El Crucifijo de San Damián
El Crucifijo de San Damián
El Crucifijo de San Damián
Y FRANCISCO DE ASS
por Jean de Schampheleer, o.f.m.
.
El presente trabajo, por una parte, se fija en el Crucifijo de San Damin y estudia su contenido y significado
dentro de la tradicin artstica y teolgica siria, a la que pertenece. Por otra, investiga las disposiciones anmicas
de Francisco durante el proceso de su conversin, en el que tuvo singular importancia el acontecimiento de San
Damin; para ello, analiza crticamente las fuentes biogrficas, corrigiendo interpretaciones que, si bien
generalizadas, no son completamente histricas. El estudio del Crucifijo y el anlisis del estado de nimo de
Francisco en aquellos momentos dan la clave para averiguar el carcter peculiar de las relaciones entre Cristo y
Francisco a raz de su encuentro en San Damin. Este Crucifijo es una de las mejores fuentes para conocer a
Francisco, y su contemplacin, un camino privilegiado para revivir la experiencia del Santo.
N.B.- Advertimos a nuestros lectores que, del amplio aparato de notas que lleva el original, aqu suprimimos
muchas, as como las numerosas referencias bibliogrficas.
INTRODUCCIN
Todos los bigrafos de san Francisco de Ass relatan que el joven Francisco entr un da en la capilla de San
Damin, en la campia de Ass, se puso a orar con fervor ante el Crucifijo, y ste le dijo: Francisco, no ves que
mi casa se derrumba? Anda, pues, y reprala (TC 13c; cf. 2 Cel 10a; LM 2,1a; Lm 1,5).
Qu importancia debe atribuirse a este acontecimiento? Cuando Francisco dicta poco antes de morir su
Testamento, empieza recordando los inicios de su conversin, pero nada dice de la intervencin de Dios en la
iglesita de San Damin; en cambio, recuerda que el Seor mismo le condujo en medio de los leprosos (Test 2).
Hubiera podido aadir: El Seor me orden restaurar la capilla de San Damin, pero no lo aadi.
Aparentemente, el acontecimiento sera poco importante para Francisco.
En cambio, los primeros bigrafos atribuyen mucha importancia al encuentro de Francisco con el Cristo de San
Damin, y no vacilan en afirmar que desde aquel da Francisco llev ya en su corazn las llagas que llevara
impresas en su cuerpo al final de su vida.
Todos los bigrafos posteriores recuerdan y repiten esta afirmacin, sin ponerla en tela de juicio. Recientemente,
varios investigadores1 han aportado algunos matices a las afirmaciones de Celano y Buenaventura. Esto no ha
impedido que los bigrafos sigan repitiendo lo mismo que a lo largo de siglos escribieron sus predecesores sobre
este punto, como si fuera algo evidente.
El objetivo del presente estudio consiste precisamente en mostrar que en un momento dado se false la verdad
histrica y que, aceptando este error, los bigrafos, desde Celano hasta nuestros das, han perdido de vista algunos
elementos esenciales para comprender la vida y la espiritualidad de Francisco de Ass. Para que este trabajo sea
positivo, hay que investigar el significado profundo del acontecimiento de San Damin y, consiguientemente, el
significado del Crucifijo que, segn el P. Esser, tuvo una influencia decisiva en la vida de Francisco.2 Ser, pues,
necesario analizar las fuentes con meticulosidad y examinar el Crucifijo de San Damin desde el punto de vista
arqueolgico y teolgico.
I. ASPECTO ARQUEOLGICO
Toms de Celano afirma que cerca de la ciudad de Ass exista una iglesia muy antigua, antiquitus
fabricata,dedicada a San Damin (1 Cel 8c). Las investigaciones de Arnaldo Fortini3 han demostrado que esta
iglesia se menciona ya en un documento del ao 1030, aunque es imposible precisar la fecha de su construccin.
De todos modos, cuando Francisco visit la capilla en 1205, sta exista desde haca ms de ciento setenta cinco
aos. Sin pretender elucidar aqu el problema de la cronologa de los acontecimientos de la conversin de
Francisco, ser til situarlos al menos aproximadamente. Los mejores investigadores actuales (Brown, Flood,
Desbonnets, Manselli) fijan la expedicin de Francisco a la Pulla en la primavera del ao 1205, y el juicio ante el
obispo de Ass a principios de 1206. Entre estas dos fechas se sitan: el regreso desde Espoleto a Ass, la visin en
San Damin, la venta en Foligno, la permanencia en San Damin, el encuentro con los leprosos, el conflicto con su
padre Pietro Bernardone, el secuestro y el juicio. Todos estos hechos requirieron un cierto tiempo, ms an si
tenemos en cuenta que Francisco estaba bastante desconcertado cuando volvi de Espoleto: qu es lo que va a
hacer? Qu debe hacer? Por tanto, transcurre un perodo de reflexin, de duda, de angustia; busca la soledad del
campo y de las iglesias; ora con intensidad, pero como un ciego, sin ver brillar ninguna luz en el horizonte, hasta
que un da recibe una respuesta en la iglesita de San Damin. Por otra parte, las sucesivas diligencias de Pietro
Bernardone tambin requirieron un cierto tiempo. Por consiguiente, es imposible fijar la fecha exacta del
acontecimiento de San Damin: ocurri poco despus de
volver de Espoleto? Ocurri ms tarde? Nos inclinamos por
la segunda hiptesis.
Segn Fortini, esta iglesia debi pertenecer a un grupo de
burgueses de Ass: en efecto, un documento de 1103 indica la
intervencin financiera de varias familias con el fin de
proporcionar a la iglesia de San Damin libros, ornamentos,
campanas (y quiz el icono de la crucifixin). Es dudoso, sin
embargo, que la iglesia fuera propiedad de burgueses de la
ciudad. Fortini se basa en que la iglesita no aparece
mencionada en una bula de Inocencio III, del ao 1198, que
ofrece una lista de las iglesias del territorio de Ass; pero esta
bula no enumera todas las iglesias: algunas estn sometidas a
la jurisdiccin del obispo, otras dependen de monasterios, varias son mencionadas con la expresin y las otras
capillas. La iglesita de San Damin puede muy bien ser una de esas otras capillas. Por lo dems, sabido es que
cuando Francisco y sus hermanos quisieron establecerse en la Porcincula, dirigieron su peticin al abad del
monasterio de San Benito del Monte Subasio, del que dependa la iglesia (cf. LP 56; EP 55); en cambio, la peticin
para que Clara y sus hermanas pudieran establecerse en San Damin fue dirigida al obispo de la ciudad.
En la poca de la conversin de Francisco, la capilla de San Damin estaba bastante deteriorada. Pero, amenazaba
ruina inminente, como pretende Celano (1 Cel 8c)? L. Bracaloni,4 al que sigue A. Masseron, piensa que Celano
exagera. La iglesia era vieja; probablemente estaba poco o mal cuidada; ante el Crucifijo no arda ninguna
lmpara; necesitaba, sin duda, reparacin y una buena limpieza; pero no era una iglesia en ruinas ni abandonada: la
atenda un sacerdote que viva en la casita existente junto a ella, pero era un sacerdote pobre y, ciertamente,
negligente. Bracaloni advierte con toda razn que el Crucifijo se hallaba en buen estado de conservacin, puesto
que Francisco pudo contemplarlo y encontrar en l gracias extraordinarias. Se coloca un crucifijo nuevo en una
iglesia en ruinas?
Examinemos atentamente, a la luz de los estudios iconogrficos,5 este Crucifijo que los bigrafos caracterizan
generalmente como bizantino.
1. Origen y evolucin del crucifijo en el arte
Los estudios iconogrficos sobre el origen y la evolucin del crucifijo en el arte, as como la relacin de los
principales crucifijos anteriores al tiempo de san Francisco, patentizan con toda claridad que el Crucifijo de San
Damin es de tipo sirio, influenciado por el arte bizantino, a la vez que una obra netamente umbra, como lo
demuestra su fina ejecucin. Para comprender bien esta triple caracterstica del Crucifijo de San Damin, hemos de
remontarnos brevemente a los orgenes del arte cristiano.
El cristianismo, nacido en Jerusaln, se propag pronto a Siria, cuya capital, Antioqua, se convirti en centro de
irradiacin del cristianismo hacia Capadocia, el Asia Menor, Grecia y Roma, Mesopotamia y la India. En
Antioqua fue donde, por primera vez, se design con el nombre de cristianos a los seguidores de Jess (Hch
11,26). Sin embargo, la cruz, instrumento de suplicio, no se convirti en tema artstico hasta el siglo IV, salvo en
algunas estelas y pequeos objetos. En Jerusaln, sobre los mismos lugares donde muri Jess, entre la baslica del
Martyrium (calvario) y la amplia rotonda de la tumba de Cristo, se elevaba una gran cruz recubierta con oro y
piedras preciosas: era una cruz triunfal en la que no estaba representada la figura de Cristo, pero que simbolizaba
su victoria en la cruz.
A partir del siglo V aparece en Palestina un nuevo arte cristiano: se construyen baslicas en los lugares donde Jess
haba vivido, predicado y hecho milagros; con vistas a los peregrinos, cada vez ms numerosos, se reproducen
escenas evanglicas sobre los muros de las iglesias, los vasos sagrados y los libros litrgicos, as como sobre
diversos objetos pequeos, que los peregrinos se llevaban como recuerdo.
Gracias a los comerciantes, militares y funcionarios imperiales, estas reproducciones se propagaron gradualmente
por todo el mundo cristiano y recibieron la influencia de las diferentes culturas. Por ejemplo, y sin entrar en
detalles, desde el siglo VI se pint, esculpi o grab la escena de la crucifixin siguiendo dos tipos diferentes, uno
sirio y otro bizantino o helenstico. El primero se caracteriza por una doble preocupacin: el realismo y la mstica;
el segundo es mucho ms clsico y sobrio.
Estas caractersticas aparecen tambin en la representacin de los episodios de la vida de Jess. Un ejemplo
concreto, el lavatorio de los pies del Jueves Santo, nos ayudar a comprender mejor los rasgos propios y distintivos
de cada uno de estos tipos. En el tipo helenista o bizantino se ve a Jess de pie, con la cabeza humildemente
inclinada hacia Pedro; sostiene una toalla con ambas manos; Pedro est sentado en un asiento elevado, una especie
de trono, en el que aparece confuso, con las manos separadas, y adelantando un pie que sale delicadamente de
entre los pliegues de su tnica; en el suelo hay un minsculo lebrillo, alejado del pie de Pedro y de la toalla de
Jess. La escena evanglica, por tanto, est bien representada: aparecen Jess, Pedro, el lebrillo, la toalla, la
humildad de Jess que se hace siervo y la confusin de Pedro; pero el estilo es intencionadamente sobrio y fro. En
cambio, el arte sirio representa la misma escena inspirndose ms en la vida concreta: el lebrillo es mucho ms
grande, es un autntico lebrillo; Pedro mete el pie en el agua y arremanga su tnica hasta las rodillas, como se hace
en tales circunstancias; se inclina hacia adelante para ver mejor el gesto de Jess y, a fin de mantener el equilibro,
apoya los brazos sobre las rodillas; Jess no est de pie, sino profundamente inclinado y agarrando con sus manos
el pie de Pedro; la humildad de Jess y la sumisin de Pedro estn reflejadas con tanta fuerza como en la
representacin del lavatorio de tipo griego, pero de manera distinta. Si el tipo bizantino es fro y distante, el sirio es
vivo e incluso apasionado.
2. El crucifijo sirio
Idnticas caractersticas encontramos en la representacin de la crucifixin. En la de tipo helenstico, Cristo es muy
joven, imberbe y, muchas veces, con los cabellos cortos; su cuerpo aparece casi desnudo, apenas cubierto con un
estrecho ceidor. Es la reproduccin del hroe de la antigedad, joven y desnudo, al igual que en los vasos griegos:
un Cristo desnudo, dbil y humilde, pero vencedor. Mara, su madre, viste la tnica de las damas griegas, tiene la
cabeza descubierta, peinada como una dama griega y adornada a veces con joyas. Tambin estn presentes los
dems personajes: Juan, las mujeres, los soldados que juegan a los dados. Pero los artistas bizantinos suprimirn
muy pronto los soldados, limitndose a lo esencial con un estilo sobrio y distante: los personajes son
estereotipados, pasivos; Cristo parece como aislado en medio de ellos. Sin embargo, el conjunto est lleno de
majestad y expresa muy bien la victoria de Cristo en su combate.
La crucifixin de tipo sirio es completamente distinta. Quiere mostrar la escena tal como sucedi, pero sin
representar a Cristo aplastado por la tortura. Todos los detalles expresan la victoria de Cristo. Cristo es adulto, con
barba y cabellos largos; est vestido con una larga tnica sin mangas, detalle claramente menos realista que la
desnudez griega, pero que expresa mejor la majestad sacerdotal y el misterio de Dios redentor. El que est clavado
en la cruz es un hombre, un adulto en plena madurez, y, a la vez, Dios, como lo indica la tnica que lo cubre y que
manifiesta su dignidad. Al igual que la cruz dorada de Jerusaln en el siglo IV, el crucifijo sirio es ante todo
smbolo de victoria y de glorificacin, a pesar de que esto le haya costado la vida al Hijo de Dios. El Cristo sirio es
hombre y Dios, humilde y grande, vctima y vencedor.
A su derecha estn Mara y Juan, juntos, inseparables por la voluntad del mismo Jess antes de morir; al otro lado
estn las mujeres; a uno y otro lado de la cruz estn los dos ladrones; a la derecha de Jess est el soldado con la
lanza, y a la izquierda, el soldado con la esponja de vinagre; por ltimo, hay unos soldados jugando a los dados.
Las actitudes y gestos de los personajes principales, distribuidos con rigurosa simetra, expresan bien el misterio
que est aconteciendo ante sus ojos y del que participan manifestando su fe y su admiracin. Observemos, por
ltimo, la inscripcin de Pilato, colocada encima de la cabeza de Jess (IHS NAZARE REX IVDEORU), tomada
del evangelio de Juan y no de los sinpticos. Este detalle y el hecho de que Mara y Juan estn juntos en el mismo
lado de la cruz, indican la influencia del cuarto evangelio en la representacin siria de la crucifixin.
Los dos tipos de representacin de la crucifixin, el helenstico y el sirio, se difundieron en Oriente y Occidente,
adaptndose a las culturas locales e influencindose uno a otro. El sirio tomar del bizantino un mayor cuidado por
la pureza del dibujo y con el tiempo colocar los personajes a la manera bizantina: Mara a la derecha de Jess,
Juan a la izquierda, supresin de los jugadores de dados. Por su parte, el tipo griego tomar del sirio la tnica o una
semitnica. Pero en los monasterios, donde se mantendrn durante siglos las antiguas tradiciones, el tipo sirio
conservar con frecuencia sus caractersticas propias.
3. El crucifijo umbro
Los crucifijos sirios y bizantinos llegaron muy pronto a Occidente, gracias a los viajeros: mercaderes, funcionarios
orientales establecidos en Roma, peregrinos; pero sern sobre todo los monjes quienes aporten sus riquezas
espirituales y artsticas.
A mediados del siglo VII, los monjes sirios, cuyos monasterios se contaban a centenares, sufrieron la presin y
muchas veces la persecucin de los rabes llegados a la conquista de las principales ciudades de Palestina y de
Siria. Los monjes se refugiaron en otros lugares, primero en el Asia Menor y luego en Occidente, sobre todo en
Roma, donde exista una importante colonia siria; avanzaron a lo largo del valle del Tber, hasta Umbra, ms
concretamente hasta las regiones de Perusa y Espoleto, llevando consigo su teologa, a veces sus herejas
(monofisismo), sus libros iluminados y su arte. Un siglo ms tarde, a consecuencia de las luchas iconoclastas de
Oriente, Europa occidental se vio invadida por otra ola de monjes, griegos y sirios, que huan con sus preciosos
iconos.
Estas circunstancias histricas explican el que encontremos en Umbra un arte religioso bastante peculiar, cuya
dominante es siria, con una ligera influencia bizantina y un evidente carcter umbro. As, en Umbra y Toscana
aparecieron muchos crucifijos sirio-umbros, que tienen entre s numerosos puntos en comn; hay ejemplares en
Espoleto, Perusa, Ass, Pisa, Siena y Florencia.
4. El Crucifijo de San Damin
El Crucifijo de San Damin es del siglo XII, y tiene muchos puntos en comn con el de la catedral de Espoleto,
atribuido a Alberto Sozio que lo habra pintado en 1187, y con el de Sarzana, pintado por Gulielmo en 1138. La
forma de la cruz y el Cristo son idnticos, pero los personajes estn colocados en distinto orden: en el de Espoleto,
Mara est a la derecha y Juan a la izquierda de Jess; en cambio, en el de San Damin, Mara y Juan aparecen a la
derecha de Cristo, segn la antigua tradicin siria, y las mujeres estn agrupadas a la
izquierda, con el centurin. La pintura de Ass se distingue tambin por su mayor
delicadeza y por su esmerada ejecucin.
Desconocemos la fecha exacta en que se pint este icono, pero todos los icongrafos
afirman unnimes su origen umbro; sera obra de un artista de Espoleto, que lo pint
en el siglo XII. En efecto, el valle de Espoleto, que haba acogido siglos antes a los
monjes sirios, era tambin un lugar de paso muy frecuentado por los mercaderes que
se dirigan desde el norte hacia el sur y viceversa, por los peregrinos que acudan a
Roma o al Monte Grgano, y por los cruzados. Espoleto era una encrucijada en la
que confluan ideas y culturas. Esto explica que se convirtiera en centro cultural y
artstico. Por las mismas razones, el Crucifijo de San Damin tiene influencias de
distintas culturas, aunque predomina indiscutiblemente el carcter sirio.
Durante buena parte del siglo XIII, los crucifijos umbros y toscanos seguirn
representando la misma forma de cruz que en el siglo XII, pero Cristo y los
personajes habrn cambiado por completo de aspecto: ser un Cristo paciente,
inmerso en la angustia de la agona, o ya muerto; los personajes que lo rodean
manifestarn un profundo dolor. Los historiadores atribuyen con frecuencia este
cambio al influjo de san Francisco; la verdad es que hay que atribuirlo a sus discpulos, como veremos ms
adelante.
II. ASPECTO TEOLGICO
Este rpido examen del aspecto arqueolgico nos facilita abordar ahora el sentido teolgico y espiritual del
crucifijo sirio y, ms en particular, del Crucifijo de San Damin. Esta indagacin es esencial para comprender lo
que le ocurri a Francisco de Ass cuando contempl el icono de San Damin.
1. El crucifijo sirio
Nacido en Jerusaln, el cristianismo se difundi por el mundo desde la ciudad de Antioqua, puerto muy
frecuentado entre Oriente y Occidente. Esta ciudad se convirti muy pronto en sede de un obispado cuya
irradiacin e influencia teolgicas estn fuera de toda duda: basta pensar en el influjo de san Ignacio de Antioqua.
Hubo muchas otras personalidades, otros escritores, conocidos o no, cuyas obras revelan todava hoy un
pensamiento teolgico distinto del de Bizancio o del de Cartago. Por definirlo con una sola palabra, este
pensamiento es jonico.
El apstol Juan vivi mucho tiempo en feso, pero haba residido antes en Antioqua, como afirma san Efrn, y
ejerci una influencia innegable sobre Siria, Capadocia y toda el Asia Menor. Hacia el ao 110, Ignacio de
Antioqua escribi sus Cartas, que slo contienen una cita explcita del evangelio de Juan, pero que sin duda
definen a Ignacio como testigo de la tradicin jonica. En la misma poca, Policarpo de Esmirna, discpulo de
Juan, escribe su Carta a los filipenses, en la que cita textualmente a 1 Jn 4,2-3 y a 2 Jn 7, y en la que emplea
diversas expresiones que se encuentran en el evangelio de Juan.
En la primera mitad del siglo II se escribi tambin una obra siria, que permaneci luego desconocida por largo
tiempo, con el ttulo de Odas de Salomn. Esta obra, originaria de Antioqua o de Edesa, y de indiscutible
influencia jonica, tiene muchos puntos en comn con la himnologa siria: su lenguaje y teologa atestiguan que su
autor fue un jadeo-cristiano. El tema ms frecuente es el del Verbo, considerado en un movimiento descendente
(humillacin) y ascendente (exaltacin): Cristo se abaja hasta la cruz, pero triunfa y es exaltado por su combate en
la cruz.
Estas Odas son un documento muy importante para nosotros, pues condensan en pocas pginas la misma
enseanza que encontramos en el arte sirio y, ms concretamente, en la representacin de la crucifixin; por tanto,
tambin en el Crucifijo de San Damin. Su enseanza es fundamentalmente jonica. Ahora bien, como indica con
tanto acierto el cannigo Osty, para Juan, Jess no slo es el Mesas de Israel (Mateo), el Hijo de Dios (Marcos),
el Salvador (Lucas); es tambin el Verbo encarnado que les revela a los hombres a Dios invisible y les trae la Luz y
la Vida. Los poderes de las tinieblas se agrupan contra l, pero son derrotados. Ah radica el drama
conmovedor que constituye el tema fundamental de todo el evangelio (de Juan); este drama se despliega
rigurosamente en una sucesin de relatos, discursos y smbolos, en los que las fuerzas del mal parecen salir
victoriosas, pero esto es mera apariencia: Jess est por encima de los acontecimientos... y la muerte ignominiosa
a que es condenado, y de la que el evangelio habla siempre con trminos de soberana nobleza, es el camino de la
gloria para Jess, y el de la salvacin y la vida para sus fieles.6 Las Odas de Salomn7 afirman la misma doctrina,
pero con lenguaje potico:
Padre, luz; Jess es la Vida y puede resucitar a los muertos, sin embargo va a la muerte y lo dice (Jn 11,48-50;
12,1-10). Pero esta muerte es la fuente de la salvacin, y Efrn insiste en que Cristo vence al mundo (Jn 14,30;
16,33), cura a las criaturas mediante el bautismo de su muerte y es glorificado por el Padre (Jn 17,1-5). Efrn
insiste tambin en la presencia de Mara y Juan unidos junto a la cruz, y en la lanzada de la que brota sangre como
de una fuente: Jess estaba muerto y vive; esta sangre que mana del costado contiene la vida. Por eso canta Efrn
en sus himnos al Cristo victorioso: Adn fue vencido por el rbol, Cristo venci por el rbol y exaltar a los justos,
pues l es la puerta viva del paraso (Jn 10,7). Por tanto, hay que cantar y alabar a Aquel que nos salva.
Efectivamente, el sentido de la alabanza y de la exaltacin es una de las caractersticas de los escritos sirios. Los
escritores, y tambin los artistas, unos y otros en su propio lenguaje, no se contentan con exposiciones platnicas;
invitan a cantar y glorificar al Seor Jess que se abaj hasta nosotros y se elev hasta el cielo; manifiestan una
autntica exultacin al ver las obras del Salvador, especialmente la Redencin. Abundan en el grito de alegra:
Aleluya!, en estribillos de alabanza: Alabanza a tu justicia que exalta al vencedor! (Efrn, Himno 1,1);
Bendito el que alej la espada del Paraso con la lanza con que fue atravesado! (Id 2,1); Bendito el que con su
cruz abri la puerta del Paraso! (Id, 6, 1); Gloria a tu bondad, que tiene piedad de los pecadores! (Id, 12); etc.
Los textos sirios citados ms arriba, aunque tambin se sirven de los evangelios sinpticos, se sitan en la
perspectiva del evangelio de Juan. En ellos encontramos lo que vea X. Lon-Dufour en el cuarto evangelio y, ms
concretamente, en el relato de la Pasin: Una marcha triunfal de Jess hacia el Padre (Jn 13,1)... El lector no slo
es invitado a un acto de fe (Marcos), de adoracin (Mateo), de participacin (Lucas), sino que es arrebatado con
Jess en la marcha poderosa, soberana, triunfal que conduce a la cruz, ese trono desde donde Jess funda su
iglesia... el lector no est simplemente frente al misterio del destino divino que se cumple inexorablemente; est
dentro del misterio, puesto que Jess ya ha sido glorificado como prncipe.9 La cruz jonica o siria, misterio de
abajamiento y de gloria, invade al lector -o al espectador, si se trata de un icono-, del mismo modo que penetr el
corazn de Mara y el de Juan, el de las mujeres y el del centurin, y el de todo aquel que cree en Jess. A pesar de
las tinieblas que la envuelven, la cruz es para el creyente fuente de Vida y de Luz.
En una palabra, la teologa siria es sencilla y concreta: Dios salva al hombre de la muerte por su Hijo que se abaja,
se humilla y, as, da la Vida en abundancia; Jess vuelve al Padre arrastrando a los creyentes en pos de l. El
cristiano contempla la obra divina y, sobre todo, se une a Cristo humilde y poderoso, muerto y viviente, sigue el
mismo camino de Cristo, marcha con l (1 Pe 2,21). La teologa siria no tiene nada de bizantino en el sentido
peyorativo del trmino; es concreta, realista y marca profundamente la vida del cristiano. Esta teologa la
encontramos entera en el arte sirio que, como se sabe, es sobre todo obra de monjes, hombres de oracin y
contemplacin que plasmaban en iconos lo que antes haban meditado y vivido con detencin. Los crucifijos sirios,
incluso los influenciados por el arte bizantino, expresan esta teologa con un realismo y un simbolismo que se
funden armnicamente entre s, e inducen al espectador a la contemplacin, a la alabanza y a la participacin en la
obra de Cristo. Es lo que vamos a descubrir en el Crucifijo de San Damin.
del arte bizantino, la larga tnica siria sin mangas ha sido recortada por la mitad) es blanca, la aureola es dorada. El
nico color visible sobre el cuerpo de Jess es la sangre que brota a hilillos de las manos, los pies y el costado
derecho, como para derramarse sobre los asistentes que se tornan as partcipes del combate del Salvador.
La cabeza de Cristo merece especial atencin. No tiene corona de espinas ni sangre; si la palidez del cuerpo hace
pensar en un cadver, el tono ms oscuro del rostro, la ausencia de llagas y sangre y, sobre todo, los grandes ojos
abiertos demuestran que se trata de un ser vivo; los largos cabellos y la barba subrayan todava ms el rostro
viviente. Como en todos los crucifijos sirios, Jess est vivo, a pesar de la llaga del costado que significa la
muerte; sus ojos apacibles y serenos, unos ojos contemplativos que miran a lo lejos sin detenerse en un objeto o
una persona concretos, fijan la mirada, ms all de lo terreno, en Aquel que no le abandona nunca: El Padre y yo
somos una sola cosa (Jn 10,30; 17,22); El Padre est en m y yo en
el Padre (Jn 10,38; 14,11; 17,21); No estoy solo, porque el Padre
est conmigo (Jn 16,32).
El Hijo, que jams se separa del Padre, ha venido sin embargo en
medio de los hombres y ha muerto por ellos, para reconducirlos al
Padre y glorificar al Padre: Yo te he glorificado en la tierra, llevando
a cabo la obra que me encomendaste realizar (Jn 17,4). A su vez, el
Padre glorifica al Hijo: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo
(Jn 17, 1 y 5); Es mi Padre quien me glorifica (Jn 8,54). As, a
pesar de la presencia de sangre, la cruz se ha convertido en trono
donde Jess aparece tranquilo y majestuoso, digno y sereno, unido al
Padre en una paz que resplandece en todo su ser, verdadero Dios y
verdadero hombre. Pero haca falta la cruz para que pudiramos captarlo: Cuando hayis levantado al Hijo del
hombre, entonces sabris que Yo Soy (Jn 8,28). Esto es lo que expresa el icono de San Damin, y lo que
experimentan quienes lo contemplan de verdad.
Los otros personajes
A la derecha de Jess, y no a uno y otro lado, se encuentran Mara y Juan, inseparables como en todos los
crucifijos de tipo sirio: Mujer, ah tienes a tu hijo... Ah tienes a tu madre (Jn 19,26-27). Hay que fijarse con
atencin en su actitud. Contrariamente a lo que a veces se ha afirmado, Mara no est paralizada por el dolor, ni
tampoco Juan, antes bien permanecen serenos, casi sonrientes; su mano
derecha seala a Jess, Dios y hombre, vencedor del mal y de la muerte,
glorificado por el Padre. Cuanto hemos dicho de Cristo, personaje central
del icono, lo leemos reflejado en la actitud de Mara y Juan: Mara aprueba
la obra de su hijo y participa en ella; Juan, que en su evangelio expondr
ampliamente el misterio de Jess, est junto a Mara y, con ella, aprueba con
idntico gesto la obra de Jess.
A la izquierda de Cristo, siguiendo la descripcin del cuarto evangelio (Jn
19,25), estn Marn Magdalena y Mara, mujer de Clops; sus nombres
aparecen escritos bajo sus pies. Su actitud es serena, como la de Mara y
Juan. Mara Magdalena mira al centurin, que est proclamando su fe; con
un gesto de emocin, pero sin manifestar tristeza, acerca la mano izquierda a
la garganta, igual que la madre de Jess; como el centurin, cree, y tambin ama, pues ella fue curada y convertida
por Jess, y su corazn arde de amor a su Seor;11 as lo demostrar, adems, la maana de Pascua (Jn 20, 1-2 y
11-18). Mara de Clops, entre Mara Magdalena y el centurin, contempla a Cristo y lo seala con la mano,
expresando tambin su admiracin. El centurin mira a Jess; est como
ausente de todo lo dems; su mirada y su gesto expresan la palabra referida
por los sinpticos: Verdaderamente ste era Hijo de Dios (Mt 27,54).
Encima del hombro izquierdo del centurin se ve un personaje no
identificado. Algunos comentaristas piensan que es el hijo del centurin al
que cur Jess (Jn 4,46ss); otros, basndose en la superposicin de curvas
existentes sobre la cabeza del personaje, creen que se trata de varios
personajes o incluso de una muchedumbre simblica que se asocia a la fe
del centurin. Aunque hipottica, esta ltima explicacin concuerda muy
bien con el significado del conjunto: Jess vencedor, en quien convergen
todas las miradas: Mirarn al que traspasaron (Jn 19,27); Cuando hayis
levantado al Hijo del Hombre, entonces sabris que Yo Soy (Jn 8,28).
A la altura de las rodillas de Cristo, a su derecha, est el lancero Longino,
como indica la inscripcin, y a su izquierda, el soldado con la esponja de,
vinagre, llamado Esteban por la tradicin. Son mucho ms pequeos que los dems personajes, pero tambin ellos
participaron a su modo en la obra de Cristo. Los cuatro evangelistas relatan que a Jess le dieron vinagre, pero slo
Juan afirma que Jess lo tom (Jn 19,30); en cuanto a la lanzada del costado, slo Juan la refiere, y con insistencia
(Jn 19,34; cf. Jn 20,24-29). La presencia de Longino y de Esteban se debe a la influencia jonica y se ajusta a la
antigua tradicin siria.
En la parte inferior de la cruz, no tan bien conservada como el resto, se distingue, junto a la pierna izquierda de
Jess, el gallo que cant tras la negacin de Pedro, acontecimiento relatado por los cuatro evangelistas, pero al que
Juan atribuye una importancia particular, pues l fue el nico testigo de tal hecho (Jn 19,25-27). El personaje
situado debajo del gallo es apenas visible, y difcil de identificar; probablemente se trata de Pedro. Por ltimo, bajo
los pies de Jess haba seis personajes, de los que slo dos son todava visibles; generalmente se piensa que son
santos del Antiguo o del Nuevo Testamento, participantes del misterio de Cristo vencedor; segn otras hiptesis, se
tratara de los apstoles en el momento de la ascensin de Jess, o seran santos especialmente venerados en
Umbra.12
La parte superior de la cruz
La inscripcin que hay encima de la cabeza de Jess est tomada textualmente del evangelio de Juan: Jess
Nazareno, el Rey de los Judos (Jn 19,19). Todos los crucifijos sirios adoptaron esta frmula, que se impuso luego
en Oriente y Occidente. Juan insiste en este ttulo de Jess y refiere con detalle las gestiones llevadas a cabo por las
autoridades judas con el propsito de que Pilatos modificara la inscripcin (cf. Jn 19,21-22). Efectivamente, el
rtulo contiene una de las enseanzas teolgicas predilectas de Juan: las palabras Jess Nazareno se oponen a la
denominacin el Rey de los Judos, e inducen a pensar en el episodio, relatado por el mismo Juan, en el que
Natanael declara con franqueza: De Nazaret puede salir cosa buena? (Jn 1,46); en el versculo anterior Jess es
llamado el hijo de Jos, el de Nazaret; este hombre, un hombre verdadero, originario de Nazaret e hijo de Jos,
es el Rey de los Judos, descendiente de David, el esperado, aquel de quien Natanael dir a continuacin: Rabb,
Los ngeles de los brazos de la cruz, tres a cada lado, sealan a Cristo, igual que los personajes principales; estn
llenos de admiracin por lo que sucede ante sus ojos: la lucha victoriosa de Cristo. Las miradas y gestos son muy
elocuentes. Los diez ngeles del pice de la cruz rodean un medalln en el que se representa a Jess ascendiendo al
cielo, llevando una cruz de asta larga en la mano izquierda, una cruz triunfal de origen copto. Es la apoteosis: el
ciclo se ha completado, el vencedor entra en la gloria, es glorificado por el Padre, cuya mano bendecidora aparece
en un semimedalln; el Padre acoge a su Hijo y aprueba su obra (cf. Jn 1,14; Hch 1,5ss). Jess es realmente el Hijo
nico que vuelve al Padre; en medio de los ngeles, eleva su mano derecha hacia el Padre con un gesto de ofrenda
y de alegra: Yo os aseguro: veris el cielo
abierto y a los ngeles de Dios subir y bajar
sobre el Hijo del hombre (Jn 1,51).
El Crucifijo de San Damin es, por tanto,
de inspiracin siria y jonica. Lo que el
pintor umbro aade por propia iniciativa no
hace ms que acentuar este aspecto. La
imagen expresa una verdadera sntesis de
la teologa siria, marcada toda ella por la
influencia del cuarto evangelio: Jess es la
Palabra hecha carne, enviado por Dios a la
tierra, donde da la vida a los hombres; una
vez cumplida su misin, vuelve al Padre
tras haber sido elevado de la tierra en la
cruz y haber atrado a los hombres a l;
quienes creen, le siguen hacia el Padre.
Mirando este crucifijo, se comprenden mejor los aleluyas y aclamaciones de alabanza del autor de las Odas de
Salomn; contemplndolo, tambin nosotros sentimos el deseo de alabar a Dios.
El Crucifijo de San Damin no tiene nada de triste ni doloroso. No es, sin embargo, un Cristo en la gloria, tal como
se le representa en los mosaicos bizantinos o en las esculturas romanas; es un Cristo vencedor tras un combate en
el que ha perdido su sangre. Como afirma L. Hardick, desde el punto de vista teolgico este crucifijo es de una
riqueza nica en el mundo: expresa el misterio pascual total y universal de Cristo e invita a todos a participar de
este misterio con una fe viva y vivida.15
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CONTINA
NOTAS:
1) F. de Beer, La conversion de saint Franois selon Thomas de Celano, Pars, Ed. Franciscaines, 1963, 194213; O. Schmucki, Das Leiden Christi im Leben des hl. Franziskus von Assisi, en Col Fran 30 (190) 5-30, 129145, 241-263, 353-397.
2) K. Esser, Die Opuscula des hl. Franziskus von Assisi, Grottaferrata, 1976, 360.