Consttituciones, Dictaduras y Democracia
Consttituciones, Dictaduras y Democracia
Consttituciones, Dictaduras y Democracia
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Los derechos
en las Amricas
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(6) Sobre la historia de los Estatutos de limpieza de sangre, sigue siendo til el trabajo de Albert
Sicroff, Les controverse des Status de puret sang en Espagne du xvne au xvnne sicle, Pars,
1960. Sobre la presencia inquisitorial inspiradora y sancionadora de las prcticas de la limpieza
en todo el mundo hispnico, vase Joaqun Prez Villanueva (dir.), La Inquisicin espaola. Nueva
visin, nuevos horizontes, Cuenca-Madrid, Siglo XXI, 1978, y las recientes contribuciones de Michle
Escamilla-Coln, Crimes et Chtiments dans lEspagne Inquisitoriale (1660-1730), 2 vols., Pars, Berg
international, 1992.
(7) La tesis sostenida por la historiografa, imperial primero y la catlica antiliberal luego, de que la obsesin ibrica por la limpieza de sangre hubiese sido la legtima y simtrica reaccin a una supuesta
preocupacin por la pureza de sangre por parte de los hebreos ha sido fehacientemente refutada por
Antonio Domnguez Ortiz, Los judeos conversos de Espaa y Amrica, Madrid, Istmo, 1978.
Por lo dems, como entre los conversos haba judos ocultos o judaizantes, se instituy la Inquisicin precisamente para descubrirlos y eliminarlos.
Lo sorprendente es que fueron los propios conversos (hasta de buena fe,
podramos decir) los que acogieron positivamente la idea de los tribunales
inquisitoriales, porque estaban convencidos de que una vez eliminados los
conversos judaizantes, la ortodoxia catlica habra terminado por aceptar
y salvar a los autnticos. En realidad, los Estatutos no estaban especficamente dirigidos a los cripto-judos, sino contra toda la categora de los
conversos/ convertidos. Cualquiera que fuese de conocida ascendencia hebraica o musulmana por encima de la personal devocin cristiana que hubiese tenido era automticamente y para siempre sometido a las normas
impuestas por la limpieza de sangre y cuyo alcance trasciende y supera la
cierta o supuesta pureza de fe.(7)
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Despus de tantos siglos de olvido reconozcamos en todo su valor y volvamos a escuchar esas valientes palabras de incalculable trascendencia en
la construccin jurdica de la igualdad y la libertad, siguiendo el testimonio
directo que nos dej para siempre Bartolom de las Casas, que las evoca
aos despus de su conversin a la causa de los derechos humanos ocurrida en el ao 1514:
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aquestos indios? Con qu autoridad habis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacficas, donde
tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca odos, habis consumido?
Cmo los tenis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en
sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se
os mueren, y por mejor decir, los matis, por sacar y adquirir oro cada da?
Y qu cuidado tenis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y criador,
sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?
Para concluir con la determinante y definitiva pregunta: Estos, no son hombres? No tienen nimas racionales? No sois obligados a amallos como a
vosotros mismos? Esto no entendis? Esto no sents? Cmo estis en
tanta profundidad de sueo tan letrgico dormidos? Tened por cierto, que
en el estado que estis nos os podis ms salvar que los moros o turcos que
carecen y no quieren la fe de Jesucristo.
Finalmente [recordaba Las Casas], de tal manera se explic la voz que antes
haba muy encarecido, que los dej atnitos, a muchos como fuera de sentido, a otros ms empedernidos y algunos algo compungidos, pero a ninguno, a lo que yo despus entend, convertido. Concluido su sermn, bjase
del plpito con la cabeza no muy baja, porque no era hombre [Montesino]
que quisiese mostrar temor, as como no lo tena, si se daba mucho por
desagradar los oyentes, haciendo y diciendo lo que, segn Dios, convenir
le pareca; con su compaero vase a su caja pasiza, donde, por ventura, no
tenan qu comer, sino caldo de berzas sin aceite, como algunas veces les
acaeca. El salido, queda la iglesia llena de murmuro, que, segn yo creo,
apenas dejaron acabar la misa.(8)
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todos en un navo y enviarlos de vuelta a estos reinos de Castilla. La condicin que puso el monarca para dejar a los curas en la isla fue que los mismos
no se pronunciaran en el plpito ni fuera del directa ni indirectamente
de esa materia ni de otra semejante. Sabemos que para ello encargara
al tesorero Miguel de Pasamonte, as como al gobernador Coln, de hacer
cumplir aquella disposicin. En el momento en que fueron proclamadas las
Ordenanzas reales sobre el buen tratamiento de los Indios (mejor conocidas
como las Leyes de Burgos, en 1512), los encomenderos de la isla cerraron
filas en un solo grupo para defender sus intereses econmicos, representados por esa excepcional forma de explotacin de los indios y de pretendida
propiedad de las tierras de los naturales, y que ahora el Papa Alejandro
haba domado a los catlicos reyes.(9)
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Despus de escrito lo susodicho [es decir, la Brevisima relacin de la destruccin de las Indias que haba dedicado al muy poderoso Seor el Prncipe de
las Espaas, don Felipe] fueron publicadas ciertas leyes y ordenanzas que
Su Majestad, por aquel tiempo, hizo en la ciudad de Barcelona, ao de mil y
quinientos y cuarenta y dos, por el mes de noviembre, en la villa de Madrid,
el ao siguiente, por las cuales se puso la orden, que por entonces pareci
convenir, para que cesasen tantas maldades y pecados que contra Dios y los
prjimos y en total acabamiento y perdicin de aquel orbe convena.
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Primera etapa: Traslacin del derecho hispano y cannico en las Indias (14921511). 1- El hecho del descubrimiento y el derecho de la conquista y del
dominio colonial. 2- Primeras instituciones hispano-indianas y los conflictos
entre los derechos regios de Aragn y Castilla con los del derecho cannico
apostlico romano. 3- Los efectos en las Indias de las Bulas Alejandrinas.
4- Despachos Reales normativos anteriores a la promulgacin de leyes para
las Indias, a) despachos referentes a los asentamientos; b) despachos referentes a las expediciones. 5- Segregacin tnica y marginacin de los derechos de los indios. 6- Crisis de la situacin en el conflicto entre mercaderes
de Sevilla y encomenderos (de la Espaola).
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Segunda etapa: Gestacin del derecho hispano-indiano a partir de las denuncias y propuestas en favor de los naturales (1512-1545). 1- Primeras
leyes, ordenanzas y provisiones generales de Indias. 2- Nuevas instituciones
hispano-indianas. a) despachos reales puntuales bajo las primeras leyes de
Indias, b) despachos referentes a los asentamientos o a los requerimientos;
c) despachos referentes a las expediciones. 3- Situacin jurdica contradictoria de los indios bajo las primeras leyes. 4- Crisis de la situacin real y
legal (1540-1545).
Tercera etapa: Constitucin bsica del derecho hispano indiano desde las
guerras civiles de Per (1545-1554) y el Concilio de Trento (1563). 1- Nuevas
ordenanzas o Leyes Nuevas de Indias (1542-1543). 2- Revocacin de las leyes nuevas? (1543-1545). 3- Despachos reales especficos sobre ejecucin de
las Leyes Nuevas (1543-1566). a) despachos referentes a los asentamientos; b)
despachos referentes a las expediciones. 4- Situacin real de los indios bajo
las Leyes Nuevas (1543-1566). 5. Ulterior crisis de la situacin legal (1556-1566).
Cuarta etapa: Remodelacin del derecho hispano-indiano y primer intento
de su recopilacin (1563-1582). 1- La visita de inspeccin al Consejo de Indias
(1566-1568). 2- La informacin del hecho y la recopilacin del derecho
(1566-1575). 3- La Junta Magna para la reformacin espiritual y temporal de
las Indias. 4- Despachos reales sobre la ejecucin de la reforma (1569-1582).
5. Despachos virreinales sobre la ejecucin de la reforma (1569-1582).
Sexta etapa: Revisin, promulgacin e impresin del derecho hispano-indiano en la etapa final del dominio de los Austria (1637-1681). 1- Revisin de
la recopilacin ya redactada (1637). 2- Intento de impresin de la Recopilacin ya redactada (1644). 3- Nueva revisin y complementacin de la Recopilacin ya redactada (1660). 4- Revisin definitiva y complementacin de la
Recopilacin ya redactada (1667). 5- Sancin real, promulgacin e impresin
de la Recopilacin (1680-1681).
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kilmetros por mar y por tierra. Fue por antonomasia el abogado de la causa
de los indios, comprometido, indignado e incansable. Su dilatada cultura
no vena solo de los estudios en Roma o en Salamanca o en las excelentes
bibliotecas de los dominicos, sino del conocimiento directo, personal y apasionado de la condicin humana de los pueblos originarios.
Las ms diferentes comunidades de indios que aprendi a conocer y a defender tanto en el Consejo de Indias hasta lograr la promulgacin de las
Leyes Nuevas (en 1542) o en su dicesis de Chiapas, donde es nombrado
obispo en 1543. Entre 1550 y 1551 es uno de los protagonistas, junto a Domingo de Soto y Juan Gins de Seplveda, de la clebre disputa de Valladolid y entre 1552 y 1553 mand a imprimir ocho de sus Tratados jurdicos y
teolgico-polticos, de uno de los cuales pueden leer fragmentos hasta hoy
inditos en estas lecciones [Documento 1].
Haban de pasar veinte aos despus de la cada de Franco para que la editorial Alianza publique en 14 volmenes las obras (sin embargo todava incompletas) del Protector de yndios, que haba muerto a los 82 aos, en 1566.
Ya al final de su vida y demostrando una invacilable coherencia, de las Casas
intervino crticamente en el proceso de conquista de Per desde donde sus
hermanos dominicos, Domingo de Santo Toms y Bartolom de la Vega, le
plantean las grandes cuestiones de la ilegalidad en la que cometen delitos
los encomenderos y le plantean las que denominan como Las doce dudas
para que con su convalidada autoridad moral y jurdica respondiera reforzando la actividad pblica de los protectores de los indios y sobre cuya importancia publico ms adelante el ensayo de Rolena Adorno [Doc. 2].
Son los meses de 1564 en los cuales Bartolom elabora su ltimo tratado sobre los derechos de los yndianos, ahora llamados los incaicos (...) naturales
del Per, escrito en latn: De Thesauris in Per, cuya sntesis son algunas de
las respuestas que aqu publico, especialmente la duda sptima [Doc. 3].(14)
(14) Sobre los temas indicados remito a Juan Bautista Lassgue, La larga marcha de las Casas, Lima, Editorial Centro de Estudios y Publicaciones, 1974; Hans-Jrgen Prien, El contexto teolgico e histrico
de la conquista y el desafo de las relaciones entre la sociedad cristiana occidental y las sociedades no
cristianas de Amrica, en 500 anni di solitudine. La conquista dellAmerica e il diritto internazionale,
Verona, Bertani, 1991; Jess Antonio de la Torre Rangel, El uso alternativo del Derecho por Bartolomeo
de las Casas, Mxico, Comisin Estatal de Derechos Humanos, San Luis Potos y Centro de Reflexin
Teolgica, Universidad Autnoma de Aguascalientes, 2007; y Giuseppe Tosi, La teoria della schiavit naturale nel dibattito sul nuovo mondo (1510-1573). Veri domini o servi di natura?, en Divus Thomas,
Boloa, Etizioni Studio Domenicano, nmero especial, septiembre-diciembre, 2002.
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En 1564, una de sus ltimas cartas una suerte de perfil autobiogrfico que
exalta, sin falsa modestia, la coherencia de su compromiso intelectual la
escribe a los hermanos dominicos de Chiapas y de Guatemala, acerca de la
tan larga duracin de sus estudios y su militancia (de echo u de derecho)
por los yndios y les recomienda:
... Hace 61 aos vi [cuando resida en la Hispaniola] cuando iniciaron estas
tiranas [de los encomenderos] y no las he visto sino aumentar y crecer hasta
nuestros das () He pasado 48 aos de mi vida en el trabajo de investigar,
estudiar y esclarecer el derecho y creo que no me engao si les digo que
he profundizado esta materia hasta llegar a las fuentes de su principio. He
escrito ms de dos mil hojas de papel en latn y en vulgar, que han sido examinadas por los ms doctos telogos de Espaa y han sido objeto de lecturas [lecciones] en las ctedras de la Universidad de Salamanca y de Alcal
[de Henares], as como de manera ms amplia en nuestro Colegio [de San
Sebastin de Salamanca].(15)
Para la comprensin de los anlisis precursores del jurista e historiador venezolano Santiago Gerardo Surez, sobre el rol tan esencial como exorcizado de los protectores de indios y los fiscales indianos es indispensable
profundizar acerca del contexto poltico.
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La exigencia de Las Casas, ya convertido a la razonada defensa de los aborgenes, es bien precisa: los indios necesitan ser defendidos porque por s
mismos nunca piden justicia, por ms agraviados que estn, y si alguna vez
la piden, no la alcanzan con muy gran dificultad, pues ellos no saben
leer y escribir, ni saben la lengua espaola, y los espaoles ningn caso hacen de ellos, mas antes los menosprecian, y as no los oyen.(16)
Al fin, el 17/09/1516, de las Casas es nombrado con el pretendido e innovador ttulo de procurador o protector universal de todos los Indios de las
Indias, cargo cuyos objetivos y potestades se explican en la real cdula que
lo autoriza a actuar en el nuevo mundo.
Nos [ya era rey de Castilla y Aragn Carlos de Gante] enviamos a entender en la reformacin de las Indias (), de todas las cosas que tocaren a la
libertad y buen tratamiento y salud de las animas y cuerpos de los dichos
indios de las dichas islas y Tierra Firme, y para que nos escribais, nos vengais a informar de todas las cosas que se hicieren y conveniere al servicio
de Nuestro Seor y Nuestro, que para todo ello hos damos cumplido poder, con todas sus incidencias y dependencias, emergencias, anexidades y
conexidades....(17)
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experiencia colonizadora y el inevitable crecimiento de las burocracias coloniales, las funciones de protectora se extienden a todo el funcionariado:
las ya citadas Leyes Nuevas (1542-43) confan la proteccin de los indios
a las Audiencias. Confirmando con ello la tendencia a transformar lo que
los predicadores dominicos y otros haban concebido como una empresa
religiosa de evangelizacin y de la prdica del cristianismo en una empresa
eclesistico-temporal: despus de los predicadores misioneros vino el clero
y despus los funcionarios que segn el Real Patronato mantenan el vnculo
orgnico de poder entre el Estado y la Iglesia, entre el trono y el altar.
De manera anloga, la figura del Protector de Indios, que haba comenzado con de las Casas, se vuelve una institucin eclesistico-estatal.
Finalmente, la institucin se laiciza casi del todo y los protectores, generales y particulares, se vuelven representantes legales de los indios en
juicio. Adems de defenderlos, [explica Gerardo Surez] tienen la obligacin de iniciar las acciones contra quienes los lesionan en su persona
o en sus derechos. En breve, es el resorte de los protectores contestar
las demandas contra los indios e iniciar las querellas que competen a sus
protegidos[Doc. 4.c].
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(19) Juan Gins de Seplveda, Tratado de las justas causas de la guerra contra los indios, Mxico, FCE,
1941, p. 133.
(20) Ibid., p. 37.
Pero hay ms: con el Concilio de Trento y la Contrarreforma sern ahora los
derechos regios del emperador Carlos V de Hasburgo a imponerse y en
ello la evangelizacin de los indios se convierte en la posibilidad de afirmar,
tambin en Amrica, los nuevos equilibrios religiosos entre las potencias europeas, que ahora encuentran a los catlicos romanos radicalmente opuestos a los cristianos reformistas. Amrica y sus habitantes se convierten as en
una suerte de herencia religiosa de la catolicidad europea, y representan la
retribucin, simblica y material, para la fe romana de cuanto el luteranismo
y el calvinismo le estaban arrancando en el resto de Europa.
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El exterminio de los indios se expresaba ahora en un progresivo empobrecimiento de las cajas reales. Pero no solamente su aniquilamiento fsico tena
ese efecto negativo: un dao parecido ocurra toda vez que eran consignados en encomienda al conquistador, puesto que esa ordenanza aceptaba y
reconoca que fuesen los mismos encomenderos (y no la corona) los encargados de cobrar los tributos indgenas.
Como hemos visto, Carlos V con las ordenanzas sobre el buen tratamiento
de los Indios, intent limitar el maltrato al que se los someta peor de que
si fuesen esclavos, tratamiento que ha sido causa de muerte de un nmero
de dichos indios en cantidad tal que muchas de las islas y partes de la Tierra
Firme quedaron desiertas (...) la cosa fue tambin un gran obstculo para
la conversin a nuestra santa fe catlica....(23) Sin embargo, y para que no
queden dudas acerca de las posibles intenciones filantrpicas de la decisin
imperial, hay que tener en cuenta que desde 1523 Carlos V haba declarado cosa justa y razonable que los indios pacificados y reducidos a nuestra
obediencia y vasallaje, nos sirvan y paguen un Tributo como reconocimiento
de Nuestra Seora y del servicio al cual estn obligados como vasallos.(24)
La polmica acerca de las formas de explotacin alcanzar un nuevo captulo con las Reales instrucciones sobre el trabajo de los indios, expedida por
Felipe III en 1601, que pretende graduar y combinar formas de trabajo libre
asalariado que se opongan a la inclinacin de los colonos de usar y abusar
privadamente de los indgenas sustrados al mercado por las tendencias
centrfugas de los encomenderos en los espacios regidos por la encomienda.
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Como ya hemos analizado, estos son algunos de los temas que afrontar
con radical empeo jurdico-poltico Bartolom de las Casas al oponer al
ejercicio de estos derechos propios de la doctrina del emperador Carlos V
la histrica concepcin de los derechos comunes y derechos de gentes que provienen de la tradicin de la recopilacin jurdica de Justiniano, al considerar los derechos de los indios americanos no solo derechos
a la igualdad del gnero humano (y negando as que fueran degradados a
homusculus, como sostena Gins de Seplveda), sino, y al mismo tiempo, desiguales respecto a los conquistadores espaoles, al ser jurdicamente ms dbiles y siendo necesario, por lo tanto, especficas formas de
proteccin jurdica y de acceso a la justicia, como diramos hoy.
Esta era una concepcin radicalmente opuesta a la del padre de las Casas.
Ser, pues, el origen teolgico poltico y sus seguidores delascasianos los
primeros en comprender las implicaciones polticas y prcticas del debate
terico sobre la naturaleza del indio, y por ello fueron tan violentamente
atacados. Recuerdo, para citar a uno entre tantos, el caso de Vasco de
Quiroga (que haba fundado en 1531 el pueblo-hospital de Santa Fe,
cerca de la ciudad de Mxico, y luego fue nombrado obispo de Michoacn),
quien fue compelido decenas de veces a defenderse ante los tribunales
de las acusaciones ms infamantes en contra de los intentos de aplicar los
principios del cristianismo primitivo, mediante el cual se dejaba en libertad
a los indios para organizarse con el fin de cultivar la tierra y constituir pueblos.
Protestas parecidas fueron hechas por el encomendero Juan Infante, quien
(25) Gregorio Garca, Origen de los Indios del Nuevo Mundo, Madrid, 1607, citado por G. Gliozzi, Adamo
e il Nuovo Mondo, la nascita dell antropologa come ideoligia coloniale: dalle genealogie bibliche alle teorie
razziali (1500-1700), Florencia, 1977, p. 75. Alberto Filippi, Laberintos del etnocentrismo jurdico-poltico.
De la limpieza de sangre a la des-estructuracin tnica, en Para una Historia de Amrica, Los Nudos
II a cargo de Marcello Carmagnani, Mxico, FCE, 1999, pp. 318/343; Alberto Filippi, Para una periodizacin de las distintas recepciones y proyecciones de la tradicin romanista (y de la idea de Roma)
en Amrica Hispana, en Fide Humanitas Ius. Studi in onore di Luigi Labruna, vol. 3, Npoles, Editoriale Cientfica, 2007, pp. 1873/1905; Alberto Filippi, La lucha por los derechos y su defensa en Amrica
hispana: una largusima construccin histrica que comienza en Santo Domingo (1511), en Actas del
II Congreso Nacional de Defensa Pblica, Santo Domingo, Ediciones del Comisionado de Apoyo a la
Reforma y Modernizacin de la Justicia, 2009, pp. 43/67.
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La pugna por y contra los derechos fue generalizada y sistemtica. De hecho, en los mltiples procesos de desestructuracin tnica, los debates
filosfico-polticos entre segregacionistas y opositores fueron delineando dos concepciones diferentes del etnocentrismo y de sus posibles usos
jurdico-institucionales. La corona y sus funcionarios incluyendo el clero
regular pretendan ejercer un control directo sobre las poblaciones indgenas, limitando las facultades de los encomenderos. Los mestizos-blancos,
en cambio, que no podan acceder al cargo de corregidores, y el clero secular, al que se le negaba la jurisdiccin eclesistica sobre las parroquias de
indios, se oponan.
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De hecho, en la mixtura impuesta por la conquista y la enorme sistemtica tensin entre los sobrevivientes derechos comunes (que permitan los
mestizajes) y los derechos regios que imponan las segregaciones), las cosas
fueron muy distintas. No solo este delirio ertico no estableci formas de
paridad entre los habitantes de las dos repblicas (indios y espaoles), sino
que introyect esas diferencias en los sujetos frutos de esas relaciones sexuales de sometimiento, generalizando como bien ha entendido Ruggiero
Romano un riguroso sistema de profilaxis, que se instal en toda Amrica
con el fin de establecer un cordn sanitario entre las diferencias tnicas.(29)
Hay otro factor, igualmente contradictorio, cuyos alcances no han sido todava analizados en la formacin de la conciencia aguda y dolorosamente
partida y a veces escindida de los mestizos, que es la regla casi nunca
transgredida de que un indio no poda o quera casarse con una blanca.
Imposible no percibir cmo pesa y acta permanentemente el criterio de
la limpieza de sangre sobre la categora de los mestizos, que podan considerarse limpios (es decir, descendientes de cristianos viejos e hijos legtimos) solo si su madre era casada y ellos haban sido bautizados. Pues
bien, la inmensa mayora eran hijos ilegtimos y no bautizados. Alain Milhou
recuerda que en Hispanoamrica durante toda la poca colonial la tasa de
nacimientos ilegtimos fue, con gigantesca proporcin, la ms elevada de
toda la cristiandad, exceptuando a Brasil.
(28) Tal como lo ha reconstruido y demostrado Marcelo Carmagnani, El regreso de los dioses. El proceso
de reconstitucin de la identidad tnica en Oaxaca, siglos XVII y XVIII, Mxico, FCE, 1988.
(29) Ruggiero Romano, Los conquistadores, Bs. As., 1988, p. 59.
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Por otra parte, el mestizaje no solo fragment las tradicionales solidaridades tnicas, sino que produjo divisiones ulteriores en la medida en que
cada grupo tnico (o bitnico) se cruzaba con otros, resultado a su vez de
diferentes mestizajes. Ello sin considerar la radical diferenciacin introducida en otras regiones de Suramrica por la presencia de las etnias
africanas (bantes, mandingas, zapes, congos, loangos, taris, modongos,
longos) y relativos cruces que resultaron de la transgresin de las polticas
segregacionistas.
Las permanentes y violentas tensiones que imprime a las etnicidades la conquista y explotacin inevitablemente deban multiplicarse al verse constreidos los peninsulares a importar africanos y permitir (aunque bajo el mayor
control posible) formas de mestizaje, que con el pasar de los aos representaran una emergencia explosiva. No eran polticas de poblamiento que se
pudieran considerar ideales, pero eran necesarias frente al enorme peligro
de la desproporcionada y progresiva avanzada de la mortalidad sobre la
natalidad, y con ello del riesgo de que se perdiera, quiz para siempre, la
posibilidad de disponer de una base fsica que permitiera llevar adelante la
descomunal empresa en las tierras recibidas en donacin.
(30) Alain Milhou, Misin, represin, paternalismo e interiorizacin. Para un balance de un siglo de
evangelizacin en Iberoamrica, (1520-1620), en H. Bonilla (comp.), Los conquistados..., op. cit.,
p. 291.
Casi simtrica es la percepcin, aguda y angustiada, que fundamenta los razonamientos del excepcional Felipe Guamn Poma de Ayala, testigo excepcional del vertiginoso colapso demogrfico que hizo caer la poblacin inca que
ocupaba dos millones de kilmetros cuadrados (entre el ocano pacfico y la
selva amaznica) desde la cantidad de alrededor de seis millones a uno en
apenas 70 aos.(31) Guamn Poma denuncia los lmites estructurales de la explotacin de los encomenderos frente a los naturales Dichos espaoles
se ensean a los dichos yndios deste rreyno malas constumbres y no obedecen
a Dios.(32) En lo especfico, Guamn Poma para hacer posible la sobrevivencia
fsica de esas etnias, as como la de su identidad, propone una radical separacin que impida la terrorfica presencia del espaol cerca de los indios como
nica posibilidad de afirmacin de una etnicidad jurdico-poltica autnoma.
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La larga duracin de esa sobrevivencia tnico-cultural, de las formas lingsticas, sociales, jurdicas y religiosas del pasado preincaico e incaico
ha sido analizada y valorada desde el presente histrico de nuestra integracin por las recientes investigaciones del socilogo peruano Manuel
Dammert Aguirre, por cuya relevancia publicamos una sntesis como anexo
documental [Doc. 49]. Dammert subraya y nos recuerda que las dimensiones civilizatorias, de gran resistencia, de las sociedades andinas, defendidas
por los sustentadores de la causa indigenista, se remontan precisamente
a los aos del virrey Francisco Toledo que conocemos por las crnicas de
Polo de Ondegardo, sobre el rden social tnico y jurdico del inca, como
organizacin general de las naciones y pueblos del Tawantinsuyo.(36)
(35) Garcilaso el Inca de la Vega, Comentarios Reales (1608), vol. II, Caracas, 1976, p. 266. Sobre la
fundamental relevancia de la mujer india en el vastsimo proceso de mestizaje remito a Sara Beatriz
Guardia, Mujeres peruanas. El otro lado de la historia, Lima, Librera Editorial Minerva Miraflores, 2002,
especialmente el captulo IV, dedicado a Mujeres de la lite incaica en el drama de la conquista con
referencia a la que conocemos como la primera mestiza: Francisca Pizarro.
(36) Manuel Dammert Aguirre, Per integral bicentenario: civilizacin, territorio, nacin, repblica, Grfica editora, Lima, Don Bosco, 2014, especialmente la primera seccin, pp. 35/89.
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estas razones tenan mayor demanda y crdito frente a quienes los escojan
y quieran ms que a los espaoles por ser de mayor servicio y mejor mandados y, por encima de todo, lo que realmente inquieta la inteligencia del
sagaz constructor del orden institucional colonial peruano, es que estos mismos mestizos no dejan de tener pretensiones juzgando que por parte de
las madres es suya la tierra y que sus padres la ganaron y conquistaron.(37)
Toledo haba visto bien la dinmica de ese proceso, observado en el momento de su minoritaria germinacin, que se transformara en uno de los
factores determinantes del etnocentrismo mestizo-blanco, hasta volverse el
fundamento mismo de la legitimidad institucional de la Independencia criolla, que encontrar una de sus elaboraciones ms eruditas y penetrantes en
fray Servando Teresa de Mier.
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Fray Servando cita los datos relativos a cada casta que compone el conjunto de los habitantes de la Nueva Espaa, segn Alexander von Humboldt
(en el ao de 1803 sumaban 5.832.100, de los cuales 1.025.000 eran criollos,
70.000 europeos, 2.500.000 indios, 6000 negros y 2.231.000 de sangre mezclada) para, en parte, criticarlos y, en todo caso, extenderlos al conjunto de
toda Hispanoamrica. Llega a la conclusin de que la preponderancia absoluta de la poblacin americana era mestiza, mulata e india, y que el no haberle dado a estas castas representacin poltica, cargos y empleos ni
siquiera a los criollos ha sido el punto que ms aqueja a los americanos,
y que ha sido la causa de cuantos disturbios han ocurrido en Amrica desde
su descubrimiento. En efecto, los criollos tienen un derecho comn a los
europeos a los empleos de Espaa por el derecho de sus padres, y privativo
o propio a todos los de Amrica como dote de su madre....(39)
Por supuesto que el mestizaje como forma jurdico-poltica especfica
agudamente intuido y temido por Toledo, termin imponindose, aunque
(37) Francisco de Toledo, Carta del virrey a su Magestad, en Roberto Levellier, Gobernantes del
Per: Cartas y papeles, siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias, Madrid, 1921-1926, p. 338.
(38) Fray Servando Teresa de Mier, Historia de la Revolucin de Nueva Espaa (1813), en Ideario poltico,
Edmundo OGorman (ed.), Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978, pp. 86/87.
(39) Ibid., p. 113.
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y el ejercicio de las distintas jurisdicciones del Ministerio Pblico tuvo diversas muy diversas evoluciones y prcticas judiciales en los diferentes
virreinatos o gobernaciones o capitanas generales, especialmente en el Virreinato de Nueva Espaa (1535) y de Per (1542), donde el componente
indgena y mestizo fue determinante.
La cuestin demogrfica se fue revelando de gran envergadura para la configuracin de los sujetos de derecho en los espacios que fueron dominados
por los incas, tanto por las bajas producidas por epidemias que diezmaron a
la poblacin andina como por los paulatinos aumentos, acelerados o estancados, en otros casos, debidos a las migraciones indgenas de una provincia
a otra. El caso probablemente ms significativo es el de Per, adonde para
los aos 1628, 1754 y 1795 un total de poblacin indgena correspondiente al
Per actual era de: 785.187, 350.216 y 608.892 habitantes, respectivamente.
88
Los datos que tenemos han sido objeto de nuevas interpretaciones aportadas
por Nicols Snchez Albornoz y Carlos Sempat Assadourian que han investigado la evolucin de la poblacin andina partiendo de la diferencia (a los efectos
de los censos) entre indios originarios (de los lugares de nacimiento) y los
forasteros, inmigrantes de la poca, podramos decir, que por esa misma
condicin podan evadir el pago de tributos. Se trata de poblaciones que no
haban sido censadas, que no haban sido reducidas y que recin encontramos en las fuentes del siglo XVIII cuando al fin se procedi a incluir a todos
los indgenas (y como vemos en parte tambin a los mestizos) en la configuracin de los tributos, haciendo aparecer comunidades demogrficas mayores.(41)
Pero, adems de un relativo fortalecimiento demogrfico de la poblacin
indgena, otros grupos tnicos crecan en el siglo XVIII a un ritmo an mayor;
aun cuando los pueblos originarios seguan siendo ms del 50% de la poblacin total, la tendencia proporcional era decreciente. El aumento del mestizaje y de la poblacin mestizo-blanca, as como las mltiples interrelaciones
(41) Ver el relevante ensayo de la historiadora argentina Raquel Gil Montero, La constitucin de Argentina y Bolivia en Los Andes Meridionales. Poblacin, tierras y ambiente en el siglo XIX, Bs. As.,
Prometeo, 2008.
En la relacin entre etnias y formas de derechos debe aadirse que la poblacin andina pre-hispnica tena una larga historia de integracin en los
aparatos estatales. Si bien las formas de tributacin coloniales no fueron congruentes con las incaicas, el Estado colonial manipul esas instituciones que
guardaban semejanza con las tradiciones andinas para obtener su excedente. La poblacin andina, a su vez, interioriz esas demandas: el tributo o pago
de cierta cantidad de dinero anual por cada varn indgena de 18 a 50 aos
de edad, o menor si era casado, era visto como una continuidad del antiguo
pacto de reciprocidad entre incas y ayllus, en el cual el primero aportaba las
tierras y los segundos el trabajo. Del mismo modo, segn Enrique Tandeter,
fue concebida la mita en el cerro Rico de Potos (derivado del nombre aymara
pottoch, que estalla): quienes acudan a ella en el siglo XVIII sentan que
estaban prestando un servicio al Rey y que, en consecuencia, eran acreedores de privilegios. Los documentos de los mitayos indican que esta migracin
forzada era una tarea penosa, asumida como un sacrificio que, sin embargo
y siguiendo el pacto colonial, garantizaba a los indios la propiedad de sus
tierras y por tanto su prosperidad.
Desde la aplicacin del sistema de la mita por el virrey Francisco de Toledo
en la dcada de 1570, la explotacin colonial comenz a ser ms estable y
productiva gracias a los mecanismos jurdicos de reglamentacin tnica de
la actividad minera. De Toledo estableci que durante tres turnos de trabajo
forzado con cuatro mil quinientos mitayos las diecisis provincias cercanas
deban proporcionar recursos humanos constantes cuyo esfuerzo descomunal fue protagonizado, en casi tres siglos, por millones de indgenas transform el cerro de Potos en la fuente de ingresos ms importante del mundo de
ese entonces. Un dato eficiente puede ilustrar los resultados de la sofistica(42) Jorge Hidalgo Lehude y Frderique Langue, La reformulacin del consenso, en Historia General
de Amrica Latina, Enrique Tandeter (dir.), vol. IV: Procesos americanos hacia la redefinicin colonial,
Madrid, Unesco/ediciones Trotta, 2000, pp. 414/416.
Segn el censo de 1795, la poblacin del Per (compuesta por las intendencias de Lima, Tarma, Huamanga, Cuzco, Arequipa y Trujillo) sumaba
1.151.207 habitantes, que se subdividan en 140.890 espaoles (12,63%);
648.615 indios (58,16%); 244.313 mestizos (21,90%); 41.004 negros libres
(3,67%) y 40.385 esclavos (3,62%). La mayor parte de la poblacin andina,
en el siglo XVIII, se concentraba en los obispados de Cuzco y La Paz, y el
arzobispado de Chuquisaca, rea que coincide con la mita de Potos y que
produca la mayor cantidad de tributos.(42)
89
captulo i
A estas disposiciones se acogieron junto con muchos espaoles peninsulares no pocos criollos, como los grandes cacaos de Venezuela: los
Mijares de Solrzano, los Rivas Pacheco, los Rodrguez de Toro, y los Bolvar
y Ponte, aunque estos ltimos no llegaron nunca a formalizar la obtencin
del marquesado de San Luis.
90
Todos los obispos menos el de Puebla (muri en febrero de 1813); todos los
intendentes, director de minera; alcaldes ordinarios; y hoy el corregidor y
superintendente de la ciudad: antes haca de corregidor el alcalde ordinario;
administrador principal de correos; apartador general del oro y plata; oficial
mayor de la secretara del Virreinato; secretara de la Universidad, que es plaza perpetua y de muchos emolumentos; mayordomo del Hospital Real y el
de San Andrs, que son de mucha renta; directores del Real Anfiteatro de
Anatoma; mayordomos de los ms ricos conventos de monjas, etctera....(44)
Todos estos son elementos de juicio que confluyen en las elaboraciones
polticas de Simn Bolvar, magnficamente expresadas en su carta al amigo
britnico Henry Cullen, escrita en Jamaica a finales de 1815, bajo la explcita
inspiracin e influencia de la lectura de la Historia de la Revolucin de Nueva
Espaa, que Fray Servando haba publicado en Londres en 1813 [Doc. 11].
El nexo entre etnicidad y legitimidad lo retoma Bolvar para fundamentar no
solo la Independencia respecto a Espaa, sino para proponer la extensin
de esos recin conquistados derechos al conjunto multitnico que debe
volverse el sujeto poltico de los nuevos Estados republicanos. En suma,
siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa.... Y cules eran estos derechos de ascendencia europea?: El emperador Carlos V form un pacto con los descubridores, conquistadores y
pobladores de Amrica, que como dice Guerra [Fray Servando Teresa de
(44) Fray Servando Teresa de Mier, op. cit., pp. 173/174.
Primeros empleos que no estn en americanos. Virrey y todos sus dependientes (el secretario es el nico criollo, pero es el nico de que se tenga
memoria, y a pesar de su mrito se le ha quitado por eso el empleo y vuelto
dar); arzobispo, capellanes, mayordomo y familiares, su secretario, prosecretario y oficial mayor, inquisidores, con los secretarios, tesorero, nuncio y
alcaide; dan, arcediano, chantre, tesorero, varios cannicos y prebendados
de la catedral; regente de la Audiencia, los ms de los oidores y alcaldes
de corte y los tres fiscales; provisor y vicario general; juez de testamentos y
obras pas; juez privativo de la Acordada; prior y cnsules del Real Consulado; asesor general del virreinato; superintendente de la Casa de Moneda y
tesorero; director general de alcabalas; administrador, contador, tesorero y
oficial mayor de la Aduana; director, tesorero, oficial mayor del tabaco; administrador general del Arzobispado; oficiales reales de las cajas o tesorera
general; tesorero y contador de la lotera.
91
captulo i
Mier] es nuestro contrato social. Pero ese pacto, explica Bolvar, no fue
mantenido, de tal suerte que, con una violacin manifiesta de las leyes y
los pactos subsistentes, se han visto despojados aquellos naturales de la
autoridad constitucional que les daba su cdigo.
Privacin de derechos que la Independencia debe restituir a los diferentes
grupos multitnicos sujetos de esa peculiar sociedad americana, constreida
durante los seculares procesos de segregacin y mestizaje: Nosotros [sintetiza con acertada metfora Bolvar] somos un pequeo gnero Humano.(45)
Multietnicidad e igualdad poltica, como reconocimiento de las dos columnas
que habran debido sostener el andamiaje constitucional del Estado republicano. Sin embargo, como lamentablemente sabemos, el desidertum de la
utopa liberal multitnica y multicultural de Bolvar, no se realiz en su siglo.
[Fuentes: Alberto Filippi, Laberintos del etnocentrismo jurdico-poltico. De la limpieza de sangre a
la desestructuracin tnica, en Marcello Carmagnani, Alicia Hernndez, Ruggiero Romano (coords.),
Para una historia de Amrica, vol. II: Los nudos, Mxico, FCE, 1999; y La lucha por los derechos y su
defensa en Amrica hispana: una largusima construccin histrica que comienza en Santo Domingo
(1511), en Actas del II Congreso Nacional de Defensa Pblica, Santo Domingo, 15 y 16 de julio, Santo
Domingo, Ediciones del Comisionado de Apoyo a la Reforma y Modernizacin de la Justicia, 2008].
Anexo documental
Documento 1. Bartolom de las Casas, Carta del obispo de Chiapa sobre la materia
de los yndios que se han hecho esclavos y se poseen oy por los espaoles en las Yndias
[a su alteza el emperador Carlos V, 1552](46)
92
... Todos los yndios que se han hecho esclavos en las Yndias del Mar Ocano desde que se
descubrieron hasta oy han sido ynjustamente hechos esclavos y los espaoles poseen a los
que oy son bivos por la mayor parte con mala conienia aunque sean de los que obieron de
los yndios.
(45) Simn Bolvar, Carta de un americano meridional en contestacin a un caballero de esta isla,
Jamaica, 06/09/1815, en Escritos del Libertador, vol. VIII, Caracas, Sociedad Bolivariana de Venezuela,
1972, p. 234 [Doc. 11].
(46) La que sigue es una transcripcin textual de algunos fragmentos del manuscrito titulado Tratado
de Indias de Monseor [de] Chiapas y el doctor Seplveda, supervisada por la doctora Mara Teresa
Bermejo de Capdevila, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y realizada (en 1959) por
la licenciada Dolores Bonet de Sotillo sobre la copia existente en el Archivo de la Academia Nacional
de la Historia en Caracas. Solo me he permitido seleccionar algunos fragmentos y titularlos de
manera casual indicando los cortes con los parntesis. Los puntos y aparte tambin son mos, para
hacer ms comprensible la exposicin de Las Casas, de por s bastante ardua, no solo por los razonamientos de historia comparada del derecho, sino, cosa evidente, por la gramtica y la lengua de la
segunda mitad del siglo XVI. Espero tener la oportunidad (y el tiempo) para hacer una edicin crtica,
anotada y glosada de este excepcional texto, que dejo tal y como lo escribi de las Casas y que
ustedes, por el mero esfuerzo de leerlo, comenzarn a tener una idea del formidable itinerario por l
recorrido y del muy sabio e inteligente uso de la historia del derecho y de las instituciones que l hace,
partiendo de la observacin directa y crtica de la realidad escandalosa de lo que vio en las Yndias.
Ni tampoco porque sean hostes propios o enemigos capitales de nuestra sancta fee que la
persiguiesen y trabajasen quando en si era de destruirla o por abiertas persecuiones o por
ocultas persuasiones dando ddivas o dones o por otra cualquiera manera forejando que los
christianos la renegasen con yntencin de encumbrar la suya como quiera que en teniendo noticia della con grande jubilain aquellas gentes yndianas la reiban, pues por sola ampliain
y predicacin de la fe entre gentes y tierras de gentiles como son aquellas nunca ovo ley divina
ni humana que guerra consintiese ni permitiese, antes la condenan todas, si no queremos afirmar que la ley evanglica llena de todo dulor, ligereza, blandura y suavidad se deva yntroduzir
como la suya introduxo Mahoma.
Otra causa que podra aber, conbiene a saber, por razn de socorrer los ynnoentes en este
caso de agora della no es menester tratar, lo uno porque nunca nuestros espaoles tal guerra
se ha pretendido sino matar, despojar, y robar los ynnoentes, usurparles sus tierras, sus haziendas, sus estados y seoros. Lo otro porque esta guerra es de per acidens y no en todas
partes abra lugar sino en muy poquitas y en estas no sera guerra sino defensin y aba de ser
al modo de las guerras iviles o particulares donde no son esclavos los que se prenden en ellas
y abranse primero / muy mucho de mirar y considerar muchas ircunstancias que la justificasen
y no fuese con mas ynjusticia que las otras guerras, as como si por ella podran pereer ms
ynocentes en cuerpos y en nimas que librarse pretendan y mayores daos y escndalos, ynfamia, odio y aborreimiento de la fe e ynpedimento de la conbersin de ynfinitos pueblos y
otros muchos ynconbenientes. Pues como por ninguna de las dichas causas, y no ay otras y si
las ay a estas sern reduzibles, los espaoles no pudieron hazer contra los indios justa guerra,
luego, nunca tuvieron causa justa. Que tampoco ayan tenido autoridad del prnipe, asaz es
manifiesto, porque nunca jams hasta hoy los espaoles guardaron ley, mando, ni orden, ni
ynstrucin que los reyes cathlicos pasados diesen, ni una ni ninguna de su magestad, en esto
de las guerras ni en otra cosa que para bien de los yndios probeydos se ubiese, y por una sola
que se obiese guardado ofrescera yo a perder la vida.
Para prueva desto vanse las residencias de todos los governadores passados y las probanas
que unos contra otros han hecho y las ynformaiones que cada ora an en esta corte se pueden hazer y hallar vuestra alteza que uno ni ningn governador ha abido ni oy lo ay, sacado
el bisorrey don Antonio, de los presentes y el obispo de Cuenca don Sabastian Ramirez en los
passados que aya sido christiano ni temido a Dios ni guardado su ley, ni la de sus reyes y que no
aya sido destruidor, robador y matador ynjusto de todo aquel linage humano. Luego como en
todas las guerras que los espaoles contra los yndios han hecho aya faltado verdaderamente
causa justa y real autoridad sguese que ayan sido todas ynjustas y por consiguiente, todos los
que las han hecho ladrones o latrnculos y predones como los llaman los derechos y parese
en la ley hostes de captivi et post limitem y que no aya podido hazer uno ni ningun yndio,
La primera parte de esta conclusin se prueva por esta razn generalmente, porque la menor
y menos fea e injusta causa que los espaoles pudieron aver tenido para hazer a los yndios esclavos, era moviendo contra ellos ynjustas guerras, pues por esta causa de ynjustas guerras no
pudieron hazer justamente uno ni ninguno esclavo, luego todos los esclavos que se han hecho
en las Yndias desde que se descubrieron hasta oy han sido hechos ynjustamente esclavos. La
menor razn de este argumento es manifiesta, lo que supone que es no aver tenidu los espaoles contra los yndios jams justa guerra en ninguna parte de las Yndias hasta oy. Pruvolo desta
manera: porque nunca jams ovo causa ni raza-a justa para hazella ni tanpoco ovo autoridad de
prncipe y estas son dos razones que justifican qualquiera guerra, conviene a saber, causa justa
y autoridad de prnipe. Que no aya avido causa justa pareca, porque bistas todas las causas
/ que justifican las guerras ni todas ni alguna dellas no se hallar que en esta guerra concurran,
porque ni por ynjurias que los yndios les oviesen hecho, ni por que les persiguiesen, ympugnasen, ni ynquietasen porque nunca los vieron ni conoscieron segn hazen los turcos y los moros
de Africa, ni porque detuviesen nuestras tierras que en otro tiempo oviesen sido de christianos,
porque nunca lo fueron o al menos no ay noticia dello, como Africa lo fu en tienpo de Sant
Augustn y el reino de Granada y lo es el imperio de Constantinopla y el reyno de Hierusalem.
93
captulo i
justamente y segn derecho, esclavo ni en todas las Yndias por esta va lo aya. Que la menos
mala y menos fea e ynjusta causa que los espaoles pudieron aber tenido y tuvieron para hazer
los yndios esclavos que hizieron era y fu mobiendo contra ellos ynjustas guerras.
Pruvase por esta manera, porque todas las / otras causas y bias que han tenido los espaoles,
sin las de las guerras, para hazer a los yndios esclavos han sido espantables y nunca bistas
ni oydas tales cautelas, tales fraudes, tales dolosas machinaiones y exquisitas ynbeniones y
nobedades de maldad y para poner en admirain a todos los honbres para noticia de lo qual
aqu refirir de muy muchas, algunas y pocas. Unos por engaos que hazan a los yndios que
estubiesen o biviesen con ellos, o por miedos o por halagos, los atrayan a su poder y despus
les hazan confesar delante de las justiias que eran esclavos sin saber o entender los ynnoentes que quera dezir ser esclavos y, con esta confessin las yniquas justiias y governadores
passavan y mandvanles poner el hierro del rey en la cara y otros provocavan a algunos yndios
malos con media arrova de vino o por una camissa o otra cosa que les davan a que hurtasen
algunos muchachos hurfanos que carescan de padre y madre o los atraxesen por engaos
como para convidallos y con una manada dellos benanse a los espaoles y hazianles del ojo
que los tomasen, los quales los atavan y metianlos en los nabios o llevabanlos por tierra y sin
hierro bendanlos por esclavos y aquellos primerca o los otros que los compravan yvan delante
el gobernador o justiia y dezan que los aban conprado por esclavos y luego sin mas aberiguallo los herravan.
Otros espaoles yvan de las Yslas especialmente la Espaola y San Juan y Cuba dando a ello
autoridad y lienia la audienia y las justiias, con dos o tres nabios a la tierra firme y de noche
saltaban en tierra y al quarto del alba estando los yndios en su pueblo seguros en sus camas
los salteavan y pegavan luego a las casas, mataban los que podan y los que tomavan a bida de
muchos saltos que hazian hinchan los nabios y trayanlos a hender por esclavos.
94
Algunas vezes los han herrado con hierro del rey en las caras y otras en los muslos, otras, a
muchos de los yndios pusironles nombres naboras de por fuera confundindolos su mesma
maliia aviendo berguena de llamallos esclavos, aunque como cosa muy segura y bien ganada
de unas manos a otras los hendan y venden y los traspassan y desta manera y con esta justiia
y orden y autoridad y rectitud y buena congienia han traydo a las yslas Espaola y Cuba y Sant
Juan, de la Costa de las Perlas y de Honduras, y de Yucatn, y de Panuco, y en gran manera del
reyno de Veneuela y de Guatimala y Nicaragua, a Panam y al Per, en verdad a lo que siento
y creo, ms de dos quentos de nimas y nunca vez trayan en un navo trezientas o quatroientas
personas que no hechasen a la mar las iento o las iento y inquenta muertas por no dalles de
comer y bever, porque tantos cargavan que las vasijas que metan para agua, ni los bastimentos
que llevavan bastavan sino para muy poco ms de sustentarse los plagiarios que los salteavan o
que de los otros salteadores los compravan. Otros estando los yndios seguros y pacificos en sus
pueblos y casas y repartidos y sirviendo a los espaoles con quanto son y tienen, enbivanlos a
llamar, si eran dozientos honbres en el pueblo, mandavan al caique y seor del, que les enbiase luego para tal da y tal hora trezientos hombres cargados de mahiz, o para que les hiziesen
alguna labrana y como el cacique se entristeciese, como no tubiese tantos y se detubiese
pensando que hara o de que cunplira lo que el espaol le demandaba y le mandava, por un
da o dos que se tardase levantvale que ya no obedesca y que estava alado y que ya no vena
a su mandado. Peda luego licencia al Gobernador o capitn para yr contra l con gente; ydo
all hallvalos en sus casas o en sus labranas trabajando y matava los que quera y los dems
atvalos trayendolos como abidos de buena guerra y herrvanselos por esclavos.
Otros enbiavan a dezir a los caiques que luego biniesen inquenta yndios para trabajar en
tal labrana o que les trayesen tantas cargas de mahz o de madera o otras cosas y al tienpo
que los queran despedir dezanles que se quedasen dellos diez o quinze honbres para traer
yerba a los cavallos e ydos los otros los entregaban a quien ya los tenan vendidos por esclavos.
Otros dezian, no os los vendo por esclavos sino por naboras. Nabora quiere dezir que les sirbe
continamente en casa de la misma manera que esclavo / de manera que solamente difieren
en el nombre. Llevvalos el que los comprava en sus colleras y cadenas y trasportvalos iento
y dozientas leguas y, sin tener hierro del rey los herravan en la cara con letras de su nombre y
algunas vezes los herraban con un hierro caliente, el primero que hallavan, como somos iertos
desto. Despus que se av servido dellos, o quando quera, bendalos por esclavos. Quando
las mugeres y los hijos de aquellos que los estavan esperando, para que les diesen o traxesen
de comer o fuesen a hazer sus labranas o para gozar de la presenia las mugeres de sus
maridos y los hijos de sus padres, van volber los otros sus vezinos y preguntndoles por ellos
dezanles que quedavan para traer yerba para los caballos que luego vernan, pero nunca los
bian ms de sus ojos.
Otros, despus de hechas las crueles e ynjustas guerras y repartidos todos los pueblos de los
yndios entre si, que es por lo que siempre rabian, la primera de las tiranas e yniquidades era
esta que en ellos exeritavan, dezan a los caiques y seores de los pueblos, abeisme de dar
de tributo tantos tejuelos o marcos de oro, cada sesenta, setenta o ochenta das y esto que
fuese tierra de oro o que no lo fuese. Dezan los caiques daros emos lo que tubiremos y trayan les todo lo que podan por el pueblo araar. Respondan los espaoles: soys unos perros y
abeisme de dar el oro que pido, sino yo os tengo de quemar.
Repetan los desventurados: no tenemos ms porque no se coge en esta tierra. Sobre esto
les clavan dozientos palos. Despus con grandes amenazas que les hazan yt con asomalles
los perros bravos, o acometer que los queran quemar, los constrean a que les diesen cada
sesenta, setenta, o ochenta das, inquenta o sesenta esclavos y base de miedo el caique
por el pueblo o pueblos, si era seor de muchos, y tornava a quien tena dos hijos, uno y a
quien tres hijas, las dos y a todos los que eran hurfanos y no tenan quien volbiese por ellos
desmanparados y juntava su nmero y no de los ms feos ni yndispuestos, sino escogidos
como se lo mandavan y de tal estatura como le dava el espaol una vara y entregvaselos
diziendo: ves aqui tu tributo de esclavos. Los clamores y llantos que los padres y las madres
hazan por el pueblo de ver llebar sus hijos a bender y donde saban que poco avan de durar,
quien podr ecareellos ni contallos. Mandava el espaol al cacique que dixese a los yndios
que quando los llebasen a examinar para herrallos que confessasen que eran esclavos e hijos
de esclavos y que en tantas ferias o mercados avan sido vendidos y conprados sino que lo
aba de quemar. El caique de miedo tena harto cuidado / desto y los yndios de obedeelle aunque ubieran de hazellos pedaos y acaesia asi como llegavan los yndios un tiro de
piedra de donde los aban de examinar comenar a dar bozes diziendo yo soy esclavo y hijo
de esclavo y en tantos mercados he sido vendido y conprado por esclavo. Preguntvale el
honbre perdido del examinador, porque tambien este robava y saba las maldades con que
estos ynnoentes eran as traydos y fatigados, de donde eres tu? responda el yndio, yo soy
esclavo y hijo de esclavo y en tantos mercados vendido por esclavo. No te pregunto eso,
deza l, sino de que pueblo eres. Responda el yndio: yo soy esclavo y hijo de esclavo y en
tantos mercados vendido y comprado por esclavo. Mire aqu vuestra alteza como venan tan
bien enseados. Finalmente asentvalo as el esqrivano y con esta examinain y justicia con
el hierro del rey los herravan.
Considere vuestra alteza lo que sentiran. De esta manera han despoblado toda la mayor
parte de la provinia de Sant Miguel que est entre Guatimala y Nicaragua y yo por mis
mesmos ojos he visto llevarlos desta manera en cadenas. Otros algunas vezes enbiavan sus
capitanes o governadores a los pueblos de los yndios a llamarlos o a ver de que manera
estaban y ha acaesido benir los yndios cargados de gallinas y comida y otras cosas de ddivas para los espaoles y toparlos como a ovejas mansas en los caminos y comenaban a
dar cuchilladas en ellos para dar a entender que estavan alados y despus yvan al pueblo
donde los hallavan los demas seguros y descuydados y matavan los que quedan y los otros
trayan presos para que se los diesen por esclavos diziendo que los hallaron en el camino
armados y les tiraron iertas flechas y por eso fueron a dar en el pueblo que estava alado y
aunque los malventurados capitanes y gobernadores esto no les pasava por alto, porque no
lo ignoraban, pero porque no paresiese que ello lo mandavan por temor de que en algn
tienpo les aban de tomar cuenta, passavan por ello / y destos robos y esclavos llevavan la
principal parte.
95
captulo i
Todas estas ynfernales cautelas y fraudes saban y vian los governadores y offiiales de su magestad y ellos mismos eran los ynventores primero y los que en ello tenan parte y que ms
yniqua y cruelmente lo hazan en los pueblos que para si aplicavan como tenan mayor poder y
Iiencia y menos cuidado de sus almas. Y governador ubo que de una parada jug quinientos
yndios que se escogesen en el pueblo que l sealava y que los tomasen por esclavos. Y esto
se deve tener por verdad como abaxo dir mas largo, que entre los yndios ava (ya que obiese
algunos) muy poquitos esclavos. Otro governador, o por mejor dezir destruidor de honbres,
estando en Mxico dozientas laguas de su governain jugava dozientos y trezientos y quatroientos esclavos y enbiava a mandar al tirano que tena en su lugar puesto, dndole priesa
que le enbiase tantos cientos de esclavos porque tenia necesidad para pagar dineros que le
haban emprestado. Este mismo estando en su reynado porque ni an al rey conosia y estuvo
siete aos que nunca hizo entender a los yndios que avia / otro rey ni seor en el mundo, sino
l, hasta que a aquella provinia fueron frayles. Juntava dozientos y trezientos y quinientos muchachos y muchachas tomados de los pueblos, los ms dispuestos que en ellos hallava y dezia
a los marineros y mercaderes que a aquel puerto donde l esta va venan y andavan a este trato:
escoged destas donzellas y destos muchachos mira quan hermosas son, a arrova de azeyte, o
de vino, o a toino, o as a otras cosas de poca vala se los dava. Y desta manera fueron muchos
los navos que destos corderos cargavan y acaesi por una yegua dar ochenta nimas raionales y iento por un harto astroso caballo. A otros sesenta o ochenta das hazan lo mismo los
caciques en sus pueblos, tomando los hijos y parientes que quedavan y pagavan al tirano del
espaol con otros tantos el tributo. Otros allegndolos los religiosos con blandura y suavidad
en las iglesias para predicalles y dalles a conoaer a su Dios, teniendo la yglesia llena de yndios
venan los tiranos y tomavan de las yglesias los que querian con gran escndalo de los yndios
y angustia y afliin de los frayles diziendo que los avan menester para llevar cargas y sacados
de all los llevavan a herrar y sealar por esclavos.
Otros con lienia de los governadores, que la avian a cada paso y comunmente se dava a
todos por los grandes serviios que a los reyes de Castilla les avan hecho en roballes y destruylles y despoblalles aquellas tierras y a la yglesia de Ihesus Christo hechando tantas nimas a
los ynfiernos, comenaron y acabaron de tomar otro camino que paresian mas honesto para
consumir aquellas gentes, y ste fu rescatar, como ellos dezan, o comprar de los mismos
caiques, con temor que les ponan de quemallos bivos, que por una camisa o un sayo que le
diesen para hazer esclavos tantos yndios. Los caciques para cumplir con ellos andavan por el
pueblo sacando y destruyndolo de la manera arriba dicha, haziendo lo mismo. (...)
96
1.b. Esta manera de tirana y destruccin de aquellos infinitos pueblos tan horrible
se hizo, tan desvergonzadamente...
... Esta manera de tirana y destruicin de aquellos ynfinitos pueblos tan horrible se hizo, tan
desvergonadamente y tan a ojos vistas haziendo esclavos oy los yndios que ayer de sus mismos pueblos les serban, viendo el governador ya confuso de saber y consentir tanta ynjusticia
que se despoblava tan rotamente toda la tierra, mand que las mercedes que el hazia (porque
as las llamavan ellos) de dar liencia para resgatar o robar del pueblo que tena encomendado
el espaol, tantos esclavos, que nadie lo pudiese hazer de su pueblo, sino del pueblo que a
otros estubiese encomendado y as inventaron otra estraa cautela. Deza cada espaol a su
caique : mirad fulano caique vos me aveis de dar inquenta o ien esclavos y no han de ser de
vuestro pueblo sino de otros yndios. El caiqe como saba que no le conbena otra cosa hazer
y que le yva la bida o la mala bida en ello y base al caique del otro pueblo su vezino y dezale:
el diablo que me tiene a cargo (porque as llaman a los christianos en la provincia de Nicaragua)
me pide tantos yndios para hazer esclavos y dize que no sean de mi pueblo, dmelos tu del
tuyo y darte yo otros tantos del mio. Responda el otro cacique: plzeine, porque lo mismo me
pide y me manda el diablo a quien me han encomendado y tengo por seor mo. Llevvanlos
a herrar y dezan que los aban avido con juramento no de los de su pueblo sino de otros pueblos agenos y todos dezan berdad, aunque con ygual maldad y sin justicia, la qual los peores
que estos, que esto hazan, malaventurados governadores muy bien saban y consentan con
que ubiese alguna color para que en algn tienpo no fuesen acusados dellas en la residenia,
porque de guardar fidelidad a Dios ni a su rey, ni condolerse de aquellas atribuladas gentes,
ningn cuidado ni charidad tenan.
En la provinia y gobernain de Honduras que era una maravilla ver su felicidad en multitud
y bondad de gente, en fertilidad y frescura y agora es una miseria y compasin y dolor ber su
despoblacin y perdicin y soledad y desventura, ynvent otra maldad y cautela otro governador no mucho menor que esta. El deba muchos dineros de ropas y vino y otros gastos que aba
hecho conprando fiado de los mercaderes que andavan en esta granjera y estavan en el puerto
iertos navos que esperavan la paga que les deba, y porque aba llegado la dicha cdula de
su magestad tanbien a aquella provincia que no ubiese ms esclavos, mobido su magestad
por muchos clamores que a su real corte destos tan grandes pecados avan llegado, no poda
abiertamente hazer esclavos para pagar sus tranpas como sola. Enbiados dos capitanes, uno
por la ribera de la mar y otro por la tierra adentro, mandoles que de los ms seguros y paficos
yndios que hallasen como ovejas en corral en sus casas y pueblos prendiesen y atasen. Prendieron y ataron gran nmero y cantidad de yndios y trados al puerto hzoles poner en las caras
unas letras que dezan desterrado, queriendo dar a entender para escusarse de las penas de la
dula que aquel y aquellos as sealados por ser malos los desterrava por justiia porque no
convena que quedasen en la tierra y por esta manera y con este ttulo los bendi por esclavo y
pag sus deudas y enbi llenos y contentos los navios.
Este mismo governador, una vez entre otras, hizo tantos esclavo de los yndios libres que estavan seguros en sus pueblos antes que fue la dicha edula que de solo el quinto pag a su
magestad qinienos y tantos / castellanos lo qual no pudo ser segn los davan tan barato (porque acaesia dar un yndio por un queso) sin que fuese grande el nmero de ellos y hase de
presupponer que quando l solo para si aplicava y haza tantos esclavos que seran y a quantos
llegaran los yndios que bendan los otros espaoles pues que todos desta mercadera de todo
lo que aban menester de las cosas de Castilla se probeyan. Y bien parese la priessa que les
dieron, porque agora ocho aos viniendo para ac vide aquellas provinias y avo cosa mas
destruyda ni despoblada despus de la Ysla Espaola y sus comarcanas en todas las Yndias
siendo ellas poblatssimas. Otros engaando a muchos yndios persuadanles que se viniesen
con ellos a Castilla y llegados a la Ysla de Cuba los vendan por esclavos y all ay muchos destos en la Habana y otros yendo de unas tierras a otras a los que engaavan y llevavan consigo
hazan lo mismo. Por estas vas tan justas y tan christianas maneras y otras que dexo de dezir,
han sido tantas las gentes que aquellos honbres desalmados y perdidos han destruydo y tanta
la corrupin y desvergena que en esto exeritaron que ser muy dificultoso creello a quien
no lo vido, pero asaz es creyble pues todos los mismos que lo hizieron sin temor ni vergena
lo confiessan y todo el mundo lo sabe y lo afirma y lo dize y harto claro lo testifican toda las
provinias de Nicaragua, toda la de Guatimala, gran parte de la de Mxico, toda la de Guacaqualco y Tavasco, toda quasi totalmente la de Panuco, de donde, sin otros muchos, escribi el
arobismo de Mxico a este Real Consejo averse sacado llenos de gentes beynte y ocho navios.
Toda, tambin, la de Xalisco donde el gobernador hizo herrar en las caras sin otros ynfinitos
que l y los espaoles que con l estavan hizieron y vendieron por esclavos de los yndios de
aquella probinia cuatro mill y quinientos y setenta honbres y mugeres y nios de un ao a las
tetas de sus madres y de dos y de tres y de quatro y de inco aos y otros muchos de catorze
aos abaxo y algunos salindole a resibir de paz y a se / de entender que todos los susodi-
Parescer por esto entre otras mill cosas que dezir podra erca desto, que en la provincia de
Nicaragua llegada una cdula de su magestad por la qual mandava que esclavo ninguno se
herrase ni hizise. Estando un navio cargndose dellos a medio cargar, el / governador tubo la
cdula escondida hasta que lo acabasen de hinchir de yndios libres para que los llevasen por
esclavos como los susodichos y avis a los plagiarios y destruydores de aquellas gentes que
cargaban el navio de yndios que los allegasen y cargasen presto porque la dicha cdula real
era benida.
97
captulo i
chos estavan en sus tierras paficos y aunque les salieran de guerra la tenan justa contra l
y contra ellos. Parese tanbien por la gran despoblain que por esta va de sacar esclavos
han hecho en el reyno de Yucatn, donde agora al presente han hecho muchos y los sacan
cada da llevndolos a vender a otras partes y el que all govierna ha pagado algunas deudas
dando yndios de los mismos pueblos libres como los dems por esclavos. Pues las provinias
de Honduras como est dicho con esta pestilenia estn destruydas. En la de Nicaragua anduvieron inco o seis navos tres y quatro aos al trato, sacando yndios y llevando a vender a
otras tierras por esclavos.
Los alemanes a quien se di cargo que robasen y destruyesen los reynos de Venuela, ms
de veynte aos yendo y viniendo navos cargados de yndios no entendieron en otra granjera.
Todo lo que tengo dicho es verdad y todas las fealdades de que en esta materia de hazer ynjustamente esclavos los espaoles han usado se pueden aqu todas o las ms dellas provar y pues
no tienen los yndios quien buelba por ellos y estn tan lexos y tan abatidos y desmanparados
que no tienen ni esperan remedio de pedir su justiia.
Mande vuestra alteza a su fiscal como cosa que tanto ynporta al descargo de la concienia de
su magestad que haga aqu muy larga, como se puede hazer, provana y mndelos con justiia
remediar porque no perezcan los pocos que quedan como los muchos en ynjusto captiverio
han peresido. Pues si estas maneras de hazer los yndios esclavos, tan injustas, tan iniquas, tan
fainerosas, tan feas y calificadas en maldad son verdaderas como lo son, y por ellas tengo por
ierto que se han hecho ms de quatro quentos de nimas esclavos, luego mas ynjusta y ms
tirnicamente y con mas fealdad fueron hechos los yndios / esclavos por estas horrendas bias
que por las guerras los hizieron aunque ynjustas. Y si por las guerras que todas fueron ynjustas
como tengo probado y es verdad no se pudo hazer uno ni ninguno esclavo, luego, sguese que
en todas las Yndias desde que se descubrieron hasta oy no ay uno ni ningun yndio que aya
justamente y segn derecho natural y divino sido hecho esclavo y as queda provada la primera
parte de la conclusin.
La segunda parte que dize que los espaoles que poseen a los yndios que tienen por esclavos
que oy son bivos los tienen con mala coniencia poco ay que provar, pues es ierto segn la ley
de Dios que qualquiera que tiene usurpada al prximo su capa si no la restituye, con los daos
que por tomrsela le hizo, no se puede salvar; mucho menos sin comparacin los espaoles
que tienen los yndios por esclavos si no los ponen luego en libertad y les satisfazen por la ynjuria y daos que les hizieron y los servicios que dellos han avido, se podrn salvar. Porque non
dimititur peccatum nisi restiatur ablatum, como abaxo se dir.
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La tercera parte de la conclusin dize: que tambien tienen los espaoles con mala conienia
los esclavos yndios que ovieron de los yndios.
Para declarain y prueva desta parte, suppongo primero estos fundamentos y prinipios: el
primero es que sino fue en la Nueva Espaa donde los bezinos della eran ms que en otras
partes astutos espeialmente los mexicanos, muy pocos o ningunos ava esclavos entre los
yndios y esto sbenlo todos aquellos que han visto y tratado en muchas y diversas partes
de las Yndias. El que no ha salido de Mxico y de sus alrrededores no es maravilla que sepa
poco desto.
El segundo fundamento o prinipio es que este trmino esclavo entre los / yndios no denota
ni significa lo que entre nosotros, porque no quiere dezir sino un servidor o persona que tiene
algn ms cuidado o alguna ms obligaion de ayudarme y servirme en algunas cosas de
que tengo neesidad, por manera que, el yndio ser esclavo de yndios era muy poco menos
que ser su hijo porque tena su casa y su hogar y su peculio y hazienda y su muger y sus hijos
y gozava de su libertad como los otros sbditos libres sus vezinos, sino era quando el seor
avia menester haser su casa o labrar su somentera o otras cosas semejantes que se hazan
a sus tiempos y muchas de quando en quando y todo el dems tienpo tenan por s y del
gozavan para si como personas libres, allende de que el tratamiento que los seores hazan a
los tales siervos era blandsimo y suabssimo como si nada les devieran y as sin comparain
eran mas libres que los que llaman los derechos originarios y ascripticios. Y esto tanbien
De lo susodicho se sigue que por que los yndios eran ynfieles y carecan (como est tocado) de
conosimiento de Dios y de la ley christiana que sus obras reglase del temor del ynfierno y de la
esperanza que por sus virtudes se les abia de dar paraiso eternal que as como eran corruptos y
defectuosos en estas maneras ynjustas de hazer a sus prximos esclavos tanbien se deve presumir que erravan y se corronpan en la justiia de las guerras y por consiguiente que los esclavos
que en ella se hazan podan ms failmente ser ylitos o no caresientes de ynjusticia, porque
como dize el Apostol Ad Romanos, 14, Omne quod non est ex fide id est ex bona conscientia
peccatum est y las dichas son causas harto sufiientes y an violentas conjecturas para presumir en esto y en lo semejante contra ellos segun las reglas de los derechos que tractan de las
presumpciones como en el captulo ex studiis y en el captulo scribam ele presumptionem,
con lo que all notan los doctores y es buena probacin la que resulta de las conjecturas como
se trata en el captulo afferte y en el captulo quanto de presumtionibus y en otras muchas
partes del derecho cannico y civil.
Lo 4 se deve de supponer otro prinipio que nuestra ley christiana y fee de Jhesuchristo,
donde quiera y quando quiera que llega a los ynfieles as como manda y sustenta y conserva
las buenas leyes y buenas costunbres que halla entre ellos, as tanbien proybe y no consiente,
antes estirpa y desarrayga las malas, en espeial todo aquello que es contra ley natural en
perjuizio de los prximos y tanbien lo que proybe en los que la reiben la ley divina, como es
que, si se convierten los ynfieles y tienen muchas mugeres han de dexar todas sino una y si eran
logreros han de restituir las usuras y si hurtaron la/ hazienda agena que la restituyan, como se
prueba en el captulo gaudemus de dibortiis y en captulo post miserabilem de usuris y en
los decretos por todas las distiniones 11 y 12 y en otras muchas partes.
Trata desto gloriosamente Sant Augustn, libro 19, captulo 17 y 19 de Civitas Dei. De aqu es
que si la iglesia o los christianos mienbros della, alguna mala ley o mala costunbre que los ynfieles tenan o tubiesen, aunque de palabra no la loasen pero podiendo ynpedillo la disimulasen
y ms y peor si la obrasen, manifiesto es que tcitamente aprovara paresera, por lo qual, an
de las cosas litas si de nuestras obras sale algn escndalo o ocasin de dao espiritual en
que yncurra nuestro prximo tenemos nreepto de nos abstener como parese en la primera
Epstola a los Chorinthios, captulo 1, donde Sant Pablo amonesta y manda que de las carnes
de los gentiles offresian a sus ydolos no comiesen los christianos porque no paresiesen aprobar sus daados sacrificios, puesto que si se comieran en tiempo y en lugar que los gentiles no
lo bieran o no se escandalizaran, se pudieran comer sin pescado y as dize l: videte ne forte
hec licentia vestra offendiculum fiat infirmis siquis enim viderit eum cum sit infirmus in tua conscientia eius cum sit infirma edificabitur ad manducan dum ydolotita et peribit infirmus in tua
conscientia frater propter quem Christo mortus est.
Y ms abaxo dize: qua propter si scandalizat fratrem meum: non manducabe carnem in eternum. Por manera que somos obligados los christianos de precepto divino a estorvar en quanto
en clarsmo y muy notorio en espeial a los religiosos que han penetrado las lenguas y
de yndustria lo han ynquirido y bien sabido tratando desta materia. Lo terero suppongo
otro prinipio que es que entre los yndios mexicanos y Nueva Espaa se hallaron muchas
maneras yltitas de hazer esclavos, como que era que caresiesen del conoimiento del
berdadero Dios y de la noticia de la ley evanglica que no consiente ni permite cosa ylita
y maculada con pecado. Una manera injusta fu que en tiempo de hanbre y destas pocas
emos visto en aquellas tierras por ser felilssimas, los yndios ricos, o que tenan mahiz que
es el trigo de aquella tierra diz que llamavan y persuadan a los pobres que les vendiesen tal
hijo o tal hija y que les daran mahz para que comiesen ellos y sus hijos, los quales, como
la servidumbre fuese tan poco penosa porque no era sino como si / los pusieran a soldada y
a pocos trabajos y porque son obedientssimos a los que sienten ser ms o tener ms que
ellos, dvanles un hijo o dos por cinco cargas de mahz que sera hasta dos hanegas y este
era el comn preio que daban por un yndio de aquellos avido desta manera. Esta, ierto, no
es muy justa, pues en tienpo de hanbre y de neesidad todas las cosas son comunes segn
ley natural y an divina. (...)
99
captulo i
nos fuere posible la dicha ley mala, o mala costunbre, o al menos no guardalla ni obralla porque
no parezca que la aprovamos y sin dubda ninguna sera aproballa. Esto se prueba por aquellas
palabras del / Apostol Ad-Romanos, 10: Ore autem confssio fit ad salutem, la qual autoridad
no solamente se entiende de la confesin de la fee, pero tanbin de las otras virtudes, segn
Santo Thoms, secunda, secundae, questin 124, artculo 5, captulo et ad tertium. As que
cada y quando que conbiene por gloria de Dios y probecho de los prximos tenemos preepto
de confessar la fe y dar testimonio de las otras birtudes que tenemos en el nima por obra o por
palabras exteriores haziendo o dexando de hazer algunas cosas que para lo susodicho convienen. Desto trata Sancto Thoms, en la secunda, secundae, questin 3, artculo 2.
Lo 5 se ha de presupponer, que quando de un contrato o obra que quieren los honbres hazer, se dubda o deve dudar ser ynjusta o con pecado si la hazen sin de la berdad primero
ertificarse, aquellos tales no la pueden hazer sino con mala fe que es con mala conienia y
con pecado. Esta es mxima y regla general y no disputable por la ertidunbre que tiene aunque ubiese opiniones y razones yguales. La razn desta regla es porque los honbres christianos
son obligados por el evangelio de Christo a perder todo quanto son y tienen antes que cometer un solo pecado, al menos mortal, segn aquello de nuestro redemptor: Luce, 14, Omnis
qui non renunciaverit omnibus uque possidet non potest meus ese discipulus. Y por esto, los
que en duda o dudando de la obra si es justa o ynjusta o si ynterbiene pecado o no la haze,
pnense en peligro de cometer el pecado y por consiguiente la voluntad del tal aprtase de la
recta razn y pospone al amor divino como quiera que escoja ms hazer aquella obra con duda
de yncurrir la transgresin o quebrantamiento del preepto de la ley de Dios que abstenerse
de hazella con ertidunbre de no pecar y as la duda, en este caso donde se puede yncurrir pecado, no es otra cosa sino ertidumbre y determinacin que la ertidunbre causa / y esto dize
muy bien Guillermo parisiense en el libro De collatione beneficiorum.
100
Por manera que siempre somos obligados a seguir la via segura si las otras no son seguras y
quando acaeciese ambas no ser seguras aquella se deve elegir en la qual ay menos o menor
peligro. Y esta razn est fundada en las palabras de Sant Augustn en el libro De Penitenia,
donde dize: tene certum et dimitte incertum. La dicha regla y mxima es de Sancto Thoms:
quod libeto 8, artculo 13 y de Alexandre de Ales, 2 parte, questin 29, ttulo De ignorantia
menbro, 1, pargrafo 3 y de otros cathlicos doctores. Concuerdan con ellos los Sacros Cnones como paresce en el captulo Juvenis de sponsalibus y en el captulo Ad audientiam
de homicidio y en el captulo significasti, el segundo y en el captulo penltimo de aquel
ttulo y de clerico excomunicato ministro captulo illud y 14 distincin, captulo sicut quedamese, donde se dize: In his que vel dubia fuerint aut obscura id noverimus sequendum
quod nec preceptis evangelicis, contrarium nec decretis sanctorum patrum inveniatur adversum. Los decretos de los Sanctos Padres y sus determinaiones, arriba referidas, todas dizen
que donde quiera que concurre dubda de pecado devemos tomar el camyno que es seguro y
dexar el dubdoso...
Desto ay muchos decretos, 11, question 3, captulo Nolite recedere con otros textos. De
aqu es que se a de mirar mucho que por razn o so color de punir al deliquente no se aflixa
o danifique y padezca el ynnoente, exemplo, eum, grave est sic latronem requirere: ut ynnoentibus periculum, fat. Como en -la Ley 2, Canon de his qui latro oculta, donde dize
el Baldo que nec ynnocentes debent capi nec gravari in sumptibus nec in aliquo alio: allegat,
lez 1, tribuni eo titulo item dicit quem, qui facit aliquem capi qui postea apparet ynnocens:
debet puniri ad similitudinem suplicii: et sic inquit perhoc fuit decapitatus quidam perusii: quod
nota hec Baldus razon es qua non debet alteri per alterum iniqua conditio afferri pargrafo
de regula justitias et pena, suos debet tenere autores, lex sancmus, Canon de penis
et pargrafo eo ttulo, lex si pena et captulo quesivit de his que si a maio per capi. Por
esta razn se dize en la ley, stacius, 1 melius (aliqui dicunt santius) est impunitum reliqui facinus
nocentis: quam ynocentem dannari pargrafo de penis, lez absentem. Por manera que si
aqu ay diez honbres los nuebe de lo quales mataron a un honbre en realidad de verdad y son
acusados todos diez, pero no se sabe qual es el ynnoente, a todos diez se han de dar por libres
porque no acaezca venir dao al que no tubo culpa por la dicha ley absentem, por la qual tan
bien se dize, quem si non apparet quis sit legatarius nullus erit lex si fuerit de rebus dubis et
si non apparet quis sit tutor nullus erit, pargrafo de testa tutela, lex duo sunt ticii. Et similiter
sinon apparet quis sit / interfector: nullus erit.
Haze bien al propsito una sentenia de Sant Chrisstomo sobre Sant Matheo, captulo primero, homila primera sobre aquellas palabras del evangelista Joseph autem bir eius cum esset
justus et nollei eam traducere voluit oculte dimitiere eam, dize as: Quia in reincerta melius est
ut meretrix constituta evadat: quam ut ynnocens moriatur. Justius enim est injustum juste evadere: quam justum injuste perire: quia et si reus semel evaserit iterum potest perire: Innocens
autem si semel perierit jam non potest revocari. Esta materia se tracta bien por los canonistas
en el captulo significasti, el 2 de homicidio y mejor que los otros doctores por Johanes de
Anania, donde se pone una regla, quae ubi non agere de pena imponenda: sed solum ut cesset
adivinis: in dubio debet quis judicari irregularis et sic omnes illi rrepelli: secus si ageretur ad penam imponendam: quia tunc potius debent omnes judicari non iuegulares et sic nullum repelli.
La razn es y sirve para todo lo dicho y tambin para prueva del preedente suppuesto: por que
en essar de ordenar a aquellos juzgndolos por yrregulares porque algunos dellos mataron el
honbre: no ay peligro alguno y el dao que les viene en no ordenallos es menor ynconveniente
y mal tolerable, pero en dalles la pena especialmente de muerte o de otra cosa es grandsimo
dao y por consiguiente vale ms que el delinquente quede sin ser castigado, porque por
menos ynconbenientes y donde menos dao se pueda aventurar al prximo y esta postrera
regla bien a prueva por el suppuesto preedente. Quando se offrese pues la dificultad por
razn de la conexidad no se deven de proybir a los clrigos que las madres y las abuelas y las
hermanas y hijas y otras semejantes mugeres no las tengan en su casa, ni apartar los padres de
los hijos ni los hijos de los padres, como se prueva, 1 distincin, captulo Cum omnibus y 14
questin 5 captulo Denique. Donde se dize que si no podemos remediar a uno sin daar a
otro por razn de la conexidad, mejor es no ayudar a ambos. Esto se entiende quando los daos fuesen yguales o el uno padesiese justamente y nos constase y de aqu nae aquella regla
que a ninguno se deve de proveer de bien alguno con injuria y dao de otro, en la regla locuplectari, libro 6, con sus concordanias. Por razn de ser dificultosa la separain y el disernir
los que estn mezclados emos de hazer bien a todos aunque sean muchos malos entre ellos y
mal a ninguno como parese: distincin 42, captulo Quiescamus y 13, question 2, captulo
Non estimemus donde se dize que hagamos bien por los difunctos generalmente por todos
mientras no sabemos quales fueron malos y quales fueron buenos. Por esta misma razn se
manda en el captulo Sacris de sepulturis que quando estn enterrados los huesos de los
descomulgados con los de los fieles que no se desentierre ninguno mientras no pudieren ser
distinguidos. Ytem por esta razn nuestro Redeptor mand que quando no se conosiesen / ni
pudiesen distinguir los malos de los buenos se sufriesen y disimulasen los malos, porque mejor
es que se toleren y biban los malos que no que ynjustamente algn perjuizio, dao o muerte
padezcan los buenos.
101
captulo i
este respecto se admite y dexa de castigarse justamente que no que el que no tiene culpa sea
damnificado y agraviado.
Puedese ver el Bartholo, en la ley si in rixa ad ley Cornelia de sicari y as queda la regla general probada que quando se ha de escoger de dos o de muchas cosas, una, en las
dubdosas siempre se deve considerar, aunque en ellas no obiese pecado, qual tiene menos
ynconvenientes y donde menos dao se pueda aventurar al prximo lo que sino se hiziese
abra / pecado.
De aqu se sigue que como la libertad de los honbres despus de la vida sea la cosa ms
preiosa y extimable y por consiguiente sea la causa ms faborable como dize la ley, libertas
inextimabilis res est y la ley libertas omnibum rebus est faborabilior, pargrafo de regulis
juris, que quando ay dubda en la libertad de alguno que si se pregunta y tracta della se ha de
responder y senteniar en fabor de la libertad como parese en la ley quociens dubia, pargrafo de regulis juris, cuyas palabras son estas: quociens dubia est inter prefacio libertatis
respondedum erit en la ley nter pares pargrafo de re judicata y en el captulo ex litteris
de probationibus et in captulo de re judicata et in captulo fine de conjugio servorum
et 12, questin 2, captulo cum redemptor y muchas cosas contra el rigor del derecho son
estatuidas en fabor de la libertad, pargrafo de fidei comnisa libet, ley generaliter siquis
servorum et Canon Comunia de manumissis, ley 1.
1.d. ... Por la regla general del derecho, que las cosas odiosas se han de restringir
y hazerse escasamente y con miedo y las favorables [a los indios] ampliar y hazeellas
libremente...
Confirmase lo sosodicho por la regla general del derecho, que las cosas odiosas se han de
restringir y hazerse escasamente y con miedo y las favorables ampliar y hazellas libremente.
Odia restringi et favores convenit ampliari de regulis Juris libro 6, porque tambin proptior
sunt jura ad absolvendum quam ad condenandum, como se dize en el dicho captulo ex litteris
de probationibus.
102
Estos principios as suppuestos, pruevo la 3 parte de la conclusin y arguyo as: todo aquello se
tiene con mala conienia que el que lo tiene lo ha avido de aquel que el mismo sabe, o duda
o deve y es obligado a dubdar tenerlo por la mayor parte contra justicia y contra ley natural y
divina. Pues los espaoles que tienen por esclavos los yndios que obieron por esclavos conprados o comutados o abidos de tributo o dados de graia o por otra bia abidos de los yndios, los
obieron / dellos sabiendo o dudando o siendo obligados a dudar que por la mayor parte eran
contra justiia y contra ley natural y divina hechos esclavos. Luego, los espaoles que tienen por
esclavos los yndios con las Yndias avidos de los yndios, tienenlos con mala conienia...
1.e. Todos los yndios que hasta oy han sido injustamente hecho esclavos [en Nueva
Espaa, Nueva Galizia, en el reyno de Guatimala y en la provincia de Chiapa y en el
reyno de Yucatn] y fueron [hechos] en grande culpa que a dolo y malicia se yguala
(...) con vicio de plagiarios usurpadores de ynfinitas libertades...
Resolviendo pues todo lo susodicho al fin que pretende esta parte digo as que como todos
los yndios que los espaoles tienen en las Yndias por esclavos, al menos en toda la Nueva
Espaa, y en la Nueva Galizia y en el reyno de Guatimala y en la provinia de Chiapa y en el
reyno de Yucatn y en las provincias de Honduras y en la de Nicaragua y en todas las otras
partes a donde de las susodichas los han llevado, avidos de otros yndios o por va de tributos,
o resgatados o conprados (sacados los que a sabiendas lo hizieron de quien nadie puede
dudar a ver gravemente / pecado) iertamente dudaron o eran obligados a dudar de aquella
ynjusticia plagiaria y por ende tubieron certidunbre, por lo que en el 5 suppuesto fu provado
y por coniguiente a no contractar ni conprar los dichos esclavos sin primero aver con mucha
diligencia el negoio examinado y porque uno ni ninguno dellos lo hizieron antes con gran
cudicia cegados se preipitaron.
Como se tracta bien notablemente por Ynnoenio y otros doctores en el captulo Quia plerique de inmunitate ecclesiarum y allende desto, no puede pedir el preio que los yndios que
pone en libertad le costaron al menos a ellos mismos, sino a aquel de quien los ovo comprado.
Lo primero se prueva por la ley in civilem que arriba se ha allegado. Lo 2 en conienia le es
obligado a pagarle el preio aquel que primero con mala fee los ovo, por argumento de la ley
si rem la 1, pargrafo de evictio y del captulo final de emptione et venditione.
Lo mismo tengo y affirmo y as creo que se deve tener y affirmar eh lo que toca a los yndios que
se captivaron en las guerras que entre si mismos los yndios tuvieron en tiempo de su ynfidelidad
y los tenan por esclavos. La razn se puede asignar no una sino muchas.
La primera es porque no se sabe ni puede averigarse si eran avidos de la parte que la guerra
era justa y es razn que los christianos antes presumamos ser de la parte no justa, porque qui
no piensen los ynfieles que nos plaze y agrada usar y gozar de quales quiera cosas yndideferentemente que ellos mal o bien tenan, en especial si saben ellos mismos aver avido aquellos en
guerra ynjusta. Esto elevemos al zelo de la virtud y a la gloria y honrra de Dios y a la buena fama
y crdito de la religin christiana por lo que se prov en el 4 suppuesto y por el preepto de
Sant Pablo / y por mejor dezir de Ihesuchristo que promulga Sant Pablo 1 Ad Chorinthios 10,
Sive manducatis sive bibitis vel aliud quid facitis: omnia in glorian Dei facite. Sine offensione
estote judeis et gentibus et eclesie Dei; sicut et ego per ommium pleceo: non querens quod
mihi utile est: sed quod multis ut salvi fiant.
La 2 razn es, porque en las dudas siempre se a de seguir la via que es segura y dexar la dudosa y donde menos peligro y de menos dao y riesgo ay. Como se prob en el 5 principio, ms
seguro y menos peligro y de menos dao y riesgo ay en que se presuman no aver sido avidos
en justas guerras por la presumpin que ay contra los yndios por ser ynfieles y por aber pecado
tantas vezes en esta materia de hazer esclavos no legtimamente por lo que est dicho en la
5 razn poco antes arriba reitada y provada, pues no se sabe la verdad y por consiguiente
que los tales no se devan tener por esclavos, que no en que aquel padezca ynjusto captiverio
y el espaol que lo posee contra quien tanbien ay grandes y vehementes presuposiiones y en
muchas cosas erca desto se halla culpado yncurra en el nima dao qui eternal.
La razn es porque no ay hombre de todos quantos en las Yndias estn oy que no sepan o
duden o sean obligados a dudas de las injustiias y corrupiones susodichas. Y si alguno por
inpossible que tuviese buena fee se hallase, aprovecharle ya para escusarle al prinipio que el
tal yndio libre por esclavo ovo del pecado, pero / no en el tienpo de agora que a ponello en
libertad no sea obligado a llevallo luego al Audienia real que lo examine y an a ms se estiende esta su obligacin que deve de ynquirir por todas las vas y maneras que pudiere para saber
si fueron justa o injustamente captivos los que tienen por esclavos, porque ya que el Audienia
lo determinase como se podra enganar, si por otra parte la verdad se aberiguase no quedava
descargado si luego no lo pusiese en libertad.
103
captulo i
La 5 porque tractando de que algunos sean esclavos es tractar de ynponer pena y gran pena
como es la servidunbre y no se conose a quien se deve de dar, luego todos deven de ser juzgados por libres porque esto tiene menos ynconvenientes como en muchas partes arriba parese.
104
La 6 porque no es una misma cosa ni cierto es ygual ser esclavo de los yndios o ser esclavo
de los espaol como provamos en el 2 prinipio. Porque ser esclavo de los yndios entre los
yndios es tener muy poquito menos que los propios hijos muy conplida libertad y la vida y tractamiento que tienen de sus amos es todo blando y suave pero la servidumbre que tienen entre
los espaoles es toda ynfernal sin alguna blandura, sin algn consuelo y descanso sin dalles
un momento para que resuellen y el tractamiento ordinario de ynjurias y tormentos dursimo y
asprrimo todo, lo qual al cabo y en breves das les es convertido en pestilenia mortal, pues si
tanta diferenia ay de ser el yndio esclavo del yndio o ser del espaol esclavo y esto as tenan
/ por sus leyes y costunbres las quales son justas y valen en esta materia de servidunbre y libertad, por el captulo licet y por lo que all notan los doctores, De conjugio servorum claro
est que no pudieron traspassar ms derecho a los espaoles que ellos tenan en sus esclavos,
pues si los espaoles tan desmandada y excesiva y cruelmente se sirven de los yndios, que los
yndios les dieron por esclavos (aunque verdaderamente se supiese aver sido en guerras justas
justamente hechos esclavos) que al cabo en la tal ynhumana servidunbre los matan. Manifiesto
es que todo aquel demasiado servicio les roban y usurpan y les son a pagallo obligados.
Allende de la crueldad de que con ellos en el tractamiento continuo usan, con el qual al fin los
destruyen y acaban y porque ninguna ley ni razn ni ordenana (como tenemos por esperienia)
bastara para que moderasen ni pusiesen regla los espaoles en los servicios y trabajos que de
los tales yndios suelen llevar, para que no se sirviesen ms dellos de lo que los yndios que se los
vendieron les pudieren traspasar.
Por ende, quando alguno se hallase ser entre los yndios justamente hecho esclavo, en ninguna
manera segn justiia al espaol se le debe dexar, sino que conforme al juizio de buen varn
el yndio le reconpense aquel derecho que el que se lo vendi o di de graia tena y le pudo
coneder o donar tomndole en quenta todo aquello demasiado en que no tubo derecho ni
seoro sobre el que contra justicia le usurp, porque si por negar el alimento neesario al que
es verdadero esclavo y los hecha el seor de su casa sin dalle remedio en tienpo de enfermedad
lo tiene perdido luego y desde entones (segn las leyes humanas, Captulo de latina libertate
tollenda ley unica, sed scimus) y desde entones goza el esclavo de toda libertad, quanto
ms deve perder el espaol el poco serviio que el yndio de que hablamos le deve y el ser librado de tanto mal / pues de neesidad ha de pereer en aquella horrible servidumbre, aunque
menos que esto es lo que dezimos (conviene a saber) que se le reconpense en otra cosa y el
yndio luego comiene a conoser que cosa es libertad.
La 8 ltima razn es, porque como todos los derechos favorezcan sealadamente y con mucha
razn la libertad y segn ellos quando ay alguna duda se aya de pronuniar sentenia y determinar por ella, sguese que no se conosiendo el que es por justa guerra o por otra legtima
razn justamente ser esclavo, que todos los yndios de que hablamos se deven poner luego en
libertad, porque mucho mejor / es hazer libres a muchos aunque con justiia devieran de ser
esclavos no sabiendo determinadamente quales ni quantos son, que no condenar a uno solo
contra justiia debiendo de ser libre, a tanto mal y dao como es la servidumbre, por la regla
arriba puesta de los muchos de homiidio acusados, quanto ms, siendo tantos y tan sin nmero los que contra toda ley y razn fueron captivos y a quien se les ha usurpado su libertad, de
los quales somos iertos. Y aviendo tan pocos y an pudiendo ser ningunos los que se hallaran
legtimamente esclavos y estos yncertsimos y que con gran diligenia de mill no se hallara uno.
Por manera que, este es el caso donde las reglas puestas en el 6 prinipio tienen muy cierto lugar (conviene a saber) que algunas vez es se deven admitir y admiten justamente algunas determinaiones por iertos respectos y razones que se offrescen, los quales si esassen
aquellas cosas con justiia no se podran tolerar y as se tolera con justiia y charidad hazer
algo demasiado como en el caso que tenemos entre las manos antes que hazer menos de lo
neessario y de muchas cosas seguir la que tiene menos ynconvinientes. Todo esto parese
por el 5 y 6 supuestos.
Por todas las cosas ya dichas y alegadas creo que queda bien provada la conclusin con sus
parles que dize: todos los yndios que se han hecho esclavos en las Yndias del Mar Ocano
desde que se descubrieron hasta oy han sido ynjustamente hechos esclavos y los espaoles
poseen a los que oy son bivos por la mayor parte con mala conienia aunque sean de los que
ovieron de los yndios. / Desta conclusin y de sus partes y de la provanga de las ynfiero los
siguients corrolarios:
1.f. Los tres corolarios (...) Y as concluyo (...) toca al derecho, a la correpion
y ensura de vuestra alteza [real emperador Carlos V] mande a liberarllos [a los indios]
Corolario primero
Su magestad es obligado de preepto divino a mandar poner en libertad todos los yndios que
los espaoles tienen por esclavos.
Pruvase el corrolario por tres razones:
La primera, porque su magestad de preepto divino es obligado a hazer justiia as al chico
como al grande, segn aquello del Deuteronomio, captulo 1 y Levtico 19, justum judicium
judicate sive civis sit ille sive perregrinus nulla erit distantia personarum: Ita parvum audietis ut
magnum, etc. y en especial su offiicio de los reyes es librar de las manos de los calumniadores
La 7 razn es, por causa de la equidad y benignidad de que en esta materia los derechos
cannico y civil mandar usar, porque sienpre emos de declinar en la via y opinin begnina (sic)
apartndonos de la rigurosa y si ambas a dos son benignas la que ms benigna es emos de
seguir. Quia proniores debemus esse adsolvendum quam ad condenandum, pargrafo de
actione et obliga ley Arrianus et pargrafo de peni ley respiciendum et de probatione
captulo ex litteris et de transatione, captulo fine et de rerum permutatione captulo nico,
libro 6, captulo de judine ley placuit et 26 questin, 7 tempera penitudinis et promptiores
ad misericordiara: quam ad rigorem: quia melius est prestare causas pro misericordia quam pretendere inclementiam, 86 distincin, captulo non satis et sentencia que misericordiam vetat:
fugienda est, 50 distincin, captulo ponderet. Aquella opinin se dize mas benigna: que es
en fabor del juramento, del testamento, de la libertad, de la religin y del matrimonio y de los
sacramentos. Argumento desto en el captulo 2 de cognatione spirituales y en la ley sunt
persone in fine, pargrafo de religione et sumptis funeste tanbien se dize ms benigna la
que libra, que la que ata, por la regla odiare de regula jure libro 6 y en la dicta lex Arrianus
pargrafo de actione et obligatione.
105
captulo i
Deste texto sac Sant Hiernimo aquel captulo que se pone, 23 questin, 5. Regum officium est proprium facere judicium et justitiam et liberare de manu caluniantium vi oppressos et
peregrinis pupillis quae et viduis qui facilius opprimuntur a potemtibus prebere auxilium, etc.
Quando estos tales no se libran / verdaderamente suele Dios enender y derramar su yra y castigar y an destruyr por esta causa todo un reyno porque uno de los pecados que noches y das
claman y llegan sus clamores hasta los oydos de Dios, es la opressin de los pobres desfavoresidos y miserables como parese en la cannica de Sanctiago, captulo 5, agite nunc divites
plorate ululantes in miseriis vestris que advenient vobis: aurum et argentum vestrum eruginavit
et erugo eorum in testimonium vobis erit et manducabit carnes vestras sicut ignis thesaurizastis
vobis yram in novissimis diebus ecce merces operariorum qui messuerunt regiones vestras que
fraudata est a vobis clamat et clamor eorum in aures domini sabaoth introivit hec ille. Pues los
yndios que se tienen por los espaoles por esclavos estn ynjustamente oppresos y padescen
fuera y violenia de los ms fuertes que ellos. Calumniadores y oppressores que son los espaoles como est provado y ningn remedio tienen y esta tirania consta o deve de constar ya por
las residencias y por ynfinitos proessos y muchas provanas que se han hecho en este caso y
porque es publica voz y fama y notorio y permanente a todo el mundo la desorden y corrupin
que ha avido en hazer esclavos y no se ha podido ygnorar por lo que arriba est provado luego, su magestad obligado es de precepto divino a mandar que sean libertados y no se deve
ms dissimular ni admitir ni oyr antes se debe de repeller con gran ignominia a cualquiera que
quisiere dorar, escusar o diferir la execuin desta justiia, pues es el hecho tan notoriamente
cierto perpetrado y tan malo.
106
La 2 razn, porque los reyes justos, an entre los gentiles e ynfieles, tienen o deben taner por
fin, no solo que sus sbditos bivan en paz, la qual se adquiere por hazer y executar justiia,
segn aquello de Ysayas, 32: Opus justicie pax, pero tanbien en quanto fuere possible sigan
el camino de las virtudes / como el philsopho trae, 5 y 8, Ethico. Porque el fin ltimo de qualquiera multitud ayuntada en reyno o ciudad es como dize el mismo philsopho bivir segn la
virtud mucho ms y con mayor razn los prncipes y reyes cathlicos y christianos que sirven a
Christo y que han de servir in timore son obligados a ordenar su regimiento y en quanto en si
fuere guiar los sbditos a que bivan segn la ley christiana quitndoles todos los obstculos
que possibles les fueren quitar para que no estn en pecado mortal qual ynpedimento para ser
christianos y para se salvar.
Esto effectan con sus justas leyes y con la administraion y execucin de la justiia, lo qual no
es otra cosa sino preparar y disponer las nimas de los de su reynado (como los officiales que
disponen la materia para que el regimiento ecclesistico y espiritual las perfiione y llegue al estado propinquo de podrseles ynfundir la forma que los a de salvar que es la graia del espritu
sancto, segn aquello que dize Sant Pablo, 1 Ad Chorintios, 3, ministri eius cui credidistis et
unicuique sicut dominus dedit. Ego plantavierum Apollo rigavit sed Deus incrementum dedit,
y un poquito ms abaxo, Dei sumus adineutores. Que los reyes christianos sean obligados a
enderear los sbditos que tienen en sus reynos al serviio de Dios y bivir segn la ley christiana
en quanto en si fuere y en los actos que tocan a su offiio seglar y real. Trctalo San Augustn libro 4, captulo 3 y libro 19 captulo 16 y ms cunplidamente, captulo 17 y Santo Thoms, libro 1,
captulo 14 y 15, De Regimine principum, donde Santo Thoms dize as: quaia igitur vite que
in presenti bene bivimus finis est beatitudo celestis: ad regs offitium pertinet ea ratione vitam
multitudinis bonam procurare secundum quae congruit ad celestem beatitudinem ut sciliacet
ea precipiat que ad celestem beatitudinem ducunt et eorum contraria secundum quae fuerit
possibile interdicat, etc. hec ille.
La 3 razn es, porque los reyes y prncipes tenporales son obligados de derecho divino a
ayudar y favorescer e ynpartir su favor y fueras tenporales cada y quando que fueren menester para que la sancta madre yglesia crezca y su disiplina y reglas se conserven y lo que
sus ministros que la rigen no pueden con el sermn de la doctrina ni con la blandura de la
disiplina espiritual en los que se llaman christianos desobedientes y sobervios efectuar, lo
consigua por el terror de las armas y fueras que los reyes tienen y usan materiales. Y de esta
manera el reyno elestial creze y aprovecha por yndustria y ayuda del reyno terrenal y si esto
no fuese no seran neessarias dentro de la yglesia las potestades temporales. As lo dize
Sant Ysidro en el captulo principies seculi, 23 questin, 5, donde dize as: prncipes seculi
nonnumquam intra ecclesiam potestatis adepte culmina tenent: ut per eandem potestatem
disciplinam / eclesiastica muniant. Ceterum intra ecclesiam potestates neessarie non essent
nisi ut quod non prevalent saerdotes efficere per doctrine sermonem potestas hoc imperet per discipline terrorem. Sepe per regnum terrenum celeste regnum proficit: ut qui yntra
eclesiam positi contra fidem et disciplinam agunt rigore principum conterantur: ipsam quam
disciplinam quam utilitas ecclesie exercere non prevalet cervicibus superborum et potestas
principalis imponat Cognoscant principes seculi Deo se debere esse reddituros r ationem
propter ecclesiarn quam Christo tuendam suscipiunt. Nam sive augeatur pax et disciplina
ecclesie per fideles prncipes sive solvatur: ille ab eis rationem exigit qui eorum potestati
suam ecclesiam tradidit hec ibi.
Desto ay muchos textos de cnones como en el captu-primero de officio ordinare y en el
captulo curn non ab hormine de Judique et de clerici excomunione ministrant captulo 2, et
de maledicti, captulo statuimus et de sententia excomunione captulo dilecto libro 6 y 96
distincin cum ad verum et 10 distincin si in adiutorium et 11 questin 1 captulo petimus et 23 question, 5 captulo de Liguribus y en otros muchos.
Pues como en la Yndias la yglesia y sus ministros que la rigen y deven regir no puedan
por el sermn de la doctrina ni por la blandura mediinal de la disciplina aprovechar ni
remediar la perdiin de muchas nimas de espaoles que por esta injustiia y oppressin
estn en continuo pecado mortal, los quales por su inobedienia y de muchos obstinada
voluntad no curan, ni temen, ni estiman las amonestaiones de los perlados, ni amenazas
ni censuras ecclesisticas, en lo qual aiden pecados a pecados y as descree y se mengua
y est afligida la iglesia padesiendo cada da grandes tribulaciones y adversidades y para
pedir socorro eficaz est lexos y muy lexos su magestad y las justiias que all tiene no lo
dan, sguese su magestad ser obligado a mandar / poner los dichos yndios que padesen
el dicho ynjusto captiverio en libertad y dar todo su favor y poner sus fueras temporales
para que aquellos sean obedientes y salgan de pecado y los agraviados tanbien, que son
los yndios ynjustamente esclavos, no sean ynpedidos en la salud de sus nimas teniendo
lugar y oportunidad para ser doctrinados y desta manera la iglesia conseguira por medio
e yndustria real el fin que pretende que por si no puede alcanzar y los perlados ministros
della ternn libre y desenbaraado, llano y subjecto el pueblo, para poder conplidamente
exercer su officio pastoral y as queda por verdadero el primer corrolario del qual y de su
prueba se sigue el otro 2 corrolario.
Pues como los espaoles que tienen los yndios por esclavos ynjustamente / y con mala
conienia estn siempre en pecado mortal y por consiguiente no bivan vicia chrisitiana y sean
ynpedimentos para su salvacin que es el fin a que se enderesa y debe de enderear todo el
regimiento y governacin de los reyes christianos, sguese, que pues su magestad los puede
quitar fcil y muy fcilmente, y aunque fuese con dificultad, que su magestad es obligado, de
precepto divino, a mandar poner todos los yndios que los espaoles tienen en las Yndias por
esclavos en su pristina, y que les ha usurpado, libertad, porque a su officio real pertenese
preparar y disponer la materia, que son las nimas, por sus leyes, mandos y provisiones y por
la administrain y execiin de la justiia, quitando los ynpedimentos y enderesando a las
birtudes porque los ministros espirituales las pueden apropinquar y perfeionar por sus actos
hierarchicos ecclesisticos y divinos y as lleguen a la ltima disposiin que se requiere para
ecibir la forma que es la graia del Espritu Sancto.
107
captulo i
Corolario segundo
Los Obispos de las Yndias son de preepto divino obligados y por consiguiente de neessidad
de salvarse, a ynsistir y negogiar ynportunamente ante su magestad y su real consejo que mande librar de la oppressin y tirana que padeen los dichos yndios que se tienen por esclavos y
sean restituidos a su prstina libertad y por esto, si fuere neessario arisgar las vidas. (...)
Resta de provar aquella palabra o adverbio que se dixo en este 2 corrolario que los obispos
son obligados a ynsistir y negociar la libertad de los susodichos captivos y agraviados yndios
ymportunamente, que quiere dezir con gran soliitud y diligenia. Y baste para esto referir
aquella auctoridad de la scriptura divina proverbio 6, fili mi si spoponderis pro amico tuo: defixisti apud straneum 1. Deum manum tuam. Illa questus es verbis oris tui: et captus propriis
sermonibus fac quod dico fili mi et te ipsum libera qua incidisti in manum proximi tui discurre festina: suscita amicum tuum. Ne dederis somnum oculis tuis: nec dormitent palpebre tue:
eruere quasi damula de manu: et quasi avis de ynsidiis aucupis: vade ad formicam o piger, etc.
hec ibi. Et illud quod apostolus scripsit ad quendam Thimotheum episcopum. Insta oportune et
importume 2 ad Thimoteo. 4. Et de Jacob qui gessit offitium boni pastoris, Genesis 31 scribitur
die noctuque estu urebar et gelu: fugiebat somnus ab oculis meis. Super quibus verbis ait Gregorius in registro libro 6 captulo 74. Si igitur sic laborat et vigilat qui custodiebat oves labam:
quanto labori quantis que vigiliis debet intendere qui custodit homnes oves Dei. hec ille. Ratio
huusmodi solicitudinis et exacte diligentie custodie ammarum a prelatis impendende hec est:
quia ubi maius periculum intenditur: ibi procul dubio est plenius consuladum ut de electione
captulo ubi periculum libro 6. Et hec sufficiant ad probationem totius secumdum corralarii. Ex
auibus omnibus sequitur.
Corolario Tercero
/ Docta y santamente lo hizieron los religiosos de Sancto Domingo y Sant Franisco y Sant Augustn en la Nueva Espaa conveniendo y conertndose todos a una de no absolver a espaol
que tubiese yndios por esclavos sin que primero los llevasen a examinar ante la real audiencia
conforme a las Leyes Nuevas, pero mejor hizieran si absolutamente a ello se determinaran.
108
La primera parte deste corrolario asaz es clara y provrase abundantemente sino por no alargar
tanto, sola esta razn baste porque todos los religiosos de las dichas tres rdenes dellos tienen
sienia y certidumbre de las ynjusticias y corrupiones que en hazer los yndios esclavos as por los
espaoles como por los yndios se tuvieron y usaron o dellos otros tienen muy gran probabilidad
que se yguala a sienia en estas cosas morales y offendieran gravemente a Dios y fueran obhgados a restituin si los absolvieran no mandandoles los confessores que tenan sienia o certidumbre ponellos luego en libertad o llevallos a la sudiencia los confessores que algo dudavan.
La razn es porque a el confessor quese pone aconsejar vstese del officio de obispo y de cura
y de juez espiritual y por consiguiente es obligado como ellos a tener suffiiente sienia prudenia y discrecin y a sentenciar justa e igualmente al menos en los casos donde ay ynjuria
o agravios y daos de parte. Y si en ello por poco saber o por descuido y negligenia notable
yerra, como no mandando restituir lo usurpado o mal ganado, allende del pecado el es obligado a restituyrlo a la parte agraviada y todos los daos le son ynputados como al mdico se le
ymputa el dao o muerte que al enfermo viene por su ymperiia o negligenia o mal recaudo.
Esto parese pargraffo de officio presidis, lex illicitas, sicuti medico. Et ydem dicit glossa
ibin quolibet artfice alio por belsus lex siquis fundum et per, pargrafo si gema lex tem
queritur, pargrafo locati. Lo mismo es del assesor y juez que mal sentencia o aconseja o dexa
por ignorantia o negligenia o ynprudenia de senteniar y aconsejar como deve. Ut in lex hoc
edicto pargrafo quod quisque juris qua turpe est nobili patriio ignorare jura in quibus versatur, ut pargrafo de origine juris lex 2 y la razn de todo esto porque la ynpericia y negligencia
equipparatur culpe ut institutione ad lex aquilia ympericia, y todo lo dicho se prueba bien
abiertamente por el captulo si culpa de injuria et danno dato. el qual dize as: si culpa tua
datum est dannum vel injuria irrogata seo alii irrogantibus opem forte tulisti: aut hec imperitia
si ve negligentia tua evenerunt: jure super his satisfacere te oportet: nec ignnorantia te excusat
si scire debuisti ex facto tuo ynjuriam veri similiter posse contingere vel jacturam, etc. Hec ibi y
haze contra los confessores y abogados y los juezes muy al propsito un texto de Sant Augustn
que est en el captulo si res. 14 question 6.
Que el confessor tenga offiio de cura y obispo y sea juez y obligado a tener gran vigilania y
hazer mucha diligenia paresce por lo que Sant Augustn dize: et habetur de peni. distincin 6,
captulo l. Caveat spiriritualis judex ut sicut non commissit crimen nequitie: ita non careat munere scientie. Oportet ut sciat cognoscere quie quid debet judicare. Judiciaria enim potestas
hoc postulat ut quod debet judicare discernat, etc.
Y as concluyo por el presente la materia de los hombres ynfinitos no esclavos hechos en aquellos yndianos reynos yndevidamente esclavos sometidos lo que toca al derecho a la correpin
y ensura de vuestra alteza, suplicado muy affectuosa y encarescidamente como obispo de
un gran pedao dellos y donde muy gran cantidad se hizieron, que vuestra alteza mande con
mucha brevedad libertallos para que a tanta confusin obstinain y perdiin de nimas en
este artculo se ponga remedio, que no ser otra cosa sino quitar los ynpedimentos y disponer
la humana materia por el offiio excelente e yndustria real, para que los perlados como padres
y maestros espirituales con su eclesistico y espiritual regimiento y actos hierrchicos la perficionen y ennoblezcan hazindola capaz de reibir la graia por la qual puedan salvarse saliendo
del pecado mortan el que biven, cuyo paradero, si vuestra alteza con tiempo dl no los libra,
sern los huegos eternales. (firmado).
Fray Bartolom de las Casas, obispo de Chiapa (Rbrica).
[Fuente: Bartolom de las Casas, Tratado de Indias de monseor [de] Chiapas y el doctor Seplveda, en la
Coleccin Fuentes para la historia colonial de Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la Historia Italgrfica, 1962, pp. 44/97, con la interpretacin y la descripcin de los manuscritos realizada por Mara Teresa
Bermejo de Capdevilla, la transcripcin de Dolores Monet de Sotillo y el estudio preliminar de Manuel
Jimnez Fernndez]
(47) Felipe Waman Poma de Ayala, Nueva cornica y buen gobierno (Codex peruvien illustr), Paul A.
Rivet (ed.), Pars, Institut dEthnologie, 1968.
La segunda parte de este corrolario que dize que mejor hizieran los dichos religiosos si absolutamente se determinaran a que sin lleballos / a examinar a las audiencias los libertaran,
pruvase por todo lo que arriba est dicho especialmente en la 3 parte de la conclusin
en la provacin de la proposicin menor por toda ella, porque en la verdad no ay religioso,
al menos en la Nueva Espaa, que no tenga probable y muy probable opinin a la qual es
obligado a seguir que todos los yndios son ynjusta y tirnicamente hechos esclavos. Por lo
qual no deven curar de las examinaiones que hazen o pueden hazer las audienias reales
como aya en esto y en otras ynfinitas cosas erca de opprimir y angustiar los yndios y tenellos
siempre en servidumbre nunca vistas ni oydas ni tan nuevas cautelas, fraudes y machinaiones
en las Yndias.
109
captulo i
Sudamrica en la imprenta de Antonio Ricardo en Lima entre 1585 y 1600.(48) Al autor tambin
le eran conocidas las letras ms ilustres de Espaa en la poca, como, por ejemplo, las obras
devocionales de fray Luis de Granada.(49) Lejos de tratar de negar la importancia de la cultura
propia andina del autor en la articulacin de su obra, nuestro proyecto es estudiar un aspecto
del dilogo intercultural que es su libro. Trataremos de dilucidar la relacin entre la argumentacin de Waman Puma en favor de los derechos y la legalidad de su pueblo y el pensamiento
jurdico de la llamada escuela de Salamanca, es decir de los defensores espaoles del indio
de las dcadas anteriores: Bartolom de las Casas y Domingo de Santo Toms.
Al pretender delinear las correspondencias entre el texto de Waman Puma y los de estos dos
dominicos, nuestro intento es ver el proceso retrico expresivo que combina y sintetiza las
preocupaciones indgenas peruanas con la retrica espaola, lo cual es un fenmeno que caracteriza, segn nuestro parecer, la primera produccin literaria hispanoamericana.
Waman Puma regres a la pureza de su ascendencia como originario de la provincia de las
Lucanas en los Andes centrales del Per a fin de legitimar su posicin como hombre calificado
para hablar claro. Al mismo tiempo entr en dilogo con los principios y preceptos europeos
para as moldear y transformar lo ajeno de acuerdo con sus propias necesidades ideolgicas.
Al tener presente que el proceso retrico exiga la traduccin de conceptos culturales andinos
a razonamientos y propuestas comprensibles al monarca espaol como destinatario de la obra,
se puede apreciar mejor lo que significa la composicin que vamos a describir. Nutrido de sus
lecturas a propsito, Waman Puma no eligi explicarle al rey Felipe el sistema andino de privilegios hereditarios ni el del dominio de los incas sobre las tierras. Al contrario, busc y encontr
en Domingo de Santo Toms, y mayormente en Las Casas, el apoyo que ms le serva para
articular su protesta y sus demandas.
Un punto de contacto que merece sealarse es entre uno de los memoriales escritos por los
dos dominicos al rey Felipe II en 1560 en defensa de los derechos de los caciques del Per y el
captulo wamampumiano Pregunta Su Majestad, en el cual el autor crea un dilogo imaginario entre el autor y prncipe y el rey Felipe III.(50) El dilogo consiste en las preguntas breves
hechas por el monarca espaol al autor y las respuestas extensas de este; el tema de la conversacin es cmo defender a los indios de los abusos de los espaoles.
110
Los argumentos principales articulados aqu por Waman Puma corresponden a los adelantados
por los dominicos en nombre de los caciques y seores naturales del Per. Como Domingo de
Santo Toms y Las Casas, Waman Puma basa y disfraza su intento principal en los argumentos
relacionados con los intereses financieros de la corona espaola. Los dominicos haban empezado su alegato destacando la necesidad moral y prctica de abolir la encomienda y las concesiones a los encomenderos de los indios a perpetuidad. Con enrgicas advertencias previeron
la declinacin potencial de las fortunas de la monarqua espaola en las Indias si continuaba la
disminucin cada vez ms grande en la poblacin trabajadora andina causada por su explotacin.(51) Waman Puma, en cambio, advirti de la desaparicin del pueblo indgena. Declar que
Espaa no era nada sin las posesiones ultramarinas y sin sus habitantes naturales: porque cin los
yndios Vuestra Magestad no uale cosa, porque se acuerde Castilla es Castilla por los yndios.(52)
(48) Vase mi estudio Las otras fuentes de Waman Poma: Sus lecturas castellanas (Histrica, 2:2,
1978, pp. 137/158).
(49) Vase tambin mi El arte de la persuasin: El padre Las Casas y fray Luis de Granada en la obra
de Waman Puma, en Escritura, Teora y crtica literarias, ao IV, n 8, Caracas, julio-diciembre, 1979,
pp. 167/189.
(50) Bartolom De las Casas y Domingo de Santo Toms, Memorial, en Opsculos, cartas y memoriales, de Obras escogidas de Fr. Bartolom de las Casas, ed. Juan Prez de Tudela Bueso (t. V, B.A.E., t.
CX, Madrid, 1958, pp. 465/468; cfr. Waman Poma de Ayala, 1936, pp. 961/981).
(51) Bartolom De las Casas, 1958, p. 466.
(52) Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, p. 964.
Waman Puma tom los argumentos centrales del memorial de las Casas y de Santo Toms y
los sigui no solo en el dilogo ya referido, sino a lo largo de la obra; estos se pueden resumir
en tres puntos. Primero: la encomienda deba abolirse porque no haba justificacin legal para
ella(53) (sobre la falta de justificacin volveremos luego). Segundo: a los encomenderos tanto
como a otros no andinos se les deba prohibir entrar a los caseros de los naturales.(54) Tercero: el
rey deba restaurar y honrar los antiguos privilegios a los seores principales del reino del Per.(55)
Adems de la coincidencia entre estos argumentos generales por parte de los dominicos y
Waman Puma se presenta un ejemplo muy concreto del aprovechamiento por el autor peruano
de los escritos de los grandes letrados, como dijera l, de la orden dominicana. Es curioso
que Waman Puma jams menciona el nombre de las Casas; sin embargo, descubrimos que una
de las consideraciones morales en el captulo del mismo nombre en el Buen gobierno sigue
punto por punto los argumentos propuestos por Las Casas en su Tratado de las doce dudas,
dedicado precisamente al Per [Doc. 3].
Se sabe que el Tratado circul entre los dominicos en el virreinato peruano; a travs de aquellos
miembros activos de la orden en Huamanga (hoy Ayacucho), el cronista peruano debi de haberse enterado de la obra. El caso es que los principios de las Casas pueden leerse lnea por lnea
en la Conzederacin que comienza: Que aues de conzederar que todo el mundo es de Dios:
Este pasaje corresponde al Principio I del tratado mencionado de las Casas. All dice que todos
los infieles tienen jurisdiccin sobre sus posesiones y territorios; a ello se aaden privilegios de
soberana. Este derecho a la jurisdiccin es mandado no solo por la legislacin humana segn Las
Casas (el no tan solamente por la ley de Waman Puma), sino tambin por la ley divina y natural.(57)
La referencia que hace Waman Puma a San Pablo tiene su origen en el mismo Principio I: Las
Casas cita a San Agustn, quien menciona la epstola de San Pablo a los Romanos. Se refiere
a Romanos, captulo 13, primer versculo, en donde el Apstol insiste en la necesidad de la
comunidad cristiana de obedecer al monarca, aunque sea gentil, es decir, no cristiano, bajo
cuya jurisdiccin viva. As, dice Waman Puma, San Pablo se llamaua romano, y de la misma
manera, los espaoles deban obedecer a las autoridades andinas al estar en el Per [Doc. 1.b].
En el pasaje a continuacin del citado, Waman Puma reitera el Principio II del tratado lascasiano. El cronista advierte: Que bien puede ser esta ley porque un espaol al otro espaol, aunque sea judo o moro, son espaoles. Que no se entremete a otra nacin tino que son espaoles de Castilla, la ley de Castilla que no es de otra generacin.(58) Esto coincide con el segundo
principio de las Casas, en donde declara que los infieles que vivan entre cristianos eran vasallos
de los reyes cristianos, como, por ejemplo, los judos y moros que vivan en Castilla; as estaban
obligados a obedecer las justas leyes de ese reino.(59) Los espaoles en el Per tambin deban
de obedecer a las autoridades que tales era precisamente por ser peruanas.
(53) Bartolom De las Casas, 1958, p. 466, y Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, pp. 549, 550, 559, 915,
958.
(54) Bartolom De las Casas, 1958, p. 467, y Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, pp. 506, 524, 966, 977,
1117.
(55) Bartolom De las Casas, 1958, p. 467, y Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, p. 958.
(56) Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, p. 915.
(57) Bartolom De las Casas, Tratado de las doce dudas, en Opsculos, cartas y memoriales, de
Obras escogidas de Fr. Bartolom de las Casas (op. cit., pp. 478/536; vase p. 486).
(58) Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, p. 915.
(59) Bartolom De las Casas, 1958, p. 488.
Que aues de conzederar que todo el mundo es de Dios y anc Castilla es de los espaoles y las
Yndias de los yndios y Guenea es de los negros. Que cada destos son lextimos propetarios, no
tan solamente por la ley como lo escriui San Pablo, que desde dies aos estaua de posicin
y se llamaua romano.(56)
111
captulo i
Waman Puma cierra su argumento aprovechando otra vez el contenido del Principio II, que se
puede resumir as: los indios del Nuevo Mundo, como infieles que nunca usurparon los territorios cristianos ni perjudicaron en alguna forma a las naciones cristianas, poseen sus propios
reinos y ejercitan legtimamente su propia jurisdiccin. Cualquier intervencin de soberana
extranjera sera una violacin de la ley natural divina.(60) A ese principio se referir Waman Puma
al reclamar los derechos de los naturales y colocar a los espaoles en la categora de los mitmaq
(en quechua: de mitiy: enviar; enviado por su etnia de origen a cuidar intereses fuera):(61)
Los yndios son propetarios deste rreyno y los espaoles naturales de Espaa. Ac en este rreyno son estrangeros, mitimays. Cada uno en su rreyno son propetarios legtimos, poseedores no
por el rrey cino por Dios y por justicia de Dios.(62)
Waman Puma concluye su argumento con lo siguiente: Dios hizo el mundo y la tierra. Y plant
en ella cada cimiente: el espaol en Castilla, el yndio en las Yndias.(63) En forma telegrfica,
esto resume lo que dice Las Casas en su Principio II acerca del seoro de las cosas; se refiere
otra vez al Principio I y cita el primer libro del Gnesis, al cual alude igualmente Waman Puma.(64)
Quiz la clave y la prueba ms grfica de que es Las Casas a quien Waman Puma sigue como
fuente es el dibujo que se encuentra en la pgina que est al lado de la exposicin referida.
All una figura se arrodilla humildemente ante un seor sentado en una silla. El ttulo del
cuadro es Umildad, obedencia, y la figura piadosa se identifica como Catn de Roma.(65)
Este representa al cardenal Cayetano, el telogo [Tommaso de Vio Gaetani o Cayetano, por
haber nacido en la ciudad de Gaeta o Cayeta en el reino de Npoles, en 1469] a quien cit
Las Casas en su Principio II del Tratado de las doce dudas en cuanto al derecho de los infieles
para gobernar sus propios territorios.(66) En efecto, Las Casas se apoy en el razonamiento de
Cayetano en cuanto a las varias clases de infieles para defender el derecho de las naciones
de las Indias de tener y poseer sus reinos y tierras. Lo curioso es que Waman Puma convierte
las citas eruditas en ancdotas sobre la vida personal de este autor tanto como lo hizo en el
caso de San Pablo.
112
Para describir esta estratagema narrativa volvemos a Domingo de Santo Toms. Aunque
Waman Puma no menciona explcitamente a Las Casas, s habla de su colega peruano [puesto
que desde 1540, Domingo resida en Per]. En una parte de la Nueva cornica y buen gobierno,
el cronista elogia al dominicano como hombre erudito, y en otra menciona sus logros literarios
y lingsticos.(68) Asimismo hace una objecin al trabajo de Domingo de Santo Toms que es
pertinente citar aqu: El maystro fray Domingo de Santo Toms (...) no escriui la desendencia
de los primeros yndios, cmo, de qu manera fue y multiplic antiguamente.(69) En su Grammtica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Per, el primer quechulogo
expona el hecho del origen de los indios como descendientes de Adn que haban emigrado
a las Indias en la antigedad.(70) En todo caso, Waman Puma habra considerado inadecuada tal
versin por ser demasiado general. En su propia crnica identific a los primeros indios como
nietos del mismo No y, por consiguiente, les atribua a ellos [fundndose en la tradicin milenaria, incluso pre-incaica] el conocimiento del Dios bblico.(71)
El uso imaginativo de mayor alcance que Waman Puma dio al repertorio ideolgico de las
Casas fue la utilizacin del tema popular de que los andinos no haban sido conquistados en
una guerra justa. Desechando otras versiones escritas del encuentro inicial entre espaoles
e indios con las que estaba familiarizado, Waman Puma reescribi ese importante episodio
de la historia peruana en la manera siguiente: Martn Malqui de Ayala (que no se olvide era
el padre de Waman Puma), como embajador de Huascar Inca, cedi voluntariamente la
soberana del Per al embajador de Carlos V, Francisco Pizarro, en un ficticio encuentro en
Tumbes en 1532.(74)
Basando en este episodio su historia de la conquista espaola del Per, Waman Puma declar
repetidamente que no hubo conquista militar del Tawantinsuyu porque los indios no se defendieron de los invasores.(75) Reiter mordazmente este argumento de gran resolucin en el
captulo sobre los encomenderos para negarles a los espaoles cualquier derecho de jurisdiccin sobre los naturales peruanos.(76)
Si bien el razonamiento de las Casas y Domingo de Santo Toms permaneca en un plano terico, Waman Puma demand la reparacin jurdica de los agravios de los cuales era vctima.
Esta tarea de convertir en prctica la teora es el primer motor de su obra, desde la traduccin de una voz de autoridad en ejemplo moral (San Pablo y Cayetano) hasta la misma reelaboracin de la historia peruana pasada y presente en una Nueva cornica; la autoridad
(68) Ibid., pp. 912/1079.
(69) Ibid., p. 1079.
(70) Domingo De Santo Toms, Gramtica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del
Per, Lima, Universidad Nacional de San Marcos, 1951, p. 202.
(71) Felipe Waman Poma de Ayala, 1936, pp. 53, 54, 56.
(72) Ibid., pp. 92/93.
(73) Ibid., p. 549.
(74) Ibid., pp. 375/376.
(75) Ibid., pp. 117, 162, 393, 447.
(76) Ibid., p. 550.
Este punto de vista tena claras implicaciones polticas en el tratado de Waman Puma sobre
el Buen Gobierno. Segn el autor, la civilizacin andina se haba desarrollado dentro de
una antigua tradicin de adoracin del Dios bblico, y los indios se haban cristianizado
desde la supuesta visita de San Bartolom a Los Andes.(72) Como consecuencia, insista
nuestro autor en que los encomenderos no tenan por qu estar en el Per; su misin pblica de gobierno era negativa y superflua. Como tales, los encomenderos deban devolver
inmediatamente todos los dominios temporales a los legtimos propietarios, a los pueblos
originarios andinos.(73)
113
captulo i
debe servir de ejemplo y la historia debe conformarse a las necesidades del pueblo al cual
pertenece.
Sobre la base de esta actitud, Waman Puma cre para s mismo y a travs de sus escritos un
papel social que no estaba a su alcance en el mundo exterior. Para Waman Puma, su Nueva
crnica fue tanto una respuesta a un medio ambiente de hostilidad y violencia como un intento cultural y poltico, de promover medidas correctivas contra l.
As, no debe de sorprender que siguiera la lnea de los escritores que empez con Las Casas y
Domingo de Santo Toms al solicitar al rey por escrito sobre la necesidad urgente de devolver
las tierras del Per a sus propietarios legtimos. La presencia de las voces de los dominicos en
las pginas del inca Waman Puma [descendiente de Tup`ac Yupanqui] recalca la resonancia de
un dilogo en defensa del hombre americano emprendido desde hace varios siglos.
[Fuente: Rolena Adorno, Bartolom de las Casas y Domingo de Santo Toms en la obra de Felipe Waman
Poma, en Revista Iberoamericana n 200, vol. LXVIII, julio-septiembre, 2002, pp. 769/774].
Respuesta. Todos los espaoles que tomaron parte de la muerte de Atabalipa cometieron
gran injusticia, estn obligados a restituir los territorios, los tesoros del rescate y todo lo que
se hayan saqueado en el Per, restitucin con reparacin de dao. Por la misma injusticia del
ataque y por engao que sufri el inca, sus hijos y partidarios estn justificados de llevar guerra
contra los conquistadores an cuando hayan aceptado la soberana de los reyes de Espaa.
Segunda duda. Acerca de los espaoles que, en los 12 o 13 primeros aos de la conquista
recibieron repartimientos sin tasa, es la duda si estos encomenderos estn obligados a restituir
cada uno de ellos todo lo que se llev en su tiempo a los indios. O si estar cada uno obligado
a restituir in solidum todo o si podr quedar con lo que llev.
Respuesta. Los encomenderos del Per est obligados solidariamente a restituir todo cuanto
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han cobrado por tributos y a entregar las chacras y con todas las mejoras y construcciones que
los espaoles hayan hecho ah.
114
Tercera duda. Acerca de la primera tasacin de los tributos, es la duda si est obligado cada
uno de estos soldados encomenderos a restituir todo cuanto llev a los indios, estando as
como digo tasados los tributos, o si estn obligados a restituir alguna cosa y no todo, y si se ha
de juzgar de otra manera del que tuvo clrigo en sus indios, que del que no lo tuvo.
Respuesta. No son culpables los oficiales reales que moderaron los tributos que en un primer
tiempo se haban establecido con tasacin exorbitante, pero los encomenderos deben restituir
lo que han cobrado mediante esas tasas abusivas.
Cuarta duda. La encomienda, tal como haba evolucionado hasta 1560, implicaba la obligacin de tener al menos un doctrinero para cierto nmero de indios. Es la duda si sern obligados a restituir esos encomenderos y si el que tiene bastante doctrina en los indios podr llevar
toda la tasa o cunto poda llevar.
Respuesta. Las rentas de la encomienda son injustas e ilegales en todo aquello que no fuera
invertido en beneficio de los indios.
(77) Respuestas a las dudas formuladas por Bartolom de la Vega sobre las violaciones de los derechos en la conquista del Per y la accin del procurador de los Indias.
Quinta duda. Acerca de todos los oficiales reales (mercaderes, letrados, escribanos, mdicos,
sacerdotes, etc) que reciben dinero, por su oficio, de parte del encomendero explotador, as
la duda si todas las personas estn obligados a restituir los dineros se ha de suponer que
hay muchos oficiales en el Per que no saben que los encomenderos llevan mal llevados los
tributos. Aunque es verdad que casi todos los oficiales tienen duda de ello por lo que oyen en
los plpitos de los predicadores O si podemos absolver a los mercaderes, mdicas, letrados,
escribanos, religiosos, etc.
Respuesta. Quienes, sin servicio directo a los indios, han cobrado sueldos de los encomenderos o algo de lo que stos robaban a los indios estn obligados a restituir a las vctimas del
despojo. Lo mismo para los familiares, herederos y servidores de los encomenderos. Lo mismo
para los clrigos que les sirven de capellanes, excepto el estricto mnimo vital. Es ilcito recibir
de los encomenderos diezmos, donaciones o limosnas. Los prelados deben restituir a los indios
los jornales no pagados, cuando la construccin de las iglesias y monasterios.
Sexta duda. Acerca de las minas de oro y plata, hay tres dudas: la primera es si el rey de
Espaa puede tener all alguna mina de la cual para s pueda sacar. La segunda si los espaoles
pueden tener en aquellos reinos algunas minas. La tercera duda es, si de alguna mina de las
que haba en el Per antes que los espaoles fuesen all, pueden llevar el Rey y los espaoles
algn metal, o si sern obligados a restituir a los indios as la plata y oro que hasta hoy se ha
batido como las mismas minas.
Respuesta. Ni los reyes de Espaa, ni sus sbditos a quienes los reyes concedan el seudo
Sptima duda. Acerca de los tesoros sacados de las sepulturas de Trujillo es a duda si los
espaoles son obligados a restituir todo lo que sacan de esas sepulturas y si hay diferencia de
las que tienen dueos a las que no los tienen, de suerte que se pueden quedar con los tesoros
de las sepulturas que no tienen dueos particulares y si estn obligados a restituir, a qui se ha
de hacer la restitucin.
Respuesta. Han cometido un enorme robo cuantos hayan saqueado las sepulturas incaicas:
estn obligados a restitucin.
Octava duda. Acerca de las guacas (lugar y objeto de culto con grandes riquezas), la duda
es si los espaoles que tomaron los grandes tesoros de estas guacas, estn obligados a restituir
todo lo que tomaron, y si lo estn, a quin se ha de hacer la restitucin.
Respuesta. Estn obligados a restitucin cuantos espaoles hayan saqueado las guacas del Per.
Novena duda. Los espaoles cuando fueron al Per repartieron entre s todas las chacras
del inca que es lo mejor de la tierra, y estas chacras son hoy sus heredades, y en stas han hecho
casas, plantado vias, cercado huertas. Es la duda, si son obligados a restituir y a quin se har
la restitucin.
Respuesta. Estn obligados los espaoles a restituir a los indios las tierras que aquellos invadieron.
Dcima duda. Acerca de las Casas y templos en que se instalaron los espaoles despus de
la conquista de Cuzco, es la duda si los espaoles estn obligados a restituir aquellas casas y
aquellas heredades a los indios, o si podrn quedar con ellas, pues ningn escrpulo tienen,
parecindoles que como ya haya all iglesia catedral y obispo y cuatro monasterios de cuatro
rdenes que se podrn quedar con ellas.
Respuesta. Los invasores deben proceder a restitucin solidaria y total.
Onceava duda. Acerca del seoro del inca en general y del insumiso Tito en particular, que
se haba refugiado en Los Andes para huir del servicio de los espaoles. Tito haba escrito al
provisor de Cuzco, pidindole que interviniese en el Virrey para que le asegurase la vida y el
derecho legal, ni los descubridores de minas tienen derecho a los as llamados productos
justos de las minas del Per.
115
captulo i
Respuesta. El rey de Espaa est obligado so pena de condena eterna a emplear todos los
medios de que disponga para que el nieto de Guaynacapac consienta a desistir de su resistencia a las fuerzas espaolas, para que se convierta y para que se le devuelva el trono de sus
antepasados. Como mtodo prctico para alcanzar ese fin imprescindible de perseguir hasta el
final, hay que enviar a Titu Cusi el provisor de Cuzco, ofrecindole un tratado de paz, dejndole
un territorio adecuado para ejercer su plena soberana, donde pueda recibir la propuesta pacfica de la predicacin y conversin, devolvindole el resto del Per conforme vayan vacando
las encomiendas, invitndole a renunciar a la restitucin del oro llevado a Espaa, y a vivir en
paz con los espaoles que consientan a trabajar en el Per sin intervenir nada fuera del pas, de
tal modo que el inca, sin ninguna mengua de su autonoma de poder, reconozca la soberana
universal de los reyes de Espaa.
116
Bartolom de Las Casas en 1516 en un memorial para el cardenal Francisco Jimnez de Cisneros, regente del reino, esboza un plan de gobierno para las Indias que prev la designacin de
un protector de naturales. El apstol de los indios solcita del regente que mande poner en
aquellas islas, en cada una de ellas, una persona religiosa, celosa del servicio de Dios y de S. A.
y de la poblacin de la tierra... que procure la utilidad y conservacin de los indios con mucha
vigilancia e cuidado; la cual tenga en justicia los, dichos indios porque no les sea hecha ninguna
sinrazn y sinjusticia; y que castigue a los malhechores y delincuentes. Las Casas urge la designacin de un protector de los indios porque los indios por s mesmos nunca piden justicia, por
ms agraviados que estn, y si alguna vez la piden, no la alcanzan con muy gran dificultad,
pues no saben leer y escribir, ni saben la lengua espaola, y los espaoles ningn caso hacen
dellos, mas antes los menosprecian, y as no los oyen.(78)
Los planteamientos lascasianos se resuelven, en lo inmediato, en el nombramiento de una
misin encargada de supervisar, sobre el terreno; el gobierno de las Indias y, sobre todo, de
recomendar la forma de mejorar la condicin de los aborgenes. La misin se confa a tres frailes
jernimos a quienes acompaara el propio Las Casas como mentor de la empresa. Antes de
zarpar de Sanlcar, Las Casas es armado, el 17 de septiembre de 1516 con el ttulo de procurador o protector universal de todos los indios de las Indias, La cdula o provisin por la cual se
le autoriza a pasar al nuevo mundo bosqueja las responsabilidades del clrigo:
(78) Coleccin de documento inditos relativos al descubrimiento, conquista y organizacin de las
antiguas posesiones espaolas en Amrica y Oceana sacados de los archivos del Reino y muy especialmente de las Indias, Madrid 1864-1884, 42 volmenes, de ahora en adelante CDIAO, volumen
VII, 161/162.
avisis e informis y deis parecer a los devotos padres jernimos, que Nos enviamos a entender
en la reformacin de las Indias de todas las cosas que tocaren a la libertad y buen tratamiento
y salud de las nimas y cuerpos de los dichos indios de las dichas islas y Tierra Firme, y para que
nos escribis e informis y vengis informar de todas las cosas que se hicieren y conviniere al
servicio de Nuestro Seor y nuestro, que para todo ello vos damos poder cumplido, con todas
sus incidencias y dependencias, emergencias, anexidades y conexidades.(79)
Vislmbrase de este modo, el cargo de protector de los indios. El cargo tiene, por de pronto, un
carcter personalsimo y, si bien su duracin pareciera estar determinada por la temporalidad
de la misin frailuna, la conviccin, eficacia y firmeza demostradas por el paladn de la causa
indigenista en el ejercicio de su oficio comunican al ttulo en la persona de las Casas, un aire de
perennidad. La circunstancia indiana y, sobre todo, las crecientes tensiones creadas la flagrante
oposicin entre los intereses de los encomenderos, por una parte, y los de los indios y, en general, los de la sociedad, por otra, determinan que, pocos aos despus, el cargo se instituya
como una categora burocrtica con vocacin de perpetuidad.
4.a. Bartolom de las Casas, Diego lvarez de Osorio, Juan de Zumrraga: los
... Aparentemente, el oficio adquiere fisonoma propia durante aos ms tarde, al designarse, en 1527, al obispo de Cuba protector de los indios diocesanos(80) y, luego, a Diego
lvarez de Osario, el 2 de mayo de ese mismo ao, protector de los de Nicaragua. Sin
embargo, suele mencionarse como el primero, despus de las Casas, a Fray Juan de Zumrraga, obispo de Mxico, nombrado el 10 de enero de 1528(81) y, tambin, a fray Toms
Ortiz un arrepentido detractor de los indios, obispo electo de Santa Marta, nombrado
el 28 de febrero siguiente.
En rigor, los ttulos expedidos inicialmente no prescriben las atribuciones de los protectores. Sin
embargo, en uno u otro caso se les ordena que vean las leyes e ordenanas e ynstrucciones
e prohibiciones... dadas cerca (del) buen tratamiento e conversion (de los indios y se les incita
a hacerlas) guardar e cumplir, como en ellas se contiene; e si alguna persona las dexare de
guardar y cumplir, o fuere o pasare contra ellas, executis en sus personas e bienes las penas
en ellas contenidas: para lo cual e para todo lo dems que dicho es... damos poder cumplido,
con todas sus yncidencias e dependencias, anexidades y conexidades; e mandamos al... governador e oficiales de la dicha tierra que vsen con vos en el dicho oficio e en todas las cosas
a l anexas e concernientes, e para ellos vos den todo el fabor e ayuda que les pidiredes e
menester oviredes.(82)
La expresividad y contundencia del referido poder encandila el entendimento de algunos protectores que, fascinados por las bondades del dador de las leyes, se disponen a dar exacto
cumplimiento al mandato real. Se les inviste, en apariencia, segn la alucinada lectura del texto,
con potestades ejecutivas prcticamente ilimitadas. El obispo-protector de Nicaragua se embarca en la empresa de hacer cumplir la frondosa legislacin amparadora de los naturales de
las Indias y, naturalmente, estallan las disidencias entre el ordinario y el gobernador. El 30 de
(79) Bartolom de las Casas, Historia de las Indias, en Obras escogidas de Bartolom de las Casas,
Estudio preliminar y edicin de Juan Prez de Tudela, Atlas Biblioteca de Autores Espaoles, Madrid
1957, Cinco volmenes, III, cap. 90.
(80) Coleccin de documentos inditos relativos al descubrimiento, conquista y organizacin de
las antiguas posesiones espaolas de Ultramar (Segunda seria), Madrid, 1885 y aos subsiguientes,
25 volmenes, de ahora en adelante CDIU, volumen XXII (Copulata, 3): 11.
(81) Vasco De Puga, Provisiones, cdulas, instrucciones para el gobierno de Nueva Espaa (1563),
Madrid, 1945, 64-65.
(82) Vase Constantino Bayle, El protector de Indios, en Anuario de Estudios Americanos, Madrid
1945, ao II, p. 61.
117
captulo i
118
La provisin que V. M. me mand dar cerca de la proteccin, interpretan a su propsito dicendo que yo no soy juez, hacindole V. M., por ella juez, como parece, pues me da que pueda castigar con pena pecuniaria y corporal. Dicen que solamente soy procurador de los indios y que
yo no puedo castigar a quien los maltratare, sino como un procurador tengo de ir a las justicias
a pedir que castigue a aquel que los maltratare. Y porque lo contrario desto estaba claro en la
provisin de V. M. esto no digo para que se provea, porque ya est provedo, sino porque, pues
una cosa tan clara interpretan desta manera, por aqu ver V. M. como interpretarn aquello en
que hubiere duda.... (84)
Inicialmente, los protectores obran en virtud de una potestad de ndole general que, dado
el agudo jurisdiccionalisrno de la poca, ocasiona molestias y da lugar, como cuestin de
hecho, a repentinos conflictos de competencia. Apenas emprenden sus actividades entran
en la liza jurisdiccional. En Mxico, el obispo-protector choca con la audiencia y, como es
natural, la noticia llega a odos de la reina, que expide, el 2 de agosto de 1530, una providencia acordada que define y limita las facultades del protector en el uso y ejercicio del
cargo. Se le autoriza, en efecto, para que realice, por s o por lugartenientes, pesquisas y
para que levante informaciones en los trminos de su jurisdiccin sobre el mal tratamiento
de los indios, imponga multas hasta de cincuenta pesos oro o condenas de crcel basta por
diez das. Empero, las susodichas atribuciones se someten a ciertos condicionamientos. Las
personas que designe como lugartenientes deben Ser vistas y aprobadas por el presidente y oidores; si el pesquisado merece pena corporal o se hace acreedor a que le quiten los
(83) Ibid., 61-62.
(84) Libro I de los Cabildos de Lima, citado por Carlos E. Mesa, c.n.f.: La figura histrico-jurdica del
protector de indios, en Revista de !a Academia Colombiana de Historia Eclesistica, n 29/30: 40.
En el Nuevo Reino de Granada tambin se producen algunas diferencias entre... Fray Toms y
el (...) gobernador y oficiales de la provincia y querindolas proveer y remediar..., el rey ordena al obispo-protector guardar las limitaciones prescritas en el uso y ejercido del oficio;
limitaciones que no son otras que las comunicadas al obispo-protector novohispano.(90)
119
captulo i
como les pareciere, porque vindolo sabrn lo que conviene y la medicina para curar los que
les hicieren dao; y que este protector elija personas de conciencia y confianza que sean alcaldes de los indios, y puedan determinar sus causas civiles y criminales, y que no se permita
que haya visitadores legos, porque la experiencia de los que lo han sido muestra que roban:
absolutamente parceme deben ser religiosos....(92)
Como es de suponerse, la propuesta del obispo-protector no prospera. El monarca no est
dispuesto a enajenar sus facultades legislativas ni a dar rienda suelta a los protectores. De
haber accedido a las pretensiones del ordinario habra escindido la virtual unidad de sistema
jurdico-poltico en trance de consolidacin y agudizado las tensiones entre el brazo secular y el
eclesistico. Incomodado por el desplante del obispo protector, el rey ordena, en 1534, retirar
el nombramiento de Zumrraga. En septiembre de 1535, el presidente de la audiencia dice
haber dado cumplimiento al mandato regio.
En verdad, la autoridad conferida a los protectores de indios en el orden jurisdiccional no es, en
manera alguna, proporcional a la tarea que se les comete. Algunos se muestran disconformes
y perplejos y tratan de forzar una declaracin real que establezca la extensin de sus presuntos
poderes. El 15 de agosto de 1539, el obispo-protector de Guatemala, Francisco de Mallorqun,
expone al emperador sus aprensiones sobre el particular.
Asimismo ay necessidad que V. M. declare o mande declarar qu cossa es ser protector y
qu se estiende, y si somos juezes, y si como tales podemos nombrar exsecutores alguaziles
para nuestros mandamientos, y asimismos escrivanos, y si los vissitadores que enviamos
podrn llevar varas, pues van como juezes; y si esto compete solamente los protectores
y no los govemadores, pues ellos solos es encomendado la protectotoria y visitaion.
Otro si, entre los yndios ay mucho pleitos y todos son ceviles, que con poco se contentan
y descontentan por su povreza y mala ventura, y acuden quien los oye y do hallan ms
consolacion, y las ms vezes procuro de los conertar, algunas vezes quedan algunos
agraviados, por no ossar meter la mano, y dxolo, porque no digan que tomo ms de lo que
es mo, aunque a la verdad, vista la necessichid destas gentes, no un protector, sino muchos
abian de tener.(93)
Hasta mediados del siglo XVI, la protectora se adjudica, preferente o exclusivamente, a los
obispos americanos. La vinculacin del cargo a las sillas episcopales responde a la conveniencia
de premiar la trayectoria de los mitrados como defensores del indio y a la necesidad de acrecentar el ascendiente espiritual de los eclesisticos entre los naturales.
120
Con el tiempo, sin embargo, las funciones de protectora se extienden a todo el funcionariado. Los ttulos de nombramiento suelen contener indicaciones relativas a la proteccin de los
indgenas. La actividad protectora escribe Demetrio Ramos(94) alcanza de lleno a toda la
jerarqua, desde el rey hasta el ltimo funcionario. Las Leyes Nuevas de 1542-1543 confan la
proteccin de los indios a las audiencias. En Nicaragua, los protectores cesan al sancionarse las
susodichas leyes.(95) Si bien la fuerza de los Obispos para contener las tropelas y amparar a
los indgenas, para ejercer el cargo de protectores, les viene ms de su dignidad que de ttulos
sobreaadidos al decir de Bayle,(96) las autoridades seglares pugnan por sustituirse a los mirrados en las protectoras. En 1550, el cabildo de Lima aboga por la designacin de protectores
sujetos a la jurisdiccin real.(97) Finalmente, la institucin se laiciza. Con una que otra excepcin,
la corona aparta a los obispos de las protectoras. Trata, de esa manera de evitar el desprestigio
de los prelados, obviar los roces jurisdiccionales y prevenir alteraciones en el equilibrio de los
poderes actuantes en Indias.
Las audiencias amparan a los indios de dos modos: uno, mediante la sustanciacin de sus causas, denuncias y apelaciones; y, otro, mediante las visitas de los oidores, que recorren por turno
el territorio del distrito audiencial.
A diferencia del amparo procesal judicial, sometido a normas de derecho ms o menos comunes, hasta los aos ochenta del siglo XVIII, cuando las ordenanzas de intendentes las reglamentan, las visitas estn condicionadas por las realidades y circunstancias locales, aunque su
realizacin supone, por lo regular, la observancia de una serie de procedimientos materiales
destinados a verificar, sobre el terreno, la situacin de los indgenas. Al congregar a los indios
en el lugar de asiento de la encomienda, en presencia del cacique, del encomendero y, en su
defecto, del administrador y, desde luego, del protector, los indios son interrogados con
arreglo a un cuestionario, por lo general sobre si han sido instruidos en la fe catlica; si se
les ha trasladado de sus pueblos o asientos sin licencia; si los han apremiado con amenazas o
inducciones al servido personal; si les han prestado asistencia en sus enfermedades; si les han
quitado contra su voluntad sus mujeres, hijos o bienes; si han sido visitados, cuntas veces y si
se les ha administrado justicia y, en fin, si han recibido agravios o vejaciones. Solo que las visitas
no siempre se ajustan a lapsos preestablecidos y se cumplen de tan de tarde en tarde que sus
efectos no suelen ser duraderos.
Los protectores, generales y particulares, son representantes legales de los indios en juicio.
Adems de defenderlos, tienen la obligacin de iniciar las acciones contra quienes los lesionan en su persona o en sus derechos. En otras palabras, es del resorte de los protectores
contestar las demandas interpuestas contra los indios e iniciar las querellas que competen a
sus protegidos.(98)
Las funciones de los protectores de naturales son heterogneas en extremo. Es poco menos
que imposible reducirlas a catlogo, pues los cometidos estn fuertemente condicionados por
el carcter, de suyo cambiante, de las relaciones entre los indios y los encomenderos, sobre
todo de las econmicas y, tambin, por la mayor o menor imperatividad o coercitividad de las
regulaciones locales o provinciales ordenanzas, instrucciones bandos y, desde luego, por
el mayor o menor celo y diligencia de los propios protectores. Estos se ocupan de pleitos entre
espaoles, caciques e indios, de discordias por nombramientos de caciques o capitanes, de
quejas de indios contra sus caciques sobre repartimientos de trabajo y, muy especialmente, de
problemas relativos a reservas de tributos, reservas de servicios personales y de estafas cometidas por encomenderos y estancieros en el comercio y alquiler de los indios.(99) Las actuaciones
de los protectores varan con la cronologa de la vicisitud americana.
La distinta evolucin de los territorios indianos y las contrastantes caractersticas de las instituciones indgenas precolombinas sobrevivientes y de las hispnicas que arraigan en el nuevo
mundo aceleran o retardan el proceso de consolidacin de las protectoras de naturales. Mientras en unas provincias todo el espectro vivencial de la indiada entra de lleno en la visual de los
protectores, en otras, en cambio, los asuntos se acotan y reducen y son tratados como categoras distintivas susceptibles de ser sometidas a regulaciones ms o menos definidas.
(98) Mara Isabel Gonzlez Pomes, La encomienda indgena en Chile durante el siglo XVIII, en Historia
n 5, Santiago de Chile, pp. 67/74.
(99) Julin Ruz Rivera, Encomienda y mita en Nueva Granada en el siglo XVII, Sevilla 1975, pp. 314/316.
121
captulo i
Hacia el ltimo cuarto del siglo, la defensa y proteccin de los indios como obligacin comn
a todos los habitantes se impone por la fuerza de los hechos. El 27 de mayo de 1582, Felipe II
declara que la obligacin es comn los jueces, por el cumplimiento de nuestras rdenes,
los Prelados por la obligacin que tienen de mirar por el bien espiritual, y temporal de aquellos
naturales; los Espaoles, por su natural acrecentamiento, conservacin y aumento de aquellos reynos, donde los encomenderos gozan sus repartimientos, y tienen todos los demas tan
grande disposicin para labranzas, y grangeras, que todo cesaria en faltando lo Indios.(100)
La defensa de los indios y, en especial, la averiguacin y punicin de los atropellos contra su
libertad, figuran entre los ms acuciantes problemas que enfrenta la monarqua. Esa preocupacin cobra cuerpo en las primeras dcadas del siglo. En 1523, la corona comisiona a los
Virreyes, gobernadores y ministros (de justicia) para que inquieran si los encomenderos u otras
personas vejan o maltratan a los indios si les quitan sus mujeres o si los injurian y para que,
verificados los hechos y determinados los culpables con fundamento de verdad probable, los
castiguen ejemplar y severamente.(101)
Sin liberar de tal responsabilidad a los oficiales de justicia, en 1527 se instituyen las protectoras
y se inviste a los obispos con idnticas responsabilidades, excepto en lo tocante al irrestricto
ejercicio de la jurisdiccin judicial. Pero, ni unos ni otros cumplen a cabalidad sus cometidos y,
en 1542, las Leyes Nuevas en rigor, la primera, de 20 de noviembre ordenan a las audiencias que pongan personas, hombres de confianza y diligencia, que sigan las causas de
libertad de los indios.(102) En 1543, la real cdula de 1523 es reexpedida y, en 1680 es, finalmente,
incorporada a la recopilacin carolina.(103) La norma recopilada prev la intervencin del fiscal
audiencial. Empero, es poco menos que probable que la intervencin del representante del
ministerio pblico en tales coyunturas se haya preceptuado en 1523, ni siquiera en 1543, pues
para entonces solo se haba previsto el fiscal de la audiencia de Mxico, aparte de que la participacin del fiscal en asuntos de esa estofa tarda en producirse.
122
Con todo, a mediados del siglo XVI, y no obstante la apreciable depuracin de las ideas tocantes a la condicin de los indios, la corona se muestra tmida y cautelosa al memento de hacer
frente conforme al rgimen tutelar de los nativos, a la defensa de la libertad de los indios. La virtual indefinicin de las funciones correspondientes a los oficiales que ejercen su representacin
en Amrica obliga a la monarqua a ensayar frmulas alternativas que, dadas las circunstancias,
se aquilatan como pautas meramente experimentales que, despus de todo, sirven de puente
a nuevas y ms audaces frmulas que independientemente de su mayor o menor eficacia,
parecieran ser reveladoras de una acendrada voluntad de procurar el bien de los naturales. En
1550, el rey instruye a la audiencia Mxico para que nombre una persona de calidad recta y de
buena conciencia, y celosa del servicio de Dios y del bien de los naturales... que sea procurador
general de los indios, una persona que proclame y pida su libertad, universalmente, y siga su
justicia basta la conseguir. Al tomar tal decisin, el monarca seala que los indios carecen de
libertad y sabidura para (...) pedir y seguir su derecho.
Nombrado el procurador, la audiencia debe pregonar dicho nombramiento para que los indios entiendan y sepan que tienen procurador general y la audiencia, por su parte, debe
hacer justicia en causas de libertad de los naturales.(104) Simultneamente, el monarca hace
saber al an innominado procurador general lo que est mandado y ordenado por las nuevas
(100) Recopilacin de Indias. Leyes de los Reynos de Indias (1680), Madrid, 1943, Captulo 6. Doc.10. 6.;
Len Pinelo, Recopilacin de las Indias, Edicin y Estudio preliminar de Ismael Snchez Bello, Mxico
1992, Volumen I, 7. 15. 2.
(101) Richard Konetzke, Coleccin de documentos para la historia de la formacin social de Hispanoamrica, Madrid, 1953-1963, 3 Tomos, 5 volmenes, Volumen I, pp. 217/218, Doc. 144.
(102) Ibid.
(103) Recopilacin de Indias, op. cit., 6. 10. 4.
(104) Diego De Encinas, Cedulario Indiano, op. cit., IV, 375-376.
leyes y ordenanzas en favor del buen tratamiento y conservacin de los naturales y le insta
a pedir y reclamar la libertad de cuantos esten debajo de servidumbre e color de esclavos (...)
ansi de los que estan en las casas y servicios de los Espaoles, como en sus estancias y minas,
grangerias y haciendas.(105) Por otra parte, ruega y encarga a los prelados provinciales, priores y religiosos novohispanos, que den noticia al procurador donde estan, y quien... tiene,
bajo servidumbre a los indios para que dicho procurador pueda pedir su libertad. Como que
es obra de... caridad!(106)
De esta manera dice Borah,(107) los indios reciben, por primera vez, asesoramiento especial pagado, que servira a sus intereses sin cobrarles. Por desgracia agrega el nombramiento
fue temporal y limitado al propsito explcito de liberar a los esclavos indios y fue retirado al
cumplirse tal propsito.
Al tiempo que se propende a colocar en manos de funcionarios de alto rango el examen de las
causas de los indios: virreyes, gobernadores, presidentes y oidores, se insina una ms acusada
intervencin de los fiscales en los asuntos concernientes a la libertad de los indios. Poco tiempo despus, la tendencia a asignar competencia a los fiscales en aquellos negocios en los que
palpita un inters de orden pblico se concreta en la atribucin de determinadas funciones a
los fiscales en una materia tan controvertida como esa.
El 11 de agosto de 1553, el emperador don Carlos V personifica en los representantes del ministerio pblico la accin en favor de la dignificacin de la condicin humana de los nativos. En instruccin para el fiscal de la audiencia de Nueva Granada, despus de reiterar las razones que esgrimiera al crear los procuradores generales de indios de Nueva Espaa, don Carlos dice al fiscal
neogranadino que es de la esencia de su oficio solicitar la libertad de los naturales: pedres en
nombre de vuestro oficio asienta el emperador, sin que ellos os lo pidan, ni digan, ni hagan
para ello diligencia alguna (...) de manera que ningun Indio ni India que pueda gozar de libertad,
la dexe de alcanzar y conseguir, y en cada vn ao nos embiareis relacion, formada de vuestro
nombre, de los Indios e Indias que a vuestra instancia y pedimento se pusieren en libertad.(109)
Desde mediados de siglo la corona muestra una evidente disposicin a otorgar a los fiscales
funciones relativas a la defensa de los indios en juicio. El 13 de febrero de 1554 se ordena al
presidente y oidores de Nueva Espaa que provean cmo el fiscal tenga cargo de los pleitos de los indios pobres ans en lo que toca a las sentencias de los tributos, como en todo lo
dems;(110) y, el 6 de septiembre de 1563 se manda al presidente y oidores de Nueva Granada
que provean cmo el fiscal sea protector de los ... indios naturales y los ayude y favorezca
La libertad y, en general, las causas de los indios se convierten en motivo de creciente preocupacin para los representantes y enviados del rey. Por desventura, las disposiciones emanantes
de la metrpoli no siempre se aplican con la idoneidad deseada. La confusin u oposicin de
intereses en juego y, sobre todo, la vulnerabilidad de las justicias a las presiones y corruptelas
agenciadas por parentelas, afinidades y alianzas locales, impiden que la voluntad regia se imponga sin tropiezos. El 11 de agosto de 1552, se inhibe a los corregidores y alcaldes mayores
del conocimiento, en primera instancia, de la libertad de los indios y se obliga a dichas justicias
a dar cuenta a las Audiencias, con toda puntualidad y diligencia y cuidado de las trabas que
impidan a los indios conseguir su libertad y se ordena a los fiscales, acto seguido, que si la distancia fuere mucha, sigan las causas respectivas, conforme a procedimiento establecido.(108)
123
captulo i
en todos los casos y cosas que las leyes y provisiones y ordenanzas y cdulas ..., dadas y hechas
para el buen tratamiento de los dichos indios hablan....(111) Sin embargo pareciera que tales
mandamientos tienen una relevancia tpica y, adems, no arrojan luz sobre esenciales puntos
de derecho. En todo caso, no establecen, en forma expresa, si los fiscales pueden abogar por
los indios. El de Lima, por ejemplo, no se siente autorizado para interceder por los indgenas
en sus asuntos civiles y criminales y solicita del monarca que se le d comisin para desempearse como abogado o procurador de los naturales. Consultado por Felipe II, el virrey Toledo
considera que no solamente es bueno y conveniente lo que el fiscal pide sino muy justo y
necesario. An ms, estima que el monarca debe:
mandar encarecidamente a todos los fiscales de las audiencias deste rreyno que (...) tengan
particular cuydado, despus de sentenciados los pleytos de los yndios, de hazer executar las sentencias que en su favor se dieren, especialmente de rrestituciones civiles, que por no sanearme lo
que en esto se a hecho contra los yndios y en favor de los encomenderos en Lima, he mandado
que esto se suspenda hasta que yo me halle presente: y que para esto principalmente se les
de un procurador que es el que adelante Vuestra Magestad pide parecer si converna porque
reprehendiendo yo al fiscal de esta audiencia de que les aprovechaba poco a los yndios las sentencias que se davan en su favor y las condenaciones que hazian a encomenderos corregidores y
a comisarios que ellos enbiavan con comisiones, que yo agora les e quitado que nos los enben:
despus se quedavan por cobrar las rrestiruciones y los corregidores cuyas residencias se veyan
en las audiencias por sus procuradores se yvan a otra provincia y no ava cobra los yndios y menos
si sus causas yvan en apelacion al consejo porque de aca se yo que no ay quien solicite que se vea
alla, y alla no se si ay particularmente nombrado quien lo haga: por todo lo qual me parece que
se deven de enbiar las dichas provisiones y encargar a los dichos fiscales con los procuradores
lo susodicho pues esto es proveher verdaderamente procurador de pobres pues los son estos
naturales generalmente mas que otros y ansi parece que convernia si no le ay que vuestra magestad mandase tener en su consejo rreal procurador de yndios con quien tuviese corresponsion
el fiscal de vuestro rreal consejo y los fiscales de estas audiencias y el governador del reyno....(112)
El fiscal tiene, as de hecho, el carcter fundamental de protector general. El virrey Toledo entiende que el fiscal debe contar con el auxilio de un procurador. Las figuras de la fiscala y de la
procuradura no solo no son antagnicas sino que deben ser complementarias. La idea procuradora se mantiene viva en la mente del mandatario espaol y se convierte, al poco tiempo, en
uno de los engranajes del sistema de gobierno provincial instaurado por l.
124
gocios que vinieren determinados por los jueces naturales que residen en sus distritos; y, el mismo
da y en la misma ciudad, dicta otra ordenanza acerca del Orden que se ha de guardar en seguir los
pleitos, en la cual se refiere, en detalle, a los abusos de que se resiente la administracin de justicia.
Toledo dispone que en las ciudades donde hubiere audiencia haya un procurador y un abogado de los indios y prescribe qu ha de hacer, adems del fiscal el fiscal audiencial, cada
uno de ellos, qu se ha de observa: en la tramitacin de los pleitos, qu en los casos arduos
y de inters y qu derechos han de pagar los naturales. Poco despus, el mandatario espaol
promulga, asimismo, unas Ordenanzas relativas al defensor general de los naturales, en las
cuales hace referencia segn nos explica Silvia Zavala(114) a los daos que los nativos reciben de lerrados, procuradores, solicitadores y otras personas y resuelve revocar a los tales que
haya en audiencias, curaduras, villas y ciudades y encarga a las audiencias que no reciban peticiones de indios. El virrey entiende que los encomenderos defendern a los indios y procurarn
su bien y que, si los indios reciben algn agravio, los susodichos encomenderos comparecern
en juicio por ellos, con tanto que no hagan peticiones por escrito.
Conforme a las previsiones toledanas, en cada provincia habra un protector general de indios
y, por lo menos, un juez de naturales, asistido por un grupo de oficiales subordinados. En algunos lugares, estos jueces son designados por los corregidores y forman parte de su plantilla;
pero, en las ciudades de espaoles, como Cuzco, son designados por el cabildo. Los jueces de
naturales se ocuparan de los casos, civiles o criminales, de menor importancia que se suscitaren entre indios y de los pleitos de espaoles contra indios.
Las antes referidas ordenanzas despojan a los espaoles estantes o residentes en el virreinato
limeo del privilegio, de tan acendrada savia medieval, segn el cual el demandante debe demandar ante el tribunal del demandado en el caso, ante el tribunal del espaol.(116)
Una de las ordenanzas expedidas estatuye los cometidos del oficial protector de los indios: averiguar los censos(117) que los espaoles deben pagar a los naturales por la venta de tierras y cobrar
dichos censos; multar a los encomenderos que den mal tratamiento a los indios o no les proporcionen doctrina; averiguar si el tributo cobrado a los nativos es el correctamente calculado y tasado.(118)
de
Afincado en esas ordenanzas, Toledo nombra, cerca de su persona de presidente del mximo tribunal del virreynato, al defensor general para que, averiguada la verdad, pida lo que
convenga al bien, amparo y defensa de los naturales y manda a sus secretarios y a los dems
oficiales que solo admitan peticiones firmadas por el defensor general o por los defensores
provistos en las ciudades, villas y lugares del reino. Prohbe que se exija cosa alguna y que se
reciba ddiva o presente de los indios.(115)
125
captulo i
Por desventura, en Per y Nueva Espaa y, a no dudar, en las dems provincias, la protectora
seglar se burocratiza significativamente. En muchos casos, los protectores, en vez de amparar a
los indios, se suman a las legiones de explotadores y esclavizadores que inundan sus pueblos.
As las cosas, el 27 de mayo de 1582, Felipe II (que reinaba desde 1556) reprueba la creacin, a
costa de los indios, de muchos oficios de protectores, hecho que considera de notable dao
y perjuyzio para los naturales por muchas causas y razones de consideracin, en razn de
lo cual ordena a los presidentes y oidores de las audiencias indianas que sin (...) rplica ni
contradiccin quiten cuantos protectores haya en su distrito, tomando vosotros el cargo de
ampararlos como os esta mandado y el (...) fiscal de defenderlos. Se requerira al fiscal para
que defendiese a los indios y si en hazerlo tuviere algun descuido previene el rey a presidentes y oidores nos dareis aviso dello, porque de lo contario nos ternemos por deseruido, y se
pondra la culpa a cuenta de todos, para que se castigue como convenga.(119)
La sbita aniquilacin de la protectora turba el proceso de articulacin institucional de las
provincias indianas, sobre todo el de aquellas que por su maduracin jurdico-poltica: como
las de Nueva Espaa y Per, han logrado desarrollar servicios de justicia especializados en
funcin de la mayor fuerza numrica y de la entidad tnica de sus comunidades. Naturalmente, los mandatarios regionales dan cuenta al monarca de la conveniencia de reexaminar la
medida adoptada.
El 25 de mayo de 1586, el conde del Villar, como VII virrey del Per (1585-1589) y presidente
de la Real Audiencia de Lima, sucesor de Toledo, manifiesta a Felipe II que en la villa de Potos a havido siempre protector de yndios: tratse si conuena houiere el dicho oficio o no, y
pareci que en ninguna manera se poda ni deua escusar.... En los dems lugares del distrito
audiencial peruano y en las provincias de irradiacin audiencial de Lima tambin se quitan los
protectores y el virrey considera que, en realidad, bastaran los fiscales de las Audiencias en
sus distritos, acudiendo a ello con ms veras y cuydado que he entendido que lo hace el de la
Audiencia de los Reyes; pero, su fiscal dize que no puede hazer ms de lo que haze, que sera
menester aver dos fiscales, para que puedan dar rrecaudo a todos Los negocios.(120)
126
En efecto, una nueva cdula del 10 de enero de 1589 haba restaurado el oficio del procurador
de indios. En ella el monarca dispone que los protectores sean elegidos y proveidos nuevamente por nuestros Virreyes y Presidentes Gobernadores, en personas de edad, mucha
aprouacion y Christiandad, y que sean celosas del bien de los ... indios. Se encarga a los
virreyes-presidentes tener mucha cuenta y continuo cuidado de mirar como vsan los dichos
oficios, y que precedan con toda limpieza, y de castigar con rigor y demostracin los excessos
que cometieren. En su caso, el virrey conde de Villar, deber suministrar a los designados las
instrucciones y ordenanzas que haba emanado su predecesor Francisco de Toledo, para que
las guarden y cumplan.(121) El 10 de enero de 1589 se dispone que los protectores se arreglarn
en acuerdo con las viejas las ordenanzas toledanas, aadiendo lo que conforme la diferencia
de los tiempos, conviniere al amparo, y defensa de los indios.(122)
Al restablecer el oficio de los protectores de indios, el monarca espaol explica que la supresin
haba ocasionado muchos daos a los indios, pues se inquietaban en demasa por sus litigios, salan de sus tierras e temples a otros diferentes y muchos haban muerto y gastaban crecidas
sumas de pesos de plata que sacaban de las arcas de sus comunidades y derramas que repartan, y se consuman entre los secretarios, escribanos, relatores, abogados, procuradores y defensores, que les cobraban cuanto queran. Se dola el rey de que sus fiscales los fiscales audienciales no pudiesen ayudarles como deban, por sus muchas y continuas ocupaciones.(123)
(119) Diego De Encinas, Cedulario Indiano, op. cit., IV, 333.
(120) Roberto Levillier, Gobernantes del Per..., op. cit., X: 151.
(121) Diego De Encinas, Cedulario Indiano, op. cit., IV, 334-335.
(122) Len Pinelo, Recopilacin: 7.8. 3: Recopilacin de Indias: 6. 6.2.
(123) Diego De Encinas, Cedulario Indiano, op. cit., IV, 334-335.
Curiosamente, y no obstante las vapulaciones judiciales a que siempre estn expuestos, los
indios desarrollan una rara aficin litigiosa. El virrey Toledo se refiere a innmeros daos que
los letrados, procuradores y solicitadores ocasionan a los naturales y al hecho de que frecuentemente se encuentren perdidos y fuera de sus repartimientos en las Audiencias y ciudades,
y de muchas muertes y prdidas de sus haciendas que les sucedan y de echar los caciques
grandes derramas entre sus indios. Las autoridades procuran que los indios canalicen sus
reclamaciones a travs de los protectores titulados. Pero, para evitar que acudan a ellos por
nieras o puerilidades, ordena castigarlos en tales casos con cien azotes. Prev igual castigo
para quienes consulten un abogado.
Para obviar la virtual indefensin de los indios, el 9 de abril de 1591, se ordena que en las Ciudades donde hubiere Audiencia, elija el Virrey, Presidente un Letrado, y Procurador, que sigan
los pleytos, y causas de los indios.(124) Al insertrsele en la plantilla audiencial, se da al protector
el ttulo de protector-fiscal.
La novedad del oficio de protector fiscal est dada por su integracin al cuerpo audiencial,
al lado del fiscal titular, su superior jerrquico, y por la tecnificacin del oficio, asignado a
un letrado. El protector fiscal se encargara de la defensa ante la audiencia de los asuntos
tocantes a los indgenas. La existencia de un fiscal especial permite al fiscal ordinario, segn
Bayle, desligarse de la protectora o quedar ligado a ella por la obligacin inherente a su
cargo general.(125)
Durante el siglo XVII, la laicizacin del cargo de protector de indios es casi absoluta. Sin embargo, el oficio mantiene cierta proclividad a volver sobre sus prstinas huellas. En algunas provincias los religiosos aoran los viejos tiempos. En 1607, los obispos de Cuzco, Popayn y Quito
solicitan del rey que se quiten los protectores seglares y que lo sea una dignidad o cannico
de lo ms virtuoso y celoso, a eleccin del Virrey, Obispo, Religiones y Audiencias o un Oidor
ms antiguo; dndole el salario del Protector, y que no tenga obligacin de acudir a las ora,
sino quando pudiere.(126)
El 20 de agosto de 1615, Felipe III consulta al virrey peruano si convendra proveer por plaza
de asiento la Protectora en Lima. Al informar al soberano el mandatario indiano dice que ha
sabido que el Fiscal (de los Reyes) es de parecer que se cre este oficio. El cargo haba sido
erigido por sus antecesores, por la imposibilidad de los Fiscales para poder acudir a la proteccin de los indios, y es as que hay dos abogados, dos procuradores, y todos tienen mucho
que hacer. Porque adems de los muchos negocios, los acrecientan el ser los indios inclinados
a pleitos, algunos nacidos desto, y los ms de las vejaciones que se les hacen.
Los protectores existentes son de nombramiento virreinal y se encuentran bajo la superintendencia del virrey. Esquilache, el virrey, piensa que no hay seguridad de que un protector
con plaza de asiento ser agradable a su persona y a la Audiencia que tenga ... mano
para entrar y salir, facilitando los negocios de los indios. La asistencia del fiscal protector a los
acuerdos se le antoja dilemtica. Ser dice aventajar la plaza a la de los Fiscales, porque
los indios tienen pleitos civiles y criminales, y as es tuerza que el protector entre en entrambos
acuerdos, lo cual no tiene ningn Fiscal Oidor ni Alcalde de Corte desta Audiencia; y esta sera
novedad odiosa v de ningn provecho, porque es imposible que un hombre solo haga este oficio. Y no es consideracin que asista al Juzgado de Corregidor de las naturales, porque, o ha de
ser como Juez superior (y esto es quitalle el oficio al Corregidor) o como Asesor, o Abogado, y
127
captulo i
esto sera tambin contra la autoridad del mismo oficio, pues teniendo plaza de asiento y lugar
en los acuerdos no es bien le tenga de abogado en tribunal tan inferior.
Tambin no es de consideracin continua que se halle al repartimiento de los mitayos,
porque si es en la provisin de los que vacan, es ma, y si en la ejecucin de los repartidos no
hay que hacer; y sucede tambin haber tres o cuatro partes litigantes, y no es posible que uno
solo acuda a todas tres. Pues decir que los Fiscales se encargarn de las que el Protector no
pudiere, es cosa impracticable y crea V. M. que sus Fiscales no han de acudir a pleito alguno
de indios, porque tienen muchos negocios y en lo civil particularmente, y no es bien hacer esta
novedad, en confianza de que ellos la han de suplir.(127)
En una nueva cdula para el prncipe de Esquilache, de 20 de agosto de 1620, el monarca le
pide que informe, segn Solrzano, si convendr en palabras del famoso jurista y consejero(128) que los Protectores generales que residen en las Ciudades donde hay Audiencias sean
Letrados y se les d Garnaha, y asiento en los Estados como a los Oidores.
Concebida originalmente como una institucin independiente, la protectora se convierte, de hecho, desde el momento en que los nombramientos de sus titulares se atribuyen a los virreyes y
gobernadores, en dependientes de las autoridades provinciales. En 1620, en el deseo de dar estabilidad a la protectora y de garantizar alguna autonoma a sus titulares, el rey ordena a virreyes y
gobernadores que, una vez elegidos, no los remuevan ni quiten, si no fuere con causa legtima, cierta y examinada por la real audiencia respectiva.(129) En 1622, por cdula de 17 de marzo, se trata de
armonizar, por otra parte, las relaciones entre los protectores y las altas autoridades provinciales. El
rey encarga y manda a los virreyes y gobernadores que dn grata audiencia los Protectores y Defensores de Indios; y quando fueren a darles cuenta de sus negocios, y causas, y pidieren el cumplimiento de las leyes, y cdulas dadas en su favor, los oygan con mucha atencin, y de tal forma, que
mediante el agrado con que los recibieren, y oyeren, se animen ms a su defensa, y amparo.(130)
128
En 1643 el cargo de protector fiscal se instruye en la audiencia de Lima con carcter autnomo y como magistrado independiente. Su misin consiste en actuar como defensor nato
de los indgenas de todo el distrito de la Audiencia, no solamente en calidad de procurador
de sus pleitos sustanciados ante ella, sino, sobre todo, amparndolos en caso de queja contra
sus Corregidores.(132) Cuenta Solrzano que, en los das en que escribe su Poltica Indiana,
ya se han puesto Protectores Letrados, y con Garnacha, ttulos de Fiscales, y otros honores,
y privilegios en todas las Audiencias del Per y, con un dejo de escepticismo, asienta, finalmente: Quiera Dios cumplan bien su oficio.(133)
(127) ngel Gonzlez Palencia, Noticias biogrficas del virrey poeta prncipe de Esquilache, en
Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 1949, VI: 65-66.
(128) Poltica Indiana: Lib. 2, cap. 28, n 47.
(129) Recopilacin de Indias. 6.6.5.; Len Pinedo, Recopilacin: 7.8.10.
(130) Recopilacin de Indias. 6.6.10.; Len Pinedo, Recopilacin: 7.8.11.
(131) Edberto Oscar Acevedo, El protector de indios en el alto Per (hacia fines del rgimen espaol),
en IX Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1991, p. 34.
(132) Guillermo Lohmann Villena, El corregidor de indios en el Per bajo los Austrias, Madrid, 1957,
pp. 333/334.
(133) Poltica Indiana: Lib. 2, cap. 28, n 47.
Al rodear de una cierta dignidad y de una mayor estabilidad al cargo, la corona espera que la
protectora adquiera mayor eficacia. Pero, no ocurre as. El oficio pasa a formar parte, a partir
de un determinado momento, de los vendibles, de los beneficiables y, naturalmente, se envilece. En 1648, por cdula de 28 de agosto para el virrey del Per, el monarca expresa que los
protectores no cumplen con sus funciones y ordena, acto seguido, que la provisin de dichos
oficios vuelva a su antiguo instituto, que su provisin se haga en la forma antigua, esto es, por
nombramiento de los virreyes y gobernadores, que a partir de la fecha se dan a la tarea de
rescatar el oficio de manos de sus propietarios.
En Lima existe, adems de los particulares, un protector general de naturales. Este oficio se
instituye en 1641, con honor de la toga en la persona de Francisco de Valenzuela, a quien se
designa, adems, fiscal del tribunal de la cruzada. Muerto Valenzuela, se hace merced de esa
protectora general a Diego de Len Pinelo, con los mismos honores y privilegios de que
gozaba el finado; pero, no se le nombra fiscal de la cruzada, cargo que ejerce el del crimen de
la audiencia. As las cosas, Len Pinelo pretende, amparado en la frase con los mismos honores y prerrogativas, ocupar la fiscala de cruzada. Sin embargo, el fiscal civil, licenciado Juan
Baptista Moreto, objeta la pretensin de Len Pinelo, quien adems procura asistir a todos los
acuerdos, porque segn alega Baptista Moreto aunque no haya pleitos de indios, le puede
haber; y no solo esto, sino que pretende que ha de estar presente la votacin, y que los que
sin su asistencia se votaren, tendrn nulidad. Baptista Moreto manifiesta al rey, el 8 de noviembre de 1664, que no pudiendo asistir el fiscal del crimen, siendolo propietario, mucho
menos podr asistir el protector; que no lo es, y principalmente el doctor don Diego de Len,
que tiene el embarazo de ser su mujer natural del corregimiento de Ica ....(134)
En 1665, el doctor Len Pinelo cumple diez aos como protector general de naturales con el
mismo salario de mil ochocientos pesos. El ex-rector de la universidad limea y catedrtico
de prima de cnones cree justo que se repare en la cortedad de su salario. El 15 de agosto
solicita del rey que se agregue la protectura a la fiscala del crimen, con la futura de pasar
lo civil cuando vaca, con lo cual se ahorra el salario del protector y no sera menester andar
cada da litigando sobre las preeminencias..., pues no obstante que le llaman fiscal protector,
en la propia conformidad, por escrito y de palabra, dudan los fiscales de lo civil y de crimen, si
se me debe en justicia, cuando sucede en el propio cargo con las mismas preeminencias....(135)
Mndame Vuestra Majestad que asista los pleitos de los indios, entrando en el Acuerdo siempre que se ofrecen, y propuse que para ejecutarlo y proponer las defensas que tienen, y por
haberlo hecho as mi antecesor, era justo asistiese la votacin de los pleitos en que son interesados; y habindolo contradicho de palabras el fiscal de lo civil, se me di orden para que solo
fuese cuando me llamasen, y se asent que siempre que se hubiese de ver causa de indios me
llamaran y que asistiese la votacin de dichos pleitos; y despus de ms de un ao que ha estoy en esta posesin, se ha vuelto dudar, aunque no me han despojado de esta preeminencia.
El protector general de naturales no solamente exige el reconocimiento de prerrogativas personales sino administrativas y procesales. Reclama el derecho a poseer una de las tres llaves de
la caja de censos que ahora est en manos del fiscal en lo civil por ser nicamente all interesados los indios y, adems, que en ciertos procesos pueda accionar en igualdad de condiciones
con los fiscales civil y criminal.
(134) Ernesto De la Torre Villar, Los pareceres de don Juan de Padilla y Diego Len Pinelo acerca
de la enseanza y buen tratamiento de los indios, en Suplemento del Boletn de Investigaciones
Bibliogrficas, Mxico, enero-diciembre 1975, n 12, citado en p. 82.
(135) Ibid., p. 87.
Entre los oficios que, en su momento, se declaran vendibles, figura el de protector fiscal. En
1648 o poco despus, al restituirse la protectora a su forma antigua, las protectoras fiscales
de Lima, Charcas y Quito se extinguen por real orden. Las protectoras particulares seran provistas, en adelante, en personas de toda aprobacin y desinters.
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captulo i
Cuando se ven causas de indios en las salas de lo civil y del crimen, puede ser contrario el fiscal
de lo civil el de el crimen, segn lo pidiere la legitimidad del juicio de que se trata; yo pretendo que, si bien cuando defendemos una misma parte, el fiscal de lo civil el de el crimen y
yo, cualquiera de los dos ha de hablar primero, pero que cuando somos contrarios, ninguno ha
de tener preeminencia contra m, pues me da Vuestra Majestad las mismas que dichos fiscales
tienen, y que, as, se ha de observar la distincin de actor y reo, hablando siempre primero el
que defiende al actor y despus el que defiende al reo, conque cada cual administrar su oficio
sin derogar las preeminencias de que todos gozamos.
Por manera, que el nombrarme fiscal protector y ser fiscal de cruzada, entrar en el acuerdo
y hallarme las votaciones en las causas de los indios, segn y en la forma que en las dems
asiste al fiscal de lo civil, y lo que en esta carta refiero, conviene se declare con atencin al
servicio de Vuestra Majestad inters que tienen los indios en que esta plaza, que se cri para
defenderlos, sea con las preeminencias que las de los dems fiscales, y que sobre ello no se
dude ms en adelante y se excusen competencias y contradicciones.(136)
El 16 de septiembre de 1673 al reiterar la forma en que se ha de proveer el oficio de protector de
indios y ratificar la extincin de los oficios de protectores fiscales, el rey se refiere a correspondencia que, el 8 de octubre de 1669, le enviara el fiscal de Santa Fe, donde le manifiesta que la defensa
de los indios est muy descaida y que algunos pleitos se han perdido porque, despus de que
la provisin del oficio quedara a cargo de los presidentes de las audiencias, los nombramientos
se otorgan a sus criados, personas legas y de poca experiencia y menos autoridad y, en consecuencia, la reina dispone que, en adelante, el empleo debe recaer en personas de letras, ciencia
y conciencia que renan, adems, las partes que se requieren para este ministerio y con calidad
de que los sujetos provedos hayan de enviar por la confirmacin al Consejo de Indias.(137)
El 17 de febrero de 1683, el obispo de Santiago y el ex-oidor ms antiguo de la audiencia chilena, Juan de la Pea Salazar, solicitan del monarca, al dar trmino a una comisin que se les diera
para visitar una caja de censo, que nombre protector con ttulo regio y garnacha; pero, el soberano declara, una vez odo el fiscal del Consejo de Indias, que no ha lugar a dicha proposicin
y aprovecha la oportunidad para encargar al fiscal audiencial que cumpla con su principal obligacin (y) est a la mira y cuide extenssimamente de la proteccin y defensa de los indios.(138)
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Al proveerse en letrados y; por consiguiente, tecnificarse el oficio, la protectora general de naturales adquiere una mayor categora. En Chile, el cargo es desempeado entre 1681 y 1757 por
personas que ostentan el grado de licenciados en derecho. La real cdula de 1673 se mantiene
vigente durante casi un siglo. El 22 de octubre de 1761 se ordena la supresin del protector de
naturales y se atribuye al fiscal audiencial la responsabilidad de defender a los indgenas. La instruccin de regentes de 1776 asigna al fiscal del crimen el oficio de protector de naturales.(139)
Un acuerdo de la Audiencia chilena establece que en los casos en que el fiscal del crimen, en
el ejercicio de su cargo de protector, se encontrare imposibilitado de acusar a los indios en las
causas seguidas contra ellos, la acusacin correra a cargo del fiscal en lo civil. Una real cdula
de 21 de enero de 1792 en conformidad con una de 4 de marzo de 1764, prescribe que en los
casos en que el fiscal deba, en razn de su cargo, acusar a los indios, se designara un abogado
para que defienda a estos.(140)
(136) Ibid., p. 88.
(137) lvaro Jara y Sonia Pinto, Fuentes para la historia del trabajo en el Reino de Chile. Legislacin.
Tercera Parte, en Revista Chilena de Historia del Derecho, n 8, Santiago, 1981, pp. 157/160.
(138) Ibid., p. 180.
(139) Texto publicado por Santiago Gerardo Surez, en Las Reales Audiencias Indianas. Fuentes y
Bibliografa, Caracas, 1989, pp. 91/105, Doc. 27.
(140) Jos Armando de Ramn, Una actuacin de don Jos Antonio Rodrguez Alcea como protector
general de los naturales de Chile, en Boletn de la Academia Nacional de la Historia, Santiago, 1960,
XXVII, n 63, pp. 218/280.
Durante el tiempo en que las protectoras recaen en mitrados indianos, la potestad de nombrar a sus titulares es esclusiva del monarca. El cambio, al laicizarse el oficio, su designacin se
efecta por los virreyes y gobernadores. Empero, la mayor entidad de las fiscalas y, sobre todo,
la reciprocidad funcional de las fiscalas y protectoras determinan que la eleccin y nombramiento de jueces y protectores de indios se asigne, el 11 de marzo de 1781, a los fiscales del
crimen de las audiencias. Solo que los designados como tales protectores no deben gozar salarlo alguno por razn de sus empleos. Efectuado el nombramiento, corresponde al fiscal dar
cuenta de ello a la real audiencia.(141) Normalmente, a los electos se les denomina protectores
partidarios, esto es, protectores de especficos distritos administrativos partidos, es decir, protectores de una determinada demarcacin territorial.
En fin, fiscales audienciales y protectores comparten funciones y reas y, segn los tiempos y
las calidades y jerarqua de sus titulaciones, y sus rangos sociales. La superior representatividad
comparativa de los fiscales audienciales, su credibilidad y su independencia funcional, determinan que, en la tramitacin de todos los asuntos indgenas, se les prefiera a lo protectores
cuando su intervencin no est sometida, necesariamente, a una precisa norma procedimental.
En todo caso, la actividad de los protectores y, en especial, la de los protectores fiscales complementa la de los fiscales audienciales.
[Fuente: Santiago Gerardo Surez, Los Fiscales Indianos. Origen y evolucin del Ministerio Pblico, Coleccin
de Fuentes para la Historia Colonial en Venezuela, Captulo X, Caracas, Academia Nacional de la Historia,
Italfrgica, 1995, pp. 267/294]
(141) Designacin de un protector de indios para las alcaldas mayores de Tuxtla y Ciudad Real. Ao
1782, en Boletn n 6 (Documentos Histricos de Chiapas).
(142) Richard Konetzke, Coleccin, III, op. cit., pp. 576/578, Doc. 283.
Por otra parte, al prohibirse a los protectores el goce de un sueldo o salario, el oficio adquiere,
automticamente, un carcter honorfico, extensible, en su caso, a los tenientes de protectores.
Naturalmente, tal honorificencia debe ser de alguna manera... honrada! A partir de entonces,
en muchos casos los tenientes protectores reclaman asiento en las funciones pblicas de los
cabildos y ayuntamientos y la corona se muestra dispuesta a otorgarles tal distincin. Solo que
la prerrogativa se condiciona a que los protectores partidarios y sus tenientes llenen ciertas
condiciones. Se ordena que no sean negros ni mulatos, ni estn casados con mujeres de estas
castas, y se hallen adornados de la calidad de hijos legtimos de matrimonio, arreglada conducta, buena fama y opinin y, adems, que no tengan otro empleo u oficio de jurisdiccin
que pueda ocasionar competencia o disturbios con los cabildos o las Justicias, cuya experiencia
parece han experimentado algunos pueblos.(142)
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