Boff Leonardo - Espiritualidad
Boff Leonardo - Espiritualidad
Boff Leonardo - Espiritualidad
Cuando hablamos aqu de espiritualidad pensamos en una experiencia de base omnienglobante con la cual se capta la totalidad de las cosas exactamente como una totalidad orgnica, cargada de significado y de valor. En su sentido originario espritu, de donde viene la palabra espiritualidad, es la cualidad de todo ser que respira. Por lo tanto es todo ser que vive, como el ser humano, el animal y la planta. Pero no slo eso, la Tierra entera y todo el universo son vivenciados como portadores de espritu, porque de ellos viene la vida, proporcionan todos los elementos para la vida y mantienen el movimiento creador y organizador. Espiritualidad es la actitud que pone la vida en el centro, que defiende y promueve la vida contra todos los mecanismos de disminucin, estancamiento y muerte. En este sentido lo opuesto al espritu no es cuerpo, sino muerte, tomada en su sentido amplio de muerte biolgica, social y existencial (fracaso, humillacin, opresin). Alimentar la espiritualidad significa estar abierto a todo lo que es portador de vida, cultivar el espacio de experiencia interior a partir del cual todas las cosas se ligan y se re-ligan, superar los compartimentos estancos, captar la totalidad y viven-ciar las realidades ms all de su factibilidad opaca y a veces brutal como valores, evocaciones y smbolos de una dimensin ms profunda. El hombre/mujer espiritual es aquel que siempre p e r c i be el otro lado de la realidad, capaz de captar la profundidad que se re-vela y vela en todas las cosas, y que consigue entrever la relacin de todo con la ltima Realidad. La espiritualidad parte no del poder, ni de la acumulacin, ni del inters, ni de la razn instrumental; arranca de la razn emocional, sacramental y simblica. Nace de la gratuidad del mundo, de la relacin inclusiva, de la conmocin profunda, del movimiento de comunin que todas las cosas mantienen entre s, de la percepcin del gran organismo csmico empapado de huellas y seales de una Realidad ms alta y ms ltima. Hoy en da slo llegamos a este estadio mediante una crtica severa del paradigma de la modernidad, asentado en la razn analtica al servicio de la voluntad de poder sobre los o t r o s y sobre la naturaleza. Necesitamos superarlo e incorporarlo en una totalidad mayor. La crisis ecolgica revela la crisis de sentido fundamental de nuestro sistema de vida, de nuestro modo de sociedad y de desarrollo. No podemos seguir apoyndonos en el poder como dominio y en la voracidad irresponsable de la naturaleza y de las personas. No podemos seguir pretendiendo estar por encima de las cosas del universo, sino al lado de ellas y a favor de ellas. El desarrollo debe ser con la naturaleza y no contra la naturaleza. Lo que actualmente debe ser mundializado no es tanto el capital, el mercado, la ciencia y la tcnica; lo que fundamentalmente debe ser ms mundializado es la solidaridad con todos los seres empezando por los ms afectados, la valorizacin ardiente de la vida en todas sus formas, la participacin como respuesta a la llamada de cada ser humano y a la propia dinmica del universo, la veneracin de la naturaleza de la que somos parte, y parte responsable. A partir de esta densidad de ser, podemos y debemos asimilar la ciencia y la tcnica como formas de garantizar el tener, de mantener o rehacer los equilibrios ecolgicos, y de satisfacer equitativamente nuestras necesidades de forma suficiente y no perdularia.
Los maestros del ethos moderno de la relacin persona-naturaleza nos han desviado del camino recto. Necesitamos revisitar a otros maestros fundadores de otra tradicin espiritual ms integradora, que iniciaron una nueva delicadeza con la naturaleza, como Francisco de Ass, Teilhard de Chardin, Mahatma Gandhi, y toda la gran tradicin platnico-agustiniana-buenaventuriana-pascaliana y existencialista. Para ellos conocer no era nunca un acto de apropiacin y de dominio sobre las cosas; era una forma de amor y comunin con las cosas. Todos ellos valorizan la emocin como camino hacia el mundo y como forma de hacer la experiencia de la divinidad.
Un tipo de espiritualidad: la ecologa profunda Como ya hemos visto Ernest Haeckel, bilogo alemn (1834-1919) cre en 1866 la palabra ecologa y la defini como el estudio de la inter-retro-relacin de todos los sistemas vivos y no-vivos entre s y con su medio ambiente, entendido ste como una casa de donde deriva la palabra ecologa (oikos en griego = casa). De un discurso regional, como subcaptulo de la biologa, ha pasado a ser actualmente un discurso universal, tal vez el de mayor fuerza movilizadora del tercer milenio. El actual estado del mundo (polucin del aire, contaminacin de la tierra, pobreza de dos terceras partes de la humanidad, etc.) revela el estado de la psique humana. Estamos enfermos por dentro. As como existe una ecologa exterior (los ecosistemas en equilibrio o en desequilibrio), tambin existe una ecologa interior. El universo no est nicamente fuera de nosotros, con su autonoma, est tambin dentro de nosotros. Las violencias y las agresiones al medio ambiente lanzan races profundas en estructuras mentales que poseen su ancestralidad y genealoga en nuestro interior. Todas las cosas estn dentro de nosotros como imgenes, smbolos y valores: el sol, el agua, el camino, las plantas, los minerales viven en nosotros como figuras cargadas de emocin y como arquetipos. Las experiencias benficas que la psique humana ha vivido en su larga historia, en contacto con la naturaleza y tambin con el propio cuerpo, con las ms diversas pasiones, con los otros como masculino y femenino, padre y madre, abuelos, nos, hermanos y hermanas, dejan marcas en el inconsciente colectivo y en la percepcin de cada persona. Hay una verdadera arqueologa interior y los analistas de lo profundo han puesto a punto un minucioso cdigo para leerla y descifrarla. Sabemos cine el proceso de individuacin se hace en dilogo con las figuras del padre, de la madre, de los familiares, de la casa, del medio ambiente, de los seres y objetos cargados de significado, positivo o negativo. Ciertamente en su afn de supervivencia, en una fase ancestral peligrosa, el ser humano tuvo que desarrollar su instinto de agresividad, si bien en situaciones ms amenas puede manifestar sus potencialidades de convivencia y apoyo mutuo. Tales matices comportamentales dejan marcas en el universo interior del ser humano y en las reacciones colectivas de un pueblo. Otras veces el proceso de personalizacin individual deja vestigios en comportamientos actuales. Por ejemplo, en la experiencia de cada uno existe su mundo, el cuerpo, la familia, la casa, el espacio de la subjetividad. Este mbito se mantiene cuidado y limpio. Fuera de l existe el vaco, la realidad amorfa y lo indeterminado. Ah puedo tirar objetos y descuidar su cuidado, pues se tiene la un presin de que tales espacios no existen o que nadie los ve. De aqu se entienden los hbitos culturales de tirar basura en lugares solitarios, en los lagos y en los mares, aparentemente sin dueo. Para la psicologa infantil, lo que no se ve no existe. Como residuo de esta visin puede permanecer en el adulto la idea de que un objeto que no es visible no existe. Por eso lanza al fondo del mar o esconde bajo tierra desechos nucleares o txicos con la ilusoria sensacin de haberlos realmente eliminado.
La cultura del capital imperante hoy en el mundo, ha elaborado mtodos propios de construccin colectiva de la subjetividad humana. En realidad los sistemas, tambin los religiosos e ideolgicos, solamente se mantienen porque consiguen penetrar la mente de las personas y construirlas por dentro. El sistema del capital y del mercado ha conseguido penetrar todos los poros de la subjetividad personal y colectiva, determinando el modo de vivir y de elaborar las emociones, la forma de relacionarse con los otros, con el amor y la amistad, con la vida y con la muerte. As se divulga subjetivamente que la vida no tiene sentido si no est dotada de smbolos de posesin y de status, como un cierto nivel de consumo, de bienes, de aparatos electrnicos, de coches, de algunos objetos de arte, de vivienda en sitios de prestigio. Los distintos sistemas fabrican socialmente al individuo que se les adeca, con las virtudes que lo refuerzan, refrenando las fuerzas que podran ponerlo en crisis o que le permitiran elaborar una alternativa. Por eso Herbert Marcuse hablaba justamente de la fabricacin moderna del hombre unidimensional. En lugar de ensear a controlar los impulsos naturales del ser humano, el sistema incentiva algunos, reforzndolos intencionalmente de maner a empobrecida, y otros simplemente los elimina. As la sexualidad viene proyectada como simple descarga de tensin emocional a travs del intercambio genital. Se oculta el verdadero carcter de la sexualidad, cuyo lugar no es slo la cama, sino toda la existencia humana como potencialidad de ternura, de encuentro y de erotizacin de la relacin hombre/mujer. Otras veces se da satisfaccin a las necesidades humanas ligadas al tener y al subsistir; enfatizando el instinto de posesin, la acumulacin de bienes materiales y el trabajo solamente como produccin de riqueza. En la era tecnolgica se verifica en la psiqu la invasin de objetos inanimados sin ninguna referencia humana. Los artefactos crean soledad, los datos de la informtica y del ordenador llegan destituidos de tonalidad afectiva. Se genera el individualismo con personalidades ridas, emotivamente fragmentadas, hostiles y antisociales. Los otros son vividos como extraos e impedimentos para la satisfaccin de los deseos individuales. Se oculta la otra necesidad fundamental del ser humano que es la necesidad de ser, de elaborar su identidad nica. Aqu no cabe la manipulacin y la fabricacin colectiva de la subjetividad, como tan bien lo ha subrayado Flix Guattari en toda su produccin intelectual, sino la libertad, la creatividad, la osada de seguir caminos difciles pero personales. Tal dimensin es subversiva para los sistemas de regulacin social, moral y religiosa. Pero es a partir de tales caminos como el ser humano puede enfrentarse al mundo del tener sin caer en su obsesin y ser vctima de su fetichismo. Ya lo deca el cacique piel roja, Seattle: Cuando el ltimo rbol sea derribado, cuando el ltimo ro sea envenenado, cuando el ltimo pez sea capturado, solamente entonces nos daremos cuenta de que no se puede comer dinero.
La ecologa de la mente trata de recuperar el ncleo valorativo-emocional del ser humano ante la naturaleza. Procura desarrollar la capacidad de convivencia y de escucha del mensaje que todos los seres lanzan con su presencia y de reforzar la potencialidad de encantarse con el universo, con su complejidad, majestad, grandeza. Busca animar las energas positivas del ser humano para enfrentar con xito el peso de la existencia y las contradicciones de nuestra cultura dualista, materialista, machista y consumista. Favorece el desarrollo de la dimensin mgica y chamnica de nuestra psique. El chamn que vive en cada uno de nosotros no entra en sintona nicamente con las fuerzas de la razn, tambin con las fuerzas del universo, presentes en nosotros por nuestros impulsos, intuiciones, sueos y visiones. Cada ser humano es,
por naturaleza intrnseca, creativo. Incluso cuando imita o copia lo hace partiendo de sus matrices, dejando siempre una nota de su subjetividad irrepetible. De este modo el ser humano se abre al dinamismo csmico originario que lleva todo hacia delante, lo diversifica, lo vuelve ms complejo y lo hace culminar en estadios ms altos de realidad y de vida. La mente necesita involucrarse conscientemente en este pro-ceso. Es su revolucin especfica. Sin la revolucin de la mente ser imposible la revolucin de la relacin persona-naturaleza. La nueva alianza entre ser humano y naturaleza tiene sus races en la profundidad humana. En ella se elaboran las grandes motivaciones, la magia secreta que trasforma el mirar cada realidad, transfigurndola y descubrindola como un eslabn de la inmensa red terrena y csmica. Entre la multitud de propuestas queremos presentar las tendencias ms relevantes de la discusin actual. Vemos cuatro principales formas de expresin: la ecologa ambiental, la ecologa social, la ecologa mental y la ecologa integral.
Ecologa ambiental Esta primera vertiente se preocupa del ambiente, para que no sea excesivamente desfigurado, en funcin de la calidad de vida, de la preservacin de las especies en va de extincin y de la renovacin permanente del equilibrio dinmico, construido a lo largo de millones y millones de aos de evolucin. Ve la naturaleza fuera del ser humano y de la sociedad. Busca nuevas tecnologas menos contaminantes, privilegiando soluciones tcnicas. Esta postura es importante porque busca corregir excesos de voracidad del proyecto industrial mundial, que siempre implica altos costes ecolgicos. Si no cuidamos el planeta como un todo podemos ponerlo en grave riesgo de destruccin de partes de la biosfera y, si llegramos al lmite, inviabilizar la propia vida del planeta. Bastara utilizar las armas nucleares, qumicas y bacteriolgicas de los arsenales existentes y continuar contaminando
irresponsablemente las aguas, envenenando los suelos, contaminando la atmsfera y agravando las injusticias sociales entre el Norte y el Sur para provocar un cuadro apocalptico. Ecologa social La segunda ecologa social no quiere slo el medio ambiente, quiere el ambiente entero. Inserta al ser humano y a la sociedad dentro de la naturaleza como partes diferenciadas de ella. Se preocupa de embellecer la ciudad con mejores avenidas, plazas o playas ms atractivas y prioriza tambin el saneamiento bsico, una buena red de escuelas y un servicio de salud decente. La injusticia social significa violencia contra el ser ms complejo y singular de la creacin, que es el ser humano, hombre y mujer. l es parte y parcela de la naturaleza. Segn esta compresin la injusticia social se muestra por lo tanto como injusticia ecolgica contra el todo natural-cultural humano. La ecologa social propugna un desarrollo sostenible, que atiende las carencias de los seres humanos de hoy sin sacrificar el capital natural de la Tierra, tomando tambin en consideracin las necesidades de las generaciones del maana, que tienen derecho a satisfacerse y a heredar una Tierra habitable, con relaciones humanas mnimamente decentes. Pero el tipo de sociedad construida en los ltimos 400 aos impide realizar un desarrollo sostenible. Es energvora, ha montado un modelo de desarrollo que saquea sistemticamente todos los recursos de la Tierra y explota la fuerza de trabajo. Las fuerzas productivas y las relaciones de produccin son consideradas actualmente como fuerzas destructivas y relaciones de produccin de desequilibrios ecolgicos desproporcionados. En este marco el desarrollo sostenible sigue siendo una aspiracin y
representa la negacin del actual modelo social de produccin. En el imaginario de los fundadores de la sociedad moderna el desarrollo se mova entre dos infinitos: el infinito de los recursos naturales y el infinito del desarrollo hacia el futuro. Pero dichos presupuestos han revelado ser una ilusin. Los recursos no son infinitos, la mayora se est agotando, principalmente el agua potable y los combustibles fsiles. Y el tipo de desarrollo lineal y creciente hacia el futuro no es universalizable. Por lo tanto no es infinito. Si las familias chinas quisieran tener el nivel de consumo perdulario norteamericano implicara la muerte y la exclusin de millones y millones de personas. Necesitamos, pues, algo distinto al desarrollo sostenible. Carecemos de una sociedad sostenible que encuentre para s el desarrollo viable que satisfaga las necesidades de todos. El bienestar no podr ser solamente social, tendr que ser sociocsmico. Deber atender a los dems seres de la naturaleza, como las aguas, las plantas, los animales, los microorganismos, pues todos junio', constituyen la comunidad planetaria en la que nos incluimos y, sin ellos, nosotros no podramos vivir.
Ecologa mental La tercera la ecologa mental llamada tambin ecologa profunda sostiene que las causas del dficit de la Tierra se deben al tipo de sociedad que actualmente tenemos y al tipo de mentalidad predominante, cuyas races remontan a pocas anteriores a nuestra historia moderna, incluyendo la profundidad de la vida psquica humana consciente e inconsciente, personal y arquetpica. En nosotros existen instintos de violencia, voluntad de dominio, arquetipos sombros que nos alejan de la benevolencia con relacin a la vida y a la naturaleza. Dentro de la mente humana se inician los mecanismos que nos llevan a la guerra contra la Tierra, y se expresan mediante una categora: antropocentrismo. El antropocentrismo considera al ser humano rey/reina del universo. Los dems seres tienen sentido si estn ordenados al ser humano; estn ah para su disfrute. Esta interpretacin rompe con la ley ms universal: la solidaridad csmica. Todos los seres son interdependientes y viven dentro de una intrincadsima red de relaciones. Todos son importantes. No es posible que alguno sea rey/reina y se considere independiente, sin necesidad de los otros. La moderna cosmologa nos ensea que todo tiene que ver con todo en todos los momentos y en todas las circunstancias. El ser humano olvida esa intrincada red de relaciones, se aleja de ella y se sita sobre las cosas, en lugar de sentirse al lado y con ellas en una inmensa comunidad planetaria y csmica. Algunas tareas importantes que se propone la ecologa mental son: Trabajar una poltica de sinergia y una pedagoga de la benevolencia, a fortalecer en todas las relaciones sociales, comunitarias y personales. Favorecer la recuperacin del respeto hacia iodos los seres, especialmente los vivos, pues son mucho ms antiguos que nosotros. Por ltimo, propiciar una visin no-materialista y espiritual de la naturaleza que favorezca el encantarse de nuevo ante su complejidad y venerar el misterio del universo. Esto nicamente podr conseguirse si primero rescatamos la dimensin nima, dimensin de lo femenino en el hombre y la mujer. A travs del principio femenino el ser humano se abre al cuidado, se hace sensible a la profundidad misteriosa de la vida y recupera su capacidad de maravillarse. Lo femenino ayuda a rescatar la dimensin de lo sagrado. Lo sagrado siempre pone lmites a la manipulacin del mundo, origina la veneracin y el respeto, fundamentales para salvaguardar la Tierra. Crea la capacidad de re-ligar todas las cosas a su Fuente creadora y ordenadora. De esta capacidad re-ligadora nacen todas las religiones. Es importante que revitalicemos hoy las religiones para que cumplan su funcin re-ligadora y
encuentren expresiones religiosas adecuadas a la nueva experiencia ecolgica, que es ecumnica, holstica y mstica. Para superar la crisis ecolgica se necesita otro perfil de ciudadanos, con otra mentalidad, ms sensible, ms cooperativa y ms espiritual.
Ecologa integral Finalmente, la cuarta ecologa integral parte de una nueva visin de la Tierra, inaugurada por los astronautas a partir de los aos sesenta del siglo XX, cuando se lanzaron las primeras naves espaciales tripuladas. Ellos vieron la Tierra desde afuera. Desde la nave espacial o desde la Luna, la Tierra segn el testimonio de algunos de ellos aparece como un resplandeciente punto azul-blanco que cabe en la palma de la mano y puede esconderse detrs del dedo pulgar. Desde esa distancia se borran las diferencias entre ricos y pobres, occidentales y orientales, neoliberales y socialistas. Todos son igualmente humanos. Es ms, desde esa perspectiva Tierra y seres humanos aparecen como una misma entidad. El ser humano es la propia tierra que siente, piensa, ama, llora y venera. La Tierra surge como el tercer planeta de un sol, uno de los 100.000 millones de soles de nuestra galaxia, que a su vez es una entre 100.000 millones de otras del universo, universo que posiblemente es uno entre otros, paralelos y distintos al nuestro. Y nosotros, seres humanos, hemos evolucionado hasta el punto de poder estar aqu para hablar de todo esto, sintindonos ligados y religados a todas estas realidades. Todo transcurri con una precisin capaz de permitir nuestra existencia aqu y ahora. De no ser as no estaramos aqu. Los cosmlogos, gracias a la astrofsica, a la fsica cuntica, a la nueva biologa, en una palabra a las ciencias de la Tierra, nos hacen ver que todo el universo se encuentra en cosmognesis. Es decir, est todava en gnesis, constituyndose y naciendo, formando un sistema abierto, capaz siempre de nuevas adquisiciones y expresiones. Por lo tanto nada est acabado y nadie ha terminado de nacer. Por esto tenemos que tener paciencia con el proceso global, los unos con otros, y con nosotros mismos, pues nosotros humanos tambin estamos en proceso de antropognesis, de formacin y de nacimiento.
Conclusin: una visin holstica y liberadora de la ecologa La ecologa integral procura habituar al ser humano a esta visin integral y holstica. El holismo no es la suma de las partes sino captar la totalidad orgnica, una y diversa en sus partes, articuladas siempre entre s dentro de la totalidad y constituyendo esa totalidad. Esta cosmovisin despierta en el ser humano la conciencia de su misin dentro de esa inmensa totalidad. l es un ser que puede captar todas esas dimensiones, alegrarse con ellas, alabar y agradecer a la Inteligencia que ordena todo y al Amor que mueve todo, sentirse un ser tico, responsable por la parte del universo que le cabe habitar, la Tierra. Segn importantes cientficos, la Tierra es un superorganismo vivo, Gaia, con refinadsimos calibres de elementos fsico-qumi-cos y auto-organizativos que solamente un ser vivo puede tener. Nosotros, seres humanos, podemos ser el demonio de la Tierra o su ngel de la guarda. Somos co-responsables del destino de nuestro planeta, de nuestra biosfera, de nuestro equilibrio social y planetario. Esta visin exige una nueva civilizacin y un nuevo tipo de religin, capaz de re-ligar Dios y mundo, mundo y ser humano, ser humano y espiritualidad del cosmos. El cristianismo est llamado a profundizar la dimensin csmica siempre presente en su fe. Dios est en todo y todo est en Dios (panentesmo, que no es lo mismo que pantesmo, que afirma
equivocadamente que todo es indiferentemente Dios). La encarnacin del Hijo implica asumir la materia e insertarse en el proceso csmico (el Cristo Csmico de san Pablo, Duns Scoto y Teilhard de Chardin). La manifestacin del Espritu Santo se revela como energa universal que hace de la creacin su templo y su lugar privilegiado de accin. Si el universo es una intrincadsima red de relaciones, donde, como decamos antes, todo tiene que ver con todo en todos los momentos y lugares, entonces la forma como los cristianos llaman a Dios, Santsima Trinidad, constituye el prototipo de ese juego de relaciones. La Trinidad no es un enigma matemtico. Significa entender el misterio ltimo como una inter-relacin absoluta de tres divinas Personas, que emergen siempre simultneamente en un juego de interrelaciones hacia dentro y hacia fuera sin fin y eterno. Segn esta visin verdaderamente holstica y globalizante comprendemos mejor el ambiente y la manera de tratarlo con respeto (ecologa ambiental). Entendemos las dimensiones de la sociedad que debe ser sostenible y ser expresin de convivialidad entre los humanos y de todos los seres entre s (ecologa social). Nos damos cuenta de la necesidad de superar nuestro antropo-centrismo a favor del cosmocentrismo y de cultivar una intensa vida espiritual al descubrir la fuerza de la naturaleza dentro de nosotros y la presencia de las energas espirituales que estn en nosotros y que actan desde el principio en la formacin del universo (ecologa mental). Y, finalmente, captamos la importancia de integrar todo, de lanzar puentes hacia todas partes y de entender el universo, la Tierra y a cada uno de nosotros como un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones (ecologa integral). Solamente en el vaivn de estas relaciones, no fuera de ellas, nos sentiremos realizados y serenados interiormente, construyen do una relacin con la naturaleza y jams contra ella. Ms que dar una tregua, es preciso que hagamos las paces con la Tierra. Cabe rehacer una alianza de fraternidad/sororidad y de respeto con ella. Y sentirnos imbuidos del Espritu que todo penetra y de aquel Amor que, segn Dante, mueve el cielo, todas las estrellas y nuestros corazones. No cabe oponerse a todas las corrientes de la ecologa, Hay que distinguir cmo se complementan y en qu medida nos ayudan a ser seres de relaciones, productores de patrones de comportamiento que tengan como consecuencia la preservacin y la potenciacin del patrimonio formado a lo largo de 15.000 millones de aos. Ha llegado costosamente hasta nosotros y nosotros debemos pasarlo adelante, enriquecido, dentro de un espritu sinrgico y afinado con la gran sinfona universal.
Hablamos hoy de las muchas crisis que estamos sufriendo: crisis econmica, energtica, social, educativa, moral, ecolgica y espiritual. Si observamos bien veremos que en todas ellas se encuentra la crisis fundamental: la crisis del tipo de civilizacin que hemos creado en los ltimos 400 aos. Esta crisis es global porque este tipo de civilizacin ha sido prcticamente difundida e impuesta a todo el globo. Cul es la seal visible que caracteriza este tipo de civilizacin? Que produce pobreza y miseria por un lado y, por el otro, riqueza y acumulacin. Este fenmeno se nota a nivel mundial: hay pocos pases ricos y muchos pases pobres. Se nota principalmente en el mbito de las naciones: pocos estratos beneficiados con gran abundancia de bienes de vida (comida, medios de salud, de vivienda, de formacin, de diversin), y grandes mayoras carentes de lo esencial para vivir. Incluso en los llamados pases industrializados del hemisferio norte hay bolsas de pobreza (Tercer Mundo en el Primer Mundo) as como hay sectores opulentos en el Tercer Mundo (Primer Mundo en el Tercer Mundo), en medio de la
miseria generalizada. Las crticas que siguen pretenden denunciar las causas de esta situacin.
Crticas al actual modelo de sociedad Hay tres lneas de crtica al actual modelo de civilizacin y de sociedad, tal como lo han sealado destacados analistas. La primera, hecha por los movimientos de liberacin de los oprimidos, dice: el ncleo de esta sociedad no est construido sobre la vida, el bien comn, la participacin y la solidaridad entre los humanos. Su eje estructurador est en la economa de corte capitalista, conjunto de poderes e instrumentos de creacin de riqueza y ahora viene su caracterstica bsica mediante la depredacin de la naturaleza y la explotacin de los seres humanos. La economa es la economa del crecimiento ilimitado, en el menor tiempo posible, con la mnima inversin y mxima rentabilidad. Quien consiga obedecer esta lgica y mantenerse dentro de esta dinmica acumular y ser rico a costa de un permanente proceso de explotacin. Por lo tanto, la economa se orienta por un ideal de desarrollo material, mejor podramos llamarlo crecimiento, que se sita entre dos infinitos como ya hemos visto en el captulo anterior: los recursos materiales supuestamente ilimitados y el futuro abierto indefinidamente hacia delante. Para este tipo de economa de crecimiento, la naturaleza se degradada a un conjunto de recursos naturales o materias primas, disponibles a favor de intereses humanos particulares. Los t r a b a j a dores son considerados como recursos humanos, o peor, como material humano, en funcin de una meta de produccin Como puede deducirse, su visin es instrumental y mecanicista: personas, animales, minerales, en fin, todos los seres pierden su valor intrnseco propio y su autonoma relativa, quedando reducidos a simples medios para un fin fijado subjetivamente por el ser humano, que se considera el centro y el rey del universo. Cules son las crticas principales a este modelo social? Que no consigue crear riqueza sin generar al mismo tiempo pobreza, que es incapaz de conseguir desarrollo econmico sin producir simultneamente explotacin social nacional e internacional. Y tampoco es democrtico porque monta un sistema poltico de control y de dominio del proceso productivo por parte de los detentores del poder econmico. La democracia acaba en la puerta de la fbrica o crea democracias reducidas (nuestras democracias liberales representativas) o democraturas (democracias bajo tutela militar), pero nunca se instaura una democracia que sirva como valor universal, que respete los contenidos de la palabra democracia, es decir, la forma de organizacin social asentada por el pueblo organizado, forma que se articula alrededor del bienestar de la mayora mediante la participacin, creando as niveles crecientes de igualdad, de solidaridad y de respeto a las diferencias. De esta crtica han nacido los movimientos de los oprimidos por su liberacin, que van desde la lucha de los sin-tierra y los sin-techo hasta los sindicatos combativos organizados autnomamente. Naci as la cultura de la ciudadana, de la democracia, de la participacin, de la solidaridad y de la liberacin. En ella echa sus races la teologa de la liberacin, la primera sntesis teolgica nacida en el Tercer Mundo (Amrica Latina), co n repercusiones en todas las Iglesias y en los centros metropolitanos de pensamiento. Postula un desarrollo que atienda a las demandas de todos y no solamente a los ms fuertes; una economa de lo suficiente para todos. La segunda lnea crtica procede de los grupos pacifistas y de la no-violencia activa. Estos grupos se dan cuenta de que el tipo de sociedad de desarrollo desigual produce mucha violencia. Violencia social e injusticia societaria por causa de la desigualdad; violencia a nivel nacional e internacional. Esta violencia es
consecuencia directa de la dominacin de ciertos pases que detentan el poder cientfico y tcnico sobre otros ms atrasados. El conflicto generalizado tiene mil rostros, los ms conocidos de los cuales son los conflictos de clase, de etnia, de gnero, de religin. El modelo vigente de sociedad no favorece la solidaridad, y s la competencia; no el dilogo y el consenso, y s la disputa y la lucha de todos contra todos. Por eso las potencialidades humanas de sensibilidad hacia el otro, de enternecimiento con la vida y de colaboracin desinteresada pasan a un segundo lugar para dar paso a los sentimientos menores de exclusin y de ventaja personal o clasista. Mantener la cohesin mnima de una sociedad desestabilizada internamente requiere cuerpos militares para el control y la represin. En la esfera mundial se crean cuerpos militares de anti-insurgencia para que acten en todo el sistema mundial apoyados por el complejo industrial que incentiva la carrera armamentista y la militarizacin de toda insurgencia. Datos recientes sealaban que dos terceras partes de la inteligentzia mundial trabaja en proyectos militares. Incluso despus del fin de la guerra fra se aplican en la industria de muerte cerca de 1 a 3 billones de dlares por ao mientras que a la conservacin del planeta y de sus ecosistemas se destinan solamente 130.000 millones. Contra esta tendencia han surgido en todo el mundo movimientos por la paz y por la no-violencia activa. Proponen un modelo social que consiga la justicia mediante la democracia social. La violencia militar y la guerra atmica constituyen formas especficas de agresin global, capaces de producir el ecocidio, biocidio y geocidio de vastas regiones del planeta. El tercer grupo de crticas que nos interesa directamente es el de los movimientos ecolgicos. Constatan que los tipos de sociedad y de desarrollo existentes no consiguen producir riqueza sin producir simultneamente degradacin ambiental. Lo que el sistema industrial produce en demasa es basura, residuos txicos, escoria radioactiva, contaminacin atmosfrica, lluvias acidas, disminucin de la capa de ozono, envenenamiento de la tierra, de las aguas y del aire; en una palabra, deterioro de la calidad general de vida. El hambre de la poblacin, las enfermedades y la falla de vivienda, de educacin y de descanso, la ruptura de los lazos familiares y sociales son agresiones ecolgicas contra el ser ms complejo de la CREACIN, el ser humano, especialmente contra el ms indefenso, que es el pobre y excluido. Estas preocupaciones estn creando una cultura ecolgica, es decir, una conciencia colectiva de responsabilidad por la supervivencia del planeta con su inmensa biodiversidad y por el futuro de la especie Homo. Es importante articular hoy todos estos frentes crticos al sistema imperante, mirando hacia un nuevo paradigma de civilizacin y de sociedad, en la que podamos caber todos y donde imperen relaciones ms benevolentes con el medio ambiente.
Somos parte de un inmenso equilibrio/desequilibrio ecosocial Queremos ahora profundizar la tercera corriente, la ecolgica, en su dimensin social. El gran reto viene de la pobreza y de la miseria. Estos son los principales problemas ecolgicos de la humanidad, no el titlen dorado, ni el oso panda de China ni las ballenas de los ocanos. Comencemos diciendo que pobreza y miseria son problemas sociales y no naturales ni fatales. Son causadas por la manera como se organiza la sociedad. Hoy tenemos conciencia de que lo social es parte de lo ecolgico, en su sentido amplio y verdadero. Ecologa tiene que ver con las relaciones de todo con todo, en todas las dimensiones. Todo esta interconectado. No hay compartimentos estancos, lo ambiental
por un lado y lo social por el otro. La ecologa social se propone estudiar las conexiones que las sociedades establecen entre sus miembros y las instituciones, y las de todos ellos con la naturaleza que los contiene. En primer lugar conviene sealar: En ecologa no basta el conservacionismo (conservar las especies en extincin), como si la ecologa se restringiese nicamente a un sector de la naturaleza, el bitico amenazado. Hoy en da todo el planeta debe ser conservado porque todo l est amenazado. No basta el preservacionismo (preservar mediante reservas o parque naturales regiones donde se conserva el equilibrio ambiental). Esto favorece principalmente el turismo ecolgico e induce un comportamiento reduccionista: el ser humano se comporta con respeto y veneracin solamente en esas unidades de conservacin, en los dems sitios sigue la lgica de la devastacin. No basta el ambientalismo, como si la ecologa no tuviese que ver ms que con el ambiente natural, el verde, las especies y el aire. Esta perspectiva podra ser reduccionista y antihumanista, presuponiendo que el ambiente siempre es mejor sin la presencia del ser humano. ste sera ms bien el satans de la tierra que su ngel bueno y protector. Se dice: donde el ser humano se hace presente muestra agresin y apropiacin egosta de los bienes de la Tierra. Esta visin ambientalista se encuentra fcilmente en muchos ecologistas del hemisferio norte. Despus de haber dominado poltica y econmicamente el mundo, lo quieren purificado solamente para ellos. La realidad es que el ser humano hace parte del medio ambiente. Es un ser de la naturaleza, con capacidad de modificarse y de modificarla y as hacer cultura. Puede intervenir potenciando la naturaleza o agredindola. Tenemos que estar atentos a cierto ambientalismo poltico que esconde tras sus proyectos una actitud de violacin ecolgica permanente. Dicho ambientalismo poltico quiere la armona entre sociedad y ambiente, pero sin renunciar a la actitud de saqueo del ambiente natural cuando no afecta al habitat humano Perdura en l la visin antropocntrica, segn la cual el ser humano puede y debe dominar la naturaleza. Ms que la armona permanente lo que quiere en realidad es una simple tregua, necesaria para que la naturaleza se rehaga de sus heridas y vuelva a ser devastada. Lo que importa actualmente es superar el paradigma de la modernidad, que se expresa mediante la voluntad de poder sobre la naturaleza y sobre los otros, e inaugurar una nueva alianza del ser humano con la naturaleza, alianza que convierta a ambos en aliados respecto al equilibrio, la conservacin, el desarrollo y la garanta de un destino y futuro comunes. No basta la ecologa humana que se ocupa de las acciones y reacciones del ser humano universal en relacin con su ambiente. Es importante porque trabaja las categoras mentales (ecologa mental) que permiten que el ser humano singular sea ms o menos benvolo o ms o menos agresivo. Se trata, sin embargo, de una visin idealista, pues el ser humano histrico no vive sino en las mallas de relaciones sociales determinadas. Las mismas predisposiciones mentales y psquicas tienen una caracterstica eminentemente social. Por eso necesitamos de una adecuada ecologa social que sepa articular la justicia social con la justicia ecolgica. Los problemas de la pobreza y la miseria deben ser discutidos dentro de la justicia social. Pobreza y miseria son cuestiones eco-sociales que deben encontrar una solucin ecosocial.
a) Qu es la ecologa social?
Existen actualmente reflexiones maduras sobre la ecologa social, comenzando por la contribucin de la Enciclopedia francesa de Ecologa de Charboneau Rhodes y de las obras de antropologa Social de E. Morin. Tambin es importante el aporte canadiense de M. Bookchin y del noruego A. Naess. Pero este campo adquiere fuerza singular en Amrica Latina, especialmente despus de la conferencia internacional sobre medio ambiente organizada por las Naciones Unidas en 1972 en Estocolmo. All se enfrentaron las dos visiones bsicas, la de los pases del Norte, preferentemente ambientalista, y la de los pases del Sur, preferentemente poltico-social. Surgi entonces una fuerte corriente latinoamericana de ecologa social con Carlos Herz y Eduardo Contreras en Per y en Uruguay con Eduardo Gudynas, uno de sus mejores formuladores tericos. Define la ecologa social como el estudio de los sistemas humanos en interaccin con sus sistemas ambientales. Los sistemas humanos abarcan a los seres humanos individuales, las sociedades y los sistemas sociales. Los sistemas ambientales comprenden componentes naturales (selvas, desiertos, sabanas), de civilizacin (ciudades, fbricas), y humanos (hombres, mujeres, nios, etnias, clases, etc.)
b) Los principales puntos de la ecologa social Segn estos autores los postulados fundamentales de la ecologa social son: 1) El ser humano interacciona siempre intensamente con el ambiente. Ni el ser humano ni el ambiente pueden ser estudiados separadamente. Hay aspectos que no se pueden comprender sin esa interaccin mutua, particularmente la selva secundaria, toda la gama de semillas (maz, trigo, arroz, etc.) y de frutas, resultado de millares de aos de trabajo de construccin gentica. 2) Tal interaccin es dinmica y se realiza en el tiempo. La historia de los seres humanos es inseparable de la historia de su ambiente y de la interaccin de ambas. 3) Cada sistema humano crea el ambiente que le es adecuado. Son diferentes y con simbolizaciones particulares, por ejemplo, el ambiente habitado por los ianomami, el de los seringueros o el de los latifundistas, el de los europeos o de los chinos. 4) La ecologa social se interesa por cuestiones como: Por medio de qu instrumentos actan los seres humanos sobre la naturaleza?, Con tecnologa intensiva, con agrotxicos o con adobos orgnicos? De que forma se apropian los seres humanos de los recursos naturales?, de forma solidaria, participativa o elitista, con tecnologas no-socializadas? Cmo se distribuyen de forma equitativa de acuerdo al trabajo de cada uno, atendiendo a las necesidades bsicas de todos, o de forma elitista y excluyente? De qu manera afecta una distribucin desigual a los grupos humanos? Qu tipo de discurso usa el poder para justificar la concentracin de riqueza en pocas manos, para legitimar una relacin de desigualdad que tiende a la dominacin? Cmo reaccionan los movimientos sociales frente al Estado y al capital para mejorar los sueldos, las formas de participacin y la calidad de vida en el trabajo, la ciudad y el campo? A la discusin de la ecologa social pertenecen la pobreza y la miseria de las poblaciones perifricas, la concentracin de la tierra en el campo y en la ciudad, las tcnicas agrcolas y agropecuarias, el crecimiento de la poblacin y el proceso de inflamiento de las ciudades, el comercio internacional de alimentos y control de patentes, la produccin de alimentos transgnicos, la aparicin del agujero en la capa de ozono, el efecto invernadero, la destruccin de las selvas tropicales y boreales, el envenenamiento de las aguas, de los suelos, de la atmsfera, etc.
c) Una eco-ecologa integral En una perspectiva integral la sociedad y la cultura pertenecen tambin al complejo ecolgico. Ecologa, ya lo hemos dicho, es la relacin que todos los seres, vivos e inertes, naturales y culturales, tienen entre s y con su medio ambiente. En esta perspectiva tambin las cuestiones econmicas, polticas, sociales, educativas, urbansticas y agrcolas entran en el campo de consideracin de la ecologa, como ecologa social. En ecologa la pregunta bsica es siempre: en qu medida esta o aquella ciencia, actividad social, prctica institucional o personal ayudan a mantener o a romper el equilibrio de todas las cosas entre s, a preservar o a destruir las condiciones de evolucin/desarrollo de los seres? Nosotros, con todo lo que somos por naturaleza y hacemos por cultura, somos p a r t e de un inmenso equilibrio del ecosistema. Ingemar Hedstrm, un sueco que vive desde hace algunos aos en Costa Rica, uno de los buenos eclogos sociales de Amrica Latina, dice: La ecologa se ha convertido en una crtica e incluso en una denuncia del funcionamiento de las sociedades modernas. Entre las cosas que se han denunciado, est la sobrexplotacin del hemisferio Sur, es decir, del llamado Tercer Mundo, por parte de los pases comparativamente ricos del Norte, del llamado Primer Mundo. En este sentido tomar conciencia de la problemtica ecolgica global implica adquirir conciencia de la situacin socioeconmica, poltica y cultural de nuestras sociedades, lo cual significa conocer la explotacin de los pases del Sur por los industrializados del Norte.
El actual sistema social, antiecolgico y generador de miseria Dentro de los parmetros de la ecologa social debemos denunciar que el sistema social en el que vivimos del orden del capital, hoy mundialmente integrado es profundamente antiecolgico. En todas sus fases de realizacin histrica se bas y sigue basndose en la explotacin de las personas y de la naturaleza. En su afn de producir desarrollo material ilimitado, crea desigualdades entre el capital y el trabajo, y entre quien est en el mercado y quien no lo est. De esto se deriva el deterioro de la calidad de vida en sus distintas dimensiones: material, psquica, social, cultural y espiritual. En Amrica Latina este orden fue implantado en el siglo XVI por la conquista europea, con la virulencia del genocidio, imponiendo a los que aqu vivan una forma de trabajar y de relacionarse con la naturaleza que implicaba ecocidio, es decir, la devastacin de nuestros ecosistemas. Se nos incorpor a una totalidad mayor, la economa capitalista, perjudicial a los ms dbiles y perifricos. Nuestro sistema capitalista es de economa de exportacin dependiente. Se implant aqu la apropiacin privada de la tierra, de sus riquezas, y de las aguas, fuente de riqueza. Dicha apropiacin se oper de forma desigual e irracional. Una minora posee las mejores tierras, muchas veces no-cultivadas, dejando las tierras ms pobres a las mayoras que, para sobrevivir, se ven forzadas a explotarlas, agotando el suelo y desmantelndolo, rompiendo de este modo el equilibrio natural. Los negros, en otro tiempo esclavizados, con la liberacin jurdica no fueron compensados en modo alguno. De la senzala fueron lanzados directamente a las favelas. Tuvieron que ocupar las colinas, desmatar, abrir canales de saneamiento al aire libre, viviendo as bajo la amenaza de muchas enfermedades, de derrumbes del terreno y de muerte. Todas estas manifestaciones han significado otras tantas agresiones al ambiente, provocadas socialmente. Cada vez est ms claro que la deuda externa tiene un significado poltico. Desde el punto de vista econmico los bancos se han asegurado y estn protegidos contra el impago. A pesar de esto se mantiene, como instrumento de control y para aumentar la dependencia de los centros de poder
situados en los pases del Norte. A travs de la deuda el sistema contina imponindose a todos, elaborando polticas globales que favorecen sus intereses estratgicos. Estimula un desarrollo que privilegia los megaproyectos y las monoculturas (soja en Brasil, ganado en Amrica Central, frutas en Chile, etc.); proporciona crditos para imple-mentar tales proyectos, como la financiacin del Banco Mundial, del BID y del FMI. As se crea el endeudamiento. El pago de la deuda y de sus intereses se hace por la exportacin de materias primas y manufacturadas, cuya cotizacin se rebaja en el mercado mundial, lo cual no permite pagar toda la deuda; entonces se reducen las inversiones sociales para, con lo que sobra, compensar una parte de la deuda. Esta estrategia produce una verdadera devastacin social en las polticas pblicas concernientes a la alimentacin, la salud, la creacin de empleo y la organizacin de las ciudades. El dficit ambiental marcha al lado de esta tasa social perversa, pues los pobres ocupan las reas peligrosas de las ciudades, se lanzan hacia la frontera agrcola, destruyendo bosques en su esfuerzo por sobrevivir, haciendo quemas, contaminando los ros con los garimpos (extraccin de oro a cielo abierto), o con la pesca y la caza predatorias. A causa de la insolvencia de los pases deudores se les hacen nuevos prstamos para pagar los intereses que adeudan, con los intereses nuevos aumentados como condicin para la financiacin de nuevos proyectos. Y as se renueva el crculo de la dependencia, del neocolonialismo y de la dominacin. Sera importante cancelar la deuda o transformarla en inversin pero no resolvera de raz la cuestin fundamental. Mientras permanezca el modelo de desarrollo imperante, dirigido hacia fuera, produciendo lo que los ricos quieren que produzcamos para ellos, y no atendiendo a nuestro mercado interno, volveremos a este crculo vicioso con sus mismas consecuencias perversas. El economista estadounidense Kennet E. Baoulding llama a la economa capitalista economa de cowboy: se basa en la abundancia, aparentemente ilimitada, de recursos y de espacios libres para invadir y establecerse. Es el antropocentrismo incontrolado. La otra economa, hacia la cual debemos caminar, se llama economa de la nave espacial Tierra. En esta nave, como en cualquier otro transporte areo, la supervivencia de los pasajeros depende del equilibrio entre la capacidad de carga del aparato y las necesidades de los pasajeros. El ser humano debe acostumbrarse a la solidaridad, como virtud fundamental, encontrar su lugar en el sistema ecolgico equilibrado, para poder producir y reproducir su vida y la vida de los dems seres vivos y ayudar a preservar el equilibrio natural. La Tierra es un sistema limitado, equilibrado, y no permite ningn tipo de aventura antiecolgica. En las reflexiones hechas hasta ahora aparece claramente la interrelacin entre sociedad y medio ambiente, y la forma como se influencian positiva o negativamente entre s. La propuesta de Chico Mendes se volvi paradigmtica. El propona un desarrollo extractivista que combinaba lo social con lo ambiental. Saba que los pueblos de la selva (consideracin social) necesitan de la selva para sobrevivir (consideracin ambiental). Y capt los dos tipos de violencia, la violencia ecolgica contra el medio ambiente y la violencia social contra los indgenas y seringueros. Ambas obedecen a la misma lgica, la de la acumulacin mediante la dominacin de personas y la explotacin de las cosas. Cmo, entonces, se har el desarrollo y se montar la sociedad de los pueblos de la selva de manera que rompan con esa lgica? En primer lugar hay que respetar, apoyar y reforzar todo el conocimiento que los pueblos de la selva (indgenas y seringueros) han desarrollado en miles de aos de historia, su conocimiento de la naturaleza, de los rboles, de las hierbas, del suelo, de los vientos, de los ruidos de la selva. Y al mismo tiempo incorporar nuevas tecnologas que traigan ms beneficios sociales sin
Injusticia social e injusticia ecolgica En este contexto emerge la exigencia de una tica que no se restrinja al comportamiento de los seres humanos entre s, sino que se ample a su relacin con el medio ambiente (aire, tierra, aguas, animales, bosques, procesos productivos, etc.). Para comenzar debemos superar la comprensin de la tica ambiental muy difundida entre los pases ricos del Norte. De acuerdo a esa tica tenemos que superar nuestro antropocentrismo, limitar la violencia contra la naturaleza presente en el modelo de desarrollo ilimitado, acoger la alteridad de los dems seres de la creacin y ser reverentes ante la totalidad de la naturaleza. De esta tica surgir, seguramente, una nueva benevolencia y se recuperar el encantamiento perdido por el proceso de tecnificacin y secularizacin. Hay valores inestimables en esta tica ambiental. Pero omite en su reflexin un eslabn fundamental: el contexto social con sus contradicciones. No existe slo el ambiente natural, donde estn los seres humanos socializados en la forma de habitar, de trabajar, de distribuir los bienes, de actuar y reaccionar frente al ambiente. En este contexto social hay violencias, estn los condenados a vivir con una psima calidad de vida, con el aire contaminado, las aguas infectadas, viviendo sobre suelos envenenados. Todo esto es una nueva agresin. La tica no puede ser nicamente ambiental, deber ser socioambiental, ya que lo social est marcado por lo ambiental y ste por lo social. Distinguimos as dos tipos de injusticia: la injusticia socio-econmico-poltica (consecuencia de la violencia contra los trabajadores, contra los ciudadanos y contra las clases subalternas), injusticia que alcanza directamente a las personas y a las instituciones sociales; y la injusticia ambiental, que es la violencia contra el medio ambiente, contra el aire, contra la capa de ozono, contra las aguas. Estas injusticias afectan, indirecta pero nocivamente, a la vida humana produciendo enfermedades, desnutricin y muerte, a la biosfera y a todo el planeta. Se impone por tanto una justicia social que se armonice con la justicia ambiental. Esta nueva tica socioambiental debe mantenerse equidistante de las dos crispaciones que quiebran siempre el equilibrio ecolgico: el naturismo y el antropocentrismo. El naturismo concibe la naturaleza como un sujeto hipostasiado en s, con sus leyes inmutables, intocables y sagradas; los seres humanos deben someterse a ellas. El antropocentrismo dice lo contrario: el ser humano es rey y seor de la creacin, puede intervenir a su gusto y no debe sentirse ligado ni limitado por la naturaleza. Ambas visiones estn equivocadas porque separan lo que debe estar unido. Naturaleza y ser humano siempre son interdependientes, uno est dentro del otro, son partes de un todo mayor, el ecosistema planetario. Dentro de l, como uno de sus seres singulares, est el ser humano, hombre y mujer, est la sociedad como conjunto de relaciones entre esos seres, con sus instituciones y estructuras de produccin, de distribucin y de significado. Como parte y parcela del medio ambiente el ser humano posee su singularidad. Dentro de la especie de los seres vivos se presenta como un sujeto moral, es decir, un ser vivo complejsimo, capaz de actuar libremente, de sopesar argumentos a favor y en contra, de tomar posicin movido por el inters, y tambin por solidaridad, compasin y amor. Eventualmente puede pensar y obrar movido por el inters del otro. Puede tambin, por solidaridad y amistad, sacrificar ventajas personales. Puede intervenir en los ritmos de la naturaleza, respetndolos o modificndolos. Todo esto lo convierte en un ser responsable. Y la
responsabilidad lo convierte en un ser tico. Puede sentirse el ngel bueno de la naturaleza, su custodio, el heredero responsable ante su Creador, igual que puede comportarse como el demonio de la Tierra, destruyendo, rompiendo equilibrios, y devastando especies de seres vivos e incluso a sus semejantes. En el proceso histrico-cultural el ser humano siempre ha intervenido en el medio ambiente. Ha utilizado la violencia as como su ingenio para mejorar en su beneficio ciertas especies (el tomate, la patatina, el maz, etc.). Los daos ecolgicos fueron de poca monta, a excepcin de los mayas, que devastaron la naturaleza hasta el punto de autodestruirse como cultura. Pero en los ltimos cuatro siglos, con el montaje de la mquina i n d u s trial, la agresin se ha vuelto fuerte y sistemtica, transformando todo en recurso para la acumulacin y beneficio, primero de los sectores que detentaban esos medios, y, despus, de los dems. El resultado actual es desolador. El ser humano elabor una relacin injusta y humillante con la naturaleza. La Tierra no aguanta ms la mquina de muerte de la voracidad capitalista. Se impone urgentemente una justicia ecolgica. La justicia ecolgica significa lo siguiente: el ser humano tiene una deuda de justicia con la Tierra. La Tierra posee su subjetividad, su dignidad, su alteridad, sus derechos. Exista muchos millones de aos antes de que existiese el ser humano y tiene derecho a seguir existiendo con su complejidad, con su patrimonio gentico, con su bien comn, con su equilibrio, y con su-, posibilidades de continuar y de evolucionar. Uno de sus hijos, el ser humano, se volvi contra ella. La justicia ecolgica propone una nueva actitud con la Tierra, de benevolencia y de mutua pertenencia, y al mismo tiempo una actitud de reparacin de las injusticias practicadas. Si el proyecto cientfico-tcnico desestructur, hoy puede redimirse. Esta injusticia ecolgica se convirti en injusticia social porque, debido al agotamiento de los recursos, a la contaminacin atmosfrica, en fin, a la mala calidad de vida, el ser humano y toda la sociedad fueron alcanzados. La nueva tica socioambiental slo se implementar si surge y crece cada vez ms una nueva conciencia planetaria, la conciencia de ser responsables del destino comn de todos los seres. De esta nueva conciencia se ir formando lentamente una nueva cultura ecolgica, el predominio de un paradigma ms reverente e integrado con el medio ambiente. Un importante filsofo de la tica de la responsabilidad, Hans Joas, formul, en la lnea de Kant, un nuevo imperativo tico para nuestros das: Comprtate de tal manera que los efectos de t u s acciones sean compatibles con la permanencia de la naturaleza y de la vida humana sobre la Tierra. Desde el punto de vista teolgico podemos hablar de pecado ecolgico. Es decir, de aquellas actitudes que comprometen el equilibrio ecolgico y la evolucin, y que provocan consecuencias dainas para los seres vivos, incluidos los seres humanos. Este pecado ecolgico no se limita exclusivamente al presente. Toca el futuro, pues pueden hacerse intervenciones sobre la naturaleza cuyas consecuencias, ms all de las generaciones actuales, alcancen a los que todava no han nacido. El precepto bblico de no matars (Ex 20,13) abarca tambin al biocidio y ecocidio futuros. No nos es permitido crear condiciones ambientales y sociales que en el futuro produzcan enfermedades y muerte a los seres vivos, humanos y no humanos. El pecado ecolgico es un pecado social e histrico. En razn de estos posibles efectos se entiende la solidaridad generacional. Debemos sentirnos solidarios de aquellos que todava no han venido al mundo. Ellos tienen derecho a vivir, y a gozar de
buena salud, a disfrutar de la naturaleza, a consumir aguas limpias, a respirar aire oxigenado, a contemplar las estrellas, la luna y el sol, en fin, la naturaleza conservada e integrada humanamente. Consecuencia de esta nueva conciencia tica es la llamada reconversin de la deuda externa de los pases deudores en funcin de polticas protectoras del medio ambiente natural y social. De acuerdo a esta propuesta, parte de la deuda externa sera cancelada para que los estados y empresas se dispusiesen a proteger el medio ambiente y a mantener relaciones sociales ms simtricas y justas. Pero no basta la reconversin de la deuda hecha a los estados y a las grandes empresas. Para ser socialmente justa debera tambin incorporar como interlocutores a los grandes movimientos sociales y a sus representantes. Ellos seran los sujetos de una trasformacin econmica, poltica y social que atendiese sus demandas histricas y que articulase justicia social con justicia ecolgica de forma permanente. Por otra parte es farisaico e injusto que los grandes pases del Norte exijan que los pases pobres del Sur presten atencin al medio ambiente sin proporcionarles condiciones tcnicas que faciliten la preservacin ecolgica. Por el contrario, lo que vemos es la transferencia de tecnologas sucias hacia los pases pobres a fin de que produzcan para el mercado internacional productos consumibles a costa de una tasa considerable de perjuicios ecolgicos. La ecologa convencional surgi desvinculada del contexto social. Igualmente las teologas vigentes, entre ellas la teologa de la liberacin, fueron elaboradas sin incluir el contexto ambiental. Ahora debemos integrar las perspectivas dentro de una visin ms completa y coherente: la lgica que lleva a dominar clases, a oprimir pueblos y a discriminar personas y la que lleva a explotar la naturaleza es la misma. Es la lgica que quiere el progreso y el desarrollo ininterrumpido y creciente como modo de crear condiciones de felicidad humana. Pero esta forma de querer ser felices est destruyendo las bases que sostienen la felicidad: la naturaleza y el propio ser humano. Para llegar a la raz de nuestros males, y tambin a su remedio, necesitamos una nueva cosmologa espiritual, es decir, una reflexin que vea el planeta como un gran sacramento de Dios, como el templo del Espritu, el espacio de la creatividad responsable del ser humano, la morada de todos los seres creados en el Amor, etimolgicamente, ecologa tiene que ver con morada. Cuidar de ella, repararla y adaptarla a eventuales nuevas amenazas, ampliarla para que albergue nuevos seres culturales y naturales es su tarea y su misin.