Gianrico Carofiglio - Testigo Involuntario
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Testigo involuntario
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Gianrico Carofiglio
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PRIMERA PARTE
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Gianrico Carofiglio
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Recuerdo muy bien el da anterior mejor dicho, la tarde anterior a que todo
empezara.
Haba llegado a la oficina haca un cuarto de hora y no tena ninguna
intencin de ponerme a trabajar. Ya le haba echado un vistazo al correo
electrnico, a la correspondencia, haba ordenado algunas de las cartas
traspapeladas y realizado un par de llamadas intiles. En definitiva, haba
agotado todos los pretextos y haba encendido un cigarrillo.
Ahora disfruto tranquilamente del cigarrillo y despus ya empezar.
Cuando acabe el cigarrillo ya encontrar cualquier otra cosa que hacer.
Tal vez salga si me acuerdo de que tengo que ir a la librera Feltrinelli a recoger
un libro, algo que he ido postergando.
Mientras fumaba son el telfono. Era la lnea interna, mi secretaria
desde la recepcin.
Haba un seor que no tena cita, pero deca que era urgente.
Casi nadie tiene cita nunca. La gente va a ver al abogado penalista
cuando tiene problemas serios y urgentes, o cuando est convencida de que los
tiene. Lo que es, obviamente, lo mismo.
De todas maneras mi despacho funcionaba as: mi secretaria me llamaba,
en presencia del seor o de la seora que tena necesidad urgente de hablar con
el abogado. Si estaba ocupado por ejemplo con otro cliente les haca esperar
hasta que no hubiera terminado.
Si no estaba ocupado, como aquella tarde, les haca esperar igual.
Que quede claro que en esta oficina se trabaja, y le atiendo slo porque se
trata de un caso urgente.
Le dije a Mara Teresa que le comunicara al seor que lo atendera al cabo
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una cerveza grande, fra, y de una manera u otra aquel viernes habra pasado.
Alquil Black Rain, aunque la haba visto dos veces. La vi por tercera vez
y todava me gust. Me com la pizza, me beb toda la cerveza. Luego beb un
whisky y me fum varios cigarrillos. Mir varios canales y descubr que en las
televisiones locales haban vuelto a poner pelculas porno. Esto me hizo darme
cuenta de que ya era la una pasada, as que me fui a dormir.
No s a qu hora me dorm y no s cundo regres Sara, porque no la o
volver.
A la maana siguiente me despert cuando ella ya se haba levantado.
Entr en la cocina con cara de sueo, y ella, sin decir nada, me sirvi una taza
de caf americano. El caf americano, abundante, siempre nos haba gustado a
los dos.
Beb dos sorbos y estaba a punto de preguntarle a qu hora haba
regresado la noche anterior cuando me dijo que quera la separacin.
Lo dijo as, simplemente: Guido, quiero que nos separemos.
Tras muchos segundos de silencio ensordecedor me vi abocado a la
pregunta ms banal.
Por qu?
Me dijo el porqu. Estuvo tranquila e implacable. Quiz yo pensaba que
no se haba dado cuenta de cmo haba transcurrido mi vida por lo menos en
los ltimos, digamos, dos aos. Pero ella s se haba dado cuenta y no le haba
gustado. Lo que la haba humillado ms no era mi infidelidad aquella palabra
me golpe el rostro como un escupitajo sino el hecho de que le hubiera
faltado realmente al respeto tratndola como a una estpida. Ella no saba si yo
siempre haba sido as o si haba ido cambiando. No saba qu hiptesis prefera
y tal vez tampoco le importaba mucho.
Me estaba diciendo que me haba convertido en un hombre mediocre o
que acaso siempre lo haba sido. Y ella no tena ganas de vivir con un hombre
mediocre. Ya no.
Como un verdadero hombre mediocre, no encontr nada mejor que
preguntarle si haba otro. Contest sencillamente que no y que, adems, desde
aquel instante, eso ya no era asunto de mi incumbencia.
Correcto.
La conversacin no se alarg mucho y diez das ms tarde estaba fuera
de casa.
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enloquecido.
No hay que interrumpir la cadena!
Le la carta a mis amigos, que la encontraron hilarante. Cuando hubieron
acabado con las risas me preguntaron si pensaba destrozarla y morir
enloquecido. O ponerme pacientemente a hacer las diez copias con bella
caligrafa, lo cual no habran dejado de recordarme con poca elegancia, pienso
al menos durante los siguientes diez aos.
Esto me puso de los nervios, pens que no habran sido tan ocurrentes si
la carta les hubiera llegado a ellos y dije que obviamente la rompera. Ellos
pretendieron que lo hiciera delante suyo. Insinuaron que poda cambiar de idea
y, alejado de ojos indiscretos, hacer las famosas diez copias, etctera.
En definitiva, me vi obligado a romperla en pedazos y, cuando hube
acabado, el ms gracioso de los tres dijo que no tena por qu preocuparme: en
el momento oportuno ellos se ocuparan de que me ingresaran en un
manicomio acogedor.
Ms o menos dieciocho aos despus me haba encontrado pensando
seriamente que la profeca se estaba cumpliendo.
En cualquier caso, el miedo a sufrir un nuevo ataque de pnico y a
enloquecer no eran mi nico problema.
Empec a padecer insomnio. Pasaba las noches casi completamente en
blanco, conciliando el sueo slo poco antes del alba.
Pocas veces me dorma en horarios ms normales. En estas ocasiones, sin
embargo, me despertaba inexorablemente dos horas despus y no poda
quedarme en la cama. Si lo intentaba, me asaltaban pensamientos muy tristes,
insoportables. Sobre cmo haba malgastado mi vida, sobre mi infancia. Y sobre
Sara.
Entonces me vea obligado a levantarme y vagaba por mi apartamento.
Fumaba, beba, miraba la televisin, encenda el mvil con la esperanza absurda
de que alguien me llamara a altas horas de la noche.
Empec a preocuparme de que la gente se diera cuenta de mi situacin.
Sobre todo empec a preocuparme de poder perder el control y pas
todo el verano de esa guisa.
Cuando lleg agosto no encontr a nadie que quisiera viajar conmigo
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Mi mdico haba aceptado recetarme algo para dormir y con aquellas pldoras
pareci que la situacin mejoraba un poco.
El humor era siempre gris ratn, pero como mnimo no me arrastraba
destruido por el insomnio, como un espectro.
En cualquier caso, mi productividad en el trabajo y mi fiabilidad
profesional estaban peligrosamente por debajo del nivel de alerta. Haba varias
personas cuya libertad dependa de mi trabajo y de mi concentracin. Supongo
que habran encontrado interesante descubrir que pasaba las tardes hojeando
distradamente sus expedientes, que no me importaban un pito ni ellos ni el
contenido de aquellos expedientes, que el resultado de los procesos dependa
bsicamente del azar y que, en definitiva, su destino estaba en manos de un
irresponsable psquicamente perturbado.
Cuando estaba obligado a despachar con alguien, la situacin era
surrealista.
Los clientes hablaban, yo no oa ni una sola palabra, pero asenta. Ellos
seguan hablando, tranquilizados. Al final les estrechaba la mano con una
sonrisa de comprensin.
Parecan apreciar que el abogado les hubiera dejado desahogarse as, sin
interrumpirles, y que, evidentemente, hubiera comprendido sus problemas y
sus exigencias.
Era una buena persona, fue el comentario que le hizo a mi secretaria una
jubilada que quera querellarse contra el vecino porque le pona notas obscenas
en el buzn. No pareca ni siquiera un abogado, dijo. Era verdad.
Ellos estaban contentos y yo, en el mejor de los casos, slo tena una vaga
idea del problema. Juntos nos dirigamos hacia la catstrofe.
Fue en esta fase despus de haber conseguido dormir durante alguna
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El psiquiatra era alto, macizo, imponente, con la barba y las manos como palas.
Me lo imagin mientras inmovilizaba a tortazos a un loco furioso y le pona la
camisa de fuerza.
Fue bastante amable, teniendo en cuenta la barba y la mole. Me lo hizo
contar todo y asenta. Esto me pareci tranquilizador. Despus pens que
tambin yo asenta cuando hablaban los clientes y me sent menos tranquilo.
Y dijo que sufra de una forma especial de trastorno de adaptacin. La
separacin haba funcionado en mi psique como una bomba de relojera y
llegado a un determinado punto se haba producido un efecto de ruptura. O
mejor, una serie de rupturas en cadena. No haba obrado bien descuidando el
problema durante tantos meses. Se haba producido una degeneracin del
trastorno de adaptacin, que corra el riesgo de transformarse en una depresin
de gravedad media. Estas situaciones no deban ser subestimadas. No tena que
preocuparme, sin embargo, porque el hecho de haber acudido al psiquiatra
constitua un signo positivo de autoconciencia y una premisa para la curacin.
Ciertamente era necesario un tratamiento farmacolgico, pero en definitiva, en
el plazo de algunos meses, decididamente la situacin habra mejorado.
Pausa y mirada intensa. Deba de formar parte de la terapia.
Luego se puso a escribir, rellenando una pgina del recetario con
nombres de ansiolticos y antidepresivos.
Tena que tomar aquellos potingues durante dos meses. Tena que
intentar distraerme. Tena que evitar estar reflexionando sobre m mismo. Tena
que intentar captar los aspectos positivos de las cosas evitando pensar que mi
situacin no tena salida alguna.
Tena que darle trescientas mil liras, de recibo ni hablar y nos vemos
dentro de dos meses para el control.
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incluso vietnamitas. La eleccin era muy amplia: judo, jiu-jitsu, aikido, krate,
thai boxing, taekwondo, tai-chi, wing chun, kendo, viet vo dao.
El boxeo pareca desaparecido, pero no me resign. Telefone al comit
provincial del CONI y pregunt si haba gimnasios en Bar donde se practicara
el boxeo. El empleado fue amable y eficaz. S, haba dos clubes de boxeo en Bari;
uno estaba junto al nuevo estadio, husped del municipio, el otro utilizaba el
gimnasio de una escuela secundaria, precisamente a dos pasos de mi casa.
Fui a echar un vistazo y descubr que ya conoca al profesor, era uno del
viejo gimnasio, Pino. Acordarme del apellido, obviamente, ni loco. Haba
empezado a ir por el stano un poco antes de que yo dejara de ir. Era un peso
pesado, poca tcnica, pero puos muy potentes. Incluso haba disputado algn
combate como profesional, pero sin grandes resultados. Ahora tena varios
trabajos. Profesor de boxeo, matn de discoteca, jefe del servicio de seguridad
en los conciertos, grandes fiestas, espectculos.
Se alegr de verme, seguro que poda inscribirme, era husped suyo, y ni
hablar de tener que pagar. Adems un abogado siempre puede ser de utilidad.
Entonces, a partir de la semana siguiente, cada lunes y jueves sala del
despacho a las seis y media y a las siete ya estaba en el gimnasio y durante casi
dos horas practicaba el boxeo.
Esto me hizo sentir un poco mejor. No bien, pero un poco mejor. Saltaba
a la cuerda, haca flexiones, abdominales, el saco y combata con chicos veinte
aos ms jvenes que yo.
Alguna noche lograba conciliar el sueo solo, sin pldoras; otras noches
no.
Alguna vez lograba incluso dormir cinco o seis horas seguidas.
Alguna tarde sal con amigos y me encontr casi bien del todo.
Todava me daban ataques de llanto, pero menos a menudo, y adems
consegua controlarme.
Segua sin subir en los ascensores, pero ni era un problema grave, ni
nadie se preocupaba por ello.
Sobreviv casi indemne a las vacaciones de Navidad, si bien un da, tal
vez el veintinueve o el treinta, vi a Sara por la calle, en el centro. Estaba con una
amiga suya y un tipo a quien no haba visto nunca. l poda ser perfectamente
el novio de la amiga, o el to, o un gay, por lo que yo saba. Sin embargo, me
convenc enseguida de que se trataba del nuevo novio de Sara.
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Nos saludamos con la mano desde las dos aceras. Yo anduve todava
alguna decena de metros y luego me di cuenta de que estaba conteniendo la
respiracin. El diafragma se haba bloqueado. Sent algo, una especie de calor,
que vena de abajo y suba por toda la cara hasta la raz del cabello. El cerebro
no funcion durante varios minutos.
Tuve dificultad para respirar todo el da y por la noche no dorm.
Luego tambin aquello pas.
Despus de las vacaciones de Navidad empec a trabajar, un poco. Me
cercior del desastre que rondaba por mi despacho y especialmente entre mis
ignorantes clientes y, renqueando, intent recuperar mnimamente el control de
la situacin.
Empec de nuevo a preparar los procesos, comenc a escuchar un poco
lo que decan los clientes, empec de nuevo a escuchar lo que deca mi
secretaria.
Lentamente, a saltos como una mquina estropeada, mi tiempo
empezaba a moverse de nuevo.
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SEGUNDA PARTE
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Era una tarde de febrero, pero no haca fro. Aquel invierno no haba hecho fro
ningn da.
Pas por delante del bar de debajo del despacho y no entr. Me
avergonzaba pedir el caf descafeinado y por ello iba a un bar cutre a cinco
manzanas de distancia.
Desde que haba empezado a padecer insomnio no beba caf normal por
la tarde. Alguna vez haba probado el caf de cebada, pero da asco. El caf
descafeinado, en cambio, parece de verdad. Lo importante es ser discreto
cuando se pide uno.
Yo siempre haba mirado con cierta lstima a quienes pedan un
descafeinado. No quera ser contemplado, ahora, de la misma manera. No por
gente que me conociera, como mnimo. Por eso eluda ir a mi bar habitual por la
tarde.
Tom el caf, encend un Marlboro y me lo fum sentado en una vieja
mesita con la superficie de formica. Luego desanduve las cinco manzanas y
regres al despacho.
Por lo que recordaba, deba tratarse de una tarde bastante tranquila: una
sola cita. Con la seora Cassano, que al da siguiente sera procesada por malos
tratos al marido.
Durante aos, este seor, segn la acusacin, regresaba a casa de su
trabajo y se oa llamar, en el mejor de los casos, miserable fracasado de mierda.
Durante aos haba estado obligado a entregar el sueldo a su mujer, pudiendo
disponer slo de alguna calderilla para los cigarrillos y otros pequeos gastos
personales. Durante aos haba sido humillado en las reuniones de familia y
frente a sus pocos amigos. En bastantes ocasiones haba sido golpeado y
tambin se haba llevado escupitajos en la cara.
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acusado:
a) del delito segn el art. 605 del C. P. por haber deliberadamente privado de la
libertad personal al menor Francesco Rubino inducindole a seguirlo con engao
y retenindole a continuacin contra su voluntad.
b) del delito segn el art. 575 del C. P. por haber ocasionado la muerte del
menor Francesco Rubino, ejerciendo sobre l indeterminados actos de violencia y
posteriormente ahogndolo con modalidades y medios tambin indeterminados.
Ambos en el trmino de Monopoli del 5 al 7 de agosto de 1999.
c) del delito segn el art. 412 del C. P por haber ocultado tirndolo a un pozo
el cadver del menor Francesco Rubino.
En el trmino de Polignano, a 7 de agosto de 1999.
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ganaba diez veces ms. Hablaba tres lenguas, quera estudiar psicologa y
deseaba quedarse en Italia.
Ella era agrnoma, oriunda de Assuan. Nubia. Egipto, en la frontera con
Sudn.
Estaba en Bari desde haca casi un ao y medio y estaba terminando un
curso de especializacin en gestin del suelo y de los recursos de regado. Al
regresar a su pas se iba a ocupar, por cuenta del gobierno, de llevar el agua al
desierto del Sahara para transformar las dunas en campos de cultivo.
Pregunt qu tena que ver Bari con el riego del desierto.
En Bari me explic haba un instituto superior de investigacin y de
formacin agronmica. Centre International de Hautes tudes Agronomiques
Mditerranennes, se llamaba, y acuda gente de todos los pases en vas de
desarrollo del Mediterrneo para especializarse. Libaneses, tunecinos,
marroques, malteses, jordanos, sirios, turcos, egipcios, palestinos. Vivan todos
en el colegio mayor junto al instituto, estudiaban todo el da y de noche
deambulaban por la ciudad.
Haba conocido a Abdou en un concierto. En un local de la ciudad vieja
pronunci un nombre que no conoca donde se encontraban por la noche
griegos, negros, asiticos, norteafricanos y tambin algn italiano.
Era un concierto wolof, la msica tradicional del Senegal, y Abdou tocaba
la percusin con otros compatriotas suyos.
Se detuvo algunos segundos, mirando hacia algn lado fuera de la
habitacin, fuera de mi despacho. Fuera.
Luego retom la conversacin y me di cuenta de que no estaba hablando
conmigo.
Abdou era maestro, dijo sin mirarme.
Era maestro aunque ahora vendiera bolsas. l amaba a los nios y no era
capaz de hacerle dao a uno.
No era capaz de hacer dao a nadie.
Fue al llegar aqu cuando la voz controlada de Abagiage Deheba se
resquebraj. Su cara de princesa nubia se contrajo tras el esfuerzo por no llorar.
Lo consigui, pero permaneci en silencio durante un minuto muy largo.
Despus del arresto haban acudido a otro abogado, y nombr a uno al
que yo conoca demasiado bien. Una vez, charlando, se haba jactado de que
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Una vez una colega ma simptica, hablando de Cervellati, dijo que era
de los que usan camiseta imperio. Le pregunt qu significaba y me explic que se
trataba de una categora de la humanidad que ella haba elaborado.
Quien usa camiseta imperio metafrica es, en primer lugar, alguien
que en pleno verano, a 35 grados, lleva una camiseta imperio verdadera
debajo de la camisa, porque absorbe el sudor y no me da un patats ante
segn qu corrientes de aire. Una variacin extrema de esta categora la
forman quienes se ponen la camiseta imperio debajo de la camiseta.
Quien usa camiseta imperio tiene la funda del mvil de falsa piel con un
gancho para el cinturn, por la tarde llega a casa y se pone el pijama, conserva
su viejo mvil porque son los que siempre funcionan mejor. Usa pastillas de
menta para perfumar el aliento, polvos de talco y colutorio.
A lo mejor lleva un preservativo escondido en la cartera, no lo utiliza
nunca y por ello, antes o despus, la mujer lo descubre y le echa bronca.
Quien usa camiseta imperio utiliza frases como: pisar mierda trae suerte;
hoy en da es imposible poder aparcar en el centro; los jvenes de ahora no
tienen ms intereses que la discoteca y los videojuegos; yo no tengo nada contra
los homosexuales / los gays / los sarasas / los maricas / los maricones, basta
con que me dejen tranquilo; si uno es homosexual / gay / sarasa / marica /
maricn es su problema, pero no puede ser maestro; mi ms sentido psame;
derecha e izquierda son todos lo mismo, son todos unos ladrones; yo s
anticipadamente cundo cambia el tiempo: me duele el codo / la rodilla / el
tobillo / el callo; equivocndose se aprende; yo no hablo por detrs, las cosas las
digo a la cara; se equivoca quien trabaja; peor que salir de noche; hay que
levantarse de la mesa con un poco de hambre; mientras hay vida hay esperanza;
me parece ayer; he de empezar a aprender cosas de Internet / a ir al gimnasio /
a ponerme a dieta / a colocar en su sitio la bicicleta / a dejar de fumar, etctera,
etctera, etctera.
Obviamente, quien usa camiseta imperio dice que ya no existen las
estaciones intermedias y que el calor / el fro seco no es un problema, es el calor
/ el fro hmedo lo que es insoportable.
Las imprecaciones del hombre que usa camiseta imperio: mecagen
diez!; mecagen la pueta!; mecagen tus muertos!; mecagen la puta de
oros!; mecagen Satans!; jolines!; diantre!; no me toques los cataplines!;
maldita sea!; no me tomes el pelo!; vete al diablo!; vete al cuerno!, vete al
carajo!
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Despus del encuentro con Cervellati fui a la audiencia y pact una pena para
una seora acusada de bancarrota fraudulenta.
Para decir la verdad, la seora no tena nada que ver con la bancarrota,
con la quiebra, con la empresa y con la justicia. El titular oculto de la empresa
era el marido, que ya haba quebrado una vez y tena antecedentes por estafa,
apropiacin indebida y actos obscenos.
Haba puesto la empresa comercio de abonos a nombre de la mujer,
le haba hecho firmar montaas de letras, no haba pagado a los empleados, no
haba pagado la electricidad, no haba pagado el telfono, haba hecho
desaparecer la caja.
Obviamente, la empresa haba quebrado y la titular haba sido acusada
de bancarrota fraudulenta. Caballerosamente, el marido haba consentido que la
justicia siguiera su curso y que la mujer fuera condenada, si bien con una pena
pactada.
Me haban pagado la semana anterior, sin recibo. Con el dinero de la caja
desaparecida o con fondos de quin sabe qu otro embrollo del seor De Carne.
Una de las cosas que se aprenden enseguida ejerciendo de abogado
penalista es que, al tener que tratar principalmente con tipos como De Carne,
uno cobra por anticipado.
Obviamente a uno le pagan casi siempre, o al menos muy a menudo, con
fondos que provienen de algn delito.
Estas cosas no deben decirse, pero cuando defiendes a un traficante
profesional que te paga diez, veinte, incluso treinta millones de liras si
consigues sacarlo de la crcel, por lo menos deberas albergar una vaga duda
sobre la procedencia de aquel dinero.
Si defiendes a un seor arrestado por extorsin continuada en
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automvil. Fui a ver a unos compatriotas cuyos nombres no sabra dar. Nos
vimos, como otras veces, en los alrededores de la estacin central. No puedo
facilitar indicaciones tiles para identificar a estos compatriotas mos y no sabra
nombrar a nadie que pudiera confirmar que aquel da estuve en Npoles.
A.P.C.: Niego haber estado aquel da en Monopoli. Tras regresar de
Npoles me qued en Bar.
A.P.C.: Doy fe de que Su Seora me hace notar que la versin facilitada
por m parece del todo poco fiable. Slo puedo confirmar que estuve en Npoles
aquel da y que efectivamente no pas por Monopoli ni sus alrededores.
A.P.C.: Doy fe de que hay un testigo que me vio en la zona del Capitolo,
precisamente la tarde del 5 de agosto. Doy fe de la invitacin que Su Seora me
hace para que confiese. Doy fe de que si confesara podra mitigar mi situacin.
Tengo que confirmar, sin embargo, que no he cometido el homicidio del que se me
acusa y que no comprendo cmo es posible que alguien diga que me vio el da 5
en la zona de Capitolo.
En este momento se constata que se muestra al sospechoso una fotografa
hallada en la habitacin del antedicho en el transcurso del registro all efectuado.
Despus de haber visto la foto, Thiam declara:
Conozco al nio retratado en la foto, pero slo ahora me entero de que su
nombre es Francesco Rubino. Yo lo conoca por el nombre de Ciccio.
A.P.C.: La fotografa fue el nio quien me la dio. No fui yo quien le
retrat. No tengo ninguna cmara fotogrfica.
A las 2.30 horas la redaccin del acta es suspendida para permitir al
sospechoso hablar con su defensor.
A las 3.20 horas el acta es iniciada de nuevo.
A.P.C.: Incluso despus de haber hablado con el abogado que me ha
aconsejado que diga toda la verdad no tengo nada que aadir a las
declaraciones que ya he efectuado.
El defensor no aade nada.
Ledo, confirmado y rubricado.
Dos das despus del arresto se haba celebrado la audiencia ante el juez
sobre las investigaciones preliminares. Abdou haba hecho uso de su derecho a
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no contestar.
Desde entonces ya no haba sido interrogado.
Rele la orden de prisin preventiva. Le la resolucin del tribunal que
justamente, considerando las pruebas haba rechazado el recurso para la
condicional de Abdou.
Le y volv a leer todos los documentos.
Las declaraciones de las personas que solan ir a la playa y que decan
que haban visto a Abdou detenerse para hablar con el nio. Las declaraciones
del senegals que hablaba del lavado del coche y del otro senegals, que contaba
que no haba visto a Abdou en la playa habitual el da despus de la
desaparicin del nio.
El acta de la inspeccin y del hallazgo del cadver del pequeo. El acta
del registro en la casa de Abdou, con la lista de los libros confiscados.
La relacin del forense, que hoje velozmente, evitando las fotografas.
Las intiles, tristes declaraciones de los padres y de los abuelos del nio.
La tarde del domingo los ojos me quemaban y sal de casa. Soplaba
mistral y haca fro.
Aquel fro despiadado de marzo que hace que la primavera parezca muy
lejana.
Haba pensado dar una vuelta, pero cambi de idea, cog el coche y
anduve hacia el norte, por la antigua nacional 16.
Bruce Springsteen resonaba en los altavoces y en mi cabeza mientras
atravesaba los pueblos de la costa, desiertos y barridos por el viento del
noroeste.
Me detuve delante de la catedral de Trani, frente al mar, y encend un
cigarrillo. La harmnica chirriaba en mis odos y en el alma.
Las palabras terribles se haban escrito para mi desesperada soledad.
I remember us riding in my brother's car
Her body tan and wet down at the reservoir
At night on them banks I'd lie awake
And pull her close just to feel each breath she'd take
Now those memories come back to haunt me
They haunt me like a curse.
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la mano.
Ms. No muchas ms. Ten en cuenta que con el abreviado estamos
prcticamente seguros de la condena, mientras que en un juicio siempre puede
suceder cualquier cosa... Todos los testigos deben ser interrogados por el fiscal y
luego nosotros podemos volver a interrogarlos. Quiere decir que yo, como
abogado tuyo, puedo volver a interrogarlos. Alguno podra no confirmar su
versin, alguno podra contradecirse, podra aparecer alguna prueba nueva.
Pero es un riesgo muy grande.
Cuntas posibilidades?
Cmo dar un nmero. Cinco, diez por ciento, como mximo.
Por qu quieres t un proceso abreviado?
Qu quieres decir con por qu? Porque es la cosa ms adecuada. Con
esta jueza, te las apaaras con el mnimo posible y dentro de...
Yo no he hecho lo que dicen.
Respir de nuevo profundamente y luego cog un cigarrillo. No saba qu
decir y naturalmente dije algo inadecuado.
Oye, Abdou. Yo no s lo que t has hecho. Para un abogado, tal vez es
mejor no saber lo que ha hecho su cliente. Eso le ayuda a ser ms lcido, a
efectuar mejor la eleccin sin dejarse influir por la emotividad. Entiendes lo
que digo?
Abdou hizo un gesto imperceptible con su rostro. Los ojos parecan
hundidos en las cuencas negras. Continu, alejando la mirada.
Si no hacemos el proceso abreviado, si nos vamos a juicio, es como si
nos jugramos tu vida a las cartas, con muy pocas posibilidades de ganar. Y
adems, para jugar a este juego hace falta dinero, mucho dinero. Un juicio dura
mucho tiempo y cuesta, cuesta muchsimo.
Me di cuenta de que estaba diciendo una gilipollez mientras oa el sonido
de mis palabras. Y al mismo tiempo comprend por qu me senta incmodo.
Quieres decir que como no puedo pagar bastante es mejor hacer el
proceso abreviado?
No he dicho eso mi voz subi ligeramente de tono.
Cunto dinero hace falta para celebrar un juicio?
El dinero no es el problema. El problema es que si vamos a juicio te
caer cadena perpetua y tu vida se acab.
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peleas
de
perros
tambin
haban
sido
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Al da siguiente encontr el coche con las cuatro ruedas rajadas y una raya
hecha con un cuchillo o un destornillador que abarcaba toda la carrocera.
Ms que enfadarme por el desperfecto, experiment una sensacin de
humillacin. Me puse a pensar en lo que siente alguien que, al regresar a casa,
se lo encuentra todo revuelto porque le han robado. A continuacin me puse a
pensar en todos los ladrones de casas que haba defendido y a quienes haba
logrado absolver.
Al final pens que el cerebro se me estaba desintegrando y que daba
pena. De modo que, afortunadamente, abandon las especulaciones morales e
intent ser ms bien prctico.
Llam a un cliente mo con cierta fama entre el hampa de Bari y
provincia. Vino a mi despacho y le cont lo sucedido, incluida la historia de los
porrazos. Dije que no tena ganas de ir a la polica o a los carabineros, pero que
no deban obligarme a hacerlo. Por m, quedbamos en tablas. Yo me pagaba los
desperfectos del coche y ellos, quienquiera que fueran, se tragaban los golpes y
me dejaban hacer mi trabajo en paz.
Mi cliente dijo que tena razn. Tambin dijo que ellos me tenan que
reparar el coche y ponerme unas ruedas nuevas. Dije que el coche lo reparaba
yo y que no quera las ruedas.
Pens que tampoco me interesaba una denuncia por receptacin,
teniendo en cuenta que las ruedas no se las iran a comprar a un vendedor
autorizado. Pero eso no lo dije.
Slo quera que cada uno estuviera en su sitio y que nadie le tocara los
cojones a los dems. l no insisti, y asinti en seal de respeto. Un respeto
distinto del que normalmente se profesa a un abogado.
Dijo que al cabo de dos das me dira algo.
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otro huevo que haba batido con sal y un poco de vino. Las reboc en pan
rallado al que haba aadido una pizca de nuez moscada y las hice crepitar en
aceite de oliva, a fuego moderado.
Envolv las albndigas que desprendan muy buen olor en papel
absorbente y prepar una ensalada con vinagre balsmico. Puse la mesa, con
mantel, platos de verdad, cubiertos de verdad y, antes de ponerme a comer, fui a
cambiar el CD.
Simon and Garfunkel. The concert in Central Park.
Apret el botn skip hasta la cancin nmero diecisis. The boxer.
La escuch toda de pie, hasta la ltima estrofa. Mi preferida.
In the clearing stands a boxer and a fighter by his trade
And he carries the remainders
of every globe that laid him down
or cut him, till he cried out
in his anger and his shame
I'm leaving, I'm leaving
But the fighter still remains
Just still remains.
Luego apagu el estreo y fui a comer.
Las albndigas estaban muy buenas. Tambin la ensalada, y el vino era
perfumado y creaba reflejos en el vaso. No estaba triste, aquella noche.
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dicho que l necesitaba su espacio, que las cosas entre ellos haban funcionado
bien, hasta aquel momento, gracias a la distancia, que evitaba el aburrimiento y
la rutina. Que necesitaba tiempo para reflexionar. Bien, todo el repertorio clsico
de las cabronadas.
Mantovani se haba encontrado en Bar, sola, con los puentes cortados a
sus espaldas. Se haba quedado sin hacer dramas.
Me gustaba mucho. Era como debera ser un buen fiscal, o un buen
polica, que es ms o menos lo mismo.
En primer lugar, era inteligente y honesta. Despus, no le gustaban los
delincuentes de cualquier tipo, pero no pasaba su tiempo atormentndose
y pensando que la mayora de ellos se sala con la suya. Sobre todo: cuando se
equivocaba era capaz de reconocerlo, sin lamentarse.
Nos habamos hecho amigos, o algo parecido. Lo bastante, en fin, como
para ir a comer juntos a veces y contarnos algo de nuestras historias. No lo
bastante para que sucediera algo, por ms que nuestra presunta relacin era
uno de los numerosos chismorreos que circulaban por los juzgados.
Patrono detestaba a Mantovani. Porque era mujer, porque era fiscal y
porque era ms inteligente y ms dura que l. Si bien, obviamente, no lo habra
admitido nunca.
Oiga, seora llamaba seora, ni doctora ni jueza, a las mujeres
magistrado para que se pusieran nerviosas y se sintieran incmodas, oiga este
chiste. Es muy nuevo, gracioso de verdad.
Mantovani se acerc algunos pasos y le mir a los ojos, inclinando la
cabeza de lado, sin decir una palabra. Ligero gesto de conformidad intenta
explicarlo t, este chiste y sombra de una sonrisa. No era una sonrisa cordial.
La boca se haba movido pero los ojos estaban inmviles. Y fros.
Patrono explic su chiste. No era muy nuevo, ni siquiera nuevo.
Era el del joven de buena familia que habla con un amigo y le dice que se
va a casar con una ex prostituta. El joven le explica al amigo que para l no es un
problema la anterior profesin de su prometida. Ni siquiera son un problema
los parientes de la prometida, que son traficantes, ladrones y chulos. Todo
parece ir de la mejor manera, pero el joven le confiesa a su amigo que tiene una
nica, grave preocupacin. Cul? le pregunta el otro.
Cmo decirle a los padres de la novia que su padre es un magistrado.
Patrono se ri l solo. Yo estaba incmodo.
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Ha sido una pelcula muy buena, esta noche. Cmo se llaman los actores?
Harry es Billy Cristal. Sally, Meg Ryan.
Espera, cmo era la frase... aquella del sueo de las olimpadas?
He vuelto a tener aquel sueo. Estoy haciendo el amor y los rbitros
olmpicos observan. He llegado a la final. El rbitro canadiense me da un 9, el
americano un 10, y mi madre, disfrazada de rbitro de Alemania del Este, me
da un 3.
Ella empez a rer. Cunto me gustaba su risa, pens.
La risa es importante porque no se puede fingir. Para comprender si uno
es autntico o es falso el nico sistema seguro es mirar y escuchar su risa.
Las personas que de verdad merecen la pena son las que saben rer.
Me sacudi tocndome el brazo.
Dime tus tres pelculas preferidas.
Carros de fuego, El gran mircoles, Picnic en Hanging Rock.
Eres el primero que contestas as... rpidamente. Sin pensar.
sta de las pelculas preferidas es una pregunta que yo hago siempre.
Se puede decir, pues, que estaba preparado. Las tuyas?
La primera es Blade Runner. Absolutamente.
He visto cosas que vosotros, humanos, no podrais imaginar. Naves
de guerra en llamas ante los baluartes inexpugnables de Orin. Y he visto los
rayos beta relampaguear en el vaco cerca de las puertas de Tannhuser. Y todos
aquellos momentos se perdern en el tiempo, como lgrimas en la lluvia. Estiempo-de-morir. Time-to-die.
Bravo. La pronuncia exactamente as. Es-tiempo-de-morir. Separando
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TERCERA PARTE
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Regresaba a casa, del despacho. Pensaba que habra tenido que hacer la compra
para evitar comer fuera una vez ms cuando o una voz de mujer, ligeramente
gutural, a mi espalda.
Puede ayudarme, por favor? Estoy a punto de caerme.
Mi vecina Margarita. Era impresionante que no se hubiese cado ya al
suelo. Llevaba una cartera repleta, numerosas bolsas de plstico llenas de
comida y un tubo largo para llevar dibujos del tipo que usan los arquitectos.
La ayud, en el sentido de que cargu con toda la compra. As que
empezamos a andar juntos.
Menos mal que me he encontrado con usted. Hace una semana estaba
ms o menos en la misma situacin y me encontr con aquel profesor anciano,
Costantini, que se ofreci para ayudarme. Le di las bolsas, y l, despus de
recorrer la primera manzana, estuvo a punto de tener un infarto.
Sonre con un aire vagamente idiota. Evidentemente, habra tenido que
saber quin era ese profesor Costantini.
Quin es el profesor Costantini?
El que vive en el segundo piso, en nuestro edificio. Perdone, pero
usted desde cundo vive all?
Pens que viva en aquel edificio desde haca ms de un ao. No conoca
el nombre de ninguno de los inquilinos.
Vivo all desde hace un ao, ms o menos.
Bien, felicidades, usted debe de ser un tipo sociable. Qu hace,
duerme de da y de noche deambula con un chndal, una capa y una mscara
para librar a la ciudad de los criminales?
Le dije que era abogado, y ella tras hacer una pequea mueca me
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dijo que ella tambin, mucho tiempo atrs, pareca destinada a ser abogada.
Haba hecho las prcticas, haba aprobado los exmenes y se haba inscrito en el
colegio, pero luego haba cambiado de rumbo. Completamente. Ahora trabajaba
en publicidad y otras cosas. Pero acordamos de algn modo ramos
colegas, de modo que nos podamos tutear. Dijo que eso la haca sentirse ms
cmoda.
Yo siempre he tenido problemas con el usted. No me sale
espontneamente, tengo que esforzarme. Intentaron ensearme hace algunos
aos que una chica bien no habla de t a los desconocidos, pero yo siempre he
tenido mis dudas sobre el hecho de ser una chica bien. Y t?
Si no estoy seguro de ser una chica bien? Efectivamente, alguna duda
la tengo.
Sonri brevemente como un gorgoteo antes de volver a hablar.
Se ve que tienes dudas, en general. Siempre tienes un aire... no s, no
encuentro la palabra idnea para definirlo. Como si estuvieras considerando las
preguntas y las respuestas te gustaran poco. O no te gustaran en absoluto.
Me gir para mirarla, ligeramente sorprendido.
Dado que sta es la segunda vez que nos vemos, puedo saber en qu
se basa ese diagnstico?
Es la segunda vez que t me ves. Yo te he visto al menos cuatro o cinco
veces desde que he venido a vivir a este edificio. Dos veces nos hemos cruzado
por la calle y literalmente ni me has visto. Hasta el punto de que no me ha
apetecido saludarte. No ha sido agradable para mi vanidad, pero t estabas en
otra parte.
Caminamos en silencio algunas decenas de metros. Fue ella quien volvi
a hablar.
He dicho algo que no est bien?
No. Pensaba en lo que has dicho. Me preguntaba si era tan evidente.
No es tan evidente. Es que yo soy hbil.
Habamos llegado al portal de casa. Entramos y subimos juntos el
pequeo tramo de escaleras que conduca al ascensor. Me disgustaba que
hubiera llegado el momento de despedirnos.
Has conseguido despertar mi curiosidad. Ahora qu debo hacer para
tener un asesoramiento ms detallado?
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con cuatro sillas de metal. En el suelo una gran alfombra de fibra de coco y, en
los dos lados de la habitacin, algunas gruesas velas coloreadas de diversas
medidas, vasos de cristal azul con una especie de gravilla en el interior, un
equipo estreo negro.
Las estanteras estaban llenas de libros y de objetos y daban la impresin
de una casa habitada desde haca tiempo.
En las paredes haba dos reproducciones de Hopper. Tarde en Cape Cod y
Gas. Aqul de la gasolinera en el campo. Eran muy hermosos y conmovedores.
Lo dije y ella me mir un instante, como para controlar si hablaba slo
para darme aires. Luego asinti, seria, y permaneci callada algunos segundos.
Te gusta el picante?
Me gusta el picante.
Voy a la cocina a acabar de prepararlo. T haz lo que quieras, dentro
de cinco minutos estar a punto. Ya hablaremos durante la cena. Abro el vino
tinto porque va bien con la comida que hay. Y adems el blanco no se puede
enfriar en tan poco tiempo.
Desapareci en la cocina. Yo empec a examinar los libros de las
estanteras, como suelo hacer cuando voy a una casa desconocida.
Haba muchas novelas y antologas de narraciones. Americanos,
franceses y espaoles, en su lengua original.
Steinbeck, Hemingway, Faulkner, Carver, Bukowsky, Fante, Montalbn,
Lodge, Simenon, Kerouac.
Haba una viejsima, desgastada edicin de Zen y el arte del mantenimiento
de la motocicleta. Haba libros de viajes de un periodista americano Bill Bryson
que a m me gustaba mucho y que pensaba que era ms o menos el nico que
le conoca.
Luego libros de psicologa, libros sobre artes marciales japonesas,
catlogos de exposiciones, especialmente fotogrficas.
Saqu de una estantera el catlogo de una exposicin de Robert Capa en
Florencia y lo hoje. Luego mir Chatwin y luego Doisneau, con sus besos en
blanco y negro en el Pars de los aos cincuenta. Haba un libro sobre Hopper.
Al abrirlo vi que haba una dedicatoria y pas enseguida la pgina, turbado.
Le alguna lnea de la introduccin.
Imgenes de la ciudad o del campo casi siempre desiertas en las que se
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sido, se podra decir, un poco vivaz y un poco voluble, y eso no estaba bien. No
es que dijeran nada. Bueno, de vez en cuando mi madre protestaba, pero en
definitiva no me haban creado demasiados problemas. O eso crea.
Por eso cuando apareci Pierluigi qued claro que era el adecuado. Para
no dejarlo escapar. Yo empec a beber, poco despus de empezar la relacin con
l. Beba mucho especialmente por la noche, cuando salamos. Beba y
resultaba ms simptica, Todos rean mis gracias y mi novio estaba muy
orgulloso de llevarme por ah. De exhibirme.
Luego decidimos es decir, l decidi que haba llegado el momento
de casarnos. Yo trabajaba con mi padre y pronto sera abogada, l era notario y,
cmo decirlo, no era pobre. No haba motivo para seguir de novios. l habl y
yo le dije que tena razn.
Despus de aquella decisin empec a beber incluso antes de salir. l
vena a buscarme y yo, desde el portero automtico, deca que tena para cinco
minutos. Luego me tragaba lo que encontraba, desde cerveza hasta vino y
bebidas extremadamente fuertes. Lo que encontraba. Me cepillaba los dientes,
por el aliento, me perfumaba y bajaba. Salamos con los amigos y siempre era
muy simptica. Y beba. Tomaba el aperitivo, vino o cerveza con las comidas y
luego un chupito o dos, o tres despus del postre. Me gustaba mucho el
tequila, la misma marca que t ests bebiendo ahora. Pero no haca grandes
distinciones. Beba todo lo que caa en mis manos. En algn momento tuve la
desagradable sensacin de que perda el control. En algn momento pensaba
que tal vez debera reducir, pero en general estaba convencida de que cuando
decidiera dejarlo lo hara sin problemas. Me pasas otro cigarrillo, por favor?
Le di el cigarrillo y yo tambin encend uno. Aspir con fuerza dos
caladas y fue a poner un CD.
Making movies. Dire Straits.
Dio otro par de caladas antes de volver a hablar.
Con este alegre paso llegamos al matrimonio. En los pocos momentos
de lucidez se apoderaba de m un sentimiento de desesperacin indescriptible.
Yo no quera casarme, no tena nada que ver con aquel seor que era notario.
No quera ejercer de abogada, quera regresar a San Francisco o largarme a
cualquier otro lugar. Y en cambio estaba en un tren en movimiento y no era
capaz de utilizar el freno de emergencia. En dos o tres ocasiones pens que
tendra el coraje de decir a los mos que no quera casarme mi mayor miedo
era la reaccin de mis padres, no de Pierluigi, que lo lamentaba, pero crea
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que era mejor tomar una decisin como aquella antes del matrimonio que seis
meses o un ao despus.
Despus mi madre se asomaba a mi habitacin y me deca que me
apresurara, que tenamos que salir para escoger, qu s yo, el men para la
recepcin o las flores para la iglesia. Entonces deca s, mam, me tragaba una
botellita en miniatura de cualquier licor, me cepillaba los dientes me cepillaba
tantsimas veces los dientes y sala. Me acuerdo de que en una de esas salidas
dej a mi madre en una de las tiendas para ir a tomarme en un santiamn una
cerveza, en el primer bar con el que me top. Luego estuve atemorizada toda la
tarde pensando que podra notarme el aliento.
No adivinas cmo llegu al matrimonio? Borracha. Beb la noche
anterior, mezcl alcohol con ansiolticos para dormir. A la maana siguiente
beb. Un chupito o dos de whisky. Pero me cepill los dientes muy bien. Al
entrar en la iglesia tropec, porque estaba bebida. Todos creyeron que era la
emocin. Durante toda la ceremonia pensaba cundo iba a empezar la
recepcin. Para poder beber.
Aspir la ltima calada, hasta el filtro, y luego apag la colilla en el
mortero, con un gesto duro. Sent el impulso de tocarle una mano, o el hombro,
o el rostro. Para demostrar que estaba all. No fui capaz y ella sigui hablando.
Todava hoy me pregunto cmo pudieron, todos, no darse cuenta de
nada. Hasta el matrimonio e incluso bastantes meses despus. La situacin
degener cuando aprob los exmenes de abogado. Antes de casarme haba
hecho los escritos y algunos meses despus hice los orales. Fui la segunda en la
clasificacin final. No est mal para una alcohlica, eh? Lo celebr a mi manera.
Regres a casa y me encontr mal. Mi marido me encontr en la cama. Haba
devuelto varias veces y apestaba bastante. No slo a alcohol, pero seguro que
tambin a alcohol. A partir de entonces empez la peor fase. l empez a darse
cuenta. No de golpe, pero al cabo de varios meses se dio cuenta de que tena
una mujer alcohlica. A su manera no se port mal, intent ayudarme. Hizo
desaparecer de casa todo el alcohol y me llev a un especialista, a otra ciudad.
Para evitar el escndalo, obviamente. Yo promet que lo dejara y empec a
beber a escondidas. Controlar a un alcohlico es imposible. Los alcohlicos son
listos y mentirosos, como los toxicmanos, incluso peor, porque conseguir
bebida es ms fcil que conseguir droga. Un da alguien me vio a las diez de la
maana en un bar del centro mientras me beba de un trago una cerveza de
barril, y se lo dijo a Pierluigi. Jur que lo dejara y media hora despus estaba de
nuevo bebiendo, a hurtadillas. l habl con mis padres, que al principio no se lo
crean. Luego tuvieron que creerlo.
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El juez adjunto era un seor gris, pelado, miope y con la piel reluciente.
Vena del civil y era la primera vez que lo vea en un proceso. Llevaba la toga
sostenindola hacia delante con las manos, como si estuviera protegiendo algo.
No consegua divisar bien sus ojos, cubiertos por gruesas gafas.
En el jurado popular haba cuatro mujeres y dos hombres. Todos tenan
el aspecto fuera de lugar de los jurados en su primera audiencia. Dos seoras
entre los cincuenta y los sesenta estaban en los extremos opuestos. Una de las
dos me recordaba casi hipnticamente a una ta abuela ma, una prima de mi
madre. Esperaba que de un momento a otro me llamara al estrado para
ofrecerme los pasteles de almendra de las monjas.
Los dos hombres estaban junto al juez adjunto. Uno tena el pelo muy
corto y blanco, un traje de corte antiguo con americana de dos botones, una
corbata negra, sesenta aos o pocos ms, los ojos hendidos y el aire de un
militar jubilado. No prometa nada bueno. El otro era joven, mximo treinta
aos. Miraba a su alrededor con una expresin inteligente.
En el lado del presidente estaban las otras dos mujeres. Una que pens
en aquel momento pareca una directora de instituto y la otra, casualmente
junto al presidente, bronceada, maquillada, labios vistosos, recin salida de la
peluquera.
Interrump mis observaciones cuando me di cuenta de que el fiscal
estaba terminando, con la solicitud de las pruebas.
... por lo tanto, pido la admisin de los testigos mencionados en la lista,
la incorporacin de los documentos que he indicado anteriormente e interrogar
al acusado si ste consiente. Si el acusado se niega a someterse a interrogatorio,
pido desde ahora la incorporacin al sumario del juicio del acta del
interrogatorio realizado durante las investigaciones preliminares. Adems,
como los dos testigos de nacionalidad senegalesa resultan ilocalizables y por
ello es imposible contar con su presencia en este juicio, pido desde ahora en
base al artculo 512 bis la incorporacin de las declaraciones realizadas por
ellos en el curso de las investigaciones preliminares.
El presidente dio la palabra a Cotugno, que habl brevemente. La
acusacin particular, dijo, no estaba en aquel proceso para exigir venganza, sino
slo justicia. Y la justicia es tal cuando, examinadas con rigor las
responsabilidades, con idntico rigor impone penas proporcionales a la
gravedad de los hechos. No solicitaba pruebas y se sumaba, hacindolas
propias, a todas las peticiones del fiscal, cuyo planteamiento comparta
plenamente.
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Me tocaba a m.
Seor presidente, seor juez, miembros del jurado. El fiscal ha hablado
como si leyera las pruebas de una sentencia condenatoria. En el transcurso del
sumario oral, reexaminando los textos, precisamente los textos del fiscal, les
demostraremos que esta sentencia condenatoria, ya escrita en la mente del
representante de la acusacin pblica, es slo un castillo de conjeturas. Les
demostrar que la investigacin se ha orientado, desde el primer momento, con
el fin de encontrar no al culpable de este delito horrible, sino de encontrar a un
culpable. Les demostraremos que la urgencia por otro lado incuestionable
de dar respuesta a la reclamacin de justicia por parte de los familiares de
Francesco Rubino, y de toda la comunidad, ha llevado a una manipulacin
evidente del material incriminatorio. Sobre este punto quiero ser claro. No
pensamos sostener que las pruebas hayan sido manipuladas deliberadamente
ni por los carabineros ni mucho menos por el fiscal para daar a mi cliente,
el seor Abdou Thiam. Pensamos sostener, sin embargo, que la desesperada
necesidad de encontrar lo ms pronto posible a un culpable que contentara
aquella reclamacin de justicia ha generado miopas investigadoras, defectos de
perspectiva, errores de mtodo.
El presidente me interrumpi:
Abogado Guerrieri, usted debe hacer sus peticiones de prueba si las
tiene. No anticipe su alegato final.
Respetuosamente, presidente, quiero hacer constar que me estoy
limitando a exponer los hechos que pienso demostrar, segn la previsin del
artculo 493 del cdigo de procedimiento. En particular, pretendo demostrar
que un defecto de planteamiento de la investigacin defecto ciertamente
generado por las mejores intenciones ha influido sobre la calidad y la
fiabilidad del material incriminatorio reunido. Por otra parte, casi he terminado;
si me lo permite, pues, proseguir.
Abogado, le dejo continuar, pero atngase a los lmites.
Gracias, presidente. Deca, pues, que la casi inmediata identificacin,
por una serie de coincidencias, de un posible sospechoso ha inducido a los
investigadores a transformar, en una especie de cadena ignara, sospechas en
conjeturas y conjeturas en presuntas pruebas. El objetivo que nosotros
perseguiremos en el curso del juicio ser el de desvelar este mecanismo, de
hacerlo avanzar hacia atrs, para poner en evidencia su proceder defectuoso,
sus deducciones incorrectas y su sustancial, grave, por ms que involuntaria,
iniquidad.
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
El presidente hizo constar en el acta una breve orden con la que admita
las pruebas requeridas y aplazaba el proceso hasta el da siguiente para dar
inicio al sumario oral. Aquella maana, nos explic sin que constara en el acta,
haba dos miembros del jurado que tenan compromisos personales ineludibles
y por ello el aplazamiento era inevitable.
El tribunal abandon la sala, la escolta volvi a esposar a Abdou y se lo
llev, el pblico desaloj.
Separ los papeles. Apoy la toga sobre un brazo, con el otro cog la
cartera y fui el ltimo en dirigirme a la salida.
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No, es decir, creo que la madre estaba fuera algunos das de vacaciones
y el padre no lo s.
Cmo se enter de estos datos?
Me los cont el seor Abbrescia, es decir, el abuelo materno, cuando
llegu al lugar.
El seor Abbrescia le dijo si los padres haban sido avisados de la
desaparicin?
S, me dijo que haba localizado a la hija a travs del mvil y que la
seora estaba regresando, ahora no recuerdo de dnde. O quiz no me lo
dijeron. De todas maneras, a ltima hora de la tarde vi a la madre del nio,
siempre en el chalet, que utilizbamos como base para las investigaciones.
Y el padre?
Mire, del padre no s qu decirle. Yo vi al seor Rubino al da
siguiente, pero no s cundo lleg, ni de dnde.
Sabe si estaba tambin l de vacaciones?
No lo s.
Si los abuelos maternos llamaron tambin al padre, adems de a la
madre del nio?
No lo s.
En trminos ms generales: sabe quin avis al padre del nio?
No.
En cualquier caso, la noche de la desaparicin la madre haba llegado y
el padre no. Correcto?
Es correcto.
Gracias, yo no tengo ms preguntas.
En realidad eran preguntas intiles. La separacin de los padres no tena
nada que ver con la desaparicin del nio, con el proceso y con todo lo dems.
Probablemente tenan razn el fiscal y la acusacin particular al oponerse a
aquellas preguntas.
Pero yo tena poco espacio de maniobra. Muy poco. Y entonces tena que
hacer algo, incluso pegar tiros a ciegas, con la esperanza de or un ruido y
comprender que por aquel lado poda abrirse un camino. Para intentar
recorrerlo.
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Los manuales para abogados diran que sta es una manera equivocada
de actuar.
No hagis preguntas de las cuales no podis prever la respuesta. No se
contrainterroga a ciegas, sin tener un objetivo preciso que alcanzar. El
contrainterrogatorio debe ser rigurosamente planificado, sin dejar nada en
manos de la improvisacin, porque en caso contrario podra incluso reforzar la
posicin del adversario. Etctera, etctera, etctera.
Me gustara verles participando en un maldito proceso, a esos seores
que escriben los manuales. Me gustara verles en medio del ruido, de la
porquera, de la sangre, de la mierda, de un juicio de verdad. Y quiero verles
aplicando sus propias teoras.
No se contrainterroga a ciegas.
Me gustara verles. Yo tena que proseguir a ciegas por fuerza. No slo en
el proceso.
Aquella sesin concluy con otros testigos. Vino el carabinero que haba
recibido la llamada que permiti hallar el cuerpo del nio. Dijo que el acento
del informante annimo era extrao. El fiscal quera algo ms. Probablemente
habra querido que el testigo dijera que el acento era senegals. Pero el
carabinero no ayud mucho. El acento, para l, era simplemente extrao, que
quera decir todo y nada.
Llegaron los carabineros de la brigada canina que no contaron nada
nuevo respecto a lo que haba dicho el teniente. Vino el bombero que haba
bajado al pozo para amarrar el cuerpo del nio y sacarlo fuera. Fue un
testimonio triste e intil.
Luego omos a algunos de los habitantes de la playa Duna Beach.
Conocan a Abdou, alguno haba comprado su mercanca, todos recordaban que
a veces el senegals se detena a hablar con ellos, en la playa. Dijeron que a veces
lo haban visto charlar con el nio. Yo les pregunt cmo se comportaba Abdou
y todos dijeron que siempre era cordial y que nunca haba tenido actitudes
extraas. Con el nio, parecan casi amigos.
Habramos tenido que or al mdico forense que haba realizado la
autopsia, pero no estaba. Haba enviado una justificacin y peda comparecer en
otra sesin. Al presidente no le disgustaba tener que acabar un poco antes de lo
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Testigo involuntario
Me gustara verte.
De acuerdo. Entra dentro.
Entramos, sac una cinta de un armario, encendi el vdeo y me dijo que
me sentara.
El vdeo empezaba con la filmacin de un gimnasio de estilo japons,
vaco, con un tatami verde. Se oy una voz en off, que deca algo que no
comprend. Luego apareci en la pantalla una chica con un kimono blanco y
pantalones negros anchos. Llevaba el pelo recogido en una cola. Tard unos
pocos segundos en reconocer a Margarita. Miraba hacia un punto fuera. Por
aquella parte entr un hombre, con el mismo uniforme. La agarr por las
solapas de la chaqueta; ella le cogi la mano y gir sobre las piernas. Pareca
que se mova a cmara lenta, pero igualmente no comprend bien de qu
manera el hombre era lanzado contra el tatami, con un crujido. Su mano,
abierta, baj hacia la cabeza de Margarita. Todava una rotacin, todava un
movimiento incomprensible y el hombre volaba de nuevo, con los anchos
pantalones negros que dibujaban figuras elegantes en el espacio. Siguieron otras
secuencias, en las que los agresores llevaban bastones, o cuchillos, o atacaban en
parejas.
Era un espectculo hipntico, que dur unos veinte minutos. Luego
Margarita quit la cinta y la devolvi a su sitio. Durante todo el rato no haba
dicho nada. Ni yo tampoco. Incluso despus permanecimos los dos sin hablar
durante un tiempo indefinido. Y, tal vez por primera vez en mi vida, no me
encontraba incmodo en el silencio. No senta la ansiedad de rellenarlo, de
cualquier modo, con mi voz o cualquier otro ruido. Tena la impresin de intuir
su urdimbre delicada, mvil. La msica, pens en aquel momento.
Cuando neg el momento de marcharme me di cuenta de que durante
todo el tiempo, antes y despus de la cinta, le haba mirado especialmente los
brazos. Haba mirado la piel dorada y luminosa; los msculos extensos y
fuertes. Haba mirado el ligero vello rubio de los antebrazos y como se ergua
ligeramente cuando se levantaba una rfaga de viento ms fresca, en la terraza.
Tienes unos brazos muy bonitos dije cuando estbamos en la puerta.
Luego pens que no poda dejar las cosas a medias, como siempre. Entonces lo
termin.
Eres una mujer muy hermosa.
Gracias. T tambin eres un hombre muy guapo. No sonres muy a
menudo, pero cuando lo haces eres muy guapo. Tienes una sonrisa de nio.
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Para el lunes siguiente estaba prevista la declaracin del brigada que haba
efectuado las investigaciones ms importantes, del mdico forense que haba
realizado la autopsia y especialmente del propietario del bar Maracaibo. El que
deca que haba visto a Abdou poco antes de la desaparicin del nio. Era una
sesin fundamental, incluso decisiva, y por ello haba pasado el sbado y la
maana del domingo estudiando las actas y textos de medicina legal.
El sbado por la maana haba ido a una librera cerca de casa donde
hacan fotocopias en color. La duea me haba mirado de una manera un poco
rara cuando le ped lo que me haca falta.
Pero al salir estaba satisfecho con el trabajo de la seora y de lo que me
llevaba. Me pareca que tena alguna carta para jugar.
Margarita haba ido al despacho el viernes por la tarde. Haba ledo los
documentos durante ms de tres horas, sola en la salita de las reuniones. Le
haba pedido a una Mara Teresa muy perpleja algunas fotocopias y luego, a eso
de las nueve, haba pasado a saludarme. Estara fuera el sbado y el domingo.
Con quin? Pens slo durante un segundo.
Nos veramos el lunes por la maana, a las nueve y media, en la
Audiencia Provincial. Besos, dijo al despedirse. Besos habra querido contestar.
Pero slo hice un gesto con la mano, y luego permanec mirndola, cerrando
lentamente aquella mano medio levantada cuando ella hubo abandonado la
habitacin.
Fue un fin de semana todava bastante fresco, por suerte. As que no fue
demasiado penoso trabajar.
El domingo hacia la una y media pens que estaba todo el pescado
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
vendido, y decid salir. A aquella hora poda ir al mar. Con la ciudad desierta y
las calles vacas llegara a donde quisiera, en poco tiempo. Cog una bolsa, met
una toalla, un baador y un libro y sal de casa.
La ciudad estaba realmente desierta y en pocos minutos atraves el
centro y me deslic hacia el paseo martimo, dejando atrs el viejo Hotel de las
Naciones. El Mercedes avanzaba con un zumbido relajante y llegu a la autova
sin apenas darme cuenta. Al salir haba pensado que me detendra a unos
veinte kilmetros de Bari, qu s yo, en Cozze o lo ms lejos en Polignano. Por el
camino cambi de idea y pis a fondo el acelerador hasta la salida de Capitolo.
Estaba menos abarrotado de lo que pensaba y encontr sitio fcilmente,
en el aparcamiento de un establecimiento de baos que me di cuenta mientras
sala del coche deba de estar como mximo a un kilmetro del lugar donde
haba desaparecido el nio.
Pagu la entrada, que inclua el aparcamiento y derecho al bao, y me
dirig a la arena, despus de haberme quitado los zapatos. Notaba una
sensacin extraa. Haba pasado un ao desde el verano en el que cre que me
volvera loco. El ao anterior detestaba la luz cegadora del sol, detestaba las
playas, a la gente, que pareca estar tan a gusto mientras yo me senta como pez
fuera del agua en todas partes.
Ahora me senta como un convaleciente. Miraba a la gente, el mar, la
arena que haba aborrecido el ao anterior y me sorprenda que no me hiciera
dao mirarlo. Experimentaba una especie de dulce indiferencia y tena alguna
dificultad para pensar que, haca menos de un ao, hubiera podido estar tan
mal.
Era una sensacin extraa, un poco melanclica, pero hermosa.
Me desnud en una cabina normal, alquil una tumbona y me la hice
colocar cerca de la orilla. El mar estaba tal como a m me gusta. Calmado pero
no plano, con el viento que encrespaba ligeramente la superficie. Al sol se
estaba bien, calor, el adecuado, para cerrar los ojos y adormecerse con el libro en
la arena junto a la tumbona. As lo hice, con las voces de la playa que se
desvanecan entre el extrao bienestar que me haba invadido.
So, como se suea en aquella fase extraa entre la vigilia y el sueo o,
viceversa, entre el sueo y la vigilia.
Me encontraba a Sara por la calle, cerca de nuestra casa, quiero decir la
que haba sido nuestra casa y ahora era la suya. Ella se diriga a m, me abrazaba
y me besaba en los labios. Yo responda al abrazo pero estaba cohibido. En el
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
de sus conjeturas, pero que no haba ningn dato objetivo a partir del cual
deducir que aquella forma de violencia sexual u otras realmente hubiera
sido practicada contra el nio.
Tras el mdico forense el fiscal llam a declarar al brigada Lorusso,
subcomisario del centro operativo de Monopoli. Entre los investigadores, era el
testigo ms importante. Las investigaciones de alguna importancia las haba
realizado prcticamente todas l. Yo le conoca desde haca muchos aos. Me lo
haba encontrado en otros procesos y saba que se trataba de un hueso duro.
Pareca un empleado o un profesor, con gafitas, poco pelo amarillento,
americana y corbata de grandes almacenes. Tena un aspecto inofensivo, a
primera vista. Los ojos, sin embargo, si uno lograba verlos detrs de las gafas,
eran inteligentes y fros. Antes trabajaba en Bar en la seccin contra el crimen
organizado, luego se vio implicado en una historia de violencia sobre un
arrestado, junto con un capitn y otro suboficial. Todos fueron trasladados y
Lorusso, concretamente, se pas dos aos adiestrando a reclutas en una escuela.
Para alguien de la bofia como l era un castigo bien escogido.
El interrogatorio realizado por Cervellati dur ms de una hora. El
testigo cont la bsqueda del nio, cmo se haba llegado a la localizacin de
los testigos; cont el arresto de Abdou, el registro, todo.
Fue una declaracin clara y eficaz. El brigada Lorusso era alguien que
saba lo que se haca.
El abogado de la acusacin particular, como de costumbre, no tena
preguntas. Lo que haca el fiscal, en este caso, siempre le pareca bien. Luego el
presidente me concedi la palabra.
Buenos das, brigada.
Buenos das, abogado respondi sin mirar hacia m. Era inteligente,
saba que toda mi cordialidad era para ganarme al jurado.
Djate de mierdas, abogado, y veamos lo que sabes hacer. Esto es lo que
se esconda detrs de su saludo. De acuerdo, pens.
Nos puede repetir cul es su cargo?
Soy el subcomisario del centro operativo de la compaa de Monopoli.
Cul era su cargo anterior?
Lo mejor es pasar directamente al juego duro, pens.
Qu tiene eso que ver, abogado?
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Tocado.
Por favor, puede decir al tribunal cul era su cargo anterior?
Dud un instante, pareci que estaba a punto de mirar al fiscal, luego
apret las mandbulas y finalmente contest.
Era instructor en el batalln de alumnos de los carabineros de Reggio
Calabria.
No un cargo de polica judicial, si lo entiendo bien.
No.
Y un poco antes?
En aquel momento Cervellati intervino.
Presidente, protesto. No veo qu tienen que ver los anteriores cargos
del brigada con el objeto de la declaracin.
El presidente se dirigi a m.
Qu tienen que ver los anteriores cargos del testigo con este proceso,
abogado?
Presidente, es necesario que haga estas preguntas de acuerdo a los
fines previstos por el artculo 194, apartado segundo del cdigo. Las respuestas,
como se aclarar a continuacin, me servirn para valorar la Habilidad de la
declaracin.
El presidente permaneci un momento en silencio; el juez que tena al
lado le dijo algo al odo. Finalmente, tras otra pausa, me hizo una seal con la
mano para que continuara.
Entonces, brigada, cul era su cargo anterior al de instructor de
reclutas?
Mientras haca esta pregunta Lorusso se gir hacia m un instante y me
mir con odio. Estaba a punto de hacer una cosa que normalmente no se hace.
Estaba a punto de violar el pacto tcito de no agresin que existe entre los
abogados y la bofia, en los procesos. Se dio cuenta. Si alguna vez poda, me lo
hara pagar caro. Seguro.
Estaba destinado en el ncleo operativo, seccin operativa de Bari,
primera seccin, crimen organizado.
Es decir, la compaa en la que se hallan los mejores investigadores de
la provincia. Por lo tanto, si lo he entendido bien, usted fue trasladado de un
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
evidentemente
eran
los
nicos
relacionados
con
la
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
tena ms?
No me acuerdo, abogado. El registro lo efectuamos tres personas, no
me acuerdo si fui yo o un colega quien encontr la fotografa.
Me gustara ensearle algo.
Saqu de la bolsa un sobre, lo abr sin prisa y le ped al presidente
permiso para mostrar unas fotografas al testigo. l dio su consentimiento con
un movimiento de cabeza.
Ve estas fotos, brigada? Puede decirnos en primer lugar si reconoce a
alguna de las personas retratadas?
Lorusso observ las fotografas que le haba dado una treintena, quiz
y luego contest.
En muchas fotos aparece el acusado. A las dems personas no las
conozco.
Recuerda o puede afirmar que estas fotos no estaban en la habitacin
del acusado en el momento del registro?
No me acuerdo y no lo puedo afirmar.
Era el momento de detenerse, venciendo la tentacin de hacer otra
pregunta, que habra sido una pregunta de ms.
Gracias, presidente, yo he terminado. Pido que se incluyan, como
pruebas documentales, las fotos que he enseado al brigada.
Ense las fotografas al fiscal y a la acusacin particular. No pusieron
inconvenientes, si bien Cervellati me mir con evidente desagrado. Luego las
introduje de nuevo en el sobre y se las entregu al presidente.
Lorusso se march tras haber saludado al tribunal y al fiscal. Pas frente
a m ignorndome deliberadamente. No poda no darle la razn.
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
no la hice. En cambio, fue ella quien habl, mientras entrbamos en el bar de los
juzgados, famoso por hacer el peor caf de la ciudad.
Era muy interesante dijo, si bien yo pareca otra persona. Era
brillante, pero no era, cmo decirlo, muy simptico. Era realmente necesario
humillar al brigada de aquella manera?
Estaba a punto de decir que no me pareca haberlo humillado y que,
adems, los procesos de este tipo son inevitablemente brutales. Esta brutalidad
era el precio de una garanta a la que no poda renunciar y tambin era mejor un
carabinero o un polica humillados que un inocente condenado.
Por suerte no dije nada de todo esto. En cambio, permanec en silencio
unos instantes, antes de contestar. Dije que no saba si era en realidad necesario.
Que en realidad era necesario que aquellas cosas se supieran, que eran
importantes y que quizs haba otra manera, o tal vez no. Adems, en aquellas
situaciones, quiero decir en los juicios, especialmente en los delicados, en el ojo
del huracn de los medios de comunicacin, es fcil sacar lo peor de uno.
Tambin es fcil que a uno le guste y atormente a las personas con la excusa de
que se trata de un trabajo a veces sucio, y de que alguien debe hacerlo.
Nos tomamos el caf y luego encendimos los cigarrillos. Esto interrumpi
la conversacin sobre la tica del abogado, por suerte. Yo dije que el caf de los
juzgados tambin se utilizaba para exterminar a las ratas. Ella se puso a rer y
dijo que le gustaba que yo fuera capaz de hacerla rer. Tambin a m me gustaba.
Luego nos dirigimos de nuevo a la sala del tribunal.
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
El presidente le dijo al oficial del juzgado que llamara al testigo Antonio Renna.
Atraves la sala mirando a su alrededor con aire chulesco. Tena aspecto
de campesino. Figura rechoncha, camisa a cuadros, cuello aos 70, piel oscura y
ojos de pillo. De una pillera nada simptica, del tipo apenas pueda te engao. Se
subi un poco los pantalones por la cintura, con un gesto que me pareci
obsceno, y se sent con calma en el sitio destinado a los testigos, que el oficial
del juzgado le haba mostrado. De espaldas a la jaula en la que se hallaba
Abdou. Se sent cmodamente, ocupando toda la silla y apoyndose
relajadamente en el respaldo. Tena un aire de satisfaccin y yo pens, al
contrario, que quera quitarle toda aquella chulera.
El interrogatorio de Cervellati no fue nada ms que una especie de
repeticin del ya efectuado durante las investigaciones preliminares. Renna dijo
exactamente las mismas cosas, en el mismo orden y ms o menos con idnticas
palabras.
Cuando lleg su turno Cotugno hizo alguna pregunta, completamente
intrascendente. Slo para mostrar a sus clientes, es decir, los padres del nio,
que exista y se estaba ganando sus honorarios.
Estaba a punto de empezar mi contrainterrogatorio cuando Margarita me
susurr algo al odo.
No s por qu, pero ste es un mierda.
Ya lo s repet. Luego me dirig al testigo.
Buenos das, seor Renna.
Buenos das.
Yo soy el abogado Guerrieri y defiendo al seor Thiam.
Ahora le formular algunas preguntas, rogndole que las conteste con
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
de
cundo
le
interrog
el
fiscal,
durante
las
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Por qu no les llamo? Yo les llamo, pero t les has visto venir alguna
vez?
Ahora estaba indignado de verdad. Finalmente Cervellati comprendi a
dnde quera ir a parar. Pero era demasiado tarde.
Presidente, veo que la defensa sigue haciendo preguntas a todos los
testigos que no tienen nada que ver con los hechos del proceso. No s si es
posible proseguir de esta manera.
Antes de que Zavoianni hablara lo hice yo.
He acabado con este punto, presidente. Paso a otro.
Proceda con mucho cuidado, abogado Guerrieri. Con mucho cuidado
dijo el presidente.
Bueno, seor Renna, tengo alguna pregunta ms para usted... de
acuerdo, s, querra ensearle unas fotos saqu de la cartera una serie de
fotocopias en color de fotografas. Hice este gesto intencionadamente de manera
patosa.
Presidente, puedo acercarme y ensear al testigo estas fotografas?
De qu fotos se trata, abogado?
Ahora me dispona a andar sobre el abismo. Una palabra equivocada por
un lado, y acabara con un expediente disciplinario. Una palabra equivocada
por el otro, y destrozara casi todo lo que haba hecho hasta aquel momento.
Son fotografas de ciudadanos extracomunitarios, presidente. Quiero
comprobar si el testigo reconoce a alguno.
Neutro.
El presidente hizo el gesto habitual para indicarme que prosiguiera.
Confi en que Cervellati no pidiera examinar las fotos, o no pidiera
explicaciones ms precisas sobre las personas retratadas, a lo que tena derecho.
No lo hizo. Yo me acerqu al testigo con las fotos en la mano.
Entonces, seor Renna, quiere observar estas diez fotografas?
Not cmo mis latidos se aceleraban frenticamente.
Renna contempl las fotografas. Ya no estaba tan cmodo como al inicio
de su testimonio. Se haba desplazado al borde de la silla. Posicin de fuga, la
llaman los psiclogos.
Reconoce a alguien en estas fotografas?
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Gianrico Carofiglio
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No creo. Son muchos los que pasan por mi bar, no me puedo acordar
de todos.
Recog las fotos y regres a mi sitio, antes de hacer la siguiente pregunta.
Pero, corrjame si me equivoco, del seor Thiam se acordaba muy bien,
verdad?
Claro, l pasaba siempre.
Si lo viera, personalmente o en fotografa, lo reconocera, verdad?
S, s, es aquel que est en la jaula.
Slo en aquel momento hizo el ademn de girarse. Yo permanec en
silencio algunos segundos, antes de la conclusin.
Sabe, seor Renna, le he hecho esta ltima pregunta porque entre las
diez fotografas que le he mostrado, hay dos retratos del seor Thiam, el
acusado. Pero usted ha dicho que no le pareca reconocer a nadie. Cmo
explica este hecho?
Golpes de efecto de este tipo son muy raros en los juicios, como en la
vida. Cuando se consiguen es difcil describir la sensacin que uno
experimenta. Senta el tiempo ralentizado, la tensin en el ambiente y en mi
piel. Senta los ojos de Margarita sobre m, saba que no haca falta preguntarle
si haba sido brillante. Haba estado brillante.
Ensame esas fotos...
Haba pasado al tuteo, y no por simpata. Ocurre.
No se preocupe por las fotos. Le aseguro que dos de estas fotos
retratan al acusado, tal como el tribunal podr verificar enseguida, cuando se
las entregue. Me gustara que usted me dijera cmo se explica si se lo explica
que no haya sido capaz de reconocer al seor Thiam.
Renna contest casi en dialecto, con rabia.
Cmo se explica y cmo se explica. Son todos iguales, estos negros.
Cmo puede saberlo uno, pasado un ao... Me gustara verte a ti, abogado, me
gustara verte...
Detente, detente, detente. Dije para mis adentros mientras notaba el terrible
impulso de hacer otra pregunta y ganar por goleada. O provocar alguna avera.
Detente.
Gracias, presidente, he terminado. Pido poder adjuntar las fotos, mejor
dicho, las fotocopias utilizadas durante el contrainterrogatorio. Las dos que
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cinco o seis metros del chico, que ahora est acurrucado en el suelo. Recorre
aquella distancia andando y jadeando. Cuando est encima del chico toma
aliento y le da una patada en el estmago. Una sola, muy fuerte. El chico deja de
llorar y abre la boca y se queda as, sin poder respirar. Mi padre, que hasta
aquel momento haba estado petrificado, hace un gesto para intervenir, dice
algo. Es el nico entre toda la gente que est alrededor. El del jersey negro le
dice que no se meta donde no le llaman. Polica!, ladra. E inmediatamente los
dos dejan de pegarle. El gordo levanta al muchacho por detrs agarrndolo por
la chupa, y le obliga a arrodillarse. Manos detrs de la espalda, esposas,
mientras lo agarra por el pelo. ste es el recuerdo ms obsceno de toda la
secuencia: un chiquillo atado a merced de dos hombres.
Mi padre me aparta y la escena se disuelve.
Desde entonces dej de decir que quera ser sheriff.
Alguna vez, a lo largo de los aos, haba recordado aquel episodio.
Alguna vez haba pensado que haba escogido ser abogado por una especie de
reaccin ante la repugnancia que me caus aquella escena. Alguna vez, en
algn momento de exaltacin, me lo haba credo.
Sin embargo la verdad era otra. Ejerca de abogado por pura casualidad,
porque no haba encontrado nada mejor o porque no haba sido capaz de
encontrarlo. Lo que, obviamente, era lo mismo.
Me haba matriculado en derecho porque pensaba ir ganando tiempo,
dado que no tena las ideas muy claras. Despus de licenciarme haba pensado
ganar ms tiempo yendo a aparcarme a un despacho de abogados, a la espera
de aclararme las ideas.
Durante algunos aos, posteriormente, pens que ejerca de abogado a la
espera de aclararme las ideas.
Luego dej de pensarlo, porque el tiempo pasaba y tena miedo de tener
que acarrear con alguna consecuencia por el hecho de aclararme las ideas. Poco
a poco haba anestesiado mis emociones, mis deseos, mis recuerdos, todo. Ao
tras ao. Hasta que Sara me sac de casa.
Entonces salt la tapadera y de la cacerola salieron muchas cosas que yo
no imaginaba y que no haba querido ver. Que a nadie le gustara ver.
Cada hombre tiene recuerdos que slo contara a sus amigos. Conserva
cosas en la mente que incluso no contara a sus amigos, sino slo a s mismo, y
en secreto. Pero hay otras cosas que un hombre tiene miedo de revelarse incluso
a s mismo, y cualquier persona de bien tiene un cierto nmero de cosas de este
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
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El viernes por la maana, tras haber pasado por los juzgados para una
audiencia preliminar, fui a la crcel a ver a Abdou. Su interrogatorio era el lunes
siguiente y tenamos que prepararnos.
El funcionario del registro me hizo entrar en la salita y, con lo que me
pareci una mala sonrisa, cerr la puerta. El calor era asfixiante, ms de lo que
esperaba. Me saqu la americana, me afloj la corbata, me desabroch el cuello
de la camisa y definitivamente decid que no era un recluso, que no estaba
escrito en ningn sitio que tuviera que permanecer encerrado jadeando y
entonces abr la puerta. El funcionario, ahora en el pasillo, me mir de modo
hostil, pareci que iba a decir algo, pero luego renunci.
Me apoy en el quicio de la puerta, entre la habitacin y el pasillo. Saqu
un cigarrillo pero no lo encend. Demasiado calor tambin para aquello.
Notaba la camisa pegada a la espalda por el sudor y en el cerebro
irrumpi un pensamiento, directamente de los recovecos de la infancia.
Haran falta polvos de talco, pens.
Cuando ramos pequeos y habamos sudado, nos ponan polvos de
talco. Si protestabas, porque pensabas que ya eras mayor para los polvos de
talco, te decan que podas coger una pleuritis. Si preguntabas qu era la
pleuritis, te decan que era una enfermedad fea. El tono en el que lo decan te
haca pasar las ganas de repetir la pregunta.
Mientras pensaba en esto me di cuenta de que ya era la segunda vez en
dos das que me acudan a la cabeza cosas de la infancia. Era extrao porque yo
no pensaba nunca en la infancia. No recordaba casi nada. Cuando haba
ocurrido que alguna persona alguna mujer me preguntara cmo haba sido
mi infancia, haba contestado sin ton ni son. A veces haba dicho que haba
pasado una infancia feliz. A veces haba dicho que haba sido un nio triste. A
veces, cuando quera impresionar, haba contestado que haba sido un nio
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Testigo involuntario
amigos y los conocidos dicen que estaban deprimidas, que desde haca tiempo
haban cambiado tanto y cosas por el estilo...
Pensaba que era capaz de suicidarme?
S. Luego, desde hace unos meses, las cosas han empezado a funcionar
mejor y me he alegrado. Ahora van mucho mejor y se lo quera decir, estoy
contenta.
No saba qu responder. Se me ocurran slo banalidades y no quera
decir banalidades. Nos pasan cerca mundos enteros y no nos damos cuenta.
Estaba turbado.
Gracias fue lo nico que dije. Luego me levant enseguida, di la
vuelta a la mesa y le di un beso en la mejilla. Me sonroj un poco.
Entonces... nos vemos el lunes.
El lunes. Gracias, Mara Teresa.
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haba dormido de aquella manera. Quiz desde los veinte aos o poco ms.
Aquellos dos das consistieron en baos, sol, comer, leer, dormir y
observar a la gente. Pensar, casi nada. Observaba a la gente en la playa, en los
restaurantes, por las calles del pueblo, por la tarde. Pas horas observando a la
gente, sin importarme que los dems me pudieran observar y me pudieran
juzgar de algn modo. En la playa, el sbado por la maana, entabl amistad
con una seora de Lecce de unos sesenta y cinco aos, un tanto rechoncha, con
un traje de bao de flores azules; por suerte completo. Era simptica y me cont
lo de su marido, fallecido haca tres aos, y que ella haba estado muy mal
durante cinco o seis meses, y pensaba que su vida se haba acabado porque se
haban casado cuando ella tena veintids, y nunca haba estado con otro
hombre. Luego haba empezado a pensar que quiz su vida no se haba acabado
y que haba algunas cosas que siempre quiso hacer pero, bueno, por una razn
u otra, siempre las haba aplazado. Ahora acababa de asistir a un curso de
papiroflexia, que precisamente era una de aquellas cosas que siempre quiso
hacer, porque cuando era pequea su abuela le regalaba juguetes bellsimos de
papel doblado, recortado y coloreado. La abuela le prometa que se lo enseara
cuando fuera mayor. Pero cuando tena siete aos la abuela se muri y no se lo
pudo ensear. Entonces aprendi papiroflexia y era muy hbil me lo
demostr doblando delante de m un pingino, una foca y tambin un reno y
le haban entrado ganas de hacer otras cosas y se haba puesto a hacerlas. Por
ejemplo, ir a la playa sola, o viajar, adems, por suerte, no tena problemas
econmicos, iba tirando. Y sabes, jovencito, cuando tienes tantas cosas por hacer
no tienes tiempo para pensar que tu vida se ha acabado, o cunto te queda, ni
que te morirs y etctera. Te morirs igual, o sea que... Mientras me contaba
todo esto se preocupaba de que pudiera quemarme y me ofreca una crema
protectora, intentando que me la pusiera. Y yo me la puse e hice bien, porque el
sol calentaba y me habra quemado, seguro, al pasar todo el da en la playa. Se
interes por mis asuntos y me encontr contndole mis cosas, algo que no haba
hecho con nadie. Aparte del psiquiatra barbudo y con poco xito. Ella escuch
sin decir nada y eso tambin me gust.
Por la noche, despus de cenar fui a una especie de piano bar y me qued
escuchando msica hasta bien entrada la noche. Hice amistad con el camarero,
que era un estudiante de fsica que trabajaba los fines de semana para ganar
algn dinero. Me dijo que haba dos chicas en una mesa cercana, en medio de la
oscuridad, que le haban preguntado quin era yo. El estudiante de fsica me
dijo que eran guapas y que, si quera, l les llevara un mensaje. Lo dijo de
manera simptica, sin ser vulgar. Le di las gracias, pero no, quiz en otra
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Gianrico Carofiglio
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La sesin empez con casi una hora de retraso, por motivos desconocidos. Tuve
la sospecha de que antes de entrar a la sala se haba producido una enconada
discusin de carcter reservado, porque tanto los jueces como los miembros del
jurado entraron y se dirigieron a sus puestos con los rostros tensos. La nica
excepcin era la seora guapetona a la izquierda del presidente. Ella siempre
tena el mismo aspecto de sosiego y de falsa concentracin. El que con
admirable constancia haba mantenido durante todas las audiencias. La actitud
que evidentemente consideraba comme il faut para un jurado popular en la
Audiencia.
Pens que si no me equivocaba y haba habido una discusin, sta haba
tenido como protagonistas especialmente al presidente y al juez adjunto. Lo
pens mirando el modo en que se haban sentado. El presidente se haba girado
ostensiblemente incluso con la silla desplazada hacia el lado opuesto al otro
juez. Este ltimo miraba fijamente hacia delante y se limpiaba las gafas de
manera nerviosa y casi obsesiva. No intercambiaron ni una sola palabra durante
toda la sesin.
Pens que no eran las condiciones ideales para una sesin tan
importante. Pens tambin, de manera completamente irracional, que el
presidente ya haba decidido condenar a Abdou. Esta sensacin me acompa
de manera opresiva toda la maana.
Margarita no haba venido, pero tampoco esperaba que lo hubiera hecho.
No s en base a qu razonamiento estaba convencido de que no la vera,
aquella maana. En realidad no s si existi siquiera un razonamiento. Lo cierto
es que no esperaba verla, pocas horas despus de aquel mensaje.
Sacaron a Abdou de la jaula, sin esposas, le colocaron en la silla
destinada a los testigos. Detrs suyo, a medio metro de distancia, dos policas.
El presidente le pregunt si confirmaba no tener necesidad de un
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Testigo involuntario
no habl de compra de gnero, etctera. Slo dijo que haba de ver a unos
compatriotas, de los que adems no poda facilitar ningn nombre. Qu puede
decir sobre ello?
Fui a comprar el gnero. Y fui a comprar tambin hachs. No lo dije
porque no quera involucrar a quienes me haban vendido el gnero y el hachs.
Y no quera liar a mi amigo, que era quien guardaba en su casa mi gnero y el
hachs.
Quin era este amigo suyo?
No quiero decirlo.
De acuerdo. Esto servir para valorar la fiabilidad de su historia. Qu
tena que hacer con el hachs?
Lo comprbamos en grupo con otros amigos africanos, para fumarlo
juntos.
Qu cantidad de hachs haba comprado usted?
Medio kilo.
Y usted piensa que nos vamos a creer esta historia? Que nos creemos
el hecho de que para no enfrentarse a posesin de hachs y gnero con las
marcas falsificadas usted no se ha defendido de una acusacin de homicidio?
No s si creen esta historia. Pero cuando fui interrogado estaba muy
confundido. No comprenda muy bien lo que estaba pasando y no tena nimo
para implicar a personas que no tenan nada que ver. No saba qu hacer. Si
hubiera tenido un abogado, tal vez hubiera...
Durante el interrogatorio usted tena un abogado!
Cervellati alz la voz: estaba perdiendo los nervios. No era necesaria mi
intervencin.
Tena un abogado de oficio. No habl con l antes del interrogatorio y
luego ya no le vi ms. Si me preguntaran cmo era, no soy capaz de describirlo.
De acuerdo dijo Cervellati intentando dominarse y dirigindose al
tribunal, yo no debera discutir con el acusado. Oiga Thiam, usted dice que
fue a Npoles aquel da. Descrbanos detalladamente cmo se desarroll su
jornada.
El da que fui a Npoles?
S.
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Sal pronto por la maana, a eso de las seis. Llegu a Npoles hacia las
nueve. Fui a un almacn en la zona de la crcel, en Poggioreale, donde recojo el
gnero, y lo cargu en el coche. Luego fui realmente cerca de la estacin, donde
estaban mis amigos que tenan el costo, el hachs, y lo compr. Tena el dinero
que habamos recogido en Bari...
Qu necesidad tena de irlo a comprar a Npoles, el hachs? No hay
en Bari?
En Bari hay, pero hay sobre todo hierba, marihuana, que viene de
Albania. Pero yo tena que ir a Npoles a por el gnero. En Npoles estn estos
amigos, que tienen costo muy bueno, y me hicieron un buen precio, el mismo al
que lo pagan ellos.
Qu precio le hacen pagar esos amigos suyos traficantes?
Medio kilo, un milln.
Y luego usted lo venda en Bari.
No. Yo no traficaba. Lo comprbamos en grupo y despus lo
repartamos para fumarlo nosotros.
A qu hora regres de Npoles?
Tarde. No s la hora exacta. Cuando descargu en casa de mi amigo
todava haba sol.
Naturalmente usted ya lo ha dicho no quiere decirnos el nombre
de ese amigo.
No puedo.
Hay alguien que pueda confirmar esta historia que nos ha contado
hoy, aqu?
Un testigo?
S, un testigo.
No, no puedo llamar a nadie. Adems, estn en la crcel desde hace
casi un ao, no s si las personas de Npoles, o incluso mi amigo de Bar, estn
todava en Italia.
De acuerdo. Hemos de fiarnos slo de su palabra. Es decir, que usted
podra omitir que fuera a Monopoli, a Capitolo, aquella tarde.
No.
No podra omitirlo?
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13
En el bar de los juzgados haba unas mesitas de cafetera estilo aos 70. Ped el
caf en la barra y fui a sentarme a una de aquellas mesitas, solo y con la
intencin de pasar media hora sin pensar en nada y sin hablar con nadie.
Encend un cigarrillo y me qued observando a la gente que entraba y
sala del bar. Tranquilo.
Estaba all cuando lleg una seora morena, elegante, enjoyada y con el
aire de quien pasa mucho tiempo entre gimnasios y salones de belleza. Se
estaba dirigiendo a la barra cuando me vio y se detuvo. Miraba hacia m con un
amago de sonrisa en los labios y con el aire de quien espera alguna seal de
respuesta. Me gir a derecha y a izquierda, para comprobar si se estaba
dirigiendo precisamente a m. Detrs no poda, porque estaba contra la pared.
Pero en las mesitas slo estaba yo, as que me estaba mirando precisamente a
m.
En vista de m comportamiento, se acerc ms. Su expresin ahora haba
cambiado ligeramente. Imagino que pensaba que yo era o muy miope o muy
bobo.
No me reconoces? dijo finalmente.
Alargu ligeramente el cuello hacia ella, y una sonrisa ridcula se dibuj
en mi rostro mientras intentaba decir alguna cosa. Luego la reconoc.
Haca quince aos, o quiz ms. Apenas me haba licenciado. No me
acuerdo de lo que haca en aquella poca, pero realmente era muy distinta.
Quiz se estaba licenciando en medicina, o tal vez la confunda con otra.
Habamos salido juntos unos dos meses, o un poco menos. Era mayor
que yo, quiz cinco aos. As que ahora deba de tener ms o menos cuarenta y
cuatro aos. Cmo se llamaba? No me acordaba de su nombre.
Magda. Soy Magda. Cmo es que no me reconoces?
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Gianrico Carofiglio
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este caso Telecom. Es posible recuperar los listados en los que aparecen los
nmeros de entrada y de salida, el horario, la duracin de las llamadas y,
principalmente, la zona en la que el usuario del telfono se hallaba en el
momento de la llamada.
Tras esta puntualizacin, creo no tener que dar ms explicaciones
sobre la relevancia que puede tener conseguir de la empresa Telecom Italia los
listados correspondientes al usuario del mvil 0339-7134964 del da 5 de agosto
de 1999. Es verdad que no disponemos de ningn testigo que pueda confirmar
la coartada del acusado. Los datos de los listados pueden ser, sin embargo,
mucho ms que un testimonio de su coartada. La localizacin del telfono,
relacionada en trminos irrefutables con un horario preciso, puede facilitar una
prueba decisiva en el proceso. En conclusin, pues, les pido, en base al artculo
507 del cdigo penal, que se emita una orden para obtener los listados
correspondientes al registro de llamadas del da 5 de agosto de 1999 del usuario
del mvil 0339-7134964. Creo que no tengo nada ms que aadir. Gracias.
El presidente me mir todava unos instantes despus de que acabara de
hablar. Luego estuvo a punto de girarse hacia el juez adjunto cuando debi de
acordarse de que se haban peleado un par de horas antes. Al menos yo estaba
convencido de que, por algn motivo, se haban peleado. Bien, realmente
Zavoianni se estaba girando hacia el juez y se par a la mitad. De una manera
tan brusca que tuvo que reprimirse, apoyando la cabeza sobre una mano, con
aire pensativo. Se haba movido como el personaje de una farsa y permaneci
algunos segundos artificiosamente inmvil. Luego se dirigi al fiscal.
Hay objeciones a esta peticin de la defensa, fiscal?
Presidente, yo tengo muchas dudas no slo sobre la absoluta
necesidad, sino incluso sobre la relevancia de la prueba solicitada por la
defensa. Las dudas se pueden resumir en pocas palabras: quin nos asegura
que el 5 de agosto de 1999 el telfono mvil estaba en funcionamiento en manos
de Thiam? El telfono fue hallado en funcionamiento en el momento del
registro, es verdad. Pero eso significa poco. El registro se realiz algunos das
despus y nosotros sabemos que en determinados ambientes por ejemplo, el
de los traficantes, a los que el imputado nos acaba de decir que estaba muy
prximo, si no era parte de dicho ambiente se suelen intercambiar los
mviles, as como las armas y lo que sea. A falta de pruebas sobre la
disponibilidad del telfono por parte de Thiam en la fecha del secuestro del
nio, la prueba requerida carece de importancia. Tengo que aadir una
consideracin de naturaleza ms bien procesal. El artculo 507 permite la
incorporacin de nuevas pruebas slo all donde su necesidad se haya
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constatado durante la vista oral. En este caso, la prueba poda haberse solicitado
en la fase introductoria, pero la defensa no lo hizo, por negligencia o por otras
razones que no conocemos. En cualquier caso, la peticin llega tarde e incluso
bajo este aspecto debe ser rechazada.
La acusacin particular tiene objeciones? dijo todava el presidente.
Nos sumamos a las consideraciones ya realizadas por el fiscal.
Presidente dije yo, me permite una breve respuesta a las
objeciones del fiscal?
Como usted bien sabe, abogado, en esta fase no se admiten rplicas.
Presidente...
Abogado, ni una palabra ms. Se lo repito: ni una palabra ms.
Dicho esto se levant para acudir a la Cmara del Consejo. Uno a uno se
levantaron los miembros del jurado para seguirle. El juez adjunto permaneci
sentado. Tuve la impresin de que apretaba los labios un momento. Luego l
tambin se levant y se dirigi, en ltimo lugar, a la Cmara del Consejo.
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Gianrico Carofiglio
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Aquella semana los das transcurrieron con una extraa normalidad. Trabaj
con normalidad, tuve mis audiencias normales, recib a clientes, cobr alguna
factura lo que no estaba mal y todo lo dems.
No me ocup del proceso de Abdou. Tena que esperar la llegada de los
listados, porque del resultado de aquella comprobacin dependa el
planteamiento que imprimira a mi alegato final. Hasta entonces era intil
examinar papeles o que empezara a prepararlo.
El jueves por la tarde Margarita me llam al mvil. Despus del mensaje
del domingo no habamos hablado ms. No la haba llamado ni haba intentado
hablar con ella por el portero automtico. No s por qu. Algo me lo haba
impedido.
Tena ganas de salir a tomar algo, despus de cenar? S, me apeteca. La
llamaba por el interfono o la iba a buscar a casa? Ah, primero sala y luego nos
podamos encontrar directamente en algn sitio, ms tarde. Me iba bien a m
en la calle Venecia, frente al Fortn, a eso de las diez y media? Me iba bien.
Hasta luego, entonces.
Tena un tono de voz un poco raro y me dej una ligera sensacin de
inquietud.
La tarde discurri lentamente, desde aquel momento. Me distraa y
miraba constantemente al reloj.
Me fui del despacho hacia las ocho, en casa me duch, me cambi y sal
mucho antes de la cita. Dej pasar el tiempo con dificultad y a eso de las diez y
media me dirig hacia la zona del Fortn.
Sub andando por la calle Venecia, entre la muchedumbre. Estaba llena,
como siempre en verano a aquella hora.
Especialmente grupos de jvenes. Desprendan un olor mezcla de
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difciles nos decan en los que os encontraris tristes, tendris una gran
nostalgia del pasado o miedo al futuro. En aquellos momentos tendris
necesidad de beber. Un deseo que os parecer invencible, que os sumergir
como una ola. Sin embargo no es invencible. Parece que lo es porque sois ms
dbiles, en aquellos momentos. Pero, precisamente, es como una ola. Una ola os
sumerge en el mar slo durante unos pocos segundos, aunque cuando estis
bajo el agua os parece una eternidad. Sals fcilmente, si no os dejis dominar
por el terror. Entonces decan recordad que basta permanecer tranquilos, en
aquellos momentos. No os dejis dominar por el miedo, recordad que dentro de
poco tendris la cabeza fuera del agua porque la ola ya habr pasado. Cuando
se apodere de vosotros el deseo irresistible de beber, haced alguna cosa para que
transcurran los segundos, o los minutos que dura la crisis. Flexiones, dos
kilmetros corriendo, tomad fruta, llamad a un amigo. Cualquier cosa que
hagis os har pasar el tiempo sin pensar.
Yo permaneca callado, y tena miedo de lo que oira despus.
A m me ha ocurrido varias veces, como a todos. El aikido me ha
ayudado. Cuando llegaba la ola, me pona el kimono y repeta los ejercicios,
intentando concentrarme nicamente en lo que estaba haciendo. Funcionaba.
Cuando terminaba el entrenamiento me haba olvidado de las ganas de beber.
Con el tiempo estos momentos fueron cada vez ms raros. Haca como
mnimo un par de aos que no me ocurra.
Encend el cigarrillo que tena entre los dedos desde haca unos minutos.
Margarita continu hablando, sin cambiar de tono, mirando hacia un lugar
indefinido frente a ella.
Hay una persona, desde hace casi tres aos. No vive en Bar y por eso
ha durado tanto tiempo. Nos vemos los fines de semana: o viene l o voy yo. El
fin de semana pasado vino l. Le haba hablado de ti. As, de manera normal, y
al principio no tuvo problemas. O no me lo dijo.
Se gir hacia m ligeramente, me cogi el cigarrillo y fum un poco antes
de devolvrmelo.
Pero no lo s muy bien, el discurso volvi a aparecer el sbado pasado.
Es decir, ms que un discurso se trat de una escena de celos. Tienes que saber
que l no es una persona celosa. Es todo lo contraro. Por lo que me qued de
piedra y reaccion mal. Muy mal. Habamos estado juntos, en definitiva,
habamos hecho el amor...
Me sent atravesado. Enseguida not una neblina espesa en el cerebro
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durante un buen rato. Hasta que volv a comprender lo que estaba sucediendo.
...y luego le dije que nunca habra pensado que pudiera decir cosas de
aquel tipo, una persona como l. Que era una desilusin y cosas por el estilo. l
me contest diciendo que era una hipcrita. Al decir que t eras tan slo un
amigo estaba mintiendo. No a l, sino a m misma, y por eso era realmente una
hipcrita. Y que reaccionaba con aquella violencia precisamente porque saba
que tena razn. La discusin se prolong hasta bien entrada la noche. Por la
maana me dijo que se iba. Que tena que aclararme las ideas intentando ser
honesta, con l y conmigo misma. Luego podramos volver a llamarnos y
hablarlo. l se fue y yo me qued all, sentada en la cama con el cerebro un poco
trastornado. Incapaz de pensar. Las horas fueron pasando de manera un tanto
alucinante y me entraron, cosa lgica, ganas de beber. Una necesidad loca, como
no la haba tenido desde que dej de beber. Intent ponerme el kimono y
entrenarme, pero en realidad no me apeteca en absoluto. Tena en cambio
ganas de beber y de encontrarme bien, de hacer desaparecer aquel lo de la
cabeza, de hacer desaparecer las responsabilidades y los deberes y los
esfuerzos, todo. Joder.
Entonces sal, sub al coche y fui a Poggiofranco. Sabes que hay aquel
bar tan grande que est siempre abierto, nunca me acuerdo de su nombre,
donde sirven vinos y licores?
Saba cul era el bar y asent. Tena la boca seca, la lengua pegada al
paladar.
Entr y ped una botella de Jim Beam, pues era mi preferido. En aquel
momento me encontraba tranquila. Mortalmente tranquila. Regres a casa, cog
un vaso grande, y sal a la terraza. Me sent a la mesa, destap la botella
recuerdas el chasquido delicioso, cuando abres una botella nueva? y me
serv tres dedos de bourbon, para empezar. Lo hice muy lentamente, mirando el
lquido que descenda por el vaso, los reflejos, el color. Luego acerqu el vaso a
la nariz y respir profundamente.
Permanec mucho tiempo delante de aquel vaso, con los pensamientos
girando alrededor de s mismos. Eres una chica mala. Siempre lo has sido. No
puedes rebelarte contra el propio destino. Es intil. Varias veces alc el vaso
para beber, lo mir y luego lo apoy de nuevo encima de la mesa. Estaba tan
segura de que bebera que poda tomrmelo con mucha calma.
Se hizo de noche y estaba todava all, con aquel vaso de bourbon. Pens
que me apeteca llenarlo ms todava. Lo apoy en la mesa, tom la botella y me
serv, muy lentamente, todava ms. El vaso se llen hasta la mitad, dos tercios,
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las 21.10. Era una llamada efectuada desde el telfono de Abdou a otro telfono
mvil. La localizacin era siempre Bar. Luego nada ms.
Me detuve pensando en el resultado de aquella comprobacin.
Efectivamente no era definitivo y no concluira el proceso. Haba un perodo
vaco de ms de cuatro horas, y precisamente en medio de aquellas cuatro horas
se haba verificado la desaparicin del nio. Lo que se deduca de los listados no
permita excluir que Abdou, llegado de Npoles, hubiera proseguido hacia
Monopoli, hubiera llegado a Capitolo, hubiera cogido al nio, hubiera hecho
quin sabe qu, etctera, etctera.
Me levant para marcharme y me di cuenta de que el hombrecillo estaba
sentado en el otro lado de la cancillera, con el mentn apoyado en las manos,
los codos sobre la mesa y la mirada perdida en alguna parte.
Le dese un buen da. l gir la cabeza, me mir como si hubiera dicho
algo raro y luego, mientras se giraba de nuevo, hizo una especie de gesto con la
cabeza. Imposible saber si haba contestado al saludo o si se haba quedado en
otra parte y dialogaba con algn fantasma.
Fuera el aire era trrido. Era el medioda del primer sbado de julio y me
dispona a dirigirme al despacho para preparar el alegato final.
Me esperaba un largo fin de semana.
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La sesin empez con puntualidad a las nueve y media. El tribunal tom nota
de la llegada de los listados y todos acordamos que no eran necesarias las
explicaciones de un tcnico sobre el significado de los datos. Para nuestro
objetivo, lo que se poda leer en los listados era suficientemente claro. Al
ingeniero de la empresa Telecom que se haba presentado en el proceso para
declarar le dieron las gracias y se le dijo que se poda ir.
Enseguida el presidente acab con las ltimas formalidades preliminares
y concedi la palabra al fiscal. Eran las nueve y cuarenta minutos.
Cervellati se levant empujando la silla hacia atrs y apoyndose en la
mesa. Se ajust la toga en los hombros, ech una ojeada a los apuntes y luego
levant la cabeza dirigindose al presidente.
Seor presidente, seor juez adjunto, seores miembros del jurado.
Hoy han sido convocados para juzgar un crimen terrible. Una vida joven, una
vida muy joven, truncada brutalmente, a causa de una abyeccin de la que no
logramos comprender ni la causa ni la medida. Los efectos de esa vileza, sin
embargo, son irremediables. Nadie podr devolver este nio al cario de sus
padres. Ni yo, ni ustedes, nadie.
Pero ustedes tienen un poder grande e importante, del que espero que
se sirvan. Del que estoy seguro harn un buen uso.
Pens: ahora dir que tienen el poder, y adems el deber, de impartir
justicia. De impedir que el autor de un crimen tan nefasto se pueda marchar sin
molestia alguna, quiz a causa de alguna falacia, etctera, etctera.
Ustedes tienen el poder para se haga justicia. Y este es un poder
comprometido, porque implica adems el deber de hacer justicia. A la familia de
la pequea vctima, en primer lugar. Pero despus a todos nosotros, que, como
ciudadanos, esperamos una respuesta cuando se producen hechos tan
escalofriantes.
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
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es
una
sola
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Por los motivos hasta ahora enunciados, les ruego que confirmen la
responsabilidad penal del acusado respecto a todos los delitos que le han sido
imputados y le condenen por ello a la pena de cadena perpetua, en aislamiento
diurno durante seis meses, aplicndole adems la pena adicional de la
privacin perpetua de los oficios pblicos.
Respir profundamente, mir el reloj y me di cuenta de que haban
pasado casi dos horas.
El presidente dijo que debamos hacer una breve pausa antes de conceder
la palabra a la acusacin particular. Luego habra una interrupcin de una hora
para el almuerzo y al reanudar la sesin hablara yo. Tras las eventuales rplicas
el tribunal se retirara a la Cmara del Consejo.
La sala se vaci y yo tambin me levant para ir a fumar, mientras se
quedaba slo Cotugno, que preparaba los ltimos detalles de su alegato final.
Fuera, una periodista que no haba visto nunca antes me pregunt qu
pensaba de la peticin del fiscal.
Pensaba que raras veces haba odo peticiones tan idiotas. Tuve el
impulso de verbalizar este pensamiento, pero evidentemente no lo hice. No dije
nada, alc los hombros, mov la cabeza y alargu las manos, con las palmas
hacia arriba. Me alej mientras sacaba la cajetilla de cigarrillos y la chica me
contemplaba un poco atnita.
Estaba bastante tranquilo. No tena ganas de volver a examinar mis notas.
No tena ganas de hacer nada ms hasta el momento en que me tocara hablar a
m. Y a pesar de todo no senta la necesidad de hacerlo.
Era una sensacin nueva para m. Siempre llegaba con nervios a las citas
importantes, de trabajo, de estudio o de lo que fuera. Siempre lo dejaba para el
ltimo momento, la ltima noche, el ltimo repaso y luego siempre tena la
impresin de haber robado algo y de haberme salido con la ma. Lograba una
vez ms tomarle el pelo al mundo. Una vez ms no haban logrado descubrirme,
pero para mis adentros saba que era un impostor. Ms tarde o ms temprano
alguien se dara cuenta. Seguro.
Aquella maana me encontraba bien. Saba que haba hecho todo lo que
poda. Tena miedo, pero se trataba de un miedo sano, no el miedo de ser
descubierto y de que todos se dieran cuenta de que era falso. Tena miedo de
perder el proceso, tena miedo de que Abdou fuera condenado, pero no tena
miedo de perder la dignidad. No me senta un impostor.
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Gianrico Carofiglio
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cierto, de captar la simpata de los jueces. Como mnimo la de los miembros del
jurado. No sera una reflexin absurda porque, a menudo, nosotros los
abogados hacemos estas cosas. Y a pesar de ello cada uno es libre de pensar lo
que crea ms oportuno. Tambin porque los procesos no se juzgan ni se dirimen
en base a las simpatas o a la antipata del abogado o del fiscal. Por suerte. Los
procesos se deciden permtanme la banalidad en base a las pruebas. Si las
hay, se condena. Si faltan o si son insuficientes o contradictorias, se absuelve.
Y es por eso que nos hemos de preguntar en base a qu criterios
podemos afirmar que las pruebas en un proceso son suficientes, y permiten
condenar, o son insuficientes o contradictorias, y obligan entonces a absolver.
Para reflexionar sobre esto podemos partir del planteamiento que ha
utilizado el fiscal.
El fiscal ha dicho he anotado textualmente la frase, ha dicho: Es
pues muy verosmil que el acusado haya llegado a Bari desde Npoles, haya proseguido
hacia Monopoli, preso de un ataque o habiendo ya elaborado con todos sus detalles su
plan criminal, haya llegado a Capitolo, tal vez haya apagado el mvil para no ser
molestado y haya raptado al nio... etctera. De esta gran verosimilitud el fiscal
deduce un argumento importante, si no decisivo, para probar la
responsabilidad del acusado y solicitar que sea condenado a cadena perpetua.
Entonces para verificar la consistencia y la credibilidad de la
argumentacin de la acusacin, hemos de verificar qu significa verosimilitud.
Hice una pausa, tom del banco el papel en el que haba tomado las
notas poco antes en la biblioteca y le.
Verosmil, dice el diccionario Zingarelli de la lengua italiana, es lo que
parece verdadero y que, por ello, es creble.
Parece verdadero y por ello es creble.
Tambin en el diccionario Zingarelli leemos la definicin de verdadero.
Verdadero es aquello que se ha verificado realmente, que est en conformidad
con la realidad objetiva. En la voz verdadero encontramos, entre otras, la locucin
parecer verdadero. Zingarelli explica que esta expresin parecer verdadero se
utiliza a propsito de algo artificial que imita perfectamente la realidad. Lo que
parece verdadero es algo artificial, que imita la realidad.
Se acuerdan de la definicin de verosmil? La palabra utilizada por el
fiscal? Verosmil es aquello que parece verdadero, y lo que parece verdadero es
algo que imita la realidad, pero que no corresponde a ella. Es, en sustancia, algo
distinto a la realidad. Al utilizar la expresin verosmil, el representante de la
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testigo contesta.
"Molestan, molestan, y tanto que molestan."
"Bueno, de acuerdo, pero si molestan, por qu no llama a los
municipales o a los carabineros?"
"Por qu no les llamo? Yo les llamo, pero t les has visto venir alguna
vez?"
En definitiva, el seor Renna nos lo dice l mismo no ve con buenos
ojos la presencia, en Capitolo y cerca de su bar, de los vendedores
extracomunitarios. Querra que las fuerzas del orden intervinieran para poner
un poco de orden, pero eso no sucede. El est un poco resentido.
Todo esto, que quede claro, no significa que deliberadamente nos haya
contado cosas no verdaderas respecto al seor Abdou Thiam.
Pero, prescindiendo de su simpata o antipata por los negros, y de
su deseo insatisfecho de que las fuerzas del orden hagan algo contra esos
negros, Renna ha dicho cosas objetivamente verdaderas? Podemos afirmar,
ms all de cualquier duda razonable, que la versin ofrecida por este testigo
corresponde a la verdad de los hechos de los que nos ocupamos?
Un elemento de duda puede desprenderse del pequeo experimento de
las fotografas, que ustedes recordarn. Renna no reconoce en la fotografa, en
dos fotografas ustedes las tienen en las actas y pueden comprobar
directamente si se trata de reproducciones fieles, al acusado. El mismo que
est presente en la sala y, fundamentalmente, el mismo que l dice que conoce
bien y a quien vio pasar por delante de su bar, aquella tarde de agosto.
Esto significa que Renna se lo ha inventado todo, es decir, que dice
mentiras? No, ciertamente. El hecho de que los negros no le sean simpticos y
que haya errado clamorosamente el reconocimiento fotogrfico no significa que
nos haya mentido conscientemente.
Cuando l nos dice que recuerda que aquella tarde Abdou Thiam pas
por delante de su bar, sin bolsas, a paso veloz y en direccin al sur, el testigo
Renna dice la verdad.
En el sentido de que l efectivamente recuerda esta secuencia de hechos y
la coloca en aquella tarde. Es decir, que para ser ms precisos, l cuenta lo que
cree que es la verdad. Lo ms interesante y esto nos introduce en un terreno
fascinante, que es el del funcionamiento de la memoria es que Renna cree que
aquella es la verdad, porque recuerda aquellos hechos, aunque stos no hayan
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"Me parece que s. S, tuvo que haber pasado. Me parece que era l."
Llegados aqu el brigada dicta el acta, porque lo quiere fijar por escrito,
antes de que el testigo cambie de idea. Lo que desgraciadamente ocurre a
menudo. Dicta el acta al cabo que la escribe en el ordenador. Dicta el acta y
utiliza su lenguaje burocrtico, no las expresiones utilizadas por el testigo.
Tom de entre mis papeles la copia de la primera acta de Renna y le.
En el acta de la que estamos hablando se encuentran expresiones de
este tipo: Soy coadyuvado, en el desempeo del mencionado negocio...,
etctera. Obviamente no son expresiones del testigo Renna. Obviamente no
sabemos qu preguntas le hicieron a Renna. No lo sabemos porque se utiliza la
burocrtica, cmoda frmula a pregunta responde. Qu pregunta? Qu
preguntas se le hicieron al testigo? Son preguntas que le han influido? Son
preguntas que han sugerido las respuestas? Son preguntas que han construido,
involuntariamente, un recuerdo?
No es necesariamente mala fe. Es suficiente con disponer de una teora
que confirmar, nuestro cerebro lo hace todo solo, percibiendo, reelaborando,
escribiendo las actas de manera que se adapten los hechos a la teora. Creando,
ms bien dira, encajando el falso recuerdo.
Digo falso no porque Renna se haya inventado algo o los carabineros le
hayan sugerido malvolamente una historia falsa que contar. Simplemente
durante el primer interrogatorio los recuerdos de Renna fueron reprogramados
de acuerdo con la teora investigadora que haba sido escogida y para la cual no
se buscaban verificaciones objetivas, sino slo confirmaciones. Fueron
reprogramados y no podremos saber nunca cmo transcurrieron las cosas.
Porque el interrogatorio de este seor no ha sido grabado y slo se ha puesto
por escrito en un acta. De la manera que hemos visto.
Quieren saber cmo es posible influir en la respuesta de un testigo e
incluso modificar su recuerdo, sencillamente haciendo la pregunta de una
manera o de otra? Djenme que les cuente otra investigacin, italiana esta vez. A
tres grupos de estudiantes de psicologa no nios, no incautos, sino
estudiantes de psicologa que saban que estaban siendo sometidos a una
prueba cientfica les fue mostrada una filmacin. En esta filmacin se vea a
una seora que sala de un supermercado con un carrito; por detrs de la seora
se acercaba un joven que agarraba una bolsita que estaba en el carrito y luego se
iba corriendo. A los tres grupos de estudiantes, con preguntas distintas, se les
pidi que contaran lo que haban visto. Al primer grupo se le hizo esta
pregunta: El ladrn ha tropezado con la seora? Al segundo grupo: De
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El primer proceso que llev solo, poco despus de haber aprobado los exmenes
de procurador legal, versaba sobre una serie de estafas. El acusado era un
hombretn simptico, con el bigote negro y la nariz llena de capilares rotos: creo
que no era abstemio.
El fiscal hizo un discurso muy breve y pidi la condena a dos aos de
crcel. Yo hice un largo alegato final. El juez asenta cuando yo hablaba y eso me
daba confianza. Mis argumentos me parecan convincentes e inevitablemente
persuasivos.
Cuando termin de hablar estaba convencido de que al cabo de poco
tiempo mi cliente sera absuelto.
El juez permaneci en la Cmara del Consejo unos veinte minutos y
cuando sali le conden exactamente a la pena solicitada por el fiscal. Dos aos
de crcel, sin condicional, dado que mi cliente era reincidente.
La noche siguiente no dorm y durante muchas noches me pregunt en
qu haba fallado. Me senta humillado, me convenc de que el juez, por algn
motivo desconocido, me tena mana, y perd la confianza en la justicia.
Ni siquiera me pas por la imaginacin la explicacin ms obvia del
asunto: mi cliente era culpable y el juez haba hecho bien en condenarle. sta
fue una brillante intuicin que tuve slo mucho tiempo ms tarde.
De aquella experiencia aprend a ocuparme de mis juicios con el
distanciamiento necesario. Sin apasionarme y sobre todo sin albergar
esperanzas.
Apasionarse y albergar esperanzas son dos cosas peligrosas. Se puede
hacer uno dao, o incluso mucho dao. No slo en los juicios.
Mientras la sala se vaciaba pensaba en eso. Pensaba que haba hecho bien
mi trabajo. Haba hecho todo lo que era posible. Ahora tena que
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
dejara entrar.
Me sent en el banquillo, cerca de Abdou, y experiment un absurdo
sentido de alivio al or el chasquido del cerrojo al cerrarse de nuevo la reja.
Estaba a punto de ofrecerle un cigarrillo cuando sac una cajetilla y quiso
que cogiera uno de los suyos. Diana rojos. Los Marlboro de los presos.
Lo cog y, despus de haberme fumado la mitad, le dije que no tena una
respuesta para la pregunta que me haba hecho.
Dije que pensaba que haba sido por un buen motivo, pero no saba
exactamente cul era aquel motivo.
Abdou asinti, como si la respuesta lo hubiera dejado satisfecho.
Tengo miedo dijo a continuacin.
Yo tambin.
Fue as como empezamos a hablar. Hablamos de muchas cosas y todava
nos fumamos dos cigarrillos. En un determinado momento nos entraron ganas
de beber y llam al bar con mi mvil, para pedir algo. Diez minutos despus
lleg el chico del bar con la bandeja e hizo pasar a travs de los barrotes dos
vasos de t fro. Pag Abdou.
Luego bebimos, bajo las miradas perplejas de los agentes.
A eso de las ocho le dije que sala a dar unos pasos para desentumecer
las piernas.
No tena ganas de regresar a casa o al despacho. Ni de ir al centro y
pasear en medio de la gente y las tiendas. Por eso me adentr por las cercanas
de los juzgados, en direccin al cementerio. Entre casas populares, de las que
llegaban olores de comida un poco quemada, tiendas estrechas, y calles que no
recordaba haber pisado nunca antes, en treinta y nueve aos de vida en Bari.
Camin bastante, sin meta alguna y sin pensar en nada. Me pareca estar
en otro lugar, y los espacios eran tan feos que de ellos emanaba una fascinacin
extraa, esculida.
Haba anochecido y me haba distrado completamente cuando not la
vibracin en el bolsillo posterior de los pantalones.
Saqu el mvil y al otro lado o la voz del ujier. Estaba un poco agitado.
Ya haba llamado una vez y no le haba contestado nadie? No lo haba
odo, lo lamentaba. Estaban listos desde haca diez minutos? Llegaba
enseguida. Enseguida, enseguida. Pocos minutos.
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Gianrico Carofiglio
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Gianrico Carofiglio
Testigo involuntario
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pareca un poco raro. Vernos esta noche? O sea, dentro de dos horas, despus
de un par de aos? Me felicitaba porque todava era capaz de sorprenderla, y no
era fcil. Estaba contento de eso estaba contento de verdad y entonces,
aparte de eso, nos podamos ver? A cenar, o despus para tomar una copa.
Bien. Quera que la recogiera o eso poda crear algn lo? Risa. Vale, pasaba a
recogerla a las diez. Qu haca, llamaba al interfono o me esperaba en el portal?
No, llmame por el interfono... Otra risa. De acuerdo, interfono. Hasta luego,
adis. Adis.
Me vest deprisa, y sal deprisa. Las tiendas cerraban a las ocho.
Me apresur, y a las ocho y media estaba de regreso en casa. Tena que
pasar el tiempo hasta las diez. Le un poco. Zen en el arte del tiro con arco. Pero no
era la lectura adecuada. Entonces pens en escuchar un poco de msica. Estaba
a punto de poner Rimmel, que me pareca adecuado, pero consider que
incluso en soledad hay que evitar los tonos patticos. Era mejor salir enseguida.
Me cambi, slo para hacer pasar todava algunos minutos y luego baj
con aquel saquito en la mano.
Calleje hasta las diez en punto, cuando llam por el interfono de casa de
Sara. Contest ella de una manera que me resultaba familiar. Bajo.
Baj y me dio un beso en la mejilla, y yo tambin la bes en la mejilla. Si
se fij en el saquito, no lo dej ver. Fuimos a coger el coche y yo conduje hasta
un restaurante en el mar, cerca de Polignano.
No pronunciamos muchas palabras cuando estuvimos en el coche y no
pronunciamos muchas durante la cena.
Ella esperaba que yo le dijera por qu haba querido verla. Yo esperaba
terminar de cenar, porque hay que tener paciencia y hacer cada cosa en el
momento oportuno. Me pareca haber aprendido eso, adems de otras cosas
ms.
Entonces comimos una gran langosta para dos, condimentada con aceite
y limn. Bebimos vino blanco fro. De vez en cuando nos mirbamos, decamos
algo sin importancia y luego seguamos comiendo. De vez en cuando ella me
miraba con aire ligeramente inquisitivo.
Cuando terminamos de cenar pagu y le pregunt si le apeteca dar una
vuelta. Le apeteca.
Mientras caminaba empec a hablar.
He pasado un perodo muy... especial. Me han ocurrido varias cosas...
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Gianrico Carofiglio
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Hice una pausa. No haba sido un gran inicio. Al contrario, daba asco.
Ella no dijo nada. Esperaba.
Caminbamos mirando al frente, entre las barcas varadas en la arena de
la playa.
Recuerdas que decas que las cuentas tarde o temprano se pagan?
Lo recuerdo. Y t decas que te fugaras antes. Si queran, podan
demandarte.
Sonri. Deca exactamente eso. Si queran, podan demandarme. Me
esperaba que Sara dijera que siempre haba sido muy hbil huyendo sin pagar.
Hubiera tenido todas las razones del mundo, pero no lo hizo. Y yo segu
hablando.
Entre las muchas cosas que me han ocurrido est la de que no he sido
capaz de huir ms, tan veloz como antes. Entonces me agarraron y me hicieron
pagar casi todos los atrasos. No ha sido muy divertido.
Me sent en una barca, muy cerca del agua. Ella se sent en la barca
cercana, frente a m. En poco tiempo haba llegado a la parte ms difcil y no
encontraba las palabras.
Y bueno, en todo esto, en un determinado momento me he dado
cuenta de que... bueno, si estaba pagando las cuentas, haba una que no poda
dejar sin pagar.
Me miraba con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, los ojos
fijos en los mos. Sent la necesidad de un cigarrillo, lo encend y antes de volver
a empezar a hablar aguard el golpe del humo en los pulmones.
Luego, con las palabras que me iban saliendo, dije todo lo que le deba.
Ella lo escuch sin interrumpir en ningn momento e incluso, cuando hube
acabado, esper antes de hablar. Para estar segura de que hubiera acabado de
verdad. No estaba muy seguro, a causa de la oscuridad, pero me pareca que
tena los ojos hmedos. Los mos lo estaban, y no necesitaba luz para saberlo.
Cuando habl, supe que haba hecho lo correcto, aquella noche.
Hoy me has devuelto cada da, cada uno de los minutos en los que
hemos estado juntos. En numerosas ocasiones, antes de que nos separramos, y
despus tambin, he pensado que contigo haba desperdiciado casi diez aos de
mi vida. Luego me rebelaba ante esa idea y la alejaba. Y luego regresaba de
nuevo. Pareca que no acababa nunca, esta angustia. Esta noche me has liberado.
Me has devuelto los recuerdos.
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Fin
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