César Vallejo - Obras
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Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande. Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar. La mujer de mi padre est enamorada de m, viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adis y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tnto sus ojos, justa de m, in fraganti de m, acontecindose por obras terminadas, por pactos consumados. Mi madre est confesa de m, nombrada de m. Cmo no da otro tanto a mis otros hermanos? A Vctor, por ejemplo, el mayor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen: Parece hermano menor de su madre! Fuere porque yo he viajado mucho! Fuere porque yo he vivido ms! Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viaj durante dos corazones por su vientre, se ruboriza y se queda mortalmente lvida, cuando digo, en el tratado del alma: Aquella noche fui dichoso. Pero, ms se pone triste; ms se pusiera triste. Hijo, cmo ests viejo! Y desfila por el color amarillo a llorar, porque me halla envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro. Llora de m, se entristece de m. Qu falta har mi mocedad, si siempre ser su hijo? Por qu las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos, si jams la edad de ellos alcanzar a la de ellas? Y por qu, si los hijos, cuanto ms se acaban, ms se aproximan a los padres? Mi madre llora porque estoy viejo de mi tiempo y porque nunca llegar a envejecer del suyo! Mi adis parti de un punto de su ser, ms externo que el punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, ms el hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre. All reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo entonces hasta que me callo: Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama Pars. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande. La mujer de mi padre, al orme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos. LA VIOLENCIA DE LAS HORAS TODOS HAN MUERTO. Muri doa Antonia, la ronca, que haca pan barato en el burgo. Muri el cura Santiago, a quien placa le saludasen los jvenes y las mozas, respondindoles a todos, indistintamente: Buenos das, Jos! Buenos das, Mara! Muri aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego tambin muri a los ocho das de la madre. Muri mi ta Albina, que sola cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosa en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrossima mujer. Muri un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dorma al sol de la maana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina. Muri Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quin. Muri Lucas, mi cuado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia. Muri en mi revlver mi madre, en mi puo mi hermana y mi hermano en mi
vscera sangrienta, los tres ligados por un gnero triste de tristeza, en el mes de agosto de aos sucesivos. Muri el msico Mndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melanclicas, a cuyo articulado se dorman las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese. Muri mi eternidad y estoy velndola. LNGUIDAMENTE SU LICOR TENDRAMOS YA UNA edad misericordiosa, cuando mi padre orden nuestro ingreso a la escuela. Cura de amor, una tarde lluviosa de febrero, mam serva en la cocina el yantar de oracin. En el corredor de abajo, estaban sentados a la mesa mi padre y mis hermanos mayores. Y mi madre iba sentada al pie del mismo fuego del hogar. Tocaron a la puerta. Tocan a la puerta! mi madre. Tocan a la puerta! mi propia madre. Tocan a la puerta! dijo toda mi madre, tocndose las entraas a trastes infinitos, sobre toda la altura de quien viene. Anda, Nativa, la hija, a ver quin viene. Y, sin esperar la venia maternal, fuera Miguel, el hijo, quien sali a ver quin vena as, oponindose a lo ancho de nosotros. Un tiempo de ra contuvo a mi familia. Mam sali, avanzando inversamente y como si hubiera dicho: las pastes. Se hizo patio afuera. Nativa lloraba de una tal visita, de un tal patio y de la mano de mi madre. Entonces y cuando, dolor y paladar techaron nuestras frentes. Porque no le dej que saliese a la puerta, Nativa, la hija, me ha echado Miguel al pavo. A su pavo. Qu diestra de subprefecto, la diestra del padrE, revelando, el hombre, las falanjas filiales del nio! Poda as otorgarle las venturas que el hombre deseara ms tarde. Sin embargo: Y maana, a la escuela, disert magistralmente el padre, ante el pblico semanal de sus hijos. Y tal, la ley, la causa de la ley. Y tal tambin la vida. Mam debi llorar, gimiendo a penas la madre. Ya nadie quiso comer. En los labios del padre cupo, para salir rompindose, una fina cuchara que conozco. En las fraternas bocas, la absorta amargura del hijo, qued atravesada. Ms, luego, de improviso, sali de un albaal de aguas llovedizas y de aquel mismo patio de la visita mala, una gallina, no ajena ni ponedora, sino brutal y negra. Cloqueaba en mi garganta. Fue una gallina vieja, maternal mente viuda de unos pollos que no llegaron a incubarse. Origen olvidado de ese instante, la gallina era viuda de sus hijos. Fueron hallados vacos todos los huevos. La clueca despus tuvo el verbo. Nadie la espant. Y de espantarla, nadie dej arrullarse por su gran calofro maternal. Dnde estn los hijos de la gallina vieja? Dnde estn los pollos de la gallina vieja? Pobrecitos! Dnde estaran! EL MOMENTO MS GRAVE DE LA VIDA UN HOMBRE DIJO: El momento ms grave de mi vida estuvo en la batalla del Marne cuando fui herido en el pecho.
Otro hombre dijo: El momento ms grave de mi vida, ocurri en un maremoto de Yokohama, del cual salv milagrosamente, refugiado bajo el alero de una tienda de lacas. Y otro hombre dijo: El momento ms grave de mi vida acontece cuando duermo de da. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida ha estado en mi mayor soledad. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida fue mi prisin en una crcel del Per. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre. Y el ultimo hombre dijo: El momento ms grave de mi vida no ha llegado todava. LAS VENTANAS SE HAN ESTREMECIDO... Las ventanas se han estremecido, elaborando una metafsica del universo. Vidrios han cado. Un enfermo lanza su queja: la mitad por su boca lenguada y sobrante, y toda entera, por el ano de su espalda.. Es el huracn. Un castao del jardn de las Tulleras habrse abatido, al soplo del viento, que mide ochenta metros por segundo. Capiteles de los barrios antiguos, habrn cado, hendiendo, matando.. De qu punto interrogo, oyendo a ambas riberas de los ocanos, de qu punto viene este huracn, tan digno de crdito, tan honrado de deuda derecho a las ventanas del hospital? Ay las direcciones inmutables, que oscilan entre el huracn y esta pena directa de toser o defecar! Ay! las direcciones inmutables, que as prenden muerte en las entraas del hospital y despiertan clulas clandestinas a deshora, en los cadveres.. Qu pensara de si el enfermo de enfrente, se que est durmiendo, si hubiera percibido el huracn? El pobre duerme, boca arriba, a la cabeza de su morfina, a los pies de toda su cordura. Un adarme ms o menos en la dosis y le llevarn a enterrar, el vientre roto, la boca arriba, sordo el huracn, sordo a su vientre roto, ante el cual suelen los mdicos dialogar y cavilar largamente, para, al fin, pronunciar sus llanas palabras de hombres.. La familia rodea al enfermo agrupndose ante sus sienes regresivas, indefensas, sudorosas. Ya no existe hogar sino en torno al velador del pariente enfermo, donde montan guardia impaciente, sus zapatos vacantes, sus cruces de repuesto, sus pldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha cado. Ignoro lo que ser del enfermo esta mujer, que le besa y no puede sanarle con el beso, le mira y no puede sanarle con los ojos, le habla y no puede sanarle con el verbo. Es su madre? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es su amada? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es su hermana? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es, simplemente, una mujer? Y cmo pues, no puede sanarle? Porque esta mujer le ha besado, le ha mirado, le ha hablado y hasta le ha cubierto mejor el cuello al enfermo y cosa verdaderamente asombrosa! no le ha sanado.. El paciente contempla su calzado vacante. Traen queso. Llevan sierra. La muerte se acuesta al pie del lecho, a dormir en sus tranquilas aguas y se duerme. Entonces, los libres pies del hombre enfermo, sin menudencias ni pormenores innecesarios, se estiran
en acento circunflejo, y se alejan, en una extensin de dos cuerpos de novios, del corazn.. El cirujano ausculta a los enfermos horas enteras. Hasta donde sus manos cesan de trabajar y empiezan a jugar, las lleva a tientas, rozando la piel de los pacientes, en tanto sus prpados cientficos vibran, tocados por la indocta, por la humana flaqueza del amor. Y he visto a esos enfermos morir precisamente del amor desdoblado del cirujano, de los largos diagnsticos, de las dosis exactas, del riguroso anlisis de orinas y excrementos. Se rodeaba de improviso un lecho con un biombo. Mdicos y enfermeros cruzaban delante del ausente, pizarra triste y prxima, que un nio llenara de nmeros, en un gran monismo de plidos miles. Cruzaban as, mirando a los otros, como si ms irreparable fuese morir de apendicitis o neumona, y no morir al sesgo del paso de los hombres.. Sirviendo a la causa de la religin, vuela con xito esta mosca, a lo largo de la sala. A la hora de la visita de los cirujanos, sus zumbidos nos perdonan el pecho, ciertamente, pero desarrollndose luego, se aduean del aire, para saludar con genio de mudanza, a los que van a morir. Unos enfermos oyen a esa mosca hasta durante el dolor y de ellos depende, por eso, el linaje del disparo, en las noches tremebundas.. Cunto tiempo ha durado la anestesia, que llaman los hombres? Ciencia de Dios, Teodicea! si se me echa a vivir en tales condiciones, anestesiado totalmente, volteada mi sensibilidad para adentro! Ah doctores de las sales, hombres de las esencias, prjimos de las bases! Pido se me deje con mi tumor de conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queris, mas dejadme despierto de sueo, con todo el universo metido, aunque fuese a las malas, en mi temperatura polvorosa.. En el mundo de la salud perfecta, se reir por esta perspectiva en que padezco; pero, en el mismo plano y cortando la baraja del juego, percute aqu otra risa de contrapunto.. En la casa del dolor, la queja asalta sncopes de gran compositor, golletes de carcter, que nos hacen cosquillas de verdad, atroces, arduas, y, cumpliendo lo prometido, nos hielan de espantosa incertidumbre.. En la casa del dolor, la queja arranca frontera excesiva. No se reconoce en esta queja de dolor, a la propia queja de la dicha en xtasis, cuando el amor y la carne se eximen de azor y cuando, al regresar, hay discordia bastante para el dilogo.. Dnde est, pues, el otro flanco de esta queja de dolor, si, a estimarla en conjunto, parte ahora del lecho de un hombre?. De la casa del dolor parten quejas tan sordas e inefables y tan colmadas de tanta plenitud que llorar por ellas sera poco, y sera ya mucho sonrer.. Se atumulta la sangre en el termmetro.. No es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! No es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! No es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que pudo dejarse en la vida! VOY A HABLAR DE LA ESPERANZA YO NO SUFRO este dolor como Csar Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como catlico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase Csar Vallejo, tambin sufrira este mismo dolor. Si no fuese artista, tambin lo sufrira. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, tambin lo sufrira. Si no fuese catlico, ateo ni
mahometano, tambin lo sufrira. Hoy sufro desde ms abajo. Hoy sufro solamente.. Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. Qu sera su causa? Dnde est aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. A qu ha nacido este dolor, por s mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sera igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sera igual. Hoy sufro desde ms arriba. Hoy sufro solamente.. Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldra siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. Qu sangre la suya ms engendrada, para la ma sin fuente ni consumo!. Yo crea hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aqu que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no dara luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echara sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente. HALLAZGO DE LA VIDA SEORES! HOY ES la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. Seores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emocin formidable, espontnea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasa y me hace dichoso hasta las lgrimas. Mi gozo viene de lo indito de mi emocin. Mi exultacin viene de que antes no sent la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me hara desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caera la lengua, se le caeran los huesos y correra el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos. Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les dira que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. Cundo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sera la primera vez que nos conocemos. Le dira que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez. Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un pas extrao, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifana inmarcesible. No, seor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendera tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: quin sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vaco. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido. Cun poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. Si acabo de nacer! Si an no he vivido todava! Seores: soy tan pequeito, que el da apenas cabe en m! Nunca, sino ahora, o el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construccin del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avanc paralelamente a la primavera, dicindola: Si la muerte hubiera sido otra.... Nunca, sino ahora, vi la luz urea del sol sobre las cpulas de Sacre-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acerc un nio y me mir hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que exista una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.
Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte. NMINA DE HUESOS SE PEDA A grandes voces: Que muestre las dos manos a la vez. Y esto no fue posible. Que, mientras llora, le tomen la medida de sus pasos. Y esto no fue posible. Que piense un pensamiento idntico, en el tiempo en que un cero permanece intil. Y esto no fue posible. Que haga una locura. Y esto no fue posible. Que entre l y otro hombre semejante a l, se interponga una muchedumbre de hombres como l. Y esto no fue posible. Que le comparen consigo mismo. Y esto no fue posible. Que le llamen, en fin, por su nombre. Y esto no fue posible. UNA MUJER DE SENOS APACIBLES... UNA MUJER DE senos apacibles, ante los que la lengua de la vaca resucita una glndula violenta. Un hombre de templanza, mandibular de genio, apto para marchar de dos a dos con los goznes de los cofres. Un nio est al lado del hombre, llevando por el revs, el derecho animal de la pareja. Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios que la mujer decline en su nico caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeo las manos y juega a los pliegues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios! Yo tengo mucho gusto de ver as al Padre, al Hijo y al Espiritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos. NO VIVE YA NADIE... NO VIVE YA nadie en la casa me dices; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido. Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pas un hombre, ya no est solo. Unicamente est solo, de soledad humana, el lugar por donde ningn hombre ha pasado. Las casas nuevas estn ms muertas que las viejas, por que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive nicamente de hombres, como una tumba. De aqu esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Slo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera est de pie, mientras que la segunda est tendida. Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avin o a caballo, a pie o arrastrndose. Lo que contina en la casa es
el rgano, el agente en gerundio y en crculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crmenes. Lo que contina en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazn. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que contina en la casa, es el sujeto del acto. EXISTE UN MUTILADO... EXISTE UN MUTILADO, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdi el rostro en el amor y no en el odio. Lo perdi en el curso normal de la vida y no en un accidente. Lo perdi en el orden de la naturaleza y no en el desorden de los hombres. El coronel Piccot, Presidente de Les Gueules Casses, lleva la boca comida por la plvora de 1914. Este mutilado que conozco, lleva el rostro comido por el aire inmortal e inmemorial. Rostro muerto sobre el tronco vivo. Rostro yerto y pegado con clavos a la cabeza viva. Este rostro resulta ser el dorso del crneo, el crneo del crneo. Vi una vez un rbol darme la espalda y vi otra vez un camino que me daba la espalda. Un rbol de espaldas slo crece en los lugares donde nunca naci ni muri nadie. Un camino de espaldas slo avanza por los lugares donde ha habido todas las muertes y ningn nacimiento. El mutlado de la paz y del amor, del abrazo y del orden y que lleva el rostro muerto sobre el tronco vivo, naci a la sombra de un rbol de espaldas y su existencia transcurre a lo largo de un camino de espaldas. Como el rostro est yerto y difunto, toda la vida psquica, toda la expresin animal de este hombre, se refugia, para traducirse al exterior, en el peludo crneo, en el trax y en las extremidades. Los impulsos de su ser profundo, al salir, retroceden del rostro y la respiracin, el olfato, la vista, el odo, la palabra, el resplandor humano de su ser, funcionan y se expresan por el pecho, por los hombros, por el cabello, por las costillas, por los brazos y las piernas y los pies. Mutilado del rostro, tapado del rostro, cerrado del rostro, este hombre, no obstante, est entero y nada le hace falta. No tiene ojos y ve y llora. No tiene narices y huele y respira. No tiene odos y escucha. No tiene boca y habla y sonre. No tiene frente y piensa y se sume en s mismo. No tiene mentn y quiere y subsiste. Jess conoca al mutilado de la funcin, que tena ojos y no vea y tena orejas y no oa. Yo conozco al mutilado del rgano, que ve sin ojos y oye sin orejas. ALGO TE IDENTIFICA ALGO TE IDENTIFICA con el que se aleja de ti, y es la facultad comn de volver: de ah tu ms grande pesadumbre. Algo te separa del que se queda contigo, y es la esclavitud comn de partir: de ah tus ms nimios regocijos. Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, tanto como a las colectividades individuales y a los que, entre unas y otras, yacen marchando al son de las fronteras o, simplemente, marcan el paso inmvil en el borde del mundo. Algo tpicamente neutro, de inexorablemente neutro, interpnese entre el ladrn y su vctima. Esto, as mismo, puede discernirse tratndose del cirujano y del paciente. Horrible medialuna, convexa y solar, cobija a unos y otros. Porque el objeto hurtado tiene tambin su peso indiferente, y el rgano intervenido, tambin su grasa triste. Qu hay de ms desesperante en la tierra, que la imposibilidad en que se halla el hombre feliz de ser infortunado y el hombre bueno, de ser malvado? Alejarse! Quedarse! Volver! Partir! Toda la mecnica social cabe en estas palabras.
CESA EL ANHELO... CESA EL ANHELO, rabo al aire. De sbito, la vida amputa, en seco. Mi propia sangre me salpica en lneas femeninas, y hasta la misma urbe sale a ver esto que se para de improviso. Qu ocurre aqu, en este hijo del hombre? clama la urbe, y en una sala del Louvre, un nio llora de terror a la vista del retrato de otro nio. Qu ocurre aqu, en este hijo de mujer? clama la urbe, y a una estatua del siglo de los Ludovico, le nace una brizna de yerba en plena palma de la mano. Cesa el anhelo, a la altura de la mano enarbolada. Y yo me escondo detrs de m mismo, a aguaitarme si paso por lo bajo o merodeo en alto. CUATRO CONCIENCIAS... CUATRO CONCIENCIAS simultneas enrdanse en la ma! Si vierais cmo ese movimiento apenas cabe ahora en mi conciencia! Es aplastante! Dentro de una bveda pueden muy bien adosarse, ya internas o ya externas, segundas bvedas, mas nunca cuartas; mejor dicho, s, mas siempre y, a lo sumo, cual segundas. No puedo concebirlo; es aplastante. Vosotros mismos a quienes inicio en la nocin de estas cuatro conciencias simultneas, enredadas en una sola, apenas os tenis de pie ante mi cuadrpedo intensivo. Y yo que le entrevisto (Estoy seguro)! ENTRE EL DOLOR Y EL PLACER... ENTRE EL DOLOR y el placer median tres criaturas, de las cuales la una mira a un muro, la segunda usa de nimo triste y la tercera avanza de puntillas; pero, entre t y yo, slo existen segundas criaturas. Apoyndose en mi frente, el da conviene en que, de veras, hay mucho de exacto en el espacio; pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamao, principia ay! por mi boca, quin me preguntar por mi palabra? Al sentido instantneo de la eternidad corresponde este encuentro investido de hilo negro, pero a tu despedida temporal, tan slo corresponde lo inmutable, tu criatura, el alma, mi palabra. EN EL MOMENTO EN QUE EL TENISTA...
EN EL MOMENTO en que el tenista lanza magistralmente su bala, le posee una inocencia totalmente animal; en el momento en que el filsofo sorprende una nueva verdad es una bestia completa. Anatole France afirmaba que el sentimiento religioso es la funcin de un rgano especial del cuerpo humano hasta ahora ignorado y se podra decir tambin, entonces que, en el momento exacto en que un tal rgano funciona plenamente, tan puro de malicia est el creyente, que se dira casi un vegetal. Oh alma! Oh pensamiento! Oh Marx! Oh Feuerbach! ME ESTOY RIENDO UN GUIJARRO, UNO solo, el ms bajo de todos, controla a todo el mdano aciago y faranico. El aire adquiere tensin de recuerdo y de anhelo, y bajo el sol se calla hasta exigir el cuello a las pirmides. Sed. Hidratada melancola de la tribu errabunda, gota a gota del siglo al minuto. Son tres Treses paralelos, barbados de barba inmemorial, en marcha 3 3
Es el tiempo este anuncio de gran zapatera, es el tiempo, que marcha descalzo de la muerte hacia la muerte. HE AQU QUE HOY SALUDO... HE AQU QUE hoy saludo, me pongo el cuello y vivo, superficial de pasos insondable de plantas. Tal me recibo de hombre, tal ms bien me despido y de cada hora ma retoa una distanciA. Queris ms? encantado. Polticamente, mi palabra emite cargos contra mi labio inferior y econmicamente, cuando doy la espalda a Oriente,
distingo en dignidad de muerte a mis visitas. Desde totales cdigos regulares saludo al soldado desconocido al verso perseguido por la tinta fatal y al saurio que Equidista diariamente de su vida y su muerte, como quien no hace la cosa. El tiempo tiene hun miedo ciempis a los relojes. (Los lectores pueden poner el ttulo que quieran a este poema) LOMO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS SIN HABERLO ADVERTIDO jams, exceso por turismo y sin agencias de pecho en pecho hacia la madre unnime. Hasta Pars ahora vengo a ser hijo. Escucha, Hombre, en verdad te digo que eres el HIJO ETERNO pues para ser hermano tus brazos son escasamente iguales y tu malicia para ser padre, es mucha. La talla de mi madre movindome por ndole de movimiento, y ponindome serio, me llega exactamente al corazn: pesando cuanto cayera de vuelo con mis tristes abuelos, mi madre me oye en dimetro callndose en altura. Mi metro est midiendo ya dos metros mis huesos concuerdan en gnero y en nmero y el verbo encarnado habita entre nosotros y el verbo encarnado habita, al hundirme en el bao, un alto grado de perfeccin.
Poemas humanos (1923-1938) (1938) ALTURA Y PELOS QUIN NO TIENE su vestido azul? Quin no almuerza y no toma el tranva, con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo? Yo que tan slo he nacido! Yo que tan slo he nacido! Quin no escribe una carta? Quin no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de odo? Yo que solamente he nacido!
Yo que solamente he nacido! Quin no se llama Carlos o cualquier otra cosa? Quin al gato no dice gato gato? Ay, yo que slo he nacido solamente! Ay, yo que slo he nacido solamente! YUNTAS COMPLETAMENTE. ADEMS, VIDA! Completamente. Adems, muerte! Completamente. Adems, todo! Completamente. Adems, nada! Completamente. Adems, mund! Completamente. Adems, polvo! Completamente. Adems, Dios! Completamente. Adems, nadie! Completamente. Adems, nunca! Completamente. Adems, siempre! Completamente. Adems, oro! Completamente. Adems, humo! Completamente. Adems, lgrimas! Completamente. Adems, risas!... Completamente! UN HOMBRE EST MIRANDO A UNA MUJER UN HOMBRE EST mirando a una mujer, est mirndola inmediatamente, con su mal de tierra suntuosa y la mira a dos manos y la tumba a dos pechos y la mueve a dos hombres. Pregntome entonces, oprimindome la enorme, blanca, acrrima costilla: Y este hombre no tuvo a un nio por creciente padre? Y esta mujer a un nio por constructor de su evidente sexo? Puesto que un nio veo ahora, nio ciempis, apasionado, enrgico; veo que no le ven sonarse entre los dos, colear, vestirse;
puesto que los acepto, a ella en condicin aumentativa, a l en la flexin del heno rubio. Y exclamo entonces, sin cesar ni uno de vivir, sin volver ni uno a temblar en la justa que venero: Felicidad seguida tardamente del Padre, del Hijo y de la Madre! Instante redondo, familiar, que ya nadie siente ni ama! De qu deslumbramiento fono, tinto, se ejecuta el cantar de los cantares! De qu tronco, el florido carpintero! De qu perfecta axila, el frgil remo! De qu casco, ambos cascos delanteros! PRIMAVERA TUBEROSA ESTA VEZ, ARRASTRANDO briosa sus pobrezas al sesgo de mi pompa delantera, coteja su coturno con mi traspi sin taco, la primavera exacta de picotn de buitre. La perd en cuanto tela de mis despilfarros, jugula en cuanto pomo de mi aplauso; el termmetro puesto, puesto el fin, puesto el gusano, contusa mi doblez del otro dia, aguardla al arrullo de un grillo fugitivo y despeda uoso, somtico, sufrido. Veces latentes de astro, ocasiones de ser gallina negra, entabl la bandida primavera con mi chusma de aprietos, con mis apocamientos en camisa, mi derecho sovitico y mi gorra. Veces las del bocado laurneo, con smbolos, tabaco, mundo y carne, deglusin translaticia bajo palio, al sn de los testculos cantores; talentoso torrente el de mi suave suavidad, rebatible a pedradas, ganable con tan slo suspirar... Flora de estilo, plena, citada en fangos de honor por rosas auditivas... Respingo, coz, patada sencilla, triquiuela adorada... Cantan... Sudan... TERREMOTO
HABLANDO DE LA lea, callo el fuego? Barriendo el suelo, olvido el fsil? Razonando, mi trenza, mi corona de carne? (Contesta, amado Hermeregildo, el brusco; pregunta, Luis, el lento!) Encima, abajo, con tamaa altura! Madera, tras el reino de las fibras! Isabel, con horizonte de entrada! Lejos, al lado, astutos Atanacios! Todo, la parte! Unto a ciegas en luz mis calcetines, en riesgo, la gran paz de este peligro, y mis cometas, en la miel pensada, el cuerpo, en miel llorada. Pregunta, Luis; responde, Hermenegildo! Abajo, arriba, al lado, lejos! Isabel, fuego, diplomas de los muertos! Horizonte, Atanacio, parte, todo! Miel de miel, llanto de frente! Reino de la madera, corte oblicuo a la lnea del camello, fibra de mi corona de carne SOMBRERO, ABRIGO, GUANTES ENFRENTE A LA Comedia Francesa, est el Caf de la Regencia; en l hay una pieza recndita, con una butaca y una mesa. Cuando entro, el polvo inmvil se ha puesto ya de pie. Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa de un cigarrillo humea, y en el humo se ve dos humos intensivos, el trax del Caf, y en el trax, un xido profundo de tristeza. Importa que el otoo se injerte en los otoos, importa que el otoo se integre de retoos, la nube, de semestres; de pmulos, la arruga. Importa oler a loco, postulando qu clida es la nieve, qu fugaz la tortuga, el cmo qu sencillo, qu fulminante el cundo! HASTA EL DA QUE VUELVA HASTA EL DA en que vuelva, de esta piedra nacer mi taln definitivo, con su juego de crmenes, su yedra, su obstinacin dramtica, su olivo.
Hasta el da en que vuelva, prosiguiendo, con franca rectitud de cojo amargo, de pozo en pozo, mi periplo, entiendo que el hombre ha de ser bueno, sin embargo. Hasta el da en que vuelva y hasta que ande el animal que soy, entre sus jueces, nuestro bravo meique ser grande, digno, infinito dedo entre los dedos. SALUTACIN ANGLICA ESLAVO CON RESPECTO a la palmera, alemn de perfil al sol, ingls sin fin, francs en cita con los caracoles, italiano ex profeso, escandinavo de aire, espaol de pura bestia, tal el cielo ensartado en la tierra por los vientos, tal el beso del lmite en los hombros. Mas slo t demuestras, descendiendo o subiendo del pecho, bolchevique, tus trazos confundibles, tu gesto marital, tu cara de padre, tus piernas de amado, tu cutis por telfono, tu alma perpendicular a la ma, tus codos de justo y un pasaporte en blanco en tu sonrisa. Obrando por el hombre, en nuestras pausas, matando, t, a lo largo de tu muerte y a lo ancho de Un abrazo salubrrimo, vi que cuando comas despus, tenas gusto, vi que en tus sustantivos creci yerba. Yo quisiera, por eso, tu calor doctrinal, fro y en barras, tu aadida manera de miramos y aquesos tuyos pasos metalrgicos, aquesos tuyos pasos de otra vida. Y digo, bolchevique, tomando esta flaqueza en su feroz linaje de exhalacin terrestre: hijo natural del bien y del mal y viviendo talvez por vanidad, para que digan, me dan tus simultneas estaturas mucha pena, puesto que t no ignoras en quin se me hace tarde diariamente,
en quin estoy callado y medio tuerto. EPSTOLA A LOS TRANSENTES REANUDO MI DA de conejo mi noche de elefante en descanso. Y, entre m, digo: sta es mi inmensidad en bruto, a cntaros ste es mi grato peso, que me buscar abajo para pjaro ste es mi brazo que por su cuenta rehus ser ala, stas son mis sagradas escrituras, stos mis alarmados campeones. Lgubre isla me alumbrar continental, mientras el capitolio se apoye en mi ntimo derrumbe y la asamblea en lanzas clausure mi desfile. Pero cuando yo muera de vida y no de tiempo, cuando lleguen a dos mis dos maletas, ste ha de ser mi estmago en que cupo mi lmpara en pedazos, sta aquella cabeza que expi los tormentos del crculo en mis pasos, stos esos gusanos que el corazn cont por unidades, ste ha de ser mi cuerpo solidario por el que vela el alma individual; ste ha de ser mi hombligo en que mat mis piojos natos, sta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda. En tanto, convulsiva, speramente convalece mi freno, sufriendo como sufro del lenguaje directo del len; y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo, convalesco yo mismo, sonriendo de mis labios. LOS MINEROS SALIERON DE LA MINA... LOS MINEROS SALIERON de la mina remontando sus ruinas venideras, fajaron su salud con estampidos y, elaborando su funcin mental cerraron con sus voces el socavn, en forma de sntoma profundo. Era de ver sus polvos corrosivos! Era de or sus xidos de altura! Cuas de boca, yunques de boca, aparatos de boca (Es formidable!) El orden de sus tmulos, sus inducciones plsticas, sus respuestas corales, agolpronse al pie de gneos percances y airente amarillura conocieron los trstidos y tristes,
imbuidos del metal que se acaba, del metaloide plido y pequeo. Craneados de labor, y calzados de cuero de vizcacha, calzados de senderos infinitos, y los ojos de fsico llorar, creadores de la profundidad, saben, a cielo intermitente de escalera, bajar mirando para arriba, saben subir mirando para abajo. Loor al antiguo juego de su naturaleza, a sus insomnes rganos, a su saliva rstica! Temple, filo y punta, a sus pestaas! Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus adverbios! Felpa de hierro a sus nupciales sbanas! Mujeres hasta abajo, sus mujeres! Mucha felicidad para los suyos! Son algo portentoso, los mineros remontando sus ruinas venideras, elaborando su funcin mental y abriendo con sus voces el socavn, en forma de sntoma profundo! Loor a su naturaleza amarillenta, a su linterna mgica, a sus cubos y rombos, a sus percances plsticos, a sus ojazos de seis nervios pticos y a sus hijos que juegan en la iglesia y a sus tcitos padres infantiles! Salud, oh creadores de la profundidad...! (Es formidable.) . FUE DOMINGO EN LAS CLARAS OREJAS DE MI BURRO... FUE DOMINGO EN las claras orejas de mi burro, de mi burro peruano en el Per (Perdonen la tristeza) Mas hoy ya son las once en mi experiencia personal, experiencia de un solo ojo, clavado en pleno pecho, de una sola burrada, clavada en pleno pecho, de una sola hecatombe, clavada en pleno pecho. Tal de mi tierra veo los cerros retrasados, ricos en burros, hijos de burros, padres hoy de vista, que tornan ya pintados de creencias, cerros horizontales de mis penas. En su estatua, de espada, Voltaire cruza su capa y mira el zcalo, pero el sol me penetra y espanta de mis dientes incisivos un nmero crecido de cuerpos inorgnicos.
Y entonces sueo en una piedra verduzca, diecisiete, peasco numeral que he olvidado, sonido de aos en el rumor de aguja de mi brazo, lluvia y sol en Europa, y cmo toso! cmo vivo! cmo me duele el pelo al columbrar los siglos semanales! Y cmo, por recodo, mi ciclo microbiano, quiero decir mi trmulo, patritico peinado. TELRICA Y MAGNTICA MECNICA SINCERA Y peruansima la del cerro colorado! Suelo terico y prctico! Surcos inteligentes; ejemplo: el monolito y su cortejo! Papales, cebadales, alfalfares, cosa buena! Cultivos que integra una asombrosa jerarqua de tiles y que integran con viento los mujidos, las aguas con su sorda antigedad! Cuaternarios maces, de opuestos natalicios, los oigo por los pies cmo se alejan, los huelo retomar cuando la tierra tropieza con la tcnica del cielo! Molcula exabrupto! Atomo terso! Oh campos humanos! Solar y nutricia ausencia de la mar, y sentimiento ocenico de todo! Oh climas encontrados dentro del oro, listos! Oh campo intelectual de cordillera, con religin, con campo, con patitos! Paquidermos en prosa cuando pasan y en verso cuando pranse! Roedores que miran con sentimiento judicial en torno! Oh patriticos asnos de mi vida! Vicua, descendiente nacional y graciosa de mi mono! Oh luz que dista apenas un espejo de la sombra, que es vida con el punto y, con la lnea, polvo y que por eso acato, subiendo por la idea a mi osamenta! Siega en poca del dilatado molle, del farol que colgaron de la sien y del que descolgaron de la barreta esplndida! Angeles de corral, aves por un descuido de la cresta! Cuya o cuy para comerlos fritos con el bravo rocoto de los temples! (Cndores? Me friegan los cndores!)
Leos cristianos en gracia al tronco feliz y al tallo competente! Familia de los lquenes, especies en formacin basltica que yo respeto desde este modestsimo papel! Cuatro operaciones, os sustraigo para salvar al roble y hundirlo en buena ley! Cuestas in infraganti! Auqunidos llorosos, almas mas! Sierra de mi Per, Per del mundo, y Per al pie del orbe; yo me adhiero! Estrellas matutinas si os aromo quemando hojas de coca en este crneo, y cenitales, si destapo, de un solo sombrerazo, mis diez templos! Brazo de siembra, bjate, y a pie! Lluvia a base del medioda, bajo el techo de tejas donde muerde la infatigable altura y la trtola corta en tres su trino! Rotacin de tardes modernas y finas madrugadas arqueolgicas! Indio despus del hombre y antes de l! Lo entiendo todo en dos flautas y me doy a entender en una quena! Y lo dems, me las pelan!... GLEBA CON EFECTO MUNDIAL de vela que se enciende, el prepucio directo, hombres a golpes, funcionan los labriegos a tiro de neblina, con alabadas barbas, pie prctico y reginas sinceras de los valles. Hablan como les vienen las palabras, cambian ideas bebiendo orden sacerdotal de una botella; cambian tambin ideas tras de un rbol, parlando de escrituras privadas, de la luna menguante y de los ros pblicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!) Funcin de fuerza sorda y de zarza ardiendo, paso de palo, gesto de palo, acpitcs de palo, la palabra colgando de otro palo. De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta florecida,
de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el cielo, y, agitando y agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras, levantan sus defectos capitales con cintas, su mansedumbre y sus vasos sanguneos, tristes, de jueces colorados. Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades, tienen su pantaln, sus dedos metacarpos y un palito; para comer vistironse de altura y se lavan la cara acaricindose con slidas palomas. Por cierto, aquestos hombres cumplen aos en los peligros, echan toda la frente en sus salutaciones; carecen de reloj, no se jactan jams de respirar y, en fin, suelen decirse: All, las putas, Luis Taboada, los ingleses; all ellos, all ellos, all ellos! PERO ANTES QUE SE ACABE... PERO ANTES QUE se acabe toda esta dicha, pirdela atajndola, tmale la medida, por si rebasa tu ademn; rebsala, ve si cabe tendida en tu extensin. Bien la s por su llave, aunque no sepa, a veces, si esta dicha anda sola, apoyada en tu infortunio o taida, por slo darte gusto, en tus falanjas. Bien la s nica, sola, de una sabidura solitaria. En tu oreja el cartlago est hermoso y te escribo por eso, te medito: No olvides en tu sueo de pensar que eres feliz, que la dicha es un hecho profundo, cuando acaba, pero al llegar, asume un catico aroma de asta muerta. Silbando a tu muerte, sombrero a la pedrada, blanco, ladeas a ganar tu batalla de escaleras, soldado del tallo, filsofo del grano, mecnico del sueo. (Me percibes, animal? me dejo comparar como tamao? No respondes y callado me miras a travs de la edad de tu palabra). Ladeando as tu dicha, volver
a clamarla tu lengua, a despedirla, dicha tan desgraciada de durar. Antes, se acabar violentamente, dentada, pedemalina estampa, y entonces oirs cmo medito y entonces tocars cmo tu sombra es sta ma desvestida y entonces olers cmo he sufrido. PIENSAN LOS VIEJOS ASNOS AHORA VESTIRAME de msico por verle, chocara con su alma, sobndole el destino con mi mano, le dejara tranquilo, ya que es un alma a pausas, en fin, le dejara posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto. Podra hoy dilatarse en este fro, podra toser; le vi bostezar, duplicndose en mi odo su aciago movimiento muscular. Tal me refiero a un hombre, a su placa positiva y, por qu no? a su boldo ejecutante, aquel horrible filamento lujoso; a su bastn con puo de plata con perrito, y a los nios que l dijo eran sus fnebres cuados. Por eso vestirame hoy de msico, chocara con su alma que quedse mirando a mi materia... Mas ya nunca verle afeitndose al pie de su maana; ya nunca, ya jams, ya para qu! Hay que ver! qu cosa cosa! qu jams de jamases su jams! HOY ME GUSTA LA VIDA MUCHO MENOS... HOY ME GUSTA la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir: ya lo deca. Casi toqu la parte de mi todo y me contuve con un tiro en la lengua detrs de mi palabra. Hoy me palpo el mentn en retirada y en estos momentneos pantalones yo me digo: Tnta vida y jams! Tntos aos y siempre mis semanas!... Mis padres enterrados con su piedra y su triste estirn que no ha acabado; de cuerpo entero hermanos, mis hermanos, y, en fin, mi sr parado y en chaleco.
Me gusta la vida enormemente pero, desde luego, con mi muerte querida y mi caf y viendo los castaos frondosos de Pars y diciendo: Es un ojo ste; una frente sta, aqulla... Y repitiendo: Tnta vida y jams me falla la tonada! Tntos aos y siempre, siempre, siempre! Dije chaleco, dije todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar. Que es verdad que sufr en aquel hospital que queda al lado y que est bien y est mal haber mirado de abajo para arriba mi organismo. Me gustar vivir siempre, as fuese de barriga, porque, como iba diciendo y lo repito, tnta vida y jams y jams! Y tntos aos, y siempre, mucho siempre, siempre siempre! CONFIANZA EN EL ANTEOJO, NO EN EL OJO... CONFIANZA EN EL anteojo, no en el ojo; en la escalera, nunca en el peldao; en el ala, no en el ave y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Confianza en la maldad, no en el malvado; en el vaso, ms nunca en el licor; en el cadver, no en el hombre y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Confianza en muchos, pero ya no en uno; en el cauce, jams en la corriente; en los calzones, no en las piernas y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Confianza en la ventana, no en la puerta; en la madre, ms no en los nueve meses; en el destino, no en el dado de oro, y en ti slo, en ti slo, en ti slo. DOS NIOS ANHELANTES NO. NO TIENEN tamao sus tobillos; no es su espuela suavsima, que da en las dos mejillas. Es la vida no ms, de bata y yugo. No. No tiene plural su carcajada, ni por haber salido de un molusco perpetuo, aglutinante, ni por haber entrado al mar descalza, es la que piensa y marcha, es la finita.
Es la vida no ms; slo la vida. Lo s, lo intuyo cartesiano, autmata, moribundo, cordial, en fin, esplndido. Nada hay sobre la ceja cruel del esqueleto; nada, entre lo que dio y tom con guante la paloma, y con guante, la eminente lombriz aristotlica; nada delante ni detrs del yugo; nada de mar en el ocano y nada en el orgullo grave de la clula. Slo la vida; as: cosa bravsima. Plenitud inextensa, alcance abstracto, venturoso, de hecho, glacial y arrebatado, de la llama; freno del fondo, rabo de la forma. Pero aquello para lo cual nac ventilndome y crec con afecto y drama propios, mi trabajo rehsalo, mi sensacin y mi arma lo involucran. Es la vida y no ms, fundada, escnica. Y por este rumbo, su serie de rganos extingue mi alma y por este indecible, endemoniado cielo, mi maquinaria da silbidos tcnicos, paso la tarde en la maana triste y me esfuerzo, palpito, tengo fro. OTRO POCO DE CALMA, CAMARADA... OTRO POCO DE calma, camarada; un mucho inmenso, septentrional, completo, feroz, de calma chica, al servicio menor de cada triunfo y en la audaz servidumbre del fracaso. Embriaguez te sobra, y no hay tanta locura en la razn, como este tu raciocinio muscular, y no hay ms racional error que tu experiencia. Pero, hablando ms claro y pensndolo en oro, eres de acero, a condicin que no seas tonto y rehuses entusiasmarte por la muerte tnto
y por la vida, con tu sola tumba. Necesario es que sepas contener tu volumen sin correr, sin afligirte, tu realidad molecular entera y ms all, la marcha de tus vivas y ms ac, tus mueras legendarios. Eres de acero, como dicen, con tal que no tiembles y no vayas a reventar, compadre de mi clculo, enftico ahijado de mis sales luminosas! Anda, no ms; resuelve, considera tu crisis, suma, sigue, tjala, bjala, jala; el destino, las energas ntimas, los catorce versculos del pan: cuntos diplomas y poderes, al borde fehaciente de tu arranque! Cunto detalle en sntesis, contigo! Cunta presin idntica, a tus pies! Cunto rigor y cunto patrocinio! Es idiota ese mtodo de padecimiento, esa luz modulada y virulenta, si con slo la calma haces seales serias, caractersticas, fatales. Vamos a ver, hombre; cuntame lo que me pasa, que yo, aunque grite, estoy siempre a tus rdenes. ESTO... ESTO sucedi entre dos prpados; tembl en mi vaina, colrico, alcalino, parado junto al lbrico equinoccio, al pie del fro incendio en que me acabo. Resbaln alcalino, voy diciendo, ms ac de los ajos, sobre el sentido almbar, ms adentro, muy ms, de las herrumbres, al ir el agua y al volver la ola. Resbaln alcalino tambin y grandemente, en el montaje colosal del cielo. Qu venablos y harpones lanzar, si muero en mi vayna; dar en hojas de pltano sagrado
mis cinco huesecillos subalternos, y en la mirada, la mirada misma! (Dicen que en los suspiros se edifican entonces acordeones seos, tctiles; dicen que cuando mueren as los que se acaban, ay! mueren fuera del reloj, la mano agarrada a un zapato solitario) Comprendindolo y todo, coronel y todo, en el sentido llorante de esta voz, me hago doler yo mismo, extraigo tristemente, por la noche, mis uas; luego no tengo nada y hablo solo, reviso mis semestres y para henchir mi vrtebra, me toco. AL CAVILAR EN LA VIDA, AL CAVILAR... AL CAVILAR EN la vida, al cavilar despacio en el esfuerzo del torrente, alivia, ofrece asiento el existir, condena a muerte; envuelto en trapos blancos cae, cae planetariamente el clavo hervido en pesadumbre; cae! (Acritud oficial, la de mi izquierda; viejo bolsillo, en s consideradas, esta derecha). Todo est alegre, menos mi alegra y todo, largo, menos mi candor, mi incertiidumbre! A juzgar por la forma, no obstante, voy de frente, cojeando antiguamente, y olvido por mis lgrimas mis ojos (Muy interesante) y subo hasta mis pies desde mi estrella. Tejo; de haber hilado, hme tejiendo. Busco lo que me sigue y se me esconde entre arzobispos, por debajo de mi alma y tras del humo de mi aliento. Tal era la sensual desolacin de la cabra doncella que ascenda, exhalando petrleos fatdicos ayer domingo en que perd mi sbado. Tal es la muerte, con su audaz marido. QUISIERA HOY SER FELIZ DE BUENA GANA... QUISIERA HOY SER feliz de buena gana, ser feliz y portarme frondoso de preguntas, abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco, y reclamar, en fin,
en mi confianza fsica acostado slo por ver si quieren, slo por ver si quieren probar de mi espontnea posicin, reclamar, viy diciendo, por qu me dan as tnto en el alma. Pues quisiera en sustancia ser dichoso, obrar sin bastn, laica humildad, ni burro negro. As las sensaciones de este mundo, los cantos subjuntivos, el lpiz que perd en mi cavidad y mis amados rganos de llanto. Hermano persuasible, camarada, padre por la grandeza, hijo mortal, amigo y cotendor, inmenso documento de Darwin: a qu hora, pues, vendrn con mi retrato? A los goces? Acaso sobre goce amortajado? Ms temprano? Quin sabe, a las porfas? A las misericordias, camarada, hombre mo en rechazo y observacin, vecino en cuyo cuello enorme sube y baja, al natural, sin hilo, mi esperanza... LOS NUEVE MONSTRUOS I, DESGRACIADAMENTE, el dolor crece en el mundo a cada rato, crece a treinta minutos por segundo, paso a paso, y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces y la condicin del martirio, carnvora voraz, es el dolor dos veces y la funcin de la yerba pursima, el dolor dos veces y el bien de ser, dolernos doblemente. Jams, hombres humanos, hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera, en el vaso, en la carnicera, en la aritmtica! Jams tanto cario doloroso, jams tan cerca arremeti lo lejos, jams el fuego nunca jug mejor su rol de fro muerto! Jams, seor ministro de salud, fue la salud ms mortal y la migraa extrajo tanta frente de la frente! Y el mueble tuvo en su cajn, dolor, el corazn, en su cajn, dolor, la lagartija, en su cajn, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres, ms pronto que la mquina, a diez mquinas, y crece con la res de Rousseau, con nuestras barbas; crece el mal por razones que ignoramos y es una inundacin con propios lquidos, con propio barro y propia nube slida! Invierte el sufrimiento posiciones, da funcin en que el humor acuoso es vertical al pavimento, el ojo es visto y esta oreja oda, y esta oreja da nueve campanadas a la hora del rayo, y nueve carcajadas a la hora del trigo, y nueve sones hembras a la hora del llanto, y nueve cnticos a la hora del hambre y nueve truenos y nueve ltigos, menos un grito. El dolor nos agarra, hermanos hombres, por detrs de perfil, y nos aloca en los cinemas, nos clava en los gramfonos, nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente a nuestros boletos, a nuestras cartas; y es muy grave sufrir, puede uno orar Pues de resultas del dolor, hay algunos que nacen, otros crecen, otros mueren, y otros que nacen y no mueren, otros que sin haber nacido, mueren, y otros que no nacen ni mueren (son los ms) Y tambin de resultas del sufrimiento, estoy triste hasta la cabeza, y ms triste hasta el tobillo, de ver al pan, crucificado, al nabo, ensangrentado, llorando, a la cebolla, al cereal, en general, harina, a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo, al vino, un ecce-homo, tan plida a la nieve, al sol tan ardio! Cmo, hermanos humanos, no deciros que ya no puedo y ya no puedo con tanto cajn, tanto minuto, tanta lagartija y tanta inversin, tanto lejos y tanta sed de sed! Seor Ministro de Salud; qu hacer? !Ah! desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchsimo que hacer..
ME VIENE, HAY DAS, UNA GANA UBRRIMA, POLTICA... ME VIENE, HAY das, una gana ubrrima, poltica, de querer, de besar al cario en sus dos rostros, y me viene de lejos un querer demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza, al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito, a la que llora por el que lloraba, al rey del vino, al esclavo del agua, al que ocultse en su ira, al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma. Y quiero, por lo tanto, acomodarle al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado; su luz, al grande; su grandeza, al chico. Quiero planchar directamente un pauelo al que no puede llorar y, cuando estoy triste o me duele la dicha, remendar a los nios y a los genios. Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo y me urge estar sentado a la diestra del zurdo, y responder al mudo, tratando de serle til en todo lo que puedo y tambin quiero muchsimo lavarle al cojo el pie, y ayudarle a dormir al tuerto prximo. Ah querer, ste, el mo, ste, el mundial, interhumano y parroquial, provecto! Me viene a pelo, desde el cimiento, desde la ingle pblica, y, viniendo de lejos, da ganas de besarle la bufanda al cantor, y al que sufre, besarle en su sartn, al sordo, en su rumor craneano, impvido; al que me da lo que olvid en mi seno, en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. Quiero, para terminar, cuando estoy al borde clebre de la violencia o lleno de pecho el corazn, querra ayudar a rer al que sonre, ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca, cuidar a los enfermos enfadndolos, comprarle al vendedor, ayudarle a matar al matador cosa terrible y quisiera yo ser bueno conmigo en todo. SERMN SOBRE LA MUERTE Y, EN FIN, pasando luego al dominio de la muerte, que acta en escuadrn, previo corchete,
prrafo y llave, mano grande y diresis, a qu el pupitre asirio? a qu el cristiano plpito, el intenso jaln del mueble vndalo o, todava menos, este esdrjulo retiro? Es para terminar, maana, en prototipo del alarde flico, en diabetis y en blanca vacinica, en rostro geomtrico, en difunto, que se hacen menester sermn y almendras, que sobran literalmente patatas y este espectro fluvial en que arde el oro y en que se quema el precio de la nieve? Es para eso, que morimos tnto? Para slo morir, tenemos que morir a cada instante? Y el prrafo que escribo? Y el corchete desta que enarbolo? Y el escuadrn en que fall mi casco? Y la llave que va a todas las puertas? Y la forense diresis, la mano, mi patata y mi carne y mi contradiccin bajo la sbana? Loco de m, lovo de m, cordero de m, sensato, caballsimo de m! Pupitre, s, toda la vida; plpito, tambin, toda la muerte! Sermn de la barbarie: estos papeles; esdrjulo retiro: este pellejo. De esta suerte, cogitabundo, aurfero, brazudo, defender mi presa en dos momentos, con la voz y tambin con la laringe, y del olfato fsico con que oro y del instinto de inmovilidad con que ando, me honrar mientras viva hay que decirlo; se enorgullecern mis moscardones, porque, al centro, estoy yo, y a la derecha, tambin, y, a la izquierda, de igual modo. CONSIDERANDO EN FRO, IMPARCIALMENTE... CONSIDERANDO EN FRO, imparcialmente, que el hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho colorado; que lo nico que hace es componerse de das; que es lbrego mamfero y se peina... Considerando que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado; que el diagrama del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su frmula famlica de masa... Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces, pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto, se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se abotona... Considerando tambin que el hombre es en verdad un animal y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza... Examinando, en fin, sus encontradas piezas, su retrete, su desesperacin, al terminar su da atroz, borrndolo... Comprendiendo que l sabe que le quiero, que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente... Considerando sus documentos generales y mirando con lentes aquel certificado que prueba que naci muy pequeito... le hago una sea, viene, y le doy un abrazo, emocionado. Qu mas da! Emocionado... Emocionado... GUITARRA EL PLACER DE sufrir, de odiar, me tie la garganta con plsticos venenos, mas la cerda que implanta su orden mgico, su grandeza taurina, entre la prima y la sexta y la octava mendaz, las sufre todas. El placer de sufrir... Quin? a quin? quin, las muelas? a quin la sociedad, los carburos de rabia de la enca? Cmo ser y estar, sin darle clera al vecino? Vales ms que mi nmero, hombre solo, y valen ms que todo el diccionario,
con su prosa en verso, con su verso en prosa, tu funcin guila, tu mecanismo tigre, blando prjimo. El placer de sufrir, de esperar esperanzas en la mesa, el domingo con todos los idiomas, el sbado con horas chinas, belgas, la semana, con dos escupitajos. El placer de esperar en zapatillas, de esperar encogido tras de un verso, de esperar con pujanza y mala poa; el placer de sufrir: zurdazo de hembra muerta con una piedra en la cintura y muerta entre la cuerda y la guitarra, llorando das y cantando meses. ANIVERSARIO CUNTO CATORCE HA habido en la existencia! Qu crditos con bruma, en una esquina! Qu diamante sinttico, el del casco! Cunta ms dulcemente a lo largo, ms honda superficie!: cnto catorce ha habido en tan poco uno! Qu deber, qu cortar y qu tajo, de memoria a memoria, en la pestaa! Cuanto ms amarillo, ms granate! Cunto catorce en un solo catorce! Acorden de la tarde, en esa esquina, piano de la maana, aquella tarde; clarn de carne, tambor de un solo palo, quitarra sin cuarta, cunta quinta, y cunta reunin de maigos tontos y qu nido de tigres el tabaco! Cunto catorce ha habido en la existencia! Qu te dir ahora, quince feliz, ajeno, quince de otros? Nada ms que no crece ya el cabello, que han venido por las cartas, que me brillan los seres que he parido, que no hay nadie en mi tumba y que me han confundido con mi llanto.
Cunto catorce ha habido en la existencia! PARADO EN UNA PIEDRA PARADO EN UNA piedra desocupado, astroso, espeluznante, a la orilla del Sena, va y viene. Del ro brota entonces la conciencia, con pecolo y rasguo de rbol vido: del ro sube y baja la ciudad, hecha de lobos abrazados. El parado la ve yendo y viniendo, monumental, llevando sus ayunos en la cabeza cncava, en el pecho sus piojos pursimos y abajo su pequeo sonido, el de su pelvis, callado entre dos grandes decisiones, y abajo, ms abajo, un papelito, un clavo, una cerilla... Este es, trabajadores, aqul que en la labor sudaba para afuera, que suda hoy para adentro su secrecin de sangre rehusada! Fundidor del can que sabe cuantas zarpas son acero, tejedor que conoce los hilos positivos de sus venas, albail de pirmides, constructor de descensos por columnas serenas, por fracasos triunfales, parado individual entre treinta millones de parados, andante en multitud, qu salto el retratado en su taln y que humo el de su boca ayuna, y como su talle incide, canto a canto, en su herramienta atroz, parada, y que idea de dolorosa vlvula en su pmulo! Tambin parado el hierro frente al horno, paradas las semillas con sus sumisas sntesis al aire, parados los petrleos conexos, parada en sus autnticos apstrofes la luz, parados de crecer los laureles, parada en un pie las aguas mviles y hasta la tierra misma, parada de estupor ante este paro, qu salto el retratado en sus tendones! Qu transmisin entablan sus cien pasos! Cmo chilla el motor en su tobillo! Cmo grue el reloj, pasendose impaciente a sus espaldas!
Cmo oye deglutir a los patrones el trago que le falta, camaradas, y el pan que se equivoca de saliva! Y oyndolo, sintindolo, en plural, humanamente, cmo clava el relmpago su fuerza sin cabeza en su cabeza! Y lo que hacen, abajo, entonces, ay! Ms abajo, camaradas, el papelucho, el clavo, la cerilla, el pequeo sonido, el piojo padre! VA CORRIENDO, ANDANDO, HUYENDO... VA CORRIENDO, ANDANDO, huyendo de sus pies... Va con dos nubes en su nube, sentado apcrifo, en la mano insertos sus tristes paras, sus entonces fnebres. Corre de todo, andando entre protestas incoloras; huye subiendo, huye bajando, huye a paso de sotana, huye alzando al mal en brazos, huye directamente a sollozar a solas. Adonde vaya, lejos de sus fragosos, custicos talones, lejos del aire, lejos de su viaje, a fin de huir, huir y huir y huir de sus pies hombre en dos pies, parado de tnto huir habr sed de correr. Y ni el rbol, si endosa hierro de oro! Y ni el hierro, si cubre su hojarasca! Nada, sino sus pies, nada sino su breve calofro, sus paras vivos, sus entonces vivos... POR LTIMO, SIN ESE BUEN AROMA SUCESIVO... POR LTIMO, SIN ese buen aroma sucesivo, sin l, sin su cuociente melanclico, cierra su manto mi ventaja suave, mis condiciones cierran sus cajitas. Ay, cmo la sensacin arruga tnto! ay, cmo una idea fija me ha entrado en una ua! Albino, spero, abierto, con temblorosa hectrea, mi deleite cae viernes,
mas mi triste tristumbre se compone de clera y tristeza y, a su borde arenoso e indoloro, la sensacin me arruga, me arrincona. Ladrones de oro, vctimas de plata: el oro que robara yo a mis vctimas, rico de m olvidndolo! la plata que robara a mis ladrones, pobre de m olvidndolo! Execrable sistema, clima en nombre del cielo, del bronquio y la quebrada, la cantidad enorme de dinero que cuesta el ser pobre... PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA ME MORIR EN Pars con aguacero, un da del cual tengo ya el recuerdo. Me morir en Pars y no me corro tal vez un jueves, como es hoy, de otoo. Jueves ser, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los hmeros me he puesto a la mala y, jams como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo. Csar Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que l les haga nada; le daban duro con un palo y duro tambin con una soga; son testigos los das jueves y los huesos hmeros, la soledad, la lluvia, los caminos... POEMA PARA SER LEDO Y CANTADO S QUE HAY una persona que me busca en su mano, da y noche, encontrndome, a cada minuto, en su calzado. Ignora que la noche est enterrada con espuelas detrs de la cocina. S que hay una persona compuesta de mis partes, a la que integro cuando va mi talle cabalgando en su exacta piedrecilla. Ignora que a su cofre no volver moneda que sali con su retrato. S el dia,
pero el sol se me ha escapado; s el acto universal que hizo en su cama con ajena valor y esa agua tibia, cuya superficial frecuencia es una mina. Tan pequea es, acaso, esa persona, que hasta sus propio pies as la pisan? Un gato es el lindero entre ella y yo, al lado mismo de su tasa de agua. La veo en las esquinas, se abre y cierra su veste, antes palmera interrogante... Qu podr hacer sino cambiar de llanto? Pero me busca y busca. Es una historia!... DE DISTURBIO EN DISTURBIO... DE DISTURBIO EN disturbio subes a acompaarme a estar solo; yo lo comprendo andando de puntillas, con un pan en la mano, un camino en el pie y haciendo, negro hasta sacar espuma, mi perfil su papel espeluznante. Ya habas disparado para atrs tu violencia neumtica, otra poca, mas luego me sostienes ahora en brazo de honra fnebre y sostienes el rumbo de las cosas en brazo de honra fnebre, la muerte de las cosas resumida en brazo de honra fnebre. Pero, realmente y puesto que tratamos de la vida, cuando el hecho de entonces eche crin en tu mano, al seguir tu rumor como regando, cuando sufras en suma de kanguro, olvdame, sostnme todava, compaero de cantidad pequea, azotado de fechas con espinas, olvdame y sostnme por el pecho, jumento que te paras en dos para abrazarme; duda de tu excremento unos segundos, observa cmo el aire empieza a ser el cielo levantndose, hombrecillo, hombrezuelo, hombre con taco, quireme, acompame... Ten presente que un da ha de cantar un mirlo de sotana
sobre mi tonelada ya desnuda. (Cant un mirlo llevando las cintas de mi gramo entre su pico) Ha de cantar calzado de este sollozo innato, hombre con taco, y, simultnea, doloridamente, ha de cantar calzado de mi paso, y no orlo, hombrezuelo, ser malo, ser denuesto y hoja, pesadumbre, trenza, humo quieto. Perro parado al borde de una piedra es el vuelo en su curva; tambin tenlo presente, hombrn hasta arriba. Te lo recordarn el peso bajo, de ribera adversa, el peso temporal, de gran silencio, ms eso de los meses y aquello que regresa de los aos. INTENSIDAD Y ALTURA QUIERO ESCRIBIR, PERO me sale espuma, quiero decir muchsimo y me atollo; no hay cifra hablada que no sea suma, no hay pirmide escrita, sin cogollo. Quiero escribir, pero me siento puma; quiero laurearme, pero me encebollo. No hay toz hablada, que no llegue a bruma, no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo. Vmonos, pues, por eso, a comer yerba, carne de llanto, fruta de gemido, nuestra alma melanclica en conserva. Vmonos! Vmonos! Estoy herido; Vmonos a beber lo ya bebido, vmonos, cuervo, a fecundar tu cuerva. DE PURO CALOR TENGO FRO!.. DE PURO CALOR tengo fro, hermana Envidia! Lamen mi sombra leones y el ratn me muerde el nombre, madre alma ma! Al borde del fondo voy, cuado Vicio! La oruga tae su voz, y la voz tae su oruga, padre cuerpo mo! Est de frente mi amor, nieta Paloma!
De rodillas, mi terror y de cabeza, mi angustia, madre alma ma! Hasta que un da sin dos, esposa Tumba, mi ltimo hierro d el son de una vbora que duerme, padre cuerpo mo!... UN PILAR SOPORTANDO CONSUELOS... UN PILAR SOPORTANDO consuelos, pilar otro, pilar en duplicado, pilaroso y como nieto de una puerta oscura. Ruido perdido, el uno, oyendo, al borde del cansancio; bebiendo, el otro, dos a dos, con asas. Ignoro acaso el ao de este da, el odio de este amor, las tablas de esta frente? Ignoro que esta tarde cuesta das? Ignoro que jams se dice nunca , de rodillas? Los pilares que vi me estn oyendo; otros pilares son, doses y nietos tristes de mi pierna. Lo digo en cobre americano, que le debe a la plata tnto fuego! Consolado en terceras nupcias, plido, nacido, voy a cerrar mi pila bautismal, esta vidriera, este susto con tetas, este dedo en capilla, coraznmente unido a mi esqueleto. CALOR, CANSADO VOY CON MI ORO... CALOR, CANSADO VOY con mi oro, a donde acaba mi enemigo de quererme. C'est Septembre attidi, por ti, Febrero! Es como si me hubieran puesto aretes. Pars, y 4, y 5, y la ansiedad colgada, en el calor, de mi hecho muerto. c'est Paris, reine du monde! Es como si se hubieran orinado. Hojas amargas de mensual tamao y hojas del Luxemburgo polvorosas. iC'est 1't, por ti, invierno de alta pleura! Es como si se hubieran dado vuelta.
Calor, Pars, Otoo, cunto esto en medio del calor y de la urbe! C'est la vie, mort de la Mort! Es como si contaran mis pisadas. Es como si me hubieran puesto aretes! Es como si se hubieran orinado! Es como si te hubieras dado vuelta! Es como si contaran mis pisadas! PANTEN HE VISTO AYER sonidos generales, mortuoriamente, puntualmente alejarse, cuando o desprenderse del ocaso tristemente, exactamente un arco, un arcoris. Vi el tiempo generoso del minuto, infinitamente atado locamente al tiempo grande, pues que estaba la hora suavemente, premiosamente henchida de dos horas. Dejse comprender, llamar, la tierra terrenalmente; negse brutalmente, as a mi historia, y si vi, que me escuchen, pues, en bloque, si toqu esta mecnica, que vean lentamente, despacio, vorazmente, mis tinieblas. Y si vi en la lesin de la respuesta, claramente, la lesin mentalmente de la incgnita, si escuch, si pens en mis ventanillas nasales, funerales, temporales, fraternalmente, piadosamente echadme a los filsofos. Mas no ms inflexin precipitada en canto llano, y no ms el hueso colorado, el son del alma tristemente erguida ecuestremente en mi espinazo, ya que, en suma, la vida es implacablemente,
imparcialmente horrible, estoy seguro. QUEDME A CALENTAR LA TINTA EN QUE ME AHOGO... QUEDME A CALENTAR la tinta en que me ahogo y a escuchar mi caverna alternativa, noches de tacto, das de abstraccin. Se estremeci la incgnita en mi amgdala y cruj de una anual melancola, noches de sol, das de luna, ocasos de Pars. Y todava, hoy mismo, al atardecer, digiero sacratsimas constancias, noches de madre, das de biznieta bicolor, voluptuosa, urgente, linda. Y aun alcanzo, llego hasta m en avin de dos asientos, bajo la maana domstica y la bruma que emergi eternamente de un instante. Y todava, aun ahora, al cabo del cometa en que he ganado mi bacilo feliz y doctoral, he aqu que caliente, oyente, tierro, sol y luno, incgnito atravieso el cementerio, tomo a la izquierda, hiendo la yerba con un par de endecaslabos, aos de tumba, litros de infinito, tinta, pluma, ladrillos y perdones. ACABA DE PASAR EL QUE VENDR... Acaba de pasar el que vendr proscrito, a sentarse en mi triple desarrollo; acaba de pasar criminalmente. Acaba de sentarse ms ac, a un cuerpo de distancia de mi alma, el que vino en un asno a enflaquecerme; acaba de sentarse de pie, lvido. Acaba de darme lo que est acabado, el calor del fuego y el pronombre inmenso que el animal cri bajo su cola. Acaba de expresarme su duda sobre hiptesis lejanas que l aleja, an ms, con la mirada.
Acaba de hacer al bien los honores que le tocan en virtud del infame paquidermo, por lo soado en m y en l matado. Acaba de ponerme (no hay primera) su segunda aflixin en plenos lomos y su tercer sudor en plena lgrima. Acaba de pasar sin haber venido. LA RUEDA DEL HAMBRIENTO POR ENTRE MIS propios dientes salgo humeando, dando voces, pujando, bajndome los pantalones... Vca mi estmago, vca mi yeyuno, la miseria me saca por entre mis propios dientes, cogido con un palito por el puo de la camisa. Una piedra en que sentarme no habr ahora para m? An aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz, la madre del cordero, la causa, la raz, sa no habr ahora para m? Siquiera aquella otra, que ha pasado agachndose por mi alma! Siquiera la calcrida o la mala (humilde ocano) o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el hombre sa ddmela ahora para m! Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un insulto, sa ddmela ahora para m! Siquiera la torcida y coronada, en que resuena solamente una vez el andar de las rectas conciencias, o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva, va a caer por s misma, en profesin de entraa verdadera, sa ddmela ahora para m! Un pedazo de pan, tampoco habr para m? Ya no ms he de ser lo que siempre he de ser, pero dadme una piedra en que sentarme, pero dadme, por favor, un pedazo de pan en que sentarme, pero dadme en espaol algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse y despus me ir... Hall una extraa forma, est muy rota
y sucia mi camisa y ya no tengo nada, esto es horrendo. LA VIDA, ESTA VIDA... LA VIDA, ESTA vida me placa, su instrumento, esas palomas... Me placa escucharlas gobernarse en lontananza, advenir naturales, determinado el nmero, y ejecutar, segn sus aflicciones, sus dianas de animales. Encogido, o desde mis hombros su sosegada produccin, cave los albaales sesgar sus trece huesos, dentro viejo tornillo lincharse el plomo. Sus paujiles picos, pareadas palomitas, las pbridas, hojendose los hgados, sobrinas de la nube... Vida! Vida! Esta es la vida! Zurear su tradicin rojo les era, rojo moral, palomas vigilantes, talvez rojo de herrumbre, si caan entonces azulmente. Su elemental cadena, sus viajes de individuales pjaros viajeros, echaron humo denso, pena fsica, prtico influyente. Palomas saltando, indelebles palomas olorosas, manferidas venan, advenan por azarosas vas digestivas, a contarme sus cosas fosforosas, pjaros de contar, pjaros transitivos y orejones... No escuchar ya ms desde mis hombros huesudo, enfermo, en cama, ejecutar sus dianas de animales... Me doy cuenta. PALMAS Y GUITARRA AHORA, ENTRE NOSOTROS, aqu, ven conmigo, trae por la mano a tu cuerpo y cenemos juntos y pasemos un instante la vida a dos vidas y dando una parte a nuestra muerte. Ahora, ven contigo, hazme el favor de quejarte en mi nombre y a la luz de la noche teneblosa en que traes a tu alma de la mano y humos en puntillas de nosotros.
Ven a m, s, y a ti, s, con paso par, a vemos a los dos con paso impar, marcar el paso de la despedida. Hasta cuando volvamos! Hasta la vuelta! Hasta cuando leamos, ignorantes! Hasta cuando volvamos, despidmonos! Qu me importan los fusiles, escchame; escchame, qu imprtenme, si la bala circula ya en el rango de mi firma? Qu te importan a ti las balas, si el fusil est humeando ya en tu olor? Hoy mismo pesaremos en los brazos de un ciego nuestra estrella y, una vez que me cantes, lloraremos. Hoy mismo, hermosa, con tu paso par y tu confianza a que lleg mi alarma, saldremos de nosotros, dos a dos. Hasta cuando seamos ciegos! Hasta que lloremos de tnto volver! Ahora, entre nosotros, trae por la mano a tu dulce personaje y cenemos juntos y pasemos un instante la vida a dos vidas y dando una parte a nuestra muerte. Ahora, ven contigo, hazme el favor de cantar algo y de tocar en tu alma, haciendo palmas. Hasta cuando volvamos! Hasta entonces! Hasta cuando partamos, despidmonos! QU ME DA, QUE ME AZOTO CON LA LNEA?... QU ME DA, que me azoto con la lnea y creo que me sigue, al trote, el punto? Qu me da, que me he puesto en los hombros un huevo en vez de un manto? Qu me ha dado, que vivo? Qu me ha dado, que muero? Qu me da, que tengo ojos? Qu me da, que tengo alma? Qu me da, que se acaba en m mi prjimo y empieza en mi carrillo el rol del viento?
Qu me ha dado, que cuento mis dos lgrimas, sollozo tierra y cuelgo el horizonte? Qu me ha dado, que lloro de no poder llorar y ro de lo poco que he redo? Qu me da, que ni vivo ni muero? OYE A TU MASA... OYE A TU masa, a tu cometa, escchalos; no gimas... de memoria, gravsimo cetceo; oye a la tnica en que ests dormido, oye a tu desnudez, duea del sueo. Reltate agarrndote de la cola del fuego y a los cuernos en que acaba la crin su atroz carrera; rmpete, pero en crculos; frmate, pero en columnas combas; descrbete atmosfrico, ser de humo, a paso redoblado de esqueleto. La muerte? Opnle todo su vestido! La vida? Opnle parte de tu muerte! Bestia dichosa, piensa; dios desgraciado, qutate la frente. Luego, hablaremos. Y SI DESPUS DE TANTAS PALABRAS...! Y SI DESPUS de tantas palabras, no sobrevive la palabra! Si despus de las alas de los pjaros, no sobrevive el pjaro parado! Ms valdra, en verdad, que se lo coman todo y acabemos! Haber nacido para vivir de nuestra muerte! Levantarse del cielo hacia la tierra por sus propios desastres y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla! Ms valdra, francamente, que se lo coman todo y qu ms da...! Y si despus de tanta historia, sucumbimos, no ya de eternidad, sino de esas cosas sencillas, como estar en la casa o ponerse a cavilar! Y si luego encontramos, de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros, por el peine y las manchas del pauelo! Ms valdra, en verdad, que se lo coman todo, desde luego! Se dir que tenemos en uno de los ojos mucha pena y tambin en el otro, mucha pena y en los dos, cuando miran, mucha pena... Entonces... Claro!... Entonces... ni palabra! . PARS, OCTUBRE 1936 DE TODO ESTO yo soy el nico que parte. De este banco me voy, de mis calzones, de mi gran situacin, de mis acciones, de mi nmero hendido parte a parte, de todo esto yo soy el nico que parte. De los Campos Elseos al dar vuelta la extraa callejuela de la luna, mi defuncin se va, parte de mi cuna, y, rodeada de gente, sola, suelta, mi semejanza humana dase vuelta y despacha sus sombras una a una. Y me alejo de todo, porque todo se queda para hacer la coartada: mi zapato, su ojal, tambin su lodo y hasta el doblez del codo de mi propia camisa abotonada. DESPEDIDA RECORDANDO UN ADIS AL CABO, AL fin, por ltimo, tomo, volv y acbome y os gimo, dndoos la llave, mi sombrero, esta cartita para todos. Al cabo de la llave est el metal en que aprendiramos a desdorar el oro, y est, al fin de mi sombrero, este pobre cerebro mal peinado, y, ltimo vaso de humo, en su papel dramtico, yace este sueo prctico del alma. Adis, hermanos san pedros, herclitos, erasmos, espinosas! Adis, tristes obispos bolcheviques! Adis, gobernadores en desorden! Adis, vino que est en el agua como vino! Adis, alcohol que est en la lluvia! Adis tambin, me digo a m mismo, adios, vuelo formal de los milgramos!
Tambin adis, de modo idntico, fro del fro y fro del calor! Al cabo, al fin, por ltimo, la lgica, los linderos del fuego, la despedida recordando aquel adis. Y NO ME DIGAN NADA... Y NO ME digan nada, que uno puede matar perfectamente, ya que, sudando tinta, uno hace cuanto puede, no me digan.. Volveremos, seores, a vernos con manzanas; tarde la criatura pasar, la expresin de Aristteles armada de grandes corazones de madera, la de Herclito injerta en la de Marx, la del suave sonando rudamente... Es lo que bien narraba mi garganta: uno puede matar perfectamente. Seores, caballeros, volveremos a vernos sin paquetes; hasta entonces exijo, exijir de mi flaqueza el acento del da, que, segn veo, estuvo ya esperndome en mi lecho. Y exijo del sombrero la infausta analoga del recuerdo, ya que, a veces, asumo con xito mi inmensidad llorada, ya que, a veces, me ahogo en la voz de mi vecino y padezco contando en maces los aos, cepillando mi ropa al son de un muerto o sentado borracho en mi atad... EN SUMA, NO POSEO PARA EXPRESAR MI VIDA, SINO MI MUERTE... EN SUMA, NO poseo para expresar mi vida, sino mi muerte. Y, despus de todo, al cabo de la escalonada naturaleza y del gorrin en bloque, me duermo, mano a mano con mi sombra. Y, al descender del acto venerable y del otro gemido, me reposo pensando en la marcha impertrrita del tiempo. Por qu la cuerda, entonces, si el aire es tan sencillo? Para qu la cadena, si existe el hierro por s solo? Csar Vallejo, el acento con que amas, el verbo con que escribes, el vientecillo con que oyes, slo saben de ti por tu garganta. Csar Vallejo, pstrate, por eso, con indistinto orgullo, con tlamo de ornamentales spides y exagonales ecos. Restityete al corpreo panal, a la beldad; aroma los florecidos corchos, cierra ambas grutas al saudo antropoide; repara, en fin, tu antiptico venado; tente pena. Que no hay cosa ms densa que el odio en voz pasiva, ni ms msera ubre que el amor!
Que ya no puedo andar, sino en dos harpas! Que ya no me conoces, sino porque te sigo instrumental, prolijamente! Que ya no doy gusanos, sino breves! Que ya te implico tnto, que medio que te afilas! Que ya llevo unas tmidas legumbres y otras bravas! Pues el afecto que quibrase de noche en mis bronquios, lo trajeron de da ocultos deanes y, si amanezco plido, es por mi obray y, si anochezco rojo, por mi obrero. Ello explica, igualmente, estos cansancios mos y estos despojos, mis famosos tos. Ello explica, en fin, esta lgrima que brindo por la dicha de los hombres. Csar Vallejo, parece mentira que as tarden tus parientes, sabiendo que ando cautivo, sabiendo que yaces libre! Vistosa y perra suerte! Csar Vallejo, te odio con ternura! LOS DESGRACIADOS YA VA A venir el da; da cuerda a tu brazo, bscate debajo del colchn, vuelve a pararte en tu cabeza, para andar derecho. Ya va a venir el da, ponte el saco. Ya va a venir el da; ten fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona antes de meditar, pues es horrible cuando le cae a uno la desgracia y se le cae a uno a fondo el diente. Necesitas comer, pero, me digo, no tengas pena, que no es de pobres la pena, el sollozar junto a su tumba; remindate, recuerda, confa en tu hilo blanco, fuma, pasa lista a tu cadena y gurdala detrs de tu retrato. Ya va a venir el da, ponte el alma. Ya va a venir el da; pasan, han abierto en el hotel un ojo, azotndolo, dndole con un espejo tuyo... Tiemblas? Es el estado remoto de la frente y la nacin reciente del estmago. Roncan an... Qu universo se lleva este ronquido! Cmo quedan tus poros, enjuicindolo! Con cuntos doses ay! ests tan solo! Ya va a venir el da, ponte el sueo. Ya va a venir el da, repito por el rgano oral de tu silencio y urge tomar la izquierda con el hambre
y tomar la derecha con la sed; de todos modos, abstente de ser pobre con los ricos, atiza tu fro, porque en l se integra mi calor, amada vctima. Ya va a venir el da, ponte el cuerpo. Ya va a venir el da; la maana, la mar, el meteoro, van en pos de tu cansancio, con banderas, y, por tu orgullo clsico, las hienas cuentan sus pasos al comps del asno, la panadera piensa en ti, el carnicero piensa en ti, palpando el hacha en que estn presos el acero y el hierro y el metal; jams olvides que durante la misa no hay amigos. Ya va a venir el da, ponte el sol . Ya viene el da; dobla el aliento, triplica tu bondad rencorosa y da codos al miedo, nexo y nfasis, pues t, como se observa en tu entrepierna y siendo el malo ay! inmortal, has soado esta noche que vivas de nada y moras de todo.... EL ACENTO ME PENDE DEL ZAPATO... EL ACENTO ME pende del zapato; le oigo perfectamente sucumbir, lucir, doblarse en forma de mbar y colgar, colorante, mala sombra. Me sobra as el tamao, me ven jueces desde un rbol, me ven con sus espaldas ir de frente, entrar a mi martillo, pararme a ver a una nia y, al pie de un urinario, alzar los hombros. Seguramente nadie est a mi lado, me importa poco, no lo necesito; seguramente han dicho que me vaya: lo siento claramente. Cruelsimo tamao el de rezar! Humillacin, fulgor, profunda selva! Me sobra ya tamao, bruma elstica, rapidez por encima y desde y junto. Imperturbable! Imperturbable! Suenan luego, despus, fatdicos telfonos.
Es el acento; es l. LA PUNTA DEL HOMBRE... LA PUNTA DEL hombre, el ludibrio pequeo de encojerse tras de fumar su universal ceniza; punta al darse en secretos caracoles, punta donde se agarra uno con guantes, punta el lunes sujeto por seis frenos, punta saliendo de escuchar a su alma. De otra manera, fueran lluvia menuda los soldados y ni cuadrada plvora, al volver de los bravos desatinos, y ni letales pltanos; tan slo un poco de patilla en la silueta. De otra manera, caminantes suegros, cuados en misin sonora, yernos por la va ingratsima del jebe, toda la gracia caballar andando puede fulgir esplendorosamente! Oh pensar geomtrico al trasluz! i Oh no morir bajamente de majestad tan rauda y tan fragante! Oh no cantar; apenas escribir y escribir con un palito o con el filo de la oreja inquieta! Acorde de lpiz, tmpano sordsimo, dondoneo en mitades robustas y comer de memoria buena carne, jamn, si falta carne, y un pedazo de queso con gusanos hembras, gusanos machos y gusanos muertos. OH BOTELLA SIN VINO! OH VINO QUE ENVIUD DE ESTA BOTELLA! TARDE CUANDO LA de la tarde flame funestamente en cinco espritus. Viudez sin pan ni mugre, rematando en horrendos metaloides y en clulas orales acabando. Oh siempre, nunca dar con el jams de tnto siempre! oh mis buenos amigos, cruel falacia, parcial, penetrativa en nuestro trunco, voltil, jugarino desconsuelo! Sublime, baja perfeccin del cerdo, palpa mi general melancola! Zuela sonante en sueos,
zuela zafia, inferior, vendida, lcita, ladrona, baja y palpa lo que eran mis ideas! Tu y l y ellos y todos, sin embargo, entraron a la vez en mi camisa, en los hombros madera, entre los fmures, palillos; t particularmente, habindome influido; l, ftil, colorado, con dinero y ellos, znganos de ala de otro peso. Oh botella sin vino! oh vino que enviud de esta botella! AL FIN, UN MONTE... AL FIN, UN monte detrs de la bajura; al fin, humeante nimbo alrededor, durante un rostro fijo. Monte en honor del pozo, sobre ilones de gratuita plata de oro. Es la franja a que arrstranse. seguras de sus tonos de verano, las que eran largas vlvulas difuntas; el taciturno marco de este arranque natural, de este augusto zapatazo, de esta piel, de este intrnseco destello digital, en que estoy entero, lbrico. Quehaceres en un pie, mecha de azufre, oro de plata y plata hecha de plata y mi muerte, mi hondura, mi colina. Pasar abrazado a mis brazos, destaparme despus o antes del corcho! Monte que tntas veces manara oracin, prosa fluvial de llanas lgrimas; monte bajo, compuesto de suplicantes gradas y, ms all, de torrenciales torres; niebla entre el da y el alcohol del da, caro verdor de coles, tibios asnos complementarios, palos y maderas; filones de gratuita plata de oro. QUIERE Y NO QUIERE SU COLOR MI PECHO... QUIERE Y NO quiere su color mi pecho, por cuyas bruscas vas voy, lloro con palo,
trato de ser feliz, lloro en mi mano, recuerdo, escribo y remacho una lgrima en mi pmulo. Quiere su rojo el mal, el bien su rojo enrojecido por el hacha suspensa, por el trote del ala a pie volando, y no quiere y sensiblemente no quiere aquesto el hombre; no quiere estar en su alma acostado, en la sien latidos de asta, el bimano, el muy bruto, el muy filsofo. As, casi no soy, me vengo abajo desde el arado en que socorro a mi alma y casi, en proporcin, casi enaltzcome. Que saber por qu tiene la vida este perrazo, por qu lloro, por qu, cejn, inhbil, veleidoso, hube nacido gritando; saberlo, comprenderlo al son de un alfabeto competente, sera padecer por un ingrato. Y no! No! No! Qu ardid, ni paramento! Congoja, s, con s firme y frentico, coriceo, rapaz, quiere y no quiere, cielo y pjaro; congoja, s, con toda la bragueta. Contienda entre dos llantos, robo de una sola ventura, va indolora en que padezco en chanclos de la velocidad de andar a ciegas. LA PAZ, LA ABISPA, EL TACO, LAS VERTIENTES... LA PAZ, LA abispa, el taco, las vertientes, el muerto, los decilitros, el bho, los lugares, la tia, los sarcfagos, el vaso, las morenas, el desconocimiento, la olla, el monaguillo, las gotas, el olvido, la potestad, los primos, los arcngeles, la aguja, los prrocos, el bano, el desaire, la parte, el tipo, el estupor, el alma... Dctil, azafranado, externo, ntido, porttil, viejo, trece, ensangrentado, fotografiadas, listas, tumefactas, conexas, largas, encantadas, prfidas... Ardiendo, comparando, viviendo, enfurecindose, golpeando, analizando, oyendo, estremecindose, muriendo, sostenindose, situndose, llorando...
Despus, stos, aqu, despus, encima, quiz, mientras, detrs, tnto, tan nunca, debajo, acaso, lejos, siempre, aquello, maana, cunto, cunto!... Lo horrible, lo suntuario, lo lentsimo, lo augusto, lo infructuoso, lo aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal, lo todo, lo pursimo, lo lbrego, lo acerbo, lo satnico, lo tctil, lo profundo...
TRANSIDO, SALOMNICO, DECENTE... TRANSIDO, SALOMNICO, DECENTE, ululaba; compuesto, caviloso, cadavrico, perjuro, iba, tornaba, responda; osaba, fatdico, escarlata, irresistible. En sociedad, en vidrio, en polvo, en hulla, marchase; vacil, en hablando en oro; fulgur, volte, en acatamiento; en terciopelo, en llanto, replegse. Recordar? Insistir? Ir? Perdonar? Ceudo, acabara recostado, spero, atnito, mural; meditaba estamparse, confundirse, fenecer. Inatacablemente, impunemente, negramente, husmear, comprender; vestirse oralmente; inciertamente ir, acobardarse, olvidar. Y BIEN? TE SANA EL METALOIDE PLIDO?... Y BIEN? TE sana el metaloide plido? Los metaloides incendiarios, cvicos, inclinados al ro atroz del polvo? Esclavo, es ya la hora circular en que en las dos aurculas se forman anillos guturales, corredizos, cuaternarios. Seor esclavo, en la maana mgica se ve, por fin, el busto de tu trmulo ronquido, vense tus sufrimientos a caballo, pasa el rgano bueno, el de tres asas,
hojeo, mes por mes, tu monocorde cabellera, tu suegra llora haciendo huesecillos de sus dedos, se inclina tu alma con pasin a verte y tu sien, un momento, marca el paso. Y la gallina pone su infinito, uno por uno; sale la tierra hermosa de las humeantes slabas, te retratas de pie junto a tu hermano, truena el color oscuro bajo el lecho y corren y entrechcanse los pulpos. Seor esclavo y bien? Los metaloides obran en tu angustia? TERREMOTO ESCARNECIDO, ACLIMATADO AL bien, mrbido, hurente, doblo el cabo carnal y juego a copas, donde acaban en moscas los destinos, donde com y beb de lo que me hunde. Monumental adarme, fretro numeral, los de mi deuda, los de mi deuda, cuando caigo altamente, ruidosamente, amoratadamente. A1 fondo, es hora, entonces, de gemir con toda el hacha y es entonces el ao del sollozo, el da del tobillo, la noche del costado, el siglo del resuello. Cualidades estriles, montonos satanes, del flanco brincan, del ijar de mi yegua suplente; pero, donde com, cunto pens! pero cunto beb donde llor! As es la vida, tal como es la vida, all, detrs del infinito; as, espontneamente, delante de la sien legislativa. Yace la cuerda as al pie del violn, cuando hablaron del aire, a voces, cuando hablaron muy despacio del relmpago. Se dobla as la mala causa, vamos de tres en tres a la unidad; as se juega a copas y salen a mi encuentro los que aljanse, acaban los destinos en bacterias
y se debe todo a todos. ALFONSO: ESTS MIRDOME, LO VEO... ALFONSO: ESTS MIRDOME, lo veo... desde el plano implacable donde moran lineales los siempres, lineales los jamases. (Esa noche, dormiste, entre tu sueo y mi sueo, en la rue de Ribout) Palpablemente tu inolvidable cholo te oye andar en Pars, te siente en el telfono callar y toca en el alambre a tu ltimo acto tomar peso, brindar por la profundidad, por m, por ti. Yo todava compro du vin, du lait, comptant les sous bajo mi abrigo, para que no me vea mi alma, bajo m abrigo aquel, querido Alfonso, y bajo el rayo simple de la sien compuesta; yo todava sufro, y t, ya n, jams, hermano: (Me han dicho que en tus siglos de dolor, amado sr, amado estar, hacas ceros de madera. Es cierto?) En la bote de nuit, donde tocabas tangos, tocando tu indignada criatura su corazn, escoltado de ti mismo, llorando por ti mismo y por tu enorme parecido con tu sombra, monsieur Fourgat, el patrn, ha envejecido. Decrselo? Contrselo? No ms, Alfonso; eso, ya n! El htel des Ecoles funciona siempre y todava compran mandarinas; pero yo sufro, como te digo, dulcemente, recordando lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos, en la apertura de la doble tumba, de esa otra tumba con tu sr, y de sta de caoba con tu estar; sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva, un vaso para ponerse bien, como decamos, y despus, ya veremos lo que pasa... Es ste el otro brndis, entre tres, taciturno, diverso en vino, en mundo, en vidrio, al que brindbamos ms de una vez al cuerpo,
y, menos de una vez, al pensamiento. Hoy es ms diferente todava; hoy sufro dulce, amargamente, bebo tu sangre en cuanto a Cristo el duro, como tu hueso en cuanto a Cristo el suave, porque te quiero, dos a dos, Alfonso, y casi lo podra decir, eternamente. TRASPI ENTRE DOS ESTRELLAS HAY GENTES TAN desgraciadas, que ni siquiera tienen cuerpo; cuantitativo el pelo, baja, en pulgadas, la genial pesadumbre; el modo, arriba; no me busques, la muela del olvido, parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, or claros azotes en sus paladares! Vanse de su piel, rascndose el sarcfago en que nacen y suben por su muerte de hora en hora y caen, a lo largo de su alfabeto glido, hasta el suelo. Ay de tnto! ay de tan poco! ay de ellas! Ay en mi cuarto, oyndolas con lentes! Ay en mi trax, cuando compran trajes! Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada! Amadas sean las orejas snchez, amadas las personas que se sientan, amado el desconocido y su seora, el prjimo con mangas, cuello y ojos! Amado sea aquel que tiene chinches, el que lleva zapato roto bajo la lluvia, el que vela el cadver de un pan con dos cerillas, el que se coge un dedo en una puerta, el que no tiene cumpleaos, el que perdi su sombra en un incendio, el animal, el que parece un loro, el que parece un hombre, el pobre rico, el puro miserable, el pobre pobre! Amado sea el que tiene hambre o sed, pero no tiene hambre con qu saciar toda su sed, ni sed con qu saciar todas sus hambres! Amado sea el que trabaja al da, al mes, a la hora, el que suda de pena o de vergenza, aquel que va, por orden de sus manos, al cinema, el que paga con lo que le falta, el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niez; amado sea el calvo sin sombrero, el justo sin espinas, el ladrn sin rosas, el que lleva reloj y ha visto a Dios, el que tiene un honor y no fallece! Amado sea el nio, que cae v an llora y el hombre que ha cado y ya no llora'. Ay de tnto! Ay de tan poco! Ay de ellos! A LO MEJOR, SOY OTRO; ANDANDO, AL ALBA, OTRO QUE MARCHA... A LO MEJOR, soy otro; andando, al alba, otro que marcha en torno a un disco largo, a un disco elstico: mortal, figurativo, audaz diafragma. A lo mejor, recuerdo al esperar, anoto mrmoles donde ndice escarlata, y donde catre de bronce, un zorro ausente, espreo, enojadsimo. A lo mejor, hombre al fin, las espaldas ungidas de ail misericordia, a lo mejor, me digo, ms all no hay nada. Me da la mar el disco, refirindolo, con cierto margen seco, a mi garganta; nada, en verdad, ms cido, ms dulce, ms kanteano! Pero sudor ajeno, pero suero o tempestad de mansedumbre, decayendo o subiendo, eso, jams! Echado, fino, exhmome, tumefacta la mezcla en que entro a golpes, sin piernas, sin adulto barro, ni armas, una aguja prendida en el gran tomo... No! Nunca! Nunca ayer! Nunca despus! Y de ah este tubrculo satnico, esta muela moral de plesiosaurio y estas sospechas pstumas, este ndice, esta cama, estos boletos. EL LIBRO DE LA NATURALEZA PROFESOR DE SOLLOZO he dicho a un rbol palo de azogue, tilo rumoreante, a la orilla del Mame, un buen alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca, entre el agua evidente y el sol falso, su tres de copas, su caballo de oros. Rector de los captulos del cielo,
de la mosca ardiente, de la calma manual que hay en los asnos; rector de honda ignorancia, un mal alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca, el hambre de razn que le enloquece y la sed de demencia que le aloca. Tcnico en gritos, rbol consciente, fuerte, fluvial, doble, solar, doble, fantico, conocedor de rosas cardinales, totalmente metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca, su rey precoz, telrico, volcnico, de espaldas. Oh profesor, de haber tnto ignorado! oh rector, de temblar tnto en el aire! oh tcnico, de tnto que te inclinas! Oh tilo! oh palo rumoroso junto al Marne! TENGO UN MIEDO TERRIBLE DE SER UN ANIMAL... TENGO UN MIEDO terrible de ser un animal de blanca nieve, que sostuvo padre y madre, con su sola circulacin venosa, y que, este da esplndido, solar y arzobispal, da que representa as a la noche, linealmente elude este animal estar contento, respirar y transformarse y tener plata. Sera pena grande que fuera yo tan hombre hasta ese punto. Un disparate, una premisa ubrrima a cuyo yugo ocasional sucumbe el gonce espiritual de mi cintura. Un disparate... En tanto, es as, ms ac de la cabeza de Dios, en la tabla de Locke, de Bacon, en el lvido pescuezo de la bestia, en el hocico del alma. Y, en lgica aromtica, tengo ese miedo prctico, este da esplndido, lunar, de ser aqul, ste talvez, a cuyo olfato huele a muerto el suelo, el disparate vivo y el disparate muerto. Oh revolcarse, estar, toser, fajarse, fajarse la doctrina, la sien, de un hombro al otro, alejarse, llorar, darlo por ocho o por siete o por seis, por cinco o darlo por la vida que tiene tres potencias.
MARCHA NUPCIAL A LA CABEZA de mis propios actos, corona en mano, batalln de dioses, el signo negativo al cuello, atroces el fsforo y la prisa, estupefactos el alma y el valor, con dos impactos al pie de la mirada; dando voces; los lmites, dinmicos, feroces; tragndome los lloros inexactos,
me encender, se encender mi hormiga, se encendern mi llave, la querella en que perd la causa de mi huella. Luego, haciendo del tomo una espiga, encender mis hoces al pie de ella y la espiga ser por fin espiga. LA CLERA QUE QUIEBRA AL HOMBRE EN NIOS... LA CLERA QUE quiebra al hombre en nios, que quiebra al nio en pjaros iguales, y al pjaro, despus, en huevecillos; la clera del pobre tiene un aceite contra dos vinagres. La clera que al rbol quiebra en hojas, a la hoja en botones desiguales y al botn, en ranuras telescpicas; la clera del pobre tiene dos ros contra muchos mares. La clera que quiebra al bien en dudas, a la duda, en tres arcos semejantes y al arco, luego, en tumbas imprevistas; la clera del pobre tiene un acero contra dos puales. La clera que quiebra al alma en cuerpos, al cuerpo en rganos desemejantes y al rgano, en octavos pensamientos; la clera del pobre tiene un fuego central contra dos crteres. UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO... UN HOMBRE PASA con un pan al hombro Voy a escribir, despus, sobre mi doble? Otro se sienta, rscase, extrae un piojo de su axila, mtalo
Con qu valor hablar del psicoanlisis? Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano Hablar luego de Scrates al mdico? Un cojo pasa dando el brazo a un nio Voy, despus, a leer a Andr Bretn? Otro tiembla de fro, tose, escupe sangre Cabr aludir jams al Yo profundo? Otro busca en el fango huesos, cscaras Cmo escribir, despus del infinito? Un albail cae de un techo, muere y ya no almuerza Innovar, luego, el tropo, la metfora? Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente Hablar, despus, de cuarta dimensin? Un banquero falsea su balance Con qu cara llorar en el teatro? Un paria duerme con el pie a la espalda Hablar, despus, a nadie de Picasso? Alguien va en un entierro sollozando Cmo luego ingresar a la Academia? Alguien limpia un fusil en su cocina Con qu valor hablar del ms all? Alguien pasa contando con sus dedos Cmo hablar del no-y sin dar un grito? HOY LE HA ENTRADO UNA ASTILLA CERCA, DNDOLE... HOY LE HA entrado una astilla cerca, dndole cerca, fuerte, en su modo de ser y en su centavo ya famoso. Le ha dolido la suerte mucho, todo; le ha dolido la puerta, le ha dolido la faja, dndole sed, aflixin y sed del vaso pero no del vino. Hoy le sali a la pobre vecina del aire, a escondidas, humareda de su dogma; hoy le ha entrado una astilla. La inmensidad persguela
a distancia superficial, a un vasto eslabonazo. Hoy le sali a la pobre vecina del viento, en la mejilla, norte, y en la mejilla, oriente; hoy le ha entrado una astilla. Quin comprar, en los das perecederos, speros, un pedacito de caf con leche, y quin, sin ella, bajar a su rastro hasta dar luz? Quin ser, luego, sbado, a las siete? Tristes son las astillas que le entran a uno, exactamente ah precisamente! Hoy le entr a la pobre vecina de viaje, una llama apagada en el orculo; hoy le ha entrado una astilla. Le ha dolido el dolor, el dolor joven, el dolor nio, el dolorazo, dndole en las manos y dndole sed, aflixin y sed del vaso, pero no del vino. La pobre pobrecita! EL ALMA QUE SUFRIO DE SER SU CUERPO T SUFRES DE una glndula endocrnica, se ve, o, quiz, sufres de m, de mi sagacidad escueta, tcita. T padeces del difano antropoide, all, cerca, donde est la tiniebla tenebrosa. T das vuelta al sol, agarrndote el alma, extendiendo tus juanes corporales y ajustndote el cuello; eso se ve. T sabes lo que te duele, lo que te salta al anca, lo que baja por ti con soga al suelo. T, pobre hombre, vives; no lo niegues, si mueres; no lo niegues, si mueres de tu edad ay! y de tu poca. Y, aunque llores, bebes, y, aunque sangres, alimentas a tu hbrido colmillo, a tu vela tristona y a tus partes. T sufres, t padeces y t vuelves a sufrir horriblemente, desgraciado mono, jovencito de Darwin, alguacil que me atisbas, atrocsimo microbio. Y t lo sabes a tal punto, que lo ignoras, soltndote a llorar. T, luego, has nacido; eso tambin se ve de lejos, infeliz y cllate,
y soportas la calle que te dio la suerte y a tu ombligo interrogas: dnde? cmo? Amigo mo, ests completamente, hasta el pelo, en el ao treinta y ocho, nicols o santiago, tal o cual, ests contigo o con tu aborto o con migo y cautivo en tu enorme libertad, arrastrado por tu hrcules autnomo... Pero si t calculas en tus dedos hasta dos, es peor; no lo niegues, hermanito. Que n? Que s, pero que n? Pobre mono!... Dame la pata!... No. La mano, he dicho. Salud! Y sufre! ANDE DESNUDO, EL PELO, EL MILLONARIO!... ANDE DESNUDO, EL pelo, el millonario! Desgracia al que edifica con tesoros su lecho de muerte! Un mundo al que saluda; un silln al que siembra en el cielo; llanto al que da trmino a lo que hace, guardando los comienzos; ande el de las espuelas; poco dure muralla en que no crezca otra muralla; dse al msero toda su miseria, pan, al que re; hagan perder los triunfos y morir los mdicos; haya leche en la sangre; adase una vela al sol, ochocientos al veinte; pase la eternidad bajo los puentes! Desdn al que viste, cornense los pies de manos, quepan en su tamao; sintese mi persona junto a m! Llorar al haber cabido en aquel vientre, bendicin al que mira aire en el aire, muchos aos de clavo al martillazo; desndese el desnudo, vstase de pantaln la capa, fulja el cobre a expensas de sus lminas, majestad al que cae de la arcillla al universo, lloren las bocas, giman las miradas, impdase al acero perdurar, hilo a los horizontes porttiles, doce ciudades al sendero de piedra, una esfera al que juega con su sombra; un da hecho de una hora, a los esposos; una madre al arado en loor al suelo, sllense con dos sellos a los lquidos,
pase lista el bocado, sean los descendientes, sea la codorniz, sea la carrera del lamo y del rbol; venzan, al contrario del crculo, el mar a su hijo y a la cana el lloro; dejad los spides, seores hombres, surcad la llama con los siete leos, vivid, elvese la altura, baje el hondor ms hondo, conduzca la onda su impulsin andando, tenga xito la tregua de la bveda! Muramos; lavad vuestro esqueleto cada da; no me hagis caso, una ave coja al dspota y a su alma; una mancha espantosa, al que va solo; gorriones al astrnomo, al gorrin, al aviador! Lloved, solead, vigilad a Jpiter, al ladrn de dolos de oro, copiad vuestra letra en tres cuadernos, aprended de los cnyuges cuando hablan, y de los solitarios, cuando callan; dad de comer a los novios, dad de beber al diablo en vuestras manos, luchad por la justicia con la nuca, igualaos, cmplase el roble, cmplase el leopardo entre dos robles, seamos, estemos, sentid cmo navega el agua en los ocanos, alimentaos, concbase el error, puesto que lloro, acptese, en tanto suban por el risco, las cabras y sus cras; desacostumbrad a Dios a ser un hombre, creced... ! Me llaman. Vuelvo. VINIERE EL MALO, CON UN TRONO AL HOMBRO... VINIERE EL MALO, con un trono al hombro, y el bueno, a acompaar al malo a andar, dijeren s el sermn, no la plegaria y cortare el camino en dos la roca... Comenzare por monte la montaa, por remo el tallo, por timn el cedro y esperaren doscientos a sesenta y volviere la carne a sus tres ttulos...
Sobrare nieve en la nocin del fuego, se acostare el cadver a mirarnos, la centella a ser trueno corpulento y se arquearen los saurios a ser aves... Faltare excavacin junto al estircol, naufragio al ro para resbalar, crcel al hombre libre, para serlo, y una atmsfera al cielo, y hierro al oro... Mostraren disciplina, olor, las fieras, se pintare el enojo de soldado, me dolieren el junco que aprend, la mentira que infctame y socrreme... Sucediere ello as y as ponindolo, con qu mano despertar? con qu pie morir? con qu ser pobre? con qu voz callar? con cunto comprender, y, luego, a quin? No olvidar ni recordar que por mucho cerrarla, robronse la puerta y de sufrir tan poco estoy muy resentido, y de tnto pensar, no tengo boca AL REVS DE LAS AVES DEL MONTE... AL REVS DE las aves del monte, que viven del valle, aqu, una tarde, aqu, presa, metaloso, terminante, vino el Sincero con sus nietos prfidos, y nosotros quedmonos, que no hay ms madera en la cruz de la derecha, ni ms hierro en el clavo de la izquierda, que un apretn de manos entre zurdos. Vino el Sincero, ciego, con sus lmparas. Se vio al Plido, aqu, bastar al Encarnado; naci de puro humilde el Grande; la guerra, esta trtola ma, nunca nuestra, disese, borrse, ov, matronla. Llevse el Ebrio al labio un roble, porque amaba, y una astilla de roble, porque odiaba;
trenzronse las trenzas de los potros y la crin de las potencias; cantaron los obreros; fui dichoso. El Plido abrazse al Encarnado y el Ebrio, saludnos, escondindose. Como era aqu y al terminar el da, qu ms tiempo que aquella plazoleta! qu ao mejor que esa gente! qu momento ms fuerte que ese siglo! Pues de lo que hablo no es sino de lo que pasa en esta poca, y de lo que ocurre en China y en Espaa, y en el mundo. (Walt Whitman tena un pecho suavsimo y res piraba y nadie sabe lo que l haca cuando lloraba en su comedor) Pero, volviendo a lo nuestro, y al verso que deca, fuera entonces que vi que el hombre es malnacido, mal vivo, mal muerto, mal moribundo, y, naturalmente, el tartufo sincero desesprase, el plido (es el plido de siempre) ser plido por algo, y el ebrio, entre la sangre humana y la leche animal, abtese, da, y opta por marcharse. Todo esto agtase, ahora mismo, en mi vientre de macho extraamente. DULZURA POR DULZURA CORAZONA!... DULZURA POR DULZURA corazona! Dulzura a gajos, eras de vista, esos abiertos das, cuando mont por rboles cados! As por tu paloma palomita, por tu oracin pasiva, andando entre tu sombra y el gran tezn corpreo de tu sombra. Debajo de ti y yo, t y yo, sinceramente, tu candado ahogndose de llaves, yo ascendiendo y sudando y haciendo lo infinito entre tus muslos. (El hotelero es una bestia, sus dientes, admirables; yo controlo el orden plido de mi alma: seor, all distante... paso paso... adis, seor...) Mucho pienso en todo esto conmovido, perduroso y pongo tu paloma a la altura de tu vuelo
y, cojeando de dicha, a veces, repsome a la sombra de ese rbol arrastrado. Costilla de mi cosa, dulzura que t tapas sonriendo con tu mano; tu traje negro que se habr acabado, amada, amada en masa, qu unido a tu rodilla enferma! Simple ahora te veo, te comprendo avergonzado en Letonia, Alemania, Rusia, Blgica, tu ausente, tu porttil ausente, hombre convulso de la mujer temblando entre sus vnculos. Amada en la figura de tu cola irreparable, amada que yo amara con fsforos floridos, quand on a la vie et la jeunesse, c'est dj tellement! Cuando ya no haya espacio entre tu grandeza y mi postrer proyecto, amada, volver a tu media, has de besarme, bajando por tu media repetida, tu portatil ausente, dile as... ELLO ES QUE EL LUGAR DONDE ME PONGO... ELLO ES QUE el lugar donde me pongo el pantaln, es una casa donde me quito la camisa en alta voz y donde tengo un suelo, un alma, un mapa de mi Espaa. Ahora mismo hablaba de m conmigo, y pona sobre un pequeo libro un pan tremendo y he, luego, hecho el traslado, he trasladado, queriendo canturrear un poco, el lado derecho de la vida al lado izquierdo; ms tarde, me he lavado todo, el vientre, briosa, dignamente; he dado vuelta a ver lo que se ensucia, he raspado lo que me lleva tan cerca y he ordenado bien el mapa que cabeceaba o lloraba, no lo s. Mi casa, por desgracia, es una casa, un suelo por ventura, donde vive con su inscripcin mi cucharita amada, mi querido esqueleto ya sin letras, la navaja, un cigarro permanente. De veras, cuando pienso
en lo que es la vida, no puedo evitar de decrselo a Georgette, a fin de comer algo agradable y salir, por la tarde, comprar un buen peridico, guardar un da para cuando no haya, una noche tambin, para cuando haya (as se dice en el Per me excuso); del mismo modo, sufro con gran cuidado, a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos poseen, independientemente de uno, sus pobrezas, quiero decir, su oficio, algo que resbala del alma y cae al alma. Habiendo atravesado quince aos; despus, quince, y, antes, quince, uno se siente, en realidad, tontillo, es natural, por lo dems qu hacer! Y qu dejar de hacer, que es lo peor? Sino vivir, sino llegar a ser lo que es uno entre millones de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas, entre el sol y su rayo que es de luna y entre la misa, el pan, el vino y mi alma. Hoy es domingo y, por eso, me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto y a la garganta, as como un gran bulto. Hoy es domingo, y esto tiene muchos siglos; de otra manera, sera, quiz, lunes, y vendrame al corazn la idea, al seso, el llanto y a la garganta, una gana espantosa de ahogar lo que ahora siento, como un hombre que soy y que he sufrido.