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El desarrollo de la buclica a partir de Garcilaso y la poesa pastoril (siglo XVI) 1

Jess GMEZ

Las tres glogas de Garcilaso se constituyen como un conjunto, si no aislado, hasta cierto punto independiente del resto de su obra potica escrita en
castellano. El punto de vista desde el cual escribe las glogas el poeta toledano es diferente de las dems poesas suyas, aun cuando se pueden establecer relaciones textuales entre la gloga III (vv. 153-168) y el soneto XIII (A Daphne ya los bra9os le crecan..), entre la III (vv. 57-264) y el soneto XI (Hermosas nymphas, que en el ro metidas...) o entre la 1 (vv. 352357) y el soneto X (O dulces prendas, por mi mal halladas,..) 2~ Pero en los sonetos, as como en las canciones, en las elegas o en la epstola a Boscn, el poeta expresa sus sentimientos en primera persona (si exceptuamos el soneto XXIX: Passando el mar Leandro el animoso..), mientras que en

las glogas no sirve ms que de intermediario entre el receptor y la fbula del poema, como afirma Elas L. Rivers en su edicin citada (Pp. 3 1-32):
En toda la poesa garcilasiana que hemos comentado hasta ahora, ci poeta y e protagonista comparten el mismo pronombre yo, ei cual pertenece simultneamente a dos mundos, al ms o menos histrico y al ms o menos ficti-

1 El presente artculo es continuacin de otro que lleva por ttulo Sobre la teora de la buclica en cl Siglo de Oro: hacia las glogas de Garcilaso, pubiicado en el nmero anterior de Dicenda. 2 De aqu en adelante, cito por la edicin crtica de Elas L. Rivers: Obras completas con comentario de Garcilaso de la Vega (Madrid: Castalia, i98i). Para los comentarios del Brocense (B-), Herrera (H-), Tamayo (T-) y Azara (A-), cito por la edicin de Antonio Gallego Mord: Garcilaso de la Vega y sus comentaristas (Madrid: Gredos, 1972).

DICENDA. Cuadernos de Filologa Hispnica, n. Ii, 17i-i95. Edit. Complutense, Madrid, i993

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cio o literario. Esto cambia radicalmente en las glogas, en las que el poeta nos presenta, en tercera persona objetiva y distanciada, a varios personajes pastoriles diferentes. (Claro es que, como en Virgilio, tambin estos pastores y ninfas son a veces poetas y artistas.) Nuestro poeta mismo ahora aparece In propria persona slo al principio de las glogas 1 y III, donde l hace la apologa de su humildad pastoril, de su falta de grandeza heroica. Lo pastoril pertenece a un mundo de mitos que se aparta de la actualidad histrica. Es un mundo declarada y esencialmente ficticio, un mundo autnomo de pura poesa, y como tal tiene profundas races en el idealismo renacentista. Los otros gneros poticos eran en cierto sentido morales, didcticos, utilitarios(...).

El narrador garcilasiano acta como presentador de las glogas 1 y III, al mismo tiempo que describe el marco espacio-temporal en el que cantan los pastores y ordena el turno de sus intervenciones: de Salicio y Nemoroso en la 1, de Tirreno y Alcino en la III. De la gloga II, escrita en estilo directo o

dramtico, la figura del narrador ha desaparecido por completo. Los tres pastores Salicio, Nemoroso y Albanio son los nicos protagonistas, adems de la ninfa Camila. Garcilaso construye un mundo pastoril que no es tan slo contexto o apndice de su autobiografa amorosa. En las glogas del toledano, a diferencia de lo que sucede en el Canzoniere de Petrarca o en la obra potica de su amigo Juan Boscn, editada pstumamente con la de Garcilaso por la viuda de aqul en Barcelona, 1543, la figura del pastor adquiere autonoma esttica e ideolgica. De modo que las glogas no se articulan de manera indiferente dentro de la obra garcilasiana, concebida en conjunto como si de un cancionero petrarquista se tratara, segn la conocida tesis de Antonio Prieto:
~,

-lay algunos poemas aislados del Canzoniere que se podran relacionar con la poesa pastoril, en sentido amplio; por ejemplo LII es una derivacin estilizada de la pastorela. Pero no existe una continuidad buclica, como la que se da en las tres glogas de Garcilaso. De hecho, a diferencia de ste, Petrarca contrapone su propio dolor a la tranquilidad rstica del pastor: L, vv. 29-42. De aqu en adelante, cito el Canzoniere por la edicin hilingile de Jacobo Cortines (Madrid: Ctedra, 1989), 2 vols. No se sabe nada sobre las dos glogas pastoriles que, segn el privilegio de la edicin de 1543, compone Boscn: Obras, cd. Carlos Clavera (Barcelona: P.PIJ., 1991). p. 4. Si se excepta alguna mencin ocasional, el elemento pastoril tan slo adquiere cierta importancia en la epstola-respuesta de Boscn a Diego Hurtado de Mendoza; en la que tampoco el poeta se proyecta en la figura del pastor. Al contrario, se ve en la necesidad de justificar la presencia de lo pastoril en las obras de amores, CXXXIV b, vv. 235-238: Ser, pues, malo all tratar damores,! viendo que Apollo. con su gentileza,! anduvo namorado entre pastores?.

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(...)

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entiendo que el corpus potico del toledano responde plenamente a un panicular cancionero, en la estructura del Canzoniere y en su comprensin de l. Con la poesa de Garcilaso estamos, como cancionero individual, ante una historia de amor que progresa secuencialmente (con independencia de la cronologa de sus composiciones), alternando las fonnas mtricas y dedicado a una sola mujer. Esta historia se inicia con el soneto: Escrito st en mi alma vuestro gesto y se concluye con la gloga III>.

En las tres glogas, aparecen los amores de Nemoroso y Elisa, quienes no se tdentifican sin ms con los de Garcilaso e Isabel Freire; sino que se reaetonan con los amores no correspondidos de Salicio por Galatea y de Albanio por Camila, sobre todo. Todava hoy, la crtica discute con fervor la identidad de los pastores de Garcilaso, sin que sea posible, al parecer, llegar a ningn acuerdo definitivo sobre la cuestin. Ello es indicio de que las glogas garcilasianas no funcionan como aquellas mascaradas pastoriles, habitualmente de carcter cortesano, en las que se trata de saber quin es quin 6 Aunque la so-

lucin del enigma pastoril, a diferencia de lo que sucede en los pasatiempos,


puede venir dada a priori; por ejemplo, en el epgrafe inicial de la gloga representada en la noche de la Natividad, en la que se introduce la figura del pastor Juan que en nombre de Juan del Enzina, lleg a presentar cien coplas de aquesta fiesta a la seora Duquesa7. O en el epgrafe de la gloga de Francisco de Madrid,
en la qual se introduzen tres pastores: vno llamado Euandro que publica e yntroduqe la Paz; otro llamado Peligro que representa la persona del Rey de Fran~ia Carlos que quiere perturbar la paz que Fuandro publica; otro llamado Fortunado cuya persona representa al Rey Don Femando de Castilla llamado el Cathlico (.38.

Al contrario, Garcilaso no utiliza el pellico como mero disfraz, sino que se

La poesa espaola del siglo XVI (Madrid: Ctedra, 1984), vol. 1, Pp. 65-66. Del mismo autor, El cancionero petraquista de Garcilaso, Dicenda, 3 (1984), np. 97-115. Sobre la interpretacin biogrfica de las glogas de Garcilaso, vase por ejemplo el estudio de Daro Fernndez-Morera: The Lyre and dic Oaten Flure: Garcilaso and Ihe Pastoral (London: Tamesis, 1982). Y, en el conjunto de la poesa del siglo XVI, Ramn Mateo Mateo: La interpretacin de las claves buclicas en la poesa renacentista, Epos, Vii (1991), PP. 313-333. Teatro completo, ed. Miguel Angel Prez Priego (Madrid: Ctedra, 1991), p. 97; comp. Pp. 107 y 171. Albedo Blecua, ed.: La gloga de Francisco de Madrid en un nuevo manuscrito del siglo XVI. en Seria Phlologca E. Lzaro Carreter, II (Madrid: Ctedra, 1983), p. 48.

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proyecta en la ficcin pastoril de modo que se podra concluir que, a un tiempo, es todos y cada uno de los pastores, sobre todo de los que aparecen en las
glogas primera y segunda: Salicio, Nemoroso y Albanio, que se asemejan bastante entre si % Por lo general, el pastor buclico se fusiona con la naturaleza a travs del cuento y del canto, como sucede en la tradicin clsica desde las Buclicas de Virgilio hasta LArcadia de Sannazaro, con la que Garcilaso toma contacto despus de su llegada a Npoles, a partir de 1532, cuando escribe las tres glogas lO Adems, se produce una armona perfecta entre el pastor buclico y la naturaleza que le rodea, hasta el punto de unirse a ella de manera rfica

o animista

ll~

Tanto los animales como los otros elementos de la naturaleza,

en principio inanimados, responden al unsono del canto pastoril. Como advierte Salicio en la gloga 1:
Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan; los rboles parece que sinclinan; las aves que mescuchan, quando cantan, con differente boz se condolecen, y m morir cantando madevinan; las fieras que reclinan su cuerpo fatigado, dexan el sossegado sueo por escuchar mi llanto triste (vv. 197-206).

A diferencia de lo que sucede cuando el poeta habla en primera persona y se lamenta de no poseer el poder del canto de Orfeo (por ejemplo, soneto XV: Si quexas y lamentos pueden tanto...; cancin V, 1-10: Si de mi ba-

Por ejemplo, Ins MaeDonald, a propsito de La gloga II de Garcilaso (1950), en La poesa de Garcilaso, ed. Elas L. Rivers (Barcelona: Ariel, 1974), p. 213, se pregunta: ahora sabemos que Salicio y Nemoroso no representan ms que dos lados del carcter del mismo Garcilaso. Sera, entonces, muy duro de creer que en Albanio tenemos a un tercer aspecto del poeta?. 1> Vase el clsico estudio de Rafael Lapesa: La trayectoria potica de Garcilaso, ahora en Garcilaso: estudios completos (Madrid: Istmo, 1985), pp. 8&-92. II Animismo es la denominacin que prefiere Juan Carlos Rodrguez, en su Teora e Historia dela produccin ideolgica. Las primeras literatu,as burguesas (siglo XVI)
(Madrid: Akai, 19902), p. 68, cuando afirma, a propsito del mundo animista~platnico: Es, pues, este alma natural lo que trata de elaborarse en las glogas gareilasianas, en La Arcadia de Sannazaro, en toda la ideologa pastoril.

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xa lira..), los pastores e incluso el narrador de las glogas reconocen los efectos rficos del canto pastoril 2 As, cuando el narrador presenta el dulce lamentar de Salicio y Nemoroso, en la gloga 1: cuias ovejas al cantar sabroso estavan muy atentas, los amores, de pacer olvidadas, escuchando (vv. 4-6) Aqu dio fin a su cantar Salicio, y sospirando en el postrero acento, solt de llanto una profunda vena; queriendo el monte al grave sentimiento daquel dolor en algo ser propicio, con la pessada hoz retumba y suena; la blanda Philomena, casi como dolida y a compassin movida, dulcemente responde al son lloroso. Lo que cant tras esto Nemoroso dezildo vos, Pirides, que tanto no puedo yo ni oso, que siento enflaquecer mi dbil canto (vv. 225-238). Y, en la gloga

III, cuando comenta el narrador que la ninfa Nise teje un

tapiz sobre el lamentable cuento de los amores de Nemoroso para que: no slo entre las selvas se contasse, mas dentro de las ondas sentimiento con la noticia desto se mostrasse (vv. 257260).

Sin embargo, en otras ocasiones, se acenta el contraste entre los sentimientos del pastor y la naturaleza que le rodea. Por ejemplo, Albanio exclama al inicio de la gloga II:

~ En las Buclicas, tambin se establecen comparaciones con el mito de Orfeo. De aqu en adelante, cito las obra de Virgilio por la edicin bilingile de E. de Saint-Denis: Bucoliques (Paris: Les Belles Lettres, 1967): IV, 55-57: Non me carminibus uincat nec Thracius Orpheus, nec Linus mater quamuis atque buje pata adsit,/ Orphei Calliopea, Lino fonnosus Apoilo; VI, 27-30: Tum ucro in numerum Faunosque ferasque uideres/ ludere, tum rigidas notare cacumina quercus.! Nec Iantuni Phoebo gaudet Parnasia rupes,! ncc tantum Rhodope miratur et Ismarus Orphea; VIII, 55-56: ~N...) sit Tityrus Orpheus,/ Orphcus in siluis, inter delphinas Arion.

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Jess Gmez El dulce murmurar deste rtiydo, el mover de los rboles al viento, el suave olor del prado florecido podran tornar denfenno y descontento qualquier pastor del mundo alegre y sano; yo solo en tanto bien morir me siento (vv. 13-18; el subrayado es mo).

Parecido contraste se daba en el Canzoniere de Petrarca, quien siente cierta predileccin por la soledad (manifiesta en los sonetos XXXV y CCLIX y. gr.) y por aquellos fenmenos naturales como los paisajes inhspitos (CLXXVI, CXXIX, vv. 46-48, CCCLX, vv. 46-49), las inclemencias atmosfricas (CXLV) o las noches sin serenar (XXII, CLXIV, CCXVI, CCXXIII, CCLV asociados a la desesperacin amorosa. El contraste entre los fenmenos de la naturaleza y los sentimientos del poeta se da con frecuencia en el Canzoniere, por ejemplo:
...)

Ma, lasso, a me non val fiorir valli, ansi piango al sereno et a la piogia (LXVI, vv. 19-20). Pommi ovel sole oceide i fiori et lerba o dova vince lul u ghiaccio et la neve;(...) sar qual fui, vivrcomm io son visso, continuando il mio sospir trilustre (CXLV). Lacque parlan damore, et lora e i rami et gli augelletti e i pesci e i fiori et lerba, tutti insieme pregando chi sempre ami. Ma tu, ben nata che dal ciel mi chiami, per la memoria di tua morte acerba preghi chi sprezzil mondo e i suoi dolci barr (CCLXXX, vv. 9-12). Zephiro toma, el bel tempo rimena,(...) Ma per me, lasso, tornano i pi gravi sospiri, che del cor profundo tragge quella chal cid se nc port le chiavi; et cantar augelletti, et fiorir piagge, en belle donne honeste atti soavi sono un deserto, el fere aspre et selvagge (CCCX). Sin embargo, a pesar de los rasgos heredados del petrarquismo, persiste el carcter animista de la gloga segunda, incluso para el caso de Albanio, en el que se ha llegado a ver caractersticas opuestas a la tradicin buclica y pastoril Sabemos que Albanio encontrar tambin fuerzas suficientes en la na~.

L3 Por ejemplo, Ins Azar: Discurso retrico y mundo pastoral en la Egloga segun da de Garcilaso (Amsterdam: John Bcnjamins, 1981), pp. 1-2, habla del carcter anti-

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turaleza para sublimar su frnstacin amorosa, o para domeara, como reconoce Salicio despus de haber escuchado el relato de Nemoroso sobre los poderes del mago Severo: tengo que de sanar Albanio cierto (y. 1844). La figura de Severo, trasunto del Enareto de la prosa IX de LArcadia, personifica precisamente la armona natural del mundo pastoril, ya que:
A aquste Phebo no lescondi nada, antes de piedras, yervas y animales
diz que le fue noticia entera dada (vv. 1074-1076).

Severo utiliza su poder con xito para curar las enfermedades de amor.

Gracias a l, Nemoroso ha sanado de la desesperacin sentida por la muerte de su amada. Adems de que el pastor buclico no est obligado a guardar el secretuni, como el cortesano; puede sublimar y objetivar los sentimientos mediante el relato potico de los mismos, como hace Albanio bien que a su pesar, a instancias de Salicio. Tambin Enareto hace uso del poder mgico de la palabra para curar a Nemoroso, cuando
solt la rienda al verso numeroso

en alaban9as de la libre vida (vv. 1105-1106).

Y con posterioridad, cuando Enareto canta con la lira, que posee efectos
rficos, pues sirve para aplacar los vientos (vv. 1161-1168). La novedad de la

solucin del caso de Nemoroso y, en relacin con ella, del caso de Albanio resulta evidente si la comparamos con el desenlace de la gloga de Fileno, Zamhardo y Cardonio de Encina, que depende enteramente del cdigo del
amor cortesano, a pesar de su apariencia pastoril. Al igual que Albanio, Fileno est enfermo o loco de amor; pero sus amigos, Zambardo y Cardonio, no buscan su consuelo o remedio, como hacen Salicio y Nemoroso. Al contrario, Zambardo acta como pastor-bobo que es, incapaz de comprender el sentimiento amoroso de Fileno. Y Cardonio, que s lo comprende, condena a su amigo por haber calumniado de las mujeres y, todava ms, por haber desvelado el secretum; convencin tpica de los cortesanos, pero no de los pastores. Puesto en tal tesitura, se consuma el suicidio de Fileno, a diferencia de lo que

pastoral de Albano, al que se refiere como amante corts desesperado, loco y suicida que vive activamente su desdicha y amenaza, con la discordia de sus pasiones, el cannico orden pastoral.

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sucede en la gloga II de Garcilaso o en la prosa VIII de LArcadia, que sirve de modelo para la curacin de Albanio. Ya desde los comentados antiguos (B-142, H-528. T-114, A-83), se seala la influencia que ejerce en el relato de Albanio (gloga II, vv. 161-332 y 418680) el relato de Carino (LArcadia, prosa VIII), que Elias L. Rivers reimprime como apndice a su edicin (Pp. 509-514). En efecto, se trata del ejemplo ms extenso y explcito de la influencia de Sannazaro en las glogas garcilasianas. Tanto el relato de Albanio como el de Carino giran en torno al moti-

del despertar amoroso del pastor, narrado desde la infancia hasta el momento en que se produce la atraccin sexual, como tambin ocurre en el caso del propio Sincero-Sannazaro, en la prosa VII de LArcadia. La narracin del
yo

proceso ertico desde la infancia es un tpico pastoril que aparece desde Dafnis y Cloe y que, con posterioridad a Garcilaso, reaparece en dramas de pastores como el Aminta de Torquato Tasso o El verdadero amante de Lope de Vega. Excepto en Dafnis y Cloe, el despenar sexual lleva aparejado el re-

chazo del pastor por parte de su compaera de juegos infantiles. A causa de la frustacin resultante, el pastor intenta suicidarse, aunque finalmente algo pueda impedirlo: la visin de unas palomas, en el caso de Carino, o un golpe
de viento en el caso de Albanio. Al margen de las diferencias, que afectan sobre todo a la composicin de la gloga II con respecto a la de LArcadia, el planteamiento del caso narrado es anlogo y, en su desenlace, se excluye el suicidio, a diferencia de lo que oqu~re~ en ~ cuencia por lo menos. Recordemos el caso de Leriano, Ardanlier, Orisel y el de otros caballeros sentimentales, o el caso de algunas heronas, como la propia Melibea. Segn el comentario de Herrera (H-422), el amor entre pastores es sin muerte y sangre. Aunque conviene matizar la afirmacin del comentarista sevillano, ya desde el idilio primero de Tecrito con el suicidio de Dafnis en l incluido, hasta la gloga 111 del propio Garcilaso en la que se retrata la muerte de Elisa, entre las yervas degollada (y. 230). Desde esta misma perspectiva resulta ms sorpredente el suicidio de Tirsi a causa de su amor no correspondido por Filis, como sucede en la gloga segunda de Pedro Lainez, atribuida asimismo a Francisco dc Figueroa, y en la gloga II incluida en La buclica del Tajo de Francisco de la Torre, con el suicidio de Tirsi por Fili tambin Aunque en ambos casos, como veremos, la representacin pastoril
~

~ Vase la edicin de Joaqun dc Entrambasaguas: Obras de Pedro Laynez (Madrid: C.S.I.C., 1951), vol. II. pp. 76-82, edicin por la que cito de aqu en adelante. Para Fran-

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parece ms un pseudnimo potico que un pastor buclico. En este sentido, se podra aducir el caso de Grisstomo, pastor fingido cuyo suicidio se narra en El Quijote. De todos modos el mito pastoril funciona en la tradicin buclica como posible remedio para las enfermedades amorosas, desde Virgilio hasta LArcadia y desde Sannazaro a Garcilaso.

Ahora bien, en las glogas del poeta toledano, frente a lo que sucede en otras composiciones pastoriles, se confiere autonoma esttica e ideolgica a la temtica pastoril. Garcilaso no utiliza el pellico como una mera mscara para encubrir la verdadera identidad de los amores poetizados. En la tradicin
buclica que va de Virgilio a Garcilaso, a travs de Sannazaro, no hay baile de disfraces, como resume Ins Azar (op. cit., p. 51): En Sannazaro, como en Virgilio, la nica mscara indudable y de identificacin segura es la que encubre al propio poeta en funcin potica. Esto, ms que sugerir interpretaciones de clave, podra invitar a la reflexin sobre la naturaleza literaria auoconsciente de la ficcin pastoral. En Garcilaso faltan, de todos modos, las circunstancias que favorecen la idea clave en sus dos antecesores. Ni se le conoce nombre literario alguno, distinto del propio, ni existe en sus glogas ninguna intromisin efectiva de personajes o de circunstancias histricas que afecten directamente a la realidad pastoral (.. Las obras de Garcilaso, como las de Virgilio y Sannazaro, pueden ser comprendidas y gustadas por un lector moderno sin necesidad de recurrir a la identificacin del personaje histrico supuestamente encubierto tras la mscara de ficcin. Cuando Virgilio, Sannazaro o Garcilaso quieren identificar a algn personaje histrico lo hacen con nombre propio, como Virgilio, cuando cita en las Buclicas a sus amigos Asinio Polin (III, 84-89; IV, 12), Cornelio Galo (VI, 64; X) y Alfeno Varo (VI, 7-12; IX, 26-27). Tambin Garcilaso, cuando dedica las glogas 1 y III, respectivamente, al virrey de Npoles y a la ilustre y hermossisma Mara, o en el desarrollo de la gloga II, cuando Nemoroso cuenta la historia de la familia Alba, adems de mencionar a Boscn (y. 1349). Por su parte, Sannazaro presenta al poeta Caracciolo en la gloga X de LArcadia, y se refiere al segundo editor de su obra, Pedro Summonte, con el apelativo de Summontio, o a los poetas Bernardo Gareth y Giovanni Pontano con los de Barcino y Meliseo ~. El propio Sannazaro se identifica con el pseu-

c,sco de Figueroa, sigo la edicin de Mercedes Lpez Surez: Poesa (Madrid: Ctedra, 1989), Pp. 255-260. Y, para Francisco de la Torre, la de M Luisa Cerrn Puga: Poesa completa (Madrid: Ctedra, 1984), Pp. 230-238. ~ Vase Herman Iventosch: Los nombres buclicos en Sannazaro y la pastoral espahola. Ensayo sobre el sentido de la buclica (Valencia: Castalia, 1975), PP. 38-45 y 103-106.

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dnimo de Sincero, con el cual llegara a ser conocido por la posteridad, como declara en la prosa VII, cuando advierte a los arcades:
lo non mi sento gi mai da alcun di voi nominare Sannazaro che, ricordandomi da lci essere stato per adietro chininato Sincero, non mi sia cagione di
sospirare
~

Ahora bien, con posterioridad a Garcilaso, la funcin del nombre del pastor se separa de la tradicin buclica y se convierte, de manera cada vez ms exclusiva, en una mera senhal o pseudnimo motivado por la amada, como sucede er~ gran parte de ~a poesa pastoril del siglo XVI. As, en la primera gloga de las Varias poesas (IV, 124) de Hernando de Acua, reconoce Tirsi que el pastor Damn Silvano por Silvia se llamaba El nombre del pastor depende nicamente de la identidad de la amada, de modo que Silvano se transforma en Damn cuando sustituye el amor de Silvia por el de Galatea. As pues, el nombre desdoblado Silvano/Damn responde a dos amores sucesivos que sufre una misma persona, con toda probabilidad el propio Acua. Parecido desdoblamiento supone la crtica que se da en la gloga 1, identificado con Salicio/Nemoroso; lo cual no deja de ser una deduccin a posterior, sin el apoyo textual que s existe en las Varias poesas. Vase tambin la segunda gloga de Acua, que deriva de la tradicin de las cuestiones de amor presente en la gloga 1 de Garcilaso y en la (XVII) de Diego Hurtado de Mendoza ~. Lleva por ttulo la gloga de Acua:
~.

gloga y contienda entre dos pastores enamorados sobre cul delios padece ms pena: Silvano, que habiendo dicho la suya es maltratado, o Damn, que no la osa decir. Hay otra diferencia bsica entre los pastores de Garcilaso y los de Acufla. Si, como hemos visto, aqullos aparecen en las glogas del poeta toledado, quien en el resto de sus composiciones en verso se dirige al receptor sin intermediarios, los pastores del poeta de Valladolid no slo aparecen en las glogas, sino tambin en otros gneros poticos, de manera que sc configuran dos

LArcadia, cd. Enrico Carrara, en Ope-e, vol. 25 Classici ltaliani (Tormo: U.T.F.T., 2),p. 113. l9S De aqu en adelante, cito por la edicin de Luis F. Daz Larios: Varias poesas (Madrid: Ctedra, 1982). De aqu en adelante, cito por la edicin de Jos 1. Dez Fernndez: Poesa completa (Barcelona: Planeta, 1989).

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ciclos: el de Silvano/Silvia (sonetos XXXI, LXIV, LXVI, LXVIII y LXXVII;

elega en tercetos LXV; epstola en tercetos, LXVII) y el de Damn/Galatea


(sonetos XXXIII, XLVI, LXXIII, LXXIV, LXXV, XCV y XCIX; cancin en

liras, CII). Ciclos que son consecutivos puesto que, como hemos visto, primero son los amores de Silvano y despus los de Damn, identificado con aqul. Dentro de esta sucesin amorosa, que quiebra la continuidad o la unidad ertica del Canzoniere organizado en tomo a los amores de Petrarca y Laura, se puede establecer un cierto orden potico ms all del desorden editonal de las Varias poesas publicadas por la viuda del poeta, responsable de la edicin pstuma de Madrid, 1591. Al menos, del anlisis textual de las
composiciones pastoriles, se deduce una ordenacin secuencial que, a diferencia de lo que sucede en las poesas de Garcilaso o en las de Mendoza, se lleva a cabo no slo en las glogas. Este gnero clsico o neoclsico, de ascendencia virgiliana, se mezcla as con otros gneros poticos caractersticos del petrarquismo vulgar, como el soneto. El soneto pastoril, ausente tanto del Canzoniere como de la obra potica de Garcilaso o de Mendoza, lo sistematizan otros autores adems de Acua, como Jorge de Montemayor y Gutierre de Cetina, con el cual coincide Acua en Granada durante los ltimos aos de su vida. El sevillano Cetina escribe sus poemas pastoriles con el pseudnimo de Vandalio (el andaluz), as como lo hace con el de Lusitano (el portugus) su amigo Montemayor, quien se dirige a su amada Vandalina 9. El juego de pseudnimos pastoriles se extiende ms all del cancionero individual de cada poeta, de modo que Cetina dedica un soneto a Lusitano (Montemayor) y, a su vez, ste le contesta con otro soneto (Pp. 63-64) dedicado a Vandalio (Cetina). Monemayor tambin asume el pseudnimo de Lusitano en su carta a Diego Ramrez Pagn, a quien deno20 mna Dardanio
De aqu en adelante, cito por la edicin de Angel Gonzlez Palencia: El Cancionero de Montemayor, vol. 9 (2 poca) de la S.B.E. (Madrid, 1932), que reproduce la edicin de (Anvers: Juan Steelsio, 1554) con los aadidos de (Zaragoza: Bartolom de Njera, 1562). Forman parte del ciclo Lusitano/Vandalina diversos poemas pastoriles: canciones (p. 41), epstolas (p. 70), sonetos (p. 44), glogas (Pp. 74-89 y 89-131). Hay otro ciclo de poemas sobre Lusitano/Marfida: sonetos (Pp. 43, 44, 47, Sl, 431), epstolas (pp. 57, 435), canciones (Pp. 417) y glogas (pp~ 460-486). 20 La carta de Montemayor est incluida en la Floresta de varia poesa de Ramrez Pagn (Valencia: Juan Navarro, 1562) que, de aqu en adelante, cito por la edicin de Antonio Prez Gmez (Barcelona, 1950), vol. II, PP. 122-137. Ramrez tambin incluye un extenso ciclo de sonetos sobre los amores de Dardanio y Marfida (vol. 11, Pp. 43-44, 6173, 84, 109-120), ms algunas cadas (vol. 11, Pp. 158-172).

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Por otra parte, Cetina (Vandalio), segn el orden establecido por Begoa Lpez Bueno en su edicin (sonetos 3 a 38) 21, canta primero a su amada Drida y, con posterioridad, a Amarnida. La transicin de una a otra pastora aparece de manera explcita, cuando el poeta se pregunta: Si Falta en Amarlida mesura,
cmo la tendr Drida, sabido
que llevo ya en e alma otra seora? (soneto II, Vv. 12-14).

Adems de que Vandalio relaciona a Drida con Sevilla y a Amarlida con Valladolid, como resulta de la asociacin entre aqulla y el ro Betis, o entre sta y el ro Pisuerga; por ejemplo:
Fue ms ventura el Hetis, por ventura, que era agora Pisuerga (son. 11, vv. 9-10). Asociacin semejante a la que se produca en las composiciones pastoriles de Acua, entre el ro Tesino y su amada Silvia primero, despus Galatea, hasta el momento en que sta debe partir hacia Npoles, ciudad personificada (por ejemplo, Varias poesas, IV, vv. 446-448) en el ro Sebeto, que tambin aparece en LArcadia de Sannazaro, o que reaparece en la poesa de Francisco de Aldana 22~ En los sonetos pastoriles de ste ltimo, el motivo del traslado pastoril asociado a un desplazamiento fluvial se da con relativa frecuencia As las ninfas del Sebeto ameno, que envidia el Amo de su bien privado Nuevo cielo mudar Niso quera hacia los rayos de su luz primera cuando, lloroso y triste, a la ribera de Amo, Damn su amigo le deca

...

(son. XXII, vv. 1-2).

...

(son. XVI, vv. 1-4).

La despedida de los amantes pastoriles es motivo que explota Aldana tanto en el ciclo de Damn/Filis (soneto XVII) como en el de Tirsis/Galatea (soneto XXI). En ambos ciclos, se contrapone en tono melanclico el presente

21

Sonetos y madrigales completos (Madrid: Ctedra, 1981), edicin por la que cito de

aqu en adelante.
22 Poesas castellanas completas, ed. Jos Lara Garrido (Madrid: Ctedra, 1985), p. 207, edicin por la que cito de aqu en adelante.

El desarrollo de la buclica a partir de Garcilaso...

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del pastor y su pasada felicidad, cuando los amantes gozaban de un erotismo descrito en trminos sensuales (XVIII y XX) opuestos al petrarquismo. A diferencia de lo que sucede en los sonetos de Acufia o de Cetina, en los sonetos de Aldana no existe sucesin cronolgica de una amada a otra, de Filis a Galatea o viceversa. Los motivos temticos se repiten en el ciclo de Filis y en el de Galatea, de manera paralela. Por lo cual, cabe suponer que Aldana se desdobla en la pareja Damn/Tirsis, dualidad de nombres pastoriles raramente separable en los manuscritos poticos de la poca y en la mente de quien los copia o lee, como afirma Antonio Blanco Snchez 23 As, los nombres de ambos pastores reaparecen asociados en el cancionero de Francisco de la Torre y en La Galatea de Cervantes24 La nostalgia de una felicidad perdida no slo est presente en los sonetos pastoriles de Francisco de Aldana; sino tambin en una carta dirigida a su
hermano Cosme y en la que, despus de mencionar de nuevo el ro Amo, se refiere a s mismo como pastor Aldino (XXXV, vv. 83-84 y 89), pseudnimo que volvera a utilizar en otra Carta a un amigo, al cual le llama Galanio, y l mismo se nombra Aldino, nombres pastoriles (L). Galanio haba sido el confidente de uno de los sonetos pastoriles de Aldana (XV), que gira sobre el motivo del sueo ertico, de tan larga tradicin. En la epstola, Aldino se refiere a los amores desventurados de su amigo con la ingrata Merisa a la que, en nombre de Galanio, recrimina su infidelidad con otro pastor: y con nuevo pastor, de no s adnde venido, te mezclaste, con un nuevo advenedizo hallronte que estabas en amorosa lucha encadenada (L, vv. 660-663). El nombre del pastor, o de la pastora, deviene cada vez de manera ms sistematizada una convencin cortesana, en la lnea de la tradicional sen/tal tro-

Entre Fray Luis y Quevedo. En busca de Francisco de la Torre (Salamanca: Universidad, 1982), p. 597. - En su novela pastoril, Cervantes asocia el nombre de Tirsi al de Damn, los dos nombrados y lamosos pastores, La Galatea, ed. Juan Bautista Avalle-Arce (Madrid: Espasa-Calpe, 1987), p. 142. De modo que los poemas que Cervantes atribuye a Tirsi y a Damn sc alternan. Comp. Vicente Gaos, ed.: Poesas completas, II dc Miguel de Cervantes (Madrid: Castalia, 1981), a cuya numeracin remito: cancin dialogada (n9 14) entre Damn y Tirsi, cancin (n0 40) de Tirsi y otra (n0 64) de Damn; soneto (n9 21) de Damn y otro (nc 22) de Tirsi; adivinanza (nfll) de Damn y otra (n0 72) de Tirsi. Ambos pastores intervienen adems en la elega (n9 58) a la muerte de Meliso, escrita en tercetos encadenados.
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vadoresca, que encubre la verdadera identidad de los amantes. En un principio, la onomstica pastoril se utiliza en las glogas, como sucede en las de Garcilaso o en las dc Mendoza (XVII y CIV; CLXXXIII), si se acepta que el pseudnimo Marfira se refiere a doa Marina de Aragn, la amada a la que el poeta canta bajo el pseudnimo de Damn. Mendoza utiliza los nombres propios tan slo en otras foi-mas diferentes de la gloga, como en el soneto XXII (no en el CIII), en la elega VI y en las epstolas VII y VIII (no en la XIV) 25 Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en la obra potica de Mendoza o de Garcilaso, autores como Acua, Cetina, Montemayor y Aldana extienden de manera sistemtica el uso de la onomstica pastoril a otros gneros poticos adems de la gloga, sobre todo al soneto. De este modo, el nombre del pastor pierde cada vez en mayor grado la especificidad buclica que haba cobrado en las glogas, y se incorpora a las convenciones poticas de la autobiografa amorosa cancioneril. Inmerso en el juego cortesano del disfraz, el receptor establece un doble nivel de interpretacin, en tanto que trata de descubrir la identidad oculta hajo el pellico de la mscara. Ya lo haban intentado los comentaristas de las Buclicas de Virgilio que, por ejemplo, identifican al poeta con el pastor Ttiro; interpretacin que no es unvoca si se atiende al conjunto de las Buclicas, del mismo modo que no lo es la identificacin de Garcilaso con Salicio, Nemoroso o incluso Albanio. Sin embargo, el uso convencional de la onomstica pastoril.sc poputariza en otros -poetas -ya. mencionados tambin, como Pedro Lainez, Francisco de la Torre o Francisco de Figueroa. Figueroa aparece identificado con el pseudnimo de Tirsi en La Galatea
de Cervantes, como tambin hace Virgilio en la buclica VIII, por medio de la atribucin al pastor de algunas composiciones poticas del propio Figueroa, como el soneto (XCV) Ay, de qun ricas esperan~as vengo ..A, el soneto (XLVIII) La amarillez y la flaqueza ma y la cancin (VIII) que comienza Saje el auTOra, y de su frtil manto De hecho, en el conjunto de su obra potica, Figueroa articula con cierto orden el ciclo de los amores de Tirsi por Fili (sonetos XXXVIII, LXIII, LXV, LXXI A, LXXIV, XC). La ingrata FUi, la cual presta odos a los requiebros amorosos de Damn, como se afirma en el soneto LXXXIX:
... ...

~ Hay que tener en cuenta la disociacin Marfir~Mana y Damn/Mendoza a la horade establecer un posible cancionero, propuesto por Antonio Prieto: La poesa espaola del siglo XVI, vol. 1, PP. 97-8. Comp. Jos 1. Dez Fernndez, El Cancionero a Marfira de don Diego Hurtado de Mendoza, R.F.E., LXIX (1989). 119-29.

El desarrollo de la buclica a partir de ~Qarcilaso... En tanto que Danin esto cantaba, riendo la hermosa Fili le escuchaba (vv. 13-14).

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Al tiempo que olvida el amor de Tirsi, segn se deduce del soneto XC, en el que aparece el desdoblamiento de Tirsi con Aliso, quien recuerda su amor perdido. Como en los sonetos de Acua, la identidad del nombre del pastor, convertido en una mera sen/ial, depende de su amada. Si bien Aliso proclama que nunca amar a otra pastora (XC A), en otros poemas (XC B) manifiesta su amor por Amarili. El nombre del pastor se convierte en un mero disfraz potico, que incluso permite establecer juegos de alusiones entre la obra potica de varios autores, como hemos visto que hace Vandalio (Cetina), quien escribe poemas a

Lusitano (Montemayor), en tanto que Lusitano escribe a Dardanio (Ramrez Pagn) y ste, a su vez, contesta a Lusitano o dedica a Tirsi (Figueroa) dos
sonetos: Tyrsi gloria y honor de esta ribera (vol. II, PP. 49-50) y Tyrsi, que de los rayos del Oriente (vol. II, p. 76). En tanto que Figueroa compara, en el soneto LXXXV, los amores de Tirsi por FUi con los de Dardanio (Ramrez Pagn) por la hermosa y spera Marfira. Del mismo modo que dedica los sonetos CXX A y B a un fraile, sabio pastor, quien haba escrito otro soneto para Tirsi (Figueroa). En La Galatea, Cervantes haba asociado el pseudnimo de Tirsi con el poeta Figueroa y el pseudnimo de Damn quiz con Pedro Lainez, aunque tambin se utiliza en ocasiones el pseudnimo de Tirsi para designar a Lainez, lo que ha ocasionado no pocos errores en la atribucin de poemas de uno a otro escritor. As, de entre los poemas atribuidos a Figueroa cuya autora se discute (Pp. 251-260), hay composiciones sobre los amores de Tirsi y/o los de Damn que tambin se atribuyen a Lainez, como la ya citada gloga 2 de ste (vol. II, Pp. 76-82), o la cancin 8 (vol. II, Pp. 132-137). Aun cuando en la obra potica de Lainez, existen varios amores pastoriles adems de los de Tirsi por Fili o los de Damn por Galatea, frente a la unicidad caracterstica del Canzoniere. Por ejemplo, Damn ama a Silvia en el soneto 44 (vol. II, p. 224) y Galatea es amada por Montano, como lo es por Herzimio su amiga Amaranta, en la versin ampliada de la gloga 3 (vol. II, Pp. 272-325).

Figuran tambin otros amores, como los de Silvio por Silvia, en la cancin 7 (vol. II, Pp. 130-137), o los que se mencionan en la gloga 1 (vol. II, PP. 58): los de Drida/Menandro, los de Camila/Albanio, con otros nombres de inequvoco sabor garcilasiano, como Alcino, Tirreno, Nemoroso, Salicio, FI~

rida, Elisa, Nise, etc.

Figueroa tampoco organiza sus poesas, de manera exclusiva, en torno a los amores pastoriles de Tirsi por Fili, aunque este ltimo nombre reaparece

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en varios sonetos (III, XI, XXXVII, XLII, XLVI A, XLVIII, LV, LXXI A)

adems de los ya citados. Sin embargo, existen otros ciclos pastoriles en su obra potica, como el de Aliso/Amarili, y otros sin relacin alguna con el ciclo de Tirsi. Aun si dejamos a un lado los poemas de autora dudosa, Figueroa no retrata tan slo los amores de Tirsi o Aliso; sino tambin los de otros pastores, como el triste Anfno, quien proclama cerca del Tajo su amor por una pastora (XXVI), el pastor Beliso enamorado de Elorisia (XXXII), y el ausente Albino enamorado de Delia (LXXI). Incluso se podra pensar en establecer
una oposicin genrica entre los pastores citados y Tirsi, cuyo ciclo potico se articula sobre todo a travs de sonetos. En cambio, XXVI, XXXII y LXXI son tres poemas escritos en estancias, al modo de las glogas (primera y segunda) de Garcilaso, de las que toman prstamos textuales como los relativos al efecto rfico del canto pastoril (XXVI, vv. 14-24). En el ciclo de Tirsi, por el contrario, la figura del pastor aparece tan slo como senhal. La oposicin esbozada, con respecto a la tradicin buclica, entre sonetos pastoriles y otras formas poticas se observa asimismo en la obra de Francisco de la Torre, en cuyos sonetos se distingue un ciclo sobre los amores de Damn y Filis (1, iv, vii; II, i, iii, iv, y, vi, vii, ix. x, xi, xii, xiii, xxv). Ciclo que se relaciona con el de los sonetos sobre Filis y Tirsis, a quien ama Amarilis (II, vn, ix, xii, xiii, xxi, xxvi). Los pastores citados reaparecen en otras formas poticas, como la oda , i y la cancin 1, iv dirigidas a Filis, como las odas II, ni y iv, en las que se menconwa Tirsis. ~omaJa endech&IH,.viii~en.1a

que se documenta la asociacin Filis/ro Jarama. Y tambin aparecen los amores de Tirsis y Filis en algunas glogas de La buclica del Tajo. Sin embargo, conviene recordar que, en su edicin de las Obras (Madrid, 1631) de La Torre, Quevedo agrupa los cuatro libros segn diferentes gneros
poticos. Si en los libros primero y segundo, se alternan sonetos, odas y canciones; en el libro tercero, hay nicamente diez endechas y en el cuarto, ocho glogas que, adems, llevan por ttulo La buclica del Tajo. Escritas bajo la advocacin del toledano Garcilaso, las ocho glogas se organizan en un conjunto que se diferencia de otras formas poticas, como el soneto pastoril. As, cada una de las glogas se subtitula segn el nombre de uno de los personajes que es sujeto o bien objeto de un amor no correspondido: 1-Dafnis, IIFilis, 111-Eco, IV-Tirsi, V-Proteo, VI-Galatea, VII-Glauco y VIII-Licida. Obsrvese que la pluralidad de amantes contradice la organizacin de ciclos poflwos 9m0 d~.Fili&,eneL qnna seriede sonetos tiende. &ag~ruparse en tomo a la historia de un solo amor En las ocho glogas del Tajo, se impone el carcter colectivo de la poesa buclica frente al carcter mondico de los sonetos o de otras formas lricas,

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como la cancin petrarquista; con independencia de que ya Garcilaso introduce la estancia de la cancin en sus glogas 1 y II. Es verdad que la gloga 1 de La Torre, sobre los amores de Palemn por Dafnis, se relaciona con la V. Y que la gloga II, sobre los amores de Tirsi por Filis, se relaciona con la IV. Sin embargo, el planteamiento de las glogas es diferente al de los sonetos pastoriles, ya que en ellas los casos de amor no se presentan en su unicidad. Hay una relacin expresa en la gloga 1 entre el caso de Palemn/Dafnis y el de Ttiro/Cintia, del mismo modo que la hay en la gloga II entre el caso de Tirsi/Filis y el de Drida. Una relacin semejante a la que se produce en las gloga garcilasinas entre los amores de Nemoroso/Elisa, Salicio/Galatea y Albanio/Camila, por no hablar de los amores de Alcino/Filis y de Tirreno/ Flrida, o de los casos de amor pintados en los tapices de las ninfas. La frustacin amorosa del pastor buclico se sublima mediante la comunicacin potica con la naturaleza que le rodea y con otros pastores, o con los otros seres que pueblan su universo animista. As, los pastores de La buclica del Tajo conviven con personajes mitolgicos como las divinidades marinas Proteo (gloga V) y Glauco (gloga VII), cuyos casos de amor se fusionan sentimentalmente con los pastoriles, al igual que la historia de Eco y Narciso (gloga III) o que la de Ifis y Anajrete, narrada por Leucotea (gloga VI, vv. 289-522) y que sirve para consolar al pastor Florelo. En las glogas de Garcilaso se produca una relacin emotiva semejante entre los pastores y la mitologa, a diferencia de lo que sucede en la cancin V (vv. 66-110) del propio Garcilaso, en la que tambin se narra la historia de Ifis; pero con el propsito de amenazar a la amada ingrata. La relacin emotiva entre los casos pastoriles y los mitolgicos se establece sobre todo en la gloga III del toledano, en la cual las ninfas tejen con verdes ovas y oro extrado del Tajo cuatro tapices; los tres primeros de tema mitolgico y el cuarto, con la trgica historia de los amores de Nemoroso y Elisa. La Torre todava va ms all que Garcilaso en la gloga VII (Glauco), de tema enteramente mitolgico, como el Polijmo de Gngora. El carcter colectivo de la buclica, que sirve de remedio para los males de amor, destaca si lo comparamos con la frustacin amorosa del cortesano, que se agudiza por el aislamiento social al que se ve sometido, como sucede en la crcel imaginaria de Leriano o en la habitacin oscura en la que se encierra Calisto. Por el contrario, el pastor buclico se consuela con el relato potico de sus males o con la simbiosis rfica que, en otras ocasiones, se produce a travs del canto que serena el viento, que detiene el curso de los ros, que hace resonar los montes al unsono de los sentimientos del pastor o que enternece a las hircanas fieras, como sucede tambin en La buclica del Tajo

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(por ejemplo, gloga 1, vv. 71-72 y 237-240; II, vv. 33-37; IV, vv. 27-39 y
147-155; V, vv. 41-44; VI, vv. 146-157; VII, vv. 120-133). Pero que apenas aparece en los sonetos pastoriles; vase I,i: cuelgo mi caramillo de una rama de salee y lloro; lloro, y l suspira (vv. 7-8). El planteamiento de las ocho glogas de La Torre es diferente al de la serie amorosa del cancionero, organizado sobre todo en sonetos. Algo semejante sucede en la poesa de Femando de Herrera, cuyas glogas forman un subeonjunto, definido por su pertenencia a la tradicin buclica. En su cancionero petrarquista Algunas obras, que el propio Herrera edita en 1582, no se incluye sino una Egloga venatoria que, adems, rompe el hilo de la historia amorosa entre el yo potico y su amada Luz, a la que alude tambin con otros derivados onomsticos como Estrella, Aglaya o Eliodora. En cambio, los nicos protagonistas de la gloga son el cazador Menalio y su amada Clearista. Por otra parte, Herrera no incluye entre sus Algunas obras, ninguna de las cinco glogas restantes que conservamos, y a las que parece aludir en uno de los sonetos: lerto i doblado monte, i t luziente ro de mi ~ampoa conocido cuando de los pastores el gemido cant i mi mal con ctara doliente (LV, vv.

1~4)26

De paso, obsrvese la diferenciacin que establece Herrera entre la zampoa, como instrumento musical habitualmente asociado a los pastores, y la ctara doliente, con la que el poeta canta mi mal. A pesar de los elementos pastoriles que aparecen en Algunas obras, o quiz por ello, se advierte una clara disociacin entre petrarquismo y bucolismo en la obra potica herreriana, del mismo modo que suceda en la de Garcilaso. Herrera limita la expresin de lo pastoril al mbito genrico de la gloga, con sus propias convenciones. As, mientras que la presentacin de la Naturaleza es por lo general alegrica en Algunas obras, donde el poeta prefiere los paisajes inhspitos o desrticos que son meros trasuntos de estados anmicos; por el contrario, en
26 Poesa castellana original completa, ed. Cristbal Cuevas (Madrid: Ctedra, 1985),

por la que cito de aqu en adelante. En su edicin, Cuevas incluye las otras cinco glogas que conservarnos, incluso la gloga de Meliseo y Cintia, cuya autora discute, que se atri4 Teresa Ruestes Sis defiende la buye a Cristbal Mosquera de Figueroa. En cambio, M candidatura de Herrera, cn su estudio sobre Las glogas de Fernando de Herrera. Fuentes y temas (Barcelona: P.P.U., 1989), Pp. 89-90, nota. Se podra aadir la elega VIII del libro primero de los Versos (1619) que edita Pacheco, Pp. 581-585.

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las glogas, predomina la concepcin animista del rfico canto de los pastores, como hemos visto que sucede en la tradicin buclica desde Virgilio a Garcilaso, va Sannazaro. No por casualidad, teorizaba Herrera sobre la historia de la gloga, en sus Anotaciones (H-422) a la poesa del toledano. Sin embargo, con algunas excepciones ya reseadas, como La buclica del Tajo o las glogas de Herrera, el proceso de trivializacin de la buclica resulta imparable durante el siglo XVI. Los poetas se alejan progresivamente del gnero literario establecido por Virgilio y remozado por Garcilaso. A medida que nos adentramos en la segunda mitad, se produce una disociacin cada vez mayor entre la buclica y la figura del pastor virgiliano, que progresivamente se convierte en un mero disfraz relacionado con la tradicin trovadoresca y cortesana de la senhal, exigida por el secretum; como hemos observado en los respectivos cancioneros de Acua, de Cetina, de Montemayor, de Aldana, de Figueroa y de La Torre. La figura del pastor pierde as toda especificidad, desde la perspectiva de la ideologa buclica. Si bien, al mismo tiempo, se acenta la oposicin entre la Corte y el Campo; por ejemplo, en la mencionada carta que Montemayor escribe a Ramrez Pagn, incluida en la Floresta del ltimo (vol. II, Pp. 122-137), o en la de Aldana (XXXI), sobre el bien de la vida retirada. Latente en las glogas de Garcilaso, aflora la contradiccin entre el ideal comunitario que encarna el pastor de la tradicin buclica y las diferencias sociales sobre las que se sustenta la ideologa cortesana. Contradiccin que la mayora de los poetas estudiados, a medida que avanza el siglo XVI, pretende resolver por la va religiosa, de signo platnico o simplemente cristiano. De cualquier modo, se supera el erotismo mundano en clave pastoril caracterstico de las glogas de Garcilaso, a la postre disuelto en una especie de buclica a lo divino. Disolucin que se observa en los contrafacta propiamente dichos, como el que Sebastin de Crdoba publica en 1575 sobre las obras de Boscn y Garcilaso, o bien en la trayectoria de poetas-soldados como Aldana, quien escribe hacia el final de su vida, con el sobrenombre pastoril de Aldino, la famosa carta (XXXI) a su amigo Montano. Por no hablar de religiosos profesos como fray Luis de Len, en cuyas odas se acenta el proceso descrito. En las odas del agustino, existe un componente buclico nada desdeable, sobre todo en las odas de soledad rstica: 1, XIV, XVII y XXIII, como las denomina Oreste Macr 27, en las cuales se exaltan los vnculos existentes
27 En su introduccin a las Poesas de fray Luis de Len (Barcelona: Crtica, 1982),

pp. 46 y ss. Comp. Guillermo Sers, introduccin a su edicin, Poesa completa de fray Luis de Len (Madrid: Taurus, 1990), p. 30, edicin por la que cito de aqu en adelante.

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entre la naturaleza y los sentimientos humanos, vnculos sobre los que tambin se basa el planteamiento animista de la buclica. No por casualidad, sino como ensayo de sus odas originales, haba traducido fray Luis las diez Buclicas de Virgilio. A pesar de lo cual, en ellas el componente buclico se disocia de la figura del pastor clsico, si bien en la oda XIII aparece la imagen del Buen Pastor que nos remite a la tradicin bblica. De hecho, el agustino traduce el Cantar de los Cantares, que interpreta como una gloga pastoril (p. 345). Desde su nueva atalaya, la figura del pastor se carga de connotaciones ajenas a la tradicin virgiliana. A todo lo cual, habra que aftadir la influencia de otros autores de la misma Antiguedad, como Horacio, que condicionan la recepcin que fray Luis lleva a cabo de la buclica. No hay ms que recordar el famoso podo que comienza Beatus ille... traducido tambin por el agustino y que adquiere, en las odas de soledad rstica como la primera y ms conocida, una dimensin religiosa ajena al ideal buclico tal y como lo reelabora Garcilaso en la gloga II (vv. 38-76). La propuesta de vida retirada que formula fray Luis se prolonga en otros poetas, como Francisco de Medrano, cuyas odas horacianas se relacionan con el bucolismo, porque en ellas se exalta tambin la vida en contacto con la naturaleza. Aunque la senda horaciana se diferencia de la buclica: mientras que aqulla busca la soledad campestre y la tranquilidad animica que proporciona vivir alejado del mundanal mido, en sta se exalta el deleite de la naturaleza y del canto pastoril por encima de cualquier otra consideracin prctica, como sucede en la tradicin derivada de Virgilio. Adems de que la figura del pastor tampoco cobra autonoma en la obra potica de Medrano, aun cuando no falten en ella pseudnimos pastoriles ms o menos convencionalizados, como Flora y Amai-ii, a cada una de las cuales dedica el poeta un ciclo de sonetos, ms algunas odes 28~ Medrano no escribe glogas, como no lo haba hecho fray Luis. La influencia de las Buclicas tiende a ser sustituida por la de otras corrientes poticas, derivadas de Horacio y de la exgesis bblica, hasta que el bucolismo se disocia del canon virgiliano. Dentro de esta disociacin que se produce, hay que tener en cuenta tambin el componente tradicional o popular presente en la obra de otros autores de la poca; por ejemplo, en los poeLuisa 28 Segn Dmaso Alonso, en su edicin de la Poesa de Medrano, cood. M Cerrn Puga (Madrid: Ctedra, 1988) la serie de Flora est formada por los sonetos II, Vii, Xi-XIX, ms la oda XI. La serie de Amarilis, por los sonetos XXII, XXIII (probable), XXV]. XXVIII, XXXIV, XXXIX (probable), XLi-XLIV, Li, LIII, ms las odas XII, XVI (probable), XVII, XXV. 3

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mas de San Juan. No slo en poemas menores, como El pastorcico, reelabo-

racin de unas redondillas preexistentes de tipo popular a las cuales carga de sentido divino, segn Dmaso Alonso, precisamente la ltima estrofa que aade al santo 29~ De manera significativa, en uno de los tres poemas mayores
de San Juan, en el Cntico ~ hay elementos pastoriles propios de la literatura tradicional o popular, tales como majadas (y. 2b), carillo (y. 19a) o ejido (y. 29a). Si bien la aparicin de los elementos citados se produce en confluencia con otras tradiciones literarias superpuestas, en un proceso de sntesis caracterstico de la poesa sanjuanista, y que constituye una de sus

principales novedades. Las interpretaciones posibles del Cntico son muchas, aunque ello no quiere decir que sean arbitrarias, en tanto que la validez de su formulacin depende del punto de vista adoptado para comprender la unidad final del poema, como advierte Domingo Yndurin 3i As, desde la perspectiva buclica, la novedad del Cntico reside en la mezcla de elementos tradicionales o populares con aquellos otros provenientes de la tradicin clsica o de la exgesis bblica, principalmente del Cantar de los Cantares. Por ejemplo, la amada se lamenta:
No quieras despreciarme,

que si color moreno en m hallaste,


ya bien puedes mirarme,

despus que me miraste,


que gracia y hermosura en m

dexaste (vv. 33 a-e).

Sin duda, el lamento deriva de la disculpa ofrecida por la esposa del


Cantar de los Cantares a las hijas de Jerusaln, que dice, segn la mencionada traduccin de fray Luis:

Poesa espaola (Madrid: Gredos, 19765), p. 247. De aqu en adelante, cito por la edicin de Domingo Yndurin, en su exgesis de la Poesa de San Juan de la Cruz (Madrid: Ctedra, 1983), a partir de la versin B del Cntico, versin que elige Cristbal Cuevas, con los comentarios en prosa, en su Cntico espiritual. Poesas (Madrid: Alhambra, 1979). 31 Aproximacin a San Juan de la Cruz. Las letras del verso (Madrid: Ctedra, 1990) pp. 14-15, la unidad final del poema proporciona la pauta para adecuar la perspectiva y el modo de significacin de los fonnantes. Es la estructura funcional la que establece el sentido de cada una de las unidades, la relacin de unas con otras, y de todas con el conjunto. Y aade: Se comprender bien que, en una obra de tales caractersticas, condicionada por el erecto final, las interpretaciones sean muchas, diferentes y legtimas, pues basta que la finalidad de la lectura vare para que lo hagan tambin las propiedades
29 30

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Jess Gmez Morena soy, mas bella en lo escondido, oh hijas de Sin, y muy hermosa; porque all en lo interior no ha podido hacerme dao el sol, ni empecer cosa. A tiendas de Cedar he parecido: que lo que dentro est es cosa preciosa, velo de Salomn, que dentro encierra la hermosura y belleza de la tierra. Mi color natural bien blanco ha sido: que aquesta tez morena me causara el sol, que, andando al campo, me ha herido (vv. 17-27).

Pero tambin se podra asociar con el lamento de Condn en la buclica


segunda de Virgilio (II, 14-18): quamuis ille niger, con el desprecio que siente el trovador por la pastorela o con el que si soy morena de la poesa popular 32~ De manera indiscriminada, se funden elementos de todas las tradiciones, a los cuales, sin embargo, San Juan confiere un nuevo sentido, en tanto que interioriza la tpica disculpa de la morena, pues el amado embellece a la amada despus que me miraste, en un proceso de ida y vuelta que remite a otros versos del Cntico ~ y, yndolos mirando,
con sola su tigura vestidos los dex de hermosura (vv. 5 c-e)
(...)

las flechas que recives

de lo que del amado en ti concives? (vv. 8 d-e)

funcionales de las unidades que componen la obra, la manera de ver y analizar los formantes. Claro que esta multiplicidad no significa arbitrariedad; ni dogmatismo unvoco. 32 Por ejemplo, exclama el trovador Guiraut de Bornnelh, que cito por la antologa de Martn de Riquer, Los trovadores: Historia literaria y textos (Barcelona: Planeta, 1975), n9 87, Vv. 4 1-45: - Toza, Deus volba quelangost/ del mal que tanta pena.m bast/ e perda.l dormir e.l despast;/ mas vos ab la tencha nera/ no crezatz queu plus vos quera!. Sobre la morenita popular, vase el repertorio recogido por Margit Frenk Alatorre en su Corpus de la antigua lrica popular hispnica (siglos XV a XVII) (Madrid: Castalia, 1987), nms. 129-145. La vertiente popular se podra remontar hasta la cancin de los segadores del idiho X de Tecrito, que confluye en el pasaje ya citado de la buclica segunda de Virgilio: Tambin es obscura la viola, tambin lo es el inscrito jacinto, y siempre en las guirnaldas tienen el primer puesto, en Buclicos griegos, trad. Manuel Garca Teijeiro y Mara T. Molinos Tejada (Madrid: Gredos, 1986), p. 121. ~ Comp. Domingo Yndurin: Aproximaciones a San Juan de la Cruz, pp. 32-33.

El desarrollo de la buclica a partir de Garcilaso...

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los ojos deseados


que tengo en en mis entraas dibuxados (vv. 12 d-e)

Gozmonos, Amado, y vmonos a ver en tu hermosura (vv. 36 a-b). San Juan subraya la idea interior de la belleza, como hacia fray Luis en su traduccin del pasaje aducido del Cantar de los Cantares, aunque en el Cntico tanto a belleza de la amada como la de la naturaleza depende de la belleza del amado. Al margen de posibles implicaciones sobre la Gran Cadena del Ser, hemos visto que el animismo o la correspondencia rfica entre los sentimientos humanos y la naturaleza es caracterstica de la tradicin inaugurada por las Buclicas de Virgilio, en la que se establece una proporcin directa entre la armona ertica y el orden del mundo. Por ejemplo:
omnia nune rident; at si formosus Alexis montibus his abeat, uideas et flumina sicca (VII, 55-56).

Formulacin que reaparece en el canto amebeo de la gloga III de Garcilaso:


mas todo se convertir en abrojos si dello aparta Firida sus ojos (vv. 343-344) pero si Phyllis por aqu tornare, har reverdecer quanto mirare (vv. 351-352).

Idntico es el planteamiento literario de San Juan que resulta, si no privativo,


caracterstico de la buclica clsica, en cuya serie literaria se inscribe el Cntico, si bien con todas las salvedades del caso. Se detecta la influencia de la buclica sobre la poesa de San Juan en los aspectos apuntados sobre la concepcin de la naturaleza y sobre la figura del pastor, aunque el pastor san-

juanista se relaciona ms con el bblico que con el de las glogas virgilianas. La tradicin buclica haba desembocado finalmente en la mstica, mediante un paulatino proceso de interiorizacin. Pero no sera sta la nica influencia de la buclica perceptible en la poesa de la poca que, ya en el primer tercio del siglo XVII, se reaviva a partir de la publicacin de los poemas gongorinos, con la batalla literaria surgida en tomo a ellos. Afirma Gngora al inicio del Polifemo (y. 2): culta s, aunque buclica, Talia ~. En efecto, la
~ Vase la edicin comentada de Dmaso Alonso: Gngora y el Polifemo (Madrid: Gredos, 19740), vol. III, pp. 37-43; comp. Antonio Vilanova: Las fuentes y los temas del Pol(femo de Gngora (Madrid: C.S.I.C, 1957), vol. 1, pp. 96-138.

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Jess Gmez

musa de la comedia Tala aparece en las Buclicas de Virgilio como propia

de la poesa pastoril:
Prima Syracosio dignata est ludere uersu
nostra, neque erubuil siluae habitare, Thalia (VI, 1-2).

Y es que, al igual que la comedia, la materia pastoril se define por su nivel estilstico bajo; por su musa rstica, segn denominacin del propio Virgilio: (III, 84; comp. VI, 8; 1, 10). Ahora bien, la musa rstica sirve en Gngora para caracterizar la tradicin pastoril virgilina de manera un tanto paradjica, ya que el poeta reconoce la humildad de su tarea desde dentro de un programa esttico que pertenece a la literatura culta, si bien escrita en romance. De tal modo que se podra hablar de una potica de la msticidad que resulta caracterstica de la buclica, a partir de la tradicin de Virgilio y Sannazaro. La recuperacin de esta potica de la rusticidad se produce durante el Renacimiento, cuando se exalta lo natural frente a lo artificioso, como sucede en el congedo de LArcadia dedicado a la zampoa, instrumento pastoril por antonomasia al que invoca Sannazaro en trminos semejantes a los utilizados con posterioridad por Garcilaso, en su dedicatoria de la gloga III a la ilustre y hermossisma Mara: o rustica e boscareccia sampogna, degna per la tua bassezza di non da pi coIto, ma da pi fortunato pastore chio non sono, esser sonata. Del mismo modo, en el proemio- habla- Sannazaro-de S=(~J le-rozze Ecloghe da naturale vene uscite; cosi di ornamento ignude esprimendole Por su parte, escribe Garcilaso:
~.

Aplica, pues, un rato los sentidos al baxo son de mi qampoa ruda, indigna de llegar a tus oydos, pues dornamento y gracia va desnuda; mas a las vezes son mejor oydos
el pum ingenio y lengua casi muda, testigos limpios dr,imo inocente, que la curiosidad del eloqlente (vv. 41-48; los subrayados son mos).

Obsrvese que la rusticidad a la que se refiere la octava precedente se de-

~ LArcadia, PP. 216 (congedo) y 50 (proemio); los subrayados son mos. Obsrvese que las glogas son rsticas o selvticas; no as el poeta Sannazaro, quien las reproduce desde su perspectiva culta, como se afirma tambin en el congedo, p. 219: Tanto pi che colui, il quale ti compose di queste came, quando in Arcadia venne, non come rustico pastore ma come eoltissimo giovatuse, bench seonosciuto e p&egrino di amore, vi si condusse.

El desarrollo de la buclica a partir de Garcilaso...

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be al canto de los pastores, que es zampoa ruda, como explica Herrera en


su comentario (H-775), o como se documenta en el mego de uno de los pas-

tores que interviene en la gloga de Acuiia:


en nuestro pastoral estilo y llano, me has de contar lo que se te ofreciere, dejando el culto y ornamento vano (IV,

Vv.

211-213).

Rusticidad fingida, por lo tanto, ya que las convenciones pastoriles se recrean tanto en la gloga de Acua como en gloga tercera garcilasiana desde la perspectiva de la lrica romance culta, al menos por oposicin a la llamada poesa popular o tradicional En este sentido, la propuesta de Garcilaso se relaciona ms bien con la difcil simplicidad, con la sprezzatura caracterstica del cortesano de Castiglione, o con aqueste descuydo suelto y puro del que habla Garcilaso tambin en su epstola a Boscn (y. 10). La rusticidad atribuible a la llaneza del estado pastoril se propone como ideal estilstico, a partir de la tradicin literaria culta de tipo buclico, en tnninos tomados de LArcadia de Sannazaro, con los cuales Garcilaso formula el punto de partida de su potica, contrario al de Gngora. Mientras que el toledano y el napolitano anteponen la sinceridad inculta de la poesa buclica al ornamento vano, el cordobs prefiere la literatura culta si, aunque buclica. En gran medida, el cambio de orientacin responde al cambio de gustos que se produce desde el Renacimiento hacia el Barroco. Si bien, por el momento, nos hemos limitado a examinar el desarrollo de la buclica a partir de Garcilaso, en el mareo de la poesa pastoril escrita durante el siglo XVI.
~.

Universidad Autnoma de Madrid

Se podran citar diversas composiciones pastoriles del Corpus de Margit Frenk, nums. 18, 38, 159, 1130-1156... o el ciclo romanceril de La Dama y el Pastor, cd. Kathieen Lamb y Etienne Phipps, revisin Jess Antonio Cid (Madrid: Gredos, 1977-1978), vols. 10 y II del Romancero Tradicional de las Lenguas Hispnicas.
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