labor. 4 1
ces por gente que, por odio a la igualdad, carece de equidad, [Indagad vosotros, que os inquietis por el trabajo del mundo].
pero siempre por hombres, autores vanos e inciertos. Nada
es tan grave, extensa y habitualmente falible como las leyes. e 1En este Universo, me dejo llevar, de manera ignqrante y
b1 las obedezca porque son justas, no las obedece negligente, por la ley general del mundo. La conocer bas-
justamente por el motivo correcto. Las francesas ayudan un tante mientras la sienta. Mi ciencia no puede hacerle cambiar
poco, por su desarreglo y deformidad, al desorden y corrup- de ruta. N o va a variar por m. Es una locura esperarlo, y una
cin que se ve en su aplicacin y ejecucin. El mandato es mayor locura inquietarse por ello, puesto que necesariamen-
tan confuso e incierto, que en cierto modo excusa la desobe- te es uniforme, general y comn. La bondad y la capacidad
diencia, y los defectos en la interpretacin, la administracin del gobernante deben librarnos por completo de toda preo-
y la observancia. cupacin por el gobierno. Las indagaciones y especulacio-
As pues, por grande que sea el fruto que podemos sa- nes filosficas slo sirven para alimentar nuestra curiosidad.
car de la experiencia, difcilmente le ser muy til a nuestra Los filsofos, con gran razn, nos remiten a las reglas de la
formacin la que extraemos de los ejemplos ajenos, si nos naturaleza, pero stas nada tienen que ver con tan sublime
aprovechamos tan mal de la nuestra, que nos resulta ms conocimiento. Las falsifican, y nos presentan su semblante
familiar, y que sin duda nos basta para instruirnos en lo que pintado con colores demasiado subidos y sofisticados, de
necesitamos. Me estudio a m mismo ms que cualquier otro donde surgen tantos retratos diferentes de un objeto tan uni-
asunto. sta es mi metafsica, sta es mi fsica: forme. As como nos ha provedo de pies para andar, tambin
nos ha brindado prudencia para guiarnos en la vida. Pruden-
Qua Deus han e mundi tempere! arte domum, ca no tan ingeniosa, robusta y pomposa como la inventada
qua uenit exoriens, qua deficit, unde coactis por ellos, pero, en proporcin, fcil, tranquila y saludable;
cornibus in plenum menstrua luna redit;1
y que hace muy bien lo que la otra dice, en aquel que tiene
un de salo superan! u enti, quid flamine capte! la dicha de saber emplearla de modo genuino y ordenado,
Eurus, et in nubes unde perennis aqua. 39 es decir, natural. Cuanto ms simplemente se confa en la
[Con qu arte gobierna Dios esta residencia del mundo, cmo aparece la naturaleza, ms sabiamente se confa en ella. Oh qu dulce
luna, cmo desaparece, y cmo se explica que, cada mes, reuniendo sus y blanda almohada, y qu sana, la ignorancia y la falta de
crecientes, retorne en plenitud; cmo se explica que los vientos dominen curiosidad, para reposar una cabeza bien formada!
el mar, por qu el Euro sorprende con su soplo, y por qu hay agua perenne b 1 Preferira ser un entendido en m mismo a serlo
en las nubes].
e 1en Cicern .4 2 b 1 Con mi experiencia sobre m me b asta
para hacerme sabio, si fuese buen estudiante. Quien confa a
e 1 Sit uentura dies mundi quae subruat arces. 40 su memoria el exceso de su clera pasada, y hasta qu extre-
[Si ha de llegar un da que destruya la ciudadela del mundo]. , mo le arrebat esa fiebre, ve la fealdad de tal pasin mejor que
en Aristteles, y concibe un odio ms justo por ella. Quien se
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LIBRO 111 CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
acuerda de los males que ha sufrido, de aquellos que le han poco su mpetu y su carrera. No siempre nos saltan al cuello
amenazado, de los leves motivos que le han empujado de una de improviso; hay en ellas amenazas y grados:
situacin a otra, se prepara de este modo para los cambios
futuros, y para el reconocimiento de su condicin. La vida de Fluctus utiprimo coepit cum albescere ponto,
Csar no nos ofrece ms ejemplo que la nuestra; imperial o paulatim sese tollit mare, et altius undas
comn, sigue siendo una vida a la que afectan todos los acci- erigit, in de imo consurgit ad aethera fundo. 4 3
dentes humanos. Limitmonos a escuchar nuestra experien- [As el flujo empieza a blanquearse en la superficie, y poco a poco el mar
cia: nos decimos todo aquello de lo que tenemos necesidad se hincha, alza las olas cada vez ms arriba, y de inmediato se eleva desde
fundamental. Quien recuerda haberse equivocado tantas y el fondo del abismo hasta el ter].
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
saben, pues para investigar debe saberse qu se investiga.47 cuz; cum tetigere parentem,
b 1As, en la de conocerse a s mismo, el hecho de que todo iam defecta uigent renouato robore membra.5'
el mundo se vea tan firme y satisfecho, el hecho de que [cuyos miembros desfallecidos, al contacto con
todo el mundo crea ya ser lo bastante entendido, significa su madre, cobran fuerza con renovado vigor].
que nadie entiende nada en absoluto, e 1como Scrates ense-
a a Eutidemo. 48 b 1Yo, que no profeso otra cosa, encuentro Ese testarudo indcil piensa asumir un nuevo espritu por-
en ella una profundidad y variedad tan infinita, que mi apren- que asuma una nueva disputa? Acuso a la humana ignorancia
dizaje no saca otro provecho que hacerme sentir cunto me por propia experiencia. A mi juicio, es el ms seguro partido
queda por aprender. Debo a mi flaqueza, tantas veces reco- de la escuela del mundo. Aquellos que no quieran concluirla
nocida, mi inclinacin a la modestia, a la obediencia de las en ellos por un ejemplo tan vano como el mo o el suyo, que
creencias que me estn prescritas, a una constante frialdad y la reconozcan por Scrates, e 1el maestro de los maestros.52
moderacin de opiniones; y el odio a la arrogancia importuna El filsofo Antstenes deca, en efecto, a sus discpulos: Va-
y pendenciera, que se cree y se fa plenamente de s misma, mos, vosotros y yo, a escuchar a Scrates; ah ser discpulo
enemiga mortal de la enseanza y de la verdad. con vosotros. 53 Y aada, defendiendo la opinin de su es-
Odles dictar lecciones: presentan cualquier necedad cuela estoica de que la virtud bastaba para lograr una vida
con el mismo estilo con el cual se establecen las religiones y plenamente feliz , y sin necesidad de cosa alguna: Salvo de
las leyes. e 1Nil hoe est turpius quam eognitioni et pereeptioni la fuerza de Scrates.54
assertionem approbationemque praeeurrere49 [Nada es ms b 1La prolongada atencin que dedico a examinarme a m
torpe que el hecho de que la asercin y la aprobacin prece- mismo me habita a juzgar tambin a los dems de manera
dan al conocimiento y a la percepcin]. b 1Deca Aristarco aceptable, y hay pocas cosas de las que hable con ms acierto
que antiguamente apenas encontraron a siete sabios en el y excusa. Me sucede a menudo que veo y distingo con mayor
mundo, y que en sus tiempos apenas encontraban a siete exactitud las cualidades de mis amigos que ellos mismos. He
ignorantes.50 No nos asistira mayor razn que a l si lo di- asombrado a alguno por la pertinencia de mi descripcin,
jramos en nuestra poca? La afirmacin y la obstinacin son y le he dado a conocer a s mismo. Como me he habituado
signos claros de estupidez. ste se habr dado con la nariz desde la niez a mirar mi vida en la ajena, he adquirido una
en el suelo cien veces en un da: aqu est con sus espolones, disposicin estudiosa en la materia. Y, cuando pienso en
tan decidido y firme como antes. Diras que despus le han ello, dejo escapar pocas cosas a mi alrededor que sean tiles:
infundido un alma nueva, y vigor de entendimiento, y que le disposiciones, humores, razonamientos. Lo estudio todo: lo
ocurre como a ese antiguo hijo de la Tierra que cobraba una que he de evitar, lo que he de seguir. As, a mis amigos, les
nueva entereza y se fortaleca con su cada: descubro sus tendencias internas por sus manifestaciones;
47 Platn, Menn , Bod-e. 5I Lucano, IV, 599 -6oo (en referencia a Anteo, uno de los titanes).
4 8 (c1 ) en J enofonte. [Cfr. R ecuerdos de Scrates, IV, 2, 24-30]. 52 (b) Scrates, el mayor sabio que nunca ha existido, segn el testi-
49 Cicern, Acadmicas, I, 12, 45. monio de hombres y dioses.
5 Plutarco, El amor fraterno, r, 478b-c. 53 Digenes Laercio, VI , 2. 54 Ibdem, n .
r6o6 r6o y
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
no para reducir la infinita variedad de acciones, tan diversas condicin alguna, errara por todos los gneros de vida, y re-
y tan desligadas, a ciertos gneros y captulos, ni para dis- presentara comportamientos tan extremos y tan cambiantes
tribuir ntidamente mis particiones y divisiones en clases y que nadie, ni l mismo ni nadie, saba qu tipo de hombre
regiones conocidas: era, 58 me parece que conviene poco ms o menos a todo
el mundo. Y, por encima de todos, he visto a alguno de su
Sed neque quam multa especies, et nomina quae sint, estilo a quien esta conclusin se aplicara todava ms pro-
est numerus. 55 piamente, creo yo: ninguna posicin media, pues se arrastra
[Pero no pueden enumerarse las mltiples especies siempre de un extremo a otro por motivos impredecibles,
y los nombres que tienen]. ninguna especie de camino sin obstculos y contrariedades
extraordinarias, ninguna facultad simple. Hasta tal punto
e 1Los doctos dividen y denotan sus fantasas de una manera que lo ms verosmil que cabr imaginar un da de l, ser
ms especfica y detallada. Yo, que no veo sino en la medida que pretenda darse a conocer, y se esforzaba en ello, por
en que el uso me informa, sin regla, presento las mas en ser irreconocible.
general y a tientas. Como en esto: b 1 declaro mi opinin b 1 Se necesitan odos muy fuertes para orse juzgar con
con artculos sueltos; es cosa que no puede decirse a la vez toda franqueza. Y, dado que son pocos los capaces de sopor-
y en bloque. La correlacin y la conformidad no pueden tarlo sin comezn, quienes se arriesgan a intentarlo con no-
encontrarse en almas como las nuestras, bajas y comunes. sotros nos muestran un singular acto de amistad. Atreverse
La sabidura es un edificio slido y completo, en el cual cada a herir y a ofender para aprovechar es, en efecto, amar sana-
pieza ocupa su rango y lleva su marca. e 1 Sola sapientia in mente. Me parece duro juzgar a alguien en quien las carac-
se tata eonuersa est 56 [Slo la sabidura est toda encerrada tersticas malas sobrepasan a las buenas. e 1 Platn prescribe
en s misma]. b 1 Dejo a los maestros en artes, 57 y no s si lo tres cosas a quien quiere examinar el alma de otro: ciencia,
consiguen en cosa tan confusa, tan menuda y fortuita, reducir benevolencia y audacia.59
a grupos la infinita variedad de aspectos, yfijar y poner en b 1 En cierta ocasin me preguntaron para qu habra
orden nuestra inconstancia. No slo me parece difcil asociar credo ser bueno si a alguien se le hubiese ocurrido servirse
nuestras acciones entre s; tambin me parece difcil desig- de m mientras tuve la edad:
narlas propiamente, a cada una de ellas, por alguna caracte-
rstica principal, a tal punto son dobles y estn formadas por Dum melior uires sanguis dabat, aemula necdum
un abigarramiento de colores diversos. temporibus geminis canebat sparsa senectus60
e 1 Aquello que se seala como raro en el rey Perseo [Mientras una sangre mejor me daba fuerzas, y la
de Macedonia, el hecho de que su espritu, sin adherirse a celosa vejez no me sembraba de blanco ambas sienes] .
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LA EXPERIENCIA
LIBRO III CAPTULO XIII
Para nada, dije. Y suelo excusarme por no saber hacer nada para no perder as el progreso de su carrera; y, por otra parte,
que me esclavice a otros. Pero habra dicho sus verdades a mi al ser de condicin media, tendra ms fcil comunicacin
amo, y habra vigilado su comportamiento, si l lo hubiese con toda suerte de gentes. e 1 Yo lo querra para un hombre
querido. No en conjunto, por medio de lecciones escolares, solo, porque esparcir el privilegio de tal libertad e intimidad
que ignoro-y no veo que de ellas surja ninguna verdadera entre muchos generara una irreverencia perniciosa. 63 S, y
reforma en quienes las saben-, sino observndolo paso a de ste requerira sobre todo la fidelidad del silencio.
paso, en cualquier oportunidad, y juzgando a ojo, por partes, b 1 Un rey no es creble cuando se jacta de su firmeza para
de una manera simple y natural, mostrndole cmo es segn esperar el choque con el enemigo, por su gloria, si no puede
la opinin comn, oponindome a sus aduladores. soportar, para su provecho y mejora, la libertad de las palabras
Cualquiera de nosotros valdra menos que los reyes si de un amigo, que no producen otra impresin que pellizcad e
fuera continuamente corrompido como ellos lo son por esta el odo, quedando el resto de su efecto en sus manos. Aho-
chusma. Cmo iba a ser de otro modo si Alejandro, gran rey ra bien, ninguna clase de hombres tiene tan gran necesidad
y gran filsofo, no pudo defenderse de ella! 6 ' A m no me ha- como stos de advertencias verdaderas y libres. Mantienen
bra faltado fidelidad, juicio y libertad para esto. Sera un ofi- una vida pblica, y se ven obligados a complacer la opinin
cio sin nombre; de lo contrario, perdera su efecto y su gracia. de tantos espectadores, que, como la costumbre ha sido ca-
Y es un papel que no puede corresponder indistintamente llarles todo lo que les aparta de su camino, se encuentran, sin
a todos. Porque ni siquiera la verdad goza del privilegio de darse cuenta, implicados en el odio y la abominacin de sus
ser empleada en cualquier momento y de cualquier manera: pueblos, por motivos muchas veces que podran haber podi-
su uso, por muy noble que sea, tiene sus circunscripciones do evitar, sin perjuicio alguno ni siquiera para sus placeres,
y sus lmites. Sucede con frecuencia, dada la condicin del si alguien les hubiera aconsejado y corregido a tiempo. Sus
mundo, que la sueltan al odo del prncipe, no slo sin fruto, favoritos suelen mirar ms por s mismos que por su amo; y
sino daina y hasta injustamente. Y no me convencern de les va mejor as, pues en verdad la mayora de las obligaciones
que una santa advertencia no pueda aplicarse de un modo de la verdadera amistad sufre, ante el soberano, una dura y
vicioso, y de que el inters de la sustancia no deba muchas peligrosa prueba. De suerte que se requiere no slo mucho
veces ceder al inters de la forma. Para tal oficio yo querra afecto y franqueza, sino tambin mucho valor.
A fin de cuentas, todo este guisado que emborrono aqu
a un hombre contento con su fortuna,
no es sino un registro de los ensayos de mi vida, que es, para
Quod sit esse uelit, nihilque malit, 62
[Que quiera ser lo que es, y no anhele nada ms],
6 3 Cfr. Maquiavelo, El Prncipe, 23: No hay otro medio de defen-
derse de las adulaciones que hacer comprender a los hombres que no te
y nacido con una fortuna media. Porque, por una parte, no
ofenden si te dicen la verdad; pero cuando todo el mundo puede decrtela
tendra miedo de tocar viva y hondamente el corazn del amo, te falta el respeto [reverenzia] . Por tanto, un prncipe prudente debe [ele-
gir] en su Estado hombres sensatos y [otorgarles] solamente a ellos la
61 Cfr. Plutarco, Cmo distinguir a un adulador de un amigo, 24, 65d. libertad de decirle la verdad, y nicamente en aquellas cosas de las que
les pregunta y no de ninguna otra (trad. M. A. Granada, Madrid, 1981).
62 Marcial, x, 47, 12.
I6II
r6ro
LIBRO III CAPTULO XIII
LA EXPERIENCIA
la salud interna, bastante ejemplar, si se toma la enseanza a perro, con tal pelo, con tal altura, con tal oreja. Mostrdselo;
contrapelo. Pero, en cuanto a la salud corporal, nadie puede no por ello lo reconoce. 6 8
ofrecer una experiencia ms til que yo, que la presento pura, Por Dios, que la medicina me brinde un da una ayuda
en modo alguno corrompida ni alterada por el arte y por la buena y perceptible, y veris cmo grito de buena fe !:
opinin. La experiencia tiene propiamente todas las de ganar
cuando se trata de la medicina, donde la razn le cede todo el Tandem e/ficaci do manus scientiae!6 9
sitio. Tiberio deca que cualquiera que hubiese vivido veinte [Al fin me rindo a una ciencia eficaz!].
aos, deba responder de las cosas que le resultaban dainas
o saludables, y saberse gobernar sin medicina. 64 e 1Y poda Las artes que prometen mantenernos con salud cuerpo y
haberlo aprendido de Scrates, que, aconsejando a sus dis- alma, nos prometen mucho; pero, por lo dems, no hay quien
cpulos con todo empeo, y como estudio importantsimo, cumpla menos lo que promete. Y, en estos tiempos, quie-
el estudio de su salud, aada que era difcil que un hombre nes profesan estas artes entre nosotros muestran menos sus
de entendimiento, si prestaba atencin a sus ejercicios, a su efectos que cualquier otro hombre. Puede decirse de ellos,
bebida y a su comida, no distinguiera mejor que cualquier a lo sumo, que venden drogas medicinales; pero no puede
mdico lo que le convena y lo que no. 65 b 1Adems, la medi- decirse que sean mdicos.7
cina se jacta de tomar siempre la experiencia como piedra de He vivido lo bastante para tomar en cuenta la costumbre
toque de su actuacin. Por tanto, Platn estaba en lo cierto que me ha llevado hasta tan lejos. Para quien quiera probar-
al decir que, para ser un verdadero mdico, se requerira que la, la he puesto a prueba, he sido su escanciador.7 1 He aqu
quien lo osara hubiese pasado por todas las enfermedades algunos artculos, tal y como la memoria me los presenta.
que pretenda curar, y por todos los avatares y las circuns- e 1No tengo una forma que no haya ido variando segn las
tancias de que deba juzgar.66 Es razonable que contraigan circunstancias; pero registro aquellas que ms a menudo he
la sfilis si pretenden saberla curar. En vqdad, yo me fiara de visto en curso, las que hasta ahora han ejercido mayor do-
ste. Porque los dems nos guan como quien pinta los mares, minio sobre m. b 1Mi forma de vida es similar en la enfer-
los escollos y los puertos, bien sentado, en su mesa, y hace medad y en la salud: el mismo lecho, las mismas horas, los
navegar por ella, sin riesgo alguno, el modelo de un barco. 6 7 mismos alimentos me valen, y la misma bebida. No aado
Lanzadlo a la accin: no sabe por dnde empezar. Hacen una nada en absoluto, sino la moderacin del ms y del menos, en
descripcin de nuestras enfermedades semejante a la que da conformidad con mi fuerza y apetito. Mi salud es mantener
un pregonero que grita que se ha perdido un caballo o un sin estorbo mi estado habitual. Veo que la enfermedad me
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
desaloja de un lado? Si creo a los mdicos, me apartarn del bar las ventajas y las bellezas de su ciudad, que ciertamente
otro: y por la fortuna y por el arte, ya me he salido de mi ruta. lo merece, empez a compadecerme por que tuviera que
Nada creo con ms certeza que esto: que el uso de aquellas marcharme de ella. Y uno de los primeros inconvenientes
cosas a las que he estado habituado durante tanto tiempo no que me aleg, fue la pesadez de cabeza que me produciran
puede perjudicarme. las chimeneas en los dems sitios. Haba odo formular esta
La costumbre tiene la potestad de dar forma a nuestra queja a alguien, y nos la atribua, privado como estaba por
vida a su antojo; lo puede todo en esto. Es el brebaje de Cir- la costumbre de percibirla en su casa. Todo calor que venga
ce, que diversifica nuestra naturaleza a su arbitrio. Cuntas del fuego me debilita y me entorpece. Sin embargo, deca
naciones, y a tres pasos de nosotros , estiman ridculo el temor Eveno que el fuego era el mejor condimento de la vida.7 4
al relente, que nos perjudica de manera tan manifiesta!; y Por mi parte, prefiero cualquier otra manera de escapar al
nuestros barqueros y nuestros campesinos se burlan de ello. fro. Tememos los vinos del fondo del barril; en Portugal este
A un alemn lo enfermas acostndolo en un colchn, como aroma hace las delicias y es bebida de prncipes. En suma,
a un italiano sobre la pluma, y a un francs sin cortina y sin cada nacin posee numerosas costumbres y modas que son
fuego. El estmago de un espaol no tolera nuestra forma de no slo desconocidas, sino salvajes y milagrosas para cual-
comer, ni el nuestro beber al estilo suizo. quier otra nacin.
Un alemn me complaci, en Augsburgo, atacando la Qu haremos con este pueblo que slo hace caso de
incomodidad de nuestros hogares, con el mismo argumento los testimonios impresos, que no cree a los hombres si no
del que nos solemos servir para condenar sus estufas. 72 Por- aparecen en un libro, ni la verdad si no tiene una edad conve-
que, a decir verdad, este calor estancado, y, adems, el olor de niente? e 1Conferimos dignidad a nuestras sandeces cuando
la materia recalentada de que estn compuestas, marea a la las entregamos a la imprenta. b 1Para l tiene un peso muy
mayora de quienes no estn acostumbrados; a m, no. Pero, distinto decir lo he ledo, que si dices lo he odo decir.
por lo dems, al tratarse de un calor uniforme, constante Pero yo, que no rehso creer en la boca ms que en la mano
J
y general, sin brillo, sin humo, sin el viento que entra por de los hombres, y que no ignoro que se escribe con la misma
la abertura de nuestras chimeneas, puede compararse muy insensatez con que se habla, y que considero este siglo igual
bien con el nuestro en lo restante. Acaso no imitamos la que otro pasado, alego de tan buena gana a un amigo mo
arquitectura romana? Se dice, en efecto, que antiguamente como a Aula Gelio y a Macrobio, y lo que yo he visto como
en las casas slo se haca fuego en el exterior y en el suelo: lo que ellos han escrito. e 1Y, lo mismo que sostienen que la
de ah el calor se infunda a toda la casa, a travs de ciertos virtud no es ms grande porque sea ms larga,7 5 considero
tubos practicados en el grueso del muro, que iban abarcando que la verdad no es ms sabia porque sea ms vieja. b 1Digo
los lugares que deban ser caldeados. Lo he visto claramente a menudo que es pura necedad lo que nos hace correr tras
explicado, no s dnde, en Sneca.7 3 Aqul, tras orme ala- los ejemplos ajenos y escolares. Su fertilidad es la misma en
este momento que en tiempos de Homero y de Platn. Pero
7 2 Montaigne pas por Augsburgo en octubre de 1580, en el curso de
su viaje a Italia. 7 4 Plutarco, Cmo distinguir a un adulador de un amigo, 2, 50 a.
73 Sneca, Cartas a Lucilio, 90, 25. 75 Cfr. dem, Nociones comunes contra los estoicos, 8, r o62a.
r6r4 r6 r 5
......
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXP E RIENCIA
no es cierto que buscamos ms el honor de la alegacin sala que le haban cerrado con tapicera; y, a su alrededor, el
que la verdad del razonamiento? Como si fuese mejor to- alboroto desenfrenado de sus criados. Me dijo, e 1y Sneca
mar prestadas nuestras pruebas del taller de Vascosan o de dice casi lo mismo que l,7 9 b 1que sacaba partido de este
Plantino 76 que de aquello que se ve en nuestro pueblo. O estruendo, como si, golpeado por el ruido, se replegara y
bien, ciertamente, acaso carecemos del ingenio suficiente encerrara ms en s mismo para la contemplacin, y como si
para escrutar y para hacer valer lo que sucede ante nosotros, la tempestad de voces rechazara sus pensamientos hacia su
y para juzgarlo con suficiente viveza de modo que pueda interior. Siendo alumno en Padua, tuvo durante tanto tiempo
convertirse en ejemplo. Porque, si decimos que nos falta su estudio expuesto al impacto de los carruajes y del tumulto
la autoridad para dar fe a nuestro testimonio, incurrimos de la plaza, que se acostumbr no slo a despreciarlo, sino in-
en un error. Pues, a mi juicio, de las cosas ms ordinarias y cluso a aprovecharse del ruido para sus estudios. e 1Scrates
ms comunes y conocidas, si supiramos encontrarles la luz, respondi a Alcibades, asombrado de que pudiera soportar
pueden formarse los mayores milagros de la naturaleza y los el continuo estrpito del genio de su mujer: Como los que
ms extraordinarios ejemplos, en particular a propsito de estn acostumbrados al sonido ordinario de las norias al su-
las acciones humanas. bir el agua. 80 b 1Yo soy del todo contrario: tengo el espritu
Ahora bien, con respecto a mi asunto, dejando los ejem- tierno y propenso a echar a volar. Cuando est ocupado en s
plos que s por los libros, e 1y lo que dice Aristteles de An- mismo, el mnimo zumbido de mosca lo mata.
drn de Argos, que atravesaba los ridos desiertos de Libia e 1En su juventud, Sneca, que se haba aficionado con
sin beber nada,?? b 1un gentilhombre que ha desempeado vehemencia, segn el ejemplo de Sextio, a no comer nada que
dignamente numerosos cargos dijo en mi presencia que en hubiera sufrido muerte, se abstena durante un ao entero
pleno verano haba ido de Madrid a Lisboa sin beber.7 8 Se con placer, segn dice. Y lo dej solamente para que nadie
encuentra lleno de vigor para su edad, y su manera de vivir sospechase que adoptaba tal regla de ciertas nuevas religio-
no tiene nada de extraordinario, salvo que r,esiste dos o tres nes que la difundan. Al mismo tiempo, asumi los preceptos
meses, incluso un ao, eso me ha dicho, sin beber. Siente sed, de talo de no acostarse sobre colchones que se hundieran, y
pero la deja pasar, y considera que es un deseo que languidece sigui utilizando hasta la vejez los que no cedan al peso del
fcilmente por s mismo; y bebe ms por capricho que por cuerpo.8 ' Lo que la costumbre de su poca le lleva a tomar
necesidad o por placer. por dureza, la nuestra nos lo hace considerar blandura.
He aqu otro ejemplo. No hace mucho me encontr a uno b 1Fijaos en la diferencia de vida entre mis peones y yo:
de los hombres ms doctos de Francia, entre aquellos que nada hay en los escitas y en los indios ms alejado de mi cap a-
no son de mediocre fortuna, estudiando en el rincn de una cidad y de mi forma. Tengo la experiencia de haber retirado
nios de la mendicidad, para emplearlos, que me han dejado
al poco tiempo, y mi cocina y su librea, simplemente para
76 Se trata de dos grandes impresores, Michel Vascosan (c. 1500 - volver a su vida anterior. Y encontr a uno, que estaba des-
15 7 6), en Pars, y Christophe Plantin (c. 1515 -1589 ), en Amberes.
7 7 Digenes Laercio, IX , 81.
79 Sneca, Cartas a L ucilio, 56, 1. 80 Digenes Laercio, II , 36.
7 8 Al parecer, Montaigne se refiere aJean de Vivonne, marqus de
81 Sneca, Cartas a Lucilio, 10 8, 17 -23 .
Pisani, embajador en Espaa entre 1572 y 1583.
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
pus cogiendo caracoles en medio de las inmundicias para si no es flexible y dctil. Es vergonzoso dejar de hacer por
comer, al que ni con ruegos ni con amenazas pude apartar impotencia, o no atreverse a hacer, aquello que se ve hacer
del sabor y de la dulzura que hallaba en la indigencia. Los a los compaeros. Que tales gentes guarden su cocina. En
mendigos tienen sus magnificencias y sus placeres, como los todos los dems casos es indecoroso; pero, en un militar, que,
ricos, y, segn se dice, sus dignidades y rdenes polticos. como deca Filopemen, debe acostumbrarse a toda variedad
Son efectos de la costumbre. sta puede llevarnos no slo a y diferencia de vida, 84 es vicioso e insoportable.
la forma que se le antoje-por eso, dicen los sabios, hemos Aunque me hayan educado, en la medida de lo posible,
de adherirnos a la mejor, que ella nos facilitar de inmedia- para la libertad y la indiferencia, con todo, por descuido,
to-,82 sino tambin al cambio y a la variacin, lo cual es el dado que, con la vejez, me he adherido ms a ciertas for-
ms noble y el ms til de sus aprendizajes. La mejor de mis mas-mi edad no es susceptible de educacin, y desde ahora
disposiciones corporales es ser dctil y poco obstinado. Po- no tiene otro objetivo que conservarse-, la costumbre ha
seo inclinaciones ms propias y ordinarias, y ms agradables impreso ya en m, sin que me d cuenta, hasta tal punto su
que otras. Pero, con muy poco esfuerzo, me aparto de ellas, carcter en ciertas cosas, que llamo excesos a apartarme de
y me deslizo fcilmente hacia la forma contraria. Un joven ellas. Y no puedo, sin ponerme a prueba, ni dormir de da, ni
debe confundir sus reglas para despertar su vigor, evitar que probar bocado entre comidas, ni desayunar, ni acostarme sin
ste se enmohezca y acobarde. Y no existe forma de vida tan dejar pasar un gran intervalo, e 1como de unas tres horas, b 1
necia y tan dbil como aquella que se gobierna por mandato despus de la cena, ni engendrar nios sino antes del sueo,
y disciplina: ni engendrarlos de pie, ni soportar mi sudor, ni beber agua
pura o vino puro, ni permanecer durante mucho tiempo con
Ad primum lapidem uectari cum placet, hora la cabeza desnuda, ni hacerme cortar el pelo despus de co-
sumitur ex libro; si prurit /rictus ocelli mer. Y me costara tanto prescindir de mis guantes como de
angulus, inspecta genesi collyria quaerit. 83 mi camisa, y de lavarme al dejar la mesa y al levantarme, y de
)
[Si tiene ganas de desplazarse hasta el primer miliario, consulta la hora dosel y de cortinas en mi lecho, como si se tratara de cosas
en el libro; si le pica el rabillo del ojo que se ha frotado, pide colirios tras muy necesarias. Comera sin mantel, pero al estilo alemn,
mirar su horscopo]. sin servilleta blanca, muy incmodamente. Las ensucio ms
que ellos y que los italianos; y me ayudo poco de la cuchara
De creerme a m, se entregar con frecuencia incluso a los y del tenedor. 85 Lamento que no se haya seguido una cos-
excesos. De lo contrario, el menor desenfreno lo echa a per- tumbre que he visto empezar por el ejemplo de los reyes: que
der; se vuelve incmodo y desagradable en el trato social. La nos cambiaran la servilleta en cada servicio, como el plato.
caracterstica ms contraria a un hombre honesto es la delica- Sabemos que el rudo soldado Mario, al envejecer, se volvi
deza y la obligacin a cierta manera particular. Y es particular delicado para la bebida, y no la tomaba ms que en su copa
84 Plutarco, Filopemen , 3, 4
82 Plutarco, Consejos para conservar la salud, 3, 123c; El destierro, 8,
85 Al parecer, el rey Enrique III haba promovido el uso de los cubier-
6o2b (la sentencia es atribuida a los pitagricos) .
8 3 Juvenal, VI , 577 -579. tos en su corte.
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LIBRO 111 CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
partcular. 86 Yo me entrego tambin a cierta clase de vasos, y el trato con la vida comn en una accin tan usuaJ.B 7 e 1
no me gusta beber en un vaso comn, como tampoco de una Fastidiosa ciencia, que nos prohbe las horas ms dulces
mano comn. Ningn metal me agrada en comparacin con del da ! b 1Extendamos nuestro dominio hasta emplear los
una materia clara y transparente. e 1Que mis ojos saboreen ltimos medios. Las ms de las veces, uno se endurece obs-
tambin, en la medida de sus posibilidades. tinndose, y corrige su disposicin, como hizo Csar con la
b 1 Debo muchas de tales delicadezas a la costumbre. epilepsia, a fuerza de despreciarla y de forzarla. 88 Debemos
La naturaleza me ha brindado tambin, por otra parte, las entregarnos a las mejores reglas, pero no someternos a ellas,
suyas: como la de no resistir ms de dos comidas completas salvo a aquellas, si hay alguna, en las cuales la obligacin y la
en un da sin sobrecargar m estmago; ni la absoluta absti- servidumbre sean tiles.
nencia de una de las comidas sin llenarme de flatos, secar mi Y los reyes y los filsofos defecan, y tambin las damas. 8 9
boca, trastornar mi apetito; sufrir cuando estoy mucho rato Las vidas pblicas se deben a la ceremonia; la ma, oscura y
al relente. En efecto, desde hace algunos aos, en las obli- privada, goza de toda la dispensa de la naturaleza-soldado y
gaciones militares, cuando toda la noche transcurre en ellas, gascn son, adems, cualidades un poco proclives a la indis-
como suele suceder, al cabo de cinco o seis horas el estmago crecin-. Por lo tanto dir de este acto que debe remitirse a
empieza a molestarme, junto a un violento dolor de cabeza, ciertas horas prescritas y nocturnas, y que uno ha de forzarse
y no se me hace de da sin vomitar. As como los dems se y obligarse, por costumbre, como yo lo he hecho; pero no
van a desayunar, yo me voy a dormir; y, despus, estoy tan someterse, como lo he hecho al envejecer, a la preocupacin
alegre como antes. Siempre haba odo que el relente slo por un sitio y un asiento particularmente cmodo para tal
caa al principio de la noche; pero, al frecuentar estos aos servicio, ni volverlo molesto por su duracin y su blandura.
pasados, con familiaridad y durante mucho tiempo, a un se- Con todo, en los servicios ms sucios, no es en cierta medida
or imbuido de la creencia de que el relente es ms violento excusable requerir ms cuidado y limpieza? e 1Natura hamo
y peligroso cuando el sol declina, una hora o dos antes del mundum et elegans animal est9 [El hombre es por naturale-
ocaso, al cual evita con todo empeo, mientras que desprecia za un animal limpio y elegante]. De todos los actos naturales
el de la noche, ha estado a punto de infundirme no tanto su es aquel en el cual tolero peor las interrupciones. b 1H e visto
razonamiento como su sentimiento. a muchos hombres de guerra incomodados por el desarreglo
Qu decir del hecho de que hasta la duda y la indaga- de su vientre. En cambio, el mo y yo nunca faltamos a la hora
cin afectan a nuestra imaginacin, y nos cambian? Quienes de nuestra cita, que es al levantarme, salvo que una violenta
ceden de inmediato a estas inclinaciones atraen la completa ocupacin o una enfermedad nos turbe.
ruina sobre ellos. Y compadezco a muchos gentilhombres As pues, tal como deca, no se me ocurre de qu otro
que, por la necedad de sus mdicos, se han encerrado en modo los enfermos pueden estar ms seguros que mante-
plena juventud y firmeza. Sera mejor incluso padecer un
catarro que perder para siempre, por falta de costumbre, 8 7 La de salir de noche. 88 Plutarco, Csar, 17, 2-3.
89 (b) Los dems tienen de su p arte la dicrecin y la inteligencia, yo
la franqueza y la libertad.
86 Plutarco, El refrenamiento de la ira, 13, 461e. 9 Sneca, Cartas a L ucilio, 92 , 12.
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
nindose tranquilos en el curso de vida en el cual se han de uno. La enfermedad nos hiere por un lado, la prescripcin
formado y criado. Cualquier cambio aturde y daa. Cmo por el otro. Ya que corremos el riesgo de equivocarnos, mejor
creer que las castaas puedan perjudicar a un perigordino o que nos arriesguemos en busca del placer. La gente hace todo
a un luquense, y la leche y el queso a los montaeses? Se les lo contrario, y no piensa en nada til que no sea penoso: la
prescribe una forma de vida no ya nueva sino contraria: un facilidad le resulta sospechosa. Mi apetito en muchas cosas
cambio tal que ni uno sano podra soportar. Ordenadle a un se ha acomodado bastante felizmente por s mismo, y se ha
bretn de setenta aos que tome agua, encerrad a un mari- ajustado a la salud de mi estmago. Las salsas amargas y pi-
nero en una habitacin caliente, prohibid pasear a un lacayo cantes me gustaron mientras fui joven; despus, mi estmago
vasco; se les priva de movimiento y, al cabo, de aire y de luz: se hart de ellas y el gusto le sigui de inmediato. e 1El vino
daa a los enfermos: es lo primero de lo que mi boca se harta,
An uiuere tanti est? y con un hartazgo invencible. b 1Cualquier cosa que acojo
Cogimur a suetis animum suspendere rebus, con desagrado me perjudica, y nada me perjudica de lo que
atque, ut uiuamus, uiuere desinimus. hago con ganas y alegra; jams me ha infligido dao ninguna
Has superesse reor, quibus et spirabilis aer, accin que me haya sido grata. Y, sin embargo, he relegado
et lux qua regimur redditur ipsa grauis?9 1 a mi placer, muy ampliamente, todo dictamen mdico. Y,
[Tanto valor tiene la vida? Nos vemos obligados a mantener el alma lejos mientras fui joven,
de lo acostumbrado, y, para vivir, dejamos de vivir. D ebo decir que estn
an vivos aquellos a quienes les pesa el aire que respiramos y la luz por la
Quem circumcursans huc atque huc saepe Cupido
que nos regimos?]
/ulgebat, crocina splendidus in tunica,92
[Cuando muchas veces Cupido, girando en torno
Si no en otra cosa, benefician a los pacientes al menos en esto: a m, refulga esplndido en su tnica amarilla],
los preparan desde bien temprano para la muerte, minndo-
los poco a poco y recortndoles el uso de la vida. me entregu tan licenciosa e irreflexivamente como el que
Sano o enfermo, me he entregado gustosamente a los de- ms al deseo que me invada,
seos que me apremiaban. Atribuyo una gran autoridad a mis
deseos e inclinaciones. No me agrada curar el mal mediante Et militaui non sine gloria, 9 3
el mal; detesto aquellos remedios que importunan ms que la [Y milit no sin gloria],
propia enfermedad. Estar sometido al clico y haber de abs-
tenerme del placer de comer ostras son dos males a cambio ms, con todo, en continuidad y en duracin que en mpetu:
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
Tiene algo de infortunado, ciertamente, y de milagroso con- gn los climas y segn las lunas, segn Fernel y segn La
fesar a qu tierna edad me encontr por primera vez someti- Escala. 1 00 Si a tu mdico no le parece bien que duermas,
do a l. Fue una pura casualidad, pues sucedi mucho antes que tomes vino o determinada comida, no te preocupes. Te
de tener edad de elegir y de conocer. Mis recuerdos no llegan encontrar otro con una opinin distinta. La variedad de
tan lejos. Y mi fortuna puede ligarse a la de Quartilla, que no las argumentaciones y de las opiniones mdicas abarca toda
recordaba haber sido doncella:9 5 suerte de formas. He visto a un pobre enfermo reventar y des-
fallecer de agitacin por curarse, y sufrir despus las burlas
In de tragus celeresque pili, mirandaque matri de otro mdico que condenaba esta decisin como pernicio-
barba meae. 96 sa. Acaso no haba empleado bien su esfuerzo? Ha muerto
[De ah los sobacos de macho cabro, el vello hace poco un hombre de este oficio que haba empleado
precoz y la barba que sorprendi a mi madre]. una abstinencia extrema para enfrentarse a su dolencia; sus
compaeros dicen, por el contrario, que el ayuno le haba
Los mdicos suelen someter tilmente sus prescripciones secado y cocido la arenilla de los riones.
a la violencia de los rudos deseos que les sobrevienen a los He observado que, cuando estoy herido o enfermo, el
enfermos. El gran deseo no puede imaginarse ni tan extrao hablar me altera y me daa ms que cualquier otro abuso que
ni tan vicioso que la naturaleza no se aplique a l. Y, adems, pueda cometer. Hablar me cuesta y me fatiga, pues tengo una
cmo cuenta satisfacer a la fantasa! En mi opinin, este ele- voz potente y forzada; de suerte que, cuando he tenido oca-
mento es importante en todo, al menos por encima de cual- sin de que los grandes me escuchen sobre asuntos graves, he
quier otro. Los males ms graves y ordinarios son aquellos logrado a menudo que se preocuparan de hacrmela moderar.
con que nos carga la fantasa. 97 Esta sentencia espaola me Este relato merece que me desve. Alguien, en cierta escuela
complace en muchos sentidos: Defindame Dios de m. 98 griega, hablaba fuerte, como yo; el maestro de ceremonias le
Cuando estoy enfermo, me aflige no tener ningn deseo que hizo conmnicar que deba bajar la voz: Que me haga saber el
me proporcione la satisfaccin de saciado; difcilmente me tono, dijo, en el que quiere que hable. El otro le respondi
apartara de l la medicina. Me ocurre lo mismo cuando estoy que tomara el tono de los odos de aquel a quien hablaba.101
sano: apenas veo ya nada que esperar y querer. Es lastimoso No le faltaba razn si se entiende: Habla segn la relacin
estar lnguido y dbil hasta para desear. 99 que tengas con el oyente. Porque si quiere decir: Contnta-
El arte de la medicina no es tan seguro que nos encon-
tremos sin autoridad, hagamos lo que hagamos. Cambia se- 1 00
Jean Fernel (!49 7-1558) fue mdico del rey Enrique 11 y autor
de numerosas obras cientficas. La Escala, es decir,Julius Caesar Scaliger
95 Petronio, Satiricn, 25 . 96 Marcial, XI, 22, 7-8. (r484-15 58 ), italiano establecido en Agen hacia 1524, fue mdico ordinario
97 Cfr. Sneca, Cartas a Lucilio, 78, 13 . de la reina de Navarra desde 1548. La Botie dedic a su memoria un largo
9 8 Antonio de Guevara, Epstolas familiares, 11, 25 cita estos versos poema latino, que se public en 1561. Su hijo, el gran humanista Joseph-
(atribuyndolos al marqus de Santillana): En la guerra que poseo, 1siendo Juste Scaliger (r540-1609), habla del autor de Los ensayos en trminos
mi ser contra s, 1 pues yo mismo me guerreo, 1 defindame Dios de m (cfr. poco amables: Su p adre era vendedor de arenque. Vaya tontera la de
tambin, del mismo Guevara, Aviso de privados y doctrina de cortesanos, 17). Montaigne, que nos dice que prefera el vino blanco!.
99 Cfr. un punto de vista distinto en Sneca, Cartas a Lucilio, 78, 11. 101
Plutarco, La charlatanera, 21, 513c; Digenes Laercio, IV , 63 .
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LIBRO III CAPTULO XIII
LA EXPERIENCIA
te con que te oiga, o: Reglate segn l, no me parece que la naturaleza: ella entiende mejor sus asuntos que nosotros.
fuera razonable. El tono y. la oscilacin de la voz expresan y Pero Fulano muri de esto. Tambin t morirs, si no de
significan de algn modo mi sentido; me corresponde a m di- ese mal, de otro. Y cuntos no han dejado de morir de lo
rigirlos para que me representen. Hay una voz para instruir, mismo con tres mdicos pegados al trasero? El ejemplo es un
otra voz para halagar o para reir. N o quiero slo que mi voz espejo vago, universal y que admite cualquier sentido. Si es
le alcance, sino acaso que le golpee y que le penetre. Cuando una medicina placentera, acptala; siempre ser un beneficio
rio a mi lacayo con un tono agrio e hiriente, estara bien que presente. e 1No me detendr ni en el nombre ni en el color, si
me dijera: Amo, habla ms bajo, te oigo perfectamente. es deliciosa y apetecible. El placer es una de las principales
e 1 Est quaedam uox ad auditum aeeommodata, non magnitu- especies del provecho.
dine, sed proprietate102 [Existe un tipo de voz adaptada al b 1He dejado envejecer y morir en m de muerte natural
odo, no por su volumen, sino por su caracterstica]. b 1La catarros, accesos de gota, diarreas, palpitaciones del cora-
mitad de la palabra pertenece a quien habla, la otra mitad a zn, migraas y otras dolencias, que he perdido cuando me
quien la escucha. ste debe prepararse para recibirla segn haba medio acostumbrado a vivir con ellas. Se las conjura
el impulso que coge. As, entre los que juegan a pelota, el que mejor por medio de la cortesa que retndolas. Hemos de
la recibe se echa atrs y se prepara segn cmo ve moverse al soportar suavemente las leyes de nuestra condicin. Estamos
que se la lanza y segn la manera en que la golpea.103 hechos para envejecer, para perder fuerzas, para enfermar,
La experiencia me ha enseado tambin que nos perde- pese a toda la medicina. sta es la primera leccin que los
mos por nuestra falta de paciencia. Las enfermedades tienen mexicanos dan a sus hijos; al salir del seno de las madres,
su vida y sus lmites, e 1sus dolencias y su salud. La constitu- los saludan as: Hijo, has venido al mundo para padecer;
cin de las enfermedades se ajusta al modelo de la cons- padece, sufre y cllate.106
titucin de los animales. Tienen su fortuna y sus das asig- Es injusto quejarse porque le haya sucedido a alguien lo
nados desde que nacen. El que intenta acortarlas imperiosa- que puede sucederle a cualquiera. e 1Indignare si quid in te
mente a la fuerza, cuando estn siguiendo su curso, las alarga inique proprie constitutum est 10 7 [Indgnate si se ha fijado
y multiplica, y, en vez de apaciguarlas, las irrita. 104 Yo opino, algo injusto expresamente contra ti]. b 1Ved a un anciano
como Crantor, que uno no debe oponerse obstinada y ato- que pide a Dios que le conserve la salud ntegra y vigorosa,
londradamente a los males , ni sucumbir a ellos por blandura, es decir, que le devuelva a la juventud:
sino ceder de manera natural, con arreglo a su condicin y a
la nuestra. 105 b 1Debe cederse el paso a las enfermedades; y Stulte, quid haec/rustra uotis puerilibus optas? 1 08
me parece que en m, que las dejo hacer, se detienen menos. [ Necio!, para qu formas estos vanos deseos p ueriles?].
Y he perdido algunas de las que se consideran ms obstina-
das y tenaces por su propia declinacin, sin ayuda y sin arte, No es una locura? Su condicin no lo comporta. e 1La gota,
y en contra de sus prescripciones. Dejemos hacer un poco a. la piedra, la indigestin son sntomas de largos aos, como el
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LIBRO 111 CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
calor, las lluvias y los vientos lo son de largos viajes. Platn no Apenas pido consejo sobre las alteraciones que siento,
cree que Esculapio se preocupara de tratar mediante regme- porque esta gente se vuelve presuntuosa cuando te tiene a su
nes de alargar la vida en un cuerpo estragado y dbil, intil merced. Te hinchan los odos con sus pronsticos; y si alguna
para su pas, intil para su profesin y para producir hijos sa- vez me han sorprendido dbil por la enfermedad, me han
nos y robustos, y no encuentra esta preocupacin conforme a tratado de una manera injusta con sus dogmas y su mscara
la justicia y a la prudencia divina, que debe guiarlo todo hacia magistral, amenazndome a veces con grandes dolores, a ve-
la utilidad. 109 b 1Buen hombre, est hecho: no hay manera de ces con una muerte inminente. No por ello me senta abatido
restablecerte; a lo sumo, te harn un revoque y te apuntalarn ni desquiciado, pero s golpeado y oprimido; si mi juicio no
un poco, e 1y alargarn alguna hora tu miseria: cambiaba ni se turbaba, al menos se senta concernido. Lo
cual no deja de ser agitacin y lucha.
b 1 Non secus instantem cupiens fulcire ruinam, Pero trato a mi imaginacin con toda la suavidad de que
diuersis contra nititur obicibus, soy capaz, y la descargara , si pudiera, de cualquier esfuerzo
donec certa dies, omni compage soluta, y conflicto. Hay que ayudarla y halagarla, y engaarla, si se
ipsum cum rebus subruat auxilium. u o puede. Mi espritu se acomoda a este servicio. No le faltan
[As, quien quiere sostener un edificio que amenaza ruina, lo sostiene razones plausibles en todo. Si persuadiera como predica, me
por medio de varios puntales; hasta el da determinado en que, al des ayudara felizmente. Os apetece conocer un ejemplo? Ase-
componerse toda la estructura, los mismos puntales se derrumban con la gura que tener clculos es lo mejor para m; que a los edificios
construccin]. de mi edad les toca por n aturaleza sufrir alguna gotera-es
hora de que empiecen a ceder y a resquebrajarse; es una ne-
Hemos de aprender a sobrellevar lo que no puede evitarse. cesidad comn, y no se iba a hacer un nuevo milagro por m;
Nuestra vida est compuesta, como la armona del mundo, pago de este modo el arriendo debido a la vejez, y no podra
de elementos contrarios, tambin de tonos suaves tener mejor trato- ; que la compaa debe consolarme, pues
y duros, agudos y bajos, blandos y graves. Qu pretensin he cado en el infortunio ms habitual entre los hombres de
tendra el msico que slo amara unos? Ha de saber servirse mi tiempo-por todos lados los veo afligidos por la misma
de todos ellos y mezclarlos. Y lo mismo nosotros, con los especie de mal, y su sociedad me resulta honorable, pues
bienes y los males, que son consustanciales a nuestra vida. suele atacar ms a los grandes: su esencia tiene nobleza y dig-
Nuestro ser no puede subsistir sin esta mezcla, y un lado es nidad:-; que, entre los hombres que sufren su azote, pocos
tan necesario como el otro.ll 1 Tratar de forcejear contra la son los que salen librados con mejor trato, y adems pagan el
necesidad natural es remedar la locura de Ctesifonte, que precio de soportar un rgimen fastidioso, y la enojosa y diaria
intent luchar a coces con su mula. m administracin de las drogas medicinales, mientras que yo
slo lo debo a mi buena fortuna-pues ciertos caldos comu-
nes de eringe113 y de hierba herniaria, que dos o tres veces he
10 9 Platn, Repblica, III , 4o8b. IIO Maximiano, !, I?I-174
engullido en honor de las damas, que, con ms generosidad
III Cfr. Plutarco, La paz del alma, 15, 473 e - 474b (Plutarco alega
una sentencia de Herclito).
II J Se trata de una planta llamada tambin cardo corredor.
II 2 Cfr. idem, El refrenamiento de la ira, 8, 457a.
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LA EXPERIENCIA
LIBRO Ill CAPTULO XIII
que acritud tiene mi mal, me ofrecan la mitad del suyo, me sentes con una compostura comn, a ratos bufoneas con tus
han parecido tan fciles de tomar como intiles en cuanto a criados, defiendes tu punto de vista en una tensa discusin,
efecto-. Se ven obligados a pagarle mil votos a Escolapio, mientras excusas de palabra tu dolor y rebajas tu sufrimien-
y otros tantos escudos a su mdico por la evacuacin de are- to. Te acuerdas de aquella gente de tiempos pasados que
nilla fcil y abundante que yo consigo a menudo al favor de persegua los males con tanto afn para mantener su virtud
la naturaleza. e 1Ni siquiera el decoro de mi compostura en en vilo y activa? Supn que la naturaleza te conduzca y te
la compaa usual sufre alteracin, y retengo mi orina diez empuje hacia esa gloriosa escuela, en la cual jams habras
horas, y tanto tiempo como uno sano. b 1 El temor a esta entrado por propio gusto.
dolencia, dice, te espantaba mucho ms cuando te era des- Si me dices que es una enfermedad peligrosa y mortal,
conocida: los gritos y la desesperacin de quienes la agran cules no lo son? Es, en efecto, un engao de mdicos ex-
con su impaciencia te hicieron sentir horror por ella. Es una ceptuar algunas, que, segn dicen, no conducen directamen-
enfermedad que te golpea los miembros con los que ms te a la muerte. Qu importa si conducen a ella por accidente,
faltas has cometido; eres un hombre de conciencia: y si se deslizan y se desvan fcilmente hacia la va que nos
lleva hasta ella? e 1Pero no te mueres porque ests enfermo;
Quae uenit indigne poena, dolenda uenit." 4 te mueres porque ests vivo. La muerte te mata sin ayuda
[Slo el castigo inmerecido debe dolernos]. de la enfermedad. 115 Y a algunos las enfermedades los han
alejado de la muerte: han vivido ms porque les pareca que
Mira este castigo; es muy suave en comparacin con otros, y se estaban muriendo. Adems, hay enfermedades, igual que
propio de un favor paternal. Mira su tardanza: slo incomo- heridas, que son medicinales y saludables. b 1A menudo el
da y ocupa la estacin de tu vida que, en cualquier caso, ya mal de piedra no es menos vivaz que t; hay hombres en
est perdida y es estril, tras haber permitido la licencia y los quienes ha persistido desde la infancia hasta la extrema ve-
deleites de tu juventud, como por transaccin. El temor y la jez, y, si stos no le hubieran abandonado, estaba dispuesto
piedad que el pueblo experimenta hacia esta enfermedad te a acompaarlos ms all. Ms veces lo matas que te mata
sirve como motivo de gloria; cualidad, de la que, si bien tienes l. Y, aunque te presente la imagen de una muerte cercana,
el juicio purgado y has curado tu razn, tus amigos, con todo, no es acaso un buen servicio, para un hombre de esta edad,
reconocen an cierta tintura en tu temperamento. Es agrada- conducirlo a los pensamientos de su fin? e 1Y, lo que es peor,
ble or decir de uno: i Vaya fuerza, vaya resistencia!. Te ven ya no tienes motivo por el que curarte.n 6 En cualquier caso,
sudar por el esfuerzo, palidecer, enrojecer, temblar, vomitar al primer da la necesidad comn te llama.
hasta la sangre, sufrir contracciones y convulsiones extraas, b 1Considera con qu habilidad y dulzura te disgusta de
a veces derramar gruesas lgrimas de los ojos, verter unas la vida y te desprende del mundo: no lo hace forzndote con
orinas espesas, negras y pavorosas, o tenerlas detenidas po.r una sujecin tirnica, como tantas otras dolencias que ves
culpa de una piedra espinosa y erizada que te hiere y ara,a en los viejos , que los mantienen continuamente atrapados, y
cruelmente el cuello de la verga, mientras charlas con los pre-
115 Sneca, Cartas a Lucilio, 7 8, 6.
11 6 ( c1 ) ya no tienes por quien curarte.
II4 O vidio, H eroideas, v, 8.
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LIBRO III CAPTULO XIII LA E XP E RIENCIA
sin tregua de desfallecimientos y dolores, sino con adverten- dea a ultranza por un da o dos. Mis riones han durado una
cias y enseanzas retomadas a intervalos, combinando largas vida" 8 sin alteracin; pronto har otra119 que h an cambiado
pausas de descanso, como para darte ocasin de meditar y de estado. Los males tienen su perodo como los bienes; aca-
de repetir su leccin a tus anchas. Para darte ocasin de juz- so esta dolencia haya llegado a su fin . La edad debilita el calor
gar sanamente y de tomar partido como hombre valeroso, te de mi estmago; al ser su digestin menos perfecta, remite
presenta el estado de tu condicin ntegra, tanto lo bueno la materia cruda a mis riones. Por qu no puede suceder
como lo malo, y, el mismo da, una vida a veces muy alegre, que en alguna revolucin se debilite asimismo el calor de mis
a veces insoportable. Si no abrazas la muerte, al menos le riones, y ya no puedan seguir petrificando mi flema, y que
tocas la mano una vez al mes. e 1As, tienes ms motivos para la naturaleza se encamine a seguir otra va de purgacin? Los
esperar que te atrape un da sin aviso; y que, dado que te aos me han hecho, evidentemente, secar algunas fluxiones.
conduce tan a menudo hasta el puerto, confiando en seguir Por qu no las excrecencias que proporcionan la materia a
en los trminos habituales, una maana t y tu confianza los clculos?
crucis el ro inopinadamente. b 1No hay por qu lamentarse Adems, hay algo que pueda compararse en dulzura a
de las enfermedades que comparten el tiempo lealmente con este cambio sbito, cuando paso de un dolor extremo, al eva-
la salud. cuar la piedra, a recobrar como si se produjera un relmpago
Estoy agradecido a la fortuna por atacarme tan a menu- la hermosa luz de la salud, tan libre y tan plena, como sucede
do con la misma clase de armas: me prepara y me instruye en nuestros clicos repentinos y ms violentos? Hay algo
con la costumbre, me endurece y me habita; en adelante s en el dolor sufrido que pueda equipararse al placer de una
ms o menos de qu debo librarme. e 1A falta de memoria mejora tan rpida? A qu punto la salud me parece ms bella
natural forjo una de papel, y cuando le sobreviene un nuevo tras la enfermedad, tan cercana y tan contigua que las puedo
sntoma a mi enfermedad, lo escribo. Por eso, ahora, tras reconocer una en presencia de la otra con su mejor acompa-
haber pasado por casi toda suerte de ejemplos, si me ame- amiento, rivalizando como para hacerse frente y contrarres-
naza alguna turbacin, hojeando estas breves notas, desco- tarse! As como los estoicos dicen que los vicios son tilmen-
sidas como hojas sibilinas," 7 no dejo de encontrar consuelo te introducidos para dar realce a la virtud y respaldarla,120
en algn pronstico favorable de mi experiencia pasada. nosotros podemos decir, con ms razn y con una conjetura
b 1Me sirve tambin la costumbre para esperar algo mejor menos osada, que la naturaleza nos ha prestado el dolor en
en el futuro . En efecto, como el proceso de la evacuacin ha honor del placer y de la indolencia y a su servicio. Cuando
sido tan largo, es verosmil que la naturaleza no cambie de Scrates, nada ms librarle de los grilletes, sinti la delicia de
curso y no se presente un infortunio peor que el que sufro. la comezn que su pesadez le haba producido en las piernas,
Adems, la condicin de esta enfermedad no se aviene mal se alegr al considerar la estrecha alianza entre dolor y placer,
con mi temperamento rpido y vivaz. Cuando me ataca con
blandura, me da miedo, porque es para mucho tiempo. Pero
" 8 (b ) han durado cuarenta aos [Al parecer Montaigne sufri sus
tiene por naturaleza excesos vigorosos y vivaces. Me zaran- primeros ataques de piedra en 1578, cuando tena cuarenta y cinco aos].
119 (b ) har catorce
11 7 Cfr. Virgilio, Eneida, VI, 74-76 . 12 Cfr. Plutarco, Nociones comunes, contra los estoicos, 13, ro6 5a-d.
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LA EXPERIENCIA
LIBRO III CAPTULO XIII
porque estn asociados con un lazo necesario, de manera que ste es otro favor, particular, de mi enfermedad: que,
se van alternando, y el uno genera el otro; y le proclamaba ms o menos, representa su papel por su cuenta y me deja
al buen Esopo que debera haber tomado materia para una representar el mo , o, si no es as, depende slo de la falta de
valor; en su mayor agitacin, la he resistido durante diez ho-
bella fbula de esta consideracin. 121
Lo peor que veo en las dems enfermedades es que no ras a caballo. Limtate a soportar, no necesitas otro rgimen;
son tan graves por su efecto como lo son por sus secuelas. Se juega, come, corre, haz esto y haz tambin aquello, si puedes;
necesita un ao para recobrarse, siempre lleno de debilidad tu desenfreno ser ms til que nocivo. Dile lo mismo a un
y de temor. Es tanto el riesgo y son tantos los grados en la sifiltico, a un gotoso, a un herniado. Las dems enfermeda-
vuelta a la salud, que nunca se termina. Antes que te hayan des comportan obligaciones ms generales, estorban mucho
librado del sombrero, y despus del gorro, antes que te hayan ms nuestros actos, alteran todo nuestro orden y hacen estar
devuelto el uso del aire, y del vino, y de tu esposa, y de los pendientes de ellas a todo el estado de la vida. sta slo
melones, eres muy afortunado si no has recado en alguna pellizca la piel; te deja el entendimiento y la voluntad a tu
nueva desgracia. sta tiene el privilegio de que se elimina disposicin, y la lengua, y los pies, y las manos. Te despierta
por entero, mientras que las dems dejan siempre alguna en vez de adormecerte. El ardor de la fieb re golpea el alma, y
huella y alteracin que vuelve el cuerpo susceptible de un la epilepsia la abate, y una violenta migraa la descompone,
nuevo mal, y se dan la mano unos a otros. Son excusables los y, en suma, todas las enfermedades que hieren el fondo y las
que se contentan con dominarnos, sin extender su dominio partes ms nobles, la aturden. sta no la ataca. Si le va mal,
ni introducir sus secuelas. Pero, corteses y generosos, lo son ella tiene la culpa; se traiciona a s misma, se abandona y se
aquellos cuyo sufrimiento nos aporta alguna consecuencia desarma. Slo los insensatos se dejan persuadir de que el
til. Tras mi clico, me encuentro libre de otras dolencias, cuerpo duro y macizo que se cuece en nuestros riones pue-
ms, me parece, de lo que lo estaba antes, y despus no he da disolverse por medio de brebajes; por eso, una vez que se
padecido fiebre alguna. Yo argumento que los vmitos extre- pone en movimiento, no queda sino darle paso; en cualquier
mos y frecuentes que sufro me purgan, y, por otro lado, mis caso, lo tomar. Observo, adems, la especia! ventaja de que
inapetencias y los extraordinarios ayunos que paso digieren es una enfermedad en la que hay poco que adivinar. N os
mis humores malignos, y la naturaleza evaca en estas pie- libramos de la agitacin a la que nos precipitan las dems
dras lo que tiene de superfluo y nocivo. Que no me digan que dolencias por la incerteza de sus causas y de sus condiciones
es una medicina vendida demasiado cara. En efecto, qu y procesos-agitacin infinitamente penosa-. No necesi-
decir de todos esos b rebajes apestosos , cauterios, incisiones, tamos consultas ni interp retaciones doctorales: los sentidos
sudores, sedales, dietas , y de todas esas formas de curacin nos muestran lo que es, y dnde est.
que a menudo nos traen la muerte porque no podemos re- Con tales argumentos, fuertes y dbiles , intento adorme-
sistir su violencia e importunidad? As, cuando me ataca, la cer y entretener mi imaginacin, y vendar sus heridas, como
tomo como una medicina; cuando estoy libre, la tomo como haca Cicern con el mal de su vejez. 1 22 Si maana empeoran,
una liberacin constante y completa. maana le procuraremos otras escapatorias. e 1Como prueba
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LIBRO 111 CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
de que es verdad, he aqu despus, de nuevo, que los ms Nada debemos recomendar tanto a la juventud como la
leves movimientos exprimen la sangre pura de mis riones. actividad y la vigilia. Nuestra vida no es sino movimiento.
Y qu? No por eso dejo de moverme como antes, ni de ga- Me cuesta ponerme en marcha y soy tardo en todo: para
lopar tras mis perros con un ardor juvenil e insolente. Y me levantarme, para acostarme y para las comidas. Por lo que
parece que hago caso omiso de una dolencia tan importante, a m respecta, la maana no empieza hasta las siete, y, all
que no me cuesta sino una sorda pesadez y alteracin en donde gobierno yo, no almuerzo antes de las once, ni ceno
esa parte. Es alguna gruesa piedra que comprime y consume hasta pasadas las seis. Alguna vez he atribuido la causa de las
la sustancia de mis riones, y mi vida, que evaco poco a fiebres y de las enfermedades en que he cado a la pesadez
poco, no sin cierta dulzura natural, como un excremento ya y el entumecimiento que el largo sueo me haba produ-
superfluo y molesto. b 1Ahora bien, siento que alguna cosa cido; y siempre me he arrepentido de volverme a dormir
se derrumba? No esperis que me ponga a examinarme el por la maana. e 1Platn aborrece ms el dormir en exceso
pulso y las orinas para tener alguna previsin fastidiosa . Me que el beber en exceso. 1 23 b 1Me gusta dormir duro y solo,
sobrar tiempo para sentir el mal, sin alargarlo con el mal del incluso sin mujer, al estilo real, con bastante abrigo. Nunca
miedo. e 1Quien teme sufrir, sufre ya porque teme. Adems, me calientan la cama, pero, desde que me he hecho viejo,
la vacilacin y la ignorancia de quienes se dedican a explicar cuando lo necesito, me dan unos paos para calentar los pies
los mecanismos de la naturaleza y sus procesos internos, y y el estmago. Al gran Escipin le reproch aron que dorma
tantos falsos pronsticos de su arte, deben avisarnos de que demasiado, no por otra razn, a mi juicio, que a la gente le
sus medios son infinitamente desconocidos. Hay una gran fastidiaba que fuera el nico en quien no haba nada digno
incertidumbre, variedad y oscuridad en aquello que nos pro- de reproche. 124 Si me tratan con algn esmero, es antes en el
mete o amenaza. Salvo la vejez, que es un signo indubitable dormir que en ninguna otra cosa; pero cedo e 1y me acomodo
de la cercana de la muerte, de todos los dems infortunios b 1en general, como cualquier otro, a la necesidad. El dormir
veo pocos signos del futuro en los que podatl}OS fundamentar ha ocupado gran parte de mi vida, y contina ocupando, a mi
nuestra adivinacin. edad, ocho o nueve horas de un tirn. Me es til sustraerme
b 1Slo me juzgo por lo que siento de verdad, no por lo a esta inclinacin perezosa, y me va evidentemente mejor.
que razono. Para qu, si no pretendo aportar otra cosa que Siento un poco el impacto del cambio, pero termina en tres
espera y resistencia? Queris saber qu gano con esto? Mi- das. Y apenas veo a nadie que viva con menos cuando es pre-
rad a los que actan de otro modo y dependen de tantas per- ciso, y que se ejercite con ms firmeza, ni a quien los trabajos
suasiones y consejos diferentes: qu a menudo los oprime de la guerra pesen menos. Mi cuerpo es apropiado para una
la imaginacin sin el cuerpo! Me he deleitado muchas veces, agitacin firme, pero no vehemente y sbita. Ahora rehyo
encontrndome a salvo y libre de estas peligrosas dolencias, los ejercicios violentos y que me hacen sudar: mis miembros
en comunicarlas a los mdicos como si estuvieran surgiendo
en ese momento en m. Soportaba la sentencia de sus horri-
12
3 Digenes Laerco, III , 39; cfr. Platn, Leyes, VII, 8o7e - 8o8c, y
bles conclusiones con gran facilidad, y quedaba tanto ms II , 666b.
agradecido a Dios por su generosidad, y ms instruido sobre 12
4 Plutarco, A un gobernante falto de instruccin, 7, 782f; Consejos
la vanidad de tal arte. polticos, 4, 8ood.
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LIBRO III CAPT U LO XIII LA EXPERIENCIA
se cansan antes de calentarse. Aguanto de pie un da entero superan en ciencia, en gracia, en fuerza, en fortuna, tenemos
y no me canso de pasear; pero por la calle, e 1 desde nio, terceras causas a las que echar la culpa; pero si les cedemos
b 1slo me ha gustado montar a caballo; a pie me lleno de en firmeza de nimo, no podemos sino reprochrnoslo a no-
barro hasta las nalgas; y la gente pequea se expone, por las sotros mismos. La muerte es ms abyecta, ms lnguida y
calles, a ser atropellada e 1y golpeada con los codos b 1por penosa en el lecho que en el combate, las fiebres y los catarros
falta de presencia. Y me ha gustado descansar, acostado o tan dolorosos y mortales como un arcabuzazo. Quien est
sentado, con las piernas tan altas o ms que el asiento. acostumbrado a soportar valerosamente los infortunios de la
No existe ninguna ocupacin tan agradable como la mi- vida comn, no tendr que aumentar su valenta para hacerse
litar. Es una ocupacin noble en la ejecucin-pues la ms soldado. e 1Viuere, mi militare est 12 7 [Vivir, Lucilio,
fuerte, ilustre y soberbia de todas las virtudes es la valen- es servir como soldado].
ta-y noble en su causa. No existe servicio ni ms justo ni No recuerdo haber padecido nunca sarna. Con todo,
ms universal que amparar el reposo y la grandeza del propio rascarse es una de las gratificaciones ms dulces y ms ase-
pas. Nos agrada la compaa de tantos hombres, nobles, quibles que nos da la naturaleza. Pero tiene la penitencia
jvenes, activos, la visin habitual de tantos espectculos demasiado importunamente cercana. Yo la ejerzo ms en las
trgicos, la libertad del trato sin artificio, y una forma de orejas, que a temporadas me pican por dentro.
vida viril y exenta de ceremonia, la variedad de mil acciones b 1Nac con todos los sentidos ntegros casi hasta la per-
diversas, la valerosa armona de la msica militar, que nos feccin. Mi estmago es bueno a conveniencia, como lo es
alienta y enardece los odos y el alma, el honor del ejercicio, mi cabeza, y las ms de las veces se mantienen a travs de
incluso su rudeza y su dificultad, e 1 que Platn estima tan mis fiebres , y tambin mi aliento. He rebasado e lla edad128
leves que en su repblica hace partcipes de ellas a mujeres b 1en la cual algunas naciones, no sin motivo, haban pres-
y a nios. 12 5 b 1 Nos invitamos a los papeles y a los riesgos crito un final tan justo a la vida que no permitan que nadie
particulares segn como juzgamos su brillo y su jmportancia, lo excediera. Con todo, todava tengo demoras, aunque in-
e 1 soldados voluntarios, b 1 y vemos cundo es excusable constantes y b reves, tan netas que se distinguen poco de la
emplear la vida misma: salud y de la ausencia de dolor de mi juventud. No hablo de
vigor ni de vitalidad; no es razonable que me sigan ms all
pulchrumque mori succurrit in armis.126 de sus lmites:
[y morir con las armas me parece hermoso] .
Non haec amplius est liminis, aut aquae
Temer los riesgos generales que afectan a tan gran multitud, caelestis, patiens latus.1 2 9
no osar lo que tantas clases de almas osan, e 1y todo un pue- [Ya no puede soportar la espera en los umbrales ni las aguas del cielo] .
blo, b 1 es propio de un nimo desmedidamente blando y
vil. La compaa da seguridad hasta a los nios. Si otros nos
12 7 Sneca, Cartas a Lucilio, 96, 5.
12 5 Cfr. Platn, R epblica, v , 466e - 467a. 128 (c1 ) hace poco la cincuentena en seis aos
12 6 Virgilio, Eneida, II , 317. 12 9 Horado, Odas, III , ro , 19-20 .
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
Mi cara me descubre al instante, e 1y mis ojos. b 1Todos mis Quis tumidum guttur miratur in A lpibus?' 31
cambios empiezan por ah, y un poco ms agrios de lo que [Quin se sorprender en los Alpes del bocio?]
son de hecho; a menudo doy lstima a mis amigos antes de
que yo sienta la causa. Mi espejo no me sorprende, pues, Tampoco lamento que mi duracin no sea tan larga e ntegra
incluso siendo joven, me ha sucedido ms de una vez haber como la de un roble. No puedo en absoluto quejarme de mi
presentado una tez y un aire turbios y de mal pronstico imaginacin: a lo largo de mi vida he tenido pocos pensa-
sin gran contratiempo; de manera que los mdicos, que no mientos que hayan interrumpido ni siquiera el curso de mi
encontraban en mi interior causa alguna que correspondiera sueo, salvo aquellos que eran por el deseo, que me desper-
a esta alteracin externa, la atribuan al espritu y a alguna taba sin afligirme. Sueo con poca frecuencia; y, cuando lo
pasin secreta que me roa por dentro. Se equivocaban. Si el hago, es acerca de cosas fantsticas y de quimeras producidas
cuerpo se gobernara, tanto como lo hace el alma, de acuerdo en general por pensamientos agradables, ms ridculas que
conmigo mismo, andaramos un poco ms contentos. En ton- tristes. Y creo cierto que los sueos son leales intrpretes de
ces la tena no slo libre de turbacin, sino tambin llena de nuestras inclinaciones;132 pero se requiere arte para ordenar-
satisfaccin y de fiesta , como lo est las ms de las veces, a los y entenderlos:
medias por su constitucin, a medias a propsito:
e 1 Res quae in uita usurpan! homines, cogitant, curan!, uident,
Nec uitiant artus aegre contagia mentisqo quaeque agunt uigilantes, agitantque, ea si cui in somno accidunt,
[Y el contagio de mi mente enferma no afecta al cuerpo]. minus mirandum est. 1 33
[No hay que extraarse de que las cosas que los hombres utilizan en la
Creo que este equilibrio suyo ha levantado muchas veces al vida, lo que piensan, lo que los inquieta, lo que ven, y lo que hacen des
cuerpo de sus cadas-l est a menudo abatido-; que si piertos, y lo que mueven, les ocurra tambin en sueos] .
no se encuentra alegre, se halla cuando menos en un estado
tranquilo y reposado. Durante cuatro o cinco meses padec Platn dice, adems, que la prudencia tiene la funcin de
una fiebre cuartana que me haba desfigurado por completo; extraer de ellos enseanzas adivinatorias para el futuro. 1 34
mi espritu se mantuvo siempre no apacible sino placente- Nada veo en esta materia sino las extraordinarias experien-
ramente. Si no me duele nada, la debilidad y la languidez no cias que refieren Scrates, Jenofonte, Aristteles, personajes
me entristecen mucho. Veo un buen nmero de flaquezas de autoridad irreprochable. 1 35 Cuentan los libros de historia
corporales, que producen horror slo con nombrarlas, que que los atlantes nunca suean, que tampoco comen nada que
yo temera menos que mil pasiones y agitaciones de espritu
que, segn veo, son habituales. Me decido a no correr ms,
hago bastante arrastrndome; y no lamento la declinacin 1 31 Juvenal, XIII , 162.
1 32 Cfr. Plutarco, Cmo percibir los propios progresos en la virtud,
natural que se ha adueado de m:
12 , 82f.
1
Versos de Accio, citados por Cicern, La adivinacin, 1 , 22, 45 .
33
1
Platn, Timeo, 71d 72a.
34
1 3 Ovidio, Tristes, 111, 8, 25 . 135 Cfr. Cicern , La adivinacin, 1, 25 , 52-53.
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haya muerto136-cosa que aado porque acaso sea ste el acostumbradas, e 1per quae luxuria diuitiarum taedio ludit140
motivo por el cual no suean-. En efecto, Pitgoras pres- [con las cuales se divierte el lujo por hasto de sus riquezas].
criba cierta preparacin alimenticia para producir sueos a b 1Dejar de darse un banquete con aquello que otro se lo da,
propsito. 13 7 Los mos son tiernos y no me aportan ninguna tener un desvelo rebuscado por su tratamiento, es la esencia
agitacin de espritu ni expresin de voz. He visto a muchos de este vicio:
en estos tiempos que son extraordinariamente agitados por
ellos. El filsofo Ten se paseaba en sueos, y el criado de Si modica coenare times olus omne patella. 141
Pericles hasta sobre las tejas y la techumbre de la casa. 138 [Si temes cenar nicamente un frugal plato de legumbres] .
b 1En la mesa apenas elijo, y me dedico a cualquier cosa y
a la que tengo ms cerca, y no me gusta cambiar de un sabor En verdad hay esta diferencia: que es mejor forzar el deseo a
a otro. La abundancia de platos y de servicios me desagrada, las cosas ms fciles de lograr; pero forzarse no deja de ser un
como cualquier otra abundancia. No me cuesta contentarme vicio. En otros tiempos llamaba delicado a un pariente mo
con pocos platos; y detesto la opinin de Favorino, que dice que haba olvidado en nuestras galeras servirse de los lechos
que en un banquete han de retirarnos el plato que nos ape- y desvestirse para acostarse.
tece y han de sustiturnoslo siempre por uno nuevo, y que es Si tuviera hijos varones, les deseara de buena gana mi
miserable la cena que no sacia a los asistentes con rabadillas suerte. El buen padre que Dios me otorg-que de m no
de aves distintas, y que slo el papafigo merece ser comido tiene sino agradecimiento por su bondad, pero ciertamente
entero. 13 9 Consumo habitualmente las comidas saladas; sin muy vivo-me mand desde la cuna a criarme en una pobre
embargo, prefiero el pan sin sal, y en mi casa mi panadero aldea de las suyas, 14 2 y me tuvo all durante toda mi crianza,
no sirve otro en mi mesa, en contra de la costumbre del pas. y todava ms, acostumbrndome a la forma ms vil y ms
Siendo nio tuvieron que corregir sobre todo mi rechazo a comn de vida. e 1M agna pars libertatis est bene m oratus uen-
las cosas que se suelen preferir a esta edad: azcares, confi- ter143 [Una gran parte de la libertad radica en un vientre bien
turas, pastas. Mi tutor se opuso a este odio de los manjares acostumbrado] . b 1Nunca asumis, y menos an atribuyis a
delicados como a una especie de delicadeza. Adems, sta vuestras esposas, la responsabilidad de su crianza; dejdselos
no es otra cosa que dificultad de gusto, dondequiera que se formar a la fortuna bajo leyes populares y naturales, dejad
aplique. Quien priva a un nio de cierta aficin particular y a la costumbre que los habite a la sobriedad y a la austeri-
obstinada al pan moreno y al lardo o al ajo, le priva de la glo- dad, que deban descender de la dureza ms que remontar
tonera. Los hay que se las dan de esforzados y de pacientes hacia ella. Su inclinacin persegua adems otro objetivo: el
por abstenerse de la carne de vaca y del jamn entre perdices. de unirme al pueblo y a la clase de hombres que necesita de
Lo tienen fcil: es la delicadeza de los delicados; es el gusto nuestra ayuda; y consideraba preferible que me viese obliga-
de una blanda fortuna que se asquea de las cosas comunes y do a mirar hacia quien me tiende los brazos que hacia quien
'3 6 Herdoto, IV, 184, 4 1 4 Sneca, Cartas a L ucilio, r8, 7. '4 1 Horacio, Cartas, I , 5, 2.
1 37 Cfr. Cicern, La adivinacin, 11, 58, n9. 14 2 La aldea era Papessus, segn la tradicin.
13 8 Digenes Laercio, IX , 82. '39 Aulo G elio, xv, 8. 1 4 3 Sneca, Cartas a L ucilio, 123, 3
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.....-
me da la espalda. Y, por la misma razn, hizo que en la pila de cuenta, a condicin de no verme inmiscuido, pues me canso
bautismo me sostuvieran personas de la ms abyecta fortuna, y me perjudico hablando con el estmago lleno, en la misma
para unirme y apegarme a ellas. 144 medida que encuentro el ejercicio de gritar y de discutir antes
Su propsito no ha fracasado del todo: me entrego de de la comida muy saludable y grato. e 1Los antiguos griegos
buena gana a los pequeos, ya por ser ms glorioso, ya por y romanos eran ms razonables que nosotros al asignar a la
compasin natural, cuyo poder en m es infinito. El partido alimentacin, que es una accin fundamental de la vida, si
que condenara en nuestras guerras, lo condenara con ms alguna tarea extraordinaria no los distraa, muchas horas y la
violencia floreciente y prspero; podr conciliarme en algu- mayor parte de la noche, al comer y beber con menos prisa
na medida con l cuando lo vea miserable y abatido. Con que nosotros, que despachamos rpidamente todos nuestros
qu agrado considero la hermosa disposicin de Quelonis, actos, y al extender este placer natural a ms tiempo y ms
hija y esposa de reyes de Esparta! En los tumultos de su uso, entremezclando con l diversas funciones sociales tiles
ciudad, mientras Clembroto, su marido, llev las de ganar y agradables.
sobre Lenidas, su padre, actu como una buena hija, se b 1Los que tienen la obligacin de cuidarme podran pri-
reuni con su padre en el exilio, en la miseria, enfrentndose varme fcilmente de aquello que piensan que me perjudica.
al vencedor. La suerte dio un giro?: cambi de voluntad En tales cosas, en efecto, nunca deseo ni echo en falta lo que
con la fortuna, y se aline valerosamente con su marido, al no veo; pero, por otro lado, pierden el tiempo predicndome
que sigui all donde le condujo su ruina, sin otra preferen- que me abstenga de lo que se ofrece. Hasta tal extremo que,
cia, segn parece, que la de lanzarse al partido donde ms cuando quiero ayunar, debo separarme de quienes estn ce-
falta haca y donde demostraba ms compasin. 145 Yo sigo nando y hacer que me presenten exactamente lo preciso para
de forma ms natural el ejemplo de Flaminino, entregado una comida adecuada; pues, si me siento a la mesa, olvido mi
a quienes tenan necesidad de l ms que a quienes podan determinacin. Cuando ordeno que cambien el condimento
beneficiarle/ 46 que el de Pirro, dispuesto a humillarse bajo de algn manjar, mis criados saben que eso significa que ando
los grandes y a enorgullecerse sobre los pequeos. 14 7 escaso de apetito, y que no tocar nada. Todos los que pueden
Las comidas largas me e 1aburren y me b 1sientan mal. tolerarlo, me gustan poco cocidos; y me gustan muy macera-
En efecto, quiz por haberme acostumbrado as desde nio, dos, y muchos hasta la alteracin del olor. Slo la dureza me
a falta de mejor compostura, como todo el rato. Por eso, en fastidia por regla general-en cuanto a las dems cualidades,
mi casa, e 1 aunque sean cortas, b 1 suelo empezar un poco no conozco a nadie tan despreocupado y sufrido-, de mane-
ms tarde que los dems, a la manera de Augusto; pero no lo ra que, en contra de la inclinacin comn, hasta los pescados
imito en irme tambin antes que los otros. 148 Al contrario, los encuentro a veces demasiado frescos y demasiado firmes.
me gusta descansar mucho tiempo despus , y or lo que se No es culpa de mis dientes, que he tenido siempre buenos
hasta la excelencia, y que la edad no empieza a amenazar sino
1 4 4 Era una tradicin, en la alta aristocracia, que los padrinos fuesen
ahora. He aprendido desde la niez a frotarlos con la serville-
pobres o vagabundos. ta por la maana, y a la entrada y a la salida de la mesa.
1 45 P lutarco,Agis, 17,2-3. 1 46 Idem, Flaminino, r, 3 Dios es generoso con aquellos a quienes sustrae la vida
I47 Idem, Pirro, 4, 7 r48 Suetonio, A ugusto, 74 poco a poco. ste es el nico beneficio de la vejez. La ltima
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
muerte ser tanto menos completa y nociva: no matar sino modo deliciosa. 153 Vitam adolescentibus uis au/ert, senibus
a una mitad o a un cuarto de hombre. Acaba de carseme un maturitas154 [La violencia sustrae la vida a los adolescentes,
diente, sin dolor, sin esfuerzo; ste era el trmino natural de la madurez a los viejos].
su duracin. Y esta parte de mi ser, y muchas ms, estn ya b 1La muerte se mezcla y se confunde en todo con nuestra
muertas; otras medio muertas, entre las ms activas y las que vida; la declinacin anticipa su hora y se injiere hasta en el
ocupaban el primer rango en mi poca ms vigorosa. Me di- curso de nuestro progreso. Poseo retratos con mi figura a los
suelvo y escapo a m mismo de este modo. Qu estupidez no veinticinco y a los treinta y cinco aos; los comparo con el de
ser, a mi juicio, sentir el salto de esta cada, ya tan avanzada, ahora: hasta qu extremo ya no soy yo!, hasta qu extremo
como si fuese completa? No lo espero. mi imagen actual est ms alejada de aqullas que de la de mi
e 1A decir verdad, me da un gran consuelo, cuando pienso muerte! Se abusa en exceso de la naturaleza atormentndola
en mi muerte, que sea justa y natural, y que a partir de ahora al punto que se vea obligada a dejarnos y entregarnos la con-
ya no pueda requerir ni esperar del destino ningn favor que ducta, los ojos, los dientes, las piernas y el resto a la merced
no sea ilegtimo. Los hombres se hacen la ilusin de que en de un auxilio ajeno y mendigado, y a entregarnos en manos
otros tiempos tuvieron, como la estatura, tambin la vida ms del artificio, cansada de seguirnos.
extensa. Pero se equivocan, y Soln, que pertenece a esos No me apetecen demasiado ni las ensaladas ni las frutas,
viejos tiempos, reduce su duracin mxima, sin embargo, salvo los melones. Mi padre detestaba toda clase de salsas; a
a setenta aos. 14 9 Yo, que he adorado tanto, y tan univer- m nie gustan todas. El comer demasiado me sienta mal; pero
salmente, el aptatOV [1tpOV 150 [la medida es lo mejor) del no s todava con seguridad de ningn alimento que me per-
pasado, y que tanto he adoptado la mediana como la medida judique por sus caractersticas; tampoco noto ni la luna llena
ms perfecta, pretender acaso una vejez desmesurada y ni la menguante, ni la diferencia entre otoo y primavera. En
monstruosa? Todo lo que se opone al curso de la naturaleza nosotros se producen movimientos inconstantes y descono-
puede ser doloroso, pero lo que se acomoda a ella debe ser cidos; en efecto, los rbanos negros, por ejemplo, primero los
siempre agradable. 151 Omnia quae secundum naturam fiunt, encontr agradables, despus molestos, ahora de nuevo agra-
sunt habenda in bonis152 [Todo lo que sucede con arreglo a dables. En muchas cosas siento que mi estmago y mi gusto
la naturaleza, debe considerarse bueno]. As, dice Platn, la van variando de este modo: he cambiado del blanco al clarete,
muerte ocasionada por las heridas o por las enfermedades y despus del clarete al blanco. Me encanta el pescado, y para
puede ser violenta, pero la que nos sorprende porque la vejez m los das de ayuno son los de grosura, y los de vigilia, las fies-
nos conduce hacia ella es la ms leve de todas, y es de algn tas. Creo en lo que dicen algunos: que es ms fcil de digerir
que la carne. As como tengo escrpulos en comer carne el da
de pescado, mi gusto los tiene en mezclar pescado con carne:
1 49 Digenes Laercio, 1, 55 el contraste me parece excesivamente acusado.
1 5 Cfr. ibdem, 93, que atribuye la sentencia a Clebulo; recurdese
Desde joven, me saltaba de vez en cuando alguna comida.
tambin la expresin aurea mediocritas, que se encuentra en Horacio,
Odas, II, 10, 5. El E jemplar de Burdeos ofrece una variante (finalmente ta- A veces para avivar mi apetito al da siguiente, pues, as como
chada) que evoca otra frmula cercana: ese nada en exceso del pasado.
1 51 Platn, Timeo, 81e. 1 52 Cicern , La vejez, 19, 71. 1 53 Platn, Timeo, 81e. 1 54 Cicern, La vejez, 19 , 71.
!646 164 7
LIBRO III CAPTULO XIII LA EX PERIENC IA
Epicuro ayunaba y coma frugalmente para acostumbrar a su primero que se presente y sea conocido. Evito la constancia
placer a privarse de la abundancia/ 55 yo, por el contrario, en estas leyes del ayuno. Quien pretenda que una forma le
lo haca con vistas a preparar mi placer para aprovecharse sirva, que evite continuarla; nos acostumbramos a ella, nues-
mejor y servirse con ms alegra de la abundancia. O a veces tras fuerzas se adormecen; seis meses despus, tu estmago
ayunaba para preservar mi vigor al servicio de alguna accin se habr familiarizado tanto con ella que tu provecho no
del cuerpo o del espritu, pues el uno y el otro se me vuel- ser otro que haber perdido la libertad de usar de l de otra
ven cruelmente perezosos por efecto de la saciedad-y sobre manera sin dao.
todo detesto la necia asociacin de una diosa tan sana y tan No me cubro las piernas y los muslos ms en invierno que
alegre con ese diosecillo indigesto y eructador, hinchado por en verano: una simple media de seda. He condescendido, en
los vapores de su licor-.' 56 O a veces para curar mi estma- auxilio de mis catarros, a mantener la cabeza ms caliente,
go enfermo; o por carecer de buena compaa, pues sosten- y el vientre, por mi clico. Mis dolencias se habituaron en
go, como elmismoEpicuro, que no debemirarsetantolo que pocos das y desdearon mis precauciones ordinarias. Haba
se come, cuanto con quin se come,' 57 y alabo aQuiln por ido pasando de un pauelo a una capucha, y de un gorro a
no haber querido prometer asistir al banquete de Periandro un sombrero doble. Los forros de mi jubn no me sirven ms
antes de informarse de quines eran los dems invitados.' 58 que de adorno: ste no es nada, si no le aado una piel de
Para m no existe condimento tan dulce ni salsa tan apetitosa liebre o de buitre, un casquete para mi cabeza. Si sigues esta
como los que se obtienen de la compaa. gradacin, irs a toda marcha. No hara nada, y me desdira
Creo que es ms sano comer ms despacio y menos, y de buena gana del comienzo que le he dado, si me atreviera.
hacerlo ms a menudo. Pero quiero hacer valer el apetito Caes en algn contratiempo nuevo? Esta reforma ya no te
y el hambre: no me dara placer alguno arrastrar, de forma sirve: te has acostumbrado a ella; busca otra. As se arruinan
medicinal, tres o cuatro miserables comidas al da forzadas quienes se dejan atrapar por regmenes estrictos y se someten
de este modo. e 1Quin me asegurara que el gusto dispuesto a ellos con todo escrpulo: necesitan ms, y despus otras
que tengo esta maana lo reencontrase todava para cenar? ms; nunca se acaba.
Aprovechemos, sobre todo los viejos, aprovechemos el pri- Para nuestras ocupaciones y para el placer, es mucho ms
mer momento oportuno que nos surja. Dejemos las esperan- cmodo, al estilo de los antiguos, perder la comida y aplazar
zas y los pronsticos para quienes hacen los almanaques. 159 los banquetes a la hora del retiro y del reposo, sin interrumpir
b 1El fruto supremo de mi salud es el placer; atengmonos al la jornada. As lo h aca yo en otros tiempos. Para la salud,
me parece despus por experiencia, en cambio, que es mejor
'55 Cfr. Sneca, Cartas a Lucilio, r8, 9
comer, y que la digestin se hace mejor despierto.
'5 6 Montaigne alude a Venus, diosa del amor, y a Baco, dios del vino. No soy muy propenso al deseo de beber, ni sano ni en-
En II, 33 se ha referido ya a su asociacin (cfr. Aristteles, Problemas, XXX, fermo. Me suele suceder, entonces, que tengo la boca seca,
r, 953b 30 y ss.). pero sin sed. Y, en general, slo bebo por las ganas que me
'57 Sneca, Cartas a Lucilio, 19, ro.
1 58Plutarco, Banquete de los siete sabios, 2, 148a.
surgen al comer, y muy al comienzo de la comida. Bebo bas-
'59 (c1 ) Dejemos las efemrides para quienes componen los almana- tante bien para un hombre de tipo comn; en verano y en
ques, y para los mdicos. una comida apetitosa, no sobrepaso siquiera los lmites de
1648 1649
LIBRO III CAPTULO XIII LA EX PERIENCIA
Augusto, que no beba sino tres veces exactamente;' 60 pero, remediable que la del fro, y aparte del golpe que los rayos
para no vulnerar la regla de Demcrito, que prohiba dete- del sol asentan en la cabeza, cualquier luz resplandeciente
nerse en cuatro, como si se tratase de un nmero infausto, daa mis ojos. Ahora mismo no podra comer sentado fren-
me deslizo si es necesario hasta cinco, en torno a tres medios te a un fuego ardiente y luminoso. Para mitigar la blancura
sextarios.' 6 ' Los vasos pequeos son, en efecto, mis predi- del papel, cuando acostumbraba a leer ms, pona una pieza
lectos, y me gusta vaciarlos, cosa que los dems evitan como de vidrio sobre el libro, y me senta muy aliviado. Hasta el
inconveniente. Por regla general echo la mitad de agua en el momento164 ignoro el uso de las gafas, y veo de lejos tan bien
vino, a veces un tercio de agua. Y, cuando estoy en casa, por como siempre y como el que ms. Es cierto que cuando atar-
un antiguo proceder que su mdico prescriba a mi padre y dece empiezo a notar confusin y debilidad en la lectura, cuyo
a s mismo, mezclan el que necesito ya en la bodega, dos o ejercicio siempre ha fatigado mis ojos, pero sobre todo de no-
tres horas antes de servirlo. 162 e 1Cuentan que Cranao, rey che. e 1Esto constituye un paso atrs, a duras penas sensible.
de los atenienses, invent la costumbre de aguar el vino;163 Retroceder otro ms, del segundo al tercero, del tercero al
tilmente o no, he visto debatirlo. Me parece ms decente cuarto, tan despacio que deber quedarme completamente
y ms sano que los nios no lo tomen hasta despus de los ciego antes de sentir la declinacin y la vejez de mi vista.
diecisis o dieciocho aos. b 1La forma de vivir ms habitual y Hasta este punto las Parcas tienen arte para deshacer nuestra
comn es la ms bella. Me parece que debe evitarse cualquier vida. Aun as, albergo dudas de que mi odo se est quedando
particularidad, y detestara tanto a un alemn que echara sordo, y veris que habr perdido la mitad y todava echar la
agua en el vino como a un francs que lo bebiera puro. El culpa a la voz de quienes me hablan. Hay que poner el alma
uso pblico legisla sobre tales cosas. en perfecta tensin para hacerle notar cmo se escapa.
Temo el aire denso y huyo mortalmente del humo-la b 1Mi manera de andar es viva y firme ; y no s cul de
primera reparacin a la que me apresur en mi casa fue en los dos, el espritu o el cuerpo, lo fijo ms difcilmente en el
las chimeneas y en los retretes, defecto comn e insoportable mismo punto. El predicador que capta mi atencin durante
de los viejos edificios- , y cuento entre las dificultades de la todo un sermn es un buen amigo. En los lugares de cere-
guerra las espesas polvaredas en las cuales nos mantienen en- monia, donde todo el mundo adopta una compostura tan
terrados en pleno calor, a lo largo de una jornada entera. Mi rgida, donde he visto a las damas mantener hasta los ojos
respiracin es libre y fcil, y mis catarros pasan casi siempre tan quietos, jams he conseguido que alguna de mis partes
sin daar el pulmn, y sin tos. no est todo el rato desvindose. Aunque est sentado en
La dureza del verano me resulta ms hostil que la del un sitio, estoy poco asentado en l. 16 5 e 1La criada del fil-
invierno; pues, aparte de la incomodidad del calor, menos sofo Crisipo deca de su amo que slo se emborrachaba por
las piernas-pues tena la costumbre de moverlas fuese cual
fuese la posicin en que se hallaba, y ella le deca entonces
160 Suetonio,Augusto, 77
161 Cfr. Erasmo, Adagios, II , 3, r: <<Aut quinque bibe, aut treis, aut ne
1 6 4 (b) a los cincuenta y cuatro aos
quatuor>>. Medio sextario era un cuarto de litro.
16 2 Cfr. Guillaume Bouchet, L es Seres (r584), I, r. 16 5 (b) y, para gesticular, apenas voy sin un b astn en la mano, ya sea
16 3 Ateneo,rr,7, 38c. a caballo o a pie.
1650 16 51
LIBRO 111 CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
que el vino que agitaba a sus compaeros a l no le produca ha guardado tres en mi memoria, que la fortuna me depar
alteracin alguna-. 166 Asimismo, se ha podido decir desde supremamente dulces en diversos momentos de mi edad ms
mi niez que yo tena locura, o mercurio, en los pies, hasta floreciente. Mi actual situacin me excluye de ellas. Porque
tal extremo sufren de agitacin e inconstancia, los ponga cada cual por s mismo aporta gracia principal y sabor segn
donde los ponga. la firmeza de cuerpo y de alma en que se halla.
b 1Es indecoroso, aparte de que daa a la salud, e incluso b 1 Yo, que no me muevo sino a ras de tierra, detesto
al placer, comer vorazmente como lo hago yo. Con frecuencia la inhumana sabidura que nos quiere volver desdeosos y
me muerdo la lengua, a veces los dedos, por culpa de la prisa. hostiles hacia el cuidado del cuerpo.171 Me parece tan injusto
Cuando Digenes se encontr con un nio que coma as, dio acoger de mala gana los placeres naturales como tomrselos
una bofetada a su preceptor.167 e 1En Roma haba gente que demasiado a pecho. e 1Jerjes, que, envuelto en todos los pla-
enseaba a masticar, como a andar, con gracia.168 b 1Pierdo ceres humanos, ofreca premios a quien le encontrase otros
por este motivo la ocasin de hablar, que es un condimento distintos,172 era un necio. Pero apenas lo es menos quien re-
tan dulce de las mesas, a condicin de que sean conversacio- duce los que le ha encontrado la naturaleza. b 1No debemos
nes acordes, agradables y breves. seguirlos ni evitarlos; debemos aceptarlos. Yo los acepto
Entre nuestros placeres se producen celos y envidias; se con un poco ms de generosidad y de gracia, y me entrego
oponen y estorban mutuamente. Alcibades, hombre muy con ms gusto a la inclinacin natural. e 1 No es necesario
entendido en la preparacin de banquetes, exclua incluso exagerar su inanidad; se deja sentir y se manifiesta de sobra.
la msica de las mesas, para que no turbara la dulzura de las Gracias a nuestro espritu enfermizo, aguafiestas, que nos
charlas, e 1por el motivo, dice Platn, de que es una costum- hasta de ellos como de s mismo. Se trata a s mismo, y trata
bre propia de plebeyos llamar a instrumentistas y a cantantes todo lo que recibe, ya sea por delante o por detrs, segn su
a los festines, a falta de buenos discursos y gratas conversa- ser insaciable, vagabundo y veleidoso:
ciones, cosas con las cuales la gente de entendimiento sabe
festejarse entre s. 169 b 1Varrn pide esto en un banquete: que Sincerum est nisi uas, quodcunque infunds, acessit.1 7 3
se renan personas de buena presencia y agradable conversa- [Si el vaso no es puro, todo lo que se vierte en l se agra].
cin, ni mudos ni charlatanes, que los vveres y el lugar sean
limpios y delicados, y que el tiempo est despejado. 170 e 1Un Yo, que me jacto de abrazar con tanto afn, y de manera
buen trato en la mesa no es una fiesta carente de arte ni de tan particular, los placeres de la vida, no encuentro en ellos,
placer. Ni los grandes jefes militares, ni los grandes filsofos cuando los miro con esta sutileza, apenas nada sino viento.
han desdeado su uso y su conocimiento. Mi imaginacin Pero, vaya!, somos viento en todo. Y el viento, aun as, ms
sabiamente que nosotros, se complace zumbando, agitn-
16 6 Digenes Laercio, VII , 183 . dose; y se contenta con sus propias funciones, sin desear la
16 7 Plutarco, Si la virtud puede ensearse, 2, 439d. estabilidad ni la solidez, cualidades que no son suyas.
1 68 Cfr. Sneca, Cartas a Lucilio, 15, 7
1652 1653
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
Dicen algunos que los puros placeres de la imaginacin, abrazaba el alma, como si no tuvisemos cuerpo.179 Ambos,
lo mismo que los sufrimientos, son los mayores, como lo ex- viciosamente. Pitgoras, dicen, sigui una filosofa entera-
presaba la balanza de Critolao. 17 4 N o es nada extraordinario. mente contemplativa; Scrates, una que consista toda ella en
Ella los compone a su antojo, y tiene pao de que cortar. To- comportamiento y en accin; Platn encontr el equilibrio
dos los das veo ejemplos insignes de esto, y acaso deseables. entre los dos. 1 80 Pero lo dicen por decir. Y el yerdadero
Pero yo, de condicin mixta, burdo, no puedo apegarme de equilibrio se encuentra en Scrates, y Platn es ms socrtico
manera tan completa a este nico objeto, tan simple que no que pitagrico, y le cuadra mejor.
me entregue con toda pesadez a los placeres presentes de b 1Cuando bailo, bailo; cuando duermo, duermo. Inclu-
la ley humana y general. Intelectualmente sensibles, sensi- so, cuando me paseo en solitario por un hermoso vergel, si
blemente intelectuales. Los filsofos cirenaicos pretenden mis pensamientos se han ocupado de circunstancias extraas
que los placeres corporales, como los sufrimientos, son ms cierta parte del tiempo, otra parte de l los devuelvo al paseo,
poderosos, por ser dobles y por ser ms justos. 17 5 al vergel, a la dulzura de la soledad y a m. La naturaleza ha ob-
b 1Hay algunos, e 1como dice Aristteles, que, por una servado maternalmente que las acciones que nos ha impuesto
brutal insensibilidad, b 1 se las dan de desganados.' 7 6 Co- por nuestra necesidad nos resultaran tambin placenteras.
nozco a otros que lo hacen por ambicin. Acaso no renun- Y nos induce a ellas no slo por medio de la razn, sino tam-
cian incluso a respirar?, no viven slo de lo suyo?, e 1 y bin mediante el deseo. Es injusto corromper sus reglas.
no rechazan la luz por el hecho de ser gratuita, pues no les Cuando veo que Csar y Alejandro, en medio de su gran
cuesta ni invencin ni esfuerzo? 177 b 1Que Marte, o Palas, o tarea, gozan con tanta plenitud de los placeres e 1humanos y
Mercurio los sustenten, a ver qu ocurre, en vez de Venus, corporales, rsr b 1no digo que eso sea relajar el alma, digo que
de Ceres y de Baco.' 78 e 1 No buscarn la cuadratura del es endurecerla, sometiendo, merced a un nimo vigoroso,
crculo encaramados sobre sus esposas? b 1Detesto que nos esas violentas ocupaciones y esos pensamientos laboriosos a
prescriban tener el espritu en las nubes mientras nuestro la prctica de la vida ordinaria. e 1 Qu sabios, si hubieran
cuerpo se encuentra en la mesa. No quiero que el espritu credo que se era su quehacer ordinario, y el otro, el extraor-
se fije o se revuelque en ella; pero quiero que se aplique, e dinario ! Somos grandes insensatos: Ha pasado su vida en el
1que se siente en ella, no que se recueste. Aristipo slo de- ocio, decimos; hoy no he hecho nada. Cmo! , no has
fenda el cuerpo, como si no tuvisemos alma; Zenn slo vivido? sta es no slo la fundamental, sino la ms ilustre de
tus ocupaciones. Si me hubiesen dado la oportunidad de
manejar grandes asuntos, habra mostrado de qu era capaz.
1 74 Cfr. Cicern , Tusculanas, v, 17, 51 ; en tal balanza los bienes del Has sido capaz de meditar y de regir tu vida? : has realizado
alma pesaban mucho ms que los corporales y externos. la tarea ms grande de todas. Para mostrarse y dar fruto, la
1 75 Cfr. Digenes Laercio, 11 , 90.
1 7 6 (b -c1 ) estn desganados. [Aristteles, tica a N icmaco, 111, u ,
naturaleza no necesita de la fortuna. Se muestra igualmente
III9 a 5-I O) .
Cfr. Sneca, Cartas a L ucilio, r2.2 , I4
1 77
178
179 Cicern, A cadmicas, 11 , 4 5, 139.
(b ) Estos humores ventosos pueden forjar cierta satisfaccin , pues
qu no puede sobre nosotros la fantasa?, pero, de sabidura, no tienen rSo San Agustn, Ciudad de Dios, V III , 4
rastro. 18 1 (c 1 ) naturales, y por consiguiente necesarios y justos.
1654 16 55
LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
en todos los estratos, y detrs, como sin cortinaje. Has sa- para alcanzar la virtud que nos asombra en los dos Catones,
bido componer tu comportamiento?: has hecho mucho ms ese talante severo hasta la importunidad, as se someti y ple-
que el que ha compuesto libros. Has sabido reposar?: has g blandamente a las leyes de la condicin humana y de Ve-
hecho ms que quien ha conquistado imperios y ciudades. La nus y de Baca. e 1De acuerdo con los preceptos de su escuela,
grande y gloriosa obra maestra del hombre es vivir de modo que exigen que el sabio perfecto sea tan experto y entendido
conveniente. Todo lo dems, reinar, atesorar, edificar, no son en la prctica de los placeres naturales como en cualquier otro
ms que pequeos apndices y adminculos a lo sumo. b 1Me deber de la vida. Cui eor sapiat, ei et sapiat palatus185 [Que su
complace ver a un general de ejrcito al pie de una brecha que juicio sepa, y que el paladar le saboree].
pretende atacar de inmediato, entregndose por entero y con b 1 Parece que el relajamiento y la facilidad honran a
plena libertad a la comida, a la charla, entre sus amigos. e 1Y las mil maravillas, y convienen ms, al alma fuerte y noble.
a Bruto, cuando el cielo y la tierra han conspirado contra l Epaminondas no consideraba que ponerse a bailar con los
y contra la libertad romana, hurtar alguna hora de la noche a muchachos de su ciudad, e 1a cantar, a tocar msica, b 1y apli-
sus rondas para leer y anotar a Polibio con perfecta calma. 182 carse a estas tareas con atencin, fuesen cosas que vulnerasen
b 1 Son las almas pequeas, sepultadas por la carga de los el honor de sus gloriosas victorias y la perfecta reforma del
problemas, las que no son capaces de librarse del todo de comportamiento que le era propia. 186 Y, entre tantas accio-
ellos, las que no son capaces de dejarlos y retomarlos: nes admirables de Escipin e 1el Viejo, personaje digno de ser
credo de origen celeste,187 b 1nada le confiere ms gracia que
o /artes peioraque passi ver cmo se distraa descuidada y puerilmente recogiendo y
mecum saepe uiri, nunc uino pellite curas; clasificando conchas, y cmo jugaba a tonto el ltimo en la
eras in gens iterabimus aequor. 18 3 playa con Lelio. 188 Y, si haca mal tiempo, cmo se diverta y
[oh hombres valientes que a menudo habis compartido conmigo lo peor, deleitaba representando por escrito en comedias 18 9 las ms
ahora expulsad con el vino las preocupaciones; maana surcaremos el plebeyas y bajas acciones de los hombres. e 1Y, con la cabeza
mar inmenso]. llena de la extraordinaria empresa de Anbal y de frica,
cmo visitaba las escuelas de Sicilia, y asista a las lecciones
Ya sea en burla, ya sea en serio que el vino teologal y sorbnico filosficas hasta afilar los dientes de la ciega envidia de sus
se ha convertido en proverbio, como sus festines, 184 me pare-
ce razonable que coman tanto ms placentera y gratamente
18 5 Cicern, El bien y el mal supremos, 11 , 8, 24.
cuanto ms til y severamente han empleado la maana en el 18 6 (b ) la ms ordenada reforma del comportamiento que hubo jams
ejercicio de su escuela. La conciencia de haber hecho buen en hombre alguno. [Cornelio Nepote, Epaminondas, 2 ; Cicern, Tuscula-
uso de las dems horas es un justo y sabroso condimento de nas, I, 2 , 4].
las mesas. As han vivido los sabios. Y la inimitable tensin 18 7 (b ) Escipin el Joven, en suma, el primer hombre entre los roma-
nos. [Cfr. Cicern, La repblica, VI, El sueo de Escipin] .
18 8 Idem, El orador, 11 , 6 , 22 (en realidad, se trata de Escipin Emi-
182 Plutarco, Bruto, 4, 6-8. 18 3 Horado, Odas, 1, 7 , 30-32. liano, no de Escipin el Viejo).
18 4Cfr. el autor protestante Henri Estienne, Apologie pour Hrodote, 18 9 Montaigne asume la atribucin de las comedias de Terencio a
22 (La gula y la vinolencia de los eclesisticos). Escipin Emiliano (cfr. el captulo 1, 39) .
1656 1657
.....
enemigos en Roma. 1 9 b 1Ni hay cosa ms notable en Scrates soportar el hambre, la pobreza, la indocilidad de sus hijos, la
que, ya viejo, encuentre el tiempo de hacerse ensear a bailar rapacidad de su esposa. Y, finalmente, la calumnia, la tirana,
y a tocar instrumentos, y lo d por bien empleado. 1 9 1 la prisin, las cadenas y el veneno. b 1Pero invitaban acaso
ste permaneci en xtasis, de pie, un da entero y una a este hombre a rivalizar en la bebida por deber de sociabi-
noche en presencia de todo el ejrcito griego, sorprendido lidad? Era tambin el que sala vencedor de toda la tropa.1 9 8
y arrebatado por algn profundo pensamiento. 192 e 1Fue el Y no rehusaba ni jugar a las avellanas con los nios, ni correr
primero, entre tantos valerosos soldados, en correr en auxilio con ellos con un caballo de madera; y se le daba bien. En efec-
de Alcibades, abrumado por los enemigos, en protegerlo to, todas las acciones, dice la filosofa, convienen igualmente
con su cuerpo y en librarlo de la multitud con la viva fuerza y honran igualmente al sabio. Tenemos manera de hacerlo
de las armas. 193 En la batalla de Delin, se le vio levantar y y jams debemos cansarnos de presentar la imagen de este
salvar aJenofonte, derribado del caballo. 194 Y, entre todo el personaje en todos los modelos y las formas de perfeccin.
pueblo de Atenas, exasperado como l por un espectculo e 1Hay muy pocos ejemplos de vida plenos y puros. Y se causa
tan indigno, fue el primero en presentarse a ayudar a Terame- un perjuicio a nuestra instruccin al proponernos todos los
nes, al que los treinta tiranos hacan conducir a la muerte por das otros que son dbiles y defectuosos, apenas buenos para
medio de sus esbirros; y no desisti de esta audaz empresa un solo hbito, que ms bien nos echan atrs, corruptores
sino ante la advertencia del mismo Teramenes, aunque no le ms bien que correctores.
siguieron en todo ms que otros dos. 195 Se le vio, perseguido b 1El pueblo se equivoca. Es mucho ms fcil andar por
por una beldad de la cual estaba prendado, mantener cuando los extremos, donde la extremidad sirve de lmite, de freno y
fue preciso una severa abstinencia. 196 Se le vio b 1continua- de gua, que por la va del medio, ancha y abierta, y segn el
mente marchar en la guerra, e 1 y pisar el hielo, b 1 con los arte, que segn la naturaleza; pero es tambin mucho menos
pies desnudos, llevar la misma ropa en invierno y en verano, noble y menos digno de elogio. e 1La grandeza del alma no
superar a todos sus compaeros en resistencia al esfuerzo, consiste tanto en ascender y avanzar como en saber man-
no comer otra cosa en los banquetes que de ordinario. 1 9 7 tenerse en orden y circunscribirse. Tiene por grande todo
e 1Se le vio, durante veintisiete aos, con el mismo semblante, aquello que es suficiente. Y muestra su elevacin p refiriendo
las cosas medianas a las eminentes. 199 b 1 Nada es tan her-
1 9 Tito Livio, XXIX, 19. moso y legtimo como hacer bien de hombre, y tal como es
1 9 1 Jenofonte, Banquete, 2, r6-r9. debido. Ni hay ciencia tan ardua como saber vivir bien200
1 9 2 Platn, Banquete, 22oc-d. Variante c1 tachada: Esta accin es
esta vida. Y, entre nuestras enfermedades, la ms salvaje es
un poco elevada y sobrehumana; me las arreglara sin ella en el relato de
su vida. Se trata de milagros de estas divinas almas que no puedo valorar despreciar nuestro ser. Quien pretenda apartar el alma, que
dado que no puedo entenderlos [Montaigne recupera esta reflexin, con lo haga sin temor, si puede, cuando el cuerpo se comporte
palabras distintas, al final del captulo]. mal, para librarla de este contagio. En lo dems, por el con-
1 93 Platn, Banquete, 22od. 1 94 Digenes Laercio, II, 22.
trario , que la asista y ayude, y que no rehse participar en
1 95 Diodoro de Sicilia, XIV, 5, 2.
1 97 Platn, Banquete, 219e- 22ob; cfr. Jenofonte, R ecuerdos de S- 198 Platn, Banquete, 22oa.
crates, I, 3, 5-6. 1 99 Cfr. Sneca, Cartas a L ucilio, 39, 4 200 (c1 ) y de modo natural
1658 !659
LIBRO 111 CAPTULO XIII LA E XPERIENCIA
sus placeres naturales, y deleitarse en ellos conyugalmente, corriendo lo malo, y detenerse en lo bueno. Las expresio-
aportando, si ella es ms sabia, la moderacin, no sea que nes comunes pasatiempo y pasar el tiempo representan
por falta de sensatez se confundan con el sufrimiento. e 1La la costumbre de esas personas prudentes que no creen poder
intemperancia es la peste del placer, pero la templanza no es sacar mejor provecho de su vida que derramarla y rehuirla,
su azote: es su alio. Eudoxo, que fijaba el bien supremo en pasarla, esquivarla y, en la medida de lo posible, ignorarla y
l, y sus compaeros, que lo elevaron a un valor tan alto, lo evitarla, como una cosa de carcter molesto y desdeable.
saborearon en su ms graciosa dulzura gracias a la templanza, Pero yo la s distinta, y la encuentro valiosa y grata, incluso en
que en ellos fue singular y ejemplar. 201 su ltimo tramo, en que yo la poseo. Y la naturaleza nos la ha
b 1Ordeno a mi alma que mire el dolor y el placer con una entregado provista de tales circunstancias, y tan favorables,
mirada igualmente e 1ordenada-eodem enim uitio est e//usio que no debemos quejarnos sino a nosotros mismos si nos pesa
animi in laetitia qua in dolare eontraetio202 [pues cuando el y si se nos escapa intilmente. e 1Stulti uita ingrata est, trepida
alma se expande alegre cae en el mismo vicio que cuando est, tata in /uturum /ertur 205 [La vida del necio es ingrata, es
se deprime dolorida]-e igualmente b 1 firme. Pero a uno agitada, toda ella est dirigida hacia el futuro].
con alegra, al otro con severidad; y, en la medida en que b 1 Me preparo, sin embargo, a perderla sin lamentos,
ella pueda contribuir, con tanto empeo para extinguir uno como algo que ha de perderse habida cuenta su condicin,
como para extender el otro. e 1Ver sanamente los bienes trae no como cosa molesta e importuna. e 1Adems, no disgustarse
consigo ver sanamente los males. Y el dolor tiene algo que no por la muerte slo conviene propiamente a quienes se com-
puede evitarse en su tierno inicio, y el placer algo que puede placen en la vida. b 1Es necesario administrarla para gozar de
evitarse en su extremo fin. Platn los acopla, 203 y pretende ella; yo la gozo el doble que los dems, pues la medida del goce
que la funcin de la valenta sea tanto luchar contra el dolor depende de la mayor o menor aplicacin que ponemos en ella.
como hacerlo contra los inmoderados y cautivadores atrac- Sobre todo en este momento, cuando percibo la ma tan breve
tivos del placer. 204 Son dos fuentes en las cuales, el que bebe de duracin, quiero aumentar su peso; quiero frenar la rapi-
donde, cuando y como es preciso, sea una ciudad, sea un dez de su huida mediante la rapidez de mi aprovechamiento,
hombre, sea un animal, es muy feliz. La primera debe tomarse y compensar la celeridad de su disipacin con el vigor del uso
como medicina y por necesidad, ms frugalmente; la otra, por que hago de ella. A medida que la posesin de la vida sea ms
sed, pero sin llegar hasta la embriaguez. El dolor, el placer, el breve, tengo que volverla ms honda y ms plena.
amor, el odio son las primeras cosas que siente un nio; si, al Los dems sienten la dulzura de una alegra, y de la pros-
aparecer la razn, se acomodan a ella, eso es la virtud. peridad; yo la siento tanto como ellos, pero no de paso y
b 1Yo tengo mi propio y exclusivo diccionario: paso el fugazmente. Ciertamente, hay que estudiarla, saborearla y
tiempo cuando es malo y desagradable; cuando es bueno, rumiada para darle las gracias debidas a quien nos la otorga.
no lo quiero pasar, lo degusto, me fijo en l. Hay que pasar Gozan de los otros placeres como gozan del sueo, sin darse
cuenta. Para que ni siquiera el dormir se me escapara de ma-
20 1 Cfr. Aristteles, tica a Nicmaco, X, 2, rr72b 9 y ss. nera tan insensible, en otros tiempos me pareci conveniente
20 2 Cicern, Tusculanas, IV, JI, 66 .
2 0 3 Cfr. Platn, Fedn, 6ob-c. 2 0 4 Idem, L eyes, I , 633c-d. 20
5 Sneca, Cartas a Lucilio, 15, 9 (la mxima pertenece a Epicuro).
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LIBRO 111 CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
que me lo turbaran para poder entreverlo. Reflexiono conmi- gentes que apresuran y prolongan su huida a medida que
go mismo sobre una alegra, no me limito a coger su espuma; son seguidos. El fruto y objeto de su persecucin es per-
la examino, y obligo a mi razn a aprovecharla, ahora que se seguir, como Alejandro deca que el fin de su trabajo era
ha vuelto triste y difcil. Me encuentro acaso en un estado trabajar: 207
tranquilo?, hay algn placer que me deleita? No dejo que
los sentidos se lo apropien: le asocio el alma. No para que se Nil actum credens cum quid superesset agendum.208
implique en l, sino para que se complazca; no para que se [Creyendo que nada est hecho cuando resta algo por hacer].
pierda en l, sino para que se encuentre. Y la dedico por su
parte a mirarse en ese prspero estado, a sopesar y estimar Por mi parte, pues, amo la vida y la cultivo tal como Dios
la dicha, y a ampliarla. Ella mide hasta qu punto debe a ha tenido a bien otorgrnosla. No albergo el deseo de que
Dios tener la conciencia y las restantes pasiones internas en estuviera exenta de la necesidad de beber y de comer, e 1y me
reposo, tener el cuerpo en su disposicin natural, gozando parecera un error no menos excusable desear que sta fuese
de manera ordenada y conveniente de las funciones suaves doble 09 -Sapiens diuitiarum naturalium quaesitor aeerri-
y halageas con las cuales le place compensar por su gracia mus2'0 [El sabio es un buscador acrrimo de las riquezas
los dolores con que su justicia nos golpea en su momento. naturales]-, ni b 1 que nos sustentsemos slo con poner
Mide lo que vale encontrarse en un punto tal que, all donde en la boca una pizca de la droga con la cual Epimnides se
dirija la vista, el cielo est despejado en torno suyo: ningn privaba de apetito y se mantena,2II ni que produjramos
deseo, ningn temor o duda que le enturbie el aire, ninguna insensiblemente los hijos por los dedos o por los talones e
dificultad, e 1pasada, presente o futura, b 1por encima de la 1-sino, hablando con reverencia, ms bien que los produ-
cual su imaginacin no pase sin dao. Esta consideracin jramos tambin voluptuosamente por los dedos y por los
cobra un gran brillo al compararla con condiciones diferen- talones-, b 1 ni que el cuerpo se viera libre de deseo y de
tes. As, me ofrezco bajo mil aspectos a a quienes excitacin. 212 Son quejas ingratas e 1e injustas. b 1Yo acepto
la fortuna o su propio error arrastran y abaten. Y tambin a de buena gana, e 1y con gratitud, bl todo lo que la naturale-
aquellos, ms cercanos a m, que acogen con tanta blandura
y despreocupacin su buena fortuna. Son gentes que en ver- 20 7 Arriano, v , 26 .
dad pasan el tiempo; van ms all del presente y de cuanto 208 Lucano, II , 657 (en referencia a Julio Csar).
poseen por servir a la esperanza, y por las sombras y vanas 20
Variante e' tachada: y de comer, sino, hablando con reverencia,
9
imgenes que la fantasa les pone delante, ms bien que fuese doble.
210
Sneca, Cartas a Lucilio, rr 9, 5.
2
" Plutarco, Banquete de los siete sabios, 14, r 57d; Digenes Laercio,
Marte obita quales /ama est u olitare figuras, 1, II4.
aut quae sopitas deludunt somnia sensus, 206 212
Cfr. san Agustn , Ciudad de Dios, XI V, r6: H ay algn amante de
[Tal como las figuras que, segn se cuenta, aletean tras la muerte, la sabidura y de los gozos santos que, practicando la vida conyugal .. . no
o como esos sueos que engaan a nuestros sentidos adormilados], prefiriese, si fuese posible, engendrar los hijos sin esta pasin, de suerte que
aun en el momento de la p rocreacin estuviesen sometidos a la mente los
rganos creados para esta funcin ... no excitados por el ardor pasional?
20 6 Virgilio, Eneida, x, 641 -642. (trad. S. Santamara y M. F uertes, Valencia, 2ooo) .
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LIBRO III CAPTULO XIII LA EXPERIENCIA
za ha hecho por m, y me complazco y me felicito por ello. b 1Yo busco por todas partes su rastro: la hemos confundi-
Se comete una injusticia con este grande y todopoderoso do con huellas artificiales; e 1y por ese motivo el supremo
donador rehusando su don, anulndolo y desfigurndolo. e bien acadmico y peripattico, que es vivir de acuerdo con
1Todo bueno, lo ha hecho todo bueno. Omnia quae seeun- ella, deviene difcil de delimitar y de explicar; y lo mismo el
dum naturam sunt aestimatione digna sunt213 [Todo cuanto de los estoicos, prximo a ste, que consiste en adherirse
es conforme a la naturaleza es digno de estima] . a la naturaleza. b 1 No es un error considerar que algunas
b 1 Entre las opiniones de la filosofa, prefiero abrazar acciones son menos dignas por el hecho de ser necesarias?
las que son ms slidas, es decir, las ms humanas y nues- Ciertamente, no me sacarn de la cabeza que no sea muy
tras. Mis razonamientos son, de acuerdo con mi conducta, conveniente el matrimonio entre placer y necesidad, e 1de la
bajos y humildes. e 1A mi juicio, se comporta como un nio cual, dice un antiguo, los dioses son siempre cmplices. 21 7
cuando gallea para predicamos que maridar lo divino con b 1Para qu desmembramos en divorcio un edificio tejido
lo terrestre, lo razonable con lo que no lo es, lo severo con con una correspondencia tan estrecha y fraternal? Al con-
lo indulgente, lo honesto con lo deshonesto, es una alianza trario, reconcilimoslo por medio de servicios mutuos. Que
violenta, que el placer es una cualidad brutal, indigna de que el espritu despierte y vivifique la pesadez del cuerpo, que
la pruebe el sabio; 214 que el nico placer que obtiene cuando el cuerpo detenga y fije la ligereza del espritu. e 1Qui uelut
posee a una bella joven esposa es el placer de su conciencia de summum bonum laudat animae naturam, et tanquam malum
que realiza una accin conforme al orden, como si se calzara naturam earnis aeeusat, pro/eeto et animam carnaliter appetit
las botas para una til cabalgada. Que sus adeptos no tengan et earnem carnaliter/ugit, quoniam id uanitate sentit humana,
ms derecho ni nervios ni sustancia al desvirgar a sus mujeres non ueritate diuina 21 8 [Aquel que loa la naturaleza del alma
que en su leccin. No es eso lo que dice Scrates, preceptor como bien supremo, y acusa a la naturaleza de la carne como
suyo y nuestro. l aprecia como debe el goce corporal, pero un mal, sin duda apetece carnalmente el alma y huye carnal-
prefiere el del espritu, porque posee ms fuerza, firmeza, mente de la carne, pues juzga segn la vanidad humana, no
variedad, dignidad. En modo alguno es ste el nico, segn segn la verdad divina]. b 1N o h ay elemento alguno en el don
l-no es tan quimrico-, sino tan slo el primero. Para l, que Dios nos ha concedido que sea indigno de nuestro cui-
la templanza modera los placeres, no se opone a ellos. 215 dado; hemos de rendir cuentas hasta de un simple cabello.2 1 9
b 1 La naturaleza es un gua dulce, pero no ms dulce Y el encargo hecho al hombre de que conduzca al hombre
que prudente y justo. e 1Intrandum est in rerum naturam et
penitus quid ea postulet peruidendum 216 [Debemos penetrar 2 1 7 Alusin a un verso de Simnides, convertido en expresin
en la naturaleza de las cosas y ver exactamente qu exige]. proverbial: Ni siquiera los dioses luchan contra la necesidad (cfr. Pla-
tn , Protgoras, 345d; Leyes, VII, 8r8b; Erasmo lo recoge en el adagio II ,
3, 4! ) .
21 3 Cfr. Cicern, El bien y el mal supremos, IV , 21 , 58 (idea atribuida 21 8
San Agustn, Ciudad de Dios, XIV, 5
a los estoicos). 21 9
Cfr. Mateo ro, 30. Variante c1 tachada: La accin de la razn per-
21 4 Cfr. Sneca, Cartas a L ucilio, 92, 6. fecta no es otra que la voluntad de la naturaleza. Haec est sapientia,
21 5 Cfr. Platn, R epblica, IX, 585a-e. in naturam conuerti [Esto es la sabidura, volver a la naturaleza] (Sneca,
216 Cicern, El bien y el mal supremos, v , r6, 44 Cartas a L ucilio, 94, 68) .
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segn su condicin no es un formalismo. 220 Es expreso, ge- una viva y vehemente esperanza, el uso del alimento eterno,
nuino, e 1y muy importante, b 1y el creador nos lo ha dado objetivo final y ltima estacin de los deseos cristianos, ni-
seria y severamente. 221 e 1Slo la autoridad tiene fuerza ante co placer firme e incorruptible, desdean prestar atencin
los entendimientos comunes, y pesa ms en lengua extranje- a nuestros indigentes bienes, pasajeros y ambiguos, y aban-
ra. Recarguemos en este pasaje: 222 Stultitiae proprium quis donan fcilmente al cuerpo el cuidado y el uso del alimento
non dixerit, ignaue et contumaciter /acere quae /acienda sunt, sensible y temporal. b 1 ste es un estudio privilegiado. 225
et alo corpus impeliere, alo animum, distrahique nter diver- e 1Entre nosotros,226 son cosas que siempre he visto en singu-
sissimos motus223 [Quin no dira que es propio de la ne- lar acuerdo: las opiniones supracelestes y el comportamiento
cedad hacer con indolencia y contumacia aquellas cosas que subterrneo.
deben hacerse, y empujar el cuerpo y el alma en direcciones b 1Esopo, e 1un gran hombre, b 1vio que su amo haca
diferentes, y disociarse entre movimientos tan distintos?] . aguas mientras andaba: Pues qu?, dijo, tendremos
b 1Pero, adems, para verlo, haz que algn da te cuenten que cagar mientras corremos?. 227 Administremos el tiem-
las ocupaciones y las fantasas que aqul se mete en la cabeza, po; todava nos queda mucho ocioso y mal empleado. Nues-
y por las cuales aparta el pensamiento de una buena comida y tro espritu no tiene, a buen seguro, otras horas suficientes
se lamenta de la hora que emplea en alimentarse. Descubrirs para hacer sus tareas sin que se separe del cuerpo el breve
que nada hay tan inspido en ninguno de los platos de tu mesa intervalo que precisa para su necesidad . Pretenden salirse
como ese bonito quehacer de su alma-la mayora de las ve- fuera de s mismos y escapar al hombre. Es una locura: en vez
ces ms nos valdra estar completamente dormidos que velar de transformarse en ngeles, se transforman en bestias;22 8 en
por lo que velamos-, y descubrirs que su razonamiento y vez de elevarse, se despean. e 1 Me espantan los humores
sus intenciones no valen tu guisado. Aunque se tratara de los trascendentes, tanto como los sitios altos e inaccesibles; y
arrebatos del mismo Arqumedes, 224 qu importara? No nada me resulta difcil de digerir en la vida de Scrates sino
me refiero aqu, y no mezclo, con la chiquillera de hombres sus xtasis y sus demoneras, 229 nada tan humano en Pla-
que somos nosotros, y con los vanos deseos y pensamientos tn como aquello por lo cual, segn dicen , le llaman divino.
que nos distraen, esas almas venerables, elevadas por ardor b 1Y, entre nuestras ciencias, me parecen ms terrenales y vi-
devoto y religioso a una constante y concienzuda meditacin les aquellas que han ascendido ms arriba. Y n ada encuentro
de las cosas divinas, e 1 que, anticipando con la fuerza de tan humilde y tan mortal en la vida de Alejandro como sus
fantasas en torno a su inmortalizacin. Pilotas le reprendi
no (b) una comedia.
22 5 (b) Nuestros afanes son todos mundanos, y, entre los mundanos,
221 Variante ci tachada: como fin supremo de nuestro deb er y sumo
bien del hombre. los ms naturales son los ms justos.
2 2 2 Variante ci tachada: Escuchemos la voz del maestro. N o extraigo
226 Es decir, entre los hombres comunes. 2 2 7 Planudio, Esopo, 28.
22 8 P ascal se acordar de este pasaje al escribir su clebre El hombre
mis desvaros sino de las escuelas m s severas.
22 3 Sneca, Cartas a Lucilio, 7 4 , 32 no es ni ngel ni bestia, y la desgracia quiere que si alguien pretende hacer
22 4 Cfr. Plutarco, Mareelo, 1 7 , II (Arqumedes se olvidaba de comer y el ngel, haga la bestia>> (Penses, Lafuma, 6 78) .
22 9 Montaigne da una posible explicacin natural del demon socrti-
abandonaba el cuidado de su cuerpo, posedo por una suerte de entusias
mo); La imposibilidad de vivir placenteramente segn Epicuro, n, 1094b-c. co al final de I , rr.
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jocosamente al responderle; l se haba congratulado en una cum mente, nec turpem senectam
carta del orculo de Jpiter Ammn que le pona entre los degere, nec cythara carentem.233
dioses: En cuanto a ti, me alegro mucho, pero hay motivos [Concdeme, Latona, gozar con salud de aquello que est a mi alcance,
para compadecer a los hombres que hayan de vivir con un y, te lo ruego, con la mente inclume; evtame una vejez ignominiosa y
hombre, y obedecer a un hombre, que sobrepasa la medida privada de ctaras].
del hombre e 1y no se contenta con ella. 230 Diis te minorem
quod geris, imperas 231 [Mandars si te comportas como in-
ferior a los dioses].
b 1La noble inscripcin con que los atenienses honraron la
llegada de Pompeyo a su ciudad, se conforma a mi parecer:
2 3 Quinto Curcio, VI , 9
2 31 Horacio, Odas, 111, 6, 5 (citado por Justo Lipsio, Adversus dialo-
gistam, I).
2 32 Plutarco, Pompeyo, 27, 5 2 33 Horacio, Odas, 1, JI, 17 -20 (los versos estn dirigidos a Apolo) .
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