Medina, Elbio - Homilia en La Misa de Despedida de JLS
Medina, Elbio - Homilia en La Misa de Despedida de JLS
Medina, Elbio - Homilia en La Misa de Despedida de JLS
Elbio Medina
MONTEVIDEO. 17/1/96 PARROQUIA DEL SAGRADO CORAZON LECTURAS: Gl 5, 1-6 Mc 2, 23-28 Estamos hoy reunidos con dolor, con esperanza, para despedir a nuestro hermano Juan Luis y para dar gracias a Dios por su vida. Sin desconocer las posibilidades de acceso a la personalidad de Juan Luis desde su cario por los amigos y la familia, o desde el tiempo compartido con sus grupos a lo largo de aos y aos o, sobre todo, desde nuestro cario por l, en esta homila hablar de l como telogo. Y no por darle la espalda a todo ese cario sino, por el contrario, para acercarnos a nuestro amigo Juan Luis desde su labor teolgica; pues ella ha sido el modo en que l manifest de forma privilegiada y excepcional su amor por todos nosotros, su opcin por los ms pobres, su creatividad, su humor, etc. Desde ese acercamiento, entonces, tratar de expresar mi -nuestra- profunda accin de gracias a Dios por su vida y por su aporte a las nuestras. Como saben, Juan Luis comprendi su condicin de telogo como el esfuerzo incansable por hablar de Dios de modo que la vida humana sea ms humana. De esta forma, privilegi en su fe la responsabilidad por poner su intelecto al servicio de la vida; y no de modo simple, sino en todos los planos en los que la vida se expresa y necesita una palabra de liberacin y aliento. Creo que todos los que hoy estamos aqu presentes coincidimos en que al haber conocido a Juan Luis hemos tenido la invalorable suerte de conocer un telogo realmente extraordinario. En este sentido, ya lo podemos describir desde estos tres elementos: l fue un pionero, un sabio maestro y ya es un clsico dentro de lo mejor de la Teologa contempornea. Un pionero, un precursor, porque ya antes de que comenzara el Concilio Vaticano II intuy, habl y escribi sobre cosas que slo despus se fueron abriendo costosamente paso dentro de la Iglesia y la Teologa. Cosas que, gracias a Dios, hoy nos pueden parecer obvias; pero que, justamente, resultan obvias porque, en momentos en que no lo eran, Juan Luis y algunos otros tuvieron el coraje de plantearlas y justificarlas desde el corazn mismo de la fe. Me refiero a cuestiones como la salvacin de los no creyentes; o la responsabilidad eclesial de rescatar y fermentar todo lo valioso que exista en la sociedad, y no slo aquello que atraiga a la gente dentro de la Iglesia; o la sospecha de que hay elementos culturales y teolgicos que alienan la buena voluntad de los creyentes y que, por tanto, debemos liberarnos de ellos o sea, por ejemplo, que la teologa de la liberacin debe proponerse ser liberacin de la teologa de todos los elementos deshumanizantes, desesperanzadores respecto de las posibilidades de crear ms justicia en la historia, etc.. Todo este aporte permite que en la Iglesia, dentro de otras modalidades que tambin perduran, hoy tenga lugar en ella un talante dialogal, creativo y preocupado por los problemas referidos al sentido de la vida y de la historia de la gente; y no slo un estilo apologtico de la fe. Tenemos que afirmar que para todos nosotros, y para muchos ms, Juan Luis fue un maestro. Tena la capacidad de ver los problemas que afectan en profundidad, no solo anecdticamente, la vida de la gente y los introduca en la reflexin teolgica. Por eso, es totalmente ajustado a la realidad aquello que Andrs Torres Queiruga, el estupendo telogo gallego, dice de l: "volver a la experiencia original, enganchar con la vida presente y lograr un lenguaje normal, constituye una de las tareas ms urgentes de la teologa. Y Juan Luis Segundo es un maestro en este asunto" (Sal Terrae 78 [1990], p.75). De hecho, a muchos el pensamiento de Juan Luis, con sus reflexiones, su epistemologa, etc., nos cambi radicalmente nuestra mentalidad. Y lo notable es que as cambi tambin nuestro corazn. Incluso, a l mismo lo quisimos mucho ms de lo que quizs, por su timidez y modo de ser, se dejaba querer.
Juan Luis fue un sabio y un maestro para nosotros porque tambin nos ense cmo afrontar los problemas esenciales de la vida: con valenta, mirndolos de frente y, por otra parte, con humor. En esto ha sido paradigmtico en su vida la discusin con el cardenal Ratzinger sobre la teologa de la liberacin. Cuando Ratzinger publica su Instruccin sobre algunos aspectos de la teologa de la liberacin, muchos telogos dijeron: "a m eso no me incumbe, pues lo que yo digo no tiene nada que ver con eso". Como ustedes saben, Juan Luis, en cambio, se par frente a ese documento y dijo que si el pensamiento que all se expresaba era la teologa catlica, entonces todo lo que l haba escrito a lo largo de 30 aos haba sido un error. Por eso escribi su libro de Respuesta a Ratzinger en el que discute y desmonta los argumentos utilizados por el cardenal. Y, por otra parte, lo precioso del estilo de Juan Luis es que mirando de frente los problemas, lo hace con agradecimiento, humor y cario. Hasta tal punto que ese libro de respuesta a Ratzinger que es su libro ms dramtico, pues pone en juego el valor de toda su teologa- est presidido por la siguiente dedicatoria: "A las dos personas a quienes debo la vida y las dos cosas que la hacen humana: el humor y el cario. A mi padre y a mi madre, pues este libro ha sido escrito, aunque parezca mentira, con humor y cario". Grandioso. Y aunque me alargue un poco ms, siento el deber de decir que Juan Luis ya es un clsico dentro de la mejor Teologa contempornea y latinoamericana. De ello da testimonio el hecho de que, con l en vida, ya son decenas los estudios acadmicos que se han hecho en todo el mundo sobre su obra. De ello dan testimonio otros telogos que reconocen en l a un maestro; porque es verdad: Juan Luis es un maestro de maestros. Dan testimonio tambin las palabras, ledas por m por casualidad en El Pas de Madrid, de alguien que no pertenece al mundo eclesial. Me refiero a Marechal, catedrtico de Historia de las Ideas en la Universidad de Harvard. Deca en esa entrevista que el humanismo en Latinoamrica va desde Bartolom de Las Casas, siglos atrs, hasta el pensamiento actual de Juan Luis Segundo. No importa, por supuesto, si Juan Luis Segundo es el humanista contemporneo ms grande o el tercero o el dcimo. Lo que s importa es que ya recibe un reconocimiento ms que significativo; ya es un clsico del pensamiento actual. Quiero invitarlos, entonces, a que hoy, de todo corazn, demos gracias a Dios por este hermano, este pionero, este maestro, este clsico, que hoy se nos ha muerto pero que hemos podido disfrutar a nuestro lado. Que su muerte, y sobre todo su vida, nos dejen agradecidos y pensando. Juan Luis saba que iba a morir. Llevaba 15 aos consciente de su enfermedad. Incluso saba, como lo ha expresado mil veces en sus libros, que es preciso que uno muera para que otros tengan acceso a las posibilidades que uno ha tenido a su disposicin pero que, llegado el momento, deben pasar a otros para que ellos tambin puedan ser creadores. Por tanto, ojal que no defraudemos esta posibilidad que Juan Luis puso a nuestro alcance con su esfuerzo y su cario. Ojal, entonces, quedemos pensando cmo hacer de este mundo algo ms humano -porque hay gente que lo necesita y lo pide a gritos-, y quedemos tambin agradecidos porque Juan Luis nos ayud a descubrir que en este mundo podemos sentirnos herederos y no como temerosos esclavos. Por eso, qu mejor modo para quedar tanto pensando como agradecidos, que terminar con unas palabras del mismo Juan Luis: "La revelacin sigue descubrindonos secretos de nuestra experiencia existencial... Cristo no ha cesado. Se completa y completa el Reino de Dios apoyndose en nosotros. De ah que el cristiano pueda entender que la buena noticia humanizadora de la Resurreccin de Jess consiste en que, si l fue constituido Hijo de Dios en poder, nosotros, sus hermanos, somos igualmente constituidos hijos en l. Y si hijos, herederos del universo, de un universo incompleto al que debemos sacar de su inutilidad gracias a la libertad creadora que se nos ha dado gratuitamente (cf. Rom 8). Ya no hay espacio para el miedo del esclavo, sino para la libertad confiada del hijo." (El dogma que libera, Santander 1989, 394). Gracias Seor por la vida de Juan Luis... Que Dios lo tenga en su gloria. Amn.