Fernandez Benitez The Moment of Testimonio Is Over

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The moment of testimonio is over:

problemas tericos y perspectivas


de los estudios testimoniales*1
Hans M. Fernndez Bentez**
Introduccin: la teora del gnero testimonial en Amrica Latina se construy a partir de dos obras
(Biografa de un cimarrn y Me llamo Rigoberta Mench), basndose en el concepto marxista de la
lucha de clases y canonizando una sola variante. Todos los dems testimonios que no calzaron en
este modelo perdieron importancia o fueron ignorados. Objetivo: sondear los principales aspectos y
problemas que organizaron la teora del gnero testimonial y analizar las discusiones que clausuraron
el gnero, las cuales no consideraron que la crisis terico-metodolgica afectaba nicamente a sus
estudios y no a la produccin de testimonios. Mtodo: revisin crtica de la literatura. Resultados:
el anlisis realizado revela que si bien los testimonial studies entraron en crisis, ste no es el caso
para la produccin de testimonios, que siguen apareciendo y que constituyen este gnero narrativo.
Conclusiones: frente a esto, planteamos la necesidad de reabrir el debate desde otros corpora y
otras categoras de anlisis.
Palabras clave: gneros literarios, testimonio, estudios testimoniales, hermenutica de la solidaridad,
esttica de la solidaridad, esttica de la cotidianeidad, lecturabilidad
Introduction: The theory of testimonial literature in Latin America emerged from two works (Biography
of a Runaway Slave and I, Rigoberta Mench), is based on the Marxist concept of class struggle,
and acknowledges only one type. Testimonios that do not fit this model have lost importance or
been ignored. Objective: To explore the main ideas and issues in the theory surrounding testimonial
literature, and to analyze the discussions that brought the genre to a close; these discussions
did not take into account the fact that the theoretical-methodological crisis affected the field of
testimonial studies but did not affect the creation of new testimonios. Method: Critical literature
review. Results: Although testimonial studies have entered a crisis, new testimonios continue to be
produced. Conclusions: We posit the need to rekindle the debate based on different corpora and
other categories of analysis.
Keywords: literary genres, testimonio, testimonial studies, hermeneutics of solidarity, aesthetics of
solidarity, aesthetics of everyday life, readability
Introduction: la thorie du genre du tmoignage en Amrique Latine sest construite partir de
deux uvres (Biografa de un cimarrn et Me llamo Rigoberta Mench), en se basant sur le concept
marxiste de la lutte des classes et en canonisant une seule variante. Tous les autres testimonios
nayant pas reproduit ce modle ont perdu de limportance ou ont t ignors. Objectif: sonder
les aspects et les problmes principaux partir desquels sest organise la thorie du genre du
testimonio et analyser les discussions qui ont cltur le genre, lesquelles nont pas considr que

* Recibido: 27-08-09 / Aceptado: 24-09-09


1 Este ensayo expone algunos temas discutidos en el captulo 1 de la tesis de doctorado
del autor, en curso, titulada La biculturalidad en los testimonios editados por Ricardo
Valderrama y Carmen Escalante.
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la crise thorico-mthodologique affectait uniquement ltude et non la production de testimonios.
Mthode: rvision critique de la littrature. Rsultats: lanalyse ralise rvle que bien que les
tudes de testimonios soient entres en crise, ce nest pas le cas en ce qui concerne la production
de testimonios, qui ne cessent dapparatre et qui constituent ce genre narratif. Conclusions: face
cela, nous exposons la ncessit douvrir une nouvelle fois le dbat, depuis dautres corpora et
dautres catgories danalyse.
Mots-cls: genres littraires, testimonio, tudes testimoniales, hermneutique de la solidarit,
esthtique de la solidarit, esthtique de la quotidianit, lecturabilit

1. INTRODUCCIN

a literatura testimonial desempe un papel secundario dentro del sistema


de gneros literarios hasta la elaboracin narrativa de experiencias extremas
del Holocausto y de los movimientos de liberacin anticoloniales que surgieron despus de la Segunda Guerra Mundial, desde donde se ha ido moviendo
cada vez ms hacia el centro de atencin de numerosos esfuerzos tericos y
valoraciones literarias tanto en Europa Occidental como en Estados Unidos.
En su desarrollo en el Tercer Mundo gan un importante significado a partir
de los aos sesenta en el marco de la Revolucin Cubana y fue festejada por
representantes latinoamericanos y estadounidenses de los testimonial studies
como un aporte exclusivo para la Modernidad literaria del continente y, a la
vez, como aliciente para el compromiso poltico que iba desde la democratizacin
hasta los cambios radicales anticapitalistas de las relaciones latinoamericanas.
Pese a lo amplio de la tradicin testimonial en Amrica Latina, para la teorizacin del gnero sirvieron nicamente dos textos de la novela testimonial:
Biografa de un cimarrn (1966) y Me llamo Rigoberta Menchu (1983).2 El
primero de estos, adems de conectar las luchas heroicas de los esclavos y
las guerras de la Independencia con la rebelda de los barbudos de la Sierra
Maestra (Walter, 2006: 318), contaba tanto con el respaldo de los trabajos
tericos de Miguel Barnet sobre la novela testimonial (1983), como con la
institucionalizacin del gnero por Casa de las Amricas, la cual el ao 1970
llam a concurso en la categora testimonio. Por su parte, el segundo texto
denunciaba las violaciones a los derechos humanos de campesinos e indgenas de

2 Zevallos (1998) tambin ha llamado la atencin sobre la hipercanonizacin de estos textos.

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Guatemala, como resultado de la guerra civil de ese pas, por grupos paramilitares
y guerrilleros. Adems, su publicacin coincidi con la poca de las represiones
militares de las dictaduras latinoamericanas, en lo cual residi parte de su xito
difusivo. Segn lo ya dicho, los testimonial studies se concentraron exclusivamente
en estas dos obras, canonizando as la variante de la novela testimonial desde la
perspectiva ideolgica de la lucha de clases. Por este motivo, pensamos que es
necesario preguntarse por los reales procesos literarios en que han surgido y siguen
surgiendo cuantiosos testimonios que, hasta el da de hoy, han quedado inmerecidamente oscurecidos por no calzar en aquel patrn terico-poltico constituido en
el nico enfoque de lectura del gnero.
As, en las lneas siguientes discutimos algunos aspectos y problemas tericos
del testimonio, comentamos el impasse ideolgico en que entraron sus estudios
y abordamos algunas propuestas para recomenzar los debates.

2. DERECHOS HUMANOS, RESISTENCIA, COTIDIANEIDAD


La literatura testimonial se produce en pases donde el mal ejercicio de la democracia entendida sta tanto en el plano jurdico como en el acceso a bienes materiales
y simblicos se manifiesta ya sea en violaciones a los derechos humanos que
los sectores desfavorecidos resisten, y cuya resistencia conforma la experiencia
narrativizada, o bien en condiciones alterizantes de la Modernidad eurocntrica /
capitalista que silencia a grupos culturales, sociales, genricos o tnicos que, a partir
de su subalternidad, construyen discursos que buscan deslegitimar o destruir la
dominacin ejercida. Por eso George Ydice ha planteado que el testimonio narra
la experiencia de sujetos que se constituyen en la lucha contra su alterizacin
(1992: 217), con el fin de producir un relato renuente y crtico con la historiografa
hegemnica, desde posiciones y mbitos silenciados por sta, para as contribuir
a narrar y ejecutar formas de alcanzar la democracia.3

3 Sin embargo, en el caso de narraciones que tienden a promover y ensalzar las virtudes
gubernamentales, circunscribindose y contribuyendo a sus programas, stas son contestatarias,
ms bien, de los sistemas represivos anteriores que fueron reemplazados por aqullos
instaurados gracias a las revoluciones y en los cuales proyectan su esperanza socialista y
descolonial. Tal es el caso de la narrativa de Miguel Barnet.
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El testimonio opera, por lo tanto, como relato de defensa de los derechos


humanos, para superar un estado actual de explotacin, vejacin o abandono
de sociedades vctimas del capitalismo transnacional (piedra angular de la
Modernidad), pero su funcin ms importante es servir de vnculo solidario
entre diversas comunidades (Ydice, 1992: 226), mediante la denuncia y
la concientizacin. Es escritura de resistencia, donde un testigo (vctima de la
violencia oficial o subalternizado por los grupos dominantes) se ala a un intelectual con cierta sensibilidad social (proveniente de sectores dominantes que
victiman, victimizan y subalternizan), el cual transcribe su testimonio.
Talvez sera exagerado hablar de una especie de seudo-episteme que en cierto
nivel posibilitara al letrado solidario la defensa del Otro u Otra, no como
un objeto del conocimiento cientfico sino como un objeto de conocimiento
obligatorio al nivel del deber ser o de la tica. Despus de todo, la frase letrado
solidario tiene una raz tica innegable (Achugar, 1992: 55).

Es interesante en la cita constatar que uno de los alicientes de lo testimonial y


tambin su instancia de produccin es el carcter tico, que se basa en una
forma dentica de comprender la esfera social. En consecuencia, no nos parece
exagerado lo que piensa Hugo Achugar, sino incluso cada vez ms necesario
para el mundo intercultural y globalizado de hoy, en que las desigualdades
(sociales, econmicas, educacionales, laborales, de acceso a bienes culturales,
etc.) son cada vez ms crecientes y cuentan con todo un aparataje terico e
ideolgico que las legitima tanto a ellas como a su reproduccin. Esto mismo
talvez sea lo que dote al testimonio de una actualidad permanente.
Por lo tanto, esta praxis cultural tiene que ver con la necesidad de cambio
estructural (Beverley, 1987: 164) y de enfatizar la agenda poltica de (re)
ordenar las relaciones sociales establecidas por la ideologa hegemnica
(Garca, 2004: 11), para as cuestionar el posicionamiento y la legitimidad de
un grupo de discursos (histricos y polticos) producidos por (y para respaldo
de) el statu quo, ya que el testimonio
[...] es un espacio discursivo donde se representa la lucha por el poder de aquellos
sujetos sociales que cuestionan la hegemona discursiva no de los letrados en
s, sino de los sectores sociales e ideolgicos dominantes y detentadores del
poder econmico, poltico y social que han controlado histricamente la ciudad
letrada (Achugar, 1992: 57).

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O como observa Ren Jara:


El marco de esta forma de lucha es el de la represin institucionalizada contra
la cual se lucha y de la que se ha sido objeto. El testimonio es una forma de
lucha. Las imgenes del dolor y del terror se transmutan, as, en testigos
de sobrevivencia, y su escritura en acicate de la memoria: el herosmo del
desnudamiento personal deviene estmulo de esperanza (1986: 1).

Es decir, ante todo, estos crticos conciben al testimonio como forma de resistencia
y lucha que, desde una atmsfera ominosa instaurada y acreditada por aparatos
de Estado, puede sealar caminos conducentes a la construccin de sociedades
fundadas en slidos pilares democrticos que eviten una repeticin de la violencia,
del dolor y del horror, que han teido de imgenes pesadillescas sus pginas.
Por otro lado, en los testimonios que denuncian situaciones de subalternidad
(cultural, tnica, social o genrica), la violencia ya no est (necesariamente) en
lo fsico, sino en lo simblico, que ha sido instituido por dinmicas intersociales
forjadoras de un imaginario que naturaliza tales relaciones que tienen lugar en
el espacio / tiempo de la cotidianeidad, y donde lo poltico est precisamente
en dejar constancia de ello.
As, la intencin y el enfoque testimoniales pueden variar, pero conservan siempre
un sustrato comn: la denuncia de desigualdades que se manifiestan ya sea en
vctimas de terrorismo oficial o bien en alteridades excluidas y subalternizadas
que han sido borradas de los discursos hegemnicos de la Modernidad.
Estas narrativas pueden testimoniar tanto una fractura en el devenir histrico de
los pueblos, es decir, el ingreso violento de la Modernidad a la vida cotidiana,
pues los grandes testimonios son aquellos en que la vida es necesariamente
intersectada por las convulsiones de la historia (Jameson, 1992: 131), como
tambin el tranquilo acaecer de la vida (previo a tal fractura) bajo las condiciones
de dominacin asumidas e instituidas que construyen lo cotidiano y los sentidos
comunes que un grupo humano comparte. As, pensamos que se constituye una
forma de historicidad de lo cotidiano, puesto que es en ese suceder profundo donde
se forjan conciencias y formas de socializacin, donde los procesos histricos
y ontolgicos tienen lugar, y donde, adems, la otredad acontece. De algn
modo, todo testimonio exhibe una especie de epicidad cotidiana (Beverley,
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1987: 160), que es esencialmente el espacio donde se encuentran los modestos


anhelos y necesidades, as como las fuerzas omnipresentes que los frustran e impiden su satisfaccin (Jameson, 1992: 132). Creemos que no estara mal hablar de
una suerte de tica / esttica de la cotidianeidad para caracterizar esta dimensin
del testimonio que, sin embargo, no fue la priorizada por los testimonial studies,
sino, ms bien, ignorada en detrimento de las experiencias extremas resultantes
de una ruptura de lo cotidiano.

3. ESTTICA DE LA SOLIDARIDAD
El informante, que pertenece a culturas populares, es afectado por relaciones
de poder desfavorables, habita un espacio geogrfico colonizado en distintas
dimensiones, que van desde la laboral hasta la intersubjetiva, y posee generalmente un grado de representatividad de su colectividad. As, en el testimonio
se intenta crear una imagen macrosocial partiendo de un caso individual
(Sklodowska, 1992: 44), en que la funcin sinecdtica del testigo corresponde,
sin duda, a los intereses ideolgicos del proyecto en comn que tiene con el
gestor. Por ende, nos parece que a la manida discusin en torno a la representacin, tanto en el sentido de reemplazo como en el de simbolizacin
(Cf. Beverley, 1996b, 2004a; Sklodowska, 1993; Walter, 2006), debera sobreponerse el tema de la proyeccin ideolgica que tal representacin contiene y
que se erige como uno de los rasgos esenciales del gnero.
El gestor, por otro lado, no es representativo del grupo hegemnico que goza
de los beneficios de las contemporneas relaciones de poder que ha instituido, pues conforme a sus convicciones anticapitalistas, busca un testor para
hacerlo ingresar a la enunciacin textual y, adems, participa de y promueve
las reivindicaciones de ste, por lo que las luchas del subalterno son tambin
sus luchas. Por este motivo se ha hablado de hermenutica de la solidaridad
(Moreiras, 1996) / poetics of solidarity4 (Gugelberger, 1996a) para referirse
al testimonio, a su modo de produccin y a toda la carga epistmica que supone
su existencia. Se trata entonces de un intelectual ideolgicamente solidario y
de un testor ideolgicamente comprometido a darle su voz, pues no cualquiera
podr tomrsela. Se buscan as puntos en comn entre ambos propsitos, los
4 Potica de la solidaridad (nuestra traduccin).

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que empero no estn exentos de contradicciones, que rebosan incluso las suturas
finales del texto, que queda, por tanto, lleno de tensiones, encuentros y disonancias. Tal hermenutica es el ncleo de la proyeccin poltica del testimonio,
de la que depende incluso, nos atrevemos a sostener, su poeticidad, pues sta
garantiza su difusin, perdurabilidad e impacto (Sklodowska, 1992: 50).
As, tal solidaridad ideologizada de ambas partes es un proyecto que busca el
reordenamiento de las relaciones sociales y sobre esta premisa el testimonio
ingresa a la institucin literaria. Pese a lo mal definida, la esttica de la solidaridad ha venido funcionando como columna vertebral de los testimonial
studies a partir de la variante textual canonizada. Sin embargo, creemos que es
necesario redefinirla desde su aplicabilidad a otros corpora5 y ponerla de este
modo en vnculo con nuevas circunstancias. Si bien estamos de acuerdo en que
respondi a las necesidades de una poca, no por ello va a constituir la nica
matriz de lectura del gnero. La esttica de la solidaridad fue instituida desde
el concepto marxista de lucha de clases, y fund, por ende, un nico ngulo
de lectura del gnero, que excluy otros modelos y perspectivas.6
Curiosamente, aos despus, John Beverley insina, en varios pasajes de su
libro Subalternidad y representacin (2004a), algunos de los orgenes y fundamentos de esta esttica de la solidaridad:

5 Pinsese, por ejemplo, en algunos testimonios de indgenas sudamericanos. As, para el


rea cultural quechua: Gregorio Condori Mamani. Autobiografa (Valderrama y Escalante,
1977), Nosotros los humanos. uqanchik Runakuna. Testimonios de los quechuas del siglo XX
(Valderrama y Escalante, 1992) y Ciprian Phuturi Suni. Tanteo puntun chaykuna valen. Las
cosas valen cuando estn en su punto de equilibrio... (Espinoza, 1997); para el rea cultural
aimara: Manuela Ari: an aymara womans testimony of her life (Briggs y Dedenbach-Salazar,
1995) y Toribio Bartolo. Testimonio de un aymara. Toribio Bartolo Qasmaapa (Guzmn,
2009); para el rea cultural mapuche: Lonco Pascual Coa i tuculpazugun. Testimonio de
un cacique mapuche (Coa, 2006) y Una or que renace: autobiograf a de una dirigente
mapuche. Rosa Isolde Reuque Paillalef (Malln, 2002), etc.
6 Otros modelos y perspectivas de anlisis que se pueden tener en consideracin para un
corpus como el que sealamos en la nota anterior son la biculturalidad, la migracin,
la hibridez (Howard, 2005), la multiculturalidad (Rodrguez, 2008), la complicidad
cultural entre testigos y gestores (Gelles, 1996), los usos y efectos del testimonio en las
sociedades a las que pertenecen los entrevistados (Zevallos, 1998: 243), etc.
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Marc [Zimmerman] y yo estbamos comprometidos con el movimiento de


solidaridad en Estados Unidos con Centroamrica, y como ambos ramos
crticos literarios, encontramos sentido en tratar de combinar ese inters
con las tareas del trabajo solidario (25).

Es decir, combinar los intereses terico-literarios con las tareas del compromiso poltico con Centroamrica, mediante una solidaridad recargada ideolgicamente.
Literature and Politics fue el fruto de esta experiencia; intentaba ser una
contribucin terica a la prctica de la revolucin nicaragense y a los
movimientos revolucionarios de El Salvador y Guatemala, y as, desde
la academia, trataba de ser una forma tambin de poltica de solidaridad (25-26).

Esa forma de poltica de solidaridad quiz fue la que se troc a posteriori


o bien la que contribuy a la esttica de la solidaridad, que servira de pilar
ideolgico de la variante testimonial canonizada.
Por otro lado, cuando seala: pienso que los estudios subalternos son un lugar
donde personas con diferentes urgencias y agendas, pero comprometidas por la
causa de la emancipacin y de la igualdad social, pueden trabajar juntas (49),
se trata sin duda de la misma intencin de los testimonial studies y, por lo tanto,
parece claro que estos hubiesen echado las bases o por lo menos servido de
antecedente a los venideros estudios subalternos latinoamericanos, a los que
Beverley tambin contribuira. Por eso, se enfatiza la relacin de los estudios
subalternos con la poltica (del mismo modo que se hizo con el testimonio en
su momento), para fortalecer el proyecto de la izquierda:
[...] Si es que los estudios subalternos no estuvieran conectados a la poltica,
entonces correran el riesgo de ser recapturados por las mismas formas de
elitismo acadmico cultural que quieren cuestionar [...] Lo ms urgente hoy
da es una defensa y una rehabilitacin del proyecto de la izquierda (49).

Hace hincapi igualmente en las nuevas relaciones que es posible establecer


entre la academia y los sujetos que usa como objeto de estudio:
[...] los estudios subalternos implican no slo una nueva forma de concebir
o hablar sobre los subalternos, sino tambin la posibilidad de construir

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relaciones de solidaridad entre nosotros y los seres sociales que usamos


como nuestro objeto de estudio (69).

Dicho de otro modo, su inters es buscar vasos comunicantes entre sujetos subalternos y sujetos de la cultura hegemnica (entre los cuales se encuentra l mismo), lo
que tambin constituye uno de los temas ms debatidos en los testimonial studies.
De esta forma, las semejanzas entre estos dos mbitos de estudio son ms que
obvias e incluso parecen ser dos etapas de un mismo proyecto.
En un captulo de Subalternidad y representacin dedicado a Mench, Beverley
enfatiza la idea anterior y al mismo tiempo observa que
[el testimonio] simboliza y posibilita concretamente una relacin de solidaridad
activa entre nosotros como miembros de las clases medias profesionales
y practicantes de las ciencias humanas y sujetos sociales subalternos. El
testimonio implica mucho ms que simplemente ser espectadores y reporteros
de las luchas que los otros construyen en torno a las polticas de identidad
y los puntos de contencin a la globalizacin. Nosotros tambin tenemos
intereses en estas luchas (125).

El crtico estadounidense opina abiertamente que el intelectual debe tomar


partido en las luchas de los subalternos, que no puede ser un mero observador
o agente pasivo, sino que tiene una responsabilidad tica en tales asuntos, pues
[se trata de] una alianza tctica entre los estratos de clase media profesional y
los pobres locales/globales (125).
Y finalmente menciona el blanco de la alianza solidaria entre el gestor y el
testigo: Lo que compartimos con Rigoberta Mench, ms all de las contradicciones que separan nuestros intereses y proyectos, es el deseo y la necesidad por un nuevo tipo de Estado junto con nuevos tipos de institucionalidad
poltico-econmica transnacional (125-126).
As, esta explicacin de Beverley nos confirma que la esttica de la solidaridad
fue un molde ideolgico que respondi a necesidades de la academia estadounidense en un momento preciso y que no fue adecuada para diferentes corpora
testimoniales. Creemos que el gnero testimonial es mucho ms amplio y que no
se agota ni en una sola categora esgrimida ni en una sola variante canonizada.
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4. DIPLOMACIA, MIGRACIN, TRADUCCIN


En el trabajo testimonial de tipo etnogrfico, el gestor, mediante un catlogo
de preguntas, realiza una serie de entrevistas al informante, en las que ste
testimonia acerca de un acontecimiento que ha vivido o visto por sus propios
ojos. El gestor lo hace hablar, el discurso es registrado magnetofnicamente,
transcrito y luego, conforme a las exigencias editoriales e intenciones literarias, es corregido y elaborado en diferentes niveles. Tal proceso nunca es
armnico, est compuesto por acuerdos y luchas por el control del discurso,
que muchas veces se traduce en fisuras y contradicciones tras una apariencia
monoltica, puesto que la narracin plantea la friccin entre el sujeto de la
transcripcin y el sujeto de la narracin transcrita y el testimonio deviene
una zona de pugnas por el relato, como espacio donde los narradores participantes negocian categoras y modos de representacin (Vera, 1992: 184).
El transcriptor, por lo general, reordena estratgicamente la narracin del
testigo, para hacerla ms comprensible a la audiencia narrataria, puesto que,
como todo elemento extranjero destruye las estructuras originales de referencia y tambin [de] comunicacin del sentido (Bhabha, 2002: 273), tiene
que acomodarlo a referentes conocidos por el pblico, o bien los ms osados
preparan el terreno para que tal elemento ingrese con toda su extranjera y entre
en relacin con los de la cultura receptora. El transcriptor gestiona, entonces,
la migracin de epistemologas y discursos, deviniendo as un diplomtico
intercultural / social / discursivo entre subalternizados y subalternizantes, que
promueve las condiciones a travs de las cuales lo nuevo lleg[a] al mundo
(273). Llamaremos a este importante aspecto diplomacia testimonial.
Para el gestor, la relacin diplomtica con la Otredad es polmica y peligrosa,
pues: 1) sugiere no representarla como acontece, sino re-representarla conforme a
las expectativas del lector occidental. Esta representacin supone un tratamiento
desde una perspectiva modernizante, es decir, corresponde en este sentido a una
traduccin desde la Mismidad para reinscribir el imaginario social de las culturas
populares. De modo tal que si el editor, al recoger la informacin ha sido un
representante leal del lector (Sklodowska, 1993: 87), entonces su traduccin
cultural la presentar asumiendo las categoras cognoscitivas de la audiencia, lo
que significa una inclinacin heterloga del texto a traducir discursos originales de acuerdo con ciertos procedimientos cannicos, moldendolos en tanto

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productos culturales legibles (Sklodowska, 1993: 87); o bien, 2) el gestor


satisface una funcin ms compleja de traduccin, que consiste, al decir de Rudolf Pannwitz, en dejar que su lengua se deje afectar por la lengua extranjera
(citado en Howard-Malverde, 1997: 65), o que sus referencias culturales, diramos
nosotros, se vean sacudidas por las del Otro, produciendo una dislocacin inicial
de sentidos y, as, con esta forma de insercin cultural de la extranjera, el gestor
pone en escena la intraducibilidad inherente a la diferencia cultural.
En los textos testimoniales, el testor deviene un sujeto discursivo en el que
polifnicamente habla su comunidad subalternizada, de modo que si no existe
esta relacin, el relato pierde la condicin testimonial y se transforma en una
autobiografa mediada. Se trata as de la representacin de una subalternidad
mediatizada por un intelectual a favor de reivindicaciones de los sectores marginalizados por el capitalismo. De esta forma, el testigo se transforma en un
mediador entre su comunidad y el letrado interesado en sta, para mostrarla a la
audiencia internacional. El testor, entonces, tambin posee rasgos de diplomtico intercultural / social / discursivo entre subalternizados y subalternizantes, de
modo que comparte tal condicin con el gestor.
Por lo tanto, la funcin diplomtica del testimonio consiste en preparar, ya sea
el discurso del Otro o bien del Mismo, para la recepcin de la diferencia. He
ah el sesgo ideolgico de tal diplomacia testimonial: gestionar la migracin
de alteridades y sus discursos.
La diplomacia testimonial tiene lugar en un espacio intersticial donde se producen negociaciones por las condiciones de migracin del discurso y de la
diferencia, donde se dan la cara las agendas ideolgicas de los implicados y
afloran tanto acuerdos como asperezas. La diferencia es la otredad intraductible
y no es ni Uno ni Otro sino algo ms, inter-medio (Bhabha, 2002: 264), que
son los bordes de las fronteras culturales del testigo y del gestor.

5. CONTRATO TESTIMONIAL?
5.1 Testimonio y lectores
En toda sociedad existe un conocimiento compartido sobre cmo leer los textos
que circulan, una competencia de lectura que indica cules se saben leer y cules
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no, de modo tal que un lector puede reconocer y distinguir fcilmente aqullos que
corresponden a sus taxonomas. Debido a la naturaleza heterodoxa del testimonio,
las expectativas de aquel lector pueden resultar insatisfechas, al no coincidir ni
con las distinciones tradicionales de lectura entre ficcin y no ficcin ni con las
tipologas habituales de gneros, de manera que se hace perceptible una tendencia
hacia un cambio en el el horizonte de expectativas (Erwartungshorizont) (Jauss,
1973) de la literariedad, que se corresponde con un cambio de la nocin de literatura (Rincn, 1978). Dice Sklodowska: La nocin del gnero y de la literatura
es, pues, ms que nada resultado de un pacto con el lector, dentro del marco de lo
reconocible y de lo diferente, de la tradicin y de la innovacin (1988: 149), por
lo que es valioso tomar en cuenta aquella sensacin de desconcierto e incertidumbre de la recepcin, pues el papel del lector es excepcionalmente importante en
la percepcin de gneros al margen del canon (Sklodowska, 1990-1991: 110).
ste es precisamente el caso del testimonio, que se ha venido construyendo ms
bien desde su lectura que desde su produccin textual (Lienhard, 2006: 317), y
si bien muchos de estos textos fueron o son ledos como novelas, no gozan an de
aceptacin y reconocimiento extendidos, talvez debido a su ambigedad esencial,
pese a los varios esfuerzos de sistematizacin habidos.
A partir de lo esbozado, podemos argir que existe una tensin entre, por
un lado, la comunidad lectora no especializada, desorientada frente a textos
amorfos que no corresponden a su capital de gneros literarios, y por lo cual
no los incorpora a l ms que marginalmente y, por otro, la comunidad de
hermeneutas profesionales que indican caminos de lecturabilidad, es decir, que
fijan una forma de lectura y crean un nuevo gnero:
La trayectoria del testimonio hispanoamericano demuestra tambin que
el cambio del horizonte de expectativas frente a tales conceptos como
historia y ficcin, documento y literatura, sociologa y novela no depende
exclusivamente de la manipulacin crtica, sino surge de un momento
histrico concreto y se cumple en la interaccin entre el texto y el lector
(Sklodowska, 1988: 149),

lo cual obedece, en opinin de Lienhard, a los cambios que se van dando en el


campo intelectual y poltico (2006: 317), y en la nuestra, a procesos socioculturales de una nueva situacin mundial, principalmente poltica y econmica,
que da como resultado otro tipo de discursividades y estticas.

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5.2 Fidelidad a los hechos


En el acuerdo tcito de comunicacin que el gestor y los lectores establecen con
el testor, ste relata sucesos verdicos experimentados personalmente, o dicho en
otras palabras, el testigo debe ser confiable.7 Sin embargo, esto no es tan fcil,
pues el testigo ofrece una versin de los hechos, respaldado en su condicin de
representante de una colectividad subalterna, a un gestor que, segn lo dicho,
ordena, recrea, reescribe y ficcionaliza los sucesos, siendo fiel a elementos
nucleares de la narracin del testor. Es decir, el testigo se refiere a los hechos
mediante un relato que luego es mediado por su interlocutor, postulndose de
esta manera una metarrepresentacin de los sucesos, capaz de concertar con la
intencin del informante un enfoque hacia ellos y estructurando un discurso
proselitista de demandas perifricas. En grueso, estamos hablando de una verdadera hermenutica de la otredad, basada en la negociacin de competencias
comunicativas (Walter, 2006: 327) y de varios niveles de mediacin de la representacin subalterna. Por eso, a partir de Karl Marx y Gayatri Spivak se ha
hecho hincapi en la distincin entre vertreten (reemplazar, hablar en lugar de)
y darstellen (presentar, hablar sobre), para entender las implicancias ideolgicas
contenidas en el contrato testimonial, principalmente en relacin con el papel
diplomtico que cumplen gestor y testor. En esta discusin creemos que sera
apropiado integrar un concepto que haga referencia a hablar con, en que tengan
lugar los encuentros y desencuentros entre las dos voces.
Otra premisa del contrato es que el testimonio debe basarse en sucesos comprobables y en fuentes histricas o sociolgicas; por eso el aparato paratextual
que bordea al texto principal tiende a subrayar el valor cientfico de la obra. Al
respecto, tanto Miguel Barnet (1983) como Sergio Ramrez8 han coincidido en
sealar que se trabaja con un fondo histrico, pero que la recreacin y el estilo
son puestos siempre por el escritor, debido a lo cual cierto tipo de discursos li-

7 Sarlo critica la excesiva con anza otorgada al testimonio para la reconstrucci n del pasado.
Reacciona, en concreto, contra la fetichizacin de la verdad testimonial (2005: 63) que
resulta de los privilegios asignados a la primera persona de la narracin, los cuales sita en
el marco ideolgico de una reivindicacin de [l]a dimensin subjetiva (21).
8 El escritor nicarag ense se re ri a este tema en la actividad Entre la cci n literaria y
el compromiso poltico organizada por el Instituto Iberoamericano de Berln, el da 26
de mayo de 2006.
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terarios estara a medio camino entre la ficcin y los acontecimientos histricos


verificables. As, Barnet indica que la novela-testimonio es un relato que va en
movimiento y est a mitad de camino entre la historia, la filosofa, la sociologa,
la poesa. Toma prestado de todas estas corrientes pues lo que transmite realmente
es una evocacin y una fbula (2001: 204). O desde otra perspectiva, Beverley
(1987) ha manifestado que el testimonio busca producir un efecto de veracidad,
una sensacin de autenticidad que desautomatiza la actitud habitual de leer
textos literarios ficticios. De modo tal que la discusin sobre verdad / verosimilitud est muy relacionada con la de la representacin, pues ambas pasan por la
mediacin del discurso que les da un enfoque ideolgico.
Esto ltimo contribuye a relativizar ms el problema, puesto que tanto la historia
como las otras ciencias sociales utilizan procedimientos retricos y poticos en la
construccin de sus discursividades de igual forma que la literatura (White, 1992),
y por lo tanto, no elaboran la realidad, sino slo discursos sobre ella. Precisamente,
respecto a este tema tuvieron lugar las controversias entre Rigoberta Mench y David Stoll9 y entre Miguel Barnet y Michael Zeuske,10 pues lo que tanto el antroplogo
estadounidense como el historiador alemn le reprocharon a los testimonialistas
latinoamericanos fue que parte de sus relatos eran falsos y no correspondan, al
menos no completamente, a los acontecimientos que ellos pesquisaron de manera
cientfica en documentos de archivos, prensa y entrevistas.
5.3 Experiencias inenarrables
Una perspectiva diferente se ofrece cuando los testigos se proponen narrar experiencias traumticas que, dada su extrema complejidad emocional, dificultan
la codificacin, resultando muchas veces inenarrables, por lo cual desafa[n]
9 En 1999 Stoll puso en tela de juicio el testimonio de Mench. Tras investigar en archivos
guatemaltecos y realizar entrevistas en la regin donde vivi la familia de la Premio
Nobel de la Paz 1992, concluy que muchos de los acontecimientos contenidos en el libro
eran imprecisos e incorrectos.
10 En 1997 Michael Zeuske cuestion la heroicidad del Cimarrn, ya que hurgando en los
archivos notariales de Cienfuegos y en la prensa de la poca logr reconstruir la vida
de Montejo a partir de 1904-1905, ms o menos cuando termina el libro de Barnet, y
encontr incoherencias ideolgicas que contradecan el mito. Barnet, por su parte,
reaccion ante estas crticas y defendi el aura potica del Cimarrn en el texto The
intouchable Cimarrn (1997).

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toda simbolizacin y codificacin culturales (Richard, 1998: 252) al llegar a


los lmites de la representacin, con lo que muchas veces transgreden el contrato
veridictivo. El hecho en s de testimoniar, por lo tanto, tiene sus lmites. No con
sorna, Beverley ha hablado de a kind of testimonial expressionism or magic
realism11 (1996a: 33) al comentar la intensidad alucinatoria de los dantescos
episodios de torturas y asesinatos de la madre y del hermano de Mench por el
ejrcito guatemalteco, que se le han impugnado como falsos. Del mismo modo,
Felman y Laub (1992) han planteado sobre el testimonio de una sobreviviente de
Auschwitz, cuya credibilidad tambin fue puesta en tela de juicio, lo siguiente:
[un psicoanalista] que haba sido uno de los entrevistadores de la mujer, estaba
en profundo desacuerdo. La mujer estaba testificando, insista l, no sobre
el nmero de chimeneas que explotaron, sino sobre algo an ms radical, ms
crucial: la realidad de una impensable ocurrencia. Una chimenea explotando
en Auschwitz era tan impensable como cuatro. La cantidad significa menos
que la ocurrencia misma (60) (citados en Beverley, 2004a: 119).

As, esto atae nuevamente a las condiciones de verdad y representacin que el


testigo negocia con los gestores y lectores en su narrativa. Por lo tanto, condiciones que tienden a aparecer (cada vez ms) difusas e inconsistentes en la relacin
entre los involucrados en el circuito de la comunicacin testimonial.
5.4 Lmites culturales y relaciones interculturales
Los testimonios como discursos heterlogos (Certeau, 1986) que buscan
traducir la subalternidad latinoamericana, en tanto epistemologas dominadas
y alterizadas culturalmente con respecto al mundo de valores europeo-occidentales (Sklodowska, 1993: 81), encuentran su fundamento ante todo en una
dinmica etnologizante, la que da lugar a una de las variedades del testimonio
ms y mejor cultivadas. Este tipo de testimonio no textualiza experiencias
modernas ni europeas, sino que se constituye precisamente en una relacin
conflictual con ellas, acentuando de este modo su carcter de resistencia.
Colocado frente al otro, frente a una sociedad o subsociedad culturalmente ajena y predominantemente oral, el escritor o antroplogo deseoso

11 Un tipo de expresionismo testimonial o realismo mgico (nuestra traduccin).


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de convertir su experiencia en escritura puede elegir, en un principio, entre


dos prcticas fundamentales. Por una parte, puede limitarse a describir
simplemente la vida colectiva que se ofrece a su vista, o a sus sentidos
en general: prctica que se suele llamar etnografa. Tambin puede tratar de
transcribir con la mayor fidelidad posible los discursos del otro, sea los de su
tradicin o los que suscita, por su presencia, el propio escritor-antroplogo;
esta prctica recopiladora desemboca, segn el caso, en una coleccin de
cantos o narraciones o en un tipo de texto etno-testimonial, discurso literario
actualmente en boga (Lienhard, 1992: 190).

De acuerdo con lo ya dicho, uno de los riesgos del testimonio es caer en la


seduccin de la alteridad, para representarla y saltar el espacio que dista entre
las epistemologas del escritor y las del subalterno, sin haber entrado en zonas
de contacto. De este modo, la superacin de las fronteras culturales es ms
compleja de lo que expresa Lienhard, pues no considera la permeabilidad de
stas ni lo esencial de las negociaciones, que estn compuestas de nexos y diferencias entre el testigo y el gestor y garantizan la proyeccin del testimonio
como artefacto intercultural y de lucha.
La representatividad / representabilidad del informante es construida ideolgicamente con base en negociaciones con el gestor en pro de un proyecto: 1) desplegado a partir de una disconformidad con la distribucin del poder y que busca
la desmantelacin y el reordenamiento de las relaciones sociales; o bien 2) que
contribuye a exaltar a los gobiernos socialistas donde proyectan sus esperanzas
de democracia y descolonizacin. Pero, hay representabilidad de la otredad en
el testimonio o es an una brecha muy amplia la que dista entre los hechos y el
testor, entre ste y su interlocutor, entre el informante y su comunidad, entre el texto
como configuracin cultural y los lectores, o en ltima instancia entre el idioma
y la realidad? Qu pasa cuando los mecanismos de traductibilidad / representabilidad no funcionan ante los lmites culturales? Segn nuestra opinin, s es
posible acercarse a la alteridad mediante una intencin intelectual fundada en
una teora de las ticas y polticas del conocimiento, las que permitirn negociar
las condiciones de representacin con la autoridad epistemolgica del otro
(Walter, 2006: 338), enfatizando as la agenda intercultural, para no producir un
nuevo fetiche que slo sea a product of disciplinary fantasy12 (Gugelberger,

12 Un producto de la fantasa disciplinaria (nuestra traduccin).

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1996a: 17). Si bien le damos la razn a la argumentacin de Sklodowska de que el


testimonio no representa una reaccin genuina y espontnea del sujeto-pueblo
multiforme frente a la condicin postcolonial, sino que sigue siendo un discurso
de las lites comprometidas a la causa de la democratizacin (1990-1991: 113),
pensamos que por lo menos es un paso importante en el camino hacia el conocimiento del subalterno y hacia la democratizacin de las polticas en el terreno
de las producciones simblicas y de identidad. Por eso estamos convencidos de
que el testimonio tiene todava un futuro muy prometedor, en funcin de nuevas
relaciones interculturales y de connivencia tica.

6. THE MOMENT OF TESTIMONIO IS OVER


En la Introduccin a la Revista de crtica literaria latinoamericana nm. 36,
John Beverley revisa las tendencias predominantes de los testimonial studies y
plantea que son, en grueso, dos: la primera, caracterizada por la existencia de
una discusin previa del testimonio que ha establecido su carcter tico-epistemolgico-esttico como forma discursiva o gnero narrativo (1992: 10); y la
segunda, por una lnea de discusin ms escptica, representada por la posicin
de Sklodowska:
[...] sera ingenuo asumir una relacin de homologa directa entre la historia
y el texto. El discurso del testigo no puede ser un reflejo de su experiencia,
sino ms bien su refraccin debida a las vicisitudes de la memoria, su
intencin, su ideologa. La intencionalidad y la ideologa del autor-editor
se sobreponen al texto original, creando ms ambigedades, silencios y
lagunas en el proceso de seleccin, montaje y arreglo del material recopilado
conforme a las normas de la forma literaria. As pues, aunque la forma
testimonial emplea varios recursos para ganar en veracidad y autenticidad
entre ellos el punto de vista de la primera persona-testigo el juego
entre ficcin e historia aparece inexorablemente como un problema (citado
en Beverley, 1992: 11).

As, en esta ltima postura se dibuja, tras la crtica, un desencanto respecto a


la situacin de los textos testimoniales y sus estudios, un desengao que se
origina en la constatacin del fracaso de un proyecto esttico-epistemolgico
con la otredad y que se agravar incluso en la voz de su principal y ms entusiasta terico en la coleccin venidera de 1996.
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De este modo, una de las preguntas ms inquietantes que subyace a la mayora


de los ensayos sobre el gnero es qu le ocurrir en el porvenir, puesto que
los procesos de aurizacin / fetichizacin / canonizacin y de desaurizacin
/ desfetichizacin / transgresin parecen sucederse el uno al otro, a veces a
riesgo de (con)fundirse. Georg Gugelberger, quien coordin el volumen The
Real Thing (1996b), parece tener algunas de las aproximaciones ms certeras
al problema:
The movement traced by these essays is from the early and euphoric
moments of solidarity and redemption to a period when critics are more
suspicious about the outsiders wedding to a new canon. The question to
be asked is, What happens when modes of transgression become sanctioned
and canonized, even auratized [...]?13 (2),

pues se trata de discursos institucionalizados mediante una serie de publicaciones acadmicas, entre las cuales l mismo considera que son tres las
significativas:
[...] the institutional legitimation, always lagging behind in time of the
production of the work itself, has had three significant moments: (1)
the collection of essays entitled Testimonio y literatura (1986) edited by Ren
Jara and Hernn Vidal; (2) the Georg Gugelberger and Michael Kearney
collection of essays in two issues of Latin American Perspectives under the
title Voices of the Voiceless in Testimonial Literature (1991); (3) the special
edition, La voz del otro: Testimonio, subalternidad y verdad narrativa of the
Revista de crtica literaria latinoamericana (1992) edited by John Beverley
and Hugo Achugar14 (6).
13 El movimiento examinado por estos ensayos va desde los tempranos y eufricos momentos
de solidaridad y redencin hasta llegar a un perodo en el cual los crticos son ms
descon ados acerca de las bodas con el outsider para un nuevo canon. La pregunta que
se debe plantear es: qu ocurre cuando modos de transgresin se sancionan y canonizan e
incluso cuando se aurizan [...]? (nuestra traduccin).
14 [...] la legitimacin institucional, siempre quedndose atrs respecto al tiempo de la produccin
de la obra misma, ha tenido tres momentos signi cativos: 1) la colecci n de ensayos titulada
Testimonio y literatura (1986), editada por Ren Jara y Hernn Vidal; 2) la coleccin editada
por Georg Gugelberger y Michael Kearney de ensayos en dos tomos de Latin American
Perspectives bajo el ttulo Voices of the Voiceless in Testimonial Literature (1991); 3) la
edicin especial La voz del otro: testimonio, subalternidad y verdad narrativa de la Revista

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Tal legitimacin institucional signific una contradiccin con los propios fundamentos ideolgicos del gnero y constituy uno de los alicientes que provoc las
reacciones de rechazo y desesperacin cientfica en la mayora de los crticos.
Igualmente es importante constatar el pesimismo rayano al nihilismo en cuanto
al valor y la continuidad que se le pueda dar a estas escrituras. Citas como la
anterior de Sklodowska o la famosa de Beverley: the moment of testimonio is
over15 (1996b: 280), son representativas de esta tnica. As, en su trabajo The
Real Thing, John Beverley parte de la nocin lacaniana de lo real como that
which resists symbolization absolutely16 (1996b: 266), para ms adelante afirmar que lo real, antes que una categora ontolgica, es relacional, y que our
(non) access to the Real is necessarily through the Symbolic17 (273), de modo
que toda posibilidad de conocimiento de la otredad que se sita en lo real y
que nos constituye como mismidad no existe y, por tanto, todo el debate de la
representacin, que configura una de las discusiones centrales del testimonio, no
tendra lugar. De esta manera, el volumen completo irradia el tono solipsista del
ensayo de Beverley, al recibir el mismo nombre y ser lo primero que vemos junto
a una imagen de Rigoberta Mench en la portada. Asimismo, como Gugelberger
advierte en la introduccin, la primera parte rene algunos de los artculos fundacionales, y la segunda, otros representativos de las nuevas tendencias y, por ello,
del estado del arte, que es lo que se busca transmitir con The Real Thing, es decir,
el gnesis y el apocalipsis del testimonio, representado casi metafricamente con
ensayos de Beverley, uno a cada extremo.18

15
16
17
18

de crtica literaria latinoamericana (1992) editada por John Beverley y Hugo Achugar
(6) (nuestra traduccin).
El momento del testimonio se ha acabado (nuestra traduccin).
Aquello que se resiste absolutamente a la simbolizacin (nuestra traduccin).
Nuestro (no) acceso a lo Real es necesariamente a travs de lo Simblico (nuestra
traduccin).
Valga mencionar que en 2004 Beverley public el libro Testimonio: On the Politics of Truth,
que recoge cuatro de sus principales ensayos sobre el gnero testimonial, basados sobre
todo en el texto Me llamo Rigoberta Mench. Como l mismo indica, esta publicacin
constitute[s] a record of my involvement over the past fteen years with the narrative form
called in Latin American Spanish testimonio [] (2004b: ix) [constituye un registro de mi
compromiso durante los ltimos quince aos con la forma narrativa llamada en el espaol
latinoamericano testimonio (nuestra traduccin)], por lo que abarca desde el perodo de su
compromiso con Centroamrica hasta el de los estudios subalternos.

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Tambin en el ao 1992 apareci el libro de Elzbieta Sklodowska, Testimonio


hispanoamericano, donde analiza brillantemente (como reza el subttulo) la
historia, la teora y la potica del gnero. Su planteamiento se orienta principalmente a desenmascarar inconsistencias y contradicciones ocultas en muchos textos
testimoniales y en sus estudios, develando algunos de los mecanismos implcitos
y centrando su crtica en diferentes instancias nucleares que ella considera fruto
de manipulaciones y tergiversaciones ideologizadas, tanto de los propios testimonialistas como de los crticos. As, ella misma seala, al finalizar el estudio,
que su deseo ha sido tratar de calar en la conflictividad interna del testimonio,
analizando la interaccin de las fuerzas centrfugas de organizacin sistemtica
y de las centrpetas de engao, paradoja y contradiccin (182).
Adems, esta posicin deconstructivista se agudiza cuando considera el rol
poltico del testimonio:
A diferencia de Ydice y Beverley, optamos por considerar el testimonio como
un avatar del discurso liberal que aprovecha la hibridez de formas discursivas
posmodernas para expresar el compromiso socio-poltico y las aspiraciones
estticas e ideolgicas de las lites progresistas postcoloniales (87).

Tenemos la impresin de que Sklodowska interpreta el testimonio como una


farsa, llena de engaos y apariencias, y a los testimonialistas y a algunos de
los crticos como verdaderos farsantes y embusteros. Por eso, ampliando
algunas reflexiones de un artculo de 1990-1991, sostiene:
Nosotros somos de la opinin de que el testimonio mediato no puede
representar un ejercicio de la autora genuino y espontneo por parte del
sujeto-pueblo. El testimonio sigue siendo un discurso de lites, si bien
comprometidas con la causa de la democratizacin y su consagracin y
difusin dependen de todo un aparato institucional letrado que el
momento del testimonio se ha acabado [nuestra traduccin] a partir de la
revolucin cubana es capaz de acomodar la voz del otro subalterno.
La cuestin hasta qu punto este otro puede funcionar como una especie
de caballo de Troya para erosionar este aparato desde dentro queda, a
nuestro modo de ver, sin responder (85-86).

Por lo tanto, persiste en plantear la imposibilidad e incoherencia del proyecto


testimonial, para concluir que despus de haber dedicado unos veinte aos a

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edificar el canon, no solamente los escritores sino tambin los crticos admiten
que el discurso testimonial no es nada transparente (181). As, Sklodowska no
ve un porvenir viable, sino un callejn sin salida cuyo nico fin es el fracaso
inexorable del gnero.

7. CONSIDERACIONES FINALES
La sensacin de desmoronamiento de utopa y de asfixia epistemolgica
que transmiten los ltimos comentarios citados, pensamos que tiene que ver,
en primer lugar, con el clima intelectual dominante de la Posmodernidad en
los estudios latinoamericanos, donde los testimonial studies, al igual que los
grands rcits de la Modernidad ante los que el testimonio se erigi como
narracin contestataria entraron en un callejn sin salida como resultado de
un trance ideolgico, terico y metodolgico. En segundo lugar, con el fin de la
Guerra Fra y las profundas crisis de todas las utopas de izquierda y de los
proyectos de emancipacin socialista comenz, en los aos noventa, una radical
autocrtica que lleg finalmente a cuestionar sus propios principios, todo lo
cual ti a estos estudios de un aire nihilista.
Frente a esto se hace necesario reabrir el debate desde otros corpora y otras
perspectivas, alejarse del epicentro terico de la esttica de la solidaridad
con el que se interpretaron nicamente experiencias extremas. As, es importante resaltar que lo que entr en crisis fueron los testimonial studies y no la
produccin de testimonios, pues aqullos acuaron categoras aptas slo para un
grupo de textos especficos y los que no calzaban en ellas perdan importancia
o simplemente no eran considerados. Por eso creemos que al sondear textos
ignorados de forma estratgica es posible profundizar en el conocimiento
de este gnero narrativo que de ninguna manera se ha agotado en una sola
variante canonizada ni menos en una sola categora terica.
De este modo, no estara mal considerar la existencia de nuevos estudios testimoniales basados en una episteme testimonial renovada que siga promoviendo
una conciencia y solidaridad internacional a favor de los derechos humanos en
el Tercer Mundo, pero que no se agote en categoras y conceptos monolticos
de anlisis y que, adems, ordene y sistematice las implicaciones discursivas de
estas escrituras, corrija algunas imprecisiones y, sobre todo, precise una tica
de trabajo intelectual para el latinoamericanismo de hoy, pues, pese a todo, el
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testimonio has procreated a new discourse of disciplinary self-reflexivity19


(Gugelberger, 1996a: 19). Esta episteme debera servir de base para explorar
otro tipo de experiencias testimoniadas y fundarse en un marco terico anticolonial / anticapitalista garante de un reordenamiento del poder en las alienantes
relaciones sociales del mundo contemporneo, donde los sin voz (el poder da
voz) tengan una segunda oportunidad discursiva y de (auto)representacin en
el plano social y del conocimiento, y donde lo real-cotidiano est precisamente
en el encuentro solidario y de correalizacin con la otredad, de manera que ese
encuentro permita otras posibilidades de simbolizacin, y por tanto, nuevas
estticas, como resultado de nuevos procesos.

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19 Ha procreado un nuevo discurso de autorre exividad disciplinaria (nuestra traducci n).

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EL AUTOR
** Hans M. Fernndez Bentez es profesor de Espaol y licenciado en Educacin
(Universidad de Concepcin, Chile). En la actualidad finaliza su tesis de doctorado en Filologa Romance en la Humboldt-Universitt de Berln y se desempea
como profesor asistente en el Departamento de Romanstica de la Otto-FriedrichUniversitt de Bamberg. Correo electrnico: [email protected]

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