Proceso Democrático Inmóvil Chile 1990-1999
Proceso Democrático Inmóvil Chile 1990-1999
Proceso Democrático Inmóvil Chile 1990-1999
En este sentido, llama la atencin que muchos estudios sobre el momento actual de Chile, ms
all de sus agudezas y acuerdos o desacuerdos, tienen la impronta de un cierto escepticismo o, en
su defecto, de un ideologismo, disfrazados ambos de una forma de descripcin a veces, incluso,
densa. Sin embargo, no queda claro desde qu ngulo se organiza el pensamiento orientado en
forma que en la realidad que emerge como el contenido de un esfuerzo interpretativo-explicativo
es difcil, cuando no imposible, desencadenar sus potencialidades, esto es, no cabe en esas
descripciones ningn margen para reconocer mbitos de realidad en los que pueda distinguirse la
presencia de diferentes tipos de actores capaces de construir nuevos sentidos de realidad.
Lo que decimos es la necesidad de abordar los problemas terico-polticos que surgen en la
actual coyuntura que lleva la impronta del capitalismo transnacional. Y ello supone incorporar en
la misma construccin del discurso terico a la dimensin utpica para no quedarse aprisionado
en los parmetros de la situacin de fuerza dominante. Es por eso que una teora del Estado debe
completarse con una teora de la lucha poltica -tanto como una teorizacin sobre el modelo
econmico, o sobre el orden poltico- y acompaarse de una teorizacin de los actores. La
historia es siempre un espacio con una zona de indeterminacin. En este marco, muchos de los
anlisis sobre la situacin poltica actual se caracterizan por una estructura altamente
determinista, pero en los que esta zona de indeterminaciones no aparece reconocida, aunque
represente el espacio de los verdaderos desafos para enfrentar nuevas construcciones sociales.
Este tipo de anlisis expresa una carencia de utopas que traduce un cierto derrotismo poltico,
escepticismo intelectual o conformidad psicolgica. Y quienes hacen excepcin a este perfil
levantan banderas ideolgicas o puramente axiolgicas sin mostrar las alternativas de
construcciones viables, esto es, polticas. Pero, cuando se trata de mostraras, por lo general son
discursos que quedan atrapados en los parmetros del orden hegemnico. Las nicas
excepciones, no muchas, son aquellos que tienen el coraje de reutilizar el utillaje gnoseolgico
proveniente de un marxismo actualizado, desprendido de todas las falsedades y vacos de su
tradicin ortodoxa.
En efecto, nos enfrentamos a la tarea de construir la gran utopa que saque al pas de su atrofia
actual, oculta detrs de un discurso auto complaciente, y que responda a las tareas que plantea la
transnacionalizacin, que reflejan al patrn de acumulacin dominante, el cual consiste en "la
nueva forma en que se organiza el capital en la esfera productiva", en que se "combina la
centralizacin del poder sobre variadas actividades productivas por medio de conglomerados con
una desconcentracin simultnea de la actividad productiva misma, fragmentando los circuitos
productivos y modificando notablemente los procesos de trabajo"2 y cuya importancia consiste
en que este proceso de centralizacin del capital en conglomerados con desconcentracin
productiva "se ha traducido finalmente en una aceleracin de la acumulacin de los grandes
capitales con un estancamiento permanente de la rentabilidad del segmento de capitales pequeos
y, principalmente, con severos efectos sobre el movimiento obrero" .3
Las consecuencias sociales de lo anterior son evidentes, pues, en el caso de Chile, "slo un 5 %
de la poblacin, o en el mejor de los casos el 10 %, capta para s la mayor parte de la riqueza"4 ,
lo que ubica a ste entre los pases con peor distribucin del ingreso. Este hecho concuerda con
los datos del Banco Mundial de que el 20 por ciento ms rico de la poblacin concentra el 61 por
ciento del ingreso nacional. De manera ms exacta, "el veintil ms rico de hogares, con un 30 %
del ingreso nacional, concentra 50 veces ms que el veintil ms pobre, que apenas llega a un 0.6
% del ingreso nacional" .5
En este contexto, la construccin de la utopa plantea que la descripcin de hecho de las nuevas
heterogeneidades, que alteran el cuadro social, econmico y cultural, obliga a complementarse
con otra lectura organizada desde opciones de construccin social. Ello implica entender los
hechos como potencialidades conformadas por la globalizacin, en cuanto espacios de actores y
de la consiguiente capacidad de stos para vislumbrar e impulsar la construccin de proyectos
diferentes de sociedad.
En efecto, estn las contradicciones, por una parte, que resultan del patrn de acumulacin, como
es la concentracin del capital, la cual coexiste con el escenario de surgimiento de nuevas
tecnologas que se identifican como una mejor vida para todos, y -de otra- una modificacin de
las identidades sociales de pertenencia que es producto de los cambios en las condiciones de
vida, en cuyos marcos se contiene la tensin entre el volumen de ingresos posibles y los patrones
de vida que se imponen socialmente como deseables.
La situacin actual del llamado Estado democrtico tiende a apoyarse en un sistema de clientelas
que conforma una sociedad civil dependiente de un orden poltico adecuado para una
determinada estrategia de crecimiento econmico; es una sociedad civil dbil porque expresa la
aguda atomizacin social que impide el desarrollo de ciudadanos y que se corresponde con "un
sistema poltico autista, desconectado de su medio ambiente societal". 7
Ese proceso determina la autonoma sometida a una ostentosa deformacin en "oligarqua
poltica" que oculta sus tensiones, todava no claramente manifiestas entre representados y
representantes. Lo que decimos se muestra en la tendencia a los acuerdos "transversales" entre
los distintos segmentos de la clase poltica, ms all de sus diferencias ideolgicas que,
supuestamente, legitiman su condicin de mandatarios; de ah que esta tensin puede constituir
un foco latente de conflictos que lleguen a desencadenar procesos desconocidos.
Tambin lo que decimos se puede estar traduciendo en una prdida de representatividad de los
partidos; en la falta de inters de la poblacin por participar en las elecciones y, por ltimo, en la
tendencia a forjar el proyecto democrtico con base en una lgica cupular con desvinculacin de
la base social. En este sentido, la alianza gobernante, la alianza de fuerzas democrticas,
conforma un proyecto poltico a nivel de la clase poltica, en el espacio de la dirigencia partidista,
sin haber podido sedimentarse como movimiento social. Por eso, puede representar una forma de
control de la sociedad civil, de manera de garantizar que sta respete los lmites del orden
poltico.
Las anteriores son algunas potencialidades que rescatamos como pticas para organizar la lectura
de la coyuntura actual, la cual reconoce como una de sus expresiones el espacio de la sociedad
civil, en tanto contenga una pluralidad de visiones. Esta pluralidad puede definir el campo en el
que se contengan distintas modalidades de subjetividades sociales, dentro de las cuales cabra
diferenciar las que llegan a conformar sujetos y las que no; y, entre las primeras, a los distintos
tipos de sujetos en cuanto a la significacin que pueden asumir si se les analiza desde la
perspectiva de su capacidad de influencia en la sociedad nacional. Dicha pluralidad se traduce en
la problemtica del surgimiento o no de las capacidades sociales para profundizar en el desarrollo
de la democracia, a travs de impulsar la resistencia contra la desigualdad, o sea, capaces de
promover que la democracia avance hacia la equidad social.
Esa debilidad es reforzada por el sistema electoral que facilita que con un tercio de la voluntad se
pueda controlar la mayora del Senado, adems del elemento ideolgico de pretender identificar
cualquier debate en la democracia con posturas anti-democrticas, el cual, de alguna manera -
ms all de la derecha que no ha roto "el cordn umbilical con el rgimen militar pasado" 9-, se
ha transformado en la pauta de comportamiento fundada en un concepto de equilibrio social muy
prximo al inmovilismo.
Desde esta perspectiva, se plantea la relacin entre actores sociales y polticos que puedan
transformar ciertos valores en propuestas de sociedad; en tal situacin la democracia puede
asumir el carcter de un espacio amplio donde se pueda desplegar el juego entre distintos
proyectos o utopas, o bien reducirse a constituir el espacio de un solo proyecto: el hegemnico.
Por esta razn, se puede discutir la significacin poltica de la re-organizacin del Estado y en
particular el de la descentralizacin del poder, en cuanto transferencia de la capacidad de
decisin sobre opciones de construccin socio poltica, yendo ms all de la cuestin de la
eficiencia del aparato estatal, esto es, abriendo espacios aunque sea desde el poder local, que
transgredan la alianza a nivel nacional de "cooperacin de las lites polticas del antiguo rgimen
autoritario y del emergente rgimen democrtico" .11
Desde esta visin, se puede plantear "desarrollar la funcin de regulacin del mercado", pero sin
cuestionar el patrn de acumulacin, limitndose, en el mejor de los casos, a polticas focalizadas
en atacar la pobreza. Sin embargo, qu significa estimular el crecimiento econmico con base en
inversiones cada vez mayores, que conllevan un alto desarrollo tecnolgico, generadoras de una
alta concentracin del ingreso, pero sin que se corresponda con la creacin de nuevos empleos, y
en ese contexto plantear la equidad social y la sustentabilidad ambiental?, cul es la racionalidad
que se supone a esa inversin que permita concluir que sea promotora de equidad y equilibrio
ecolgico?, en qu realidad imaginaria se puede estar pensando?
De otra parte, cmo es posible y qu naturaleza revestira promover el desarrollo de la sociedad
civil en un contexto de marginacin creciente, de pauperizacin aguda, de ignorancia ominosa?,
es qu la equidad y la sustentabilidad ambiental se pueden reducir al mbito de las polticas
sociales que ofrece apoyar el Banco Mundial? Y en caso de ser as, de dnde saldrn los
recursos?, estn los sectores acomodados dispuestos a una modificacin de la estructura
tributaria para poder estar en condiciones de enfrentar y superar la injusticia y lograr el desarrollo
ecolgico? 12
Una de las consecuencias del abandono de un proyecto de fuerza social se puede observar en la
falta de preocupacin acerca de cmo compatibilizar la globalizacin, reflejo de la
transnacionalizacin del capital, con la defensa de la sociedad nacional. Se renuncia a sta en
beneficio de aquella?, la subordinacin de la sociedad nacional a la globalizacin econmica no
se traduce acaso en la creacin de condiciones que garanticen la preponderancia y privilegio de
grupos sociales particulares al costo de marginar a las grandes mayoras?
El proyecto central que impuls el rgimen militar de garantizar una sociedad ordenada para un
despegue econmico, de reforzar un gobierno estable y comprometido con los agentes
principales de la produccin, parece ser el mismo proyecto de la democracia, en la que se
contina buscando la consolidacin de grandes conglomerados polticos comprometidos con el
mismo proyecto econmico, de manera de no arriesgar la lnea estratgica a travs de la
alternancia en el ejercicio del poder.
Cabe preguntarse si el proceso de redemocratizacin es capaz de trascender los lmites del orden
poltico heredado o, en definitiva, quedarse atrapado por ste. El proyecto econmico social
autoritario se contiene en la democracia revivida, o sta lo altera? Renace la democracia como
espacio de mltiples proyectos, congruente con su condicin de pluralidad, o ms bien es
solamente el vehculo civil para el mismo proyecto econmico concentrador de la riqueza? Por lo
mismo, la civilidad de los gobiernos democrticos expresa la misma lgica de orden impuesta
por el rgimen autoritario, aunque con otrodiscurso ideolgico?
Este proceso de militarizacin cumple la funcin de establecer una nueva relacin entre sociedad
civil y orden poltico, pero cuya viabilidad puede darse solamente desde un poder centralizado,
libre de los obstculos propios de la normatividad demcrata-parlamentaria. Se trata de ajustar a
las necesidades y lmites del orden poltico, las demandas, efervescencias y mltiples expresiones
ideolgicas y programticas que surgan en la sociedad civil. Los parmetros de funcionamiento
de sta quedan subordinados a los parmetros del orden poltico-estatal. Este orden es el que
aparentemente se hereda, no exclusivamente en el mbito de las estructuras institucionales, sino
principalmente en el plano de una ideologa dominante, mutilante, triunfal, bloqueadora de
visiones y despolitizadora de la conciencia.
La primera situacin se dio en la etapa de los golpes militares cuando su principal justificacin,
en el contexto de la guerra fra, fue impedir el advenimiento y consolidacin del comunismo. La
segunda modalidad es la propia del momento actual, caracterizada por la estrategia econmica
neoliberal: no hay otra estrategia posible, en el contexto de la globalizacin, que permita
garantizar el crecimiento de los pases latinoamericanos.
En efecto, si bien inicialmente el sentido de los golpes militares fue impedir un orden comunista,
la razn superior de su legitimacin fue alegar la carencia de alternativas y, as, surgi el estado
autoritario militar como la forma de organizacin estatal necesaria para asegurar y reimpulsar un
desarrollo capitalista debilitado durante la poca de la democracia social y poltica, aquella que
conformaba un espacio entre proyectos de diferentes actores sociales.
Esta subordinacin de la sociedad civil al orden poltico, que caracteriza la forma estatista-
autoritaria, es la que nos debe responder si efectivamente se ha heredado a los regmenes civiles,
lo que se puede manifestar en situaciones tales como la alta concentracin de facultades en la
figura presidencial y en la tendencia a su reeleccin indefinida. Es indudable que la conducta
poltica de los grupos en el poder en el seno de la democracia est fuertemente determinada por
el inters de crear las condiciones internas capaces de atraer al capital internacional y asegurar el
ciclo de su reproduccin y ampliacin; de ah que los requisitos de orden, control y eficacia se
imponen a los espacios de pluralidad que se convierten en disfuncionales para la consecucin de
estos objetivos econmicos. De esta manera, el modelo econmico fija las caractersticas del
sistema poltico y la democracia de espacios abiertos no es vista como la opcin que mejor
asegure el logro de esas metas.
La idea conservadora que justific el golpe de 1973, permea o no el pensamiento poltico actual
en el contexto de la democratizacin? Su reivindicacin de una "figura fuerte en la conduccin
del Estado" y su crtica al "democratismo cristiano se ve complejizada con la postura del
gremialismo que, sin abandonar la necesidad de un "Estado portaliano", devala la accin
partidista, enfatizando "el papel de las asociaciones intermedias y (que) entrega al Estado una
funcin puramente subsidiaria" .15
Notas
1. Luis Maira. Chile, la transicin interminable. Ed. Grijalbo. Mxico D.F.. 1999.
2. Rafael Agacino. La anatoma de la globalizacin y la integracin econmica, meca. ,1997. p.
6.
3. Ibid., p. 7.
4. Hugo Fazio. "Chile entre los pases de peor distribucin del ingreso a nivel mundial", en Jorge
Lavandero. El Dilema de Chile Crecimiento sin Equidad? Alegra y Asociados Editores.
Santiago, Chile. 1996. p. 55.
5. Jacobo Schatan. "El crecimiento econmico, equidad y pobreza en Chile: una visin
diferente", en J.Lavandero. op. cit.. p. 78.
6. Rodrigo Bao y Enzo Faletto. Institucionalidad poltica y proceso social: el debate sobre
presidencialismo o parlamentarismo. Serie Cuadernos de Trabajo, Octubre. Departamento de
Sociologa, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. 1992. p. 73.
7. Robinson Prez. "Contexto y racionalidades en la modernizacin del Estado", en Revista de la
Academia, No. 1, Primavera. Universidad Academia Humanismo Cristiano. 1995. p. 65.
8. Manuel Antonio Garretn. Hacia una nueva era poltica. Estudio sobre las democratizaciones.
FCE. Santiago, Chile. 1995. pp. 255 y 258.
9. Ib., p. 258.
10. Robinson Prez, o. c. en nota 6, p. 58.
11. Id..
12. Frente a los estudios que demuestran la factibilidad de financiar el ataque a la pobreza con
recursos provenientes de los sectores de altos ingresos (cfr: J. Schatan, o. c. en nota 4), por parte
de la derecha se sostiene que la distribucin del ingreso "no debera ser, en este momento, la
preocupacin fundamental de los chilenos", preocupacin que recin debera expresarse, "cuando
hayamos logrado el ingreso per cpita de 20,000 dlares anuales por habitante, cuando ya no
tengamos pobreza" (Antonio Sancho, Director del Programa de Desarrollo Social del Instituto
Libertad y Desarrollo, citado por Hugo Fazio, o. c. en nota 3, p. 55).
13. Es conocida la preocupacin del imperialismo ante esta situacin econmica y poltica. Es as
como se trat de interrumpirlo, en el trnsito del gobierno Demcrata Cristiano al gobierno de la
Unidad Popular, recurriendo a presiones inauditas sobre la Democracia Cristiana para impedir
que el sucesor de Frei fuera Allende. Segn afirma documentadamente Joan Garcs, el gobierno
de Estados Unidos "puso a disposicin de doscientos cincuenta mil dlares para sobornar a
parlamentarios del Partido Demcrata Cristiano para evitar que stos votaran a favor del Dr.
Allende en el Congreso Pleno". No obstante, la directiva de la Democracia Cristiana de la poca
no acept "los sobornos promovidos desde Washington". En efecto, "en el pleno de la Junta
Nacional de ese partido, el 4 de octubre de 1970, la propuesta de elegir a Allende en el Congreso
Pleno fue aprobada por 271 votos contra 191" (Joan Garcs. Soberanos e intervenidos. Chile, la
guerra fra y despus. Ediciones BAT. Santiago, Chile. 1995. pp. 68y 69 (nota al pie de pgina.).
14. R. Bao y E. Faletto. o. c. en nota 5, p. 22.
15. Renato Cristi y Carlos Ruiz: El pensamiento conservador en Chile. Ed. Universitaria,
Santiago, Chile. 1992, pp. 124 y 126.
16. Ib., p. 127.