Espiritualidad Misionera - Luis Augusto Castro

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ediciones paulinas

Coleccin
Comunidad y Misin
CAMINARE EN PRESENCIA DEL SEOR
Benigno Juanes 2a. ed
LA ORACIN DE JESS Y DEL CRISTIANO
Jon Sobrino 3a. ed
LA SOMBRA DE DIOS ES TRASPARENTE
Pablo Luchino de Marcos 2a. ed
PRESENCIA DE MARA EN LA VIDA CONSAGRADA
Jean Galot
SEGUIMIENTO > CRISTO
Segundo Galilea 4a. ed
SICOLOGA Y VIDA CONSAGRADA
Salvador Lpez 3a. ed
VIVIR CON CRISTO
Jean Galot
DEJA SALIR A MI PUEBLO
Munlo Kneger
ESPIRITUALIDAD MISIONERA
Luis Augusto Castro
CUANDO LOS SANTOS SON AMIGOS
Segundo Galilea
Luis Augusto Castro Q.
Espiritualidad
Misionera
ediciones paulinas
EDICIONES PAULINAS 1991
Carrera 46 No. 22A-90 - Apdo. Areo 100383
Distribucin: Departamento de Divulgacin
Calle 170 No. 23-31 BOGOT - Colombia
Fax 6711278
ISBN 958-607-540-0
P r e s e n t a c i n
El poeta nicaragense Rubn Daro nos dej un texto
potico que tiene sabor de profeca:
"A travs de las pginas fatales de la historia,
nuestra tierra est hecha de vigor y de gloria
nuestra tierra est hecha para la humanidad".
Hoy, ms que nunca, sentimos que este ser hechos para la
humanidad empieza a ser realidad desde el mbito de la vida
eclesiaL Se delinea esta fraternidad universal bajo la forma
de entusiasta y creciente proyeccin misionera universal
S. Hablo de proyeccin misionera porque la palabra
misin en Amrica Latina no ka sido cargada de ios ambi-
gedades que sufre en otras partes donde se vive an escla-
vos de viejos arquetipos.
Nios y jvenes, hombres y mujeres, laicos y religiosos
en la Iglesia latinoamericana entienden serenamente la
palabra misin en su ms difano sentido bblico como es el
del envo y su consiguiente movimiento de amor ms all de
las fronteras de fe y de cultura para compartir la fe en el
evangelio de Jess y colaborar en la implantacin de una
Iglesia inculturada al servicio del reino.
Esta provocacin de ser para la humanidad que se
traduce en vocacin misionera universal requiere un vigor
especial que ms cercano al que nos canta el poeta aludido,
est al que nos llama el mismo santo padre. A l exhortarnos a
la nueva evangelizacin, Juan Pablo II la desea nueva en su
ardor, esto es, en su espritu y a la vez con dimensin
5
misionera Esto significa que l nos insta a subir a la mon-
taa de la espiritualidad misionera para que en verdad
nuestra tierra est hecha de vigor y de gloria, nuestra tierra
est hecha para la humanidad.
Me encontr con Rubn Daro cuando lea las pginas
de un libro sobre la liberacin, el combate de nuestro tiempo.
Es refrescante escuchar a un laico comprometido que viendo
ms all de las necesidades continentales nos pone frente a
esta vocacin inherente a nuestro ser cristiano de ser para la
humanidad;
"Para ser fiel a su vocacin original Amrica Latina ha de
ser civilizacin comunitaria puesto que de la comunidad
brota la liberacin que no es otra cosa que compartir en la
vida, en la verdad y en el amor".
"Al pueblo de Dios en Iberoamrica, crisol de culturas y
etnias, le corresponde ser el favor del tercer milenio para
llevar la llama del evangelio a los pueblos africanos y
tambin para abrir a la fe las culturas milenarias del Asia y
aun a los cerrados fortines del Islam"
1
.
Esta tierra, patria universal dada la inmensa pluralidad de
corrientes de pensamiento y de valores, de ideas y de sangres
que se entremezclan en su identidad, requiere un espritu
universal que impregnado de evangelio se traduzca en la
vivencia de una espiritualidad universal, sin fronteras, en
movimiento misionero, con vigor, con ardor y con la fuerza
del Espritu que nos hace testigos hasta los confines de la
tierra.
Este libro desea colaborar en la formacin y vivencia de
esa espiritualidad misionera. No es expresin de algn
carisma particular, de una vocacin misionera "profesio-
nal", de la corriente espiritual de un grupo especfico. Si as
fuera se contradira a s misma pues a la par que el evangelio
1. CORSI Otlora, Carlos, La liberacin, Universidad La Gran Colombia, Bogot
1987, p 642.
6
debe encarnarse en todas las culturas sin ser exclusividad de
ninguna, la espiritualidad misionera no puede ser ni exclu-
siva ni excluyente.
La espiritualidad misionera es expresin de nuestro ser
cristiano y de esa maravillosa nota eclesial de su catolicidad.
El eje en que se apoya es la experiencia misionera de las
primeras comunidades cristianas presentadas por Lucas en
su libro de los Hechos de los Apstoles.
El deseo que mueve a su autor es que el libro pueda ser
instrumento misionero para que emulando a esas comunida-
des apostlicas, tambin las nuestras puedan cada vez ms
decir: "Nuestra tierra est hecha para la humanidad".
Dedico esta obra a los misioneros sacerdotes, reli-
giosos y laicos que comparten conmigo la misma tarea
misionera en el Vicariato Apostlico de San Vicente
Puerto Leguzamo en Colombia, tierra de Dios, regin de
sufrimiento e inmenso pedazo de la Amazonia.
Agradezco a Doris Garca, misionera laica del Vica-
riato, por las horas pasadas pasando a mquina este libro.
San Vicente del Cagun, julio 16 de 1990, fiesta de la
Virgen del Carmen, patrono de una multitud de campesinos
de nuestras selvas amaznicas.
t Luis AUGUSTO CASTRO Q.
7
1. Enfoque Misionero de k
Espiritualidad
HAY MONTAAS Y MONTAAS
"El maestro habl, lo escuchaban todos, casi sin respirar.
Hay tres etapas dijo en la vida espiritual: la del princi-
piante, la del avanzado y la del perfecto.
Cul es la etapa del principiante? preguntaron impa-
cientes los nuevos discpulos.
Es cuando se ven los rboles como rboles y las monta-
as como montaas.
{,Y la del avanzada?
Es cuando uno mira las cosas con mayor profundidad y
entonces los rboles ya no son rboles ni las montaas son
montaas.
Y la del perfecto?
Ah, eso es ya la iluminacin, dijo el maestro, soltando
una risita. Es cuando los rboles vuelven a ser rboles y las
montaas vuelven a ser montaas".
Tal vez nos sintamos como si el maestro estuviese
tomando del pelo a sus discpulos y a nosotros. Pero no es
as. El nos presenta tres etapas muy definidas.
No es difcil entender la primera cuando las montaas
son montaas. Ms difcil de comprender y an ms peli-
groso de vivir es la segunda. Es sta la etapa de la negacin.
Las montaas ya no son montaas. Lo que era habitual para
9
nosotros, deja de serlo. An ms: Dejamos nosotros de ser
habituales para nosotros mismos.
Se vislumbra en nosotros una crisis de identidad. Es un
momento maravilloso como quiera que la crisis significa
crecimiento, purificacin, transformacin.
Es el momento de una especial ruptura de confines
paralizantes, de horizontes rgidos, de muros separadores, en
una palabra, de montes cerrados y de corazones estrechos.
Pasada la etapa de la negacin, la montaa vuelve a ser
montaa pero no como antes. Algo cambi.
La montaa, que como suele suceder se yergue
como lmite a la propia visin, desaparece para dar lugar a la
montaa que es punto de apoyo y de orientacin en la
bsqueda de nuevos horizontes del espritu.
El cascarn que encierra al pollito le fija lmites, hori-
zontes, un mundo. Cuando el pollito logra romperlo, niega
su inflexible encerramiento y sale para pararse sobre ese
cascarn y desde all otear nuevos horizontes antes no
imaginados.
As es la montaa. De limitante en la primera etapa
pasa a ser plataforma desde donde se vislumbran fronteras
an ms amplias. De totalidad se transforma en fragmento
de una cadena de montaas; de absoluta pasa a ser relativa.
Le damos gracias al budismo zen por habernos enri-
quecido con este aplogo de la montaa que ilumina una
dinmica maravillosa de nuestro ser humano, finito, corp-
reo, enclavado en el espacio y en el tiempo, mas no por ello
satisfecho de su situacin.
LA MONTAA DE LA ESPIRITUALIDAD
La montaa que en la tradicin bblica se reviste de valor
sagrado, llmese Sina u Horeb, Sin o Tabor, Garizim o
10
Carmelo, es para nosotros un smbolo de la espiritualidad
misionera.
La marcha ascensional del ser humano hacia Dios es la
espiritualidad. Suele describirse como la relacin consciente
que el espritu finito del hombre ha entablado en el curso de
los tiempos con el trascendente.
Esta descripcin nos permite abrir un amplio espacio
para la espiritualidad humana, creatural y para la espiritua-
lidad cristiana. Sin embargo, al hablar de la montaa y de la
marcha ascensional, ponemos de manifiesto no slo la bs-
queda del encuentro con Dios sino tambin la progresiva
amplitud de la misin que, encuadrada en el amor, se torna
susceptible de mayores horizontes hasta una plena universa-
lidad. As es la espiritualidad misionera.
Subir esta montaa es dable solamente con la fuerza del
Espritu, ya lo sepa o ya lo ignore el que la est escalando.
Con la fuerza del Espritu, Jess subi la montaa del
calvario para atraer a todos los hombres hacia s.
Con la misma fuerza envi a sus discpulos a esa misin
universal de hacer discpulos de todos los pueblos:
"Los once discpulos se fueron a Galilea, a la montaa
que Jess les haba indicado. Y cuandp vieron a Jess lo
adoraron aunque algunos dudaban. Jess se acerc a ellos y
les dijo: "Se me ha dado toda autoridad en el-cielo y en la
tierra. Vayan pues, a las gentes de todas las naciones y
hganlas mis discpulos" (Mt 28,16-19).
Esa misma fuerza del Espritu que empuj a Jess y
que lanz a los discpulos a todos los pueblos, nos pone a
nosotros en movimiento de amor ms all de toda frontera.
La misin, este movimiento que es a la vez ascensin de
la montaa y progresiva amplitud de horizontes, es ante todo
un desafo de amor.
11
"Un anciano peregrino recorra su camino hacia las
altas montaas del Himalaya en lo ms crudo del invierno.
De pronto se puso a llover.
Un posadero le pregunt: Cmo has conseguido llegar
hasta aqu con este tiempo de perros, buen hombre? Y el
anciano respondi alegremente: "Mi corazn lleg primero
y al resto de m le ha sido fcil seguirle"
1
.
ESPRITU DE MONTAA O ESPRITU DE HUECO
La figura de la montaa nos lleva a evocar, por tremendo
contraste, la realidad del hueco. Es el smbolo opuesto a la
montaa. Estar en un hueco quiere decir estar encerrado en
el ms estrecho horizontal posible.
El hueco suele ser residencia de la muerte, de la incons-
ciencia, de la frialdad, de la inmovilidad.
Podemos vivir una espiritualidad con aire de montaa
o pasarnos la vida asfixiados y tal vez sin saberlo en una
espiritualidad de hueco.
Podemos descubrirnos como guilas que desafian las
ms altas montaas o reducirnos a ser ratones siempre
temerosos y en busca del seguro hueco para protegernos
contra todo riesgo.
Podemos ser personas de corazn misionero, amigos
del gnero humano, dispuestos a superar toda frontera si a
ello nos mueve el evangelio, o ser personas de corazn
mezquino, asustadizo, pusilnime, cobarde. Ah nos con-
duce una espiritualidad de hueco.
"Cuenta una antigua fbula india que haba un ratn
que estaba siempre angustiado, porque tena miedo del gato.
Un mago se compadeci de l y lo convirti en un gato. Pero
entonces empez a sentir miedo del perro. De modo que el
1. DE MELLO, Anthony, La oracin de la rana 1, Sal Terrae, Santander 1988, p 222.
12
mago lo convirti en perro. Luego empez a sentir miedo de
la pantera y el mago lo convirti en pantera. Con lo cual
empez a temer al cazador.
Llegado a este punto el mago se dio por vencido y
volvi a convertirlo en ratn dicindole: Nada de lo que
haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrs el
corazn de ratn".
2
Un corazn de ratn equivale a una espiritualidad
desprovista de misionariedad, o una espiritualidad con las
estrechas dimensiones del hueco.
DOS MOVIMIENTOS Y UNO MAS
Al simbolizar la espiritualidad misionera con la conquista,
apoyada por la gracia divina, de las alturas montaosas,
queremos enfatizar no slo dos sino tres movimientos
igualmente esenciales. La ausencia de una de ellos le impide
a una espiritualidad llamarse verdaderamente misionera.
a) Tenemos ante todo, la bsqueda del encuentro per-
sonal con Dios. Nos podemos gloriar de vivir con amplitud
de horizontes, pero si sta no est acompaada del encuentro
con Dios, de la bsqueda continua de l, de la subida del
monte Carmelo, no estamos viviendo una espiritualidad
misionera.
b) Una bsqueda de Dios, as sea en la montaa de la
transfiguracin, desprovista de la apertura a horizontes uni-
versales, tampoco puede ser espiritualidad misionera. Es
construir estrechas tiendas en la montaa, no para Jess,
Moiss y Elias como Pedro sugera, sino para nosotros
mismos. Es meternos en un refugio, seguro pero estrecho, es
reducirnos a un rincn, de intimidad pero asfixiante, es pasar
la montaa por ese otro hueco horizontal llamado tnel, que
2. Id, La oracin de la rana 2, Sal Terrae, Santander 1988, p 69.
13
nos conduce al otro lado, despojndonos de la belleza del
paisaje, oscureciendo todo horizonte.
c) Una bsqueda de Dios y una apertura a horizontes
universales debe completarse necesariamente por la bajada
de la montaa (Mt 17,9) para cumplir con la misin a la cual
hemos sido llamados y enviados.
Bajar la montaa quiere decir asumir decididamente
un proceso de insercin misionera en el mundo de aquellos a
quienes fuimos enviados.
Es la actuacin concreta de ese modo peculiar de
seguimiento del Seor Jess quien hizo a un lado lo que le
era propio y tom la naturaleza del siervo (Flp 2,7).
Pero, a su vez, una insercin o encarnacin despojada
de la amplitud de horizontes o carente de la bsqueda
continua de Dios, tampoco es expresin de una espirituali-
dad misionera.
Se requieren, entonces, los tres movimientos, no uno
sin el otro, todos juntos, para que haya una espiritualidad
misionera. Y ellos son el punto de referencia, el criterio
bsico, el prisma adecuado para determinar si una espiritua-
lidad es o no misionera.
Insercin, amplitud de horizontes, bsqueda del en-
cuentro con Dios, tres movimientos que no nacen de abajo
simplemente sino que se generan en lo alto, en el mbito de
los dones de Dios. Slo si Dios entra con su fuerza es posible
el triple movimiento misionero.
Y Dios entra. A veces en forma enrgica, dura, rom-
piendo muros religiosos, derribando tradiciones, plegando
voluntades, tumbando convicciones.
De esta obra decidida de Dios mediante la accin
del Espritu y la palabra para construir en el corazn de
hombres y comunidades una espiritualidad misionera, dan
razn los Hechos de los Apstoles, el libro de la misin por
antonomasia.
14
LOS HECHOS, EL SIGNO NUMERO TRES
El tres, dicen los chinos, es un nmero perfecto, la expresin
de la totalidad, del acabamiento: nada se le puede aadir. Es
el acabamiento de la manifestacin: el hombre, hijo del cielo
y de la tierra, completa la gran trada.
Para los cristianos, tres es el acabamiento de la unidad
divina: Dios es uno en tres personas.
Para los budistas, el budismo posee su expresin aca-
bada en una triple joya: Buddha, Dharma y Sangha, lo que
los taostas traducen para su propio uso en: Tao, libro,
comunidad.
Tambin en el sistema hind, la manifestacin divina
es triple: Brahma, Vishnu y Shiva.
La cifra tres est ligada a muchos ritos, costumbres,
cuentos y tradiciones y aun espiritualidades como las tres
fases de la evolucin mstica: Purgativa, iluminativa y
unitiva.
Cuando se alcanza el tres, se llega a lo perfecto, a lo
completo, a lo acabado. Si falta el tres, se est an en lo
incompleto, en lo inacabado.
Estara Lucas pensando en el tres cuando escribi los
Hechos de los Apstoles?
El asunto no parece tan improbable. An ms, un gran
estudioso del libro de los Hechos como es J. Dupont, define
esta obra como el signo nmero "tres". Sin ella, algo falta,
algo queda inacabado.
Para demostrar esta afirmacin, l toma en considera-
cin ante todo el texto de Lucas 24,46-47.
"Entonces les abri el entendimiento para que comprendie-
ran las Escrituras y aadi:
As estaba escrito: El mesas padecer, resucitar al tercer
da y en su nombre se predicar el arrepentimiento y el
15
perdn de los pecados a todos los pueblos, comenzando por
Jerusaln".
Luego lo pone en relacin con un texto lucano semejante del
libro de los Hechos:
"No aado nada a lo que predijeron los profetas y tambin
Moiss: que el mesas tena que padecer y que, siendo el
primero de los muertos en resucitar, anunciara el amanecer
a su pueblo y a los paganos" (Hechos 26,23).
Y en fin, saca la conclusin en que aparece claramente como
el libro de los Hechos quiere manifestar el tercer signo que
lleva al acabamiento, a la plena actuacin, las profecas
mesinicas:
"En relacin con el mesas, los profetas anunciaban tres
cosas: Su pasin, su resurreccin, su misin de proclamador
de la salvacin a todas las naciones.
Estos tres puntos se convierten en signos que permiten
reconocer en Jess al mesas prometido. La pasin y la
resurreccin no son suficientes sin la evangelizacin de las
naciones paganas. Sin este tercer signo la misin que se
confi al mesas quedara incompleta y habra que poner en
duda la tarea de los orculos mesinicos a la que Jess
aludi.
Para que Jess pueda ser reconocido como mesas, es
indispensable que l aparezca como "el Seor de todos"
(Hechos 10,36), la luz de las gentes" (Le 2,32; Hechos 13,47;
26,23).
Pero el texto de Lucas 24,27 no puede separarse de los
versculos que le siguen. Esa misin universal que le perte-
nece como algo propio, no lo ejerce Jess directamente, en
primera persona, sino por medio de sus "testigos", fortifica-
dos con este fin por el Espritu que l mismo les ha dado. El
trabajo misionero de los apstoles y sobre todo de Pablo
quiso ofrecerle al mundo de entonces ese tercer signo del
mesianismo de Jess. Y concluye este autor: "Jess puede
16
aparecer real y plenamente como mesas slo si, por medio
de l, la salvacin de Dios llega hasta las extremidades de la
tierra"
3
.
El tercer signo es, entonces, la misin entendida ella
con su triple movimiento:
a) De bsqueda de Dios y por ello los apstoles recibi-
rn al Espritu Santo, al que deben necesariamente esperar
pues "la apertura a los otros se afianza radicalmente en la
apertura al otro".
4
b) De insercin pues estn llamados a ser testigos, a
desplegar el testimonio evanglico y de anunciar en medio
de la gente a la que son enviados.
c) De amplitud de horizontes pues no estn llamados a
un testimonio local y particular sino que sern testigos en
Jerusaln, en toda Judea, en Samara y hasta los confines del
mundo (Hechos 1,8)
A LA MISIN LA PINTAN CALVA
Un hombre tena dos esposas, una joven y una vieja. La
mujer joven le arrancaba los cabellos blancos y la mujer
vieja le arrancaba los cabellos negros. Despus de un
tiempo, el pobre hombre se encontr sin ningn tipo de pelo,
completamente calvo.
Los telogos y escritores de la espiritualidad misionera
se parecen en ocasiones, a las dos esposas, la joven y la vieja.
3. DUPONT, Jacques, NUOVI slud sugli Alti Apostoh, Ediciones Paulinas,
Turn 1985, pp 51-52 Aclara Dupont ' La formacin de Hch 26,23 expresa claramente el
presupuesto de Le 24,47 Los apostles deben realizar en nombre de Jess, una proclamacin
universal, que haba sido anunciada por las profecas mesinicas y as se presentaba como obra
del mesas La proclamacin de la salvacin a todas las naciones, colocndose despus de la
pasin y la resurreccin, no pudo ser completada en el transcurso del ministerio terreno de
Jess, ella puede ser nicamente obra del resucitado actuante a travs de sus enviados y de sus
testigos Estos, hablando en su nombre, ejecutan una parte esencial de su obra, a travs de ellos,
l la realiza" (o 50)
1
4. GOURGUES, Michel, Misin y comunidad, Verbo Divino, Estella 1988, p 26
17
Porque hoy ya no se usa dira la joven es necesario
prescindir de la proclamacin abierta, explcita, competente,
del evangelio. Lo que hoy se requiere es el testimonio
silencioso, sin discursos ni proclamas, vivido por los cristia-
nos ordinarios. "Nada hay tan vaco como el discurso de
aquel a quien le obsesiona la necesidad de proclamar su fe.
Se trata slo de existir; el testimonio se da por aadidura".
5
El motivo aducido para quitar los cabellos de la pro-
clamacin y dejar slo los del testimonio, es que la comuni-
cacin de la fe choca en gran parte con un muro de resisten-
cia pasiva debido a la increencia y a la indiferencia difusas
que impregnan la cultura actual. Para muchos de nuestros
contemporneos, Dios ha desaparecido prcticamente del
campo de las relaciones vitales y de las referencias significa-
tivas. Especialmente a los que en otra ocasin fueron cristia-
nos y que son fatalmente diferentes de los oyentes de
Pedro y Pablo, muy interesados en asuntos religiosos
(Hechos 17.22) este evangelio "ya odo" no les atrae
como una admirable novedad.
"Ante esta situacin, algunos cristianos de hoy se sien-
ten inclinados a pensar que el tipo de comunicacin de la fe
atestiguado en los Hechos ya no es practicable y que ha de
ser sustituido por otro al que por contraste se designa con el
nombre de testimonio.
6
El despojar la misin de la proclamacin abierta, expl-
cita del Seor Jess, aunque parezca muy adecuado a la
mentalidad de algunos ambientes, es una lamentable mutila-
cin. Tomar el camino de la esposa vieja e identificar el
testimonio con la proclamacin directa y explcita del evan-
gelio por unos oyentes especializados, enviados con este fin,
es tambin otra lamentable mutilacin. Por una parte, como
lo indica la "Evangelii Nuntiandi", testimonio y proclama-
cin aun siendo inseparables no son identificables. Por otra,
5. JOSSUA, J P, La condition du Tmoin, Cerf, Pars 1984, p 63.
6. GOURGUES, Michel, o c, pp 10-11.
18
reducir la misin a agentes especializados es totalmente con-
trario a cuanto se ha venido madurando desde el Vaticano II,
todo l dirigido a crear una Iglesia misionera, en todos sus
miembros, en todas sus Iglesias, en todos los tiempos.
Y sta es la visin que nos ofrece el libro de los Hechos.
Nos presenta una multitud de personas comprometidas con
la misin, cada uno a su modo, y que por tanto proclaman
abiertamente la palabra de Dios.
Al mismo tiempo, estas personas dan un testimonio de
vida personal y comunitaria, lo cual les atrae persecuciones
de las autoridades pero tambin genera una gran simpata
por parte del pueblo: "Gozaban del favor de todo el pueblo"
(Hechos 2,47b), "la gente se haca lenguas de ellos" (Hechos
5,13b).
Toda la Iglesia misionera como testigos de Cristo en
forma personal y comunitaria y proclamando abiertamente
esa fe vivida en el Seor es esencial para no colaborar a que a
la misin la pinten calva.
TODAS LAS ABEJAS SON REINAS
Dice San Francisco de Sales que la reina de las abejas no sale
nunca al campo sin que la rodeen todas ellas, su pequeo
pueblo.
Lo mismo le pasa a la caridad. No entra nunca en un
corazn sin que traiga como squito todas las otras virtudes.
La comparacin es muy bella y precisa. "El hombre
que vive la caridad experimenta la virtud de la alegra
porque descubre a Dios presente en el otro, lo ve amado por
Dios, enriquecido por los dones del Espritu... Adems,
posee en abundancia la bondad interior as que puede verter
benevolencia y misericordia sobre todos, aun sobre los
ingratos... est inclinado a perdonar a sus deudores en acti-
tud de comprensin y clemencia... Es el hombre de la
19
amabilidad que con su sola presencia y comportamiento
comunica serenidad a cuantos se aproximan".
7
Se puede seguir hablando de esas abejas como la man-
sedumbre, la verdad, la sencillez y la franqueza que acom-
paan a la reina que es la caridad.
Sin embargo, cuanto se dice de la caridad hay que
decirlo tambin de las otras virtudes especialmente cuando
se colocan al servicio de la misin. En este sentido, todas las
abejas son reinas, as que cualquiera de ellas cuando entra en
el corazn trae como squito todas las otras virtudes. El caso
es que cada virtud logra expresarse slo si se encuadra en la
prctica simultnea de otras virtudes.
Lo que interesa no es el nmero de las virtudes sino su
relacin con la misin para que ellas puedan forjar una
espiritualidad misionera.
Una virtud es parte esencial de la espiritualidad misio-
nera cuando se vive en el contexto de ese triple movimiento
misionero de
bsqueda del encuentro con Dios,
amplitud de horizontes,
insercin.
Desde este triple e inseparable movimiento, la vivien-
da de cualquier virtud constituye uria espiritualidad misio-
nera. Y esa virtud, como la reina de las abejas, suscita la
presencia de otras necesarias tambin ellas para la misin,
aunque no se cultiven en forma directa.
Por ejemplo, cuando en la subida de esa montaa que
simboliza el encuentro con Dios se piensa en la subida que
otros tambin estn realizando, surge la comprensin de la
fatiga humana para encontrar a Dios y ello se traduce en una
paciencia misionera especial.
7. GOFFI, T, Antommie spirituah, en VARIOS, Nuovo Dizionano di spmtualtt.
Ediciones Paulinas, Roma 1982, pp 25-26
20
Y cuando se amplan los horizontes y se descubren las
maravillas del omnipotente, brota un sentimiento de peque-
nez ante los pluriformes dones de Dios a pueblos y culturas
que se traduce en una especial humanidad misionera.
Cuando la misin exige una insercin decidida, brota la
exigencia de despojarse de la propia ndole para hacerse al
mundo de los destinatarios y ello se traduce en la virtud del
desapego en tan variadas dimensiones.
Hemos de profundizar en algunas de estas virtudes que
en forma ms significativa revelan la espiritualidad misio-
nera. Pero para que sta sea una realidad, lo importante no es
simplemente tener esta o aquella virtud, sino dejar que el
Espritu del Seor nos introduzca en el triple movimiento
misionero aludido y los dems el enjambre de virtudes
propias de la espiritualidad misioneravendr por aa-
didura.
21
Actividades
1. Identifica los tres movimientos que conforman la espiri-
tualidad en el siguiente texto de Isaas:
"Har Yav Sebaot,
a todos los pueblos en este monte
un convite de manjares frescos,
convite de buenos vinos:
manjares de tutanos, vinos depurados;
consumir en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos
y la cobertura que cubre a todas las gentes;
consumir a la muerte definitivamente.
Enjugar el Seor Yav
las lgrimas de todos los rostros,
y quitar el oprobio de su pueblo
de sobre toda la tierra,
porque Yav ha hablado".
(Is 25,6-8).
2. Acopla las siguientes citas de Isaas al respectivo movi-
miento:
54,2
9,5
12,2
11,2-3
52,7
61,1-2
ASCENSIN
INSERCIN
AMPLITUD
22
3. Siempre en el libro de Isaas busca algunos textos en los
que aparezca una invitacin a vivir alguno de los tres
movimientos.
4. "San Francisco de Sales dice que cuando sale la abeja
reina, las dems abejas salen con ella".
"Cuando un indgena sale en la carretera para que
lo lleven con el vehculo, detrs de l van apareciendo
todos los hijos, la esposa y uno que otro pariente ms".
Son dos metforas para indicar cmo cuando se
vive la caridad, tambin las otras virtudes empiezan a
hacerse presentes. Encuentra otra metfora para expresar
el mismo concepto.
5. El abad Hilarin le deca a un joven que afirmaba que
deseaba seguir la propia inclinacin: "Est muy bien con
tal de que sea en subida".
Si en cambio la inclinacin fuese en bajada, qu le
aconsejaras para que tal inclinacin fuese positiva?
6. Siguiendo con el tema de la subida, averigua con qu
imgenes los expresan algunos santos:
San Juan de la Cruz
Santa Teresa de Jess
Santa Teresa del Nio Jess
Isabel de la Trinidad
7. Considera la siguiente narracin del libanes Jalil Gibrn
y a partir de la misma responde cundo la insercin es
correcta y cundo no lo es.
"Una vez en la lejana ciudad de Wirani, un rey
poderoso y sabio, gobernaba a sus subditos. Y era temido
por su poder, y amado por su sabidura.
Ahora bien, en el centro de aquella ciudad, haba
un pozo de aguas frescas y cristalinas, del que beban
23
todos los habitantes, incluyendo el rey y sus cortesanos,
pues no haba otro pozo.
Una noche, mientras todo el mundo dorma, una
hechicera se desliz en la ciudad y verti en el pozo siete
gotas de un lquido extrao y dijo: "De hoy en adelante
quien beba de este pozo se volver loco".
A la maana siguiente, todos los habitantes, menos
el rey y su gran chambeln, bebieron del agua del pozo y
se volvieron locos, tal como la hechicera lo predijo.
Y durante todo el da, los habitantes de la ciudad,
as en las calles estrechas como en los mercados, no
hacan sino murmurar y susurrar unos a otros: "El rey est
loco, el rey y su chambeln perdieron la razn. Es natural
no aceptar ser gobernados por un rey loco. Debemos
destronarlo".
Por la noche, el rey pidi que le llenaran una gran
taza de oro con agua de aquel pozo. Cuando se la
trajeron l y su chambeln bebieron copiosamente.
Al siguiente da, hubo en la ciudad de Wirani, un
gran regocijo, porque el rey y su chambeln haban
vuelto a recuperar la razn".
24
2. Amor Universal
LA MONTAA DEL AMOR
Es un tnel cualquiera. Pero basta que en los parques lo
construyan y lo llamen "el tnel del amor" para que
adquiera un no se qu de misterio. Todas las parejas lo
cruzan casi como para sellar esa alianza de amor que las ha
unido.
Ya hemos manifestado nuestra alergia por los tneles.
Dijimos que una espiritualidad de tnel es lo opuesto a una
de montaa.
Por eso, dejemos el tnel del amor y busquemos, ms
bien, la montaa del amor.
No es necesario indagar demasiado. El Sina se
impone, sin la menor duda, como montaa del amor. Es la
montaa de la alianza entre Dios y su pueblo.
"Moiss subi hacia Dios. Yav le llam desde el
monte y le dijo: "As dirs a la casa de Jacob y esto
anunciars a los hijos de Israel: Ya habis visto lo que he
hecho con los egipcios, y cmo a vosotros os he llevado
sobre alas de guila y os he trado a m. Ahora, pues, si de
veras escuchis mi voz y guardis mi alianza, vosotros seris
mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque ma
es toda la tierra; seris para m un reino de sacerdotes y una
nacin santa" (Ex 19,3-6).
Ni ms ni menos que una declaracin de amor por
parte de Dios. Por parte de Israel, Moiss dar la respuesta al
considerar el amor a Dios como esencia de la ley:
25
"Escucha, Israel, Yav nuestro Dios es el nico Yav.
Amars a Yav tu Dios con todo tu corazn, con toda tu
alma y con toda tu fuerza. Queden en tu corazn estas
palabras que yo te dicto hoy. Se las repetirs a tus hijos, les
hablars de ellas tanto si ests en casa como si vas de viaje,
as acostado como levantado" (Dt 6,4-7).
El Sina, montaa del amor, lugar de la alianza estable-
cida entre Dios y su pueblo, no poda no ser recordado de
manera especial en las fiestas hebreas.
Pentecosts, la fiesta del "quincuagsimo" da, era
celebrada 7 semanas despus de la oferta de las primicias de
la siega.
Sin embargo, a fines del perodo judo, al carcter
agrcola de la fiesta se le fue dando una interpretacin
diferente.
Las fiestas hebreas se empezaron a relacionar con las
grandes etapas de la historia de la salvacin.
Siendo la Pascua la fiesta de la salida de Egipto, era
obvio que se pusiera Pentecosts en relacin con la promul-
gacin de la ley en el Sina.
Era la fiesta de la Alianza, del pacto del amor entre
Dios y su pueblo.
Y por el mismo motivo, no tiene nada de extrao que la
narracin del libro de los Hechos sobre Pentecosts, con-
tenga numerosas alusiones a los eventos del Sina.
El libro del xodo dice: "Al tercer da, al rayar el alba,
hubo truenos y relmpagos y una densa nube sobre el monte
y un poderoso resonar de trompeta... Todo el monte Sina
humeaba, porque Yav haba descendido sobre l en el
fuego. Suba el humo como de un horno, y todo el monte
retemblaba con violencia" (Ex 13,16.17.18).
A su vez el libro de los Hechos narra:
26
"Al llegar el da de Pentecosts, estaban todos reunidos
en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como
el de una rfaga de viento impetuoso, que llen toda la casa
en la que se encontraban. Se le aparecieron unas lenguas
como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada
uno de ellos; quedaron todos llenos del Espritu Santo y se
pusieron a hablar en otras lenguas, segn el Espritu les
conceda expresarse" (Hechos 2,1-4).
Estos dos textos en sus semejanzas nos permiten con-
cluir que el Pentecosts de los Hechos es como la nueva
montaa del amor.
Por ello, la descripcin de la venida del Espritu sobre
los apstoles evoca intencionalmente los eventos del Sina.
Esta comparacin revela un primer aspecto del misterio del
Pentecosts cristiano: El envo del Espritu se substituye a la
promulgacin de la ley; la alianza fundada sobre la ley
mosaica, es sustituida por una nueva alianza basada en la
presencia y en la accin del Espritu en los corazones.
EL ESPRITU DEL AMOR UNIVERSAL
Si le pudiramos pedir a San Pablo un comentario sobre el
evento de Pentecosts l nos contestara con su enseanza a
los romanos:
"El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espritu Santo que nos ha sido dado" (Rm
5,5).
Se trata de un amor universal, sin fronteras de ninguna
especie. Cmo no recordar aquella narracin que nos ofrece
nada menos que un rabino judo sobre el paso del mar Rojo:
"Cuando los Israelitas salieron de Egipto cruzaron el
mar Rojo perseguidos por los egipcios. Ellos cruzaron pero
los egipcios fueron sumergidos por las olas. En el cielo, los
ngeles cantaban de alegra. Dios se dio cuenta del festivo
27
gozo de los ngeles y les impuso silencio. Cmo es esto
dijo mi pueblo de Egipto est pereciendo y ustedes se
ponen a cantar?".
La predileccin de Dios por el oprimido Israel, no es
bice para que l se sienta padre de todos los pueblos, para
que manifieste que su amor es universal.
Esta narracin del rabino puede ser imaginaria pero
encierra una verdad muy grande, la del amor universal de
Dios. Isaas lo confirma cuando nos ofrece las palabras del
Seor: "Yo bendigo a Egipto mi pueblo, a Asira obra de mis
manos y a Israel mi propiedad" (Is 19,25).
Este amor universal de Dios inund los corazones de
los apstoles el da de Pentecosts, por el Espritu Santo que
nos ha sido dado, como anotaba Pablo. Es bueno aclarar, sin
embargo, que el Espritu Santo es presentado en forma un
poco diferente por Pablo y Lucas.
Pablo insiste en el Espritu que transforma interior-
mente: "Todos los que son llevados por el Espritu de Dios,
esos son hijos de Dios". (Rm 8,24). "Vosotros ao estis en la
carne sino en el Espritu, si es cierto que el Espritu de Dios
habita en vosotros" (Rm 8,9). Para Pablo, la experiencia del
Espritu est ms vinculada a la persona y a la interioridad.
Lucas, en cambio, gusta de evidenciar ms la exteriori-
dad, esto es, los efectos exteriores y visibles de la accin del
Espritu Santo
1
. Le gusta a Lucas abundar en detalles y en
signos significativos.
Un pastor americano viendo las cataratas del Nigara
grit a su compaero: Este es el potencial ms desperdi-
ciado en el mundo! Y el compaero le respondi: "El
1. Respondiendo a un comentario que en cierta forma confunde el punto de vista de
Lucas con el de Pablo y apoyndose en otros autores, afirma Dupont "Es precisamente esto
cuanto rechazan estudios consagrados a la neumatologa de Lucas ( ) En la lgica misma de
su esfuerzo histrico, Lucas llama la atencin sobre los efectos extenores y visibles ms que
sobre la transformacin interior en la que se interesa el telogo Pablo" DUPONT, Jacques,
Teologa della Chiesa negh Am degh Aposlok Dehomane, Bolonia 1984, pp 21-22
28
potencial ms desperdiciado en el mundo es el Espritu
Santo"
2
.
La respuesta nos puede parecer fuera de contexto pero
ella nos ayuda a recordar que el potencial manifestado en
Pentecosts es el mismo disponible para nosotros hoy. Y as
como las cataratas del Nigara son una fuente tremenda de
energa elctrica, el evento de Pentecosts es una fuente
insuperable, inagotable, de energa misionera.
Al recibir el Espritu Santo, los discpulos quedan
capacitados para cumplir la misin. Se inaugura en ese
momento la proclamacin del Evangelio de Jess en forma
abierta, pblica, universal. Pentecosts es el nacimiento de la
Iglesia misionera.
Hay, por tanto, un claro paralelismo entre Pentecosts
y el bautismo de Jess cuando baj sobre l el Espritu Santo
en forma de paloma (Le 3,21-22) y empez su predicacin
pblica como Hijo enviado del Padre al mundo. "La venida
visible del Espritu constituye, en cierta forma, la investidura
proftica de quien, desde los primeros instantes de su exis-
tencia, era ya Hijo de Dios a travs de la accin del mismo
Espritu"
3
.
De igual forma, en Pentecosts, al inaugurarse la
misin proftica y universal de los apstoles, el Espritu pone
de manifiesto su potencia misionera por medio de seis signos
especiales:
1. Un rumor desde el cielo
Cuanto acontece proviene del mbito divino; como esa voz
que Jess escuch en el bautismo (Le 3,22). Hasta ese
momento, el Espritu haba concentrado su presencia y su
2. SWEETING, G, SWEETING D, The Actas of God, Moody Press, Chicago 1986,
p l 7
3. DUPONT, J, NuovtstudisugliAmdegliApostoli, Ediciones Paulinas, Turn, 1985,
p303
29
accin en la persona de Jess. Ahora, segn la promesa,
desciende de lo alto para inundar a los apstoles, a los
discpulos, a toda carne, como anotaba Pedro citando al
profeta Joel (Hechos 2,16).
2. Un viento impetuoso
El viento tiene como rasgo evidente el de poner en movi-
miento. Mantos y banderas, molinos y cometas, trigales y
caaduzales, rboles y planticas, todos reciben el influjo del
viento, traducido en movimiento. El Espritu denota su
presencia como viento impetuoso que pone en movimiento
misionero.
Es esta la caracterstica propia del Espritu Santo en la
obra de los Hechos. En este punto difiere Lucas de Juan o de
Pablo para quienes el Espritu es el revelador o el santifica-
dor. Justamente anotaba Von Baer: "Lucas no quiere ofre-
cemos, en primer lugar, una descripcin de la fuerza renova-
dora, moral y religiosa, del Espritu. El quiere, ms bien,
presentar la potencia y la seguridad del Espritu misionero
que se manifiesta externamente y lleva al mundo el mensaje
del Seor glorificado. Esta es la lnea fundamental que sigue
Lucas en el esquema de su segundo libro"
4
.
Lucas, entonces, al hablar del viento impetuoso, capaz
de mover toda cosa, nos muestra el Espritu "como Espritu
proftico, que empuja a hablar y da fuerza al testimonio de
aquellos a quienes inspira. Lucas prefiere ver en el Espritu el
principio del dinamismo que asegura la difusin del mensaje
evanglico y la expansin de la Iglesia"
5
. Ese viento fuerte es
la fuerza motriz del crecimiento de la Iglesia, su empuje
misionero.
4. Citado por DUPONT, J, Teologa delta Chiesa, pp 21-22.
5. l i oc, p22.
30
3. Fuego
El movimiento generado por el Espritu tiene una caracters-
tica especial: Es movimiento de amor. Lejos de ser de
conquista, de imposicin, de aventura, de diversin o de
popularidad, la misin es nicamente movimiento de amor.
El fuego indica la presencia de Dios amor, que purifica de
todo temor y que enciende los corazones. Con razn decan
los discpulos de Emas cuando escuchaban las palabras de
Jess: No nos arda el corazn?".
El fuego denota la presencia de Dios, su manifestacin:
"Todo el monte Sina humeaba, porque Yav haba descen-
dido sobre l en el fuego" (Ex 13,18). En Pentecosts, el
Espritu de Dios se hace presente como fuerza capaz de
generar la misin, movimiento de amor.
4. Lenguas
Ese fuego toma la forma de lenguas. De esta manera, Lucas
nos muestra el servicio especfico que el movimiento de
amor generado por la potencia del Espritu debe prestar: El
anuncio de la palabra. La misin, con la fuerza del Espritu,
es un movimiento de amor evangelizador, que inmediata-
mente se manifiesta como testimonio de la resurreccin de
Jess. Los apstoles recurren al testimonio mismo de las
Escrituras para hacer ver que cuanto afirman sobre Jess
haba sido anunciado por los profetas. Tal es el tema de los
discursos misioneros de Pedro que el Seor confirma con los
milagros y maravillas que los apstoles obraban.
El Espritu, entonces, constituye a los apstoles y a
todo discpulo en servidor de la Palabra, ya como oyente de
la misma, ya como proclamador de ella.
31
5. Hablar otras lenguas
Dcese de quien aprende otra lengua, que descubre un
mundo nuevo. En Pentecosts no se descubri un solo
mundo nuevo sino todos los mundos.
En efecto, este quinto signo indica dos aspectos muy
importantes:
a) La dimensin universal de la misin confiada a los
apstoles.
Los apstoles eran escuchados por gente proveniente
de diversos pueblos. Lucas dice que "haba en Jerusaln
hombres piadosos, que all residan, venidos de todas las
naciones que hay bajo el cielo (Hechos 2,5). Al presentar a
todos esos hombres en la diversidad de sus lenguas y al
insistir en esa larga y extraa lista de pueblos de la tierra
(Hechos 2,11), Lucas pone de manifiesto que la promesa de
recibir el Espritu Santo y con su fuerza ser testigos en
Jerusaln, en toda la Judea, en Samara y hasta los confines
de la tierra (Hechos 1,8), se est cumpliendo. La misin
universal de la Iglesia, su tain de ser, su vocacin, empieza
a realizarse.
Cmo ha de realizar la Iglesia esa su misin universal?
A ello se refiere el segundo aspecto del quinto signo.
b) El don del Espritu de anunciar en manera compren-
sible a otros pueblos las maravillas de Dios. Los apstoles
hablaron y cada oyente perteneciente a alguna de las diver-
sas naciones que hay bajo el cielo, los escuchaba en su propio
idioma, comprendiendo lo que ellos expresaban.
El don del Espritu no se refiere en este caso a los
oyentes. La accin del Espritu est dirigida a los apstoles.
Estos reciben, como un don, la capacidad de hablar a los
presentes en su propia lengua y lenguaje.
El milagro, entonces, no est tanto en permitir a los
oyentes entender lo que dicen los apstoles, cuanto a permi-
32
tir a los apstoles hablar de manera tal que los oyentes
entiendan. Un midrash (comentario o interpretacin de un
texto por parte de los rabinos judos) sobre el xodo dice que
en el Sina la voz de Dios se haba dividido en 70 lenguas
para hacerse or por todas las naciones de la tierra.
Bella enseanza para nosotros. Le corresponde a la
Iglesia misionera asumir las lenguas de los otros para pro-
clamar en ellas la buena noticia. No debe imponer una
lengua sobre ellos esperando que entiendan de milagro.
Debe, por el contrario, hacerse a la ndole lingstica, cultu-
ral y humana de los destinatarios.
El Baal Shem Tou, rabino excepcional fundador del
Hassidismo, recibi a un grupo de visitantes. Terminado el
encuentro, uno de ellos, le comentaba a un compaero: "Las
palabras que me dirigi en forma tan personal, me hicieron
un gran bien".
"No digas tonteras replic el compaero entra-
mos juntos y me habl siempre a m y en forma tan ntima".
Un tercer visitante intervino: "Se equivocan. Todo el tiempo
se dirigi a mi de modo muy particular. El cuarto dijo ms o
menos lo mismo. Un momento despus todos guardaron
silencio
6
.
Este es el gran desafo de la misin: Hablar a todos en
sus propias lenguas y culturas para que se sientan personal-
mente interpelados y comprometidos.
6. Reunidos en un mismo lugar
La expresin (Hechos 2,1) indica un agrupamiento externo,
pero conociendo a Lucas, se deduce que l quiere indicar
algo ms: Una unin de corazones, una unanimidad. Como
con los otros cinco signos, tambin con ste se quiere evocar
algo de esa experiencia en la montaa del amor, el Sina.
6. Cfr BUBER, MJracconti da Chassidim, Garzanti, Miln 1985, pp 98-99
33
Cuando Moiss expuso al pueblo cuanto Dios le haba
mandado, dice el libro del xodo, "todo el pueblo a una
respondi diciendo: "Haremos todo cuanto ha dicho Yav"
(Ex 19,8). Era la respuesta de un solo corazn y una sola
alma.
Tambin Pentecosts es un acontecimiento comunita-
rio. Nace una Jglesia para ponerse al servicio de la misin y
ello acontece bajo el signo de la comunin. La misin no es
hazaa de francotiradores aislados. Es tarea de la totalidad
del pueblo de Dios, de cada comunidad, de cada Iglesia
local.
En un tiempo, la reanimacin cardiopulmonar era
exclusividad de los mdicos profesionales. Luego surgi la
idea de ensear ese mtodo a los obreros, camioneros,
pescadores, oficinistas y se salvaron as miles de vidas.
Enfrentar la deshidratacin infantil era competencia tam-
bin de mdicos y enfermeros. No lograban cubrir la
demanda. Se decidi ensear a toda mam cmo hacer el
suero oral y se salvaron miles de nios.
La misin, lejos de ser exclusividad de unos profesiona-
les, es tarea de todos, del pueblo de Dios, pero en comunin,
un solo corazn y una sola alma. Pentecosts tuvo lugar
porque estaban todos reunidos en un mismo lugar, con
Mara. Esta es la condicin para los innumerables Pentecos-
ts de hoy generadores de la misin universal.
SEIS CRITERIOS DE ESPIRITUALIDAD MISIONERA
Los seis signos de la misin universal, al hacerse presentes en
Pentecosts, han de manifestarse tambin en la vida de cada
persona que vive misioneramente, que se deja llevar por el
Espritu.
34
1. Presencia de Dios o vaco de Dios
Un rumor desde el cielo es el signo de la presencia de Dios.
Est presente Dios en m o ms bien descubro un vaco de
Dios? La presencia de Dios se manifiesta en el rumor no de
truenos y relmpagos sino de dos actitudes muy bellas:
Alegra y entusiasmo.
Alegra es la expresin de la presencia sentida de Dios.
Entusiasmo es algo parecido. La palabra en su raz griega
significa estar lleno de Dios, tener a Dios dentro de s.
Un presidente famoso y muy religioso sola decir que le
gustaban los predicadores que cuando predicaban parecan
espantando abejas. La alegra y el entusiasmo que brotan de
Dios se manifiestan aun corporalmente como lo manifes-
taba Felipe cuando corra detrs de la carroza de Eunuco
para alcanzarlo y explicarle la Palabra de Dios (Hechos
8,30).
Se cuenta que el gran filsofo y matemtico Blaise
Pascal, despus de su conversin, llevaba cosidas estas pala-
bras en el forro de su capa: "Alegra, alegra, lgrimas de
alegra!". Sartre parodi as estas palabras: "Alegra, ale-
gra, lgrimas de alegra!" "Dios no existe, aleluya!". Pero
tras este gesto de triunfo se ocultaba el cruel vaco que lo
atormentaba, aunque tal vez era el grito angustioso de quien
extiende sus manos, temblorosas de clera, para arrancar la
mscara de una caricatura de Dios fabricada por los
hombres.
De todos modos, el rumor desde el cielo traducido en
presencia de Dios, alegra y entusiasmo, est en el polo
opuesto del vaco de Dios, de la existencia superflua, de la
nusea.
35
2. Movimiento Apostlico o cansancio burgus
Un viento impetuoso es el signo del apostolado misionero
que anima a las personas. Movidas por el Espritu, se mue-
ven ms all de toda frontera cultural, social o religiosa.
Qu est predominando en m: El nimo apostlico-
misionero o un cierto cansancio o aburguesamiento? Es un
movimiento ste del Espritu que no acepta obstculos insal-
vables porque obedece a una fidelidad profunda a la misin.
Un muchacho subi una montaa y deseaba llegar
hasta la cumbre. En la mitad del camino se encontr con un
muro bastante alto y no haba forma de pasar por un lado.
No tena alternativa: O buscaba la forma de trepar el muro o
deba regresar de donde vino sin haber conquistado la cum-
bre. Llevaba un sombrero muy querido, regalo de su mam.
El muchacho no lo dud un instante. Lanz el sombrero por
encima del muro. Ya no tena ms dudas. Como fuera, lo
nico que deba hacer era escalar el muro, recoger su som-
brero y llegar a la cumbre.
Cuando el Espritu mueve, todo se supera para cumplir
con la misin asignada.
3. Amor universal o encerramiento
El fuego es el signo del amor con que se realiza este movi-
miento. Soy una nevera completamente fra o puedo decir
con Juan de la Cruz "Que ya slo en amar es mi ejercicio?
No es un amor que brota de lo ms bajo de la tierra sino que
nace desde lo ms alto del cielo. Es el amor de Dios derra-
mado en nuestros corazones y que nos lleva a amar la misin
que nos es encomendada. Es el amor que Cristo quiere ver
en Pedro para encomendarle la misin: "Pedro, me amas?
Apacienta mis ovejas" (Jn 21,17).
Los cazadores que desean realmente cazar un conejo
no lo persiguen con las solas balas. Lanzar una bala al
36
conejo, es algo que a lo sumo le produce cosquillas. Para que
la bala sea efectiva se requiere la plvora en la escopeta. Slo
la plvora lanza la bala con tal fuerza que golpea al conejo
mortalmente. El amor es como-esa plvora que da fuerza,
potencia a la accin misionera. Slo el amor generado por el
Espritu, garantiza la entrega total, entusiasta a la misin.
Los telogos de la edad media decan que el alma est
ms donde ama que donde habita. El amor lleva a que la
misin se viva de verdad con toda el alma y sin excluir a
nadie.
La deuda interna de cada pas es para los gobernantes
un gran problema. La deuda externa, sin embargo, es mucho
ms grave. Afortunado el pas que pueda decir: "Yo no le
debo nada a nadie". Si esta deuda externa es grande, hay an
otra ms grande a la cual aluda San Pablo cuando deca:
"Con nadie tengis otra deuda que la del mutuo amor" (Rm
13,8).
Se trata de una deuda universal, que no excluye a
nadie. Si vivimos una espiritualidad misionera, sentimos la
necesidad de pagarla totalmente, sin pedir reduccin, esto es,
sin excluir a nadie. El que excluya a alguna persona o a algn
pueblo de su amor, no puede llamarse cristiano, ni mucho
menos misionero.
4. Servidor de la palabra o charlatn improvisador?
Las lenguas han sido y fueron tambin en Pentecosts el
signo de la palabra. Ser servidores de la palabra no significa
convertirse en charlatanes sino tomar muy en serio la accin
pastoral. Es para m algo muy importante y que preparo
cuidadosamente o ms bien improviso mediocremente?
El servicio de la palabra, aun exigiendo la mxima
sencillez posible, requiere la ms cuidadosa preparacin
pastoral. La evangelizacin es el fin de la misin, su razn de
ser.
37
5. Voluntad de hacerse comprender o pobreza de
insercin
Tanto en los tiempos de Pablo como en los actuales se oye la
expresin: "Hablar en lenguas". Pablo, aun reconociendo su
valor, identificaba el fenmeno con lo incomprensible:
"Y ahora, hermanos, supongamos que yo vaya donde
vosotros hablndoos en lenguas, qu os aprovechara yo, si
mi palabra no os trajese revelacin, ni ciencia, ni profeca, ni
enseanza? As sucede con los instrumentos de msica ina-
nimados, tales como la flauta y la ctara. Si no dan distinta-
mente los sonidos, cmo se conocer lo que toca la flauta o
la ctara? Y si la trompeta no da sino un sonido confuso,
quin se preparar para la batalla? As tambin vosotros: si
al hablar no pronunciis palabras inteligibles, cmo se
entender lo que decs? Es como si hablarais al viento (1 Co
14,6-9).
Hablar en lenguas es algo muy diferente de hablar en
otras lenguas. Lo primero est en el campo de lo incompren-
sible, lo segundo significa el mximo esfuerzo posible por ser
comprendido por los otros. Y este desafo adquiere su
mxima expresin, cuando el Espritu mueve hacia pueblos
y culturas totalmente diferentes donde la vida cotidiana de
los destinatarios tiene significados muy diferentes de los que
tiene para quien es enviado a ellos.
Hablar en otras lenguas es realizar lo mximo necesario
para llegar a ser comprendido no para la propia ganancia
sino para que el evangelio pueda llegar a los dems como
buena noticia.
Hablar otras lenguas es aprender a amar, a pensar, a
sentir, a comunicar desde el mundo de los destinatarios, no
desde el propio mundo. Es tener como punto de referencia
tanto para ofrecer el mensaje como para ser evangelizado, la
visin del mundo de los otros, no la propia. Es saber utilizar
lo conocido por ellos como punto de partida para ofreceiles,
38
cuando de ello se trata, lo desconocido del mensaje de Jess,
lo que para ellos es la novedad. Hablar en otras lenguas es
tomar en serio la universalidad de la salvacin de Dios.
6. Comunin desde la misin o individualismo
Ya anotamos que ms all del significado topogrfico, la
expresin de Lucas "Reunidos en un mismo lugar" (Hechos
2,1) indica unanimidad y comunin.
Un estudio sobre el libro de los Hechos empieza con un
ttulo muy bello: "El doble rostro de la apertura a los otros".
Y prosigue refirindose a esta experiencia de la apertura a los
otros diciendo: "Nos interesaremos por dos formas particu-
lares de esta experiencia: por una parte, la misin o la
apertura a los de fuera; por otra parte, la existencia comuni-
taria o la apertura a los de dentro"
7
.
La apertura a los de dentro es la existencia comunitaria,
el vivir en comunin desde la misin y para ella. Esta
necesidad se puede apreciar de dos maneras: "Por un lado,
no se ve cmo en el mundo actual podrn unos cristianos
individuales adoptar y mantener una calidad de existencia y
de presencia evanglica sin el apoyo de las comunidades.
Para mantener vivas las convicciones, motivaciones y
opciones que fundamentan su compromiso, el testigo indi-
vidual tiene necesidad de un ambiente en el que su fe pueda
decirse y profundizarse. Por otro lado, las comunidades
mismas estn llamadas a dar testimonio y a completar as lo
que le falta al testimonio individual"
8
.
Podemos resumir lo anterior con la constatacin de
que es imposible un pentecosts verdadero hoy sin vivencia
de comunidad y es imposible vivir la espiritualidad misio-
nera si ella no est alimentada, sostenida y proyectada hacia
adelante por una comunidad de cristianos apasionadamente
misionera, como esa de los doce apstoles desde Pentecosts.
7. GORUGUES, M, Mmon y comunidad Verbo Divino, Estella 1984, p 5
8. Id, o L. p 12
39
Ac t i vi da de s
1. Identifica 10 barreras que impiden hoy que brote en el
mundo un amor universal, sin fronteras. Por ejemplo: La
barrera del desconocimiento de otros pueblos y de sus
culturas.
2. Identifica algunos signos de los tiempos que indican un
caminar de la humanidad hacia un amor universal. Por
ejemplo: El reconocimiento de casi todos los pueblos del
texto de los derechos humanos.
3. Acrcate a 3 personas de culturas diferentes a la tuya para
preguntarles sobre los valores de sus respectivas culturas.
4. Busca 10 pensamientos positivos de personas con fe
religiosa diferente de la tuya. Explicita por qu te gustan
y qu elementos se asemejan a los de tu religin. Por
ejemplo: Rabindranath Tagore as oraba:
"No me dejes pedir proteccin ante los peligros, sino
valor para afrontarlos. No me dejes suplicar que se calme
mi dolor, sino que tenga nimo para dominarlo".
5. Haz una comparacin entre el himno de la caridad que
encuentras en ICo 13,1-13 y el siguiente trozo del pro-
feta, obra de Jalil Gibrn: "Si no podis trabajar con
amor, sino slo con desgano, mejor ser que abandonis
vuestro trabajo y os sentis a las puertas del templo a
recibir la limosna de aquellos que trabajan con alegra.
Porque si horneis el pan con indiferencia, vuestro pan
40
ser amargo, y slo podr satisfacer a medias el hambre
del hombre. Y si estrujis las uvas con mala voluntad,
vuestra mala voluntad destilar veneno en el vino. Y si
cantis, as sea como ngeles, sin sentir amor por el canto,
con vuestras voces destrozaris los odos del hombre,
dejndolos sordos a las voces del da y a las voces de la
noche".
6. Representa junto con otras personas una escena (fija o en
movimiento) que denuncie lo mismo que expresa el
siguiente texto:
"El peligro para la Iglesia en Amrica Latina es el
cerrarse sobre s misma y sobre sus problemas, dejando
de ser Iglesia "catlica" y cayendo en un narcisismo
engaador: se cree adulta, viva, vital, concentrada en sus
valores internos (CEBs, teologa de la liberacin, minis-
terios, religiosidad popular...) y no tiene ojos para ver sus
responsabilidades ms amplias". (MAIELLO, G., en la
Misin desde Amrica Latina, p 124).
7. Toda la teologa de los Hechos mira a poner de mani-
fiesto una verdad fundamental: la actividad de los disc-
pulos, como testigos que son, se desarrolla segn un plan
progresivo que va de lo particular a lo general, del
ambiente exclusivamente judo al vasto mundo de los
gentiles. Este plan progresivo se desarrolla segn algu-
nos telogos en seis etapas. Cada una se concluye con
una declaracin que resume los hechos narrados y los
sucesos obtenidos.
Dadas las citas de las etapas, identifica sus respecti-
vos resmenes:
1) 1,1-6,7 4) 12,25-16,5
2)6,8-9,31 5)16,6-19,20
3) 9,32-12,24 6) 19,21-28,31
41
8. Aprende los versos de Rubn Daro que, sin quererlo,
expresan esa vocacin de hermanos universales a que
estamos llamados los latinoamericanos:
"A travs de las pginas fatales de la historia,
nuestra tierra est hecha de vigor y de gloria
nuestra tierra est hecha para la humanidad".
42
3. Conciencia de ser enviado
HORIZONTES CADA VEZ MAS AMPLIOS
La zorra era Herodes, no Jess. Pero como hay zorros y
zorras, podemos evocar la presencia de este animalito para
aprender algo del mismsimo estilo de Jess.
Cuando han nacido los zorritos, llena de premura, la
zorra les da el alimento casi ponindoselos en la boca.
Pasadas algunas semanas, prefiere dejar el alimento en la
entrada de la madriguera. As ellos se mueven en busca de la
comida. Un poco ms tarde, opta por esconder el alimento
fuera de la madriguera entre los matorrales para que salgan y
ejerciten el olfato. Ffnaimente, ios empuja a que vayan a
procurarse el alimento ellos mismos.
Sana pedagoga sta de la zorra. Su dinmica para
introducir al mundo a sus pequeos cachorros evoca el estilo
de Jess para introducir al mundo misionero a sus incipientes
apstoles. En un texto maravilloso de los Hechos, Lucas nos
presenta el estilo de Jess y el desafo que lanza a los
apstoles de abrirse cada vez a horizontes ms amplios:
"Recibiris la fuerza del Espritu Santo que vendr sobre
vosotros y seris mis testigos en Jerusaln, en toda Judea y
Samara y hasta los confines de la tierra" (Hechos 1,8).
Se trata de todo un programa que habr de ocupar a los
apstoles y que acogern con la misma voluntad misionera
de Jess cuando acogi la cruz para atraer, desde ella, a
todos hacia s (Jn 12,32).
43
UN PROGRAMA, CRUZ DE LA MISIN
Dcese que era propio de la edad media lo cual queda
desvirtuado por mi abuela misma quien era practicante
constante de esta devocin. Me refiero a la devocin a las
cinco llagas de Jess crucificado.
Se cuenta de un monje que mientras consideraba pia-
dosamente las cinco llagas del crucificado, tuvo una visin.
Pudo ver que haba en el crucificado una llaga ms: Estaba
en la espalda y haba brotado por el peso de la cruz que hubo
de cargar. El monje aprendi de inmediato que poda llevar
las llagas en los pies y en las manos como su redentor, slo si
antes tena en su espalda la llaga del peso de la cruz.
San Pablo sola exclamar que llevaba en su cuerpo las
llagas de Jess (Ga 6,17). Pero no slo l; todo apstol debe
llevar las llagas empezando por la ms importante: la del
peso de la cruz misionera que se presenta con todas sus
exigencias en el texto de los Hechos que estamos conside-
rando (1,8).
La llaga de Jess en su espalda no se la procur l
mismo. El tom la cruz para cumplir el programa del Padre
que lo envi: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me
envi a realizar su obra" (Jn 4,34).
Del mismo modo como l fue enviado, envi a sus
discpulos, no para actuar un programa propio sino el pro-
grama indicado por Jess.
El texto de los Hechos 1,8 nos presenta precisamente el
programa misionero dado por Jess y que podemos decir
que es para los apstoles la cruz de la misin.
CINCO ELEMENTOS DEL PROGRAMA MISIONERO
Para profundizar en el texto-programa podemos poner de
manifiesto cinco elementos:
44
a) Una promesa
La misin no brota de abajo. No es idea luminosa de algn
apstol. No es simple empresa humana. Es Cristo mismo
quien establece la misin y da la posibilidad de realizarla.
Los trminos: "Recibiris" y "seris", indican ese ori-
gen divino de la misin. El primero de ellos introduce la
promesa que Jess hace del don del Espritu Santo que ellos
recibieron en Pentecosts, de manera especial.
b) Un encargo
El segundo trmino, "seris", se refiere al encargo especial
que reciben los apstoles: Sern testigos.
El trmino testigo aparece 13 veces en el libro de los
Hechos. Las ocho primeras se refieren a los apstoles; luego
una vez se aplica a Esteban y en seguida dos veces a Pablo.
Otras dos veces se utiliza segn el uso corriente en un
proceso, en este caso contra Esteban.
"Los apstoles aparecen como testigos nicamente en
la primera parte del libro (1,8.22; 2,32.40; 3,15; 4,33; 5,32;
8,25; 10,39.41.42; 13,31), y slo cuando ellos desaparecen
de la escena, el trmino se empieza a aplicar a Pablo.
"El testigo es aquel que ocupa un lugar de intermedia-
rio entre el acontecimiento del que da testimonio y los
hombres a quienes este testimonio est dirigido"
1
.
Un testimonio tiene entonces que ver con aquello que
atestigua y con aquellos a quienes atestigua.
De all que para ser testigo se requiere una serie de
condiciones relacionadas con aquello que se atestigua:
Que primero haya conocido directamente.
1. DUPONTJ, NuovistudisughAtndegliApostoh, Ediciones Paulinas, Turn 1985,p
112
45
Que haya captado el significado de lo que conoci.
Que haya sido llamado con este fin.
Y tambin son necesarias unas condiciones relacionadas con
los destinatarios del testimonio:
El testigo les habla de persona, corriendo su propio riesgo
que no es poco puesto que se dirige a personas diferentes a
las de la comunidad de los creyentes. El testimonio es una
actividad misionera.
El testigo les habla con una fuerza que viene de arriba.
El testigo les debe ofrecer unas garantas que confirmen
su mensaje y acrediten su misin. La primera confirmacin
de cuanto testimonian es ofrecida por la Sagrada Escritura
donde aparece que cuanto proclaman ya haba sido
anunciado.
La segunda viene de Dios mismo quien con milagros con-
firma lo testimoniado.
c) Un mbito
El programa misionero, como anotbamos hablando de los
horizontes cada vez ms amplios, parte de Jerusaln y en
etapas progresivas va llegando hasta los confines de la tierra.
La expresin "confines de la tierra" ha de ser entendida:
a) No en sentido judo sino cristolgico.
b) No en sentido puramente geogrfico sino teolgico y
pastoral como paso al mundo gentil, segn la bella
profeca de Isaas: "Te he puesto como luz de los gentiles
para que lleves la salvacin hasta el fin de la tierra
(Is 49,6; Cfr Hechos 13,47).
c) No slo en el sentido socio-poltico de las naciones sino
en el cultural: Hasta el corazn de las culturas.
"Hasta los confines de la tierra" es un mbito universal
ya aludido, como vimos, por el mismo profeta Isaas
como parte del plan de salvacin.
46
No se trata, entonces, de una simple consecuencia
del fracaso de la misin entre los judos.
Se saca equivocadamente esta conclusin cuando
se toman parcialmente las palabras de Pablo en Antio-
qua de Pisidia: "Era necesario anunciaros a vosotros en
primer lugar la palabra de Dios; pero ya que la rechazis
y vosotros mismos no os juzgis dignos de la vida eterna,
mirad que nos volvemos a los gentiles" (Hechos 13,46).
Los apstoles saben que es orden de Dios llevar la
salvacin no slo a Israel sino tambin a los gentiles. No
se trata simplemente de reemplazar a aqullos con stos
d) Un contenido
Un testigo es alguien enviado para anunciar una experiencia
vivida en carne propia. Los apstoles vivieron la experiencia
de Jesucristo. Al ser constituidos testigos mis testigos, les
dice Jess el contenido de un testimonio no puede ser otro
que Jess mismo.
De esta manera, Jess pasa de anunciante a anunciado
como aparece en todos los discursos que Lucas ofrece en los
Hechos, tanto en los ocho de Pedro como en los nueve de
Pablo y en otros de diversas personas.
e) Una respuesta
El texto-programa o cruz de la misin que los apstoles
recibieron es, en cierta forma, la respuesta que da Lucas a los
que esperaban la inminente venida del Seor.
Lucas pone de presente que en lugar de parusa hay
misin universal porque, por la fe en Cristo, todos los
pueblos estn llamados a ser pueblo de Dios. Se trata ahora
de encontrar con la fuerza del Espritu las formas ms
47
adecuadas de proclamacin, esto es, del anuncio de la expe-
riencia de Jess resucitado.
CONCIENCIA DE TESTIGO UNIVERSAL
La mujer encerrada en el calabozo dio a luz a las
sombras un hijo. Cuando el nio creci, ella le contaba
del sol, de los ros que tenan ms agua que la taza y media
que reciban, de los frondosos rboles mucho ms grandes
que el pequeo coliflor que coman cada da. El hijo la
miraba y le deca: "No te creo".
Tomar conciencia de la amplitud que nos rodea
requiere su tiempo y su ritmo. Quien ha estado encerrado en
un hueco se resiste a creer en la montaa. No fueron los
apstoles una excepcin a esta resistencia. Fue fatigoso para
ellos lograr una plena conciencia de cuanto significa ser
testigos del amor universal de Dios.
/. La fatiga de Pedro
"De lo irreal condceme a lo real,
de las tinieblas condceme a la luz,
de la muerte condceme a la inmortalidad".
A esta oracin del "Upanishad" hind habra que
aadir una invocacin ms:
"De la inconsciencia condceme a la conciencia"
y sera la oracin perfecta para Pedro. Tuvo l que recorrer
un camino que lo llevara de ser testigo inconsciente a ser
testigo consciente del amor universal de Dios.
Este camino podra tambin indicarse geogrfica-
mente. Es el que conduce a Joppe a Cesrea. Pedro estaba en
Joppe en casa de Simn el curtidor. En Cesrea se encon-
traba Cornelio, centurin piadoso y temeroso de Dios.
El encuentro con Cornelio, fue para Pedro la ocasin
para tomar conciencia de la dimensin universal de la
48
misin, de la amplitud ilimitada del amor de Dios, de la
presencia sin fronteras del Espritu.
Pedro, con mucha humildad reconoce dos cosas:
a) La universalidad de la misin: "Verdaderamente com-
prendo que Dios no hace acepcin de personas, sino que
en cualquier nacin el que la teme y practica la justicia le
es grato" (Hechos, 10,34-35).
b) Que l nada tuvo que ver con esa conversin de Corne-
lio: "Y Dios conocedor de los corazones, dio testimonio
en su favor, comunicndoles el Espritu Santo como a
nosotros" (Hechos 15,8).
Es oportuno anotar que la conversin de Cornelio es
para Lucas el culmen de la carrera misionera de Pedro, de
all que le da tanta amplitud. Lucas no queda contento hasta
no ver el amor universal de Pedro, as como lo expres en el
Concilio de Jerusaln (Hechos, 15,7-11).
Constatada la espiritualidad misionera universal de
Pedro, puede ya salir de la escena para dar paso a Pablo,
protagonista de los captulos que siguen al Concilio de
Jerusaln.
2. La fatiga de Pablo
"Un discpulo deca al maestro: Dnde puedo encontrar a
Dios?
Est justamente delante de ti.
Entonces, Por qu no consigo verlo?
Y por qu el borracho no consigue ver su casa?
Trata de averiguar qu es lo que te emborracha. Para
poder ver, has de estar sobrio"
2
.
El consejo vale para Pedro, para nosotros y aunque
no lo crea tambin para Pablo.
2. DE MELLO A, Quinpuede hacer que amanezca?, Sal Terrae, Santander 1985, p 71.
49
Acaso haba algo que emborrachaba a Pablo? Claro
que s. Las categoras judas, la sinagoga.
Es verdad que Pablo capt rpidamente qu signifi-
caba la misin universal, pero fue lento para actuar en
sintona con lo entendido. Por eso, Pablo tambin hubo de
hacer un camino que lo llev geogrficamente hablan-
do de Damasco a Roma y espiritualmente del hueco de
las categoras judas a la montaa de la misin universal.
Para algunos autores, el intento de Lucas al escribir su
segundo libro fue presentar ese camino de liberacin de
Pablo de la sinagoga hasta llegar a la aceptacin prctica de
la misin "ud gentes" que el Seor le haba confiado.
Pablo pasa as de una inconciencia prctica a una plena
conciencia. Aunque cargando mucho las tintas, anota al
respecto Rius Camps:
"La tctica adoptada por Pablo de dirigirse a los judos
como pueblo privilegiado y slo secundariamente a los
paganos seguir pesando como una losa en el decurso de la
misin y llevar ahora a consecuencias desastrosas. El nico
responsable de la desviacin de la misin hacia los judos es
Pablo"
3
.
Un ejemplo, entre muchos, de esta afirmacin es el de
la visita de Pablo a Tesalnica, capital de Macedonia. Haba
all una sinagoga juda. "Pablo, segn su costumbre, se
dirigi a ellos y durante tres sbados discuti con ellos
basndose en las Escrituras" (Hechos 17,2) Sobre el hecho
comenta Rius -Camps: "El error de Pablo (y Silas) no radica
tanto en el contenido del mensaje como en el auditorio
elegido y en los procedimientos empleados. (...) El auditorio
elegido por Pablo no es el correcto. Tras su fracaso en
Antioqua de Pisidia haba reconocido que su ministerio
deba ejercerse entre los paganos (Hechos 13,46 ss). Poco
3. RIUS CAMPS Joseph, El camino de Pablo a la misin de los paganos, Ediciones
Cristiandad, Madrid 1984, p 55.
50
duraron aquellos buenos propsitos"
4
. Tal parece que se da
una divergencia entre lo comprendido y lo actuado para
Pablo.
De all que la fatiga es ms a nivel de tcticas que de
contenidos. Poco a poco, Pablo vivir lo que entendi
claramente. El descubri qu lo emborrachaba y conquist
la sobriedad: "Reconoce en las palabras del profeta (Isaas)
la voz del Espritu que lo haba movido siempre a dedicarse
plenamente a los paganos. Da la razn al Espritu Santo y
queda, as, libre finalmente de las trabas del judaismo, que
haban impedido hasta ese momento su plena actividad
misionera y le haban hecho perder tanto tiempo en la vana
tentativa de convertir a sus connacionales. Desde este
momento, Pablo predicar el mensaje del Seor, sin impe-
dimentos"
5
. El ha adquirido la plena conciencia de ser
testigo universal.
Esta plenitud de conciencia, se pone de manifiesto en la
narracin que hace Pablo de su xtasis en el templo:
"Habiendo vuelto a Jerusaln y estando en oracin en el
templo, ca en xtasis; y le vi a l que me deca: "Date prisa y
marcha inmediatamente de Jerusaln pues no recibirn tu
testimonio acerca de m. Yo respond: "Seor, ellos saben
que yo andaba por las sinagogas encarcelando y azotando a
los que crean en ti; y cuando se derram la sangre de tu
testigo Esteban, yo tambin me hallaba presente y estaba de
acuerdo con los que le mataban y guardaba sus vestidos. Y
me dijo: "Marcha, porque yo te enviar lejos, a los gentiles"
(Hechos, 22,17-21).
CINCO CARACTERSTICAS DEL TESTIGO UNIVERSAL
La narracin de Pablo nos da pie para profundizar en las
cinco caractersticas del testigo universal:
4. Id, o c, p 107.
5. Id, o c, p 305.
51
l.Vio
2. Comprendi.
3. Anunci.
4. A todos.
5. Por mandato del Seor.
1. Vio
"Le vi a l que me deca". Pablo vio con sus ojos. No es un
simple ver fsico. Se trata de una experiencia muy especial de
Cristo, vivida personalmente, en carne y hueso, como actor
y protagonista, no como simple espectador. Puede ser una
experiencia en la que toma parte tambin la sensibilidad
pero no se detiene demasiado en ella, es slo como un punto
de partida.
Un discpulo preguntaba a su maestro: "Quiero encon-
trar a Dios, por dnde debo empezar?".
Y el maestro contestaba: "Oyes la msica del agua?
Empieza por ah".
Ese es el comienzo que tiende a enredarnos porque es
como la sal que da sabor a la sopa sin ser la sopa pero que nos
gusta saborear.
Teresa de Jess orden al capelln Juan de la Cruz que
le diera siempre una hostia grande as que al masticarla
sintiera verdaderamente que estaba comiendo el cuerpo de
Cristo. Al da siguiente de impartida la orden, Juan de la
Cruz distribuy la comunin y le dio a Teresa un pedazo de
hostia pequesimo.
Ella se extra pero ah mismo entendi que deba
purificar su experiencia sin detenerse demasiado en el
aspecto sensible. Y lo mismo habra que decir del aspecto
afectivo.
La aridez tan crtica de Teresa del Nio Jess quien no
saba responderse si habra o no cado en el atesmo, no era
52
menos experiencia de Dios de la que poda tener en momen-
tos de alta intensidad emotiva.
La primera caracterstica del testigo es, entonces, el ver.
"No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto
y odo" (Hechos 4,20), deca Pedro.
Para escoger el reemplazo de Judas se buscaba a
alguien que hubiese visto: "Conviene, pues, que de entre los
hombres que anduvieron con nosotros todo el tiempo que el
Seor Jess convivi con nosotros (...) sea constituido tes-
tigo" (Hechos 1,21.22). Porque el Seor se haba dejado ver
tambin despus de la resurreccin: "A estos mismos, des-
pus de su pasin, se les present dndoles muchas pruebas
de que viva" (Hechos 1,3).
2. Comprendi
El enviado no slo ha visto sino que capta el significado de
cuanto vio y lo interpreta a la luz de la Escritura. El enviado
como testigo no debe testimoniar slo sobre el hecho sino
tambin sobre el significado del mismo. En los Hechos, el
significado se pone de manifiesto recurriendo a las Sagradas
Escrituras.
"Los primeros predicadores cristianos invitaban a sus
oyentes a escrutar la Biblia. Segn ellos, la Biblia ofreca un
fulgurante testimonio de la persona de Cristo, de su obra y de
su mensaje. Bajo la luz de los textos antiguos, los eventos an
recientes revelaban todo su significado y las antiguas profe-
cas adquiran nueva actualidad al verse cumplidas en
Cristo. Biblia y mensaje de Cristo se interpretaban recpro-
camente"
6
. Los salmos y los profetas son los textos ms
utilizados junto con los libros de Moiss. Pedro cita al
profeta Joel para iluminar cuanto acontece en Pentecosts:
"No estn estos borrachos (...) sino que es lo que dijo el
6. DUPONT J, StudisugliAttidegliApostoti, Ediciones Paulinas, Roma 1975, p 145.
53
profeta: Suceder en los ltimos das, dice Dios. Derramar
mi Espritu sobre toda carne, y profetizarn vuestros hijos y
vuestras hijas (Hechos 2,16.17).
Pero iluminar cuanto sucedi con la curacin del
tullido, Pedro deca: "Ya s yo, hermanos, que obrasteis por
ignorancia, lo mismo que vuestros jefes. Pero Dios dio
cumplimiento de este modo a lo que haba anunciado por
boca de todos los profetas: que su Cristo padecera" (Hechos
3,18).
3. Anunci
Un testigo es una cosa, y un espectador es otra. No basta
presenciar un hecho o tener una experiencia personal del
mismo. Es necesario anunciarlo. "Les llamaron y les manda-
ron que de ninguna manera hablasen o enseasen en el
nombre de Jess. Ms Pedro y Juan les contestaron: "Juz-
gad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros ms
que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que
hemos visto y odo" (Hechos 4,18-20). Cuando Pablo
llam a los presbteros de Efeso para despedirse de ellos, les
manifestaba: "Os testifico en el da de hoy que yo estoy
limpio de la sangre de todos, pues no me acobard de
anunciaros todo el designio de Dios" (Hechos 20,26-27).
"Estar limpio de la sangre de todos" significa declararse
inocente de un crimen, no sentirse responsable del mismo.
Cuando los judos gritaban al condenar a Jess: "Caiga
su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mt 27,25)
declaraban que aceptaban ser responsables de su muerte.
Pablo considera que no es responsable de la muerte
eterna de ninguno porque a todos anunci la salvacin en
Cristo
7
. Manifiesta l su clara conciencia de testigo y por
ende de llamado a anunciar el mensaje del Seor.
7. Dupont explica esta inocencia de Pablo asi "Declarndose "puro de la sangre de
todos", Pablo considera implcitamente la hiptesis de la defeccin de algunos cristianos de
54
4. Consciente de ser enviado por iniciativa divina
En el relato de su xtasis en el templo, Pablo narra que el
Seor le dijo: "Marcha, porque yo te enviar lejos a los
gentiles" (Hechos 22,21). Esta conciencia de ser enviado por
iniciativa divina, que equivale a ser apstol, la manifiesta
repetidamente tambin en sus cartas especialmente al
comenzarlas: "Pablo, siervo de Cristo Jess, apstol por
vocacin, escogido para el evangelio de Dios que haba ya
prometido por medio de sus profetas en las Escrituras
Sagradas (Rm 1,1-2). "Pablo, llamado a ser apstol de
Cristo Jess por voluntad de Dios" (ICo 1,1).
Son todas expresiones que evocan cuanto aconteci en
el camino de Damasco, donde el Seor Jess le cambi el
rumbo para constituirlo en su enviado, su apstol.
5. Consciente de ser enviado a los otros pueblos,
a los gentiles
El testigo del amor universal de Dios es consciente de ser
enviado ms all de sus propias fronteras de fe y de cultura.
"Seris mis testigos hasta los confines de la tierra" expresaba
el programa misionero de Cristo, esa cruz misionera
impuesta sobre la espalda de los apstoles.
Leyendo los Hechos, se comprende desde el captulo
noveno que Pablo ha sido destinado por el Seor a llevar su
nombre a las naciones paganas. Cumplir con esta misin,
como vimos, era ms difcil, pero tena l clara conciencia de
la misma. Ante el rey Agripa narraba su conversin y las
Efeso, que provocar el castigo divino La idea de la "sangre" evoca la imagen de una muerte
violenta, de una ejecucin cruenta Consciente de haber cumplido con su deber hacia todos,
instruyndolos sobre toda la voluntad de Dios, el apstol sostiene que no se le puede imputar a
el, el cruento fin de quienes merecen la muerte La sangre de ellos no puede caer sobre su
cabeza, sus manos no pueden quedar contaminadas con esa sangre Habiendo sido advertidos,
slo ellos son responsables Su sangre caer sobre sus cabezas" DUPONT J, // estamento
pastrale di San Paolo, Ediciones Paulinas, Roma 1980, p 199
55
palabras que Jess le dirigi: "Yo te librar de tu pueblo y de
los gentiles, a los cuales yo te envo para que les abras los
ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz" (Hechos
26,18-18).
Hemos considerado cinco caractersticas del testigo del
amor universal de Dios. Ellas evocan la simple historia de un
hombre que en cinco materas quiso cultivar una planta.
Consigui una pequea semilla y la coloc en una matera.
En otra matera puso la tierra. En una tercera matera meti el
abono. En la cuarta matera cada da echaba agua para rociar
y sacaba al sol la quinta matera pues la matica necesitaba del
beneficio de sus rayos.
Claro est que no obtuvo nada. Hay realidades que
fructifican solamente si estn en comunin, si forman comu-
nidad. O crecen todas juntas o no crecen. No se puede
prescindir de ninguna. As es el testimonio. O existe con sus
cinco caractersticas, todas ellas unidas, o no existe.
De all que frente al cometido del testimonio, el testigo
debe necesariamente ver, comprender, anunciar, a todos,
por mandato del Seor. Si falta una sola de estas caractersti-
cas, se deforma su testimonio; ya no es el que Jess le pide y
pierde credibilidad.
"Cuenta Hirocles de un loco que, deseando vender su
casa, arranc un trozo de piedra de la pared y se fue por toda
la ciudad gritando en calles, plazas y encrucijadas: Quin
quiere comprar mi casa? Y levantando en alto la piedra,
aada: "Para que veis qu hermosa es mi casa, aqu tenis
una muestra de la pared"( Junquera S., Esquemas y ejemplos
558)
8
.
El testigo se presenta como debe ser, con sus cinco
caractersticas, o puede pasar incomprendido, semejante al
pobre loco al que se refiere Hirocles. Ver a la manera de los
apstoles, comprender a la luz de la Escritura, anunciar lo
8. JUNQUERA S, Esquemas y ejemplos, Sal Terree, Santander 1956, p 558.
56
experienciado, porque es un mandato del Seor, y a todos,
equivale a vivir una autntica espiritualidad misionera, la del
testigo consciente de ser enviado a todos los pueblos para
anunciar el evangelio de Jess.
57
Actividades
1. Dice el historiador Eusebio que en tiempos de Ignacio
haba algunos cristianos que "distribuan sus bienes
entre los pobres y luego dejando su propio pas, partan
para llevar a cabo su misin evanglica" (Historia Ecle-
sistica, III, 37).
La informacin de Eusebio es de algo que tuvo
lugar en el pasado, no en su propio tiempo en el que
pareca que ya no hubiese este tipo de misin.
Qu comparacin puedes hacer entre la realidad
de los tiempos de Ignacio de Antioqua, segn Eusebio,
y nuestro tiempo?
Por qu la afirmacin de Eusebio parece ser un
dato curioso de tiempos pasados? Qu se habra per-
dido en la Iglesia para entonces?
2. La Evangelii Nuntiandi, exhortacin importantsima de
Pablo VI, interpreta la catolicidad de la Iglesia am-
plindola:
de lo numrico (Iglesia para todos los hombres)
y de lo geogrfico (Iglesia para todas las naciones)
a lo cualitativo (Iglesia de todos los valores)
y a lo cultural (Iglesia de todas las culturas).
a. Identifica segn texto en esa exhortacin en que haga
alusin a cada una de estas cuatro formas de
catolicidad.
b. Qu consecuencias tiene esta amplitud para la
realidad y tarea del enviado?
58
3. San Vicente de Pal deca: "A m no me basta amar a
Dios si el prjimo no lo ama".
Escribe una breve reflexin a partir de esta frase
para poner de manifiesto la necesidad de despertar la
conciencia de ser enviado.
4. "Subi al monte y llam a los que l quiso y vinieron
donde l. Instituy doce para que estuvieran con l y
para enviarlos a predicar con poder de expulsar los
demonios" (Me 3,13-14).
En este pasaje del Evangelio de Marcos identifica algu-
nas de las condiciones que se requieren para ser
enviado.
5. Haz de cuenta que debes hacer tu testamento. Tu ilusin
de ser un enviado a los campos de la misin debe quedar
grabada en ese testamento. Trata de escribirlo.
Para ayudarte, te ofrezco algunas palabras del
testamento de un gran misionero, el cardenal Carlos
Lavigerie fundador de los misioneros de frica:
"Ahora quiero referirme a ti, mi frica querida. Te
haba sacrificado todo hace 17 aos cuando movido por
una fuerza que era visiblemente la de Dios, abandon
todo para lanzarme completamente a tu servicio.
A esta obra consagr toda mi vida. Pero qu es la
vida de un hombre para una empresa semejante? Ape-
nas pude esbozar este trabajo. Fui solamente una voz en
el desierto que llama a aquellos que ah deben trazar los
caminos del evangelio.
Muero, en verdad, sin haber podido hacer por ti
nada ms que sufrir y con mi sufrimiento prepararte
ms apstoles" (Testamento espiritual 1884).
59
6. Escoge un apstol en el libro de los Hechos y marca
algunas etapas de su vida de enviado, indicando su
movimiento misionero.
7. Identifica algunos rasgos comunes en las siguientes
vocaciones:
Jos: Gn 45,4-8a.
Moiss: Ex 3,7-10
Jeremas: Jr 1,5-9
Ezequiel: Ez 2,1-5
8. Las comparaciones son formas muy bellas de poner de
manifiesto una verdad. De una realidad conocida se
pasa a iluminar otra menos conocida. Te ofrezco una
comparacin de Isaas que habla sobre un enviado que
es la palabra.
Haz otras tres comparaciones para ilustrar la reali-
dad del enviado en alguna de sus expresiones.
"Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos
60
y no vuelven all, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que d simiente al sembrador y pan para comer,
as ser mi palabra, la que salga de mi boca,
que no tornar a m de vaco,
sin que haya realizado lo que me plugo
y haya cumplido aquello a que la envi" (Is 55,10-11).
9. Compara el siguiente texto narrativo con el texto de
Jeremas 2,13. Determina algunas exigencias esenciales
para que el enviado sea realmente enviado.
"Ayer estaba en el jardn. Me acompaaban algu-
nos amigos. Uno de ellos sinti sed. Como haba un
pozo, descolg un balde hasta donde haba agua. Era
muy en lo profundo. Fatigosamente subi el balde con
una cuerda pero estaba vaco. Los dems se burlaron de
l.
El balde tena muchos huecos y rajaduras. Natu-
ralmente, al comienzo estaba lleno de agua pero sta fue
escapando por los huecos hasta la ltima gota.
Me pareci que el balde se asemejase a la mente
del hombre".
10. Toma en consideracin la parbola de los viadores.
Podras seguir desarrollndola haciendo el elenco no
slo de los primeros siervos y de los segundos y el hijo,
sino tambin de los otros enviados que han corrido una
suerte semejante.
Completa esta lista con los enviados ya del pasado,
ya de hoy y cuya suerte se parece a la de los enviados de
la parbola. Aclara, en un segundo paso, por qu termi-
naron as.
11. El siguiente texto de Juan no es cierto, segn deca un
estudiante. Pero l est equivocado.
61
Convence a este joven, ilustrando con ejemplos
concretos del evangelio, la verdad de los dos versculos
de este texto:
"Porque tanto am Dios al mundo que dio a su
Hijo nico, para que todo el que crea en l no perezca,
sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a
su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por l" (Jn 3,16-17).
12. Escoge un apstol de los Hechos de los Apstoles. Llena
la estrella con los datos de su llamamiento.
CON
i
PARA
13. Prepara una oracin para pedir a Dios por aquellos que
habiendo sido enviados temen aceptar el envo.
62
14. Qu quiere el Seor que yo haga? Despus de una
breve meditacin, llena los siguientes cuadros para con-
testar la pregunta.
CUANDO? ;DONDE? COMO?
15. Qu quieres, Seor, que yo haga? A esta pregunta de
Pablo contesta en los cuadros guindote por las tres
narraciones que hizo l de su conversin: Hechos 9,1 -9;
26,6-16; 26,12-18.
QUIEN? CUANDO? /.DONDE? COMO?
16. Identifica en los Hechos los lugares por los que pas
Pablo en su tercer viaje misionero. Empez en Efeso
(Hechos 19,1-41) donde estuvo dos aos y medio.
Luego pas a Calcedonia para visitar brevemente las
Iglesias fundadas en el segundo viaje. Luego sigui
para...
63
:i
4. En c ome n da r s e a la pa la br a
SABER ENCOMENDARSE
Los ejemplos y las narraciones suelen compararse a las
perchas y a claraboyas: perchas porque sirven para colgar la
verdad; claraboyas porque sirven para esclarecerla. Usemos
una narracin a la manera de claraboya para esclarecer eso
de "saber encomendarse".
"Un mercader tena que partir para un largo viaje.
Consigui un ayudante y lo puso en el negocio mientras que
l sola estar en la habitacin contigua. Desde all escuchaba,
de vez en cuando, lo que el ayudante responda a un com-
prador: "Por tan poco mi patrn no te lo puede dar". Odo
esto, el mercader decidi que an no deba partir. Pasado un
ao, el mercader escuch al ayudante que responda a un
comprador: "Por tan poco ni mi patrn ni yo te lo podemos
dar". El mercader aplaz el viaje.
En el tercer ao, el ayudante respondi a un compra-
dor: "Por tan poco no te lo puedo dar". El mercader decidi
partir para su largo viaje".
El caso es que la respuesta denotaba que el ayudante
consideraba el negocio como cosa suya, como algo propio.
Qu importante es saber a quin se encomienda lo que es
ms querido, lo que se considera ms importante.
Seguramente esto no lo saba la mam que hizo paste-
les para vender a los vecinos. Los envo con su hijo pequeo
quin se comi todas las puntas. A los vecinos el nio
5. Espiritualidad Misionera
65
explicaba que a la mam no le haba alcanzado la harina
para hacer las puntas.
Hay que saber a quin se encomienda lo que ms se
quiere. Pablo s que lo saba. De ello nos da una prueba
cuando se dirige a los presbteros de Efeso reunidos en
Mileto. Es un discurso de gran significado como quiera que
cierra la carrera misionera de Pablo, antes de su arresto. Es el
gran discurso de adis, una especie de testamento espiritual.
Saba l que no volveran a ver su rostro y por ello debe
encomendarlos a alguien. Dice Pablo:
"Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la
herencia con todos los santificados" (Hechos 20,32).
El texto es sorprendente. Uno esperara que Pablo
encomendase la palabra a los ancianos y, en cambio, es al
contrario: El encomienda los ancianos a la palabra. Los
ancianos, ms que cuidar de sus propias fuerzas, han de ser
dciles instrumentos de la palabra. El se marcha. Sus comu-
nidades de Efeso quedan solas en medio de peligros. Qu
mejor, dice Pablo, que encomendarlos a la palabra.
FE EN LA POTENCIA DE LA PALABRA
Cuanto aparece en el discurso de Mileto es la fe en la palabra
de Dios; la conviccin de que el misionero es slo un
instrumento pero que se ha de encomendar a quien puede
lograrlo todo: la palabra.
En el discurso se pone de manifiesto la conviccin de
ese misionero llamado Pablo segn la cual no es su presencia
lo que ms cuenta para el futuro sino el poner a las comuni-
dades en manos de Dios, encomendarlas a la palabra.
Encomendarse a la palabra y a la gracia de Dios es
propio de los acontecimientos de partida de los misioneros,
ya de Antioqua o de las comunidades por ellos formadas:
66
"En Atalia se embarcaron para Antioqua, de donde haban
partido encomendados a la gracia de Dios para la obra que
haban realizado" (Hechos 14,26). "Pablo eligi por com-
paero a Silas y parti encomendado por los hermanos a la
gracia de Dios" (Hechos 15,40).
Para evidenciar an ms la importancia de saber
encomendar a la palabra, es conveniente considerar algunos
otros textos bblicos. Pablo escribi a Timoteo:
"S en quien puse mi confianza; estoy convencido de que es
poderoso y que me guardar hasta aquel da lo que deposit
en sus manos (2 Tm 1,12).
La palabra se convierte en un depsito de seguridad, en una
especie de guardamaletas donde puede, durante los viajes,
dejarse a guardar lo que no se quiere perder.
Pablo nos coloca frente a la necesidad misionera de reforzar
nuestra fe en la potencia de la palabra de Dios y encomendar
a ella nuestras comunidades, sean stas cristianas o paganas.
Cmo no recordar esa bellsima escena en la que la fe en la
potencia de la palabra es elogiada por Jess: "Iba Jess con
ellos y, estando ya no lejos de la casa, envi el centurin a
unos amigos a decirle: "Seor, no te molestes, porque no soy
digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me
consider digno de salir a tu encuentro. Mndalo de palabra,
y quedar sano mi criado. Porque tambin yo, que soy un
subalterno, tengo soldados a mis rdenes, y digo a ste:
"Vete", y va; y a otro: "Ven" y viene; y a mi siervo: "Haz
esto" y lo hace" (Le 7,6-8).
Pedro, el pescador, en alguna ocasin dio un testimonio
grande de su fe en la potencia de la palabra: "Maestro,
hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado
nada, pero, en tu palabra, echar las redes" (Le 5,5). Pedro se
encomend a la palabra y procedi.
Esto es exactamente cuanto se espera de una vivencia
misionera: Actuar la misin pero encomendados a la pala-
bra. Se trata de seguir el mismo camino de Jess cundo
67
desde la cruz exclamaba: "Padre, en tus manos encomiendo
mi Espritu" (Le 23,48). Encomendar la misin a la palabra,
no a nuestras fuerzas, es propio de quien vive autnticamente
una espiritualidad misionera.
Regresemos a Pablo para que l nos confirme esta
verdad:
"Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con
el prestigio de la palabra o de la sabidura a anunciaros el
misterio de Dios, pues no quise saber entre vosotros sino a
Jesucristo, y ste crucificado. Y me present ante vosotros
dbil, tmido y tembloroso. Y mi palabra y mi predicacin
no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabidura,
sino que fueron una demostracin del Espritu y del poder
para que nuestra fe se fundase no en sabidura de hombres,
sino en el poder de Dios" (ICo 2,1-5).
La Palabra de Dios acta a pesar de nuestra fragilidad y
debilidad. La fe en la potencia de la palabra es el secreto de la
actitud positiva ante la Iglesia y su misin evangelizadora; es
el secreto del optimismo y de la alegra en el apostolado.
Creer en el apostolado misionero es creer en la fuerza, en el
poder de la palabra.
Cuando perdemos la fe en el poder de la palabra y la
relegamos a segundo plano, estamos cayendo en una de las
ms graves tentaciones contra la misin. En ese momento,
hemos de tener el coraje de superarla, respondindonos a
nosotros mismos como contestaba Jess en la tentacin:
"No slo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios" (Mt 4,4).
QUE ES LA PALABRA
Encomendamos la misin a la palabra, pero ello nos sugiere
la necesidad de profundizar ms en esta bella realidad.
"Rabbi Levi enseaba:
68
El Santo, bendito sea, apareci como una estatua, que
mostraba rostros por todas partes. Mil personas pueden
mirarla y cada uno piensa que le est mirando a l.
Esto tambin ocurri cuando el Santo, bendito sea,
habl a Israel. Cada israelita pensaba que la palabra divina
se diriga a l personalmente.
Por lo mismo no dice: "Yo soy el Seor, vuestro Dios",
sino en singular: "Yo soy el Seor, tu Dios" (Ex 20,2) {La
voz del Sina 37).
Dios se acomoda a cada ser humano y le habla perso-
nalmente. Dice una narracin que cuando Dios le hablaba a
Moiss, ste le preguntaba: Por qu tienes la voz de mi
padre? Y Dios le contestaba: Para no atemorizarte. La
palabra de Dios puede asumir muchas expresiones y formas
y son todas ellas palabras de Dios.
Podemos decir que la palabra a la cual encomendamos
la misin, es un conjunto de seis realidades estrechamente
unidas y que pueden considerarse anlogas:
1. La palabra es el Verbo eterno de Dios. Es la acepcin
fundamental y punto de referencia obligatorio para todo
lo que se quiera decir sobre la palabra de Dios.
2. La palabra es Jesucristo, el Verbo hecho carne con todo
el arco de su existencia. Toda realidad que se llame
palabra de Dios debe hacer referencia a Jesucristo.
3. La palabra es el conjunto de palabras dichas por apsto-
les y profetas sobre el plan de Dios. Es la palabra
hablada.
4. La palabra es el conjunto de escritos de profetas y apsto-
les realizado por inspiracin divina para manifestar el
plan divino de salvacin en Cristo. Es la Sagrada
Escritura.
5. La palabra es la predicacin cristiana viva. Cuando se
predica la fe, la conversin, Jesucristo, tiene lugar en la
Iglesia un acontecimiento llamado palabra de Dios.
69
No se trata solamente de la predicacin del sacerdote. El
nio que repite en su casa el sermn que oy en la misa
puede ser un medio de predicacin cristiana, un instru-
mento de la palabra. El libro "Los novios"'tan peculiar en
la literatura italiana narra que cuando el cardenal Fede-
rico visit un pueblo, hizo el sermn. El sastre del pueblo
recuerda a su familia en la casa, el sermn en el que se
invitaba a compartir los sufrimientos ajenos. El volver
sobre esas palabras produce el gesto sencillo de ayudar a
un vecino necesitado. La palabra proclamada por el
arzobispo se torn viva y eficaz por medio del dilogo
familiar.
6. La palabra es la semilla del Verbo contenida en libros
sagrados de otras religiones y en culturas vivas no cristia-
nas pero que expresan algo del misterio de Dios.
Es la palabra que los misioneros hemos de escuchar
para recibir la orientacin que el Seor nos comunica y
saber as proclamar en contextos no cristianos el evange-
lio como buena noticia.
Es una palabra de Dios a la que una persona que
vive la espiritualidad misionera es muy sensible. Es esa
presencia escondida de Dios que ha de ser explicitada y
aclamada en el corazn de cada pueblo y de cada cultura.
As lo expresaba Pablo en el arepago de Atenas: "Lo
que adoris sin conocer, eso os vengo yo a anunciar"
(Hechos 17,23).
Dcese que la estrella de cinco brazos es el micro-
cosmo? y el hombre ordinario. En cambio la estrella de
seis brazos es tambin el macrocosmos o el hombre
universal. No puede faltar la sexta forma de palabra de
Dios para forjar una espiritualidad misionera, la espiri-
tualidad de un hombre planetario, de una persona con
amplitud universal. El sexto brazo es importante ctmo
los otros cinco.
70
LAS CUATRO P: ATRIBUTOS DE LA PALABRA
1. Personalidad
Gramaticalmente ser un enredo difcil de descifrar, pero
espiritualmente es muy claro
1
. Me refiero al texto siguiente,
parte del primer discurso de Pedro a los paganos: "El ha
enviado su palabra a los hijos de Israel, anuncindoles la
buena nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el
Seor de todos" (Hechos 10,36)
Lo que se desea evidenciar en ,. ^te texto es el envo de la
palabra por parte de Dios. La palabra adquiere una especie
de personalidad pues se enva del mismo modo que se enva
un mensajero o un mensaje. "La palabra, de la cual los
predicadores son simplemente los siervos (Le 1,2), tiene,
digamos as, una existencia propia. Aparece, en cierta forma,
como una realidad divina subsistente, diferente de Dios que
la enva y de aquellos que la predican"
2
.
No es extrao que Pablo encomiende los presbteros a
esta palabra y no solamente a Dios. Muy cuidadoso en
salvaguardar la trascendencia de Dios, el hebreo evita todo
aquello que pueda ponerla en riesgo y por ello lo transfiere a
la palabra. "De donde resulta que la palabra es, por una
parte, Dios mismo en cuanto que se manifiesta a los hombres
y, por otra, aquello en lo que se manifiesta, como si recu-
rriese a un ser intermediario y lo enviase a ellos. Por ejemplo,
cuando la Biblia dice que Dios est con alguien dndole
ayuda y proteccin, el Targum prefiere decir que la palabra
del Seor vino a socorrerlo"
3
.
1. Segn Dupont, Hch 10,36 es uno de los textos ms difciles del Nuevo Testamento
en cuanto a su estructura gramatical Gran esfuerzo se ha hecho para explicar algunos aspectos
Por ejemplo, el trmino "palabra" que debera ser el sujeto est en acusativo E Jacquier ofrece
nueve explicaciones y Dupont dice que la lista no est an completa Entre corregir la frase y
aceptar que es incompleta, pues Lucas no la termin, Dupont escoge lo segundo Ver
DUPONT J, NuovstudsugliAm degh Apostoli, Ediciones Paulinas, Turn 1985, pp 303-304
2. Id, // testamento pastorale di san Paolo, Ediciones Paulinas, Roma 1980, p 340
3. Id, o c, p 341
71
De esta manera, se evita colocar a Dios entre los
eventos humanos salvando as su trascendencia pero se
presenta su accin a travs de su palabra, enviada como
mensajera y mensaje a la vez. La palabra torna concreta la
presencia y la accin de Dios. El mensaje tiene entonces una
personalidad.
Es interesante comparar los trminos con que Lucas
describe el crecimiento de Jess con los utilizados para
descubrir la difusin de la palabra: "El nio creca y se
fortaleca, llenndose de sabidura; y la gracia de Dios estaba
con l" (Le 2,40).
Y de la palabra dice: "La palabra de Dios iba cre-
ciendo; en Jerusaln se multiplic considerablemente el
nmero de los discpulos" (Hechos 6,7).
"Entretanto la palabra de Dios creca y se multipli-
caba" (Hechos 12,24). "De esta forma la palabra del Seor
creca y se robusteca poderosamente" (Hechos 19,20). "Y
la Palabra del Seor se difunda por toda la regin" (Hechos
13,49).
Estos textos ponen de manifiesto la personalidad de la
palabra. Como un mensajero es enviada; como una persona
crece, como un mensaje se difunde. No es, de ninguna
manera, una tontera encomendar a esta palabra la misin y
considerar esta opcin como uno de los elementos esenciales
de la espiritualidad misionera. Con tal personalidad de la
palabra, tanto Pablo como nosotros podemos permanecer
tranquilos.
Est aconteciendo dice una narracin una tor-
menta espantosa. Los marineros tiemblan. Corren de una
parte a otra desolados. Slo all en un rincn un nio juega
tranquil. Acabada la tormenta, los marineros le preguntan:
"Pero t no has tenido miedo?" "Yo no", responde. Por
qu?". "Porque el timn estaba en manos de mi padre".
Como el nio conoce la personalidad de su pap, as cono-
72
cemos la personalidad de la palabra y podemos una vez ms
repetir con Pablo: "S en quien puse mi confianza"
(2Tm 1,12).
2. Potencia
La palabra como fuerza de Dios.
La obra misionera no depende tanto del celo de los
presbteros cuanto de la potencia de la palabra de Dios. Ella
es "una realidad viva que posee junto con la vida, una
energa que proviene de la suma eficacia de la omnipotencia
de Dios. Posee una fuerza gracias a la cual puede actuar"
4
.
3. Progreso
La palabra que construye el edificio.
Cuando Pablo encomienda la misin a la palabra se la
entrega como quien entrega a un ingeniero una construccin
empezada para que la concluya. La palabra no hace sola-
mente el papel de vigilante, de guardamaletas, sino que
asume una funcin muy activa. La palabra construye, edi-
fica. Edificar es un trmino cuya aplicacin puede ser perso-
nal o comunitaria.
San Pablo lo utiliza en sentido personal cuando dice:
"Confortaos mutuamente y edifcaos los unos a los otros,
como ya lo hacis" (lTs 5,11). "El que profetiza habla a los
hombres para su edificacin, exhortacin y consolacin"
(ICo 14,3). "Todo es lcito, mas no todo edifica" (ICo
10,23).
Lo que edifica es solamente aquello que es ventajoso
para los dems, esto es, lo que puede contribuir a su salva-
cin. "Para que una palabra sea edificante, no es suficiente
que sea buena. Debe llegar en el momento apropiado,
4. Id, o c, pp 345-346.
73
cuando el otro tiene necesidad de ella y est dispuesto a
ponerle cuidado. Entonces ella es un beneficio"
s
.
Los Hechos suelen utilizar el trmino edificar en sen-
tido comunitario: "Las Iglesias por entonces gozaban de paz
en toda Judea, Galilea y Samara; se edificaban y progresa-
ban en el temor del Seor y estaban llenas de la consolacin
del Espritu Santo (Hechos 9,31).
La edificacin es un modo, entre tantos, para indicar el
progreso espiritual de una comunidad, su movimiento
ascensional por la montaa que conduce al encuentro con
Dios. No es una simple actividad humana. "La edificacin es
obra de Dios y de su palabra. Es Dios quien hace crecer la
planta (1 Co 3,7); es l quien con la potencia constructora de
su palabra, levanta el edificio"
6
.
San Agustn dice de los apstoles que "predicaron la
palabra de la verdad y generaron Iglesias" (In Ps 44,23; Cfr
Ad Gentes l)
7
. Es un parto que tiene lugar gracias a la
palabra. San Pedro, usando una imagen cercana, se refiere a
la palabra como a un germen: "Habis sido reengendrados
de un germen no corruptible sino incorruptible, por medio
de la palabra de Dios viva y permanente (1P 1,23).
El padre Congar hablando del poder de la palabra y de
cmo ella tiene una eficacia que va mucho ms all de la
materialidad de las palabras escritas o pronunciadas, no slo
alude a la famosa burrita de Balan sino a un hecho relacio-
nado con la reforma de un convento. "La reforma de Port-
Royal se desencaden en 1608 gracias a una predicacin de
la cual Racine refiere las circunstancias en estos trminos:
"Un capuchino que dej el convento por libertino se diriga
hacia un pas extranjero para apostatar. Por casualidad tuvo
que pasar por Port-Royal y la abadesa y otros religiosos le
5. Id, oc, p 358.
6. Id, o c,pp 360-361.
7. SAN AGUSTN, In Ps 44,23; cfr Ad Gentes 1.
74
pidieron el favor de predicar en su iglesia. El lo hizo. An
ms. Habl con tanto ardor de la felicidad de la vida reli-
giosa y de la bondad y santidad de la regla de San Benito, que
la abadesa se conmovi profundamente y tom la resolucin
no slo de practicar la regla en todo su rigor sino tambin de
hacerla practicar de sus religiosas". Dios obr por medio de
esta predicacin bastante dudosa"
8
.
Regresemos al discurso de Mileto y exactamente al
texto donde Pablo encomienda los presbteros a la palabra.
Se trata de una palabra que "tiene poder o potencia para
construir el edificio y para dar una herencia con todos los
santificados" (Hechos, 20,32).
Tres son los aspectos que deben ser considerados:
La palabra como potencia.
La palabra como constructora de un edificio.
La palabra como otorgadora de una herencia.
Tomamos en consideracin, ante todo, la realidad de la
palabra como potencia. Si Dios es omnipotente como pro-
claman las Sagradas Escrituras continuamente, es tambin
esa manifestacin concreta de su gracia que es la palabra. La
potencia de la palabra es de orden sobrenatural. Ella pro-
duce eficazmente la salvacin de aquellos que la acogen con
fe. Ella posee un poder de salvacin.
En Antioqua de Pisidia Pablo lo proclama cuando se
dirige a los judos: "Hermanos, hijos de la raza de Abrahn, y
cuantos entre vosotros temen a Dios: a vosotros ha sido
enviada esta palabra de salvacin" (Hechos 13,26).
Pablo est convencido del poder que tiene la palabra.
Lo repite en diversas ocasiones: "Pues no me avergenzo del
evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvacin de
todo el que cree: del judo primeramente y tambin del
griego" (Rm 1,16). "T, en cambio persevera en lo que
8. CONGAR l, La parola e il soffw. Borla, Roma 1985, pp 41-42.
75
aprendiste y en lo que creste, teniendo presente de quines
lo aprendiste y que desde nio conoces las Sagradas Escritu-
ras que pueden darte la sabidura que lleva a la salvacin
mediante la fe en Cristo Jess" (2Tm 3,14-15).
Naturalmente, sera necesario aludir la accin del Esp-
ritu puesto que palabra y Espritu, nos lo muestran tan
bellamente los Hechos de los Apstoles, van juntos y contri-
buyen al unsono a la edificacin de la Iglesia. Calvino
afirmaba sanamente: Dios obra doblemente en nosotros:
Por dentro con su Espritu; por fuera con su palabra.
Tambin Lutero una estrechamente la obra interior
del Espritu a la escucha de la palabra. Comentando el canto
de la Virgen (Magnficat) afirma que "nadie puede entender
a Dios y su palabra si no recibe una iluminacin del Espritu
Santo".
Es el mismo tema mucho antes desarrollado por san
Agustn sobre el maestro interior y el maestro exterior. Se
trata de un dato tradicional de la espiritualidad y en general
de la teologa catlica que pone de manifiesto la unin
inseparable Espritu-palabra.
Gracias a esta unin parecida a la de la puerta y la
llave, segn san Simen, el nuevo telogo la palabra se
torna un factor de progreso en la vida espiritual personal y en
la vida eclesial comunitaria.
A la caracterstica de la palabra que hemos llamado
personalidad y a la de potencia, aadimos la de progreso
ilustrada con el poder de construir el edificio de la espiritua-
lidad y de la Iglesia.
4. Participacin
La palabra que otorga una herencia.
Cuando muri el gran hacendado famoso por sus
riquezas, un grupo de personas lloraba. Alguien se acerc y
76
les pregunt: "Ustedes son los herederos, pues estn llo-
rando, verdad?". Ellos contestaron: "Precisamente lloramos
porque no somos los herederos". Puede dar pesar no tomar
parte en la herencia. Pero, en un caso, el asunto s se arregl.
Los no herederos fueron llamados a recibir la herencia.
Quines son los herederos y quines no? Para saberlo,
volvamos al texto del discurso de Mileto. Pablo dice a los
apstoles: "Ahora os encomiendo a Dios y a su palabra (...)
que tiene poder para (...) daros la herencia con todos los
santificados" (Hechos 20,23).
Los santificados son todos aquellos que gracias a la fe
en Cristo pasaron de las tinieblas a la luz, del pecado a la vida
de la gracia. En una palabra, los santificados son la Iglesia.
Los que no han recibido la herencia son los paganos.
Cuando Pablo afirma "que la palabra de la gracia tiene tanto
poder como para lograr que participen de la herencia en
medio de los santificados, est pensando en aquellos que an
no hacen parte de la comunidad santa a quien pertenece esta
herencia. La obra de la palabra de Dios, segn el apstol, no
consiste en este caso en lograr que los cristianos entren en
posesin de su herencia sino en permitir a otros que partici-
pen de esta herencia con ellos"
9
.
La biblia latinoamericana y otros traducen el texto que
estamos comentado as: "Ahora les encomiendo a Dios y a
la palabra de su gracia, la cual tiene eficacia para (...)
conseguirles la herencia que compartirn con todos los
santos" (Hechos 20,32).
Introducir el trmino santos en lugar de santificados da
lugar a una interpretacin escatolgica: Entrar en posesin
de la herencia celestial.
En cambio, la interpretacin adecuada es que la pala-
bra asegura a los no cristianos esa herencia que los cristianos
ya poseen.
9. DUPONT J, o c, p 388.
77
Por ello, tampoco es correcto traducir: "Procurar la
herencia a lo santificado" como lo hacen algunos
10
.
El significado de dar la herencia con todos los santifi-
cados indica, en cambio, esa caracterstica misionera de la
palabra que lleva a los paganos a participar de la herencia ya
recibida por quienes han adherido en la fe a Cristo. La
palabra, entonces, es la gran misionera, la encargada de
reunir a los hijos de Dios dispersos, de llevarlos a su Iglesia,
pueblo de Dios.
Podemos evocar un texto paralelo que nos narra el
encuentro de Pablo con Jess para constatar cuanto hemos
dicho sobre la palabra:
"Yo respond: "Quin eres, Seor?" Y me dijo el
Seor: "Yo soy Jess a quien t persigues (...) Yo te envo a
los gentiles para que les abras los ojos, para que se conviertan
de las tinieblas a la luz y del poder de Satans a Dios y para
que reciban el perdn de los pecados y una parte en la
herencia de los santificados, mediante la fe en m" (Hechos
15,17-18). Como instrumento de la palabra, Pablo tiene la
misin de llevarla a los gentiles para que sean ellos parte de
los santificados.
CUATRO DESAFOS DE LA PALABRA
Una espiritualidad misionera en tanto es viva en cuanto sabe
tomar una actitud de servicio incondicional ante la palabra.
Esta actitud puede descomponerse como la luz en
tantos colores.
Podemos tomar en consideracin cuatro de ellos que se
convierten en cuatro desafos a vivir plenamente la espiritua-
lidad misionera.
1. Interiorizacin
2. Fidelidad
10. Cfr Id, o c, p 383
78
3. Corazn
4. Preparacin
/. Interiorizacin
"Haba un hombre que tena una doctrina,
una gran doctrina que llevaba en el pecho
(Junto al pecho, no dentro del pecho),
una doctrina escrita que guardaba
en el bolsillo interno de su chaleco.
La doctrina creci. Y tuvo que meterla
en un arca de cedro,
en un arca como la del Antiguo Testamento.
Y el arca creci. Y se comi el arca de cedro
al hombre y a la doctrina escrita que guardaba
en el bolsillo interno de su chaleco.
Luego vino otro hombre que dijo:
El que tenga una doctrina,
que se la coma antes que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su sangre,
que la haga carne de su cuerpo...
y que su cuerpo sea
bolsillo
arca y templo"
11
.
Como anuncia este bello trozo, interiorizar la palabra
quiere decir encarnarla en nuestra vida, incorporarla a nuestra
existencia, asimilarla como al ms sano de los alimentos.
El tema de la asimilacin a manera de alimento es
habitual en la espiritualidad. Podemos evocar la figura de un
autor medieval como Guido el Cartujo quien hablando de
las ventajas del estudio atento de la Sagrada Escritura dice:
"La lectura lleva el alimento slido a la boca; la meditacin
lo mastica y tritura; la oracin le encuentra el sabor y la
11. Len Felipe.
79
contemplacin es la misma dulzura que recrea y da
alegra"
12
.
Esta interiorizacin de la palabra no es tarea solamente
de los individuos, Es la Iglesia toda que se abre a su alimento
especialmente en ese campo tan especial de la liturgia. No se
subrayar nunca demasiado el salto cualitativo que la ecle-
siologa del Vaticano II dio al proponer que la Iglesia sea
vista como "comunin" alimentada por la palabra de Dios
para ser servidora de la misma. Como servidora de la pala-
bra se le pide que la escuche piadosamente, la custodie
santamente y la exponga fielmente
13
.
La Iglesia y cada cristiano siguen el camino indicado
por Mara de abrirse al Espritu y a la palabra para que sta
se haga carne en cada uno y se vaya formando en l la figura
de Jess.
Una misionera francesa del tiempo de los sacerdotes
obreros, Madeleine Delbrel, deca: "Slo si estamos habita-
dos, estamos habilitados" para ser misioneros. Es una mara-
villosa forma de expresar la necesidad de la interiorizacin
de la palabra como exigencia ineludible de una espirituali-
dad misionera.
2. Fidelidad
Quien vive una espiritualidad misionera y reconoce en la
palabra la mejor realidad a quien encomendar la misin,
fcilmente se reconoce como siervo de la palabra. Lo que se
pide del siervo es que sea fiel. Pero, entonces, nos toca
preguntarnos: Cuando comunicamos la palabra de Dios, la
gente capta que hablamos de Dios, de su amor infinito, de su
plan de salvacin, de Jesucristo?
Ser fieles a la palabra es seguir el camino que los
apstoles nos trazan en el libro de los Hechos. Ellos se
12. GUIDO EL CARTUJO, Scala claustralium, Pl 184.475.484.
13. Cfr DV 10.
80
muestran, ante todo, fieles al Kerygma, trmino griego con el
cual se indica el hecho y el contenido del primer anuncio
cristiano. Kerygma significa proclamacin o mejor quiere
decir gritar con fuerza y solemnidad. En los Hechos los
apstoles gritan la buena nueva del evangelio; anuncian un
hecho que se ha cumplido y que implica salvacin que llega
de Dios. Todos se dan cuenta de que los apstoles no hablan
de ellos mismos sino que hablan de Jess y lo hacen con la
fuerza del Espritu (Cfr Hechos 4,8). Esto significa ser fieles a
la palabra.
San Vicente Ferrer fue invitado por un seor muy
importante para predicar. Vicente, dejando sus fuentes habi-
tuales, se prepar leyepdo los mejores libros, utilizando el
mejor estilo, echando mano de los ms altos recursos de la
oratoria. Su sermn fue esplndido. Terminado, el Seor
que lo invit le pidi el favor de predicar al da siguiente.
Vicente acept.
Esa tarde, se dio cuenta de que haba sido un poco
vanidoso.
Arrepentido se fue a orar a los pies del crucifijo y se
prepar con la meditacin en la presencia de Dios. Al da
siguiente pronunci su sermn. Terminado, el seor que lo
invit le dijo: "Hoy me has gustado ms que ayer; has
hablado con mayor conviccin, con otro fuego. Por qu?
Seor, le contest humildemente el santo, ayer predic
Vicente, hoy predic Jesucristo".
Fidelidad es servir a la palabra, no a nosotros mismos,
si en verdad estamos convencidos de que no hay nada ni
nadie mejor a quien encomendarle la misin. De nosotros
debe llegar el testimonio de fe porque debemos decir como
san Pablo: "Cre, por eso habl" (2Co 4,13).
De esta fidelidad a la palabra, no a nosotros, era
consciente un predicador que deca: "Sucede que uno quiere
romper un tronco con el hacha. Toma impulso pero yerra el
81
golpe as que el hacha se clava contra el suelo. As sucede
cuando se habla a los hombres para que vuelvan con el
corazn a Dios y ellos no le hacen caso a la palabra sino
simplemente admiran en el predicador el ingenio del
sermn".
Fidelidad a la palabra es hacer todo lo posible para que
no sea hacha clavada en el suelo sino que penetre profunda-
mente en el corazn de los que escuchan.
3. Corazn
Las culturas laten en la superficie; los corazones en la pro-
fundidad. La vida de grandes hombres movidos por una
autntica espiritualidad misionera, nos demuestra que el
corazn logra comunicar cuando la distancia cultural se
torna difcil. La comunicacin de la palabra trasciende las
categoras culturales y se lleva a cabo entre corazones abier-
tos. El corazn le habla al corazn.
En Filipos, Pablo fue al lugar donde oraban las muje-
res. A una de ellas llamada Lidia "el Seor le abri el
corazn para que adhiriese a las palabras de Pablo" (Hechos
16,14). A su vez, Pablo hablaba desde el corazn. Cuanto
deca a los corintios lo viva en toda comunicacin de la
palabra: "Corintios! os hemos hablado con toda franqueza;
nuestro corazn se ha abierto de par en par. No est cerrado
nuestro corazn para vosotros" (2Co 6,11-12).
El corazn, entonces, est en el fondo de toda comuni-
cacin de la palabra de Dios. Hablar desde el corazn
significa hablar desde nuestra interioridad; desde lo ms
profundo y autntico de nosotros mismos. Significa expresar
una palabra de Dios que hemos hecho nuestra, que hemos
incorporado, asimilado, convertido en vida de nuestra vida.
Hablar desde el corazn quiere decir hablar con conviccin
y con amor, no de dientes para afuera, no como un
megfono.
82
El amor en la comunicacin de la palabra tiene el
mismo efecto que la plvora en las escopetas. Si se va de
cacera y se lanza una bala con la mano para cazar un conejo,
esa no le hace ni cosquillas. Si se lanza impulsada por la
plvora de la escopeta, lo golpea fuertemente.
La palabra lanzada por un corazn lleno de esa plvora
que es el amor y la conviccin, golpea los corazones en
profundidad. La palabra lanzada por un corazn lleno de
Dios tiene una fuerza que las diferencias culturales no logran
reducir.
Deca el Baal Shem Tov: "Cuando mi corazn est fijo
en Dios, dejo que mi boca diga lo que quiera, porque
entonces todas las palabras estn unidas a su raz celestial"
14
.
El caso de Lidia, a quien el Seor le abri el corazn,
nos lleva a una ulterior constatacin: No se trata simple-
mente de una comunicacin afectiva, de corazn a corazn.
El Espritu une a un corazn con otro corazn. El logra que
el corazn le hable al corazn. El maestro interior pone los
corazones en contacto.
El tercer desafo de la palabra es, entonces, su comuni-
cacin desde el corazn. "Corazn es un trmino bblico
importante. Tiene una inmensa variedad de sentidos, signifi-
cando especialmente la vida interior del hombre: su vida
afectiva, sentimientos y voluntad, y su vida intelectual. A l
se atribuyen las ms variadas manifestaciones de la vida
mortal y religiosa"
15
.
Otras veces denota simplemente el hombre, porque el
hombre segn la Biblia es corazn; el corazn del hombre
designa toda su personalidad consciente, inteligente y libre.
Entonces aparece el carcter totalizador de dicho trmino.
Cuando el corazn le habla al corazn, la persona desde lo
ms autntico de s, se dirige a la otra persona y logra llegar
14. BUBER MJracconu del Chassidim, Garzanti, Miln 1985. p 94
15. LOPEZ-MELUS F, Las bienaventuranzas, Sigeme, Salamanca 1988, p 380
83
hasta la profundidad de la misma. Es una profundidad
excavada por el mismo Espritu. Llegar al corazn de las
personas hasta ese nivel donde los elementos culturales no
cuentan, donde las clasificaciones son intiles, donde la
humanidad es sobrecogida por los valores ms autnticos,
donde reside lo ms personal, lo ms singular, lo ms nues-
tro, eso es cuanto exige la comunicacin de la palabra.
Y esta palabra comunicada desde el corazn y con la
fuerza del Espritu, tiene el poder maravilloso de construir el
edificio del espritu y de la Iglesia como tambin de dar la
herencia entre los santificados. No cabe duda de que,
siguiendo a Pablo, hay que decidirse a encomendar la misin
a esta palabra. Ello significa aceptar que tome forma en el
propio corazn, una viva y genuina espiritualidad misionera.
84
Actividades
1. Llena la estrella de seis brazos con las seis realidades que
anlogamente son palabra de Dios.
2. Narra una experiencia personal o ajena en que te has
encomendado a la palabra de Dios y fiado en ella has
actuado.
3. Desarrolla el siguiente tema: Qu significa para m
tener confianza en alguien?
4. Coloca el nombre de la persona que se fio en la palabra:
En tu palabra echar las redes:
Hgase en m segn tu palabra:
Mndalo de palabra y mi siervo sanar:
Cuando fui a vosotros no fui con el prestigio de la
palabra o de la sabidura:
Crey en la palabra que Jess le haba dicho y se puso
en camino:
85
5 Los atributos de la palabra considerados empiezan
todos por p Compltalos en el grfico
' 1
I M ==E
6 Escribe en una pgina una reflexin personal sobre el
tema "Los encomend a la palabra" (Hechos 20,32)
partiendo del salmo 23 "El Seor es mi pastor, nada
me falta Por prados de fresca hierba me apacienta"
7 En tu vida, cundo has comprobado la verdad de la
frase "El corazn le habla al corazn'?"
8 La palabra de Dios merece toda su confianza La mis-
msima palabra procura facilitar que surja en ti tal
confianza Descubre la verdad anterior, en el siguiente
texto de los padres de la Iglesia quienes hablan de que
"la palabra se vuelve estrecha"
"He aqu el escndalo sobre el cual meditan los padres
griegos La palabra se vuelve estrecha Esta palabra
universal se empequeece, se contrae en el tiempo y en
el espacio, de tal manera de estar aqu y no alia, de estar
aqu ahora y no antes, aqu ahora y no maana, se hace
pequeita, y por lo mismo se hace particular y por
tanto accesible, se presta para la relacin interpersonal,
para aquella relacin que toca a cada uno en particular,
participando de la particularidad del ser humano per-
sonal, de tal modo que se puede encontrar con cada
uno de manera nica y absoluta" (Card Martini, Vida
de Moiss 128)
86
9 San Gregorio Magno dice "Aprende a descubrir el
rostro de Dios en las palabras de Dios" Explica como
haras para seguir el consejo de este santo
10 Contesta estas preguntas en forma vivencial, esto es,
ilustrando la respuesta con situaciones o hechos de tu
vida
De donde colijo que mi vida ha sido determi-
nada o es determinada, en algunas opciones, actitudes,
humores, deseos, por las palabras evanglicas
7
Qu palabras evanglicas determinan ms mi
vida
7
87
5 . P a r r e s a mi s i on e r a
UNA FUERZA ADICIONAL
Todo castillo que se respete tiene su fantasma que se oye
pero no se ve. Todo tratado de espiritualidad que se respete
tiene sus palabras-fantasmas que se oyen pero no se entien-
den. La parresa es una de estas palabras. Aunque extraa, el
trmino expresa uno de los elementos ms importantes de la
espiritualidad misionera.
Cuando se recorren los campos de la amazonia transi-
tando por ciertos carreteables que no merecen se les llame
carreteras especialmente durante el tiempo de invierno,
llega un momento en el que el vehculo campero no logra
seguir adelante. Queda trancado por el espeso barro que se
ha formado en el camino.
En tal circunstancia, la amenaza del barro de paralizar
totalmente el viaje, lleva a los ocupantes del vehculo a
gritarle al conductor: Ponga la doble! Inmediatamente el
conductor conecta la doble transmisin y el campero como
que desarrolla una fuerza adicional con la que fcilmente
supera la amenaza del barro y prosigue su itinerario.
No el simple barro de la carretera sino otro tipo de
obstculos y peligros suelen amenazar al movimiento de la
misin.
89
PELIGROSIDAD DE LA MISIN
La misin se vuelve en ocasiones muy peligrosa. La leccin
de su peligrosidad la podemos aprender mirando a Jess, el
enviado del Padre.
"Hemos encontrado a ste alborotando a nuestro pue-
blo" (Le 23,2). As acusaba el sanedrn a Jess ante Pilato y
proseguan gritando para lograr una sentencia de muerte:
Solivianta al pueblo, enseando por toda Judea, desde Gali-
lea donde comenz hasta aqu (Le 23,5). La primera comu-
nidad apostlica haba aprendido bien la leccin de la peli-
grosidad de su fundador y de la misin por l encomendada.
En efecto, las primeras pginas de los Hechos de los Apsto-
les estn repletas de gente que va a la crcel como Pedro
(5,18); que comparece ante los tribunales como Juan y
Pedro (5,27); que colecciona amenazas y castigos ejempla-
res como Pablo (5,23); que es atravesada a cuchillo como
aconteci a Santiago, hermano de Juan (12,2); que es ape-
dreada como Esteban (7,58) o que es expulsada como fue el
caso de los cristianos de lengua griega.
Sin embargo, los cristianos seguan impertrritos per-
turbando la quietud pblica con el mensaje de Jess aunque
les redoblasen las amenazas en el intento de frenar su movi-
miento misionero. Ellos, sin embargo, ponan la doble y
seguan adelante. Contaban con esa fuerza adicional necesa-
ria en los momentos de amenaza y peligro y que se llama
parresa.
Nuestro inters especfico es captar el significado de la
parresa como era vivida en los tiempos narrados por los
Hechos de los Apstoles
1
. Ello se facilita si procuramos
comprender la parresa en dos mundos tan estrechamente
unidos al cristianismo, el griego y el hebreo.
1. Es muy til al respecto la obra de Rinaldo Fabris, La virt del coraggio, Piemme,
Csale Monferrato 1985.
90
LA PARRESA EN EL MUNDO GRIEGO
A los griegos les encantaba la parresa. Al fin de cuentas el
trmino es genuinamente griego. Compuesto por dos part-
culas, la primera Pan significa todo y la segunda Rhesis
quiere decir discurso. Literalmente hablando, Parresa
quiere decir la libertad de decir todo, con firmeza, con
valenta. Los griegos acentuaban bastante la libertad como
elemento de la Parresa. Esta era para ellos la expresin
pblica, abierta, libre de condicionamientos.
En un contexto tan especial, la parresa era considerada
una de las ms excelentes cualidades cvicas.
Todo ciudadano tena derecho a la parresa, esto es, a
hablar abierta y francamente en la asamblea. Claro est que
ese derecho no se basaba nicamente en el hecho de ser
ciudadano libre sino tambin en el de tener una conciencia
recta.
Una democracia ideal era, segn Platn, el rgimen en
que haba parresa.
La parresa, virtud cvica en la esfera pblica, era
tambin virtud moral en la esfera privada. Al respecto, deca
Platn: "Tenemos necesidad de un hombre valiente que
colocando la parresa por sobre todo otro aspecto, proclame
lo que es mejor para la ciudad y los ciudadanos, diga no a las
pasiones y siga la sola voz de la razn"
2
.
La parresa era considerada una de las ms bellas
cualidades en las relaciones interpersonales. Aristteles
deca: "Con los compaeros y con los hermanos hay que
tener siempre parresa"
3
.
Tambin otros filsofos la consideraban de primer
orden. Digenes de la escuela de orientacin cnica
2. PLATN, Leyes, VIH.
3. ARISTTELES, Etica a Nicmaco, IX.
91
interrogado sobre cul sera la cosa ms bella entre los
hombres, respondi: La parresa.
LA PARRESA EN EL MUNDO HEBREO
Para el hebreo la base de la parresa no est en la libertad de
hablar francamente sino en la confianza total en el Dios de la
Alianza y en la fidelidad a l. Dios segn el hebreo est
en el origen de toda libertad y de toda franqueza.
Por eso la parresa no era tanto un asunto de la razn
como para los filsofos griegos sino un asunto del corazn y
de absoluta confianza: "Estar entonces el justo de pie con
gran confianza en presencia de los que lo afligieron" (Sb
5,1). "No exulten mis adversarios al verme vacilar, que yo en
tu amor confo, en tu salvacin mi corazn exulte" (Sal
13,5-6).
La confianza del hebreo, base de la parresa, es tal que
con Isaas puede decir: "He aqu a Dios mi salvador, estoy
seguro y sin miedo, pues Yav es mi fuerza y mi cancin, l
es mi salvacin" (Is 12,2). Y con razn canta el salmo: "Los
que confan en Yav son como el monte Sin que es incon-
movible, estable para siempre (Sal 125,1).
LA PARRESA CRISTIANA
Los primeros cristianos consideraban la parresa de una
manera muy particular. Vamos a describirla y luego descu-
brirla en la vida de los primeros discpulos de Jess.
La parresa es un conjunto de cualidades
recibidas como don del Espritu Santo
para anunciar el evangelio en un contexto de perse-
cucin, peligro, hostilidad o rechazo.
Podemos sintetizar en tres las cualidades que constitu-
yen la parresa.
92
1. La franqueza que proviene de la libertad interior.
2. La lealtad que nace del amor a la verdad.
3. La valenta que nace de la profunda confianza en el
Seor.
1. Franqueza
La franqueza nace de la libertad interior pero no de cual-
quier libertad sicolgica, sino de esa a que aluda Pablo
cuando deca: "Donde est el Espritu del Seor, all est la
libertad" (2Co 3,17). Es la libertad a lo que se refiere san
Agustn cuando en forma tan preciosa exclama:
"Que Dios te entusiasme y ah mismo ests libre".
La parresa como franqueza es entonces un don del
Espritu que proviene de la libertad a la que Cristo nos ha
liberado.
Parresa no es la falsa franqueza llamada insolencia que
es un hablar ofensivo, sin vergenza ni respeto, sin ninguna
delicadeza hacia el otro. Parresa no es la otra falsa franqueza
llamada crtica negativa que lanza juicios sin criterio, desen-
focados, injustamente destructores. Parresa no es tampoco
la falsa franqueza llamada adulacin que es un hablar rid-
culo que no se gua por un principio interior de amor a la
verdad, sino por la bsqueda del propio inters.
La parresa, como un hablar con franqueza, est
impregnada de amor. Mazzolari, el gran prroco italiano
cuya parresa era innegable deca: "Hablo porque amo; hago
silencio porque amo. Son dos momentos iguales e igual-
mente fecundos".
La parresa, este hablar con franqueza cuando la ame-
naza, la persecucin, el peligro se hacen presentes, excluye
todo tipo de servilismo adulador o de hipocresa engaosa.
93
2. Lealtad
La parresa como lealtad nace del amor a la verdad del
evangelio, a la verdad de Jesucristo sobre cualquier cosa.
Ser leales a la verdad es fcil en situaciones de concor-
dia, de paz, de tolerancia. Ser leales a la verdad en momentos
de persecucin, de amenaza, de miedo requiere una fuerza
especial, requiere esa doble transmisin. Entonces la lealtad
se transforma en parresa.
Poca parresa como lealtad a la verdad demostraba
aquel hombre que vio perfectamente una sbana a diferencia
de los dems que equivocadamente vieron un fantasma.
Todos se inclinaron con los brazos en cruz y reverentes ante
el fantasma. Tambin se inclin el hombre que saba se
trataba slo de una simple sbana. Por qu lo hizo? Su
i modo de razonar fue el siguiente: "Antes que defender una
verdad yo solo, prefiero equivocarme en compaa".
3. Valenta
La parresa como valenta (el trmino ms usado en las
traducciones de los Hechos) nace de la profunda confianza
en el Seor, en su presencia, en su apoyo y no tanto en las
propias fuerzas. El Espritu mediante la palabra evanglica
sugiere el modo de hablar, la manera de comportarse en los
momentos de peligro cuando es necesario que la misin
evangelizadora prime sobre la propia seguridad.
De esta fuerza interior que infunde en los apstoles una
valenta especial para proclamar la palabra nos hablan las
vidas concretas de hombres apostlicos como Pedro y
Pablo. En ellos refulge la parresa como autntica y necesa-
ria virtud misionera que asegura el movimiento dla misin
por encima de todos los obstculos, en primer lugar, el de la
persecucin.
94
UN CAPITULO TODO PARRESA
De los Hechos de los Apstoles, el captulo IV es todo
parresa. Aparecen en primer plano las extraordinarias figu-
ras de Pedro y Juan: "Viendo la valenta de Pedro y Juan y
sabiendo que eran hombres sin instruccin ni cultura, esta-
ban maravillados" (Hechos 4,13).
Quines vean y se maravillaban? Eran los jefes de
Jerusaln, los ancianos y escribas y muchos sumos sacerdo-
tes. La maravilla provena del contraste que perciban entre
lo que los apstoles eran y la manera como actuaban. No
lograban encontrar una lgica explicacin a tanta valenta.
Como diran los filsofos: la conclusin parece mucho ms
amplia que las premisas. Los efectos estn superando la
causa. Ellos perciban el contraste y del mismo no podan
dar una razn lgica. Ignoraban que precisamente un aps-
tol Pedro o Juan, Santiago o Pablo no puede ser
explicado perfectamente porque su actuar y su hablar no
siguen el ritmo marcado por la propia instruccin o por la
propia cultura de pertenencia.
La buena noticia del evangelio lleva a que se d testi-
monio de algo y de alguien superior a las propias expectati-
vas, que ofrece una respuesta no imaginada, una novedad
que se trasluce en la misma vida del apstol suscitando
extraeza, maravilla, asombro. Un apstol de ayer o de hoy
no ama verdaderamente a los dems si no sabe ser diferente
de ellos por haber credo en una palabra que cambia el
corazn y la vida y por haberse declarado dcil a ser guiado
por una fuerza que supera su propia debilidad.
El apstol servidor autntico de la misin, por la
dimensin universal de su amor y por la catolicidad de su
mensaje, evita identificar el evangelio con alguna de las
fuerzas en juego en la historia. As evita quedar reducido a
una presencia ms entre tantas presencias del acontecer
95
humano oscureciendo esa otra presencia que se nos ofrece
como la novedad de Jesucristo.
El apstol de verdad despierta la extraeza que suscitan
Pedro y Juan ante el sanedrn y conduce a los dems a la
conclusin (Vase Hechos 4,13) de que algo tiene que ver
Jess en todo esto. Su manera de expresarse revela que la
habilidad literaria fue reemplazada por un hablar bajo la
gua del Espritu.
La parresa es don que viene de lo alto, no simple
habilidad humana. Los dos apstoles reciben varias amena-
zas pero son dejados en libertad. Van a contar todo lo
sucedido a la comunidad. Segn algunos se trata de la
comunidad cristiana y en opinin de otros, de la pequea
comunidad de los apstoles. Sean unos u otros, lo cierto es
que se renen para orar y el objeto de su oracin es la
parresa, la libertad de hablar con coraje, con valenta, en
esas circunstancias tan adversas:
"Y ahora, Seor, ten en cuenta sus amenazas y concede
a tus siervos que puedan predicar tu palabra con toda
valenta" (Hechos 4,23).
Este trozo nos presenta la llamada "pequea Pentecos-
ts" y pone de manifiesto la fuente tan especial de la parresa:
el Espritu Santo.
Adems, expresa un punto firme de Lucas. El repre-
senta "una lnea cristiana que aboga por insertar la Iglesia en
la historia, moderando la fiebre escatolgica de la primera
hora y propugnando, en principio, una actitud de acomoda-
cin con las exigencias de las autoridades imperiales. Pero es
muy consciente del lmite ante el que un cristiano no puede
jams claudicar: los derechos de Dios y la libertad de la
palabra que anuncia su Reino
4
. Por ello, oran por el xito de
la misin, no por su propia seguridad. No piden la gracia de
4. AGUIRRE Rafael, La Iglesia de los Hechos, Fundacin Santa Mara, Madrid
1989, p 46
96
escapar, de saberse esconder bien, de protegerse. Piden la
valenta para anunciar la palabra abiertamente, en pblico, a
todos, en forma completa, diciendo todo.
En esta estupenda pgina del captulo IV, la parresa se
nos presenta en sus tres aspectos de franqueza, lealtad y
valenta. La franqueza de Pedro lo lleva a responder: "Juz-
gad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros ms
que a Dios" (Hechos 4,19). La lealtad frente a la verdad del
mensaje es tambin manifestada por Pedro cuando dice:
"No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto
y odo" (Hechos 4,20). La valenta aparece en la oracin
para pedir la fuerza del Espritu para cumplir la misin en
medio de las amenazas.
Observaba una monjita del convento de Bez un
pequeo pozo y las ranas que lo habitaban.
Pas por ah san Juan de la Cruz y la monjita, con la
mxima sencillez, le pregunt: Por qu las ranas se echan al
agua cuando oyen algn rumor? San Juan de la Cruz le
contest: "Las ranas captan un peligro y se zambullen". Y
aadi: "Ellas nos ensean que en los momentos de peligro
hemos de zambullirnos profundamente en Dios y no en los
escondrijos humanos". Esto lo saba tambin la comunidad
cristiana cuando peda el don de la parresa en el momento
de la persecucin.
LA PARRESA DE PABLO
El libro de los Hechos, aun siendo tan maravilloso en presen-
tar la parresa de la comunidad, resalta preferencialmente la
parresa de Pablo.
1. La parresa de un novicio
"La mona aunque se vista de seda, mona se queda". Ms o
menos as se expresaban algunos en relacin con Pablo. "La
97
zorra pierde el pelo pero no el vicio", debi ser el parecer de
otros.
El caso es que toda la historia de la conversin de Pablo
no convenca mucho a los discpulos de Jerusaln quienes
tomaban prudencial distancia del nuevo discpulo. El miedo
creaba as, en torno a Pablo, un vaco muy incmodo.
Se necesitaba una persona de peso, de altura, de ascen-
dente moral en la comunidad que asumiera la defensa de
Pablo, o mejor, lo presentara a la comunidad con tanta
autoridad que toda duda quedase disipada. Bernab era el
hombre.
Para cumplir su cometido, Bernab quiso destacar
alguna cualidad convincente de Pablo y no encontr nada
mejor que la parresa en el anuncio del evangelio:
"Entonces Bernab lo tom y lo present a los apsto-
les y les cont cmo haba visto al Seor en el camino y que
le haba hablado y cmo haba predicado con valenta en
Damasco en el nombre de Jess" (Hechos 9,27).
El resultado de esa buena mano que le prest Bernab a
Pablo, se tradujo tambin en parresa: "Andaba con ellos por
Jerusaln predicando valientemente en el nombre del
Seor" (Hechos 9,28).
La parresa, valenta de anunciar el evangelio en
momentos de peligro, de inseguridad, de riesgo, era una
realidad. En efecto, la predicacin de Pablo era muy peli-
grosa. En Jerusaln los helenistas intentaban matarlo. "Los
hermanos, al saberlo, lo llevaron a Cesrea y lo hicieron
marchar a Tarso" (Hechos 9,30).
2. La parresa en la sinagoga
En relacin con la parresa, es tambin muy significativo el
encuentro de Pablo con los judos de Antioqua de Pisidia
(Hechos 13,46).
98
Desde el captulo 9 (9,15) se sabe que Pablo ha sido
enviado a los gentiles pero se le ve actuando slo en las
comunidades cristianas y en las sinagogas. No se ve su
vocacin misionera "ad gentes". Pero aparece la hostilidad
de los judos y ello provoca el paso decisivo: "Los judos al
ver la multitud se llenaron de envidia y contradecan con
blasfemias lo que Pablo deca. Entonces dijeron con valenta
Pablo y Bernab: Era necesario anunciaros a vosotros la
palabra de Dios en primer lugar. Pero ya que la rechazis (...)
nos volvemos a los gentiles (...). Al or esto, los gentiles se
alegraron y se pusieron a glorificar la palabra del Seor"
(Hechos 13,45-47.48).
A su vez, los seores distinguidos y los notables pro-
movieron una persecucin contra Pablo y Bernab quienes
decidieron seguir para Iconio.
3. La parresa hasta e final
La valenta de Pablo en Antioqua de Pisidia le ser necesa-
ria tambin en Iconio. El y Bernab "se detuvieron bastante
tiempo hablando con valenta del Seor" (14,3) y tuvieron
que huir para evitar ser apedreados.
En Corinto el Seor reforz la parresa de Pablo: "No
tengas miedo le dijo sigue hablando y no calles; porque
yo estoy contigo..." (Hechos 18,10).
En Efeso, Pablo nuevamente entr en la sinagoga y
durante tres meses hablaba con valenta discutiendo acerca
del reino de Dios (Hechos 19,8).
Finalmente en Roma, prisionero, Pablo enseaba lo
referente al Seor Jesucristo, con toda valenta, sin estorbo
alguno (Hechos 28,31).
Con esta anotacin sobre la valenta de Pablo concluye
la narracin de Lucas. El evangelista fue describiendo el
camino de Pablo en el que experimenta continuamente la
99
persecucin, los intentos de linchamiento, las acusaciones
por parte ya de los judos, ya de sectores locales, el encarce-
lamiento y la prisin de Roma. Una vez en la capital ensea
lo referente a Cristo, logrando as tal vez sin Pablo mismo
buscarlo que la palabra de Dios llegase "hasta los confnes
de la tierra" (cfr Hechos 1,8) luego de superar con la parre-
sa, don del Espritu Santo que lo guiaba, todos los
obstculos.
MIEDO Y PARRESIA
"El miedo no la dejaba cruzar el cementerio, paso obligado
para ir a visitar a sus amigos. La seora esper largo rato.
Finalmente alguien se acerc. Era cuanto ella buscaba. En
compaa lograra aventurarse por tan tenebroso lugar.
Atraviesa usted el cementerio? pregunt la seora.
"S", respondi el personaje acabado de llegar. "Entonces,
voy con usted al otro lado", dijo ella. Empezaron el reco-
rrido y cuando estaban en lo ms interno del cementerio, la
seora pregunt al acompaante: "No le ha dado nunca
miedo venir al cementerio?" El respondi: "S, claro que s,
cuando estaba vivo".
Somos peregrinos con frecuencia sobrecogidos por el
miedo en nuestro camino y no siempre el encontrar compa-
a asegura que ste se disipe.
La historia de los apstoles podra dividirse en dos
partes:
La era del miedo y la era de la parresa. Las dos eras
estn divididas por el evento de Pentecosts. Los apstoles
en la tempestad, aun en compaa de Jess, se dejaron
agarrar por el miedo. Con razn el Seor les reproch su
poca fe. Los mismos apstoles ante los tribunales de Jerusa-
ln suscitaban admiracin por su valenta.
100
Cuando Jess les asegur que recibiran el Espritu
Santo, les estaba diciendo que llegaran a comprender con la
mente y el corazn todo lo que l les haba enseado y lo
sabran vivir aun en las circunstancias ms amenazadoras.
Todo esto no significa la eliminacin del miedo. Lo que pasa
es que hay dos tipos de miedo. El miedo que nos controla,
que nos domina, que nos agarra y el miedo que nosotros
dominamos.
El miedo nos esclaviza, nos domina slo cuando care-
cemos de valores profundos. El miedo del apstol es un
miedo controlado y sometido a un valor muy grande como
es el seguimiento de Cristo y la misin por l confiada.
La parresa es la victoria de la misin sobre el miedo en
el corazn de un apstol. Es la victoria del Espritu, abogado
de la misin y es la victoria de la palabra de Dios que no est
encadenada (2Tm 2,9) ni siquiera por el miedo que la
persecucin, la amenaza o el peligro engendran.
Desde los tiempos de los apstoles mejor dicho,
desde la muerte cruenta de Jess el ideal, el prototipo del
cristiano es el mrtir. Y en mrtir poda convertirse cualquier
cristiano en el momento menos pensado. "El mrtir cristiano
se distingue, no slo por su fe en Cristo, sino tambin por la
referencia explcita a la muerte de Cristo. Este carcter
cristiforme permite comprender el papel jugado por el mar-
tirio en la Iglesia primitiva. El martirio era la forma de la
vida cristiana y la educacin que reciba el cristiano era un
adiestramiento para el martirio. El miedo al sufrimiento y a
la muerte se lograba vencer aunque al cristiano que se
considerase dbil para dominar el miedo le estaba permitido
huir. De todas formas, el miedo quedaba relegado a segundo
plano cuando el cristiano estaba convencido de que su
martirio era participacin en la muerte y resurrecin de
Cristo.
101
Hemos considerado la parresa encarnada en personas
como Pedro y Juan ante el sanedrn. Si hemos de creer a
Tertuliano, el apstol Juan en persona puso como obispo de
Esmirna a Policarpo. Y ste, entre tantas cosas bellas del
apstol Juan como la mansedumbre, la suavidad y la mode-
racin, hered tambin la parresa.
Cuando era obispo de Esmirna, su testimonio de vida
era presenciado y admirado por un muchachito de ojos
vivos y alma despierta, que lo segua en todos sus movimien-
tos, que observaba sus gestos y grababa en su infantil memo-
ria hasta los rasgos de su rostro. Este nio curioso y afortu-
nado, oriental de origen, se llamaba Ireneo. El escribir, ya
siendo obispo, los recuerdos de su infancia relativos al gran
Policarpo.
De Ireneo, sin duda la Iglesia de Esmirna y en especial
el desconocido Marcin, se enriqueci para escribir, en
forma tan viva y sobria, el conmovedor relato del martirio
de Policarpo en el que refulge la parresa del gran discpulo
de Juan:
"As como Policarpo entraba en el estadio, sobrevino
una voz del cielo que le dijo: "Ten buen nimo, Policarpo, y
prtate varonilmente" (...). Venido, pues, a presencia del
procnsul, preguntle ste si era l Policarpo. Respondiendo
afirmativamente, trataba el procnsul de persuadirlo a rene-
gar, dicindole: (...).
Jura, y te pongo en libertad, blasfema a Cristo.
Policarpo respondi:
Ochenta y seis aos hace que soy siervo suyo y
ningn dao he recibido de l. Cmo puedo blasfemar de
mi rey y salvador?".
Es la victoria de la parresa sobre el miedo, no debido a
algn sndrome biolgico de activacin de mecanismos
naturales, sino a la fuerza donada por el mismo Espritu
102
Santo para seguir a Cristo a la manera de Pedro o Pablo,
Esteban o Lorenzo, Ignacio o Justino, Felicidad o Perpetua,
Blandina o Ins, quienes con el martirio expresaron en grado
sumo la fe absoluta en Cristo, la esperanza total en sus
promesas y la caridad perfecta hasta dar la vida por aquel a
quien amaban.
No sobra concluir recordando que hoy como ayer,
todo verdadero cristiano, y por tanto decidido a ser testigo
de Cristo, requiere la parresa para vivir integralmente esa fe,
esperanza y caridad que lo constituye en signo legible y
significativo del reino de Dios.
Concluyamos el captulo regresando a Pablo para evo-
car el momento en que solicitaba de sus fieles una oracin
para que l pudiera ser misionero con parresa: "Orad...
tambin por m para que me sea dada la palabra al abrir mi
boca y pueda dar a conocer con valenta el misterio del
evangelio del cual soy embajador entre cadenas y pueda
hablar de l valientemente como conviene" (Ef 6,18.19-20).
Pablo le dara razn a Gandhi quien deca que la
"valenta es el primer requisito para la espiritualidad". Noso-
tros, con mayor razn, agregamos que es el "primer requi-
sito de la espiritualidad misionera".
103
Actividades
1. Hace un tiempo, el cardenal Josef Tomko, prefecto de
la Congregacin para la evangelizacin de los pueblos,
dijo que en los ltimos cinco aos, la Iglesia ha tenido
una media de un mrtir al mes. Del 1980 al 1986, los
misioneros asesinados fueron sesenta y siete.
Junto a estos, hay en todo lugar de la tierra,
cristianos laicos, torturados, masacrados, asesinados
porque han dado testimonio de la propia fe en Cristo
defendiendo a los pobres y oprimidos.
Identifica algunos nombres de esos 67 misioneros
y algunos otros nombres de esa gran cantidad de mrti-
res por los valores del reino de Dios
5
.
2. Busca en el evangelio cinco pasos que muestren la
parresa de Jess.
3. La parresa en la carta a los Hebreos se traduce como
libertad, confianza y franqueza (a veces con entereza o
seguridad). Verifica la traduccin en diferentes biblias
haciendo referencia a los textos siguientes:
Hebreos 3,5-6
Hebreos 4,14-16
Hebreos 10,19-23
Hebreos 10,35-36
4. Moiss en Ex 5,22-23 se muestra atrevido con Dios
reprochndole enrgicamente el no haber hecho nada
5. DEBESSE Paul, Viacrucis de Amrica Latina, Ediciones Paulinas, Bogot 1989.
104
por liberar al pueblo de Israel. Filn de Alejandra
explica semejante atrevimiento de Moiss en forma
muy original: "Los sabios son amigos de Dios y ms si
se trata del grande y santo legislador Moiss. Ahora, la
libertad de palabra est en parentesco con la amistad.
A quin se puede hablar libremente sino al amigo? Es,
por tanto, muy bello que Moiss sea aclamado en la
Escritura como el amigo de Dios (Ver Ex 33,11). De
este modo, todo lo que l se arriesga a decir con gran
atrevimiento puede ser colocado en la cuenta de la
amistad ms que en la cuenta de la presuncin. La
grosera es caracterstica del presuntuoso pero la seguri-
dad es propia del amigo".
Tienes alguna experiencia personal donde la
parresa (hablar con franqueza segn los griegos) se
haya hecho posible por la amistad con la persona con
quien hablabas? Nrrala a los dems.
5. Establece un contraste entre la parresa y cuanto dice
Antonio Machado en un pequeo verso:
"Qu difcil es
cuando todo baja
no bajar tambin!".
6. La parresa, palabra griega traducida en tantas formas,
puede perder su valor por esa multiplicidad de trminos
con que se presenta. Haz un grfico o un smbolo casi
como las flores que forman un nico florero con el
que se indiquen las tantas palabras con que la parresa
se expresa.
7. Desde tu visin de la parresa, da una interpretacin a
las siguientes afirmaciones ilustrndolas con elementos
bblicos. "Son fuertes aquellos que sin haber bebido
estn ebrios" (J. Dolent).
"El valor es como el amor: necesita una esperanza
que lo alimente" (Napolen).
105
"Antes de tener el coraje de las palabras, los ver-
daderos profetas tienen el coraje del silencio" (Pron-
zato).
8. nete a quien no siendo cristiano puede tambin orar a
Dios pidiendo la gracia de la parresa:
"No me dejes pedir proteccin ante los peligros,
sino valor para afrontarlos.
No me dejes suplicar que se calme mi dolor,
sino que tenga nimo para dominarlo.
No me dejes buscar aliados en el campo de batalla de
la vida,
como no sea mi propia fuerza.
No me dejes anhelar la salvacin
lleno de miedo e inquietud,
sino desear la paciencia necesaria para
conquistar mi libertad.
Concdeme no ser un cobarde,
experimentar tu misericordia solo en mi xito;
pero djame sentir que tu mano
me sostiene en mi fracaso".
Rabindranath Tagore
9. Haz una investigacin sobre la parresa de los mrtires
de los primeros siglos: Policarpcy Felicidad y Perpetua,
Ireneo, Flix, Blandina, Irene, Pionio, Acacio, Cipriano,
gape, Quionia, Apolonia y Crispina.
Cmo se comportaron? Qu respondieron a sus
verdugos con palabras o actitudes?
10. Encuentra en la Biblia 10 personas que sobresalgan por
su parresa especificando la ocasin en que manifesta-
ron esta virtud.
11. Escribe una reflexin personal sobre la famosa frase de
Tertuliano: "La sangre de los mrtires es semilla de
cristianos".
106
6. Oracin misionera
ORAR ES RESPIRAR
"Dime con quin andas y te dir quin eres". As sentencia-
ban algunos. Otros menos creativos se copiaron de los
primeros y empezaron a decir: "Dime lo que lees y te dir
quin eres". Y no faltaron los arriesgados que hacan esta
promesa: "Dime cmo comes y te dir quin eres". Dado
que los imitadores del dicho inicial se multiplican, pues
unmonos a sus filas y digamos: "Dime cmo respiras y te
dir quin eres".
La respiracin, qu elemento tan imprescindible!
Sobre ella y no era para menos son muchos los que han
querido disertar.
Para los taostas "respirar es asimilarse el poder del aire;
puesto que el aire es smbolo de lo espiritual, del aliento,
respirar consiste en asimilarse un poder espiritual".
Y para seguir en el mundo de los maestros orientales,
uno de ellos deca a sus discpulos: "Tu respiracin es tu
mayor amigo. Recurre a l siempre que tengas problemas y
encontrars consuelo y gua".
Pero escuchemos tambin a otros como Saadi de Chi-
raz quien nos hace una bella invitacin: "Cada respiracin
contiene dos bendiciones: la vida en la inspiracin y el
rechazo del aire viciado e intil en la expiracin. Dad gracias
a Dios, pues, dos veces por cada respiracin".
107
Si nos salimos del mbito de los maestros para apren-
der de nuestra vida cotidiana descubrimos la importancia
del poder de la respiracin. Los deportistas se aseguran el
aire en la medida en que saben conservar el oxgeno hasta el
final. Cuando no lo logran, caen exhaustos. El movimiento
se trasforma en parlisis. El alpinista que no logra conquistar
la cumbre confiesa ms tarde que le falt el aire, que se le
acab la respiracin. Nadie como este alpinista para condu-
cirnos una vez ms a la montaa de la espiritualidad misio-
nera. Evoquemos el triple movimiento con que ella nos
desafa: Movimiento de ascensin propio de quien busca en
lo alto del monte la presencia del Seor. Movimiento de
apertura de horizontes como quiera que la subida permite
llevar la mirada a lmites insospechados y dilatar el corazn
en la misma medida. Movimiento de bajada o de insercin
misionera para hacerse todo a todos como lo anhelaba
Pablo.
Este triple movimiento misionero, a la par del alpinista,
puede paralizarse, desvanecerse, desaparecer si no cuenta
con la adecuada respiracin. Cul es la respiracin que
asegura ese triple movimiento misionero? San Agustn, San
Martn y muchos otros han solido insistir en que la oracin
es la respiracin del alma. Ella es quien asegura el triple
movimiento misionero. Sin oracin no hay espiritualidad
misionera.
Con razn Alexis Carrel afirmaba que el hombre tiene
tanta necesidad de orar, cuanta tiene su cuerpo de respirar. Y
Cesbrn en forma semejante explicaba que la oracin
comprende dos tiempos como la respiracin: la inspiracin,
cuando se inhala aire puro y tal es la oracin. Lo dems, esto
es, cuanto se hace durante el da, es la espiracin.
No est lejos de estas imgenes la madre Teresa de
Calcuta cuando dice que el motor de todas sus acciones es la
oracin.
108
Orar es respirar. Respirar es esencial cuando se
enfrenta esa montaa de la espiritualidad misionera. Sin
respiracin, sin oracin, el triple movimiento misionero
termina como el alpinista fracasado, echado en el camino,
sin alientos para ponerse nuevamente en pie.
EL SNDROME DE ACTIVACIN
Cuando una persona es perseguida por un toro y su salva-
cin est en saltar la cerca de dos metros, lo logra debido al
peligro inminente. En condiciones normales, no lograra
hacerlo aunque lo intentase varias veces.
En el momento de miedo, amenaza, angustia o peligro,
el organismo desarrolla un conjunto de defensas cuyo nom-
bre es el sndrome de activacin. Hacen parte del mismo la
dilatacin de las pupilas, la mayor segregacin de adrena-
lina, el aumento de la palpitacin del corazn, la mayor
velocidad de la sangre y sobre todo la respiracin ms
acelerada debido a la mayor cantidad de oxgeno requerido.
El organismo humano nos ayuda a entender otras
situaciones de ndole espiritual. Las situaciones misioneras
como las vividas por la Iglesia de los Hechos implicaban
enfrentar la amenaza y el peligro. Hemos aludido a la
parresa como don del Espritu, fuerza adicional concedida
para la misin. Nos falt enfatizar el otro aspecto comple-
mentario: Ese don del Espritu es concedido cuando las
personas lo solicitan en la oracin.
Esta oracin se convierte en algo muy especial porque
si ella es la respiracin del alma, en los casos difciles de la
misin se trasforma en una especie de sndrome de activa-
cin espiritual. Quiero decir que se vuelve ms intensa,
perseverante, muy sentida, reforzada por la unin comunita-
ria. En el contexto misionero la oracin no puede dejar de
ser comunitaria y perseverante pues son muchos los obstcu-
los que quieren frenar su triple movimiento espiritual.
109
Los Hechos de los Apstoles evidencian por una parte
esa doble caracterstica de la oracin comunitaria y
perseverante y por otra cmo es ella respiracin para el
triple e inseparable movimiento misionero.
ORACIN COMUNITARIA Y PERSEVERANTE
Despus de la ascensin, los apstoles dejaron el monte de
los Olivos y regresaron a la sala superior que tenan a su
disposicin en una casa de Jerusaln. Lucas recuerda sus
nombres y prosigue diciendo: "Todos ellos perseveraban en
la oracin, con un mismo espritu en compaa de algunas
mujeres, de Mara, la madre de Jess, y de sus hermanos"
(Hechos 1,14).
Abandonados a s mismos, los apstoles ante todo se
dedican a la oracin. Es esa una oracin hecha "con un solo
corazn" y es perseverante.
Estos dos aspectos aparecern luego al describir la
comunidad cristiana despus de Pentecosts: "Acudan al
templo todos los das con perseverancia y con un mismo
espritu" (Hechos 2,46).
El trmino "con un solo espritu" o "con un solo
corazn" expresa la dimensin comunitaria, el profundo
contacto, la ntima sintona, la semejanza de sentimientos en
la caridad. El trmino perseverancia, a su vez, quiere indicar
algo as como agarrarse con fuerza a algo, en este caso a la
oracin. Se trata de relievar dos aspectos complementarios
como son la intensidad y la asiduidad.
Ello no lo hace Lucas a travs de afirmaciones explci-
tas que proclaman la perseverancia sino mostrando mlti-
ples circunstancias en que los apstoles y los cristianos oran.
"En Jerusaln, Pedro va al templo para orar en la hora nona
(3,1); en Joppe sube a la terraza de una casa para orar (10,9;
11,5). La oracin acompaa los momentos importantes de
110
la vida de la comunidad: la eleccin del decimosegundo
apstol (1,24), la institucin de los "siete" (6,6), la comuni-
cacin del Espritu Santo a los samaritanos convertidos
(8,15), el envo de los misioneros (13,3), la estructuracin de
las nuevas comunidades (14,23). Cuando mandan a Pedro a
la crcel, la Iglesia eleva incensantes oraciones por l (12,5),
los cristianos se renen aparte para orar (12,12), y cuando
Pedro y Juan son liberados, los apstoles "alzan la voz hasta
Dios" (4,24). Para obtener un milagro, Pedro ora (9,40) e
igualmente Pablo (28,8). Pedro exhorta a Simn el mago a
que ore para obtener el perdn de Dios (8,22) pero l
responde que la oracin de los apstoles ser ms efectiva
que la suya (8,24). Pablo ora despus de las apariciones en
Damasco (9,11), lo mismo hace en el templo de Jerusaln
(22,17), y en la playa de Tiro (21,5) como en la prisin en
Filipos junto con Silas cuando a medianoche con cantos y
plegarias alababa al Seor (16,25).
Los cristianos gustan de definirse ellos mismos
inspirndose en Joel 2,5 ( = Hechos 2,21), como los que
invocan el nombre del Seor (Hechos 9,14.21).
La impresin del conjunto es que los primeros cristia-
nos oraban continuamente. No hay duda de que Lucas
quera hacer entender este aspecto, presentando a los creyen-
tes orando en toda ocasin"
1
.
Poner de manifiesto la perseverancia tan acentuada de
la oracin es la mejor manera de expresar esa necesidad
misionera de la oracin semejante a la respiracin para un
cuerpo vivo.
Pero dado que la respiracin del alma llamada oracin
debe acompaar cada uno de los tres momentos que con-
forman la espiritualidad misionera, es conveniente aludir a
cada uno de ellos.
1. DUPONT J, // testamento pastrale di san Paolo, Ediciones Paulinas, Roma
1980, pp 497-498
111
ORACIN Y ASCENSIN
"Desde cundo eres monje? Pregunt.
Un verdadero monje? Desde hace poco. Emple cin-
cuenta aos escalando la montaa de la decisin.
Dime, hay que comprender antes de decidir, o se
decide y luego se comprende?
Si quieres de verdad seguir mi consejo dijo no
hagas tantas preguntas y sube la montaa"
2
.
La respuesta de este monje parece reflejar la situacin
de la Iglesia de los Hechos. Los primeros cristianos no se
hacan tantas preguntas sobre la oracin, simplemente ora-
ban, esto es, suban la montaa del encuentro con el Seor.
An ms, son pocas las oraciones que Lucas presenta en su
obra. Podran reducirse a dos: la relacionada con la eleccin
de Matas (Hechos 1,24-25) y la pronunciada a raz de las
amenazas narradas por Pedro y Juan pidiendo la parresa
(Hechos 4,24-30). Por lo dems, ms que oraciones Lucas
nos presenta orantes, personas que tienen la maravillosa
experiencia del encuentro con el Seor en la fe.
Son orantes en comunidad como los presentados en los
sumarios (Hechos 2,42), u orantes por motivos apostlicos
especiales como Pedro y Juan que oran para que el Espritu
descienda sobre los samaritanos (Hechos 8,15); u orantes en
momentos duros y difciles como en la persecucin (Hechos
4,24-30) o en la muerte para pedir el encuentro con el Seor
como se expres Esteban (Hechos 7,59); u orantes forzados
como Saulo derribado del caballo en dilogo con Jess
(Hechos 9,5) o ya espontneamente cuando en Damasco en
la calle recta en casa de Judas tena visiones luego cumplidas
con la presencia de Ananas (Hechos 9,12-18); u orantes
como Cornelio, hombre temeroso de Dios cuyas oraciones
2. TEOFANE IL MONACO, Fiabe del monastero mgico, Gribaudi, Turfn 1988, p
85.
112
suben como memorial ante la presencia de Dios (Hechos
10,1-4); o como Bernab hombre bueno lleno de Espritu
Santo y de fe (Hechos 11,23-24); u orantes como la familia
de Marcos y todos los que se reunan en su casa (Hechos
12,12); o Silas acompaando, a Pablo en el encierro de la
prisin (Hechos 16,25); u orantes como los sacerdotes de
Mileto rodeando a Pablo todos de rodillas en el dolor de la
despedida (Hechos 20,36); o el mismo Pablo que, rodeado
de marineros asustados, da gracias a Dios al partir el pan
(Hechos 27,35).
Todos estos orantes, como Moiss en el monte Sina o
Elias en el Horeb, o Pedro, Santiago y Juan en el Tabor, se
descubren frente a Dios, en su presencia, en comunicacin
con l. La oracin es un compromiso de comunin en una
presencia, en una intimidad con el Dios de Jesucristo en el
dinamismo de su Espritu. Dios se manifiesta entonces como
el Santo, como el amigo, como el husped o como el
protector.
No es que en un acto de conquista y de humana pericia,
el orantecomo perfecto escalador llega hasta Dios sino
que l mismo en su bondad y en su amor lo toma y lo coloca
en su presencia. El triunfo de la cumbre alcanzada es de Dios
slo, de su iniciativa, no del orante. Este tiene slo que
dejarse llevar como Teresa del Nio Jess que optaba por el
ascensor de Dios. Con razn dice Ireneo que es propio de la
bondad de Dios el hacer y es propio de la naturaleza humana
el ser hechos.
Propio de la naturaleza humana, no de una forma de
vida religiosa, de una cultura, de una poca. Ponerse en la
presencia de Dios, dejarse cautivar por ella, entrar en esa
intimidad maravillosa, tener la vivencia de la cumbre de la
montaa, todo esto es propio de la naturaleza humana. Que
sea el Dios de Israel, el Dios del pagano Cornelio o el Dios
revelado en Cristo, lo importante es colocarse en su
presencia.
113
El gran poeta hind Tagore as oraba:
"Cada da, Seor de la vida,
me pondr en tu presencia;
con las manos juntas,
oh Dios de la tierra,
me pondr en tu presencia;
bajo tu cielo que orillas no tiene,
en silencio, escondido,
con corazn humilde,
con lgrimas en los ojos,
me pondr en tu presencia".
Estar en la cumbre de la montaa o sea en presencia de
Dios es una aspiracin universal. En frica alguien lo expre-
saba a su modo:
"Para qu sirve un rbol que no da sombra?
Para qu sirve una fortuna sin caridad?
Para qu sirve una vaca que no da leche?
Para qu sirve mi existencia, sin tu presencia, Seor?".
Tan propio de la naturaleza humana es el orar que "no es
posible definir al hombre sin recurrir a la comprensin de la
oracin. Por otra parte, no podemos comprender la verda-
dera naturaleza y el fin de la oracin sin comprender la
vocacin total del hombre. Quin es el hombre que ora?
Es oracin el reflexionar sobre el misterio del propio ser?
Es oracin el acto de admirar la grandeza del universo o de
entender el significado de la propia existencia? Ciertamente
stos son actos fundamentales del hombre; en ellos l
expresa su dignidad y su dinamismo hacia la verdad y la
bondad, pero no puede todo ello identificarse con la
oracin"
3
.
Para que un acto pueda llamarse oracin ha de poseer
en su estructura interna tres aspectos indispensables:
3. HRING B. Tei mino "Preghiere". en varios, Nuovo Dmonano di spiritualita
Ediciones Paulinas, Roma 1982. p 1260
114
1. la fe en un Dios personal, vivo, no en una fuerza
impersonal.
2. La fe en la presencia real del mismo.
3. El dilogo entre el hombre y Dios cuya presencia se
reconoce. La oracin presupone una relacin entre un yo y
un t.
Donde se ora con fe viva, el Espritu Santo est pre-
sente y la gracia de Cristo no se excluye aun cuando el que
ore no conozca ni a Jess ni el misterio de la Trinidad
4
.
Naturalmente si Pedro o Pablo, Juan o Bernab, Felipe
o Santiago predicaban no solamente la fe en un Dios perso-
nal sino en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, estaban
manifestando que la oracin alcanza la mxima cumbre de
la montaa espiritual cuando, en forma explcita y cons-
ciente, se realiza en Cristo quien llama a Dios como Padre,
Abba. Entonces, no creemos solamente en un Dios personal,
creador omnipotente sino que lo adoramos y amamos como
Padre nuestro y del Seor Jess. La oracin de los apstoles
y la nuestra tiene su fundamento en la fe en Cristo y en el
conocimiento que tenemos de l. Y porque l no es sola-
mente la palabra definitiva y completa del Padre sino tam-
bin la respuesta perfecta, nos unimos a l para ofrecer con l
y por medio de l nuestra oracin al Padre, con la gua y el
dinamismo del Espritu Santo.
"Orar es dejar que Jesucristo, en el dinamismo de su
Espritu, diga en lo ms ntimo de nuestro corazn: "Padre".
ORACIN Y AMPLITUD
1. Ms all de los lugares clsicos
Una mujer muy devota y llena de amor de Dios sola ir a la
iglesia todas las maanas. Un buen da, tras haber recorrido
4. Cfr VARIOS, Nuovo Dmonano di spintualit. Ediciones Paulinas, Roma 1982,
pp 1260-1261.
115
el camino acostumbrado, lleg a la iglesia en el preciso
momento en que deba empezar el culto litrgico. Empuj la
puerta pero sta no se abri. Volvi a empujar, esta vez con
ms fuerza, y comprob que la puerta estaba cerrada con
llave. Afligida por no haber podido asistir al culto por
primera vez en muchos aos, y no sabiendo qu hacer, mir
hacia arriba... y justamente all, frente a sus ojos vio una nota
clavada en la puerta con una tachuela. La nota deca: "Estoy
aqu afuera". La firma era de Dios.
Podemos leer en esa nota de Dios una invitacin
misionera a ensanchar el espacio de la propia tienda de
oracin para encontrarlo ms all de los lugares clsicos, de
los esquemas habituales. Sobre todo, a encontrarlo ms all
de las fronteras de fe y de cultura que nos encierran. El
movimiento de ascensin hacia el encuentro con Dios
genera el movimiento de amplitud que torna an ms misio-
nera la oracin.
2. Una criatura en expansin
Tefane, el monje, en sus "Cuentos del monasterio mgico"
nos habla de una criatura en expansin y contraccin que
segn l es el monje pero no dudo en decir que es o debe ser
todo cristiano. Dice l:
"Yo tambin soy un monje y sobre todas haba una
pregunta que me preocupaba: Qu es un monje? Me decid
a preguntrselo pero como respuesta me dirigi otra pre-
gunta bien extraa: De da o de noche? No entenda lo que
quera decir. Como no responda, me explic: Un monje,
como cualquier otro, es una criatura en contraccin y en
expansin. De da est contrado dentro de los muros del
convento, en el hbito que viste, dedicado cuidadosamente a
sus tareas cotidianas. Pero de noche se expande los
116
muros no pueden ya contenerlo. Se mueve de un lugar a otro
de la tierra y llega a tocar las estrellas.
Poesa, pens. Buscando llevar el tema a un nivel ms
abstracto, le dije: Quiere decir que durante el da en su
cuerpo real... "Un momento", dijo. Aqu radica la diferencia
entre nosotros y ustedes. Generalmente se supone que el
cuerpo verdadero es el contrado, y en cierto sentido es as:
Pero aqu procuramos considerar las cosas en otro sentido, a
partir de la expansin. Nosotros llamamos la condicin
diurna "el cuerpo de la naturaleza". Sucede que mientras
ustedes quieren juzgar a un monje por su decoro y por lo que
hace durante el da, nosotros buscamos medirlo por el
nmero de personas que logra alcanzar por la noche y por el
nmero de estrellas que puede tocar"
5
.
De da o de noche, no importa. Pero que sea impor-
tante no vivir eternamente contrados sino ser criaturas que
saben de expansin, no hay duda. Decir que una persona
vive una espiritualidad misionera es reconocer que se trata
de una criatura capaz de superar la ms cmoda contraccin
para acoger la ms radical expansin.
Suele el Espritu Santo lograr que el orante contrado se
torne orante en expansin. De ello nos habla no slo el
mensaje de la orante insitada a encontrar a Dios aun fuera de
los lugares clsicos o el monje del monasterio mgico sino
especialmente el libro de los Hechos.
3. Los cinco de Antioqua
Se llamaban Bernab, Simen, Lucio, Manahn y Saulo.
Eran de Antioqua y se distinguan por dos ttulos muy
especiales: Maestros y profetas. No nos dice Lucas quines
eran los unos y quines los otros. Slo nos relata cuanto les
sucedi, evento que podemos considerar dividido en dos
5. TEFANE 1L MONACO, o c, p 28
117
momentos especiales. El primero narra que "mientras esta-
ban celebrando el culto del Seor y ayunando, dijo el
Espritu Santo: Separadme ya a Bernab y a Saulo para la
obra a la que los he llamado" (Hechos 13,1-2).
Este primer momento encierra aspectos de mucho
inters:
1. El grupo selecto de los cinco est celebrando un
servicio litrgico. Es un dato inslito en los Hechos. En
ninguna otra ocasin se menciona una liturgia de las comu-
nidades. El trmino tiene una connotacin juda y slo
aparece una vez en Lucas cuando Zacaras (Le 1,23) entra a
celebrar el culto litrgico.
2. El ayuno tiene tambin una connotacin juda. Los
judos ayunaban una vez al ao, mientras que los rabinos lo
hacan varias veces con ocasin de peligro nacional. Este
ayuno era extraordinario y deba tener una razn parecida.
Parece tratarse de una oracin oficial por la Iglesia de
Jerusaln en ese momento en una situacin de persecucin.
Herodes, en efecto, haba mandado matar a Santiago
hermano de Juan y Pedro haba tomado la determinacin de
ausentarse de Jerusaln. Nos encontramos frente a una
oracin intraeclesial, donde se ora y ayuna por la seguridad
de una Iglesia local, la de Jerusaln.
3. El Espritu Santo interrumpe esta celebracin. La
interrupcin es un empujn hacia el futuro de la misin
separando a Bernab y a Pablo. Empujndolos hacia la
misin, el Espritu trasforma la oracin particular e intrae-
clesial diramos en contraccin o segn la forma clsica
juda en una oracin misionera, universal.
El segundo momento es muy diferente del primero,
debido a la intervencin del Espritu Santo: "Entonces,
despus de haber ayunado y orado, les impusieron las manos
y los enviaron" (Hechos 13,1-3).
118
Nuevamente aparece el ayuno y la oracin pero esta
vez con una proyeccin misionera muy bella. Es la oracin
por los enviados; se pide que les vaya bien en su misin. Un
gesto expresa tambin este deseo: Imponer las manos sobre
los dos enviados en seal de comunin y bendicin y los
despiden para ir hacia los paganos segn el plan trazado por
Jess.
Este trozo llamado justamente el icono de la
misinnos presenta el paso de una oracin poco misio-
nera, ms proyectada al pasado y a la situacin interna, a una
oracin muy misionera proyectada al futuro de la misin
universal. Y ello gracias a la accin del Espritu Santo que
agarra a los discpulos para formar en ellos la figura misio-
nera y orante de Jess.
Los vidrios de las ventanas parecen muy limpios pero
cuando los atraviesa un rayo de luz, dejan ver todas sus
manchas y se siente la necesidad de limpiarlos. En la oracin
nos ponemos frente a Dios, el tres veces santo como lo
llamaba Isaas, aparece el resplandor de su luz inefable
siempre en expansin amorosa y ah mismo nos percatamos
no slo de nuestra condicin de pecadores sino de nuestro
encerramiento antimisionero. Al mismo tiempo, en cambio
de un juez descubrimos a un amigo, al amigo de los pecado-
res que no duda en llamarnos para enviarnos a continuar su
misin.
Qu hermosa es la forma como Lope de Vega expresa
esta verdad de la amistad que conduce a la misin:
Qu tengo yo que mi amistad procuras?
Qu inters se te sigue, Jess mo,
que a mi puerta cubierto de roco,
pasas las noches del invierno oscuras?
Esta amistad se concreta en una unin de voluntades. No se
habla en el evento de los cinco de Antioqua de indecisin,
de duda, de dilacin. Inmediatamente impusieron las manos
a Bernab y a Saulo y los enviaron.
119
Razn tena Kierkegaard cuando deca que la oracin
es autntica no en cuanto Dios oye lo que se le pide, sino en
cuanto el que ora contina su oracin hasta que oye lo que el
Seor quiere de l. Para estar a la altura de la tarea descu-
bierta como voluntad de Dios, el Espritu ensancha el cora-
zn para que se dilate a la medida de la misin universal. De
esta dilatacin haca alusin san Agustn cuando comen-
taba: "No temas la llegada de tu Dios, no temas su amistad.
No te achicar cuando llegue. Por el contrario, te ensan-
char. Para que sepas que te ensanchar, no prometi slo su
llegada diciendo: "habitar con ellos", sino que te prometi
ensancharte diciendo: "Y caminar ah". Si amas, mira el
espacio que te ofrece" (Sermn 23,7; PL 28,157).
Quien ora es un universo en expansin, un ser planeta-
rio, un hombre universal. De all que es perfectamente
comprensible la actitud de la contemplativa Teresa del Nio
Jess que se senta misionera de una a otra parte del universo
y desde el comienzo de los siglos hasta el fin de los tiempos:
"Quisiera ser misionera no slo por algunos aos sino desde
el comienzo del mundo hasta la consumacin de los siglos"
(Ma 251).
ORACIN E INSERCIN
Volvamos al monasterio mgico que nos ha servido para
introducirnos en los dos movimientos de ascensin y
amplitud.
"Hay un monje que no da consejos, slo hace pregun-
tas. Me haban dicho que sus preguntas podan ser una
ayuda formidable y me fui a encontrarlo. Soy un prroco y
he venido aqu para un retiro. Podras hacerme una de tus
preguntas?". Con mucho gusto, respondi. Mi pregunta es:
De qu tienen ellos necesidad?
Sal desilusionado. Estuve durante algunas horas refle-
xionando spbre la pregunta e imaginando una posible res-
120
puesta. Finalmente decid volver donde l. Perdona, pero tal
vez no me supe explicar bien. Tu pregunta me sirvi mucho
pero me hubiera gustado utilizar este retiro no tanto para
pensar en mi apostolado cuanto para meditar seriamente en
mi vida espiritual. Podras hacerme una pregunta ms direc-
tamente relacionada con mi vida espiritual? Entiendo.
Entonces esta es la pregunta: "De qu tienen ellos real-
mente necesidad?"
El fervoroso prroco quera una pregunta que facilitara
su oracin y su meditacin, que lo llevara a las alturas de la
espiritualidad, al encuentro e intimidad con Dios. El monje,
en cambio, lo invit a encontrar a Dios no en la subida de la
montaa sino en el movimiento de bajada, en ese esfuerzo de
insercin donde la pregunta decisiva no gira en torno a "mi
vida espiritual" sino en torno a aquellos a quienes he sido
enviado.
Una plantica sembrada en la arena fcilmente se
muere. Sembrada en el humus de la tierra, crece y da fruto.
El humus de la tierra tambin alimenta la vida espiritual. En
otras palabras, Dios habla tambin desde la pura tierra y no
slo desde las altas cumbres. Podemos referirnos a la doble
voz de Dios, una que llega de lo alto como en el Sina donde
Moiss pudo escucharla y otra que brota de abajo, de la
pequea zarza y que manifiesta claramente "de qu tienen
ellos realmente necesidad".
"El hombre, imagen de Dios, nos revela el rostro de l
en la medida en que nos acerquemos al prjimo con un amor
generoso y desinteresado".
Si acogemos al otro pero esperando una probable
recompensa, no tiene lugar una verdadera trascendencia del
yo hacia el otro. Pero si servimos al pobre con humildad,
reconociendo el derecho que tiene a nuestra solidaridad con
su dignidad y su miseria, entonces escuchamos la voz de
Dios que brota no slo de lo alto sino tambin desde abajo.
121
Desde abajo se manifiesta la voz de Dios para hacernos
conscientes de lo que realmente los otros necesitan. Conside-
remos un evento de los Hechos muy especial. La institucin
de los "siete":
"Por aquellos das, al multiplicarse los discpulos, hubo
quejas de los helenitas contra los hebreos, porque sus viudas
eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los doce con-
vocaron la asamblea de los discpulos y dijeron: "No parece
bien que nosotros abandonemos la palabra de Dios por
servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre
vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espritu y
sabidura y los pondremos al frente de este cargo; mientras
que nosotros nos dedicaremos a la oracin y al ministerio de
la palabra" (Hechos 6,1-4).
Lafrance dice que "este episodio de los Hechos se
podra titular: "Cmo la Iglesia, ayudada por el Espritu,
inventa nuevos ministerios cuando se sienten determinadas
necesidades". Tenemos que reconocer que hoy estamos lejos
de esa prctica audaz de la Iglesia primitiva. Hacemos con-
gresos, encuestas e innovaciones sin orar larga e intensa-
mente para recibir de Dios los ministerios que l deseara
darnos. Es urgente pasar de una Iglesia "policopiante" a una
Iglesia que ora. El brazo de Dios no se ha acortado para
inventar nuevas formas, pero no somos lo suficientemente
audaces como para crear e inventar en la novedad del
Espritu"
7
.
En Jerusaln se detectaron las necesidades de los ms
dbiles como eran las viudas. "Los doce convocan la asam-
blea de los discpulos y no se hace explcitamente mencin
de una oracin en comn pero, puesto que Pedro dice que
los apstoles deben permanecer "asiduos a la oracin",
indica claramente el camino que se debe seguir y la manera
de abordar los problemas"
8
.
7. LAFRANCE Jean, Perseverantes en la oracin, Narcea, Madrid 1984, p 81.
8. ld,oc, p 81.
122
La historia se repite. "Los que ms han trabajado en el
mundo evangelizando o liberando a los pobres han sido a
menudo hombres de oracin continua, hombres que oraban
siempre"
9
.
An ms, hombres que consideraban la oracin, fuente
de verdadera alegra. No se puede edificar un mundo fra-
terno sin la oracin. De ello no hay duda. Por otra parte, la
pregunta: "De qu tienen ellos realmente necesidad?" lleva
tambin a descubrir que la oracin que no nace del sentido
de responsabilidad frente a la historia actual, al drama del
mundo y a la lucha de los pobres, es ambigua.
La oracin que brota de una responsabilidad vivida es
verdaderamente una garanta de que nuestro esfuerzo no
decaer. La oracin de Moiss con los brazos en alto se
traduce en victoria para su pueblo; su decaimiento se con-
vierte en derrota. Hay una estrecha relacin entre oracin y
lucha. "He combatido la batalla (...), he conservado la fe"
(2Tm 4,7). Hay quien tiene fe y ora intensamente pero no
combate ninguna batalla. Su fe no es de verdad fe. Hay quien
combate la batalla pero no tiene fe, no sabe asumir la actitud
vencedora de Moiss. Maana podr ser un desanimado o
un desesperado. Quien combate la batalla y tiene fe tradu-
cida en oracin, no desiste nunca porque su perspectiva
penetra en los cielos.
El libro de los Hechos es una continua narracin de
lucha en el campo de las tensiones histricas sostenida por
hombres y comunidades de fe y de oracin que supieron
tener en alto los brazos hasta la cada del sol como Moiss.
Los brazos en alto quiere decir estar seguros y cimentados en
esa certeza del cumplimiento del designio de Dios aunque
muchos intenten ofrecer pruebas de que la esperanza cris-
tiana es frgil y de que no sirve para cambiar nada.
Del comienzo al final, los Hechos nos ofrecen orantes
que luchan por la causa del evangelio de Jess. Son orantes
9. Id,oc, p83.
123
que penetran como Pablo y Bernab mundos diferen-
tes, hostiles unos, amigables otros, pero difciles todos, con el
nico deseo de que Cristo el Seor sea aceptado por todos,
pueblos, culturas y personas y esa aceptacin sea el surgir de
hombres nuevos.
La oracin apostlica que invoca el don del Espritu es
la premisa para la insercin misionera, desde cuando los
apstoles con Mara esperaban orando la venida del Espritu
que los lanzara a todos los pueblos, para insertarse profun-
damente en ellos, con el fin de inculturar la buena noticia del
evangelio.
Una nota final sobre el libro de los Hechos confirma lo
anterior. Cuando Lucas escribi su obra, las comunidades
cristianas haban perdido su entusiasmo misionero, se
haban vuelto mediocres, estaban cansados esperando una
parusa que no llegaba. Por ese motivo, Lucas desea presen-
tar unos modelos misioneros llenos de entusiasmo, decididos
a insertarse en todo pueblo con el fin de anunciar significati-
vamente a Jesucristo y sostenidos fuertemente en la oracin.
Esos modelos no eran otros que Jess por una parte de all
la primera obra, el evangelio y los apstoles, incluido
Pablo, por otra. Lucas hemos visto los presenta como
hombres de oracin, no simplemente como hombres que en
ciertos momentos particulares realizan actos de oracin.
Tal vez en el Evangelio de Marcos los momentos de
oracin son actos, pero en Lucas son situaciones permanen-
tes. Jess y los apstoles son hombres de oracin habitual,
perseverante, constante y esa oracin robustece continua-
mente la misin.
Lucas presenta a los discpulos en oracin antes de los
eventos misioneros ms significativos:
Antes de la Pentecosts de los judos (Hechos 1,14).
Antes de la Pentecosts de los samaritanos (Hechos
8,15).
124
Antes de la Pentecosts de los paganos (Hechos 20,9).
Antes del envo en misin de Bernab y Pablo (Hechos
13,3).
Antes de estructurar nuevas comunidades (Hechos 14,23).
Tambin la oracin est presente durante los momen-
tos ms especiales como la prisin de Pedro, la lapidacin de
Esteban y la persecucin.
Lucas presenta a Pablo orando tambin por el futuro de
las comunidades. Cuando Pablo concluy el discurso de
Mileto en el que haba expuesto las reales necesidades de los
presbteros y de sus comunidades, se puso de rodillas. El
texto no nos ofrece el contenido de esta oracin pero era la
oracin de un hombre que se haba insertado profunda-
mente en esas comunidades. Por eso, su oracin no puede ser
otra que por aquello de que tienen ellos realmente necesidad.
Pablo lo expres claramente en su discurso y luego en la
oracin. En efecto, observa Dupont: "Quien est familiari-
zado con los usos hebreos y cristianos o solamente con los
textos bblicos, no puede ignorar que una oracin, colocada
como conclusin de un discurso, no hace otra cosa que
retomar, en forma diferente, los temas principales de este
discurso"
10
.
Pablo en Mileto, los apstoles ante el problema de las
viudas, y tantos otros protagonistas de los Hechos nos ense-
an a unir estrechamente insercin y oracin. Slo as toma
vida este tercer movimiento que junto con el de ascensin y
el de amplitud, constituye la espiritualidad misionera.
10. DUPONT J, o c, p 505.
125
Actividades
1. Comenta, desde el punto de vista de la espiritualidad
misionera, la bella oracin de un rabino judo:
"Seor del universo, has de saber que los hijos de
Israel sufren demasiado, merecen la liberacin, tienen
necesidad de ella.
Pero si por algn motivo que yo ignoro, no quieres an
concedrsela, todava no, entonces libera a los otros
pueblos, a las otras naciones. Pero hazlo pronto".
2. Elabora una oracin en que reconociendo y alabando a
Dios como Padre, te sientes hermano universal y vibras,
por tanto, con la dura condicin de los que ms sufren.
Ser una oracin misionera, de ascensin, amplitud e
insercin.
3. Escribe una reflexin sobre la siguiente narracin de
Tefanes, el Monje: "Me pareca fuese de buen augurio
pasar la navidad en el monasterio mgico. Pero a los
pies de la montaa estaba un mendigo ciego y cuando
me acerqu para darle una moneda, escuch que mur-
muraba: Quin me conducir hasta el corazn de
Dios? Fui incapaz de seguir. Tuve que pararme. Quin
lo habra llevado hasta el corazn de Dios? Me sent
junto a l y tom sus manos entre las mas. Juntos le
dije entraremos juntos en el corazn de Dios".
4. El salmo 98, que comienza invitando a cantar a Yav
un canto nuevo, es el salmo de la misin universal. El
126
toma los grandes temas de la salvacin presentados por
Isaas poniendo de relieve su perspectiva universal.
Recita este salmo con piedad misionera, como se recita
la oracin que aclama al Seor rey de todos los pueblos.
Busca un comentario sobre el salmo y lelo para pro-
fundizar an ms en el mismo.
5. Algunos cristianos se alejan de la oracin con el pre-
texto de que lo importante es la vida. Promueve un
debate con tus compaeros sobre la relacin entre la
oracin y la vida, la oracin y el compromiso.
6. Inventa tres metforas que pongan de manifiesto el
valor de la vida espiritual. Para ayudarte, te ofrezco dos,
una de san Agustn y otra de san Francisco de Sales.
a) Emula a la pequea hormiguita. S una hormiguita
de Dios. Escucha la palabra de Dios y escndela en
tu corazn. Recoge bastante alimento durante los
das alegres de tus veranos espirituales. Sers as
capaz de soportar los das difciles de la tentacin
durante los inviernos de tu alma (Discursos de
Agustn 38,6).
b) "Hay tres grados en la vida cristiana: la vida del
pecador que es como la del avestruz que no logra
tomar vuelo. La vida de quien vive la caridad que es
como la gallina que se levanta un poco y la vida de
quien vive la devocin que es como el guila que se
eleva hasta las alturas".
7. Medita las siguientes afirmaciones tratando de descu-
brir en qu forma iluminan tu propia vida de oracin:
"Es mejor orar con el corazn sin encontrar pala-
bras, que encontrar bellas palabras y no ponerles el
corazn" (Gandhi).
"Un cirio encendido no puede sustituir una espina
dorsal" (Rosadoni).
127
"Hay que orar siempre como si la accin fuera
intil y actuar como si la oracin fuese insuficiente"
(Teresa del Nio Jess).
"Para el hombre que ora mucho no hay ni deses-
peracin ni amargura" (L. Bloy).
"En un mundo amenazado, el que no ora cuando
puede es culpable de no haber auxiliado a una persona
en peligro" (P. Jimnez).
8. Explica por qu la oracin de santa Teresita del Nio
Jess es misionera, a partir de la consideracin de sus
propias palabras:
"El apostolado de la oracin no es tal vez, para
expresarlo as, ms elevado que el de la palabra? Nues-
tra misin, como carmelitas es la de formar a los
obreros del evangelio que salvarn millones de almas de
las cuales nosotras seremos las madres".
"Nuestra vocacin no es la de ir a segar los campos
de grano maduro. Jess no dijo: Bajen la mirada, miren
los campos y vayan a segar. Nuestra misin es an ms
sublime. Consideren las palabras de Jess: "Levanten
los ojos y miren... (Jn 4,35). Miren cuntos lugares
vacos hay en el cielo; les toca a ustedes llenarlos.
Ustedes son mis Moiss en oracin sobre la montaa.
Pdanme obreros y yo los mandar. Slo espero una
oracin, un suspiro del corazn".
"Estoy convencida de que los remedios son intiles
para curarme. Pero me puse de acuerdo con Dios
misericordioso para que sean de provecho para los
pobres misioneros. No tienen ni tiempo, ni medios para
curarse. Yo le pido que todas las curaciones que me
hacen, los sanen a ellos".
"Oracin y sacrificio son toda mi fuerza; son las
armas invisibles que Jess me dio. Ellas llegan a tocar
128
las almas ms que los discursos. Con frecuencia he
tenido esta experiencia".
"Quisiera ser misionera no slo durante algunos
aos. Quisiera haberlo sido desde la creacin del
mundo hasta la consumacin de los siglos".
9. Para familiarizarte con las diversas religiones, une cada
religin a su respectivo signo y a la persona que lo
representa:
Budismo
Cristianismo
Hebrasmo
Musulmanismo
Taosmo . ) j
Induismo
t
OM
10. Todas las religiones se dirigen a Dios. Todos los seres
claman a Dios, a ese Dios que est oculto a todos menos
a Jess. La palabra de Dios ha sido utilizada por todos
pero de cuntas maneras tan diferentes.
Del siguiente texto de Martn Buber sobre la pala-
bra Dios, saca cinco conclusiones misioneras:
"Es la ms abrumada de cargas de todas las pala-
bras humanas. Ninguna ha sido tan envilecida, tan
129
9 Espiritualidad Misionera
mutilada. Precisamente por esta razn no puedo aban-
donarla. Generaciones de hombres han depositado la
carga de sus vidas angustiadas sobre esta palabra y la
han abatido hasta dar con ella por tierra; yace ahora en
el polvo y soporta todas esas cargas. Las razas humanas
la han despedazado con sus facciones religiosas, han
matado por ella y han muerto por ella y ostentan las
huellas de sus dedos y su sangre. Dnde podra encon-
trar una palabra como sta para describir lo ms ele-
vado! Si escogiera el concepto ms puro, ms resplan-
deciente del santuario ms resguardado de los filsofos,
slo podra capturar con l un producto del pensa-
miento, que no establece ligazn alguna. No podra
capturar la presencia de aquel a quien las generaciones
de hombres han honrado y degradado con su pavoroso
vivir y morir. Me refiero a aquel a quien se refieren las
generaciones de hombres atormentados por el infierno
y golpeando a las puertas del cielo. Es cierto, ellos
dibujan caricaturas y les ponen por ttulo "Dios"; se
asesinan unos a otros y dicen "en el nombre de Dios".
Pero cuando toda la locura y el engao vuelven sobre el
polvo, cuando los hombres se encuentran frente a l en
la ms solitaria oscuridad y ya no dicen "l, l", sino que
suspiran "T", gritan "T", todos ellos la misma pala-
bra, y cuando agregan "Dios", no es acaso al verda-
dero Dios al que imploran, al nico Dios viviente, al
Dios de los hijos del hombre?".
130
7. Desapego misionero
APEGO Y DESAPEGO: UNA PAREJA QUE
HACE CRECER
"Me pregunt: Qu buscas? Bueno, la verdad es que yo
busco la perla de gran valor. El la sac de un bolsillo y me la
dio, sin ms ni ms. Qued mudo. Cuando reaccion le
pregunt: En serio, es para m? Ests seguro de que no la
quieres conservar?
Finalmente, me pregunt: En tu opinin, qu es
mejor, poseer la perla de gran valor o poderla donar?
En todo caso, ahora la tengo yo. Y no se lo digo a nadie
pues temo que no me van a creer. (Qu t tienes la perla de
gran valor? No me digas!) o que despertar la envidia de
alguien, o simplemente que me la puedan robar.
S, yo la tengo. Pero permanece an esa pregunta: Es
mejor poseerla o poderla donar? Por cunto tiempo an me
impedir la alegra?"
1
.
La perla de gran valor podra representar aquello a lo
que me apego en la vida. Perla de gran valor era mi cuerpo
cuando me encontraba en esa etapa que los siclogos llaman
narcisismo. Perla de gran valor eran mis padres, a quienes
estaba apegado con total afecto. Eran seres perfectos, sin
rastro de defecto. Perla de gran valor era tambin mi maes-
tra. Cmo saba! Y perla de gran valor eran, en su
1. TEOFANElLMONACO,Fibe del monastero mgico, Grxmdi,7urin 1988,p
10.
131
momento, mis amigos del grupo, luego mi comunidad de
vida cristiana y hasta mi partido poltico. Cuntas realida-
des pasaron por mi vida colocndose el ropaje de perla de
gran valor!
Pero en este instante cae muy bien traer a colacin los
versos de Antonio Machado:
"Dices que nada se pierde
y acaso dices verdad
pero todo lo perdemos
y todo nos perder".
Hasta la perla de gran valor, esa que aparece a lo largo de la
vida, se pierde irremediablemente pero tambin afortuna-
damente. Vivimos todos de apegos seguidos de desapegos.
Para decirlo otra vez con A. Machado:
"Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar;
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar".
El apego nos encierra afectivamente en estrechos horizontes.
Es l un enamorarnos de una realidad que aprovecha de
nuestro estar encantados para influir profundamente en noso-
tros positiva o negativamente.
Pero llega el desapego vestido de crisis. Es el momento
de la liberacin. Los estrechos muros en que se ha convertido
el objeto de apego dejan de ser crcel y se trocan en puentes
que permiten una apertura a nuevos y ms amplios
horizontes.
El desapego del propio cuerpo, del amigo idolatrado
de la propia casa, nos lleva a abrirnos a nuevos apegos con st*
carga de valores y antivalores que a su vez se disuelve*
1
cuando surgen los correspondientes desapegos.
Apego sin desapego significa acabar con el crec'
miento. Desapego sin apego es fuente de inseguridad, d
e
crisis de identidad, de inestabilidad.
132
Apego y desapego son dos desafos que se complemen-
tan no slo en la vida squica sino tambin en la espiritual.
Ellos nos permiten mantener el movimiento que, con la
fuerza del Espritu, nos lleva hacia la perfeccin que se define
sencillamente como seguimiento de Jess.
Nos apegamos a las mediaciones pero nos desapega-
mos cuando ellas tienden a frenarnos, a reducir el movi-
miento espiritual o inclusive a paralizarlo.
Frente a la meta final, todo apego es til pero ninguno
es definitivo ni plenamente satisfactorio. Quin mejor que
san Agustn para expresar esta verdad: "Nos hiciste, Seor,
para ti y nuestro corazn jams descansar hasta que des-
canse en ti".
Y en forma potica, los msticos como Teresa y Juan de
la Cruz expresan esa necesidad de no pararse en la bsqueda
del nico y definitivo apego. Dice bellamente el santo:
Buscando mis amores
ir por estos montes y riberas,
ni coger las flores
ni temer las fieras
y pasar los fuertes y fronteras.
Oh bosques y espesuras
plantados por la mano del Amado,
Oh prado de verduras,
de flores esmaltado
decid si por vosotros ha pasado!
Si la espiritualidad nos exige un continuo desapego, cunto
ms la espiritualidad misionera y la vida misionera en toda
su extensin! Hemos descrito la espiritualidad misionera
como un triple movimiento de ascensin, de amplitud y de
insercin. El apego favorece el movimiento como la meta
estimula el movimiento del corredor, y el desapego garantiza
que alcanzada una meta no se sienta del todo satisfecho sino
que prosiga ese triple movimiento misionero que de suyo
fronteras no posee.
133
Los Hechos de los Apstoles nos ponen frente a los
dramas del desapego. El cristianismo primitivo hubo de
enfrentar varios desapegos con el fin de cumplir su misin.
No nos referimos a ese desapego radical de la vida misma,
que llevaba a apstoles y discpulos a enfrentar valerosa-
mente el martirio con la misma actitud de Pablo quien deca:
"Para m la vida es Cristo y el morir ganancia" (Flp 1,21).
Nos referimos a otros desapegos que se tornaban necesarios
para cumplir la misin encomendada por Cristo y que
resumimos en las cinco Cees: Cultura-comunidad-cora-
zn-carcter-cosas.
DESAPEGO DE LA CULTURA
"El verdadero problema est en los ltimos cincuenta cent-
metros". As anotaba alguien que parti de su tierra para ir a
llevar el evangelio a otros pueblos. Los miles de kilmetros de
distancia que se recorren por tierra, mar o agua no son un
problema. El problema insisto est en los ltimos cin-
cuenta centmetros cuando se enfrenta, cara a cara, una
persona de cultura diferente y posiblemente de lengua
diferente.
Se podra pensar que si al menos la lengua no fuese
diferente, esos cincuenta centmetros no seran tan proble-
mticos. Pero ello no es seguro. Se pueden trasportar pala-
bras como se trasportan los ladrillos ms all de las
propias fronteras culturales pero la interpretacin de las
mismas depende del contexto en que son ubicadas por los
destinatarios. Y ese contexto, a su vez, depende ms de las
pasadas experiencias y del nimo actual de los mismos que
de la buena voluntad de quienes comunican
2
.
2. HESSELGRAVE David, Commomcattvy Chnst cross-culturay, Editorial Zon-
dervan, Graud R apids 1978, p 68 Sobre este mismo asunto ver CASTRO Luis Augusto, Beber
en el pozo ajeno, Ediciones Paulinas, Bogot 1989
134
De manera que, aun llevando los ladrillos, la construc-
cin resultante puede ser completamente diferente de la que
quien lleva el mensaje se imagina. Y entender esa construc-
cin no es tarea tan fcil.
"Uno no puede averiguar lo que otra persona quiere
decir solamente estudiando algunas afirmaciones habladas o
escritas. Para llegar a saber el significado preciso hay que
conocer tambin cul fue el interrogante (un interrogante
presente en la mente de l y que l presupone que tambin
est en la nuestra) al que con lo dicho o escrito quera
responder"
3
. Y para complicar las cosas, esos interrogantes
no siempre estn incluidos en las afirmaciones explcitas. A
veces se expresan en forma no verbal como presuposiciones
o visiones del mundo aceptadas pacficamente no tanto por la
mente cuanto por el corazn.
Cuanto estamos diciendo sobre el destinatario del men-
saje vale exactamente para todos y cada uno de nosotros.
Tenemos visiones del mundo, compromisos implcitos del
corazn, pacficas presuposiciones que nos llevan a creer
que el otro tiene en su mente el mismo tipo de interrogantes
que nosotros albergamos. Y si somos de los que creen saberlo
todo o de los que concluyen precipitadamente sin hacer un
esfuerzo por entender los interrogantes ajenos, con mayor
facilidad nos equivocamos.
"El borracho del pueblo con un peridico en la mano,
se acerc tambaleando al cura y le salud con toda cortesa.
El cura, un tanto molesto, ignor su saludo, porque el tipo
vena bastante tomado. Pero se haba acercado a l con un
propsito: "Usted perdone, padre", le dijo, "podra usted
decirme qu es lo que produce la artritis?". El cura hizo como
si no lo oa. Pero cuando el otro repiti la pregunta, el cura se
volvi enojado hacia l y le grit: "La bebida produce
3. CONN Harvie M, Eternal Word and Changme Words, Ediciones Zondervan,
Grand Rapids 1984, p 15
135
artritis! El juego produce artritis! El despilfarrar el dinero
de la familia produce artritis! El pasrsela en bares y canti-
nas produce la artritis...!". Y slo despus de unos instantes,
ya demasiado tarde, le inquiri: "Por qu me lo pregun-
tas?". "Porque aqu, en el peridico, dice que es eso lo que
padece el Papa"
4
.
Si el no averiguar bien sobre los interrogantes antes de
contestar, lleva a equivocaciones grandes en la vida coti-
diana, qu decir cuando de la misma forma se presenta el
evangelio. Es an ms lamentable y peor cuando el contexto
cultural difiere mucho del propio.
Definitivamente, el verdadero problema est en los
ltimos cincuenta centmetros. Estos cincuenta centmetros
nos exigen algo muy importante: el desapego de la propia
cultura como nico punto de referencia para anunciar el
evangelio. El desapego de la propia cultura es parte impor-
tante de una espiritualidad misionera y de su genuino sentido
de catolicidad.
Desapego no quiere decir prescindir de la propia cul-
tura algo difcil de imaginarse sino relativizarla con el
fin de hacerse todo a todos como deca Pablo quien conside-
raba su cultura hebrea una "basura" y llamaba a su cultura
griega una "tontera".
El desapego cultural que no es un fin en s mismo
mira a poder comunicar, en forma comprensible a los dems,
el evangelio, a partir de la riqueza cultural de ellos, en primer
lugar de la lengua y del lenguaje. El desapego cultural
implica, por tanto, vivir la vida sin hogar fijo, sintindose
peregrino que acepta la propia pobreza cultural sin llamar
nada suyo ni siquiera la lengua.
Los Hechos de los Apstoles, precisamente, insisten en
la importancia de la comprensin del mensaje por parte de
4. DE MELLO Anthony, La oracin de la rana II, Sal Terrae, Santander 1988, p
147.
136
los destinatarios. Una comprensin que ni en las diversida-
des culturales o lingsticas debe encontrar barreras. Como
sea, el evangelio debe ser comunicado como buena noticia y
as captado por los destinatarios, no como enigmtico jero-
glfico incomprensible. Ello es tan importante, que no
importa si para lograrlo se requiere un milagro: "Haba en
Jerusaln hombres piadosos, que all residan, venidos de
todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel
ruido la gente se congreg y se llen de estupor al orles
hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admi-
rados decan: "Es que no son galileos todos estos que estn
hablando? Pues cmo cada uno de nosotros les omos en
nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas;
habitantes de Mesopotania, Judea, Capadocia, el Ponto,
Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con
Cirene, forasteros romanos, judos y proslitos, cretenses y
rabes, todos les omos hablar en nuestra lengua las maravi-
llas de Dios" (Hechos 2,5-11).
Los apstoles hablaron las lenguas de los pueblos all
representados y stos los comprendan.
El evento admirable, que suscit estupor, no es que
tantos pueblos hayan comprendido el mensaje sino que los
apstoles lo hayan comunicado en la lengua de cada uno de
ellos, en la lengua nativa. El evento admirable no es que los
apstoles hayan salido de su encerramiento para comunicar
el mensaje sino que se haya superado la ms difcil de todas
las barreras humanas, la cultural, en su aspecto ms tpico
como es el lingstico. El evento admirable no es que los
apstoles hayan conocido el mensaje tan especial que deban
comunicar sino que hayan dado muestras de conocer el
mundo cultural al que ese mensaje estaba dirigido.
El desapego cultural no es entonces una especie de
mortificacin tnica para ganar mritos personales. Eis un
medio que desea facilitar al otro la comprensin del mensaje.
137
El milagro de hablar las lenguas de los otros en la
trasmisin del mensaje encierra una leccin clara: "Incumbe
a la Iglesia asumir todas las lenguas de los hombres, todas las
culturas de las que esas lenguas son una expresin y un
vehculo. Su tarea no consiste en llevar a todos los hombres a
entender la lengua de ella sino en hablarlas en la lengua de
ellos. Su vocacin universal le impide identificarse con una
cultura particular". Juan XXIII lo record en el discurso de
apertura del Concilio: "Una cosa es el depsito de la fe, esto
es, las verdades contenidas en nuestra doctrina y otra cosa es
la frmula con que son presentadas". Su misin universal
obliga a la Iglesia a traducir continuamente su propio men-
saje para que sea comprensible a todos los hombres, de todos
los pueblos y de todos los tiempos, segn sus lenguas, cultu-
ras y modos de pensar. Es una tarea muy difcil pero preci-
samente para llevarla a cabo la Iglesia recibi el Espritu
Santo el da de Pentecosts"
5
.
Lo anterior nos salva de confundir el fenmeno de
"hablar en lenguas" con el evento maravilloso de "hablar en
otras lenguas".
Hablar en lenguas, expresin paulina tan usada por los
carismticos, es algo que edifica a s mismo pero no a los
dems al menos que no se interprete lo que se quiere decir.
Por ello Pablo, luego de hacer ver la inutilidad de hablar en
lenguas, en forma incomprensible equivalente a hablar al
viento, concluye diciendo: "En la asamblea prefiero decir
cinco palabras con mi mente, para instruir a los dems, que
diez mil en lengua" (ICo 14,19).
El objeto del desapego cultural es instruir a los dems,
lograr comunicarles el mensaje de Jess en forma compren-
sible a ellos.
5. DUPONT Jacques, Nuov slud mgli Am degli Apostoli, Ediciones Paulinas,
Turn 1985, p 184
138
Cuando empez su profesin, el erudito profesor quera
ensear todo lo que saba y todo lo que no saba. Pasados
unos aos, aprendi que deba ensear solamente lo que
saba. ltimamente, se dio cuenta, a raz de un despojo de su
propio yo, de que deba ensear solamente lo que los dems
podan comprender. Tambin ste es despojo cultural.
La espiritualidad misionera a veces ha sido definida
como vivir el evangelio en tierra extraa.
En tierra extraa la vida y la palabra pueden ser perci-
bidas ms como raros jeroglficos que como signos com-
prensibles. Ello es debido al ropaje cultural diferente. Relati-
vizarlo, no aferramos a l, nos permite captar los matices del
otro ropaje y descubrir caminos de comunicacin existencial
del mensaje en forma comprensible a los destinatarios. Es
una exigencia de la misin y un elemento especfico de la
espiritualidad misionera.
DESAPEGO DE LA COMUNIDAD
"El predicador estaba ese da ms elocuente que nunca y
todos, lo que se dice todos, soltaron las lgrimas. Bueno, no
exactamente todos, porque en el primer banco estaba sen-
tado un caballero totalmente insensible al sermn".
Alguien le pregunt: "Cmo le pareci el sermn?"
"Tan elocuente que daban ganas de llorar". "Y por qu, si
me permite, no ha llorado usted?". "Porque no soy de esta
parroquia"
6
.
Si el desapego cultural es difcil, no lo es menos el
desapego de una comunidad en la que se ha vivido ligado
por una fuerte tradicin religiosa e identificado profunda-
mente con ella.
6. Id, La oracin de a rana I, Sal Terrae, Santander 1988, p 107
139
Sin embargo, la espiritualidad misionera dada su
exigencia de disponibilidad de hacerse todo a todos
requiere que incluya entre sus aspectos principales el des-
apego comunitario. No se trata de renegar de la propia fe, de
pisotear las propias tradiciones, de olvidar el pasado reli-
gioso sino de lograr que la identificacin con ese pasado deje
una puerta abierta a la novedad religiosa del presente y del
futuro para reconocer una presencia de Dios y de su Espritu
que sopla donde quiere. Se trata de aceptar cuanto san
Agustn afirmaba: "Dios es amado por todo aquel que sea
capaz de amar, spalo o no lo sepa". O de acoger cuanto
deca santo Toms: "Todo lo que es verdad, por cualquier
persona sea manifestado, proviene del Espritu Santo".
El desapego de la comunidad posibilita, como lo
recuerda el cardenal Poupard, la percepcin desde dentro de
los valores vividos por una comunidad diferente. Es una
capacidad que proviene de cuanto Pascal llamaba "sprit de
finesse"
7
. Pero se trata de una capacidad cuya consecucin es
difcil, ardua y aun dolorosa.
Los Hechos de los Apstoles nos ofrecen dos situacio-
nes que ilustran la dificultad y al mismo tiempo la necesidad
de este desapego.
1. La situacin de Pedro
Fuertemente apegado a su comunidad religiosa juda, Pedro
no concibe cmo pueda superar esos aspectos de la misma,
que son impedimentos para su apertura a los paganos. Dios
mismo intervino para que Pedro rompiese una doble tradi-
cin religiosa.
La primera tiene que ver con el contacto con los
extranjeros: "Vosotros sabis que no le est permitido a un
7. Cfr CASIRAGHI Giampiero, Chiesa lcale e annuncio mtsswnano, EMI, Bolonia
1988,p 66
140
judo juntarse con un extranjero ni entrar en su casa"
(Hechos 10,28).
La segunda est relacionada con los alimentos. Pedro
se enfrenta al Seor segn el relato de l mismo: "Levntate,
Pedro, sacrifica y come". Pedro contest: De ninguna
manera, Seor; jams he comido nada profano o impuro".
La voz le dijo por segunda vez: Lo que Dios ha purificado,
no lo llames t profano. Esto se repiti tres veces" (Hechos
10,13-16).
Hay personas que nos caen tan mal que de ellas deci-
mos: No las digiero. Las comparamos a alimentos de poco
gusto. Esas personas son con frecuencia la comunidad reli-
giosa opuesta a la nuestra. En el caso de Pedro esas personas
eran los gentiles. Pero la visin que tiene lo coloca frente al
deber de tener que digerirlas. La visin habla de animales
puros e impuros pero bien anota Roloff examinando el
contenido de la visin: "En ella no se trata de imponer a
Pedro la aceptacin de lo impuro; lo esencial es esa mezcla
indiscriminada de puro e impuro (...). El sentido no radica en
el mandato celeste, sino en el carcter alegrico de la visin.
La mezcla de puro e impuro, cuya aceptacin se impone a
Pedro, se refiere a su futuro trato con hombres puros e
impuros (...). Dios ha "purificado" lo impuro, escogiendo a
los paganos para que entren a formar parte de la comunidad
salvfica y enviando sobre ellos el Espritu Santo"
8
.
"La visin entonces se propone "hacer entender a
Pedro, por medio de una especie de parbola, que, en el
plano salvfico de Dios, los judos y los gentiles se encuen-
tran en las mismas condiciones"
9
. Es una visin que busca
mover a Pedro al desapego comunitario judo para que
pueda acoger los desafos que el Seor le presentar al
enviarlo a la casa del pagano Cornelio, un extranjero
impuro.
8. ROLOFF Jurgen, Hechos de los apstoles, Cristiandad, Madrid 1984, p 231
9. WIKENHAUSER A\red,AttidegIiAposslol, Morcelliana, Brescia 1979, p 160.
141
El desapego fue posible slo cuando Pedro vio cmo
Cornelio y toda su familia reciban el Espritu Santo a la par
de l y los dems judeocristianos. Pedro se rindi ante la
evidencia. Lo reconocer ms tarde cuando tendr que
justificar su actuacin ante los defensores de la circuncisin:
"Si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por
haber credo en el Seor Jesucristo, quin era yo para poner
obstculos a Dios? (Hechos 11,17).
2. El conflicto entre rameos y griegos
La segunda situacin donde aparece una dificultad para
desapegarse de la propia tradicin religiosa es el conflicto
entre los de habla aramea y los de habla griega (Hechos
6,1-7). Ya que se trae a colacin el habla de cada grupo se
podra pensar que el asunto tiene que ver con el lenguaje. Y
efectivamente as es. Pero no se trata de cualquier lenguaje
sino del especficamente religioso.
La narracin se centra en la discusin sobre el descuido
por parte de los de lengua aramea de las viudas de aquellos
de lengua griega. Las viudas, sin embargo, como que son
utilizadas por Lucas para minimizar un problema que tena
races ms profundas que un simple descuido.
El caso es que Lucas hombre de paz y mansedum-
bre tiene la filosofa particular de presentar la realidad en
forma serena, bella, sin demasiados conflictos o reduciendo
al mximo los roces. Pero la verdad es que se trata de un
conflicto intraeclesial entre los cristianos de habla aramea y
los de habla griega. El punto inicial, hemos dicho, tena que
ver con el lenguaje, en el sentido de la forma de expresarse en
relacin con el templo.
Los cristianos de lengua griega haban logrado un
desapego del templo al que haban relativizado bastante. Los
de lengua aramea tenan al templo en gran consideracin y
all asistan cada da.
142
La visin tan diversa del templo los llevaba tambin a
formar diferentes maneras de actuar, aunque tambin la
diversidad de lengua influa en las dificultades.
Los helenistas hablaban griego correctamente, mien-
tras que los hebreos mencionados hablaban arameo. Entre
los dos grupos se creaba as una barrera lingstica que tuvo
como consecuencia la separacin litrgica. Muy pronto, se
supone, se lleg a celebrar la liturgia en grupos separados.
Ms all de la celebracin litrgica, la separacin se fue
acentuando en lo relacionado con la idea del templo, que era
un punto esencial para los rameos y, en cambio, era visto
con mayor relatividad por los griegos.
Fue necesario que los de lengua griega tuviesen sus
propios dirigentes, los siete diconos encabezados por Este-
ban. Los apstoles les impusieron las manos para conferirles
el encargo que los capacitara para el cumplimiento de su
ministerio.
Para el grupo de lengua griega, la vida se iba compli-
cando. El grupo fue tomando una actitud ms crtica contra
las costumbres judas en general y contra el templo en
particular.
Ello provoc una hostilidad abierta por parte de las
autoridades judas que desemboc en el martirio de Esteban
y en una persecucin continuada contra la comunidad hele-
nista, que tuvo que huir de Jerusaln. Primero salen hacia
otras zonas de Palestina: Felipe, uno de los siete, predica en
Samara. Luego se instalan en las ciudades de Asia Menor y
de una manera especial, en Antioqua (Hechos 6-8)
10
.
Por su parte los cristianos de lengua aramea eran bien
acogidos por los judos como quiera que an no fuese
marcada la diferencia entre los unos y los otros.
10. OLORIZ Jess, Las primeras comunidades cristianas, Verbo Divino, Eslella
1987, p 4.
143
La crisis de las revoluciones cientficas es un libro
11
en
el que se hace ver cmo las ciencias entran en crisis cuando
aparecen elementos nuevos que no encajan en los postulados
y principios hasta ahora vigentes. Entonces la ciencia debe
ensancharse cambiando algunos estrechos postulados de
manera tal que pueda incluir una coherente explicacin de
los nuevos fenmenos. De lo contrario esa ciencia se acaba
por irrelevante e intil. Una crisis semejante aconteci en la
comunidad cristiana primitiva. Esteban y dems diconos
son la expresin de un elemento nuevo recibido de Cristo
que exige de la comunidad una apertura, una manera ms
amplia de percibir, una disponibilidad a lo diferente slo en
apariencia negativa o amenazador. Los apstoles tuvieron
esta disponibilidad mas no as toda la comunidad cristiana.
Cunto malestar habr generado el apego al templo de los
unos frente al gil desapego de los otros.
Aquellos viendo el terrible fin que tuvo Esteban,
habrn dicho: "Eso le pasa por meterse de profeta; qu
necesidad tena de hablar contra el templo, de drselas de
avanzado, de romper la paz y la armona de que gozbamos,
ahora, vanlos a todos ellos perseguidos".
No todo lo nuevo es obra del Espritu; la novedad, sin
embargo, es una de las grandes tareas de quien es capaz de
renovar todas las cosas. Y cuando acontece la novedad que
viene del Espritu, la comunidad se siente desafiada a de-
sapegarse de todo aquello que impide su acogida. Optar por
la rigidez genera un conflicto y a veces un conflicto espiritual
tan brutal como una guerra humana.
11. Es el libro de Thomas S Kuhn donde hace ver cmo la ciencia y la investigacin se
esfuerzan por lograr que la naturaleza encaje en los compartimientos conceptuales suministra-
dos por su educacin profesional Estos compartimientos llamados paradigmas entran en crisis
cuando un elemento nuevo no se logra que encaje en los mismos
144
DESAPEGO DEL CORAZN
"El cuervo se hizo a un enorme pedazo de carne. Tom
altura para estar seguro pero descubri que los otros cuervos
lo seguan. Suba, bajaba, aguantaba los picotazos, pero no
lograba deshacerse de ellos. Al fin solt la carne. Los cuervos
que lo perseguan se lanzaron en pos de la carne y nuestro
cuervo pudo exclamar: Al fin, todo el cielo me pertenece!
12
.
Carecemos de pico. Pero lo que ms queremos no lo
agarramos ni siquiera con las manos sino con el corazn. El
es la sede de los sentimientos, de los valores afectivos, de la
sabidura, de la vida espiritual. Por ser sede de lo ms
preciado, no puede dejar de vigilar: "yo duermo, pero mi
corazn vela".
Por eso, cuando algo o alguien entra en el corazn, no
es fcil que salga de l. Llevar algo en el corazn es sentir un
apego especial por esa realidad. Y ya nos sintamos acorrala-
dos, perseguidos, picoteados, defendemos lo que en el cora-
zn llevamos.
Dice Garca Lorca que el corazn nos corre a veces por
todo el cuerpo, como si fuera un perro perseguido. Qu
dramas los del corazn. Antonio Machado lo expresaba en
bella y sucinta poesa:
"Hora de mi corazn
la hora de una esperanza
y una desesperacin".
De una desesperacin cuando sabemos que lo hemos
apegado a algo que en definitiva nos impide decir como el
cuervo: "Finalmente todo el cielo me pertenece".
Hay en la vida de Pablo algo tan apegado al corazn
que, aunque quiera, no logra soltar y se convierte en freno
para su misin universal. Se trata de la sinagoga. El libro de
los Hechos nos narra todo un proceso de liberacin de Pablo
12. DE MELLO Anthony Elcanto del pajaro, Sal Terrae, Santander 1982, p 178
145
10 Espiritualidad Misionera
en relacin con la sinagoga. No era fcil. Como todos los
nios judos de Tarso, Pablo aprendi las tradiciones de su
propio pueblo a travs de una instruccin regular recibida en
la sinagoga local.
Haba llegado a Jerusaln unos aos antes de la muerte
de Esteban en calidad de alumno a formarse en la escuela del
sabio rabino Gamaliel. Segn su propio testimonio, fue un
alumno aventajado. El haber nacido y haber sido educado
judo, constituye para Pablo una base muy importante para
su ulterior modo de pensar y de comportarse.
"Compara todo el pueblo de Dios (los israelitas del
Antiguo Testamento junto con los cristianos gentiles) a un
olivo que hunde sus races en el Antiguo Testamento, y los
cristianos gentiles han sido injertados como un nuevo retoo
en su tronco, en tanto que algunas de las ramas (judas) han
sido cortadas, si bien sern restauradas a su debido tiempo.
Efectivamente, la situacin presente es pasajera. Aunque
pueda parecer a algunos que "el pueblo de Dios" son ahora
los gentiles, en realidad Dios les ha permitido entrar con el
fin de animar al pueblo judo a una mayor obediencia"
13
(CfrRm 11,13-26).
Esta manera de pensar corre paralela a su modo de
actuar. Siempre que llegaba a una nueva ciudad de cualquier
sitio desconocido del Imperio, iba ante todo a visitar la
sinagoga juda. No hay duda de que tendra sus razones para
hacerlo. Slo razones teolgico-pastorales o tal vez un
cierto apego del corazn a la sinagoga? Probablemente las
dos cosas apoyndose mutuamente.
Para Rius Camps se trata de una tctica equivocada:
"La tctica adoptada por Pablo de dirigirse a los judos como
pueblo privilegiado y slo secundariamente a los paganos
13. DR ANE John, / a vida de la primitiva Iglesia. Verbo Divino, Estella 1987, pp
41-42
146
seguir pesando como una losa en el decurso de la misin y
llevar ahora a consecuencias desastrosas"
14
.
Su visin del libro de los Hechos gira en torno al
desapego del corazn. Sostiene l que "el propsito de Lucas
al detenerse tan largamente en su figura y contar con tanto
detalle una larga serie de episodios, es, en primer lugar,
delinear el xito de la misin cristiana a pesar de los obstcu-
los que oponen sus protagonistas; al mismo tiempo, va
exponiendo el proceso de liberacin que experimenta Pablo
respecto a las categoras judas que an subsistan en l.
Cuando Pablo, como antes Pedro y Felipe, ha llegado a la
plena comprensin y aceptacin de la misin que el Seor le
haba confiado, desprendindose de los ltimos restos de su
mentalidad juda, acaba el libro. La misin puede ejercerse
ya en la humanidad entera"
15
.
Es la victoria completa de la misin sobre los apegos
del corazn. El mensaje de Jess y la fuerza del Espritu
triunfaron sobre el corazn de Pablo para que libre de trabas
se dedicara a su actividad misionera.
DESAPEGO DEL CARCTER
Le lleg por primera vez una bicicleta. Naturalmente, todo el
da estuvo montando. El da siguiente tampoco se baj de la
bicicleta. El domingo sali muy temprano y se le olvid ir a
la misa como era su costumbre todos los domingos. Le
aconteci lo mismo el domingo siguiente. Pero al llegar el
otro domingo volvi a la misa. Solo que, diversamente de
como sola hacerlo, esta vez fue a la iglesia en bicicleta y no a
pie
El ejemplo de un famoso telogo llamado Karl Rahner
nos sirve a nosotros como le sirvi a l para ilustrar cmo
14. RIUS-CAMPS J, El camino de Pablo a la misin de los paganos. Cristiandad,
Madrid 1984, p 55
15. Id, oc, p301.
147
toda persona crece mediante un doble proceso de diferen-
ciacin e integracin
En la diferenciacin nos abrimos a lo nuevo, a lo
diferente, a lo que nos desafa El experimentar por primera
vez una bicicleta propia es un momento de diferenciacin
Hay el entusiasmo de la novedad
En la integracin asimilamos la novedad en nuestro ser,
en nuestro carcter El joven que haba olvidado por el
entusiasmo de la bicicleta sus deberes religiosos, ntegra la
novedad en su vida anterior recuperando el equilibrio que se
haba roto
La diferenciacin, en efecto, nos desequilibra momen-
tneamente La integracin conquista un nuevo equilibrio
Dejamos de crecer cuando la integracin se separa de la
diferenciacin
Por comodidad o cansancio nos declaramos plena-
mente integrados, completamente realizados, suficiente-
mente crecidos y nos eximimos de la diferenciacin y de la
novedad que la acompaa Nos detenemos en una integra-
cin pasada y la declaramos suficiente para nosotros "Un
oso recorra constantemente, arriba y abajo, los seis metros
de largo de sujaula Cuando, al cabo de cinco aos, quitaron
la jaula, el oso segua recorriendo arriba y abajo los mismos
seis metros, como si an estuviera en la jaula Y lo estaba .
para l
16
Nos puede pasar como al oso Quedamos atrapados en
una integracin pasada los mismos seis metros sin
imaginarnos en las tantas posibilidades de vida que an
podramos poner en ejecucin
Afortunados si en esos momentos de muerte sicolgica
o de letargo squico y espiritual tenemos un sacudn, una
crisis fuerte, un cornentazo que nos haga sentir an vivos,
16 DE MELLO Anthony La oracin de la rana II Sal Terrae Santander 1988 p
112
148
que nuestro carcter puede an asimilar la novedad, lo
diferente, el otro en su ser diverso
El doble dinamismo de la integracin diferenciacin
nos ayuda a entender a algunos personajes del libro de los
Hechos de los Apstoles, que podran definirse como difci-
les por su falta de apertura a la diferenciacin
Recordamos a Santiago llamado hermano del Seor
Hombre venerable y santo se dice que tena rodillas de
camello de tanto rezar y muri mrtir sucedi a Pedro en
Jerusaln No habiendo tenido la experiencia de las comu-
nidades mixtas, condujo a su Iglesia por los senderos de una
estrecha observancia de la ley juda, en forma rgida y, en
cierta forma antimisionera
De Jerusaln partan los judaizantes para hacerles la
vida difcil a Pablo y a Pedro todo lo cual desemboc en
incidentes entre los dos apostles (Ver Ga 2,11-16) Mien-
tras que la tendencia de Pablo era hacia la novedad del
cristianismo sin los rezagos de la ley, la de Santiago era la de
conducir un cristianismo observante de la ley, encerrado en
s mismo y a la defensiva
Fuertemente judeocnstiana, practicante de la circunci-
sin, defensora de la obligatoriedad de las normas del Anti-
guo Testamento y organizada como las comunidades judias
con un colegio de presbteros a su cabeza, la Iglesia dirigida
por Santiago era ms dada a crear comunidad en torno a la
ley que a abrirse a la misin con entusiasmo De all la
frialdad de la acogida brindada a Pablo cuando regreso a
Jerusaln
El pensaba que sera acogido con el cario que merece
un gran misionero y se encontr con el carcter duro de
Santiago y de su prebisteno quienes le hicieron mltiples
exigencias muy poco misioneras Lsa rigidez de carcter que
comunicaba a su Iglesia, impeda a Santiago vivir en pleni-
149
tud su cristianismo con esa dimensin de catolicidad propia
de otras Iglesias.
Sucede que el desapego de carcter es condicin inelu-
dible de catolicidad. Nuestro carcter le da un tono a nuestra
espiritualidad y a nuestra teologa as como sta podra
influir en aqul. Se trata de saber cul tiene su preponderan-
cia sobre el otro. En el caso de Santiago la novedad del
cristianismo se empobreci por aquello de que "lo que se
recibe, segn el modo de ser del recipiente se recibe".
Cuando una persona dice convencida: "A m no me
cambia nadie" o "Yo soy as y basta" o "loro viejo no
aprende a hablar", est declarando cuan poco vive una
espiritualidad misionera, al estilo de Pablo que lo llevaba a
hacerse todo a todos.
DESAPEGO DE LAS COS'iS
Lo cuenta San Atanasio refirindose a la vida de san Anto-
nio abad.
Lleg donde el abad Antonio un joven que, desilusio-
nado de la vida, decidi hacerse monje. Vendi, por tanto,
todos sus bienes y dej para s solamente el mnimo indis-
pensable. Se present a Antonio quien lo recibi amable-
mente y le dijo: "Has renunciado a toda riqueza?" "S,
Padre, vend todo lo que tena y dej nicamente el mnimo
indispensable".
"Si quieres ser monje le dijo Antonio ve a la aldea
cercana, compra carne, cbrete todo el cuerpo con ella y
regresa aqu".
Aunque muy extraado, el joven obedeci. Compr la
carne, se cubri el cuerpo y regres. Fue un regreso dema-
siado amargo. Apenas sali de la tienda, una jaura de perros
se le abalanz; miles de insectos formaron una nube a su
150
alrededor; un ejrcito de cuervos lo asalt quedando herido
por todas partes.
Cuando regres, Antonio le dijo: "Ves, los que renun-
cian a todo y al mismo tiempo desean conservar el mnimo
indispensable, terminan como t. Ese mnimo se cambiar
en doloroso tormento".
Cuenta Lucas, refirindose a la primera comunidad
cristiana, que "no haba entre ellos ningn necesitado, por-
que todos los que posean campos o casas los vendan, traan
el importe de la venta, y lo ponan a los pies de los apstoles
y se reparta a cada uno segn su necesidad.
Jos llamado por los apstoles Bernab (que significa
"hijo de la exhortacin"), levita y originario de Chipre, tena
un campo; lo vendi, trajo el dinero y lo puso a los pies de los
apstoles". (Hechos 4,36-37).
Seguramente, viendo el aprecio con que haba sido
recibido el gesto de Bernab, Ananas y Safira quisieron
recibir la misma estimacin por parte de la comunidad.
"Ananas, de acuerdo con su mujer Safira, vendi una
propiedad, y qued con una parte del precio, sabindolo
tambin su mujer; la otra parte la trajo y la puso a los pies de
los apstoles. Pedro le dijo: "Ananas, cmo es que Satans
llen tu corazn para mentir al Espritu Santo, y quedaste
con parte del precio del campo? Es que mientras lo tenas
no era tuyo, y una vez vendido no podas disponer del
precio? Por qu determinaste en tu corazn hacer esto? No
has mentido a los hombres sino a Dios". Al or Ananas estas
palabras, cay y expir" (Hechos 5,1-5).
No tuvo tiempo. De lo contrario, tal vez Ananas
habra respondido: "Slo dej lo mnimo indispensable".
El apego a las cosas, aunque sea a lo mnimo indispen-
sable, puede convertirse en un obstculo para la misin.
Llev a Ananas y Safira a mentir y a otros los lleva a
151
desertar de la misin asignada. Las cosas pueden frenar el
movimiento misionero como se frena una mquina cuando
le entra un pequeo e insignificante cuerpo extrao. La
relacin con las cosas que hemos de usar como un canal
por donde pasan y no como concha donde se detienen es
un signo de nuestra relacin misionera con la historia, con la
justicia, con la solidaridad que Bernab demostr en modo
admirable y que hace parte de la entrega misionera.
Al famoso rabino a quien fueron a visitar los turistas,
stos le preguntaron: Dnde estn tus muebles?" El con-
test: dnde estn los de ustedes?" "Nosotros somos turis-
tas", replicaron. "Yo tambin", dijo l. Estoy de pasada.
El desapego de las cosas, que garantiza siga adelante el
movimiento misionero, se presenta como una exigencia
concreta y desafiante de la espiritualidad misionera. San
Juan de la Cruz algo de ello quera indicarnos cuando
prcticamente se refera a los desapegos de gustos y placeres:
"Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada".
Nada, nada, nada, es la renuncia a todo apego que no
permite el triple movimiento misionero, que no deja amar en
plenitud. Insiste san Juan de la Cruz en este desapego como
medida que abre espacio al amor:
"Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya slo en amor es mi ejercicio".
152
Actividades
1. Trae a tu memoria aquello a lo que te apegabas fuerte-
mente (mas no ahora):
A los 10 aos a los 15 aos a los 20 aos a los 30 aos
2. Escribe los valores que descubriste cuando te apegaste
con entusiasmo a alguien o a algo.
3. Recuerda las dimensiones del desapego ubicndolas en
la estrella siguiente:
153
4. Identifica los desapegos de los cristianos segn la des-
cripcin que de ellos se hace en el "Discurso a
Diogneto".
"Los cristianos no se diferencian del resto de los
hombres ni por su tierra, ni por su idioma, ni por sus
costumbres. Pues no habitan ciudades propias, ni usan
un dialecto extrao, ni llevan una vida aparte de los
dems... Pero, viviendo en ciudades griegas o brbaras,
segn le toc en suerte a cada uno, y siguiendo los usos
de cada pas en comida, vestido y en lo dems, tienen un
comportamiento admirable y sorprendente, segn to-
dos confiesan. Habitan su patria, pero como extranje-
ros; participan en todo como ciudadanos, y todo lo
aguantan como extranjeros; para ellos toda la tierra
extraa es su patria, y toda patria, tierra extraa. Como
todos se casan y engendran, pero no dejan expuestos los
hijos que les nacen. Estn en la carne, pero no viven
segn la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen
su ciudadana en el cielo. Obedecen las leyes estableci-
das, pero las sobrepasan con su vida. Son pobres y
enriquecen a muchos. Todo les falta y en todo abundan.
Los desprecian y ellos bendicen. En una palabra, lo que
es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el
mundo".
5. Considera los cinco desapegos de que trata el captulo
(las cinco Cees). Identifica en el evangelio dos frases de
Jess por cada desapego.
6. nete a los santos para pedir la gracia del desapego de s
y de las cosas y del apego a Dios. Aprende esta oracin
de san Ignacio de Loyola para que la recites cada da:
"Toma, oh Seor, y recibe toda mi libertad, mi
memoria, mi inteligencia y toda mi voluntad. Todo lo
que tengo y poseo t me lo has dado. A ti, oh Seor, lo
154
vuelvo a entregar. Todo es tuyo. Dispon segn tu volun-
tad. Dame tu amor y tu gracia, y esto me basta".
7. Identifica los apegos y los desapegos a que debe llegar
Amrica Latina para realizar cuanto dice el siguiente
texto:
"La liberacin de Amrica^ Latina consiste en
cambiar de camino para tomar el que conduce a la
futura, aunque ya presente en germen, civilizacin del
amor y de la verdad. De esta manera el continente
catlico prodigiosamente se trasmuta en "el continente
de la esperanza" (CORSI, C. La Liberacin p 631).
8. Comenta el siguiente texto para poner de manifiesto el
apego esencial y sus peligros:
"Muchos telogos hoy, siguiendo a Karl Rahner,
son del parecer que el hombre nace con el sentido de
Dios, una especie de sexto sentido que lo orienta hacia
Dios, que le da la capacidad de captar a Dios; un
sentido de Dios que tiene necesidad de ser despertado,
pero que tambin es susceptible de ser desorientado,
desviado e inclusive nunca utilizado. Es como el ojo
que tiene la posibilidad de ver pero que puede quedarse
ciego" (Cassiraghi, 56).
9. Pueden los apegos negativos daar nuestra espirituali-
dad trasformndola de espiritualidad "ad gentes" en
espiritualidad "contra gentes"?
Para dar una respuesta personal, reflexiona antes
sobre la siguiente analoga entre la religin hoy y la
energa nuclear.
"Nuestro problema en el campo de la religin es
semejante al del cientfico que busca caminos para
liberar el potencial de la energa nuclear. El problema
con la energa nuclear es encontrar modos de liberar el
155
tremendo poder del tomo sin el peligro del escape
mortal de residuos radioactivos. En la religin el pro-
blema es cmo liberar ese enorme poder de la fe
humana y de la devocin sin el escape mortal del odio
destructor y de las mutuas discordias que con frecuen-
cia han producido".
10. Haz una investigacin sobre los grandes misioneros para
identificar en ellos algunos desapegos y algunos apegos.
San Francisco de Ass, llamado el cristiano ms
grande despus de Cristo.
Fray Bartolom de las Casas, llamado el defen-
sor de los indgenas.
Teresa de Jess, la gran reformadora del Car-
melo que quera dejarse decapitar por los moros.
Mateo Ricci, el grande puente entre Oriente y
Occidente.
Luis Mara Chanel, el primer mrtir de Oceana.
Guillermo Massaia, el evangelizador de los
etipicos.
San Francisco Javier, evangelizador incansable
del Oriente.
Toribio de Mogrovejo, el gran arzobispo misio-
nero de Lima.
156
8. P a c i e n c i a mi s i on e r a ,
DMOSLE TIEMPO AL TIEMPO
Quise ilustrar algunos de los captulos anteriores con breves
narraciones de las obras de Anthony de Mello. Intent hacer
lo mismo para este captulo sobre la paciencia misionera.
Escog el libro llamado "Quin puede hacer que ama-
nezca?" pero intil fue la bsqueda. De la paciencia no dice
ni una palabra. Cerr el libro un poco disgustado y ante mis
ojos qued nuevamente el ttulo: "Quin puede hacer que
amanezca?". Inmediatamente me dije: "Pero si esto es lo que
estoy buscando, es el ejemplo preciso".
En efecto, si son las dos de la maana y estoy desve-
lado, sin poder dormir, me gustara decir: "Que se acabe la
noche ya, para hacer algo a la luz del sol". Pero, en realidad,
"quin puede hacer que amanezca?". Hay que tener pacien-
cia. La luz ha de llegar, poco a poco, ms no se anticipa por
un esfuerzo o un deseo por intenso que sea. Hay momentos
de oscuridad, momentos de penumbra, de luz de alborada y
de luz meridiana. Cada uno debe ser aceptado en su dura-
cin y calidad aunque se quisiese otro tipo de luz.
Cuanto acontece en la vida diaria nos ayuda a entender
la paciencia misionera como aceptacin de la gradualidad,
de los ritmos de crecimiento, del desarrollo progresivo, de la
natural lentitud exigida para una verdadera maduracin de
los seres vivos.
157
La liturgia nos ofrece tambin un signo de la paciencia
misionera, cuando el viernes santo la Iglesia muestra la cruz
paulatinamente. Primero se descubre un brazo, luego el otro,
posteriormente la cabeza y, en fin, el resto del cuerpo.
El sbado santo nos presenta el mismo signo. Las
tinieblas envuelven el templo pero algo se disipan al encen-
der el cirio pascual. Luego se encienden las otras velas y en
fin se prende toda luz. Se pas de las tinieblas a la luz en
forma gradual, paulatina. Tal vez algn sacristn atolon-
drado quisiera encender toda luz de inmediato pero tambin
l debe esperar pacientemente aceptando el ritmo indicado
por la liturgia.
Estos signos litrgicos nos hablan mejor de la paciencia
misionera que las complicadas definiciones.
Son signos, ante todo, de la paciencia de Dios hacia los
hombres. Qu bien la reconoca Teresa del Nio Jess
cuando "cuenta cmo el buen Dios no le revel de impro-
viso todo lo que habra de sufrir posiblemente para que no se
sintiera aplastada de antemano por la magnitud de aquello
que le esperaba, sino que, gradualmente, fue comunicn-
dole, a travs de acontecimientos y circunstancias, de luces y
sombras... las exigencias dolorosas de cada momento deter-
minado, que la santa ofreca a medida que las experimen-
taba"
1
. Porque era dbil y pequeita como ella se
defina Dios se adapt a su debilidad.
Tal es la pedagoga de Dios que slo paso a paso
descubre los secretos de su amor para que todo el mundo,
oyendo crea en el anuncio de la salvacin, creyendo espere y
esperando ame
2
.
Gandhi deca que los molinos de Dios muelen lenta-
mente. Paciencia misionera es ese arte del paso a paso; del
1. LOPEZ-MECUS Francisco, Las bienaventuranzas. Sigeme, Salamanca 1988, p
86.
2. Cfr DV 2.
158
acomodarse a la debilidad del otro para evitar aplastarlo con
mensajes de amor maravilloso pero excesivamente pesados
para su condicin. Paciencia misionera es dar tiempo al
tiempo, sin dejarse llevar por la impresin de que todo hay
que hacerlo ya, como si el fin del mundo debiese acontecer
maana por la tarde. Deca el filsofo Kierkegaard que
"Dios tiene un arma formidable a su disposicin: el tiempo".
Tambin nosotros podemos utilizarla.
LA PACIENCIA EN LOS HECHOS DE LOS APOSTLES
Profundicemos el tema de la paciencia misionera siguiendo
el libro de los Hechos de los Apstoles. Especialmente fue
Pablo el implicado. Sucedi en Listra a raz de la interven-
cin de un tullido que encontraron Pablo y Bernab. El
captulo 14 nos narra la escena de la curacin y sus
consecuencias.
Sobre la curacin es suficiente evocar lo especial:
"Haba all, sentado, un hombre tullido de pies, cojo de
nacimiento y que nunca haba andado. Este escuchaba a
Pablo que hablaba.
Pablo fij en l su mirada y viendo que tena fe para ser
curado, le dijo con fuerte voz: "Ponte derecho sobre tus
pies". Y l dio un salto y se puso a caminar. La gente, al ver lo
que Pablo haba hecho, empez a gritar en licaonio: "Los
dioses han bajado hasta nosotros en figura de hombres". A
Bernab le llamaban Zeus y a Pablo Hermes, porque era
quien diriga la palabra. El sacerdote (...) a una con la gente
se dispona a sacrificar" (Hechos 14,8-11.12.13).
Las consecuencias de esta actitud son la reaccin de
Bernab y Pablo y el discurso de ste ltimo: "Amigos, por
qu hacis esto? Nosotros somos tambin hombres, de igual
condicin que vosotros, que os predicamos que abandonis
estas cosas vanas y os volvis al Dios vivo que hizo el cielo, la
159
tierra, el mar y cuanto en ellos hay, y que en las generaciones
pasadas permiti que todas las naciones siguieran sus pro-
pios caminos; si bien no dej de dar testimonio de s mismo,
derramando bienes, envindonos desde el cielo lluvia y
estaciones fructferas, llenando vuestros corazones de sus-
tento y alegra" (Hechos 14,15-17).
Al or lo que la gente de Listra exclamaba sobre Pablo y
Bernab, stos rasgaron sus vestiduras, lo que hoy llamamos
escandalizarse al mximo. Pero al or lo que Pablo dijo a los
de Listra, muchos comentadores modernos tambin se ras-
gan las vestiduras. Se escandalizan sobremanera por el breve
discurso de Pablo.
Varias han sido las explicaciones intentadas sobre el
porqu de este discurso, el primero dirigido a un grupo de
gentiles:
1. Algunos consideran este discurso (y de all el escndalo)
superficial, peligroso, poco original, igual a los discursos
de los filsofos de su tiempo, en el que se presenta a un
Dios fcilmente confundible y muy lejano del Dios de los
profetas
3
.
2. Otros, menos rigurosos con Pablo, quieren disculparlo y
sostienen que el apstol no dijo nada aqu porque se
reservaba el discurso para la gran ciudad de Atenas
4
.
3. Otros, ms benignos, explican que el discurso es incom-
pleto pero porque Lucas es fiel a su costumbre de no
agotar en un solo pasaje la totalidad de su visin.
El caso es que Pablo suele proceder dando cuatro
pasos, a saber:
a) Invitacin al monotesmo.
3. GATTI Enzo, Ata degh Aposloh, EMI, Bolonia 1975, pp 194-196
4. Cfr SCHNEIDER Gerhard, Am degh Apostoh, II, Paidea, Brescia 1986, pp
208-209 Aun ofreciendo la explicacin de haber dejado para Atenas el discurso misionero,
Schneider manifiesta tambin que es extrao que en este contexto est en primer plano la
conversin de los dolos a Dios y que el nombre de Jess no se mencione
160
b) Llamada al arrepentimiento.
c) Proclamacin de la personalidad de Jess.
d) Referencia a la resurreccin.
El discurso de Listra es incompleto pues Pablo se
limita al primer paso y a una breve alusin al segundo.
Por qu tena l que dejar fuera del discurso los puntos
ms importantes y especficamente relacionados con
Cristo?
UN MODELO DE PACIENCIA MISIONERA
La pregunta anterior no encuentra en las tres explicaciones
dadas una adecuada respuesta.
Consideramos que la respuesta correcta tiene estrecha
relacin con la paciencia misionera. El cardenal Martini la
insina cuando dice que Pablo se limit al primer paso
porque ste es el nivel al que puede llegar la gente. Pablo se
detiene entrando en su mundo: lluvias, estaciones ricas de
frutos, alimentos que llenan de alegra el corazn.
El apstol se limita a invitar al monotesmo pues el
camino espiritual de los de Iconio no permite ir ms ade-
lante. El apstol intenta evitar un acto de idolatra y ya eso es
mucho decir. Pablo demostr en Iconio tener una gran
paciencia misionera que lleva a aceptar que la presencia de
Dios se insina gradualmente, con la verdad vivida an
entremezclada con errores, pero donde se va descubriendo
un camino de preparacin a Cristo
5
.
Si Pablo pudiese defenderse de los primeros comenta-
dores anotados, dara la misma explicacin que ofreci a los
corintios lo cual justificara el tan criticado discurso y a su
vez apoyara la explicacin del cardenal Martini.
5. MARTINI Carlos Mara, El predicador ante el espejo, Ediciones Paulinas, Bogot
1988, p 51
161
"Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales
sino como a carnales, como a nios en Cristo. Os di a beber
leche, no alimento slido, porque no lo podais recibir, ni lo
podis todava" (ICo 3,1-2).
La paciencia misionera llev a Pablo a dosificar la
totalidad de la verdad que poda ser acogida en una determi-
nada situacin por un pueblo especfico. Su actitud frente a
los paganos de Listra es semejante a la de Dios en el Antiguo
Testamento cuando soportaba los pecados de los hombres
en vista de manifestar la justicia salvca en el tiempo
presente. Quera l elevar a sus criaturas, a travs de la
historia de la salvacin en forma progresiva, a una moral
ms alta. Pero no pretenda lograrlo todo de inmediato.
Pablo comunica la verdad y slo la verdad pero no
necesariamente toda la verdad al mismo tiempo. Cada situa-
cin requiere sus contenidos asimilables, su ritmo alcanza-
ble, su tiempo de espera. En pocas palabras, cada situacin
exige una especial paciencia misionera.
Mientras escribo estas lneas, mi oficina, en el corazn
de las selvas amaznicas, se va llenando inevitablemente de
cucarrones que entran en cantidades increbles por los hue-
cos de los ladrillos que deberan servir slo para que entre
aire. Atrados por la luz, van cayendo sobre el escritorio y
sobre la misma hoja de papel en que escribo. Se requiere una
gran cantidad de paciencia para soportar plagas tan inopor-
tunas.
Pero sta no es, de ninguna manera, la paciencia misio-
nera que es virtud apostlica que permite dejar que el otro
sea, aceptar que crezca a su propio ritmo y, sobre todo, que
la figura de Jess tome forma paulatina en l. La paciencia
misionera hace parte esencial de la vida cristiana como
quiera que sta incluye la comunicacin de la fe a los otros y
el promover en ellos un progresivo crecimiento en sintona
con el evangelio y con su propia ndole.
162
Se trata de un ineludible cometido que el Cardenal
Suenens sola presentar de esta manera:
"Hay algo equivocado en la respuesta que daban los
viejos catecismos a la pregunta: Por qu nos cre Dios? $o
deberamos decir: "Dios nos hizo para conocerlo, amarlo y
servirlo y as ganarnos el cielo" sino "Dios nos hizo para
conocerlo y conducir a otros a conocerlo, para amarlo y
llevar a otros a amarlo, para servirlo y mover a otros a
servirlo as que todos juntos podamos ganarnos el cielo".
Un misionero en la India pareca tener la misma idea
sobre el cristiano, ya que insista para que sus convertidos
dijeran, inmediatamente concluidas las palabras del bau-
tismo ("Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espritu Santo), la admonicin de Pablo: "Ay de m si no
anuncio a Cristo y a l crucificado" (ICo 9,15-17).
Anota Luzbetack al respecto: "Si los candidatos al
bautismo no estn convencidos de la naturaleza misionera
del cristianismo, no estn realmente preparados para el
bautismo (...). La conversin empieza con uno mismo pero
no termina en uno mismo. Como lo expresaba san Juan
Crisstomo en una homila sobre los Hechos de los Apsto-
les: "No hay nada ms fro que un cristiano que no busca
salvar a otros... Es ms fcil que el sol no d luz y calor que
un cristiano no irradie su luz"
6
.
Pero como no se trata aunque s es decisivo slo
de buena voluntad, el cristiano debe tambin asimilar una
especfica metodologa para cumplir con su misin apost-
lica. Asumir una metodologa con sus pasos, medios y fines,
es tambin vivir la paciencia misionera pues indica el deseo
de buscar la forma mejor para respetar el ritmo de creci-
miento en la fe de otras personas. Es aceptar un camino y
vivirlo en sus diferentes etapas para beneficio de los otros. Es
la paciencia misionera hecha mtodo apostlico.
6. LUZBETACK Louis, The Church and cultures, Orbis Book, Maryknoll 1988, p
329.
163
UN EJEMPLO DE LA PACIENCIA HECHA MTODO
Cul es el momento presente de alguien a quien se desea
comunicar el evangelio? Cul aspecto del evangelio le es
ms necesario en ese momento? Cmo presentarle ese
aspecto para que sea percibido como buena noticia que lo
desafa? Todos estos interrogantes deben fluir naturalmente
en el corazn y la mente de quien se preocupa por llevar a
otros la palabra de Dios, cometido esencial y tan
olvidado de todo cristiano.
La paciencia misionera permite actuar en la vida coti-
diana una evangelizacin a la que damos el adjetivo de
"deseada" para recordar cuatro pasos que incluye su
actuacin:
Definicin
Seleccin
Adaptacin
Aplicacin
1. Definicin
La palabra dragn significa realidades muy diferentes en
Corea y en Colombia. En la primera es signo de bondad y su
figura aparece majestuosa en los templos budistas. En la
segunda es signo de maldad y por ello no se ve nada extrao
en que sea enfrentado por un santo como san Jorge para
destruirlo.
Cada palabra tiene su sentido y es obligacin de quien
desea comunicar el evangelio captarlo para no ofrecer ambi-
gedades. Pablo se preocup por definir el milagro de Listra
para no ser mal interpretado.
2. Seleccin
Es necesario escoger esa parte del mensaje ms apropiada
para un tiempo y lugar.
164
En un contexto de violencia no se insistir en las
matanzas del Antiguo Testamento sino en la capacidad de
perdonar setenta veces siete segn el mensaje de Jess.
Pablo se acerc a los de Listra con un vocabulario ms
tpico del libro del Gnesis que del Nuevo Testamento
puesto que los cielos y la tierra proclaman la gloria de Dios.
3. Adaptacin
El evangelio es una respuesta a las ms profundas inquietu-
des del hombre, a sus anhelos y esperanzas, a sus dudas y
temores. Hay que conocer estas necesidades e interrogantes
para poder ofrecer el evangelio como buena noticia.
Para insistir en el pecado hay que detectar qu es lo
pecaminoso en una comunidad. Donde todas las afirmacio-
nes son relativas, muy aproximadas o hasta usualmente
exageradas, la mentira no tiene ese tono de gravedad que
podra tener donde toda palabra se pesa muy bien antes de
pronunciarla. La palabra del Seor ha de llegar adaptada a la
condicin moral de las personas para que ellas perciban en
verdad un desafo significativo y concreto.
4. Aplicacin
Percibido el desafo, es factible llevarlo a la prctica. A ello
hay que motivar como Jess quien, narrada la parbola del
buen samaritano, conclua diciendo a su interlocutor: "Vete
y haz t otro tanto". El que pone en prctica estas palabras se
parece al hombre que construy sobre la roca y no sobre la
arena. Esta afirmacin de Jess invita a dar no slo los tres
primeros pasos de definicin, seleccin y adaptacin sino
tambin a mover a los otros a la aplicacin de la palabra en
la vida diaria.
Todo este tema de la metodologa parece una digresin
del tema central pero no es as. La paciencia misionera se
165
traduce en la aceptacin de un camino y de las etapas de su
recorrido. Y ello, no para tener la sensacin de que proce-
demos ordenadamente sino por el deber que nos incumbe de
aceptar el ritmo propio de grupos o personas. No significa
acomodarnos a ese ritmo o a un determinado nivel de vida
para contemporizar, sino para desafiarlos a dar el paso
siguiente, ese que est a su alcance real y no slo mental.
Sucede hoy y ha sucedido siempre que hay una
distancia entre la moral terica y la moral real, entre los
verdaderos deberes del hombre en Cristo y la posibilidad de
subida concretamente accesible a un grupo social en el
cuadro de sus condicionamientos de mentalidad, de cultura,
de situacin social.
Las personas pueden escuchar sermones, conferencias,
charlas radiales y captar muy bien cules son los deberes,
pero stos no son percibidos como obligacin moral por
parte de ellas, debido al ambiente en que viven y a otros
factores.
Hay una brecha entre el deber ideal y el deber real.
Cuando un evangelizador identifica el segundo con el pri-
mero exige demasiado y la impaciencia hace en l su apari-
cin. La paciencia misionera sabe de esa brecha y sabe
tambin que llenarla es tarea lenta, fatigosa, paulatina, como
compete a todo verdadero crecimiento.
Frente a estas situaciones tan propias de los llamados
campos de misin la paciencia misionera se desdobla en
dos virtudes pastorales maravillosas: la benignidad y la
longanimidad.
LA BENIGNIDAD: PACIENCIA MORAL
MISERICORDIOSA
Un hijo cometi una falta moral tan grande que el padre hizo
el juramento sagrado de golpearlo con una inmensa piedra.
166
Pero luego se puso a pensar: "Es tan dbil, tan frgil. Si lo
golpeo con la piedra queda muerto de inmediato". Pero
haba hecho un juramento y deba cumplirlo. Cmo
hacerlo sin eliminar al hijo? Rompi la piedra inmensa en
tantas pequeas piedritas y se las lanz una a una. As no
dej de cumplir el juramento y tampoco mat a su hijo.
La benignidad es esa paciencia llena de misericordia
que suaviza la ley por medio de la atencin a la situacin de
cada uno.
Jess le dijo a la adltera: "Mujer, dnde estn?
Nadie te ha condenado? Ella respondi: "Nadie, Seor".
Jess le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante
no peques ms" (Jn 8,1-21).
El tema de la benignidad como paciencia con los
comportamientos que piden se suavice la ley que debera
castigarlos, es propio de adultos responsables que siendo
serios en sus compromisos adquiridos en la fidelidad a la
palabra dada a costa de cualquier sacrificio, comprenden
tambin la condicin humana. Entonces saben cuando
deben revestirse de benignidad.
El asunto requiere mucho criterio pues es fcil resbalar
de la sana benignidad a la ligereza que tolera toda infraccin,
todo comportamiento relajado. La ligereza lleva al decai-
miento moral, a la mediocridad. Es una paciencia malsana
que tolera injustamente el mal.
Para no confundir entre benignidad y ligereza, es con-
veniente tener en cuenta tres aspectos:
1. Tener, en cuanto es posible, clara la meta: Qu significa
ser cristiano, discpulo de Jess, testigo?
2. Hacer entrever la meta. Se trata de que las personas
vayan comprendiendo un poco ms aquello a lo que
estn llamados.
167
Hay un arte de presentar las metas a manera de
invitacin, de sugerencia, dejando en libertad a la per-
sona pero sembrando en ella la semilla de un interrogante
Y yo, qu debo hacer? Este arte es el lenguaje narrativo,
el del cuento, de la parbola, de las pequeas historias.
Las narraciones suelen usarse para dormir a los nios
pero son maravillosas para que los adultos se despierten.
Ellas sugieren, delicada pero efectivamente, las metas
que se deben alcanzar. As son las parbolas del evange-
lio y muchas otras narraciones. Insinan en la libertad,
las metas que se deben lograr.
3. Hacer caminar hacia la meta gradualmente, con los pies
en la realidad. Se trata de ayudar a dar pequeos pasos
sucesivos, sin dar saltos que impiden a las personas
encaminarse realsticamente hacia la verdad. Este pro-
ceso puede ser llamado el espritu de la paciente gradua-
cin que en tanto es posible en cuanto esta paciencia se
revista de benignidad.
En conclusin, la benignidad (en griego, epikeia) es la
capacidad de ser pacientes para entender las situaciones
difciles (situaciones lmite) de las personas y comprender
que los grandes ideales han de ser adaptados a las circuns-
tancias personales.
En esta vivencia de la benignidad, as como hay que
prevenir el laxismo o relajo moral, hay tambin que evitar el
rigorismo. Pablo habla de la benignidad en un contexto en
que invita a la alegra, a la serenidad y a la esperanza: "Estad
siempre alegres en el Seor, os lo repito, estad alegres. Que
vuestra benignidad sea conocida de todos los hombres. El
Seor est cerca. No os inquietis por cosa alguna" (Flp
4,5-6).
Todas estas virtudes indican que la benignidad slo es
posible en las personas serenas, amigas de s mismas, que se
han aceptado y por tanto que saben aceptar a los dems y
captar en la empatia sus sufrimientos y angustias.
168
Quien no se acepta a s mismo, se torna rgido, intole-
rante consigo y con los dems, incapaz de paciencia y de
benignidad.
Y qu hacer sin benignidad cuando se enfrentan mun-
dos morales a veces tan diferentes del propio y que estn
llamados a una lenta y prolongada maduracin? Definiti-
vamente, la benignidad: paciencia moral, misericordia, no
puede faltar en la espiritualidad misionera.
LONGANIMIDAD 0 PACIENCIA HISTRICA
Volvamos al monasterio mgico para conocer un evento
cuyo ttulo bien podra ser "En el momento apropiado".
"De su aspecto trasparentaba tanta santidad que me
limit a preguntarle: "Dime, Cmo es Dios?". Con inmensa
suavidad me respondi: "Estamos en cuaresma y durante
este tiempo usualmente me abstengo de hablar. De todos
modos, toma este libro" (Era el libro en el que l mismo
escriba).
"Si lo lees en el momento apropiado, te sabr decir
como es Dios". No vea la hora de llegar a casa para leer el
libro junto con mi esposa. Pero cuando llegu a la casa, mi
esposa no se dej contagiar de mi entusiasmo ya que en ese
perodo su mente estaba concentrada en el futuro primog-
nito que llevaba en el vientre.
"Qu quiere decir "en el momento apropiado?" me
pregunt. No supe contestarle pues no lo saba. Empezamos
a reflexionar. Tal vez ser a medioda el viernes santo o
despus de la vigilia de Pascua. O tal vez en un momento de
profundo desaliento. Quin sabe cuando ser. Tal vez ten-
dramos que esperar a que Dios mismo nos revelase el
momento apropiado. Podra inclusive ser dentro de muchos
aos. Decidimos esperar un signo.
169
Dos semanas despus naci nuestro hijo. Cmo expli-
car lo que prob? Primero ansiedad, luego... no s, ese nio
era especial. Yo era pap. Se crece cuando se llega a ser
papas. Miraba a ese nio y me senta orgulloso. Me senta
alguien. Y sin embargo, me humillaba. Casi que ni saba
cmo tenerlo en los brazos y mucho menos cmo ayudarlo a
crecer. Yo crea que haba comprendido todo pero ese nio
era ms grande que yo.
Esa noche so con mi hijo. El me preguntaba:
"Cmo es Dios?" Me levant y tom el libro. Se lo llev a
mi esposa y le dije: "Este es el momento apropiado. Abr-
moslo ya". Abr donde saliera y le: "Es muy simple. Dios es
un padre".
Mi esposa, a su vez, volvi a abrir y ley: "Es muy
simple. Dios es un hijo". "Abrmoslo ahora juntos", le dije.
Le tom la mano y ella abri: "Es muy simple estaba
escrito cada respiro de ustedes es el respiro de Dios"
7
.
Los esposos tuvieron la paciencia para esperar el
momento apropiado, cuando verdaderamente el libro les
ofreca un mensaje vivo, una buena noticia. Estaban dispues-
tos a esperar lo que fuera necesario, aos inclusive. Lo
importante era proceder en el momento apropiado. Hemos
hablado de benignidad como paciencia moral. La longani-
midad es la paciencia histrica, la paciencia que perdura en
el tiempo, entretejida de expectativas prolongadas. Es una
paciencia llena de esperanza y que perdura as como ensea
a tolerar el peso del retraso.
La longanimidad nos ayuda a escoger el momento
apropiado, segn los signos de los tiempos, para intervenir y
lograr que el crecimiento tenga lugar, segn el ritmo propio
de aquellos a cuyo servicio se est. Longanimidad es la
paciencia iluminada por la inteligencia y por el Espritu del
7. TEOFANEIL MONACO, Fmbe dalmonastero mgico, Gnbaud, Turn 1988, pp
34-35
170
Seor para saber actuar la misin encomendada segn el
tiempo histrico adecuado.
A los discpulos, preocupados por el momento en que
Jess restablecera el reino de Israel, l les dijo: "A vosotros
no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el
Padre con su autoridad, sino que recibiris la fuerza del
Espritu Santo, que vendr sobre vosotros" (Hechos 1,7).
La respuesta de Jess quiere eliminar la impaciencia de
los apstoles relacionada con el tiempo escatolgico para
que ella d campo a la paciencia exigida por el tiempo
histrico en el que han de actuar una misin universal.
No fue fcil para los discpulos aceptar la nueva pers-
pectiva y pasar de la impaciencia escatolgica a la presencia
histrica. En los primeros tiempos del cristianismo pareca
que primase la impaciencia escatolgica. Se necesit un
camino largo para aprender lo que significa la longanimidad
exigida por una misin universal que habra de desarrollarse
a lo largo y ancho del mundo y en todos los siglos.
Al respecto observa Roloff en su comentario a la
respuesta de Jess anteriormente anotada (Hechos 1,7): "Si
fuera realmente verdad que los discpulos, inmediatamente
despus de pascua, haban escuchado estas recomendacio-
nes como mensaje del resucitado, resultara incomprensible
el desarrollo de la historia del cristianismo primitivo. Porque
entonces, cmo se puede entender que se llegase a esperar la
inminente venida de la parusa? Y, sobre todo, cmo es que
la evangelizacin de los paganos lleg a ser aceptada despus
de tanto tiempo y despus de tantas dificultades y conflictos
como nos cuentan los captulos 10-15 de Hechos?
Pero, a pesar de todo, las recomendaciones de Jess a
sus discpulos no son mera ficcin edificante, sino todo lo
contrario. Lo que aqu tenemos es un esplndido ejemplo de
las cualidades de Lucas y de su autenticidad como historia-
dor. Las frases que pone en boca de Jess resucitado repre-
171
sentan las decisivas conclusiones teolgicas a las que haba
llegado el cristianismo en sus primeros decenios de existen-
cia, a travs de un proceso de experiencias y aprendizaje.
Lucas quiere dejar bien en claro que todo este proceso que
lleg a destruir la conviccin de una inminente venida del
Seor, a aceptar la evangelizacin de los paganos y a crear
formas adecuadas de proclamacin, es obra del Espritu que
no cesa de dar un testimonio vivo sobre la presencia de
Jess. Los relatos de Lucas pretenden exponer cmo se fue
llevando a cabo este proceso. Por eso, las recomendaciones
del resucitado son igualmente un resumen del libro de los
Hechos; cuyo tema principal es el camino de la Iglesia desde
Jerusaln hasta los confines del mundo. Un camino erizado
de dificultades y de cambios radicales en lo exterior, pero
siempre dirigido por la presencia del Espritu"
8
.
Un camino que requiere la paciencia que sabe esperar
que la semilla brote, que la planta crezca, que el fruto llegue,
sin pretender forzar ese crecimiento con impacientes jalones
que colocan a la planta en peligro de ser desarraigada.
Paciencia histrica es acompaar un ritmo de crecimiento,
un camino que lleva a la estatura de Cristo, sin pretender
forzar la situacin indebidamente.
DON IMPACIENTE, RESPUESTA SUFRIDA
Reflexionar sobre la paciencia misionera es sentir el llamado
a recobrar el coraje de los propios sueos, de los propios
ideales; a eliminar el cansancio ocasionado no por lo pasado
sino por lo que puede venir, por el futuro que el cansado no
desea enfrentar; a despertar y servir mejor con la esperanza
cristiana que da alas a la paciencia, nos arranca del encerra-
miento en nosotros mismos y nos lleva a guardar con opti-
mismo aun en las duras situaciones de esterilidad, de
pobreza espiritual, de desierto de valores la venida del
Seor en cada pueblo y nacin.
8. ROLOFF Jurgen, Hechos de los Apstoles, Cristiandad, Madrid 1984, pp 49-50
172
Hace algunos aos sali un libro de eclesiologa ecu-
mnica llamado: "Iglesia hoy, don impaciente, respuesta
sufrida"
9
. El don impaciente es el de Dios. En cierta forma l
est impaciente por darnos la salvacin, la vida, en lograr
que todo tenga a Cristo por cabeza, en que l sea todo en
todos.
La respuesta sufrida es la nuestra, tan imperfecta, tan
fatigosa e inconstante, tan poco disponible.
Pero esta calidad de nuestra respuesta nos empuja, al
mismo tiempo, a abrirnos a ese don de la paciencia misio-
nera revestida de benignidad y longanimidad.
Cada hombre en el fondo de su corazn se dirige a Dios
con las palabras del compaero deudor: "Ten paciencia
conmigo y todo te lo pagar" (Mt 18,13) Cada hombre
espera ser objeto y no slo sujeto de la paciencia misionera
El Espritu Santo se encarga de dar ese don de la paciencia
misionera tan propia de l.
Hay una expresin un poco extraa- "La Kenosis del
Espritu Santo". Kenosis significa abajamiento y en este caso
indica esa disponibilidad a volverse accesible a los estrechos
lmites de nuestra vida, de nuestra sicologa y biologa, a los
lmites de nuestra miseria. Su Kenosis es tal que llega a obrar
aun en aquellos que lo rechazan explcitamente.
La paciencia misionera es don del Espritu paciente, no
cualidad que brota desde abajo. El padre Lyonnet deca:
"Me crea que tena paciencia y no era ms que buena
salud". La paciencia misionera hace factible aceptar las
dificultades del triple movimiento misionero de ascensin,
expansin e insercin, como quiera que de todo movimiento
misionero el mismo Espritu es el inicio, el proseguimiento y
la culminacin.
9. JOS Andr, Chwse oggi, Impaziente dono, Sofferta risposta, Ut unum sint, Roma
1983
173
Actividades
1. Es parte de la paciencia misionera vivir positivamente
las tensiones entre los diferentes polos de la realidad
misionera que nos desafan. Identifica en el siguiente
trozo, algunos de estos polos contrastantes:
"Sujetar los dos extremos de la cadena es algo fcil
de decir pero muy difcil de realizar. Hay que vivir
como pueblo los aspectos antinmicos de la misin
conscientes de la complementariedad de las sensibilida-
des y de las diversas opciones, sin dejarse encarcelar por
una tendencia exclusiva y ms bien aceptando ser cues-
tionados por las intenciones opuestas o, si se quiere,
complementarias.
Una tendencia que se aisla se vuelve sectaria.
La fe en Dios totalmente otro, aislada, lleva al
rigor farisaico o jansenstico. Pero si uno se detiene slo en
el que est siempre cercano, se corre el riesgo de olvidar
quin es Dios y la fe se hunde en lo desabrido.
Insistiendo en la continuidad y en la inculturacin
en modo unilateral, se corre el riesgo de dejarse agarrar
por la mentalidad circunstante y de perder esa distancia
proftica exigida por la ambigedad de la sociedad.
Ver slo las rupturas, lleva a construir una religin
desarraigada sin relacin con la realidad vivida, sin
cuerpo y por tanto sin una verdadera alma.
Ver solamente el "todava no" de la misin y dejar
la reunificacin de los pueblos a la pura accin escato-
174
lgica de Dios puede convertirse en excusa para vol-
verse pasivos y ser Iglesia cansada y desilusionada,
testigo lastimero del Dios que llega; pero, por el contra-
rio, una Iglesia conquistadora y arrogante, segura de sus
obras y de sus estructuras, no conocera ni la esperanza,
ni la humildad del Siervo.
Una salvacin concebida en forma puramente
espiritual, ignora la encarnacin; pero la liberacin
reducida a factores puramente humanos pierde el sen-
tido de la trascendencia de Dios, de su gracia y de su
reino (LEGRAND, L. II Dio che viene, 214).
2. A la luz de lo anterior, explcita algn mensaje que te
ofrece la siguiente poesa de A. Machado:
"Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario".
3. El sacerdote Primo Mazzolani en su testamento espiri-
tual dej escrito que para llevar a los hermanos a la casa
del Padre no es suficiente amonestarlos, hay que espe-
rarlos con amor, logrando que sea ms fcil y menos
cruel y desesperado, el tiempo del exilio. Descubre en el
evangelio, algunas actitudes de Jess que reflejen
cuanto expresa este apostlico sacerdote.
4. Haz una investigacin sobre el gran misionero Mateo
Ricci. Evidencia en ella la paciencia que tuvo en el
encuentro con la cultura china por all en el siglo XVI
(1583).
5. nete a Santa Teresa en la meditacin de esta pequea
estrofa de la gran doctora de la Iglesia:
"Nada te turbe
nada te espante,
todo se pasa,
175
Dios no se muda,
la paciencia,
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta
slo Dios basta".
6. Explcita algunos puntos de contacto entre la paciencia
de Jess segn el siguiente texto de Tertuliano y la
paciencia misionera presentada en este captulo.
"La paciencia de Cristo Nuestro Seor casi se
puede tocar con la mano.
Toler Dios encarnarse en el vientre de una
madre. All esper el nacimiento: nacido, esper a cre-
cer; crecido, no se apresur para darse a conocer, sino
que pasaba la edad crecida en un silencio afrentoso.
Bautizle un siervo suyo y los combates del tentador
enemigo solamente los rechaz con palabras. Cuando el
Seor se hizo maestro para ensear al hombre a escapar
de la muerte, como vena instruido en la paciencia para
abrir el camino al perdn de las culpas, "no rehus, ni
reclam, ni se oy su voz en las plazas, ni rompi la caa
quebradiza, ni apag el lino que humeaba"; porque no
haba mentido el profeta, testigo del testimonio de Dios,
que dijo "haba de poner su Espritu con toda la pacien-
cia en su hijo". Admiti a todos los que se llegaban a l,
y no despreci casa ni mesa de ninguno. El mismo sirvi
el agua para lavar los pies de los discpulos. No despre-
ci linaje de pecador alguno ni publicano. Aun con la
misma ciudad que no le quiso recibir no mostr enojo,
aunque los discpulos desearon fuera abrasado pueblo
tan afrentoso con llamas presentes del cielo. Cur a los
ingratos y disimul con los que le paraban asechanzas.
Esto fuera poco, "si tambin no hubiera sufrido llevar
176
en su compaa un traidor, teniendo paciencia en no
descubrirlo".
7. Discute con otros las siguientes afirmaciones aduciendo
hechos concretos para sustentarlas:
"A veces nos falta la paciencia y el respeto por la
diversa capacidad de asimilar el evangelio".
"Hay que llegar a la presencia total por un camino
de presencias parciales, de tiempos intensivos, actuando
una pedagoga progresiva para una maduracin glo-
bal".
"Hay que dar a la fe el tiempo que necesita para
crecer, para darle forma a un testimonio concreto que se
refleje en signos culturalmente significativos".
8. Identifica en la Sagrada Escritura algunas personas que
han sido notables por su paciencia. Especifica si se trata
de la paciencia misionera y por qu.
9. Dice la Biblia que Dios es clemente y misericordioso,
lento a la ira y rico en piedad. Descubre en el Antiguo
Testamento cuatro eventos donde aparezca esa lentitud
de Dios llamada paciencia.
10. El salmo 37 empieza invitando a la paciencia misionera:
"No te acalores por causa de los malos". Descubre en el
mismo salmo otras expresiones que son un llamado a la
paciencia misionera y explica por qu las interpretas en
este sentido.
177
9. Humi lda d mi s i on e r a
UNA SABIA IGNORANCIA
"Se celebraba el cumpleaos del prroco, y los nios
haban acudido a felicitarlo y a llevarle sus regalos. El
prroco tom el paquete, envuelto en papel de regalo, que
le entreg la pequea Mary y dijo: Ah!, ya veo que me
has trado un libro..." (El padre de Mary diriga una
librera en la ciudad).
"S. Cmo lo sabe?".
"El padre lo sabe todo...".
"Y t, Toms, me has trado un jersey", dijo el
prroco al recoger el paquete que le entregaba Toms (El
padre de Toms venda artculos de lana). "Es verdad",
dijo el nio. "Cmo lo sabe?" "Ah, el padre lo sabe
todo...!".
Y as sucesivamente, hasta que lleg el regalo de
Bobby, cuyo envoltorio estaba hmedo (el padre de
Bobby venda vinos y licores). Y el prroco dijo: "Ya veo
que me has trado una botella de whisky y que se te ha
derramado un poco...". "Se equivoca", dijo Bobby, "no es
whisky". "Bueno... entonces ser una botella de ron...".
"Tampoco". El prroco tena los dedos mojados y se llev
uno de ellos a la boca, pero no identific el sabor. "Es
ginebra...?". "No", respondi Bobby, le he trado un
perrito"
1
.
1. DE MELLO Anthony, La oracin de la rana 11, Sal Terrae, Santander 1988, p 44.
179
La risible conclusin, fue para "el padre que lo sabe
todo", una buena enseanza de humildad, virtud que nos
permite estar abiertos a las revelaciones de Dios y a las
verdades de los hombres no como el que lo sabe todo sino
como el que es consciente de que an tiene mucho que
aprender.
"Se narra que el Orculo de Delfos declar a Scra-
tes como el hombre ms sabio existente. Quienes oyeron,
corrieron donde Scrates y le dijeron: "El Orculo te ha
declarado el hombre ms sabio de la tierra". Se dice que
Scrates solt una carcajada y respondi:
Tenan que llegar un poco antes. Ahora es dema-
siado tarde. Vuelvan donde el Orculo y dganle que yo
soy la persona ms ignorante de la tierra. Tal vez en otro
tiempo, cuando estaba joven y lleno de m, tambin yo
comparta la misma opinin del Orculo. Yo saba y dado
que mi yo era slido, no me era posible pensar que fuese
ignorante. No lograba entender que el misterio absoluto
no se puede comprender. Todo lo existente era para m
conocido y conocible. Pero con el tiempo me fui dando
cuenta de que ms creca mi conocimiento y ms me
tornaba consciente de mi propia ignorancia. As que
vayan y dganle al Orculo que el misionero Scrates
afirma de s que es un simple ignorante, que no sabe nada.
Y los hombres regresaron y dijeron al Orculo:
Scrates se niega a aceptar tus palabras. Asegura
que es el hombre ms ignorante del mundo. El Orculo
ri y dijo:
Por eso declar que es el ms sabio. Porque slo el
hombre sabio sabe reconocer su propia ignorancia".
Esa sabia ignorancia que crea un vaco interior para
acoger la verdad, expresa algo esencial de la humildad
como elemento bsico de la espiritualidad misionera.
180
LA HUMILDAD EN LOS HECHOS
Los Hechos de los Apstoles nos hablan tambin de esta
estupenda virtud misionera. Enfoquemos la figura de Pablo
y para ello regresemos al discurso de Mileto cuando l se
diriga a los ancianos: "Vosotros sabis cmo me comport
siempre con vosotros desde el primer da que entr en Asia,
sirviendo al Seor con toda humildad y lgrimas y con las
pruebas que me vinieron por las asechanzas de los judos"
(20,18.19).
1. "Vosotros sabis..."
Pablo empieza con una expresin que usa con frecuencia y que
podra titularse "el coraje del ejemplo". Dice Pablo: "Vosotros
sabis...".
Con esta sencilla frase, Pablo pone de manifiesto cuatro
cosas:
a) Su comportamiento. As lo pueden recordar e imitar.
b) Los orgenes. Equivale a ese momento cuando se encontra-
ron con Cristo por primera vez. Nunca se olvida la primera
vez de algo bello en la vida.
c) La comunin entre Pablo y ellos. Es una reminiscencia de
aquellos tiempos cuando Pablo viva como uno de ellos.
d) La forma de ser siempre igual. No se contradeca, no se
desmenta y esto por tres aos, el tiempo ms largo transcu-
rrido por l en una iglesia local.
"Vosotros sabis...". Como un lago cristalino cuyo fondo
se aprecia fcilmente, as es el pasado de Pablo que ellos
conocen y l evoca en tan singular circunstancia.
2. "Con toda humildad"
Humildad viene de humus, tierra. El trmino, entonces,
indica lo pequeo, lo que no supera el nivel del suelo, como
un arbusto diminuto.
181
La humildad que encaja con la madurez, con la sabidu-
ra y con la perfeccin, puede tener varias formas.
Se nos antoja ver el conjunto de ellas reflejado en el
trmino "toda" cuando Pablo se presenta como servidor del
Seor con toda humildad.
HUMILDAD SOCIAL
Es la humildad a la que ms se refiere Pablo hablando a los
presbteros de Efeso. Es propia de quien no se las da de
mucho frente a los dems, que no se cree superior a los otros.
Pablo quiere indicar varias cosas:
Que no estuvo entre ellos como un pretencioso que
se infla.
Que, antes bien, puso su cuidado en los dems, no en
s mismo.
Que su manera de ser estuvo caracterizada por la
mansedumbre, expresin social de la humildad.
La humildad, en efecto, se traduce socialmente en tres
aspectos:
1. Mansedumbre de carcter.
2. Sociabilidad en el comportamiento.
3. Afabilidad y suavidad en el trato.
La vivencia de estos tres aspectos de la humildad,
constituyen una garanta para la accin misionera. La man-
sedumbre asegura el control de s en el trato con los dems.
La sociabilidad es la base para cualquier intento de liderazgo
comunitario. La afabilidad y suavidad son expresin de un
profundo sentido de humanidad.
San Francisco de Sales deca que se agarran ms mos-
cas con una gota de miel que con un barril de vinagre. Y
aada: "No hay nada que venza al elefante furioso como la
182
vista de un tierno corderito y no hay nada que rompa con
tanta facilidad la fuerza de los caones como la lana"
2
.
Un sacerdote europeo que tom una parroquia en
frica deca: "Mis antecesores fueron dos. Uno estuvo
quince aos y otro tres aos. Al primero no lo recuerda nadie
a pesar de sus 15 aos de servicio. Del segundo todos hablan
con cario por su afabilidad y suavidad con la gente. Su
presencia llevaba a sentir que en verdad "hoy se manifest la
bondad de nuestro Dios".
HUMILDAD PERSONAL
Un maestro estaba explicando en clase algo sobre los inven-
tos modernos y al respecto pregunt: "Quin de ustedes
puede mencionar algo muy importante y valioso que no
existiera hace cincuenta aos?"
La respuesta la dio un muchachito avispado que estaba
en la primera fila: "Yo!"
Ciertamente no parece un buen ejemplo de humildad
personal. Pero ponerse tan en evidencia es para un mucha-
cho cualquiera de una adecuada forma de reforzar el propio
valor. Tal vez por ello, la humildad personal requiere mucha
madurez. Consiste en la sencillez en el juicio de valor que
uno da sobre s mismo.
En contraste con el muchacho, se acerca ms a la
humildad personal aquel monje a quien se le apareci el
diablo trasformado en ngel de luz y le dijo: "Soy el ngel
Gabriel y me ha enviado a ti el todopoderoso". El monje
replic: "Pinsalo bien. Seguramente has sido enviado a
otro. Yo no he hecho nada que merezca la visita de un
ngel". Con lo cual el diablo se esfum y no volvi a
acercarse a este padre del desierto.
2. Cfr SALES Francisco (san). Introduccin a la vida devota, B AC. Madrid ' 982. p
139.
183
Pero volvamos al discurso de Mileto. Dice Pablo: "No
considero mi vida digna de estima con tal que termine mi
carrera y cumpla el ministerio que he recibido del Seor
Jess, de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios"
(20,24).
Pablo da un juicio de mucha sencillez sobre s mismo.
El se considera poca cosa aunque sabe que la misin que
tiene es muy grande. Esta visin de s sola expresarla en
diversas maneras y ocasiones: "Yo soy el ltimo de los
apstoles escriba a los corintios indigno del nombre de
apstol por haber perseguido a la Iglesia de Dios" (ICo
15,9). Pero muy lejos est Pablo de confundir la humildad
personal con un complejo de inferioridad.
Lejos est de ser un neurtico resultante de haberse
hecho una imagen grandiosa y ficticia de s para protegerse,
para sentirse seguro frente a un mundo agresivo y peligroso.
El neurtico es quien se ha construido un falso yo, incapaz
de equivocarse, capaz de toda hazaa y merecedor de toda
consideracin, de toda alabanza y de toda excepcin. El
neurtico en sus tres versiones: el buenazo, el agresivo o el
aislado es lo opuesto de la humildad personal
3
. Este es un
juicio de valor sencillo dado sobre el yo real y no sobre el yo
construido artificialmente.
Esta humildad personal de Pablo brot de dos fuentes
muy reales:
1. De la conciencia que tena de la bondad paciente de Dios
que fue tan benigna con l, el mnimo de los santos.
2. Del sufrimiento pues las tribulaciones pusieron al descu-
bierto su debilidad la total dependencia de Dios. No por
nada, al referirse a su servicio el Seor con toda humil-
dad, aade: "Sirviendo con lgrimas y con las pruebas
que me vinieron por las asechanzas dlos judos" (v 19).
3. Aludimos a los tres tipos de neurtico segn la visin de Karen Horney en sus obras
sobre neurosis y personalidad.
184
Esta humildad personal, sin embargo, no es un hecho
puramente sicolgico sino consecuencia de otra humildad
ms fundamental y no menos necesaria: la teologal.
HUMILDAD TEOLOGAL
Un rabino de esa interesante corriente espiritual llamada el
Hassidismo, explicaba cul fue el grande mrito de Elias.
Cuando Elias combata reyes y pulverizaba dolos, el pueblo
no gritaba: "Un milagro de Elias!", sino que exclamaba:
"Dios Yav es nuestro Dios!".
Se podra decir que el pueblo reconoca en Elias una
grande humildad teologal. Dios ocupaba el primer puesto,
apareca en primer plano, era el actor principal. En ello se
esforzaba Elias. La humildad teologal significa entonces que,
a la manera de Elias, cada uno de nosotros se siente siervo de
Cristo y por tanto, que no quiere atraer a nadie hacia s sino
hacia Dios.
Humildad teologal es reconocer que Dios es todo y sin
l no seramos nada y por ello que a l y no a nosotros va
todo honor y toda gloria. Esta actitud la descubrimos bella-
mente en Pablo cuando hablando a los presbteros de Mileto
les dice: "Yo no considero mi vida digna de estima, con tal
que termine mi carrera y cumpla el ministerio que he reci-
bido del Seor Jess, de dar testimonio del evangelio de la
gracia de Dios" (Hechos 20,24).
Para Pablo, es el Seor quien cuenta, no l. Y si el
apstol reconoce algo de valor en s, su gloriarse es en el
Seor: "Nos gloriamos en Cristo Jess sin poner nuestra
confianza en la carne" (Flp 3,3).
Pablo, entonces, es siervo de Cristo y de la misin que
el Seor le ha encomendado y como esa misin no es suya
sino don de Dios a l slo le queda sentirse profundamente
185
humilde. Cristo en el centro, no Pablo, siempre y en todas
partes.
Es necesario eliminar ese deseo de estar siempre en el
centro, siempre en el primer plano, siempre como el prota-
gonista principal. Hay quien quisiera estar en el centro
siempre. Inclusive cuando hay un funeral, quisiera estar en el
lugar del difunto porque aparece en el centro.
La humildad teologal nos lleva a decir con Juan Bau-
tista: "Es necesario que l crezca y que yo disminuya" (Jn
3,30).
Pablo sola exclamar que "llevamos un tesoro infinito
en vasos de barro" (2Co 4,7). Reconocer que somos vasos
de barro es humildad personal. Reconocer que llevamos un
tesoro infinito, sin ningn mrito nuestro sino slo por
bondad de Dios, es humildad teologal.
HUMILDAD MISIONERA
"Cuando la hermana pregunt a los nios en clase qu
queran ser cuando fuesen mayores, el pequeo Toms dijo
que quera ser piloto. Elsa respondi que quera ser enfer-
mera. Roberto, para satisfaccin de la hermana, dijo que
quera ser sacerdote. Finalmente, le toc el turno a Mary
quien dijo que quera ser prostituta.
"Qu has dicho Mary? Querras repetirlo?".
"Cuando sea mayor", dijo Mary con ese aspecto de
quien sabe lo que quiere, "ser una prostituta".
La hermana se qued viendo visiones. Inmediatamente
Mary fue separada del resto de los nios y enviada al
capelln. "Bueno, Mary, dime con tus propias palabras, qu
ocurri".
"Bueno", dijo Mary, un tanto desconcertada por todo
aquel lo, "la hermana me pregunt que quera ser cuando
fuese grande y yo le dije que quera ser prostituta".
186
"Has dicho prostituta?" Pregunt el capelln.
"S".
"Cielos, que alivio. Todos habamos credo que habas
dicho que queras ser protestante"
4
.
Para el capelln de esta narracin, lo peor que a Mary
le poda acontecer era volverse protestante. Es algo ms
terrible an que volverse prostituta. Volverse protestante
significa caer en el error ms grande que se pueda imaginar.
As que es muy difcil que este capelln encuentre un rasgo
de bondad o de verdad en un protestante.
La humildad misionera, por el contrario, es esa disponibi-
lidad a aceptar alguna verdad que nos llega de aquellos que
juzgamos lejos de la verdad, que consideramos sumidos en el
error por religin o por cultura.
La humildad misionera es, entonces, esa capacidad de
escucha de la presencia de Dios que nos interpela a travs de
mediaciones culturales o religiosas diferentes de aquellas con
que usualmente nos identificamos.
Le en algn lugar que en las primitivas comunidades
cristianas se usaba dar, a quien iba de viaje por largo tiempo,
un fragmento de una vasija de barro. Al regresar, sera
reconocido cuando, al entregar el fragmento ste formaba
una unidad con el resto de la vasija.
En todo momento es necesario ser fieles a la propia
identidad. Sin embargo, sta ha de ser considerada como un
fragmento de la verdad, como un pedazo de un todo an
escondido en el futuro.
Humildad misionera es poseer la verdad como frag-
mento, no como la totalidad de la misma y, por tanto, es esa
disponibilidad a abrirnos a quien es diferente por cultura,
religin o visin del universo.
4. DE MELLO Anthony, La oracin de la rana I, Sal Terrae, Santander 1988, p 100
187
Humildad misionera es saber dialogar con el deseo de
dar y recibir, en un contexto de diversidad. Es saber conver-
tirse en discpulo cuando por profesin, mentalidad, voca-
cin o inclinacin se quiere ser solamente maestro.
Humildad misionera, para expresarlo con una varia-
cin del mismo tema, es saber enriquecerse con las experien-
cias religiosas diversas de la propia, no para perder la propia
identidad, cuanto para vivir la experiencia de la diversidad
con el fin de captar la manifestacin del Seor en lo
diferente.
El caso es que cada vez que encontramos a alguien
pueblo o persona bien diferente de nosotros, tenemos la
posibilidad de volvernos violentos o de manifestarnos como
seres de paz. O reaccionamos con instinto de defensa pues
nos sentimos amenazados o aceptamos que nazca en nos-
otros la humildad misionera y reconocemos que el otro, en
su diferencia, tiene tambin para nosotros un mensaje.
Humildad misionera era la de Pedro que aprende en la
casa del pagano Cornelio "que Dios no hace acepcin de
personas, sino que en cualquier nacin el que le teme y
practica la justicia le es grato" (Hechos 10,34-35). Pedro
reconoce que el pagano y su familia han recibido el Espritu
Santo. "Si Dios ha dado a los paganos el mismo Espritu que
a los procedentes del judaismo, quin es Pedro para ponerle
impedimentos a Dios, rehusando el bautismo a los paganos?
Slo el hecho de intentarlo hubiera sido una usurpacin del
poder de Dios, fruto de la soberbia humana"
5
. Pero Pedro
manifiesta precisamente una gran humildad misionera y por
ello, dando explicaciones de sus actos ante sus hermanos,
dice: "Quin era yo para poner obstculos a Dios?"
(Hechos 11,17).
Esta humildad misionera es la que nos permite ver y
gozar de la presencia del Espritu en los otros, entre los no
5. ROLOFF Jurgen, Hechos de los Apostles, Cristiandad, Madrid 1984, p 238.
188
cristianos o no catlicos. Y es la misma humildad que nos
permite gozar con cuanto el telogo Bulgakov llama los
"Pentecosts naturales", obrados por el Espritu en el mundo
aun all donde menos se piensa que est presente.
La humildad misionera es la tierra frtil donde brota
exuberante la verdadera catolicidad como radical no exclu-
sin de valores, cualidades, culturas o pueblos diferentes
sino, por el contrario, de la mxima inclusin de lo diverso
en la unidad recapituladora de Cristo. La humildad es siem-
pre incluyente, nunca excluyente.
De los cuentos del monasterio mgico, el ms breve es
el siguiente: "Vine a buscar a mi hermano. Me dijeron:
"Mira a ver si est en esa casita all encima". Ya haba
recorrido todo lugar, y decid ir all. Qu extrao, tan
pequeita por fuera y por dentro tan inmensa! Y no me lo va
a creer pero es cierto. All encima, encontr a mi hermano
6
.
As es la humildad misionera, tan pequeita por fuera y
tan grande por dentro, porque es humildad y lo humilde es
pequeo, pero es incluyente y por ello es inmenso. Ah
puedo encontrar al hermano perdido e inclusive al nunca
antes imaginado.
Los Hechos de los Apstoles no hubieran sido jams
realidad si sus protagonistas no hubiesen vivido la humildad
misionera. En efecto, los Hechos narran la expansin del
mensaje de Cristo a travs de pueblos y culturas por medio
del contacto personal con mundos diferentes. Los protago-
nistas bien poco hubieran logrado penetrar en esos mundos
si no hubiesen tenido la disponibilidad a dar y a recibir que
caracteriza a la humildad misionera.
Una mirada a los Hechos nos lleva a evidenciar la
presencia escondida de esta virtud garantizando el movi-
miento de expansin cada vez mayor exigido por Cristo
6. TEOFANEIL MONACO, Fi a be de l mon a s t e r o mgi c o, Gribaud, Turin 1988, p
56.
189
cuando dijo a los apstoles: "Sern mis testigos en Jerusaln,
en la Judea, en Samara y hasta los confines de la tierra"
(Hechos 1,8).
"En sintona con este programa misionero delineado
por el resucitado, el libro de los Hechos describir un camino
recorrido por la palabra, de etapa en etapa hacia nuevos
horizontes.
En los captulos 1 a 7 se permanece en Jerusaln; pero
en el captulo 7, el discurso de Esteban, que toma distancia
del templo de Jerusaln y tal vez incorpora algn motivo
samaritano, abre el camino a la misin en Samara cuya
descripcin aparece en el captulo 8.
Con la vocacin de Pablo y la conversin de Cornelio
en los captulos 10 y 11 se va preparando el terreno para la
misin a las naciones cuyo lanzamiento formal acontece en
el captulo 13,1-3 cuando el Espritu, a travs de la Iglesia de
Antioqua, enva a Pablo y a Bernab para la nueva tarea a la
que fueron llamados.
Los encontramos en Chipre, en Asia Menor y luego,
empujados nuevamente por el Espritu (16,6-10) llegan
hasta Macedonia y Europa. Los discursos del "Concilio de
Jerusaln" en Hechos 15, expresan el motivo profundo de
este paso a las naciones; y el discurso en el arepago (c 17)
hace eco de este encuentro de la palabra con Grecia. Luego,
a travs de los imprevistos de una prisiona, tendr lugar la
partida hacia las islas de Creta y Malta. Como islas, son el
smbolo bblico de los mundos lejanos (Ver Is 11,11; 41,1;
49,1) para llegar finalmente a Roma, la capital del extremo
occidente. As se ha cumplido el programa. La difusin de la
palabra alcanz hasta los extremos confines de la tierra. El
discurso final de Pablo a los judos de Roma har ver cmo
la palabra, libre ya de todo impedimento aun teolgico, lo
est tambin de todo impedimento fsico (28,31)"
7
.
7. LEGRAND Lucien II Dio che viene. Borla, Roma 1989, pp 127-128
190
Este plano majestuoso conducido con habilidad de
maestro, corresponde a una teologa de Lucas. Pero su
realizacin es posible slo porque sus protagonistas con
humildad misionera, se abren a la verdad manifestada pro-
gresivamente por el Espritu en tantos lugares, pueblos y
culturas, por ese Espritu de quien Jess deca que nos guiar
a la verdad entera (Jn 16,13).
San Ambrosio segn lo cita santo Toms de
Aquinodeca que "toda verdad, cualquiera sea el que la
diga, proviene del Espritu Santo". Si ello es as, es necesario
que la humildad misionera ample su horizonte, para reco-
nocer no slo en el crculo formal de la Iglesia, la accin del
Espritu, sino en las ms variadas circunstancias y pocas de
la historia de la humanidad.
Hablando del sujeto de la misin, un telogo enumera
cuatro tipos de sujeto de la misin. Quien careciese de
humildad misionera, reconocera solamente el ltimo per-
diendo la riqueza de los otros tres y situndose muy lejos de
una visin amplia de la misin que la Lumen Gentium
(14-16) y la Ecclesiam Suam de Pablo VI (54-68) han
querido poner de manifiesto.
1. "Hay un sujeto eclesial de la misin que se reconoce en la
Iglesia confesante, como aparicin de la ecclesia
8
en toda
empresa histrica que ve aunados a los creyentes y a los
no creyentes en el servicio del hombre".
2. "Hay, adems, un sujeto eclesial de la misin que todava
no est de acuerdo a la hora de compartir la confesin de
Jess Seor, pero que es capaz de entremezclar la praxis
histrica y la doxologa en la adoracin comn a Dios
reconocido como Padre universal".
3. "Hay, tambin, un sujeto de la misin eclesial que est de
acuerdo en torno a la confesin de Jess Seor, aunque
8. AB ABEL, La Iglesia que tiene su germen en el ser humano creado por Dios y que
alaba al Seor desde los comienzos de la creacin y sigue su mandato de dominar la tierra
191
no consiga tener una estructura unitaria en todas las
palabras de la fe, en todos los gestos sacramentales, en
toda la organizacin del cuerpo eclesial".
4. "Y hay, finalmente, un sujeto eclesial de la misin que se
expresa como comunidad unitaria que comparte plena-
mente la experiencia de la fe en la Iglesia catlica".
Este terciarse del sujeto en niveles tan diversos va
estrechamente unido al hecho de que la misin eclesial es
ante todo aquella missioDei que se deriva del Padre y se
cumple en la misin del Hijo encarnado y en la misin
del Espritu"
9
.
Los cuatro puntos anteriores nos quieren hacer ver
cmo el Espritu acta en cuatro mbitos diferentes: El de los
hombres de buena voluntad aunque no sean creyentes; el de
los que creen en Dios aunque no en Cristo; el de los que
creen en Cristo pero no adhieren a la Iglesia; y el de los que
hacen parte de la comunin de Iglesia catlica y en ella
comparten plenamente la experiencia de la fe.
Para no permanecer abiertos nicamente a la verdad
que nos llega del cuarto mbito y poder reconocer la accin
del Espritu en los otros tres, requerimos de la humildad
misionera. Ella nos permite exclamar como Moiss cuando
le anunciaron que dos profetizaban fuera del campamento:
"Ojal todo el pueblo fuera profeta" (Nm 11,29). Ninguna
tonta presuncin, ningn orgullo fuera de tono, simplemente
el reconocimiento humilde de que el Espritu tambin acta
fuera del campamento. Aunque ver tan especial accin nos
deje atnitos como quedaron Pedro y sus acompaantes en
la casa de Cornelio: "Estaba Pedro diciendo estas cosas
cuando el Espritu Santo cay sobre todos los que escucha-
ban la palabra. Y los fieles circuncisos que haban venido
con Pedro quedaron atnitos al ver que el don del Espritu
9. D1ANICH Se\enno l^k sm i misum Sigeme Salamanca 1988 pp 247-248
192
Santo haba sido derramado tambin sobre los gentiles
(Hechos 10, 44-45).
Estar felizmente asombrados, quedar agradablemente
atnitos, sentirse positivamente maravillados, son expresio-
nes externas de la humildad misionera vivida internamente y
que sabe ver, discernir y gustar la presencia del Espritu del
Seor en tan variadas e impensables circunstancias.
"Un beduino mir entre las dunas del desierto y vio
algo que se mova hacia l: era un animal y agarr el fusil.
Pero mir un poco mejor y se dio cuenta de que era un
hombre!
Tal vez era un enemigo? Inmediatamente se coloc en
actitud defensiva... Pero cuando se le acerc, lo mir a los
ojos y descubri que era su hermano y lo abraz!
La humildad misionera nos habilita para ver. Por ello,
nos impide identificar la presencia de un hombre con la de
-un animal y nos lleva a descubrir en un probable enemigo a
un hermano querido. Y como si no fuera poco, nos facilita
descubrir en ese ser que de parecer animal se trasform en
hermano, las maravillas del Espritu en l realizadas. Porque
cada hombre, como Mara, puede decir que el Seor ha
hecho en l maravillas. La humildad misionera nos facilita
descubrirlas, gozar de ellas y dar gracias a Dios por las obras
realizadas en el hermano.
193
Actividades
1. Recuerda los cuatro tipos de humildad. Si debieras colo-
carlos en relacin con los cuatro puntos cardinales, qu
lugar le daras a cada una? Ofrece una explicacin de tu
opcin.
NORTE
OCCIDENTE ORIENTE
SUR
2. Identifica en los evangelios una situacin de Jess por
cada tipo de humildad.
Por ejemplo: Humildad teologal: "No hago nada
por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha
enseado, eso es lo que hablo" (Jn 8,28).
3. Si tuvieras que ubicar en la cruz del espacio y del tiempo
a los cuatro tipos de humildad, cmo optaras? Ofrece
una explicacin de tus opciones.
194
Interior
Pasado - Futuro
Exterior
4. Haz un grfico o un dibujo en que pongas de manifiesto
los cuatro sujetos de misin y la accin del Espritu Santo
en todos ellos.
5. La constitucin Gaudium et Spes nos ofrece un texto en
el que presenta un deber propio de todo el pueblo de
Dios. Podra tener relacin con la humildad misionera?
Por qu?
"Es propio de todo el pueblo de Dios, pero princi-
palmente de los pastores y de los telogos, auscultar,
discernir e interpretar, con la ayuda del Espritu Santo,
las mltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz
de la palabra divina" (GS 44).
6. Haz un comentario de cada una de las siguientes afirma-
ciones evidenciando su relacin con la humildad misio-
nera:
"Los ambientes devotos a veces son peligrosos por-
que en forma obstinada elevan a nivel de medida univer-
sal lo que pertenece a una experiencia que es en extremo
local".
"Ahora que de verdad el mundo entero se puede
comparar con una aldea, el pueblito de Beln, hemos de
195
tener la certeza de que la verdad sobre el hombre no es lo
que podemos leer en la cultura a la que pertenecemos".
"Debemos saber caminar hacia un pas que es la
entera humanidad en el que nuestra vida y nuestro
esfuerzo signifiquen bendicin para todas las gentes fuera
de cualquier tipo de particularismo".
"No podemos reprocharnos de haber tenido un
determinado pasado cultural y religioso. Pero nuestro
pecado es el quedarnos encerrados y de enfrentar los
problemas del futuro como la samaritana que dice: "T
eres judo, por qu hablas conmigo que soy samaritana?
Nosotros tenemos este templo...".
7. El gran telogo santo Toms de Aquino asumi de san
Ambrosio esta afirmacin:
"Toda verdad, no importa quien la exprese, pro-
viene del Espritu Santo". Qu consecuencias puedes
sacar de tal afirmacin en relacin con la humildad?
8. Juan XXIII sola instar a los cristianos a buscar con los
hombres de otras religiones lo que une en vez de blo-
quearse en lo que divide. Qu exigencias le hace a la
humildad esta exhortacin del papa?
9. La declaracin Nostra aetate del Concilio Vaticano II
exhorta a los catlicos en relacin con los adeptos de
otras religiones con estas palabras: "Dando testimonio de
la fe y la vida cristiana, reconozcan, guarden y promue-
van aquellos bienes espirituales y morales, as como los
valores socio-culturales, que en ellos existen" (w 2).
En qu forma estas palabras desafan la humildad
de cada cristiano?
10. Para ampliar nuestra visin de la accin misionera
hemos hablado de cuatro sujetos de misin. Expresa qu
196
tipo de actividades podra realizar cada uno de ellos para
ser misionero.
11. Los padres del desierto nos ofrecen muchas enseanzas
sobre la humildad. Haz un comentario sobre algunos de
ellos:
"Un anciano dijo: No desprecies a quien est al lado
tuyo porque no sabes si el Espritu de Dios est en ti o en
l. Cuando digo "quien est al lado tuyo" me refiero a
quien te sirve". "Se le pregunt a un anciano: "Qu es la
humildad?" Respondi: Si tu hermano peca contra ti y t
lo perdonas antes de que l haya pedido excusas".
"Un da, el padre Arsenio someti su pensamiento a
un campesino egipcio. Alguien lo vio y le dijo: "Padre
Arsenio, cmo es que, poseyendo t una cultura greco-
romana tan grande, consultas a este simpln? Respondi:
Es verdad que poseo la cultura greco-romana pero an
no aprend el alfabeto de este sencillo campesino.
197
10. Creatividad misionera
MIL MANERAS DE INGENIARSE
Yo no lo conoc. Eso s, lo admiro por su creatividad. Pero
Simen, a quien llamaban el Nuevo telogo (949-1022),
hombre y monje de extraordinaria espiritualidad, s lo cono-
ci. Y as nos lo pinta:
"Conozco un hombre que, por puro amor, haca de
todo y se las ingeniaba en mil maneras para arrancar a sus
hermanos, con quienes viva familiarmente, de sus acciones
y pensamientos malos.
A uno lo agarraba con las palabras, a otro con algn
favor, a otro en la ocasin que se le presentase.
Y veo a este hombre llorando por uno, gimiendo por el
otro, con tanta intensidad que bien pareca que l se pusiese
en el lugar de esas personas y se echase as mismo la culpa
por los errores que ellos cometan.
Conozco un hombre que con cunto amor se alegraba
de las luchas y victorias de sus hermanos, y se mostraba tan
feliz aplaudiendo sus progresos en la virtud que se hubiera
dicho que era l y no ellos quien habra de recibir el premio
de estas virtudes y de estas fatigas.
Finalmente, conozco un hombre el mismo hombre
que deseaba con tal ardor la salvacin de sus hermanos
que frecuentemente peda a Dios, con lgrimas ardientes y de
todo corazn, en un exceso de celo digno de Moiss, que sus
199
hermanos se salvasen con l o si no que l fuese condenado
con ellos. Porque se haba unido en el Espritu Santo a ellos
con un vnculo de amor tan fuerte, que no hubiese querido
entrar sin ellos en el reino de los cielos".
Me encanta eso de que "se la ingeniaba en mil mane-
ras". Porque puede haber situaciones como abrir con la
llave la puerta de mi habitacin donde una manera y slo
una es la requerida. Pero en el campo de la misin universal
hay que estar dispuestos a buscar 999 maneras ms para
responder a un desafo tan rico y complejo como es el de la
evangelizacin.
INTELIGENCIAS HAY MUCHAS
Pues s. El siclogo Guilford habla de 120 tipos de inteligen-
cia. Entre stas, estn los tipos de inteligencia creativa en los
que predomina el pensamiento divergente. Su caracterstica
especfica es, para decirlo en forma fcil, la capacidad de
encontrar mil maneras de enfrentar un desafo y no limitarse
a una sola solucin.
Esto ltimo es propio de la inteligencia convergente.
Ella se limita a una sola solucin. Mas no por ello se debe
despreciar. Al fin de cuentas, una vez que la inteligencia
divergente produjo suficiente material apto para generar
soluciones, le corresponde a la convergente concretar la
adecuada solucin. Osear Wilde anotaba que un pensa-
miento siempre abierto esto es, siempre divergenteno se
distingue mucho de una boca siempre abierta. A un
momento dado hay que mascar, es decir, hay que llegar al
pensamiento convergente.
La genuina creatividad necesita divergencia y conver-
gencia. Si nos gusta poner de manifiesto la inteligencia
divergente es porque est en sintona maravillosa con esa
cualidad abierta, planetaria, ecumnica, dialogal y amiga de
200
lo diferente que caracteriza a la espiritualidad misionera.
Sobre todo, nos agrada evidenciar esa disponibilidad a
"ingeniarse en mil maneras", para llevar a cabo la misin
pues esto quiere decir creatividad misionera. Se trata de un
rasgo de la espiritualidad invitado hoy, ms que nunca, a ser
sapiente mediador en ese encuentro maravilloso del misterio
de Cristo y la situacin humana.
CUANTA CREATIVIDAD EXIGE LA MISIN
No hay duda. La creatividad es una necesidad derivada de la
actual situacin del mundo y de los nuevos desafos
misioneros.
"El hombre actual se caracteriza marcadamente por
una crisis fruto de un cambio de civilizacin. Todo un
mundo de antiguas certidumbres est en agona y un entero
mundo con perspectivas unas veces entusiasmantes y otras
preocupantes se vislumbra en el horizonte de la historia. Es
una situacin que "objetivamente", por necesidad de cosas
antes que por una opcin deliberada, hace un llamado a los
recursos de la creatividad humana"
1
.
Y esta crisis que a nivel mundial es evidente, adquiere
especial intensidad en situaciones humanas especiales que
requieren una respuesta misionera. Entonces el llamado a la
creatividad se vuelve intenso y urgente.
Cunta creatividad requiere hoy lo que solemos llamar
la misin universal "ad gentes". Cunta creatividad para
evangelizar en un contexto cultural diferente del propio.
Para saber armonizar en uno mismo el propio patrimonio de
espiritualidad y cultura con el de aquellos en medio de los
cuales hay que encarnarse. Cunta creatividad se necesita
para lograr ser, como Iglesia, signos luminosos de la presen-
1. VARIOS, Nuovo Dizionano di liturgia. Ediciones Paulinas, Roma 1984, p 316
201
cia de Jess a travs de tiempos que cambian rpida y
profundamente.
Cunta creatividad, por consiguiente, se exige para
descubrir nuevas formas de presentar el evangelio como
buena noticia a partir de la simbologa local. Cunta creati-
vidad es necesaria para llevar el anuncio de la palabra no
simplemente como evento verbal sino estructuralmente tes-
timonial, existencialmente apologtico (dando razn de la
propia esperanza), esencialmente festivo, profundamente
vital, eficazmente innovador y supremamente revelador.
Cunta creatividad se requiere para promover y no
imponer el nacimiento de una Iglesia local con rostro, lengua
y espiritualidad propios. Es un nacimiento que reclama el
invento de esas mil formas que motiven las nuevas comuni-
dades a pasar de pasivas a activas y de activas a participantes.
Ellas son sujeto integral del proceso creativo que les corres-
ponde puesto que ste exige poner en acto vocaciones y
carismas propios de la Iglesia local necesarios para su creci-
miento y su misin. Qu sera de una creatividad, por
ejemplo a nivel litrgico, que fuese solamente trabajo de
expertos? Sera fino y elegante producto de laboratorio, pero
fro y adems irrespetuoso de la funcin activa de la fe y de
los carismas del pueblo de Dios.
Cunta creatividad se necesita para lograr que sea una
realidad la inculturacin, esto es, la comunin entre el evan-
gelio y la cultura local. Algunos, con resabios de secula-
rismo, quieren separar totalmente el evangelio y la cultura
para que quede una cultura pura y sin huellas de Dios. Otros,
con antojos espiritualistas, quieren lo contrario, que la fe y el
evangelio absorban totalmente la cultura quitndole toda
autonoma. Los muy integristas no se dan cuenta de que si
bien un mundo sin Dios es una desgracia, lo es tambin un
Dios sin mundo e insensible a la situacin del hombre.
202
La creatividad misionera impide caer en el defecto del
separatismo como en el exceso del integrsmo y permite
actuar una sana inculturacin, nuevo nombre de la misin
segn Juan Pablo II.
Cunta creatividad se requiere para que la evangeliza-
cin sea integral as que el evangelio penetre la dimensin
interior y personal como la sociopoltica-estructural.
Cunta creatividad es necesaria cuando se entra en el
dilogo interreligioso para ser capaces, a la manera de Jus-
tino, Clemente Alejandrino u Orgenes, de discernir lo
bueno y verdadero en las diversas religiones sin dejarse
llevar como Tertuliano o Ireneo por una visin dema-
siado negativa de las mismas. Y todo ello, conservando clara
conciencia de ser, como Iglesia, sacramento universal de
salvacin.
Cunta creatividad exige el dilogo ecumnico que no
es slo un hablar sino un ser con el otro sin espritu idol-
trico, maniqueo o sectario. Que requiere la capacidad de
cavar dentro de las propias certezas; la voluntad de expro-
piarse del excesivo apego al propio yo, la humildad misio-
nera para acoger los valores del otro; la paciencia misionera
que acepta el crecimiento lento y a veces imperceptible; el
coraje de salir del inmovilismo y del conformismo para
procurarse de llegar a una sntesis de la verdad y ello sin
menospreciar las legtimas diferencias ni sacrificar el patri-
monio de la fe.
Cunta creatividad exige el encuentro con la religiosi-
dad popular.
Frente a ella, se siente la urgencia de actuar la nueva
evangelizacin con sus nuevos mtodos, su nuevo ardor y
sus nuevas expresiones. Cunta creatividad para decirlo
en breve se requiere para hacer de hombres carnales,
autnticos hijos de Dios. Se requieren toneladas de creativi-
dad.
203
Tendrn todas esas toneladas su suficiente explicacin
en las capacidades del pensamiento divergente? Los apsto-
les y misioneros de todos los siglos que han realizado con
creatividad la accin misionera, eran simplemente inteli-
gencias creativas?
"Un elefante se separ de la manada y fue a cruzar un
viejo y frgil puente de madera tendido sobre un barranco.
La dbil estructura se estremeci y cruji, apenas capaz de
soportar el peso del elefante.
Una vez a salvo al otro lado del barranco, una pulga
que se encontraba alojada en una oreja del elefante exclam,
enormemente satisfecha: "Muchacho, hemos hecho tem-
blar ese puente!".
Quien contestase que todo se explica con el pensa-
miento divergente no sera diferente de la pulga. Y a lo
mejor, ni siquiera dira "Hemos hecho temblar ese puente",
sjno "He hecho temblar ese puente". La verdad es que se
requiere mucho ms que esa pulga llamada pensamiento
divergente para hacer temblar el puente, esto es, para que la
creatividad misionera sea una realidad. Es necesario algo
ms, o mejor, alguien ms. De ello dan cuenta en forma
estupenda los Hechos de los Apstoles.
LOS HECHOS, CORRIENTE DE CREATIVIDAD
Era una noche de luna llena. El grupo de borrachos sali del
bar y se dirigi al ro para dar una vuelta en canoa. Durante
toda la noche estuvieron remando. No descansaron ni
cuando empez a despuntar la aurora. Cuando el sol se
haba levantado bastante, la brisa picante se llev la borra-
chera provocada por el alcohol. Ellos creyeron que ya era
hora de regresar. Pero con gran sorpresa se dieron cuenta de
que la canoa no se haba movido de la orilla.
204
Esa noche se haban olvidado de que no era suficiente
remar. Antes de agarrar los remos, tenan que haber desama-
rrado la canoa del muelle.
La creatividad del apstol puede parecerse al enorme
esfuerzo de remar toda la noche y al final darse cuenta de que
an se est en el mismo lugar. Ello acontece cuando no se
desamarra el nudo de la autosuficiencia. Entonces esa
corriente maravillosa que puede conducir velozmente por
los meandros de la misin, no logra entrar en accin.
Hay que dejarse conducir por esa corriente cuya fuerza
e iluminacin generan una extraordinaria creatividad. As
nos lo ensea la obra de Lucas, los Hechos de los Apstoles.
TESTIMONIO DEL ESPRITU CREADOR
Tal vez simplificaba demasiado. Me refiero a Gregorio
Nacianceno quien deca que la revelacin del Padre haba
empezado desde el Antiguo Testamento y la del Hijo con el
Nuevo. El Espritu Santo, en cambio, podr ser completa-
mente revelado slo en la experiencia de la Iglesia.
Gregorio deja un poco en la sombra el hecho evidente
de que el Espritu habla en el Antiguo Testamento. El
Espritu (ruach) es principio de vida que abre a la novedad y
logra la unidad del proceso vital en cuanto que viene de
Dios vivo (cfr Gn 1,2; Sal 33,6; 104,22ss; Sb 1,7;7,22-8,1).
Al Espritu se atribuye la inspiracin de los profetas que
construyen el futuro en la historia de Israel e instan constan-
temente al pueblo a la fidelidad a la Alianza (cfr Nm
11,25;24,2;27,18; Is 10,6; 19,24; Is 61,1; Ez 2,2;3,24; Za
7,12).
Asimismo Gregorio minimiza la presencia del Espritu
en esos preludios de la revelacin que llamamos las religio-
nes naturales. Tal vez su presencia es como un esbozo no
perfectamente delineado pero real. El chamanismo, el taos-
205
mo, el hinduismo, el estoicismo y hasta el neoplatonismo
procuran esbozar la figura del Espritu (Pneuma) cada uno a
su manera, influyendo de algn modo aun en la teologa
cristiana.
Pero, es verdad, que el don del Espritu fue formal-
mente prometido y otorgado en el Nuevo Testamento.
El libro de los Hechos nos ofrece el maravilloso testi-
monio de la accin del Espritu creador especialmente en
relacin con la misin universal. Las manifestaciones del
Espritu en la obra de Lucas son expresiones de esa efusin
universal preanunciada desde los profetas. Adems son
actos formadores a travs de los cuales quiere formar perso-
nas creativas que saben ingeniarse de mil maneras para
realizar con la fuerza y la gua del Espritu la misin
mandada por Cristo.
Podemos apreciar en los Hechos en hombres como
Pedro y Pablo, Esteban y Felipe, Bernab y Juan que "es
el hombre total, en sus profundidades, aun las ms carnales,
el que es aprehendido por la luz del Espritu que lo inviste
progresivamente hasta en su inteligencia y en su afectividad.
No hay que hacer ningn esfuerzo para decir esto o para
elegir aquello, sino que siente las cosas al acogerlas. Por eso
no hay ningn corte entre este Espritu creador que hace
vivir al hombre su propia identidad y el Espritu que llena su
corazn de gracia y de luz para hacerle avanzar por las vas
de Dios: "El Espritu crea las cosas con amor"
2
.
Con amor, el Espritu puede sacar de una pulga un
elefante capaz de hacer estremecer el puente por el que
transita. En efecto, el Espritu creador es quien lleva a las
personas a ser creativas.
En el libro de los Hechos es tan evidente su accin, que
a veces parece que amn de la palabra el nico actor sea
2. BOUYER Luis, II c on s ola t or e , Ediciones Paulinas, Roma 1983, p 18.
206
el Espritu S*anto con su carga innovadora, con su fuerza
creadora.
El Espritu empuja a Felipe para que alcance el carro
del eunuco etope y le explique lo que est leyendo (Hechos
8,29). Tambin da a Pedro la orden de ir con los enviados
del centurin Cornelio (Hechos 10,19) como lo explicar
ms tarde en Jerusaln: "El Espritu me dijo que fuera con
ellos sin dudar" (Hechos 11,12).
El Espritu prohibe a Pablo y acompaantes que vayan
a Efeso (Hechos 16,6) y "estando ya cerca de Misia, intenta-
ron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consinti el Espritu de
Jess (Hechos 16,7).
Es importante recordar que fue el Espritu Santo quien
tom la iniciativa de empezar la misin evangelizadora
cuando dijo: "Separadme ya a Bernab y a Saulo para la
obra a la que los he llamado" (Hechos 13,2).
Si el Espritu dice a los apstoles lo que deben hacer, ya
se trate de empezar una misin o de dejarla para ms tarde,
cmo se pueden ellos considerar creativos? La respuesta
podemos encontrarla en uno de los ms decisivos y por
tanto creativo al mximo eventos del libro de los Hechos:
El Concilio de Jerusaln. En tan singular evento, las decisio-
nes se aprobaron con esta frmula: "Hemos decidido el
Espritu Santo y nosotros" (Hechos 15,28). Se trata de una
decisin trascendental y en ella los apstoles son actores y
por ende, creativos.
Sin embargo, su creatividad no est en ponerse al lado
del Espritu como compaero a la par, sino bajo su inspira-
cin y gua. Qu mayor creatividad puede haber que esa de
dejarse guiar por el Espritu creador?
Roloff anota justamente: "La famosa frmula intro-
ductoria "hemos decidido el Espritu Santo y nosotros" no
pretende expresar una equiparacin igualitaria entre los
dirigentes eclesisticos y el Espritu Santo, ni atribuir a
207
aqullos una capacidad de disponer arbitrariamente de ste.
Lo nico que quiere dejar bien en claro es que las autorida-
des de la Iglesia no han llegado a tomar esta decisin por
puro antojo o en cuanto detentores de un poder absoluto,
sino explcitamente conscientes de su sumisin a la voluntad
del Espritu"
3
.
Podemos hablar de una sumisin creativa. Gracias a
ella, empieza esa maravillosa apertura misionera que empuja
a los primeros cristianos a medirse creativamente con un
universo cultural como es el grecolatino, completamente
diferente del semtico-judo. Fue una empresa ardua, arries-
gada y lo sigue siendo cada vez que hay que derribar todo
aquello que de algn modo pueda aprisionar la fuerza
expansiva y creativa de la buena noticia.
A la sumisin creativa de los apstoles sigui la sumi-
sin creativa de Pablo. El expresa esta realidad declarndose
"encadenado en el Espritu" (Hechos 20,22).
Anota Dupont que en torno a la frase hay dos interpre-
taciones. La primera sostiene que Pablo se considera enca-
denado no fsicamente, en su cuerpo sino espiritualmente, en
su espritu. La segunda afirma que Pablo se considera prisio-
nero del Espritu Santo que con violencia irresistible lo
empuja a actuar y lo encadena a l.
La primera interpretacin parece ms sencilla pero
encuentra graves escollos gramaticales. La segunda est ms
en sintona con la forma de expresarse propia de Lucas quien
habla del viejo Simen quien "movido por el Espritu vino al
templo" (Le 2,27) y de Jess quien lleno del Espritu Santo
se volvi del Jordn y era conducido por el Espritu en el
desierto (Le 4,1). En estos casos se habla no de un movi-
miento espiritual (contrapuesto a carnal) sino del Espritu
Santo quien tiene un papel determinante en la direccin que
han de tomar los acontecimientos.
3. LAFRANCE Jean, P e r s e ve r a n t e s e n la or a c i n , Narcea, Madrid 1984, p 64.
208
"Si Pablo se dirige a Jerusaln no obstante los peligros
que all le esperan, no es tanto por realizar un proyecto
madurado cuidadosamente sino porque considera que no
tiene libertad para obrar de otra manera. Es un viaje orde-
nado por el Espritu y l ejecuta cuanto se le indica en actitud
de prisionero del Espritu. En la Carta a los Glatas, el
apstol exhorta a los cristianos a caminar bajo la gua del
Espritu, a dejarse conducir por el Espritu, a seguir el
Espritu (Ga 5,16.18.25).
Se siente personalmente dominado por el Espritu en
forma tan irresistible que no duda en llamarse un "encade-
nado" a l, arrastrado por l como un prisionero del Espritu.
El no es de esos que "duros de cerviz, incircuncisos de
corazn y de odos, resisten siempre al Espritu Santo
(Hechos 7,51). Al Espritu que lo gua, Pablo corresponde
con tanta docilidad que renuncia a su libertad personal de
accin
4
.
La docilidad al Espritu lo demuestran Pedro y
Pablose traduce en alta creatividad misionera a nivel de
vida y a nivel de accin. Y porque el Espritu sopla donde
quiere y no conoce fronteras, cmo no reconocer la creativi-
dad misionera en hombres como el judo de la corriente
hassdica que exclamaba: "Todo hombre debe salir de
Egipto todos los das".
Su oracin favorita era esta: "Seor del universo, has
de saber que los hijos de Israel sufren demasiado. Merecen la
liberacin; tienen necesidad de ella.
Pero si por alguna razn que desconozco, t no lo
quieres, no an; entonces libera a los otros pueblos, a las
otras naciones, pero hazlo pronto"
5
.
4. ROLOFF Jurgen, Hechos de los Apstoles, Cristiandad, Madrid 1984, p 312
5. DUPONT Jean, // testamentopastorale di Paolo, Ediciones Paulinas, Roma I 980,
pp 148-149
2(W
Poco se distingue esa plegara de esta que nos gusta a
los cristianos: "Enva tu Espritu, Seor, que renueve la faz
de la tierra".
DOS AMIGAS INSEPARABLES
"El supremo rey de todas las cosas cuenta una leyenda
rusa organiz una gran fiesta en su palacio. Todas las
virtudes fueron invitadas. Con una rpida mirada se poda
descubrir la fe vestida de blanco y la esperanza vestida de
verde; la justicia con una balanza en la mano y la fortaleza
con su dura coraza.
De repente, el supremo rey se dio cuenta de que dos
virtudes se miraban como si nunca se hubiesen visto. Como
buen anfitrin, se acerc a la primera la tom por la mano y
la condujo hasta la segunda para que se conociesen. La
primera se present: "Soy la beneficencia". La otra respon-
di: "Soy la gratitud". Las dos virtudes quedaron atnitas.
Desde la creacin del mundo era la primera vez que se vean.
Casi como por contraste, haba otras dos que parecan
amigas inseparables, una se llamaba gratuidad y la otra
creatividad. Una no poda vivir sin la otra.
La creatividad poda prescindir de la gratitud pero no
quera separarse nunca de su querida amiga la gratuidad. Y
sta deca lo mismo. Aun sin gratitud, lo importante era estar
junto a la creatividad.
Dejando el campo de la fantasa y pasando brusca-
mente al campo concreto de la investigacin, podemos
constatar la realidad de esas dos amigas inseparables.
"Hace algo ms de medio siglo, J. Rossmann en su
estudio La sicologa del inventor hizo notar que, entre los
710 inventores entrevistados, las motivaciones ms frecuen-
tes para gestar sus nuevas ideas no eran otras que el amor a
inventar y el deseo de mejorar.
210
Con frecuencia un artista no trabaja por otra recom-
pensa que por el arte mismo.
Igualmente, los estudiosos emplean horas y horas en
estudio y profunda reflexin por puro amor a la verdad y al
conocimiento.
Los mejores msicos tocan sus instrumentos durante
muchas horas, da tras da, no tanto porque van a recibir un
sueldo en el prximo concierto sino especialmente por puro
amor a la msica.
Este tipo de creatividad es el responsable y ms que
cualquier otro, de las nuevas tcnicas de ste, de los nuevos
estilos y de las ms importante intenciones cientficas.
Con frecuencia los inventores trabajan con muchas
limitaciones financieras y muchas veces sin nada de gratitud
por lo que crean. Pero ellos lo hacen movidos nicamente
por ese compromiso asumido con la ciencia o con el arte"
6
.
Nuevamente la creatividad y la gratuidad aparecen
como dos amigas inseparables. Sin gratuidad la creatividad
podra acabarse demasiado pronto como se desvanecen los
matrimonios cuando el amor se enfra. La gratuidad y la
creatividad son compaeras inseparables en el arte y en la
ciencia pero lo son an ms cuando se viven en el campo del
servicio. Hablando del hombre libre, sola Tagore expresar
esta verdad:
"Era joven y me senta fuerte. Esa maana primaveral
sal de casa y grit: "Estoy a disposicin de quien desee.
Quin me quiere?" Me lanc a la calle principal. Por ah,
derecho en su coche y seguido por miles de guerreros pasaba
el rey. "Te tomo yo a mi servicio" dijo haciendo detener el
cortejo. "Y en recompensa compartir contigo mi potencia".
Pero yo no sabra qu hacer de su potencia y dej que se
fuera.
6. WIESEL Elie, Celebrazione hassidica, Spirali, Miln 1983, p 118.
211
"Estoy a disposicin de todos. Quin me quiere?".
En la tarde caliente, un viejo pensativo me detuvo y
dijo: "Yo te tomo para mis negocios. Y te compensar con
abundantes monedas". Y empez a hacer tintinear todas sus
monedas de oro.
Pero yo no sabra qu hacer con sus centavos. Y mir
hacia otro lado. Pas la noche echado sobre la hierba.
Cuando amaneci, me encontr todo empapado a causa de
la escarcha.
"Estoy a disposicin". Quin me quiere?".
El sol brillaba sobre la arena cuando vi a un nio
jugando en la plaza con tres Conchitas.
Cuando me vio, levant la cabeza y sonri. Pareca
conocerme.
"Yo te tomo", dijo, "y en pago de ello no te dar nada".
Acept el contrato y empec a jugar con l.
A la gente que solicita mis servicios le responda: "No
puedo. Ya estoy comprometido".
Y desde ese da me sent un hombre libre".
Si en el servicio gratuidad y creatividad se descubren
como grandes amigas, cunto ms se puede decir del servicio
misionero. Se es llamado por pura gratuidad a la manera de
Abrahn elegido sin mrito precedente; o de Pablo separado
desde el seno de la madre por gracia de Dios (Ga 1,15).
"Lo que recibisteis gratis, dadlo gratis" (Mt 10,8). Por
ello, a quien es elegido gratuitamente le es connatural la
gratuidad y a quien es elegido para la misin universal le es
connatural la creatividad. Una y otra son consecuencia de la
entrega total al Seor para la realizacin de la misin
confiada.
Pablo en el ya repetidamente recordado discurso de
Mileto lo plantea con preciosa claridad:
212
"Yo no considero mi vida digna de estima, con tal que
termine mi carrera y cumpla el ministerio del Seor Jess, de
dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos
20,24).
E insiste en esta entrega un poco despus: "Yo estoy
dispuesto no slo a ser atado sino a morir tambin en
Jerusaln por el nombre del Seor (Hechos 21,13).
La esperanza de Pablo no es ganar un premio terrenal
sino ganar el premio eterno por haber cumplido la misin
universal a la que fue llamado.
Dejemos que el filsofo Marcel, haga eco a los senti-
mientos de gratuidad de Pablo con su llamado a vivir "en la
esperanza antes que concentrar nuestra ansiosa atencin
sobre las pocas monedas de plata desplegadas delante de
nosotros y cuya contabilidad, en forma febril e incansable,
hacemos y rehacemos sobrecogidos por el temor de tener
menos de lo suficiente o de quedarnos sin nada"
7
.
Qu oportuno concluir con este llamado a la espe-
ranza, sobre la que se cimienta toda gratuidad y toda creati-
vidad misionera. San Agustn, concluye su creativa obra
sobre la Trinidad, ofrecindonos tambin sus sentimientos
de esperanza al exclamar: "Cuando te habremos alcanzado,
cesarn todas estas palabras que ahora multiplicamos sin
alcanzarte".
7. LUZBETAK Louis, The Chur c h a n d c ult ur e s , Orbis Book, Maryknoll 1988, p 338
Citado por Vanos, Fe de e c ult ur a de gh All de gh Apos t oU, Dehomane, Bolonia 1988; p 54
213
Actividades
1. Escribe un comentario a la siguiente afirmacin:
"La creatividad, lejos de ser improvisacin o aven-
tura de una fantasa incondicionada, debe conocer el
esfuerzo del anlisis, la bsqueda de mediaciones entre lo
viejo y lo nuevo, la sabidura de una actitud de reserva
crtica frente a la propia produccin para que pueda ser
realmente ella misma" (Diz. Lit. 317).
2. Descubre algunos conceptos comunes entre el captulo
de la creatividad y el siguiente texto de J.P. Guilford:
"La enseanza ha sido excesivamente autoritaria.
No se indic a las jvenes generaciones cmo usar la
informacin en forma creadora, ni se les dio siquiera la
oportunidad de hacerlo, en muchos casos. Por su parte, la
educacin creadora tiene como objetivo la formacin de
una persona con iniciativa, recursos imaginativos y con-
fianza propia, dispuesta a enfrentarse a los problemas
personales, interpersonales y de otras ndoles. Debido a
su confianza propia es tambin tolerante donde debe
haber tolerancia. Un mundo de personas tolerantes sera
tambin un mundo de paz y cooperacin. Por lo tanto, la
creatividad es educacin en el sentido ms completo y es
la clave para la solucin de los problemas ms apremian-
tes de la humanidad".
3. Todo o nada. Tu respuesta es buena slo si completas los
diez modos para resolver este problema: En qu modos
214
puedes lograr que los jvenes se hagan presentes en la
liturgia dominical?
4. El ejercicio de creatividad anterior se asemeja a ste.
Crear unidad exige muchas veces correr caminos impen-
sados, poco habitualmente imaginados, al margen de lo
que se impone de inmediato como solucin. Experimn-
talo tratando de unir los nueve puntos con cuatro lneas
sin interrupcin.



5. Busca en tu manera de ser apstol alguna actividad tuya
que requiere se le aplique el siguiente consejo de Perl-
man: "Despus de hacer algo de un mismo modo durante
dos aos, examnalo cuidadosamente; despus de cinco
aos, velo con desconfianza; despus de diez aos, aban-
dnalo y empieza de nuevo".
6. Identifica en los Hechos de los Apstoles cinco realida-
des que pueden llamarse creativas.
7. Escribe un breve artculo refutando la siguiente afirma-
cin: El Concilio Vaticano II motiv en los cristianos el
pensamiento convergente para que todos tuviesen el
mismo modo de ser, de actuar y de pensar y poco
estimul el pensamiento divergente".
8. "Hay intelectos de un solo piso, intelectos de dos pisos e
intelectos de tres pisos con claraboyas. Todos los colec-
cionistas de hechos que no tienen objetivo alguno ms
all de es_tos hechos son hombres de un solo piso. Los
215
hombres de dos pisos comparan, razonan y generalizan,
utilizando la labor de los coleccionistas de hechos, cual si
fuera su propia labor. Los hombres de tres pisos ideali-
zan, imaginan y predican: su mejor iluminacin les llega
de lo alto, a travs de la claraboya" (O.W. Holmes).
Identifica hombres de tres pisos en los Hechos de los
Apstoles e intelectos de uno o dos pisos.
9. Las preguntas son los actos creativos de la inteligencia.
Identifica 10 preguntas importantes que se formu-
lan en los Hechos de los Apstoles.
10. Las preguntas son los actos creativos en la inteligencia.
Formula 10 preguntas personales en torno a la espiritua-
lidad misionera.
216
Contenido
Presentacin 5
1. ENFOQUE MISIONERO DE LA ESPIRITUALIDAD 9
Hay montaas y montaas 9
La montaa de la espiritualidad 10
Espritu de montaa o espritu de hueco 12
Dos mo vimientos y uno ms 13
Los hechos, el signo nmero tres 15
A la misin la pintan calva 17
Todas las abejas son reinas 19
Actividades 22
2. AMOR UNIVERSAL 25
La montara del amor 25
El espritu del amor universal 27
1. Un rumor desde el cielo 29
2. Un viento impetuoso 30
3. Fuego 31
4. Lenguas 31
5. Hablar otras lenguas 32
6. Reunidos en un mismo lugar 33
Seis criterios de espiritualidad misionera 34
1. Presencia de Dios o vaco de Dios 35
2. Movimiento apostlico o cansancio burgus 36
3. Amor universal o encerramiento 36
4. Servidor de la palabra o charlatn improvisador? 37
5. Voluntad de hacerse comprender o pobreza
de insercin? 38
217
6. Comunin desde la misin o individualismo
Actividades
39
40
3. CONCIENCIA DE SER ENVIADO 43
Horizontes cada vez ms amplios 43
Un programa: Cruz de la misin 44
Cinco elementos del programa misionero 44
a. Una promesa 45
b. Un encargo 45
c. Un mbito 46
d. Un contenido 47
e. Una respuesta
Conciencia de testigo universal 48
1. La fatiga de Pedro 48
2. La fatiga de Pablo 49
Cinco caractersticas del testigo universal 51
1. Vio 52
2. Comprendi 53
3. Anunci 54
4. Consciente de ser enviado por iniciativa divina 55
5. Consciente de ser enviado a los otros pueblos, a
los gentiles 55
Actividades 58
4. ENCOMENDARSE A LA PALABRA 65
Saber encomendarse 65
Fe en la potencia de la palabra 66
Qu es la palabra 68
Las cuatro P: A tributos de la palabra 71
1. Personalidad 71
2. Potencia 73
3. Progreso 73
4. Participacin 76
218
Cuatro desafos de la palabra
1. Interiorizacin
2. Fidelidad
3. Corazn
Actividades
5. PARRESIA MISIONERA
Una fuerza adicional
Peligrosidad de la misin
La parresia en el mundo griego
La parresia en el mundo hebreo
La parresia cristiana
1. Franqueza
2. Lealtad
3. Valenta
Un captulo todo parresia
La parresia de Pablo
i. La parresia de un novicio
2. La parresia en la sinagoga
3. La parresia hasta el final
Miedo y parresia
Actividades
6. ORACIN MISIONERA
Orar es respirar
El sndrome de activacin
Oracin comunitaria y perseverante
Oracin y ascensin
Oracin y amplitud
1. Ms all de los lugares clsicos
2. Una criatura en expansin
3. Los cinco de Antioqua
Oracin e insercin
Actividades
7. DESAPEGO MISIONERO 131
Apego y desapego: Una pareja que hace crecer
Desapego de la cultura
Desapego de la comunidad
1. La situacin de Pedro
2. El conflicto entre rameos y griegos
Desapego del corazn
Desapego del carcter
Desapego de las cosas
Actividades
PACIENCIA MISIONERA
Dmosle tiempo al tiempo
La paciencia en los Hechos de los Apstoles
Un modelo de paciencia misionera
Un ejemplo de la paciencia hecha mtodo
1. Definicin
2. Seleccin
3. Adaptacin
4. Aplicacin
La benignidad: Paciencia moral misericordiosa
Longanimidad o paciencia histrica
Don impaciente, respuesta sufrida
Actividades
HUMILDAD MISIONERA
Una sabia ignorancia
La humildad en los Hechos
1. "Vosotros sabis..."
2. "Con toda humildad"
Humildad social
Humildad personal
Humildad teologal
Humildad misionera
Actividades
131
134
139
140
142
145
147
150
153
157
157
159
161
164
164
164
165
165
166
169
172
174
179
179
181
181
181
182
183
185
186
194
220
10. CREATIVIDAD MISIONERA I'/'
Mil maneras de ingeniarse I ') )
Inteligencias hay muchas 200
Cunta creatividad exige la misin 201
Los hechos, corriente de creatividad 204
Testimonio del espritu creador 205
Dos amigas inseparables 210
Actividades 214
221

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