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Rituales políticos, sexuales y sagrados en

la literatura del siglo


XIX. El Matadero como espacio de transi
ción y mezcla
Lucía Caminada Rossetti

En este artículo proponemos analizar la conflictividad planteada en la construcción del espacio del matadero
como zona intersticial entre lo político, lo sexual y lo sagrado. El Matadero de Esteban Echeverría fue escrito
en 1838, pero sin embargo recién en 1871 Juan María Gutiérrez lo publicó por primera vez y este texto se
leyó en la cultura latinoamericana como bisagra entre la concepción del espacio del procesamiento de la
carne asociado con la barbarie y a su vez éste era identificado con la enfermedad y la homosexualidad (en el
último punto, se nota una estrategia común a la generación del ´37: la feminización del discurso como un
modo de oponerse a la barbarie- machista-rosista en la construcción del unitario sobre la cuestión sexual y
del género). Con el texto quedan articuladas nociones de barbarie, sodomía e insalubridad. La insalubridad
estaba concentrada en saladeros, mataderos y cementerios que aglomeraban cuerpos en estado de
descomposición. La ciudad estaba invadida por las pestes de fiebre amarilla y los ríos de sangre que fluían
desde los mataderos. Al ser publicado en esta fecha, los paradigmas de análisis de la cultura argentina
civilización/ barbarie quedan separados y articulados como salubre/ insalubre. En El Matadero la metáfora
de la mezcla de flujos, líquidos, cuerpos, etnias y animales encarna el género confuso del hombre hecho
“femenino” al ser sodomizado por los torturadores bárbaros. En este artículo, El Matadero será considerado
como obra fundacional de la narrativa latinoamericana que acuña nociones y categorías analíticas que
permiten un abordaje pertinente en el momento de teorizar el espacio híbrido de mezcla en la formación de
los Estado-Nación. Asimismo, en el marco de la literatura latinoamericana el matadero funciona como
dislocación espacial representado a través de diversos rituales permitiendo visualizar relaciones y tensiones
en los vínculos de confrontación que se dan específicamente en la manera de abordar lo político, lo sexual y
la otredad. Los rituales de paso dentro del relato se asocian con lo ritual y festivo que aquí no sólo se
construye como tiempo particular en el que quedan abolidas las jerarquías y las normas, pero además se
marcan fronteras que representan espacios de poder. Paralelamente, se crea un sistema de imágenes que
refiere a la vida material y corporal; en este sentido el matadero se torna espacio propicio para realizar
prácticas de tortura con el “otro” incitados el ejercicio de la violencia. Se sostiene que los espacios y las
imágenes rituales que se construyen en el texto tienen ciertas características reflexivas respecto a qué manera
están configuradas en las zonas de contacto sociales y políticas interrelacionadas con lo festivo dado que se
entretejen con aspectos de lo oficial y popular. El relato representa la conflictividad social identificable en el
registro discursivo que indaga sobre la configuración de la otredad.
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Entradas del índice

Keywords :
space, power, latinoamerican culture, literature, ritual
Palabras claves :
espacio, poder, cultura latinoamericana, literatura, ritual
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Plano

Fiestas/rituales religiosos
El ritual político: la fiesta federal
Lo popular-federal

Límites, fronteras y espacios de poder: signos de violencia

La casilla: triple espacio de poder


Relaciones de poder y cuestiones de género
Reflexiones finales

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1El Matadero de Esteban Echeverría (1805-
1853) ha sido analizado desdevarias perspectivas y concepciones. Ante la mirada de los crític
os, seencuentran estudios exhaustivos que tematizan la representación político-
social que enfatiza el rosismo y la oposición entre federales y unitarios en elpanorama polític
o argentino, mientras que otras lecturas afines hacen hincapiéen la violencia, lo popular, el t
errorismo político, etc. Aquí decidimos adherir ala crítica que concibe El Matadero como obra
fundacional del relato social en laliteratura argentina. Esto se debe principalmente a que un c
onjunto detensiones y conflictividades particularizan el discurso literario en aquelmomento: “
Los textos “unitarios” son puntos neurálgicos en la constitución deun discurso social- literario
que define gran parte de la narrativa argentina” (Bocco, 1995:
88). Entre 1838 y 1840, en la coyuntura política entre elgobierno de Rosas y sus opositores qu
e conspiraban contra dicho gobierno, yentre las fuertes discusiones entabladas entre la prens
a oficial y losintelectuales exiliados, se escribe El Matadero. Según Juan María Gutiérrez, elte
xto no se publica inmediatamente cuando fue
terminado, porque forma partede un borrador que constituiría una obra mayor de Echeverría
. Pero los críticosde sociología literaria Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano señalan otras causas
:primero, que dado que se redacta alrededor del `39, el relato (dentro de lasintervenciones p
úblicas que posicionan al autor) sería disfuncional En segundolugar, la causa se debe a: “la h
eterogeneidad del texto como alegoría política,crítica social y románticas de las condiciones
materiales e ideológicas” (Altamirano, Sarlo: 1997: 42); por último, se debe
a la ubicación incierta delescrito dentro del sistema de producción del escritor: ni ensayo polí
tico nipoema nacional.

2Jorge Salessi tiene en cuenta el momento en que se consagra la obra en 1871y las condicio
nes de recepción de la época asimétricas a las condiciones deproducción en los '50. De este
modo, se entrecruzan interpretaciones y seresalta la mezcla como metáfora de lectura que s
e relaciona con lasrepresentaciones de los excesos, rituales y las fiestas que conforman elesp
acio politizado del matadero: “Esa confusión o mezcla que en el texto deEcheverría significab
a barbarie, en 1871 significó también insalubridad”(Salessi, 2000: 56).

3El matadero en tanto espacio


(locus), está atravesado por construcciones quealuden a los momentos conflictivos: desde la
alusión a la confrontación entreunitarios y federales, hasta la construcción de la casilla como
triple espacio depoder a la homologación entre los poderes religioso y político. Funciona com
oun espacio festivo ambivalente donde la otredad carnavalesca se encuentraencarnada en un
individuo “el” unitario contrapuesta a la identidad de la grancomunidad federal. Desde la elec
ción espacial, existe un vínculo directamentecon Rosas y su política “sanguinaria” y esto mis
mo se lee como ejemplo de lafiltración política en el relato:

El Matadero es una zona de frontera, acerca campaña y ciudad y se interponeentre ambas; es la p


resencia de
la campaña en la ciudad imposición de susleyes; pero también allí se trabaja con la carne, y camp
aña y carne son losandariveles por los que circula el rosismo; si hay un ataque es entonces a unsis
tema basado en la campaña y en la carne, o sea la ganadería de la cualRosas es el supremo repre
sentante. (Jitrik, 1967: 36)

1 Respecto a las configuraciones que aluden a la animalización, Sarlo y Altamirano piensan que en el (...)
4Paralelamente al culto religioso hay un ritual que se hace en los Mataderos de Convalecencia
cuyos participantes son los federales que podría denominarse
como un espacio de la carne popular. Hay un híbrido que caracteriza ladimensión espacial (la
mezcla de razas, animales, cuerpos). En estos espaciosse entrecruzan constantemente los r
egistros político, antropológico y religioso,presentes tanto en las designaciones y términos lin
güísticos como en lasconfiguraciones del cuerpo del otro que siempre está politizado, o bien
serepresentan tensiones entre animalidad/ humano1.

5Es posible establecer, a nuestro juicio, tres espacios rituales a modo de fiestaque se celebra
n de manera diferente: En primer lugar, hay una fiesta oficialdurante la época de Cuaresma.
Esta fiesta es religiosa y se desarrolla dentrode un marco convencionalizado por la institución
de la Iglesia. Asimismo, laIglesia está en conjunción con el gobierno. Por lo tanto, es la fiest
a “de todos” los ciudadanos adheridos al gobierno rosista lo que implica ciertos ritosesquemát
icos y normativos, como por ejemplo, la abstinencia de carnedurante los días de Cuaresma.
Esto generará un conflicto entre la celebraciónuniversal cuaresmal de los días de vigilia, en c
ontraposición con un pueblocarnívoro, cuya salud se simboliza por la ingesta de carne: “Se or
iginó de aquíuna especie de guerra intestina entre los estómagos y las conciencias” (Echeverr
ía, 2003: 104).

6La guerra intestina plantea la disyunción los mandatos religiosos y la relaciónque los creyen
tes guardan con la realidad material que posiciona a la carnecomo valor positivo y necesario
para la subsistencia. De ahí que la carne en elcontexto del matadero se constituya como un o
bjeto de valor que simbolizasalud, alimento y vigor. En segundo lugar, coexiste y se desenca
dena otracelebración junto con la fiesta oficial religiosa. Ésta se impone por mandato deRosa
s, Restaurador político cuya voz y acción pueden modificar el curso ysentido de lo oficialment
e instaurado. Se lleva adelante la fiesta del matadero,que podríamos llamarla la fiesta de la c
arne. El Matadero es el espacio endonde se manifiesta la fiesta popular federal, en donde de
la incontinencia dela carne se pasa a la devoración y al juego visceral. En esta fiesta, laanim
alización del espacio del Matadero que simboliza la mezcla, se asocia a larepresentación del c
uerpo federal como espacio que alberga lo salvaje,sanguinario y feroz.

7Por último, la fiesta de la casilla es la fiesta sexual en torno al cuerpopolitizado: fiesta en do


nde el cuerpo del joven unitario es depositario de todocontenido político de oposición. Aspect
o político que desencadena lo lúdico y ladiversión. Ergo: la sociedad del matadero es casi un
carnaval y una parodia;las modalidades del juicio al que se somete al joven, con su Juez, sus
captoresy verdugos, evoca las representaciones carnavalizadas de la justicia queaparecen e
n la cultura popular desde la Edad Media (Altamirano,
Sarlo, 1997:45). El otro se transforma en objeto de risa y blasfemia: en esta fiesta privadalos
federales se juegan la revancha contra un unitario.

Fiestas/rituales religiosos
2 La fecha en la que transcurre la narración no está especificada. Sólo se puede inferir el momento e (...)

8El momento en el cual se desarrollan los acontecimientos2 en la narracióntiene un vínculo c


on un período particular, ya que: “Estábamos, a más, encuaresma, época en que escasea la
carne en Buenos Aires” (Echeverría,2003:103). Es decir, la cuaresma es un tiempo de dedicaci
ón a lo religioso quecontrasta con ciertas necesidades elementales que forman parte fundam
entalde la cultura: la carne. Y la carne, teniendo en cuenta los principioscuaresmales se conci
be como valor prohibido. Esta prohibición emana de unafuente de poder “porque la Iglesia, a
doptando el precepto de Epicteto, sustine,abstine (sufre, abstiene), ordena vigilia y abstinenc
ia a los estómagos de losfieles, a causa de que la carne es pecaminosa” (Echeverría, 2003:
103).
9El valor privilegiado de la cultura (la carne) pasa a ser durante este período unobjeto escan
daloso y obsceno del orden material y en consecuencia setransforma en un valor que devien
e disvalor pecaminoso porque “la carnebusca a la carne” (Echeverría, 2003:
103) y corrompe los cuerpos. La ingestade carne en este contexto, significa agresión y violen
cia dado que atentacontra el orden espiritual. Con respecto a la dicotomía que se plantea ent
recarne (materia) y espíritu, el crítico D. Viñas destaca que el relato es uno delos “comentario
s de una violencia ejercida desde afuera hacia adentro, de la“carne” sobre el “espíritu” (Viñas:
1995). Se lee entonces como lapreponderancia del espíritu aunada con lo culto, en contraposi
ción de labarbarie asociada con la materia.

10Con respecto a las posiciones de poder en la fiesta de Cuaresma, lasconfiguraciones de lo


alto/ bajo se corresponden con la disyunción celestial odivino/infierno terrenal. Dicha prohibi
ción, en momento de escasez y diluvio,instala el desorden, un ambiente caótico cuyo efecto
es de irrealidad, es decir,desborda las posibilidades mismas de lo previsible: “, construyen lac
ompetencia de saber. cyulto, dota de una competencia lingumas de losprevisible: No hubo e
n aquellos días cuaresmales promiscuaciones ni excesosde gula; pero en cambio se fueron d
erecho al cielo innumerables ánimas, yacontecieron cosas que parecen soñadas” (Echeverría,
2003: 103-
104).Dentro de lo increíble es que se desarrolla y enmarca la fiesta de la carne. Deesta mane
ra, se homologa y a la vez se separa lo religioso de lo terrenal.Dentro de una festividad religi
osa, se da lugar a lo material y carnal dadas lascondiciones reales que expresa la cultura (ha
mbruna, muerte, enfermedad,carencia, abstinencia).

El ritual político: la fiesta federal


3 Resulta importante agregar que Echeverría escribe desde la posición de unitario y exiliado. Al resp (...)

11Con respecto a las tensiones que giran alrededor de la disputa del poder sedestaca la confl
ictividad planteada entre unitarios y federales. Dichaconflictividad gira en torno a una figura
de poder: Rosas. Esta figura se ligaestrechamente con aspectos políticos y religiosos. De hec
ho, el “rosisimo-federal-
católico”, confronta con los enunciados “exilio- unitario- hereje”3. Estasíntesis de lectura, acar
rea una serie de decretos y prácticas que se trastocanconstantemente: regulan la actuación
de los grupos. Se juega la noción debarbarie, salvaje o animal para caracterizar a la otredad.
El registro político seune con la parodia religiosa (Lojo: 1994) y se exacerba lo bárbaro eincivil
izado como construcción de un simulacro político-religioso.

12Asimismo, en la fiesta federal, si bien se exalta la figura de Rosas comoimagen de poder,


existen varias transgresiones y desafíos dado que Rosas en1836 “crea” e implanta un decreto
prohibiendo el carnaval “para siempre” alser considerada “dañosa costumbre”. Es importante s
eñalar que se estima queEl Matadero fue escrito en 1838 y el decreto de la prohibición del Ca
rnavalpromulgado por Rosas es del 8 de julio de 1836. Por la cercanía entre ambasfechas, no
es casual que se haga mención a la “invención de decretos” porparte de Rosas. En relación co
n el decreto de 1836, Rosas arguye: “Lascostumbres opuestas a la cultura social y al interés
del estado, suelenpertenecer á todos los pueblos ó épocas- A la Autoridad pública correspond
edesignarles prudentemente su término- (…) Artículo 1º- Queda abolido yprohibido para siem
pre el juego de Carnaval” (César, 2005: 227-
228). Elcarnaval que transcurría en Buenos Aires cerca de las fechas cuaresmalesqueda total
mente abolido por el caudillo y entre las varias causas se exaltaque “ensucian los edificios en
las Ciudades” (…) y la higiene pública se opone aun pasatiempo de que suelen resultar enfer
medades” (César, 2005: 89).
13La promulgación del decreto que prohíbe el carnaval se contradice con elconflicto que se pl
antea en El Matadero entre la carne, lo inmundo, la mezclade fluidos, la enfermedad, la convi
vencia entre animales y humanos en elmismo espacio, entre otras mixturas que conciernen a
lo sucio e impuro. Deesta manera, el texto ficcionaliza la tensión entre las figuras de poder,
suaccionar y sus controles, confrontándolo con una realidad socio- políticaconstruida sobre la
base de antivalores (cuyos exponentes son los federales) yque el poder político dice rechaza
r.

14La misma contradicción se manifiesta en las prohibiciones y transgresionesque se entablan


entre la Iglesia y el gobierno. Ambos entes portadores delpoder, violan los límites y los justif
ican “legalizándolos” y de esta forma selegitiman ciertos actos: “... el Restaurador tuviese per
miso especial de suIlustrísima para no abstenerse de carne, porque siendo tan buen observa
dorde las leyes, tan buen católico y tan acérrimo protector de la religión, nohubiera dado mal
ejemplo aceptando semejante regalo en día santo” (Echeverría, 2003: 106). La primer trasgre
sión se efectúa al inventar un“decreto tranquilizador de las conciencias y de los estómagos” (
Echeverría,2003: 106) que permite la ingesta de carne más allá de los preceptosimpuestos po
r la Iglesia respecto la abstinencia durante Pascua. La finalidadde la abstinencia consistiría en
purificar las almas y al abolirse, existe ciertacontaminación que se manifiesta en el cuerpo.
Rosas transgrede las leyesreligiosas y los federales aquellas leyes rosistas: llevan adelante el
juego delCarnaval.

15Por consiguiente, la fiesta de la carne adquiere rasgos carnavalescos ypromiscuos. Sumad


o a la contaminación e insalubridad que se deposita en elmatadero, este espacio pasa a ser e
l territorio de lo animal e impuro donde sedesarrollan prácticas excesivas. Esta doble trasgre
sión, da cuenta de lasrelaciones de poder construidas en el relato: “Alegoría de la situaciónar
gentina, El Matadero es, por esta razón un relato cuya estética es funcional asu política. En e
ste sentido muestra una correspondencia demasiado completaentre los valores representado
s y las formas ficcionales de su representación(Altamirano, Sarlo, 1997: 45). La transgresión c
onlleva a la creación de unacomunidad federal popular que venera al Restaurador y a la Igles
ia, encontraposición con los unitarios cajetillas y traidores. La comunidad de igualessería repr
esentativa de la sociedad y el pueblo, mientras que los unitariossimbolizan el mal social y la
desdicha.

Lo popular-federal
4 Romeo César resalta que un aspecto distintivo de la fiesta es que se amalgaman etnias. El carnaval (...)

16En los años del rosismo se llevaban adelante copiosas celebraciones popularescon la partic
ipación del pueblo. Estas fiestas se manifestaban en candombes,festejos populares, banquet
es criollos, bailes, etc. y la danza ocupaba un lugarrelevante: la vidalita, el gato, la zamba, la
huella, la resfalosa. Estos bailesdaban cuenta de las prácticas sociales y culturales montadas
en torno a lafigura del caudillo, como expresión del fenómeno político- literario que permitel
a “visualización de la condición histórica de la existencia de este sectorllamado “popular” (Guz
mán, 2002: 152). La diversidad étnica de la fiestaconstituye un rasgo de comunidad y unión m
ás allá de las fronteras deapariencia física o diversidad cultural4. Lo que une a los participant
es de lafiesta es su filiación a la Federación.

5 Al igual que en la configuración que los federales hacen de los unitarios en tanto “plaga” que dise (...)

17Quienes participan de la fiesta y establecen una relación lúdica son federales,más allá de l
a variedad étnica, etaria o de género. Asimismo, lo federal remitea conglomeración, multitud
, afluencia,
congregación. Los signos federalesconstruyen una imagen de muchedumbre, cuantitativa, de
exceso y cantidad:“en aquel tiempo la Federación estaba en todas partes, hasta entre lasin
mundicias del matadero” (Echeverría, 2003: 106). La Federación estaba entodas partes al igua
l que la imagen de Rosas: “Rosas es un plural. Rebalsa eladentro de la Patria y se propaga co
mo un hedor insoportable” (Bocco, 1995:85). La representación de la Federación y Rosas como
plaga5 se vincula con elpoder que despliegan en la sociedad y se conforman como figurashe
gemónicas. La alusión política, colectiva y popular del Restaurador comorepresentante preexi
stente de la fiesta “y no había fiesta sin Restaurador comono hay sermón sin San Agustín” (E
cheverría, 2003: 106), reafirma el carácterpolítico de lo festivo. Como condición de posibilidad
de la fiesta, el Restauradorse construye como un factor simbólico necesario, ya que congreg
a y encarnalos signos de lo federal.

6 Con respecto al carácter popular de lo festivo, ampliamos esta idea de la ligazón entre fiesta polí (...)

7 Cristina Iglesia respecto a la cita considera que “esta mujer, mulata o negra, se mete el sebo, la(...)

18La zona del matadero se construye como espacio de prácticas festivas y lacelebración fede
ral de la carne es popular y desdibuja los límites de la ciudad ylos lineamientos de la gran na
ción para instaurar una “pequeña república” (Echeverría, 2003: 108) con tiempo y espacio pro
pios donde todo estápermitido. La cultura carnavalesca se integra a lo oficial6 En este sentid
o,resulta difícil trazar una diferencia entre lo carnavalesco y lo popular de lalegitimidad oficial
de la política. De ahí que la fiesta del pueblo se torne lafiesta del monstruo, ya que la fiesta
encarna la ceremonia oficial. Se puedehablar de “carnaval cuaresmal o cuaresma carnavalesc
a” (Kohan, 2006: 194).En algunos pasajes, el lenguaje es obsceno y el efecto de representació
n deimágenes grotescas, exageradas, inserta figuras en zonas espaciales queproducen un co
rolario de superabundancia. La frase “ahí se le metió el sebo enlas tetas a la tía” (Echeverría,
2003: 109) condensa la el efecto derepresentación degradante a través del uso del lenguaje7.

Límites, fronteras y espacios de poder:sig


nos de violencia
19En el relato notamos que la violencia está incrustada en las periferias de laciudad. Los esp
acios se constituyen como alojantes de la violencia suburbana.Martín Kohan en “Las fronteras
de la muerte” considera que El Matadero esuna representación exasperada de la violencia po
pular y dramática. Según elcrítico, la dramaticidad se da por la disposición espacial en las qu
e se montanescenas de violencia y muerte: “señala la peligrosa cercanía de la violenciapopul
ar respecto del espacio de la ciudad” (Kohan, 2006: 174). Asimismo,Kohan añade que la delimi
tación de zonas en la ciudad, determinada por laviolencia popular, indica cuales son los lugar
es donde no conviene aventurarse(se demarcan entradas y salidas). La violencia popular se a
socia con unespacio desbordante, difícil de contener: “... cuatro negras achuradoras que seret
iraban con su presa se zambulleron en la zanja llena de agua, único refugioque les quedaba”
(Echeverría, 2003: 113). En la representación del pueblo hayuna estrategia de parte del autor
que se vincula con “elegir el matadero delAlto como borde, como ejemplo de la presencia ubi
cua del régimen rosista” (Iglesia, 1998: 27).

20Martín Kohan destaca la importancia del croquis del matadero que se traza enel relato en r
elación con el derecho de circulación (libre y sus límites). Al noestar garantizada la libre circul
ación, se plantea un problema en los modos decirculación entre los espacios del matadero y l
os de la ciudad. Eldesplazamiento entre estas dos zonas intersticiales “Responden al sistema
deofrendas, patrocinios y gratitudes que expresa la identificación política entre elpoder rosist
a y las clases populares” (Kohan, 2006: 177). En esta línea delectura, la violencia suburbana r
esponde a una división por zonas: “Elmatadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quin
tas al Sud de laciudad, es una gran playa en forma rectangular colocada al extremo de dosca
lles, una de las cuales allí se termina y la otra se prolonga hacia el Este”(Echeverría, 2003: 10
6).

21El croquis del matadero implanta un espacio conformado como una pequeñarepública autó
noma. En primer lugar, el croquis sería una estrategia discursivaque permite, a través de la
descripción, dar lugar a la narración. De estaforma, se “crea” una situación espacial en donde
los focos van desde unavisión panorámica del matadero (que se identifica en las marcas de
excesosque aluden a “cantidades” de personas y animales, por ejemplo), a un enfoquede det
alles que se registran cuando se describe una “escena” (como la delinglés incrustado en el fan
go). Otra función del croquis vinculada con losexcesos que separan dimensiones: “Hacer el cr
oquis significa delimitar la zonade lo in-
mundo, recortarla, aislarla, para poder narrarla con intensidad, perosin desborde, que el exc
eso de las voces, de los cuerpos y de las accionespueda contaminar el otro lado de las cosas”
(Iglesia, 1998: 31). Dentro de losespacios de poder configurados en el relato, nos interesa res
altarparticularmente la representación de la casilla. En la casilla se concentran elpoder y tens
iones vinculadas a lo político, lo sexual y lo religioso.

La casilla: triple espacio de poder


22La casilla es un espacio de poder que homologa lo religioso, político, sexual yjurídico. Espa
cio donde se entablan relaciones de poder múltiples. Estasrelaciones de fuerza que atraviesa
n la casilla tienen un triple uso: relacionespolíticas y jurídicas del gobierno con los federales;
en segundo lugar, es unespacio de poder sagrado: remite a Rosas y sus aspectos simbólicos
(la“Patrona” Encarnación Ezcurra); por último es un espacio festivo donde setortura al unitari
o y se realizan juegos de diversión. El uso de la casilla comolugar burocrático, normativo y lu
crativo, es controlado por una figura de poderque ejerce las medidas “en nombre” y represen
tación de Rosas: el Juez delmatadero. Es decir, el poder que ejerce Rosas está mediado por
una figurasimbólica que representa el poder: “En la casilla se hace la recaudación delimpuest
o de corrales, se cobran las multas por violación de reglamentos y sesienta el juez del matad
ero, personaje importante, caudillo de los carniceros yque ejerce la suma del poder en aquell
a pequeña república por delegación delRestaurador” (Echeverría, 2003: 109).

8 Los letreros en tanto “símbolo de la fe política y religiosa de la gente del matadero” instaura un(...)

23Por otra parte, es un símbolo federal en donde se exalta la relación queestablecen los fede
rales con sus idolatrías y creencias. Los letreros dan cuentade los estigmas negativos y positi
vos que se asumen de acuerdo a la posiciónpolítica y religiosa8 “… es un edificio tan ruin y pe
queño que nadie lo notaría alno estar asociado su nombre al del terrible juez y a no resaltar
sobre su blancapintura los siguientes letreros rojos: ¡Viva la Federación! ¡Viva el Restaurador
yla heroína doña Encarnación Ezcurra! ¡Mueran los salvajes unitarios!”(Echeverría, 2003: 108
)

24La alteridad se plasma en la escritura de la casilla. Con esto queremos decirque la escritur
a reafirma el carácter de rechazo hacia los unitarios y asimismomarca la casilla como espacio
de castigo hacia el otro. La escritura consagra elespacio de la casilla como zona destinada a
segregar al adversario y ratificar laidentidad federal. Como estrategia discursiva, “El letrero e
s la indicación másclara del temor a la indiferenciación, el temor a la imposibilidad de nombr
ar, esdecir, separar” (Iglesia, 1998: 28). Este espacio “pequeño” y aparentementeinsignificante
, adquiere visibilidad por el poder que representa. Letreros rojosde advertencia y representac
ión del odio al enemigo e inscripciones que aludena la exaltación de los símbolos federales. T
al es el ejemplo de la figuraconsagrada de “la patrona del matadero”. Se glorifica: “estampan
do sunombre en las paredes de la casilla donde se estará hasta que lo borre lamano del tiem
po” (Echeverría, 2003: 107).
25Cabe añadir al respecto, que la casilla también es un lugar sagrado “casilla a laheroína” do
nde se la venera y homenajea “los carniceros festejaron con unespléndido banquete”. Lo sagr
ado y político se plasman en la figura de laesposa de Rosas una serie de rituales se desarroll
an en torno a ésta quereafirma la identidad federal y a la vez corrobora la importancia del ro
sismo ysus símbolos como sagrados. Por último, la casilla se configura como espaciode tortur
a: “La sala de la casilla tenía en su centro una grande y fornida mesa(…) para dar lugar a las
ejecuciones y torturas de los sayones federales delMatadero” (Echeverría, 2003: 106).

Relaciones de poder y cuestiones degéner


o
26Después de la confrontación verbal entre el Juez (representante de losfederales y de los se
ntidos que implica) y el unitario, la orden que prosigueconduce al ritual del suplicio a un rito l
iminal que consiste en desnudar alunitario: “-
Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada dénleverga, bien atado sobre la
mesa” (Echeverría, 2003: 118). Esta frase, en elcontexto del rito de pasaje produce la entrada
a la fiesta con el cuerpo delunitario: “Apenas articuló esto el Juez, cuatro sayones salpicados
de sangre,suspendieron al joven y lo tendieron largo a largo sobre la mesacomprimiéndole to
dos sus miembros” (Echeverría, 2003: 118). En laconstrucción del unitario sobre la cuestión se
xual y del género, podemos veren ese punto una estrategia común a la generación del ´37: l
a feminizacióndel discurso como un modo de oponerse a la barbarie- machista- rosista. Lasdi
versas formas de tortura eran usadas por los unitarios para

… estigmatizar el gobierno de Rosas y sus partidarios representándolos comosodomitas “activos, al


mismo tiempo que los federales representaban a losunitarios como “afeminados”, “maricones”
“pasivos”. Sodomitas o maricones,lo significativo es cómo los dos grupos políticos utilizaron la figur
a de latransgresión sexual o genérica para estigmatizar al otro. (Salessi, 200: 41)

27Entre el cruce de lo animal y lo humano, la asociación toro-


unitario y lapersecución guarda estrechas relaciones donde la sexualidad es una puesta endis
curso. La duda y el dilema acerca de la sexualidad del toro y del unitario, esmotivo de risa, d
uda y persecución. Los estigmas de violencia y sexualidadque connotan ambas figuras condu
cen a pensar en la fiesta sexual y el sentidoque adquiere el cuerpo del otro. Esto es: la const
rucción del cuerpo delunitario como espacio carnavalesco feminizado y la fiesta sexual que se
generaen torno a dicho objeto.

28Otro aporte respecto al tema, lo tenemos presente con lecturas de Michel Foucault quién
destaca también el vínculo entre poder- cuerpo al manifestar que “las relaciones de poder
pueden penetrar materialmente en el espesor mismo de los cuerpos” (Foucault, 1992: 166). Es
decir, el cuerpo es penetrado, atravesado por el poder. Concibe el sujeto como efecto de poder,
como producto de las relaciones de poder y como vehículo de éste. Pero las relaciones de
poder implican a su vez resistencia y por lo tanto el “otro”, sobre el cuál se ejerce la acción,
debe ser reconocido y mantenerse como sujeto de acción: al mismo tiempo se necesita de la
apertura de un campo de respuestas, reacciones, efectos. Por eso, la escena de la casilla del
Matadero, el hecho de atar al unitario y exhibirlo ante la comunidad de iguales (los federales)
coloca ese cuerpo expuesto en un posición de desventaja de poder, de total imposibilidad. Sin
embargo el cuerpo del unitario resiste contra la sodomía y la feminización. De esta manera, al
reventar de rabia, es una expresión del pivote pasional de un cuerpo que intrínsecamente
simboliza una minoría política. Para Foucault, desde su perspectiva, el cuerpo se encuentra
atravesado por una serie de regímenes que lo apresan. Con respecto a la asociación cuerpo-
poder, sostiene que las relaciones de poder:

operan sobre el (cuerpo), una presa inmediata; lo cercan, lo marcan lo doman, lo someten a suplicio,
lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos. Este cerco
político del cuerpo va unido, de acuerdo con unas relaciones complejas y recíprocas a la utilización
económica del cuerpo; el cuerpo en una buena parte esta imbuido de relaciones de poder y de
dominación como fuerza de producción….el cuerpo solo se convierte en fuerza útil cuando es a la
vez cuerpo productivo y cuerpo sometido. (Foucault: 1990)

29Es por esto que las relaciones de poder requieren de una provocación constante. Dicha
incitación involucra estrategias de poder, esto es: medios o mecanismos para tornar funcional
o preservar el dispositivo de poder y modos de acción posibles sobre las acciones de los otros.
Según Michel Foucault, hayun engranaje de dos rituales a través del cuerpo: el de verdad y e
l que imponeel castigo. La verdad de la ejecución pública de las penas adquiere diversosaspe
ctos. En primer lugar, involucra al culpable en tanto pregonero de supropia condena. La esce
na de confesión también instaura el suplicio comomomento de verdad. Asimismo, hay una se
rie de suplicios simbólicos en losque la forma de ejecución responde a la índole de
la transgresión. La lentituddel suplicio, las peripecias, gritos y sufrimientos del condenado im
plican altérmino ritual del que aplica la pena, el papel de la prueba última:

Atáronle un pañuelo a la boca y empezaron a tironear sus vestidos.Encogíase el joven, pateaba, h


acía rechinar los dientes. Tomaban ora susmiembros la flexibilidad del junco, ora la dureza del fier
ro y su espina dorsalera el eje de movimiento parecido al de la serpiente. Gotas de sudor fluíanpor
su rostro grandes como perlas; echaban fuego sus pupilas, su bocaespuma, y las venas de su cue
llo y frente negreaban en relieve sobre sublanco cutis como si estuvieran repletas de sangre. (Eche
verría, 2003: 117)

30La duración que hace que el castigo sea eficaz para el culpable es útil tambiénpara los esp
ectadores: “En un momento liaron sus piernas en ángulo a loscuatro pies de la mesa volcand
o su cuerpo boca abajo. Era preciso hacer igualoperación con las manos, para lo cual soltaro
n las ataduras que lascomprimían en la espalda” (Echeverría, 2003: 117). Las formas de tortur
a nosólo están vinculadas a la violencia sino que tiene connotaciones sexuales. Ladesnudez “
era un principio de tortura y simbolizaba la vulnerabilidad delcuerpo del hombre susceptible,
entre otras formas de tortura a la humillacióndel género del hombre sodomizado” (Salessi, 20
00: 65).

31En las relaciones de poder la sexualidad es un elemento “dotado de la mayorinstrumentali


dad: utilizable para el mayor número de maniobras y capaz deservir de apoyo, de bisagra a l
as más variadas estrategias” (Foucault, 1992:127). Hay “múltiples medios empleados en las po
líticas sexuales queconciernen a ambos sexos, a las diferentes edades y a las diversas clases
sociales” (Foucault, 1991:
117). La muerte se plantea para el unitario comoescape ante la violación: “Primero degollarm
e que desnudarme; infamecanalla” (Echeverría, 2003: 119). Respecto a los cruces entre sexual
idad ypolítica: “Antes del desnudo total, antes de la violación, el cuerpo se desangraexánime:
se preserva. La víctima se trasforma en mártir; ofrenda su vida paranegarse a los símbolos f
ederales, al mínimo gesto de adhesión y para frustrarla injuria” (Bocco, 1995: 85). La represen
tación sexual se liga con lasconstrucciones corporales y el cuerpo deviene la materia de confi
guracióndonde se internalizan las relaciones de poder. En el teatro de los castigos lafinalidad
reside en exponer una estética razonable de la pena. El cuerpo delcondenado es la pieza cere
monial del castigo público y el vejamen sexual:

Inmediatamente quedó atado en cruz y empezaron la obra de desnudarlo.Entonces un torrente de


sangre brotó borbolloneando de la boca y las naricesdel joven, y extendiéndose empezó a caer a c
horros por entrambos lados dela mesa. Los sayones quedaron inmóviles y los espectadores estupe
factos.(Echeverría, 2003: 119)

32En la representación de la muerte del unitario, el cuerpo explota de rabia y sedesangra. La


sangre, en tanto elemento de espacial de exceso al marcar elcuerpo desbordado que antes d
e ser penetrado por su alteridad: “-Reventó derabia el salvaje unitario- dijo uno. -
Tenía un río de sangre en las venas-
articuló otro” (Echeverría, 2003: 119). Los ríos de sangre eran recurrentes enEl Matadero dond
e “confluían conformando una representación fundacional deese entretejido insalubre de gén
eros, flujos y cuerpos mezclados” (Salessi,2000: 67) y la sangre del unitario se mezcla con la s
angre derramada de losnovillos, del niño y del toro. Esta mezcla reúne todo un
cúmulo de signos derepresentación de la insalubridad. Por ende, en la representación del ritu
al desuplicio y diversión, los federales conforman un todo violento que reaccionaante otra vio
lencia que se deposita en el cuerpo individualizado del unitario.

Reflexiones finales
33A los largo de este artículo notamos que los rituales representados producentensiones que
se plantean por los cruces entre política y sexualidad; política yreligión; sexualidad y política
; animalización y sexualidad; politización yanimalización, etc. Dichas resistencias sacan a luz
los rasgos propios deldiscurso cuyos rasgos espaciales se captan por la oposición alto /bajo, a
quelloreferente a lo corporal o a lo religioso, el entrecruzamiento entre lo oficial ypopular. En
El Matadero identificamos rasgos que definen el discurso literariocuyos espacios están politiz
ados: la mezcla, hibridez (dada en ladesjerarquización de roles, en los las razas, líquidos, ele
mentos de exceso quese fusionan), la animalización de espacios, personajes, voces y la cons
trucciónde la otredad. Respecto a este punto, identificamos las representacionesdeshumaniza
nte en la construcción de los federales y la configuración depersonajes populares como grote
scos, bárbaros y degradados. Esto se percibeen los usos del lenguaje grotesco y blasfematori
o para caracterizar a losfederales y lo federal y en el bestiario de términos que configuran lo
federal yel matadero.

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Notas

1 Respecto a las configuraciones que aluden a la animalización, Sarlo y Altamirano piensan que en
el “Mundo primitivo y bestial sus héroes son los jinetes, pialadores, matarifes, descuartizadores,
hombres de a caballo que dominan destrezas por completo rurales, y mujeres semisalvajes,
mulatas, cuyo contacto con las entrañas animales, la sangre, la grasa, el barro y la carroña las
convierte en un coro de harpías que se disputan los despojos uniéndose en las masas palpitantes,
casi efervescentes, de las vísceras y el barro. El mundo del matadero es, desde la mirada de
Echeverría, precultural” (Altamirano ; Sarlo ,1997 : 46).

2 La fecha en la que transcurre la narración no está especificada. Sólo se puede inferir el momento
en donde se sitúa la narración por una marca textual que nos ubica temporalmente : “los sucesos
de mi narración, pasaban por los años de Cristo del 183...” (Echeverría, 2003 : 101). Si bien esta
cita nos permite anclar la narración alrededor de esa época, otro dato que brinda el relato, alude a
los momentos de tensión entre federales y unitarios que tiene sentido en torno a la figura de Rosas.

3 Resulta importante agregar que Echeverría escribe desde la posición de unitario y exiliado. Al
respecto, Andrea Bocco destaca que “A partir de la obsesión por Rosas y la Federación, los escritores
“unitarios” montan en sus textos una maquinaria de terror para evidenciar la degeneración de un
sistema : el cuerpo de los hombres es violado y mutilado y, por reflejo, el cuerpo de la patria corre
la misma suerte”. Por consiguiente, la oposición trazada entre víctimas y asesinos “se erige en esta
textualidad y conforma un cuerpo indecente : el del “otro” negado, que debe ser eliminado (Bocco,
1995 :84). Las representaciones de una cultura signada por el exceso, cuyo símbolo bestial es el
matadero de los “federales”, forma parte de la producción literaria antirosista que intenta exaltar la
barbarie representativa del gobierno.

4 Romeo César resalta que un aspecto distintivo de la fiesta es que se amalgaman etnias. El carnaval
es la fiesta de todos, multiétnica : facilita intercambios y eliminación de fronteras. Es importante
tener presente la historia de la ciudad : su transformación de ciudad colonial a metrópoli cosmopolita
y multiétnica. Historia en la cual se identifican poderes hegemónicos (europeos), identidades y
diferencias étnicas, relaciones y jerarquías.
5 Al igual que en la configuración que los federales hacen de los unitarios en tanto “plaga” que
disemina el mal en la sociedad, esta vez en la construcción federal, la figura de Rosas y lo que se
vincula con su política se manifiesta como mal que se propaga e invade los territorios. Como dicha
construcción no abarca a la alteridad unitaria y por el contrario, contribuye a la consolidación de la
comunidad y el “nosotros”, se puede leer esta plaga como fuerza hegemónica apoyada en la política
rosista que se impone en todos los sectores de la sociedad que se representa en el relato.

6 Con respecto al carácter popular de lo festivo, ampliamos esta idea de la ligazón entre fiesta
política popular y carnaval. Si bien la fiesta popular desde la perspectiva bajtiniana se separa o más
bien traza un mundo paralelo en relación con lo oficial, en El Matadero, las dos dimensiones se
fusionan.

7 Cristina Iglesia respecto a la cita considera que “esta mujer, mulata o negra, se mete el sebo, la
grasa de un animal recién carneado, entre las tetas (…) esa frase es la apertura hacia otro mundo,
es el intento de narrarlo desde sus propios códigos” (Iglesia, 1998 : 27).

8 Los letreros en tanto “símbolo de la fe política y religiosa de la gente del matadero” instaura un
“combate de letreros” (Iglesia, 1998 : 28) en la cual se diferencian los letreros rojos-federales de
los negros y blancos de la razón.
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Para citar este artículo

Referencia electrónica
Lucía Caminada Rossetti, « Rituales políticos, sexuales y sagrados en la literatura delsiglo
XIX. El Matadero como espacio de transición y mezcla », Amérique Latine Histoire et Mémoire.
Les Cahiers ALHIM [En línea], 29 | 2015, Publicado el 18 junio 2015, consultado el 03 noviembre
2018. URL : http://journals.openedition.org/alhim/5268
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Autor

Lucía Caminada Rossetti


Doctorado Erasmus Mundus de la Unión Europea: “Cultural Narratives in Literary Interzones”.
Università degli Studi di Bergamo (Italia); Universidad Fluminense, Rio de Janeiro (Brasil);
Université de Nanterre, Paris X (Francia). E-mail: [email protected]

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Derechos de autor

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