030 - Gran Ciencia Ficcion - Antologia XXX

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BRUGUERA 30 SELECCIN

Autores Varios

NDICE Presentacin: Los Aliengenas en la Ciencia Ficcin, Carlo Frabetti. brete a m, hermana ma (Open to Me, my Sister 1960) Philip Jos Farmer. Tres canciones para amantes enigmticos (Three Songs for Enigmatic Lovers 1974) Brian W. Aldiss. Un trozo de noche (Night Piece 1961) Poul Anderson. Algo extrao (Something Strange 1961) Kingsley Amis. PRESENTACIN - LOS ALIENGENAS EN LA CIENCIA FICCIN No hace falta sealar la importancia del tema y el smbolo del extraterrestre en la narrativa de ciencia ficcin. La posibilidad de encontrarse con otras formas de vida inteligente constituye, aparte de su inters intrnseco, una fuente inagotable de parbolas y planteamientos especulativos de todo tipo. Y si en la ciencia ficcin de menos calidad sirve para fomentar la xenofobia tan caracterstica de nuestra belicosa sociedad (monstruosos invasores de ojos inyectados, fros e implacables como mquinas), en la vertiente ms seria del gnero constituye un excelente contrapunto para poner de relieve nuestras contradicciones, como ocurre en la novela corta que abre esta antologa, autntico clsico en su gnero; o un medio de impugnar el pretencioso y pueril antropocentrismo de nuestra cultura, y de recordarnos que el mito del hombre como rey de la creacin es eso, un mito, ya que distamos mucho no slo de dominar sino incluso de conocer y comprender lo que nos rodea. Otras veces los extraterrestres sirven para introducir una dimensin esttica o ldica en la narracin, como esos increbles y diminutos seres del relato de Aldiss, que viajan en mariposas multicolores, pero no consienten que se les tome a broma. Y en algunos casos, especialmente inquietantes, los aliengenas somos nosotros, los propios terrestres, tan ajenos unos a otros como si perteneciramos a distintas galaxias. Despus de leer el relato de Kingsley Amis, que he dejado intencionadamente para el final, puede que la prxima vez que oiga decir que los aliengenas estn entre nosotros, en vez de sonrer con suficiencia sienta un escalofro... Carlo Frabetti

BRETE A M, HERMANA MA
Philip Jos Farmer
Farmer es uno de los autores que empez a introducir la temtica sexual en la ciencia ficcin, no como simple aditamento excitante, sino como objeto de especulacin. Sus narraciones son bastante irregulares tanto en calidad literaria como en lo que a rigor especulativo se refiere, pero difcilmente carecen de inters. La siguiente novela corta es un pequeo clsico de la ciencia ficcin sexolgica, en la que no faltan, como es usual en el autor, las consideraciones ticas y religiosas. Durante la sexta noche que pas en Marte, Lane llor. Gimote en voz alta, mientras las lgrimas bajaban por sus mejillas. Lanz su puo derecho contra la palma de su mano izquierda, hasta que la carne le doli. Aull con la angustia de la soledad. Lanz los ms obscenos y terribles juramentos que conoca, y conoca muchos despus de haberse pasado diez aos en el Cuerpo Espacial de las Naciones Unidas. Al cabo de un rato, dej de llorar. Se sec los ojos, bebi un trago de whisky y se sinti mucho mejor. No se senta avergonzado por haber gimoteado como un nio. Ms an, una de las razones por las que fuera elegido para desembarcar en Marte fue precisamente su capacidad para llorar. Nadie le poda llamar dbil o cobarde por eso. Un hombre con poco coraje nunca habra pasado toda la serie de pruebas por las que l haba tenido que pasar en la escuela espacial de la Tierra, sin contar los numerosos lanzamientos hacia la Luna. Pero, aunque era hombre y viril, posea una vlvula de seguridad femenina. Poda disolver en lgrimas las piedras acumuladas por la tensin en su interior; l era como el junco que se dobla ante la fuerza del viento, y no como el roble que era finalmente derribado, dejando al descubierto sus races. Ahora, el peso y el dolor sentidos en su pecho haban desaparecido, y sintindose casi de buen humor, emiti su informe peridico a travs del transmisor, hacia la nave que giraba alrededor de Marte, a novecientos treinta kilmetros de altura. Despus, hizo lo que todos los hombres tienen que hacer en cualquier parte del Universo donde se encuentren. Ms tarde, se tumb en el camastro y abri el nico libro personal que se le haba permitido llevar; era una antologa de las mejores poesas del mundo. Ley aqu y all, pasando pginas, detenindose nicamente ante una lnea o dos, completando despus en su mente las lneas mil veces murmuradas. Ley aqu y all, como una abeja que va probando lo mejor del nctar... Es la voz de mi amada que llama, diciendo: brete a m, hermana ma, mi amor, mi paloma inmaculada... Tenemos una pequea hermana, que no tena pechos. Qu haremos por nuestra hermana, el da en que sea llamada?... 2

S, aunque ando por el valle de la sombra de la muerte, no temer ningn mal, porque t ests conmigo... Ven, vive conmigo y por mi amor, y probaremos todos los placeres... No tenemos poder para amar ni para odiar, porque la voluntad se ve superada por el destino... Conversando contigo me olvido del tiempo, todas las estaciones y sus cambios parecen ser iguales... Sigui leyendo sobre el amor, el hombre y la mujer, hasta que casi se olvid de todos sus problemas. Sus prpados se cerraron; el libro se desliz de entre sus manos. Pero se elev, salt del camastro, se puso de rodillas y rog ser perdonado y comprendido por su blasfemia y desesperacin. Y rog para que sus cuatro camaradas perdidos fueran encontrados sanos y salvos. Despus, volvi a acostarse en el camastro y se qued dormido. Al amanecer, se despert de mala gana ante el sonido del despertador. A pesar de todo, no volvi a quedarse durmiendo, sino que se levant, puso en marcha el transmisor, llen un vaso de agua y caf instantneo y ech en l una pldora de caloras. Apenas acababa de terminar su caf, cuando escuch la voz del capitn Stroyansky en el transmisor-receptor. Stroyansky hablaba con un ligero acento eslavo. Cardigan Lane? Ests despierto? Ms o menos. Qu tal estn ustedes? Si no estuviramos preocupados por ustedes, ah abajo, estaramos perfectamente. Lo s. Bien, cules son las rdenes? Slo hay una cosa que hacer, Lane. Tienes que salir a buscar a los dems. De otro modo, no podrs volver hasta nosotros. Se necesitan por lo menos otros dos hombres para pilotar el cohete. Tericamente, un hombre puede pilotar esa bestia dijo Lane. Pero es inseguro. Sin embargo, eso no importa. Salgo inmediatamente para buscar a los otros. Lo hara as aunque me ordenaras lo contrario. Stroyansky lanz una ligera risa. Despus ladr como una foca. El xito de la operacin es mucho ms importante que el destino de cuatro hombres. Pero si yo estuviera en tu lugar, y me alegro de no estarlo, hara lo mismo. As es que buena suerte, Lane. Gracias dijo Lane. Necesitar algo ms que suerte. Tambin necesitar la ayuda de Dios. Supongo que l tambin est aqu, aun cuando este sitio parezca haber sido olvidado por Dios. Se qued mirando apreciativamente a travs de las dobles paredes de plstico de la cpula. El viento est soplando a unos cuarenta kilmetros por hora dijo. El polvo est cubriendo las huellas del tractor. Tengo que marcharme antes que las cubra por completo. Mis suministros estn perfectamente empacados. Dispongo de comida suficiente, aire y agua para sostenerme seis das. Es un paquete bastante grande; los tanques de aire y la tienda abultan mucho. Todo

pesa ms de cincuenta kilos de la Tierra, pero aqu slo pesa unos veinte. Tambin me llevo una cuerda, un cuchillo, una piqueta, una pistola de seales con media docena de proyectiles, y un walkie-talkie. Tardar unos dos das en recorrer los casi cincuenta kilmetros que me separan del lugar desde donde se recibi la ltima informacin. Otros dos das para echar un vistazo por el lugar. Y dos das ms para regresar. Regresars en cinco das! espet Stroyansky. Eso es una orden! No debes tardar ms de un da en echar un vistazo por el lugar. No corras riesgos. Cinco das! De otro modo, te llevar ante una corte marcial, Lane! y despus, con un tono de voz algo ms suave, aadi: Buena suerte, y si hay un Dios, que te ayude. Lane trat de pensar en algo que decir, algo que estuviera en la lnea del Doctor Livingstone, supongo, pero todo lo que pudo decir fue: Que as sea. Veinte minutos ms tarde, cerr tras l la puerta que daba entrada a la cmara de presin de la cpula. Se ajust las correas de la enorme mochila y comenz a caminar. Pero cuando se encontraba a unos cincuenta metros de la base, sinti el impulso de volverse para echar un vistazo ms a lo que quiz no volviera a ver jams. All, sobre la llanura de roca rojo-amarillenta, se encontraba la cpula presurizada. Aquel lugar tena que haber sido el hogar de los cinco hombres durante un ao. Cerca se encontraba el planeador en el que haban bajado, con sus enormes alas extendidas y sus patines de aterrizaje cubiertos por aquel polvo que siempre estaba volando a impulsos del viento. Justo frente a l estaba el cohete, sostenido sobre sus aletas de cola, con la cabeza dirigida hacia el cielo azul-negro, reluciente bajo el sol de Marte, brillando con una promesa de potencia, de escape de Marte y de regreso a la nave orbital. Haba bajado a la superficie de Marte sostenido sobre el lomo del planeador, en un aterrizaje llevado a cabo a una velocidad de ciento noventa kilmetros por hora. Despus de haber desembarcado los dos tractores de seis toneladas, lo haban bajado del planeador y lo haban montado sobre sus aletas de cola con la ayuda de los cabrestantes de los propios tractores. Ahora, tambin le esperaba a l y a los otros cuatro hombres. Volver dijo, dirigindose al cohete. Y si tengo que hacerlo, te manejar yo solo. Empez a andar, siguiendo las dobles y anchas rodadas del tractor. Las huellas eran dbiles, pues fueron hechas haca ya dos das y el polvo de silicato lanzado por el viento casi las haba cubierto por completo. Las huellas dejadas por el primer tractor, que se march haca tres das, ya estaban completamente ocultas. Las huellas se alejaban hacia el noroeste. Abandonaban la amplia llanura de cuatro kilmetros y medio, situada entre dos colinas de rocas desnudas y penetraban en un corredor de unos cuatrocientos metros de anchura, situado entre dos filas de vegetacin, que se extendan rectas y paralelas de un horizonte a otro en una extensin de varios kilmetros por delante y por detrs de l. Una persona que volara por encima de ellas, podra ver que haba numerosas lneas iguales que se extendan paralelamente. A los observadores de la nave espacial, los cientos de corredores existentes parecan como una lnea slida. Esa lnea era uno de los llamados canales marcianos. Lane, en el suelo y cerca de una de las hileras, la vea tal y como era en realidad. Su base estaba formada por un tubo sin fin, de casi un metro de

altura, la mayor parte de cuya masa se encontraba enterrada, como un iceberg. Las partes curvadas laterales estaban cubiertas por los liquenoides azulverdosos que crecan en todas las rocas o protuberancias. Desde la columna del tubo, y separados a intervalos regulares, crecan los troncos de las plantas. Estos troncos eran como brillantes pilares de color azul-verdoso, de unos sesenta centmetros de grueso y unos dos metros de altura. De su parte superior brotaban en forma radial numerosas ramas del grosor de un lpiz, como si fueran los dedos de un murcilago. Entre los dedos se extenda una membrana azul-verdosa que formaba la nica y tremenda hoja del rbol paraguas. Cuando Lane los vio por primera vez en el momento en que el planeador pas rpidamente sobre ellos, pens que tenan el aspecto de un ejrcito de manos gigantes extendidas hacia arriba para captar los rayos del sol. Eran plantas gigantes, porque cada una de las hojas meda algo ms de treinta metros de una parte a otra. Y eran como manos..., manos dispuestas a inclinarse para captar los escasos rayos del sol. Durante el da, las varillas situadas en el lugar ms cercano a donde se mova el sol, se bajaban hacia el suelo, mientras que las varillas ms alejadas se elevaban. Evidentemente, esta lenta maniobra que duraba todo el da tena por objeto exponer toda la zona de la membrana a la luz, sin permitir que un solo centmetro quedara en la sombra. Se esperaba encontrar all formas extraas de vida vegetal. Pero no se esperaba hallar vida animal, especialmente porque las formas vegetales eran tan grandes que cubran una octava parte de la superficie del planeta. Estas estructuras eran los tubos de los que surgan los troncos de los rboles paraguas. Lane haba tratado de taladrar la envoltura exterior del tubo, tan dura como una roca, hasta el punto que se estrope un taladro, a pesar de lo cual slo consigui arrancar un pequeo trozo. Por el momento, se content con aquello y se llev el trozo a la cpula para examinarlo con el microscopio. Tras una primera mirada de asombro, lanz un silbido. Introducidas en la masa, similar al cemento, haba clulas vegetales, algunas de las cuales estaban parcialmente destruidas, aunque otras permanecan enteras. Las otras pruebas realizadas le demostraron que la sustancia estaba compuesta de celulosa, un material similar al lignito, varios cidos nucleicos y otros materiales desconocidos. Inform a la nave orbital sobre su descubrimiento y tambin sobre sus conjeturas. Alguna forma de vida animal, en algn momento, haba masticado y digerido parcialmente la madera, regurgitndola despus en forma de cemento, sobre el que despus se haban formado los tubos. Al da siguiente quiso regresar al tubo para abrir un agujero en l mediante una pequea carga explosiva. Pero dos de los hombres del equipo salieron en un tractor para realizar una exploracin. Lane, cumpliendo con su tarea de operador de radio durante aquel da, tuvo que permanecer en el interior de la cpula. Tena que mantener el contacto con los dos hombres, que deban informarle a intervalos de quince minutos. Haca unas dos horas que se haba alejado el tractor, por lo que deba hallarse a unos cincuenta kilmetros de distancia, cuando se interrumpi el contacto. Dos horas despus, el otro tractor, llevando a otros dos hombres, sigui las huellas del primero. Se haba alejado unos cincuenta kilmetros de la base, y mantena un contacto permanente con Lane.

Hay un pequeo obstculo delante de nosotros dijo Greenberg. Se trata de un tubo que surge en ngulo recto del tubo junto al que hemos estado avanzando en sentido paralelo. De ste no crece ninguna planta. No se ve ninguna elevacin ni tampoco ninguna protuberancia al otro lado. Lo atravesaremos fcilmente. Despus son un grito. Y eso fue todo. Ahora, al da siguiente, Lane haba iniciado la caminata, siguiendo las huellas que empezaban a desvanecerse. Detrs de l quedaba el campamento base, cerca del cruce de los dos canales conocidos como Avernus y Trtarus. Se encontraba entre dos de las hileras de vegetacin que formaban el canal Trtarus, y viajaba hacia el noroeste, hacia el Sirenum Mare, el llamado mar Sirena. Supona que el mar en cuestin sera un grupo mucho ms amplio de tubos portadores de rboles. Avanz continuamente mientras el sol se elevaba cada vez ms alto y el aire se iba calentando. Haca tiempo que haba apagado su calentador del traje. Era verano y estaba cerca del ecuador. Pero al anochecer, cuando la temperatura descendi casi hasta el punto de congelacin, Lane ya se encontraba en el interior de su tienda. La tienda pareca un capullo en forma de salchicha, y no era mayor que su propio cuerpo. Estaba inflada, de modo que poda quitarse el casco y respirar mientras se calentaba con el calentador operado por bateras y coma y beba. La tienda tambin era muy flexible; cambiaba su forma de capullo a otra en forma de tringulo, mientras Lane permaneca sentado en una silla plegable de la que colgaba una bolsa de plstico en la que l haca lo que todo ser humano tiene que hacer, a pesar de lo desagradable que fuera. Durante el da, no se vea obligado a penetrar en la tienda para hacer estas necesidades. Su traje estaba ingeniosamente diseado de modo que pudiera dejar al descubierto la parte posterior y exponer al exterior la zona necesaria sin necesidad de perder aire o presin en el resto del traje. Desde luego, no se pens nunca en exponerse al fro brutal de la noche marciana. Una exposicin de sesenta segundos durante la noche era suficiente para producir una severa congelacin en la parte expuesta. Lane estuvo durmiendo hasta una media hora despus del amanecer; comi, desinfl la tienda, la pleg, la coloc en su funda, la meti despus en la mochila, junto con la batera, el calentador, la caja de alimentos y la silla plegable; arroj la bolsa de plstico, se sujet la mochila a los hombros y comenz a caminar. Al medioda, las huellas de los tractores desaparecieron por completo. Pero eso no importaba mucho, porque los vehculos slo podan haber seguido una ruta: el corredor existente entre los tubos y los rboles. Ahora vio lo que le haban descrito sus compaeros. Los rboles de su derecha empezaron a parecer muertos. Los troncos y las hojas tenan un color marrn y las varillas estaban inclinadas. Empez a andar con mayor rapidez, mientras su corazn lata con violencia. Transcurri una hora y la lnea de rboles muertos segua extendindose ante su vista. Tendra que haber sido por aqu se dijo a s mismo en voz alta.

Entonces se detuvo. Delante de l haba un obstculo. Era el tubo del que le haba hablado Greenberg, el que corra en ngulo recto hacia los otros dos y se les una. Lane lo mir y crey escuchar de nuevo el grito desesperado de Greenberg. Aquel pensamiento pareci como si hiciera girar una vlvula en su interior, dejando fluir la inmensa presin de la soledad, que haba conseguido contener hasta entonces. El azul-negro del cielo se convirti en la negrura e infinitud del propio espacio, y l no era ms que una pequea mota de carne en una inmensidad tan grande como la zona continental de la Tierra, una mota que no saba nada de aquel mundo, como tampoco lo saba un nio recin nacido en el suyo. Pequeo y desamparado como un nio... No murmur para s mismo, no soy un nio. Pequeo, s. Desamparado, no. Nio, no. Yo soy un hombre, un hombre, un terrestre... Un terrestre: Cardigan Lane. Ciudadano de los Estados Unidos. Nacido en Hawaii, el estado cincuenta. De antepasados alemanes, holandeses, chinos, japoneses, negros, cheroquis, polinesios, portugueses, ruso-judos, irlandeses, escoceses, noruegos, fineses, checos, ingleses y galeses. De treinta y un aos de edad. De un metro setenta y cinco de estatura. De setenta kilos de peso. De pelo moreno. De ojos azules. De facciones de halcn. Doctor en Medicina y en Filosofa. Casado. Sin hijos. Metodista. Mesomrfico social. Radioaficionado. Criador de perros. Cazador de venados. Aficionado al esqu. Escritor aficionado, pero lejos de ser un gran poeta. Todo ello contenido en su piel y en su traje presurizado, adems de una gran ansia de compaa y de vida, y una intensa curiosidad y coraje. Y ahora, con un gran temor de perderlo todo, excepto su soledad. Permaneci durante algn tiempo como una estatua ante la pared del tubo, de aproximadamente un metro de altura. Finalmente, sacudi la cabeza con violencia y apart de s sus temores como un perro se desprende del agua despus de nadar. Con ligereza, a pesar de la enorme mochila que llevaba a la espalda, subi de un salto sobre la parte superior del tubo y mir al otro lado, aunque all no haba nada que no hubiera visto antes de saltar. La vista que tena ante l slo difera en una cosa de la que tena a sus espaldas. Se trataba del nmero de pequeas plantas que cubran el suelo. O, ms bien, pens tras dar un segundo vistazo, no haba visto antes esas plantas con aquel tamao. Eran rplicas, de unos treinta centmetros de altura, de los enormes rboles paraguas que surgan de los tubos. Y no estaban desparramadas por casualidad, como se podra haber esperado si hubieran surgido de semillas diseminadas por el viento. Al contrario, crecan en hileras regulares, y los bordes de las plantas de cada hilera estaban separados de la contigua por una distancia aproximada de unos sesenta centmetros. Su corazn le lati con mayor rapidez. Aquella regularidad tena que significar que haban sido plantadas por vida inteligente. Y, sin embargo, la vida inteligente pareca algo bastante improbable, teniendo en cuenta el medio ambiente marciano. Posiblemente, alguna condicin natural deba haber causado la aparente artificialidad de aquel jardn. Tendra que investigar. Sin embargo, deba proceder siempre con precaucin. Muchas cosas dependan nicamente de l: las vidas de los cuatro hombres, el xito de la expedicin. Si sta fracasaba, podra ser la ltima. En la Tierra, muchas

personas se quejaban a causa del costo del programa espacial, y exigan perentoriamente unos resultados que significaran dinero y poder. El campo, o el jardn, se extenda unos trescientos metros. En el otro extremo haba otro tubo en ngulo recto, engarzado con los otros dos tubos paralelos. Y en aquel punto, las gigantescas plantas paraguas recuperaban su vitalidad y su brillante color azul-verdoso. A Lane, toda aquella disposicin le pareci como un jardn hundido. La formacin rectangular de los altos tubos mantena la zona protegida del viento. Las paredes ayudaban a conservar el calor dentro del cuadrado. Lane observ la parte superior del tubo, buscando el lugar donde las planchas metlicas del tractor pudieran haber destrozado los liquenoides. No encontr ninguna seal, aunque no se sorprendi por ello. Los liquenoides crecan con una rapidez fantstica bajo el sol del verano. Mir abajo, hacia el suelo del jardn, al lado del tubo, donde presumiblemente tendran que haber descendido los tractores. Tampoco all vio seales del paso de los vehculos, pues los pequeos paraguas crecan a unos sesenta centmetros de distancia del tubo, y estaban intactos. Tampoco encontr ninguna seal en los extremos del tubo, donde ste se una con las hileras paralelas. Se detuvo para pensar cul debera ser su siguiente paso y se sorprendi al darse cuenta que estaba respirando con dificultad. Una rpida comprobacin a su manmetro de presin de aire le indic que el problema no estaba en un tanque casi vaco. No, se trataba de un recelo. Lo que haca funcionar su corazn con mayor rapidez, exigindole consumir mayor cantidad de oxgeno, era la sensacin de algo extrao que estaba sucediendo, de algo que no funcionaba bien. Adnde se podran haber marchado dos tractores y cuatro hombres? Y cul podra ser la causa que les haba hecho desaparecer? Podran haber sido atacados por alguna clase de vida inteligente? Si fuera eso lo ocurrido, las criaturas desconocidas se haban llevado los tractores de seis toneladas, o bien los haban conducido, apartndolos de all, o forzado a los hombres a hacerlo. Hacia dnde? Cmo? Por quin? Los pelos de su nuca se erizaron. Aqu es donde debi ocurrir todo murmur para s mismo. El primer tractor inform haber visto este tubo cruzndose en su camino, y aadi que volvera a informar al cabo de otros diez minutos. Eso fue lo ltimo que se supo de l. En cuanto a la comunicacin del segundo, se cort en el preciso instante en que se encontraba sobre el tubo. Qu es lo que ha ocurrido? No hay ciudades en la superficie de Marte, ni tampoco seales de la existencia una civilizacin subterrnea. La nave espacial habra descubierto las aberturas que condujeran a un lugar as, por medio de su telescopio... Lanz un grito tan fuerte que su voz, resonando en la estrechez de su casco, le aturdi. Despus se qued en silencio observando la lnea de globos azules que se elevaba del suelo en el extremo opuesto del jardn, subiendo suavemente hacia el cielo. Ech la cabeza hacia atrs, hasta que su nuca tropez contra el casco, y observ cmo se elevaban los globos, del tamao de una pelota de baloncesto, que surgan del suelo y se hinchaban hasta que parecan tener decenas de metros. De repente, y como si fuera una pompa de jabn, el que estaba ms alto de todos desapareci.

El que le segua, al llegar a la altura del primero, tambin desapareci. Y los dems hicieron lo propio. Eran transparentes, y a travs del azul de las burbujas poda ver una especie de nubes blancas, en forma de cirros. Lane no se movi, pero observ cmo los globos iban surgiendo continuamente del suelo. Aunque estaba perplejo, no olvid su entrenamiento. Se dio cuenta que los globos, adems de ser semitransparentes, se elevaban en ngulo recto con respecto al suelo y no eran arrastrados por el viento. Los cont y totaliz cuarenta y nueve cuando dejaron de aparecer. Esper quince minutos. Cuando pareci como si nada ms fuera a ocurrir, decidi que tendra que investigar el lugar de donde los globos parecan haber surgido del suelo. Dando un profundo suspiro dobl las rodillas y salt al interior del jardn. Cay suavemente a unos cuatro metros de distancia del tubo y entre dos hileras de plantas. Durante un segundo, no se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, aunque notaba que algo iba mal. Entonces gir a su alrededor. O intent hacerlo. Levant un pie, pero el otro se hundi ms. Avanz un paso y el pie adelantado desapareci en el fino material situado debajo del polvo de color rojoamarillento. Para entonces, el otro pie ya estaba lo bastante hondo como para sacarlo. Entonces se tambale y se agarr a los tallos de las plantas que haba a ambos lados de su cuerpo. Se desprendieron con facilidad, saliendo del suelo, y se encontr con una en cada mano, apretadas. Las arroj y se ech hacia atrs con la esperanza de liberar sus piernas y echarse de espaldas sobre aquella sustancia que pareca gelatina. Quiz, si su cuerpo presentaba una superficie lo bastante amplia, podra evitar el hundirse en aquello. Y, despus de todo, quiz pudiera abrirse paso hasta el suelo que haba junto al tubo. All esperaba encontrar terreno firme. Su violento esfuerzo tuvo xito. Sus piernas se liberaron del pegajoso semilquido. Ahora se encontraba echado sobre la espalda y estaba mirando hacia el cielo a travs del visor transparente de su casco. El sol estaba a su izquierda; cuando gir la cabeza en el interior del casco, pudo ver el sol deslizndose lentamente del cenit. Lo haca a una velocidad ligeramente inferior a la de la Tierra, porque el da de Marte era unos cuarenta minutos ms largo. Confiaba en que si no poda regresar al suelo slido, podra permanecer flotando all hasta que llegara la noche. Para entonces, el cenagal estara lo suficientemente helado como para permitirle levantarse y caminar sobre l..., siempre y cuando lo hiciera antes de quedar helado l mismo. Mientras tanto, seguira el mtodo ms adecuado para salvarse cuando se encuentra uno atrapado en arenas movedizas. Rodara rpidamente sobre s mismo, una sola vez, para volverse a extender de nuevo sin ofrecer ninguna resistencia. Repitiendo esta maniobra quiz pudiera llegar a la franja de suelo libre situada junto al tubo. La mochila, sujeta an a su espalda, le impedira rodar sobre s mismo. Tendra que soltarse las correas que le rodeaban los hombros. Lo hizo as, y al mismo tiempo sinti cmo sus piernas se hundan. Su peso las estaba haciendo descender, mientras que los tanques de aire de su mochila, los tanques de aire sujetos sobre su pecho y la burbuja formada por su casco, proporcionaban flotabilidad a la parte superior de su cuerpo.

Se volvi sobre un costado, tom la mochila y se apoy sobre ella. La mochila, desde luego, se hundi. Pero sus piernas volvieron a quedar libres, aunque viscosas por el lquido y endurecidas con el polvo. Haciendo otro esfuerzo, se puso de pie sobre la estrecha isla de su mochila. La espesa gelatina se elev hasta sus tobillos, mientras l consider dos posibles acciones. Poda quedarse sobre la mochila y confiar en que sta no se hundira demasiado antes de quedar detenida por la capa helada permanente que tena que existir... A qu profundidad? l se haba hundido bastante y no haba notado nada slido bajo sus pies. Y... Lanz un gruido. Los tractores! Ahora poda comprender lo que les haba ocurrido. Haban subido al tubo y descendido sobre el jardn, sin sospechar siquiera que aquella superficie aparentemente slida no era ms que un cenagal. Y se haban hundido all. Y al darse cuenta de la terrible realidad de lo que haba bajo la capa de polvo, Greenberg haba lanzado un grito y despus la sustancia se haba cerrado sobre el tanque y su antena y la transmisin, desde luego, haban quedado cortadas. Tena que abandonar su segunda posibilidad porque no exista. No tena sentido alguno llegar a la zona desnuda situada junto al tubo, porque sera tan inestable como todo el resto del jardn. Los tractores debieron haber cado precisamente en aquel punto. Se le ocurri entonces otro pensamiento: los tractores tendran que haber perturbado la ordenada disposicin de los pequeos paraguas situados cerca del tubo. Y, sin embargo, no haba la menor seal indicando que hubiera sucedido as. En consecuencia, alguien tena que haber rescatado las plantas para volverlas a colocar en su sitio. Aquello significaba que, con el transcurso del tiempo, alguien podra acudir a rescatarle. O a matarle, pens. En cualquier caso, entonces habra solucionado su problema. Mientras tanto, saba que no vala la pena tratar de dar un salto desde la mochila hundida hasta la franja situada junto al tubo. Lo nico que poda hacer era permanecer de pie sobre la mochila y confiar en que sta no se hundiera demasiado rpidamente. Sin embargo, la mochila segua hundindose. La gelatina se elev suavemente hasta sus rodillas; despus, su velocidad de hundimiento comenz a ser ms lenta. Rez, no para que sucediera un milagro, sino slo para que la flotabilidad de la mochila, mas el tanque de aire de su pecho, fueran capaces de impedir su hundimiento completo. An no haba terminado de rezar cuando dej de hundirse. La sustancia gelatinosa no se haba elevado ms arriba de su pecho, dejndole las manos libres. Suspir, lleno de alivio, aunque no se sinti arrebatado por el jbilo. El aire de su tanque quedara agotado en menos de cuatro horas. A menos que pudiera sacar otro tanque de aire de la mochila, estaba acabado. Tom un fuerte impulso, apoyndose sobre la mochila y echando sus brazos arriba y hacia atrs, con la esperanza que sus piernas pudieran volver a elevarse y pudiera permanecer tendido. Si pudiera hacerlo, la mochila, aliviada de su peso, quiz subiera a la superficie y l podra sacar otro tanque de aire de su interior.

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Pero sus piernas, impedidas por la densidad del cieno, no se elevaron lo suficiente, y su cuerpo, desequilibrado a causa del rpido movimiento, se apart un poco de la mochila, lo suficiente como para que, cuando sus piernas volvieron a hundirse inevitablemente, no hallaran ninguna plataforma sobre la que apoyarse. Ahora tena que depender por completo de la flotabilidad de su propio tanque de aire. Pero eso no le permiti mantenerse al nivel alcanzado antes. En esta ocasin, se fue hundiendo hasta que sus brazos y hombros se encontraron bajo la sustancia, quedando nicamente a flote su casco. Estaba desamparado. Dentro de varios aos, cuando llegara la segunda expedicin, si es que llegaba alguna otra, quiz vieran el brillo del sol sobre su casco, y encontraran su cuerpo atrapado como una mosca en un tarro de miel. Si ocurra eso, pens, al menos su muerte habra servido de algo, pues advertira a todos del peligro de esa trampa. Pero dudo que me encuentren. Creo que alguien o algo me habr quitado de aqu, ocultndome. Entonces, sintiendo una oleada de desesperacin, cerr los ojos y murmur algunas de las palabras que leyera la noche anterior en la base, aunque las conoca tan bien que no importaba haberlas ledo haca poco o no: S, aunque ando por el valle de la sombra de la muerte, no temer ningn mal, porque t ests conmigo... Pero el repetir estas palabras no consigui aliviar para nada la carga de desamparo que le abrumaba. Se senta absolutamente solo, abandonado por todo el mundo, incluso por su Creador. Tal era la desolacin de Marte. Pero cuando abri los ojos, not que no estaba solo. Vio a un marciano. A su izquierda haba aparecido un hueco en la pared del tubo. Se trataba de una seccin circular de poco ms de un metro de dimetro, que se abri hacia el exterior, como si alguien estuviera empujndola desde el interior, como de hecho suceda. Un instante despus, una cabeza se asom por el agujero. Tena el tamao de una pequea sanda y era de un color tan rosado como el trasero de un recin nacido. Sus dos ojos eran tan grandes como dos tacitas de caf, y cada uno de ellos estaba equipado con dos prpados verticales. Abri su pico, similar al de un papagayo, extendi una lengua tubular muy larga, la volvi a recoger y cerr el pico. Entonces sali del agujero para revelar un cuerpo que se pareca a una pelota de ftbol, y que slo era tres veces mayor que su cabeza. El cuerpo rosado era sostenido, a un metro del suelo, sobre diez patas largas y delgadas, como de araa, cinco a cada lado. Sus piernas terminaban en una especie de anchas plataformas redondas, apoyndose en las cuales pudo correr sobre la superficie gelatinosa, hundindose slo muy ligeramente. Detrs del primer ser, surgieron por lo menos otros cincuenta. Entre todos recogieron las pequeas plantas que Lane haba derribado con sus esfuerzos y las limpiaron a lengetazos, con sus estrechas lenguas redondas que se extendan por lo menos sesenta centmetros. Tambin parecan comunicarse entre s tocndose las lenguas, igual que hacen los insectos con las antenas.

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Como l se encontraba en el espacio situado entre dos hileras, no le molestaron al colocar las plantas. Algunos le lamieron el casco con sus lenguas, pero fueron los nicos que le prestaron alguna atencin. Fue entonces cuando empez a temer que pudieran atacarle con aquellos picos de aspecto tan poderoso. Pero luego sinti un sudor fro ante la idea que stos pudieran ignorarle por completo. Eso fue precisamente lo que hicieron. Tras haber introducido suavemente las diminutas races de las plantas en la sustancia gelatinosa, todos se volvieron, dirigindose hacia el agujero practicado en el tubo. Lane, lleno de desesperacin, grit tras ellos, aunque saba que no le podan or a travs de su casco y del aire tan poco denso, si es que aquellos seres posean rganos auditivos. No me dejen morir aqu! A pesar de todo, eso era lo que estaban haciendo. El ltimo de ellos se desliz por el agujero y la entrada se le qued mirando como el redondo ojo negro de la propia muerte. Realiz un furioso esfuerzo por elevarse sobre aquella maldita sustancia gelatinosa, sin importarle el hecho que lo nico que consegua con ello era agotarse. Bruscamente dej de moverse, y se qued mirando fijamente hacia el agujero. De l haba salido una figura que llevaba puesto un traje presurizado. Ahora se sinti invadido por una oleada de alegra. Al margen de si aquella figura era un marciano o no, posea una construccin similar a la del homo sapiens. Se la poda suponer inteligente y, en consecuencia, curiosa. Sus esperanzas no quedaron defraudadas. El ser embutido en el traje presurizado subi a dos semiesferas de delgado metal rojo y comenz a caminar hacia l, como deslizndose sobre la superficie gelatinosa. Al llegar a su lado le entreg el cabo de una cuerda de plstico que llevaba bajo el brazo. l casi la dej caer. El traje del ser que le haba rescatado era transparente. Sufri algo ms que una conmocin al ver claramente los detalles del cuerpo de aquella criatura, pero la vista de las dos cabezas en el interior de su casco, le hizo ponerse plido. El marciano se desliz lateralmente hacia el tubo desde el que haba saltado Lane. Salt ligeramente de los dos cuencos sobre los que haba permanecido, detenindose sobre la parte superior del tubo, a un metro de altura, desde donde empez a tironear de Lane para sacarle de la sustancia gelatinosa. l fue saliendo lenta pero continuamente, y no tard en deslizarse hacia afuera, agarrado a la cuerda. Cuando lleg al pie del tubo fue subido hacia arriba, hasta que pudo colocar los pies sobre los dos cuencos. Desde ellos resultaba fcil saltar al mismo lugar donde se encontraba el bpedo. ste sac otros dos cuencos ms de la espalda y se los entreg a Lane, descendiendo a continuacin a los dos que permanecan en el jardn. Lane volvi a bajar y le sigui por el cenagal. Penetraron en el agujero, y se encontr en una cmara tan baja que tuvo que acurrucarse. Evidentemente haba tenido que ser construida por los decpodos, y no por su compaero, quien tambin tena que encoger la espalda y doblar las rodillas. Algunos decpodos empujaron a Lane hacia un lado. Recogieron la gruesa tapa de rellenado, hecha del mismo material gris que las paredes del tubo, y cerraron la entrada con ella. Despus fueron sacando de sus picos hilo tras hilo de un material similar a la tela de araa, con objeto de cerrar la tapa.

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El bpedo indic a Lane que le siguiera, deslizndose a continuacin por un tnel que se introduca en la tierra, con un ngulo de cuarenta y cinco grados. Iluminaba el pasadizo con una linterna que haba tomado de su cinturn. Llegaron a una gran cmara en la que se hallaban los cincuenta decpodos. Todos ellos estaban inmviles, como esperando algo. El bpedo, como si notara la curiosidad de Lane, se quit un guante y lo sostuvo ante varias pequeas aberturas situadas en la pared. Lane tambin se quit un guante y sinti cmo de los agujeros surga aire caliente. Evidentemente, aquello era una cmara de presin, construida por aquellos seres de diez patas. Pero aquella prueba de ingeniera no significaba que aquellos seres tuvieran la inteligencia individual de un hombre. Podra tratarse de una inteligencia de grupo, del mismo tipo que la de los insectos terrestres. Al cabo de un rato, la cmara estaba llena de aire. Se abri entonces otra abertura ms grande. Lane sigui a los decpodos y al ser que le haba rescatado por otro tnel que se elevaba cuarenta y cinco grados. Calcul que deban encontrarse ahora en el interior del tubo de donde haba surgido primeramente el bpedo. Tena razn. Se arrastr por otro agujero hasta l. Un par de picos sonaron al pegarle en el casco. Automticamente empuj a aquella cosa, y bajo la fuerza de su golpe, el decpodo cay rodando por el suelo, formando una amalgama de patas que se movan. Lane no se preocup por haberle hecho dao. No pesaba mucho, pero su cuerpo deba ser muy resistente para poder pasar sin dao alguno del denso aire existente en el interior del tubo a las condiciones casi estratosfricas reinantes en el exterior. Sin embargo, se llev la mano al cuchillo que tena en su cinturn. Pero el bpedo puso su mano sobre su brazo, y sacudi una de sus cabezas. Ms tarde descubrira que aquel aparente picotazo no fue ms que un simple accidente. Los decpodos le ignoraron en todo momento, con una sola excepcin. Tambin descubri que haba tenido mucha suerte. Los decpodos haban salido para inspeccionar su jardn porque, gracias a algn mtodo de deteccin desconocido, saban que las plantas haban sufrido algn dao. Normalmente, el bpedo no les habra acompaado. Pero aquel da se despert su curiosidad porque los decpodos se haban visto obligados a salir tres veces en tres das y, en consecuencia, decidi investigar. El bpedo apag la linterna e indic a Lane que le siguiera. ste le obedeci con dificultad. Haba luz, pero era una luz dbil y crepuscular. Su fuente eran las numerosas criaturas que colgaban del techo del tubo. Tenan aproximadamente un metro de longitud, unos quince centmetros de espesor, en forma cilndrica, de piel rosada y sin ojos. Posean una docena de miembros, que oscilaban continuamente; su movimiento ayudaba a mantener el aire en circulacin en el interior del tnel. Su brillo, fro y similar al de una lucirnaga, proceda de dos rganos globulares y palpitantes que colgaban a ambos lados de la boca, sin labios y redonda, situada en el extremo libre de la criatura. Una especie de baba caa de la boca al suelo, o a un estrecho canal que corra a lo largo de la parte ms baja del inclinado suelo. El agua corra por el canal de unos quince centmetros de profundidad; era la primera agua nativa que haba visto. El agua recoga la

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baba y la transportaba un tramo, antes que fuera engullida por un animal situado al fondo del canal. Los ojos de Lane se ajustaron a la dbil luz. pudiendo descubrir entonces que el animal aquel tena forma de torpedo y no posea ni ojos ni aletas. Tena dos aberturas en su cuerpo; por una de ellas penetraba el agua, y por la otra sala. Comprendi inmediatamente lo que significaba aquello. Era el agua del polo norte, fundida durante el verano, que flua por el extremo ms alejado del sistema de tubos. Ayudada por la gravedad y por la accin de bombeo de la lnea de animales situada en el canal, el agua era transportada desde el borde del polo hasta el ecuador. Los decpodos pasaban a su lado en direcciones errticas. Algunos, sin embargo, se detenan bajo algunos de los organismos que colgaban del techo. Se echaban hacia atrs, apoyndose en sus cinco patas traseras, y sacaban sus lenguas, que se dirigan hacia las bocas abiertas de los crculos brillantes. Inmediatamente, los gusanos luminosos como Lane les haba empezado a llamar, movan rpidamente sus cilios y se extendan hacia abajo, alcanzando dos veces su longitud anterior. Su boca se encontraba con el pico del decpodo y se produca un intercambio de sustancias entre ambos. Impacientemente, el bpedo estir a Lane por el brazo. l le sigui, bajando por el tubo. No tardaron en penetrar en una seccin donde unas races plidas surgan de unos agujeros existentes en el techo y se extendan a lo largo de las curvadas paredes, aferrndose a ellas y formando una red de numerosas y pequeas races que se deslizaban a travs del suelo, hasta llegar al agua del canal. De vez en cuando, un decpodo masticaba una raz y despus se alejaba rpidamente para ofrecer un fragmento a las bocas de los gusanos luminosos. Tras haber andado durante varios minutos, el bpedo pas al otro lado de la corriente y empez a andar tan cerca de la pared como le era posible, mirando mientras tanto con recelo hacia la otra parte del tnel, de donde haban venido andando. Lane tambin mir, pero no pudo ver nada que le produjera alarma. Haba una gran abertura en la base de la pared, que evidentemente conduca hacia un tnel. Supuso que este tnel dara paso a una habitacin o habitaciones porque muchos decpodos entraban y salan de l. Y una docena de ellos, de un tamao superior al normal, iban arriba y abajo de la entrada, como si fueran centinelas. Cuando hubieron pasado ante la abertura, dejndola unos cincuenta metros atrs, el bpedo se relaj. Tras haber conducido a Lane durante unos diez minutos, se detuvo. Su mano desnuda toc la pared. Por primera vez not que la mano era pequea y estaba delicadamente configurada, como la de una mujer. Una seccin de la pared se abri. El bpedo se volvi y se inclin para penetrar en el agujero, mostrando unas nalgas y unas piernas que estaban femeninamente redondeadas y bien configuradas. Fue entonces cuando empez a pensar que se trataba de una hembra. Sin embargo, las caderas no eran anchas, aunque estaban recubiertas de tejido graso. Los huesos no estaban ampliamente separados para dejar el espacio necesario para llevar un feto en el vientre. A pesar de las curvas del resto de su cuerpo, las caderas eran relativamente tan estrechas como las de un hombre.

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La abertura se cerr detrs de ellos. El bpedo no encendi la linterna, pues haba una cierta iluminacin en el otro extremo del tnel. El suelo y las paredes no eran del duro material gris de las otras, ni tampoco de tierra compacta. Parecan estar vitrificadas, como si hubieran sido cristalizadas por medio del calor. Ella le estaba esperando cuando l sali por una repisa de un metro de altura, penetrando en una habitacin grande. Durante un minuto qued cegado por la intensa luz. Cuando sus ojos se hubieron ajustado busc la fuente de luz, pero no pudo encontrarla. Observ que no haba ninguna sombra en toda la habitacin. El bpedo se quit el casco y el traje y los dej colgados en una especie de armario. La puerta se abri cuando ella se aproxim, cerrndose al alejarse. Ella le hizo seas, indicndole que tambin se poda quitar el traje. l no dud un momento. Aunque el aire poda ser venenoso, no le quedaba otra opcin. Su tanque de aire no tardara en estar vaco. Pero, adems, pareca como si la atmsfera contuviera suficiente oxgeno. Ya entonces haba comprendido que las hojas de las plantas paraguas, que crecan de la parte superior de los tubos, absorban la luz del sol y los restos de bixido de carbono. En el interior de los tneles, las races absorban agua del canal, as como la gran cantidad de bixido de carbono generada por los decpodos. La energa de la luz del sol converta el gas y el lquido en glucosa y oxgeno, que era lo que haba en los tneles. Incluso all, en aquella profunda cmara situada debajo del tubo y a uno de sus lados, una gruesa raz penetraba por el techo y extenda sus delgados tejidos blancos por las paredes. Se encontraba directamente debajo de la materia carnosa cuando se quit el casco y pudo respirar por primera vez el aire de Marte. Inmediatamente despus dio un salto. Algo hmedo le haba goteado en la frente. Mir hacia arriba y vio que la raz estaba segregando lquido a travs de un gran poro. Se quit la gota con la yema del dedo y se la llev a la boca, probndola. Era densa y dulce. Bueno pens, normalmente el rbol tiene que gotear el azcar en el agua. Pero parece hacerlo a una velocidad anormalmente rpida. Entonces se le ocurri pensar que aquello quiz se debiera a que en el exterior estaba oscureciendo y por lo tanto empezara a hacer fro. Los rboles paraguas podran estar bombeando el agua en sus troncos, dirigindola hacia los clidos tneles. De este modo, durante la fra noche marciana, en la que la temperatura descenda muy por debajo de cero, evitaban quedar helados, tumefactos y rasgados. Pareca ser una teora razonable. Mir a su alrededor. El lugar era una habitacin medio vivienda, medio laboratorio biolgico. Haba camas y mesas y sillas y varios artculos que no pudo identificar. Uno de ellos era una gran caja metlica negra, situada en una esquina. De ella, y a intervalos regulares, surga una corriente de pequeas burbujas azules. Se elevaban hasta el techo, hacindose cada vez ms grandes a medida que ascendan. Al llegar al techo, no se detenan ni explotaban, sino que simplemente penetraban por entre el material vitrificado, como si ste no existiera.

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Ahora, Lane conoca el origen de los globos azules que viera aparecer sobre la superficie del jardn. Pero an no comprenda cul podra ser su propsito. No dispuso de mucho tiempo para observar los globos. El bpedo tom un gran cuenco de cermica verde de una estantera y lo coloc sobre una mesa. Lane lo mir con curiosidad, preguntndose qu ira a hacer ahora. Ya entonces se haba dado cuenta que la segunda cabeza perteneca a una criatura completamente separada de ella. Su delgada longitud, de aproximadamente un metro setenta, de piel sonrosada, estaba enrollada alrededor de su cuello y de su torso; su diminuto rostro plano se volvi hacia Lane; la tortuosa luz de sus ojos azules brill por un momento. De repente su boca se abri, revelando la existencia de unas encas sin dientes, y su brillante lengua roja, de aspecto mamfero, y no de reptil, se adelant hacia l. El bpedo, sin prestar atencin alguna a las acciones del gusano, se lo quit del cuerpo y, dulcemente, arrullndolo con unas pocas palabras pronunciadas en un lenguaje suave en el que predominaban las vocales, lo dej en el interior del cuenco. El gusano se arrellan en el interior, deslizndose alrededor de la curva, como una serpiente en el interior de un hoyo. El bpedo tom un jarro que estaba sobre una caja de plstico rojo. Aunque la caja no pareca estar conectada con ninguna fuente visible de energa, pareca ser un hornillo. El jarro contena agua caliente que ella verti en el cuenco, medio llenndolo. Bajo la ducha, el gusano cerr los ojos, como si se sintiera muy satisfecho. Despus, el bpedo hizo algo que alarm a Lane. La hembra se inclin sobre el cuenco y vomit en su interior. Lane se adelant hacia ella. Sin darse cuenta que ella no le poda comprender, dijo: Est usted enferma? Ella puso de manifiesto unos dientes de aspecto humano, en una sonrisa con la que trat de tranquilizarle; despus se apart del cuenco. l se qued mirando al gusano, que haba introducido la cabeza en la masa vomitada. De repente sinti nuseas, porque estaba seguro que aquel ser se estaba alimentando con aquello. Y estuvo igualmente seguro que ella alimentaba regularmente al gusano con alimentos regurgitados. Su disgusto no disminuy ni siquiera al reflexionar que no deba reaccionar ante ella como lo hara ante un terrestre. Saba que ella era un ser totalmente extrao, y que era inevitable que algunas de sus costumbres le causaran repulsa, e incluso conmocin. Esto lo saba, desde un punto de vista racional. Pero aunque su mente le deca que deba comprender y disculpar, su cuerpo le deca que deba detestar y rechazar. Su aversin no disminuy mucho cuando la observ atentamente mientras ella tomaba una ducha en un cubculo situado en la pared. Tena aproximadamente una estatura de un metro sesenta y era tan delgada como, en su opinin, deba ser una mujer, con unos huesos delicados bajo su carne redondeada. Sus piernas eran humanas; con unas medias de nylon y unos tacones altos podran haber sido excitantes... Todo lo dems pareca igual. Sin embargo, si sus zapatos hubieran sido abiertos, la visin de sus pies habra causado muchos comentarios. Slo tenan cuatro dedos. Sus largas y hermosas manos, en cambio, tenan cinco dedos. Parecan no tener uas, como los dedos de los pies, aunque ms tarde, cuando las examin ms de cerca, pudo comprobar que tenan unas uas rudimentarias.

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Ella sali del cubculo y empez a secarse, aunque no sin indicarle antes que se quitara el traje y tomara tambin una ducha. l se la qued mirando fija e intencionadamente, hasta que ella lanz una risa breve y desconcertada. Indudablemente era una risa femenina. Despus, ella habl. l cerr los ojos y se qued escuchando lo que crey no poder escuchar en varios aos: una voz de mujer. Y era una voz extraordinaria; ronca y encantadora al mismo tiempo. Pero cuando abri los ojos la vio tal y como era. No era una mujer. Tampoco un hombre. Qu era? Algo neutro? No. El impulso de pensar en aquel ser como ella le resultaba demasiado fuerte. Y eso a pesar de no tener senos. Tena pecho, pero no pezones, ni siquiera rudimentarios. Su pecho era el de un hombre, musculoso bajo la capa de grasa que se curvaba sutilmente para dar la impresin que bajo ella..., haba unos senos iniciando su desarrollo? No, no en esta criatura. Ella nunca dara de mamar a su hijo. Ni siquiera lo llevara vivo en su interior, s es que lo llevaba. Su vientre era suave y liso, sin rastro de ombligo. Tambin era suave la zona existente entre sus piernas, sin pelo y sin abertura, tan inocente como si se tratara de una ninfa pintada para algn libro escolar victoriano. Lo que le pareca tan horrible era esa parte, entre las piernas, sin seal alguna de sexo. Era como el vientre blanco de una rana, pens Lane, estremecindose. Al mismo tiempo, su curiosidad se hizo an mayor. Cmo copulaba y se reproduca aquel ser? Ella volvi a rer y sonri con unos labios plido-rojizos, de aspecto humano, y arrug una nariz pequea y ligeramente levantada; despus se pas la mano por los pelos, gruesos, rectos y de color rojo-amarillento. Pens en los abrigos de pieles, y no en el pelo humano; tena un brillo ligeramente aceitoso, como el de algunos animales acuticos. El rostro, aunque extrao, podra haber pasado por humano, aunque slo vagamente. Los huesos de su mejilla eran muy elevados y formaban una protuberancia hacia arriba, dndole un aspecto no humano. Sus ojos eran de un azul oscuro y bastante humanos. Pero esto no significaba nada. As eran tambin los ojos de un pulpo. Ella se dirigi hacia otro armario, y mientras se alejaba de l, Lane observ que a pesar que sus caderas estaban curvadas como las de una mujer, no se balanceaban con el desplazamiento plvico de una mujer humana. La puerta se abri, mostrando en su interior los cadveres de varios decpodos, sin sus patas, colgando de unos ganchos. Ella tom uno, lo coloc sobre una mesa de metal y de la estantera sac una sierra y varios cuchillos, empezando poco despus a cortar. Como senta verdaderas ansias de observar la anatoma del decpodo, se acerc a la mesa. Ella le indic que tomara una ducha. Lane se quit el traje. Cuando lleg al cuchillo y al hacha, dud, pero, temeroso a que ella pensara que desconfiaba, colg el cinturn que contena sus armas junto al traje. Sin embargo, no se desnud del todo, porque estaba decidido a observar los rganos internos del animal. Se duchara ms tarde. El decpodo no era un insecto, a pesar de su forma, similar a la de una araa. Al menos, en un sentido terrestre. Tampoco era un vertebrado. Su

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suave piel lampia era la de un mamfero, tan ligeramente pigmentada como la de una rubia sueca. Pero, aunque posea un endoesqueleto, no tena columna vertebral. En su lugar, los huesos de su cuerpo formaban una caja redonda. Sus delgadas costillas partan de un cuello cartilaginoso que se encontraba inmediatamente despus de la parte posterior de la cabeza. Las costillas se curvaban hacia afuera, y despus hacia adentro, encontrndose casi con la posterior correspondiente. Dentro de esta caja se encontraban los sacos pulmonares ventrales, un corazn relativamente grande y rganos similares al hgado y a los riones. Del corazn salan tres arterias, en lugar de las dos que poseen los mamferos. No poda estar seguro a causa de un examen tan precipitado, pero pareca como si la aorta dorsal llevara tanto sangre pura como impura, como la de algunos reptiles terrestres. Tambin haba otras cosas notables. La ms extraordinaria de todas era que, por lo que poda ver, el decpodo no posea sistema digestivo. Pareca como si le faltaran tanto los intestinos como el ano, a menos que se pudiera definir como intestino un saco que se extenda directamente desde el cuello hasta el centro del cuerpo. Adems, tampoco vio nada que pudiera distinguir como rganos reproductores, aunque esto no significara que no los tuviera. La larga lengua tubular de la criatura, cortada por el bpedo, dej al descubierto un canal que corra a lo largo de ella, desde su punta abierta hasta una vejiga situada en su base. Aparentemente, todo esto formaba parte del sistema excretor. Lane se pregunt qu permitira al decpodo soportar las grandes diferencias de presin existentes entre el interior del tubo y la superficie de Marte. Al mismo tiempo, se dio cuenta que esta capacidad no era ms maravillosa que el mecanismo biolgico que permite a las ballenas y a las focas resistir sin sufrir el menor dao las enormes presiones submarinas. El bpedo le mir con sus azules ojos redondos y muy bonitos, se ech a rer y entonces sac del interior del crneo abierto un diminuto cerebro. Hauaimi dijo, con lentitud, y despus, sealndose la cabeza, repiti: Hauaimi y a continuacin indic la cabeza de Lane y volvi a decir: Hauaimi. Repitiendo lo que ella haba dicho, Lane indic su propia cabeza y dijo: Hauaimi. Cerebro. Cerebro repiti ella, y se volvi a echar a rer. A continuacin, procedi a llamar por su nombre los rganos del decpodo que se correspondan con los suyos. De este modo, pasaron tranquilamente los preparativos para la comida, mientras l se diriga desde el animal muerto hasta otros objetos que haba por la habitacin. Cuando ella termin de frer la carne y de hervir tiras de la hoja membranosa de la planta paraguas, aadiendo tambin diversos alimentos exticos que extrajo de unos tiestos, ya haban intercambiado por lo menos cuarenta palabras. Al cabo de una hora, an segua recordando veinte. Sin embargo, an quedaba por aprender algo importante. Se seal hacia s mismo, y dijo: Lane. Despus seal hacia ella y expres una mirada interrogadora. Mahrseeya contest ella. Martia? repiti l.

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Ella le corrigi, pero l qued tan sorprendido por la semejanza que a partir de entonces siempre la llam as. Al cabo de un rato, ella abandon sus intentos de ensearle la pronunciacin correcta. Martia se lav las manos y le sirvi un cuenco lleno de agua. l utiliz el jabn y la toalla que ella le tendi y se dirigi despus hacia la mesa, donde le esperaba. Sobre ella haba un gran cuenco con una sopa espesa, un plato de sesos fritos, una ensalada de hojas hervidas y algunas otras legumbres que no pudo identificar, un plato de costillas con una negra y gruesa capa de carne, huevos duros y pequeas rodajas de pan. Martia le hizo seas para que se sentara. Evidentemente, su cdigo no le permita sentarse antes que lo hiciera su husped. Lane ignor su silla, se coloc detrs de ella, coloc una mano sobre su hombro y la apret suavemente hacia abajo, mientras que con la otra le deslizaba la silla bajo ella. Martia volvi la cabeza para sonrerle. Su pelo se apart, revelando la existencia de una pequea oreja sin lbulo. l apenas si se dio cuenta porque prest demasiada atencin a la sensacin semirrepulsiva, semiagradable que tuvo cuando le toc la piel. No fue la propia piel la que le hizo tener aquella sensacin, pues era tan suave y clida como la de una joven. Fue ms bien la idea de estar tocndola. Al sentarse, pens que aquello se deba en parte a la desnudez de Martia. No porque revelara su sexo, sino porque pona de manifiesto su falta de sexo. No haba senos, ni pezones, ni ombligo, ni pliegue o proyeccin pbica. La ausencia de estas caractersticas le parecan algo errneo, muy errneo, profundamente perturbador. Resultaba algo vergonzoso que ella no tuviera nada de lo que avergonzarse. Ese es un pensamiento extrao, se dijo a s mismo. Y, sin saber por qu, sinti que se ruborizaba. Martia, sin darse cuenta, tom una botella alta y le llen el vaso con un vino de color oscuro. l lo prob. Era exquisito; no es que superara a los mejores vinos qu haba probado en la Tierra, pero era al menos tan bueno. Martia tom una de las rebanadas de pan, partindola en dos trozos y tendindole uno. Con el vaso de vino en una mano y el pan en la otra, inclin la cabeza, cerr los ojos y comenz a cantar suavemente. l se qued mirndola fijamente. Aquello era una oracin, una accin de gracias. Era el preludio de una especie de comunin, de algo que tanto le extraaba incluso en la Tierra? Y, si lo era, no tena de qu sorprenderse. Carne y sangre, pan y vino: el simbolismo era simple, lgico y hasta poda ser universal. Sin embargo, exista la posibilidad que estuviera imaginando paralelismos que, en realidad, no existan. Ella poda estar cumpliendo con un ritual cuyo origen y significado no se parecieran en nada a todo lo que l hubiera podido imaginar. Si esto era as, lo que ella hizo a continuacin tambin poda ser igualmente mal interpretado. Dio un mordisco al pan, bebi un corto trago de vino y despus, con sencillez, le invit a hacer lo mismo. As lo hizo l. Martia tom entonces un vaso vaco, escupi en l un pequeo trozo de pan empapado en vino, y le indic que l deba hacer lo mismo. Una vez hecho, Lane sinti revolvrsele el estmago porque ella mezcl con el dedo lo que ambos haban dejado caer de sus bocas y se lo ofreci a l. Evidentemente, l tena que llevrselo a la boca y comrselo.

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De este modo, la accin era tanto fsica como metafsica! El pan y el vino eran la carne y la sangre de la divinidad que ella adorara. Y, ms an, ella, imbuida con el cuerpo y el espritu del dios, deseaba ahora mezclar el suyo propio y el de aquel dios con l. Lo que como del dios es aquello en lo que me convierto. Lo que comes de m es aquello en lo que te conviertes. Lo que como de ti es aquello en lo que me convierto. Y ahora, nosotros tres nos hemos convertido en una sola persona. Lane, lejos de rechazar el concepto, se sinti atrado, excitado. Saba que, probablemente, haba muchos cristianos que se habran negado a compartir la comunin debido a que el ritual no tena los mismos orgenes o no se adaptaba a los suyos. Hasta podran haber pensado que al compartirlo se estaban sometiendo a un dios extrao. Lane consider que aquella idea no slo era intolerante e inflexible, sino ilgica, poco caritativa y ridcula. nicamente poda existir un solo Creador; los nombres que las criaturas pudieran darle a ese Creador, era algo que no importaba. Lane crea sinceramente en la existencia de un dios personal, un dios que tomaba buena nota de l como individuo. Tambin crea que el gnero humano necesitaba la redencin y que un redentor haba sido enviado a la Tierra. Y si otros mundos necesitaban redencin, entonces tambin habran tenido o tendran su redentor. Quiz fue mucho ms all que la mayor parte de sus compaeros de religin, porque, en realidad, haba intentado practicar el amor por la humanidad. Eso le haba proporcionado fama de fantico entre sus conocidos y amigos. Sin embargo, se haba reprimido lo suficiente como para no llegar a ser una molestia, y su clido corazn le haba permitido ser bien recibido en todas partes. Seis aos antes era un agnstico. Pero su primer viaje al espacio fue lo que contribuy a convertirle. Aquella insuperable experiencia le hizo darse cuenta de un modo contundente de lo insignificante que era como ser viviente, qu terriblemente complicado e inmenso era el universo, y cunto necesitaba una estructura en la que estar y llegar a ser. El hecho ms extrao de su conversin, pens ms tarde, fue que uno de los compaeros con quienes hizo aquel primer viaje un devoto creyente, al volver a la Tierra renunci a su propia secta, abandon su fe y se convirti en un completo ateo. Pens en todo esto mientras se llev a la boca el dedo que ella le extenda y chup la pasta que haba en l. Despus, obedeciendo a sus gestos, introdujo su propio dedo en el cuenco y extrayendo un trozo de la mezcla, se lo puso en los labios. Ella cerr los ojos y chup suavemente el dedo. Cuando l trat de retirarlo, ella le detuvo, tomndole por la mueca. Lane no insisti en retirar el dedo, pues deseaba evitar el ofenderla. Quiz una parte del rito consista en un largo intervalo de tiempo. Pero la expresin de ella pareca tan vehemente y al mismo tiempo tan esttica, como la de un beb hambriento cuando se le da de mamar, que se sinti incmodo. Al cabo de un minuto, no viendo en ella ninguna indicacin de querer terminar, fue sacando con lentitud el dedo de su boca. Ella abri entonces los ojos y suspir, pero no hizo ningn gesto o comentario. En lugar de ello, empez a servir la sopa.

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Aquella sopa caliente y densa era deliciosa y vigorizante. Su textura era similar a la sopa de plancton que tan popular se estaba haciendo en la hambrienta Tierra, aunque no tena gusto a pescado. El pan, de color marrn, le recordaba el arroz. La carne del decpodo era como la de liebre, aunque ms dulce y con un sabor indefinible. Slo tom un bocado de la ensalada de hoja y despus, frenticamente, bebi un buen trago de vino para suavizar el fuerte picor que sinti. Aparecieron lgrimas en sus ojos y tosi hasta que ella le habl en un tono de voz alarmado. l sonri, pero se neg a volver a tocar la ensalada. El vino no slo enfri su boca, sino que llen sus venas de alegra. Se dijo a s mismo que no deba beber ms. A pesar de todo, se termin su segunda copa antes de recordar su decisin de mostrarse comedido. Pero para entonces ya era demasiado tarde. El fuerte licor se le subi directamente a la cabeza; se sinti mareado y con ganas de echarse a rer. Los acontecimientos del da, el haber escapado por tan poco de la muerte, la reaccin al saber que todos sus camaradas estaban muertos, el darse cuenta de su situacin actual, la tensin provocada por sus encuentros con los decpodos, su insatisfecha curiosidad sobre el origen de Martia y el lugar donde pudieran encontrarse otros seres de su misma especie, todo esto se combinaba en su interior, producindole al mismo tiempo estupor y euforia. Se levant de la mesa y se ofreci a ayudar a Martia con los platos, pero ella sacudi la cabeza y coloc los platos en una lavadora snica. Mientras tanto, l decidi que necesitaba quitarse el sudor, la pegajosidad y el olor del cuerpo acumulado durante dos das de viaje. Al abrir la puerta de acceso al cubculo de la ducha, descubri que no haba espacio suficiente para colgar sus ropas. As entonces, sin inhibicin alguna, a causa de la fatiga y del vino y pensando que, despus de todo, Martia no era una mujer, se quit las ropas, quedndose desnudo. Martia le observ y sus ojos se agrandaron a medida que fue quitndose cada una de sus prendas. Finalmente lanz una boqueada, se ech hacia atrs y se puso muy plida. No es tan malo gru l, preguntndose qu podra haber causado su reaccin. Despus de todo, algunas de las cosas que he visto por aqu no son tan fciles de tragar. Ella seal con un dedo tembloroso y pregunt algo con una voz trmula. Quiz fue su imaginacin, pero podra haber jurado que ella utiliz la misma inflexin que podra haber utilizado un angloparlante. Est usted enferma? Es que el miembro es algo maligno? No conoca palabras suficientes para explicar nada, y tampoco tena la intencin de ilustrar la funcin mediante la accin. En consecuencia, cerr la puerta del cubculo tras l y apret la plancha que daba paso al agua. El calor del agua, la sensacin del jabn, de la suciedad y el sudor que se iban desprendiendo de su cuerpo, le relajaron algo, de modo que pudo pensar en cuestiones que haba pasado por alto hasta entonces. En primer lugar, tendra que aprender el lenguaje de Martia, o ensearle a ella el suyo. Probablemente, ambas cosas ocurriran al mismo tiempo. Pero estaba seguro de una cosa: las intenciones de Martia hacia l eran pacficas, al menos por el momento. Cuando comparti la comunin con l fue sincera. No tuvo la impresin que una de sus costumbres culturales fuera compartir el pan y el vino con una persona a la que tuviera la intencin de matar.

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Sintindose mejor, aunque todava un poco cansado y mareado por el vino, abandon el cubculo. De mala gana tom sus calzoncillos sucios, y entonces sonri al darse cuenta. Haban sido lavados mientras l tomaba la ducha. Martia, sin embargo, no prest ninguna atencin a su sonrisa de agradable sorpresa. Con un gesto algo hosco, le indic que se echara en la cama y durmiera. En lugar de echarse ella misma, recogi un cubo y comenz a ascender por el tnel. l decidi seguirla y ella, al darse cuenta, se limit a encogerse de hombros. Al salir al tubo, Martia encendi la linterna. Todo el tnel se encontraba en la ms completa oscuridad. El haz de luz, jugueteando en el techo, mostr que los gusanos luminosos haban apagado sus luces. No haba ningn decpodo a la vista. Ella dirigi la luz hacia el canal, para que l viera que los peces-chorro seguan absorbiendo y expeliendo agua. Antes que pudiera apartar el haz de luz, l le puso la mano en la mueca y con la otra levant uno de los peces del canal. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para elevarlo, que qued explicado cuando le dio la vuelta a aquella criatura en forma de torpedo y vio la columna carnosa que colgaba de su vientre. Se dio cuenta entonces de por qu la reaccin del agua impulsada no echaba hacia atrs a aquellos seres. El pie ventral actuaba como una ventosa que les mantena adheridos al suelo del canal. Con una cierta impaciencia, Martia se separ de l y comenz a caminar suavemente por el tnel. l la sigui hasta que llegaron a la abertura de la pared ante la que ella se mostrara antes tan recelosa. Penetr por la abertura, arrastrndose, pero antes de haber avanzado mucho tuvo que apartar a un montn de enmaraados decpodos, dejndolos a un lado. Se trataba de los decpodos ms grandes que l viera antes, guardando la entrada. Ahora, todos ellos se haban quedado durmiendo en sus puestos. Si era as, razon, lo que estuvieran guardando tambin tendra que estar durmiendo. Y por qu Martia no? Cmo encajaba ella en toda aquella situacin? Quiz no encajaba en modo alguno. Ella era absolutamente extraa, algo para lo que su inteligencia instintiva no estaba preparada y que, en consecuencia, ignoraban. Eso quiz explicara el porqu no le haban prestado ninguna atencin a l cuando fue descubierto en el jardn. Sin embargo, tena que haber alguna excepcin a aquella regla. Sin duda alguna, Martia trat de no atraer la atencin de los centinelas la primera vez que pasaron junto a la entrada. Un momento despus descubri por qu. Penetraron en una enorme cmara que tena por lo menos setenta metros cuadrados. Se encontraba tan oscura como el tubo, pero durante el perodo en que todos estuvieran despiertos deba poseer mucha luz, porque el techo estaba abarrotado de gusanos luminosos. El haz de luz de Martia recorri la cmara, permitindole ver los montones de decpodos dormidos. Entonces, de repente, se detuvo. l ech un vistazo y su corazn apresur su marcha, y los pelos de su nuca se elevaron. Ante l se encontraba un enorme gusano de un metro de altura y casi siete de longitud! Sin detenerse a pensarlo, asi a Martia para evitar que se acercara demasiado a aquel monstruo. Pero en el mismo momento en que la asi, la solt. Despus de todo, ella deba saber lo que estaba haciendo.

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Martia dirigi la luz hacia su rostro y sonri, como para indicarle que no deba alarmarse; luego le toc el brazo, en un gesto tmidamente afectivo. Por un momento, l no supo por qu. Despus, se le ocurri pensar que ella se senta contenta porque l haba pensado en su bienestar. Y, ms an, su reaccin demostraba que ya se haba recuperado de la conmocin sufrida al verle desnudo. Se apart de ella para examinar al monstruo. Estaba echado en el suelo, dormido, con sus grandes ojos cerrados detrs de unas hendiduras verticales. Tena una gran cabeza, similar a la de los pequeos decpodos que le rodeaban. Su boca era enorme, pero la nariz era muy pequea, como una arruga crnea situada sobre sus labios. El cuerpo, sin embargo, pareca muy poderoso, como si se tratara de un enorme tractor, excepto por el pelo. Diez pequeas patas sobresalan de sus lados, aunque resultaban demasiado cortas para llegar siquiera al suelo. Sus partes laterales estaban bombeadas, como si se encontraran llenas de gas. Martia pas junto al monstruo y se detuvo en su parte posterior. All levant un pliegue de su piel. Debajo de ella haba aproximadamente una docena de huevos de cscara como de cuero, mantenidos unidos por medio de una viscosa secrecin. Ahora lo comprendo murmur Lane. Desde luego. Es como la reina ponedora de huevos. Est especializada en la reproduccin. sa es la razn por la que los dems no poseen rganos reproductores, o bien son tan rudimentarios que no he podido observarlos. Los decpodos parecen vertebrados, muy bien, pero se asemejan en algunas cosas a los insectos terrestres. Sin embargo, eso no explica la ausencia de un sistema digestivo. Martia coloc los huevos en el cubo y comenz a abandonar la cmara. l la detuvo, indicndole que deseaba echar un vistazo ms detenido por all. Ella se encogi de hombros y procedi a conducirle por toda la cmara. Ambos tuvieron que llevar mucho cuidado para no tropezar con los decpodos, que estaban echados por todas partes. Llegaron a una especie de nicho abierto, construido de la misma materia gris de la que estaban compuestas las paredes. Su interior contena numerosas estanteras, en las que haba cientos de huevos. Unas trenzas hechas de un tejido similar a la tela de araa, impeda que los huevos se cayeran. Cerca haba otro nicho que contena agua. En el fondo pudo ver ms huevos. Sobre ellos unos peces-torpedo de menor tamao se movan en el agua. Los ojos de Lane se abrieron mucho al observar todo esto. Los peces no eran miembros de otra raza, sino que eran las larvas de los decpodos. Y podan ser colocados en el canal no slo para vivir bombeando el agua procedente del polo norte, sino para que crecieran hasta estar listos para experimentar la metamorfosis que los llevara a la fase adulta. Sin embargo, Martia le mostr otro nicho que le hizo revisar parcialmente su primera teora. Este otro nicho estaba seco y en el suelo haba ms huevos. Martia recogi uno, cort su correosa cscara con un cuchillo y vaci su contenido en una mano. Ahora, los ojos de Lane se abrieron mucho ms, pues esta criatura posea un diminuto cuerpo cilndrico, una ventosa succionadora en un extremo y una boca redonda en el otro, as como dos rganos globulares que le colgaban de la boca. Era un pequeo gusano luminoso.

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Martia le mir para ver si l comprenda. Lane extendi sus manos y elev sus hombros, con aire de estar diciendo: No lo acabo de comprender. Hacindole seas, ella se dirigi hacia otro nicho para mostrarle ms huevos. Algunos haban sido rotos desde el interior y los pequeos seres cuyos duros picos lo haban hecho se movan lentamente sobre sus dbiles diez patas. Enrgicamente, Martia realiz una serie de gestos. Mientras la observaba, l comenz a comprender. Los embriones que permanecan en los huevos hasta haberse desarrollado por completo, experimentaban tres metamorfosis principales: la fase del pezbomba, la fase del gusano luminoso y finalmente la fase del decpodo infantil. Si los huevos eran abiertos por los cuidadores adultos en cualquiera de sus dos primeras fases, el embrin permaneca para siempre con aquella forma. Sin embargo, creca, hacindose mayor. Y qu suceda con la reina?, pregunt sealando al monstruo, con su cuerpo hinchado de huevos. Como contestacin, Martia recogi uno de los huevos recin incubados. Asi al animal por sus muchas patas, pero ste no protest al ser, como todos los dems, mudo. Martia le dio la vuelta e indic una ligera abertura en su parte posterior. Despus, le mostr el mismo lugar en uno de los adultos que dorman. La parte posterior del adulto era suave debajo del pliegue. Martia hizo gestos de comer. l asinti. Las criaturas nacan con rganos sexuales rudimentarios que nunca se desarrollaban. De hecho, se atrofiaban por completo a menos que al joven se le proporcionara una dieta especial, en cuyo caso se transformaba en ponedor de huevos. Pero la imagen no le pareca completa. Si hay hembras, tambin debe haber machos. Le resultaba difcil admitir que unos animales tan altamente desarrollados se fertilizaran a s mismos o se reprodujeran partenogenticamente. Entonces record a Martia y empez a dudar. Ella no mostraba signos de poseer rganos reproductores. Poda pertenecer a un gnero de seres que se reproducan a s mismos? O era una desviacin, cuya estructura natural se alcanzaba por medio de alguna dieta especial? No le pareca que pudiera ser as, pero no poda asegurar que tales cosas no fueran posibles dentro de otro esquema natural. Lane deseaba satisfacer su curiosidad, as que, ignorando el deseo de Martia de abandonar la cmara, examin cada una de las cinco cras de decpodo. Todas ellas eran hembras en potencia. De repente, Martia, que le haba estado observando con una expresin muy seria en el rostro, sonri y le tom de la mano, llevndole hacia la parte posterior de la cmara. All, mientras se aproximaban a otra estructura, percibi un fuerte olor que le record el del cloro. Ya cerca de la estructura, not que no se trataba de un nicho, como los otros, sino de una especie de caja semiesfrica. Las barras de las que estaba compuesta eran de la misma materia gris y dura, y se curvaban a partir del suelo para encontrarse en un punto central. No haba puerta alguna. Evidentemente, aquella jaula haba sido construida alrededor de lo que haba en su interior, y su ocupante tena que permanecer all hasta que muriera. Martia no tard en mostrarle por qu a aquella cosa no se le permita ser libre. Ella..., l..., estaba durmiendo, pero Martia introdujo la mano por entre los barrotes y le dio un puetazo en la cabeza. La cosa no respondi hasta que no

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fue golpeada otras cinco veces. Despus, lentamente, abri sus prpados oblicuos para poner al descubierto unos ojos muy fijos, surcados por una luminosa sangre arterial. Martia arroj uno de los huevos hacia la cabeza de aquel ser extrao. Su pico se abri rpidamente, el huevo desapareci, el pico se cerr y se escuch un ruidoso engullir. La comida le despert a la vida. Salt sobre sus diez largas patas, abri y cerr varias veces el pico y arremeti contra los barrotes una y otra vez. Aunque no corra ningn peligro, Martia se hizo hacia atrs, ante la mirada asesina que se reflejaba en los ojos escarlata. Lane pudo comprender su reaccin. Se trataba de un gigante, casi un metro ms alto que los centinelas. Su espalda estaba al mismo nivel que la de Martia; su pico podra haber contenido la cabeza de ella. Lane rode la jaula para echar un vistazo a su parte posterior. Intrigado, volvi a darle la vuelta, sin distinguir ninguna seal de masculinidad, excepto su salvaje furia, de algn modo similar a la de un semental encerrado en su cuadra durante la poca de apareamiento. A excepcin de su tamao y de sus ojos enrojecidos, todo su aspecto era similar al de los centinelas. Trat de comunicar a Martia lo intrigado que se senta. Pero ella pareci anticiparse a sus deseos. Realiz otra serie de gestos, algunos de los cuales fueron tan enrgicos y cmicos que no pudo evitar el sonrer. Primero, le mostr dos huevos situados en una cercana plataforma. Se trataba de unos huevos ms grandes que los otros y estaban moteados de manchas rojas. Al parecer, contenan embriones macho. Despus, Martia le indic lo que sucedera si el macho adulto se liberara. Poniendo una cara cuya expresin intentaba ser feroz, pero que slo consigui divertirle, entrechocando los dientes y colocando sus dedos como si fueran garras, ella imit la actitud violenta del macho. Matara a todo el que se interpusiera en su camino. A toda la colonia, desde la reina, las obreras, los guardias, las larvas, los huevos; mordera sus cabezas, les destrozara, se los comera a todos, a todos. Y, una vez fuera del matadero, se introducira en el tubo y matara a todos los decpodos que encontrara, devorara a los pecesbomba, agarrara a los gusanos luminosos del techo, los destrozara, se los comera, se comera tambin las races de los rboles. Matar, matar, matar, comer, comer, comer! Todo eso estaba muy bien, indic Lane. Pero, cmo...? Martia indic que, una vez al da, las obreras hacan rodar a la reina a travs de la cmara, conducindola hasta la jaula. All, la colocaban de modo que presentara su parte posterior a slo unos centmetros de distancia de los barrotes y del enfurecido macho. Y el macho, aunque no deseaba hacer otra cosa que introducir su pico en la carne de la hembra, desgarrndola, no era dueo de s mismo. La actividad de la Naturaleza se apoderaba de l; su voluntad quedaba traicionada por su sistema nervioso. Lane hizo un gesto de asentimiento para demostrar que comprenda. En su mente quedaba la imagen del decpodo que haban cocinado y comido. Posea un saco en el extremo interno de la lengua. Probablemente, el macho tendra dos, uno para los excrementos, y el otro para contener el fluido seminal. De repente, Martia se qued helada, con las manos extendidas ante ella. Haba dejado la linterna en el suelo para poder moverse con entera libertad; la luz iluminaba su piel plida.

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Qu ocurre? pregunt Lane dando un paso hacia ella. Martia retrocedi, manteniendo las manos delante de ella. Pareca sentirse horrorizada. No te voy a hacer ningn dao dijo l. Sin embargo, se detuvo para que ella comprendiera que l no tena intencin alguna de acercarse. Qu la preocupaba? Nada se mova en la cmara, a excepcin del macho, y ste se encontraba detrs de los barrotes. Despus, ella seal, primero hacia l y despus hacia el enfurecido decpodo. Al observar esta inequvoca seal de identificacin, Lane comprendi. Ella se haba dado cuenta que l, al igual que el ser encerrado en la jaula, era un macho, y ahora perciba en l su estructura y su funcin. Lo que l no comprenda era por qu eso la poda atemorizar tanto. Aquello la repugnaba. S, eso era. El cuerpo de Martia, su aparente falta de sexo, le haba proporcionado una sensacin de disgusto, cercana a la nusea. Era entonces natural que ella reaccionara de un modo similar al ver su cuerpo. Sin embargo, pareca haberse sobrepuesto a su primera conmocin. Por qu se produca ahora este cambio inesperado, este horror ante l? Detrs de l son el pico del macho, lanzado contra los barrotes. Aquel sonido encontr eco en su mente. Claro, el placer de asesinar del monstruo! Hasta que se encontr con l, ella slo haba conocido a una nica criatura masculina. Y se trataba de la que estaba encerrada en la jaula. Ahora, de repente, lo haba comparado y asociado con el monstruo. Para ella, un macho era un asesino. Desesperado, porque tema que ella echara a correr presa del pnico, l hizo seas, tratando de indicarle que l no era como el monstruo; sacudi la cabeza en un enrgico no, no, no. l no era as, no era as, no era as! Martia, observndole intensamente, comenz a relajarse. Su piel recuper su color rosado. Sus ojos adquirieron su tamao normal. Hasta se las arregl para esbozar una sonrisa algo forzada. Para apartar aquel tema de su mente, le indic que le gustara saber por qu la reina y su consorte posean sistemas digestivos, mientras que las obreras no. Como contestacin, Martia indic la boca abierta y colgando hacia abajo de los gusanos suspendidos del techo. Su mano, que se extendi hacia la boca, fue retirada cubierta de secrecin. Tras oler aquella secrecin, se la dio a l, tambin para que la oliera. l la tom de la mueca, ignorando la ligera y quiz involuntaria contraccin que Martia realiz cuando sinti su contacto. Aquella materia ola a comida predigerida. Despus, Martia se dirigi hacia otro gusano. Sus dos rganos luminosos no estaban coloreados de rojo, como suceda con los otros, sino que tenan un color verdoso. Martia hizo cosquillas en la lengua del animal, utilizando uno de sus dedos, y despus mantuvo sus manos debajo de l, formando cuenco. Un lquido descendi de la boca abierta, cayendo sobre sus manos. Lane oli la sustancia. No tena olor. Cuando bebi el lquido, descubri que se trataba de una espesa agua azucarada. Por medio de gestos, Martia le indic que los gusanos luminosos actuaban tambin como sistemas digestivos para las obreras. Del mismo modo, almacenaban alimentos para ellas. Las obreras obtenan una parte de su energa a partir de la glucosa segregada por las races de los rboles.

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Las protenas y sustancias vegetales de su dieta era originada a partir de los huevos y de las hojas de la planta paraguas. Las tiras de las correosas membranas de la hoja eran tradas al interior del tubo por grupos de cosecheros que se aventuraban a salir durante el da. Los gusanos digeran parcialmente los huevos, los decpodos muertos y las hojas, devolvindolos en forma de una especie de sopa. Esta sopa, al igual que la glucosa, era tragada por las obreras, pasaban a travs de las paredes de sus cuellos o bien iban a parar a los sacos que conectaban las gargantas con las grandes arterias sanguneas. Los productos de desecho eran eliminados a travs de la piel, o vaciados a travs del canal existente en la lengua. Lane asinti y despus sali de la cmara. Aparentemente aliviada, Martia le sigui. Cuando regresaron arrastrndose a su propia habitacin, ella coloc los huevos en una nevera, se sirvi un vaso de vino y otro para l, introdujo un dedo en cada uno de los vasos y despus se llev el dedo a sus propios labios y a los de l. Ligeramente toc la yema del dedo con su lengua. Supuso que aquello no era ms que otro ritual, quiz un ritual previo a marcharse a la cama a descansar, con el que se pretenda afirmar que ambos estaban en paz y eran una misma cosa. Hasta pudiera ser que tuviera un significado ms profundo; pero si era as, no poda saber cul era. Martia comprob el estado de seguridad y comodidad del gusano del cuenco. Para entonces, ya se haba comido todo lo que ella le vomitara. Sac el gusano, lo lav, limpi igualmente el cuenco, lo llen de agua azucarada tibia, lo coloc en una mesa situada cerca de la cama y volvi a colocar a la criatura en su interior. Despus se ech sobre la cama y cerr los ojos. No cubri su cuerpo y, al parecer, no esperaba que l deseara algo para cubrirse. A pesar de lo cansado que estaba, Lane no poda descansar. Al igual que un tigre en su jaula, iba de un lado a otro de la cmara. No poda apartar de su mente el enigma de Martia, ni el problema de regresar a la base y a la nave orbital. La Tierra tena que conocer lo que haba sucedido. Despus de una media hora durante la que se mantuvo esta misma situacin, Martia se incorpor. Le mir fijamente, como tratando de descubrir la causa de su insomnio. Despus, pareciendo darse cuenta de lo que andaba mal, se levant y abri un armario que colgaba de la pared. En su interior haba una serie de libros. Ah! exclam Lane. Quiz ahora pueda conseguir algo de informacin. Y los oje todos, uno tras otro. Lleno de ansiedad, escogi tres y los dej sobre la cama, antes de sentarse en ella, dispuesto a examinarlos. Naturalmente no poda leer los textos, pero los tres libros posean numerosas ilustraciones y fotografas. El primer volumen era muy grande, y pareca ser una especie de historia universal para nios. Lane examin las primeras imgenes. Despus dijo con una voz ronca: Dios mo! Pero si t no eres ms marciana que yo! Martia, extraada por el asombro y la urgencia de su voz, se acerc a su cama y se sent junto a l. Le observ mientras l iba pasando las pginas hasta que lleg a una cierta fotografa. Inesperadamente, ella ocult el rostro entre las manos, y su cuerpo se vio convulsionado por los gemidos. Lane qued sorprendido. No estaba seguro de por qu ella se encontraba en aquel estado de nimo. La fotografa mostraba una vista area de una ciudad perteneciente al planeta de donde ella proceda..., o de algn planeta donde

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viva la gente de su misma raza. Quiz se trataba de la misma ciudad en la que ella, de algn modo..., haba nacido. Sin embargo, no transcurri mucho tiempo sin que su sentimiento comenzara a hacer mella en l. Antes de darse cuenta, el tambin empez a llorar. Ahora se daba cuenta. Lo que le ocurra a ella era una sensacin de soledad, de abrumadora soledad, de la misma clase que l haba experimentado cuando no recibi ninguna otra comunicacin de los hombres que se marcharon con los tractores, y cuando lleg al convencimiento que l era el nico ser humano que se encontraba sobre la superficie de aquel mundo. Al cabo de un rato, se secaron las lgrimas. l se sinti mejor y dese que ella tambin se sintiera aliviado. Al parecer, Martia not su simpata, pues le sonri a travs de sus lgrimas. A continuacin, e impulsada por una irresistible rfaga de sentimiento comn y de afectividad, ella le bes la mano y despus se introdujo dos de los dedos de Lane en su boca. Aquello, pens l, deba ser la forma en que ella expresaba su amistad. O quiz era gratitud por su presencia. O simplemente un sentimiento de alegra compartida. En cualquier caso, pens, la sociedad de Martia deba poseer una elevada orientacin oral. Pobre Martia murmur. Debe ser algo muy terrible tener que volverse hacia alguien extrao y misterioso como yo debo parecerte. Especialmente a alguien que, hace un rato, no sabas si estaba dispuesto a comerte o no. Quit los dedos de su boca, pero viendo su mirada de rechazo, y llevado por un impulso, le tom la mano, y se llev los dedos de Martia a su propia boca. Extraamente, aquella accin suya provoc en ella otra oleada de lgrimas. Sin embargo, no tard en darse cuenta que stos eran sollozos de felicidad. Una vez que hubo pasado todo, ella se ech a rer suavemente, como si se sintiera muy complacida. Lane tom una toalla y le limpi los ojos y la mantuvo sobre su nariz mientras ella se sonaba. Ahora, de algn modo fortalecida y reconfortada, se mostr dispuesta a sealar ciertas ilustraciones y por medio de signos le hizo comprender lo que significaban. Aquel libro para nios comenzaba con una narracin de la aparicin de la vida sobre su planeta. El planeta en cuestin giraba alrededor de una estrella que, de acuerdo con un mapa simplificado de la galaxia, se encontraba en el centro de sta. La vida haba comenzado all de un modo similar a como apareciera sobre la Tierra. Se haba desarrollado en sus primeras fases siguiendo unas lneas muy similares. Pero Lane observ las imgenes de algunos peces primitivos que le extraaron mucho. Lane no estaba muy seguro de su interpretacin; sin embargo, consider que debi haber sido as. Las imgenes mostraban con sencillez que en el planeta de Martia la evolucin haba seguido modelos algo diferentes, con mecanismos biolgicos distintos a los de la Tierra. Fascinado, sigui el paso de los peces a los anfibios, de stos a los reptiles y de stos a los animales de sangre caliente, pero no observ la existencia de mamferos similares al mono de los que hubieran podido proceder seres como Martia.

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Despus, las imgenes mostraban varios aspectos de aquellos seres pertenecientes a pocas prehistricas. Ms adelante se mostraba la invencin de la agricultura, del trabajo con los metales, etc. La historia de la civilizacin estaba compuesta por una serie de imgenes cuyo significado apenas si poda captar. Haba algo peculiar, a diferencia de lo sucedido en la Tierra. Se poda observar una relativa ausencia de guerras. All parecan faltar personajes terrestres como Ramss, Gengis Khan, Atila, Csar o Hitler. Pero haba ms, mucho ms. La tecnologa pareca haber avanzado mucho ms que en la Tierra, a pesar de la falta de estmulo de la guerra. Quiz, pens, todo haba empezado all mucho antes de lo que sucedi en la Tierra. Tuvo la impresin que los congneres de Martia haban evolucionado, hasta alcanzar su estado actual, mucho antes que lo hiciera el homo sapiens. Fuera esta suposicin cierta o no, la realidad era que ahora superaban al hombre. Podan viajar casi a la velocidad de la luz, quiz ms rpidamente, y dominaban por completo los viajes interestelares. Fue entonces cuando Martia le seal una pgina que contena varias fotografas de la Tierra, tomadas evidentemente desde varias distancias por una nave espacial. Detrs de ellas, un artista haba dibujado una figura sombra, mitad mono, mitad dragn. Es esto lo que la Tierra significa para ti? pregunt Lane. Peligro? No tocar? Observ las otras fotografas de la Tierra. Haba otras muchas pginas que trataban de otros planetas, pero a su propio planeta slo se le haba dedicado una. Eso pareca ser suficiente. Por qu nos mantienen bajo vigilancia alejada? pregunt Lane. Estn tan adelantados con respecto a nosotros, hablando desde un punto de vista tecnolgico, como nosotros lo estamos con respecto a los aborgenes australianos. De qu tienen miedo? Martia se levant, colocndose frente a l. De repente, con virulencia, abri, cerr e hizo rechinar los dientes y avanz sus manos, colocando sus dedos como si fueran garras. l sinti un escalofro. Eran los mismos gestos que ella utiliz poco antes para demostrarle la indiferente locura asesina del macho encerrado en la jaula. Lane inclin la cabeza. En realidad, no te puedo culpar de nada. Tienes toda la razn. Si ustedes establecieran contacto con nosotros, les robaramos todos vuestros secretos. Y despus, infestaramos todo el espacio! Se detuvo, se mordi un labio y aadi: Sin embargo, estamos mostrando algunos signos de progreso. No se ha producido ninguna guerra y ninguna revolucin durante un perodo de quince aos. Las Naciones Unidas han estado solucionando problemas que antes habran significado una guerra mundial. La Unin Sovitica y los Estados Unidos siguen estando armados, pero no estn ms cerca de entrar en conflicto que cuando yo nac. Quiz...? Sabes una cosa? Apostara a que no has visto a un terrestre en carne y hueso con anterioridad. Quiz nunca hayas visto ni siquiera una imagen de uno de nosotros, o si la has visto era de alguien que estaba vestido. En estos libros no se ve a ningn terrestre. Quiz ustedes saban que nos dividimos en hembras y varones, pero eso no signific mucho para ti hasta que me viste

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desnudarme para tomar la ducha, y el paralelismo, repentinamente revelado, con el macho decpodo, te horroriz. Y notaste entonces que yo era la nica cosa en el mundo que tenas como compaa. Debe haber sido algo as como si yo hubiera naufragado, pudiendo llegar a una isla desierta, para darme cuenta entonces que el nico otro habitante de la isla era un tigre. Pero eso no explica lo que ests haciendo aqu, sola, viviendo en estos tubos, junto con los indgenas marcianos. Oh, cmo me gustara que pudiramos comprendernos! Conversando contigo aadi, recordando las lneas que haba ledo la ltima noche que pas en la base. Ella le sonri y l continu: Bueno, al menos se te est pasando el susto. Despus de todo no soy un tipo tan malo, verdad? Ella le volvi a sonrer y se dirigi a un gabinete, de donde tom papel y pluma. Con ellos, hizo un esbozo simple tras otro. Observando su gil pluma, l empez a comprender lo que haba sucedido. Su gente haba mantenido una base durante mucho, mucho tiempo en la cara oculta de la Luna. Pero cuando los primeros cohetes terrestres penetraron en el espacio, borraron todas las huellas de existencia de la base. Despus construyeron una nueva base en Marte. Ms tarde, cuando pareci evidente que una expedicin terrestre sera enviada a Marte, aquella base tambin fue destruida, construyndose otra en Ganmedes. Sin embargo, cuatro cientficas haban permanecido all, en aquellos simples alojamientos, para completar sus estudios sobre los decpodos. Aunque la gente de Martia haba estudiado a aquellas criaturas durante algn tiempo, an no haban conseguido descubrir cmo sus cuerpos se ajustaban a la diferencia de presin existente entre la del tubo y la que se vean obligados a soportar en el exterior. Las cuatro cientficas crean estar a punto de descubrir este secreto, y por ello se les haba permitido permanecer all hasta poco antes que llegaran los terrestres. En realidad, Martia era nativa de Marte, pues haba nacido y se haba criado all. Haca siete aos que se encontraba all, dijo, indicando un esbozo de Marte en su rbita alrededor del Sol y adelantando despus siete dedos. Aquello significaba que tena unos catorce aos de la Tierra. Quiz estos seres, pens Lane, alcanzaban la madurez con mucha mayor rapidez. Eso, en el caso que ella fuera un ser adulto, lo que resultaba bastante difcil de decir. Cuando ella le mostr mediante dibujos lo que sucedi la noche antes de su prevista partida hacia Ganmedes, el horror contrajo las facciones de su rostro, obligndola a abrir mucho los ojos. El grupo fue atacado, mientras estaba durmiendo, por un decpodo macho que se encontraba en libertad. Era muy raro que un macho pudiera quedar libre. Pero, al parecer, ste se las arregl para escapar. Al hacerlo destruy toda la colonia, aniquilando todo signo de vida en el tubo donde se encontraba. Hasta se comi las races de los rboles, de modo que stos murieron y el oxgeno dej de fluir hacia aquella seccin del tnel. Para una colonia, advertida del peligro, slo exista un medio de luchar contra un macho libre, y se trataba de un mtodo peligroso. Consista en poner en libertad a su propio macho. Seleccionaron a los pocos decpodos que se quedaran junto al macho, sacrificando sus vidas para disolver los barrotes de

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la jaula mediante una secrecin cida procedente de sus cuerpos, mientras el resto de la colonia hua. La reina, incapaz de moverse, tambin muri. Pero los que huyeron se llevaron consigo huevos suficientes como para producir otra reina y otro consorte en alguna otra parte. En cuanto a los machos en libertad, se esperaba que se mataran entre ellos, o que el vencedor se encontrara tan exhausto como para poder ser eliminado por los soldados. Lane asinti. El nico enemigo natural de los decpodos era un macho en libertad. De no existir control, el crecimiento de la poblacin no tardara en abarrotar los tubos y agotar todas las existencias de alimentos y de aire. Por poco compasivo que parezca, la huida de un macho de vez en cuando era lo nico que salvaba a los marcianos de la muerte por hambre y quiz de la extincin. Pero, aunque pudiera ser as, el macho asesino no haba hecho ninguna distincin para con las compaeras de Martia. Tres murieron mientras dorman, antes que las otras dos se despertaran. La otra mujer se arroj contra la bestia, gritando a Martia que escapara. Pero aunque estaba casi loca de temor, Martia no permiti que el pnico la hiciera huir corriendo. Al contrario, se abalanz hacia un armario para tomar un arma. Un arma, pens Lane. Ms tarde, tendra que descubrir ms cosas al respecto. Martia indic con gestos lo que haba sucedido. Haba logrado abrir la puerta del armario, extendiendo la mano para sacar el arma, cuando sinti el pico de la bestia mordindole en una pierna. A pesar de la conmocin, pues el pico penetr profundamente en los vasos sanguneos y en los msculos, ella se las arregl para presionar el extremo del arma contra el cuerpo del macho. El arma actu como deba y el macho cay al suelo. Desgraciadamente, no por ello dej de actuar el pico, que sigui ejerciendo una terrible fuerza sobre la pierna, justo por encima de la rodilla. En aquel momento, Lane trat de interrumpirla, para conseguir una descripcin del arma utilizada. Martia, sin embargo, hizo caso omiso de su pregunta. Al parecer, no comprendi lo que l pregunt, pero l estaba seguro que ella no tena ningn inters en contestar. No confiaba por completo en l, lo que por otra parte era comprensible. Cmo la poda culpar por ello? Sera una tonta si se mostrara demasiado confiada con un ser tan desconocido para ella. Eso, en el caso que realmente fuera tan desconocido. Despus de todo y aunque ella no le conoca bien desde el punto de vista personal, conoca a la clase de gente de la que l proceda, y qu era lo que se poda esperar de ellos. Ya era sorprendente el hecho que no le hubiera dejado morir en el jardn, y segua resultndole extrao que compartiera con l la comunin del pan y del vino. Quiz lo haba hecho porque se encontraba sola y era mejor estar acompaada que nada. O tambin poda ser que ella actuara en un plano tico mucho ms elevado que el de cualquier terrestre, no pudiendo soportar la idea de dejar morir a un ser racional, aun cuando pensara de l que no era ms que un salvaje sediento de sangre. O quiz abrigaba otros planes para l, como por ejemplo hacerle prisionero.

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Martia continu con su historia. Termin por desmayarse y se despert algn tiempo despus. El macho tambin empezaba a recuperar el conocimiento, as es que, en esta ocasin, tuvo que matarle. Un fragmento ms de informacin, pens Lane. El arma que ella posea era capaz de infligir diversos grados de dao. Despus, y aunque se encontraba muy mal, lleg hasta donde se encontraban las medicinas y se trat la herida. Al cabo de dos das ya estaba de pie, yendo de un lado a otro, y las cicatrices haban empezado a desaparecer. Deben estar muy adelantados con respecto a nosotros, pens Lane. Segn haba indicado ella misma, le fueron cortados algunos de los msculos. Y, sin embargo, se recuperaron al cabo de un par de das. Martia indic que la recuperacin de su cuerpo haba requerido el consumo de una enorme cantidad de comida durante su curacin. La mayor parte del tiempo se la pas comiendo y durmiendo. La reconstruccin, ya se produjera a un ritmo normal o acelerado, segua exigiendo la misma cantidad de energa. Para entonces, los cuerpos del macho y de sus compaeras olan muy mal a causa de la descomposicin. No haba tenido fuerzas para cortarlos e incinerarlos en el quemador de desperdicios. Mientras contaba todo esto, aparecieron lgrimas en sus ojos, y termin por sollozar. Lane quiso preguntarle por qu no haba enterrado los cuerpos, en lugar de incinerarlos, pero reconsider su pregunta antes de hacerla. Aun cuando sus congneres tuvieran la costumbre de enterrar a sus muertos, lo ms probable era que ella deseara destruir toda prueba de su existencia, antes que los terrestres llegaran a Marte. Por medio de seas, Lane le pregunt cmo haba podido el macho penetrar en la cmara, a pesar de la puerta existente en el tnel. Ella le indic que, normalmente, la puerta slo estaba cerrada cuando los decpodos estaban despiertos o cuando ella y sus compaeras estaban durmiendo. Pero haba llegado el momento para que una de ellas recogiera los huevos en la cmara de la reina. Segn lo reconstruy ella, el macho asesino apareci en aquel momento y mat a la cientfica all mismo, en la cmara de la reina. Despus, tras haber ocasionado una gran matanza entre los decpodos que dorman, deambul por el tubo y vio el reflejo de la luz que surga del tnel abierto. El resto de la historia, ya lo saba. Por medio de gestos, l le pregunt por qu el macho no dorma cuando lo hacan sus compaeros. Evidentemente, el que haban visto encerrado en la jaula dorma al mismo tiempo que los dems. Y los guardianes de la reina tambin dorman, creyendo que estaban a cubierto de todo ataque. No era as, replic Martia. Un macho escapado de la jaula no conoca otra ley que la fatiga. Cuando haba quedado agotado de tanto comer y matar, se echaba a dormir. Pero no importaba si era el momento de dormir o no. Cuando haba descansado, recorra todos los tubos, comiendo y matando, hasta que volva a sentirse demasiado fatigado para moverse. Por lo tanto, pens Lane, eso explicaba la zona de plantas paraguas muertas en la parte superior del tubo, junto al jardn. Otra colonia se haba trasladado a la zona devastada, construido el jardn en el exterior y plantado las jvenes plantas paraguas. Se pregunt por qu ni l ni sus otros compaeros haban visto a ningn decpodo en el exterior durante los seis das que haban permanecido en

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Marte. Deba existir al menos una cmara de presin y una salida para cada colonia, y deban existir por lo menos quince colonias en los tubos existentes entre aquel lugar y donde se encontraba su base. Quiz la respuesta era que los cosechadores de hojas slo se aventuraban ocasionalmente al exterior. Y ahora que lo recordaba, ni l ni ninguno de sus compaeros haba observado ningn agujero en las hojas. Aquello significaba que los rboles tuvieron que haber sido cosechados haca algn tiempo, y que ahora ya estaban preparados para una nueva cosecha. Si la expedicin hubiera esperado slo unos pocos das ms antes de enviar a los hombres en los tractores, podran haber visto a los decpodos y haber investigado. Y toda la historia podra haber sido muy diferente. Haba otras cuestiones que deseaba preguntarle a Martia. Qu ocurra con el vehculo en el que se supona que ellas deban viajar a Ganmedes? Haba alguno oculto en el exterior, o se enviara a alguno para recogerlas? En este ltimo caso, cmo se pondra en contacto con la base de Ganmedes? Por radio? O por algn otro mtodo inconcebible para l? Los globos azules!, pens. Podran ser medios de transmitir mensajes? No pudo pensar ms en ellos, pues se senta abrumado por la fatiga y termin por quedarse dormido. Lo ltimo que record fue el rostro de Martia, inclinado sobre l, sonrindole. Cuando se despert, de mala gana, sus msculos le dolan y su boca estaba tan seca como el desierto marciano. Se levant a tiempo para ver a Martia salir del tnel, con una cesta de huevos en la mano. Al verla lanz un gruido. Aquello significaba que ella haba vuelto a la cmara de la reina, y que l haba dormido durante todo el perodo correspondiente a un da marciano. Se incorpor, tambalendose, y se introdujo en el cubculo de la ducha. Al salir, sintindose mucho ms refrescado, encontr el desayuno preparado sobre la mesa. Martia realiz el rito de la comunin y despus comieron. Echaba de menos su caf. La sopa caliente era buena, pero no era un sustituto satisfactorio. Haba un cuenco que contena una mezcla de cereal y fruta, que Martia extrajo de un tiesto. Su contenido deba tener un elevado poder energtico, porque le despert del todo. Despus, l realiz algunos ejercicios, mientras ella lavaba los platos. Aunque estaba manteniendo su cuerpo ocupado, no dejaba de pensar en cosas que no tenan ninguna relacin con lo que estaba haciendo. Cul podra ser su prximo paso? Su deber le exiga regresar a la base para informar. Qu noticias podra enviar a la nave orbital! La historia no tardara en ser transmitida desde la nave a la Tierra. Todo el planeta quedara conmocionado. Exista una objecin a su plan de llevarse a Martia consigo. Ella no querra ir. Se detuvo de pronto, en medio de un ejercicio. Qu tonto era! Haba estado demasiado cansado y confundido para comprenderlo. Pero si ella le haba revelado que su base se encontraba en Ganmedes, era porque no esperaba que l llevara dicha informacin al lugar de donde proceda. Sera una tontera por parte de ella, a menos de estar absolutamente segura que l no lo podra comunicar a nadie. Aquello significara que una nave vena en camino y que no tardara en llegar. Y aquella nave no slo se la llevara a ella, sino tambin a l. Si tena que morir, sera mejor enfrentarse ahora con la realidad.

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Lane no haba sido elegido como miembro de la primera expedicin terrestre a Marte porque le faltara decisin. Antes al contrario. Cinco minutos despus haba tomado una decisin. Su deber estaba claro. En consecuencia, lo llevara a cabo, aun cuando eso significara violar sus sentimientos personales hacia Martia, y pudiera causarle dao. Primeramente la atara. Despus tomara sus dos trajes de presin, los libros y todas las herramientas lo bastante pequeas para ser transportadas, de modo que pudieran ser examinadas ms tarde en la Tierra. La obligara a marchar delante de l, a travs del tubo, hasta que llegaran al punto situado en la parte opuesta a su base. All, se colocaran los trajes y saldran al exterior, dirigindose a la cpula. Y en cuanto fuera posible, los dos se elevaran en el cohete, dirigindose a la nave orbital. Este ltimo paso era el ms peligroso de todos, pues resultaba extremadamente difcil para un solo hombre pilotar el cohete. Tericamente, sin embargo, se poda hacer. Tena que hacerse. Lane apret las mandbulas y forz sus msculos para dejar de temblar. La idea de violar la hospitalidad de Martia no le gustaba en absoluto. Sin embargo, ella le haba tratado tan bien por un propsito que tampoco era altruista. Por todo lo que saba, ella estaba tramando algo contra l. Haba una cuerda en uno de los armarios; era la misma cuerda flexible con la que ella le haba sacado del cenagal. Lane abri la puerta del armario y estuvo buscndola. Martia estaba en el centro de la habitacin, observndole, mientras acariciaba la cabeza del gusano de ojos azules, enrollado alrededor de su hombro. Lane confi en que permaneciera all hasta que l se acercara. Evidentemente, Martia no llevaba ningn arma, y nada, a excepcin del gusano. Desde que se haba quitado el traje, no se haba puesto nada sobre su cuerpo. Al verle aproximarse, ella le habl con un tono de voz alarmado. No se necesitaba mucha sensibilidad para darse cuenta que le estaba preguntando qu intentaba hacer con la cuerda. l intent sonrer para hacerla sentirse confiada, pero fracas. Aquello le estaba poniendo enfermo. Un momento despus, se sinti violentamente enfermo. Martia haba pronunciado una palabra en voz muy alta, y sinti corno si aquella palabra le pegara en la boca del estmago, producindole nuseas. Su boca empez a segregar saliva. Dej caer la cuerda y ech a correr hacia la ducha para evitar vomitar sobre el suelo. Diez minutos despus se sinti un poco mejor. Pero cuando intent caminar hacia la cama, sus piernas amenazaron con fallarle. Martia tuvo que ayudarle. Se maldijo a s mismo interiormente. Tener una reaccin tan repentina ante la comida extraa que haba tomado y en un momento tan crucial! Por lo visto, la suerte no estaba de su parte. Si es que, en realidad, se trataba de una cuestin de suerte. Haba existido algo muy extrao y poderoso en la forma en que ella haba pronunciado aquella palabra final. Era posible que ella hubiera hecho surgir en l, hipnticamente o de cualquier otra forma, un reflejo a aquella palabra? Bajo ciertas condiciones, aquello representara un arma mucho ms poderosa que un revlver. No estaba seguro, pero le pareca raro que su cuerpo hubiera aceptado hasta entonces la comida extraa. Sin embargo, el hipnotismo no pareca ser la respuesta. Cmo se podra ejercer tan fcilmente sobre l desde el momento en que apenas si saba unas veinte palabras del lenguaje extrao que ella hablaba?

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Lenguaje? Palabras? No eran necesarias. Si ella le haba administrado una droga hipntica en la comida, despertndole despus mientras dorma, podra haberle ordenado cmo tena que reaccionar l en el caso que ella lo deseara as. Martia podra haberle enseado la palabra clave, permitindole despus que volviera a dormirse. Conoca lo suficiente sobre hipnotismo como para saber que aquello era posible. El que sus sospechas fueran ciertas o no, era un problema que tena ahora sobre sus espaldas. Sin embargo, no perdi el da. Aprendi otras veinte palabras y ella le hizo otros muchos dibujos. Se enter de esta forma que cuando penetr en el cenagal haba cado literalmente en la sopa. La sustancia en la que haban sido plantados los jvenes rboles paraguas era una zoogloea, una masa glutinosa de legumbres unicelulares y de una vida animal anaerbica algo ms grande que alimentaba a las legumbres. El calor de los cuerpos hinchados de agua mantena caliente el suelo del jardn y evitaba que las delicadas plantas se helaran incluso a las bajas temperaturas, por debajo de cero, reinantes en las noches de verano. Una vez que los rboles eran transplantados a la parte superior del tubo para sustituir a los adultos muertos, la zoogloea era llevada a trozos al interior del tubo y vaciada en el canal. All, los peces-bomba filtraban una parte y se coman la otra a medida que bombeaban el agua desde el extremo polar del tubo hacia su extremo ecuatorial. Hacia el final del da, comi un poco de sopa de zoogloea y se las arregl para no vomitarla. Un poco despus comi algo de cereal. Martia insisti en darle ella misma la comida a cucharadas. Haba algo tan femenino y carioso en su solicitud, que l no pudo protestar. Martia le dijo, puedo estar equivocado. Puede haber buena voluntad y relaciones entre nuestros dos gneros. Mranos a nosotros. Si t fueras una verdadera mujer, estara enamorado de ti. Claro est que me puedes haber provocado sensaciones y sentimientos muy diferentes. Puedes haberme hecho caer enfermo. Pero si lo hiciste fue una cuestin de conveniencia, y no de malicia. Y ahora ests cuidando de m, de tu enemigo. Amas a tu enemigo, no porque se te ha dicho que lo hagas as, sino porque realmente sientes que quieres hacerlo. Ella, desde luego, no comprendi nada. Sin embargo, le contest en su propia lengua, y a l le pareci que su voz tena el mismo tono de simpata que la suya propia. Cuando se qued durmiendo estaba pensando que quiz Martia y l podran ser los dos embajadores que consiguieran relacionar pacficamente a sus dos pueblos. Despus de todo, ambos eran altamente civilizados, esencialmente pacficos y devotamente religiosos. Exista una hermandad, no slo entre el hombre, sino entre todos los seres sensibles e inteligentes del cosmos, y... Una presin en su vejiga le despert. Abri los ojos. El techo y las paredes parecan expandirse y contraerse. Su reloj de mueca estaba deformado. Slo mediante un gran esfuerzo pudo enfocar sus ojos con la suficiente nitidez como para observar su reloj que, diseado para medir el da marciano, ligeramente ms largo que el de la Tierra, indicaba la medianoche. Sintindose mareado se incorpor. Estaba seguro que debi haber sido drogado, y que an estara durmiendo si el dolor de la vejiga no hubiera sido tan agudo. Si pudiera contrarrestar la droga con algo, ahora podra llevar a cabo sus planes. Pero antes tena que ir al lavabo.

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Para hacerlo se vea obligado a pasar cerca de la cama de Martia. Ella no se mova. Estaba echada sobre la espalda, con los brazos flccidos colgando a ambas partes de la cama, y la boca ampliamente abierta. l apart la mirada, pues le pareci indecente mirar cuando ella se encontraba en tal posicin. Pero algo atrajo su mirada..., un movimiento, un destello de luz, como una joya brillante en su boca. Se inclin sobre ella, mir y se apart, lleno de horror. Una cabeza se haba elevado de entre sus dientes. Levant la mano para golpear aquella cosa, pero se qued helado en su postura, reconociendo la pequea boca redonda y los diminutos ojos azules. Era el gusano. Al principio pens que Martia estaba muerta. Aquella cosa no estaba enrollada en su boca. Su cuerpo desapareca en el interior de la garganta de Martia. Despus observ que su pecho se elevaba tranquilamente y que no pareca existir la menor dificultad. Haciendo un esfuerzo se acerc al gusano, aunque los msculos de su estmago se le contrajeron y los de su nuca temblaron. Acerc la mano a los labios redondos del gusano. Una corriente de aire caliente le dio en los dedos, al mismo tiempo que escuchaba un dbil silbido. Martia estaba respirando a travs de aquella cosa! Dios! exclam con una voz ronca. La sacudi por los hombros. No quera tocar el gusano porque tena miedo que pudiera hacer algo que la daara. En aquel momento de conmocin, olvid que haba dispuesto de una gran ventaja sobre ella que debera haber utilizado. Los prpados de Martia se abrieron; sus grandes ojos gris-azulados se le quedaron mirando fijamente. Tmatelo con calma le dijo l. Ella se estremeci. Sus prpados se cerraron, su cuello se arque hacia atrs y la expresin de su rostro se contrajo. l no pudo decir s su mueca fue causada por el dolor o por alguna otra cosa. Qu es ese..., ese monstruo? pregunt. Un animal simbitico Un parsito? Pens en vampiros, en gusanos que se deslizaban en el interior del cuerpo, cuando uno estaba durmiendo, para chuparle la sangre. De repente, ella se sent en la cama y extendi sus brazos hacia l. Lane le tom las manos, preguntando: Qu ocurre? Martia le atrajo hacia ella, elevando al mismo tiempo su rostro haca el de l. Por su boca abierta surgi el gusano, con la cabeza dirigida haca el rostro de Lane y sus pequeos labios abiertos en forma de O. Fue un reflejo, el reflejo del miedo, lo que oblig a Lane a soltar sus manos y echarse hacia atrs bruscamente. No haba querido hacer aquello, pero no pudo evitarlo. Abruptamente, Martia se despert del todo. El gusano surgi en toda su longitud de su boca y cay, enrollado, entre sus piernas. All se revolc por un momento antes de quedarse enrollado como una serpiente, con la cabeza descansando sobre el muslo de Martia y los ojos vueltos hacia Lane.

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No quedaba la menor duda. Martia pareca sentirse desilusionada y frustrada. Las rodillas de Lane, que an se sentan dbiles, apenas si le pudieron sostener. Sin embargo, se las arregl para llegar al lavabo, y all se descarg tanto de la presin como de la cena. Cuando sali, pudo llegar hasta la cama de Martia, donde tuvo que sentarse. Su corazn lata con fuerza contra sus costillas y empez a respirar con dificultad. Se sent detrs de ella, pues no quera estar donde el gusano pudiera tocarle. Martia le indic por seas que deba regresar a su cama para que todos pudieran volver a dormir. Evidentemente, pens Lane, ella no haba encontrado nada alarmante en el incidente. Pero l saba que no podra descansar hasta que no recibiera alguna clase de explicacin. Tom papel y pluma de la mesilla que haba junto a la cama y se los tendi, haciendo furiosos gestos. Martia se encogi de hombros y comenz a dibujar, mientras Lane la observaba por encima del hombro. Cuando ella ya haba utilizado cinco hojas de papel, consigui comunicar su mensaje. Los ojos de Lane estaban muy abiertos y el color de su rostro era muy plido. Entonces..., Martia era una mujer. Mujer, al menos, en el sentido que ella era portadora de vulos y, a veces, cras, en su interior. Y estaba, adems, el llamado gusano. Le poda seguir llamando as? De qu otro modo podra llamarle? No poda ser incluido en una sola categora. Eran muchas cosas en un solo ser. Era una larva. Era un falo. Tambin era el vstago de Martia. Pero no proceda de sus genes. No descenda directamente de ella. Ella lo haba dado a luz y, sin embargo, no era su madre. Ella ni siquiera era una de sus madres. El vrtigo y la confusin que senta no eran causados nicamente por sus nuseas. Las cosas estaban apareciendo ante l con demasiada rapidez. Estaba pensando furiosamente, tratando de aclarar esta nueva informacin en su mente, pero sus pensamientos iban de un lado a otro, sin conseguir llegar a ninguna parte. No hay ninguna razn para trastornarse se dijo a s mismo. Despus de todo, la divisin de los animales en dos sexos es nicamente una de las formas de reproduccin existentes sobre la Tierra. En el planeta de Martia, la Naturaleza..., Dios..., ha creado otro mtodo para los animales superiores. Y slo l sabr cuntas otras formas de reproduccin habr creado en otros muchos mundos. A pesar de todo, se senta trastornado. Este gusano; no, esta larva, este embrin existente fuera de su vulo y su madre secundaria..., bueno, llammosle de una vez y para siempre larva, porque despus se metamorfoseaba. Aquella larva concreta estaba condenada a conservar su forma actual hasta que muriera a edad avanzada. A menos que Martia encontrara a otro adulto de Eeltau. Y a menos que ella y ese adulto sintieran afecto el uno por el otro. Despus, y de acuerdo con el dibujo trazado por ella, Martia y su amiga o amante, se echaran juntas, o se sentaran juntas. Al igual que hacen los

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amantes en la Tierra, hablaran la una con la otra en trminos simpticos, lisonjeros y excitantes. Se acariciaran y se besaran como hacen el hombre y la mujer terrestres, aunque en la Tierra no se consideraba lisonjero llamar Gran Boca a su amante. Despus, alejndose ya de las costumbres existentes en la Tierra, un tercer ser aparecera en la unin para formar un tringulo altamente deseado y, de hecho, indispensable y eterno. La larva, obedeciendo ciegamente sus instintos, despertada por el cario mutuo de los dos seres, descendera primero con su cola por la garganta de una de las dos eeltau. En el interior del cuerpo de la amante se abrira una vlvula carnosa para admitir el delgado cuerpo de la larva, cuya punta abierta tocara el ovario de su husped. La larva, actuando como una anguila elctrica, emitira entonces una pequea corriente. La husped entrara entonces en un xtasis, mientras sus nervios eran estimulados en forma electroqumica. El ovario permitira entonces el desprendimiento de un vulo, no mayor a un punto hecho con un lpiz, que desaparecera en la abertura situada en la cola de la larva, para desde all comenzar a subir por un canal, dirigindose hacia el centro de su cuerpo, estimulado por las contracciones de sus msculos y por el empuje de los cilios. Ms tarde, la larva saldra de la boca de su primer husped e introducira su cola en la boca de la otra, para repetir en ella el proceso. A veces, la larva recoga vulos, y otras veces no, dependiendo esto de si el ovario dispona de alguno que dejar suelto. Cuando el proceso se llevaba a cabo por completo, los dos vulos se movan el uno hacia el otro, aunque no se encontraban. Al menos por el momento. En la oscura incubadora del interior de la larva deban existir otros vulos, recogidos por pares, aunque stos no procedan necesariamente de la misma pareja de donantes. Las parejas de vulos podan alcanzar un nmero que oscilara entre las veinte y las cuarenta. Despus, un da, la misteriosa accin qumica de las clulas informara al cuerpo de la larva que ya haba recogido suficientes vulos. Se emitira entonces una hormona con lo que se iniciara el proceso de la metamorfosis. La larva se hinchara enormemente, y la madre, al comprobarlo, la colocara cariosamente en un lugar clido, alimentndola abundantemente con comida digerida y con agua azucarada. Ante los propios ojos de su madre, la larva se ira haciendo cada vez ms corta y ms ancha. Su cola se contraera; sus vrtebras cartilaginosas, muy separadas en su fase de larva, se juntaran ms y se endureceran. Se formara as un esqueleto, con costillas y hombros. Apareceran despus las piernas y los brazos, adquiriendo una forma humanoide. Al cabo de seis meses, se habra desarrollado algo parecido a un pequeo homo sapiens. Desde entonces, y hasta alcanzar los catorce aos de edad, la eeltau crecera y se desarrollara de una forma similar a como sucede con los seres humanos de la Tierra. Pero al llegar al perodo en que se alcanzaba la fase de adulto, se producan ms cambios. Se desprendan las hormonas, hasta que el primer par de gametos, dormidos durante aquellos catorce aos, se unan.

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Una vez fundidos los dos, la cromatina del uno se una con la cromatina del otro. De los dos gametos surga una sola criatura, similar a un gusano, de unos diez centmetros de longitud, que iba a parar al estmago de su husped. Despus venan las nuseas, los vmitos. Y, de este modo comparativamente indoloro, se produca el nacimiento de un ser genticamente nuevo. Era esta especie de gusano lo que se converta tanto en feto como en falo, el que produca el xtasis y alojaba en su propio cuerpo los vulos de los adultos amantes, experimentando despus una metamorfosis que le convertira en beb, nio y posteriormente en un ser adulto. Y as continuaba el proceso. Lane se levant y, temblando, se dirigi hacia su cama. Se sent en ella, con la cabeza inclinada, mientras musitaba para s mismo: Veamos. Martia dio a luz y sac de s misma su larva. Pero ahora, la larva no posee los genes de Martia. Ella fue simplemente el husped de la larva. Sin embargo, si Martia tiene una amante, le pasar, por medio de este gusano, sus cualidades heredables. Entonces, el gusano se convertir en un adulto, dando a luz as al hijo de Martia. Elev las manos, lleno de desesperacin. Cmo reconocen las eeltau la descendencia? Cmo siguen las huellas de sus parientes? O es que eso no les importa? No sera ms fcil considerar a la madre husped como a la propia madre, al menos en el sentido que ella ha sido la que le ha dado a luz? Y qu clase de cdigo sexual posee esta gente? No creo que sea muy similar al nuestro. Tampoco veo ninguna razn para que lo sea. Pero, quin es la responsable de criar la larva y el nio que apareciera posteriormente? Su seudomadre? O es que la amante comparte esos deberes? Y qu ocurre entonces con las leyes de la propiedad y de la herencia? Y, y... Sintindose desamparado mir a Martia. Ella, acariciando orgullosamente la cabeza de la larva, le devolvi fijamente la mirada. Lane sacudi la cabeza. Estaba equivocado. Las eeltau y los terrestres no se pueden relacionar sobre una base amistosa. Mis congneres reaccionaran contra los tuyos en trminos de disgusto. Se despertaran sus prejuicios ms profundos; sentiran que sus ms fuertes tabes estaban siendo violados. No podran aprender a vivir con ustedes, ni tampoco a considerarlas como seres humanos. Y en cuanto a este aspecto de la cuestin, podras t vivir con nosotros? Acaso no te produjo una conmocin el verme desnudo? Es esa reaccin una explicacin del porqu no han establecido contacto con nosotros? Martia dej la larva, se levant, se dirigi haca l y le bes las yemas de los dedos. Lane, aunque tuvo que luchar contra sus propias vacilaciones, tom los dedos de ella y tambin se los bes. Despus, suavemente, le dijo: Y, sin embargo..., los individuos pueden aprender a respetarse mutuamente, a sentir afecto por los dems. Y las masas estn compuestas de individuos. Qued tendido en la cama. El mareo, alejado durante un rato por la excitacin, volva a l. No podra luchar por mucho ms tiempo contra el sueo que senta.

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Unas palabras nobles se dijo a s mismo, pero que no significan nada. Las eeltau no creen que tengan que tratar con nosotros. Y nosotros, sin saberlo, nos estamos acercando a ellas. Qu suceder cuando estemos preparados para dar el salto interestelar? Guerra? O tendrn miedo de dejarnos avanzar hasta ese punto y nos destruirn antes que podamos hacerlo? Despus de todo, una simple bomba de cobalto... Volvi a mirar a Martia, aquel rostro no completamente humano y, sin embargo, hermoso, la suave piel de su pecho, del abdomen y las caderas, la falta de pezones, de ombligo y de labios inferiores. Ella haba llegado hasta all desde muy lejos, posiblemente desde algn lugar terrorfico, atravesando distancias enormes. Sin embargo, alrededor de ella no haba nada de terrorfico y la mayor parte de su personalidad era clida, generosa, atractiva y con un elevado sentido del compaerismo. Como si ambos hubieran estado esperando que girara alguna llave, y la llave hubiera girado por fin, las lneas ledas antes de quedar dormido la ltima noche que pas en la base acudieron de nuevo a su mente: Es la voz de mi amada que llama, diciendo: brete a m, hermana ma, mi amor, mi paloma inmaculada... Tenemos una pequea hermana, que no tena pechos. Qu haremos por nuestra hermana, el da en que sea llamada?... Conversando contigo me olvido del tiempo, todas las estaciones y sus cambios parecen ser iguales... Conversando contigo dijo en voz alta. Se volvi, dndole la espalda y lanzando el puo contra la cama. Oh, Dios mo! Por qu no podra ser as? Se qued as un largo rato, con el rostro apretado contra el colchn. Algo haba ocurrido; la fatiga, tan poderosamente sentida poco antes, haba desaparecido; su cuerpo haba recuperado fortaleza, extrayndola de alguna reserva. Al darse cuenta de ello, se sent en la cama y llam a Martia por seas, sonriendo al mismo tiempo. Ella se levant lentamente y comenz a caminar hacia l, pero Lane le indic que trajera la larva consigo. Al principio, Martia pareci no comprender. Despus su expresin se aclar, siendo sustituida por otra de comprensin. Sonriendo deliciosamente se dirigi hacia l, y aunque Lane saba que deba tratarse de una jugada de su imaginacin, le pareci como si ella moviera las caderas como hara una mujer terrestre. Martia se detuvo frente a l y entonces empez a besarle con la boca abierta en los labios. Los ojos de ella estaban cerrados. l dud una fraccin de segundo. Ella..., no, ella, se dijo a s mismo..., pareca tan confiada, tan amorosa, tan femenina, que no pudo hacerlo. Por la Tierra! grit l de pronto, lanzando el canto de su mano contra la parte lateral del cuello de Martia. Ella se desplom hacia adelante, contra l, mientras la cabeza se deslizaba hacia su pecho. Lane la tom por los sobacos y la dej sobre la cama, con la

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cabeza hacia abajo. La larva, que haba cado de su mano al suelo, estaba revolcndose como si hubiera sufrido algn dao. Lane la tom por la cola y con un frenes cuya violencia se deba al temor de no creerse capaz de hacerlo, la arroj una y otra vez contra el suelo, como si fuera un ltigo. Se produjo un chasquido cuando la cabeza se estrell contra el suelo y surgi sangre de los ojos y de la boca de la criatura. Lane coloc uno de sus talones sobre la cabeza y apret con fuerza hasta que slo qued una masa informe bajo su pie. Despus, rpidamente, antes que ella pudiera recuperar sus sentidos y decirle cualquier palabra que pudiera ponerle enfermo y dbil, corri hacia el armario, sac una pequea toalla y regres junto a ella, amordazndola. Despus tom la cuerda y le at las manos a la espalda. Y ahora, perra espet, veremos quin sale con bien de todo esto! T habras hecho lo mismo conmigo, verdad? Me tenas reservado esto mismo. Tu monstruo se merece la muerte! Furiosamente empez a recoger las cosas que deseaba llevarse. Al cabo de quince minutos, tena los trajes, los cascos, los tanques de aire y la comida enrollados en dos paquetes. Busc el arma de la que ella haba hablado y encontr algo que posiblemente lo era. Tena un mango que se acoplaba a su mano, un dial que poda ser un restato para controlar los grados de intensidad, o de lo que disparara, y una especie de bombilla en el extremo. Supuso que aquella bombilla lanzara la energa capaz de dejar sin sentido o de matar a una persona. Desde luego poda estar equivocado. Aquel instrumento poda servir para algn otro propsito completamente diferente. Martia haba recuperado el conocimiento. Se sent sobre el borde de la cama con los hombros hundidos y la cabeza inclinada, mientras las lgrimas corran por sus mejillas, empapando la toalla que rodeaba su boca. Sus grandes ojos estaban mirando fijamente el gusano destrozado que yaca a sus pies. Rudamente, Lane la tom por los hombros y la oblig a levantarse. Ella le mir y l le dio un pequeo empujn. Al mismo tiempo, Lane se sinti enfermo, dndose cuenta que haba matado a la larva cuando no tena que haberlo hecho as, y siendo consciente que ahora la estaba tratando tan violentamente no porque tuviera miedo de ella, sino de s mismo. Si se senta tan disgustado por el hecho que ella hubiera cado en la trampa que l le haba tendido, era sobre todo, porque l tambin haba deseado cometer aquel acto de amor. S, cometer era la palabra adecuada, porque contena implicaciones de tipo criminal. Martia gir de un lado a otro, perdiendo casi el equilibrio a causa de tener las manos atadas a la espalda. Su rostro se contrajo y de la mordaza surgieron algunos sonidos. Cllate! grit l, volviendo a empujarla. Ella avanz, dando varios traspis, y slo consigui evitar caer de cara al suelo dejndose caer sobre sus rodillas. Una vez ms, l la puso de pie, notando, al hacerlo, que sus rodillas se haban despellejado a causa de la cada. El ver la sangre que brotaba de ellas, en lugar de suavizar su actitud, an le enfureci ms. Comprtate bien, o recibirs cosas peores! gru.

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Ella le lanz una mirada interrogante, ech la cabeza hacia atrs y produjo un extrao sonido de ahogo. Inmediatamente su rostro adquiri un tinte azulado. Un segundo despus cay pesadamente al suelo. Alarmado, Lane se inclin sobre ella, volvindola. Estaba a punto de morir. Le quit la mordaza e introdujo los dedos en su boca, tomndole la lengua. Se le desliz de entre los dedos y tuvo que intentarlo de nuevo, slo para ver cmo se le volva a escapar, como si se tratara de algo vivo que le desafiara. Finalmente consigui sacrsela de la garganta, hacia donde haba retrocedido, casi tragada en un esfuerzo por suicidarse. Lane esper. Cuando estuvo seguro que Martia se recuperara, le volvi a colocar la mordaza alrededor de la boca. Cuando estaba a punto de atar el nudo sobre su nuca, se detuvo. De qu serva continuar todo aquello? Si le permita hablar, ella pronunciara la palabra que le obligara a vomitar. Si la amordazaba, volvera a tragarse la lengua para suicidarse. l no podra salvarla tantas veces y, finalmente, ella conseguira su propsito de asfixiarse a s misma. La nica forma de solucionar su problema era la forma que l no poda utilizar. Si le cortaba la lengua de raz, ella no podra ni hablar ni suicidarse. Puede que algunos hombres fueran capaces de hacerlo; pero l no poda. La nica otra forma de mantenerla en silencio era matndola. Pero eso no lo puedo hacer a sangre fra dijo l en voz alta. As es que si quieres morir, Martia, tendrs que hacerlo cometiendo un suicidio. No puedo hacer nada por evitarlo. Levntate; yo recoger tu paquete y nos marcharemos. El rostro de Martia se volvi a poner azul y su cuerpo se desplom sobre el suelo. No te ayudar esta vez! le grit l. Pero un instante despus se encontr tratando frenticamente de deshacer el nudo de la mordaza. Al mismo tiempo, se estaba diciendo a s mismo lo estpido que era. Claro! La solucin consista en utilizar el arma de Martia contra ella misma. Girar el restato hasta alcanzar un grado que produjera el desvanecimiento y hacerla perder el sentido en cuanto empezara a recuperarlo. Aquello significara que tendra que transportarla l mismo, as como todo el equipo, recorriendo los cincuenta kilmetros por el interior del tubo, hasta llegar a un punto situado cerca de la base. Pero podra hacerlo. Tendra que imaginar algn mtodo para hacerlo. Pero lo hara! Nada podra detenerle. Y en la Tierra... En aquel momento, al escuchar un ruido poco familiar, levant la mirada. Descubri a dos eeltau, con trajes de presin, de pie, ante l, y a otro que en aquel instante se deslizaba por el tnel, surgiendo de l. Cada uno de ellos tena en la mano un arma terminada en una especie de bombilla. Desesperadamente, Lane se llev la mano al cinturn, donde se haba colocado el arma de Martia. Con la mano izquierda hizo girar el restato hacia la parte lateral del tambor, confiando en que aquello conseguira plena potencia para el arma. Despus, la elev hacia el grupo... Cuando se despert, se encontr tendido sobre la espalda, vestido ya con su traje, a excepcin del casco, y atado con una correa a una de las camas. Su cuerpo estaba desamparado, aunque poda doblar la cabeza. Lo hizo as, y vio a varias eeltau desmantelando la cmara. La que le haba dejado sin sentido con su arma, antes que l pudiera disparar, se encontraba ante l.

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Le habl en un ingls en el que slo se notaba un ligero acento extranjero: Tranquilcese, seor Lane. Va a tener que hacer un largo viaje. Estar mucho ms cmodamente instalado cuando se encuentre en el interior de nuestra nave. Lane abri la boca para preguntarle cmo saba su nombre, pero la cerr al darse cuenta que ella tena que haber ledo las notas escritas en la base. Y era normal que algunas eeltau hubieran aprendido su lengua. Durante ms de un siglo, sus naves espaciales centinelas haban estado escuchando las emisiones terrestres de radio y televisin. Fue entonces cuando Martia dijo algo a la que pareca ser la capitana del grupo. Su rostro tena una expresin desolada y estaba enrojecido por el llanto y las heridas causadas por su cada. Mahrseeya dijo la intrprete pide que le pregunte por qu mat a su..., su beb. No puede comprender por qu crey usted que deba hacerlo as. Por qu? No puedo contestar dijo Lane. Senta la cabeza muy ligera, como s se tratara de un globo que se estaba expandiendo. Y, lentamente, la habitacin empez a girar en torno suyo. Yo le dir el porqu dijo la intrprete. Es la reaccin propia de la bestia. No es cierto! grit Lane. No soy una bestia asesina. Hice aquello porque tena que hacerlo. No poda aceptar su amor y seguir siendo un hombre al mismo tiempo. Al menos, no la clase de hombre... Mahrseeya dijo la intrprete pedir que se le perdone el asesinato de su hijo y que algn da, bajo nuestras enseanzas, sea usted incapaz de cometer un acto as. Ella, aunque est llena de dolor por la muerte de su beb, le perdona a usted. Confa en que llegar un momento en que usted la podr considerar como una..., una hermana. Ella cree que hay en usted algo bueno. Lane apret los dientes, hacindolos rechinar, y se mordi el extremo de la lengua hasta hacerse sangre mientras le colocaban el casco sobre la cabeza. No se atrevi a intentar hablar, porque aquello habra significado ponerse a gritar y a gritar. Senta como si le hubieran plantado algo dentro, como si aquello hubiera roto su caparazn y ahora estuviera creciendo en su interior, convirtindose en algo as como un gusano. Algo que le estaba comiendo. Y no saba lo que sucedera antes que le devorara por completo.

TRES CANCIONES PARA AMANTES ENIGMTICOS


Brian W. Aldiss
Brian Aldiss ha estado experimentando ltimamente con una serie de relatos breves, a medio camino entre la ciencia ficcin y el surrealismo, agrupados de tres en tres, a los que llama enigmas. Veamos, a continuacin, un inquietante ejemplo de esta tcnica, sumamente rica en posibilidades, que en ltima Etapa (coleccin Nova, n. 1) es llevada por el autor a sus ltimas consecuencias.

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EXPEDICIN UNIPERSONAL POR LA VIDA La vida de Frank Krawstadt era tan pulida como un eje de grabacin. Estbamos en Viena, Austria, Europa, paseando y rindonos de los mtodos de medicin del crecimiento molecular basados en la densidad de los electrones. De all, pasamos naturalmente a hablar de msica. Habamos venido a Viena para terminar el PVT de Krawstadt, Frankenstein y las artes, su grandiosa y definitiva Presentacin Visual Total, haciendo una entrevista a Roskindergaard Nef, el compositor molecular. No resulta un poco ostentoso para un compositor escandinavo instalarse en la ciudad de Mozart, Beethoven y Haydn? pregunt Naseem Bata. Era nuestra ltima dama, tan pulida como l, con sus impecables saris y sus flexibles cabellos negros. Nef dirige su vida por medio de una computadora respondi Krawstadt . Es el estilo de vida que se est poniendo de moda. Supongo que un da el altavoz le dijo: Abandona Taby y vete a Viena, Austria. Y Nef hizo las maletas y se march. De acuerdo, Mais? De acuerdo convine. Las seoras vienesas ya estaban en las jause, consumiendo gigantescos pasteles, mientras nosotros andbamos por Graben . Es el estilo de vida que est de moda. Ni los horscopos, ni el I Ching, sino una Tronzyme MXC 5505 Digital que ser tu gua da tras da. Alimntala con tus parmetros y custodiar tus decisiones. Deje que un discreto sistema estocstico gobierne su libre albedro... No s si me creers, pero hasta la semana pasada no saba que Viena, Austria, exista an dijo Naseem. Ella y yo nos detuvimos a beber en una antigua fuente callejera. Krawstadt haba desaparecido en una joyera. El chorro de la fuente saba a Aloxe Corton 1981, ligeramente cido. Hace cuatro aos la transformaron en ciudad de Experiencias Experimentales. Todava no han terminado los trabajos, pero estn eliminando las variables con mucha rapidez. No haba necesidad de explicar las ciudades-refugio vital a Naseem. En su ltima Dcada de Esfuerzo haba estado vinculada con la legislacin que haba introducido las leyes de Diferenciacin Rigurosa en la mayora de los pases occidentales. El resultado era que ahora uno poda vivir en zonas de Experiencias Tradicionales o en zonas de Experiencias Experimentales. Mientras algunos de mis amigos como Anna Kavan construan centros enteramente nuevos, diseados para unas u otras experiencias o para la Totalidad algunas ciudades que la historia haba dejado de lado haban renovado y revisado sus cartas constitucionales, para poder participar en las nuevas tendencias. Para citar a Grillparzer, Viena es la Capua de la mente dijo Naseem. En qu otro lugar el agua de una fuente podra saber a Aloxe Corton 1981, ligeramente cido? Corton? repet. Krawstadt emergi de la tienda llevando un domin plateado. Sus cabellos ardan an. Dijiste Corton? Ms o menos. Era una de mis palabras favoritas. Ahora prefiero deambulante.

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Mientras disfrutbamos del placer de andar a pie, hablamos de Grillparzer. Todos nosotros habamos estado recientemente en Ciudad Marte, para ver la representacin del ciclo completo de sus obras. La baja gravedad de Marte haba resultado de gran valor para el teatro, pero, por cierto, no se le haban encontrado otras utilidades. Un antiguo palacio estilo Habsburgo estaba en venta. Roskindergaard Nef viva en una casa ruinosa y elegante, situada justo detrs del palacio. Cuando nos detuvimos ante la puerta, nieve y ptalos de rosa cayeron sobre nosotros. Cuando llamamos al timbre, la casa se hundi suavemente en el terreno. Una puerta esfnter se dilat en el techo de tejas y nos franque la entrada. Cuando entramos, unos perros lobos rabiosos se precipitaron sobre nosotros, disolvindose en la nada cuando estaban a unos centmetros de nuestra piel. Por ahora, las Experiencias Experimentales tendan a lo farsesco. El estudio de Nef estaba hundido en la oscuridad existencialista de un cuadro de Fuseli. l acechaba en el fondo, con sus barbas y sus ropajes, su aspecto de alquimista y su aire inquieto. Soy Krawstadt dijo ste. Hemos llegado en un momento adecuado? Ms filosficamente, han llegado en algn momento? pregunt Nef. Seguro. Hemos llegado en varios momentos. Es 1992, es el momento de beber algo y parece que ha llegado el momento de marcharnos. Puede ser; para usted dijo Nef. Para m, no. Mi verdadero yo ni siquiera est en Viena, sino en Trieste, que en otros tiempos era el puerto de Viena, donde estoy exhibiendo algunas de mis composiciones de msica vital. Y entonces, quin es usted? pregunt Naseem. Si no es indiscreto preguntarlo. Soy una imagen hologrfica almacenada, enteramente controlada por la computadora; como la Tronzyme sabe mucho ms que yo acerca de Nef, descubrirn que estn frente a un Nef-simulado excepcionalmente inteligente y lcido, si quieren entrevistarlo. Krawstadt y yo nos miramos. Krawstadt asinti; yo extraje mi varilla RNP y la orient en direccin al simulacro. Qu sabe de Grillparzer? pregunt, conectando la corriente. Grillparzer respondi el simulacro produce crticas con disimulados autorreproches, siempre que el nivel de probabilidad preceda el enriquecimiento del trabajo de un orificio multifacetado en lecciones muy sentidas para ver la entomologa en un gruido de arena... Se desconect bruscamente, porque mi proyector fortuito de numerologa interfera los procesos lgicos de la criatura. Luego se desvaneci. Las luces del estudio se encendieron y un aroma de sndalo llen la atmsfera. Krawstadt nos condujo entre unos bancos hasta una puerta que haba en el fondo y que tena un cartel: COMPOSICIONES MOLECULARES. Prohibida la entrada. Estbamos en una habitacin alargada con jaulas en uno de los lados. Un hombre que llevaba una bata blanca se acerc a nosotros, pero su cara estaba pintada y se colg de un clavo antes de llegar a donde estbamos. Se oa msica, una extraa mezcla de Zinovieff y los cielos rasos de estuco de Camesina. Grillparzer se hubiese puesto verde. Las composiciones moleculares eran un poco locas. Nef les haba puesto pieles escarlata brillante, por lo que eran ms alegres que la mayora de los CM que se ven por all. Dejamos salir de su jaula a una pequea. Tena dos brazos

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cortos, uno con cuatro dedos esponjosos, otro con cinco. Tambin presentaba una protuberancia que casi pareca una cabecita. Unas cosas parecidas a omplatos se movan debajo de la carne. Era raro tocar la piel de aspecto humano y sentirla fra. Actualmente hacen lo que quieren con la escultura gentica dijo Naseem. Pero, cmo funciona el metabolismo de estas CM? No tienen orificios para alimentos ni para excrecin. Krawstadt no la escuchaba. Haba puesto dos CM en el mismo recinto y se manoseaban mutuamente. se es el secreto de Nef le dije. Las compmol se nutren de su propia sustancia. Las construye grandes y luego se achican, a medida que se van consumiendo. La computadora trabaja en su estructura gentica por medio de una programacin musical. Cada una de estas criaturas representa una meloda diferente, o parte de una meloda. Nunca puede haber dos exactamente iguales. Si Nef estuviese aqu, probablemente podra decir cul fue moldeada por qu meloda. Quiz aqu haya una sinfona completa. Nos quedamos mirando las dos desmaadas criaturas. Una tena seis tentculos que crecan en dos grupos de tres y era ms o menos esfrica. La otra era larga y blanda; estaba equipada con una mano sin dedos y cuatro piernas. Lenta y torpemente se palpaban la una a la otra, caan, volvan a tocarse, se revolcaban, se separaban, volvan a acercarse, trataban de asirse, se palpaban, se separaban, caan y volvan a tocarse. Parece una agona lenta dijo Naseem. Son como cosas vivientes, cegadas y envueltas en sbanas. Tienen algn tipo de conciencia? pregunt a Krawstadt. Si la sangre desprovista de un cerebro rector puede tenerla, s. Quiz la tengan. Quiz la tengan. Sabes qu dice Nef que representa cada una de estas cosas? Una expedicin unipersonal por la vida! Las dos CM se movan infatigablemente, con lenta determinacin, como si pretendieran averiguar algo sobre la otra, mientras se palpaban torpemente, caan, volvan a palparse, tropezaban, rodaban, se separaban y se juntaban nuevamente, se tocaban, caan y volvan a palparse. Las aplicaciones comerciales podran ser interesantes dijo Krawstadt. Excelentes, sobre todo en las zonas de Experiencias Experimentales. Las CM bien diseadas podran usarse como mobiliario, como animales domsticos y hasta como vehculos. Y como juguetes aadi Naseem. Habra que hacerlas con pieles multicolores, dibujos floreados, el arco iris... Entonces no seran tan impresionantes. Podran tener campanillas en su interior. Mientras hablbamos, las dos CM se movan sin cesar, una alrededor de la otra, siempre a punto de iniciar alguna accin que les permitiera entender claramente a su compaera, mientras se palpaban torpemente, caan, se enredaban, rodaban abrazadas, se separaban, volvan a acercarse, se asan, se palpaban y rodaban y volvan a tocarse. Las dejamos en eso. Y ahora, a Trieste? pregunt.

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Es otra ciudad de EE; como la historia la dej a un lado, slo queda el absurdo. Salimos al techo. Los pjaros-tigre volaban sobre nuestras cabezas, girando y gritando entre los capiteles. La casa haba vuelto a levantarse. Llamamos un pequeo taxi areo, nos sentamos bajo el globo y soplamos mariposas de papel en direccin a las seoras de abajo, que seguan comiendo lnguidamente sus pasteles y sus pastas. Era un da bueno, la nica clase posible de da bueno..., un da malgastado. EL SABOR DE LA METRALLA La mariposa de papel se desliz hacia abajo, temblando en la brisa. Un pjaro tigre la persigui, pero la mariposa se precipit por una ventana abierta y aterriz sobre la Tronzyme MXC 5505 de Roskindergaard Nef. Nef levant el frgil objeto, que estall en su mano. Apret la palma llena de sangre y grit de dolor. Ponga su mano en el aparato cicatrizador sugiri la computadora. Cuando volvi, la sangre se haba congelado formando una cuenta. Nef la levant y la puso entre los ladrillos de madera y los diamantes, en un estante bajo. Continuemos nuestra conversacin sobre el amor dijo a la computadora . Te he proporcionado informacin acerca de lo mucho que amo a Branzi Maisel. La informacin es un poco imprecisa. Y te he dicho que estoy demasiado ocupado para que una parte de mi creatividad est ocupada en una persona, por hermosa e inteligente que sea. De acuerdo? Ya he dicho lo que pienso sobre eso. No quiero orlo de nuevo. Repito que no hay egosmo en mi actitud, slo el deseo de dedicarme a mi arte. Lo que quiero saber es cmo puedo resolver mi dilema. Hubo una pausa de un microsegundo antes que la 5505 dijera: Puede erradicar a Branzi Maisel. Puede erradicarse a s mismo. Puede erradicar el amor que existe entre ambos. Esas son las tres alternativas. Levant la computadora y la llev hasta la ventana abierta. Se asom y mantuvo la mquina en el aire. 5505, de aqu hasta la calle Gabriele DAnnunzio hay cinco pisos de altura. Slo tengo que soltarte para que te hagas mil pedazos. Usted sabe que ser o no ser es lo mismo para m. Por qu me amenaza? Mir atnito a la 5505. Un balontico pas cerca de la ventana, llevando una bandeja. El balontico era un anciano delgado que llevaba un domin plateado y dijo: Le gustara comprar una piedra, seor? Tambin la cambiara por cualquier computadora vieja que estuviera a punto de descartar. Nef mir atnito la bandeja. Contena piedras de la playa grises y marrones. Me quedar con aqulla dijo, sealando una piedra marrn, y a punto de dejar caer la computadora. Es una buena eleccin dijo el balontico. Estas piedras tienen un extrao poder proftico. Segn la que usted ha escogido, ocurrirn muchas cosas absurdas. La gente nunca volver a ser tan divertida como ahora; su

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historia est a punto de terminar, pero otra la seguir inmediatamente. Un explorador famoso nacer del pueblo negro. Aparecern nuevas alternativas, su sentido del olfato ser invalorable para la especie humana y el cabello se llevar largo hasta los hombros. Las mariposas causarn algunas molestias en su vida cotidiana, pero no tema, porque todas las criaturas de Dios se reunirn en el Ms All, antes que pasen muchas lunas. Las verrugas de su ta desaparecern antes de Pascua, pero no curar de la citica. Me duelen los brazos. Va a seguir diciendo tonteras? Slo unas pocas ms, seor dijo el balontico, envolviendo cuidadosamente la piedra marrn en papel marrn. Nacer un amor tan grande que no perecer nunca, no antes que se derrumbe la ltima montaa, aunque debe cuidarse de la lluvia, maana. El nombre DAnnunzio es importante y debe tomar precauciones; hay un escritorio peligroso. Usted, personalmente, est a punto de crear un gran invento que cambiara completamente el mundo, si el mundo no estuviera a punto de extinguirse. Adems, estimado seor, una mujer alta y madura se dirigir a usted en trminos aprobatorios dentro de muy poco, pero al principio eso no le causar mucho placer. Usted sufre porque quiere repicar y andar en la procesin. Aparte de los defectos de su carcter, el mundo est siendo invadido y por causa suya habr grandes estragos. Pero, como siempre, todos nos levantaremos sonrientes, y viviremos para luchar un da ms. Dios lo bendiga, seor, y gracias. Dio la piedra a Nef, que la apoy torpemente sobre la 5505. Muchas predicciones para una sola piedra, no? Bueno, es una piedra bastante grande, y adems hoy es jueves. Se elev lentamente en el aire, hasta que slo fueron visibles las suelas de sus zapatos. Desgraciadamente, estas Experiencias Experimentales tienden a ser demasiado farsescas dijo Nef, desechando el incidente y arrojando la piedra a la calle. Se alej de la ventana y puso la computadora sobre su escritorio. Es mejor tener fe en la ciencia que en la supersticin. Lo irracional es tan absurdo... Pero t, monstruo inhumano, ni siquiera sientes temor cuando te amenazo con arrojarte a la calle... Cmo te atreves a considerar mi amor por Branzi y no ofrecerme ms que tres alternativas? Su mano estaba curada, pero todava le picaba. Mientras se la rascaba, la 5505 respondi: Hasta en una zona de EE no hay ms que esas tres alternativas. Las limitaciones humanas son lo que son. El cerebro humano es ms grande que cualquier computadora, porque est asociado con un centro de sensaciones. Siento, luego soy. T no sientes, por lo tanto eres o no eres y lo mismo te da. Pero t me entregas tu voluntad. Porque soy un seguidor de Von Sacher-Masoch. Me encanta sufrir. El dolor..., sa es la arena que obliga a la ostra a segregar la perla y al genio la obra maestra. Oye, 5505, djame darte otra alternativa que est muy por encima de tu mundo... Una enorme mariposa de brillantes colores revoloteaba en la ventana. Nef la atrap cuando se acercaba. Observ que estaba hecha de metal. Haba pequeas ventanas en el cuerpo. Por las ventanitas pudo ver a unos seres

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diminutos que agitaban los brazos a causa de la alarma, la alegra o, quiz, porque estaban haciendo gimnasia. Finalmente, la Tierra ha sido visitada por los habitantes de otro planeta. Es ms probable que la mariposa sea un artefacto terrestre. Te dejas gobernar demasiado por las probabilidades. Nef acerc la nariz a la mariposa y la olfate. Hmmm... Interesante. Gas... Un visitante de algn planeta que gira alrededor de un gigante gaseoso. Interesante. Estamos en presencia de la historia. Encerr a la mariposa en un cajn del escritorio. Lo primero es lo primero. Mis problemas amorosos. Mi alternativa. Ya podemos proyectarme en forma de imagen-holograma programada por ti, de acuerdo a mis parmetros de comportamiento. Si podemos obtener una versin completa de la computadora de Branzi, podremos hacer tambin una imagenholograma de ella, y programar otra computadora para que acte de acuerdo a sus parmetros de conducta. Entonces, nuestras dos imgenes podrn mantener una larga y deliciosa relacin amorosa, mientras yo me dedico a mi trabajo. De tanto en tanto, me meter en el circuito para averiguar cmo van las cosas. No es una idea perfecta? No replic la computadora. El amor es fsico, adems de emocional e ideal. Dos imgenes hologrficas no pueden copular. Es cierto. Tendremos que seguir investigando. Golpearon a la puerta y entr una mujer alta, de edad madura, que hizo una reverencia a Nef. Majestad, acaba de anunciarse que Cristbal Coln era negro. Cuntas veces te he dicho que no me llames majestad, mujer? Ninguna, Alteza Real. Es la primera vez que nos vemos. Por favor, vyase dijo la computadora. Tomaba todas las decisiones importantes. Te parece que puedo comer un plato de spaghetti a la carbonara? pregunt Nef cuando la mujer se march. S. Mientras coma, dijo: El problema fsico, es insoluble? No. Lo has resuelto? S. Habla. Normalmente, los hologramas se imprimen en pelcula. Debe geneesculpir sus CM para piel fotosensible. Entonces podrn recibir el hologramado y en la etapa de formacin correspondiente, podr darles la forma del holograma que desee..., el suyo y el de Branzi. Un perfecto usted, una perfecta Branzi. Los dos juntos podrn hacer el amor eternamente, mientras usted sigue ocupndose del arte. Nef estaba demasiado atnito para poder hablar. Apoy lentamente su tenedor, como si estuviera poniendo flores en una tumba. Abstrado en sus pensamientos fue a la habitacin contigua, que simulaba los yermos de la planicie de Salisbury, en los alrededores de Stonehenge. Un negro estaba semioculto entre las piedras gigantescas. Cristbal Coln? pregunt Nef, suspicazmente.

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Estoy empezando a pensar que pasa algo raro respondi el negro. Usted es el cuarto elefante que me ha hablado en el da de hoy. Fuera, vil jalea! le espet Nef, despidiendo al hombre y dirigindose con paso majestuoso hacia los yermos, con su alocada conjetura. La sugerencia de 5505, sera practicable? Slo habra que trabajar en ella, investigarla, desarrollarla. El futuro sera glorioso. Una nueva fama artstica iba a nacer! La forma artstica definitiva, con el yo como material. Se rasc la palma de la mano, hablando en voz alta mientras caminaba. Ahora lo veo! Una vida totalmente esquizofrnica! Yo vivir como yo mismo, el genio creador. Y tambin vivir como Nef, el amante perfecto. La dualidad integrada definitiva...! Y a veces, un cambio de papeles. Mi simulacro crear, mientras yo hago el amor. A veces amar a la criatura real, a veces amar a su sombra... Y eso no ser todo. Por qu detenerse ah? Por qu ver una doble vida como algo especialmente abundante? Qu generosidad hay en eso? Por qu no crear tres, cinco, una docena, una serie infinita de imgenes reflejadas de m y de ella? Y de todos mis maravillosos amigos...? Se detuvo, aturdido, ante su resplandeciente visin del futuro. Los antiguos y estrechos confines de la vida, con sus miserables alternativas que disminuan eternamente, ao tras ao, quedaran totalmente trastornadas. De ahora en adelante, cada hombre sera multitudinario, su ahora no sera una vela solitaria sino una multitud de hojas de hierba... Finalmente, las Artes y las Ciencias se uniran para abolir la ms radical y miserable de todas las limitaciones de la Naturaleza... Una mariposa se pos en una piedra, junto a su mano izquierda. La golpe. Un rollo de papel cay de la cintura de la mariposa. El papel deca: Branzi Maisel nunca haba estado tan hermosa. Su cara plida y ovalada tena pecas, que salpicaban graciosamente su nariz; sus ojos eran de color azul agrisado y sus labios, rojos. Sus cabellos negros caan lisos hasta sus hombros... No lograrn distraerme dijo. 5505 y yo hemos echado abajo las barreras. Lo hemos alterado todo. Hemos inventado una nueva forma de vida que transformar la vida que hemos conocido hasta ahora en poco ms que smbolos impresos en una pgina... El amor ha vencido! Belleza! Fecundidad! Deleite! Al da siguiente, l y la computadora se pusieron a trabajar, negndose a ser entrevistados siquiera por personas tan ilustres como Frank Krawstadt, y se encerraron en los talleres de Viena, reclutando a todo su personal, humano y mecnico, para inventar la nueva clase de vida. Exactamente tres semanas ms tarde, naci el primer modelo de simulacin CM Nef. Se tocaron el uno al otro con manos ansiosas, y luego comenzaron a afanarse, movindose uno alrededor del otro, como si estuvieran siempre a punto de intentar una forma definida de accin que pudiera llevarles a entenderse mutuamente de forma completa, mientras se palpaban torpemente, retrocedan, se tocaban de nuevo, retrocedan tambalendose, caan uno sobre el otro, se separaban con dificultad, volvan a acercarse, volvan a palparse y, sin fatigarse, se acercaban, se tocaban y se separaban y volvan a tocarse. En un cajn olvidado, otro futuro zumbaba enfadado, mientras la nieve y las rosas llovan frente a la ventana, aleteando hacia un cielo de color merengue perfecto.

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A SESENTA MILLONES DE KILMETROS DE LA RUBIA MS CERCANA Branzi Maisel nunca haba estado tan hermosa. Su cara plida y ovalada tena pecas que salpicaban graciosamente su nariz; sus ojos eran de color azul agrisado y sus labios, rojos. Sus cabellos negros caan lisos hasta sus hombros, aunque se doblaban sobre s mismos para hacer cosquillas al nacimiento de su cuello. Llevaba un largo vestido gris, con flores azules y amarillas. Rosgard Never se acerc a ella. Llevaba barba, un amplio ropaje y tena aspecto de alquimista. A su alrededor haba una insinuacin de oscuridad existencialista. Se miraron y sonrieron. Se tocaron. La electricidad esttica produjo destellos y estallaron chispas entre sus dedos. Los dos cayeron hacia atrs, gritando de dolor. Maldita sea, no somos reales! exclam Never. Pareces muy real y muy bella, pero la gente real no se electrocuta mutuamente! T tambin me pareciste real. Slo somos simulacros, no es cierto? l pareca desconcertado. No somos ms que eso? Ella se apret las sienes, acosada por sentimientos de dj vu. Quera preguntarle si no haban representado ya esta escena, pero la predestinacin la oblig a decir: Debemos ser simulacros, aunque yo me siento muy real. l se dej caer en el tronco de un rbol cado y dijo: Branzi, pareces tan real y tan hermosa... T tambin me pareces real. Y mis sentimientos son muy reales. Te quiero tanto que tengo ganas de cantar. Pero esto mismo, no sucedi a los robots y a los androides, hace muchos siglos? Qu les sucedi? La gente no pudo resolver el problema de la electricidad esttica. Haba unos androides fantsticos, que si los mirabas parecan humanos y se comportaban como seres humanos (salvo que no tenan carisma) y eran tan divertidos como los humanos, pero siempre soltaban electricidad esttica. Al final, no hubo ms remedio que desguazarlos a todos. Ahora slo se ven androides en los museos. l se levant con dignidad del rbol cado, que haba empezado a enderezarse. Te parece que tendrn que desguazarnos? No, mi amor; nuestro amor es tan grande que nunca seremos desguazados. No antes que la ltima montaa se hunda en el mar y el ltimo barril de petrleo sea extrado de los estratos fsiles... No, aguarda, no es as. Los combustibles fsiles se acabaron hace tiempo, no? Ella mir su reloj y dijo? Cmo s que este reloj seala la hora exacta? Lo que quiero decir es que nunca seremos desguazados, porque no quedan seres humanos reales que puedan hacerlo. En Marte todava hay seres humanos. Mir alejarse al rbol con cierta emocin, como si estuviera tejiendo un calcetn excepcionalmente largo y hubiese llegado al taln.

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Pero los humanos de Marte se tien los cabellos de rubio y slo viven para Grillparzer. Lo que quiero decir es..., lo que quiero decir es que... Una hoja que tena la forma de una pequea mujer vienesa se instal en la mesa que haba junto a su mano izquierda. La observ de cerca, descubriendo nuevamente que vea el mundo de forma ligeramente diferente si cerraba alternativamente los ojos. Ah, qu locura, qu grandeza haba hasta en una vida simulada! Supongo que fueron esos invasores espaciales que venan del gigante gaseoso quienes mataron a todos los humanos dijo Never. Qu fue lo que los irrit? Ella solt una risita. Dijeron que haban venido trayendo la paz en sus corazones y que fueron encerrados en un cajn... Un poco infantil, no te parece? No lo s. Piensa en lo que debe ser el espacio interestelar. Piensa en hacer un viaje as, durante muchsimos aos... Te dir que me parece una estupidez. Cualquiera que haga una cosa as merece que lo encierren en un cajn. Si no tienes xito en tu propio sistema solar, no mereces tener xito en ningn otro sitio. Eso es lo que sola decir mi anciana madre. Ojal te hubiera conocido; estoy segura que a ella le hubieses gustado. l le tendi la mano. Ella retrocedi. Mira mis uas! Estn arruinadas! Es la electricidad esttica! De todas maneras, qu vamos a hacer, ahora que el mundo es nuestro? Quin iba a pensar que terminara as, todo el maravilloso asunto humano? Todava no puedo creerlo..., t pareces tan real, tan bella. Bueno, t tambin me pareces real. Pero slo somos simulacros, no? l mene la cabeza, desconcertado. Es eso lo que somos? Debemos ser simulacros, aunque yo me siento muy real. Slo que de tanto en tanto siento algo un poco irreal..., bueno, es difcil de describir. Es una especie de sensacin metafsica. Entiendes lo que quiero decir? Como estar encerrada en un cajn? Ella se puso de pie, impaciente. No, no es eso. A veces siento que estamos tan cerca y tan lejos. Parece como si nos tocramos, extendiendo las manos, y despus es como si cayramos y tuviramos que seguir palpando en la oscuridad, buscando al otro, tropezando y luego tocndonos nuevamente. Estamos tan lejos de la perfeccin... Te parece que tendrn que desguazarnos? No, amor mo; nuestro amor es tal que nunca seremos desguazados, no hasta que la ltima montaa caiga en el... La incomodidad del dja vu era tan grande que ella se volvi y se alej corriendo. Never tambin corri. Bajaron corriendo por el Graben, pasando frente a las estatuas de Mozart, Haydn y Beethoven, hasta que ella estuvo a punto de tropezar con una computadora. Branzi se detuvo, la levant y se la mostr a Never. Sabes qu es esto? l trat de volver a parecerse a un alquimista. Claro. Es una Tronzyme MXC 5505 Digital. No la dejes caer, o dejaremos de existir en un abrir y cerrar de ojos!

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Branzi sostuvo la computadora en la palma de su mano y la contempl largamente, poniendo, en broma, una cara melanclica, porque no daba seales de estar viva. Ay, pobre Yorick! La computadora dijo: De aqu hasta la calle Gabriele DAnnunzio hay cinco pisos de altura, pero ser o no ser es lo mismo para m. Cuidado, cuidado dijo Never a Branzi, agitando alarmado los dedos. Recuerda que no somos ms humanos que esa estatua de Grillparzer. No dejes caer a la Tronzyme o dejaremos de existir en un abrir y cerrar de ojos. Piensa, amor mo, piensa en toda la humanidad desaparecida y en los dos simulacros que se han salvado. La humanidad, la ciencia, todo ha terminado. Slo el arte ha sobrevivido! El arte y el amor! Sus palabras la conmovieron tanto, que dej caer la computadora. Cay sobre los adoquines y su concha de plstico se rompi, enviando los circuitos a rodar por la calzada, a precipitarse por los canalones, a depositarse en las losas de las aceras. Branzi y Never se miraron. Todava seguan existiendo. Quiz seamos seres humanos reales murmur l. Los nicos en todo el universo! murmur ella. Pero en Marte todava hay seres humanos. Ella mene tiernamente la cabeza. Los seres humanos que hay en Marte se tien los cabellos de rubio y slo viven para Grillparzer. Podra ser que furamos reales, Never? Maldita sea, no somos reales. Eres demasiado bella para ser real. T tampoco me pareces real. Slo somos simulacros, no es cierto? Se dejaron caer al mismo tiempo, muy prximos, pero sin tocarse. Finalmente, ella dijo: Deben haber sido los rayos de los invasores los que destruyeron al resto de la humanidad. Ellos dejaron la electricidad esttica en el aire. Con el tiempo, desaparecer... Y entonces podremos volver a hacer el amor! Amor mo! Amor mo! No podan esperar. Las chispas saltaban y ardan entre los dos. Se abrazaron, besndose y gritando, doloridos y deleitados.

UN TROZO DE NOCHE
Poul Anderson
Del mismo modo que un ratn sabe de quesos y ratoneras, pero desconoce casi por completo al hombre, no podra ser que el hombre, aun conociendo, por ejemplo, los campos magnticos, desconozca a unos poderossimos seres hipotticos de cuyas actividades fuera el magnetismo una simple manifestacin?

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No se haba alejado mucho del laboratorio cuando escuch los pasos. Incluso entonces, pudo notar que stos no eran humanos, pero se detuvo y se volvi con la ligera esperanza que, despus de todo, lo fueran. Eran las ltimas horas de la noche del mircoles. Sus ayudantes se haban marchado a las cinco, dejndole a l, que telefone a su esposa para decirle que sera mejor que no le esperara; despus fri algo de picadillo en un quemador Bunsen y finalmente regres junto al instrumento que estaba empezando a funcionar. Lo haba hecho as muy a menudo, y luego caminaba un kilmetro y medio hasta la parada del autobs, desde donde poda regresar directamente a casa. Su esposa se preocupaba por l, pero l le deca que aqulla era una tranquila zona industrial, y que l era casi el nico ser viviente que quedaba por all una vez oscurecido, y que no haba peligro alguno a que intentaran robarle o asesinarle. El paseo le relajaba, llenaba sus pulmones de aire fresco y le aclaraba el cerebro. Esa noche, cuando aparecieron los sntomas, la costumbre le hizo cerrar la puerta e iniciar el camino a pie. Los pasos detrs de l le hicieron preguntarse si no habra sido mejor llamar un taxi. No es que las ruedas hubieran podido alejarle de aquella cosa, pero podra haber sentido cierta tranquilidad ante la estlida presencia del conductor. Para estar seguro, pens, por si se trata de un atracador... La esperanza muri en cuanto mir hacia atrs. La acera se extenda gris, dura y sin vida, bajo las farolas ampliamente espaciadas; primero un poste adusto, con un globo iluminado en la parte ms alta y una sombra luz amarillenta debajo; despus, una oscuridad pesada, que se iba haciendo noche, hasta que se encontraba ante el siguiente poste que lanzaba su dbil iluminacin en el vaco. La calle se extenda llena de matices sombros, como un ro que se mueve en una zona semioculta. A lo largo de la otra esquina de la acera se elevaban paredes de ladrillo en las que alguna puerta o ventana ocasional formaba un hueco cerrado. Todo se extenda en lneas rectas que convergan hacia un espacio infinito oculto por la oscuridad. La calzada estaba completamente desnuda. Una ligera rfaga de aire levant un papel, que pas revoloteando junto a sus pies. Aparte de esto, no escuch nada, ni siquiera a quien le segua. Trat de calmar las pulsaciones de su corazn. No puede hacerme dao, se dijo a s mismo, sabiendo que se estaba mintiendo. Se qued inmvil un momento, menos dispuesto a volverse hacia los pasos de nuevo (porque podan estar en cualquier parte o, mejor dicho, porque estaban all), que a escucharlos una vez ms. Pero no me puedo quedar aqu toda la noche dijo. El murmullo de su propia voz fue como un contrapunto tranquilizador para su pulso. Senta cmo el sudor le bajaba por las axilas, siguiendo despus por las costillas, hacindole sentir cosquillas. Slo adoptar una forma diferente. Por lo menos, ser mejor que me vaya a casa. No crey poseer el coraje suficiente para volver a echar a andar. Sin embargo, lo consigui. Los pasos se reanudaron tras l. No producan un sonido muy fuerte, pero daba igual, porque a medida que escuchaba con ms atencin le parecan menos humanos. Haba en ellos como un ligero deslizamiento: no era nada hmedo, sino seco; algo de una sequedad escamosa que se deslizaba sobre el

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sucio hormign. Ni siquiera saba de cuntos pies se trataba. Pero estaba seguro que tenan que ser ms de dos. Quiz eran tantos que ni siquiera eran pies, sino slo una longitud flexible. Y la cabeza se elev, oscilando en curvas acompaadas de estremecimientos y susurros, hacindose menos sinuosa a medida que la masa se hinchaba, hasta que apareci claramente. Una lengua estrecha y pequea vibraba frenticamente, pero haba una paciencia inmortal en los ojos, que no tenan prpados. Desde luego, todo esto es ridculo se dijo a s mismo. Dar forma visible a lo que est, por definicin, ms all de cualquier forma. El sonido de su voz se debilit. El susurro se detuvo. Por un momento, slo escuch el taconeo de sus propios zapatos y el bullir de la sangre en su propio cuerpo. A pesar de todo el enredo que haba en su cabeza, an mantuvo la esperanza. Fausto es el nombre, Seor, y no Frankenstein; pero fausto significa afortunado en latn, y queda preguntarse si el latn no fue construido con un sentido de la irona insospechado hasta ahora. Por ejemplo, mi esposa me espera; puede que an no se haya ido a la cama y la luz de la lmpara brillar sobre su pelo; pero mis zapatos son demasiado estrechos y ruidosos. Si pudiera escapar. O, ms bien, le corrigieron las clulas cientficas de su cerebro, si de algn modo pudiera deslizarse, abandonar el estado de conciencia de aquellas cosas. Porque, pens, niego que la racionalidad haya muerto en el cosmos, e incluso que mis experimentos con el amplificador de percepciones extrasensoriales hayan abierto las puertas del infierno. Ms bien, me sensibilizaron a una insospechada clase de fenmenos, una clase para la que la evolucin humana no me ha preparado porque el gnero humano no se encontr antes con ella (excepto, quiz, en los ms breves y suaves relmpagos accidentales, en las revelaciones, las pesadillas y la locura). Soy el ms avanzado estudiante de rayos X, el alquimista que calienta el mercurio lquido, el medio mono quemado por el fuego, el ratn extraviado en un campo de batalla. Ser destruido si no puedo escapar, pero el universo seguir viviendo, ella y yo y ellos, y un cierto sauce en lo alto de una colina, que se llena con la luz del sol cada tarde de verano. Ruego para que eso sea cierto. Entonces, las escamas se desenrollaron y se arrastraron hacia l, ahora con un sonido ms fuerte, y l percibi un fuerte olor a cedro caliente. Pero la brisa de la noche era fra en su pelo. Lanz un grito y ech a correr. Las farolas de la calle se alejaron delante de l, hacia un infinito invisible, como estrellas en el espacio. No, ms solitarias que eso. Cada lmpara era como un universo aislado, girando a un milln de aos luz de la ms prxima. Seguro que en toda aquella oscuridad un hombre podra encontrar algn lugar donde ocultarse. Estaba fuera de s. No tard en encontrarse respirando a travs de una boca muy abierta y seca. Sus pulmones eran dos fuegos gemelos y sinti cmo los globos de los ojos se le hinchaban debido a la presin. Sus zapatos se le hicieron tan pesados que pens que estaba corriendo con dos planetas en los pies. A travs de las tormentas y los desgarros, escuch el susurro, cada vez ms cerca, y el sonido de sus zapatos sobre el desnudo pavimento, bajo las purulentas lmparas de la calle. Delante de l haba dos de ellas, cuyos globos parecan estar muy juntos desde donde l se encontraba, y las sombras que proyectaban formaban una flecha oscura que se lanzaba hacia la infinitud donde las estrellas explotaban en medio de un fuego horrible. No haba

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imaginado que pudiera existir una visin tan terrible. No le quedaba respiracin, pero su cerebro gritaba por l. Tena que haber oscuridad en alguna parte. Un tnel donde esconderse, cerrarlo y sellarlo. Deba haber calor y el sonido de las aguas. Y nuevamente oscuridad. Si era atrapado, que no sucediera al menos bajo la luz. Pero rogaba para que el tnel le ocultara. La corriente que vade era fuerte. Se deslizaba pesada y sensualmente a su alrededor, presionndole contra el pecho y el vientre, los hombros y los muslos. Ahora estaba totalmente ciego, pero eso era bueno porque as se encontraba lejos de los nauseabundos globos-mundo. El ruido del agua, arrancando eco de las paredes del tnel, resonaba y estallaba. De vez en cuando, una ola rompa contra ellas; un fuerte sonido claro, seguido de una ducha de gotas diminutas, como carcajadas. Sus pies resbalaron y balance los brazos de un lado a otro, tocando la clida y olorosa pared del tnel, que le permiti elevarse. Tena la sensacin de estar vadeando contra corriente y a cada paso que lograba dar, la corriente se haca ms fuerte. Una hiprbola, pens con una repentina debilidad. Nunca llegar al final. Esto es una infinitud. Despus de lo que le parecieron varios siglos, escuch las bombas que impelan las aguas, bombas tan grandes como el mundo, palpitando en la oscuridad. Se detuvo, con miedo de ser atrapado por una de ellas, temiendo que las paletas le destrozaran, le agarraran y le hicieran picadillo con uno de sus cilindros. Pero cuando el nadador encapuchado le peg y l cay hacia abajo, tuvo que gritar. Ahora ya era demasiado tarde! Las aguas le rodearon, detuvieron su voz, irrumpieron por su garganta y se agitaron en sus tripas. Un momentneo sorbo de aire oli como a cedro. El nadador cerr sus mandbulas. Escuch cmo su piel se desgarraba bajo los colmillos y los venenos comenzaron a hormiguear bajo la madeja de sus nervios. La cabeza extraa le sacudi como un perro sacude a una rata. A pesar de todo, pos los pies sobre el suelo del tnel, agarr la monstruosidad de un cuerpo y lanz sus ltimas energas contra l. Oscilaron a un lado y otro; el tnel retembl bajo su violencia, chocaron contra sus paredes. Las bombas empezaron a golpear; las paredes comenzaron a resquebrajarse y a disolverse; las aguas se precipitaron hacia el mundo. Pero l segua sintindose agarrado. Se liber la mano de una sacudida, apoy el rostro contra los speros ladrillos y trat de vomitar. Pero no ocurri nada. El polica le volvi a tomar del brazo, aunque esta vez con mayor suavidad. Qu le ocurre? Una lmpara situada cerca de la entrada del paseo lanzaba luz suficiente para ver la gran figura vestida de azul, con la estrella en el pecho. Qu le ocurre? insisti el polica. Cre que estaba usted borracho, pero no huele a eso. Est enfermo? S. Se control, suprimi el ltimo espasmo de su vientre, y se volvi para mirar al polica. La otra voz lleg dbilmente hasta l, con un curioso quejido, una elevacin y un descenso del sonido como cuando se escucha hablar a alguien que tiene mucha fiebre. Es el fin del mundo, sabe? Qu?

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Por un momento, consider la posibilidad de pedir la ayuda del polica. Aquel tipo pareca tan slido y azul! Su gran rostro, de quijada prominente, no se mostraba hosco. Pero, desde luego, el polica no podra ayudarle en nada. Me puede llevar a casa si se lo pido. O meterme en la crcel, si acto de un modo lo bastante extrao. O llamar a un mdico, si me caigo deshecho ante l. Pero, de qu servira todo eso? No hay salvacin para quien se encuentra en un ocano. Mir su reloj. Slo haban transcurrido unos minutos desde que abandonara el laboratorio. En aquel momento haba deseado compaa, algn rostro humano al que poder mirar, aun cuando no pudiera llevrselo consigo en su vuelo. Ahora haba visto cumplido su deseo, y no senta por ello ningn alivio. El polica estaba tan alejado de l como la lmpara. Una parte de l poda hablar con el polica, del mismo modo que otra parte suya poda dirigir el corazn y los pulmones y el funcionamiento de las glndulas. Pero el Yo esencial haba abandonado este mundo. De hecho, el Yo no era ya humano. Ningn hombre le podra ayudar a encontrar su camino de regreso. Lo siento dijo. Me comporto de un modo un tanto estpido sus facultades de razonamiento estaban actuando con una gran rapidez. Durante estos ataques, quiero decir. Qu ataques? Diabetes. Ya sabe, los diabticos tienen perodos de desmayo. En esta ocasin no me di cuenta y qued bastante aturdido. Sin embargo, ya me estoy recuperando. Estar bien en seguida. Oh! la ignorancia mdica del polica demostr ser tan grande como l haba supuesto. Ya comprendo. Quiere que le llame un taxi? No, gracias, agente. No es necesario. Me diriga a la parada del autobs. De verdad, estoy bien. Bueno, ser mejor que le acompae dijo el polica. Caminaron juntos, sin hablar. Llegaron a una avenida en la que haba restaurantes y teatros y tiendas cerradas y a oscuras. La luz brillaba, parpadeaba, se estremeca, en rojo y amarillo y azul fro; los coches pasaban a su lado; los hombres y algunas mujeres caminaban por las aceras. El aire estaba lleno de ruido, de pies, de neumticos. Crees que llover maana? Aqu tiene el peridico, seor. Un anuncio de nen situado frente a la parada del autobs parpadeaba Bar & Grill Idle Hour, parpadeaba Bar & Grill Idle Hour, parpadeaba Bar & Grill Idle Hour, parpadeaba Bar & Grill Idle Hour. Ya hemos llegado dijo el polica. Est seguro de encontrarse bien? Claro, seguro. Muchas gracias, agente. Con objeto de agradar al polica y conseguir que se marchara, tom asiento en el banco. Est bien, buenas noches. El hombre vestido de azul se march y se perdi en el movimiento de la calle. Una mujer estaba sentada en la otra esquina del banco. Aunque con una actitud cansada y el aspecto de una mujer de mediana edad, se pareca un poco a su hermana. Not las miradas que diriga hacia donde l se encontraba, y se pregunt por qu. Probablemente, sentira curiosidad por saber por qu razn haba llegado escoltado hasta all, pero tena miedo de preguntar, para que l no pensara que estaba tratando de involucrarse. No importaba. De todos modos, estaba vaca. Todos lo estaban, incluido l mismo. Eran pieles infi-

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nitesimales de espacio distorsionado que no cerraban nada, ni siquiera espacio. Las luces estaban huecas y hasta el ruido era hueco. Toda la plenitud no era ms que ocano. Se sinti en paz. Ahora que ya no era perseguido..., pero, por qu tena que serlo? Haba ocurrido hasta el final. Y despus de romperse el tnel, las aguas lo haban cubierto todo. Eran enormemente vastas y grises, clidas y silenciosas, y tenan un leve sabor a sal, como las lgrimas. En el gris verdoso translcido en el que se encontraba, lleno de rocas, no haba lugar para las persecuciones, para nada, excepto para todo. El tiempo flua en el ocano, pero se trataba de una clase muy suave de tiempo. Primero, la luz se haca ms fuerte, sin fuente alguna, revelando eventualmente la eterna cobertura, que era como ncar fro. A veces, se formaba algn estrato inferior; las ondas de la marea, movidas por un fuerte viento, o las masas negro-azuladas, embravecindose en el interior de sus cabezas. Pero cuando eso ocurra, l se poda hundir bajo la superficie, donde el agua siempre era verdosa y estaba tranquila... Finalmente, la luz se desvaneca. Las noches eran absolutamente negras. Le gustaba ms as, porque de ese modo poda echarse y sentir cmo el movimiento de la marea pasaba sobre l. Una marea era algo ms que el rodar de su cuerpo; era una profunda y secreta sensacin; de algn modo, cada uno de sus tomos era tocado por la fuerza a medida que sta pasaba, y una vibracin, apenas percibida, recorra todas sus longitudes moleculares. Durante el da, tambin disfrutaba de las mareas, pero no tanto, porque entonces haba a su alrededor otras formas de vida. Slo tena la ms pequea conciencia de la existencia de stas, pero pasaban junto a l, a veces rozndole, u observndole con pacientes ojos sin prpados. Perdneme, seor, sabe usted si este autobs se dirige a la calle Siete? Su cuerpo se sobresalt un poco. Seguramente, no tenan ningn sentido las pequeas gotas de sudor que se formaron por todo su cuerpo. No contest. Su voz son tan spera que la mujer an se apart ms de l. De algn modo, aquello fue como un leve roce adicional sobre su piel suave. Se retorci, tratando de escapar. Asent sus huesos para que le dejaran en paz. No repiti, no creo que se dirija all. Yo bajo antes... Nunca he llegado hasta la calle Siete..., as es que no estoy seguro. Pero no creo que vaya hasta all. Su facultad lgica argument furiosamente con l por estar hablando tan idiotamente. Oh! exclam la mujer. Gracias. Puede usted preguntarle al conductor aadi l. S dijo ella, supongo que podr hacerlo. Gracias. De nada dijo l. Evidentemente, ella deseaba reanudar la conversacin medio iniciada, pero no saba cmo. En cuanto a l, no poda soportarla ms. Los ruidos y las pieles estaban huecos, no le quedaba la menor duda, pero seguan chocando contra l. Se levant de un salto y cruz la calle. Los ojos de la mujer le siguieron. l no la haba visto parpadear. El Idle Hour estaba vaco. Una pareja estaba sentada en un reservado, situado a lo largo de una pared; un hombre desanimado estaba encogido sobre s mismo en la parte opuesta del bar; un tocadiscos automtico lanz unos

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llamativos reflejos, pero afortunadamente permaneci apagado. El cantinero era un hombre delgado con la camisa blanca usual y la pajarita negra. Estaba lavando unos vasos, y dijo, sin mucho entusiasmo: Cerraremos pronto, seor. Est bien. Un escocs con soda. Sus palabras surgan automticamente, como la respiracin. Cuando tuvo el vaso ante s, se retir a un reservado. Se recost sobre la funda de plstico de color apagado del silln, coloc el vaso ante l y se qued mirando fijamente los cubitos de hielo. No deseaba beber. Quin deseara beber en el ocano?, pens con una sensacin de irona. Pero esto es errneo! No quera hacer ningn chiste. Quera que la marea y el plancton penetraran por su boca y que la clida salinidad y el sonido de la tormenta de lluvia azotara la superficie cuando l se encontraba cmodamente abrigado entre las algas marinas. Eran fras y sedosas y pareca como si le acariciaran. Cambi la incmoda posicin de los huesos que le protega de las escamas de los otros, que no eran tan fuertes, pero que a l le permitan escurrirse y ser flexible y mantenerse con vida ante el roce y la corriente de algas verdes. Ahora se poda deslizar por sus grutas ms secretas, con la nariz hacia el fondo lleno de cieno, y mirar con poco curiosos ojos sin prpados los fsiles que descubra. Examinemos la tesis del superhombre le dijo a su esposa. No me refiero al Ubermensch de Nietzsche. Me refiero al superior, al animal no humano, con poderes no humanos, lo que le hace ser mucho ms fuerte que nosotros, del mismo modo que nosotros somos mucho ms fuertes que los monos. Tradicionalmente, se supone que ha nacido de un hombre y una mujer. Pero, bajo una estricta consideracin biolgica, sabemos que eso es imposible. Aun cuando pudiera producirse una alteracin simultnea de millones de genes, al embrin resultante le sera tan extrao el tipo de sangre, el sistema enzimtico, hasta las mismas protenas, que difcilmente podra ser creado antes que el tero, violentado, le destruyera. Quiz en el transcurso de un milln de aos, el hombre pueda evolucionar hasta convertirse en un superhombre coment ella. Quiz dijo l escpticamente. Sin embargo, me siento inclinado a dudarlo. Y ni siquiera los grandes monos muestran tendencia a evolucionar para convertirse en hombres. Hace mucho tiempo que su rama se separ de nuestros antepasados comunes; han seguido demasiado lejos su modelo especial. Del mismo modo, los hombres pueden mejorar su capacidad de raciocinio, de visin, de imaginacin, de habilidad (lo que queramos definir como su inteligencia consciente), sus propias caractersticas como una especie; pueden mejorar todo eso a travs de un milln de aos de lenta evolucin, pero aun as seguiran siendo hombres, no es cierto? Un modelo posterior, pero seguiran siendo hombres. Ahora bien, el verdadero ser superior... elev su copa de vino, mirndola al trasluz. Especulemos en voz alta. Qu es, en definitiva, la superioridad, en un sentido biolgico? No es una habilidad..., un modo de comportamiento que permite a la especie adaptarse ms efectivamente al medio ambiente? Est bien. Preguntmonos, entonces, qu modos de comportamiento existen. El ms simple de todos, practicado por los organismos unicelulares, al igual que por organismos superiores, como el girasol, es el tropismo. Una simple respuesta qumica a una serie de estmulos fijos. Los reflejos ya son

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algo ms complicado y adaptable. sa es la caracterstica del modo de comportamiento de los insectos. Despus se llega a los verdaderos instintos: modelos de comportamiento heredado, pero generalizado, flexible y modificable. Finalmente, en los mamferos superiores, se alcanza un cierto grado de inteligencia consciente. El hombre, desde luego, ha convertido esta caracterstica en su fuerza particular. l tambin posee bastante instinto, algunos reflejos y quiz unos pocos tropismos. Sin embargo, es su capacidad para razonar lo que le ha llevado tan lejos como ha llegado sobre este planeta. Para superarnos a nosotros, debera un ser superior desarrollar una humanidad extrahumana? No debera poseer, ms bien, una mdica capacidad de razonamiento en comparacin con nuestros niveles, unos instintos muy dbiles y ninguna clase de tropismos? Pero su especialidad, su modo caracterstico, sera algo que no podemos imaginar. Podemos tener una ligera nocin de ello, del mismo modo que los perros y los monos tienen una ligera capacidad de razonamiento lgico. Pero no podemos imaginar que el desarrollo de un perro le lleve, con el tiempo, a poder seguir las ecuaciones de Einstein. Cul podra ser esa habilidad? pregunt su esposa. Quin lo sabe? contest l, encogindose de hombros. Lo ms probable es que se encuentre en el campo de las percepciones extrasensoriales... Estoy volviendo a dejarme llevar por mi tema favorito. Sin embargo, qu demonios!, estoy empezando a obtener resultados reproducibles. Sea lo que fuere, se tratar de algo mucho ms poderoso que la lgica o la imaginacin. Y para nosotros resulta tan intil especular al respecto como lo podra ser para el perro hacerlo con respecto a las ecuaciones de Einstein. Crees realmente que existen esos seres superiores? pregunt ella, que ya casi haba llegado al convencimiento que poda esperar cualquier hiptesis de l. Oh, no! exclam l, echndose a rer. Slo estoy siguiendo un juego con mis ideas. Del mismo modo que podra hacer tu gato con una madeja de lana... Pero suponte que existe un ser superior... Acaso los ratones saben que existe el hombre? Todo lo que sabe un ratn es que el mundo contiene cosas buenas, como casas y queso, y cosas malas, como trampas y ratoneras, sin que exista ningn modelo ordenado al que le puedan adaptar sus instintos. Desde luego, ve a los hombres, pero, cmo puede saber que son un orden diferente de vida, responsable de todas las cosas extraas que suceden en su mundo? Del mismo modo, podemos haber coexistido con seres superiores durante millones de aos, sin haberlo sabido nunca. La parte de estos seres que podamos detectar puede ser una caracterstica aceptada de nuestro universo, como por ejemplo el campo magntico de la Tierra; o una caracterstica inexplicable para nosotros, como las luces ocasionales que aparecen en el cielo; o puede tratarse de algo indetectable. Sus actividades nunca nos afectarn, excepto de vez en cuando y por el ms puro accidente..., y en tal caso nos encontramos con otro milagro para el que la ciencia no encuentra explicacin. Ella sonri, disfrutando del placer que senta su esposo. De dnde vienen entonces esos seres? De otro planeta? Lo dudo. Probablemente habrn evolucionado aqu mismo, junto a nosotros. Toda la vida que existe sobre la Tierra tiene un linaje igualmente antiguo. No tengo ni idea de cul puede haber sido el antepasado comn del

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hombre y del ser superior. Quiz en un momento tan reciente como puede ser el de la aparicin del hombre-mono en el Plioceno, o quiz en un momento tan alejado como durante la existencia de algn anfibio en el Carbonfero. Nosotros seguimos un camino, y ellos siguieron otro, y las lneas nunca se encontrarn. Espero que no. En tal caso, no tendramos mayores oportunidades que el ratn, no es cierto? No lo s. Pero, sin duda alguna, sera mejor que cultivramos nuestro propio jardn. Lo que, a pesar de todo, l no haba hecho. No estaba seguro de cmo haba tropezado y penetrado en aquel plano de la existencia del ser superior; o, ms bien, de cmo su mente, o su rudimentaria percepcin extrasensorial, o lo que sea, haba comenzado de repente a reaccionar al modo de comportamiento de esa raza. Slo saba, con esa seguridad que proporciona la experiencia inmediata, que haba sucedido. Su mente lgica, que an no haba quedado afectada, buscaba, de una forma distante y soadora, una explicacin lgica. Difcilmente poda hacer responsable de todo al amplificador. Pero quiz el recuerdo de sus ideas especulativas haban proporcionado el necesario impulso adicional. Poda ser as? Si era as, su destino se convertira en un accidente muy improbable. Otros hombres podran seguir adelante y estudiar los fenmenos de percepcin extrasensorial tanto como quisieran, aprender mucho y utilizar sus conocimientos, todo dentro de una perfecta seguridad, sin tener la mnima sospecha respecto a que en un nivel superior a esos fenmenos, los seres superiores llevaban a cabo sus inconcebibles designios. l, sin embargo, se encontraba sumergido en un ocano gris, dentro de un mundo gris. Que le dejaran as. Nunca haba imaginado tanta paz, ni las mareas, ni el suave beso de las algas marinas. Y en cuanto a las tormentas de luz, se podra ocultar cuando comenzaran. Se dirigi hacia abajo, en un pozo verde de silencio, cuya parte superior estaba brillante a causa de ligeros fragmentos; ms abajo, el pozo se oscureca, la luz que haba sobre l se converta en una pequea mancha (si es que eso significaba algo aqu, donde no haba peso, ni corporeidad, ni fuerza o corriente o persecucin), y entonces, la oscuridad le rode por completo. En el fondo, siempre era de noche. Permaneci echado sobre el cieno del fondo, que estaba fro, aunque el agua permaneca clida; se envolvi con la querida oscuridad que le rodeaba como si se tratara de una segunda piel, cerr los prpados que tena para protegerse de la luz del da; poda probar la sal y sentir la marea pasando a travs de sus molculas. Sobre l, muy por encima, pasaban las nubes, la tormenta se extenda de un horizonte a otro y el cielo era como un nico brillo de grandes relmpagos; el viento soplaba con fuerza, elevando las crestas de las olas que se llenaban de espuma y enredaban y conmocionaban los huesos del mundo. Incluso aqu abajo, en las profundidades... No! Qu tormenta deba ser! Se sinti invadido por el miedo. No quera recordar los relmpagos, que se abran paso a travs del cielo y chisporroteaban como escamas movindose rpidamente. Se enterr en el cieno hasta que toc el lecho de roca y..., y..., y lo sinti estremecerse. Ni siquiera la tormenta poda ser tan terrible como la profunda vibracin del terremoto. Lanz un gemido sin voz y volvi a subir. Los otros nadaron a su alrededor, expulsados de sus grutas por la creciente violencia. Los dientes

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hicieron presa en l; los ojos sin prpados brillaban como globos sombros. Alguien haba sido desgarrado; not el sabor de la sangre en las aguas. Un estruendo y despus otro le atravesaron, tan profundamente como la propia marea de momentos antes, pero arandole y rascndole. Cepill la superficie. La lluvia y el viento le azotaron. Revolcndose sobre la plegada cresta de una ola, mir directamente hacia el relmpago. La tormenta llen su crneo. Un ruido ms profundo respondi. A travs de muchos kilmetros de extensin vio cmo la montaa se elevaba, surgiendo de las aguas. Se elev negra y enorme; el agua bajaba a cascadas por sus flancos; el fuego y el azufre hervan desde su cuello. La conmocin fue seguida por otra, que le llevaba y le traa de un lado a otro, hacia arriba y hacia abajo. Sinti, ms que vio, cmo todo el fondo del mar se elevaba bajo l. Se movi atropelladamente en la espuma y huy, buscando las profundidades, buscando un lugar desde donde no pudiera ver la montaa. Su cumbre ya haba atravesado las nubes. En el cielo, herido de ese modo, las estrellas brillaban horriblemente. En alguna parte, a travs de las explosiones, pens que tena que poder liberarse. Seguramente, ahora todo el ocano estaba convulsionado. Pero un picacho de basalto le golpe desde abajo. El agua chorreaba por sus agallas; sinti vrtigo y nuseas. Elevado hacia el aire desnudo, sinti cmo se marchitaban las delicadas membranas de sus agallas y lanz una boqueada, aspirando, y algo le quem, bajndole por el cuello y los pulmones y llegando hasta sus clulas ms ocultas. El risco negro continuaba elevndose. No tardara en ser una parte ms de la ladera de la montaa. Se extendi, balancendose, utilizando toda su fuerza, y se desliz por la roca, volviendo hacia el mar. Pero una ola le agarr entre sus blancos dientes y le sacudi. Apart la mano de su hombro. Est bien, est bien, est bien musit. Djeme en paz solo. Ya le dije que era la hora de cerrar dijo el cantinero. Es que est sordo? Tengo que cerrar el local. Djeme en paz se cubri los odos para protegerse de aquellos gritos. No me haga llamar a un polica. Vyase a casa, seor. Parece como si necesitara toda una noche de descanso. El cantinero era delgado pero experto. Aplic su fuerza en los lugares correctos, levant a su cliente y lo arrastr sobre el piso, sujetndole. Ahora se marcha a casita. Buenas noches. Ya sabe, es hora de cerrar. La puerta se cerr, como negando as la existencia del cantinero. En la calle, haba otras personas huecas, algunas yendo a tomar caf, otras subiendo al autobs, y otras esperndolo en la acera opuesta. Mi autobs, pens. El que puede o no puede ir ms all de la calle Siete. El pensamiento era irreal. Todo pensamiento lo era. La realidad consista en una montaa negra que se elevaba y se elevaba, mientras l mismo se encontraba atrapado en un charco, en la cuesta, donde le haba dejado la ola, respirando un aire denso, azotado por la lluvia, ensordecido por el viento y la tormenta, y elevado hacia las terribles estrellas. Se acurruc, sintindose muy desdichado; implor el regreso del ocano, pero al mismo tiempo sise al fuego y al viento y al humo sulfuroso: Si ustedes no me dejan ir, los destruir. Lo vern!

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La costumbre le hizo cruzar la calle y dirigirse hacia la parada del autobs. Se detuvo frente a las puertas. Qu estaba haciendo l all? Aquella cosa no era ms que una caja metlica. No, no tena que entrar en aquella caja. La gente hueca estaba sentada all, en fila, esperndole a l. Pero l tena que desgarrar la montaa. Qu montaa? En la parte pensante de s mismo, saba que en algn lugar en el espacio y el tiempo haba una existencia que no era toda dao y odio. Ahora, la noche era muy ruidosa, bajo las estrellas invernales, para que l regresara all. Tena que empujar la montaa hacia abajo, para poder volver as al ocano... Pero sus facultades lgicas giraban libremente, bajando y bajando, por un camino hiperblico. Ellos consideraron la abstracta e irreal posibilidad que l no estuviera hueco si volviera a ser humano de nuevo. Y entonces sera feliz, aunque en aquellos momentos no deseaba ser humano; lo que quera era aplastar la montaa y volver a entrar en el mar. Pero como ejercicio lgico, para que la parte no utilizada de su cerebro pasara el tiempo: por qu haba sufrido y luchado y sido cazado desde el instante en que qued sensibilizado a..., a un modo superior de comportamiento? Ahora ya no poda comprender la situacin con su razonamiento, del mismo modo que un perro no poda utilizar su instinto para desentraar la maquinaria de aquel autobs y comprender el porqu de su existencia. (No, no entrara en aquella caja. No saba por qu slo saba que la caja estaba vaca y le esperaba. Pero ahora estaba seguro que se diriga a la calle Siete.) A pesar de todo, la razn era absolutamente intil. Las actividades del ser superior seran incomprensibles para l durante toda la eternidad, aunque podra describir su tendencia general. Violencia, crueldad, destruccin. Y aquello no tena ningn sentido! No puede sobrevivir ninguna especie que utilice sus poderes nicamente para tales propsitos. En consecuencia, el ser superior no podra. La mayor parte del tiempo l/ella/ello? nicamente se limitaba a ser superior y, como tal, se encontraba completamente por encima de la percepcin humana. Sin embargo, ocasionalmente haba conflicto. Por analoga, el gnero humano todos los animales se comportan constructivamente en su conjunto, aunque en ocasiones se enzarzan en luchas. Y el ser superior? Bueno, desde luego, los seres superiores no tenan guerras en el sentido humano de la palabra. Pero no vala la pena especular sobre lo que tenan o no tenan. En cualquier caso, seran conflictos de algn tipo; conflictos en los que algo se decidira no por medio de la razn y del compromiso, sino por medio de la fuerza. Y la fuerza empleada era de una naturaleza extrasensorial (aunque slo fuera para darle un nombre). Un ratn sera incapaz de comprender el arte y la ciencia humanas. En cierto sentido, ni siquiera era capaz de verlas. Pero un ratn podra verse afectado por la ms cruda y ms animal manifestacin del comportamiento humano: el combate fsico. Para el ratn, no exista ningn teorema matemtico. Pero una bala s poda llegar a existir. Nuevamente por analoga, l, el ser humano, era como un ratn que se haba metido en un campo de batalla. Por algn accidente, haba sido sensibilizado al modo ms inferior del comportamiento del ser superior y, en consecuencia, estaba siendo afectado; haba sido atrapado en medio de las fuerzas opuestas de una lucha a muerte.

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No es que estuviera experimentando directamente lo que el ser superior estaba realizando en aquellos momentos. Todo lo que haba sucedido no eran ms que las fuerzas, las corrientes, tal y como l las senta. Buscando frenticamente un equilibrio, su mente interpret aquellos estmulos antinaturales en los trminos humanos que hall ms a mano. Pens que sus sensaciones deberan estar reflejando dbilmente el curso de la batalla. Una parte o entidad o..., Aleph..., haba elevado una mano y, en cierto sentido, haba perseguido al otro hasta que aqul encontr un refugio momentneo. Entonces, Zayin tuvo un momento de respiro hasta que Aleph le volvi a encontrar, le volvi a perseguir. Acosado, Zayin luch tan fieramente que Aleph tuvo entonces que retirarse. Ahora, habindose recuperado durante la tregua que sigui, Zayin estaba reanudando la batalla... Pero nada de esto representaba ninguna diferencia. Los hechos de los seres superiores eran, en s mismos, irrelevantes para el homo sapiens. l nicamente era el ratn situado por casualidad en medio del campo de batalla, nada ms. Con un poco de suerte, un ratn poda escapar del fuego y las explosiones antes que stas le destrozaran. Un hombre tambin podra escapar de este otro conflicto antes que quemara su mente: desensibilizndose a s mismo, dejando de percibir las trascendentales energas que le rodeaban, del mismo modo que uno puede protegerse contra una luz demasiado brillante por el simple procedimiento de cerrar los ojos. Pero, cul era el mtodo de desensibilizacin? Las nubes siguieron desgajndose y pudo ver la luna volando entre las estrellas. Su luz era tan fra como el viento. Su carne se estremeci de dolor ante el fro y las sacudidas del terremoto. Pero el ocano no estaba muy lejos, blanco bajo la luz de la luna. Sinti un impacto que reverberaba en toda la montaa. Empez a arrastrarse desde la charca donde se encontraba. Cmo puedo salir de aqu? Eh, seor! Va usted a subir a este autobs o no? Las corrientes me llevaron primero en una direccin y despus en otra. Hacia las profundidades del mar, y despus hacia las estrellas. Vaya hacia adelante o hacia atrs, ir hacia el ocano, o hacia el cielo. Estoy todava dentro de las corrientes. Un relmpago quem sus ojos. Sinti la tormenta en sus huesos. Pero ahora, en su interior dominaba el odio: contra la montaa que haba arruinado su ocano, y contra el ocano que le haba subido a la montaa. Los destruir a todos. Y entonces se sinti invadido por el miedo porque, a travs del ruido y de los gigantescos relmpagos blancos, se escuch a s mismo, preguntando: Va usted a la calle Siete? S contest el conductor a travs de aos luz de distancia, se es el final de mi recorrido. Vamos, suba; tengo que cumplir un horario. No... Gimi, tropezando hacia atrs, hacia el ocano. Sus dientes castaeteaban de fro. Las olas se retiraron de l. No voy a ir en una caja a la calle Siete. Entonces, dnde diablos quiere ir? pregunt el conductor con tono sarcstico. Ir? pregunt estpidamente. Cmo...? A casa, claro. Por favor, le dijo a la ola. Pero la marea continu descendiendo, alejndose de l y produciendo un monstruoso retumbar hueco. Se volvi, mirando la

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montaa, sobre cuya cumbre se extendan las llamas. Muy bien, dijo su odio. Y empez a subir por las hmedas rocas negras. Est bien, si no me dices el camino de regreso a casa, subir hasta tu cumbre. Pero t ya sabes el camino de regreso a casa, le dijo su facultad humana lgica. Qu? Se detuvo. El viento ululaba y le azotaba. Si no segua movindose, se quedara helado. Claro. Considera el esquema. Adelante o hacia atrs, an sigues movindote dentro de las corrientes. Pero si te quedas quieto... No!, grit, y en su temor se levant y extendi los brazos, aferrndose a las estrellas para no caer. No tardar mucho. Oh, Dios, no! Tengo demasiado miedo. Ningn hombre debera pasar dos veces por esto. El fro y los relmpagos y el terremoto le zarandeaban. Se encogi de terror sobre la playa, bajo la montaa, demasiado asustado para odiar. No, tengo que subir. No puedo quedarme aqu. El conductor del autobs lanz un gruido y le cerr la puerta en las narices. Nunca supo de dnde le surgi el valor. Por un instante fue capaz de recordar los ojos de su esposa, dndose cuenta que ella le estaba esperando. Levant la mano y llam a la puerta. El conductor volvi a gruir. Si se marcha y me deja..., si tarda medio minuto en dejarme subir... Nunca lo conseguir. Nunca podr hacerlo. La puerta volvi a abrirse. Reuni las ltimas energas que le quedaban, subi el escaln y se encontr en la plataforma. Algo le agarr. El viento se introdujo entre sus costillas y el relmpago le alcanz. Nunca haba concebido que pudiera existir tanto dolor. Abri la boca para lanzar un grito. No! Eso es parte del esquema. No lo hagas. De algn modo, se las arregl para mantenerse en silencio, sujetndose bien a medida que el autobs emprenda su camino y henda las galaxias. Las rocas de la ladera de la montaa, sacudidas por el terremoto, caan rodando junto a l, amenazando con echarle hacia atrs. Plant firmemente los pies sobre el suelo y dijo: A la calle Siete. El mundo se alej de l, como el agua por un sumidero. A medida que la negrura se desvaneca de nuevo, se encontr a s mismo arrellanado en uno de los asientos alargados del frente. Oiga dijo el conductor, borracho o no, pagar usted el billete, de acuerdo? No quiero ningn problema. Simplemente, pgueme el billete. Aspir vidamente una bocanada de aire en sus hambrientos pulmones. El autobs era ruidoso y un hedor sala del motor; personas que parecan cansadas se doblaban en sus asientos, bajo anuncios de colores inverosmiles. A ambos lados del vehculo poda ver las iluminadas ventanas de las casas. Qu tranquila era la noche! Cunto vale el billete? pregunt. Esto es ridculo, le advirti su mente lgica con sequedad, pero no con demasiado enojo. Despus de todo, el resto de l se estuvo portando bien cuando lleg la crisis. He recorrido este trayecto cientos de veces. Pero no

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puedo recordar el precio del billete. Se siente uno tan nuevo al volver a ser humano. Dos monedas. Oh! Eso es todo? Hubiera pagado ms. Senta las rodillas muy dbiles, pero se las arregl para levantarse y encontrar una moneda de veinticinco centavos. Son en la caja con un ruido cuya claridad metlica sabore con deleite. Sintiendo quiz una cierta simpata, o impulsado quiz por un sentido del deber, el conductor le pregunt: Dijo usted que iba a la calle Siete? No contest l, volviendo a sentarse. Despus de todo, no ir all esta noche. Mi casa no est tan lejos.

ALGO EXTRAO
Kingsley Amis
Kingsley Amis pertenece a la generacin britnica de los jvenes airados, y en el campo de la ciencia ficcin se le conoce sobre todo por su ensayo New Maps of Hell y su asidua labor como crtico. Aunque no por ello hay que dejar de lado su aportacin narrativa al gnero, de la que aqu tenemos una inquietante muestra. Algo extrao ocurra todos los das. Poda suceder durante la maana, mientras los dos hombres realizaban sus lecturas y observaciones y las dos mujeres se ocupaban de la rutina domstica. Los grandes rostros haban aparecido durante la maana. O, como sucedi con los rostros pequeos y con los fuegos de colores, lo extrao poda suceder durante la tarde, cuando Bruno se encontraba en plena tarea de mantenimiento, Clovis transmita a la base, Lia cuidaba el jardn y Myri trabajaba en la novela. En la mayor parte de los casos, las ltimas horas de la tarde pasaban con tranquilidad, aunque eso ya no suceda con tanta frecuencia cuando se trataba de la noche. Todos ellos comprendan que las expresiones ordinarias y temporales no tenan ningn significado para personas que, como ellas, estaban confinadas indefinidamente en una inmvil esfera de acero suspendida en una regin del espacio tan vaca que la luz de la estrella ms prxima tardaba varios cientos de aos en llegar hasta ellos. Sin embargo, las rdenes emitidas desde la base recomendaban que adoptaran una unidad de tiempo de veinticuatro horas, como era usual en la Tierra, que no haban visto desde haca varios meses. Esta disposicin les vena muy bien: su trabajo y sus perodos de distraccin y de descanso parecan adaptarse con toda naturalidad a estas unidades de tiempo. Sin embargo, la perspectiva de pasarse ao tras ao con la misma rutina, extendindose hacia el futuro que podan prever, era una fuente de tensin. Bruno lo coment as con Clovis despus de una maana en la que estuvieran reparando un fallo en el analizador del espectro, que utilizaban para investigar y clasificar las estrellas cercanas. Estaban sentados en la portilla 66

principal de observacin del saln, tomando el cctel del medioda y esperando a que las mujeres se les unieran. Creo que lo hemos resistido extremadamente bien dijo Clovis, contestando a Bruno. Quiz demasiado bien. Bruno elev un poco su rechoncha figura. A qu te refieres? A que podemos estar dificultando nuestras posibilidades de ser relevados. La base nunca ha dicho una sola palabra sobre nuestro relevo. Exactamente. Teniendo que cubrir el personal de medio milln de estaciones, pasar mucho tiempo antes que se preocupen por una como sta, donde todo funciona bien. T y yo formamos un equipo perfecto, y t tienes a Lia y yo tengo a Myri, y ellas dos se llevan muy bien... No hay ningn conflicto. Por lo tanto, no existe razn alguna para un relevo. Myri haba escuchado todo esto desde el hueco donde estaba poniendo la mesa. Se pregunt cmo Clovis no haba notado que Bruno la deseaba a ella, en lugar de a Lia, o quiz al mismo tiempo que a Lia. Si Clovis lo saba y estaba atormentando a Bruno, al final la situacin sera bastante penosa, porque Bruno no era un hombre agradable. Con su grueso cuello y su rostro carnoso y plido, no sera muy agradable estar con l, al contrario de Clovis, quien no era ms alto, pero cuyo cuerpo erguido y duro y su piel suave le resultaban atractivos. l no poda pensar tan bien como Bruno, pero, por otra parte, muchas de las cosas que pensaba Bruno no resultaban muy agradables. Se sirvi una copa y se dirigi a su encuentro. Bruno haba dicho algo sobre la lstima que era no poder falsificar su informe personal inventndose unas pocas disputas, y Clovis admiti inmediatamente que aquello era imposible. Ella le bes y se sent a su lado. Qu te parece la idea de ser relevados? le pregunt a ella. Nunca he pensado en eso. Muy correcto dijo Bruno, con una mueca. Lo ests haciendo muy bien aqu. De hecho, bastante bien. Adnde quieres ir a parar? le pregunt Clovis con una expresin diferente en su rostro. sta no es una vida muy completa, verdad? Para ninguno de nosotros. De todos modos, creo que podra continuar, con algn cambio. Una clase de trabajo diferente, algo que no sea comprobar, utilizar y reparar aparatos. Parece que tenemos una gran cantidad de cosas por reparar, no es as? Ese analizador se estropea casi diariamente. Y sin embargo... Call y mir por la trampilla, como para estar seguro que todo lo que haba tras ella era el familiar paisaje de estrellas, lleno de puntos y manchas de luz. Y sin embargo, qu? pregunt Clovis, algo irritado en esta ocasin. Estaba pensando que, en el fondo, deberamos sentirnos agradecidos por tener muchas cosas que hacer. Est el trabajo rutinario, y las frutas y legumbres que hay que cuidar, y la narracin de Myri... Y, a propsito, qu tal va? No nos quieres leer algo? Quiz esta noche? No lo har hasta que no est acabada, s no te importa. Oh, claro que me importa! Una parte de nuestras obligaciones consisten en entretenernos los unos a los otros. Y yo estoy muy interesado en esa narracin. Por qu?

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Porque eres una mujer muy interesante. Ojos castaos muy grandes y una piel saludable y brillante... Cmo te las arreglas para conservarla as despus de todo este tiempo en el espacio? Y tienes ms energa que cualquiera de nosotros. Myri no dijo nada. Bruno era muy bueno para hacer observaciones a las que no se poda contestar nada. Qu ocurre con esa narracin tuya? insisti. Al menos podrs decirnos de qu se trata. Ya te lo he dicho. Trata sobre la vida normal. La vida en la Tierra antes que existieran las estaciones espaciales; grandes cantidades de gente haciendo cosas diferentes, y no sta... Esto es una vida normal, no? Gente diferente haciendo cosas diferentes. No puedo esperar a saber qu son esas cosas. Quin es el hroe, Myri? Nuestro querido Clovis? Myri pos su mano sobre el hombro de Clovis. No sigas, Bruno, por favor. Volvamos a la cuestin de la rutina, si quieres. No puedo comprender por qu dejaste olvidada la parte ms importante de todo, la parte que nos mantiene a todos ms ocupados. Ah! Te refieres a esos extraos sucesos? Bruno lade la cabeza en un gesto caracterstico, con una expresin medio sonriente, medio nerviosa. Y a las horas que hemos pasado discutindolos? Oh, claro! Cmo se me habr podido olvidar mencionarlo? Si an te queda algo de buen sentido, ser mejor que no lo menciones espet Clovis. Todos nosotros estamos hartos del maldito asunto. Puede que lo ests t, pero yo no. Quiero discutirlo. Y lo mismo le ocurre a Myri, no es cierto, Myri? Creo que ya es hora que hagamos otro intento para encontrar alguna explicacin dijo Myri. Era una de las muchas ocasiones en que Bruno, sin ser agradable, tena razn. Oh, no empecemos con eso de nuevo! exclam Clovis, levantndose y dirigindose hacia la mesa donde estaban las bebidas. Eh, hola, Lia! salud a la delgada y alta mujer que acababa de entrar con una bandeja llena de platos fros. Djame que te prepare una bebida. Bruno y Myri se estn poniendo filosficos..., buscando explicaciones. Qu piensas t? Te dir lo que pienso yo. Creo que ya estamos haciendo bastante. Creo que el encontrar explicaciones es una tarea de la base. Tambin podemos hacerla nuestra observ Bruno. Ests de acuerdo, Lia? Claro contest Lia con aquella voz profunda que a Miry le pareca que contena mucha ms firmeza e individualidad en su tono que cualquiera de las palabras o acciones de su duea. Muy bien, Clovis. Puedes mantenerte al margen de esto si quieres. Empecemos por el hecho que lo que vemos y omos no son necesariamente ilusiones, aunque pueden serlo. Sabemos que aunque sean ilusiones, no es algo que nos ocurra slo a nosotros, por lo que se desprende de los informes de la base sobre lo que sucede en otras estaciones. Correcto, Myri. En cualquier caso, sean ilusiones o no, estn siendo dirigidas hacia nosotros por una inteligencia y con un propsito.

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Eso no lo sabemos objet Myri. Puede tratarse de fenmenos naturales, o bien de los subproductos de alguna actividad inteligente que no son necesariamente dirigidos hacia nosotros. Nuevamente correcto, pero reservemos para ms tarde esas posibilidades algo menos probables. Ahora, como ejemplo, consideremos los extraos sucesos de la semana pasada. Tratar la cuestin de modo que no pueda surgir ninguna disputa al respecto. Quisiera que dejaran esa conversacin dijo Clovis cuando Bruno se dirigi hacia la sala de aparatos. Es una prdida de tiempo. El tiempo es precisamente lo nico que no nos falta. Pues a m me falta de todo observ l, tocndose el muslo. Ven un rato conmigo. Despus. Lia siempre se marcha con Bruno cuando l se lo pide. Oh, s! Pero eso es asunto mo dijo Lia. Ahora, ella no quiere. Ser mejor que esperes hasta que lo desee. No me gusta esperar. El esperar puede hacerlo mejor. Aqu estamos dijo Bruno con brusquedad, regresando. Correcto... Lunes. Durante unos pocos segundos, la esfera se vio envuelta en una espesa sustancia vaporosa de color marrn. Las pruebas realizadas revelaron que era impermeable al mismo tiempo que infinitamente densa. El equipo no sugiri tomar ninguna medida al respecto. La sustancia desapareci despus de tres horas y once minutos. Lo que resulta ms interesante de todo esto es la cuestin del infinitamente densa. Tuvo que haberse tratado de una ilusin, o algo tendra que haber sucedido a todas las otras estaciones al mismo tiempo, por no hablar de las estrellas y planetas. Se trata, entonces, de una ilusin total o parcial. Estn de acuerdo conmigo? Contina. Martes. Objeto metlico de un tamao comparable al de la esfera, aproximndose en curso de colisin a una velocidad de 500 kilmetros por segundo. No se dispone de contramedidas. El objeto apareci instantneamente a 35 millones de kilmetros de distancia, y desapareci instantneamente a 1.500 kilmetros. Qu me dicen de eso? Algo similar ya nos haba ocurrido antes observ Lia. Slo que en esta ocasin fue cuando ms tiempo tard en aproximarse y cuando ms cerca lleg de nosotros antes de desaparecer. Algo difcil de comprender, o bien una ilusin sugiri Myri. S, creo que eso es lo mejor que podemos decir por el momento. Mircoles: algo muy trivial, que ni siquiera vale la pena discutir. Un ser cuya estructura pareca ser completamente sea, se aproxim a la portilla principal e hizo unos movimientos, como llamndonos por seas. Quien lo haya hecho, no es muy imaginativo. Jueves. Todos los cuerpos externos a la esfera se desvanecieron simultneamente en todos los instrumentos, reapareciendo simultneamente en todos los instrumentos dos horas ms tarde. Esto tampoco es nada nuevo. Creo recordar algo similar. Ilusin? Bien. Viernes. Unos seres parecidos a reptiles terrestres cubrieron la esfera, luchando incesantemente entre s y comindose porciones de los otros. Se escucharon fuertes susurros y deslizamientos. Los sonidos, al menos, tuvieron que haber sido una ilusin, pues ah afuera no hay aire y nunca he odo hablar de un reptil que no respire.

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Lo mismo se puede aplicar al suceso de ayer. Gritos humanos de dolor y extremado asombro aproximndose y alejndose. Ningn otro fenmeno visual o de otro tipo se detuvo un momento y les mir a todos. Y bien? Observan alguna uniformidad? No dijo Clovis comiendo la ensalada, pues ahora estaban sentados ante la mesa, comiendo. Y desafo a cualquier mente humana a descubrirlas. Todo esto es arbitrario. Al contrario, el prximo suceso (si es que llega hoy), puede revelar una pauta inconfundible. El nico en el que tenemos que concentrarnos dijo Myri, es en el objeto que se aproxim. Por qu se desvaneci antes de chocar contra la esfera? Tena que ser as, si es que se trataba de una ilusin dijo Bruno, observndola fijamente. No del todo. Por qu no podamos tener la ilusin de algo que chocaba contra la esfera? Y si suponemos que no es una ilusin? La prxima vez quiz aparezca un objeto que termine por chocar contra nosotros dijo Lia. Eso s que est bien dijo Clovis, echndose a rer. Me pregunto qu sucedera si ocurriera as. No quedamos en que era una ilusin? Todos se quedaron mirando a Bruno, como esperando una respuesta. Al cabo de un momento, ste dijo: Supongo que la esfera se har mil pedazos y todos nosotros seremos arrojados al espacio. Simplemente, no puedo imaginarme cmo sera eso. Tendramos que... Nunca nos volveramos a ver, ni a nadie ni a nada ms. No seramos ms que una masa insensible flotando para siempre en el espacio. Las posibilidades de... Sera algo que valdra la pena apartar de la conversacin dijo Clovis con un nuevo gesto de amabilidad, ahora que Bruno pareca sentirse desconcertado. Seamos prcticos, aunque slo sea para variar. Cunto tiempo tardars esta tarde en llevar a cabo tus anlisis? Hay una gran cantidad de material que tenemos que enviar a la base y yo no podr echarte una mano. Una hora, quiz, una vez haya realizado las pruebas finales. Y para qu esas pruebas? Todo estaba perfectamente esta maana, cuando terminamos. Afortunadamente. S, afortunadamente. Una variable ms y puede que hubiera resultado imposible para nosotros. S confirm Bruno con una actitud abstrada; despus, se levant tan bruscamente que los otros tres se le quedaron mirando fijamente. Pero no lo hicimos, no es cierto? No hubo ninguna otra variable, verdad? No sucedi, lo ven? Es algo que no podemos manejar. Nadie dijo nada. Perdnenme. Tengo que quedarme solo. Si Bruno contina as dijo Clovis, dirigindose a las dos mujeres, la base nos tendr que enviar el relevo antes de lo que pensbamos. Myri trat de apartar de su mente el pensamiento de la extraa conducta de Bruno cuando, media hora ms tarde estaba sentada, dispuesta a trabajar en la redaccin de su relato. La expresin del rostro de Bruno cuando abandon la mesa fue algo que ella no poda clasificar. Excitacin? Disgusto?

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Sorpresa? Esto ltimo era quiz lo ms cercano... S, una especie de persistente sorpresa. Bueno, estaba segura que, tratndose de Bruno, intentara explicarlo aquella noche, durante la cena. Deseara que fuera ms agradable, porque era un hombre capaz de pensar muy bien. Finalmente, desembarazndose de la imagen del rostro de Bruno, empez a leer la pgina del manuscrito en la que haba estado trabajando cuando las pantallas la interrumpieron la tarde anterior. Formaba parte de una escena algo difcil en la que una mujer se encuentra por casualidad con un hombre con el que ha estado diez aos antes, con la complicacin adicional que ella se encontraba en compaa del hombre con quien est ahora. La escena se desarrollaba en el restaurante de una gran ciudad. Vyase! dijo Volsci. O tendr que pegarle. Norbu sonri de un modo no muy agradable. Y de qu servira eso? Le gusto a Irmy ms que usted. Es usted ms agradable, sin duda alguna, pero yo le gusto ms. Me recuerda con mayor claridad poseyndola hace diez aos, que a usted la pasada noche. Soy muy bueno pensando, y eso es mucho mejor que ser agradable. Ella est comiendo conmigo dijo Volsci, sealando la comida fra y las bebidas que haba frente a ellos. No es cierto, Irmy? S, Irmy dijo Norbu. Tienes que elegir. Si no puedes permitir que los dos te poseamos, tienes que decir quin de los dos te gusta ms. Irmy mir a uno y a otro. Haba tanta diferencia entre ambos que difcilmente poda empezar a tomar su decisin; uno era muy agradable; el otro algo rechoncho. Decidi que ser agradable era mucho mejor. Era algo mucho ms importante y significativo..., mejor en todos los sentidos que configuraban una verdadera diferencia. Me quedar con Volsci dijo al final. Norbu pareci sorprendido y apenado. Creo que ests equivocada. Ahora ya se puede usted marchar dijo Volsci. Ella le estar esperando. S admiti Norbu, cuya expresin pareca ahora extremadamente apenada. Irmy tambin se senta apenada. Adis, Norbu dijo ella. Myri sonri para s misma. Estaba bien, incluso mejor de lo que recordaba... No haba motivo alguno para ser modesta consigo misma. Tena que ser una verdadera escritora, a pesar de las chanzas de Bruno; de otro modo, cmo habra podido inventarse estos personajes, tan desiguales a todos los que ella conoca, colocndolos despus en una situacin que se hallaba tan completamente alejada de su propia experiencia? Lo nico de lo que no se senta segura era si haba acentuado demasiado o no la parte sentimental o la relacionada con ella. Quizs extremadamente apenada, refirindose a la expresin, era algo pesado; sustituy las palabras por ms apenada que antes. Excelente: ahora se notaba el toque justo de restriccin en medio de todo el sentimiento. Decidi que podra terminar la escena con unas pocas lneas ms. Probablemente, le ver en algn cctel dijo Volsci. Termin de escribir la frase cuando son el zumbador en su puerta. Levant la mirada, frunciendo el ceo. Cruz su pequea habitacin en forma de cua la pared trasera era parte de la pared exterior de la esfera, aunque no tena

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portilla, abri la cerradura y se encontr a Bruno en el umbral. Estaba respirando con rapidez, como si hubiera estado corriendo o levantando un peso muy pesado, y observ con disgusto que haba gotas de sudor sobre su gruesa piel. l pas junto a su lado, y se sent sobre la cama, con la boca abierta. Qu ocurre? pregunt Myri, disgustada. Estaba previsto que la tarde fuera tiempo privado, a menos que se hubiera convenido algn otro plan durante el almuerzo. No s lo que ocurre. Creo que debo estar enfermo. Enfermo? Pero si no puedes estarlo. Eso nicamente le ocurre a la gente en la Tierra. En una estacin, nadie se pone enfermo. La base nos dijo que las enfermedades son causadas por... Me parece quo no creo en algunas de las cosas que nos dice la base. Pero, a quin podemos creer, si no creemos a la base? Evidentemente, Bruno no escuch su pregunta. Tena que venir a verte dijo. Lia no es buena para esto. Por favor, djame quedarme contigo. Tengo muchas cosas que decir. Es intil, Bruno. Clovis es quien me posee. Cre haberte hecho comprender que yo no... No me refiero a eso dijo con impaciencia. Donde te necesito es en el proceso de pensamiento. Aunque eso est relacionado con lo otro, con la posesin. No espero que lo comprendas. Yo mismo, slo acabo de empezar a darme cuenta. Myri no poda comprender nada de sus ltimas palabras. Pensamiento? Pensamiento, acerca de qu? l se mordi un labio y cerr los ojos un instante. Escucha dijo. Fue el analizador el que puso en marcha mi mente en esta direccin. Ese instrumento se estropea casi cada da. Y la computadora, los contadores, los repeledores, las antenas exploradoras y todo el resto del equipo..., siempre se estn estropeando, y lo mismo sucede con las fuentes de energa. Pero eso no sucede ni con el purificador, ni con el reconstituidor de fluido, o los crecedores de frutas y legumbres, o los calentadores, o la fuente principal de energa. Por qu no? Bueno, porque son menos complicados. Cmo se puede estropear un crecedor de frutas? nicamente est compuesto por un tanque qumico y otro tanque de agua. Ya le preguntaste a Lia sobre el particular. Est bien. En tal caso, intenta contestar a esto. Los extraos sucesos. Si se trata de ilusiones, por qu siempre ocurren fuera de la esfera? Por qu nunca sucede nada as en el interior de la esfera? Quiz ocurran dijo Myri. No. No quiero que pueda ser as. No me gustara. Quiero que todo lo que suceda aqu dentro sea real. Eres t real? No tengo ms remedio que creer que lo eres. Claro que lo soy ahora, ella se senta muy intrigada. Y eso implica una diferencia, no es cierto? Es muy importante que t, y todo lo dems que existe en esta esfera, sea real. Pero dime una cosa: sean lo que sean esos sucesos, deben ser bastante poderosos si son capaces de engaar a nuestros instrumentos y a nuestros sentidos de una forma tan completa y consistente. Y, sin embargo, no pueden hacer nada..., nada que podamos reconocer como extrao, al menos dentro de esta pequea e insignificante piel de acero que nos rodea. Por qu no?

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Se puede suponer que tienen sus limitaciones, de lo cual deberamos alegrarnos. S. Muy bien. Pasemos al siguiente punto. Recuerdas la temporada que trat de permanecer sentado y despierto en la sala, despus de la medianoche? Eso fue una estupidez. Nadie puede permanecer despierto despus de la medianoche. Las rdenes estaban muy claras al respecto. S, lo estaban, verdad? Bruno pareci tratar de sonrer. Recuerdas que te dije que no poda recordar cmo es que estaba en mi cama, como siempre, cuando nos despert la msica? Recuerdas aquella gran msica? Y..., esto es realmente lo que persigo: recuerdas cmo todos nosotros estuvimos de acuerdo durante el desayuno en admitir que la vida en el espacio tena que habernos condicionado, hasta el punto que quedarnos dormidos a una hora determinada se haba convertido en un mecanismo automtico? Recuerdas eso? Claro que lo recuerdo. Muy bien. Entonces, se plantean dos cuestiones. Te parece eso una explicacin aceptable? Te parece correcta esa especie de completo autocondicionamiento en todos nosotros..., despus de haber pasado unos pocos meses en el espacio? No me lo pareci cuando t lo dijiste. Pero todos estuvimos de acuerdo en admitirlo, no es cierto? Y no expresamos ninguna duda. Myri, apoyndose contra una pared lateral, se agit con cierto nerviosismo. Su forma de no ser agradable estaba siendo completamente nueva, una forma que la haca desear impedirle seguir hablando, aunque se daba cuenta que Bruno estaba pensando muy bien. Cul era tu otra pregunta, Bruno? A ella, su propia voz le pareci poco usual. Ah! T tambin lo ests sintiendo, verdad? No s a qu te refieres. Creo que lo sabrs dentro de un minuto. Veamos la otra cuestin. La noche de la gran msica transcurri ya hace tiempo, poco despus que llegramos aqu. Sin embargo, la recuerdas con claridad. Yo tambin. No obstante, cuando trato de recordar lo que estaba haciendo slo un par de meses antes, en la Tierra, terminando con mi vida all, preparndome para esto, slo consigo una vaga impresin. Nada aparece con claridad en mi mente. Ser porque queda todo muy alejado. Puede. Pero recuerdo el viaje con bastante claridad, y t? Myri contuvo un instante la respiracin. Estoy sorprendida, se dijo a s misma. O algo similar. Senta el modo de mirar de Bruno cuando abandon la mesa. Ella no dijo nada. Lo ests sintiendo ahora mismo, verdad? La estaba observando atentamente, con sus estrechos ojos. Djame que intente describirlo. Una sorpresa que sigue y sigue. Perplejidad. Sntomas de esfuerzo fsico, o de tensin. Y por encima de todo eso una..., una especie de incomodidad, que slo se siente en la mente. Como cuando se aprieta un objeto agudo contra el cuerpo, slo que esto ocurre en la mente. De qu ests hablando?

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Se trata de una dificultad de vocabulario. En aquel momento, el altavoz situado sobre la puerta se puso en marcha con un clic, y son la voz de Clovis: Atencin. Suceso extrao. Reunirse inmediatamente en la sala. Suceso extrao. Myri y Bruno dejaron de mirarse el uno al otro y echaron a correr por el estrecho pasillo. Clovis y Lia ya estaban en la sala, mirando por la portilla. Al parecer, y slo a unos pocos metros de distancia del cristal acerado, e iluminadas por alguna fuente invisible de energa, haba dos figuras flotantes. El detalle era excelente y desde el interior de la esfera se poda distinguir sin ninguna dificultad cada uno de los pliegues de la piel desnuda de las dos caricaturas de humanidad que se les presentaban, al parecer para que cada uno de ellos pudiera inspeccionarla detalladamente..., una suposicin confirmada por la lenta rotacin de la pareja, que les permita escudriar cada una de sus partes. A excepcin de una pequea cantidad en la base del crneo, las figuras no tenan pelo alguno. Los miembros eran acortados, faltndoles los estrechamientos normales en las juntas, y los vientres eran protuberantes. Una de las figuras tena caractersticas masculinas, y la otra femeninas, aunque en ninguno de los dos casos eran completas. Desde cada una de las bocas abiertas, hmedas, sin dientes y estremecidas, surga un grito en voz alta, claramente audible, ms elevado que cualquier otro de los que habran podido producirse en el interior de la esfera, dotados adems de una gama emocional nada familiar. Bueno, me pregunto cunto durar esta vez dijo Clovis. Te parece que vale la pena intentar actuar sobre ellos con los repeledores? pregunt Lia. Qu indica el radar? Les ve? Ir a dar un vistazo. Bruno se volvi, dando la espalda a la portilla, y dijo: No me gusta verlos. Por qu no? Myri se dio cuenta que Bruno estaba sudando de nuevo. Me recuerdan algo. Qu? Estoy tratando de pensar. Pero aunque Bruno sigui tratando de pensar durante el resto del da, con tan evidente seriedad que hasta el propio Clovis hizo todo lo que pudo para ayudarle con sugerencias, ni siquiera se haba acercado a una solucin cuando las extraas figuras desaparecieron, como era su costumbre, cinco minutos antes de la medianoche. Y cuando, durante los dos das siguientes, Myri le mencion la tarde de las caricaturas, Bruno mostr poco inters por ellas. Bruno, eres extraordinario le dijo una noche. Qu ocurri con aquellas extraas sensaciones que parecas tan ansioso por querer describirme poco antes que Clovis nos llamara a la sala? Bruno encogi sus estrechos hombros con el movimiento casi femenino con que acostumbraba a hacerlo. Oh! No s lo que pudo pasar en mi interior dijo. Supongo que me senta enojado con ese maldito analizador y por la forma en que se estropea continuamente. Desde entonces, todo parece haber ido mucho mejor. Y todos aquellos pensamientos que trataste de expresar? Fue una verdadera prdida de tiempo. Seguramente no lo fue.

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S. Estoy de acuerdo con Clovis. Que la base se encargue de pensar. Myri se sinti desilusionada. El escuchar a Bruno renunciando a la tarea de pensar pareca ser el final de algo. Esta sensacin le qued poderosamente subrayada cuando, algo despus, el altavoz de la sala emiti un sonido. Sin ninguna clase de prembulos, a excepcin del sonido usual del clic, una voz extraa dijo: Atencin, por favor. Aqu la base, llamando para intercomunicacin. Todos ellos levantaron la mirada con gran sorpresa, especialmente Clovis, quien le dijo rpidamente a Bruno: Es posible esto? Oh, claro que s! Han estado experimentando contest Bruno con gran rapidez. Quiz resulte irnico sigui diciendo la voz que la primera transmisin que somos capaces de enviarles por los presentes medios, sea tambin la ltima que recibirn. Durante algn tiempo, el mantenimiento de las estaciones espaciales ha sido antieconmico, y se acaba de tomar la decisin de no continuar su trabajo. En consecuencia, no enviarn ningn informe ms, de ninguna clase, aunque pueden seguir hacindolo si lo desean, quedando bien entendido que nadie les estar escuchando. Afortunadamente, en muchos casos ha sido posible recoger al personal de las estaciones y hacerlo regresar a la Tierra; en otros casos, sobre todo cuando se trata de tripulaciones que se encuentran en partes muy alejadas de la galaxia, se impona una prohibitiva expedicin en cuanto a tiempo y esfuerzo. Siento decirles que su estacin es una de sas. En consecuencia, nunca sern relevados de sus puestos. Aqu, todos nosotros confiamos en que ustedes respondern con dignidad y recursos a esta nueva situacin. Antes que cortemos la comunicacin definitivamente, quiero sealar una ltima cosa. Implica una revelacin que puede ser tan mal recibida, que slo de muy mala gana la comunico. Sin embargo, mis colegas insisten en que quienes se encuentran en su situacin actual, merecen, por su propio inters, conocer toda la verdad. Debo comunicarles que, al contrario de lo que les hicimos creer, no hemos recibido informes de ninguna otra estacin cuyo contenido se parezca lo ms mnimo a lo que ustedes cuentan sobre los extraos sucesos de los que dicen haber sido testigos. Se consider normal engaarles al respecto con el propsito de mantener su moral. Pero ahora ya ha pasado el momento de los engaos. Son ustedes nicos y, dentro de la variedad del gnero humano, sa no es una distincin precisamente pequea. Estn orgullosos de ella. Adis para siempre. Permanecieron sentados, sin hablar, hasta cinco minutos antes de la medianoche. Por mucho que lo intent, Myri no pudo concebir su futuro, y a la maana siguiente no tuvo mejor xito. Nadie tuvo el tiempo libre necesario para comprender y aceptar su aislamiento permanente, porque al medioda comenz una nueva serie de extraos sucesos. Myri y Lia se encontraban en la cocina, preparando el almuerzo, cuando Myri, al abrir el armario donde estaban guardados los platos, se encontr con una criatura aplanada y rojiza, dotada de muchas patas y de un par de pinzas de tamao desigual. Lanz un jadeo, casi un grito de asombro. Qu pasa? pregunt Lia mirando rpidamente y aadiendo despus, en voz ms alta: Est vivo? Se est moviendo. Llama a los hombres.

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Hasta que llegaron los dems, Myri se qued simplemente mirando aquella cosa. Descubri que su labio inferior estaba temblando de una forma muy curiosa. Ahora dentro, segua pensando. Ya no sucede fuera, sino dentro. Djame echar un vistazo dijo Clovis. Ya veo. Psame un cuchillo o algo le dio un golpe a la criatura, produciendo un sonido seco, como si se tratara de un hueso. Bueno, esto acta por procedimientos tctiles, orales y visuales. Una ilusin bastante completa. Si es que se trata de eso. Tiene que ser as dijo Bruno. No lo reconoces? Hay algo familiar en l; al menos, eso es lo que supongo. Supones? Quieres decir que ya no reconoces a un cangrejo cuando lo ves? Oh, claro! exclam Clovis con una mirada ligeramente aborregada. Ahora lo recuerdo. Un animal terrestre, verdad? Vive en el agua. As es que tiene que tratarse de una ilusin. Por lo que s, los cangrejos no cruzan el espacio, y aun cuando fuera as, le habra costado su tiempo abrirse paso a travs de la piel de la esfera. Su actitud y el tono sensato de su voz ayudaron a Myri a desprenderse de su asombro, y fue ella quien sugiri que el cangrejo fuera arrojado por la rampa de desperdicios. Durante el almuerzo, dijo: Fue una ilusin notablemente concreta, no creen? Me pregunto cmo fue proyectada. No vale la pena preguntarse eso le dijo Bruno. Cmo lo vamos a poder saber? Y de qu nos servira si llegramos a saberlo? El conocer la verdad tiene su valor. No te comprendo. En aquel instante regres Lia con el caf. El cangrejo ha vuelto dijo. O, al menos, hay otro all, no lo s. Durante el resto del da, y hasta un total de once, aparecieron ms cangrejos, o simulacros de ellos, a intervalos. Segn dijo Clovis, pareca como si la tcnica de producir la ilusin tuviera sus limitaciones, sobre todo desde el momento en que ninguno de ellos vio materializarse a ningn cangrejo; los que iban apareciendo eran descubiertos bajo una cama, o tras una serie de aparatos. Por otra parte, la ilusin producida era muy vvida, segn admitieron todos cuando Myri, al arrojar al octavo cangrejo por la rampa de desechos, fue mordida en un dedo, sinti dolor y le brotaron unas pocas gotas de sangre. Una nueva fase dijo Clovis. Un proceso fsico ilusorio empleado en la persona de uno de nosotros. Al parecer, estn mejorando. A la maana siguiente aparecieron los insectos. Descubrieron que la sala principal de aparatos estaba infestada con lo que, nuevamente ante la inmediata sugerencia de Bruno, fueron reconocidos como cucarachas. A la hora del almuerzo ya haba mariposas y escarabajos voladores en todas las habitaciones principales, y por la noche empez a notarse la presencia de una serie de grandes moscas. Toda su atencin se concentr en evitar a estas criaturas en la medida de lo posible. Pas el da sin que Clovis le pidiera a Myri estar con ella. Esto nunca haba sucedido con anterioridad. A la tarde del da siguiente surgi un nuevo problema cuando Lia anunci que el jardn ya no contena ninguna fruta y ninguna verdura..., ninguna, al menos, que ella pudiera percibir con sus sentidos. Los otros tres se mostraron de acuerdo con esta apreciacin. Clovis expres con palabras las sensaciones de todos los dems cuando dijo:

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Si esto es una ilusin, debemos admitir que se trata de algo tan efectivo como la realidad, porque unas frutas y unas verduras que no se pueden encontrar, es lo mismo que decir que no existen. Durante la cena, consumieron todos los alimentos que les quedaban. Poco despus de las dos de la madrugada, Myri fue despertada por la voz de Clovis, que, a travs del altavoz, deca: Atencin todo el mundo. Suceso extrao. Reunirse inmediatamente en la sala. An se diriga hacia all, cuando se dio cuenta de algo que se superpona al silencio al que se haba acostumbrado. Era un silencio algo ms profundo, como si hubiera cesado algn sonido que se encontrara en el lmite de lo audible. Debajo de ella se notaban unas vibraciones poco familiares. Clovis estaba ante la portilla, mirando a travs de ella con gran inters. Mira eso, Myri dijo. A una distancia imposible de calcular, se haba hecho visible una especie de luz oblonga, de aproximadamente un grado de anchura y quiz dos veces y media ms alta. La luz mostraba poseer una calidad comparable a la que iluminaba el interior de la esfera. De vez en cuando parpadeaba. Qu es? pregunt Myri. No lo s. Acaba de aparecer ah. Entonces, debajo de ellos, el suelo se estremeci violentamente. Eso fue lo que me despert, uno de esos temblores. Ah! Aqu ests, Bruno. Qu piensas de todo esto? Los ojos grandes de Bruno se abrieron an ms, pero no dijo nada. Un instante despus lleg Lia, unindose al silencioso grupo que miraba por la trampilla. La esfera experiment otra vibracin. En la cocina, algo cay al suelo y se rompi. Despus, Myri dijo: Puedo ver lo que parecen ser unos escalones que bajan a partir de la esquina inferior de la luz. Tres o cuatro escalones, o quiz ms. Apenas haba terminado de hablar cuando una sombra apareci ante ellos, proyectada por el rectngulo de luz hacia una superficie que ninguno de ellos pudo identificar. La sombra les pareci de una extraordinaria enormidad, pero quedaba fuera de toda duda que se trataba de un hombre. Un momento despus, el hombre apareci a la vista, silueteado por la luz, y descendi los escalones. Al cabo de otro momento se encontraba evidentemente a pocos metros de distancia de la portilla, mirndoles y con sus propias luces sobre la mitad superior. Era un hombre bien constituido, que llevaba un uniforme gris y un casco de metal. De su hombro colgaba un objeto que se poda reconocer como un arma de fuego. Mientras l les observaba, otras dos figuras equipadas del mismo modo bajaron los escalones y se le unieron. Tras un instante, el primero se movi hacia su derecha, apartndose de la vista; sus movimientos parecan los de una persona que est caminando sobre una superficie nivelada. Ninguna de las cuatro personas del interior se movi ni dijo nada, ni siquiera al escuchar el sonido de unos pesados pernos que eran corridos en la seccin de la pared exterior, situada directamente frente a ellos; ni siquiera cuando toda la seccin se apart de ellos como si fuera una puerta abrindose hacia el exterior, ni cuando los tres hombres penetraron en el interior de la esfera. Dos de ellos se haban descolgado las armas de los hombros. Myri record una ocasin, varias semanas atrs, en la que estaba agachada en la cocina y al levantarse se peg con la cabeza contra la puerta de un

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armario que Lia haba dejado abierta. La sensacin que experimentaba ahora era similar, excepto por el hecho que no tena sensaciones fsicas particulares. Por el fondo ms alejado de su mente pas otro recuerdo, ste mucho ms dbil: alguien haba tratado alguna vez de explicarle la similitud entre un cierto estado mental y la sensacin fsica de incomodidad, y ella no haba comprendido. El recuerdo se desvaneci inmediatamente. El hombre al que haban visto primero, dijo: Sbanse las mangas, todos. Clovis se le qued mirando con menos curiosidad que la sentida pocos minutos antes, cuando Myri se le uni en la portilla. Es usted una ilusin dijo. No, no lo soy. Sbanse las mangas, todos ustedes. Les observ atentamente mientras ellos obedecan, impacientndose ante la lentitud con que se movan. Uno de los hombres que se haba descolgado el arma del hombro, dijo: No seas duro con ellos, Allen. No tenemos ni idea de lo que han pasado. No quiero correr ningn riesgo dijo Allen. Al menos, despus de ver esa multitud en los rboles. Y ahora escuchen: todo esto es por su bien dijo, dirigindose a los cuatro. Estense quietos un momento. Est bien, Douglas. El tercer hombre se adelant hacia ellos, sosteniendo lo que Myri reconoci como una aguja hipodrmica. La asi firmemente por su brazo desnudo y le puso una inyeccin. Inmediatamente, sus sensaciones se alteraron en el sentido que, aun cuando segua percibiendo incomodidad en su mente, ni eso ni cualquier otra cosa pareca importarle. Al cabo de un momento, escuch al hombre joven decir: Ahora, ya puede bajarse la manga. Puede estar completamente segura que no le suceder nada malo. Venga con nosotros dijo Allen. Myri y los dems siguieron a los tres hombres, saliendo fuera de la esfera; caminaron sobre un suelo duro y arenoso que poda haber sido de cemento, y subieron los escalones, recorriendo una distancia de unos diez metros. Penetraron en un pasillo dotado de luz artificial y despus en una habitacin en la que brillaba el sol. Haba veinte o treinta personas en la sala, algunas de las cuales llevaban el uniforme gris. De vez en cuando, las paredes se estremecan, del mismo modo que lo haba hecho la esfera, pero en esta ocasin con el acompaamiento de distantes explosiones. De vez en cuando tambin se poda escuchar un dbil tableteo de armas de fuego. La voz de Allen dijo: Intentemos poner un poco de orden. Douglas, vete a ver a la gente del tanque de agua. Han sido acondicionados para creer que son congnitamente acuticos, as es que ser mejor que les saques de ah inmediatamente. Holmes ya est vaciando el tanque. Puedes irte. Ahora t, James, qudate vigilando a este grupo mientras yo trato de buscar unos cuantos ms. Quisiera que esos tipos del equipo psicolgico vinieran cuanto antes..., estamos trabajando en la oscuridad su voz se fue alejando de ellos. Sargento..., saque a estos cinco de aqu. Adnde los llevo, seor? No me importa adnde... Slo quiero que salgan de aqu. Y vigleles. Todos ellos han estado disparando, seor.

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Lo s, pero vigleles. Ahora, ya no son humanos. Y no vale la pena intentar hablar con ellos. Han quedado privados del lenguaje. sa es la causa de su estado. Y ahora, squeles de aqu inmediatamente. Myri mir lentamente al hombre joven que estaba de pie cerca de ellos: James. Dnde estamos? le pregunt. James dud un instante. Se me ha ordenado que no le diga nada contest. Se supone que debe usted esperar la llegada del equipo psicolgico para que la trate. Por favor. Est bien. Esto supongo que no puede hacerle ningn dao. Ustedes cuatro y otra serie de grupos han sido los sujetos de varios experimentos. El edificio es parte de la Estacin Especial de Investigacin del Bienestar, nmero 4. O ms bien lo fue. El gobierno que la construy ya no existe. Ha sido derribado por el ejrcito revolucionario, del cual yo soy miembro. Tuvimos que abrirnos paso hasta aqu a la fuerza y an continan los combates. Entonces, no estbamos en el espacio? No. Y por qu nos hicieron creer que estbamos? An no lo sabemos. Y cmo lo hicieron? Mediante alguna nueva forma de hipnosis profunda. Eso es lo que parece, al menos. Una forma que probablemente se renueva a intervalos regulares. Adems de varios aparatos para producir ilusiones. An estamos trabajando en eso. Y ahora creo que ya ha hecho suficientes preguntas por el momento. Lo mejor que puede hacer es sentarse. Gracias. Qu es la hipnosis? Oh! Desde luego han acumulado una gran cantidad de conocimientos sobre eso. Se le explicar todo ms tarde. James, ven ac y echa un vistazo a esto, quieres? llam la voz de Allen. Yo no puedo sacar mucho en limpio. Myri sigui un poco a James. Entre un murmullo de voces, algunas de las cuales hablaban lenguas que no le eran familiares, escuch a James preguntar: Es ste el fichero correcto? Eliminacin por temor? Tiene que serlo contest Allen. Aqu est la ltima anotacin completa. Supresin de Bruno V y sustitucin de Bruno VI, realizadas, junto con ajuste de memoria de otros tres sujetos. Memorando al Centro de Preparacin: evitar repeticin del tipo de personalidad de Bruno V, con fuertes impulsos de curiosidad. Haban empezado a establecerlo, eh? Me pregunto qu haran con l. Est ese hospital psiquitrico al otro lado del camino; an estn investigando; quiz est all. No queda la menor duda que estar con los Brunos I al IV. Pero eso no importa por el momento. Mira. Procedimientos: penltima fase. Eliminacin de todo tipo de confianza; ruptura de la comunicacin; denegacin total de cambio prospectivo; inculcacin del sndrome de la singularidad; el ambiente muestra ser violable; crisis desconocida en perspectiva (privacin de alimentos). Puedo comprender esa ltima observacin. Sin embargo, no parece que se estn muriendo de hambre.

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Quiz slo acababan de comenzar con ellos. Les alimentaremos dentro de un momento. Sin embargo, todo esto es superior a mi entendimiento. Reacciones. Pocos cambios. Respuestas pobres. Empobrecimiento acelerado de la vida emocional y de su vocabulario: comprese porcin de la novela escrita por Myri VII con las contribuciones de sus predecesoras. Prognosis: contina el deterioro afectivo; apata catatnica; fracaso del experimento. Vaya! Eso, por lo menos, es un alivio. Pero qu tiene que ver todo esto con la eliminacin por temor? Dejaron de hablar de repente, y Myri sigui la direccin de su mirada. Se haba abierto una puerta y el hombre llamado Douglas estaba vigilando la entrada de otros, cada uno de los cuales sostena o llevaba una forma humana envuelta en una manta. Debe tratarse del grupo del tanque dijo Allen, o James. Myri observ mientras los que estaban envueltos en las mantas eran instalados lo ms cmodamente posible en sofs o en el suelo. Uno de ellos, sin embargo, permaneci totalmente envuelto en su manta, sin que nadie le prestara ninguna atencin. Ese lo tiene, verdad? Me temo que es un shock la voz de Douglas pareca insegura. No pudimos hacer nada. Quiz no debiramos haber... Myri se detuvo y apart una punta de la manta. Lo que vio le result mucho ms extrao que cualquier otra cosa experimentada en el interior de la esfera. Qu le sucede? le pregunt a Jim. Que qu le ocurre? Puede usted morir de un shock, ya lo sabe. Que puedo qu? Myri se qued mirando fijamente a James y se dio cuenta que su rostro haba quedado distorsionado por una mezcla de expresiones. Una de ellas era de comprensin; en cuanto a las otras, el verlas resultaba doloroso. Eran como reproducciones de lo que ella misma estaba sintiendo. Su visin se oscureci y ech a correr por la sala, siguiendo el camino por donde haban venido; baj los escalones, atraves el piso y regres a la esfera. James no conoca la disposicin de las habitaciones del edificio y no la alcanz hasta que ella tom el manuscrito de su novela, se lo apret contra el pecho, cruzando los brazos sobre l, y cay sobre la cama, con las rodillas dobladas todo lo que podan estar y la cabeza en posicin baja, como estuvo antes de su nacimiento, un suceso del que ella no saba nada. An se encontraba en la misma posicin cuando, das ms tarde, alguien se sent pesadamente a su lado. Myri. Tienes que saber quin soy. Abre los ojos, Myri. Sal de ah. Despus que el hombre hubiera repetido lo mismo varios cientos de veces, con la misma voz amable, ella abri los ojos un poco. Estaba en una sala larga y alta, y cerca de ella se encontraba un hombre rechoncho de piel plida. Le record algo que tena que ver con espacio y con pensamiento. Volvi a cerrar los ojos con fuerza. Myri. S que me recuerdas. Vuelve a abrir los ojos. Ella los mantuvo cerrados, mientras l segua hablando: Abre los ojos. Estira el cuerpo. Ella no se movi. Estira el cuerpo, Myri. Te amo.

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Lenta, muy lentamente, sus pies se fueron estirando sobre la cama y su cabeza empez a elevarse poco a poco... FIN

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