Ebook Miranda PDF
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Currculum, Sujetos
y Prcticas Educativas
La perspectiva de la investigacin
en Argentina y Brasil
Formacin de Profesores,
Currculum, Sujetos
y Prcticas Educativas
La perspectiva de la investigacin
en Argentina y Brasil
Estela M. Miranda y Newton A. Paciulli Bryan (coord.)
Autores
Gloria E. Edelstein / Daro Fiorentini / Dilma Fregona,
Mnica Villarreal / Mara Graciela Fabietti / Adela Coria
Dirce Zan / Dbora Jeffrey / Dione Lucchesi de Carvalho
Maria Da Glria Gohn
Formacin de profesores, curriculum, sujetos y prcticas educativas. La perspectiva de la investigacin en Argentina y Brasil. / Gloria E. Edelstein ... [et.al.] ; compilado por Estela M.
Miranda y Newton A. Paciulli Bryan. - 1a ed. - Crdoba : Universidad Nacional de Crdoba, 2013.
E-Book.
ISBN 978-950-33-1106-6
1. Formacin de Profesores. 2. Educacin. I. Gloria E. Edelstein
II. Miranda, Estela M., comp. III. Bryan, Newton A. Paciulli,
comp.
CDD 371.1
Referatos:
Dra. Elena Achilli (Universidad de Rosario, Argentina)
Prof. Dr. Afrnio Mendes Catani (Universidad de San Pablo, Brasil)
Diagramacin de interior y diseo de tapa: Lorena Daz
ISBN: 978-950-33-1106-6
Crdoba, Universidad Nacional de Crdoba, 2013
ndice
Presentacin
Estela M. Miranda, Newton A. Paciulli Bryan (Coord.)
Primera parte:
Formacin de profesores, currculum
y prcticas educativas
1. Prcticas y residencias en la formacin de docentes.
Claves de anlisis de opciones terico metodolgicas
23
Gloria E. Edelstein
67
Dilma Fregona
85
123
143
Adela Coria
Segunda parte:
Sujetos y procesos de escolarizacin en contextos diversos
7. Estudos sobre juventude no Brasil dos ltimos 50 anos 189
Dirce Zan
213
Dbora Jeffrey
229
265
283
Presentacin
El libro que estamos presentando tiene como propsito dar continuidad a un proyecto colectivo de publicaciones iniciado en (Re)Pensar
la Educacin Pblica. Aportes desde Argentina y Brasil1, donde
recuperbamos las producciones de profesores que participaron de
cursos, seminarios y conferencias dictados en el marco del Programa Binacional de Centros Asociados de Posgrado Argentina/Brasil
(CAPG-BA), entre el Doctorado en Ciencias de la Educacin de la
Universidad Nacional de Crdoba y el Doctorado en Educacin de
la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP).
En este volumen las temticas que abordan los profesores-investigadores de ambas instituciones dan cuenta de la diversidad y
de las prioridades en las agendas de la investigacin educativa de la
regin. Formacin docente, polticas curriculares, evaluacin, tecnologas de la enseanza y prcticas educativas de jvenes y adultos en
escenarios diversos de escolarizacin, constituyen conceptos potentes
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E. M. Miranda / N. A. P. Bryan
abordados desde la reflexin sistemtica y rigurosa que aporta la investigacin en nuestros pases.
Por ms de una dcada las reformas neoliberales de los sistemas educativos otorgaron a la formacin de profesores, a las prcticas evaluativas y al curriculum un carcter instrumental, atado a
lgicas de productivismo, eficiencia y control de calidad. Reflexionar
crticamente y desde perspectivas fundadas en una extensa e intensa
trayectoria de indagaciones posibilita replantear relaciones y re-visitar
espacios y prcticas de formacin de docentes para nuevos contextos
polticos y sociales. Nuevos contextos que reclaman revisar la responsabilidad social de la universidad en la formacin de profesores
para articular otra(s) relacin(es) universidad-escuela superadora(s)
del fracaso de la comunidad acadmica en formar profesores y en la
produccin de conocimientos que transformen cualitativamente las
prcticas escolares, como provocativamente propone Daro Fiorentini. Supone tambin avanzar en un trabajo colaborativo y de mutuo
intercambio -docencia e investigacin de las prcticas- como instancia superadora de ese distanciamiento, facilitando el acompaamiento con la reflexin sobre una prctica multifactica de intervencin
como seala, desde una profunda mirada analtica, Gloria Edelstein.
Otras formas de investigar las prcticas docentes, en aproximacin con las nuevas tecnologas, se plantean articular la tarea de
docentes e investigadores en la produccin de conocimiento sobre la
enseanza y la evaluacin en el escenario del aula.
Nuevos posicionamientos tericos, a partir de la revisin crtica de estudios que en su contexto histrico resultaron frtiles, abren
a nuevas categoras analticas para comprender procesos de escolarizacin formal y no-formal emergentes de proyectos emancipatorios
gestados por movimientos sociales y sindicales de profesores.
Este libro est estructurado en dos partes. En una primera parte un conjunto de escritos enfocan, desde diferentes y complementarias perspectivas analticas, la formacin de profesores (inicial y
en ejercicio), las polticas curriculares y prcticas educativas articulando macro y microcontextos de produccin e intervencin.
Presentacin
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Gloria E. Edelstein en Prcticas y Residencias en la formacin de docentes. Claves de anlisis de opciones terico metodolgicas apelando a una extensa y rica experiencia en formacin
de profesores nos propone reflexionar sobre las cuestiones nucleares
(...) de una prctica polifactica de intervencin en dicho campo.
Enfatizando como tarea central de la prctica docente el trabajo en
torno al conocimiento, reconoce en diferentes niveles las tensiones
y mltiples determinantes que la atraviesan y complejizan la tarea
cotidiana: nivel macro-social, meso-institucional y micronivel (aula).
La autora atribuye el desplazamiento de la centralidad del trabajo
en torno al conocimiento que el docente despliega su trabajo en
un mbito particular en el que tambin circula el poder, espacios de
micropoder, manejos sutiles en muchos casos, donde el nexo saberpoder cobra significativa relevancia. Desde el enfoque etnogrfico
revaloriza el papel de la teora articulada con el trabajo de campo
para analizar lo micro y macrosocial; proponiendo una postura de
pluralismo y flexibilidad en lo metodolgico que posibilite observar
y analizar la realidad educativa centrada en la escuela y en el aula. Es
importante destacar en este captulo, adems de la identificacin de
un conjunto de problemas de orden curricular, disciplinar y de los
procesos de residencia, las ideas e interrogantes respecto de ncleos
centrales de problematizacin en las decisiones terico-metodolgicas en los procesos de formacin inicial de profesores. Apelando a
Edgard Morin la autora propone examinar no slo la complejidad
de toda realidad sino la realidad de la complejidad para enfrentar
la interpelacin de las condiciones y dispositivos institucionales en
la produccin de saberes pedaggico-didcticos en los espacios de
prctica y residencia.
En el captulo sobre Quando acadmicos e professores se
unem para construir docncia como uma profisso baseada na
investigao, Dario Fiorentini problematiza la relacin entre la Universidad y las escuelas de educacin bsica planteando caminos para
superar los actuales problemas. Identifica como principal evidencia
de la existencia de problemas en esa relacin la desarticulacin en-
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Presentacin
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Presentacin
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En el captulo Estudos sobre a juventude do Brasil nos ltimos 50 anos Dirce Djanira Pacheco e Zan presenta un amplio
panorama de los estudios sobre la juventud brasilera. Inicialmente,
la autora traza una mirada histrica de los estudios sobre la juventud
desde el Iluminismo, en el Siglo XVIII, hasta la actualidad enfatizando en los abordajes relacionados con la juventud brasilera. Despus
de contextualizar esos estudios en el anlisis de las transformaciones
de la sociedad brasilera, Dirce Pacheco e Zan examina la produccin
acadmica sobre el protagonismo de la poblacin joven en los movimientos sociales y los problemas actuales relacionados con su cotidiano como la educacin, el consumo, el ocio y la violencia. Concluye
su anlisis mostrando que si en los aos 1960 los estudios abordaban
principalmente los jvenes estudiantes universitarios oriundos de las
clases medias, a partir de los aos de 1980 el foco de los trabajos
paso a incluir otros segmentos juveniles, especialmente las clases populares. Adems, las investigaciones realizadas en ese perodo dieron
nfasis a la diversidad que caracteriza esos sujetos sociales, especialmente en lo que se refiere a las prcticas sociales y a los estilos de vida.
Los ltimos estudios incluyeron las mltiples identidades juveniles
construdas en contextos marcados por cambios econmicos, sociales
y culturales asociados al proceso de globalizacin.
Dione de Carvalho procura comprender los fenmenos relacionados a la no-conservacin de las habilidades de lectura y escritura en personas jvenes y adultas, que presumiblemente las haban
adquirido cuando participaron de programas de Educacin de Jvenes y Adultos (EJA). En el captulo A interao com a(s) cultura(s)
das pessoas jovens e adultas: escolarizao e letramento, la autora
hace una revisin crtica de los estudios que, en las dos ltimas dcadas, focalizaron en las dimensiones autnomas e ideolgicas de la
alfabetizacin como manifestacin cultural. El anlisis crtico de la
literatura sobre el tema muestra que enfatizar la dimensin autnoma
enmascara los presupuestos culturales e ideolgicos que sostienen las
prcticas comunitarias, locales y cotidianas de la alfabetizacin, atribuyndoles carcter neutral y universal; el enfoque social, al contra-
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Presentacin
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En el ltimo captulo titulado Movimentos sociais e Educao no Brasil Maria da Glria Gohn mapea, teniendo como referencia tesis de doctorado todava no publicadas, los movimientos
sociales por la educacin formal o no-formal situndolos en su contexto histrico; y focaliza en uno de los sujetos los profesores actuando en movimentos sindicales. En la dcada de los aos 1970, en
contexto de rgimen dictatorial militar, emergen movimientos que
empuan la bandera de la educacin, constituidos principalmente
por profesores que luego se institucionalizan en asociaciones profesionales. La dcada del 80 es caracterizada por la autora como marcada por luchas por la redemocratizacin y la institucionalizacin de
las demandas educativas que culminaron en la promulgacin de la
Constitucin de 1988. En los aos noventa, los movimientos sociales
reivindican los derechos de la poblacin indgena por la educacin y
las cuestiones ecolgicas. El nuevo milenio presencia el inicio de la
reconstitucin del papel del Estado en la educacin y la militancia de
los movimientos sociales por el control pblico de las instituciones
pblicas. Concluyendo su anlisis de ese rico perodo la autora coloca
sintticamente como premisa fundamental que la participacin de
la sociedad civil en las luchas por la educacin no es para sustitutir al
Estado, sino para que ste cumpla su deber de atender una educacin
de y con calidad para todos.
Del mismo modo que lo hiciramos en el primer libro se trata
de dar visibilidad y compartir las producciones de los profesores-investigadores que desarrollaron misiones de trabajo (MT) entre Julio
de 2007 y Diciembre de 2011. En ese perodo se realizaron 42 Misiones de Trabajo (Profesores) y 40 Misiones de Estudio (doctorandos)2, lo que da cuenta de un rico intercambio acadmico en cursos/
seminarios, conferencias, grupos de discusin con los estudiantes de
doctorado, intercambios de bibliografa que fue donada a las bibliotecas institucionales, reuniones de los grupos de investigacin sobre
temticas comunes, participacin de los profesores en tribunales de
tesis y en bancas de qualificaao para evaluar tesis de doctorado, participacin en eventos cientficos tanto de los profesores como de los
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Presentacin
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tivas pluralistas de abordaje, que abra a alternativas ms justas e igualitarias, reconociendo las mltiples y complejas realidades sociales y
educativas que reclaman ser atendidas en los procesos de integracin
regional latinoamericana.
Los coordinadores
Notas
1 Miranda, E. y Bryan, N.P. (Edit.) (2011) (Re) Pensar la Educacin Pblica. Aportes
desde Argentina y Brasil. Crdoba, Editorial de la FFyH-UNC.
2 Entre julio de 2007 y diciembre de 2011, se realizaron 20 Misiones de Trabajo
(MT) de profesores del Doctorado en Ciencias de la Educacin (UNC) al Doctorado en Educacin de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP) y 22 MT de
Unicamp a la UNC. En cuanto a las Misiones de Estudio (ME), de doctorandos, el
Programa prev la realizacin de estancias de entre uno y tres meses. La distribucin
de los desplazamientos para el perodo mencionado fue la siguiente: desde UNC a
UNICAMP: 18 doctorandos; desde UNICAMP a UNC: 22 doctorandos.
Primera parte:
Formacin de profesores,
currculum y prcticas educativas
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Prcticas y residencias
en la formacin de docentes
Claves de anlisis de opciones
terico metodolgicas1
Gloria E. Edelstein
Introduccin
Interpelar la experiencia de los ltimos aos en la formacin de profesores signific un doble esfuerzo: seleccionar las cuestiones nucleares que permitieran dar cuenta de una prctica polifactica de intervencin en dicho campo, e intentar hacerlo a partir de una exigencia
de sntesis impuesta por los lmites necesarios que plantea ajustarse
a un texto escrito a los fines de su publicacin. Como suele ocurrir
frecuentemente ante circunstancias de esta naturaleza, se entremezcla
el deseo con una imposibilidad: dar cuenta de un quehacer, sin tornearlo, sin violentarlo de alguna manera. Posibilidad que, al mismo
tiempo, en tanto memoria de experiencia, de descubrimiento de nuevos sentidos acerca de una prctica que permite su recreacin.
Rememorar lo vivido, encuentra un atajo cuando se resuelve
en una seleccin-opcin. En tal sentido, una primera aproximacin
nos conduce a:
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Acerca de lo aprendido:
los hallazgos en trminos conceptuales.
Avanzar en precisiones al caracterizar
las prcticas docentes como objeto de estudio
Como ocurre con otras prcticas sociales, la prctica docente no
es ajena a los signos que la caracterizan como altamente compleja.
Complejidad que deviene en este caso del hecho de que se desarrolla
en escenarios singulares, bordeados y surcados por contextos particulares. Signada por esta impronta, es evidente la imposibilidad de
uniformar. En el esfuerzo de analizarla, se pasa de la homogeneidad a
la diversidad, de las certezas a la incertidumbre, de los conjuntos de
perfiles claros a otros borrosos.
Los mltiples determinantes que atraviesan y complejizan la
prctica docente impactan sensiblemente en la tarea cotidiana. Ello
hace que est sometida a tensiones y contradicciones que provocan
en muchos casos un corrimiento de aquello que es su tarea central: el
trabajo en torno al conocimiento. En este sentido, el tiempo permite
reconocer que en los procesos formativos resulta de inters diferen-
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ciar las razones que den cuenta de este corrimiento desde niveles o
escalas diferentes.
Desde un nivel de anlisis macrosocial, tales tensiones remitiran, entre otras cuestiones, al impacto de condiciones que regulan
las prcticas (Bonafe, 1988): las polticas y su expresin en diferentes
formas de regulacin y prescripcin; los discursos como expresin
legitimadora de la apropiacin social de la prctica (en gran medida
contradictorios); las agencias, como instancias organizativas de determinacin en los diferentes niveles de concrecin curricular; y, en
relacin con ello, el papel de la administracin y el control, la elaboracin y comercializacin del material curricular, la produccin de
conocimiento pedaggico especializado; la multiplicidad y diversidad de escenarios que constituyen el contexto espacio-temporal de las
prcticas y las representaciones y significaciones con las que se dota
ese contexto. Las culturas y los significados especficos que se producen en relacin con estas prcticas, creencias, mentalidades, asunciones arraigadas en los distintos agentes de la comunidad; el mercado y
el control sobre la fuerza de trabajo; tambin las resistencias, es decir,
las formas de respuesta desde el sector docente a la hegemona.
En un nivel meso -institucional-, cabe aludir al tipo de organizacin en que esta prctica se inscribe: surcada por una red burocrtica (normativas, prescripciones); parte de una organizacin jerrquica
(en muchos casos todava ejecutora de decisiones tomadas por otros);
enfrentada a la desjerarquizacin laboral y a una significacin social
conflictiva (valorizacin-desvalorizacin) (Achilli, 1988).
A partir de un registro de otro alcance, de micronivel, se puede
advertir que, fruto de pautas internalizadas, se generan representaciones ilusorias que oscurecen el reconocimiento de este quehacer. Entre
otras, olvidar el atravesamiento de cuestiones externas al trabajo en
el aula, amparados en la ilusin de autonoma; la idea de atencin
a las caractersticas particulares de los alumnos o del grupo, cuando
en muchos casos se est sujeto a visiones prejuiciosas, marcadas por
definiciones desde el perfil de alumno ideal. A esto se agrega la ilusin
de trabajar desde un planteo de informalidad cuando en realidad se
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complejidad de estas prcticas, cuya aprehensin y trabajo de inteligibilidad requieren metodologas alternativas, muy distintas de aquellas que ponen en prctica los dispositivos cientficos cannicos. Esta
complejidad reclama una lectura molar, holstica y ya no molecular:
una perspectiva multireferencial donde la alteracin, el conflicto, el
juego de las contradicciones ocupen posiciones centrales; donde lo
imaginario y lo inconsciente, la fantasa, la vida afectiva, especialmente el peso de las implicaciones, no queden separados, solapados
en el conjunto de los datos. Se modifican as profundamente las relaciones entre implicacin y distancia, siempre necesarias, paradjicamente, al abordar el estudio de prcticas sociales.
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existen diversificados patrones de interpretacin. Se hace imprescindible, en consecuencia, procurar descentrarse de los propios parmetros, desabsolutizar el propio referencial.
Desde este enfoque, la reconstruccin de los procesos por los
cuales los sujetos se apropian diferencialmente de las cosas, conocimientos, costumbres, usos, tiempos, espacios, relaciones, reglas de
juego admiten la descripcin de tramas de evidencia diversa que se
considera esencial capturar en direccin a avanzar en la comprensin
de lo singular.
Los aportes de la perspectiva socio-antropolgica son ampliados luego desde los desarrollos de la narrativa en investigacin educativa, por el valor de apelar y a la vez recuperar a lo largo del proceso
relatos de experiencias de formacin. Por cierto, una lectura de esta
naturaleza demanda una sustancial modificacin de las pautas de trabajo ms extendidas respecto de la observacin y anlisis de prcticas
docentes, sobre todo despegarse del atravesamiento evaluativo que,
en muchos casos, las caracteriza. Es necesario, entonces, apoyarse bsicamente en procesos de reflexin no exentos de intencionalidad,
superando posiciones objetivistas que acenten la rigurosidad de las
descripciones y, as, interesarse particularmente por encontrar nuevos
caminos y formas de acceso a los sujetos, las situaciones y procesos
objeto de estudio.
La complejidad de las prcticas reclama ser conscientes de la
importancia de ampliar los registros sobre las mismas y, para ello,
remitir a diferentes campos de conocimiento, integrando categoras
tericas de referencia y herramientas metodolgicas, explorando en
diferentes fuentes y dando lugar al trabajo interdisciplinario. Ello
significa apelar a una posicin de reflexividad permanente, lo que
implica una particular sensibilidad terica y metodolgica tanto en
el investigador como en los sujetos comprometidos en las situaciones
objeto de indagacin. Sobre todo, a partir de entender que los procesos de conocimiento y comprensin inciden directamente en las
propuestas de intervencin.
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Estas versiones construidas desde las disciplinas, que en el currculum tienen su traduccin en las asignaturas, se extrapolan con
demasiada frecuencia al plantear en los diseos espacios que remiten
a diferentes disciplinas. Los nuevos curricula para la formacin docente estaran en este sentido abriendo curso a una oportunidad.
El problema reside en cmo aprovechar al interior de estos
espacios los aportes de profesionales formados en distintas disciplinas
que en razn de ello pueden llevar a cabo convergencias relacionales
innovadoras con una fuerte potencia explicativa y novedosa capacidad heurstica. Cmo hacer de esto la va principal de autorizacin,
de legitimacin de los espacios de la prctica en los planes de formacin de docentes?
Entendemos, en esta perspectiva, que los espacios curriculares
destinados a las prcticas, por su inespecificidad, al ser incorporados
en los diseos curriculares para la formacin, abren paradojalmente desde ese marco de ambigedad una potencialidad, la de reparar
ciertos vacos y vacancias en los planes de formacin, tanto a nivel
conceptual como metodolgico particularmente en atencin a la diversidad de contextos, realidades y prioridades regionales y locales.
Una construccin interdisciplinaria
Probablemente no surjan dudas en cuanto a que estos espacios requieren una construccin interdisciplinaria. De ah que resulte atinado revisar los debates sobre el tema.
Hoy se cuestionan sin timidez los seguros caminos del conocimiento. La incertidumbre no es una palabra de moda, es un signo
que pone precisamente en tela de juicio esta seguridad. El reto no es
simple, se han complejizado los objetos de conocimiento, se abre en
simultneo la bsqueda de nuevos caminos, maneras de abordar y
comunicar saberes en discusin. Segn Mara Saleme, ya no se trata de sumar conocimientos provenientes de campos distintos desde
una hiperespecializacin sino sencilla y dificultosamente de religar
conocimientos organizndolos con sentido integrador. No se trata en
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que permita reconocer los recorridos, los movimientos que cada sujeto va realizando en la generacin de la propuesta para las prcticas,
es sumamente operativo. Superar la apuesta individual a parmetros
de excelencia posibilitara rastrear la diversidad en los procesos, en
los estilos y modalidades de avance singularizados. El formador en
todo caso nicamente marca momentos y apuesta a concretar desde
una posicin de ayuda las mejores producciones posibles en cada situacin. Desplazamiento impostergable: girar el foco de atencin de
la observacin-calificacin a la construccin de conocimientos acerca
de las prcticas de la enseanza.
Nuevos enfoques de la evaluacin en los centros de formacin
podran dar lugar a un alto potencial generador de nuevos habitus
desde la formacin inicial de grado, que puedan al menos marcar una
huella en la actuacin profesional futura.
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Perrenoud). La pregunta al respecto sera: es posible ensear la lucidez? Quizs se trata simplemente de estar atentos, alertas. Tal vez ello
se vincule a una sensibilidad terica y metodolgica, una posicin
de reflexividad frente a las prcticas. Probablemente se juega en esto
una mayor comprensin de s, que solo puede hacerse sin violentar. Autntico conocimiento de s mismo, toma de conciencia menos
fugitiva. Puesta en tensin de esquemas, habitus en tiempo real y
en situacin. Trabajo de larga duracin, incierto y frgil, inmenso
trabajo personal que requiere capacidad de soportar las propias contradicciones.
En este punto creo- cabe una marcacin importante en trminos de interpelacin a ciertas posiciones sobre el tema. Los saberes
docentes son, como otros, cuestionables, revisables; no son sagrados.
Su valor residir justamente en la posibilidad de criticarlos y mejorarlos. El saber est en las razones pblicas que el sujeto da para
intentar validar con y a travs de la argumentacin un pensamiento,
una propuesta.
Ello implica restituir a los docentes un saber profesional slido y actualizado que hace a su propia identidad y especificidad y del
cual ha sido sistemticamente despojado; bregar por el acceso individual y colectivo al saber y al saber hacer especializado; hacer valer un
cdigo tico en el ejercicio de la profesin y, por tanto, la participacin responsable e informada en los espacios y procesos de discusin
y toma de decisiones que competen a su tarea. En esta perspectiva,
en coincidencia con Dussel, necesitan acceder a saberes renovados y
pluralistas, estar en contacto con instituciones y sujetos productores
de conocimientos de modo de abrirse a la cultura y el conocimiento
como mundos complejos. Esto significa recomponer, recrear, reformular los vnculos de los docentes con la cultura pero no desde su
exclusiva responsabilidad individual sino desde un movimiento social
a partir del cual se rejerarquice su papel en la produccin y transmisin de la cultura de la que forman parte. Cultura significada como
producto de dinmicas histricas y luchas sociales (Dussel, 2001).
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Bibliografa
ACHILLI, E. La prctica docente: una interpretacin desde los saberes del
maestro. Buenos Aires. CRICSO. 1986.
------------ Antropologa e investigacin educacional. Aproximacin a un enfoque indiciario. CRICSO. Facultad de Humanidades y Artes. Rosario. 1990.
AGENO, R. El Taller de educadores y la investigacin., en Cuadernos de Formacin docente. Rosario. Universidad Nacional de Rosario. 1989.
ALFIERI, F. y otros Volver a pensar la educacin.Vol. I y II. Morata. Madrid.
1995.
BECERRA, M.G., GARRIDO, M. R. y ROMO, R. M. De la ilusin al
desencanto en el aula universitaria. Una panormica ulica del curriculum,
en Desarrollo de la investigacin en el campo del curriculum. Mxico. UNAM.
1889.
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-------------- Investigar el arte de la enseanza. El uso de la etnografa en educacin. Paids. Barcelona. 1998.
Notas
1 El presente texto, elaborado con la intencin de su publicacin como captulo de
esta obra, se inicia antes de la publicacin del libro de mi autora Formar y formarse
en la enseanza, publicado por la editorial Paids, en septiembre de 2011. Por tal
motivo, algunas de las ideas expuestas en este caso estn desarrolladas en la obra
mencionada.
2 En Argentina, en los ltimos diseos curriculares para la formacin de docentes los
llamados Espacios de Prctica y las Residencias (pasantas institucionales intensivas)
que en algunos pases de Europa se designan como practicum se constituyen en ejes
que atraviesan todo el trayecto formativo.
3 Cabe aclarar que esta problemtica cobra especial significacin en Argentina y que
desconocemos el sentido y alcance que pueda tener en otros pases.
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Introduo
Para descrever e problematizar os diferentes modos de conceber e
desenvolver a relao entre a universidade e as escolas da educao
bsica, caracterizamos, inicialmente, as comunidades que as representam e suas respectivas prticas sociais. Embora ambas sejam constitudas por comunidades de docentes, tem sido recorrente chamar
a comunidade que atua na universidade de comunidade acadmica
e a que atua na educao bsica de comunidade profissional. Essas
denominaes j carregam consigo uma conotao ideolgica que
expressa uma diferenciao de classe e de funo social e que tem
influncia nos modos socioculturais de conceber e estabelecer relao
entre ambas. Geralmente se atribui comunidade acadmica o papel
da produo de conhecimentos e, por decorrncia, tambm o papel
de formar, com base nesses conhecimentos, os profissionais da escola
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Embora o professor universitrio continue, ainda, neste incio de sculo XXI, sendo reconhecido mais por sua performance
tcnico-cientfica que pelo seu desempenho didtico-pedaggico,
hoje, j possvel encontrar, nos diferentes institutos universitrios,
docentes que priorizam a docncia e seu papel como formadores
de profissionais. Estes, alm de buscarem qualificao didtico-
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Tem momentos, no diaadia da sala de aula, que estou sozinha lutando para que meus alunos gostem e aprendam matemtica. Muitos
cursos, artigos ou livros discutem assuntos que parecem ser baseados
em alunos perfeitos, ideais e ficam distantes da realidade do adolescente da minha escola (Freitas et al., 2005, p. 104).
Os resultados obtidos por essas pesquisas brasileiras no diferem muito do que mostram alguns estudos internacionais. O pesquisador canadense Tardif (2002, p. 257), por exemplo, nos diz que ainda muito grande a distncia entre os conhecimentos universitrios e
os saberes necessrios prtica profissional. A prtica profissional no
um campo de aplicao dos conhecimentos acadmicos; na melhor
hiptese, os professores os mobilizam e os transformam. Ou seja, a
prtica profissional um muro contra o qual vm se jogar e morrer
conhecimentos universitrios inteis, sem relao com a realidade do
trabalho docente dirio e nem com os contextos concretos do exerccio da funo docente.
Ao pressupor que a docncia se reduz transmisso e aplicao
de saberes construdos por quem no vive as prticas escolares, esse
modelo aplicacionista do conhecimento sugere a ideia de que o conhecer e o fazer so dissociados e tratados separadamente em unidades
de formao distintas e separadas e que o fazer est subordinado
temporal e logicamente ao conhecer, pois ensina-se aos alunos dos
cursos de formao de professores que, para fazer bem feito, eles devem conhecer bem e em seguida aplicar seu conhecimento ao fazer.
(Tardif, 2002, p. 271).
Ns da universidade sabemos pouco sobre as culturas de referncia social dos alunos que frequentam as escolas atuais, nem conhecemos as condies de trabalho docente nas escolas de educao
bsica. No sabemos formar professores para enfrentar os problemas
e desafios do trabalho docente em classes de alunos com diferenas
socioculturais e com diferentes nveis de alfabetizao. Imaginamos
que os futuros professores iro encontrar classes homogneas e alunos
interessados em aprender. Por outro lado, os professores da escola,
isolados e sem condies para estudar, no conseguem encontrar al-
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os processos de investigao conjunta entre formadores da universidade, futuros professores e professores da escola bsica (Grando et al.,
2009; Fiorentini, 2010; Fiorentini et al., 2011).
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de pesquisa com professores, de maneira que ambos possam desenvolver investigaes e conhecimentos sobre a prtica de ensinar e
aprender e de constituir-se professor.
O GEPFPM, a partir de 2004, tornou-se interinstitucional, envolvendo pesquisadores de quatro universidades. Este grupo
publicou, at 2010, trs livros que tematizam e divulgam estudos
sobre formao inicial e continuada de professores de matemtica, com destaque para as investigaes acerca da cultura, do desenvolvimento profissional, e das prticas investigativas de professores
que ensinam matemtica, com destaque especial para aqueles que
participam em grupos colaborativos.
O GEPFPM vem desenvolvendo atualmente um Programa de Pesquisa e Ao que inter-relaciona formao de professores e
desenvolvimento curricular em matemtica (PPA), envolvendo uma
rede constituda por quatro grupos de pesquisa em Educao Matemtica: PRAPEM (Unicamp); PFTDPM (Unesp-RC); GEM
(UFSCar); GRUCOMAT (USF). Cada um destes grupos coordena
grupos investigativos e colaborativos locais formados por professores universitrios, professores da escola bsica, graduandos e psgraduandos, os quais constituem comunidades de aprendizagem
profissional e de pesquisa sobre a prtica.
O foco de anlise dessas pesquisas : (1) o processo de
aprendizagem profissional de professores que ensinam matemtica em comunidades colaborativas e investigativas; (2) o processo
de aprendizagem matemtica dos alunos desses professores, sempre
que estes estudantes constituem salas de aula como comunidades de
aprendizagem em um cenrio exploratrio-investigativo; (3) o desenvolvimento de um conjunto de prticas curriculares de ensinar e
aprender matemtica sob uma abordagem exploratrio-investigativa e de incluso escolar e social.
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bem como as narrativas produzidas a partir deles, so objeto de leitura, anlise e interpretao conjunta do grupo. Essas narrativas depois
so revistas e/ou ampliadas, dando origem s narrativas de prticas e
de pesquisa dos professores e, finalmente, encaminhadas para publicao em revistas, em anais de congresso ou em livros. Nesse sentido, a modalidade narrativa de investigao dos professores do GdS
se aproxima, conforme Freitas & Fiorentini (2007), mais de uma
anlise narrativa do que de anlise de narrativas, como normalmente
acontece nas investigaes de aulas.
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D. Fiorentini
mentadas na prpria prtica profissional. Isso habilita os profissionais do ensino a se constiturem, ao mesmo tempo, em formadores e
aprendizes, com autonomia para estabelecer interlocuo com outras
comunidades, como a dos matemticos e a dos educadores em geral,
apropriando-se criticamente do que pertinente e reinventando o
que no atende s necessidades formativas e emancipativas dos jovens
e das crianas de sua escola. E, nesse sentido, aprendem e evoluem
tambm as comunidades docentes medida que os resultados desses estudos so publicados, discutidos e validados publicamente pela
prpria comunidade.
A comunidade acadmica, como j mostramos em Fiorentini
(2010), tambm aprende ao participar dessas comunidades investigativas, pois, ao investigar o desenvolvimento dos professores em contextos de prticas colaborativas e investigativas, se apropria da cultura
profissional construda a partir das prticas escolares e problematiza e
resignifica seus saberes e concepes acerca das prticas de formao
docente e do modo como podem iniciar os futuros professores nas
prticas investigativas com outros professores. Nesse contexto, o foco
privilegiado de pesquisa dos formadores pode ser sua prtica de formador junto a essas comunidades ou em prticas de formao de
futuros professores, sobretudo quando tentam proporcionar a eles as
bases conceituais e metodolgicas que os habilitam a se constiturem
pesquisadores de sua prpria prtica, tendo a colaborao de outros
professores. Ou seja, os formadores e os professores da escola, investigando juntos, constroem novos modos de ensinar e aprender, engajando os alunos da licenciatura como parceiros e co-responsveis pela
construo da docncia como uma profisso baseada na investigaco.
Bibliografa
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D. Fiorentini
67
Introduccin
En el marco de un espacio de estudio con estudiantes de posgrado
de la UNICAMP1 sobre nociones de la teora de las situaciones
didcticas (TSD), surgi la cuestin sobre qu nociones de dicha
teora sera importante que los docentes, en particular de escuela bsica, conozcan. Inmediatamente se plante el tema desde una mirada
que excede el enfoque de la TSD y se reformul en trminos de qu
necesita saber de didctica de la matemtica un docente de escuela
bsica para desarrollar de un modo ms placentero y enriquecedor la
tarea de ensear matemtica. La cuestin planteada es de gran actualidad, es objeto de numerosos trabajos acerca de la formacin inicial y
continua de docentes de diferentes niveles. Claramente, hay diversos
abordajes que dependen de posicionamientos polticos y enfoques
tericos.
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D. Fregona
Al respecto, Brousseau, investigador que desarroll inicialmente la TSD, expres en una oportunidad que lo importante para
los docentes era compartir un vocabulario que hiciera posible la comunicacin entre los diferentes actores, particularmente el que permite hacer pblicos proyectos de enseanza tanto al interior de los
establecimientos como en comunidades ms amplias que favorezcan
las interacciones con otros docentes, investigadores en el rea y resultados de investigaciones. An compartiendo esta posicin, hay una
amplia gama de propuestas posibles. El espacio en la UNICAMP
dio la posibilidad de exponer para su discusin aspectos de una propuesta de trabajo que estamos desarrollando en una oferta de formacin docente continua llevada a cabo, en forma conjunta, entre la
Facultad de Matemtica, Astronoma y Fsica (FaMAF) y la Facultad
de Filosofa y Humanidades (FFyH) de la Universidad Nacional de
Crdoba, Argentina.
El objeto de este trabajo es comunicar aspectos de esa experiencia de formacin continua2 con docentes de escolaridad bsica acerca
de la enseanza del sistema decimal de numeracin. Para ello, vamos
a resear brevemente el marco institucional en el cual se desarroll
dicho trayecto de formacin, cules eran las expectativas iniciales de
las docentes participantes, la perspectiva desde la cual se estudia un
sistema posicional, y un modo de anlisis de una leccin de matemtica en la escuela bsica en el cuarto ao de escolaridad- vinculada
con uno de los temas sobre la numeracin: la escritura de nmeros.
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Nuestro objetivo era desnaturalizar las reglas que rigen la escritura en el sistema decimal de los nmeros naturales y la vinculacin
entre el nombre de los nmeros y su representacin escrita. Para ello
decidimos involucrar a los docentes en actividades similares a las que
se proponen a los alumnos de los primeros grados de la Escuela Primaria, pero en sistema maya. En reiteradas oportunidades se explicit
la necesidad de trabajar con el sistema en base veinte, sin realizar
conversiones al sistema decimal.
El estudio comenz con una breve presentacin oral en torno a tres preguntas sobre los nmeros naturales: para qu se usan?,
cmo se escriben?, cmo se nombran? Identificado que los nmeros
naturales sirven para contar, el docente a cargo de la clase, comenz a
escribir en el pizarrn la sucesin de nmeros en sistema maya desde
el uno, destacando que el siguiente se obtiene agregando una unidad
al nmero anterior. Ante el desconocimiento del nombre maya y con
la consigna de no convertir al sistema decimal, las sucesivas cantidades eran representadas por escrito y descriptas oralmente. Poco a
poco la regularidad del sistema se puso en evidencia y varios docentes
podan anticipar en algunos casos cul era el siguiente elemento de la
sucesin: dos rayas y dos puntitos, dos rayas y tres puntitos, dos rayas
y cuatro puntitos... El pizarrn al cabo de unos minutos mostraba la
siguiente lista de nmeros:
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El trabajo estaba centrado en el descubrimiento de regularidades para escribir los nmeros. La regla de canje explicitada fue que
cuatro rayas en un nivel n se cambian por un punto en el nivel siguiente y si no quedan elementos en n, se dibuja un cero. Las actividades
que siguieron, para resolver individualmente o en pequeos grupos,
proponan ubicar en la casilla correspondiente ciertos nmeros en una
tabla de doble entrada segn los smbolos de las unidades o del primer agrupamiento, escribir los nmeros siguientes o precedentes
segn ciertas reglas por ejemplo de en a partir de ; comparar
y ordenar varios nmeros; dados dos dgitos, armar el mayor y el
menor nmero; resolver sumas y restas
Ante las dificultades encontradas para resolver las actividades
propuestas, algunas docentes no respetaban la consigna y traducan
los nmeros al sistema decimal. Otras exigan con vehemencia una
respuesta acerca de la aplicabilidad inmediata de tales saberes: Yo no
voy a ensear el sistema maya a mis alumnos, por qu lo tengo que
aprender? El sostn de la situacin por parte del equipo docente,
tratando de hacer respetar las consignas y a la vez apoyando a las docentes en el estudio permiti avanzar en el proyecto de enseanza y
acompaar -a quienes se involucraron en el trabajo- en el aprendizaje.
A pesar de que las horas de consulta no eran obligatorias para sostener la regularidad en el Programa, se insisti en la importancia de
abordar en clase, en una tarea compartida, las actividades propuestas.
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A modo de conclusin
El anlisis de clases de matemtica que proponemos pone de relieve
la importancia de identificar el objeto de enseanza y recuperar el
sentido de ese objeto en tanto saber matemtico. Estas tareas nos
reenvan a la cuestin inicialmente formulada sobre qu nociones de
didctica de la matemtica sera necesario incluir en la formacin
inicial o continua de docentes.
Presentamos una propuesta llevada a cabo en el marco de un
Programa de formacin docente continua en el cual hay espacios curriculares que aparecen razonablemente como prximos a esa temtica, tales como Educacin Matemtica y Fracaso escolar y matemtica. Sin embargo, optamos por comunicar algunas de las actividades
que nos parecen centrales en la profundizacin de un tema bsico
como es el estudio de sistemas posicionales de numeracin, tema desarrollado en el espacio denominado Nmeros naturales y enteros.
No se trata de profundizar en los saberes matemticos para
poder despus discutir cuestiones metodolgicas o didcticas, sino de
favorecer una relacin con los objetos de enseanza que recuperen su
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sentido, su razn de ser. Exponemos un modo de trabajo que nos parece fructfero a la hora de mejorar la relacin que los docentes tienen
con la matemtica y con la enseanza. El hecho de enfrentarse a una
situacin nueva y desafiante con respecto a un saber que forma parte
de su universo de enseanza, permite identificar y discriminar aspectos constitutivos de ese objeto de saber y entonces analizar cules son
las posibles acciones a emprender para tratar esos diferentes aspectos.
Es bastante comn que a los docentes les resulte casi imposible
distinguir cul es el desafo -con respecto al objeto matemtico en
cuestin- al que enfrentan a sus alumnos con una actividad determinada. En numerosas oportunidades hemos propuesto analizar cules
son los objetos de enseanza en una tarea, por ejemplo, tomada de
una planificacin de clases o de un texto. Las respuestas son generalmente una amalgama de temas vinculados de alguna manera con la
tarea. Para poner en relieve esa cuestin, la primera pregunta en el
anlisis del registro de clase refiere a cul es el objeto de enseanza.
Y la respuesta sobre la que se trabaja es puntual: cmo se escribe en
cifras el nmero diez mil.
La experiencia de trabajo con el sistema maya dio la posibilidad de analizar qu significa escribir cantidades y realizar algunos
clculos en un sistema posicional y tambin permiti considerar cules son las nociones no trabajadas con esas actividades. Entre ellas,
fue relevante por la importancia que tiene en las prcticas docentes,
la imposibilidad de vincular el nombre de los nmeros con su representacin escrita, ya que desconocemos el modo oral de designacin
maya.
Los recursos a utilizar, las posibles secuencias de temas a tratar,
las actividades o los tipos de problemas a plantear a los alumnos,
la pertinencia de las posibles respuestas que daran los alumnos, la
administracin de los tiempos, la vinculacin con otros actores del
establecimiento educativo, etc. aparecen entonces filtradas por un
enfoque didctico. No se trata de desconocer otras variables que condicionan la enseanza, acordamos con Terigi (2004) que la enseanza
es un problema de condiciones de escolarizacin y no simplemen-
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D. Fregona
Bibliografa
BROUSSEAU, G. Qu pueden aportar a los enseantes los diferentes
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Notas
1 EL 193: Seminario IV Pesquisa e Comunidades de Prtica Pedaggica, cuyos
responsables son los doctores Dione Lucchesi de Carvalho y Daro Fiorentini, en la
Facultad de Educao da UNICAMP.
2 Esta actividad se desarroll en el marco del Proyecto Indagaciones sobre la formacin de docentes en matemtica. Perspectivas, tendencias y desafos, subsidiado por
Secyt UNC Res. 69/2008 y Agencia Crdoba Ciencia, Res. 1210/2007.
3 Los docentes que actualmente se desempean en los niveles Inicial y Primario los
alumnos de esos niveles tienen entre 5 y 12 aos- tienen una formacin de dos aos
y medio despus de finalizado el Nivel Secundario. El diploma, tanto para el Nivel
Inicial como para el Primario los habilita para dictar todos los espacios curriculares,
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solamente hay maestros especiales para educacin fsica, msica y artes plsticas. La
Ley de Educacin Nacional 26.206 sancionada en el ao 2006, prev (art. 75) la
formacin docente con una duracin de cuatro aos estructurada en dos ciclos: a)
Una formacin bsica comn, centrada en los fundamentos de la profesin docente
y el conocimiento y reflexin de la realidad educativa y, b) Una formacin especializada, para la enseanza de los contenidos curriculares de cada nivel y modalidad. A
inicios de 2010, no hay egresados en el pas con una formacin acorde a esta nueva
legislacin.
Los formadores de esos docentes, en la disciplina matemtica, son generalmente profesores de matemtica de nivel secundario que voluntariamente se especializan en la
enseanza de la matemtica para la formacin inicial de docentes y de nios. Si bien
desde el estado nacional, provincial o municipal hay algunas acciones, no siempre
son sistemticas. De all que la presencia de materiales curriculares difundidos por
organismos oficiales o por empresas editoriales es muy importante en cantidad y con
diversos niveles acadmicos.
4 El Programa en Enseanza de la Matemtica prev seis espacios curriculares de
diferente duracin: Nmeros naturales y enteros, Geometra, Educacin matemtica, Fracaso escolar y matemtica, Nmeros racionales y reales, Magnitudes. Medida. En los diferentes equipos docentes, tomamos la decisin de mantener
a algunos de los profesores, para fortalecer el seguimiento de las problemticas analizadas y los desempeos de los asistentes.
5 Hay documentos que dan cuenta de diferentes sistemas posicionales de numeracin maya, por ejemplo, para el calendario anual los agrupamientos no son regulares,
hay de veinte y de dieciocho. En el espacio de formacin continua tomamos una
versin que respeta los smbolos y mantiene agrupamientos regulares de veinte.
6 No es tema de este trabajo, pero es objeto de anlisis las dificultades que encontraron los docentes del Programa en la resolucin de esas actividades.
7 Proviene de un trabajo realizado en una escuela primaria de la ciudad de Crdoba
donde los actores del establecimiento estaban involucrados en un proyecto de anlisis de condiciones para instalar el debate en las clases, en diferentes disciplinas. El
registro es manual, es utilizado aqu con el consentimiento de la autora.
8 En la TSD es objeto de estudio la situacin, entendida como un modelo de interaccin entre un sujeto y un medio determinado [] Consideramos el medio como
un subsistema autnomo, antagonista del sujeto. (Brousseau, 2007, p.17).
9 La nocin de medio surgi en TSD en los aos 80. Numerosas publicaciones desarrollan esa nocin, entre ellas, Brousseau (1998) y Fregona y Ors (2011).
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ANEXO
REGISTRO DE CLASE DE CUARTO GRADO
(MES DE ABRIL, 2003)
M: Maestra
A: Alumno
M: Chicos, vamos a hacer una cosa, vamos a abrir la carpeta en Matemticas, escriban la fecha y Matemticas. (La maestra escribe en el pizarrn:
Seguimos pensando acerca de los nmeros).
M: Bueno, silencio ya. (Escribe: Analizamos cmo escribimos nmeros)
A: Qu era analizar?
M: Corregir, pensar cmo lo hicieron.
A: Sacar conclusiones, vos pons, por ejemplo, muchos nmeros mal escritos y vemos cul est bien.
M: Se pueden analizar solamente nmeros?
A: Palabras tambin.
A: O problemas.
M: A qu acuerdos llegamos?
A: Que los miles se escriben con 4 nmeros y los cien con 3.
M: Bueno, ahora vamos a pensar cmo se escribe diez mil, lo rodean con
un color pero se acuerdan que no vale poner: porque a m me parece que
es as.
La maestra reparte la siguiente fotocopia:
Marcar cul de estos nmeros es el diez mil y por qu
1.1000 101000
1.100
10000 10100
10.000
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A1: Porque diez mil va con mil va con cinco nmeros, por qu? Diez mil
es mil, diez mil tiene un mil y el otro mil (se refiere a cada nmero uno de
la escritura, 1.1000).
M: Trat de explicar con las palabras.
A1: Porque diez mil, tiene es ms grande que el mil.
M: Qu les parece?
A: S.
A1: Porque tambin tiene un mil.
M: Pas a sealarlo a ese mil.
A1: (Marca el 1000 del 1.1000.)
A2: No importa que sea ms grande, tiene que tener cuatro cifras porque
llegamos al acuerdo que todos los miles tienen cuatro cifras aunque sea mil
veinte, mil treinta.
M: Todos los miles tienen cuatro cifras (repite). Y el diez mil estar en esa
familia?
A2: S, por eso se escribe con la misma cantidad de cifras.
M: Vos marcaste ese tambin? (Dirigindose a otro alumno.)
Leo: No. (Seala el 10.000) Porque significa diez y el punto lo separa y el
cero para determinar la cantidad de cifras.
A4: Yo puse el ltimo (seala 1.100) porque el diez mil tena cuatro cifras.
Entonces le quiero decir al Leo que si el mil tena cuatro cifras, es de la misma familia. Tiene cuatro y el diez mil est en la familia de las cuatro cifras. Y
ese (refirindose al 10.000) tiene cinco cifras, se pasa de familia.
M: O sea que si tiene cinco cifras se pasa de familia. (Repite.) Estamos hechos unos matemticos cualquiera.
Leo: Ese no est en la familia de los miles porque despus del nueve mil
novecientos noventa y nueve llega el diez mil, se pasa de familia.
M: Y si ustedes tuvieran que ubicar A ver los que no marcaron este (seala
el 1.100), qu nmero es para ustedes? (Vuelve a sealar al 1.100).
A5: No lo conozco.
M: Cuntas cifras tiene?
A5: Cuatro.
M: Ser de la familia del mil?
A5: Es el mil cien. No es el diez mil.
A6: S, es de la familia de los miles.
A7: Eleg ese (seala el 101000).
M: Por qu?
A7: Porque si hubiera elegido otro nmero Para m no es cualquiera.
Porque dice diez (101000) mil (101000).
M: Quin ms lo eligi?
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ver (seala el 10000) Este tiene cuatro ceros. O este (seala el 10.000)
Este tiene cuatro ceros. Cul ser el diez mil?
Ailn: Este (seala el 10.000)
M: Si yo escribo as como en la fecha (escribe en el pizarrn 1/04/2003) Es
el dos mil tres o no?
A: S.
M: Claro, miren es mejor para organizarnos. Pero si encuentran en un libro
o en un lugar sin punto est bien.
A12: Sera un milln sin punto.
M: Qu pueden decir?
A: No, el milln tiene que llevar seis ceros y un uno.
A9: No quiere decir que se transforme en otro nmero porque no tiene
punto y porque lo mismo lleva cinco cifras.
M: Claro, con punto o sin punto es diez mil. Miren (cuenta sobre el nmero 10.000) una, dos, tres, cuatro, cinco cifras. (Ahora cuenta sobre el
nmero 10000, sin punto) Una, dos, tres, cuatro, cinco cifras.
(Toca el timbre, salen al recreo.)
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Introduccin
En este artculo les propongo pensar acerca del papel de las TICs en la
educacin matemtica, a partir de un constructo terico que enfatiza
el papel de los medios en la produccin del conocimiento: la nocin
de humanos-con-medios (Borba; Villarreal, 2005). Cabe aclarar que
al hablar de medios me refiero a cualquier tipo de tecnologa. Desde
este marco, intentaremos esbozar respuestas a dos preguntas: qu aspectos permite comprender en relacin a la produccin matemtica?
y qu aspectos permite repensar en trminos de prcticas educativas?
Hablar de tecnologas en educacin hoy, remite casi de modo
natural a computadoras, software multimedia, Internet; sin embargo el concepto de tecnologa no est slo vinculado a desarrollos
de equipos sofisticados, va ms all, engloba la totalidad de cosas o
construcciones que el ingenio humano consigui crear en todas las
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M. E. Villarreal
pocas, sus formas de uso, sus aplicaciones (Kenski, 2007, p. 23). Por
ejemplo, diversos autores se refieren al lenguaje (oral en su comienzo,
escrito ms tarde) como una tecnologa, una construccin humana
que permiti la comunicacin entre los miembros de un determinado grupo social. Segn Kenski:
Nuestras actividades cotidianas ms comunes como dormir, comer,
trabajar, desplazarnos hacia diferentes lugares, leer, conversar y divertirnos son posibles gracias a las tecnologas a las que tenemos acceso. Las
tecnologas estn tan prximas y presentes que no percibimos que no
son cosas naturales (2007, p.24).
Humanos-con-medios
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matemtica y de educar, afectando la seleccin de contenidos, la gestin de la clase, las producciones de los estudiantes, etc.
Estos autores se refieren a los equipos auxiliares o instrumentos necesarios para producir matemtica. Afirman que, posiblemente
en lejanos tiempos pasados, la matemtica primitiva, as como las
religiones antiguas o las grandes epopeyas se transmitieron por tradicin oral, pero ms tarde se torn evidente la necesidad de instrumentos de escritura, registro y duplicacin. Davis; Hersh (1989) van
ms all cuando sealan que regla y comps son parte intrnseca de
los axiomas que fundamentan la geometra euclidiana y afirman que
la geometra euclidiana podra ser definida como la ciencia de las
construcciones con regla y comps (p. 28).
Es interesante buscar evidencias de los medios utilizados en la
produccin matemtica en dibujos o pinturas. Por ejemplo, miremos
con atencin en la Figura 1, el fresco llamado La escuela de Atenas,
realizado por Rafael Sanzio entre los aos 1509 y 1512 y que se encuentra en una de las capillas del museo Vaticano.
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M. E. Villarreal
Se trata de una de las pinturas ms famosas que retrata a filsofos griegos y cientficos de la antigedad, imagen de lo que podramos
llamar un colectivo pensante de humanos-con-medios. De acuerdo a
las interpretaciones que crticos e historiadores de arte han realizado
(ver por ejemplo el interesante trabajo de Bell, 1995) podemos descubrir la representacin de diferentes sabios a partir de los objetos
que sostienen o que estn utilizando. Por ejemplo, al centro del fresco
pueden identificarse las figuras de Platn, a la izquierda, y Aristteles,
a la derecha, gesticulando y dialogando. Ambos sostienen un libro:
Platn el Timeo y Aristteles la tica (ver detalles en la Figura 2).
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A la derecha del fresco descubrimos la figura de Euclides usando un comps para realizar probablemente una construccin geomtrica sobre una tabla, rodeado de sus discpulos (ver detalles en la
Figura 3). A la izquierda del fresco se reconoce la figura de Pitgoras
utilizando una especie de lpiz y sosteniendo un libro mientras estudia su tabla de relaciones armnicas (ver Figura 4).
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Este breve recorrido por el arte ilustra cmo diferentes instrumentos y tiles han sido histricamente asociados con la produccin
de conocimiento, particularmente en la matemtica. Podemos as
reconocer la presencia de los medios como componentes del sujeto
epistmico en la matemtica de la antigedad.
Educacin y medios
En contextos educacionales, el uso de materiales manipulativos ha
sido una recomendacin frecuente para la enseanza y aprendizaje
de la matemtica en diferentes pocas. Podemos contar o resolver
operaciones aritmticas usando piedritas o fichas, mediante bacos,
contando con los dedos, con lpiz y papel o con una calculadora.
Cada uno de esos mtodos tiene por efecto una distinta percepcin de
los enteros y una diferente forma de entrar en relacin con ellos. Si hoy
se protesta que los nios hagan sus operaciones aritmticas con calculadora, quienes lo hacen tienen razn al afirmar que las cosas no seran
como cuando se luchaba con la aritmtica armados de lpiz y papel. Pero
se equivocan al pensar que lo ideal es esa forma de calcular, y que los
medios que la reemplazan no son viables (Davis & Hersh, 1989, p. 40).
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Pero, qu ocurre cuando proponemos este tipo de tareas y negamos la posibilidad de usar la calculadora? La esencia de la actividad
se pierde y se torna en una tarea tediosa como ocurri en la situacin
de la ancdota relatada anteriormente.
Un medio que se caracteriza por su omnipresencia en la escuela es el pizarrn. No podemos imaginar una clase sin pizarrn, pero
este dispositivo no siempre estuvo presente en la escuela. Diferentes
fuentes indican que el pizarrn fue usado por primera vez en el mbito educativo alrededor del ao 1800. Un instructor norteamericano
de la West Point Military Academy (Mr. George Baron) es considerado el primero en usar un pizarrn de pared para ensear matemtica
en 1801. Contemporneamente el director de la Old High School of
Edinburgh (Escocia), James Pillans, es tambin considerado como el
inventor del pizarrn y las tizas de colores que habra usado para ensear geografa. En Francia, desde 1882, el pizarrn era considerado
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un material de enseanza que todo maestro debera tener en la escuela primaria, y un dogma de la escuela moderna era: el mejor profesor
es aquel que ms usa la tiza (M.P, 1901, apud Bastos, 2005, p. 136).
La llegada y adopcin definitiva del pizarrn en las escuelas de Amrica Latina ocurri hacia fines del siglo XIX (Bastos, 2005) cuando
los sistemas de educacin pblica elemental se estaban consolidando.
El pizarrn en la escuela dio lugar a nuevas prcticas educativas. Previo a su presencia, en las aulas, los estudiantes usaban una pizarrita porttil individual donde escriban sus tareas. El maestro deba
ir de un alumno a otro copiando las tareas en cada pizarrita. El uso de
este dispositivo significaba que no hubiese un registro permanente de
las tareas escolares. De acuerdo con Bastos:
Se puede afirmar que la centralidad pedaggica de y en el pizarrn resulta de la ausencia de manuales escolares y de otros recursos visuales para
el aprendizaje, y de la centralidad del proceso pedaggico en la figura
del profesor (2005, p.133).
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Podemos preguntarnos en qu sentido est dicha esta afirmacin. Creo que la respuesta tiene que ver con el sentido de una educacin sin tecnologa en una sociedad altamente tecnolgica. Tambin
puede pensarse que esta sentencia tiene sentido solo en pases del
primer mundo donde el acceso a medios informticos es mayor. Sin
embargo, aunque las TICs lleguen a la escuela de manera tarda y
produzcan posiciones dicotmicas, parto de dos premisas bsicas: 1)
el acceso a las TICs debe ser entendido como un derecho. 2) Es necesario que los alumnos tengan una alfabetizacin tecnolgica en las
escuelas, integrando dicha tecnologa en actividades esenciales tales
como: leer, escribir, comprender textos, interpretar grficos, contar,
desarrollar nociones espaciales, etc. Estas premisas son enfatizadas en
Borba y Penteado (2001) quienes afirman:
... el acceso a la informtica en la educacin debe ser visto no slo como
un derecho, sino como parte de un proyecto colectivo que prev la democratizacin de accesos a tecnologas desarrolladas por esa misma sociedad. Es de estas dos formas que la informtica en la educacin debe
ser justificada: alfabetizacin tecnolgica y derecho al acceso (p. 17).
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tradicionales, sino intentando mostrar evidencias de una reorganizacin del pensamiento matemtico, de la actividad del estudiante, del
papel del profesor, de la gestin del aula, de los propios contenidos y
su organizacin curricular cuando se asume la nocin de humanoscon-medios como sujeto epistmico.
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como generadora de un estadio del pensamiento cualitativamente diferente. El autor presenta tres visiones que caracterizan la relacin ser
humano-computadora de modos diferentes: la teora de substitucin, la teora de suplementacin y la de la reorganizacin.
Segn la teora de substitucin, la computadora substituye al
ser humano en todas las esferas del trabajo intelectual. Esta visin est
basada principalmente en la suposicin de que la computadora tambin puede resolver problemas que el ser humano resuelve. En la teora
de suplementacin, la computadora es vista como un suplemento del
pensamiento humano, que incrementa el volumen y la velocidad del
procesamiento humano de informacin. En este sentido, la computadora no estara mediando la actividad humana, sino simplemente se
restringira a ser una extensin cuantitativa de la misma. Una tercera
teora, que muestra la posicin del propio autor, es la de la reorganizacin. Segn ella, la estructura de la actividad intelectual humana es
modificada por el uso de la computadora, su mediacin reorganiza los
procesos de creacin, de bsqueda y almacenamiento de informacin
y el establecimiento de relaciones humanas. Para Tikhomirov es la
constitucin de sistemas ser humano-computadora lo que resulta en
una verdadera reorganizacin de la actividad humana, transformando
la computadora en mucho ms que en una herramienta de auxilio en
la actividad, en una herramienta que transforma esa actividad.
Con base en los constructos de estos dos autores es que nace
la expresin humanos-con-medios. Si asumimos entonces que el conocimiento es una construccin colectiva de humanos-con-medios y
siendo las TICs los nuevos medios que se hacen presentes en el ambiente educativo, podemos preguntarnos: cules son los abordajes
pedaggicos que creemos estn en sinergia con esta presencia? Existen
varios abordajes pedaggicos desarrollados y estudiados en diferentes
escenarios (de clases o de investigacin) que estn en sinergia con la
manera en que entendemos el papel de las TICs en la construccin de
conocimientos matemticos. A continuacin, presento de manera sinttica, una serie de ejemplos que muestran algunos de esos abordajes
en accin y que al mismo tiempo nos permitirn ver qu caracters-
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R2
Centro
10
1,55
1,24
1,03
1,01
5/9
0,74
0,139
0,37
( 32 , 23 )
( 43 , 23 )
( 76 , 23 )
6
5
-2/9
-0,53
no existe
no existe
-----
Despus de realizar este anlisis, otra estudiante, Laura, concluye: Para valores de C entre -10 y -7 y entre 7 y 10 existe circunferencia, pero para los valores restantes no; por eso en la grfica slo
aparecen ocho circunferencias.
Cabe notar que el empleo de la forma cannica de la circunfe, perrencia para el caso considerado,
mite verificar por qu ocurre esto. La situacin antes relatada motiv
a Florencia a variar los valores del coeficiente C, asignndole algunos
valores enteros entre -50 y 50. Ella observa los grficos que muestra
la computadora y con la utilizacin del zoom (ver Figura 13), comando que permite ver ms en detalle los grficos obtenidos, llega a
la siguiente conclusin: Para cualquier valor de C nunca va a tocar
al eje de las ordenadas, se acerca cada vez ms al eje pero no lo toca.
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Nancy: Yo podra haber estado toda la tarde y no se me hubiese ocurrido darle el valor 0,8!
Florencia: Debe haber una explicacin de por qu ocurre
para A=0,8.
Frente a esta inquietud fue necesario realizar deducciones algebraicas para justificar la conjetura. Con la ayuda de la profesora,
Florencia trabaj en tal deduccin. La estudiante afirm que el punto
donde las circunferencias cortan al eje y sera de la forma (0, y). As,
. La propara x=0, la ecuacin cuadrtica quedara
fesora sugiri resolver esa ecuacin cuadrtica y la estudiante escribi,
. Ya que se busca que el
entonces, las soluciones
,
corte con el eje y sea nico, se impone la condicin
obtenindose A=0,8.
En este encuentro se pudo concluir que las circunferencias
nunca cortan al eje y, y que hay restricciones sobre C para que exista grfico (las estudiantes encontraron
). Tambin pudo observarse que las circunferencias de ecucortan al eje y en solo un punto
aciones
si A=0,8. Siguiendo con el anlisis iniciado por Florencia, con la
ayuda de la profesora, tambin se puede ver, que las circunferencias
cortarn al eje y en dos puntos si
A < 0,8 y no lo cortarn si A > 0,8 .
Al trabajar en un ambiente computacional con abordajes no
tradicionales, con el planteo de problemas ms abiertos que admiten
diversas estrategias para su resolucin, con intervenciones del profesor como gua y auxilio y dejando que los estudiantes sigan sus
propios caminos de exploracin, dos procesos son favorecidos: la visualizacin y la experimentacin. El uso del comando zoom como
recurso y el empleo de casos particulares para verificar conjeturas,
son estrategias comunes en varios niveles educativos y han aparecido
en el ejemplo de las parbolas o en el de las circunferencias. Ambos
ejemplos muestran cmo diferentes conjeturas matemticas fueron
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visualmente generadas. Algunas de ellas fueron probadas y otras fueron aceptadas sin prueba alguna. La computadora fue el medio con
el cual los estudiantes crearon y probaron visualmente sus suposiciones. La pregunta parece ser: para quin (qu audiencia) y en qu
casos (qu tareas particulares) es necesaria una prueba matemtica?
Creo que los ejemplos anteriores nos permiten pensar acerca del lugar de las pruebas en un abordaje experimental-con-tecnologas. En
un ensayo muy interesante, Thurston (1994) reflexiona acerca de la
prueba en matemtica y, hablando desde su propia experiencia como
matemtico, expresa:
Se vuelve notablemente claro cunto las pruebas dependen de la audiencia. Probamos cosas en un contexto social y las enfatizamos para una
cierta audiencia (p. 175).
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Una vez que hay acuerdo en lo referido a la manera de representar la detencin de Rafael inmediatamente antes de comenzar a
retroceder, la entrevistadora muestra a los estudiantes el grfico generado por la calculadora (Figura 19) y se produce el dilogo que sigue:
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Q: l se movi, correcto?
E: Mmm.
Q: Se acerc, s?
E: S.
Q: Lleg all y se par. Entonces yo pens que debera tener
esta pausa, porque despus volvi, s?
E: Mmm.
Q: Se estaba volviendo. Entonces, lleg all, se acerc, hubo
una pausa, cuando hubo una lnea [se refiere a la parte constante en el grfico] y volvi. Se volvi, s? Me parece que sera
as.
La entrevistadora junto con los estudiantes analizan el grfico
realizado por la calculadora grfica y lo comparan con los grficos
del pizarrn. Se observa que la constante que aparece al comienzo
del grfico se debe a que el sensor ya estaba funcionando antes de
que Rafael iniciara el movimiento. Posteriormente, identifican en el
grfico los distintos momentos del movimiento: la primera constante
corresponde a los instantes previos a que Rafael comenzara a caminar
hacia la pared, el intervalo en el cual el grfico es decreciente corresponde al acercamiento de Rafael hacia la pared, la constante que
sigue representa la pausa antes de llegar a la pared y el intervalo de
crecimiento final corresponde al alejamiento.
Este episodio ilustra el modo en que se coordinaron diferentes
representaciones. Primero los estudiantes se ponen de acuerdo acerca
de cul es el grfico del pizarrn que mejor representa el movimiento de Rafael. Despus tienen que coordinar la experiencia del movimiento corporal realizado y el grfico generado por la calculadora
mientras Rafael caminaba. El episodio enfatiza cmo el movimiento
del cuerpo fue coordinado con la representacin cartesiana. La pausa
en el movimiento fue una dificultad, al trabajar con el grfico cartesiano. Haba una discrepancia: mientras Rafael estaba parado la lnea
en la calculadora segua movindose. Coordinar la experiencia fsica
de estar detenido con la lnea continua y dinmica del grfico carte-
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101,25 cm para el primer, segundo y tercer mes respectivamente. Posteriormente concluyen que una frmula general para calcular la altura de la planta en el mes x, sera:
donde
representa la altura de la planta en el mes anterior
es el 50% de la altura en el mes anterior a x. Los
a x y
alumnos tenan computadoras a su disposicin y deciden utilizar el
software Graphmatica6 para graficar los puntos que haban calculado
anteriormente (ver Figura 21).
A partir de la visualizacin del grfico, uno de los estudiantes indica que podra tratarse de una funcin exponencial ya que los
puntos no parecen alineados. Otro de ellos afirma que para calcular
valores de la altura de la planta para meses sucesivos, usando la calculadora, es necesario slo apretar siempre por 1,5, refirindose a
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Teniendo en cuenta esta advertencia es indudable que la respuesta a la pregunta de Ponte es s. Se requiere de una pedagoga que
est en sinergia con las TICs y de cambios curriculares importantes
para evitar, como deca Seymour Papert, colocar un motor de cohete
a un carro viejo.
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122
M. E. Villarreal
Notas
1 Artculo elaborado sobre la base de la conferencia dictada en la Universidad Estadual de Campinas en la marco del Programa de Postgrados Asociados entre el
Doctorado en Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de Crdoba y
el Doctorado en Educacin de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP).
El texto de esta conferencia est basado parcialmente en diferentes escritos ya publicados o en fase de publicacin (Villarreal; Borba, 2010, Borba; Villarreal, 2005 y
Villarreal, 2004).
2 Mayores detalles acerca de este ejemplo pueden consultarse en Borba; Penteado,
2001 y Borba; Villarreal, 2005.
3 Detalles de este trabajo pueden encontrarse en Etcheverry et al., 2004 y Borba;
Villarreal, 2005.
4 CBR: Calculator Based Ranger detector de movimiento que mide distancias,
velocidad y aceleracin.
5 Observacin: en este caso, lo que los alumnos denominan x sera la altura de la
planta. Se aclara esto para que no se confunda con la variable x como el tiempo.
6 Software de uso libre que permite realizar grficos de funciones, ajustar curvas a
un cierto conjunto de puntos, entre otras opciones.
123
Introduccin
Desde hace ms de una dcada, en la Argentina vienen teniendo lugar una serie de transformaciones en el sistema educativo, pero a pesar de ello no se ha logrado revertir algunas tendencias problemticas.
Entre ellas se destaca, por su nivel de conflictividad, lo que ocurre en
la Educacin Secundaria, pues lejos se est de cumplir con las metas
de equidad y calidad comnmente reconocidas.
La provincia de Crdoba considera como parte del Nivel Medio al tercer y cuarto ciclo en que se organizaba el sistema educativo
conforme a la Ley Federal de Educacin, denominndolos Ciclo Bsico Unificado (CBU) y Ciclo de Especializacin (CE), respectivamente. De ambos, es el CBU el que presenta mayores dificultades.
Esta situacin queda reflejada en los valores de los indicadores de
eficacia interna que el propio Ministerio de Educacin de la Nacin
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M. G. Fabietti
informa. Sabemos que nuestra provincia ocupaba un lugar problemtico dentro del panorama nacional pues para el CBU los valores de
las tasas de promocin eran menores y los de repitencia y abandono
interanual eran mayores que los correspondientes al total del pas.1
El equipo de investigacin del que formo parte llev adelante
un trabajo2 que intent analizar caractersticas propias de las escuelas3
que pueden constituir factores que den cuenta de diferencias entre
instituciones escolares que presentan distintos niveles de rendimiento
interno. Para la definicin de nivel de rendimiento se emple como
indicador el porcentaje de repitientes que conformaban la matrcula
del CBU. Caracterizamos as a las escuelas como de rendimiento alto,
medio o bajo, conforme a la proporcin de repitientes dentro de las
mismas y analizamos prcticas de organizacin, prcticas de evaluacin y percepcin de los directivos y de los docentes sobre la escuela y
su propio trabajo. Estos anlisis son construidos desde distintas perspectivas, utilizando en cada caso diferentes estrategias metodolgicas.
El objetivo de esta comunicacin es presentar algunos anlisis
realizados respecto de la percepcin que los docentes de CBU en su
conjunto tienen sobre sus prcticas evaluativas. Comprender cmo
ocurre la evaluacin de los aprendizajes de los alumnos es central para
entender de qu manera la propia escuela contribuye a la conformacin de la distribucin de la educacin, la que que podr ser ms o
menos equitativa. Adems, la evaluacin contribuye a la conformacin del nivel de calidad educativa, en razn de que es el mecanismo
escolar que alude especficamente al logro de conocimientos por parte de los alumnos4.
A continuacin se presentan planteos tericos, aspectos metodolgicos y resultados de los anlisis.
125
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M. G. Fabietti
En definitiva, lo que analizamos es la percepcin que los docentes tienen de sus prcticas evaluativas, lo que puede coincidir solo
parcialmente con lo que ocurre en las aulas. Este conocimiento permite comprender el posicionamiento de los profesores al desarrollar
sus tareas. La importancia de dicho conocimiento se desprende del
hecho de que los resultados de la educacin son, en gran parte, resultados del proceso de enseanza- aprendizaje. Lo que esto implica es
que el docente realiza esfuerzos para que se produzcan cambios en los
alumnos, aunque estos no son excluyentemente resultado de lo realizado por los profesores (Vanderstraten y Biesta, 2006). Los esfuerzos
de los profesores estn condicionados por lo que perciben como deseable y posible de ser realizado. Dicha percepcin, a su vez, est moldeada, entre otras cosas: a- por su posicin frente a y su conocimiento
del campo disciplinar en el cual se inscribe su enseanza; b- por sus
concepciones pedaggicas; c- por cmo ve a sus alumnos, principalmente en lo relacionado con sus posibilidades de aprender; d- por las
condiciones de trabajo concretas dentro de la propia escuela.
Finalmente, la relevancia que atribuimos a la percepcin que
tienen los docentes de sus prcticas evaluativas justifica nuestro objetivo general de anlisis.
Prcticas evaluativas
La evaluacin de los aprendizajes tiene un papel central en el quehacer educativo, aun as no es tratada frecuentemente como objeto de
investigacin. Al abordar el tema, encontramos propuestas tericas
que tienen origen en diferentes campos disciplinares y que, consecuentemente, enfatizan distintas cuestiones. En este sentido, merecen
destacarse: a- los aportes tcnicos indiscutibles de la psicometra que,
pese a su importancia , tienen un impacto casi nulo en lo cotidiano
del aula; b- la contribucin de corrientes que plantearon crticas a
los modelos pedaggicos tradicionales, tal como el constructivismo
y c- algunos desarrollos de tericos provenientes del campo de la so-
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como el estado ideal que podramos encontrar. Denominamos genricamente a las normas de excelencia como criterios de comparacin.
Las situaciones comparativas varan conforme lo hacen los criterios.
Estos pueden ser de distintos tipos: a) objetivos o metas previamente
fijados, caso propio de la evaluacin en el aula; b) desempeo de
una unidad similar a la evaluada que ha sido observada en situaciones equivalentes, como cuando comparamos las notas obtenidas por
dos alumnos en una misma prueba; c) desempeo de un grupo en
relacin con el de un miembro del mismo, cuando se compara, por
ejemplo, la nota de un alumno con el promedio del curso5; d) desempeo de una misma unidad evaluada (curso, alumno, etc.) observada
en distintos momentos. Al comparar lo esperado con lo observado,
lo que hacemos es estimar la diferencia entre ellos. En la evaluacin
de aprendizajes esta estimacin est codificada; como por ejemplo, la
escala Excelente, Muy Bueno, Bueno, Regular y Malo.
Comunicar los resultados de la evaluacin a todos los implicados en ella, como mecanismo vlido para que puedan tener lugar
las modificaciones necesarias, con el objeto de lograr un proceso de
-mayor- calidad en una prxima etapa. La idea de evaluacin formativa, no siempre bien comprendida, rescata el valor que tiene la comunicacin de resultados y el trabajo sobre los errores o problemas
observados.
En cuarto lugar, a lo largo de un ao escolar el docente realiza
evaluaciones en distintos momentos, algunos de ellos corresponden
a fines de etapas previstas a nivel de organizacin del servicio educativo (semestres, ao lectivo completo, por ejemplo). Estas instancias
evaluativas son las que pensamos en trminos de acreditacin, pues
constituyen las fuentes de informacin que indican para cada alumno
sus posibilidades de avanzar a nuevos niveles de escolarizacin. Por
ejemplo, en CBU, el promedio obtenido al final del ao es el que
seala si el alumno promocion o no la materia. Se supone que la
nota asignada al final del ao resume lo que el alumno sabe, que en
trminos pedaggicos puede ser expresado como indicador del grado
en que el alumno logr cumplir los objetivos generales del curso.
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M. G. Fabietti
Sobre la base de estas conceptualizaciones generales, en investigaciones anteriores analizamos prcticas evaluativas en los dos
primeros ciclos de Educacin General Bsica (EGB), que en nuestra
provincia corresponden al Nivel Primario. Ms especficamente hemos tratado la problemtica de los criterios valorativos utilizados a la
hora de acreditar aprendizajes. En todos los casos, hemos trabajado
en escuelas de gestin estatal de la ciudad de Crdoba, cuyos alumnos
pertenecen a estratos sociales menos favorecidos (Fabietti, M., 2009).
A modo de resumen de nuestras conclusiones podemos indicar:
La evaluacin de los aprendizajes aparece como un mundo
paradojal. El anlisis de entrevistas hechas a maestras permiti tipificar algunas de las paradojas de observacin ms frecuente. Ellas son:
a) la paradoja de los escenarios, que muestra en definitiva conflictos
en el ejercicio del rol docente cuando se interacta con otros actores
tales como padres, directivos, colegas y alumnos. El nombre asignado, por analoga con la actividad teatral, deriva de la sensacin de
puesta en escena de distintas obras, en escenarios diferentes, que genera un coro de voces discordantes que recitan parlamentos distintos,
pero que no logran aunar esfuerzos para actuar papeles claramente
delimitados, en un nico escenario, con una nica obra: la educacin de los nios. b) La paradoja del objeto, asociada a la falta de
claridad con respecto a qu evaluar, fundamentalmente en instancias
acreditadoras. En algunos casos aparece la idea que se evala al nio
(en su totalidad) antes que el proceso de aprendizaje que este ha realizado6. En estos casos, se asocia concomitantemente otra paradoja
que puede ser resumida en las oposiciones objetivo-subjetivo, froconmiserativo. Se es objetivo y fro cuando al evaluar se atiende lo
que el alumno aprendi, desde una perspectiva ms tcnica; y se es
subjetivo y conmiserativo cuando se atiende al alumno como persona. Esto implica una peligrosa subestimacin de los aspectos estrictamente pedaggicos de la evaluacin, en base a razones de ndole
afectiva. c) La paradoja del hilo conductor, que muestra cmo las
maestras viven las instancias acreditadoras a modo de corte extrao
al propio proceso de enseanza-aprendizaje, percibindolas como de
131
carcter eminentemente administrativo, antes que de ndole pedaggica. De esta manera, pierden el hilo conductor que da sentido a
la relacin entre lo realizado cotidianamente en el aula y la confeccin de libretas. Aparecen, conjuntamente, planteos que refieren a la
evaluacin sumativa y formativa, con carga valorativa negativa de la
primera y positiva de la segunda.
Existe un conflicto medular en relacin con la acreditacin,
que se muestra como falta de claridad en el papel que juegan el aprendizaje de contenidos disciplinares y la formacin en valores. Los sistemas educativos, desde sus orgenes, tienen dos funciones bsicas:
la formacin en valores (socializacin secundaria) y la transmisin y
generacin de conocimientos que forman parte del acervo cultural de
la sociedad (enseanza de contenidos). Por convencin, asociamos
a la acreditacin con el logro de conocimientos, es decir, libretas o
boletines certificaran dichos logros; sin embargo, cuando las maestras toman decisiones, atienden en primer lugar, y aun asignndole
mayor importancia, cuestiones especficas de la formacin en valores.
De ellos, el esfuerzo es el ms frecuentemente nombrado. Esta contradiccin apareci cuando analizamos discursos de las maestras y
cuadernos de seguimiento de los alumnos, confeccionados al finalizar
cada trimestre7. En estos registros se indica la calificacin asignada a
cada alumno junto a un texto breve que la justifica, adems de una
semblanza del nio (solo en algunos casos). En los anlisis hemos
observado justificaciones sobre la base de estereotipos de contenidos
y procedimientos logrados por los alumnos, ms una cualificacin o
especificacin de dichos logros. En muchos casos son estas especificaciones las que justifican la calificacin8 asignada antes que el grado
de logro del contenido, y expresan cuestiones referidas a formacin
en valores. En los anlisis sobre evaluacin de Matemtica (Viola F.,
M.J. Rivarola, 2009) son atendidos por ejemplo: la autonoma de
trabajo, el comportamiento del alumno en la clase y el grado de participacin de este en las actividades propuestas en el aula. La importancia que tienen estos hallazgos, que suponemos comunes a otras
escuelas de igual tipo, radica en que indican una profunda crisis cu-
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133
El objetivo especfico de los anlisis aqu informados es controlar la validez de las conceptualizaciones de evaluacin propuestas.
Para ello, fue necesario generar una estrategia de investigacin que
nos permitiera resumir la informacin desagregada que habamos obtenido al aplicar los cuestionarios y luego controlar si los datos muestran dimensiones subyacentes coincidentes (o no) con nuestras ideas
iniciales. As, definimos en primer lugar, trece ndices, cada uno de
los cuales estaba conformado por uno o ms tems del cuestionario:
1. Grado de consulta a directivos y otros docentes, sobre problemas de evaluacin.
2. Propsitos u objetivos de las pruebas especficamente relacionados con contenidos disciplinares.
3. Propsitos u objetivos de las pruebas orientados a regular
los comportamientos de los alumnos.
4. Evaluacin de aspectos centrales del contenido al tomar
pruebas.
5. Diseo de pruebas cuyos tems demandan operaciones sencillas para ser respondidos.
6. Criterios (lo que esperan) que tienen en cuenta al corregir
las pruebas: atienden a las ideas incluidas en las respuestas.
7. Criterios (lo que esperan) que tienen en cuenta al corregir
las pruebas: atienden al aspecto lingstico de las respuestas
gramtica y ortografa-.
8. Percepcin del desempeo de sus alumnos en las pruebas
(tendencia a reproducir literalmente los contenidos y posibilidad de responder a operaciones complejas). A mayor puntuacin la valoracin es ms positiva.
9. Percepcin de los logros de sus alumnos en relacin con las
ideas incluidas en sus respuestas (lo que observan).
10. Percepcin de los logros de sus alumnos en relacin con las
caractersticas lingsticas de sus respuestas (lo que observan).
11. Fuentes de informacin para la acreditacin especficamente relacionadas con el contenido disciplinar, mediante tareas realizadas en el aula.
134
M. G. Fabietti
12. Fuentes de informacin para la acreditacin, en base a tareas realizadas fuera del aula.
13. Fuentes de informacin para la acreditacin, asociadas a la
formacin en valores, sintetizadas en nota de concepto.
En segundo lugar, para detectar las dimensiones subyacentes
en las respuestas de los docentes, se utiliz como modelo estadstico
el anlisis de correspondencias mltiples, tomando en consideracin
cada ndice como variable bajo anlisis.
El trabajo fue realizado sobre una muestra de 98 docentes de
CBU de escuelas de gestin estatal, ubicadas en la ciudad de Crdoba, que respondieron a la encuesta diseada ad hoc. En ella, se interrog sobre las prcticas evaluativas, conforme a los planteos tericos
ya indicados10.
135
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M. G. Fabietti
Conclusiones
En esta comunicacin hemos intentado analizar las percepciones
que tienen los docentes de CBU, de sus prcticas evaluativas. Su reconstruccin estuvo orientada a la deteccin de la representacin del
papel que juegan en las instancias de evaluacin, el contenido disciplinar y la formacin en valores. Al mismo tiempo, dichas instancias fueron consideradas como de dos tipos: pruebas y acreditacin.
Adems, pensamos que la percepcin que tiene el docente respecto
de las posibilidades de aprender de sus alumnos condiciona su propia prctica evaluativa. Nuestros hallazgos se corresponden con estas
conceptualizaciones iniciales. Las consideraciones tericas esbozadas
estaran dando sustento a lo observado en este estudio y ampliaran
las condiciones para comprender e interpretar el fenmeno analizado. Por otro lado, se reconoce la necesidad de completar los anlisis
realizados, especialmente en el sentido de la comparacin de estructuras factoriales de cada tipo de escuela, definido por su rendimiento
interno13.
Si comparamos lo observado en el CBU con lo observado en
el nivel primario, encontramos algunas diferencias que merecen destacarse. En el CBU, el aprendizaje de contenido disciplinar tiene un
papel ms claro y fuerte. Esta diferencia podra ser una pista a seguir
en la bsqueda de explicaciones sobre los problemas que tienen los
alumnos cuando ingresan al Nivel Secundario, ya que maestros y profesores atenderan a distintas cuestiones cuando evalan. Adems, los
profesores se perciben en su rol de un modo menos dubitativo que
los maestros, aproximndose a lo que se espera que hagan conforme a
un modelo escolar ms tradicional. Recordemos el papel que juegan
sus propias decisiones, segn el segundo factor.
137
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primarias. Crdoba: UNC.
138
M. G. Fabietti
ANEXO I.
Aspectos metodolgicos
Muestra
La seleccin de la muestra de docentes se realiz en dos etapas. En la
primera seleccionamos aleatoriamente 20 escuelas, de un listado de
91. Este total corresponde al conjunto para el cual tenamos informacin sobre el porcentaje de repitentes en CBU14, indicador indispensable para clasificarlas segn su nivel de rendimiento interno. En
una segunda etapa entregamos los cuestionarios a cinco profesores
por escuela, que dictan las siguientes materias: Matemtica, Lengua,
Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Tecnologa. Tuvimos un alto
nivel de respuesta ya que 98 de 100 docentes las completaron. Consideramos que esta muestra tiene un nivel aceptable de representatividad, en razn de que no es nuestra intencin generar parmetros
poblacionales.
Instrumento
Se administr una encuesta diseada ad hoc. El cuestionario inicialmente solicita datos de carcter demogrfico y luego contiene 54 preguntas referidas a: la gestin del aula, forma en que evala, relacin
con otros actores institucionales, organizacin y clima de la escuela.
Las preguntas eran cerradas; solo dos eran genuinamente abiertas.
En apartados anteriores ya hemos indicado la perspectiva y dimensiones abordadas en lo relativo a prcticas evaluativas.
Procesamiento de datos
Para el anlisis de correspondencia mltiple se utiliz el paquete estadstico InfoStat, desarrollado en la Universidad Nacional de Crdoba. Se analizaron las trece variables ndices antes descriptas luego de
ser dicotomizadas, utilizando la mediana de cada variable como valor
de corte de ambas categoras. Para todos los casos, 1: igual o menor a
la mediana; 2: por encima de la mediana. Por razones de codificacin
de la base de datos, en los resultados informados, encontramos nom-
139
ANEXO II
Contribucin a la Chi cuadrado
Autovalor Inercias Chi-Cuadrado (%) % acumulado
1 0,45
0,20
343,94
20,13
20,13
2 0,36
0,13
218,99
12,82
32,95
3 0,32
0,10
171,02
10,01
42,97
Coordenadas fila
1
2
1
2
1
2
1
2
1
2
1
2
1
2
1
Eje 1
-0,14
0,17
-0,08
0,10
-0,15
0,20
-0,34
0,13
-0,12
0,10
-0,42
1,11
-0,46
0,99
-0,19
Eje 2 Eje 3
0,23 0,24
-0,28 -0,30
-0,60 0,13
0,73 -0,16
-0,58 0,07
0,77 -0,10
-0,94 -0,08
0,36 0,03
-0,46 0,41
0,39 -0,35
-3,2E-03 0,01
0,01 -0,03
-0,07 -0,08
0,16 0,17
0,12 0,02
M1
M2
M3
M4
M5
M6
M7
140
2
1
2
1
2
1
2
1
2
1
2
M. G. Fabietti
0,54
-0,35
1,13
-0,16
0,65
-0,53
0,91
-0,44
0,57
-0,55
0,45
-0,33
-0,01
0,05
-0,01
0,06
0,12
-0,22
0,30
-0,38
0,13
-0,11
-0,07
-0,25
0,81
-0,36
1,49
0,11
-0,19
0,21
-0,27
0,53
-0,44
M8
M9
M10
M11
M12
M13
141
Notas
1 Tasa de Promocin Efectiva: Crdoba = 76,63, Total pas = 81,08; Tasa de repitencia: Crdoba = 12,84, Total pas = 10,38; Tasa de abandono interanual: Crdoba = 10,53; Total pas = 8,54. Fuente: DiNIECE, Ministerio de Educacin de la
Nacin. 2004.
2 Proyecto financiado por la Agencia Nacional de Promocin Cientfica y Tecnolgica, Resolucin N 107 del 15/05/2007. PICTO Educacin 2005 n 36409. Directora: Dra. Ana Mara Brigido CIFyH, UNC. Ttulo: Prcticas institucionales
y rendimiento interno en el tercer ciclo de la Enseanza General Bsica (CBU) de la
ciudad de Crdoba. Duracin: 2 (dos) aos.
3 De la ciudad de Crdoba y de gestin estatal que imparten CBU.
4 Esto se afirma a partir del indicador de calidad comnmente aceptado: conocimientos logrados por los alumnos, a pesar de que consideramos que es insuficiente
para caracterizarla, pues solo atiende a parte de los resultados y deja de lado dimensiones que consideramos importantes, como por ejemplo, la calidad de los insumos
(calidad de infraestructura, equipamiento, etc.).
5 Evaluacin en base a la norma, en trminos psicomtricos.
6 Que es lo que se certifica en boletines o libretas.
7 En esa etapa trabajamos con una escuela tomada como caso y nos centramos en los
registros del primer ciclo de EGB.
8 O nota.
9 Esta no se tuvo en cuenta en los anlisis aqu comunicados.
10 Ver ANEXO I: Aspectos metodolgicos.
11 Ver ANEXO I para decisiones metodolgicas y ANEXO II para consultar los
resultados obtenidos.
12 Que recordemos- indican mayor frecuencia de uso, mejor valoracin, etc. en
cada caso.
13 Escuelas de rendimiento alto, medio y bajo
14 Existan 113 instituciones ubicadas en la ciudad de Crdoba que tenan el tercer
ciclo de EGB, o CBU.
15 Cinco factores explican aproximadamente el 60% de la varianza.
143
Entre currculum
y enseanza
Aristas de un proceso poltico-pedaggico
en la construccin de la poltica curricular
y de enseanza en Argentina (2004-2007)
Adela Coria
Introduccin
El presente texto aborda el anlisis de aristas principales del proceso
seguido en la construccin de la poltica curricular y de enseanza en
Argentina en el perodo 2004-2007 para educacin inicial, primaria,
y primeros aos de educacin secundaria.1 Analiza asimismo algunas
particularidades del proceso de definicin de saberes prioritarios, del
acompaamiento a los docentes en formacin y en ejercicio a travs
de la produccin de materiales especficos, y su vnculo con las prcticas escolares.
A partir de la explicitacin de un enfoque interpretativo general de los procesos de cambio curricular, se busca interpretar el pasaje
del sentido que adquiri el currculum como dispositivo de regulacin en las polticas estatales en los 90, a las regulaciones que tienen
144
A. Coria
lugar pos-crisis 2001-2002, configurndose un espacio de produccin que situamos analticamente entre el currculum y la enseanza,
por lo que lo denominamos genrica y alternativamente, en clave de
interseccin, poltica curricular y de enseanza.
Con particular nfasis en ese espacio de cruce, se seleccionan
y reconstruyen temas en debate considerados cruciales para producir
consenso a nivel nacional, reconociendo los lugares ocupados por diferentes sujetos, actores principales de un complejo proceso polticopedaggico.
A lo largo del escrito se van puntualizando los criterios pedaggico-didcticos que orientaron su produccin, y algunos indicios
disponibles sobre su particular reinterpretacin tanto en las orientaciones ministeriales provinciales, en el mbito local de las prcticas
de enseanza como visiones acadmicas diferentes sobre su alcance,
lmites o su misma definicin.
Es preciso advertir que no se pretende una interpretacin crtica de la poltica educativa2 para los aos delimitados, sino aportar
referencias especficas para la comprensin de la direccionalidad que
adoptaron las decisiones en materia curricular y de enseanza desde
el discurso pedaggico oficial dentro de ese marco ms amplio, y que
constituyeron polticas especficas que tambin han sido convergentes en la determinacin de la poltica educativa en su conjunto.
Mi propia implicacin en el proceso acaecido entre 200420073 -que de hecho se expone a la crtica- ha exigido para esta escritura tiempo de distancia, experiencias de anlisis especficos para el
caso local cordobs en el marco de la ctedra universitaria, y contrastaciones conceptuales.
Se trata de un relato que intenta dar cuenta de un campo prctico al decir de Vitar para referir a las narraciones de los polticos
cuando toman o contribuyen a construir iniciativas que cobran forma a la luz de restricciones, tradiciones y herencias, as como de los
muchos avatares y azares que habitan en la decisin. Trastocan la
imagen de un actuar guiado nicamente por la racionalidad medios-
145
146
A. Coria
147
148
A. Coria
La temporalidad tambin refiere a futuros, como es consustancial a la definicin del currculum (Furln; Pasillas, 1989). En procesos de inclusin y exclusin de saberes culturales, el lugar que se
asigna a valores culturales universales dominantes y el registro de su
vnculo con una visin amplia de complejas y diversas expresiones
culturales, su expresin subalterna, o su negacin, es determinante de
la definicin del proyecto a futuro que es el currculum, y por ende,
de la configuracin de identidades.
El proyecto a futuro en el que polticamente un estado se propone inscribir a las nuevas generaciones reconocindolas en una genealoga (Landesman, 1997; 2004; Remedi, 1997; Coria, 2001) nos
pone de cara al problema de la transmisin de la herencia cultural
entre generaciones. Es decir, el proyecto a futuro condensa pasado y
presente, valorados como oferta de sentido que hace el campo social
en determinados momentos de su historia (Terigi, 2004), fruto de sus
atesoramientos y tambin de lo que se ha decidido rechazar, eludir,
olvidar. Desde este enfoque, para activarse, el legado debe ser apropiado por los legtimos herederos, las nuevas generaciones, en un esfuerzo de diferenciacin como condicin de construccin identitaria.
Las lecturas histricas permiten, en fin, reconocer tendencias en
materia de polticas curriculares y de enseanza, y observar analticamente, para diferentes momentos, las contradicciones/continuidades/
discontinuidades entre el carcter prescriptivo de las regulaciones y
aquello que en simultneo estas habilitan; las derivaciones organizacionales e implicancias para las condiciones de trabajo docente de los
dispositivos curriculares, y las condiciones efectivas de escolarizacin
-es decir, los formatos escolares, tradiciones y regularidades institucionales sedimentadas en el tiempo-; los procesos interpretativos de diferentes sujetos en contextos diversos, y las mltiples reestructuraciones
locales junto con prcticas novedosas respecto de las regulaciones.
En ese sentido, es fundamental una mirada que permita poner
en foco las relaciones (entre regulaciones estatales y sujetos; entre sujetos inscriptos en distintos niveles, etc.) pues como seala Vitar
es en la relacin misma y no en sus polos donde se resuelve el registro
poltico de las polticas (Vitar, 2006: 33).
149
150
A. Coria
gestores de las reformas, el campo intelectual de la educacin (pedagogos), y expertos universitarios en las disciplinas especficas, lo
cual ha implicado en parte la disociacin entre el saber experto y el
saber prctico, o la exclusin de este ltimo. As, hemos asistido a
procesos de deslegitimacin de los profesores como productores de
saber pedaggico, capaces de articular su formacin y su experiencia
profesional con lecturas crticas de las realidades en que intervienen
y capaces de valorar alternativas para proyectar transformaciones en
aulas y escuelas.
La creacin, ritualizacin (Viao, 2002) o hibridaciones como
reactualizaciones de lo viejo en el marco de una nueva discursividad
(Dusell; Tiramonti; Birgin, 1998) en procesos de reforma o cambios
curriculares, depende en buena medida del lugar que se asigna a la
docencia.
Debe atenderse particularmente al hecho de que cualquier renovacin de saberes, de sus marcos o enfoques de inscripcin, o de
sus formas de enseanza, supone la coexistencia de tiempos polticotcnicos y tiempos del cotidiano escolar, espacio en el cual en general
se intensifican las demandas y tecnologas de regulacin del trabajo
docente, habida cuenta los esfuerzos de institucionalizacin de las
novedades.
La innovacin y el cambio crean su propia cultura, sus continuidades, persistencias y tradiciones. (Viao, 2002). Como toda memoria, el registro de lo memorable para los actores del campo escolar
sobre todo para docentes y directivos- se actualiza situacional y contextualmente (Remedi, 2004). Por ello, en el esfuerzo de interpretar
su posicionamiento diferencial en marcos de propuestas de cambio
ms o menos estructurales o de superficie-, es preciso desplazarnos
de la habitual idea de resistencia para valorar en su complejidad
las prcticas docentes respecto de las reformas, y observar matices de
negociaciones, adaptaciones creativas, conservaciones necesarias ante
los nuevos dispositivos. Viao, en ese sentido, desafa a problematizar
los dilemas entre necesidad del cambio y la preservacin, entre nece-
151
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A. Coria
153
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A. Coria
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A. Coria
157
El sistema fue poco sensible para reconocer las nuevas configuraciones identitarias (de infancias, adolescencias, los y las jvenes),
los problemas de la contemporaneidad, y una perspectiva de formacin docente plural, aunque varias de estas cuestiones hubieran sido
anunciadas, entre otras promesas, en la reforma curricular de los 90.
Lo que esencialmente gravit en todos y cada uno de los actores educativos y la sociedad en su conjunto fue la profunda crisis
de la escuela y los procesos de escolarizacin, en tensin con el imaginario de la escuela como el lugar de referencia social, espacio de lo
pblico, lugar de sobrevivencia, inventiva e, histricamente, lugar de
referencia identitaria, que garantiz que los sujetos continuaran, en
contextos tan crticos, creyendo en la educacin.
158
A. Coria
159
ese piso comn desde la enseanza, a su vez, se asuma en los documentos aprobados la necesidad de crear una serie de condiciones
materiales y simblicas para que efectivamente pudiera desplegarse en
un horizonte igualitario.
Ello supuso el reconocimiento de que toda definicin curricular se juega en el espacio del aula, pone tambin en juego las
trayectorias y formacin de los docentes como colectivos en contextos escolares particulares, y que constitua una responsabilidad
estatal acompaar sistemticamente con polticas y acciones nacionales y jurisdiccionales activas, asumiendo el cuidado de las nuevas
generaciones.
El sentido que intent darse al conjunto de decisiones en este
plano aunque con matices, contradicciones y ciertas construcciones
no del todo compatibles con el discurso dominante- fue pensar la enseanza en clave de tramar la transmisin en el doble sentido de compartir saberes valiosos, y de la inscripcin subjetiva de nios, jvenes
y tambin adultos en una matriz simblica, dadora de identidad, y
que no se construye por la va de la prescripcin.
Aunque con desiguales concreciones locales y con interpretaciones dismiles de diferentes actores (polticos y acadmicos),23 podemos sostener que el discurso que puso el acento en la enseanza,
los maestros, las escuelas, cobr forma por sobre el discurso normativo del currculum, aun cuando la definicin de los NAP supusiera
una propuesta de relectura de saberes y los enfoques en que se sostenan, y aun cuando en no pocos casos provinciales se interpretaran
como decisiones a aplicar o implementar, como la memoria de la
reforma curricular de los 90 indicaba.
Al menos en el discurso construido como marco para los
acuerdos federales sobre saberes a priorizar, se impuls el desarrollo de polticas de enseanza con una preocupacin explcita por su
efecto en las prcticas, como apuesta pedaggica para contribuir a
la inclusin educativa, bajo condiciones estructurales y de funcionamiento histricas que tambin deban ser modificadas, obviamente
con inversin estatal.
160
A. Coria
Es interesante advertir entonces que para hacer efectivo el estar dentro de la escuela, constitua un desafo poltico re-inventarla
(MECyT, 2005). En ese marco, la preocupacin antropolgica por
la vida cotidiana en las escuelas y en las aulas (Rockwell, Ezpeleta,
1983; Rockwell, 1998) fue una clave de interpretacin para la elaboracin de propuestas. Se hizo explcita la idea de recuperar el saber
pedaggico de maestros y profesores (Candau et al., 2002; Cifali,
2005; Tardif, Gauthier, 2005; entre otros), y en general, se reinscribi el discurso y reflexin pedaggicos como dimensin y contenido
sustantivo de la formacin docente (Birgin, 2006: 267-294).24
161
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A. Coria
Indicios para interpretar algunas variaciones polticopedaggicas entre los CBC y los NAP
Los CBC no fueron derogados por el Consejo Federal de Educacin.
Tampoco los NAP se plantearon estrictamente como decisin curri-
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A. Coria
En ese sentido, el debate en la elaboracin del texto de fundamento de los NAP no fue menor. El anlisis colectivo demostr que
era necesario eliminar el efecto de des-responsabilizacin del Estado
que poda derivarse de la interpretacin del enunciado Ncleos de
Aprendizajes Prioritarios, dejando centrada la poltica en el proceso
de aprender, respecto del cual el Estado no poda garantizar resultados.
Ms crticamente, la poltica centrada en el aprendizaje corra
el riesgo de perfilarse en el sentido de la evaluacin del aprender
como lo plantearon varios actores institucionales- lo cual poda
llegar a profundizar -y no contribuir a resolver- los problemas de
desigualdad que constituan el crudo diagnstico de partida.
Se trataba de evitar la asociacin de esta poltica con las polticas de evaluacin dominantes en los 90 y que haban tambin
calado en el sistema, con sus crticas implicancias de comparacin
entre provincias e incluso, entre escuelas, en el marco de mediciones
de eficacia y eficiencia terminal del sistema, desconociendo las condiciones institucionales y jurisdiccionales en que se llevaba a cabo la
enseanza. Lo que s el Estado poda y tena el deber de garantizar
como poltica pblica era la transmisin de los saberes priorizados
como piso comn (Res. CFE 235/2004 y s.s.).
Fue muy heterognea la posicin de las jurisdicciones en este
punto. Incluso hoy se observan voces que sugieren que se trata de un
impreciso marco normativo, y siguen reclamando la definicin de
una poltica de evaluacin comn y nacional asociada con los NAP,
con el argumento de evitar injusticias en la evaluacin y promocin
de los alumnos, cuestin ciertamente abierta a debate (Veleda, Rivas, Mezzadra, 2011:151). No obstante, es preciso sealar que hubo
acuerdo, pues los NAP se justificaron desde la responsabilidad del
Estado en trminos de lo que s se poda o se comprometa a garantizar -la enseanza y las condiciones para que ella ocurra- lo que
constituy un camino colectivo para re-procesar diez aos de acompaamiento estatal.
Independientemente de esa discusin, los NAP constituyeron
una base para la elaboracin de instrumentos de evaluacin diagns-
165
tica elaborados por los equipos de la Direccin Nacional de Informacin y Evaluacin de la Calidad Educativa (DINIECE), y pasaron a
formar parte de los criterios, en trminos de saberes, que orientaron
en parte la elaboracin de los instrumentos para los Operativos Nacionales de Evaluacin, aun con sus redefiniciones respecto de los `90
(entre otras cuestiones, dejaron de ser censales).28
166
A. Coria
El concepto de capacidades tambin mereci una consideracin crtica. La tendencia en el campo recontextualizador del currculum a poner el acento en su desarrollo basados en teoras psicolgicas del procesamiento de la informacin o aquellas que indagan en
procesos u operaciones cognitivas- con independencia o por sobre los
saberes a los que se aplican o descontextualizadas desde un punto de
vista histrico-social y cultural, tambin fue discutida, no en trminos tericos sustantivos, sino como categora a priorizar en el marco
de poltica de formacin para los diferentes niveles del sistema.
Era preciso disputar sentidos respecto de ese contexto discursivo al momento de la produccin de la poltica de enseanza que venimos analizando pero, fundamentalmente, tomar posicin respecto
de actores de la decisin que haban internalizado ese discurso y lo
defendan entre otras razones, pues lo haban plasmado en sus propios diseos curriculares.
Inspirados en un enfoque socio-antropolgico (Bourdieu,
1991; Rockwell y Ezpeleta, 1983; Rockwell, 1998; Heller, 1977, De
Certeau, 1996) y sin por ello caer en un nuevo reduccionismo- se
intent poner el acento en la categora saberes pues se consider
que constitua un paraguas que permita reconocer los conocimientos
generales tericos y prcticos-, validados en los diferentes campos
conceptuales (ciencias, filosofa, artes, tecnologas, etc.) y al mismo
tiempo, a los sujetos sociales en tanto sujetos de apropiacin y productores de saberes -conceptos, interpretaciones, valoraciones, modos de actuacin- sobre el mundo que los rodea, a los que el propio
dispositivo curricular tiende a excluir o no dar legitimidad, inscribindolos solo en consideraciones metodolgicas para su enseanza
(por ejemplo, cuando se alude a estrategias para ensear nuevos objetos que inducen a partir de conocimientos previos).
Contra un sentido sustancializado del concepto de saber, se
trabaj en la dimensin de actividad de los sujetos en su relacin con
diferentes sistemas simblicos. En esa perspectiva, en el proceso de
construccin de la poltica en cada campo disciplinar y en sentido
general, se procur atender a las relaciones de y con el saber que se
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A. Coria
169
fuertes disputas y posicionamientos diferenciales- la decisin adoptada por las autoridades ministeriales nacionales de determinar una
secuencia de saberes ao por ao,31con el criterio de acercarlos a las
necesidades de maestros y profesores en las aulas, lo que los dot de
un alto nivel de especificidad.
Vena as la poltica nacional a interpelar de modo directo la
rbita de las decisiones jurisdiccionales. La potestad de definir desde
una relativa autonoma los diseos curriculares -que la Nacin haba
delegado a partir de la elaboracin de los CBC en la dcada anteriorahora se defenda como una conquista, incluso, a pesar del ya referido
isomorfismo y artificialidad en varias producciones locales.
Este trazado tuvo el poder de poner en evidencia las diferencias
histricas y estructurales entre jurisdicciones, lo que lleva a introducir
en los fundamentos generales de los NAP varias aclaraciones polticamente imprescindibles para habilitar el consenso: la incorporacin
del criterio de flexibilizacin por ciclo escolar y poner de relieve que
los NAP no negaban los diseos curriculares jurisdiccionales y que
constituan un piso, un suelo compartido, una base, y no el techo de formacin al que las distintas propuestas formativas podan
aspirar.
Se abri en simultaneidad un tiempo de trabajo colectivo que
busc dotar a los NAP de mayor nivel de generalidad para evitar
yuxtaposiciones que no contribuyeran a construir aquella vieja aspiracin por lo comn, y a definir criterios de especificacin y complejizacin progresiva de los saberes plasmados en general en pie
de pgina- que mostraran una lgica de produccin y permitieran
superar ciertas variaciones superficiales, como lo advirtiera de modo
crtico el documento elevado por los representantes de Ciudad Autnoma de Buenos Aires.
Insistir en la cuestin del nivel de generalidad no es banal
ni una disquisicin didctica para didactas. En tanto problemtica,
condens el problema poltico de potencial solapamiento de incumbencias del texto de los NAP respecto de los diseos curriculares jurisdiccionales. Pero fundamentalmente, estaba en discusin la visin
170
A. Coria
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172
A. Coria
173
marcos interpretativos y las experiencias de enseanza de los docentes. En instancias de capacitacin y de investigacin, se ha valorado
la riqueza de estos materiales, su capacidad generativa de alternativas
de enseanza, destacando su hechura en contraposicin con la que
se observa en materiales construidos en marcos aplicacionistas35. o
de aquellos que llegan a ser, como seala Terigi, materiales a prueba
de docentes, imposibilitando su accesibilidad didctica. (Terigi,
2004).
Su elaboracin supuso un esfuerzo por superar la tendencia
de producciones curriculares en marcos de reforma como lo ejemplifican los CBC en el aula- a proponerse como discursos didcticos
inaugurales o iniciticos, esfuerzo no siempre ni homogneamente
logrado.
En contraste, y asumiendo la idea rectora de no dimitir desde el punto de vista del Estado Nacional, (Bourdieu, 1999) se intent
ir tramando discusiones didcticas en los propios campos de conocimiento algunas histricas y otras contemporneas- con experiencias
desarrolladas por docentes, por provincias, y buscando orientar a los
docentes respecto de algunas claves o criterios con los cuales se van
tomando decisiones didcticas, haciendo explcito de ese modo algo
del secreto (Bernstein, 2003) que toda produccin didctica implica.
174
A. Coria
175
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A. Coria
Notas
1 Este ha sido el marco general del Seminario dictado en el Curso de Doctorado
en la Universidade Estadual de Campinas, en 2009, como parte del proyecto UNICAMP-UNC (Programa Binacional de Centros Asociados de Posgrado Argentina/
Brasil (CAPG-BA).
2 Para ese tipo de abordaje ms amplio, el trabajo de Estela Miranda publicado en el
primer tomo de esta coleccin (2011) da cuenta de categoras de anlisis de Ciclos
de las Polticas, desde el enfoque crtico de S. Ball.
3 Como lugar de enunciacin (Buenfil, 2006: 80) con todas sus implicancias- entre
2004 y mediados de 2006, bajo el Ministerio de Daniel Filmus, la entonces Direccin de Gestin Curricular y Formacin Docente estuvo a cargo de la Mgter. Alejandra Birgin, en cuyo marco me desempe como coordinadora de reas Curriculares.
En ese espacio, se delinearon aspectos sustantivos y especficos de las polticas curriculares y de enseanza para el perodo, un modo de comprender el vnculo poltico
del ministerio nacional con las provincias en la materia, una lectura de las huellas de
la historia en esa relacin. Esto se plante en un espacio ms abarcativo de articula-
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A. Coria
ajuste, como lo expresaron diversas Reformas del Estado. Desde el punto de vista
del campo del mercado, se inscribi en un contexto de globalizacin, de competencia internacional por calidad de educacin, de fuerte presencia de evaluaciones
internacionales, y de una tendencia a la opcin por una educacin polimodal y de
formacin en competencias amplias para insertarse en el mundo del trabajo. Ello
fue co-existente con la inclusin de problemticas novedosas para el contexto de los
pases dependientes, como la multiculturalidad, el desarrollo ambiental sustentable,
gnero, nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin, formacin transversal tica y ciudadana, entre otros.
Tambin, coexisti esa perspectiva de ajuste, con la extensin de la obligatoriedad y
discurso de la justicia social y garanta de igualdad de oportunidades, a partir de un
diagnstico de segmentacin del sistema educativo en circuitos diferenciales.
10 Posicionamientos diferenciales frente a las decisiones nacionales de acuerdo con
el signo poltico local. Casos provinciales de no modificacin estructural (Ciudad
de Buenos Aires, Ro Negro) o de modificacin tarda, pero con sus particularidades
(Crdoba).
11 Retomando aportes del psicoanlisis y en particular a Zizek, Buenfil alude al
carcter imperfecto del orden simblico como condicin de posibilidad del sujeto,
a la incompletud de las formaciones discursivas y de cualquier discurso. (Buenfil,
2006: 69).
12 Hacemos referencia a regulaciones curriculares centralizadas (Acuerdos Federales
a nivel del contenido, en el marco del Consejo Federal de Cultura y Educacin para
la aprobacin de los Contenidos Bsicos Comunes (CBC) para el Nivel Inicial, la
EGB, la Educacin Polimodal y la Formacin Docente para todos los niveles -Documentos para la Concertacin, A 6, A 7, 33/93-) y descentralizadas (bajo el discurso
de la regionalizacin, se trat de la elaboracin de diseos curriculares a nivel de las
jurisdicciones o provincias (estados), con base en los CBC acordados, y con posterior
aprobacin nacional). Ver anlisis de la metodologa de consulta formalizada discursivamente en los CBC (1994) en G. Diker (2008: 165).
13 Uno de los principales programas fue el PRISE (Programa de Reformas e Inversiones para el Sector Educacin). Varios especialistas de la educacin en todo el
pas participamos en el acompaamiento de diferentes proyectos provinciales como
consultores de ese programa, en nuestro caso, elaborando propuestas curriculares
para la formacin docente en la Provincia de Catamarca, de signo poltico opuesto
al nacional.
14 He aqu los saltos de la cascada: a nivel Nacional, formulacin de los CBC y
criterios para la elaboracin de diseos curriculares compatibles (DCC); a nivel jurisdiccional: elaboracin de los DCJ; a nivel Institucional: elaboracin del PEI, PCI,
en base a los DCJ; Impacto imaginado en la enseanza en el aula.
15 Se hace referencia a las siguientes distinciones: Captulos, Expectativas de logros,
Campos de formacin/Bloques de contenidos exhaustivos (insinuantes de disciplinas o reas), espacios curriculares, estructuras curriculares con acuerdos en cargas
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en ese sentido al anlisis de Cecilia Veleda, Axel Rivas y Florencia Mezzadra (2011),
p.p. 145-146. Otro punto de vista crtico es el que sostiene Terigi, en el que refiere como tambin se ha sealado en este trabajo- a la pervivencia de una lgica de
produccin curricular heredera de la dominante en los `90. (Terigi, 2006: p.p. 224,
citas nro. 35 y 36).
24 Junto con los saberes disciplinares y sobre la contemporaneidad, constituyeron
los tres ejes que articularon las propuestas de Escuelas Itinerantes, formato que se
adopt para la organizacin de las propuestas de desarrollo profesional docente, experiencia que ya haba sido probada en Ciudad de Buenos Aires (CEPA). La argumentacin pedaggica sobre esta perspectiva puede encontrarse en Birgin (2006).
25 No se incluyeron en una primera etapa la priorizacin de Educacin Tecnolgica, Educacin Artstica y Educacin Fsica. Esta decisin se expresa en la primera
resolucin adoptada por el CFE sobre los NAP (214/04), donde se destaca que no
significaba que en etapas posteriores no pudiera avanzarse en relacin con esos otros
campos de saber, tal como ocurri con la elaboracin del Cuaderno para el aula en
Educacin Tecnolgica en 2006, y entre 2007 y 2011, con la definicin de los NAP
correspondientes para educacin primaria y el ciclo bsico de secundaria en esos
campos de conocimiento. (Res. 37/07; 97/10; 135/11; 136/11; 141/11; 142/11).
26 Se est desarrollando por nuestros equipos un anlisis pormenorizado de la compleja definicin de saberes por campo de conocimiento, los enfoques adoptados para
su enseanza, tanto en los NAP como en los Cuadernos para el Aula, cuestin necesaria de poner en discusin, pero que excede este trabajo.
27 El trazado general parte de documentos producidos en el mbito de las reas Curriculares dependientes de la Direccin de Gestin Curricular y Formacin Docente,
MECyT. Dichos documentos se hicieron circular en las jurisdicciones, y a partir de
sus devoluciones, anlisis y redefiniciones, se concretaron Seminarios Federales para
su anlisis y elaboracin de versin definitiva, puestos en consideracin y aprobados
finalmente en el CFE.
28 Tambin, fueron la base para la elaboracin de un material orientado a la evaluacin denominado APORTES para el seguimiento del aprendizaje en procesos de
enseanza (2006). 1er Ciclo EGB/Nivel Primario, elaborado en su versin inicial
por el IIPE-UNESCO Sede Regional Buenos Aires con la participacin de Silvina
Gvirtz, Guillermo Ferrer y Valeria Buitron y un equipo de especialistas en las reas
curriculares, con financiamiento del Ministerio Nacional y la revisin de sus equipos
tcnicos. Este trabajo se hizo de modo paralelo a la produccin de los Cuadernos
para el Aula por los equipos tcnicos del Ministerio Nacional.
29 Es preciso aclarar la pluralidad de sentidos que tiene la nocin de competencias,
y cmo este vara de acuerdo con los contextos de enunciacin. As, ha sido propuesta por filsofos como E. Morin (2000) en una perspectiva crtica para abordar el
conocimiento. Hoy, en el marco de la denominada sociedad del conocimiento, hay
quienes siguen justificando la necesidad de formar en competencias con independencia de los contenidos de que se trate y en un marco de globalizacin econmica.
(Comisin Europea, 2004, citado por Veleda, Rivas, Mezzadra, 2011:143).
30 Intervenir en los procesos pblicos de definicin de los saberes culturales que vale
la pena transmitir es un asunto que ha comprometido a reconocidos tericos de las
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ciclo de secundaria. Entre los principales: -Se intentaron producir propuestas para la
enseanza variadas, desafiantes, construidas desde un enfoque narrativo como relatos
de experiencia efectivamente llevadas a la prctica; -Las propuestas se despliegan en
los que se consideran itinerarios didcticos abiertos, atendiendo a criterios especficos de las disciplinas escolares junto con criterios pedaggico-didcticos ms generales que reconocen aportes socio-antropolgicos, del campo cultural, la psicologa, el
psicoanlisis, la comunicacin, el arte, entre otros.; -Se busca producir contrastes espacio/temporales, abrir nuevos mundos, hablar de diversos modos de nuestros mundos; -Se da relevancia a los saberes de la vida cotidiana, al modo de encuentro con los
saberes que estas propuestas habilitan; -Se asume un especial cuidado y control de no
producir un discurso dominante sobre las experiencias escolares; -Se asume un especial cuidado en relacin con el maestro construido en los textos: se busca recuperar
sus saberes pedaggicos y prcticas, los saberes del oficio, y en un marco dialgico,
se intenta amplificarlos y contrastarlos. Imaginamos un docente con iniciativa, un
intelectual que produce en relacin con la enseanza; - Se atienden condiciones de
escolarizacin dominantes en mbitos urbanos y rurales; - Se ha tenido un especial
cuidado por las formas de enunciacin desde un punto de vista poltico (desde el uso
del nosotros inclusivo, intentamos dar cuenta de nuestra intencin de acompaamiento), con la debida atencin a la cuestin del gnero, y las diversidades a las que
toda prctica escolar nos expone.
Segunda parte:
Sujetos y Procesos de escolarizacin
en contextos diversos
189
Introduo
A identificao, o reconhecimento e a problematizao de uma idade juvenil por determinados campos do conhecimento e disciplinas
cientficas ocorreu, principalmente, a partir do sculo XVIII. Nesse
perodo, no contexto intelectual do Iluminismo, alguns pensadores
passaram a se preocupar com a infncia e a juventude como etapas
da formao do homem enquanto indivduo-cidado. J. J. Rousseau
(1712-1778), na obra Emlio, alm de realizar estudos pioneiros no
campo da educao, inaugurou um programa de investigao sobre
a condio infanto-juvenil. J. H. Pestalozzi (1746-1827), ao mesmo tempo em que se dedicou aos estudos sobre pedagogia, procurou
compreender o comportamento problemtico dos jovens como resultante do meio social. (Flitner, 1968)
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D. D. Pacheco e Zan
O desenvolvimento do capitalismo moderno nos pases europeus, que culminou na Revoluo Industrial ao longo do sculo XIX,
gerou transformaes scio-econmicas profundas como o intenso
xodo rural, crescimento urbano, expanso do trabalho fabril e o emprego de mulheres, crianas e adolescentes no trabalho industrial etc.
Tais transformaes colocaram na ordem do dia a questo social, e,
por decorrncia, o problema juvenil.
Karl Marx, na Resoluo do Primeiro Congresso da Associao Internacional do Trabalho (AIT), de 1866, props a regulao
do trabalho limitando-o a um perodo de oito horas dirias no perodo diurno e a normatizao do trabalho de crianas e adolescentes
entre os 9 e 18 anos de idade. Manifestou-se favorvel instruo das
crianas em escolas elementares, antes dos nove anos de idade. Apontou para a necessidade de que a parte mais esclarecida da classe operria
defendesse o direito de crianas e jovens, filhos dos trabalhadores,
a uma formao adequada, preservando-os dos efeitos destruidores do
sistema capitalista. (Marx, 1968, p. 17) Marx no negava o trabalho
infantil desde que com jornadas limitadas para cada faixa etria. Isso
se deve ao fato do autor reconhecer no trabalho uma potencialidade
formativa que, juntamente com a educao mental, os exerccios
fsicos e a aprendizagem politcnica contribuiriam para a elevao da
classe operria a um nvel superior ao das classes burguesa e aristocrtica. (Marx, 1968)
Em 1904, o psiclogo norte-americano Granville Stanley Hall
(1844-1924) publicou a obra Adolescense: its Psychology and its Relation to Physiology, Anthropology, Sociology, Sex, Crime, Religion, and
Education, resultante de ampla e rigorosa pesquisa sobre a juventude.
Esse trabalho, apesar de ligado ao campo da psicologia, contribuiu
para a insero de questes sociais nas pesquisas sobre adolescncia
e juventude e se tornou referncia para estudos posteriores. (Flitner,
1968)
Foi a partir dos anos de 1940 que as investigaes sociolgicas
sobre a juventude tornaram-se mais numerosas convergindo para um
campo cientfico e acadmico autnomo em relao pedagogia e
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problema juvenil. Se at aquele momento os estudos latino-americanos sobre esse tema eram pouco expressivos e, em geral, tratavam
de segmentos das elites, a partir do final dos 60 nota-se um aumento
significativo de pesquisas sobre o jovem buscando compreender a sua
insero nos processos de mudana social no contexto modernizador.
nesse contexto que se inicia a produo brasileira acerca da
temtica da juventude.
193
O Programa de Metas tambm implementou aes na rea social, principalmente na educao. A modernizao exigia a formao
de quadros com nveis de escolarizao mais elevados o que contribuiu para a expanso do sistema universitrio brasileiro.
Se no governo JK o pas viveu um clima de relativa estabilidade poltica, o mesmo no ocorreu nos primeiros anos de 1960. A
crise institucional que se abriu com a renncia do presidente Jnio
Quadros no sexto ms de governo (agosto de 1961) e a acelerao do
processo inflacionrio resultante, dentre outras razes, do endividamento externo contrado nos anos anteriores, foram alguns dos fatores que levaram intensificao das lutas sociais. As greves se multiplicaram nas cidades mais industrializadas, o movimento estudantil
assumiu posies mais radicais e, no meio rural, as Ligas Camponesas
mostraram grande capacidade de mobilizao na luta pela reforma
agrria.
O golpe militar de 31 de maro de 1964, que contou com
apoio de setores conservadores da sociedade brasileira, foi uma resposta ao ascenso desses movimentos. Imediatamente o governo ditatorial empreendeu aes repressivas sobre os sindicatos mais combativos, sobre as entidades estudantis e as Ligas Camponesas.
Ao longo do perodo compreendido entre 1956 e 1964, parte
expressiva da produo intelectual e artstica, bem como aes de
lideranas polticas, resultaram de interlocues com o iderio nacional-desenvolvimentista, gestado no interior do Instituto Superior de
Estudos Brasileiros (ISEB) e com a produo de outros rgos de pesquisa, especialmente com a produo cientfica e filosfica da Faculdade de Filosofia, Letras e Cincias Humanas (FFLCH) da Universidade de So Paulo (USP)2. De certo modo, intelectuais ligados a essas
instituies empreenderam amplos diagnsticos sobre as condies
de subdesenvolvimento do pas. Parte significativa desses pesquisadores concentrou esforos na construo de um projeto nacional.
Mesmo apoiados em referenciais terico-metodolgicos distintos,
muitos deles buscavam reconhecer as foras sociais retrgradas que
obstaculizavam o desenvolvimento, e, ao mesmo tempo, identificar
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Sua crtica acerca da viso funcionalista de sociedade recai sobre a tese de Manheim de que o jovem seria portador de um potencial
revolucionrio por se encontrar fora do sistema, isto , fora dos conflitos da sociedade moderna. Para Ianni (1968), a relativa desvinculao do jovem em face da ordem estabelecida um ponto de partida
para a investigao do problema, mas insuficiente para a compreenso do comportamento radical da juventude. Para o socilogo,
...todos os homens possuem faculdades criadoras, pois que o trabalho humano por natureza uma atividade que enriquece o prprio homem e a
sociedade, modificando-os. O que torna esse trabalho mais ou menos original, revolucionrio ou no, so as condies estruturais de sua realizao
e os significados que os prprios agentes discernem ao realiz-lo... (p. 233)
Ianni (1968) no nega a importncia das abordagens que privilegiam as particularidades. Porm, enfatiza que ...essas explicaes
so sempre atomsticas, insuficientes para estabelecer as vinculaes reais
entre a biografia e a histria. (p. 241). indispensvel, para o autor,
que a investigao no perca de vista a insero dos jovens na rede de
conflitos e tenses da sociedade capitalista como um todo.
Dos dois socilogos destacados aqui, Foracchi foi quem produziu uma obra mais sistematizada acerca do tema dando a ela um
tratamento pioneiro. Apesar de sua aproximao com o referencial
terico que apontava para os conflitos entre geraes3 como eixo essencial nos estudos sobre juventude, a autora avanou ao aproximar
suas anlises tambm do conceito de classe social.
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Segundo Foracchi (1972), adulto e jovem so categorias socialmente distintas, mas que se vinculam por interesses comuns e
por elos de continuidade. No entanto, a passagem de uma condio
social a outra assinalada por um processo tenso. Desse modo, o que
est subjacente ao conflito de geraes a rejeio da condio adulta
tal como a sociedade a impe aos grupos mais jovens. ...O conflito
de geraes nada mais seria [afirma a sociloga] seno a luta de uma
gerao com os valores bsicos que no sabe ou no quer preservar. (p. 25)
Nos trabalhos realizados nos anos de 1960, a pesquisadora se
voltou para o estudo dos movimentos de juventude no Brasil e, em
especial, para a ao dos estudantes no processo de transformao da
sociedade. Nessa perspectiva Foracchi (1972) identifica a juventude
enquanto categoria que se constitui a partir da insero num campo
de tenses inerentes estrutura social.
Ao mesmo tempo, a autora faz uma distino entre o movimento de juventude e o movimento estudantil. Para a autora, os movimentos de juventude caracterizam-se pela ausncia de organizao
poltica. , de certo modo, um movimento espontneo e efmero,
ou seja,
radicaliza sua vinculao ao sistema, negando-a atravs de uma prtica
que se apia na improvisao e na espontaneidade, pretendendo implantar um estilo de vida. Por ser um movimento de jovens, cuja ideologia
exatamente a da emulao da criao, por vaga que parea tal formulao, insiste sobre sua condio e no consegue, no pode e no quer
vnculos estveis com quaisquer movimentos organizados (p. 14)
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No interior desses movimentos foram se constituindo, segundo alguns autores, novos discursos, novas prticas, novas identidades
e novos sentidos para a idia de cidadania. De acordo com Sader
(1988) no interior desses movimentos que os grupos em ao construram suas identidades e ganharam a conscincia do direito a ter
direito. Segundo Dagnino (1994), essa noo de cidadania no esta-
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Portanto, o sujeito passa a depender, cada vez mais, da diversidade e da constncia dos objetos para ter prazer.
Como sem objetos no h prazer e como um mesmo objeto esgota rapidamente sua capacidade de despertar a excitao sensorial, preciso ter sempre
mo algo com que gozar. Alm disso, esse algo deve ser permanentemente
substitudo, para que o hbito no enfraquea a intensidade do estmulo
e elimine o gozo. Por esse motivo, o ciclo de consumo dos objetos se tornou
interminvel. (Costa, 2004, p. 83)
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Juventude e violncia
Durante as ltimas dcadas houve um aumento significativo dos ndices de violncia entre a populao jovem do pas. Segundo entrevista de Jlio Waiselfisz7, autor do Mapa da Violncia dos Municpios
Brasileiros, em 1980 havia uma proporo de 30 homicdios a cada
100 mil jovens no pas, em 1990 esse ndice subiu para 38 e em 2004,
houve uma exploso para 51,7 casos de homicdios na populao
dos 15 a 24 anos, para cada 100 mil jovens. Enquanto ocorreu um
aumento na taxa de homicdios entre a populao geral de 20%, na
populao jovem esse aumento foi de 31,3%. Como afirma Soares
(2004), est em curso no Brasil um verdadeiro genocdio, cujas principais vtimas so os jovens, do sexo masculino, pobres e negros. (p.
130)
As explicaes possveis para esse fenmeno so as mais diversas: vo da delinqncia excluso social; da cultura adolescente
s gangues de rua e da presena do crime organizado ausncia do
Estado. Neste texto, focarei a questo na perspectiva de trs autores.
Partindo dos estudos da cultura, Kehl (2004) destaca a identificao cada vez maior que os adolescentes, principalmente os de
classe mdia, estabelecem com o marginal. H, segundo ela, a difuso
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de uma esttica da violncia. ...O estilo da vida bandida que os adolescentes tentam imitar a linguagem elaborada e estetizada pelo cinema,
pelo rap, pela televiso (p. 103). Ao mesmo tempo, na sociedade contempornea h uma espetacularizao do mal e do prprio crime o
que acaba por fazer do criminoso um smbolo da potncia. verdade
que a violncia confere poder, ainda que ilegtimo, a quem faz uso dela.
Impotentes diante do caos social, adolescentes flertam com a fantasia de
se tornar to violentos (ou poderosos) quanto os bandidos que os intimidam. (Kehl, 2004, p. 103)
Outra abordagem sobre a temtica apresentada por Spagnol
(2005). Para o autor, o quadro da violncia presente entre jovens de
classes populares, bastante complexo. ...O jovem, especialmente morador da periferia, associa-se ao trfico, assim como quando se organiza
em quadrilhas, como forma de ascenso social rpida e de participao
no mercado de consumo, inacessvel de outra maneira... (Spagnol, 2005,
p. 283) Ao mesmo tempo, o autor mostra que muitos jovens vivem a
qualidade sedutora da ao delinqente, pelo prazer de correr risco,
vivenciar algo que proibido, isto , na busca de emoo ou preenchimento de um sentimento de vazio. Alm disso, ...estar inserido
numa sociedade em que a superabundncia vital e ao mesmo tempo ser
excludo dela suscita sentimentos de humilhao e tambm de ressentimento para com o outro... (p. 291), afirma o autor.
Porm, ele tambm aponta para a ao violenta como uma
forma de repdio e resistncia a uma sociedade excludente. ...Numa
ao violenta, como um homicdio, esses jovens buscam a todo custo reverter os signos visveis de desvantagens no jogo da insero social... Na
verdade, eles esto vingando os outros fracassos, para obter o respeito que
lhes devido, ou que acreditam que lhes devido... (Spagnol, 2005, p.
291) A partir dessas questes o autor se pergunta: como explicar os
crimes violentos?
Durante os anos de 1999 a 2002, Spagnol (2005) entrevistou
jovens internos da FEBEM8 (Fundao Estadual do Bem Estar do
Menor), na cidade de So Paulo, acusados de cometerem homicdios
com requintes de crueldade. Atravs dos depoimentos coletados foi
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so de acumulao de capital e, portanto, comprometida com a manuteno do poder. Com a globalizao, as estruturas do trfico se
beneficiaram com as facilidades de circulao de capitais em escala
mundial por meios informatizados, o que favoreceu sua rpida expanso, potencializando sua capacidade de at mesmo interferir nas
relaes de poder de determinados pases. (p. 43) O seu funcionamento exige a arregimentao de um contingente cada vez maior de
trabalhadores. Por outro lado, expostos aos efeitos da indstria da
cultura, jovens das classes subalternas alimentam sonhos de consumo
e almejam conquistar posies de poder e prestgio. Ao mesmo tempo, se deparam com oportunidades restritas de acesso ao mercado de
trabalho. A autora ressalta que em 2003, na regio metropolitana de
So Paulo, estimava-se que havia 1.944.000 de desempregados, dos
quais 857 mil (44,1%) tinham entre 15 e 24 anos.(p.209 ). Quando
conseguem algum emprego, se deparam com condies de trabalho
extremamente precrias em empresas que ... no garantem condies
mnimas de trabalho e sugam do funcionrio qualquer beneficio direitos obtidos por meio de vrias lutas sindicais (p. 218).
Todos esses fatores compem um quadro favorvel ao ingresso
dos jovens ao comrcio ilcito de drogas. Esses jovens diz a autora homogeneizados pela indstria cultural e inscritos nas relaes do trfico,
buscam pela aquisio de bens, reconhecimento e valorizao social. Respondem promessa constante da indstria cultural, na qual o consumo
materializa o poder. Estes jovens correspondem expectativa da sociedade
atual. (Feffermann, 2006, p. 241)
Segundo Soares (2004), muitos dos jovens da periferia vivem
margem da sociedade e ignorados por ela. Essa invisibilidade se d
especialmente atravs do preconceito que se projetamos sobre esses
indivduos, estigmatizando-os, ou pela nossa indiferena. Como a
maioria de ns indiferente aos miserveis que se arrastam pelas esquinas
feito morto-vivos, eles se tornam invisveis, seres socialmente invisveis.
(p. 133) Enquanto o preconceito leva a super visibilidade de uma
imagem pr-construda do jovem marginal, obscurecendo sua individualidade, a indiferena, que a negligncia da presena de algum,
209
leva invisibilidade. E nesse ponto que reside uma questo fundamental para a compreenso do fenmeno da violncia.
Segundo o autor, a identidade se constitui no olhar do outro,
na interao com o outro, se d numa relao de reconhecimento e
valorizao pela mediao do outro. Quando essa relao fundamentada num processo de invisibilidade e anulao do sujeito, a violncia pode significar a alternativa para essa condio. Portanto, para
muitos jovens, a arma ser o passaporte para a visibilidade (p. 141).
a possibilidade de inverso da relao de poder, isto , quem o ignorava, agora o obedece. Sendo assim, o jovem se afirma, [diz Soares,
2004] pelo negativo de si mesmo, cavando o pior na alma dos outros. Este
no o dilogo dos seres humanos, no o reconhecimento sonhado... (p.
143)
Os desafios contemporneos para os pesquisadores brasileiros,
em especial para aqueles que se voltam para a investigao da temtica
da juventude na sua relao com a violncia, so muitos. Num quadro de mudanas econmicas, sociais e culturais cada vez mais rpidas surge a necessidade de estudos que objetivem compreender esses
sujeitos nas suas mltiplas identidades. , portanto, imprescindvel
desenvolver um olhar para a juventude que se fundamente, segundo
Pais (1990) em dois eixos semnticos, ou seja, olh-la como aparente
unidade (quando se refere uma fase da vida) e como diversidade (ao
se compreender que esto em jogo diferentes atributos sociais que
fazem com que os jovens se distingam uns dos outros). (p. 149)
No caso especfico da sociedade brasileira, importante destacar que se nos anos de 1960 as pesquisas sobre juventude referiam-se
a um movimento intencional e articulado de um projeto nacional
para o pas, atualmente essas investigaes, talvez apontem para outro momento marcado pela fratura de nossa sociedade. Sendo assim,
investigaes sobre juventude que trabalhem na perspectiva da ambivalncia podero contribuir para a compreenso desse contexto social
brasileiro.
210
D. D. Pacheco e Zan
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211
Notas
1 Pesquisadora do Grupo Violar (Laboratrio de Estudos do Imaginrio, Violncia
e Formao de Educadores) e docente do Departamento de Ensino e Prticas Culturais (DEPRAC) da Faculdade de Educao/Unicamp.
212
D. D. Pacheco e Zan
comum, numa dimenso histrica do processo social (Manheim). a concepo de haver uma unidade de gerao, ou seja, a similaridade de locao, expostos a uma mesma fase do processo coletivo. Gerao , portanto,
a similaridade de situao num mesmo tempo histrico, uma categoria
etria que possibilita que as pessoas partilhem experincias comuns. (FORACCHI, 1972)
4 Naquele momento a pesquisadora identificou as principais agremiaes polticas que militavam na vida universitria, como a Juventude Universitria Catlica
(JUC), o Partido Comunista, Ao Popular (AP), Poltica Operria (POLOP), a
Quarta Internacional e o Partido de Representao Acadmica (PRA) (FORACCHI,
1965, p. 228).
5 A sigla ABC refere-se s letras iniciais de trs municpios que originalmente formavam uma das reas mais industrializadas do Estado de So Paulo: Santo Andr, So
Bernardo e So Caetano do Sul. Alguns ainda incluem a cidade de Diadema o que
ampliaria a denominao da regio para a sigla ABCD. Atualmente esses municpios
integram a Regio Metropolitana da cidade de So Paulo e foram palco das grandes
greves de metalrgicos durante o final dos anos de 1970 e o incio da dcada de 80.
6 De certo modo, esses conceitos apresentados pelo autor se aproximam da noo de
desenraizado definida por Sennett (1999).
7 Disponvel em www.comunidadesegura.org/pt-br/node/31020. (Acessado em setembro de 2009)
8 A FEBEM do estado de So Paulo foi criada em 1976, em plena ditadura no pas,
com o objetivo de atender crianas e adolescentes considerados abandonados, infratores e aqueles cujas famlias, temporariamente, no tinham condies de mant-los. No entanto, o carter dessa instituio tem sido foco de diferentes crticas por
parte de pesquisadores, educadores e outros segmentos da sociedade brasileira.
213
Introduo
O debate envolvendo a qualidade da educao bsica no Brasil, no
recente, j que o iderio de educao bsica se constitui, a partir
da promulgao da Lei de Diretrizes e Bases da Educao Nacional
(LDB), nmero 9.394/ 96.
Embora a referida Lei estabelea que a educao bsica compreenda os seguintes nveis de ensino: educao infantil, ensino fundamental e ensino mdio, e que ter por finalidade desenvolver o
educando, assegurando formao comum fundamental para o exerccio da cidadania, a fim de lhe fornecer meios para progredir no
trabalho e em estudos posteriores (Brasil, 1996, Art. 22), a integrao
entre todos os nveis apontados e a cooperao entre os entes federados para que o acesso e o atendimento e o direito educao fossem
214
D. C. Jeffrey
215
Alm disso, o estudo de caso proposto define-se como avaliativo, pois apresenta entre os seus principais propsitos o fornecimento
de informaes que auxiliem no julgamento do mrito ou do valor
atribudo pelas Secretarias de Educao EJA, no municpio (Stenhouse, 1988 apud Andr 2005, p. 21), da a justificativa para a opo
do diagnstico da qualidade de ensino na EJA.
O diagnstico da qualidade de ensino na EJA se faz necessrio,
pois, de acordo com Oliveira e Arajo (2005), o termo qualidade
uma palavra polissmica que comporta diversos significados e pode
desencadear falsos consensos, devido s diferentes capacidades valorativas que lhe so atribudas.
216
D. C. Jeffrey
217
Gadotti (2009, p. 7), ao analisar o significado do termo, ressalta a dimenso social, cultural e poltica que a envolve, entendendo
a sua complexidade e polissemia. Porm, enquanto o referido autor
problematiza a qualidade da educao como um processo complexo,
o iderio internacional a compreende como algo vinculado ao contexto econmico e produtivo, como bem destacou o Relatrio Delors
(2004, p. 72), ao se referir ao objetivo educacional, a ser alcanado,
por diversos pases, incluindo o Brasil. O referido Relatrio orienta
que se devem formar para a inovao, pessoas capazes de evoluir, de
se adaptar a um mundo em rpida mudana e capazes de dominar
essas informaes.
Esse objetivo educacional expresso em um Relatrio Internacional, que contou com o apoio da UNESCO, foi difundido mundialmente, ao final dos anos de 1990, tendo como base fundamental
a aprendizagem ao longo da vida (lifelong learning). Desloca-se, portanto, o centro das atenes da qualidade da educao dos processos
educativos, condies de infra-estrutura e recursos humanos, para
os resultados educacionais, com destaque para a aprendizagem que
dever, segundo Macedo (2002, p.142), valorizar as competncias
pessoais e favorecer, de acordo com Delors (2004, p. 90):
218
D. C. Jeffrey
[...] aprender a conhecer, isto adquirir os instrumentos da compreenso; aprender a fazer para poder agir sobre o meio envolvente; aprender
a viver juntos, a fim de participar e cooperar com os outros em todas as
atividades humanas; finalmente aprender a ser, via essencial que integra
as trs precedentes (Delors, 2004, p. 90).
219
220
D. C. Jeffrey
221
Cabe ressaltar que existem demandas de formao e de conhecimento requeridas pelas mudanas polticas, econmicas e sociais
em curso, sem termos consolidado o direito escolarizao fundamental para a populao. Isto exemplifica a necessidade de aes de
combate ao analfabetismo e a crescente demanda de jovens e adultos
a escolarizao. Destacam-se alguns pontos fundamentais que podem
impactar a qualidade da EJA: a qualidade estabelecida pelos respectivos sistemas, dos profissionais da educao, da gesto educacional,
das aes que determinam a qualidade esperada na ao educativa.
Considerando o sistema educacional como um todo, percebese que polticas educacionais condizentes com as demandas da EJA,
cooperao efetiva entre os entes federados, estabelecimento de diagnsticos, diretrizes e metas que estejam atreladas a um compromisso
com a efetivao das mesmas, alm de indicao de recursos suficientes para a manuteno e aprimoramento da modalidade podem ser
utilizados como indicadores de qualidade.
Mesmo implementando polticas educacionais que respondam as necessidades da EJA, nada disso ser suficiente se estas aes
no garantirem mudanas de postura junto modalidade. Torna-se
necessrio que cada sistema, ao estabelecer o seu compromisso com a
EJA, garanta a presena desta em toda a legislao pertinente e, principalmente, na ao educativa. Regimentos, projetos polticos pedaggicos especficos e construdos coletivamente, elaborao de plano
de ao e de gesto da escola para com a EJA podem ser considerados
tambm indicadores de qualidade. fundamental para a EJA garantir o seu direito de fazer e de estar dentro do sistema educacional.
222
D. C. Jeffrey
Alm da tentativa de fortalecer o trabalho em cada rea especfica e transversalizar a perspectiva da diversidade, Moehlecke (2009)
destaca que as polticas do MEC adotadas aps a criao da SECAD
estiveram associadas a sua proximidade a sociedade civil organizada,
atravs da constituio de comisses de assessoramento ou de parcerias na execuo de programas e projetos. A autora considera que
esses mecanismos de participao da sociedade civil organizada serviram para atenuar as tenses e presses que eventualmente recaiam
sobre o governo.
Ainda a esse respeito, Moehlecke (2009, p. 483) apontou alguns aspectos problemticos com relao a atuao da SECAD na
223
224
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225
Essa tendncia intersetorial existente na Amrica Latina, conforme apontou Di Pierro (2008, p. 370), que enfatiza a promoo
social por meio da gerao de renda ou destaca a satisfao das mltiplas aprendizagens dos jovens e adultos parece se manifestar nos
programas adotados pelo Governo Federal, especialmente aps o ano
de 2003, perodo em que, o iderio da educao e a aprendizagem
ao longo da vida se legitimam e contribuem para justificar as aes
propostas.
Essa tendncia predominante no atendimento de jovens e
adultos, entre a faixa etria de 15 a 29 anos, representa um processo
denominado por Ball (2001, p. 112) como de convergncia de paradigmas, que resulta na invocao de polticas com base em princpios
e tecnologias comuns, mecanismos operacionais idnticos e efeitos de
primeira e segunda ordem semelhantes.
Entende-se assim, que os programas adotados pelo Governo
Federal, desde o ano de 2003, pelo MEC e demais ministrios, com
relao EJA, refletem uma tendncia latino-americana, que segundo Di Pierro (2005, p. 1119) expressa um novo paradigma para a
rea ao sugerir:
[...] que a aprendizagem ao longo da vida no s um fator de desenvolvimento pessoal e um direito de cidadania (e, portanto, uma responsabilidade coletiva), mas tambm uma condio de participao dos
indivduos na construo de sociedades mais tolerantes, solidrias, justas, democrticas, pacficas, prsperas e sustentveis (Di Pierro, 2005,
p. 1119).
226
D. C. Jeffrey
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227
228
D. C. Jeffrey
229
Introduo
Este texto tem por objetivos discutir a importncia do desenvolvimento das abordagens terico-metodolgicas sobre letramento em
pesquisas referentes s prticas escolares da Educao de Jovens e
Adultas EJA1 e aprofundar a anlise de entrevistas que participantes
230
D. Lucchesi de Carvalho
231
rentes programas da EJA oferecidos na regio de Crdoba, na Argentina. Estas entrevistas tinham um objetivo acadmico escolar que era
a elaborao do trabalho final do curso Letramento e escolarizao
bsica: a incluso de alunos jovens e adultos em atividades letradas,
sob responsabilidade da autora deste texto. Tinham tambm uma
meta mais ampla: favorecer que os professores participantes desenvolvessem uma sensibilidade com relao ao aluno jovem e adulto
para que a diversidade cultural presente na sala de aula possa ser um
fator de enriquecimento das produes e no de excluso e conflito.
Movamos conhecer a representao social de escola que estas pessoas
haviam construdo, seus motivos para voltar a estudar, porque no
haviam se escolarizado na infncia...
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D. Lucchesi de Carvalho
233
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D. Lucchesi de Carvalho
valores associados ao ler e ao escrever, ao matematizar, ao estatisticar que determinado grupo cultural assume e dissemina. O termo
propriamente dita se justifica, pois, da nossa perspectiva, estas duas
dimenses so sociais, pois as habilidades ditas individuais se constituem em um meio social, escolar ou no. Como ressaltam Barton
e Hamilton:
Resulta importante pasar de una concepcin de literacidad centrada en
los individuos a un examen de la manera en que las personas usan en el
nivel de grupos. De esta manera, la literacidad se vuelve un recurso comunitario que se hace efectivo en las relaciones sociales, en vez de convertirse en una propiedad individual (2004, p.119, grifo nosso).
235
236
D. Lucchesi de Carvalho
Ou seja, parece que os problemas com o construto letramento vinham acobertando um problema ideolgico que parece no levar em considerao as prticas sociais presentes nos eventos letrados.
Se o fizermos, no podemos considerar o letramento autnomo sob a
perspectiva dos ganhos individuais.
Al identificar la literacidad como un recurso comunicativo ms de las
variedades disponibles para los miembros de una comunidad, podemos
examinar algunas de las maneras en que esta se sita en relacin con
otros medios de comunicacin y nuevas tecnologas. Lo anterior resulta
especialmente pertinente en estos tiempos en que las tecnologas cambien rpidamente (Barton & Hamilton, 2004, p.116).
237
Privilegiar a dimenso autnoma mascara pressupostos culturais e ideolgicos que apontam as prticas comunitrias, locais e cotidianas de letramento do modo que se apresentam como se fossem
neutras e universais (Street, 2008). Ao passo que a pesquisa desenvolvida com um enfoque da prtica social contempla um ponto de
vista culturalmente sensvel a respeito das prticas letratadas locais
que variam de um contexto para outro. Postula que o processo de
letramento constitui uma prtica social e no unicamente uma habilidade tcnica neutra e que est sempre imerso em princpios epistemolgicos socialmente construdos.
Varios investigadores de los nuevos estudios de literacidad han prestado
mayor atencin tambin al papel de las prcticas letradas en la reproduccin o el cuestionamiento de las estructuras de poder y de dominacin. Este reconocimiento del carcter ideolgico de los procesos de
adquisicin de los significados y usos de diferentes literacidades me llev
a caracterizar este acercamiento como un modelo ideolgico (Street,
19846) (Street, 2004, p.88).
Estas reflexes nos remetem questo da relao entre letramento e escolarizao e esta foi a temtica central de todas as entrevistas que os alunos do curso fizeram e que sero analisadas no item
seguinte.
238
D. Lucchesi de Carvalho
239
La gente grande es muy linda para trabajar, la gente mayor, porque esa
gente va con inters de aprender tienen una, una ansiedad por aprender
un apetencia por saber, por saber firmar muchos, porque han ido muchos
sin saber firmar, entonces les interesa. Los adolescentes van para molestar y los jvenes tambin por ah tambin se prendan en la mala conducta de los adolescentes, pero tienen inters, tenan inters por aprender, pero, no como los mayores (Esteley, 2009, p.5, grifos da autora).
240
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241
Analisando as respostas que constam no Quadro 110, percebemos que as pessoas que atribuem famlia a responsabilidade pelo
242
D. Lucchesi de Carvalho
fato de no haver se escolarizado na infncia, no consideram a dimenso poltica do trabalho infantil, da falta de escola no local onde
moravam, no concebem a escolarizao como um direito que o estado deveria ter lhe garantido. Parecem conceber o letramento somente
em sua dimenso individual, condicionado ao contexto familiar e
no ao social mais amplo (Barton e Hamilton, 2005).
Duas entrevistadas se referem a imagens de escola, de crianas
indo para l com palavras bonitas e relembram as roupas e a alimentao que era fornecida como benefcio social aos estudantes. As
roupas transformavam as crianas em estudantes e a alimentao era
farta e, na lembrana, saborosa...
Entrevistadora - Y qu es acuerda del colegio?
Virginia Y lindo, lindo. El primer guardapolvo que tuve deca
Fundacin Eva P (baja la voz y no termina la frase)
Entrevistadora - Fundacin Eva Pern
Virginia - S, s! Eran esas pocas!
Y yo iba contenta porque nos daban un tazn de mate cocido con un
pedazo de pan francs, grande!
Entrevistadora - Y qu escuela era?
Virginia - Eh ( ) Dalmacio Vlez Sarsfield, la que est en la calle
detrs de la iglesia.
Entrevistadora - Ac en el centro?
Virginia - No, en Unquillo. La calle principal est la iglesia, para
atrs, est la escuela.
Entrevistadora - Iba y vena solita?
Virginia - S. Caminando. Vivamos en Barrio Progreso, todas calles
de tierra. Venamos con varios chicos. Venamos contentos (Pisarello, 2009, p.6-7).
Entrevistadora - Tuviste oportunidad de concurrir a una escuela?
Qu idea tena de ella?
Patricia - Si fui hasta segundo grado cuando era chica. La escuela era
muy linda, nos daban ropa y comida (polenta con pata de cabra),
nos daban la leche a la maana con queso y arrope. Las maestras
vivan en el campo, el gobierno mandaba la ropa. La escuela era linda
nos educaban, ahora no hay respeto, eso es feo, muy feo, yo les enseo a mis nietos que respeten a la maestra y a la escuela, conmigo no
243
As imagens das lembranas de escola descritas pelas entrevistadas parecem revelar uma outra excluso de prazeres qual estas
mulheres foram sujeitas: no puderam se escolarizar (Quadro 2).
Talvez esta seja uma das razes de guardarem imagens to bonitas.
So imagens de um coletivo, o letramento como uma prtica social
desejvel desse coletivo (Barton e Hamilton, 2005).
Considerando o que foi declarado s dez autoras, voltar aos
bancos escolares representa um sonho daquelas pessoas (Apstolo,
2009; Degliangiolioli, 2009; Garca, 2009; Ielpo, 2009; Lescano,
2009; Pisarello, 2009; Rodrguez, 2009; Saldao, 2009; Tuzinkievicz,
2009; e Veja, 2009). Este sonho pode estar associado a bons exemplos
para os netos, a acompanhar filhas, a pretenses profissionais, esperana de um futuro melhor, a continuar estudando, a tornar-se mais
autnoma em algumas prticas sociais; e mesmo significar alguns sacrifcios como enfrentar o fracasso escolar. Mas significa dispor do seu
tempo, de sua vida, em benefcio prprio, de sua personalidade, ou
de sua famlia, ajudando nas tarefas escolares.
Entrevistadora - Qu posibilidades de cambio tenis viniendo a la
escuela?
Laura - Cambi mucho porque yo antes era rebelde, yo ahora soy
otra persona porque trato con gente que me ayuda, ustedes que son
mis maestras y todas mis compaeras.
Entrevistadora - Cules son tus sueos y tus expectativas?
Laura - Mi sueo es aprender a leer para tener una peluquera (Apstolo, 2009, p.6).
Entrevistadora - Por qu vens a la escuela?
Elena - Vengo porque mi marido y mis hijos me lo dijeron y porque
yo quise saber.
Entrevistadora - Qu imagen tiene la escuela para vos?
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cargaba. Me sent muy cmoda, feliz pareca una nia, nos ense
muy mucho, pero despus empezaron con los libros del gobierno y
no me gust, por eso me cambi y estoy ac, me gusta el amor que
me dan y la paciencia, aprend mucho y todo lo que falta todava
(Tuzinkievicz, 2009, p.4).
Entrevistadora - Hblame de vos? En tu vida has tenido dificultades
o deseo de aprender cosas? Cuales?
Ana - Quera mucho aprender a leer y escribir, pero siempre me
dejan un chico.
Pensaba que si aprenda iba a ser rica y tener cosas como la maestrita
de mi pueblo, de ser alguien y traer dinero a casa y con eso criar a los
chicos y no tener que hacer pan y porciones de locro.
El deseo que tengo es ir a Punta Alta en avin a ver un sobrino, sueo
con ver sobre el avin la chasca la estrella favorita de los indgenas
(Veja, 2009, p.10).
[]
Entrevistadora - Un da decidiste venir a la escuela, que pas?
Ana - Alegra porque por fin me anim a hacer lo que quera, cre
que era fcil y lo es, estoy bien en la escuela Las compaeras y la
seorita son buenas, puedo hacer bromas, rer y pelear sanamente.
Esperaba aprender y tener cario, todo lo consegu, me gust llevar
la bandera. Mi hija y mi nieto se acuerdan porque estuvieron en el
acto (Veja, 2009, p.10-11).
Quadro 3: Porque voltar e permanecer na escola
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249
[]
Entrevistadora - En tu vida habrs tenido dificultades o deseos de
aprender cosas, Cules?
Patricia - Me qued con ganas de ir y terminar por lo menos la primaria, pero me pusieron en casa de familia hasta que me cas. Como
me gustaba aprender, oh seorita si supiera como me gustaban los libros que haba en la casa de mi patrona, miraba no ms. Pero aprenda todo lo que poda, cocinar fino, bueno cosas (Tuzinkievicz,
2009, p.4).
Entrevistadora - No estabas bautizada?
Ana - Si pero antes se bautizaba con el agua del socorro. Cuando
iba a dar agua a las cabras me llegaba a la escuela en una disparadita,
ella me prepar en los rezos. Para el da de la fiesta de las Mercedes,
me compr un vestidito, yo me eleg al padrino (un to). Nos llev
a Ojo de Agua y me bautizaron con todos los chicos, pero no me
confesaron.
Mi mam saba leer y escribir, pero nunca nos ense, pareca que
tena envidia que nosotros leyramos. Me acuerdo que una vez le
dijo a una seora A ella no le diga nada, porque no sabe siquiera
que la o es redonda.
A uno de mis hermanos mi abuela le puso un maestro que iba a la
casa, ese s lea y escriba bien.
Entrevistadora - Alguna vez alguien te cont un cuento?
Ana - Mi hermano mayor nos haca adivinanzas y si no adivinbamos, tenamos que baar entre a todos a un viejo pobrecito del lugar
y despus quera que tomramos esa agua en ayunas. Era bravo mi
hermano (Veja, 2009, p.8).
Quadro 4: Eventos de letramento na infncia
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carapela, bueno seo todo eso que hace la Patria, eso me ense mi
mam, respetar la Patria y querer, ser honrado, eso se debe ensear
en la escuela (Tuzinkievicz, 2009, p.4-5).
Quadro 6: Letramento escolar
Parece que o letramento escolar aparece para as pessoas entrevistadas com uma habilidade autnoma, individual para o qual
possvel cooperar para que os colegas tambm o adquiram, mas h
a questo pedaggica que trs entrevistadas declaram ter percebido.
Uma se refere a uma tentativa de alfabetizar a entrevistada que redundou no simples decorar das letras (Ielpo, 2009). A entrevistada
de Saldao (2009) percebeu a necessidade de ter conhecimento para
conseguir escrever. A aluna que Tuzinkievicz (2009) entrevistou reconhece a importncia da atuao pedaggica para inclusive poder
cooperar com as colegas que tm mais dificuldade.
No Quadro 7 h um texto escrito produzido por uma entrevistada que revela com sensibilidade o significado da escolarizao para
ela e que de certa forma desejvel.
Qu significa para vos la escuela y estudiar?
El volver a estudiar fue encontrarme conmigo misma porque descubr
que tena conocimientos guardados y no lo pona en prctica, el compaerismo, el aprender da a da es prepararme para un futuro mejor.
El individuo no tiene que pasar por la vida sin dejar algo para que sus
seres queridos aprendan que en la vida hay valores que nunca se pierden
es el aprender.
Quadro 7: Produo escrita da entrevistada de Saldao (2009, p.11)
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zem parte. Um deles diz respeito relao de cada uma com a comunidade na qual est inserida (Quadro 8) e outro, explicitado apenas
por uma pessoa, o saber fazer o trabalho artesanal e ter a ideia de
poder ensin-lo para outras pessoas (Quadro 9).
No Quadro 8 foram expressas respostas nas quais possvel
perceber: a valorao da mulher enquanto me e dona de casa; os servios disponveis da comunidade que no so apresentados como um
direito, mas como resultado de relaes pessoais; as opes de lazer
nos fins de semana combinadas com a espera da volta a escola na 2
feira; e o descaso intencional do servio pblico com a educao
das pessoas pobres.
Alejandra - Lo que quiere el gobierno siempre es que haya menos
gente instruida, mientras menos gente est instruida ms beneficios
para ellos. Por qu? Porque as, l puede armar las estructuras sociales que a l le conviene, y poder robar ms a la gente pobre porque
siempre habla de los marginales, de los pobres y quines son los
que roban? Los pobres? No ser que ah adentro hay ms chorros
que los pobres que estn por ah en los barrios y los marginan? (Saldao, 2009, p.7).
Entrevistadora - Conoces bien a tu comunidad? Desde cuando vives aqu? Qu instituciones hay? Te relacionas con alguna de ellas?
Por qu?
Patricia - Aqu hace 45 aos que vivo, conozco bien a los vecinos,
me relaciono con todos, soy de hacer amistad enseguida. Las instituciones son el Centro Vecinal, el Dispensario (me atiende el dentista,
gineclogo y el clnico) tengo historia clnica, esa carpeta con mis
enfermedades; me quieren mucho, me conocen y me hacen chistes,
me abrazan y me dan los remedios (Tuzinkievicz, 2009, p.5).
[...]
Entrevistadora - Los fines de semana por lo general la gente realiza
otras actividades. Cules son las tuyas?
Patricia - Los fines de semana voy a lo de mis hermanos, o a la iglesia
a la reunin de damas.
La televisin no me gusta, la radio me acompaa, los tangos, las
noticias. Pero espero el lunes para volver a la escuela (Tuzinkievicz,
2009, p.6).
Entrevistadora - Qu es ser buenas mujeres?
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As diferentes prticas letradas em diferentes contextos nos levam a defender a ideia que as pessoas participam em diferentes comunidades discursivas em diferentes domnios da vida. Estas comunidades son grupos de personas que se mantienen juntas gracias a su
maneira caracterstica de hablar, actuar, valorar, interpretar y usar la
lengua escrita (Barton & Hamilton, 2004, p.117) e outros sistemas
semiticos.
Como as alunas da EJA do Brasil (Oliveira, 2001), as mulheres que foram entrevistadas foram vtimas da excluso escolar que os
adultos pobres costumam sofrer agravada pelo fato de serem do sexo
feminino. E, se tiveram alguma passagem anterior pela escola, esta
foi fragmentada e extempornea, mas trazem uma imagem agradvel. Voltam escola para realizar um sonho, porque agora podem ser
donas do seu tempo. Acham a escola um local de encontro agradvel
entre iguais e esperam adquirir habilidades que lhe possibilitem ser
mais autnomas, melhorar suas atividades profissionais, contribuir
com a realizao das tarefas escolares dos filhos.
Alm disso, estas mulheres expressaram nas entrevistas as relaes que tm com a comunidade nas quais esto inseridas e, uma
delas, revela o saber do artesanato, que gostaria de partilhar com as
outras mulheres da comunidade. Ser que no est expressando uma
valorizao de um saber desconsiderado como tal na sociedade urbana na qual est inserida? H que investigar como prope Street
(2004), numa perspectiva etnogrfica crtica (Barton e Hamilton,
2004).
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de alunos jovens e adultos em atividades letradas do Proyecto Asociado
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Notas
1 EJA a sigla que se utiliza no Brasil para designar uma modalidade de ensino destinada a pessoas que no se escolarizaram quando crianas por razes scio-econmicas. Destacaremos, na sigla, o termo Educao e, quando for o caso, as referncias
sigla estaro no feminino.
2 O curso foi desenvolvido no mbito do Proyecto Asociado entre el Programa de
Postgrado en Educacin de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP)/
Brasil y la Carrera de Doctorado en Ciencias de la Educacin de la Universidad
Nacional de Crdoba/Argentina Proyecto N 029/07.
3 Nossas pesquisas pessoais tm sido nas reas de educao matemtica e educao
estatstica, mas as consideraes que traremos para este texto sero de natureza mais
ampla e os escritos de Soares (2oo3, 2009) nos parecem procedentes se considerarmos a dimenso escolar destas duas reas.
4 Indicador Nacional de Alfabetismo Funcional. Para mais detalhes consultar o site
do Instituto Paulo Montenegro:
http://www.ipm.org.br/ipmb_pagina.php?mpg=4.02.00.00.00&ver=por.
5 Alguns autores brasileiros tm utilizado os termos numeramento, outros numeracia, considerarmos que estes termos podem induzir o leitor a reduo da matemtica ao aspecto numrico.
6 Street se refere a seu texto de 1984 no qual utilizou, parece que pela primeira vez,
os termos autnomo e ideolgico com relao a letramento.
7 Nosso grupo de pesquisa chama-se Prtica Pedaggica em Matemtica PRAPEM.
8 Houve um dcimo primeiro trabalho que se baseou em uma entrevista de um
aluno de EJA (Zidarich, 2009), entretanto ele no foi trazido para a anlise contida
neste texto, pois o entrevistado no mora nem estuda na regio de Crdoba.
9 Esteley, devido ao tema de sua pesquisa de doutorado entrevistou uma professora
que trabalhou em EJA.
10 Em alguns trabalhos finais foram utilizados os nomes reais das entrevistadas,
mas para uniformizar o tratamento e manter o sigilo das outras, neste texto foram
utilizados nomes fictcios.
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11 As prticas sociais nas quais foi citado o uso do dinheiro no foram consideradas
neste texto.
12 Neste caso tambm deixamos para anlises posteriores as questes relativas ao
letramento matemtico.
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Movimentos Sociais
e Educao no Brasil
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perodo de resistncia e construo das bases para a redemocratizao: retomada da organizao sindical, surgimento de movimentos de
comunidades de base (CEBs) nos bairros, movimento pela Anistia,
reorganizao partidria e criao de movimentos sociais que vieram
a ser marcos no processo constituinte dos anos 1980. Tudo isso delineou um cenrio de lutas em que a rea da educao esteve presente
tanto no campo no formal (no aprendizado poltico que a participao nas CEBs e movimentos sociais geraram) quanto a no campo
formal (pela expanso do ensino, especialmente o ensino superior, e
nas lutas das associaes docentes de todos os nveis). Logo no incio
da dcada, em 1971, promulgou-se uma nova Lei de Diretrizes e
Bases da Educao, destinada educao bsica. Os efeitos da nova
institucionalidade fizeramse sentir na reorganizao do movimento
docente.
Em 1973, ocorre a transformao da Associao dos Professores do Ensino Oficial Secundrio e Normal do Estado de So Paulo
(APENOESP) para Associao dos Professores do Ensino Secundrio
e Normal Oficial do Estado de So Paulo (APEOESP) (ver Vianna,
1999 e Gomes, 2003). Claudia Vianna (1999), ao pesquisar sobre
a APEOESP, registra que as formas de representao coletiva dos
professores paulistas sofreram muitas transformaes at chegar ao
modelo APEOESP, lembrando que os estudos de Catani (1989) localizou, j em 1902, a presena de organizao com objetivo de defesa
dos interesses dos professores, a Associao Beneficente do Professorado Pblico em So Paulo, que funcionou at 1919, quando foi
fundada a Liga do Professorado Catlico, vinculada Cria Metropolitana. A Liga, nos anos 30 engajou-se no debate entre catlicos
e os defensores do iderio escola novista. Em 1931 a Liga foi incorporada ao Centro do Professorado Paulista (CPP). A Confederao
dos Professores Primrios do Brasil, criada em 1960, deu origem em
1980 a Confederao dos Professores do Brasil, a CPB (que s teve
densidade nacional aps a Constituio de 88) (ver Lugli, 1997 e
Vicentini, 1997).
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Novas organizaes surgem nos anos 1970, tais como o Movimento de Unio dos Professores (MUP), em 1976. interessante
que a impossibilidade de formar sindicatos na rea dos funcionrios pblicos, naquela poca, levou formao de vrios grupos e
tendncias dentro do MUP. Pelo menos trs se destacaram: uma
de origem troktisquista, a Organizao Socialista Internacionalista
(OSI)- que deu origem ao jornal O Trabalho, a tendncia estudantil
Liberdade e Luta (Libelu), e o Movimento de Oposio Aberta dos
Professores (MOAP) que passou a se organizar pela base, em ncleos
nas escolas. Essas tendncias nada mais eram do que reflexo do movimento mais geral dos trabalhadores que, naquele momento, debatiase sobre as formas de organizao do sindicalismo de resistncia do
ABC (Municpios paulistas de Santo Andr (A), So Bernardo (B)
e So Caetano do Sul (C)), e os grupos das Comisses de Fbrica
do Sindicato dos Metalrgicos de So Paulo e outras categorias, ou
seja, na segunda metade dos anos 1970, a organizao dos professores
aproxima-se da dos trabalhadores, deixando de ser especfica da categoria para ampliar seu escopo, no apenas incluindo outros profissionais da educao, mas tambm se articulando com as correntes sindicais que vieram a dar origem, nos anos 1980, Central nica dos
Trabalhadores (CUT), ao Comando Geral dos Trabalhadores (CGT)
e, posteriormente, Fora Sindical e outras centrais. Nos anos 2000,
lideranas do movimento dos professores da poca se transformaram
em ministros de estado.
O crescimento do papel do Estado na economia, durante os
anos do milagre e do imprio da tecnocracia, teve como uma das
consequncias o aumento do nmero dos funcionrios pblicos. Embora a expanso tenha sido maior nos anos 1980, quando o Estado
absorveu grandes contingentes de trabalhadores dispensados da indstria e de outros ramos na crise de 1981-1983, o final dos anos
1970 correspondeu rearticulao daquela categoria de forma nova.
A novidade ficou a cargo das alteraes estruturais, na ento escola
pblica de 1 e de 2 graus, criando uma escola massificada com
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grande nmero de funcionrios, ou no ensino superior, tambm ampliado e massificado, dando origem s associaes de docentes, de
funcionrios etc.(Romaneli, 1988). O novo sindicalismo do ABC
Paulista influenciou as associaes dos docentes e os profissionais da
rea da sade.
Outro movimento social importante que surgiu na dcada de
70 foi o Movimento de Lutas por Creches em So Paulo e em Belo
Horizonte, criados em 1979. A origem destes movimentos tambm
foi influenciada por fatores estruturais e conjunturais. No estrutural
destacam-se: o empobrecimento das camadas populares e a necessidade de as mulheres trabalharem fora de suas prprias casas, para
completar o oramento domstico; no conjuntural destacam-se: a organizao das mulheres nas Comunidades Eclesiais de Base da Igreja
Catlica, a influncia do Movimento Feminista e do Movimento da
Anistia. Na cidade de So Paulo a Luta pela Creche pressionou o
estado, por meio de aes da Prefeitura Municipal, a expandir a rede
de creches pblicas, ento com quatro unidades apenas (1977), para
um plano de 500 unidades (1979).
No plano da educao no meio rural, no se pode deixar de
registrar no fim dos anos 70, a criao de movimentos no campo que
vieram dar origem ao MST-Movimento dos Trabalhadores Rurais
Sem-Terra. Vrios registros histricos assinalam um evento de 1979
em Santa Catarina como o incio desse movimento no Brasil. De peculiar destacam-se, nos acampamentos dos Sem-Terra, as escolas para
os filhos dos ocupantes, em que se procura fazer uma releitura dos ensinamentos prescritos pelos rgos educacionais brasileiros, segundo
a tica dos sem terra. Destaca-se tambm a Cartilha de Formao das
Lideranas dos sem-terra (vide Caldart, 1997). Registrem-se ainda as
escolas de formao de lideranas, com destaque para a Escola Nacional Florestan Fernandes. .
Finalmente, ainda nos anos 1970, na rea da educao, destacam-se a atuao de algumas entidades, a exemplo da Sociedade
Brasileira para o Progresso da Cincia (SBPC), em suas reunies de
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pela venda de seus produtos a preos justos e em mercados competitivos, aps terem obtido uma grande vitria na rea da educao:
a de serem alfabetizados em suas prprias lnguas. Essas conquistas,
entretanto, tm gerado novos problemas. Os professores ndios Maxakalis, de Minas Gerais, por exemplo, passaram a receber salrios, o
que resultou numa desorganizao do grupo, pois eles cultivavam os
prprios alimentos e passaram a pagar para outros o seu alimento. A
merenda escolar quando chega distribuda para todos, e no apenas
aos escolares, pois eles so uma sociedade sem hierarquia, com relaes de reciprocidade. O kit escolar tambm gerou conflitos, assim
como o fato de as escolas serem fora das aldeias (vide Oliveira, 2006).
Observa-se que no atendimento de demandas, no se respeitou a cultura dos Maxakalis. O mesmo pacote urbano foi implantado; no
entanto, os ndios ressignificaram as prticas.
Os ecologistas proliferaram aps a conferncia ECO 92, dando origem a muitas Organizaes No-Governamentais (ONGs).
Alis, tais organizaes passaram a ter muito mais importncia nos
anos 1990 do que os prprios movimentos sociais. Trata-se de ONGs
diferentes das que atuavam nos anos 1980 com os movimentos populares, tanto que so inscritas no universo do Terceiro Setor, voltadas
para a execuo de polticas de parceria entre o poder pblico e a
sociedade, atuando em reas em que a prestao de servios sociais
carente ou at mesmo ausente, como na educao e sade, para
clientelas como meninos e meninas que vivem nas ruas, mulheres
com baixa renda, catadores e recicladores de papis etc. A nova LDB
de 1996, ao incluir temas novos, como os transversais, deu espao
articulao, no currculo das escolas, entre prticas sociais e o ensino,
e a questo do meio ambiente ganhou destaque.
Os sindicatos na rea da educao bsica, de uma maneira geral, alteraram muito lentamente suas prticas, apesar de terem
crescido numericamente. No fim dos anos 1990, a CNT congregava mais de 30 entidades estaduais e abrangia cerca de dois milhes
de trabalhadores, dos quais seiscentos mil sindicalizados (vide Gadotti, 1998 e 1999). Aes para intervir efetivamente em espaos e
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Entre 1968 e 2000, os estudantes universitrios atuaram e intervieram muitas vezes na cena pblica poltica mais geral, tais como
nos anos 1960-70, resistindo contra o regime militar (Semeraro,
1994); em 1984, nas Diretas J, e nos anos 1990, como os alegres
Cara-Pintadas.
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Estela M. Miranda
Doctora en Ciencias de la Educacin por la Universidad Nacional
de Crdoba. Profesora Titular de Poltica Educacional y Legislacin
Escolar. Miembro del Comit Acadmico de Doctorado en Ciencias
de la Educacin (2013-2016). Directora del Grupo de Investigacin:
Estudios sobre polticas educativas (GiEPE) (CIFFYH-UNC).
Dicta cursos de postgrados en universidades nacionales y extranjeras. Miembro de Comits editorial y cientfico de journals y revistas
nacionales e internacionales. Coordinadora de proyectos internacionales para la formacin de postgrado (Erasmus Mundus- MoE;
CAPG-BA N030/07 y CAPG-BA N 060/12; Ncleo de Estudios
e Investigaciones en Educacin Superior del Mercosur (NEIES-Mercosur). Editora de la Revista Digital Integracin y Conocimiento
del NEIES-Mercosur. Directora del Doctorado en Ciencias de la
Educacin (2002-2013)(FFYH-UNC). Autora de libros y artculos
en revistas cientficas en temticas referidas a las polticas educativas,
con nfasis en los niveles medio y superior universitario.
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Gloria E. Edelstein
Doctora en Educacin por la Universidad de Buenos Aires. Profesora Titular Plenaria Ctedra Interdisciplinaria: Prctica Docente y
Residencia. Decana FFyH/UNC(2008/2011). Directora Maestra
en Pedagoga y Especializacin en Asesoramiento y Gestin Pedaggica, (FFYH/UNC. 2002/ 2009). Integra Comit Acadmico
Carreras Posgrado orientadas a Enseanza y Doctorado en Ciencias
de la Educacin. Dirige Tesis Grado, Maestra y Doctorado UNC
y otras universidades del pas. Dirige P&D interdisciplinarios SECyT/UNC con resultados publicados. Evaluadora P&D diversas
universidades. Miembro Comisin Becas/CONICET y Comit Cientfico Revistas Educacin. Profesora Seminarios Posgrado
UNC y diversas universidades nacionales. Autora libros y artculos revistas con referato; ponencias y conferencias eventos cientficos (Didctica y Formacin de Docentes). Preside las Jornadas
Nacionales Prcticas y Residencias en la Formacin de Docentes
(FFyH/UNC V Edicin 2012).
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Daro Fiorentini
Mestre em Matemtica Aplicada pelo Imecc-Unicamp e o doutor
em Educao pela FE/Unicamp. Atualmente docente e pesquisador
da FE/Unicamp - reas de Formao de Professores e de Educao
Matemtica e coordenador do Programa de Ps-Graduao em
Educao da Unicamp. tambm pesquisador do CNPq (PQ-D1),
tendo publicado e organizado mais de uma dezena de livros, em colaborao com outros docentes, e publicado cerca de uma centena de
artigos em peridicos cientficos ou captulos de livros. Foi membro
da equipe de avaliao da CAPES rea de Educao - para avaliao
de programas de Ps-Graduao em Educao no trinio 2007-2009.
Seu interesse atual de pesquisa a formao e o desenvolvimento
profissional de professores, principalmente em comunidades colaborativas e/ou investigativas. Participa dos grupos de pesquisa GdS
(Grupo de Sbado), PRAPEM (Prtica Pedaggica em Matemtica)
e GEPFPM (Grupo de Estudo, Pesquisa sobre Formao de Professores de Matemtica), sendo coordenador do ltimo.
Dilma Fregona
Doctora en Didctica de la Matemtica por la Universidad de Bordeaux, Francia. Actualmente es docente e investigadora en la Facultad de Matemtica, Astronoma y Fsica de la Universidad Nacional
de Crdoba. En los ltimos aos participa en proyectos de investigacin relativos al desarrollo profesional de docentes o futuros docentes
que ensean matemtica, desde una perspectiva de trabajo colaborativo. El proyecto vigente incluye a docentes que se desempean
en la modalidad de educacin de adultos, y en estrecha vinculacin
ese equipo trabaja en la reconstruccin de experiencias de enseanza
llevadas a cabo en el mbito de la Escuela Michelet, Talence, Francia.
En aulas de esa escuela se confrontaban con la contingencia estudios
tericos realizados en el marco de la teora de las situaciones didcticas. Contamos con la colaboracin de quienes disearon y ejecutaron
las secuencias de lecciones que fueron objeto de investigacin y de las
rutinarias.
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Mnica E. Villarreal
Licenciada en Matemtica por la Facultad de Matemtica, Astronoma y Fsica (FaMAF) de la Universidad Nacional de Crdoba (Argentina) y Doctora en Educacin Matemtica por la Universidade
Estadual Paulista de Ro Claro (Brasil). Investigadora del Consejo
Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET) y
profesora de FaMAF. Investiga acerca del desarrollo profesional de
profesores de matemtica en escenarios de modelizacin y uso de tecnologas en la educacin matemtica integrando un equipo de investigacin colaborativa constituido por docentes-investigadores de la
universidad y docentes de la escuela secundaria.
Adela Coria
Doctora en Ciencias con Especialidad en Investigaciones Educativas
(DIE- CINVESTAV, Mxico). Profesora Titular de Didctica General (FFYH-UNC). Directora del Doctorado en Ciencias de la Educacin y miembro del Comit Acadmico de la Maestra en Pedagoga.
Profesora Asociada Regular en el Departamento de Educacin a Distancia, con funciones de asesoramiento pedaggico en la Facultad de
Ciencias Econmicas de la UNC. Ha sido Directora de ese Departa-
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Dirce Zan
Doutora em educao e docente do Departamento de Ensino e Prticas Culturais (DEPRAC) da Faculdade de Educao da Unicamp.
Atualmente vice-presidente do Centro de Estudos Educao &
Sociedade (CEDES), coordenadora associada do Curso de Pedagogia da FE/UNICAMP e lder do Grupo VIOLAR (Laboratrio de
Estudos sobre Violncia, Imaginrio e Juventude) do programa de
ps-graduao da mesma instituio. Suas pesquisas esto voltadas
para a investigao das relaes entre juventude e escola no contexto
das transformaes sociais e culturais contemporneas.
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