El Cristiano en El Mundo Moderno
El Cristiano en El Mundo Moderno
El Cristiano en El Mundo Moderno
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para los medievalistas, el posterior al siglo xvu para los contrarreformistas, seran puro descarro, puro error: Error total, llamaba
Pidal y Mon al Renacimiento. Frente a la amenazadora realidad
del siglo xes , el cristiano se refugia ahora en una repeticin nos
tlgica de lo que pensaron los grandes maestros de la Edad Media,
en el primer caso, o los filsofos y telogos del Renacimiento cat
lico, en el segundo. Desde Novalis y los romnticos, sa ha sido la
regla. El gtico, las Cruzadas y la filosofa escolstica se ponen de
moda en Europa tras la sangrienta convulsin napolenica, y de
alguna manera an siguen, pese a tantos cambios. Pero un gtico
copiado o un escolasticismo medieval a palo seco, pueden ser
marco autntico para la oracin y forma idnea para el afn de
saber de un hombre que ya no vive en el centro del firme universo
de Tolomeo, sino sobre un inestable grumito csmico del universo
expansivo de Lematre y Hubble? (1). Pensemos en algo tan trivial
como la puntualidad. Para los hombres del siglo xm ser puntual
en el tiempo era, a lo sumo, una utopa; para los hombres del
siglo xx es una exigencia inabdicable. Y siendo esto cierto, podrn
tener unos y otros la misma idea de la realidad csmica y de la
realidad humana? No sera un ejercicio estril la construccin de
una fenomenologa y una metafsica de la puntualidad a la luz de
la visin einsteiniana del cosmos.
Hay, por fin, una hostilidad resentida contra el mundo moderno.
En tal caso, el cristiano vive en el mundo secular y disfruta cuanto
puede de las tcnicas y comodidades que ste le ofrece, pero mi
rndole, por decirlo as, de reojo y acogiendo con una secreta
complacencia sus fallos y limitaciones. Valga un solo ejemplo:
el ntimo regocijo con que muchos espaoles leyeron hace meses
la especietan absurda como estpidade que Picasso pinta como
pinta para burlarse del papanatismo que le rodea. Ese papanatismo
innegable, por supuestoy la no menos innegable irona picassiana, son acaso incompatibles con la seriedad inmensa y aun dra
mtica de un pintor que se siente en insoslayable necesidad hist
rica y personal de vivir creando y ensayando caminos nuevos? Y el
agresivo y visible regocijo de tantos lectores espaoles, qu fu
sino seal cierta de que todos ellos viven de reojo, resentida
mente, en el mundo occidental de 1955?
(1) Lo cual no quiere decir que en la filosofa medieval no hubiese ver
dades fundamentales perfectamente vlidas en nuestro tiempo. Los seguidores
del cardenal Merciervalga su ejemplovienen demostrndolo muy eficaz
mente. Entre ellos se halla el propio Lemaitre.
IV.
Mucho ms noble y meritoria que la hostilidad contra el
mundo ser siempre la renuncia cristiana al mundo. Tal es la con
ducta del espiritual puro ; del hombre que, pudiendo vivir en el
mundo, rompe con l y se retira al claustro o al yermo. Pensad
deliberadamente elijo un ejemplo actualsimoen Thomas Merton, el poeta trapense, y recordad conmigo algunas lneas de El
signo de Jons: La vida, por lo general, es muy sosegada. Uno se
acostumbra pronto a dormir sobre pajas y tablas. No hay conver
sacin. Los trapenses hablan a sus superiores o a sus directores
espirituales slo cuando es necesario. En el monasterio, el silencio
es algo que lo invade todo, que penetra hasta las mismas piedras,
saturando de l a los hombres que viven all. En el seno de ese
silencio penetrante, qu pensamientos pueblan el alma de Thomas
Merton? A las ocho y cuartoescribe en otra pginapermanezco
sentado en la oscuridad y sumido en humano silencio. Luego em
piezo a escuchar la noche elocuente, la noche de los rboles h
medos, con rayos de luna deslizndose sobre el dorso de la iglesia,
en un halo de humedad y de calor tenue. El mundo de esta noche
resuena desde el cielo hsta el infierno con elocuencia animal, con
la inocencia salvaje de un milln de seres desconocidos. Mientras
la tierra se alivia y refresca como un enorme animal mojado, la
ingente vitalidad de su msica resuena, vibra, zumba hasta meterse
en todo y cubre el ancho mundo con su indiferente locura, que
nunca se convierte en orga porque todo es inocente y puro. No
hubiera mencionado la posibilidad del mal si no hubiese recor
dado hasta qu punto el calor y la msica turbulenta de los seres
vivientes pueden enloquecer a cualquiera, cuando no se halla en un
monasterio, hacindole cometer acciones que el mundo se ha olvi
dado ya de lamentar. Por eso ciertas gentes actan como si la noche,
y el bosque, y el calor, y los animales llevaran en s algo conta
gioso, cuando, por el contrario, el calor es santo, y los animales,
las criaturas de Dios y la noche han sido creados para abrir infini
tas distancias a la caridad y mandar a nuestras almas a jugar ms
all de las estrellas. Qu sencillez trascendente, qu dignidad su
prema, qu ingenuidad sabia e inapelable! Dije antes que para el
hombre moderno secularizado el cristiano es un ser envuelto.
Pues bien: renunciando al mundo, instalando habitualmente su
existencia en la realidad que da ltimo fundamento al mundo, he
aqu que el cristiano envuelve con su espritu, por modo a la vez
misterioso y expresable, el tiempo en que vive, la historia entera
y aun todo el universo. Manda a su alma a jugar ms all de las
estrellas, segn la hermosa expresin de Merton. De parecer re