El Liderazgo Ético Fundamentado en Virtudes
El Liderazgo Ético Fundamentado en Virtudes
El Liderazgo Ético Fundamentado en Virtudes
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Una de las dificultades con las que se enfrenta el mundo empresarial es cómo
compaginar la teoría con la práctica. Si asociamos la ética a estos conceptos la dificultad
es mucho mayor. Éste es, sin duda, uno de los grandes retos planteados: cómo equilibrar
la teoría ética con la práctica empresarial ética. El motivo es porque queremos ser
coherentes y consecuentes entre lo que pensamos y lo que hacemos. De hecho,
queremos llevar a la práctica nuestros principios éticos para que estén presentes en
nuestro trabajo. Para ello, nos tenemos que enfrentar con cuatro conceptos
fundamentales: liderazgo, dirección, ética y persona. Estos cuatro conceptos planteados
por separado convergen en uno sólo: persona. La persona puede reunir en sí misma los
otros tres. Por ello, el ideal al cual aspiramos sería encontrarnos, en la realidad, con
directivos que ejercen un liderazgo basado en la ética. Esta afirmación nos empujaría a
plantearnos algunas cuestiones: ¿Qué entendemos por liderazgo ético?, ¿hay liderazgo
sin ética?, ¿cuándo decimos que una dirección es ética?, ¿hay dirección sin ética? y ¿qué
entendemos por ética? Las respuestas a estas cuestiones no son fáciles.
Si el ideal va a ser un objetivo, la referencia ha de ser una dirección ética con
liderazgo. En el caso contrario, su polo opuesto, sería una dirección sin ética ni
liderazgo. En este segundo supuesto, nos cuestionaríamos si sería dirección. El abanico
de respuestas es variado: "sí, pero una mala dirección…","sí, pero una dirección
ajustada a lo posible, a lo que hay…", o bien: "no, una dirección sin ética, no es buena
dirección". Existen, también, diferentes notables entre la dirección con liderazgo ético y
la dirección sin ética ni liderazgo. Todos tenemos en mente, seguramente, una dirección
ética sin liderazgo: directivos éticos que no lideran. La pregunta es, realmente, si son
directivos. También sabemos de liderazgo, desde dirección, sin ética. En este supuesto,
¿hay liderazgo? La respuesta sería no. Una dirección ética está centrada en valores. Un
liderazgo ético se fundamenta en virtudes.
La práctica diaria aporta a nuestra reflexión, desde planteamientos muy
diversos, situaciones concretas en maneras de liderar, dirigir de un modo u otro, en una
u otra empresa. En esta gama de posibilidades, hay que orientarse hacia una dirección
con liderazgo ético sabiendo, de antemano, las enormes dificultades con las que,
realmente nos encontramos. ¿Por qué esta aspiración, casi obstinación? Porque, al fin y
al cabo, creemos en el perfeccionamiento de las personas. Creemos que podemos
ambicionar, mejorar continuamente, en la medida de nuestras posibilidades, y en el
entorno en el que nos movemos, hacia una dirección que ejerza un liderazgo ético.
Douglas McEnroe 1 lo ha escrito con palabras hermosas: "La grandeza de Sócrates
consistió en dos elementos principales: el primero en saber que no tenía todas las
respuestas, y el segundo fue su inagotable inquietud por descubrir dichas respuestas.
Hoy en nuestras empresas lo que hace falta más que cualquier otra cosa es un liderazgo
que demuestre la misma actitud y el mismo fervor por aprender y crecer".
DEFINICIONES DE ÉTICA
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1
McEnroe, Douglas , "Liderazgo: el desafío del autoconocimiento", Capital Humano, nº 84, pág. 65,
1995
2
Solomon, Robert C., Nuevas reflexiones acerca de las organizaciones de negocios. El éxito basado en
la integridad de las personas, pág. 25, Oxford, México, 2000.
3
Aranguren, José L., Ética, Alianza Universidad, textos, nº 19, pp. 21-22, Madrid, 1979.
4
Solomon, Robert C., Nuevas reflexiones acerca de las organizaciones de negocios. El éxito basado en
la integridad de las personas, pp 48-49, Oxford, México, 2000.
2
Los valores, como la cultura en general, deben vivirse". Todos conocemos que
en muchas empresas esos principios son recogidos en -statements,5 valores
corporativos, códigos de conducta6 que rigen la manera de hacer -¿el modo de vida?- de
una empresa. La ética tiene que ver con la persona, con lo que, realmente, pensamos,
con nuestros principios. La dirección de una empresa es ética cuando se rige por unos
principios que se llevan a la práctica empresarial.
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5
Murphy, Patrick E., Eighty Exemplary Ethics Statements, University of Notre Dame Press, Notre Dame,
Indiana., 1998
6
Lozano, Josep M., Ética y empresa, pp. 141-167, Trotta, Madrid,1999.
7
Argandoña, Antonio, "Directivos con valores. Empresas con valores", Working Paper, nº 01/1, División
Investigación, IESE, Barcelona, 2001; Blanchard, Ken y O'Connor, Michael, Dirección por valores,
Gestión 2000, Barcelona, 1997; García, Salvador y Dolan., Shimon L., La Dirección por valores,
McGraw-Hill y IESE, Madrid, 1997.
8
Solomon, Robert C., Nuevas reflexiones acerca de las organizaciones de negocios. El éxito basado en
la integridad de las personas, pág. 48, Oxford, México, 2000.
3
Juan A. Pérez-López9 : "Los valores éticos son aquellas realidades cuya posesión
perfecciona al ser humano en lo más profundo de su ser: perfecciona su capacidad de
autogobierno, es decir, nada más ni nada menos que el uso de su libertad". Por otra
parte, las vir tudes responden a razones antropológicas en consonancia con la raíz
fundamental de la persona. Introduciré, al modo aristotélico, una posición intermedia
entre valores y virtudes. Las llamaría virtudes "menores", obviamente menores respecto
a las virtudes fundamentales pero equivalentes a valores éticos. Dentro de estas virtudes
menores, la integridad 10 es la virtud menor fundamental. Es importante porque, según
Warren Bennis y no le falta razón, es la primera cualidad a considerar en un líder. La
integridad es la virtud que hace que un directivo empiece a ser un líder. Bennis 11 la
define del siguiente modo: "Por integridad me refiero al conjunto de estándares de
honestidad moral e intelectual en que se basa la conducta de una persona. Sin integridad
nos traicionamos a nosotros mismos, traicionamos a los demás y reducimos el valor de
todo lo que iniciamos". Ken Blanchard y Michael O'Connor, 12 consideran la integridad
como la característica primordial para un liderazgo eficaz. La dirección ética ha de
estar centrada en la integridad. Los directivos deben ser personas que actúen desde la
integridad y con integridad. Si, efectivamente, lo son, generarán confianza, lealtad,
credibilidad entre sus subordinados. Como afirma Bennis 13 , "no hay nada que destruya
más la confianza de los subordinados que la percepción de que las personas que ocupan
los niveles directivos más altos están aquejadas de falta de integridad; es decir, que no
poseen un sólido sentido de la ética". La integridad implica tres elementos muy
importantes para una dirección que tiene en cuenta el entramado de comportamientos y
acciones que se dan en una empresa: la confianza, la credibilidad y la ejemplaridad. El
directivo ha de ser consciente que con su manera de hacer transmite un ejemplo a los
integrantes de su organización. Su actuación como directivo será observada, consciente
o inconscientemente, por sus subordinados y que de esa actuación - con su ejemplo -
generará confianza o no, generará credibilidad o no. El directivo centrado en la
integr idad construye confianza y, por tanto, credibilidad. El mismo directivo no ha de
perder nunca de vista que tanto la confianza como la credibilidad son laboriosas de
conseguir, pero muy rápidas de perder: se ganan lentamente y se pierden muy
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9
Pérez-López, Juan Antonio, Liderazgo y ética en la dirección de empresas. La nueva empresa del siglo
XXI, pág. 26, Deusto, Bilbao, 1998.
10
Sharp Paine, Lynn , "Liderazgo, Ética e integridad Organizacional: hacia un nuevo credo" en Melé
Carné, Domènec (coord.), Raíces ética del liderazgo, pp. 53-86, EUNSA, Pamplona, 2000.
11
Bennis, Warren,, Dirigir personas es como adiestrar gatos. Sobre el liderazgo, pág. 51, Editorial
Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 2000.
12
Blanchard, Ken y O'Connor, Michael, Dirección por valores. Cómo lograr el éxito organizacional y
personal mediante el compromiso con una misión valores compartidos, pág. 27, Gestión 2000,
Barcelona, 1997.
13
Bennis, Warren, Dirigir personas es como adiestrar gatos. Sobre el liderazgo., pág.95, Editorial Centro
de Estudios Ramón Areces, Madrid, 2000.
4
rápidamente. Como afirma Adela Cortina 14 : "En la confianza no se confía, la confianza
se gana a pulso en la vida cotidiana realizando actos dignos de ella, se la ganan las
organizaciones e instituciones incorporando hábitos éticos, que ya van formando parte
de su carácter, de su êthos". O, como escribe Peter Drucker 15 : "Organitzations are no
longer built on force. They are increasingly built on trust. Trust does not mean that
people like one another. It means that peopple can trust one another. And this
presupposes that people understand one another".La pregunta que deberían saber
responder los directivos, tal como señala Manfred Kets de Vries, 16 es: ¿Qué nivel de
confianza mutua existe en la empresa?".
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14
Cortina, Adela, Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad, pág. 101, Taurus/Pensamiento,
Madrid, 1998.
15
Drucker, Peter, Management Challenges for the 21st Century, pág. 187, Harper Business, New York,
1999.
16
Kets de Vries, Manfred, La conducta del directivo. Su impacto en el equilibrio de la empresa, pág 73,
Ediciones Deusto, Bilbao, 1997.
5
Bennis 17 , sus cualidades son:
- la integridad
- la dedicación
- la magnanimidad
- la humildad
- la apertura mental y la creatividad
- visión
- pasión
- integridad
- confianza
- curiosidad y atrevimiento
Su retrato es:
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17
Bennis, Warren,, Dirigir personas es como adiestrar gatos. Sobre el liderazgo, pág. 51, pp.89-90, pp.
137-138, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 2000.
6
La primera de todas, la prudencia es la virtud empresarial por excelencia. No se
entiende un liderazgo ético sin ejercer la prudencia. La prudencia ha de regir nuestra
conducta y, por tanto, ha de estar presente en todas nuestras actuaciones. Ser prudente
es virtud fundamental del liderazgo ético. Junto a la prudencia, estaría la templanza. La
templanza tiene que ver con el ánimo sereno, equilibrado en su justa medida para
transmitir la serenidad en una empresa de que las cosas se están haciendo de la mejor
forma posible. Virtud imprescindible para no perder la calma en los momentos difíciles,
para saber mediar en asuntos delicados, para llevar adecuadamente una negociación…
Al lado, justo al lado de la templanza, está la fortaleza. La fortaleza es virtud de ánimo -
animus, espíritu, principio vital - donde el líder se mantiene vivo donde los demás
desfallecen. Atañe al carácter. Y el líder ético tiene el carácter forjado tras la repetición
de actos - auténticos hábitos - en la búsqueda del mayor bien posible, para la mayoría de
las personas de su empresa. De ánimo bien dispuesto, centrado en principios arrastra,
con su ejemplo, a quienes le rodean. De poco servirían las virtudes anteriores sin la
justicia. Las personas de la empresa han de percibir, claramente, que el líder es justo en
su manera de hacer. Si la justicia está presente en la dirección, gana credibilidad ante
sus subordinados. Cuando la arbitrariedad, la prepotencia o la simple falta de criterios
están presentes en la conducta del directivo, se pierde toda posibilidad de llevar a
término un liderazgo ético.
Estoy convencido que en los próximos años, aparecerán estudiosos rigurosos
sobre la importancia de las virtudes en el trabajo directivo. La revisión de los clásicos
como Aristóteles junto con el pulso del trabajo directivo diario, en empresas concretas,
aportarán –no me cabe la menor duda- mayor profundidad en la dirección de empresas.
Será el momento de dar un paso mas en una dirección centrada en valores y encaminada
hacia un liderazgo fundamentado en virtudes. Como escribe Pérez López18 en palabras
acertadísimas: “Cuando un hombre de empresa no es capaz de mover a su gente más
que a través de motivos económicos, es tan mal profesional como el médico que es
incapaz de otra cosa que no sea atacar los síntomas que el enfermo dice que tiene.
Cuando es capaz de mover a las personas a través de los trabajos que les ofrece y del
aprendizaje profesional que le proporciona, ya está en otro nivel profesional; ya no es
tan sólo un estratega sino un ejecutivo. Cuando es capaz de llegar a los subordinados a
descubrir el valor y el sentido de lo que están haciendo, entonces, y sólo entonces, es un
líder”.
Es indudable que referirse, hoy en día, a valores en el mundo de las empresas,
todavía, suena para muchos como algo que está fuera de lugar. Sólo algunas empresas
hacen un esfuerzo real por introducirlos en su realidad empresarial. Si cambiamos
valores por virtudes, entonces, el asunto adquiere un grado de complicación mucho
mayor. Si implantar valores resulta difícil, pretender aplicar las virtudes, todavía lo es
mucho más. Las reticencias son mayores. Es cierto que por correr más, no llegaremos
antes. Hemos de dar un paso tras otro. Directivos líderes centrados en valores. Pero en
el horizonte hemos de contemplar el liderazgo ético fundamentado en virtudes porque,
lo que cuenta, realmente, son las personas. Y si no hay virtud, ¿dónde queda la persona?
Si la dirección centrada en valores y el liderazgo fundamentado en virtudes no se llevan
a la práctica, ¿de qué nos sirven?
18
Pérez López, Juan Antonio, Liderazgo y ética en la dirección de empresas. La nueva empresa del siglo
XXI, pág. 107, Deusto, Bilbao, 1998.
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