Mario Levrero. La Voz Del Bufón

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ALAIC 2012

Helena Corbellini
Profesora de Retrica y Persuasin y Teora del Relato en Universidad
ORT, Uruguay. Profesora de Teora Literaria en Formacin Docente,
ANEP. Escritora y crtica literaria.
Correo electrnico: [email protected]
GT 14. Discurso y Comunicacin
La voz del bufn. La constitucin del sujeto por medio de la narracin en
la literatura de Mario Levrero.
Abstract:
A travs del estudio del relato Diario de un canalla (1986 1991) del escritor
uruguayo Mario Levrero, se reflexiona sobre la emergencia y constitucin del
sujeto en ruptura con las sujeciones del mundo contemporneo por medio del
discurso literario. El poder generado por la discursividad, el estatuto actual del
discurso literario y el problema de la constitucin del yo por medio de la
narracin, son los puntos a considerar.

Apuntes microbiticos
Jorge Mario Varlotta Levrero naci el 23 de enero de 1940 y muri el 30 de
agosto de 2004. Para su metamorfosis literaria adopt su segundo nombre y el
apellido materno. En el juego retrico de la paronomasia levrero/ librero
explot una zona de afinidad, porque durante muchos aos el escritor y su
madre la seora Nilda- tuvieron un pequeo comercio de libros usados y
revistas, tanto en el centro de Montevideo, como en Pirpolis. Fue radicado en
Piripolis donde escribi su primera novela, La ciudad, bajo la mirada
alentadora del artista plstico Tola Invernizzi, durante el ao 1966.
A guardar lo que escribo, empec en junio de 1966. De esta ltima etapa, que
comienza en el 66, el primer lector fue Tola (Jos Luis) Invernizzi; iba leyendo
los fragmentos que le mostraba y me deca est bien, segu. En realidad fue l
quien me hizo descubrir que en un pequeo texto que le mostr haba una
novela escondida, que es La Ciudad. (Reportaje a Mario Levrero, La idea
fija. Revista bastante literaria, Ao 1, N 2, setiembre de 2000.)

Tola Invernizzi supo or y descubrir el discurso de Levrero, supo leer la novela


escondida. Junto al odo responde una voz que sugiere, critica y alienta. El
odo y la resonancia de Tola era la ninfa Eco que Narciso necesitaba. Invernizzi
fue el primer lector. Como hermeneuta, el filsofo Paul Ricoeur nos recuerda
que el proceso de configuracin del texto siempre acaba en el lector. La
escritura culmina en la lectura, el acto de leer es crucial, ya que justamente es
en esa interseccin del mundo del texto con el mundo del lector donde se
produce el sentido del relato.
As Jorge Varlotta vuelto Mario Levrero escribi La Ciudad y luego Gelatina
(1967) y luego los relatos de su triloga involuntaria y tambin cuentos y an
ms novelas. En cada relato fue constituyndose, como sujeto fue repensado
desde una dimensin ontolgica del discurso, en trminos de Foucault. Pero en
ciertos perodos refren el impulso hacia la escritura, estimulado o distrado por
otras tareas que s le reportaban escasos pero seguros, beneficios
econmicos. De estos cortes o interrupciones, tambin dar cuenta su
escritura, por lo cual hay una zona de no escritura que se verbaliza y coloca los
miembros mutilados de su figura.
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La historia poltica tambin pesa. El fin de las libertades pblicas e individuales


y la persecucin a los intelectuales que el Uruguay padeci tras el golpe de
Estado de 1973, trastoc tambin la historia personal de este escritor, perdido
en la ciudad desierta y cruel que fue Montevideo en esos aos. Agotados sus
esfuerzos de sobrevivencia, en 1985 se radic en Buenos Aires por la
mediacin de unos amigos y una promesa de trabajo:
cuando Jaime [Poniachick se independiz de Humor y se cre la
empresa Juegos & Co., me fui a vivir a Buenos Aires y desde el da que
llegu empec a trabajar para esa empresa. Dur tres aos, en el nico
trabajo en dependencia que tuve en mi vida. Despus las revistas de
ingenio se modificaron, se simplificaron y ya no haba margen de
creatividad. Mi papel como jefe de redaccin se fue desplazando ms
bien hacia el control de los empleados, ver si marcaban la tarjeta en hora
y ese tipo de cosas, y ah plant. Entonces, como free lance, enganch
un trabajo de crucigramista con una empresa de EE.UU. que distribua
materiales en diarios latinoamericanos, y segu un tiempo con eso,
incluso cuando volv al Uruguay. (LIF, 2000).
En ese perodo nacer el emisor protagonista canalla, objeto de este estudio.
La escritura del relato breve titulado Diario de un canalla fue iniciada en
Buenos Aires en 1986 y finalizada en Colonia, en 1991. Qu sujeto es
constituido por ese discurso literario? Qu problematizaciones surgen? Para
tratar estos temas son tomados tanto los vnculos entre narracin y vida
planteados por Paul Ricoeur, como las relaciones entre poder y discurso y
hermenutica del sujeto, tratados por Michel Foucault.
Aunque el relato elegido pertenezca al libro de cuentos El portero y el otro,
(Montevideo: Arca, 1992), y por lo tanto al gnero de la ficcin, se suspende
aqu momentneamente el arduo debate de los lmites de verdad y ficcin, para
simplemente enfocar la cuestin en la reconfiguracin de la vida por medio del
relato. Asimismo, cabe distinguir que se est ante un discurso que plantea el
problema de la verdad y el afn filosfico por dilucidarla.
El Diario plantea: la recuperacin del s mismo en franca lucha contra el
sujeto dominante canalla; la compulsin adictiva (el cubo de Rubik); la
voluntad de aislamiento; la experiencia de la ciudad como espacio prfido pero

cautivante; los animales simblicos de la salvacin (ratas, gorriones, palomas);


la libido ambulante no saciada; la relacin con el hipottico lector.

Narciso
En su ltima obra, La novela luminosa, el acto de escribir un diario es
entendido por Levrero como un monlogo narcisista, aunque intuye que no
tiene las mismas connotaciones patolgicas del dilogo con la mquina.(LNL:
2005, pg. 168). Ricoeur compartira la intuicin del escritor, ya que el rasgo
patolgico del narcisismo se desbarata por la condicin mediadora del texto
que rompe el aislamiento del sujeto. Desde un punto de vista hermenutico,
Ricoeur entiende que el texto produce una mediacin entre el mundo y el
hombre, pero tambin entre el hombre y los otros hombres y an ms: entre el
hombre y el s mismo. Ese s mismo (soi mme) de Ricoeur obtiene la
oportunidad de romper los lmites del ego egosta y mezquino, del ego
ensimismado de Narciso gracias a la mediacin narrativa de la obra literaria.
Si la vida en tanto capacidad pre-narrativa es un fenmeno simplemente
biolgico, en el acto de narrarse, el yo se interpreta, la ficcin interviene y la
vida se configura. Doble configuracin: interna en la obra y externa en la vida.
Al escribir sus diarios, Levrero piensa que monologa, aunque en verdad dialoga
con su existencia prenarrativa, al narrativizarse en el discurso, expone su
historia, representa su interior, liquida su hombre abyecto canalla- y legitima
su existencia de escritor.
Cundo una vida se convierte en narracin? Cuando ha sido mediatizada
simblicamente. Ricoeur halla la subjetividad en trminos de identidad
narrativa. En la dinmica de cimentar e innovar, el sujeto adquiere la
comprensin de s mismo y adquiere la capacidad de ser narrador de su propia
historia. El sujeto se constituye en voz narrativa sin mscaras, sin la mediacin
de los personajes. La cultura le entrega al sujeto las tramas necesarias para
experimentar su vida como relato y entregarse a las variaciones imaginativas
del ego que se pasea por las historias conocidas de sus personajes favoritos.
En esta operacin de narrar, el yo (moi) enamorado de s mismo, cede lugar a
un s (soi) instruido por los smbolos culturales, entre los cuales se encuentran
en primer lugar los relatos recibidos de la tradicin literaria. (Ricoeur: 2006).
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As es que el yo narcista, egosta y avaro puede ser liberado por la literatura. El


yo narrador de s mismo, ha buscado las palabras que lo hicieran audible y
visible. Aunque el texto aparecido, develado, el del Narciso mitolgico, soporte
la bendicin de los dioses y la maldicin de las ninfas, entre esos riesgos se
constituye. En ese trnsito comunicativo conflictivo, tambin el lector corre el
riesgo de ser la pobre rechazada ninfa Eco, resonante en el bosque, ya que la
primera intencin del sujeto no ha sido la comunicacin, sino la autoescritura.
El narrador Levrero declara buscar su autoconstruccin:
Pero no estoy escribiendo para ningn lector, ni siquiera para leerme yo.
Escribo para escribirme yo; es un acto de autoconstruccin. Aqu me estoy
recuperando, aqu estoy luchando por rescatar pedazos de m mismo que han
quedado adheridos a mesas de operacin (iba a escribir: de diseccin), a
ciertas mujeres, a ciertas ciudades, a las descascaradas y macilentas paredes
de mi apartamento montevideano, que ya no volver a ver, a ciertos paisajes, a
ciertas presencias. S, lo voy a hacer. Lo voy a lograr. No me fastidien con el
estilo ni con la estructura: esto no es una novela, carajo. Me estoy jugando la
vida. (Pg. 134)

No es una novela y no es un juego en el sentido de que este discurso se


compromete con reglas que pretenden dirimir la cuestin de lo verdadero y lo
falso. Es lo que Foucault denomina los juegos de verdad, nacidos del vnculo
recproco entre objetivacin y subjetivacin (el discurso y el sujeto). (Florence:
1999). Desde las primeras pginas, el autor deja en claro el hilo conductor de la
bsqueda de la verdad. Para esto se requiere de un mtodo: elidir los
universales antropolgicos aristotlicos, dando un vuelco hacia el sujeto que se
constituye. Foucault exige que sean estudiadas las prcticas concretas
mediante las cuales el sujeto se constituye en la inmanencia de un dominio de
conocimiento. Dichas prcticas son modos de hacer y modos de pensar.
Qu piensa y qu hace el sujeto narrador del Diario? Quin es y quin
desea ser?
El canalla
En el relato de Levrero, el autor se declara canalla. La tercera acepcin de la
palabra canalla en el Diccionario de la RAE, dice: persona despreciable y de
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malos procederes; en la primera, se refiere al colectivo: gente baja, ruin.


Levrero escribe:
Lo que debo confesar es que me he transformado en un canalla; que he
abandonado por completo toda pretensin espiritual; que estoy dedicado a
ganar dinero, trabajando en una oficina, cumpliendo un horario; que ahora
estoy escribiendo esto porque tengo unas vacaciones. Cierto que me hice un
canalla como nico recurso para sobrevivir, pero lo triste del caso es que me
gusta lo que estoy haciendo... (Pg. 130).

El abandono del espritu y el afn de simple confort son los focos que
encandilan el rostro sufriente y maquillado del protagonista canalla. Escribe
para confesarse, aliviar su alma y tratar de recuperarse al experimentar la
emisin de su discurso escrito. Junto a la confesin, emerge la memoria.
Levrero, en sus diarios, recuerda. En Diario de un canalla es central la
rememoracin de su operacin de vescula, smbolo de mutilacin fsica y
psquica. En la sala de operaciones, ha quedado parte de su Espritu.
El nombre dado al autoprotagonista de Levrero ha producido una inversin
semntica, ya que el sujeto vil en este caso, es un hombre sometido al trabajo
y su peor caracterstica, es que lo disfruta. La necesidad del ocio para la
emergencia del espritu es un problema en la literatura de Levrero. Tambin lo
es para Foucault, quien se opone a la idea marxista de que el trabajo es la
esencia concreta del hombre. Por el contrario, el hombre est obligado a
trabajar porque se halla rodeado por fuerzas polticas, atrapado por los
mecanismos de poder. Con amabilidad, Foucault rescata la obra de P.
Lafargue (La organizacin del trabajo: el derecho a la pereza y la religin del
capital), para coincidir con el yerno de Marx en que entre el hombre y el trabajo
no existe ninguna relacin esencial. En Levrero, el denostado canalla es un
hombre que trabaja y disfruta de un bienestar bsico, que nunca ha tenido
antes. Es que el narrador propone el ocio como condicin de existencia, como
antdoto a la alienacin del espritu que el trabajo conlleva.
La canallez del sujeto se enlaza armoniosamente, con la fetidez de la urbe:
Debo confesar tambin que estoy viviendo en una de las grandes ciudades
ms corrompidas del mundo y que me gusta.. S, me gusta la ciudad de
Buenos Aires especialmente ese olor particular que flota junto a las entradas

del subte-; me gusta la calle Corrientes, la indiferencia, la angustia no siempre


percibida que flota bajo un cielo que no se mira, entre los gigantescos edificios
y sobre la ausencia del mar y del amor. (Pg. 131)

El protagonista habita la soledad del desierto urbano, donde el hombre es ms


vulnerable, pequeo y angustiado sufre la falta de amor. Esta soledad
angustiante ntima es diluda en el estrpito y la multitud. El protagonista de
Levrero quiere conquistar una soledad que significa encontrarse a s, un
espacio que parece inasequible en la urbe monstruosa que seduce sin
incesante a su yo alienado.
La preocupacin por su perversin, lo atormenta. La aparicin de una rata que
hay que extermina y luego un pichn de gorrin que pa por su supervivencia,
son seales luminosas para el espritu (el autor lo reconoce en mayscula, ya
que son emisiones del otro Espritu). En trminos de Foucault, el proceso de
subjetivacin est en marcha: el sujeto escribe su disgusto y el deseo de
salvacin. Junto a Ricoeur, el Diario lleva a reflexionar cmo la vida se
constituye en vida humana, vida examinada. A la par del narrador, el lector
construye la trama, la trama es el espacio donde el tiempo de los
acontecimientos encuentra su significado. En sentido aristotlico es la
operacin de integracin de elementos que culmina el receptor. Es en virtud de
la trama que los acontecimientos se organizan como historia en el relato. El
Diario es ms que una suma de hechos heterogneos. El protagonista
observa al gorrin, se cita con una mujer, se va de vacaciones, evoca su
operacin de vescula y todo finalmente se articula por el acto de seguir la
historia y el deseo de alimentar la inteligencia phrontica, la que genera
prudencia, la que distingue la tica en las conductas y la vincula a la felicidad o
a la desdicha (Ricoeur: 2006). La sabidura palpitante del narrador quien busca
la salvacin de pajarito sin intervenir de un modo directo, despus de haber
padecido la desdicha de ver morir a la rata, acompasa la lectura y la emocin
del lector.
Ethos crtico

Foucault ha escrito: No s si alguna vez llegaremos a ser mayores de edad


[pero] se puede dar sentido a esta interrogacin crtica sobre el presente y
sobre nosotros mismos que Kant ha formulado al reflexionar sobre la
Aufklrung la ontologa crtica sobre nosotros mismos es preciso
concebirla como una actitud, un thos, una vida filosfica en la que la crtica de
lo que somos es a la vez un anlisis histrico de los lmites que se nos han
establecido y un examen de su franqueamiento posible. (EEH, pg. 351).
Esa vida filosfica es una apuesta del relato levreriano. Su preocupacin por
descubrir la verdad en microacciones y en prejuicios, en permanente
indagacin introspectiva. Por qu las ratas han de ser envenenadas? Por
qu su corazn se conmueve ante la alimaa? Un narrador que se toma el
trabajo para pensar de otro modo, para hacer otras cosas, para llegar a ser
otro, un escritor que constituye una nueva subjetividad. Un escritor filosfico,
ya que le preocupa la relacin entre el sujeto y sus actos y la verdad. Capaz de
desprenderse de los juicios corrientes, de todo lo que parece estable y habitual
y buscar otras reglas de juego, aunque conlleven esfuerzos gigantescos.
Problematizar es la palabra clave de Foucault. (EEH, El filsofo
enmascarado).
El poder del bufn
El poder opera a travs del discurso, dice Foucault. Y el discurso de las
instituciones logra operaciones de exclusin sobre ciertos sujetos. Una tarea es
aislar un discurso especfico, como aqu se ha procedido con el Diario de un
canalla, quien pretende emerger hacia el discurso luminoso si ocurre el
acontecimiento milagroso de que un pjaro herido pueda volar.
En qu circuito comunicativo se ubica este discurso? En principio, el narrador
ha sido un excluido del trabajo, y deseara volver a serlo por lo cual quedara
fuera del circuito de produccin econmica. A esa marginalidad se suma la
ausencia de familia. An sucede una tercera forma de exclusin: la de la
palabra. Foucault nos recuerda que la palabra de determinados individuos no
es recibida de la misma manera que la palabra de cualquier otro (La locura y
la sociedad). Por intil o por sagrada, es registrada de un modo diferente. Esta
situacin es encarnada por el bufn en la Edad Media y representada
posteriormente por la literatura: Lo que los dems no podan decir, el bufn se
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encargaba de decirlo. El bufn deca a la gente sus verdades, serva


igualmente de consejero, deba predecir el futuro, desenmascarar las mentiras,
ironizar sobre los engredos El bufn era la verdad en estado libre, pero
desarmada
Hasta qu punto Levrero no ocupa el sitio del bufn? Su nombre se convirti
en un mito por las comentadas extraezas de su modo de vida y su apuesta a
una literatura que si, inicialmente se clasific como rara o fantstica, luego
se entreg al registro minucioso de sus vivencias en diarios, apuntes o
ejercicios caligrficos, donde lo extrao son las percepciones del yo narrador,
un sujeto que escapa a las convenciones y se dedica a la construccin
sistemtica de su singularidad. Muchos de sus admiradores lo perciben dotado
de esa segunda vista, le otorgan ese estatuto privilegiado de decir la verdad
que comparten la locura y la literatura.
Levrero narrativiz su deseo de apartarse del sistema familiar y del sistema
laboral; organiz relatos donde percibe causalidades entre acontecimientos, en
principio, desconectados; postul la sabidura del inconsciente y el poder rfico
de los sueos; represent seales que lo condujesen a la luminosidad del
espritu con la total conciencia de escribir un discurso marginal que a su vez le
imbua de un poder sagrado. Su discurso incide, corta, sutura. Su palabra,
fuera de toda institucin, deslumbra a un nuevo pblico lector, interrumpe el
tejido comunicativo estable y provoca la reflexin filosfica.

Referencias:
Levrero, Mario (1992) El portero y el otro. Montevideo: Arca.
Foucault, Michel (1999) Esttica, tica y hermenutica. Obras esenciales.
Volumen III. Barcelona, Paids.
Ricoeur, Paul (2006): La vida: un relato en busca de narrador, gora, Vol. 25,
n 2.
Ricoeur, Paul (2010) La memoria, la historia, el olvido. Mxico: Fondo de
Cultura Econmica.

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