Terapia Familiar Sistemica2
Terapia Familiar Sistemica2
Terapia Familiar Sistemica2
2008
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA
Dorys Ortiz Granja
Capítulo II
Elementos de epistemología sistémica
que orientan el proceso terapéutico
2.1
Un sistema ..............................................................................
2.2 El Constructivismo .................................................................
2.2.1 El ser del
terapeuta.......................................................
2.3.1 La integración del
yo....................................................
2.3.2 La
angustia....................................................................
8
11
13
18
23
28
29
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31
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43
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6 DORYS ORTIZ GRANJA
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286
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 7
Capítulo V
El final: la tercera fase o el cierre 312
313
5.1 Cierre por deserción ............................................................... 315
5.2 Evaluación y 320
cierre..................................................................
5.3
y cierre ...............................................................
Seguimiento 325
5.4 A modo de cierre 329
también .....................................................
Notas..............................................................................................
...
Bibliografía .......................................................................................
8 DORYS ORTIZ GRANJA
Lista de tablas
31 Gemelos y 208
mellizos ....................................................................... 209
32 Familia que vive 209
junta ................................................................. 210
33 Adicciones ................................................................................. 214
... 235
34 Enfermedades 238
crónicas ................................................................ 255
35 Familia de G. 257
Bateson .................................................................. 257
36 El Modelo circumplejo ................................................................. 258
37 Diagrama del esquema de evaluación 317
familiar.............................
38 Objetos 318
flotantes........................................................................... 319
39 Aplicación de la 319
técnica ...............................................................
40 Relación Hipótesis –
Técnicas......................................................
41 Síntesis psíquica ............................................................................
42 Flujograma del proceso
terapéutico .............................................
43 La apertura. La primera fase o la formación
del sistema
terapéutico..................................................................
44 El intermedio. La segunda fase o el proceso
terapéutico ............
45 El final. La tercera fase o el cierre del proceso
terapéutico .........
Prefacio
¿Por qué he leído con gran interés la obra propuesta por la Dra.
Dorys Ortiz G: La Terapia Familiar Sistémica?
En primer lugar, porque es un libro muy nutridor, tanto para la inte-
ligencia como para mejorar las competencias del psicoterapeuta. Dorys
nos conduce de la mano a lo largo de su texto, para efectuar tres viajes;
en cada uno de ellos, el camino es coherente, el estilo es claro y atractivo,
los con-ceptos están extraordinariamente bien explicados: todo parece
caer por su propio peso. En orden y por turnos, Dorys recuerda, en
primer lugar, la his-toria de las psicoterapias, yendo a lo esencial del
mensaje de la sabiduría ancestral. Después, pasa revista a algunos
conceptos básicos de la teoría sis-témica para, finalmente, emprender el
largo viaje de explicarnos lo que es el proceso terapéutico.
Francamente, me apasioné… observé una mezcla tal de coherencia
y, al mismo tiempo, de apertura y simplicidad. Hay un fuerte hilo
conductor que no se olvida jamás y, además existen todas las variaciones
y matices a los que nos conduce la apertura terapéutica y que no escapan
a la autora. Así, ella nos habla del proceso ambulatorio, pero también de
lo que sucede cuando los enfermos son hospitalizados y cuáles son las
condiciones que se desarrollan en estos casos; nos habla de los cuidados
terapéuticos, pero tam-bién de las evaluaciones y de la formación.
Y sin embargo, no aprecié la obra sólo por sus ricas cualidades inte-
lectuales. Lo que más me sedujo es el compromiso de la autora en cada línea
de su texto. Compromiso tranquilo y sereno, honesto, humilde y confiado en
sí mismo a la vez. Dorys tiene éxito en el arte de hablar en primera per-sona,
de relatar su testimonio o su itinerario personal, al mismo tiempo que
produce un texto científico. Ella ha comprendido, simplemente, lo que
escapa a muchos autores: cuando se quiere describir satisfactoriamente el
12 DORYS ORTIZ GRANJA
libro, cuya construcción sigue un camino más o menos similar: este texto
es el compendio de un largo proceso, durante el cual, fue posible lograr
una construcción profesional como terapeuta, docente, supervisora y
directora sistémica, pero también como ser humano.
Esta es la razón por lo que es necesario agradecer a algunas personas
que participaron en este camino. En primer lugar, mis estudiantes en todas
las promociones de la Maestría en Intervención, Asesoría y Terapia Familiar
Sistémica de la Universidad Politécnica Salesiana, y particularmente a los de
la primera promoción, para quienes escribí la primera versión del texto
“Encuadre, proceso terapéutico y ética” y el de “Técnicas Constructivistas
en terapia e intervención”, que se usaron a su tiempo para su formación y
que luego se volvieron los capítulos del proceso terapéutico sistémico en
este libro.
En segundo lugar, al Consejo de Publicaciones de la Universidad
Politécnica Salesiana, que apoya las iniciativas de publicación del pensa-
miento universitario, entre quienes formamos parte de la Comunidad
Educativa de la UPS. Este ejercicio humano y profesional, el de escribir
para contribuir con la formación integral de los alumnos de la
Universidad a la que me pertenezco, ha sido y seguirá siendo una gran
desafío, que lo asumo con mucha responsabilidad y certeza.
En tercer lugar, a mis compañeros y compañeras de vida, cuyos
nom-bres encontrarán a lo largo de este texto, que constituyen la familia
que la vida me ha dado para crecer juntos, divertirse, sufrir y aprender.
Finalmente, a Dios y a la Vida, que al final son una misma cosa,
por la oportunidad de tener todas aquellas experiencias: las buenas y las
malas, que han marcado las elecciones hechas y me han conducido a ver
materia-lizado un sueño en un texto.
A todos y todas ustedes: ¡gracias!
1
CAPÍTULO
Historia de la
psicoterapia
civili-zación occidental.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 23
1.2 Grecia
El modelo shamánico, también conocido como homérico8 es
sustitui-do por una concepción diametralmente opuesta de la vida
psíquica. La visión animista y holística va a ceder el lugar a una
concepción racionalista e individualista, preparada por las innovaciones
filosóficas de Platón, con el que comienza la distinción entre el cuerpo y
el espíritu, luego entre el cora-zón y la razón planteando ya una óptica
dualista que también fue sostenida posteriormente por Descartes.
La evolución de las ideas científicas va a basarse en los principios
mecanicistas y materialistas y en los trabajos de la escuela pitagórica que
celebraba el razonamiento matemático. Alcmeón iba a ser uno de los prime-
ros médicos filósofos en practicar disecciones animales y en considerar al
cerebro como el órgano central de la razón y el asiento de los fenómenos
mentales en general, criterio compartido también por Hipócrates.
La vida psíquica ya no fue considerada como tributaria de los
fenóme-nos mágicos o exteriores, sino que se situaba al interior del
individuo, el cual se liberaba de la tradición ancestral y quería ser
reconocido en su iden-tidad personal. Esto favoreció el desarrollo de un
pensamiento democrático que garantizaba las libertades del individuo y
su igualdad con respecto a otros ciudadanos; a partir de lo cual, el éxito o
el fracaso de una persona dependerían más de su moral personal y de sus
capacidades y menos de cri-terios mitológicos y públicos.
Este movimiento es interesante en la historia de la comprensión de los
problemas psíquicos porque se pasa de una concepción integral: el indi-
viduo como parte de la naturaleza, a una concepción individual: el indivi-
duo como tal.
Como fruto de este cambio, los trastornos mentales comen-
zaron a ser interpretados como la expresión de conflictos internos, propios al
individuo el que se ve “dividido” entre el corazón y la razón, entre el amor y
el honor, etc. La terapia consistía, entre otros elementos, en favorecer la
adquisición del conocimiento y de la introspección; concepción que influ-ye
poderosamente en el desarrollo de la medicina y de toda las formas de
tratamiento, incluso de los males psíquicos.
24 DORYS ORTIZ GRANJA
Las naturales, que son los elementos radicales, los humores, los
tempe-ramentos y las facultades.
Las preternaturales, que son aquellas que van en contra de la
naturale-za, como la enfermedad: sus causas y síntomas.
Las no naturales, que son aquellas que no pertenecen a la
naturaleza humana y pueden ser de seis tipos: aire y ambiente, comida y
bebida, tra-bajo y descanso, sueño y vigilia, excreciones y secreciones y
movimientos del ánimo, éstas son las causas de la enfermedad y
constituyen la base de la terapia.
Según estos principios, entonces la enfermedad es una disposición
pre-ternatural por la cual están alteradas las funciones vitales o naturales,
que el médico puede ayudar a curar, alterando las seis cosas no naturales.
En esta síntesis se puede ver que los elementos considerados para
Esta
28 DORYS ORTIZ GRANJA
llegamos a:
IV con sus Confesiones, en las que se expone por primera vez un proceso
de cambio personal.
Sin embargo, durante muchos años, la actitud de la iglesia ante la
enfermedad fue cruel e inhumana, pese a los preceptos de Cristo; así lo
muestran las prácticas de la Inquisición y la creación de ciertas instituciones
como la de St. Mary of Bethlehem en Londres, en la que los “locos” eran
exhi-bidos como objeto de burla y diversión. Sin embargo, también hubo
excep-ciones a estas formas de tratar a los enfermos mentales, entre las que
se pue-den señalar: el trabajo del padre G. Jofré, que en el siglo XV dirigió
el pri-mer nosocomio en Valencia, tratando a los enfermos con dietas,
ejercicios al aire libre y lo que hoy se podría llamar terapia ocupacional.
Las cosas no podían seguir así, puesto que existía una renovación
de ideas y concepciones sobre el mundo, asociadas con los cambios que
surgie-ron durante el Renacimiento.
1.4 El Renacimiento
Permite el desarrollo de muchas ciencias y entre ellas, también la
medicina, con lo cual se empiezan a oír los primeros comentarios sobre
la enfermedad mental como un problema que no estaba relacionado con
con-sideraciones diabólicas. Así surge un proceso de humanización de la
com-prensión de la enfermedad, que está marcado por algunos hitos
importan-tes, señalados a continuación.
En 1564, J. Wier distingue entre posesión diabólica y enfermedad
mental; en 1573, A. Paré especula sobre el carácter hereditario y las
posibles causas materiales de las enfermedades mentales. Diez años
después, en 1583, F. Plater describe la melancolía y la hipocondría,
mientras que Gazoni propone que los locos sean recogidos en hospitales.
Cien años después, en 1624, Zacchias insiste en que los locos deben
depender sólo del médico. En 1667, T. Willis publica los primeros tratados
de neuropatología y describe la epilepsia, la histeria y la hipocondría como
trastornos del funcionamiento nervioso. En 1682, T. Syndenham profundi-
30 DORYS ORTIZ GRANJA
tomados en cuenta. Por otro lado, era poco habitual que el médico se
encar-gara de esta tarea, considerada como accesoria y que era confiada
de prefe-rencia a una trabajadora social.
El ocultamiento del rol etiopatogénico o incluso de las fortalezas
rea-les de la familia del enfermo, en la toma a cargo terapéutica ha sido
reforza-do por la teoría y la práctica de la psicoterapia freudiana. Incluso,
fue el mismo Freud el que se encargó de instituir una regla de base: el
terapeuta debe evitar todo contacto con los miembros de la familia del
paciente durante la cura, para no comprometer el proceso transferencial.
Sin tomar en cuenta estos elementos, algunos pretenden que Freud
tiene la figura de “precursor” de la terapia de familia, argumentando para
ello, que en el caso del pequeño Hans, se puede ver una alusión a la fami-
lia, pero la evidencia muestra que, si Freud se interesó en la familia real
y no simbólica de sus pacientes, este hecho no es representativo de su
contribu-ción en psiquiatría. De una manera general, él no tuvo en cuenta
los facto-res ligados al contexto familiar actual del sujeto, ya que dio un
rol etiopato-génico decisivo a los factores biológicos y psicosexuales.
En la misma línea está Flugel (1921) con su artículo Estudio
psicoanalí-tico de la familia , que traspasa la atención a la familia,
aunque el foco aún estaba centrado en cada uno de sus miembros. Quizá
es posible ubicar el distintivo de precursores de la terapia de familia en
sus seguidores primero y luego disidentes, como Jung que tomaba en
cuenta la dinámica interper-sonal, la de la pareja o de la familia, incluso
si no lo hacía en la práctica tera-péutica. Atribuía una dimensión
comunitaria al psiquismo, definiendo el concepto de inconsciente
colectivo. Otros de sus conceptos, tales como “la per-sona”, remite a la
realidad interaccional del psiquismo y con la noción de sincronicidad
intentó mostrar que los eventos significativos no dependen siempre de un
principio de causalidad lineal, con lo cual se acerca al con-cepto de
circularidad de la teoría sistémica.
Particularmente, es Adler quién refleja mejor el calificativo de “pre-
cursor”, ya que hay que recordar que consagró algunos de sus trabajos a la
familia, a los principios de la educación, a los errores que pueden dificultar
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 37
indi-viduos.
A B C D
Figura Nº 2
15
Causalidad circular
A B C D
Espirales de retroalimentación
rigor científico
Modelo Ecosistémico
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 47
48
Influencias sobre la Terapia Familiar Sistémica
EPISTEMOLOGÍA
FÍSICA
TRABAJO SOCIAL
Teoría Física Cuántica
M. Richmond
General de Heissemberg
Sistemas
Teoría de la MOVIMIENTO DE
TEORÍAS DEL Cibernética Comunicación ORIENTACIÓN
CICLO VITAL Humana INFANTIL
Erick Erickson A. Adler
R. Hill - E. Duvall J.
Bowlby
DINÁMICA DE
INVESTIGACIÓN EN
GRUPOS PEQUEÑOS
TERAPIA ESQUIZOFRENIA
W.Bion
FAMILIAR G.Bateson
K. Lewin-Grupos T
SISTÉMICA T. Lidz
F. Perls-Gestalt
Moreno-Psicodrama L. Wynne
R. Laing
DORYS ORTIZ GRANJA
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 49
que allí había algo de iatrogénico, ya que se daba a los muchachos, etiquetas de
las
cuales no podían deshacerse, . mientras que estaban completamente bien
adaptados a su medio de origen18
Los resultados de sus trabajos se reunieron en una obra que marcó una gran dife-
rencia en la comprensión de las características ecosistémicas de los esquemas
com-portamentales definidos como patológicos.
También es importante mencionar los trabajos de Bell sobre la interfase de la
tera-pia familiar.
Entre otros aportes muy variados tenemos los trabajos de Fromm-Reichman
(1948) con el concepto de “madre esquizofrenógena” y Rosen (1953) con el
concepto de “madre perversa”.
De igual modo, durante los años cincuenta, existen numerosos trabajos de otros
profesionales, entre los que podemos mencionar: Whitaker sobre la psicoterapia
experiencial con esquizofrénicos, Bowen con la transmisión transgeneracional de
la esquizofrenia, Boszormenyi-Nagy con la ética relacional y Framo con la
compren-sión de la teoría objetal en el sistema familiar.
Nathan Ackerman (1937) publica un artículo titulado: La familia como unidad
social y emocional, que se considera como uno de los primeros aportes para una
compren-sión de los problemas humanos ligados con su entorno familiar.
Pero uno de los aportes más interesantes lo realiza el antropólogo Gregory
Bateson y el equipo del Hospital de Veteranos de Palo Alto, que trabajó
investigando la comunicación entre el esquizofrénico y su familia, para lo cual se
unió a un grupo de psicoterapeutas y teóricos de la comunicación humana con
objeto de estudiarla. La publicación de su teoría sobre el doble vínculo (Bateson,
Haley, Jackson y Weakland, 1956), marca un hito importante en el desarrollo de
la terapia familiar sistémica. Esta teoría, al plantear el paso del síntoma
individual al sistema, facilita la adopción de la Teoría General de los Sistemas,
planteada por Ludwing von Bertalanffy 19 que describe las retracciones negativas
como procesos que buscan lla-mar al orden a tal o cual elemento de un sistema.
La década de los sesenta marca un gran desarrollo para la teoría sistémica. En
Jackson
1962, y Ackerman fundan la revista Family Process y posteriormente
Jackson crea el MRI (Mental Research Institute) de Palo Alto con Satir y Riskin,
al cual luego se unieron Watzlawick, Weakland y Sluzki, los cuales mantuvieron
contactos con M. Erikson, creador de la moderna hipnoterapia y cuyo trabajo fue
señalado sobre todo por Haley en su libro Terapia no convencional.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 51
Por esos mismos años, Salvador Minuchin, impulsado por Ackerman inicia un
pro-yecto de investigación con familias de bajo nivel social en su mayoría
emigrantes, con problemas de delincuencia, lo cual permitió el desarrollo de un
estilo particu-lar de hacer terapia conocido actualmente como modelo estructural.
Paralelamente a estos desarrollos, en Europa aparecen varias líneas de investigación
en terapia familiar. Laing que había viajado a Palo Alto, desarrolla una nueva línea
de investigación para consolidar el modelo sistémico en Londres. Sin embargo, el
aporte más importante en la línea sistémica está dado por los italianos, a partir de dos
focos: Roma y Milán. En 1967, Mara Selvini, Luigi Boscolo, Gianfranco Cecchin y
Giulana Prata, conocidos como el grupo de Milán, ponen en marcha un centro de
investigación en Terapia Familiar. En Roma, Andolfi y Cancrini desarro-llan su
trabajo, brindando aportes fundamentales en este campo.
Ya han pasado cinco décadas desde que apareció esta nueva manera de hacer
tera-pia, la que enfoca su atención en el grupo humano antes que en el individuo,
la que considera a la familia como el espacio en el cual se forjan las condiciones
para la salud o para la enfermedad, la que percibe al ser humano como parte
integrante de su entorno ecológico, la que insiste en trabajar fundamentalmente
la dimensión relacional. Durante este tiempo, la terapia familiar ha
experimentado un crecimien-to formidable, ha ganado espacios en los lugares
más diversos, desde las universida-des y hospitales, la comunidad y la iglesia,
llegando incluso a las clínicas y en las escuelas, ha producido literatura
abundante, ha creado asociaciones y métodos de entrenamiento. Se trata ahora de
un movimiento mundial. Aunque se nutre de diversas posturas teóricas y
distintos transfondos filosóficos e ideológicos, se des-arrolla alrededor de la
convicción de que el foco de atención lo constituyen las rela-ciones familiares.
Latinoamérica no puede permanecer alejada de este movimiento
mundial, por lo que existe un gran desarrollo de la terapia familiar
sistémi-ca en Argentina con el mismo Minuchin, también está María
Cristina Ravazzola y todo su trabajo sobre la violencia familiar,
integrando concep-tos del enfoque de género con los conceptos
sistémicos.
En el momento
actual, la Escuela Sistémica de Argentina realiza
tra-bajos interesantes tanto en la formación de terapeutas, como también en
la clínica en áreas como: adicciones, violencia, terapia de pareja, etc. Están a
cargo dos terapeutas de amplia trayectoria como Marcelo Ceberio y Horacio
Serebrinsky, que difunden sus estrategias y estilo de trabajar, en los encuen-
52 DORYS ORTIZ GRANJA
CAPÍTULO
Elementos de epistemología
sistémica que orientan
el proceso terapéutico
2.1 Un sistema
Un sistema es el conjunto de elementos y sus interrelaciones.
Minuchin (1998) ya lo dijo muy bien, cuando expresó que la familia es
un sistema y de igual forma se entiende al Sistema Terapéutico, el mismo
que se forma por la relación que se establece entre una familia o un
individuo o una pareja y el terapeuta. Este sistema es más que la suma de
estos dos ele-mentos, lo que se conoce como el principio de la no
sumatividad y, por lo tanto, se estructura y funciona de acuerdo a los
principios que rigen todos los sistemas humanos, como una totalidad, en
el sentido de que lo que suce-de a uno de sus miembros afecta al otro.
Como lo muestra la figura, el Sistema Terapéutico se forma por la
rela-ción establecida entre una familia y un terapeuta. En este sistema, es
mental la
funda- circularidad, ya que como se revisó al describir los
aspectos históri-cos, en el trabajo terapéutico se toman en cuenta las
que existen
influencias recíprocas entre los miembros del sistema
terapéutico, terapeuta incluido. Para mantener la circularidad en el proceso
se utilizan, fundamentalmente, las preguntas circulares, que surgieron del
trabajo de Mara Selvini y el grupo
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 59
Familia Terapeuta
Contexto socio-cultural
historias,
62 DORYS ORTIZ GRANJA
las cuales se vuelven más complejas (desde cierto punto de vista) o más sim-
ples (desde otro punto de vista). Complejas al introducir más elementos en
la comprensión de los hechos y simples, a la vez, al comprender de mejor
manera sus vivencias. Finalmente, cuando las personas se dan cuenta de las
profundas implicaciones de sus actos, pueden introducir cambios y al hacer-
lo, quizá pueden avanzar en su proceso de evolución como seres humanos.
Esta forma de comprender el Sistema Terapéutico y lo que sucede
en él hace conexión con el Constructivismo, que como faro en medio de
la tor-menta, orienta el quehacer terapéutico.
2.2 El Constructivismo
Lynn Segal (1986), en su libro Soñar la realidad: el
constructivismo de Heinz von Foerster, señala que éste plantea sus
reflexiones sobre la forma en que los seres humanos conocen el mundo y
al hacer esto, se da cuenta de que se enfrenta una paradoja al pretender
hablar sobre la forma de conocer, puesto que la persona que piensa en su
forma de conocer el mundo, es a la vez la persona que conoce; es decir,
que es objeto y sujeto del proceso de conocimiento.
Esta paradoja lleva a Heinz von Foerster a pensar que la realidad
no puede plantearse como algo externo e independiente, ya que cada ser
huma-no está inmerso en ella y la construye y es construido por ella. De
aquí nace el famoso concepto de la auto-referencia, que se refiere al
hecho de que cuan-do se habla sobre algo, también se habla sobre uno
mismo, sobre lo que se es y lo que se cree.
De esta manera, el constructivismo empieza su crecimiento haciendo
énfasis en la posición del observador y en la forma en que éste conoce, que
no puede separarse del objeto conocido. Con estas reflexiones, se da un salto
importante desde la objetividad, tal como fue planteada por el positivis-mo;
es decir, como la posibilidad de conocer el mundo, separándolo de cada ser
vivo, y se llega a una subjetividad asumida, en la que se acepta que una
persona es un ser subjetivo, cuyas percepciones y reflexiones están
“afectadas” o condicionadas tanto por lo que piensa sobre la vida, como por
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 63
lo que siente con respecto a ella y ello influye en toda relación y más aún
en una relación de intervención.
Partiendo de estas reflexiones teóricas, sólo había un paso hacia su
aplicación en un proceso de intervención. Es verdad, que el constructivis-
mo se ha aplicado en muchas áreas, se lo escucha bastante en la
educación, también en las ciencias sociales y se encuentran algunas
reflexiones intere-santes sobre esta área, hechas por los cognitivos
conductuales e incluso los psicoanalistas. Pero, ¿qué implica el
constructivismo en una intervención? Sus aportes en el quehacer
terapéutico se dan a múltiples niveles:
La idea de que tanto el terapeuta como la familia forman parte de
un mismo sistema y lo que siente o percibe es algo que surge en ese espa-
cio en donde familia y terapeuta entran en relación, se conectan. Dicha
conexión se refiere tanto a la familia como al terapeuta, y se la conoce
como resonancia.
Esto también se aplica al proceso de formación en el mismo
sentido. Lo que comenta el formador se refiere no sólo a los alumnos,
sino también a sí mismo, a sus creencias y a su propia subjetividad.
El constructivismo plantea una postura reflexiva frente a lo que se
vive; de esta manera, deja de ser una intervención (en el sentido clásico
de la terapia) para pasar a ser una conversación, en la cual, tanto el
terapeuta como la familia son expertos en sus áreas de conocimiento.
Esta postura implica un cambio en la relación, la cual deja de ser vertical,
como se plan-tea en el modelo de atención tradicional y pasa a ser, en
gran parte, hori-zontal, ya que el terapeuta no es “el experto” sino que es
una persona que acompaña a las familias en su caminar. Se trata entonces
de una persona que también tiene sus alegrías y tristezas, pero que aún
así, está dispuesta a recorrer ese camino junto al otro, con benevolencia
por sus hechos, tratan-do de comprenderlo y de tenderle una mano, para
que ese otro pueda avan-zar en su propio caminar.
Sin embargo, el principal aporte del constructivismo, es que devuelve
cuales el
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 65
o
66 DORYS ORTIZ GRANJA
Tendencia a la cercanía
Cercanía Distancia
Tendencia a la distancia
2.3.2 La angustia
Es otra variable que afecta el grado de integración del yo y que está
Esto hace que el niño no sea considerado como sujeto sino como
objeto, puesto que está para calmar la angustia del padre o de la madre,
para animarlo/a si está deprimido/a; para controlarlo/a si está fuera de
control; para ayudarlo/a si está perdido/a. Si el niño asume este rol con
uno o ambos de sus progenitores, el proceso se repite nuevamente, ya que
el niño/a, debido a que contribuye a completar los pseudo-yo de sus
padres, crece también con un pseudo-yo, puesto que no puede separarse y
ser él/ella misma. El niño implicado en esta situación, cuando crezca, a
su vez, busca-rá llenar ese vacío que apareció en su propia infancia, y su
pareja y/o sus hijos son las personas mejor colocadas para lograr esto,
con lo cual, la cade-na se repite hasta el infinito, contribuyendo a que las
personas se muevan hacia niveles más altos o más bajos de
diferenciación.
El proceso de triangulación también puede implicar a miembros de
la familia de origen. Uno de los más clásicos es el del esposo, la esposa y
la sue-gra (de cualquier lado). Otro triángulo muy conocido lo constituye
una rela-ción extramatrimonial y también puede implicar cosas como el
alcohol, el juego, el trabajo, etc., e incluso también puede implicar a los
profesionales que trabajan con las parejas.
Este proceso, funcionando en las familias, permite comprender el
sis-tema emotivo de la familia nuclear, puesto que se ha planteado la
hipótesis (a menudo comprobada en la práctica), de que una persona
busca y encuen-tra relaciones con personas en el mismo nivel de
diferenciación (o al menos algo cercano…). En estas relaciones cada
esposo/a anhela encontrar algo que le faltó en su propia familia y así
recuperar su propio yo, sin saber por supuesto que el otro está en la
misma situación. Debido a que no pueden cumplir las expectativas en
este terreno, las personas se enojan profunda-mente y aparecen varios
mecanismos para manejar la angustia en la relación e intentar restablecer
el equilibrio entre la distancia y la cercanía, según los describe Bowen
(1991):
Distancia emocional o corte emocional. Un elemento básico en el concepto de dife-
renciación de sí, es la noción de sensibilidad emocional no resuelta hacia los padres.
Para manejar la pérdida de autonomía en la relación con los padres (y con otras figu-
ras importantes en la familia), la persona mantiene una cierta distancia. La distan-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 73
parental. De nuevo, la forma en que el padre se relaciona con la madre y ella con
él, es una variable importante en el proceso.
El niño implicado en un triángulo se desarrolla con un nivel más
bajo de diferenciación; mientras más grande es la implicación, mayor es
la pro-babilidad de que el niño desarrolle síntomas, los mismos que
pueden agra-varse durante la adolescencia, cuando el individuo trata de
forjar su propia identidad. El fracaso en esta tarea crucial en la
adolescencia puede determi-nar que los síntomas se agraven cada vez
más, incluso al punto de que el joven adulto puede sumergirse en una
psicosis cuando intenta responder a esta situación.
La implicación de un niño, generalmente libera a los hermanos, con
lo cual ellos obtendrán un nivel más alto de diferenciación. Sin embargo,
la angustia puede ser tan elevada, que implique a más niños, en un
intento de equilibrar la situación, lo cual conducirá a que más niños
presenten trastor-nos y síntomas a lo largo de sus vidas.
Bowen (1991) estableció una Escala de Diferenciación que ubica a
las personas en cuatro niveles de perfiles: los bajos, los medios, medios
altos y los altos. A continuación una síntesis de las principales
características de estos perfiles.
El perfil de bajos niveles de diferenciación. Es el grupo que va de 0 a 25, que es
el grado más bajo de diferenciación. La fusión emotiva es tan intensa que las
variables consideradas aumentan la masa indiferenciada del ego familiar hasta
volverse la masa del ego social. Las personas viven en un mundo dominado por
los sentimien-tos a tal punto que es imposible diferenciarlos de los hechos, están
totalmente orientadas hacia las relaciones, de tal manera que gastan tal cantidad
de energía en buscar el amor y el reconocimiento y en guardar una cierta armonía
nes, que
en sus relacio- no queda nada para hacer proyectos y saber lo que harán
de su existencia. Si no son reconocidas pueden pasar la vida intentando retirarse
de sus sistemas de relaciones o combatiéndolos.
El funcionamiento intelectual está sumergido de tal modo por los sentimientos que
no pueden decir: ‘yo pienso’ o ‘yo creo’. Las decisiones importantes para su existen-
cia son tomadas sobre la base de lo que sienten como ‘bueno’, pasan su vida en los
combates que llevan a cabo todos los días para guardar en equilibrio su sistema de
relaciones o en un perpetuo esfuerzo para intentar obtener un cierto bienestar y
76 DORYS ORTIZ GRANJA
más énfasis haga el terapeuta en desenredar sus propios hilos, más contri-
les ha repetido que son “tontos”, luego de algún tiempo ellos mismos se
dicen a sí mismos “es que no puedo hacerlo porque soy tonto”.
La intelectualización: se trata del mecanismo por el cual, una
persona utiliza teorías o conceptos para manejar lo que está sintiendo. Si
dicha per-sona se encuentra ansiosa, por ejemplo, en lugar de admitirlo
puede decir algo como “los últimos estudios realizados sobre la ansiedad
demuestran que…”
La racionalización: Existe una fábula muy conocida que explica
este proceso: se trata de un zorro que trata de alcanzar unas uvas, y
cuando no puede hacerlo dice “bueno, total estaban verdes”.
La idealización: que implica poner características especiales en el
padre o la madre y pensar que ellos son seres excepcionales. Esto protege
a la per-sona del dolor de saber que sus padres no fueron tan buenos, ni
tan mara-villosos como lo hubiese deseado.
Alice Miller sostiene que los seres humanos se orientan en base a
cier-tas leyes naturales, tales como evitar el sufrimiento, idealizar a los
padres a través de la negación de los propios sentimientos, lo cual ayuda
al niño a sobrevivir y, finalmente, el niño (por sus características
psicológicas-egocen-trismo) asume la responsabilidad y la culpabilidad
de lo que está pasando para guardar el control.
Estos elementos teóricos pueden ayudar mucho durante un proceso
terapéutico ya que el terapeuta puede contribuir a que el paciente se
vuelva atento a su manera de tratar los sentimientos y las necesidades
personales, fundamentalmente a través de la escucha empática y la
aceptación de sus estados emocionales, manifestando que sus reacciones
fueron la única opor-tunidad de sobrevivir que tuvo, pero que en la
actualidad, son fuente de sufrimiento.
También, puede tomar en serio los sentimientos actuales, reconocién-
dolos en su naturaleza, nombrándolos y tratando de conectarlos con las
experiencias infantiles. En este trabajo, es importante que los terapeutas se
consideren como “objeto de transferencia”; es decir, personas sobre las cua-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 85
nal, es decir, sobre el ser, sobre aquello que es bueno para uno y para el otro,
88 DORYS ORTIZ GRANJA
del hilo del ovillo que hoy iré desenvolviendo, porque de esta frase nace
toda la refle-xión que viene a continuación. Ya lo dijo Mario Benedetti
en Las Soledades de Babel29:
Mientras devano la memoria
forma un ovillo la nostalgia
si la nostalgia desovillo
se irá ovillando la esperanza
siempre es el mismo hilo
no aceptar su destino.
y no podemos evitarlas, pero están allí por algún motivo. ¿Qué motivo?
Es una pregunta que no podemos responder antes ni durante las difi-
cultades. Sólo cuando ya las hemos superado entendemos por qué
estaban allí.
En otro momento del mismo libro, dice: La única oportunidad que
una tragedia nos ofrece es la de reconstruir nuestra vida… Lo que había
pareci-do el fin significaba ahora la posibilidad de hacerla más bella. La
destruc-ción era necesaria para que las fuerzas que dormían dentro de
todos nos-otros pudieran despertar34.
Ésta es la opción que el dolor nos plantea. Una forma de crecer
como ser humano es a través del dolor. Sólo al pasar por el cincel es que
el diamante da a conocer todo su valor. Sin embargo, no creo en el dolor
por el dolor. Existen dolores que se repiten una y otra vez y a menudo las
personas se preguntan por qué. La pre-gunta no es por qué, sino ¿qué
puedo aprender de esto?, ¿qué debo dejar que muera para que algo
crezca? Sin embargo, es necesario tomar en serio el sufrimiento, el pro-
pio y el ajeno, el dolor sólo nos indica el lugar de nuestras heridas,
aquellas que hemos vivido.
Este tomarse en serio parece importante cuando acompañamos a
alguien en su dolor, ya que la persona se sentirá aceptada en su esencia,
en lo que es, lo cual, indudablemente, contribuirá a mantener un
equilibrio en el dar y el recibir, ya que el otro nos está dando algo de sí
mismo al contar su historia y nosotros podemos reco-nocer esto.
Lo que
resulta paradójico en un proceso terapéutico es,
precisamente, que una de las características o síntomas que nos muestra
que el dolor comienza a ser supera-
96 DORYS ORTIZ GRANJA
Estos elementos no son aislados, sino que están relacionados con las
desarrollo
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 105
CAPÍTULO
El proceso
terapéutico sistémico
con lo cognitivo.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 111
y con cada una de ellas podemos entender el todo… pero, a la vez, cada
pieza es única, no podemos ubicar una pieza en el lugar de otra.
El proceso terapéutico posibilita estos encuentros en los que
buscamos lenta y pausadamente, que las personas pongan en su lugar
las piezas de sus vidas. Algunas veces lo logramos y se forman cuadros
maravillosos, siempre marcados por líneas que indican donde están las
piezas, pero otras veces no es posible lograrlo, ya sea porque faltan
piezas, ya sea porque no sabemos dónde colocarlas, ya sea porque
todavía no es el tiempo para que la persona las ponga en su lugar.
3.1 Introducción
Para llegar a colocar las piezas y armar el rompecabezas propuesto, el
proceso terapéutico pasa por varias fases; todas ellas son muy importantes
en distintos niveles, por lo que se lo ha dividido, un poco arbitrariamente y
con fines exclusivamente didácticos, en tres fases: la formación del Sistema
Terapéutico, el Proceso Terapéutico en sí mismo y la evaluación y cierre.
Una de las principales razones para escoger esta clasificación es
que la práctica clínica enseña que, en líneas generales, existen estos tres
momentos en el contacto con los consultantes, aunque, por supuesto, en
la práctica cotidiana no existe una clara delimitación entre uno y otro, así
como tam-poco existe un límite entre los elementos considerados al
interior de cada una de las fases.
Otra de las razones para establecer esta división, es que, en la
mayo-ría de textos que hablan sobre los procesos terapéuticos,
consideran más puntos, que al fin y al cabo podrían reducirse a estos
elementos. Así que, a la vez que se comparten muchos de los criterios, se
diferencian algunos de ellos con respecto a otros autores.
Finalmente, la razón fundamental para plantear las tres fases, es
que existe un isomorfismo38 entre el proceso terapéutico en su totalidad,
y cada una de las entrevistas realizadas, ya que éstas también se abren, se
desarro-llan y se cierran. Este isomorfismo, además, es bastante vital,
puesto que
114 DORYS ORTIZ GRANJA
familia ha sido remitida por alguien más que les ha dicho “conozco a
alguien que los puede ayudar….”, con lo cual se despiertan algunas expecta-
tivas sobre un encuentro con el terapeuta, de tal manera que, si finalmen-
te, terapeuta y familia llegan a encontrarse, este encuentro pasa por
algunos momentos, cuya descripción viene a continuación.
Podemos considerar el ‘contexto’ como un término colectivo que designa todos los
eventos que indican al organismo, al interior de qué conjunto de posibilidades deberá
hacer su próxima elección. Hay que introducir aquí el término de ‘marca’ de
contexto. Un organismo responde diferente al ‘mismo’ estímulo en contextos dife-
rentes y debemos interrogarnos sobre la fuente informativa del organismo. De dónde
obtiene él la información de que el contexto A es diferente del contexto B? 43
Bateson sostiene que es posible que, en muchas situaciones, no
haya ninguna señal específica, que permita diferenciar los diferentes
contextos, por los que las personas se ven obligadas a obtener
información de la acu-mulación de eventos, lo cual constituye el contexto
en cada caso particular. Bateson continúa afirmando que en la vida diaria
de una persona y proba-blemente, en la de muchos otros organismos,
existen señales cuya función es clasificar los contextos y para muestra un
ejemplo:
Tengo una pequeña perrita de raza poodle español (son un poco
más grandes que los french poodle), pero tienen el mismo color de
pelaje, un tanto crema, los mis-mos ojos vivaces e inteligentes y la misma
capacidad de travesuras… sobre todo cuan-do son muy mimados (como
es, lamentablemente, el caso de esta perrita).
Pues bien, ella ha logrado realizar una “asociación” (bastante
libre… entien-do, con permiso de Freud), entre un collar y la correa
respectiva y “salidas a pasear”. La Petite de nuestra historia (que así se
llama mi can…) “entiende” que cuando abro un cajón determinado,
saco la correa y se la pongo, entonces vendrá un paseo… A ella le gusta
mucho pasear… quién sabe cuántos olores nuevos y sensaciones puede
tener un perro en estos momentos, pero por su comportamiento 44,
entiendo que es algo que le “gusta” hacer: mueve la cola, saca la
lengua, coge la correa y sale corrien-do hacia la puerta de salida de la
casa, salta y me ve con sus ojos negros como dicien-do “¡apúrese!!…
pero ¡qué pasa que no salimos!!”… ¡Ah!! Si los perros hablasen…
Entonces, puedo entender que coger el collar, ponérselo a la perrita y
dirigirnos hacia la puerta, indica sin lugar a dudas “un paseo”.
A esta acumulación de elementos, Bateson los denomina como
“marca de contexto”’. Entonces, un contexto posee ciertas características
que ayudan a entender el marco en el cual se realizarán las interacciones, por
ejemplo: un hospital tiene marcas características: los médicos y enferme-ras
visten de blanco, existen paneles indicando los diferentes servicios: psi-
120 DORYS ORTIZ GRANJA
meta-contexto:
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 121
Figura Nº 6
Contexto y metacontexto
Contexto sociocultural
Metacontexto: educativo
Contexto
terapéutico
Los psicoterapeutas que trabajan en una institución (así sea una clí-
nica), se enfrentan comúnmente a esta situación, puesto que deben “mar-
car” su contexto como terapéutico… aún dentro de un “metacontexto”
que no lo es, póngase el caso que se trate de una escuela. El profesional,
enton-ces, se verá en la dificultad de lograr “marcar” su contexto para
todos los implicados, incluso para aquellas personas que forman parte de
la institu-ción educativa.
Como lo señala la figura, el contexto terapéutico que se intenta for-
mar dentro de un contexto educativo (metacontexto), señala las posibles
dificultades asociadas a esta instalación, puesto que sus finalidades y sus
marcas son diferentes, pero además, porque ambos, se refieren de una u
otra forma a un contexto más amplio, donde existen creencias, normas,
valores que van a influir en aquellos elementos que dependen de él, en
este caso de los contextos subisidiarios: educativo y terapéutico. Con
respecto a este tema, Bateson (1999: 119) sostiene que:
de significa-
122 DORYS ORTIZ GRANJA
Este tipo de contexto puede ser una primera opción al iniciar una
relación, ya que presenta la ventaja de colocar al profesional en una posi-
ción segura, que favorece la comprensión del cliente, manteniendo al
mismo tiempo el respeto hacia su capacidad de decisión sobre su propio
futuro. Se acomoda muy bien a los profesionales con experiencia, que
cono-cen los recursos y limitaciones de la comunidad.
La mayoría de actividades que un terapeuta realiza se enmarcan en
esta área. Muchas de las reuniones que se realizan son de tipo consulta,
ya que las personas desean soluciones rápidas para sus problemas;
además, una gran mayoría no tiene los recursos económicos necesarios
para sostener un proceso terapéutico a largo plazo. Esto también obliga al
profesional a con-siderar cuál es la mejor forma de realizar psicoterapia
en el actual contexto socioeconómico y cultural.
Terapéutico: Este contexto es adecuado para trabajar con crisis estructurales.
demostrándole empatía
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 127
Aun cuando no sea de interés particular decir que las cosas están
bien o mal, a menudo, los estudiantes, los consultantes piden un juicio
sobre los más diversos temas. Entonces, no se puede escapar de esta
situación, ya que las personas experimentan una profunda necesidad de
encontrar puntos de referencia para su quehacer y requieren de
planteamientos que los orienten; esto es cierto tanto más en ciertos casos,
particularmente cuando existen elementos legales implicados.
Informativo: Se refiere a intervenciones grupales con un objetivo claro, que
reúne a individuos que están atravesando una crisis de crecimiento vital.
Al trabajar en un contexto informativo, las personas tienen la oportu-
nidad de compartir información sobre lo que les está sucediendo y acceder a
los beneficios que brinda el trabajo en grupo, como son: la identificación
positiva, por el hecho de que todos viven la misma problemática; encontrar
alternativas, que son más válidas, ya que surgen de los “pares”, de gente que
conoce la misma situación y que ha encontrado diversas formas para enfren-
tarla; aumento del funcionamiento afectivo, que abre la posibilidad de
movilización de áreas no trabajadas.
Este tipo de contexto presenta dos ventajas, a menudo no muy
apro-vechadas: cuando todos los miembros del grupo comparten los
mismos pro-blemas tiene el impacto de “normalizar” la situación que
están viviendo y al permitir un trabajo grupal, es muy económico, ya que
se puede acceder a un gran número de personas con una pequeña
inversión. Gracias a estas ventajas, es posible abarcar un amplio espectro
de la población, lo cual puede ser muy útil y recomendable desde el
punto de vista económico; ade-más, las actividades así realizadas se
convierten en acciones con un perfil preventivo, en el campo de la salud
mental.
Los psicoterapeutas se mueven entre diversos contextos y cada uno de
ellos plantea
diversas dificultades y potencialidades. Lo importante es darse
cuenta de manera muy clara, en qué clase de contexto se está; esto evitará
confusiones, malentendidos y deslizamientos. Además, cada uno de estos
contextos se inserta o hace referencia a un metacontexto, entendiendo por tal lo
que Coletti (1997: 92), menciona: “Los contextos profesionales de cambio no se
producen en el desierto, sino que se enmarcan en un metacontexto singular”.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 129
objetivo común, que en el campo sanitario suele ser la salud del cliente”.
El mismo autor reconoce tres: la derivación, la formación y la
consulta/supervisión.
Derivación: Aparece cuando un profesional por diferentes razones
deriva un cliente hacia otro profesional, lo cual implica que ambos
trabajen en el mismo caso, pero en diferentes tiempos. El objetivo es la
co-creación de un contexto profesional de cambio. Este tipo de contexto
pretende ges-tionar recursos profesionales de manera eficaz. Es muy
interesante que Coletti mencione este contexto como de “colaboración”,
ya que, como se verá más adelante, al hacer el análisis de la demanda del
referente, se trata precisamente de establecer una relación de
colaboración con el profesional que remite el cliente.
Formación: Este contexto determina que existe un profesional que
conoce un área específica del saber humano y lo transmite a otros
profesio-nales, los cuales son considerados como estudiantes. Coletti
(1997: 96) menciona: “En este contexto, el formador es responsable de la
calidad del progra-ma y el alumno debe adecuar a su realidad laboral
los conocimientos y habilidades que aprende”.
Este contexto está muy relacionado con una demanda de
formación, tema que se profundizará en este texto, ya que lo que interesa
se refiere más al contexto terapéutico.
Consulta/supervisión: Este tipo de contexto es muy utilizado por
profe-sionales para intercambiar información nueva sobre el área en la
cual traba-jan, como la medicina, la terapia, la intervención sistémica,
etc., y además favorece la discusión de casos.
Establecer o crear este contexto es muy importante, particularmente
cuando se trabaja en equipo, en cualquier institución, ya que permite que
todos desarrollen un lenguaje común y compartan una línea de trabajo para
enfrentar las situaciones y demandas que llegan a dicha institución. Además,
favorecer la discusión de casos contribuye a que se de un proceso dinámico
e interactivo, que permite encontrar apoyo para trabajar situacio-nes de
diferentes tipos y también, encontrar ayuda y alternativas en situacio-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 131
Además, es más fácil referirse a la libertad del contrato terapéutico para motivar
al paciente y a su familia a implicarse en el tratamiento. Por ejemplo, el recurso
estra-tégico de la posición baja (‘one down’), permite al terapeuta reenmarcar el
proble-ma, poniendo el acento sobre la dinámica familiar.
Cuando el paciente identificado es un niño, la motivación del sistema familiar
para tomar contacto con el terapeuta y colaborar con él, generalmente es más
fuerte. El terapeuta tiene más impacto sobre la familia, ya que está más
colaboradora debido a las presiones socioculturales que obligan a interesarse por
la suerte de un niño y a colaborar con las instancias terapéuticas.
Otra ventaja de los contextos ambulatorios es la de facilitar las intervenciones en
crisis “sobre el terreno” (intervenciones a domicilio, en la escuela, etc.).
Entonces, en este contexto, el terapeuta conserva mayor libertad
para realizar otro tipo de intervenciones, cambiar las modalidades del
contrato terapéutico y también desde el punto de vista operativo, hacer
modificacio-nes en los horarios de atención y de consulta y solicitar a los
clientes que se adapten a estos ritmos. Sin embargo, trabajar en contextos
ambulatorios también presenta desventajas como se describe a
continuación. Salem (1997: 107) sostiene que
La mayor desventaja de los contextos ambulatorios para el enfoque terapéutico
de la familia se verifica en las situaciones en las cuales un miembro de la familia
atra-viesa una fase de crisis (psicótica de cualquier tipo, anoréxica, depresiva,
etc.). A menudo, el dispositivo de protección y de encuadre del miembro
expuesto es insu-ficiente para protegerlo, por lo que en estas situaciones se
vuelve necesaria una hos-pitalización.
Esta situación también se vuelve más compleja de manejar cuando
se trata de trabajar situaciones de abuso sexual, maltrato infantil,
violencia doméstica, etc. Este tipo de problemas, sobre todo porque
requieren una intervención legal, se las aborda de mejor manera en un
contexto institucio-nal, que puede ofrecer un marco de intervención a
través del trabajo de un equipo multidisciplinario, que permite entender
el problema desde diversos ángulos: médico, psicológico/terapéutico,
legal, etc.
A diferencia de los contextos ambulatorios, los contextos hospitala-
rios ofrecen otras ventajas y plantean el manejo de otras dificultades. Al
res-pecto Salem (1997: 107) comenta que:
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 133
3.2.3 El Encuadre
Cualquiera que sea el lugar en el que el psicoterapeuta va a
trabajar, un paso necesario para empezar un proceso psicoterapéutico, es
establecer el encuadre, el cual delimita el espacio y determina el tipo de
contexto en donde el terapeuta y el consultante van a desenvolverse; a lo
que se le deno-mina como marco terapéutico. Para entenderlo de mejor
manera, Edmond Gilliéron54, menciona que:
Entendemos por marco terapéutico el conjunto de factores que comprenden
desde las determinantes socioculturales del tratamiento hasta ciertos parámetros
más o menos fijos como el lugar, la frecuencia y la duración de las consultas. Se
trata de una noción compleja, frontera que separa el espacio terapéutico del
espacio social y delimita una zona privilegiada, donde los actos que se realizan y
las palabras que se intercambian tienen un valor terapéutico.
Ocupa una posición jerárquicamente superior, ya que se impone a los dos miem-
bros del sistema de intervención. Hay una relación dinámica entre el marco y la
rela-ción. De cierta manera, el marco define un campo de fuerza al cual se
someten tanto el terapeuta como el paciente.
Como lo muestra la siguiente figura.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 137
Figura Nº 7
Marco de la relación terapéutica
Contexto terapéutico
Familia Terapeuta
a otro, o
138 DORYS ORTIZ GRANJA
La demanda de consulta
Edith (1987: 230) plantea que antes de escuchar la queja hay reglas
importantes a deducir de los primeros datos que uno recoge.
Trataremos, por una parte, de ver cómo metacomunicar sobre los mensajes
implíci-tos que nos son proporcionados desde la primera sesión, especialmente
en lo que concierne al lugar de la consulta, al síntoma anunciado y al o a los
miembros de la familia presente(s) y, por otra parte, cómo crear un espacio
intermedio para la tera-pia (o la intervención 59), sobre todo, cuando la familia no
viene por su propia ini-ciativa.
El lugar: ¿Qué es lo que una familia nos comunica por la elección del lugar?
Percibimos rápidamente la enorme diferencia que hay en ir a consulta con un psi-
cólogo, un consejero conyugal, un abogado, un médico, una trabajadora social,
una profesora60. Cuando una familia o uno de sus miembros se dirige a un centro
infan-til nos “dice”, sin declararlo, que se puede hablar de los problemas de los
niños, que podemos tocar la relación padres-hijos, pero que no es el momento de
hablar acer-ca de lo que concierne directamente a la pareja.
Si la familia hubiera vivenciado una relación cualquiera entre el síntoma y una
rela-ción conyugal difícil y que se sintiera con el derecho y la fuerza de
investigar esta relación, probablemente habría consultado en un centro más
especializado para este tipo de problema.
La especificidad del lugar de consulta define muy claramente los dominios que
se pueden abordar y aquellos que son tabús, incluso si el terapeuta ve en la
primera consulta un vínculo entre el síntoma y un riesgo de divorcio a nivel de la
pareja.
Esto es lo que comúnmente se conoce como la “puerta de entrada”
al sistema familiar. Respetar el área que la familia ha escogido para
hablar, significa respetar a la familia en sus elecciones. Después de
detenerse un momento en la comprensión de esta elección, se puede
construir un vín-culo o “tender un puente” entre el área escogida por la
familia y el área relacional que se trabaja como terapeuta familiar
sistémico. Algunas veces
144 DORYS ORTIZ GRANJA
quiénes vendrán. Agrego que trataré de comprender lo que eso significa si viene
uno, dos o toda la familia.
Así, por ejemplo: si se trata de una persona que viene sola, presentándose como
un Hércules, como aquella persona que lleva el “mundo” sobre sus hombros, la
que se siente bastante fuerte para exponerse personalmente, para declarar un
fracaso, un sufrimiento, indica de alguna manera que hay que proteger a los otros
y que ella es bastante fuerte para ‘sobrevivir’ a todas las preguntas que le
hagamos.
El hecho de respetar el dominio que la familia ha escogido para
expre-sar sus dolores, permite establecer una secuencia, una
concatenación entre los diferentes momentos, por ejemplo si la persona
viene referida por un médico y el terapeuta empieza la investigación por
la misma puerta, existirá un vínculo entre lo que sucedió antes y lo que
viene ahora y esto permite establecer un hilo conductor en la vida de las
personas, para que no se per-ciban las intervenciones como aisladas una
de otras, sino que están relacio-nadas de alguna manera.
Esto es capital dentro del enfoque sistémico, porque éste trabaja
por excelencia las relaciones, pero en el sentido más amplio de la
palabra: las rela-ciones entre personas, entre grupos, con la naturaleza,
pero también las rela-ciones entre elementos más abstractos como el
pasado, el presente y el futu-ro; el cuerpo, la psiquis y el espíritu, etc.
Esto, además, tiene la ventaja que introduce a todos, desde el
en un
inicio, proceso, en el cual todos los elementos son importantes.
Como se ha revisado a lo largo de este texto y como se seguirá viendo,
está en las manos del terapeuta darles dicha importancia.
una mano que habitualmente él más bien borraría. El consultante hace como si
fuera muy fuerte, muy independiente y libre, pero borra así el impacto del
referen-te sobre la familia y sobre sí mismo.
Y esto es lo que sucedía en el caso que relaté anteriormente con la
psicóloga que me pedía que realice los tests; ahora me doy cuenta, de
que probablemente en esa época tenía la ilusión, bien ilusa, de que
estaba haciendo prácticas, cuando esta-ba haciendo lo que la psicóloga
quería, y lo que en realidad sucedía era que estaba trabajando para ella.
Edith (1987: 234) menciona con respecto a esto que:
Nosotros elaboraremos, en primer lugar, la manera como el terapeuta debe
crearse un espacio libre en relación al referente, si quiere tener un impacto
terapéutico y permitir que la familia se mueva con toda libertad. Si el terapeuta
acepta de mane-ra lineal la demanda del referente y pasa en seguida al análisis de
la queja, se sitúa como ejecutante del remitente. Lo que sucede entonces, muy a
menudo, es que atrae sobre sí toda la ira, la decepción eventual o la agresividad
que, de hecho está dirigida contra el referente (‘él no me encuentra
suficientemente interesante’, ‘él cree que estoy loco y por eso me envía donde un
psicólogo’).
De esta manera, el terapeuta se sitúa linealmente entre el referente
y la familia, como lo muestra la siguiente figura.
Figura Nº 8
Proceso lineal en la referencia
R T F
pregunta que surge entonces es: ¿Por qué, en un determinado momento, el referen-te
ha pensado que conviene enviar a la familia a una consulta?. Ciertamente ha que-rido
hacer algo bueno para la familia, pero quizás esto ha sido escuchado de mane-ra
completamente diferente por la familia o por un miembro de la misma.
El hecho de permitir este intercambio va a crear una alianza muy fuerte entre el tera-
peuta y la familia, porque comienza diferenciándose del referente, no ejecuta su
orden y de manera analógica, permite también a la familia diferenciarse y hacer otra
cosa que ejecutar lo que piden los abuelos y otras personas importantes para ella…
Esta triangulación no siempre es fácil, sobretodo cuando uno se encuentra en una
relación obligada respecto al referente, cuando es un juez quien ordena que se
vea en consulta a una familia, o cuando es el jefe del servicio quien envía a la
trabaja-dora social, la cual, creyendo deber cumplir su rol, se ve obligada a
comenzar inme-diatamente el análisis de la queja y no tiene el derecho de tomar
este espacio fren-te a su jefe.
Actualmente, si estuviera en la misma situación, mi forma de
trabajar varia-ría completamente: primero preguntaría a la psicóloga
sobre la evaluación psicológi-ca, sobre sus razones para pasar pruebas
a los pacientes; le preguntaría además si ha hablado con el paciente
sobre sus razones para hacerle las pruebas psicológicas y si el paciente
está de acuerdo; si no lo ha hecho así, le pediría entonces una primera
entrevista entre ella, el paciente y yo para hablar sobre estos temas y
conocer la opi-nión del paciente sobre la evaluación y sus sentimientos a
este respecto.
Aún entendiendo que ésta es una obligación del centro, que forma
parte de un protocolo de internamiento, creo que el paciente puede
tomar posición con respec-to a lo que el equipo plantea hacer con él y,
en principio, definir la relación como complementaria, puesto que
necesito su ayuda y colaboración para hacer las pruebas y así crear un
espacio en el cual quizá sea posible pasar de un contexto de evalua-ción
a uno terapéutico.
Por lo tanto, si el terapeuta se da el derecho y se toma el tiempo
para realizar este análisis, se puede construir con la familia un espacio
interme-dio necesario para llevar a cabo un trabajo terapéutico.
Plantear la creación de un espacio intermedio tiene un impacto pro-
fundo sobre el terapeuta, puesto que existe una relación indiscutible entre
el hecho de empezar a crearse un espacio para sí mismo en el contexto en
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 149
Contexto terapéutico
Familia Terapeuta
REFERENTE
este señor toma cita con una psicóloga, que en ese entonces era yo. Cuando
lo recibo en consul-
150 DORYS ORTIZ GRANJA
ta y planteo el tema de las razones para que él esté ahí me comenta que
es la traba-jadora social quien le ha enviado. Al averiguar las razones
para este envío, el señor comenta que parece que la trabajadora social
lo ha visto deprimido.
Me llama poderosamente la atención la forma de formular esta
respuesta, ya que el señor menciona que “parece que la trabajadora
social me ha visto deprimido”. Cuando le pregunto su opinión sobre esta
observación de la trabajadora social, el señor comenta que no se sentía
deprimido, sino más bien estaba preocupado debido a que perdió el
trabajo no hace mucho tiempo atrás y que además no entendía las
razones por las cuales la trabajadora social lo enviaba donde una
terapeuta ya que él no estaba “loco”.
Conjuntamente con el señor, analizamos este hecho y surgieron
algunas situa-ciones de la familia de origen, como burlas y comentarios,
por el hecho de que le han enviado donde una psicóloga. En este sentido,
entonces, la referencia estaba “contri-buyendo” a identificar al paciente
como una persona que tenía un problema. Cuando le pregunto si podría
hacer algo por él, menciona que le gustaría obtener información sobre
lugares donde pedir trabajo. También le pregunto si hay algo que le
preocupa y en lo que yo le podría ayudar y menciona que en ese
momento nada y que más bien si lo dejo ir, él podrá decir que no tiene
nada, puesto que “ni siquiera la psicóloga” lo mantiene en terapia.
Entonces, no recibir al paciente era de mucha más ayuda para él,
que man-tenerlo en el proceso. Si hubiera aceptado directamente la
queja de la trabajadora social, tal vez me hubiera detenido a ver la
“depresión” y esto no hubiera sido de ayuda para el señor, ya que
estaría confirmando su “identificación” como pacien-te, a los ojos de los
miembros de la familia extendida. Cuando nos detuvimos para hacer este
análisis, los resultados contribuyeron a consolidar al señor frente a su
familia, ya que no fue tomado como paciente y esto le ayudó a salir
fortalecido de esta situación.
Sin embargo, este tema, aunque parece muy sencillo, en el
quehacer cotidiano puede mostrar muchas variantes y posibilidades e
incluso, pese al tiempo pasado poniendo en práctica el análisis de la
demanda, existen situa-ciones que se pueden escapar de las manos, como
la que se menciona a con-tinuación y que se trata de una demanda de
formación.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 151
ción compartido por todos los integrantes; quizá otro hubiera sido el
proceso si hubié-semos hecho esto.
Otro elemento era que se trataba de una demanda de formación y
no nos dimos cuenta de que al aceptarla en la forma en que vino, el
equipo quedaba trian-gulado entre la dirección de la maestría y los
maestrantes, recibiendo las quejas de los unos y asumiendo respuestas
que en realidad deberían haber sido asumidas por la dirección.
El tiempo fue un factor crucial en esta situación, un tiempo que
planteaba una situación de urgencia, al cual se unía el contexto, puesto
que se trataba de un contexto de formación. Estos dos elementos se
combinaron y nos condujeron a hacer cosas que no siempre resultan
coherentes con los planteamientos teóricos. El equipo que realizó la
formación aprendió gracias a esta experiencia que las situaciones de
urgencia pueden poner “a correr”, literal y metafóricamente, al
profesional, sin dar tiempo para reflexionar sobre las posibles
implicaciones de lo que se le está pidiendo. Una demanda en “urgencia”
requiere, más que ninguna otra, una respuesta calma-da, meditada y
bien reflexionada. Una demanda en otro contexto que no sea clíni-co,
precisa mayor atención para ser tratada, para elaborar las
implicaciones del tra-bajo propuesto.
Ahora, cuando el tiempo ha pasado, no nos queda más que una
sensación agridulce, de que hicimos lo mejor en vista del contexto
planteado, ya que pudimos retomar esta situación, precisamente al tratar
el tema del análisis de la demanda, pero creo que pudimos haberlo
hecho mejor, si hubiésemos sido coherentes con nues-tros propios
planteamientos. Asumimos las consecuencias de este proceso y
esperamos estar más atentos la próxima vez que se presenten estas
situaciones.
Luego de esta experiencia podemos comprender más fácilmente las
dificulta-des que tienen las personas cuando se enfrentan a este tema y
encuentran que el plan-teamiento es muy bonito, les da muchas nuevas y
excelentes ideas, pero ¿cómo se lo lleva a la práctica?
A continuación se describen algunas preguntas que orientan este
proceso y que permiten comenzar el análisis de la demanda, aunque éste
no siempre sea un proce-so finito, sino que debe elaborarse
continuamente con las familias, en un cambio de contexto, al cierre de
un proceso, etc.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 153
con
154 DORYS ORTIZ GRANJA
can a continuación:
La demanda de hospitalización
Algo de este tema, ya se lo ha abordado, cuando se describió el
con-texto y más específicamente el contexto hospitalario, en donde se
analiza-ron las ventajas y desventajas de una hospitalización. Cuando hay
una demanda de este tipo, se puede analizar a la familia con su paciente
identi-ficado y a la institución, como lo muestra la siguiente figura:
Figura Nº 10
Familia, paciente identificado (PI) e institución
La familia
La institución
El paciente
identificado
Figura Nº 11
Proceso circular en la institución
La familia
La institución
El terapeuta
La demanda de formación
A nivel de la formación, todo análisis se convierte en algo determi-
nante para la manera de proceder. Edith Tilmans (1987) sostiene que hay
que preguntarse: ¿cuáles son las implicaciones de una demanda de
forma-ción para el equipo que la realiza?, y ¿cuáles son las implicaciones
para la
160 DORYS ORTIZ GRANJA
La demanda de evaluación
Esta demanda fue muy común en la REDPANM (Red de
Protección y Atención al Niño Maltratado), entre los años 1998–2000, en
la que debi-do a la relación establecida con jueces y abogados llegaban
pedidos de este tipo, en situaciones de maltrato, abuso y violencia.
Una demanda de evaluación conduce a lo que se podría llamar una
intervención psico-jurídica; es decir, una intervención que tiene un
elemen-to psicológico y otro legal, los cuales deben entrar en relación
para poder lle-varse a cabo. Este primer punto es bastante inquietante, ya
que por sus características intrínsecas, la comprensión legal del problema
siempre es de tipo lineal, mientras que la comprensión psicológica, en
este caso, es relacio-nal y, por lo tanto, circular.
La diferencia teórica genera una serie de dificultades, ya que mientras
el abogado ve la situación en términos de “verdugo-víctima”, el psicólogo la
verá en términos de relaciones, patrones de relación, patrones de interac-
162 DORYS ORTIZ GRANJA
puesto que lo que se plantea es que la familia opine sobre lo que dice el
infor-me y vea si éste recoge lo esencial de lo que ella ha dicho, no que
decida sobre lo que dice el texto.
Además, aun cuando este contexto no es terapéutico, la
intervención puede hacerse de tal manera que tenga efectos terapéuticos,
si se toman en cuenta algunas ideas:
1. Cuando se consigue que todos los involucrados hablen sobre sus
sen-timientos, aspiraciones, temores, conflictos de lealtad, etc. De
esta manera, se construye un espacio seguro donde se puede dar la
opor-tunidad a cada miembro de la familia, de tener un momento
para reflexionar sobre sus relaciones y sobre sí mismos y en este
proceso quizá puedan ganar un poco de autonomía,
responsabilidad y dife-renciación.
2. También se trabaja para salir de una visión lineal en la que cada
uno culpa al otro de sus males para llegar a una visión de conjunto,
en donde cada cual asume la responsabilidad por sus opciones y
los efec-tos potenciales de éstas sobre los otros miembros de la
familia.
3. Finalmente, también es necesario recordar a todos los participantes
en el proceso, que si bien es cierto un hombre y una mujer puede
que ya hayan dejado de ser pareja, sin embargo, siguen siendo
padre y madre y su entendimiento en calidad de tales puede
contribuir al des-arrollo y bienestar de los niños.
Cuando se plantea una demanda de evaluación, el rol del psicólogo
cambia, puesto que es solicitado como experto o perito. En este sentido,
es importante hacer ciertas reflexiones, para lo cual se sigue el trabajo de
Felipe Kinoo, expuesto durante un Seminario Psicojurídico en Bruselas68:
A fin de no perder su identidad de psi 69, si no quiere que su lugar sea definido por los
otros, el psi debe saber definirse a sí mismo, definir la relación que establece con
cada uno de los intervinientes. El define a cada uno las finalidades de su interven-
ción: las de rendir cuentas de cómo cada uno vive su situación personal y familiar.
la
164 DORYS ORTIZ GRANJA
especifi-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 169
tica y que se dibujó en el tema del encuadre, para hablar de una zona que
se ubica entre el paciente y el terapeuta. Dicha figura estaba como sigue,
a lo cual se ha añadido una pequeña región que ahora está rellena y que
es en donde la historia del consultante se cruza con la historia del
terapeuta:
Figura Nº 12
La resonancia
Contexto Terapéutico
Resonancia
Familia Terapeuta
REFERENTE
Contexto terapéutico
Resonancia
leve
Terapeuta
Familia
REFERENTE
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 181
Contexto terapéutico
Resonancia
moderada
Familia Terapeuta
REFERENTE
Figura Nº 15
Resonancia intensa
Contexto terapéutico
Resonancia
intensa
Familia Terapeuta
REFERENTE
algu-nas normas:
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 185
Frente a una familia, a un individuo que esté en consulta, hay que prestar
atención a lo que nace en el terapeuta en forma de pensamientos, sentimientos y
sensacio-nes. Este es el puente entre el terapeuta y las personas, y es la
oportunidad de cons-truir una buena alianza terapéutica.
Hay que analizar lo que surge para hacer una retirada de proyección, es decir,
reti-rar lo que pertenece al terapeuta, razón por la cual, es necesario tomarse el
tiempo para hacer esto, ya que si la información sale “en bruto”, tendrá un efecto
antitera-péutico. Luego de esto, se puede introducir la información así obtenida
como retro-alimentación en el sistema terapéutico en forma de una pregunta, una
hipótesis, una asociación personal.
El trabajo terapéutico consiste en flexibilizar elementos que aparecen en la
intersec-ción de las dos personas que constituyen el sistema terapéutico; en este
sentido, tanto el terapeuta como el consultante tienen la oportunidad de crecer en
el con-tacto que establecen durante el proceso.
La introducción de esta información, como retroalimentación en el
proceso, tiene algunos beneficios, como los que se mencionan a
continua-ción:
1. Crear una fuerte alianza terapéutica, debido al proceso de
identifica-ción que se da, ya que el paciente puede percibir a su
terapeuta como un ser humano.
2. Situar las sensaciones y emociones moderadas en donde realmente
aparecen y que es el consultante.
3. De la misma manera, situar las sensaciones y emociones intensas
en donde corresponden y que se refieren al terapeuta.
4. Indudablemente, el efecto en el paciente es inmediato ya que se
esta-blece la posibilidad de ir más allá de lo que sucede en el
momento, con un sentimiento compartido de humanidad y de que,
al fin y al cabo, se comparte los mismos sentimientos y emociones
frente a cier-tos eventos.
Cuando se trabaja de esta manera, se ha observado que el terapeuta
se siente “descargado” de algo que empezaba a llevar encima. Sin
embargo, Florence Calicis (1999: 14), advierte sobre la gran prudencia
que se debe tener al utilizar lo que surge en el terapeuta, ya que existen
algunos riesgos:
186 DORYS ORTIZ GRANJA
el cual él
188 DORYS ORTIZ GRANJA
CAPÍTULO
El intermedio: la segunda
fase o el proceso terapéutico
Los subsistemas
Cada sistema está constituido por otros elementos más pequeños,
siste-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 193
Suprasistema
Sistema
Subsistema
con-tinuum con respecto a los límites, se puede ver que pueden variar
entre:
Roles y funciones
F. B. Simón (1993: 315), menciona que los roles: Se refieren a la
totali-dad de expectativas y normas que un grupo… tiene con respecto a
la posición y con-ducta de un individuo en el grupo.
Entonces, los seres humanos, cuando participan en un contexto
determinado, tienden a ocupar ciertos roles que según Parsons y otros
(1955)82 se desarrollan a lo largo de dos ejes: uno instrumental y otro
afec-tivo, que en nuestra sociedad se ven claramente representados, ya
que gene-ralmente se le asigna al hombre un rol “instrumental”, que
implica que va a “hacer” cosas para la familia, como por ejemplo proveer
alimentos, repa-rar las cosas en la casa, etc., mientras que a la mujer se le
asigna un rol “afec-tivo”, puesto que se preocupa de las relaciones y el
bienestar de todos los miembros de la familia.
En los últimos años, gracias a los movimientos feministas, existe
un interés por un cambio en los roles tradicionales asignados a hombres y
mujeres, sobre todo debido al mayor ingreso de las mujeres al mercado
labo-ral, con lo cual tienen que dejar el rol tradicional de amas de casa,
asigna-do antiguamente; así como también, por la mayor participación de
los varo-nes en el cuidado de los niños. Sin embargo, el cambio todavía
no es total y no llega a ser satisfactorio para ambas partes.
Hasta aquí se han analizado los elementos que constituyen la
estruc-tura del sistema familiar, lo cual determina que se pueda
establecer una cla-sificación de las familias, basándose en esta variable:
200 DORYS ORTIZ GRANJA
El genograma
En el trabajo terapéutico es una herramienta que ayuda a tener una
rápida información sobre la estructura del sistema familiar. Para hacer su
descripción se sigue, fundamentalmente, el trabajo de Mónica
McGoldrick y Randy Gerson (1985), quienes sostienen que:
202 DORYS ORTIZ GRANJA
con un círculo.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 203
Figura Nº 17
Género
Figura Nº 19
Muerte
Figura Nº 20
Fechas de nacimiento y de muerte
03-59
08-99
Figura Nº 21
Edad
24 19
x
Matrimonio: dos personas que están casadas están conectadas por
una línea continua, con el hombre a la izquierda y la mujer a la derecha.
Una “m” seguida de un número indica el año de matrimonio.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 205
Figura Nº 23
Matrimonio
m.66
Hijos: se coloca una figura para cada uno de ellos, hacia abajo de la
línea que conecta a la pareja y se los representa de izquierda a derecha,
yendo del mayor al menor.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 207
Figura Nº 28
Hijos
línea recta.
208 DORYS ORTIZ GRANJA
Figura Nº 30
Hijo putativo o adoptivo
Figura Nº 32
Familia que vive junta
correspon-diente.
210 DORYS ORTIZ GRANJA
Figura Nº 34
Enfermedades crónicas
patrones en las
212 DORYS ORTIZ GRANJA
Figura Nº 35
Familia de Gregory Bateson
1829-1918 1834-95
Alc
Jefe Cirugía, Hosp. Guys
Mary Edward
Historiad Juez
1861-1926 1941
4.1.2 El funcionamiento
Estructura y funcionamiento están íntimamente ligados, puesto que
vicever-
216 DORYS ORTIZ GRANJA
sa. Esta situación también ayuda a entender que cuando varía la una,
afec-ta a la otra y no se puede esperar que, por ejemplo, una familia
nuclear fun-cione igual que una familia re-estructurada.
Dentro del funcionamiento familiar, existen muchos elementos a
considerarse. Sin embargo, se han tomado en cuenta aquellos que tienen
mayor relevancia, no sólo relacional, sino también psicológica. Entre los
ele-mentos escogidos se analizará: el tabú de incesto, la comunicación y
la afec-tividad, los valores, los mitos y rituales, así como los procesos de
individua-ción y las deudas, legados y méritos que se adquieren a lo
largo de las gene-raciones.
El tabú de incesto
Al interior de una estructura organizada, como es el caso de la
fami-lia, uno de los elementos fundamentales que contribuye a dicha
organiza-ción es el tabú de incesto que impide las relaciones sexuales
entre miembros de diferente generación o de la misma generación cuando
existen lazos de sangre, como es el caso de los hermanos.
Salem (1987: 58) sostiene que el tabú de incesto se plantea desde
un punto de vista puramente teleológico, es decir, tiene una finalidad,
motivar a los hijos a buscar y desarrollar relaciones significativas fuera
de la familia. Sin embargo, para que esto sea posible, existen ciertas
condiciones que deben estar presentes para que el tabú se presente y se
mantenga a lo largo del desarrollo del sistema familiar.
Clara delimitación de generaciones: esto implica el hecho de que
exista una diferencia clara en la edad, entre la generación de los padres y
la de los hijos. La diferencia de edad ayuda a comprender y manejar de
mejor mane-ra los límites generacionales. Cuando esto no sucede, los
límites pueden vol-verse muy difusos y entonces se pueden tener
situaciones en las que una madre y su hija adolescente se pelean como si
fueran hermanas. Esta situa-ción afecta a ambas partes, ya que la madre
y ésta
pierde autoridad frente a la hija no tiene una clara referencia que
le permita manejar de manera más adecuada los límites y las reglas.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 217
Comunicación y afectividad
La manera como los miembros de la familia se comunican entre sí
es una variable esencial en el funcionamiento del sistema. Se considera la
comunicación como un eje que atraviesa todo el sistema, ya que como lo
dijo Paul Watzlawick en los axiomas de la comunicación humana: “no se
puede no comunicar” y al hacerlo así se toman en cuenta tanto los
elemen-tos digitales, como los analógicos de dicha comunicación.
La comunicación, por su doble nivel: que expresa algo en el conteni-
do, pero también algo en la relación, conduce a la cuestión de la definición
de la relación, como ya se desarrolló en otro momento de este texto.
Salem (1987: 60) sostiene que los padres constituyen modelos, tanto
de intercambios verbales como de no verbales y, a la vez, actúan como fuen-
te de confirmación o de rechazo de las comunicaciones que dan sus hijos.
Esto permite entender los patrones repetitivos que aparecen al interior de los
sistemas humanos, basados en lo que cada uno de los miembros ha vivi-do y
experimentado en su familia de origen y que lleva a la familia actual.
Por medio de la comunicación, los miembros de la familia pueden
expresar las reglas que son necesarias para mantener ciertos niveles de con-
vivencia, pero también se transmiten las reglas sobre la expresión de los
afec-tos. En este sentido, la comunicación guarda una íntima relación con
los
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 219
san la madre y la extraña. Como esperaba, Ainsworth encontró que los niños
explo-raban y jugaban más en presencia de su madre, y que esta conducta
disminuía cuan-do entraba la desconocida y, sobre todo, cuando salía la madre.
A partir, de estos datos, quedaba claro que el niño utiliza a la madre como una
base segura para la exploración, y que la percepción de cualquier amenaza
activaba las conductas de apego y hacía desaparecer las conductas exploratorias.
Gracias a este trabajo, Ainsworth pudo determinar algunas
caracterís-ticas específicas de los niños en dichas situaciones y que
describen los patro-nes de apego mencionados anteriormente:
Niños de apego seguro (B): inmediatamente después de entrar en la sala de
juego, estos niños usaban a su madre como una base a partir de la que
comenzaban a explorar. Cuando la madre salía de la habitación, su conducta
exploratoria dismi-nuía y se mostraban claramente afectados. Su regreso les
alegraba claramente y se acercaban a ella buscando el contacto físico durante
unos instantes para luego con-tinuar su conducta exploratoria.
Las madres de estos niños son sensibles y responden a los llamados
de sus hijos, mostrando su disponibilidad cuando ellos las necesitan. Los
niños lloran poco y usan a su madre como una base segura a partir de la
cual pue-den salir para explorar el mundo, puesto que se sentían seguros
y confiados de que podrían acudir donde su madre en caso necesario.
Niños de apego inseguro-evitativo (A): se trataba de niños que se mostraban
bastan-te independientes en la Situación del Extraño. Desde el primer momento
comen-zaban a explorar e inspeccionar los juguetes, aunque sin utilizar a su
madre como base segura, ya que no la miraban para comprobar su presencia,
sino que la ignora-ban. Cuando la madre abandonaba la habitación no parecían
verse afectados y tam-poco buscaban acercarse y contactar físicamente con ella a
su regreso. Incluso si su madre buscaba el contacto, ellos rechazaban el
acercamiento.
Las madres de estos niños se caracterizan por mostrarse relativamen-
te insensibles a las peticiones del niño y en ocasiones francamente rechazan-
tes. En este caso, los niños comprenden que no pueden contar con el apoyo
de su madre y reaccionan de manera defensiva con una postura de indife-
rencia, que intenta negar la necesidad que tienen de su madre para evitar
nuevas frustraciones cuando ella los rechaza nuevamente.
222 DORYS ORTIZ GRANJA
en la que padres seguros y confiados van a criar hijos con apego seguro,
mien-
224 DORYS ORTIZ GRANJA
tras que los otros tipos de padres, crían hijos que se muestran
ambivalentes en sus relaciones o se sienten rápidamente rechazados y
abandonados. Sin embargo, esto no es una ley inmutable. Las
experiencias adultas pueden modificar el modelo representacional
basandose en la incorporación de otros elementos a lo largo de la vida, y
particularmente gracias al estableci-miento de relaciones significativas
que puedan ofrecer nueva información: validación, empatía al adulto, con
lo cual, éste podrá confrontar sus ideas y cuestionarlas hasta poder
cambiar el modelo.
En esta situación, el terapeuta tiene una posición privilegiada,
puesto que puede ofrecer empatía y aceptación al adulto que consulta y al
niño herido que habita en él y así contribuir a un proceso de reparación
de las heridas del pasado.
Valores y mitos
Salem (1987: 61) menciona que:
El valor es, pues, esa dimensión afectiva motivacional que asociamos a los
objetos relevantes de nuestro entorno y que nos lleva a diferenciar lo relevante de
lo secun-dario, lo que nos atrae y lo que nos produce rechazo.
Por lo tanto, los valores actúan como puntos de referencia que
orien-tan las diversas actividades de los individuos, en las cuales debe
existir un cierto grado de coherencia en su expresión, lo cual contribuye a
forjar y mantener la identidad personal y la estabilidad familiar.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 225
4.1.3 La evolución
Todo sistema se mueve naturalmente hacia otros niveles de madurez y
Encuadre y evolución
El estudio de esta función es muy reciente, gracias a los aportes del
paradigma evolucionista (Fivaz, Fivaz, Kaufmann, 1979, 1982) 87. Uno de
sus principios fundamentales menciona que, cuando un sistema, en este
caso la familia, pasa a un nuevo estado, por un cambio en el ciclo vital,
por ejem-plo, se requiere que haya cierta constancia en el campo de
fuerzas que actú-an sobre el sistema.
Dicho con otras palabras, el sistema debe cambiar lo suficiente para
adaptarse a las nuevas circunstancias, pero a la vez debe mantener ciertas
ra
características que le brinden estabilidad a lo largo del tiempo. Se conside-
que el
encuadre afectivo y educativo dado por los padres a sus hijos,
propor-ciona este campo de fuerzas estable, que favorece la evolución de los
niños y, por consecuencia, de toda la familia, a condición de que se
mantenga cier-ta constancia, sobretodo en los momentos de crisis y de
cambios. Por esta razón, las personas que trabajan en este paradigma,
sostienen que el sistema encuadrante: los padres, debe “variar más
lentamente” que el sistema encua-drado: los hijos, lo que les proporciona un
cierto nivel de estabilidad, para que las transiciones se realicen de la manera
más adecuada.
Debido a esta circunstancia, durante un proceso terapéutico es vital
contribuir a estabilizar al subsistema conyugal, principalmente, lo cual
redundará en un mayor equilibrio de toda la familia. Esto se logra a
través de un trabajo de la díada conyugal, durante el cual, se puede
relacionar lo que les sucede con aquello que vivieron en sus propias
familias de origen. Al hacerlo de esta forma, las personas pueden
diferenciarse y contribuir a un mejor desarrollo de sus hijos.
230 DORYS ORTIZ GRANJA
El ciclo evolutivo
La evolución de la familia pasa por fases de equilibrio y de
desequili-brio, que determinan que exista un ciclo evolutivo para ésta
como tal. Es decir que, la familia cambia en relación con los cambios
individuales vita-les. La capacidad de cambio depende del grado de
apertura a las informa-ciones internas o externas, lo cual hace que existan
familias más abiertas y otras más cerradas. Según Wertheim (1975)88,
dependiendo del grado de apertura de los sistemas familiares, éstos
pueden ser:
1. Morfostáticos que tratan de mantener a toda costa su estructura y
fun-cionamiento y que tienen dificultades importantes al momento
de adaptarse a nuevas situaciones.
2. Morfogenéticos que se encuentran en constante cambio y por lo tanto
no mantienen un nivel suficiente de estabilidad para sus miembros,
por lo que se ven rápidamente influenciadas por modas y estereotipos
sociales y culturales, sin lograr desarrollar una identidad propia.
Estas familias reaccionan de manera diferente a los cambios
asociados con el ciclo vital, lo cual facilita o dificulta, en mayor o menor
grado, el que la familia cumpla con las tareas asociadas a cada una de las
etapas. Según Haley (1973), la familia pasa por varias etapas:
El emparejamiento: en este momento, el objetivo principal es la unión
de dos personas, generalmente de sexo opuesto, para conformar la nueva
familia. Las principales tareas de esta etapa son: negociar una nueva relación
al interior de esta díada y separarse de las respectivas familias de origen.
Familia con niños pequeños: aparece cuando se da el nacimiento
del pri-mer hijo y de los subsiguientes. En esta etapa, la principal tarea es
la cons-trucción de un espacio para el tercero en la relación y
posteriormente el establecimiento de pautas de relación con nuevos
sistemas, como el educa-tivo, con los cuales, la familia se ve relacionada
conforme avanza el desarro-llo de los hijos.
Familia con adolescentes: los niños no permanecen pequeños
a la adoles-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 231
El modelo circumplejo
Este modelo fue planteado por D. D. Olson (1979) 90, integra en un
solo esquema las dimensiones de cohesión, adaptabilidad y apertura, a tra-
vés de la comunicación. Para realizar la evaluación sobre las variables plan-
teadas emplea autoinformes, en donde, cada una de las variables considera-
das es evaluada gracias a varios ítems, como se menciona a continuación:
Cohesión: se refiere al apego o desapego existente en los miembros de
la familia. Entre las variables que se toman en cuenta para realizar la evalua-
ción están: los lazos emocionales/independencia, los límites/coaliciones, el
tiempo/espacio, los amigos/toma de decisiones, los intereses/recreación.
Adaptabilidad: se refiere al grado de flexibilidad y capacidad de
cam-bio del sistema familiar. Entre las variables a estudiar están: la
estructura del poder, los estilos de negociación, las relaciones de los roles
y reglas y la retro-alimentación.
Comunicación: considerada como una dimensión facilitadora al
rela-cionarse con las anteriores.
La evaluación lograda permite ubicar a las familias en algún sector de una clasifica-
ción elaborada por el autor y que se retoma en la Figura 36, en la cual se puede ver,
234 DORYS ORTIZ GRANJA
la forma en que las familias pueden variar en las dos dimensiones estudiadas:
adap-tabilidad y cohesión.
La dimensión adaptabilidad determina que las familias puedan tener
características de tipo caótico, flexible, estructurado y rígido. Mientras que
la dimensión cohesión determina que las familias tengan un estilo desligado,
separado, apegado y entremezclado. Gracias al cruce de estas dos variables,
se puede determinar la existencia de 16 clases de familias dependiendo del
tipo más predominante en cada dimensión. Así, por ejemplo, existe una
familia flexible apegada, pero también puede ser desligada o entremezclada.
Este modelo es mucho más flexible que la clasificación de familias
en morfostáticas o morfogenéticas, por ejemplo, y amplía el campo de
posibili-dades para poder ubicar a una familia en uno u otro sector,
dependiendo de sus características.
Débil
Categoría Valoración
Óptimas 1o2
Adecuadas 3o4
Medias 5o6
Limítrofes 7u8
Con trastorno grave 9 o 10
Hijos
sociopáticos
frecuentes
Hijos
Centrífuga
limítrofes
Trastornos
conducta
frecuentes
Mixta
Hijos
neuróticos
frecuentes
Hijos
obsesivos
Centrípeta graves
Hijos
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 239
Tabla Nº 6
Características de las categorías
Las
hipótesis son una construcción que aparece en la intersección entre
lo que la familia lleva a la consulta y, la síntesis que el terapeuta hace de
su formación teórica, su experiencia profesional y su historia. Las
hipótesis en el trabajo sistémico tienen varias características como:
Son relacionales, esto quiere decir, que las ideas tentativas que se
elabo-ran, en base a la teoría sistémica, incluyen al menos dos y de
preferencia tres personas. En todo caso, se aceptan hipótesis
intrapsíquicas, como por ejem-plo, pensar que una persona tiene un
conflicto interno entre el deber y el poder. Sin embargo, la gran mayoría
de las hipótesis se realizan en base a las relaciones. Por ejemplo:
hipotetizar que existe una coalición entre una madre y su hijo en contra
del padre.
240 DORYS ORTIZ GRANJA
Son evolutivas, lo cual quiere decir, que no son algo estático, como
un diagnóstico, sino que van cambiando conforme la familia cambia. Una
hipótesis que es válida en cierto momento, puede dejar de serlo en el
siguiente, ya sea porque la familia ha cambiado o porque se presentan
otras circunstancias. Por esta razón, las hipótesis son dinámicas, se
modifican, se enriquecen conforme avanza el conocimiento que se tiene
de la familia y el trabajo que se realiza con ella.
Debido a esta característica, las hipótesis son útiles en tanto
“funcio-nan” para la familia, por lo que no se las verifica, sino que se las
“trabaja”; es decir, se las comparte con la familia para que se de una
nueva construc-ción. Este compartir no se lo hace en el sentido de decir a
la familia “existe una coalición entre usted y su hijo, en contra del
padre”, sino a través del trabajo que se lleva a cabo gracias a las
preguntas circulares (explicadas pos-teriormente), ya que por ejemplo, la
misma coalición puede evidenciarse a través de una pregunta: “¿Cómo
reacciona el padre ante la relación cercana entre usted y su hijo?”, lo cual
pone en evidencia la coalición sin nombrar-la como tal.
Por una preferencia personal por el modelo transgeneracional en el
enfoque sistémico, se puede decir que las hipótesis son
transgeneracionales, es decir, que incluyen en su formulación al menos
dos generaciones y se vuel-ven mucho más complejas, cuando se
incluyen tres. Como por ejemplo: la existencia de una coalición entre un
nieto y la abuela materna en contra de la madre. Esta hipótesis incluye
tres generaciones y remite a todos los miem-bros del sistema terapéutico
a lo que cada generación aporta para el mante-nimiento del síntoma, que
en el ejemplo mencionado, se presenta en la últi-ma generación.
Las hipótesis que surgen en ese espacio común entre la familia y el
terapeuta, no son consideradas como la “verdad absoluta”, sino que son
ideas que introducen información, que al ser comprendida y luego
expues-ta de manera relacional, permite una nueva forma de ver la
misma situación, proponen una nueva lectura de lo que la familia trae a
la consulta.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 241
Jaime María
que se puede
252 DORYS ORTIZ GRANJA
lle-
254 DORYS ORTIZ GRANJA
Familia Terapeuta
Objeto
flotante
Así, los objetos llenan el espacio de intervención y permanecen en
él… flotando, a la espera de encontrarlos nuevamente en otros
momentos, ya que algunas veces sucede que luego de algún tiempo,
todavía, terapeuta y familia se refieren a este objeto. Por esta razón, la
elección del nombre, hecha por Phillipe Caillé, expresa muy bien lo que
significan estos elemen-tos durante un proceso de intervención.
Además, cada uno de los objetos, introduce una perspectiva temporal
en su utilización; gracias a ellos es posible ir hacia el pasado, revisarlo y
descri-birlo. Se puede tomar contacto con lo que sucede en el aquí y ahora y
tam-bién proyectarse hacia el futuro. De esta manera, las experiencias, la
vida misma es analizada, descrita, vivida y re-vivida en ese espacio
intermedio donde se abren nuevas posibilidades en las relaciones y en la
experiencia de uno mismo, donde se co-construye una nueva historia, con
las familias.
256 DORYS ORTIZ GRANJA
Figura Nº 39
Aplicación de técnicas
Proceso de intervención
Aplicación de técnicas
Hipótesis
Técnicas
258 DORYS ORTIZ GRANJA
Tabla Nº 7
Preguntas circulares
Diferencias en grado Si un problema puede ser más o ¿Quién se preocupa más sobre su hijo?
menos, entonces también tiene el ¿Qué es peor: la pelea o la huida?
potencial de terminar ¿En una escala de 1 a 5 cuán preocupado
está usted?
Diferencias en tiempo Si un problema tiene un inicio, ¿Ella llora más ahora que ustedes
entonces también puede tener un fin están separados o lloraba más cuando
estaban juntos?
¿Quién se dio cuenta primero?
¿Quién era el cooperador antes de que
él se vuelva cooperador?
¿Está usted más cercano de lo que
solía estar?
Hipotético/ Establece un sentido de control ¿Si usted se fuese, qué haría él?
Futuro sobre las acciones ¿Cuándo su hija sale hacia el colegio,
cómo reacciona su esposo?
Observador/ Ayuda a los individuos a reconocer ¿Quién está de acuerdo con que esto es
Perspectiva cómo sus propias reacciones, un problema?
conductas y sentimientos pueden ¿Cómo hace tu padre para expresar amor?
servir como eslabones en las ¿De quién obtiene tu madre apoyo
reacciones familiares más comúnmente?
¿Cómo describiría su hija su estilo de
disciplina?
Hipótesis Ayudan a mover a la familia hacia ¿Si usted se enoja para cubrir su
nuevos ‘insights’ o soluciones vulnerabilidad, su familia interpreta
deslizando una hipótesis de trabajo esto como que se vuelve hostil?
en una pregunta ¿Ve usted su vergüenza como una forma
de no acercarse a los otros o como una
forma de ser selectivo acerca de con
quién desea hacer amistad?
menudo son sorprendentes tanto para el terapeuta, como para los padres,
puesto que los niños revelan la otra cara de la moneda, ya que por
ejemplo pueden mencionar que desean que “terminen las peleas entre
papá y mamá”.
Aunque también sucede que algunos niños no revelan nada en los
deseos que expresan, pero esto también puede ser problematizado, ya que
a veces, el padre y/o la madre viven mucha angustia por el hecho de que
el niño guarde silencio. De cualquier manera, sea que haya algún
“descubri-miento” o no, cualquier información dada por el niño o la
ausencia de información, es una buena retroalimentación de su relación
con el resto de miembros de la familia y de su rol en la misma. Ya que
por ejemplo:
Recuerdo a Jaimito que al preguntarle sobre sus tres deseos
mencionó uno solo: “cambiarse a sí mismo”. Pese a que no fue muy
expresivo en su definición del cam-bio, ya que no logramos obtener más
información, esta frase nos ayudó a entender que el niño no se sentía
aceptado por lo que era. Esto permitió movilizar y sensibili-zar mucho a
los padres respecto a la vivencia de Jaimito.
Entonces, la varita mágica permite el acceso a una información que, a
menudo, no es tomada en cuenta por los adultos. En las manos del tera-peuta
está la oportunidad de hacer algo con ella, dando voz a los niños y
acercándose a su vivencia. Esto ayuda a mantenerse atentos, no sólo a los
niños actuales, sino también a los niños que viven en cada adulto con el que
el terapeuta se encuentra, ya que luego de años de trabajo en esta área, se
comparte la idea de Edith Tilmans, con respecto a que los niños tienen las
llaves de los cuartos obscuros de sus padres. Entonces, los niños serán los
mejores coterapeutas, si se aceptan sus orientaciones y su guía, expresadas a
través de sus movimientos, de su comportamiento, de aquello que dicen
(incluso que gritan), pero también indican con sus silencios y miradas.
En todo caso, si se va a trabajar con niños, es necesario prepararse
para su presencia, por lo que es importante tener para ellos, ciertos elemen-
tos en nuestra consulta como: lápices de colores, pinturas, plastilina, hojas
de papel y juguetes. Cualquier cosa que el niño hace o deja de hacer en la
consulta, da señales importantes que se deben tomar en cuenta, en el
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 263
sido un buen esposo y padre de los niños que tenían, a tal punto que a
María le resul-taba muy difícil dejarlo ir, ya que se quedaba sola a
cargo de sus hijos.
Luego de algunas sesiones donde trabajamos mucho con preguntas
circulares sobre lo que Ricardo diría si estuviera en tal situación o tal
otra, María misma se da cuenta de que su esposo vive en ella, ya que
sabe muy bien lo que él diría o haría en diferentes circunstancias. En
vista de esto, María empieza a pensar que podría dejarlo ir, porque
aprendió que podía encontrar las respuestas a las preguntas que se le
planteaban en ella misma (con la ayuda de su esposo). Luego de algún
tiempo, María decide que es hora de que Ricardo descanse, por lo que
decidimos utilizar la silla vacía y un ritual de despedida.
Para llevar a cabo la técnica, hablo con María sobre la
posibilidad de despe-dirse del esposo, con lo cual ella está de acuerdo y
le propongo realizar una silla vacía y le explico en qué consiste
(inducción). Como esta técnica se aplicaba junto a un ritual, le pedía que
trajese varias cosas, por lo que quedó para realizarse en una pró-xima
consulta.
En la sesión donde estaba planificada esta actividad, María describe
muy detalladamente como estaría vestido Ricardo, si estuviera presente.
Invitamos a Ricardo a tomar asiento en la silla… mientras la emoción
impregnaba el ambiente… María comienza a hablar, a la silla vacía, como
si Ricardo estuviera sentado en ella. El ambiente se carga de mucha
emoción, ya que había amor en sus palabras, las mis-mas que expresaban
su dolor por haberlo perdido, pero su convicción de que podría seguir sin él
y que ya era hora de que pudiese descansar. María decía que no lo había
dejado en paz durante esos años, porque no quería perderlo, pero que se
dio cuenta de que el amor entre ellos había sido tan grande que Ricardo, de
cierta forma vivía en ella y con esa confianza podía despedirse de él, hasta
el próximo encuentro. Este momento fue muy emocionante para ambas,
María derramaba muchas lágrimas y yo le acompañé con algunas.
Finalmente, María pudo despedirse de Ricardo y que-darse en paz, para lo
cual utilizamos un ritual de despedida (ejecución).
Luego de lo cual María comentó sus reacciones a la técnica
(cierre), señalan-do que estaba más tranquila y serena y que podía
seguir sola, pero sabiendo que Ricardo la amó.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 265
atención a su parte
266 DORYS ORTIZ GRANJA
racional, que era una señora grande y gorda que lo había acompañado
durante mucho tiempo, pero que había opacado a Afectividad, debido a
que Racionalidad era la única que le había permitido sobrevivir a los
eventos de su historia cargada de pérdidas y abandonos. Que si
Afectividad hubiera crecido en ese momento, no hubie-ra permitido que
Jaime sobreviviera, porque siendo tan niña y frágil, hubiera muer-to,
pero que siendo pequeña y quedándose como tal, Jaime pudo sobrevivir.
Volviendo a su silla, Jaime, que continúa su diálogo con
Afectividad, le pide que crezca, que él quiere verla grande y promete
cuidarla y escucharla cada vez que ella tenga algo que decir. Volviendo
a la otra silla, Afectividad responde que ella tam-bién quiere crecer,
porque sabe que Jaime va a protegerla y escucharla. Con este acuerdo,
Jaime, al volver a su silla manifiesta que está muy contento por esto
(ejecu-ción de la técnica).
Cuando comentamos la técnica (cierre), Jaime señaló la
importancia que tuvo para él, el hecho de entrar en contacto con esta
parte suya que se quedó tan peque-ña y que estaba muy contento de que
hubiese decidido crecer.
Durante el proceso terapéutico que duró unas tres sesiones más,
vimos como Afectividad iba creciendo lentamente. Nos despedimos
cuando Afectividad estaba ya de adolescente y empezaba los
cuestionamientos y “rebeldías”, pero Jaime seguía a su escucha y
manifestando que estaba seguro que Afectividad seguiría su crecimiento,
pero que podía verla crecer solo, por lo que nos despedimos. Espero que
ahora Afectividad haya crecido tanto como él.
Entonces, usando la silla vacía, es posible hablar con una parte de
sí mismo. Esto permite una redefinición personal de ciertos aspectos que
pue-den estar deteniendo el crecimiento o incluso, a veces, confundiendo
a la persona y que no permiten que avance. Al poner en una silla estas
partes y entablar un diálogo, se puede entrar en contacto con ellas y
reconocer su existencia como parte constitutiva del ser, ya que muchas
veces han sido olvidadas, relegadas, reprimidas o como en este ejemplo,
se quedaron pequeñas, porque fue una estrategia de sobrevivencia,
adecuada en un tiem-po determinado, pero que ya no es válida en el
contexto actual.
El hecho de ser más conscientes de estas partes contribuye a dismi-
Intelectual Afectivo
Síntesis
En los casos que han servido de ejemplo, se puede ver como la apli-
cación de la técnica de la silla vacía pasa por los tres momentos generales ya
especificados anteriormente; sin embargo, existen algunas particularidades:
• Generalmente, se ubica la silla al frente de la persona con la cual se
está trabajando, pidiéndole que señale la distancia más adecuada;
algunas personas prefieren que la silla esté muy cerca; mientras que
otras, prefieren que esté más lejos.
• Se realiza una pequeña introducción, solicitando que visualice la
per-sona o la parte de sí misma que va a poner en la otra silla y que
la des-criba. Esta parte es importante, para que así la persona pueda
intro-ducirse en el ejercicio y sirve como elemento de ayuda a que
la perso-na “entre” en la experiencia.
• Luego, se pide que empiece hablando con la otra parte o persona que
está “sentada” en la silla; mientras el terapeuta se sienta a un lado y un
poco atrás de la persona (esto con la finalidad de acompañar el
proceso de tal manera de poder estar suficientemente cerca para apo-
yar a la persona que realiza el ejercicio y a la vez, estar suficientemen-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 269
Un acto
simbólico, o mejor, una serie de actos simbólicos, que deben desarrollarse
de un modo determinado y que suelen estar acompañados de fórmulas verbales…
Pero el ritual no es un mero acto formal. Su relevancia estriba precisamente en su
270 DORYS ORTIZ GRANJA
significado, en cuanto que trata de ir más allá de la realidad cotidiana con el fin
de hacerla especial, dotándola de un contenido que la trasciende.
Los rituales cumplen varias funciones; Adelina Gimeno (1999: 154
y ss.) sostiene que facilitan el cambio, ya que permiten una transición de
una etapa a otra (como lo que se planteó con María, cuyo ejemplo se
describió en la técnica de la silla vacía) y facilitan el desarrollo personal,
ayudando a cada individuo a asumir más fácilmente las tareas de la
siguiente etapa evo-lutiva.
Además, permiten una conexión entre el pasado y el futuro, ya que
inscriben a la persona en una línea, familiar y vital que da sentido a lo
que está viviendo actualmente y la proyecta hacia el futuro, como
sucedió con María, la cual empieza una relación diferente con sus hijos,
llena de alegría y de optimismo hacia lo que vendrá y no teñida de
tristeza y nostalgia por lo que fue.
Y permiten insertar algo mágico en la vida diaria, que se aleja de lo
rutinario y que introduce un mundo espiritual, en contacto con otros ele-
mentos que pueden ayudar al ser humano a trascender, a ir más allá de
sus vivencias de todos los días. Un ejemplo:
A esta historia la he llamado: “El renacimiento de Lucía”. Lucía es
una chi-quilla que actualmente tendrá 21 años (a la fecha de escritura del
texto: 2007), pero llegó a consulta, junto con sus padres cuando tenía 19.
La familia fue remitida por un psiquiatra, que, hace algún tiempo, había
tratado de manera medicamentosa a la madre primero, y actualmente a la
hija, por depresión. La familia solicita ayuda para mejorar la situación de
tristeza y angustia que todos vivían.
Conforme fuimos avanzando en el proceso terapéutico, empieza a
aparecer un tema común a todos y que era la historia del Patito Feo. Padre
y madre, en sus res-pectivas familias de origen, se habían sentido como
patitos feos y la misma sensación era vivida por Lucía, quien se sentía de
igual forma en su relación con primas, pri-mos, tías, tíos y abuelos en
ambos lados de las familias de origen; sobre todo, porque tenía “gustos
extraños”, ya que por ejemplo, quería ser piloto de autos de carrera.
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 271
graba tenerla, que esperaban lo mejor para ella, que nacía a una nueva
vida y que deseaban (los dos) que realice sus sueños, para lo cual entendían
que tenía que salir, porque sería la única forma en que Lucía podía vivir.
Cuando la madre terminó de leer la carta y de desenrollar a su hija, los tres
se abrazaron y lloraron de la emoción.
Luego de esto (inspirados en el modelo narrativo) hicimos un
Certificado de Renacimiento, que fue escrito por la madre, con un texto
más o menos similar, al que a continuación describo:
Este certificado junto con la carta y la vela, se lo entregamos a
Lucía, la cual decía que no podía creer lo que había pasado, pero que
estaba profundamente con-movida por esto, al igual que los padres.
Terminamos la consulta en este momento y fijamos una próxima cita, a la
cual, no acudieron porque, según me explicó la madre por teléfono, iban a
acompañar a su hija a matricularse en la universidad.
CERTIFICADO DE RENACIMIENTO
médico y de enfermera,
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 273
connotación
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 277
luego
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 279
que me acercaba al gran día. Dominio creo que logré adquirir y sensibilidad
dicen que algo ya tenía, faltaba la destreza para compartir el escenario con otros
instru-mentos que tocarían. ¿Pero cómo? Me asaltaba la pregunta y el hada me
repetía, con dominio, sensibilidad y destreza y por encima de todo, con mucha
armonía. ¿Y qué es eso de la armonía? Es la primera vez que lo oía. Y el hada
me contestó: eso no te lo puedo explicar, lo tienes que palpar, vivir como
experiencia, sentirla.
Y cuando ya me sentí preparada y subir al escenario quería, el hada me dijo, aún
no, practiquemos con otros antes del gran día.
Y nos reunimos yo y mi tuba, un violín, un chelo, una flauta dulce, un timbal y
un piano y ensayamos… Mi hada no se veía tan complacida… leíamos las notas
pero la armonía no existía. Habían sonidos pero no alma, había voluntad pero no
destre-za, sonaban todos los instrumentos y sin embargo, no era muy linda la
melodía. Y todos nos descorazonamos, pero el hada sonreía; no es tan fácil nos
dijo, faltó la armonía. Aún no escuchan la resonancia, todavía no circula
libremente el alma de la melodía. Escuchen, sientan, déjense llevar más allá de
las notas, nos decía. Y la verdad que eso yo mucho no entendía, pero repetía y
repetía. Y entre más repetía-mos, y el hada más nos corregía, la misma música,
otro sonido adquiría. Y de pron-to se dirigió a mí y supe que me iba a decir que
ya la próxima vez al escenario subi-ría y un estruendoso aplauso me despertó de
mi sueño, de mi fantasía.
Y me quedé con la inquietud de lo que es vivir a plenitud, la combinación de
cono-cimiento, sensibilidad, destreza y armonía y espero que la próxima vez que
me duer-ma, mi hada me lo conceda y pueda llegar a ese gran día.
Nill
y
sentido de pertenencia que habíamos alcanzado dentro y fuera del campo de juego
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 281
gracias a los intensos entrenamientos y charlas de nuestro técnico nos hacía casi
invulnerables ante nuestros rivales. Había varias razones para sentirnos
orgullosos de nuestro grupo: en primer lugar, la satisfacción única de ser los
pioneros, el pri-mer equipo en nuestro medio que alcanzaba este título tan
preciado. Seguramente vendrían más equipos, pero primeros somos y seguiremos
siendo solo nosotros. En segundo lugar, los jugadores que logramos reunirnos,
un grupo selecto en el que la capacidad, el deseo de superación y capacidad de
sacrificio y entrega fueron sus principales características.
En tercer lugar, el técnico. Mejor no pudimos haberlo tenido, con vastos conoci-
mientos y sobre todo con experiencia. Es que además había sido formado en el exte-
rior, donde las técnicas y estrategias en el juego generalmente se van gestando. A sus
cualidades sumó un gran carisma y con sus ocurrencias e informalidades logró rela-
jarnos en más de una ocasión, en la que los nervios por la presión de la competen-cia
solían hacer estragos en nosotros. Hasta su estatura contribuía a que nos sintié-ramos
seguros a su lado. “Arrimados a buen palo”, como muchas veces dicen por ahí.
Fueron muchos los partidos duros que tuvimos que disputar y tuvimos que
aplicar-nos a fondo en el terreno de juego. A veces parecía que el rival nos
superaba y entonces la confusión y la incertidumbre de no saber cómo jugar se
apoderaba de nosotros. Recuerdo que en más de una ocasión nos fuimos con el
marcador en con-tra a los camerinos. El panorama no era halagador.
Sin embargo, gracias a Dios, nuestro director técnico siempre nos esperaba con
una sonrisa. Analizaba lo que habíamos hecho: nuestros errores, nuestros
movimientos por la cancha, si hacía falta cambiaba la estrategia, nos daba
algunas indicaciones y nos exhortaba a mostrar lo que sabíamos, a utilizar todos
nuestros recursos. Sentíamos una inyección de ánimo en nuestras venas y
salíamos con todo, a virar el resultado. Nunca falló… o casi nunca.
Al final de cada encuentro, hubiéramos ganado, perdido o empatado siempre hací-
amos el balance de la jornada. No sé como pero nunca faltaba algo positivo para res-
catar y resaltar. Obviamente, también había bastante para sacar a limpio y mejorar en
la próxima confrontación. Eso era parte del aprendizaje, de la formación, del
entrenamiento. Mientras jugábamos era muy alentador saber que el director técni-co
estaba en la banca, desde allí nos daba indicaciones y nos alentaba. Todos sabí-amos
que con él ahí no podía irnos mal, aunque perdiéramos, como creo que a veces nos
pasó. Su presencia no nos ponía nerviosos, nos daba seguridad.
Ahora que termina esta etapa recuerdo también las lesiones propias de la intensi-
dad con que se disputaba cada balón, cada jugada, cada partido. Eran comunes
las
282 DORYS ORTIZ GRANJA
El ecológico siglo XXI ha provocado que se construya una nueva versión del
arca de Noé.
Todos los animales tendrán que aprender a vivir juntos.
Eso parece imposible, motivo por el cual, antes de subir a la nueva barca, el león
ha convocado a una asamblea. Es la oportunidad para dar opiniones de cómo
entablar buenas relaciones entre todos. Da las normas del sistema parlamentario
y pide que las intervenciones sean breves y esquemáticas.
Toma la palabra la lechuza y exige que dentro del arca se adopte la nueva
metodo-logía sistémica muy en boga en toda la selva. El tigre apoya la idea pues
es partida-rio de la homeostasis, el feedback, la cibernética, las hipótesis, la
circularidad, la neutralidad y el constructivismo.
El loro recuerda la importancia de la comunicación digital y analógica. El
elefante opina que en caso de problemas y conflictos se llame a algún humano
para que ayude, sea en las intervenciones como en las supervisiones.
Una oveja arropada de pies a cabeza sugiere que se entregue un listado de reglas
de intervención. Concuerda el lobo y reclama que una de esas reglas sea que se
llame a los más cercanos a cada problema y, poco a poco, se amplíe a parientes
íntimos y más lejanos.
Dice el camello: “cuando los humanos nos reúnan que establezcan reglas claras, por
ejemplo: hagan una ficha de acogida y posteriormente un encuadre para que
poda-mos dar a conocer quién nos recomendó o cómo nos van a atender, que nos
pre-gunten el motivo de la consulta”. El águila advierte recordar que los
comportamien-tos individuales cambian al cambiar el contexto familiar.
La tortuga insiste una y otra vez que no se olviden de definir claramente la
deman-da. El oso exige que se fijen en el proceso y no tanto en el contenido. A
propósito de esto dice el papagayo procuren poner énfasis en preguntas
circulares. Como corrigiendo al papagayo interviene la jirafa pidiendo que no se
olviden del re-encua-dre y de la redefinición.
Salta una ardilla encima del elefante y como haciéndole cosquillas pide que de
favor no se olviden de la connotación positiva. Un toro levanta sus cuernos y
que
recuerda siempre lleven un hilo conductor. Se para muy solemnemente en
medio de la asamblea el pavo real para pedir que se recomiende a los humanos
nunca dejar de un lado la resonancia. Es la única intervención que es recibida
con silbidos de apro-bación por parte de todos los pajaritos.
284 DORYS ORTIZ GRANJA
Hace tres años subí a bordo de un barco de velas que zarpaba para un viaje donde
aprendería a ser oficial de marina. Este barco estaba dirigido por oficiales de
mari-na muy expertos y que conocían muy bien el barco, los mares y sus
habitantes.
En el primer año aprendí sobre los orígenes del barco y de la navegación, conocí
a famosos constructores que aportaron mucho al desarrollo de los barcos, conocí
algunas herramientas para navegar, pescar y para mantener el barco
En el segundo año aprendí que habían diferentes modelos de barcos (pero el mío me
gustaba más), aprendí cómo nadar en medio de las diferentes familias de pesca-dos,
de delfines, de ballenas y de algunos tiburones que encontramos por los mares.
Aprendí también que podía conducir el barco, al inicio acompañada por algún ofi-cial
y después, poco a poco a hacerlo sola o con el apoyo de mis compañeros.
En el tercer año desarrollé mi propio estilo para conducir el barco, como
deslizán-dose por las olas y aprendí también la travesura de los delfines, la
seriedad de las ballenas y conocí las diferentes mareas y cómo orientarme en
ellas. Supe que el mar, a veces está tranquilo, solo cambiando en las mareas,
otras veces está en tormenta y las olas suben y bajan. Algunas veces estuve
mareada y otras perdida, pero mis com-pañeros y los demás oficiales estuvieron
ahí para orientarme.
Llegó el fin de esta travesía de tres años, el barco está llegando al puerto y me he
convertido en oficial de marina. Ahora iré a navegar otros mares, a conocer otros
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 285
Estos ejemplos dan una ligera idea de que existen muchas formas
de poner en metáfora lo que se ha vivido, lo que un evento, un proceso ha
sig-nificado para la vida. Y este viaje sirve precisamente para encontrar
ese lado lúdico, infantil que puede decir muchas cosas sobre algo tan
serio. A lo largo del trayecto profesional ha sido posible escuchar
metáforas sobre mares, bosques, travesías, viajes, aventuras, talleres de
costura y de alfarería, árboles, tejidos…
Todas estas metáforas han dejado la sensación de un encuentro parti-
cular con el otro, en un espacio especial donde se ha compartido algo, que
queda plasmado en todas y cada una de las narraciones realizadas, ya que en
esas metáforas uno ha vivido la experiencia dulce y serena, de ser tejedor,
jardinero, alfarero, director técnico, guía, incluso hada madrina; tantos roles
que han dejado muchos y variados mensajes sobre el propio proceso y
también tantas alegrías de haber contribuido a esos otros procesos, con lo
cual es posible ver la factibilidad de la co-construcción de historias.
Al igual que para las otras técnicas, el trabajo de la metáfora
implica lo siguiente:
• De ser posible, recoger los elementos metafóricos compartidos por
las personas que los mencionan.
• Trabajar la metáfora: es decir preguntar detalles y características
den-tro de la metáfora misma. Por ejemplo, en la metáfora del viaje
en barco, preguntar por las características del barco, por las
relaciones entre tripulantes y oficiales, por las tormentas, las
formas de orientar-se en el mar, etc.
• Retomar, a lo largo del proceso, la metáfora. Por ejemplo,
continuación.
Y explica así sus razones para utilizar la escultura con las familias
psi-cosomáticas:
• La escultura permite explorar los niveles míticos más escondidos,
menos racionalizados y verbalizados o las cosas que no se han
dicho en la familia y que sin embargo están presentes.
• El síntoma psicosomático utiliza el lenguaje metafórico, analógico y la
utilización de la escultura significa por lo tanto usar el mismo lengua-
je de la familia. En las familias psicosomáticas existe una dificultad
para verbalizar las emociones y la familia se organiza para esconder
las tensiones emocionales. El paciente debe conformarse a este estilo
de
294 DORYS ORTIZ GRANJA
LA MUERTE Nada nuevo puede crearse sin la Perder algo (o a alguien) al cual se está
muerte, ocasión de un nuevo apegado, separación, duelo, sufrimiento.
comienzo.
Pero, ¡¡ay!!, como son las cosas de la vida; sucedió que el joven
potro se emo-cionó con una joven potranca, por lo que parece que la
bonita yegua, se sintió trai-cionada por su potrillo, que dejaba de serlo,
en el momento en que puso sus ojos sobre otra yegua.
A la vez, gran caballo tal vez también se sintió traicionado, ya que las
ardi-llas del bosque decían que la joven potranca que estaba con el potro,
también había estado con gran caballo. Y luego de todo este embrollo, la
bonita yegua se volvió
302 DORYS ORTIZ GRANJA
adquirido con-
LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA 303
CAPÍTULO
El final: la tercera
fase o el cierre
persona, en
312 DORYS ORTIZ GRANJA
el que, muchas veces se han trabajado cosas muy intensas; sin embargo,
llega el momento de decir adiós; en otras ocasiones, la separación se
vuelve algo necesario ya sea porque no se puede responder a las
expectativas del consultante o porque es importante remitirlo a otro
profesional, por ejem-plo un médico o un psiquiatra.
Existen algunas formas en las cuales se cierra un proceso: por
deser-ción, luego de hacer una evaluación (aunque aquí puede aparecer
una nueva demanda), o también luego de un seguimiento (aunque
también puede ser una situación que haga emerger una nueva demanda),
lo cual, conduce al sistema terapéutico, de nuevo hacia el proceso, tal
como se ha descrito en las páginas anteriores.
Una primera opción, que es poco frecuente, pero que sin embargo
ha ocurrido, es que la familia se presente mencionando que, durante el
tiem-po transcurrido han sucedido muchas cosas, sobre las cuales
quisieran un acompañamiento para enfrentarlas. Tal es el caso, por
ejemplo de que la familia esté enfrentando un duelo ocurrido días antes y
requieran ayuda en estas circunstancias. Frente a esta nueva demanda, si
bien es cierto, se vuel-ve a un nuevo proceso terapéutico, la familia sale
más rápido, debido a que sus miembros han encontrado nuevas formas de
enfrentar las circunstan-cias que están viviendo, por lo cual, el
acompañamiento es mucho más corto.
Otra opción, que también se presenta, es que durante la sesión de
seguimiento, la familia manifieste que está bien y que los cambios perduran,
pero sin embargo, uno de los miembros manifiesta que está pasando por una
situación especial y requiere un acompañamiento individual, ya que lo que
está viviendo, en su visión, no está relacionado con la familia. Tal puede ser
el caso, por ejemplo de una joven que manifiesta su deseo de hablar de sus
preocupaciones respecto a sus relaciones afectivas. Es decir, existe una
demanda individual, que será trabajada en este sentido e introduce a la con-
sultante y al terapeuta en otro proceso terapéutico.
En conclusión, la última opción, que es la que se presenta con
mayor frecuencia, es que la familia manifieste su tranquilidad porque los
cambios se han mantenido y perduran en el tiempo; e incluso, algunas
veces, men-cionan que existen otros cambios que se han gestado en las
relaciones durante el tiempo que ha transcurrido. Generalmente, en esta
reunión, la familia está más distendida, es como volver a encontrarse con
una “vieja amiga”, luego de algún tiempo, a la cual se le dan las
novedades de lo que ha sucedido en el tiempo que no se han visto.
Este tipo de reunión conduce inevitablemente al cierre total del pro-
ceso y a la despedida (generalmente definitiva) de la familia. Sin embargo,
la puerta no se cierra totalmente, ya que se acostumbra a mencionar que el
terapeuta queda a disposición de la familia y de cada uno de sus miembros,
si en el futuro requieren acompañamiento en otras circunstancias. Algunas
316 DORYS ORTIZ GRANJA
veces puede ocurrir que si la familia consulta actualmente por sus hijos
pequeños, regresen años después para hablar de problemas de adolescentes.
Como se mencionó anteriormente, esta fase, confronta a la familia
y al terapeuta a la cuestión de las despedidas, tanto más dolorosas cuanto
menos procesadas estén, razón por la cual, es esencial que el terapeuta se
pregunte sobre su forma de cerrar (o no hacerlo) un proceso. Algunos
bus-carán “deshacerse” de la familia, otros quizá pretendan sostenerla
solo un poquito más… otros, en una postura más fría y distante
sostendrán que no sucede nada…
También habrá aquellos que se atreven a vivir el duelo, con todo lo
que éste implica: la tristeza de una despedida de alguien por quien se
siente afec-to, la alegría de ver que la familia está mejor y la satisfacción
de haber podi-do aportar algo para que así sea; aunque también puede ser
la rabia y la frus-tración de ver que no se pudo hacer mucho.
El cierre confronta a la muerte del sistema terapéutico, que abre la
posi-bilidad de una nueva vida al sistema familiar.
Y hablando sobre el cierre de los procesos y sobre las relaciones
que terminan, alguna vez alguien me preguntó: “Entonces, cómo se
despide uno de aquellos que fue-ron buenos contigo?…
Respondí: “A veces…. cuando lo dado y lo recibido es tan grande,
que no hay
palabras para describirlo, es suficiente decir: ¡Gracias y Adiós!”.
La apertura: la El intermedio: la
primera fase o segunda fase o el
formación del proceso
sistema terapéutico
terapéutico Proceso
terapéutico
Figura Nº 43
La apertura. La primera fase o la formación del sistema terapéutico
Sistema Terapéutico
Análisis Contrato
La construcción de
demanda y Terapéutico
la relación
redefinición de
terapéutica
la relación
Figura Nº 44
El intermedio. La segunda fase o el proceso terapéutico en sí mismo
1ra Fase
Evaluación y
Diagnóstico Formulación de
Familiar Hipótesis
Proceso Terapéutico
Aplicación de Técnicas
Proceso Terapéutico
Evaluación Cierre
Nueva
Seguimiento
Demanda Proceso
Terapéutico
320 DORYS ORTIZ GRANJA
Esta figura indica que la evaluación realizada al final del proceso tera-
péutico puede conducir hacia varios caminos: una primera opción es que
conduzca al cierre definitivo del proceso. También puede conducir a una
nueva demanda o al seguimiento. En este último caso, de igual forma se tie-
nen dos posibilidades: el cierre definitivo del proceso o el planteamiento de
una nueva demanda, con lo cual, se reinicia el proceso terapéutico.
Aquí se puede ver la relación entre la tercera fase (el cierre) y la
prime-ra (formación del sistema terapéutico) y segunda fase (proceso
terapéutico) de todo el proceso.
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