Alonso Jesus - La Cosecha de Las Miradas
Alonso Jesus - La Cosecha de Las Miradas
Alonso Jesus - La Cosecha de Las Miradas
El timbre del despertador son insistentemente, la habitacin estaba a oscuras, Marta tante
por encima de la mesilla, y despus de unos segundos de infructuosos intentos, logr parar el molesto
sonido que la alarma produca.
Era una maana fra del mes de febrero, aunque esta circunstancia no justificaba la pereza con
la que se comportaba Marta, pues en la habitacin se disfrutaba de una temperatura muy agradable.
No era esta su forma de ser, la gustaba estudiar, saba que de ello dependa su porvenir, entonces
porque aquella sensacin, tan desagradable, cuando pensaba que era la hora de ir al colegio?, y
cuando apareci en su mente esta ultima palabra, fue cuando termin de despertarse y se acord del
motivo por el que la estaba costando tanto trabajo levantarse aquel dia; Era la conversacin que
haba mantenido, el da anterior, con aquellos compaeros, y en su pensamiento recalc
COMPAEROS, no eran amigos de ella no pertenecan al grupo que Marta frecuentaba, nunca la
haban gustado, representaban todo aquello que sus padres la haban enseado a odiar; tomaban
bebidas alcohlicas, fumaban y su forma de vestir, era siempre descuidada.
Por fin se decidi, salto de la cama y se encamin hacia el cuarto de bao, mientras se quitaba
el pijama para meterse en la ducha, se reflej en el espejo, tena un cuerpo bien proporcionado, su
cara era atractiva, pero no llamaba la atencin, la faltaba aquella belleza interior, esa chispa que
tienen las personas con iniciativa, que no dependen de ideas ajenas. Sali del cuarto de bao y
despus de escoger un vestido, entre los que guardaba en su bien surtido armario, se visti al mismo
tiempo que diriga la vista por la habitacin, para convencerse de que todo quedaba bien ordenado.
Mientras bajaba la escalera para ir a la cocina, donde se podan or los ruidos, propios de
alguien que est preparando el desayuno, empez a pensar en como haba empezado todo aquello,
que ahora la atormentaba. Fue por mediacin de su amiga Mercedes, ella si se relacionaba con
aquellos desarrapados; su padre no era como el de Marta, era escritor, de esos que se dedican a
criticarlo todo, y su concepto de la disciplina no coincida en absoluto con el que tenia sobre el
particular la familia de Marta, incluso, a Mercedes la dejaban fumar; pero quiz eran todas esas cosas
las que atraan a Marta, haciendo de Mercedes su mejor amiga. El caso es que a la salida del colegio,
se dej convencer por ella para ir a un bar, se disponan a pasar un rato agradable.
Por fin entr en la cocina, la criada preparaba el desayuno, Marta la saludo distradamente, sin
darse cuenta de lo que hacia, pic algo de la comida que estaba preparada y despus de tomarse un
caf, todo ello sin ni siquiera sentarse, sali al vestbulo y despus de ponerse el abrigo y actuando en
contra de su costumbre, sali a la calle sin despedirse de sus padres.
El colegio no estaba lejos de su casa, dentro del barrio, este era un sitio limpio, de casas bonitas
y muy bien distribuidas, con amplias calles y grandes jardines bien cuidados; Marta disfrutaba
mirando todos estos detalles, no importaba que pasara por sus calles todos los dias, la pareca todo
tan bien ordenado, tan perfecto que pensaba que en el mundo no exista la infelicidad; por este
motivo, aquella maana tenia esa sensacin tan desagradable, cada vez que pensaba como se haba
desarrollado la reunin en el bar, la tarde anterior.Cuando llegaron, Mercedes, la present a la
pandilla, los conoca a todos, aunque solo de vista, nunca haba querido relacionarse con ellos, poco
despus de la presentacin, se generaliz la conversacin
este liberalismo
de acuerdo, han
tiene dinero para
de conseguir una
sus conocidos aun no haban salido, por lo que tuvo que entretenerse, haciendo
como que la interesaban los macizos de plantas que adornaban las cercanas
del colegio. Por fin vio salir a Mercedes y se dirigi a ella.
.Hola Marta- dijo Mercedes jovialmente- estabas esperndome?
.Si, no tengo ganas de irme a casa tan pronto, y he pensado en
quedarme a charlar un rato contigo.
.Por mi estupendo, tu compaa me agrada mucho, pero quiero que
sepas que he quedado con Antonio y claro, no puedo decirle que se
marche, porque estas t.- Dijo Mercedes, recordndola, indirectamente,
la escena de la tarde anterior.
.No importa, as podr darle una leccin a ese presumido.- Contest
Marta aparentando estar sorprendida por la presencia de Antonio,
aunque era lo que haba ido a buscar.
.Mira, ya viene.-Dijo Mercedes.
Antonio se acercaba a grandes zancadas, con su acostumbrado desalio,
la barba de una semana y la vestimenta, que en cuanto a limpieza, dejaba
mucho que desear.
.Hola chicas; hola Marta, estas mejor?. Siento lo que ocurri ayer,
quiero que me perdones por mi brusquedad.
.No te preocupes, no tengo nada de que perdonarte, fue mas bien que
me cogiste por sorpresa, pero te aseguro que no volver a ocurrir.
.Bien vamos a nuestra guarida.- Dijo Antonio y se puso a andar sin
esperar la aprobacin de sus compaeras. Estas le siguieron. Marta
estaba preocupada con lo que tena que pedir de beber, pues por un lado,
la repugnaba pedir cualquier bebida alcohlica, aunque quera estar a la
altura de sus compaeros. Pero cuando llegaron al bar, su compromiso
qued zanjado, no tuvo que tomar ninguna decisin.
.Juan, srvenos lo de siempre y un refresco.- Pidi Antonio,
dirigindose al camarero, mientras todos se sentaban alrededor de una
de las mesas.
. Sabis que hay una manifestacin para protestar por la
caresta de la vida?. Me extraara que no fuerais vosotros que sois los
inconformistas por excelencia.- Coment Marta, con tono retador, pero
aparentando no darle importancia.
.! Ah! ! La manifestacin!.- Contest Antonio.
.No digis que eso no es libertad, nadie ser detenido por
manifestar su descontento, por la subida de los precios; siempre que se
llegando casi a asombrarla, pues pensaba que todos los que no estn
de acuerdo con el sistema eran unos exaltados
.Si claro que conozco lo del BARRIO, mi familia,.- Marta evit
decir mi padre.- Me ha contado como es y quienes viven en el. Pero lo
que no sabia es que a los que no tienen trabajo los mandan a ese lugar.
Me haban dicho que es un lugar donde vive gente que no quiere
integrarse en la sociedad, que son viciosos, que no son capaces de
convivir con personas normales como nosotros, y desde luego que son
irrecuperables. Saba lo que siempre se ha dicho, que cuando acabaron
con las crceles, se apart de la sociedad a todas estas personas, pero
que cuadro se fueran dando cuenta de que la vida en el BARRIO, es
insoportable, se podran ir integrando, poco a poco y el BARRIO
desaparecera; mira, no dudo de tus palabras, pero me cuesta trabajo
creer que los manden a un sitio tan horrible; Como pueden mandar a
ese lugar a quien no quiera ir y por no tener trabajo?.
.-Para tomar esas medidas, no existe un solo criterio.- Contest Eduardo
con el mismo tono de voz que antes.- En primer lugar, no todos los que viven en
el BARRIO son delincuentes, se puede decir que ninguno lo era, pero claro, al
llegar a un sitio as, es muy difcil sobrevivir de una forma normal, y se
convierten en lo que todo el mundo conoce como delincuentes. Muchos de ellos
son enfermos mentales, que tendran que estar recibiendo tratamiento medico,
pero es mas fcil y lo que para ellos es mas importante, mas barato,
mandarlos al BARRIO.- Esta ultima frase, sobresalt a Marta.- No siempre se
manda a la gente a la fuerza, aunque te parezca extrao, en muchas ocasiones,
se van de forma voluntaria.
.No puedo creer que nadie en su sano juicio, quiera ir a vivir
all.- Dijo Marta, reflejando en su cara la extraeza que le produca la
ultima afirmacin de Eduardo.
.En fin Marta, con tanta charla, se nos ha olvidado comer alguna
cosa y te aseguro que tengo verdadero apetito, mejor dicho, un hambre
feroz.
.Si yo tambin.- Contesto Marta mirando a su alrededor, como
cuando se despierta de un sueo; entonces se dio cuenta de que haban
andado bastante, se encontraban en un lado de la ciudad que ella
conoca pero solo cuando sala con su familia en coche, por lo que en
esta ocasin pudo fijarse mas en el lugar.
Lo componan grandes bloques de viviendas y a su alrededor, tenan un
jardn raqutico en el que no poda crecer mas que algunos arbustos, pero ni
soar con los grandes jardines, que en la zona de la ciudad en que ella viva
eran grandes praderas; a Marta no le pareci un sitio agradable para vivir.
.Pero tenemos un problema , Marta.- Dijo Eduardo y con estas
palabras hizo que Marta dejase de observar el lugar y se volviera para
mirar al muchacho, con preocupacin.- Tengo poco dinero.- Continu.Ni siquiera para comprar un bocadillo.
.! Ese es el problema?!.-Contest Marta, lanzando una alegre
carcajada al darse cuenta que no tenia relacin con la conversacin
que haban mantenido sobre el BARRIO.- Yo tambin tengo poco
dinero, pero si juntamos el de los dos, seguramente podamos comprar
uno y repartirlo; dame tu dinero, me hace ilusin ir sola a comprarlos,
es como si fuera una aventura.- Continu, mientras giraba a su
alrededor, buscando algn bar donde comprar el ansiado bocadillo. Por
fin descubri uno en la esquina de uno de los bloques, en el que se
anunciaban bocadillos baratos en una de sus cristaleras.
Desde luego con su decisin de ir sola a comprar el bocadillo no la
converta en una herona, pues la seguridad en las calles, aun en los lugares
mas humildes, era total, pero para ella que nunca haba salido, sola, del lugar
donde viva, era toda una aventura.
Eduardo, saco su dinero y se lo dio a Marta, esta despus de cojerlo, se
encamin al bar, mientras tanto Eduardo se sent en un banco, a pesar del fro
que hacia y se qued observando a la muchacha mientras se alejaba, al mismo
tiempo que le invada una gran ternura por su compaera al darse cuenta de su
inocencia, era como un nio que necesita descubrir el mundo por si solo;
despus de un corto espacio de tiempo vio a Marta salir del bar y acercarse a el
saltando alegremente, con el paquete en la no, se sent a su lado y pregunt.
.Vives lejos?, podramos ir a tu casa a comernos esto, aqu hace
mucho fro.
.No Marta, me gustara mucho, pero de momento cuanto menos
sepas de mi, mejor, de esta forma y por el momento no podrs contar
nada, ni de forma involuntaria y ni siquiera a tu familia.
Marta lo mir con curiosidad, que ocultara?, se prometi que poco a
poco se ira enterando de todo, pero de momento no quiso insistir. Sac el
bocadillo y despus de partirlo con las manos le dio medio a Eduardo y una lata
de refresco, que poniendo cara de disculpa, tambin le dio, al mismo tiempo
que le deca:
.Perdona ha sido la fuerza de la costumbre la que me ha
impulsado a no comprar cerveza.
.No te preocupes, por la hora que es, prefiero tomar un refresco,
si por casualidad nos paran en un control, con mi forma de vestir y de
arreglarme, no seria muy conveniente que me encontraran alcohol en
la sangre.
.Esto del arreglo, es algo que no entiendo.-Dijo Marta, sin contestar
directamente a las palabras de su compaero.- Porque te vistes de esa
manera?, podras no estar de acuerdo con todo lo que ocurre y vestirte de
una forma normal, incluso, creo que seria un disfraz muy eficaz, para
poder realizar tus protestas de una forma que a la polica le resultara
difcil de descubrir.
.!Mis protestas!.- Contest Eduardo con una sonrisa sarcstica.- Te
aseguro que mi nica forma de protestar es vestirme de esta manera, por
lo dems, le tengo tanto miedo al BARRIO, que me comporto como
cualquier otro.
Marta mir con simpata y tristeza a Eduardo, agradeca su sinceridad y
no comprenda que sintindose de esta manera, estuviera huido, como se deca
de todos aquellos que sin haberse independizado econmicamente,
abandonaban la casa de sus padres.
Comieron los bocadillos despacio y en silencio, la conversacin que
haban tenido sobre el comportamiento de Eduardo, les haba dejado un poco
de amargura, pero este mismo sentimiento hacia que se sintieran mas cerca
uno del otro.
La voz de Eduardo la sac de sus pensamientos.-Marta, creo que es un
poco tarde para ti, deberamos marcharnos.
.Si, Si.- Suspir Marta.- Nos veremos maana?, es fiesta en el
colegio, lo que nos da un largo fin de semana.
.Si por mi parte de acuerdo, podemos vernos a las cuatro u media; es
decir si a ti te parece bien esa hora.
Cuando se pusieron en camino, se dieron cuenta de que todo su dinero
se lo haban gastado en el bocadillo y que por lo tanto tendran que volver a pi;
lo que les retrasara, as qu, despus de reflexionar, dijo Eduardo:
.No volveremos por el mismo camino, si bajamos por esta calle y
despus por la tercera a la derecha, llegaremos antes y el retraso ser
menor; espero que tu familia no se enfade demasiado y te prohiba salir
maana.
.No lo creo, pero aunque lo hicieran, creo que seria capaz de
escaparme con tal de no faltar a la cita.- Contest Marta exagerando el
entusiasmo.
Continuaron su camino, cogidos de la mano y cuando se tocaron se
miraron sonriendo. De pronto Eduardo se qued parado, deteniendo en seco a
Marta y cogiendo de los hombros, la bes largamente. Era la primera vez que
un hombre besaba a Marta, su experiencia en este sentido era nula, por eso al
juntar sus cuerpos en el abrazo Marta not una sensacin que no haba
experimentado nunca y que la resultaba muy agradable.
.Si tienes razn, la cultura es lo mas importante, incluso mas que las
necesidades mas primarias.- Contest Marta muy seria.
.No, no caigas en el mismo error que los llamados intelectuales
progresistas, lo primero es que nadie pase necesidades en lo que se
refiere a la alimentacin el vestido y la vivienda; lo cierto es que todo se
debe tener al mismo tiempo.- La voz de Eduardo se fue haciendo cada vez
mas apasionada, aunque en ningn momento resultara agresiva.
.Pero Eduardo, dime, Como pueden mantener esta situacin siendo
menos que los oprimidos?, quien cuida de que esta locura se mantenga?,
Solo la polica, es suficiente?.
.desengaa Marta, todos somos un poco policas de los capitalistas;
cuando el paro crece quien tiene un puesto de trabajo, trata de que le
dure y consintiendo atropellos e injusticias contribuye a perpetuar el
sistema, de esta forma se habra convertido en el primer escaln de la
polica, el segundo seria el que tuviera un puesto de trabajo fijo y despus
le seguiran personas como tu padre o el mo, altos ejecutivos de alguna
empresa, a estos, casi, se les podra considerar sargentos; en el escalafn
siguiente, estaran los partidos polticos, estos se encargan de aglutinar a
los que piensan de una forma similar, y una vez dentro, acatarn todo lo
que les manden los altos cargos de la organizacin, por disciplina, y
aunque estas ordenes no estn de acuerdo con lo que alguno de ellos
hara; por ultimo tenemos a los que gobiernan el pas, estos son los
mandos de lo que llamo la polica, dejan que los ciudadanos voten cada
cierto tiempo y de esta forma hacen que los ciudadanos se crean
protagonistas de algo que est premeditado y de antemano determinado.
Si te tomas la molestia de leer el programa de cada partido, veras que
todos dicen casi lo mismo, pero con diferentes palabras; naturalmente
que para que la gente se lo crea de verdad, necesitan de una buena
publicidad, y para eso tienen a la prensa y en general a todos los medios
de comunicacin, entreteniendo a la gente con noticias que no les
importara y que en realidad son cotilleos; enfrentamientos entre
polticos, entre partidos e incluso entre naciones, pero las noticias
importantes, por ejemplo lo que ocurre con los parados el porque de las
desigualdades, estas se silencian, y de esta forma, ocultando los
problemas reales, se manipula a la gente, hacindola creer que viven en
el mejor de los mundos y con la mxima libertad, evitando que los
perjudicados se unan y acaben con todos estos seres intiles de una vez
por todas.Crees que aqu termina toda la escala de polica que te estoy
describiendo?.- Dijo Eduardo al ver que Marta quera intervenir.- No, No
termina aqu, si todo esto falla, est la polica, la verdadera, la que lleva
este nombre, esta se encarga de reprimir cualquier protesta que los que
mandan consideran ilegal. Por ultimo tienen al ejercito; este es el ultimo
eslabn de la cadena y fjate que paradoja lo que es el grueso del ejercito
lo componen personas que salen del pueblo y los utilizan para masacrar y
esclavizar a sus mismo familiares y amigos, que como? mediante el
golpe de estado, alegando defender la unidad de la patria amenazada, o
bien la moral milenaria ( la que ellos han inventado, claro)y despus de
C A P I T U L O 2
A la maana siguiente, cuando se despert, la sensacin que senta, era
completamente diferente a la del da anterior. Esta maana se senta alegre,
aunque impaciente porque llegaran las cuatro y media, pero muy feliz. Los
recuerdos del da anterior se agolpaban en su memoria y como ocurre, casi
siempre, se acordaba, principalmente de las cosa mas agradables, aunque las otras, pasaban como rfagas, por su memoria, ensombreciendo, ligeramente su
cara.
.Si, era un compaero de colegio.-Contest Marta sollozando.Pobre Antonio, !canallas!, era un buen muchacho.-Los sollozos no la dejaron
continuar.
.! Sera un buen muchacho, pero esto es a lo que conduce el jugar
a ser de los descontentos; se empieza protestando en la calle, vistiendo de
diferente manera, repartiendo panfletos y por ultimo colocando bombas;
que incluso, podran haber matado a personas que no tienen nada que ver
con su guerra particular!.-Dijo el padre, dirigindose a Marta, con tono
iracundo.
.!! Calla por favor, deja de atormentarla, tu hija es una chica
sensata y lo nico que la pasa, es que siente el natural dolor por la prdida
de alguien a quien conoca!!.Marta est por encima de todo eso que acabas
de mencionar.
Marta sin saber que hora era, sali de la habitacin, cogi el abrigo y
despus de abrir la puerta se lanz a la calle sin ni siquiera volverse a cerrar.
Fue entonces cuando se la ocurri mirar el reloj, eran las cinco menos cinco,
Eduardo la esta esperando hacia casi media hora, en el sitio convenido. Marta
fue a su encuentro y abrazndose a el continu con los sollozos.
.Veo que te has enterado de la noticia; en fin es uno mas de la
larga lista. Pero lo de Antonio se siente mas porque lo conociamos.-La dijo
Eduardo, mientras la acariciaba, tratando de calmarla.
.Ves a lo que conduce la violencia de la que tanto hacia gala
Antonio, Porque tuvo que poner una bomba?.
.!! Una bomba!!.-Exclam Eduardo, al mismo tiempo que lanzaba
una sonora carcajada, que no pudo evitar a pesar del dolor que senta, por
la muerte de su amigo.Esta reaccin hizo que Marta dejase de llorar y
mirase a su compaero como si se hubiera vuelto loco.
.Pero eso es lo que ha dicho la televisin.-Tartamude Marta.
.Y tu, claro, te lo crees, como si fuera la palabra de Dios. Bien te
explicar en que consistan las bombas que colocaba Antonio.-Contest
Eduardo, con voz, que dejaba traslucir el rencor y la rabia que senta.Antonio haba descubierto la manera de burlar la vigilancia del monitor, que
tienen en la fachada y todos los das cagaba en un papel de peridico y lo
lanzaba contra ella, pero a pesar de las precauciones, que tomaba, lo
descubrieron y lo estaban esperando, sin ni siquiera darle el alto,
empezaron a disparar, el cuerpo de Antonio, tenia mas de veinte balazos;
me lo dijo un A.T.S. del deposito de cadveres. En esto consistan las
bombas de Antonio; a eso se limitaba con su agresividad. Tampoco creas
que lo han hecho por venganza, no, es una manera de justificar el haber
disparado, de esta forma se justifican ante la sociedad, que no pedir
demasiadas explicaciones; y de paso el BARRIO no crece mas de lo que
ellos consideran normal.
las fabricas, los capitalistas siempre estuvieron muy preocupados por conseguir
abaratar los cotos de produccin, por este motivo, segn fueron apareciendo
maquinas, estas sustituyeron a los trabajadores.
.Entonces tu eres partidario de que no se empleen maquinas,
para realizar el trabajo de los hombres?.- Pregunt Marta en tono de
reproche.
.No, precisamente creo que esa sustitucin, es buena, libera al
hombre de los trabajos pesados y poco creativos; siempre que hablo con
alguien de este tema, recuerdo haber ledo, que hubo una poca, en la que
aun se recoga el algodn a mano, que los braceros protestaban porque no
queran que se empleasen maquinas para este trabajo; incluso gente
verdaderamente de izquierdas, reclamaban el trabajo directo del hombre
para esta tarea. Para que?, para que sus hijos tuvieran que desplazarse
con ellos al lugar del tajo y de esta manera perder el curso en el colegio; as
lo que conseguan, es que la falta de cultura, educacin o preparacin
laboral, hiciera de ellos futuros braceros. Te aseguro, Marta, que soy el mas
fiel partidario de que estos y otros trabajos pesados penosos y poco
creativos, los realicen las maquinas, pero claro, en una sociedad justa, en
una sociedad en que el tiempo libre se pudiera invertir en elevar el
conocimiento del ser humano, aunque solo sea con la contemplacin de la
naturaleza; siempre que en esta sociedad se pudiera vivir, no digo con por
lo menos lo imprescindible, sino con lo que, en ese momento, la sociedad
pudiera ofrecer a los individuos que la componen. Responde esto a tu
pregunta?.
.Si, desde ese punto de vistas, yo tambin estoy de acuerdo.
.Bien como te deca, la sustitucin de la mano de obra por las
maquinas, fue continua, pero fue la electrnica la que a travs de la
informtica, la que abri la sustitucin total del hombre; fabricas
totalmente automatizadas, los robots no necesitan vacaciones ni piden
aumento de sueldo, en fin, el sueo dorado de todo buen capitalista. Pero
saban que estas decisiones, dejaran sin trabajo a mucha gente; as que,
aprovechando que por entonces se produjo, el famoso embargo de petrleo,
con la consiguiente subida de precios, as, con estos hechos intentaron
disfrazar la crisis que se avecindaba, culpando de esta a la subida de
precios de la energa. La prueba de que esto no era cierto, est en que
despus de que el petrleo baj, la crisis no solo continu, sino que
aument y se hizo endmica.
Eduardo se dio cuenta de que el camarero, los miraba con insistencia, as
que lo llam y le pidi que les sirviera otros dos cafs.
.Otro coac?.- Pregunt el camarero mirando la copa, de la que
solo faltaba el sorbo que haba tomado Marta.
.Si, es mejor que te lleve a casa, creo que por hoy hemos tenido
suficientes emociones.
Caminaban despacio, en silencio; como si cada uno de los jvenes
necesitara asimilar los acontecimientos que haban vivido. Despus de un largo
espacio de tiempo, de caminar sin que ninguno de los dos hiciera ningn
comentario, Marta, sin dejar de mirar hacia adelante, coment, con un tono en
el que no denotaba ninguna emocin, como si su comentario, mas que serlo,
fuese una reflexin, como si no estuviera acompaada.
.Tu dices que las democracias son imperfectas, o que estn
dirigidas, pero por lo menos se puede elegir a los representantes del pueblo
en el parlamento, aunque estos estn designados por las jerarquas de los
partidos.
.Mira, Marta, una democracia que necesita publicidad, campaas
de imagen para los candidatos, crditos millonarios para los partidos, que
naturalmente, han de concedrselos los bancos y que los partidos polticos
desean que se les conceda, cuanto mas mejor, pues saben que el que mas
dinero tenga, para su campaa de publicidad, cuenta con mas posibilidades
de ganar las elecciones. Bien, pues como te deca, una democracia que
necesita de todos estos artificios, deja de serlo, y se convierte en la
compraventa de un producto como cualquier otro, adems de que de esta
forma, los partidos y con ellos la democracia, quedan en manos de los
bancos y sabemos quienes son sus dueos.
.Entonces,que propones tu para que una democracia sea
perfecta?.-Dijo Marta, con el mismo tono de antes, mientras caminaban
despacio, con las manos metidas en los bolsillos de los abrigos.
.Como te deca el otro da, no tengo la solucin, pero me parecera
mas democrtico, si los partidos se limitaran a mandar, a los votantes, el
programa poltico de cada uno de ellos, sin adornos y todos iguales, sin
publicidad ni mtines, y sin ningn otro medio de presin, esto aun no
siendo perfecto, me pareceras mucho mas justo, mas imparcial.
Marta suspir, todo daba vueltas en su cabeza, eran muchas emociones y !
en tan poco tiempo!; en apenas dos o tres das, estaba, tratando, de asimilar, lo
contrario de lo que,tanto, sus padres , como la sociedad, a travs de los
colegios, la haban enseado, durante aos.
.Por cierto, no me has contado, que fue de los amos de todas las
tierras del ganado y de las fabricas.......
.Si, tienes razn, pues mira, lo curioso es que han llegado a un
estado igual que los que llegaron los ltimos al valle; es decir a no tener
nada, solo unos papeles impresos y que nacieron para sustituir el trueque
que es mas incomodo que hacer el intercambio con unos papeles, a los que,
previamente, se les ha dado un valor determinado. Bien, pues estos seores
ahora, solo tienen dinero, algo que se puede imprimir en cualquier
.Pero esto es terrible, tiene que ser un caso aislado, estoy segura
de que mis padres nunca haran una cosa as.
.Mejor ser que no te encuentres en esa situacin, creme los que
mandan tienen mtodos eficaces para presionar a todas las personas de
modo que no les quede otro remedio que obrar de esa manera, por eso en la
actualidad, aunque represente para mi un recuerdo doloroso, entiendo lo
que hicieron y no les culpo.
.Mis padres nunca haran una cosa as, me quieren demasiado.Insisti, tozudamente, Marta frunciendo el entrecejo y comenzando a andar
con paso decidido, como queriendo remachar su aseveracin.
.Para cuando quieres que consiga los pases?.-Dijo Eduardo
cambiando de tema.
.Para maana, si maana es un buen da, sbado y despus me
queda el domingo para descansar, dir a mis padres que voy a una fiesta de
una amiga y que volver tarde, creo que aceptarn.-Contest Marta
volviendo a la realidad.
Haban llegado cerca de la casa de Marta se pararon en la esquina cercana
se besaron sin demasiado apasionamiento, casi fraternalmente, como dos
camaradas que hubieran vivido una jornada peligrosa, y se despidieron. Marta
se elev hacia su casa, despidindose con la mano segn se alejaba y al llegar a
la puerta, Eduardo desapareci en la oscuridad.
Al entrar en su casa, Marta, escuch como sus padres hablaban en el cuarto
de estar, no haban cenado, se quit el abrigo y fue hacia esa habitacin.
.Hola pap, hola mam.-Salud Marta, al mismo tiempo que fue
besando a ambos; su tono era alegre, como si viniera de divertirse, su
madre la mir con atencin, crea intuir que su alegra ere ficticia.
.Hoy es, casi, demasiado pronto,- Observ el padre.-No es
necesario, sabes que tienes autorizacin para venir mas tarde, pero eso si,
llamando por telfono para tranquilizarnos y saber que no te ha pasado
nada grave.
.No he venido mas temprano por lo que me dijerais ayer, es que
haca mucho fro para estar paseando por las calles.- Coment Marta.
El padre se levant y haciendo una leve caricia a su hija, sali de la
habitacin. Marta aprovech este momento para poder hablar con su madre,
saba que ella la comprendera mejor,
adems hara de cmplice para
convencer a su padre.
.Mama, maana quisiera ir a una fiesta, a casa de una amiga y por
si se hace demasiado tarde necesito que me deis permiso para quedarme a
dormir con ella; es Mercedes, creo que la conocis.- Marta esperaba que no
se hubieran enterado de la muerte de su amiga.
.Mira hija, a mi no necesitas decirme que te quedars en casa de
una amiga, tu padre si lo necesita, pero yo te entiendo; no te preocupes me
encargar de convencer a pap.
En ese momento entr el padre con unos papeles en la mano, se sent en la
butaca y empez a leerlos, Marta aprovech para salir a su habitacin, quera
cambiarse de ropa antes de cenar.Cuando baj, sus padres estaban sentados a
la mesa esperndola para cenar. Durante el tiempo que dur esta, no se
hicieron comentarios que no estuvieran relacionados con la comida y una vez
que finalizaron, el matrimonio encamin sus pasos hacia el cuarto de estar,
queran ver la televisin, Marta se disculp, tena mucho sueo y estaba
cansada, dijo, pero en realidad lo que tena era miedo de las noticias, no quera
revivir la pesadilla de la muerte de su amigo y de la de su compaera.
Subi a su habitacin y se acost, el sueo se apoder de ella enseguida,
pero todo fue una continua pesadilla, soaba con Antonio que tiraba paquetes
contra una pared, con el cuerpo, completamente, cubierto de sangre y unos
guardas con cara de perro se rean de el a carcajadas. Tambin so con el BARRIO que se le apareca como unas callejas torcidas y sucias.
Cuando se despert estaba cansada, no haba sido una noche tranquila, era
como si desde que haba conocido a la pandilla, la hubieran robado la
tranquilidad. Todo lo que antes la hacia feliz, su casa, sus vestidos, sus muebles,
casi podra decirse que en ese momento los odiaba, incluso se los imaginaba
cubiertos de sangre.Se visti con desgana y baj a desayunar, entr en la cocina
y por primera vez mir a la criada; nunca se haba fijado en ella, es decir saba
que estaba por lo que hacia, pero en esta ocasin se dio cuenta, por primera
vez, que era una persona, una mujer de mediana edad, que incluso, la lleg a
sacar algn parecido con la mujer que vio como desahuciaban. Estos
descubrimientos dejaron su espritu aun mas triste. Cuando termin de
desayunar fue al cuarto de estar y cogiendo un libro se sent tratando de
concentrarse en la lectura, pero sin conserguirlo, los acontecimientos del da
anterior y la excitacin que la produca la aventura que la esperaba, no dejaban
que pudiera prestar atencin a otra cosa; son el telfono, su madre apareci
por la puerta.
.Buenos das, cario, te llaman al telfono.
Marta se levant, dio un beso a su madre y sali para atender la llamada.
.Digam.- Su voz sonaba impaciente, sabia quien era, el corazn la
lata fuertemente.
.Hola Marta, he conseguido los pases as que esta tarde, si aun
sigues con la idea, podemos hacer nuestra excursin.- Eduardo, pues era el,
evit decir EL BARRIO.
.Todo aqu lo es, la primera regla que debes aprender en este lugar,
es que aqu solo te tienes que preocupar de ti misma, ni siquiera de lo que
pueda ocurrirme a m.
.Quiere eso decir que si ocurre algo, me tengo que defender sola?.
.No te preocupes que en cuanto a ti, yo te defender con todas mis
fuerzas.
Marta sonri sin mirarle, en realidad lo que haba querido era provocar
aquella reaccin, pues saba que, en realidad, solo se tenan a ellos mismos.
.Aqu no existe un centro?, es decir lo que se llama centro de la
ciudad.
.Si, aqu est lo que era el centro de la ciudad, de la antigua ciudad;
pero con la mentalidad capitalista, primero lo invadieron todo para oficinas
y comercio y cuando los nuevos mtodos de produccin y la extensin de la
delincuencia, lo hicieron innecesario, lo abandonaron a su suerte.
.Me gustara ir hacia ese sitio.
.Bueno como quieras.-Titube Eduardo, nada convencido del
capricho; el hubiera preferido, que la excursin transcurriera por la calle
que rodeaba el Gueto.
Despus de cruzar la calle torcieron a la izquierda; segn avanzaban, el
ambiente aprecia animarse, relativamente, aunque la temperatura muy fra y la
nieve que caa lenta, pero ininterrumpidamente, hacan que el sitio resultara
aun mas tenebroso. Algunos locales estaban abiertos al publico, eran bares en
los que a Marta no se le hubiera ocurrido entrar ni aun buscando aventuras
excitantes; a travs de las puertas de cristal, se podan ver a los clientes,
personas vestidas de muy diferente forma, unos con verdaderos harapos y
otros, aunque vestidos con mejores ropas, se notaba que las tallas no eran las
adecuadas.
.Parece mentira la diferencia que observo en las personas, me
refiero a la forma de vestir.-Coment Marta mientras caminaba procurando
juntar su cuerpo al de Eduardo, buscando proteccin.
.Aqu se repiten los mismos vicios que en otro lado, pero mas
acentuados y siempre teniendo en cuenta que todos son pordioseros.
En ese momento, salan por una bocacalle diez o doce mujeres, todas muy
pintadas y aunque se abrigan con ropas que no eran de su talla, vestan de
forma llamativa; segn pasaban empezaron a provocar a la pareja, con palabras
y con gestos obscenos, indudablemente, a Marta la haban confundido con un
hombre.
misma calle que los primeros, su aspecto era semejante, dos empuaban pistola
y el tercero una metralleta. Uno de los perseguidos, el que tenia el maletn, se
volvi y dispar varias veces, con una pistola que sac del bolsillo, uno de los
perseguidores cay de rodillas, el que portaba la metralleta abri fuego y el
hombre del maletn cay, rebotando dos veces contra el suelo. El otro
perseguido, que se haba refugiado tras un montn de escombros, se asom
con las manos levantadas, gritando que se renda, otra vez funcion la
metralleta, el hombre recibi tal cantidad de balas que su cuerpo fue lanzado,
casi, dos metros hacia atrs del lugar donde se encontraba. Uno de los hombres
se acerc al muerto que aun sostena el maletn en su mano, se lo arranc
violentamente y continu andando despus de volverse y comprobar que su
compaero ayudando al herido le seguan y los tres se perdieron por la misma
calle por la que haban aparecido.
Con muchas precauciones,Eduardo, se asom y le dijo, en voz baja, a
Marta.
.Vamos, alejmonos lo antes posible de este lugar.
Mientras segua a Eduardo, Marta, mir a los cados, el mas cercano, se
movi y con voz muy dbil y entre quejidos, pidi que le ayudaran; Marta,
compadecida, trat de atenderlo, Eduardo, casi con brusquedad, tiro de ella y
con las mismas precauciones que al principio, pero con paso decidido, se
elejaron del lugar donde haban ocurrido aquellos horribles acontecimientos,
mientras la deca.
.Por favor, Marta, este no es un lugar corriente, y no puedes
comportarte como si lo fuera; estos dos hombres pueden que fueran
forajidos, como casi todo el mundo en este lado, al igual que los otros, pero
tambin, unos u otros pueden ser policas.
.Polica aqui?.-Pregunt, extraada Marta
.Si, no de forma oficial, pero estn y pertenecen a la brigada
central, que son los mas peligrosos.
.Pero porque?, si han decidido mandar a todos los que les
estorban a este lugar, para que quieren polica aqu?.
.Por varias razones, primero porque de esta forma controlan la
cantidad de armas que circulan por el BARRIO, no dejando crecer esta
cantidad por encima de lo que ellos consideran aceptable; segundo para
evitar que llegue a existir una organizacin que en el futuro pueda
representar un problema; la polica se infiltra en cualquier incipiente
organizacin, y si la considera peligrosa y antes de que se desarrolle, matan
a sus cabecillas.
.Eso si que es aadir horror, al horror ya existente.-Dijo Marta con
expresin pensativa.
.Los que acabas de ver morir, pueden que fueran policas y que al
descubrirlos los mataran o puede que fueran los cabecillas de una
organizacin descubierta por la polica; incluso podan se policas corruptos
a los que sus compaeros habran ajusticiado.- Aclar, Eduardo, con una
entonacin tan cruda, que hizo que Marta volviera la cabeza para mirarlo
con los ojos muy abiertos.
.Te lo digo de esta forma para que de ahora en adelante, te
comportes a la altura del lugar donde nos encontramos.- Mientras deca
esto, Eduardo la acariciaba, pero solo con la mirada, hubiera sido fatal para
nuestros amigos que descubrieran que Marta era una mujer, y en el
BARRIO, todas las ventanas tienen ojos.
Haba oscurecido completamente, la nieve continuaba cayendo, aunque con
poca intensidad. Haca un fro penetrante, acentuado quiz, por lo desolado del
sitio donde se encontraban. Continuaron calle abajo, esta terminaba en la
confluencia de varias callejuelas pequeas y aun mas sombras que por la que
haban bajado, estas pequeas calles no tenan ningn tipo de alumbrado y solo
por el pequeo resplandor que una de las lamparas de la calle principal lanzaba
hacia all poda distinguirse alguna claridad en ellas; ambos continuaron camino
por una cualquiera.
Caminaban muy juntos, tanto por el fro que sentan como para protejerse
del temor que aquel sitio les infunda; cuando de pronto les salieron al paso tres
individuos, no podan distinguir si eran jvenes o no, pero su actitud no era muy
tranquilizadora. Se pararon en medio de la calle cortndoles el paso.
.Venga tos, sacar todo lo que tengis, si no os chirlo.- Dijo uno de
ellos y de la palabra a los hechos, dio un pequeo corte en el cuello, a
Eduardo, con una navaja que haba sacado del bolsillo.
El muchacho asustado, se llev las manos a la herida, momento, este que el
atracador, aprovech para sacarle de los bolsillos todo lo que encontr.
Inmediatamente, el atracador, se dirigi a Marta.
.Ahora tu colega.- Y cuando se dispona a repetir la operacin,
Marta no pudo controlarse.
.No, por favor, yo misma te los dar.
.Colegas, que este es una tia.- Grit el individuo a sus
compaeros.
.Que coo dices?.- Dijo otro de los atracadores, acercndose y
desabrochndole el impermeable a Marta.- Vaya, pues es cierto, ahora si
que estis con la mierda encima.
El tercero, al or estas palabras, se acerc y tocando a Marta dijo.
peligro.
Marta, sin decir nada, se lav tambin. Eduardo la dio un pauelo para que
se secara, mientas que el, buscando en los calcetines, sac de ellos unos
papeles.
.Los pases.- Dijo lacnicamente.
Marta se dej conducir por el muchacho.
.Por favor Marta no llores ahora, procura que no se te note que
estas apenada.
Continuaron acercndose, de pronto se encendieron unos focos rojos
intermitentes, al mismo tiempo, por unos altavoces, los conminaban a
detenerse; asi lo hicieron e inmediatamente unos guardas salieron de la casa
mas cercana, empuando unas metralletas, se acercaron a nuestros amigos y
uno de ellos les dijo.
.Tenis pases?.
Eduardo, sin decir nada, le dio los papeles que tenia en la mano, el guarda
los examin con la ayuda de una linterna, pareci satisfecho y al mismo tiempo
que les devolva los documentos, les dijo con voz festiva.
.Parece que la juerga ha sido mas movida de lo que pensabais; la
prxima vez contratarnos a alguno de nosotros, como guardaespaldas.
.Gracias, lo tendremos en cuenta.- Dijo Eduardo cogiendo a Marta
por el brazo y dirigindose hacia el Gueto.
Ella mir sonriente a los guardas y dicindoles adis con la mano, sigui a
Eduardo. Una vez dentro del Gueto, Eduardo decidi que era mejor ir
caminando que en el autobs, aun tenindose que exponer a encontrarse con
algn control de la polica; el aspecto que presentaban no era el mas adecuado
para dejarse ver en publico.
.Aunque te he dicho que era mejor que supieras lo menos posible
de mi vida, creo que en esta ocasin es mejor que vayamos a mi casa, y te
podrs lavar y ponerte otra ropa, segn estas no puedes ir a tu casa.
Marta asinti con la cabeza, los sollozos la impedan hablar.
Despus de andar, a paso ligero, durante mas de media hora; llegaron a un
lugar del Gueto en el que solo se podan ver edificios de apartamentos, aunque
mas atractivos que los que haba conocido cerca del BARRIO. En uno de los
portales se detuvieron, por indicacin de Eduardo y despus de entrar en el
subieron en el ascensor hasta el quinto piso; entraron, el apartamento era
pequeo, pero acogedor, solo tena el dormitorio, la sala, el cuarto de bao y
una cocina que pareca de juguete, sin lujos pero con detalles personales que
delataban un cierto buen gusto del dueo del apartamento.
En cuanto Eduardo cerr la puerta a sus espaldas, Marta, rompi a llorar,
dando rienda suelta a la pena que no haba podido exteriorizar, libremente
hasta aquel momento. Corriendo se fue al cuarto de bao, cerr con cerrojo y
mientras se llenaba la baera, se fue quitando la ropa y la fue tirando con rabia
en un rincn; se meti en la baera y se enjabon una y otra vez, como en un
ritual, como si con esa accin pudiera quitarse la sensacin que aun senta de
que aquellos hombres aun estaban tocandole la piel; mientras lloraba, un llanto
tranquilo, que al resbalar por su cuerpo, la serva de bao al igual que el agua
jabonosa que la rodeaba.
La primera vez, la primera vez.... Se repeta para si misma. Marta haba
soado que aquella primera vez sera con una gran solemnidad y no poda
haber sido mas brutal y repugnante.
En ese momento escuch los quejidos de Eduardo, se dio cuenta de que el
muchacho estaba en la otra habitacin, y de que no solo era ella la que sufra, el
tambin tenia mucho de que lamentaste.
Sali de la baera y cogiendo un albornoz, que estaba colgado se lo puso y
sali; vio a Eduardo, que casi desnudo, se trataba de aplicar una crema en las
zonas amoratadas de su cuerpo, naturalmente, dependiendo de que zona se
tratara, lo consegua o no; ante esta escena, Marta sinti una sensacin de
ternura, que la hizo olvidar su propia pena y acercndose a el le quit la caja de
crema y empez a aplicrsela ella misma, procurando hacerlo con la mayor
suavidad posible, lo que no impeda que el, de vez en cuando lanzara algn
quejido.
.Lo siento, cario.-Dijo Marta.-Trato de hacerlo con delicadeza,
pero tienes el cuerpo muy magullado, deberamos llamar a un medico.
.No, no es conveniente, tendramos que darle demasiadas
explicaciones.
Al mirar la cara de Eduardo y vrsela tan desfigurada por los golpes y por
los gestos que pona, cada vez que le tocaba algunos de los cardenales, Marta,
no pudo por menos que lanzar una carcajada..
.Perdona.-Le dijo, al darse cuenta de que a Eduardo no le gustaba
su reaccin.-Pero es que pones una cara muy cmica.
Eduardo, mir a Marta y contagiado por las carcajadas de ella, no tubo mas
remedio que rerse tambin, al mismo tiempo que se quejaba, porque las
sacudidas de las carcajadas hacia que los cardenales le dolieran aun mas.
CAPITULO 3
Cuando se despert, la luz del da entraba por la ventana, que tena
descorridas las cortinas; era una luz blanquecina, como de sudario, sinti un
escalofro, la temperatura dentro de la casa era desapacible, no haban
encendido, aun, la calefaccin. No saba la hora que era mir un reloj que haba
en la pared, marcaba las ocho. Cogi la ropa del suelo, se puso la camisa y
terminando de vestirse, fue al dormitorio; Eduardo continuaba durmiendo,
tanto la paliza como la aspirina haban hecho su efecto y ahora, rendido, dorma
para reponer fuerzas. Le sonri con ternura y fue hacia el cuarto de bao.
Terminado el aseo y una vez en la sala mientras terminaba de vestirse, se
puso a mirar por la ventana. Continuaba nevando, copos pequeos pero
copiosos, todo estaba cubierto de nieve, se acord de sus padres y busc el
telfono, cuando lo encontr, marc en numero de su casa, contest la criada.
.Regina, dile a la seora que se ponga, soy Marta.
.Buenos das, seorita, enseguida se lo digo, ya se ha levantado.Contest la criada.
mejor.
esos que conoc ayer; esa gente es irrecuperable y no creas que lo digo por
lo que nos ocurri, sino porque no saben salir del agujero en que estn
metidos, y no salen porque no son capaces de darse cuenta, de que son
ellos mismos los que tienen que hacer el esfuerzo para salir; esa gente se
reboza en el fango y se recrea en el. Quiero colaborar con vosotros, para
quitarle el palo a quien lo tiene, pero no para drselo a quien no sabe
esquivar los bastonazos, si no para no recibirlos yo.
Eduardo no contest, tenia que asimilar lo que Marta haba dicho, porque
aquello representaba algo nuevo para el, algo que no casaba con sus propios
sentimientos.
Despus de cenar se fueron al dormitorio, no tenan ganas de ver la
televisin, y la casa, poco a poco, se quedaba fra. Marta entr en el cuarto de
bao, Eduardo se desnud y despus de tomar un calmante, para mitigar el
dolor que aun senta, se acost; pocos minutos despus Marta sala, tena
puesta una camisa de Eduardo, apag la luz se quit la camisa y se acost. Ma
el momento, se qued un poco tensa, sin moverse entre las sabanas; Eduardo se
acerc a ella pas su brazo por encima, Marta se estremeci, el la bes en la
mejilla y sus cuerpos se juntaron.
Haban sido unos momentos deliciosos, Eduardo dorma, Marta pensaba en
aquellos momentos, era la verdadera primera vez, ese primera vez que haba
soado, sin adornos, pero que, ahora, pensaba que no eran necesarios. Lo que
la haba ocurrido la noche anterior, aquel acto tan horrible, no tenia ninguna
relacin con esto, no quera llamarlo violacin, era como un accidente, como un
choque de trenes, como la cada de un coche por un barranco o el incendio de
un edificio, pero nada relacionado con lo que haba descubierto aquella noche.
Al da siguiente, despus de desayunar, y de dejarle a Eduardo todo lo
necesario, para que no tuviera que salir a comprar nada. Se puso sus
pantalones y un jersey de Eduardo, que se aprecia al que ella haba sacado de
su casa. Se despidi del muchacho, despus de decirle que la llamara por
telfono y sali.
Baj del autobs, cerca de su casa, las calles presentaban un aspecto
desolador, la nieve se amontonaba en las calles, el fro era intenso, los
autobuses y los coches circulaban con grandes precauciones. Los pocos
transentes que pasaban por las calles, lo hacan despacio para no resbalar, a
ella la cost mucho mas tiempo, llegar de la parada del autobs hasta su casa,
que en otras ocasiones; por fin entr , su madre estaba en el cuarto de estar,
fue hacia el para saludarla.
.Buenos das mam.-Dijo con un tono alegre, besando a su madre.
.Buenos das hija, que tal lo has pasado?.
.Muy bien mam, es mi primera salida y lo he pasado
estupendamente.-Minti, hasta cierto punto Marta.
ver una puerta que de no conocerla nadie hubiera podido descubrir, por lo
menos con la facilidad con la que Marta le haba encaminado a ella. Una vez
dentro Marta le dijo a Eduardo, con voz muy baja.
.Siguem, pero ten mucho cuidado, esta casa est llena de
trampas, por este lado, por el que hemos entrado, es por donde
encontraremos menos, pero aun as, ponte detrs de mi y de esa forma
podr indicarte lo que tienes que hacer para no caer en ninguna de ellas.
Con paso resuelto, y con Eduardo detrs de ella, se adentraron por un
pasillo; cuando la pareja se encontraba en mitad de este, Marta, sin decir nada,
oblig a Eduardo a ponerse a la derecha del pasillo; materialmente pegados a la
pared, Eduardo pudo apreciar que las baldosas del suelo estaban un poco
movidas.
.Si hubiramos pasado por el centro, el suelo se habra hundido
bajo nuestros pies.-Le dijo Marta, al odo de Eduardo.
Llegaron a un pequeo vestbulo, del cual parta una escalera; Marta sac
una linterna de pequeas dimensiones, que tenia guardada en un calcetn y con
ella ilumin una cuerda muy fina, que cruzaba la entrada del primer peldao y
seal a Eduardo un extrao aparato, que estaba a la derecha de la cuerda y
que tena seis grandes cuchillos, uno encima del otro, de modo que cuando
saltaba el resorte que tena y que se accionaba cuando se tropezaba con la
cuerda, los cuchillos se clavaban en el cuerpo del intruso, de arriba a abajo,
matndolo casi instantneamente y desde luego, logrando que el espectculo
que representaba la contemplacin de este cuerpo, desanimara a posibles
visitantes.
Por indicacin de Marta y con grandes precauciones, saltaron la cuerda y
subieron por la escalera, al llegar al primer piso, se adentraron por un pasillo,
en el que haba puertas a ambos lados, aquello haba sido, en otros tiempos, un
hotel; al fondo del pasillo haba otra puerta, ante esta se detuvieron y Marta se
agach para recoger dos grandes palos, que haban pertenecido a la barandilla
de la escalera. Dndole uno a Eduardo le dijo.
.Cuando entremos, veras dos hombres, a estas horas estn
durmiendo, yo me encargar del que est durmiendo a la izquierda, tu del
que te encontraras de frente; cuando veas que golpe al que he elegido,
golpea tu al tuyo, pero no tengas piedad, porque si no lo matas, el te matar
a ti.
Eduardo quiso decir algo, pero un enrgico gesto de Marta le oblig a
callar. En ese momento, Marta arrimaba su oreja a la puerta y despus de
cerciorarse de que no se oa nada en el interior del cuarto, sac una llave y
metindola en la cerradura la gir sin dificultad, asi el pomo de la puerta y
poco a poco y sin hacer el menor ruido, la fue abriendo, mir al interior de la
habitacin y se meti en ella, indicando a Eduardo que la siguiera. Aunque la
luz que entraba de la calle era muy escasa, una vez en el interior, Eduardo pudo
No es que nuestros amigos llamaran la atencin por nada especial, con sus
pelucas y sus chaquetones sucios, no destacan del grupo que se acercaba; pero
a veces los merodeadores matan a otros que consideran mas dbiles para
vender sus cadveres a los canbales, cambindolos por utensilios. El
sospechoso grupo continu andando en direccin a los muchachos y no
solamente se cambiaron de acera, sino que esgrimiendo sus garrotes se
dispusieron a atacar a nuestros amigos.
.!Dispara!-Dijo, lacnicamente Marta sacando su pistola.
Son una detonacin, como un caonazo, a uno de los atacantes le
desapareci la cara, en su lugar qued una masa sanguinolenta, el pobre
hombre cay al suelo, con si le hubieran roto los resortes que lo sostenan.
Eduardo, tambin hizo fuego, pero con menos puntera, otro de aquellos
hombres recibi el impacto en un hombro, fue tan fuerte que el desdichado
rod por el suelo, aun con vida, revolcndose, entre gritos de dolor y perdiendo
gran cantidad de sangre por aquella terrible herida; sus compaeros, al ver las
armas que portaban nuestros amigos, huyeron despavoridos.
.Vamos.-Dijo Marta.-Te aseguro que estos, en una buena
temporada, se aseguraran muy bien antes de atacar a nadie.
Emprendieron el camino y cuando pasaban al lado del herido, que segua
retorcindose en el suelo, Marta sac su pistola y lo remat con un tiro en la
cabeza, el hombre, aun se retorci una vez mas y qued rgido con una postura
grotesca, sin cara y casi sin cabeza. La vista de todo esto colm el vaso de
Eduardo, doblndose por la cintura, empez a vomitar, mientras Marta lo
esperaba un poco mas adelante, con una sonrisa sarcstica en los labios.
Cuando Eduardo se sinti mejor, mir a su alrededor y al distinguir donde
estaba Marta se dirigi a su encuentro y sin decir nada se puso a su lado y
reemprendieron la marcha, Marta con voz suave, todo lo suave que pudo
encontrar en su entonacin le dijo a Eduardo.
.Pronto llegaremos a nuestra casa, no te preocupes por los
individuos que nos encontremos en el portal y la escalera, son alcohlicos y
drogadictos, son inofensivos, casi no tienen conciencia ni de que existen.
Al llegar a la altura de una de las casas medio derruidas, Marta dej el
carro a un lado y quitando las chapas que lo cubran, cogi una de las maletas,
mientras deca, sin mirar al asustado muchacho.
.Coge la otra, vamos a entrar en nuestra casa, en nuestro hogar.Termin con sorna.
Eduardo, sin preguntar hizo lo que Marta le haba mandado y la pareja
entro en el portal de la casa; este se encontraba abarrotado de personas
tumbadas en el suelo, que mas que dormidas, estaban aletargadas, el olor era
nauseabundo, irrespirable, nuestros amigos se dirigieron hacia la escalera,
CAPITULO 4
.Hola cario.-Dijo Marta, cuando lleg junto a Eduardo.
Era el da siguiente al de la visita de este a su casa.
.Que te pareci mi familia?.-Pregunt mirando a su pareja, con
ansiedad mal disimulada.
.Tal y como me la haba imaginado, parecen todos hechos con el
mismo molde.-Contest Eduardo, mientras comenzaban su paseo. Eduardo
con su nuevo aspecto, despertaba la cadicia de las compaeras de Marta
que acababan de salir del Instituto.
.Quiero presentarte a unos amigos, cuando los he contado nuestra
aventura, en el BARRIO, se han mostrado muy interesados en conocerte.La dijo Eduardo cogiendo del brazo y arrimndose a ella con entusiasmo.
.Son de la organizacin?.-Pregunt Marta,
entusiasmada, pero bajando la voz exageradamente.
visiblemente
Roberto.
.En fin si la condena es de expulsin, aun tienen alguna posibilidad
de sobrevivir.-Dijo Eduardo, estremecindose al mismo tiempo.
.No lo creo.-Contest Roberto.-De un tiempo a esta parte,
seleccionan las zonas por donde los expulsan, a estos les ha tocado la zona
de los cortadores de cabezas, es la nueva poltica, la zona est en relacin
con el grado de responsabilidad que los expulsados tenan en la
organizacin.
canbales; otra de las tribus del BARRIO y que haban llegado a este extremo de
vida por las dificultades, que al principio encontraron para sobrevivir y que en
la actualidad era su medio de vida habitual. Cati detuvo el coche, pero sin parar
el motor, mir a Pedro y pregunt.
.Y ahora que?
.Levanta el cap, que Marta se quede al lado del coche, como si se
hubiera estropeado, de esta forma no levantar sospechas, t y yo iremos a
aquella casa de la esquina, en ella est escondido un huido que tenemos
que acompaar a un lugar seguro, lo llevaremos en el maletero.-Contest
Pedro.
.Bajaron del vehculo, Marta los imit.
.Tu Marta qudate al lado del coche, si ves que se acerca alguien,
tenga o no uniforme, asmate al motor como si estuvieras arreglndolo,
vamos Cati.-Continu Pedro.
Se encaminaron hacia la casa indicada por Pedro, Cati delante, Marta los
miraba como se alejaban. Cuando haban andado unos metros, nuestra amiga
observ como Pedro sacaba algo del bolsillo y con un movimiento rpido lo
empuj hacia los riones de Cati, esta volvi la cabeza, con una expresin,
mezcla de rabia y de sorpresa, entonces fue cuando Marta se dio cuenta de lo
que haba sacado Pedro del bolsillo, era un pual; aun lo empuj un poco mas
en el cuerpo de la muchacha y le dio algunas vueltas, por fin el cuerpo de la
vctima se fue deslizando, a Marta le pareci que muy lentamente, hasta quedar
tendida en el suelo y despus de unos rpidos movimientos de pies y manos,
qued rgida y una mancha de sangre fue extendindose por debajo del cuerpo
tumbado.
De pronto, Marta, sinti una manos que la cogan por los hombros, se
sobresalt mir y era Pedro que la empujaba hacia el interior del coche,
haciendo que se sentara en el; despus el subi por la otra puerta, se limpi las
manos con un pauelo y puso en vehculo en marcha.
.Ella era la delatora.-Dijo, lacnicamente, Pedro.
Marta rompi a llorar, pero sin isterismo, serenamente, cuando su angustia
se le hubo calmado, pregunt.
.Ests seguro?.
.Estamos seguros.-Rectific Pedro y continu.-De no haber
cambiado nuestra direccin, si hubiramos llegado donde al principio nos
dirigamos, nos hubieran estado esperando la polica.
El trafico haba descendido en intensidad, no solo por ser algo mas tarde,
sino tambin por el tiempo, haba refrescado y lo desapacible del ambiente no
invitaba al paseo. Despus de recorrer buena parte del Gueto, Pedro meti el
coche en una callejuela; con gestos indic a Marta que se aperara y sacando un
extrao aparato, que tenia forma de pistola, roci el interior del coche con un
liquido que desprenda un fuerte olor.
.Es para borrar la huellas.-La dijo Pedro al bajar, del vehiculo.vamonos, lo dejaremos aqu abandonado.
.Entonces, estaba todo planeado para eliminar a Cati?, Esa era la
misin de hoy? y era necesario que yo estuviera presente?.-Las preguntas
de Marta eran, casi, como un reproche.
.Si y no creas que te he llevado para que aprendieras nada, pero si
no hubieras venido, Cati habra sospechado, porque tu eres mi compaera;
aunque segn tengo entendido pronto dejaras de serlo, porque te van a
dejar actuar solo dentro de poco, creen y yo tambin, que ests
suficientemente preparada.
Marta asinti, sin pronunciar palabra; senta en su interior una gran
satisfaccin, aunque tambin cierto temor; se tena que enfrentar a una
realidad, sin apoyo, era la primera vez en su vida, que tendra que tomar
decisiones, que tendra que tener iniciativa.
Despus de coger un par de autobuses, llegaron cerca del bar en el que
Marta haba tomado contacto, por primera vez, con la organizacin. Entraron,
alrededor de una de las mesas se encontraban sentados las mismos que haba
conocido aquel da, pero esta vez estaba Eduardo y naturalmente faltaba Cati.
Saludaron a todos y Ramiro pregunt.
.Todo ha salido bien?.
.Si.- Contest Pedro.-Todo acab
Durante unos segundos, todos quedaron en silencio, no era la primera vez
que se enfrentaban a la muerte de un compaero, pero esta vez haban sido
ellos los que la haban provocado; si justificadamente, pero se daban cuenta de
que esto no resultaba un consuelo; pasados estos cortos segundos la
conversacin se generaliz, como si todos quisieran, lo antes posible, olvidar lo
ocurrido.
.Santiago quiere verte.-Dijo Ramiro dirigindose a Marta.
.El jefazo?.-Pregunt esta, con visibles muestras de alegra, pues
saba lo que la quera comunicar.
.Si, maana te llevaremos Pedro y yo, supongo que estars al
corriente de lo que te quiere decir.
.No, aun no, mama.-Contest la voz de un nio.En cuanto la veas salir, baja esos papeles al cuarto trastero, al
montn que tenemos para vender y la ropa a la seora del cuarto, que hace
unos das me la pag.-Volvi a or la voz de la madre.
.La cinta la quiero yo para grabar un disco.-Dijo otra voz, esta vez
perteneciente a una nia, que se notaba mas crecida, que el dueo de la
primera.
Marta se qued con la mano extendida, sin llegar a pulsar el timbre;
sentimientos contradictorios recorrian su pecho, de rabia, de indignacin, pero
tambin, en el fondo de su corazn se encenda una lucecita de comprensin;
poco a poco, baj la mano; con mucha dificultad, por el dolor que senta en el
tobillo, fue bajando la escalera, lleg al portal, sali a la calle y sinti, en su
espalda la mirada del nio que vigilaba su salida. Arrastrando el pi logr llegar
a la parada del autobs y sin atreverse a volver la cabeza, subi a dicho
autobs; abrumada, no solo por el dolor, sino tambin, por las palabras que
haba escuchado.
Este incidente del tobillo, la retuvo en casa varios das; sentada en un silln
del cuarto de estar, lea y pensaba en su nueva vida y cada vez con mas
frecuencia en el incidente de la familia a la que se haba dedicado a socorrer,
las palabras que haba escuchado a travs de la puerta, la tenan obsesionada;
cuantos haran lo mismo?, quiz todos; toleraban a los miembros de la
organizacin, por las cosas que reciban, pero los mensajes no les importaban
nada y trataban de sacar el mximo provecho de las entregas.
Los das de curacin se le hacan largos y tediosos, solo la lectura la
entretena lo suficiente. Aquel da estaba sola en casa, despus de arreglarse,
tom la decisin de bajar la escalera, esta vez sin ayuda, para instalarse, como
hacia siempre en el cuarto de estar. Cuando estaba a mitad de camino, el ruido
de la puerta de entrada hizo que se quedara parada en mitad de la escalera, sus
padre la haban dicho que no bajara sola y no quera contradecirlos. Por el
rumor de las voces se dio cuenta de que era su padre y algn hombre que lo
acompaaba, pudo or como su padre deca.
.Pasa estamos solos, Marta est en su habitacin, no puede bajar
sola debido a la lesin del tobillo, as que no podr escucharnos, en la sala
de estar podremos hablar con libertad.
Cuando ambos hombres, hubieron entrado en dicho cuarto, Marta termin
de bajar, procurando no hacer ruido y se encendi en un hueco que haba al
final de la escalera; desde aqu podra or todo lo que dijeran; la haba intrigado
el misterio con el que se haba comportado su padre.
.Sientat y dime lo que has averiguado.-Deca su padre en ese
momento.
seguro.
.Por que?.-Pregunt uno de los hijos, un muchacho de, aproximadamente, 14 aos y de mirada aviesa.
.Porque vamos a hacer negocios todos, no solo vosotros.-Contest
Marta con determinacin y un punto de desafo en la voz.
El chico que haba preguntado, se levant y sacando una navaja, dijo a
Marta, con voz amenazadora.
.Ahora mismo nos va a decir donde est, porque si no la rajo.
.No, tu no hars nada, alguien tiene una nota y si en un
determinado tiempo no salgo de aqu, sana y salva, ser entregada a la
polica central denunciando todo vuestro trapicheo y sabis lo que esto
supone, el desahucio, la expulsin etc. etc.-Continu Marta enumerando
todo un rosario de calamidades; todo dicho con tal decisin, que consigui
parar la primera embestida del enfurecido muchacho.
.Pero aqu la polica no encontrar nada.-Contest la madre con
gesto altanero.-As que usted tendra que demostrar, que nosotros
recibimos paquetes de la organizacin.
.Creo que en el stano, encontraran lo suficiente, como para que yo
no tuviera que demostrar nada.
En la habitacin se produjo un silencio pesado, todos quedaron como
petrificados; pareca como si hubiera cado una capa de hielo sobre la familia.
En la calle empezaba a llover, las gotas de agua sonaban al golpear en los
cristales de las ventanas. La madre temblaba de pies a cabeza, saba que en el
stano haba pruebas suficientes para expulsarlos a todos y por la peor zona.
.Est bien, que es lo que quiere?.-Pregunt; despus de sopesar
las consecuencias que tendra, para toda la familia, una negativa a negociar.
.As est mejor.-Contest Marta, con una sonrisa de triunfo.-Yo
puedo proporcionaros todos los paquetes que queris, vosotros los vendis
y las ganancias las repartimos a 50%.
.Muy bien.-Contest la madre, despus de una vacilacin,. que mas
pareca una tctica que una duda real; el resto de la familia pareca haberse
quedado muda.-Lo peor es lo del dinero; no nos pagan de una vez, lo hacen
poco a poco; en fin como pueden.
pues aquella lluvia mas que caer pareca flotar en el ambiente; as que Marta,
despus de salir de la cabina, qued sumergida en este ambiente de humedad,
al mismo tiempo que una sonrisa se dibujaba en sus labios. La expulsin estaba
servida y que fcil era, como matar a alguien apretando un botn a distancia;
ahora no la extraaba que se denunciaran a tantas personas y al llegar a este
ultimo pensamiento, se estremeci, su padre apareci en su pensamiento,
seguramente a el tambin le resultara fcil denunciarla.
Los das siguientes, fueron para Marta, de una febril actividad. Hizo
contacto con los compradores y despus de explicarles que desde aquel
momento, era ella la encargada de vender. Hizo de aquel comercio, por llamarlo
de alguna manera, una actividad muy lucrativa; en poco tiempo consigui una
considerable cantidad de dinero, que esconda en una caja metlica, que tena
enterrada en el jardn de su casa.
Pero aun no estaba satisfecha, saba que en el BARRIO, no solo hacia falta
dinero; necesitaba tener preparacin fsica. Desde luego esta preparacin, con
dinero, poda conseguirlo en cualquier gimnasio, pero tambin necesitaba
armas y aprender a manejarlas y para conseguir esto ultimo, solo se le ocurra
una sola persona, Santiago y tambin saba que este la deseaba, as que lleg a
la conclusin que ese era el nico camino para conseguirlo. Pero no se decid;
aun no haba superado lo ocurrido en el BARRIO y esto era lo que la impeda
tomar aquella decisin. Por este motivo tuvieron que pasar varios das; y solo
despus de sorprender una conversacin telefnica de su padre, con los
investigadores de su caso, en la que le comunicaban que todo se hara publico
en pocos das; se decidi a hacer una visita a Santiago.
Lleg a el vestbulo del edificio, y subi con una desafiante, determinacin,
al llegar a la oficina y despus de dar los buenos das a la secretaria la dijo, con
voz desafiante.
.Puedo pasar a ver a Santiago?, no tengo cita.
.No importa, tengo orden de dejarla pasar en el momento en que
viniera.-Contest la joven, con una amplia sonrisa.-Espere un momento que
le avise.
Se puso en pi y entr en el despacho, poco tiempo despus sali indicando
a Marta que poda pasar.
Desde la puerta, nuestra amiga, vio que Santiago estaba sentado en el sof,
Marta se sonroj, sabia lo que esto significaba, se acord de la conversacin
telefnica de su padre, para darse nimos.
.Hola, me alegro de que hayas venido, hacia varios das que te
esperaba. La dijo Santiago con voz suave, aunque su rostro permaneca
serio.
.Lo entiendo, sabia que tendras unas razones muy poderosas para
hacer lo que estabas haciendo.- Dijo mirando, con ternura, la cara y los ojos
llenos de lagrimas de la chica. Esta se dio cuenta de que aquella era una
ocasin de oro para conseguir lo que quera , sin forzarlo, levant un poco
mas la cabeza y la adelant hacia el hombre; este no pudo resistirlo y sin
decir ni una palabra, la bes, un largo beso, que a Marta la pareci que
duraba una eternidad, al mismo tiempo que senta como las manos de
Santiago, empezaban a recorrer su cuerpo. Fue como una sacudida
elctrica, una gran repulsin se apoder de su estmago, pero sabia que
aquello era su salvacin; tena que fingir y adems hacerlo bien, que el
creyera que era cierto lo que ella finga sentir. Entonces hizo un esfuerzo,
cerr lo ojos y pens en Eduardo, as, poco a poco, de razonamiento en
razonamiento, fue consiguiendo vencer su complejo y cuando los dos
cuerpos se juntaron en el sof, Marta goz plenamente del otro hombre que
no era Eduardo y ella lo saba.
Aun le duraba a Santiago el vrtigo de lo que haba ocurrido, cuando
empez a decir.
.Si, se que te expulsarn y comprendo que necesites dinero, para
cuando llegue el momento, aunque de ahora en adelante, no tendrs que
vender paquetes, yo te lo dar; pero necesitas otras cosas, armas,
preparacin para usarlas y lo que es mas importante, informacin,
contactos en el BARRIO.
.Gracias.- Dijo Marta, besando a Santiago, sin pedir nada, estaba
consiguiendo todo la que haba venido a buscar.
.Tenemos que hacer planes muy concretos; no quisiera decirte
esto, pero tu expulsin no tardar mucho en producirse, pero no te
preocupes.- Dijo con energa Santiago, al ver la cara de terror que se la
haba puesto a Marta.- Nos dar tiempo para prepararte; lo que siento es el
tiempo que estemos separados.
.Yo tambin lo siento.- Dijo Marta, fingiendo mas ternura de la
que en realidad senta, pues para ella, pasado el momento, no haba
quedado ningn sentimiento hacia aquel hombre.- Pero lo que no entiendo
es porque dices lo del tiempo que estemos separados, del BARRIO no se
vuelve.
.No te preocupes, tu no estars demasiado tiempo, yo me
encargar de ello.
.Me traers clandestinamente?.
.No, vendrs con todos los honores; pero no adelantemos acontecimientos, lo primero es adiestrarte, veras..................
De esta forma, aparentemente, casual Marta consigui lo que se haba
propuesto. Durante los das que siguieron a los acontecimientos descritos, todo
CAPITULO 5
Santiago, sentado ante su mesa de despacho, trabajaba en unos
documentos relacionados con la empresa que diriga; son el telfono, Santiago
descolg.
.Dime Susana, sabes que a esta hora no quiero que me molesten;
puedes decir que estoy reunido.
Se oy la voz de la secretara.
sueo.
oooooooooooooo
A aquella casa no se la poda considerar un chalet; no en el sentido que
siempre se considera una casa a la que se clasifica de ese modo; no, esta era
una mansin, un verdadero palacio; de construccin moderna, pero un palacio.
Rodeada de un inmenso jardn, que por la parte delantera era una gran
pradera, salpicada de setos, que en primavera se llenaban de flores y en la
parte posterior, se extenda un bosque, domesticado; hecho de encargo para el
dueo de la casa y todo esto rodeado de kilmetros y kilmetros de verja
primorosamente forjada, seguramente trasladada de algn palacio antiguo, sin
reparar en el precio.
Santiago, despus de identificarse, ante los guardas de seguridad,
encamin su coche por el sendero que conduca a la puerta de entrada. Aparc
el vehculo y ya delante de la casa, dud si entrar por la puerta principal. La
casa estaba completamente iluminada, se escuchaba msica y risas, estaban de
fiesta. Por fin se decidi, dio un rodeo y encontr una puerta lateral, la entrada
de servicio. Sus piernas le temblaban ligeramente. Llam a la puerta, apareci
un guarda de seguridad que le pidi su identificacin, despus de comprobarla,
le mand pasar. Una doncella se acerc, apresuradamente.
esperando.
El hombre asinti, cerrando sus acuosos ojos, mientras que en sus abultados, pero pequeos labios, se dibujaba una sonrisa, entre sarcstica y tierna.
Sali a la calle, anocheca, no le apeteca coger el coche, as que decidi
andar un rato; tena que ir a uno de los bares que frecuentaba, para un asunto
de negocios. Fue calle abajo, el sitio no estaba lejos. Despus de un corto paseo,
que le sirvi para ordenar sus pensamientos; lleg al bar al que se diriga. Era
un sitio elegante, con portero; entr sin contratiempos, pues era habitual y por
esto le conocan.
El Saln estaba decorado con gusto, aunque un poco recargado; del techo
pendan costosas lamparas de cristal y las mismas, pero en tamao pequeo,
alumbraban desde las paredes; que estaban enteladas en color rojo y de este
mismo color era la moqueta que cubra, confortablemente, el suelo. Se sent en
una mesa, enseguida un camarero, solicito, se acerc a preguntarle lo que
quera tomar; pidi una copa de su bebida favorita y cuando se la sirvieron, se
recost en el silln en el que estaba sentado, encendiendo un cigarrillo. Desde
donde estaba poda distinguir todo el saln; corrillos de polticos, periodistas,
prostitutas de lujo, en fin la nueva casta. Era un sitio elegante, pero no tanto
como el de los JEFES, en los que aquellos frecuentaba no tena entrada ni el
mismo; era el ultimo escaln al que se poda aspirar. Santiago llam al
camarero y pidi otra copa, la primera ya le estaba haciendo efecto, se senta
mas ligero y con la mirada mas clara; se senta muy bien. An tena esos
pensamientos en la cabeza, vio como una muchacha muy bien arreglada y
bonita, se acercaba a su mesa.
.Hola Santiago.-dijo sentndose.- Has trado lo que te ped?.
.Si, aqu lo tienes, esta vez has tardado poco en repartirlo.
.Parecan ansiosos, dicen que esto les quita el nerviosismo, que la
poltica es muy complicada; ja, ja, ja, claro que lo es, si yo te contara
algunas cosas, te quedaras asombrado.
Santiago sin contestar, sac un paquete del bolsillo de su americana y se lo
dio a la muchacha.
.En fin, a mi no me importa, lo que quiero es que consuman
mucho y supongo que tu tambin.- Dijo, desabrido; las palabras de la chica
le haban quitado la sensacin de bienestar que tena, por efecto de la
primera copa, o la causante, no habra sido la segunda? o quizs la
tercera?.
.Bien Santiago, hasta luego, estn tan impacientes que algunos
me estn mirando.
Santiago vio como se alejaba, balanceando el culo; ahora
senta su cabeza con si estuviera en una nebulosa y todos los objetos que no
fijaba directamente con la vista, los distingua, pero borrosos. Levant la
ooooooooooo
Haban transcurrido varias semanas; segn los informes que tena, Marta
progresaba muy deprisa; pronto la podran dejar sola; esperaba a Pedro de un
momento a otro, era el da del informe y lo esperaba con impaciencia. Llamaron
a la puerta, tmidamente.
.!!Pasa!!.-Grit Santiago, que cada da le daba mas asco la
blandura y sumisin,(fingida) de Pedro.
Se abri la puerta y como en anteriores visitas, Pedro, entr con una
actitud tmida e incluso un poco inclinado hacia adelante, como si estuviera
haciendo una continua reverencia a su jefe.
.Sientat.-Dijo Santiago, secamente, casi, imitando a Roberto
Mediavilla.-Informa.
.Pues bien, la chica est lista, muy bien preparada; es muy
inteligente, como te he dicho otras veces y por esto ha tardado menos en
aprender.
.Mndamela, quiero hablar con ella; no te preocupes, que ser
delicado y cauto, ir poco a poco, con diplomacia; en realidad, mi secretaria
y yo hemos trazado un plan, que creo dar el resultado apetecido.
.Ten cuidado, si se entera el JEFE...........
.Si nadie se lo dice, no creo que pueda enterarse.-Contest
Santiago, con una entonacin que hizo enrojecer a Pedro.
.Claro, claro, supongo que habrs tomado todas las precauciones.
.Naturalmente, eso no lo dudes.-La misma entonacin anterior
apareci en su voz.
CAPITULO 6
Marta se estremeci, el fro era muy intenso, a pesar de la estufa; se
puso el sucio chaquetn, que haba pertenecido al hombre que mat en la otra
casa; cogi su pistola y revisndola sac el cargador de balas normales y
despus de buscar en una de las maletas, le puso, un cargador de balas
explosivas, el resultado de un disparo con este tipo de armas, era como si le
pusieran, a la vctima, un cartucho de dinamita dentro del cuerpo, varios de
estos cargadores los puso en el bolsillo del chaquetn y continu la bsqueda
por el interior de la maleta; sus dedos dieron con lo que estaba buscando, un
silenciador, se lo guard tambin. Despus, la pistola que antes haba reservado
para Eduardo, la carg con balas normales, saba que su compaero no la
necesitara y ella tendra necesidad de usar las dos. Las guardo en las fundas,
una a cada lado del cuerpo, apag la luz de la lampara, aunque no la estufa; una
claridad blanquecina se filtraba a travs de los huecos de los tablones que
tapaban las ventanas. Debe estar nevando otra vez. Penso, abrochndose el
chaquetn y subiendo el cuello del mismo. Despus, tratando de pisar sin hacer
ruido, se acerc al dormitorio y mirando, con ternura, a Eduardo, lo arrop,
sonri al recordar las nauseas del muchacho, durante el incidente con los
merodeadores; despus de besarlo tratando de no despertarlo, sali del
dormitorio y sin pararse en la sala, alcanz el descansillo y a continuacin cerr
la puerta, con un cerrojo de seguridad.
Marta mir hacia el pasillo, algunos drogadictos, de los que abarrotaban la
escalera; haban tratado de cruzar la lnea de seguridad; un campo de rayos
que cruzaba el oscuro pasillo; sus cuerpos, achicharrados, estaban extendidos
por el suelo.- Da resultado.- Murmur.-Por lo menos con estos, espero que
ningn merodeador se acerque por aqu.
Apret un botn en un aparato, parecido a un mando a distancia, que haba
cogido antes de salir y el campo de rayos qued apagado, despus de cruzarlo,
volvi a apretar el mismo dispositivo y la zona qued, otra vez protegida. Baj
la escalera, como la haba subido, pisando y dando patadas a los que,
inconscientemente, queran cogerla; lleg a la calle, estaba nevando con gran
intensidad; el suelo se cubra de un manto blanco. Mejor, con una noche as
tendr menos encuentros.-Pens. Y aprovechando las zonas mas oscuras,
camin por la acera con resolucin. No es que la importara tener algn
encuentro, pero no quera llamar, la atencin y tampoco perder el tiempo; eran
las tres y media de la madrugada y tena que ultimar sus asuntos antes de que
terminara la noche.
Despus de recorrer algunas calles, dando rodeos para esquivar a algn
grupo de merodeador o de drogadictos, lleg a una, en la que destacaba un
local, por su iluminacin; Marta se acerc a la puerta; era un bar-retaurantesala de fiestas, todo en uno; dos hombres, enormes, vestidos con chaquetones
de piel y con la pistolera por fuera de los chaquetones, para que todo el mundo
pudiera verla; custodiaban la puerta de entrada: De las ventanas del primer
piso, asomaban los caones de las armas de otros cuatro o cinco
guardaespaldas; todo un fuerte; a ningn grupo se le hubiera ocurrido asaltar
aquella casa, las armas de fuego imponan en el BARRIO.
La muchacha se acerc decidida, entr en el local, ante la mirada,
indiferente de los porteros. Aquello no era lujoso, ni mucho menos; el local,
haba sido el vestbulo de un hotel; la pintura de las paredes estaba
desconchada, las lamparas haban dejado de existir haca tiempo y el suelo,
aqu y all, tena las baldosas levantadas; del techo colgaban unas lamparas, de
las que Marta conoca y que se alimentaban por bateras; resaltando la
decadencia del local, con su luz fra y directa. En el sitio, que en algn tiempo,
existiera una escalera, haban improvisado una tarima y en ella se encaramaban
siete u ocho msicos; todos ellos pertenecientes a los llamados decentes, que
con desgana arrancaban algo parecido a una meloda, a unos instrumentos
viejos y desafinados; delante de ellos un cantante, gema, mas que cantaba, una
cancin, que incluso, cerca de el se haca dificil distinguir la letra; tal era la
debilidad de voz del individuo. Las mesas, as como las sillas, no eran todas
iguales; cada una perteneca a un lado de cualquier casa; desde sillas y mesas
de cocina, hasta las mas distinguidas de salones de lujo; aunque todas viejas y
desvencijadas.
Marta escogi una mesa cerca de los servicios; despus de sentarse, se
puso a observar el local y las gentes que en aquel momento lo habitaban. Por
entre las mesas paseaban unos individuos, parecidos, por su catadura a los
porteros, aunque sin chaquetn de piel y con las pistolas bien a la vista; un
camarero, sin hacer ruido, se present al lado de Marta; era un hombre
famlico, con aspecto enfermizo; nuestra herona pidi de beber; en el BARRIO,
no se escoga, cada bar tena su bebida, que en la mayora de los casos, se
fabricaban ellos mismos; aunque era mejor no enterarse con qu ni como;
enseguida se lo trajeron, mientras simulaba que beba, continu su observacin
de los clientes. En un rincn unos, alborotadores, canbales estaban bebiendo
aquel brebaje, que enloqueca a la gente; en otra mesa unos cortadores de
cabezas, a los que se les poda distinguir, por sus largos cuchillos, beban casi,
en silencio; este colectivo era mas cauto en sus manifestaciones, en general,
estaban menos embrutecidos por la infame bebida de los bares del BARRIO;
varias mesas estaban ocupadas por merodeadores, con sus largos garrotes y
alcohlicos, muchos alcohlicos, cuando alguno de estos caa al suelo, los
camareros lo registraban, le quitaban el importe de lo que haba tomado y lo
tiraban, sin contemplaciones, a la calle y por ultimo, prostitutas; estas
merodeaban por entre las mesas, sentndose con aquellos que se lo peda y en
ese momento cobraban el servicio, ninguna lo dejaba para despus, se exponan
oooooooooooo
Un agradable olor a caf la despert, aun sin abrir los ojos, pens que se
acababa de dormir; se encogi debajo de las mantas, senta un agradable calor
debajo de la ropa de la cama, pero aquel olor haba despertado su apetito; se
dio cuenta de que no haba comido nada en mucho tiempo, fue abriendo los ojos
poco a poco, la habitacin estaba en penumbra; por la posicin de la cama,
poda ver la sala a travs de la puerta, la luz de esta segunda habitacin estaba
encendida y Eduardo trajinaba en la pequea cocina, no quiso levantarse
inmediatamente y entorn los ojos, aunque sin cerrarlos; vio como Eduardo se
encaminaba hacia la habitacin, entr la mir fijamente y se agach para
besarla.
.Te he despertado?.- Pregunt este.
.No ha sido el hambre.
CAPITULO 7
Por fin su casa, su lujosa casa, pues de esta forma se poda catalogar a
aquel edificio al que haban llegado y que les servira de refugio, durante el
tiempo que permanecieran en el BARRIO. Un lujo, si, aunque los muebles
fueran de la mas diversa procedencia, eran casi nuevos y acondicionaban tres
plantas de un edificio de cinco; el bajo y el ultimo, lo ocupaba la guardia
ooooooooooooooo
amigo.
lona o de otro material impermeable, pero que brillaban como el charol desde
su intensa negrura; un chaquetn de piel completaba su atuendo; un gran
machete, que colgaba a la cintura, eran las armas que a simple vista se poda
observar; su cara poblada de una barba canosa y una gran melena que cubra
su cabeza, le daban un aspecto feroz, aunque no desagradable. A Eduardo le
record a los cortadores de cabezas que haba visto en el BARRIO y as se lo
dijo a Marta, extremo que la muchacha confirm, aclarndole que este grupo
colaboraba con la organizacin estrechamente; detrs y completando el grupo
salieron algunos hombres armados con fusiles; todos ellos quedaron parados en
la puerta, esperando que los recin llegados descendieran del coche y poder
darles la bienvenida. Los primeros en hacerlo fueron los guarda-espaldas con
sus temibles armas, despus El Rata, que se par al lado de la puerta, pues
como responsable de la seguridad no quera correr riesgos, ni aun con los que
consideraban sus colaboradores; Marta baj y enseguida meti sus manos,
enguantadas, en los bolsillos de su chaquetn impermeable; mir a su
alrededor, como si curioseara, aunque lo que en realidad haca, era vigilar los
tejados y por ultimo fue Eduardo el que apareci por la puerta del coche; este
no se preocup de vigilar, solo curioseaba; aquello no le pareca un matadero;
no se vea ganado por ningn lado y adems no tena ese olor caracterstico,
que el recordaba de cuando, en sus tiempo de estudiante, visit uno. Se encogi
de hombros y sigui al grupo que se encaminaba haca el comit de recepcin,
con su poco tranquilizador jefe a la cabeza; este se adelant y extendiendo sus
manos, tanto en seal de saludo, como para mostrar que no tena armas; toc
pero sin coger, las manos de Marta.
.Bienvenida a mi fabrica, esperaba tu visita, me han contado tus
hazaas y estaba ansioso por conocerte.
.Gracias, de ahora en adelante nuestras relaciones sern mas
frecuentes, por lo menos en los prximos meses, en el Gueto estn
necesitados de mercanca.- Contest Marta, con una sonrisa, que en ningn
momento quiso que pareciera amable y continu.- Me gustara conocer todo
el sistema de fabricacin.
detalle.
El nutrido grupo, pas al interior del edificio; este estaba limpio y se poda
observar que era de reciente construccin; entraron en una especie de sala de
juntas, que tena una mesa central y encima de ella una maqueta. Tanto los
visitantes como el director, se pusieron en torno a ella y sentndose en los
sillones que la rodeaban, esperaron a que el anfitrin empezara con las
explicaciones. Inmediatamente despus de sentarse, les sirvieron un delicioso
caf que fueron saboreando mientras el barbudo director les explicaba, sobre la
maqueta, donde estaban situados las distintas dependencias. cuando termin y
dirigiendise a Marta, el hombretn dijo.
.Bien, ahora haremos un recorrido por las diversas instalaciones;
comprobars que todo est en orden y de esa manera podrs informar a la
Oficina.
que poco antes se haban extrado de aquellas personas; al final de esta cinta,
se cargaban en camiones como el que haban trado el convoy de Marta y
cuando no haba camin frigorfico disponible, se almacenaba en frigorficos,
cuidados por personas muy especializada.
.Estos se almacenan, durante poco tiempo, solo mientras llega el
siguiente camin; pues solo extremos segn la demanda.- Explic el
siniestro director, accionando con la mano, como si quisiera cubrir, con ella,
toda la nave, con un gesto de orgullo, al mismo tiempo que su cuerpo se
esponjaba como el de un pavo real.
Los muertos de la otra cinta, eran colgados, por los pies, de unos ganchos
que pendan del techo y que tambin circulaban automticamente y eran
introducidos en cmaras de congelacin.
.Estos otros, pueden esperar algo mas de tiempo.- Volvi a
explicar, el pomposo director.
.Para que los utilizan?.- Pregunt Marta con voz neutra, casi con
indiferencia.
.Para negociar con los grupo, semiincontrolados, de canbales; es
la nica forma de que no maten mas de los necesarios, de los habitantes del
BARRIO y que cuando lo hacen que sean los que le interesa a la Oficina.Contest el director.
.Uno de los jefecillos de estos grupos, tiene una fabrica de
salchichas; ja, ja, ja; no s si alguno en el Gueto, no comer salchicha de
expulsado, ja, ja, ja.- Coment uno de los acompaantes-empleado, que por
su aspecto en su modo de vestir y en sus modales, se notaba que trataba de
imitar a su jefe.
Nadie dijo nada, ni ri aquel chiste; pero en la cara de Marta se reflej la
repugnancia que senta.
Esta nave, completaba el ala izquierda de la herradura que formaba el
edificio, llamado El Matadero; el ala derecha estaba destinada a las
dependencias de los que trabajaban en el. La comitiva, hizo el camino de
regreso, mas deprisa que el de ida y pronto se encontraron en la puerta de
salida hacindose los saludos y cumplidos de rigor; cuando de pronto y sin aviso
previo, se escucharon varios disparos y un gran gritero. Entonces los invitados
y la comitiva, se reunieron en el centro del patio rodeados de sus respectivos
guarda-espaldas.
.Calma, solo es un grupo de canbales incontrolados, los guardas
han disparado al aire para amedrentarlos; Queran robar cuerpos, pero aqu
es imposible entrar.- Dijo el barbudo director, sealando la alambrada que
rodeaba el matadero. En efecto, colgados de ella y calcinados, haba, por lo
menos, una docena de personas, hombres y mujeres, vestidos con harapos,
humanos, tanto por parte de los vigilantes de los camiones como por parte de lo
guardas jurados, se dedicaron a cargar los fardos y cajas en los camiones y a
continuacin el camin frigorfico qued al lado de la frontera para mas tarde
pasar al Gueto. Tanto Marta como sus dos acompaantes, haban bajado del
coche y rodeados por los guarda-espaldas vigilaban que la operacin se hiciera
lo mas rpidamente posible. Cuando mas enfrascados estaban en las maniobras
y solo faltaba por cargar algunas cajas; del lado del Gueto, se escucharon el
chirriante sonido de varias sirenas y los potentes motores de algunos coches
que se acercaban.
.!!!La polica!!!.- Grit alguien
Marta mir en aquella direccin, saba lo que ocurrira, los guardas jurados,
para justificarse ante la polica, empezaran a disparar, contra sus hombres, por
lo que, sin dudarlo y con voz clara, grit.
.!!Fuego!!.
Tanto los centinelas como sus guarda-espaldas, dispararon, al unsono, con
sus espantosas armas; los cuerpos de los desprevenidos guardas, estallaron
lanzando sus trozos en todas direcciones; los que despus de la primera
andanada quedaron con vida, trataron de reaccionar, pero fue tarde, las balas
de los policas que se acercaban disparando, desde los coches, se encontraron
con los cuerpos de los desgraciados guardas jurados, que hicieron de pantalla
protectora a los hombres de Marta.
.!!Abandonar el resto de la mercanca!!, !!a los camiones!!.- Grit,
por segunda vez, Marta, despus de comprobar que el camin frigorfico, se
haba internado en el Gueto, sin problemas.
El convoy se puso en marcha, sin apresuramientos, se notaba que todos
estaban acostumbrados a estos percances. Segn se alejaba el coche, Eduardo,
dndose la vuelta, pudo distinguir a travs de la ventanilla trasera, a la incierta
luz de los faros de los coches de la polica; el dantesco espectculo que
ofrecan, los cuerpos de los desgraciados guarda-jurados, que haban muerto en
la refriega y que haban sido los nicos perjudicados.
El convoy se adentr en el BARRIO y sin mas contratiempos, llegaron a la
sede de la organizacin donde se quedaron nuestros a amigos as como el coche
de escolta. Los camiones continuaron hacia los almacenes secretos y que por el
momento Eduardo no conoca.
CAPITULO 8
El aire clido de la primavera, entraba por entre las rendijas de los
tablones, que tapaban las ventanas; haban quitado los plsticos de algunas de
ellas. Los pjaros, ajenos a la miseria que los rodeaba, cantaban alegres, o
quiz era su forma de quejarse de todo lo que su vista poda divisar. Junto con el
aire, entraba un nauseabundo olor, fruto de la putrefaccin de los desperdicios
y de algn cadver que los canbales no haban descubierto o bien que por
alguna razn no haban querido comerse. Esto ocurra cada vez que comenzaba
el buen tiempo la temperatura descompona todo lo que los habitantes del
BARRIO abandonaban; pero a Marta no pareca afectarla; despus del tiempo
que haba transcurrido, se haba acostumbrado y lo que al principio la pareci
insoportable, ahora no la afectaba.
Sentada ante la mesa del despacho estudiaba algunos documentos que
tena en la mano; la puerta estaba abierta, por el hueco de esta se podan ver a
los guarda espaldas ir y venir a los largo del pasillo; en ese momento, El Rata
apareci y sin pedir permiso entr, jadeaba.
.!!Marta!! !!Marta!!, !Eduardo ha desaparecido!.- Dijo el recin
llegado, con voz entrecortada por la agitacin.
.Como que ha desaparecido?, habr salido o estar en los
archivos, ya sabes que en ese cuarto, se pasa horas y horas.- Dijo Marta,
mirando con cara de angustia al Rata, pues saba que este tena a todos
bien controlados.
.No, no est en ninguna parte y nadie lo ha visto salir.
Marta lo mir, estaba preocupada; en el BARRIO, una escapada sin
proteccin, poda significar la muerte. Dejando vagar la mirada por un rayo de
sol que se colaba por una rendija de la ventana, dijo con voz ausente.
.Eduardo est muy raro, ltimamente, pasa mucho tiempo en los
archivos, hace preguntas y no quiere aclararme porqu las hace, siempre
me contesta con evasivas.
Rata.
.Solo? y mi madre?.
.Tu madre. Ejem..... tu madre ha muerto, Ejem...., se ha suicidado,
pero de verdad, me lo ha dicho un polica que estaba presente en el
momento de la detencin.- Las ultimas palabras del Rata sonaron, como si
este fuera a empezar a llorar.
Las lagrimas aparecieron en los ojos de Marta, pero sin sollozos; con rabia
se las quit con el dorso de la mano.
.Mi padre expulsada? detenido?, no me digas que se ha metido
en poltica.- Dijo, casi riendo, con una sonrisa triste en los labios.
.No ha sido algo peor.- Contest El Rata, disimulando la tristeza
que senta al ver el sufrimiento de su jefa.
.Pero si el tiene los mejores antecedentes.- Dijo la muchacha,
recordando su propia expulsin y quien haba sido el causante de ella.
.No se trata de eso, empezaron a considerar que viva por encima
de sus ingresos, lo vigilaron y descubrieron que se quedaba con dinero de
la empresa y sabes que esto, en el Gueto, no se perdona.
.Cuando lo expulsarn?.
.Esta tarde.
.Por esta zona?.
.Si.
.Por favor Rata, traem unos prismticos y dile a los muchachos
que voy a subir a la terraza.
.Quieres que te acompae?.
.No, quiero estar sola.
El Rata asinti, se levant y con lo hombros cados sali del despacho.
Marta se qued mirando al vaco, solo senta pena por su madre, haba sido una
vctima; aunque ella consinti en su expulsin, saba que su padre haba
manipulado a la pobre mujer; se alegraba de que se hubiera suicidado, su
muerte en el BARRIO, hubiera supuesto para la desamparada mujer, mayores
sufrimientos, as estaba mejor. La entrada del Rata acab con sus
pensamientos; lo mir como si hubiera salido de un profundo sueo, el recin
llegado adelantaba una mano en la que sostena unos prismticos, al mismo
tiempo dijo con voz apagada.
.Es casi la hora.
CAPITULO 9
Haca horas que, Marta en su despacho, ordenaba documentos, unos los
amontonaba en su mesa, otros los guardaba en una maleta y unos terceros los
quemaba en un contenedor de metal que tenia en medio de la habitacin. Unos
golpes en la puerta hicieron que interrumpiera su trabajo.
.Quien es?.- Pregunt.
.El Rata.- contestaron del otro lado de la puerta.
.Pasa.
El lugarteniente apareci en el quicio de la puerta, tena el pelo crecido y
sus ademanes, de nuevo, eran pausados y silenciosos.
.Pasa, pasa y cierra la puerta.- Dijo Marta con impaciencia.
El Rata obedeci y fue acercndose a su jefa husmeando por entre los
documentos que estaba manipulando esta.
.Que es todo este desorden?.- Pregunt.
.Sientat, te lo explicar en pocas palabras. Me traslado y tu has
sido designado para ocupar mi puesto.
.Al gueto? Pregunt El Rata sin aparentar demasiado inters.
.S, quieren que organice aquello un poco, que dignifique la
organizacin tal y como he hecho aqu.
.Pero Santiago?.
.El seguir al frente de los terroristas, pero los enterados sabrn
que el jefe soy yo, solo los puros reconocern a Santiago como jefe.
.Santiago est enterado?.
Si y no le importa, de esta forma se descarga de una responsabilidad que,
ltimamente, no pareca gustarle.
.Te repito que lo siento; desde luego que te aprecio, has sido un
gran colaborador y nunca olvidar lo que has hecho por nosotros; pero mi
corazn siempre estar con Eduardo.
.Y el mo y el mo.- Dijo El Rata para s mismo y esta confesin
que no escuch nadie pareci consolarle.
Sin contestar, sin despedirse y con su acostumbrado sigilo, El Rata se
encamin haca la puerta y sali de la habitacin. Marta se qued mirando
mientras el hombre sala, la haba dejado perpleja. Que comportamiento tan
extrao, pens, sabia que algo se la escapaba.
.En fin.- Dijo en voz alta y encojiendose de hombros, continu con
su trabajo.
000000000000000000000
Desde el coche en que viajaba, Marta, poda ver todas las miserias que la
rodeaban. Desde su ultima conversacin con su lugarteniente, haban
transcurrido varios das, de un trabajo intenso y desde luego muy aburrido.
Poner a su lugarteniente al corriente de todos los secretos de la organizacin en
poco tiempo, aunque este estaba al corriente de muchas cosas, haba sido
agotador. Ahora miraba EL BARRIO casi con nostalgia, aunque estaba en el
camino de su liberacin. Mir a Eduardo, este tambin contemplaba el paisaje,
con nostalgia?, cogi su mano, su compaero volvi la cabeza.
.Todava ests enfadado por obligarte a volver?.- Le pregunt.
.No, despus de recapacitar, he llegado a la conclusin de que es
lo mejor; aunque mi trabajo en los archivos ha quedado incompleto.Contest con voz que no denotaba ninguna emocin.
.Volvemos, Eduardo, como te dije, volvemos y por la puerta grande, lo saba te lo promet y aqu est el resultado.
.Y yo podr investigar directamente en el cubil de t amiguito
Santiago, seguro que ese cerdo tiene toda la documentacin guardada.dijo para s.
oooooooooooooooo
Los primeros meses en el Gueto, Haban sido para Marta de un trabajo
intenso, agobiante. Por fin aquella noche estaba libre, pero haba perdido la
pista de Eduardo; emocional y fisicamente lo haba tenido abandonado. Donde
estara?, no es que lo necesitara, aquella noche era la primera, en muchas, que
poda descansar, era la primera que tena para ella, es decir para ellos y la
hubiera gustado celebrarlo juntos; pero en fin descansar que buena falta me
hace, pens.
ooooooooooooooooo
Por el pasillo que daba acceso a la oficina de Santiago, se deslizaba una
sombra, cuando lleg a la puerta del despacho, manipul unos segundos en la
cerradura y empuj la puerta con cuidado, esta cedi suavemente, sin ningn
crujido; la sombra qued recortada en el hueco de la puerta, la tenue luz que
entraba por la ventana, ilumin al intruso, era Eduardo, un Eduardo
desconocido; de su cara haba desaparecido la expresin de indiferencia que le
haba acompaado en los ltimos tiempos. Su entrecejo fruncido, denunciaba
su obsesin por encontrar aquellos, hipotticos, documentos que desde que
llegaron al BARRIO, haba estado buscando.
Entr en el despacho, cerr la puerta tras de s y a oscuras, solo con la luz
que le proporcionaba una linterna que tena en la mano; fue recorriendo la
habitacin con la mirada. Por fin en uno de los rincones, vio un armario mal
disimulado por una cortina, sonri. Muy seguro debe de estar de que nadie
entrara aqu para tenerlo tan a la vista, pens. Se acerc al mueble, repas
con la mirada las cerraduras y sacando unas ganzas, del bolsillo, empez a
manipular en los cajones, con una gran destreza. El primer cajn cedi;
despus de rebuscar en su interior, lo cerr y comenz con el segundo, su cara
se ilumin con una sonrisa, haba encontrado lo que buscaba, en la carpeta que
tena en la mano se lea Documentos relacionados con Marta,
CONFIDENCIAL. Dej la linterna encima del archivo, de manera que la luz
iluminara los documentos que tena en la mano y que sacaba, uno por uno de la
carpeta y lea con detenimiento, al empezar a leer el tercer documento, su cara
se transform, se puso lvido se tambale.
.Ahora lo comprendo.- Dijo casi en voz alta.- Ese millonario, el jefe
de la Oficina y Marta; si por eso la protega, por eso la ha hecho volver de
donde nadie regresa.
Se tambale, retrocedi un poco para apoyarse en la mesa del despacho y
no caer al suelo, con su mano derecha trat de sostenerse y en esta vacilacin
hizo caer una lampara al suelo con gran estrpito. Eduardo se detuvo, saba lo
que aquello significaba, el guarda del edificio subira; saba que no estaba
armado, pero si tena su alarma personal, que hara sonar en cuanto viera el
desorden y a los pocos minutos la polica tendra rodeado el edificio y en esta
ocasin, la influencia de Marta no le servira para nada; cuando descubrieran
los documentos que haba robado, lo mataran. Tena que actuar deprisa; apag
la linterna, con paso rpido, fue hacia la puerta y se puso detrs, separ; no
tard mucho tiempo en aparecer el guarda, al abrir la puerta su silueta qued
recortada por la luz que entraba por el pasillo, tras unos minutos de vacilacin
entr en el despacho, mir a su alrededor y al ver el mueble abierto, levant su
mano con la intencin de hacer sonar la alarma, fue en ese momento que
Eduardo se abalanz hacia el y con la linterna, descarg un fuerte golpe en el
brazo del viejo vigilante, que sorprendido y dolorido solt el aparato que rod
oooooooooooooooooooooooo