La Entrada Al Terreno Institucional

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La entrada al terreno institucional

Cristin Varela

Introduccin
Cuando un equipo de investigacin tiene como objeto de estudio a una
institucin ya no se trata simplemente de la relacin entre el investigador y
su objeto, sino de una relacin particular entre grupo e institucin.
Consideradas as las cosas, un primer aspecto a tener en cuenta es que el
equipo de investigacin es un grupo atravesado por fuertes determinaciones
institucionales; su libertad de movimiento se halla en mucho restringida por los
condicionamientos de la prctica que realiza. Con lo cual habra que decir que
en una situacin de este tipo se trata de la relacin entre por lo menos dos
instituciones: la que investiga y la investigada; entendiendo por la primera no
slo a aquella que encarga o realiza la actividad, sino antes an al conjunto de
supuestos y procedimientos acadmicos y cientficos instituidos que
constituyen el marco de esa actividad. Un paso ms atrs se encuentra el
conjunto abierto e impreciso de encargos y demandas sociales que orientan
toda investigacin. Investigar instituciones sin prestar atencin a la dimensin
social e institucional de la investigacin forma parte de lo que Lourau (1994)
denomina los actos fallidos e la investigacin. Pues el equipo de investigacin
no es slo un grupo definido en funcin de su tarea especfica, sino tambin un
lugar de condensacin de esas dimensiones sociales e institucionales. En la
medida en que stas no se elucidan, se constituyen como presencias ausentes,
como realidades que integran el campo de la investigacin pero sin ser
atendidas como tales, siempre prontas, por lo tanto, a emerger
como analizadores o actos fallidos de la investigacin.
La consideracin de la dimensin institucional del equipo de investigacin no
debiera llevar a desestimar la dimensin propia de lo grupal, tambin
implicada en la cuestin; pues el equipo es tambin un grupo, entendido en
trminos psicososiales. Aunque siempre atravesado por las determinaciones
socioinstitucionales, lo grupal posee su propia fantasmtica en tanto
encuentro de subjetividades singulares.
Si lo institucional est implicado en lo grupal, lo est ms an en la dimensin
del sujeto, pues si hay subjetividad es porque hay institucin, por cuanto sta
es causa del sujeto psquico. Tal como lo expresa Kas (1987), la institucin
antecede al sujeto tanto lgica como cronolgicamente. No tiene sentido
separar la dimensin de lo subjetivo de lo socioinstitucional ms que como
recorte metodolgico. Aislar el psiquismo y considerarlo como una realidad en
s misma, poner entre parntesis las relaciones sociales implicadas en toda
subjetividad, es un ejercicio que tiene sentido slo en funcin de una prctica
clnica: el psicoanlisis. Esa puesta entre parntesis es una regla de mtodo
para el ejercicio de la cura, pero no debe confundirse lo que es una invencin
tcnica con el estatuto propio de lo inconsciente. l (ello) es eficaz en toda
relacin; identificaciones, proyecciones y transferencias abundan por doquier.

Si se considera una forma social determinada, por ejemplo el equipo de


investigacin, es evidente que ella implica un conjunto abierto una trama de
determinaciones sociales, institucionales, grupales y subjetivas (en una
enumeracin que es slo una concesin a los modos habituales de discriminar
realidades). Estas determinaciones estn siempre presentes, pero pasan a
constituirse como una dimensin otra negada, implcita, latente, inconsciente,
desconocida tanto ms cuanta menor atencin se les presta. Por ejemplo, en
la medida en que se slo se preste atencin a la forma equipo como realidad
positiva, esas otras realidades se constituyen como campo de realidades
negadas pero operantes. Dicho de manera inversa, las implicaciones negadas,
las implicaciones que no se analizan, producen su propia eficacia y pasan a
actuar de una manera que resulta fallida vis a vis los objetivos explcitos de
la investigacin y de los investigadores[1].
La experiencia de supervisar las actividades de grupos que investigan
instituciones nuestra cmo el momento de la entrada al terreno se constituye
como lugar privilegiado para la ocurrencia de circunstancias fallidas que
desorientan respecto de la tarea y que desorganizan al equipo. El propsito de
este trabajo se orienta a echar algo de luz al respecto, de manera de brindar
algunas seales de orientacin para los equipos que se inician en la prctica
de investigar instituciones.
El acceso al terreno
Las resistencias organizacionales. Los investigadores de terreno que se inician
en la prctica de observar el funcionamiento o la vida social de una institucin,
suelen tropezar con un primer obstculo en las puertas mismas de la
organizacin; no pocas veces ven trabado el acceso al campo por una serie
inacabable de requerimientos burocrticos, inquisitorias, solicitudes de
entrevistas, presentacin de notas, etc. Pareciera que desde el momento en
que se enuncia la intencin de realizar una observacin, la institucin recurre a
su faz ms defensiva, se muestra celosa de s y hasta es posible percibir
actitudes paranoides en las conductas de sus agentes. Estas manifestaciones
de las resistencias de la organizacin tambin pueden presentarse una vez que
el equipo ha logrado ingresar y se encuentra ya en tarea de observacin: los
encuentros previamente acordados con autoridades y responsables se dilatan o
suspenden, los miembros o empleados, que en un primer momento mostraron
buena disposicin, cambian de repente su actitud, etc. .
Respuestas manacas y depresivas. Frente a circunstancias de este tipo, es
muy posible que los investigadores noveles experimenten la situacin como un
rechazo dirigido al propio grupo, como si se tratara de excluirlo, de impedirle la
tarea; es tambin posible que en su fuero ntimo cada investigador viva la
situacin como una cuestin personal. Como se ver ms adelante no se trata
de cuestiones personales, pero en la medida en que los investigadores lo
tomen as, lograrn constituirla como tal y el problema se ir retroalimentando
con las propias actitudes que el grupo devuelva a modo de respuesta. Se
sentirn excluidos y sus fantasas de rechazo derivarn en conductas
regresivas de temor y culpa; actuarn de manera temerosa como pidiendo

disculpas y deseando que la situacin termine lo antes posible; el grupo querr


huir de ah. O, por el contrario, esas misma fantasas podrn despertar
conductas opuestas, tales como la insistencia algo obsesiva o la agresin
mediante el contraataque; la institucin se le presentar al grupo como un
poder al que hay que vencer, y adoptar as conductas ms o menos necias,
obcecadas, como quien insiste en atravesar una pared por donde no hay
puerta. Dicho en buen lenguaje kleiniano el grupo corre el riesgo de caer en
posiciones manaco depresivas o bien en posiciones esquizo paranoides.
Aunque lograra acceder al campo, la observacin estar ya viciada de entrada,
disminuida, por el efecto de ceguera que produce en los observadores el estar
mirando de manera temerosa o bien de manera temeraria.
El rechazo autocumplido. Pero no siempre las fantasas del equipo se disparan
como respuesta a las resistencias de la organizacin. A veces los temores
comienzan a operar antes de entrar al campo, en el momento mismo de la
eleccin del lugar de observacin. Inhibidos de antemano, los practicantes
podrn verse impulsados a elegir terrenos donde el acceso es de por s
complejo: instituciones totales, organizaciones con tendencias sectarias,
lugares desconocidos donde no se cuenta con contacto alguno, etc. A veces
tambin esos temores los llevan a presentarse a las puertas de la institucin en
actitud ms dispuesta al rechazo que a la aceptacin. Todo se desarrolla como
si los practicantes estuvieran actuando en funcin de no iniciar la tarea.
En todas estas vicisitudes, que por supuesto no agotan la gama de las
dificultades de acceso al campo, est presente una misma concepcin
errnea: la situacin es vivida como una confrontacin entre el yo de los
investigadores y la institucin, confrontacin donde a veces el yo intenta
vencer las resistencias de la institucin, otras donde se siente atacado por ella,
otras dnde de antemano se da por vencido. Ahora bien, aunque este equvoco
pueda entenderse como una desviacin neurtica de los sujetos, como la
manera en que ellos ven las cosas, al mismo tiempo no deja de ser una
situacin que promueve la institucin[2].
Las fantasas inconscientes del observador
En tiempos del servicio militar obligatorio era costumbre que los viejos
conscriptos recomendaran a los ingresantes dejar de lado toda reivindicacin
de hombra al entrar al cuartel[3], aludiendo con ello a la inutilidad de
confrontar con la institucin. Pero nadie maneja su propio yo a voluntad ni
puede desprenderse de l para colgarlo en el perchero al ingreso del
establecimiento. Los atributos del yo, susobjetos, las fantasas del sujeto, etc.,
estarn siempre en juego; y estarn tanto ms presentes cuanto ms
inconscientes sean. Resultara extrao, por ejemplo, que un acto de
observacin, de investigacin, no estuviera ligado inconscientemente con un
deseo de voyeur, con una fantasa de espiar lo que no debe ser visto. En este
sentido, la experiencia de supervisar el trabajo de quienes se inician en estas
prcticas demuestra cmo la presencia de esta fantasa, acompaada del
esfuerzo puesto en reprimirla y del sentimiento de culpa por el deseo indebido,
configuran en conjunto una situacin que conspira contra las capacidades del

observador, limitndolo, inhibindolo y llevndolo a sabotear el cometido que


se propuso.
Esto ocurre porque en el psiquismo del sujeto la escena institucional se liga
inconscientemente con la escena familiar, por ser la familia la institucin que lo
constituye y la primera que transita. Por lo tanto, todo encuentro con una
institucin es en un sentido un reencuentro, pues para el sujeto significa
ingresar en un orden de cosas respecto del cual posee de antemano una serie
de supuestos; supuestos no slo fantaseados sino tambin reales, ya que de
alguna manera sabe a donde ingresa. Este saber es producto de la continuidad
social que existe entre la organizacin familiar que lo constituy como sujeto y
la organizacin social con la que ahora se vincula, siendo la primera de ellas el
lugar donde se aprenden las reglas que se juegan en las dems instituciones.
Observar una institucin significa psquicamente ingresar al mundo de los
adultos e intentar develar sus secretos. Implica, inconscientemente, ir al
encuentro de la escena primaria de la que habla Freud: el acto sexual de los
padres, que es el acto fundacional de la institucin familiar, siempre
fantaseado
pero
nunca
constatado;
inconscientemente
fantaseado,
omnipresente, pero vedado a la investigacin emprica. Un paso ms all,
investigar instituciones significa levantar el manto mitificador que oculta no
slo los orgenes reales de la organizacin sino tambin su falta, sus fallas
actuales, sus imperfecciones, sus intereses no confesados.
La naturaleza de las instituciones
Las instituciones se presentan siempre bajo un rostro idealizado que no
coincide con su realidad concreta. Jos Ingenieros las incluye dentro de la ley
de la simulacin en la lucha por la vida; sostiene que al igual que las especies
humanas y animales, se presentan como lo que no son y esto hace a su
supervivencia (Ingenieros, 1903). Ren Lourau, al descomponer a la institucin
en sus tres momentos dialcticos, ubica en la dimensin universal lo que l
denomina la unidad imaginaria de la institucin, reunida en torno a los ideales
que promulga; pero esta unidad, en tanto slo imaginada, resultar siempre
desmentida,
negada,
por
la
fragmentacin
que
representan
las
realidades particulares de los distintos grupos e individuos; esta negacin que
se verifica en acto en toda institucin, se traslada al tercer momento, al de su
organizacin singular, material y concreta. De manera que en la realidad
cotidiana de la institucin se verifica siempre una distancia entre los ideales
promulgados y lo que ah se hace da a da (Lourau, 1975). Deleuze y Guattari
(1973) definen a las instituciones como mquinas sociales que funcionan a
condicin de estar descompuestas; esto es, funcionan siempre de manera
imperfecta. Por su parte, para Freud la institucin es producto de una ilusin,
es resultado de la creencia de los sujetos de ser amados por igual por un lder o
entidad superior; este supuesto, las ms de las veces inconsciente, en el caso
de la institucin religiosa se expresa claramente en la expectativa de los fieles
de no ser abandonados por dios.

An en lo que se conoce como teoras de la organizacin, que se presentan


como formas racionales de estudio de las mismas, como ciencias o tcnicas
con un objeto claro y delimitado, al hacerse hincapi en la necesidad de definir
la visin y misin de cada organizacin, se cae sin quererlo en el
reconocimiento de la dimensin imaginaria, proyectiva, del fenmeno
institucional. De hecho se est planteando que las organizaciones no funcionan
sino es en relacin con una creencia, con un horizonte inexistente al que hay
que imaginar y con el que hay que comprometerse. De manera que cualquiera
sea la perspectiva desde donde se considere el fenmeno, con slo ahondar un
poco en la cuestin, se ver que organizaciones e instituciones son realidades
que se enuncian a si mismas y se presentan ante los otros bajo una imagen
que dista de su realidad actual.
Organizacin e institucin. Sin ser materia de este texto, tal vez convenga
hacer una breve aclaracin respecto de los trminos organizacin e institucin.
Para el lenguaje corriente son trminos homlogos y es en este sentido que
aqu se los est utilizando. En lo que hace al discurso terico, las diferencias
dependen en gran medida de los autores y las corrientes que se tengan en
cuenta y, un paso ms all, del campo epistmico desde donde se aborde la
cuestin. En trminos generales cabe decir que la institucin como objeto es
materia de preocupacin de la filosofa prcticamente desde sus orgenes, para
luego pasar a incluirse dentro las ciencias sociales cuando stas surgen a fines
del siglo XVIII, principios del XIX. Ligada a la Filosofa, a la Iglesia, al Derecho, a
las Ciencias Sociales, al Estado y a la cuestin poltica, la institucin ha sido
tema constante transversal aunque obliterado del pensamiento occidental.
Por su parte la preocupacin por la organizacin surge a partir de los estudios
sobre laadministracin que se inician a principios del siglo XX, con Taylor en los
EE.UU. y Fayol en Francia, en directa relacin con los procesos de
industrializacin, por un lado, y de consolidacin de la burocracia del Estado
moderno, por el otro. El avance de las ciencias fsico naturales, especialmente
la biologa, dota luego al tema de la organizacin de un estatuto de mayor
cientificidad. Finalmente, impulsado por el desarrollo de la organizacin
empresa y por la preeminencia que sta cobra en el mundo contemporneo, el
objeto organizacin tiende a instalarse como un objeto conceptual, a mitad de
camino entre lo social y lo tcnico, pero sustentado con los avances tericos de
la fsica, la bioqumica, la ciberntica, y la comunicacin.
Si se requiere una rpida distincin entre ambos trminos, convendra entender
por institucin a las formas y modos de relacin entre los sujetos y con el
mundo que toda sociedad establece y sanciona tanto explcita como
implcitamente (vg. el derecho, le educacin, la religin, la familia, el modo de
produccin). La existencia de la institucin requiere de formas materiales, las
que indistintamente pueden denominarse instituciones u organizaciones (vg.
un tribunal, una escuela, un templo, una familia, una empresa). Con lo cual, las
organizaciones pasan a ser formas materiales que responden a un
ordenamiento determinado en funcin de un objetivo y una racionalidad que
las excede, los cuales se sitan por fuera de ellas en un nivel que corresponde
a la institucin.

La falla institucional
Retomando la cuestin del ingreso al campo de observacin, cabe sealar que
ir al encuentro de una institucin en particular, desconociendo la naturaleza de
las instituciones en general, suele producir en primera instancia un tropiezo
con el escaln, con el desfasaje, que existe entre lo que ellas son y lo que dicen
ser. A veces ocurre que el equipo de practicantes se fascina con el hallazgo con
el que han tropezado, con la falla que han detectado, desconociendo que eso
debe darse por sabido de antemano, que esa diferencia constituye un
elemento que hace, por as decirlo, a la naturaleza de las instituciones. Aunque
con arreglo siempre en lo material, las instituciones son una ficcin, una
invencin social sustentada en una idea, una construccin histrica cuya piedra
basal es una analoga que se establece como un a priori con la realidad ya
dada. Nada aporta el descubrimiento de una distancia entre el ideal y la
realidad institucional (salvo algo de narcisismo al yo de los investigadores que
creen as situarse por encima de ella). Ms an, en la medida en que se haga
explcito, ese descubrimiento conlleva el riesgo de enviar a los practicantes por
una va que pronto desembocar en la salida, por efecto del rechazo que
efecta la institucin como mecanismo defensivo.
El saber no sabido que los sujetos tienen sobre las instituciones del medio al
que pertenecen, el hecho de poseer en s los mismos supuestos que hacen a la
existencia de las instituciones de su cultura -por ser los sujetos producto de
esas instituciones- lleva a veces, no a tropezar con la falla institucional, sino a
buscarla para corroborar ese saber. Puestos en posicin de investigadores ms
cercanos al detective que al cientista, actan orientados por la hiptesis de
que ah hay una falla a descubrir, una mentira a denunciar, un secreto a
develar. Son las deudas del sujeto con la institucin familiar, son las demandas
y confrontaciones entonces no saldadas, las que ahora bajo el rol de
observador intentan solucionarse en un escenario desplazado. Ser siempre
posible descubrir esa dimensin fallida de la institucin, pero, nuevamente, el
resultado ser el descubrimiento de la plvora, como suele decirse, sin
mayor beneficio para ninguna parte.
Las implicaciones del observador. Cuando los practicantes se hallan demasiado
implicados con el ideal de la institucin, suele producirse el efecto contrario,
consistente en tender puentes sobre esa falla, cerrando los ojos a esa realidad,
negando las evidencias que desmienten al ideal. Desde el momento en que los
observadores se identifican con la institucin, adquieren sus ojos y, en
consecuencia, los datos de la realidad tienden a ordenarse segn la visin que
ella promueve; comienzan a ver en ese campo slo lo que la institucin
pretende mostrar, pasando por alto todo aquello que atenta contra el ideario, y
sosteniendo lo fallido de la institucin. En funcin de mantener la consistencia
entre lo que creen y lo que ven, no producirn otro material de observacin
que la informacin que se le brinda y expone. Por estas razones, los
practicantes que se inician deben evitar elegir como objeto de estudio aquellas
instituciones con las que mantienen vnculos de pertenencia o referencia, pues
en ellas las implicaciones estn por dems jugadas de entrada.

Otro efecto que producen las implicaciones no analizadas de los


observadores con la institucin, con el imaginario de la misma, con su objeto,
su misin o sus ideales, es la tendencia a pasar a la accin. El observador
implicado cae preso del furor curandis, de la fantasa de actuar dentro de la
institucin, ya se sumndose a las prcticas que sta realiza o bien tomndola
como objeto de intervencin para curarla, en lugar de limitarse a observar.
No se trata en estos casos de la observacin participante, que es una tcnica
que requiere sus recaudos y condiciones, sino de la actuacin de un impulso
donde la tarea de observacin es sobrepasada y sustituida por la accin. Este
impulso no es ajeno a las ansiedades que despierta en los sujetos la evidencia
de las fallas institucionales y la dificultad en aceptarlas. Mediante el pasaje a la
accin se trata de restaar rpido las imperfecciones de la institucin,
imperfecciones que en ltima instancia remiten a las fallas del propio sujeto
que observa.
En la medida en que el deseo de curar est presente como supuesto en los
practicantes al momento mismo del inicio de la observacin, ya durante los
primeros contactos, se produce de entrada en ellos un desnimo por el hecho
de no encontrar respuestas para esa intencin. Viven la sensacin de estar
actuando sin demanda por parte de la institucin, lo cual los desorienta porque
pierden el horizonte de la tarea y quedan a la espera de un llamado que no
llegar. Esto se traduce, nuevamente, en el sentimiento de ser rechazados o
bien en la sensacin de estar invadiendo un territorio ajeno, con la culpa
consecuente que esto implica. Queda claro que en el caso de una prctica de
observacin, la demanda corre por cuenta de la institucin de investigacin o
formacin que encarga, promueve o legitima la tarea, y no de la institucin que
es objeto de estudio; demanda a la cual el equipo de observadores debiera
sumarse, aceptando ser los demandantes y no los demandados.
Como se ve, es por efecto de la naturaleza misma del fenmeno institucional
y no por defecto subjetivo que pueden producirse determinadas fantasas en
el nimo de los observadores: voyeurismo,ilusin de descubrimiento, de
detective, furor curandis, de invasin... . O, para decirlo con mayor precisin, la
consideracin de los problemas inherentes a la entrada a la institucin cobran
una nueva dimensin si se piensa que es el encuentro con lo que aqu
denomino la falla estructural de la institucin lo que dispara dichas fantasas,
las que por supuesto se correspondern con la fantasmtica de cada equipo de
observadores. Producto de esa naturaleza fallida existe otro factor tambin
de tipo estructural que provoca dificultades vinculadas a las manifestaciones
ya analizadas.
El cerco institucional
Tal como lo plantea Lourau (1975), toda institucin se define por oposicin a
(uno) el conjunto del sistema social y (dos) al resto de las instituciones. En este
sentido una institucin, una organizacin, puede entenderse como un campo
de condensacin en el plano de los social donde se concentra un conjunto de
discursos y recursos relacionados con su objeto y sus prcticas; al tiempo que
se expulsan o tiende a expulsarse de su seno todo aquello que no compete

directamente a ese objeto. Una institucin no es un espacio abierto, no es por


ejemplo una plaza pblica donde existe una considerable libertad para
desarrollar distintas prcticas. En una plaza urbana se puede observar gente
predicando o evangelizando, otros comerciando, otros haciendo proselitismo
poltico; gente simplemente estando o paseando, algunos comiendo, otros
jugando o practicando deporte... y an concertando el intercambio sexual de
manera lcita o ilcita. Aunque pueda considerarse a la plaza pblica como una
institucin, su dimensin instituida es lo suficientemente amplia como para
incluir en su interior a un variado conjunto de prcticas sociales. Pero si las
iglesias, partidos y empresas pueden extender sus prcticas a los espacios
pblicos, difcilmente aceptarn que sus propios establecimientos se vean
invadidos por la gama de actividades que se observa en aquellos.
Definirse por oposicin (uno) al conjunto del sistema social, significa incluir en
su interior aquello que se adecua con su funcin principal, y con su cultura
institucional, excluyendo lo que considera inadecuado. Significa adems
efectuar una torsin de aquellas realidades del sistema social que no pueden
excluirse. La iglesia no puede prescindir del intercambio econmico, pero la
presencia del dinero en su interior estar altamente ritualizada. La poltica, las
creencias, la economa, la pedagoga...., esas grandes relaciones que toda
sociedad ordena, sistematiza, institucionaliza, cuando no puedan ser excluidas
del interior de cada una de las instituciones, sern reapropiadas bajo un modo
especfico, particular: sacralizadas en la iglesia, ideologizadas en el partido,
vueltas rentables en la empresa. Tomando la expresin de Lyotard (1979)
puede decirse que toda institucin tiende a conformarse como una totalidad
fragmentaria, como un fragmento que aspira a la totalizacin, dndole un
sentido propio a las realidades sociales. Definirse por oposicin (dos) a las
dems instituciones significa que cada organizacin se dar una identidad
propia, particular, basada en aquello que la diferencia de las otras
organizaciones similares. Cada iglesia, partido, club o empresa pondr especial
cuidado en diferenciarse de las dems entidades semejantes, al punto que no
sera extrao ver que el mayor esfuerzo est puesto en incrementar la
pequea diferencia que la diferencia de las otras organizaciones del mismo
rubro.
Es en funcin de estas oposiciones que cada organizacin tiende en su
derredor un cerco, un lmite tanto virtual como real, con el fin de garantizar su
integridad y evitar ser contaminada, desvirtuada,trabajada, por fuerzas
ajenas. Castoriadis encuentra que existe una similitud entre el cerco que tiende
en torno suyo la organizacin social y la membrana que se establece en torno
de la organizacin biolgica, cerco que en ambos casos regula el intercambio
con el medio (Castoriadis, 1988). Por su parte, Elas Canetti (1983) plantea que
las instituciones se constituyen lgica y cronolgicamente a partir de
las masascuando stas son encerradas. Si las masas son conjuntos sociales
abiertos y ms o menos espontneos, con escasa o nula organizacin y
caracterizadas por la incorporacin no slo irrestricta sino deseada de
participantes la masa desea crecer, el pasaje a la forma institucin se
opera mediante su encierro en un espacio determinado, as como a travs de la

limitacin del nmero de sus integrantes. La hiptesis del encierro en el origen


de la institucin es tambin la que sustenta Foucault (1964) a propsito del
surgimiento del hospicio y de la prisin modernos.
Se ve entonces en qu sentido el ingreso al territorio de una institucin estar
siempre ms o menos impedido o regulado, y cmo esto ocurre por efecto de
un factor estructural de cercamiento propio de la naturaleza de las
organizaciones sociales. En la constitucin misma de una institucin queda de
hecho establecida la divisin entre un interior y un exterior, entre los incluidos
y los excluidos, delimitacin que ser materia constante de atencin y
perfeccionamiento y determinar la conformacin de un clima, de
una cultura propia. Interioridad / exterioridad territorial por un lado, inclusin /
exclusin de personas por el otro. Gerth y Mills (1972: 168) sostienen que "las
instituciones seleccionan y expulsan a sus miembros de acuerdo con gran
variedad de reglas formales y cdigos informales. En el orden de lo formal
recurren para ello a la consideracin de variables que van desde las
ms gruesas como edad, sexo y salud, hasta las ms finas que se detectan
mediante exmenes elaborados de habilidades o aptitudes especializadas, de
test de personalidad, etc. Las reglas formales suelen acompaarse de criterios
informales de admisin que no siempre se enuncian explcitamente:
recomendaciones de terceros, imagen personal, estilo de vida, etc. Algunas
empresas, por ejemplo, deciden la incorporacin de sus nuevos cuadros
gerenciales despus de invitarlos a participar en una reunin informal donde se
analizan de manera vivencial las variables correspondientes a este segundo
orden. En una perspectiva ligada al anlisis institucional y al psicoanlisis,
Enrquez considera que toda organizacin "desarrolla un proceso de formacin
y de socializacin de los diferentes actores, para que cada uno de ellos pueda
definirse en relacin con el ideal propuesto; sostiene que todo modelo de
socializacin tiene por fin seleccionar las 'buenas' actitudes y por lo tanto juega
un rol en el reclutamiento o en la exclusin de los miembros de la
organizacin" (Enrquez, 1992: 35).
El observador institucional, antes de serlo, ser observado, analizado, en
funcin de los requerimientos formales e informales de la organizacin. Se
comprende mejor, entonces, de qu manera el acceso se ve restringido por un
efecto de estructura. Aunque existe una diferencia cualitativa entre acceder al
interior de una organizacin para realizar una observacin e ingresar a ella
para integrarse a alguna de sus funciones, desde el punto de vista
organizacional esa diferencia suele resultar en principio borrosa: la portera de
una escuela dejar ingresar ms o menos automticamente a cualquier nio
con aspecto de alumno. De acuerdo con esta misma lgica, no pasar por el
mismo trmite una estudiante de profesorado que requiera realizar una
observacin en el aula de una escuela, que un estudiante de sociologa que
pretenda observar la vida en un cuartel militar.
La institucin analiza al observador y detecta en l la presencia o ausencia de
los cdigos y variables que integran las funciones, el clima y la cultura
organizacional. El yo del sujeto, que es tambin un decantado de instituciones,

resulta de hecho analizado por la institucin a la que ingresa, an antes del


anlisis formal de su propuesta, intenciones, notas de presentacin,
credenciales etc. Los temores, fantasas y sentimientos que se despiertan en el
sujeto cuando se sita en posicin de observador son tambin efecto de este
anlisis. Cuando se trata de un equipo de observadores el efecto que a veces
produce ese anlisis es la disidencia interna. El grupo es de hecho analizado,
dividido, por efecto de la institucin. Si esta situacin es vivida como una
cuestin personal o grupal, no slo se resiente y complica el proceso de
observacin, sino que los observadores dejan pasar de largo un excelente
material, pues aquello que les sucede habla de la institucin. As, en vez de
vivir una situacin de rechazo vinculndola con la propia historia afectiva,
aquello que un buen observador debiera atender no debera ser la
actualizacin de sus vivencias infantiles, sino la constatacin de que en esa
organizacin existen mecanismos que suscitan regresiones en los sujetos. La
institucin habla en l.
A la manera de reglas de mtodo
La claridad de la hiptesis de trabajo. De alguna manera, el encuentro con la
institucin produce una crisis en la persona del observador y en la grupalidad
del equipo porque, como se vio, las instituciones implicadas en el yo
individual, grupal son puestas de hecho en tela de juicio. En consecuencia, la
primer recomendacin que cabe hacerle a los practicantes es que tengan claro
su objetivo cuando entran en contacto con la institucin. Cunto ms claro
tengan el propsito que los lleva a ingresar ah, menor ser la posibilidad de
entrar en confusin, pues la puesta en comn del objetivo los prevendr de las
disidencias internas y de las crisis grupales. La aclaracin del objetivo, su
verbalizacin, y an su formulacin bajo la forma de una consigna, producen
adems el beneficio de servir como tarjeta de presentacin ante la institucin.
Las prevenciones y suspicacias disminuyen cuanto ms claros y compresibles
sean los trminos con los que los extranjeros se presentan a las puertas de la
ciudadela. Hay que tener presente que la institucin territorializa un lugar y
coloniza una colectividad, un colectivo humano; que opera en la materialidad
del espacio al tiempo que lo hace en la subjetividad de las personas. Se han
visto las dificultades que plantea el acceso al espacio territorializado, ahora
bien, el hecho de superarlas no supone directamente el acceso al grupo
humano. Hay una distancia entre ingresar a una institucin y ser admitido por
su gente, al punto que puede bien darse lo uno sin lo otro. Se puede contar con
la anuencia de las autoridades para estar en el lugar, pero al mismo tiempo ser
rechazados por la gente; y viceversa.
La congruencia de la consigna de presentacin. El acceso se ver siempre
facilitado cuanto ms se adecuen las prcticas de los observadores a las
funciones habituales de la institucin; un ejemplo de adecuacin es el trabajo
prctico de los estudiantes de pedagoga en el aula de una escuela. Por lo
tanto, conviene siempre que la consigna de presentacin se articule en
trminos que resulten comprensibles para la cultura organizacional; y, en la
medida en que los observadores debern interactuar con actores

institucionales de diferentes niveles y sectores, esa consigna debera


articularse en un lenguaje accesible para todos. El gerente de recursos
humanos de una planta fabril puede comprender bien las razones que lleve a
un equipo de practicantes de psicologa a observar la actividad de los
operarios, pero stos no dejarn de preguntarse qu tienen que hacer los
psiclogos ah, y an de recelar de su presencia. No siempre en la institucin
se decodifica la consigna en el sentido que el equipo intenta darle, pues la
tendencia ser la de asimilar la tarea de ste a lo que resulta ms frecuente en
el lugar. La presencia de un antroplogo en un comedor popular posiblemente
ser asimilada a la de un trabajador social o a la de un voluntario. Insistir en
lograr la decodificacin correcta a veces oscurece la situacin ms de lo que la
aclara. Sin embargo, en otras situaciones, el equipo deber cuidar que su
presencia no se asimile a alguna funcin que resulte persecutoria para la gente
de la institucin. En la empresa, la presencia de psiclogos corre el riesgo de
interpretarse como la de evaluadores o selectores de personal, con lo cual se
generar una distancia que en nada ayudar a conseguir informacin
confiable. No est dems agregar que la consigna, el modo de presentarse
dentro de la institucin, debe ser suficientemente clara respecto de que no se
est ah para observar personas sino prcticas, rutinas, costumbres, modos de
organizacin, etc. Tambin, y de alguna manera, en ella deben hacerse
presentes los beneficios que la tarea agrega a la institucin en general, aunque
sean difusos y carezcan de aplicacin inmediata. As como el docente cuya
aula es observada sabe que se trata de una prctica que en ltima instancia
redunda en beneficios para la enseanza en general, todo equipo investigador
observador deber saber presentar los beneficios que su tarea aporta al
campo donde acta.
El objetivo del observador es producir informacin. Si se tiene en claro que la
tarea es observar, aunque se carezca de un plan de accin detallado, resultar
ms sencillo decidir las acciones a realizar y aquellas que conviene evitar. En
principio puede decirse que al investigador le conviene guiarse siguiendo esa
consigna, actuando de manera de acercarse a las fuentes de informacin y
evitando las actitudes que lo alejen de ellas. Muchos practicantes creen que
deben moverse dentro de la institucin siguiendo el modus operandi de la
disciplina que estudian o han estudiado, pero a veces ese modo puede alejarlos
del acceso de la informacin, por ejemplo si adoptan la distancia clnica del
psiclogo o la observacin no participante del psiclogo social en los grupos
operativos. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en este punto se roza la
cuestin tica; pues las acciones del investigador estn delimitadas por la tica
cientfica, al tiempo que lo estn por la legalidad institucional. El respeto de la
tica cientfica no suele crearle dilemas al investigador; pero no ocurre lo
mismo con el respeto de la legalidad institucional. Lapassade (1991) cita ms
de un ejemplo en los que el investigador debe elegir entre respetar esa
legalidad o ganarse la confianza de los sujetos siendo cmplice de sus
transgresiones. Si las trasgresiones no suponen un delito ni atentan contra la
tica cientfica, en ltima instancia el investigador estar eligiendo entre una
actitud ms conservadora que no ponga en riesgo su permanencia en la

institucin, y una actitud que le permitira acceder a mejor informacin, pero


que pone en riesgo su permanencia en el campo.
Donde fueres haz lo que vieres. En la institucin se tiende a asimilar la
presencia de los extraos a lo que resulta ms habitual en ese campo; por lo
tanto, el equipo ver facilitada su tarea en la medida que asimile su presencia
a los cnones institucionales. No se trata de mimetizarse con el entorno, sino
de facilitar el proceso de asimilacin evitando los rechazos que podra producir
una manera disruptiva de presentarse. En el plano de las relaciones sociales,
cuando las personas pretenden ser aceptadas por lo otros, adecuan su
presencia a lo que suponen son las expectativas y supuestos de esos otros. En
el plano de las relaciones institucionales ocurre lo mismo, aunque a veces de
manera ms acentuada. En suma, se trata de tomar conciencia que las
relaciones sociales no son ingenuas, y de utilizar en el plano institucional las
mismas estrategias que muchas veces se utilizan en las relaciones comunes y
corrientes.
La entrada al terreno es un proceso constante. Sobre todo por lo que tiene de
entrada en confianza con la gente, la entrada a la institucin no debe
entenderse como un acto puntual, sino como un proceso. Este proceso, por
otra parte, debiera realizarse de manera gradual. Bogdan y Taylor recomiendan
que en funcin del cmulo de informacin que se recopila, ese proceso se
realice de manera incremental, comenzando por visitas breves de manera de
no verse inundado por datos que luego, fuera del campo, no se sabr cmo
ordenar (B., T., 1975). El ingreso gradual elimina adems el riesgo de despertar
una sensacin de invasin en el nimo de los actores institucionales. En
realidad, el acceso al terreno es un proceso constante porque la institucin en
s misma no es un territorio esttico sino una realidad dinmica. Cambian las
situaciones y relaciones internas y por lo tanto se modifican las condiciones
con las que se inici el trabajo. El equipo puede haber logrado la aceptacin
que esperaba y se mueve por el lugar como en su propia casa, pero la
movilidad interna del personal puede enfrentarlo en cualquier momento con
nuevos desconocidos que quizs interpreten equvocamente su presencia. En
este sentido los observadores debern prevenirse del efecto de
acostumbramiento y de la tendencia a la institucionalizacin de la que es
objeto todo aquel que entra en relacin con el lugar. Seguramente cunto ms
cmodos se sientan, ms creern o desearn formar parte de esa colonia, con
el riesgo de prdida de la posicin de observadores.
El recurso de los informantes institucionales. El mantenimiento de
una distancia ptima que impida perder la perspectiva de observacin no debe
ir en desmedro del beneficio que produce el acercamiento a las personas que
puedan servir de informantes. Suele ser ms rica la informacin que se obtiene
a travs de charlas informales que las que brindan las entrevistas formales.
En Le sens pratique, Bourdieu sostiene que la mejor informacin sobre una
fbrica se obtiene tomando un vino en el bar de la esquina con un operario. El
manejo de este recurso sobre el que existe toda una literatura etnolgica y de
sociologa de terreno posee una dimensin poltica en relacin con la

institucin y requiere de un tacto en lo que hace a las relaciones humanas, que


tal vez desanimen a los practicantes noveles. Pero si no desean desarrollar el
recurso, les bastar simplemente con dejar que ocurra, pues de hecho la
relativa permanencia en un espacio delimitado produce el establecimiento de
la relacin social, de la relacin informal.
El sabio y el profano en la institucin. Lapassade (1991) recomienda mantener
una postura ingenua respecto del saber en la interlocucin que se sostiene con
los actores institucionales. La deposicin del rol del sabio por parte de los
observadores produce de hecho el trasvasamiento de informacin desde la
gente de la institucin. En realidad, si se va ah a observar es para conocer lo
que se desconoce; no se trata por lo tanto de adoptar una falsa postura, sino
de asumir la que situacionalmente corresponde. Quienes saben sobre esa
institucin son quienes la viven y le dan vida, de manera que, ms ac y ms
all de las tcnicas especficas a las que recurra, el equipo observador sabr
sobre la institucin ella en la medida en que interacte en deponiendo su saber
y su ansia de saber.
Breve conclusin
Antes que un objeto pasible de estudio de observacin, de investigacin, de
anlisis lainstitucin es una construccin social que sobredetermina a los
sujetos, a los grupos y a las organizaciones. Ella es una forma que conforma a
las otras; por lo tanto la exterioridad que pude alegarse respecto de lo
institucional es siempre ms que relativa. Es cierto que hay diferencias
considerables entre pertenecer o no a determinada institucin, pero se trata de
diferencias de tipo y grado de implicacin, no de una exterioridad absoluta. As
como no hay exterioridad entre una institucin y la sociedad en que ella existe,
pues esa institucin es una formacin particular de esa sociedad, no puede
haberla entre los grupos e individuos de esa sociedad y la institucin que
toman como objeto. Un paso ms all, hay siempre continuidad, implicacin,
entre lo individual, lo grupal, lo institucional, lo social..., que son todas formas o
momentos distintos de lo humano. De manera que lo planteado en estas lneas
valen tambin para aquellas situaciones (raras ya en los tiempos que corren)
en que sujetos de una cultura estudian a sujetos de otra cultura (vg., la
etnologa). De esto se sigue que observar instituciones es observar lo humano,
por lo tanto es tambin observarse a uno mismo. En esta relacin especular
hay que conceder primaca a la institucin: as como ella nos constituye, y eso
ocurre antes que tengamos conciencia, ella nos observa, investiga y analiza de
igual manera. Si bien estamos haciendo referencia a la institucin en general, a
ella en tanto universal, debe considerarse que toda forma singular, cualquier
institucin, encierra en s esa lgica universal. En suma, los grupos no pueden
analizar instituciones sin considerar en qu ellas los analizan. Este aserto se
avala en los desarrollos tericos que he intentado desplegar, pero antes en la
experiencia como analista institucional (sobre todo en los actos fallidos de esas
experiencias) y en la supervisin de los trabajos de los estudiantes y de los
colegas que se inician.

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