Poemas para Declamar

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POEMAS UTILES PARA DECLAMAR

Mi Robo

Celia Muoz Escobar

Ella quera una mueca y me la peda llorando Yo estaba muy pobre seor juez sin ni un centavo La nia enferm de pena al ver su deseo frustrado y mi corazn sangraba por el dolor destrozado Se acercaba el da de reyes y ella hincadita implorando en su lecho de miserias as exclamaba a los magos Queridos reyes del cielo que mam tenga centavos quiero yo a la muequita de los cabellos dorados que me la compre mamita en cuanto tenga trabajo. Se me cerraron las puertas el trabajo haba escaseado y lo poco que ganaba era para alimentarnos Cuesta tanto una mueca que tenga rizos dorados que abra y cierre los ojitos como la que yo he soado? Dicen que a las nias buenas las oyen los reyes magos la tendrs hijita ma yo le respond llorando y sin ms sal a la calle a conseguir el regalo fui a casa de mis patrones a pedir un adelanto a cuenta de mis servicios pero ellos me lo negaron y deambulando por la calle me entretuve largo rato y llegu a un escaparate de mucha gente rodeado a donde estaban expuestos los juguetes ms preciados y sonriendo a mi miseria la mueca de ojos claros marcaba con grandes cifras veinte pesos y centavos. No s qu pas despus slo s que yo corr presurosa a donde estaba mi encanto roja como una amapola con la fiebre delirando que feliz fue mi pequea cuando tuvo su regalo como besaba encantada su mueca de ojos claros. y as se fueron quedando .... con los ojitos cerrados mi muequita de carne y la de rizos dorados y a la maana siguiente solamente despertaron los ojos de la mueca los de mi hija se cerraron para siempre y en la vida sola y triste me dejaron! Qu objeto tiene que guarde un recuerdo tan amargo? Seor juez Yo fui ladrona! vengo a pagar mi pecado deme la pena que quiera

y aqu est lo que he robado si ya se me fue mi tesoro esto me sale sobrando entrguesela a su dueo que no he de necesitarlo. LA CAIDA DE LAS HOJAS (MARCOS RAFAEL BLANCO BELMONTE)
Matrimonio feliz! miran dichosos correr por el jardn a sus dos hijos, son de plata sus risas infantiles y son de oro sus rizos que vuelan agitados por los aires. Descansan, luego un grito provocador y el juego se reanuda con ms entusiasmo y ms ahnco. Algunas veces el uno en brazos del otro cae. Cmo se quieren los dos nios! Ella es fresca, robusta y apionada, l, es un tanto plido y raqutico, pero ambos son iguales en amarse, iguales en su eterno regocijo, iguales en bondad y hermosura, iguales en espritu. Una maana, cuando alegres ambos correteaban, fueron sorprendidos por una extraa visita, era un lejano to, mdico de gran fama, que al llamado del padre fue solcito, porque le despertaban sobresaltos, la delicada complexin del nio. El mdico lo toma entre sus brazos, lo examina, lo ausculta y sus carrillos besando con ternura lo autoriza a continuar el juego interrumpido. Jugaban a ocultarse, la hermanita haba hecho en la alcoba su escondrijo y en tanto su hermanito la buscaba, ella escuch el pronstico del to. -Amarga es la verdad y me lastima tener que decirla, pero es preciso, este dulce calor de primavera defiende su organismo, le hace bien el aroma de las flores y de los ramajes el oxgeno, Ah! pero a la cada de las hojas

cuando esos tilos la calzada alfombren de hojas secas, tened resignacin, morir el nio! Pas la jubilante primavera, pas el fecundo y caluroso esto, a las primeras rachas otoales aquel ser enfermizo demostr que el doctor no se engaaba, fue perdiendo los bros para jugar, mostrando desaliento, al comer era nulo su apetito, y una triste maana ya su lecho abandonar no quiso. Los padres permanecen largas horas contemplando a su plido enfermito, que es el ser de su ser, que es toda su alma. Toda? Y la nia? El otro ser querido que adora con pasin al dulce hermano, Qu es de su alma de nia, lo mas ntimo? A este recuerdo se preguntaron ambos Dnde est la nia? Dnde se ha ido? que no acude a las voces del enfermo que la extraa y la llama casi a gritos? Va la madre en su busca y la encuentra vagando en el jardn bajo los tilos, en los troncos apoya una escalera, y con el rostro abatido, pero con el paso firme sube y baja de ella, lleva un hilo en la mano derecha y una aguja y con afn solcito, va ensartando las hojas que del otoo al sculo han cado, y los vuelve a ensartar en los ramajes. Desde que amaneci venciendo el fro, se entreg a su labor, el jardinero que asombrado la vio, nada le dijo, pero la madre al verle le pregunta: -Qu hace mi bien querido? y la nia angustiada le responde: -O lo que una vez dijo mi to, ya empieza la cada de las hojas..

aydame mam, yo te lo pido, que no se alfombre de hojas la calzada para que no se muera mi hermanito.

EL MATRICIDA (Efran Alatriste Nava) Sobre el banquillo gris, del acusado, se encuentra un hombre de mirar perdido y de ver su semblante entristecido el corazn se siente apesarado. Hundida entre las manos la cabeza y sumido en el mar de sus sollozos ante la ley brutal y los curiosos que mofndose estn de su tristeza. Grave y sereno el juez; fruncido el seo impasible se encuentra en el estrado sin embargo en la faz del magistrado, se adivina un pesar jams domeo. El turno es del fiscal; con voz de trueno ante la turba hostil de odio cegada lanza su acusacin de hiel cargada cual lanza la serpiente su veneno. Ah lo tenis seores es la bestia! el hombre sin entraas el ladino el ser ms despreciable el asesino! que priva de la vida sin molestia. Es un chacal! malvado y truculento, un ente sin piedad un MATRICIDA! quien con sus garras arranc la vida de la mujer que le brindo el sustento. De la mujer que lo vel de nio, de la mujer que lo forj en su sangre, de esa mujer que como toda madre le arrull alguna vez en su corpio.

Y cmo le pag qu cruel delito! que injusticia sin par que cobarda arrancarle la vida en forma impa seores este ser es un maldito! Es un chacal y al condenarlo en suerte que se cumpla la ley en su persona y si Dios su pecado le perdona Que la justicia le condene a muerte! Call el fiscal; la turba enardecida con rugido feroz grit al momento Muera, muera; pero antes al tormento! Que muera el indeseable matricida! Habla por fin el juez desde su estrado imponiendo silencio al ruido hecho y dice: todo ser tiene derecho que hable sobre el asunto el acusado. Anegados los ojos por el llanto la faz ajada hirsuta la cabeza jams he visto tan fatal tristeza, jams he visto sufrimiento tanto. Yo soy el asesino la he matado! y lo juro ante Dios no me arrepiento! si por ello me aplican cruel tormento por su dicha lo doy por bien empleado. Ms mienten los que dicen que con saa a mi madre mat, miente la plebe! yo la mat sin el dolor ms leve la mat con amor, y as no daa. La mat con ternura, suavemente se extingui su existencia tormentosa cual leve palpitar de mariposa y abandon la vida dulcemente. Dulcemente muri, cunto la quise! difcil es medir lo que es cario mat a quien me arrull cuando era nio sin embargo es amor; porque lo hice. Cuntos de los hipcritas humanos

a quien yo supliqu pidiendo ayuda hoy me escarnecen con terrible duda y todava pretenden ser cristianos! Cmo sufri mi madre pobrecita! con atroces dolores en el pecho implorndole a Dios desde su lecho sufriendo aquella enfermedad maldita! Jams he de olvidar aquella noche! en que gritando de dolor me dijo Mtame por piedad, mtame hijo! y no esperes de mi alma ni un reproche. Yo bendigo tu mano hijo de mi alma, Mtame ya! y dame sepultura yo bien s que mi mal no tiene cura, Mtame por piedad! dame la calma. Y ese grito salvaje y lastimero, que anhelaba la muerte suplicante taladraba mi alma a cada instante Mtame hijo! Dios mo por qu no muero? Y se ofusc la luz de mi conciencia, y dej de ser hijo fui verdugo! y le arranqu del sufrimiento el yugo yo le quit seores la existencia! Lo dems ya lo saben; qu tortura ya no soporto del dolor el peso! y aqu me encuentro ante vosotros preso y es mi nica pasin la sepultura. Mas no es la ley quien deber juzgarme, aunque s soy culpable de eutanasia no se van a rer de mi desgracia No lo harn! porque yo voy a matarme! Una daga sac de la cintura que en el pecho clavse con violencia al cielo suplic Seor clemencia! y se borr en su rostro la amargura. Y as termina la existencia agita de un hombre que de amor es MATRICIDA!

y deja en los anales de la vida UNA HISTORIA DE AMOR CON SANGRE ESCRITA!

ANTE LA TUMBA DE UN MAESTRO (Fidencio Escamilla Cervantes)

Maestro, escucha un momento mis palabras, Haz a un lado el gis que te agiganta, Cierra el libro con el cual nos hablas Y escucha, maestro: Estas manos, que antes eran vanas, No saban de escuelas, no saban de aulas, Ignoraban todo, eran slo humanas Que a puros reflejos se desarrollaban. Contar a retazos, sumando los dedos. Ah mis pobres manos tanto que sufrieron antes de tu estancia , querido maestro! Cuando ni una escuela haba en el pueblo. Y llegaste t, a ensear sediento De ciencia, nosotros vivamos hambrientos, Nos diste tu mente, tus conocimientos, Y luchamos juntos, aun mismo tiempo. Y la noche oscura que antes era eterna, Se volvi maana, risa, primavera; Hiciste el milagro, prendiste la hoguera Que ilumina al hombre en su ardua tarea. Cmo agradecerte querido maestro todos estos aos tus miles de esfuerzos? Tu vasta ternura, tus das de desvelo, Tu noble paciencia, tus sabios consejos. Me faltan palabras, me sobra el aliento Para dedicarte un bello recuerdo Que vaya en mi pecho y en mi pensamiento, Que me gue en la vida en todo momento. Ahora ests aqu frente a m, en silencio, Tal vez meditando que cambian los tiempos Que avanza la ciencia, tambin sus secretos, Que nosotros mismos estamos creciendo. Pero ests aqu, slo aqu y no dices nada; Tu voz que en el mundo es oda sagrada,

Ha quedado escueta, tranquila, callada, sin pedir aplausos, ni gloria, ni fama. Slo un epitafio recuerda tu nombre, Una tumba sola y una cruz ms pobre, Un recuerdo magro de aquellos menores Que bajo tus manos hoy se hicieron hombres. Que tristeza maestro me aprisiona el alma De ver esta tumba rodeada de calma, Pero sola, sin voces de nios que a gritos te llaman; Los pueblos sin alma ya no te reclaman. Que ingrato es el pago de la especie humana, De todos los pueblo y en todas las razas; Hoy te vitorean si les haces falta, Maana, si mueres, ya nadie te extraa. Dnde estn los padres de los hijos? Los que guiaste! Los que bebieron agua de tu ciencia hasta saciarse, A aquellos que de la ignorancia los sacaste; No han podido o no han querido recordarte. Legaste tu vida, sin premios, ni honores, Quedaste hecho nada, ignorado y pobre, Cubierto de tierra, que tu cuerpo absorbe. Slo una flor marchita es la ofrenda Y una cruz olvidada y macilenta, para tanto tributo que cobr la tierra, que poco fue el triunfo que obtuvo la escuela! Aqu ests, maestro, rodeado de olvido, Venero de ciencia que yaces tendido, Cual faro radiante que hubieran destruido; Hroe sin medalla, gigante dormido. Dnde estn los que guiaste? Yo pregunto! Grito sin respuesta, se han quedado mudos, Los rostros impvidos, los cuerpos enjutos; Ni una sola frase se escucha en el mundo. Y tu voz esa voz que recorri la sierra, La costa y el bosque cual grito de guerra, Impregnada en los vientos, volvindose eterna, Llevando el mensaje de toda la ciencia. Esa voz, maestro, que nadie recuerda, Se queda contigo, al morir te la llevas, Pero cuando alguien grite: Dnde est el MAESTRO? Hroe sin bandera!

Con orgullo inmenso y con voz serena: Lo tengo en mi espritu _Nos dir la Escuela! Lo tengo en mi seno Gritar la tierra!

ME PERDONE LA CIENCIA (Claudio Martnez paiva)


Estoy slito en mi rancho Me he quedado solo en mi casa, Ladran los perros afuera Como si vieran fantasmas Y alumbran mi pensamiento Candiles de luces malas lijones de pjaros negros Le ponen luto a mi alma. Y es tan grande el sentimiento Que llevo dentro de mi alma Que no lo dicen las cosas, Ni lo explican las palabras. Ocho aos tena ocho aos El pobre hijito de mi alma Que despert una maana Con los ojos encendidos Y el cuerpecito echando llamas. Me muero nana, deca Me muero tata, gritaba Siento una sed de martirio Siento un fuego que me abraza. Bese el cachorro en la frente Y lo deje sobre la cama Y vol, vol en mi caballo, siete leguas, Siete leguas de distancia Siete puales de punta Metidos en mi garganta Y el grito de mi hijo adentro, Agua nana, agua tata. Le expliqu al doctor el caso Y se acomod en su butaca Me miro de arriba abajo Y me dijo: Seor lo siento mucho! Pero la senda que va a ese rancho Es muy mala y me va a estropear el auto. El mdico no vena el mdico no vena No porque fuera mala la senda que va a mi rancho Si no porque no tena con que pagarle a la ciencia. Siete leguas, siete leguas de distancia Ah comprend yo, entonces Que la ciencia, no es tan ciencia Cuando no tiene conciencia. Porque en esos mismos caminos Por donde muchos mdicos no andan, Cruza a galopes la muerte Y va y viene la desgracia! Me orden que le comprara Al pasar por la botica Un frasco de limonada Y trajera a mi enfermo Cuando la fiebre pasara. Yo regrese a mi rancho Igual que regresara todo padre En iguales circunstancias El corazn en los labios Y la tristeza en el alma La fiebre, duro poquito La fiebre dur poquito Y se me fue una maana Entre el canto de zarzales Y el suave aclarar del alba. Yo abrazaba a mi hijo, lo besaba As se me fue mi hijo As muri mi hijito Con la frente, muy helada

Y yo sin voz ni dinero Parado junto a mi casa. As as la tierra lo aguarda Con las manos sobre el pecho Acuando mi desgracia Sin vida su cuerpecito Ya de la fiebre descansa. Estoy, slito en mi rancho me he quedado solo en mi casa, ladran los perros afuera Como si vieran fantasmas Y alumbran mi pensamiento Candiles de luces malas, Y al filo de media noche Mi cuchillo cabo de plata

La nica plata del pobre Que no le sirve pa nada Y medito mi venganza Y por eso grito al mundo Que me perdone la ciencia, No me culpen si maana, Me gritan que soy bandido. O un mal hombre sin entraas, Nac buey y me hacen puma Soy cordero y me ponen garras. Dios! Dios! Todo poderoso has que despunte el alba y arranca de mi pecho este grito, este grito que me mata: agua nana, agua.. agua tata

La Mueca de Vital Aza En una noche de invierno Una nia pordiosera Con los pies casi desnudos Y las manecitas yertas, Cubriendo a modo de manto Con su falda la cabeza, Y sin temor a la lluvia Que cada vez ms arrecia, Contempla extasiada y triste El interior de una tienda, Que por su gusto en juguetes Es de todas la primera. Qu haces ah? Le pregunta con voz desabrida y seca un dependiente, empujando a la nia hacia la acera, djeme usted, es que estaba mirando esa mueca. Ah, ya, retrate pronto Y deja libre la puerta. Dgame usted... cuesta mucho? Quires marcharte chicuela? Ser muy cara, verdad? Lo que es que si yo pudiera! Los demonios con la chica Pues no puede comprarla ella. lrgate a pedir limosna! La mueca que te gusta cuesta un duro, conque fuera! Marchse la pobrecita Ocultando su tristeza. En vano pide limosna, Ninguno escucha sus quejas Y desfallecida y triste, Cruza calles y plazuelas Recordando en su amargura

La tentadora mueca. Caballero, una limosna A esta pobrecita hurfana, Qutate que voy de prisa! por Dios, seor, aunque sea un cntimo tengo hambre... Pobre nia! Me das pena! Toma! pero seor, si es un duro! no le hace, te lo doy para que tengas esta noche buena cama y buena cena! deje usted que le bese la mano! quita chicuela, un duro, estoy contenta, No Ser falso! verdad? Cmo muchacha, t piensas? No seor, dispense usted! Pero, vamos, la sorpresa... Si me vuelvo loca de alegra! Que dios le premie en el mundo Y le d la gloria eterna Y apretando entre sus manos Convulsiva la moneda, Corri por las calles abajo Veloz como una saeta. Otro da se comentaba en la prensa El hecho de haber hallado En el quicio de una puerta, El cadver de una nia Abrazada a una mueca.

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