El Krausismo en La Literatura Española
El Krausismo en La Literatura Española
El Krausismo en La Literatura Española
es
HISTORIA DELPENSAMENTO
LUCES Y SOMBRAS
DEL
KRAUSISMO ESPAOL
JOS LUIS CALVO BUEZAS
Oviedo
L El marco de su desenvolvimiento
1 krausismo espaol necesita an ser profundamente revisado, para que el juicio
sobre l sea justo y equilibrado; esta necesidad de revisin afecta al krausismo
como sistema filosfico y como movimiento cultural.
En el paraninfo de la universidad de Madrid y por
influencia de los krausistas espaoles se colocaron estas
palabras de inspiracin evanglica: Veritas liberabit
nos. Esta expresin resume gran parte de su pensamiento y de su actitud vital; la verdad nos har libres,
gustaban ellos de repetir, por eso buscaron ansiosamente
la verdad, como el mejor camino hacia la libertad. Pero
este deseo fue como un grito, a la vez esperanzado y angustiado, dentro del marco turbulento de nuestro siglo
XIX, por lo que es all donde ha de ser analizado.
Los krausistas espaoles fueron hijos d su siglo.
Sobre ellos vemos gravitar la historia, pues nunca el
hombre y todo lo que l crea se ve exento de esa fuerza
que modela, condiciona, estructura y da inteligibilidad a
lo que en ella se realiza. El hombre y todas sus obras son
en buena parte fruto de ese lento y complicado tejer,
que es el paso del tiempo; la historia nos hace y entpk a
formar parte de nuestro mismo ser, abre caminos o cierra posibilidades.
Los siglos XVIII y XIX fueron escenario de numerosos cambios en la vida europea y espaola. La Ilustracin fu, a grandes lneas, el esquema mental del pensamiento burgus que basaba sus posibilidades en el
aumento del comercio, el crecimiento de la poblacin, la
crisis de la sociedad estamental, las revoluciones polticas, las transformaciones econmicas y los cambios ideolgicos que desembocaron en las sucesivas revoluciones
industriales. Todo esto estaba pidiendo a gritos nuevas
estructuras sociales. El pensamiento ilustrado fu el fru56
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3. El rigor y la apertura
en el krausismo
El krausismo como sistema filosfico era inflexible,
riguroso, totalizante y cerrado, tal cual los fueron los
intentos del idealismo alemn y las escuelas nacidas en
su entorno. Su rigor especulativo, junto con el panenteismo y la religiosidad mstica de la que estaba revestido, fu lo que cautivo a Sanz del Ro, pues conectaba
con sus ansias vitales profundas de hombre religioso,
tozudo y en el fondo inseguro. Tan profundamente cal
en Sanz del Ro esta forma de pensamiento que a ella
dedic toda su vida y anota en su diario la fecha de su
definitiva adhesin al krausismo, como si se tratara de un
nuevo bautismo o una nueva regeneracin. En sus Memorias cientficas inditas escribi: El da 28. de marzo
comenc a pensar segn el realismo racional (4). ste
da no slo era para Sanz del Ro importante porque
aceptara el pensamiento krausista como verdadero, cosa
que ya haba sucedido ocho aos antes, sino sobre todo
porque le hizo esquema definitivo de su pensar y mirar
al mundo. En adelante mirar al mundo y la historia a
travs de ese esquema y sus discpulos por el orificio
que Sanz del Ro abriera.
Para el sistema krausista el punto de partida de todo
el saber es el yo, hacindose as tributario del momento
histrico en que naci, aunque permuta el yo ideal por
el yo real. El yo real, tomado como punto de partida,
(3) Unamuno, M. de: Sobre el marasmo actual de Espaa. Obras selectas. Plyade. Madrid (sin
fecha) p. 95.
(4) Sanz del Ro, J.; Memorias cientficas. Manuscritos inditos depositados en la Real Academia
de la Historia de Madrid. Carpeta serie A, n" 2 1 , foi. 1 vto.
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En Espaa, por tanto, bajo la costra de la indiferencia lata unapotente vida, con peligro de hacerse presente de forma tumultuosa, como de hecho sucedi, por
reaccin a la inactividad y al costreimiento anterior.
N o se explica de otro modo la aparicin de aqul
proceso histrico, difcilmente parable, que da pie para
considerar a Sanz del Ro padre de la modernidad espaola. Fueron necesarios muchos factores adversos para
frenar este movimiento y la concurrencia de varias fuer-
(5) Sanz dei Rio, J.: Discurso inaugural del curso acadmico 1857-58. Impr. Nacional. Madrid,
1857, p. 35.
(7) Ortega y Gasset, J.: Obras completas. Rev. de Occidente. Tomo I. Madrid. 1946, p. 212.
(8) Sanz tlel Ro, J.: / ideal de la humanidad para la vida. Madrid, 1860, p. 289.
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(9) Sanz del Ro, } . : Manuscritos inditos. Serie A, n 23. Papeles poUlkos. Mlxima 58.
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CATALOGO DE DEBERES
DE LA ETICA KRAUSISTA
1) Debes conocer y amar a Dios, orar a El y santificarlo.
2) Debes conocer, amar y santificar la naturaleza, el
espritu, la humanidad sobre todo individuo natural, espiritual y humano.
3) Debes conocerte, respetarte, amarte, santificarte
como semejante a Dios y como ser individual y social
juntamente.
4) Debes vivir y obrar como un todo humano, con
entero sentido, facultades y fuerzas en todas tus relaciones.
5) Debes conocer, respetar, amar tu espritu y tu
cuerpo y ambos en unin manteniendo cada uno y ambos puros, sanos, bellos y en concertada armona.
6) Debes hacer el bien con pura entera voluntad, y
por los buenos medios.
7) Debes ser justo con todos los seres y hombres y
consigo mismo, en puro y entero respecto al derecho,
8) Debes amar a todos los seres y a t mismo con
pura y constante inclinacin. Debes vivir en Dios y bajo
Dios vivir en la Razn, en la Naturaleza, en la Humanidad, con nimo dcil y abierto a toda vida, a todo goce
legtimo y a todo puro amor.
9) Debes buscar la verdad con espritu atento y diligente, por motivo de la verdad misma.
10) Debes conocer y cultivar en t la belleza, como
la semejanza a Dios en seres limitados y en t mismo.
11) Debes educarte con nimo dcil para recibir en
t las influencias bienhechoras de Dios y de tus semejantes en doctrina, consejo y ejemplo y ejercer semejante
influencia con tus semejantes y los venideros.
12) Debes hacer el bien, no por la esperanza, ni
por el temor, ni por el goce sino por su propia bondad
en Dios, entonces sentirs en t la esperanza firme en
Dios y vivirs sin temor, ni egosmo y con santo respeto
y conformidad ante los decretos divinos.
13) Debes cumplir su derecho a todo ser, no por tu
utilidad, sino por la justicia.
14) Debes procurar el bien y la perfeccin de todos
los seres y de tus semejantes no por el agradecimiento o
la retribucin de parte de ellos y respetando siempre su
libertad y al que bien te hace vulvele el bien colmado.
15) Debes ser social no por tu utilidad, ni por el
placer, ni por la vanidad, sino para reunirte con todos los
seres en amor y mutuo auxilio ante DIOS.
16) Debes estimarte y amarte no ms que estimas a
los otros hombres, sino lo mismo que los estimas a ellos
bajo Dios.
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de energa y buenas obras, ms honda, ms til, ms noble, ms armoniosa. Y para que este su nuevo misterio
exterior, abierto y expansivo, sirva al para a su obra ms
ntima, en la formacin de sus propios hijos, como
aprendices de esa vida, lo va tomando sobre s en todas
partes, no mediante una sola de sus fuerzas, el cuerpo
docente, sino toda ella, vuelta por la realidad a la concepcin orgnica espaola. Maestros y discpulos, a despecho de los reglamentos, se juntan al menos en medio
de la sociedad, al aire libre, en un solo cuerpo y un
alma, donde cada cual da su parte para el fin comn;
obra, por una parte, de la serenidad, de la reflexin, y la
experiencia, y, por otra, del bro y del empuje inicial de
la idea y la honrada alegra de la vida.
Esto parece, por todas las seales, que quiere ser
hoy la Universidad; no s si a tanto aspir nunca, ni lo
fue en sus mejores y ms expiendidos tiempos. As tiend e a ser, no solo una corporacin de estudiantes y sabios, sino una potencia tica de la vida.
(Giner de los Ros, F.: Obras completas. Tomo II.
La Universidad espaola. Ed. La lectura y Espasa-Calpe,
Madrid, 1916-36).
EL ESPRITU RELIGIOSO Y
SU ALEJAMIENTO DE LA IGLESIA
PROFESIN RELIGIOSA. Declaro de mi propia
voluntad y escribo de mi puo y letra, que, habiendo vivido durante mis ltimos aos en el fuero interno de mi
conciencia fuera de la Iglesia Romana, de la que fui digno y bien intencionado sacerdote, si me apart de Ella,
no fu por ambiciones frustradas ni por licenciosidad de
vida (que dentro de Ella bien se puede tener y medrar);
sino al contrario, por no ser ambicioso, por tener en m
ms fuerza las ideas que los honores e intereses mundanales, y por dar a mis acciones una regla de justicia y de
moral ms permanente, universal y humana.
Declaro que semejante cambio se obr en m premeditadamente, por grados, hasta llegar a una firme y
total conviccin; sin ira y sin odio contra dicha Iglesia
Romana; antes bien, respetndola por haber sido un da
su sacerdote, por haber sido la Religin de mis Padres y
ser todava la de mi Patria.
Declaro y pido, si durante un perodo de mi existencia ha podido haber contradiccin entre mi idea y mi
vida, que me perdonen todos aquellos a quienes mi conducta haya parecido menos digna, y sepan mi propsito
de que en estos ltimos momentos toda sea verdad y de
que no haya nada de ficcin ni disimulo a las puertas de
la muerte.
LO QUE DISPONE ACERCA DE SU FUNERAL Y ENTERRAMIENTO. Declaro que quiero ser
enterrado en la forma que acuerden mis testamentarios,
pero religiosa y cristianamente, en el sentido ms ampliamente universal y humano; porque es mi deseo morir en
la comunin de todos los hombres, creyentes y no creyentes, pues a tanto obliga el eterno y amoroso vnculo
de la caridad y humanidad sobre este Mundo y Tierra.
El mandar que mi cadver sea enterrado sin acompaamiento de clero, no quiere decir que yo desconozca ser
una obra de misericordia y un acto de religin enterrar a
EL BASILISCO
Abreu Gmez, E.: Francisco Giner de los Ros. Ensayo sobre educacin. El
Hijo prdigo. Vol. 11, nm. 28. Mxico, junio, 1945.
FIDELIDAD A LA CONCIENCIA
A N T E LOS ARCASMOS DEL PAS:
CEMENTERIO CIVIL
Y CEMENTERIO CATLICO
Desgraciadamente hasta el momento que escribo estas lneas no se han realizado mis esperanzas. Hay cementerio civil adems del catlico es verdad, pero por el
modo que aquel se ha establecido y por la proporcin de
nuestro pueblo, qu sentido tan inhumano y anticristiano tiene esta clasificacin!. En el civil se da tierra a ateos
racionalistas, protestantes, judos, a todos menos a los
catlicos, el cementerio de estos es el de los buenos y
piadosos, el otro el de los malos y apestados. Por esto
me repugna que mis huesos vayan a parar a l, pero ms
me repugna que vayan a parar al otro, si para ello he de
EL BASILISCO
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