Camacho Marcelino - Charlas en La Prision
Camacho Marcelino - Charlas en La Prision
Camacho Marcelino - Charlas en La Prision
Alfonso C. Comn
Juan N. Garca Nieto,
Manuel Ludevid
Eduardo Martn
Carlos Navales
Carlos Obeso.
Jess Salvador
Equipo Estudios Laborales (Madrid)
by Marcelino Camacho, 1976
de esta edicin (incluida la Carta abierta y el diseo de la cubierta):
Editorial Laia, S. A., Constitucin, 18-20, Barcelona-14
Primera edicin: Ediciones Ebro, Pars,
Segunda edicin (primera en Espaa): Editorial Laia, Barcelona, mayo, 1976
Cubierta de Enric Satu
Depsito legal: B. 22 788 - 1976
ISBN: 84-7222-954-8
Impreso y encuadernado en Romany/Valls
Verdaguer, 1 - Capellades/Barcelona
Printed in Spain
Marcelino Camacho
Charlas en la prisin
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CARTA ABIERTA
A MARCELINO CAMACHO
Me pides que te haga un prlogo, y claro, esto me honra. Cmo negarme? Y, sin embargo, qu decir? Quin no sabe quin eres y todo lo
que eres, cunto representas para este pueblo nuestro de cada da? Te has
identificado con tu clase, de tal modo, que t y tu clase sois una misma
cosa, Marcelino. No has salido nunca por TV os imaginis, Marcelino, clase obrera, saliendo, hablando por TV, diciendo la verdad obrera
por TV, clamando amnista por TV? y sin embargo todos os conocen,
todos conocen vuestro rostro, el deje y el ms leve gesto al salir de Carabanchel y abrazar a Josefina.
Marcelino Camacho, el hombre de comisiones obreras, producto de un
colectivo en lucha. T y tu clase tenis la densidad del Canto General de
Pablo Neruda, el barro de Miguel Hernndez, la vibracin histrica de
Dolores Ibarruri, la calidad democrtica de Julin Besteiro, recuperis la
voz de annimo urbano y el canto de siega del campo andaluz...
Te recuerdo en Laia. Presentando, con Simn Snchez Montero, el libro
de Nicols Sartorius. Con el puo cerrado, en un gesto como tuyo, puo
que no est en alto pero, que puede elevarse en cualquier momento, no
para golpear no respondes a la violencia con violencia sino con revolucin pacfica sino para proponer; al abrir la mano indicas cul es el
camino, cmo hay que seguirlo con las manos vacas de corrupcin, tal
las tuyas, manos limpias labradas en el tajo y dice Raimon de l'home
mire/sempre les mans que al abrirse e indicar hallan un eco de cientos
de miles, de millones de otras manos, manos apareciendo de un mono
azul o bata blanca o embutidas en un polo con los codos gastados de otro
roce, manos con un mismo proyecto, tambin puos pacficos pero firmes, decididos a dirigirse hacia el socialismo en la democracia tal como
proponis con cientos, miles, centenares de miles, Marcelino.
No has salido nunca por TV, pero el ptreo control de los medios de comunicacin no ha podido evitar que vuestro gesto adolescente, ese gesto
que est transfigurando, elevando ms all de los peldaos tanto sufrimiento, sudor, la sangre de la frente, que vuestro gesto, el del puo y la
mirada desafiando honradamente a las instancias represivas, que vuestro
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gesto fuera, sea, como un aliento para quienes entran a trabajar a eso de
las seis de la maana y a lo mejor por la tarde ya duermen en Carabanchel, Basauri o la Modelo. Tenis el gesto de pertinaces confiados. Sois,
t y tu clase, como una juventud salvada de la catstrofe fascista.
No sois un mito. Aunque la represin ha hecho de vosotros un mito. Se
os podra atribuir conciencia de hroe. Pero, Marcelino, acaso sois simplemente un colectivo orientado a construir el socialismo en la democracia a travs de vuestra calidad de sindicalistas nuevos, irrefrenables
y obstinados. Sois militantes obreros que habis renunciado a la opcin
del bienestar enloquecido que reclaman para todos las sociedades opulentas, que habis renunciado a todo ofrecisteis una y diez veces vuestra libertad hasta acabar una y diez veces con los huesos en Carabanchel,
Segovia, Puerto o Zamora, habis renunciado a todo tener, deseis ser
ms que cmulo o engranaje. Sois gentes que renunciis por mor de la
conciencia. Para ser, ya irremediablemente, conscientes de la historia.
Gentes que aqu y all, de forma natural, sin apariencias ni especial discurso para vates, nada espectacular, habis optado por ser sujetos de la
historia. Renunciis a todo para llegar a poseerlo todo cumpliendo as la
suprema paradoja de la historia. La fuerza de los dbiles unidos, proletarios del mundo, salvando los valores supremos de un hombre nuevo, de
una nueva sociedad. Liberndoos, liberndonos a todos, de la sutil esclavitud del capital de los huevos de oro. S, Marcelino, sois, el pobre de
esta tierra que resuelve el mundo.
En la sociedad franquista en que los ejemplos, figuras y proyectos de
hombre salvado de Europa, hombre a la espaola, se fabricaban con toda
clase de medios e instrumentos, tal vez con corrupcin como ingrediente
necesario, los rgidos controles no han podido impedir que el movimiento
obrero se diera a s mismo un ejemplo, t y tu clase Marcelino, que se
identificara no con las frmulas hbridas de burcratas sindicales proponiendo reformismos, apareciendo grotescos en TV como los hombres
del nuevo sindicalismo, sino con vosotros, Marcelino, el hombre de comisiones obreras, unos sesenta aos, obrero del metal, despedido de Perkins, jams readmitido, hay quien se vanaglori en su da proclamando
Yo desped a Marcelino Camacho!, vaya honra, seor Echevarra. Se
identific con vosotros ese movimiento obrero al que habis sacado del
reflujo de la derrota para ponerlo en pie, a la ofensiva, segn decs MarMarcelino Camacho
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A MODO DE INTRODUCCIN
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Han pasado varios aos del camino recorrido por la clase obrera, ha estado lleno de dificultades (procesos 1001, El Ferrol y otros), pero tambin
de xitos. A lo largo de estos aos, millones de trabajadores dirigidos por
CCOO, recogiendo sus orientaciones o utilizando su tctica, han pasado a
la ofensiva. En este perodo se ha dotado a la clase del mnimo de organizacin y conciencia necesaria, a travs de una serie de huelgas, manifestaciones y presiones de todo tipo que han sacudido a toda la pennsula de
norte a sur y de este a oeste, pasando por el centro. En todos los pueblos
del Estado espaol han creado sus rganos de direccin respectivos; la
comisin obrera nacional de Catalua dirige plena y responsablemente a
la clase obrera catalana, la comisin obrera nacional de Euzkadi juega
cada vez ms y cada vez mejor su papel dirigente de unos trabajadores
insertos en la problemtica social y nacional euskera; la comisin obrera
nacional de Galicia, siempre fue la cabeza de las luchas de su clase y del
pueblo gallego; los representantes de estas comisiones, ms los del resto
del Estado espaol a travs de las coordinadoras generales y del secretariado permanente elegido por stas, coordinan a nivel del Estado.
Estos rganos nacionales, apoyados en comisiones de regin, provincia,
as como de rama de industria, de centro de trabajo, del campo, etc., han
creado una infraestructura organizativa capaz de unir a toda la clase en
accin, capaz de dirigir y orientar al movimiento obrero de comisiones,
en su conjunto.
La utilizacin de las posibilidades legales, convenios colectivos, Magistraturas, prensa, etc., y sobre todo la importantsima victoria en las elecciones sindicales en 1975, de las candidaturas unitaria y democrtica,
patrocinadas por CCOO, han potenciado enormemente la capacidad de
organizacin y movilizacin del nuevo movimiento obrero, que avanza
resueltamente hacia la huelga general como medio de romper el bloqueo
de salarios, por la readmisin de despedidos y represaliados, por la amnista de los presos y exiliados polticos, por la libertad sindical, las libertades democrticas y nacionales, en general.
En los ltimos das del ao 1975 y en el contexto de una crisis econmica, poltica, social, religiosa, universitaria, nacional e internacional, la
muerte del general Franco ha agudizado todas las contradicciones. Los
cambios estn al orden del da.
Las grandes acciones de los das 11, 16 y posteriores de diciembre, en
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Madrid, Catalua, Asturias, Galicia, etc., contra la congelacin de salarios, por la amnista y por las libertades, reflejan no slo que los trabajadores no estn dispuestos a cargar sobre sus dbiles espaldas la pesada
crisis del sistema, sino que en la actual coyuntura poltica, queremos estar
presentes y dar nuestro peso y nuestra talla en estos momentos crticos de
la historia del Estado.
Se trata de una presencia social y poltica de nuestra clase, que no admite
hoy, y menos an, maana, ser marginada en un ghetto; que no admite
ser puesta en cuarentena. Somos conscientes de que existen fuerzas interesadas en recortar las libertades, o en darlas con cuentagotas. Vemos con
claridad cmo los que durante estos ltimos 40 aos nos impusieron a la
fuerza un sindicato unido a la fuerza, fascista, para con una explotacin
despiadada hacer la mayor acumulacin capitalista de la historia del Estado espaol, tratan hoy (hablando de unas libertades que siempre nos
negaron y que estamos consiguiendo contra su voluntad, por nuestra lucha y sacrificios) de dividir el movimiento obrero sindical, de crear o
potenciar varias centrales sindicales. Es decir, tratan de mantener los
mismos monstruosos beneficios del pasado, con la divisin sindical, hoy,
como ayer lo consiguieron con la domesticada unidad fascista. Repetimos: frente al capitalismo monopolista de Estado, frente a los grandes
bancos y a las multinacionales, los trabajadores ,tenemos que poner en
pie un movimiento obrero sindical unido y organizado en una sola Central Sindical de nuevo tipo, Federacin o Confederacin, de carcter sociopoltico, si no queremos asistir a un suicidio de clase.
Est claro que los que ayer fueron los mayores defensores del verticalismo totalitario, maana lo sern del pluralismo, de la divisin; a travs
de diferentes formas, su objetivo permanece inalterable: explotarnos al
mximo, impedir a travs de la atomizacin sindical nuestro peso espec fico en la sociedad.
Hacia una alternativa sindical,
como parte de la alternativa democrtica
Esta alternativa, tiene que ser configurada ya por todas las tendencias
existentes en el movimiento obrero sindical, sin ninguna imposicin, en
la ms completa libertad. Es urgente poner manos a la obra. En el cuadro
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rentes grupos sindicales; el movimiento obrero necesita de ellos, de nosotros y de muchos ms, hay espacio para todos.
Vamos a poner en pie entre todos los inagotables recursos de nuestra
clase, de los trabajadores manuales e intelectuales; despus, que este
mundo del trabajo decida libremente, sin decretos, sobre todo lo que nos
afecta. Nosotros nos comprometemos a aceptar su fallo soberano.
Madrid, 23 de diciembre de 1975.
Marcelino CAMACHO ABAD
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I NTRODUCCIN
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II
ORGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO S INDICAL
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esta resolucin, de acuerdo con los estatutos de La Alianza de Bakunin, se proclamaba el apoliticismo y se rechazaba toda accin poltica
que no tenga como fin inmediato y directo el triunfo de la causa de los
trabajadores contra el capital. El Estado debe desaparecer, se deca, y
se aada que el Congreso recomienda a todas las secciones de la AIT
que renuncien a toda accin corporativa que tenga por objeto efectuar la
transformacin social por medio de reformas polticas nacionales, y las
invita a emplear toda su actividad en la constitucin federativa de los
cuerpos de oficio, nico medio de asegurar el xito de la revolucin social.
En otra resolucin de adhesin a la AIT se deca: El Congreso Regional
de Trabajadores declara aceptar completamente y en toda su pureza los
Estatutos Generales y acuerdos de los Congresos Obreros Universales de
la Asociacin Internacional de los Trabajadores, a la cual se adhiere,
acordando enviar al Congreso General, como representante de todas las
secciones del mundo, un carioso y fraternal saludo.
Gran confusin y contradiccin, sobre todo si se tiene en cuenta que en el
II Congreso de la AIT se aprob una declaracin que deca lo siguiente:
1. Que la emancipacin social de los trabajadores es inseparable de su
emancipacin poltica ; 2. Que el establecimiento de libertades polticas
es una medida de absoluta necesidad. Cmo podan aceptarse los estatutos y acuerdos de la AIT y al mismo tiempo adoptar la resolucin del
Congreso Jurasiano de los bakuninistas, en Chaux de Fond, que parta de
presupuestos contrarios?
Con Jutglar podemos decir: La fenomenologa del movimiento de masas
del federalismo reviste una gran importancia en el proceso definitorio del
movimiento obrero en Espaa. A lo largo de un proceso meterico observamos cmo se rebasan todas las etapas de una primera confianza en la
accin revolucionaria, de un movimiento poltico (el republicano federal,
del que march a remolque, podramos decir nosotros) se pas a otro
extremo, dominado mayoritariamente por una profunda prevencin contra toda poltica y los polticos, destacando dentro de dicha panormica
poltica, la orientacin crata, plenamente militante. Los bandazos y el
apoliticismo de la mayora de la FRE, que estn en contradiccin con los
acuerdos del Primer Congreso Obrero de Barcelona, si bien son comprensibles por las vacilaciones, cuando no las traiciones de la burguesa, no
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les que, interesadas en la desaparicin del antiguo Rgimen, podan contribuir a destruir las bases del poder material de la nobleza y sus instituciones de carcter medieval, democratizando el Estado. Por su parte, la
FRE empujada por el extremismo bakuninista no contribuy en nada
a arreglar la situacin, al privar a los Gobiernos de la alianza y la presin
de los trabajadores, ignorando as lo que debera ser la verdadera tctica
revolucionaria que corresponda a la situacin concreta de Espaa.
Criticando esta actitud, Engels escriba en octubre de 1873: Espaa es
un pas muy atrasado industrialmente y por tanto no puede hablarse an
de emancipacin inmediata y completa de la clase obrera. Antes de esto,
Espaa tiene que pasar por varias etapas previas de desarrollo y quitar de
en medio toda una serie de obstculos, pero esta ocasin slo poda aprovecharse mediante la intervencin poltica de la clase obrera espaola.
Se consuma la divisin
La liquidacin de la Repblica y la instauracin de la Restauracin demostraron que se haba perdido la ocasin. Un nuevo perodo de represin y clandestinidad del movimiento obrero comenzaba. La FRE poda
haber sacado conclusiones de esta derrota y comprender el papel de la
clase obrera que por entonces llegaba a su mayora de edad en la
lucha por las libertades democrticas y en la marcha hacia la supresin de
la explotacin del hombre por el hombre.
Pero, sin embargo, las diferencias en el seno de la AIT, principalmente
entre los bakuninistas y los marxistas, agudizadas sobre todo a partir de la
expulsin de Bakunin en el Congreso de La Haya de 1872 y de la confusin creada por Fanelli, haban ido agravando la divisin del movimiento
obrero en Espaa.
A este respecto es interesante ver el informe de Engels, delegado de la
AIT para Espaa, y presentado por l mismo ante Consejo General de la
Internacional, el da 31 de octubre de 1873: En Espaa la Internacional
ha sido fundada como un puro anexo de la Sociedad secreta de Bakunin.
"La Alianza", a la que debiera servir como una especie de campo de reclutamiento y al mismo tiempo de palanca que permita dirigir todo el
movimiento proletario. En seguida veris que su "Alianza" tiende abiertamente en el presente a reducir la Internacional en Espaa a esa misma
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posicin subordinada.
A causa de esa dependencia, las doctrinas especiales de "La Alianza",
abolicin inmediata del Estado, anarqua y antiautoritarismo, abstencin
de toda accin poltica, etc., eran predicadas en Espaa como si fueran
"doctrinas" de la Internacional.
Al mismo tiempo, todo miembro importante de la Internacional era ing
mediatamente recibido en la or anizacin secreta y se le haca creer que
este sistema de dirigir la asociacin pblica por medio de la sociedad
secreta, exista en todas partes y era natural.
La llegada de Lafargue descubri a los miembros del Consejo, no bakuninistas pero que haban entrado en la Alianza, creyendo que sta era
una medida de tipo conspirativo, necesaria, segn lo escribi Pablo
trece aos ms tarde, para-resistir firmemente la avalancha reaccionaria
y mantener en pie las Secciones de la Internacional el carcter fraccional de la organizacin que diriga Bakunin.
Para nosotros, dice Pablo Iglesias, la Internacional y la Alianza eran
todo uno, aadiendo que Lafargue descubri a los nuevos miembros
del Consejo Federal espaol, una perspectiva para ellos absolutamente insospechada: lo que haban aceptado como providencia interina por las
circunstancias espaolas, formaba parte de un plan internacional.
El problema de fondo que se debata tras la cuestin de la participacin o
no de la clase obrera en poltica, era el de la querella entre socialismo
cientfico y anarquismo y no un problema de caracteres personales, como
se ha pretendido en alguna ocasin.
La llegada de Fanelli a Madrid y Barcelona, poco despus de la Revolucin de 1868, ms de dos aos antes de la llegada de Paul Lafargue, yerno de Marx, en diciembre de 1871, tuvo sin duda su influencia en los
dirigentes de la FRE que se constituira ms tarde, as como en la posterior orientacin del movimiento sindical. Est claro que la venida de Fanelli y el retraso en la difusin de las ideas marxistas, as como las incongruencias, como veremos en seguida, entre el programa de la organizacin de Bakunin, la Alianza de la Democracia Socialista y el programa
de la Asociacin Internacional de los Trabajadores jugaron un papel no
despreciable.
Pero lo fundamental para comprender la influencia bakuninista, primero,
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acuerdo de expulsar a Bakunin. En este Congreso, los cuatro representantes del Consejo Federal espaol en representacin de la Nueva Federacin Madrilea asisti Lafargue actuaron en favor de las tesis bakuninistas con gran intensidad, acudiendo despus del Congreso de los
aliancistas de Bakunin, celebrado en Saint Imier. As qued definitivamente consumada la divisin internacional del movimiento obrero y su
inmediato reflejo en Espaa.
El papel histrico de la clase obrera
Independientemente de otros aspectos histricos, para el objeto que estamos proponindonos aqu, lo que ms nos interesa tener en cuenta es el
fondo de la polmica habida en el seno del movimiento obrero en el perodo a que nos referimos. La resolucin de la AIT en el sentido de reconocer la necesidad de crear un partido poltico de la clase obrera y de la
conquista del poder, era justa y vital para poder lograr la emancipacin
definitiva.
Es preciso aprovechar ahora para hacer algunos planteamientos esenciales acerca del papel de la clase obrera en la sociedad y su papel histrico.
Por qu debe la clase obrera luchar tambin en el terreno poltico? Porque, como la historia demuestra, conforme se va desarrollando el capitalismo, crece tambin el proletariado, haciendo a la vez que sean ms variadas y agudas las formas de lucha entre l y la burguesa.
La forma de lucha ms asequible para las amplias masas de trabajadores,
es la lucha econmica, la lucha por mejorar su situacin material, sus
condiciones de trabajo y existencia. La lucha econmica es la primera
forma de lucha del proletariado en la historia, y desempea un gran papel
en el desarrollo del movimiento obrero. En su transcurso aumenta la conciencia de los trabajadores, su solidaridad, y surgen, como consecuencia,
sus primeras organizaciones de clase: las Cajas de Ayudas Mutuas, las
Cooperativas, las Comisiones, los Sindicatos obreros, etc.
Sin embargo, al mismo tiempo la lucha econmica tiene un carcter limitado, es la forma inferior de la lucha de clases. No es an, sobre todo en
una primera fase, la lucha de toda la clase obrera contra toda la burguesa,
no es todava ms que una colisin entre grupos de obreros ms o menos
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acerca de los orgenes del movimiento obrero y con la idea de que cumplan directamente la funcin de ayudarnos a entrar en la formulacin de
los principios del movimiento obrero sindical extrados de la prctica
social concreta de nuestra clase obrera.
Es interesante recordar el papel que jug la creacin en 1872 de la Asociacin del Arte de Imprimir. Esta Asociacin, creada inicialmente en
contra del criterio de Pablo Iglesias y Anselmo Lorenzo, porque teman el
riesgo de que fuese un rgano de colaboracin de clases, permiti, al
seguir dentro de la legalidad cuando todo el movimiento obrero era
vctima de la represin de la Restauracin asegurar un cierto grado de
cohesin y continuidad al ncleo que despus se convertira en el Partido
Democrtico Socialista Obrero Espaol, el que, a su vez: se convertira
en el Partido Socialista Obrero Espaol, PSOE. Pablo Iglesias fue elegido
en 1874 presidente de aqulla logrando transformar en un sentido positivo sus estatutos, siguiendo en la responsabilidad mencionada hasta el ao
1885.
El PDSOE, que se constituy el ao 1879, siendo elegido tambin Pablo
Iglesias como secretario, lanz un Manifiesto-Programa en el que se
indicaba que el Partido Democrtico Obrero Socialista Espaol declara
que su aspiracin es: la abolicin de las clases, o sea la emancipacin
completa de los trabajadores; la transformacin de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera ; la posesin del poder
poltico por la clase obrera. Este fue un paso importante en el sentido de
asegurar la actuacin poltica de la clase obrera espaola conforme a las
resoluciones de la Primera Internacional. Este hecho, junto con la formacin posterior del PSOE, tuvo una transcendencia histrica determinante
para la historia del movimiento obrero y para el pas, durante ms de cincuenta aos.
Pero junto a este hecho histrico hay que registrar la influencia negativa
que ejerci Guesde, y sus principios oportunistas, en algunos dirigentes
del naciente Partido Socialista. El profesor de la Universidad de Oviedo,
David Ruiz, en su libro El movimiento obrero en Asturias resume bien
esta cuestin con lo siguiente: En 1886 aparece el primer nmero del
semanario "El Socialista" y en 1888 la base obrera del mismo aparece
organizada como Unin General de Trabajadores, definida como una
organizacin de resistencia al capital bajo forma sindical y en la prctica
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III
PRINCIPIOS DEL MOVIMIENTO OBRERO SINDICAL
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la clase obrera, debe plantear con toda claridad a la clase obrera que slo
la supresin de la sociedad capitalista puede resolver la cuestin social.
Precisamente por esto ninguna accin, ninguna huelga parcial, ningn
conflicto, por insignificante que sea, debe pasar sin dejar huella en este
sentido. El movimiento obrero sindical, objetivamente revolucionario,
tiene el deber de resumir la experiencia de todos esos conflictos, esforzndose en hacer llegar a los trabajadores a la conclusin de la necesidad de suprimir la dominacin de la oligarqua capitalista y que slo el
socialismo puede acabar solucionando de manera completa sus problemas. En definitiva, a toda lucha reivindicativa es necesario darle una
perspectiva de clase.
El movimiento obrero sindical debe ser de masas,
abierto a todos los trabajadores
Entre otros factores, la fuerza esencial de la clase obrera est determinada
por su nmero dentro de la sociedad y por el papel determinante que juega en el proceso de produccin social. Es evidente que dar este carcter
de masas al movimiento obrero sindical define, no slo la concepcin del
mismo, sino que adems determina la de su estructura, funcionamiento,
actividad e incluso la de la organizacin de su lucha.
As pues, el movimiento obrero sindical debe reunir de forma natural a
los trabajadores, unificando a la clase obrera frente a los patronos. Al
estar abierto a todos los trabajadores, independientemente de sus concepciones polticas, ideolgicas o religiosas, sus principios de organizacin y
de lucha deben basarse en la democracia obrera, caracterstica esencial
del movimiento obrero sindical. Esta democracia obrera exige que los organismos de direccin sean elegidos en asambleas generales o por los
Congresos de trabajadores, y que estn bajo el control de stos. Asimismo son los trabajadores y los rganos regulares elegidos por ellos los que
deben tomar las decisiones de orientacin, organizacin y lucha. Todos
los trabajadores deben poder conocer lo ms ampliamente posible todos
los problemas que se planteen y discutirlos detenidamente, para que puedan pronunciarse despus sobre el fondo del problema.
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que todo ello debe estar subordinado a la lucha de masas. La lucha posible dentro de los sindicatos oficiales no es para instalarse en ellos, ni
para apuntalarlos, sino para dar conciencia a las masas, para facilitar a
stas la movilizacin que acabe destruyendo a aqullos.
Unidad del movimiento obrero sindical
No importa la organizacin en que se hubiera militado la UGT o la
CNT, cualquier sindicalista debera asumir globalmente el heroico
combate de un siglo de accin obrera y sindical en nuestro pas. Nuestra
clase obrera, nuestros campesinos, combatieron con las armas en la mano
muchas veces para sobrevivir, por no morir de hambre, frente a los terratenientes y burgueses cerriles apoyados en una sociedad absolutista e
inquisitorial que dominaba desde el poder.
Importantes conquistas salariales, el derecho de huelga y la libertad sindical fueron los aspectos ms positivos del incesante y heroico batallar,
cruento e incruento, de los trabajadores espaoles. Pero, sin embargo,
asumir este patrimonio histrico global y reconocer el herosmo de nuestra clase obrera, no nos exime, sino que por el contrario, nos obliga a ver
los elementos negativos y a hacer todo lo posible para superarlos.
Entre estos ltimos, el ms negativo sin duda ha sido el de la divisin del
movimiento obrero, el de la existencia de dos centrales sindicales, que lo
llevaron a estar escindido y no pocas veces tambin enfrentado. Esta divisin, ligada a la carencia de unos planteamientos de principios correctos, fue determinante para que a pesar de estas luchas heroicas, los trabajadores de la ciudad y del campo no sacaran los frutos de su sacrificio, ni
dieran su talla como clase dirigente.
Los trabajadores llevamos una lucha permanente contra los patronos y
contra el Estado capitalista, por imponer nuestras reivindicaciones. La
unidad no slo es necesaria, sino que, adems, es indispensable. La unidad es tanto en las luchas de carcter limitado, como en las batallas
ms decisivas de la clase obrera el arma ms importante. Es precisamente su cohesin y su lucha lo que mover a otras capas laboriosas del
pas, aspecto fundamental para poder lograr la victoria en luchas especialmente duras y difciles, y desde luego bsico para poder sustituir al
actual Estado capitalista por un nuevo Estado en el que la clase obrera sea
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la clase hegemnica.
La fuerza de la clase obrera reside en su grado de cohesin, en su unidad, en la lucha contra los explotadores. As lo comprendieron los fundadores de la Primera Internacional, cuando resuman su programa con
las palabras finales de Proletariados de todos los pases, Unos! As
tambin la Federacin Regional Espaola, haca suyo al nacer, el lema
de La unin hace la fuerza. Y los heroicos mineros asturianos de octubre de 1934, lanzaron e impulsaron con el ejemplo su glorioso UHP,
Unin de hermanos proletarios!
Las libertades nacionales de los pueblos
del actual Estado espaol y la unidad obrera
Es interesante no soslayar aqu un problema tan importante como ste
de las libertades nacionales y precisar, aunque sea someramente, alguno
de los principios en que se debe basar la accin del movimiento obrero
respecto de l.
Para la clase obrera es muy importante comprender que el internacionalismo proletario se materializa a travs del movimiento obrero de cada
pas, que tiene races profundas en las tradiciones de cada nacionalidad.
El movimiento obrero no nace en estado de ruptura, con el fondo de su
cultura nacional o de los diferentes aspectos de su desarrollo particular.
La clase obrera es la heredera de las mejores tradiciones nacionales, de
las ms progresivas y humanas, y que encierran dentro de s los diferentes pueblos del actual Estado espaol. Ella, adems de heredera, puede
y debe enriquecer ese legado. Su accin se desarrolla en un plano nacional, y en l, el proletariado debe saber hacer frente a sus responsabilidades nacionales, como clase de vanguardia, si no quiere que la burguesa intente introducir entre los trabajadores, que no quieren separarse
de su nacin, un chovinismo aventurero.
De ah se desprende la necesidad de realizar un equilibrio justo, entre la
forma nacional y el contenido, de fondo, del internacionalismo proletario. Fue Marx el primero que combati, incluso en la AIT, a quienes
consideraban que toda nacionalidad y las naciones mismas eran viejos
prejuicios.
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lo religioso. Excluir a los militantes de un partido o de una creencia religiosa o combatir ese partido o esa creencia religiosa, es acentuar los peligros de divisin del movimiento obrero. No respetar las opiniones polticas o religiosas de todos y cada uno de los trabajadores es hacer imposible la unidad del movimiento obrero sindical. Observando estos principios es posible unir a trabajadores de concepciones polticas y religiosas
diferentes y conseguir que cada uno colabore de manera creadora en la
tarea comn de emanciparse.
En la misma direccin de todo lo que llevamos dicho, la concepcin de
los sindicatos, como correa de transmisin de los partidos, es contraria
a los principios del movimiento obrero sindical y a los intereses de la
unidad de la clase obrera. No comprender esto ha sido uno de los defectos histricos de aqul en Espaa hasta nuestra guerra.
Efectivamente, la Federacin Regional Espaola (FRE) fue un apndice
de La Alianza de Bakunin y desde su nacimiento llevaba el germen de
la divisin. La minora socialista expulsada de la FRE, cre la Unin
General de Trabajadores, UGT, que sigui puntualmente las orientaciones del PSOE y con el cual tuvo su direccin en comn. LA CNT, que
hered los principios y la tctica de la antigua FRE y La Alianza
march por el camino del apoliticismo, que marcaba el nuevo partido
anarquista, Federacin Anarquista Ibrica, FAI, que fue fundada el ao
1924. El Partido Comunista de Espaa, PCE, desde que nace en 1920
hasta 1934, tampoco es una excepcin a esta poltica de correa de
transmisin, que adems corresponda a los principios planteados por la
Internacional Sindical Roja y la Internacional Comunista, durante muchos aos.
Sin embargo, en honor de la verdad histrica, y valorando esta experiencia, es justo reconocer que despus del Congreso de Sevilla, la nueva
direccin del PCE, con Jos Daz, Pedro Checa, Dolores Ibrruri y otros a
la cabeza, emprendi el camino de la liquidacin de la poltica de correa
de transmisin, sustituyndola por una poltica justa de fortalecimiento
de la unidad y la independencia del movimiento obrero.
Teniendo en cuenta las necesidades de la clase obrera y de la lucha antifascista, partiendo tambin de las nuevas condiciones creadas dentro de la
UGT por la revolucin de octubre de 1934, en un sentido mucho ms
unitario, la nueva direccin del joven Partido Comunista, impulsa a la
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IV
LA GUERRA NACIONAL - REVOLUCIONARIA
Y EL MOVIMIENTO OBRERO SINDICAL
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V
EL NUEVO MOVIMIENTO OBRERO
La prdida de la guerra
La derrota de la Repblica no slo supona la prdida de las grandes conquistas sociales obtenidas durante los aos de la guerra, 1936-1939, sino
incluso, tambin, las ms limitadas de pocas anteriores.
Disueltas las organizaciones de clase UGT y CNT, consideradas las huelgas como sedicin, desaparecidos gran parte de los dirigentes obreros,
exiliados, perseguidos y encarcelados los restantes, se iniciaba una poca
terriblemente difcil para la clase obrera. Simultneamente, la desaparicin fsica se completaba con la liquidacin del espritu de clase. De esto
se encargara la Central Nacional Sindicalista, CNS, de los verticalistas, con su triloga capital-trabajo-tcnica hermanados con su idea de
que la lucha de clases es un producto demonaco. El rgimen crea los
sindicatos verticales, cuya descripcin nos ahorramos por ser de
sobra conocida, y las reglamentaciones, con toda lo cual pretenda
domar a la clase obrera, ponindole una doble camisa de fuerza, material
e ideolgica.
Sin embargo, nuestra clase, aunque derrotada, no se someti y luch
desde el interior y desde el exilio. Las guerrillas que quedan al terminar
la guerra son desarrolladas y estimuladas, especialmente por los comunistas, mientras otras fuerzas esperaban ser llamadas al poder por los
aliados de la Segunda Guerra Mundial en contra del nazi-fascismo.
Son dos ejes fundamentales de la proyeccin poltico-social, que se caracterizan por una subestimacin en la prctica de la lucha de masas. Las
guerrillas, por las condiciones objetivas en que tenan que desenvolverse,
acaban separndose de las masas, hasta que en 1948 el PCE inicia su
cambio de tctica, por el cual abandona la lucha armada e inicia su poltica de masas ms adaptada a la situacin de nuestro pueblo despus de la
derrota. Esta poltica se desarrollara en 1956, proclamando la necesidad
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obrero.
A raz, y en cierta medida como consecuencia del cambio de tctica y de
la poltica de reconciliacin nacional, de una poltica de masas consecuente, el PCE, consciente de que, en las condiciones de una dictadura
fascista, slo la combinacin de la lucha legal con la extralegal permite a
los trabajadores defender sus intereses y movilizarse, crea la Oposicin
Sindical Obrera (OSO). Esto supone un importante paso hacia adelante,
en la ligazn con las masas obreras y en el desarrollo posterior de sus
luchas por medio de la participacin en las elecciones sindicales, la utilizacin de las Magistraturas de Trabajo, etc. Pero todo esto todava es
insuficiente para poner fin a la accin del movimiento obrero en las catacumbas.
Los comits de OSO y sus boletines clandestinos aparecen ante las masas
como rganos subordinados al PCE hacindoles patinar sobre el terreno.
Aunque hay ejemplos valiosos de trabajo en profundidad muy diversos,
por ejemplo el de los panaderos de Madrid, y en los que OSO tiene una
influencia decisiva, el anticomunismo, fuerte todava en los medios catlicos, el temor a la represin y un cierto agarrotamiento en su propaganda, frena su penetracin en los centros de trabajo ; por otra parte y al
margen del esfuerzo sincero de bsqueda de formas nuevas se arrastra
un poco el pecado original y en cierta medida se mezclan las experiencias
de estos aos con las de los tiempos de los grupos ORS (Orientacin Sindical Revolucionaria), a pesar de que los sindicatos UGT (cuando en ella
ingresaron los de la CGTU) y los Sindicatos Verticales no tienen nada
que ver entre s, son radicalmente distintos.
En este perodo tambin aparecen en la geografa sindical nuevos grupos
clandestinos fomentados ms o menos directamente por la Jerarqua de la
Iglesia, que ante la presin de su sector obrero y el temor a perder definitivamente su influencia entre los obreros y sus propios movimientos de
apostolado, siente la necesidad de ceder ante stos, que a su vez van radicalizndose. As vemos nacer la FST (Federacin Sindical de Trabajadores), ms tarde la AST (Accin Sindical de Trabajadores), de la que despus saldra la ORT (Organizacin. Revolucionaria de Trabajadores); y
tambin la USO (Unin Sindical Obrera). Cada grupo tendra una fuente
y hasta una inspiracin; la primera en las Hermandades del Trabajo, la
segunda en las Vanguardias Obreras Sociales de los jesuitas, y la tercera
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en la HOAC y la JOC. Esto, que no era totalmente uniforme, s era general, y adems preparaba para el porvenir el pluralismo sindical, tal y
como lo vea la Jerarqua de la Iglesia.
La ASO (Alianza Sindical Obrera) es otro proyecto de la poca, formada
por militantes cenetistas y ugetistas, que pronto se encontraron con que la
UGT y la CNT rompieron con ellos, terminando la ASO sus das tan oscuramente como haba comenzado.
Algunos hombres de origen falangista dieron vida a la UTS (Unin de
Trabajadores Sindicalistas) primero y al FSR (Frente Sindicalista Revolucionario) ms tarde. Esta lluvia de siglas, con UGT y CNT incluidas,
vegetaban en la clandestinidad en la mayor parte de los casos y aunque
las de origen catlico o falangista eran ms toleradas y tenan mayores
coberturas legales, ninguna lleg a arraigar en las amplias masas de trabajadores.
Con este panorama organizativo llega al fin de la autarqua econmica y
aparece la ley de Convenios Colectivos en 1958. Los trabajadores, que
durante el perodo autrquico tenan los salarios fijados por Ordenanzas y
Reglamentaciones de ramas de la produccin, desde arriba, por el Gobierno, se encontraron con que a partir de ese momento podran pactarlos
con los patronos, con los empresarios. As se les cre la necesidad de
crear un cierto equilibrio de fuerzas, sin el cual toda negociacin entre
'patronos y obreros no cnduce ms que a la sumisin del ms dbil al
ms fuerte.
Nacimiento de las Comisiones Obreras
No podremos comprender el por qu de las Comisiones Obreras ms que
vindolas como la culminacin de un proceso histrico. Nunca insistiremos bastante en que toda lucha es un proceso, y que sin el herosmo de
viejos militantes obreros y las nuevas promociones de stos, que se jugaban la vida o largos aos de prisin, no habramos podido llegar al nuevo
movimiento obrero. La clase obrera ha hecho su camino en condiciones
extremadamente duras y es precisamente en las virtudes y defectos de ese
pasado glorioso en el que se ha formado el fermento del nuevo movimiento obrero, de las Comisiones Obreras.
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En efecto, indefensos los trabajadores ante los capitalistas, por la atomizacin de los reducidsimos miembros de cada una de las numerosas siglas clandestinas existentes, y que no tenan un contacto real con las amplias masas de trabajadores, con unos sindicatos oficiales (CNS) al servicio de los explotadores, los trabajadores de los pueblos del Estado espaol en la nueva situacin, an ms que antes, no tenan otra alternativa
que generar sus propias formas de autodefensa, primero, y de ofensiva,
despus, o perecer como clase consciente, capaz no slo de estar, sino de
ser en la sociedad.
Los trabajadores, aun viviendo en una sociedad infectada de fascismo,
como cuerpo vivo en la sociedad, no podan morir como clase sin que
pereciera aqulla, por ello, como una necesidad histrica, crearon su antivirus, su anticuerpo: las Comisiones Obreras.
Ante la ineficacia de los grupos clandestinos y la sumisin de los verticalistas a los explotadores, los trabajadores, en la mina, la obra, la fbrica o
el campo, cuando tenan alguna reivindicacin que plantear, ya fuera
mejora salarial, condiciones de trabajo, vestuario, transportes, etc., elegan o designaban, previa asamblea o consulta, una Comisin.
Esta Comisin planteaba los problemas o las reivindicaciones a la empresa o al patrn y despus daba cuenta de los resultados. As, espontneamente, los trabajadores crearon los embriones del nuevo movimiento
obrero, como una necesidad para defender sus intereses en las nuevas
condiciones, iniciando a partir de entonces un nuevo equilibrio para la
defensa de sus intereses de clase, inmediatos o mediatos. En este proceso
podramos distinguir dos fases : la espontnea, en la que CCOO nacen y
mueren con cada problema concreto ; y la consciente, en la que pasan a
ser permanentes y cuando a travs de una autocreacin constante van
coordinando y elaborando las luchas y los mnimos de organizacin y
bases socio-polticas imprescindibles para cumplir su papel en el presente
y el futuro.
Las dos etapas de las Comisiones Obreras
Sin que dispongamos de elementos concretos suficientes, podramos situar aproximadamente en el tiempo estas dos fases : de 1956 a 1964 la
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clase obrera iba adquiriendo su propia experiencia, iba tomando confianza y seguridad en sus propias fuerzas.
Si tuviramos que resumir cmo y dnde nacen las CCOO, diramos
que lo hacen en las asambleas de los trabajadores, que son las que constituyen el elemento bsico del movimiento. Pero en las condiciones de una
dictadura, ni siempre se puede reunir la asamblea, ni incluso se puede ni
se debe esperar a que haya condiciones para hacerla. Entonces el movimiento de CCOO nace de maneras diversas, a todos los niveles, y con
muchos, pocos o los trabajadores que se pueda, segn las condiciones
concretas que se dan en cada centro de trabajo. Ahora bien, debe tenderse siempre a crear rpidamente las condiciones para hacer las asambleas,
que es la base esencial del movimiento de CCOO, ya que lo que llamamos
generalmente comisin, no es ms que un ncleo o parte organizada del
movimiento.
Cierto que existen otras experiencias, adems de la de Madrid que han
enriquecido el movimiento obrero ; existen luchas ms importantes,
incluso huelgas generales, pero este desarrollo y experiencia de Comisiones Obreras puede ser tratado en otras ocasiones. Aqu vamos a limitarnos ahora a lo que es el nacimiento de las Comisiones Obreras y a sus
principios esenciales.
Qu son las Comisiones Obreras?
Las CCOO se dice en uno de sus primeros documentos son una
forma de oposicin unida de todos los trabajadores, sin distincin de creencias o compromisos religiosos o polticos, a unas estructuras sindicales
que no sirven. Nacen como una necesidad de defender nuestras reivindicaciones inmediatas y de preparar un maana de libertad y de unidad
sindical, y por ello las CCOO no son hoy, ni pretenden serlo maana, un sindicato y menos todava una agrupacin poltica. Las CCOO son
un movimiento independientede la clase obrera, para la defensa de los
mejores intereses de la misma.
El movimiento de CCOO no se parece al viejo sindicalismo, del que
asumen sin embargo sus principios fundamentales y sus mejores experiencias; tambin asumen algunos de los planteamientos de los antiguos
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Es social porque expresa, asume y tiende a dar solucin a estas reivindicaciones y planteamientos del amplio sector de la sociedad que somos los
trabajadores. Es poltico al mismo tiempo porque las contradicciones de
la sociedad en que se ha generado, primero, y conseguido vivir, despus,
como movimiento social de los trabajadores exigen para su resolucin
cambios polticos, es decir, plantean el problema del cambio del poder
poltico.
Al plantear la cuestin as, van ms all de lo reivindicativo, aunque esto
sea fundamental; realizan sus fines con plena autonoma e independencia,
sin supeditarse a ningn partido u organizacin del tipo que sea, poltica,
ideolgica o religiosa. Aspirando a englobar en la accin de su movimiento a todos los trabajadores, con independencia de sus ideas o creencias.
CCOO, en tanto que movimiento abierto a todos los trabajadores, no
puede de ninguna manera transformarse en un partido, ello sera dividir a
los trabajadores. Un partido obrero, dotado de una teora cientfica, rene
.a una vanguardia, es la conciencia organizada de la clase. El movimiento
de Comisiones debe ser la clase misma, por eso se debe rechazar tanto el
ser un partido, como el apoliticismo estrecho. Bien entendido que hemos
hablado de movimiento socio-poltico y no poltico-social, porque lo que
prima fundamentalmente es lo social y es a travs de ello que incide en lo
poltico.
Las CCOO movimiento de masas reivindicativo, de clase,
abierto, unitario, democrtico e independiente
CCOO son conscientes de que la clase obrera es homognea en lo socioeconmico, pero que no lo es tanto en lo socio-poltico o religioso. Es en
el terreno socio-econmico en el que los trabajadores estn incluidos
como miembros de la misma clase social y en el que frente a su explotacin no tiene diferencias, precisamente por existir una completa identidad
de intereses.
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APNDICE
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS CONVENIOS COLECTIVOS;
SOBRE UN BUEN CONVENIO
Vaya por delante que el convenio es, ante todo, un compromiso que, en el
caso de fuerzas cuyos intereses estn encontrados, slo puede negociarse
desde posiciones de un cierto equilibrio, pues de lo contrario es, en la
prctica, una sumisin del ms dbil al ms fuerte.
Producto de una negociacin que debe partir de esta posicin fuerte, puede en todo momento derivar hacia el conflicto abierto, es el resultado de
un equilibrio difcil de mantener, como consecuencia de unas presiones
ejercidas por ambas partes con los medios y grado de intensidad necesarios, incluida la huelga por supuesto para proporcionar ventajas. El
convenio es, una vez realizado, estabilizacin de estas tensiones laborales, norma reguladora de un perodo de supuesta armona laboral y
motivo central de nuevas presiones que empezaron a producirse cara a
conseguir otro por lo no obtenido en el firmado. El convenio debe ser
considerado pues, como el momento de un equilibrio precario en unas
relaciones dinmicas, y, por tanto, variables, por ello el convenio entra en
seguida en un proceso de desfasamiento respecto de stas. Los convenios
deben ser de corta duracin si no se quiere que la inflacin devore las
ventajas rpidamente.
Compromiso, a partir de posiciones fuertes, es una cosa y Pacto Social
o poltica de rentas otra; lo primero es necesario, lo segundo no. El
Pacto Social o poltica de rentas como la experiencia ha demostrado
en los distintos pases, ha sido una poltica de control y de bloqueo de los
salarios; no poda ser otra cosa desde el momento que las nicas rentas
controladas y conocidas son los salarios. La poltica de rentas dentro de
los sistemas econmicos de Europa Occidental se encuadra en un conjunto de medidas intervencin estatal, economa concertada, programacin econmica, planificacin indicativa, contratos con las grandes em-
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desarrollar y consolidar ciertas mejoras obtenidas por la lucha que precede o acompaa a la negociacin. Pero no ha cambiado ni el origen ni la
condicin de clase explotada y oprimida de los trabajadores. Por eso resulta poco realista pensar que espontneamente, mediante un acuerdo
negociado, los capitalistas renunciarn a sus privilegios y posiciones de
clase dominante.
Est claro que los convenios colectivos determinan los elementos, los
componentes, de los salarios. Ahora bien, qu salarios son sos?, salarios justos? NO; son un compromiso entre la plusvala alcanzada con la
explotacin de los trabajadores y lo que stos han logrado arrancar mediante sus luchas. Finalmente el convenio colectivo, aunque necesario, no
cubre ni resuelve el problema fundamental, ya que la negociacin del
convenio por s sola, no puede por sus propias virtudes, ni asegurar la
paz social, ni construir una sociedad verdaderamente nueva, sin explotados, ni explotadores.
El convenio colectivo como compromiso
Qu es para los trabajadores un buen compromiso? Es aqul que realiza
un justo equilibrio entre maana y hoy. Es aqul que para obtener una
satisfaccin o mejora de las condiciones de vida inmediatas hoy, no renuncia a los medios y a las posibilidades de alcanzar sus objetivos finales, maana; y que por otra parte, no rechaza la satisfaccin inmediata
bajo el pretexto de que ella sola no suprime la explotacin capitalista.
Slo esta tercera y ltima postura, al ligar la lucha reivindicativa con la
perspectiva de clase, es la correcta.
En la actual coyuntura del Estado espaol, y en las condiciones concretas
de empresas con gran contingente de despedidos, la readmisin de stos
pasa a ser un punto de primer orden en los convenios, junto a las mejoras
retributivas. Es la amnista aplicada a las fbricas y a los trabajadores. En
todo tiempo, los empresarios han despedido y represaliado a los militantes que ms se han destacado en la defensa de los intereses de sus compaeros; su objetivo era doblegar a los trabajadores, por el miedo al despido y con ella aumentar la explotacin. Por eso es vital para aumentar
nuestra fuerza y mejorar los salarios, conseguir la readmisin de los des-
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INDICE
Carta abierta a Marcelino Camacho
A modo de introduccin
I.- Introduccin. Clase obrera, sindicalismo y movimiento obrero sindical
II.- Orgenes del movimiento obrero sindical
III.- Principios del movimiento obrero sindical
IV.- La guerra nacional-revolucionaria y el movimiento obrero sindical
V.- El nuevo movimiento obrero
APNDICE.
Algunas consideraciones sobre los convenios colectivos; sobre un buen convenio
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