El sueo y la realidad dentro de El Pozo de Juan Carlos Onetti

Anglica Maciel
Qu es el pozo que describe el frustrado Linacero al final de sus ensoaciones?
Es un reflejo tambin de la botella del nufrago, es el justo momento en que se abren
los ojos y comienza el sueo. El pozo es una noche artificial y desconocida, una que
"me rodea, se cumple como un rito, gradualmente, y yo nada tengo que ver con ella".
El pozo es el confesionario de la realidad y del da, una temblorosa hoja de papel
"retinta" donde "abro la boca, hago chocar los dientes y muerdo suavemente la noche...
fue ella la que me alz entre sus aguas como el cuerpo lvido de un muerto y me
arrastra, inexorable, entre fros y bajas espumas noche abajo".
El pozo de Juan Carlos Onetti es donde Eladio Linacero se crea a s mismo por
las noches, en el momento en el que se suea y suea a todos los dems participantes
de las historias... muy al borde de la realidad de su propia condicin de personaje
como al borde de la realidad del autor.
El pozo es el agujero donde descansan las frustraciones de cada uno de los
personajes que ha creado Linacero en sueos. Al final, esa eterna bsqueda de la
creacin lo arrastra al mismo lugar en el que han quedado sus errores, el sueo ocupa
el lugar de la realidad, el sueo se mimetiza con ella y el escritor, el poeta como dioscreador, se queda en el fondo oscuro de sus mitos.
Las realidades
Existen en Onetti diferentes realidades que podra catalogar en una que es
presente y en una que es pasada, las cuales no creo que obedezcan al eterno concepto
de la narracin dentro de la narracin de otros anlisis literarios, ya que la realidad
del presente atrae como un recuerdo vvido a la segunda; Linacero entonces recuerda
en un sueo que se da despierto y es por eso que se vuelve realidad tambin en la
narracin: es un cuento con dos realidades.
La realidad presente es el momento en el que el personaje recuerda y escribe
aquellas memorias. Antes, aparece la hermosa prostituta que avanza hacia l con
pesados taconeos, que sera la realidad pasada... "Despus me puse a mirar por la
ventana, distrado, buscando descubrir cmo era la cara de la prostituta. Las gentes del
patio me resultaron ms repugnantes que nunca..."
Las anteriores lneas rompen la ensoacin y la prostituta del pasado se vuelve
irreconocible en el presente. Linacero escribe sus memorias, pero desea escribir algo
mejor que las cosas sucedidas, desea escribir los sueos y las pesadillas que son como
pequeos trozos de la realidad de manera inconsciente:
"Me gustara escribir la historia de un alma, de ella sola, sin los sucesos en que tuvo que
mezclarse, queriendo o no... Lo curioso es que, si alguien dijera de m que soy 'un
soador', me dara fastidio. Es absurdo... Si hoy quiero hablar de los sueos, no es
porque no tenga otra cosa que contar".
Linacero olvida la realidad para concentrase en el mundo de los sueos pero
desde una realidad creadora de sueos. La prostituta Esther fue parte de su realidad,
ahora su recuerdo es un sueo que se medita despierto, como si uno fuera un imn
de mltiples realidades que acaecen del pasado al presente.

La segunda realidad de Linacero es la espera de Lzaro, una realidad paralela a

la de l, una que sucede lejos y que puede crearse o traerse tambin como una
imaginacin. La tercera realidad, que yo percibo como realidad y no como sueo en la
escritura de Onetti, es el encuentro que tiene con el filsofo en su casa, que pienso
que ya se encuentra en casa de l desde el inicio y es a quien le dirige todas sus
palabras:
"Pero me quedo con la de la cabaa [el sueo de la cabaa de troncos], porque me
obligar a contar un prlogo, algo que sucedi en el mundo de los hechos reales hace
unos cuarenta aos. Tambin podra ser un plan el ir contando un 'suceso' y un sueo".
As es, Linacero comenta sus estrategias para escribir y las cuestiona al
personaje filsofo, esa es la realidad "real" de la pequea novela. Desde aqu todos los
hechos y las narraciones de los sueos, o el sueo, que es slo uno: El sueo
recurrente de la cabaa de troncos, el personaje de Ana Mara que nunca tiene voz
propia porque es una recreacin en la realidad de otro; la manipulacin de Linacero
ante la furia de no poder pedirle a Esther que sin dinero se venga con l; es un
significado freudiano que, a travs de Ana Mara y la cabaa de troncos, el hombre
pueda explayarse y volverse un terrible violador que... no, Linacero no est seguro de
esa violacin, slo cuenta lo que vivi en sueos, no puede manifestar o crear otra
cosa que el recuerdo del sueo. El instinto de poder dentro del sueo que no se puede
recordar... que no se puede alargar ni interpretar, y que slo se queda all, para
volverse a soar y para nunca convertirse en realidad a menos que Esther logre en la
conciencia terminar con la extraa realidad del inconsciente.
El sueo de la cabaa de troncos
El prlogo no es otra cosa que lo que sucede antes de soar: "Aquello pas un 31
de diciembre, cuando viva en Capurro...", el sueo inicia al volverse la realidad confusa
e inician las divagaciones... "No s si tena 15 o 16 aos... 18 aos porque muri unos
meses despus y sigue teniendo esa edad cuando abre por la noche la puerta d la
cabaa y corre, sin hacer ruido, a tirarse a la cama de hojas".
Este es un recuerdo pero no de una realidad, sino de un sueo que comienza
desde hace tanto tiempo y en donde Linacero ha encontrado una manera de recordar
el mundo apacible de dormitar despierto. El escribe en sus memorias del sueo y no
de la realidad "(Me da gracia ver que escrib bajaron y no bajamos)".
Pero, la incoherencia de los episodios del sueo no es el nico indicio para el lector de
que Linacero suea y escribe lo que suea o so. Despus de la cabaa de troncos y
de la vejacin a Ana Mara, el hombre despierta en Alaska, rodeado de sus mejores
amigos con los que juega pker en una especie de cantina fra...
De la calidez de la playa en la que conoce al personaje de Ana Mara, la
incoherente razn de volverse a un clima opuesto, fro, como si los espacios donde se
suea sean determinantes para el sueo soado.
El discurso es otra manera de descifrar que se narran sueos y no la realidad.
Un discurso donde la gente deja huecos sin descifrar, sin contar y sin entender... As
son las aventuras de los sueos... "As fue la aventura de la casa de troncos".

"Releo lo que acabo de escribir [despus de lo de Alaska y Yugoslavia], sin prestar

mucha atencin, porque tengo miedo de romperlo todo... All acaba la aventura de la
cabaa de troncos".
Ms parece que toda la aventura en la casa de troncos, y la de Alaska y
Yugoslavia, representa una sola noche de sueos, son como tres sueos seriados, como
los que se tienen en realidad, que no tienen nada que ver el uno con el otro y que
siempre, raramente, nos queda uno que es el que ms recordamos.
Linacero nombra a ese pozo de oscuridad la aventura de la casa de troncos porque es
el sueo que en su realidad cabe mejor. Sus memorias no son las de la realidad que se
conoce, son los de la otra, la que descansa en nuestro inconsciente lista para ser
recordada y hasta escrita en un cueto como estos, donde los personajes de aquellos
sueos ahora son reales y donde tiene una voz real en las palabras de Linacero y, a la
vez, en la realidad de El pozo de Onetti... como si fuera casi un sueo en busca de
autor.
"Era cierto; yo no quiero aceptarlo, porque me parece que perdera el entusiasmo por
todo, que la esperanza vaga de enamorarme me da un poco de confianza en la vida. Ya
no tengo otra cosa que esperar." (Onetti 18)
Title.
Resumen de El pozo
Juan Carlos Onetti
por: Liliana Campos

Es la historia de un personaje de 40 aos que vive inmerso en una realidad llena

de desilusiones que surgen por las experiencias que ha tenido. Por una parte es la
poca de la Revolucin Rusa, la cual agudiza los movimientos polticos en la
Revolucin Uruguaya; ("Partido Comunista de Uruguay) y por la otra estn sus
conflictos amorosos sin trascendencia.
Estas vivencias enfatizan el punto de vista aptico del personaje; tanto, que
prefiere alejarse de la realidad disgustante que percibe creando alguna historia. Sin
embargo, el personaje es consciente de que slo es una ilusin, un sueo, un deseo,
hasta l mismo dice: no se limita a eso mi vida, que no me la paso el da imaginando
cosas. Vivo(Onetti 17).
Es decir, que nunca se desapega de lo real, pues constantemente toca temas
sobre su vida terrenal. Recuerda el amor de Cecilia que nunca pudo ser igual que al
principio porque ella haba perdido la magia; o nos cuenta cuando tuvo un debate con
Lzaro sobre Stalin; adems de que habla cuando comparti una de sus
imaginaciones, y aunque haya ido hasta con un poeta, sus intentos fueron fallidos,
nadie lo entendi. Es por eso que cada noche se sumerge en alguna de sus historias,
para recorrer una aventura que lo haga sentir otra cosa, lo ms importante para l es
ese sentir. Entonces crea esta historia de Ana Mara:
Comienza en una reunin navidea, sin inters alguno para l. Se haba alejado
del barullo familiar, y afuera en el jardn, se sent solitariamente. En ese preciso
momento apareci Ana Mara, quien nunca haba tenido un gran inters por l; sin
embargo logra hacerla que entre a una cabaa con el engao de que Arsenio la estaba

esperando en ese lugar. Ana Mara al descubrir la mentira le pega, y l responde de

una manera muy violenta; no obstante aclara:
No tuve nunca, en ningn momento, la intencin de violarla; no tena ningn deseo por
ella. Me levant, abr la puerta y sal afuera. Me recost en la pared para esperarla.
Vena msica de la casa y me puse a silbarla, acompandola.
Luego recuerda que en los hechos reales nunca volvi a ver a Ana Mara hasta
despus de seis meses y ya estaba muerta. Pero para el personaje Ana Mara merece
ser relatada desde otro punto de vista, el suyo, el que a l le gustara. As que todas las
noches en una choza en Alaska, Ana Mara va a visitarlo; se desnuda, se recuesta en
su cama y l, solamente la observa placenteramente. Es entonces, que empieza la
aventura dice (Onetti15). Miro el vientre de Ana Mara, apenas redondeado; el corazn
empieza a saltarme enloquecido y muerdo con toda mi fuerza el cao de la pipa. Porque
suavemente los gruesos muslos se ponen a temblar, a estremecerse, como dos brazos de
agua que rozara el viento, a separarse despus, apenas, suavementeYo siento el calor
de la chimenea en la espalda, manteniendo fijos los ojos en la raya que separa los
muslos, sinuosa, que se va ensanchando como la abertura de una puerta que el viento
empujara, alguna noche en la primavera. A veces, siempre inmvil, sin un gesto, creo ver
la pequea ranura del sexo, la dbil y confusa sonrisa. Pero el fuego baila y mueve las
sombras engaoso. Ella contina con las manos debajo de la cabeza, la cara grave,
movindose solamente en el balanceo perezoso de las piernas (Onetti 15).
Hay dos cosas que quiero aclarar, de una vez por todas. Desgraciadamente, es
necesario. Primero, que si bien la aventura de la cabaa es ertica, acaso demasiados,
es entre mil, nada ms. Ni sombra de mujer en las otrasPodra llenar un libro con
ttulos. Tampoco podra decirse que tengo preferencia por ninguna de ellas. Viene la que
quiere, sin violencias, naciendo de nuevo en cada visita. Y despus, que no se limita a
eso mi vida, que no me paso el da imaginando cosas. Vivo (Onetti 16-7).
Magda Daz y Morales
El poeta y soador Eladio Linacero, protagonista de la novela El pozo de Juan
Carlos Onetti, no es una persona de la que pueda uno prendarse. Es un ser para
quien "todo en la vida es mierda (...), un pobre hombre que se vuelve por las noches
hacia la sombra de la pared para pensar cosas disparatadas y fantsticas" y quien dos
aos antes, del aqu y ahora narrativos, crea haber encontrado la felicidad:
"Pensaba -dice- haber llegado a un escepticismo casi absoluto y estaba seguro de que me
bastara comer todos los das, no andar desnudo, fumar y leer algn libro de vez en cuando
para ser feliz. Esto y lo que pudiera soar despierto, abriendo los ojos a la noche retinta".

Eladio Linacero es un hombre solo y en soledad, que tiene muy poca esperanza
en los dems, que no tiene nada que esperar y a quien no le importa la miseria. l,
slo puede ser amigo de Electra: "Siempre me acuerdo de una noche en que estaba
borracho y me puse a charlar con ella mirando su fotografa. Tiene la cara como la
inteligencia, un poco desdeosa, fra, oculta y, sin embargo, libre de complicaciones".
Una noche en la que se pasea por su cuarto "con medio cuerpo desnudo,
aburrido de estar estirado, desde medioda" (una habitacin en el que hay "dos catres,
sillas despatarradas y sin asiento, diarios tostados de sol, viejos de meses, clavados en

la ventana en el lugar de los vidrios"), decide escribir sus memorias "porque un

hombre debe de escribir la historia de su vida al llegar a los cuarenta aos". Conforme
va escribiendo nos vamos enterando de "la aventura en la cabaa de troncos" (que
adems de nosotros solo cuenta sus cosas a "dos clases de gente que podran
comprender": un poeta y una prostituta), de su matrimonio y de su posterior divorcio,
de sus sueos y de lo que le sucedi en "el mundo de los hechos reales". Mientras
escribe sobre Cecilia, su esposa, recuerda que ley algo sobre la inteligencia de las
mujeres:
La inteligencia de las mujeres termina de crecer a los veinte o veinticinco aos. No se
nada de la inteligencia de las mujeres y tampoco me interesa. Pero el espritu de las
muchachas muere a esa edad, ms o menos. Pero muere siempre; terminan siendo
todas iguales, con un sentido prctico hediondo, con sus necesidades materiales y un
deseo ciego y oscuro de parir un hijo. Pinsese en esto y se sabr por qu no hay
grandes artistas mujeres. Y si uno se casa con una muchacha y un da se despierta al
lado de una mujer, es posible que comprenda, sin asco, el alma de los violadores de
nias y el cario baboso de los viejos que esperan con chocolatines en las esquinas de
los liceos.
S, a Eladio Linacero lo abraza la amargura, el percibir una realidad adonde todo
es intil, es un ser que busca dormir antes de que llegue la maana y que est "sin
fuerzas ya para esperar el cuerpo hmedo" de una muchacha, que vive en una
sociedad en la que existe la llamada:
"Clase media" o "pequea burguesa". Todos los vicios de que pueden despojarse las
dems clases son recogidos por ella. No hay nada ms despreciable, ms intil. Y
cuando a su condicin de pequeos burgueses agregan el de "intelectuales", merecen
ser barridos sin juicio previo. Desde cualquier punto de vista, bsquese el fin que se
busque, acabar con ellos sera una obra de desinfeccin. En pocas semanas aprend a
odiarlos; ya no me preocupan, pero a veces veo casualmente sus nombres en los
diarios, al pie de largas parrafadas imbciles y mentirosas y el viejo odio se remueve y
crece.
Hay de todo; algunos que se acercaron al movimiento para que el prestigio de la lucha
revolucionaria, o como quiera llamarse, se reflejara un poco en sus maravillosos
poemas. Otros, sencillamente, para divertirse con las muchachas estudiantes que
sufran, generosamente, del sarampin antiburgus de la adolescencia. Hay quien
tiene un Packard de ocho cilindros, camisas de quince pesos y habla sin escrpulos de
la sociedad futura y la explotacin del hombre por el hombre. Los partidos
revolucionarios deben creer en la eficacia de ellos y suponer que los estn usando. Es
en el fondo un juego de toma y daca. Queda la esperanza de que, aqu y en cualquier
parte del mundo, cuando las cosas vayan en serio, la primera precaucin de los
obreros sea desembarazarse, de manera definitiva, de toda esa morralla.
El pozo en el que a veces se hunde una existencia (o un pueblo o un pas o el
mundo?), debe de ser muy parecido al desencanto y el fatalismo que abarca a Eladio
Linacero.
Juan Carlos Onetti es, sin duda, un excelente escritor.
.

por a las 12:41 a. m.

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