Fernández - Desencadenamiento en La Adolescencia
Fernández - Desencadenamiento en La Adolescencia
Fernández - Desencadenamiento en La Adolescencia
La clnica nos empuja siempre por suerte a revisar los cnones, y lo que hasta cierto
momento nos result verdad absoluta o explicacin suficiente, y nos relanza al camino de no
repetir ciegamente. Tomemos desencadenamiento y abramos con cuidado los muchos
enigmas que nos podemos plantear.
En el desencadenamiento algo de lo establecido hasta ese momento irrumpe, se desata,
emerge algo nuevo que podemos llamar fenmenos elementales o locura, actings o pasajes al
acto, algo que deja perplejo al sujeto en cuestin y sorprende generalmente a los que lo
rodean. Se rompe el equilibrio, se rompe el ser de ese sujeto: el sentido explota, ya no
alcanza para entender eso que irrumpe, se desnaturaliza lo obvio. Es un antes y un despus,
no se vuelve a lo anterior, el sujeto a partir del de-sencadenamiento, ya sea de una locura o
de una psicosis, no retorna a ser el que era. Lo que emerge puede dar cuenta de una
estructura psictica o de una locura en una neurosis.
Ahora bien qu pas antes de que ocurriera la eclosin? No haba seales que dieran cuenta
de que algo ocurra en ese sujeto? Algo de la forclusin ya sea del significante fundamental
o de una forclusin parcial pero determinante en la sexuacin de ese individuo puede estar
adormecida, agazapada y hacer eclosin en determinado momento? Y qu hace que esa
persona que hasta ese momento funcionaba en su circuito, en su escena, de golpe enloquezca
o se psicotice? Hablamos de suspensin de la neurosis? Hablamos de prepsicosis?
Lacan en Acerca de una cuestin preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis
determina las condiciones necesarias para el desencadenamiento de la misma: es necesario
que el Nombre del Padre, verwofen, forcluido, es decir sin haber llegado nunca al lugar del
Otro, sea llamado all en oposicin simblica al sujeto.
Pero cmo puede el Nombre del Padre ser llamado por el sujeto al nico lugar donde ha
podido advenirle y donde nunca ha estado? Por ninguna otra cosa ms que un padre real, no
necesariamente por el padre del sujeto, por Un-Padre.
An as es preciso que ese Un-Padre venga a ese lugar al cual el sujeto no ha podido llamarlo
antes. Basta para ello que ese Un-Padre se situ en posicin tercera en alguna relacin que
tenga por base la pareja imaginaria a-a, es decir yo-objeto o ideal-realidad, interesando al
sujeto en el campo de agresin erotizado que induce.
Maleval en su libro La Forclusin del Nombre del Padre. El concepto y su clnica (Paids) se
toma el minucioso trabajo de demostrar en el caso Schreber las condiciones que expone
Lacan como determinante del desencadenamiento: el encuentro en lo simblico con un
significante del Nombre del Padre que nunca se inscribi se tratara quizs de una condicin
necesaria, pero sin lugar a dudas no suficiente.
Entre otras cosas Maleval se toma el trabajo de mostrarnos que hubo anteriormente muchas
situaciones en la vida de Schreber que podramos pensar propicias al desencadenamiento.
l lo fundamenta muy bien y los remito al texto...
Primera cuestin: la forma que toma el desencadenamiento no siempre es el encuentro con
Un-Padre. Es muy comn encontrarnos en las supervisiones de tratamientos posibles,
conducidos por los residentes en los hospitales, y en nuestra propia clnica, con que en el afn
de normativizar a los pacientes, y me refiero a los que ya estn internados, generalmente
habiendo hecho por lo menos un primer brote, cuando comentan que quieren conseguir una
pareja (respondiendo al ideal social y familiar de lo que es normal) se los impulse a salir y
contactarse con un partenaire sexual. Error. Estimulados a salir, a ir a bailar, a conseguir
novio/a, vuelven a desencadenarse y a enloquecer.
Sabemos que uno de los objetivos de que los analistas tratemos a los pacientes de estructura
psictica es que podamos, a travs del ejercicio de la palabra (la de l y la nuestra), espaciar o
evitar los siguientes desencadenamientos.
Cada brote implica deterioro.
En la prctica hospitalaria es muy importante que tengamos acceso a la historia clnica que
por supuesto nunca se encuentra. Pero es relevante conocer cuntos brotes hizo cada sujeto,
cuanto tard en salir de cada uno, qu deca en cada internacin, buscar el desencadenante.
Por qu? Porque a cada sujeto psictico hay algo particular que lo desencadena que es lo que
va a intentar cifrar en su delirio o en sus alucinaciones, si las tiene, o en su pasaje al acto.
Jaime tena 30 aos y nunca haba estado con una mujer, era el mayor de dos hermanos. Su
hermano era exitoso en todo, incluyendo a las mujeres. Jaime era taciturno, solitario, callado,
encerrado. Sus padres no daban mayor importancia a esto ni a las cosas raras que poda
decir. En esa familia Jaime no llamaba la atencin. A su hermano se le ocurre en nombre de lo
que debe hacerse en esta vida, que Jaime tena que estar con una mujer. Le lleva una
prostituta, invita a los padres a salir y lo deja con ella, solos en la casa. El pasaje al acto no se
hizo esperar: Jaime prende fuego a la casa y es internado en el Borda.
Muchas veces se ha comprobado que el encuentro con el Otro sexo, hecho que se estimula
ms en la adolescencia por varias vertientes, la pulsional, la cultural y la imaginaria, resulta
desestabilizador para el psictico.
En el momento en que l o ella (me refiero a los jvenes de estructura psictica que an no
desencadenaron o ya estn estabilizados) tienen que responder al deseo de un partenaire
que si desea es porque algo le falta y lo supone a l o a ella tenindolo, el tener que ocupar la
parada masculina y viril, o la mascarada femenina, les es imposible y enloquecedor.
Me consultaron los padres de Luca y la trajeron (ella no quera venir ni entenda por qu
consultar si ella no tena nada que consultar). Su brote haba acontecido en plena disco
cuando se le acerca un muchacho que hasta entonces ella crea que la amaba a travs de
todo tipo de seales que le hacia llegar. Aparentemente l se burla de ella o la rechaza en su
certeza de ser amada y la quiere tocar. Luca proclama a los gritos y llena de alucinaciones, en
el medio del boliche, que ella tiene los dos sexos. Mientras me lo relata quiere desnudarse en
el consultorio para mostrarme que esto es as. Luego construir argumentos a esta certeza
proclamndose la mujer de Dios.
Ahora acerqumonos un poco a la adolescencia: ni para Freud ni para Lacan es un concepto
psicoanaltico, sino una nocin gentica. Esto es un problema en nuestra articulacin, pero
pienso que si situamos a la adolescencia como el momento en que la llamada al goce flico es
propicia para revelar cmo se ha cumplimentado el Edipo, y si la funcin paterna se ha
instalado o no, podemos zanjar las discusiones acerca de su ubicacin, por lo menos para
acotarnos al tema ms clnico que nos ocupa.
Otros, y aqu me refiero a los adolescentes han transcurrido hasta el segundo despertar
sexual sostenidos en identificaciones imaginarias por las que el sujeto asume el deseo de la
madre: son los nios buenos o no molestos, poco originales, rplicas adecuadas a lo que se
espera de ellos.
En estos casos la adolescencia con el empuje real de la pulsin, con el cambio del cuerpo y las
vestiduras imaginarias, con el no lugar, el duelo por la niez perdida y el Ideal de una adultez
que requiere posiciones que el adolescente apenas puede imitar o hacer como si. La brusca
prdida del Otro como referente y protector, la relacin con sus pares, los Ideales que
presionan desde la marca de un jean hasta lo que hay que escuchar o cmo hay que hablar, lo
confrontan con el vaco, vaco del Otro, vaco de Ideales.
Si el adolescente ha atesorado los emblemas suficientes, los recursos necesarios, las cartas de
presentacin posibles, atravesar la tempestad propia de ese momento coyuntural y armar
su posicin en relacin al Otro, al otro, a su deseo.
Intentar llenar ese vaco con comida, con alcohol, con drogas, con sexo sin nombre. Intentar
hacerse marcas, pero construir puentes para salir de esa marginalidad que durante un
tiempo configurar su ser en el mundo.
El cazador oculto de Salinger o El Barn Rampante de Italo Calvino nos hablan de esa
bsqueda desesperada de diferenciarse de ese mundo adulto que repele, que excluye, que a
veces mata.
A veces los otros, el gran Otro, marcan a fuego nuestro destino, otras podemos torcerlo, hacer
con eso algo distinto, y esto lo pienso para cualquier estructura.
Queda un gran tema que nos propone la adolescencia: el desafo de diferenciar si lo que
desencadena es una locura, (suspendida su neurosis emerge algo del decir psictico que
responde a una forclusin parcial) o una psicosis. No es fcil.
Lo que Freud llam Amencia de Meynert responde a lo que hoy denominamos locura, y que en
las distintas escuelas se llam psicosis onrica, psicosis transitoria, delirio txico, etc.
Es una aparente psicosis, una psicosis que remite, que hizo creer a muchos psicoanalistas
que curaban psicosis.
Generalmente empiezan a partir de una prdida que no pueden aceptar ni elaborar. El objeto o
la situacin que se perdi es alucinada, fuera de esas circunstancias el sujeto conserva su
posibilidad de metaforizar. Su presentacin es tan florida que nos obliga a tomarnos bastante
tiempo para definirla.
Florencia venia sancionada como esquizofrnica, medicada como esquizofrnica, con ocho
internaciones y una evaluacin basada fundamentalmente en sus alucinaciones, delirios y
creacin de neologismos. Tampoco quera hablar con ningn psi.
Le propongo que tengamos algunas entrevistas. Mi inters se suscit en la entrevista con los
padres, me hablaban de una chica tan parecida a una histrica de libro antes de enloquecer
que me picaba la curiosidad de saber cmo se haba vuelto esquizofrnica.
Desganada, rgida por los neurolpticos, mirndome con desprecio, contestndome con
monoslabos, dice que escribe. Le pido que la prxima vez traiga sus escritos. Los trae, son
hermosos poemas llenos de neologismos literarios plenos de polisemia significante. Lo de
hermosos poemas fue confirmado luego, muchos aos despus ganando premios en
concursos literarios municipales.
Hay una apuesta a la transferencia (no slo con el psicoanalista) que puede hacer que alguien
logre un lugar, un alojamiento. Si bien es cierto que no hay analistas de adolescentes, hay
una tcnica de abordaje diferente con ellos, hay una responsabilidad impostergable con
respecto al diagnstico de estructura y a la direccin del tratamiento, porque locos parecen
todos: si los escuchamos, si los miramos, podremos diferenciarlos y como dice Winnicott, no se
los analiza, se los acompaa. Pero acompaarlos es un arte de corte y confeccin, de armado
y desarmado, de alfarera, de contornear ese vaco para hacerlo soportable.