Ética y Estética Una Relación Ineludible
Ética y Estética Una Relación Ineludible
Ética y Estética Una Relación Ineludible
ISSN: 1657-4702
[email protected]
Universidad Militar Nueva Granada
Colombia
Enero-Junio 2012
tica y
esttica:
Una relacin
ineludible
O62
Doctor en filosofa, bachiller en teologa y titulado en rgano. Es profesor de Esttica y de Teodicea en el departamento de filosofa de la universidad de
Valladolid (Espaa) y profesor invitado de la universidad de Bayreuth (Alemania).Es director de la revista Estudios Filosficos publicada por el Instituto
Superior de Filosofa de Valladolid. Email: [email protected]
RESUMEN
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La relacin entre tica y esttica es constante a lo largo de la historia, si bien la concrecin de la misma ha tomado diversas formas y depende, en buena medida, de las teoras del arte y de los sistemas ticos que se manejen. El estudio de la
relacin entre ambas arroja luz no slo sobre su analoga o diferencia, sino sobre el mismo ser de la esttica y de la tica en
cuanto tales y su relacin con otras maneras de comprender lo real, como la poltica, la teologa o la biologa.
Palabras Clave
tica, esttica, arte, kalokagatha, cuerpo.
SUMMARY
The relationship between ethics and aesthetics is constant throughout history, but the realization of it has taken various
forms and depends largely on the theories of art and ethical systems considered. The study of the relationship between both
sheds light not only on its analogy or difference, but on the very being of aesthetics and ethics as such and their relationship
with other ways of understanding reality, including politics, theology or biology.
Keywords
Ethics, aesthetics, art, kalokagatha, body.
RESUMO
A relao entre tica e esttica constante ao longo da histria, ainda que a concreo da mesma tenha tomado
diversas formas e depende, em grande parte, das teorias da arte e dos sistemas ticos utilizados. O estudo da relao
entre ambas lana luz no apenas quanto sua analogia ou diferena, mas tambm quanto ao prprio ser da esttica e
da tica como tais e de sua relao com outras maneiras de compreender o real, como a poltica, a teologia ou a biologia.
Palavras-Chave
tica, esttica, arte, kalokagathia, corpo.
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considera que un defecto moral en una obra de arte puede ser tambin un defecto esttico, pero no tiene por qu
serlo, de ah la necesidad de analizar casos individuales.
Tal como yo lo veo, esta posicin es una actualizacin
de una idea de Toms de Aquino, quien afirmaba: en cuanto a las artes de aquellas obras que los hombres pueden
usar bien o mal, son lcitas y, sin embargo, si hay obras que
se emplean en la mayora de los casos para un mal uso,
deben, aunque lcitas en s mismas, ser extirpadas de la
ciudad por oficio del Prncipe, secundum documenta Platonis (Suma Teolgica II-II, q. 169, a. 2, ad 4). Es interesante
lo que apunta Toms de Aquino: aunque lcitas en s mismas. Respetando la autonoma esttica (cosa que no haca
Platn), las obras de arte son tangentes al mbito moral y
tambin, como cualquier otra actividad humana, reclaman
ser juzgadas desde este punto de vista.
Una tesis ms radical, ya apuntada, es el eticismo, que
han defendido Hume y Berys Gaut (Hume, 1989; Gaut, B.
2010, 258-320), entre otros. Para estos, un defecto moral
en una obra de arte es sin ms un defecto esttico. Si la
obra prescribe ciertas respuestas afectivo-cognitivas, que,
en tanto prescritas por la obra, se ligan a su valor como arte,
y si esas respuestas dependen de una evaluacin moral de
la obra, el carcter moral se vuelve relevante. La clave es si
las respuestas son merecidas o no. Una obra que defienda
(no que retrate) la crueldad, en la medida en que eso sea un
defecto moral, es artsticamente defectuosa, independientemente de que el lector responda de la manera solicitada o
no (frente al moralismo moderado). Una obra que exige una
respuesta inmoral sera, sin ms, artsticamente defectuosa,
y no slo moralmente errnea, puesto que tenemos razones
ticas para evitar responder a la obra como sta demanda7.
Ambas tesis moralismo moderado y eticismo comparten la conviccin de que hay casos en los que una obra
puede ser buena obra de arte pero arrastrar defectos artsticos en virtud de cuestiones morales. Ambas posiciones
defienden que, en la medida en que juzguemos que las
respuestas afectivo-cognitivas que una obra nos demanda son moralmente problemticas, o, en el extremo, estn
prohibidas, no responderemos a ellas o juzgaremos que no
se puede responder a la obra de la manera que prescribe8.
Los inmoralistas, por el contrario, sostienen que una
obra de arte inmoral puede incrementar el valor artstico
de la misma, porque aporta visiones diversas de la moralidad (Jacobson, 1997), si bien eso supone justificar instrumentalmente el arte inmoral (Carroll, 2000) y justificar ese
arte en cuanto descripcin de puntos de vista morales, lo
cual no es, por s mismo, un valor artstico y, desde luego, no es un valor esttico. Ahora bien, la pregunta puede
llevarse algo ms all: cabe pensar en una obra de arte
que, por ejemplo, en razn slo de su obscenidad, sea una
buena obra de arte? El ejemplo clsico es Trpico de Cncer de Henry Miller. La descripcin que Miller hace de la
condicin humana suele provocar respuestas de repulsin
moral y de atraccin hacia la sordidez, algo que ya retrat
Platn de Leoncio, en el libro IV de la Repblica. Este hijo
de Agalyn suba del Pireo y advirti unos cadveres que
estaban echados por tierra. Experiment el deseo de mirarlos, pero a la vez sinti una repugnancia que lo apartaba
de all, y durante unos momentos se debati interiormente
y se cubri el rostro. Finalmente, vencido por su deseo,
con los ojos desmesuradamente abiertos corri hacia los
cadveres y grit: Mirad, malditos, satisfaceos con tan bello espectculo (Repblica IV, 439e-440a). La atraccin y
la repulsin se dan al mismo tiempo y el valor artstico de
Trpico de Cncer reside precisamente en cmo se narra
esa sordidez. Los inmoralistas sostienen que el valor artstico de la obra de arte tambin depende de que nos lleve
a ver y sentir el mundo tal como la obra lo representa, no
de que esas respuestas sean las que debamos tener moralmente. Uno puede perfectamente sentirse atrado hacia
algo estticamente, mientras que, moralmente, siente repulsin. Y en cierto modo, en esto coincidira con las tesis
del moralismo moderado (Kieran, M. 2001, 26-38; 2003,
56-73; 2005, captulo 4): los rasgos morales de una obra
seran relevantes para su valor en cuanto arte en funcin
de que promuevan la inteligibilidad de lo que relatan o representan. Muchas obras clsicas nos invitan a imaginar lo
que consideramos ticamente indeseable en la vida real y
solemos considerar eso como un valor artstico. No obstante, a diferencia del moralismo moderado, esta tesis admite que el carcter inmoral de una obra puede constituir
una virtud artstica y no un error.
En todo caso, no es fcil defender que una obra que
tenga componentes morales errneos no pueda tener
objetivos artsticos. No importa si esas obras (Trpico de
cncer, Madame Bovary, Anna Karenina, la Regenta, Historia de O, etc.) han perdido su mordiente y lo que retratan ha reducido su carcter inmoral. El arte y la moral van
de la mano, en este aspecto evolutivo o involutivo, y en
todo caso cambiante. Las obras de Eisenstein o de Leni
Riefenstahl son, al tiempo que propaganda, artsticamente
valiosas. La intencin primera no determina el posible valor artstico de una obra.9 Y sin embargo, parece que, en
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No quisiera finalizar sin hacer mencin a varias propuestas contemporneas que tienen que ver con lo bio. Quiz
la ms abarcadora sea aquella que se engloba bajo el trmino de bioarte, que se basa en la intervencin en organismos
vivos por medio de la biotecnologa para crear obras de arte
constituidas por nuevas formas de vida o formas vivientes
transformadas lo que, evidentemente, tiene una carga moral
quiz ms evidente que en el mbito de la mmesis artstica,
puesto que el bioarte reinterpreta la naturaleza del arte y al
mismo tiempo, reinterpreta la naturaleza de lo vivo. Como
seala Eduardo Kac, lo peculiar del bioarte no es tanto lo
que comparte con otras formas de arte, sino lo que aporta
al arte contemporneo y que no estaba antes: su centramiento en los procesos fundamentales de la vida, la gentica y los medios biotecnolgicos (Kac, E, 2007, 19; Castro,
2012). Por otra parte, la intervencin en el cuerpo, que es
propia del body art suscita tambin cuestiones morales, al
menos la violenta escarificacin que llevan a cabo algunos artistas, que reta a la idea de la piel cerrada, sin fisuras,
lisa, como bella, y probablemente tambin el tatuaje y las
cicatrices como forma de arte, cuya evaluacin esttica hay
que comprenderla en el contexto de determinadas necesidades humanas que responden a algo. Paradjicamente, en
nuestra sociedad, en la que la enfermedad no slo se concibe como mala, sino como fea (de ah nuestra tendencia
a ocultarla), sus stigmata (cicatrices, signos) pueden
ser vistos como bellos. A la inversa, los tatuajes, que se
suponen bellos en el momento de su tatuado, pasado el
tiempo, pueden ser vistos como stigmata feos (el tatuaje
carcelario signific rebelda hace veinte aos. Ahora todo
el mundo se tata con diversas intenciones. Pero el tatuaje
carcelario es una marca, un signo, 20 aos despus, de que
la institucin ha podido con el preso y se ha impuesto sobre
l). Por no hablar de las performances de Chris Burden o
Marina Abramovic o de las refiguraciones de Orlan. El
cuerpo se ha convertido en un campo de batalla entre
lo artstico y lo tico, que sin duda dar lugar a muchos desarrollos en el campo de la Biotica.
NOTAS
1
(Eth. Nic. 1099a17-18: Pues no es bueno el que no se complace en la acciones buenas, dice la traduccin espaola de
Gredos, 1993). Literalmente habramos de decir: no es bueno el
que no se complace en las acciones bellas. Vase una introduccin al tema en Merle, J.C., 2002.
En esta equiparacin hay ciertos problemas en los que no nos
podemos detener ahora, puesto que el paralelismo que establece Danto supone reducir el arte a filosofa del arte. Por otra parte,
hay que aceptar una moral kantiana para que el argumento funcione. Desde el punto de vista kantiano, una accin por deber es una
accin moral y otra, indistinguible perceptivamente de la primera,
pero hecha por piedad es inmoral. Son distintas en razn de algo
que no es perceptible. Luego la intencin (la razn por la cual) es
constitutiva de la moralidad de una accin y de la artisticidad de una
obra de arte, aunque no sea visible, y la constituye sin tener que
dar razn de s misma, si bien esta razn por la cual debe poder
mostrarse, porque esa especie de crdito significativo es el que se
exige demostrar en caso de conflicto. Ahora bien, no hay nada que
se pueda hacer o decir para demostrar que esa intencin constituye la accin o la obra. Luego slo el agente sabe si su accin es
moral o no (porque puede engaar en la justificacin, sabiendo qu
es lo que espera or el otro desde su paradigma de moralidad). En
resumen, pueden dos individuos llevar vidas indistinguibles, de tal
modo que una sea moral y otra inmoral? Tericamente s, en esta
perspectiva kantiana. Pero en la prctica no parece posible ms all
del experimento mental. Todo depende de qu se entienda por
moral/inmoral. Si tiene que ver con los actos/actitudes, no cabe
pensar que no haya diferencias. Si tiene que ver con principios trascendentales de accin, entonces es posible aceptar tal posibilidad.
En esttica sucede algo semejante: pasamos de la consideracin
del objeto de arte como encarnador de los principios del arte a la
teora como elemento fundamental. La teora institucional de Dickie
es estrictamente procedimentalista: entre un hombre casado y uno
soltero no hay diferencias perceptibles; las diferencias que pueda
haber vienen establecidas por un proceso institucional que los hace
una cosa u otra. Pero lo que lleva a un hombre a casarse no se
puede reducir a una nica razn: cada quien se casa por razones
diferentes; sin embargo s es cierto que cada uno de los que se
casan se ha casado por una razn. Frente a Richard Wollheim, que
busca las razones que hacen que la institucin confiera el estatuto
de arte a un objeto y no a otro, los institucionalistas afirman que no
hay una nica razn para presentar objetos como obras de arte, y
sin embargo, para cada objeto, habr una u otra razn por la que ese
objeto ha sido presentado como obra de arte. Y entonces, si buscamos razones, nos encontraremos con la arbitrariedad. Luego slo
cuenta el proceso, aunque detrs estn las razones actuantes en el
mundo del arte. Pero qu valor tienen stas? En la medida en que
no son la razn, no demasiado para la teora (Vase Dickie, 2005a).
Esta postura es una actualizacin, en el mbito esttico, de un
movimiento religioso de los siglos XVI y XVII, el antinomianismo,
a saber, la creencia de algunos movimientos protestantes de que
ciertos cristianos elegidos son, por la fe o la predestinacin, incapaces de pecar y por ello no tienen que obedecer ninguna ley
moral. El antinomianismo esttico sera, precisamente, la tesis
de que el artista est ms all de cualquier ley moral. No hay
que olvidar que el carcter escandaloso de parte del arte contemporneo est ya preanunciado en todo el discurso religioso que
lo nutre en el siglo XIX y hasta en las mismas vanguardias. Fue
Kierkegaard, siguiendo la mxima paulina, quien ms insisti en
el carcter escandaloso y paradjico del cristianismo. La herencia religiosa de la factura decimonnica del arte es innegable, de
modo que cabe pensar que el sujeto/objeto del constitutivo antropolgico que subyace al escndalo (quiz aquello agustiniano
de homo est bestia cupidissima rerum novarum) ha mutado de lo
religioso a lo artstico, por un proceso kentico de vaciamiento de
lo religioso y de depsito de su sustancia en el arte.
Y sin embargo, a veces exigen ser juzgadas con los criterios ordinarios. Tal fue el caso de la representacin de Imponderabilia, de Marina Abramovic, en el MOMA, en 2010, donde el caso
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