Multiculturalidad y Pluralismo Político

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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO


FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIA POLTICA

CURSO: MULTICULTURALIDAD Y PLURALISMO


POLTICO
DOCENTE: SOC. EDUER BERNILLA RODRIGUEZ

UNIDADES:
I. INTRODUCCIN A LA MULTICULTURALIDAD
Y AL PENSAMIENTO POLTICO. IDEAS Y
FUNDAMENTOS
II. DESARROLLO CONCEPTUAL Y PRCTICO DE
LA MULTICULTURALIDAD Y EL
PLURALISMO POLTICO EN EL MUNDO.
HISTORIA DEL PLURALISMO POLTICO
III. FORMAS DE PLURALISMO POLTICO Y
MULTICULTURALIDAD EN EL CONTEXTO
GLOBAL Y NACIONAL
IV. MULTICULTURALIDAD Y EL PLURALISMO
POLTICO EN EL PER, PERSPECTIVAS Y
DESAFIOS

Ciencia Poltica-UNPRG-2017
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DATOS INFORMATIVOS.
Ao de Estudios : Segundo Ao
Crditos : 07
Pre-Requisito : Ninguno
Horas semanales : 04
Tericas : 02
Prcticas : 02
Ao acadmico : 2017
Celular : 970293255
Email : [email protected]

OBJETIVO.

Comprender los fundamentos, caractersticas y planteamientos


prcticos de la multiculturalidad y el pluralismo poltico

Lambayeque mayo del 2017

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Ernesto Daz Couder Cabral

Multiculturalismo y educacin

Colombia

2009

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La interpretacin ms obvia del multiculturalismo lo considera como


sinnimo de pluralidad o diversidad cultural. Hace referencia a la existencia
de varias comunidades culturales en un mismo territorio o entidad poltica.
Significa simplemente muchas culturas. Sin embargo, la interpretacin
pertinente en esta discusin atae a las polticas de tolerancia o
reconocimiento de la diversidad cultural. Len Oliv (1999: 58-59)
denomina al primer caso multiculturalismo factual en la medida que
solamente constata el hecho de la existencia de diversas culturas. Al segundo
lo denomina multiculturalismo normativo ya que concierne a las normas
que regulan la relacin entre las diversas culturas es decir, se refiere a

... modelos [de sociedad que] incluyen concepciones acerca de las


culturas, sus funciones, sus derechos y obligaciones; las relaciones
entre las culturas y los individuos, y las relaciones entre las
diversas culturas (Oliv 1999: 59).
Es decir, el multiculturalismo como una forma de integracin poltica de
grupos culturales diversos. Esta concepcin del multiculturalismo dio lugar
a un amplio debate en la dcada de los noventa acerca de la posibilidad
filosfica, jurdica y sociolgica de integrar pueblos con culturas distintas en
una misma entidad poltica; es decir, acerca de la viabilidad de la
interculturalidad o de los estados multiculturales. Una estrategia frecuente
entre los crticos del multiculturalismo consiste en tratarlo como si fuera
sinnimo de relativismo, descalificando errneamente los argumentos a
favor de una sociedad multicultural (Harrison y Huntington, 2000; Ovejero,
2002; Sartori, 2001). Un ejemplo de lo anterior es la introduccin a una serie
de artculos sobre el multiculturalismo (La bomba multicultural es el ttulo
temtico) en la revista Letras Libres (marzo 2006: 12-13). Me permito citar
in extenso para conservar la integridad del argumento,

El multiculturalismo defiende la diversidad cultural y una


sociedad multitnica, haciendo hincapi en el respeto y la
tolerancia. Bellas pero cndidas palabras si se analizan con

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cuidado. Fruto de la posmodernidad, y su inherente relativismo,


propone que todas las formas de civilizacin son cultural y
ticamente equiparables. Quien defiende esta idea, incluso con la
mejor de las intenciones, pone en peligro el acuerdo que destil
Occidente despus de siglos de batallas y de concertaciones, la
universalidad de los valores que deben regir una democracia, a
saber: derechos humanos, libertad de prensa, igualdad jurdica del
hombre y de la mujer, separacin del Estado y la religin, etctera.
Es decir, respeto al individuo frente a la entelequia de los valores
colectivos. El multiculturalismo piensa a las culturas como
departamentos estancos, imperturbables en el tiempo y ajenos a las
influencias.
Frente a este discurso, se impone la lgica de las identidades
voluntarias y mltiples, el mestizaje, la identidad como suma de
gustos, gestos y actitudes. El multiculturalismo ve el mundo desde
las rgidas vitrinas de un museo de etnografa: aqu, los
inaccesibles vascos, all, los indmitos aymaras, y no como el
mosaico vivo, contradictorio, cambiante y mezclado de la
humanidad. El multiculturalismo propone, en ltima instancia,
leyes especficas para cada comunidad, al exigir respeto a
prcticas, y usos y costumbres, muchas veces inaceptables desde
otras pticas. Frente a este discurso estn los valores liberales e
ilustrados, con el buque insignia de la igualdad frente a la ley.
Ciudadanos libres y no suma de tribus, los habitantes de un pas
suscriben un acuerdo frente al que se tienen los mismos derechos
y las mismas obligaciones.
Estas crticas al multiculturalismo se basan en una argumentacin
antirrelativista que parte de un falso dilema lgico:

o bien hay criterios absolutos para decidir qu sistemas de normas


es preferible, es decir, los criterios que estn por encima de
cualquier cultura, o bien no hay criterios absolutos y todos
dependen siempre de algn contexto cultural especfico (Oliv
1999:45).
Repitiendo a Platn, argumentan que si no hubiera valores universales
entonces todo valdra lo mismo, cualquier idea u opinin tendra la misma
validez. Es decir, habra que aceptar, entre otras cosas, que las creencias o
costumbres de pueblos primitivos tienen la misma validez que las
verdades cientficas y racionales de los pueblos civilizados; es decir,

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tendramos que aceptar que la tradicin tiene la misma validez que la


modernidad, y que por tanto tambin son vlidos modelos de desarrollo
distintos a los impulsados por los grandes consorcios transnacionales. Ante
este aparente dilema se pretende justificar el uso de un criterio absoluto
(universal) para establecer la validez de unos (derechos humanos, ciudadana
y ciencia) pero no de otros (usos y costumbres, tribus y chamanismo). Ese
criterio es la racionalidad. Se comienza por catalogar al chamanismo como
parte de prcticas irracionales (creencias, costumbres, tradiciones, mitos),
en tanto la ciencia estara sustentada en verdades fundadas en los
principios pretendidamente universales y absolutos de la razn. Este
falso dilema es resultado, como hace notar Gonzalo Munvar, de un
milenario error de lgica que consiste en aceptar que si no existen verdades
o valores absolutos y por tanto universales, entonces todos los puntos de vista
son igualmente vlidos:

[] la negacin de la existencia de la verdad absoluta no implica


que todos los puntos de vista son igualmente vlidos. Slo implica
que varios puntos de vista pueden ser igualmente vlidos. Es
incre- ble que durante ms de dos mil aos se haya ignorado un
apunte tan elemental de la lgica de cuantificadores. Increble o
no, este hecho de la historia de la filosofa ha viciado una gran
cantidad de disputas filosficas, especialmente aquellas que tienen
que ver con la ciencia, con la sociedad, o con la cultura (Munvar,
1998).
Tal error, equivalente a si no crees en mi dios entonces debes creer en mi
demonio (Geertz, 2000: 50), no slo ha viciado las discusiones filosficas,
tambin lo ha hecho en el campo de las ciencias sociales, incluidas las
discusiones sobre la interculturalidad en la educacin. Como sea, una vez
aceptado ese dilema no queda sino tomar partido entre dos alternativas, ya
que desde una visin universalista el relativismo es inaceptable porque hace
a un lado valores presuntamente vlidos para todas las culturas, esto es,
trascendentes a todas ellas; en tanto que desde una posicin relativista, el

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universalismo es un obstculo para comprender el conocimiento y los valores


de un pueblo dentro del marco cultural especfico en que ocurren, contexto
indispensable para su validez. Para superar ese falso dilema es necesario
dejar de pensar en trminos de dioses y demonios y dejar de debatir contra
molinos de viento relativistas que no son sino la representacin de los
temores (el demonio) del universalismo. Una discusin detallada alrededor
de este aparente dilema se encuentra en varias obras publicadas en aos
recientes (Villoro; Salmern; Munvar; Oliv, 1999 y 1996; Sartori, 2001).
Con todo, quizs no sea del todo inoportuno contribuir con algunas
reflexiones a esta discusin.

Uno de los grandes principios que sustentaron los ideales de la Ilustracin


fue precisamente la conviccin en la universalidad de la Razn, la cual
presupone que existen verdades y valores absolutos que pueden ser
discernidos por procedimientos racionales; ya sea mediante principios
innatos o a priori (Decartes por ejemplo), inferidos de la experiencia (Locke)
o por medio de una sntesis de ambos (Kant sobre todo). En todos los casos
subsiste el principio de que la Razn es universal porque es inherente a la
naturaleza humana de los individuos (Hume), es decir, es parte del orden
natural de las cosas, no un producto cultural resultante de las prcticas
sociales, colectivas, de cada comunidad. El pensamiento tico del
liberalismo tambin se sustenta en este principio. Es la Razn lo que
distingue a los humanos de los animales y, consecuentemente, de ella
emanan los derechos naturales de los hombres. Slo a partir de la conducta
racional se puede distinguir a las personas autnomas libres y
responsables de las dependientes, quienes no pueden hacer un uso
responsable, o sea racional, de su libertad. Una persona o ente irracional
estara, por tanto, naturalmente subordinado a uno racional. Es lo que
justifica el dominio de los seres humanos sobre el mundo natural, as como

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el derecho de los individuos racionales a tutelar a los carentes de razn y


por extensin igualmente natural justifica el tutelaje de las sociedades
racionales (la gente de razn) sobre las no racionales (la gente de costumbre).
Solamente los individuos y las sociedades racionales pueden, en virtud de su
superioridad natural, erigirse como seres o entidades autnomas. Como
todos sabemos, no todos los individuos califican como seres racionales y por
tanto no pueden ser legtimamente autnomos, es decir, capaces de ejercer
responsablemente la libertad que deriva naturalmente del pensamiento
racional. Los casos ms evidentes son los alienados mentales o los menores
de edad, quienes carecen de autonoma para ejercer su derecho a decidir
libremente hasta recuperar o alcanzar el estado de razn. Pero en el bando de
los irracionales han permanecido hasta muy recientemente las mujeres
recordemos que el derecho a votar de las mujeres apenas tiene 50 aos en
nuestro pas y el caso de las culturas indgenas an parece estar en debate
(Bartolom, 1998). En realidad se trata de una idea muy antigua, expresada
ya por Aristteles en su Poltica:

La naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conservacin,


ha creado a unos seres para mandar y a otros para obedecer. La
naturaleza ha fijado por consiguiente, la condicin especial de la
mujer y la del esclavo. Ha querido que el ser dotado de razn y de
previsin mande como dueo, as como tambin que el ser capaz
por sus facultades corporales de ejecutar las rdenes, obedezca
como esclavo, y de esta suerte el inters del seor y el del esclavo
se confunden.

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Juan Godenzzi

La multiculturalidad

En multiculturalidad, identidad y
globalizacin de Luis Sifuentes De la Cruz.

Universidad Nacional de Educacin


Enrrique Guzmn y Valle. La Cantuta.

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Es la primera expresin del pluralismo cultural, que promueve la no


discriminacin por razones de raza o cultura, la celebracin y
reconocimiento de la diferencia cultural as como el derecho a ella. El
multiculturalismo se ubica dentro de la filosofa del pluralismo cultural, es
tanto una situacin de hecho como una propuesta de organizacin social.
Dentro del paradigma pluralista, el multiculturalismo surgi como un
modelo de poltica pblica y como una filosofa o pensamiento social de
reaccin frente a la uniformizacin cultural en tiempos de globalizacin. Se
ha concebido como una oposicin a la tendencia presente en las sociedades
modernas hacia la unificacin y la universalizacin cultural, que celebra y
pretende proteger la variedad cultural, al tiempo que se centra sobre las
frecuentes relaciones de desigualdad de las minoras respecto a las culturas
mayoritarias. En la gnesis y expansin del multiculturalismo, fueron
especialmente influyentes las lneas seguidas en Norteamrica y en algunos
pases de Europa Occidental, particularmente el Reino Unido.
Posteriormente han venido a sumarse importantes consideraciones pluri y
multiculturales, desde las propuestas latinoamericanas en relacin con la
autonoma y autodeterminacin de los pueblos indgenas. El
multiculturalismo ha sido puesto en cuestin desde posiciones directamente
polticas y desde posiciones tericas de fuerte calado crtico-ideolgico.

La multicultura peruana

Identidades tnicas y culturales: pluralidad de experiencias en el Per


Todo aquel que recorre el territorio del Per ahora encuentra pueblos de
habla y de conducta cultural diversa. A simple vista, son los vestidos, o las
creencias culturales, o los patrones de comportamiento, etc., o las variedades
de una misma lengua, o las diferentes lenguas existentes a lo largo y ancho
del pas, los que nos hacen ver el gran mosaico de variedad que es el Per.
La diversidad del Per fue tan evidente a la llegada de los espaoles que

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oblig a que muchos cronistas lo anoten por escrito. Uno de ellos, Cieza de
Len, para hacer patente lo diverso y plural que era el Per al tiempo de su
llegada, habla de las muchas naciones y lenguas que existan en el territorio
peruano. Lamentablemente, aquella riqueza real o imaginaria percibida por
Cieza de Len hoy se nos aparece muy disminuida, pues ya no estn
presentes las naciones y lenguas de la costa, y muchas de la sierra y de la
selva son ahora extintas o en vas de desaparecer.

reas culturales peruanas

Hace por lo menos unos cinco mil aos que comenz en lo que es hoy el
Per -con el neoltico- un proceso de sedentarizacin que gener una serie
de comunidades culturales y lingsticas ampliamente diversificadas. Tales
grupos humanos, desde ms o menos nueve mil aos, haban empezado a
practicar la agricultura y, en el aislamiento sedentario favorecido por la
prctica de la actividad agraria, desarrollaron una experiencia cultural rica y
variada que fue hacindose cada vez ms especfica a travs de la
consolidacin de una serie de rasgos singulares que dan forma a las
especificidades culturales. De all que tengamos ante nosotros las culturas
concretas de los machiguengas, de los cocama, de los de Cajatambo; o la
tradicin aimara, yaminahua, bora, etc. Para cada uno de los grupos humanos
implicados podemos enumerar rasgos particulares y fundamentales de
naturaleza cultural especfica.

Aquella etapa de sedentarizacin que favoreci, por su aislamiento, el


surgimiento de diversidad de comunidades lingstico-culturales, le sigue en
el territorio peruano la etapa que los arquelogos llaman del Desarrollo
Regional, que da como resultado la aparicin de importantes organizaciones
estatales de alcance regional, que implicaron: a) extincin de lenguas y
culturas de grupos sociales minoritarios de entonces, b) sntesis culturales de
formaciones que se adscriban a culturas relativamente diferentes y, c)

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advenimiento de idiomas con una comunidad de hablantes ms grande y


territorios necesariamente ms extensos.

Todo esto es posible a partir de contactos humanos, lingsticos y


culturales intensamente homogenizadores de las diferencias preexistentes.
Hablando con el lenguaje actual, diramos que en esta etapa de nuestra
historia ocurri un primer proceso de globalizacin en el Per (+), con todo
lo que ello implica. EI panorama configurado durante la poca del
surgimiento de los estados regionales es, en lo lingstico, bsicamente el
mismo que aquel encontrado por los espaoles a su llegada a Cajamarca en
1532. Dicha configuracin lingstico-cultural sigue marcando la impronta
de lo comn y lo heterog- neo que advertimos aun hoy en el rea geogrfica
peruana. Quienes se preocupan por la diversidad de tradiciones peruanas
deben buscar en esta etapa las races de muchos de los rasgos que
caracterizan a los distintos grupos humanos del Per, sea como rasgos de
identidades especficas, o como rasgos que marcan comunidad de
experiencia adquirida y desarrollada en el espacio que llamamos Per. Ha
habido ms procesos de globalizacin en el Per, pues las diferentes etapas
del imperio incaico, ligadas a sucesivas lenguas diferentes, tambin
significaron globalizaciones de distinto grado. La invasin europea
constituy, como sabemos, una de las ms recientes globalizaciones,
involucrando a nuevos mundos y culturas.

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Giovanni Sartori

La sociedad multitnica

Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros

Grupo Santillana de Ediciones

2001

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Primera parte

Pluralismo y sociedad Libre

La sociedad abierta:

hasta qu punto abierta?

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Sociedad cerrada, sociedad abierta. La contraposicin es de Karl Popper


(1945) y plantea bien el interrogante de esta obra: dado que una buena

sociedad no debe ser cerrada, hasta qu punto debe ser abierta una

sociedad abierta? S entiende, abierta sin autodestruirse como sociedad, sin


explotar o implosionar. Y, por supuesto, por sociedad abierta no se entiende

ni aqu ni en la literatura que trata de ello una sociedad sin fronteras.

Las fronteras pueden desplazarse, pero siempre habr alguna frontera,


aunque se puedan variar enormemente su franqueabilidad y su porosidad.

As pues, sociedad abierta. Popper la teoriz en su trabajo La sociedad


abierta y sus enemigos, en el que el primer enemigo (y, por tanto, el fundador
de la sociedad cerrada) resulta ser Platn. Lo cual es una interpretacin muy
arbitraria. Pero en este trabajo la teora popperiana de la sociedad abierta no
interesa demasiado [1]. Aqu basta establecer que la sociedad abierta es, en
esencia, la sociedad libre tal como la entiende el liberalismo [2]; y que el
mrito de la expresin popperiana es sobre todo el de ser una muy acertada
expresin alusiva, un esplndido aserto evocativo. Pero tambin por esta
razn decir sociedad abierta no ayuda demasiado a quien quiere abarcar y
profundizar en el tema.

Vuelvo a la pregunta: abierta a qu y hasta qu punto? Puede llegar a

incluir, por ejemplo, una sociedad multicultural y multitnica basada en la


ciudadana diferenciada? Popper no se planteaba estos problemas porque
en su tiempo no se planteaban; y ni siquiera nos suministra un hilo conductor
para afrontarlos. Para entender hasta qu punto se puede abrir una sociedad
y, por consiguiente, cundo la apertura llega a ser demasiado abierta,
debemos identificar un cdigo gentico. Y sostendr que este cdigo
gentico de la sociedad abierta es el pluralismo. Porque es el pluralismo el
que descifra mejor que cualquier otro concepto las creencias de valor y los

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mecanismos que han producido histricamente la sociedad libre y la ciudad


liberal y por ello el que mejor permite precisar y profundizar las aperturas
que vamos a debatir.

Pluralismo y tolerancia
De entrada, la primera objecin puede ser que el concepto de pluralismo
es difcil, demasiado oscuro y complejo como para servir verdaderamente de
hilo explicativo; o bien, por el contrario, que la nocin de pluralismo se ha
convertido en una nocin que sirve para todo y por ello resulta demasiado
fcil y demasiado vaca como para tener utilidad heurstica.

Y esta ltima objecin, por desgracia, s tiene fundamento. Desde hace


medio siglo a nuestros das el novedismo [3] se ha dedicado a desgastar
palabras y a desquiciar el lenguaje en que se basa el proceder de las ideas
claras y distintas. Y seguramente pluralismo est entre esas palabras
desgastadas, incluso es una de las ms desgastadas. Hoy pluralismo es una
palabra de moda; y por eso mismo se ha convertido en una palabra
trivializada de la que se abusa.

Pero sa no es una razn para tirarla a la basura. Una palabra abandonada


debe ser una palabra sustituible; si no,incurrimos en una mera prdida. Y
como pluralismo no es sustituible, resulta que hay que restaurar y
reconstruir ese concepto. Una reconstruccin de la que resultar que si bien

es verdad que el concepto de pluralismo es complejo todos los conceptos

importantes lo son no es cierto que sea oscuro.

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Histricamente, la idea de pluralismo (subrayo: la idea, no la palabra, que


llegar siglos ms tarde) ya est implcita en el desarrollo del concepto de
tolerancia y en su aceptacin gradual en el siglo XVII en la poca de las
guerras de religin [4]. Se comprende que tolerancia y pluralismo son
conceptos distintos, pero tambin es fcil entender que estn intrnsecamente
conectados. En este sentido: que el pluralismo presupone tolerancia y, por
consiguiente, que el pluralismo intolerante es un falso pluralismo. La
diferencia est en que la tolerancia respeta valores ajenos, mientras que el
pluralismo afirma un valor propio. Porque el pluralismo afirma que la
diversidad y el disenso son valores que enriquecen al individuo y tambin a
su ciudad poltica.

Hay que subrayar que aqu se produce un vuelco radical de perspectiva.


Muchos atribuyen el mrito de esta inversin a la Reforma y concretamente
al puritanismo. El ms eminente defensor de esta tesis ha sido

A. D. Lindsay (1934) [5]. Pero hay que tener cuidado con las
generalizaciones. La Reforma protestante pluraliza las iglesias, pero en esa
ruptura y fragmentacin no hay nada de intrnsecamente pluralista. En
cuanto al puritanismo, si se refieren en concreto a la experiencia de las
congregaciones y las comunidades puritanas, entonces el hecho es que para
los puritanos ingleses y americanos democracia y libertad eran palabras
e ideas despreciables. Es verdad que los puritanos afirmaban la libertad de
conciencia y de opinin, pero en realidad reivindicaban la libertad de su
propia conciencia y opinin, para despus ser intolerantes frente a las
opiniones y religiones ajenas. Y, por tanto, desafiar a las autoridades
constituidas en nombre de la libertad de conciencia no es pluralismo porque
lo que reivindicamos para nosotros mismos se niega a los otros.

La experiencia puritana ha sido importante, en cambio, para romper el


nudo entre la esfera de Dios y la del Csar, y despus, siguiendo esa senda,

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para despolitizar la sociedad. Con los puritanos el centro de gravedad de la


vida humana se coloca en asociaciones voluntarias independientes del
Estado; asociaciones cuyo vnculo interno (entre asociados) prevalece sobre
el vnculo (externo) entre individuos y soberano.

Pero esta despolitizacin no implica repito que los puritanos hayan

descubierto la visin pluralista del mundo. Por otra parte, descubrir a los
padres fundadores no interesa demasiado. S interesa, en cambio, entender
bien el significado y la extraordinaria novedad del descubrimiento.

Hasta el siglo XVII se haba credo siempre que la diversidad era la causa
de la discordia y de los desrdenes que llevaban a los Estados a la ruina. Por
tanto, se haba credo siempre que la salud del Estado exiga la unanimidad.

Pero en ese siglo se fue afirmando gradualmente una concepcin opuesta


y fue la unanimidad la que poco a poco se hizo sospechosa. Y la civilizacin
liberal y luego la liberal-democracia se han construido a trompicones a partir
de este revolucionario vuelco. Los imperios de la antigedad, las autocracias,
los despotismos son portadores de (y se apoyan en) una visin
monocromtica de la realidad, mientras que la democracia es multicolor.
Pero es la democracia liberal, no la democracia de los antiguos, la que se
funda sobre el disenso y sobre la diversidad. Somos nosotros, no los griegos
de la poca de Pericles, los que hemos inventado un sistema poltico de
concordia discors, de consenso enriquecido y alimentado por el disenso, por
la discrepancia.

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El pluralismo de partidos
Hasta aqu, a vista de pjaro, una historia de las ideas. Pero cmo se han

traducido estas ideas en hechos, en realidades? Para encontrar una respuesta


puede resultarnos til contemplar el nacimiento de los sistemas de partidos,
cmo y por qu los partidos han llegado a serlo.

Los partidos se llaman as porque son partes. Y cuando sostenemos que


el disenso y la diversidad son buenos para el cuerpo social y para la ciudad
poltica se da por supuesto que la ciudad poltica est compuesta, e incluso
est bien que as sea, de partes. Y esas partes que llamamos partidos se han
afirmado, histricamente, en virtud de ese supuesto.

Est claro que todos los ordenamientos polticos siempre han desplegado
en su interior grupos en lucha despiadada entre s. Pero estos grupos, en

poltica, se llamaban facciones. Entonces, cmo es que las facciones se

transforman en partidos? El nombre cambia porque el objeto cambia. Por


otra parte, tanto el nombre como el objeto se han afirmado muy lentamente.
El trmino partido aparece a comienzos del siglo XVIII y se pone en
evidencia con la Dissertation upon Parties de Bolingbroke de 1733-1734;

pero no ser hasta con Burke en 1770 en Thoughts on the Cause of Present

Discontents cuando los partidos se declaran por primera vez no slo

necesarios sino tambin respetables. En su clebre definicin, Burke dice


as: Partido es un cuerpo de personas unidas para promover, con su comn
compromiso, los intereses nacionales a partir de un especfico principio

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sobre el que todos estn de acuerdo. De este modo, Burke distingue


claramente el partido de la faccin. Las facciones representan slo una
lucha mezquina e interesada por la conquista de puestos y de
remuneraciones, mientras que los partidos son honorable connections,
honorables conexiones necesarias para el pleno cumplimiento de nuestro
deber pblico (1839, vol. I, pp. 425-426).

Cuando Burke escriba esto, contravena la comn opinin de su tiempo


de que los partidos degeneran siempre en faccin (y que son como facciones)
afirmando, en cambio, que eran su superacin; esta intuicin no tena un
apoyo doctrinario, una base de apoyo teortico. Somos nosotros,
retrospectivamente, los que entendemos cmo el paso de la faccin al partido
supone el afirmarse de una

Weltanschauung pluralista. Fuera del pluralismo el partir, el dividirse y


tomar partido, es nocivo, y ser parte contra el todo, en perjuicio del todo, es
faccin.

Slo con el pluralismo cabe concebir el dividirse como bueno, y as los


partidos aparecen como partes de un todo, como componentes positivos de
su todo. Los partidos son inconcebibles en la ciudad de Hobbes y no se
contemplaban en la de Rousseau. Los partidos ven la luz slo cuando se
afirma la creencia de que es mejor un mundo variado y mltiple que un
mundo monocromtico. Por tanto, pluralismo y partidos, idealmente, han
nacido en un mismo parto. Y la expresin pluralismo de partidos est
preada de significados. Diramos que los partidos en plural son un producto
real del pluralismo como ideal [6].

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El empobrecimiento del concepto


Volvamos a la Begriffsbildung, a la construccin conceptual. Hemos visto
que, histricamente, el concepto de pluralismo se desarrolla a lo largo de la
trayectoria que va desde la intolerancia a la tolerancia, de la tolerancia al
respeto del disenso y despus, mediante ese respeto, a creer en el valor de la
diversidad. Pero cuando se acua la palabra pluralismo y despus, en el
siglo XX, cuando se incorpora al vocabulario de la poltica, los antepasados
intelectuales que he mencionado se ignoraron u olvidaron.

Los pluralistas ingleses de principios del novecientos (Figgis, D. H. Col


y, sobre todo, Harpld Laski) derivaron su doctrina del Genossenschaftsrecht
alemn teorizado por Gierke, o sea del mundo medieval de las corporaciones,
y, por tanto, redujeron el pluralismo a una teora de la sociedad multigrupo
entendida para negar la primaca del Estado. Esta reduccin es aceptable para
la Begriffsbildung, pero, por supuesto, constituye un drstico
empobrecimiento del concepto. Y los sucesivos pluralistas americanos de los
aos cincuenta (bien representados por el volumen The Governmental
Process de David Truman) lo hicieron peor. En la versin politolgica
norteamericana (paso por alto la de los antroplogos, porque slo aadira
confusin a la confusin) el pluralismo empieza con Arthur Bentley (que
escriba The Process of Government en 1908) y desemboca en una pura y
simple teora de los grupos de inters, en la llamada interest group theory of
politics[7]. Y aqu ya s que nos salimos de madre. Aparte de que hacer
arrancar el pluralismo de Bentley es historiogrficamente risible, si

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pluralismo es expresin y reivindicacin de inters entonces toda la


nobleza del concepto se pierde. En realidad, en el llamado pluralismo
americano no hay ningn contenido holsticamente pluralista. Del pluralismo
como creencia de valor ya no queda ni rastro, el concepto se desarraiga
completamente de su razn de ser y.se convierte as en una palabra librada
al viento que suena bien pero que significa poco.

Y eso contribuye a explicar la gran popularidad adquirida por la palabra a


partir de los aos sesenta. Desde entonces se nos cuenta que el pluralismo
existe siempre y en todas partes. Existe en frica[8], existe en India, exista
en la Unin Sovitica (a pesar del comunismo)[9] y existe en todas partes
por fuerza (es decir, por definicin) porque todas las sociedades son de
alguna manera plurales y de alguna manera diferenciadas.

S, pero sobre todo y fundamentalmente no. Pluralismo no es ser plurales.


Y si confundimos los dos conceptos entonces colocamos juntos, en una
noche hegeliana en la que todos los gatos son pardos, una fragmentacin

tribal (frica), un sistema de castas (India) y tambin (por qu no?) la

existencia conforme al propio estamento del orden medieval. Pero esto no es


ms que una operacin que yo llamo de evaporizacin de los conceptos, o
sea, de destruccin de las ideas claras y distintas. Y antes de retomar el
camino y de llegar a los abusos ms recientes del trmino me toca precisar
lo que se puede y se debe entender sensatamente por pluralismo.

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Segunda parte

Multiculturalismo y sociedad desmembrada

El multiculturalismo antipluralista

Pluralismo y multiculturalismo no son en s mismas nociones antitticas,


nociones enemigas. Si el multiculturalismo se entiende como una situacin
de hecho, como una expresin que simplemente registra la existencia de una
multiplicidad de culturas (con una multiplicidad de significados a precisar),
en tal caso un multiculturalismo no plantea problemas a una concepcin
pluralista del mundo. En ese caso, el multiculturalismo es slo una de las
posibles configuraciones histricas del pluralismo. Pero si el
multiculturalismo, en cambio, se considera como un valor, y un valor
prioritario, entonces el discurso cambia y surge el problema. Porque en este
caso pluralismo y multiculturalismo de pronto entran en colisin.

Mientras tanto, no est nada claro que ms multiculturalismo equivalga a


ms pluralismo. Si una determinada sociedad es culturalmente heterognea,

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el pluralismo la incorpora como tal. Pero si una sociedad no lo es, el


pluralismo no se siente obligado a multiculturizarla. El pluralismo aprecia la
diversidad y la considera fecunda. Pero no supone que la diversidad tenga
que multiplicarse, y tampoco sostiene, por cierto, que el mejor de los mundos
posibles sea un mundo diversificado en una diversificacin eternamente

creciente. El pluralismo no se olvide nace en un mismo parto con la

tolerancia (supra, 1,2 y 1,6) y la tolerancia no ensalza tanto al otro y a la


alteridad: los acepta. Lo que equivale a decir que el pluralismo defiende, pero
tambin frena la diversidad. Como escribe Zanfarino (1985, p. 175), el
pluralismo implica por definicin distinciones y separaciones, pero no es
abandono pasivo a la heterogeneidad ni renuncia a tendencias comunitarias.
Y, por consiguiente, el pluralismo asegura ese grado de asimilacin que es
necesario para crear integracin. Para el pluralismo, la homogeneizacin es
un mal y la asimilacin es un bien. Adems, el pluralismo, como es tolerante,
no es agresivo, no es belicoso. Pero, aunque sea de manera pacfica, combate
la desintegracin.

El que el pluralismo no se reconozca en una diversificacin creciente est


confirmado en los hechos por el pluralismo de partidos. Un partido nico es
malo; pero dos partidos ya son buenos, y tanto la teora como la praxis
del multipartidismo condenan la fragmentacin de partidos y recomiendan
sistemas que no sobrepasen los cinco o seis partidos.

Porque en el pluralismo de partidos se deben equilibrar dos exigencias


distintas, la representatividad y la gobernabilidad; y si multiplicar los
partidos aumenta su capacidad de representar las diversidades de los
electorados, su multiplicacin va en menoscabo de la gobernabilidad, de la
eficiencia de los gobiernos. Y, por tanto, el pluralismo se reconoce en una
diversidad contenida. Y la misma lgica se aplica, mutatis mutandis, a la

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sociedad pluralista, que tambin debe compensar y equilibrar multiplicidad


con cohesin, impulsos desgarradores con mantenimiento del conjunto.

Del multiculturalismo, pues, se pueden dar dos versiones. La diseada ms


atrs es, en resumidas cuentas, la de un multiculturalismo que est sometido
a los criterios del pluralismo. Pero hoy la versin dominante del
multiculturalismo es una versin antipluralista. En efecto, sus orgenes
intelectuales son marxistas. Antes de llegar a Estados Unidos y de
americanizarse, el multiculturalismo arranca de neomarxistas ingleses, a su
vez fuertemente influenciados por Foucault; y se afirma en los colleges, en
las universidades, con la introduccin de estudios culturales cuyo enfoque
se centra en la hegemona y en la dominacin de una cultura sobre otras.
Tambin en Amrica, pues, los tericos del multiculturalismo son
intelectuales de amplia formacin marxista, que quiz en su subconsciente
sustituyen la lucha de clases anticapitalista, que han perdido, por una lucha
cultural anti-establishment que les vuelve a galvanizar. Y como en Estados
Unidos es ms difcil ignorar el pluralismo que en la tradicin marxista
europea, resulta as que los marxistas americanos llegan a un
multiculturalismo que niega el pluralismo en todos los terrenos: tanto por su
intolerancia, como porque rechaza el reconocimiento recproco y hace
prevalecer la separacin sobre la integracin.

Si este multiculturalismo hubiese existido en los siglos en los que se estaba


formando la nacin americana, The First New Nation (Lipset, 1963) no
hubiera nacido nunca, y Estados Unidos sera hoy con toda probabilidad una
sociedad de tipo balcnico. E pluribus unum (de muchos uno) resume el
proceder del pluralismo. E pluribus disiunctio (de muchos el
desmembramiento) puede o podra compendiar, en cambio, los frutos del
multiculturalismo. La presentacin que de l hacen sus autores es sin duda

muy atractiva. El multiculturalismo refleja se nos dice un deseo

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extendido de autenticidad y de reconocimiento que atraviesa la subjetividad


moderna (Champetier, 1998, p. 7). Dicho as, suena bien. Pero las buenas
intenciones no bastan, y de buenas intenciones mal realizadas est
empedrado el infierno.

Arthur Schlesinger observaba al inicio de los aos noventa que Amrica


se ve cada vez ms como compuesta de grupos que estn ms o menos
arraigados en sus caracteres tnicos (1992, p. 16). Alo que se ha opuesto
que mientras esta tesis es cierta en el debate cultural, en realidad no ha

penetrado en las actitudes, preocupaciones e interacciones de las personas

de la calle (Smelser y Alexander, 1999, p. 5). Y es verdad. Sin embargo,


esta contradeduccin muestra una sorprendente miopa. Siempre existe un
desfase temporal entre lo que ocurre en las lites y su trasvase a las masas.
Por tanto, es extrao que a Smelser y Alexander se les escape cmo una
polarizacin que se apodera primero de la Universidad, despus de los
medios de comunicacin, despus de la escuela media, acaba
inevitablemente por penetrar, algunos decenios despus, en toda la sociedad.
Es extrao tambin porque a Smelser y a Alexander no se les escapa en
cambio que el multiculturalismo es reciente. Como ellos mismos sealan,
tanto en la crisis de 1929-1930 (la Gran Depresin), como en la revolucin
estudiantil de los aos sesenta, como en el transcurso de toda la masiva
inmigracin entre 1880 y los aos 1920, en todas esas coyunturas la

existencia y la legitimidad de una cultura nacional dominante hegemnica

se daba por supuesta por todas las partes. La cultura americana no se


discuta (1994, p. 41).

Hay que sealar tambin que cuando Schlesinger denunciaba una cada en
el tribalismo la palabra clave era roots, races, y, por tanto, que el eslogan
segua siendo el de redescubrir sus propios orgenes. Pero hoy el cesto se ha

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ampliado, y la bandera del multiculturalismo (en especial cuando est


empuada por las feministas) se hace, precisamente, multicultural. Al mismo
tiempo que Schlesinger, Iris Marin Young (1990) propugnaba ya el ideal
de un sistema de grupos aislados y con igual poder, que no son solidarios
entre s y que se reconocen uno a otro el derecho a perseguir diversos fines
y estilos de vida. Hoy predomina, pues, un multiculturalismo que aunque
sigue estando anclado en la etnia, sin embargo, es de cuo cultural. Y por
ello hemos de partir, en nuestro anlisis, de lo que se debe entender por
cultura en el multiculturalismo [17].

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En Per: Estado-Nacin y sociedad


multicultural

Jos Marn

Cincias Sociais Unisinos, So Leopoldo,


Vol. 47, N. 1, p. 72-84, jan/abr 2011

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Breve historia del Estado-Nacin, de la


sociedad multicultural y de la poltica de
integracin en el Per
Al principio del siglo XV, el Estado inca controlaba un vasto territorio,
que comprenda el sur de Colombia, el Ecuador, el Per, una gran parte de
Bolivia, un tercio de Chile y el norte de Argentina. El poder de los Incas
estaba centrado en la dominacin econmica, pago de impuestos y el control
poltico de las poblaciones dominadas, con la complicidad de las elites de los
diferentes grupos tnicos. Aun cuando el Quechua estuvo impuesto como
lengua oficial, el Estado admiti la sobrevivencia de un centenar de lenguas
indgenas, respetando las prcticas culturales y religiosas de los pueblos
dominados (Rostworoski, 1988; Espinoza, 1986, 1990, 1997).

La poca colonial del siglo XVI a principios del siglo XIX estuvo
caracterizada por una poltica de asimilacin forzada, a travs de la
evangelizacin de los indgenas. La Santa Inquisicin se encarg de la
represin de toda manifestacin religiosa y cultural diferente a la oficial
(Duviols, 1986; Roth, 1989; Zapata, 1990). En el cuadro de la Escuela de
Prncipes, la educacin oficial destinada a los colonos abri un espacio para
los hijos de los jefes indgenas que colaboraron con la colonizacin. Esta
educacin oficial, en castellano, promovi solamente la cultura dominante.

En respuesta a este proceso de dominacin se organiz una resistencia


cultural ante la colonizacin del imaginario indgena, promovida por la
cultura oral, que se apoy en la preservacin de los mitos y las tradiciones.

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Entre 1742 y 1781, se desarrollaron importantes rebeliones indgenas,


como la de Juan Santos Atahualpa, que se origin en los Andes, para
terminar resistiendo en el Gran Pajonal, en la Amazona, sin poder ser
reprimida, y la de Tpac Amaru y de Tupac Katari en la regin andina. Al
final del siglo XVIII, despus de la sangrienta represin de las rebeliones
indgenas, fue prohibido el acceso a las escuelas para los indgenas, debido
que los principales dirigentes indgenas haban sido formados por las
Escuelas de Prncipes.

Desde esta poca, existe el dicho criollo: indio educado, demonio


encarnado; indio instruido, demonio perdido. Despus del cierre de las
escuelas para los indgenas, el mito de la escuela para los indgenas puede
traducirse en el pensamiento indgena y mestizo, como: saber leer y escribir
es vivir en el mundo de las luces; no saber leer y escribir es quedarse en el
mundo de las tinieblas. La escolarizacin se convierte en la va obligada
para poder defender sus derechos en una sociedad que privilegia la cultura
escrita (Montoya, 1990, 1998).

En 1821, la Repblica del Per fue fundada, inspirada sobre el modelo


poltico del Estado-Nacin y de la ciudadana, desarrollado por la
Revolucin francesa. Entre 1823 y 1825, sta fue constituida por una elite de
criollos descendientes de los colonizadores, que renuncian a su dependencia
poltica de Espaa, pero no renuncian ni a la explotacin de los territorios,
ni a la dominacin de los pueblos indgenas, que viven en el territorio
declarado por el nuevo Estado. Los indgenas sern los nicos contribuyentes
que financiarn esta nueva poltica, que en el cuadro de un colonialismo
interno les negar todo derecho de participacin poltica y social (Arguedas,
1977; Burga, 1988; Flores Galindo, 1987; Marn, 1985, Marin, 1990).

En un Estado republicano, ser ciudadano significa: saber leer, escribir y


ser propietario individual, condiciones primordiales de la integracin a la

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nueva Repblica. Pero para los indgenas estas condiciones son imposibles
de acceso. Despus del fin de las rebeliones del siglo XVIII, la escuela fue
casi inaccesible; los territorios indgenas eran considerados como
propiedades colectivas.

En 1856, la Repblica decret la abolicin del trfico de esclavos


africanos. La poblacin de origen africano en el Per es minoritaria,
contrariamente al Brasil, Colombia, Cuba o el Caribe (Freyre, 1974;
Guanche, 1983; Romero, 1987). Despus de esta prohibicin se inici el
trfico de poblaciones del sur del Asia, principalmente de chinos, originarios
de la regin de Cantn, trados por la intermediacin de comerciantes
portugueses establecidos en la isla de Macao. En 1986, se iniciar la
inmigracin oficial de trabajadores japoneses (Morimoto, 1979; Rodrguez,
1989, Trazegnies, 1994).

Despus de la fundacin de la Repblica y durante una gran parte del siglo


XX, los indgenas sern los nicos que continuaran a pagar impuestos y a
efectuar prestaciones al servicio del Estado que los exclua.

Durante los aos veinte, la creacin de un movimiento intelectual de


defensa de los indgenas incit al gobierno a crear una oficina de asuntos
indgenas y el patronato de la raza indgena, que fue presidido por el
arzobispo de Lima, que constituy el primer espacio donde los indgenas
pudieron expresarse. Este siglo se caracteriz por la continuacin de una
poltica de asimilacin, de segregacin y de discrimacin racial, que
impregn a todas las instituciones y la vida cotidiana de la sociedad peruana
(Marn, 1985; Portocarrero, 1993).

Evangelizacin, alfabetizacin y asimilacin

A mediados del siglo XX, llegan al Per las misiones religiosas del
protestantismo fundamentalista norteamericano, bajo la cobertura acadmica

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del Instituto Lingstico de Verano/ Summer Institute of Linguistics


(ILV/SIL), ligado a ciertas universidades norteamericanas financiadas por
diversas instituciones religiosas, empresas privadas y programas del
Departamento de Estado de los Estados Unidos de Amrica del Norte.

En 1952, por decreto gubernamental, el proyecto de alfabetizacin


bilinge de los pueblos indgenas de la Amazona es confiado al ILV/ SIL.
Para el Estado peruano el inters es de asimilar los pueblos indgenas, a
travs de los programas de alfabetizacin en castellano, como lengua
vehicular que articule su programa de Integracin Nacional. Para los
misioneros, el programa de la alfabetizacin se limita a la traduccin en
lenguas indgenas de sus textos evanglicos (Marn, 1992; Marn y Dasen,
2007).

La revolucin militar de 1968 de un gobierno militar revolucionario tom


el poder del Estado y decret una reforma agraria, considerada como la ms
radical en la historia de Am- rica Latina. Una ley que estipula la conversin
de las grandes propiedades agro- industriales en cooperativas campesinas.
Este gobierno militar conceba la Integracin como la participacin de todos
los sectores de la sociedad peruana a las decisiones polticas y econmicas y
reconoca el carcter multicultural y multilinge de la sociedad peruana. El
Quechua y las otras lenguas indgenas eran reconocidas como lenguas
oficiales; se propona incluso que el estudio del Quechua fuese considerado
en los programas escolares y universitarios.

Una Reforma Educativa, acorde con estos planteamientos anteriores,


buscaba consolidar las decisiones anteriores.

Otro decreto ley acordaba la participacin de los analfabetos a las


elecciones polticas, disposicin muy significativa, en la medida en que un
gran sector de la poblacin se encontraba en esta categora.

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Estas medidas fueron seguidas en 1974 por el decreto Ley 20653,


conocido como la Ley de Comunidades Nativas y Promocin Agropecuaria
de la Selva (Amazona), que abra las posibilidades para el reconocimiento
de los derechos territoriales de las comunidades indgenas. En 1975, el
gobierno se pronunci por la expulsin del ILV.

Todas estas medidas polticas, que crearon una gran expectativa de


abertura y una voluntad poltica de cambiar profundamente las estructuras
de la sociedad peruana, fueron frustradas por el golpe militar presidido por
el General Morales Bermdez, en 1975. Este nuevo poder rechaz todas las
medidas econmicas, polticas, sociales y culturales que haban sido
promulgadas, restaurando el viejo orden neo-colonial.

Bajo este gobierno y los que se sucedieron, los pueblos indgenas


siguieron sufriendo una constante agresin a sus territorios, a travs de la
incursin de las multinacionales del gas y del petrleo y la anrquica
explotacin minera que se extiende en toda la cuenca amaznica, con la
consiguiente erosin y contaminacin de sus ecosistemas.

El Per sufri la emergencia de una enorme violencia poltica entre 1982


y 1997, que era la expresin de un conflicto social no resuelto, provocado
por la explotacin econmica, la discriminacin racial y la marginacin de
sectores mayoritarios de la sociedad peruana.

La insurreccin de grupos armados se origin en las regiones ms pobres,


con una fuerte densidad de poblacin indgena. Los indgenas constituyeron
las cuatro quintas partes de las 70,000 vctimas de este conflicto, segn el
informe de la Comisin de la Verdad.

Multiculturalismo e integracin

La integracin es el resultado del respeto de la pluralidad, es la puesta en


prctica de la democracia, desde el momento en que se garantiza a todos la

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igualdad de condiciones, para cohabitar y para participar en la toma de


decisiones que determinan el destino de una sociedad.

La pregunta actual es: Somos capaces de abrirnos a la multiplicidad de


percepciones y puntos de vista considerados como vlidos y aceptados por
los otros?

Si aceptamos, esperamos tambin recibir el mismo respeto por nosotros


de la parte de los otros.

Cmo imaginar la posibilidad de hacer vivir la diversidad cultural y la


pluralidad? La tolerancia debe estar basada sobre la reciprocidad; si nosotros
somos tolerantes hacia los otros, nosotros esperamos ser tolerados de la
misma manera, lo que implica una cierta aceptacin, para poder compartir
con los otros. Todas estas premisas nos permiten establecer relaciones con
los miembros de la comunidad, que es el cuadro fundamental de la puesta en
marcha de la relacin de los individuos y toda reciprocidad. El conjunto de
comunidades forma la sociedad civil y nos permite imaginar un espacio
poltico que sobrepasa el autoritarismo y las mutaciones y desfases entre los
individuos e igualmente entre el Estado y la sociedad (Sartori, 1994).

La integracin supone un proceso que engloba dimensiones mltiples y


puede estar asociada a un modelo poltico de Estado.

El Estado est supuesto representar a la sociedad que debe crear las


condiciones de la participacin de los ciudadanos a las decisiones
fundamentales. La integracin supone la libertad y el respeto del derecho de
los individuos de todos los grupos implicados. En una sociedad multicultural
y plurilinge, como es el tipo de sociedades que existen, tanto en Europa
como en el continente americano, el Estado tendra que garantizar el respeto
de la diversidad cultural y lingstica. En esta perspectiva, la educacin, en
un sentido amplio y en sus diferentes formas, es el vehculo privilegiado para

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realizar la transmisin de visiones del mundo, de sistemas de valores, de


normas y referencias, y finalmente de conocimientos, que fundan un
proyecto de sociedad viable. Administrar la diversidad cultural y la
pluralidad me parece constituir el desafo ms importante para las sociedades
contemporneas. El actual modelo poltico de Estado-Nacin se muestra
incapaz de asumir esta realidad multicultural, que caracteriza a nuestras
sociedades americanas. A partir de estas premisas, en el caso de sociedades
multiculturales y plurilinges, podramos imaginar un tipo de Estado capaz
de asumir la formulacin y la aplicacin de una poltica intercultural que
responda a las exigencias que venimos de poner en evidencia? Cmo
administrar la diversidad cultural? Nuestra pregunta central es, si un modelo
de Estado Confederado, capaz de respetar la diversidad cultural y lingstica,
sera capaz de asumir la gestin democrtica de la sociedad multicultural
peruana?

Sociedad multicultural, integracin, lenguas y culturas

Una de las grandes tareas vitales, para hacer realidad una integracin
democrtica, debe ser asumida por la educacin, que debe promover el
respeto de la pluralidad cultural y lingstica que caracteriza el Per y a
algunos de los pases de Amrica (Marin, 2005a, 2005b)

El Per cuenta con cerca de 50 lenguas; el castellano, mal llamado


espaol, es la lengua oficial dominante, seguido en importancia por el
quechua y el aymar en la regin andina, con diferentes variaciones
dialectales. En la regin amaznica, con una rea geogrfica superior a ms
de la mitad del territorio del Per, se hablan unas 40 lenguas, pertenecientes
a 16 familias lingsticas (Arabela, Arahuaca, Bora, Cahuapana, Candoshi,
Shapra, Harakmbut, Huitoto, Jbaro, Pano, Yagua, Simaco, Takana, Ticuna,
Tucano, Tupi-Guaran y Zparo).

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En el Per, los descendientes de origen africano, provenientes del trfico


de esclavos, perdieron sus lenguas y gran parte de sus culturas por las
difciles condiciones de su sobrevivencia. En los ltimos aos, se han hecho
ms presentes, creando organizaciones que renen a los afroperuanos que
participan en la Comisin Nacional de organizaciones andinas, amaznicas
y afroperuanas (Cuche, 1981; Romero, 1987).

A este contexto de diversidad cultural hay que aadirle el japons y el


cantons, hablado por los descendientes de los inmigrantes asiticos,
japoneses y chinos, que habitan el Per desde el siglo XVIIIl. La inmigracin
coreana es reciente y minoritaria. Forman tambin parte de esta
multiculturalidad y plurilingsmo las culturas y lenguas habladas por las
comunidades como los alemanes, los espaoles, los italianos, los ingleses y
otras de origen europeo, a las que se aaden pequeas comunidades, como
la eslava, la juda y la medio oriental (Bonfiglio, 2001; Morimoto, 1979;
Rodriguez,1989; Trasegnies, 1994) Ante esta realidad de la existencia
cotidiana de una enorme diversidad cultural y lingstica, cmo imaginar la
integracin, si el Estado a travs de la escuela oficial admite y privilegia el
castellano en su programa oficial, imponiendo as, arbitrariamente, una
visin monocultural y occidental del mundo?

Estado-Nacin y sociedad multicultural, el caso de la Amazona

Entre los logros obtenidos por las iniciativas indgenas, frente a un Estado-
Nacin como modelo poltico incapaz de gestionar la gobernabilidad
democrtica, podemos sealar:

La consolidacin de las organizaciones indgenas de la


Amazona, tales como el Consejo de Desarrollo de las
Nacionalidades de la Amazona Peruana (CONAP) y la
Asociacin Intertnica del Desarrollo de la Selva Peruana
(AIDESEP), creada en 1980, y que actualmente lideran la
oposicin a la poltica neoliberal del gobierno y la defensa de

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sus territorios, que marcan actualmente el conflicto entre


Estado y pueblos indgenas.
La AIDESEP cuenta tambin con el apoyo de varias organizaciones
indgenas andinas y sectores polticos e intelectuales progresistas. Tambin
est vinculada a nivel internacional con la Confederacin de Organizaciones
Indgenas de la cuenca amaznica sudamericana (COICA), que representa a
todos los pueblos de la cuenca amaznica de Amrica del Sur. Esta
organizacin est vinculada con una serie de instituciones ligadas a las
Naciones Unidas y otras instituciones y fundaciones internacionales.

El reconocimiento legal de sus territorios, como base


material de la preservacin de sus culturas. Derechos
actualmente puestos en discusin por los decretos ley
emitidos por el Gobierno de Alan Garca en 2009, que violan
acuerdos nacionales e internacionales.
El desarrollo de iniciativas y la realizacin de un programa
de formacin de profesores indgenas en educacin bilinge
e intercultural (FORMABIAP).
Este programa propone un proyecto de revalorizacin de las lenguas y las
culturas indgenas. El respeto de esos pueblos a conservar sus propias
lenguas y culturas ha sido el punto de partida de una integracin democrtica
e intercultural, dentro de la sociedad multicultural peruana. Estos rasgos
caracterizan igualmente una gran parte de las sociedades de Amrica Latina
(Lpez y Moya, 1989; Montoya, 1990). La participacin de las
organizaciones indgenas a estos programas ha permitido abrir el debate
sobre el problema de la posesin de los territorios, sin los cuales es imposible
imaginar el desarrollo. Sin territorios, no hay posibilidad de preservar sus
culturas, ni imaginar la continuidad de sus sociedades.

En la percepcin indgena, no hay cultura sin territorio; la cultura se


construye a partir de la naturaleza, sta, no es una concepcin abstracta. El
eje naturaleza y cultura es indisociable. Esta concepcin filosfica ha
alimentado el pensamiento y la accin ecologista en la sociedad occidental.

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Actualmente, es imposible imaginar un proyecto econmico que no tenga en


cuenta la ecologa, verdadero sustento del enunciado desarrollo durable
(Gasch, 1989, 1998; Narby, 1990, 1995, 2005).

La pregunta central sera: cul es el lugar de los pueblos indgenas en el


presente y el futuro del desarrollo econmico, social y cultural de estos
pases?

Esta interrogante queda como la pregunta ms importante a responder en


todo proyecto. Esta pregunta crucial nos permite comprender igualmente la
importancia de la dimensin poltica, que impregna a la educacin, como
intermediaria entre la sociedad y el Estado, en todo proyecto de integracin
(Marin y Dasen, 2007; Walsh, 2009).

En 1988, en Iquitos, ciudad capital del Departamento de Loreto en la


Amazona peruana, fue fundado el primer programa de formacin de
profesores indgenas en educacin bilinge e intercultural (FORMABIAP),
por la Asociacin Intertnica de la Amazona Peruana (AIDESEP), con la
ayuda del Instituto Superior Pedaggico Loreto y con el apoyo de la
cooperacin internacional y otras instituciones privadas (Gasch, 1989;
Montoya, 1990; Marn, 2005b).

Los principios fundamentales del Programa de formacin de profesores


en educacin bilinge e intercultural de Zungarocoha, pueblo cercano a
Iquitos, son:

Asociacin de la educacin tradicional con la educacin occidental


Rechazo a un sistema nico de escuela
Rechazo a una oposicin de la educacin tradicional con la escuela
moderna (escuela oficial)
Rechazo a una ideologa asistencialista
Rechazo a una simple traduccin de la cultura occidental en el marco
de una educacin bilinge
S a una educacin bilinge intercultural

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S a un aprendizaje del castellano como segundo idioma


S a una educacin vinculada a la ecologa
S a una educacin asociada a la realidad socioecon- mica poltica
y cultural.
Actualmente, este programa est bloqueado por el Decreto Supremo 006-
2007 ED, emitido por el Gobierno en 2007, a travs del Ministerio de
Educacin, que fija la nota (14 sobre 20) de promedio como condicin para
admitir a los postulantes a los Institutos Pedaggicos Superiores, entre los
que se cuentan los diferentes programas de Educacin Bilinge e
Intercultural, lo que reduce grandemente la opcin de los jvenes indgenas
a iniciar una formacin pedaggica.

Este dispositivo, segn la Defensora del Pueblo, est dificultando el


acceso de los indgenas a educarse y no considera las capacidades indgenas
en trminos culturales y lingsticos, que son las bases para esta formacin.
Igualmente existe la carencia de maestros indgenas formados especialmente
en el manejo de las lenguas y culturas de los nios, nias y adolescentes de
las casi 71 etnias que existen en el pas. El 5 de abril de 2010, el congresista
cusqueo Vctor Mayorga Miranda present en el Congreso el proyecto de
ley 3494, que propone derogar el Decreto Supremo 006-2007-ED (Servindi,
s.d.).

Este decreto ha paralizado desde el ao 2007 a muchsimos Institutos


Superiores Pedaggicos, incluido al FORMABIAP. Actualmente, estn
desarrollando algunas actividades formativas, a la espera de poder recuperar
su estatuto original. Existe toda una movilizacin nacional contra esta
medida arbitraria. Fue una decisin demaggica para desarticular muchos
programas e institucionales de formacin pedaggica, que no son
controlados por el gobierno.

Ciencia Poltica-UNPRG-2017
38

El desarrollo de programas educativos que toman en cuenta sus lenguas


maternas y las visiones del mundo de sus culturas permiti a estos pueblos
reforzar sus identidades y recuperar la cohesin de sus organizaciones.

An que las organizaciones actuales no correspondan a las organizaciones


y cacicazgos tradicionales y aun cuando hayan sido adaptadas a las normas
impuestas por el Estado, son el nico vehculo legal que hace posible la
defensa de sus derechos. Las organizaciones indgenas en la Amazona han
sido creadas en el marco jurdico impuesto por la Ley de Comunidades
Nativas (autctonas/indgenas), promulgada por el gobierno militar de 1974.
Sus dirigentes saben leer y escribir el castellano.

Hoy asistimos a la emergencia de una nueva generacin de profesionales


indgenas quienes estn reforzando sus organizaciones y creando nuevos
programas y nuevas instituciones, adaptadas a las nuevas condiciones
socioeconmicas.

Podramos sealar, ciertas caractersticas de las organizaciones indgenas


actuales que fueron percibidas por Richard Chase Smith:

Son alianzas que se constituyeron por decisin voluntaria


de las comunidades locales autnomas. Los responsables,
quienes las representan, son electos y deben en teora,
responder a la voluntad de los miembros: una organizacin
que asocia las funciones polticas de representacin de
funciones tcnicas (proyectos), una federacin que encuentra
la unidad a travs de una identidad cultural particular y sobre
todo, que busca mantener su autonoma frente al Estado, la
Iglesia y los partidos polticos (Chase Smith, 1982, p.183).
Estas son las tres instituciones que generaron la triple tradicin autoritaria
que marc la historia de las relaciones sociales, polticas y culturales en la
sociedad peruana. Este autoritarismo secular, con algunos matices, est
vigente hasta nuestros das.

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39

El gran desafo actual que se presenta a las organizaciones indgenas es


lograr una organizacin autnoma que represente el conjunto de las
poblaciones indgenas amaznicas o andinas, con el fin de que no entren en
competencia y no se reproduzca la fragmentacin que sufrieron los
movimientos campesinos de la regin andina y de la costa durante el
gobierno de Fujimori (1990-2000). Adems de las agresiones de las cuales
fueron vctimas en estos ltimos aos, estas poblaciones tambin tuvieron
que soportar la violencia poltica, que se sald con 70 mil vctimas, de las
cuales el 80% pertenecan a las poblaciones indgenas, segn el Informe de
la Comisin de la Verdad.

Entre 1990 y 1998, el principio del perodo presidencial de Alberto


Fujimori estuvo marcado por la implantacin de un programa poltico
neoliberal, que remeti en discusin la propiedad ancestral de los territorios
de las comunidades indgenas, sobre todo en la Amazona, regin muy rica
en recursos naturales, como el oro, el petrleo, el gas, maderas finas, valiosos
recursos que interesan a las multinacionales. Esta poltica econmica
contina y hoy en da se ha ampliado (Chirif, 2010; Montoya, 2010; Varese,
2009).

En la regin de la costa y los Andes, se produjo la privatizacin de los


complejos agro-industriales, que haban sido estatizados en 1968. En este
mismo perodo, en lo social, asistimos al desmantelamiento de los servicios
sociales, mdicos y educativos y a la destruccin del mercado de trabajo,
debido a la reestructuracin econmica que los programas neoliberales
impusieron.

Este proceso fue la causa de la explosin de los porcentajes de


desocupacin y precarizacin de los sectores pobres y medios. La puesta en
prctica de una poltica neoliberal engendra y acenta el carcter autoritario
del Estado-Nacin, que como modelo poltico se inscribe en esta perspectiva.

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La reduccin de una gran parte de los espacios democrticos es inherente, y


la criminalizacin de la oposicin popular e indgena al Gobierno central
caracteriza este proceso.

Estado-Nacin y multiculturalidad: entre retrica y realidad

Entre los aos 2000 y 2001, durante el gobierno de transicin de Valentn


Paniagua, fueron promulgados el Decreto Supremo 015 sobre el dilogo
entre el Estado y los pueblos indgenas de la Amazona, y durante el inicio
del Gobierno de Toledo se emiti el Decreto Supremo 111, que cre la Mesa
de Discusin y la Comisin Nacional de los Pueblos Andinos, Amaznicos
y Afroperuanos (CONAPA), que fue presidida por la esposa del presidente,
la antroploga Eliane Karp. A estos decretos se aade la suscripcin de las
tres ltimas declaraciones internacionales realizadas en Macchu Picchu,
Santiago de Chile y durante la reunin del Grupo de Ro, en 2001. A estos
acuerdos hay que agregarles la firma de la Carta Democrtica en el marco de
la Organizacin de Estados Americanos (OEA). Podemos recalcar algunos
de los acuerdos de las comisiones provenientes de estos diferentes eventos:

Concluir la legalizacin de los territorios indgenas


Examinar el problema de las reservas en la
Amazona y la pacificacin en la zona central (zona
conflictiva donde sobreviven todava algunos
grupos armados de Sendero Luminoso, vinculados
con los narcotraficantes)
Desarrollar la educacin bilinge e intercultural
Desarrollar un plan para la Amazona
Institucionalizar el Estado a nivel regional respecto
a los problemas indgenas.

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Todas estas declaraciones polticas, y la utilizacin simblica de lo


indgena al servicio de la demagogia poltica, no se cristalizaron en la
realidad diaria de la sociedad peruana (Montoya, 2001a, 2001c).

La utilizacin del factor tnico por los partidos polticos en el Per est
representada en diversos episodios, desde la primera mitad del siglo XX, con
el indigenismo, pensado por los intelectuales paternalistas, donde los indios
estn ausentes como sujetos histricos.

Luego la recuperacin de la problemtica indgena por las polticas del


Estado, como fue el caso, durante el gobierno de Augusto B. Legua y otros,
en el mismo periodo. Ms tarde, el partido del APRA recuper algunos
signos indgenas para utilizarlos en la emblemtica de su discurso poltico.
Entre 1990 y 2000, durante el gobierno de Fujimori, asistimos a la
recuperacin y a la utilizacin demaggica del factor tnico a fines polticos.
En el ao 200l, el Partido Per Posible, que llev al gobierno a Alejandro
Toledo, hizo una gran utilizacin de los smbolos indgenas, durante su
campaa electoral y en la ceremonia de su investidura presidencial en
Macchu Picchu, el 28 de julio de 2001. La ceremonia oficial de la toma del
poder fue transmitida a nivel internacional, se realiz en el marco de una
ceremonia religiosa indgena, en cuyo curso fueron invocados los Apus
(divinidades de la religin indgena). Igualmente fueron presentadas
ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra). Estos hechos histricos han sido
el marco en el cual Toledo anunci su intencin de hacer de su mandato un
gobierno de todas las sangres. Esta metfora, en alusin a un gobierno de
todos los peruanos, independiente de sus orgenes, pertenece a Jos Mara
Arguedas, como ttulo de su novela Todas las sangres, publicada en 1964.
Escritor y antroplogo peruano, que fue uno de los primeros en interrogarse
sobre el carcter multicultural y plurilinge de la sociedad peruana
(Arguedas, 1977; Marin, 2002b; Montoya, 2001b, 2001c).

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Es el mismo Arguedas quien en 1968, en su discurso Yo no soy un


aculturado, pronunciado a la ocasin de la ceremonia de entrega del premio
Inca Garcilaso de la Vega, al cual fue nominado, afirm que en el Per, algn
da, sera posible y necesario que se expresaran los diferentes rostros de sus
culturas y de sus idiomas, sin provocar conflictos. Anhelaba un pas en el
cual fuese posible que coexistieran las diversas identidades nacionales y
tnicas, sentirse ciudadano peruano y, al mismo tiempo, afirmarse como
quechua, aymara o amaznico (Marin, 2002b).

En la reflexin de Arguedas sobre el Per, la semilla de la interculturalidad


estaba sembrada, como el punto de partida de un proyecto poltico futuro.

Sin embargo, conviene preguntarnos sobre la perspectiva actual de los


pueblos indgenas:

Cules son las posibilidades reales de superar la


frontera, entre el discurso poltico fcil y la compleja
realidad?
Cules son las posibilidades reales para crear los
espacios polticos en los cuales los diversos pueblos
del Per puedan expresarse?
Es posible imaginar el respeto de las poblaciones
autctonas en el contexto poltico actual?
Tomando en cuenta el carcter multicultural de la
sociedad peruana actual, qu modelo de
Constitucin necesita el Per, para asumir esta
realidad?
Cules son las posibilidades reales de respetar la
diversidad cultural de las poblaciones autctonas,
tomando en cuenta los intereses de los diversos
movimientos polticos y los diferentes sectores
econmicos?
Historia reciente sobre las relaciones del Estado-Nacin y la sociedad
multicultural

En lo que concierne a la regin andina, entre el 5 y el 9 de noviembre del


ao 2001, tuvo lugar en el Cusco el Primer Congreso extraordinario de los

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pueblos Quechuas del Per, con participantes e invitados de Argentina,


Bolivia y Ecuador.

Entre los acuerdos ms importantes se hallaba la necesidad de realizar una


reforma constitucional que conforme un Estado Multicultural y
plurinacional. Esta proposicin se hace realidad entre 2008 y 2010, con la
experiencia del cambio profundo de la Constitucin poltica, que viven
Bolivia y el Ecuador, donde se plantea la descolonizacin y la refundacin
del Estado, para dar lugar a la fundacin del Estado Plurinacional, como
espacio poltico, social y cultural donde pueda vivir la multiculturalidad que
caracteriza a sus sociedades (Montoya, 2001c; Surez, 2009; Walsh, 2009).

En esta reunin del Cusco, los pueblos quechuas exigieron un proyecto


poltico y econmico que corresponda a los intereses nacionales, sin
someterse a los intereses extranjeros, y que defienda los intereses del pas
frente a las organizaciones internacionales como la Organizacin Mundial
del Comercio (OMC).

Proponan adems la construccin de la unidad en la diversidad de las


diferentes culturas que viven en el territorio peruano, accin que permita la
construccin de un gobierno de todas la sangres, en alusin a las
declaraciones del presidente Toledo, que gobern entre 2001-2006 (Marn,
2002b).

El 28 de octubre 2007, Alan Garca, presidente del Per, publica un


artculo llamado El sndrome del perro del hortelano, donde indica que
algunas comunidades nativas del Per mantienen improductivas sus tierras,
oponindose al progreso. Esta publicacin fue considerada como una
agresin por los pueblos amaznicos (Manrique, 2009).

En el mes de diciembre del 2007, el Congreso de la Repblica le otorga


facultades al Poder Ejecutivo para legislar en materia referente al tratado de

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Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos de Amrica. Dentro de la


legislacin para el TLC, el Poder Ejecutivo emite decretos que tratan sobre
los pueblos indgenas del Per.

En agosto del ao 2008, Alberto Pizango, presidente de la AIDESEP,


apoy las protestas de los grupos indgenas amaznicos ante las compaas
petroleras que invadan y contaminaban sus territorios. Segn el director de
la ONG Survival International, Stephen Corry, se est llevando a los
indgenas peruanos a adoptar medidas desesperadas para intentar salvar sus
tierras, que durante cinco siglos les han sido robadas (Ley de la Selva, s.d.).

Las protestas terminaron cuando Alberto Pizango y la AIDESEP


recibieron el apoyo del Congreso peruano.

El 20 de agosto de 2008, el Congreso del Per aprueba el pedido de la


Comisin Nacional de Pueblos Andinos, Amaznicos y Afroperuanos al
Parlamento, para derogar los decretos legislativos 1015 y 1073. Estos
decretos facilitan la venta de los territorios indgenas a empresas privadas y
abren el acceso a la Amazona de las compaas petroleras, mineras y
agroindustriales.

En septiembre de 2008, el gobierno no promulg la derogacin de los


decretos. Al vencer el plazo, el Presidente del Congreso los derog, como lo
estipula la Constitucin peruana. El 2 de septiembre quedan derogadas las
leyes 1015 y 1073, restablecindose los artculos 10 a 11 de la Ley 26505,
sobre el uso de las tierras de las comunidades nativas.

En marzo de 2009, el Congreso forma una comisin para estudiar los


dems decretos, sobre todo, los puntos que entran en conflicto con la
Constitucin y tienen que ver con la violacin del Convenio 169 de la OIT.

El 9 de abril, al no tener ninguna respuesta se inicia el paro amaznico.


Exigiendo la derogacin de otros seis decretos considerados

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inconstitucionales por la Comisin de la Constitucin del congreso peruano,


que permitiran que el 60% de los bosques primarios de la Amazona sean
vendidos a empresas transnacionales, para la explotacin de los
hidrocarburos o el cultivo de los biocombustibles. En el mes de mayo, al no
haberse establecido la nueva comisin en el Congreso, la protesta se extendi
en toda la Amazona y se radicaliz, con la tomas de algunas instalaciones
petroleras, el bloqueo de carreteras y otras acciones. La Defensora del
Pueblo intervino como mediadora y el presidente del Foro Permanente para
las Cuestiones Indgenas de las Naciones Unidas (UNPFII) expresaba su
preocupacin. La Comisin de Constitucin del Congreso declar
inconstitucional el Decreto Ley 1090 (ley forestal y de fauna silvestre),
quedando para su discusin en el pleno del Congreso.

El 20 de mayo, por Decreto Supremo, se crea la Comisin Multisectorial,


para iniciar el dilogo entre el gobierno y los indgenas. En ella participa el
Presidente de AIDESEP, Alberto Pizango, y el presidente del Consejo de
Ministros, Yehude Simn. Esta Comisin tena la tarea de analizar y lograr
la bsqueda de acuerdos consensuados entre el Estado y los indgenas. El
gobierno prometa concesiones, pero en esta agenda no se inclua la
derogatoria de la ley 1090, que los amaznicos exigan. La ltima reunin
fue el 30 de mayo.

El 31 de mayo, Alberto Pizango, en la clausura de la IV Cumbre


Continental de Pueblos Indgenas realizada en Puno, declara que
radicalizarn sus medidas buscando la derogatoria de los decretos en
defensa de los pueblos originarios y decide no participar ms en la Mesa de
Dilogo y exige hablar con el presidente Alan Garca. Anuncia adems que
pedir al Tribunal Constitucional que declare los decretos inconstitucionales,
y advierte que, de no ser respaldado en esa instancia, presentar su demanda
a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El da 3 de junio convoc

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al paro nacional. El 4 de junio la Defensora del Pueblo present una


demanda de inconstitucionalidad contra el Decreto Ley 1064 ante el Tribunal
Constitucional, por considerar que vulnera los derechos de propiedad de la
tierra y el de consulta previa a los pueblos nativos.

El 5 de junio, la incursin policial en Bagua, ordenada desde el Gobierno,


se sald fatalmente. Al cumplirse un ao de esta tragedia, se han identificado
23 policas y 10 fallecidos civiles. Estas cifras estn corroboradas por la
Defensora del Pueblo y algunas organizaciones catlicas.

El 8 de junio, Carmen Vildoso Chirinos, titular del Ministerio de la Mujer


y del Desarrollo Social, renunci a su cargo, como protesta a la emisin de
un video, difundido por el gobierno peruano en la televisin local, donde se
muestra a los pueblos nativos como responsables de la violencia: Das antes,
Alberto Pizango, presidente de AIDESEP, haba sido requerido por la
Fiscala para ser investigado por delitos de homicidio calificado y sedicin,
acusndolo de ser el responsable de la muerte de los efectivos policiales, lo
que lo oblig a solicitar y obtener el asilo poltico en la Embajada de
Nicaragua, pas en el que permaneci hasta su regreso al Per, en el mes de
mayo de 2010.

El 11 de junio se desarroll una protesta a nivel nacional para pedir la


derogatoria de los decretos legislativos 1090 y 1064. Varias organizaciones
sindicales y Frentes de defensa de diferentes regiones del Per convocaron
un paro nacional para oponerse al manejo poltico que el gobierno hizo de la
situacin en el nororiente peruano.

El 15 de junio, el Gobierno plantea la derogacin de dos de los siete


decretos legislativos cuestionados, el 1090 y el 1064. El 18 de junio, el
Congreso derog los dos decretos mencionados, con el voto en contra del
Partido Popular Cristiano (Ley de la Selva, s.d.).

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El 30 de junio, luego de la interpelacin al presidente del Consejo de


Ministros, Yehude Simn, y a la Ministra del Interior, Mercedes Cabanillas,
el Congreso decide no censurarlos. Pocas semanas despus, el Primer
Ministro renunciar a su cargo y la Ministra del Interior ser cambiada por
un nuevo titular.

Al trmino del primer semestre de 2010, no ha habido cambios


sustanciales y existe un tenso comps de espera. El Gobierno resiste a
cumplir los acuerdos de respetar la Convencin 169 de la OIT.

Asistimos, en el Per actual, a un nuevo captulo de la larga historia de la


colonizacin interna, con la carga de discriminacin racista y la repeticin
de la tendencia colonial, de percibir a los indgenas como un obstculo para
el progreso y para el acceso de la nacin peruana a la modernidad occidental
capitalista (Chirif, 2010, 2009; Lvano, 2010; Montoya, 2010; Varese,
2009).

Cuando Garca hace referencia a la metfora del perro del hortelano, nos
recuerda el debate realizado en colegio de San Gregorio de Valladolid (1550-
1551), en el que se enfrentan las tesis del padre dominico Bartolom de Las
Casas, que defiende la humanidad de los indgenas, contra el telogo Juan
Gins de Seplveda, quien insiste en la animalidad de los indgenas, como
argumento para justificar la explotacin y el genocidio que sufren, en la
sociedad colonial (Hanke y Gimnez, 1954).

Alan Garca define a los indgenas como ciudadanos de segunda clase y


como un obstculo a la privatizacin transnacional de los territorios
indgenas de la Amazona.

El Gobierno peruano, al promulgar inconstitucionalmente los 10 decretos


leyes, dentro del marco del Tratado del Libre Comercio Per-Estados
Unidos, incumple con el Convenio 169 de la Organizacin Internacional del

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Trabajo (OIT), al que est obligado por ser un pas signatario. Estos decretos
incumplen igualmente con la Declaracin de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indgenas, en particular con los artculos 26, 29 y
32, entre otros, y con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos sobre los derechos a la tierra de los pueblos indgenas.

Como ejemplo, podemos citar el Decreto Legislativo 1090, emitido por


el poder ejecutivo, por delegacin del Congreso, que versa sobre la
disposicin de las reas forestales para fines maderables. El problema de esta
norma es que contraviene a la Carta Magna del Per, que otorga proteccin
especial a la Amazona, para la preservacin de todos los recursos naturales,
considerando que cualquier disposicin sobre la explotacin y empleo de los
recursos naturales debe ser emitida mediante Ley Orgnica.

En lo que se refiere al Convenio 169 de la (OIT), este acuerdo expresa que


los pueblos nativos deben ser consultados ante leyes que los involucren. Las
normas emitidas por el Gobierno de Alan Garca atentan contra el Derecho
Internacional Pblico. El Convenio de la OIT, referido a las comunidades
indgenas y tribales, ordena a los Estados firmantes (el Per est adscrito al
Convenio) a concertar y escuchar las opiniones de los pueblos nativos que
pudieran ser afectados con alguna ley. En lo que se refiere al Convenio 169
de la (OIT), este acuerdo expresa que los pueblos nativos deben ser
consultados ante leyes que los involucren. Las normas emitidas por el
Gobierno de Alan Garca atentan contra el Derecho Internacional Pblico.
El Convenio de la OIT, referido a las comunidades indgenas y tribales,
ordena a los Estados firmantes (el Per est adscrito al Convenio) a concertar
y escuchar las opiniones de los pueblos nativos que pudieran ser afectados
con alguna ley. El Artculo 6 estipula:

(1) Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los


gobiernos debern: (a) consultar a los pueblos
interesados, mediante procedimientos apropiados y en

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particular a travs de sus instituciones representativas,


cada vez que se prevean medidas legislativas o
administrativas susceptibles de afectarles
directamente.
(b) Las consultas llevadas a cabo en aplicacin de este
Convenio debern efectuarse de buena fe y de una
manera apropiada a las circunstancias, con la finalidad
de llegar a un acuerdo o lograr el consentimiento acerca
de las medidas propuestas (Convenio 169, OIT, 27 de
junio de 1989).
Al concluir el primer semestre de 2010, las organizaciones indgenas
nucleadas en la CONAP y en la AIDESEP, principalmente, siguen su lucha
con el amplio apoyo de muchos sectores y estn reforzando sus
organizaciones y dirigen la protesta contra los decretos gubernamentales,
emitidos por el gobierno de Alan Garca, en el cuadro de un Tratado de Libre
Comercio (TLC) con los Estados Unidos y que facilitan la privatizacin de
grandes reas geogrficas, para la explotacin de los recursos naturales, por
las empresas multinacionales, sobre todo en las concesiones, para la
explotacin del petrleo, del gas, de la extraccin maderera y la explotacin
agro industrial.

Qu futuro para la sociedad multicultural y su integracin


democrtica?

La integracin es el resultado del respeto de la pluralidad, es la puesta en


prctica de la democracia, desde el momento en que se garantiza a todos la
igualdad de condiciones, para cohabitar y participar en la toma de decisiones
que determinan el destino de una sociedad.

La pregunta actual es: Si somos capaces de abrirnos a la multiplicidad de


percepciones y a los puntos de vista considerados como vlidos y aceptados
por los otros? Si aceptamos, esperamos tambin recibir el mismo respeto por
nosotros de la parte de los otros.

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Cmo imaginar la posibilidad de hacer vivir la diversidad cultural y la


pluralidad?

La tolerancia debe estar basada sobre la reciprocidad; si nosotros somos


tolerantes hacia los otros, nosotros esperamos de ser tolerados de la misma
manera, lo que implica una cierta aceptacin, poder compartir con los otros.
Todas estas premisas nos permiten establecer relaciones con los miembros
de la comunidad, que es el cuadro fundamental de la puesta en marcha de la
relacin de los individuos y con toda reciprocidad. El conjunto de
comunidades forma la sociedad civil y nos permite imaginar un espacio
poltico que sobrepasa el autoritarismo y las mutaciones y desfases entre los
individuos e igualmente entre el Estado y la sociedad (Sartori, 1994;
Touraine, 1997).

La integracin supone un proceso que engloba dimensiones mltiples y


puede estar asociada a un modelo poltico de Estado.

El Estado est supuesto representar a la sociedad, que debe crear las


condiciones de la participacin de los ciudadanos a las decisiones
fundamentales.

La integracin supone la libertad y el respeto del derecho de los individuos


y de todos los grupos implicados.

En una sociedad multicultural y plurilinge, como es el tipo de sociedades


que existen tanto en Europa como en Amrica, el Estado tendra que
garantizar el respeto de la diversidad cultural y lingstica. En esta
perspectiva, la educacin, en un sentido amplio y en sus diferentes formas,
es el vehculo privilegiado, para realizar la transmisin de visiones del
mundo, de sistemas de valores, de normas y referencias, y finalmente de
conocimientos, que fundan un proyecto de sociedad viable (Marn y Dasen,
2007; Walsh, 2009).

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Administrar la diversidad cultural y la pluralidad me parece constituir el


desafo ms importante para las sociedades contemporneas. El actual
modelo poltico de Estado-Nacin se muestra incapaz de asumir esta realidad
multicultural, que caracteriza a nuestras sociedades americanas y europeas.

A partir de estas premisas, en el caso de sociedades multiculturales y


plurilinges, podramos imaginar un tipo de Estado capaz de asumir la
formulacin y la aplicacin de una poltica intercultural que responda a las
exigencias que venimos de poner en evidencia?

Es que un modelo de Estado Confederado, capaz de respetar la diversidad


cultural y lingstica, sera capaz de asumir la gestin democrtica de la
sociedad multicultural peruana? El Per, en el contexto poltico actual, se
encuentra en la incapacidad de ofrecer las condiciones necesarias a la
integracin socioeconmica y al respeto de la diversidad cultural que
impregna a su sociedad.

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