Resumen Parcial Americana II
Resumen Parcial Americana II
Resumen Parcial Americana II
UNIDAD 1
Así, los latinoamericanos –unos por amor y otros por la fuerza- crecieron unidos en la
obediencia a la iglesia de Roma, de la cual los reyes ibéricos y el clero a sus órdenes eran los
garantes.
Quizás el éxito principal y más duradero se encuentre en el hecho de que hoy se habla de esta
área entera e inmensa empleando un término común: América Latina (Hispanoamérica o
Iberoamérica antes). Es decir, no sólo que toda ella sea una unidad lingüística y religiosa, lo
que es determinante, sino que toda entera sea vivida y entendida, en el imaginario colectivo,
como un conjunto. En suma, América Latina sigue siendo una comunidad imaginada, una
civilización con rasgos propios que la distinguen de otras; como tal, también es un mito. Tanto
en la historia como en la actualidad, en el mundo político e intelectual y en el de la vida
cotidiana, en los estudios o en la retórica, permanece vivo el mito político y espiritual de la
unidad latinoamericana.
La unidad política no sobrevivió al derrumbe o declinar de aquello que la había hecho posible:
la caída del imperio español y la decadencia del imperio portugués.
Por lo tanto, unidad y pluralidad son los dos polos de la historia latinoamericana. Se entiende
por unidad la idea de América Latina como concepto histórico, es decir, como el área del
continente americano donde, desde el siglo XVI, fue implantada la civilización ibérica, la cual
dejó allí como herencia la lengua y la religión, que a la vez son ejes de una visión del mundo y
de un sistema de valores que han plasmado sociedad y mentalidad, y donde la pluralidad se
vuelve evidente en las formas diversas que esa cepa común asume país a país, e incluso región
a región. Esto resulta inevitable, considerando que, antes de la colonización ibérica, existían allí
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tanto grandes civilización como pueblos en estado nómade, tierras muy pobladas y otras
semidesiertas; y que gigantescos obstáculos naturales han hecho que la fragmentación sobre
la unidad prevaleciera, aun durante los siglos de dominio ibérico; y que el comercio de los
esclavos antes y las grandes olas migratorias europeas después afectaran de manera diferente
las diversas áreas.
Por su historia y por su naturaleza, el curioso mosaico humano que durante los siglos se ha ido
formando en América Latina se presta a reforzar el principio de unidad o bien dar un impulso
ulterior a la fragmentación. Favorece la unidad, la mezcla étnica y cultural capaz de dar vida a
un conjunto humano original, mestizo por naturaleza propia. Favorece en cambio la
fragmentación cuando las barreras entre sus componentes permanecen infranqueables. En tal
caso, la etnia puede volverse etnonacionalismo, es decir, identidad excluyente y
autosuficiente.
El último y fundamental paso para atravesar el umbral que introduce al estudio de América
Latina contemporánea se refiere a su ubicación en el horizonte de las civilizaciones modernas.
Por eso, América Latina, por su historia y cultura, es parte integrante de Occidente.
Conquistada por los reyes de España y de Portugal, la América ibérica no fue para ellos un
mero botín o una avanzada desde la cual extraer las riquezas locales. Fue eso, naturalmente,
pero también fue mucho más. La América ibérica se volvió ella misma España y Portugal, y
como tal permaneció durante casi tres siglos. Constituyó entonces parte de los imperios
metropolitanos, los que la usufructuaron pero poblándola, la dominaron pero gobernándola, la
contrataron como parte de ellos mismos.
La moderna historia política, social, económica, cultural y religiosa de América Latina es parte
de la más general de Occidente, por el cual ha sido forjada y al cual ha dado aportes claves.
América Latina entró en Occidente volviéndose Europa, de la cual durante siglos fue parte
significativa. Europeos eran sus soberanos y sus socios comerciales; europeo era el clero que la
evangelizada y los orígenes de sus instituciones. Europeas, por orígenes y cultura, ideas y
costumbres, eran las elites que dirigían sus fortunas y destinos. Lo que la geografía colocaba en
América, la historia lo hacía parte de Europa.
La era colonial permitió la implantación en América Latina de las diferentes estructuras de los
países colonizadores (España y Portugal).
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Así, conformadas las sociedades coloniales americanas, desarrollaron los rasgos que no solo
condicionaron el posterior tránsito a la independencia, sino que plasmaron una densa
herencia.
La herencia política.
Durante casi tres siglos, América Latina fue Europa. Durante estos, se fue modificando ideas y
tecnologías; se modificó el equilibrio entre las potencias europeas, ya que las potencias
ibéricas entraron en un progresivo declive, mientras que las potencias del norte (Gran Bretaña
y Francia) emergieron.
América Hispana: más extensa, rica y poblada. Portuguesa: poco habitada y sobre la costa.
-Términos políticos: los imperios ibéricos fueron organizados y concebidos para dejar en
herencia tanto un principio de unidad como fragmentación.
La ley del rey era reconocida en signo de sumisión a su legítimo poder. El gobierno era otra
cosa de las elites coloniales, las cuales eran parte integrante de un imperio unitario.
Pero los monarcas también admiten el imperio de fragmentación el cual prevaleció una vez
caído el imperio. Sólo existía la sentencia del rey. Una civilización de concepción fuerte en lo
espiritual pero débil en lo político.
La sociedad orgánica.
En términos generales, es posible afirmar que el espíritu y los instrumentos sobre los cuales se
asentó la arquitectura de las sociedades ibéricas en América forjaron un orden corporativo, el
cual era la norma para las sociedades de la época.
Las leyes que regulan dichas sociedades dotaron de vida a una sociedad de corporaciones.
Donde los derechos y deberes de cada individuo dependían de los derechos y deberes del
cuerpo social al cual pertenecían.
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En América funcionaba de la misma manera y presentaba los rasgos más fundamentales: era
una sociedad “sin individuos”. En tal sentido, los individuos se veían sometidos al organismo
social en su conjunto y era jerárquica porque en esta tampoco eran todos los miembros.
Estas sociedades orgánicas eran ricas en contrastes; porque se veían sujetas a revueltas
recurrentes y una sorda hostilidad contra el orden establecido. Es decir, aunque fueran
atravesadas por fuertes internas, aquellas sociedades presentaban también en sus rígidos
estratos algunos aspectos que luego serían idealizados, que es necesario tener en cuenta para
comprender la extraordinaria resistencia al cambio y al paso del tiempo de ciertos rasgos de
aquel orden establecido.
Economía periférica.
Lo que resulta relevante a la hora de comprender la herencia económica que dejó la era
colonial en América independiente, es que, en esos siglos, América se volvió periférica de un
centro económico lejano. Un centro que ejerció el monopolio comercial con los territorios
americanos y que busco conservarlo, puesto que comprendía que el monopolio económico
sobre las posiciones era un centro de poder, ya que las potencias ibéricas eran tan poderosas
en el siglo XV como declinantes dos siglos después.
Poco a poco el dicho centro se volvió periferia de otro centro, el que desde el norte de Europa
guio la revolución en el comercio y la industria desde el siglo XVIII en adelante.
Esta condición continuó incluso cuando el monopolio comercial con Latinoamérica comenzó a
peligrar bajo el impulso de la competencia inglesa. Cuando el cordón con España y Portugal se
cortó por completo y América Latina quedó huérfana de un vínculo del cual era dependiente.
En síntesis, América Latina recibió en herencia empujes unitarios incluso de la economía. Más
aún se trataba de fuerzas centrifugas dada la natural tendencia de cada una de las regiones a
establecer vínculos con el socio exterior más conveniente.
Régimen de cristiandad.
Lo que quizá más pesó sobre su historia es el imaginario social de tipo religioso que la
impregno hasta sus pliegues más íntimos. Este diseñaba una sociedad organizada como una
comunidad orgánica, como reflejo de un orden divino revelado.
Los imperios iberitos fueron regímenes de cristiandad: lugares donde el orden político se
asentaba sobre la correspondencia de leyes temporales con la ley de Dios y donde el trono
estaba unido al altar.
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Sin embargo, América Latina quedó fuera de la Reforma Protestante y ajena a la ruptura de la
cristiandad occidental y así se convirtió en tierra de Contrareforma.
El fundamento del orden político y social de América ibérica fue la unanimidad religiosa.
El segundo aspecto, en virtud de lo anterior, la Iglesia católica asumió un rol, que se debía en
primer lugar a una constituía el pilar ideológico de aquel orden político. Legitimar la soberanía
del rey sobre estas tierras era obra de la evangelización. Y segundo, se debía a que la
catolicidad era el eje de la unidad de un territorio fragmentado.
Erosión por las Reformas Borbónicas (España) y las Pombalinas (Brasil), que fueron las que
acrecentaron los poderes militares en favor del ejercito real; favorecieron al clero secular, la
expulsión de los jesuitas. En lo económico se nacionalizaron y aumentaron los intercambios,
acentuando la brecha entre la Madre Patria (productores de manufacturas) y las colonias
(proveedores de materia prima).
Además buscaban enfrentan las decadencias que los asechaban y las nuevas potencias que los
desafiaban. Sin embargo, no fueron del todo eficaces.
En las Américas, se difundió la percepción de que ahora existían jerarquías muy evidentes
entre metrópolis y colonias, donde la primera detentaba la primacía.
Entre los americanos del siglo XVIII fueron brotando vagos sentimientos patrióticos.
Agudizados por reacciones a la centralización ibérica. Estos modos de sentir fueron los
embriones de futuras nacionales, pero por otro lado, el panorama económico y demográfico
americano empezó a cambiar. Surgieron nuevos centros (Caracas y Buenos Aires) done la
herencia hispánica era más débil y el comercio ingles alcanzo más rápidamente sus primeros
objetivos y donde los movimientos independientes surgieron con más fuerzas.
Reformas Borbónicas.
Su principal objetivo fue el cobro más efectivo de impuestos a las colonias. Se ocupaban de la
economía y de la administración pública con el fin de volverlas más eficientes.
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-Reformas religiosas que limitaban la autorizad del rey y sus funcionarios, además de su
enorme poder económico. Así, las reformas, apuntaron a la expulsión de los jesuitas, la
secularización y expropiación de los bienes y potenciamiento del clero secular.
El inicio del derrumbe de los imperios ibéricos comenzó con la invasión de los ejércitos
napoleónicos en Europa.
La ciada del monarca español generó un enorme vacío de poder en América Latina, y así, se
inició una disolución sobre la soberanía popular.
Esto llevo a que en los reinos americanos se dé un proceso histórico largo, complejo y violento.
Por diversas razones:
-Permitió el ascenso político comercial y militar de los estados modernos europeos (Inglaterra)
-Instauró las premisas para su americanización. A buscar plasmar una civilización original.
Por qué las invasiones napoleónicas excedieron este panorama; porque debeos distinguir las
de Brasil con la de la América española. Si bien Portugal sufrió la invasión, el imperio de
Portugal no fue privado de aquello que garantizaba su unidad y legitimidad. En cambio, en
España, Napoleón encarceló a Carlos IV y Fernando VII (hijo) imponiendo en el poder a José
Bonaparte; así se formó la junta de Cádiz que reivindico el nombre del rey prisionero. Ausente
el rey legítimo, América se cuestionó quién gobernaba y por qué obedecer a Cádiz. Por lo
mismo, España fue un imperio organizo y heterogéneo que había perdido su único principio de
unidad.
De la independencia no hay una sola causa, sino múltiples y complejas que actuaron en
conjunto, aunque no todas obraron con la misma intensidad en todas partes:
-Clima revolucionario. Revolución de EE.UU. y Revolución francesa, que afectaron a los ideales.
Fase autonomista.
Luego de la llegada de la noticia de la caída del rey, se presentan dos situaciones: los
principales centros americanos, que reaccionan igual que las ciudades españolas: creando
juntas. Pero estas juntas se declararon como solución transitoria en nombre de Fernando VII y
hasta que se retornara.
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Los criollos que guiaron estas juntas, tenían en claro que la ausencia del soberano les brindaba
la posibilidad de recuperar la autonomía pérdida a causa de la voluntad centralizadora de los
Borbones.
Por este motivo, la primera fase del grupo de independencia que se prolongó hasta la
restauración sobre el trono de España de Fernando VII en 1814, se suele denominar
“autonomista”. La autonomía era el horizonte de las elites criollas que por primera vez en
América asumieron el poder en primera persona.
En 1812 se redacta la Constitución de Cádiz, cuya función era crear un poder legítimo en
ausencia del rey, poner límites al poder absoluto del soberano.
La importancia que se le da, es que, por un lado, América hispánica vivió su primera
experiencia electoral y por otro, los constituyentes peninsulares reafirmaron el principio de la
primacía peninsular.
Política moderna.
Los móviles que dirigieron a los americanos a la independencia eran liberales. Así, las
revoluciones hispanoamericanas habrían formado parte de una ola revolucionaria mucho más
amplia y general. Proclamaban la necesidad de derrumbar los fundamentos de la sociedad
corporativa para crear una sociedad de iguales. Se buscaba un nuevo pacto social y político
que configurara, organizara y delimitara el poder político y lo legitimara en nombre del pueblo
soberano.
Otros autores consideran que esta fue gracias a la transformación del imperio católico a Estado
moderno, que se dio gracias a las reformas borbónicas. Por lo tanto, la independencia habría
sido fruto de una revolución liberal, sino de la reacción americana en defensa de las libertades
que las reformas borbónicas habrían provocado.
Guerras de independencia.
En 1814 la Constitución de Cádiz fue anulada por Fernando VII y se impuso la restauración del
absolutismo. En América se enviaron tropas para restablecer el orden, sin embargo los criollos
locales del Virreinato del Río de La Plata promulgaron su independencia en 1816 que se va
gestando dentro del proceso revolucionario de Mayo de 1810.
Así se inició la guerra de independencia contra España. Conflicto que perduró hasta el fin de la
batalla de Ayacucho en 1824.
Simón Bolívar, desde Nueva Granada guío la liberación de Colombia y Venezuela. San Martín
desde el Río de La Plata, cruzó Los Andes y liberó Chile y fue hacía Perú al cual también liberó.
Ambos se encontraron en Guayaquil y reunieron sus ejércitos. Bolívar buscaba la
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confederación de repúblicas independientes y San Martín la solución a la monarquía
institucional bajo la corona extranjera.
Cambios de la independencia.
La independencia de la América ibérica no fue un proceso lineal, sino que tuvo convulsiones en
las que finalmente tomaron parte quienes temían tanto la restauración como la constitución.
En algunos países se trató de no incitar a la violencia entre las castas, mientras que en otros,
hubo que movilizarla.
Hispano América: nacieron varias repúblicas; no ocurrieron los hechos de la misma manera en
todas las partes.
La Doctrina Monroe fue un manifiesto orientado a las relaciones exteriores de Estados Unidos
con la parte latina del hemisferio de 1823.
En México (y América central) las elites temían los resultados de los indios mucho más que la
dominación española, debido a la Revolución de Haití de 1804.
Los independentistas fueron derrotados mucho tiempo por los españoles. En América del sur,
las elites liberales se enfrentaban a una cruda realidad: el pueblo soberano que tenían como
fundamento era más imaginario que real. Y una vez desaparecido el imperio y la obediencia al
rey, surgieron numerosos estados, en donde cada grupo se consideraba en posición de una
plena soberanía.
España es una metrópoli antigua sin desarrollar, lo mismo para sus colonias ya que solo podían
exportar materias primas a sus respectivas metrópolis.
La colonia producía metales preciosos, la metrópoli no. La metrópoli dependía de una marina
mercante extranjera. Poseían una elite señorial sin tendencia al ahorro y a la inversión.
En la segunda mitad del siglo XVIII la España borbónica busco modernizar su economía,
sociedad e instituciones. las reformas se fundamentaron en ideas fisiócratas, mercantilistas, a
través de la ilustración y del liberalismo económico.
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En el arribo de los borbones al poder, los intentos por reformar esta situación tuvieron
diferentes ideas. Nunca se buscó construir nuevas estructuras sino reformar lo existente que
era esencialmente agrícola.
España:
- Metrópoli subdesarrollada.
- Sin desarrollo industrial.
- Economía agraria.
- Inconsistencia de formaciones políticas.
En cuanto a los ejércitos locales, no disponía de muchos efectivos peninsulares, por lo cual
debía reclutarlos en la colonia. La economía local fue sobrellevada con su consecuente
desagrado. Sin embargo, se estaban formando ejércitos nacionales que luego se volverían en
su contra; por ejemplo, la rebelión indígena en el Alto Perú en 1780.
Como medidas impopulares; las reformas borbónicas se profundizaron y mayores fueron los
síntomas de decadencia del sistema colonial español. Debido a las guerras con Gran Bretaña, el
imperio hispano exigió cada vez mayores partidas de ingresos, las cuales se convertían
rápidamente en fondos para financiar su política exterior.
Esto genero altos impuestos y escasez con su debido resentimiento. El dominio español
comenzó a ser visto como un obstáculo al comercio y a la productividad, se resistió la
recaudación de impuestos imperiales y se creó el deseo de autonomía local.
En cuanto al comercio marítimo, las reformas borbónicas quisieron ejercer una presión fiscal
creciente sobre una economía controlada en expansión. Al principio reorganizaron el comercio
colonial para rescatarlos de extranjeros y asegurar el retorno hacia España.
Su ideal era exportar productos españoles a un mercado imperial. Entre 1765 y 1776
desmantelaron la vieja estructura del comercio transatlántico, bajaron las tarifas, abolieron el
monopolio de Cádiz, abrieron comunicaciones directas entre los puertos de la península y las
islas del Caribe y autorizaron el comercio entre las colonias. Así se fue extendiendo en
comercio libre y protegido entre España y América, que en 1778 se aplicó a Buenos Aires, Chile
y Perú.
En las obras de la época se dejaba en claro que el propósito era el desarrollo de España y no de
América, y se buscaba atar estrechamente la economía de las colonias a la metrópoli.
A finales del siglo XVIII, el sistema entró en crisis. Se generaron bancarrotas, la industria local
decayó y los productos americanos no podían por ley comerciar con otras nacionales.
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A pesar del repente en la producción minera de México y Perú, España no pudo ver los
beneficios ya que boleta comercial y su poder naval fueron barridos por los ingleses
acelerando así la decadencia del imperio.
La guerra con Gran Bretaña: en abril de 1797, Gran Bretaña bloquea los puertos españoles
Cádiz y Barcelona. Las consecuencias para España fueron nefastas ya que todo su comercio
marítimo quedo paralizado, produciéndose una enorme escasez de insumos en América.
Mientras se discutían las soluciones al bloqueo (liberal o mantener el monopolio) los puertos
americanos simplemente abrieron sus mercados al comercio con países neutrales.
Luego de la guerra, España trató re renovar el decreto, pero las colonias protestaron.
Los puertos hispanoamericanos continuaron con el comercio con neutrales. En este punto,
América Latina ya había dejado de lado el comercio exclusivo con la península, por lo que ya
experimentaba una cierta independencia económica.
En 1805, se autorizó el comercio con los barcos neutrales, ya sin la obligación del retorno a
puerto español. Esto confirmaba la desaparición de España como agente importante en el
comercio transatlántico.
El moderno sistema mundial nació a lo largo del siglo XVI. América –como entidad geosocial-
nació a lo largo del siglo XVI. La creación de esta entidad geosocial, América, fue el acto
constitutivo del moderno sistema mundial. Una economía-mundo capitalista no hubiera tenido
lugar sin América.
Para el establecimiento de tal economía-mundo capitalista fueron esenciales tres cosas: una
expansión de volumen geográfico del mundo en cuestión, el desarrollo de variados métodos
de control del trabajo para diferentes productos y zonas de economía-mundo, y la creación de
aparatos de Estado relativamente fuertes en lo que posteriormente se convertirían en Estados
del centro de esta economía-mundo capitalista.
América fue esencial para las primeras dos de estas tres necesidades. Ofrecieron espacio y
constituyeron el locus y el primer terreno experimental de los “variados métodos de control
del trabajo”.
En América hubo una destrucción tan vasta de las poblaciones indígenas y una importación tan
abundante de mano de obra, que el proceso de periferización generó menos una
reconstrucción de instituciones políticas y económicas que su construcción. La forma de
resistencia cultural a las condiciones opresivas fue menos en términos de historicidad que en
términos de un salto hacia la “modernidad”. La americanidad ha sido siempre un elemento
esencial en lo que entendemos como “modernidad”. América fue el “Nuevo Mundo”, un
estandarte y una carga asumida desde la partida.
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La colonialidad se inició con la creación de un conjunto de estados reunidos en un sistema
interestatal de niveles jerárquicos. Los situados en la parte más baja eran formalmente las
colonias. Incluso una vez acabado el status formal de la colonia, la colonialidad no terminó, ha
persistido en las jerarquías sociales y culturales entre lo europeo y lo no europeo. Todos los
estados de este sistema interestatal eran creaciones novedosas- desde aquellos situados en la
cúspide hasta aquellos situados en la parte más baja. En América todas las fronteras eras
nuevas. Y durante los tres primeros siglos del moderno sistema mundial, todos los estados de
América fueron colonias formales, subordinadas políticamente a un puñado de estados
europeos.
Fue la descolonización la que fijó la situación estatal de los estados descolonizados. Los
virreinatos españoles fueron compartidos en el proceso de las guerras de independencia hasta
erigir, más o menos, los estados que hoy conocemos. Trece de las más de treinta colonias de la
corona británica pelearon juntas en una guerra de independencia y se convirtieron en un
nuevo estado, Los Estados Unidos de Norteamérica. Las independencias cristalizaron la
situación de estos estados como el medio por el cual el sentimiento común de nacionalismo
podía cultivarse y florecer. Reafirmaron a los estados en ju jerarquía. La independencia no
deshizo la colonialidad; sencillamente transformo su entorno.
Las etnicidades son siempre construcciones contemporáneas, de manera que son siempre
cambiantes. Pero todas las grandes categorías por medio de las cuales dividimos hoy en día a
América y el mundo (americanos nativos o indios, negros, blancos, criollos, europeos,
mestizos, u otro nombre otorgando a las supuestas categorías mixtas), eran inexistentes antes
del moderno sistema mundial. Son parte de lo que conformó la americanidad. Se han
convertido en la matriz cultural del entero sistema mundial.
La etnicidad sirvió no sólo como una categorización impuesta desde arriba, sino como una
reforzada desde abajo. Formas culturales asociadas con las identidades étnicas. Esto fue un
calmante político (aprender cómo adaptarse y así sostenerse); pero a la vez radicalizante
(aprender la naturaleza y el origen de las opresiones).
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La etnicidad coloreó también el conjunto de movimientos independistas de finales del siglo
XVIII y principios del XIX, en la medida en que varios de ellos se hicieron cada vez más
claramente movimientos de los colonos blancos, horrorizados por los espectros de repúblicas
de ex esclavos negros como en Haití o por los reclamos de indígenas americanos rurales de
echar por tierra la jerarquía étnica, como el caso de la rebelión de Túpac Amarú.
En consecuencia, la etnicidad no bastó para mantener las nuevas estructuras. En tanto que la
evolución histórica del moderno sistema mundial, trajo el final del dominio colonial formal
(primero en las Américas) y la abolición de la esclavitud (ante todo un fenómeno de América),
la etnicidad fue reforzada por un consciente y sistemático racismo. Por supuesto, el racismo
estuvo siempre implícito en la etnicidad. Pero el racismo hecho y derecho, teorizado y
explicito, fue un gran medida una creación del siglo XIX, como una manera de apuntalar
culturalmente una jerarquía económica cuyas garantías políticas se estaban debilitando en la
era de la soberanía popular después de 1789.
La ascensión de Estados Unidos, después de 1945, a la hegemonía del sistema mundial, hizo
ideológicamente insostenible el mantenimiento de la segregación formal en este país. Por otro
lado, la misma hegemonía hizo necesario para los Estados Unidos permitir una vasta
inmigración legal e ilegal desde los países no-europeos, tanta que dio origen al concepto de
tercer mundo interno.
La etnicidad necesitaba aún ser mantenida a flote por el racismo, pero el racismo necesitaba
ahora una carta más sutil.
Fueron las independencias de América las que representaron la realización política de esa
novedad que se reputaba de mejor. La modernidad se convirtió en la justificación del éxito
económico; pero también en su prueba. El concepto de la novedad fue así la cuarta y quizá la
más eficaz contribución de la americanidad
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En la Revolución social los cambios básicos sociales y políticos ocurren unidos en donde la
lucha de clases tiene un rol fundamental.
TILLY. Reagrupa las fases en dos grandes grupos; por un lado, la situación revolucionaria (fase
1 y 2) donde se entraña una soberanía múltiple donde dos o más bloques tienen aspiraciones
incompatibles entre sí a controlar el Estado. Por otro, el resultado revolucionario (3 y 4), el
cual se produce solamente cuando tiene lugar una transferencia de poder de quienes lo
detentaban antes de la situación revolucionaria, a una nueva coalición gobernante.
Tanto Skocpol como Tilly, llaman “revolución” a las triunfantes. Ambos coinciden en el uso de
la violencia.
La Revolución según Ansaldi: toma los elementos de Tilly (situación y resultado) pero incluye la
idea del fracaso, de que el resultado puede ser una victoria o una derrota. Y añade la idea de
un conflicto de clases, ya sea intraclase (entre clase) o interclases (dentro de la misma clase).
Como proceso, la revolución se desarrolla en dos grandes momentos. La situación, donde los
insurgentes controlar el poder establecido, que generalmente está en crisis. Hasta acá, la
revolución es una tentativa. Para que la revolución sé dé es necesario que se produzca un
desenlace o resultado, es decir una transferencia del poder en favor de los insurgentes.
La victoria puede ser irreversible o transitoria, concluyendo el proceso con la derrota del
proyecto revolucionario, de ahí que pueden considerarse casos de revoluciones frustrantes o
fallidas.
CAPÍTULO III: LAS REPÚBLICAS SIN ESTADO. HISTORIA DE AMÉRICA LATINA. DE LA COLONIA
AL SIGLO XXI. LORIS ZANATA.
Inestabilidad y estancación.
El ingreso a la vida independiente no fue para los países de América Latina una marcha
triunfal. En todas partes, las distintas regiones entraron en una marcada por privaciones,
frustraciones y expectativas traicionadas. Las primeras décadas posteriores a la guerra de
independencia se caracterizaron por inestabilidad política y las estancaciones económicas
como tendencias generales.
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La inestabilidad política se manifestó en la imposibilidad de imponer el orden y hacer valer la
ley y la autoridad de sus constituciones en el territorio de las nuevas naciones, sujetas en su
mayoría a luchas entre caudillos. Los nuevos estados eran más una propuesta que una
realidad. Y su nacimiento no se vio acompañado de ningún sentido definido de pertenencia a
unas naciones. El principio federalista, puso en evidencia la dificultad para fundar un orden
estable así como la fragmentación del poder.
Es preciso entonces, preguntarse acerca de los motivos por los cuales la independencia reservó
sorpresas. Por una parte, es posible vincular esos problemas, de tan enorme gravedad, a
factores estructurales. Las economías americanas se habrían encontrado de golpe privadas de
los ingresos vitales del comercio colonial, y sin alcanzar a sustituirlos a través de nuevas
relaciones comerciales con las potencias en ascenso. A esto le siguió una sustancial
estancación comercial y una drástica reducción de las finanzas públicas. Así los nuevos estados
se encontraron privados de los recursos necesarios para construir sus propias estructuras y por
consiguiente, para hacer valer su autoridad en el territorio nacional.
Estas condiciones no permitieron la formación de una clase dirigente fuerte y cohesiva que sea
capaz de guiar el proceso de la construcción del estado.
Por otra parte, en relación a los factores culturales. En términos generales, la desesperación
del principio de unidad impuso a toda la región la cruda realidad de su pluralidad. Los
principios liberales sirvieron para erosionar el viejo orden orgánico pero no lograron fundar
uno nuevo.
Las constituciones.
A mediados del siglo XIX, con la caída de la monarquía y la antigua legitimidad, no quedo a las
repúblicas más que fundar una nueva legitimidad basada en la soberanía del pueblo, principio
cuya expresión lógica vendría a ser la Constitución.
Sin embargo estas constituciones fueron en buena medida mero instrumentos políticos para
legitimar poderes conquistados por la fuerza y mantenidos a través de métodos muy distintos
de los sostenidos por los liberales.
Esto se daba mientras el poder real se organizaba por fuera de aquellas constituciones, se
fragmentaba, es decir, mientras la autoridad política caía en manos de los caudillos y jefes
políticos que estaban en condiciones de ejercer el poder con manos de hierro sobre
determinados territorios.
Allí donde parecía afinarse el corazón de la vida local apenas comenzaba la estancación de los
intercambios comerciales con extranjeros.
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pero también, previeron un poder ejecutivo débil, parlamentos con poderes amplios, estados
federales y un extendido derecho al voto.
Estas nuevas constituciones, atendieron más al orden que a las libertades, limitaron el acceso
al voto sobre la base del censo y dejaron olvidadas las ambiciones de limitar el poder la iglesia.
Establecieron gobiernos fuertes y estados centralistas, bajo los cuales sucumbió el federalismo
de los primeros años de la vida independiente.
Sin embargo, en la mayoría de los casos el poder político fue ejercido por caudillos, por jefes
políticos y militares de perfil social heterogéneo. Su fundamento era una amplia red de
clientelas informales a la cual el caudillo otorgaba protección a cambio de lealtad. Su autoridad
estaba por encima de la ley y era arbitraria y personal.
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Inflexión de mediados del XIX.
Los líderes de la independencia iban desapareciendo, dando lugar a una nueva generación de
jóvenes intelectuales y ya no militares. Desde mediados de siglo algo comenzó a cambiar,
imperaba un nuevo “espíritu de los tiempos” que prenunciaba grandes cambios.
Para aquellos liberales nuevos, era necesario ir más allá. Cortar de un solo golpe y erradicar
para siempre las raíces del pasado hispánico y católico, orgánico y corporativo que según ellos
impedía el desarrollo económico.
Para crear naciones nuevas y progresistas de ciudadanos independientes era necesario tomar
medidas drásticas. En primer lugar: ir contra la iglesia católica ya que sus bienes eran los
símbolos más evidentes del freno del pasado. Sumado al monopolio de la educación que
obstaculizaba la circulación de nuevas ideas. La iglesia era lo más sólidos bastiones de la
sociedad orgánica de la cual los liberales querían liberarse.
Desde el punto de vista económico-social en América Latina y el Caribe en el siglo XIX: proceso
de transición que condujo a estructuras aún muy semejantes a las de la época de la
colonización mercantilista, a otras características de lo que suele llamarse capitalismo
periférico, dependiente o subdesarrollado. Dicho proceso constituye el eje alrededor del cual
se articula todo el siglo XIX social y económico de la región en estudio.
El momento de la síntesis global no ha llegado aún para el siglo XIX, en lo relativo a la historia
de Latinoamérica y del Caribe. Realidades estructurales muy distintas.
Proceso de transición al capitalismo dependiente son lo que definen los tipos y los grados de
cristalización de los sistemas económicos-sociales conformados durante la Colonia.
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variados procesos, pero siempre muy distintos, puesto que no se plantea la necesidad
de destruir patrones anteriores de organización muy considerables y arraigados.
3- Transiciones “frustradas”, o sea, aquellos casos en que, por alguna razón, fracasaron
los intentos de provocar un cambio radical en el ordenamiento estructural.
La importancia de esta cuestión es que en un principio, a erigir la evolución histórica del oeste
europeo o de los Estados Unidos en caso “clásico o típico”, lo que, como es natural, sólo podía
conducir a que se viera el desarrollo latinoamericano como algo “atípico”, “deformado” y
hasta “monstruoso”. Es indudable que uno de los elementos que más han atrasado la
comprensión adecuada del problema, ha sido la actitud ética o normativa frente a la realidad
que se pretendía estudiar: las visiones de lo que “debería ser” se proyectaban
permanentemente sobre dicha realidad, la borraban o distorsionaban.
Otra actitud mental muy negativa, es el rechazo de lo que Pierre Vilar llama conceptos
intermedios- nación, guerra, estado, etc.- conceptos, dice el mismo autor, “ni más ni menos
teóricos, ni más ni menos históricos”, que otros. Acerca de tales conceptos “manejados sin
cesar” pero “apenas pensados”, Vilar muestra que es a través de ellos que se puede estudiar la
forma en que se ejerce la “última instancia” representaba por las contradicciones de clase,
originadas a su vez, en el marco del modo de producción.
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evolución de las fuerzas productivas y de la acumulación de capital en el contexto
histórico de América Latina.
2- La consideración de la dialéctica interno-externa de las contradicciones. Así se puede
explicar cómo, en ciertos momentos, se da la confluencia entre las contradicciones
internas de los países centrales y las contradicciones internas de las zonas
dependientes, contradicciones surgidas por razones propias, diferentes una de las
otras, y cuya vinculación puede explicar los cambios estructurales más importantes
ocurridos en las áreas periféricas.
3- La noción de subsunción o subordinación formal del trabajo al capital, que permite
analizar la funcionalidad de los rasgos arcaicos en un proceso netamente capitalista. Y
la idea de que, en determinadas circunstancias, el capitalismo puede también, además
de adaptar y modificar condiciones estructurales preexistentes según las necesidades
de su desarrollo, crear o volver a crear arcaísmos. En reacción contra la tesis simplista
del dualismo estructural o de los restos feudales, existió la tendencia a afirmar, en
forma casi tan simplista, la necesidad de los llamados arcaísmos para el mismo
desarrollo capitalista en las condiciones latinoamericanas, sin tomar en cuenta el
carácter contradictorio y conflictivo de la situación generada por un proceso de este
tipo.
UNIDAD 2
CAPÍTULO IV: LA ERA LIBERAL. HISTORIA DE AMÉRICA LATINA. DE LA COLONIA AL SIGLO XXI.
LORIS ZANATA.
En las últimas décadas del siglo XIX, en América Latina se crearon las condiciones para una
profunda transformación política, económica, social y cultural que no solo dio pruebas de la
integración a los grandes procesos de modernización incitados en Europa por la Revolución
Industrial y por los progresos del constitucionalismo liberal, sino que también profundizo las
brechas entre las diferentes vías naciones transitadas por cada país.
En los regímenes liberales que se establecieron en varios países se produjo una momentánea
tregua en la antigua disputa entre las ideologías de liberales y conservadores. Sin embargo, los
efectos de la agitada modernización promovida por esos mismos regímenes no tardaron en
generar reacción que los pusieron en crisis.
18
Nacimiento del Estado moderno.
Este hecho se da en el periodo que abarca desde la década de 1870 hasta la primera guerra
mundial. En términos generales, por primera vez los gobiernos se vieron en situación de
imponer la ley sobre el territorio nacional entero, unificar la soberanía y obligar a la obediencia
tanto a caudillos como a territorios rebeldes. En este sentido, aparecen por primer vez los
estados modernos en América Latina con sus funciones típicas: ejercicio del monopolio de la
fuerza, creación de una administración fiscal , judicial y escolar nacional para recaudar
impuestos, impartir justicia, formar ciudadanos y construir la nación a través de las escuelas.
Además, la revolución industrial y tecnológica europea instalaron las condiciones para que
América Latina se integrara a la economía mundial, que a través del comercio favoreció los
ingresos del estado. A su vez, tuvo lugar un compromiso implícito entre liberales y
conservadores basados en el comando interés por el orden social, la estabilidad política y el
progreso económico.
La ola de globalización que se da en América Latina durante este período se vio impulsada por
las innovaciones tecnológicas, la navegación a vapor y el boom de los ferrocarriles. Así,
comenzó a comerciarse mercancías a precios más bajos, en tiempos más rápidos y en
condiciones de mayor seguridad, de tal forma que el comercio alcanzo ritmos constantes y los
capitales llegaron en abundancia.
También hubo una inmigración masiva de europeos hacia América, cuyas históricas, culturas,
costumbres e ideas volvieron aún más compleja la ya intrincada trama social latinoamericana.
En términos económicos, se integró como la periferia de ese arremolinado centro, del cual era
necesario complemento. A tal punto, que el nexo que se creó entre ambos ha sido definido
como un pacto neocolonial. El eje de dicho nexo, fue los modelos económicos primarios
exportadores, basados en el libre comercio, en el que América Latina se especializó en la
exportación de materias primas hacia Europa. Mientras que desde Europa, viajaban hacia
América las manufacturas europeas. Al mismo tiempo, arribaron capitales europeos y
norteamericanos utilizados para crear las infraestructuras sin las cuales esta corriente de
intercambio no hubiera funcionado.
Los capitales fueron destinados a puertos, vías férreas, túneles, explotación de minas y
ayudaron a crear un moderno sistema de crédito.
América Latina experimentó, entonces, una gran fase de crecimiento económico que:
19
- También se incorporaron a la agricultura nuevas tierras fértiles.
- Se dio inicio de la urbanización y la expansión de ciudades.
- El crecimiento también fue la causa de distorsiones y vulnerabilidades.
- Como las economías fueron inducidas a especializarse en la producción de los bienes
requeridos por el mercado mundial, cada economía nacional se volvió dependiente de
la fortuna de esos pocos bienes.
Los regímenes políticos de la era liberal fueron denominados oligárquicos. Regímenes políticos
donde la participación estaba limitada y donde el poder político y económico se concentraba
en una elite restringida y dominante.
Los miembros de la elite constituían una oligarquía social, blanca y culta en la cima de una
sociedad fragmentada sobre bases étnicas. Estos regímenes se caracterizaban por la violencia,
la corrupción y los fraudes electorales.
Se trataba de pactos entre las mismas elites que se habían combatido entre sí en el tiempo del
caudillismo y que encontraban en las oportunidades económicas y en el común interés por la
estabilidad política y la paz social un sólido punto de encuentro. Y aquí es donde se da la
convergencia entre liberales y conservadores y entre sus imaginarios políticos y sociales.
México: Porfiriato.
20
Brasil:
Argentina:
En América Latina a comienzos del siglo XIX, el proceso de ruptura con las respectivas
metrópolis abrió un cuádruple proceso, cuya resolución fue la construcción del Estado, la
Nación, las condiciones para posibilitar la inserción de las economías latinoamericanas en la
economía-mundo y una nueva estructura social (de la sociedad estamental a la sociedad de
clases).
En las primeras décadas siglo xx fue primordialmente la convergencia hacia el conflicto con la
dominación y dependencia extranjera el elemento que afirmó la consolidación de la Nación.
El proceso general de formación del Estado y la Nación distó de avanzar en la dirección de una
transformación radical de las sociedades latinoamericanas y estuvo lejos de ser un movimiento
histórico inclusivo y acabado. El cambio fue dirigido “desde arriba”, con una explícita renuncia
a la movilización y participación de las clases subalternas, lo cual resultó en unos Estados
débiles, en general, oligárquicos.
21
propiedades, sembrados, cosechas y animales, fugas de fuerza de trabajo y de capitales como
consecuencia del miedo cuando no del terror generado por la virulencia de los
enfrentamientos.
En el principio, se trataba de construir las bases para la supervivencia del proceso que debía
llevar a la formación de los nuevos Estados. No se trataba sólo de alcanzar un poder central al
que se subordinaran, o al que atacaran, los poderes locales o regionales, es decir, someter las
tendencias centrifugas presentes en la dialéctica entre la centralización y la fragmentación. Se
trataba de producir, a propósito de la formación de los Estados absolutistas europeos, un
“desplazamiento de la coerción política en un sentido ascendente”. Un poder político central
detentando el monopolio de la coacción física (poder militar) y simbólico (poder ideológico-
cultural) necesitaba también, para ser viable, para subsistir y consolidarse, controlar y/o
disponer de recursos fiscales propios, amén de un núcleo administrativo (burocracia). En pocas
palabras, una institución capaz de mantener el nuevo orden.
La cuestión puede plantearse también como pasaje de Estado colonial a Estado nacional, lo
que supone dos cuestiones diferentes y entrelazadas: la creación del nuevo Estado,
reemplazante del anterior, y la creación de algo hasta entonces inexistente, la nación.
Construir el Estado nacional implicaba, por consiguiente, la ruptura de la situación colonial y la
resolución de la cuestión del poder. Conexo con eso, surgió otra cuestión a resolver,
inescindible de toda revolución: la de la legitimidad. Una situación revolucionaria implica un
desacuerdo sobre los fundamentos del orden y una confrontación entre el principio de
legitimidad del régimen existente (el antiguo régimen) y el de los revolucionarios. Una
revolucionaria se caracteriza por la existencia de un doble vacío: vacío de poder –una
revolución comienza por el colapso del Estado- y vacío de legitimidad.
22
Las revoluciones independentistas latinoamericanas constituyeron el pasaje “de un orden
recibido a un orden producido”. Esta definición la que no se logró con la revolución y prolongó
el proceso de construcción del primer orden postcolonial. Fue un proceso que comenzó
enfrentando tres posiciones: la de los partidarios del antiguo régimen 8contrarevolucionarios),
la de los revolucionarios radicales y la de los proclives a soluciones de compromiso o rupturas
pactadas (antirrevolucionarios). Una de las razones por las que se demoró la construcción
estatal fue la complejidad que añadió ese otro proceso con el que la producción del orden
postcolonial estaba imbricando: el de la formación de las clases, o al menos, de una clase capaz
de hacer reconocer sus intereses particulares como los generales de la sociedad.
Preguntas básicas.
La constitución del Estado poscolonial pagó fuerte tributo a una tensión gestada durante la
dominación colonial, la que enfrentó a dos tendencias: una a la fragmentación y otra a la
centralización.
Las formas que adoptaron los Estados nacionales en América Latina y las relaciones de
dependencia sobre la que se construyeron llevan a cuestionar la factibilidad y aplicabilidad de
la formula clásica de Estado-Nación de manera mecánica. ¿Fueron Estados nacionales los que
emergieron de las revoluciones de independencia? ¿O e trató, en cambio, de una mera
centralización del poder? El proceso de formación estatal en Latinoamérica se desarrolló con
igual paso que el pasaje del capitalismo de libre competencia al capitalismo monopólico en los
países centrales, coronando, pues, con la simultanea constitución del imperialismo. Este
proceso resultó en la consolidación de regímenes no democráticos, a menudo oligárquicos,
forma de dominación político-social típica del modelo primario-exportador. Fue más bien sólo
aparato estatal y por ende, mera dominación.
23
En el proceso de formación estatal en América Latina, los intereses regionales a veces se
expresaron mediante la reivindicación del federalismo o de la autonomía, y en el límite, la
secesión. Fueron, en primer lugar, las bases materiales de la dominación oligárquica.
Fue progresivo porque destruyó las producciones precapitalistas y expandió las (para la época)
superiores relaciones capitalistas, fue progresivo porque aquella destrucción no generó una
burguesía capaz de desarrollar una economía capitalista autónoma, sino dependiente. Pero la
dependencia no fue mera consecuencia del ferrocarril ni de las inversiones extranjeras en
medios de comunicación y producción, quizás ante todo, fue de la debilidad estructural de las
burguesías latinoamericanas.
Cuando nos referimos Estado, hacemos referencia al Estado Moderno, construcción de origen
europeo. Y en tanto dirección o mando, tiene dos exigencias:
El Estado constituye mediante relaciones sociales, a la vez que las constituye a estas. Es un
espacio de conflictos entre clases pero también un institución que posee atributos de
estatidad y dispone de aparatos para realizar las funciones esenciales del ejercicio de poder.
24
Atributos de estatidad y aparatos de Estado.
Oscar Oslak propone adoptar los atributos de estatidad, que sirvan para caracterizar el proceso
histórico de formación de los Estados nacionales en América Latina. Ellos refieren a cuatro
capacidades:
Esos atributos, no se corresponden con frases sucesivas del proceso de formación estatal, sino
que suponen un proceso conflictivo, en el que los avances y retrocesos de las capacidades de
los Estados para ejercer sus atribuciones son constantes. Los Estados independizados y
reconocidos como soberanos hacia 1825 sufrieron numerosos arrebatos a su poder en
distintas circunstancias. En el caso de Cuba, Puerto Rico, y Panamá, se trata de estados de
independencia tardía, cuya soberanía estuvo recortada desde el momento mismo de su
surgimiento.
El segundo de los atributos tampoco fue un hecho que aconteció de un momento a otro. López
Alves afirma que las relaciones cívico-militares son el núcleo de la formación del Estado en
América Latina sobre todo teniendo en cuenta los conflictos internos que motorizan el
proceso. Una vez reconocida la independencia desde el exterior, surgieron fuertes
enfrentamientos internos por la dificultad de crear un poder central con monopolio de la
violencia que sea legítimo. La cual estuvo relacionada a la dificultad de la creación de un
sistema económico y financiero sólido.
Dese otro punto de vista, propuesto por Therborn, podemos considerar al Estado como un
conjunto compuesto por cuatro aparatos que corresponden a las cuatro grandes funciones del
mismo. Tenemos así:
25
Este aparato tiene una gran importancia como en materia de recursos fiscales. El
Estado poder es esencialmente Estado impositivo y la administración financiera es la
pieza clave de su administración general.
- La constitución del aparato judicial: incluye las diferentes instancias de administración
de justicia y los diferentes códigos (civil, comercial y penal). Su función de regulación
social tiende a ordenar el campo de la aplicación de la justicia y también de la
administración.
- El aparato represivo: incluye la formación de un ejército nacional y de las policías
provinciales y se encuentra vinculado al aparato judicial. Su primer objetivo fue la
constitución de la monopolización de la violencia considera legitima.
Durante el siglo XIX, las guerras entre países contribuyeron a cimentar un cierto sentimiento
de pertenencia e identidad nacional. Las guerras fueron aún más importantes en el proceso de
la construcción de los Estados. Hubo dos tipos: las que libraron a países latinoamericanos entre
sí y las que algunos de ellos tuvieron con Estados Unidos, Inglaterra, Francia o España.
En América Latina, el termino comienza a tener un auge en el Siglo XIX y una notable difusión,
por lo general negativa y despectiva. Su uso en América Latina ha sido:
- Como subterfugio, para esquivar el problema teórico e histórico de las ciencias sociales
en A.L. (o sea no se hacen cargo)
- El término nuevamente, se remite a una clase social, por lo general terrateniente.
- Si no es una clase social, es una alianza de clases o fracciones.
- También pude ser una difusa fusión de clases y una forma de dominación por parte de
un sector reducido.
Ante esto, el autor estima que se debe hacer una redefinición teórica del término, y expone
que:
26
mayoría de la sociedad de los mecanismos decisivos políticamente. Eso sí, cuando
existe algún tipo de consenso con las clases subalternas este es pasivo.
- La dominación oligárquica puede ser ejercida por clases, fracciones o grupos sociales.
Captura al estado, el cual este estado oligárquico está de acuerdo con el estado
burgués o capitalista, pero es contrario a la democracia.
- La dominación Oligárquica se construye desde la hacienda, lo cual se considera matriz
en las sociedades latinoamericanas, luego pasa a otras instituciones como lo es el
parlamento.
- Esta forma de dominación, da como fruto una forma de ser oligárquico, que tiene
valores definidos como los son el linaje, tradición, raza, ocio entre otros.
El dominio oligárquico no se ejerce de igual manera para toda América Latina, tiene varias
formas:
- Descentralización peor fuerte peso de los poderes locales y regionales, como principal
centros de poder. (Colombia, Ecuador, Perú)
- El poder central se refuerza, a pesar de los refuerzos locales (Brasil)
- Tendencia al debilitamiento de los poderes locales y fortalecimiento y del poder
central (Argentina, Venezuela)
- Primacía temprana y excepcional poder central (Chile)
- También ocurre bajos conflictos sociales y políticos, para que se pueda ejercer el poder
un redefinición geográfica y política. (Bolivia)
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La dominación oligárquica es simultáneamente concentrada y fragmentada en el espacio
público es privatizado. Estructura la vida pública en una res pública y de una intervención
estatal para administrar democráticamente los conflictos más significativos de la sociedad.
Este proceso culmina en la dominación oligárquica a escala nacional, provincial, estadual o
regional, enfrentándose entre sí. Es una lucha intraoligarquica, esta es la que domina en un
nivel casi completo a todo el espacio
Proceso que lleva la etapa de Iberoamericana comenzada a mediados del siglo XIX: fijación de
un nuevo pacto colonial que, había sido para algunos sectores protagonistas el contenido
concreto de la emancipación de España y Portugal. Ese nuevo pacto transforma a
Latinoamérica en productora de materias primas para centros de la nueva economía industrial,
a la vez de artículos de consumo alimenticio en las áreas metropolitanas; la hace consumidora
de la producción industrial de esas áreas, e insinúa al respecto una transformación, vinculada
en parte con la estructura productiva metropolitana: no son ya los artículos de consumo
perecedero (textiles, seguidos de lejos por los de maneje domestico) los absolutamente
dominantes: las inversiones aseguran un flujo variable de bienes de capital, productos de la
renovada metalurgia, y también uno más constante de combustibles y repuestos y otros
productos complementarios.
Las nuevas funciones de América Latina en la economía mundial son facilitadas por la adopción
de políticas librecambistas. El librecambio es un factor de aceleración del proceso que
comienza para Latinoamérica, y esa es, sin duda, la causa última de su popularidad local, que
se amplía también gracias a los nuevos hábitos de consumo de sectores urbanos en expansión,
que hace depender de la importación a masas humanas cada vez más amplias.
28
MADUREZ DEL ORDEN NEOCOLONIAL- HALPERIN DONGUI
Se comienzan a ser visibles ciertas modificaciones a favor de las metrópolis, estas van a estar a
cargo de la comercialización y las clases altas locales de la producción primaria.
Hacia 1910 se va a notar el cambio de la alianza entre la metrópoli y las clases altas locales,
comienza una hegemonía no compartida absoluta de los metropolitanos. (Guatemala y Cuba)
Comienzan así debilitarse las clases altas terratenientes con respecto a las economías
metropolitanas, este proceso se ve acompañado por el surgir de las clases medias y de los
sectores trabajadores más exigentes. Dicho proceso coincide con el comienzo de la
democratización: Argentina, Uruguay y Chile a través del sufragio universal para los nuevos
sectores; en el caso de México se hará revolucionariamente.
Estas no van a ser las únicas intervenciones por parte de los EEUU, en determinadas
situaciones se vislumbró el deseo de devolver a algunas naciones latinoamericanas prácticas
políticas más sanas. Por su parte los latinoamericanos justificaban la intervención
estadounidense como pura hipocresía, advertían que estas intromisiones políticas, por parte
de EEUU, servían como justificativo para conquistar intereses a su favor.
29
El ascendente económico de los norteamericanos, solo se daba en zonas restringidas de
Latinoamérica, pero en ellas era difícil dispersar la influencia de las viejas y nuevas metrópolis,
para generar beneficio a favor del predominio estadounidense. Por otra parte, Latinoamérica
se encontraba jurídicamente a nivel internacional, bajo la hegemonía mercantil de los
británicos.
Agotado el poder naval británico, se pensaba reemplazarlo con una organización regional
interamericana apoyada en el poderío de EEUU. En la reunión de Santiago de Chile se
favoreció la internacionalización de la doctrina Monroe; años más tardes, se generaba una
resistencia al derecho de intervención de los EEUU en las naciones latinoamericanas, en
cuanto al proteccionismo aduanero norteamericano sobre algunas de ellas. Pero con la crisis
mundial, se aumenta la dependencia latinoamericana respecto de EEUU, pasando este a ser
vocero de un entero continente.
Esa política norteamericana, tenía como estrategia impulsar la expansión en el área del Caribe
y América Central, todo comienza con la segunda guerra de Independencia de Cuba (1895).
Luego del tratado de París, EEUU queda dueño de Puerto Rico y dominante de una Cuba
independiente. El paso siguiente (la creación de Panamá sobre el territorio ístmico
perteneciente a Colombia) causó más inmediata alarma.
La primera guerra mundial, sin embargo, al poner en crisis la totalidad del orden internacional
en el que el ABC quería integrarse, puso fin a la tentativa. El fin de la era del ferrocarril,
significaba la pérdida para Inglaterra de un instrumento de dominación mercantil y financiera
muy valioso. EEUU se beneficiaba ahora con los triunfos del transporte automotor, que sin
necesidad de inversiones de capital comparables a las que habían marcado el comienzo de la
red ferroviaria, le aseguraba nuevos mercados. Las inversiones norteamericanas iban a
dirigirse hacia el mercado metropolitano y otras hacia el mercado global. La expansión
norteamericana tendía a avanzar sobre sectores de actividad económica que en la etapa
anterior habían permanecido reservados a los sectores dominantes locales. Frente a EEUU las
viejas naciones hegemónicas emprenden una cautelosa retirada.
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también una conservadora sólo las brutales opciones que la guerra fría impone luego de la
segunda guerra mundial transformarán esta oposición conservadora en apoyo fervoroso.
Unos y otros se oponen, antes que al lazo colonial de nuevo estilo que está en la base del
orden latinoamericano, a la situación privilegiada que dentro de ese orden se ha reservado lo
que se llama oligarquía. La lucha contra esa oligarquía va desde el tradicionalismo católico
hasta posiciones revolucionarias de inspiración socialista su acción es más coherente que su
ideología.
La crisis de 1930 traerá como consecuencia la división intercontinental del trabajo en cuanto a
la producción de alimentos, que acelera la expansión de la agricultura y ganadería templada y
la de ciertos cultivos tropicales, vinculado a la mejora del consumo popular en los países
nucleares.
Esta expansión también es posible gracias a los avances técnicos, el transporte automotor
(gracias al motor a explosión) y la explotación del petróleo que es la nueva forma de energía.
Con respecto a los cultivos subtropicales el café en Brasil cubre el 70 % de las exportaciones a
nivel mundial y este es la base de expansión de San Pablo, que de 65.000 habitantes en 1890
pasa a 350.000 en un período muy corto de 15 años. Esta expansión de café en tierras nuevas
brasileñas agota la fertilidad de las mismas.
Para poder explotar la gran inmensidad de las tierras los terratenientes brasileños deben
recurrir al trabajo semiasalariado de inmigrantes, casi 2 millones llegan hasta 1914.
31
Esta experiencia muestra lo que iba a suceder en el futuro y es que las clases terratenientes
organizan el mercado para sus productos dejando así de lado el liberalismo económico. Este
beneficio a las clases dueñas de las tierras, también tendrá una parte negativa que es la
dependencia de un solo cultivo (monocultivo). Esta dependencia llevará a dicha clase a tener
mucha influencia en el aparato político a fin de tener leyes que los protejan de las operaciones
de los comercializadores y bancas que buscaban tener la mayor de las ganancias, como lo
estaban realizando en países como Colombia, México, Guatemala.
En estos países las explotaciones eran medias a cargo del propietario, los cuales eran débiles
frente a los sectores que intervienen en la comercialización y el transporte, los cuales realizan
lucrativas especulaciones, detrás de estas se encuentra la banca metropolitana.
El sistema que utilizan es el siguiente: financiar compras destinadas a constituir stocks que solo
gradualmente saldrán al mercado, lo que hará que el producto se encarezca, si la operación
salva a los productores de un derrumbe vertical de precio, logra la estabilización de esos
precios solo a bajo nivel, es decir al productor le pagarán precios más bajos con el argumento
que hay stock y no necesitan. Los productores tienen que seguir produciendo para mantener
el circuito y aceptan perder parte de sus ganancias, sino todas, y terminarán endeudándose,
teniendo muchas veces que vender todo.
Cuando las comercializadoras venden el stock, que han comprado a precios bajos, las
ganancias irán a parar a los banqueros que han dado el apoyo financiero para este sistema, el
mismo se repetirá no solo con el café sino con todas las producciones primarias.
Un ejemplo claro es Guatemala donde las crisis de los años 1896, 1906 y 1913 , dejaron como
consecuencia que las comercializadores alemanas se quedaran con el 60 % de las tierras
cafeteras , en las cuales organizaron haciendas más productivas que las que conservaron las
clases terratenientes locales.
En las tierras del azúcar como Puerto Rico, Cuba y Perú hay una concentración de la propiedad
en manos de las empresas comercializadoras.
En Puerto Rico y Cuba los ferrocarriles privados de las grandes centrales azucareras son de
origen norteamericanos lo que les asegura el monopolio de la compra sin necesidad de la
compra de la tierra, por esto el cultivador ha perdido autonomía, ya que depende de este
medio de transporte para la venta.
En Perú la caña de azúcar, que en 1880 fue capaz de igualar la exportación del salitre, ahora es
preferida por las inversiones de capital inglés y americanos, y la expansión de este cultivo es
gracias a estos capitales.
El azúcar latinoamericano desemboca en Estados Unidos, pero allí con una legislación
proteccionista lo condenaba a compensar el aumento del volumen absorbido con una caída de
precio.
El Costa Rica y Ecuador, la producción del banano es ampliado por las empresas que se
fusionan como la United Fruit Company, estas empresas poseen una red ferroviaria propia que
es tres veces el tamaño de la estatal. Esta expansión necesita de mano de obra que no hay en
32
el lugar, lo que lleva, en Costa Rica a que gentes de raza negra lleguen, cambiando el equilibrio
étnico del lugar. La banana es el producto de exportación dominante, cuyo mercado
consumidor es Estados Unidos, por ejemplo en Nicaragua significará en 1918 el 90 % de la
producción.
En cuanto a la minería en la última etapa del siglo XIX había ocurrido una mejora en la
producción de la plata en Bolivia y México , gracias al progreso de las técnicas de extracción y
a los medios de comunicación , las cuales fueron provistas por capitales extranjeros como
ingleses y americanos . Para 1897 las exportaciones de Bolivia llegan al 70 %, pero esta se ve
frenada por la progresiva caída del valor de la plata, ya que ahora por la nueva forma de
energía eléctrica, los metales que triunfan son el cobre y el estaño.
Esta expansión del cobre en la zona andina, en Chile y Perú, trae las inversiones de las
empresas norteamericanas la cual comienza con la explotación a gran escala. Para esto crea
una de la obras más importantes, que es una línea férrea a través de los Andes, a 4000 metros
de altura, la cual llega a un centro industrial y minero ultramoderno, rodeado de muy
primitivas poblaciones de los obreros serranos.
El cobre en chile no logra desplazar al salitre, que es el botín principal de su victoria sobre los
vecinos del norte. Pero luego el salitre es reemplazado con el fertilizante sintético
En las tierras templadas del sur Argentina y Uruguay apoyadas en la lana, carne y el cereal los
niveles de exportación tienen el mismo nivel que las brasileñas y a partir de 1880 el
crecimiento será mayor y llegará a duplicarse en 1928. Esto se debe a la expansión de los
cereales como el trigo y maíz en tierras como Santa Fe y Córdoba, esto es posible gracias a la
mano de obra de los inmigrantes que se adaptan bajo el sistema de arrendamiento.
Surgen las empresas comercializadoras y así a partir de la primera década del siglo XX el
comercio cerealero estará dominada por un oligopolio formado por unas pocas firmas
exportadoras , las cuales se harán sentir en las etapas desfavorables (1912) y serán los
terratenientes los que deberán sacrificar partes de sus ganancias para poder seguir con el
ritmo de producción .La hegemonía de las comercializadoras vinculadas a la financieras
metropolitanas se consolida a lo largo de la expansión cerealera .
Esta hegemonía alcanzará a la pampa ganadera que se encuentra en Buenos Aire, con su clase
terrateniente muy vinculada al poder político, el cual ayudará a que Buenos Aires se
transforme en la primera provincia cerealera de Argentina. Aquí también se da el fenómeno de
la difusión de los frigoríficos, los cuales van a satisfacer las exigencias del mercado europeo del
producto congelado.
Para poder sacar todos los productos, el estado y las empresas de capital extranjero realizan
inversiones en los medios de transportes como el ferrocarril que pasan de 2500 km en 1880 a
33.000 km en 1914. Se construyen puertos artificiales en Buenos Aires y el de La Plata –
Ensenada con sistemas de canales.
33
Los propietarios de los frigoríficos serán de capitales extranjeros ingleses en un comienzo y
luego competirán con empresas estadounidenses. Las consecuencias es también aquí la
posición de predominio para las transportistas y comercializadoras, que son emisarios locales
de las economías metropolitanas , la ganadería sentirá después de un tiempo esta negativa
situación ya que la competencia entre los frigoríficos ingleses y americanos sostiene en alta los
precios debido a la guerra, solo después que está termina ,los ganaderos se encuentran con la
consecuencia de haber entregado la comercialización y el transporte a los intereses
metropolitanos, es aquí cuando los americanos dictan su ley de mercado y bajan los precios.
En Argentina como en Brasil se crean sociedades rurales las cuales serán muy inestables, y los
terratenientes solo conservan los precios a costa de la inseguridad de los labradores, sobre los
cuales el sistema vuelca el peso en las etapas negativas de la comercialización, esto es muy
grave ya que por ejemplo en la provincia de Santa Fe hay 4 inmigrantes por cada argentino. En
esta etapa los trabajadores verán su situación deteriorarse.
C) Situaciones Políticas.
Ecuador.
Se desata una guerra civil en el origen del Ecuador moderno; las fuerzas opositoras son por un
lado el caudillo liberal “Eloy Alfaro”, y por el otro la hegemonía conservadora de los
terratenientes de Quito. El caudillo cuenta con el apoyo de Guayaquil y las costas, de donde
salía el cacao (principal aporte ecuatoriano al comercio mundial). Alfaro resulta vencedor en
1895, impulsando las constituciones de 1895 y 1908. Convirtió a Ecuador en un estado laico,
prosiguió las obras ferroviarias (Quito-Guayaquil) que encaminaba a la unión de Ecuador hacia
el mundo. Pero los problemas de comunicación no era el único problema en la economía
ecuatoriana. En lo social el predominio liberal introdujo innovaciones, sin embargo la
aristocracia terrateniente seguía dominando. El liberalismo se fragmenta entre el
autoritarismo de Alfaro y los notables del partido. La vuelta del caudillo a la presidencia desata
una tormenta interna y se ve obligado a renunciar, terminada su carrera es linchado por una
multitud de mestizos de Quito, que nunca se identificaron con el liberalismo. Luego de su
muerte su partido fue transformó en la expresión de la oligarquía costeña, uniéndose a ella
profesionales de clase alta vinculados con el comercio internacional.
En 1927 el liberalismo fue quebrado por un golpe militar que en el poder a Eusebio Ayora, su
dictadura es vista con simpatía por amplios sectores y comienza una serie de transformaciones
financieras y administrativas. Pero la eficacia de dichas renovaciones no fueron las esperadas,
agravadas por la crisis de 1930.
Costa Rica
La institucionalidad fue quebrada en la segunda década del siglo XIX por una dictadura, que
provocó la marginación del ejército. El gobierno seguía en mano de la clase media rural del
valle central, vinculada al cultivo del café
34
Cuba
Aquí también un partido liberal (conformado por aquellos que hicieron la guerra de la
independencia) se enfrenta con uno conservador (compuesto por quienes fueron partidarios
del dominio español). Y EEUU, libertador y conquistador de Cuba, mantiene su tutela y evita el
triunfo de los liberales. La constituciones de 1900 surgida de una asamblea dominada por
liberales incluye el sufragio universal y también garantías para la representación de las
minorías en el parlamento.
El primer presidente cubano Tomas Estrada Palma, liberal moderado es elegido por una
coalición de liberales y conservadores. Pero se inclina más a estos últimos, mientras que los
primeros buscan la protección de EEUU, que por la enmienda de Platt tiene derecho de
intervenir para asegurar la vida, la prosperidad y la libertad individual.
En 1906, por pedido de los liberales coloca a Cuba bajo administración militar. En 1908 hay
una nueva ley electoral y triunfa el liberalismo, años más tarde se divide y deja el pode al
conservador Garcia Menocal, que logra la reelección en 1916. La segunda presidencia de
Menocal fue acompañada por la prosperidad azucarera, causada por los altos precios de
guerra. Pero en 1920 llegaría una crisis de precios que repercutió en la vida cubana que tuvo
que enfrentar el presidente Zayas, que había sido impuesto por Menocal. Zayas buscó en EEUU
asesoramiento para salir de la crisis, lo que provocó un nuevo avance de la conquista azucarera
de Cuba por parte de las compañías norteamericanas y también un nuevo crédito.
En 1924 fue elegido como presidente el liberal Gerardo Machado, quien aprovechó el retorno
de la prosperidad financiera internacional, aunque la economía cubana seguía golpeada por
los bajos precios del azúcar. La resistencia contra el gobierno de Machado se convirtió en una
dictadura, haciéndose más violenta. En 1933 EEUU (Rooselvet) pone fin a la crisis que había
desembocado el régimen de Machado. Era el fin de una etapa cubana.
Puerto Rico
Con la conocida Paz de París pasa a ser posesión de EEUU. Es arrasada en su economía por el
impacto de la nueva metrópolis, es transformada en su estructura demográfica, sometida a
una política educativa y cultural usando como lengua el inglés.
Frente a este colonialismo las respuestas fueron varias. Desde el Estadismo (partidario de la
incorporación de Puerto Rico a EEUU) pasando por el autonomismo hasta el independentismo.
Aunque estos eran sectores de clase alta y media dependiente de la metrópolis. Más exitosa
fue la resistencia contra las pautas del país dominante, pese a las transformaciones Puerto
Rico seguía siendo un país hispánico.
Mientras que Cuba y Puerto Rico son sometidos a la tutela directa de EEUU, el resto del Caribe
y Centroamérica viven las consecuencias políticas de la hegemonía económica y militar de
Norteamérica.
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Nicaragua
El interés de EEUU por éste se debía a la posibilidad de abrir allí una canal alternativo al de
Panamá, en 1907 contribuyeron a expulsar al dictador liberal Zelaya. En 1912 una guardia
norteamericana da apoyo al partido conservador nicaragüense, que en 1916 concede a EEUU
la autorización para construir el nuevo canal a cambio de 3 millones de dólares, destinados a
pagar las deudas internacionales. En 1924 estalla la guerra civil, una vez terminada EEUU
instala un Presidente al conservador. En la guerra se hace célebre el General Sandino.
Finalmente, EEUU con resignación admite un presidente liberal en 1928. En 1933 Sandino es
asesinado por el Comandante Gral. Anastasio Somoza.
Santo Domingo
En ellos la presencia norteamericana no iba hacerse sentir del mismo modo, esto se debe a la
supuesta estabilidad de los regímenes autoritarios. La dictadura de Manuel Estrada Cabrera
fue desde 1898 a 1920. En 1930 comenzaría una nueva dictadura, la del Gral. Ubico .En
Honduras la inestabilidad era la norma, en 1932 se instalaría la dictadura del Gral. Carias. En el
Salvador la evolución sobre las dictaduras estables maduró luego de 1930
Venezuela
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Brasil
La instauración de la República significó un aumento de poder del ejército. Hasta 1930 esta se
dio en el marco de una política dominada por los sectores influyentes en los distintos estados,
que formaban en el Partido Republicano, el único con gravitación real en la vida política
brasilera. Las clientelas rústicas de los coroneles dominaban más que las de las oligarquías
urbanas las elecciones de los cuerpos representativos.
El desenlace fue un drama interno a los sectores gobernantes. El triunfo de Getulio Vargas no
significaba el fin del sistema. El sistema llego a su fin porque había agotado sus posibilidades y
porque el nuevo jefe de la revolución advertía las posibilidades que le ofrecía la nueva
situación brasilera. Además, la dependencia de un rubro de exportación casi único “el café” se
hizo sentir antes de la crisis de 1930. La democratización era una posibilidad solo a media
practicable en Brasil: era casi impensable que la población rural se liberara de la tutela política
de las clases terratenientes, hacia previsible que las consecuencias del sufragio universal sería
la hegemonía de las oligarquías rurales
Colombia
Fue el lugar donde la República oligárquica conservó su pureza. Los partidos oligárquicos
revelaban que podían movilizar y contar con el apoyo grandes masas populares. Esto sumado a
la secesión de Panamá hizo surgir en las elites colombinas la duda sobre la validez de sus
tradiciones políticas, de las cuales se sentían orgullosas.
Rafael Reyes, conservador, que en 1909 permanecía en el poder debido a una reforma
constitucional que había impulsado, se vio impedido de mantenerse por las protestas de
jóvenes universitarios. El resultado fue la dimisión y el alejamiento de Reyes, pero también una
implícita tregua entre los partidos: los conservadores por veinte años no serían disputados en
su control por la presidencia y en su poder estatal. Mientras que el liberalismo dejaría de sufrir
persecuciones y se les permitía además el acceso a posiciones políticas de influjo limitado.
El impacto de expansión económica, que se apoya en café, gana terreno en los mercados
ultramarinos. Esto provoca resultados ambiguos: suben los salarios y crece la participación de
sectores populares en el consumo de productos industriales e importados, pero la mayor
demanda pone fin a la estabilidad de los precios. Esto desencadena la crisis económica y
aumenta la oposición al gobierno, tanto conservador como liberal.
En 1930 aparecen las postulaciones de dos candidatos rivales. El liberalismo postula a Olaya
Herrera. La entrega pacífica del poder al partido rival fue celebrada como un signo de
consolidación de las instituciones colombianas.
Esto evidenciaba que en Colombia la República Oligárquica tenía los días contados.
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Uruguay.
Hubo una renovación del partido colorado, que fue obra de José Battle y Ordónez; este armó
una máquina política de base popular, con raíces en Montevideo y los departamentos rurales.
Presidente en 1903, Batlle libró la batalla decisiva contra la resistencia blanca, en lo que fue la
más sangrienta guerra civil. Al mismo tiempo llevó adelante un plan de reformas por vía
legislativa, dio fuerte impulso a las obras públicas e introdujo una intervención estatal en la
economía. A partir de 1920 la construcción de carreteras iba a intentar liberar al país del
monopolio del transporte por los ferrocarriles británicos. Estas transformaciones dejaban de
lado, a la zona rural ganadera y latifundista.
Uruguay seguía escindido; los notables del partido colorado, hostiles al autoritarismo y al
radicalismo de Batlle crearon un grupo disidente. Pero las bases del Uruguay batllista eran
frágiles. Tras la muerte de Batlle se produjo hubo conflictos con respecto a su sucesión.
Argentina
La marcha hacia la democratización fue en Argentina mucho más rica en incidentes. En 1880 el
general Roca logró armar un régimen político en que se conjugaban los intereses de las clases
terratenientes del litoral. Las clases altas de las zonas menos modernizadas del interior
tomarían a su cargo lo principal de la tarea política. Los sectores populares urbanos y rurales
del litoral, perdían gravitación política en la medida en que en su composición entraban en
número creciente los extranjeros.
En 1890 estalló la crisis económica. Tras el fracaso de una revolución cívico - militar el sucesor
de Roca (Juárez Celman) debió renunciar. Su lugar fue tomado por el vicepresidente Pellegrini.
De la coalición política que había respaldado la revolución se separó la Unión Cívica Radical
que, en ruptura total con el orden conservador, proclamaba la necesidad de volver al imperio
de la verdad constitucional y electoral.
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de los arrendatarios de la zona del cereal, a cuya organización - La Federación Agraria
Argentina – otorgó apoyo. Encaró la laiciza1919 una intervención del ejército fue la
culminación de la Semana Trágica, en cuyo comienzo algunos jefes sindicalistas y muchos de
sus adversarios habían creído posible la instalación del poder soviético en Buenos Aires; a ello
siguió una represión que causó centenares de víctimas obreras y contó con la colaboración
voluntaria de organizaciones de orientación conservadora. La Constitución impedía a Yrigoyen
mantenerse en la presidencia luego de 1922; para sucederle eligió a Marcelo Torcuato de
Alvear.
En 1928 Yrigoyen logró hacerse reelegir por una mayoría sin precedentes en el país. La crisis
mundial comenzaría a devastar las estructuras de una Argentina demasiado abierta a los
vientos del mundo. El radicalismo no había modificado un sistema impositivo que castigaba
sobre todo las importaciones. Yrigoyen preparaba la última de sus hazañas políticas; la
conquista del senado, que durante toda la etapa radical había sido conservadora. Sin embargo,
no alcanzaría dicho objetivo: las elecciones de 1930 revelaban una fuerte pérdida de
popularidad del radicalismo yrigoyenista.
México.
Elabora en las últimas décadas del siglo XIX el ejemplo más maduro de dictadura progresista
que se conocerá en Latinoamérica. Heredero de la reforma es Porfirio Díaz; bajo su gobierno se
tiende lo principal de la red ferroviaria mexicana, se restaura la minería de la plata; se extiende
en el Yucatán árido el henequén y retorna a sus viejos rincones del declive del Anahuac hacia
el Pacífico la prosperidad azucarera. Para el régimen, es cada vez más un México europeo, a la
vez proyecto y ficción; en algunas ocasiones las gentes de aspecto indígena son alejadas por la
policía de las calles centrales de la capital: darían a los ilustres visitantes extranjeros una idea
tendenciosa del país en que se hallan.
El gobierno de Díaz, que es el de los terratenientes, comienza a ser cada vez más el amigo
secreto de la Iglesia que ha luchado contra la Reforma. Su conservadurismo no es sino la otra
cara de su progresismo .En 1880 Díaz había creído oportuno atenerse a su lema revolucionario
de no reelección y darse por cuatro años un sucesor dócil. Pero a partir de 1884 iba a
mantenerse ininterrumpidamente en la presidencia hasta 1911, iba a formar una máquina
política cada vez más sólida: la necesidad de contar con numerosos incondicionales llevó a un
deterioro progresivo del personal político. El avance hacia la dictadura vitalicia fue lento como
para vencer las resistencias que encontraba. Díaz prefiere la generosidad al rigor para tratar
con sus adversarios.
En sus primeras etapas lo grupos opositores buscan el favor de del gobernante que parece
haberlos convocado. Francisco Madero, un hacendado del Norte, aspirante primero a
acompañar como vicepresidente opositor a Porfirio, se transforma finalmente en su rival.
Arrojado a la cárcel y luego al destierro, Madero agrega a sus lemas electorales de sufragio
electivo y no reelección el reclamo por el retorno de las tierras del cual los campesinos fueron
ilegalmente despojados.
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heterogénea, cuyo temple revolucionario no ha de ser sometido a prueba gracias al derrumbe
inmediato del régimen porfirista. Este abrió camino a la presidencia de Madero, quien para
vencer las insurgencias de Zapata en Morelos, usó a un general del viejo ejército, Huerta; con
menos éxito lo empleó para oponerse a Félix Díaz, sobrino de Porfirio, después de algunos días
de batalla en el centro Huerta y Feliz Díaz hicieron público su acuerdo. Madero apresado por
sus supuestos defensores fue asesinado.
Concluía así la revolución, en cuyo curso México había perdido un millón de habitantes y su
economía había vivido diez años en perpetuo marasmo. El desenlace aseguraba la hegemonía
política de la Dinastía de Sonora, que habían sobrevivido a sus rivales y ahora arbitraba entre
un movimiento obrero que englobaba a una fracción muy reducida de los trabajadores
industriales y minero y que estaba corroído por la corrupción, y un campesinado que carecía
del empuje necesario para proyectarlas a escala nacional.
Obregón y Calles mostraron escaso entusiasmo por difundir los ejidos, que restauraban las
tierras de comunidades atacadas por la revolución liberal; prefirieron repartir a título
individual parte de las tierras de las haciendas. Gracias a los esfuerzos de Obregón el régimen
revolucionario logró establecer con los Estados Unidos relaciones más estrechas que las
mantenidas por el de Díaz. Los enemigos del nuevo orden eran los tradicionales del liberalismo
mexicano.
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El conflicto cesó cuando, gracias a la gestión del representante diplomático de Estados Unidos
en México, un entendimiento entre Calles y el Vaticano comprometió al primero a renunciar a
su desaforada ambición de eliminar toda huella de catolicismo de la vida mexicana.
De este modo parecía consolidarse un régimen que tras diez años de lucha y otros diez años de
ejercicio del poder revolucionario parecía por fin capaz de devolver a México una paz no
demasiada distinta de la porfiriana. Veinte años de revolución parecían entonces desembocar
en una restauración cada vez más dispuesta a decir su nombre, en la que sólo la lucha
antirreligiosa mantenía vivas las tensiones del pasado.
Chile
Ni aun en etapa de prosperidad pudo darse una ampliación de la base política sin tormenta. La
afirmación liberal había sido en 1871 el reflejo en el equilibrio político de la complejidad nueva
que alcanzaban los sectores dirigentes chilenos gracias al auge minero y comercial. La guerra
del Pacífico iba a confirma y acentuar las transformaciones que habían llevado al triunfo
liberal, Chile pasaba a ser cada vez más el país del salitre y luego el cobre. Bajo el signo liberal
el presidente Santa María, entre 1881 y 1886, obtuvo para Chile los máximos provechos
territoriales sobre Perú y Bolivia, comenzó una política de ampliación de las funciones del
Estado y de obras públicas, llevó adelante la laicización de cementerios y estableció el registro
civil. La sucesión de Santa María provocó la quiebra de la unidad libera. La victoria de
Balmaceda fue gracias a los recursos que la prosperidad chileno concedía al gobierno; el nuevo
presidente prosiguió la obra innovadora de su predecesor pero para poder continuarla debió
recurrir al crédito extranjero de modo cada vez más frecuente. En 1890 llegaba a Chile la crisis.
La mayoría liberal se dividió en el parlamento en torno al problema de la sucesión de
Balmaceda, en 1891 promulgó por decreto el presupuesto nacional que el Congreso se negaba
a aprobar.
Era la guerra civil: la mayoría parlamentaria, con el apoyo de la marina y una parte del ejército,
se hizo fuerte en el Norte y pasó a controlar así la fuente de las exportaciones chilenas; a
mediados del años sus fuerzas invadían el Chile central y tras dos sangrientas batallas tomaban
Santiago, donde Balmaceda se suicidaba.
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Dos coaliciones inseguras dominaban la política chilena: la Unión Liberal y la Alianza Liberal-
Conservadora. En 1920, con motivo de la renovación presidencial, la oposición entre ambas se
cargó de un contenido más preciso. A la unión conservadora se ponía la candidatura del liberal
Arturo Alessandri. Defensor de dirigentes obreros del norte salitrero, Alessandri supo
presentarse como el candidato de la renovación y de las clases populares. La victoria de
Alessandri fue ajustada, pero tuvo consecuencias decisivas.
El gobierno de Ibañez se caracterizó por una actividad febril: obras públicas (carreteras y
puertos, edificios escolares, reforma escolar y de la sanidad); al mismo tiempo se transformó
en un dictadura legalizada gracias al apoyo del amedrantado Parlamento. Esa dictadura
progresista se apoyaba en la prosperidad de los años 1925-1929; a lo largo de ellos acudió
sistemáticamente al crédito norteamericano, para financiar sus ambiciosos programas. La
depresión la transformó en un régimen más duro y represivo, a la vez que la privaba del apoyo
popular, a mediados de 1931, tras de unos días agitados en Santiago, el presidente Ibañez
cruzaba la frontera hacia el destierro. Dejaba tras de sí un país arruinado, sobre todo por una
crisis que golpeaba los mercados extranjeros y privaba a la moneda chilena de casi todo su
valor (el peso chileno parecía encontrarse en caída libre).
Paraguay
Cuenta con una clase terrateniente poderosa luego de 1870. Su economía es orientada hacia el
mercado exterior a través de cueros destinados a Europa; tabaco y yerba para el mercado
rioplatense.
La política del país comenzó a ser dirigida por jefes militares. Años más tarde el liberalismo se
presentó con un programa modernizador antimilitarista, y su triunfo fue el de la influencia
argentina sobre la brasileña. Pronto el estado de sitio fue aplicado.
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Perú
Capitaneó en 1895 la revolución contra el predomino militar, una guerra civil extendida y
sangrienta le dio el poder. Apoyado en una popularidad muy vasta entre las clases populares
de Lima, Piérola se mostró cada vez menos adversario y cada vez más continuador de los
civilistas; en particular la reforma monetaria, que introdujo en Perú el patrón oro. La acción de
Piérola se tradujo también en una reforma de la estructura impositiva; la recaudación quedó a
cargo de una sociedad mixta. Comenzó a erigir una estructura administrativa adecuada para el
Perú en reconstrucción económica; la expansión agrícola en la costa y la de la minería y la
ganadería serrana permitieron el retorno a la prosperidad del país mutilado por la derrota. En
primer término la gozaban las clases altas de Lima; luego, los terratenientes de la costa y los
sectores medios y populares urbanos; por último los sectores populares rurales que
participaban en la expansión costera. La vasta población indígena serrana permanecía al
margen del proceso, su única participación en él se daba a través de la incipiente emigración a
la costa, para proporcionar mano de obra a la agricultura de regadío en expansión.
Desde que, en 1923, el gobernó de Leguía tomó un rumbo conservador vio sumarse a sus
enemigos oligárquicos los de sectores menos articulados, que encontraban su punta de lanza
en el movimiento estudiantil y tuvieron ocasión de manifestarse en la resistencia despertada
por la iniciativa del presidente que consagraba al país al Sagrado Corazón de Jesús, Víctor Raúl
Haya de la Torre dirigente estudiantil. Esa celebridad fue el motivo de su destierro. Era la
organización y la acción de éstos lo que Leguía buscaba evitar, desde 1923 reprimió con mano
dura la acción sindical en las ciudades y más aún en las plantaciones de la costa.
Mientras duró la prosperidad de la Patria Nueva no tenía mucho que temer de sus enemigos:
gracias a esa prosperidad le era posible sobrevivir entre una oligarquía poderosa y sectores
populares muy débiles. El fin de la bonanza, que fue también el del poder de Leguía, devolvió a
primer plano al ejército, en 1930 el coronel Sánchez Cerro, tenaz organizador e conspiraciones
militares contra la Patria Nueva, la derriba finalmente sin encontrar resistencia.
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Bolivia
La solución política que se da en Bolivia es posible sólo gracias a la división radical del país. El
orden de la Bolivia del estaño puede mantenerse sin enfrentar oposiciones temibles y hace
innecesaria una gravitación militar demasiado intensa.
Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina pasaron por diversos períodos que
pueden seguirse a través de vías diplomáticas o a través de las relaciones políticas y militares
en sí mismas. Cuando se produce la lucha de la independencia de las colonias españolas en
América (1820-1824) la primera actitud de los Estados Unidos es de no intervención.
Posteriormente (1823), con Monroe, se inaugura el período denominado “América para los
americanos”, que será la primera toma de posición clara y ostensible, oficial y que se supone
sigue nutriendo actualmente la política exterior de ese país.
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En realidad, hacia finales del siglo XIX, con la aparición del imperialismo, no sólo se transforma
la política internacional en general, sino específicamente la política norteamericana. Ha
cambiado la estructura interna del funcionamiento de las metrópolis capitalistas, y ese cambio
interno corresponde, por lo tanto, a un cambio en la política internacional.
A partir de allí, Estados Unidos realiza una definida política imperialista (ya no simplemente
mercantilista), y el llamado “Corolario Roosevelt” (1903-1904), la política agresiva del nuevo
imperialismo se llamará “la política del garrote”.
Las luchas por la independencia en América Latina fueron muy débiles hasta 1815. En las
demás regiones, todo es derrota.
Estados Unidos no tiene estructurada en ese momento una política clara. Si en 1811, cuando
aparecen los primeros estallidos revolucionarios. No reconoce la independencia de ninguno
de los países y podemos decir que predomina la prudencia y la expectativa. Hace poco ha
conquistado su propia independencia y debe mirar más hacia adentro de sus fronteras,
buscando su propia consolidación.
De todas maneras, existe preocupación por esta situación y que sus estadistas tienen puestos
los ojos en lo que pasa en América Latina lo demuestran las palabras de Jefferson en 1808,
cuando dice: “la última posesión de todo el continente es el orden natural de las cosas, es el
curso manifiesto de los acontecimientos” y Adams en 1823 dirá: “la anexión de Cuba a la
Federación será indispensable para que estén aseguradas la continuidad y la integridad de la
Unión”. De allí el intento reiterado y siempre negado por la metrópoli europea de comprar a
España la isla de Cuba.
En 1816 podemos decir que se inicia otra etapa de las luchas por la independencia de América
Latina, donde los sucesivos triunfos culminarán con el éxito total hacia 1824, cuando los
españoles sufren la derrota definitiva. En lo que se refiere a la actitud de los Estados Unidos,
habrá que esperar a la culminación, precisamente, de esta etapa de triunfos latinoamericanos.
Había nacido la doctrina de Monroe, y los Estados Unidos se abrogan por ella un cierto papel
tutelar, como “hermano mayor”. Por un lado, parece que ofrecen garantías a las nuevas
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repúblicas, y por el otro garantizarán su intervencionismo particular y excluyente de otras
potencias europeas.
La doctrina Monroe se aplica, en realidad, hasta finales del siglo XIX. Con el llamado “corolario
Roosevelt” hay un cambio esencial. Ahora se tratará de una política imperialista: por el
contrario, en el siglo XIX, se trató de la política especial que aplica un capitalismo moderno en
expansión. Los Estados Unidos son en 1823 una joven república capitalista que necesita formar
y consolidar su mercado interno y, al mismo tiempo, realizar su unidad nacional. Es una nación
que el capitalismo debe construir y lo hace al modo y con los métodos del capitalismo.
En la época del imperialismo, las ocupaciones militares, las inversiones financieras, llevan a
crear zonas dependientes de países semicoloniales: el ejemplo más palpable es Puerto Rico.
A pesar de lo explicitado por Monroe hay una serie de intervenciones europeas en América.
Eso no es obstáculo para que el Presidente Polf reafirme los principios de la doctrina Monroe
en un mensaje oficial a las Cámaras. “no habrá nuevos dominios europeos sobre ningún punto
de América del Norte” y es ese mismo quien cierra los ojos a la intervención en el Río de la
Plata, y por otro lado, inicia el expansionismo norteamericano hacia el oestes: Texas y México.
Es decir que, para los Estados Unidos, no se trata de una política de principios sino de definir o
encontrar las formas a través de las cuales garantizar su propia expansión: la expansión del
dinámico capitalismo norteamericano.
Así como se olvidaron de la doctrina Monroe cuando los ingleses y los franceses se
estacionaron en el Río de la Plata, también quedó en carpeta cuando hubo que garantizar el
statu quo con Inglaterra, aceptando entonces la ocupación de Bélice.
Distinta es la situación, por lo menos desde un punto de vista formal, cuando España ocupa
Santo Domingo en 1861. Estados Unidos está en guerra civil (Guerra de Secesión 1861-1865), y
los españoles se quedarán en las islas hasta 1865 enfrentando levantamientos populares de
gran envergadura. En ese año se retiran. Lo que no deja de ser significativo es la falta de una
real preocupación y planteo del problema por parte de Lincoln, a pesar de no poder intervenir
militarmente, cosa que por otra parte tampoco ese país hizo antes para expulsar a las
potencias europeas que establecieron colonias en América.
En esa misma línea de acción la que orienta la política de Estados Unidos cuando Maximiliano
ocupa con tropas francesas a México entre 1862-1867. Y si bien los Estados Unidos vieron con
simpatía la lucha de Benito Juárez, nunca sus actitudes fueron las que podían esperarse de un
país que decía basar su política exterior en el enunciado de Monroe.
Los gobernantes norteamericanos mostraron en este sentido una clara diferencia entre las
palabras y los hechos. Y aun así, a veces hasta las palabras faltaron. En cambio sobraron
hechos y actitudes allí donde su propia expansión debía ser garantizada.
En plena vigencia de la doctrina Monroe España ataca a Perú en 1864 y bombardea a Chile sin
que aparezca la repulsa norteamericana.
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Entre 1866 y 1895 se puede decir que hay un período de calma, ante el fracaso europeo por la
acción de los latinoamericanos. Es el periodo de transición.
El principal artífice de esta política es Theodore Roosevelt. Las manos encima de los países
latinoamericanos son las de los yanquis y no las de los europeos.
Esta guerra es la que lleva a popularizar la consigna de lucha “en defensa de la democracia”,
que trae como consecuencia consolidar la táctica del New Deal y eso que el intervencionismo
se enmarcare, y luego el periodo de la Alianza para el Progreso.
En la etapa de la guerra fría la política de los Estados Unidos consiste en ayudar activamente a
los sectores pro-yanquis, pero sin realizar una acción militar directa. (Guatemala).
En esta etapa los Estados Unidos no han podido impedir la revolución cubana, y eso es signo
evidente del cambio en la relación de fuerzas.
La Alianza para el Progreso trata, decimos, de definir un nuevo New Deal para ésta época y su
fracaso es proclamado desde el principio. Así como en general los latinoamericanos rechazaron
la doctrina Monroe, así los pueblos latinoamericanos rechazaron la Alianza para el Progreso
antes de que la mismo fuera casi diríamos oficialmente enterrada en la reciente reunión de
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Panamá, donde los representantes de los gobiernos latinoamericanos cuestionaron la política
yanqui.
En 1919 habían hecho incorporar sus propias reservas al Tratado de Versalles, manifestando
en esa oportunidad: los Estados Unidos no someterán al arbitraje o a la investigación de la
asamblea o del Consejo de la Sociedad de las Naciones, creada en dicho tratado de paz,
ninguna de las cuestiones que a juicio de los Estados Unidos dependan de su política
establecido hace largo tiempo y conocida con el nombre de doctrina Monroe.
Ese mismo criterio se manifestó más reciente cuando Estados Unidos impidió la investigación y
a pocos meses la invasión armada se produjo y el gobierno guatemalteco cayó, siendo
sustituido por personeros del imperialismo norteamericano. El embajador yanqui en
Guatemala fue elemento decisivo para la organización de estos acontecimientos.
Debido a este fracaso, el gobierno norteamericano ha vuelto a la política del garrote. Johnson
lo hizo en 1965 cuando invadió la República Dominicana. Desde 1934 no había existido una
intervención militar directa en un país latinoamericano. Se dio en 1964 en la Dominicana. Y así
se dejaron de lado los eufemismos que sumaron en Guatemala o en la Bahía de los Cochinos.
Las necesidades de preparan para la guerra son algo inseparable de toda la política
norteamericana, independientemente que no pueda impedir estos proceso porque, también
en Estados Unidos, se vive una profunda transformación interna.
James Monroe, presidente de Estados Unidos entre 1816-1820 y 1820-1824 analizó la política
de su país sobre la base del rechazo de la intervención europea en los asuntos americanos. Ese
planteo se sintetizó en la fórmula de América para los americanos, que fue interpretada por
los latinoamericanos como América para los norteamericanos. Es el fundamento al que
siempre recurre Estados Unidos para justificar su política exterior, aunque a veces no guardó
las formas que supuestamente convirtió en la justificación de la política imperialista.
En las discusiones a que este asunto ha dado margen y en los arreglos que podrán darle
término, nos ha parecido propia la ocasión para afirmar como principio en el cual están
comprometidos los derechos e intereses de los Estados Unidos, que los continentes
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americanos, en virtud de la condición libre e independiente que han asumido y conservado,
no deben considerarse en lo sucesivo como campo de futura colonización por ninguna
potencia europea.
Los ciudadanos de los Estados Unidos alimentan los sentimientos más amistosos en favor de la
libertad y felicidad de sus prójimos del otro lado del atlántico. En las guerras de las potencias
europeas y en asuntos que les conciernen no hemos tomado nunca parte alguna, ni es nuestra
política tomarla. Sólo cuando nuestros derechos sean invadidos o estén seriamente
amenazados, nos sentiremos lesionados o haremos preparativos para defendernos.
La franqueza y las relaciones de amistad existentes entre los Estados Unidos y esas potencias
nos obligan a declarar que consideramos peligrosa para nuestra paz y seguridad toda tentativa
por parte de ellas para extender su sistema a una porción cualquiera de este hemisferio. No
nos hemos mezclado ni nos mezclaremos en los asuntos de las actuales colonias o
dependencias y que hemos reconocido después de madura consideración y por justos motivos,
no podríamos considerar sino como manifestación de sentimientos hostiles contra los Estados
Unidos cualquier conato de una potencia europea con el objeto de oprimirlos o de ejercer de
cualquier modo una influencia dominante en sus destinos.
Es imposible que las potencias aliadas extiendan su sistema político a parte alguna de los
continentes americanos sin poner en peligro nuestra paz y felicidad: ni puede nadie creer que
si se les permite elegir libremente lo adopten por su propia voluntad nuestros hermanos del
sur. Es, por tanto, igualmente imposible que nosotros podamos contemplar con indiferencia
semejante interposición en ninguna forma.
La Enmienda Platt.
Hecho de la ocupación militar en Cuba. En base a esta, todavía hoy los Estados Unidos,
unilateralmente, siguen ocupando la base de Guantánamo.
El gobierno de Cuba celebrará con ningún poder o poderes extranjeros ningún tratado u otro
que menoscabe la independencia de Cuba. O permita a ningún poder extranjero obtener por
colonización o para propósitos navales o militares o de otra manera, asiento en o control sobre
ninguna porción de dicha isla.
El gobierno de Cuba consiente que los EE.UU. puedan ejercer el derecho de intervenir para la
preservación de la independencia cubana y el mantenimiento de un gobierno adecuado a la
protección de la vida, la propiedad y la libertad individual, y para cumplir las obligaciones que,
con respecto a Cuba, han sido impuestos a los EE.UU. por el tratado de parís y que deben
ahora ser asumidas y cumplidas por el gobierno de Cuba.
Todos los actos realizados por Estados Unidos en Cuba durante su ocupación militar, serán
tenidos por válidos, ratificados y todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de
aquellos, serán mantenidos y protegidos.
El gobierno de Cuba ejecutará y hasta donde fuera necesario ampliará, los planes y proyectos u
otros que mutualmente se convenga, para el saneamiento de la población de la isla. Lo mismo
que al comercio y al pueblo de los puertos del sur de los EE.UU.
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Para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al
pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el gobierno de Cuba venderá a los
EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos
determinados que se convendrán con el presidente de EE.UU.
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