Es Necesario Nacer D e Nuevo
Es Necesario Nacer D e Nuevo
Es Necesario Nacer D e Nuevo
Estas inspiradoras frases nos llevan a una noche aquel hombre fariseo llamado Nicodemo
maestro judío, fue en busca de Jesús.
Este hombre inteligente, educado, conocedor de las escrituras, y además rico, era
miembro del Sanedrín y ocupaba un puesto elevado y de confianza.
“Aunque rico, sabio y honrado, se había sentido extrañamente atraído por el humilde
Nazareno”
Recordemos que miembros del Sanedrín, escribas y principales sacerdotes presenciaron
la escena cuando Jesús sacó a los mercaderes del templo diciendo:
¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones?
Más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Marcos 11:17.
La autoridad que Jesús ejerció en aquella oportunidad, hizo que se haga mas notorio el
odio y celos que sentían los sacerdotes hacía él, pero el poder del Espíritu Santo estaba
sobre él y por el momento no podían oponérsele abiertamente y acabar con su obra,
veían a Jesús recibir a los pobres y sanar a los enfermos, y hacer milagros.
Ante estas circunstancias ¡Nada podían hacer el pueblo iba tras de Jesús! y como estos
también escuchaban sus enseñanzas y presenciaban sus obras, “temían oponerse a
Jesús, quien estaba evidentemente ungido por el Espíritu Santo”
Nicodemo como miembro influyente del Sanedrín judío era muy estudioso de las
Escrituras, y desde que oyó a Jesús empezó a escudriñar las profecías, y cuanto más lo
hacía, llegó a la conclusión que Jesús era el que había de venir, y se propuso conocerlo,
claro está que lo aceptaba como Maestro, como profeta, mas no como el Mesías.
En el corazón de Nicodemo nació el ferviente deseo de ir a entrevistarse con él, pero
hacerlo abiertamente, ¡de ninguna manera! ¡Sería una humillación!
El orgullo de que un hombre de su altura “Maestro” estudioso de la Ley y las Escrituras,
fuese en busca de Jesús, un hombre casi desconocido, haría que este se sintiese
susceptible al desprecio, las denuncias y sanciones de parte de los sacerdotes y
gobernantes judíos.
Por esas y muchas razones más que se levantaron en su corazón, resuelve ir en busca de
Jesús de noche, oculto bajo sus sombras, mientras la Jerusalén dormía.
Encontramos esta importante y amistosa entrevista en Juan 3: 1-15
Leamos Juan 3: 1 y 2
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios
como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino está
Dios con él.
Aquí Nicodemo reconoce a Jesús como “Maestro”, o sea conocedor e intérprete de la Ley
y profeta, por sus enseñanzas y los milagros que hacía.
Con seguridad le dice: “sabemos” ¿Quiénes más aparte de él sabían esto? Con
seguridad, los sacerdotes, escribas y miembros del Sanedrín.
“porque nadie puede hacer las señales que tu haces, sino está Dios con él”, con
estas palabras lo reconoce como “profeta ungido” porque solo así podía hacer obrar como
obraba.
Versículos 3 - 6
Respondiendo Jesús le dijo: De cierto, de cierto te digo: que el que no naciere de
nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso
entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
“Nicodemo había oído de la predicación de Juan El Bautista concerniente al
arrepentimiento y el bautismo, y cuando había señalado al pueblo a Aquel (Jesús) que
bautizaría con el Espíritu Santo” y desde luego había falta de espiritualidad en el
Sanedrín, ya que estos estaban dominados por el fanatismo, las tradiciones y la ambición
terrenal o mundanal.
Nuestro Señor Jesús vio a Nicodemo y conociendo los pensamientos, inquietud, y
ansiedad que nacía y sentía en su corazón, directamente, pero lleno de bondad, amor y
simpatía, comenzó a decirle que le era necesario nacer de nuevo para poder entrar al
reino de Dios. Así empezó Jesús a guiar a este hombre tocando profundamente las
raíces de su corazón, de manera que entiese la condición espiritual en la que se
encontraba y mostrarle el camino de la verdad, mediante el cual podría entrar en el reino
de Dios.
¡Nacer de nuevo! ¿Cómo puede ser eso? Nicodemo se quedó pensando y arguyó ¿Cómo
puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre
de su madre, y nacer?
Nicodemo razonaba diciendo: nacer de nuevo eso está bien para los paganos, que son
considerados nacidos cuando se convierten al judaísmo, pero yo soy judío de nacimiento,
por lo tanto hijo de Abraham, heredero de la promesa hecha por Jehová a nuestro padre
Abraham, por lo tanto tengo derecho al reino de los cielos. ¡Cómo es que tengo que nacer
de nuevo! ¡Cómo es esto!
Jesús lo miró, y sintió lástima de aquel hombre, ¡Cómo no podía percibir las cosas del
Espíritu!,¡ Por qué no comprendía! ¿Tenía su corazón ensombrecido?
Entonces Jesús empieza amigablemente a razonar con él.
Nicodemo es imposible nacer por segunda vez del vientre de la madre.
Pero así viejo como te consideras, puedes nacer de agua, arrepintiéndote y bautizándote
y renovando tu corazón, viviendo una vida de frutos dignos de arrepentimiento, o sea
obras nacidas de un corazón arrepentido, como requisitos del verdadero nacimiento.
Nacer de nuevo es bautizarse y dejar el viejo hombre atrás y empezar una nueva vida de
acuerdo a la voluntad de Dios.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu
mente. Este el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo, haciendo una gran síntesis de toda la ley de los diez
mandamientos, porque el pueblo Judío había olvidado. El amor a Dios y al prójimo y así
mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. Mateo 22: 37-40
Porque lo que es nacido de carne, carne es, y yo te aconsejo que seas nacido del
Espíritu.
Nicodemo escuchaba con suma atención, le parecía nuevo lo que estaba escuchando.
Jesús quería mostrarle a Nicodemo que toda su sabiduría, jerarquía, orgullo, riquezas, su
elegante y fina vestidura, los años de estudio que tenía estudiando las Escrituras, eran
temporales, tan solo vanidad, eran los deseos de la carne, que si bien las alcanzó con
mucho trabajo y esfuerzo, se acabarían cuando él muera, pues no le servirían para entrar
al reino de los cielos, aunque le servían de mucho en este mundo, en otras palabras que
todo lo que se aprende en esta vida para sobrevivir, en necesaria mientras vivimos,
porque cuando se muere no se lleva nada, todo queda en el olvido. Nicodemo escuchó,
razonó y comprendió. ¡Era lo máximo! ¡Enteramente comprensible!¿Pero realmente
entendía?
Nicodemo se maravillaba de sus palabras, y Jesús tiernamente seguía hablando.
“Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley
de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios” (Romanos 8:7 y 8)
Por esa razón era necesario para Nicodemo entender que el nacer de agua es la
manifestación pública de nuestra confesión de que somos pecadores y que necesitamos
lavar nuestros pecados en la sangre de nuestro Señor Jesús, aceptando así que él es
nuestro Salvador, para que dejando atrás esa vida anterior en la cual andábamos
perdidos, en nuestros pecados, ahora nacemos a una nueva vida sin pecado, porque con
la sangre de Jesús somos salvos, porque sin derramamiento de sangre no hay perdón de
pecados, es la razón fundamental del sacrificio de nuestro Señor Jesús, porque con su
sangre lavó nuestros pecados y de esta manera unió al pecador arrepentido con el cielo,
dándonos la oportunidad de que si hacemos una vida de obediencia, (guardando la Ley,
que se simplifican en: amar a Dios a nuestros prójimos y a uno mismo), estaremos
capacitados para tener derecho al árbol de la vida y poder entrar por las puertas en el
reino de los cielos.
No olvidemos que Jesús nos salva de nuestros pecados, no nos salva en nuestros
pecados, Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado.
El nacer del espíritu, es la transformación completa de nuestra vida mediante el poder de
Espíritu Santo, podemos decir también: “es un nacimiento moral, una purificación del
pecado, una renovación del conocimiento y el inicio de caminar valientemente por el
camino a la santidad” que es la obra de toda nuestra vida.
Versículo 7 - 11
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es
todo aquel que es nacido del Espíritu.
Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?
Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?
Todo un maestro de Israel estaba perplejo, aún no entendía lo que es nacer del Espíritu,
y Jesús pacientemente le explica de otra manera.
La verdadera conversión, se produce en algún momento de nuestras vidas. ¿Qué
momento empezamos a ejercer nuestra fe de manera que esta se transforma en una
potencia vencedora contra el mal? No podemos precisar. ¿Cuándo fue nuestra
conversión? No podemos precisar.
Antes nos era suficiente el creer acerca de Cristo, ahora creemos en él, nuestras
oraciones eran una simple repetición, mas ahora derramamos nuestras almas en ferviente
oración y súplicas. Nuestro ser tiene hambre y sed por llenarse del conocimiento de Dios,
los días se nos hacen cortos cuando estudiamos su palabra, deseamos comprender el
inmensurable amor de nuestro amado Señor Jesús que lo llevó al sacrificio de dar su vida
por rescatarnos, sentimos su presencia porque vivimos en paz, y pedimos que la voluntad
de Dios se haga en nuestras vidas, nuestros rostros reflejarán la luz del cielo, nuestras
tristezas se tornan en alegría.
“Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver,(como el viento) crea un nuevo
ser a la imagen de Dios”, y damos esos frutos del espíritu que son: amor ,gozo, paz,
paciencia benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, aprendiendo así, a crucificar
la carne, con sus pasiones y deseos (como se oye el sonido del viento)
Nicodemo ni parpadeaba, deseaba seguir escuchando a Jesús, cada palabra le era
nueva, porque al pasar los años, se había convertido en un oidor y repetidor de las
escrituras, era celoso para mantener una apariencia de piedad, y como el joven rico
conocía muy bien la letra de La Ley, y ¿Qué del espíritu de ella? ¿Qué acerca de las
obras?
Las palabras que escuchaba de Jesús impresionaban fuertemente su corazón, aunque no
alcanzaba a comprender plenamente, pero de alguna manera sentía que era muy notoria
su “ignorancia espiritual”.
Si lo que era terrenal no comprendía, aunque le pareció que había comprendido
claramente, como lo aseguró ¿Cómo podría entender las cosas espirituales?
“Si Nicodemo no podía recibir las enseñanzas de Cristo, que ilustraban la obra de la
gracia en el corazón, su poder transformador ¿cómo podría comprender la naturaleza de
su glorioso reino celestial?”
“Si no discernía la naturaleza de su obra en la tierra, ¿cómo podría comprender su obra
en el cielo?
¿Podría comprender que era el Mesías, El Salvador del mundo y su Salvador personal?
Hermano (a) ¿no nos pasa lo mismo?
Versículos del 13 –15
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del hombre que está en
el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el
Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda,
más tenga vida eterna.
Nadie puede hablar con autoridad acerca de las “cosas celestiales”, a menos que haya
estado en el cielo, es decir ningún ser humano ha ido al cielo, para conocer las “cosas
celestiales”, (Dios puede revelar a sus siervos, los profetas). Solo el Hijo del hombre, que
descendió del cielo, ha estado allí y solo él puede revelarlas, “que está en el cielo” se
refiere a la existencia atemporal de Jesús en el cielo
Números 21: 6-9
“Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y
murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos
pecado por hablar contra Jehová, y contra ti, ruega a Jehová que quite de nosotros
estas serpientes. Y Moisés oro por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una
serpiente ardiente, y ponla sobre una asta: y cualquiera que fuere mordido y mirare
a ella vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y
cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.”
Sabemos que Nicodemo fue un defensor “secreto” de Jesús en el Sanedrín, pues les
aconsejaba que sean cautelosos en los asuntos que concernían a Jesús.
José de Arimatea, era un discípulo también en “secreto” por miedo a los del Sanedrín.
Cuando nuestro Jesús murió, Nicodemo fue hasta el Calvario con cien libras de un
compuesto de mirra y aloes, para perfumar el cuerpo de Jesús.
José de Arimatea llevó la sábana blanca para envolver el cuerpo de nuestro amado Jesús.
Al poco tiempo Nicodemo dio toda su riqueza para la prédica del evangelio, después del
Pentecostés.
Ahora entendemos algo más de lo que es necesario para entrar el reino de los cielos:
Nacer de agua y de espíritu
Como Nicodemo, busquemos a Jesús, sintámonos cautivados por su divina presencia, y
entendamos que es necesario nacer de nuevo, de manera que podamos andar en una
novedad de vida. Amén.
Hermana Trudy