Culpabilidad
Culpabilidad
Culpabilidad
Sumario:
1
5.3.3. La teoría restringida de la culpabilidad. Referencia al error
sobre los presupuestos fácticos de una causa de justificación (error indirecto)
5.4. Concreciones sobre el error indirecto: ejemplos y
posturas doctrinales
5.5. El contenido de la conciencia de la antijuridicidad. Distinción entre el
error vencible y el invencible
6. La Inexigibilidad como Elemento de la Culpabilidad. Las Llamadas
Causas de Exculpación
6.1. Planteamiento
6.2. Regulación en la Ley dominicana
6.3. Causas de exculpación más habituales
6.3.1. Miedo insuperable
6.3.2. Estado de necesidad exculpante
2
1. Introducción. Principio de culpabilidad y categoría de la
culpabilidad.
3
más allá de los elementos que comprende la categoría de la culpabilidad. Así,
por ejemplo, la exigencia de dolo o imprudencia, que la práctica totalidad de la
doctrina científica sitúa actualmente en la categoría de la tipicidad como su
vertiente subjetiva, es expresión directa del principio de culpabilidad, como ya
vimos. De igual modo, la previsibilidad del resultado producido como
presupuesto básico de la teoría de la imputación objetiva (ubicado, como
sabemos, dentro de la tipicidad objetivo) se deriva igualmente de la
culpabilidad como garantía básica del Derecho penal.
4
2. Perspectiva formal: Contenido de la culpabilidad. evolución
histórica y fundamento.
1
MIR PUIG, Derecho penal. Parte General, p. 527.
5
2.2. Contenido de la culpabilidad: Evolución histórica
Así, por ejemplo, cuando una persona mata a otra estando sumida en
un brote esquizofrénico, la enfermedad mental bajo cuya influencia actuaba el
sujeto en nada afecta a la valoración jurídico-penal sobre el hecho realizado:
independientemente de la situación psíquica en que se hallaba el sujeto,
podemos calificar la acción realizada como una conducta típica –porque,
digamos, el resultado de muerte puede imputársele objetivamente y el actor
actuó con dolo de matar- y antijurídica –porque, por ejemplo, no actuó bajo
una legítima defensa-.
6
influencia de las ciencias naturales, se acogió una estricta división entre la parte
externa u objetiva del hecho, y la parte interna, o subjetiva, estableciendo a
partir de la misma la diferenciación entre la antijuridicidad y la culpabilidad. Así,
la primera se asociaba con la parte externa, con lo aprehensible por los
sentidos, viniendo especialmente determinada por la causalidad como criterio
central del injusto penal. Y, en consecuencia, la culpabilidad se nutría de todos
los elementos subjetivos o internos del hecho, formando parte de ella, por
tanto, también el dolo, que en la actualidad se halla ubicado en la tipicidad. En
este sentido, el concepto de dolo era distinto del manejado hoy: el dolo
contenido en la culpabilidad por este concepto clásico del delito era un “dolus
malus”, que incluía no sólo el conocimiento y voluntad de realizar el hecho
(dolo neutro actual), sino también el conocimiento de la antijuridicidad de la
conducta.
2
Vid. por todos MIR PUIG, Derecho penal. Parte General, p. 523.
7
a) En primer lugar, que desde esa estrecha concepción psicológica no se
acertaba a explicar la imprudencia inconsciente, sobre la cual existía (y
existe) consenso en que debe ser castigada pero en la que sin embargo
no cabe afirmar un vínculo psicológico entre el autor y el hecho porque,
precisamente, se caracteriza porque el sujeto no se representa la
posibilidad de producción del resultado.
8
reprochabilidad”, afirmaría Frank, uno de los principales valedores de esta
concepción3.
3
En su obra Über den Aufbau des Schuldbegriffs (1907), citado por MELENDO
PARDOS, El concepto material de culpabilidad y el principio de inexigibilidad, p. 9.
9
3. Perspectiva material: El fundamento de la culpabilidad.
10
3.1. El fundamento basado en el libre albedrío.
4
FERRAJOLI, Derecho y razón, 1995, p. 493.
11
psíquico, ambiental económico o social, condicionadas, a su vez, por otras
causas de tipo análogo e igualmente condicionantes y condicionadas en una
especie de espiral hasta el infinito”5; o bien, en todo caso, adoptando una
perspectiva “agnóstica” en materia de libre albedrío, en el sentido de que
siendo indemostrable no puede servir como pilar desde el que construir el
edificio de un Derecho penal de la culpabilidad. Se afirma, así, que si para la
apreciación de la culpabilidad se parte de un fenómeno que se pretende
empírico pero que no puede constatarse, ello habría de conducir siempre a la
absolución en virtud del principio in dubio pro reo, porque nunca podría
probarse que el agente pudo, en el caso concreto, haber actuado de otro
modo6.
Obviando ahora las diversas posturas doctrinales que cabe aglutinar bajo
las tesis preventivas, lo que las asemeja es partir de los propios fines
preventivos del Derecho penal como fundamento de la culpabilidad. Así, por un
nutrido sector doctrinal -especialmente en España bajo el magisterio de
Gimbernat- se sostiene que el fundamento de la culpabilidad es la necesidad
preventiva de pena, que sólo concurre en aquellos ciudadanos que tienen
capacidad de ser motivados por la norma. Si la finalidad del Derecho penal es la
evitación de conductas lesivas de bienes jurídicos a través de las normas de
conducta, el presupuesto de la culpabilidad radicará en la capacidad del sujeto
de ser motivado por la norma. No es por tanto necesario exigir que el sujeto
hubiera podido actuar de otro modo, sino que basta con poder acreditar que el
sujeto, en el momento de realización del hecho, estaba en condiciones
psíquicas normales a los efectos de ser motivado por la norma de conducta;
aspecto éste, a diferencia del libre albedrío, demostrable empíricamente. La
“anormalidad motivacional” (Mir Puig) sería el fundamento de la exclusión de
responsabilidad penal.
12
inimputables, puesto que la utilización de la pena sobre esa clase de personas
no es preventivamente necesaria. Desde la amenaza de pena, porque no son
motivables por la misma; pero tampoco la imposición de una pena a un
inimputable tendría efectos de intimidación sobre futuros delincuentes, y ello,
se afirma, porque entre los individuos imputables se da un “proceso de
identificación” que permite diferenciar efectos preventivos con respecto a los
inimputables. Se sostiene, así, que “la impunidad del loco en nada relaja la
eficacia inhibitoria de la pena frente a los ‘imputables’; éstos no se identifican
con aquél, se saben distintos y saben también, por consiguiente, que a ellos sí
que les van a castigar si hacen lo mismo que el enajenado delincuente”7.
7
GIMBERNAT, El sistema de Derecho Penal en la actualidad, en: Gimbernat:
Estudios de Derecho Penal, 1990 (3ª edición), pp. 176 -177.
8
Para una más detallada exposición, vid. ALCACER GUIRAO, Prevención y
garantías: conflicto y síntesis, en: XXIV Jornadas Internacionales de Derecho Penal
de la Universidad Externado de Colombia, 2002.
13
nosotros se asume como libre, y contempla sus acciones como el resultado de
una decisión, y no como la consecuencia ciega de una infinita cadena causal de
acontecimientos. Pues bien, partiendo de esa asunción, también contemplamos
y asumimos a los demás como entes dotados de la libertad de decisión. Pues
bien, es en ese mutuo reconocimiento intersubjetivo es donde podemos situar
donde podemos situar el fundamento de la culpabilidad, por cuanto el juicio de
atribución de responsabilidad que hacemos cuando alguien infringe una norma
(ya sea moral o jurídica) presupone una previa atribución de libertad de
decisión sobre lo realizado. Sin libertad no cabe afirmar la culpabilidad, por
cuanto sólo de lo elegido puede ser uno hecho responsable. Pero, al igual que
la atribución de responsabilidad, la libertad no es un hecho que necesite
verificación empírica, sino que es un “hecho social” fruto del mutuo
reconocimiento como seres humanos.
14
Lectura: Sobre el fundamento de la culpabilidad
Texto: “Cuando existe dicha asequibilidad normativa partimos, sin poder ni
pretender probarlo en el sentido del libre albedrío, de la idea de que el sujeto
posee también capacidad de comportarse conforme a la norma, y de que se
convierte en culpable cuando no adopta ninguna de las alternativas de
conducta en principio psíquicamente asequibles para él. El indeterminista
interpretará esta suposición de libertad como empíricamente acertada. Pero
asimismo podrían aceptarla el agnóstico que se declara desconocedor de la
existencia no del libre albedrío…y el determinista. Pues la misma no dice que
el sujeto pudiera efectivamente actuar de otro modo – lo que precisamente
no podemos saber- sino sólo que, cuando exista una capacidad de control
intacta y con ella asequibilidad normativa, se le trata como libre. La
suposición de libertad es una “aserción normativa”, una regla social de juego,
cuyo valor social es independiente del problema de teoría de conocimiento y
de las ciencias naturales.
(…)
En la concepción aquí defendida, la culpabilidad es un dato mixto empírico-
normativo. Es empíricamente constatable la capacidad general de autocontrol
y la asequibilidad normativa que con ella se produce…En cambio, se atribuye
normativamente – en cualquier caso por quien no quiera comprometerse a
una posición indeterminista- la posibilidad, derivada de esa constatación, de
conducta conforme a Derecho”.
Claus ROXIN, Derecho Penal. Parte General. Tomo I, pp. 808, 810.
4. La inimputabilidad.
15
haber actuado de otro modo, o bien había podido acceder al mensaje contenido
en la norma y acomodado su conducta al mismo. Por ejemplo, la posibilidad de
decidir actuar o de dejarse motivar por la norma distinta si quien actúa es una
persona mayor de edad -de que quien puede presuponerse que ya ha
alcanzado un grado razonable de madurez intelectual y emocional-, o si es
menor de edad; si es una persona mentalmente sana a si quien actúa era un
esquizofrénico; etc.
16
imputabilidad como capacidad de comprender el carácter ilícito de la conducta
y de obrar conforme a ese conocimiento, que inspira los artículos 20 y 21 del
Código Penal alemán, y la regulación de las eximentes de anomalía o
alteración psíquica y de intoxicación plena por el consumo de bebidas
alcohólicas, drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas y otras
que produzcan efectos análogos o de hallarse bajo la influencia de un
síndrome de abstinencia, de os números 1º y 2º del art. 20 de nuestro nuevo
Código Penal.
Por lo que respecta al concepto intelectual de la imputabilidad, no se
trata de conocer la ilicitud penal o la punibilidad de la acción o la omisión,
sino únicamente su ilicitud. No es preciso que el sujeto pueda conocer los
preceptos legales, sino únicamente si su acción o su omisión son contrarias al
orden de la comunidad. No basta, sin embargo, la capacidad de comprender
el desvalor ético-social o lo injusto material.
Mir Puig rechaza el concepto de imputabilidad de la opinión dominante,
como capacidad de conocer el carácter ilícito de la conducta y de obrar
conforme a ese conocimiento, por estimar que se basa en la concepción de la
culpabilidad como capacidad de obrar de otro modo y considera que la
imputabilidad es la normalidad psíquica, que hace posible una motivación
normal. Para Muñoz Conde, que parte también de una crítica de la concepción
material de la culpabilidad de la opinión dominante, la imputabilidad es,
simplemente, la capacidad de motivación por la norma”.
CEREZO MIR, Curso de Derecho Penal español, Parte General, III, pp.
51 y 52.
17
cambio, quienes adopten un fundamento basado en los fines preventivo-
generales de la pena, delimitarán la imputabilidad a partir del conjunto de
circunstancias psíquicas que permiten al sujeto acceder al mensaje normativo y
motivarse por la prohibición o el mandato contenido en la norma.
Dicho esto, lo importante es concretar cuáles son los casos en los que no
concurra esa “normalidad” y debamos considerar que el autor de un hecho
antijurídico carece de capacidad de culpabilidad. Como resalta Mir Puig, “el
concepto de “normalidad” es relativo y depende no tanto de consideraciones
estadísticas como de lo que en cada momento histórico-cultural se considera
como “normal”; no se trata de un concepto naturalístico, sino normativo o
cultural. Cada Código Penal viene, por otra parte, a reflejar una determinada
concepción acerca de dicha “normalidad”. En términos generales cabe advertir
una evolución histórica que supone una progresiva ampliación del ámbito de las
causas de inimputabilidad. En épocas históricas anteriores los enfermos
mentales respondían penalmente, y hasta hace poco la edad límite de la
mayoría de edad penal se fijaba muy por debajo de la actual”9.
9
MIR PUIG, Derecho penal. Parte General, p. 559.
18
4.2. Supuestos de inimputabilidad
19
En el Código Penal vigente en la República Dominicana la regulación de
la inimputabilidad se estructura en torno a dos grandes bloques: los casos de
“demencia”, de una parte (art. 64), y la minoría de edad, de otra (art. 66 y ss.).
El Código Penal italiano dispone, en su artículo 85, que “nadie puede ser
castigado por un hecho previsto por la ley como delito, si, en el momento de
cometerlo, no era imputable”, definiendo la imputabilidad como la “capacidad
de entender y de querer”, y considerando que “no es imputable el que, en el
momento de cometer el hecho, estaba, por enfermedad, en tal estado mental
que excluía la capacidad de entender o de querer” (art. 88).
20
Estará exento de responsabilidad penal:
1. “El que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier
anomalía o alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o
actuar conforme a dicha comprensión.
El trastorno mental transitorio no eximirá de pena cuando hubiese sido
provocado por el sujeto con el propósito de cometer el delito o hubiera previsto
o debido prever su comisión”.
21
Y en las teorías mixtas (psiquiátrico-psicológicas o biopsicológicas) se
hace referencia a una enfermedad, anomalía o trastorno mental, pero se exige
que, como consecuencia de ello, el sujeto se hubiera visto privado de la
capacidad de comprender la ilicitud del hecho y de actuar conforme a tal
conocimiento10.
10
CEREZO MIR, Curso de Derecho Penal Español, Parte General, III. Teoría Jurídica
del delito, 2, p. 53.
22
eximentes) que cuando se realiza contra reo11. Teniendo esto en mente,
pasemos a un breve análisis de tales circunstancias.
11
Lo afirmado en absoluto entra en colisión con lo dispuesto en el art. 65 CP. Éste
dispone que no podrán aplicarse otras eximentes o atenuantes que las establecidas
legalmente; esto es, que no cabe una aplicación analógica (que vaya más allá del
sentido literal posible, que delimita el marco de la legalidad penal). Lo que en el texto
se dice es que cabe forzar más la interpretación cuando es pro reo que contra reo,
pero sin salir del marco del sentido literal posible.
12
MIR PUIG, Derecho Penal. Parte General, p. 557.
23
Bajo las anomalías psíquicas podemos entonces distinguir:
• psicosis, como enfermedad mental en sentido estricto, dentro de la que
se englobarían:
- la esquizofrenia
- la paranoia
- la psicosis maniaco-depresiva
- las epilepsias
24
Por lo que respecta al trastorno mental transitorio, estaremos ante una
diferente causa biológica que ante supuestos de anomalía psíquica, si bien en
cualquier caso lo fundamental será, en ambos casos, que sobre la persona que
los sufre generen, en el momento de realización del hecho, una situación de
incapacidad de culpabilidad; esto es, y como habíamos ya afirmado, la
incapacidad de comprender la relevancia del hecho y de actuar conforme a
dicha comprensión, no pudiendo, con ello, ser motivado por las normas penales
en citación de normalidad.
13
Sobre ello, MIR PUIG, Derecho Penal. Parte General, p. 571-572.
25
4.2.3. Intoxicación plena por alcohol u otras drogas.
14
De hecho, como ya hemos mencionado, el legislador español optó por otorgarle una
regulación autónoma, considerándolo una eximente o, en su caso, atenuante
específica.
15
Como pone de relieve CEREZO MIR, Derecho penal, cit., p. 78, en España el
Tribunal Supremo es partidario de aplicar en esos casos la eximente de anomalía o
alteración psíquica.
26
pleno de embriaguez debe asimilarse a la “demencia” y hace irresponsable a
quien, bajo ese efecto, actúa delictivamente”16.
27
bien jurídico en un estado o situación que impide la imputación de
responsabilidad penal (en sentido amplio), pero habiendo provocado él
mismo, dolosa o imprudentemente, ese estado defectuoso. Dada esa
provocación puede entonces afirmarse que, si bien la acción lesiva del bien
jurídico no es libera in actu, sí es, en todo caso, libera in causa.
Estructuralmente, entonces, este tipo de conductas presenta dos momentos
diferenciables: primero, la actio praecedens, o “acción de provocación”, con la
que el sujeto provoca un estado o una situación “defectuosa” para la
imputación de responsabilidad penal; y segundo, la actio posterior, o “acción
defectuosa”, con la que, inmerso en ese estado o situación, lesiona o pone en
peligro el bien jurídico protegido. En todo caso, para estar ante un supuesto
de alic, entre ambas conductas tiene que concurrir una vinculación de
imputación subjetiva, estando la realización de la acción de provocación
orientada a la posterior lesión del bien jurídico por medio de la acción en
estado defectuoso. La relación funcional entre ambas acciones se da, así, a
partir del tipo subjetivo: de lo perseguido por el autor o, al menos, de lo que
se representó o podía haberse representado”.
ALCÁCER GUIRAO, R., Actio libera in causa dolosa e imprudente, p. 21
28
eximente constituiría un fraude de ley, porque el actor se aprovecharía de la
existencia de una circunstancia eximente para poder delinquir impunemente. Es
debido a ello, por lo que en algunos Código Penales – el español, entre ellos- se
ha incorporado una cláusula expresa según la cual la circunstancia “no eximirá
de pena cuando hubiese sido provocado por el sujeto con el propósito de
cometer el delito o hubiera previsto o debido prever su comisión” (art. 20 CP
español). Y por lo que la doctrina ha venido creando fórmulas tendentes a
argumentar la no aplicación de la circunstancia eximente y la atribución de
responsabilidad penal. En este sentido, mayoritariamente se opta por el criterio
consistente en retrotraer a la acción previa, con la que se genera la situación
de inimputabilidad, el momento al que debe remitirse la imputación de
responsabilidad17.
Ejemplos:
Planteamiento:
• Alic dolosa: A tiene que matar a B por haberse comprometido a
ello, y para darse ánimos y coraje se pone a beber hasta que se
emborracha y cae en un estado de inimputabilidad. Una vez en
ese estado, se acerca hasta done está B y le clava el cuchillo,
produciéndole la muerte.
• Alic imprudente: A es esquizofrénico y sabe que si no toma la
medicación puede caer en una fase de brote, caracterizada por
pensamientos de agresividad y por el riesgo de cometer actos
violentos contra terceros. A pesar de ello, opta por dejar de tomar
la medicación durante varios días, hasta que pierde el sentido de
la realidad y golpea repetidamente a un vecino.
17
Es la llamada “solución de la tipicidad”, que se opondría al sector que propone un
“modelo de la excepción” para resolver el problema de la alic. Cfr. ALCÁCER
GUIRAO, Actio Libera in causa, cit., passim.
29
hecho responsable. No obstante, el hecho de que dicha situación haya sido
creada dolosamente para producir el resultado lesivo permite atribuir el
resultado y la responsabilidad penal por el mismo reconduciendo la imputación
a la acción previa consistente en emborracharse con el fin de matar.
30
del cual ya no resulta aplicable el sistema de sanciones ordinario, sino que,
como un Derecho penal de los menores, entran en aplicación otras medidas,
caracterizadas por una mayor vocación reeducadora y resocializadora. En este
sentido, el CP, en su art. 68, introduce la labor de los tribunales correccionales
como una jurisdicción específica para el enjuiciamiento de las causas que se
formen contra los menores de dieciséis años, lo que debe interpretarse a la luz
del Código Penal del Menor, promulgado en 199418. Lo que, sin embargo, no
aparece establecido de modo expreso en el CP es la edad mínima de
responsabilidad penal, a partir de la que no cabe serles impuestas ni las penas
ordinarias ni las que pueda imponer la jurisdicción de menores, por cuanto, a
juicio de Artagnan Pérez Méndez, “el Código [de los menores] comprende a
todos los menores, desde el nacimiento hasta los 18 años, considerando como
niños y niñas a los menores hasta los 12 años y adolescentes de los trece años
hasta los 18. Pero todos caen bajo la competencia de la Jurisdicción
especializada, aun los menores de 8 años”19.
18
Sobre ello, Artagnan PÉREZ MÉNDEZ, Código Penal dominicano anotado, tomo I,
1996, p. 654 s.
19
Cit., p. 659.
31
En ese mismo sentido se pronuncia, por ejemplo, Quintero Olivares: “los
menores de edad componen un especial grupo de sujeto inimputables. Los
Códigos Penal fijan una edad por debajo de la cual el sujeto autor es
considerado inimputable, por lo tanto, incapaz de culpabilidad. Actualmente
existe una áspera polémica sobre la cuestión del límite de edad. Antes de
pronunciarnos sobre ella, es preciso advertir que el problema del límite no
reside en sí mismo, sino en el tratamiento que se da antes y después de
traspasarlo. Puede suceder, y así se comprueba en Códigos de países con alto
grado de desarrollo cultural, que la mayoría de edad penal comience pronto a
los ojos del jurista de otros países, olvidando que esa mayoría de edad sólo
determina la aplicación del tratamiento penal específico para jóvenes y
adolescentes. En cambio, en otras legislaciones la mayoría de edad implica de
hecho pasar de niño a adulto sin etapas intermedias. Cuando es éste el
planteamiento resulta comprensible el enconamiento que adopta la discusión
sobre la edad, ya que puede no importar fijarla a los quince años, si se sabe
que ese baremo de edad sólo supone un tratamiento juvenil, con sus
correspondientes sanciones y medidas especiales, centros especiales, etc.
Pero no es lo mimo si conlleva la aplicación de la pena clásica con, a lo sumo,
la apreciación de una atenuante, como tradicionalmente venía ocurriendo
hasta 1995 en el Derecho penal español”20.
20
QUINTERO OLIVARES, Manual de Derecho penal, 2000, p. 559.
32
venido solicitándolo desde bastante antes), abandonando la clásica teoría del
error iuris nocet, según la cual “el error de Derecho perjudica” o, expresado en
fórmula acuñada, la ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento. Así,
por poner un par de ejemplos representativos, en Alemania el Tribunal
Supremo federal mantuvo la doctrina del error iuris nocet hasta el año 1952, en
el que con la famosa Sentencia de 18 de marzo de 1952 asumió la
insostenibilidad de la absoluta irrelevancia del error sobre la significación
antijurídica del hecho21. De modo similar, en España el Tribunal Supremo
mantuvo la teoría del error iuris nocet hasta mediados de los años sesenta,
excepcionando de la irrelevancia penal del error únicamente el error extrapenal,
esto es, cuando un error de Derecho versaba sobre preceptos de otros sectores
del Ordenamiento jurídico22.
21
Esta Sentencia adquirió notable relevancia también por la segunda gran decisión
que tomó, consistente en optar por la llamada teoría de la culpabilidad y la distinción,
más moderna en la época, entre error de tipo y error de prohibición – frente a la clásica
doctrina del dolo y a la distinción entre error de hecho y de Derecho -. Volveremos a
continuación sobe tales nociones. Sobre esta resolución y la evolución del error de
prohibición en Alemania, puede verse, pp. 27 ss.
22
Sobre la evolución en España, cfr. FELIP Y SABORIT, Error iuris, cit., 76. Por otra
parte, como informa MOLINA FERNÁNDEZ, antijuridicidad penal y sistema del delito,
2001, p. 586, en ordenamiento jurídicos como los angloamericanos todavía no se
reconoce el efecto eximente del error de derecho con carácter general.
33
en los siguientes términos: “la creencia errónea e invencible de estar obrando
lícitamente excluye la responsabilidad criminal”. Si el error es vencible se
preveía una atenuación de la pena23.
actualidad, disponiendo el art. 14 CP español: “El error invencible sobre la ilicitud del
hecho constitutivo de la infracción penal excluye la responsabilidad criminal. Si el error
fuera vencible, se aplicará la pena inferior en grado”.
34
eximir de pena sólo viene contemplada para penas inferiores a diez años, lo
que, a mi juicio, supone una limitación injustificada, que atenta contra el
principio de culpabilidad. El problema que esa limitación presenta es, en
esencia, que la regulación en tales términos del error de prohibición por el
Código Procesal penal puede venir a cercenar la posibilidad de que de modo
supralegal los jueces puedan eximir de pena, por ausencia de culpabilidad,
cuando se presente un supuesto de error de prohibición.
35
En lo tocante a la terminología, en la actualidad es mayoritaria la
delimitación entre las figuras de error de tipo y error de prohibición, estando
prácticamente abandonada la clasificación tradicional entre el error de hecho y
el error de derecho. Se afirma que esta última clasificación puede inducir a
error respecto del objeto de la delimitación, por cuanto no todo error que verse
“sobre el Derecho” tiene que ser, por ello, un error de prohibición. Así, sabido
es que los tipos legales poseen tanto elementos descriptivos como elementos
normativos, y que para acceder al significado de éstos es preciso, muchas
veces, acudir a otras normas jurídicas extrapenales – así, por ejemplo, las
nociones de “amenidad”, “funcionario”, etc-24. No obstante, ello no implica que
todo error referido a tales elementos normativos sea - y deba ser tratado
como un error de prohibición25.
24
Sobre ello, vid. la Lección tercera, en relación con lo afirmado sobre el error de tipo
ante elementos normativos.
25
En este sentido, MIR PUIG, PG, p. 535
36
5.3. Teorías sobre el error de prohibición.
La doctrina del error iuris nocet – o error iuris non excusat – había sido
ya rechazada por la doctrina con antelación a su abandono por la jurisdicción y
el legislador, defendiendo la llamada “teoría del dolo”. Según esta concepción,
defendida por la doctrina más antigua y por tanto bajo la sistemática causalista,
la conciencia de la antijuridicidad formaría parte del dolo, entendido éste como
un dolus malus, que estaría ubicado en la categoría de la culpabilidad y
abarcaría no solo el conocimiento de los elementos del tipo, sino asimismo el
conocimiento de la prohibición. Así, un error de prohibición excluiría el dolo, y
con él la culpabilidad, y si fuera vencible se trataría desde los parámetros de la
imprudencia. En otras palabras, y como resalta Mir, la naturaleza dogmática
del error de prohibición coincide, según esta concepción, con la del error de
tipo, por cuanto ambas formas de error excluyen el dolo y reciben, por tanto,
idéntico tratamiento26.
26
MIR PUIG, PG, cit., p. 535.
37
sino derivándose un distinto tratamiento penal para ambas modalidades de
error. Desde esta perspectiva, el error de prohibición no excluye el dolo, sino
solo la culpabilidad, y la vencibilidad del error no es, entonces, equivalente a
una imprudencia, sino que conlleva una reducción de la culpabilidad y, por
tanto, de la pena del delito doloso27.
27
Sobre ello, vid. por ejemplo CEREZO MIR, Curso, cit., p. 121.
38
fuera; si es vencible estamos ante un delito imprudente, o debe aplicarse la
pena de dicho delito y si es invencible exime de responsabilidad criminal”28.
Ejemplos:
a) A, policía, recibe la orden de su superior de torturar a un
detenido hasta que confiese el delito del que es sospechoso. A
obedece la orden y tortura al detenido, creyendo que existe
una eximente de obediencia debida que justifica la práctica de
torturas.
b) A da un puñetazo a B en el transcurso de una pelea. Cuando A
ya se está alejando del lugar, B le persigue y golpea a A en la
cabeza, creyendo que su acción viene amparada por una
legítima defensa.
39
Ejemplo: A va caminando de noche por una zona de la ciudad en la que
abundan los robos y los asaltos, cuando ve que por detrás de él se aproxima
una persona con la cara cubierta y un palo alargado en la mano; cuando esta
persona está justo detrás de él levanta el palo por encima de la cabeza de A,
momento en que éste, creyendo que iba a ser objeto de una agresión, se da la
vuelta y da un fuerte puñetazo a la persona, dejándola prácticamente
inconsciente. A descubre después que era un vecino suyo que iba con prisa a
casa abrigado por una bufanda y que se disponía a abrir su paraguas cuando
fue golpeado por A.
40
conocimiento del precepto jurídico lesionado o la punibilidad del hecho. Basta,
más bien, con que el autor sepa que su comportamiento contradice las
exigencias del orden social y que por esa razón ha sido prohibido jurídicamente.
Con otras palabras, resulta suficiente el conocimiento de la antijuridicidad
material, en el sentido del conocimiento según el profano”29.
Por otra parte, operan criterios similares a los que delimitan el error de
tipo vencible e invencible, y, a su vez, el dolo y la imprudencia, según los
hemos analizado en Lecciones anteriores. Así, el conocimiento eventual de la
antijuridicidad será suficiente para negar un error de prohibición, por lo que en
muchos supuestos en los cuales, a pesar de la existencia de una duda, el sujeto
asuma la probabilidad de la existencia de la prohibición, podremos concluir el
conocimiento de la ilicitud. Asimismo, manifiesta Cerezo que, de modo paralelo
29
JESCHECK, Tratado de Derecho Penal. Parte General, 4ª edición, 1993, p. 409-410.
41
a la llamada culpa por asunción, podremos estar ante un error vencible aun
cuando en el momento mismo de la acción el sujeto no pudo salir de su error,
si previamente no había adquirido los conocimientos jurídicos imprescindibles
para el desarrollo de la actividad que iba a desempeñar.
Ciertamente, y como conclusión, cabe decir que por lo general son muy
pocos los supuestos de error de prohibición invencible que se aprecian por los
Tribunales. En este sentido, se ha afirmado que “en todos los supuestos en que
la antijuridicidad del hecho resulta palmaria, y el autor es adulto y plenamente
capaz de culpabilidad, se presupone la concurrencia del conocimiento del
injusto” (Jescheck). En cualquier caso, no está de más enfatizar que el Derecho
penal actual no encarna ya el conjunto de convicciones morales que conforman
la ética social. De una parte, desde hace ya unos cuantos años el Derecho
penal está siendo objeto de un imparable proceso inflacionario, abarcando
ámbitos sociales tan dispares como el urbanismo, el Derecho penal económico
o la protección de la propiedad intelectual; regulaciones que, además,
proliferan –en muchos casos- en leyes sectoriales que hacen más difícil su
seguimiento. De otra parte, existen sociedades dentro de las que, ya de modo
tradicional o ya por nuevos flujos migratorios, conviven muy diferentes
comunidades culturales, cada una con usos jurídicos en ocasiones muy
diversos. Ambos factores, de crecimiento exponencial en la actualidad, impiden
afirmar con la misma rotundidad que es prácticamente inverosímil la
concurrencia de errores sobre la antijuridicidad del hecho.
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Como afirma Binder, “se suele tratar como un caso especial de error aquellos
en los que un sujeto ha infringido una norma por cumplir otra propia de su
cultura. Se ha pretendido englobar todos estos casos bajo la forma del error,
porque se parte del supuesto de que en un Estado existe un solo sistema
normativo y que los otros sistemas o son sistemas morales en sentido amplio o
son simples manifestaciones culturales. Todavía más complejo es el supuesto,
muy común en nuestra región, en el que el sujeto pertenece a un pueblo
originario (mayas, quechuas, aymaras, guaraníes, mapuches, etc.) que tienen
una organización política completa con su propio sistema normativo y judicial.
En realidad, no todos son casos de error. Ello se ha tornado más claro cuando
las convenciones internacionales y las propias normas fundamentales de la
mayoría de los Estados de nuestra región han reconocido la existencia y
virtualidad de esos sistemas políticos, normativos y judiciales, cada uno de ellos
con sus propias características. La conformación del Estado como un Estado
multicultural ha roto con la ficción del orden normativo30.
6.1. Planteamiento
30
BINDER, Introducción al Derecho penal, 2004, p. 237.
43
situación exterior determinada afectará a la capacidad de decisión del respeto a
la norma, esto es, a la capacidad del sujeto de ser motivado por la norma.
31
CEREZO MIR, Curso, cit., p. 116.
32
MIR PUIG, cit, p. 586.
44
algunos supuestos si nos detenemos en el Código Procesal penal,
concretamente en el ya citado art. 340, referido al perdón judicial. Dentro de
los supuestos que menciona –y con las limitaciones de aplicación ya
destacadas-, al menos los siguientes podrían considerarse causas de
exculpación:
- La provocación del incidente por parte de la víctima o de otras
personas;
- La participación del imputado en la comisión de la infracción bajo
coacción, sin llegar a constituir una excusa legal absolutoria;
- La actuación del imputado motivada en el deseo de proveer las
necesidades básicas de su familia o de sí mismo.
Ejemplos:
1. A es obligado por una organización criminal a llevar un paquete con
cocaína oculto en su maleta a Europa, bajo amenaza de que en caso contrario
matarán a sus padres.
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de dinero a cambio de llevar un paquete con cocaína oculto en su maleta a
Europa.
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van desde considerarlo una causa de justificación (Gimbernat) hasta un
supuesto de inimputabilidad, es quizá mayoritaria en la doctrina española la
opinión que lo aborda como una causa de exculpación o de no exigibilidad.
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exige que el miedo sea de tal entidad que el hombre medio, “el común de los
hombres” no lo hubiese resistido. Este punto de vista es admisible siempre
que se sitúe al hombre medio en la posición del autor: imaginándolo en todos
sus conocimientos y condiciones personales, físicas y mentales, salvo en
aquello que pudiera privarle de la normalidad propia de criterio propia del
hombre medio. Así, habría que preguntar si este hombre medio hubiera
resistido al miedo caso de haber tenido la edad, sexo, la cultura, la
experiencia, el oficio, etc. del autor, si lo hubiera hecho de haber conocido
como éste la situación o de haberse producido el ataque por sorpresa, de
noche, después de haberse producido una serie de atentados en aquella zona,
etc. En cambio, no habrá que tener en cuenta característica patológicas del
autor, como neurosis o psicopatías, que dan lugar a un miedo patológico ante
circunstancias que el hombre normal lo superaría”.
MIR PUIG, Derecho penal, cit., pp. 592-593.
48
planteamiento que ha sido acogido por algunas legislaciones, como la alemana,
que mientras en el parágrafo 34 del CP regula el estado de necesidad
justificante (fundado en la ponderación de intereses y exigiendo mayor valor
del interés salvado que el del lesionado), en el 35 afirma la exclusión de la
culpabilidad cuando el sujeto “en un peligro actual para la vida, el cuerpo o la
libertad no evitable de otra manera, cometa un hecho antijurídico con el fin de
evitar el peligro para él para un pariente o para otra persona allegada”.
33
JESCHECK, PG, cit., p. 435.
34
ROXIN, PG I, cit., p. 898.
49
Bibliografía
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