Fernandez Benitez The Moment of Testimonio Is Over
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1. INTRODUCCIN
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Guatemala, como resultado de la guerra civil de ese pas, por grupos paramilitares
y guerrilleros. Adems, su publicacin coincidi con la poca de las represiones
militares de las dictaduras latinoamericanas, en lo cual residi parte de su xito
difusivo. Segn lo ya dicho, los testimonial studies se concentraron exclusivamente
en estas dos obras, canonizando as la variante de la novela testimonial desde la
perspectiva ideolgica de la lucha de clases. Por este motivo, pensamos que es
necesario preguntarse por los reales procesos literarios en que han surgido y siguen
surgiendo cuantiosos testimonios que, hasta el da de hoy, han quedado inmerecidamente oscurecidos por no calzar en aquel patrn terico-poltico constituido en
el nico enfoque de lectura del gnero.
As, en las lneas siguientes discutimos algunos aspectos y problemas tericos
del testimonio, comentamos el impasse ideolgico en que entraron sus estudios
y abordamos algunas propuestas para recomenzar los debates.
3 Sin embargo, en el caso de narraciones que tienden a promover y ensalzar las virtudes
gubernamentales, circunscribindose y contribuyendo a sus programas, stas son contestatarias,
ms bien, de los sistemas represivos anteriores que fueron reemplazados por aqullos
instaurados gracias a las revoluciones y en los cuales proyectan su esperanza socialista y
descolonial. Tal es el caso de la narrativa de Miguel Barnet.
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Es decir, ante todo, estos crticos conciben al testimonio como forma de resistencia
y lucha que, desde una atmsfera ominosa instaurada y acreditada por aparatos
de Estado, puede sealar caminos conducentes a la construccin de sociedades
fundadas en slidos pilares democrticos que eviten una repeticin de la violencia,
del dolor y del horror, que han teido de imgenes pesadillescas sus pginas.
Por otro lado, en los testimonios que denuncian situaciones de subalternidad
(cultural, tnica, social o genrica), la violencia ya no est (necesariamente) en
lo fsico, sino en lo simblico, que ha sido instituido por dinmicas intersociales
forjadoras de un imaginario que naturaliza tales relaciones que tienen lugar en
el espacio / tiempo de la cotidianeidad, y donde lo poltico est precisamente
en dejar constancia de ello.
As, la intencin y el enfoque testimoniales pueden variar, pero conservan siempre
un sustrato comn: la denuncia de desigualdades que se manifiestan ya sea en
vctimas de terrorismo oficial o bien en alteridades excluidas y subalternizadas
que han sido borradas de los discursos hegemnicos de la Modernidad.
Estas narrativas pueden testimoniar tanto una fractura en el devenir histrico de
los pueblos, es decir, el ingreso violento de la Modernidad a la vida cotidiana,
pues los grandes testimonios son aquellos en que la vida es necesariamente
intersectada por las convulsiones de la historia (Jameson, 1992: 131), como
tambin el tranquilo acaecer de la vida (previo a tal fractura) bajo las condiciones
de dominacin asumidas e instituidas que construyen lo cotidiano y los sentidos
comunes que un grupo humano comparte. As, pensamos que se constituye una
forma de historicidad de lo cotidiano, puesto que es en ese suceder profundo donde
se forjan conciencias y formas de socializacin, donde los procesos histricos
y ontolgicos tienen lugar, y donde, adems, la otredad acontece. De algn
modo, todo testimonio exhibe una especie de epicidad cotidiana (Beverley,
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3. ESTTICA DE LA SOLIDARIDAD
El informante, que pertenece a culturas populares, es afectado por relaciones
de poder desfavorables, habita un espacio geogrfico colonizado en distintas
dimensiones, que van desde la laboral hasta la intersubjetiva, y posee generalmente un grado de representatividad de su colectividad. As, en el testimonio
se intenta crear una imagen macrosocial partiendo de un caso individual
(Sklodowska, 1992: 44), en que la funcin sinecdtica del testigo corresponde,
sin duda, a los intereses ideolgicos del proyecto en comn que tiene con el
gestor. Por ende, nos parece que a la manida discusin en torno a la representacin, tanto en el sentido de reemplazo como en el de simbolizacin
(Cf. Beverley, 1996b, 2004a; Sklodowska, 1993; Walter, 2006), debera sobreponerse el tema de la proyeccin ideolgica que tal representacin contiene y
que se erige como uno de los rasgos esenciales del gnero.
El gestor, por otro lado, no es representativo del grupo hegemnico que goza
de los beneficios de las contemporneas relaciones de poder que ha instituido, pues conforme a sus convicciones anticapitalistas, busca un testor para
hacerlo ingresar a la enunciacin textual y, adems, participa de y promueve
las reivindicaciones de ste, por lo que las luchas del subalterno son tambin
sus luchas. Por este motivo se ha hablado de hermenutica de la solidaridad
(Moreiras, 1996) / poetics of solidarity4 (Gugelberger, 1996a) para referirse
al testimonio, a su modo de produccin y a toda la carga epistmica que supone
su existencia. Se trata entonces de un intelectual ideolgicamente solidario y
de un testor ideolgicamente comprometido a darle su voz, pues no cualquiera
podr tomrsela. Se buscan as puntos en comn entre ambos propsitos, los
4 Potica de la solidaridad (nuestra traduccin).
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que empero no estn exentos de contradicciones, que rebosan incluso las suturas
finales del texto, que queda, por tanto, lleno de tensiones, encuentros y disonancias. Tal hermenutica es el ncleo de la proyeccin poltica del testimonio,
de la que depende incluso, nos atrevemos a sostener, su poeticidad, pues sta
garantiza su difusin, perdurabilidad e impacto (Sklodowska, 1992: 50).
As, tal solidaridad ideologizada de ambas partes es un proyecto que busca el
reordenamiento de las relaciones sociales y sobre esta premisa el testimonio
ingresa a la institucin literaria. Pese a lo mal definida, la esttica de la solidaridad ha venido funcionando como columna vertebral de los testimonial
studies a partir de la variante textual canonizada. Sin embargo, creemos que es
necesario redefinirla desde su aplicabilidad a otros corpora5 y ponerla de este
modo en vnculo con nuevas circunstancias. Si bien estamos de acuerdo en que
respondi a las necesidades de una poca, no por ello va a constituir la nica
matriz de lectura del gnero. La esttica de la solidaridad fue instituida desde
el concepto marxista de lucha de clases, y fund, por ende, un nico ngulo
de lectura del gnero, que excluy otros modelos y perspectivas.6
Curiosamente, aos despus, John Beverley insina, en varios pasajes de su
libro Subalternidad y representacin (2004a), algunos de los orgenes y fundamentos de esta esttica de la solidaridad:
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Es decir, combinar los intereses terico-literarios con las tareas del compromiso poltico con Centroamrica, mediante una solidaridad recargada ideolgicamente.
Literature and Politics fue el fruto de esta experiencia; intentaba ser una
contribucin terica a la prctica de la revolucin nicaragense y a los
movimientos revolucionarios de El Salvador y Guatemala, y as, desde
la academia, trataba de ser una forma tambin de poltica de solidaridad (25-26).
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Dicho de otro modo, su inters es buscar vasos comunicantes entre sujetos subalternos y sujetos de la cultura hegemnica (entre los cuales se encuentra l mismo), lo
que tambin constituye uno de los temas ms debatidos en los testimonial studies.
De esta forma, las semejanzas entre estos dos mbitos de estudio son ms que
obvias e incluso parecen ser dos etapas de un mismo proyecto.
En un captulo de Subalternidad y representacin dedicado a Mench, Beverley
enfatiza la idea anterior y al mismo tiempo observa que
[el testimonio] simboliza y posibilita concretamente una relacin de solidaridad
activa entre nosotros como miembros de las clases medias profesionales
y practicantes de las ciencias humanas y sujetos sociales subalternos. El
testimonio implica mucho ms que simplemente ser espectadores y reporteros
de las luchas que los otros construyen en torno a las polticas de identidad
y los puntos de contencin a la globalizacin. Nosotros tambin tenemos
intereses en estas luchas (125).
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5. CONTRATO TESTIMONIAL?
5.1 Testimonio y lectores
En toda sociedad existe un conocimiento compartido sobre cmo leer los textos
que circulan, una competencia de lectura que indica cules se saben leer y cules
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no, de modo tal que un lector puede reconocer y distinguir fcilmente aqullos que
corresponden a sus taxonomas. Debido a la naturaleza heterodoxa del testimonio,
las expectativas de aquel lector pueden resultar insatisfechas, al no coincidir ni
con las distinciones tradicionales de lectura entre ficcin y no ficcin ni con las
tipologas habituales de gneros, de manera que se hace perceptible una tendencia
hacia un cambio en el el horizonte de expectativas (Erwartungshorizont) (Jauss,
1973) de la literariedad, que se corresponde con un cambio de la nocin de literatura (Rincn, 1978). Dice Sklodowska: La nocin del gnero y de la literatura
es, pues, ms que nada resultado de un pacto con el lector, dentro del marco de lo
reconocible y de lo diferente, de la tradicin y de la innovacin (1988: 149), por
lo que es valioso tomar en cuenta aquella sensacin de desconcierto e incertidumbre de la recepcin, pues el papel del lector es excepcionalmente importante en
la percepcin de gneros al margen del canon (Sklodowska, 1990-1991: 110).
ste es precisamente el caso del testimonio, que se ha venido construyendo ms
bien desde su lectura que desde su produccin textual (Lienhard, 2006: 317), y
si bien muchos de estos textos fueron o son ledos como novelas, no gozan an de
aceptacin y reconocimiento extendidos, talvez debido a su ambigedad esencial,
pese a los varios esfuerzos de sistematizacin habidos.
A partir de lo esbozado, podemos argir que existe una tensin entre, por
un lado, la comunidad lectora no especializada, desorientada frente a textos
amorfos que no corresponden a su capital de gneros literarios, y por lo cual
no los incorpora a l ms que marginalmente y, por otro, la comunidad de
hermeneutas profesionales que indican caminos de lecturabilidad, es decir, que
fijan una forma de lectura y crean un nuevo gnero:
La trayectoria del testimonio hispanoamericano demuestra tambin que
el cambio del horizonte de expectativas frente a tales conceptos como
historia y ficcin, documento y literatura, sociologa y novela no depende
exclusivamente de la manipulacin crtica, sino surge de un momento
histrico concreto y se cumple en la interaccin entre el texto y el lector
(Sklodowska, 1988: 149),
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7 Sarlo critica la excesiva con anza otorgada al testimonio para la reconstrucci n del pasado.
Reacciona, en concreto, contra la fetichizacin de la verdad testimonial (2005: 63) que
resulta de los privilegios asignados a la primera persona de la narracin, los cuales sita en
el marco ideolgico de una reivindicacin de [l]a dimensin subjetiva (21).
8 El escritor nicarag ense se re ri a este tema en la actividad Entre la cci n literaria y
el compromiso poltico organizada por el Instituto Iberoamericano de Berln, el da 26
de mayo de 2006.
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pues se trata de discursos institucionalizados mediante una serie de publicaciones acadmicas, entre las cuales l mismo considera que son tres las
significativas:
[...] the institutional legitimation, always lagging behind in time of the
production of the work itself, has had three significant moments: (1)
the collection of essays entitled Testimonio y literatura (1986) edited by Ren
Jara and Hernn Vidal; (2) the Georg Gugelberger and Michael Kearney
collection of essays in two issues of Latin American Perspectives under the
title Voices of the Voiceless in Testimonial Literature (1991); (3) the special
edition, La voz del otro: Testimonio, subalternidad y verdad narrativa of the
Revista de crtica literaria latinoamericana (1992) edited by John Beverley
and Hugo Achugar14 (6).
13 El movimiento examinado por estos ensayos va desde los tempranos y eufricos momentos
de solidaridad y redencin hasta llegar a un perodo en el cual los crticos son ms
descon ados acerca de las bodas con el outsider para un nuevo canon. La pregunta que
se debe plantear es: qu ocurre cuando modos de transgresin se sancionan y canonizan e
incluso cuando se aurizan [...]? (nuestra traduccin).
14 [...] la legitimacin institucional, siempre quedndose atrs respecto al tiempo de la produccin
de la obra misma, ha tenido tres momentos signi cativos: 1) la colecci n de ensayos titulada
Testimonio y literatura (1986), editada por Ren Jara y Hernn Vidal; 2) la coleccin editada
por Georg Gugelberger y Michael Kearney de ensayos en dos tomos de Latin American
Perspectives bajo el ttulo Voices of the Voiceless in Testimonial Literature (1991); 3) la
edicin especial La voz del otro: testimonio, subalternidad y verdad narrativa de la Revista
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Tal legitimacin institucional signific una contradiccin con los propios fundamentos ideolgicos del gnero y constituy uno de los alicientes que provoc las
reacciones de rechazo y desesperacin cientfica en la mayora de los crticos.
Igualmente es importante constatar el pesimismo rayano al nihilismo en cuanto
al valor y la continuidad que se le pueda dar a estas escrituras. Citas como la
anterior de Sklodowska o la famosa de Beverley: the moment of testimonio is
over15 (1996b: 280), son representativas de esta tnica. As, en su trabajo The
Real Thing, John Beverley parte de la nocin lacaniana de lo real como that
which resists symbolization absolutely16 (1996b: 266), para ms adelante afirmar que lo real, antes que una categora ontolgica, es relacional, y que our
(non) access to the Real is necessarily through the Symbolic17 (273), de modo
que toda posibilidad de conocimiento de la otredad que se sita en lo real y
que nos constituye como mismidad no existe y, por tanto, todo el debate de la
representacin, que configura una de las discusiones centrales del testimonio, no
tendra lugar. De esta manera, el volumen completo irradia el tono solipsista del
ensayo de Beverley, al recibir el mismo nombre y ser lo primero que vemos junto
a una imagen de Rigoberta Mench en la portada. Asimismo, como Gugelberger
advierte en la introduccin, la primera parte rene algunos de los artculos fundacionales, y la segunda, otros representativos de las nuevas tendencias y, por ello,
del estado del arte, que es lo que se busca transmitir con The Real Thing, es decir,
el gnesis y el apocalipsis del testimonio, representado casi metafricamente con
ensayos de Beverley, uno a cada extremo.18
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de crtica literaria latinoamericana (1992) editada por John Beverley y Hugo Achugar
(6) (nuestra traduccin).
El momento del testimonio se ha acabado (nuestra traduccin).
Aquello que se resiste absolutamente a la simbolizacin (nuestra traduccin).
Nuestro (no) acceso a lo Real es necesariamente a travs de lo Simblico (nuestra
traduccin).
Valga mencionar que en 2004 Beverley public el libro Testimonio: On the Politics of Truth,
que recoge cuatro de sus principales ensayos sobre el gnero testimonial, basados sobre
todo en el texto Me llamo Rigoberta Mench. Como l mismo indica, esta publicacin
constitute[s] a record of my involvement over the past fteen years with the narrative form
called in Latin American Spanish testimonio [] (2004b: ix) [constituye un registro de mi
compromiso durante los ltimos quince aos con la forma narrativa llamada en el espaol
latinoamericano testimonio (nuestra traduccin)], por lo que abarca desde el perodo de su
compromiso con Centroamrica hasta el de los estudios subalternos.
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edificar el canon, no solamente los escritores sino tambin los crticos admiten
que el discurso testimonial no es nada transparente (181). As, Sklodowska no
ve un porvenir viable, sino un callejn sin salida cuyo nico fin es el fracaso
inexorable del gnero.
7. CONSIDERACIONES FINALES
La sensacin de desmoronamiento de utopa y de asfixia epistemolgica
que transmiten los ltimos comentarios citados, pensamos que tiene que ver,
en primer lugar, con el clima intelectual dominante de la Posmodernidad en
los estudios latinoamericanos, donde los testimonial studies, al igual que los
grands rcits de la Modernidad ante los que el testimonio se erigi como
narracin contestataria entraron en un callejn sin salida como resultado de
un trance ideolgico, terico y metodolgico. En segundo lugar, con el fin de la
Guerra Fra y las profundas crisis de todas las utopas de izquierda y de los
proyectos de emancipacin socialista comenz, en los aos noventa, una radical
autocrtica que lleg finalmente a cuestionar sus propios principios, todo lo
cual ti a estos estudios de un aire nihilista.
Frente a esto se hace necesario reabrir el debate desde otros corpora y otras
perspectivas, alejarse del epicentro terico de la esttica de la solidaridad
con el que se interpretaron nicamente experiencias extremas. As, es importante resaltar que lo que entr en crisis fueron los testimonial studies y no la
produccin de testimonios, pues aqullos acuaron categoras aptas slo para un
grupo de textos especficos y los que no calzaban en ellas perdan importancia
o simplemente no eran considerados. Por eso creemos que al sondear textos
ignorados de forma estratgica es posible profundizar en el conocimiento
de este gnero narrativo que de ninguna manera se ha agotado en una sola
variante canonizada ni menos en una sola categora terica.
De este modo, no estara mal considerar la existencia de nuevos estudios testimoniales basados en una episteme testimonial renovada que siga promoviendo
una conciencia y solidaridad internacional a favor de los derechos humanos en
el Tercer Mundo, pero que no se agote en categoras y conceptos monolticos
de anlisis y que, adems, ordene y sistematice las implicaciones discursivas de
estas escrituras, corrija algunas imprecisiones y, sobre todo, precise una tica
de trabajo intelectual para el latinoamericanismo de hoy, pues, pese a todo, el
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EL AUTOR
** Hans M. Fernndez Bentez es profesor de Espaol y licenciado en Educacin
(Universidad de Concepcin, Chile). En la actualidad finaliza su tesis de doctorado en Filologa Romance en la Humboldt-Universitt de Berln y se desempea
como profesor asistente en el Departamento de Romanstica de la Otto-FriedrichUniversitt de Bamberg. Correo electrnico: [email protected]
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