Dardo Scavino: "Musa Beat, en Viaje Hacia La Redención"
Dardo Scavino: "Musa Beat, en Viaje Hacia La Redención"
Dardo Scavino: "Musa Beat, en Viaje Hacia La Redención"
Edicin electrnica
URL: http://lirico.revues.org/3237
DOI: 10.4000/lirico.3237
ISSN: 2262-8339
Editor
Rseau interuniversitaire d'tude des
littratures contemporaines du Ro de la
Plata
Referencia electrnica
Dardo Scavino, Musa beat: en viaje hacia la redencin , Cuadernos LIRICO [En lnea], 15 | 2016,
Puesto en lnea el 05 octubre 2016, consultado el 12 octubre 2016. URL : http://lirico.revues.org/3237
; DOI : 10.4000/lirico.3237
Cuadernos LIRICO est distribuido bajo una Licencia Creative Commons Atribucin-NoComercialSinDerivar 4.0 Internacional.
Muchos especialistas del rock nacional siguen negndose a retrotraer los orgenes de este
movimiento hasta las composiciones de los primeros rocanroleros. A lo sumo, reconocen
que desde finales de los cincuentas hacan rock en castellano o dudan en incorporar en
esta corriente a algunos fenmenos ms recientes como el rock llamado barrial o
chabn.
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Uno de los destacados especialistas del tema, Oscar Blanco (2012), aseguraba hace unos
aos que el rock nacional era un gnero musical que reuna diversos cdigos. Nosotros
preferiramos sostener, a la inversa, que se trata de un solo cdigo que integra diversos
gneros poticos. Ese cdigo es la Musa beat. Y el ao 69 forma parte de esos momentos
privilegiados en que el cdigo se configur y en que los cantautores, como intentaremos
probarlo, no eran todava los rapsodas de una antigua mitologa sino ms bien los
apstoles de una nueva.
El viaje moral
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Una narrativa es poltica, desde nuestro punto de vista, cuando presenta a un nosotros
en antagonismo con un ellos, y cuando identifica a esta tercera persona con el grupo
que domina, lesiona u explota al nosotros, es decir, con el grupo dominante (Scavino
2012). Esta sintaxis narrativa es comn a cualquier relato poltico, sin importar su
tendencia. Viglietti slo complet, a nuestro entender, los lugares de esta sintaxis con un
contenido especfico, caracterstico de ciertos movimientos de izquierda
latinoamericanos para quienes la lucha de clases coincida, en ese entonces, con el
combate antiimperialista.
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Recordemos, en cambio, lo que dira unos meses ms tarde Moris en Escchame entre el
ruido. Este msico ya no traza una lnea divisoria entre los trabajadores y los
propietarios, y ni siquiera entre nosotros y ellos, sino entre el hombre y la
sociedad:
El hombre tiene miedo de ver la verdad,
de ver que l era algo que no poda definir,
de ver que al fin su sexo pudo ser o no ser
que no era absoluto, que poda ser la flor.
Cuando l era muy pequeo, l saba vivir,
todo era pureza, mam y pap.
Si despus creci, sufri y llor
dnde estar la flor, dnde est el que se fue?
Un da la farsanta, nuestra gran sociedad,
le dijo mil mentiras, lo meti en un corral,
le dijo que su sexo l tena que ocultar,
la flor se marchit, no pudo ver el sol.
Tambin le dijo cmo l tena que pensar,
sentir, vivir, amar y ser un ser normal,
despus le regal, el caos, la maldad
y la publicidad por fin lo convenci...
Te engaaron, ya lo sabes, sino lo sabes tambin
con la pluma y la palabra, y con silencio tambin...
aunque bien, bien lo saba, la bendita sociedad
que eras algo ms que un sexo y tu cdula de identidad... (Moris 1969).
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La cancin de protesta sita a sus personajes en una dimensin colectiva. Pertenecen, por
empezar, a una clase social: se trata del trabajador, del campesino, del terrateniente, del
gringo. Pero son, adems, habitantes de un pas preciso: un dueo del Uruguay, dice
Viglietti. La cancin poltica de aquellos aos estaba plagada de referencias a personajes y
acontecimientos de la historia nacional o latinoamericana. En Pongo en tus manos abiertas,
un lbum editado en junio del 69, Vctor Jara le dedicaba unas coplas al lder comunista
Luis Emilio Recabarren, una zamba al Che, un joropo a Camilo Torres, le renda homenaje
a las vctimas de la reciente masacre de Puerto Montt o celebraba la ciudad boliviana de
Cochabamba (Jara 1969). En Ayer noms, Moris habla de un pas / que es grande y
tiene libertad y recuerda que en ese mes no tuvo mucho que comer (Moris, 1969). Y
aunque podemos suponer que ese pas es Argentina, no hay ninguna alusin, ni siquiera
implcita, a su situacin o a sus luchas, del mismo modo que, a pesar de su pobreza, el yo
potico no se inscribe en una clase social ni en una primera persona del plural. Manuel, el
obrero de Te recuerdo Amanda, trabajaba en una fbrica y mora en una guerra, y
encarnaba, como individuo, el destino de un pueblo y una clase, de los obreros de la
fbrica y de los muchos que no volvieron del frente (Jara 1969). Sabemos que Pato
trabaja en una carnicera, pero ignoramos si es el patrn o un empleado, y cuando la voz
cantante lo acusa de ser el burgus ms corrompido que existe, no est aludiendo a su
origen de clase sino a su actitud moral para con sus amigos, caracterizada por el egosmo
y los dobleces: te engas pensando que sos un hippie / vos explots a todos y no das
nada / y eso es ser el peor capitalista (Moris, 1969).
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La historia nacional se ve sustituida en Pato trabaja por un mito de los orgenes: Todo
empez con el chiste que deca: / lo tuyo es mo y lo mo es mo (Moris, 1969). Y la propia
historia de Pato se limita a los recuerdos del colegio y el barrio, como ocurre igualmente
en Ayer noms: este ayer no es el pasado histrico de una nacin, el hoy como ayer
del relato poltico, sino la infancia o la adolescencia del propio yo potico en el colegio.
Algo similar ocurra en Escchame: el pasado se reduce a la infancia de ese hombre
con el que comienza la cancin. Y cuando Moris cuenta que un da la farsanta, nuestra
gran sociedad / le dijo mil mentiras, lo meti en un corral, no est refirindose a un
momento de la historia sino a un proceso de programacin del sujeto: ese flan puesto
en un molde, es decir, esa mente condicionada por los aparatos de poder,
condicionamiento que incluye hasta las actitudes masculinas o femeninas de nuestras
sociedades. La enorme mayora de personajes de la potica beat viven en esta ciudad sin
historia, sin memoria: en una urbe industrial cualquiera. Y la propia cultura barrial del
rock se distingua, en este aspecto, de la cultura de la militancia poltica.
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Tanto la cancin de protesta como la cancin beat de ese momento podran inscribirse en
la antigua tradicin del gnero parentico ya que ambas asumen la forma de una
exhortacin (Escchame, hermano o Yo pregunto a los presentes) y buscan
producir una conversin de su pblico, a travs de una denuncia del orden imperante o
de la pedagoga del exemplum. Slo que la primera lo haca presentando el escenario de un
antagonismo poltico, y eventualmente militar, donde el triunfo de los oprimidos, y la
derrota de ellos, coincidira con el advenimiento de una sociedad ms justa, mientras
que la segunda preconizaba la fuga por sobre la enfrentamiento: la desconexin de la
mquina la indisciplina traera aparejada el advenimiento de los hombres libres, de la
experiencia autntica, salvaje, infantil, anterior a todas las habladuras del mundo, o la
liberacin del deseo de cualquier sometimiento a la voluntad del amo. Viglietti o Vctor
Jara le proponan a su pblico combatir. Moris, huir. Y esta fuga era, desde la antigedad,
una de las figuras de la conversin moral. La unidad del nosotros resulta clave en el
relato poltico, dado que es directamente proporcional a la fuerza requerida para
derrotarlos a ellos (el pueblo unido, jams ser vencido). Y se supone que el propio
relato poltico trata de instaurar esta unidad. En la narrativa beat, en cambio, no se trata
de constituir una unidad capaz de vencer al adversario sino de alentar una fuga mental o
un descondicionamiento de los individuos.
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Las invocaciones Escchame u yeme (Audi me), tan frecuentes en las Escrituras,
aparecan precisamente cada vez que el locutor llegaba con la buena nueva, es decir, cada
vez que les aportaba a sus auditores un discurso que estos nunca haban odo. Y esta
buena nueva ya no apuntaba a exigir la obediencia de los oyentes a las normas en vigor
sino que los incitaba a adoptar un modo de vida diferente, una identidad diferente, en
ruptura con los hbitos instituidos y familiares, con los condicionamientos motores y
perceptivos. Para distinguir a los defensores de la moral establecida y a los apstoles de la
buena nueva, San Juan opona a los predicadores mundanos y a los divinos, advirtindole
a su pblico: Ellos pertenecen al mundo es por eso que hablan como todo el mundo y
todo el mundo los escucha, mientras que nosotros somos de Dios y conocemos el
espritu de la verdad y el espritu del error (1 Juan, 4, 5-6). Como en la Oda a la vida
retirada de Fray Luis de Len, Escchame entre el ruido evocaba esta ruptura moral y
cultural en trminos de una diferencia entre el mundanal ruido y la verdad, las
maquinitas y las flores, la publicidad y la cancin beat, y estos contrastes eran
otras tantas invitaciones apostlicas a abrazar la buena nueva: el cdigo o la mitologa de
la nueva era. Esto significa que los apstoles crean estar predicando una palabra en
ruptura con la moral en vigor, lo que explicara por qu este recurso al gnero parentico
en los temas del 69 slo aparecera muy espordicamente en los aos posteriores.
El viaje redentor
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Aunque tal vez no conociera todava El oso, Luis Alberto Spinetta haba compuesto e
interpretado el mismo ao en los conciertos de Almendra la cancin Hermano perro
(que aparecera en simple al ao entrante). Este tema ya no tena la forma narrativa de
una fbula, es cierto, sino de una declaracin, con el personaje del perro sujeto a su
cadena y la figura de su amigo cantante que lo incitaba a liberarse. Spinetta lo haba
escrito, no obstante, respetando esa misma gramtica de la fuga beat y evocando
tcitamente el relato de la redencin en el estilo de El oso, aunque sustituyera a este
animal por un perro, la jaula por la cadena, las piruetas por los paseos, el tigre
conformista por el amigo inconformista y el bosque por un simblico rbol frutal:
Quin dijo que siempre habremos de esperar
para que nos saquen un poco a pasear
Hoy aqu desde mi cucha bajo un cielo igual
estoy esperando el ao de mi fuga total.
Y ese da s que voy a poder cantarle al sol
meando en mi cadena,
o estar siempre aqu oyendo a mi amigo
oyendo a mi amigo que dice:
Tira, tira, tira, hermano perro.
Hubo alguna vez un perro como yo
que quiso subir el ltimo escaln.
Quin va a ser el que me atrape
cuando me eche a correr
mientras tenga espacio libre no me entregar.
Y ese da s que voy a subir a un rbol y all
podr comer y oler por fin sus frutas,
o estar siempre aqu
y aqu morir oyendo a mi amigo
oyendo a mi amigo, oyendo a mi amigo que dice:
Tira, tira, tira, hermano perro;
tira, tira, tira, hermano perro (Hermano perro 1970).
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O incluso:
No hay que viajar a Europa
ni estudiar en la universidad,
tener ttulos de nobleza
o prestigio en la sociedad (Manal 1969).
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Para Javier Martnez, como para la onda beat en general, haba que liberar el deseo de
las policas de la sexualidad pero tambin, y sobre todo, de los seductores seuelos de la
sociedad de consumo, de los falsos dolos, del becerro de oro, de las caretas consagradas
y de las diversas carnadas que terminaban pescando a los sujetos.
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que al volar
sin volver,
sin volver
T tienes pies y tienes manos
pero no se ven.
Si tus pies hoy nacieron viento
djalos correr
Y si tus manos con las plantas,
djalas crecer.
Vive de azul, porque azul
No tienes domingos
Rete al fin, que llorar
Trae tanto fro (Almendra 1969).
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El viaje ertico
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Los versos finales de A estos hombres tristes dialogan con una cancin de Manal
aparecida ese mismo ao en el lado B de No, pibe: Necesito un amor. Como el ttulo lo
sugera, este tema se inspiraba en All you need is love de Los Beatles:
Para m, que estoy tan slo
necesito un amor,
para aquel, que est olvidado
necesita un amor
y si ella est llorando,
necesita un amor.
Todos muy solos estn
se miran sin comprender,
de noche van a pasear
necesitan amar (Manal 1969).
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Las proclamas de hacer el amor y no la guerra o cambiar las armas por el amor
parecan alejarse en la msica beat del antagonismo poltico aun cuando ste se
abstuviera de recurrir a las armas. Pero esta opcin por el amor o el deseo ertico lnea
de fuga predilecta de la potica beat lindaba con otra expresin musical: la cancin
llamada romntica. Muchsimo ms popular, y mejor aceptada por ese entonces en las
radios, estos temas proponan una perspectiva muy distinta de la cuestin amorosa. Ya no
vinculaban el amor con la poesa parentica sino con la elega, es decir, con el lamento del
amante, de modo que establecan una relacin muy diferente entre el yo lrico y el
destinatario, diferencia que no se extenda necesariamente al ritmo o la armona. La
elega romntica poda encontrarse en un bolero de Chico Novarro, en una balada de
Gigliola Cinquetti o en un rock como Rosa, Rosa, aquel xito de Sandro aparecido a
mediados del 69. El amante de esta elega en tono menor se vea condenado a la dulce
pena de sufrir y le suplicaba a su amada que nunca le pidiera que su amor muriese: si
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Si el amor beat, por otra parte, no muere, no se debe a que el deseo no cambia nunca de
objeto, o a que la constancia del amor perdura ms all de la muerte del amante. Este
amor que el petrarquismo haba heredado de los poetas provenzales, se inspiraba en la
lealtad del vasallo a su seora y en la fidelidad del creyente a Dios. Y la cancin llamada
romntica que muy poco tiene que ver, por supuesto, con el romanticismo esttico y
literario va a proseguir esta tradicin: Pero nunca pidas que mi amor se muera
(Sandro 1969). El amor beat tampoco se muere, es cierto, pero porque es ms fuerte que
la ciudad, y tarde o temprano logra vencer sus adiestramientos. El amor beat es eterno
porque es indmito. Desde el momento en que les permite a los amantes huir de las
programaciones sociales, la eternidad de ese deseo puede manifestarse en una sola noche
de amor o en un acto de liberacin, como veremos enseguida a propsito de Muchacha
(ojos de papel) y Laura va de Luis Alberto Spinetta.
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Desde una perspectiva musical, por ejemplo, no haba ninguna diferencia notable entre
Necesito un amor (1969) de Javier Martnez y otro gran xito comercial de ese
momento, Tiritando, interpretado por Donald McCluskey (1967). Esta cancin
presentaba incluso una estructura armnica y una construccin potica bastante ms
elaboradas. Su autor, Nono Pugliese, pareciera haber invertido deliberadamente aquella
clebre mtaphore file de Petrarca que consista en comparar una pasin amorosa con las
tempestades marinas que sacudan aquella frgil barchetta de Odiseo. El amante de
Tiritando cuenta la ruptura inminente con su amada a travs de la analoga de un
individuo, l mismo, que camina por la playa contemplando el mar. Slo que Pugliese ya
no asocia las olas y el viento con el ardor de la pasin amorosa sino con el frialdad de la
amada. Y del mismo modo que Atenea haba envuelto a Ulises con su bruma en una playa
de taca, el viento y la arena no le permitan ver a este playero embelesado que la
distante muchacha era como una ola muy pronta a romper en la playa y con l,
aunque llegara a percibir, eso s, cmo la espuma de su amor se desvaneca. Metfora
martima, o balnearia, del ocaso de un amor, Tiritando no lo emparentaba con la
represin sexual ni con la alienacin social ni alentaba a los amantes a liberar esas
pasiones. El fro que hace tiritar al amante no proviene de la ciudad, como en Spinetta,
sino de aquellas olas y aquel viento, figuras del desdn de su enamorada. Tiritando
tampoco reproduce el tpico juramento de amor eterno del petrarquismo: lo sustituye por
una despechada transaccin comercial que marca su nivel de alejamiento con respecto al
amor inmortal de Rosa, rosa y sobre todo al indmito deseo anticapitalista de la Musa
beat: y es por eso que he jurado no amarte / hasta tanto me devuelvas tu querer
(Donald 1967).
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Petrarca tambin pareca insinuarse por esos aos en un clebre tema de amor del primer
lbum de Almendra: Muchacha (ojos de papel). La enumeracin de las partes del cuerpo
de la joven en cuestin recuerdan las descripciones laudatorias del poeta italiano: ojos
de papel, pequeos pies, piel de rayn, corazn de tiza, voz de gorrin y
pechos de miel (Almendra 1969). Spinetta, sin embargo, propone una variante
psicodlica o surrealista de estas figuras ya que no se trata de comparar ahora los
diversos objetos con las partes del cuerpo sino las sensaciones que unos y otros
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Spinetta dijo alguna vez (Berti 1988: 59) que la muchacha en cuestin era Cristina
Bustamante, su novia de ese momento, aquella cuyos conmovedores ojos terminara
olvidando en el posterior Blues de Cris. Pero las destinatarias de Muchacha eran
adems las jvenes de la poca (tu tiempo es hoy). A esa muchacha moderna el yo lrico
la invita a soar un sueo despacito entre sus manos en vez de seguir corriendo. Y no
se puede entender este contraste entre estas corridas y esos sueos si no se sita
Muchacha dentro de esa potica cercana al surrealismo y la psicodelia que Spinetta ira
elaborando. El yo lrico de Muchacha es el amante que le ruega a su enamorada que
pase la noche con l, es cierto, pero tambin el apstol beat que incita a las muchachas de
su tiempo a optar por el amor y el sueo, es decir, por la libertad, deshaciendo la
educacin que le haba impartido la escuela, los medios y su thought control.
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Del mismo modo que El oso era una versin narrativa de Escchame entre el ruido,
las exhortaciones de Muchacha y Para ir asuman una forma apologtica con Laura
va, parbola del amor y su vnculo con la fuga total. Como en Shes leaving home de
Paul McCartney, Laura es una joven que se escapa de su casa y de todos los aos que le
dieron la resignacin y el dolor con la ayuda de su enamorado, cargando una valija
gris y algunas pocas tibiezas:
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Laura viene a sustituir ahora al oso o al perro, y el amante, a su vez, al bosque o el rbol
con sus tentadoras frutas. Porque la liberacin sexual no consista sencillamente en
liberar el cuerpo y la palabra de un conjunto de censuras impuestas por la sociedad
represiva. Las expresiones liberacin o revolucin sexual significaban tambin, y
sobre todo, que el deseo ertico era un motor del proceso de liberacin de los sujetos, de
conversin de las subjetividades o de la fuga total. El deseo sexual se consideraba
inconformista o, mejor an, el inconformismo provena de ese deseo sexual. El deseo
ertico tambin poda ser una balsa. Laura va no sugera otra cosa.
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Tedesco empieza evocando ese deseo ertico natural a travs de la imagen del calor de la
tierra, pero lejos de vincularlo con la liberacin del espritu o con la evasin del
pensamiento, como el cdigo beat lo prescriba, vuelve a reducirlo a una obsesin sexual,
es decir, a una prisin: mi mente se encierra en tu negro color. No entiende tampoco
que la animalidad se opone en estas canciones a la opresin de la ciudad, al
adiestramiento capitalista y la Babilonia de la sociedad de consumo. Al asociar la caricia
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felina con un nuevo sabor, Tedesco volva a reducir el cuerpo de la mujer al estatuto
de una mercanca nuevo sabor es un sintagma estereotipado del slogan publicitario y
a un cono del cabaret la mujer gatuna, de modo que reclua de nuevo el erotismo en
uno de esos espacios prostibularios de donde pretenda sacarlo la revolucin sexual y sus
voceros de la Musa beat. Y para rematar el conjunto, las connotaciones raciales y clasistas
de la piel oscura y el negro color, y su contraste con la piel clara y el color
blanco, terminan ratificando el cdigo moral de algunos sectores sociales argentinos que
contrapona dos tipos de mujeres y dos tipos de sexualidad (decente e indecente,
domstica e ilcita). La gata de la piel oscura resume as otro ejercicio habitual en la
msica e incluso el cine de aquellos tiempos: la fallida imitacin cosmtica del cdigo
beat, presente en el 69 a travs de pelculas como El extrao de pelo largo o El profesor hippie.
El viaje esttico
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En las canciones de Spinetta, por supuesto, el color de la piel no estaba asociado con el
origen racial de un personaje sino con la vitalidad de una experiencia. Como deca su
cancin A estos hombres tristes: Salva tu piel / la ciudad / te llev el verano. / Ponte
color / que al morir / los hombres son blancos (Almendra 1969). Metonimia de la vida
de la vida liberada de la ciudad y su tristeza, Spinetta esperaba ponerse ese color
robndoselo a la muchacha de los ojos de papel, convirtiendo as el amor en camino de
liberacin, algo que confirma un ao despus en Para ir: quiero que sepan hoy / qu
color / es el que rob cuando dormas (Almendra II 1970). El verso salva tu piel haba
sido confeccionado imitando la expresin salvar el pellejo, pero no significaba lo
mismo, y en cierto aspecto significaba lo contrario: poner la sensibilidad a salvo de los
automatismos cotidianos, de la publicidad y las habladuras del mundo, de todas aquellas
frmulas que la sociedad nos exige repetir, como un ritual, como una cantinela, para no
sufrir la marginacin, el desprecio o el hospicio. Como en Figuracin o en Muchacha
(Almendra 1969), salvar la piel significaba emancipar las sensaciones y las emociones
propias por sobre la presunta realidad objetiva, porque esta realidad que supuestamente
existe fuera de mis sensaciones y mis sueos no es ms que aquello que todos ven y
sienten. La presunta realidad objetiva es slo intersubjetiva: aquello que la sociedad nos
conmina a ver, sentir e imaginar. Y por eso los hombres tristes son quienes se olvidaron
cmo ver: Rete al fin / que llorar / trae tanto fro / ms fro / qu olvidar / cmo ver /
que olvidar / cmo ver (Almendra 1969).
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Los animales y los nios de esta mitologa todava saben cmo ver porque no llegaron a
convertirse en vctimas de esos fabricantes de frases para vivir, de esas maquinitas
que le decan al hombre cmo l tena que pensar, / sentir, vivir, amar y ser un ser
normal (Moris 1969). Esta vida era, para ellos, la muerte, la muerte en vida de los
plidos zombis controlados por un poderoso hipnotizador de multitudes, los habitantes
de una distopa en el estilo de Huxley o Burgess, programados por un poder tecnocrtico.
No es casual, en este aspecto, que el propio Spinetta hubiese ilustrado por ese entonces su
tema Figuracin dibujando al personaje como si fuese una marioneta (Almendra 1971).
Bastaba con vislumbrar esos hilos tenues pero resistentes, nos sugiere el cantautor, para
darse cuenta de que la vida de esos individuos no era ms que una apariencia, una ilusin
provocada por unos movimientos tele-dirigidos nunca mejor dicho y ajenos a sus
deseos ms ntimos o personales.
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La verdadera vida, en cambio, la vida que haba que reconquistar, la resurreccin de los
muertos que se esperaba alcanzar, pasaba por liberarse de esa maquinaria publicitaria
para retornar a la experiencia salvaje o infantil olvidada. Por eso la mirada de los nios,
anterior a los condicionamientos sociales, era muy importante en Spinetta: Ana, la que
miraba la gran ciudad, el nio lustrabotas de Plegaria y sobre todo Fermn, con su
perpetua inmadurez en razn de su trisoma, recluido en un hospicio. Spinetta supona
que el arte tena sobre todo la misin de recuperar esta mirada:
Rete al fin, que llorar
trae tanto fro,
ms fro, que olvidar cmo ver,
cmo ver, que olvidar cmo ver.
Una vez vi que no cantabas
Y no s por qu.
Si tienes voz, tienes palabras,
djalas caer.
Cayndose suena tu vida
aunque no lo creas (Almendra 1969).
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Dormidos o no, los nios de Spinetta suean con muchas cosas hadas, mares, flores en el
ombligo, pero esto no significa que imaginen cosas que no existen. Los nios son ms
bien videntes: ven en la gran ciudad aquello que los adultos, los hombres tristes, los
que fueron domesticados por la publicidad, no logran ver. El personaje de Figuracin
forma parte de estos adultos tristes (t ya no eres hombre pero llorars) incapaces de
figurar y, como consecuencia, de ver en la realidad, en la realidad forjada por los
condicionamientos culturales, aquello que las figuras poticas o pictricas nos vuelven
visible:
Figrate que pierdes la cabeza
y aunque no lo creas,
se te va la voz,
como se fue tu piel:
nada te queda ya
slo la realidad (Almendra 1969).
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Como planteaba Herbert Marcuse en aquellos aos, resumiendo con una notable precisin
esa esttica beat que l mismo estaba propagando, una sociedad establecida les impone a
todos sus miembros una misma percepcin, y a pesar de todas las diferencias de
perspectivas individuales y de clase, de todos los horizontes y trasfondos, suministra el
mismo universo general de experiencia (Marcuse 1969: 42). Los rebeldes de hoy, en
cambio, quieren ver, or, sentir cosas nuevas de una manera nueva y ligan la
liberacin a la disolucin de la percepcin ordinaria y ordenada, a la disolucin del
propio ego configurado por la sociedad establecida, desprogramacin que buscaban
conseguir, a su entender, a travs de los viajes con las drogas psicodlicas (42). Marcuse
estaba aludiendo aqu a las experiencias de Aldous Huxley con la mezcalina, experiencias
que haba contado en un libro del 54, The Doors of Perception, el mismo que haba inspirado
el nombre de una banda psicodlica liderada por Jim Morrison.
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verlas sin tradicin ni familiaridad ni historia (Marcuse 1969: 47). Y estos tericos rusos
recordaban que esas experiencias estticas no eran ajenas a un devenir-animal, devenirnio o devenir-extranjero del escritor. Marcuse estableca de esta manera un puente
entre la desautomatizacin de los formalistas y el descondicionamiento de la
psicodelia, sugiriendo hasta qu punto las experiencias poticas y artsticas de la
vanguardia contribuan directamente con la desalienacin de los sujetos.
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Viaje y eplogo
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Por qu el 69, entonces? Por qu no tres aos antes cuando apareci Rebelde, o dos,
cuando se edit La Balsa? No cabe duda de que en la irrupcin de un sello de corta vida
como Mandioca, fundado en 1968 por el editor Jorge lvarez y absorbido en 1970 por la
compaa Microfn, reside una de claves para comprender la importancia del 69 en los
inicios del rock nacional. Tanto por la produccin discogrfica como por la organizacin
de conciertos, Mandioca abri una brecha en la hegemona musical de las radios y los
sellos internacionales. Hasta ese momento, los grupos tenan pocas alternativas: o se
plegaban a los gustos musicales impuestos por las grandes compaas, o se movan en las
penumbras del underground. Mandioca o Pinap les permitieron emerger de las catacumbas
y les ofrecieron los medios para propagar su mensaje. Y este mensaje encontr un
ambiente propicio en el contexto de las experiencias vanguardistas del instituto Di Tella y
las grandes insurrecciones polticas contra la dictadura de Juan Carlos Ongana. A partir
de 1970, no obstante, este mismo movimiento insurreccional dio lugar a numerosas
organizaciones combativas que involucraron a una porcin muy vasta de la juventud
rioplatense, eclipsando el incipiente movimiento beat que haba apostado por una va
alternativa a la lucha poltica armada o no para transformar las subjetividades y las
formas de existencia. Y este eclipse alcanz tal proporcin, que, con independencia de los
juicios de valor que podamos emitir acerca de la psicodelia y la contracultura hippie,
termin volvindola ininteligible desde la perspectiva de la historia cultural, aun cuando
sus efectos hayan sobrevivido hasta hoy en la msica popular de la regin.
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Unos meses antes del golpe del 76 Miguel Abuelo propondra su propia versin
retrospectiva del viaje beat en Estoy aqu parado, sentado y acostado. Ya he cambiado
de piel, empezaba diciendo, hoy soy otro y cuando paso no me ven:
Las cosas que yo veo son cosas sin historia.
Sin tiempo y sin memoria, son cosas nada ms.
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Tal vez ningn tema resuma mejor la paradoja de la mitologa beat. La conquista de la
vida y la libertad se identificaba con una experiencia despojada de historia, memoria,
lenguaje, claves para decir y de todos esos hilos que dirigan a distancia los gestos y
los pensamientos habituales de los miembros de una sociedad dndoles la apariencia de
seres vivos. La cancin beat anunciaba que la resurreccin de los muertos tendra lugar
cuando el individuo dejara de obedecer al deseo del Otro la ciudad, el circo, la mquina
para encontrar el suyo propio, esa autenticidad ensalzada por la cancin No finjas ms.
Pero esta resurreccin se anunciaba, a pesar de todo, en versos con historia, memoria,
lengua y, por supuesto, una multitud de claves. Baste con recordar el estribillo de la
cancin: Me han crucificado / pero todo viene igual. No es suficiente saber hablar en
espaol para comprender estos versos: se trata de un enunciado en clave, de una frase
codificada, que nadie podra descifrar sin historia, sin memoria y sin una cultura que
excede los lmites de esa lengua. El viaje de Miguel Abuelo no consisti entonces en
alejarse definitivamente de todas las frases para vivir. Viaj para dejar atrs algunas e
instalarse en otras. No haba desprogramacin de las mentes sin una reprogramacin. Y
por eso la contracultura no estaba en contra de toda cultura sino de una cultura en
particular, y en favor de otra: canticum novum, vita nova.
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El rock nacional comparta con muchos discursos polticos modernos la idea de que
exista un sujeto que viva condicionado por ese sistema, y que era preciso liberar o
redimir. Pero lo que el propio rock nacional hizo, como lo hicieron aquellos discursos
polticos modernos, fue lo que siempre hicieron los apostolados: producir, o tratar de
producir, ese sujeto que supuestamente ya estaba ah desde siempre pero oprimido o
negado. De modo que liberacin no era sino el nombre de esa mutacin en las maneras de
ser y de pensar.
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Y sin embargo no hay duda de que la Musa beat trajo consigo, como tantos otros relatos
polticos o religiosos, una promesa de liberacin. El oso iba a regresar al bosque. Laura iba
a comenzar su vida y as iba a terminarse la sed de su espera. El destinatario de No
finjas ms conocera la paz y la libertad. El perro terminara soltndose de la cadena y
subiendo al rbol de las frutas. Diecinueve aos ms tarde, y despus de la dictadura ms
despiadada de la historia nacional, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota comprobaran con
amargura que ese perro sigue all y que el futuro ya lleg aunque como vos no lo
esperabas: todo un palo, ya lo ves (Patricio Rey 1988). No hubo que esperar, con todo,
hasta el ao 88 para que esto fuera as. En plena dictadura, Charly Garca parodiaba la
msica disco y las advertencias televisivas del cardilogo Ren Favaloro acerca de los
peligros del colesterol para preguntarse qu haba quedado del corazn del 69 despus
del triunfo avasallante de la programacin capitalista:
Qu importan ya tus ideales,
qu importa tu cancin?
La grasa de las capitales
cubre tu corazn. (Ser Girn 1979)
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Por supuesto que Charly Garca se burlara en ese mismo momento de las utopas
campestres del 69 en su Rap de las hormigas:
Estoy en el medio de la selva
esto no lo aguanto ms.
No me banco a las hormigas
yo me vuelvo a la ciudad. (Charly Garca 1987)
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Ni Garca ni Spinetta estaban renegando de la Musa beat, slo estaban tomando en solfa
algunas interpretaciones literales de la fuga de la ciudad hacia la cordillera o la selva.
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de las ciudades rioplatenses, de modo que se alejaron del rock y de cualquier arte que
presupusiera una supresin de la distancia crtica o invitara a una relacin transferencial,
exttica, entre el pblico y la obra.
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Despus de la Guerra de Malvinas, no obstante, el rock nacional haba logrado una mayor
difusin en las radios, conquistado un pblico ms amplio, incorporado nuevos ritmos y
estilos, como el reggae o el ska. Y a pesar de esta masificacin, la Musa beat haba seguido
inspirando a sus autores: entre No, pibe de Manal y Yendo de la cama al living (1982)
de Charly Garca, entre Hermano perro de Almendra y Mi perro dinamita (1991) de los
Redonditos de Ricota o entre Rebelde de Los Beatniks y Rebelin (2007) de Bersuit
Vergarabat la mitologa del 69 pervivi, como cuando Gustavo Cerati cantaba en Pulsar,
un tema del 93:
En viaje hacia la redencin,
la luz no deja de pulsar
creo en el amor
porque nunca estoy satisfecho,
es mi salvaje corazn
que llega justo a tiempo (Cerati 1993)
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Manal, No, pibe / Necesito un amor, Buenos Aires: Mandioca, 1969.
Moris, Treinta minutos de vida, Buenos Aires: Mandioca, 1969.
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Ser Girn, La grasa de las capitales, Buenos Aires: Sazam Rcords, 1979.
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Viglietti, Daniel, Canciones para el hombre nuevo, Montevideo: Orfeo, 1968.
RESMENES
Intentamos demostrar en este artculo que una serie de canciones aparecidas en 1969 constituyen
la base de lo que llamamos el cdigo, o la musa, beat, una mitologa que los periodistas
denominaran un ao ms tarde rock national y que sobrevivi hasta nuestros das. Esta
mitologa se constituy, a nuestro entender, en torno a dos gneros clsicos, la parnesis y el
exemplum, y lo hizo diferencindose de dos expresiones musicales aledaas: la cancin poltica
de protesta y la cancin romntica de amor.
Dans cet article, nous essayons de dmontrer que toute une srie de chansons parues en 1969
sont la base de ce que nous appelons le code, ou la muse, beat, cette mythologie que les
journalistes appelleraient partir de lanne suivante rock national . Cette mythologie a
survcu jusqu nos jours. Elle sest constitue, notre avis, autour de deux genres classiques, la
parnse et lexemplum, en sloignant de deux expressions musicales voisines : le chant
politique de rvolte et la chanson romantique damour.
In this article, we try to demonstrate that a series of songs published in 1969 are the basis of what
we call the code, or the muse, beat, a mythology that journalists would call from the following
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year rock national. This mythology has survived until today. It consists, in our opinion, on two
classic genres, the exhortation and exemplum, away from two neighbouring musical expressions:
political protest song and romantic love song.
NDICE
Mots-cls: Musique beat, rock national, parnse, exemplum, voyage
Palabras claves: Msica beat, rock nacional, parnesis, viaje
Keywords: Beat music, national rock, exhortation, trip
AUTOR
DARDO SCAVINO
Universit de Pau
[email protected]
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