Mayz Vallenilla - Fundamentos de La Meta Técnica (1993) PDF
Mayz Vallenilla - Fundamentos de La Meta Técnica (1993) PDF
Mayz Vallenilla - Fundamentos de La Meta Técnica (1993) PDF
A Luca
A medida que el final del siglo XX se aproxima... con mayor nitidez y claridad se
advierte la radical crisis de los supuestos creenciales sobre los cuales se erige la civilizacin
en que vivimos. Pero no se trata slo de creencias en sentido religioso, sino de los
fundamentos y principios a partir de los cuales se despliega el saber tecnocientfico, se
establecen las instituciones jurdicas, polticas y econmicas, se conforma el ordenamiento y
jerarquizacin de los valores ticos, de las normas y sintaxis del lenguaje, de la ontologa y
la epistemologa... hasta alcanzar, por ltimo, a la propia idea que de s posee el hombre...
desde cuyo hontanar, tcita o explcitamente, lucha aqul por conferirle sentido y finalidad a
sus gestas creadoras.
Este libro aborda el fondo de semejante crisis y aspira a desentraar su origen:
aquello que subrepticiamente la provoca. En efecto: su accin y realidad se hacen patentes
al ser detectada la raigal transmutacin sufrida por el logos que alimenta la racionalidad
humana... como fruto de un proceso acicateado por los agentes que movilizan el avance y
desarrollo de la ratio technica. Se produce, de tal modo, la sustitucin del ingnito logos
ptico-lumnico, que funciona como cdigo ordenador de la innata racionalidad humana, por
un logos meta-tcnico, trans-ptico y trans-lumnico, desde el cual la alteridad se vertebra y
organiza mediante recursos, sintaxis y lmites absolutamente distintos a los que prevalecen
dentro de los tradicionales confines del logos ptico-lumnico.
Mas estos nuevos horizontes no son i-rracionales ni a-rracionales, sino estrictamente
trans-racionales y trans-humanos, constituyendo los ejes y parmetros de una fascinante y
desconocida alteridad... encubierta e inaccesible, hasta hace poco, para los limitados
*
Nota del Archivo E.M.V.: La presente versin corresponde a la primera edicin, publicada el ao 1990,
que fue corregida por el propio autor y difiere de algunos aspectos, estilsticos o de contenido, con relacin a la
ltima edicin. El lector interesado puede advertir los cambios introducidos comparando con la edicin publicada en
el ao 1993.
sensorios e instrumentos tcnicos de ndole restringidamente antropomrfica,
antropocntrica y geocntrica de que dispona el hombre.
No es el propsito de este Prlogo, escrito a solicitud de la Editorial Gedisa para la
segunda edicin de esta obra, reiterar lo que en el original advertamos al lector de la
primera. Quisiramos, eso s, aprovechar la oportunidad que nos ofrece la incesante
aparicin de nuevos instrumentos meta-tcnicos (popularizados rpidamente en los escasos
cuatro aos que median entre ambas ediciones) para sugerir el impresionante avance que
sus aportes representan para el universo del saber tecno-cientfico de nuestros das. En tal
sentido sin que ello implique un muestrario de ninguna especie, ni los instrumentos
elegidos puedan ser tomados como paradigmas o modelos que respondan a todas las
variables meta-tcnicas prenunciadas en nuestra obra cabe mencionar, slo a ttulo de
ejemplos, el denominado PET (Positron Emission Tomography) mediante el cual una
inyeccin de glucosa marcada radiactivamente permite localizar las zonas de ms intensa
actividad cerebral; el SQUID (Superconducting Quantum Interference Device) gracias a cuya
accin se captan campos magnticos que son utilizados para registrar el funcionamiento de
las neuronas; el MRI (Magnetic Resonance Imaging) que abre el acceso hasta milimtricas
estructuras de tejido cerebral (as como a los correspondientes cambios del mismo en
intervalos temporales de 50 milisegundos)... en tanto una variable suya, el MRI Ecoplanar,
disminuye dicho intervalo hasta los 45 milisegundos; el MRS (Magnetic Resonance
Spectroscopy) que, en lugar de la anatoma, suministra el funcionamiento de la qumica
cerebral en actividades tales como las del aprendizaje, la memoria, las emociones y la
visin; sin dejar de mencionar los complejos sensores que, utilizando el efecto
Doppler-Fizeau y las diferentes longitudes de onda del hidrgeno neutro y el ionizado, han
ampliado y potenciado hasta lmites inimaginables, las ms sorprendentes investigaciones
astrofsicas... al igual que el carbono radiactivo ha permitido el clculo de un tiempo
absolutamente indetectable para cualquier tipo de humana medicin ptico-lumnica.
Todos y cada uno de esos instrumentos mediante el enriquecimiento y expansin
que posibilitan del saber tecno-cientfico testimonian fehacientemente la inteleccin
primordial de nuestro intento. Efectivamente: nos hallamos en la aurora de una nueva
civilizacin, desconocida y casi inexplorada, que le promete al hombre la superacin de sus
congnitos lmites somato-psquicos... mediante la invencin de una nueva racionalidad
creada y construida por su propia razn.
Tal perspectiva implica, en s y por s misma, riesgos y prodigios, hazaas y peligros,
que debe afrontar ineludiblemente su propio gestor y creador. El final del siglo XX nos
sorprende en semejante trance. Nuestra obra slo aspira a ofrecer una perspectiva,
coherente y profunda, desde la cual los signos y seales de la crisis puedan ser dilucidados y
comprendidos... con la esperanza de lograr que el hombre siga siendo amo y seor de su
poder.
E.M.V.
Tusmare, 14 de julio de 1993.
PRLOGO
E.M.V.
Tusmare, a 8 de octubre de 1989.
INTRODUCCIN
I
El presente y el futuro de la humanidad hasta donde sea posible adelantar su
pronstico sin caer en un ingenuo profetismo dependen del desarrollo de la tcnica. Pero el
quehacer tcnico tal como hoy se exhibe en cuanto actividad dirigida hacia el dominio de la
alteridad en general no tiene en nuestros das un significado inequvoco, ni una modalidad
operativa nica y exclusiva, unnimemente aceptada por todos los hombres.
En tanto que actividad humana, el quehacer tcnico es eminentemente histrico... y,
como tal, se halla expuesto a sufrir o a provocar las transformaciones que el propio hombre
promueve mediante las obras de su libertad. Ello determina que su sentido y sus metas se
encuentren en ntima relacin con los cambios experimentados por la epistemologa y la
ontologa de su poca. La tesis primordial de este libro consciente de semejante hecho
pretende mostrar que vivimos un momento decisivo en la evolucin histrica de la ratio
technica... cuyos rasgos tendrn una influencia paralela en el presente y futuro de la
humanidad. A tal respecto, sin exagerar la importancia de los avances ms recientes, es
posible columbrar que nos hallamos situados en una excepcional coyuntura donde aquella
transicin ocurre y somos nosotros mismos, los hombres de este tiempo, protagonistas y
testigos de una revolucin que an no logramos comprender ni avizorar en toda su
complejidad y trascendencia.
Efectivamente: frente a la modalidad hasta ahora prevaleciente de la tcnica de
estilo y lmites antropomrficos, antropocntricos y geocntricos comienza a insinuarse, en
nuestros propios das, un nuevo proyecto y modelo de ella cuyo logos pretende transformar
y traspasar aquellos lmites modificando eo ipso el estilo del quehacer tcnico con la
finalidad de acrecentar el poder de que dispone el hombre ms all de las fronteras que
establecen su ingnita constitucin somato-psquica y la capacidad cognoscitiva sustentada
en sta misma.
Pero no es fcil advertir y, an menos, explicar no slo los detalles, sino incluso los
contornos y el sentido general de esta contienda. Nuestro intento, tal vez con ambicin
desmesurada, ha pretendido abordarla desde sus propios fundamentos. Para ello,
delineando los principios que posibilitan el surgimiento y desarrollo de aquel logos, que por
su modalidad y lmites denominamos meta-tcnico, hemos tratado de bosquejar la
trans-formacin o trans-mutacin que el mismo ejerce sobre la ingnita constitucin de los
dos grandes sensorios ordenadores de la alteridad.
Sin pretender en esta introduccin adelantar los resultados que podamos haber
obtenido labor que, por su complejidad, requiere del lector un minucioso y detenido
anlisis nos ha parecido conveniente, sin embargo, a fin de familiarizarlo con la ndole
general de la obra, elegir el ejemplo del espacio para mostrar cmo, al incidir el logos
tcnico y/o el meta-tcnico sobre la ordenacin de la alteridad espacialiforme, en la misma
se proyectan radicales diferencias que provocan paralelas variaciones en las respectivas
nociones del espacio... afectando eo ipso a todas las instituciones humanas (lingsticas,
ontolgicas, ticas, polticas, etc.) donde el propio in-stituir se basa en un material o
contenido espacialiforme.
No obstante, lo que aqu expondremos slo tiene el propsito anunciado. Si bien para
la eleccin del espacio, como ejemplo ilustrativo, privan razones preeminentes y
fundamentales dada la primordial importancia que aqul tiene como ingrediente en la
conformacin del logos ptico-lumnico en tanto que privilegiado exponente del logos
tcnico lo que en referencia al mismo se exprese debera ser aplicado paralelamente al
tiempo (y, por ende, a la correspondiente alteridad temporiforme) puesto que la accin
modificadora del logos meta-tcnico se ejerce, con igual intensidad y similares proyecciones,
a travs de toda su accin inteligibilizadora sobre la alteridad.
II
Uno de los rasgos fundamentales que distinguen a la ratio technica tal como ella se
manifiesta en nuestro tiempo en contraste con la que posibilitaba el primigenio modelo
tcnico que prevaleca hasta hace poco es el radical cambio introducido por su accin y sus
productos en la nocin o concepto del espacio. En efecto: al ser aquel espacio visualizado,
organizado y construido a partir de la categora de funcin en oposicin abierta a su
ordenacin hecha por la categora de sustancia o con la ayuda de criterios basados en la
misma no slo es posible detectar una bsica innovacin de su significado conceptual, sino
una concomitante variacin que se refleja en la espacialidad concreta y real de los
fenmenos donde aquella nocin se exhibe e incorpora.
De tal manera, en lugar de representarse el espacio como un agregado de puntos,
elementos o tomos, yuxtapuestos o contiguos entre s, hoy se concibe y maneja aqul
como una estructura funcional o sistmica, que forma un campo o totalidad dinmica, cuya
sinergia determina sus eventuales formas y lmites. Careciendo de todo fundamento o
residuo sustancial, las caractersticas que ostenta la espacialidad en nuestro tiempo son
radicalmente distintas y, a veces, hasta opuestas a las que exhiba su nocin cuando era
pensada o establecida desde su anterior soporte.
Pero la transformacin operada en la nocin del espacio no se reduce a este simple
cambio de categoras. En un plano ms profundo y determinante, lo que ha comenzado a
mudar en nuestros das ha sido la propia ndole del logos inteligibilizador y ordenador del
espaciar posibilitado por la tcnica... introducindose con ello modificaciones o
transmutaciones, paralelas y radicales, en la estructura epistmica y ontolgica de su
tradicional nocin.
Uno de los rasgos ms peculiares de la meta-tcnica, en tal sentido, radica en su
intento de crear o producir una modalidad de logos o pensar no humano trans-humano,
meta-humano cuyas formas, leyes y principios, no son idnticos ni similares a los que
informan y sostienen el discurso humano. Para lograr tal finalidad, no slo se recurre a la
variacin, modificacin o alteracin de la constitucin y funcionamiento ingnitos de los
sensorios cognoscitivos del hombre, sino a la sustitucin de stos por instrumentos o
aparatos en cuyos mecanismos y operaciones puedan quedar eliminados (o ser
reemplazados por otros) aquellos sensorios... producindose en consecuencia un logos o
pensar meta-humano no antropomrfico, antropocntrico ni geocntrico cuyos correlatos
configuran una alteridad trans-humana y trans-finita.
Semejante alteridad, por esto mismo, en vez de hallarse ordenada segn los cnones
espacio-temporales del logos humano (extensin metrificada) encarna la expresin de una
trans-realidad en la cual actuando como logos constituyente el ordenamiento impuesto por
un instrumento o aparato des-antropomorfizado, que reemplaza al clsico sujeto del
tradicional esquema epistemolgico pueden quedar subrogadas o abolidas las
caractersticas espacio-temporales (pticas y mtricas) proyectadas sobre la alteridad por
los sensorios humanos ingnitos.
En lugar de tales caractersticas sustituyndolas, modificndolas, transformndolas
aparecen entonces, en el perfil de la alteridad, otros rasgos (provenientes de vertientes
ordenadoras tctiles, olfativas, auditivas, etc., no necesariamente antropomrficas) que, a la
par de ampliar el tradicional espectro epistemtico, introducen radicales cambios en la
textura y significacin de la alteridad.
Lo que as expresamos antes que ser el producto de una fantasa o un mero sueo
de ciencia-ficcin es la simple descripcin de conquistas meta-tcnicas que ya el hombre
utiliza en algunos de los instrumentos construidos para ampliar y profundizar su dominio
sobre la alteridad. Efectivamente: en lugar de los clsicos microscopios o telescopios
diseados para utilizar ondas luminosas y potenciar, mediante el empleo de espejos y
cristales, la constitucin y funcionamiento del ojo humano hoy el hombre ve sirvindose
de ondas snicas o invisibles para su propio ojo, tal como lo ilustra el uso del sonar o de los
instrumentos que emplean el ultrasonido, los rayos X u otros del espectro electromagntico,
logrando en semejante forma una visin ms perfecta que la proporcionada por artefactos
simplemente antropomrficos.
Lo mismo sucede para citar slo ejemplos harto conocidos en el caso de los misiles
que persiguen y localizan sus objetivos utilizando dispositivos trmicos (valga decir,
ordenando u organizando trmica, que no pticamente, la espacialidad)... tal como
acontece, por lo dems, entre algunos reptiles. Nada obsta entonces para que, en forma
paralela, superados los lmites del antropomorfismo y el antropocentrismo, pueda aquella
espacialidad ser ordenada odorficamente (como ocurre en el caso de ciertos insectos)... o
mediante insospechadas modalidades de un logos trans-humano y trans-finito, capaz de
instituir la alteridad en general bajo la forma de una supra-naturaleza que no responda a los
ingnitos patrones antropomrficos, antropocntricos ni geocntricos, que hasta ahora
haban prevalecido en el trato epistemtico del hombre con su alteridad connatural.
Porque tambin, complementariamente, hay otro aspecto que reviste decisiva
importancia con relacin a aquella supra-naturaleza construida y diseada por la
meta-tcnica. En efecto: si la tcnica primaria utilizaba en sus instrumentos de conocimiento
y dominio slo las fuerzas o energas ingnitas que ofreca la naturaleza encerrada en los
lmites de nuestro planeta, la meta-tcnica puede servirse de un tipo de energa o fuerza
que posibilitada por aquella misma supra-naturaleza fabricada por el hombre no quede
sujeta a los lmites de las energas estrictamente ingnitas y terrenales.
Esto significa escuetamente enunciado dos cuestiones distintas pero conexas entre
s, a saber: 1) que con la creacin de la supra-naturaleza pretende el hombre romper la
estructura originaria (y limitativa) que la naturaleza ingnita (o sus connaturales energas)
presentan en nuestro planeta; 2) que intenta, a su vez, crear nuevas estructuras y
reordenamientos de la materia mediante los cuales obtener el dominio de la naturaleza en
total, valga decir, en un sentido estrictamente galaxial.
III
Todo lo anterior se deriva as se advierte fcilmente de la transformacin y
superacin experimentada por el fundamento ptico (y, por ende, mtrico) que hasta ahora
haba prevalecido en la ordenacin y organizacin espacialiforme de la alteridad. Su
modificacin o sustitucin por una espacialidad meta-tcnica significa eo ipso un cambio
radical en el significado y alcance de las determinaciones epistemolgicas y ontolgicas de
aquella alteridad.
Pero no son inocentes ni triviales las consecuencias que de esto se desprenden. En
efecto, si intentamos sistemticamente revisar las instituciones humanas donde aquella
revolucin se refleja, es necesario acusar que su impronta afecta y debe ejercitarse, de un
modo primordial, sobre la propia etimologa, estructura y sintaxis del lenguaje. A partir de
ste, casi en forma automtica, su influencia incide y provoca modificaciones tanto en los
conceptos fundamentales de la ontologa como en las bases de la epistemologa,
proyectndose subsecuentemente sobre los sistemas categoriales que sostienen las diversas
(aunque afines) culturas de comn basamento ptico-espacial. Sean cuales fueren stas, la
modificacin de su subrepticio fundamento espacialiforme se extiende y debe afectar
igualmente a sus instituciones morales, polticas y jurdicas, a la par que a los usos,
costumbres y tratos cotidianos, que se hallan sustentados por una interpretacin ptica de la
alteridad.
La transformacin del fundamento ptico-espacial de la alteridad dicho en la forma
ms directa y sencilla posible significa paralelamente un cambio radical en su basamento
dxico de sustentacin... lo cual, a su vez, plantea la urgente necesidad de acuar un
repertorio de categoras y principios (absolutamente distintos a los actuales) con que
enfrentarnos, acceder e interpretar a este nuevo e indito mundo que ante nosotros se
despliega.
No es posible en esta introduccin limitada intencionadamente en sus propsitos y
alcances intentar siquiera ilustrar el vasto panorama de problemas que hemos insinuado.
Cada uno de ellos requiere para ser elucidado como se atestiguar en el curso de esta
obra de complejas y prolijas investigaciones, as como de sutiles anlisis lingsticos y
conceptuales, que ilustren fehacientemente lo que apenas queda sugerido. Con la nica
intencin de sealar algunos de los ms llamativos aspectos que, como indicios y estmulos,
nos han servido para aproximarnos a la inteleccin primordial que sostiene nuestra tesis,
quisiramos dejar constancia de lo siguiente:
1) En relacin al lenguaje, como tal, es posible advertir y comprobar fcilmente que,
desde un punto de vista semntico, la mayora de las significaciones lingsticas tanto del
habla cotidiana, como del lenguaje tecnocientfico y hasta metafsico cobran su gnesis a
partir de determinaciones ptico-espaciales (o, derivadamente, temporales) a las cuales
posteriormente quedan tcitamente referidas.
Es ms: las reglas sintcticas que vertebran el lenguaje tienen como horizonte lgico
e ideal valga decir, como fundamento racional de las mismas a una ratio o logos que se
nutre, a su vez, de una concepcin del espacio y del tiempo que se da por supuesta y
evidente. Efectivamente: todos los principios lgico-sintcticos tienen como horizonte de
sentido, sustento e inteligibilidad, la concepcin sustancialista de la alteridad
espacio-temporal que recoge Aristteles.
Pinsese por simple va de ejemplo en lo que son o significan la afirmacin y la
negacin. Ellas son como Husserl las designa posiciones (Setzungen, Positionen).
Ahora bien: toda posicin requiere un espacio (lugar, sitio, mbito) en que posarse,
sostenerse, situarse. Dentro de tal mbito espacial se verifica el movimiento o intencin
(tambin espacialiformes) que definen al contrapuesto esquema espacial de la negacin y de
la afirmacin. As, en rigor, se patentiza mediante una brevsima acotacin semntica y
etimolgica:
1-a) La negacin y/o el acto de negar (en griego p fasij; en alemn Ablehnung)
significan al menos en su capa judicativa o preproposicional separar, alejando, algo de
algo (cfr. Aristteles, De Interp., 17a26). Semejante separar en lo cual, como es evidente,
se supone un espacio se realiza mediante un distanciar, rechazar, o no admitir...
ex-cluyendo de un determinado mbito o esfera aquello que se niega. Tanto el prefijo griego
p como la partcula alemana Ab, denotan por esto un claro sentido espacialiforme: el que
se traduce precisamente en el separar y alejar contenidos en la primigenia significacin
aristotlica;
1-b) Lo mismo sucede aunque en opuesto sentido en el caso de la afirmacin y/o
del acto de afirmar. La afirmacin que en griego se expresa con el trmino katfasij y, en
alemn, con el de Zustimmung en lugar de separar, segn Aristteles, une dos trminos
(cfr. De Interp., 17a25)... lo que tambin, como es evidente, deja traslucir un significado
espacial. Unir, en efecto, significa reunir: co-locar una proposicin al lado de otra, verificar
su ad-misin o in-clusin en un determinado mbito o esfera. El prefijo kat posee, a este
respecto, un claro sentido espacialiforme. Significa, como preposicin, desde arriba hacia
abajo, o simplemente hacia. Esto seala la direccin espacial en que se realiza la unin o
reunin de las proposiciones en la afirmacin. Igual sentido espacialiforme tiene el trmino
alemn Zu, al sealar un movimiento de co-incidencia (Zu-stimmung) en un determinado
punto o lugar... por supuesto espacial.
Ahora bien: en qu se transforman la afirmacin y la negacin si a ellas se las
despoja de ese sentido espacialiforme de exclusiva raigambre ptica y sustancialista que
nutre y sostiene sus significados? En qu se convierte un lenguaje si su sintaxis no cuenta
con los valores o el sentido de la negacin y de la afirmacin tradicionales?
2) Pero esto que se insina con respecto al lenguaje y a sus normas sintcticas, se
constata y confirma plenamente si se analizan los conceptos bsicos de la ontologa y las
correspondientes determinaciones epistemolgicas, que les sirven de base.
No es casual, en tal sentido, que una de las ms viejas y venerables formulaciones
onto-lgicas de la filosofa occidental la parmendica se inicie con una plena y definitiva
identificacin entre el Ser y el Pensar... entendido este ltimo bajo un trmino cuya
prosapia, si bien tiene innegables conexiones con lo inteligible del conocimiento, las tiene
asimismo con la actividad propia del ver y/o del percibir sensibles. t gr a t noen stin te
ka enai, dice el tercer fragmento del clebre poema parmendeo (H. Diels - W. Kranz, Die
Fragmente der Vorsokratiker, I Bd., pg. 231). A lo largo del mismo, doquiera se encuentre
el trmino noen, ste se halla en indisoluble conexin con los de l goj y n (enai), as
como los de n oj, n hma y lhqe w. Pero asimismo no puede parecer extrao que, dada la
significacin sensible que tiene aquel noen, Parmnides compare al Ser con una esfera
(sfara)... cuyos atributos perfectamente homogneos y equilibrados dentro de sus lmites
visuales (praj) testimonian ostensiblemente la pretendida superacin de las
im-perfecciones finitas del ver y/o del percibir en cuanto tales.
2-a) Pero esta presencia de ingredientes pticos que se advierten en la concepcin
parmendica del Ser (cuyas transformadas huellas no resultan difciles de rastrear en
posteriores pensadores) se reitera y comprueba incluso con mayor claridad en un campo
distinto aunque paralelo al anterior.
Efectivamente: ya sea que el concepto de Ser se tome en un sentido predicativo (y,
en consecuencia, se examinen los procedimientos doctrinarios mediante los cuales se
establece la significacin de la cpula); ya sea que aquel concepto se tome en un sentido
existencial (y, como resultado, se analicen sus caracteres, formas, modos y momentos)... en
ambos casos, sin excepcin, es posible detectar manifiestos ingredientes ptico-espaciales,
subyacentes en cada una de sus etimologas y significados.
As se comprueba, por ejemplo, si examinamos etimolgicamente las propias
designaciones con que se distinguen los ya mencionados procedimientos que interpretan el
significado copular. La doctrina de la inherencia, en tal sentido, se basa en el in-herir
(in-esse, prcein); la de la suposicin lo hace en el sub-poner (sup-positio, p qesij); y la
de relacin en el com-poner (com-positio, s nqesij)... cuyas connotaciones espacialiformes
son evidentes.
Lo mismo encontramos si, brevemente, nos dedicamos a escudriar y analizar los
caracteres que se le atribuyen al Ser como resultado de la aniquilacin de sus lmites
sensibles (praj); o lo que expresan y revelan sus formas (tales, vgr., como las de en s,
fuera de s y para s; o sus modos (por ejemplo, lo posible y necesario, derivados
ambos, tanto en griego como en latn, de races dotadas de un significado eminentemente
ptico-espacial); o, por ltimo, sus momentos, si por tales entendemos su determinacin
como existencia (del latn ex-sto) y como accidente (de ac-cido), cuyos ingredientes
espacialiformes son tambin manifiestos.
2-b) Con no menor importancia que en el concepto de Ser, propiamente tal, es
posible rastrear vestigios de ingredientes similares, de ostensible genealoga ptico-lumnica,
en las determinaciones epistemolgicas que le sirven de basamento al mismo. A fin de
abreviar los ejemplos, slo mencionaremos el caso de la clebre oposicin entre fenmeno y
numeno. As como en el primero es resaltante la presencia del verbo griego fa nw y, por
supuesto, la intervencin de la luz (fj), como agente patentizador de lo visible el trmino
numeno proviene de noj y ste del ya comentado noen.
Refirindose a este ltimo como expresin del ver en general ha sido Husserl, en
nuestro propio tiempo, quien ha reivindicado para el mismo la suprema condicin de ser
fuente dadora y legitimadora de todas las afirmaciones racionales. As lo afirma
textualmente en Ideen (I, 19): Das unmittelbare Sehen (noen), nicht bloss das sinnliche
Sehen, sondern das Sehen berhaupt als originr gebendes Bewusstsein welcher Art immer,
ist die letzte Rechtsquelle aller vernnftigen Behauptungen.
3) Si los ingredientes ptico-espaciales inficionan los ms elevados conceptos
ontolgicos y epistemolgicos del quehacer filosfico, fcil es colegir que su influencia debe
hallarse presente no slo en el diseo de las instituciones sociales (polticas, jurdicas y
culturales) creadas por el hombre, sino tambin en los propios valores que sustentan
aqullas.
3-a) As, en efecto, acontece. Ya sea en las races etimolgicas que definen al
fenmeno de la posesin y propiedad en trminos jurdicos (possideo es sinnimo de occupo
y ste se deriva de capio: asir, agarrar, mantener algo en el espacio cerrado del puo);
como en la nocin territorial de la soberana en cuanto sustento espacial del estado; o en el
espacio comn del encuentro y reunin de los fieles que se anuncia en el trmino kklhs a o
ecclesia (contionis locus); hasta llegar a la presencia del claustrum en cuanto espacio
ocluso o cerrado que refleja no slo el estilo de una vida monacal sino que determina,
incluso, la arquitectnica epistmica de la institucin universitaria al dividir el saber en
esferas o parcelas presuntamente autnomas e incomunicadas entre s... por doquier
indaguemos, siempre hallaremos la huella o impronta donde se revela y testimonia la
presencia de tales ingredientes ptico-espaciales en el diseo de las instituciones.
3-b) Pero ms all del simple diseo y perfil institucional, la preeminencia de lo
ptico-espacial se proyecta sobre los propios valores que tcita o expresamente actan
como sostenes axiolgicos en ellas. A tal respecto si de alguna manera queremos filiar
semejante herencia en la acuacin de los valores debemos mencionar, como origen o
fuente primigenia de la misma, a la doctrina platnica. Segn sus cnones, los valores eran
ideas (edoj, da) y las ideas eran los correlatos de un ver (den): aspectos, imgenes o
torsos visibles (species) que de aqullas se ofrecan a la vista.
De all que al referirse al Bien valor por antonomasia Platn compare a ste con el
sol... cuya luz, auxiliando al ojo, permite al rgano visivo realizar y cumplir su primordial
finalidad. En forma semejante, el Bien, de cuya luz requiere el alma para ejercitar su
conocer inteligible, es aquello que ilumina el reino donde moran las ideas, tornndolas
resplandecientes y visibles.
Es por obra del Bien (a t t gaq n) entendido bajo el smil de esta luz inteligible y
esclareciente que se vislumbran y divisan los restantes valores: lo bello (t kal n), lo justo
(t d kaion), incluso lo verdadero (t lhqj)... puesto que es precisamente el Bien lo que
presta verdad a lo conocido y proporciona al cognoscente la fuerza para conocer. (Toto
to nun t t n lqeian parcon toj gignwskomnoij ka t gignskonti t n dnamin podid n
t n to gaqo dan fsi enai). Platn, Repblica, Libro VI, 508e.
Casi imposible sera encontrar a lo largo de toda la historia de la filosofa pasajes
ms reveladores que los citados para ilustrar y acreditar la preeminencia de los ingredientes
ptico-lumnicos en la conformacin del pensar metafsico. De tal preeminencia, como es
natural, se deriva asimismo la textura espacialiforme que impregna la significacin y sentido
de sus fundamentos, principios y conceptos, as como de todo aquello que, mediata o
inmediatamente, se apoya en los mismos.
Ahora bien: a partir de lo dicho, que ya por s mismo desborda los naturales lmites
de una Introduccin, cabe tan slo plantearse una pregunta. En efecto: qu destino le
aguarda a semejante pensar y, a partir del mismo, al lenguaje, a las instituciones humanas
y a los propios valores si aquellos ingredientes ptico-espaciales se ven cuestionados y
superados por el avance y desarrollo del logos meta-tcnico?
IV
En semejante encrucijada vive y se debate nuestro tiempo. Del rumbo que frente a
ella siga la humanidad... depende, a nuestro juicio, su presente y su futuro. Nos hallamos
transitando un perodo de profundos e inesperados cambios cuyos significados y alcances
como es natural no pueden ser todava aprehendidos con total y lcida conciencia.
Es ms: nos encontramos en una situacin parecida a la de los navegantes que, a
finales del siglo XV y comienzos del XVI, no haban percibido an la trascendencia de sus
propios descubrimientos. Perplejos y confusos, crean todava que las nuevas tierras por
ellos visitadas formaban parte del mundo conocido... sin percatarse de que su presencia
encarnaba una emergente realidad que decretara la inexorable quiebra de su propia visin y
concepcin del mismo.
As acontece hoy con la meta-tcnica. No se trata, simplemente, de una nueva etapa
de la tcnica que pueda insertarse normalmente en el desarrollo experimentado por aqulla
como fruto de su paulatina evolucin. Ella implica, por el contrario, al par del cambio y
superacin de las tradicionales caractersticas antropomrficas, antropocntricas y
geocntricas prevalecientes hasta nuestros das, una radical sustitucin de todos los
fundamentos epistemolgicos y ontolgicos que sostenan al instituir humano y, por ende,
a la propia tcnica como exponentes de la racionalidad.
Pues ha sido la raz notica de semejante racionalidad y, por ende, la de su propio y
preeminente instituir la que se ha visto vulnerada con la creacin de su mximo prodigio:
el diseo y creacin de un logos meta-tcnico que niega y supera al mismo tiempo la
ingnita finitud de aquella misma racionalidad.
Ello significa desde ahora tal como se ver, an ms claramente, en los tiempos por
venir una lenta pero inexorable implantacin de nuevas modalidades, horizontes y lmites,
en el despliegue de la racionalidad humana y transhumana... y, por supuesto, en las sintaxis
de sus proyectos y gestas instituyentes. En algo tan aparentemente simple como esto
segn pensamos reposan los grmenes del prximo futuro. Tal vez lo que en esta obra se
bosqueja... no carezca de importancia para avizorar su inevitable advenimiento.
CAPTULO I
PRINCIPIOS
1 De la Tcnica a la Meta-tcnica
2 Vertientes de la Meta-tcnica
3 Utensilios e Instrumentos
La sustitucin del modelo sustancialista del espacio por otro de genealoga y estilo
funcionales tal como sucintamente qued sealado en la Introduccin si bien implica
una innovacin de su concepto, al par que una concomitante variacin en la espacialidad
concreta y real de los fenmenos donde aquella sustitucin se incorpore, no representa sin
embargo una modificacin verdaderamente radical en la estructura epistmica y ontolgica
de su tradicional nocin.
Para que esta ltima ocurra quedando eo ipso transformado uno de los
fundamentales soportes protodxicos de la alteridad es necesario que se trasmute la propia
ndole del logos inteligibilizador y ordenador del espaciar en cuanto tal... lo cual slo puede
lograrse a travs de un proyecto meta-tcnico que altere de raz las bases antropomrficas,
antropocntricas y geocntricas del quehacer tcnico tradicional.
Es evidente, en tal sentido, que el ingnito y natural espaciar humano se realiza
mediante la preeminente intervencin de los rganos visivos. Ello testimonia que lo ptico
es, sin duda alguna, el eje primordial del sistema sinestsico del hombre... y que, alrededor
del mismo, se entreteje el ordenamiento espacialiforme de la alteridad.
Mas, a partir precisamente de tal constatacin, es posible avizorar asimismo la
posibilidad de desarticular o transformar aquel sistema... y, en consecuencia, de proyectar la
inteligibilizacin y construccin de la alteridad incluyendo, por supuesto, su espacialidad a
travs de otros sistemas cuyos ejes no sean necesaria ni exclusivamente pticos.
Si tal ordenacin y construccin se realizara... sera posible entrever entonces la
simultnea posibilidad de que esa nueva alteridad trans-ptica estuviese dotada de una
racionalidad no restringida simplemente a la videncia y evidencia (meramente pticas) que
alimentan al logos tcnico tradicional. Semejante trans-racionalidad sea dicho desde
ahora no sera por ello i-rracional o a-rracional, sino expresin de un logos trans-humano
que transcendera los ingnitos lmites del tradicional.
Pero qu implica, en concreto, lo anterior? Para dar una respuesta a ello debemos
precisar, por lo pronto, dos aspectos distintos aunque complementarios entre s: a) lo que
supone y significa la superacin de las caractersticas antropomrficas, antropocntricas y
geocntricas del logos connatural del hombre; y b) lo que, a partir de tal superacin, pueden
o deben ser las vas que permitan la construccin de un logos meta-tcnico como el
esbozado. Mientras que el primer aspecto lo trataremos a continuacin, el segundo, aunque
slo en forma muy preliminar, lo desarrollaremos en el prximo pargrafo. En efecto:
1) Que el logos meta-tcnico no sea antropomrfico supone y significa que el mismo
trasciende la conformacin, modalidades y lmites impuestos por la organizacin
psico-somtica del hombre... exhibiendo principios, leyes y formas que no son idnticos (y,
a veces, ni siquiera similares) a los que sostienen la sintaxis y estructura del discurso
humano.
Para lograr tal objetivo sin atenerse al modelo o paradigma que este ltimo le
brinda el proyecto meta-tcnico debe disponer de instrumentos cuyas operaciones no slo
impliquen la modificacin o alteracin de la constitucin y funcionamiento ingnitos de los
sensorios cognoscitivos del hombre, sino asimismo una radical subrogacin y sustitucin de
ellos. En tal sentido como sensorios artificiales construidos para lograr los fines sealados
en el anterior pargrafo tales instrumentos, valindose de su ndole trans-ptica y
trans-humana, configuran paralelamente una alteridad trans-finita completamente distinta a
la que corresponde al modelo antropomrfico.
2) Se entiende as, tambin, lo que supone y significa la ruptura del
antropocentrismo que provoca el logos meta-tcnico. En efecto: al instaurarse la posibilidad
de que la alteridad sea inteligibilizada y organizada en forma mltiple y diversa dotndola,
en cada caso, de un sentido y/o significado diferente no cabe otorgarle al logos humano
una funcin de carcter exclusivo ni privilegiada por sus caractersticas.
A su lado con prerrogativas si no idnticas al menos similares pueden existir y
divisarse mltiples formas o modos de organizar e interpretar la alteridad (desde la de los
seres vivos hasta las producidas por los propios instrumentos meta-tcnicos) cuya validez y
eficacia se han tornado, especialmente en nuestro tiempo, indiscutibles.
La perspectiva humana o, si se quiere, la primaca de la subjetividad emprica o
trascendental pierde as la preeminencia que haba adquirido para la edad moderna. En su
lugar, ampliando las posibilidades de la ratio humana, no slo aparece un innumerable
repertorio de sintaxis inteligibilizadoras equivalentes a la de aqulla... sino asimismo el
espectro de una trans-racionalidad donde el clsico sujeto as como los meandros de la
subjetividad son de hecho reemplazados por un instrumento o aparato que (aun siendo
diseado por el hombre) no reclama para s ninguna prerrogativa o superioridad
cognoscitiva ni veritativa, puesto que su nica y posible funcin es la de ser mero ordenador
excntrico de la alteridad.
3) La superacin del geocentrismo en consonancia con lo que las dos perspectivas
anteriores representan significa no slo la conquista de un punto de referencia
extra-terrqueo para los logros del quehacer tcnico, sino a la par la posibilidad de construir
instrumentos y/o de utilizar energas que, al no hallarse sujetos a las leyes y constantes
fcticas de nuestro planeta, pueden tener una consistencia y un comportamiento distintos a
los que poseen y exhiben dentro del marco terrenal.
De tal manera, al romperse aquellos lmites, el horizonte de la naturaleza ingnita se
expande hasta una dimensin galxica... posibilitndose, a la vez, gracias a las
caractersticas de este nuevo mbito, la construccin de una supra-naturaleza distinta (y, en
cierto modo, autnoma) con respecto a la simplemente geo-cntrica.
En esta supra-naturaleza imperando la ordenacin trans-ptica del espacio realizada
por los instrumentos meta-tcnicos no slo es posible superar la exclusiva ndole visiva
(antropomrfica y antropocntrica) de su correspondiente espacialidad... sino que, a partir
de ello, sus efectos se proyectan sobre el instituir humano en general provocando
transmutaciones radicales en los soportes protodxicos de la nueva alteridad que as queda
al descubierto.
5 Epignesis de la Meta-tcnica
6 Nootecnia y Demiurgia
CAPTULO II
ESPACIO Y TIEMPO
8 Posiciones y Espacialidad
9 Racionalidad y Trans-racionalidad
10 El Tiempo ptico-Lumnico
11 Tiempo y Duracin
13 Tiempo y Existencia
15 Tiempo y Meta-tcnica
CAPTULO III
EPISTEMOLOGA Y ONTOLOGA
17 El Conocimiento y la Conciencia
Ego sum res cogitans, id est dubitans, affirmans, negans, pauca intelligens, multa
ignorans, volens, nolens, imaginans etiam et sentiens; ut enim ante animadverti,
quamvis illa quae sentio vel imaginor extra me fortasse nihil sint, illos tamen
cogitandi modos, quos sensus et imaginationes appello, quatenus cogitandi quidam
modi tantum sunt, in me esse sum certus (Descartes, Meditationes de Prima
Philosophia, III, 1).
18 Pensar y Meta-tcnica
Es bien sabido que el trmino Ser puede ser usado en dos sentidos: 1) el
copulativo y 2) el existencial.
1) En referencia al sentido copulativo del trmino Ser pueden distinguirse, a su
vez, tres concepciones o doctrinas que interpretan la funcin y/o significado de la cpula, a
saber: 1-a) la de la inherencia; 1-b) la de la identidad; y 1-c) la de la relacin.
1-a) Segn la doctrina de la inherencia, el trmino Ser (en tanto que cumple su
funcin de unin copulativa) significa que el predicado pertenece se halla unido y/o ad-
herido al sujeto... de modo tal que forma parte separable o in-separable del mismo.
1-a-1) Tales modalidades de la in-herencia fueron expresamente tratadas por
Aristteles al referirse a la distinta forma que puede adoptar (y/o en que puede ser
concebida) la relacin entre la sustancia [que, en sentido existencial, es el propio Ser, cfr.
Met. IV, 4, 1007a26 y VII, 1, 1028b2] y su esencia necesaria, o entre esa sustancia y sus
accidentes. Son cosas diferentes expresa textualmente Aristteles el inherir, el inherir
necesariamente y la posibilidad de inherir (An. Prim., I, 8, 29b).
Mientras el inherir necesario es aquel que se expresa en la definicin de un trmino
ya que tal definicin se refiere a la inherencia de la esencia necesaria en la propia sustancia
del trmino definido (como sucede, vgr., al definir a Pedro como un animal bpedo), el
inherir posible es aquel donde la relacin de inherencia se refiere a los accidentes con
respecto a los cuales el trmino (Pedro) puede o no hallarse unido, vinculado o adherido...
como es vgr. ser obrero, msico, alto, etc. (cfr. Met., VII, 4, 1030a22).
Mas, si de lado se dejan las obvias crticas que pueda merecer esta doctrina, cabe
preguntarse, sin embargo, lo siguiente: cules son las bases de sustentacin que posibilitan
y configuran el funcionamiento y operatividad de ella?
Sin duda que la doctrina de la in-herencia (en griego prcein en latn in-esse) se
halla erigida desde un fundamento que posee y exhibe un evidente sentido ptico-espacial.
Efectivamente: as se revela, sin el menor ocultamiento, a travs del trmino latino in-esse.
In-herir (in-esse) significa el ocupar un sitio o lugar (dentro de y/o en) la sustancia,
formando una in-separable unidad o comunidad con ella... de modo tal que, mediante tal
proximidad o cercana, se produce una identidad entre el sujeto (sustancia) y aquello que,
mediante la unin copulativa, se predica del mismo.
El trmino in-herir o in-herencia (integrado en latn por la preposicin in y el verbo
haerere) significa estar ad-herido a valga decir, hallarse unido a o pegado y fijado en
... en cuyo caso tanto la preposicin a (ad) como en (in) revelan un claro e indeleble
sentido ptico-espacial.
1-a-2) La doctrina de la in-herencia se reitera, sin mayores alteraciones conceptuales,
dentro del pensamiento de Leibniz. En su Metaphysische Abhandlung (N 8), dice Leibniz
textualmente: Nun steht fest, dass jede wahre Aussage einen Grund in der Natur der Dinge
hat, und wenn ein Satz nicht identisch, d.h., wenn das Prdikat nicht ausdrcklich im Subjekt
enthalten ist, so muss es doch virtuell in ihm enthalten sein. Die Philosophen nennen das
inesse, indem sie sagen, das Prdikat sei im Subjekt enthalten. So muss der Subjektsbegriff
immer den Prdikatsbegriff einschliessen, so dass derjenige, der den Begriff des Subjekts
vollkommen verstnde, auch urteilen knnte, dass ihm dieses Prdikat zukommt.
Pero qu expresa y significa el hecho de que Leibniz utilice el mismo trmino
contener (enthalten) para designar una variable relacin donde aparentemente el
predicado puede o no estar contenido en el sujeto?
Su respuesta si se atiende al verdadero sentido de las afirmaciones resulta
perfectamente esclarecedora. En efecto: sea virtual o expresamente, el concepto del sujeto
encierra siempre (immer einschliessen) el del predicado... de manera que cualquiera
sea la modalidad de la relacin copulativa aunque, eminentemente, en aqulla que los
filsofos designan con el trmino de in-esse, donde el predicado est contenido en el
sujeto (das Prdikat sei im Subjekt enthalten) siempre habr una in-herencia entre
ambos trminos. Semejante in-herencia, tanto por el propio significado que ella misma
posee, como por el sentido de las acciones que la definen (encerrar, incluir, estar
en), expresa una relacin copulativa de clara y ostensible ndole ptico-espacial.
1-b) La segunda doctrina referida al sentido de Ser es la que se conoce con el
nombre de identidad o suposicin. Segn la misma, en lugar de expresar una inherencia
sustancial y/o accidental entre el sujeto y el predicado, la cpula supone y representa una
identidad entre el sujeto y el predicado de una proposicin.
Tal identidad, por lo tanto, no se refiere a las sustancias (en s mismas)... sino a
los nombres o trminos que se utilizan en lugar de ellas. De all que esta doctrina de la
suposicin parta de considerar todo enunciado como una positio pro alio, valga decir, de un
funcionar los nombres... como sustitutos de las sustancias.
Mas, a pesar de este radical sesgo nominalista, la doctrina de la identidad y la
suposicin no logra vencer la limitacin impuesta por el ingrediente ptico-espacial que
domina al lenguaje. Efectivamente: eje o raz de esta doctrina lo constituye aquello que
posibilita la propia operacin sub-stitutiva que se ejecuta entre la significacin de los
trminos (nombres) y las entidades que tales trminos designan. Cul es semejante eje o
raz? La relacin llamada supponere pro.
Ahora bien: qu revela, como fuente originaria, la mencionada relacin?
Sencillamente expresado: un doble ingrediente ptico-espacialiforme, a saber: a) el de sub-
ponere (poner debajo); y b) el de pro (en lugar de).
La doctrina de la suposicin implica, de esta manera, el sub-stituir la sustancia por un
nombre o trmino a la que aqulla se sub-ordina co-locndola bajo o debajo del mismo en
calidad de simple designada (designatum).
Pero si bien con semejante proceder o artilugio se logra esquivar parcialmente las
dificultades metafsicas que presenta la unidad sustancial de la in-herencia... la dificultad se
eleva al aspecto cuantificacional de los trminos o conceptos. En tal sentido, acogida con
gran entusiasmo por los lgicos contemporneos, la doctrina de la suposicin, a pesar de
sus refinamientos matemticos, no puede ocultar su indeleble y manifiesto origen ptico-
espacial.
1-c) La tercera doctrina referida al sentido copulativo de Ser es la que considera la
funcin de semejante cpula como una relacin. Tal relacin, sin embargo, puede ser
considerada desde un punto de vista subjetivo y/o desde una perspectiva
complementariamente objetiva.
1-c-1) La representacin de la cpula como un acto ejecutado por un sujeto halla
en Descartes uno de sus primeros exponentes. La relacin copulativa, segn su tesis la
concibe, es una operacin cuyo lugar de origen se encuentra nsito en el juicio. El juicio es
una accin del pensamiento mediante la cual se agrega, aade o adjunta algo a la idea que
se tiene de una cosa u objeto. Dentro de semejante marco, Descartes asienta textualmente:
ut cum volo, cum timeo, cum affirmo, cum nego, semper quidem aliquam rem ut
subjectum meae cogitationis apprehendo, sed aliquid etiam amplius quam istius rei
similitudinem cogitatione complector; et ex his aliae voluntates, sive affectus, aliae autem
judicia appellantur (Medit., III, 5).
La actividad de juzgar es, de tal manera, una accin unificativa y/o sinttica que,
ejecutada por el sujeto, establece una relacin entre dos representaciones o ideas.
Este carcter subjetivo (o, ms precisamente dicho, idealista) del sentido copulativo
del Ser, se halla testimoniado en Arnauld, Locke y especialmente en Kant. Para Kant,
estrictamente expresado, la actividad peculiar del entendimiento (Verstand) es el juzgar...
y semejante accin judicativa se realiza mediante la sntesis verificada por el sujeto
cognoscente. Ich verstehe aber unter Synthesis in der allgemeinsten Bedeutung die
Handlung, verschiedene Vorstellungen zueinander hinzuzutun, und ihre Mannigfaltigkeit in
einer Erkenntnis zu begreifen (K.d.r.V., 10, B 103).
Ahora bien: qu significa semejante sntesis (Synthesis) en cuanto operacin
unificativa? Pero adems... qu representacin subyace tras las acciones del agregar
(hinzutun) y del comprender (begreifen) mediante las cuales aqulla se realiza como
tal?
Una sntesis (s nqesij) es la com-posicin (com-positio) de un todo por la reunin de
sus partes. De all que, tanto por lo que se refiere a su ingrediente preposicional sin (del
griego: s n), como por lo que concierne a su componente sustantivo tesis (del griego
qsij, derivado a su vez del verbo t qhmi: poner, asentar), el trmino sntesis denote, sin
lugar a dudas, una clara filiacin ptico-espacial.
En efecto: la preposicin s n indica, en griego, el sentido de un estar juntas, al
lado una de otra vecinas, prximas, cercanas dos cosas u objetos cualquiera. A su vez,
poner significa co-locar aqullas en un lugar o sitio (positio). El trmino sntesis, por esto
mismo, describe la accin de un re-unir aadiendo, agregando, adicionando dos o ms
cosas que se a-nexan y/o co-nexan mediante semejante relacin de acercamiento o
aproximacin espacialiforme.
Tal es lo que describe, en alemn, el verbo hinzutun sinnimo de hinzufgen
en cuyo intracuerpo significativo la partcula hin advierte su clara genealoga espacial
cuando indica, ostensiblemente, un movimiento y una direccin hacia. Tanto ese movimiento
como su direccin, por lo dems, quedan perfectamente definidos en el texto kantiano
cuando el verbo hinzutun es determinado por el adverbio zueinander que, de manera
inequvoca, seala que la relacin de acercamiento y/o aproximacin propiciada por la
sntesis tiene, como finalidad, re-unir o ad-juntar las entidades que as quedan co-nexas.
No menos evidente resulta el significado ptico-espacial que reviste la segunda
operacin la de concebir y/o comprender = begreifen mediante cuyo concurso se realiza
la sntesis. En efecto: complementando su estricto sentido intelectual de concebir, entender
y comprender el verbo alemn begreifen (derivado, a su vez, de greifen: agarrar,
coger, prender) significa a-prehender, com-prehender, en-cerrar, in-cluir... actividades en
cuyas etimologas y connotaciones se revela un claro ingrediente ptico-espacialiforme.
La operacin intelectual de concebir y/o comprender de acuerdo a este radical
carcter se verifica mediante un a-prehender (o, an mejor dicho, de un agarrar o coger)
que, estrictamente interpretados, ilustran la accin concreta y espacial de un tener algo
encerrado en el puo (man-tener, em-puar) como seal de su posesin o dominio.
La sntesis, en tanto ilustra este aprehender posesivo-dominante realizado por un
sujeto emprico, se traduce paralelamente en el plano intelectual del puro concebir como una
operacin donde se ad-juntan o re-unen dos representaciones (ideas o conceptos) cuya
aproximacin y/o com-posicin se verifica en el recinto de la apercepcin trascendental
como reducto o claustro del sujeto (Yo) puro.
1-c-2) La interpretacin de la cpula como una relacin cuya base es objetiva ha sido
especialmente desarrollada por la lgica cuantificacional contempornea... y en ella pueden
rastrearse algunos de los recursos nominalistas que ya fueron mencionados cuando se revis
la doctrina de la identidad (cfr. supra, 1-a-2). En efecto: matematizar y/o logificar tanto el
contenido de los trminos (sujeto y predicado), como la propia relacin copulativa,
mediante el uso de signos abstractos (letras sentenciales, cuantificadores, operadores, etc.),
no disuelve ni elimina, a nuestro juicio, la subyacente representacin ptico-espacial que es
posible detectar en funciones tales como las de pertenencia, inclusin, conexin, afirmacin,
negacin, etc., de las que se nutre (y de las cuales es incapaz de prescindir) la lgica
contempornea.
Tras el ropaje abstracto y formalizante de su simbologa matemtica sea cual fuere
la funcin nominal que se le otorgue a tales signos se oculta siempre la indeleble raz
intuitiva de los designata. La relacin objetiva (matemtica, formal, cuantificada) que
establece la cpula entre los trminos de un enunciado apofntico es y seguir siendo
siempre por obra de la propia raz ptico-espacial que alimenta y sostiene
epistemolgicamente al es copulativo de una ndole semejante a la de este mismo es.
2) El segundo sentido en que puede ser utilizado el trmino Ser es el existencial.
Difcil en extremo resulta, sin embargo, determinar una significacin precisa acerca de lo
que es el Ser... bien sea que la existencia designada por aquel es se entienda como
existencia en general o como existencia privilegiada.
Ante semejante escollo cuyo formal esclarecimiento desviara ostensiblemente
nuestros propsitos optaremos por un procedimiento distinto, a saber: centrar el anlisis
sobre los caracteres, formas, modos y momentos que, histrica y sistemticamente, se le
han atribuido al Ser como existente. A travs de ello buscaremos atisbar, indirectamente, la
raz ptico-espacial que alimenta la concepcin del Ser en cuanto tal.
2-a) Al identificar el Ser con lo verdadero haciendo del pensar inteligible (noen) la
nica va de acceso hacia meta semejante Parmnides (y, en general, todos los eleatas)
sealaron eo ipso los primeros caracteres que, de acuerdo con tales premisas, deba
ostentar la instancia que conceban como Ser.
Sin realizar una exhaustiva enumeracin de esos caracteres, sino slo escogiendo
algunos entre los ms conocidos, podemos sealar los siguientes: el Ser era eterno, sin
principio o comienzo, imperecedero, inmutable, inmvil, fijo, indivisible, homogneo, uno,
etc., tal como se desprende de la propia concepcin parmendica. Otros eleatas, como Zenn
y Meliso, aadieron a los anteriores incluso los siguientes: la ilimitacin, la incorporeidad,
etc.
Slo en base a los ya nombrados puesto que nuestra intencin, como lo hemos
explicado, no abriga eruditos propsitos de exgesis podemos, sin embargo, extraer una
nota que es comn a todos ellos. Efectivamente: debido a que, en general, la va de acceso
hacia el verdadero Ser exige la destruccin o abolicin de los datos cosechados por la va
sensible... todos y cada uno de aquellos caracteres exhiben como posibilidad y/o
fundamento de la identificacin que existe entre el Ser y el Pensar (inteligible) t gr a t
noen stin te ka enai... una negacin.
Qu es, en efecto, lo eterno y/o imperecedero? Aquello que no tiene principio o
comienzo, valga decir, lo que niega o suprime todo cuanto por va sensible y, en especial, a
travs de los datos visuales se inscriba discreta y limitadamente en el espacio abarcable
pticamente. No en balde, por esto mismo, en contraposicin a lo anterior, Parmnides
compara al Ser con una esfera (cfr. Diels-Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, B.8,
42, 43)... en cuya perfecta continuidad se anulan o borran todos los lmites.
Por carecer de semejantes lmites (praj) desvirtuados gracias a la ascsis
ejercitada sobre lo sensible el verdadero Ser muestra tambin como caracteres los rasgos
de lo homogneo, indivisible, inmutable, inmvil, etc. Ahora bien: qu es lo homogneo?
Sencillamente aquello cuyas partes no pueden ser mayores ni menores que otras... ya
que no hay lmites para compararlas ni medirlas... siendo, por esto mismo, in-divisibles y,
por tanto, inservibles para sealar el cambio, movimiento, etc.
Los caracteres del Ser eletico evidencian, en tal forma, su clara genealoga ptico-
espacial... tanto ms cuanto la propia negatividad que se utiliza como instrumento para
acceder a la inteligibilidad (notica) de los rasgos ontolgicos positivos... se revela, en
ltima instancia, como una operacin cuya ndole es tambin ptico-inteligible (cfr. supra,
Introduccin).
2-b) Formas del Ser son los diversos estados que asume aqul y los cuales se
expresan bajo las frmulas del en s, el fuera de s y el para s. En tales
denominaciones como fcilmente es advertible se detecta sin ningn esfuerzo una
ostensible injerencia de lo ptico-espacial. Efectivamente:
2-b-1) La forma del en s es utilizada para definir o describir al Ser que permanece
dentro de s en su in-manencia significndose con ello un tipo de existencia en-
cerrada o en-claustrada en s misma: en-s-mismada.
2-b-2) En el Ser fuera de s, por el contrario, se acusa un constante proceso de
ex-teriorizacin, extro-versin y ex-claustracin... configurndose el Ser, de tal
manera, como una permanente tras-cendencia hacia la alteridad.
2-b-3) La forma del Ser para s (an und fr sich selbst) utilizando la propia
formulacin de Hegel es aqulla que, dentro de su filosofa, encarna la sntesis y superacin
(Auf-hebung) del Ser en s mismo (an sich selbst) y del Ser fuera de s (ausser
sich selbst), al reconciliarse ambos en la intimidad de la autoconciencia (cfr. Wissenschaft
der Logik, I Buch, III Kap., A).
Basta con reparar en la propia contextura intuitiva de semejante sinopsis dialctica
sin entrar a juzgar la verdad o falsedad que pueda implicar para constatar el mltiple y
constante uso que el propio Hegel hace de trminos y metforas ptico-espaciales para
describir el incesante devenir de la conciencia y el aspecto visual que asumen sus
configuraciones.
2-c) Modos primordiales del Ser son lo posible (el ser-posible) y lo necesario (el ser-
necesario).
2-c-1) El adjetivo posible deriva del latn possibilis-e, enraizado en el verbo possum-
potes-potui-posse, cuyo significado general es el de poder (ser capaz de). El mencionado verbo
se halla en estrecha relacin con possido-is-sedi-ssesum-sidere (ocupar, tomar posesin)... de
donde se deriva possesio. (Para un anlisis ms detallado entre poseer y poder cfr. mi libro
El dominio del poder, 1ra edicin, pg. 20 y sgs; versin digital, pg. 9 y sgs.). El adjetivo
possibilis fue creado en la poca imperial para traducir al griego dunat j (cfr. A. Ernout y A.
Meillet, Dictionnaire Etymologique de la Langue Latine).
Dunat j se utiliza fundamentalmente para designar aquello que, por su constitucin,
es potente (o pudiente) y posee un vigor, fuerza o potencia, que lo hace capaz... valga
decir, que tiene mbito o espacio suficiente para recibir o contener en s otra cosa (cfr.
Diccionario de la Lengua Espaola, Real Academia Espaola, 1947).
En tanto que lo posible es lo potente y capaz (capax-capacis), su significado se halla
indisolublemente unido al expresado por el verbo latino capio-is-cepi-captum-capere, que al
igual que capacitas (y/o possibilitas, acuados por Cicern), ostentan el originario sentido de
un asir o coger con, as como la idea (accesoria) de un contener (cfr. Ernout et Meillet,
Op. cit.). En ambos casos, tanto por el ingrediente fsico que est presente en el griego
dunat j, como por la indeleble dimensin volumtrica que se traduce en los trminos capax
y capacitas... lo posible revela una clara filiacin ptico-espacial.
Ello se patentiza igualmente en otros matices significativos que se pueden rastrear en
el uso de dunat j. En efecto, gracias a su ntimo parentesco con d namij y d namai, el
trmino dunat j se aplicaba para designar aquello que se poda hacer lo que era posible,
factible o agible mediante las fuerzas corporales o fsicas, con el poder de las acciones
guerreras, o utilizando medios materiales. Asimismo, unido a un sujeto (vgr. a un camino:
d j dunat ) el mencionado trmino precisaba si ste era transitable o viable, valga decir, si
su recorrido era hacedero o posible. Tales determinaciones, como fcilmente se nota,
evidencian una clara procedencia y significacin sensible. Posible, en tal sentido,
designaba aquello que poda ser o hacerse desde una perspectiva que, por sus orgenes,
resultaba eminentemente ptico-espacial.
2-c-2) Una situacin semejante y paralela se trasluce al considerar el opuesto y
complementario trmino: necesario. Necesario se deriva del latn necessarius y ste, a
su vez, del adjetivo necesse.
Etimolgicamente necesse est formado por la partcula ne y el sustantivo cessis
(que, por su parte, proviene del verbo cedo-is-cessi-cessum-cedere: ceder, retirarse,
replegarse). Necesse significaba, de tal manera, no (tener medios, poder, capacidad o
posibilidades de y/o para) ceder o retro-ceder: hallarse ante lo inevitable, indispensable,
ineluctable o fatal... impuesto en forma coactiva por una fuerza o presin. Aquello que
originaba o impona tal situacin (de necesidad) poda ser de orden fsico o moral una ley
de la naturaleza, una relacin de parentesco familiar, el propio deber, o incluso el destino
frente a lo cual, quien experimentaba su fortaleza, no poda librarse ni huir... sino que
estaba encadenado u ob-ligado a hacerle frente. Semejante fuerza o presin ob-ligante
actuaba de modo tal que su efecto era comprimir, apretar, estrechar, constreir, compeler...
forzando o presionando a quien y/o a lo que sufra sus efectos (cfr. Ernout et Meillet, Op.
cit.).
Todos estos ingredientes y matices significativos ptico-espaciales se hallan
igualmente presentes en el trmino griego nagkaoj, de cuyo tronco etimolgico (ngkh,
nagka h) proviene el latn necessarius. Referido a cosas y estados, nagkaoj significaba lo
forzoso, urgente, inevitable (vgr. la menesterosidad impuesta por las necesidades... de la
cual no se puede librar el hombre); o bien, si aluda a personas, el mencionado trmino
describa las obligaciones y deberes morales (frente a los familiares, amigos, etc.), que se
deban afrontar coercitivamente.
En todo caso tanto en el trmino griego como en el latino lo necesario defina
aquello que, como tal, no poda ser y/o no poda dejar de ser. En este sentido, semejante
im-posibilidad ontolgica, en forma paralela a la posibilidad, posea una clara genealoga
ptico-espacial que, an en las ms abstractas configuraciones y formulaciones metafsicas,
no se velaba ni perda. Basta con reflexionar atentamente acerca del primer y primario
significado que Aristteles le asignaba a la sustancia como modo privilegiado (y, por tanto,
necesario) del Ser (t t n enai)... a fin de avizorar lo que expresamos.
2-d) Al igual que en los caracteres, formas y modos, tambin en los momentos del
Ser destella la indeleble presencia de ingredientes ptico-espaciales. Efectivamente: ya sea
que el Ser se determine en cuanto ex-istencia (del latn: ex-sto), ya sea que semejante
determinacin represente la de un ac-cidente (del latn: ac-cido)... en ambos casos, tanto
los componente ex y ac, as como las races sto-stas-steti-statum y cado-cadis-cecidi-
casum-cadere, poseen una innegable raigambre y sentido ptico-espacial (cfr. Ernout et
Meillet, Op. cit., pgs. 81 y 653).
A partir de semejante raigambre y sentido sea mediante procedimientos
abstractivos o de elaboraciones intelectuales de ndole inteligible y notica aquellos
ingredientes han recibido un significado meta-fsico que, a pesar de la complejidad y sutileza
de su rebuscamiento, no logra ocultar su indisimulable origen. Para nuestros fines sin
pretensiones exegticas, ni menos eruditas basta con haber puesto de relieve lo
bsicamente indispensable para sealar, de un modo irrefutable, su primigenia y primordial
raz ptico-espacial.
CAPTULO IV
NATURALEZA Y SUPRA-NATURALEZA
CAPTULO V
ANTROPOGONA META-TCNICA
No slo es insensato, sino imposible, negar el ser natural del hombre y su vinculacin
con la ingnita naturaleza terrenal. Pero asimismo, como se ha visto, es evidente que la
razn humana no slo tiene la capacidad de construir una supra-naturaleza, diversa y
artificial con respecto a la espontnea, sino de instituir entre su creador y ella nuevos nexos
que modifican y trascienden los existentes en aquella primigenia relacin.
Es ms: la fundacin de tal supra-naturaleza no slo implica la patentizacin de un
conjunto de trans-fenmenos y trans-realidades distintos a los de la naturaleza ingnita,
sino a la par el diseo y construccin de una trans-racionalidad dotada de un logos diferente
al que inerva la racionalidad exclusivamente humana (antropomrfica, antropocntrica,
geocntrica) tanto por lo que se refiere a su ndole como a sus lmites.
Semejante trans-formacin y/o trans-mutacin operada sobre s misma y sus
propios fundamentos por la ratio humana testimonia su portentoso poder de creacin... y la
erige automticamente en el mximo instrumento instituyente con el cual debe abordar la
meta-tcnica el primario y fundamental proyecto de su autocreacin: el de una antropogona
y/o antropognesis del mismo signo.
Concebimos semejante intento como aquella accin mediante la cual el hombre,
utilizando los instrumentos y artefactos meta-tcnicos diseados por su propia racionalidad,
no slo trans-forma y trans-muta los lmites bio-cognitivos impuestos por su innata
constitucin somato-psquica, sino a la vez, gracias al desarrollo de las posibilidades
trans-pticas, trans-finitas y trans-racionales que esto propicia, logra asimismo superar las
caractersticas limitativamente antropocntricas y geocntricas de la concepcin que tiene de
s mismo... abriendo en tal forma tanto por va intelectiva como simbitica y
simpatticamente una perspectiva que le permite su aproximacin y acceso a los
trans-fenmenos y trans-realidades (vivientes o invivientes) que integran la alteridad
supra-natural y trans-humana con la que entonces debe enfrentarse.
Por supuesto que, instalado el ser humano en esa naciente perspectiva, todas las
instituciones que conforman su nuevo habitat supra-natural, reciben tambin la impronta
generada por aquellas modificaciones que afectan a su propio fundamento instituyente. De
tal modo, en lugar de ser diseadas o construidas mediante patrones espacio-temporales de
exclusiva genealoga ptico-lumnica ostentando en consecuencia lineamientos o finalidades
simplemente antropomrficos, antropocntricos y geocntricos no es difcil prever que
sobre las instituciones humanas se reflejen paulatinamente las exigencias que la propia
supra-naturaleza imponga sobre el hombre... por obra de las necesidades que en el mismo
suscite su progresiva autoconstruccin y la construccin de aqulla.
Eje y motor fundamental del tal proceso ser el propio avance que experimente la
epignesis de la racionalidad meta-tcnica estimulada por obra de la mutua y dinmica
irradiacin que sobre ella ejerzan los desarrollos epistemolgicos, las innovaciones
ontolgicas y la creacin de nuevos artefactos meta-tcnicos cada vez ms complejos y
sofisticados (cfr. supra, 3 y 5). Como resultado de semejante ascenso en tanto que los
anclajes geocntricos y antropocntricos de la civilizacin humana se distiendan y atenen
ms clara y ntidamente se proyectarn sobre las instituciones, sean cuales fueren sus
propsitos o funciones, los preludiados perfiles trans-pticos y trans-humanos que
caracterizan al logos meta-tcnico. Sin embargo, abiertas entonces a un eventual desarrollo
galaxial, muy difcil sera avizorar con precisin, desde nuestro propio tiempo, los rasgos
fcticos que habrn de exhibir ellas... puesto que el sealado despliegue del logos
meta-tcnico constituye nicamente un ndice prospectivo, vaco de concretos contenidos,
en relacin a esos aspectos.
Por esto mismo, sin que nuestra intencin sea realizar un inventario o catlogo de las
posibles instituciones humanas donde pueda preverse un desarrollo meta-tcnico y, menos
todava, sealar las caractersticas fcticas del mismo escogeremos algunas de las que nos
parecen ms importantes, sin olvidar del todo su interconexin jerrquica, para ilustrar lo
que as queda insinuado.
Todas las ticas, sin excepcin, en tanto que el objeto primordial de su consideracin
y estudio se compendia en la conducta humana, apelan a la naturaleza del hombre, valga
decir, a su ser natural, como fundamento explicativo de los fenmenos, normas y principios
que deben ser esclarecidos para dilucidar aquella conducta.
Efectivamente: desde la antigedad hasta nuestros das, ya sea que en sus anlisis
prepondere la estimacin de los fines, ya sea que en los mismos se indaguen
preferentemente los mviles que propician o determinan aqullos, si bien en las distintas
ticas hay diversidad de criterios para determinar en qu consisten semejantes mviles y
fines (o, incluso, para precisar objetivamente los caracteres ntico-ontolgicos de la propia
naturaleza humana)... el fondo del paradigma cientfico-explicativo que rige en todas ellas
ha permanecido inclume y sigue an vigente.
De acuerdo con este paradigma, al hombre en cuanto agente y responsable de su
propia conducta se le asigna un ser natural como exponente o expresin de su naturaleza...
en tanto que a esta ltima, como naturaleza humana, se la hace derivar de la ostensible
participacin que el ser humano tiene, a travs de su ingnita constitucin somato-psquica,
en la Naturaleza como tal (f sij). Establecido el mencionado nexo... es aquella naturaleza
humana, en tanto que sustentculo del ser natural del hombre, la que se toma como
fundamento de su conducta... explicando o deduciendo, a partir de ella, los mviles y fines
que inspiran, orientan o determinan tal conducta.
Pero sobre semejante base, as como sobre su paralelo mecanismo explicativo,
inciden directamente los planteamientos y avances meta-tcnicos que hemos formulado.
Efectivamente, de acuerdo con los mismos, no slo la Naturaleza en general (f sij), sino
especfica y explcitamente la propia naturaleza humana (y, por ende, el as llamado ser
natural del hombre), se ven expuestos a sufrir radicales modificaciones que afectan tanto a
sus lmites como a la ndole generatriz y sustentante de los mismos.
Suplantada la naturaleza ingnita por una supra-naturaleza al par que
trans-formada y trans-mutada la naturaleza humana por obra de ese mismo cambio el
congnito logos ptico-lumnico (connatural al hombre debido a su innata constitucin
somato-psquica) se ve sustituido por el imperio de un logos trans-ptico, trans-humano y
trans-finito... a travs de cuya accin y perspectiva quedan modificados tanto la ndole como
los lmites de la originaria alteridad que enfrenta el ser humano.
Ahora bien: qu son o pueden significar, dentro de este nuevo escenario, los
mviles y fines que se generan a partir de aquella trans-formada y trans-mutada
naturaleza humana? dentro de qu horizonte debe inscribirse y comprenderse la
conducta del hombre como tal? pueden aqullos y sta interpretarse con la exclusiva
ayuda de nociones y conceptos de genealoga ptico-lumnica y dentro de un restringido
horizonte terrenal? O preguntado en forma general: puede la tica seguir siendo una
institucin humana cuyos fundamentos reposen en el vulnerado y trascendido dominio de lo
ptico-espacial?
A fin de responder esta ltima pregunta as como las particulares que la desglosan y
anteceden debemos, por anticipado, precisar varias cuestiones. En efecto:
1) El trmino tica proviene del adjetivo qik j: lo caracterstico o moral... y ste,
a su vez, de qoj: el carcter, la manera de ser, pensar o sentir: la ndole moral. Pero,
adems de tales significaciones, qoj designaba la morada, residencia, habitculo o patria de
los hombres; la guarida o el establo de los animales; el orto de los astros... sealndose, de
tal manera, la topografa de lo habitual o acostumbrado.
Lo tico, en semejante forma, albergaba en s una subrepticia o tcita referencia a lo
espacial al sitio o lugar habitado con la cual era pensado y asociado especialmente cuando
semejante trmino aluda a una concernencia humana, vgr. la morada (derivado de mos-
moris: t qh; la patria (proveniente de patria-ae: pqra), etc.
2) Nada difcil resulta filiar asimismo la genealoga ptico-lumnica y ptico-espacial
tanto de los mviles y fines como de la propia conducta. Efectivamente:
2-a) Un mvil es aquello que como fuerza, motivo o impulso mueve, material o
moralmente, una cosa u objeto. El trmino mvil proviene del verbo latino moueo-es-
moui-motum-mouere, que a su vez traduce el griego kinw... empleado, precisamente, para
designar la doble posibilidad encerrada en la sealada accin.
Como toda movilizacin y/o movimiento... el de cualquier mvil o motivo (sea moral
o material su accin) requiere de un espacio para cumplirse, as como de una determinada
direccin hacia la que apunta y se mueve como fuerza. Tal direccin a su vez definida por
un lmite es la designada por el fin y/o finalidad que aqul persigue. Los fines o finalidades
de la accin moral, en tal sentido, son la expresin de la realizada mocin propiciatoria y
estimulante del mvil o motivo ya sea semejante accin moral concebida en un sentido
positivo o negativo (asctico, prohibitivo, etc.) puesto que, slo a travs suyo, pueden
semejantes mviles hallar cumplimiento y plenitud, valga decir, trmino.
2-b) Como consecuencia de la accin incitativa del mvil hacia una finalidad o fin... se
genera y conforma la conducta. El trmino conducta proviene del verbo latino ad-ducere
(conducir a alguna parte)... y ste, a su vez, de ducere-duco-ducas-aui-atum
(conducir, guiar, etc.).
Adems de una accin traslativa en el espacio, como su misma etimologa lo revela,
la conducta implica al mismo tiempo una direccin y una meta, constituyendo el exponente
de la propia conduccin de s (auto-conduccin) que ejercita el hombre frente a los
estmulos que la alteridad suscita en su existencia.
2-c) Ingredientes incitativos de los mviles y fines son las necesidades, bienes,
valores y deberes que orientan y determinan la conducta. Todos ellos, sin desmedro de la
diversidad que acusan sus peculiares contenidos, han sido transepocalmente considerados
como expresiones, exteriorizaciones o fenmenos enraizados en la naturaleza humana... sea
cual fuere el estrato o nivel en que aqulla se revele: la vida (zw , b oj); el alma (yuc ); el
cuerpo (sma); etc.
2-c-1) Pero ya sea que tal naturaleza humana se aprecie en la espontaneidad de sus
manifestaciones (instintos, tendencias, mociones, etc.), ya sea que la misma se conciba
mediada a travs de elaboraciones racionales e intelectuales (virtudes dianoticas, etc.), su
origen se filia en la Naturaleza como tal (f sij)... enmarcando esta ltima dentro de los
parmetros y lmites que ya conocemos.
Dentro de semejantes parmetros como una clara e inevitable consecuencia
aquellas necesidades, bienes, valores y deberes exhiben un marcado antropomorfismo y
antropocentrismo de signo obviamente terrenal. La correlativa inteligibilizacin de sus
contenidos, por eso mismo, ostenta la exclusiva impronta de un logos ptico-lumnico... y,
por ende, la inocultable presencia de ingredientes espacio-temporales de la misma ndole.
Testimonios fehacientes de ello se encuentran tanto en sus etimologas como en sus
significados. Baste recordar, al respecto, lo que ya anotamos acerca de los valores en Platn
(cfr. supra, Introduccin). A esto podra aadirse aquello que, tanto etimolgica como
significativamente, sostiene y define a la nocin o concepto del deber.
Traducido y acuado por Cicern bajo el trmino latino de officium-i, semejante
vocablo verta al griego t kaqkon (T kaqkonta), derivados a su vez del verbo kaqkw,
cuyo sentido espacio-temporal era evidente (cfr. Ernout et Meillet, Op. cit., pgs. 459-460).
En efecto: kaqkw significaba espacialmente descender, ir hacia un sitio bajo; mientras
que, temporalmente, se utilizaba para designar el ser pertinente, oportuno y/o
conveniente dentro de una situacin. Si officium, en trminos generales, designaba la
tarea por hacer... el deber, en cambio, entendido especficamente desde una perspectiva
filosfica, aluda a la obligacin o mandato que resultaba imperioso cumplir. Por eso, tanto el
sentido espacial como el temporal del verbo kaqkw, inervan el significado de la conformidad
y/o concordancia de la conducta con una norma... a la cual era necesario descender,
ajustando o adecuando la conducta con ella, a fin de hallar la pertinente congruencia con sus
prescripciones.
2-c-2) Similares etimologas y significaciones espacio-temporales, de raigambre
ptico-lumnica (notica o sensible), cabe encontrar paralelamente en todos los bienes,
necesidades, apetitos, etc., que integran el tejido y la dinmica del universo tico. A partir
de ellos mediados incluso por conceptos epistemolgicos u ontolgicos acuados en un
lenguaje de la misma ndole tales ingredientes obligan a inscribir los respectivos problemas
dentro de una teora o praxis cuyos horizontes quedan necesariamente restringidos a los
lmites antropomrficos, antropocntricos y geocntricos que los mismos decretan.
Semejante tica, taxativamente terrenal y humana, es la nica posible de avizorar para
quien la ha ideado y construido como una disciplina destinada a dilucidar las preguntas y
enigmas que se plantean a partir del ser natural del hombre... como exclusivo protagonista
y testigo de sus enunciados.
3) Pero ni el ser natural del hombre debe ser considerado como el exclusivo
fundamento de la tica, ni el logos ptico-lumnico como el nico medio inteligibilizador de
sus posibles contenidos. As como aqul puede ser trans-formado y trans-mutado
meta-tcnicamente hasta adquirir las virtualidades de lo supra-natural... los instrumentos
inteligibilizadores de los contenidos ticos, en tanto que los mismos respondan a esa nueva
perspectiva, deben ser de ndole trans-ptica, trans-finita y trans-humana.
Sujeta a experimentar un cambio semejante como cualquier otra institucin humana
enraizada en el ser natural del hombre y expuesta a las eventuales modificaciones que el
propio hombre sea capaz de implantar sobre aqul como integrante de la Naturaleza
(f sij)... la tica no puede aferrarse a sus fronteras antropomrficas, antropocntricas y
geocntricas, sino incorporarse al mismo proceso de ampliacin y enriquecimiento que
hemos descrito con relacin a los bsicos sensorios humanos, al lenguaje, a los conceptos
epistemolgicos y ontolgicos, as como a la propia Naturaleza... en cuanto exponentes de
una alteridad meta-tcnica.
3-a) Uno de aquellos decisivos cambios se traduce en el creciente respeto que a
partir de la debilitacin de los caracteres y lmites antropomrficos, antropocntricos y
geocntricos de los conceptos ticos tradicionales experimenta el hombre frente a la
alteridad no-humana o trans-humana... tratando de inteligibilizar los eventuales cdigos de
ella para asimilarlos (nootcnicamente) a un meta-lenguaje de estirpe realmente universal
(cfr. supra, 25, 2 y sgs.).
Semejante actitud, adems de revelar su apertura frente a una alteridad trans-finita
y trans-ptica que trasciende sus propios y peculiares lmites bio-cognitivos, traduce
asimismo su naciente conviccin de poder inscribir los planteamientos ticos dentro de una
disciplina libre de las ataduras y fronteras que imponen sus tradicionales y obsoletos lmites
ptico-lumnicos. Pero qu significa, en concreto, semejante paso?
3-a-1) Significa, en primer lugar, la necesaria construccin de unos valores (as
como, paralelamente, de unas normas y deberes sustentados por aqullos) que, en lugar de
ser erigidos desde una perspectiva antropomrfica, antropocntrica y geocntrica de
genealoga ptico-lumnica, trasciendan semejantes limitaciones y confines.
Tales valores, por ser autnticos constructos meta-tcnicos, tendran una estructura
ontolgica similar a la de los trans-fenmenos y trans-realidades... aunque sus caracteres
axiolgicos, propiamente tales, en vez de establecer una estimacin o preferencia (x a) de
estirpe racional (notica o sensible), trans-formaran y/o trans-mutaran trans-racionalmente
aqulla mediante el concurso de un logos trans-ptico, trans-finito y trans-humano.
Los valores, en tal sentido, no seran fenmenos ni numenos, ni su filiacin a una
trans-racionalidad significara su i-rracionalidad o a-rracionalidad, sino que funcionaran
como eventuales correlatos de una inteligibilizacin que proyectara sobre sus caracteres
ontolgicos y axiolgicos cambios similares a los que se detectan en la consistencia de los
trans-fenmenos y trans-realidades al ser ellos inervados meta-tcnicamente por una
temporalidad y espacialidad de paralelo signo (cfr. supra, 9 y 16).
Una trans-formacin y trans-mutacin de los valores, tal como la que bosquejamos,
no se halla ligada ni se asemeja a la clebre propuesta nietzscheana de un trastocamiento o
inversin de todos los valores (Umwertung aller Werte, cfr. Der Wille zur Macht). Si el
fundamento de los valores es la vida (como pensaba Nietzsche)... para trans-mutarlos
meta-tcnicamente no basta simplemente con modificar la escala estimativa de ellos y erigir
a los vitales como valores primarios y superiores dentro de la misma. Por el contrario, si
algo se requiere, es trans-formar y trans-mutar la propia vida como indiscernible
ingrediente de la f sij liberndola de lmites e interpretaciones antropomrficas,
antropocntricas y geocntricas... hasta hacer de ella un trans-fenmeno y una
trans-realidad accesible y construible para el hombre con ayuda de instrumentos
meta-tcnicos. Entonces los valores vitales, en lugar de tener simplemente un rango
primario en la axiologa ptico-lumnica, seran los exponentes de una vida que, ms all de
las fronteras impuestas por el hombre segn sus propias preferencias, exigiran de ste
respeto por lo viviente en cuanto tal... sea cual fuere la instancia, forma o nivel en que ello
se anuncie y manifieste.
Trans-mutados de tal modo los valores... se comprende perfectamente por qu ellos
pueden servir como renovados fundamentos de una tica donde prevalezca un autntico
respeto por la naturaleza y la vida... entendidas ambas en un sentido trans-humano y
galaxial.
3-a-2) Pero semejante respeto no debe ser identificado con una suerte de reverencia
inhibitoria y beatificadora frente a todo lo viviente... la cual colocara al hombre en una
situacin de quietismo que amenazara, incluso, su propia vida.
An si la vida se instituye como valor primario y primordial... no puede ni debe el
hombre, como agente responsable de esa misma preferencia, renunciar a ejercer su
ordenacin teleonmica sobre ella. Lo que en este sentido ha de exigirse es que tal
teleonoma no se imponga y desarrolle desde una limitada y obnubilada perspectiva
antropomrfica, antropocntrica y geocntrica, sino desde el horizonte de un holismo
trans-humano y galaxial, donde lo viviente se aprecie y jerarquice en funcin de su
importancia para generar y conservar la vida a un nivel y escala semejante.
La vida inserta como valor supremo en esa nueva dimensin supra-natural y
meta-tcnica asume entonces la configuracin de un sistema abierto, regido por la
equifinalidad, cuyo intrnseco dinamismo depende de las recprocas vinculaciones
energticas entre sus miembros.
Respetar lo viviente imponiendo, no obstante, una teleonoma dirigida a propiciar el
crecimiento de la vida a escala trans-humana y galaxial significa, por ello mismo,
determinar meta-tcnicamente las exigencias y condiciones que tal finalidad implica. El
ejercicio tico, en tal sentido, se identifica entonces con un proyecto ecolgico cuyo centro y
protagonista, en lugar de ser nicamente el hombre y el planeta donde vive, apunta hacia
un holismo del estilo mencionado... donde cada ser viviente desempea una funcin, en
tanto que la propia vida, como expresin del sistema meta-tcnico donde todas ellas se
insertan y resuelven (cfr. supra, 3), tiene como finalidad suprema la de crear los
instrumentos y energas que garanticen su autoconservacin y crecimiento.
La construccin de semejante proyecto tico, por lo dems, no debe responder a
ningn tipo de motivacin emocional, religiosa o metafsica, sino estar basada en estrictos
saberes cientficos o tcnicos... aunque stos no deben tampoco restringirse a los que sean
obtenidos por intermedio de un logos de exclusiva complexin ptico-lumnica.
3-b) El imponerle una teleonoma a la alteridad es una clara muestra de la voluntad
de dominio que, como expresin de su afn de poder, acicatea al hombre. Ahora bien, si ese
afn de poder es una manifestacin de su ser natural, al quedar ste trans-formado y
trans-mutado meta-tcnicamente, tambin aquel afn de poder debe experimentar las
consecuencias que semejante modificacin implica.
En efecto: la adopcin de una perspectiva galaxial y trans-humana para ejercitar su
proyecto teleonmico significa, por parte del hombre, la conversin y sustitucin de su
originario y connatural afn de poder (exclusivamente antropomrfico, antropocntrico y
geocntrico) por otro que, consciente de las dimensiones abiertas por la meta-tcnica, sea
capaz de dominarse a s mismo y reconocer las fronteras que debe imponerse (en cuanto
restringida expresin ptico-lumnica de la f sij) frente a otras manifestaciones
trans-pticas, trans-humanas y trans-finitas (vivientes o invivientes) de aquella misma
f sij.
Un ejercicio semejante del afn de poder consciente de sus fronteras crticas y
respetuoso, por eso mismo, de las caractersticas trans-humanas, trans-pticas y
trans-finitas de la alteridad meta-tcnica es la autntica va que debe seguirse a fin de
evitar el espejismo de su falsa in-finitud y el extravo a que ello conduce (cfr. El dominio del
poder, Cap. IV, 23; 1ra edicin, pg. 172 y sgs.; versin digital, pg. 96 y sgs.). El dominio
del poder valga decir, el dominio del dominio constituye, en tal sentido, el umbral
meta-tcnico de una verdadera tica trans-humana y trans-finita del poder.
3-c) Desde semejante umbral, como polo dialctico y resultado final del proceso
bosquejado, se vislumbra el eventual advenimiento de una concepcin holstica de la
alteridad presidida por el eros.
Pero tambin la nocin del eros al igual que la del correlativo afn de poder as
como debe ser inteligibilizada meta-tcnicamente con el fin de evitar sus limitantes races
ptico-lumnicas, ha de ser despojada de todo reato antropomrfico, antropocntrico y
geocntrico para lograr su adecuada y necesaria insercin en un plano distinto al
simplemente ingnito o connatural.
Slo desde semejante perspectiva aun cumpliendo su primordial y ontognica
funcin de dejar ser la alteridad y servir como agente energizante del logos meta-tcnico en
tanto que activo intrprete nootcnico de trans-fenmenos y trans-realidades puede el eros
ingresar legtimamente en una tica meta-tcnica, trans-humana y trans-ptica, presidida
por su signo.
4) La tica, contemplada institucionalmente desde las bases que hemos bosquejado,
encarna y expresa una auto-interpretacin del hombre liberada de los prejuicios
antropomrficos, antropocntricos y geocntricos que, transepocalmente, han determinado
la ndole y los lmites de ella. Asimismo, desprovista de tales prejuicios, ella inaugura la
posibilidad de establecer una disciplina que, superando las restricciones del logos ptico-
lumnico, propicia la aproximacin y acceso del ser humano a un universo de
trans-fenmenos y trans-realidades que suscitan perplejidad, asombro y dudas a su vis
ethica. Mas slo con el tiempo, a medida que el hombre se familiarice con la alteridad
meta-tcnica y sus enigmas desafen la propia eficacia de los instrumentos creados para
descifrarlos, ir aqul comprendiendo la radical influencia transmutatoria que semejantes
desafos deben ejercer sobre las tareas de una antropogona.
Una de las instituciones donde con mayor relevancia y nitidez se reflejan los rasgos
antropomrficos, antropocntricos y geocntricos que acompaan al congnito ejercicio del
logos ptico-lumnico... es el estado. En cuanto instrumento diseado por la ratio technica
para lograr el dominio de la alteridad social e imponer sobre la misma determinados fines
polticos... en el estado se proyectan asimismo, a lo largo de su evolucin histrica, tanto los
caracteres que sealan el trnsito de la espacialidad sustancial a la funcional, como las
paralelas variaciones que experimenta el afn de poder, en cuanto manifestacin del ser
natural del hombre, por obra de las trans-formaciones y trans-mutaciones que sobre tales
fundamentos imprime el logos meta-tcnico. Es ello lo que intentaremos perfilar,
sucintamente, mediante lo que sigue:
1) Tanto la polis griega, como la urbe romana, en tanto que funcionaban como
sustentculos materiales del estado, respondan a su vez a un claro origen territorial, valga
decir, a la delimitacin ptico-espacial (sustancialista) de un rea o extensin perfectamente
circunscrita y definida mtricamente.
Fehaciente ilustracin de lo anterior es la vvida y documentada descripcin de la
fundacin de Roma que se conoce a travs de los testimonios histricos aportados por Fustel
de Coulanges en su hermoso libro La ciudad antigua. En el captulo IV del mismo, reuniendo
una impresionante documentacin, el autor describe paso a paso la ceremonia de aquel
acto: desde la apertura en el suelo de un hoyo circular (mundus) donde cada uno de los
fundadores deba arrojar un puado de tierra trado de su lar paterno (terra patrum) hasta
el trazado de un surco alrededor del mismo, que demarcaba el recinto sagrado e inviolable,
como centro o eje sustentante de la nueva ciudad. Para que se pudiera entrar y salir de la
urbe, se interrumpa el surco, a intervalos regulares, sealando las puertas o portales
(portae)... y, ms all de las mismas, flanqueadas por los pomoerium, las murallas
sagradas. Estas ltimas indicaban los lmites de la urbe... y eran tales fronteras las que
definan el mbito y alcance del poder soberano valga decir, el imperium que prestaba
fundamento a la ciudad como tal. Sostenida por semejante poder, amurallado en los
confines de su propio recinto, aqulla encarnaba entonces una perfecta mnada poltico-
espacial.
Ya sea como expresin de estas urbes mondicas, o como producto de la suma,
adhesin o reunin de varias de ellas, fue surgiendo la nocin del estado... personificado,
grosso modo, en la constitucin y las leyes que regan las dismiles y peculiares
comunidades sociales que se agrupaban y convivan en tales localidades (cfr. W. Jaeger,
Paideia, I, Cap. V).
Sin pretender que nuestra exposicin reivindique un significado primordial para
trmino tan equvoco como el de estado cfr. H. Kelsen, Allgemeine Staatslehre, Cap. I, 1
es posible, sin embargo, que an preservando la neutralidad frente a cualquier tipo de
connotacin jurdica, sociolgica, filosfica o religiosa de aquel vocablo, se erija la
determinacin territorial, aunada a la de un poder y/o dominacin ejercidos legalmente
sobre el mismo (soberana), como exponentes esenciales de su concepto y existencia. Ahora
bien: es justamente sobre estos dos bsicos e indiscernibles ingredientes que, por diversas
razones, se ha proyectado con mayor vigor la transformacin histrica experimentada por la
funcin inteligibilizadora de la ratio technica... modificando eo ipso la correspondiente
realidad y significado de los mismos.
1-a) Efectivamente: si los primitivos territorios de las urbes y ciudades se ordenaban,
organizaban y dividan mediante los ya mencionados procedimientos ptico-espaciales
mensurando y jerarquizando un espacio individualizado y sustancial entre fronteras o
lmites cuya consecuencia era la de conformar aqullas de acuerdo con una perspectiva
antropomrfica, antropocntrica y geocntrica... es imposible ignorar que, a la altura de
nuestro propio tiempo, debido a la accin desplegada por los instrumentos tcnicos (y, en
especial, por aqullos que se inscriben en el rea de las armas y las comunicaciones), el
espacio ha perdido todo vestigio sustancial, vindose privado de fronteras o lmites que
preserven su oclusin y presunta individuacin mondica. (Para ms detalles cfr. La Lucha
contra el Espacio incluido en Ratio Technica).
Lo que ello significa como ya fue sealado en la Introduccin es que la
espacialidad de tal espacio o territorio, en lugar de ser ordenada por la categora de
sustancia (y/o de sus correspondientes schemas), se halla inteligibilizada por la categora de
funcin... la cual imprime sobre aquella espacialidad la ndole y aspecto de una estructura o
totalidad sistmica, cuya dinmica sinergia determina, en cada caso, sus eventuales formas,
dimensiones y confines.
Pero semejante proceso, al par de afectar la ordenacin espacial del territorio, se
proyecta asimismo sobre las instituciones cuya fisonoma y organizacin dependen, en
alguna forma, de su enclave o basamento espacialiforme en ese territorio. Tal es, sin duda
alguna, lo que sucede en el caso del estado.
En efecto: superada en la espacialidad territorial toda frontera natural o artificial por
obra de las armas y/o de las comunicaciones (artefactos nucleares, satlites, etc.) lo cual,
como es evidente, transforma a nuestro planeta en un pequeo mundo sin linderos habitado
en comn parecen esfumadas, paralelamente, todas las categoras, normas y convenciones
que le conferan histricamente a la institucin estatal su condicin de entidad autnoma,
autrquica y soberana, por el hecho de ocupar un lugar o topos (inviolable, nico y
hermtico) que le serva como fundamento y garanta de su individuacin poltica.
Nada de esto existe hoy. As como el espacio sustancial se ha evaporado y los
territorios han perdido su incomunicacin, los estados, en todos los rdenes y aspectos de
su actividad, se hallan interconectados y funcionalizados entre s. Su existencia, en tal
sentido, depende ntegramente de la recproca irradiacin e influencia que, a nivel
planetario, se ejerce mediante una compleja red de actividades e informaciones tcnicas
sustentadas por sistemas computarizados, a travs de las cuales se manifiesta y manipula el
poder material (econmico, poltico, militar, etc.) a nivel mundial.
De all que, coetnea y paralelamente, como reflejo de lo anterior, tanto en el orden
jurdico como en el plano financiero y comercial, preponderen cada vez ms los enfoques,
doctrinas y cdigos de carcter internacional trans-estatales y trans-nacionales
estimulados al mximo por la interconexin y vertiginosidad de los mercados burstiles, la
voltil dinmica del comercio mundial, y el patente nominalismo de las monedas fiduciarias
nacionales. A esto se aade, como marco de referencia para tales operaciones, la
estratgica ubicuidad de las corporaciones trans-nacionales, la existencia de mercados
comunes y centros financieros internacionales en el plano econmico, de bloques y alianzas
en el militar, as como de logias interpartidistas en el ideolgico. Las grandes industrias, por
otra parte, reclaman y admiten la participacin accionaria inter-estatal, tanto en el diseo y
administracin de los proyectos, como en la produccin y ensamblaje de sus productos.
Todo conspira, de tal manera, a la disolucin de cualquier reato de sustancialismo y/o
individualismo... as como a la creciente funcionalizacin sistmica de las actividades, sea
cual fuere su ndole y carcter, gracias al subyacente incremento de las comunicaciones
propiciado por la ratio technica.
Los estados, inmersos en semejante ptica, pierden cada da ms su antiguo aspecto
de mnadas polticas para transformarse, funcionalmente, en miembros activos y
participativos de una comunidad ostensiblemente inter-estatal y trans-nacional... cuyo perfil
preludia la eventual existencia de un gobierno mundial o planetario donde cada estado slo
podra conservar un nominal derecho a su auto-determinacin soberana.
1-b) Pero si semejante estadio an parece utpico y lejano a pesar de hallarse
propiciado por la categora de funcin y conservar los rasgos ptico-lumnicos que son
inherentes a la misma ms que arriesgado, sera prematuro proponer o imaginar siquiera
las eventuales proyecciones que sobre la institucin estatal pudiera tener una
inteligibilizacin meta-tcnica y trans-ptica de la espacialidad.
No obstante, asimismo es innegable que, incluso en nuestro propio tiempo, el marco
estrictamente planetario del estado ha sido rebasado por la accin de algunos instrumentos
meta-tcnicos que ya preludian su dimensin galctica. En efecto: a pesar de que todava la
perspectiva geocntrica persiste, algunos estados extienden en la actualidad su podero
hasta una dimensin extraterrestre colocando all satlites espas, armas estratgicas,
estaciones habitadas, etc. sin olvidar las sondas exploratorias enviadas a los ms lejanos
planetas de nuestro sistema... cuya intencin es obvia y manifiesta.
Qu presagian tales signos? Nadie puede llamarse a engao. El hombre se prepara
para lanzarse a la conquista plena del espacio extraterrestre... y superar, de tal manera, el
horizonte restringidamente geocntrico que hasta ahora haba prevalecido en sus creaciones
y proyectos. Vencido aqul... a nadie puede parecerle extrao que tambin varen las
paralelas coordenadas antropomrficas y antropocntricas que incluso se trans-limitan y
trans-forman actualmente en la confeccin de los mencionados instrumentos meta-tcnicos.
Pero al variar tales parmetros en su concepcin del universo a la par que la
inteligibilizacin operada por aquellos artefactos sobre la espacialidad y la temporalidad del
mismo no slo se trans-mutarn las bases que sostienen a la institucin estatal en cuanto
tal... sino, al mismo tiempo, el fondo creencial o dxico que le sirve de sostn y aliciente al
propio ejercicio del poder que el estado utiliza para imponer su dominio y obediencia sobre
la alteridad (cfr. supra, 26, 3-b y sgs.).
Qu consecuencias traera esto? Ellas son imprevisibles... aunque, omitiendo
cualquier rasgo de concrecin individual y fctica, trataremos de bosquejar algunas de las
que ya parecen insinuarse, con plena certeza, en sus contornos generales. Pero, incluso para
realizar esa tarea, se hace necesario que adems de la base territorial expresin que, con
la superacin del geocentrismo, queda vulnerada en su estricto significado avancemos
ahora en el anlisis de otros ingredientes que actan asimismo como fundamentos de la
institucin estatal.
2) Otro de semejantes sustentculos tal como qued sealado al inicio del presente
pargrafo lo constituye la naturaleza humana, valga decir, el ser natural del hombre, que en
su condicin de tal y en estrecha vinculacin con la nocin de la Naturaleza (fsij), se concibe
no slo como principio originante de las formas o modalidades que puede ostentar el estado,
sino tambin como una fuerza determinante de los fines y virtudes del mismo... nsita, en
cuanto manifestacin de aquella Naturaleza (fsij), en el alma del hombre (yuc ).
Son bien conocidas, en tal sentido, las doctrinas expuestas respectivamente por
Platn y Aristteles en La Repblica y La Poltica. Sin que nuestra intencin sea realizar un
pormenorizado anlisis de ambas que, por lo dems, puede hallarse en cualquier obra
especializada debemos anotar lo siguiente con relacin a los especficos propsitos que
perseguimos:
2-a) La ms profunda intencin de Platn en La Repblica es definir en qu consiste
el alma del hombre (yuc )... y cmo, a partir de la misma (cual un principio sustancial que
puede asumir distintas funciones y tener diversos asientos) se derivan las formas del estado
y los imperativos que la justicia impone sobre aqul y en el propio individuo (cfr. W. Jaeger,
Paideia, IV, 9). La teora del estado, en tal sentido, se basa en una antropologa (individual y
social)... y sta, a su vez, parte de considerar el alma (yuc ) como una manifestacin
directa e inseparable de la naturaleza humana.
Sin embargo, para desarrollar su tesis, el itinerario del Dilogo platnico invierte, en
cierto modo, el orden de semejante fundamentacin. Efectivamente: si se revisa el curso y
estructuracin de sus Libros II y IV puede comprobarse que, como aparente designio de
ellos, Platn persigue el explcito inters de precisar en qu consiste la esencia de lo justo y
la justicia. Con tal propsito, utilizando un smil, hace decir a Scrates que as como quienes
carecen de buena vista y quieren leer una inscripcin deben proceder a buscar letras o
caracteres donde aquella se destaque claramente por sus proporciones... la tarea de definir
lo que es justo para el hombre, en tanto que individuo, debe proponerse como paso previo
determinar en qu consiste lo justo y la justicia dentro de una ciudad o estado (p lij) (Op.
cit., II, 368d; IV, 434-435).
Apoyndose en lo intuitivo de semejante analoga, comienza entonces por imaginar el
modelo de un estado perfecto en el cual, partiendo de considerar que la p lij tiene su
origen en el hecho de que ningn individuo se basta a s mismo para satisfacer todas sus
necesidades, concluye por afirmar que los miembros de ella deben asociarse para realizar
colectivamente las tareas.
Ahora bien: as como en el plano individual se realizan mejor las labores si cada
persona se dedica al oficio que su naturaleza y aptitudes propician (II, 370c), a nivel del
estado, de acuerdo con la esgrimida afinidad, la justicia consiste en ocuparse nicamente
de lo que a uno le es propio y no dispersar sus actividades en lo que no le es propio... de
modo que cada ciudadano debe dedicarse slo a una sola cosa de cuantas conciernen al
estado, aqulla para la que, por su naturaleza (f sij), est mejor dotado (IV, 433a). De
este modo, extremando el paralelo, Platn concluye que entre un hombre justo y un estado
justo no hay ninguna diferencia, sino ms bien semejanza, con relacin a la nocin de la
justicia (IV, 435a).
El estado, en cuanto tal, es justo... cuando las tres clases o estamentos que en su
seno conviven auxilindose mutuamente a la vez que ejercitando dentro de sus lmites las
actividades que le son propias por la ndole de sus respectivas almas o naturalezas
aseguran mediante ello que cada hombre tenga la posesin de lo que le pertenece y el
ejercicio de lo que a cada uno le es propio (IV, 434a).
En tanto que cada una de aquellas clases o estamentos, as como sus respectivos
miembros o integrantes, se caracterizan por la preponderancia de una virtud de acuerdo con
su correspondiente y dominante alma o naturaleza la prudencia (fr nhsij) en los
gobernantes, la valenta o coraje (ndre a) en los guerreros, y la templanza (swfros nh) en
los mercaderes o negociantes... la justicia (dikaios nh), en el sealado sentido, es aquella
fuerza o virtud que propicia y obliga, al mismo tiempo, a que cada clase o estamento, as
como lo individuos que la integran, abracen y cumplan dentro de sus lmites su especfica
virtud... siguiendo el imperativo de su naturaleza manifiesta en su alma. La justicia, en tal
sentido, es la virtud que asegura la perfeccin del estado (IV, 433e).
2-b) An ms clara y taxativamente formulados que en Platn, similares enunciados
y supuestos se encuentran en Aristteles. La comunidad que surge [de la reunin o
asociacin] de varias aldeas expresa en el Captulo I de La Poltica es el estado completo
(tleioj p lij), el cual llega, si as puede decirse, a bastarse absolutamente a s mismo,
originndose de las necesidades de la vida y subsistiendo por mor de la vida plena. De all
que todo estado (p lij) procede siempre de la naturaleza (f sij), lo que vale tambin para
las primarias y originarias asociaciones humanas, pues el fin ltimo (tloj) de ellas es aqul,
ya que la naturaleza (f sij) de un ser es precisamente su fin, y por eso llamamos
naturaleza (f sij) lo que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completo
desarrollo (Op. cit., 1252b-1253a).
De lo cual se concluye evidentemente aade enseguida Aristteles que el estado
(p lij) es una creacin de la naturaleza y que el hombre, por naturaleza, es un animal
poltico ( k to twn on faner n ti tn f sei p lij st , ka ti nqrwpoj f sei
politik n zon) (Op. cit., 1253a).
No es de extraar que, partiendo de semejante nocin de la f sij como origen y
fuerza determinante del estado y sus fines, Aristteles no slo considere absolutamente
procedente, sino justificado y legtimo, dividir a los hombres (por su naturaleza) en dueos y
esclavos, ya que esa misma naturaleza (f sij), como expresamente lo afirma, teniendo en
cuenta la necesidad de su preservacin ha creado a unos seres para mandar y a otros para
obedecer... propiciando, adems, que el ser dotado de razn y de previsin mande como
dueo (desp thj) as como tambin que el ser capaz por sus facultades corporales de
ejecutar las rdenes, obedezca como esclavo (doloj), conjugndose de tal manera sus
intereses (Op. cit., 1252a).
Desde bases y perspectivas semejantes identificando a la f sij con la o s a en
cuanto sustancia de los seres que tienen el principio del movimiento en s mismos
(Metafsica, V, 4, 1015a13)... Aristteles vea en aquella f sij una suerte de fuerza o
agente que diriga a cada ser hacia el cumplimiento de sus propios fines... alcanzando, eo
ipso, su plenitud y perfeccin en ello (e telj).
El estado, en tal sentido, energizado por la f sij hacia su propia finalidad y
perfeccin, alcanzaba a su juicio semejante desarrollo teleolgico cuando su propia
constitucin y forma de gobierno garantizaba que cada ciudadano, fuese el que fuese,
merced a las leyes, poda practicar lo mejor posible la virtud y asegurar su felicidad
(e daimon a) (Op. cit., VII, 1324a).
3) No es nuestra intencin como ya lo hemos expresado exponer en sus detalles
el pensamiento de Platn y Aristteles acerca del estado... ni menos criticar (poltica, social
o jurdicamente) sus bases de sostenimiento. Nuestro nico propsito ha sido el de hacer
resaltar algunos de los fundamentos que sustentan su concepto como son sus orgenes
espacio-territoriales y la preeminente funcin que se le asigna a la naturaleza humana a fin
de ilustrar los cambios que sobre aquella misma nocin se producen al ser sustituida la
accin inteligibilizadora del logos ptico-lumnico por otra de ndole y alcances
meta-tcnicos.
Sobra decir a este respecto que, al escoger a Platn y Aristteles como ejemplos,
nuestro anlisis no debe reducirse simplemente a ellos. En efecto, si se revisa
histricamente la evolucin de la idea o concepto del estado, se advertir fcilmente que los
mencionados fundamentos o supuestos sin radicales modificaciones en su significado ni en
su cometido se hallan presentes dentro del pensamiento de los ms renombrados
tratadistas de la institucin. San Agustn, Santo Toms, Bodino, Hobbes, Pufendorf, Locke,
Montesquieu, Rousseau, Hegel, etc., slo para citar algunos, recogen y reproducen, sin
alterar su ndole ptico-lumnica y ptico-espacial, aquellos fundamentos...
proporcionndoles, claro est, el tratamiento y la direccin de sus respectivas doctrinas.
Mas lo verdaderamente importante y decisivo, como lo hemos subrayado muchas
veces, no es que las doctrinas, concepciones o ideologas sobre el estado varen en los
matices de su tradicional enfoque, sino que la inteligibilizacin de los fundamentos y
supuestos sobre los que reposa su nocin pueda realizarse mediante la intervencin de un
logos de estilo y alcances meta-tcnicos.
Es ello lo que se plantea en nuestro propio tiempo, no slo con respecto a la
espacialidad del territorio, como anteriormente lo hemos visto, sino incluso sobre el paralelo
sostn que significaba para la idea o concepto del estado la base que ofreca la naturaleza o
ser natural del hombre en cuanto tal.
3-a) Efectivamente: al quedar radicalmente trans-formada y trans-mutada la nocin
y posibilidades de la f sij siendo eo ipso sustituida por la de una supra-naturaleza
diseable, construible y dirigible por el ser humano con esto no slo se vulnera en ella todo
sustancialismo, sino que asimismo se evapora cualquier reato de teleologismo sostenido por
aqul. Queda, entonces, slo en manos y voluntad del hombre, proyectar de antemano la
eventual constitucin de las entidades y procesos naturales (incluyendo, como tal, la de s
mismo) a fin de predeterminar paralelamente su artificial y deseable teleonoma... dirigida,
en cualquier caso, hacia los objetivos que pretenda su poder y su dominio.
3-b) Ahora bien: si la disolucin de la base espacio-territorial en el concepto de
estado inaugura las perspectivas que ya hemos bosquejado... la sustitucin de esta otra
vertiente entelequial ofrece igualmente sobrecogedores horizontes para la reflexin. Pues
qu sucede si la Naturaleza en cuanto tal (f sij) y, con ella, el ser natural del hombre se
trans-forman y trans-mutan? Desaparecen acaso las necesidades naturales... y, por ende,
en tanto que originado por ellas y desde ellas, el estado como tal?
Sera errneo pensar que mediante el giro meta-tcnico se esfuman o evaporan
inevitablemente las necesidades naturales. As como reiteradamente hemos expresado que
la aparicin del logos meta-tcnico no supone la aniquilacin del ptico-lumnico sino, al
contrario, su eventual ampliacin y enriquecimiento por va nootcnica, gracias a las
posibilidades que el primero ofrece idntico esquema debe utilizarse para anticipar lo que
pudiera suceder con las necesidades naturales... y su posible proyeccin sobre el estado en
sus eventuales modalidades meta-tcnicas.
Dos grandes consecuencias, distintas aunque complementarias entre s, puede tener
la trans-formacin y trans-mutacin de la naturaleza humana, operada por medios
meta-tcnicos, sobre las necesidades naturales:
3-b-1) la primera sera la de modificar la estructura y teleologa ingnitas de algunas
de ellas... hasta el punto de neutralizarlas y/o virtualmente suprimirlas, sustituyndolas por
otras cuya teleonoma tuviese efectos perfectamente controlables por el ser humano;
3-b-2) la segunda sera la de crear necesidades artificiales... entendiendo por tales
aqullas cuyos estmulos o incentivos no fuesen slo de ndole y carcter ptico-lumnicos...
ni sus metas o fines tuviesen una proyeccin exclusivamente antropomrfica,
antropocntrica y geocntrica.
Ya hemos visto, aunque en diferente contexto significativo, lo que sucede con el eros
y el afn de poder (cfr. supra, 26, 3-b y 3-c). Algo semejante, mutatis mutandis, debe
imaginarse al concebir las eventuales consecuencias que pudiese tener la sealada
trans-formacin y trans-mutacin de las necesidades sobre la conformacin institucional del
estado.
4) Trascendidas las limitaciones estrictamente territoriales del mismo y energizado
el ser humano por necesidades arraigadas en incentivos o estmulos trans-pticos y
trans-humanos, la koinwn a del estado meta-tcnico no podra quedar reducida a una simple
con-vivencia del hombre con el hombre donde ste conservara su privilegiado sitio y
funcin como eje del universo sino que debera necesariamente convertirse en la dinmica
expresin de un sistema donde la autoconservacin y crecimiento de la vida, ms all de su
restringida inteligibilizacin ptico-lumnica y sus limitaciones geocntricas, tuviese la
significacin de un valor supremo con relacin a los fines institucionales del estado como tal
(cfr. supra, 26, 3-a-2).
Qu perfil fctico y tipo de instrumentacin (jurdica, social, econmica o poltica)
pudiera y debiera tener un estado con semejantes cometidos y finalidades? Cmo distribuir
el poder entre los agentes de su eventual gobierno para que tales cometidos y finalidades
puedan ser cumplidos con eficacia y precisin? Cules ajustes realizar, en las estructuras
poltico-administrativas de la actual institucin, a fin de propiciar su progresiva reforma y
conversin en un estado como el que hemos bosquejado?
Nuestra labor no quiere ni pretende hacer conjeturas al respecto. Hacer lo que hemos
hecho, por el contrario, en lugar de trasuntar ficciones, representa la sistemtica aplicacin
de los principios de la meta-tcnica al proyecto institucional de un estado concebido bajo sus
precisos lineamientos.
28 Del Dios Humano al Trans-humano