Disonancias ADORNO MUSICA Y CINE PDF
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THEODOR W. ADORNO
RUIZ
COCA
RUOLPH RET
4.
ERNST KRENEK.:
Autobiografa y estudios.
ANTOINE GOLEA:
Messiaen.
7.
HEINRICH STROBEL:
DISONANCIAS
MSICA EN EL MUNDO DIRIGIDO
Claude Debussy.
-O |\
EDICIONES
RIALP, S. A.
NOTA PRELIMINAR
Theodor W. Adorno, cuya polifactica obra de investigacin filosfica, sociolgica y esttica apenas si es conocida en
Espaa, naci en Francfort del Main en 1903. Tras del parntesis del exilio forzoso durante la brbara tirana nacionalsocialista, Adorno retorn a Alemania, donde desempea actualmente, en la Universidad de su ciudad natal, las ctedras
de Filosofa y Sociologa; asimismo es director del Instituto
de Investigacin Social de la Universidad Johann Wolfgang
Goethe, en Francfort del Main. Como compositor, Adorno
puede ser considerado discpulo de Alban Berg, hecho que
condiciona sus juicios sobre la evolucin y el valor de la
msica ms reciente y viva.
El mismo carcter proteico de la obra intelectual de Theodor W. Adorno trae consigo, en ocasiones, una cierta falta de
rigor. Si se aade a ello la excepcional dificultad de su lenguaje, debida ms a razones sintcticas y estilsticas que al
contenido mismo de su pensamiento, se comprender cuan ar-
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PREFACIO
RAFAEL DE LA VEGA
DE LA
V.
Los cuatro ensayos reunidos en el presente libro constituyen una unidad muy concreta. Estn dedicados a estudiar
lo que le acontece a la msica en el seno del mundo dirigido,
bajo unas condiciones de planificacin y organizacin previas que arrebatan a la libertad y espontaneidad artsticas su
base social. Tanto esttica como sociolgicamente, nuestro
punto de partida en estas consideraciones es el siguiente: as
como los fenmenos de infantilismo artstico que sern
elucidados tienen su fundamento en la tendencia social encaminada hacia la captacin total del hombre, el destino social
de la msicasi no nos contentamos con meras coordinacionesslo resulta comprensible, inversamente, en ella misma
y en las deformaciones que soporta por doquiera. Porque la
tendencia es universal, y las diferencias entre los sectores musicales concretos la delimitan y traban en tan escasa medida
como las existentes entre los diversos sistemas polticos. Si
el autor haba podido observar, en su Philosophie der neuen
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dentes de la discusin mantenida por el autor con el "Movimiento musical juvenil" \ Esta discusin no se ha interrumpido desde que l, invitado por Erich Doflein, habl en 1952
en una de las sesiones de la Sociedad para la enseanza de
la Msica y la Msica nueva, de Darmsiadt. En 1954 expuso
y defendi en el mismo centro una serie de tesis, que aparecieron despussin que, por lo dems, se solicitase la previa
autorizacin o conformidad del autoren la revista "Junge
Musik", ao 1954, pg. 111 y ss. La expresin "msica pedaggico-musical" fue puesta en el ttulo entre comillas, y por
medio de una anotacin previa al texto, en la que se afirmaba que las tesis defendidas en ste se llevaban a s mismas
al absurdo y que el juicio del autor sobre la msica joven en
la que no haba entrado de manera alguna, dicho*sea de paso no deba ser tomado demasiado en serio, se intentaba paralizar por completo los efectos de la crtica; estos efectos haban sido considerables, incluso segn algunos testimonios
procedentes del crculo de la "Msica joven" ,;. Una de las
tesis rezaba as: "Pero el peligro mayor es que slo muy
pocos de entre los partidarios y miembros del movimiento
son verdaderamente curiosos, deseosos de algo nuevo; que
bajo el horadado techo de la msica pedaggica se sienten
demasiado cobijados como para confesarse a s propios o a
otros la necesidad de salir al aire librear-la necesidad de libertad. La primera condicin previa para el mejoramiento
sera que abandonasen esa falsa seguridad y que hiciesen suya
la fuerza del pensamiento crtico, en lugar de hacerse ensal-
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s
"Movimiento musical juvenil". Lil.: "Musikalische Jugcndbewegung". Vase nota 2 de la pgina 95.
" "Msica Joven". Lit.: "Jugenomusik". Vase asimismo la nota 2
de la pgina 95.
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lias categoras, preciso ser admitir la objecin. Por as decirlo, se halla afectada por la mutacin, y ello precisamente
porque el entretenimiento, el encanto, el placer que promete
los concede pura y simplemente para denegarlos al mismo
tiempo. Aldous Huxley se pregunta en un ensayo quin se
divierte an, en realidad, en un local de diversin. Con idntico derecho podr preguntarse a quin entretiene todava la
llamada "msica de entretenimiento". Antes al contrario, esta
msica parece ser complementaria del enmudecimiento del
hombre, de la agona del lenguaje como expresin, de la incapacidad de comunicarse en general a los dems. Ella habita
las grietas del silencio que se abren entre los hombres, asediados por el miedo, la angustia, el ajetreo y la docilidad sin
protesta. Ella toma sobre s, por doquiera y sin ser notada, el
papel tristsimo que le fue asignado en la poca y la determinada* situacin del cine mudo. Es percibida mera y simplemente como transfondo. Si nadie, realmente, es capaz ya de
hablar, entonces nadie puede ya, con toda certeza, escuchar.
Un experto americano en anuncios radiofnicos, que se sirve
con predileccin del medio musical, se ha expresado en trminos escpticos sobre el valor de estos anuncios, porque los
hombres, segn l, han aprendido a no prestar atencin a lo
escuchado incluso durante el acto de la audicin. Esta observacin es impugnable por lo que respecta al valor publicitario de la msica. Pero su tendencia es certera cuando se
trata de la captacin de la msica misma.
En las tradicionales y usuales lamentaciones sobre el gusto
en plena decadencia vuelven una y otra vez, machaconamente,
determinados temas. Tampoco faltan stos en las sentimentales y rancias meditaciones dedicadas a la actual masticacin
musical considerando a sta como una "degeneracin". El
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ms tenaz y persistente de estos temas es el del halago sensorial, que segn l reblandece y torna incapaz de toda actitud
heroica. Tal crtica aparece ya en el libro tercero de la Repblica platnica, en el cual se condenan y prohiben los tonos
musicales "lamentosos" tanto como los "blandos", aduciendo
que "son apropiados para los festines"1, sin que, por lo dems, haya podido aclararse hasta hoy por qu el filsofo adscribe las susodichas cualidades a los tonos mixoldico, ldico,
hipoldico y jnico. En la Repblica, de Platn, se habra tildado de degenerado al tono mayor de la msica occidental
tarda, que corresponde ms o menos al tono jnico. Tambin
la flauta y los instrumentos de pulso "dotados de varias
cuerdas" caen bajo la estricta prohibicin. De los diversos
tonos musicales slo se permiten aquellos "que de manera adecuada imitan la voz y la expresin del ser humano", que "en
la guerra, o en una accin cualquiera que requiera vigor singular, se comporta bravamente, aunque en alguna ocasin se
equivoque en su actitud y se precipite hacia su propia desdicha y muerte o caiga en la desgracia"2. La Repblica, de
Platn, no es esa utopa que afirma de ella la historia oficial
de la filosofa. Es un Estado que disciplina a sus ciudadanos,
impulsados por el deseo de defender su subsistencia y lo
subsistente mismo, incluso en la msica, donde la clasificacin
segn tonos blandos y fuertes apenas era ya, por cierto, en
tiempos de Platn, sino un residuo de la ms torpe supersticin. La irona platnica se entrega gustosa y malignamente
a la tarea de burlarse del flautista Marsias, denostado por el
comedido y equilibrado Apolo. El programa tico-musical de
Platn ostenta el carcter de una "purga" tica, de una camL
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con un todo en produccin, se retiene la imagen de una situacin social, en la cual, y slo en ella, aquellos elementos
particulares de felicidad seran algo ms que una mera apariencia. Hasta las postrimeras de la prehistoria, el equilibrio
musical entre halago parcial y totalidad, entre expresin y
sntesis, entre superficie y elemento subyacente es tan lbil como
los instantes del equilibrio entre oferta y demanda en la economa burguesa. La "Flauta mgica**, en la que coinciden
exactamente la utopa de la emancipacin y el gusto placentero en la cancioncilla de "Singspiel", constituye un instante
por s mismo. Tras de la "Flauta mgica'* no ha sido posible
volver a reunir a la msica seria y la msica ligera.
Mas lo que luego se emancipa d^ la ley formal no son ya
impulsos productivos, que protestaban contra las convenciones. El halago, la subjetividad y la profanidad, antiguos antagonistas de la alienacin objetiva (dinghaft), sucumben justamente ante sta. Los tradicionales fermentos antimitolgicos
de la msica se conjuran en la era capitalista contra la libertad, contra esa misma libertad que haba sido antao la causa
de su proscripcin, dadas las afinidades electivas que les
unan a ella. Los portadores de la oposicin contra el esquema
autoritario se tornaron testigos de excepcin de la autoridad
del xito vinculado al mercado. El placer del instante y de la
fachada abigarrada se convierte en pretexto para eximir a
los oyentes del pensamiento en el todo, cuya exigencia est
nsita en la audicin adecuada y justa, y el oyente es convertido, en la lnea de su mnima resistencia, en el comprador que
todo lo acepta. Los momentos parciales no actan ya crticamente frente al todo susodicho, sino que suspenden la crtica ejercida por la totalidad esttica lograda contra los frgiles de la sociedad. La unidad sinttica les es sacrificada y
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ellos no producen ya ningunos otros momentos propios en lugar de los cosificados (verdinglichten), sino que se muestran
condescendientes con stos. Los momentos de halago aislados
evidncianse como irreconciliables con la constitucin inmanente de la obra de arte, y sta se convierte en su vctima, al
tiempo que la obra de arte transciende siempre hacia el conocimiento vinculante. No son malos en cuanto tales, sino
por obra de su funcin encubridora o amortiguadora. Puestos
al servicio del xito, renuncian ellos mismos al impulso insubordinado y rebelde que les era propio. Se conjuran para celebrar un acuerdo con todo cuanto el instante aislado es capaz
de ofrecer al individuo aislado, que, por lo dems, no es tal
desde hace ya mucho tiempo. En el aislamiento se embotan
los halagos y devuelven plantillas rutinarias de lo reconocido
y aceptado. El que se hipoteca a ellos es tan taimado como
lo fueron antao los noticos contra el halago sensorial de
Oriente. El poder de seduccin del halago supervive meramente all donde son ms vigorosas las fuerzas de la renuncia:
en la disonancia, que niega el crdito al engao de la armona
imperante. El mismo concepto de lo asctico es dialctico en
la msica. Si antao la ascesis derrot, reaccionamiento, a la
exigencia esttica, hoy se ha convertido en santo y sea del
arte avanzado; no, desde luego, por obra de una arcaizante
frugalidad de los medios, en la que se transfiguran escasez y
pobreza, sino por medio de una estricta exclusin de todo lo
culinariamente grato, que desea ser consumido de modo inmediato, por s mismo, como si en el arte lo sensorial no fuera
portador de un elemento espiritual, que se presenta en la totalidad, y no en momentos aislados de la materia artstica.
El arte consigna negativamente aquella posibilidad de dicha
frente a la cual se alza hoy. perniciosamente, la anticipacin
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Los empeos que fueron conocidos en su da como "Jugendmusik", "Laienmusizieren", "Singbewegung" y "Spielkreise" *
y a los que yo denomin bajo la rbrica comn de msica pedaggico-musical, dado lo semejante de sus intenciones, se ba1
El trmino alemn "Musikant" carece de una equivalencia exacta
en espaol y designa, tanto al msico ambulante, callejero, como al intrprete aficionado, a todo el que toca un instrumento de forma ms
o menos profesional, y en generalcomo en el caso presentea
quien "hace msica" por gusto o aficin, bien sea cantando, bien sea
tocando un instrumento. Por ello, dejamos el trmino en alemn, ya
que la traduccin del mismo por "msico" sera limitada y falsa.
(N. del T.)
2
"Jugendmusik": Msica Joven; "Laienmusizieren": grupo de aficionados no profesionales que se renen para hacer msica; "Singbewegung": Movimiento del Canto; "Spielkreise": Crculo o grupos
interpretativos. En adelante, dejamos sin traducir los nombres de estos
diversos grupos y movimiento, muy vinculados en Alemania a determinadas actitudes ideolgicas, nacionales y pedaggicas, as como a
una concepcin de la msica y de la vida natural que resultandiremos que por fortuna?extraos en Espaa. (N. del T.)
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san lodos, en su secior respectivo y especial, sobre una necesidad ms antigua y mucho ms general. Todos ellos se arrogan el papel de abogados de lo que sucumbe vctima del progreso tcnico de la civilizacin, de lo que en definitiva paga
el precio. Hoy da, como el concepto de progreso comienza
a pasarse de rosca y a desplazarse ya hacia la regresin, resulta menos oportuno que nunca sonrerse en tales empeos
con una altanera que se sabe del lado del ms fuerte histricamente. No slo queda todava por decidir quin se afirma en la realidad como ms fuerte, sino que la victoria histrica no constituye, en modo alguno, garanta de la verdad.
Desde la revolucin industrial hasta la fecha la dolencia
de la alienacin de los hombres entre s, de la cosificacin
de sus relaciones mutuas, ha alcanzado conciencia de s propia. Hombres que sienten en lo ms ntimo de su conciencia
el derecho a determinar su vida por s mismos son prisioneros de un mundo, cuyas formas tradicionales estn ya caducas, pero en cuyo seno estn ellos abandonados, por as
decirlo, al imperativo de una ley annima, la ley del cambio, sin proteccin y sin calor. Alejados de la esperanza de
poder implantar una situacin de humanidad real, desconfan,
llenos de temor, de la dinmica histrica, que les arrebata
el ltimo bien y no les ofrece a cambio nada mejor. De este
modo, su nostalgia queda represada en el pasado. Lo mismo
que el "Jugendbewegung", el movimiento musical en general
fue, sustancialmente, algo propio de la pequea burguesa
culta y refleja por ello su indigencia histrica 3 . Durante los
ltimos treinta aos han sido bien desengaados acerca de
su incapacidad para desatornillar y dar vuelta a la realidad.
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vivencias comunitarias, cuya prdida lamentan hoy ciertos jefes del movimiento musical. Sin embargo, aquella comunidad
era, desde su mismo fundamento, falsa y perversa porque
moviliz las fuerzas de la proximidad y la vinculacin humanas para la opresin y la violencia. La relacin del individuo con las comunidades est subordinada a la dinmica
histrica. Si el individualismo aferrado a la defensa de intereses propios harto limitados degener en ideologa, no es
menos cierto que el hombre libre y exento de cualesquiera
vinculaciones puede servir mucho mejor a los intereses de
una comunidad digna del hombre que aquel otro que acepta
los vnculos impuestos por orden superior, y an encuentra
en ello su satisfaccin moral. El individuo entregado a los
centros colectivos para su integracin en ellos no realiza, hoy
da. en stos su propia libertad, sino que se somete a un
principio ajeno a l mismo y en la mayora de los casos impenetrable y opaco, aun cuando dicho individuo se persuada a s mismo de que est de acuerdo con los citados principios. La felicidad que proporcionan las organizaciones colectivas es la felicidad desfigurada de identificarse con la propia
opresin y humillacin. Musicalmente, la incorporacin sumisa a las formas de vida imperantes resulta irreconciliable
con la situacin de las fuerzas productivas musicales. Autores
como Ehmann no ignoran las limitaciones provenientes de
ello. Para stas, nada ms certero puede aducirse que el
mero y simple hecho de la inordinacin colectiva misma.
Por esta senda, sin embargo, penetra en el seno de la "Jugendmusik", inconmoviblemente tica, un soplo de falsa y
de torpeza.
Wilhelm Ehmann y Wilhelm Keller, con mayor decisin
que Wilhelm Tvvittenhoff, me han replicado que, al confiar yo
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en las leyes inmanentes del movimiento musical, en la autonoma de la obra de arte, acepto con resignacin la alienacin y la cosificacin de las relaciones humanas. Pero la autonoma del arte mismo, mediante la cual ste es capaz de
oponerse al engranaje abstracto, es ya, en su ms ntimo sentido, la negacin de las circunstancias petrificadas imperantes.
Quien, por ello, borre las fronteras entre el campo esttico
y la "praxis" actual, nivela aqul hasta dicha "praxis" y,
con ello, hasta la cosificacin imperante. La "Jugendmusik".
por lo general, destaca con acentuado propsito las formas y
las convenciones acicaladas, y protesta violentamente contra
toda huella de rebelda e insumisin, contra todo cuanto no
estaba ya prefigurado por el mecanismo social. El sonido
humano, el fonema humano todava no apresado, es convertido en un tab. De aqu deriva la frasecompetente en el
terreno de las "human relations" manipuladas y dirigidas,
"lo que importa es el hombre". Slo mediante la humanizacin es posible enfrentarse con xito a la cosificacin, afirma Wilhelm Keller, con la seguridad de hallar resonancia.
Pero, mediante la humanizacin de qu? Desde luego, de
una sociedad misma, no de sus formas particulares e impotentes. El arte debera obedecer a la propia experiencia de
manera tan ntegra e incorruptible que logre quebrantar el
complejo de ofuscacin montado por el mundo "dirigido":
el extraamiento es la nica respuesta a la alienacin. Pero
no contradice a la realidad un arte que adopta una actitud
humana, finge una situacin verdadera en medio de una falsa, mediante el expediente de enderezarse hacia resultados colectivos o de fingir y aparentar el carcter vinculante general
de sus propias formas. "Msica joven", define con predilec-
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El cortocircuito del "Jugendbewegung" consiste en sostener que la msica no posee su fin humano en s misma,
sino en su aplicabilidad pedaggica, ritual, colectiva. Wilhelm
Ehmann pone en duda mi relacin con las "fuerzas supraestticas". Pero en el arte se realiza algo que es ms que el
arte mismo, no slo ste, a travs del cumplimiento de su
pretensin inmanente, y no por el hecho de recoger * ,-, as y
subsumirse bajo sus fines o categoras externos. Su elemento
supraesttico se halla intervenido y mediatizado estticamente. Aun su seriedad misma essiguiendo a Kantsimultneamente una apariencia: el arte parece "en cuanto emocin... no un juego, sino algo serio" 7 . Se reincide en ello
cuando se agudiza la polmica contra la autonoma esttica
reducindola a un angosto concepto de "Kart pour l'art" muy
"fin du sicle", concepto que en revalidad fue acuado tan
slo como protesta contra el aderezo del espritu y su adaptacin al mercado, al tiempo que cualquier msica que, desde
la era de la Revolucin Francesa, participase por contenido
o configuracin formal de la idea de libertad, presupona
ya la emancipacin de cualesquiera fines heternomos. Como
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hecho. Al contrario, cuanto ms se expande el mundo dirigido tanto ms predileccin siente por los actos organizadosobjetivismo de mentalidad musical se desgaita porque la
cosa no es tan grave como parece. La nostalgia de lo an
no estropeado por la socializacin * es intercambiado con.
su existencia e incluso con esencialidades supraestticas. El
objetivismo de mentalidad musical se desgaita porque la
objetividad que anuncia no es sino un mero producto sodado del sujeto impotente.
Respecto a las "fuerzas supraestticas", al hablar de ellas
se piensa, desde luego, en fuerzas religiosas, pero el "Jugendbewegung" musical toma a la religin, en cierto modo, desde
afuera, en bloque, como garante no interrogada del propio
comienzo. Su verdad es tan poco escudriada e investigada
como la legitimacin de sus formas tradicionales; aun lo
incondicionado es enfocado a partir de la funcin, de la
actitud que ha de otorgar a uno. Mientras que, desde las
alturas de gobierno y mando de la teologa, Bultmann ensea la desmitologizacin, la "Jugendmusik" busca convulsivamente su salvacin en el carcter eclesistico institucional,
e ignora de modo forzado el proceso total de ilustracin. La
religin es aceptada, en cuanto vnculo, por su condicin de
tal, dando de lado cualesquiera otras consideraciones. Se
elige con la comunidadcomo si fuese posible elegir por
mayora de votos una cosa as!devocin y obediencia, sin
atencin al contenido especficamente religioso. Slo los por* Lit.: Vergescllschaftung. esto es, transformacin en social. E
trmino, pues, se relaciona con "sociedad" en cuanto agrupacin humana colectiva, y no con "socialismo", en cuanto sistema, doctrina o
forma econmico-social. El concepto de "socializacin de la sociedad"
("Vcrgesellschaftung der Gcsellschaft") es usual en el marxismo europeo
y ha sido expuesto con especial lucidez por Georg Lukcs. (N. del 7\>
EL CINE Y LA MSICA
Serie
Cine
redores Alvin Johnson y Clara Mayer, sin cuya activa participacin no se hubiese podido realizar jams el Film Music Proyect. Adems, queda obligado con toda una serie de
productores, directores, guionistas y expertos tcnicos en
la industria del cine que proporcionaron al Proyecto material de trabajo o acudieron a prestar su consejo. Entre los
mencionados en el informe sobre el Proyecto deseamos recordar los nombres de Joseph Losey, Joris Ivens y Helen
van Don gen. Por otra parte, fue esencial la ininterrumpida
colaboracin de Clifford Odets y Harold Clurman. Respecto
a la afinidad de muchas ideas con las del autor Bertolt
Hrecht, hay que observar que l fue el primero en dar a
nmoccr sus conclusiones acerca del carcter gestual de la
msica, que, procedentes del teatro, se han revelado extremadamente fructferas aplicadas al cine.
l:l agradecimiento de T. W. Adorno va dirigido a su amigo Max Horkheimer, con el que ha colaborado
estrechamente. A quien desee profundizar en las bases tericas de
la investigacin sobre la msica en l film, le recomendamos el ensayo Industria de la cultura, del libro Philosophische Fragmente, publicado originalmente por Adorno y Horkheimer en la editorial del Institute of Social Research, Columbia Uuniversity, New York '.
Los editores Harcourt, Broce and Co. y Faber und Faber han prestado graciosamente su consentimiento para la
reproduccin de citas y ejemplos musicales de los libros
The Film Sense, de Sergei Einsenstein, y Film Music,
de Kurt London.
Los Angols, septiembre de 1944.
HANNS EISLER
T. W. ADORNO
1
Este haba jo ha sido publicado con su ttulo definitivo Dialeklik </('/ Anfklrniig, cu 1969, en la Editorial S. I ischer, Franklurl.
12
INTRODUCCIN
El film no puede entenderse aisladamente como una forma artstica sui generis, sino que debe serlo como el medio caracterstico de la cultura de masas contempornea
que se sirve de las tcnicas de reproduccin mecnica. La
nocin de cultura de masas no supone un arte que tiene
su origen en la masa y que se eleva a partir de ellas. Este
lipo de arte ya no existe y an no lo hemos recuperado.
Hasta los restos de un arte popular espontneo han perecido ya en los pases industrializados: sobreviven an en
los atrasados sectores eminentemente agrcolas. En la era
industrial avanzada, las masas no tienen ms remedio que
desahogarse y reponerse como parte de la necesidad de regenerar las energas para el trabajo que consumieron en el
alienante proceso productivo. Esta es la nica base de masas de la cultura de masas. En ella se cimenta la poderosa
industria del entretenimiento que siempre crea, satisface y
reproduce nuevas necesidades. Apenas creemos necesario
mencionar que la cultura de masas no es un producto de
siglo xx. Solamente se le ha dado una estructura monopolslica y se la ha organizado a fondo. Esto le ha conferido
un carcter completamente nuevo, el de la inevitabilidad.
Significa una amplia estandarizacin del gusto y de la ca-
El examen crtico del carcter de la industria de la cultura no significa una romntica glorificacin del pasado.
No en vano la cultura de masas vive precisamente de la
comercializacin de la cultura individualista. No se la puede contraponer a la antigua forma de produccin individualista y tampoco hay que hacer responsable a la tcnica de
la barbarie de la industria de la cultura. Pero los progresos
tcnicos en los que triunfa la industria cultural tampoco
pueden ser ensalzados en abstracto. La utilizacin de la
tcnica en el arte debera quedar subordinada a su propio
sentido, al grado de realidad social que es capaz de expresar. Las posibilidades que los dispositivos tcnicos pueden
brindar al arte en el futuro son imprevisibles, y hasta en
la pelcula ms detestable hay momento en los que estas
posibilidades irrumpen de forma patente. Pero el mismo
principio que ha dado vida a estas posibilidades las mantiene sujetas al mundo del big business. El anlisis de la
cultura de masas debe ir dirigido a mostrar la conexin
existente entre el potencial esttico del arte de masas en
una sociedad libre y su carcter ideolgico en la sociedad
actual.
Las manifestaciones que se recogen en este libro pretenden realizar una aportacin parcial en esta direccin, intentando manejar un complejo determinado y perfectamente
delimitado de la industria de la cultura, la concreta relacin de msica y film con todas sus posibilidades y sus
contradicciones tcnicas y sociales.
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las carretas entoldadas. Precisamente la desproporcin entre estos residuos y los mtodos cientficos de produccin os lo que caracteriza al sistema. Ambos elementos estn en igual medida sometidos a la crtica y de acuerdo con
su principio ms ntimo deben ser considerados conjuntamente. Por lo que respecta a las manidas reglas prcticas,
debera bastar con hacerlas conscientes para quebrar su dictado.
Sin pretensiones de exhaustividad vamos a mencionar
a continuacin algunas de estas costumbres caractersticas.
Proporcionan una representacin concreta del mbito en el
que actualmente se plantea el problema de la msica en el
cinc, mbito que puede quedar desvirtuado si se intenta
una aproximacin basada en elevadas consideraciones tericas.
Leitmotiv
An hoy en da la msica de cine se enhebra con leitmotiv. Mientras que su fuerza evocadora proporciona al
espectador slidas directivas, facilita al mismo tiempo la
labor del compositor en medio de la apresurada produccin: se limita a citar en donde, en otro caso, debera inventar. La idea del leitmotiv es popular desde los tiempos de Wagner 2 . Sus xitos masivos han estado siempre
relacionados con la tcnica del leitmotiv: sus leitmotiv
actuaban ya como una especie de marcas registradas en las
que se podan reconocer figuras, sentimientos y smbolos.
2
Un eminente compositor de Hollywood declar recientemente en una entrevista que entre su mtodo de composicin y el de
Wagner no haba, en definitiva, ninguna diferencia. Tambin l trabajaba sobre un leitmotiv.
Fueron siempre la ms vasta forma de ilustracin, la falsilla para la gente sin formacin musical. En el caso de
Wagner se inculcaban a travs de insistentes repeticiones,
a menudo sin modificacin alguna, de la misma forma en
que actualmente se nos inculca de una cancin a meloda
mediante el plugging1 o la imagen de una actriz de cine a
travs de un rizo de su pelo. Caba suponer que esta tcnica,
debido a su comprensibilidad, iba a ser especialmente adecuada para el film, ya que ste es el criterio que rige todos
los aspectos de su realizacin. Sin embargo, esta creencia
es ilusoria. En primer lugar, estn los motivos de ndole
tcnica. Su carcter de elemento constructivo, su expresividad y su concisin estaban desde un principio relacionados
con la magnitud de la forma musical de los gigantescos dramas de la era wagneriana y postwagneriana. Precisamente
porque el leitmotiv en s mismo no est musicalmente
desarrollado, exige la amplitud de la forma musical para
tener un sentido desde el punto tfe vista de la composicin,
sentido que supera la mera funcin de indicador. A la atomizacin del material corresponde la monumentalidad de
la obra. Esta relacin se ha interrumpido completamente
en el film, porque la tcnica cinematogrfica es fundamentalmente una tcnica basada en el montaje. El film exige
necesariamente que los materiales se sustituyan unos a
otros, no la continuidad. El repentino cambio de los escenarios fotografiados denota algo acerca de la estructura del
film en su conjunto. Desde el punto de vista musical, se
trata generalmente tambin de formas cortas que no permiten la tcnica del leitmotiv, ya que, debido a su brevedad,
deben ser desarrolladas en s mismas. Tampoco necesitan.
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Plugging, en ingls en el original. Significa la mencin favorable de un producto como se hace en los programas de radio
o de televisin. (N. del T.)
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por ser fcilmente aprehensibles, del semforo de un leitmotiv, y la brevedad impide que ste llegue a desplegarse
adecuadamente. De estas circunstancias tcnicas resultan
otras estticas. El leitmotiv wagneriano est inseparablemente unido a la representacin de la esencia simblica
del drama musical. El leitmotiv no caracteriza simplemente a personas, emociones o cosas, aunque casi siempre
haya sido concebido de esta forma, sino que, en el sentido
de la propia concepcin wagneriana, debe elevar el acontecer escnico a la esfera de lo metafsicamente significativo.
Cuando en el Anillo resuenan en las tubas el motivo de Walhalla, no hay que entender que anuncia la residencia de
Wolan. sino que Wagner quera expresar con ello la esfera
de lo grandioso, de la voluntad universal, del principio original, l a tcnica del leitmotiv fue inventada solamente en
aras de un simbolismo como el descrito. En el film, que se
propone una exacta reproduccin de la realidad, no hay lugar para simbolismos de este tipo. El cometido del leitmoliv queda reducido al de un ayuda de cmara musical que
presenta a sus seores con gesto trascendente, mientras que
a las personalidades las reconoce cualquiera de todos modos, l a tcnica que fue eficaz en tiempos se convierte en
mera duplicacin ineficaz y poco econmica. Asimismo, la
utilizacin del leitmotiv, cuando, como es el caso del cine,
no puede desplegar todas sus consecuencias musicales, conduce a la extrema indigencia de la misma estructura compositiva.
Meloda y eufona
La exigencia de meloda y eufona obedece, adems de
a una presunta naturalidad, al gusto del pueblo considerado
como el consumidor por excelencia. No es necesario discutir
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postulados no solamente presuponen un material histricomuy determinado, la tonalidad del perodo romntico, sino
que adems vienen definidos por toda una serie de depurados procedimientos tcnicos que en forma alguna son el
resultado espontneo de la lgica musical, sino que cobran
la apariencia de lo lgico a travs de la rgida cosificacin
de la praxis dominante en la que espontneamente se
tiende hacia esas reglas. Ni siquiera en tiempos de Mozarl
o de Uecthoven, cuando el ideal estilstico era la filigrana,
resultara ya comprensible el predominio exclusivo de la
milocha predecible en las primeras voces. La concepcin
natural de lo meldico es una apariencia, una absolutizacin de un fenmeno eminentemente relativo, de ninguna
forma una norma obligatoria o un dato originario del material, sino una manera de hacer entre otras, elevada a la
exclusividad. Pero la exigencia convencional de meloda y
eufona entra constantemente en conflicto con las exigencias objetivas del film. La meloda en el lied presupone la
indepcndnccia del compositor en el sentido de que puede
conectar su eleccin y su idea con situaciones que le inspiran lrica y poticamente. Esto es precisamente lo que nosucede en el film. Toda la msica en el film est bajo el
signo de la funcionalidad y no bajo el de un alma que se
expresa cantando. Del compositor de msica para pelculas
no se puede esperar una inspiracin lrico-potica, y, adems, esta clase de inspiracin ira en contra de la funcin
de adorno y de servicio que es lo que la praxis de la industria exige en realidad al compositor. El problema de la meloda como algo potico se hace insoluole precisamente
por el carcter convencional que ha adoptado el concepto
popular de meloda. El tratamiento ptico del film tiene
siempre un carcter de prosa, de irregularidad y de asimetra. Pretende ser vida fotografiada, y en esto todos los films
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la msica. Solamente entr a formar parte de los procedimientos de reproduccin cinematogrfica por razn de Ja
evolucin de los medios tcnicos del cine sonoro. Nunca ha
sido realmente elaborada segn su contenido propio. Se la
i olera como a una intrusa de la que en cierto modo no se
puede prescindir. En parte satisface una autntica necesidad, en parte se trata de la creencia fetichista de que hay
que utilizar las posibilidades tcnicas existentes 4 . Pese a la
invocadsima experiencia de la gente del cine, con la que
estn tambin de acuerdo algunos compositores, la tesis de
que la msica no debera orse es discutible. No existe la
menor duda de que en film hay situaciones, especialmente
aquellas en que la palabra hablada pasa a un primer plano,
en las que la interpretacin de unas figuras musicales en
primer plano resultara un estorbo. Adems, estamos de
acuerdo en que, a pesar de todo, estas situaciones necesitan
eventual mente de un complemento acstico del tipo de los
que en el argot de las radiodifusin se llama teln sonoro.
Pero precisamente cuando se toma en serio esta exigencia
resulta especialmente problemtico insertar en estas secuencias piezas musicales pretendidamente discretas. Por
delmicin, estos telones musicales deberan ser algo ms
4
I.n el cine, Ja nocin de tcnica tiene un doble senfido que
puede inducir inuv fcilmente a contusiones. Por una parle tcnica de cine significa procedimiento tcnico industrial para la fabricacin de un produelo. Por ejemplo, el descubrimiento de que
el sonido v la imagen se podan grabar en una misma banda se
puede equiparar al descubrimiento del freno neuinlico. La otra
nocin de tcnica procede del campo de la esttica. Designa los
procedimientos que sirven para representar convenientemente una
intencin artstica. Mientras que la intervencin de la msica en
el cine sonoro va principalmente unida a la primera nocin in
dustrial de tcnica, la necesidad que el cine tiene de la msica
se remonta a la prehistoria de este arle \ corresponde a determinados imperativos estticos. Pero hasta el momento no ha sido pe*
sible establecer una correlacin clara entre estos dos aspectos.
(Cl. cap. V.)
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parecido al ruido que a la msica articulada, y para incluirlos en un contexto musical debera tratarse de algo as como
de una composicin de ruidos. Este carcter de ruido de la
msica estara mucho ms de acuerdo con el realismo del
film. Si, en cambio, se utiliza en estas situaciones verdadera
msica con la condicin de que no debe ser advertida, se
incurre en el comportamiento descrito en la cancin infantil:
Conozco un bonito juego:
me pinto unas barbas
y las tapo con un abanico
para que nadie las vea.
En la prctica, la exigencia de discrecin en la msica
no significa generalmente esta aproximacin al ruido, sino
pura y simplemente trivialidad. La msica ha de pasar tan
inadvertida como el popurr de temas de La Bteme en
un caf.
Pero, adems, el que la produccin considere como tpico que la msica no debe orse es solamente una y, por
ende, de las ms subordinadas, entre muchas probabilidades. La intervencin planificada de la msica debera comenzar con el guin y la cuestin de si la msica debe traspasar o no los lmites de la consciencia debera decidirse
simpre en virtud de las concretas exigencias dramticas del
guin. Interrumpir la accin para permitir el desarrollo de
una pieza musical puede convertirse en uno de los ms importantes recursos artsticos. Por ejemplo, en una pelcula
antinazi cuya accin se disuelve en diferentes rasgos psicolgicos y privados se interrumpe la accin para dar paso
a una msica especialmente seria. Este gesto ayuda al espectador a reflexionar sobre lo esencial en la escena, la si25
encontrar
<cin gratuita de la msica. As recurre a menudo a los subterfugios ms ingenuos para evitar la ingenuidad y deja
que l hroe juegue con un aparato de radio. La pobreza
del recurso queda patente en esas secuencias en las que el
protagonista acompaa con naturalidad los primeros
ocho--compases de su cancin al piano, momento en que un
coro y una gran orquesta acuden a aliviarle de esta tarea
sin que por eso el decorado se haya modificado en lo ms
mnimo. Resulta evidente que, en la medida en que esta costumbre dominante en los principios del sonoro tenga actualmente alguna vigencia, impide que la msica se utilice de
una forma verdaderamente constructiva y creadora de contrastes. La msica se pone al nivel de la accin y queda convertida en un requisito, en una especie de mueble acstico.
ilustracin
Un popular y jocoso adagio de Hollywood dice: birdie
sings, music sings$. La msica ha de seguir el acontecer visual, ilustrarlo bien, imitndolo al pie de la letra, o bien
reproduciendo cliss que son asociados con los estados de
nimo y los contenidos representativos de las respectivas
imgenes. La naturaleza recibe alqu un trato privilegiado.
Por naturaleza hay que entender, de acuerdo con la manera
de pensar ms trivial, lo contrario de la ciudad, es decir, el
reino en el que los hombres pueden presumiblemente respirar de nuevo, estimulados por la vida y la pujanza de las
plantas y de los animales. Es la decadente y ya estandarizada concepcin de la naturaleza de la lrica del siglo XDC,
y a esta lrica periclitada se le aaden los correspondientes
5
27
Geografa e historia
Si una escena muestra una ciudad holandesa con canales, molinos y zuecos, el compositor suele procurarse una
cancin popular holandesa de la biblioteca del estudio para
desarrollarla como tema musical. El hecho de que no sea
fcil reconocer como tal una cancin popular holandesa,
especialmente tras haberla sometido a los procedimientos
de los arreglistas, impide que podamos reconocer sin ms
las ventajas de esta manera de hacer. La msica se utiliza
como el vestuario o el atrezzo, sin que llegue a ser tan rotundamente caracterstica como stos. Un compositor que,
con motivo de un baile de las nias del pueblo, crease su
propia meloda holandesa puede obtener un producto ms
plstico que si se atiene al original. Con todo, la msica
popular corriente en todos los pases excepto aquellos tipos de folklore que se encuentran principalmente fuera del
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Utilizacin de cliss
musicales
Stock tnusic
Entre las peores costumbres hay que contar la incansable utilizacin de un reducido nmero de fragmentos musicales etiquetados que a travs de su ttulo real o tradicional son relacionados con las situaciones que habitualmente
30
*f
nada escala de tonos enteros forma parte de la introduccin de cualquier xito popular, sigue utilizndos een eJ film
como si estuviese tan fresca como el primer da. A travs
de esto se establece una completa desproporcin entre el
recurso y el efecto. Esta desproporcin puede convertirse
en un estmulo si, al igual que en determinadas pelculas
de dibujos, destaca ldicamente el carcter absurdo de una
accin que es imposible en la realidad: Pluto galopa sobre
el hielo al son de La cabalgata de las Walkirias. Pero lo que
no se puede conseguir es que el espectador se estremezca.
Los clichs afectan tambin a la instrumentacin. El
efecto de trmolo sobre el puente de los instrumentos de
cuerda, que hace treinta aos an despertaba en la msica
clsica una inquietante tensin, principalmente porque expresaba la esfera de lo irreal, se ha convertido hoy en un
recurso barato. En rrminos generales, los recursos musicales que, ya cuando nacieron, fueron planeados como estmulos, en vez de ser el resultado de una construccin, son
precisamente los que, an dentro de la msica autnoma,
han perdido ms rpidamente su eficacia. Tambin en esta
ocasin la industria cinematogrfica aparece como el rgano ejecutivo de una sentencia que se haba fallado hace ya
tiempo en la msica clsica. Incluso puede llegar a hablarse de una funcin progresiva desde el momento en que el
cine sonoro martiriza los odos del pblico con recursos
efectistas que, por su amaneramiento, resultan ya desde
hace tiempo insoportables para el artista, de forma que,
tarde o temprano, el espectador no podr tolerar ya ninguno de estos cliss. Entonces habra una demanda y un lugar
para otros elementos musicales. La evolucin de la msica
avanzada durante los ltimos treinta aos ha creado una
reserva de nuevas posibilidades materiales que an est por
33
Estandarizacin
de la interpretacin
musical
La estandarizacin de la msica en el film se hace especialmente patente en la praxis del estilo de ejecucin. En
primer lugar hay que mencionar la dinmica. Vena condicionada por las limitaciones del material de grabacin y reproduccin. Actualmente, a pesar de que los dispositivos
son mucho ms diferenciados y ofrecen posibilidades dinmicas mucho mayores tanto en las frecuencias extremas
como por lo que respecta a la modulacin contina dndose
la estandarizacin dinmica. Se nivela el grado de intensidad y todo se diluye en un genrico mezzoforte, tcnica muy
semejante a la de la mezlca de tonos en la radio. El criterio
dominante es la produccin de una brillante y cmoda eufona que no sobresalte por sus excesos de volumen (fortissimo) ni exija una esforzada audicin por defecto (pianissimo). Este equilibrio hace que se pierda la dinmica
como medio de subrayar las relaciones musicales: la falta
de triple fortissimo y pianissimo limitan el crescendo y el
descrescendo a una escala demasiado pobre.
Tambin hay una estandarizacin pseudo individualizada en la forma de interpretar la msica. Mientras todo se
adapta ms o menos al mezzoforte ideal, cada momento musical debe dar simultneamente el mximo en cuanto a expresin, emocin y tensin anmica a travs de su ejecucin
exagerada. Los violines tienen que sollozar o brillar; el metal tiene que resonar arrogante o ampuloso. No se tolera
ninguna expresin tibia; la ejecucin se caracteriza por su
exageracin y su extremosidad, con el estilo que en tiem34