Fuera Del Canon: Escrituras Excéntricas de América Latina
Fuera Del Canon: Escrituras Excéntricas de América Latina
Fuera Del Canon: Escrituras Excéntricas de América Latina
Carina Gonzlez,
editora
ISBN: 1-930744-59-5
Serie Nueva Amrica, 2014
Instituto Internacional de
Literatura Iberoamericana
Universidad de Pittsburgh
1312 Cathedral of Learning
Pittsburgh, PA 15260
(412) 624-5246 (412) 624-0829 fax
[email protected] www.iilionline.org
Colaboraron con la preparacin de este libro:
Composicin, diseo grfico y tapa: Erika Braga
Correctores: Parker Shaw, Jorge Tapia y Adriana Snchez Solis
Obra de tapa: Alfredo Prior, fotografa de Alejandra Sols
Introduccin
Captulo 1
25
53
81
Captulo 2
99
117
4 ndice
139
157
Captulo 3
185
223
251
273
Captulo 4
Algunos precursores
Diego Bentivegna, Leonardo Castellani: linde, mezcla,
apropiacin ..................................................................
Sandra Garabano, No ser latero: Joaqun Edwards
Bello, la profesionalizacin del escritor y la
modernidad chilena ....................................................
289
315
Introduccin
La excentricidad narrativa:
estrategias de fuga y exterioridad cultural
Carina Gonzlez
8 Carina Gonzlez
excntrica al buscar nuevas formas de representar el desconcierto del
hombre ante el mundo.
Espacio, tiempo y escritura se completan con una excentricidad
que afecta tambin al individuo porque el escritor excntrico es aquel
que construye su propia auto-ficcin apelando al descentramiento que
lo singulariza. Cierta voluntad del margen que no es slo un hecho del
azar sino algo decisivo que marca al sujeto como si slo en el afuera
pudiera ser fiel a s mismo. As, obedeciendo a un impulso privado,
el excntrico se aisla, protege su intimidad y rechaza a priori cualquier
tipo de determinacin. De alguna manera, como lo ha sealado para
Gombrowizc Julio Premat, la inconformidad es parte de la figura
de autor que la excentricidad propone, una constante bsqueda de
disidencias, una actitud siempre crtica que coloca al escritor fuera del
alcance de las instituciones. No es arbitrario entonces que algunos de
los autores trabajados en este libro se hayan decidido por el exilio, como
Copi en Pars, Manuel Puig en Europa, Mxico y Brasil, Casey y Wilcock
en Roma, o por una reclusin interior que puede manifestarse como la
vida asctica de los griegos (pensemos en Hilda Hislt y su retiro en la
Casa del sol o en las huidas intermitentes de Wilcock a La Sombra
y, ms tarde en Italia a su casa de campo de Lubriano) pero tambin
en el repliegue interior de Mario Levrero que se resiste a entrar en la
vorgine acadmica y prefiere trabajar en los circuitos ms bien barriales
que lo devuelven a la ciudad, una ciudad propia, una micro-ciudad que
recorre mediante la gramtica del inconsciente.
Este vnculo que inscribe la excentricidad fuera de la norma
invoca tambin un desafo a la comunidad, la discusin de lo poltico
desde una literatura que indirectamente lo rechaza porque coloca en el
centro de su narrativa a un sujeto indecidible, que no se deja dominar
y que desborda el rgimen de las formalizaciones. Algunos escritores
llevan al extremo la distancia individual que los desvincula del todo
institucionalizado, ya sea la nacin, la territorialidad cultural o la fijeza
de un canon limitado, poco permeable a la innovacin. Copi, Casey y
Wilcock deciden el exilio geogrfico, un traslado que involucra tambin
un cambio de lengua, el descentramiento de una identidad que ya no
est instalada en la seguridad del lenguaje sino en la impropiedad que lo
hace ajeno. Otros, como Valencio Xavier, Sergio Pitol, Manuel Puig o
Murilo Mendes comparten la virtud errtica del viaje y escriben desde
La excentricidad narrativa 9
afuera en su propia lengua, una que se enrarece con cada desplazamiento,
que escucha mejor en la distancia y que se apropia del tono animal, del
acento de los medios o de las disonancias del caos para desestabilizar
las reglas del buen decir.
Estas decisiones privadas, aquellas que rondan lo biogrfico, no slo
resaltan la cercana arte-vida que las revoluciones estticas propulsaron,
sino que refuerzan el vnculo esttico de la excentricidad con las
vanguardias. En primer lugar, por la eleccin de vivir la vida estticamente
o, en otras palabras, ser fiel a la inconformidad inmutable que hace de
la praxis vital una extensin ms del arte, (sostener en sus apariciones
pblicas la radicalidad de las propuestas estticas es una constante
tanto en Wilcock como en Andrs Caicedo, quien llega al suicidio
perseguido por la idea de que vivir ms all de los veinticinco aos
es una insensatez), pero adems reinstala la antigua polmica del arte
contra el mercado. Si las escrituras excntricas permanecen marginales
(en mayor o menor grado) a los circuitos de circulacin es porque
siguen apostando a cierta autonoma que la frivolidad posmoderna
desprestigi y que las ltimas corrientes crticas cuestionan. Dentro de
esta esttica que no busca causas sino intervenciones caben la distorsin
de lo verosmil, el ingreso de lo ominoso que amenaza la instancia de
lo real, el impacto de lo obsceno y la abyeccin en subjetividades que
se libran de formas de vida normalizadas, la exploracin del gusto
que acepta la contaminacin como parte de aquello que fortalece al
organismo, el vagabundeo inicitico que adopta lo ajeno para devenir
otro transformando la materia en formas que slo pueden ser percibidas
a travs de la alteracin de los sentidos. La realidad, para estas literaturas,
ya no puede ser representada por el realismo totalizador del siglo xix ni
por la confianza ingenua de una filosofa ms bien materialista sino que
se acerca ms a la grieta que el psicoanlisis abre en lo real para definir
una zona vedada al sujeto. Difciles de clasificar, las escrituras excntricas
se afilian por esta comn valoracin del exceso, un acercamiento a la
materia, al objeto-mundo que las lleva a desbordar el realismo que, a
partir de esta dilatacin, necesita de una cualidad nueva para definirse.
Realismo delirante, para Alberto Laiseca, sucio para los que tratan de
representar la sordidez del narcotrfico en Mxico, intimista para los
que se internan en los mecanismos psquicos del inconsciente, realismo
fantstico para los que, junto a Marcelo Cohen, exploran la escritura del
10 Carina Gonzlez
azar y de la mecnica cuntica en la configuracin de estructuras que
se disipan junto a la entropa del mundo.
Esta nueva apreciacin de lo real que contempla adems lo extrao,
que fractura la uniformidad del consenso, genera una reaccin ambigua
dentro del campo cultural. Aunque la economa del arte participe con
reticencia de las exigencias del mercado, lo excntrico atrae y es atrado
en un movimiento que define los cuerpos incmodos como un conjunto
de acciones y pasiones que resumen la dinmica del intercambio. En
esta relacin corporal, lo excntrico y la industria cultural entablan un
romance en el que se atraen y rechazan mutuamente. Por un lado, los
escritores excntricos se debaten entre la diferencia que aumenta la
distancia entre lo individual y lo social; por otro, el mercado sucumbe
ante la bsqueda de una originalidad que no pocas veces viene de afuera.
En este sentido, cuando las condiciones exteriores se vuelven propicias
(se ampla el pblico lector, se masifican los medios de comunicacin,
se democratiza el gusto), llega el momento de legibilidad para ciertas
narrativas antes excluidas. As los escritores raros pierden el aura, esa
extraeza que los vuelve nicos, y son incorporados al canon, como
ha sucedido con el muestrario de poetas malditos que ley Rubn
Daro casi a principios del siglo xx, con los raros enajenados por la
imaginacin que encuentra ngel Rama en la narrativa uruguaya de
los aos 60 o con los escritores atpicos que describe No Jitrik. En
ellos, la historia literaria ha disuelto los rasgos distintivos para dejar en
evidencia una nueva genealoga que ahora es necesaria para hacer que
el mercado siga en funcionamiento. Por otro lado, no es arbitrario que
muchas de estas literaturas excntricas encuentren su contemporaneidad
tarda en el momento en el que se repiensan las relaciones del arte
con el compromiso poltico, del arte con la representacin y del
arte latinoamericano en particular con la escena mundial que lo ha
desvinculado del boom (1969-1980). Volver la vista atrs, como el
ngel de la historia, para hallar la herencia del excntrico, del escritor
vidente que renueva en su juventud las condiciones del arte futuro.
Entonces, Andrs Caicedo puede ser el eslabn perdido entre el boom
y McOndo, Wilcock explica el salto de Borges a Aira, y Sergio Pitol
deviene precursor de David Toscana. Buscar lo excntrico en Amrica
Latina nos devuelve, de algn modo, a pensar en posibles afinidades
que describan una colectividad tal vez inconsciente, fundada en las
La excentricidad narrativa 11
orillas de la comunidad imaginada para el continente. Algunos de los
escritores marginales al boom de la literatura latinoamericana permiten
pensar desde el ahora de su recepcin una alternativa diferente a ese
conglomerado grupal que, sin desviar las tensiones, sirvi para atribuirle
una identidad a Amrica Latina. Ya sea derivada de la profesionalizacin
del escritor como figura pblica o arrastrada por la expansin de
un mercado que abandona las preferencias de la lite y ampla sus
dimensiones hacia el consumo de masas, lo cierto es que la literatura
del boom gener un estallido que contina propagndose ms all de
su extincin. Admitiendo las contradicciones crticas que ngel Rama
ha detallado, es an ms difcil atribuirle una unidad esttica al conjunto
de escritores que conformaron este canon tan heterogneo. Si queremos
hablar de la escritura, el terreno de las intersecciones se complica debido
a la variedad de estticas opuestas que lo conforman. Sin embargo, a
la incorporacin de la vanguardia europea que acarrea adems una
fascinacin por la moda y la experimentacin habra que sumar el
sustrato mtico que el regionalismo reformulado a partir de la experiencia
vanguardista aporta en la desestabilizacin de la representacin. Quiz
la sea de identidad ms registrada fue la del realismo mgico, una
definicin que calza con la necesidad de hallar una marca, una literatura
que explique el caos del mundo americano, esa realidad que Lezama
describe y analiza desde el espritu barroco y que ser para siempre el
nacimiento de nuestra Amrica. Pero, si para ejemplificar el exceso de
una literatura que parece ocuparlo todo se elige el desafo de lo mgico,
no es porque no haya habido otras formas ms o menos conscientes
de la crisis de la representacin. Al confrontar al escritor con un objeto
que se hace cada vez ms inaprehensible, los inventores del realismo
mgico no hacen ms que dar una respuesta posible ante un hecho que
no es nicamente esttico sino que corrompe las bases ideolgicas de
la segunda parte del siglo xx, las transformaciones de la Revolucin
Cubana despus del caso Padilla, la expansin del capitalismo tardo, el
debilitamiento de los regmenes totalitarios, la crisis de las democracias,
los acontecimientos histricos que marcan el final del boom hacia 1972.
Desviadas de la respuesta triunfante, las escrituras excntricas desbaratan
tambin los lmites de lo real pero sin claudicar ante las instituciones,
negando las estrategias que les permitiran entrar al mercado naciente
del boom, ejerciendo un inconformismo radical que las mantiene fuera
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del canon y asumiendo los riesgos de una literatura que no se adapta a
las normas establecidas.
Esta breve descripcin que ubica la excentricidad en el origen
del boom es simplemente un punto de partida para establecer las
mecnicas en las que sta se orienta. Si a partir de ciertas coyunturas
histricas que se vivieron como acontecimientos, lo que se cuenta es
el mundo en crisis: la prdida de la fe, la desintegracin del sujeto, la
desmitificacin de la regin, las falacias de la ideologa, el escritor debe
aprender a percibir y sostener, con su escritura, un orden sobre el caos.
En este enfrentamiento, la actitud esencial que distancia al excntrico
del normal es la comprensin del absurdo como hbitat natural. No
se trata de una reaccin violenta contra la locura sino de aceptarla
como parte de lo irracional que es la vida humana. Para ilustrar esta
comprensin del absurdo, Nicols Lucero record en el ltimo congreso
de LASA (Mayo 2012) una reflexin filosfica de Theodor Adorno
que retoma la fbula de las liebres y el cazador. En este relato moral,
las liebres son abatidas por su perseguidor pero en el desenfreno del
miedo a la muerte se dan cuenta de que an estn vivas y huyen. El
ejemplo didctico nos muestra un sujeto acorralado pero que es capaz de
abrirse a la experiencia (descubrir que lo imposible puede suceder), una
experiencia que requiere la conciencia del absurdo para contrarrestar el
contrasentido objetivo del mundo. Las escrituras excntricas, como las
liebres, viven en fuga porque saben interpretar y usar lo que desencaja
la razn, aquello que vuelve al mundo inexplicable. Por esto, mucho
de lo excntrico est identificado con el caos, y en cierta medida estas
escrituras que se oponen al orden lo conjuran. Pero no se trata de una
apologa del desorden sino de asimilarse a una realidad cambiante que
ya no es estable ni predecible. Volviendo al caos del mundo, Adorno
asegura:
El que se adapta cuidadosamente a l, por lo mismo se hace partcipe de su
locura, mientras que slo el excntrico puede mantenerse firme y poner algn
freno al desvaro. Slo l podra reflexionar sobre la apariencia del infortunio,
sobre la irrealidad de la desesperacin y darse cuenta no solamente de que
an vive, sino adems de que an existe la vida. (201)
La excentricidad narrativa 13
sus pasiones, porque el excntrico construye desde ese estar afuera una
mirada crtica que le permite mantener su vitalidad.
La fbula que ilustra la relacin entre la excentricidad y su objeto,
es decir, que enfrenta al sujeto con lo real, (las liebres con la muerte
sinsentido, el escritor con sus fantasmas), nos impulsa nuevamente hacia
el vnculo entre el individuo y lo social. Si nos centramos en la escritura
misma, lo excntrico participa tambin de la tensin con el entorno.
As como Csar Aira caracteriz la posicin marginal de Denton Welch
y construy su lista privada de escritores raros, podemos concluir que
lo excntrico participa tambin de esa rareza imprevisible cifrada en
la proporcin ideal entre el estilo y la inteligencia o, si se quiere, entre
el gusto y la erudicin. Lo excntrico pone en juego una dinmica de
atraccin y repulsin porque trabaja sobre lo singular, una marca que
lo vuelve nico y que enfatiza la perspectiva del sujeto mientras que
tambin recurre al ingenio, una facultad que depende de la comprensin
comn, y que acenta lo colectivo. La proporcin justa entre el estilo
y la inteligencia, entre lo singular y lo social, da como resultado un
escritor excepcional que las operaciones de lectura sabrn descubrir en
la misma tensin entre el gusto y la erudicin, categoras que tambin
rigen las normas del mercado cultural. El gusto ampliado y adulterado
por la sociedad de masas es la expansin del estilo ante la incorporacin
de gustos menos refinados mientras que la erudicin garantiza una
inteligencia cualitativa que conserva y conforma a los lectores de culto.
Las escrituras excntricas hacen equilibrio entre estas oscilaciones
y, por eso mismo, pasan muchas veces desapercibidas hasta que las
operaciones de la industria cultural descubren la rareza imprevisible
de esa proporcin. Que este descubrimiento no sea ingenuo o tenga un
objetivo ajeno a la primitiva voluntad de oposicin no invalida la fuerza
corrosiva de estas escrituras, que se resisten a la domesticacin y que
aun al encontrar las condiciones de legibilidad del mercado, proponen
otras genealogas literarias.
Las distintas facetas por donde circula la excentricidad en Fuera
del canon habilitan un recorrido que une las coordenadas del espacio,
el tiempo y la escritura. En la primera parte, los escritores agrupados
bajo la Extraterritorialidad lingstica convocan el desfase del exilio
desde un cambio de lengua que acenta la extranjeridad de la escritura.
Establecidos afuera, estos excntricos desafan la geografa de los
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campos de poder como si slo a la intemperie se pudiera permanecer
en la indeterminacin que asegura el devenir. Juan Rodolfo Wilcock
(1919-1978) abandona la intimidad del grupo Sur y las disquisiciones
fantsticas de Borges para instalarse en Roma. Desde este otro centro
cultural escribe en italiano, explora todos los alcances de un gusto que
no retrocede ante elementos ajenos al arte y desarrolla un nuevo tipo
de relato que transgrede lo genrico. Pablo Gasparini examina de qu
manera el exilio poltico, la ruptura con el peronismo, y la innovacin
genrica, el cambio esttico que deriva en la exploracin del absurdo
y el caos, esconde una voluntad estilstica que tiene al lenguaje como
mximo protagonista. El giro grotesco que desanda las premisas de la
poesa neorromntica cultivada en Argentina se corresponde con las
novelas italianas en donde la construccin de un templo etrusco atrae
la semitica bablica de una lengua transformada por la conciencia
lingstica, un Estado que impone la hegemona del italiano sobre
la contaminacin de los dialectos. Calver Casey (1929-1969) desciende
de un eclecticismo genealgico que ya lo ubica entre Cuba y Estados
Unidos. Habitante de la isla en el periodo anterior a la Revolucin, su
extranjeridad no le impide participar de la efervescencia cultural que la
acompaa. Exiliado en Roma escribe en italiano una rara declaracin
de amor orgnico. Juan Carlos Quitero-Herencia analiza los relatos de
El regreso y examina la fuerza innovadora de una narrativa que se
expone, que le pone el cuerpo a la historia, desde el afuera que presenta
un paisaje y un sujeto a la intemperie. De esta manera, desarticula el
monopolio del hecho revolucionario para revisar otras escrituras y
otras estticas (que) apostaron por la exhibicin de otros cuerpos de
sentido, igual que otros sentidos del cuerpo como un modo de participar
polticamente en lo que aconteca en la Cuba de esos aos.
Ral Damonte Taborda, quien recrea su figura de autor en Copi,
una auto-ficcin de historietista que asume su identidad literaria,
contina el exilio poltico que aleja a su familia del peronismo, esta
vez para aumentar la distancia que lo aleja de Montevideo a Pars. All,
no slo participa en el grupo teatral Pnico fundado por Alejandro
Jodorowsky y Fernando Arrabal sino que escribe en francs sus primeras
obras de vanguardia. Daniel Link realiza una lectura de La torre de La
Dfense (1978) en donde explica de qu manera lo animal se cuela en el
discurso literario utilizando lo gastronmico como representacin de
La excentricidad narrativa 15
la sntesis disyuntiva del milagro de la transmutacin. A partir de una
ltima cena travestida, dos rdenes diferentes se renen en la figura
del cordero, emblema de lo celestial o lo divino, y la serpiente-rata que
termina siendo el manjar exquisito del inframundo. Dos figuraciones
cosmolgicas entran en conflicto al imaginar el origen del hombre
como autctono o como olmpico y, por lo tanto, dos regmenes de
reproduccin y parentesco. De esta manera, Copi funda los rituales
de una nueva fe y de una nueva antropologa que destruye o invierte
las normas de la tica.
En el segundo captulo, la excentricidad sigue buscando la
extraterritorialidad del viaje, esta vez intermitente, un recorrido
por geografas distintas en las que siempre se est de paso. Manuel
Puig (1932-1990) impulsado tempranamente por el cine y su fuerte
insercin en la cultura de masas explora los alcances de esta industria
en Roma, Estados Unidos, Rio de Janeiro y Mxico. Graciela Goldchluk
realiza una lectura excntrica de Puig a partir de los restos, de una
textura biodegradable que incomoda y se resiste a la asimilacin,
buscando nuevas formas de modelar la cultura. Es en ese hacer, en
ese desplazamiento necesario, donde la descolocacin de Puig con
respecto a la ley (en principio a la ley del texto) nos deja pensarlo como
un ex-cntrico, en tanto no se opone ni transgrede, como lo hara
un vanguardista, sino que dibuja su propia huella, desva su mirada.
Valencio Xavier (1933-2008) comparte la fascinacin por el sptimo
arte y escribe visualmente los textos de O ms da grippe. En su ensayo
Ral Antelo propone la incgnita del nacimiento del arte a travs de una
operacin que es, nuevamente, una sntesis inarmnica, aquella que
intercepta los sentidos, el tacto y lo visual, y que reproduce la fusin de
las imgenes inspiradas en las pinturas rupestres de Paran:
[] coincidencias contundentes de lo manimal, palabra-valija con que
Valncio funde, en la pelcula, lo propio del bicho homem, es decir, del hombre
(man) y de la bestia (animal). Eso le permite alejarse del lmite utpico de
un origen primordial (buscado afanosamente por el modernismo de 1922)
para plantear la simple inexistencia de la res extensa. No hay la literatura
porque no hay el tacto: hay con-tacto y creacin de mundo y ello connota
necesariamente el Mal.
Sergio Pitol (1933) utiliza sus viajes oficiales para conocer y traducir
el mundo ajeno en materia literaria. Jos Ramn Ruisnchez reflexiona
16 Carina Gonzlez
sobre los alcances de una genealoga literaria que confronta el boom a
partir de la abyeccin y del uso de una memoria fragmentaria capaz de
obnubilar la proyeccin monoltica del pasado. A partir de los lugares
en los que la historia relampaguea, Pitol intenta asir las imgenes que
irremediablemente van a desaparecer creando:
[] un discurso de complejidad, de permanente construccin, donde nunca
se llega a la cartografa definitiva, donde cada nueva imagen del pasado,
modifica la figura de la historia, pero al mismo tiempo revela carencias,
huecos, donde la ficcin suple a la memoria cuando se ha perdido su
huella primigenia, y en muchas ocasiones, la ficcin, a su vez lleva a
nuevos recuerdos, aunque no necesariamente del momento que se deseara
rememorar, sino de momentos traumticos.
La excentricidad narrativa 17
lo que no se ve, lo que se ignora, lo que no se dice, lo que est latente,
lo que se percibe, lo que se sabe, lo que se formula y se manifiesta.
La percepcin crtica de la triloga conformada por Pars, Lugar y
Ciudad permite entender parte de la genealoga literaria que vincula a
Levrero con los raros uruguayos, desde la excentricidad vanguardista
de Lautrmont hasta Kafka y su proceso de desorientacin en el que
el poder es puesto en abismo.
Andrs Caicedo (1951-1977) circula por la excentricidad joven
de la msica y la cultura del rock. Sus escritos siguen el deambular
urbano de los jvenes en la ciudad de Cali abriendo un recorrido
distinto para la interpretacin del sexo, la violencia, las drogas y los
astros de Hollywood. Ubicando su literatura dentro de una realidad
social ajena a la representacin del realismo mgico, incorpora saberes
forneos que al entrar en contacto con la cultura local reaccionan
generando una narrativa incmoda, ventrlocua y antropfaga, capaz
de digerir los cambios de percepcin que la cultura pop del cine y la
msica estadounidense imprimen en la contemporaneidad. Caicedo,
primer enemigo de McOndo se constituye as en el hroe moderno
de la regin, un vidente capaz de objetivar la rebelda adolescente
enfrentada a los sistemas totalitarios que la normativizan. El mundo
de las apariencias, el goce, la psicodelia y el trance capaz de reproducir
la efervescencia del momento, se contamina de ambientes necrfilos y
personajes neogticos que hallan en su escritura una realizacin cercana
al kitch y al camp. Felipe Gmez traza el recorrido crtico de la obra de
Caicedo acentuando la excentricidad de su narrativa que, a contrapelo
de lo cannico, explora:
[] las maneras en que la literatura puede responder a las nuevas
problemticas surgidas a partir de las condiciones culturales de la tendencia
a la globalizacin iniciada en la segunda mitad del siglo xx, y la constatacin
de que modelos como el de la escritura de Garca Mrquez funcionan menos
para comunicar esa experiencia que los creados por ejemplo por Kerouac,
Burroughs o Bukowski.
18 Carina Gonzlez
ostracismo que podra anunciar una soledad inapelable, su casa es centro
de reunin de poetas y artistas que exploran la materia y las formas de
la esttica. En la encrucijada entre el individuo y la sociedad, en el juego
territorial que enfrenta la conquista del espacio y la libertad del nmada,
en la discusin de la comunidad como forma singular de pertenencia,
Hilst no slo postula una relacin diferente con lo poltico sino tambin
con lo mtico a partir de un extraamiento que desestabiliza lo conocido.
Laura Cabezas estudia las formas en las que Hilst materializa el cuerpo, lo
animal, y las territorialidades que escapan a la apropiacin, entrelazadas
en un nuevo tipo de comunidad.
En sintona con los nuevos modos de existencia que transitan los personajes
al experimentar un yo y un cuerpo ajenos a cualquier limitacin preestablecida,
el lazo de unin fundador de una comunidad posible requiere necesariamente
que los individuos sientan la intensidad de esa fuerza violenta la muerte que
corroe los reductos identitarios, en pos de un principio vital de comunin
con lo viviente.
La excentricidad narrativa 19
que hablan pero lo que importa no es la destruccin del verosmil realista
sino la idiosincrasia misma de lo fantstico que, en su escritura, subraya
siempre lo individual por sobre las relaciones significativas de lo social.
Al mismo tiempo, su excentricidad apunta a un anacronismo que lo
impulsa a desviarse de lo problemtico de la Revolucin en la poca de
las revisiones histricas y a seguir el camino de la esttica modernista.
Por ltimo, en el captulo cuatro, creemos necesario regresar a los
precursores del margen, ciertas escrituras que preparan la periferia del
canon sembrando el terreno para los disidentes del boom. El caso de
Leonardo Castellani (1899-1981) quien, desde la extraterritorialidad
jesuita incmoda a la Iglesia, conmociona los partidos polticos y
cuestiona la legitimidad de una identidad nacional basada en la lectura
cannica del Martn Fierro, abona el terreno sobre el que germinar la
consciencia de una escritura hbrida en donde lo propio y lo ajeno se
fusionan. Como en sus Fbulas camperas, en donde la moralidad del
gnero da paso a la creacin de una voz particular, que se apropia de
la tradicin para reformularla desde lo autctono. Diego Bentivegna
examina los alcances de una literatura de combate que fusiona la alegora
poltica con la creacin de una:
[] zona que media entre regiones discontinuas, entre el Chaco, la llanura
y el litoral. Es all donde la tensin entre tradiciones orales y el orden
letrado, entre la escucha del relato y su puesta en escrito en el texto, entre la
potencia que puede conducir a la pereza o al ensueo y el acto de escritura,
asume una articulacin especfica, en la que es posible encontrar las huella
del dictado potico.
20 Carina Gonzlez
Garabano, su excentricidad procede justamente de haber eludido la
polmica que enfrenta a la literatura con la hibridez amenazante de
un gnero marginal que, en esa poca, era desacreditado tanto por
la literatura como por el periodismo. En un momento en que los
escritores buscan indistintamente en los experimentos vanguardistas
o regionalistas,un refugio frente a los avances de la cultura de
masas, Edwards Bello descarta la experimentacin formal como
antdoto contra la masificacin de la cultura y se apropia de los
mecanismos de significacin del nuevo medio para elaborar una crtica
mordaz de la burguesa chilena.
Finalmente, pensar otros puntos de contacto que articulen
una red capaz de vincular a estos escritores con la excentricidad es
una tentacin legtima. Cierto histrionismo no falto de ironas que
secunda las apariciones pblicas de Copi o Wilcock, la experiencia
cinematogrfica de Valencio Xavier que repercute en Puig pero se
extiende a la propagacin de emprendimientos ms ejecutivos como
los del Club del cine de Caicedo o el proyecto administrativo de
Tario en Acapulco, la inclinacin por profesiones que acentan la
excentricidad del escritor, Murilo Mendes como dentista, telegrafista o
auxiliar de guarda libros, Levrero como redactor de revistas de ingenio
y de comics, librero, y gestor de los talleres literarios que lo hicieron un
maestro de culto, Tario y sus incursiones en el deporte como arquero
del Asturias, adems de astrnomo y pianista pero tambin el oficio que
les devuelve a la polifona de las lenguas, el ejercicio de la traduccin que
desempearon tanto Pitol como Wilcock, Puig y Casey. Por ltimo, otros
terrenos en donde la excentricidad figura solapadamente, el suicidio, la
homosexualidad, la misantropa que rechaza la comunidad, son zonas
que escapan al anlisis literario pero que manifiestan la condicin vital
de la excentricidad, una que no puede separar al sujeto de su obra y que
lo vuelve a enfrentar con el otro (con el deseo del otro) pero al mismo
tiempo, le imprime una cuota inusual de singularidad.
La excentricidad narrativa 21
Bibliografa
Adorno, Theodor. Minima Moralia. Reflexiones desde la vida daada. Joaqun
Chamorro Mielke, trad. Buenos Aires: Taurus, 2001.
Aira, Csar. Las tres fechas. Rosario: Viterbo, 2001.
Rama, ngel. Cien aos de raros. Montevideo: Arca, 1966.
_____ El boom en perspectiva. La crtica de la cultura en Amrica Latina.
Caracas: Ayacucho, 1985.
Captulo 1
En este dispositivo retrico astutamente construido para autorepresentarse como un sujeto cultural y lingsticamente desplazado,
resulta curioso no slo la conversin de las lenguas en una habilidad ms
(como tocar el piano o nadar), sino tambin el entrecruzamiento
de las variadas lenguas en una geografa que desconoce orgenes. As,
el castellano, lengua que supondramos en principio verncula (en
el sentido de Gobard),2 se figura aqu como lengua extranjera ya que
sera aprendida institucionalmente en un exterior: Londres. Ese espacio
26 Pablo Gasparini
vernculo, por el contrario, parece estar ocupado por la lengua francesa
(Comenc a hablar en francs), aunque en su Buenos Aires natal de
inicios del siglo xx esa lengua estara fundamentalmente dada a cierta
vehicularidad cultural que Wilcock, de todos modos, no reconoce al
filiarla no a su centro literario histrico (Pars) sino a una periferia
cultural y lingstica: la regin francesa de la multilinge Suiza. Por
otro lado, una lengua que podramos suponer paternalmente familiar
a Wilcock, el ingls, se revela, al igual que el italiano, como una lengua
aprendida escolarmente en Buenos Aires. Finalmente, como si esta
riqueza lingstica que rene en un mismo sujeto el francs, el castellano,
el ingls y el italiano no fuese lo suficientemente hiperblica, Wilcock
confiesa haber aprendido el alemn durante su adolescencia. Ms all
de la justicia de estas declaraciones de Wilcock, lo verdadero es que el
recorrido intelectual de este autor no lo revela solamente como un hbil
traductor del ingls, del italiano y del alemn al espaol (y viceversa),
sino tambin del ingls y del espaol al italiano, lengua en que, como
sabemos, producir estticamente desde su arribo a la pennsula.3
Anterior a ese desplazamiento transatlntico, debiramos
preguntarnos, con todo, si el hecho de que Wilcock posicione la lengua
castellana como una lengua no verncula y aprendida institucionalmente
(es decir, aprendida relativamente como una lengua extranjera con
la inherente necesidad de autocontrol, de cuidado de no incurrir en
contaminaciones con la lengua nativa que esa extranjera supone
como riesgo)4 podra explicar algunos trazos de su poesa argentina,
precisamente aquellos que se refieren a cierto ideal clsico de pureza,
recurrentemente atribuidos por la crtica a cuestiones generacionales.
De hecho, la poesa de Wilcock escrita en castellano (anterior a
su conversin en autor italiano) se caracteriza, como es afirmado
por Ricardo Herrera (1988) por el deseo de seguridad, de trabajar
en un mbito definido y lo menos ambiguo posible (55). Guillermo
Piro (1995) opina, en este sentido, que Wilcock (al menos por lo que
demuestra en su poesa anterior al exilio) puede ser entendido como
un romntico, con una devocin por las formas clsicas (14) y Daniel
Freidembeg (1995), yendo todava ms lejos, afirma que esta poesa
estara caracterizada por su conservadurismo formal (19) y, entre otros
aspectos, por su vocabulario incapaz de admitir palabra o expresin
que no cuente con un rancio abolengo en las letras hispnicas, llegando
A Venus
28 Pablo Gasparini
Oh t reina de Cipris olvidada,
de Lesbos donde amaron tus alumnas
y de Pafos erguida entre columnas,
concdeme de nuevo tu mirada.
Y nunca dejes de volver, ardiente,
Con los mismos colores de la aurora;
no dejes de encenderme como ahora
en tu furor magnfico y caliente.
(Paseo sentimental 81/82)
A pesar del ardor y del furor que esta invocacin a Venus manifiesta
en el ltimo cuarteto, la rgida construccin del poema (dividido, como
muchos otros poemas de Wilcock, en cuatro cuartetos perfectamente
endecaslabos), la minuciosa estructuracin de las rimas (todas ellas
consonantes) y, de forma general, su lmpida transparencia semntica
(los vocablos utilizados parecen sugerir aqu una lectura literalmente
lexicogrfica) colocan este poema del lado del antiprosasmo radical y
como la consecucin acabada de la armona que el yo lrico reclama
y reverencia desde los primeros versos. Considerando que, en el mbito
hispnico, esta poesa es contempornea al rescate que el popular
Federico Garca Lorca hace del octoslabo (el verso de la tradicin oral
por excelencia) y que, en gran parte, las literaturas hispanoamericana
y espaola trabajaban en esa poca sobre las posibilidades que haban
sido abiertas por la revolucin potica del surrealismo,5 queda claro el
carcter asumidamente conservador de la propuesta potica de Wilcock.
De este modo, aunque algunos trazos de las corrientes poticas
predominantes aparezcan ocasionalmente en sus libros de poemas
argentinos,6 podra concluirse que el primer ideario potico de Wilcock
se quiere, como seala Herrera, francamente restaurador y como un
regreso (nada irnico) a la poca de la ingenuidad y de la confianza en
la palabra. Ser precisamente esta especie de romanticismo depurado
por lo clsico que, de manera lateral, aparece en otros autores argentinos
de la misma poca, lo que lleva a que la historia literaria argentina haya
recurrido al concepto de generacin (se hablar as de generacin
del 40) para explicar una serie de autores que escribiran como si la
Primera Guerra Mundial y las vanguardias no hubiesen sucedido o
como si hubiesen sucedido apenas para operar un convencido retorno
30 Pablo Gasparini
2. Del lado de all: Il tempio etrusco
Sobre el fondo de otros libros de Wilcock bajo la marca de una
escritura fragmentaria y de una tendencia a crear organicidad ms por
enumeracin que por el desarrollo narrativo,10 Il tempio etrusco (1973) se
destaca por su trama relativamente lineal, a pesar de que esa linealidad
no supone conjurar el absurdo como motor de sus peripecias. De hecho,
el texto relata las consecuencias que sobrevienen a la sorprendente
decisin tomada por una pequea ciudad de provincia a fin de intentar
atraer el turismo: construir un templo etrusco, es decir un templo
erigido por uno de los pueblos anteriores al romano y que habit en la
parte central de la pennsula itlica.
El anacronismo de la situacin, construir en la actualidad un templo
antiguo, se aprovecha, desde los primeros captulos, para generar una
serie de cmicas boutades, entre otras la acalorada discusin sobre quin
construira el templo considerando que los etruscos (pueblo que el
diligente consejo comunal, preocupado por la fidelidad del proyecto,
haba mandado a buscar) no podan ser hallados. El problema intentar
ser resuelto por la mujer de uno de los consejeros quien, harta ya del
imps que retrasaba sus ansiadas vacaciones y apelando a sospechosos
argumentos geogrfico-lingsticos, propondr una salida asumidamente
pragmtica. El templo, que deba ser erigido por etruscos para asegurar
la pureza de su origen, sera construido por un pueblo extranjero:
el turco. Qu diferencia habra, en fin, entre turcos y etruscos si
la enciclopedia consultada por la mujer aseguraba que estos ltimos
podran haber provenido de la regin de Lidia, territorio que hoy en
da forma parte de Turqua? Con todo, esta propuesta surgida, como
afirma el narrador, de la falta de instruccin de la mujer (que llamaba a
los turcos indistintamente truschi, truchi o turchi, Il tempio etrusco 20)
no podr ser llevada a cabo ya que por dedicarse a lucrativas tareas de
compra-venta los turcos residentes en la ciudad no estaban dispuestos a
trabajar como albailes. Ante ese fracaso se erigir entonces otra teora
que, asentndose ahora sobre el supuesto color de la piel de los etruscos,
permite que un brillante funcionario pblico, Atanassim, proponga
un tro de africanos negros como constructores del monumento. En
pocas palabras, si Tra etruschi e negri [] non cera dopo tutto tanta
differenza, bien se poda proponer etruschi finti (Il tempio etrusco 23).
32 Pablo Gasparini
ordenada planificacin inicial (en verdad, una ya estereotipada propuesta
clsica, cuando no un verdadero kitsch arquitectnico) a la catica y
azarosa concrecin de un crter (que ser, de cualquier modo y a falta
de otra cosa debidamente monumentalizado) indica los extremos
entre los que el texto se mueve para decir, como sustenta Bernardini
Napoletano (2000), que, de forma definitiva, La cultura clsica y
humanstica [] son para Wilcock edificios vacos(103).
De hecho, la oscilacin entre cierto kitsch inherente a la idea primaria
del monumento (al que se prefigura en determinado momento con
cascadas, techo chino y rosas entrelazadas) y lo grotesco (entendido,
de acuerdo a Bakhtin (1970: 33) como la animacin permanente,
la metamorfosis nunca acabada y el devenir ilimitado) ser una
constante de esta novela, y esto no slo porque la aguardada belleza
del monumento sea rebajada a la escatolgica materialidad de un pozo
infernal (descrito como un gran intestino) sino, sobre todo, porque la
lgica general del texto (sustentada por un fro e inmutable narrador
extradiegtico) obedece a una especie de deflacin de aquel simulacro de
belleza que caracterizara al kitsch. De este modo, por ejemplo, no slo
asistimos a la minuciosa descripcin de los afrentosos actos de barbarie
perpetrados por los negri (como su salvaje devoracin de perros y
caballos, su descontrolada serie de asesinatos y violaciones, etc.), sino
tambin a todo un rebajamiento de los altos valores sustentados por
Atanassim, y, precisando con mayor justicia algunos posicionamientos
del texto, a cierta inquietud o disonancia respecto al lugar en el que
esos valores se encarnan: la lengua. Como si cumpliera con el declogo
que su madre le legar hacia el final de la novela, Atanassim, segn el
narrador, se destacar por ser generoso e amante della verit, che altro
non che luso corretto del linguaggio della societ in cui a ognuno
tocca vivere (Il tempio etrusco 30).
En este punto, quizs pudiramos preguntarnos si la lengua de
la novela, la lengua en la que la novela est escrita, no es otra que
esta lengua correcta, noble y alta, de Atanassim. Y la pregunta vale
porque, contrariamente a otros autores que han realizado su literatura
en la imbricacin de lo grotesco con otros registros (pienso aqu por
ejemplo en Copi, por poner otro extraterritorial argentino12), la lengua
de Il tempio etrusco podra ser calificada (extendiendo las afirmaciones de
Pietro Favari (2000) en relacin a la lengua teatral de Wilcock) como
34 Pablo Gasparini
[] Astor e Oscar si erano alzati e con la vanghe nuove avevano decapitato
le ragazze, tutte, angelicamente ammucchiate sotto la soglia del battistero.
Poi avevano fatto una catasta con le teste, lavevano cosparsa di benzina, due
taniche di venti litri lune, e per finire ci avevano appiccato il fuoco [] Sparsi
tuttintorno nella fossa, i pallidi corpi senza testa, alcuni proni altri supini e
altri fissati nelle pi scomode posizioni, ricordavano un cimitero di statue.
Sebbene quelle pi vicine alla chiesa cominciassero ormai a galleggiare nel
fango. (Il tempio etrusco 116-117)
Esta escena, que parece evocar tanto las imgenes de las ruinas de
Pompeya (y de los cuerpos de sus ciudadanos sorprendidos en plena
catstrofe: cimitero di statue) como los brutales amontonamientos o
pilas de cadveres que el siglo xx registr con similar frialdad (Sparsi
tuttintorno nella fossa, i pallidi corpi senza testa, alcuni proni altri supini
e altri fissati nelle pi scomode posizioni) no duda de su capacidad de
representacin y, confiada en la justa dimensin de sus palabras, hace
que la lengua parezca intocada por el desastre. Segn parece, todo se
vuelve noble o al menos representable en la lengua del narrador aunque
esa nobleza e incorruptible confianza vuelvan a la lengua, precisamente
por la falta de toda condescendencia pattica, distante y extremamente
impersonal. Semejante a una de aquellas Macchie parlanti que Wilcock
imagin en Fatti inquietanti (inspirado, segn parece, en una nota de
divulgacin cientfica) la lengua brilla aqu bajo la transparencia de
un aura artificial y, en ese sentido, desborda aquella actitud irnica en
relacin a la falsa belleza del kitsch a travs de la instauracin de un alto
y bien construido monumento lingstico.
Por otro lado, la inverosmil pulcritud que caracteriza la lengua de los
autores de estos desastres, los negri, reafirma la intocable consistencia
lingstica de esta novela. Lejos de prestarse a una representacin realista
de lo que sera el idiolecto de estos seres privati di memoria y que
dormivano allaperto, bevevano alla fontana, mangiavano quello che
trovavano (29), el narrador los presenta luego de un breve aprendizaje
que revela el papel de los medios en la construccin de la referencialidad
lingstica13 con un nivel de lengua compatible al suyo (ver por
ejemplo, la manera en que el estilo indirecto introduce la voz de estos
personajes en el captulo XVI) lo que colabora para que el texto juegue
con la asepsia monolingstica de un texto pico. No por acaso, entre
las varias peripecias que pretexta la trama, aparece la insercin de un
36 Pablo Gasparini
lengua completamente diferente, pero tambin muy cercanos a Roma y de
alto nivel cultural, estaban en condicin de aprender el latn perfectamente sin
introducirle elementos de su habla nativa, muy diversa de aquella que estaban
aprendiendo como para que pudiera haber posibilidad de confusiones. (26)
38 Pablo Gasparini
por la novela reafirma, creemos, la trabazn de la forma con aquella
solapada lnea argumental que hara de Il tempio etrusco una gnesis
imaginaria de la lengua italiana. Gnesis sta que lejos de asegurar
la pureza de una fuente se retuerce en las peripecias de un circuito
sumerio-etrusco-latino-toscano-italiano y remite ms all de cualquier
controvertida verosimilitud19 a la extraeza de cualquier origen. Menos
que construir un verdadero mito de origen lingstico, la novela figurara
un irreverente mito de no origen. El templo etrusco, como bien lo
sealara una apreciacin etimolgica (que traducira etruscos como
los otros20), podra ser entendido como el templo extranjero y, por
cierto, ese templo ser encomendado, en la novela, a aquellos capaces de
generar an aquella extraeza, a los etruscos de la Italia de hoy: a falta
de verdaderos etruscos (y hasta de turcos, ya bastante asimilados,
segn la novela, a la lgica del pas anfitrin), la construccin ser
incumbida a inmigrantes africanos de incomprensibles costumbres.
De la pretensin de pureza (como tolerar Um tempio etrusco
construito da olandesi! se indignaba uno de los consejeros), el narrador
nos desplaza as a la irrisin del origen, haciendo del inmigrante aquel
otro que no slo soporta la ficcin de origen (es para l que se simula o
es gracias a l que la simulacin de un origen sera posible) como es l
mismo, paradojalmente, el propio origen, la piedra basilar sobre la cual
se construye el terreno de lo propio. La figura de Abraham (presente en
el texto a partir de la historia de Nitru, una especie de espritu protector
del templo) parece indicar esa estraeza implcita a la instauracin mtica
de todo comienzo. Como Abraham, que debe abandonar su Ur natal21
para cumplir el mandato divino y fundar un pueblo (Vete de tu tierra
y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrar;
Gnesis, XII. 1), la novela parece jugar con el incesante desplazamiento
(sumerio-etrusco-latn-toscano-italiano) que esconde la fundacin de
todo origen, destacando de esa manera que todo origen es siempre, en
ltima instancia, extranjero (etrusco o negro).
Esta conviccin que parece sustentar la trama textual ser, a su
vez, esencial para comprender la forma en la cual el propio Wilcock
se inserta en la lengua italiana, ya que esa insercin desborda la mera
condicin de extranjero a travs del desarrollo de un proyecto literario
e ideolgico remiso a encasillarse o periodizarse de forma plena. Por
cierto, aunque la crtica sobre Wilcock seale con especial nfasis los
40 Pablo Gasparini
en su cuento El escriba de El caos (donde se dice que el castellano es
una lengua muerta) sino tambin en algunas de las reseas escritas por
Wilcock. Segn Herrera (1988), la primera protesta de Wilcock contra
el castellano estara presente en una resea de Poemas elementales de
Bernrdez aparecida en el nmero 1 de la revista Verde memoria (1942).
All Wilcock expresa que La tcnica potica [de Bernrdez] es tan
pobre, que solo encontramos, y ya va para muchos aos de lo mismo,
que todas las rayas son, o los endecaslabos de los sonetos, o esos versos
largos constituidos montamente por dos impares pegados. Aparte de
no prestarse el idioma castellano para esas medidas peligrosamente aburridas, qu
puede pensarse de un poeta reducido al soneto [] (59, nfasis mo).
Como resulta usual en estos casos, la partida est inscripta en un
rico anecdotario que incluye la quema que Wilcock hace de sus libros de
poesa argentinos y la curiosa invitacin que le hace al joven Bianciotti
para partir juntos aunque lo abandone apenas llegue a Roma (segn
lo cuenta el propio escritor en Gasquet 2002: 324). Lo que puede
constatarse es que, gracias de alguna manera a su radicacin anterior y a
su dominio del idioma, Wilcock no slo traduce y publica en italiano los
relatos que haban ido apareciendo en la revista Sur (Il Caos. Bompiani,
Milan, 1960), sino que tambin publicar, en el mismo ao, su primer
libro escrito en esa lengua: Fatti inquietanti (noticias recogidas de los
diarios, transformadas y reelaboradas por l mismo) y enseguida, en
1961, Luoghi comuni, su primer libro de poesa en italiano, incluido en la
prestigiosa coleccin Silerche de la editora milanesa Il Saggiatore.
Con todo, la rpida aceptacin de Wilcock en el medio literario
italiano no puede ser pensada apenas a partir de su habilidad y
predisposicin, sino, fundamentalmente, a partir de los valores
culturales y lingsticos del medio que lo acoge. En este sentido, no
debemos prestar atencin tan slo al hecho de que Wilcock no se
reconoce ligado unilateralmente a determinada lengua u origen (en
una entrevista confesar pertenecer, de forma general, a la cultura
europea25), sino tambin a factores que ataen a la aceptacin, por
parte de la cultura anfitriona, de los escritores extranjeros que pretenden
manifestarse artsticamente en la lengua del nuevo pas. Aunque Italia,
en referencia a esta cuestin, no posea una tradicin tan fuerte como
Inglaterra o Francia (debido, entre otros factores, a su lateral insercin
en el imperialismo europeo que no la dot de colonias capaces, en
42 Pablo Gasparini
hablar italiano, tener que escribirlo, representa lo mismo que emigrar
(20). Lejos de contribuir con la reaccin literaria antipurista (cuyo mayor
exponente tal vez sea Carlo Emilio Gadda con Quer pasticciaccio brutto de
via Merulana de 1957), o an a lo que Beccaria llama fenmenos poticos
de dialectalidad exiliada,29 Wilcock, tal vez como uno de esos tantos
italianos que sentan la lengua italiana como extranjera, se entrega al
ideal de limpidez de la, al mismo tiempo, nueva y vieja lengua italiana. El
hecho de que el primer libro de Wilcock en italiano, Fatti inquietanti, haya
sido una obra en que son rescritas noticias de diarios y revistas ligadas
generalmente a la divulgacin de la ciencia y del desarrollo tecnolgico,
revelara un Wilcock inmerso, incluso, en el proceso de parametrizacin
del italiano que tuvo en esos medios (y luego en la propia televisin)
una manera de difundirse en toda la pennsula: un aspecto que motiva
cultural y lingsticamente la fascinacin de Wilcock por el saber
tecnolgico popular tan bien estudiado por Gonzlez (2007).30
El ideal lingstico clsico de Wilcock, an ms visible a la hora de
su llegada a Italia por el contraste que ofrece contra el por entonces
incipiente fondo grotesco/absurdo de su literatura, no deja de ser as
compatible con la lengua imaginaria de una Italia que busca sobreponerse
a su realidad dialectal.31 As, si Patrizi (2002) sustentaba que el italiano de
Wilcock era una lengua limpida y preciosa (89) es porque la misma,
siendo radicalmente contraria a la promovida por Gadda, ganara la
misma definicin que Mengaldo daba de Calvino, cuando deca que
Calvino trabaja sobre la lengua casi queriendo remover el hecho de que
el italiano haba conocido la cuestion del dialecto (91). A su vez, de
forma similar a ciertas afirmaciones de acadmicos franceses sobre la
pureza de la lengua literaria de Bianciotti Patrizi, luego de constatar
la pureza del italiano de Wilcock, no puede resistirse a la tentacin de
pretextar tal sobriedad en la condicin extranjera del autor:
Por lo tanto [la lengua literaria de Wilcock es] una lengua que tiende
a ser absolutamente equidistante y lejana a toda tentacin dialectal,
extraordinariamente lineal y precisa y al mismo tiempo esencial, elegante en
su propia esencialidad. Me pregunto si el hecho de haber llegado a nuestra
lengua reposando en ella no como en una lengua madre, no le permiti a
Wilcock una mayor capacidad de control y una magistral puesta a punto
de la instancia comunicativa con tal grado de precisin y de elegancia. (91)
44 Pablo Gasparini
espaol y por la lateral procura de acercarse si no a una lengua muerta
(el latn) s a un ideal que involucra, como afirma Arturo Mazzarella
(2000) la bsqueda de una lengua pura, incontaminada, hacia la cual
debe dirigirse cada verdadero poeta (71). Con todo, y considerando
la incesante prctica de Wilcock como traductor, esa lengua pura
debera ser entendida, en rigor, como aquella pura lengua que Derrida
propone como concepto a la hora de analizar la promesa pre-bablica
de toda traduccin: el imposible (pero siempre perseguido) encuentro
de lenguas. Escribir en italiano como si fuese, tal vez, la traduccin
ms cercana al latn (pretensin que la lengua italiana pregonaba al
momento de la llegada de Wilcock a Italia) no supone ningn tipo de
origen (algo que la ideologa y esttica de Wilcock, como vimos,
rechazaran) sino que permitira la aproximacin a aquel, segn Derrida
(2006), ser-lengua de la lengua, la lengua o el lenguaje en tanto tales,
esa unidad sin ninguna identidad de s que hace que existan lenguas y
que son lenguas(66). Esa definicin, que intenta en verdad echar luz
sobre los conceptos benjaminianos de lengua pura (die reine Sprache) o
lengua de la verdad (Sprache der Wahrheit), fundamentales en su clebre
ensayo La tarea del traductor, parece apropiada para explicar el radical
efecto de lectura que genera el trabajo literario de Wilcock con la lengua
italiana y quizs hasta para arriesgar, a partir de las repercusiones de ese
efecto, una eventual hiptesis para el regreso (o entrada) de ese trabajo
en las libreras argentinas: la sensacin, con Wilcock poeta es de estar
leyendo seala Franco Buffoni (2000) poesa traducida. Traducida
excelentemente, se entiende. Pero traducida. De cul lengua? Quizs
de una sobrelengua a la que pertenecieron Borges y Beckett, Wilcock
y Amlia Roselli (116).
Sobrelengua o pura lengua, el italiano parece haberle ofrecido
a Wilcock la increble posibilidad de escribir textos originales
(rubricados con su nombre propio) como si ya fuesen, a pesar de eso,
una traduccin: toda una poltica del descentramiento frente a cualquier
pretensin de familiaridad o inmediatez.
Notas
1
Nota solicitada por los editores de una antologa, 1945; compilada por Csar Fernndez Moreno
en La realidad y los papeles, Aguilar, Madrid, 1987. Citado en Diario de Poesa no. 35. Primavera de
1995, p. 17.
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universalista, polglota y hbil traductor (14). De todas maneras, Gonzlez (2007) revisa este
lugar paradigmtico de Wilcock en Sur analizando ms bien su relacin lateral y an conflictiva
respecto a las convicciones artsticas de la revista.
Sobre este tema ver Balderston (1986) quien estudia en Wilcock la visualizacin del peronismo
como una suerte de ocupacin plebeya de la sociedad.
Transcribimos la cita completa: [] soy poeta, pertenezco a la cultura europea. Como
poeta en prosa desciendo por una va no muy compleja de Flaubert, quien gener a Joyce
y Kafka, que nos generaron a nosotros. Luego de mencionar a Robert Walser y Ronald
Firbank, Wilcock contina estableciendo esta genealoga agregando y todos los autores
preferidos de Walser y de Firbank y todos los autores que aquellos prefirieron. La genealoga
se cierra con una mencin a Beckett, ver entrevista de A. Altomonde a Wilcock en Il tempo,
26/03/1972, Deidier 2000: 78. Para volver a hacer un paralelo con Copi, sera conveniente
recordar que sobre su nacionalidad Copi expresar en Tcherkaski (1998) que: La Argentina
no representa ningn problema; el problema argentino es como el problema homosexual;
ustedes me quieren crear un problema. Porque yo no tengo problema de argentino, es un
problema de ustedes. Porque no me criaron para ser argentino, porque yo no soy argentino.
Mi abuela era espaola, mi abuelo, uruguayo; tengo un abuelo entrerriano, una bisabuela juda,
dos bisabuelas que eran indias. Qu catzo me interesa ser argentino! (68-69).
De acuerdo a Gian Luigi Beccaria: Los maestros de la escuela elemental han sido severos
con el dialecto. Hace algunos decenios haba profesores que estilaban hacer pagar una multa
a quien hablaba dialecto en la escuela. Un amigo me ha contado el sistema de la llave. Por la
maana el asistente le daba una llave al primero que haba dicho una palabra en dialecto. ste
deba pasarla al compaero que haba cometido el mismo pecado y as continuaba hasta la
tarde: quien se encontraba con la llave antes de irse a dormir deba pagar una penalidad (84).
Segn Coveri (1994) El contacto entre lengua y dialectos en Italia produce tantos fenmenos
de conmutacin y mezcla de cdigos como el pasaje de elementos dialectales a frases italianas
o viceversa (en el primer caso se trata de un uso alternado de lengua y dialecto, en el segundo
de neologismos lexicales o estructurales originados por la fusin de elementos italianos y
dialectales) (25).
Esta tendencia no signific tan slo evitar los llamados dialectismos en el italiano referencial,
sino tambin el privilegio del lxico que, aun procediendo del latn, no haba sido desvirtuado
por la oralidad. Segn Coveri: La influencia del latn sobre la formacin del italiano es
fundamental en la historia lingstica anterior a la unidad de Italia. Por siglos, el patrimonio del
latn literario ha constituido el reservatorio lexical al cual recurrir para la formacin de nuevas
palabras. De esta manera, se explica la gran polimorfia lexical que caracteriza el vocabulario
italiano, con palabras tomadas directamente dal latn (plebe, fuga, vizio) y otras, con la misma
etimologa, que han sufrido rpidamente las alteraciones devenidas de su uso en la lengua
hablada (pieve, foga, vezzo). El constante prestigio y la continua funcin de apoyo ejercida por el
latn en los siglos previos a la unidad ha impedido que se realizase plenamente en Italia aquella
seleccin tpica del desarrollo de una lengua hablada, como ha sucedido, pro ejemplo, en el
francs (18).
La poesa en dialecto ha pasado de una idea de dialectalidad intensa [] a una idea de
dialectalidad exiliada: como la de los escritores en exilio que escriben en una lengua que ya
no se identifica ms con la del lugar en el que viven (79).
Sobre la relacin entre medios masivos y literatura, leemos en Gonzlez (2007): Respetando
la genealoga de esta incorporacin, la nueva vanguardia (ubicada entre 1965 y 1976)
intelectualiza el uso de lo popular. El registro de lo masivo no es slo un repertorio inmenso
de figuras e imgenes sino que acta como mediacin entre la ficcin y su conciencia crtica,
es un filtro que intercede entre la obra y su pesquisa terica. La primera consecuencia de
esa ubicacin es la confrontacin con los crculos ms intelectuales. Las nuevas vanguardias
reconocen en la cultura popular una valoracin poltica que les sirve para enfrentar el canon.
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Las escrituras marginales de esta dcada exploran otros campos que no les son exclusivos -la
cultura de masas, los gneros menores, el discurso de los medios, los saberes tecnolgicos, las
ciencias populares como una forma de cuestionar la autoridad del campo intelectual. Desde
esta perspectiva, lo popular adquiere un estatus de legitimidad dentro del discurso letrado de
las vanguardias slo si hay reescritura: los escritores cultos juegan con elementos de lo popular
pero lo trabajan a partir de la parodia, la mezcla, el pastiche o la deformacin al modo que han
aprendido de Borges. Alejndose de las vanguardias del 60, las escrituras migrantes cuestionan
la rigidez de este manual de instrucciones que dice cmo apropiarse de lo popular. Hay una
exploracin mucho ms genuina y gratuita de la cultura de masas, que no pasa por el intento
de renovar la tradicin sino ms bien por una fascinacin con la capacidad inmediata que los
medios masivos tienen para representar el presente (Gonzlez 2007: 265-266).
Tomo aqu el concepto de lengua imaginaria desarrollado por Orlandi (1988): A esos
objetos-ficcin es que llamaremos lenguas imaginarias. Son las lenguas-sistemas, normas,
coerciones, las lenguas-institucin, a-histricas. Construccin. Es la sistematizacin la que
hace que pierdan la fluidez y se fijen en lenguas imaginarias (28).
El agenciamento de la literatura de Wilcock con la impronta peronista conforma, adems,
gran parte de la fortuna crtica sobre Wilcock, ya sea a partir del anlisis de su antiperonismo
(como en los ya citados trabajos de Balderston), ya sea, como lo sugiere Herrera (1988),
a partir de la defraudacin que Wilcock percibira en toda idea de restauracin luego de
descubrir aquello que, segn el crtico, el peronismo tendra de restauracin conservadora: el
peronismo objetiv las tendencias restauradoras y regresivas que Wilcock vena impulsando
en su obra, y, al objetivarlas hizo evidentes para el autor sus peligros. Esto motiv su inmediato
giro hacia una postura absolutamente crtica, nica posibilidad de afirmar la confianza en
el significado. El lirismo de sus primeros libros torci violentamente su impulso hacia la
irona, y la sublimidad desemboc en lo grotesco. Este giro ha desorientado a ms de uno,
precisamente por lo alejado de ambos polos, y ha hecho de la figura del autor una especie de
monstruo, una extraa mezcla de ngel y bestia (54).
Bibliografa
Aulicino, Jorge. Contra el mito. Diario de Poesia 35 (Buenos Aires,
1995).
Bakhtin, M. LOuvre de Franois Rabelais et la cultura populaire du Moyen ge
et de la Renaissance. Paris: Gallimard, 1970.
Balderston, Daniel. Civilizacin y barbarie: Un topos reelaborado
por J. R. Wilcock. Discurso-Literario: Revista de Temas Hispnicos.
Asuncin, 1986.
_____ La literatura antiperonista de J. R. Wilcock. Revista Iberoamericana
LII/135-136 (1986): 573-581.
Beccaria, Gian Luigi. Italiano. Antico e nuovo. Milano: Garzanti, 1988.
Bernardini, Napoletano. Lassurdo fantstico. Deidier, R. (a cura di).
Segnali sul nulla. Studi e testimonianze per Juan Rodolfo Wilcock. Roma:
Istituto della Enciclopedia Italiana, 2002. 97-104.
50 Pablo Gasparini
Buffoni, Franco. Wilcock traduttore e interprete. Deidier, R. (a cura
di). Segnali sul nulla. Studi e testimonianze per Juan Rodolfo Wilcock. Roma:
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Ms adelante aade:
10
11
12
Negativity; Susan Buck-Morss The Origins of Negativa Dialectics; douard Glissant, Potique de la
Relation y de Slavoj Zizek, Tarrying with the Negative. Kant, Hegel and the Critique of Ideology.
La comunidad que comparten estos textos con la lgica discursiva de entonces expone, por
el contrario, una conversacin intensa con el tejido de credibilidades, los modos de creer, que
la institucionalidad guerrillera ya pona en funciones y que podra ser objeto de otra reflexin
aparte.
Cuando consuma las ponencias del taller me visit la enorme y delicada cabeza de Calvert
Casey. Mi escritor cubano de la Revolucin. Todava en Cuba defini su vida, su obra como
pura torpeza, puro azar. Ms tarde se suicid en Roma (Desnoes 255). El cuento de Calvert
Casey, El regreso apareci en Casa de las Amricas en el ao 1961. El cuento fue recogido
posteriormente en la coleccin El regreso. Manejamos, sin embargo la versin aparecida en
Calvert Casey, Notas de un simulador.
Vase por ejemplo sus Notas crticas y paisajes: Dilogos de vida y muerte 247-252; Miller o
la libertad 259-263; Notas sobre pornografa 264-269.
Lo extranjero es una continuidad constitutiva del Caribe. La extranjeridad, si se me permite,
como categora que nombrara un absoluto cultural situado en las afueras del ethos soberano
de alguna comunidad ha sido vaciada por la historia entre las islas y carece de sentidos fijos
en el Caribe. La palabra extranjero no significa en el Caribe o su significado convencional
se desfonda en la resaca de sus orillas reales e histricas. Lo extranjero como dispositivo
singular del ethos archipelgico es uno de sus puntos de ensamblaje cultural ms productivos y
recurrentes en la historia caribea. La familiaridad extraa del otro caribeo, su extranjeridad
sin embargo conocida, es signo de una ciudadana impropia, momentnea, imposible. A la
larga lo extranjero termina siendo pieza clave para la sintaxis ciudadana y cultural caribea
que se sabe frente a otras y se imagina acompaada por sus lenguas.
En ese sentido es sobresaliente la lectura que hace el escritor italiano Italo Calvino de Casey
pues confirma que su escritura es una reflexin sobre los bordes, los excesos y los diversos
sentidos de un ms all del orden de lo natural o lo normal. Calvino lee ticamente a Casey
pues le parece que en sus textos hay otro tipo de moralidad que pasa por un rigor esttico;
en otras palabras, la agona como tema en Casey no debe ser leda en su coordenada estatal
o blica, sino como la pugna entre los lmites de lo real, el adentro y el afuera, el centro o el
margen. Ms an para Calvino, la literatura de Casey es un modo de repensar la familiaridad
que tejen la escritura y las creencias en el entorno revolucionario, vase de Calvino, Las
piedras de La Habana.
Lo que s choc a su vista de inmediato fue la superabundancia de uniformes. En las esquinas
de la ciudad se vean a todas horas grupos de soldados y policas con armas automticas
modernas, de grueso calibre. Le llam la atencin que en sus horas de asueto los soldados
se pasearan fuertemente armados, llevando de una mano a sus amigas y de la otra el arma
formidable de repeticin (91-92).
Cada nuevo husped tena el poder de derribar todo un universo de ideas, reales o prestadas,
y actitudes. Al llegar Alejandro, tan deliciosamente ignorante de todo, tan maravillosamente
contento y apacible en su ignorancia y luego, tan centrado, tan seguro, tan inconmovible y
sin problemas todo un pasado de lecturas le avergonz profundamente. Ah, poder ser como
Alejandro, poder ser Alejandro! (82).
En un ensayo extraordinario sobre el fragmento de una novela inacaba de Casey, escrita en
ingls, Piazza Margana, Gustavo Prez-Firmat lee el regreso de Casey a la lengua de su padre,
como un poderoso texto del exilio cubano y como un equivocal striptease del autor. Vase
de Prez-Firmat, Mothers Idiom, Fathers Tongue.
Formas de reproduccin1
Daniel Link
Universidad de Buenos Aires
82 Daniel Link
Las ovejas han participado en la historia de la humanidad
profusamente (a su pesar), ofreciendo su vida en sacrificios religiosos y
su carne y lana para la subsistencia diaria. Los europeos dieron a la carne
de cordero un puesto privilegiado dentro de la cocina de alta gama: es
el caso del gigot que, el 31 de diciembre de 1976, se aprestan a cocinar
Jean y Luc, con la asistencia de Micheline, Daphne (una mujer de
verdad, de esas que te cagan la vida) y Ahmed, el chongo rabe cuya
presencia es esencial para la economa dramtica de la pieza, una vez
que se pone al frente de la cocina (Tu religin no te prohibe comer
cordero?, le pregunta Daphne).
La pata de cordero de La torre de La Dfense est condimentada
con ajo y aromatizada con laurel a falta de otras hierbas (el tomillo y
el romero le habran quedado muy bien) y nunca termina de asarse del
todo o, por el contrario, se est quemando, mientras a su alrededor los
acontecimientos se precipitan.
En algn momento del proceso (todos los personajes pasan por
la ducha, en un bautismo ceremonial), una serpiente (uno de esos
bichos que andan por las caeras (71) aparece en el inodoro y, una
vez descabezada, Ahmed propone enriquecer el men: la asar, rellena
con la carne de cordero cortada en dados remojados en agua tibia bien
azucarada. Ahmed pide, para condimentar la serpiente, pimienta verde
(que en casa de Jean/ Luc no hay).La serpiente, dice Ahmed, puede
comer lo que sea, y siempre es rica, porque slo come lo que est vivo
(77). De hecho, la serpiente que estn eviscerando se alimenta de las
ratas de los estacionamientos (77), lo que queda probado cuando
encuentran, en su estmago, una rata grande y gris.
El descubrimiento modifica, una vez ms, la receta. Ahmed propone
picar la rata junto con el rag de cordero para rellenar la serpiente,
porque las ratas son ricas... roen madera (77) y eso da una carne
perfumada, como la del conejo (77). Aunque la rata todava no haya
sido digerida, propone sacarle el gusto a podrido con abundante nuez
moscada rallada (las especias siempre han servido para eso). Finalmente,
Ahmed decide presentar la serpiente con sus propias vsceras: testculos,
corazn y la rata entera (hay que descuartizarla como a una codorniz
(83) rellena de cordero. Una vez cocido el plato de serpiente, se sirve
en un balde, para que su delicada carne (como la del bacalao, pero ms
fuerte) est constantemente remojada en sus jugos.
Formas de reproduccin 83
El resultado es divino, exquisito, una delicia, (qu aroma!),
mejor que la comida india (84). El corazn de la serpiente sabe mejor
que el pat, la rata parece pierna de cerdo, pero picante.
Lo que en ese men ha sido disuelto hasta su desaparicin (el
punto de partida) es el cordero y, naturalmente, sus sentidos asociados.
Como sabemos, el consumo del cordero se fue incrementando hasta
constituir la base de la dieta de las antiguas culturas del Mediterrneo
y tambin del Lejano Oriente: en la India (tertium comparationis de La
torre de La Dfense), son famosos el cordero al curry y el Biryani, plato
de cordero con arroz aromatizado a la naranja, sazonado con azcar
y agua de rosas. En las ciudades griegas son frecuentes los rags de
cordero y hortalizas. La historia de la gastronoma, que encuentra
muy temprano a la carne de cordero, se relaciona intensamente con
las grandes religiones monotestas (la de Abraham, la de Cristo, la de
Mahoma). Cordero de Dios se dice en la Santa Misa, y durante Aid
el Adha (Fiesta del Cordero), unos 70 das despus del Ramadn, cada
fiel mata o manda a matar uno o varios corderos para conmemorar el
sacrificio de Ibrahim, a quien Al-lh le perdon la entrega sacrificial de
su hijo, aceptando a cambio un corderito.
En la cena mortuoria de La torre de la Dfense (que es, adems, una
misa y un bautismo colectivo), como en la Cena cristiana, se produce
el milagro de la transustanciacin, es decir: la puesta en contacto entre
dos rdenes o registros diferentes, una sntesis disyuntiva. El cordero (ms
o menos sagrado) es la materializacin de lo celestial; la serpiente (una
cinta de Mbius en s misma) y la rata son la encarnacin del inframundo.
La lucha de los hroes griegos contra los monstruos ctnicos (serpientes
de siete cabezas, esfinges, sirenas, etc...), lo sabemos, se entiende como
el esfuerzo por escapar a la autoctona y la imposibilidad de lograrlo.
Dos figuraciones cosmolgicas entran en conflicto al imaginar el origen
del hombre como autctono o como olmpico y, por lo tanto, dos
regmenes de reproduccin y parentesco.
Ese conflicto que expone la mitologa est tambin en la obra
de Federico Garca Lorca,4 que Copi haba ledo con predileccin
y perspicacia, donde, por ejemplo, la luna es sacada de su tradicin
tardo-romntica y modernista y reintegrada a la tradicin celtbera, y
donde el cordero se transforma en el inquietante macho cabro, el aker
84 Daniel Link
de los aquellares nocturnos (los rituales anticristianos de regeneracin
del mundo).
Que La torre de La Dfense se postula como el libreto de un ritual
sagrado de regeneracin queda claro en la transustanciacin entre la
carne celestial y la carne del infierno, y en el carcter apocalptico de
la pieza, donde todo lo que no est muerto todava se prepara para su
inminente destruccin, que suceder al final de la obra, un final que
prefigura tanto el de El club de la pelea (los edificios de cristal en llamas,
explotando) como los acontecimientos del 11 de septiembre en Nueva
York.
La fachada del capitalismo avanzado no es slo el escenario de la
pieza de Copi, sino un personaje conceptual privilegiado (si alguna vez
la pieza llegara a representarse en Buenos Aires, debera llamarse La
torre de Puerto Madero), y es por eso que Copi se apresur a publicar ese
fragmento de pensamiento que habla de un momento crtico en el arco
de desarrollo de esa fachada cuyo origen podra fecharse entre el ao de
Temor y Temblor y 1851, cuando se instal en la Exposicin Internacional
el Crystal Palace, que Karl Marx y John Ruskin reconocieron de
inmediato como emblema del capitalismo tecnocrtico. El objetivo
ltimo de La torre de La Dfense es la destruccin de esa fachada, el
abandono de toda ilusin ascensional y la constatacin del fracaso, al
mismo tiempo, de la coaccin moral del humanismo occidental y del
capitalismo posindustrial, es decir: el cierre de la era del cordero.
Copi funda los rituales de una nueva fe (naturalmente: una fe radical
en este mundo, en la potencia del Tiempo absoluto, en la chispa de
vida que se agita ms all de los gneros, las clasificaciones, los credos
y, claro, ms all de los procesos de nominacin: Jean/ Luc, Ahmed,
Micheline), cuyos rituales profanan las liturgias precedentes: la Cena,
la Fiesta del Cordero, el milagro de la transustanciacin y la condena
trascendental a la moral del cielo.
Es decir, Copi funda una nueva antropologa (y una nueva
antropofagia5) que subsume lo clido (la sangre del cordero) en lo fro (el
cuerpo de la serpiente, el cuerpo helado del drogado), que hace aparecer
en lo ascensional (Crystal Palace, La Dfense, cordero sacrificial), los
monstruos del inframundo (la serpiente, la rata, la nia muerta), que
traza, en la fachada del capitalismo, las lneas de su desmoronamiento,
que transforma el ojo de Dios (y su corporeizacin cordrica) en el ano
Formas de reproduccin 85
de la serpiente que Ahmed reserva a Luc, despus de haber subrayado
su rara cualidad. Es, despus de todo (o antes que nada), el agujero del
sentido: el umbral ms all del cual el mundo se reconstituir (despus
de su destruccin) sobre nuevas bases. Se reconstituir? Despus de
Copi, La Dfense sigui existiendo, pero el cordero ya nunca volver
a ser lo que era.6
En el final de la pieza, Micheline dice: A veces, Dios llega tan de
repente. Como se sabe, Blanche Dubois dice casi las mismas palabras
en Un tranva llamado deseo (Sometimes theres God so quickly),
cuando cree estar enamorndose de Mitch. Tennessee Williams (a quien
Copi ha ledo hasta la memorizacin) se mezcla, en esa ltima frase, con
Nin Marshall (tan redepente), como la sangre de cordero se mezcla
con la carne de rata y de serpiente, para terminar con esa larga agona
de la tica sometida a un mandato exterior al de la vida misma, para
fundar una posibilidad de vida.
Aunque tal vez en ninguna otra pieza del archivo Copi esas
operaciones se dejen leer con tanta claridad, estn ya desde el comienzo
de una obra obsesionada por el discurso etnogrfico, las aventuras en
las tierras exticas de las series documentales de la televisin, en fin,
por el dispostivo de la antropologa cultural (los sistemas de parentesco,
en primer trmino).
El Uruguayo,7 primera novela de Copi, es, como sabemos, una carta
imposible en la que el cuestionamiento de la posibilidad de narrar se
proyecta explcitamente sobre el pacto narrativo: el narrador le pide al
lector que tache el texto a medida que lo lee: es, en principio, la desobra, pero tambin la relacin entre memoria y olvido propia del archivo,
que tiene consecuencias decisivas sobre los modos de reproduccin que
Copi postula en su teatro, en sus novelas, en sus cuentos. Nos hace
falta una antropologa radicalmente negativa, nos hacen falta algunas
abstracciones radicalmente vacas, suficientemente transparentes para
impedirnos prejuzgar nada, una fsica que reserve a cada ser y a cada
situacin su disposicin al milagro(6), seal el colectivo Tiqqun,8
formalizando la hiptesis poltica anarco-nihilista que, a su modo, estaba
ya presente en Copi.
En El Uruguayo, un personaje de nombre Copi (las novelas y cuentos
de Copi estn llenas de Copi, pero su teatro no) escribe una carta a
86 Daniel Link
un viejo maestro suyo en la que le narra los sucesos que tienen lugar
durante su visita a Uruguay, en particular aquellos que suceden a partir
del momento en que, al cavar un pozo, su perro desaparece dentro de
l y la ciudad es cubierta de arena.
Al final de la carta (han pasado tres aos o algo as), Copi se rene
con el presidente, que ha resucitado junto con los dems cadveres, y
ste lo canoniza, cortndole los labios y los prpados para conservarlos
como reliquias. El personaje Copi escoge la palabra rat, que a partir
de ese momento es su nombre en Uruguay (quiero decir: es la palabra
que designa su disposicin al milagro).
El texto, entonces, se propone como una obra cuyo autor es y
no es el personaje, pero que adems sostiene un plano de enunciacin
complejo que permite suponer intervenciones diferentes. Nada de esto
importa demasiado, salvo el gesto anarco-nihilista que se sustrae a todo
intento de formalizacin y/o separacin.9
La dedicatoria subraya algo de capital importancia: Al Uruguay,
pas donde pas los aos capitales de mi vida, el humilde homenaje
de este libro, escrito en francs, pero pensado en uruguayo (85). La
resea de Michel Cournot publicada en Le Nouvel Observateur el tres de
diciembre de 1973 que oficia de eplogo a la reedicin francesa de 1999
y prlogo a la edicin de Anagrama sostiene que todo el mundo []
sabe que Copi es argentino y no uruguayo (69).
Por un lado, el todo el mundo indica la posicin de Copi en
Pars (argentino de Pars, como dice la contratapa, como dice La
internacional argentina), pero nos obliga a una pregunta ms inquietante:
Quin o qu es el uruguayo de El uruguayo?10 Copi (la Persona, el
Autor, no lo es), Copi (el Scribens, el Scriptor) no lo es, Copi (el narrador,
el personaje) no lo es. Si bien podramos suponer que el ttulo se refiere
al devenir uruguayo del narrador (canonizacin, eleccin de un nuevo
nombre), la misma nocin de devenir sera contraria al determinante:
el uruguayo, nunca; un uruguayo... (como une vie...), tal vez. Pero,
en todo caso, jams un devenir nacionalitario.
El uruguayo es un idioma. El uruguayo de El uruguayo (su
protagonista) es el lenguaje, entendido como una abstraccin
radicalmente vaca. El texto comienza con disquisiciones filolgicas
que, ya lo sabemos por Daniel Paul Schreber, conviene relacionar con
el delirio.11 El narrador discute las etimologas posibles de los nombres
Formas de reproduccin 87
Montvido y Uruguay, ofrece su narracin de llegada (que no es
tanto el descubrimiento de lo nuevo cuanto la integracin operativa de
lo disponible) y la descripcin de la ciudad. La crtica12 ha relacionado la
novela con los relatos de viajeros europeos de los siglos xviii y xix, ms
especficamente, con un subgnero que se conoci como de literatura
de supervivencia donde encontramos abundantemente los tpicos de
las catstrofes naturales y de los intentos por comprender una naturaleza
que escapa a las leyes conocidas en Europa (Amcola). Copi profana,
entonces, la mirada eurocntrica y orientalizante (imperialista) de esos
textos, en el mismo sentido en que antes haba profanado el imaginario
paterno y el imaginario peronista en Eva Pern: por la va del juego.
Lo que a Copi le importa subrayar del lenguaje (ese vaco) afecta
a los procesos adnicos de nominacin y, tambin, a la rueda libre
de la instancia enunciativa. En la medida en que el pas se encoge, el
tiempo comienza a transcurrir con velocidad creciente y el espacio se
temporaliza mediante una tarea que el narrador asigna a los uruguayos
para que conserven la calma: los coloca en un crculo qui prend
pratiquement toute la place de lUruguay (61) y les hace decir una
frase a la persona situada a su izquierda, quien a su vez la transmite
a su propia izquierda y as hasta que finalmente la frase da la vuelta
completa al crculo. El retorno peridico de la frase a su punto de
partida comienza a servir de reloj. Ms tarde, en la medida en que el
pas y el crculo enunciativo se encogen, el tiempo se acelera al punto
de que los miembros del crculo:
[] se hablan cada vez ms deprisa y cada frase tarda apenas quince minutos
en dar la vuelta completa. Me he dicho que si llega el momento en el que la
misma frase da la vuelta al crculo en un instante nos arriesgaremos a uno
de esos cataclismos tpicamente uruguayos a los que estamos, desde luego,
habituados, pero que no siempre son deseables. (135)
88 Daniel Link
lenguaje de herramienta de comunicacin en dispositivo de traduccin
(la misma paradoja y la misma mutacin del lenguaje haba planteado
ya Lewis Carroll en sus deliciosos libros para nias victorianas, de los
cuales Copi fue lector incansable14).
Esta especificidad del uruguayo es puesta de relieve en varias
ocasiones por el narrador: entre otros rasgos de ese lenguaje y de su
uso se cuenta el hecho de que los uruguayos pronuncian una media de
tres palabras por da y cuando dos de ellos dicen una al mismo tiempo
son fusilados, por lo que se la pasan inventando nuevos vocablos; su
lenguaje carece de verbos y en l los signos (o ms bien los fantasmas
de los signos15) flotan en una serie sin vnculos predeterminados con
ningn referente: la utilizacin del signo deviene en la apropiacin
del objeto cuando la relacin entre objeto y signo ya est establecida,
etctera. El modelo se abisma en la diferencia, al tiempo que las copias
(los nombres, los simulacros) se hunden en la desemejanza de las
series que interiorizan, sin que jams pueda decirse que una es copia;
la otra, modelo. En Copi, a diferencia de Platn, el simulacro no revela
su carcter de copia aberrante, sino la posibilidad de un modelo de lo
otro, de lo diferente.
Un poco por eso, la escritura de la carta es lo nico que sostiene la
subjetividad del narrador: su vida se pone en juego en la obra entendida
como un encadenamiento de signos-fantasma, de signos-simulacro.
La carta es, por definicin, infinita: sin ella, el narrador se anonadara.
La otra carta-novela de Copi es La ciudad de las ratas, donde las
posiciones se invierten en un largo relato epistolar enviado por Gouri (la
rata) a su maestro Copi, convaleciente, informndole de sus peripecias
ratoniles (la especie no tiene labios, se nos dice, como no los tiene el
santo Copi al final de El uruguayo), acompaado de su amigo Rak (raj,
gur: no puede haber un juego de lenguaje ms argentino y, por lo tanto,
una forma de vida ms autctona que la que presenta La ciudad de las
ratas). Rak, que conoce mejor el mundo y sus costumbres que el
sabio Copi, le ha descripto en detalle a Gouri las cataratas del Iguaz,
el estrecho de Magallanes y el delta del Amazonas, que son, como todos
sabemos, las tres maravillas naturales de este mundo (21).
En la perspectiva de esa rata de Pars (que es, al mismo tiempo que
una forma-de-vida, un dispositivo ptico y una posicin de lenguaje:
Formas de reproduccin 89
enunciacin y nominacin), Argentina es un intervalo geogrfico
comprendido entre dos de las maravillas naturales del mundo. Toda la
obra de Copi no hace sino desarrollar hasta la exasperacin ese carcter
natural-maravilloso de las fuerzas tectnicas (del paisaje y del territorio).
Adems, la novela introduce esa forma-de-vida que asoma aqu y
all en el teatro de Copi (Loretta Strong, La torre de La Dfense, como se
ha visto) y en algunos de sus relatos (La criada) como encarnacin
del tab que constituye la rata en la cultura occidental.16 Copi sabe que
la rata es la vctima privilegiada de las fantasas de exterminio de los
seres humanos, un otro radical respecto del cual se sostienen las ms
extravagantes hiptesis para justificar la algaraba por la destruccin, y
por eso las elige como voz, como tema, como alimento y como nombre.
En La ciudad de las ratas, los roedores visitan al Dios de los hombres
en la Sainte-Chapelle, quien, arrepentido por haber dejado libres a los
seres humanos tras la expulsin del Paraso, no puede ayudarlos. La
capilla explota, el Dios de los hombres asciende a los cielos y el Diablo
de las ratas, que ocupa su lugar, les ordena fundar una ciudad donde
puedan convivir en paz ambas especies. Las ratas, revolucionarias como
la obra de Copi, liberan a los presos y organizan una orga en la que
personas y ratas toman parte por igual.
Si las ratas representan un tab ms all del cual no parece haber
ms escndalo (asco, o terror) posible, el genio de Copi lo cruz sin
titubeo alguno, porque le interesaba desencadenar una antropologa
radicalmente nueva, mescolanza de rata y cordero, agenciamiento
abominable o monstruoso que suspende la historia y postula modelos
relacionales radicalmente nuevos.
Pocas invenciones en la literatura de Copi son tan potentes como la
instruccin de tachado que Copi incorpora a El uruguayo (naturalmente:
esa instruccin afecta tanto al receptor de la carta, el Maestro, como al
lector del libro). Por esa va, Copi sustrae su literatura (toda la literatura),
al mismo tiempo a la mmesis (la imitacin o representacin) como a la
memesis (la memoria y la historia).
Al tachar lo ya ledo (lo dj lu - lo dj vu), se suspenden las relaciones
de causa-efecto y, al mismo tiempo, las categoras centrales de la teora
clsica del parentesco (alianza y filiacin). Lo que queda es una teora
del parentesco como diferencia y multiplicidad, un modo relacional que
no tiene como causa la similitud y la identidad, sino la divergencia o la
90 Daniel Link
distancia (recuerden: las cartas se escriben para mantener al otro a la
distancia). Ese modo relacional, lo sabemos, se llama devenir: el devenir
es lo que literalmente se evade, huye, escapando tanto de la mmesis como
de la memesis. El devenir es amnsico, prehistrico, anacrnico y estril.
Es la diferencia en prctica.17
El texto de Copi, por eso, anula el tiempo, o mejor: anula el
tiempo histrico (Cronos) y postula una nueva temporalidad basada
principalmente en las mismas condiciones inhumanas en las que se basa
su nocin de experiencia. Eso es el devenir y, en el texto, todo deviene,
incesantemente (el agenciamiento final es la santidad, esa disposicin
al milagro de la que habla Tiqqun).
Que el asunto es de capital importancia para la literatura de Copi
queda claro en el ttulo del segundo prrafo-captulo de La vida es un
tango: Los aos, luego de haberlos hipnotizado, devoran a sus hijos,
que no funciona necesariamente como una hiptesis sobre Mayo del 68,
sino sobre las genealogas que relacionan a un abuelo (Urano) con su
nieto (Zeus, salvado por la madre) a travs de un padre canbal (Cronos).
Al rechazar la poltica parlamentaria respecto de la cual (fantasea
Copi en Ro de la Plata) haba sido concebido por su padre, Copi se
postula como una contraccin de imagen-materia, hijo directo de Urano
y Gea: agua, tierra, luz y aire contrados, no slo antes de reconocerlos
o representarlos, sino antes de sentirlos (Deleuze, Diferencia 99-123), en
un ms all de las categoras clave de las teoras clsicas del parentesco:
alianza y filiacin, y en un ms all, incluso, del presente como una mera
sucesin de instantes: las acciones, en Copi, responden a la lgica de
la dure que, como sabemos, Bergson vincul en un primer momento
con la vida interior de la conciencia, pero que, a partir de La evolucin
creadora, amplific progresivamente al mbito de la vida y el universo
como totalidad. La dure es una dimensin de la realidad que coincide con
el Todo: flujo de un ser-tiempo que cambia, que dura mientras cambia
y que produce lo nuevo, lo cual nos conduce directamente a esta tesis
esencial para la literaturra de Copi: el todo no est dado.
De acuerdo con Bergson, no puede concebirse el paso del tiempo a
menos que el presente se duplique en un pasado puro que insiste en el
presente, hasta el punto que hay que considerarlo como el fundamento
mismo que lo hace devenir. La paradoja constitutiva del tiempo hace
referencia precisamente a este carcter del pasado en relacin con el
Formas de reproduccin 91
presente: el presente no podra pasar a menos que el pasado puro
coexista con l. Es imposible dar cuenta del continuo devenir del
presente limitndose a la relacin de sucesin, y es preciso una sntesis
ms profunda de relaciones temporales: la sntesis de la Memoria como
sntesis trascendental de un pasado puro.
La Memoria (eso que El uruguayo pretende tachar, pero no borrar)
es el fundamento del Tiempo, la sntesis fundamental que constituye el
ser del pasado (lo que hace pasar el presente). No es que el pasado sea
un antiguo presente que ha dejado de existir, sino todo lo contrario: es
la profundidad propia del tiempo, de la que depende el propio presente
para pasar a la existencia. El presente hunde sus races en el tiempo
absoluto y, tal vez por eso, hacia el final de La vida es un tango (hacia el
final de su vida), Silvano Urrutia encuentra en una gruta, mientras se
asa una iguana, un dibujo (imagen, simulacro o fantasma) que l mismo
haba hecho en su primera juventud y que lo muestra en su madurez
parisina en ejercicio reproductivo con su mujer francesa. Arlette no
tardar en aparecerse en santidad ante los ojos delirados de Silvano
y Pelito, con la misma boa roja de siempre, cantando Nini peau
dchien, el melanclico suceso del cabaret de Aristide Bruant.
Todo presente actual, lo subraya cada lnea que Copi escribi y que
indic tachar, no es ms que el pasado entero en su estado ms contrado:
el pasado, por eso, no pasa, sino que persiste, insiste, consiste, es el
fundamento ltimo del paso. Si lo propio del presente es la existencia
actual bajo la forma de una sucesin de diversos instantes (antes y
despus), el pasado puro, fundamento y profundidad del Tiempo, en
cambio, se caracteriza por la coexistencia virtual de sus diversos
niveles con el presente. Cada punto de presente, en la lgica de Copi,
contiene todos los yacimientos de pasado y, por lo tanto, supone todos
los posibles narrativos. La naturalidad con la que Copi los transita
tiene que ver con esa comprensin profunda de la sntesis disyuntiva
propia del Tiempo.
La sntesis disyuntiva es, adems, el rgimen relacional caracterstico
de las multiplicidades: el devenir no es una metfora sino una relacin
real (molecular e intensiva) propio de la manada (pero no de la masa).
Devenir no es imitar, pero tampoco producir una filiacin, producir
por filiacin (Deleuze y Guattari, Mil mesetas 292). Aunque produccin
y devenir tienen que ver con la naturaleza y los dos son intensivos y
92 Daniel Link
prerrepresentativos, devenir es una intervencin contra natura del
hombre y de la naturaleza, lejos de la produccin filiativa, de la
reproduccin hereditaria (Mil mesetas 296): las particiones (Jean/ Luc),
las bodas contra natura, son la verdadera Naturaleza que atraviesa los
reinos de Copi, poblados en todas direcciones por multiplicidades de
manada (de rata), y nunca, jams, de masa, que suponen otra relacin
con la divinidad, como la simple comparacin con las Memorias de
Schreber (ledas por Canetti18) permite comprender.
En 1893, a los 51 aos, poco tiempo antes de ser internado por
segunda vez, Daniel Paul Schreber tuvo, en una de esas duermevelas
deliciosas en la que cualquier fantasa nos arrebata, un pensamiento
perturbador que articulaba dos misterios, el goce femenino y el poder:
Qu lindo sera ser una mujer sometida al coito (Es doch eigentlich
recht schn sein msse, ein Weib zu sein, das dem Beischlaf unterliege).
Unterliegen es el trmino legal que Schreber usa para definir esa condicin
de sujecin a un podero muy inscripto en la doxa del xix, que l asocia
con no sabe bien qu voluptuosidades. La simple idea, cuando medita
en ella, lo asquea.
Poco despus se da cuenta de que Dios, con la mediacin de
fuerzas, rayos y nervios, quiere volverlo una mujer para cogrselo
bien cogido y engendrar en su vientre una nueva raza, habida cuenta
de que la especie humana ya haba tocado fondo. En ese tocar fondo,
y en esa supervivencia de uno solo (reverso exacto del soberano),
encuentra Canetti los argumentos para la postulacin de dos formas
de multiplicidad: de masa y de manada.
Sigmund Freud intent demostrar que la paranoia funcionaba
como mecanismo de defensa contra la homosexualidad. Pero la fantasa
de Schreber (goce femenino, emasculacin, gestacin) es menos
homosexual que trans. Tuvo que pasar todo el siglo xx para que quedara
clara esa diferencia lgica.19
La homosexualidad (en el horizonte cultural de Freud, que es
tambin el de Proust) responde a una lgica de la inversin cuyo
presupuesto es que existen determinados trascendentales (el Hombre
y la Mujer). La transexualidad, por el contrario, se propone como una
inmanencia absoluta, vaca de cualquier trascendental y que, adems,
(si algo se aparta de esta regla dorada), no ser transexualidad, sino
otra cosa.
Formas de reproduccin 93
La obra de Copi, como ya he sealado en otra parte, al rechazar
las ficciones guerreras del Estado nacin, pone en crisis las figuras
asociadas con el lmite interior del Estado: el misionero, la princesa Inca,
el Papa, el presidente, los movimientos de liberacin homosexual, las
instituciones de bien pblico.
Su obra es transnacional (lo trans es su tema, pero tambin lo que
define su lgica) y, por lo mismo, translingstica: habla, llamndose
rat, el lenguaje irrecuperable de las ratas. He preferido colocarme
en el no mans land de mis ensoaciones habituales, hechas de frases
en lengua italiana, francesa y de sus homlogas brasilea y argentina,
entrecortadas con interjecciones castellanas, segn la sucesin de escenas
que mi memoria presenta a mi imaginacin (346), escribi Copi en un
manuscrito que se guarda en la antigua abada normanda de Ardenne.20
De esa tierra de nadie de la ensoacin, la imaginacin y la memoria,
Copi deriva una lgica del territorio (el Uruguay esquizo de El
uruguayo, la Dfense en La torre de La Defensa, Las escaleras de Sacr
Cur, la selva, la luna, la estepa siberiana, los hielos rticos), una lgica
del lenguaje y una lgica de la transexualidad.
En Copi no hay homosexuales, ese invento desdichado del siglo
xix, y los pocos que hay mueren en La guerre des pds, traducida como
La guerra de los putos, La guerra de las mariquitas y La guerra de las mariconas,
en un devaneo nominativo que no hace sino subrayar, en la lgica de
Copi, la dificultad del Nombre (Ral, Jean/ Luc, Ahmed, etc...).
Copi transforma la escritura en una tachadura (ms del lado del tajo
que del borramiento o el fantasma) y, as, hiere de muerte el imaginario
(en ese sentido, su arte es un arte de lo trans). Ningn delirio (psictico
o terico) que pretenda triunfar sobre el pnico a la sntesis disyuntiva
como rgimen relacional caracterstico de las multiplicidades.
Que Dios exista, dice Raulito en Cachafaz, depende de la suspensin
de las categoras y las determinaciones, las jerarquas, los sistemas de
alianza y de filiacin (cachafaz Pero si vos sos un puto!/ raulito
Pero entonces Dios no existe!). Es la klesis como suspensin de todas
las vocaciones. Si es que entiendo bien lo que quisieron decir Schreber
y Copi, uno desde dentro del discurso paranoico y el otro desde fuera:
Dios es lo transitivo del gnero, pero tambin la contraccin del Tiempo
y el fundamento de un matrimonio aberrante entre el cielo y el infierno
cuyos esponsales se celebran (cada vez) con un banquete de e-rratas
94 Daniel Link
(ac las ratas las servimos al plato, dice Pablo no el de Tarso sino
el de Tango-Charter).
Si, como sabemos desde El uruguayo, el nombre no representa a la
cosa sino que se articula carrolianamente con otros nombres, y otros, y
otros, la palabra tiene efectos de delirio. Dicho en los trminos propios
de la lgica translingstica de Copi: irrealiza el mundo. Slo cuando
se rompe la cadena, cuando la relacin entre nombre y nombre se
interrumpe, cuando la tachadura se imprime como poltica, cuando en
el bao ceremonial irrumpe la sierpe realidad ahta de rata, se realiza lo
imaginario. Esa irrupcin, esa emergencia (el estado de emergencia o
de excepcin contra el que se recorta la voz de Copi) corta la cadena
de los nombres, suspende la representacin, y, con ella, las alianzas y las
filiaciones. Hiere al imaginario y, al mismo tiempo, sutura lo simblico
(el cordero) con lo Real-tab, la rata que sale, humeante, directo al plato,
que digo plato: a los mil platos. Y digo ms: Qu plato!
Notas
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Este texto fue escrito en el marco de una beca de investigacin patrocinada por la Simon
Guggenheim Fundation y constituir uno de los captulos del libro La lgica de Copi.
Incluida en Copi. Teatro I. Buenos Aires, el cuenco de plata, 2011. Trad. Guadalupe Marando.
Ver Handke, Peter. Los secretos pblicos de la Tecnocracia y El viaje a La Dfense en
Cuando desear todava era til.
Ver Link, Daniel. Fantasmas. Imaginacin y sociedad.
Nueva antropologa y antropofagia constituyen, como se sabe, la matriz de Cachafaz.
A propsito de estos asuntos, Ral Antelo, en una comunicacin personal, me sugiere que
Ahmed (ese Otro de Occidente) vaca la sierpe realidad (esa cinta de Mbius que tal vez sea el
lenguaje) y la llena de e-rratas: habr que meditar sobre esa leccin.
Incluido en Obras (tomo I).
VerTiqqun. Introduccin a la guerra civil.
El narrador es consciente de los disparates en los que incurre, pero (como ya lo hemos visto),
lo que designa el campo operacional en el que Copi se mueve es el teatro, llama coup de
thtre a esas suspensiones de los rdenes culturales: Coup de thtre: les gens se sont mis
ressusciter (42) y Deuxime coup de thtre: le prsident est de retour (62). El Coup
de thtre es terminologa tcnica de la dramaturgia, pero adems, recuerda al coup de
ds mallarmeano. La carta que el personaje Copi escribe a su Matre est intervenida por
algunas notas a pie de pgina (cuatro) que suponen una instancia enunciativa diferente. Estas
notas no estn firmadas, pero la convencin genrica, qu sentido tiene una nota al pie en
una carta?, adems del videmment de la tercera nota (Les limites entre la plage et la ville
sont prsent imaginaires, videmment, 26) sugieren una instancia enunciativa compleja.
Cito por la edicin original en francs: Copi. LUruguayen.
Ya Groucho Marx asociaba al Uruguay a cierta esquizofrenia y traduca Uruguay como Your
own way (You are going Uruguay, and Im going my way en Animal Crackers, 1930). El
brasileo Murilo Mendes, deca que Uruguay estaba limitado ao norte por Lautramont, ao
Formas de reproduccin 95
sul por Laforgue, a leste por Supervielle. O pais nao tem oeste. Las principales producciones
de Uruguay son, para el mismo autor: Lautramont, Laforgue y Supervielle.
El Uruguay consta de tres habitantes: Lautramont, Laforgue, Supervielle, que forman un
governo colegiado. Los dems habitantes se encuentran exiliados en Brasil (O Uruguay,
poema de 1972).
11
La primera nota cita el delirio: explicacin tan delirante (como si el resto no lo fuera).
12
Ver, Amcola, Jos.LUruguayen de Copi como espejo del triple estereotipo.
13
[...] tout peut tre une place du moment o ils peuvent la dfinir par un mot. Et pour a ils
ne se gnent pas, croyez-moi. Ils narrtent pas dinventer tous les mots qui leur passent par
la tte. Si lun deux me voyait crire en ce moment (pour crire je me cache) il pourrait lui
arriver dinventer un mot pour mon cahier, mon stylo et moi-mme [] et ce mot deviendrait
automatiquement une place quil remplirait aussitt, me laissant en quelque sorte en dehors
(14).
14
Ver la entrevista de Sivia Rudni a Copi en Teatro: Copi vuelve al primer amor.
15
El simulacro o fantasma no es simplemente una copia de copia, una semejanza infinitamente
relajada, un cono degradado [ ... ] (167) El simulacro es precisamente una imagen demonaca,
desprovista de semejanza; o, mejor dicho, a la inversa del cono, ha puesto la semejanza en el
exterior y vive de diferencia (Deleuze, Gilles, Diferencia y repeticin. 197-198.
16
En la mitologa hind, por el contrario, la rata es el vehculo del dios-elefante Ganesha y en
el horscopo chino, se sabe, las caractersticas de la rata son la creatividad, la honestidad, la
generosidad, la ambicin, el despilfarro, la fertilidad, todos los rasgos que se podran aplicar
sin titubeo a la imaginacin de Copi.
17
Ver Deleuze, G. Diferencia y repeticin pg. 165-166 y tambin Viveiros de Castro, Eduardo.
Metafsicas canbales.
18
Ver Canetti, Elas. Poder y paranoia en Masa y poder.
19
Y para que la teora psicoanaltica se despojara de esos restos de heterenormatividad (Freud
consideraba un triunfo el poder defenderse de sus propias tendencias homosexuales).
20
Ver Copi, Ro de la Plata en Obras (Tomo I).
Bibliografa
Amcola, Jos. LUruguayen de Copi como espejo del triple estereotipo.
Le Ciremia. Centre Interuniversitaire de Recherche sur lEducation
et la Culture dans le Monde Ibrique et Ibro-Americain, 2005. Le
Ciremia Web. Universit Franois-Rabelais de Tours 29-01-2005.
Canetti, Elas. Poder y paranoia. Masa y poder. Barcelona: Random
House/Mondadori-Crculo de Lectores, 2005.
Copi. La ciudad de las ratas. Buenos Aires: El cuenco de plata, 2009.
_____ La torre de La Dfense. Teatro I. Guadalupe Marando, trad. Buenos
Aires: El cuenco de plata, 2011.
_____ LUruguayen. Paris: Christian Bourgois, 1973.
_____ Teatro I. Guadalupe Marando, trad. Buenos Aires: El cuenco de
Plata, 2011.
_____ Ro de la Plata. Obras (Tomo I). Barcelona: Anagrama, 2010.
Cournot, Michel. Presentacin. Obras I. Barcelona: Anagrama, 2010.
96 Daniel Link
Deleuze, Gilles. Diferencia y repeticin. Buenos Aires: Amorrortu, 2002.
_____ y Flix Guattari. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia:
Pre-textos, 1988.
Handke, Peter. Cuando desear todava era til. Barcelona: Tusquet, 1978.
Link, Daniel. Fantasmas. Imaginacin y sociedad. Buenos Aires: Eterna
cadencia, 2009.
Rudni, Silvia. Teatro. Copi vuelve al primer amor. Primera Plana. 9
enero, 1965.
Schreber, Daniel Paul. Memorias de un enfermo nervioso. Ramn Alcalde,
trad. Buenos Aires: Perfil Libros, 1999.
Tiqqun. Introduccin a la guerra civil. Madrid: Melusina, 2008.
Viveiros de Castro, Carlos. Metafsicas canbales. Buenos Aires: Katz
editores, 2011.
Captulo 2
Pilchitas de polister
y santidad de virgen
Indio Solari, La murga de la virgencita
Puig excntrico
Podemos considerar, sin caer en el uso publicitario de la figura, a
Manuel Puig como un escritor excntrico? La pregunta se inscribe en
el debate que plantea el propio libro en el que la estamos formulando,
y es el formato de este libro, su propia ley de consignacin, la primera
contrasea de entrada a la cueva de los que no tienen casa. De ese modo,
y antes de utilizar esa misma llave (consigna, contrasea) para entrar
una vez ms y por diferentes lugares a la obra de Puig, ya sabemos que
ser bienvenido en la casa-archivo que albergue a Copi, a Willcock,
a Levrero. Entonces y paradjicamente, Puig sera un excntrico no
porque su nombre no pueda entrar en determinados cnones (de eso
nos ocuparemos luego), sino porque su firma se deja reunir con placer,
se con-signa, junto a las de otros cuyo nomadismo o sedentarismo
ermitao, cuya extraeza o extranjera, son irreductibles, lo que los
vuelve resistentes a toda reunin.
1. Motivos para no incluir a Puig en la categora de excntrico
Manuel Puig fue nominado para el premio Nobel de literatura en
el ao 1982. La nominacin parti de la academia sueca y coincidi
con el xito que tuvo en Estocolmo la versin teatral de El beso de la
mujer araa, ofrecida en un teatro municipal, tres aos antes de que la
pelcula dirigida por Hctor Babenco resultara finalista de los premios
Oscar y William Hurt ganara uno por su interpretacin de Molina.
15
16
17
18
19
tambin en 1976, pero en Buenos Aires. De Diego encuentra los motivos de la diferencia
de consideracin sobre el lugar de estas novelas como produccin en el exilio ya sea por los
lugares de edicin o bien porque Puig siempre fue considerado un exiliado ms poltico
que Saer (186), o por los temas que abordan. En una lnea de lecturas que consagr la
metfora como la forma ms legtima de escribir (y publicar) durante la dictadura, Puig sigue
incomodando a los crticos.
Puig recurre a Luiz Ottavio Barreto Leite (que al ao siguiente traducira Maldicin eterna a quien
lea estas pginas para Nova Fronteira), como lo haba hecho antes con Agustn Garca Gil para
asesorarse en expresiones mexicanas durante la escritura de Pubis angelical.
En su tesis de posgrado, dos Santos Menezes (2006) realiza un interesante anlisis de las dos
versiones, desde el punto de vista del anlisis del discurso. Interesa en este caso en particular
el anlisis de cmo Puig construye un espaol cuyo lugar de enunciacin no pueda precisarse
en una regin especfica de habla hispana. Dos Santos Menezes analiza esto a partir del
registro lxico, que utiliza regionalismos de diversos lugares, y de las estrategias de Puig para
evitar el voseo, a partir de la manipulacin de tiempos y personas verbales. Si bien dos
Santos Menezes trabaja a partir de las versiones publicadas, sus observaciones cobran mayor
relevancia en el contraste con los manuscritos conservados, ya que las desgrabaciones de las
entrevistas eran completamente en segunda persona del singular, persona que Puig cambia
por la tercera.
Las transcripciones que aparecen en este captulo son tomadas del Archivo digital Manuel
Puig, organizado por Graciela Goldchluk y Mara Puig, con colaboracin de Pedro Gergho y
Giselle Rodas. Agradezco a Carlos Puig la autorizacin para utilizar el material, tanto en mis
artculos como en las clases de Filologa Hispnica, as como la generosidad con que publica
peridicamente parte de ese material en el sitio de la Biblioteca de Humanidades, con acceso
libre y gratuito.
En la transcripcin, las palabras en cursiva remiten a agregados manuscritos, y las que estn
entre corchetes son palabras completadas para su mayor comprensin.
El tango Uno, de Enrique Santos Discpolo (1943), reaparece como referencia casi obligada
en el momento de pensar una conciencia lingstica de esta forma gramatical: Uno busca
lleno de esperanzas/ el camino que los sueos/ prometieron a sus ansias....
Bibliografa
AA.VV. Argentino de literatura I. Escritores, lecturas y debates. Santa Fe:
Universidad Nacional del Litoral, 2006.
Archivo digital Manuel Puig, organizado por Graciela Goldchluk y
Mara Puig, con colaboracin de Pedro Gergho y Giselle Rodas.
Disponible en parte en http://www.fahce.unlp.edu.ar/biblioteca/
labiblioteca/archivo-digital-manuel-puig.
Bajtin, Miajil M. Problemas de la potica de Dostoievsky. Buenos Aires: Fondo
de Cultura Econmica de Argentina, 1993.
Blanchot, Maurice. El espacio literario. Barcelona: Paids, 1992.
Derrida, Jacques. El monolingismo del otro o la prtesis de origen. Horacio
Pons, trad. Buenos Aires: Manantial, 1997.
El escritor brasileo Valncio Xavier Niculitcheff (1933-2008)
deshizo la disyuntiva de Blake, hand or eye, por una superposicin de
ambos trminos y, al mismo tiempo, desdobl el reluciente incendio
nocturno, burning bright, en una flexin de lo que arde que, como
sabemos, despus de Duchamp, es siempre el arte, the hot ars/arse.
Result:
Tigre tigre
Ardendo ardente
Nas florestas da noite
Que imortal olho mo
Pde traar tua terrvel
Simetria?1
6
7
8
10
11
12
13
15
16
17
18
Bibliografa
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. Antonio Gimeno
Cuspinera, trad. Valencia: Pre-Textos, 2005.
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Xalapa: U Veracruzana, 2008. 249-264
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Mora Brauchli, Leticia. Domar a la divina garza: el rito de la escritura
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Payno, Manuel. Los bandidos de Ro Fro. Mxico: Porra, 2003.
Pitol, Sergio. Domar a la divina garza. Mxico: ERA, 2000.
_____ El viaje. Mxico: ERA, 2000.
Paisagem quadrilngue:
deslocamentos poticos em Murilo Mendes
Francine Fernandes Weiss Ricieri
Universidade Federal de So Paulo, Campus Guarulhos
A Jorge Burlamarqui
1.
Tangencia Stphane Mallarm.
Considera a estrutura do silncio.
Bibliografia
Antelo, Raul. A (Infinita) Inveno do Finito. UniLetras 25/1 (2003):
63-73.
Bandeira, Manuel. Murilo Mendes. Poesia Completa e Prosa. Luciana
Stegagno Picchio, ed. Rio de Janeiro: Editora Nova Aguilar, 1990.
629.
Cordeiro, Andr Teixeira Deixar-se como Herana para a Humanidade,
Ismael Nery e a Fase Surrealista. Travessias: Revista Eletrnica de
Captulo 3
1
Para ser autor, hace falta algo ms que escribir, publicar o posar.
Para ser un autor, hace falta un lector. Es ms: se puede llegar a nacer
como autor, antes de escribir, publicar o posar, a condicin de ser
ledo. Es lo que le ocurri a Jorge Mario Varlotta Levrero. Antes de
que empezara a escribir, publicar y posar, encontr un lector perspicaz,
como ngel Rama, quien ley lo que an no haba escrito. Los libros
no llegan solos al mundo de la literatura. Son precedidos por bibliotecas
reales y virtuales, que determinan el lugar que han de ocupar, central o
lateral, en esa sucesin de nombres, obras y fechas, llamada tradicin,
historia, canon.
2
En 1966, aparece una clebre antologa, intitulada Aqu, cien aos
de raros, en que ngel Rama lee la historia de la literatura uruguaya,
apropindose de una categora inventada por Rubn Daro, en un
libro de 1896. Ambas obras aparecen en un momento de irrupcin de
movimientos, no meramente nacionales y locales, sino resueltamente
intercontinentales y globales, como pudieron ser el modernismo o
aquello que fue dado en llamar, para bien y para mal, el boom.
Los parentescos pueden resultar a veces engaosos y el del libro de
Rama con el de Daro no lo es menos. En Los raros, Daro recopila, desde
una perspectiva cosmopolita, aunque pasablemente afrancesada, una
serie de semblanzas de autores simbolistas o decadentistas, segn un
corte horizontal, que le permite leer como contemporneos, entre otros,
Y luego agrega:
Desgraciadamente esta imagen que me asalta de improviso, casi a diario,
no viene nunca acompaada del texto que se supone estoy escribiendo; sin
embargo, en forma paralela y por completo independiente de esta imagen,
est el deseo de escribir sobre ciertas experiencias mas, lo que corresponde
a algo que llamo para m novela luminosa y que se contrapone a la llamada
tambin para mis adentros novela oscura.(Novela luminosa 455)
47
Una tercera posibilidad: ya no se trata de una imagen autorreflexiva
obsesiva, sino de una experiencia trascendente. En El prefacio histrico
a la novela luminosa, Levrero escribe:
No estoy seguro de cul fue exactamente el origen, el impulso inicial que me
llev a intentar la novela luminosa, aunque el principio del primer captulo
dice expresamente que este impulso precede de una imagen obsesiva []. Mis
dudas se refieren ms bien al hecho de que ahora, al evocar aquel momento, se
me aparece otra imagen, completamente distinta, como fuente de impulso; y
segn esta imagen que se me cruza ahora, el impulso inicial fue dado por una
conversacin con un amigo. Yo haba narrado a este amigo una experiencia
personal que para m haba sido de gran trascendencia, y le explicaba lo difcil
que me resultara hacer con ella un relato. De acuerdo con mi teora, ciertas
experiencias extraordinarias no pueden ser narradas sin que se desnaturalicen;
es imposible llevarlas al papel. Mi amigo haba insistido en que si la escriba
tal como yo se la haba contado esa noche, tendra un hermoso relato; y que
no solo poda escribirlo, sino que escribirlo era mi deber.(13)
53
En el Diario de la beca, se produce una verdadera revolucin egotista.
Levrero describe en detalle, no solamente su vida cotidiana, hecha de
obsesiones, manas, rituales, prohibiciones, dolores, insomnio, consumo
de pornografa, sino tambin su vida onrica. Hay unos treinta sueos
transcriptos. Levrero no solo se contenta con contar sus propios sueos
sino que tambin a veces refiere sueos ajenos, que amantes o amigos le
han contado y que conserva escrupulosamente en un archivo. Levrero
fue un archivista de sueos.
54
Los sueos que transcribe Levrero en este diario son muy
semejantes a los sueos que introduce en sus ficciones, a tal punto que
se vuelve imposible, por no decir superfluo, distinguirlos. La caligrafa
del sueo no se amolda a la divisin entre lo imaginario y lo real.
Levrero suea como escribe y de algn modo escribe como suea. No
es casualidad que en las transcripciones de sus sueos recurra a una
terminologa literaria. Sus sueos tienen argumento, mayor o menor
tiempo narrativo, a veces estn divididos en captulos, otras veces son
realistas y sus acciones se desarrollan en tiempo real. De hecho, en
su taller literario, Levrero propone a sus alumnos transcribir un sueo
y a partir de esta trascripcin, escribir un segundo relato borrando las
huellas del primero. A pesar de esta imposibilidad para distinguir un
sueo real (verdaderamente soado) de un sueo artificial, (inventado
para una novela), el mero hecho de incluirlos en un escrito ntimo y
56
Soaba que estaba despierto: la frmula recuerda la clebre
paradoja del mentiroso, a tal punto de que se podra hablar de la paradoja
del soador. No tanto porque el verbo soar engendre como el verbo
mentir una especie de espiral vertiginosa entre diferentes niveles de
lenguaje, borrando la frontera entre la verdad y la mentira, sino porque
al asociar soar con su contrario se produce un cortocircuito entre el
dormir y el despertar: para soar que se est despierto es necesario estar
dormido. La experiencia onrica produce una subjetividad desdoblada,
fundada en la falta de coincidencia entre lo que un sujeto hace y lo que
dice, lo que piensa y lo que suea, el autor del sueo y el autor de la vigilia.
57
Este desdoblamiento aparece tambin en ciertos sueos erticos,
que plantean el clsico problema de la responsabilidad del soante en
lo que suea. El 17 de febrero del 2001, Levrero escribe:
58
Levrero no solo transcribe los sueos sino que tambin los
interpreta, buscando un sentido ah donde aparentemente no hay ningn
sentido, segn dos hermenuticas epistemolgicamente incompatibles:
una hermenutica de inspiracin psicoanaltica y otra hermenutica
parapsicolgica.
59
El lunes 28 de mayo del 2001, Levrero suea que entraba en una
pieza, tal vez una cocina, donde haba una canasta. En la canasta, vea
varios objetos, entre ellos, un gran gusano verdoso o amarillento.
El tamao era desproporcionado como medio metro de largo, o ms, y unos
diez centmetros de dimetro, o ms como si ms bien fuera un mueco
con forma de gusano, o un adorno de mal gusto; pero era un gusano real.
Alguien le haba asestado una cuchillada, y la gran cuchilla, como la que uso
yo para cortar la carne cruda, estaba todava enterrada en el cuerpo; el cuerpo
se haba dividido en dos partes, pero no del todo. La parte izquierda era
ms larga que la parte derecha, y se vea a cada lado de la cuchilla un crculo
de esa carne seccionada, que era de un color ms claro que el del exterior
del cuerpo. El gusano estaba completamente quieto, por lo que supuse que
estara muerto; y no haba a la vista ni sangre ni ninguna clase de humor que
pudiera haber segregado la herida; el corte era ntido y, digamos, seco. (436)
60
El 30 de octubre del 2000, transcribe otro sueo, con una trama
intrincada, que no recuerda muy bien, donde se produce una serie
de asesinatos, vagamente relacionados con una historia de amor.
Al da siguiente, en lugar de ir al supermercado, Levrero cambia
repentinamente de decisin y se dirige a un puesto de libros usados, con
la conviccin de que el librero haba recibido algunas novelas policiales
de la coleccin Rastros. No solo encuentra cinco novelas policiales, sino
que una de ellas, intitulada La muerte asiste a la boda, confirma el carcter
premonitorio de su sueo, al asociar asesinato y amor.
En esta hermenutica parapsicolgica, que coexiste con la
hermenutica freudiana, el sueo ya no es interpretado en funcin de la
vida anmica de un sujeto, sino en virtud de una serie de sincronicidades.
Ya no es un sueo cerrado sino un sueo abierto. Ya no es el producto
de un inconsciente individual, sino de un inconsciente colectivo, donde
todo est conectado: lo que est adentro con lo que est afuera, lo que
Mis contribuciones iniciales al anlisis de los otros dos elementos pueden encontrarse en
las publicaciones Canbales por Cali van: Andrs Caicedo y el gtico tropical y Andrs
Caicedo y la sexualidad de los angelitos.
El nombre de esta plaza, sitio tradicional de congregacin y espectculos desde tiempos
coloniales, y en la actualidad concurrido lugar de operaciones de escribanos pblicos,
lustrabotas y vendedores ambulantes, as como punto de encuentro y tertulia para desocupados
y desempleados y sitio obligado de visita para turistas, debe su nombre no al escritor en
cuestin sino a Joaqun de Caycedo y Cuero, ltimo Alfrez Real de la ciudad de Cali, cuya
estatua en bronce preside la plaza.
Ospina y Romero Rey en su prlogo a Destinitos fatales ya resaltaban a mediados de los
ochentas estos aspectos de la escritura de Caicedo, presentando sus textos como uno de los
pocos ejemplos en la literatura colombiana que no pertenece a la cultura oficial:, ni sus textos
van a ser de obligada lectura escolar, ni recibir condecoraciones post-mortem. Sin embargo
[] representa una de las obras ms vitales, agresivas, trgicas, inteligentes y profundamente
divertidas, que se hayan producido en muchos aos en Colombia (24).
Caicedo escribe adems el ensayo Los hroes al principio sobre La ciudad y los perros de
Mario Vargas Llosa.
La version original de The Rolling Stones que Caicedo traduce dice [] summers here and
the time is right for fighting in the street, boy.
Los casos analizados por Santos incluyen el del tropicalismo brasilero y el movimiento
Tucumn Arde de Argentina, junto con los de escritores considerados pioneros como Manuel
Puig y Jose Agrippino de Paula y los de aquellos vistos como fuentes de consolidacin de esta
tendencia, entre los cuales estaran Luis Rafael Snchez, Severo Sarduy, Haroldo de Campos,
Clarice Lispector y Csar Aira.
De hecho, es a travs de este volumen que Alberto Fuguet descubre a Caicedo en una
librera de Lima, como lo hace constar en su artculo El hombre que vea demasiado y en
su libro Apuntes autistas (2007), as como en la entrevista que le hace Carlos Sotomayor. Una
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versin revisada de El hombre que vea demasiado se incluy como parte del prlogo
escrito por Fuguet para la edicin latinoamericana de la novela inconclusa de Caicedo Noche
sin fortuna publicada por Editorial Norma en 2009.
Sobre la manera en que la novela de Caicedo desafa la nocin del cronotopo de Bakhtin
puede consultarse el ensayo de Valencia.
Sobre el perene debate generado entre los que favorecen el empleo de la palabra salsa para
referirse a este tipo de msica y los detractores de tal vocablo hay numerosas fuentes. Vase
por ejemplo Padura Fuentes. Utilizo aqu el trmino por ser el empleado por Caicedo en su
novela.
Para un anlisis del elemento de la rumba y sus componentes como base de una lectura de
la novela de Caicedo a la luz de la teora de Bentez Rojo sobre la performance y la cierta
manera de los pueblos caribeos puede consultarse el ensayo de Ortiz Caraballo.
Las bastardillas aparecen en el texto original a menos que se indique lo contrario.
No deja de parecer irnico que la narradora adopte esta postura frente al rock cuando
la escritura misma de Caicedo est tan marcada por la cultura popular estadounidense, y
parecera indicar una ruptura de esta obra con ejemplos anteriores de su obra. Sin embargo,
el final de la novela, en el que se da cabida a una nocin integradora y transcultural de la
identidad, problematiza esta idea.
El trmino fue acuado por Ortiz para responder, desde un locus latinoamericano, al
concepto de aculturacin desarrollado por la antropologa durante los cuarentas. La nocin
de transculturacin implicaba una resistencia a la idea de la homogeneizacin de una cultura
receptora a manos de una cultura invasora, proponiendo en cambio un toma y daca, un
intercambio que ira en ambas direcciones.
Romero Rey ha compilado una amplia identificacin de citas musicales en su libro Andrs
Caicedo, o la muerte sin sosiego, 59-90.
Obras citadas
Andrs Caicedo: Unos pocos buenos amigos. Dir. Luis Ospina: Instituto
Colombiano de Cultura & Compaa de Fomento Cinematogrfico,
1986. Documental.
Aparicio, Frances. Listening to Salsa: Gender, Latin Popular Music, and Puerto
Rican Cultures. Music / Culture. George Lipsitz, Susan McClary y
Robert Walser, eds. Hanover: Wesleyan UP, 1998.
Bentez-Rojo, Antonio. The Repeating Island: The Caribbean and the
Postmodern Perspective. 1992. James E. Maraniss, trad. 2nd. ed.
Durham: Duke UP, 1996.
Bhabha, Homi K. Of Mimicry and Man: The Ambivalence of Colonial
Discourse. October 28 (Spring 1984): 125-33.
Caicedo Estela, Andrs. Destinitos fatales. Luis Ospina y Sandro Romero
Rey, eds. Bogot: Oveja Negra, 1988.
_____ El atravesado. 1975. Santaf de Bogot: Norma, 2001.
_____ Maternidad. Caicedo Estela, El atravesado 73-82.
xodo
En 1965, Hilda Hilst siente el deseo de obedecer a un llamado que
transformar su vida y su escritura. Luego de leer Carta al Greco de Nikos
Kazantzakis, la autobiografa del poeta, novelista y pensador griego de
la primera mitad del siglo xx, decide acatar el impulso que la llama al
retiro. As, abandona su agitada vida social en la capital paulista su casa
en Somar era muy frecuentada por artistas e intelectuales y se muda
a una fazenda a once kilmetros de Campinas, propiedad de la familia
de su madre, en la cual comienza a construir su propia casa que bautiza
con el nombre Casa do Sol. En sus palabras:
Me fechei nesta casa aos 33 anos para criar uma obra literria. Era o auge da
minha beleza. Reneguei minha agitada vida social, namorados, famlia, tudo.
Foi uma atitude radical. Me entreguei por inteiro.
[]
ao acordar, me mantinha fechada com a mquina de escrever em meu
quarto. S me liberava para sair de l aps escrever no mnimo quinhentas
palavras. Alguns dias eram terrveis porque no conseguia escrever e saa do
quarto s no final da tarde, para brincar com meus cachorros! (Chiodetto
150)
Este lamento sobre la poca atencin que se ha dispensado sobre su obra, es ledo hoy como una
ficcionalizacin de s misma que realiz Hilst en muchas entrevistas y que fue no slo credo
sino tambin repetido por una parte importante de la crtica que se convirti en defensora de
la escritora. Como seala Edson Costa Duarte, en el archivo documental de la escritora fueron
encontrados 620 textos que remiten a artculos publicados en la prensa brasilea y en la del
exterior, muchos firmados por crticos reconocidos: Nos anos 50 e 60, aparecem apenas notas,
tmidas resenhas e poucos textos mais ensasticos. Depois, nos anos 70, ocorre um aumento
considervel da quantidade dos textos, podendo-se selecionar alguns que so muito precisos
nas consideraes feitas a respeito da obra de Hilst. Nos anos 50 e 60, encontr m-se textos de
Srgio Buarque de Holanda, Srgio Milliet, Jorge de Sena, Wilson Martins e Anatol Rosenfeld.
Nos anos 70 a 90: Nelly Novaes Coelho, Sbato Magaldi, Leo Gilson Ribeiro, Ivan Junqueira,
Flora Sussekind, Augusto Massi, Cludio Willer, Jorge Coli, Berta Waldman e Vilma Aras,
Eliane Robert Moraes etc. A partir de 2001, quando da edio das Obras reunidas de Hilda Hilst,
fica a cargo de Alcir Pcora, docente da Unicamp, a redao das notas introdutrias de todos
os volumes (Costa Duarte 2). No obstante, el aislamiento de la obra de Hilst puede seguir
siendo ledo desde la dificultad de asirla y clasificarla. Al no enlistarse en ningn movimiento
literario de su poca, queda sola en su singularidad.
En efecto, todos los cuentos adems de la estructura dialgica ya descripta, cuentan con tres
personajes-narradores. En Fluxo, Ruiska, Ruisis e Rukah; en Osmo, Osmo, Mirtza e Kaysa;
en Lzaro, Lzaro, Rouah y Cristo; en Floema, Koyo, Haydum y Kanah.
En su anlisis sobre Henri Bremond, Michel de Certeau escribe: Todo lo atrae hacia lo
que llama el Santo de los Santos, hacia el vaco del que se apart el creyente al dejar de
creer y que tambin agobia al contemplativo en busca de Dios. En ese vaco interior est
oculto un secreto: una Presencia, retirada en el silencio. Ah, en el sentimiento de la ausencia,
debe encontrarse la seguridad que curar un desamparo semejante: Dios nunca est ms
presente [] que cuando calla [] Los abandonos, comenta Bremond, no hacen ms que
prepararnos a Dios, nos lo ofrecen. Paradoja, absurdo, tautologa y verdad de la experiencia
mstica: Dios se da mejor al ausentarse (82).
En el mismo cuento se hace referencia burlonamente a las obras de estos autores que
tienen a la metamorfosis como tema privilegiado: Espera um pouco, minha cara, depois da
Metamorfose voc no pode escrever coisas assim. Ora bolas, mas eu sou um unicrnio,
preciso dizer a verdade, eu sou um unicrnio que est fechado no quarto de um apartamento
na cidade. Mas ser que voc no pode inventar outra coisa? Essa coisa de se saber um
bicho de repente no nada original e alm da Metamorfose h Os rinocerontes, voc
conhece? () Jesus, Santo corpo, me ajude, me ajude a resolver esse estranhssimo problema,
o senhor veja, eu nem posso ser unicrnio porque a minha amiga aqui est dizendo que outros
j foram coisas semelhantes, de modo que no nada bonito pretender ser o que os outros j
foram. No seria melhor que o senhor me transformasse numa coisa mais original?(188).
Captulo 4
Algunos precursores
Aos conflictivos
En enero de 1945 el diario Cabildo, por entonces una de las tribunas
del pensamiento nacionalista argentino, dirigido por Lautaro Duraona y
Vedia y en cuyas pginas colaboran intelectuales del campo nacionalista
como Carlos Astrada, Homero Guglielmini, Juan Alfonso Carrizo,
Ernesto Palacio o Ramn Doll, publica un breve relato titulado La
hormiga roja. El relato est firmado por un nombre familiar para
los lectores del diario nacionalista: Militis Militorum, uno de los ms
transparentes pseudnimos del sacerdote jesuita Leonardo Castellani
(1899-1981).
Pese a su brevedad, el texto permite reconstruir algunos de los
rasgos sustanciales del modo en que la prolfica escritura de Castellani
se posiciona en relacin con aquello que se piensa como literatura
argentina. En principio, el relato se inserta en una coyuntura a la que
de ninguna manera es refractario signada en el plano internacional por
la guerra total, el exterminio a escala industrial de poblaciones civiles,
los bombardeos masivos y el uso de la energa atmica con fines blicos,
y marcada, en el plano nacional, por el surgimiento y consolidacin
del peronismo como fenmeno de masas que marcar en las dcadas
sucesivas la historia poltica, social y cultural.
Son esos aos conflictivos los aos en que la actividad intelectual
de Leonardo Castellani, formado en los rigores de la tradicin tomista
de la que los jesuitas son herederos y custodios, es ferviente. Por un
lado, desde 1937 Castellani es profesor de Psicologa en el Instituto
Nacional Superior del Profesorado, en la ctedra que haba ocupado
Anbal Ponce. Forma parte, asimismo, del cuerpo docente del Seminario
Mayor de Buenos Aires de Villa Devoto, donde ser recordado por uno
de los alumnos, el escritor Haroldo Conti como una figura enigmtica y
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[] la cifra de unidad del poema, el resumen de todos los planos que confluyen para
conferirle una forma que abre la mxima operatividad del conjunto (Jitrik 18).
Quien, ms adelante, en 1957, reconocer su relacin con las crticas de Castellani a la cultura
liberal al incorporar unos versos de Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas como epgrafe de
Los profetas del odio.
Para la gauchesca en la primera mitad del siglo xx, vase E. Romano 41 y ss.
De un uso letrado de la cultura popular, segn la definicin que da Ludmer del gnero (12).
El lugar del autor es el lugar del muerto, como, dos dcadas ms tarde, otro autor antimoderno,
Pasolini, imbuido de un cristianismo primitivo y cuestionador, pensar para su ltima obra:
La Divina mimesis (1975). La Nota del Editor instala, as, la ficcin de una entrega del texto,
de una donacin desde los bordes (desde el linde de la muerte, tanto la muerte fsica como la
muerte metafrica del exiliado o del proscripto) que, como los originales kafkianos, se hallan
en estado de esbozo. Ese estado es, segn ha insistido la crtica Carla Benedetti. la forma
esttica que Pasolini proyecta para la ltima parte de su produccin, como una forma que no
se desmarca tanto de la idea de obra orgnica premoderna como de la obra abierta propia
del canon moderno, vanguardista y neovanguardista.
En 1974, un ao antes de la publicacin de La Divina Mimesis y cuando Pasolini est entregado
a la escritura de Petrleo, que ver la luz en 1992, a casi veinte aos de la muerte de su autor,
Castellani fecha lo que se supone es su ltima novela: Marianillo de Birlibirloque, publicada
de manera pstuma en 2003 (Mendoza, Jauja) bajo el atento cuidado de Carlos Biestro.
Segn se desprende de las primeras secciones de esta edicin de Marianillo, especialmente del
apartado 5 titulado Nota del editor, la novela se piensa como la publicacin de los papeles
pstumos de un sacerdote jeronimiano llamado Marianillo Exsinagogis, cuya identificacin
con el propio Castellani como el protagonista de Petrleo, Carlo, con Pasolini es evidente el
cual adems no poda escribir sobre religin, porque se lo haban prohibido quienes pueden
hacerlo; y tena el vicio de escribir, muy disculpable por cierto dado que su edad, achaques
y voluntario recluimiento [] (Marianillo 20). Segn afirma Biestro en la nota preliminar,
de la presente obra existen varios estados de redaccin, y aqu ofrecemos el ltimo texto,
con las correcciones de puo y letra del autor. Sera ms que deseable la publicacin de una
edicin crtica del Marianillo que, de manera similar que la de Petrleo publicada por Einaudi
al cuidado del fillogo Aurelio Roncaglia, exhiba el estado provisorio del texto en su ltima
versin conservada y preserve su condicin de obra en esbozo, con las marcas filolgicas
necesarias.
El concepto fue propuesto por W. Mignolo a partir de los planteos, desde el mbito de la
psicologa cognitiva, del chileno Humberto Maturana. El bilenguajeo afirma Mignolo se
podra entender como el desplazamiento de las lenguas hegemnicas e imperiales (espaol,
ingls) y su recolocacin en la perspectiva de las lenguas amerindias. Para hacerlo es necesario
pensar en el lenguajeo ms all de las lenguas: el momento antes de la lengua (no, por
supuesto, en una historia de la lengua desde el paleoltico hasta el presente, sino en las
prcticas lingsticas de cada da), cuando la alienacin discursiva de lo que (en la lengua)
llamamos conciencia todava no ha sido articulada en la estructura discursiva del poder);
y el momento despus de la lengua, cuando el lenguajeo (y en este caso el bilenguajeo) se
convierte en un proceso de concienciacin (a la Freire) como liberacin de los discursos y
epistemologas (oficiales, hegemnicos) colonial y nacional (Mignolo 346).
Este puchero, sin embargo, admite algn tipo de ordenacin, ordenacin relativa y
sometida a relaciones de conflicto, que, ms recientemente, Domenique Maingueneau ha
caracterizado, desde el anlisis del discurso literario, como una interlengua. La interlengua, en
la postura de Maingueneau, equivale a una interaccin de lenguas. Remite a las relaciones
que establecen, en una coyuntura dada, las variedades de una misma lengua, aunque tambin
entre una lengua determinada y otras, pretritas o contemporneas a ella (Maingueneau 181).
En este sentido, el concepto de interlengua se engarza con una heteroglosia profunda, de
Bibliografa
Agamben, Giorgio. Stanze. La parola e il fantasma nella cultura occidentale.
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Antelo, Ral. Crtica acfala. Buenos Aires: Grumo, 2008.
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Borges, Jorge Luis. El Martn Fierro. Con la colaboracin de Margarita
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_____ Historias del norte bravo. Buenos Aires: Dictio, 1977.
_____ Los papeles de Benjamn Benavides. Buenos Aires: Dictio, 1978.
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Compagnon, Antoine. Los antimodernos. Barcelona: Acantilado, 2007.
Conti, Haroldo. Era nuestro adelantado. Haroldo Conti, alias Mascar,
alias la vida. 1976. Eduardo Romano, ed. Buenos Aires: Colihue,
2008.
Hablar de literatura y modernidad en Amrica Latina es hablar
de desencuentros: desencuentros entre los intelectuales y el estado,
desencuentros entre los escritores y el periodismo, desencuentros
entre el arte y el mercado. En la historia de esos desencuentros, la
relacin de los escritores chilenos con la modernidad ocupa un lugar
particular. Julio Ramos atribuye a la temprana consolidacin del
estado moderno en el pas, el surgimiento de cierta autonoma de la
literatura y profesionalizacin del escritor con anterioridad al resto del
continente. La actuacin de Andrs Bello sera clave en ese incipiente
proceso de divisin del saber. Es precisamente en Chile, antes que en
Argentina o Mxico, donde el escritor venezolano como rector de la
universidad, encontrara un nuevo lugar de enunciacin en el campo
literario decimonnico, un lugar que si bien no dejaba de estar ligado a
los poderes estatales y a la administracin pblica, empezaba a delimitar
su propia especificidad en el campo social y cultural. En Chile los
regmenes conservadores promovieron a partir de 1830, la consolidacin
del Estado nacional. Eso no significaba que se tratara de una sociedad
armnica pero se puede afirmar que en el territorio nacional no haba
disputas sectoriales y la legitimidad de la violencia estaba centralizada
en el Estado. Frente a esa relativa estabilidad del estado chileno, el
saber tena cierta autonoma de la poltica y del diseo de la vida
pblica (Ramos 38). Esa incipiente autonoma se sostena en el rol que
jugaban las bellas letras en la nueva repblica. Para Andrs Bello ese
papel implicaba someter la particularidad de las lenguas indgenas y la
Torres Rioseco hace explcita esa relacin peligrosa entre
periodismo y literatura que recorre la obra de Edwards Bello. Sin
embargo, la ansiedad por los roces y desarreglos que pueden provocar
los cruces entre la esfera de lo cotidiano y lo esttico y la relacin de la
literatura con las leyes de intercambio comercial que requiere el gnero
son las ansiedades del crtico ms que las del escritor que raramente
ve amenazada su autoridad intelectual por el avance del periodismo o
las relaciones de la literatura con el mercado. La insistencia de Torres
Rioseco en el desinters de Edwards Bello por la alta cultura, nos da
una idea de la fuerza con que este concepto se inscribe en la historia
de la literatura latinoamericana de la poca:
Julio Ramos discute en su libro detalladamente la relacin entre los escritores y la tecnologa
desde finales del siglo xix hasta las primeras dcadas del siglo xx.
Fernando Degiovanni analiza las polticas culturales del nacionalismo argentino en las primeras
dcadas del siglo xx. En esas polmicas el nombre de Ricardo Rojas y la coleccin la Biblioteca
Argentina son insoslayables.
Ortega y Gasset habla en su libro La rebelin de las masas de la capacidad de extraarse como
el primer paso para empezar a entender y agrega que esta capacidad de poder estrenarse y
sorprenderse es el lujo y deporte de los intelectuales.