Cuadernos de La Cárcel (Gramsci) Vol.5
Cuadernos de La Cárcel (Gramsci) Vol.5
Cuadernos de La Cárcel (Gramsci) Vol.5
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Tomo 5
Cuadernos 13 (XXX)1932-1934
14 (1) 1932-1935 15 (11) 1933 16 (XXII) 1933-1934 17 (IV)1933-1935 bis) 1934 18 (-1-IV 19 (X) 1934-1935
Ediciones Era
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Rimera editin en italiano: 1975 Tnilo original: Queirmi del rnruie O l m , Giulio Einaudi editore s.pa.. Tiinn Rimera edicin en esparid: 1999 (medicin Fdiciones Era / Benemrita Universidad Aurnoma de Puebla) ISBN: +S41 l a 5 (Era, tomo 5) Doechos resenados en l e n ~ u a espaola O 1981,1999. ~ d i ~ o n F 4A. de C. V er ~ . 1 . . ISBN: 96841 1 m 4 X (obra completa) Calle del Trabajo 31. col. La Fama 14269 Mco, D. F. Impreso y hecho en Mioco and nrndc in Mo2m Este libro no puede ser fotocopiado ni repmdiicido moil o parcialmente por ningn otro medio o mtodo + ia aumWcin por escto del ediror m ISBN: YE586337M (BU.-, lomo 5 ) Benemrita Universidad .Autnoma de Puebla Av. Juan d r Palafux Mcndura 406 72000 hiebla, Pur.
TOMO
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hefano, de Valentino Gerratana Cronologa de la vida de Antonio 0ramsc.i
11 37
Cuadernos de la crcel
73 197
Apndice
309 323 1. Descripcin de los cuadernos 11. Notas
TOMO 2
11 129
245
Apndice
367 375 1 Descripcin de los cuadernos . 11. Notas
TOMO 3
ii 141 211
349 363
385 399
TOMO 5
11
93 171
243
299 337
343
Apndice
447 459
1. Descripcin de los cuadernos 11. Notas
9 <I> La caracterstica fundamental del Prncipe es la de no ser un ea- i tado sistemtico sino un libro "vivo", en el que la ideologa poltica y la ciencia poltica se fusionan en la forma dramtica del "mito". Entre la utopa y el tratado escolstico, las formas en que la ciencia poltica se configuraba hasta antes de Maquiavelo, dieron a su concepcin la forma fantstica y artstica, por la que el elemento docuinal y racional se encarna en un condottiero, que representa plstica y "anuopomrficamente"el smbolo de la "voluntad colectiva". El proceso de formacin de una determinada voluntad colectiva, para un determinado fm poltico, es representado no a travs de disquisiciones y clasiiicaciones pedantes de principios y criterios de un mtodo de accin, sino como cualidades, rasgos caracie nsticos, deberes, necesidades de una persona concreta, lo que hace actuar la fantasa artstica de quien se quiere convencer y da una forma ms concreta a las pasiones polticas. (Habr que buscar en los escritores polticos anteriores a Maquiavelo si existen escritos configurados como el Prncipe. Tambin la conclusin del Prncipe est vincuiada a este carcter "mtico" del libro: despus de haber representado al condoniero ideal, Maquiavelo, con un pasaje de gran eficacia artstica, invoca al condottiero real que histricamente lo personifica: esta invocacin apasionada se refleja en todo el libro confirindole precisamente su carcter dcuntico. En los Proleg'me~os L. Russo se le llama a Maquiavelo el artista de la pode ltica y unavez se halla incluso la expresin "mito", pero no precisamente en el sentido antes indicado).' El Principe de Maquiavelo podra ser estudiado como una ejempli~cacin histrica del "mito" soreliano, o sea de una ideologa poltica que se presenta no como ia utopa ni como doctrinario raciocinio, sino como una creacin de fantasa concreta que acta sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar en l la voluntad colectiva. El cai-cter utpico del Pnncipeest en el hecho de que el "prncipe" no exista en la realidad histrica, no se le presentaba al pueblo italiano con caractersticas inmediatamente objetivas, sino que era una pura abstraccin doctrinaria, el smbolo deljefe, del condottieroideal; pero los elementos pasiw nales, mticos, contenidos en todo el breve volumen, con tono dramtico de gran efecto, se resumen y cobran vida en la conclusin, en la invoca13
cin de un prncipe "realmente existente". En todo el libro Maquiavelo trata de cmo debe ser el Prncipe para conducir a un pueblo a la fundacin del nuevo Estado, y el tratamiento se conduce con rigor lgico, con desapego cientfico: en las conclusiones, Maquiavelo mismo se hace pueblo, se confunde con el pueblo, pero no con un pueblo "genricamente" entendido, sino con el pueblo al que Maquiavelo ha convencido con su tratado precedente, del que l se vuelve y se siente conciencia y expresin, se siente idntico: parece que todo el trabajo "lgico" no es ms que una autorreflexin del pueblo, un razonamiento interno, que se hace en la conciencia popular y que tiene su conclusin en un fito apasionado, . . . . inmcdiaio. 1.a pasin, de ra/onaiiiicrit<isoI~i<: niisiiia, .r ierorniei Ir rri si "atecio-. fiehir. faiiatisi~io accin. Ile alii uur uiii. cl cwilocu dcl l','>i>~dc " cipeno es algo extrnseco, "pegado" desde fuera, retrico, sino que debe ser explicado como elemento necesario de la obra, incluso como el elemento que refleja su verdadera luz sobre la obra y hace de ella como un "manifiesto poltico". Se puede estudiar cmo Sorel, de la concepcin de la ideologa no Ilela g a la comprensin del partido poltico, sino que se I detuvo en la concepcin del sindicato profesional. Es cierto que para Sorel el "mito" no enconaaba su expresin mayor en el sindicato, como organizacin de una voluntad colectiva ya operante, accin prctica, cuya realizacin mxima habra debido ser la huelga general, o sea una "actividad pasiva" por as decirlo, de carcter negativo y preliminar (el carcter positivo slo es dado por el acuerdo alcanzado en las voluntades asociadas) de una actividad que no prev su propia fase "activa y constructiva". En Sorel, pues, se combatan dos necesidades: la del mito v la de la crtica del mito en
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sentido bermoniano de "imoulso vital") o sea de la "es~ontaneidad. (Habna que sealar aqu una contradiccin implcita en el modo como Croce plantea su problema de historia y antihistoria con otros modos de pensar de Croce: su aversin a los 'partidos polticos" y su modo de plantear la cuestin de la "previsibilidad" de los hechos sociales, cfr. Co~i?iersaioni Critiche, primera serie, pp. 150-52, resea del libro de Ludovico Limeno, ni, La preuisione del fatti son'ali, Turn, Bocca, 1907;' si los hechos sociales son imprevisiblesy el mismo concepto de previsin es una palabra hueca, lo irracional no puede dejar de dominar y toda organizacin de hombres es antihistoria, es un "prejuicio": no queda ms que resolver, segn se presenten y con criterios inmediatos, los problemas prcticos indiiidoales planteados por el desarrollo histrico -cfr. artculo de Croce, " 1 partito 1 come giudizio e come pregiudizio", en Cdtula e I'ita rrloralr' y el oportu-
nismo es la nica Enea poltica posible). ?Puede sin embargo un mito ser "nosonstructivo", puede imaginarse, en el orden de intuiciones de Sorel, que sea productivo de efectividad un instrumento que deja a la voluntad colectiva en su fase primitiva y elemental de su simple formarse, por distincin (por "escisin") aunque sea con violencia, o sea destruyendo las relaciones morales yjurdicas existentes? Pero esta voluntad colecti~a, as formada elementaimente, no dejar inmediatamente de existir, desperdigndose en una infinidad de voluntades individuales que para la fase positiva siguen direcciones distintas y contrastantes? Adems de la cuec tin de que no puede haber destruccin, negacin, sin una implcita construccin, afirmacin,' y no en sentido "metafsico", sino prcticamente, o sea polticamente, como programa de partido. En este caso se ve que se supone detrs de la espontaneidad un puro mecanicismo, dems de L libertad (arbitrieimpulso vital) un mximo de detenninismo, a detrs del idealismo un materialismo absoluto. El moderno prncipe, el mitepincipe no puede ser una persona real, un individuo concreto, puede ser solamente un organismo; un elemento de sociedad complejo en el cual ya tiene principio el concretarse de una voluntad colectiva reconocida y airmada parcialmente en la accin. Este organismo es dado ya por el desarrollo histrico y es el partido poltico, la primera clula en que se agrupan grmenes de voluntad colectiva que tienden a hacerse universales y totales. En el mundo moderno slo una accin histricepoltica inmediata e inminente, caracterizada por la necesidad de un procedimiento rpido p fulminante, puede encarnarse mticamente en un individuo concreto: la rapidez no puede hacerse necesaria ms que por un gran peligro inminente, gran peligro que crea fuiminantemente el encendimiento de las pasiones y del fanatismo, aniquilando el sentido crtico y la corrosividad irnica que pueden destruir el carcter "caiisnitico" del condottkro (lo que Iha sucedido en la aventura de Boulanger). Pero una accin inmediata de tal gnero, por su misma naturaleza, no puede ser de vasto alcance y de carcter orgnico: ser casi siempre del tipo restauracin y reoi-ganizacin y no del t i p adecuado para la fundacin de nuevos Estados y nuevas estructuras nacionalesa y sociales (como era el caso en el Piincipede Maquiavelo, en el que el aspecto de restauracin era slo un elemento retrico, o sea ligado al concepto literario de la Italia descendiente de Roma y que deba restaurar el orden p el poder de Roma), de tipo "defensivo" y no creativo original, en el cual se supone que una voluntad colectiva, ya existente, se ha debilitado, dispersado, Iia sufiido un colapso peligroso y amenazante pero no decisivo y catastrfico y hay que reconcen-
trarla y robustecerla, y no ya que una voluntad colectiva deba ser creada ex novo, originalmente, y orientarla hacia metas concretas y racionales, s, pero de una concrecin y racionalidad todava no realiiadas y criticadas por una experiencia histrica real y universalmente conocida. El carcter "abstracto" de la concepcin soreliana del "mito" se muestra en la aversin (que adopta la forma pasional de una repugnancia tica) por los jambinos que ciertamente fueron una "encarnacin categrica" del Prncipe de Maquiavelo. El moderno Pnnnpedebe tener una parte dedicada al jacobinism (en el significado integral que esta nocin ha tenido his tricamente y debe tener conceptualmente), como ejemplicncin de c8mo se ha formado en concreto y cmo ha actuado una voluntad colecti\a que al menos en algunos aspectos fue creacin ex novo, original. Ves preciso que se defina la voluntad colectiva y la voluntad poltica en general en el sentido moderno, la voluntad como conciencia activa de la necesidad histrica, como protagonista de un real y efectivo drama histrico. Una de las primeras partes debera precisamente estar dedicada a la 'Voluntad colectiva", planteando as la cuestin: cundo se puede decir que existen las condiciones para que pueda suscitarse y desarrollarse una voluntad colectiva nacional-popular? De ah un anlisis histrico (econmico) de la estructura socid del pas dado y una representacin "dramtica" de los intentos realizados a travs de los siglos para suscitar esta vcluntad y las razones de los sucesivos fracasos. Por qu en Italia no se dio la monarqua absoluta en tiempos de Maquiavelo? Hay que remontarse hasta el Imperio Romano (cuestin de la lengua, de los intelectuales, etctera), comprender la funcin de las Comunas medievales, el significado del catolicismo, etctera: en suma, hay que hacer un esbozo de toda la historia italiana, sinttico pero exacto. La razn de los sucesivos fracasos de los intentos de crear una voluntad colectiva nacional-popular debe buscarse en la existencia de determinados grupos sociales, que se forman desde la disolucin de la burguesa ccmunal, en el carcter particular de otros grupos que reflejan la funcin internacional de Italia como sede de la Iglesia y deposiraria del Sacro Imperio Romano, etctera. Esta funcin y la posicin consiguiente determina una situacin interna que se puede llamar "econmico-corporatim", esto es, polticamente, la peor de las formas de sociedad feudal, la forma menos progresista y ms estancada: falt siempre, y no poda constituirse, una fuerza jacobina eficiente, la fuerza que, precisamente, en las otras naciones suscit y organiz la voluntad colectiva naciond-popular y fund los Estados modernos. Existen finalmente las condiciones para esta voluntad, o sea, cul es la relacin acmd entre estas condiciones y las fuerzas opuestas? Tradicionalmente las fuerzas opuestas han sido la aristocra16
cia terrateniente y ms generalmente I la propiedad de la tierra en su con- Za junto, con su rasgo caracterstico italiano de que es una "burguesa rural" especial, herencia de parasitismo dejada a los tiempos modernos por la destruccin, como clase, de la burguesa comunal (las cien ciudades, las ciudades del silencio). Las condiciones positivas deben buscarse en la exis tencia de grupos sociales urbanos, convenientemente desarrollados en el . . . cdriipo dc 13 produccin iri<iiisirialv que hdrdn alcanzido un detcrininado nivel de culrurd Iiisiiico-poliiicd. Sinqiiia faorrnaciii de voluii~ad c(> lectiva nacional-popular es posible si las grandes masas de campesinos cultivadores no irrumpen simultneamonte en la vida poltica. Eso pretenda Maquiavelo a travs de la reforma de la milicia, eso hicieron los jacobimos en la Revolucin francesa, en esta comprensin debe identificarse un jacobinismo precoz de Maquiavelo, el germen (ms o menos fecundo) de su concepcin de la revolucin nacional. Toda la historia desde 1815 en adelante muestra el esfuerzo de las clases tradicionales para impedir la formacin de una voluntad colectiva de este gnero, para mantener el poder "econmic~orporativo" un sistema internacional de equilibrio pasivo. en Una parte importante del moderno Prncipe deber ser dedicada a la cuestin d r una reforma intelectual y moral, o sea a la cuestin religiosa o de una concepcin del mundo. Tambin en este campo encontramos en la tradicin ausencia de jacobinismo y miedo aljacobinismo (la ltima expresin filosfica de tal miedo es la actitud maltusiana de B. Croce con respecto a la religin). El moderno Prncipe debe y no puede dejar de ser el pregonero y organizador de una reforma intelectual y moral, lo que adems significa crear el terreno para un ulterior desarrollo de la voluntad colectiva nacional popular hacia el cumpl'iiento de una forma supe rior y total de civilizacin moderna. Estos dos puntos fundamentales -formacin de unavoluntad colectiva nacional-popular de la que el moderno Prncipe es al mismo tiempo el organizador y la expresin activa y operante, y reforma intelectual y m e ral- deberan constituir la estructura del trabajo. Los puntos concretos de programa deben ser incorporados en la primera parte, o sea que deberan derivar "'dramticamente" del discurso, no ser una fra y pedante exposicin de raciocinios. ?Puede haber reforma cultural y, por lo tanto, elevacin civil de los e s tratos deprimidos de la sociedad, sin una previa reforma econmica y un cambio en la posicin social y en el mundo econmico? Por eso una reforma intelectual y moral no puede dejar de estar ligada a un programa de reforma econmica, incluso el programa de reforma econmica es precisamente el modo concreto en que se presenta toda reforma intelectual y m u ral. El moderno Prncipe, desarrollndose, trastorna todo el sistema de re17
laciones intelectuales y morales en cuanto que su desarrollo significa precisamente que todo acto es concebido como til o daiiino, como virtuoso o perverso, slo en cuanto que tiene como punto de referencia al moderno Prncipe mismo y sirve para incrementar su poder o para obstaculiza~~lo. El Prncipe toma el lugar, en las conciencias, de la divinidad o del imperativo categrico, se convierte en la base de un laicismo moderno y de una completa laicizacin de toda la vida y de todas las relaciones habituales.
Cfr. C d m o 8 (XXVIII), pp. 9-1 1
5 Q> Las notas escritas a propsito del estudio de las situaciones y de lo que hay que entender por "relaciones de fuerza". El estudio de cmo hay que analizar las "situaciones", o sea de cmo hay que establecer los di3 versos grados de relacin de fuerzas puede prestarse a I una exposicin elemental de ciencia y arte poltica, entendida como un conjunto de cnones prcticos de investigacin y de observaciones particulares tiles para despertar el inters por la realidad afectiva y suscitar intuiciones polticas ms rigurosas y vigorosas. Junto a ello hay que situar la exposicin de lo que hay que entender en la poltica por estrategia y tctica, por "plan" estratgico, por propaganda y agitacin, por ciencia de la organizacin y de la administracin en poltica. Los elementos de observacin emprica que suelen hallarse expuestos confusamente en los tratados de ciencia poltica (se puede tomar como ejemplar la obra de G. Mosca: Elem t i di scienza politiua)' debenan, en cuanto que no son cuestiones abstractas o sin fundamento, encontrar su lugar en los diversos grados de las relaciones de fuerza, comenzando por las relaciones de las fuerzas internacionales (en las que haanan su lugar las notas escritas sobre lo que es una gran potencia, sobre las agrupaciones de Estados en sistemas hegemnico~ por lo tanto sobre e1 concepto de independencia y soberana y por lo que respecta a las potencias pequeas y medianas) para pasar a L s a relaciones objetivas sociales, o sea al grado de desarrollo de las fuerzas p r e ductivas, a las relaciones de fuerza poltica y de partido (sistemas hegemnico~ el interior del Estado) y a las relaciones polticas inmediatas en (Osea potencialmente militares). ?Las relaciones internacionales preceden o siguen (lgicamente) a las relaciones sociales fundamentales? Siguen, indudablemente. Toda innovacin orgnica en la estructura modifica orgnicamente las relaciones absolutus);rdntiuasen el campo internacional, a travs de sus expresiones tcnicc-militares. Incluso la posicin geogrfica de un Estado nacional no precede sino que sigue (lgicamente) a las innovaciones estruchiraies,
aunque reaccionando sobre eUas en cierta medida (precisamente en la medida en que las superestructuras reaccionan sobre la eseuctura, la politica sobre la economa, etctera). Por otra parte, las relaciones internacionales reaccionan pasimente y activamente sobre las relaciones polticas (de hegemona de los partidos). Cuanto ms subordinada est la vida econmica inmediata de una nacin a las relaciones internacionales, tanto ms representa esta situacin un determinado partido y la explota para impedir que ganen ventaja los partidos adversanos (recordar el famoso di* curso de Nitti sobre la revolucin italiana jtoiiuatnenteimposible!).' De esta serie de hechos se puede Uegar a la conclusin de que a menudo el llamado "partido del extranjero" no es precisamente el que como tal es vulgarmente indicado, sino precisamente el partido ms nacionalista, que, en realidad, ms que representar las fuerzas vitales de su propio pas, representa su subordinacin y el sometimiento econmico a las naciones o a un grupo de naciones hegemnicas (una alusin a este elemento internaci* nal "represivo" de las energas internas se encuentra en los artculos publicados por G. Volpe en el Cum'me della Sera del 22 y 23 de marzo de 1932).'
Cfr. C u d t m o 8 (XXVii),pp. 1616 bis.
<3> Adems de en el modelo ejemplar de las grandes monarquas a b solutas de Francia y Espaa, Maquiavelo encontr el origen de su concep cin poltica de la necesidad de un Estado unitario italiano en el recuerdo del pasado de Roma Hay que hacer resaltar sin embargo que no por eso Maquiavelo debe confundirse con la uadicin literaria-retrica. Primero porque este elemento no es exclusivo y ni siquiera dominante, y la necesidad de un gran Estado nacional no es deducida de aqul,.y l u e ~ o tambin * porque el mismo r e m i h e a Roma es menos abstracto de lo que parece, si se &.t punrualmenir cii el clima del Humanisiiio del ~cn&iinjen~o. En el libio \'ii (Icl Arie &Ua pmru se lee: es^? provincia (Italia) parece nacida para resucitar las cosas muertas, como se ha visto en la poesa, en la pintura y en la es~ultura",~ qu, pues, no babna de revivir las virtudes mili?por tares?, etctera. Habr que reagrupar las otras alusiones del gnero para establecer su carcter exacto.
<4> Tomando como punto de partida la afumacin de Foscolo, en Xd los Sepolni, de que Maquiavelo "templando el cetro de los gobernantes, su
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laurel deshoja, y a la gente revela las Igiimas y la sangre que rezuma", se podra hacer una recopilacin de todas las mximas "universales" de prudencia poltica contenidas en los escritos de Maquiavelo y ordenarlas con un comentario oportuno (quiz una recopilacin de ese tipo existe ya).
g <5> Gran poltica (alta poltica)-pequea poltica (poltica del da por da, poltica parlamentaria, de corredor, de intriga). La gran poltica comprende las cuestiones vinculadas con la fundacin de nuevos Estados, con la lucha para la destruccin, la defensa, la conservacin de determinadas estructuras orgnicas econmicc-sociales.La pequea poltica, las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean en el interior de una estructura ya establecida por las luchas de preeminencia entre las diversas facciones de una misma clase poltica. Es por lo tanto gran poltica el tratar de excluir la gran poltica del mbito interno de la vida estatal y reducir todo a pequena poltica (Giolitti, rebajando el nivel de las luchas internas haca gran poltica; pero sus fanticos eran objeto de gran poltica, pero ellos mis mos hacan pequea poltica). Es, por el contrario, propio de diletantes plantear la cuestin de tal modo que todo elemento de pequea poltica deba necesariamente convertirse en cuestin de gran poltica, de radical reorganizacin del Estado. Los mismos trminos reaparecen en la poltica internacional: 11 la gran poltica en cuestiones que conciernen a la estatiira relativa de los Estados en sus encuentros recprocos; 21 la pequea poltica en cuestiones diplomticas que nacen en el interior de un equilibrio ya constituido y que no intentan superar el equilibrio mismo para crear nuevas relaciones. Maquiavelo examina especialmente cuestiones de gran poltica: creacin de nuevos Estados, conservacin y defensa de estructuras orgnicas en conjunto; cuestiones de dictadura y hegemona en gran escala, o sea en toda el rea estatal. Russo, en los Pmegomini, hace del Ancipeel tratado de l dictadura (momento de la autoridad y del individuo) y de los Dzscomi el a de la hegemona (momento de lo universal y de la libertad).' La observacin de Russo es exacta, aunque tampoco falten en el Ancipealusiones al momento de la hegemona o del consensojunto a los de la autoridad o de la fuerza As esjusta la observacin de que no hay oposicin de principio entre principado y repblica, sino que se trata ms bien de la hipstasis de los dos momentos de autoridad y universalidad.
Cfr. Cuaderno8 (XXVID), pp. 18 bib19.
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5 <6> La cuestin de la clase poltica, tal como es presentada en las obras de Gaetano Mosca, se ha convertido en un rompecabezas. No se entiende con exactitud qu entiende precisamente Mosca por clase poltica, a tal punto la nocin es elstica y ondulante. Aveces parece que por clase poltica entiende la clase media, onas veces el conjunto de las clases propietarias, ouas veces aquello que se llama la "parte culta" de la sociedad, o el "personal poltico" (clase parlamentaria) del Estado: a veces parece que la burocracia, incluso en su estrato superior, est excluida de la clase poltica en cuanto que debe ser controlada y guiada por la clase poltica. La deficiencia del tratamiento de Mosca se muestra en el hecho de que no enfrenta en su conjunto el problema del "partido poltico" y ello se comprende, dado el carcter de los libros de Mosca y especialmente de los Elemnti di scienza p o l i t i a ' el inters de Mosca, en efecto, va desde una p o sicin "objetiva" y desinteresada de cientfico a una posicin apasionada de inmediato hombre de partido que ve desarrollarse acontecimientos que lo angustian y frente a los cuales desearia reaccionar. Por otra parte, Mosca inconscientemente refleja I las discusiones suscitadas por el matenalismo histrico, pero las refleja como el provinciano que "siente en el aire" las discusiones que se producen en la capital y no tiene los medios de procurarse los documentos y textos fundamentales: en el caso de Mosca '&no tener los medios" de procurarse los textos y documentos del p r e blema que sin embargo trata, significa que Mosca pertenece a esa clase de universitarios que mientras consideran su deber hacer despliegue de todas las cautelas del mtodo histrico cuando estudian las ideuchas de un publicista medieval de tercer orden, no consideran o no consideraban dignas "del mtodo" las doctrinas del materialismo histrico, no consideraban necesario remitirse a las fuentes y se conformaban con hojear articulejos d e peridicos y folletos populares.
8 <7> Cuestin del "hombre colectivo" o del "conformismo social". Misin educatita y formativa del Estado, que tiene siempre el fin de crear nuevos y ms elevados tipos de civilizacin, de adecuar la "civilizacin" y la moralidad de las masas populares ms vastas a las necesidades del continuo desarrollo del aparato econmico de produccin, y por lo tanto de elaborar incluso fisicamente tipos nuevos de humanidad. :Pere&mo~lograr cadaindividuo aisladoincorporarse al hombre colectivo, y cmose praducir la presin educativa sobre los individuos obteniendo su consenso y colaboracin, haciendo que se conviertan en "libertad" la necesi-
dad^ lacoaccin? Cuestin del "derecho", concepto que deber ser am$ado, incluyendo ea l tambin aqueUas actividades que hoy caen bajo la frmula de "indiferente jurdico" y que son el dominio de la sociedad c i d que opera sin "sanciones" y sin "obligaciones" taxatiw, pero que no por ello deja de ejercer una presin colectiva y obtiene resultados ob@i-vos de elaboracin en las costumbres, en los modos de pensar y deactuar, en la moral, etctera. Concepto poltico de la llamada "revolucin permanente" surgido antes de 1848, como expresin cientificarnente elaborada de las experienciasjacobmas desde 1789 hasta el Termidor.' La frmula es propia de un periodo histrico en el que no existan todava los grandes partidos polticos de masas ni los grandes sindicatos econmicos y la sociedad estaba an, por as decirlo, en un estado de fluidez en muchos aspectos: mayor atrasa en las zonas rurales y monopolio casi completo de la eficiencia poltico-estatal en pocas ciudades o i n c l w en una sola (P&s p- Francia), aparato estatal rela4mMmentepo~e desarrollado y mayor autonoma de la sociedadcivil re? pecto a-la actividad estatal, determinado sistema de las fuerzas militares y del armamenzo nacional, mayor autonoma de las economas nacionales respecto a las relaciones econmicas del mercado mundial, etctera En el periodo posterior a 1870, con la expansin colonial europea, todos estos elementos cambian, lw relaciones organizativas internas e internacionales del Estado se vuelven ms globales y masivas y la frmula del 48 de la "revolucin permanente" es elaborada y superada en la ciencia poltica en la frmula de "hegemona civil". Sucede en el arte poltico lo que sucede en el arte militar: la guerra de motimientos se vuelve cada vez ms guerra de posiciones y se puede decir que un Estado gana una guerra en cuanto que la prepara minuciosa y tcnicamente en poca de paz. La estructura mas& de las democracias modernas, tanto como organizaciones estatales cuanto como complejo de asociaciones en la vida civil, constituyen para el arte p c ~ ltico lo que las "trincheras"y las forticaciones permanentes del fiente en la guerra de posiciones: hacen solamente 'parciai" el elemento del movimiento que antes era "toda" la guerra, etctera. La cuestin se presenta para los Estados modernos, no para los pases atrasados y para las colonias, donde an estn vigentes las formas que en otras partes han sido superadas y se han vuelto anacrnicas. Incluso la cuestin del valor de las ideologas (como se puede deducir de la polmica Malagodi-Croce)' -con las observaciones de Croce sobre el "mito" soreliano, que se pueden revertir contra la "pasin- debe ser estudiada en un tratado de ciencia poltica.
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5 <8> La concepcin de Croce, de la poltica-pasin.' excluye los partidos, porque no se puede pensar en una 'pasin" organizada y pennanente: la pasin permanente es una condicin de orgasmo y de espasmo, que determina incapacidad para actuar. Excluye a los partidos y excluye todo "plan" de accin concertado previamente. Sin embargo, los partidos existen y los planes de accin son elaborados, aplicados, y a menudo realizados en muy notable medida; por lo tanto, en la concepcin de Croce hay un 'ticio". Tampoco es vlido decir que si los partidos existen, esto no tiene s a n importancia "terica" porque en el momento de la accin el "partido" que acta no es la misma cosa que el partido que exista antes; en parte esto puede ser cierto, sin embargo entre los dos 'partidos" las coincidencias son tantas que en realidad puede decirse que se trata del mismo organismo. Pero la concepcin, para ser vlida, debera poderse aplicar tambin a la "guerra" y por consiguiente explicar el hecho de los ejrcitos permanentes, de las academias militares, de los cuerpos de oficiales. Tambin la guerra en acto es "pasin", la ms intensa y febril, es un momento de la vida poltica, es la continuacin, en otras formas, de una determinada poltica; es necesario, pues, explicar cmo la "pasin" puede convertirse en "deber" moral y no deber de moral poltica, sino de tica. Sobre los ''planes polticos" que estn vinculados a los partidos como formaciones permanentes, recordar lo que Moltke deca de los planes militares: que no pueden ser elaborados y establecidos previamente en todos sus detalles, sino slo en su ncleo y diseo central, porque las particularidades de la accin dependen en cierta medida de los movimientos del adversario.' La pasin se manifiesta precisamente en los particulares, pero no parece que el principio de Moltke sea tal que justifique la concepcin de Croce: en todo caso faltana explicar el gnero de "pasin" del Estado Mayor que elabor el plan con la mente ra y "desapasionadamente''.
Cfr Cuodm?o 8 (XXVIII), pp. 20 bis21
8 <9> Schopenhauer compara la enseanza de ciencia poltica de Maquiavelo con la que imparte el maestro de esgrima que ensea el arte de matar (pero tambin de no dejarse matar), pero que no por eso ensena a convertirse en sicarios y asesinos.' (Hallar la referencia exacta.)
5 c10> La cuestin inicial a plantear y resolver en un tratado sobre Maquiavelo es la cuestin de la poltica como ciencia autnoma, o sea del lugar que la ciencia poltica ocupa o debe ocupar en una concepcin del mundo sistemtica (coherente y consecuente) -en una filosofa de la praxis-. El progreso que representa Croce, a este respecto, en los estudios sobre Maquiavelo y sobre la ciencia poltica, consiste principalmente (como en otros campos de la actividad critica crociana) en la disolucin de una serie de problemas falsos, inexistentes o mal planteados. Croce se ha basado en su distincin de los momentos del Espritu y en la afirmacin de un momento de la prctica, de un espritu prctico, autnomo e independiente, aunque ligado circularmente a toda la realidad por la dialctica de los distintos. En una filosofia de la praxis la distincin no ser ciertamente entre los momentos del Espritu absoluto, sino entre los grados de la superestructura, y se tratar por lo tanto de establecer la posicin dialctica de la actividad poltica (y de la ciencia correspondiente) como determinado grado superestructural: se podr decir, como primer apunte y aproximacin, que la actividad poltica es precisamente el primer momento o primer grado, el momento en que la *uperestrucnuaest todava en la fase inmediata de simple afirmacin voluntaria, indistinta y elemental. En qu sentido se puede identificar la poltica y la historia y por consiguiente toda la vida y la poltica. Cmo, por ello, todo el sistema de las superestructuras puede concebuse como distincin de la poltica y por lo mismo se justica la introduccin del concepto de distincin en una filosofa de la praxis. ,Pero se puede hablar de dialctica de los distintos, y cmo se puede entender el concepto de crculo entre los grados de la superestructura? Concepto de "bloque histrico", o sea unidad entre la naturaleza y el espritu (estructura y superestructura) unidad de los contrarios y de los distintos. ?El criterio de distincin se puede introducir tambin en la estructura? Cmo habr de entenderse la estructura: cmo, en el sistema de las relaciones sociales, se podr distinguir el elemento "tcnica", "trabajo", "clase", etctera, entendidos histricamente y no 'inetaisicamente". Crtica de la posicin de Croce por la cual, a los fines de la polmica, la estructura se convierte en un "dios oculto", un "numeno" en contraposicin a las "apariencias" de la superestructura. "Apariencias" en sentido metafrico y en sentido positivo. Por qu "histricamente" y como lenguaje se ha hablado de "apariencias". Es interesante establecer cmo Croce, de esta concepcin general, extrajo su particular doctrina del error y del origen prctico del error. Para Croce el error tiene su origen en una "pasin" inmediata, o sea de carcter individual o de grupo; ?pero qu cosa producir la "pasin" de alcan24
ce histrico ms vasto, la pasin como "categora"? La pasin inters inmediato que es origen del "error" es el momento que en las GlossealFeuerbach es llamado "schmutzig-jdisch' pero as como la pasin-inters 'Schmutzigjdisch" determina el error inmediato, as la pasin del ms vasto grupo social determina el "error" fosfico (intermedio el error-ideologa, el cual Croce trata aparte): lo importante en esta serie: egosmo (error inmediato)-ideologa-fdosofiaes el trmino comn "error" ligado a los diversos grados de pasin, y que habr que entender no en el significado moralista o doctrinario sino en el sentido puramente "histrico" y dialctico de "lo que es histricamente caduco y digno de desaparecer", en el sentido de la ',no definitividad" de toda filosofia, de la 'Inuerte-vida", "ser-no ser", o sea del trmino dialctico a superar en el desarrollo. El trmino de "aparente", "apariencia", significa precisamente esto y nada ms que esto y debe justificarse contra el dogmatismo: es la afirmacin de la caducidad de todo sistema ideolgico, junto a la afirmacin de una validez histrica de todo sistema, y de una necesidad del mismo ("en el terreno ideol6gico el hombre adquiere conciencia de las relaciones sociales":' (decir esto no es afirmar la necesidad y validez de las "apariencias"?)
Cfr. Cuaderno8 (XX1W),pp. 21 bis22 bis
8 <1 I>, Una concepcin~ delderecho que debe se^ esencialmente renovadora. Esta no puede encontrarse, nte~g-amente,-errninguna docuina p ~ ~ x i - e n(ni siquiera en la doctrina de la llamada escuela positiva, g y particularmente en la docuina de Ferri). o Estado tiende a crear y mantener ciert&po_de~cirilizaciny de ciudadano(y por lo tanto de convivencia p de relaciones individuales), tiende a hacer desaparecer ciertas costumbres y actitudes y a difundir otras, el derecho ser el instrumento para este fm junto a la escuela y otras institucionesy actividades) y debe ser elaborado para que~sea conforme al fin, para que sea mximamente eficaz v productivo de resultados positivos. Laconcepcin del deresho.de. ber ser liberada de todo residuo de *ascendencia y-de absoluto,prcticamente de todo fanatismo moralistasin embargo me parece que n e puede partir del punto de vista de q u e d Estado n-o "castiga" (si este trmino es reducido a su significado humano) sigo que lu lcha slo contra Ya k'&eligrosidad" social. En realidad el Estado debe sei concebido como "educa&rn en cuanto que tiende precisamente a crear un nuevo tipo o nivel de civilizacin. Por el hecho de que se operaesemialmeme sobre las fiie~nas%o~0micas, se organiza y se daarrolla el aparato de producque cin econmica, que se renueva la estructura, n o debe sacarse la consecuencia de que los hechos de superestructura deban abandonarse a s mis
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mos, a su desarrollo espontneao, a una germinacin casual y espordica. El Estado, tambin en este campo, es un instrumento de "racionalizacin", de aceleracin y de taylorizacin, opera segn un plan, presiona, incita, solicita y "castiga", porque, creadas las condiciones en que un determinado modo de vida es "posible", la "accin o la omisin criminal" deben tener una sancin punitiva, de alcance moral, y no slo un juicio de peligrosidad genrica. El derecho es el aspecto represivo y negativo de toda la activd a d positiva d e civilizacin desarrollada por el Estado. En la concepcin incorporarse tambin las actividades "premiadoras" de del derecho~debenan mdividuos, grupos, etctera; se premia la actividad loable y meritoria, as como se castiga la a c t i d a d criminal (y se castiga en formas originales, baciendo intervenir a la "opinin pblica", como sancionadora).
Cfr. C v a d a o 8 (XXViII), pp. 22 bis23.
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O <12> Bacon llam "Reyes Magos" a los tres reyes que actuaron ms enrgicamente en favor de la fundacin de las monarquas absolutas: Luis XI de Francia, Fernando el Catlico en Espaiia, Enrique VI1 en Inglaterra.' Felipe de Commynes (1447-1511), al servicio de Carlos el Temerario hasta 1472 en 1472 Dasa al servicio de L u i ~ v es el instrumento de la Xi poltica d e este rey. Escribe la Chronique d e b i s XI, publicada por primera vez en 1524. (Una comerciante de Tours que puso pleito a De Commynes cuando ste cay en desgracia, sosteniendo haber sido estafada en un contrato estipulado bajo Luis Xi, escribi en su memoria jurdica: "le simr d'tlrpzton quipour ion tait r q ? ) ' Estudiar las posibles relaciones de Maquiavelo con De Commynes: ;cmo apreciaba Maquiavelo la actividad y la funcin de De Comrnynes bajo Luis XI y posteriormente?
Cfr. Cuademo8 (XXVIII), p. 24.
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O < l bJunto a los mritos de la moderna "maquiavelstica" derivada de Croce, hay que senalar tambin las "exageraciones" y desviaciones a que ha dado lugar. Se ha formado el hbito de considerar demasiado a Maquiavelo como el "poltico en general", como el "cientfico de la poltica", actual en todas las pocas. Hay que considerar preferentemente a Maquiavelo como expresin necesaria de su tiempo y como estrechamente \lnculado a las condiciones y exigencias de su poca que son resultado: 11 de las luchas internas de la repblica florentina y de la particular es-
tructura del Estado que no saba liberarse de los residuos comunalesrnunicipales, o sea de una forma que estaba cargada de feudalismo; 21 de las luchas entre los Estados italianos por un equilibrio en el mbito italiano, que estaba obstaculizado por la existencia del papado y de los otros residuos feudales, municipalistas de la forma estatal ciudadana y no temtorial; 31 de las luchas entre los Estados italianos ms o menos solidarios por un equilibrio europeo, o sea de las contradicciones entre las necesidades de un equilibrio interno italiano y las exigencias de los Estados europeos en lucha por la hegemona. Sobre Maquiavelo acta el ejemplo de Francia y Espaa que han alcanzado una fuerte unidad estatal territorial;' Maquiavelo hace un "parangn elptico" (para usar la expresin crociana)' y deduce Las reglas para un Estado fuerte en general e italiano en particular. Maquiavelo es un hombre totalmente de su poca y su ciencia poltica representa la iiosofia de su tiempo que tiende a la organizacin de las monarquas nacionales absolutas, la forma poltica que permite y facilita un desarrollo ulterior de las fuerzas productivas burguesas. En Maquiavelo se puede descubrir in nucela separacin de los poderes y el parlamenta Iris- 6 mo (el rgimen representativo): su 'ferocidad se dirige contra los residuos del mundo feudal, no contra las clases progresistas. El Prncipe debe poner trmino a la anarqua feudal y eso hace Valentino en Romaa, apoyndose en las clases productivas, comerciantes y campesinos. Dado el carcter militardictatorial del jefe del Estado, como se requiere en un periodo de lucha para la fundacin y consolidacin de un nuevo poder, la indicacin de clase contenida en el Artedella guerra se debe entender tambin para la estructura general estatal: si las clases urbanas quieren poner fin al desorden interno y a la anarqua externa deben apoyarse en los campesirnos como masa, constituyendouna fuerza armada segura y fiel de tipo absolutamente distinto a las compaas de fortuna.' Puede decirse que la concepcin esencialmente poltica es tan dominante en Maquiavelo que le hace cometer errores de carcter militar: l piensa especialmente en las infanteras, cuyas masas pueden ser enroladas con una accin poltica y por eso desconoce el significado de la artillera. Russo (en los Prolegomini a MachiaueUz) sefiala acertadamente que el Arte della guerra se integra al Hncipe," pero no extrae todas las conclusiones de su observacin. Tambin en el Arte dello guerra Maquiavelo debe ser considerado como un poltico que debe ocuparse del arte militar; su unilateralismo (con otras "curiosidades" como la teoria de la falange, que dan lugar a fciles bufonadas como aqulla tan difundida que refiere Bandello)' depende del hecho de que no es en la cuestin tcnico-militar donde est el centro de su inters y de su pensamiento, sino que trata de ella slo en cuanto es necesario para su coustruccin poltica.
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Pero no slo el Arte della p r a debe ser ~ c u l a d al Prncipe, sino tamo bin las Istonefimmtine, que deben senir precisamente como un anlisis de las condiciones reales italianas y europeas de las que se derivan las exigencias inmediatas contenidas en El fincippe. De una concepcin de Maquiavelo ms apegada a la poca se deriva subordinadamente una evaluacin ms histoncista de los llamados "antimaquiavlicos", o al menos de los ms "ingenuos" entre ellos. No se nata, en realidad, de antimaquiavlicos, sino de polticos que expresan exigencias de su tiempo o de condiciones distintas a las que operaban sobre Maquiavelo; la forma polmica es puro accidente literario. El ejemplo tpico de estos "antimaquiavlicos'~ parece que debe buscarse en Jean Bodin ine (1530-1596) que fue diputado ante los Estados Generales de Blois de 1576 y que hizo rechazar por el Tercer Estado los subsidios pedidos para la guerra civil. (Obras de Bodin: Metliodus ad fa&m historiamm cognitionem (1566) donde indica la influencia del ciiuna sobre la forma de los Estados, alude a una idea de progreso, etctera; La Rpubligue (1576) donde expone las opiniones del Tercer Estado sobre la monarqua absoluta y sus relaciones con el pueblo; Hmfnplomores (indito hasta poca moderna) en el que confronta todas las religiones y las justifica como expresiones diversas de la religin natural, nica razonable, y todas igualmente dignas de respeto y tolerancia.)* Durante las guerras civiles en Francia, Bodin es el exponente del tercer partido, llamado de los "polticos", que se sita en el punto de %istadel inters nacional, o sea de un equilibrio interno de las clases en donde la hegemona pertenece al Tercer Estado a travs del monarca. Me parece evidente que clasificar a Bodin entre los "antimaquiavlicos" es una c u e i tin absolutamente extrnseca y superficial. Bodin basa la ciencia poltica en Francia en un terreno mucho ms avanzado y complejo que el que Italia ofreca a Maquiavelo. Para Bodin no se trata de fundar el Estado unitario-territorial (nacional) o sea de regresar a la poca de Luis XI,sino de sa equilibrar las fuerzas sociales I en lucha en el interior de este Estado ya fuerte y arraigado; no es el momento de la fuerza el que interesa a Bodin, sino el del consenso. Con Bodin se tiende a desarrollar la monarqua absoluta: el Tercer Estado es a tl punto consciente de su fuerza y de su diga nidad, conoce tan bien que el xito de la monarqua absoluta est ligado a su propio xito v a su propio desarrollo, que pone condicionespara su consemo, presenta exigencias, tiende a limitar el absolutismo. En Francia Maquiavelo serva ya a la reaccin, porque poda servir parajustificar que se mantwiese perpetuamente al mundo en la "cuna" (segn la expresin de Bertrando Spaventa), por consiguiente era preciso ser "polmicamente" ' antimaquiavlicos. Debe sealarse que en la Italia estudiada por .Maquis-
velo no existan instituciones representativas ya desarrolladas y significativas para la vida nacional como las de los Estados Generales en Francia. Cuando modernamente se observa tendenciosamente que las institucio nes parlamentarias en Italia fueron importadas del extranjero, no se toma en cuenta que eso refleja solamente una condicin de atraso y estancamiento de la historia italiana poltica y social desde el siglo XVI al x\m, condicin que se deba en gran parte a la preponderancia de las relacio nes internacionales sobre las internas, paralizadas y entumecidas. Que la estructura estatal italiana, por las preponderancias= extranjeras, haya permanecido en la fase semifeudal de un objeto de "suzerainet" extranjera, es tal vez una "originalidad nacional destruida por la importacin de las formas parlamentarias que por el contrario dan una forma al proceso de liberacin nacional? y al paso al Estado territorial moderno (independiente y nacional)? Por lo dems, instituciones representativas existieron, especialmente en el Medioda y en Sicilia, pero con carcter mucho ms resuingido que en Francia, por el poco desarrollo en estas regiones del Tercer Estado, cosa por la cual los Parlamentos eran instrumentos para mantener la anarqua de los barones contra los intentos innovadores de la monarqua, que deba apoyarse en los 'lzaros" en ausencia de una burguesa. Recordar el estudio de Antonio Panella sobre los "Antimachiavelichi" publicado en el Manoccode 1927 (jo del 26? en once arti~uios):~ver cmo es juzgado Bodin en oposicin a Maquiavelo y cmo ese> plantea en general el problema del antimaquiavelismo. Que el programa o la tendencia a vincular la ciudad al campo pudiese tener en Maquiavelo slo una expresin militar se comprende reflexionando que el jacobinismo francs sena inexplicable sin el presupuesto de la cuitnra fisiocrtica, con su demostracin de la importancia econmica y social del cultivador directo. Las teoras econmicas de Maquiavelo fueron estudiadas por Gino Anas (en los AnnuZi di Economul de la Universidad Bocconi)? pero debemos preguntamos si Maquiavelo tuvo teoras econb micas: se tratar de ver si el lenguaje esencialmente poltico de Maquiavelo puede traducuse en tnninos econmicos y a cul sistema econmico puede reducirse. Ver si Maquiavelo, que viva en el periodo mercantilista, se adelant a su tiempo polticamente y anticip alguna exigencia que luego encontrara expresin en los fisicratas." <Hubiera sido tambin posible Rousseau sin la cultura fisiocrtica? No me parece justo afurnar que los fuicratas hayan representado simples intereses agrcolas y que slo con la economa clsica se afirman los intereses del capitalismo urbano. Los fisicratas representan la ruptura con el
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mercantilismo y con el rgimen de las corporaciones y son una fase para llegar a la economa clsica, pero me parece precisamente por eso que representan una sociedad futura mucho ms compleja que aqulla contra la que combaten e incluso que aquella que se desprende inmediatamente de sus afirmaciones: su lenguaje est demasiado ligado a la poca y expresa el contraste I inmediato entre la ciudad y el campo, pero deja prever una extensin del capitalismo a la agricultura. La frmula del dejar liacer dejar pasar, o sea de la libertad indusuial y de iniciativa, ciertamente no est ligada a intereses agrarios.
Cfr Cuaderno 1
g c14> Otro punto a establecer y desarroiiar es el de la "doble perspectiva" en la accin poltica y en lavida estatal. Varios grados en los que puede presentarse la doble perspectiva, desde los ms elemen-es hasta los ms complejos, pero que pueden reducirse tericamente a dos grados fundamentales, correspondientes a la doble naturaleza del Centauro maquiavlico, ferina y humana, de la fuerza y del consenso, de la autoridad y de la hegemona, de la violencia y de la civiiizacin, del momento individual y del universal (de la "Iglesia" y del "Estado"),' de la agitacin y de la propaganda, de la tctica y de la estrategia, etctera. Aigunos han reducido la teora de la 'doble perspectiva" a algo mezquino y banal, esto es, a nada ms que dos formas de "inmediacin" que se suceden mecnicamente en el tiempo con mayor o menor "proximidad". Puede por el con&o suceder que cuanto ms la primera "perspectiva" es 'Tnmediatisima", elementalsima, tanto ms la segunda debe ser Yejana" (no en el tiempo, sino como relacin dialctica), compleja, elevada, o sea que puede suceder como en la vida humana, que cuanto ms obligado se ve un individuo a defender su existencia fisica inmediata, tanto ms sostiene y se pone en el punto de vista de todos los complejos y ms elevados valores de la civilizacin y de la humanidad.
Cfr. Cuad-8
(XXViII), p. 28 bis.
5 <15> En la nocin de gran potencia debe considerarse tambin el elemento "tranquilidad interna" o sea el grado y la intensidad de la funcin hegemnica del grupo social dirigente (este elemento debe buscarse en la valoracin del poder de cada Estado, pero adquiere mayor importancia en la consideracin de las grandes potencias. Tampoco vale recordar la histw
ria de la antigua Roma y de las luchas internas que no impidieron la expansin victoriosa, etctera; adems de los otros elementos diferenciales, basta considerar esto, que Roma era la nica gran potencia de la poca, y que no tena que temer la competencia de rivales poderosos, despus de la destruccin de Cartago). Por eso podna decirse que cuanto ms fuerte es el aparato de polica, tanto ms dbil es el ejrcito y cuanto ms dbil (o sea relativamente intil) la polica, tanto ms fuerte es el ejrcito (frente a la perspectiva de una lucha internacional).
_,Cfr.
Cuad-o
p <16>El "demasiado" (y por lo tanto superficial y mecnico) realismo poltico conduce a menudo a afumar que el hombre de Estado debe operar slo en el mbito de la "realidad efectiva", no interesarse en el "deber ser", sino slo en el "ser". Esto significara que el hombre de Estado no debe tener perspectivas ms a de su nariz. Este error ha conducido a & Paolo Treves a encontrar en Guicciardini y no en Maquiavelo el 'berdadc ro poltico".' Hay que distinguir, adems de entre "diplomtico" y "poltico", tambin entre cientfico de la poltica y poltico en accin. El d i p b mtico no puede dejar de moverse slo en la realidad efectiva, porque su actividad especfica no es la de crear nuevos equilibrios, sino la de consery d e n t r o de ciertos cuadros jurdicos un equilibrio existente. As, tambin el cientfico debe moverse slo en~la realidad efectiva en cuanto que mero cientfico. Pero Maquiavelo no es un mero cientfico; l es un hombre de partido, de pasiones poderosas, un poltico en accin, que quiere . . crear nuevas relaciones de f;erza y por es6 no puede dejar de ocuparse del "deber ser". ciertamente no entendido en sentido moralista. La cues tin no debe, por lo tanto, plantearse en estos trminos, es ms compleja: se trata de ver si el "deber ser" es un acto arbiuario o necesario, es voluntad concreta, o veleidad, deseo, amor a la fantasa. El poltico en accin es un creador, un suscitador, pero I ni crea de la nada, ni se mueve en el 7* vaco turbio de sus deseos y su&os. Se funda en la realidad efectiva, pero au cosa es esta realidad efectiva? ;Es acaso alzo esttico e inmd o no u es ms bien una relacin de fuerzas en continuo movimiento y cambio de equilibrio? Aplicar la voluntad a la creacin de un nuevo equilibrio de las fuerzas realmente existentes y operantes, basndose en aquella determinada fuerza que se considera y potencindoa para hacerla uiunfar v moverse siem~re el terreno de la realidad efectiva. Dero ara en dominarla y superarla (o contribuir.a ello). El "deber ser" es por lo tanto concrecin, incluso es la nica interpretacin realista e historicista de la realidad, es la nica historia en accin y filosofaen accin, la nica poi-
.. .
tica. La oposicin Savonarola-Maquiavelo no es la oposicin entre ser y deber ser (todo el prrafo de Russo sobre este punto es pura palabreria)' sino entre dos deber ser, el absaacto y nebuloso de Savonarola y el realista de Maquiavelo, realista aunque no se convierta en realidad inmediata, porque no se puede esperar que un individuo o un libro cambien la realidad sino slo que la interpreten e indiquen la lnea posible de la accin. El lmite y la angustia de Maquiavelo consisten slo en haber sido una "persona privada", un escritor y no el jefe de un Estado o de un ejrcito, que es tambin una persona individual, pero que tiene a su disposicin las fuerzas de un Estado o de un ejrcito y no slo ejrcitos de palabras. Tampoco puede por eso decirse que hfaquiavelo haya sido tambin l un "profeta desarmado": sera hacer un humorismo demasiado barato. Maquiavelo no dijo nunca que pensara o se propusiera por s mismo cambiar la realidad, sino slo y concretamente mostrar cmo debenan operar las fuerzas histricas para ser eficientes.
Cfr C u a d m o 8 (XXVIII), pp. 27 bis-28.
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3 <17> Ansi~de las situaciones: relaciones dejiLnza. Es el problema de las relaciones entre estructura y superestructura el que hay que plantear exactamente y resolver para llegar a un justo anlisis de las fuerzas que operan en la historia de un determinado periodo y determinar su relacin. Hay que moverse en el mbito de dos principios: 11 el de que niing u w saciedadse impone tareas para cuya solucin no existan p 1 cuum dieidiiks %2s.%%assuficientes o que stas noestn~al y menos en vias de aparicin y de desarrollo; 21 y el de que ninguna sociedad se &s~uclxe.)rpuede ser sustituida si primero no badesarrolladot@as las formas de vida que estn implcitas en sus relaciones (controlarla exacta enunciacin de estos dos principios). "Niguna formacin social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productiva que caben dentro de ella, y jams aparecen nuevas y ms altas relaciones de produccin antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre nicamente los objetivos que puede alcanzar, pues bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos slo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se estn gestando, las condiciones materiales para su realizacin." [Prlogo de la Contribucin a la mlica &la Economia Poltica.]' De la reflexin sobre estos dos cnones se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de metodologa histrica. Mientras que
en el estudio de una estructura hay que distinguir los movimientos orgnicos (relativamente permanentes) de los movimientos que se pueden Uamar de coyuntura (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi accidentales).Los fenmenos de coyunmra son ciertamente dependienos, tambin eUos, de movimientosorgnicos, pero s-significado no es de gran alcance histrico: stos dan lugar a una crtica poltica menuda, cotidiana, que afecta a los pequeos grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente responsables del poder. Lodenmenos orgnicos dan lugar a la critica histrico-social, que afecta a las grandes agrupaciones, ms all de las personas inmediatamente responsables y ms all del personal dirigente. Al estudiar un periodo histrico se revela la gran importancia de esta distincin. Tiene lugar una crisis, que en ocasiones se prolonga por decenas de aos. Esta duracin excepcional significa que en la estructura se han revelado (han llegado a su madurez) contradicciones incurables y que las fuerzas polticas operantes positivamente para la conservacin y defensa de la estructura I misma se esfuerzan todava por sanar dentro de ciertos lmites y por superarse. Estos esfuerzos incesantes y perseverantes (porque ninguna forma social querr nunca confesar haber sido superada) forman el terreno de lo "ocasional" sobre el cual se organizan las fuerzas antagnicas que tienden a demostrar (demostracin que en ltimo anlisis slo se consigue y es "verdadera" si se convierte en nueva realidad, si las fuerzas antagnicas triunfan, pero que inmediatamente se desarrolla en una serie de polmicas ideolgicas, religiosas, fdosficas, polticas, jurdicas, etctera, cuya concrecin es evaluable por la medida en que resultan convincentes y transforman el alineamiento preexistente de las fuerzas sociales) que existen ya las condiciones necesarias y suficientes para que determinadas tareas puedan y por lo tanto deban ser resueltas histricamente (deban, porque todo incumplimiento del deber histrico aumenta el desorden necesario y prepara catstrofes ms graves). El error en que se cae a menudo en los anlisis histrico-polticos consiste en no saber encontrar la justa relacin entre lo que es orgnico y lo que es ocasional: se llega as o a exponer como inmediatamente operantes causas que por el contrario son operantes mediatamente, o a firmar que las causas inmediatas son las nicas causas eficientes; en un caso se tiene el exceso de "economismo'"-o de doctrinarismo pedante, en el otro el exceso de "ideologismo"; en un caso se sobrevaloran las causas mecnicas. en el otro se exalta el elemento voluntarista e individual. (Ladistincin entre 'hiovimientos" y hechos orgnicos y movimientos y hechos de "coyuntura" u ocasionales debe ser aplicada a todos los tipos de situacin, no slo a aqullos en los que tiene lugar un desarrollo regresivo o de cri-
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sis aguda, sino a aqullos en los que tiene lugar un desarrollo progresista o de prosperidad y a aqullos en los que tiene lugar un estancamiento de las fuerzas productivas.) El nexo dialctico entre los dos rdenes de movimiento y por lo tanto de investigacin dicilmente se establece con exactitud, y si el error es grave en la historiografa, an ms grave resulta en el arte poltico, cuando se trata no de reconstruir la historia pasada sino de construir la presente y futura: los propios deseos y las propias pasiones inferiores e inmediatas son la causa del error, en cuanto que sustituyen el anlisis objetivo e imparcial y eUo sucede no como "medio" consciente para estimular a la accin, sino como autoengao. La serpiente, tambin en este caso, muerde al charlatn, o sea que el demagogo es la primera vctima de su demagogia. [El no haber considerado el momento inmediato de l s "relaciones de a fuerza" est vinculado a residuos de la concepcin liberal vulgar, de la cual el sindicalismo es una manifestacin que crea ser ms avanzada mienhas que realmente daba un paso atrs. De hecho la concepcin liberal vulgar, dando importancia a la relacin de las fuerzas polticas organizadas en las diversas formas de partido (lectores de peridicos, elecciones parlamentarias y locales, organizacin de masas de los partidos y los sindicatos en sentido estricto), era ms avanzada que el sindicalismo que daba importancia primordial a la relacin fundamental econmicosocial y slo a sta. La concepcin liberal vulgar tomaba implcitamente en cuenta tambin tal relacin (como se desprende de tantos indicios), pero insista ms en la relacin de las fuerzas polticas que era una expresin de la otra y en realidad la contena. Estos residuos de la concepcin liberal vulgar se pueden rastrear en toda una serie de tratados que se dicen vinculados a la losofia de la praxis y han dado lugar a formas infantiles de optimismo y de necedad.] Estor criterios metodolgicos pueden adquirir visible y didcticamente todo su signicado si se aplican al examen de hechos histricos concretos. Sera posible hacerlo tilmente para los sucesos que tuvieron lugar en Francia desde 1789 hasta 1870. Me parece que para mayor claridad de la exposicin sera necesario abarcar todo este periodo. En efecto, slo en 187071, con el intento de la Comuna, se agotan histricamente todos los grmenes nacidos en 1789, o sea que no slo la nueva clase que lucha por el poder derrota a los representantes de la vieja sociedad que no quiere confesarse decididamente superada, sino que derrota tambin a los grupos novsimos que declaran ya superada la nueva estructura surgida de la transformacin iniciada en 1789 y demuestra as ser vital tanto con r e s pecto a lo viejo como con respecto a lo novsimo. Por otra parte, con el 187071, pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y tctica 34
poltica nacidos prcticamente en 1789 y desarrollados ideolgicamente en torno al 48 (aquellos que se resumen en la frmula de la "revolucin permanente": sera interesante estudiar cunto de esa frmula pas a la estrategia mazziniana -por ejemplo para la insurreccin de Min de 18%- y si esto sucedi conscientemente o no). Un elemento I que demues sa tra la justeza de este punto de vista es el hecho de que los historiadores no estn para nada de acuerdo (y es imposible que lo estn) en cuanto a establecer los lmites d e aquel grupo de acontecimientos que constituye la revolucin francesa. Para algunos (por ejemplo Salvemini)' la revolucin se completa en Valmy: Francia ha creado un nuevo Estado y ha sabido organizar la fuerza poltico-militar que afirma y defiende su soberana territorial. Para otros la revolucin contina hasta el Termidor, incluso hablan de varias revoluciones (el 10 de agosto sena una revolucin en s misma, etctera, cfr. la Rivoluzionefranme de k Mathiez en la coleccin Colin) . El modo de interpretar el Termidor y la obra de Napolen ofrece ' las ms agudas contradicciones: se trata de revolucin o de contrarrevolucin?, etctera. Para otros la historia de la revolucin contina hasta 1830, 1848, 1870 e incluso hasta la guerra mundial de 1914. En todos estos puntos de vista hay una parte de verdad. Realmente las contradicciones internas de la estructura social francesa que se desarro llan despus de 1789 encuentran su resolucin relativa slo con la tercera repblica y Francia tiene 60 aos de vida poltica equilibrada despus de 80 aos de trastornos en oleadas cada vez ms largas: 8994-99-1804-1815 18301848-1870. Es precisamente el estudio de estas "oleadas" de diversa oscilacin lo que permite reconstruir las relaciones entre estructura y superesh.uctura por una parte y por la otra entre el desarrollo del movimiento orgnico y el del movimiento de coyuntura de la estructura. Se puede decir entre tanto que la mediacin dialctica entre los dos principios metodolgicos enunciados al comienzo de esta nota se puede encontrar en la frmula poltico-histrica de revolucin permanente. Un aspecto del mismo problema es la llamada cuestin de las relaciones de fuerza. Se lee a menudo en las narraciones histricas la expresin genrica: relaciones de fuerza favorables, desfavorables a esta o aquella tendencia. As, abstractamente, esta formulacin no explica nada o casi nada, porque no se hace ms que repetir el hecho que se debe explicar presentndolo una vez como hecho y otra como ley abstracta y como explicacin. El error terico consiste pues en dar un canon de investigacin e interpretacin como "causa histrica". Primeramente en la "relacin de fuerza" hay que distinguir diversos momentos o grados, que fundamentalmente son stos: 11 Una relacin de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructu35
ra, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exactas o sicas. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de produccin se tienen los agrupamientos sociales, cada uno de los cuales representa una funcin y tiene una posicin dada en la produccin misma. Esta relacin es la que es, una realidad rebelde: nadie puede modificar el nmero de las empresas y de sus empleados, el nmero de las ciudades con su correspondiente poblacin urbana, etctera. Este planteamiento fundamental permite estudiar si en la sociedad existen las condiciones necesarias y suficientes para su transformacin, es decir, permite controlar el grado de realismo y de practicabilidad de las diversas ideologas que han nacido en su mismo terreno, en el terreno de las contradicciones que aqulla ha generado durante su desarrollo. 21 Un momento subsiguiente es la relacin de las fuerzas polticas, o sea la evaluacin del grado de homogeneidad, de autoconciencia y de organizacin alcanzado por los diversos grupos sociales. Este momento puede ser a su vez analizado y distinguido en varios grados, que corresponden a los diversos momentos de la conciencia poltica colectiva, tal como se han manilfestado hasta ahora en la historia. El primero y ms elemental es el econmic~orporativo: comerciante siente que debe ser soliun dario con otro comerciante, un fabricante con ouo fabricante, etctera, pero el comerciante no se siente todava solidario con el fabricante; o sea que se siente la unidad homognea, y el deber de organizarla, del grupo profesional, pero todava no del grupo social ms vasto. Un segundo m e mento es aqul en el que se alcanza la conciencia de la solidaridad de intereses entre todos los miembros del grupo social, pero todava slo en el campo meramente econmico. Y en este momento se plantea la cues a tin del Estado, pero slo en el terreno de alcanzar una igualdad poltice jurdica con los grupos dominantes, porque se reivindica el derecho de participacin en la legislacin y en la administracin y tal vez incluso de modificarlas, de reformarlas, pero en los cuadros fundamentales existentes. Un tercer momento es aqul en que se alcanza la conciencia de que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y futuro. superan el crculo coqmrativo, de grupo meramente econmico, y pueden y deben convertirse en intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase ms esuictamente poltica, que seala el trnsito neto de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas, es la fase en la que las ideologas germinadas anteriormente se convierten en "partido", entran en confrontacin y se declaran en lucha hasta que una sola de ellas o al menos una sola combinacin de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el rea social, determinando, adems de la unidad de
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fines econmicos y polticos, tambin la unidad intelectual y moral, situando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no en el plano corporativo sino en un plano "universal", y creando as la hegemona de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El Estado es concebido como organismo propio de un grupo, d e s tinado a crear las condiciones favorables para la mxima expansin del grupo mismo, pero este desarrollo y esta expansin son concebidos y presentados como la fuerza motriz de una expansin universal, de un desarrollo de todas las energas "nacionales", o sea que el grupo dominante es coordinado concretamente con los intereses generales de los grupos subordinados y la vida estatal es concebida como un continuo formarse y superarse de equiiibrios inestables (en el mbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los que los intereses del grupo dominante p r e l e c e n pero hasta cierto punto, o sea no hasta el burdo inters econmicocorporativo. En la historia real estos momentos se implican recprocamente,por as decirlo horizontalmente y verticalmente, o sea segn las actkidades econmico-sociales (horizontales) y segn los temtorios (vemcalmente), combinndose y escindindose divenamente: cada una de estas combinaciones puede ser representada por su propia expresin organizada econmica y poltica. Con todo, hay que tener en cuenta que a estas relaciones internas de un Estadenacin se entretejen las relaciones internacionales, creando nuevas combinaciones originales e histricamente concretas. Una ideologa, nacida en un pas ms desarrollado, se difunde a pases menos desarrollados, incidiendo en el juego local de las combiiaciones. (La religin, por ejemplo, ha sido siempre una fuente de tales combinaciones ideolgico-polticas nacionales e internacionales, y con la religin las otras formaciones internacionales, la masonera, el Rotary Club, losju&os, la diplomacia de carrera, que sugieren expedientes polticos de origen histrico diverso y los hacen triunfar en determinados pases, funcie nando como partido poltico internacional que opera en cada nacin con todas sus fuerzas interna1cionales concentradas; pero religin, masonena, Rotary, judos, etctera, pueden entrar en la categora social de los 'intelectuales", cuya funcin, a escala internacional, es la de mediar los extremos, la de "socializar" los hallazgos tcnicos que hacen funcionar toda actividad de direccin, la de imaginar compromisos y vas de escape enhe las soluciones extremas.) Esta relacin entre fuerzas internacionales y fuerzas nacionales se complica an ms por la existencia en el interior de cada Estado de numerosas secciones territoriales de diversa eshuctura y de diversa relacin de fuerza en todos los grados (as la Vende estaba aliada con las fuerzas internacionales reaccionarias y las representaba en
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el seno de la unidad territorial francesa; as Lion en la Revolucin francesa representaba un nudo particular de relaciones, etctera). 31 El tercer momento es el de La relacin de las fuerzas militares, inmediatamente decisivo en cada ocasin. (El desarrollo histrico oscila continuamente entre el primer y el tercer momento, con la mediacin del s e p . do.) Pero tampoco ste es algo indistinto e identificable inmediatamente en forma esquemtica; tambin en ste se pueden distinguir dos grados: el militar en sentido estricto o tcnico-militar y el grado que se puede Ilamar poltico-militar. En el desarrollo de la historia estos dos grados se han presentado en una gran vanedad de combinaciones. Un ejemplo tpico que puede servir como demostracin-lmite, es el de la relacin de opresin militar de un Estado sobre una nacin que trata de alcanzar su independencia estatal. La relacin no es puramente militar, sino polticcmilitar, y de hecho tal tipo de opresin sera inexplicable sin el estado de disgregacin social del pueblo oprimido y la pasividad de su mayora; por lo tanto la independencia no podr ser alcanzada con fuerzas puramente militares, sino militares y polticomilitares. Si la nacin oprimida, en efecto, para iniciar la lucha de independencia tuviera que esperar a que el E s tado hegemnico le permita organizar su propio ejrcito en el sentido estricto y tcnico de la palabra, tendra que aguardar buen rato (puede suceder que la reivindicacin de tener su propio ejrcito sea satisfecha por la nacin hegemnica, pero esto significa que ya una gran parte de la lucha ha sido librada y ganada en el terreno poltico-militar). La nacin oprimida opondr pues inicialmente a la fuerza militar hegemnica una fuerza que es slo 'poltico-militar". o sea que opondr una forma de accin poltica que tenga lavirtud de determinar reflejos de carcter militar en el sentido de que: 11 tenga la eficacia de disgregar ntimamente la eficiencia blica de la nacin hegemnica; 21 que obligue a la fuerza militar hegemnica a diluirse y diseminarse en un gran territorio, anulando gran parte de su eficacia blica. En el Risrngimento italiano se puede notar la ausencia desastrosa de una direccin poiticc-militar, especialmente en el Partido de Accin (por congnita incapacidad), pero tambin en el partido piamonts-moderado tanto antes como despus de 1848, ciertamente no por incapacidad sino por "maltusianismo econmico-poltico", o sea porque no se quera ni siquiera aludir a la posibilidad de una reforma agraria y porque no se quena la convocacin de una asamblea nacional constituyente, sino que solamente se tenda a que La monarqua piamontesa, sin condiciones o limitaciones de origen popular, se extendiera a tcda Italia, con la pura sancin de plebiscitos regionales. Otra cuestin vinculada a las anteriores es la de ver si las crisis histricas fundamentales son determinadas inmedial tamente por las crisis eco-
nmicas. La respuesta a la cuestin est contenida implcitamente en los pargrafos precedentes, donde <son> tratadas cuestiones que son otro modo de presentar sta que se trata ahora, sin embargo siempre es necesario, por razones didcticas, dado el pblico particular, examinar todo modo de presentacin de una misma cuestin como si fuese un problema independiente y nuevo. Se puede excluir que, por s mismas, las crisis econmicas inmediatas produzcan efectos fundamentales; slo pueden crear un terreno ms favorable a la difusin de ciertos modos de pensar, de plantear y resolver las cuestiones que implican todo el desarrollo ulterior de la vida estatal. Por lo dems, todas las afirmaciones que conciernen a los periodos de crisis o de prosperidad pueden dar lugar a juicios unilaterales. En su compendio de historia de la revolucin francesa (ed. Colin) Mathiez, oponindose a la historia vulgar tradicional, que apriors ticamente "encuenua" una crisis de coincidencia con las grandes rupturas de equilibrios sociales, afirma que hacia 1789 la situacin econmica era bastante buena en lo inmediato, por lo que no se puede decir que la catstrofe del Estado absoluto fuese debida a una crisis de empobrecimiento (cfr. la armacin exacta de Mathiez).' Hay que observar que el Estado era vctima de una mortal crisis financiera y se planteaba la cues tin de sobre en cul de los tres rdenes sociales privilegiados deban recaer los sacrificios y las cargas para sacar adelante las finanzas estatales y reales. Adems: si la posicin econmica de la burguesa era prspera, ciertamente no era buena la situacin de las clases populares de las ciudades y de las zonas rurales, especialmente la de estas ltimas, atormentadas por la miseria endmica. En todo caso, la ruptura del equilibrio de las fuerzas no se produjo por causas mecnicas inmediatas de empobrecimiento del grupo social que tena inters en romper el equilibrio y que de hecho lo rompi, sino que ocurri en el cuadro de conflictos superie res al mundo econmico inmediato, vinculados al "prestigio" de clase (intereses econmicos futuros), a una exasperacin del sentimiento de independencia, de autonoma y de poder. La cuestin particular del malestar o bienestar econmico como causa de nuevas realidades histricas es un aspecto parcial de la cuestin de las relaciones de fuerza en sus diversos grados. Pueden producirse novedades bien sea porque una situacin de bienestar est amenazada por el desnudo egosmo de un grupo adversario, como porque el malestar se ha vuelto intolerable y no se ve en la vieja sociedad ninguna fuerza que sea capaz de mitigarlo y restablecer una normalidad con medios legales. Se puede decir por lo tanto que todos estos elementos son la manifestacin concreta de las fluctuaciones de coyuntun del conjunto de las relaciones sociales de fuerza, en cuyo terreno tiene lugar el paso de stas a relaciones polticas de fuerza para culminar en la
relacin militar decisiva. Si falta este proceso de desarrollo de un momerito a ouo, y ste es esencialmente un proceso que tiene por actores a los hombres y la voluntad y capacidad de los hombres, la situacin permanece inactiva, y pueden darse conclusiones contradictorias: la vieja sociedad resiste y se asegura un periodo de "respiro", exterminando fisicamente a la lite adversaria y aterrorizando a las masas de reserva, o bien incluso la destruccin recproca de las fuerzas en conflicto con la instauracin de la paz de los sepulcros, acaso bajo la vigilancia de un centinela extranjero. Pero la observacin ms importante que debe hacerse a propsito de todo anlisis concreto de las relaciones de fuerza es sta: que tales anlisis no pueden y no deben ser fines en si mismos (a menos que no se escriba un captulo de historia del pasado) sino que adquieren un significado S& lo si $ven para justiicar una actividad prctica, una iniciativa de voluntad. I Estos muesuan cules son los puntos de menor resistencia, dnde la fuerza de la voluntad puede ser aplicada ms fructuosamente, sugieren las operaciones tcticas inmediatas, indican cmo se puede organizar mejor una campaa de agitacin poltica, qu lenguaje ser mejor comprendido por las multitudes, etctera El elemento decisivo de toda situacin es la fuerza permanentemente organizada y predispuesta con tiempo que se puede hacer avanzar cuando se juzga que una situacin es favorable (y es favorable slo en la medida en que tal fuerza exista y est llena de ardor combativo);por eso la tarea esencial es la de ocuparse sistemtica y pacientemente en formar, desarrollar, hacer cada vez ms homognea, compacta, consciente de s misma a esta fuerza. As se ve en la historia militar y en el cuidado con que en todo tiempo han sido preparados los ejrcitos para iniciar una guerra en cualquier momento. Los grandes Estados son grandes Estados precisamente porque en todo momento estaban preparados para insertarse eficazmente en las coyunturas internacionales favorables, y stas eran tales porque exista la posibilidad concreta de insertarse eficazmente en ellas.
Cfr. C u a d m 4 (U), bis; Cuadmio8 (XXMI),p. 50. pp. 67-70
D <18> A i g u m aspecios tzriwsy prctiws del 'hmumima".Economismomovimiento terico por el librecambio-sindicalismoterico. Debe verse en qu medida el sindicalismo terico tuvo su origen en la f i l o d a de la praxis Y en au medida en las dochinas econmicas del librecambio. esto es. ~. en k ; anlisis, en el liberalismo. Y por ello debe verse si el e:onomist i m mo, en su forma ms lograda, no es una filiacin directa del libedismo y ha tenido, incluso en sus orgenes, muy pocas relaciones con la fosofia de
la praxis, relaciones de todos modos slo exunsecas y puramente verbales. Desde este punto de vista debe verse la polmica Einaudi-Croce,provocada por el nuevo prefacio (de 1917) al libro sobre el Mafen'dismo stmicd la exigencia, planteada por Einaudi, de tener en cuenta la literatura de historia econmica suscitada por la economa clsica inglesa, puede ser satisfecha en este sentido, que tal literatura, por una contaminacin superficial con la filosofia de la praxis, ha originado el economismo; por eso cuando Einaudi critica (de manera, a decir verdad, imprecisa) algunas degeneraciw nes economistas no hace otra cosa que escupir al cielo. El nexo entre ideologas librecambistas y sindicalismo terico es especialmente evidente en Italia, donde son notorias la admiracin por Pareto de los sindicalistas corno Lanzillo y compaa. El significado de estas dos tendencias es sin einbargo muy distinto: el primero es propio de un grupo social dominante y dirigente, el segundo de un grupo todava subalterno, que an no ha adquindo conciencia de su fuerza y de sus posibilidades y modos de desarru U y por eilo rio sabe salir de la fase de pnmitivismo. El planteamiento del o movimiento del librecambio se basa en un error terico cuyo origen prctico no es dificil identicar: en la distincin entre sociedad poltica y sociedad civil, que de distincin metodolgica es convertida en distincin orgnica y presentada como tal. As se afirma que la actividad econmica es propia de la sociedad civil y que el Estado no debe intervenir en su reglamentacin. Pero como en la realidad efectiva sociedad civil y Estado se identifican, hay que establecer que tambin el librecambismo es una "reglamentacin" de carcter estatal, inaoducida y mantenida por va legslauva y coactiva: es un hecho de voluntad consciente de sus propios fines y no l expresin esponltnea, automaca del hecho econmico. Por lo tana to, el librecambismo es un programa poltico, destinado a cambiar, en cuanto triunfa, el personal dirigente de un Estado y el programa econmico del Estado mismo, o sea a cambiar la distribucin de la renta nacional. Diferente es el caso del sindicalismo terico, en la medida en que se refiere a un grupo subalterno, al cual con esta teona se le impide llegar a ser d e minante, desarrollarse ms all de la fase econmic~orporativa para elevarse a la fase de hegemona tico-poltica en la sociedad civil y dominante en el Estado. Por lo que respecta al librecambismo se tiene el caso de una kaccin del grupo dirigente que quiere modificar no la estructura del E s tado, sino slo la orientacin del gobierno, que quiere reformar la legislacin comercial y slo indirectamente industrial (porque es innegable que el proteccionismo, especialmente en los pases de mercado pobre y restringido, limita la libertad de iniciativa industrial y favorece morbosamente el nacimiento de los monopolios): se trata de la rotacin de los partidos dirigentes en el gobierno, no de la fundacin y organizacin de una nueva so-
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ciedad poltica y mucho menos de un nuevo tipo de sociedad civil. En el movimiento del sindicalismo terico la cuestin se presenta ms compleja: es innegable que en ste la independencia y la autonoma del grupo subalterno que se dice expresar son por el contrario s a d c a d a s a la hegemona intelectual del grupo dominante, porque precisamente el sindicalismo te& rico no es ms que un aspecto del librecambismo,justificado con algunas afirmacionesmutiladas, y por lo tanto trivializadas, de la iosofia de la praxis. ?Por qu y cmo tiene lugar este "sacrificio"?Se excluye la transformacin del grupo subordinado en dominante, o porque el problema ni siquiera se ha proyectado (fabianismo, De Man, parte notable del laborismo) o porque es presentado en formas incongruentes e ineficientes (tendencias socialdemocrticas en general) o porque se afirma el salto inmediato del rgimen de grupos al de la perfecta igualdad y de la economa sindical. Es por lo menos extraa la actitud del economismo fiente a las expresiones de voluntad, de accin y de iniciatixa poltica e intelectual, como si stas no fuesen una emanacin orgnica de necesidades econmicas e incluso la nica expresin eficiente de la economa; as, es incogruente que el planteamiento concreto de la cuestin hegemnica sea interpretado como un hecho que subordina al grupo hegemnico. El hecho de la hegemona presupone indudablemente que se tomen en cuenta los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales la hegemona ser ejercida, que se forme un cierto equilibrio de compromiso, esto es, que el grupo dirigente haga sacrificios de orden econmico-corporativo, pero tambin es indudable que tales sacrificios y tal compromiso no pueden afectar a lo esencial, porque si la hegemona es ticc-poltica, no puede dejar de ser tambin econmica, no puede dejar de tener su fundamento en la funcin decisiva que el grupo dirigente ejerce en el ncleo decisivo de la actividad econmica. El ecouomismo se presenta bajo muchas otras formas adems de la del librecambismo y el sindicalismo torico. Le pertenecen todas las formas de abstencionismo electoral (ejemplo tpico el abstencionismo de los clericales italianos despus de 1870, despus de 1900 cada vez ms atenuado, hasta 1919 y la formacin del Partido Popular: la distincin orgnica que los clericales hacan entre Italia real e Italia legal era una reproduccin de la distincin entre mundo econmico y mundo poitico-legal), que son muchas, en el sentido de que puede haber semiabstencionismo, un cuarto, etctera. A abstencionismo est ligada la frmula del "tanto peor, l tanto mejor" y tambin la frmula de la llamada "intransigencia" parlamentaria de algunas facciones de diputados. No siempre el economismo es contrano a la accin poltica y al partido poltico, que sin embargo es considerado mero organismo educativo de tipo sindical.
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Un punto de referencia para el estudio del economismo y para com- i i a prender las relaciones entre estructura y superestructura es aquel pasaje de la Miseria de lafilosofa donde se dice que una fase importante en el desarrollo de un grupo social es aqulla en que los miembros componentes de un sindicato no luchan ya solamente por sus intereses econmicos, sino para la defensa y desarrollo de la organizacin misma (ver la afirmacin exacta;' la Mlsma de lafilosofa es un momento esencial en la formacin de la fosofia de la praxis; puede ser considerada como el desarrollo de las Tesis sobrePeuerbach, mientras que la Sagraa familia es una fase intermedia indistinta y de origen ocasional, como se desprende de los fragmentos dedicados a Proudhon y especialmente al materialismo francs. El pasaje sobre el materialismo francs es ms que nada un captulo de historia de la cultura y no un pasaje teortico, como a menudo es interpretado, y como historia de la cultura es admirable. Recordar la observacin de que la crtica contenida en la Muen'a de la filosofr contra Proudhon y su interpretacin de la dialctica hegeliana puede ser extendida a Gioberti y al begelianismo de los liberales moderados italianos en general.' El paralelo Proudhon-Gioberti, no obstante que representen fases histrico-polucas no homogneas, incluso precisamente por eso, puede ser interesate y fecundo). Debe recordarse iguaimente la afirmacin de Engels de que la economa slo en "ltimo anlisis" es el motor de la h i s toria (en las dos cartas sobre la filosofa de la praxis pubiicadas tambin en italiano)' que deben vincularse directamente con el pasaje del prefacio de la Critica & la Eco>rornaPoltica, donde se dice que los hombres se hacen conscientes de los conflictos que se verifican en el mundo econ. mico en el terreno de las ide~logas.~ En varias ocasiones se ha afirmado en estas notas que la filosofa de la praxis est mucho ms difundida de lo que se quiere;econocer.6 La afiimacin es exacta si se entiende que est difundido el economismo histrico, como el profesor Lona llama ahora a sus concepciones ms o menos deshilvanadas, y que por lo tanto el ambiente cultural est completamente transformado respecto a la poca en que la filosofia de la praxis inici sus luchas; podra decirse, con terminologa crociana, que la mayor hereja surgida en el seno de la "religin de la libertad" ha sufrido tambin, como la religin ortodoxa, una degeneracin, se ha difundido como "supersticin", o sea que ha entrado en combmacin con el librecambismo y ha producido el economismo. Hay que ver sin embargo si, mienaas que la religin ortodoxa ya se ha anquilosado, la supersticin hertica no ha mantenido siempre un fermento que la har renacer como religin superior, esto es, si las escorias de supersticin no son fcilmente liquidables. Algunos puntos caractersticos del economismo histrico: 11 en la b s
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queda de nexos histricos no se distingue lo que es "relativamente permanente" de lo que es fluctuacin ocasional y se entiende por hecho econmico el inters personal y de pequeo grupo, en sentido inmediato y "srdidamentejudaico".?No se toman en cuenta las formaciones de clase econmica, como todas las relaciones inherentes, sino que se asume el inters burdo y usuruio, especialmente cuando coincide con formas delictuosas contempladas por los cdigos criminales; 21 la docuina segn la cual el desarrollo econmico es reducido a la sucesin de los cambios tcnicos en los instxumentos de trabajo. Lona ha hecho una exposicin hrillantsima de esta doctrina aplicada en el artculo sobre la influencia social del aeroplano, publicado en la Rassegna Conkmporanea de 1912;' 31 la doctrina I por la que el desarrollo econmico e histrico se hace depender inmediatamente de los cambios de cualquiera de los elementos importantes de la produccin, el descubrimiento de una nueva materia prima, de un nuevo combustible, etctera, que llevan consigo la aplicacin de nuevos mtodos en la construccin y manejo de las mquinas. En estos ltimos tiempos hay toda una literatura sobre el petrleo: se puede ver como tpico un artculo de Antonino Laviosa en l Nuoua Antnlogia de a 1929.P El descubrimiento de nuevos combustibles y nuevas energas motrices, as como de nuevas materias primas que transformar, tiene ciertamente gran importancia, porque puede cambiar la posicin de los Estados, pero no determina el movimiento histrico, etctera. Sucede a menudo que se combao el economismo histrico creyendo combatir el materialismo histrico. Este es el caso, por ejemplo, de un articulo del Avenir de Pars del 10 de octubre de 1930 (reproducido en la Rassegna Settamanaie della Stampa Estera del 21 de octubre de 1930, pp. 23034) y que se cita como tpico: "Se nos dice desde hace mucho tiempo, pero sobre todo despus de la guerra, que las cuestiones de inters d e minan a los pueblos y hacen avanzar al mundo. Son los marxistas quienes han inventado esta tesis bajo el apelativo un poco doctrinario de 'materialismo histrico'. En el marxismo puro los hombres tomados en masa no obedecen a las pasiones, sino a las necesidades econmicas. La poltica es una pasin. La patria es una pasin. Estas dos ideas exigentes no gozan en la historia ms que de una funcin de apariencia porque en realidad la wida de los pueblos, en el curso de los siglos, se explica con un juego cambiante y siempre renovado de causas de orden material. La economa lo es todo. Muchos filsofos y economistas burgueses han hecho suyo este sonsonete. Adoptan cierto aire de explicarse, a base de la situacin de los granos, de los petrleos o del caucho, la gran poltica internacional. Se las ingenian para demostrarnos que toda la diplomacia est dominada por cuestiones de tarifas aduanales y de precios de costo. Estas explicacic-
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nes estn muy en boga. Tienen una pequea apariencia cientfica y proceden de una especie de escepticismo superior que quem'a pasar por elegancia suprema. <Lapasin en poltica exterior? $1 sentimiento en materia nacional? Nada de eso! Esto slo es bueno para gente comn. Los g~andes espritus, los iniciados saben que todo est dominado por el dar y el tener. Ahora bien, sta es una seudoverdad absoluta. Es completamente falso que los pueblos no se dejen guiar ms que por consideraciones de inters y es completamente cierto que obedecen uns que nunca al sentimiento. El materialismo histrico es una buena tontera. Las naciones obedecen> sobre todo a consideraciones dictadas por un deseo y una fe ardiente de prestigio. Quien no comprende esto no comprende nada".1 La continuacin del artculo (titulado "La mana del prestigio") da como ejemplo las polticas alemana e italiana, que seran de "prestigio" y no dictadas por intereses materiales. El artcuio encierra brevemente gran parte, de las ideas ms rriviales de polmica contra la filosofia de la praxis, pero en realidad la polmica es contra el economismo deshilvanado de tipo loriano. Por otra parte, el autor no est muy fuerte en el tema incluso en otros aspectos: no comprende que las "pasiones" pueden no ser otra cosa ms que un sinnimo de los intereses econmicos y que es difcil sostener que la actividad poltica sea un estado permanente de exasperacin pasional y de espasmo; precisamente la poltica francesa es presentada como una "racionalidad sistemtica y coherente, o sea depurada de todo elemento pasional, etctera. En su forma ms difundida de supersticin economicista, la filosofia de la praxis pierde gran parte de su expansividad cultural en la esfera superior del grupo intelectual, en comparacin con la que adquiere entre las masas populares I y entre los intelectuales de poca talla, que no pretenden fatigarse el cerebro pero quieren parecer astutsimos, etctera. Como escribi Engels, a muchos les resulta muy cmodo creer que pueden tener, a poco precio y con ninguna fatiga, en el bolsillo toda la histu ria y toda la sabiduria poltica y filosfica concentrada en unas cuantas formulitas." Habiendo olvidado que la tesis segn la cual los hombres adquieren conciencia de los conflictos fundamentales en el terreno de las ideologas no es de carcter psicolgico o moralista, sino que tiene un carcter orgnico gnoseolgico, se ha creado la forma matis de considerar la poltica y por lo tanto la historia como un continuo march de dupes, un juego de ilusionismo y de prestidigitacin. La actividad "crtica" se ha reducido a revelar trucos, a suscitar escndalos, a pedir cuentas a los hombres representativos. Se ha olvidado as que siendo o presumiendo de ser tambin el "economismo" un canon objetivo de interpretacin (objetivo-cientfico),la in45
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vestigacin en el sentido de los intereses inmediatos debe ser vlida para todos los aspectos de la historia, para los hombres que representan la "tesis" tanto como para aquellos que representan la "anttesis". Se ha olvidado adems otra proposicin de la filosofa de la praxis: la de que las "creencias populares" o las creencias del tipo de las creencias populares tienen la validez de las fuerzas materiales." Los errores de interpretacin en el sentido de la bsqueda de los intereses "srdidamente judaicos" han sido a veces groseros y cmicos y por lo mismo han reactuado negativamente sobre el prestigio de la doctrina original. Por lo tanto hay que combatir el economismo no slo en la te* ra de la historiograia, sino tambin y especialmente en la teora y en la prctica polticas. En este campo la lucha puede y debe librarse desarrollando el concepto de hegemona, tal como ha sido librada prcticamente en el desarrollo de la teora del partido poltico y en el desarrollo prctico de lavida de determinados partidos polticos (la lucha contra la teora de la llamada revolucin permanente, a la que se contrapona el concepto de dictadura democrtico-revolucionaria," laimportancia del apoyo dado a las ideologas constituyentistas,etctera). Se podra hacer una investigacin sobre los juicios emitidos a medida que se desarrollaban ciertos m* vimientos polticos, tomando como tipo el movimiento boulangerista (desde 1886 hasta el 1890 aproximadamente), o el proceso Dreyfus o incluso el golpe de Estado del 2 de diciembre (un anlisis del libro clsico sobre el 2 de diciembre," para estudiar qu importancia relativa se le da al factor econmico inmediato y qu lugar, por el contrario, tiene el estudio concreto de las "ideologas"). Frente a este evento, el economismo se plantea la pregunta: ?a quin beneficia inmediatamente la iniciativa en cuestin? y responde con un razonamiento tan simplista como paralgico. Beneficia inmediatamente a una cierta fraccin del grupo dominante y, para no errar, esta eleccin cae sobre aquella fraccin que evidentemente tiene una funcin progresista y de control sobre el conjunto de las fuerzas econmicas. Se puede estar seguros de no equivocarse porque necesariamente, si el movimiento bajo examen llega al poder, antes o d e s pus la fraccin progresista del grupo dominante acabar por conuolar el nuevo gobierno y por hacer de l un instrumento para orientar en su propio beneficio el aparato estatal. Se trata pues de una infalibilidad muy barata y que no slo no tiene significado terico, sino que tiene poqusimo alcance poltico y eficacia prctica: en general no produce ms que prdicas mordistas y cuestiones personales interminables. Cuando un movimiento de tipo boulangerista se produce, el anlisis 13 debera ser condu l cido realistamente segn esta lnea: 11 contenido social de la masa que se adhiere al movimiento; 21 qu funcin tena esta
masa en el equilibrio de fuerzas que v a transformndose como lo demuestra el nuevo movimiento con su nacimiento mismo?; 31 las reivindicaciones que los diigentes presentan y que encuentran consenso, ?qu significado tienen poltica y socialmente?,a qu exigencias efectivas cw rresponden?; 41 examen de la correspondencia de los medios con el fin propuesto; 51 slo en ltimo anlisis, y presentada en forma poltica y no moralista, se expone la hiptesis de que tal movimiento necesariamente ser desnaturalizado y servir a fines muy distintos de los que las multitudes seguidoras esperan. Por el contrario, esta hiptesis es afirmada preventivamente cuando ningn elemento concreto (esto es, que parezca tal con la evidencia del sentido comn y no por un anlisis "cientfico" esotrico) existe an para sustentarla, de modo que aparece como una acusacin moralista de doblez y mala fe o de poca astucia, de estupidez (para los partidarios). As, la lucha poltica se convierte en una serie de hechos personales entre quienes se las saben todas, teniendo al diablo en el bolsillo, y quien es burlado por sus propios dirigentes y no quiere convencerse de ello por su incurable estupidez. Por lo dems, mientras estos movimientos no alcanzan el poder, se puede siempre pensar que hcasan y algunos de hecho han fracasado (el boulangerismo, que ha fracasado como tal y luego ha sido aniquilado definitivamente con el movimiento dreyfusista, el movimiento de Georges Valois, el del general Gayda); la bsqueda debe pues dirigirse a la identificacin de los elementos de fuerza, pero tambin de los elementos de debilidad que aqullos contienen en su seno: la hiptesis "economista" arma un elemento inmediato de fuerza, o sea la disponibilidad de cierta aportacin financiera directa o indirecta (un gran peridico que apoye al movimiento es tambin una aportacin fmanciera indirecta) y basta. Demasiado poco. Tambin en este caso el anlisis de los diversos grados de relacin de las fuenas no puede cuiminar ms que en la esfera de la hegemona y de las relaciones ticepolticas.
Cfr. Cuadcrno 4
8 <19> Elementos para calcular lajerarqua de poder entre los Estados: 11 extensin del temtorio, 21 fuerza econmica, 31 fuerza militar. El mw do como se maniesta el ser gran potencia es dado por la posibilidad de imprimir a la actividad estatal una direccin autnoma, cuya influencia y repercusin deben sufrir los otros Estados: la gran potencia es potencia hegemnica,jefe y gua de un sistema de alianzas y de acuerdos de mayor
o menor extensin. La fuerza militar resume el valor de la extensin territorial (con una poblacin adecuada, naturalmente) y del potencial econmico. En el elemento temtorial debe considerarse en concreto la posicin geoWca En la fuerza econmica hay que distinguir la capacidad industrial y agrcola (fuerzas productivas) de la capacidad fmanciera. Un elemento "imponderahle" es la posicin "ideolgica" que un pas ocupa en el mundo en cada momento dado, en cuanto considerado representante de las fuerzas progresistas de la historia (ejemplo de Francia durante la Revolucin de 1789 y el periodo napolenico). Estos elementos son calculados en la perspectiva de una guerra. Tener todos los elementos que, en los lmites de lo previsible, dan seguridad de victoria, significa tener un potencial de presin diplomtica de gran p u tencia, o sea significa obtener una parte de los resultados de una guerra Gctoriosa sin necesidad de combatir.
Cfr. Cuodmo 4 (XUI), p. 38 bis.
dO, Charles Benoist en el prefacio a Le Machioulisme, primera parte: Auant Machiauel (Pars,Plon, 1907) escribe: "Hav maquiavelismo y maquia1 " velismo: hay un maquiavelismo verdadero y un'maq&avelismo f h ; Lay I 3 un maquiavelismo que es de Maquiavelo y un maquiavelismo que es a veces de los discnulos. ms a menudo de los enemieos de Maauiavelo: hav u , , ya dos, inclusokes maquiavelismos, el de Maquiavelo, el de 16smaquiavelistas y el de los antimaquiavelistas; pero he aqu un cuarto: el de aquellos que jams han ledo una lnea de Maquiavelo y que se sirven disparatadamente de los verbos (!), de los sustantivos y de los adjetivos derivados de su nombre. Por ello Maquiavelo no debe ser considerado responsable de aquello que despus de l el primero o el ltimo recin llegado se complacen en hacerle decir".' Un poco presuntuoso el seor Charles Benoist La innovacin fundamental introducida por la filosofa de la praxis en la ciencia de la polhca y de la historia es la demostracin de que no existe una "naturaleza humana" abstracta, fija e inmutable (concepto que ciertamente se deriva del pensamiento religioso y de la trascendencia) sino que la naturaleza humana es el conjunto de relaciones sociales histricamente determinadas, o sea un hecho histrico averiguable, dentro de ciertos lmites, con los mtodos de la fdologa y de la crtica. Por lo tanto, la ciencia poltica debe ser concebida en su contenido concreto (y tambin en su formulacin lgica) como un organismo en desarrollo. Debe observarse sin embargo que el planteamiento dado por Maquiavelo a la cuestin de la poltica (esto es, la afirmacin implcita en sus escritos de
que la poltica es una actividad autnoma que <tiene>sus principios y leyes distintas de las de la moral y la religin, proposicin que tiene gran alcance filosfico porque implcitamente renueva la concepcin de la mw ral y la religin, o sea renueva toda la concepcin del mundo) es toda\a discutida y contradicha hoy, no ha logrado convertirse en "sentido ccmn". :Qu significa esto? :Significa slo que la revolucin intelectual y moral cuyos elementos se hallan contenidos en embrin en el pensamiento de Maquiavelo no se ha realizado todava, no se ha convertido en forma pblica y manifiesta de la cultura nacional? :O bien tiene un simple significado poltico actual, sirve para indicar la separacin existente entre gobernantes y gobernados, para indicar que existen dos culturas, la de los gobernantes y la de los gobernados, y que la clase dirigente, como la Iglesia, tiene su propia actitud con respecto a los simples, dictada por la necesidad de no alejarse de ellos por una parte, y por la otra de mantenerlos en la conviccin de que Maquiavelo no es otra cosa que una aparicin diablica? Se plantea as el problema del significado que Maquiavelo tuvo en su poca y de los fines que se propona al escribir sus libros y especialmente El Kncipe. La dochina de Maquiavelo no era, en su pw ca, una cosa puramente "lihresca", un monopolio de pensadores aislados, un libro secreto que circulara entre iniciados. El estilo de Maquiavelo no es el de un tratadista sistemtico, como los hubo en la Edad Media y en el Humanismo, todo lo connario: es estilo de hombre de accin, de quien quiere impulsar a la accin, es estilo de "manifiesto"de partido. La interpretacin 'Inoralista" dada por Foscolo es indudablemente equivw cada, sin embargo es cierto que Maquiavelo reve6 alguna cosa y no slo teoriz lo real; pero cul era la finalidad del revelar? Un fin moralista o poltico? Se suele decir que las normas de Maquiavelo para la actividad poltica "se aplican, pero no se dicen"; los grandes polticos, se dice, ccmienzan por maldecir a Maquiavelo, por declararse antimaquiavlicos, precisamente para poder aplicar sus normas "santamente". No habr sido Maquiavelo poco mal quiavlico, uno de aquellos que "saben el juego" y tontamente lo ensean, mientras que el maquiavelismo vuigar ensea a hacer lo contrario? La armacin de Croce de que siendo el maquiavelis mo una ciencia, sirve tanto a los reaccionarios como a los democrticos, as como el arte de la esgrima sirve tanto a los gentilhombres como a los bribones, para defenderse y asesinar, y que en tal sentido hay que entender el juicio de Foscolo, es verdadera en abstracto.' Maquiavelo mismo seala que las cosas que escribe son aplicadas y han sido siempre aplicadas por los ms grandes hombres de la historia; no parece por lo tanto que quiera sugerir a quien ya sabe, ni su estilo es el de una desinteresada actividad cientfica (cfr. en una de las pginas precedentes cuanto se escribe
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a propsito de la invocacin final del Aincipey del oficio que puede ejercer con respecto a toda la obra),' ni puede pensarse que haya llegado a sus tesis de ciencia poltica por la va de la especulacin filosfica, lo que en esta materia particular tendra algo de milagroso en su poca, siendo que incluso hoy encuentra tantos obstculos y oposicin. Puede por lo tanto suponerse que Maquiavelo tena en mente a "quien no sabe", que pretenda dar educacin poltica a "quien no sabe", educacin poltica no negativa, de odiador de tiranos, como parece entender Foscolo, sino p* sitiva, de quien debe reconocer necesarios determinados medios, aunque sean propios de tiranos, porque quiere determinados fines. Quien ha nacido en la tradicin de los hombres de gobierno, por todo el conjunto de la educacin que absorbe del ambiente familiar, en el que predominan los intereses dinsticos o pauimoniales, adquiere casi automticamentelas caractensticas del poltico realista. iQuin es, pues, el que "no sabe"? La clase revolucionaria de la poca, el "pueblo" y la "nacin" italiana, la democracia citadina que hace brotar de su seno a los Savonarola y los Pier Soderini y no a los Castruccio y los Valentino. Se puede considerar que Maquiavelo quiere persuadir a estas fuerzas de la neccsidad de tener un %fee"que sepa lo que quiere y cmo obtener lo que quiere, y aceptarlo con entusiasmo aunque sus actos pueden ser o parecer opuestos a la ideologa difundida en su poca, la religin. Esta posicin de la poltica de Maquiavelo se repite para la filosoa de la praxis: se repite la necesidad de ser "antimaquiavlicos", desarrollando una teona y una tcnica de la poltica que pueden seMr a las dos partes en lucha, por ms que se piensa que acabarn por servir especialmente a la parte que "no saba", porque se piensa que en ella existe la fuerza progresista de la historia y de hecho se obtiene inmediatamente un resultado: el de quebrantar la unidad basada en la ideologa tradicional, sin cuya ruptura la fuerza nueva no podra adquirir conciencia de su propia personalidad independiente. El maquiavelismo ha servido p a n mejorar la tcnica poltica tradicional de los grupos dirigentes conservadores, as como la poltica de la fosofia de la praxis; esto no debe enmascarar su carcter esencialmente revolucionario, que se siente incluso hoy y explica todo el antimaquiavelismo, desde el de los jesuitas hasta el pietista de P. Viari.
Cfr. CuodertlD4 (XIII), pp. 49 bis-50 bis,
8 <21> Contina sobre el Nuevo Prncipe. Se ha dicho' que el protagonista del Nueuo Ifincipeno podra ser en la poca moderna un hroe per-
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sonal, sino el partido poltico, o sea en cada ocasin y en las diversas relaciones internas de las diversas naciones, aquel detenninado partido que pretende (y es racional e histricamente fundado para este fin) fundar un nuevo tipo de Estado. Debe observarse cmo en los regmenes que se postulan como totalitarios, la funcin tradicional de la institucin de la corona es en realidad asumil da por el partido determinado, que tambin es totalitario precisamente porque desempefia tal funcin. Si bien cada partido es expresin de un grupo social y de un solo grupo social, sin embargo determinados partidos representan precisamente un solo grupo social en ciertas condiciones dadas, en cuanto que ejercen una funcin de equilibrio y arbitraje entre los intereses de su propio grupo y los otros grupos, y procuran que el desarrollo del grupo representado se produzca con el consenso y la ayuda de los grupos aliados, si no es que tambin de los grupos decididamente adversarios. La frmula constitucional del rey o del presidente de repblica que "reina y no gobierna" es la frmula jurdica que expresa esta funcin de arbitraje; la preocupacin de los partidos constitucionales de no "descubrir" a la corona o al presidente, las frmulas sobre la no responsabilidad, para los actos de gobierno, del jefe del Estado, sino sobre la responsabilidad ministerial, son la casustica del principio general de tutela de la concepcin de la unidad estatal, del consenso de los gobernados a la accin estatal, cualquiera que sea el personal inmediato de gobierno y su partido. Con el partido totalitario estas frmulas pierden significado y son por lo tanto disminuidas las instituciones que funcionaban en el sentido de tales frmulas; pero la funcin misma es incorporada por el partido, que exaltar el concepto abstracto de "Estado"y buscar por diversos medios dar la impresin de que la funcin "de fuerza imparcial" es activa y eficaz.
Cfr. Cuaderno 4
14&
<22> Biblwgrafia. En una resea de Giuseppe Tarozzi del le' tomo de la Cumtiturione ruma de Mano Sertoli (Florencia,Le Monnier, 1928,en 8", pp. 435,50 liras) publicada por la I t d a che Scriue, se cita un libro de Vorlnder, VonMachiavelli bis Lenin, sin otra indicacin.' (Habr ue ver la resena sobre la literatura maquiavelica ms reciente p 6 a h 9 por , . los Nuoui Studi.)' ," '\.
Cfr. Cuaderno 4
(m), 60. p.
8 Q3> Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de lospartidospoIticos en periodos de crisis orgnica (a vincular con las notas sobre las situaciones y las relaciones de Fuerza).' En cierto punto de su vida histrica los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales, o sea que los partidos tradicionales en aquella determinada forma organizativa, con aquellos determinados hombres que los constituyen, los representan y los dirigen no son ya reconocidos como su expresin por su clase o fraccin de clase. Cuando estas crisis tienen lugar, la situacin inmediata se vuelve delicada y peligrosa, porque el campo queda abierto a soluciones de fuerza, a la actividad de potencias oscuras representadas por los hombres providenciales o cansmticos. :Cmo se crean estas situaciones de oposicin entre representantes y representados,que del terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo electoral-parlamentario, organizacin periodstica) se refleja en todo el organismo estatal, reforzando la posicin relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de la alta fmanza, de la Iglesia y en general de todos los organismos relativamente independientes de las fluctuaciones de la opinin pblica? En cada pas el proceso es distinto, si bien el contenido es el mismo. Yel contenido es la crisis de hegemona de la clase dirigente, que se produce ya sea porque la clase dirigente ha fracasado en alguna gran empresa poltica para la que ha solicitado o impuesto con la fuerza el consenso de las 15 mandes masas (como la werra) o porque vastas masas (espelcialmente . de campesinos de pequ&ioburgueses helectuales) han pkado de golpe de la pasividad poltica a una cierta actividad y plantean reivindicaciw Les que en su conjnto no orgnico constituyen una revolucin. Se habla de "crisis de autoridad" y esto precisamente es la crisis de hegemona, o crisis del Estado en su conjunto. La crisis crea situaciones inmediatas peligrosas, porque los diversos e s tratos de la poblacin no poseen la misma capacidad de orientarse rpidamente y de reorganizarse con el mismo rifmo. La clase tradicional dirigente, que tiene un numeroso personal adiestrado, cambia hombres y programas y reabsorbe el control que se le estaba escapando con una celeridad mayor que la que poseen las dases subalternas; hace incluso sacrificios, se expone a un futuro oscuro con promesas demaggicas, pero conserva el poder, lo refuerza por el momento, y se sirve de l para aniquilar al adversano y dispersar a su personal de direccin, que no puede ser muy numeroso ni muy adiesuado. El hecho de que las tropas de muchos partidos pasen a colocarse bajo la bandera de un partido nico que mejor represente y resuma las necesidades de toda la clase es un fenmeno orgnico y normal, aunque su ritmo sea rapidsimo y casi fulminante en comparacin con tiempos tranquilos: representa la fusin de todo un
grupo social bajo una direccin nica considerada la nica capaz de resolver un problema dominante existencia1 y de alejar un peligro mortal. Cuando la crisis no encuentra esta solucin orgnica, sino la del jefe carismtico, significa que existe un equilibrio esttico (cuyos factores pueden ser dispares, pero en el que prevalece la inmadurez de las fuerzas progresistas), que ningn grupo, ni el conservador ni el progresista, tiene la fuerza necesaria para la victoria* y que incluso el grupo conservador tiene necesidad de un amo (cfr. El 18 brumano &Luis Napokn) .' Este orden de fenmenos est \lnculado a una de las cuestiones ms importantes que conciernen al partido poltico, a saber, la incapacidad del partido para reaccionar contra el espritu de hbito, contra las tendencias a momificarse y a volverse anacrnico. Los partidos nacen y se con* tituyen en organizacin para dirigir la situacin en momentos histricamente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas pocas, no siempre saben desarrollarse segn se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posicin relativa de sus clases) en el pas determinado o en el campo internacional. Al analizar estos desarrollos de los partidos hay que distinguir: el grupo social; la masa del partido; la burocracia y el estado mayor del partido. La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora ms peligrosa; si sta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en s mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrnico, y en los momentos de crisis aguda queda vaco de su contenido social y queda como apoyado en el aire. Se puede ver lo que sucede a una serie de Partidos alen&es por la expansi& del hitlerisko. Los partidos francesei son un campo rico para tales investigaciones: todos eos estn momificados v son anacrnicos. documentos histric~nolticos las dide versas fases de la historia francesa pasada, cuya terminologa envejecida repiten: su crisis puede volverse an ms catastrfica que la de los partidos alemanes. Al examinar este orden de acontecimientos suele descuidarse el dar su justo lugar al elemento burocrtico, civil y militar, y no se tiene presente, adems, que en tales anlisis no deben entrar slo los elementos militares y burocrticos en I accin, sino los estratos sociales en los que, en los con- IS* juntos estatales dados, la burocracia es tradicionalmente reclutada. Un movimiento poltico puede ser de carcter militar aunque el ejrcito como tal no participe en l abiertamente; un gobierno puede ser de carcter militar aunque el ejrcito como tal no participe en el gobierno. En de-
= En el manuscrito el texto contiene una palabra ilegible, aqu integrada segn el sentido.
terminadas situaciones puede suceder que convenga no "descubrir" al ejrcito, no hacerlo salir de la constitucionalidad,no Ilew la poltica entre los soldados, como se dice, para mantener la homogeneidad entre oficiales y soldados en un terreno de aparente neutralidad y superioridad sobre las facciones; no obstante es el ejrcito, o sea el Estado Mayor y la oficiaiidad, quien determina la nueva situacin y la domina. Por otra parte, no es cierto que el ejrcito, segn las constituciones, no debaa nunca hacer poltica; el ejrcito debena precisamente defender la constitucin, o sea la forma legal del Estado, con las instituciones conexas; por eso la Llamada neutralidad significa solamente apoyo a la parte retrgrada, pero en tales situaciones es preciso plantear as la cuestin para impedir que en el ejrcito se reproduzca el desacuerdo del pas y con ello desaparezca el poder determinante del Estado Mayor por la disgregacin del instrumento militar. Todos estos elementos de obser~acin ciertamente no son absolutos, en los diversos m o mentos histricos y en los diversos pases tienen pesos muy distintos. La primera investigacin a hacer es sta: ?existe en un determinado pas un estrato social difuso para el cual la carrera burocrtica, civil y militar, sea un elemento muy importante de vida econmica y de afumacin , poltica (participacinefectiva en el poder, aunque sea indirectamente, por "extorsin")?En la Europa moderna este estrato se puede identiiicar en la burguesa rural mediana y pequea que est ms o menos difundida en los distintos pases segn el desarrollo de las fuerzas industriales por una parte y de la reforma agraria por la otra. Ciertamente la carrera burocrtica (civil y militar) no es un monopolio de este estrato social, sin emhargo le es particularmente adecuada por la funcin social que este estrato desempea y por las tendencias sicolgicas que la funcin determina o favorece; estos dos elementos dan al conjunto del grupo social cierta homo geneidad y energa de directivas, y por lo tanto un ~ a l o poltico y una r funcin a menudo decisiva en el conjunto del organismo social. Los elementos de este grupo social estn habituados a mandar directamente a ncleos de hombres aunque sean exiguos y a mandar "polticamente",no "econmicamente"; o sea que en su arte de mando no existe la aptitud para ordenar las "cosas", para ordenar "hombres y cosas" en un todo orgnico, como sucede en la produccin industrial, porque este grupo no tiene funciones econmicas en el sentido moderno de la palabra. Tiene una renta porque jundicamente es propietario de una parte del suelo nacional y su funcin consiste en impedirle "polticamente" al campesino cultivador el mejoramiento de su propia existencia, porque todo mejoramiento de la posicin relativa del campesino sera catastrfico para su po-
En el manuscrito: "deban"
sicin social. La miseria crnica y el trabajo prolongado del campesino, con el consiguiente embrutecimiento, son para aquel grupo una necesidad primordial. Por eso despliega la mxima energa en la resistencia y el contraataque a cada mnimo intento de organizacin autnoma del trabajo campesino y a cada movimiento cultural campesino que salga de los limites de la religin oficial. Este grupo social encuentra sus lmites y las razones de su ntima debilidad en su dispersin territorial y en la "inhomogeneidad que est ntimamente vinculada a tal dispersin; esto explica tambin otras caractersticas: la volubilidad, la multiplicidad de los sis temas ideolgicos seguidos, la misma I extraeza de las ideologas a veces seguidas. La voluntad est dirigida hacia un fin, pero es tarda y requiere, por lo general, de un largo proceso para cenuaikuarse organizativa y polticamente. El proceso se acelera cuando la "voluntad" especfica de este grupo coincide con lavoluntad y los intereses inmediatos de la clase alta; no slo el proceso se acelera, sino que se manifiesta inmediatamente la "fuerza militar" de este estrato, que a veces, organizado, dicta leyes a la clase alta, al menos por lo que respecta a la "forma" de la solucin, si no es que al contenido. Se ven funcionar as las mismas leyes que fueron indicadas' para las relaciones ciudad-campo con respecto a las clases subalternas: la fuerza de la ciudad automticamente se convierte en fuerza del campo, pero porque en el campo los conflictos asumen inmediatamente una forma aguda y "personal", por la ausencia de mrgenes econmicos y por la normalmente ms pesada compresin ejercida de arriba hacia abajo, as en el campo los contraataques deben ser ms rpidos y decididos. Este grupo comprende y ve que el origen de sus problemas est en la ciudad, en la fuerza de la ciudad y por eso comprende que "debe" dictar la solucin a las clases altas urbanas, a fin de que el foco principal sea apagado, aunque tal cosa a las clases altas urbanas no les convenga inmediatamente o porque sea demasiado dispendioso o porque sea peligroso a largo plazo (estas clases ven ciclos de desarrollo ms amplios, en los que es posible maniobrar y no slo el inters "fisico"inmediato). En este sentido debe entenderse la funcin directiva de este estrato y no en sentido absoluto; sin embargo no es poca cosa. Un reflejo de este grupo se ve en la actividad ideolgica de los intelectuales conservadores, de derecha. El libro de Gaetano Mosca Teoretica da' g o b a i e p u m a parlamentare (2a ed. de 1925, la ed. de 1883)' es ejemplar a este respecto; desde 1883 Mosca estaba aterrorizado por un posible contacto entre la ciudad y el campo. Mosca, por su posicin defensiva (de contraataque) comprenda mejor en 1883la tcnica de la poltica de las clases subalternas que lo que la comprendan, incluso muchas dcadas d e s pus, los representantes de estas fuerzas subalternas incluso urbanas.
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(Debe observarse cmo este carcter "militar" del grupo social en cuestin, que era tradicionalmente un reflejo espontneo de ciertas condiciones de existencia, es ahora conscientemente educado y predispuesto orgnicamente. En este movimiento consciente entran los esfuerzos sistemticos para hacer surgir y para mantener establemente asociaciones diversas de militares en reserva y de ex combatientes de diversos cuerpos y armas, especialmente de oficiales, que estn ligados a los Estados Mayores y pueden ser movilizados oportunamente sin necesidad de movilizar el ejrcito de leva, que mantendra as su carcter de resena en alerta, reforzada e inmunizada por la descomposicin poltica de estas fuerzas "privadas" que no podrn dejar de influir en su "moral", sostenindola y robustecindola. Se puede decir que tiene lugar un movimiento del tipo "cosaco", no en formaciones escalonadas a base de los lmites de la nacionalidad, como suceda con los cosacos zaristas, sino a base de los "lmites" del grupo social.) En toda una serie de pases, por lo tanto, la influencia del elemento militar en la vida estatal no significa slo influencia y peso del elemento tcnico militar, sino influencia y peso del estrato social en el que el elemento tcnico militar (especialmente los oficiales subalternos) tiene especialmente su origen. Esta serie de observaciones son indispensables para analizar el aspecto ms ntimo de aquella determinada forma poltica que se suele iiamar cesarismo y bonapartismo, para distinguirla de otras formas en las que el elemento tcnico militar, como tal, predomina en formas quiz an ms visibles y exclusivas. Espaa y Grecia ofrecen dos ejemplos tpicos, con rasgos semejantesy diferentes. En Espaa hay que tomar en cuenta algunos detalles: gran nmero y escasa densidad de la poblaIsa cin 1 campesina. Entre el noble latifundista y el campesino no existe una numerosa burguesa rural, por lo tanto escasa importancia de la oficialidad subalterna como fuerza en s misma (por el contrario tena cierta importancia antagnica la oficialidad de las armas instruidas, artillera e ingenieros, de origen burgus urbano, que se opona a los generales y trataba de tener una poltica propia). Los gobiernos militares son, por lo tanto, gobiernos de "grandes" generales. Pasividad de las masas campesinas como ciudadana y como tropa. Si en el ejrcito se produce dic gregacin poltica, es en sentido vertical, no horizontal, por la competencia de las camarillas dirigentes: la tropa se escinde para seguir a los jefes en lucha recproca. El gobierno militar es un parntesis entre dos gobiernos constitucionales;el elemento militar es la reserva permanente del orden y de la conservacin, es una fuerza poltica que opera en "forma pblica" cuando la 'legalidad'' est en peligro. Lo mismo sucede en Grecia con la diferencia de que el territorio griego est desparramado en un sis-
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islas que una parte poblacin ms - . ,yema de en elymar, lo que hacede la fcil la inuiga y enrgica y activa est siempre ms el complot militar; el campesino griego es pasivo como el espaol, pero en el cuadro de la poblacin total, el griego es ms enrgico y activo siendo maiinero y casi siempre alejado de su centro de vida poltica, la pasividad general debe ser analizada de otra manera y la solucin del problema no puede ser la misma (los fusilamientos ocurridos en Grecia hace algunos aos, de los miembros de un gobierno derrocado, probablemente pueden explicarse como un estallido de clera de este elemento enrgico y activo que quiso dar una sangrienta leccin). Lo que debe observarse especialmente es que en Grecia y en Espaiia la experiencia del gobierno militar no ha creado una ideologa poltica y social permanente y formalmente orgnica, como por el contrario sucede en los pases potencialmente bonapartistas por as decirlo. Pero las condiciones histricas generales de los dos tipos son las mismas: equilibrio de los grupos urbanos en lucha, que impide el juego de la democracia 'hormal", el parlamentarismo; es distinta sin embargo la influencia del campo en este equilibrio. En pases como Espaa, el campo, completamente pasivo, permite a los generales de la nobleza terrateniente servirse polticamente del ejrcito para restablecer el equilibrio en peligro, o sea el predominio de los grupos altos. En otros pases el campo no es pasivo, pero su movimiento no est polticamente coordinado con el urbano: el ejrcito debe permanecer neutral porque es posible que de otra manera se disgregue horizontalmente (permanecer neutral hasta cierto punto, se entiende), y entra por el contrario en accin la clase militar-burocrtica que con medios militares sofoca el movimiento en el campo (inmediatamente ms peligroso), en esta lucha encuentra cierta unificacin poltica e ideolgica, encuentra aliados en las clases medias urbanas (medias en sentido italiano) reforzadas por los esnidiantes de origen rural que estn en la ciudad, impone sus mtodos polticos a las clases altas, que deben hacerles muchas concesiones y permitir una determinada legislacin favorable; en suma, consigue permear el Estado con sus intereses hasta cierto punto y sustituir una parte del personal dirigente, sin dejar de mantenerse m a d a en el desanne general y contemplando el peligro de una guerra c i d entre sus propios miembros armados y el ejrcito de leva si la clase alta muesua demasiadas veleidades de resistencia. Estas observaciones no deben ser concebidas como esquemas rgidos, sino slo como criterios prcticos de interpretacin histrica y poltica. En el anlisis concreto de acontecimientos reales las formas histricas son individuales y casi "nicas". Csar representa una combinacin de circunstancias reales muy distinta de la representada por Napolen 1, como Primo I de Rivera de la de Zivkovich, etctera.
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En el anlisis del tercer grado o momento del sistema de las relaciones de fuerza existentes en una determinada situacin, se puede recurrir tilmente al concepto que en la ciencia militar se llama de la "coyuntul-aestratgica", o sea, con ms precisin, del grado de preparacin estratgica del teatro de la lucha, uno de cuyos principales elementos es dado por las condiciones cnalitativas del personal dirigente y de las fuerzas activas que se pueden llamar de primera lnea (incluidas en stas las de asalto). El grado de preparacin estratgica puede dar la victoria a fuerzas "aparentemente" (o sea cuantitativamente) inferiores a las del adversario. Puede decirse que la preparacin estratgica tiende a reducir a cero los llamados "factores imponderables",o sea las reacciones inmediatas, de sorpresa, por parte, en un momento dado, de las fuerzas tradicionalmente inertes-ypasivas. Entre los elementos de la preparacin de una coyuntura estratgica favorable deben incluirse precisamente aquellos considerados en las observaciones sobre la existencia y organizacin de una capa militar junto al organismo tcnico del ejrcito nacional. Otros elementos se pueden elaborar partiendo de este fragmento del discurso pronunciado en el Senado el 19 de mayo de 1932 por el ministro de la guena general Gazzera (cfr. Co&e della Sera del 20 de mayo): "El rgimen de disciplina de nuestro Ejrcito por virtud del Fascismo resulta hoy una norma directiva que tiene valor para toda la Nacin. Otros ejrcitos han tenido y todava conservan una disciplina formal y rgida. Noso tros tenemos siempre presente el principio de que el Ejrcito est hecho para la guerra y para ella debe prepararse; la disciplina de paz debe ser por lo tanto la misma de tiempos de guerra, que en tiempos de paz debe hallar su fundamento espiritual. Nuestra disciplina se basa en un espritu de cohesin entre losjefes y los subordinados que es fruto espontneo del sistema seguido. Este sistema ha resistido magnficamente durante una larga y duTsima guerra hasta la victoria; es mhto del Rgimen fascista el haber extendido a todo el ~ u e b l o italiano una uadicin disciolinaria tan insigne. De la disciplina de los individuos depende el xito de la concep cin estratgica y de las operaciones tcticas. La guerra ha ensenado muchas cosas, entre ellas que hay una separacin profunda entre la preparacin de paz y la realidad de la guerra. Cierto es que, cualquiera que sea la preparacin, las operaciones iniciales de la campaa ponen a los beligerantes ante problemas nuevos que dan lugar a sorpresas por ambas partes. Sin embargo, no hay que sacar la conclusin de que no es i tener tl una concepcin a priori y que ninguna enseanza puede derivarse de la guerra pasada. Se puede obtener de ella una doctrina de guerra que debe ser entendida con disciplina intelectual y como medio para promover modos de razonamiento no discordes y una uniformidad de lenguaje tal
que permita a todos comprender y hacerse comprender. Si, en ocasiones, la unidad de doctrina ha amenazado con degenerar en esquematismo, de inmediato se ha reaccionado prontamente, imprimiendo a la tctica, incluso por los progresos de la tcnica, una rpida renovacin. Tal reglamentacin, por lo tanto, no es esttica, no es tradicional, como algunos creen. La tradicin es considerada slo como fuerza y los reglamentos estn siempre en curso de revisin no por deseo de cambio, sino para poder adecuarlos a la realidad".' (Una ejempl'ficacin de "preparacin de la coyuntura estratgica" se puede encontrar en las 12.Iemoriu.s de Churchil, donde habla de la batalla de J~tlandia.)~ Un elemento que aiiadir al pargrafo del economismo, como ejemplificacin de las teoras llamadas de la intransigencia, es el de la rgida aversin de principio a los llamados compromisos, que tiene como manifestacin subordinada aquella que se I puede llamar el "miedo a los peligros". Que la aversin de principio a los compromisos est estrechamente vinculada al economismo est claro, en cuanto que la concepcin en que se funda esta aversin no puede ser sino la conviccin frrea de que existen para el desarrollo histrico leyes objetivas del mismo carcter de las leyes naturales,junto con, adems, la persuasin de un fmalismo fatalista de carcter semejante a l religioso: puesto que las condiciones favorables debern fatalmente darse y por ellas sern determinados, en forma un tanto misteriosa, acontecimientos paiingenticos, no slo resulta una inutilidad, sino un dao a toda iniciativa voluntaria tendiente a predisponer e s tas situaciones segn un plan. Junto a estas convicciones fatalistas est sin embargo la tendencia a confiarse "a continuacin" ciegamente y sin ningn criterio a la virtud reguladora de las armas, lo que sin embargo no carece totalmente de lgica y coherencia, porque se piensa que la intervencin de la voluntad es til para la destruccin, no para la reconstruccin (ya en acto en el momento mismo de la destruccin).La destruccin es concebida mecnicamente no como destruccin-reconstruccin.' En . tal - modo de pensar no se tiene en cuenta el factor "tiempo"y no se nene en cuenta, en ltimo anlisis, la misma "economa" en el sentido de que no se entiende cmo los Fechos ideol$cos de masas estn siempre retrasados con respecto a los fenmenos econmicos de masas y cmo, por lo tanto, en ciertos momentos, el impulso automtico debido al factor econmico es retardado, obstaculizado o incluso destruido momentneamente por elementos ideolgicos tradicionales, que por ello debe existir la lucha consciente y predispuesta para hacer "comprender" las exigencias de la posicin econmica de masas que pueden hallarse en oposicin a las directivas de los jefes tradicionales. Una -iniciaiiva poltica~apr-piada es siempre necesaria para liberar el i q u l s o e&mico de IaxKabas de
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T~ ~
la poltica tradiciond,.esto.es, para cambiar L d i o i ~ i n a poltica de ciertas fuerzas que es necesario absorber para~ealizar-rm-mwddwpe i s h trico economico-poltico homogneo, sin c o n t r a d i c s i a n e ~ r > ~ , y puesto que dos fuerzas "similares" no pueden fundu-se.eniuuiueworganismo ms que a travs de una serie de compromisos - . por-fuejza de - - - -- o las armas, alindolas >n u6 plan de alianza ~subor@nando una a la - - -~ .la otra por la coaccin, la cuestin es si se tiene esta f u e i ~ si es :'prohcy tivo" emplearla. Si la unin de dos fiierzas es necesaria para vencer a una tercera, el recurso a las armas y a la coaccin (dado que se tenga la disponibilidad) es una pura hiptesis metodolgica y la nica posibilidad concreta es el compromiso, porque la fuerza puede ser empleada contra los enemigos, no contra una parte de uno mismo que se quiere asimilar rpidamente y de la que se necesita la ^buena voluntad" y el entusiasmo. (Apropsito del "esti-ato militar" es interesante lo que escribe T. Tittw ni en los "Ricordi personali di politica interna", Nuova Antologia, 1' de abril-16 de abril de 1929. Recuerda Tittoni haber meditado sobre el hecho de que para reunir la fuerza pblica necesaria para hacer frente a los - . tumultos que haban estallado en una localidad, ha%a que desguarnecer otras reeiones: durante la semana roia de iunTo de 1914. uara rea'rimir los n movimientos de h c o n a se desguarneci a Rvena, en donde al prefecto, prixado de la fuerza pblica, tuvo que encerrarse en la Prefectura abandonando la ciudad a los revoltosos. "Numerosas veces me ocurri preguntarme qu hubiera podido hacer el Gobierno si un movimiento revolucionario hubiese estallado simultneamente en toda la pennsula." Tittoni propuso al Gobierno el enrolamiento de 2~oluntarios orden", del ex combatientes encuadrados como oficiales de la reserla. El proyecto de Tittoni pareci digno de consideracin, pero no tuvo con~ectiencias.)~
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Cfr Cuaderno 4 (XIII), p. 39; Cuaderno 7 (\'E), p. 41 bis; Cuaderna 4 (XIII), pp. 3 6 38 bis; C u o d m o 9 ( X W ) . pp. 30, 21-22, 3C-31.
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5 <24> A propsito de las confrontaciones entre los conceptos de guerra de maniobras y guerra de posiciones en el arte militar y los conceptos relativos en el arte poltico, debe recordarse el librito de Rosa traducido al italiano en 1919 por C. Aiessandri (traducido del francs) .' En ese librito se teorizan un poco apresuradamente y tambin superficialmente las experiencias histricas de 1905: de hecho Rosa descuid los elementos 'toluntarios" y organizativos que en aquellos sucesos fueron mucho ms difundidos y eficientes de lo que Rosa fue capaz de creer por cierto prejuicio suyo "economista y espontanesta". Sin embargo, este librito (y
otros ensayos de la misma autora) es uno de los documentos ms significativos de la teorizacin de la u euerra de maniobras a~licada arte ~oltico. al El elemento econmico inmediato (crisis, etctera) es considerado como la artiena de campo que en la guerra abra la brecha en la defensa enemiga, brecha suficiente para que las tropas propias hagan irrupcin y oktengan un munfo definitivo (estratgico) o al menos un xito importante en la directriz de la lnea estratgica. Naturalmente en la ciencia histrica la eficacia del elemento econmico inmediato es considerada mucho ms compleja que la de la artillera pesada& la guerra de maniobras, porque en este elemento era concebido como poseedor de un doble efecto: 11 abrir la brecha en la defensa enemiga despus de haber desorganizado y hecho perder la confianza en s mismo y en sus fuerzas y en su futuro al enemigo mismo; 21 organizar fulmiiantemente a las tropas propias, crear los cuadros, o al menos poner los cuadros existentes (elaborados hasta entonces por el proceso histrico general) fulminantemente en su puesto de encuadramiento por las tropas diseminadas; 31 crear fulminantemente la concenuacin ideolgica de la identidad del fin a alcanzar. Era una forma de frreo determinismo economista, con el agravante de que los efectos eran concebidos como rapidsimos en el tiempo y en el espacio; por eso era un autntico misticismo histrico, la expectativa de una especie de fulguracin milagrosa La observacin del general Krasnov (en su novela)' de que la Entente (que no quera una victoria de la Rusia imperial, para que no se resohiese definitivamente a favor del zarismo la cuestin oriental) impuso al Estado Mayor ruso la guerra de trincheras (absurda dada la enorme extensin del frente del Bitico basta el Mar Negro, con grandes zonas pantanosas y boscosas) mientras que la nica posible era la guerra de maniobras, es una simple estupidez. En realidad el ejrcito ruso intent la guerra de maniobras y de rompimiento, especialmente en el sector austriaco (pero tambin en Prusia oriental) y tuvo triunfos brillantsimos, aunque efimeros. La verdad es que no se puede elegir la forma de guerra que se quiere, a menos que se tenga inmediatamente una superioridad aplastante sobre el enemigo, y es sabido cuntas prdidas cost la obshacin de los Estados Mayores al no querer reconocer que la guerra de posiciones estaba "impuesta" por las relaciones generales de las fuerzas en conflicto. La guerra de posiciones no est constituida slo por las trincheras propiamente dichas, sino por todo el sistema organizativo e industrial del territorio que est a espaldas del ejrcito alineado, y es impuesta especialmena En el manuscrito: "mucho ms compleja que aquella que no sea la de la mi1le"a pesada".
te por el tiro rpido de los caones, de las ametralladoras, de los fusiles, por la concentracin de armas en un determinado punto, adems de por la abundancia del abastecimiento que permite sustituir rpidamente el material perdido tras una penetracin y una retirada. Otro elemento es la gran masa de hombres que participan en la accin, de valor muy desigual y que pueden operar solamente como masa. Se vio cmo en el frente oriental una cosa era hacer irrupcin en el sector alemn y otra cosa en el sector austriaco y cmo incluso en el sector austriaco, reforzado por tropas selectas alemanas y mandado por alemanes, la tctica de penetraisa cin acab en el desastre. Lo mismo se vio en la guerra polaca de 1920,l cuando la avanzada que pareca irresistible fue frenada ante Varsovia por el general Weygand sobre la lnea mandada por oficiales kanceses. Los mismos tcnicos militares que ahora se han empeado en la guerra de posiciones como antes se empearon en la de maniobras, ciertamente no sostienen que el tipo precedente deba ser considerado como cancelado por la ciencia; pero en las guerras entre Estados m& avanzados industrial y civilmente, aqul debe considerarse reducido a funcin tctica ms que estratgica, debe considerarse en la misma posicin en que estaba antes la guerra de asedio con respecto a la de maniobras. La misma reduccin debe suceder en el arte y en la ciencia poltica, al menos por lo que respecta a los Estados ms avanzados, donde la 'Sociedad civil" se ha vuelto una estructura muy compleja y resistente a las "irrupciones" catastrficas del elemento econmico inmediato (crisis, depresiones, etctera); las superestructuras de la sociedad civil son como el sistema de trincheras en la guerra moderna. As como en sta suceda que un encarnizado ataque de artillera pareca haber destruido todo el sistema defensivo adversano pero por el contrario slo haba destruido la superficie externa, y en el momento del ataque y del avance los asaltantes se encontraban frente a una lnea defensiva todava eficaz, lo mismo sucede en la poltica durante las grandes crisis econmicas; ni las tropas asaltantes, por efecto de la crisis, se organizan fulminantemente en el tiempo y en el espacio, ni mucho menos adquieren un espritu agresivo; a su vez los asaltados no se desme ralizan ni abandonan las defensas, aunque se encuentren entre ruinas, ni pierden la confianza en su propia fuerza y en su futuro. Las cosas, ciertamente, no quedan tal y como estaban, pero es verdad que se echa en falta el elemento de la rapidez, del tiempo acelerado, de la marcha p r e gresiva definitiva como se esperaban los estrategas del cadornismo poltico. El ltimo hecho de e2te tipo en la historia de la poltica fueron los acontecimientos de 1917. Estos marcaron un momento decisivo en la his toria del arte y la ciencia de la poltica. Se trata pues de estudiar con 'prw fundidad cules son los elementos de la sociedad civil que corresponden
a los sistemas de defensa en la guerra de posiciones. Se dice con "profundidad a propsito, porque aqullos han sido estudiados, pero desde puntos de vista superficiales y uiviales, como ciertos historiadores de las costumbres estudian las rarezas de la moda femenina, o desde un punto de vista "racionalista" o sea con el convencimiento de que ciertos fenmenos son destruidos tan pronto como se les explica "redistamente", como si fuesen supersticiones populares (que por lo dems tampoco stas se desnuyen con slo explicarlas). A este conjunto de problemas debe tincularse la cuestin del escaso xito obtenido por n u e m corrientes en el movimiento sindical. Un intento de iniciar una revisin de los mtodos tcticos habra dehido ser el expuesto por L. Davdoxlch Bronsteina en la cuarta reunin cuando hizo una comparacin entre el frente oriental y el occidental, aqul cay de inmediato pero fue seguido por luchas inauditas: en ste las luchas ocurrieron "antes". O sea que se tratara de si la sociedad c i d resiste antes o despus del asalto, dnde sucede esto, etctera. La cuertin, sin embargo, fue expuesta slo en forma literaria brillante, pero sin indicaciones de carcter prctico.'
Cfr. C u a d m o 7 (W), pp. 5657.
<25> "Dobler"e Sngenui&dS de Maquiavelo. Cfr. el articulo de Adolfo O d i a "Machiavelli nel teatro" (Cultura de octubrediciembre de 1933).Interpretacin romntico-liberal de Maquiavelo (Rousseau en el Contrato Sociaie, 111, 6; Foscolo en los Sepoloii Mazzini en el breve ensayo sobre "Maquiavelli". Mazzini escribe: "He ah que vuestros principios, tan dbiles y viles como son, harn por dominaras: pensad en ello". Rousseaube en Maquiavelo un "gran republicano", el cual I fue obligado por su poca -sin 19 que de ello derive ningn menosprecio de su dignidad moral- a " d e ~ i s e r .. s&i aiiiour pour la lih&" y a firibr quc daha le&iones al iey p a Aiisrlns "drs .qandp aiix pcuplcs". Filippo Riii-fio lid srnalado que s e m + n w iiiterpretacin, en vez de justicar moralmente el maquiavelismo, en realidad presenta un "maquiavelismo al cuadrado": ya que el autor del PriBci* no slo dara consejos de fraude sino tambin fraudulentamente, para ruina de aquellos mismos a quienes van dirigidos. Esta interpretacin "democrtica" de Maquiavelo se remontara al cardenal Polo y a Alberico Gentile (habr que ver el libro de Vilari y el de
a En
Tommasino en la parte que concierne al xito de Maquiavelo).' A m me parece que el fragmento' de Traiano Boccalina en los Ragguagli del Parnasa es mucho ms significativo que todos los planteamientos de los "grandes estudiosos de poltica" y que todo se reduce a una aplicacin del proverbio vulgar de "quien sepa el juego que no lo enseiie". La corriente "antimaquiavlica"no es ms que la manifestacin terica de este principio de arte poltico elemental: que ciertas cosas se hacen pero no se dicen. Precisamente de aqu parece nacer el problema ms interesante: por qu Maquiavelo escribi El Pnncipe, no como una "memoria" secreta y reservada, como "instrucciones" de un consejero a un prncipe, sino como un libro que habra debido llegar a manos de todos?, ,:para escribir una obra de "ciencia" desinteresada, como podra argumentarse segn las alusiones de Croce?' Parece que eso va contra el espritu de la poca, una concepcin anacrnica. *Por "ingenuidad", dado que Maquiavelo es visto como un terico y no como hombre de accin? No parece aceptable la hiptesis de la "ingenuidad" vanidosa y "parlanchina". Hay que recons truir la poca y las exigencias que Maquiavelo vea en ella. En realidad, parece que puede decirse, no obstante que El Pnncipe tenga un destino preciso, que el libro no fue escrito para nadie y para todos: fue escrito para un hipottico "hombre providencial" que podra manifestarse tal como se haba manifestado Valentino u otros condottirri, de la nada, sin tradicin dinstica, por sus cualidades militares excepcionales. La conclusin del Pn'ncipejustifica todo el libro incluso con respecto a las masas populares, que realmente olvidan los medios empleados para alcanzar un fin si este fin es histricamente progresista, o sea que resuelve los problemas esenciales de la poca y establece un orden en el que sea posible moverse, actuar, trabajar tranquilamente. Al interpretar a Maquiavelo se olvida que la monarqua absoluta era en aquellos tiempos una forma de gobierno popular y que se apoyaba en los burgueses contra los nobles e incluso contra el clero. ( O d i a alude a la hiptesis de que la interpretacin democrtica de Maquiavelo en el periodo m-XIX reforzada y haya sido hecha ms obvia por el Giorno de Parini, "satrico instructor del giovin signore, as como Maquiavelo -en otros tiempos, con otras naturalezas y medidas de hombres habra sido el trgico instructor del pn'ncipe".)'
8 <26> Hegenwnia poltico-cultural. ;Es todava posible, en el mundo m e derno, la hegemona cultural de una nacin sobre las otras? *O hien el mundo est ya a tal punto unificado en su estructura econmico-social que un pas, si hien puede tener "cronolgicamente" la iniciativa de una innovacin, no puede sin embargo conservar su "monopolio poltico" y en consecuencia servirse de tal monopolio como base de hegemona?
;Qu significado, pues, puede tener hoy el nacionalismo? ?No es ste posible como "imperialismo" econmico-financiero pero ya no como "primaca" I civil o hegemona poltico-intelecrual?
Cfr Cuadmo 9 (XIV), p. 94.
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8 <27> El manirno. Csar, Napolen 1, Napolen 111, Cromwell, etctera. Compilar un catlogo de los sucesos histricos que han culminado en una gran personalidad '"neroica". Se puede decir que el cesarismo expresa una situacin en la cual las fuerzas en lucha se equilibran de modo catastrfico, o sea que se equilibran de modo que la continuacin de la lucha no puede concluir ms que con la destruccin recproca. Cuando la fuerza progresista A lucha contra la fuerza regresiva B, puede suceder no slo que Avenza a B o B venza a A, puede suceder tambin que no venzan ni A ni B, sino que se agoten recprocamente y una tercera fuerza C intervenga desde fuera sometiendo lo que queda de A y de B. En Italia, d e s pus de la muerte del Magnfico, sucedi precisamente esto, como sucedi en el mundo antiguo con las invasiones de los brbaros. Pero el cesarismo, si bien expresa siempre la solucin "arbitral", confiada a una gran personalidad, de una situacin histrico-poltica caracterizada por un equilibrio de fuerzas de perspectivas catastrficas, no siempre tiene el mismo significado histrico. Puede haber un cesarismo progresis ta y uno r e g r e s ~ o el significado exacto de cada forma de cesarismo, en y ltimo anlisis, puede ser reconstruido por la historia concreta y no por un esquema sociolgico. Es progresista el cesarismo cuando su intervencin ayuda a la fuerza progresista a triunfar aunque sea con ciertos compromisos y atemperamientos limitativos de la victoria; es regresivo cuando su intervencin ayuda a uiunfar a la fuerza regresiva, tambin en este caso con ciertos compromisos y limitaciones, que sin embargo poseen un valor, un alcance y un significado distintos que en el caso precedente. Csar o Napolen 1 son ejemplos de cesarismo progresista. Napolen 111 y Bismarck de cesarismo regresivo. Se trata de ver si en la dialctica "revolucin-restauracin" es el elemento revolucin o el elemento restauracin el que prevalece, porque es cierto que en el movimiento histrico n o se retrocede jams y no existen restauraciones "in toto". Por lo dems el cesarismo es una frmula polmico-ideolgicay no un canon de interpretacin histrica. Es posible tener soluciones cesaristas incluso sin un Csar, sin una gran personalidad "heroica" y representativa, El sistema parlamentario ha dado, tambin l, un mecanismo para tales soluciones de compromiso. Los gobiernos "laboristas" de MacDonald eran soluciones
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de esa especie en cierto grado, el grado de cesarismo se intensific cuando fue formado el gobierno con MacDonald como presidente y la inaycra conservadora. Igual en Italia en 1922, hasta la separacin de los populares y luego gradualmente hasta el 3 de enero de 1925 y aun hasta el 8 de noblembre de 1926, se tuvo un movimiento poltico-histrico en el que diversas gradaciones de cesarismo se sucedieron hasta llegar a una forma ms pura y permanente, aunque sta no sea inmvil y esttica. Todo gobierno de coalicin es un grado inicial de cesarismo, que puede o no evolucionar hasta los grados ms significativos (naturalmente la opinin vul20 gar, por el contrario, es que los gobiernos I de coalicin son el ms "slido baluarte'' contra el cesarismo). En el mundo moderno, con sus grandes coaliciones de carcter econ mico-sindical y poltico de partido, el mecanismo del fenmeno cesarkta es muy distinto de lo que fue hasta Xapolen 111. En el periodo hasta Napolen 111las fuerzas militares regulares o de lnea eran un elemento decisivo para el advenimiento del cesarismo, que tena lugar con golpes de Estado bien precisos, con acciones militares, etctera. En el mundo moderno, las fuerzas sindicales y polticas, con los medios financieros incalculables de que pueden disponer pequeos grupos de ciudadanos, complican el problema. Los funcionarios de los partidos y de los sindicatos econmicos pueden ser corrompidos o aterrorizados, sin necesidad de acciones militares de gran estilo, tipo Csar o 18 Brumario. Se reproduce en este campo la misma situacin examinada a propsito de la frmula jacobinaiuarentaiochesca de la llamada "revolucin permanente".' L a tcnica poltica moderna se ha transformado completamente despus del 48, despus de la expansin del parlamentarismo, del rgimen asociativo sindical y de partido, de la formacin de amplias burocracias estatales y "privadas" (poltico-privadas, de partidos y sindicales) y las transformaciones ocurridas en la organizacin de la polica en sentido amplio, o sea no slo del servicio estatal destinado a la represin de la delincuencia, sino del conjunto de las fuerzas organizadas por el Estado y por los particulares para tutelar el dominio poltico y econmico de las clases dirigentes. En este sentido, partidos "polticos" enteros y otras organizaciones econmicas o de otro gnero deben ser considerados organismos de polica poltica, de carcter investigativo y preventivo. El esquema general de las fuerzas A y B en lucha con perspectivas catastrficas, o sea con la perspectiva de que no venza ni A ni B en la lucha para constituir (o reconstituir) un equilibrio orgnico, de donde nace (puede nacer) el cesarismo, es precisamente una hiptesis genrica, un esquema sociolgico (conveniente para el arte poltico). La hiptesis puede hacerse cada vez ms concreta, llevada a un grado cada vez mayor 66
de aproximacin a la realidad histrica concreta, y ello puede obtenerse precisando algunos elementos fundamentales. As, hablando de A y de B se ha dicho solamente que son una fuerza genricamente progresista y una fuerza genricamente regresiva: se puede precisar de qu tipo de fuerzas progresistas y regresivas se trata y obtener as mayores aproximaciones. En el caso de Csar y de Napolen 1 se puede decir que A y B, aun siendo distintas y contrastantes, no lo eran tanto sin embargo que no pudieran llegar "absolutamente" a una fusin y asimilacin recproca d e s pus de un proceso molecular, lo que de hecho sucedi, al menos en cierta medida (suficiente sin embargo para los fines histricopolticos del cese de la lucha orgn,ica fundamental y por lo tanto de la superacin de la fase catastrfica). Este es un elemento de mayor aproximacin. Ouo elemento es el siguiente: la fase catastrfica puede surgir por una deficiencia poltica "momentnea" de la fuerza dominante tradicional y no ya por una deficiencia orgnica necesariamente insuperable. Esto sucedi en el caso de Napolen 111. La fuerza dominante en Francia desde 1815 hasta 1848 se haba escindido polticamente (facciosamente) en cuatro fraccio nes: la legitimista, la orleanista, la bolnapartista, la jacobmo-republicana. 2cr Las luchas internas de facciones eran tales que hacan posible el avance de la fuerza antagnica B (progresista) en forma "precoz"; sin embargo la forma social existente no haba agotado an sus posibilidades de desarro Ilo, como la historia subsiguiente demostr abundantemente. Napolen ITI represent (a su modo, segn la estatura del hombre, que no era grande) estas posibilidades latentes e inmanentes: su cesarismo, pues, tiene un c o lor particular. Es objetivamente progresista si bien no como el de Csar y de Napolen 1. El cesarismo de Csar y de Napolen 1 fue, por as decirlo, de carcter cuantitativocualitativo, esto es, represent la fase histrica de paso de un tipo de Estado a ouo tipo, un paso en el que las innovacio nes fueron tantas y tales que representaron una completa transformacin. El cesarismo de ~ a ~ o l e 1 fe slo y liiitadamenk cuantitativo, no hu" 11 bo uaso de un tino de Estado a ouo tiw. sino slo "evolucin" del mismo L . tipo, segn una lnea ininterrumpida. En el mundo moderno los fenmenos de cesarismo son totalmente d i s tintos, tanto de los del tipo progresista Csar-Napolen 1, como tambin de los del tipo Napolen UI, si bien se aproximan ms a este ltimo. En el mundo moderno el equilibrio de perspectivas catastrficas no se produce entre fuerzas que en ltimo anlisis podran fundirse y unificarse, aunque fuese tras un proceso fatigoso y sangriento, sino entre fuerzas cuyo conaas te es irremediable histricamente e incluso se profundiza especialmente con el advenimiento de formas cesreas. Sm embargo el cesarismo tiene tambin en el mundo moderno cierto margen, ms o menos grande, se-
gn los pases y su peso relativo en la estructura mundial, porque una forma social tiene .'siempre" posibilidades marsinales de ulterior desarrollo y ordenamiento oreanizativo \-es~ecialmente u e d contar con la debilidad ~ e 0 , , relativa de la fuerza progresista antagnica, por la naturaleza y el modo de vida peculiar de sta, debiiidad que hay que mantener: por eso se ha dicho que el cesarismo moderno ms que militar es policiaco.
Cfr. Cuaderno 9 ( X W ) , pp. 95-96, 97-98.
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8 <28> Sobre el desarrollo do la tcnica milital: E1 rasgo ms caracterstico y significati\-o de la etapa actual de la tcnica militar, y por lo tanto tambin de la orientacin de las investigaciones cientficas en cuanto se encuent a vinculadas al desarrollo de la tcnica militar (o tienden a este fin) parn rece que debe buscarse en esto, que la tcnica militar en algunos de sus aspectos tiende a hacerse independiente del conjunto de la tcnica general y a convertirse en una acti~ldadaparte, autnoma. Hasta la guerra mundial la tcnica militar era una simple aplicacin especializada de la tcnica general y por lo tanto el podero militar de un Estado o de un grupo de Estados (aliados para integrarse recprocamente) poda ser calculado con exactitud casi matemtica sobre la base del poder econmico (industrial, agrcola, financiero, tcnico~ultural). Desde la guerra mundial en adelante este clculo ya no resulta posible, al menos con igual exactitud o aproximacin, y ello constituye la ms formidable incgnita de la actual situacin polticc-militar. Como I punto de referencia basta mencionar algunos elementos: el submarino, el avin de bombardeo, el gas y los recursos qumicos y bacteriolgicos aplicados a la guerra. Planteando la cuestin en sus trminos lmites, por absurdo, puede decirse que Andorra puede producir medios blicos en gas y bacterias como para exterminar a toda Francia. Esta situacin de la tcnica militar es uno de los elementos ms "silenciosamente" operantes de aquella transformacin del arte poltico que ha conducido al paso, incluso en poltica, de la guerra de movimientos a la guerra de posiciones o de asedio.
Cfr. C u a d a o 9
8 <29> Voluntnrismo J masas sociales. En toda una serie de cuestiones, tanto de reconstruccin de la historia pasada como de anlisis histriccpoltico del presente, no se tiene en cuenta este elemento; que hay que
distinguir y valorar diferentemen~e empresas y las organizaciones de las voluntarios, de las empresas y las organizaciones de bloques sociales homogneos (es evidente que por voluntarios no debe entenderse la lite cuando sta es expresin orgnica de la masa social, sino el voluntario s e parado de la masa por impulso individual arbitrario a menudo en contraste con la masa o indiferente a ella). Este elemento tiene importancia especialmente para Italia: 11 por el apoliticismo y la pasividad tradicionales en las grandes masas populares que tienen como reaccin natural una relativa facilidad al "reclutamiento de voluntarios"; 21 por la constitucin social italiana, uno de cuyos elementos es la malsana cantidad de burgueses r u r a l 9 0 de tipo rural, medianos y pequeos, de los que se forman muchos intelectuales inquietos y por consiguiente fciles 'boluntanos" para cualquier iniciativa incluso la ms extraiia, que sea vagamente s u b versiva (a derecha o a izquierda); 31 la masa de asalariados rurales y de un lumpenproletariado que pintorescamente en Italia es llamada la clase de los "muertos de hambre". En el anlisis de los partidos polticos italianos se puede ver que stos han sido siempre 'koluntarios", en un cierto sentido de desplazados y nunca o casi nunca de bloques sociales homogneos. Una excepcin ha sido la derecha histrica cavouriana y de ah su superioridad orgnica y permanente sobre el llamado Partido de Accin mazziniano y garibaldino, que ha sido el prototipo de todos los partidos italianos de "masas" sucesivos, que no fueron tales en realidad (o sea que no ordenaron gmpos homogneos sociales) sino que fueron campamentos gitanos y nmadas de la poltica. Se puede encontrar un solo anlisis de tal gnero (pero impreciso y gelatinoso, desde un punto de vista slo "estadstico-sociolgico") en el libro de Roberto Michels sobre Bcnghesio e
pmletunato.'
La posicin de Gottlieb' fue precisamente simiiar a la del Partido de Accin, o sea gitanesca y nmada: el inters sindical era muy superficial y de origen polmico, no sistemtico, no orgnico y consecuente, no de bsqueda de homogeneidad social, sino paternalista y formalista.
Cfr. Cuadoio 9 (XIV), p. 100 bis
8 <30> El n m o y la calidad en los reg'mmes representntivos. Uno de los lugares comunes ms triviales que se vienen repitiendo contra el sistema electivo de formacin de los rganos estatales es ste, que el "nmero es en ste ley suprema" y que la "opinin de un imbcii cualquiera que sepa escribir (e incluso de un analfabeto, en ciertos pases), vale, a los efectos de determinar el curso poltico del Estado, exactamente igual que la
21a
1 de aquel que dedica al Estado y a la nacin sus mejores fuerzas",' etctera (las formulaciones son muchas, algunas incluso ms felices que esta reproducida, que es de Mario da Silva, en la Critiui fascisu del 15 de agosto de 1932, pero el contenido es siempre igual). Pero el hecho es que no es verdad, de ninguna manera, que el nmero sea "ley suprema" ni que el peso de la opinion de cada elector sea "exactamente" igual. Los nmeros, tambin en este caso, son un simple valor instrumental, que dan una medida y una relacin y nada ms. Y qu es lo que se mide? Se mide precisamente la eficacia y la capacidad de expansin y de persuasin de las opiniones de pocos, de las minoras activas, de las lites, de las vanguardias, etctera, etctera, o sea su racionalidad o historicidad o funcionalidad concretas. Esto quiere decir que no esverdad que el peso de las opiniones de los individuos sea "exactamente" igual. Las ideas y las opiniones no "nacen" espontneamente en el cerebro de cada individuo; han tenido un centro de formacin, de irradiacin, de difusin, de persuasin, un grupo de hombres o incluso un individuo aislado que las ha elaborado y presentado en la forma poltica de actualidad. La numeracin de los 'o \tos" es la manifestacin terminal de un largo proceso en el que la influencia mxima pertenece precisamente a aquellos que "dedican al Estado y a la nacin sus mejores fuerzas" (cuando lo son). Si este presunto grupo de prceres, no obstante las fuerzas materiales inmensas que posee, no tiene el consenso de la mayoria, deber serjuzgado o inepto o no representante de los intereses "nacionales" que no pueden dejar de ser predominantes en inducir lavoluntad nacional en un sentido ms que en otro. "Desgraciadamente" todos tienden a confundir su propio "particular" con el inters nacional y en consecuencia a encontrar "horrible", etctera, que sea la "ley del nmero" la que decida; ciertamente es algo mejor convertirse en lite por decreto. No se trata por lo tanto de quien "tiene mucho" intelecmalmente y se siente reducido al nivel del ltimo analfabeto, sino de quien presume de tener mucho y quiere quitar al hombre "cualquiera" incluso aquella fraccin infinitesimal de poder que l posee para decidir sobre el curso de la vida estatal. De la critica (de origen oligrquico y no de lite) al rgimen parlamentario (es extrao que ste no sea criticado porque la racionalidad historicista del consenso numrico es sistemticamente falsificada por la influencia de la riqueza), estas afumaciones triviales han sido extendidas a todo el sistema representativo, aunque no sea parlamentario y no forjado segn los cnones de la democracia formal. Tanto menos son exactas estas armaciones. En estos otros regmenes el consenso no tiene en el m* mento del voto una fase terminal, todo lo contrario. El consenso se supone permanentemente activo, hasta el punto de que los consentidores p
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dnan ser considerados como "funcionarios" del Estado, y las elecciones un modo de enrolamiento voluntario de funcionarios estatales de cierto tipo, que en cierto sentido podran emparentme (en planos distintos) al seYgouernmt. Realizndose las elecciones no a base de programas genricos y vagos, sino de trabajo concreto inmediato, quien conlsiente se 22 compromete a hacer algo ms que el ciudadano legal comn, para realizarlas, esto es, a ser una vanguardia de trabajo activo y responsable. El ele mento "voluntariado" en la iniciativa no podra ser estimulado de otro modo para las multitudes ms vastas, y cuando stas no estn formadas por ciudadanos amorfos, sino por elementos productivos calificados, se puede entender la importancia que puede tener la manifestacin del voto. (Estas observaciones podran ser desarrolladas ms amplia y orgnicamente, poniendo de relieve tambin otras diferencias entre los diversos tipos de eleccionismo, a medida que camhian las relaciones generales sociales y polticas: relacin entre funcionarios electivos y funcionarios de carrera, etctera.)
Cfr. Cuadcrno 9
B <3 1>El ieoremu de las proporciones definidas. Este teorema puede ser empleado tilmente para hacer ms claros y de un esquematismoms evidente muchos razonamientos concernientesa la ciencia de la organizacin (el estudio del aparato administrativo, de la composicin demogrfica, etctera) y tambin la poltica general (en el anisis de las situaciones, de las relaciones de fuerza, en el problema de los intelectuales, etctera). Se entiende que siempre hay que recordar cmo el recurso al teorema de las proporciones definidas tiene un valor esquemtico y metafrico, o sea que no puede ser aplicado mecnicamente, porque en los conglomerados humanos el elemento cualitativo (o de capacidad tcnica e intelectual de los componentes individuales) tiene una funcin predominante, mientras que no puede ser medido matemticamente. Por eso puede decirse que todo agregado humano tiene su particular principio ptimo de proporciu nes definidas. Especialmente la ciencia de la organizacin puede recumr tilmente a este teorema y ello se ve con claridad en el ejrcito. Pero toda forma de sociedad tiene su propio tipo de ejrcito y todo tipo de ejrcito tiene su principio de proporciones definidas, que por lo dems cambia tambin para las distintas armas o especialidades Hay una determinada relacin entre hombres de tropa, graduados, suboficiales, oficiales subalternos, oficiales superiores, estados mayores, estado mayor general, etcte ra. Hay una relacin entre las diversas armas y especialidades entre ellas,
Za
etctera. Todo cambio en una parte determina la necesidad de un nuevo equilibrio con el todo, etctera. Polticamente el teorema se puede ver aplicado en los partidos, en los sindicatos, en las fbricas y ver cmo cada grupo social tiene su propia ley de proporciones definidas, que vara segn el nivel de cultura, de independencia mental, de espritu de iniciativa y de sentido de la responsabilidad y de la disciplina de sus miembros ms atrasados y perifricos. La ley de las proporciones definidas es resumida as por Pantaleoni en los Primpii di Economiapura: "...Los cuerpos se combinan qumicamente slo en proporciones definidas y toda cantidad de un elemento que supere La cantidad exigida para una combinacin con ouos elementos, presentes en cantidades definidas, queda libre, si la cantidad de un elemento es deficiente con respecto a la cantidad de otros elementos presentes, la combinacin no se produce ms que en la medida en que es suficiente la cantidad del elemento que est presente en cantidad m a r q u e los otros".' Sera posible servirse metafricamente de esta ley para comprender cmo un "mo~lmiento" tendencia de opiniones se vuelve I partido, o sea o fuerza poltica eficiente desde el punto de vista del ejercicio del poder gubernativo; en la medida, precisamente, en que posee (ha elaboradoen su interior) dirigentes de diverso grado y en la medida en que estos dirigentes han adquirido determinadas capacidades. El "automatismo" histrico de ciertas premisas (la existencia de ciertas condiciones objetivas] es potenciado polticamente por los partidos y los hombres capaces: su ausencia o deficiencia (cuantitativa o cualitativa) hace estril el "automdtismo" mismo (que por lo tanto no es automatismo): existen ahstrarr~mente a Ls premisas, pero las consecuencias no se realizan porque el factor humano falta. Por eso puede decirse que los partidos tienen la misin de elaborar dirigentes capaces, son la funcin de masa que selecciona, desarrolla, multiplica los digentes necesarios para que un grupo social definido (que es una cantidad "fija", en cuanto se puede establecer cuntos son los componentes de cada grupo social) se articule y se convierta de caos tumultuoso en ejrcito poltico orgnicamente predispuesto. Cuando en elecciones sucesivas del mismo grado o de grado distinto (por ejemplo en Alemania antes de Hitler: elecciones para presidente de la repblica, para el Reichstag, para las dietas de los Linder, para los concejos comunales y etctera hasta los comits de empresa)' un partido oscila en su masa de sufragios de mximos a mnimos que parecen extmins y arbitrarios, se puede deducir que los cuadros del mismo son deficientes por cantidad y por calidad, o por calidad y no por cantidad. Un partido que obtiene muchos votos en las elecciones locales y menos en las de mayor importancia poltica, es ciertamente deficiente cuantitativamente en su direccin cen-
tral: posee muchos subalternos o al menos en nmero suficiente, pero no posee un estado mayor adecuado al pas y a su posicin en el mundo, etctera. Anlisis de este tipo se indican en otros pargrafos.
Cfr Cuaderno 9
g <32> Sobre el concepto degrnn potencia. La medida decisiva para estable cer qu debe entenderse por gran potencia es dada por la guerra. El concepto de gran potencia est estrechamente vinculado a las guerras. Es gran potencia aquel Estado que -habiendo entrado en un sistema de alianzas para una guerra- (y hoy toda guerra presupone sistemas de fuerzas antagnicas) en el momento de la paz logra conservar tal relacin de fuerzas con los aliados que le permite estar en condiciones de hacer cumplir los pactos y las promesas hechas al comienzo de la campaa. Pero un Estado que para entrar en guerra tiene necesidad de grandes prstamos, tiene necesidad continua de armas y municiones para sus soldados, de ~ i tuallas para el ejrcito y para la poblacin civil, de barcos para transporte, esto es, que no puede hacer la guerra sin la ayuda continua de sus aliados y que durante algn tiempo incluso despus de la paz sigue teniendo n e cesidad de ayuda, especialmente de vituallas, de prstamos u otras formas de subsidios financieros, cmo puede ser igual a sus aliados e imponerse para que cumplan los pactos? Un Estado semejante es considerado gran potencia slo en los documentos diplomticos, pero en la realidad es considerado como un probable proveedor de hombres para la coalicin que tiene los medios no slo de sostener sus propias fuerzas militares, sino tambin para financiar las de los dems aliados. En la politica extel rim "As la poltica exterior itaana, tendiendo siem- 23 pre a la misma meta, ha sido siempre rectilnea y sus pretendidas oscilacicnes han sido en realidad determinadas solamente por las incertidumbres y las contradicciones de los otros, como es inevitable en el campo intemacional donde son infinitos los elementos en conflicto" (Aldo Valori, Cm.& re della Sera del 12 de mayo de 1932).' Que los elementos de equilibrio de u n sistema poltico son infinitos es muv cierto, pero precisamente por ello el sistema debe ser establecido de manera que, no obstante las fluctuacicnes externas, la propia lnea no oscile (es diGcil adems definir qu se entiende en tal caso por oscilacin -que no puede ser entendida mecnicamente a la manera de los farmacuticos de pueblo y de una simple ccherencia formal). La lnea de un Estado hegemnico (o sea de una gran potencia) no oscila, porque l mismo determina lavoluntad de los dems y no es determinado por sta porque la lnea poitica est basada en lo que
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hay en ella de permanente y no de casual e inmediato y en los propios intereses y en los de las otras fuerzas que concurren en forma decisiva a formar un sistema y un equilibrio.
Cfr. Cuaderno 9 (XIV). pp. 65, 17.
g <33> Sobre el concepto departidopolitico. Cuando se quiere escribir la historia de un partido poltico en realidad hay que encarar toda una serie de problemas mucho menos simples de lo que cree, por ejemplo Roberto Michels, que sin embargo es considerado un especialista en la materia.' (Qu ser la historia de un partido? (Ser la mera narracin de la vida intema de una organizacin poltica?:Cmo nace, los primeros grupos que la constituyen, las polmicas ideolgicas a travs de las cuales se forma su programa y su concepcin del mundo y de la vida? En ese caso se tratara de la historia de grupos resuingidos de intelectuales p a veces de la bio@a poitica de un individuo aislado. El marco del cuadro, por lo tanto, tendr que ser ms amplio y global. Deber hacerse la historia de una determinada masa de hombres que habr seguido a los promotores, los habr apoyado con su confianza, con su lealtad, con su disciplina, o los habr criticado "realistamente" dispersndose o permaneciendo pasivos frente a algunas iniciativas. Pero estar constituida esta masa solamente por aliados al partido? :Ser suficiente seguir los congresos, las votaciones, etctera, o sea todo el conjunto de actividades y de modos de existencia con que una masa partidaria manifiesta su voluntad? Evidentemente habr que tener en cuenta el grupo social del que el partido dado es expresin y parte ms avanzada: la historia de un partido, pues, no podr dejar de ser la historia de un determhado grupo social. Pero este grupo no est aislado: tiene amigos, afines, adversarios, enemigos. Slo del complejo cuadro de todo el conjunto social y estatal (y a menudo incluso con interferencias internacionales) se desprender la historia de un determinado partido, por lo que puede decirse que escribir la historia de un partido significa lo mismo que escribir la historia general de un pas desde un punto de vista monogrfco, para poner de relieve un aspecto caracterstico. Un partido habr tenido mayor o menor significado y peso en la medida en que su particular actividad haya pesado ms o menos en la determinacin de la historia de un pas. 23a He ah pues que del modo de escribir la historia de un partido se desprende qu concepto se tiene de lo que es un partido o lo que debe ser. El sectario se exaltar en los detalles internos, que tendrn para l un significado esotrico y lo llenarn de mstico entusiasmo; el historiador, aun dando a cada cosa la importancia que posee en el cuadro general, pondr
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el acento sobre todo en la eficiencia real del partido, en su fuerza determinante, positiva y negativa, en el haber contribuido a crear un acontecimiento y tambien en el haber impedido que otros acontecimientosse realizasen.
Cfr. cuoderno 9
9 <34> Sobre el migen de lar guerras. &mo puede decirse que las guerras entre los Estados pueden tener su origen en las luchas de los grupos en el interior de cada nacin aislada? Es verdad que en cada nacin debe exis tir una cierta (y especifica para cada nacin) expresin de la ley de las proporciones defuiidas en la composicin social: esto es que los diversos grupos deben hallarse en ciertas relaciones de equilibrio, cuya perturbacin radical podra conducir a una catstrofe social. Estas relaciones varan en la medida en que un pas es predominantemente agrcola o industrial y segn los diversos grados de desarrollo de las fuerzas productivas materiales y del nivel de vida. El grupo dirigente tender a mantener el equilibrio que sea mejor para su permanencia, no slo eso sino para su permanencia en condiciones determinadas de prosperidad e incluso a incrementar tales condiciones. Pero como el rea social de cada pas es limitada, tender a extenderla a las zonas coloniales y de influencia y por lo tanto a entrar en contlicto con otros grupos dirigentes que aspiran al mismo fin o en cuyo perjuicio la expansin de aqul deber necesariamente producirse, porque incluso el globo terrestre es limitado. Todo grupo dirigente tiende en abstracto a ampliar la base de la sociedad trabajadora de la que se extrae plusvala, pero la tendencia abstracta se vuelve concreta e inmediata cuando la extraccin de plusvala en su base histrica se ha vuelto dificil o peligrosa ms all de ciertos lmites que, sin embargo, son insuficientes.
<35> Arfepoltico y arte m i l i b . El escritor italiano de asuntos militares, general De Cristoforis, en su libro Che cosa sia la guol-a dice que por "des truccin del ejrcito enemigo" (fin estratgico) no se entiende "la muerte de los soldados sino la disolucin de su vnculo como masa orgnica".' La frmula es feliz y puede ser empleada tambin en la terminologa p e ltica. Se trata de identificar cul es en la vida poltica el vnculo orgnico
a
En el manuscrito: -e".
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esencial que no puede consistir solamente en las relaciones jurdicas (libertad de asociacin y reunin, etctera, con la secuela de los partidos y los sindicatos, etctera) sino que se arraiga en las ms profundas relacio nes econmicas, o sea en la funcin social en el mundo productivo (formas de propiedad y de direccin, etctera)
Cfr Cuadmo 9
(m?, 20. p.
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<36> Sobre la burocracia. 11 El hecho de que en el desarrollo histrico de las formas polticas y econmicas se haya venido formando el tipo del funcionario "de carrera" tcnicamente adiestrado para el trabajo burocrtico ( c i d y militar) tiene un significado primordial en la ciencia poltica y en la historia de las formas estal tales. Se ha tratado de una necesidad o de una degeneracin con respecto al autogobierno (selfgouernment) como pretenden los librecambistas "puros"? Es cierto que toda forma social y e o tatal ha tenido su propio problema de los funcionarios, un modo de plantearlo y resolverlo, su propio sistema de seleccin, su propio tipo de funcionario que educar. Reconstruir la evolucin de todos estos elementos es de importancia capital. El problema de los funcionarios coincide en parte con el problema de los intelectuales. Pero si bien es verdad que cada nueva forma social y estatal ha tenido necesidad de un nuevo tipo de funcio nario, tambin es verdad que los nuevos p p o s dirigentes no han podido nunca prescindir, al menos por cierto tiempo, de la tradicin y de los intereses constituidos, o sea de las formaciones de funcionarios ya existentes y preconstituidas en el momento de su advenimiento (esto especialmente en la esfera eclesistica y en la militar). La unidad del trabajo manual e intelectual v un vnculo m.s estrecho entre el poder legislativo y el ejecutivo (por el que los funcionarios electos, adems de interesarse en el control, se encarguen tamhin de la ejecucin de los asuntos de Estado) pueden ser motivos de inspiracin tanto para una orientacin nueva en la solucin del problema de los intelectuales como para el de los funcionarios. 21 Relacionada con la cuestin de la burocracia y de su organizacin "ptima" se halla la discusin sobre los llamados "centralismo orgnico" y "centralismo democrtico" (que por otra parte no tiene nada que ver con la democracia abstracta, tanto que la Revolucin francesa y la tercera Repblica desarrollaron formas de centralismo orgnico que no haban conocido ni la monarqua absoluta ni Napolen 1). Habr que buscar y examinar las relaciones econmicas y polticas reales que encuentran su forma organizativa, su articulacin y su funcionalidad en las diversas manifestaciones de centralismo orgnico y democrtico en todos los cam76
pos: en la \ida estatal (unitarismo, federacin, unin de Estados federados, federacin de Estados o Estado federal, etctera), en lavida interec tata1 (alianzas, formas varias de "constelacin" poltica internacional), en la vida de las asociaciones polticas y culturales (masonera, Rotary Club, Iglesia catlica), sindicales econmicas (crteles, trusts), en un mismo pas, en diversos pases, etctera. Polmicas nacidas en el pasado (antes de 1914) a propsito del predominio alemn en la vida de la alta cultura y de algunas fuerzas polticas internacionales:' ?pero era real este predominio y en qu consista realmente? Puede decirse: a] que ningn vnculo orgnico y disciplinario estableca tal supremaca, que por lo tanto era un simple fenmeno de influencia cultural abstracta y de prestigio moral muy dbil; b] que tal influencia cultural no tocaba para nada la actividad real, que viceversa era disgregada, localista, sin orientacin de conjunto. Por lo tanto no se p u c de hablar de ningn centralismo ni orgnico ni democrtico ni de otro gnero o mixto. L a influencia era sentida y sufrida por escasos grupos intelectuales, sin vnculos con las masas populares, y precisamente esta ausencia de vnculos caracterizaba la situacin. Sin embargo, tal estado de cosas es digno de examen porque sirve para explicar el proceso que condujo a formular las teoras del centralismo orgnico, que fueron precisamente una critica unilatelral y de intelectuales a aqu.1 desorden p a a q u c iia dispersin de fuerzas.' Entre tanto, hay que distinguir en las teoras del centralismo orgnico entre aquellas que velan un programa preciso de predominio real de una parte sobre el todo (ya sea que esa parte est constituida por un estrato como la de los intelectuales, ya sea que est constituida por un grupo territorial 'privilegiado") y aquellas que son una pura posicin unilateral de sectarios y fanticos y que no obstante pueden ocultar un programa de predominio (generalmente una sola individualidad, como la del papa infalible por la que el catolicismo se ha transformado en una especie de c d to del pontfice), inmediatamente no parece ocultar semejante programa como hecho poltico y consciente. El nombre ms exacto sera el de centralismo burocrtico. La "organicidad" no puede ser ms que del cenualismo democrtico, el cual es un "centralismo" en movimiento, por as decirlo, o sea una continua adecuacin de la organizacin al movimiento real, un contemporizar los impulsos de abajo con el mando de arriba, una insercin continua de los elementos que brotan de lo profundo de la masa en el marco slido del aparato de direccin que asegura la continuidad y la acumulacin regular de las experiencias: aqul es "orgnico" porque toma en cuenta el moiimiento, que es el modo orgnico de revelarse de la realidad histrica y no se endurece mecnicamente en la buro77
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cracia, y al mismo tiempo toma en cuenta aquello que es relativamente estable y permanente o que por lo menos se mueve en una direccin fcil de preverse, etctera. Este elemento de estabilidad en el Estado se encarna en el desarrollo orgnico del ncleo central del grupo dirigente tal como sucede en una escala ms restringida en la vida de los partidos. El predominio del centralismo burocrtico en el Estado indica que el grupo dirigente est saturado y convirtindose en una camarilla estrecha que tiende a perpetuar sus mezquinos privilegios regulando o incluso sofocando el nacimiento de fuerzas contrarias, aunque estas fuerzas sean homogneas a los intereses dominantes fundamentales (por ejemplo en los sistemas proteccionistas a ultranza en lucha con el librecambismo econmico). E ~ I partidos que representan grupos socialmente subalternos, los el elemento de estabilidad es necesario Dara aseeurar la hegemona no a " grupos privilegiados sino a los elementos progresistas, orgnicamente progresistas con respecto a otras fuerzas afines y aliadas pero compuestas y oscilantes. En todo caso hay que sealar que las manifestaciones morbosas de centralismo burocrtico se han producido por deficiencias de iniciativas y responsabilidad en la base, o sea por el pnmitivismo poltico de las fuerzas perifncas, aun cuando stas sean homogneas con el grupo terntorial hegemnico (fenmeno del piamontesismo en las primeras dcadas de la unidad italiana). La formacin de tales situaciones puede ser extraordinariamente daina y peligrosa en los organismos internacionales (Sociedad de las Naciones). El cenualismo democrtico ofrece una frmula elstica que se presta a muchas encarnaciones; vive en cuanto que es interpretada y adaptada continuamente a las necesidades: consiste en la bsqueda critica de lo 25 que es I igual en la aparente disformidad y por el contrario d i s ~ t e ino cluso opuesto en la aparente uniformidad para organizar y conectar estrechamente lo que es similar, pero de modo que la organizacin y la conexin resulten ima necesidad prctica e "inductiva", experimental y no el resultado de un proceso racionalista, deductivo, abstracto, o sea propio de los intelectuales puros (o puros asnos). Este esfuerzo continuo para exsaer el elemento "internacional" y "unitario" en la realidad nacional y localista es en realidad una accin poltica concreta, la nica actividad productiva de progreso histrico. Esto exige una unidad orgnica entre teora y prctica, entre estratos intelectuales y masas populares, entre gobernantes y gobernados. Las frmulas de unidad y federacin pierden gran parte de su significado desde este punto de vista, mientras que conservan su veneno en la concepcin burocrtica para la cual acaba por no existir unidad sino un pantano de aguas estancadas, superficialmente
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tranquilo y "mudo" y no lederaciri sino "costal de pap.i.s", o sea p x u p o siciii mecnica de "uni(iadc~s"aisla<las vinculo eiiirr si. siii
Cfr. C u o h o 9 (m, 20-21.50-53. pp.
H 0 7 > Notas sobre la vida nacional francesa. El partido monrquico en rgimen republicano, como el partido republicano en rgimen monrquico, o el partido nacional en rgimen de sometimiento del pas a un Estado extranjero, no pueden no ser partidos migenmis deben ser, esto es, si quieren obtener xitos relativamente rpidos, las centrales de federaciones de partidos, ms que partidos caracte~ados todos los puntos particulares por en sus programas de gobierno; partidos de un sistema general de gobierno y no de gobiernos particulares (en esta misma serie corresponde un puesto aparte a los partidos confesionales, como el Centro alemn o los diversos partidos cristian~ociales populares). El partido monrquico se basa en o Francia en los residuos toda~fa tenaces de la vieja nobleza terrateniente y en una parte de la pequea burguesa p de los intelectuales. En qu confian los monrquicos para ser capaces de asumir el poder y restaurar la m e narqua? Conan en el colapso del rgimen parlamentario-burgusy en la incapacidad de cualquier otra fuerza organizada existente para ser el ncleo poltico de una dictadura militar previsible o por ellos mismos preordenada; de ningn otro modo sus fuerzas sociales estaran en condicie nes de conquistar el poder. Mientras esperan, el centro dirigente de la Action Fran~aisedesarrolla sistemticamente una serie de actividades: una accin organizativa polticomilitar (militar en el sentido de partido y en el sentido de tener clulas activas entre los oficiales del ejrcito) para reagrupar del modo ms eficiente la estrecha base social en la que histricamente se apoya el movimiento. Estando constituida esta base por elementos en general ms selectos por inteligencia, cultura, riqueza. prctica de administracin, etctera, que cualquier otro movimiento, es posible tener un partido notable, incluso imponente, pero que no obstante se agota en s m i s mo, que no tiene reserm que lanzar a la iucha en una msis resolutiva. El partido es notable, por lo tanto, slo en tiempos normales, cuando los elementos activos en la lucha poltica se cuentan por decenas de miles, pero se volver insignificante (numricamente) en los periodos de crisis, cuando los activos se cuenten por centenares de miles y quiz por millones. El desarrollo del jacobiismo (de contenido) y de la frmula de la re- 2sd volucin permanente puesta en prctica en la fase activa por la Revolucin francesa ha encontrado su "perfeccionamiento"j~'dicoconstitucional en el rgimen parlamentario, que realiza, en el periodo ms rico en energas
"privadas" en la sociedad, la hegemona permanente de la clase urbana sobre toda la poblacin, en la forma begeliana del gobierno con el consenso permanentemente organizado (pero la organizacin del consenso es dejada a la iniciativa privada, y por lo tanto de carcter moral o tico, por ser un consenso ''voluntariamente" dado de un modo u otro).' El "lmite" encontrado por los jacobmos en la ley Chapelier y en la del mximum, fue superado y alejado progresivamente a travs de un proceso complejo en que se alternan la actividad propagandstica y la prctica (econmica, poltico-jurdica): la base econmica, por el desarrollo industrial y comercial, es continuamente ampliada y profundida, desde las clases inferiores se alzan hasta las clases dirigentes los elementos sociales ms ricos en energa y en espritu de empresa, la sociedad entera est en continuo proceso de formacin y de disolucin seguida de formaciones ms complejas y ricas en posibilidades; esto dura, en lneas generales, hasta la poca del imperialismo y culmina en la guerra mundial. En este proceso se alternan tentativas de insurreccin y represiones despiadadas, ampliacin y restricciu nes del sufragio poltico, libertad de asociacin y restriccin o anulacin de esta libertad, libertad en el campo sindical pero no en el p&tico, formas diversas de sufragio, escrutinio de lista o circunscripciones uninominaies, sistema proporcional o individual, con las diversas combinaciones que de ah resultan -sistema de las dos cmaras o de una sola cmara electiva, con varios modos de eleccin para cada una (cmara vitalicia y hereditaria, Senado temporal, pero con elecciones de senadores distinta de la de diputados, etctera)-, diverso equilibrio de los poderes, por el que la magistratura puede ser un poder independiente o slo un orden, contralado y dirigido por las circulares ministeriales, diversas atribuciones del jefe del gobierno y del Estado, diverso equilibrio interno de los organismos territoriales (centralismo o descentralizacin, mayores o menores poderes de los prefectos, de los Consejos provinciales, de las Comunas, etctera), diverso equilibrio entre las fuerzas armadas de leva y las profesionales ( p u lica, g e n d m e r a ) , con la dependencia de estos cuerpos profesionales de uno u otro rgano estatal (de la magistratura, del Ministerio del Interior o del Estado Mayor); la mayor o menor parte dejada a la costumbre o a la ley escrita, por la que se desarrollan formas consuetudinarias que pueden en cierto punto ser abolidas en virtud de las leyes escritas (en algunos pases "pareca" que se hubieran constituido regmenes democrticos, pero se haban constituido slo formalmente, sin lucha, sin sanciones constitucie naies y fue fcil disgregarlos sin lucha, o casi, por carecer de apoyosjundico-morales y militares, renovando la ley escrita o dando a la ley escrita interpretaciones reaccionarias); la separacin ms o menos grande entre las leyes fundamentales y los reglamentos de ejecucin que anulan las prime80
ras o les dan una interpretacin restrictiva; el empleo I ms o menos ani- 26 plio de los decretos-ley que tienden a sustituir la legislacin ordinaria y la modifican en ciertas ocasiones, "forzando la paciencia" del parlamento hasta llegar a una autntica "extorsin de la guerra civil". h este proceso contribuyen los tericor-filsofos,los publicistas, los partidos polticos, etctera, para el desarrollo de la parte formal y los movimientos o las presio nes de masas para la parte sustancial, con acciones y reacciones recprocas, con iniciatiias "preventivas"antes de que un fennieno se maniiieste peligrosamente y con represiones cuando las prevenciones faltaron o fueron tardas e ineficaces. El ejercicio 'hormal" de la hegemona en el terreno que y se ha iuela to clsico del rgimen parlamentario, se caracteriza por la combinacin de la fuerza y del consenso que se equilibran diversamente, sin que la fuerza domine demasiado a l consenso, incluso tratando de obtener que la fuerza parezca apoyada en el consenso de la mayora, expresado por los llamados rganos de la opinin pblica -peridicos y asociaciones los cuales, por lo tanto, en ciertas situaciones, son multiplicados artificiosamente. Entre el consenso y la fuerza est la corrupcin-fraude (que es caracterstica de ciertas situaciones de dificil ejercicio de la funcin hegemnica, presentando el empleo de la fuerza demasiados peligros) o sea el debilitamiento y la parlisis infligidos al adversario o a los adversarios acaparando sus dirigentes bien sea encubiertamente o, en caso de peligro emergente, abiertamente, para provocar confusin y desorden en las filas adversarias. En el periodo de la posguerra, el aparato hegemnico se cuartea y el ejercicio de la hegemona se vuelve permanentemente dificil y aleatorio. El fenmeno es presentado y tratado con varios nombres y en aspectos secundxios y derivados. Los ms triviales son: "crisis del principio de autoridad" y "disolucin del rgimen parlamentario". Naturalmente, del fenmeno se describen slo las manifestaciones "teamles" en el terreno parlamentario y del gobierno poltico y stas se explican precisamente por el fracaso de algunos "principios" (parlamentario,democrtico, etctera) y con la "crisis" del principio de autoridad (del fracaso de este principio hablarn otros no menos superficiales y supersticiosos).La crisis se presenta prcticamente en la siempre creciente dificultad de formar los gobiernos y en la siempre creciente inestabilidad de los mismos gobiernos: tiene su origen inmediato en la multiplicacin de los partidos parlamentarios, y en las crisis internas permanentes de cada uno de estos partidos (esto es, ocurre en el interior de cada partido lo que ocurre en todo el parlamento: dificultad de gobierno e inestabilidad de direccin). Las formas de este fenmeno son tambin, en cierta medida, de corrupcin
medios para obtener su direccin o al menos para participar en la dueccin, as como en el parlamento el partido cree ser el nico que debe formar el gobierno para salvar al pas o al menos pretende, para dar apoyo al gobierno, deber participar en l lo ms ampliamente posible; de ah las componendas falaces y ftiles, que no pueden dejar de ser personalistas al punto de parecer escandalosas, y que a menudo son desleales y prfidas. Seguramente, en la realidad, la corrupcin personal es menor de lo que parece, porque todo el organismo poltico est corrompido por la ruina de la funcin hegemnica. Que los interesados en que la crisis se 26a resuelva desde su punto de vista finjan creer y proclamen I a grandes voces que se trata de la "corrupcin" y de la "disolucin" de una serie de "principios" (inmortales o no), podna inclusojustificarse: cada uno es el mejor juez en la eleccin de las armas ideolgicas que son ms apropiadas a los fines que quiere alcanzar y la demagogia puede ser considerada un arma excelente. Pero la cosa resulta cmica cuando el demagogo no sabe que lo es y acta prcticamente como si fuese verdad en la realidad efectiva que el hbito es el monje y la gorra el cerebro. De esta manera Maquiavelo se convierte en Stenterello.' La crisis en Francia. Su gran lentitud de desarrollo. Los partidos polticos franceses: stos eran muy numerosos incluso antes de 1914. Su multiplicidad formal depende de la riqueza de acontecimientos revolucionarios y polticos en Francia desde 1789 hasta el Affaire Dreyfus: cada uno de estos acontecimientos ha dejado sedimentos y huellas que se han consolidado en partidos, pero siendo las diferencias mucho menos importantes que las coincidencias, en realidad siempre ha reinado en el Parlamento el rgimen de los dos partidos, liberalesdemocrticos (iarias gamas del radicalismo) y conservadores. Puede incluso decirse que la multiplicidad de los partidos, dadas las circunstancias particulai-esde la formacin polticonacional francesa ha sido muy til en el pasado: ha permitido una %asta obra de selecciones individuales y ha creado el gran nmero de hbiles hombres de gobierno que es una caracterstica francesa. A uavs de este mecanismo muy suelto y articulado, cada movimiento de la opinin pblica encontraba un reflejo inmediato y una composicin. La hegemona burguesa es muy fuerte y tiene muchas reservas. Los intelectuales estn muy concentrados (Instituto de Francia, Universidad, grandes peridicos y revistas de Pars) y, aunque numerossimos, son en el fondo muy disciplinados a los centros nacionales de cultura. La burocracia militar y civil tiene gran Tradicin y ha alcanzado un alto grado de homogeneidad activa. La debilidad interna ms peligrosa para el aparato estatal (militar y ci-
y disolucin moral: cada fraccin de partido cree tener la receta infalible nara detener el debilitamiento de todo el nartido. v recurre a todos los .,
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vil) consisa en la alianza del clericalismo y del monarquismo. Pero la masa popular, aunque catlica, no era clerical. En el caso Dreyfus culmin la lucha para paralizar la influencia clerical-monrquica en el aparato estatal y para dar al elemento laico un neto predominio. La guerra no debilit sino que reforz la hegemona; no se tuvo tiempo para pensar: el Estado entr en la guerra y casi inmediatamente el territorio fue invadido. El paso de la disciplina de paz a la de guerra no exigi una crisis demasiado grande: los viejos cuadros militares eran bastante vastos y elsticos; los oficiales subalternos y suboficiales eran probablemente los ms seleccionados del mundo y los mejor adiestrados en las fwciones del mando inmediato de las tropas. Confrontacin con oiros pases. La cuestin de los a d t y del vw rii luntarismo; la crisis de los cuadros, determinada por el predominio de los oficiales de complemento, que en otras partes tenan una mentalidad antittica a la de los oficiales de carrera. Los arditi, en otros pases, han representado un nuevo ejrcito de voluntarios, una seleccin militar, que tuvo una funcin tctica primordial. El contacto con el enemigo fue buscado slo a travs de los arditi, que formaban como un velo entre el enemigo y el ejrcito de Leva (funcin del armazn en el busto). La infant&a francesa estaba formada en su inmensa mayora por cultivadores directos, o sea por hombres provistos de una reserva mus Icular y nerviosa muy rica que hizo ms d i c i l el colapso fisico provocado por la larga vida de ninchera (el consumo medio de un ciudadano francs es de aproximadamente 1,500,000 caloras anudes, mientras que el de un italiano es menos de 1,000,000);en Francia el bracerismo agrcola es mnimo, el campesino sin tierra es empleado de granjas, o sea que vive la mismavida de los patrones y no conoce el problema de la desocupacin ni siquiera estacional, elverdadero bracensmo se confunde con la mala vida rural y est formado por elementos inquietos que viajan de un extremo al otro del pas para pequeos trabajos marginales. L a alimentacin en la trinchera era mejor que en otros pases y el pasado democrtico, rico en luchas y en aprendizajes recprocos, haba creado el tipo difuso del ciudadano moderno incluso en las clases s u b alternas, ciiidadano en el doble sentido de que el hombre del pueblo no slo senta ser algo sino que era considerado alguien incluso por los superiores, por las clases dirigentes, esto es, no era humillado y maltratado por bagatelas. No se formaron as, durante la guerra, aquellos sedimentos de rabia envenenada y solapada que se formaron en otras partes. Las luchas internas de la posguerra carecieron por lo tanto de gran aspereza y especialmente no se dio la inaudita oscilacin de las masas rurales que tuvo lugar en otras partes. La crisis endmica del parlamentarismo francs indica que hay un malestar difuso en el pas, pero este malestar no ha tenido hasta ahora un
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carcter radical, 20 ha puesto en juego cuestiones intangibles. Ha habido una ampliacin de la base industrial y en consecuencia un aumento en el urbanismo. Masas de rurales se han volcado en las ciudades, pero no porque en el campo hubiese desocupacin o hambre insatisfecha de tierra; porque en la ciudad se est mejor, hay ms satisfacciones, etctera (el precio de la tierra es bajsimo y muchas tierras buenas son abandonadas a los italianos). La crisis parlamentaria refleja (hasta ahora) ms bien un tras lado normal de masas (no debido a aguda crisis econmica), con una bsqueda laboriosa de nuevos equilibrios de representacin y de partidos y un malestar vago que es slo premonitorio de una posible gran crisis poltica. La misma sensibilidad del 01-ganismo poltico lleva a exagerar formalmente los sntomas del malestar. Hasta ahora se ha tratado de una serie de luchas por el reparto de los cal-gos y de los beneficios estatales, ms que otra cosa, por lo tanto crisis de los partidos medios y del radical en primer lugar, que representa a las ciudades medianas y pequenas y a los campesinos ms avanzados. Las fuerzas polticas se preparan para las grandes luchas futuras y buscan una mejor posicin; las fuerzas extraestatales hacen sentir ms marcadamente su peso e imponen a sus hombres en forma ms brutal. El punto culminante de la crisis parlamentaria francesa fue alcanzado en 1925 y de la actitud adoptada frente a aquellos acontecimientos, considerados decisivos, es que hay que partir para dar un juicio sobre la consir tencia poltica e ideolgica de la Aclion Francaise. Maurras grit ante la descomposicin del rgimen republicano y su grupo se prepar para la toma del poder. Maurras es exaltado a menudo como un gran estadista y como un grandsimo Realpolitikm en realidad es solamente un jacobino al revs. Losjacobmos empleaban cierto lenguaje, eran partidarios convencidos de una determinada ideologa; en aquel tiempo y circunstancias determinadas, aquel lengua Ije y aquella ideologa eran ultrarrealistas porque conseguan poner en movimiento las energas polticas necesarias para los fines de la Revolucin y para consolidar permanentemente el ascenso a poder de la clase revoluciona~ia; l ms tarde fueron detenidos, como sucede casi siempre, por las condiciones de lugar y tiempo y reducidos a frmulas y se convirtieron en una cosa distinta, una larva, palabras huecas e inertes. Lo cmico consiste en el hecho de que Maurras puso de cabeza trivialmente aquellas frmulas, creando otras que coloc en un orden 1&O-literario impecable, las cuales a su vez no podan sino representar el reflejo del ms puro y trivial iluminismo. En realidad es precisamente Maunas el ms representativo campen del "estpido siglo X " ' la conX, centracin de todos los lugares comunes masnicos mecnicamente invertidos: su relativo xito depende precisamente de que su mtodo agra84
da porque es el de la razn razonadora de la que naci el enciclopedismo y toda la tradicin cultural masnica francesa. El iluminismo cre una serie de mitos populares, que eran slo la proyeccin en el futuro de las ms profundas y milenarias aspiraciones de las grandes masas, aspiracie nes ligadas al cristianismo y a la filosofia del sentido comn, mitos tan simplistas como se quiera, pero que tenan un origen realmente enraizado en los sentimientos y que, en todo caso, no podan ser controlados experimentalmente (histricamente); Xfaurras cre el mito "simplista" de un pasado monrquico francs fantstico; pero este mito ha sido "historia" y las deformaciones intelectualistas de sta pueden ser fcilmente cori-egidas: toda la instruccin pblica francesa es una implcita rectificacin del mito monrquico, que de tal modo se con\ierte en un "mito" defensiuo ms que creador de pasiones. Una de las frmulas fundamentales de hfaurras es "Politique d'abord, pero l es el primero en no seguirla. Para l, antes de la poltica est siempre la "abstraccin poltica", la aceptacin integral de una concepcin del mundo "minuciossima", que prev todos los detalles, como lo hacen las utopas de los literatos, que exige una determinada concepcin de la historia, pero de la historia concreta de Francia y de Europa, o sea una determinada y fosiliiada hermenutica. Len Daudet ha escrito que la gran fuerza de la Adion Francahe ha sido la indestructible homogeneidad y unidad de su grupo dirigente:' siempre de acuerdo, siempre solidarios poltica e ideolgicamente. Es cierto que la unidad y homogeneidad del grupo dirigente es una gran fuerza, pero de carcter sectario y masnico, no de un gran partido de gobierno. El lenguaje poltico se ha convertido en una jerga, se ha formado la atmsfera de un conventculo: a fuerza de repetir siempre las mismas frmulas, de manejar los mismos esquemas mentales entumecidos, se acaba, esverdad, por pensar del mismo modo, porque se acaba por no pensar ms. Maurras en Pans y Daudet en Bruselas pronuncian la misma frase, sin p e nerse de acuerdo, sobre el mismo acontecimiento, porque el acuerdo exista ya desde antes, porque se trata de dos maquinitas de frases, montadas desde hace veinte aos para decir las mismas frases en el mismo momento. El grupo dirigente de la Action Francake se form por cooptacin: en un principio estaba Maurras con su verbo, luego se uni Vaugeois, I luego Daudet, luego Pujo, etctera, etctera. Cada vez que del grupo se separ alguno fue una catsirofe de polmicas y acusaciones interminahles y prfidas, y se comprende: Maurras es como un Papa infalible y que se separe de l uno de los ms prximos tiene un significado verdaderamente catastrfico. Desde el punto de vista de la organizacin, la Action +an~aisees muy
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interesante y merecena un estudio profundo. Su fuerza relatiya est constituida especialmente por el hecho de que sus elementos de base son tipos sociales intelectualmente seleccionados, cuyo "alistamiento" militar es extraordinariamente fcil, como lo sena el de un ejrcito constituido slo por oficiales. La seleccin intelectual es relativa, se entiende, porque es asombroso cmo los afiliados a la Action Francaire son dciles para repetir como papagayos las frmulas del lder (aunque no se trate de una necesidad de guerra, sentida como tal) e incluso para obtener un beneficio "snobista". En una repblica puede ser signo de distincin el ser monrquico, en una democracia parlamentaria el ser reaccionario consecuente. El grupo, por su coniposicin, posee (aparte de las subvenciones de ciertos grupos indusuiales) muchos fondos, tantos que permiten iniciativas mltiples que dan la apariencia de una cierta vitalidad y actividad. La posicin social de muchos partidaiios declarados y ocultos permite al peridico y al centro dirigente tener una masa de informaciones y documentos reservados que permiten una multiplicidad de polmicas personales. En el pasado, pero ms limitadamente tambin ahora, el Vaticano deba ser una fuente de primer orden de informaciones (la Secretaria de Estado y el alto clero francs). Muchas campaas personalistas deben ser en clave o en media clave: se publica una parte de verdad para dar a entender que se sabe todo, o se hacen alusiones astutas slo comprensibles para los interesados. Estas violentas campafias personalistas tienen para la Action Franpisevarios significados: galvanizan a los partidarios porque el despliegue del conocimiento de las cosas ms secretas da la impresin de gran capacidad para penetrar en el campo adversario y de una fuerte organizacin a la cual nada escapa, muestran al rgimen republicano como una asociacin de delincuentes, paralizan a una serie de adversarios con la amenaza de deshonrarlos y de algunos hacen colaboradores secretos. La concepcin emprica que se puede obtener de toda la actividad de la Action Franpise es sta: el rgimen parlamentano republicano se disolver ineluctablemente porque es un "monstrum" histrico-racional, que no corresponde a las leyes "naturales" de la sociedad francesa rgidamente establecidas por Maurras. Los nacionalistas integrales deben por lo tanto: 11 apartarse de la vida real de la poltica francesa, no reconociendo su 'legalidad histric~racional(abstencionismo, etctera) y combatindola en bloque; 21 crear un antigobierno, siempre pronto a instalarse en los "palacios tradicionales" con un golpe de mano: este antigobierno se presenta ya hoy con todos los cargos embrionales, que corresponden a las grandes actividades nacionales. En la realidad se hicieron muchas transgresiones a tanto rigor; en el 19 se presentaron algunas candidaturas, y por milagro sali electo Daudet.
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En las otras elecciones la Action Franpise apoy a aquellos candidatos de derecha que aceptaban algunos de sus principios marginales (esta a c t i ~ dad parece haberle sido impuesta a Maurras por sus colaboradores ms expertos en poltica real, lo cual demuestra que la unidad no carece de grietas). Para salir del aislamiento se proyect la publicacin de un gran peridico de informacin, pero hasta el momento no se ha hecho nada (existe slo la h u e Uniuerselley el Cl~ariuon I desempean la tarea de 28' que divulgacin indirecta entre el gran pblico). L a acre polmica con el Vaticano y la reorganizacin del clero y de las asociaciones catlicas que fue su consecuencia, ha roto el nico vnculo que la AdionFran@isetena con las grandes masas nacionales, vnculo que era tambin l bastante aleate rio. El sufragio universal que desde hace tanto tiempo fue introducido en Francia ha determinado el hecho de que las masas, formalmente catlicas, polticamente sigan a los partidos republicanos de centro, aunque stos sean anticlencales y laicistas: el sentimiento nacional, organizado en torno al concepto de patria, es igualmente fuerte, y en ciertos casos es indudablemente ms fuerte que el sentimiento religio~atlico, que por lo dems posee caractersticas propias. La frmula de que "la religin es una cuestin privada" se ha arraigado como forma popular del concepto de separacin de la Iglesia y el Estado. Por otra parte, el conjunto de asociaciones que constituyen la Accin Catlica est en manos de la aristocracia terrateniente (su jefe es, o lo era, el general Castelnau), sin que el bajo clero ejerza aquella funcin de gua espiritualsocial que ejerca en Italia (en la septentrional). El campesino francs, casi en su totalidad, se parece ms bien a nuestro campesino meridional, que dice gustoso: "el cura es cura ante el altar, pero fuera es un hombre como todos los dems" (en Sicilia: "monaci e parrini, sienticci la mossa e stoccacci li rini"). La Action F r a n ~ U e travs del estrato dirigente catlico pensaba poder dominar, a en el momento decisivo, todo el aparato de masas del catolicismo francs. En este clculo haba un poco de verdad y mucha ilusin: en pocas de grandes crisis poltico-morales, el sentimiento religioso, relajado en tiempos normales, puede volverse vigoroso y absorbente; pero si el futuro se muesua lleno de nubes tempestuosas, incluso la solidaridad nacional, expresada en el concepto de patria, se vuelve absorbente en Francia, donde la crisis no puede dejar de asumir el carcter de crisis internacional, y entonces la "Marsellesa" es ms fuerte que los Salmos penitenciales. En todo caso, incluso la esperanza de esta reserva posible se ha desvanecido para Maurras. El Vaticano no quiere seguir abstenindose de los asuntos internos franceses y considera que la amenaza de una posible restauracin mcnrquica se havuelto inoperante: el Vaticano es ms realista que Maurras, y concibe mejor la frmula "politique d'abord". Mientras el campesino 87
francs tenga que elegir enue Herriot y un Hobereau, elegir a Herriot: por lo tanto ser preciso crear el tipo del "radical catlico" o sea del "popular", hay que aceptar sin reservas la repblica y la democracia y en este terreno organizar a las masas campesinas, superando la divergencia entse religin y poltica, haciendo del cura no slo la gua espiritual (en el campo individual-privado) sino tambin la gua social en el campo econmic@poltico. La derrota de Maurras es cierta (como la de Hugenberg en Alemania). Es la concepcin de Maurras la que es falsa por excesiva perfeccin lgica: esta derrota, por lo dems, fue sentida por el mismo Maurras precisamente al comienzo de la polmica con el Vaticano, que coincidi con la crisis parlamentaria francesa de 1925 (ciertamente que no por casualidad). Cuando los ministerios se sucedian en rotacin, la ilction Francaisepublic que estaba lista para asumir el poder y apareci un artculo en el que se lleg a invitar a Caillaux a colaborar, Caillaux para quien 29 se anuncia1 ba continuamente el pelotn de ejecucin. El episodio es clsico: la poltica entumecida y racionalista de Maurras, del abstencionismo apnonsta, de las leyes naturales "siderales" que rigen la sociedad francesa, estaba condenada al marasmo, al hundimiento, a la abdicacin en el momento resolutivo. En el momento resolutivo se vio que las grandes masas de energa puestas en movimiento por la crisis no se vierten en absoluto en los depsitos creados artificialmente, sino que siguen lasvas realmente trazadas por la poltica real precedente, se mueven segn los partidos que siempre han estado activos, o incluso que han nacido como hongos en el terreno mismo de la crisis. Aparte la estupidez de creer que en 1925 pudiera producirse el hundimiento del rgimen republicano por una crisis parlamentaria (el intelectualismo antiparlamentarista conduce a sernejantes alucinaciones monomaniacas); si acaso hubo algn hundimiento fue el moral de hlaurras, que con todo puede que n o se haya librado de su estado de iluminacin apocalptica, y de su grupo, que se sinti aislado y tuvo que apelar a Caillaux y compaia. En la concepcin de Maurras existen muchos rasgos similares a los de ciertas teonas formalmente catastrficas de cierto economismo y sindicalismo. Ha ocurrido a menudo esta trasposicin al campo poltico y parlamentario de concepciones nacidas en el terreno econmico y sindical. Todo abstencionismo poltico en general y no slo el parlamentario se basa en una concepcin similar mecnicamente catastrfica: la fuerza del adversario se derrumbar matemticamente si con un mtodo rigurosamente intransigente se le boicotea en el campo gubernativo (a la huelga econmica se suma la huelga y el boicot poltico). El ejemplo clsico es el italiano de los clericales despus del 70, que imitaron y generalizaron al-
p n o s episodios de la lucha de los patriotas contra el dominio austriaco que tuvieron lugar principalmente en Miln. La afirmacin, a menudo repetida porJacques Baimille en sus ensayos histricos, de que el sufragio universal y el plebiscito podan (habran podido) y por lo tanto podrn servir tamhikn al legitimismo as como sirvieron a otras corrientes polticas (especialmente a los Bonaparte)' es muy ingenua, porque est ligada a un ingeniio y abstractamente esttpido s o ciologismo: el sufragio universal y el plebiscito son concebidos como esquemas abstrados de las condiciones de tiempo y lugar. Hay que sealar: 11 que toda sancin dada por el sufragio universal y el plebiscito ha tenido lugar despus de que la clase fundamental se hubo concentrado fuertemente o en el campo poltico o ms an en el campo polticc-militar en torno a una personalidad "cesarista" o despus de una guerra que haba creado una situacin de emergencia nacional; 21 que en la realidad de la historia francesa han existido diversos tipos de "sufragio universal", a medida que cambiaron histricamente las relaciones econmi~&~olticas. Las crisis del sufragio universal han sido determinadas por las relaciones entre Pars y la proxlncia, o sea entre la ciudad >: el campo, entre las fuerzas urbanas y las campesinas. Durante la Revolucin, el bloque urbano pansiense gua en forma casi absoluta a la provincia y se forma as el mito del sufragio universal que debera siempre dar la razn a la democracia radical parisiense. Por eso Pars quiere el sufragio universal en 1848, pero de l surge un parlamento reaccionarioradical que permite a Napclen 111 su carrera. F b 1871,Pars ha dado un gran paso adelante porque se rebela contra la Asamblea Xacional de Versalles, formada I por el su- 2sa *agio universal, o sea que implcitamente "comprende" que entre "pro greso" y sufragio puede haber conflicto; pero esta experiencia histrica, de valor inestimable, se pierde inmediatamente porque los portadores de la misma son inmediatamente suprimidos. Por otra parte, despus del 71 Pars pierde en gran parte su hegemona polticdemocrtica sobre el resto de Francia por diversas razones: 11 porque se difunde en toda Francia el capitalismo urbano y se crea el movimiento radical socialista en todo el territorio; 21 porque Pans pierde definitivamente su unidad reve lucionaria y su democracia se escinde en grupos sociales y partidos antagnicos. El desarrollo del sufragio universal y de la democracia coincide cada vez ms con la afirmacin en toda Francia del partido radical y de la lucha anticlerical, afirmacin que es facilitada e incluso favorecida por el desarrollo del llamado sindicalismo revolucionario. En realidad el abstencionismo electoral y el economismo de los sindicalistas son la apariencia "intransigente" de la abdicacin de Pars de su papel de cabeza revolucionana de Francia, son la expresin de un obvio oportunismo subsecuente
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a la sangia de 1871. El radicalismo unifica as en un plano intermedio, de la mediocridad pequenobiirpesa, a la aristocracia obrera de las ciudades y al campesino acomodado de las zonas rurales. Despus de la guerra hay una recuperacin del desarrollo histrico truncado a sangre y fuego en 1871, pero ste es incierto, informe, oscilante y especialmente falto de cerebros pensantes. La Rivistn d'lfalia del 15 de enero de 1927 reproduce un artculo de J. Vialatoux publicado en la Chronique Sociale de Frunce de algunas semanas antes;*Vialatoux rechaza la tesis sostenida por Jacques Maritain, en Une opinion sur Charles ~Zlourras le dmoir des catholiqus (Pars, Plon, 1926),' seet gn el cual entre la fdosofia y la moral pagana de Maurras y su poltica no habra ms que una relacin contingente, de modo que si se toma la doctrina poltica haciendo abstraccin de la filosofia, se puede tropezar con algn peligro, como en todo movimiento humano, pero no hay en ello nada de condenable. Para Vialatoux,justamente, la doctrina poltica brw ta (o por lo menos est indisolublemente ligada-G.) de la concepcin pagana del mundo (sobre este paganismo hay que d i s ~ g u iy aclarar, entre r el ropaje literario lleno de referencias y metforas paganas y el ncleo esencial que es adems, el positivismo naturaiista, tomado de Comte y mediaiamenre del smsiinoniuiii<,, .iqucllo que enu-a cn cl p~ganisiiio sd<> por lajerga y Id norncncl.irurd cclesiisriiit-;.). El Esmdo es el fin iltiiiio del hombre: realiza el orden humano con las nicas fuerzas de la naturaleza (o sea "humanas", en contraposicin a "sobrenaturales"). Maurras es definible por sus odios ms an que por sus amores. Odia el cristianismo primitivo (la concepcin del mundo contenida en los Evangelios, en los primeros apologistas, etctera, el cristianismo hasta el edicto de Mdn, en suma, cuya creencia fundamental era que la venida de Cristo haba anunciado el fin del mundo y que por tanto determinaba la disolucin del orden poltico romano en una anarqua moral corrosiva de todo valor civil y estatal), que para l es una concepcin judaica. En este sentido Maurras quiere descristianizar la sociedad moderna. Para Maurras la Iglesia 30 catlica h a sido y ser cada vez ms el instrumento I de esta descristianizacin. El distingue entre cristianismo y catolicismo y exalta a este ltimo como la reaccin del orden romano rente a la anarqua judaica. El culto catlico, sus devociones supersticiosas, sus fiestas, sus pompas, sus solemnidades, su liturgia, sus imgenes, sus frmulas, sus ritos sacramentales, su jerarqua imponente, son como un encantamiento saludable para domar la anarqua cristiana, para inmunizar el veneno judaico del cristianismo autntico. Segn Vialatoux, el nacionalismo de la Action Frun~aise es no ms que un episodio de la histmia religiosa de nuestro tiempo (en este sentido todo movimiento poltico no controlado por el Vaticano es un episo90
dio de la historia religiosa, o sea que toda la historia es historia religiosa. De cualquier modo hay que aadir que el odio de Maurras contra todo lo que sepa a protestante y sea de oiigen anglogermnico -Romanticis mo, Revolucin francesa, capitalismo, etctera- no es m& que un aspecto de este odio contra el cristianismo primitivo. Habna que buscar en Augusto Comte los orgenes de esta actitud general con respecto al catolicismo, que no es independiente del renacimiento libresco del tomismo y del aristotelismo)
Cfr. C u n d m o I
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5 <38> ikurras y el "cenfralU-vw orgrinico". El llamado "centralismo orgnico" se basa en el principio de que un grupo poltico es seleccionado por "cooptacin" en torno a un "portador infd~ble la verdad", a un "ilumide nado por la razn" que ha encontrado las leyes naturales infalibles de la evolucin histrica, infalibles aunque sea a largo plazo y aunque los acontecimientos inmediatos "parezcan"desmentirlas. La aplicacin de las leyes de la mecnica y de la matemtica a los hechos sociales, lo que no debena tener ms que un valor metafrico, se convierte en el nico y alucinante motor intelectual (en el vaco). El nexo entre el centralismo orgnico y las dochinas de Maurras es evidente. Lo bata& deJutlandia Debe retisane la descripcin de la batalla de Jutlandia hecha por Winston Churchill en sus memorias d e guerra.' En ella se advierte cmo el plan y la direccin esaatgica de la bataila por parte del mando ingls y del alemn estn en oposicin con la representacin tradicional del carcter de los dos pueblos. El mando ingls haba centralizado "orgnicamente" la ejecucin del plan en la nave almirante: las unidades de la flota deban "esperar rdenes" cada vez. El mando alemn, por el contsario, haba explicado a todos los mandos subalternos el plan estratgico general y haba dejado a las unidades aquella cierta libertad de maniobras que las circunstancias podan requerir. La flota alemana se comport muy bien. La flota inglesa por el contrario se vio embarazada, corri muchos riesgos, tuvo graves prdidas y no obstante su superioridad, no pudo conseguir fines estratgicos positivos: en cierto punto el almirante perdi la comunicacin con las unidades combatientes y stas cometieron error tras error. (Sobre la batalla de Judandia ha escrito un libro Epicarmo Corbiio.)'
Cfr. Cuadano 1 (m), 49 bis, 51 bis-52. pp.
<39> Italo Chittaro, La r q n n t u di comando, Casa Editrice De hlberti, Roma. Se$ una resea de 17. Varanini en la Fiera Lettcra~in 4 de nodel viembre de 1928 parece que en el libro de Chittaro se contienen ideas muy interesantes incluso para la ciencia poltica. Necesidad de los estudios his tncos para la preparacin pi-ofesional de los oficiales. Para mandar no basta el simple buen sentido: ste, si acaso, es el fruto de un profundo sa3oa ber y de un lar I ga ejercicio. La capacidad de mando es especialmente h portante para la infantena: si en las otras armas se llega a ser especialista de tareas particulares, en la infantera se llega a ser especialista en el mando, o sea en la tarea de conjunto: por lo tanto, necesidad de que todos los oficiales destinados a grados elevados hayan tenido mandos de infantena (o sea que antes de ser capaces de ordenar las "cosas" hay que ser capaces de ordenar y guiar a los hombres). Considera por itimo la necesidad de la formacin de un Estado Mayor numeroso, d i d o , popular entre las tropas.'
Cfr Cuadmo 1
5 <40> G. Gentile y lafilosofa de la politica. Cfr. el artculo publicado por G. Gentile en el Spectator del 3 de noviembre de 1928 y rehpreso en la EducazioneFascista. "Filosofia que no se piensa (!?) , pero que se hace, y por lo mismo se enuncia y afirma no con frmulas sino con la accin."' Pues to que desde que el hombre existe, siempre se ha "hecho", siempre ha existido la "'accin", esta fdosofia ha existido desde siempre, ha sido por lo tanto la filosofia de ... Nitti y de Giolitti. Todo Estado tiene "dos filosofas": la que se enuncia con frmulas y es un simple arte de gobierno, y la que se aiirma con la accin y es la filosofa real, o sea la historia. El problema consiste en ver en qu medida estas dos filosofias coinciden, divergen, estn en oposicin, son coherentes ntimamente entre s. La "frmula" gentiliana n o es, en realidad, ms que el diskaz sofistico de la "filosofia" poltica ms conocida con el nombre de "oportunismo" y empinsmo. Si Bouvard y Pcuchet hubiesen conocido a Gentile, habran hallado en su filosofia la justa interpretacin de su actividad renovadora y revolucionaria (en el sentido no corrompido de la palabra, como se dice).
Cfr. Cuaderno 1 (XW). 65. p.
<1> Literatura popular. (Cfr. pargrafo siguiente).' Es cierto que el estudio de la funcin no es siiciente, aun siendo necesario, para crear la beUeza: entretanto, sobre la misma "funcin" nacen discordias, esto es, incluso la idea y el hecho de funcin es individual o da lugar a interpretaciones individuales. Por otra parte, no est decidido que la "decoracin" no sea "funcional" y se entiende "decoracin" en sentido amplio, para todo aquello que no es esmctamente "funcional", como la matemtica. Pero la "racio nalidad conduce a la "simplificacin", lo que ya es mucho. (Lucha contra el preciosismo esttico que est pi-ecisamente caracterizado por el predominio del elemento externamente decorativo sobre el "funcional" aunque sea en sentido amplio, o sea de funcin en la que se halle incluida la " f i n cin esttica"). Y es mucho que se baya llegado a admitir que la "arquia tectura es la interpretacin de lo prctico".' Seguramente que esto podra decirse de todas las artes que son una "determinada interpretacin de lo que es prctico", dado que a la expresin "prctico" se le quite todo significado "peyorativo,judaico" (o llanamente burgus: debe seiduse que "burgus" en muchos idiomas significa slo "chato, mediocre, interesado", lo cual ha adoptado el significado que antiguamente tena la expresin "judaico": sin embargo estos problemas de lenguaje tienen importancia, porque lenguaje = pensamiento, modo de hablar no slo indica modo de pensar y de sentir sino tambin de expresarse, o sea de hacer entender y sentir). Ciertamente para las oms artes las cuestiones de "racionalismo" no se plantean del mismo modo que para la arquitectura, sin embargo el "modelo" de la arquitectura es til, dado que a pxiori se debe admitir que lo bello es siempre tai y presenta los mismos problemas, cualquiera que sea la expresin formal particular del mismo. Podra decirse que se &ata de "tcnica", pero tcnica no es ms que la expresin y el problema retorna a su crculo inicial con distintas palabras.
S <2> Literatura popular. Cuestiones de nombres. Es evidente que en arquitectura "racionalismo" significa simplemente "moderno": es tambin evidente que "racional" no es sino un modo de expresar lo bello segn el gusto de una cierta poca. Que ello baya ocurrido en la arquitectura an-
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tes que en otras artes se comprende, porque la arquitectura es "colectiva" no slo como "empleo", sino como '>uicio". Podra decirse que el "racionalismo" ha existido siempre, o sea que siempre se ha tratado de alcanzar un cierto fin segn un cierto gusto y segin los conocimientos tcnicos de la resistencia y de la adaptabilidad del "material". Cunto y cmo el "racionalismo" de la arquitectura pueda difundirse en las otras artes es cuestin difcil y que ser resuelta por la "crtica de los heclios" (lo cual no quiere decir que sea iniitil la crtica intelectual y esttica que prepara la de los hechos). Cierto es que la arquitectura paiece de por s, :por sus conexiones [inmediatas] con el resto de la vida, la : ms reformable y "disiutible" de las artes. C n cuadro o un libro o una estatuilla pueden tenerse en un lugar "personal" para el gusto personal; no as una construccin arquitectnica. Debe tambin recordarse indirectamente (por lo que vale en este caso) la obser~acin Tilgher de que la de obra de arquitectura no puede ponerse al mismo nivel de las otras obras de arte por el "costo", el estorbo, etctera.' Destruir una obra constructiva, o sea hacer y rehacer, intentando y volviendo a probar, no se adapta mucho a la arquitectura.
5 c3> Maquiauelo. G ~ t r oUn estudio cuidadoso de los partidos de cen. tro en sentido amplio seria sumamente educativo. Trmino exacto, extensin del trmino, cambio histi-ico del trmino y de la acepcin. Por ejemplo, los jacobinos fueron un partido extremo: hoy son tpicamente de centro; igual los catlicos (en masa); igual tambin los socialistas, etctera. Creo que un anlisis de los partidos de centro* y de su funcin es parte importante de la historia contempornea. Y no hay que dejarse engaar por las palabras o por el pasado: es cierto, por ejemplo, que los "nihilistas" rusos deben considerarse partido de centro, y lo mismo incluso los "anarquistas" modernos. La cuestin es si por simbiosis un partido de centro no sirve a un partido "histrico", ejemplo el partido hitleriano (de centro) a Hugenberg y Papen (extremistas: extremistas en cierto sentido, agrarios y en parte industriales, dada la historia alemana particular). Partidos de centro y partidos "demaggicos" o burgueses-demaggicos. El estudio de las polticas alemana v francesa en el invierno de 1932-33 ofrece una cantidad de material para esta investigacin, as como la contraposicin de la poltica exterior a la interna (mientras que es siempre la poltica interna la que dicta las decisiones, se entiende en un pas de-
t e r m i n a d o : de hecho est claro que la iniciativa, debida a r a z o n e s internas, de u n pas, s e volver "exterior" para ei pas que s u f r e i a iniciativa).
B 4 2 Literatura popiL2or. Oitgen popular del "superhombre". Cada ver que nos trcr 2 peramos con algh admirador de Nietzsche, es oportuno examinar ri sus concepciones "superhumanas". contra la moral convencional, etctera, etctera, son de genuino o B gen niemcheano, o seasi son el producto de una elaboracin de pensamiento que h a y que situar en la esfera de la alta cultura, o bien si tienen orgenes mucho ms nioa destos, por ejemplo si estn vinculadas a la literatum de folletn. (Pero acaso el mismo Nieasche no habr sido algo influido por las novelss folletinescas francesas?) Hay que recordar que tal literatura, hoy degradada a la portera y a los tabucos. estuvo muy difundida entre los intelectuales por lo nienos hasta el 70, como hoy da la novela policia ca De todos modos parece que puede decirse que mucha supuesta supehumanidad niemcheana tiene como nico modelo y otigen "doctrinal"a..El candedrMonfeoirfode A Dumas. En Dumas, por lo que me consta, el tipo de Montecristo fue representado repetidas veces: el mismo puede verse, por ejemplo, en el A h s de Lar he mpwtaar y en Jos Bhmo, pero seguramente se podr enconuar tambin en otras novelas. Cuando se lee que uno es admirador de Balzac, hay que estar atentos: tambin en Balzac hay algo de novela por enwegas. Vauwin es tambin, a su manera, un superhombre, y el discurso que le hace a Rastignac e n Pap Gaot tiene mucho de... nietlscheano en sentido populachero. Lo niisino Rastignac y de Rubempr. (Vincenzo Morello se ha convertido en "Rastignac" por esta filiacin... populachera y ha defendido a "Corrado Brando".)' Recordar que Nieusche ha sido editado por Monanni y se conocen los orgenes culturalesideolgicos de Monanni y su clientela. Lo mismoVautrin y el "amigo deVaw trin" han dejado rastros en la literatiirade PaoloValeray en auFolln. (Recordar al "aniigo de Vauuin" n ~ r i n s .Igual la ideolo+ de los mosqueteros, tomada de la novela de )~ Durnas. Que se tenga un cierto pudor en justificar mentalmente las concepciones propias con las novelas de Diunas y Balzac, se entiende fcilmente: por eso se las justifica con Nietzsche y se admira a Balzac como escritor de arte y no como creador de figuras novelescas de tipo folletinesco. Pero el nexo real es cierto culturalmente. El tipo del "superhombre" es Montecristo (liberado de aquel particular halo de "fa'fatalismo"que es propio del bajo romantilcismo y que es an ms notorio en Athos y en Jor Blsa- 2 bis mo). Montecristo masladado a la poltica es ciertamente pintoresco: laluchacontralos -enemigos" personales de Montecristo. Se puede observar cmo ciertos pases han permanecido provincianos y atrasados incluso en esto en comparacin con otros; mientras que ya Sherloch Holnies parece anact-nico para buena parte de Europa, en ciertos pases se tiene todava a Montecristo y a Fenimore Cmoper (los 'salvajes", pino di fmo. etctera). Cfr. el libro de Mario Praz,La rnme, la i m e il diociolo nclk lelferatura r m n t i c n (Ed. n e
della Cnltrira);'junto a la investigacin de Praz h a b k que hacer esta otra investigaciLn: la del upe~.hombre"en la literatura popular sus influencias en la vida real y en l costumbres. Ms ain: Omadeo ha observado que existe una especie de "mano a muerta" cidniral que est constituida por la literatura religiosa, de la que nadie parece querer ocuparse, como si no tti\iese ana importancia y una funcin en lavida nacional y popular'Aparte el epigrama de la "mano muerta" y la satisfaccin del clero porque su literatura no es sometida a critica, existe oua seccin de la \ida cultural nacional y popular de la que nadie se ocupa ni se preocupa criticaniente, y es precisamente la literatura fdletinesca propiamente dicha en el sentido ms amplio (tambin Trictor Hugo pertenece a esta categora en este sentido y tambin Balzac) En Mnntenisto hay dos captulos donde explciramente se 'diserta" sobre el superhombre de folletn: el captulo titulado "Ideologa", cuando Montecristo w encuenua con el procurador \'illefort, y el captiilo que describe el almuerzo en casa del vizcande de Morcerf en el primer viaje de Montecristo a Pars. Habr que ver si en otras novelas de Durnas existen brotes 'ideolgicos" del mismo tipo: en los Trer morpuete~orla figura de Athos tiene ms del hombre fatal genrico del bajo romanticismo. Se halagan los giistos populacheros individdistas ms bien con la actividad aventurera y extralegal de Im "mqueteros" como d e s . En JarBLraw la f u e r a del individuo est ligada a fuerzas oscuras d e magia y al apoyo d e la masonera europea. por lo que el ejemplo es menos sugesti\,o para el lector popular No recuerdo otras figuras tpicas. En Balzac las figuras son ms concretaniente artsticas, sin embargo arnbin pertenecen a la atmsfera del romanticismo. Rartignac y Vauvin no deben ciertamente confundirse con los personajes dumasianos: pero precisamente por eso SU influencia es ms "confesable" n o slo por parte de hombres como Paolo Valera y sus colabora3 dores de laFol4 sino tambin por mediocres intelec I tides, como V. Morello, que sin embargo se consideran (y son considerados por muchos) como pertenecientes a la alta cultura
"
9 <5> Criterios metodolgicos. iU examinar crticamente una "disertacin" puede tratarse de: 11 valorar si el autor ha sabido deducir con rigor y exactitud todas las consecuencias de las premisas que asumi como punto de partida (o de vista): puede darse que falte el rigor, que falte la cw herencia, que existan omisiones tendenciosas, que falte la "fantasa" cientfica (o sea que no se sepa ver toda la fecundidad del principio asumido, etctera); 21 valorar los puntos de partida (o de vista), las premisas, que pueden ser negadas en bloque, o limitadas. o demostradas como ya no v%lidas histricamente; 31 averiguar si las premisas son homogneas ene s o si, por incapacidad o insuficiencia del autor (o ignorancia del estado
histrico de la cuestin) se ha producido contaminacin entre premisas o principios contradictorios o !;eterogneos o histricamente no aproximables. As la valoracin crtica nuede tener diversos fines culturales lo ~~-~~, tambin ~olmico-polticos): u e d tender a demostrar aue Fulano indie . ~ vidualmente es incapaz y nulo; que el grupo cultural al que Fulano pertenece es cientficamente irrelevante; que Fulano, el cual "cree" o pretende pertenecer a un grupo cultural, se engaa o quiere engaar; que Fulano se sirve de las premisas tericas de un grupo respetable para extraer deducciones tendenciosas y particdaristas, etctera,
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<6> Pasado y presente. Frailada'. L'na octava de Luigi Pulci (,Worgante, 42; hay que confrontarla): "Siempre los justos son antes lacerados; -yo no quiero razonar ms de la fe; q u e luego caigo en boca de esos frailes, -donde tambin caen a menudo las lampreas; -y ciertos beatones holgazanes -declaran: "Aqul dijo esto, se no cree", d o n d e tanto rumor parece que hava; -si en principio est oscuro, y oscuro seguir".' Hoy da en las bocas de estos frailes no caen tantas larnpreas, sino vulgares macarrones, pero los "frailes" siguen siendo iguales y tambin hoy, como en tiempos de Pascal, es ms fcil encontrar "frailes" que buenas razones.'
XXilil,
5 <7> Pasado y presente. Cuando se habla de "caracteres nacionales" es preciso establecer y definir bien lo que se pretende decir. Para empezar hay que distinguir entre nacional y "folklrico". A qu criterios recurrir para llegar a tal distincin? Uno (y quiz el ms exacto) puede ser ste: lo folklrico se aproxima a lo "provinciano" en todos los sentidos, o sea tanto en el sentido de "particularista" como en el sentido de anacrnico, c e mo en el sentido de propio de una clase carente de caracl tersticas universales (al menos europeas). Hay un folklore en la cultura al cual no suele prestarse atencin: por ejemplo, es folklrico el lenguaje melodramtico, as como lo es el conjunto de sentimientos y de "poses" esnobistas inspiradas por las novelas folletinescas. Por ejemplo Carolina Inuernizio, que ha creado de Florencia un ambiente novelesco copiado mecnicamente de las novelas folletinescas francesas que tienen por ambiente a Pars, ha creado determinadas tendencias de folklore. Lo que se dgo de la relacin Dumas-Nietzsche a propsito de los orgenes populares del "superhombre"' da lugar precisamente a motivos de folklore. Si Garibaldi reviviese hoy, con sus extravagancias exterie res, etctera, sera ms olklrico que nacional: por eso hoy a muchos la fi99
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gura de Garibaldi les hace sonrer irnicamente, y esto es un error, porque en su tiempo Garibaldi, en Italia, no era anacrnico ni provinciano, porque toda Italia era anacrnica p protinciana. Por lo tanto, puede decirse que una caracterstica es "nacional" cuando es contempornea a un determinado nivel mundial (o europeo) de cultura y ha alcanzado (se entiende) este nivel. En este sentido era nacional Cavonr en la poltica liberal, De Sanctis en la critica literaria (y tambin Carducci, pero menos que De Sanctis), Mazzini en la poltica democrtica; tenan caractersticas de marcado folklore Garibaldi, Vittorio Emanuele 11, los Borbones de Npoles, la masa de revolucionarios popnlai-es, etctera. En la relacin Nietzsche-superhombre, D'Annunzio tiene rasgos folklricos notables, lo mismo Gualino en el campo econmico-prctico (ms todava Lnca Cortesa, que es la caricatura de D'Annunzio y Gualino), lo mismo Scarfoglio, aunque menos que D'Annnnzio. D'Annunzio todava menos que los otros, por su cultura superior y n o vinculada inmediatamente a la mentalidad de la novela de folletn. Muchos individualistasanrquicos populares parecen como escapados de las pginas de un folletn. Este provincialismo-folklrico tiene otras caractersticas en Italia; al mismo est ligado lo que a los extranjeros les parece un hismonismo italiano, una teatralidad italiana, algo de filodramtico, ese nfasis en el decir hasta las cosas ms comunes, esa forma de chauvinismo cultural que Pascarella retrata en la Scoperta dellXmerico,' la admiracin por el lenguaje de libreto de pera, etctera.
8 c8> Risorgimento. En la formacin del Estado unitario italiano :ha babido una "herencia" de todas las I funciones poltico-culturales desempeadas por d i s ~ t o pequeos Estados anteriores o ha habido, desde este s punto de vista, una prdida neta? Esto es, ,:la posicin internacional que vino a ocupar el nuevo Estado resuma las posiciones particulares de los Estados regionales precedentes, o bien junto a lo que se gan hubo tambin algo perdido? :Y las prdidas tuvieron una consecuencia en los aos de vida unimia del 61 al 1914? La cuestin no parece que sea ociosa. Es evidente, por ejemplo, que una era la relacin que tena con Francia el Piamonte con Saboya p otra la de Italia sin Saboya y Kiza; esto puede decirse tambin para Suiza y para la posicin de Ginebra. Igual para el reino de Npoles; la influencia del Napolitano en el Mediterrneo oriental, las relaciones con Rusia e Inglaterra, no podan ser las mismas de Italia. Lo que poda permitirse a un Estado como el borbnico, de escasa potencia militar y relativamente pequeo, no poda permitirsele al nuevo Estado italiano. Sin embargo, parece que se exagera mucho en estos ltimos aos
acerca de la influencia napolitana en Oriente, por razones distintas (para encontrar precedentes histricos a la poltica actual, pero tambin para rehabilitar a los Borbn de Npoles). Para el Estado de la Iglesia la cuestin es ms compleja. ;Pero tambin la Venecia italiana hered la funcin que tena la Venecia austriaca, o esta funcin pas completamenie a'l'ricste: <Lnqu iiicdid.~1 posicin de lus g(hicrnosingleses con rec1. pt~:10 ~ ~ < ) l i l < : i i i(;lre la i i r i i f i c .A 1611 al italiana fue drierminada, aderiiip de por la funcin de .4usuia en Europa (equilibrio con respecto a Francia y Rusia), tambin por las relaciones entre Kpoles y Rusia en el Mediterrneo? (Y en qu medida la oposicin de Rusia a la poltica colonial italiana (con respecto a Abisinia) estuvo determinada por la formacin del nuevo Estado italiano y por su dependencia de Inglaterra?
8 <9> Mapuiauelo. Qu& es el legislador?En un estudio de teona h a n cien (de los impuestos) de Mauro Fasiani ("Schemi teorici ed 'exponibilia' finannari", en la Riforma Socia& de septiembre-octubre de 1932) se habla de 'toluntad supuesta de aquel ser un poco mtico, llamado legislador".' La expresin cautelosa tiene dos significados, o sea que se refiere a dos rdenes bien distintos de observaciones crticas. Por una parte, se refiere al hecho de que las consecuencias de una ley pueden ser distintas de las "previstas", esto es, deseadas conscientemente por el legislador, por lo que, "objetivamente" la I 'toluntas legislatoris", o sea los efectos previstos por el legislador, es sustituida por la 'Voluntas legis", o sea el conjunto de consecuencias efecti\as que el legislador individual no haba previsto pero que de hecho se siguen de la ley dada. (Xaturalmente habna que ver si los efectos que el legislador prev con palabras son previstos por l "bona fide" o bien slo para crear el ambiente favorable a la aprobacin de la ley, si los "fines"que el legislador indiiidual pretende querer conseguir no son un simple medio de propaganda ideolgica o demaggica). Pero la expresin cautelosa tiene tambin otro significado que precisa el primero y lo define: la palabra "legislador"puede ser interpretada, en efecto, en sentido muy amplio, "basta llegar a indicar con ella el conjunto de creencias, de sentimientos, de intereses y de razonamientos difundidos en una colectividad en un determinado periodo histrico".' Esto en realidad significa: 11 que el legislador inaiidual (y legislador individual debe entenderse no S& lo en el casa restringido de la actividad parlamentaria-estatal, sino tambin en toda o- acti~dad "individual" que busque, en esferas ms o menos amplias de vida social, modificar la realidad segn ciertas lneas directivas) no puede nunca llevar a cabo acciones "arbitrarias",antibistricas, porque su acto de iniciativa, una vez producido, acta como una fuerza en s mis
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ma en el crculo social determinado, provocando acciones y reacciones que son intrnsecas a este crculo adems de al acto en s; 2 que todo acto 1 legislativo, o de voluntad directiva y normativa, debe tambin y especialmente ser valorado objetivamente, por las consecuencias efectivas que po. dr tener; 31 que todo legislador no puede ser sino abstractamente o por comodidad de lenguaje considerado como individuo, porque en realidad expresa una determinada voluntad colectim dispuesta a hacer efectiva su '%oluntadn, que es voluntad slo porque la colectividad est dispuesta a darle efectividad; 41 que por lo tanto todo individuo que prescinda de una voluntad colectiva y no trate de crearla, suscitarla, extenderla, reforzarla, organizarla, es simplemente un parsito, un ''profeta desarmado", un fuego fatuo. Sobre este argumento debe verse lo que dice Pareto acerca de las acciones Igicas g no igicas en su Sociologa. Segn Fasiani, para Pareto son "acciones lglurs las que unen lgicamente el medio al fin no slo segn eljuicio I del sujeto agente (fin subjetivo) sino tambin segn eljuicio del observador (fin objetivo). Las acciones no-lgicas no tienen tal carcter. Su fin objetivo es distinto del fin subjetivo"? Fasiani no est satisfecho con esta terminologa de Pareto, pero su crtica sigue estando en el mismo terreno puramente formal y esquemtico de Pareto. g <lo>Pasado y pmente. Cfr.las observaciones dispersas sobre ese rasgo del pueblo italiano que se puede llamar "apoliticismo".' Esta caractenstica, naturalmente, es de las masas populares, o sea de las clases subalternas. En los estratos superiores y dominantes le corresponde un modo de pensar que se puede Uamar "corporativo", econmico, de categona, y que por lo dems ha sido registrado en la nomenclatura poltica italiana con el trmino de "conrortPna",una variacin italiana de la "cricca" francesa o de la camarilla* espaola, que indican algo diferente, ciertamente particularista, pero en el sentido personal o de grupo estrictamente poltico [sectario] vinculado a la actividad poltica de grupos militares o de cortesanos, mientras que en Italia est ms vinculado a intereses econmicos (especialmente agrarios y regionales). Vna vaiiedad de este "apoliticismo" popular es el "poco ms o menos" de la fisonoma de los partidos tradicionales, el poco ms o menos de los programas y las ideologa. Por eso tambin en Italia ha habido un "sectarismo" particular, no de tipojacobino a la francesa o a la rusa (o sea fantica intransigencia por principios generales y de ah el partido poltico que se convierte en centro de todos
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En espaol en el original
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los intereses de la vida individual); el sectarismo en los elementos populares corresponde al espritu de camarilla en las clases dominantes, no se basa en principios, sino en pasiones incluso bajas e innobles y acaba por aproximarse al "punto de honor" de la mala vida y a la o m r t a de la maja y de la cnmorrn Este apoliticismo, unido a las formas representativas (especialmente de los cuerpos electivos locales) explica el deterioro de los partidos polticos, que nacieron todos ellos en el terreno electoral (en el Congreso de Gnova la cuestin fundamental fue la electoral); o sea que los partidos no fueron una fraccin orgnica de las clases populares (una vanguardia, una lite), sino un conjunto de galopines y mandaderos electorales, una coleccin de pequeos intelectuales de pro\lncia, que representaban una seleccin al revs. Dada la miseria general I del pas y la desocnpacin 5 bis crnica de estos estratos, las posibilidades econmicas que los partidos ofrecan eran todo lo contrario de despreciables. Se ha sabido que en algunos lugares, cerca de una dcima parte de los inscritos en los partidos de izquierda obtenan una parte de los medios para vivir de las comisaras de polica, que daban poco dinero a los informantes dada la abundancia de stos o les pagaban con permisos para actividades marginales callejeras o con la impunidad para ganancias equvocas. En realidad para ser de un partido bastaban pocas ideas vagas, imprecisas, indeterminadas, esfumadas: toda seleccin era imposible, todo mecanismo de seleccin faltaba y las masas deban seguir a estos partidos porque no existan otros.
8 <11> Temas de cultura. L s grandes potenciar mundiales. Una reconstruca cin histrico-crtica de los regmenes polticos de los Estados que tienen una funcin decisiva en la vida mundial. El punto ms interesante parece que debe ser ste: cmo se adapta (es adaptada) la constitucin escrita a la variacin de las coyunturas polticas, especialmente a las desfavorables para las clases dominantes. Es por tanto necesaria la exposicin objetiva y analtica de la constitucin y de todas las leyes orgnicas, pero esta d e s cripcin debe hacerse segn el modelo de la que se tiene de la constitucin espaola de 1812 en el libro sobre la Quistiom d'hiente (edicin italiana; en la edicin &cesa, en el vni tomo de los Sm'aipoliticz) ,' pero es especialmente necesario un anlisis crtico de las fuerzas constitutivasp o iticas de los diversos Estados, fuerzas que deben verse en una perspectiva histrica suficiente. As el estudio del rgimen presidencial americano (Estados Unidos de Amrica),con su unidad entre jefe del gobierno yjefe del Estado es dificil de comprender para un europeo moderno medio:
no obstante aqul es similar al rgimen de las repblicas comunales medievales italianas (fase econmicoiorporativa del Estado). En toda cons titucin deben verse los puntos que permiten el paso legal del rgimen constinicional-parlamentanoal dictatorial: ejemplo el articulo 48 de la cons titucin de Weimar, que tanta importancia ha tenido en la reciente historia alemana.' En la constitucin francesa (cuyo desarrollo es del mximo inters) la figura del Presidente de la Repblica tiene posibilidades de desarrollos de los que todava no ha sido necesario servirse, pero que no se excluye que lleguen a emplearse (recordar tentativas de Mac-Mahon y la 6 reciente de Millerand). Tambin hay que ver en qu relacin I con la cons titucin estn otras leyes orgnicas (recordar para Italia la funcin que en ciertas ocasiones ha tenido la ley comunal y provincial y la de seguridad pblica). Se puede decir en general que las constituciones son ms que nada "textos educativos" ideolgicos, y que la constitucin "real" se encuentra en otros documentos legislativos (pero especialmente en la relacin efectiva de las fuerzas sociales en el momento poltico-militar).Un e s tudio serio de estos temas, hecho con perspectiva histrica y con mtodos crticos, puede ser uno de los medios ms eficaces para combatir el a b s traccionismo mecanicista y el fatalismo determinista. Como bibliografa se pueden mencionar por una parte los estudios de geopoltica, por la descripcin de las fuerzas constitutivas econmico-sociales y de sus posibilidades de desarrollo y por la otra libros como los de Bryce sobre las democracias modernas.' Pero para cada pas es necesaria una bibliografia especializada sobre la historia general, sobre la historia constitucional, sobre la historia de los partidos polticos, etctera (el Japn y los Estados Unidos me parecen los temas ms fecundos de educacin y ampliacin de los horizontes culturales). La historia de los partidos y de las comentes polticas no puede ir disociada de la historia de los p p o s y de las tendencias religiosas. Precisamente los Estados Unidos de Amrica y el Japn ofrecen un terreno de examen excepcional para comprender la interdependencia entre los grupos religiosos y los polticos, o sea para comprender cmo cada obstculo legal o de violencia privada al desarrollo espontneo de las tendencias polticas y a su organizacin en partido determina una multiplicacin de sectas religiosas. Desde este punto de vista la historia poltico-religiosa de los Estados Unidos de Amrica puede parangonarse con la de la Rusia zarista (con la diferencia, importante, de que en la Rusia zarista, si faltaba la libertad poltica legal, faltaba tambin la Libertad religiosa y por lo tanto el sectarismo religioso asuma formas morbosas y excepcionales). En los Estados Unidos de Amrica legalmente y de hecho no falta la lihertad religiosa (dentro de ciertos lmites, como recuerda el proceso contra el danvinismo),' y si legalmente (dentro de ciertos lmi104
tes) no falta la libertad poltica, sta falta de hecho por la presin r c e nmica y tambin por la abierta violencia privada. Desde este punto de vista adquiere importancia el examen crtico de la organizacinjudicial y de polica, que dejan sin castigo y respaldan las violencias privadas tendientes a impedir la formacin de onos partidos fuera del republicano p el demcrata. Tambin el nacimiento de nuevas sectas religiosas es casi siempre fomentado y financiado por grupos econmicos, para canalizar los efectos I de la compresin cultural-poltica. Las enormes sumas desti- 6 bis nadas en Amrica a la actividad religiosa tienen un fin polticocultural bien preciso. En los pases catlicos, dado el cennalismo jerrquico vaticanesco, la creacin de nuevas rdenes religiosas (que sustituye a la creacin secmia de los pases protestantes) no es ya suficiente parael objetivo (lo fue antes de la Reforma), y se recurre a soluciones de carcter local: nuevos santos, nuevos milagros, camparias misioneras, etctera. Se puede recordar, por ejemplo, que en 1911-12 el intento en Italia meridional de organizar polticamente a los campesinos a uavs de una campaa por el librecambio (contra los azucareros especialmente, dado que el azcar es una mercanca popular ligada a la alimentacin de los nios, de los enfermos, de los viejos) se respondi con una campaa misionera tendiente a suscitar el fanatismo supersticioso popular, a veces incluso en forma nolenta (as ai menos en Cerdea) . Que esa campaa esNvo ligada a la campaa por el librecambio se desprende del hecho de que simultneamente, en los llamados MisteB (semanario popularsimo, con una tirada de millones de ejemplares) se imitaba a rezar por los "pobres azucareros" atacados Wlanamente" por los "masones", etctera.'
g <12> Tema de cultura Frecuentemente, en estas notas, se ha hecho referencia a la obra Scoperla &LlX/lmenca de Pascarella como documento de una determinada corriente de cultura folkirica-popular.'Se podra estudiar adems no slo Scyertu sino tambin las otras composiciones de Pascarella desde este punto de vista, o sea de cmo el pueblo bajo romano haba asimilado y expresaba la cultura liberaldemocrtica desarrollada en Italia durante el Risorgimento. Es intil recordar cmo en Roma esta asimilacin y expresin tiene caractensticas peculiares, no slo por la vivacidad del pueblo romano, sino especialmente porque la cultura liberaidemocrtica tena especialmente un contenido anticlencal y en Roma, por la vecindad del Vaticano y por toda la uadicin pasada, esta cultura no poda dejar de tener una expresin tpica. (Habr que ver la literatura de crnica sobre los acontecimientos romanos del periodo 7080 que son ricos en episodios populares; ver por ejemplo los Annali de Pietro Vigo;'
la polmica Ca~allottiCliaiivet~ Mnibin I el Libro di don Chisciotte de Scarfoglio,' y otra literatura, especialmente periodstica, de la poca.)
g <13> Mayuia~ielo.~ Q u ; n e s legislador? El concepto de "legislador" no puede deja- de identificarse con el concepto de "poltico". Puesto que t u dos son "hombres polticos", todos son tambin "legisladoi-es". Pero habr que hacer distinciones. "Legislador" tiene un significado jundicoestatai preciso, o sea que significa aquellas personas que son habilitadas por las leyes para legislar. Pero puede tener otros significados. Todo hombre, en cuanto que es activo, o seavi~lente, contribuye a modificar el ambiente social en que se desarrolla (a modificar algunas de sus caractersticas determinadas o a conservar otras), o sea que tiende a establecer "normas", reglas de vida y de conducta. El crculo de actividades ser mayor o menor, la conciencia [de la propia accin y de los fines] ser mayor o menor; por otra parte, el poder representativo ser mayor o menor, o ser ms o menos puesto en prctica por los "representantes" en su expresin sistemtica normativa. Un padre es un legislador para sus hijos, pero la autoridad paterna ser ms o menos consciente y ms o menos obedecida y as sucesivamente. En general puede decirse que entre el comn de los hombres y otros hombres ms especficamente legisladores la distincin es dada por el hecho de que este segundo grupo no slo elabora directivas que deberan convertirse en normas de conducta para los otros, sino que al mismo tiempo elabora los instrumentos a travs de los cuales las directivas mismas sern "impuestas" y se llevar a cabo su ejecucin. De este segundo grupo, el mximo de poder legislativo est en el personal e s tatal (funcionarios electivos y de carrera) que tienen a su disposicin las fuerzas coercitivas legales del Estado. Pero no hay que pensar que incluso los dirigentes de [organismos y] organizaciones "privadas" no tengan sanciones coercitivas a su disposicin, incluso hasta la pena de muerte. El mximo de capacidad del legislador se puede deducir del hecho de que a la perfecta elaboracin de las directivas corresponde una perfecta predisposicin de los organismos de ejecucin y verificacin y una perfecta preparacin del consenso "es~ontneo" las masas aue deben "vivir" de esas directivas, modificando sus propios hbitos, su propia voluntad, sus propias convicciones conforme a estas directivasv a los nes que stas se p r e ponen alcanzar. 7 bis Si cada uno de nosotros es legislador en el sentido ms amplio I del concepto, cada uno sigue siendo legislador aunque acepte directivas de los otros, y ejecutndolas controla que tambin los dems las ejecuten, habindolas comprendido en su espiitu, las divulga, casi haciendo de
. .
8 <l4> Carcter n o nncional-popularde la literatura italiana Que exista una conciencia difusa de este carcter de la literatura italiana es algo que se puede ver por cieiras p o Imicas que peridicamente vuelven a encenderse entre los grupos liteiaior. En la Itala Letlem>rase producen con p n fi-ecuenciatales polmicas, pero son siempre superi ficiales, porque chocan contra el prejuicio retrico de que la nacin iraliana ha existido siempre, con un cieno nmero de dolos y de vanidad nacionales. Otras veces el mismo problema es mal planteado, por la influencia de conceptos estticos de origen cinciano, especialmente concerniente al llamado ~oralismo" el arte, al "contenido exmhseen co" del me, etctera No se consigue comprender que el arte est siempre vinculado a una determinada cultura o cidiracin y qiir luchando para reformar la cultura, se tiende y se llegaa modicar el 'contenido" del arte, o sea que se trabaja paracrear un nuevo arte n o desde el exteiior (pretendiendo un arte didctico, de tesis, moralista), sino desde el interior, porque se modifica todo el hombre. en cuanto que se modifican las relaciones de las que el hombre es expresin necesaria Que haya existido y exista la conciencia de este carcter no nacional-popular, se puede ver de las polmicas: 11 '{Por qu la literatura italiana no es popular en Italia?", para decirlo con palabras de Bonghkl 21 sobre la nc-existencia de un teatro italiana, polmica planteada por F. Martini;' 31 sobre la cuestin de la lengua planteada por Manroni;' (41 si existi un romanticismo italiano). Otro elemento es el de la nwxistencia de "novelas de folietin" y de literatura para la infancia (novelas de aventuras. cienficas, policiacas, etctera) y del hecho de que tales libros son introducidos del exteiior (en Italia slo novelas antidericales). De t o dos estos elementos ha nacido el "futurismo: especialmente en la forma ms inteligente que le dio Papini y los grupos florentinos de L& a y La V O Ccon su especial ~ 'romanticismo" o Sttirni und Drang popular. rltinia manifestacin Slrapose. Pero tanto el futurismo de Matinetti, i como el de Lacmh y de La Vm, como Stmpoese, 8 han chocado contra un obstcdo: la falta de carcter de sus . promonistas y sus tendcncias c a r n a d e s g s y bnfonescas, de pequeos burgueses escpticos y &idos. La literatura regional ha sido demasiado folkliica, -pintorescan; el pueblo regional ela visto "paternalistamente", desde fuera, con espritu desencantado, cosmopolita, de niiista en busca de sensaciones fuertes y originales por sil crudeza. En los escritores italianos ha perjudicado precisamente el "apoliticisino" iiitiino, barnizado de retrica nacional verborreica: desde este punto de vista fiieron ms simpticos Enrico Corradini y Pascoli con su nacionalismo confesado y militante. que en Pascoli era populachero e ingenuo, sir, programas bien iacionalirados como los h por el contrario en Corradini. .
Cfr Cuaderno 21 (XTTI), pp. M.
g <15> El teatro dePirandello. Seguramente tiene razn Pirandeiio al ser el primero en protestar contra el "pirandelismo", o sea en sostener que el llamado pirandelismo es una construccin abstracta de los supuestos cnticos, no autorizado por su teatro concreto, una frmula cmoda, que a menudo esconde intereses culturales e ideolsicos tendenciosos, que no quieren confesarse explcitamente. Es cierto que Pirandello siempre ha sido combatido por los catlicos: recordar el hecho de que LioG fue retirada del repertorio despus de los alborotos escenificadosen el teatro Nfieri de Turn por los jvenes catlicos instigados por el A f u m f o psu mediocrsimo crtico teatral Saverio Fino.' El pretexto contra Liobi fue dado por una pretendida oscuridad de la comedia, pero en realidad todo el teatro de PII-andello es hostiliiado por los catlicos por la concepcin pirandeliana del mundo, que, cualquiera que sea, cualquiera que sea su coherencia filosfica, es indudablemente anticatlica, como por el contrario no lo era la concepcin "humanitaria" y positivista del verismo burgus y pequeoburgus del teatro tradicional. En realidad no parece que se pueda atribuir a Pirandello una concepcin del mundo coherente, no parece que se pueda extraer de su teatro una filosofa y por lo tanto no se puede decir que el teatro pirandeliano sea "filosofa".Es cierto sin embargo que en Pirandello se encuentran puntos de vista que pueden vincularse genricamente con una concepcin del mundo que a grandes rasgos puede ser identificada con la subjetivista. Pero el problema es ste: 11 8 bis lestos puntos de vista son presentados en forma "fdosfica" o bien los I personajes >iven estos puntos de vista como modos de pensar individuales? o sea la "filosoa"implcita es explcitamente slo "cultura" y "tica" individual, esto es, existe, dentro de ciertos grados al menos, un proceso de transfiguracin artstica en el teatro pirandeliano? y adems, se trata de un reflejo siempre igual, de carcter lgico, o por el contrario las posiciones son siempre distintas, o sea de carcter fantstico? 21 estos puntos de vista p o n necesariamente de origen libresco, docto, tomados de sistemas filosficos individuales, o no son por el contrario existentes en lavida misma, en la cultura de la poca e incluso en la cultura popular de grado nfimo, en el folklore? Este segundo punto me parece fundamental y puede ser resuelto con un examen comparativo de los distintos dramas, aquellos concebidos en dialecto y donde se representa una vida campesina, "dialectal", y aquellos concebidos en lengua literaria y donde se representa una vida superdialectal, de intelectuales burgueses de tipo nacional e incluso cosmopolita. Ahora bien, parece que en el teatro dialectal el pirandelismo est justificado por modos de pensar "histricamente" populares y populacheros, dialectales; esto es, que no se trata de "intelectuales" disfrazados de cam1O8
pesinos, de campesinos que piensan como intelectuales, sino de campesinos sicilianos histrica y regionalmente reales, que piensan y acnan as precisamente porque son campesinos y sicilianos. Que no sean catlicos, tomistas, aristotlicos, no quiere decir que no sean campesinos y sicilianos; que no puedan conocer la fdosoia subjetinsta del idealismo moderno no quiere decir que en la tradicin popular no puedan existir filones de carcter "dialctico" e inmanentista. Si esto se demostrase, todo el castillo del pirandelismo, o sea del intelectnalismo abstracto del teatro pirandeliano se derrumbm'a, como parece que debe derrumbarse. Pero no me parece que el problema cultural del teatro pirandeliano quede agotado en estos trminos. En Pirandello tenemos nn escritor "siciliano" que consigue concebir la \ida campesina en trminos "dialectales", folkloristas (aunque su folklorismo no es el influido por el catolicismo, sino el que permaneci "pagano", anticatlico bajo la piel catlica supersticiosa), que al mismo tiempo es un escritor "italiano"y un escritor "europeo". Yen Pirandelio tenemos ms an: la conciencia crtica de ser al mismo tiempo "siciliano", I "italiano" y "europeo", y en esto consiste la debilidad artstica de Pirandello junto a su gran significado "cultural" (corno ya seal en otras notas).' Esta "contradiccin", que es ntima en Pirandello, ha tenido expresin explcitamente en algunos de sus trabajos narrativos (en una larga novela, me parece que i Turno,' se representa el l encuentro entre una mujer siciliana y un marinero escandmavo, entre dos "provincias" tan lejanas histricamente). Pero lo que realmente importa es esto: el sentido critico-histrico de Pirandello, si lo ha llevado en el campo cultural a superar y disolver el viejo teatro tradicional, convencional, de mentalidad catlica o positivista, corrompido en el moho de lavida regional o de ambientes burgueses chatos y abyectamente banales, ha dado lugar sin embargo a creaciones artisticas logradas? Ann cuando el intelectualismo de Pirandello no es el que identifica la critica vulgar teatro que un poeta, un critico de la cultura que un poeta, un crtico de las costumbres nacionalesregionales que un poeta? O bien, ?dnde es realmente poeta, dnde su actitud crtica se ha convertido en contenidoforma de arte y no es "polmica intelectual", logicismo aunque no de filsofo, sino de "moralista" en sentido superior? A m me parece que Pirandello es artista precisamente cuando es "dialectal" y Liola me parece su obra maestra, pero ciertamente tambin muchos "fragmentos"pueden identificarse como de gran belleza en el teatro 'literario". Literatura sobre Pirandello. Para los catlicos: Silvio D'Amico, I teatla Z italiano (Treves, 1932)' y algunas notas de la Ciuiltu Cnttolira.' El captulo
de D ' h i c o sobre Pirandello ha sido publicado en la Italia Lettmaria del 30 de octubre de 1932y ha provocado una viva polmica entre D ' h i i c o e Italo Siciliano en la Italia Letfmariadel 4 de diciembre de 1932.' Italo Siciliano es autor de un ensayo, " 1 Teatro di L. Pirandello", que parece ser 1 bastante interesante porque trata precisamente de la "ideologa"pirandelista. Para Siciliano el Pirandello "filsofo" no existe, o sea que la llamada "filosofia pirandeliana" es "un melanclico, variopinto y contradictorio tejido de lugares comunes y de sofismas decrpitos", "la famosa lgica pirandeliana es vano p defectuoso ejercicio dialctico" y "una y otra (la lgi9 bis ca y lafilosofa) constituyen el peso muerto, el lastre I que arrastra hacia abajo -y a veces fatalmente- a una obra de arte de indudable fuerza". Para Siciliano "el fatigoso cavilar de P. no se ha transformado en lirismo o poesa, sino que ha permanecido tosco y, no siendo profundamente vivido, sino 'plaqu', inasimilado, aveces incompatible, ha datiado, ha empas tado y sofocado la verdadera poesa pirandeliana". Siciliano, al parecer, reaccion a la crtica de Adriano Tilgher, que haba hecho de P i i d e i l o "el poeta del problema central", o sea que haba dado como "originalidad artstica" de Piiandello lo que era un simple elemento cultural, que deba mantenerse subordinado y ser examinado en el terreno cultural. Para Siciliano la poesa de Piandello no coincide con este contenido abstracto, puesto que esta ideologa es completamente para~itaria:~ parece, al as menos, y si as es, no parece justo. Que este elemento cultural no sea el nico de Pirandello puede concederse y por lo dems es cuestin de investigacin filolgica; que este elemento cultural no siempre se haya transfigurado artsticamente es algo que tambin puede concederse. Pero de todos modos queda por estudiar: 11 Si se ha convertido en arte en algn momento; 21 si, como elemento cultural, no ha tenido una funcin y un significado en cambiar bien sea el gusto del pblico, desprovincianizndolo y modernizndolo, y si no ha cambiado las tendencias sicolgicas, los intereses morales de los otros escritores de teatro, confluyendo con el futurismo mejor en la tarea de destruccin del bajo ochocentismo pequefioburgus y filisteo. La posicin ideolgica de D ' h i c o con respecto al "pirandelismo" se expresa en estas palabras: "Con todo respeto por aquellos filsofos que, empezando por Herclito, piensan lo contrario, es bien cierto que, en sentido absoluto, nuestra personalidad es siempre idntica y una, desde el nacimiento hasta el Ms All; si cada uno de nosotros fuese 'tantos', como dice el Padre de los Seis peno~iajes,cada uno de estos 'tantos' no tendra ni que gozar los beneficios ni que pagar las deudas de los 'otros' que lleva en s; mientras que la unidad de la conciencia nos dice que cada uno de nosotros es siempre 'aqul' y que Pablo debe redimir las culpas de 110
Saulo porque, aun habindose convertido en 'otro', es siempre la misma persona".' Este modo de plantear la cuestin es bastante tonto y ridculo, y por lo dems habra que ver si en el arte de Pirandello no predomina el humorismo, o sea si el autor no se divierte I en hacer nacer ciertas dudas "filos& l o ficas" en cerebros no filosficos y mezquinos para 'tidiculizar" el subjetivismo y el soiipsismo filosfico. Las tradiciones y la educacin filosfica de P i d e l l o son de origen ms bien "positivista" y cartesiana a la francesa; estudi en Alemania, pero en la Alemania de erudicin filolgica pedante, de origen ciertamente no hegeliano sino exactamente positivkta. Fue en Italia profesor de estilo y escribi sobre el estilo y sobre el humorismo ciertamente no segn las tendencias idealistas neohegelianas sino ms bien en sentido positivista. Por eso precisamente hay que investigar y establecer que la "ideologa" pirandeliana no tiene ongenes lihrescos y filos& ficos sino que est vinculada a experiencias histricwulturales vividas con una aportacin mnima de carcter libresco. Ko est excluido que las ideas de Tilgher hayan pl-ovocado una reaccin en Pirandello, esto es, que P i d e i l o haya aceptado las justificaciones crticas de iiigher, acabado por conformarse a ellas, y por eso habr que distinguir entre el Piandello anterior a la hermenutica tilghenana y el Pirandello posterior a la misma.
5 <16> Riswgimento italiano. Lna derivacin de las diversas "docmnas" sobre el Risorgimento italiano es aquel cierto particular sectarismo que caracteriza la mentalidad italiana y que se maniesta en una cierta mana de persecucin, en el creerse siempre mal interpretados y descontentos, en creerse vctimas de conjuras internacionales. en creer tener derechos histricos particulares desconocidos y pisoteados por los dems, etctera. Esta mentalidad se halla difiindida tanto en las corrientes democrticas de origen mazziniano como en las conservadoras de origen neogelfo y giobertiano, y est vinculada a la idea de una ''misin" nacional, nebulosamente entendida y msticamente intuida; en todo caso se cristaliia en frmcofobia, porque parece que fue Francia quien arrebat a Italia la primogenitura c i d de la herencia de Roma. En el periodo del Risorgimento, la lucha con- Austria mitig este sentimiento, pero hoy, despus de la desaparicin del Imperio ausuiaco, ste se ha renovado e incluso se ha recrudecido por las cuestiones balcnicas, que son vistas como reflejo de la mala voluntad francesa.
Cfr. Cuodmno 8 (XXi'III), p. 80
10bis
5 c17> Litmatura popular. Si es verdad que la biogratia novelada contina, en cierto sentido, la novela histrica popular de tipo A. Dumas padre, se puede decir que desde este punto de vista, en este sector particular, en Italia se est "llenando una laguna". Debe verse lo que publica la casa editorial "Corbaccio" y algunas otras, I y especialmente los libros de hlazzucchelli.' Hay que observar sin embargo que la biografa novelada, si bien tiene un p~blico popular, no es popular en sentido completo como la novela de folletn: aqulla se dirige a un pblico que tiene o cree tener pretensiones de cultura superior, a la pequea burguesa rural y urbana que cree haber llegado a ser "clase dirigente" y rbitra del Estado. El tipo moderno de la novela popular es el policiaco, y en este sector se tiene cero. Tambin se tiene cero en la novela de aventuras en sentido amplio, bien sea del tipo Stevenson, Conrad, London o del tipo francs actual (MacOrland, Malraux, etctera).
Cfr. C u a d m o 8 (XXViII), p. 8 . 0
5 <18> ~Mnquiavelo.Voluntarismo J garibaldinismo. Es preciso distinguir: una cosa es el voluntarismo o earibaldinismo aue se teoriza a s mismo cou mo forma orgnica de actividad histricepoltica y se exalta con frases que no son otra cosa que una uasposicin del lenguaje del superhombre individuo a un conjunto de "superhombres" (exaltacin de las minorias activas como tales, etctera), y otra cosa es el voluntuismo o garibaldinismo concebido como momento inicial de un periodo orgnico a preparar y desarrollar, en el que la participacin de la colectividad orgnica, como bloque social, se da en forma completa. Las '\-anguadias" sin ejrcito de apoyo, los "arditi" sin infanteria ni artilleria, son tambin ellos trasposiciones del lenwaje del herosmo retrico; no as las vanguardias y los arditi como funcio&S-especializadas de organismos complej& y regulares. Lo mismo sucede con la conceocin de las lites de intelectuales sin masa., Dero no de los intelectuales que se sienten ligados orgnicamente a una masa nacional-pe pular. En realidad se lucha contra estas degeneraciones de falsos herosmos y de seudoaristocracias estimulando la formacin de bloques sociales h e mogneos y compactos que expresen un grupo de intelectuales, de ardzti, una vanguardia suya propia que reaccione en su bloque para desarrollarlo y no slo para perpetuar su dominio gitanesco. La bohemia parisiense del romanticismo estuvo tambin en los orgenes de muchos modos de pensar actuales que sin embargo parecen ridiculizar a aquellos bohemios.
8 <19> Literatura popula~: gusto ~nulod~oalntico, El ?Cmo combatir el g u s to melodramtico del hombre del pueblo italiano cuando se aproxima a la literatura, pero especialmente a la poesa? El cree que la poesa se calracteriza por ciertos rasgos exteriores, entre los que predomina la rima y el estruendo de los acentos prosdicos, pero especialmente por la so. lemnidad hinchada, oratoria, y por el sentimentalismo melodramtico, o sea por la expresin teatral, unida a un vocabulario barroco. Una de las causas de este gusto debe buscarse [en el hecho] de que este hombre no se ha formado en la lectura y la meditacin ntima e indi'dual de la poesa y del arte, sino en las manifestaciones colectivas, oratorias y teatrales. Y por "oratorias" no hay que entender solamente las asambleas populares de famosa memoria, sino toda una serie de manifestaciones de tipo urbano y campesino. En la provincia, por ejemplo, es muy seguida la oratoria fnebre y la de los juzgados y tribunales (e incluso de las conciliaciones judiciales): estas manifestaciones tienen todas ellas un pblico de "fanticos" de carcter popular, y un pblico constituido (respecto a los tribunales) por los que aguardan su turno, testigos, etctera. En ciertas sedes de audiencia distrital, el aula est siempre llena de estos elementos, que se graban en la memoria los giros de lenguaje y las palabras solemnes, que las rumian y las recuerdan. Lo mismo en los funerales de personas influyentes, a los que acuden multitudes, a menudo slo para escuchar los discursos. Iasconferencias en las ciudades tienen la misma funcin e igualmente los tribunales, etctera. Los teatros populares con los espectculos Ilamados "de arena" (y hoy seguramente el cinematgrafo sonoro, pero tambin las didascalias del viejo cinematgrafo mudo, compilado todo l en estilo melodramtico), son de la mxima importancia para crear este gus to y el lenguaje correspondiente. Se combate este gusto de dos modos principales: con la crtica despiadada del mismo, y tambin difundiendo libros de poesa escritos o traducidos en lengua no "alica", y donde los sentimientos expresados no sean retricos o melodramticos. Cfr. la Antologia recopilada por Scbia~l:' poesas de Gori.' Posible u-aduccin de M.hlartinet y de ou-osescritores que hoy <son> ms numero. sos que en el pasado: traducciones sobrias, del tipo de las de Togliatti para Whitman v b1artinet.j 8 c20> Catlicos intepnles, jesuitns, mmdo.nistas. La primera encclica pa.
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ii
que habra seguido la Encclica Quounritn cura de Po IX del 8 de septiembre de 1864, acompa'ada por el Sillabo; tercera encclica la Pnscendi de Po X , contra el modernismo.' stas son las tres encclicas "orgnicas" contra el bis pensamiento moderno I pero no me parece que sean los nicos documentos de ese gnero. Para el periodo anterior a 1864 se puede ver en el Sillaboel elenco de las otras encclicas y documentos diversos papales contra el pensamiento moderno. Para el periodo desde el 64 hasta 19076 (8 de septiembre, como para el Sillabo) no recuerdo si hay alusiones en la encclica Puscondi, que por lo dems tiene su carcter particular, en cuanto que no tanto combate el pensamiento moderno como tal, sino por el hecho de que ha conseguido penetrar en la organizacin eclesistica y en la actividad cientfica propiamente catlica. Pero en la literatura polmica no ser diicil encontrar las indicaciones biblioprf~cas(en la Cirn'lta Caltolica adems de las manifestaciones subsiguientes a 1908 que son an ms interesantes en cuanto que se refieren a actividades estatales). De todos modos estas tres encclicas de 1832, de 1864 y de 1907" son las ms orgnicas y extensivas tericamente y a ellas es necesario referirse para establecer las luchas internas entre integralistas,jesuitas y modernistas. Tunto a tales encclicas no es wsible olvidar las otras "constructivas". tipicas la &m Nmiamm o la Quadragesimo anno que integran las grandes encclicas tericas contra el pensamiento moderno y tratan de resolver a su manera algunos de los problemas Ligados y conectados a ste. (No hay que olvidar que algunas investigacionespara esta seccin estn vinculadas con aqullas para la seccin "Historia de la Accin Catlica"; o sea que los dos estudios son inseparables en cierto sentido y como tales dehen ser elab0rad0s.)~
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5 <21>El teatro de Pirandeh. En la "ideologa" pirandeliana hay que ver cunto, por as decirlo, es del mismo origen de lo que parece formar el ncleo de los escritos "teatrales" de Nicols Evreinov. Para Evreinov la teauaiidad no es solamente una determinada forma de actividad artstica, la que se expresa tcnicamente en el teatro propiamente dicho. Para Evreinov la "teatralidad" est en la vida misma, es una actitud propia del hombre, en cuanto que el hombre tiende a creer y a hacerse creer distinto de lo que es.' Hay que ver bien estas teoras de Ev~einov, porque me parece que captan un rasgo sicolgico exacto, que debera ser examinado y pl-e
a En e l manuscrito originalmente: -1908". Corregido. cn un srgiiiido nioiiienio, por 1907. En el manuscrito: "1908".
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fi~ndizado. Esto es, existen numerosas formas de "teatralidad en este sentido: una es aquella cominmente conocida p visible en forma caricaturesca que se llama "hisuionismo"; pero existen tambin otras, que no son inferiores, o son I menos inferiores, p algunas que son normales e incluso meritorias. En realidad cada cual tiende, a su modo, ya sea a crearse un carcter o a dominar ciertos impulsos e instintos, a adquirir ciertas formas "sociales" que van desde el snobismo, a las conveniencias, a la correccin, etctera. Ahora bien, <qusignifica "lo que se es realmente"? a partir de lo cual se intenta parecer "diferentes"? '20 que se es realmente" sera el conjunto de los impulsos e instintos animales y lo que se intenta parecer es el "modelo" social-cultural de una cierta poca histrica qne se intenta llegar a ser; me parece que lo "que se es realmente" es dado por la lucha por convertirse en lo que se quiere llegar a ser. Como ya dije en otra parte,' Puandello es crticamente un "campesino" siciliano que ha adquirido ciertos rasgos nacionales y ciertos rasgos europeos, pero que siente en s mismo estos tres elementos de civilizacin como yxtapuestos y contradictorios. De esta experiencia le ha venido la actitud de observar las contradicciones en las personalidades de los otros y adems la de ver el drama de la vida como el drama de estas contradicciones. Por lo dems, un elemento no slo del teatro dialectal siciliano (Ana del continente), sino de todo teatro dialectal italiano y tambin de la nove' la popular es la descripcin, la stira y la caricatura del provinciano que quiere mosaarse "transfigurado" en un carcter "nacional" o europeo cosmopolita, y n o es ms que un reflejo del hecho de que no existe toda~a una unidad nacionalcultural en el pueblo italiano, que el "provincialismo" y particularismo est an arraigado en las costumbres y el modo de pensar y de actuar; no slo eso, sino que no existe un "mecanismo" para elevar la vida del nivel provincial al nacional europeo colectivamente y por lo tanto las "salidas", las "incursiones" individuales en este sentido asumen formas caricaturescas, mezquinas, "teauaies", ridculas, etctera, etctera.
<22> T a a s de cultura. Personalidadts del mundo econmico nacional. Son menos conocidas y apreciadas de lo que en ocasiones mereceran. Una clasificacin: 11 cientficos, escritores, periodistas, cuya actividad es predominantemente terica: que influyen en la prctica, pero como "educadores" y tericos; 21 prcticos, pero que tienen mucha actividad como "publicistas" o 'telatores" o "'conferenciantes" (ejemplos: Alberto Pirelli, Teodoi-o Mayer, Gino Olivetti); 31 prcticos, de valor indiscutible y slido
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(ej. Agnelli, Cre;pi, Silvestri, etctera), conocidos por el pblico; 41 prcticos que permanecen en la sombra, I aunque su acticidad sea muy grande (ejemplo, Marsaglia); 51 prcticos demi-monde (un ejemplo tpico era aquel contador Panzarasa de la sociedad Italgas); 61 expertos estatales, especialistas de la burocracia estatal para las aduanas, las empresas autno mas, el comercio internacional, etctera; 71 banqueros y especuladores, etctera. Se deberan examinar estas personalidades "prcticas" para cada actividad industrial, tcnica, fmanciera, etctera. Y tambin "polticoparlamentaria" (recopiladores y relatores para los balances p las l e y econmicasfmancieras ante el Senado y la Cmara) y "tcnicos" (tipo ingeniero Omodeo).' La recopilacin de las publicaciones peridicas del "Rotary" italiano, las publicaciones de las Confederaciones industriales y patronales podran dar cierto material: igualmente las publicaciones del Crdito Italiano sobre las Sociedades Annimas.
$ Q3> Mquiavelo. Cesarismo equilibrio "cafast~jico" lasfuerza.s polticode sociah. Sera un error de mtodo (un aspecto del mecanicismo sociolgico) considerar que, en los fenmenos de cesarismo, tanto progresivo como regresivo, como de carcter intermedio episdico, todo el nuevo fenmeno histrico se debe al equilibrio de las fuerzas "fundamentales"; hay que ver tambin las relaciones que existen entre los grupos principales (de diverso gnero, social-econmicoy tcnic~conmico) las clases fundade mentales y las fuerza? auxiliares guiadas o sometidas a la infiuencia hegemnica. As, no se comprenderia el xolpe de Estado de1 2 de diciembre sin estudiar la funcin de ios grupos m&t&es y de los campesinos franceses. Un e~isodio histrico muv im~ortante desde este nunto de vista es el 1 llamado movimiento por el caso Dreyfus en Francia; tambin ste cabe en esta serie de observaciones no porque haya conducido al "cesarismo", incluso precisamente por lo contrario, porque ha impedido el advenimiento de un cesarismo que se estaba preparando, de carcter netamente reaccionario. Sin embargo, el movimiento Dreyfus es caracterstico porque son elementos del mismo bloque social dominante los que frustran el cesarismo de la parte ms reaccionaria del bloque mismo, apoyndose no en los campesinos, en el campo, sino en los elementos subordimados de la ciudad guiados por el reformismo socialista (pero tambin por la parte ms avanzada del campesinado). Del tipo Dreyfus encontramos otros movimientos histrico-polticos modernos, que ciertamente no son revoluciones, pero que no son completamente reacciones, al menos en el sentido de que tambin en el campo dominante I destruyen cristalizacio nes del Estado y en las actividades sociales un personal distinto y ms nuJ
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meroso que el anterior: tambin estos movimientos pueden tener un contenido relativamente "progesista" en cuanto que indican que en la vieja sociedad estaban latentes fuerzas activas que los viejos dirigentes n o supieron explotar, aunque fuesen "fuerzas marginales", pero no absolutamente progresistas, en cuanto que no pueden "hacer poca". Se hacen histricamente eficientes gracias a la debilidad constructiva del adversano, no por una ntima fuerza propia, y por lo tanto estn ligadas a una determinada situacin de equilibrio de las fuerzas en lucha, ambas incapaces en su propio campo para expresar una voluntad reconstructiva por s mismas.
<24> Elementos dr cullurn itnlinria. La ideologia "romana". Gmodeo & i r ma (Critica del 20 de septiembre de 1931): "Trata [Blonl de confortarse en la luminosa atmsfera de Roma, embriagndose con aquella poesa de la Urbe, que Goethe difundi entre los alemanes, y que tanto se diferencia de la retrica romana, en buena parte hija de las escuelas jesuticas, corriente entre nosotros".' Merece sealarse, para remachar, que en los Sepolcri de Foscolo, en los que por otra parte se hallan contenidos tantos signos de la mentalidad y la ideologa del intelectual italiano de los siglos xlx-xx, la Roma antigua tiene un lugar mnimo y casi nulo. (El mismo f i m t o de Gioberti es seguramente de origen "jesutico", aunque Gioberti <era> antijesuita.)
9 Q 5 > Pasado y presente. La lgica de don Fmante. Se puede emparentar la forma mental de don Ferrante con la que se encuenua contenida en las llamadas "tesis" de Roma (recordar la discusin sobre el "golpe de Estado" etctera) .' Era exactamente como negar la "peste" y el "contagio" por parte de don Ferrante y as morir "estoicamente" (Y no es que debiera usarse otro adverbio ms apropiado). Pero en don Ferrante en realidad haba ms rarn "formal" al menos, o sea que l reflejaba el modo de pensar de su poca (y ste es el que Manzoni satiriza, personificndolo en don Ferranta), mientras que en el caso ms moderno se trataba de anacronismo, como si don Ferrante hubiese resucitado con toda su mentalidad en pleno siglo xx.
a Italiq etcReterencia a ;iqucll;i WI iiente jnt&ctuai c&ttciiiporinea que sosruvo cl p n u ( : ~ pde que las dcbiliclddc.s dc la nacin y del Estado iulidno F o e
Ler
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deban a la falta de una reforma protestante, corriente representada especialmente por Missiroli. Missii-oli, segim parece, tom esta tesis de Sorel, quien la haba tomado de Renan (porque Renan sostuvo una tesis similar, adaptada a 1 Francia [y ms compleja] en el libro La r f o m intellettuale e morale). En la Critica de 1931, en vaiios captulos, se public un ensayo indito de Sorel, "Germanesimo e Storicismo di Ernesto Renan", escrito (fechado) en mayo de 1915 y que habra debido servir de inuoduccin a la versin italiana del libro de Renan La tifonna iniellettuc1le e morale que deba traducir Missiroli y publicar Laterza.' La traduccin de Missiroli no fue publicada y se entiende por qu: en mayo de 1915 Italia intervino en la guerra y el libro de Renan c m el prefacio de Sorel hubiese parecido un acto de germanolia. De todos modos parece aceptable que la posicin de Mis siroli sobre la cuestin del "protestantismo en Italia" sea una deduccin mecnica de las ideas crticas de Renan y de Sorel sobre la formacin y la necesidad de la cultura francesa. Sin embargo, no est excluido que Missiroli conociese tambin las ideas de Masaryk sobre la cultura rusa (l por lo menos conoca el ensayo sobre Masaryk de Antonio Labriola: ?pero Labriola alude a esta tesis "religiosa"?, no me parece)' y en 1918 conoci en el Grido del Popolo el ensayo sobre Masaryk, con la alusin a la tesis religiosa, publicado por el Kampfde Viena en 1914 y traducido precisamente por m en el Gridd (este ensayo era conocido tambin por Gobetti)? Las crticas hechas a Masaryk en este ensayo se aproximan metodolgicamente a las que h i o Croce a los defensores de "reformas protestantes", y es extrao que esto no lo hayatisto Gobetti (del cual, por lo dems, no se puede decir que no comprendiese este problema en forma concreta, a diferencia de Missiroli, como lo demostraron sus simpatas poltico-prcticas). Por el conaario, habra que poner aparte a hlissiroli, que es un papel secante de algunos elementos culturales franceses. Del ensayo de Sorel se desprende tambin una extraa tesis sostenida por Proudhon, a propsito de reforma intelectual y moral del pueblo francs (Renan en su obra se interesa por las altas clases de cultura y tiene para el pueblo un programa particular: confiar su educacin a los p r r e cos de aldea), que se aproxima a la de Renan con respecto al pueblo. Sore1 sostiene que Renan incluso conoci esta posicin de Proudhon y fue influido por ella. Las tesis de Proudhon se hallan contenidas en la obra LaJustice dans l RPuolution et dans IEglrSe, tomo V, pp. 3 4 2 4 ; y por ellas a se debera llegar a una reforma 1 iiitelectual y moral del pueblo francs con la ayuda del clero que, con ayuda del lenguaje y el simbolismo religiosos, habra concretado y asegurado las verdades 'laicas" de la Revolucin. En el fondo Proudhon, no obstante sus rarezas, es ms concreto de lo que parece: ciertamente parece convencido de que es necesaria una re118
forma intelectual en sentido laico ("filoslico" como l dice) peco no sabe hallar otro medio didkiico que el u-mite del clero. Tambin para Proudhon, el modelo es el protesante, o sea la reforma intelectual y m* ral ocurrida en Alemania con el protestantismo, que l querra "reproducida" en Francia, en cl pueblo ti-ancs, pero con ms respeto histrico de la tradicin histrica francesa que est contenida en la Revolucin. (Naturalmente es preciso leer hien a Proudhon antes de servirse de l para este tema.) Tambin la posicin de Sorel es extrafia en este problema: su admiracin por Renan y por los alemanes le hace ver los problemas como puro intelectual abstracto. Este problema del pi-otestantismono debe ser confundido con el prohlema "poltico" que se pi-esent en el periodo del Risorgimento, cuando muchos liberales, por ejemplo los de la Perseveranza, se sirvieron del e s pantajo protestante para hacer presin sobre el papa a propsito del poder temporal y de Roma! De manera que en un tratado del problema religioso en Italia hay que distinguir en primer lugar entre dos rdenes fundamentales de hechos: 11 el real, efectivo, por el que se dan en las masas populares movimientos de reforma intelectual y moral, bien sea como paso del catolicismo ortodoxo y jesutico a formas religiosas ms liberales, bien como evasin del campo confesional por una moderna concepcin del mundo; 21 las diversas posiciones de los grupos intelectuales frente a una necesaria reforma intelectual y moral. La corriente Missiroli es la menos seria de stas, la ms oportunista, la ms ddemtesca y despreciable por la persona de su corifeo. As, para cada uno de estos rdenes de hechos, hay que distinguir cronolgicamente entre varias pocas: la del Risorgimento (con el liberalis mo laico por una parte, y el catolicismo liberal por la otra), la del 1870 al 1900 con el positinsmo y el anticlericalismo masnico y democrtico; la del 1900 hasta la guerra, con el modernismo y el filosofismo idealista; la que M hasta el concordato, con la organizacin poltica de los catlicos italianos; y la posconcordataria, con un nuevo planteamiento del problema, tanto para los I intelectuales como para el pueblo. Es innegable, no o b s m t e la ms poderosa organizacin catlica y el aumento de religiosidad en esta ltima fase, que muchas cosas estn cambiando en el catolicismo, y que la jerarqua eclesistica est alarmada por eUo, porque no logra controlar estas transformaciones moleculares; junto a una nueva forma de clericalismo, ms refinada y profunda que la del siglo m, hay un mayor inters por las cosas religiosas por parte de los laicos, que llevan al tratamiento del asunto un espritu no educado en el rigor hermenutico de los jesuitas y que por lo tanto desemboca a menudo en la hereja, 119
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en el modernismo, en el escepticismo elegante. "iDemasiada gracia!"d para los jesuitas, que quisiei-an por el contrario que los laicos no se interesaran en la religin ms que para seguir el culto.
5 <27> Liternturn /m/m!or O > i p r rp$u!riius rlrl "si+hombr<". Hay que sitiiar junto a Balrac, para los orgenes romnticos del "superhombre". a Stendhal con el Julin Sorel de Rojo J n e p y ovar figurar de w repertorio nmelesco. Para el "superhombre" nietrscheana, adem.%de la infloencia romnticade Stendhal (y m general del culto a Kapalen 1) debenverse las tendencias racistas que ciilniinaron en Gabineaii y luego en Chamberlain y en el pangermanismo (Trritschke y las teoras de la "potencia" ercrera). Pero no es ste el origen de cierras formas modernas del rriperhombre: ms bien, como <he> escrito,' el Dumar de Montecrirro y el Balrac de Vaiimh. Examinar tambin a Doc toienki como reaccin paneslavista [cristiana] a estar doctrinar de la fuerza ydel superhombre, y hay que realar que en Dostoicvski fue grande la influencia de la novela francesa de follen. (Cfr. en el nmero de la Cullui-n dedicado a D o a t ~ i e ~ ~ k i ) . ~ En el carcter popular del "superhombre" muchos elementos teatrales, extenores, de "prima donna' ms que de hperhombre": mucho formalismo h b j e u v o y objetivo", ambiciones infantiles de ser el "primero de la clase", pero especialmente de rer considerado y prodamado como tal.
Cfr. Cuaderno 16 (XXU),pp. 25-25 bis.
5 <28> Literatura popular. Luigi Volpicelli, en la Italia LeLetteraria del 1" de enero de 1933 (articulo "Arte e religione") seala: "El cuai (el pueblo), se podna observar entre parntesis, ha amado siempre el arte ms por lo que no es arte que por lo que es esencial al arte; y tal v a precisamente por eso es tan desconfiado con respecto a los artistas de hoy, los cuales, deseando en el arte el puro y solo arte, acaban por volverse enigmticos, ininteligibles, profetas de unos pocos iniciados".' 15 Observacin I sin sentido ni base: es cierto que el pueblo quiere un arte "histrico" (si no se quiere emplear la palabra "social"), o sea que quiere un arte expresado en trminos de cultura comprensibles, o sea universales, u "objetivos", o "hist6ricos"o "sociales", que es la misma cosa. Xo quiere "neolalismos" artsticos, especialmente si el "neollico" es tambin un imbcil. Me parece que el problema hay que plantearlo siempre partiendo de la pregunta: "Por qu escriben los poetas? Por qu pintan los pintores?
a De la expresin tmppa grario, SantXnfonio (demasiada gracia, San Antonio), para decir que un beneficio excesivo puede resultar molesto. (N. del T.)
etctera". (Recordar el a-tculo de Adriano Tilgher en la Italia che Scnue).' Croce responde, poco ms o menos: para recordar sus obras, dado que, segn la esttica crociana, la obra de arte es ''perfecta" ya y solamente en el cerebro del artista. Lo que podra admitirse aproximatix=mente y en cierto sentido. Pero slo aproximativamente y en cierto sentido. En realidad se vuelve a caer en la cuestin de la "naturaleza del hombre" y en la cuestin "qu es el individuo?" Si no se puede pensar el individuo fuera de la sociedad, y por lo tanto, si no se puede pensar ningn individuo que no sea histricamente determinado, es evidente que todo individuo es tambin el artista, y cada una de sus actividades no puede ser pensada fuera de la sociedad, de una sociedad determinada. El artista, por lo tanto, no escribe o pinta, etctera, o sea no "marca" exteriormente sus fantasmas slo "para su recuerdo", para poder revivir el instante de la creacin, sino que es artista slo en cuanto que "marca" exteriormente, objetiviza, h i s toriza sus fantasmas. Pero todo indhiduo-artista es tal de modo ms o menos amplio y global, ms o menos "histrico" o "social". Existen los "neoliicos" o los 'Serguistas", o sea los que creen que solamente ellos pueden revivir el recuerdo del instante creativo (y es por lo comn una ilusin, el recuerdo de un sueo o de una veleidad), otros que pertenecen a camarillas ms o menos numerosas (que tienen una jerga corporativa) y finalmente aquellos que son universales, o sea "nacionales-populares". La e s ttica de Croce ha determinado muchas degeneraciones artsticas, y adems no es cierto que ello haya sucedido siempre conua las intenciones y el espritu de la esttica CI-ociana misma; respecto a muchas degeneraciones, s, pero no para todas, y especialmente para sta fundamental, del "individualismo" artstico antihistrico (o antisocial, o anti-nacionalpopular).
5 4% Temas de cultura. El osito de Cuuier. El principio de Cuvier, de la correiacin entre las partes orgnicas de un cuerpo, por el que de una mnima parte del mismo (con tal de que sea ntegra en s misma) se puede reconstruir el cuerpo entero' (sin embargo hay que revisar bien la docbina de Cuvier, para exponer con exactitud su pensamiento), debe ciertamente incluirse en la tradicin del pensamiento kancs, en la "lgica" francesa y debe vincularse con el principio del animal-mquina. No importaver si en la biologa el principio pueda considerarse vlido en todo; esto no parece posible (por ejemplo debe recordarse el ornitorrinco, en cuya estructura no hay "lgica" etctera); hay que examinar si el principio de la correlacin es til, exacto y fecundo en la sociologa, ms all de la metfora. Parece que puede responderse decididamente que s.' Pero hay que aclarar: para la historia pasada, el principio de 1.a correlacin (as co-
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mo el de la analoga) no puede sustituir al documento, o sea que no puede dar otra cosa que historia hipottica, verosmil pero hipottica. Pero otro es el caso de la accin poltica y del principio de correlacin (como el de analoga) aplicado a lo pi-erisible, a la consu-uccin de hiptesis posibles y de perspectivas. Estamos precisamente en el campo de la hiptesis y se trata de ver qu hiptesis es ms verosmil y ms fecunda en convicciones y en educacin. Es cierto que cuando se aplica el principio de correlacin a los actos de un individuo o incluso de un grupo, existe siempre el riesgo de caer en lo arbih-aiio: los individuos, e igual los grupos, no actan siempre 'lgicamente", "coherentemente" [consecuentemente], etctera; pero siempre es U1 partir de la premisa de qne as actan. Establecida la premisa de la "irracionalidad" de los motivos de accin, <sta> no sirve de nada; slo puede tener una importancia polmica para poder decir como los escolsticos: "ex absurdo sequitur quodiibet". Por el contrario, la premisa de la racionalidad, y por lo tanto de la "correlacin" o de la analoga, tiene un alcance educativo, en cuanto que puede servir para "abrir los ojos a los ingenuos" e incluso para persuadir al "preopinante" si es de buena fe y yerra por "ignoi-ancia"etctera.
<30> Oteraturopop~1lorMgenerlwpulores del superhombre. Para las relaciones e n m el bajo romanticismo y algunos ospectos de la \ida moderna (atmsfera de Conde de Montecristo) debe leerse un artculo de Louir Gillet en IaRNUrdesD~11~Mond~ldel 15 de diciembre de 1932.'
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5 4 1 2 Los sobrinitos del abate Bresciani A muchos poetastros actuales se les podna aplicar el vei-so de Lasca conrra Ruscelli: "de las Musas y de Febo estafador".'Yms que de poesa, debe en efecto hablarse de ratena para obtener premios literanos y subvenciones de la Academia.
5 <32> i'vfaquiamh Teoria J prctica. Releda la famosa dedicatoria de Bandello a Giovanni de las Bandas Negras donde se habla de Maquiavelo y de sus intentos intiles para ordenar segn sus teoras del arte de la guerra una multitud de soldados, mientras que Giovanni de las Bandas Iiegras "en un abrir y cerrar de ojos con la ayuda de los tambores" orden "a aquella gente en diversos modos y formas, con grandsima admiracin de quienes all se hallaban".' Resulta claro que ni en Bandello ni tampoco
en Giovanni hubo ningn propsito de "ridiculizar" a Maqiuavelo poi su incapacidad, y que el mismo Maquiavelo no lo tom a mal. El empleo de esta ancdota para sacar conclusiones sobre lo abstracto de Maquiavelo es una insensatez y demuestra que no se e~itiende alcance exacto. Masu quiavelo no era un militar de profesin, eso es todo; o sea que no saba el "lenguaje" de las rdenes y seales militares (trompetas, tambores, etctera). Por otra parte, antes de que un conjunto de soldados, graduados, siiboficiales, oficiales, haya creado el hbito de e%-olucionar cierto senen tido, se necesita mucho tiempo. Un ordenamiento torico de las milicias puede ser ptimo en todo, pero para ser aplicado debe convertse en "reglamento", disposiciones de ejercicio, etctera, "lenguaje" inmediatamente comprendido y casi automticamente ejecutado. Se sabe que muchos legisladores de primer orden no saben compilar los "reglamentos" h u r e crticos y organizar las oficinas y seleccionar el personal apto para aplicar las leyes, etctera. Puede decirse por lo tanto slo esto de Maquiavelo, que fue demasiado apresurado en improvisarse "tarnborilero". S i embargo la cuestin es importante: no se puede escindir al administrador-funcionario del legislador, al organizador del dirigente, etctera. Pero esto no se ha puesto en prctica ni siquiera hoy y la "divisin del trabajo" suple no slo la incapacidad relativa, s'ino que integra "econmicamente" la actividad principal del gran estratega, del legislador, del jefe poltico, que se hacen ayudar por especialistas para redactar "reglamentos", "instrucciones", "ordenamientos prcticos", etctera.
5 c33> iMaquiave[o.Interpretacin del Aincipe. Si, como ya se escribi en otras notas,' la interpretacin del I Pnncipedebe (o puede) hacerse postu- 16 bis landa como centro del libro la invocacin final, debe revisarse cunto hay de "real" en la interpretacin llamada "sarica y revolucionacia" del mis mo (como se expresa Enrico Carnra en la nota al pasaje respectivo de los Sepolm' en su obra escolar S t m a ed mmpi della Letterntura Italiana, VD, L'Ottocento, p. 59, ed. Signorelli, Miln).' Por lo que concierne a Foscolo no parece que deba hablarse de una interpretacin particular del fizcipe, o sea de la ambucin a Maquiavelo de intenciones ocultas democrticas y revolucionarias; ms justa parece la alusin de Croce (en el libro sobre Sto. na d d Barocco) que responde a la letra de los Sepolm. a saber: "Maquiavelo, por el hecho mismo de 'templar' el cetro, etctera, de hacer el poder de los pnncipes ms coherente y consciente, poda sus laureles, desauye los mitos, muestra en qu consiste realmente este poder, etctera": esto es, la ciencia poltica, en cuanto ciencia, es til tanto a los gobernantes como a los gobernados para comprenderse recprocamente.
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En los Ragpagli del Parnaso de Boccalini la cuestin del Prncipees planteada, por el contrario, de modo totalmente distinto que en los Spli Peeom ro cabe preguntarse: ,:a quin quiere satirizar Boccalini? +4 Maquiavelo o a sus adversanos? La cuestin es planteada por Boccalini como sigue: 'Zos enemigos de Maquiavelo reputan a Maluiavelo hombre digno de castigo porque ha expuesto cmo gobiernan los prncipes y de esa manera ha ins truido al pueblo; ha 'puesto a las ovejas dientes de perro', ha destruido los mitos del poder, el prestigio de la autoridad, ha hecho ms dicil el gobernar, porque los gobernados ya pueden saber tanto como los gobernantes, las ilusiones se han vuelto imposibles, etctera".' Merece verse todo el planteamiento poltico de Boccalini, que en este aspecto me parece que h a ce la stira de los antimaquiavlicos, los cuales no son tales porque no hacen en realidad lo que Maquiavelo esciibi, o sea que no son antimaquiavlicos porque Maquiavelo se haya equivocado, sino porque lo que Maquiavelo escribe "se hace y no se dice", incluso es factible precisamente porque no es crticamente explicado y organizado. Maquiavelo es odiado porque "ha descubierto los trucos" del arte de gobernar, etctera. La cueshn se plantea tambin hoy y la experiencia de la iida de los partidos modernos es instructiva; cuntas veces se ha escuchado el reproche por haber mosmdo crticamente los errores de los gobernantes: "mostran17 do a los gobernantes los errores que cometen, les enseis I a no cometer errores", o sea "les hacis el juego". Esta concepcin <va> ligada a la teora infantil del "tanto peor, tanto mejor". El temor a "hacer el juego" a los adversarios es uno de los ms cmicos y est vinculado al concepto necio de pensar siempre que los adversarios son estpidos; est vinculado tambin a la no comprensin de las "necesidades" histricc-polticas, por las que "ciertos errores deben ser cometidos'' y el criticarlos es til para educar al propio bando. Parece que las intenciones de Maquiavelo al escribir el Prncipe fueron ms complejas e incluso "ms democrticas" de lo que parecera segn la interpretacin "democrtica". Esto es, Maquiavelo opinaba que la necesidad del Estado unitario nacional es tan grande que todos aceptarn que para alcanzar este grandsimo fin se empleen los nicos medios que son idneos. Por lo tanto puede decirse que Maquiavelo se propuso educar al pueblo, pero no en el sentido que suele darse a esta expresin, o al menos le han dado ciertas corrientes democrticas. Para Maquiavelo "educar al pueblo" puede haber significado solamente convencerlo y hacerlo consciente de que puede existir una sola poltica, la realista, para alcanzar el fui deseado y que por lo tanto hay que agruparse en tomo y obedecer precisamente a ese prncipe que emplea tales mtodos para alcanzar el fin, porque slo quien quiere el fin quiere los medios idneos para alcan-
zarlo. La posicin de Maquiavelo, en ese sentido, sera comparable con la de los tericos y polticos de la filosofa de la praxis, quienes tambin trataron de construir y difundir un "realismo" popular, de masas, y tuvieron que luchar contra una forma de 5esuitismo" adecuado a pocas distintas. La "democracia" de hlaquiavelo es de un tipo adecuado a su tiempo, esto es. del consenso activo de las masas populares para la monarqua absoluta, en cuanto limitadora y destructora de la anarqua feudal y seorial y del poder de los curas, en cuanto fundadora de grandes Estados territe riales nacionales. funcin que la monarqua absoluta no poda cumpiir sin el apoyo de la burguesa y de un ejrcito permanente, nacional, centralizado, etctera.
5 <34> Mquiauelo. Partidospolticos jfuncionw depolicia. Es dificil excluir que cualquier partido poltico (de los grupos dominantes, pero tambin de grupos subalternos) ejerce tambin una funcin de polica, o sea de 1 tutela de un cierto orden poltico y legal. Si esto fuese demostrado taxativamente, la cuestin debera plantearse en otros trminos: esto es, sobre los modos y las orientaciones con que tal funcin es ejercida. ;El sentido es represivo o difusivo, o sea es de carcter reaccionario o progresista? El partido dado ejerce su funcin de polica para conservar un orden exterior, extnnseco, impedimento de las fuerzas vivas de la historia, o la ejerce en el sentido de que tiende a conducir al pueblo a un nuevo nivel de civilizacin del que el orden poltico y legal es una expresin programtica? En efecto, una ley encuentra quien la infringe: 11 entre los elementos sociales reaccionarios que la ley ha desposedo; 21 entre los elementos p r e gresistas que la ley comprime; 31 entre los elementos que no han alcanzado el nivel de civiiiiacin que la ley puede representar. La funcin de polica de un partido puede, por lo tanto, ser progresista y regresiva: es progresista cuando tiende a mantener en la rbita de la legalidad a las fuerzas reaccionarias desposedas y a elevar el nivel de la nueva legalidad a las masas atrasadas. Es regresiva cuando tiende a comprimir las fuerzas vivas de la historia y a mantener una legalidad superada, antihistrica, que se ha vuelto extrnseca. Por lo dems el funcionamiento del Partido determinado proporciona criterios discriminantes: cuando el partido es progresista funciona "democrticamente" (en el sentido de un centralis mo democrtico), cuando el partido es regresivo funciona "hurocrticamente" (en el sentido de un centralismo burocrtico). El Partido en este segundo caso es puro ejecutor, no deliberante: entonces es tcnicamente un rgano de polica y su nombre de Partido poltico es una pura metfora de carcter mitolgico.
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g <35>Los sobrinitos &lk<rdre Bracinni. Se multiplican los escritos sobi-e la divisin entre arte y vida. Artculo de Papini en la ~*\rUmia Antologia del 1" de enero de 1933,' artculo de Luigi Chiarini en la EducazioneFascistir de diciembre de 1932.' Ataques contra Papini en la Italia Lettera~ia,etctera.?Polmicas aburridas y completamente inconcluyentes. Papini es catlico y anticrociano; las contradicciones de su superficial escrito resultan de esta doble cualidad. De todos modos este reno\arse de las polmicas (algunos artculos de CntiurFascista, los de Gherardo Casini Y uno de BrunolSpampanato contra los intelectuales4son los ms notabls y se aproximan I ms al ncleo de la cuestin) es sintomtico y demuestra cmo se siente la incomodidad nor el contraste entre las nalabras v los hechos. entre las afirmaciones taxativas y la realidad que las contradice. Parece, sin embargo, que hoy es ms posible hacer reconocer la realidad de la situacin: hay indudablemente mejor voluntad de comprender, menos prejuicios, y esto se debe al difundido espritu antiburgus aunque sea genrico y de orgenes espurios. Por lo menos se quemFacrear una efectiva unidad nacional-popular, aunque con medios extrnsecos, pedaggicos, escolsticos, con el 'koluntarismo": por lo menos se siente que esta unidad falta y que esa faita es una debilidad nacional y estatal. Esto diferencia radicalmente la actual poca de la de los Ojetti, los Panzini y compaa. Por eso en el tratamiento de esta seccin conviene tenerlo en cuenta. Las debilidades, por otra parte, son evidentes: la primera es la del estar convencidos de que se ha producido un cambio radical popular-nacional; si se ha producido, quiere decir que no se debe hacer nada m& de radical, sino que se trata slo de "organizar", educar, etctera; todo lo ms se habla de "revolucin permanente" pero en significado resmngido, en la acostumbrada acepcin de que toda la vida es dialctica, es militancia, por lo tanto, revolucin. Las otras posibilidades son de ms diicil comprensin: ellas, en efecto, pueden resultar slo de un exacto anlisis de la composicin social italiana, de la que resulta que la gran masa de los intelectuales pertenece a aquella burguesa rural cuya posicin econ mica es posible slo si las masas campesinas son exprimidas hasta la mdula. Cuando de las palabras hubiera que pasar a los hechos concretos, stos significaran una destruccin radical de la base econmica de estos grupos intelectuales.
8 <36> Criterios mtodolgicos. Una manifestacin tpica del diletantismo intelectual (y de la actividad intelectual de los diletantes) es sta: que al tratar una cuestin se tiende a exponer todo lo que se sabe y no slo lo que es necesario e importante de un tema. Se apro\-echa toda ocasin pa-
ra hacer despliegue de los pequeos conocimientos propios, de todos los adornos y baratijas de nuestro bazar; cada pequeo hecho insignificante es elevado a momento mundial para poder dar curso a la propia concep cin mundial, etctera. Sucede adems que, como se quiere ser original y no repetir cosas y 1 dichas, cada vez se debe sostener un gran cambio i 8 bis en los "factores" fundamentales del cuadro y en consecuencia se cae en estupideces de todo tipo. g <372 Litzraturapopulm Italia y Fm~icia. Puede probablemente afirmarse que toda lavida intelectual italiana hasta 1900 (y precisamente hasta la formacin de la corriente cultural idealista Croce-Gentile) en cuanto que tiene tendencias democrticas, esto es, en cuanto que quiere (aunque no siempre lo consigue) tomar contacto con las masas populares, es simplemente un reflejo francs de la oleada democrtica francesa que tuvo sus orgenes en la Revolucin de 1789; lo artificial de esta vida consiste en el hecho de que en Italia no tuvo las premisas histricas que por el contrario existieron en Francia. Nada hubo en Italia semejante a la Revolucin de 1789 y a las luchas que le siguieron; sin embargo en Italia se "hablaba" como si tales premisas hubieran existido. Pero se comprende que tal modo de hablar no poda ser ms que de labios para afuera. Desde ese punto de vista, se entiende el significado "nacional", si bien poco profundo, de las corrientes conservadoras y reaccionarias en oposicin a las democrticas; stas eran grandes "fuegos de paja", de gran extensin superficial, aquUas eran de poca extensin, pero bien arraigadas e intensas. Si no se estudia la cultura italiana hasta 1900 como un fenmeno de p r o ~ c i a l i s m o francs, se comprende bien poco de ella. No obstante hay que distinguir: hay mezclado un sentimiento nacional antifrancs en la admiracin por las cosas de Francia: se vive de reflejo y se odia al mismo tiempo. Al menos entre los intelectuales. En el pueblo los sentimientos "franceses" no son tales, aparecen como 'Sentido comn", como cosas propias del pueblo mismo y el pueblo es francfilo o francfobo segn sea instigado o no por las fuerzas dominantes. Era cmodo hacer creer que la Revolucin de 1789, puesto que haba ocumdo en Francia, era como si hubiese ocurrido en Italia, por aquello de que era cmodo servirse de las ideas francesas para guiar a las masas; y era cmodo servirse del antijacobinismo ultraconsekador para lanzarse contra Francia, cuando eso serva.
<38> Notos de cultura italiana. I] La ciencia y la culfura. Las corrientes filosficas idealistas (Croce y 1 Gentile) han determinado un primer pro-
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ceso de aislamiento de los cientficos (ciencias naturales o exactas) del mundo de la cultura. La filosoiia y la ciencia se han separado y los cientficos han perdido mucho de su prestigio. Se ha dado otro proceso de aislamiento por el nuevo prestigio dado al catolicismo y por la fomacin del centro neoescolstico. As, los cientficos "laicos" tienen en su contra a la religin y la filosofa ms difundida: no puede dejar de producirse sn anquilosamiento y una "desniirricin" de la actitldad cientfica que no puede desari-ollarse aislada del mundo de la cultura general. Por o a a parte, puesto que la actividad cientfica en Italia est estrechamente ligada al balance del Estado, que no es opulento, al atrofiarse el desarrollo del "pensamiento" cientfico, de la teora, no puede en compensacin darse m p o c o un desarrollo de la "tcnica" instrumental y experimental, que exige amplitud de medios y dotaciones. Esta disgregacin de la unidad cientfica del pensamiento general se siente: se ha tratado de poner remedio elaborando, tambin en este campo, un bacionalismo" cientfico, O sea sosteniendo la tesis de la "nacionalidad" de la ciencia. Pero es evidente que se trata de construcciones exteriores extrnsecas, buenas para los Congresos y las celebraciones oratorias, pero sin eficacia prctica. Y sin embargo los cientficos italianos son valerosos y hacen, con pocos medios, sacrificios inauditos y obtienen resultados admirables. El peligro mayor parece estar representado por el grupo neoescolstico, que amenaza con absorber mucha actividad cientfica esterilizndola, por reaccin al idealismo ~entiliano.(Debe verse la actividad organizativa del Conseio demia de Italia.) 21 Centralismo nacionoly buromtico. La disolucin de las asociaciones regionales ocurrida hacia el mes de agosto de 1932. Ver qu reacciones ha provocado. Se ha visto un movimiento de cada vez ms slida conciencia nacional. :Pero estjusficada la ilacin? Coniontar con el movimiento de centralizacin ocurrido en Francia despus de la Revolucin y especialmente con Napolen. La diferencia parece evidente: en Francia se dio un movimiento nacional unitario, del cual la centralizacin fue la expresin burocrtica. En Italia no ocurri el mismo proceso nacional sino que, por el contrario, la burocracia centraliada tena precisamente como fin obstaculizar semejante proceso. Sena interesante ver qu fuerzas uni19 bis tzirias en la posguerra se han formado junto a la burocracia I tradicional: lo que hay que observar es que tales fuerzas, si bien relativamente notables, no tienen un carcter de homogeneidad y de permanente sistematicidad, sino que son de tipo "burocrtico" (burocracia sindical, de partido, milnicipal, etctera). 128
31 Ciencia. Ver el libro publicado por Gmo Bargagti-Petrucci (en Le Monnier) en el que se recogen los discursos de cientficos italianos en la Exposicin de historia de las ciencias de 1929.' En este libro se publica un discurso del padre Gemelli que es signo de los tiempos para ver la osada a que han llegado estos frailecillos (sobre este discurso debe verse la resea en la EducazioneFascista de 1932'y el adculo de SebasUanoTimpanaro en la Italia Letwana del 11 de septiembre y 16 de octubre de 1932).'
8 <39> Literaturapufmlax Manwni y los "humilder".La actitud "democrtica" de Manzoni con respecto a los humildes (en Los novios) en cuanto que es de origen "cristiana" y en cuanto que debe vincularse con los intereses historiogrficos que Manzoni deriv de Thierry y de sus teoras D bre la oposicin entre las razas (conquistadora y conquistada) convertida en oposicin de clases. Estas teonas de Thierry deben verse en cuanto que estn ligadas al romanticismo y a su inters histrico por la Edad Media y por los orgenes de las naciones modernas, o sea en las relaciones entre razas germnicas invasoras y razas neolatinas invadidas, etctera.' (Sobre este tema del "democratismo" o 'popuiarismo" de Manzoni, ver otras n ~ t a s .Tambin sobre este punto de las relaciones entre la oposi)~ cin de Manzoni y las teoras de Thierry debe verse el libro de Zottoli, Umili e potenti nella poetiur di A. Manzoni.' Estas teonas de Thierry se complican en Manzoni, o al menos tienen aspectos nuevos en la discusin sobre la "novela histrica" en cuanto que sta representa a personas de las "clases subalternas" que "no tienen his toria", o sea cuya historia no deja huellas en los documentos histricos del pasado. (Este punto debe relacionarse con la seccin "Historia de las clases subalternas",' en donde puede hacerse referencia a las doctrinas de Thierry, que por lo dems tanta importancia tuvieron para los orgenes de la historiografia de la filosofia de la praxis.)'
g <40> Parado y presente. Recordar el ensayo publicado por Gino Dona (en la Nuoua Italia de 1930 o 1931) en el que se sostiene que la moral y el comportamiento de los reyes estn nicamente en relacin con los intereses de la dinasta I y en funcin de sta deben serjuzgados. Doria es 20 napolitano y debe observarse cmo los tericos ms ortodoxos de la monarqua han sido siempre napolitanos. (De Meis, por ejemplo.) Dona escribi el ensayo en ocasin del llamado a i o carlosalbertiano, cuando se volvi a discutir la figura de Carlos Alberto, etctera, pero probablemente sus intenciones eran ms amplias y generales. Pero qu significa
la frmula de Dona? (No es acaso una hueca generalidad? <Ycorresponde a la propaganda que se ha hecho para fortalecer la institucin monrquica y que ha creado la "ortodoxia3 La tesis de Dona es un reflejo de la tesis de Maurras, que a su vez depende de la concepcin del "Estado patrimonial".
8 c41> Balzac. (Cfr. algunas otras notas: alusiones a la admiracin por Balzac de los fundadores de la filosofa de la praxis; carta indita de Engels en la que esta admiracin se justifica crticamente.)' Coniontar el artculo de Paul Bourget, "Les ides politiques et sociales de Balzac" en las N o u u e k Littnaires del 8 de agosto de 1931.' Bourget comienza por sealar cmo se da cada vez mayor importancia a las ideas de Balzac: "l'cole traditionaliste (o sea uluaconservadoi-a), que nous voyons grandir chaque jour, inscnt son nom i c6t de celui de Bonald, de Le Play, de Taine lui mme". Por el contrario no era as en el pasado. Sainte-Beuve, en el artculo de los Lundis consagrados a Balzac despus de su muerte, no alude siauiera a sus ideas nolricas v sociales. Taine. aue admiraba al autor de . novelas, le neg cualquier importancia doctrinal. El mismo crtico catlico Caro, hacia principios del segundo Imperio, juzgaba ftiles las ideas de Balzac. Flaubert escribe que las ideas polticas y sociales de Balzac no valen la pena de discutirse: "11 tait catholique, lgitimiste, propitaire! -escribe Flauhert- un immense bonhomme, mais de second ordre". Zola escribe: "Rien de plus trange que ce soutien du pouvoir absolu, dont le talent est esentiellement dmocratique et qui a crit I'eouvre la plus rvolutionnaire". Etctera. Se entiende el artculo de Bourget. Se trata de encontrar en Balzac el origen de la novela positivista, pero reaccionaria, la ciencia al servicio de la reaccin (tipo Maurras), que por otra parte es el destino ms exacto del positivismo establecido por Comte. Balzac y la ciencia. Cfr. el "Prefacio general" de la Comedia humana, donde Balzac escribe que el naturalista tendr el honor eterno de haber 20 bis mostrado que "El animal es un principio que I toma su forma exterior, y, para hablar ms exactamente, las diferencias de su forma, en los medios en que est llamado a desarrollarse. Las especies zoolgicas resultan de estas diferencias... penetrado de este sistema pude ver que la sociedad se asemejaba a la naturaleza. <La sociedad no hace del hombre, segn los medios en que su accin se despliega, tantos hombres diferentes como variedades existen en zoologa? Las diferencias entre un soldado, un obrero, un administrador, un abogado, un ocioso, un sabio, un hombre de Estado, un comerciante, un marino, un poeta, un pobre, un sacerdote,
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son, aunque ms dificiles de captar, tan considerables como las que d i s tinguen al lobo, al len, al asno, al cuervo, al tiburn, al buey marino. a la oveja, etctera. Han existido, pues, y existirn siempre, especies sociales como hay especies zoolgicas".' Que Balzac haya escrito estas cosas y que tal vez las tomase en seno e imaginase construir todo un sistema social sobre estas metforas, no nos causa asombro y ni siquiera disminuye en nada la grandeza de Balzac artista. Lo notable es que hoy Bourget y, como l dice, la "escuela tradici* nalista", se basa en estas pobres fantasas "cientficas" para construir siste mas polticosociales sin justificacin de actividad artstica. Partiendo de estas premisas Balzac se plantea e1 problema de "perfeccionar al mximo estas especies sociales" y armonizarlas entre s, pero como las "especies" son creadas por el ambiente, habr que "conserw" y organizar el ambiente dado para mantener y perfeccionar la especie dada. Etctera. Parece que no se equivocaba Flaubert escribiendo que no vale la pena discutir las ideas sociales de Baizac. Y el artculo de Bourget muestra solamente hasta qu punto es& f o s i l i d a la escuela aadicionalista francesa. Pero si toda la construccin de Balzac carece de importancia como "programa prctico", o sea desde el punto de vista del que la examina Bourget, hay en ella elementos que tienen inters para reconstruir el mundo potico de Balzac, su concepcin del mundo en cuanto se ha real i a d o artsticamente, su "realismo" que, aun teniendo orgenes ideolgicos reaccionarios, de restauracin, monrquicos, etctera, no por eso es menos realismo en la prctica. Y se comprende la admiracin que sintieron por Balzac los fundadores de la filosofa de la praxis: que el hombre sea todo el conjunto de las condiciones sociales en que se ha desarrollado y vive, que para "cambiar" al hombre es preciso cambiar este conjunto de condiciones es algo intuido claramente por Baizac. Que "poltica y socialmente" l I sea un reaccionario, resulta slo de la parte extra-artstica de sus escritos (divagaciones, prefacios, etctera). Que este "complejo de condiciones" o "ambiente" sea entendido "naturalistamente" tambin es verdad; de hecho Balzac precede a una determinada corriente literaria kancesa, etctera.
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9 <42> Cultura italiana. Se insiste mucho en el hecho de que ha aumentado el nmero de libros publicados. El Instituto Italiano del Libro comunica que la media anual de la dcada 1908-1918 fue exactamente de 7 300. Los clculos hechos para 1929 (los ms recientes) dan la cifra de 17 718 (libros y folletos; excluidos los de la Ciudad del Vaticano, de San Marino,
de las colonias y de las tierras de lengua italiana que no forman parte del reino)! Publicaciones polmicas y por lo tanto tendenciosas. Habra que ver: 11 si las cifras son homogneas, o sea si se calcula hoy como en el pasado, o sea si no ha cambiado el tipo de la unidad editorial base; 21 hay que tener en cuenta que en el pasado la estadstica editorial era muy aproximativa e incierta (eso se observa para todas las estadsticas, por ejemplo la de la cosecha de granos; pero es especialmente cierto para los libros: puede decirse que hoy no slo ha cambiado el tipo de unidad calculada, sino que nada escapa a la investigacin estadstica);31 debe verse si y cmo ha cambiado la composicin orgnica del conjunto editorial: es cierto que se han multiplicado las casas editoras catlicas, por ejemplo, y en consecuencia la publicacin de obriuas sin ninguna importancia cultual (lo mismo se han multiplicado las ediciones escolares catlicas, etctera). En este clculo habra que tomar en cuenta los tirajes, y ello e s pecialmente para los peridicos y revistas. ?Se lee menos o ms? tYquin lee menos o ms? Se est formando una "clase media culta" ms numerosa que en el pasado, que lee ms, mientras que las clases populares leen mucho menos; esto se desprende de la relacin entre libi-os, revistas y peridicos. Los peridicos han disminuido en nmero e imprimen menos eiemplares; se leen ms revistas y libros (o sea que hay ms lectores de libros y revistas). Comparacin entre Italia y otros pases en los modos de hacer la estadstica editorial y en la clasificacin por grupos de lo que se publica.
A
8 <43> Nocioms enciclopdicas. "Riscossa".a Debe de ser de origen militar y francs. El grito de batalla del ejrcito de Carlos VI11 en Fornovo era precisamente: "Montoison 2 la recousse!" En el lenguaje militar francs 't-ecousse o rescousse" indicaba un nuevo ataque y "A la rescousse!" se gritaba en la bataila para pedir auxilio.
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<44> Conrmdatm. Sobre el concordato del Laterano debe verse: el libro de Vi. cenzo Morello i mnj7iffo dopo la Cmiciliazione (Bompiani 1931) y la respuesta de Egili berto Martire, Ragioni della ConBwwnc (Roma, 'Rassegna Romana", 1932). Sobre la polmica Morello-hlartire debe veme el articulo firmado Wonis" en la CrilicoFaxiskz del 1" de febrero de 1933 ("Unapoleinica sulla conciliazione").'Morello pone de relieve aquellos puntos del Concordato en los que el Estado ha mostrado ms su debilia &carro: recuperacin, rescate, redencin, insurreccin de un pueblo oprimido. Del tan& recouse auxilio, socorro.
dad, no slo ha abdicado a su soberana, sino que, al parecer, pone de relieve cmo en algunos puntos las concesiones hechasa la Iglesia ron superiores alas hechas por otros pases concordatarios. Los puntos controvertidos son principalmente cuatro: 11 El matrimonio: Dor el articulo 43 del Concordato el matrimonio es disciolinado nor el derecho cannico, o sea es aplicado en el mbito del Estado un derecho exuaiio a ste. Por ello, los catlicos, por un derecho extmio al Estado, pueden obtener la anulacin de su mauimonio, a diferencia de los ncratlicos, mienuas que 'el ser o no ser catlicos, debera ser irrelevante a efectos cides". 21 Por el artculo 5 punto 3", existe la prohibicin de algunos cargos pblicos para los sacerdotes apstam o reos de censura; o seaque se aplicauna "pena" del Cdigo Penal a personas que no han cometido, &ente al Esrado, ningn delito punible; el articulo 1" del Cdigo quiere por el contrario que ningn ciudadano pueda ser castigado sino por un acto expresamente previsto por las leyes penales como delito. 31 Segn Morello, no se ve cules sean las razones de utilidad por las que el Estado ha hecho tabla rasa de las leyes de anulacin, reconociendo a L s entes eclesisticos y rdenes religiosas existenciajurdica, facultad de poseer y ado minisvar sus propios bienes. 41 Enseanza Exclusin decidida y total del Estado de las escuelas eclesisticas,y no slo ya de aquellas que preparan [tcnicamente] a los sacerdotes (o sea exclusin del Estado de la enseanza de la teologa. etctera), sino de la enseanza de la instruccin general. El adculo 39 del Concordato se refiere, en efecto, incluso a las escuelas elementales y medias que tiene el clero en muchos seminarios, colegios y conventos, de las que el clero se sirve para atraer a nios yjvenes al sacerdocio y a la vida monstica. pero que en s mismas no son an especializadas. Es tos alumnos deberan tener derecho a la tutela del Estado. Parece que en otros concordatos se han tenido en cuenta ciertas garantas respecto al Estado. por las que el clero no ha de ser formado de manera contraria a las leyes y al orden nacional y preck samente imponiendo que para tener muchos empleos eclesisticos sea necesxio un ti. tulo de estudio pblico (el que da entrada a las universidades).
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9 <45> Literatura popuhz Manzoni. Adolfo Faggi en el Marrocm del 1" de 22 noviembre de 1931 escribe alcunas observaciones sobre la sentencia "Vox " populi vox Dei" en Los novios.' La sentencia es citada dos veces (segn Faggi) en la novela: una vez en el Ultimo captulo y aparece dicha por don Abbondio a propsito del marqus sucesor de don Rodrigo: 'Y luego no querr que se diga que es un gran hombre. Lo digo y lo quiero decir. Y aunque yo me callase, de nada servira porque todos lo dicen, y ~~oxpopuli, uox Dei". Faggi hace observar que este solemne proverbio es empleado por don Abbondio un poco enfticamente, mientras se encuentra en aquella feliz disposicin de nimo por la muerte de don Rodrigo, eu-
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tera; no tiene particular importancia o significado. En la otra ocasin la sentencia se encuentra en el captulo xxxr, donde se habla de la peste: "Muchos mdicos todava, haciendo eco a la voz del pueblo ( j n n , tambin m es& caro, voz de Dios?) se burlaban de los siniestros augurios, de las advertencias amenazadoras de algunos pocos, etctera". Aqu el proverbio es reproducido en italiano y entre parntesis, con entonacin irnica. En Los novios (cap. 111 del tomo W , Lesca) Manzoni escribe largamente soed. bre las ideas consideradas generalmente como ciertas en una poca u otra y concluye que si hoy se pueden enconuar ridculas las ideas diiundidas enire el pueblo en tiempos de la peste de Miln, no podemos saber si ideas actuales no sern halladas ridculas maana, etctera. Este largo razonamiento de la primera redaccin es resumido en el texto definitivo en la breve pregunta: "Era tambin en este caso voz de Dios?" Faggi distingue entre los casos en que para Manzoni la voz del pueblo no es en ciertos cmosvoz de Dios, de otros en los que puede serlo. No sera voz de Dios "cuando se trata de ideas o mejor de conocimientos especficos, que solamente por la ciencia y sus continuos progi-esos pueden ser determinados; sino cuando se trata de aquellos principios generales y sentimientos comunes por naturaleza a todos los hombres, que los antiguos abarcaban en la bien conocida expresin de conscimtin generis human'. Pero Faggi no plantea muy exactamente la cuestin, que no puede ser resuelta sin referirse a la religin de Manzoni, a su catolicismo. As. reproduce por ejemplo la famosa afirmacin I de Perpetua a don Abhondio, afirmacin que coincide con la opinin del cardenal Borromeo. Pero en ese caso n o se trata de una cuestin moral o religiosa, sino de un consejo de prudencia prctica, dictado por el sentido comn ms trivial. Que el cardenal Borromeo se halle de acuerdo con Perpetua no tiene la importancia que le da Faggi. Me parece vinculado a la poca y al hecho de que la autoridad eclesistica tena un poder poltico y una influencia; que Perpetua piense que don Abbondio debe recurrir al arzobispo de hliln, es algo natural (sirve slo para mostrar cmo don Abhondio haba perdido la cabeza en aquel momento y cmo Perpetua tena ms "espritu de cuerpo" que l), como es natural que Federico Borromeo hable as. No entra la voz de Dios en este caso. De igual modo, no tiene mucha importancia en el otro caso: Renzo no cree en la eficacia del voto de castidad hecho por Luca y en esto se encuentra de acuerdo con el padre Cristforo. Se trata tambin aqu de "casustica" y no de moral. Faggi escribe que "Manzoni quiso hacer una novela de los humildes", pero esto tiene un significado ms complejo de lo que Faggi parece creer. Entre Manzoni y los "humildes" hay un divorcio sentimental; los humildes son para hfanzoni un "problema de histonografia". un problema terico que l cree poder re-
solver con la novela histrica, con lo 'verosmil" de la novela histrica. Por eso los humildes son a menudo presentados como "maquetas" populares, con benignidad irnica, pero sobre todo irnica. Y Manzoni es demasiado catlico para pensar que la voz del pueblo sea lavoz de Dios: entre el pueblo y Dios est la iglesia, y Dios no se encarna en el pueblo sino en la iglesia. Que Dios se encarne en el pueblo puede creerlo Tolstoi, no Manzoni. Cierto que esta posicin de Manzoni es sentida por el pueblo y por eso Los nouios nunca han sido populares: sentimentalmente el pueblo senta a Manzoni lejos de s y a su libro como un libro de devocin, no como una epopeya popular.
<46> Los sofinitos delpadre Bresciani. Hablando de Gioacchio Belli en la primera edicin del Ottocento (Vallardi), Guido Mazzoni halla all una que es impagable y que puede senir para caracterizar a los escritores de esta seccin, especialmente a Ugo Ojetti. Para Mazzoni la debilidad de carcter de Belli "se transformaba en una ayuda de primer orden para sus facultades artsticas, porque lo haca ms maleable a las impresiones".'
5 <47> Caracteristicas de la cnltura italiana. Podran agruparse, en un 23 mismo ensayo, diversas series de notas, escritas partiendo de intereses intelectuales distintos, pero que en realidad son expresin de un mismo problema fundamental. As las notas sobre las cuestiones: de la lengua, del romanticismo italiano (si es que existi), del por qu la literatura italiana no es popular, de la existencia o no de un teatro italiano, etctera, con las notas sobre diversas interpretaciones dadas del movimiento del Risorgimento hasta las discusiones ms recientes sobre la "racionalidad y el significado del presente rgimen (sicosis de guerras, etctera). Todos estos temas estn estrechamente vinculados y deben relacioname en b l o que con las discusiones e interpretaciones que de la historia pasada se dieron en la pennsula italiana durante todo el siglo XIX y de las que al menos una parte aparece documentada en el libro de Croce sobre la Ste (del que habr que ver la ltima na deUa Stmiograja italiana nel secolo edicin, especialmente por lo que concierne a Volpe,' y a su Italia in cammino, as como habr que ver el prefacio de b l p e a la tercera edicin de este libro suyo, en el que polemiza con Croce.' De Volpe deben verse adems todos los escritos de historia y de teora o historia de la historia). Que tales polmicas y tanta variedad de interpretaciones de los hechos hayan sido y sigan siendo posibles, es un hecho de por s muyimportante
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y caracterstico de una determinada situacin polticocultural. No parece que nada semejante haya ocurrido en ningn otro pas, al menos con tal asiduidad, abundancia y pertinacia. (Podra quiz recordarse para Francia la obra de Jullim sohre el elemento cltico en la historia francesa, sebre su antirromanismo, etctera,' pero debe sealarse que en la misma Francia, Jullian ha impresionado como una extraeza, no obstante sus dotes de erudito y de escritor. Seguramente algo pare,cido ocurre en E s paa, con las discusiones sohre si Espaa es Europa o Afrka, etctera; debe verse este aspecto de la cultura espaola.) En este fenmeno caracterstico italiano hay que distinguir vanos aspectos: 1 el hecho de que los intelectuales estn disgregados, sin jerarqua, 1 sin un centro de unificacin y centralizacin ideolgica e intelectual, lo que es resultado de una escasa homogeneidad, solidez y "nacionalidad de la clase dirigente; 2 el hecho de que estas discusiones son, en realidad, la 3 23 bis perspectiva I y el fundamento histrico de programas polticos implcitos, que permanecen implcitos, retricos, porque el anlisis del pasado no se hace objetivamente, sino segn prejuicios literarios o de nacionalismo literario (tambin de antinacionalismo literano, como en el caso de Montefredini). ' A esa serie de cuestiones aadir: la cuestin meridional (en el planteamiento de Fortunato, por ejemplo, o de Salvemini, con el correspondiente concepto de "unidad),' la cuestin siciliana (ver Lepiu be& pagine de Michele Amari recopiladas por V. E. 0rlando6 de modo de hacer aparecer a Sicilia como un "momento" de la historia mundial); la cuestin sarda (cartas de Arborea,' a comparar con el intento bohemio semejante hacia el 48, o sea contemporneamente). Que la poltica nacional sea "teorizada" en formas tan abstractas, por literatos, sin que a estos tericos corresponda un grupo adecuado de tcnicos de la poltica que sepan plantear las cuestiones en trminos de %ealiibiiidad", es la caracteistica ms marcada de la situacin poltica italiana; los asuntos reales estn en manos de funcionarios especializados, hombres indudablemente de valor y de capacidad desde el punto de vista tcniceprofesional burocrtico, pero sin vnculos continuados con la "opinin pblica", o sea con lavida nacional. Se ha dado en Itaiii algo parecido a lo que se daba en la Alemania guiliennina, con esta diferencia: que en Alemania detrs de la burocracia estaban losJunkm, una clase social aunque momiicada y mutilada, mientras que en Italia una fuerza de tal gnero no exista: la burocracia italiana puede compararse con la burocracia papal, o mejor an, con la burocracia china de los mandarines. Ciertamente serva a los intereses de grupos bien precisos (en primer lugar los terratenientes, luego la industria protegida, etctera), pero sin
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plan ni sistema, sin continuidad, sobre la base, para decirlo rpidamente, del "espritu de combinacin" que-era necesario para "armonizar" tantas contradicciones de la vida nacional que nunca se intent resolver orgnicamente v se& una orientacin consecuente. Esta burocracia no uoda v dejar de ser especialmente 'honrquica"; por lo que puede decirse que la monarqua italiana ha sido esencialmente una "monarqua burocrtica" y el rey primero de los funcionarios, en el sentido de-que la burocracia era la nica fuerza "unitaria" del pas, permanentemente "unitaria". Otro problema italiano tpico: el papado, que tambin dio origen l a 24 interpretaciones dmmicas del Risorgimento que no han carecido de efecto en la cultura nacional y que an lo tienen: basta recordar el gie bertismo y la teora del Pnmato, que hoy entra en el guiso ideolgico de moda. Hay que recordar la actitud de los catlicos en poltica, el non apedity el hecho de que en la posguerra el Partido Popular era un partido que obedeca a intereses anacionales, una forma paradjica de ultramonmismo porque el Papado estaba en Italia y no poda aparecer polticamente como apareca en Francia y en Alemania, o sea netamente fuera del Estado. Todos estos elementos contradictorios se sintetizan en la posicin internacional del pas, extremadamente dbil y precaria, sin posibilidad de una lnea de larga perspectiva, situacin que tuvo su expresin en la guerra del 14 y en el hecho de que Italia combati en el campo opuesto al de sus alianzas tradicionales. Otro documento de interpretacin de la historia italiana es el libro de NeUo Quilici, Origine, suiluppo e insufficienra della borghesia italiana (Edicin de Nuovi Problemi, Ferrara).8
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5 <48> Pasado presente. Centralismo orgnico ): centralismo democrtico. ?Cmo debe ser entendida la disciplina, si se entiende con esta palabra una relacin continua y permanente entre gobernantes y gobernados que realiza una voluntad colectiva? Ciertamente no como pasiva y supina recepcin de rdenes, como mecnica ejecucin de una consigna (lo que sin embargo tambin ser necesario en determinadas ocasiones, como por ejemplo en medio de una accin ya decidida e iniciada),sino como una consciente y lcida asimilacin de la directiva a realizar. Por lo tanto la disciplina no anda la personalidad en sentido orgnico, sino que slo limita el arbitrio y la impulsividad irresponsable, para no hablar de la fatua vanidad de sobresalir. Si bien se piensa, incluso el concepto de "predes tinacin" propio de algunas corrientes del cristianismo no anda el ilamado 'libre albedro" en el concepto catlico, porque el individuo acepta
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"uolente' la voluntad divina (as plantea la cuestin Manzoni en Pentecoste) a la cual, es cierto, no podna oponerse, pero a la que colabora o no con todas sus fuerzas morales. La disciplina por lo tanto no anula la penonalidad y la libertad: la cuestin de la "personalidad y libertad" se plantea no por el hecho de la disciplina, sino por el "origen del poder que ordena la disciplina". Si este origen es I "democrtico",esto es, si la autoridad es una funcin tcnica especializada y no un "arbitrio" o una imposicin extrnseca y exterior, la disciplina es un elemento necesario de orden democrtico, de libertad. Funcin tcnica especializada ser la de decir cundo la autoridad se ejerce en un grupo homogneo socialmente (o nacionalmente); cuando se ejerce por un g u p o sobre otro grupo, la disciplina ser autnoma y libre para el primero, pero no para el segundo. En caso de accin iniciada o incluso ya decidida (sin que haya tiempo de reiniciar tilmente la discusin de la decisin) la disciplina puede tambin aparecer extrnseca y autoritaria. Pero entonces otros elementos la justican. Es observacin de sentido comn que una decisin [orientacin] parcialmente equivocada puede producir menos dao que una desobediencia incluso justificada con razones generales, porque a los danos parciales de la orientacin parcialmente equivocada se acumulan los otros daos de la desobediencia y de la duplicacin de las orientaciones (esto ha ocurrido a menudo en las guerras, cuando algunos generales no han obedecido rdenes parcialmente errneas y peligrosas, provocando catstrofes peores y a menudo irremediables).
<49> Maquiauelo. El Estado. E profesor Giulio Miskolczy, director de 1 la Academia Hngara de Roma, en la ibIa&var m l e (articulo reproducido S en la RoJsegna della Stampa Esteradel 3-10 de enero de 1933) escribe que en Italia el "Parlamento, que antes estaba, por as decirlo, fuera del Estado, ha seguido siendo un colaborador precioso, pero ha sido introducido en el Estado y ha sufrido un cambio esencial en su composicin etctera".' Que el Parlamento pueda ser "introducido" en el Estado es un descubrimiento de ciencia y tcnica poltica digna de los Cristbal Coln del ultraconservadurismo moderno. Sin embargo la afirmacin es interesante, para ver cmo conciben el Estado prcticamente muchos hombres polticos. Y en realidad hay que hacerse la pregunta: ?los Parlamentos forman parte de la estructura de los Estados, incluso en los pases donde parece que los Parlamentos tienen el mximo de eficacia, o bien qu funcin real tienen? ~ Y d qu modo, si la respuesta es positiva, forman parte del e Estado, y de qu modo explican su funcin particular? Adems: la existencia de los Parlamentos, aun cuando stos orgnicamente no forman
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parte del Estado, ?carece de significado estatal? CYqu Fundamento tienen las acusaciones que se hacen al parlamentarismo y al rgimen de partidos, que es inseparable del parlamentarismo? (Fundamento objetivo, se entiende, o sea ligado al hecho de que la existencia de los Parlamentos, de por s, obstaculiza y retada la accin tcniuz del gobierno). Que el rgimen representativo pueda 1 polticamente "fastidiar" a la burocracia de 25 carrera se entiende; pero no es ste el punto. El punto es si <el> r@men representativo y de partidos en vez de ser un mecanismo idneo para elegir funcionarios electos que integren y equilibren a los burcratas nombrados, para impedir <a stos> petrificarse, se ha convertido en una traba y un mecanismo al revs y por qu razones. Por lo dems, tampoco una respuesta afirmatixa a estas preguntas agota la cuestin: porque incluso admitiendo (lo que debe admitirse) que el parlamentarismo se ha vuelto ineficiente e incluso daiiino. no puede concluirse que el rgimen bur* crtico haya sido rehabilitado y exaltado. Hay que ver si parlamentarismo y rgimen representativo se identifican y si no es posible una solucin d i s tinta tanto del parlamentarismo como del rgimen burocrtico, con un nuevo tipo de rgimen representativo.
g <50> Pasado y preseizte. El proverbio: "hermanos, cuchillos". iEs pues tan extrao e irracional que las luchas y odios sean tanto ms encarnizados y grandes cuanto ms dos elementos "parecen" cercanos y conducidos por la "fuerza de las cosas" a entenderse y a colaborar? No lo parece. A menos "sicolgicamente" el hecho se explica. En efecto, uno no puede l esperar nada bueno de un enemigo o un adversario; por el contrario, tiene derecho a esperar y de hecho se espera unidad y colaboracin de quien est prximo, de quien est ligado a uno por vnculos de solidaridad o de cualquier tipo. De hecho, no slo el proverbio "hermanos, cuchillos" se aplica a los vnculos de afecto, sino tambin a los vnculos constituidos por obligaciones legales. Que te haga mal quien por ti siente enemistad o incluso slo indiferencia, no te impresiona, te deja "indiferente", no provoca reacciones sentimentales de exasperacin. Pero si quien te hace mal tena el deber moral de ayudaste (en las asociaciones voluntarias) o la obligacin legal de actuar de manera distinta (en las asociaciones de tipo estatal) eso te exaspera y aumenta el mal, porque te hace dificil prever el futuro, te impide hacer proyectos y planes, fijarte una lnea de conducta. Es cierto que todo hombre trata de fijar el mayor nmero posible de elementos de referencias ciertas en su conducta, de limitar lo "casual" y la "fuerza mayor"; en el esfuerzo de esta limitacin entran en el clculo la solidaridad, la palabra dada, las promesas hechas por otros. que deberan conducir a
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ciertos hechos ciertos. Si stos fallan por incmia, por negligencia, por impericia, por deslealtad, al mal que de ello resulta se aade la exasperacin moral que es tpica de este orden de relaciones. Si un enemigo te causa un dao y te lamentas de ello, eres un estpido, porque es propio de los enemigos el causar daos. Pero si un amigo te causa un dao, est justificado tu I resentimiento. As, si un representante de la ley comete una ilegalidad la reaccin es distinta de si la ilegalidad la comete un bandido. Por eso me parece que no hay que asombrarse del encarnizamiento en las luchas y los odios entre vecinos (por ejemplo entre dos partidos supuestamente afines); lo contrario sera sorprendente, o sea la indiierencia y la insensibilidad moral, como sucede en los choques entre enemigos abiertos y declarados.
8 6 1 > Maquiauein. Moral y politica. Tiene lugar una lucha. Se juzga la "equidad y la "justicia" de las pretensiones de las partes en conflicto. Se Uega a la conclusin de que una de las partes no tiene razn, que sus pretensiones no son justas, o incluso que carecen de sentido comn. Estas conclusiones son resultado de modos de pensar difusos, populares, compartidos por la misma parte que de tal modo es atacada por la crtica. No obstante esta parte sigue sosteniendo "tener razn", estar en lo "justo"y lo que ms cuenta, sigue luchando, haciendo sacrificios, lo que significa que sus con\icciones no son superficialesy de dientes para afuera, no son razones polmicas, para salvar las apariencias, sino realmente profundas y actuantes en la conciencia. Significarque la cuestin est mal planteada y mal resuelta. Que los conceptos de equidad y de justicia son puramente formales. De hecho puede suceder que de dos partes en conflicto, ambas tengan razn, "estando las cosas como estn", y una parezca tener ms razn que la otra "estando las cosas como estn", pero que no tenga razn "si las cosas cambiaran". Ahora bien, precisamente en un conflicto lo que hay que valorar no son las cosas tal como estn, sino el fin que las partes en conflicto se proponen con el confl'icto mismo; ?y cmo este fm, que no existe an como realidad efectiva y juzgable, podr ser juzgado? ?No se convertir el juicio mismo en un elemento del conflicto, o sea no ser simplemente una fuerza del juego a favor o en contra de una o la otra parte? En todo caso se puede decir: 1) que en un conflicto todo juicio de moralidad es absurdo porque ste puede hacerse sobre los datos de hecho existentes que precisamente el conflicto tiende a modificar; 21 que el nico juicio posible es el "poltico" o sea de conformidad del medio al fin (por lo tanto implica una identificacin del f n o de los fines i graduados en una escala sucesiva de aproximacin). Un conflicto es " . h
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moral" en cuanto que aleja el fin o no crea condiciones que aproximen al fin (o sea que no crea medios ms conformes a la obtencin del fin) pero no es "inmoral" desde I otros puntos de vista "moralistas". As, no se 26 puede juzgar al hombre poltico por el hecho de que sea honrado o no, sino por el hecho de si mantiene o no sus compromisos (y en este mantenimiento puede estar incluido el "ser honrado", o sea que el ser honrado puede ser un factor poltico necesario, y en general lo es, pero eljuicio es poltico y no moral), es juzgado no por el hecho de que acta justamente, sino por el hecho de que obtiene o no resultados positivos y evita un mala y en esto puede ser necesario el "actuarjustamente",pero como medio poltico y no como juicio moral.
5 <52> Catlacos integrules, jesuitas, modernistas. En la Cultura de octubrediciembre de 1932 (pp. 846 sig.) Luigi Salvatorelli escribe sobre Joseph Turmel reseando estos dos libros: 1 Flix Sartiaux, Jostph T u m c ,&&re 1 histmr'en des dogma, Pars, Rieder, 1931, pp. 295; 21 J. Turmel, Histoire des dogmes, 1 , Le pch nginel. La rdemption, Pars, Rieder, 1931.' El libro de Sartiaux es indispensable para la evaluacin del caso Turmel. Segn Salvatorelli, Turmel no habra sido nunca un modernista, en cuanto que nunca habna "concebido la idea de una transformacin de la iglesia y del dogma". Y aqu surge el problema, para la exacta compilacin de esta seccin, de qu debe entenderse por modernista. Es evidente que no existe un modelo fijo y siempre fcilmente identificable del "modemista" y del "modernismo",como no existe para cada iista" e "-ismo". Se ha tratado de un movimiento complejo y mltiple, con varias acepciones: 11 la que de s mismos daban los modemistas; 21 la que de los modemistas daban sus adversarios, que ciertamente no coincidan. Puede decirse que del modernismo existen diversas manifestaciones: 11 la polticosocial, que tenda a acercar la iglesia a las clases populares, o sea favorable al socialismo reformista y a la democracia (esta manifestacin es seguramente la que ms ha conuibuido a suscitar la lucha por parte de los catlicos integrales, vinculados estrechamente a las clases ms reaccionanas y especialmente a la nobleza terrateniente y a los latifundistas en ceneral, como lo muestra el ejemplo francs de la ction ~ r a n p i s el~ e ejemplo italiano del . . llamado "Cenuo catlico")' o sea genricamente las ;o&entes liberales; 21 la "cientficoreli~osa". sea la defensa de una nueva oosicin con res o pecto al "dogma" y a la "crtica histrica" en oposicin a la tradicin eclesistica, o sea tendencia a una reforma intelectual de la Iglesia. En es-
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te terreno la lucha entre modernistas y catlicos integrales fue menos violenta, incluso, x p n los jesuitas, a menudo hubo alianza y colusin entre Benigni public a menudo escritos de Buonaiuti contra losjesuitas).' Eso tras bambalinas, naturalmente, porque en el escenario la lucha deba presentarse especialmente, incluso nicamente, como religiosa; lo cual no quita que los catlicos integrales apoyasen a un ateo declarado como Maurras y que para hlaurras la cuestin no pudiese ser sino nicamente poltica y social. Para losjesuitas Turmel era [y es] un modernista en sentido "cientfico" (aunque Turmel realmente sea un ateo, o sca que est completamente fuera del campo religioso, en su conciencia, si bien siga siendo "cura" por razones subordinadas, lo que parece ser un caso bastante comn en el clero como se desprende del Libro de Sartiaux o de las Memorias de Loisy).' Lo que importa sefialar aqu es que tanto el modernismo, como el jesuitismo, como el integralismo tienen significados ms vastos que no son los e s ~ c t a m e n t e religiosos: son "partidos" en el "impen o absoluto internacional" que es la Iglesia Romana y no pueden evitar plantear en forma religiosa problemas que a menudo son puramente mundanos. de "dominio".
<53> ~Maquiauelo. a f u m a de los partidos agrarios. Uno de los fenmeL nos caractersticos de la poca moderna es ste: que en los parlamentos, o al menos en una serie de stos, los partidos agrarios tienen una fuerza [relativa] que no corresponde a su funcin histrica, social, econmica. Esto se debe al hecho de que en las zonas rurales se ha mantenido un bloque de todos los elementos de la produccin agraria, bloque que a menudo es guiado por la parte ms retrgrada d e estos elementos, mientras que en las ciudades y en las poblaciones de tipo urbano, ya desde hace algunas generaciones, un bloque semejante se ha disuelto, si es que alguna vez existi (porque no poda existir, no consegua el sufragio electoral). As sucede que en pases eminentemente industriales, dada la disgregacin de los partidos medios, los agrarios tengan el predominio "parlamentario" e impongan orientaciones polticas "antihistricas". Hay que establecer por qu sucede esto y si no son responsables de ello los partidos urbanos y su corporati&no o burdo economismo.
<54> Pasadoy pmeentte. Adems del producto de los impuestos (las rentas patrimoniales son desdeables) los gobiernos tienen a su disposicin
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las grandes sumas representadas por el movimiento de los seguros, que a menudo son imponentes. Hay que ver si a travs de los seguros no se logra imponer nuevas contribuciones. Ver cunto cuesta la aseguracin y si sta es "pagada" con mayor o menor facilidad y de inmediato o con retraso. Si, hacindola ms barata, podna d i i n 1 dirx ms, qu clases estn aseguradas y cules excluidas; la aseguracin es una forma de ahorro, incluso la ms tpica y popular. ,Cmo reintegra el Estado las sumas que se hace pasar de las instituciones de aseguracin? ,Con bonos del tesoro o con deuda pblica? De todos modos, el gobierno tiene la posibilidad de gastar sin el control del Parlamento. <Estexcluida una quiebra o dificultad de las aseguraciones? Las asegtiraciones estn organizadas como una especie de lotera: se calcula que siempre habr ganancia, y grande. Error: la ganancia debe n a estar reducida a los mrgenes del clculo de las probabilidades. Por oua parte: los grandes capitales a disposicin de la aseguracin dehenan tener inversiones seguras, ciertamente, y de toda confianza, pero productivas en un sentido ms elstico del que poseen las inversiones de Estado. Como el Estado, a travs de la obligacin de la conversin en tt~ilos los de pauirnonios de una serie de entes, especialmente de beneficencia, ha logrado expropiar partes notables del patrimonio de los pobres: ejemplo el Colegio de las Provincias de Tunn. Las conversiones de la renta y las infiaciones, aunque sean a largos intervalos, son catastrficas para d e s entes y los desuuyen completamente.
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5 <55> Accin Catlica. Don Ernesto Vercesi ha iniciado la publicacin de una obra, I papi del secolo m, de la cual ha aparecido el primer tomo sobre Plo VI1(340 pp, Tuin, Societa Editrice Internazionale, 12 liras). Para un estudio de la Accin Catlica es necesario estudiar la historia g e neral del Papado y su influencia en la vida poltica y cultural en el siglo xix (segura&ent/incluso desde la poca de las monarquas iluminadas,
tra Croce y su Stona dEuropa. La sustancia del libro de Vercesi parece r e sumirse en estas palabras: "El siglo xs atac al cristianismo en sus ms diversos aspectos, en el terreno poltico, religioso, social, cultural, fdosfico, etctera. El resultado definitivo fue que al concluir el siglo XIX el cristianismo en general, el catolicismo romano e n particular, era ms fuerte, ms robusto que al alba de ese mismo siglo. Este es un hecho que
a Del nombre de Jos 1 de Austria: excesivo enti-aiiieterx del Estado en los asuntos 1 de la Iglesia. (N. del T.)
no puede ser discutido por los historiadores imparciales".' Que pueda ser "discuudo" se desprende tambin slo de este hecho: que el catolicismo se ha convertido en un partido entre los dems, ha pasado del disfrute indiscutido de ciertos derechos, a la defensa de los mismos y a su reivindi27 bis cacin cuando los ha perdido. Que bajo ciertos aspectos la Iglesia I ha reforzado algunas de sus organizacioneses ciertamente indiscutible, que est ms concentrada, que ha estrechado sus filas, que ha establecido mejor ciertos principios y ciertas directivas, pero esto significa precisamente una menor influencia suya en la sociedad y por lo tanto la necesidad de la lucha y de una ms agotadora militancia. Tambin es cierto que muchos Estados n o luchan ya contra la Iglesia, pero es porque quieren servirse de ella y quieren subordinarla a sus propios fines. Podra hacerse una lista de actividades especficas en las que la Iglesia cuenta muy poco y se ha refugiado en posiciones secundarias; en algunos aspectos, o sea desde el punto de vista de la creencia religiosa, es tambin verdad que el catolicismo se ha reducido en gran parte a una supersticin de campesinos, de enfermos, viejos y mujeres. ;En la filosofa qu cuenta hoy la iglesia? ?En qu Estado el tomismo es filosofia predominante entre los intelectuales? Ysocialmente, ?dnde dirige y domina la iglesia con su autoridad las actividades sociales? Precisamente el impulso cada vez mayor dado a la Accin Catlica demuestra que la Iglesia pierde terreno, aunque sucede que retirndose se concentre y oponga mayor resistencia y "parezca" ms fuerte (relativamente). g <56> Cultura italiana. Servicios pblicos intelectuales: adems de la escuela, en sus diversos grados, ecules otros servicios no pueden dejarse a la iniciativa privada, sino que, en una sociedad moderna, deben ser asegurados por el Estado y las entidades locales (comunas y provincias)? El teatro, las bibliotecas, los museos de diversos tipos, las pinacotecas, los zoolgicos, los jardines botnicos, etctera. Hay que hacer una lista de instituciones que deben ser consideradas de utilidad para la instruccin y la cultura pblica y que como tales son en efecto consideradas en una serie de Estados, las cuales no podnan ser accesibles ai gran pblico (y se considera, por razones nacionales, que deben ser accesibles) sin una intervencin estatal. Debe observarse que precisamente estos servicios son descuidados entre nosotros casi totalmente; tpico ejemplo las bibliotecas y los teatros. Los teatros existen en cuanto que son un negocio comercial: no son considerados servicio pblico. Dada la escasez de pblico teatral y la mediocridad de las ciudades, en decadencia. En Italia, por el contrario, abundantes las obras pas y los legados de
beneficencia: quiz ms que en ningn otro pas. Y debidos a la iniciativa privada. Es verdad que mal admmistrados y mal distribuidos. (Estos elementos <deben> estudiarse como nexos nacionales entre gobernantes y gobernados, como factores de hegemona. Beneficencia elemento de "paternalismo"; servicios intelectuales elementos de hegemona, o sea de democracia en sentido moderno.)
8 <57> Pasadoy presente. Elementos de la crisis econmica. En la publi- 28 cidad de la Rifomu Sociale, las causas "ms caractersticas y graves" de la crisis son enumeradas como sigue: 11 impuestos elevados; 21 consorcios indusmales; 31 sindicatos obreros; 41 encubrirnientos; 51 vnculos; 61 batallas por el producto nacional; 71 cuotas de importacin y exportacin; 81 deudas interaliadas; 91 armamentos; 101 proteccionismo.' Parece que algunos elementos son similares, aunque sean enumerados sepaiadamente, como causas especficas. Otros no aparecen en la lista, ejemplo las prohibiciones a la emigracin. Me parece que haciendo un anlisis se debera empezar por enumerar los impedimentos puestos por las polticas nacionales (o nacionalistas) a la circulacin: 11 de mercancas; 21 de capitales; 31 de hombres (trabajadores y fundadores de nuevas indusmas y nuevas empresas comerciales). Que los liberales no hablen de los obstculos puestos a la circulacin de los hombres es sintomtico, porque en el rgimen liberal todo se apoya recprocamente y un obstculo crea toda una serie de eiios. Si se considera que los obstculos a la circulacin de los hombres son "normales", o sea justificables, o sea debidos a "fuerza mayor", signica que toda la crisis es "debida a fuerza mayor", es "estructural" y no de coyuntura y no puede ser superada sino construyendo una nueva estructura, que tome en cuenta las tendencias internas de lavieja esiructura y las domine con nuevas premisas. La premisa mayor en este caso es el nacionalismo, que no consiste slo en el intento de p r e d u a r en el propio territorio todo lo que en l se consume (lo que significa que todas las f u e ~ a son dirigidas a la previsin del estado de guerra), s lo que se expresa en el proteccionismo tradicional, sino en el intento de establecer las principales comentes de comercio con determinados pases, o porque son aliados (porque en consecuencia se les quiere sostener y se los quiere foj a r en forma ms adecuada al estado de guerra) o porque se los quiere destruir ya antes de la guerra militar (peste nuevo tipo de p e ltica econmica es el de las cuotas de importacin y exportacin, que parte del absurdo de que entre dos pases debe haber un "balance equilibrado" en los intercambios, y no que cada pas puede balancear a la par slo comerciando con todos los dems pases indistintamente). Entre los ele145
mentos de crisis establecidos por la R i f o m Sociale no @os son aceptables sin crtica; por ejemplo... "los impuestos elevados". Estos son daninos cuando se dirigen a mantener una poblacin desproporcionada a las necesidades adminisuativas, cuando no sirven para anticipar capitales que 28 bis slo el Estado puede anticipar, aunque estos capitales no sean inmeldiatamente productivos (y no ataen a la defensa militar). La llamada poltica de "obras pblicas" no es criticable en s misma, sino slo en determinadas condiciones; o sea que son criticables las obras pblicas intiles o incluso lujosas, no las que crean las condiciones para un futuro incremento del tifico o evitan daos ciertos (aluviones por ejemplo) y evitables, sin que individualmente nadie pueda ser impulsado (tenga la ganancia) a sustituir al Estado en esta actividad. Dgase lo mismo de los "consorcios i n dushiales": son criticables los consorcios "artificiosos", no los que nacen por la fuerza de las cosas; si todo "consorcio" es condenable, entonces el sis tema es condenable, porque el sistema, aun sin impulsos artificiales, o sea s n lucros producidos por la ley, impulsa a crear consorcios, o sea a dismii nuir los gastos generales. Lo mismo sucede con los "sindicatos obreros", que no nacen artificialmente, por el contrario, nacen o se les hace nacer no obstante todas las adversidades y los obstculos de ley (y no slo de ley, sino de la actividad criminal privada no castigada por la ley). Los elementos enumerados por la R i f m Sociale muestran as la debilidad de los economistas Liberales frente a la crisis: 11 callan algunos elementos; 21 mezclan arbitrariamente los elementos considerados, no distinguiendo los que son "necesarios" de los otros. etctera.
8 <58> Parado y presenfe ?Por qu los hombres son inquietos? De dnde proviene ia inquietud? Por qu la accin es "ciega", por qu se hace por hacer. Pero no es cierto que inquietos sean solamente los "activos" ciegamente: sucede que la inquietud conduce a la inmovilidad: cuando los estmulos a la accin son muchos y contradictorios,la inquietud se hace "inmovilidad". Puede decirse que la inquietud se debe al hecho de que no hay identidad entre teora y prctica, lo que tambin quiere decir que hay una doble hipocresa: o sea que se acta mientras en el actuar hay una teona o justificacin implcita que no se quiere confesar, y se "confiesa", es decir se afirma una teona que no tiene una correspondencia en la prctica. Este contraste entre lo que se hace y lo que se dice p r e duce inquietud, o sea descontento, insatisfaccin. Pero hay una tercera hipocresa: a la inquietud se le busca una causa ficticia que, no justificando y no explicando, no permite ver cundo la inquietud misma termina-
r.' Pero la cuestin as planteada resulta simplificada. En realidad las cosas son ms complejas. Por lo pronto hay que tener en cuenta que en la realidad los hombres de accin no coinciden con los inteiecmdes y adems que existen las relaciones entre generaciones viejas yjvenes. Las responsabilidades mayores en esta situacin son de los intelectuales y de los 1 29 intelectuales ms viejos. La hipocresa mayor es de los intelectuales y de los intelectuales viejos. En la lucha de losjvenes contra los viejos, incluso en las formas caticas del caso, existe el reflejo de este juicio de condena, que es injusto slo en la forma. En realidad los viejos "dirigen" lavida, pero fmgen no dirigirla, dejarles a los jvenes la direccin, pero incluso la "ficcin" tiene importancia en estas cosas. Los jvenes ven que los resultados de sus acciones son contrarios a sus expectativas, creen "dirigir" (o fmgen creer) y se ~uelven cada vez ms inquietos y descontentos. Lo que agava la situacin es que se trata de una crisis a cuyos elementos de resolucin se les impide desarrollarse con la celeridad necesaria; quien domina no puede resolver la crisis, pero tiene el poder <de impedin que otros la resuelvan, o sea que slo tiene el poder de prolongar la crisis. Cndido podna seguramente decir que eso esjustamente necesario para que los elementos reales de la solucin se preparen y se desarrollen, dado que la crisis es a tal punto grave p exige medidas tan excepcionales, que slo quien ha visto el infierno puede decidirse a emplearlas sin temblar ni titubear.
B <59> Justzjicaczn de las autobiogafias. Una de las justificaciones puede ser sta: ayudar a otros a desarrollarse segn ciertos modos y hacia ciertos resultados. A menudo las autobiografas son un acto de orgullo: se cree que la vida propia es digna de ser narrada por "original", distinta de las otras, porque la propia personalidad es original, distinta de las otras, etctera. La autohiografia puede ser concebida "polticamente". S sabe que e la propia vida es semejante a las de miles de otras ~ l d a spero que por una , "casualidad" ha tenido un resultado que muchas otras no podan tener y de hecho no tuvieron. Relatando se crea esta posibilidad, se sugiere el proceso, se indica el camino. La autobiografa sustituye pues al "ensayo poltico" o "filosfico*': describe en accin lo que de otra manera se dese duce lgicamente. Es cierto que la autobiografa tiene gran valor histrico, en cuanto que muestra la \ida en accin y no s!o como debera ser segn las leyes escritas o los principios morales dominantes.
5 <60> Pe~odismo. Almanaques. Puesto que el periodismo se ha considerado, en las notas dedicadas al mismo, como exposicin de un grupo que
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quiere, a mvs de diversas actividades editoriales, difundir una concep cin integral del mundo, ?se puede prescindir de la publicacin de un almanaque?El almanaque es, en el fondo, una publicacin peridica anual, 29 bis en la que, ao tras ao, se exami I na la actividad histrica total de un ao desde cierto punto de vista. El almanaque es el "mnimo" de "publicidad peridica que se puede dar a las propias ideas y a los propios juicios sobre el mundo y su variedad muestra cunto se ha ido especializando en el grupo cada momento individual de tal historia, as como la organicidad muesm la medida de homogeneidad que el grupo ha venido adquiriendo. Cierto que, para la difusin, es preciso que el almanaque tome en cuenta determinadas necesidades del grupo de compradores al que se dirige, grupo que no puede, a menudo, gastar dos veces para una misma necesidad. Por lo tanto habr que elegir el contenido: I] aquellas partes que hacen initil la adquisicin de otro almanaque; 21 aquellas partes por las que se quiere influir a los lectores para orientarlos segn un sentido preestablecido. La primera parte se reducir al mnimo: a cuanto basta para satisfacer la necesidad dada. La segunda parte insistir en aquellos temas que se consideren de mayor peso educativo y formativo.'
8 <61> Critica literaria. Sinceridad (o espontaneidad) J disciplina. ?La sinceridad (o espontaneidad) es siempre un mrito y un valor? Es un mrito y un valor si es disciplinada. Sinceridad (y espontaneidad) significa mximo de individualismo, pero tambin en el sentido de idiosincrasia (originalidad en este caso es igual a idiotismo). El individuo es original histrica mente cuando da el mximo de relieve y de vida a la "socialidad" sin la cual l sera un "idiota" (en el sentido etimolgico, que sin embargo no se aleja mucho del sentido vulgar o comm). Hay de la originalidad, de la personalidad, de la sinceridad un significado romntico, y este significado es justiiicado histricamente en cuanto que nace en oposicin a un cierto conformismo esencialmente ~esuitico": sea un conformismo aro hficioso, ficticio, creado artificialmente para los intereses de un peque60 grupo o camarilla, no de una vanguardia. Hay un conformismo "racional", o sea que responde a la necesidad, al mnimo esfuerzo para obtener un resultado til, y la disciplina de tal conformismo debe ser exaltada y promovida, debe convertirse en "espontaneidad" o "sinceridad. Conformismo, por otra parte, no significa ms que "socialidad", pero da gusto emplear la palabra "conformismo" precisamente para herir a los imbciles. Eso no elimina la posibilidad de formarse una personalidad y de ser originales, pero hace ms dificil la cosa. Es demasiado fcil ser originales haciendo lo contrario de lo que hacen todos; es una cosa mecnica. Es de148
masiado fcil hablar de forma distinta a los dems, serneollicos, lo difcil I es distinguirse de los otros sin para ello hacer acrobacias. Sucede preci- 30 samente hoy da que se busca la originalidad y personalidad a bajo precio. Las crceles y los manicomios estn llenos de hombres originales y de fuerte personalidad. Poner el acento en la disciplina, en la socialidad, y sin embargo pretender sinceridad, espontaneidad, originalidad, personalidad: he ah lo que es verdaderamente dificil y arduo. Tampoco puede decirse que el conformismo es demasiado fcil y reduce el mundo a un convento. Para empezar: p ~ es el 'terdadero conformismo", o sea cul l es la conducta "racional" ms til, ms libre en cuanto que obedece a la "necesidad? O sea, p l es la "necesidad"? Cada uno tiende a hacer de s mismo el arquetipo de la "moda", de la "socialidad" y a ponerse como "ejemplar". Por lo tanto la socialidad, el conformismo, es el resultado de una lucha cultural (y no slo cultural), es un dato "objetivo" o universal, as como no puede ser objetiva y universal la "necesidad" sobre la que se eleva el edificio d e la libertad. Libertad y arbitrio, etctera. En la literatura (arte), contra la sinceridad y espontaneidad se encuentra el mecanismo o clculo, que puede ser un falso conformismo, una falsa socialidad, o sea el demorarse en las ideas hechas y habituales. Recordar el ejemplo clsico de Nino Berrini que "'clasifica"el pasado y busca la originalidad en hacer lo que no aparece en la clasificacin. Principios de Berrini para el teatro: 11 duracin de la obra: establecer la media de la duracin, de acuerdo a las obras que han tenido xito; 21 estudio de los finales. Qu finales han tenido xito y han arrancado aplausos?; 31 estudio de las combinaciones: por ejemplo en el drama sensual burgus, marido, mujer, amante, ver qu combinaciones <son> ms explotadas, y por exclusin "inventar" nuevas combinaciones, mecnicamente encontradas. As, Berrini hall que un drama no debe tener ms de 50 000 palabras, o sea que no debe durar ms de determinado tiempo. Cada acto o escena principal debe culminar de un modo dado y este modo es estudiado experimentalmente, segn una media de aquellos sentimientos y aquellos estmulos que tradicionalmente han tenido xito, etctera.' Con estos criterios es cierto que no se pueden suiir catstrofes comerciales. ?Pero es esto "conformismo" o "socialidad" en el sentido dicho? Ciertamente no. Es un detenerse en lo y existente. a La disciplina es tambin un estudio del pasado, en cuanto que el pasado es elemento del presente y del futuro, pero no elemento "ocioso", sino necesaio, en cuanto que es lenguaje, o sea elemento de "uniformidad" I n r 30 bis cesana, no de uniformidad "ociosa", perezosa.
5 <62> Periodismo. Los kctores. Los lectores deben ser considerados desde dos puntos de vista principales: I] como elementos ideolgicos, "transformable~" losficamente, capaces, dctiles, maleables a la transformacin; 21 como elementos "econmicos", capaces de adquirir la publicacin y hacrsela adquirir a otros. Los dos elementos, en realidad, no son siempre disociableh cn ciiaiito qiic cl elcnirnio idei>l<igico un rstiiiiulo al &tu cs cconniico de la ndquisiciii y dc I:i (IiTiiiii~n. cml>drgu,cs preciso, al Sin construir un plan editorial, tener separados los dos aspectos para que los clculos sean realistas y no segn los propios deseos. Por otra parte, en la esfera econmica, las posibilidades no corresponden a lavoluntad y al impulso ideolgico y por lo tanto hay que predisponer para que se d la posibilidad de la adquisicin "indirecta", o sea compensada con servicios (difusin). Una empresa editorial publica tipos distintos de revistas y libros, graduados segn niveles diversos de cultura. Es dificil establecer cuntos "clientes" posibles existen de cada nivel. Hay que partir del nivel ms bajo y sobre ste se puede establecer el plan comercial "mnimo", o sea la previsin ms realista, teniendo en cuenta sin embargo que la a c t i ~ dad puede modificar (y debe modificar) las condiciones de partida no s lo en el sentido de que la esfera de la clientela puede (debe) ser ampliada, sino que puede (debe) determinarse una jerarqua de necesidades que satisfacer y por lo tanto de actividades a desempear. Es una observacin obvia que las empresas que hasta ahora han existido se han burocratizado, o sea que no han estimulado las necesidades y organizado su sa& faccin, por lo que frecuentemente ha sucedido que la iniciativa individual catica ha dado mejores frutos que la iniciativa organizada. La verdad era que en este segundo caso no exista "iniciativa" y no exista "organizacin" sino slo burocracia y moda fatalista. A menudo la supuesta organizacin en vez de ser un renovador de esfuerzos era un narctico, un deprimente, incluso un obshuccionismo o un sabotaje. Por o m parte, no se puede hablar de empresa periodstica y editorial seria si fdta este elemento: la organizacin del cliente de la venta, que siendo un cliente particular (al menos en su masa) tiene necesidad de una organizacin particular, estrecbamente vinculada a la orientacin ideolgica de la 'tnercanca" vendida. Es o b servacin comn que en un peridico moderno el verdadero director es el director administrativo y no el editorial.
8 <63> Tonm d8 cultum g Cmo estudinr historia? He ledo la observacin del historiador ingls Seeley el cual I haca notar que, en sus tiempos, la historia de la independencia americana atrajo menos atencin que la batalla de Trafalgar, que los amores de Kelson, que los episodios de la vida
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de Napolen, etctera.' Y sin embargo de aquellos hechos deban salir consecuencias de gran alcance para la historia mundial. la existencia de los Estados Unidos como potencia mundial ciertamente no es poca cosa en el desarrollo de los acontecimientos de los ltimos aios. ?Cmohacer, pues, al estudiar historia? iHabna que detenerse en los hechos que son fecundos en consecuencias? Pero en el momento en que tales hechos nacen, ?cmo se hace para saber su fecundidad futura? La cuestin es realmente irresoluble. En la afirmacin de Seeley se encuentra implcita la reivindicacin de una historia objetiva, en la que la objetividad es concebida como nexo de causa y efecto. ?Pero cuntos hechos no slo escapan, sino que son desdeados por los historiadores y por el inters de los lectores, que objetivamente son importantes? La lectura de los libros de Wells sobre historia mundial nos remite a este desdn y olvido.' En realidad, hasta ahora nos ha interesado la historia europea y hemos llamado "historia mundial" a la europea con sus dependencias no europeas. Porque la historia nos interesa por razones "polticas" no objetivas aunque sea en el sentido de cientficas. Probablemente hoy estos intereses se hacen ms vastos con la filosofa de la praxis, en cuanto que nos convencemos de que slo el conocimiento de todo un proceso histrico nos puede dar cuenta del presente y dar una cierta verosimilitud de que nuestras previsiones polticas sean concretas. Pero no hay que ilusionarse tampoco con este argumento. Si en Rusia hay mucho inters por las cuestiones orientales, este inters nace de la posicin geopoltica de Rusia y no de influencias culturales ms universales y cientficas. Debo decir la verdad: tanta gente no conoce la historia de Italia, ni siquiera en cuanto explica el presente, que me parece necesario conocer & a antes que cualquier otra. Sin embargo, una asociacin de poltica exterior que estudiase afondo las cuestiones incluso de la Cochinchina y de Anam no me disgustara intelectualmente: ?pero cuntos se interesaran en ello?
5 <64>. . rustificncinde Eas autobiop7afias. La importancia de los detalles es tanto ms grande cuanto ms en &pas la reaiidad efectivaes distinta de las anariencias. los hechos de las ~alahras. ~ u e b l o, hace de los inteoue ,el lectuales que interpretan estos hechos. Observacin ya hecha de cmo en ciertos pases las constituciones son modificadaspor las leyes, las leyes por los reglalmentos y la aplicacin de los reglamentos por s Quien ejecuta la ley (el reglamento) es enrolado e de un cierto nivel de cultura, seleccionado a trav dio, etctera. La ley es este ejecutor, es el modo com pecialmente porque no existen rganos de control y
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slo a travs de la autobiograa se ve el mecanismo en accin, en su funcin real que muy a menudo no corresponde para nada a la ley escrita. Y sin embargo la historia, en sus lneas generales, se hace sobre la ley escrita: cuando luego aparecen hechos nuevos que aansforman la situacin, se plantean cuestiones vanas, o por lo menos falta el documento de cmo se ha preparado el cambio "molecularmente", hasta que ha explotado en la transformacin. Ciertos pases son particularmente "hipcritas", esto es, en ciertos pases lo que se ve y lo que no se ve (porque no se quiere ver, y porque una y otravez lo que se ve parece excepcin o "pintoresco") est especialmente en contraste: precisamente en estos pases no abundan los memorialistas o bien las autobiograas son "estilizadas", estrictamente personales e individuales.
<65> Literatura popular. ?Qu corresponde en literatura al "racionalismo" arquitectnico?' Ciertamente la literatura 'Segn un plan", o sea la literatura "funcional", segn una orientacin social preestahlecida. Es extratio que en arquitectura el racionalismo sea aclamado yjustificado y no en l s otras artes. Debe de haber un equvoco. ?Acaso slo la arquitectura a tiene objetivos prcticos? Cierto que aparentemente as parece, porque la arquitectura construye las casas de habitacin, pero no se trata de esto: se trata de 'hecesidades". Se dir que las casas son ms necesarias que las otras artes y slo quiere decirse que las casas son necesarias para todos, mientras que las otras artes son necesarias slo para los intelectuales, para los hombres de cultura. Debera concluirse que precisamente los "prcticos" se proponen hacer necesarias todas las artes para todos los hombres, hacer a todos "artistas". An ms. jLa coercin social! Cunto se habla contra esta coercin. No se piensa que es una palabra! La coercin, la orientacin, el plan, son simplemente un terreno de seleccin de los artistas, nada ms: y que se elige por objetivos prcticos, o sea en un campo en el que lavoluntad y la coaccin estn perfectamente justicadas. Habra que ver si la coaccin no ha existido siempre! Porque es ejercida incons cientemente por el ambiente y los particulares y no por u n poder central o por una fuerza centralizada, no es acaso coaccin? En el fondo se trata 32 siempre I de 'Yacionasmo" contra el arbimo individual. Entonces la cues tin no se refiere a la coercin, sino al hecho de si se trata de racionalis mo autntico, de real funcionalidad,o de un acto de arbimo, he a todo. h La coercin es tal slo para quien no la acepta, no para quien la acepta: si la coercin se desarrolla segn el desarrollo de las fuerzas sociales no es coercin, sino "revelacin"de verdades culturales obtenida con un mtodo acelerado. Se puede decir de la coercin lo que los religiosos dicen 152
de la determinacin divina: para los "voluntarios" aqulla no es determinacin, sino libre voluntad. En realidad la coercin de palabra es combatida porque se trata de una lucha contra los intelectuales y contra ciertos intelectuales, los tradicionales y uadicional'itas, los cuales, a lo sumo, admiten que las novedades se abran paso poco a poco, gradualmente. Fs cwiox, que en arquitectura se contrapone el racionalismo al "decorativismo", y ste es llamado "arte indusial". Es curioso, pero justo. De hecho debena llamarse siempre indusial cualquier manifestacin artstica que M dirigida a satisfacer los gustos de compradores ricos, para "enibellecer" su nda, como se dice. Cuando el arte, especialmente en sus formas colectims, va dirigido a crear un gusto de masas, a ele\ar este gusto, no es "industrial", siio desinteresado, o sea arte. Me parece que el concepto de racionaiiio en arquitectura, o sea de "funcionalismo", es muy fecundo en consecuencias de principios de poltica cultural; no es casual que haya nacido precisamente en estos tiempos de "socializaciones" (en sentido amplio) y de intervenciones de fuerzas centrales para organizar a las grandes masas contra los residuos de individualisinosy de estticas del individualismo en la poltica cultural.
<66>Pniodismo Integralisino. El tipo de periodismo que se considera en estas n e tas es el 'integral", o sea el que presupone no slo el satisfacer todas las necesidades de su pblico, sino el crear estas necesidades y en consecuencia crear, en cierto sentiedido, el pblico mismo. Si se obsena, todas las formas de periodismo y de acti~+dad torial en general existentes presuponen que existen otras fuerza que es necesario integrar. M parece, por el conuario, que, para agotar el problema? ver todos sus lados, e hay que presuponer una situacin totalmente distinta, que existe slo como punto de partida, un grupo ms o menos homogneo. de un cierto tipo. de un cierto nivel y e s pecialmente con cierta orientacin general y que ste es el que hay que utilizar como palanca para establecer un edificio completo, comenzando por la... lengua, o sea l por 32 bis el medio de expresin y de caniacto. Todo el edificio debe ser consvuido segn principios racionalistas. o sea funcionales, en cuanto se tienen determinadas premisa y se quieren alcanzar determinadas consecuencias. E e\idente que durante L elaboracin z . a las mismas premisa llegan a cambiar, porque si es cierto que un fin presupone cierras premisas, tambin es verdad que ms all de cierto lmite el fin mismo reaccionasobre las premisas, cambindolas. La existencia objetiva de las premisa permitea pensar en ciertos fines, o sea las premisas dadas ron tales slo de los fines, slo en cuanto... pensables. Pero si estos fines comienzan a realizarse, por el hecho de realizarse, devolverse reales, cambian necesariamente las preniisas iniciales, que no son ya.. iniciales y por lo tanto cambian rambin los fines pensables, etctera &te es un nexo e n el que se
a
En el manuscrito: 'premisas"
piensa mny raramente y que sin embargo es claro y eiidente. Su aplicacin la vemos en las empresas %eginun plan". que no son puros mecanismos precisamente porque K basan en este modo de pensar, en el que entran ms lihertad y espritu de iniciativa de lo que suelen admitir, por el papel de mscara de comedia del arte que recitan, los y representantes de la "libermd" de la "iniciativam. Cfr. Cuwenio 24 (XWiI), pp. 5 4 .
8 <67> T m de cultura. "Racionalismo". Concepto romntico del inno\ador. Segn este concepto es innovador quien quiere destruir todo lo existente, sin preocuparse por lo que suceder despus, puesto que, ya se sabe, metafisicamente toda destruccin es creacin; incluso no se destruye ms que lo que se sustituye recreando. A este concepto romntico va unido un concepto "racional" o "iluminista". Se piensa que todo lo que existe es una "trampa" de los fuertes conu-a los dibiles, de los astutos contra los pobres de espritu. El peligro proviene del hecho de que "iluministamente" las palabras son tomadas al pie de la letra, materialmeiite. La filosofa de la praxis contra este modo de concebir. La verdad es sta, por el contrario: que toda cosa que existe es "racional", o sea que ha tenido o tiene una funcin til. Que lo que existe haya existido, o sea que haya tenido su razn de ser en cuanto "conforme" al modo de vida, de pensar, de actuar, de la clase dirigente, no significa que se haya vuelto "irracional" porque la clase dominante haya sido privada del poder y de su Fuerza de dar impulso a toda la sociedad. Lka verdad que se olvida es sta: que lo que existe ha tenido su razn de existir, ha servido, ha sido racional, ha 33 "facilitado" el desarrollo histrico y la vida. I Que en cierto punto esto ya no haya sido as, que de modos de progreso, ciertas formas de vida se hayan convertido en una traba y un obstculo, es cierto, pero no es cierto "en toda el rea": es verdad donde es verdad, o sea en las formas ms elevadas de vida, en L s decisivas, en las que constituyen la vanguardia del a progreso, etctera. Pero la vida no evoluciona homogneamente, se desarrolla por el contrario por avances parciales, de punta, se desarrolla por as decirlo por un crecimiento "piramidal". Por lo tanto, de cada modo de vida hay que estudiar la historia, o sea la originaria 'I-acionalidad, y Luego, reconocida sta, plantearse la pregunta de si en cada caso individual esta racionalidad sigue existiendo, en cuanto existen todava las condiciones en que se basaba la racionalidad. Por el contrario, el hecho que no se toma en cuenta es ste: que los modos de vida parecen a quien los vive absolutos, "como naturales',, como suele decirse, y que es ya una cosa grandsima el mostrar su "historicidad", el demostrar que estn justiica-
dos en cuanto existen ciertas condiciones, pero cambiadas stas no estn ya justificados, sino que son "irracioiiales". La discusin, por lo tanto, contra ciertos modos de vida y de actuar adopta un carcter odioso, persecutorio, se vuelve un hecho de "inteligencia" o "estupidez", etctera. Intelectuaiiio, iluminismo puro, contra el que hay que combatir incesantemente. De ah se deduce: 11 que todo hecho ha sido "racional"; 21 que aqul debe combatirse en cuanto no es ya racional, o sea no es conforme al fin sino que se arrastra por laviscosidad de la costumbre; 31 que no hay que creer que porque un modo de \+ir, de actuar o de pensar se ha vuelto "irracional" en un ambiente dado, se haya vuelto irracional en todas partes y para todos y que slo la maldad o la estupidez lo hacen seguir viviendo; 41 que sin embargo el hecho de que un modo de vivir, de pensar, de vivir y de actuar, se haya vuelto irracional en algn lugar tiene una importancia grandsima, es cierto, y hay que sacarlo a la luz de todos los m e dos posibles: as se modifica inicialmente el hbito, introduciendo el modo de pensar historicista, que facilitar las transformaciones de hecho apenas las condiciones hayan cambiado, esto es, que har menos "viscoso" el hbito acostumbrado. Otro punto a establecer es ste: que un modo de vivir, de actuar, de pensar, se haya introducido en toda la sociedad por ser propio de la clase dirigente, no significa de por s que sea irracional y rechazable. Si se observa de cerca se ve: que en todo hecho existen dos aspectos: uno "racional", o sea conforme al fm o econmico, y uno de "moda", que es un determinado modo de ser del primer aspecto racional. Usar zapatos es racional, pero cada determinada forma I de los zapatos ser de- 33 bis bida a la moda. Usar cuello es racional porque permite cambiar a menudo esa parte del indumento camisa que ms fcilmente se ensucia, pero la forma del cuello depender de la moda, etctera. Se ve, en suma, que la clase dirigente, "inventando" una utidad nueva, ms econmica y ms conforme a las condiciones dadas o al fin dado, ha dado al mismo tiempo "su" forma particular a la invencin, a la utilidad nueva. Es modo de pensar de mulos vendados confundir la utilidad permanente (en cuanto lo es) con la moda. Por el contrario, es tarea del moralista y del creador de costumbres analizar los modos de ser y de vivir, y criticarlos, separando lo permanente, lo til, lo racional, lo conforme al fin (en cuanto subsiste el fin), de lo accidental, de lo snobista, de lo simiesco, etctera. Sobre la base de lo 'facional" puede ser til crear una "moda" original, o sea una forma nueva que interese. Que el modo de pensar sealado no esjusto se ve por el hecho de que posee lmites: por ejemplo nadie (a menos que est loco) predicar que no se siga enseando a leer y escribir, porque el leer y el escribir ciertamente han sido introducidos por la clase dirigente, porque la escritura nos sirve
para difundir cierta literatura o para escribir cartas de chantaje o los informes de los espas.
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c68> Escrito (en preguntas y respuestas) de Giuseppe Bessarione de septiembre de 1927 sobre algunos puntos esenciales de ciencia y arte poltico.' El punto que me parece debe desarrollarse es ste: cmo, segn la filosofia de la praxis (en su manifestaciii poltica), tanto en la formulacin de su fundador como especialmente en la precisin de su ms reciente teu rico, la situacin internacional debe ser considerada en su aspecto nacional. Realmente la relacin "nacional" es el resultado de una combinacin 'hriginal" nica (en cierto sentido) que en esta originalidad y unicidad debe ser comprendida y concebida si se quiere dominarla y dirigirla. Ciertamente el desarrollo va hacia el internacionalismo,pero el punto de partida es 'hacional" y de este punto de partida es que hay que iniciar el movimiento. Pero la perspectiva es internacional y no puede ser de otra manera. Por lo tanto hay que estudiar exactamente la combinacin de fuerzas nacionales que la clase internacional deber dirigir y desarrollar segn las perspectiva y las directivas internacionales. La clase dirigente es tal slo si llega a interpretar exactamente esta combinacin, de la que ella misma es componente y en cuanto tal precisamente puede dar al movimiento una cierta orientacin y ciertas perspectims. En este punto me parece que esr la divergencia fundamental entre Len Davdovich y Bessarione I como intrprete del movimiento mayoritario. Las acusaciones de nacionalismo son intiles si se refieren al ncleo de la cuestin. Si se estudia el esfuerzo desde 1902 hasta 1917 por parte de los t~ia.~xitariosve que su originalidad se consiste en depurar el internacionaiimx de todo elemento vago y pwamente ideolgico (en sentido peyorativo) para darle un contenido de poltica realista. El concepto de hegemona es aqul en el que se anudan las exigencias de carcter nacional y se entiende cmo ciertas tendencias de tal concepto no hablan de eUo o slo lo rozan. Una clase de carcter internacional, en cuanto que gua a estratos sociales estrictamente nacionales (intelectuales) e incluso a menudo menos an que nacionales, particularistas y municipalistas (los campesinos), debe "nacionalizarse", en cierto sentido, y este sentido no es por lo dems muy esuicto, porque antes de que se formen las condiciones de una economa segn un plan mundial, es necesario atravesar fases mitiples en las que las combinaciones regionales (de grupos de naciones) pueden ser varias. Por otra parte, no hay que olvidar nunca que el desarrollo histrico sigue las leyes de la necesidad hasta que la iniciativa no pasa netamente al lado de las fuerzas que tienden a la construccin segn un plan, de pacfica y solidaria divisin del trabajo.
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Que los conceptos no nacionales (o sea no referibies a cada pas en particular) estn equivocados se ve por su absurdo: ellos han conducido a la pasividad y a la inercia en dos fases bien distintas: 1 en la primera fase, na1 die crea tener que comenzar, o sea pensaba que comenzando se habna hallado aislado; en la espera de que todosjuntos se moviesen, por lo pronto nadie se mova ni organizaba el movimiento; 21 la segunda fase es seguramente peor, porque se espera una f a m a de "napoleonismo"anacrnico y antinatural (porque no todas las fases histricas se repiten de la misma forma). Las debilidades tericas de esta forma moderna del viejo mecanicisma estn disfrazadas por la teora general de la revolucin permanente, que no es ms que una previsin genrica presentada como dogma y que se destruye por s sola, por el hecho de que no se manifiesta efectivamente.
5 <69> Temas de cultura. El autodidacto. 'lo se quiere repetir el acostumbrado lugar comn de que todos los sabios son autodidactas, en cuanto que la educacin es autonoma y no impresiones desde fuera. Lugar comn tendencioso que permite no organizar ningn aparato de cultnra y negar a los pobres el tiempo que stos puedan dedicar al estudio, uniendo al escarnio la befa, o sea la demostracin terica de que si no son sabios la culpa es suya porque etctera, etctera. Admitamos pues que, salvo para unos pocos hroes de la cultura (y ninguna poltica puede basarse 1 34 bis en el herosmo), para instruirse y educarsea es necesario un aparato de cultnra, a travs del cual la generacin adulta transmite a la generacin joven toda la experiencia del pasado (de todas las viejas generaciones pasadas), le hace adquirir determinadas inclinaciones y hbitos (incluso fisicos y tcnicos que se asimilan mediante la repeticin) y transmite enriquecido el patrimonio del pasado. Pero no queremos hablar de esto. Queremos hablar exactamente de los autodidactos en sentido estricto, o sea de aquellos que sacrifican una parte o todo el tiempo que los otros pertenecientes a su generacin dedican a las diversiones u otras ocupaciones, para instruirse y educarse, y responder a la pregunta: *ademsde las instituciones oficiales, existen acti~dades que satisfagan las nacientes necesidades de estas inclinaciones y cmo las satisfacen?Y adems: ilas instituciones polticas existentes se plantean, en la medida en que deberan, esta tarea de satisfacer tales necesidades? Me parece que ste es un criterio de crtica que no debe pasarse por alto, que no debe descuidarse de ningn modo. Puede observarse que los autodidactos en sentido e i tricto surgen en unos estratos sociales-ms que en otros; y ello se entiena
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de. Hablamos de aquellos que tienen a su disposici~i slo la buena voluntad y posibilidades financieras limitadsimas, posibilidades de gastar muy pequeas o casi nulas. Deben ser descuidados? No lo parece, en cuanto que precisamente parece que nacen partidos dedicados precisamente a estos elementos, los cuales parten precisamente del concepto de tener que ocuparse de semejantes elementos. Y bien: si estos elementos sociales existen, no existen las fuerzas que tratan de obviar a sus necesidades, de elaborar este material. O mejor an: tales fuerzas sociales existen de palabra, pero no en los hechos, como atkmacin pero no como realizacin. Por otra parte, no consta que no existan fuerzas sociales genricas que se ocupen de tales necesidades, que incluso hacen de ellas su nico trabajo, su principal actividad, con este resultado: que acaban por contar ms de lo que deberan, con tener una influencia mayor de la que "mereceran" y a menudo incluso con "especular" financieramente con estas necesidades, porque los autodidactos, con su estimulo, si gastan poco individualmente, acaban por gastar considerablemente como conjunto (considerablemente en el sentido de que con sus gastos permiten vivir a numerosas personas). El movimiento de que se habla (o se hablaba) es el libertario, y su antihistoricismo, su carcter retrgrado, se ve por el carcter del autodidactismo, que forma personas "anacruicas" que piensan con modos anticuados y superados y stos son los que transmiten, "visce samente". Por lo tanto: 11 un movimiento sobrepasado, superado, en cuanto que satisface ciertas necesidades apremiantes, acaba por tener una influencia mayor de la que histricamente le correspondera; 21 este movimiento tiene atrasado al mundo cultural por las mismas razones, 35 etctera. Habda que I ver toda la serie de razones que en Italia durante tanto tiempo han permitido que un movimiento atrasado, superado, ocupara ms terreno del que le corresponda, provocando a menudo confusiones e incluso catstrofes. Por otra parte hay que afirmar categricamente que en Italia el movimiento hacia la cultura ha sido grande, ha provocado saci-ificios,o sea que las condiciones objetivas eran muy fave rahles. El principio de que una fuerza no vale tanto por su propia "fuerza intrnseca" como por la debilidad de los adversarios y de las fuerzas en que se halla inserta, nunca es tan cierto como en Italia. Otro elemento de la fuerza relativa de los libertarios es ste: que ellos tienen ms espritu de iniciativa individual, ms actividad personal. Que esto suceda depende de causas complejas: 1) que obtienen mayor satic faccin personal de su trabajo; 21 que estn menos impedidos por trabas burocrticas, las que no deberan existir para las otras organizaciones: <ppor qu la organizacin que debera potenciar la iniciativa individual, debera transformarse en burocracia; o sea en estorbo de las fuerzas indi158
viduales <?>31 (y seguramente maj.or) que cierto nmero de personasviven del movimiento, pero viven libremente, o sea no por puestos ocupados por nmina, sino en cuanto que su actividad los hace dignos de ellos: para conservar este puesto, o sea para conservar su ganancia, hacen esfuerzos que de otra manera no hanan. <70> Maquiavelo. Cundo puede den'ne que un partido est fonnado y no puede ser destruido con mdios normales. El punto de saber cundo un partido est formado, o sea que tiene una misin precisa y permanente, da lugar a muchas discusiones y a menudo tambin da lugar, desgraciadamente, a una forma de vanidad que no es menos ridcula y peliprosa que la "vanidad de las naciones" de que habla Vico. Es verdad que puede decirse que un partido no est nunca completo y formado, en el sentido de que todo desarrollo crea nuevas tareas y misiones y en el sentido de que para ciertos partidos es verdad la paradoja de que llegan a estar completos y formados cuando ya no existen ms, o sea cuando su existencia se ha vuelto histricamente intil. As, puesto que todo partido no es ms que una nomenclatura de clase, es evidente que para el partido que se propone anular la divisin de clases, su perfeccin y plenitud consiste en no existir ya porque no existen clases y por lo tanto tampoco su expresin. Pero aqu se quiere aludir a un momento particular de este proceso de desarrollo, al momento subsiguiente a aqul en que un hecho puede existir y puede no existir, en el sentido de que la necesidad de su existencia no se ha vuelto an "perentoria", sino que depende en "gran parte" de la existencia de personas de exuaordinario poder volitivo y de extraordinaria voluntad. Cundo es que un partido se vuelve "necesario" histricamente? Cuando las condiciones de su "triunfo", de su inevitable volverse Estado estn al me I nos en vas de formacin y permiten prever normalmente sus ulteriores desarrollos. ;Pero cundo puede decirse, en tales condiciones, que un partido no puede ser destruido con medios normales? Para responder hay que desarrollar un razonamiento: para que exista un partido es necesario que coniiuyan tres elementos fundamentales (o sea tres grupos de elementos). 11 Un elemento difuso, de hombres comunes, medios, cuya participacin es ofrecida por la disciplina y por la lealtad, no por el espritu creativo y altamente organizativo. Sin stos el partido no existira, es cierto, pero tambin esverdad que el partido no existira tampoco "solamente" con ellos. Ellos son una fuerza en cuanto existe quien la centraliza, organiza, disciplina, pero en ausencia de esta fuerza c+ hesiua se d i s p e r s h y anularan en un polvillo impotente. No se niega que cada uno de estos elementos pueda convertirse en una de las fuerzas
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cohesivas, pero de elios se habla precisamente en el momento en que no lo son y no estn en condiciones de serlo, o si lo son lo son slo en un crculo restringido, polticamente ineficiente o sin consecuencias. 21 El elemento cohesivo principal, que centraliza en el campo nacional, que hace volverse eficiente y potente a un conjunto de fuerzas que dejadas a s mismas contaran como cero o poco ms, este elemento est dotado de una fuerza altamente cohesiva, centralizadora y disciplinadora y tambin (incluso seguramente por esto, inventiva, si se entiende inventiva en cierta direccin, segn ciertas lneas de fuerza, ciertas perspectivas, ciertas premisas incluso): es tambin verdad que este elemento por s solo no formara el partido, sin embargo lo formara ms que el primer elemento considerado. Se habla de capitanes sin ejrcito, pero en realidad es ms fcil formar un ejrcito que formar capitanes. Tanto es as que un ejrcito [ya existente] es destruido si llegan a faltar los capitanes, mientras que la existencia de un grupo de capitanes, unidos, de acuerdo entre s, con fines comunes no tarda en formar un ejrcito incluso donde no existe. 31 Un elemento medio, que articule al primero con el tercer elemento, que los ponga en contacto no slo "fsico" sino moral e intelectual. En la realidad, para cada partido existen "proporciones definidas" entre estos tres elementos y se alcanza el mximo de eficiencia cuando tales 'proporciones definidas" son realiadas.' Dadas estas consideraciones, puede decirse que un partido no puede ser destruido con medios normales cuando, existiendo necesariamente el segundo elemento, cuyo nacimiento est ligado a la existencia de las condiciones materiales objetivas (y si este segundo elemento no existe, todo razonamiento es int) aunque sea en estado disperso y errante, no pueden dejar de formarse los otros dos, o sea el primero que necesariamente forma al tercero como su continuacin y medio de expresarse. Es 36 preciso que para que esto suceda se haya I formado la conviccin frrea de que es necesaria una determinada solucin de los problemas. S i esta conviccin no se formar el segundo elemento, cuya destruccin es la ms fcil por lo escaso de su nmero, pero es necesario que este segundo elemento, si fue destruido, haya dejado como herencia un fermento a partir del cual pueda reconstruirse. 3 dnde subsistir mejor y mejor podr formarse este fermento que en el primero y el tercer elementos que, eiidentemente, son los ms homogneos con el segundo? La actividad del segundo elemento para constituir este elemento es, por lo tanto, fundamental: el criterio de juicio de este segundo elemento deber buscarse: 11 en lo que realmente hace; 21 en lo que prepara, en la hiptesis de su destruccin. Entre los dos hechos es diicil decir cul es m& importante. Puesto que en la lucha debe siempre preverse la derrota, la prepara-
cin de los propios sucesores es un elemento tan importante como lo que se hace para vencer. A propsito de la 'vanidad del partido, puede decirse que sta es peor que la vanidad de las naciones de que habla 15co. Por qu? Porque una nacin no puede no existir y en el hecho de que existe es siempre posible, aunque sea con buena voluntad y recurriendo a los textos, encontmr que la existencia est llena de destino y de significado. Por el contrario, un partido puede no existir por fuerza propia. No hay nunca que olvidar que en la lucha entre las naciones, cada una de ellas tiene inters en que la otra sea debilitada por luchas internas y que los partidos son precisamente los elementos de las luchas internas. Para los partidos, pues, es siempre posible la pregunta de si existen por su fuerza propia, como propia necesidad, o si por el contrario existen slo por inters de otros (y de hecho en las polmicas este punto nunca es olvidado, incluso es motivo de insistencia, especialmente cuando la respuesta no es dudosa, lo que significa que tiene importancia y deja dudas). Naturalmente, quien se dejase arras mar por esta duda sera un idiota. Polticamente la cuestin tiene una importancia slo momentnea. En la historia del llamado principio de nacionalidad, las intervenciones extranjeras a favor de los partidos nacionales que turban el orden interno de los Estados antagnicos son innumerables, tanto que cuando se habla por ejemplo de la poltica "oriental" de Cavour se pregunta si se uataba de una "poltica" o sea de una Lnea de accin permanente, o de una estratagema del momento para debilitar a Austria en vista del 59 y del 66. As en los movimientos mazzinianos de principios de 1870 (ejemplo, suceso Barsanti) se ve la intervencin de Bismarck, que en vista de la guerra con Francia y del peligro de una alianza itabfrancesa, pensaba debilitar a Italia con conflictos internos. As en los hechos de junio de 1914 algunos ven la intervencin del Estado Mayor austriaco en vista I de la subsiguiente guerra.' Como se ve, la casustica es numerosa y hay que tener ideas claras a este respecto. Admitido que hgase lo que se haga, se hace siempre el juego de alguien, lo importante es buscar de todos modos hacer bien el juego propio, o sea vencer netamente. De todos modos hay que despreciar la 'tanidad" del partido y sustituir lavanidad con hechos concretos. Quien sustituye los hechos concretos por la vanidad, o hace la poltica de la vanidad, es sospechoso, sin ms, de poca seriedad. No hay que aadir que para los partidos hay que evitar incluso la apariencia "justificada" de que se haga el juego de alguien, especialmente si ese alguien es un Estado extranjero: que luego se especule, eso nadie puede evitarlo.
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8 c71> PmDdismo. Mouimientos y cenfms intelectuales. Es deber de la actividad periodstica (en todas sus diversas manifestaciones) seguir y controlar todos los movimientos y los centros intelectnales que existen y se forman en el pas. Todos. O sea apenas con la exclusin de aquellos que tienen un carcter arbitrano y demente; si bien tambin stos, con el tono que se merecen, deben ser por lo menos registrados. Distincin entre m t r o s y moitimientos intelectuales y otras distinciones y gradaciones. Por ejemplo el catolicismo es un gran centro y un gran movimiento: pero en su interior existen mownientos y centros parciales que tienden a transformar la totalidad, o a otros fines ms concretos y limitados que hay que tener en cuenta. Parece que antes que otra cosa hay que "disear" el mapa intelectual y moral del pas, o sea circunscribir los grandes movimientos de ideas y los grandes centros (pero no siempre a los grandes movimientos corresponden grandes cenaos, al menos no con las caractensticas de visibilidad y de concrecin que de costumbre se auibuyen a esta palabra, y el ejemplo tpico es el centro catlico). Hay que tomar en cuenta adems los impulsos renovadores que tienen lugar, que no siempre son vitales, o sea que tienen una consecuencia, pero no por ello deben ser menos seguidos y controlados. En sus comienzos un movimiento es siempre incierto, de futuro dudoso, etctera; habr que aguardar a que hay2 adquirido toda su fuerza y consistencia para ocuparse de l? Tampoco es necesario que aqul posea las dotes de coherencia y riqueza intelectual: no siempre son los movimientos ms coherentes e intelectualmente ricos los que triunfan. A menudo, incluso, un movimiento triunfa precisamente por su mediocridad y elasticidad lgica: todo puede soportarlo, los compromisos ms llamativos son posibles y stas precisamente pueden ser las razones del triunfo. Leer las revistas de losjvenes adems de las que ya estn alirmadas y representan intereses I serios y bien ciertos. En el Almomcco Letterario Bompiani de 1933 (pp. 360-361) se indican los programas esenciales de seis revistas de jvenes que deberan representar los impulsos de movimiento de nuestra cultura: R Sa@twe, Ottobre, R Vmtuno, L'talia Viitmte, L'OOrto, Espero, que no parecen muy perspicuas, excepto quiz alguna. El Espero, por ejemplo, "para la filosofia" se propone "dar cabida en sus pginas a los posidealistus, que ejercen una atenta crtica del idealismo, y solamente a aquellos idealistas que saben tomar en cuenta tal crtica". El director de Espero es Aldo Capasso, y ser posidealista es algo as como ser "contemporneo", o sea exactamente nada. Ms claro, incluso quiz el nico claro, el programa de Ottobre.' Sin embargo todos estos movimientos deberan ser examinados, esnobismo aparte. Distincin entre movimientos militantes, que son los ms interesantes, y moxlmientos de "retaguardia" o de ideas adquiridas y que se han vuelto
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clsicas o comerciales. <Entrestos dnde situar a la Italia Letterana> iCiertamente no militante itampoco clsica! Costal de papas me parece ser la definicin ms exacta y apropiada.
8 <72> Liimatura popular: Contenido y forma. La aproximacin de estos dos trminos puede asumir en la crtica de arte muchos significados. Admitiendo que contenido y forma son la misma cosa, etctera, etctera, ello no significa an que no se pueda hacer la distincin entre contenido y forma. Puede decirse que quien insiste en el "contenido" en realidad lucha por una determinada cultura, por una determinada concepcin del mundo contra otras culturas y otras concepciones del mundo; se puede decir que histricamente, hasta ahora, los llamados "contenidistas" han sido ms "democrticos" que sus adversarios parnasianos, por ejemplo, o sea los que quenan una literatura que no fuese para los "intelectuales", etctera. ?Se puede hablar de una prioridad del contenido sobre la forma? Se puede hablar en este sentido: que la obra de arte es un proceso y que los cambios de contenido son tambin cambios de forma, pero es "ms fcil" hablar de contenido que de forma, porque el contenido puede ser "resumido" lgicamente. Cuando se dice que el contenido precede a la forma se quiere decir simplemente que, en la elahoracin, los intentos sucesivos son presentados con el nombre de contenido, nada ms. El primer contenido que no satisfaca era tambin forma, y en realidad, cuando se ha alcanzado la "forma" satisfactoria, tambin el contenido ha camhiado. Es verdad que a menudo aquellos que parlotean de forma etctera, contra el contenido, son completamente vacos, amontonan palabras que no siempre se sostienen ni siquiera segn la gramtica (ejemplo Cngaretti); por tcnica, forma, etctera, entienden vacuidad de jerga de conventculo de cabezas huecas. Tambin sta dehe situarse entre las cuestiones I de la historia nacional 37 bis italiana, en otra nota registrada,' y adopta varias formas: 11 hay una d i rencia de estilo entre los escritos dedicados al phlico y los otros, por ejemplo entre las cartas y las obras literarias. Parece a menudo tener que ver con dos escritores distintos, tanta es la diferencia. En las cartas (salvo excepciones, como D'Annunzio, quien acta hasta ante el espejo, para s mismo), en las memorias y en general en todos los escritos dedicados a poco pblico o a s mismo, predominan la sobriedad, la sencillez, la cercana, mienas en los otros escritos predominan el engreimiento, el estilo oratorio, la hipocresa estilstica. Esta "enfermedad" est tan difundida que se le ha contagiado al pueblo, para el cual, de hecho, "escribir" significa "subirse en zancos", ponerse de fiesta, "fingir" un estilo redundante,
etctera, de cualquier modo expresarse de forma distinta de la comn; y como el pueblo no es literato, y de literatura slo conoce el libreto de la pera dieciochesca, sucede que los hombres del pueblo 'melodramatizan". He ah pues que "contenido y forma", adems de un significado "esttico", tienen tambin un significado "histrico". Forma "histrica" significa un determinado lenguaje, as como "contenido" indica un determinado modo de pensar, no slo histrico, sino "sobrio", expresivo sin gesticulaciones, pasional sin que las pasiones sean tan candentes como en Otelo o el melodrama, sin la mscara teatral, en suma. Este fenmeno, creo, se da slo en nuestro pas, como fenmeno de masas, se entiende, porque sumos pontfices individuales los hay en todas partes. Pero hay que estar atentos: porque nuestro pas es aqul en el que a lo convencional barroco sigui lo convencional arcdico: siempre teatro y convencin, sin embargo. Hay que decir que en estos ltimos aos las cosas han mejorado mucho: D'hnunzio ha sido el ltimo acceso de enfermedad del pueblo italiano y el peridico, por sus necesidades, ha tenido el gran mrito de "racionalizar" la prosa. Pero la ha empobrecido y extenuado y tambin esto es un mal. Pero desdichadamente en el pueblo, junto a los "futuristas antiacadmicos" existen an los "preciosistas"de conversin. Por otra parte aqu aparece una cuestin histrica, para explicar el pasado, y no una lucha puramente actual, para combatir males actuales, si bien tampoco stos han desaparecido del todo y siguen encontrndose en algunas manifestaciones especialmente (discursos solemnes, especialmente fnebres, pauiticos, inscripciones dem, etctera). (Podra decirse que se trata de "'gusto"y sera errneo. El gusto es "individual" o de pequeos g~upos; aqu se trata de grandes masas, y no puede tratarse sino de cultiira, de fenmeno histrico, de existencia de dos culturas; individual es el gusto "sobrio", no el otro, el melodrama es el gusto nacional, o sea la cutura nacional.) S o se diga tampoco que de tales cuestiones no hay que ocuparse: todo lo contrario, la formacin de una prosa iivaz y expresiva y 38 a l I mismo tiempo sobria y mesurada debe ser uno de los fines culturales a proponerse. Tambin en este caso forma y expresin se identifican, e insistir en la "forma"no es ms que un medio prctico para trabajar sobre el contenido, para obtener una deflacin de la retrica tradicional que estropea toda forma de cultura, incluso aquella "antirretrica", jay! La pregunta de si existi un romanticismo italiano puede tener diferentes respuestas, segn lo que se entienda por romanticismo. Y ciertamente son muchas las definiciones que se han dado del trmino romanticismo. Pero a nosotros nos importa una de estas definiciones y nos importa no precisamente el aspecto 'literario" del problema. Romanticismo, enbe otros significados,ha asumido el de una especial relacin o vnculo entre los in164
telectuales y el pueblo, la nacin, o sea que es un reflejo particular de la "democracia" (en sentido amplio) en las cartas (en sentido amplio, por lo que tambin el catolicismo puede haber sido "democrtico" mientras que el "liberalismo" puede no haberlo sido). En este sentido nos interesa el problema para Italia y el mismo est vinculado a los problemas que hemos recogido en serie: si ha existido un teatro italiano, la cuestin de la lengua, por qu la literatura no ha sido popular, etctera. Por lo tanto, en la inmensa literatura sobre el romanticismo es preciso aislar este aspecto e interesarse por l, terica y prcticamente, como hecho histrico, o sea como tendencia general que puede dar lugar a un movimiento actual, a un problema real que resolver. En este sentido el romanticismo precede, acompaa, sanciona y desempea todo aquel movimiento europeo que tom su nombre de la Revolucin francesa; es su aspecto sentimental-literario (ms sentimental que literario, en el sentido de que el aspecto literario ha sido slo una parte de la expresin de la corriente sentimental que ha penetrado toda la vida y una parte muy importante de la iida, y de esta vida sSlo una pequesima parte ha podido encontrar expresin en la literatura). La investigacin, pues, es de historia de la cultura y no de historia literaria, mejor de historia literaria en cuanto parte y aspecto de una ms vasta historia de la cultura. Ybien, en este preciso sentido, el r o manticismo no ha existido en Italia, y en el mejor de los casos sus manifestaciones han sido mnimas, escassimas y en todo caso de aspecto puramente literario. (Sobre este punto es necesario el recuerdo de las teoras de Thierry y del reflejo manzoniano,' teoras de Thierrp que son precisamente uno de los aspectos ms importantes de este aspecto del romanticismo de que se quiere hablar.) Hay que ver cmo en Italia incluso estas discusiones han adoptado un aspecto intelectual y abstracto: los pelasgos de Gioberti, las poblaciones "prerromanas", etctera, en realidad nada que esiii\iiw: cn rehciini w n el puel~lu ;irru~lmente \i\iciirc ~ I I C 1'1 qut. <'S Dor el coiili-ano iii1ei.ci;b.i I , Thierrr r ;i la his~orir,oiafi.i I noliiica ;ilin S<. ,, 0 ha dicho que la palabra "democracia" no debe ser tomada en ese sentido, slo en el significado 'laico" o "laicista" que se quiere decir, sino tambin en el significado "catlico", incluso reaccionario, si se quiere; lo que importa es el hecho de que se busque un vnculo con el pueblo, con la nacin, que se considere necesaria una unidad no servii, debida a la obediencia pasiva, sino una unidad activa, viviente, cualquiera que sea el contenido de esta vida. Esta unidad viviente, aparte todo contenido, es lo que precisamente ha faltado en Italia, ha faltado al menos en la medida suficiente para hacerla convertirse en un hecho histrico, y por eso se entiende el significado de la pregunta: ";ha existido un romanticismo italiano?"
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8 <73> Periodismo.RevUtas tipo. Confrontacin entre el primer nmero de la revista Leonardo editada por Sansoni de Florencia y los nmeros editados por Casa Treves.' La diferencia es muy notable p sin embargo Casa Treves no es de las ltimas tipogricamente. Gran importancia que tiene la apariencia exterior de una revista, tanto comercialmente como "ideolgicamente", para asegurarse la fidelidad y la aficin: en realidad en este caso es dicil distinguir el hecho comercial del ideolgico. Factores: pgina, composicin de los mrgenes, de las intercolumnas, de la amplitud de las columnas (largo de la lnea), de la densidad de la columna, o sea del nmero de letras por lnea y del ojo de cada letra, del papel y de la tinta (belleza de los tinilos, nitidez de los caracteres debida al mayor o menor deterioro de las matrices o de las letras a mano, etctera). Estos elementos no tienen importancia slo para las revistas, sino tambin para los dianos. El problema fundamental de todo peridico (diario o no) es el de asegurar una venta estable (posiblemente en continuo incremento), lo que significa adems posibilidad de construir un plan comercial (en desarrollo, etctera). Cierto que el elemento fundamental de xito para un peridico es el ideolgico, o sea el hecho de que satisface o no determinadas necesidades intelecnialespolticas. Pero sera un grave error creer que ste sea el nico elemento y especialmente que ste sea vlido tomado "'aisladamente". Slo en condiciones excepcionales, en determinados periodos de bomn de la opinin pblica, sucede que una opinin, cualquiera que sea la forma exterior en que es presentada, tiene xito. Por lo gene&, el modo de presentacin tiene gran importancia para la estabilidad de la empresa y la importancia puede ser positiva pero tambin negativa. Dar gratis o por debajo del costo no siempre es una "buena especulacin", as como no es buena especulacin hacer pagar demasiado caro o dar "poco" por el ''propio dinero". Esto al menos en poltica. De una opinin cuya manifestacin impresa no cuesta nada, el pblico desconfa, 39 ve la trampa. Yviceversa: descona I "polticamente"de quien no sabe administrar bien los fondos que el mismo pblico da. ?Cmo podra ser considerado capaz de administrar el poder de Estado un partido que no tiene o no sabe elegir (que es lo mismo) los elementos para administrar bien un peridico o una revista? Viceversa: un grupo que con medios e s casos sabe obtener periodsticamente resultados apreciables, demuestra con ello, o ya con eUo, que sabr administrar bien incluso organismos ms vastos, etctera. He ah por qu "el exterior" de una publicacin debe ser cuidado con la misma atencin que el contenido ideolgico e intelectual: en realidad ambas cosas son inseparables, y con razn. Un buen principio (pero no siempre) es el de dar al exterior de una publicacin una caractenstica
que por s sola se haga notar o recordar: es una publicidad gratuita, por as decirlo. No siempre, porque depende de la psicologa del pblico particular que se quiere conquistar.
9 <74> Pasado y @ente. La autoatiul J la hipomesa de la autocrtica. Es cierto que la autocrtica se ha convertido en una palabra de moda.' Se quiere, con palabras, hacer creer que a la crtica representada por la "libre" lucha poltica en el rgimen representativo, se le ha encontrado un equivalente que, de hecho, si es aplicado en seno, es ms eficaz y productivo de consecuencias que el original. Pero todo est ah: que el sustituto sea aplicado en serio, que la autocntica sea operante y "despiadada", porque en esto consiste su mayor eficacia: que debe ser despiadada. Se ha encontrado, por el contrario, que la autoatica puede dar lugar a bellsimos discursos, a declamaciones sin Gn y nada ms: la autocntica ha sido "parlamentarizada". Pues no ha sido observado hasta ahora que destruir el parlamentarismo no es tan fcil como parece. El parlamentarismo "implcito" [y "tcito] es mucho ms peligroso que el explcito porque tiene todas sus deficiencias sin tener sus valores positivos. Existe a menudo un rgimen de partido "tcito", o sea un parlamentarismo "tcito" e "implcito" donde menos se creera. Es evidente que no se puede ahoiir una "pura" forma, como el parlamentarismo, sin abolir radicalmente su contenido, el individualis mo, y esto en su preciso significado de "apropiacin individual" de la ginancia y de iniciativa econmica para la ganancia capitalista individual. La autocntica hipcrita es precisamente de tales situaciones. Por lo dems, la estadstica da el indicio de efectividad de la posicin. iA menos que no se quiera sostener que ha desaparecido la criminalidad, lo que por lo d e ms otras estadsticas desmienten, y de qu manera! Toda la cuestin debe ser revisada, especialmente la referente al rgimen de partidos I y al parlamenmismo "implcito", o sea que funciona 39 bis como las 'bolsas neg~as" la "lotena clandestina" donde y cuando la bolsa y oficial y la lotena del Estado por alguna razn estn clausuradas. Tericamente lo importante es d e m o s m que entre el viejo absolutismo derre cado por los regmenes constitucionales y el nuevo absolutismo hay una diferencia esencial, por lo que no es posible hablar de un regreso; no slo esto, sino demostrar que tal "parlamentarismo negro" est en funcin de necesidades histricas actuales, es "un progreso", en su gnero; que el regreso al "parlamentarismo"tradicional sera un regreso antihistrico, porque incluso donde ste "funciona" pblicamente, el parlamentarismo efectivo es el "negro". Tericamente me parece que se puede explicar el fenmeno en el concepto de "hegemona", con un retorno al "corporati167
vismo", pero no en el sentido "antiguo rgimen", en el sentido moderno de la palabra, cuando la "corporacin" no puede tener lmites cerrados y exclusivistas, como era en el pasado; hoy es corporativismo de "funcin social", sin resuicciones hereditarias o de otro (ver abajo).a
5 <75> Pasado y presente. Conviccin cada da ms arraigada de que no menos que las iniciativas cuenta el control de que la iniciativa sea puesta en prctica, que medios y fines coincidan perfectamente (si bien no hay que entender esto materialmente) y que se puede hablar de querer un fin slo cuando se saben preparar con exactitud, cuidado, meticulosidad, los medios adecuados, suficientes y necesarios (ni ms ni menos, ni ms ac ni ms all de la mira). Conviccin tambin arraigada de que puesto que las ideas caminan y se realizan histricamente con los hombres de buena voluntad, el estudio de los hombres, su seleccin, el control de sus acciu nes es tan necesario como el estudio de las ideas, etctera. Por eso cualquier distincin entre el dirigir y el organizar (y en el organizar se incluye el "verificar" o controlar) indica una desviacin y a menudo una haicin. 5 <76> Pasado y presente (contina el penltimo ) <...> gnero (que por lo dems era relativa tambin en el pasado, en donde la caracterstica ms evidente era la del "privilegio legal"). Tratando este tema debe excluirse cuidadosamente toda [aunque slo sea] apariencia de apoyo a las tendencias "ahsolutistas", y eso puede o b tenerse insistiendo en el carcter "transitorio" (en el sentido de que no hace poca, en el sentido de "poca duracin") del fenmeno. (A este respecto debe observame cmo demasiado a menudo se confunde el "no hacer poca" con la escasa duracin "temporal"; se puede "durar" largo tiempo, relativamente, y no "hacer poca"; las fuerzas de viscosidad de ciertos regmenes son a menudo insospechadas, especialmente si stos son "fuertes" por la debilidad ajena, incluso procurada: a este l respecto deben recordarse las opiniones de Cesarino Rossi,' que ciertamente eran equivocadas "en ltima instancia", pero que realmente tenan un contenido de realismo efectivo.) El parlamentarismo "negro" parece un tema a desarrollar con cierta amplitud, incluso porque ofrece ocasin de precisar los conceptos polticos que constituyen la concepcin "parlamentaria". Las confrontaciones con otros pases, a este respecto, son interesantes: por ejemplo, ila liquia
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dacin de Len Davdovich no es un episodio de la liquidacin "tambin" del parlamento "negro" que subsista despus de la abolicin del parlamento "legal"? Hecho real y hecho legal. Sistema de fuerzas en equilibrio inestable que en el terreno [parlamentario] hallan el terreno "legal" de su equilibrio "ms econmico" y abolicin de este terreno legal, porque se convierte en fuente de organizacin 7 despertar de fuerzas sociales latentes y adormiladas; por lo tanto esta abolicin es sntoma (o previsin) de una intensificacin de las luchas y no viceversa. Cuando una lucha puede componerse legalmente, no es peligrosa: se vuelve tal precisamente cuando el equilibrio legal es reconocido imposible. (Lo que no signica que aboliendo el barmetro se pueda abolir el mal tiempo.)
8 <77> Pasado y presente. A menudo se observa como una incongruencia y un sntoma de que la poltica de por s pervierte los nimos, el hecho de que despus de una ruptura "se descubre" contra el trnsfuga o el traidor un montn de culpas que primero pareca que se ignorasen. Pero la cues tin no es tan sencilla. En primer lugar, la ruptura es usualmente un largo proceso, del cual slo el ltimo acto se revela al pblico: en esta "instruccin" se recogen todos los hechos negativos y es natural que se trate de p o ner al "trnsfuga" en condiciones de error incluso inmediato, o sea que se fmge ser "magnnimos" para mostrar que la ruptura era absolutamente necesaria e inevitable. Esto muestra incluso cmo la pertenencia a un partido se considere importante y el acto resolutivo se decide slo cuando la medida est colmada. Que la enumeracin de los "hechos" sea fcil "des pus" es naturalmente claro: se trata solamente de hacer pblico un p r o ceso que prindamente duraba ya un buen tiempo. En segundo lugar, tambin est claro que toda una serie de hechos pasados puede ser iluminada por un ltimo hecho de modo incontrovertible. Fulano frecuenta cotidianamente una casa: nada de notable, mientras no se descubre, por ejemplo, que esa casa es una cueva de espionaje y Fulano un espa. Endentemente quien hubiese tomado nota de todas las veces que Fulano se dirigi a esa casa, podna enumerar cuntasveces Fulano se ha encontrado con los espas conscientemente, sin poder producir sorpresa a nadie.
<78> Muchas ideas recogidas en esta seccin de Tasado y presente", 40 bis en cuanto que no tienen un alcance "histrico" concreto, esto es, con referencias a hechos particulares, pueden ser agrupadas siguiendo el m e delo de los Ricordipolitici e civili de Guicciardini. Lo importante es darles
el mismo carcter esencial y pedaggica universalidad y claridad, lo que a decir verdad no es poco, incluso lo es todo, tanto estilshcamente como tericamente, o sea como bsqueda de claridad.'
<79> Pasado y m i Se ha observado que es preferible un bribn a m e un tonto, porque con el bribn se puede llegar a un acuerdo y hacer que se porte como caballero con provecho, pero del tonto... sequitur quodlikt Tambin es verdad que el bribn es preferible al semibribn. En realidad, en la vida nunca se encuentran bribones declarados, de una sola pieza, de cai-cter, por as decirlo, sino slo semibribones, te veo y no te veo, de acciones ambiguas, que siempre conseguiran justificarse hacindose aplaudir. Puede pensarse que el bribn es una invencin romntica, o bien que slo lo es cuando se encuentra con la estupidez (pero entonces es poco peligroso porque se descubre solo). Debe observarse que el bribn verdadero es superior al caballero; en efecto, el bribn puede tambin ser "caballero" (esto es, puede "hacer" de caballero),mientras que el caballero no hace bribonadas en ningn caso y precisamente por eso es "caballero". Verdaderamente estpido es quien espera tener que vrselas con bribones declarados, patentes, indiscutibles: por el contrario, incluso demasiado a menudo hay que vrselas con los semibribones, que por lo tanto son los... verdaderos y nicos bribones, los de la realidad cotidiana. Para la relacin "tonto-bribn" debe recordarse la relacin "tontointelizente". en el sentiu do de que el inteligente puede ingine tonto y lograr que le crean tal, pero el tonto no puede fingirse inteligente y hacerse creer tal, a menos que no encuentre gente ms tonta que l mismo, lo que no es dificil.
5 <80> Periodismo. Revistas tipo. La revista de Gentile Eduurrione Politica, cuyo nombre fue luego transformado.' El ttulo es viejo: Arcangelo Ghis leri duigi una revista con este ttulo2y tena ms congruencia con el fm propuesto. :Pero Gbislen cuntas revistas dirigi y, aparte la honradez del hombre, con cunta utilidad? Es verdad que la educacin puede proyectarse en planos distintos para obtener niveles distintos. Todo est en el nivel que cree tener el "director" y es natural que los directores siempre creen estar en el nivel ms alto y ponen como ideal su posicin para el rebao menudo de los lectores.
Cuaderno 15 (II)
1933
<Miscelnea,
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Cuaderno iniciado en 1933 y escrito sin tener en cuenta las divisiones por temas y la agrupacin de notas en cuadernos especiales.
3 <1> Pasado g presente. Estudios sobre la estnictura econmica nacional. Significado exacto de las tres iniciativas sobre las que tanto se ha discutido: 11 consorcios obligatorios;21 Instituto Mohiliano italiano; 31 poderes del Estado para prohibir la creacin de n u e m indusmas y la ampliacin de las existentes (o sea necesidad de la patente estatal para la iniciahva indusmal &de un dia determinado); 41 Instituto para la Reconstruccin Indusmal (dividido en dos seccionesjurdicamente autnomas: a] seccin de financiamiento industrial; b] seccin de desmoviliaciones industriales).' Para empezar es necesaria para cada instituto una "historia" exacta de las fases legales a travs de las que ha pasado y la identicacin de las causas inmediatas que provocaron su fundacin. Para las perspectivas gene rales de estos institutos, hay que tomar en cuenta ante todo la particular funcin desempeada por el Estado italiano en cada momento de la eco noma en sustitucin de la llamada iniciativa privada o ausente o "poco confiable" para los ahorradores. La cuestin "econmica" podra ser sa: si tales institutos no representan un gasto gravoso en comparacin con lo que sena si su funcin fuese desempenada por la iniciativa privada. Este parece un falso problema y no lo es: ciertamente en cuanto que falta el actor privado de una cierta funcin y sta es necesaria para renovar la vida nacional, es mejor que el Estada asuma esta funcin. Pero conviene decirlo abiertamente, o sea decir que no se trata de la realizacin de un progreso efectivo, sino de la comprobacin de un atraso que se quiere o b viar "a toda costa" y cargando con los costos. Tampoco es verdad que se cargue con los costos de una vez por todas: los costos que se pagan hoy no evitarn tener que pagar otros costos cuando de la nacionalizacin para poner remedio a cierto atraso se pase a la nacionalizacin como fase histrica orghica y necesaria en el desarrollo de la economa hacia una construccin programtica. La fase actual es la correspondiente, en cierto sentido, a las monarquas ilustradas del siglo xcm. De moderno tiene la terminologa exterior y mecnica, tomada de otros pases donde esta fase es realmente moderna y progresista.
g <2> "daquiauelo. Se plantea el problema de si los grandes industriales tienen un partido poltico permanente propio. La respuesta me parece que debe ser negativa. Los grandes industriales se sirven, segn las circunstancias, de todos los partidos existentes, pero no tienen un partido propio. Ko por ello son "'agnsticos"o "apolticos" en modo alguno: su inters es un determinado equilibrio, que obtienen precisamente reforzando con sus medios, segn las ocasiones, a ste o aqul de los partidos del 2 bis variado tablero poltico (con excepcin, se entiende, del nico I partido antagnico, cuyo reforzamiento no puede ser ayudado ni siquiera como movimiento tctico). Es cierto sin embargo que si eso sucede en la vida "normal", en los casos extremos, que adems son los que cuentan (como la guerra en la vida nacional), el partido de los grandes industriales es el de los terratenientes, los cuales tienen, por el contrario, su propio partido permanente. Puede verse la ejemplificacin de esta nota en Inglaterra, donde el partido conservador se ha comido al partido liberal, que sin embargo tradicionalmente se presentaba como el partido de los industriales. La situacin inglesa, con sus grandes Trade Unions, explica este hecho. En Inglaterra no existe formalmente un partido antagnico a los industriales en gran estilo, es cierto, pero existen las organizaciones obreras de masas, y se ha observado cmo stas, en ciertos momentos, los decisivos, se transforman constitucionalmente de abajo arriba rompiendo la apariencia burocrtica (ejemplos: en 1919 y en 1926).Por otra parte, existen intereses permanentes concertados entre terratenientes e industriales (especialmente ahora que el proteccionismo se ha vuelto general, agrario e industrial) y es innegable que los terratenientes son "polticamente" mucho mejores o r p nuadores que los industriales, atraen ms a los intelectnales, son ms "permanentes" en sus directivas, etctera. El destino de los partidos "industriales" tradicionales, como el "liberal-radical'' ingls y el radical Gancs (que sin embargo siempre se diferenci mucho del primero) es interesante (lo mismo aqnel "radical italiano" de buena memoria): ;qu es lo -. que representaban? 'navinculacin de clases grandes y pequeas, no una sola gran clase; por eso su variado devenir Y desaparecer; la tropa "de maniobra" era aoortada oor la clase L ' neauea. aue se encontr en condiciones 1 siempre distintas en la vinculacin hasta uansformarse completamente. Hoy aporta la tropa a los "partidos demaggicos", y se comprende. En general puede decirse que en esta historia de los partidos, la comparacin entre los diversos pases es de las ms instructivas y decisivas para encontrar el origen de las causas de transformacin. Esto inclnso en la nolmica entre ~ a r t i d o s los nases "tradicionalistas". esto es. donde se de hallan representados "retazos" de todo el "catlogo" histrico
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g <3> Pasado J presente. Es extrao cmo no siendo de fcil comprensin la identidad "Estad~lase", sucede que un gobierno (Estado) puede hacer refluir sobre la clase representada como un mrito y una razn de prestigio el haber finalmente hecho lo que desde haca ms de cincuenta aos deba haberse hecho y que por lo tanto deba ser un demrito y una razn de infamia. Se deja morir de hambre a un hombre hasta los cincuenta aos; a los cincuenta anos se repara en l. En la vida individual 1 3 esto merecera una tanda de patadas. En la vida estatal resulta un "mrito".a No slo eso, sino que el "lavarse" a los cincuenta aos resulta una superioridad sobre otros hombres de cincuenta aos que siempre se han lavado. (Esto se dice por las bonificaciones, las obras pblicas, las carreteras, etctera, o sea la composicin civil general de un pas: que un pas se o c ~ pe de estas cosas, de las que los otros ya se ocuparon hace tiempo, y sea aclamado y celebrado y se les diga a los dems haced otro tanto, si podis. Los otros no pueden, porque ya lo hicieron a su tiempo y esto es presentado como si fuese una "impotencia"de su parte.)= g <4> ~Maquiauelo. Elementos depoltica No hay ms remedio que decir que los primeros en ser olvidados son precisamente los primeros elementos, las cosas ms elementales; por lo dems, stas, repitindose infinitas veces, se convierten en los pilares de la poltica y de cualquier accin colectiva. Primer elemento es Que existen verdaderamente gobernados y gobernantes. dirizentesv dirizidos. Toda la ciencia v el arte olt tic os se basan en este . " , ' , hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales). Los orgenes de este hecho son un problema en s, que deber ser estudiado en s mismo (por lo menos podr y deber estudiarse cmo atenuar y hacer desaparecer el hecho, cambiando ciertas condiciones identificables como actuantes en este sentido), pero sigue permaneciendo el hecho de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y gobernados. Dado este hecho, habr que ver cmo se puede d i g i r del modo ms eficaz (dados ciertos fines) y, por lo tanto, cmo preparar del mejor modo a los dirigentes (y en esto consiste ms precisamente la primera seccin de la ciencia y el arte polticos) y cmo, por otra parte, se conocen las lneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados. A formar digentes es fundamental la premisa: -se quiere que haya l siempre gobernados y gobernantes o bien se quieren crear las condiciu nes en las que la necesidad de existencia de esta divisin desaparezca?,o
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sea, ?se parte de la premisa de la perpetua divisin del gnero humano o se cree que sta es slo un hecho histrico, que responde a ciertas condiciones? Hay que tener claro, sin embargo, que la divisin de gobernados y gobernantes, si bien en itimo anlisis se remonta a una divisin de los grupos sociales, todava existe, dadas las cosas tal como son, incluso en el seno del mismo grupo, aunque sea socialmente homogneo; en cierto sentido se puede decir que esa divisin es una creacin de la divisin del trabajo, es un hecho tcnico. Sobre esta coexistencia de motivos especulan aquellos que ven en todo slo "tcnica", necesidad "tcnica", etctera; para no proponerse el problema fundamental. Dado que incluso en el mismo grupo existe la divisin entre gobernan3 bis tes y I gobernados, hay que establecer algunos principios inderogables, y es tambin en este terreno donde se producen los "errores" ms graves, donde se manifiestan las incapacidades ms criminales, pero ms dificiles de corregir. Se cree que habiendo sido postulado el principio del mismo grupo, la obediencia debe ser automtica, debe darse sin que se requiera una demostracin de "necesidad" y racionalidad, y no slo esto, sino que ha de ser indiscutible (algunos piensan y, lo que es peor, actan segn esta idea, de que la obediencia 'trendr" sin ser exigida, sin que se haya indicado la va a seguir).As es dificil extirpar de los dirigentes el "cadornismo", o sea el convencimiento de que una cosa se har porque el dirigente considera justo y racional que se haga: si no se hace, la "culpa" cae sobre quien "habra debido" etctera. As es difcil exWpar la costumbre criminal de descuidar el evitar saaificios intiles. Y sin embargo el sentido c u mn demuestra que la mayor parte de los desasues colectivos (polticos) suceden porque no se ha tratado de evitar el sacrificio intil, o se ha demostrado no tener en cuenta los sacrificios ajenos o se ba jugado con el pellejo ajeno. Todos hemos odo contar a oficiales del frente cmo los soldados arriesgaban realmente su vida cuando era necesario, pero cmo, por el conuano, se rebelaban cuando se sentan abandonados. Por ejemplo: una compaiia era capaz de ayunar muchos das porque vea que los vveres no podan llegar por fuerza mayor, pero se amotinaba si se vea pn\ada de una sola comida por descuido o hurocratismo, etctera. Este principio se extiende a todas las acciones que exigen sacrificio. Por lo que siempre, despus de cada fracaso, es preciso ante todo invesugar las rrsponsahiiidades de los dirigentes y esto en sentido estricto (por ejemplo: un frente est constituido por varias secciones y cada seccin tiene sus dirigentes: es posible que de una derrota sean ms responsables los dirigentes de una seccin que los de otra, pero se trata de ms o menos, no de exclusin de responsabilidad para alguno, eso nunca) Estableciendo el principio de que existen dirigidos y dirigentes, goher176
nadas y gobernantes, es verdad que los partidos son hasta ahora el modo ms adecuado para elaborar dirigentes y capacidad de direccin (los "partidos" pueden presentarse bajo los nombres ms diversos, incluso los de anti-partido y de "negacin de los partidos"; en realidad incluso los Ilamados "indidualistas" son hombres de partido, slo que querran ser "jefes de partido" por gracia I de Dios o de la imbecilidad de quien les sigue. Desarrollo del concepto general contenido en la expresin "espritu estatal". Esta expresin tiene un significado muy preciso, histricamente determinado. Pero se plantea el problema: jexiste algo <parecido> a lo que se llama "espritu estatal" en todo movimiento seno, o sea que no se trata de la expresin arbitraria de individualismos ms o menos justificados? Por lo pronto el "espritu estatal" presupone la "continuidad tanto hacia el pasado, o sea con respecto a la tradicin, como hacia el futuro, o sea que presupone que todo acto es el momento de un proceso complejo, que est ya iniciado y que continuar. La responsabilidad de este proceso, de ser actores de este proceso, de ser solidarios de fuerzas "ignotas" materialmente, pero que no obstante se sienten operantes y activas y que se tienen en cuenta, como si fuesen "materiales"y presentes corporalmente, se llama precisamente, en ciertos casos, 'espritu estatal". Es evidente qne tal conciencia de la "duracin" debe ser concreta y no abstracta, esto es, en cierto sentido, que no debe superar ciertos lmites; pongamos que los lmites ms pequeos sean una generacin precedente v una generacin futura, lo que no es poco decir, porque las generaciones se contarn, para cada una, no treinta aos antes y treinta aos despus de hoy, sino orgnicamente, en sentido histrico, lo que para el pasado al menos es fcil de comprender: nos sentimos solidarios con los hombres que hoy son viejsimo~ que para nosotros representan el "pasado" que aun vive entre y nosotros, que hay que conocer, con el que hay que contar, que es uno de los elementos del presente y de las premisas del futuro. Y con los nios, con las generaciones que ahora estn naciendo y creciendo, de las que somos responsables. (Otra cosa es el "culto" de la "tradicin"que tiene un valor tendencioso, implica una eleccin y un fin determinado, o sea que es base de una ideologa.) Y sin embargo, si se puede decir que un "esprihi estatal" as entendido se halla en todos, hay que luchar una y otra vez contra las deformaciones y desviaciones del mismo. "Elgesto por el gesto", la lucha por la lucha, etctera p especialmente el individualismo mezquino y ruin, que adems no es sino una caprichosa satisfaccin de impulsos momentneos, etctera. (En realidad el punto es siempre el del "apoliticismo" italiano que adopta estas variadas formas pintorescas y extraas.) El individualismo es slo apoliticismo animal; el sectarismo es "apoliticismo" y si <bien> se observa, en efecto, el sectarismo es una forma de 177
"clientela" personal, mientras falta el espritu de partido, que es el elemento fundamental del "espritu estatal". La demostracin de que el espritu de partido es el elemento fundamental del espritu estatal es una de las tareas ms conspicuas a cumplir y de mayor importancia; y vicever4 bu sa que el "individualismo"es un elemento animal, I "admirado por los forasteros" como los actos de los habitantes de un jardn zoolgico.
8 6> Pasndo y pmmte. L crisis. Ei estudio de los acontecimientos que a adoptan el nombre de crisis y que se prolongan en forma catastrfica desde 1929 hasta hoy deber3 atraer especial atencin. 1 Habr que comba1 tir a cualquiera que quiera dar una defmicin nica de estos acontecimientos, o lo que es lo mismo, hallar una causa o un origen nico. Se trata de un proceso que tiene muchas manifestaciones y en el que causas y efectos se complican y superponen. Simplificar significa desnaturalii y faisificar. As pues: proceso complejo, como en muchos otros fenmenos, y no "hecho" nico que se repite en varias formas por una causa de origen nico. 21 :Cundo comenz la crisis? La pregunta est vinculada a la primera. Tratndose de un desarrollo y no de un suceso, la cuestin es importante. Puede decirse que de la crisis como tal no hay fecha de comienzo, sino slo de algunas 'Znanifestaciones" ms visibles que son identificadas con la c k sis, errnea y tendenciosamente. El otoo de 1929 con el crack de la bolsa de Nueva York es para algunos el principio de la rrisis, y se entiende en aquellos que quieren encontrar en el "americanismo" el origen y la causa de la crisis. Pero los acontecimientos del otoo de 1929 en Amrica son precisamente una de las clamorosas manifestaciones del desarrollo crtico, nada ms. Toda la posguerra es crisis, con tentativas de obviarla, que algunas veces tienen xito en este o aquel pas, nada ms. Para algunos (y probablemente con rzn) la guerra misma es una manifestacin de la crisis, incluso la primera manifestacin; efectivamente la guerra fue la respuesta poltica y organizativa de los responsables. (Esto mostrara que es dificil en los hechos separar la crisis econmica de las crisis polticas, ideolgicas etctera, si bien ello es posible cienficamente,o sea con una labor de abstraccin.) 31 :La crisis tiene origen en las relaciones tcnicas, o sea en las posiciones de clase respectivas, o en otros hechos? ~Legislaciones. turbulencias, etctera? Cierto es que parece demostrable que la crisis tiene orgenes "tcnicos", o sea en las relaciones respectivas de clase, pero que en sus inicios las primeras manifestaciones o previsiones dieron lugar a conflictos de diverso tipo y a intervenciones legislativas, que sacaron ms
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En el manuscrito: "debern'
a la luz la "crisis" misma, no que la determinaron, o aumentaron algunos de sus factores. Estos tres puntos: 1] que la crisis es un proceso complicado; 21 que se inicia al menos con la guerra, aunque sta no es I la primera manifestacin; 31 que la crisis tiene orgenes internos en los modos de produccin y por lo tanto de cambio, y no en hechos polticos yjundicos, parecen los tres primeros puntos a aclarar con exactitud. Otro punto es el de que se olvidan los hechos simples, o sea las contradicciones fundamentales de la sociedad actual, por hechos aparentemente complejos (pero mejor sera decir "alambicados"). Una de las conuadicciones fundamentales es sta: que mientras la vida econmica tiene como premisa necesaria el internacionalismo, o mejor el cosmopolitismo, la vida estatal se ha desarrollado siempre ms en eisentido del 'liacionalismo", del "bastarse a s mismos" etctera. Una de las caractersticasms visibles de la "actual crisis" n o es otra cosa que la exasperacin del elemento nacionalista (estatal nacionalista) en la economa: cuotas de importacin y exportacin, clearing, 1-esuiccin al comercio de divisas, comercio balanceado entre dos inicos Estados, etctera. Podra decirse entonces, y esto sena lo ms exacto, que la "crisis" no es ms que la intensificacin cuantitativa de ciertos elementos, no nuevos y originales, pero especialmente la intensificacin de ciertos fenmenos, mientras otros que antes aparecan y operaban simultneamente a los primeros, inmunizndolos, se han vuelto inoperantes o han desaparecido del todo. En suma, el desarrollo del capitalismo ha sido una "crisis continua", si as puede decirse, o sea un rapidsimo movimiento de elementos que se equilibraban e inmunizaban. En cierto punto, en este movimiento, algunos elementos han predominado, otros han desaparecido o se han vuelto inoperantes en el cuadro general. Han sobrevenido entonces acontecimientos a los cuales se les da el nombre especfico de "crisis", que son ms graves o menos graves, segn que se den elementos mayores o menores de equilibrio. Dado este cuadro general, se puede estudiar el fenmeno en los diversos planos y aspectos: monetario, financiero, productivo, del comercio interno, del comercio internacional, etctera, y no puede afirmarse que cada uno de estos as pectos, dada la divisin internacional del trabajo y de las funciones, no haya aparecido en los diversos pases como prevaleciente o como manifestacin mxima. Pero el problema fundamental es el productivo; y. en la produccin, el desequilibrio entre industrias progresistas (en las cuales el capital constante ha ido aumentando) e industrias estacionarias (donde cuenta mucho la mano d e obra inmediata). Se comprende que producindose tambin en el campo internacional una estratificacin entre indusuias progresistas y estacionarias, los pases donde las indusmas progresistas son superabundantes han sentido ms la crisis, etctera. De ah
las diversas ilus;ones dependientes del hecho de que no se comprende que el mundo es una unidad, se quiera o no se quiera, y que todos los pai5 bis ses, permaneciendo I en ciertas condiciones de estructura, pasarn por ciertas "crisis". (Para todos estos argumentos habr que ver la literatura de la Sociedad de Naciones, de sus expertos y de su comisin financiera,' que servir al menos para tener presente todo el material sobre la cuestin, igualmente las publicaciones de las ms importantes revistas internacionales y de las Cmaras de Diputados.)' La momdag el oro. El patrn oro de la moneda se hace necesario por el comercio internacional y por el hecho de que existen y operan las divisi* nes nacionales (lo que conduce a hechos tcnicos particulares de este campo de los que no se puede prescindir: entre los hechos est la rapidez de circulacin que no es un pequeo hecho econmico). Dado que las mercancas se cambian por mercancas, en todos los campos, la cuestin es si este hecho, innegable, acontece a corto o largo plazo y si esta diferencia de tiempo tiene su importancia. Dado que las mercancas se cambian por mercancas (entendiendo entre las mercancas los servicios) es evidente la importancia del "crdito", o sea el hecho de que una masa de mercancas o servicios fundamentales, que indican un ciclo comercial completo, producen ttulos de cambio y que tales ttulos deberan mantenerse iguales en todo momento (de igual poder de cambio) bajo pena de interrupcin de los intercambios. Es verdad que las mercancas se cambian por mercancas, pero "abstractamente". o sea que los actores del cambio son distintos (es decir que no existe el "trueque" individual, y eso precisamente acelera el movimiento). Por eso, si es necesario que en el interior de un Estado la moneda sea estable, tanto ms necesario resulta que sea estable la moneda que sirve para los intercambios internacionales, en los que los "actores reales" desaparecen tras el fenmeno. Cuando en un Estado la moneda d a (infiacin o deflacin) se produce una nueva estrahficacin de clases en ese pas mismo, pero cuando vara una mcneda internacional (ejemplo la libra esterlma y, menos, el dlar, etctera) se produce una nuevajerarqua entre los Estados, lo cual es ms complejo y lleva a una detencin en el comercio (y a menudo a guerras), o sea que hay un ufico "gratuito" de mercancas y servicios entre un pas y el otro y no slo entre una clase y oba de la poblacin. La estabilidad de la moneda es una reivindicacin, en el interior, de algunas clases y, en el exterior (para las monedas internacionales con las que se han hecho los compromisos), de todos los comerciantes;ipero por quvaran stas? Las razones x>n muchas, ciertamente: 11 porque el Estado gasta demasiado, o sea que no quiere hacer pagar sus gastos a ciertas clases, directamente, sino indirectamente a otras y, si es posible, a pases extranjeros; 21 porque no se
quiere disminuir un costo "directamente" (ejemplo el salario) sino slo indirectamente y en un tiempo prolongado, evitando fricciones peligrosas etctera. En todo caso, tambin los efectos monetarios son I debidos a la 6 oposicin de los grupos sociales, que hay que entender en el sentido no siempre del pas mismo donde el hecho sucede sino de un pas antagnico. Es ste un principio poco profundizado y sin embargo capital para la comprensin de la historia: que un pas sea destruido por invasiones "extranjeras" o brbaras no quiere decir que la historia de ese pas no est incluida en la lucha de grupos sociales. Por qu se produjo la invasin? Por qu aquel movimiento de poblacin, etctera? Como, en cierto sentido, en un Estado la historia es historia de las clases dirigentes, as, en el mundo, la historia es historia de los Estados hegemnicos. La historia de los Estados subalternos se explica por la historia de los Estados hegemnico~. cada del Imperio Romano se explica por el desarrollo de la vida La del Imperio Romano mismo, pero esto es porque "faltaban" ciertas fuerzas, o sea que es una historia negativa y por eso nos deja insatisfechos. La historia de la cada del Imperio Romano debe buscarse en el desarrollo de las poblaciones "brbaras" y tambin otras, porque a menudo los movimientos de las poblaciones brbaras eran <consecuencias> "mecnicas" (o sea poco conocidas) de otro movimiento enteramente desconocido. He ah por qu la cada del Imperio Romano da lugar a "piezas oratorias" y es presentada como un enigma: 11 porque no se quiere reconocer que las fuerzas decisivas de la historia mundial no estaban entonces en el Imperio Romano (aunque fuesen fuerzas primitivas); 21 porque de tales fuerzas faltan los documentos histricos. Si existe un enigma, no se trata de cosas "incognoscibles" sino simplemente "desconocidas" por falta de documentos. Falta por ver la parte negativa: "por qu el Imperio se dej destruir?", pero precisamente el estudio de las fuerzas negativas es el que menos satisface y con razn, porque de por s presupone la existencia de fuerzas positivas y nunca se quiere confesar que stas n o se conocen. En la cuestin [del planteamiento histrico de la cada] del Imperio Romano entran en juego tambin elementos ideolgicos, de vanidad, que e s tn lejos de ser desdeables.
5 <6> Mayuia7ielo. Concepciones del mundo j. actitudes prcticas totalitarias y parciales. E n criterio primordial de juicio tanto para las concepciones del mundo como, y especialmente, para las actitudes prcticas, es ste: :a l concepcin del mundo o la actitud prctica puede ser concebida "aislada, independiente" con toda la responsabilidad de la xlda colectiva sobre uno, o ello es imposible y la concepcin del mundo y la actitud prctica
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slo puede ser concebida como "integracin", perfeccionamiento, contrapeso etctera, de otra concepcin I del mundo y otra actitud prctica? Si se reflexiona, se ve que este criterio es decisivo para un juicio ideal sobre los movimientos ideales y sobre los movimientos prcticos, y se ve -bin que tiene un alcance prctico no pequeo. Uno de los fetiche~ ms comunes es el de creer que todo lo que existe es "natural" que exista, no puede dejar de existir, y que los propios intentos de reforma, por mal que vayan, no interrumpirn la vida, porque las fuerzas tradicionales continuarn operando y continuarn la vida. En este modo de pensar hay algo de verdad, ciertamente, y jay si as no fuera!, sin embargo este modo de pensar, ms all de ciertos limites, se vuelve peligroso (ciertos casos de la poltica de lo peor) y de todos modos, como ya se ha dicho, subsiste el criterio del juicio filosfico, poltico e histrico. Es cierto que, si se observa a fondo, ciertos movimientos se conciben a s mismos como marginales; esto es, presuponen un movimiento principal en el cual han de insertarse para reformar ciertos males verdaderos o presuntos, o sea que ciertos movimiencos son puramente reformistas. Este principio tiene importancia poltica porque la verdad terica de que cada clase tiene un solo partido queda demostrada, en los momentos decisivos, por el hecho de que agrupaciones diversas, cada una de las cuales se presentaba como partido "independiente", se renen y se integran en unidades. La multiplicidad antes existente era slo de carcter "reformista", o sea que concerna a cuestiones parciales, en cierto sentido e n una divisin del trabajo poltico (til, denuo de sus lmites); pero cada parte presupona a la otra, tanto que en los momentos decisivos, o sea precisamente cuando las cuestiones principales se ponen en juego, la unidad se forma, la integracin se efecta. De ah la conclusin de que en la construccin de los partidos, hay que basarse en un carcter "monotitico" y no en cuestiones secundarias, por lo tanto ha de observarse atentamente que haya homogeneidad entre dirigentes y dirigidos, entrejefes y masa. Si en los momentos decisivos los jefes se pasan a su Verdadero partido", las masas quedan truncadas, inertes y sin eficacia. Puede decirse que ningn movimiento real adquiere conciencia de su totalidad de un golpe, sino slo por experiencias sucesivas, o sea cuando advierte, por los hechos, que nada de lo que es, es natural (en el sentido extravagante de la palabra), sino que existe porque se dan ciertas condiciones, cuya desaparicin no dejar de tener consecuencias. As el movimiento se perfecciona, pierde las caractersticas de arbiuxiedad, de "simbiosis", se vuelveverdaderamenteindependiente, en el sentido de que para tener ciertas consecuencias crea las premisas necesarias e incluso en la creacin de estas premisas empea todas sus fuerzas.
g <7> Maquaauein. Ekccioner. En un peridico polaco (la Gazta Polska de los ltimos das de enero o los primeros de febrero de 1933) se encuentra este enunciado: "El poder se conquista siempre con un gran plebiscito. Se vota o con papeletas electorales o con tiroteos. El primer mtodo es cuantitativo, el segundo cualitativo. Con ei primero hay que contar con la mayona de los pequeos, con el segundo con la minona de los grandes caracteres".' Agunas verdades ahogadas en grandes tinas de despropsitos. {Por qu el "tiroteo" debe siempre coincidir con el gran carcter? {Por qu quien dispara debe siempre ser un gran carcter?A menudo e s tos grandes caracteres se enrolan por pocas liras al da, o sea que a menudo el "tiroteo" es ms econmico que la eleccin, eso es todo. Despus del sufragio universal, corromper al elector se ha vuelto ms bien caro; con veinte liras y un fusil se desbandan veinte electores. La ley de la ganancia funciona tambin para los "grandes caracteres" de los que habla la Guzeta P o k h
<8> Mquiauelo. Derecho natural. Uno de los intentos de los tericos de origen nacionalista (por ejemplo: M. Maraviglii) es el de conbaponer la historia al derecho natural.' ;Pero au simiifca semeiante contraoosicin?Na> da o slo la confusin en el cerebro del escritor. El "derecho nanual" es un elemcnto dc la historia, indica un "sentido comn poltico y social" y como tal es un ''fermento" de actividad. La cuestin podra ser sta: que un te6 rico explique los hechos a base del llamado "derecho natural", pero ste es un problema de carcter individual, de crtica a obras individuales, etctera y en el fondo no es ms que critica ai %noraiismo3'como criterio de interpretacin histrica. Cosa ya muy vieja. Pero en realidad, bajo este des propsito hay un inters concreto. El de querer sustituir un "derecho natural" por otro. {Yacaso toda la teora nacionalista no se basa en "derechos naturales"? S quiere sustituir el modo de pensar 'popular" por un modo e de pensar no-popular, tan a t o de atica como el primero.
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<9>Notas autobiogrfiuu. Cmo empec a juzgar con mayor indulgencia las catstrofes del carcter. Por experiencia del prmeso a travs del cual se producen tales catstrofes. Ninguna indulgencia para quien ejecuta un acto contrario a sus principios "repentinamente", y entiendo repentinamente en este sentido: por no haber pensado que el permanecer firme en ciertos principios habra procurado suimientos y no haberlos previsto. Quien, hallndose de golpe ante el sufrimiento, antes I aun de sufrirlo o al comienzo del sufrimiento, cambia de actitud, no merece in-
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dulgencia. Pero el caso se plantea en formas complejas. Es extrao que por lo comn se sea menos indulgente con los cambios "moleculares" que con los repentinos. Ahora bien, el movimiento "molecular" es el ms peligroso, puesto que, mientras demuestra en el sujeto la voluntad de resistir, "hace entrever" (a quien reflexiona) un cambio progresivo de la personalidad moral que en cierto punto se transforma de cuantitativo en cualitativo: o sea que no se trata >a, verdad, de la misma persona, sino en de dos. (Se entiende que "indulgencia" no significa sino la falta de iistesmo moral, no ya que no se tenga <en c u e n w el cambio y no se sancione; la falta de sancin significara "glorificacin" o por lo menos "indiferencia" al hecho y eso no permitina distinguir la necesidad y la no necesidad, la fuerza mayor y la vileza.) Se ha establecido el principio de que un capitn no debe abandonar la nave que naufraga sino en ltimo lugar, cuando todos se han salvado, incluso algunos llegan a afirmar que en tales casos el capitn "debe" matarse. Estas afirmaciones son menos irracionales de lo que pueden parecer. Ciertamente no est excluido que no haya nada de malo en que el capitn se salve antes que nadie. Pero si esta posibilidad se convirtiera en principio, ?qu garanta se tendra de que el capitn ha hecho todo lo posible: 11 para que el naufragio no se p r e duzca; 21 para que, una vez producido, se intente todo para reducir al mnimo los daos a las personas y las cosas? (dao a las cosas significa adems dao futuro a las personas). Slo el principio, convertido en "ab soluto", de que el capitn, en caso de naufragio, sea el ltimo en abandrr nar la nave e incluso muera con ella, da esta garanta, sin la cual la %ida colectiva es imposible, o sea que nadie acepm'a compromisos y actuana encomendando a otros la propia seguridad personal. Lavida moderna 6% t hecha en gran parte de estos estados de nimo o "creencias" tan fuertes como los hechos materiales. La sancin de estos cambios, para volver al tema, es un hecho poltico, no moral, no depende de un juicio moral, sino de un juicio de "necesidad" para el fumro, en el sentido de que si no se hiciese as podran s e brevenir daos mayores: en poltica esjusta una "injusticia" pequea para evitar una mayor, etctera. Digo que "moralmente" es ms justificable quien se modifica "molecularmente" (por fuerza mayor, se entiende) que quien I se modifica de golpe, si bien de costumbre se razone de manera diferente. Se oye decir: "Resisti durante cinco aos, ?por qu no durante seis? Poda resistir otro ao y triunfar". En este caso se trata de clarividencia, porque al quinto ao el sujeto no saba que "slo" le esperabaaotro ao de sufrimientos. Pero apara
En el manuscrito: "esperaban".
del tercero, del segundo, del primero, etctera; es una nueva personalidad, completamente nueva, en la cual los a5os transcurridos han demolido los frenos morales, las fuerzas de resistencia que caracterizaban al hombre del primer ao. Un ejemplo tpico es el del canibalismo. Puede decirse que en el nivel actual de la civiliiacin, el canibalismo repugna a tal grado que a una persona comn debe crersele cuando dice: puesto en la alternativa de ser canbal, me matara. En realidad, esa misma persona, si llegase a encontrarse ante la alternativa: "ser canbal o matarse", ya no razonara . s, porque habran ocurrido tantas modiicaciones en su yo, que el "matarse" no se presentara ya como alternatila necesaria: se hara canbal sin pensar para nada en matarse. Si Fulano, en la plenitud de sus fuerzas Gsicas y morales es puesto ante la alternativa, hay una probabilidad de que se mate (despus de haberse convencido de que no se trata de una comedia sino de algo real, de una alternativa sena); pero esta probabilidad no existe ya (o al menos disminuye mucho) si Fulano se halla ante la alternativa despus de haber sufrido un proceso molecular en el que sus fuerzas Gsicas y morales han sido destruidas. Etctera. As, vemos hombres nomalmente pacficos incurrir en estallidos repentinos de ira y ferocidad. No hay ah, en realidad, nada de repentino: ha habido un proceso "invisible" [y molecular] en el que las fuerzas morales que hacan "pacfico" a ese hombre se han disuelto. Este hecho, de inditidual puede pasar a ser considerado colectivo (se habla entonces de la "gota que ha hecho derramar el vaso" etctera). El drama de tales pers* nas consiste en esto: Fulano prev el proceso de disolucin, o sea prev que sevolver... canbal, y piensa: si eso sucede, en cierto punto [del prcceso] me mato. Pero este "punto", cul ser? En realidad cada cual conGa en sus fuerzas y espera en los casos nuevos que lo saquen de la situacin dada. Y as sucede que I (salvo excepciones) la mayor parte se encuentra 8 bis en pleno proceso de uansfomacin ms all de aquel punto en el que sus fuerzas todava eran capaces de reaccionar aunque fuese segn la alternativa del suicidio. Este hecho debe estudiarse en sus manifestaciones actuales. S o es que el hecho no haya ocurrido en el pasado, pero es cierto que en el presente ha asumido una forma especial y... voluntaria. Esto es, hoy se cuenta con que suceda y el suceso es preparado sistemticamente,lo que en el pasado no ocurra (sistemticamentequiere decir sin embargo "en masa" sin excluir naturalmente las "atenciones" particulares a los individuos). Es cierto que hoy se ha inluado un elemento "terrorista" que no exista en el pasado, de terrorismo material e incluso moral, que no es despreciable. Esto agrava la responsabilidad de quienes, pudiendo, no han impedido,
por impericia, negligencia, o incluso voluntad perversa, que se sufrieran ciertas pruebas. [Contra este modo de ver anhmoralista est la concep cin falsamente heroica, retrica, fraseolgica, contra la cual todo esfuerzo de lucha es poco.]'
g <lo> Maplliaveb. Sociologa y ciencia politiur (ver los pargrafos sobre el Ensaypqfmlar).' El xito de la sociologa est en relacin con la decadencia del concepto de ciencia poltica y de arte poltico que ha tenido lugar en el siglo xnr (con ms exactitud en la segunda mitad, con el xito de las docmnas evolucionistas y positivistas). Lo que de realmente importante hay en la sociologa no es ms que ciencia poltica. "Poltica"se vuelve sio Persuasin nnimo de poltica ~arlamentaria de camarillas pe~onales. de que con las constituciones y los parlamentos se hubiese iniciado una poca de "evolucin natural", que la sociedad hubiese encontrado sus fundamentos definitivospor ser racionales, etctera, etctera. He ah que la sociedad puede ser estudiada con el mtodo de las ciencias naturales. Empobrecimiento del concepto de Esiado consiguiente a tal modo dever las cosas. Si ciencia poltica significa ciencia del Estado y Estado es todo el conjunto de actividades prcticas y tericas con que la clase dirigente no slo justifica y mantiene su dominio sino que logra obtener el consenso activo de los gobernados,es evidente que todas las cuestiones esenciales de la sociologa no son otra cosa que las cuestiones de la ciencia poltica. S hay un residuo, ste no puede ser ms que de falsos problemas o sea de i problemas ociosos Por lo tanto, la cuestin que se le planteaba al autor del Ensayopopularera la de determinar en qu relaciones poda ser puesta la ciencia poltica con la filosofia de la praxis, si entre las dos existe identidad (cosa no sostenible, o sostenible slo desde un punto de vista I del ms burdo positivismo) o si la ciencia poltica es el conjunto de principios empricos o prcticos que se deducen de una ms vasta concepcin del mundo o filosofiapropiamente dicha, o si esta filosofia es slo la ciencia de los conceptos o categoras generales que nacen de la ciencia poltica, etctera. Si es verdad que el hombre no puede ser concebido sino como hombre histricamente determinado, o sea que se ha desarrollado y vive en ciertas condiciones, en un determinado complejo social o conjunto de relaciones sociales, jse puede concebir la sociologa slo como estudio de estas condiciones y de las leyes que regulan su desarrollo? Puesto que no se puede prescindir de la voluntad v de la iniciatiia de los hombres mismos, este concepto no puede dejar de ser falso. El problema de qu es la "ciencia" misma debe ser planteado. <La ciencia no es ella misma "actividad poltica" v pensamiento poltico, en cuanto
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que transforma a los hombres, los hace distintos de lo que eran ante3 Si todo es "poltico", es preciso, para no caer en una fraseologa tautolgica y fastidiosa, distinguir con conceptos nuevos la poltica que corresponde a aquella ciencia que mdicionalmente se llama "filosofa", de la poltica que se llama ciencia poltica en sentido estricto. Si la ciencia es "descubrimiento" de realidades ignoradas antes, (esta realidad no es concebida cm mo trascendente en cierto sentido? <Ynose piensa que existe an algo de "ignoto" y por lo tanto de uascendente? ?Y el concepto de ciencia como "creacin" no significa adems como "poltica"? Todo consiste en ver si se mata de creacin "arbitraria" o racional, o sea "ti1" a los hombres para ampliar su concepto de la vida, para hacer superior (desarrollar) L vida a misma. A propsito del Ensayopopuhry de su apndice Teora y prctica"' hay que ver en la Nuova AnzoEogia del 16 de marzoa de 1933 la resena filosfica de Armando Carlini, de la que resulta que la ecuacin Teona : prctica = matemtica pura : matemtica aplicada, ha sido enunciada por un ingls (me parece que Whittaker) .'
5 <11> Maguiavelo. El concepto de 'revolucin pasiva" en el sentido de Viucenzo Cuoco' auibuida al primer penodo del Risorgimento italiano, :puede ser relacionado con el concepto de "guerra de posiciones" en contraposicin a la guerra de maniobras? Esto es, testos conceptos han surgido despus de la Revolucin francesa y el binomio ProudhonCim berti puede ser justificado por el pnico creado por el terror de 1793 cm mo el sorelismo por el pnico subsiguiente a los estragos pansienses de 1 1871? Es decu, <existeuna identidad absoluta enue guerra de posiciones y revolucin pasiva? e existe al menos o puede concebirse todo un pe0 nodo histrico en el que los dos conceptos se deban identicar, hasta el punto en que la guerra de posiciones vuelve a convertirse en guerra de maniobras? Es un juicio "dinmico" que hay que dar sobre las "restauraciones" que seran una "'astucia de la providencia" en sentido viquiano. Un problema es ste: en la lucha Cavour-Mazzini, en la que Cavour es el exponente de la revolucin pasiva-guerra de posiciones y Mazziui de la iniciativa popular-guerra de maniobras, no son ambos indispensables en la misma y precisa medida? Sin embargo hay que tener en cuenta que mientras Cavour era consciente de su misin (al menos en cierta medida) en cuanto que comprenda la misin de Mazziui, Mavini no parece haber sido consciente de la suya ni de la de Cavour; si por el contrario Maz-
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zini hubiese tenido tal conciencia, o sea si hubiese sido un poltico realis ta Y no un apstol iluminado (o sea si no hubiese sido Mazzini) el equilibno resultkte de la confluencia de ambas actividades hubiera sido dktinto. ms fa~orable mazzinismo: o sea oue el Estado italiano se habra al constituido sobre bases menos atrasada y ms modernas. Y puesto que en todo evento histrico se dan casi siempre situaciones similares, hay que ver si no se puede extraer de ello algn principio general de ciencia y arte poiticos. Se puede aplicar al concepto de revolucin pasiva (y se puede documentar en el RisorgLmento italiano) el criterio interpretativo de las modificaciones moleculares que en realidad modifican progresivamente la composicin precedente de las fuerzas y por lo tanto se vuelven matrices de nuevas modificaciones. As en el Risorgimento italiano se ha visto cmo el paso al cavourismo [despus de 18481 de elementos siempre nuevos del Partido de Accin, modific progresivamente la composicin de las fuerzas moderadas, liquidando el neo@elsmo por una parte y por la otra empobreciendo el movimiento mazziniano (a este proceso pertenecen tambin las oscilaciones de Garibaldi, etctera). Por lo tanto, este elemento es la fase ori@nana de aquel fenmeno que fue llamado ms tarde "transformismo" y cuya importancia no ha sido, hasta ahora, sacada a la luz que le corresponde como forma de desarrollo histrico. Insistir en el desarrollo del concepto de que mientras Cavour era consciente de su misin en cuanto que era consciente criticamente I de la misin de Mazzini, Mazzini, por su escasa o nula conciencia de la misin de Cavour, era en realidad tambin poco consciente de su propia misin, por eso sus vacilaciones (as en Miln en el periodo signiente a las cinco jornadas y en otras ocasiones) y sus iniciativas fuera de tiempo, que por lo tanto se convertan en elementos slo tiles a la poltica piamontesa. Es sta una ejemplificacin del problema terico de cmo deba ser comprendida la dialctica, planteado en la Miseria de la filosofd que cada miembro de la oposicin dialctica debe tratar de ser todo l mismo y lanzar a la lucha todos kus propios "recursos" polticos y morales, y que slo as se tiene una supe>-acin real, no fue comprendido ni por Proudbon ni por Mazzini. Se dir que no fue comprendido tampoco por Gioberti y los tericos de la revolucin pasiva y 'i-evolucin-restauracin", pero la citestin cambia: en stos la "incomprensin" terica era la expresin prctica de las necesidades de la "tesis" de desarrollarse enteramente, hasta el punto de llegar a incorporar una parte de la anttesis misma, para no dejarse "superar", o sea que en la oposicin dialctica slo la tesis, en realidad, desarrolla todas sns posibilidades de lucha hasta ganarse a los que se dicen representantes de la anttesis: precisamente en esto consiste la revolucin pasiva o reiolucin-restauracin.Ciertamente, en este punto hay 188
que considerar la cuestin del de la lucha poltica de "guerra de maniobras" a '+guerrade posiciones", lo que en Europa sucedi despus de 1848 y que no fue comprendido por Mazzini y los mazzinianos como por el contrario fue comprendido por dgunos otros; el mismo paso se dio despus de 1871, etctera. La cuestin era dificil de entender entonces para hombres como Mazzini, dado que las guerras militares no haban dado el modelo, sino que incluso las doctrinas militares se desarrollaban en el sentido de la guerra de movimientos: habr que ver si Pisacane, que fue el terico militar del mazzinismo, haya indicado algo en este sentido. (Habr que 1:er la literatura poltica sobre el 48 debida a estudiosos de la filosofia de la praxis; pero no parece que haya mucho que esperar en este sentido. Los acontecimientos italianos, por ejemplo, fueron examinados slo con la gua de los libros de Bolton King, etctera). Pisacane tambin merece verse porque fue el nico que intent dar al I Partido de Accin un contenido no slo formal, sino sustancial de anttesis superadora de las posiciones tradicionales. Tampoco puede decirse que para obtener estos resultados histricos fuese necesaria perentoriamente la insurreccin armada popular, como pensaba Mazzini hasta la obsesin, o sea no realistamente, sino como misionero religioso. La intervencin popular que no fue posible en la forma concentrada v simultnea de la insurreccin, no se dio tampoco en la forma "difusa" y capilar de la presin indirecta, lo que por el conuario era posible y seguramente hubiera sido la premisa indispensable de la primera forma. La forma concentrada o simultnea se haba hecho imposible por la tcnica militar de la poca, pero slo en parte, o sea que la imposibilidad exista en cuanto a la forma concentrada y simultnea, no se hizo preceder una preparacin poltica ideolgica de largo aliento, orgnicamente predispuesta para despertar las pasiones populares y hacer posible su concentracin y el estallido simultneo. Depus de 1848 una crtica de los mtodos anteriores a la derrota fue hecha slo por los moderados y de hecho todo el movimiento moderado se renov, el neogelismo fue liquidado, nuevos hombres ocuparon los primeros puestos de direccin. Ninguna autocrtica, por el contrario, de parte del mazzinianismo o bien autocrtica liquidadora, en el sentido de que muchos elementos abandonaron a Mazzini y formaron el ala izquierda del partido piamonts; el nico intento "ortodoxo", o sea desde dentro, fueron los ensayos de Piiacane, que sin embargo no llegaron nunca a ser plataforma de una nueva poltica orgnica y eso no obstante que Mazzini mismo reconoca que Pisacane tena una "concepcin estratgica" de la Revolucin nacional italiana?
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5 <12> P m d o y presente. i sabidura de los zules ha elaborado esta a mxima reproducida por una revista inglesa: "Es mejor avanzar y morir que detenerse y morir".'
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9 <13> Plobh~nosde cultura. Fetichismo. Cmo se puede describir el fetichismo. Un organismo colectivo est constituido por individuos, los cuales forman el organismo en cuanto que se han dado y aceptan acti~amente unajerarqua y una direccin determinada. Si cada uno de los componentes individuales piensa el organismo colectivo como una entidad extraa a s mismo, es evidente que este organismo no existe ya de I hecho, sino que se convierte en un fantasma del intelecto, en un fetiche. Hay que ver si este modo de pensar, muy difundido, no es un residuo de la trascendencia catlica y de los %lejos regmenes paternalistas: esto es comn para una serie de organismos, desde el Estado a la Xacin, los Partidos polticos, etctera. Es natural que suceda con la Iglesia, porque, al menos en Italia, el esfuerzo secular del centro vaticano para aniquilar todo rastro de democracia interna y de intervencin de los fieles en la actividad religiosa ha tenido pleno xito y se ha convertido en una segunda naturaleza del fiel, si bien ha determinado cabalmente esa especial forma de catolicismo que es propia del pueblo italiano. Lo que causa asombro, y es caracterstico,es que el fetichismo de esta especie se reproduce por organismos "voluntarios", de tipo n o "pblico" o estatal, como los partidos y los sindicatos. Esto nos lleva a pensar las relaciones entre el indiiiduo v el organismo como un dualismo, y a una actitud crtica exterior del individuo con respecto al organismo (si la actitud no es de una admiracin entusiasta acrtica). En tc+ d o caso una relacin fetichista. El individuo espera que e1 organismo haga, aunque l no acta y no reflexiona que precisamente, siendo su actitud muy difundida, el organismo es necesariamente inoperante. Por otra parte, hay que reconocer que estando muy difundida una concepcin determinista y mecnica de la historia (concepcin que es de sentido comn y est vinculada a la pasividad de las grandes masas populares), cada individuo, viendo que, n o obstante su n o intervencin, algo sucede todava, tiende a pensar que por encima de los individuos existe una entidad fantasmagrica, la abstraccin del organismo colectivo, una especie de divinidad autnoma, que no piensa con ninguna cabeza concreta, pero no obstante piensa, que no se mueve con determinadas piernas de hombres, pero no obstante se mueve, etctera. Podra parecer que algunas ideologias, como la del idealismo actual (de Ugo Spirito) por las que se identifica al individuo con el Estado,' deberan reeducar las conciencias individuales, pero no parece que eso su-
ceda de hecho, porque esta identificacin es meramente verbal y verbalista. Lo mismo puede decirse de cualquier forma del llamado "cenualis mo orgnico", el cual se basa en el presupuesto, que es cierto slo en momentos excepcionales, de enardecimiento de las pasiones populares, de que la relacin entre gobernantes y gobernados es dada por el hecho de que los gobernantes hacen los intereses de los gobernados y por lo tanto "deben" tener su I consenso, o sea que debe darse la identificacin del indihiduo con el todo, el todo (cualquier organismo que ste sea) estando representado por los dirigentes. Hay que pensar que, como para la Iglesia catlica, semejante concepto no slo es til, sino necesario e indispensable: cualquier forma de intervencin desde abajo, de hecho disgregana a la Iglesia (esto se ve en las iglesias protestantes); pero para otros organismos es cuestin de vida o muerte no el consenso pasivo e indirecto, sino el activo y directo, la participacin de los individuos, aunque eUo provoque una apariencia de disgregacin y de tumulto. Una conciencia colectiva, esto es, un organismo viviente, no se forma sino despus de que la multiplicidad se ha unificado a uavs de la discrepancia de los indixtduos: tampoco puede decirse que el "silencio" no sea multiplicidad. Una orquesta que ensaya, cada instrumento por su cuenta, da la impresin de la ms horrible cacofona; y sin embargo estos ensayos son la condicin para que la orquesta viva como un solo 'Tnsuumento".
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S <14> Gz~acierslicas pqpulnres-nacionah de i literatura italiana. Hano a br que ver un discurso sobre el tema 'Los italianos y la novela", pronunciado por Angelo Gatti y reproducido en parte por la Italia Letterarin del 9 de abrila de 1933. Una indicacin interesante parece ser la que se refiere a las relaciones entre modistas y novelistas en Francia y en Italia. En Francia el tipo de moralista es muy distinto del italiano, que es ms "pcltico": el italiano estudia cmo "dominar", cmo ser ms fuerte, ms hbil, ms astuto; el francs cmo "dirigir" y por lo tanto cmo "comprender" parainfluir y obtener un "consenso espontneo y activo". Los Ricordi politici e ciuili de Guicciardini son de este tipo. As, en Italia, gran abundancia de libros como el Galaieo, en el que se estudia la actitud exterior de las clases altas. Ningn libro como los de los grandes moralistas franceses (ode orden subalterno como en Gaspare Gozzi), con sus anlisis refmados y capilares. Esta diferencia en la "novela" que en Italia es ms exterior, burda, sin contenido humano nacional-popular o universal.
En el manuscrito: -6 de abril".
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8 c15> 11.Iaquiaueb. La relacin 'Yevolucin pasivaguerra de posiciones" en el Risorgimento italiano puede ser estudiada tambin en otros aspectos. Importantisirno el que se puede llamar del "personal" y el otro del "reclutal miento revolucionario". El del "personal" puede ser parangonado con lo que ocurri en la guerra mundial en la relacin entre oficiales de carrera y oficiales de complemento por una parte, y entre soldados de leva y voluntarios-arditi por la otra. Los oficiales de carrera correspondieron en el Risorgimento a los partidos polticos regulares, orgnicos, tradicionalei, etctera, que en el momento de la accin (1848) demostraron ser ineptos o casi y en 184849 fueron dominados por la oleada popularmazziniana-democrtica, oleada catica, desordenada, "extempornea" por as decirlo, pero que sin embargo, a las rdenes de jefes improvisados o poco menos (en todo caso no de formaciones preconstituidas como era el partido moderado) obtuvieron triunfos indudablemente mayores que los obtenidos por los moderados: la Repblica romana y Venecia demostraron una fuerza de resistencia muy notable. En el periodo posterior a 1848 la relacin entre las dos fuerzas, la regular y la "carismtica", se organiz en torno a C a ~ o u y Garibaldi y dio el mximo resultado, si bien r este resultado fue luego confiscado por Cavour. Este aspecto est ~inculado otro, del "reclutamiento". Hay que obal servar que la dificultad tcnica contra la que fueron siempre a estrellarse las iniciativas mazzinianas fue precisamente la del '.reclutamiento revolucionario". Sera interesante, desde este punto de vista, estudiar el intento de invadir Saboya con Ramorino, luego el de los hermanos Bandiera, de Pisacane, etctera, comparado con la situacin que se ofreci a Mazzini en el 48 en hliln y en el 49 en Roma y que l no tuvo la capacidad de organizar. Estos intentos de pocos no podan dejar de ser aniquilados en germen, porque hubiera sido asombroso que las fuerzas reaccionarias, que estaban concentradas y podan operar libremente (es decir, que no encontraban ninguna oposicin en amplios movimientos de la poblacin) no aniquilasen las iniciatia tipo Ramorino, Pisacane, Bandiera, aunque stas hubiesen sido mejor preparadas de lo que lo fueron en realidad. En el segundo periodo (1859-60) el reclutamiento revolucionario, como el de los Mil de Garibaldi, fue hecho posible por el hecho de que Garibaldi, primero, se apoyaba en las fuerzas estatales piamontesas y, luego, que la flota inglesa protegi de hecho el desembarco de Marsala, la toma de Palermo, y anul la flota borbnica. En Miln I despus de las cinco jornadas, en la Roma republicana, Mazzini hubiera tenido la posibilidad de construir plazas de armas para reclutamientos orgnicos, pero no se propuso hacerlo, y de ah su conflicto con Garibaldi en Roma y su inutilizacin en Min frente a Cattaneo y el grupo democrtico milans.
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De todos modos el desarrollo del proceso del Risorgimento, si bien sac a la liu la enorme importancia del movimiento "demaggico" de masas, con jefes de fortuna, improvisados, etctera, en realidad fue expresado por las fuerzas tradicionales orgnicas, o sea por los partidos formados desde hace mucho tiempo antes, con elaboracin racional de losjefes, etctera. En todos los acontecimientos polticos del mismo tipo siempre se tuvo el mismo resultado (as en 1830, en Francia, el predominio de los orleanistas sobre l a ~ fuerzas populares radicales democrticas, y as tambin en el fondo en la Revolucin Francesa de 1789, en la que Napolen representa, en ltimo anlisis, el triunfo de las fuerzas burguesas orgnicas contra las fuerzas pequeobiirguesasjacobinas). en la guerra mundial As el predominio de los viejos oficiales de carrera sobre los de complemento, etctera (sobre este tema cfr. notas en otros cuadernos) .' En todo caso, la ausencia en las fuerzas radicales populares de una conciencia de la mC sin de la otra parte les impidi tener plena conciencia de su propia misin y por lo tanto pesar en el equilibrio final de fuerzas, en relacin a su peso efectivo de intervencin, y por consiguiente les impidi determinar un resultado ms avanzado, segn una Enea de mayor progeso y modernismo.
8 <16> Xociones nciclopdim. A p A . Duda, o sea nexo de pensamiento todava en formacin, lleno de contradicciones que esperan solucin. Por lo tanto la apora puede resolverse, como cualquier duda, positiva y negativamente. Cqunturn. Se puede definir la coyuntura como el conjunto de circuns tancias que determinan el mercado en una fase dada, aunque estas circunstancias sean concebidas como en movimiento, o sea como un conjunto que da lugar a un proceso de combimaciones siempre nuevas, proceso que es el ciclo econmico. Se estudia la coyuntura para prever y por lo tanto tambin, dentro de ciertos lmites, determinar el ciclo econmico en sentido favorable a los negocios. Por eso la coyuntura ha sido I tambin definida como la oscilacin de la situacin econmica, o el conjunto de las oscilaciones.'
5 <17> Muquiaiielo. El concepto de revolucin pasiva debe ser deducido rigurosamente de los dos principios fundamentales de ciencia poltica. 1 ] que ninguna formacin social desaparece mientras las fuerzas producvas que se han desarrollado en ella encuentran todava lugar para su ulterior movimiento progresivo; 21 que la sociedad no se impone tareas para cuya solucin no se hayan incubado las condiciones necesarias, etctera.'
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Se entiende que estos principios deben primero ser desarrollados cnticamente en todo su alcance y depurados de todo residuo de mecanicismo y fatalismo. As, deben ser referidos a la descripcin de los tres momentos fundamentales en que puede distinguirse una 'situacin" o un equilibrio de fuerzas, con el mximo de valorizacin del segundo momento, o equilibrio de las fuerzas polticas y especialmente del tercer momento o equilibrio polticcmditar. Se puede observar que Pisacane, en sus Emajos, se preocupa precisamente de este tercer momento: l comprende, a dierencia de Mazzini, toda la importancia que tiene la presencia en Italia de un aguerrido ejrcito austriaco, siempre dispuesto a intervenir en cualquier parte de la pennsula, y que adems tiene tras de s toda la potencia militar del Imperio de los Habsburgo, o sea una mamz siempre dispuesta a formar nuevos ejrcitos de refuerzo. Otro elemento histrico a recordar es el desarrollo del cristianismo en el seno del Imperio Romano, as como el fenmeno actual del gandhismo en la India y la teora de la no resistencia al mal de Tolstoi que tanto se aproximan a la primera fase del cristianismo (antes del edicto de MiIn). El gandhismo y el tolstosmo son teorizaciones ingenuas y de tinte religioso de la "revolucin pasiva". Deben recordarse tambin algunos movimientos de los llamados 7iquidacionistas" y las reacciones que suscitaron, en relacin a las pocas y a las formas determinadas de situaciones (especialmente del tercer momento). El punto de partida del estudio ser el tratado de Vincenzo Cuoco, pero es evidente que la expresin de Cuoco a propsito de la Revolucin Napolitana de 1799 no es ms que un comienzo, porque el concepto I ha sido completamente modificado y enriquecido.
3 <18> Pasadoypresente. (Cfr. nota en p. 2 bis abajo.)' Y, sin embargo, el hecho de que el Estadogobierno, concebido como una fuerza autnoma, haga refluir su prestigio sobre la clase que es su fundamento, es de los ms importantes prctica y tericamente y merece ser analizado en toda sil extensin si se quiere tener un concepto ms realista del Estado mismo. Por otra parte, no se trata de cosas excepcionales o que sean propias de un solo tipo de Estado: parece que puede incluirse en la funcin de las lites o vanguardias, por lo tanto de los partidos, en confrontacin con la clase que representan. Esta clase, a menudo, como hecho econmico (y tal es esencialmente toda clase) no gozara de ningn prestigio intelectual y moral, o sea que sera incapaz de ejercer una hegemona y, en consecuencia, de fundar un Estado. De ah la funcin de las monarquas incluso en la poca moderna, y de ah especialmente e1 hecho, que
se da especialmente en Inglaterra y en Alemania, de que el personal dirigente de la clase burguesa organizada en Estado est constituido por elementos de las viejas clases feudales desposedas en el predominio econmico (junkers y lords) nadicional, pero que han Mlado en la industria y en la banca nuevas formas de potencia econmica, aun no querindose f i n dir con la burguesa y permaneciendo unidas a su grupo social tradicional.
8 <19> Pasadoy presente. Extraer de esta seccin una serie de notas que sean del tipo de los Ricordipolitici e nliili de Guicciardini (todas las proporciones respetadas). Los "Recuerdos" son tales en cuanto qne resumen no tanto acontecimientos autobiogrficos en sentido estricto (si bien tampoco stos faltan), cuanto "experiencias" civiles y morales (morales ms en el sentido tico-poltico) estrechamente vinculadas a la propia vida y sus vicisitudes, consideradas en su valor universal o nacional. En muchos a pectos, semejante forma de escritura puede ser ms til que las autobiografas en sentido estricto, especialmente si aqulla se refiere a procesos vitales I que se caracterizan por el continuo intento de superar un modo 14 de vivir y pensar atrasado como el que era propio de un sardo de principios de siglo para apropiarse un modo de vivir y pensar ya n o regional y de "aldea", sino nacional, y tanto ms nacional (incluso nacional precisamente por ello) en cuanto que trataba de insertarse en modos de vivir y pensar europeos, o al menos confrontaba el modo nacional con modos europeos, confrontaba las necesidades culturales italianas con las necesidades culturales y las corrientes europeas (del modo como esto era posible y factible en las condiciones personales dadas, es cierto, pero al menos segn exigencias y necesidades fuertemente sentidas en este sentido). Si es verdad que una de las necesidades ms fuertes de la cultura italiana era la de desprovincializarse incluso en los centros urbanos ms avanzados y modernos, tanto ms evidente debera aparecer el proceso en cuanto era experimentado por un "triple o cudruple provinciano", como ciertamente lo era un joven sardo de principios de siglo.
<20> Caractenjticas no rcacional~s~opulam la literatura italiana. Poldz mica desarrollada en la Italia Letteraria, en el Tevere, en el Lamro Fascista, en la Critica Fascista, entre "contenidistas" y "calgrafos". Por algunas alusiones de Gherardo Casini (director del LavoroFascista y redactorjefe de la Critica Fascista), pareca que ste deba plantear al menos crticamente de manera exacta el problema, pero su articulo en la Critica del 1" de mayo es una desilusin.' No logra definir las relaciones entre "poltica" y "li-
teratura" en el terreno de la ciencia y del arte poltico, as como no logra defmirlas en el terreno de la critica literaria: no sabe indicar prcticamente cmo puede ser planteada y conducida una lucha o ayudado un movimiento para el munfo de una nueva cultura o civilizacin, ni tampoco se plantea el problema de cmo puede suceder que una nueva civilizacin, afirmada como ya existente, pueda no tener su propia expresin literaria y arstica, pueda no expandise en la literatura, mientras que siempre ha sucedido lo contrario en la historia, que cada nueva cidizacin, en cuan14 bis to que era tal, incluso oprimida, I combatida, obstruida de todas maneras, se ha expresado literariamente antes que en la vida estatal, es ms, que su vida literaria ha sido el modo de crear las condiciones intelecmles y morales para la expresin legislativa y estatal. Puesto que ninguna obra de arte puede carecer de un contenido, o sea no estar ligada a un mundo potico y ste a un mundo intelectual y moral, es evidente que los "contenidistas" son simplemente los portadores de una nueva cultura, de un nuevo contenido y los "calgrafos" los portadores de un viejo o distinto contenido, de una vieja o distinta cultura (aparte toda cuestin de valor sobre estos contenidos o "culturas" por el momento, si bien en realidad es precisamente el valor de las culturas en contraste y la superioridad de una sobre otra lo que decide el contraste). El problema, pues, es de "historicidad" del arte, de "historicidad y perpetuidad al mismo tiempo, es de bsqueda del hecho si el hecho bruto, econmic~poltico, fuerza, ha (y puede de haber) sufrido la elaboracin ulterior que se expresa en el arte, o si por el contrario se trata de pura economicidad inelaborable artsticamente en forma original en cuanto que la elaboracin precedente ya contiene el nuevo contenido, que es nuevo slo cronolgicamente. Puede suceder, en efecto, dado que todo complejo nacional es una combinacin a menudo heterognea de elementos, que los intelectuales del mismo, por su carcter cosmopolita, no coincidan con el contenido nacional, sino con un contenido tomado en prstamo de otros complejos nacionales o incluso cosmopolitamente abstracto. As Leopardi puede llamarse el poeta de la desesperacin llevada a ciertos espritus por el sei~sualismo dieciochesco, al que en Italia no corresponda el desarrollo de fuerzas y luchas materiales y polticas caracterstico de los pases en los que el sensualismo era forma cultuial orgnica. Cuando en el pas atrasado las fuerzas civiies correspondientes a las formas culturales se afirman y expanden, es cierto que stas no pueden crear una nueva y original literatura, y no slo esto, sino incluso <es natural> que exista un "caligrafismo" o sea, en realidad; i 5 un escepticismo difuso y genrico por todo "contenido" I pasional seno y profundo. Por lo tanto el "caligrafismo" ser la literatura orgnica de tales complejos nacionales, que como Lao-tse,'nacen yaviejos de ochenta aos,
sin frescura ni espontaneidad de sentimiento, sin "romanticismo" pero tambin sin "'clasicismos"o con un romanticismo afectado, en el que la tosquedad inicial de las pasiones es la de los 'Ceranillos de San Martin", de un viejo voronovizado, no de unavididad o masculmidad arrolladora, as como el clasicismo ser tambin afectado, "caligrasmo" exactamente, mera forma como una librea de mayordomo. Tendremos "suapaese" 7 "stracitta, y el "stra" tendr ms signiiicado de lo que parece. Hay que observar adems cmo en esta discusin falta toda seriedad de preparacin: las teoras de Croce podrn ser aceptadas o rechazadas, pero habra que conocerlas con exactitud y citarlas con escn~pulo. el conPor trario, es de sealar cmo en la discusin son mencionadas de odo, "penodsticamente". Es evidente que el momento "artstico" como categora, en Croce, aunque sea presentado como momento de la pura forma, no es el presupuesto de ningn caligrasmo ni la negacin de ningn contenidismo, o sea de la vivaz irrupcin de ningn nuevo motivo cultural. Tampoco cuenta, en realidad, la posicin concreta de Croce, como poltico, Con respecto a esta o aquella>orriente de pasiones y sentimientos; como esteta. Croce reivindica el carcter de liiismo del arte. aunaue como oltico r&indique y luche por el triunfo de un determinado p;ograma e; ver de otro. Parece incluso que con su teora de la circulandad de las categoras espirituales, no puede negarse que Croce presupone en el artista una fuerte "moralidad", aunque, si no como hecho moral, considere la obra de arte como hecho esttico, o sea considere un momento y no otro del crculo como aquel de que se nata. As, por ejemplo, en el momento econmico considera el "bandidaje" como la especulacin de bolsa' pero no parece que como hombre trabaje para el desarrollo del bandidaje ms que para las especulaciones de bolsa (y puede decirse que, en la medida de so imsiones y del no excesivo escrpiilo de los dispuiantes en el aduearse de los trminos del problema y en el escrpulo de la exactitud, ciertamente no documenta que el problema sea I vital v de importancia exce~cional: es ms una de pequeos ymediocr& pe&istas que los 'Golores de parto" de una nueva civilizacin literaria.
iS bis
Q <21> P m d o v ' -enfe. Si se pide a Fulano. auien nunca ha estudiado chino y slo ronoce bien el dialecto de su pro~incia, que tradiixa un pasaje del chino, l muy razonablemente se asombrar, tomar la peticin a broma y, si se insiste, creer que le estn tomando el pelo, se ofender y recurrir a las manos. Y sin embargo el mismo Fulano, sin ser ni siquiera
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solicitado, se creer autorizado para hablar de toda una serie de cuestiones que conoce tanto como el chino, de las que ignora el lenguaje tcnico, la posicin histrica, la conexin con otras cuestiones, a veces los mis mos elementos fundamentales distintivos. Del chino sabe al menos que es una lengua de un determinado pueblo que habita en un determinado punto del globo: de estas cuestiones ignora la topografa ideal y los confines que las limitan.
g Q2> Introduccin al ertudio de lafilosofa. Teora y prctica. Puesto que toda accin es el resultado de voluntades distintas, con diverso grado de intensidad, de conciencia, de homogeneidad con el complejo total de voluntades colectivas, est claro que tambin la teora correspondiente e implcita ser una combinacin de creencias y puntos de vista igualmente desordenados y heterogneos. Sin embargo, hay una adhesin completa de la teora a la prctica, en estos lmites y en estos trminos. Si el problema de identificar teona y prctica se plantea, se plantea en este sentido: cons truir, sobre una determinada prctica, una teona que coincidiendo e identificndose con los elementos decisivos de la prctica misma, acelere el proceso histrico en desarrollo, haciendo la prctica ms homognea, coherente, eficiente en todos sus elementos, o sea potencindola al mximo; o bien, dada una cierta posicin terica, organizar el elemento prctico indispensable para su puesta en prctica. La identificacin de teora y prctica es un acto crtico, por el que la prctica se demuestra racional y necesaria o la teona realista y racional. He ah por qu el problema de la 16 identidad de I teona y prctica se plantea especialmente en ciertos m e mentos histricos llamados de transicin, o sea de ms rpido movimiento transformativo, cuando realmente las fuerzas prcticas desencadenadas exigen ser justicadas para ser ms eficientes y expansivas, o se multiplican los programas tericos que exigen ser tambin ellos justicados realistamente en cuanto que demuestran ser asimilahles por los movimientos prcticos que slo as se vuelven ms prcticos y reales.
5 <23>Nocionrr enciclopdicas. Para las expresiones "Zunftbrger" y "Pfahlbrger" o "Pfahlhrgemhaft" empleadas en el iManz@td debe verse, para las correspondientes figuras italianas, el libro de Amigo Colmi L'amministrazionefinnnziarin del z g n o italico nell'eElo MedioEvo, Pavia, 1932, pp. XV-288' 20 liras (cfr. resea analtica de Piero Pien en la Numia Ifalia del 20 de enero de 1933). En Pava existan antes del Milenio "algunas artes o profesiones de artesanos, mantenidas casi en rgimen de monopolio, bajo la de-
pendencia de la Cmara o del Palacio real de Pava". stas parecen constituidas en torno a personas de mayor experiencia y responsabilidad Ilamadas magishi; stos son nombrados por la realeza, tienen el gobierno interno del "Arte y responden de l ante el Estado, pero se ocupan tambin de defender los privilegios del oficio y valorizan los productos. Kingn artesano puede ejercer el arte si no est inscrito en la organizacin, y todos estn sometidos a tributos de carcter general y especial a la Cmara regia". (Cmara:el "ministerio de finanzas" de entonces.)'
Q4> Literatura i a i n .Hay que tomar en cuenta la gran Storia dello tlaa Letteratura Italiana de Giuseppe Zonta, en cuatro gruesos volmenes, con notas bibliogrcas de Gustavo BalsamoCrivelli, publicada por Utet de Tunn, por la especial atencin que el autor parece haber dado a la influencia social en el desarrollo de la actividad literaria. La obra, publicada en fascculos desde 1928 hasta el 32, no ha dado lugar a grandes discusiones, a juzgar por las publicaciones disponibles (le una sola mencin apresurada en la Italia Letmana).' Zonta, por lo dems, no es un recin llegado al campo de la lologa (cfr. su Lnima dellttomto de 1924).'
3 <25> Maquiarmh. Siempre a propsito del concepto de revolucin pa- 16 bis siva o revolucin-restauracin en el Risorgimento italiano, hay que senalar que se debe plantear con exactitud el problema que en algunas tendencias hiitoriogricas es provocado por las relaciones entre condiciones o b jetivas y condiciones subjetivas del suceso histrico. Parece evidente que nunca pueden faltar las llamadas condiciones subjetivas cuando existen las condiciones objetivas en cuanto que se trata de simple distincin de carcter didctico: por lo tanto es en la medida de las fuerzas subjetivas y de su intensidad sobre lo que puede versar la discusin, y por lo tanto sobre la relacin dialctica entre las fuerzas subjetivas en contraste. Hay que evitar que la cuestin sea planteada en trminos "intelectuaiiitas" y no histricopolticos. Que la "claridad" intelectual de los trminos de la lucha sea indispensable, es evidente, pero esta claridad es un valor poltico en cuanto se xuelve pasin difusa y es la premisa de una fuerte voluntad. En los ltimos tiempos, en muchas publicaciones sobre el Risorgimento, se ha "revelado" que existan personalidades que vean claro etctera (recordar la laloracin de Ornato hecha por Piero Gobeth) ,' pero estas 't-evelaciones" se destrnyen por s solas precisamente porque son revelaciones; demuestran que se trataba de elucubraciones individuales, que hoy representan una forma de "clarividencia". De hecho nunca se cimentaron en la realidad
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efectiva, nunca se convirtieron en conciencia popular-nacional difusa y operante. Entre el Partido de Accin y el Partido Moderado, p i l de ellos represent a las efectivas "fuerzas subjetivas" del Risorgimento? Cierwmente el Partido hloderado, y precisamente porque tuvo conciencia tmbin de la misin del Partido de Accin: por esta conciencia la "subjetividad" era de una calidad superior y ms decisixa. En la expresin, aunque sea de sargento mayor, de Vittorio Emanuele 11: ' A Partido de Accin lo 'l tenemos en el bolsiilo",' hay ms sentido histncc-poltico que en todo blazzini.
5 <26> Notas breves de economapolitica. Luigi Eiiaudi ha recogido en un libro los ensayos publicados en estos aos de crisis.' Uno de los temas so17 bre los que Einaudi regresa ms a menudo es ste: que de la I crisis se saldr cuando la inventim de los hombres haya recuperado cierto impulso. No parece que la afirmacin sea exacta desde ningn punto de vista. Es cierto que el periodo de desarrollo de las fuerzas econmicas ha sido caracterizado tambin por las invenciones, {pero es exacto que en este lumo periodo las invenciones hayan sido menos esenciales e incluso menos numerosas? No lo parece: puede decirse, a lo sumo, que han impresionado menos a la imaginacin, precisamente por ir precedidas por un periodo de tipo simila, pero ms original. Todo el proceso de racionalizacin no es ms que un proceso de "inventiva", de aplicaciones de nuevos hallazgos tcnicos y organizativos. Parece que Einaudi entiende por invenciones slo aquellas que conducen a la introduccin de nuevos tipos de mercancas, pero tampoco desde este punto de vista la afirmacin es exacta. En realidad, sin embargo, las invenciones esenciales son aquellas que determinan una disminucin de los costos, cuando amplan los mercados de consumo, unifican masas humanas cadavez msvastas, etctera; desde este punto de vista, qu periodo ha sido ms "inventivo" que el de la racionalizacin? Incluso demasiado inventivo, a lo que parece, hasta llegar a la "invencin" de la venta a plazos y de la creacin artitciosa de nuevas necesidades en el consumo popular. La verdad es que parece casi imposible crear nuevas "necesidades" de satisfaccin esencial, con nuevas industrias completamente originales, de tal naturaleza que determinen un nuevo periodo de civilizacin econmica correspondiente al del desarrollo de la gran industria. O bien estas "necesidades"son propias de e s tratos de la poblacin socialmente no esenciales y cuya difusin sera morbosa (cfr.la invencin de la "seda artificial", que satisface las necesidades de un lujo aparente de las capas medias burguesas).
<27> Pasadoypesente. Puesto que hoy la historia del social-nacionalismo alemn ser escrita ms bien con fmes ulicos, habr que recordar el libro de Conrad Heiden, Geschichte des Nazionalrrozialismus, dio Kaniere einer Idee, Berln, Rowohlt, 1932, en le,pp. 305 (cfr. reseade Delioa Cantimori en el Leonardode marzo de 1933).'
<-/u$P.s.suhnUu~rru>. I.ii(.icn ticrr han m10 piit)licdl>e cn 1932 dr~s tunios de (:ho~xdPoi/s iPaiis. Kwder. en 16-.un. 2x2 292 1 ~ ~. endonde se reproduce el artculo sobre Hegel aparecido en 189'en 1 ; Grande Enqchpdie, y los fragmentos de otro estudio, en el que trabajaha Herr en 1893. Un tema [al cual alude Croce en la Critica de enero de 1933) y que podna estar en la base del pensamiento de Engels sobre el paso del reino de la necesidad al de la libertad' y de la hiptesis de un futuro sin lucha y antagonismos dialcticos, est contenido en este fragmento, all donde Herr explica (segn las palabras de Croce) "por qu proceso mental el filsofo alemn fue impulsado a pensar que el Estado poltico (a la par de la religin) haba terminado su desarrollo, haha tocado en su esfera lo absoluto (como la religin con el cristianismo) y que por ello ya no haba lugar para revoluciones y tendencias a revoluciones. Se haba entrado en la era de la vida contemplativa de la filosofia: se haha superado el mundo por el 'supramundo'. Este rasgo antihistnco era verdaderamente en Hegel historicismo".' Indicios de la funcin ejercida por Herr en el movimiento popular francs se encuenuan en las cartas de Sorel a Lagardelle publicadas en la EducazioneFascista de 1933.'
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9 <29> Introduccin a [ estudio de lafilosofia. Sobre el llamado "indixidualismo", o sea sobre la actitud que cada periodo histrico ha tenido frente a la posicin del individuo en el mundo y en la vida histrica. Lo que hoy se llama "individualismo" tuvo su origen en la revolucin cultural ocurnda en la Edad Media (Renacimiento y Reforma) e indica una determinada posicin con respecto al problema de la divinidad y por lo tanto de la Iglesia: es el paso del pensamiento trascendente al inmanentismo. Prejuicios contra el individualismo, hasta llegar a repetir contra l las jeremiadas. ms que criticas, del pensamiento catlico y reaccionario. El "individ~ialisrno"~iir tia nieltn antihisiiicu hoy rs aquel qiic sc iiianifir\w i n sc la apiopiaciiin indkidiial de la tiqueza, iriicncras ( I U C la prodiiccin (Ice I;i iiqueza I se ha ido socializando cada vez ms. El que los catlicos sean los
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menos llamados a gemir por el individualismo se puede deducir del hecho de que ellos siempre, polticamente, han reconocido una personalidad poltica slo a la propiedad, o sea que el hombre vala no por s, sino en cuanto estaba integrado con bienes materiales. ,:Qu significaba el hecho de que se era elector en cuanto que se tena un censo y se perteneca a tantas comunidades polticoadministrativas en las que se tenan bienes materiales, sino un rebajamiento del "espritu"frente a la "materia"? Se ha concebido como "hombre" slo a quien posee, y si se ha vuelto imposible que todos posean, ,:por qu seria antiespiritual buscar una forma de propiedad en la que las fuerzas materiales integren y contribuyan a constituir todas las personalidades? En realidad, implcitamente se reconoca que la "naturaleza" humana no estaba dentro del individuo, sino en la unidad del hombre y las fuerzas materiales: por lo tanto la conquista de las fuerzas materiales es un modo, y el ms importante, de conquistar la personalidad. (En estos ltimos tiempos ha sido muy alabado un libro del joven e o critor catlico francs Daniel Rops, Le mondt sans m , Pars, Plon, 1932, traducido tambin en Italia, en el que habra que examinar toda una serie de conceptos a travs de los cuales, sofisticamente, se ponen en lugar de honor posiciones del pasado como si fuesen de actuaiidad etctera.)'
3 <30> Awmiunrirmo. Duhamel ha expresado la idea de que un pas de elevada civilizacin debe florecer tambin artsticamente.' Esto se ha dicho en referencia a los Estados Unidos, y el concepto es exacto: ;pero es exacto en todo momento del desarrollo de un pas? Recordar la teora americana de que en cada periodo de ciiilizacin los grandes hombres expresan la actividad fundamental de la poca, teora que es tambin ella unilateral.' Me parece que ambas ideas pueden ajustarse en la distincin entre fase econmica corporativa de un Estado y fase tico-poltica. El florecimiento en el caso de los Estados Cnidos puede concebirsea como si fuera el e u r o peo, dada la homogeneidad en las formas de ~ l d civil; as, en cierto p e n o a do, Italia produca artistas para toda la cosmpols europea etctera. Los pases entonces "mbumios" de Italia se desarrollaron "econmicamente", 18 bis y a este desarrollo I ha seguido su propio florecimiento aru'stico, mientras que Italia est en decadencia: lo mismo sucedi despus del Renacimiento con respecto a Francia, Alemania, Inglaterra. Un elemento histrico muy importante en el estudio de los "florecimientos artsticos" es el hecho de la continuidad de los grupos intelectuales, o sea de la existenciah de una fuera En el manuscrito: -ser concebido". En el manuscrito: -en la existencia"
te tradicin cultuial, lo que precisamente ha faltado en Amrica Otro elemento negativo, desde este punto de vista, est ciertamente representado por el hecho de que la poblacin americana no se ha desarrollado orgnicamente sobre una base nacional, sino que es producto de una continua yuxtaposicin de ncleos emigrados, aunque sea emigrados de pases a* glosajones.
5 <31> Introduccin al estudio de lafilosofa. Del Ensajo populary de otras publicaciones del mismo gnero se puede obtener la demosuacin del modo acntico con que determinados conceptos y nexos de conceptos han sido acogidos por los ms dispares y conuadictorios desarrollos de las filosofas tradicionales. Habra que hacer la historia de cada uno de tales conceptos, rastrearlos hasta sus orgenes y resumir las crticas a que ha dado lugar. El origen de muchos despropsitos contenidos en el Ensajo debe buscarse en el Anti-Diihringy en el intento, demasiado exterior y formal, de elaborar un sistema de conceptos en torno al ncleo original de filosofa de la praxis, que satisficiese la necesidad escolar de plenitud. En vez de hacer el esfuerzo de elaborar este ncleo mismo, se han tomado afirmaciones y a en circulacin en el mundo de la cultura y se las ha asumido como homogneas a este ncleo original, afimaciones que haban sido ya critica& y expulsadas por formas de pensamiento superiores, aunque n o superiores a la filosofia de la praxis.
5 <32> Histo~iadel Risorgitmto. Polmica entre B. Spaventa y el padre Taparelli de la Civilta Cattolica sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia. Hay que co&onrar la recopilacin de escritos de Spaventa hecha por G. Gentile: La politica deGesuiti nel secolo W e nel XIX, ed. Albrighi e Segati, .Z 1911. Hay que sealar tambin el prefacio de Genhte, que debe ser relacionado con las posiciones de Genhle a propsito del Concordato.' A propsito de las relaciones entre Estado e Iglesia debe verse la posicin del grupo del Saggiatore (en febrero de 1933 un articulo al respecto, al cual I se alude en la Critica Fascista del 1" de mayo). La frmula de la religin "asunto privado" es de origen liberal y no propia de la filosofia de la praxis como cree el colaborador de Critica.' Evidentemente es una frmula poltica inmediata, que puede hacerse propia como frmula de compromiso, en cuanto que no se quiere desencadenar una guerra religiosa, ni recurrir a las fuerzas materiales, etctera. De la polmica de Spaventa resulta que ni siquiera para los liberales la religin es un asunto privado en sentido absoluto, sino que liberalismo ha significado cada vez
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ms un mtodo de gobierno y cada vez menos una concepcin del mundo y por lo tanto ha nacido la frmula como frmula "permanente".
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g <33> Introduccin al estudio de la filosojk. Veamos cmo en la Critica Fascista del 1" de mayo de 1933' se resume el punto de vista del S ~ ~ a t o r e : "Estamos <...> en el campo del objetivismo absoluto. El nico criterio de verdad es el experimento, la inmanencia del pensamiento en lo realmente sabido. [1] Unica mediacin entre el pensamiento y lo real, la ciencia. [21 Y realmente querido es slo aquello que el hombre puede hacer, y hace, en su vida histrica, que es vida asociada circunstanciada, definida por las tareas concretas derivadas del desarrollo. De esta actividad humana, que se realiza en la historia, el Estado [3] es el control y la medida. Este d i s tingue, prcticamente, entre las que son veleidades vagas del individuo disperso y las posiciones efectivas de una voluntad laboriosa que la historia sanciona, unificndolas y hacindolas durables en las creaciones colectivas". (1. ;O en lo realmente ~ivido? sea en la identidad de teora y <O piactica? 2. :Pero la ciencia no es tambin pensamiento? En vez de ciencia, tecnologa, y entonces; entre la ciencia y lo real como nica mediacin la tecnologa; 3. P e r o qu significa Estado? .;Slo el aparato estatal o toda la sociedad c i d organizada? ;O la unidad dialctica entre el poder gubernamental 7 la sociedad ci\ll?) Los puntos de vista del grupo del Su@'atmeson interesantes en cuanto demuestran la intolerancia por los sistemas filosficos verbalistas, pero l mismo es algo indistinto e inmaduro. Es no obstante un documento acerca de cunto se ha permeado la cultura moderna de los conceptos realistas de la filosofa de la praxis. Hay que observar cmo simultneamente (cfr. el mismo articulo de la Critica Fascista) se multiplican las llamadas "bsquedas de Dios": "G. Gentile, en escritos recientes, se ofreca a probar la existencia de Dios con argumentos actualistas" (habr que ver qu quiere decir Gentile y si n o juega al equvoco); "E1 profesor Carlini c...> ha desarrollado, en Vita e Pansirno, una larga polmica con Monseor 01giati <...> -polmica recogida en un libro-2 sobre la neoescolstica, el idealismo y el espiritualismo; en I otros trminos, sobre el problema de Dios". En el Leonardo de marzo de 1933, Carlini examina una serie de libros sobre el "problema de Dios", especialmente hnceses.'
<34>Pasado J presente. "Stella Nera ". Giovanni Ansaldo recopila en Gnova un RaccogliforeL~gure, h a publicacin es estudios e invesugaciones no ' 4610 folkiricas sino muy a menudo histricas, literarias, artsticas, recopi204
lada con todos los siete sacramentos por "Stella Nera", el cual pone en juego aquel su particularisimo gusto por la erudicin menuda, y por la 'trouvaille' historicista, coadyuvado por un grupito de autnticas 'autoridades"' (Italia Lettorana, 19 de febrero de 1933).' Parece ser la justa conclusin de las tendencias intelectuales de .4nsaldo esta literatura de tipo "jesutico"o de "Diario de cretinos y curiosos", como habRa dicho Edoardo Scarfoglio.'
8 <35> Pasado y presente. Historia de lns 45 caballeros hngaros. Ettore Ciccotti, durante el gobierno Giolitti de antes de 1914, sola recordar a menudo un episodio de la guerra de los Treinta Aos: parece ser que 43 caballeros hngaros se haban establecido en Flandes y como la poblacin haba sido desarmada y desmoralizada por la larga guerra, l o p r o n durante m& de seis meses tiranizar el pas. En realidad, en cada ocasin es posible que surjan "45 caballeros hngaros", all donde no exista un sistema protector de las poblaciones inermes, dispersas, forzadas al trabajo para vivir y por lo tanto no en condiciones, en todo momento, de rechazar los asaltos, las correras, las depredaciones, los golpes de mano ejecutados con cierto espritu de sistema y con un mnimo de previsin "estratgica". Y, sin embargo, a casi todos les parece imposible que una situacin como sta de los "45 caballeros hngaros" pueda producirse algunavez: y en esta "incredulidad hay que ver una prueba de inocencia poltica. Elementos de tal "incredulidad son especialmente una serie de "'fetichismos",de dolos, primero entre todos el del ''pueblo" siempre palpitante y generoso contra los tiranos p las opresiones. (Pero es acaso que, proporcionaimente, son ms numerosos los ingleses en la India de lo que fueron los caballeros hngaros en Flandes? Y an ms: los ingleses tienen sus partidarios entre los hindes, aquellos que estn siempre con el ms fuerte, no slo eso, sino tambin partidarios "a sabiendas", conscientes, etctera. No se comprende que en toda situacin poltica la parte activa es siempre una minora, y que si sta, cuando es seguida por las muitimdes, no organiza establemente este seguimiento, y es I dispersada, por una ocasin cual- 20 quiera propicia a la minora contraria, todo el aparato se desbarata y se forma uno nuevo, en el que las viejas multitudes no cuentan para nada y ya no pueden moverse ni operar. Lo que se llamaba "masa" ha sido pulverizado en tantos tomos sin voluntad ni orientacin p una nueva "masa" se forma, aunque de volumen inferior a la ptimera, pero ms compacta y resistente, que tiene la funcin de impedir que la primitiva masa se rehaga y se nielva eficiente. Sin embargo, muchos siguen fieles a este fantasma del pasado, lo imaginan siempre existente, siempre palpitante, etctera.
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As Mazzini imaginaba siempre a la Italia del 48 como una entidad permanente a la que slo haba que inducir, con algunos artificios, a volver a salir a la calle, etctera. El error est ligado tambin a una ausencia de "experimentalidad: el poltico realista, que conoce las dicultades de organizar una voluntad colectiva, no tiende a creer fcilmente que aqulla se rehaga mecnicamente despus de haberse disgregado. El idelogo, que es como el cuclillo, ha puesto sus huevos en un nido ya preparado y no sabe construir nidos, piensa que las voluntades colectivas son un dato de hecho naturalista, que brotan y se desarrollan por razones nsitas de las cosas, etctera.
20 bis
8 <36> Pmado y pmente. En la Critica del 20 de marzo de 1933 se contiene una 'Postilla' de Croce: " 1 mondo va verso..."' Sin embargo, parece que 1 Croce no aludi a todos los aspectos de la frmula que es esencialmente una frmula poltica, de accin poltica. Llegar a convencer de que el ''mundo va hacia..." una cierta direccin significa nada menos que llegar a convencer de la ineluctabilidad de la propia accin y obtener el consenso pasivo para su explicacin. Cmo se forma esta conviccin es ciertamente un tema interesante: que a ello contribuyen la "vileza" y ouas formas de bajeza moral es indudable: pero tambin el hecho de que tanta 'tileza" y tanta bajeza se hayan difundido es un hecho poltico que se ha de analizar y del que habr que encontrar los orgenes concretos. De este anlisis seguramente surgira el resultado de que la misma posicin de Croce frente a la vida es uno de los ongenes de esta difusin. El no quererse empear a fondo, el distinguir entre lo que debe hacer un intelectual y lo que debe hacer el poltico (como si el intelectual no fuese tambin un poltico y no slo un poltico de la... intelectualidad) y I en el fondo toda la concepcin histrica crociana est en el origen de esta difusin. Se ve que ser partidario de la libertad en abstracto n o cuenta nada, es simplemente una posicin de hombre de escritorio que estudia los hechos del pasado, pero no de hombre actual partcipe de la lucha de su tiempo. Esta frmula del "mundo que \ "hacia la izquierda o hacia la derecha a o hacia un compromiso, etctera; comenz a difundirse en Italia en 1921 y era una seal evidente de la desmoralizacin que conquistaba vastos estratos de la poblacirjn. Se podra reconstruir este mo\imiento intelectual casi con fecha cierta. Que la frmula en s no significa nada, es verdad. Pero es cmoda la expresin del "mundo" grueso que va hacia alguna parte. Se trata de una "previsin" que no es sino unjuicio sobre el presente, interpretado del modo ms faciln, para reforzar un determinado programa de accin con la sugestin de los imbciles y de los timoratos. Pero
si la tarea del intelectual es concebida como la de mediador entre dos extremismos y esta tarea de mediacin no es confiada al desarrollo histrico mismo, ,:qu hace el intelectual sino colaborar con el actor del drama histrico que tiene menos escrpnlos y menos sentido de responsabilidad? Esta parece haber sido la posicin de Croce. <Nohabra sido ms honesto intelectualmente aparecer en escena en su verdadero papel, de aliado "con reservas" de una de las dos partes? ?En vez de querer aparecer como superior a las miserias pasionales de las partes y como encarnacin de la "historia"? Como se ha sealado otras veces, esta "parte" de arbitraria mediacin dialctica tiene una larga y desafortunada historia: Proudhon en Francia, por quien Xapolen 111no ocult sus simpatas (el libro de Sainte-Eieuve),' Gioberti en Italia, que puede ser considerado con j u s ticia como smbolo del desorden intelectual y poltico de 1848, etctera. Sobre este conjunto de problemas debe verse el artculo de LTgoSpirito en la Italia L e t h 7 i a del 13 de noviembre de 1932 ("Storicismo rivo luzionano e storicismo antistorico").' Es notable el hecho de que tambin Spirito ~ k c u l a actual polmica sobre el "'historicismo"con la polmica la que tuvo lugar el siglo pasado en torno a la frmula de que "natura non facit saltus". Pero Spirito no sabe ir ms all de la superficie de los hechos y de las ideas, y si afirma, como el Anti-F'roudhon,' que es necesario que los trminos dialcticos se empleen en toda su potencia y como "extremismos" contrapuestos, no sabe I ver que su posicin misma es una mediacin o superacin arbitraria, en cuanto que se basa en que la anttesis es violentamente suprimida y se presenta como anttesis precisamente un intento de mediacin totalmente intelectualista que est vivo slo en el cerebro de unos pocos intelectuales de no gran estatura. Tambin Spirito debe colocarse entre los tericos (ms o menos inconscientes porque en sus escritos, especialmente en Critica Fascista, resalta su preocupacin por "dar algo para que no se pierda todo": debe verse a este respecto especialmente un articulo escrito despus del Convenio corporativo de Ferrara >: la exposicin de la tesis de la "corporacin pi-opietaria")' de la "revolucin pasiva o revolucin-restauracin'' y no ya, como l pretendera, entre los "extremistas" de cualquier dialctica ideal o real. Si el error de Croce consiste en querer parecer distinto de lo que es realmente, el mismo error es el de Spirito y su grupo; y en el fondo los dos errores prcticamente se identifican; se trata de dos hermanos siarneses que pelean porque estn demasiado unidos.
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E <37> L i t m t u m italiana En el Afarzocco del 18 de septiembre de 1932 Tullia Franzi escribe sobre la cuestin surgida entre Manzoni y el adiic207
tor ingls de Los noiiios, el pastor anglicano Charles Swan, a propsito de la expresin, contenida hacia el fmal del captulo sptimo, empleada para aludir a Shakespeare: "Entre el primer concepto de una empresa terrible y SU ejecucin (dijo un brbaro que no careca de ingenio) el i n t e r ~ i lo es un sueo lleno de fantasmas y miedos". Swan escribi a Manzoni: "Un brbaro que no careca de ingenio is a phrase, calculated to draw upon you the anathema of every admirer of our bard". No obstante que Snan conoca los escritos de Voltaire contra Shakespeare, no capt la irona manzoniana, que iba precisamente dirigida contraVo1taire (quien defini a Shakespeare como "un sauvage avec des tincelles de gnie"). Swan public como prefacio a su uaduccin la carta donde Manzoni le explica el significado de su expresin irnica. Pero Franzi seala que en las ovas traducciones inglesas la expresin manzoniana o es eliminada o se !e hace anodina (escribe un escritor extranjero, etctera). Lo mismo en las traducciones a otras lenmias. lo oue demuestra cmo esta irona.. oue tiene ' 21 bis necesidad de ser explicada para ser I comprendida y saboreada, es en el fondo una irona en 'Serga" de camarilla literaria. Me parece que el hecho es mucho ms extendido de lo que parece, y no slo hace que sea dificil traducir del italiano, sino tambin, a menudo, comprender a un italiano que habla en conversacin. La "fineza" que parece necesitarse en tales conversaciones no es un hecho de la inteligencia normal, sino el hecho de tener que conocer detalles y actitudes intelectuales de "jerga", propias de literatos e incluso de ciertos grupos de literatos. (En el artcirlo de Franzi hay que observar una metfora "femenina" sorprendente: "Con el sentimiento de un hombre que, maltratado y golpeado por su esposa por sospechas celosas, se alegra de estos malos tratos y bendice esos golpes que son testimonio de amor, Manzoni acogi esta carta". Cn hoinhre que se alegra de ser golpeado por su mujer es ciertamente una forma original de feminismo ~onternpoineo.)~
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g <38> Cnferiosde crticn litera~in. concepto de que el arte es arte y no El propaganda poltica "querida" y propuesta, jes tambin, en s mismo, un obstculo para la formacin de determinadas corrientes culturales que son el reflejo de su poca y que contrihuyen a reforza- determinadas corrientes polticas? No lo pa~-ece, incluso parece que tal concepto plantea el pr-ohlema en trminos ms radicales y de nna critica ms eficiente y conclusiva. Establecido el principio de que en la ohra de arte solamente hay que buscar- e! carcter artstico, no est en absoluto excluida la hrr queda de qu masa de sentimientos, de qu actitud hacia la vida circula en la ohra de arte misma. Incluso, que esto es admitido por las modei-nas
corrientes estticas se ve en De Sanctis y en el mismo Croce. Lo que se excluye es que una obra sea bella por su contenido moral y poltico y no ya por su forma en la que el contenido abstracto se ha fundido e identificado. hm se investiga si una obra de arte no resulta fallida porque el autor ha sido desyiado por preocupaciones prcticas exteriores, o sea postizas e insinceras. Este parece ser el punto crucial de la polmica: Fulano "quiere" expresar artificiosamente un determinado contenido y no hace obras de arte. El fracaso artstico de esa obra de arte (porque Fulano ha demor trado ser artista en otras obras por l realmente sentidas )' vividas) demuestra que aquel determinado contenido en Fulano es materia I sorda y rebelde, que el entusiasmo de Fulano es ficticio y querido exteriormente, que Fulano en realidad no es, en ese caso determinado, artista, sino siervo que quiere agradar a los amos. Hay pues dos series de hechos: una de carcter estitico, o de arte puro, la otra de poltica cultural (o sea de poltica sin ms). El hecho de que se llegue a negar el carcter artstico de una obra puede seriir al crtico poltico como tal para demostrar qne Fulano como artista no pertenece a ese determinado mundo poltico, y puesto que su personalidad es predominantemente artstica, que en su vida ntima y ms suya aquel determinado mundo no opera, no existe: Fulano por lo tanto es un comediante de la poltica, quiere hacer creer que es lo que no es' etctera; etctera. El critico poltico, pues, denuncia a Fiilano, no como artista, sino como "oportunista poltico". Que el hombre poltico haga una presin para que el arte de su tiempo exprese un determinado mundo cultural es actividad poltica, no de crtica artstica: si el mundo cultural por el que se lucha es un hecho viviente y necesario, su expansividad ser irresistible, l hallar a sus artistas. Pero si no obstante la presin, esta irresistibilidad no se ve y no opera, significa que se trataba de un mundo ficticio y postizo, elucubracin hueca de mediocres que se lamentan de que hombres de mayor estatura no estn de acuerdo con ellos. El mismo modo de plantear la cuestin puede ser un indicio de la solidez de tal mundo moral y cultural: de hecho el llamado "caligraf~srno" no es ms que la defensa de pequefios artistas que oportunistamente afurnan ciertos principios pero se sienten incapaces de expresarlos artsticamente, o sea en la actividad que les es propia, y entonces disparatan acerca de la forma pura que es su mismo contenido, etctera, etctera. El principio formal de la distincin de las categoras espirituales y de su unidad de circulacin, aun en su abstraccionismo, permite captar la realidad efectiva g criticar la arbitrariedad o la seudovida de quien no quiere jugar con las cartas descubiertas o es simplemente un mediocre a quien le ha tocado ocupar un puesto de mando.
g <39>Pnsndo J presente. Sindirato J rorpororncin. Dificidtades que encuentran los tericos del corporativismo para encuadrar el hecho sindical (ni-ganizacin de las categoras) y sorda Iiicha entre sindicalistas tradicionales ?Z bis (por ejemplo E. Rossoni) I y corporativistas de nueva mentalidad (por ejemplo Gioseppe Bottai y Ugo Spirito). En realidad Rossoni no logra siiperar lavieja concepcin del sindicalismo formal y abstracto, pero tambin es cierto que tampoco Bottai y Spirito logran comprender y snperar la exigencia que, aun tosca y sordamente, Rossoni representa. Por otra parte, tampoco Bottai y Spirito estn de aciiei-do. Bottai afirma que el sindicato es una institucin necesaria que no puede ser absorhida por la coiporacin, pero no logra definir qu debe ser y qu fiincin debe tener el sindicato; Spirito, por el contrario, con una consecuencialidad formal, sostiene qiie el sindicato debe ser ahsoi-bido en la corporacin, pero en esta absorcin no se ve qu tareas nuevas y qu nuevas formas deban resultar. Spirito, en dos escritos sobre el libro de Bottai (II Corisiglio ~inzionnle dell~ Corporazioni, Miln, Mondadoii, 1932, pp. XI427). e1 primero publicado en el Leonnrdode marzo de 1933 ("11fascismo nella fase coiporativa") !;el segiindo en la Italin htterarin del 26 de marzo de 1933 ("Ori$ne e awenire della Corporazione fascista")' aliide a sil discrepancia con Bottai. Escribe Spiiito en este segundo artciilo: "De qu perspectivas pretende hablar Bottai, se comprende por lo que observa en el mismo artculo (artculo en Lo Spettacolo Italiano de septiembre de 1930) a propsito de la relacin entre sindicalismo y corporativismo,y por lo tanto entre sindicatos y corporaciones y entre corporaciones nacionales y corporaciones de categoria. En una nota publicada en Leonardo c . >alud ya a la decidida actitud adoptada por .. Bottai contra todo intento dirigido a un corporativismo integral que resuelva en s el sindicalismo. Sin embargo, pienso que el concebir de tal modo el ulterior desarrollo del corporativismo est dentro de la misma lgica de todo su pensamiento y de su accin poltica, enderezada a dar realidad y concrecin a la corporacin. Si la corporacin tiene todava dificultad para encontrar la riqueza que indiidablemente le est 1-eservada, es solamknte porque no logra absorber en s al sindicato, al ciial permanece nixtatmesta v en Eran medida extraa. El sindicalismo de Estado ha , " dado el primer paso hacia el corporativismo; hoy es preciso plantear el problema de la superacin definitiva de una forma social demasiado ligada todava al pasado y por ello en cierto modo limitadora de la originalidad del fascismo. El sindicalismo es expresin del clasismo; con el sindi23 cato de Estado las clases son puestas al I mismo nivel y encaminadas hacia una colaboracin ms espiritual, pero solamente con la corporacin el clasismo ser superado en seno y con l el principio de la competencia arbitraria (liberalismo) y de la lucha materialista (socialismo). Entonces
la corporacin se enriquecer con toda la vida del sindicato y ser liberado de la funcin de componer el dualismo inherente al ordenamiento sindical, podr operar sin lmites en la construccin de la nueva vida eccnmica y poltica". Parecen evidentes las razones por las que Bottai no acepta la tesis de Spirito, razones polticas y econmicas, as como resulta evidente que la construccin de Spirito es una no muy brillante ni fecunda utopa libresca. Pero es interesante observar que en verdad no se comprende ni siquiera qu es lo que Spirito entiende por sindicato y por categora y cmo parece no conocer la literatura al respecto. Se le podran recordar las polmicas sobre la organizacin por fbricas (de tipo indus trial) en contraposicin a aqulla por categoras, el distinto significado que la palabra categora ha tenido (desde el simple oficio, por ejemplo, de tornero, a la de obrero metalirgico, etctera) y la discusin misma de si no obstante que fuese un progreso la amalgamacin de todos los elementos de una industria en un solo sindicato unitario, no fuese sin embargo necesario, por razones tcnico-profesionales (desarrollo de las formas de trabajo, de los utensilios, etctera) conservar algn rastro de la organizacin por oficios, en cuanto que el oficio tcnicamente se mantiene di? tinto e independiente. Hay que sealar, de todos modos, el acierto fundamental de la intuicin de Spirito, para el cual una vez admitido que el clasismo ha sido superado por el corporativismo y por una forma cualquiera de economa regulada y programtica, las viejas formas sindicales nacidas en el terreno del clasis mo deben ser actualizadas, lo que tambin podna qnerer decir absorbidas por la corporacin (de ah se deduce que la resistencia del nejo sindicalis mo formal y abstracto es una forma de crtica real a afvmaciones que se pueden hacer slo sobre el papel). O sea ies el sindicalismo abstracto v formal slo una forma de fetichismo y supersticin? Enel elemento sindicato prevalece an el salario por una parte y el perceptor de ganancia por la otra, o bien el hecho productivo ha superado al de la distribucin de la renta industtial entre los diversos elementos de la produccin? Mientras el obrero por una parte y el industrial por la otra tengan que I preocuparse 23 bis por el salario y la ganancia, es evidente que el sindicalismo de viejo tipo no est superado y no puede ser absorbido en otras instituciones. El error cientfico de Spirito es el de no examinar en concreto estos problemas, sino presentar las cuestiones en su aspecto formal y apodctico, sin las necesarias distinciones y las indispensables fases de transicin, de ah probablemente no slo su discrepancia con Rossoni sino tambin su diferencia con Bottai, cuyo espritu poltico no puede dejar de sentir estas necesidades. Si se parte del punto de vista de la produccin y no del de la lucha por la distribucin de la renta, es evidente que el terreno sindical debe ser 21 1
completamente cambiado. En una fbrica de automviles de cierta extensin, adems de los obreros mecnicos, trabaja cierto nmero de obreros de otras "categoras": albailes, electricistas, tapiceros, carroceros, peleteros, vidrieros, etctera. Estos obreros, ;a qu sindicato debern pertenecer, desde el punto de vista de la produccin? Ciertamente al sindicato metalrgico, o mejor an, al sindicato del automvil, porque sil trabajo es necesario para la construccin del automnl. O sea que en cada complejo productivo, todos los oficios estn dirigidos a la construccin del objeto principal en el que el complejo est especializado. Pero si la base es el salario, es evidente que los albailes debern unirse a los albailes etctera para regular el mercado del trabajo etctera. Por otra parte, aun reconociendo la necesidad de que todos los oficios de una empresa productiM se unan para la produccin en torno al producto mismo, hay que tener en cuenta que cada oficio es un hecho tcnico en continuo desarrollo y que es preciso que exista un rgano de este desarrollo que controle, difunda, favorezca las innovaciones progresivas. Puede reconocerse que en la actual gran empresa racionalizada, las viejas calificaciones de oficio van perdiendo cada vez ms importancia y se desarrollan nuevas calicaciu nes, a menudo limitadas a una empresa,o grupo de empresas: sin embargo, la exigencia sigue en pie y es demostrada por las dificultades del "turnover" y del gasto que el excesivo tumover representa para la empresa misma. La solucin representada por los delegados de seccin elegidos por las cuadrillas de trabajo, por la que en el complejo representativo t u dos los oficios tienen un relieve, parece ser hasta ahora la mejor solucin. Es posible, en efecto, reunir a los delegados por oficios en las cuestiones tcnicas y al conjunto de los delegados para las cuestiones productivas. 24 Hasta ahora, Spirito no se ha I interesado nunca por las cuestiones de fbrica y de empresa: y sin embargo no es posible hablar con competencia de los sindicatos y los problemas que stos representan, sin ocuparse de la fbrica o de la empresa adminisuativa, de sus exigencias tcnicas, de las relaciones reales que las acompa5an y de las diversas actitudes vitales que los pertenecientes a ellas asumen. Por la ausencia de estos intereses vivos, toda la construccin de Spirito es puramente intelectualista y, si se llevase a la prctica, dara lugar solamente a esquemas burocrticos sin impulso y sin posibilidad de desarrollo.
<40> Accin Catlica. Especial importancia de la Accin Catlica francesa. Es evidente que en Francia la Accin Catlica dispone de un perse nal mucho ms elegido y preparado que en los otros pases. Las Semanas sociales sacan a discusin temas de inters ms amplio y actual que en los
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dems pases. Lyna confrontacin entre las Semanas francesas y las italianas sera interesante. Adems, los catlicos tienen una influencia intelectual en Francia que no tienen en otras partes, y esta influencia est mejor centralizada y organizada (esto para el sector catlico, se entiende, que en algunos aspectos en Francia se halla restringido por la existencia de una fuerte centralizacin de la cultura laica). En Francia, adems, se ha constituido la Union Catholique d'Efudes Internahonales, entre cuyas iniciativas se cuenta la de una Semana Catlica Internacional. Mientras est reunida la Asamblea anual de la Sociedad de Naciones, personalidades catlicas de todos los pases se renen en Francia durante una semana y discuten los problemas internacionales, conuibuyendo a crear una unidad concreta de pensamiento entre los catlicos de todo el mundo. Bajo el velo de la cul&ra se trata evidentemente de una Internacional laica catlica, distinta del Vaticano v en la lnea de la actividad ~oltica ~arlamentaria los de partidos populares. En la Ckiiltci Cuttoliur del 6 de mayo de 1933 se resea el libro que recoge las relaciones de la tercera de estas Semanas internacionales. (Les granda actiziits de la Socit des Nations deuant la pense chrfienne. Conjrences de la tmisi2me semaine catholique intemationale 14-20 septembre 1931, Editions Spes, Pars, 1932, en 160, pp. 267, 15 francos.) Hay que tomar nota I de la respuesta que el profesor Halecki de la Universidad de 24 bis Varsovia da en su conferencia a la pregunta: "jCmo es que la Iglesia de* pus de dos mil aos de propagar la paz an no ha podido drnosla?" La respuesta es sta: "La enseanza de Cristo y de su Iglesia se dirige individualmente a la persona humana, a cada alma en particular. Es estaverdad la que nos explica por qu el cristianismo no puede operar sino muy lentamente sobre las instituciones y sobre las prcticas actividades colectivas, debiendo conquistar un alma tras otra y recomenzar este esfuerzo con cada nueva generacin". Para la Ciuilta Cuttolica sta es una "huena respuesta, que puede reforzarse con la consideracin sencillsima de que la accin pacificadora de la Iglesia es contrastada y suprimida de continuo por el residuo irreductible (sic) de paganismo que sobrevive todava e inflama las pasiones de la violencia. La Iglesia es un buen mdico, y ofrece salutferos frmacos a la sociedad ecferma, pero sta rechaza en todo o en parta las medicinas".' Respuesta muy sofistica y de no difcil refutacin: por lo dems, est en contradiccin con otras pretensiones clericales. Cuando les conviene, los clericales pretenden que un pas es catlico en un 99% para deducir de ah una particular posicin de derecho de la Iglesia frente al Estado etctera. Cuando les conviene, se hacen chiquitos chiquitos, etctera. Si fuese cierto lo que dice el profesor Halecki, la actividad de la Iglesia en dos mil aos habra sido una tarea de Ssifo y as debera seguir siendo. ,:Pero qu valor debera darse a una institucin que no construye 213
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nunca nada que se prolongue de generacin en generacin por fuerza propia. que no modifica en nada la cultura y la concepcin del mundo de ninguna generacin, tanto as que siempre hay que recomenzarlo todo desde el principio? El sofisma est claro: cuando conviene, la Iglesia se identifica con la sociedad misma (con el 99% de ella por lo menos), cuando no conviene la Iglesia es slo la organizacin eclesistica o inclnso slo la persona del Papa. Entonces la Iglesia es un cmdico" que indica a la s e ciedad los f h a c o s , etctera. Tambin es muy curioso que losjesuitas hablen de 'iesiduo irreductible" de paganismo. Si es irreductible no I desaparecer jams, la Iglesia no triunfar jams, etctera. <41> Risw@mento italiano. En una resea (Nuova Italia del 20 de abril de 1933) del lihro de Cecil Roth (GlaEbrei in Vemia, trad. de Dante Lattes, Ed. Cremonese, Roma, 1933, pp. -1-446, 20 liras), h a l d a Momigliano hace algunas observacionesjustas sobre el judasmo en Italia. "La hiswna de losjudos de Venecia, as cuino la historia de losjudos de cualquier ciudad italiana en general, es esencialmente la historia de la formacin de su conciencia nacional italiana. Tampoco, obsrvese bien, es esta formacin posterior a la formacin de la conciencia nacional italiana en general, de modo que los judos habran venido a insertarse en una conciencia nacicnal y preconstituida. La formacin de la conciencia nacional italiana en los a judos es paralela a la formacin de la conciencia nacional en los piamonteses o en los napolitanos o en los sicilianos: es un momento del mismo proceso y vale para caractefiarlo. As como desde el siglo mn hasta el xn;, prescindiendo de los indicios anteriores, los piamonteses o los napclitanos se han hecho italianos, as en el mismo tiempo losjudos habitantes en Italia se han hecho italianos. Lo que n a t d m e n t e no ha impedido que ellos en su fundamental itaanidad conservaran en mayor o menor medida particularidades hebraicas, como a los piamonteses o a los napolitanos el volverse italianos no les ha impedido conservar caractersticas regionales."' Esta tesis, histricamente exacta en su esencia, debe ser confrontada con la de otro judo, Giacomo Lumbroso en el lihro I moti pcpolan' contra i francesi aliafine del secolo mi14 1796-1800, Florencia, Le Monnier, 1932, en S", pp. VIII-228 (y a propsito vase la Critica del 20 de marzo de 1933, pp. 140 sig.).' Que en los movimientos populares registrados por Lumbroso huhiese cualquier rastro de espritu nacional es una divertida ocurrencia, aunque tales mo~imientos sean dignos de estudio e interpretacin. En realidad fueron populares por as decirlo y slo por un aspecto muy secundario y mezquino: el misonesmo y la pasiiidad conservadora de las masas campesinas atrasadas y embrutecidas. Tomaron significado de las fuer214
zas conscientes que las instigaban y guiaban ms o menos abiertamente, y estas fuerzas eran netamente reaccionarias y antinacionales o anacionales. Slo recientemente los jesuitas han empezado a I sostener la tesis del itaiianismo de los sanfedistas que slo "querian unificar a Italia a su manera". Otra observacin notable es mencionada en la resea de Momigliano: que en el tormento y en los deseqiiilibrios de Len Hebreo haba una complicada insatisfaccin de L cultura juda tanto como de la profana, a insatisfaccin que "es uno de los ms impoi-tantes indicios qiic el siglo Xxii nos ofrece de la transformacin que se estaba pioduciendo en las conciencias judas".' En Italia no existe antisemitismo precisamente por las razones mencicnadas por Momigliano, de que la conciencia nacional se constituy y deba constituirse por la superacin de dos formas culturales: el particularismo municipal y el cosmopolitismo catlico, que estaban en estrecha vinculacin entre s y constituan la forma italiana ms caracterstica de residuo medieval y feudal. Que la superacin del cosmopolitismo catlico y en realidad, por consiguiente, el nacimiento de un espritu laico, no s lo distinto sino en lucha contra el catolicismo, debiese en los judos tener como manifestacin su nacionalizacin, su deshehreizacin, parece claro y natural. He ah por qu puede serjusto lo que escribe Momigliano, que la formacin de la conciencia nacional italiana en los judos vale para caracterizar el proceso total de formacin de la conciencia nacional italiana, ya sea como disolucin del cosmopolitismo religioso como del particularismo, porque en los judos el cosmopolitismo religioso se convierte en particularismo en el mbito de los Estados nacionales.
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8 <42> Carcter no nacional-popillarde la literatura italiana Para esta seccin debe estudiarse el libro de B. Croce, Poeriapopolareepoesza d'arte: Studi sulla poesia italiana da1 tre al cinquecmto, Laterza, Bar, 1933. El concepto de popular en el libro de Croce no es el de estas notas: para Croce se trata de una actitud psicolgica, por la que la relacin entre poesa popular y poesa de arte es como la que existe entre el buen sentido y el pensamiento crtico, entre la comprensin natural y la comprensin experta, entre la cndida inocencia y la perspicaz y cuidadosa bondad. Sin embargo, de la lectura de algunos ensayos de este libro publicados en la Critica' parece que puede deducirse que mientras del siglo XIV al xc? la poesa popular, tambin en este sentido, tiene una importancia notable, porque est ligada todava a una cierta vivacidad de resistencia de las I fuerzas sociales 26 surgidas con el movimiento de recuperacin efectuado despus del Milenio y culminado en las Comunas, despus del siglo m estas fuerzas se em-
brutecieron completamente y la poeoa popular decav hasta las formas actuales en las que el inters popular es satisfecho por el Guerin Meschino, y literatura por el estilo. Despus del siglo m,por lo tanto, se hace radical aqnella separacin enire intelectuales y pueblo que est en la base de estas notas y que tanto significado ha tenido para la historia italiana poltica y cultural moderna. g <43> flotas breves de economia. En la Rifonna Sociale de marzo-abril de 1933 se encuentra una reseria firmada con tres asteriscos de An essaj on the nature and significance of economic science, de Lionel Robbins, profesor de economa en la Universidad de Londres (Londres, Macmillan and Co., 1932, pp. XII-141).Tambin el reseista se plantea la pregunta ",:qu cosa es la ciencia econmica?"y en parte acepta, en parte rectifica o integra los conceptos expuestos por Robbins. Parece que el libro corresponde a la exigencia planteada por Croce en sus ensayos anteriores a 1900 sobre la necesidad de hacer preceder a los tratados de economa de un prefacio terico en el que se expongan los conceptos y los mtodos propios de la economa misma, pero la correspondencia debe ser entendida con discrecin: no parece que Robbins tenga el rigor iiiosfico que Croce exiga sino ms bien parece ser un "emprico"y un lgico formal. El libro puede ser interesante como el ms reciente ensayo de esta lnea de investigaciones, dependiente de la insatisfaccin que se nota a menudo de parte de los e c o nornistas a propsito de las definiciones de su ciencia y de los lmites que a la misma suelen ponrsele. Tambin para Robbins la "economa" acaba por tener una significacin amplsima y generalsima, que malamente coincide con los problemas concretos que los economistas estudian realmente, y que coincide ms bien con la que Croce llama una "categora del espritu", el "momento prctico" o econmico, o sea la relacin racional del medio con el fin. Robbins "examina cules son las condiciones que caracterizan la actividad humana estudiada por los economistas y llega a la conclusin de que stas son: 11 la diversidad de los fines; 21 la insuficiencia de los medios; 31 la posibilidad de usos alternativos. En consecnencia define la economa como la ciencia que estudia el I modo de comportarse de los hombres como relacin enire los fines y los medios escasos que tengan usos alternativos". Parece que Robbins quiere liberar a la economa del llamado principio "hedonista" separar nekmente la economa de la psicologa, "reChaz$do los ltimos residuos de la oue fue la asociacin asada entre utilitarismo v economa" (lo que probablemente significa que Robbins ha elaborado un nuevo concepto de lo til distinto y ms incluyente que el tradicional) .' 216
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Aparte cualquier apreciacin sobre el mrito de la cuestin, hay que poner de relieve qu atentos estudios dedican los economistas modernos a perfeccionar continuamente los instrumentos lgicos de su ciencia, tanto que se puede decir que gran parte del prestigio de que gozan los economistas se debe a su rigor formal, a la exactitud de la expresin, etctera. La misma tendencia no se da en la economa cntica que se vale demasiado a menudo de expresiones estereotipadas, y se expresa en un tono de superioridad al que no corresponde el d a r de la exposicin: da una impresin de arrogancia fastidiosa y por eso parece til senalar este aspecto de los estudios econmicos y de la literatnra econmica. En la IGfinna Sociale, las publicaciones del tipo de sta de Robbins son siempre sealadas y no ser dificil obtener una bibliografa sobre el tema. Hay que ver si el planteamiento que Robbins hace del problema econmico no es en general una demolicin de la teona marginalista, aunque parece que l dice que sobre el anlisis marginal es posible construir "la teona econmica general en forma perfectamente unitaria" (o sea abandonando completamente el dualismo todava sostenido por M=shall en los criterios de la explicacin del valor, o sea el doblejuego de la utilidad marginal y del costo de produccin). En efecto, si las valoracio nes individuales son la nica fuente de explicacin de los fenmenos e c o nmicos, *qu significa que el campo de la economa haya sido separado del campo de la psicologa y del utilitarismo? Por lo que respecta a la necesidad de una introduccin metodolgico filosfica a los tratados de economa, recordar el ejemplo del prefacio al primer tomo de Economa cntica y al libro de Crtica de la Economa p o Itica:' cada uno de ellos es seguramente demasiado breve y descarnado, pero el principio se I sigue: por otra parte en el cuerpo de los libros muchas alusiones metodolgicas filosficas.
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c44> Rismgimento italiano. Cfr. el artculo de Salvatore Valitutti "La grande industria in Italia" en la EducazioneFascista de febrero de 1933, escrito mediante apuntes y alusiones rpidas, pero bastante interesante y que vale la pena releer llegado el momento. Sin embargo, no es exacto plantear la cuestin as: "Era verdad que <...> la economa de la Italia meridional era agrcola, feudal, y que la del resto de Italia era ms industrial 7 moderna". En la Italia meridional haba y hay una determinada actividad agncola y el proteccionismo agrai-io benefici ms al Norte que al Sur, porque fue proteccin a los cereales. de los que el Norte era gran productor (relativamente ms que el Sur). La diferencia entre Norte y Sur consista tambin y especialmente en la
composicin social, que en el Sur deba mantenerse con su trabajo una cantidad demasiado grande de poblacin pasiva econmicamente, de rentistas, etctera. Tampoco puede decirse que "la prctica de recogimiento y de modestia" en los primeros treinta aos del reino -una prctica ms modesta de la que realmente existi- "hahria detenido el progreso de las actividades econmicas ms necesitadas de movimiento y de riqueza v, ejercida en el inters del meridional, habra conseguido el efecto de refi~ndir y reorganizar la \<da italiana sobre la base del Reino de Npoles".' iPor qu ejercida en inters del meridional? En inters de todas las fuerzas nuevas nacionales moderadas y nojerarquizadas por los privilegios. Por el contrario, la estructura auasada meridional fue explotada, hecha permanente, acentuada incluso, para drenar el ahorro de sus clases parasitarias hacia el h'orte. Tambin la funcin del movimiento socialista en la formacin de la Italia moderna es presentada en forma inexacta en muchos aspectos, si bien es exaltada y alabada. La posicin de Boncmi fue una caricatura de la que proyect Engels en la Critica Socinle (primeros aos) ,' ven este sentido era natural la reaccin sindicalista que se inspir en parte en las indicaciones de Engels, y de hecho fue bastante meridionalista, etctera (Valiutti debe de referirse a mi artculo sobre la cuestin meridional) .'Para la posicin de Bonomi habr que ver su libro sobre las Vie nuove,' en el que toda la cuestin debe estar expuesta ms orgnicamente.
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5 <45> Abras breves de econnmin (cfr. p. 26).' La relacin entre la economa poltica y la economa crtica no se ha sabido mantener en sus formas orgnicas e histricamente actuales. ?En qu se distinguen las dos corrientes de pensamiento en el planteamiento del problema econmico? ?Se distinguen actualmente en los trminos culturales actuales y no ya en los trminos culturales de hace ochenta aos? En los manuales de economa critica esto no aparece (por ejemplo en el Prns),'y sin embargo ste es el punto que interesa inmediatamente a los principiantes y da la orientacin general para toda la investigacin posterior, En general, este punto es dado no slo por sabido sino por aceptado sin discusin, mientras que ninguna de esas dos cosas es cierta. As sucede que slo los espritus gregarios y que fundamentalmente se burlan de la cuestin son encaminados al estudio de los problemas econmicos y todo desarrollo cientfico se vuelve imposible. Lo que impresiona es esto: cmo un punto de vista crtico que exige el mximo de inteligencia, de falta de prejuicios, de frec cura mental y de inventiva cientfica, se ha convertido en monopolio de farfulleos de cerebros estrechos y mezquinos, que slo por la posicin
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dogmtica consiguen mantener una posicin no en La rienria, sino en la bibliografa marginal de la ciencia. Cna forma de pensar anquilosada es el mayor peligro en estas cuestiones: es preferible cierta desenvoltura d e sordenada a la defensa filistea de las posiciones culturales constituidas.
5 <46> Orden intelectualp moral. Fragmentos del libro Lectures and Essays on Uni7,mig svbjects del cardenal Newman. Ante todo y en lneas muy g e
nerales, la universidad tiene la misin humana de educar los cerebros para pensar en forma clara, segura y personal, liberndolos de las nieblas y el caos en que amenazaba sumergirlos una cultura inorgnica, presuntutF sa y confusionista, mediante lecturas mal elegidas, conferencias ms brillantes que slidas, conversaciones y discusiones sin provecho: 'TJn joven de intelecto agiido y vivaz, desposedo de una slida preparacin, n o t e i ne nada mejor que presentar que un acervo de ideas, unas verdaderas y otras falsas, que para l tienen el mismo valor. Posee cierto nmero de doctrinas y de hechos, pero deshilvanados y dispersos, no teniendo principios en torno a los cuales agruparlos y situarlos. I Dice, desdice y se con- 28 wadice, y cuando se le obliga a expresar claramente su pensamiento no acaba por dar con el hilo. Advierte las objeciones mejor que las \-erdades, propone mil interrogantes a las que nadie sabra responder, pero entre tanto l abriga la ms alta opinin de s mismo y se indigna contra q u i e nes disienten de l". El mtodo que la disciplina universitaria prescribe para cualquier forma de investigacin es muy distinto y muy distinto es el resultado: es "la formacin del intelecto, o sea un hbito de orden y de sistema, el hbito de remitir todo conocimiento nuevo a los que ya poseemos, y ajustarlos recprocamente y, lo que ms importa, la aceptacin y el uso de ciertos principios como centro de pensamiento ... All donde existe semejante facultad crtica, la historia no es ya u n libro de cuentos, ni la biograia una novela; los oradores y las publicaciones del da pierden la infalibilidad; la elocuencia no vale ms que el pensamiento, ni las afirmaciones audaces o las descripciones coloridas ocupan el lugar de los argumentos". La disciplina universitaria debe ser considerada como Lin tipo de disciplina para la formacin intelectual aplicable incluso en instituciones no "uni~.ersitanas" en sentido oficial.'
<47> Maquiavelo. Artculo de Sergio Panunzio en GP>urchiade a b d de 1933 ( ' l a fme del parlamentarismo e I'accentramento delle responsabilit " . Superficial. Un punto curioso es aqul en que Panunzio escribe que i)
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lasfiinciones del Estado no son slo tres "segn los viejos figurines constt tucionalistas", a saber la "legislativa", la "administrativa" y la 'iudicial", sino que "a stas hay que a6adir otra, que es adems, incluso en el rgimen parlamentario, la primigenia y la fundamental, la 'funcin de gobierno', o sea la determinacin de la orientacin poltica. Orientacin poltica respecto a la cual la misma legislacin se comporta como un ejecutivo (!), en cuanto que es el programa poltico de gobierno que se traduce como en captulos sucesivos en las l e o s y es el presupuesto de stas".' ?Presupuesto 7 contenido y por lo tanto nexo indestructible? Panunzio en realidad razona por medio de figurines, o sea formalistamente' peor que los viejos constitucionaiistas. Lo que debera explicar, para su proposicin, es cmo 28 his se ha producido la se I paracin y la lucha entre parlamento y gobierno de modo que la unidad de estas dos instituciones no logra ya construir una orientacin permanente de gobierno, pero eso no se puede explicar por medio de esquemas lgicos sino slo refirindose a los cambios ocurridos en la estructura poltica del pas, o sea realistamente, con un anlisis bistricopoltico. Se trata, en efecto, de dificultad de construir una orientacin poltica permanente y de vasto alcance, no de dificultad sin ms. El anlisis no puede prescindir del examen: 11 del porqu se han multiplicado los partidos polticos; 21 del porqu se ha vuelto diicil formar una mayora permanente entre tales partidos parlamentarios; 31 en consecuencia, del porqu los grandes partidos tradicionales han perdido el poder de guiar, el prestigio, etctera. ?Este hecho es puramente parlamentario, o es el reflejo parlamentario de cambios radicales ocurridos en la sociedad misma, en la funcin que los grupos sociales tienen en la vida productiva, etctera? Parece que el nico camino para buscar el origen de la decadencia de los regmenes parlamentarios es ste, o sea investigar en la sociedad cM1; y ciertamente que en este camino no se puede dejar de estudiar el fenmeno sindical; pero una vez ms, no el fenmeno sindical entendido en su sentido elemental de asociacionismo de todos los grupos sociales y para cualquier fin, sino aquel tpico por excelencia, o sea de los elementos sociales de nueva formacin, que anteriormente no tenan 'tela en este entierro" y que por el solo hecho de unirse modifican la estructura poltica de la sociedad. Hahra que investigar cmo ha sucedido que los ~iejos sindicalistas sorelianos (o casi) en cierto punto se haym convertido simplemente en a s o ciacionistas o unionistas en general. Quiz el germen de esta decadencia estaba en el mismo Sorel; o sea en un cierto fetichismo sindical o econo mista.
B c48> Maq~riavelo.<I> Estudio de las consignas como la del "tercer Reich" de las corrientes de derecha alemanas, de estos mitos histricos, que no son sino una forma concreta y eficaz de presentar el mito de la "misin histrica" de un pueblo. El punto a estudiar es precisamente ste: por qu I semejante forma es "concreta y eficaz" o ms eficaz que otra. En Alemania la continuidad ininterrumpida (no interrumpida por invasio nes extranjeras permanentes) entre el periodo medieval del Sacro Imperio Romano (primer Reich) hasta el moderno (desde Federico el Grande hasta 1914) hace inmediatamente comprensible el concepto de tercer Reich. En Italia, el concepto de "tercera Italia" del Risorgimento no poda ser fcilmente comprendido por el pueblo por la no continuidad histrica y la no homogeneidad entre la Roma antigua y la papal (en verdad tambin entre la Roma republicana y la imperial no hubo una homogeneidad perfecta). De ah el relativo xito de la consigna mazziniana de la "Italia del pueblo" que tenda a indicar una renovacin completa en sentido democrtico, de iniciativa popular, de la nueva historia italiana en contraposicin al "primado" giobertiano que tenda a presentar el pasado como continuidad ideal posible con el futuro, o sea con un determinado programa poltico presente presentado como de largo alcance. Pero Mazzini no logr enraizar su frmula mtica y sus sucesores la diluyeron v la rebajaron en la retrica libresca. Un precedente para Mazzini habnan podido ser las Comunas medievales que fueron una renovacin histrica efectiva y radical, pero aqullas fueron explotadas principalmente por federalistas como Cattaneo. (La cuestin debe relacionarse con las primeras notas escritas en el cuaderno especial sobre Maquiavelo.)' 11. La cuestin planteada por Panunzio sobre la existencia de un "cuarto" poder estatal, el de "determinacin de la orientacin poltica",' parece que debe vincularse con los problemas suscitados por la desaparicin de los partidos polticos y en consecuencia por la liquidacin del Parlamento. Es un modo "burocrtico" de plantear un problema que antes era resuelto por el funcionamiento normal de la vida poltica nacional, pero no se ve cmo pueda ser la solucin "burocrtica" del mismo. Los partidos eran precisamente los organismos que en la sociedad c i d elaboraban las orientaciones polticas, y no slo esto, sino que educaban v presentaban a los hombres a los que se supona capaces de aplicarlas. En el terreno parlamentario las "orientaciones" elaboradas, totales o parciales, de largo alcance o de carcter inmediato, eran confrontadas, despojadas de los 1 rasgos particularistas etctera, y una de ellas se haca "estatal" en cuanto el grupo parlamentario del partido ms fuerte se converta en el "gobierno" o guiaba al gobierno. Que, por la disgregacin parlamentaria, los partidos se hayan vuelto incapaces de desempear esta tarea, no ha anulado
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la tarea misma ni ha mostrado una W nueva de solucin: lo mismo para la a educacin y la 'aloracin de la personalidad. La solucin "burocrtica" de hecho enmascara un rgimen de partidos de la peor especie en cuanto qlie stos operan ocultamente, sin control; los partidos estn constituidos por camarillas e influencias personales no confesables: sin contar que r e s tringe la posibilidad de eleccin y embota la sensibilidad poltica y la elasticidad tctica. Es opinin de Max U'eber, por ejemplo, que gran parte de las dificultades por las que atraves el Estado alemn en la posguerra se debieron a la ausencia de una tradicin polticeparlmentaria y de vida de partido antes de 1914.'
<49> Pasado y presente. De un articulo de Manlio Pompei en la Critica Fascista del 1" de mayo de 1933: "En la genrica afirmacin de una necesaria recuperacin moral, hemos odo a menudo recordar a la familia como la institucin en torno a la cual se debe reanndar esta inderogahle recnperacin. Sobre este punto no faltan pareceres discordantes: tina reciente polmica sobre literatura infantil y sobre la educacin de nuestros ninos Iia hecho d o r a r el concepto de que el vnciilo familial-, los afectos que ligan a los miembros de una misma familia, pueden en cierto plinto constitiiir un obstculo para la educacin guerrera j-viiil que est enti-e las finalidades del Fascismo. X nuestro juicio, la familia es y debe seguir siendo la clula madre de la sociedad fascista".' Todo el artculo es interesante, si bien la ciiestin no es planteada con iigor. Pompei describe la ciisis de la familia en todos los estratos sociales, y en verdad no indica ni cmo tal crisis puede ser frenada o conducida a una solucin 1-acional,ni cmo puede intei-venir el Estado para construir o estimular la construccin de iin nuevo tipo de familia. Pompei afirma incluso que la crisis es necesaria, vinculada como est a todo un proceso de renoval cin social y cultiiral, y por eso es tanto ms notable su efectiva desorientacin, no obstante las airmaciones genricas constructivas.
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9 <50> ,%quiaiielo. Sobre el concepto de previsin o perspectiva. Es cierto que prever significa slo ver bien el presente y el pasado en cuanto movimiento: ver bien, o sea identificar con exactitud los elementos fiindamentales y permanentes del proceso. Pero es absurdo pensar en una previsin puramente "objetiva". Quien hace la previsin en realidad tiene "un programa" que hace triunfar, y la previsin es precisamente un elemento de tal triunfo. Esto no significa que la pre~isin deba ser siempre arbitraria y gratuita [o puramente tendenciosa]. Puede decirse inclnso
que slo en la medida en que el aspecto objetivo de la previsin est vinculado a un programa ese aspecto adquiere objetividad: 11 porque slo la pasin aguza el intelecto y coopera a hacer ms clara la intuicin; 21 porque siendo la realidad el resultado de una aplicacin de la voluntad hiimana a la sociedad de las cosas (desde el maquinista a la mquina), prescindir de todo elemento voluntario o calcular slo la intervencin de las otras voluntades como elemento objetivo del juego general mutila la realidad misma. Slo quien quiere fuertemente identifica los elementos necesarios para la realizacin de su voluntad. Por eso, considerar que una determinada concepcin del mundo y de lavida tenga en s misma una siiperioridad [de capacidad de previsin] es un error de burda fatuidad y superficialidad. Cierto es que una concepcin del mundo est implcita en toda previsin y por lo tanto el que la misma sea una desconexin de actos arbitrarios del pensamiento o una rigurosa y coherente visin no carece de importancia, pero la importancia la adquiere precisamente en el cerebro viviente de quien hace la previsin y la vivifica con su fuerte voluntad. Esto se ve en las previsiones hechas por los llamados "desapasionados": abundan en ociosidad, en detalles sutiles, en elegancias de conjetiira. Slo la existencia en el "previsor" de un programa a realizar hace que se atenga a lo esencial, a aquellos elementos que siendo "organizables", siiscepti Ibles de ser dirigidos o desviados, en realidad son los nicos pre~isibles. Esto va contra el modo comn de considerar la cuestin. Se piensa generalmente que todo acto de previsin presupone la determinacin de leyes de regularidad del tipo de las de las ciencias naturales. Pero como estas leyes no existen en el sentido absolnto [o mecnico] que se supone, no se toma en cuenta la voluntad de los otros y no se "prex-" su aplicacin. Por lo tanto se consauye sobre tina hiptesis arbitraria y no sobre la realidad.
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3 <5 1> Pasados presente. En la C~iiilta Cattolica del 20 de mayo de 1933 se da un breve resumen de las Concbisioni allfnchiesta sulla numu generazione. (Extracto del fascculo 28 del Sng@atore, Roma, Artes grficas Zamperini, 1933, en S", pp. 32.)' Se sabe hasta qu punto tales encuestas son necesariamente unilaterales, mutiladas, tendenciosas, y cmo suelen dar la razn al modo de pensar de quien las organiza. Tanto ms hay que ser cautos, cuanto ms parece que actualmente es difcil conocer lo que las n u e m generaciones piensan y quieren. Segn la Ciiiiltk Cottolica la mdula de la encuesta sera: "La nueva generacin sera pues: sin moral y sin principios inmutables de moralidad, sin religiosidad o simplemente atea, con pocas ideas v con mucho instinto". "La generacin de preguerra crea y se deja-
ba dominar por las ideas de justicia, de bien, de desinters y de la religin; la moderna espiritualidad se ha desembarazado de tales ideas, las cuales en la prctica son inmorales. Los pequeos hechos de la vida exigen elas ticidad 7 plegabilidad moral, que se empieza a obtener con la falta de prejuicios de la nueva generacin. En la nueva generacin pierden valor t e dos aquellos principios morales que se han impuesto como axiomas a las conciencias individuales. La moral se hawelto absolutamente pragmtica: brota de la vida prctica, de las diversas situaciones en las que el hombre puede hallarse. L a nueva generacin no es ni espiritualista, ni positi>ista, 31 ni materialista, tiende a supe I racionalmente tanto las posiciones espirim tualistas como las rancias posiciones positivistasy materialistas. Su principal caracterstica es la falta de cualquier forma de reverencia por todo lo que encarna el viejo mundo. En la masa de jvenes se ha debilitado el sentimiento religioso y todos los diversos y abstractos imperativos morales, que ya resultan inadecuados para la vida cotidiana. Los ms jvenes tienen menos ideas y ms vida, por el contrario han adquirido naturalidad y confianza en el acto sexual, de modo que el amor ya no es considerado en el sentido de un pecado, de una transgresin, de una cosa prohibida. Los jvenes, orientados activamente en las direcciones que la vida moderna indica, resultan inmunes a cualquier posible retorno a una religiosidad dogmtica disolvente". Parece que esta serie de afirmaciones no es ms que el programa mismo del Saggratore, y esto parece ms bien una curiosidad que una cosa seria. Es, en el fondo, una reedicin popular del "superhombre" nacido de las ms recientes experiencias de la vida nacional, un "superhombre" nacionalista, de crculo de seores y farmacia filosfica. Si se reflexiona, significa que la nueva generacin ha cado, bajo el aspecto de un voluntarismo extremo, en la mxima abulia. No es verdad que no tenga ideales: slo que stos se hallan todos contenidos en el cdigo penal que se supone hecho de una vez para siempre en su totalidad. Significa tambin que falta en el pas toda direccin cultural fuera de la catlica, lo que hara suponer que por lo menos la hipocresa religiosa deba acabar por incrementarse. Sin embargo, sera interesante saber de qu nueva generacin pretende hablar el Sagiature. Parece que la "originalidad del Saggiatore consiste en haber transportado a la 'Vida" el concepto de "experiencia" propio no ya de la ciencia sino del operador de gabinete cientfico. Las consecuencias de esta transportacin mecnica son poco brillantes: corresponden a lo que era bastante c e nocido con el nombre de "oportunismo" o de falta de principios (recordar 31 bis ciertas interpretaciones periodsticas del relativismo de Einstein I cuando, en 1921, esta teora fue presa de los periodistas). El sofisma consiste en lo 224
siguiente: que cuando et operador de gabinete '*prueba y vuelve a probar". sus pruebas tienen consecuencias limitadas al espacio de las probeta y los alambiques: l "pi-ueba"fuera de s mismo, sin dar de s mismo al experimento nada ms que atencin Gsica e intelectual. Pero en las relaciones entre los hombres las cosas se comportan muy dierentemente y las consecuencias son de muy distinto alcance. El hombre transforma lo real y no se limita a examinarlo experimentalmente in uilropara reconocer sus leyes de regularidad abstracta. 'lo se declara una guerra por "experimento", ni se trastorna la economa de un pas. etctera, para hallar las leyes del mejor orden social posihle. Que al construir los propiosd planes de transformacin de la vida haa que basarse en la experiencia, o sea en el exacto relieve de las relaciones sociales existentes y no en vacuas ideologas o generalidades racionales, no significa que no se deban tener principios, que no son sino la experiencia puesta en forma de conceptos o de normas imperativas. La filosofia del Saggiatore, adems de ser una reaccin plausible a la embriaguez actualista y religiosa, est sin embargo esencialmente vinculada a tendencias conservadoras y pasivas y en realidad contiene la ms alta "reverencia" por lo existente, o sea por el pasado cristalizado. En un artculo de Giorgio Granata (en el Sagiatore, mencionado en la Critica Fascista del 1" de mayo de 1933)' hay muchos indicios de tal filosofia: para Granata la concepcin del "partido poltico" con su "programa" utpico, "como mundo del deber ser (!) frente al mundo del ser, de la realidad" ya pas de poca y por eso Francia scria "inactual": como si precisamente Francia n o hubiera dado en el siglo x i X el ejemplo del mas chato oportunismo poltico, o sea del servilismo a lo que existe; a la realidad, o sea a los "programas" realizados por fuenas bien determinadas e identicables. Y el ser serviles a los hechos queridos y realizados por los otros es el verdade ro punto de vista del Saggiatme, o sea indiferencia y abulia bajo el disfraz de gran actividad de hormigas: la filosofia del hombre de Guicciardini que reaparece siempre en ciertos I periodos de la vida italiana. Que para todo 32 esto hubiera que remitirse a Galileo y tomar el ttulo de Sagiutore es slo una gran desvergenza, y hay que dar por descontado que los senores Granata y Compaa, no ban de temer nuevas hogueras ni inquisiciones. (La concepcin que del "partido poltico" expresa Granata coincide por lo d e ms con la expresada por Croce en el captulo " 1 partito como giudizio e 1 come pregiudizio" del libro Cultura e vita mwale' y con el programa de la h i t a florentina, problem'stica, etctera.) Y sin embargo este grupo del Saggiatore merece ser estudiado y anaiuado: 11 porque trata de expresar. aunque sea burdamente, tendencias que
a
En el manuscrito: "sus".
son difusa y vagamente concebidas por una mayora; 21 porque es independiente de cualquier "gran filsofo" tradicional e incluso se opone a cualquier tradicin cristalizada; 31 porque muchas afirmaciones del grupo son indudablemente repeticiones de odo de posiciones filosficas de la iosofia de la praxis que han entrado en la cultura general, etctera. (Recordar el "probando y volviendo a probar" del onora~ole Giuseppe Canepa como comisario de aproxisionamientos durante la guerra: este Galileo de la ciencia administrativa tena necesidad de una experiencia con muertos y heridos para saber que donde falta el pan corre la sangre.)'
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8 <52> Risqi~nento italiano. Serie de interpretaciones. A propsito del libro de Rosselli sobre Pisacane.' Las interpretaciones del pasado, cuando del pasado mismo se buscan las deficiencias y los errores (de ciertos partidos o corrientes), no son "historia" sino poltica a c h d en embrin. He ah por qu incluso los "si" a menudo no aburren. Debe decirse que las 'Tnterpretaciones" del Risorgimento en Italia estn vinculadas a una serie de hechos: 11 a explicar por qu se produjo el llamado "milagro" del Risorgimento: o sea que se reconoce que las fuerzas activas para la unidad y la independencia eran escasas y que el suceso no puede ser explicado slo con tales fuerzas, pero por otra parte no se quiere reconocerlo abiertamente por razones de poitica nacional, y se construyen novelas histricas; 21 para no tocar al Vaticano; 31 para no explicar racionalmente el "bandidismo" meridioqal; 41 ms tarde para explicar la debilidad estatal durante las guerras de Mrica (de ah tom pretexto Oriani especialmente y por consiguiente los orianistas), para explicar Caporetto y la subversin elemental de la posguerra con sus consecuencias directas e indirectas. La debilidad de tal tendencia "interpretativa" consiste en que sigui siendo puro hecho intelectual, no se contirti en premisa de un moiimiento poltico nacional. Slo con Piero Gobetti ello iba delinendose y en una I biografa de Gobetti habra que recordarlo: por eso Gobetti se separa del onanismo y de hfissiroli. Con Gobetti hay que poner a Dorso y como sobra en el juego a Giovanni h s a l d o que es ms intelectual que Missiroli. (Ansaldo es "el hombre de Guicciardini" convertido en esteta y literato y que ha ledo las pginas de De Sanctis sobre el homhre de Guicciardini. De Ansaldo podra decirse: "Lrn da el hombre de Gtiicciardini ley las pginas de De Sanctis sobre s mismo y se camufl de G . h s a l d o primero y de estrellita negra ms tarde: pero su 'particular' no consigui camuflar10...") Una cuestin que Rosselli no plantea bien en el Pncnne es sta: cmo una clase dirigente puede dirigir a las masas populares, o sea ser "diri226
gente"; Rosselli no ha estudiado lo que fue el 'jxobinismo" francs y c& mo el miedo a jacohinismo pudo paraiiiar la actividad nacional. Tampoco l explica por qu se form el mito del "Medioda polvorn de Italia" en Pisacane y luego en Ivlazzini. ?io ohstante este punto es bsico para comprender a Pisacane y el origen de sus ideas que son las mismas que en Bakunin, etctera. As, no se puede ver en Pisacane un "precursor" real de Sorel,' sino simplemente uii ejemplar del "nihilismo" de origen ruso [ y de la teora de la "pandesnuccin" creadora (aunque sea con el hampa)]. La "iniciativa popular'. desde Mazzini a Pisacane se colorea con las tendencias "populistas" extremas. (Seguramente hay que profundizar el filn Herzen, indicado por Ginzhurg en la Cultura de 1932.)' Tambin la carta a los padres despus de la fuga con una mujer casada podra ser sus crita por el Bazrov de Padres e hijos (la carta aparece publicada ntegramente en la Suooa Antologuz de 1932):' ah est toda la moral deducida de la naturaleza como la representa la ciencia natural y el materialismo f i b sfico. Dehe ser casi imposible reconstruir la "cultura lihresca" de Pisacane y establecer las "fuentes" de sus conceptos: el nico modo de proceder es el de reconstruir un cierto ambiente intelectual de cierta emigracin poltica de despus del 48 en Francia y en Inglaterra, de una "cultura hahlada" de comunicaciones ideolgicas a travs de discusiones y conversaciones.
3 <53> Hzitoha literaria o de la a l t u r a El origen de la teora americana (referida por Cambon en su prefacio a un lihro de Ford) de que en cada poca los grandes hombres son tales en la actitidad funda1mental de la po- 33 ca misma,' cosa por la que sera absurdo "reprender" a los americanos por no tener grandes artistas cuando tienen 'grandes tcnicos", como lo sera reprender al Renacimiento por haber tenido grandes pintores y escultores y no grandes tcnicos, se puede encontrar en Carlyle (Sobre los hroesy el herosmo). Carlyle debe decir poco ms o menos que si Dante hubiera tenido que hacer de guerrero, o sea si se hubiese visto forzado a desarrollar [SU personalidad] en un momento de necesidad militar etctera, habra sido igualmente grande etctera,'~sea que el herosmo debera concebiise casi como una forma que se llena con el contenido heroico [prevaleciente] en la* poca [o en el ambiente determinado]. Puede decirse, sin embargo, que en pocas de envilecimiento pblico, de compresin etctera, es imposible ninguna forma de "grandeza". Donde el carcter moral es combatido no se puede ser gran artista etctera. Me-
tastasio no puede ser Dante o iVfieri. ?Donde prospera Ojetti puede darse un Dante? Si acaso un Michele Barbi! Pero la cuestin en general no parece seria, si se parte de la necesidad de que surjan grandes genios. Solamente se puede juzgar de la actitud frente a la vida, ms o menos conformista o heroica, metastasiana o alfieriana, lo que ciertamente no es poco. No debe excluirse que donde la tradicin ha dejado un gran estrato de intelectuales, un inters vivaz o predominante por ciertas actividades, se desarrollen "genios" que no corresponden a la poca en que viven concretamente, sino a aqulla en que viven "idealmente" y culturalmente. Maquiavelo podra ser uno de stos. Por otra parte se olvida que cada tiempo o ambiente es contradictorio y que se [expresa y se] corresponde al propio tiempo o ambiente combatindolos denodadamente adems de colaborando en las formas de vida oficial. Parece que tambin en este argumento hay que tomar en cuenta la cuestin de los intelectuales y de su modo de seleccin en las diversas pocas de desarrollo de la ci~ilizacin. Y desde este punto de vista puede haber mucha verdad en la afirmacin americana. Epocas progresistas en el campo prctico pueden no haber tenido todava tiempo de manifestarse en el campo creativo esttico e intelectual, o pueden ser en ste atrasadas, filisteas, etctera.
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<54> LTgo Bmnasroni. Escritor de mximas morales, cuentista, critico de arte y creo que tambin pintor. Colaborador del Viandantede MoniceIli' y por lo tanto de una cierta tendencia. Se podran extraer algunas de sus mximas mejo I res. 'Viiir es siempre un adaptarse. Pero adaptarse a una cosa para salvar alguna otra cosa. En esta alternativa se forma y se revela todo el carcter de un hombre". "La verdadera Babel no es tanto donde se hablan lenguas distintas, sino donde todos creen hablar la misma lengua; ? cada uno da a las mismas palabras un significado distinto". ''Tanto es el valor del pensamiento terico para un operar provechoso, que a veces puede dar buen fruto incluso la ms tonta de las teonas, que es sta: no teonas sino hechos". (Ptgmo de junio de 1933.)'
Q <55> Pasado y presente. Una de las manifestaciones ms tpicas del pensamiento sectario (pensamiento sectario es aqul por el que no se logra ver cmo el partido poltico no es slo la organizacin tcnica del partido mismo, sino todo el bloque social activo del cual el partido es la gua porque es la expresin necesaria) es aqulla por la que se considera poder hacer siempre ciertas cosas aun cuando la "situacin poltico-militar" ha-
ya cambiado. Fulano lanza un grito y todos aplauden y se entusiasman; al da siguiente, la misma gente que aplaudi y se entusiasm al or lanzar aquel grito, finge no or, se aleja, etctera; al tercer da la misma gente reprende a Fulano, le insulta e incluso le golpea y lo denuncia. Fulano no entiende nada; pero Mengano que ha mandado a Fulano, reprende a Fnlano por no haber ,gritado bien, o por ser un miserable y un incapaz etctera. Mengano est convencido de que aquel grito, elaborado por su excelentsima capacidad terica, debe siempre entusiasmar y arrastrar, porque en su camarilla los presentes siguen fingiendo que se entusiasman etctera. Sena intel-esantedescribir el estado de nimo de estupor e [incluso] de indignacin del primer kancs que \lo rebelarse al pueblo siciliano de las Vsperas.
5 <56> Risorgimenro italiano. Sobre la revolucin pasiva. Protagonistas los "hechos", por as decirlo, y no los "hombres individuales". Cmo bajo una determinada envoltura poltica necesariamente se modificana I las re- 31 laciones sociales fundamentales y surgen y se desarrollan nuevas fuerzas efectivas polticas, que influyen directamente, con una presin lenta pero incontrolable, sobre las fuerzas oficiales las cuales a su vez se modifican sin darse cuenta o casi.
S <57> Pasadoy presente. De una carta a Uberto Lagardelle de Georges Sorel (escrita el 15 de agosto de 1898 y publicada en la EducazioneFmrista de marzo de 1933): "eville a pour grand argument que la campagne pour Dreyfus d o m e de la force aux militaristes et peut amener une raction. Le malheureux ne voit pas que c'est tont le contraire: la raction tait en train express et elle se bute devant une rsistance inopine, ou les avancs ont pour auxiliaire des modrs. Les gens qui ne voyaient pas le mouvement rel, qui en taient aux apparences trompeuses des scrutins, croyaient que la France marchait d z e dare vers le socialisme;j'ai toujours vu qu'elle marchait vers le csarisme. Le mouvement apparait mainten a n t parce qu'il v a une pierre dans l'engrenage, les denu grincent et se cassent; mais ce n'est pas la pierre qui a fait naitre I'engi-enage, mais elle force les avengles is'apercevoir qu'il existe".' La mentalidad a la Deville siempre ha estado difundida. Cuestin de la ofensiva y la defensiva. Hay que preguntarse si cada vez que el "escrutinio" era favorable a la izquierda, no hubo una preparacin de golpe de
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Estado por parte de la derecha, que nitnca permiti a la izquierda tener de su parte la fuerza y el prestigio de la llamada "legalidad" estatal. (Recordar los articiilos de Garofalo en la Ejocn de 1922.' El lihro de Xino Daniele sobre D'Annunzio poltico.' Modo de plantear [la nai-racin de los] acontecimientos de 1918-19-20 etctera.) En las memorias del diplomtico AIdowandi publicadas en la .?'rioiw A~ltolo@n del 15 de m a p l ' de jiinio de 1933 algunas ideas utilsimas pai-a c\-aluar los acontecimientos de abril de 1919 en ivliln.' La cuestin vinculada a la de la llamada ''violencia" como mtodo dogmtico, estupidsima forma de sarampin de q u e llos aos. (Orlando, quien en abril de 1919 estaba en Pars, no dehe de to de Giacinto I Menotti' no debi de carecer de un motivo segut-amente determinado indirectamente por el gobiei-no.)
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8 <58> Crtica liternrin. En el fascculo de marzo de 1933 de Ediirnzio~!e Fmcistn, el articulo polmico de Argo con Paul Nizan ("Idee d'olti-e confine")' a propsito de la concepcin de nna nuera literatura que hrote de una integral renovacin intelectual y moral. Nizan parece que plantea bien el problema cuando empieza por definir qu cosa es una integral renovacin de las premisas culturales y limita el campo de la investigacin misma. La nica objecin sena de .kgo es sta: la imposihilidad de saltar una etapa nacional, autctona de la nueva literatura y los peligros "cosmopolitas" de la concepcin de Nizan. Desde este punto de vista muchas cnticas de Nizan a grnpos de intelectuales franceses deben revisarse: Nazirielle Reiue Francaise;* el "populismo" etctera, hasta el grupo del Mo.lo,m'e,' no porque las cnticas no ataquen con justicia [polticamente], sino porque es imposible que la nueva literatura no se manifieste "nacionalmente" en combinaciones y ligas diversas, ms o menos hbridas. Es toda la comente lo que hay que examinar y estudiar, objetivamente. Por lo dems, para la relacin entre literatura y poltica, hay que tener presente este criterio: que el literato debe tener perspectivas necesariamente menos precisas y definidas que el hombre poltico, debe ser menos "sectario" si as puede decirse, pero de modo "contradictorio". Para el hombre poltico toda imagen "fijada" a pnon es reacciona-ia: el poltico considera todo el movimiento en su devenir. El artista, por el contrario, debe tener imgenes "fijadas"). fundidas e n su forma definitiva. El poltico imagina al hombre como es y al mismo tiempo como debena ser para alcanzar un detera
minado fin; su trabajo consiste precisamente en conducir a los hombres a moverse, a salir de su ser presente paravolverse capaces colectivamente de alcanzar el fin propuesto, o sea a "conformarse" al fin. El artista representa necesariamente "lo que es" en cierto momento [de personal, de no conformista, etctera], realistamente. Por eso desde el punto de vista poltico, el poltico no estar nunca contento con el artista y no podr estarlo: lo encontrar siempre en retraso respecto de la poca, siempre anacr nico, siempre separado del movimiento real. Si la hisl tuna es un continuo proceso de liberacin y de autoconciencia, es evldente que cada etapa, como historia, en este caso como cultura, ser inmediatamente superada y no interesarms. Esto me parece que debe tenerse en cuenta al e d u a r los juicios de Nizan sobre los diversos grupos. Pero desde un punto de vista objetivo, as como todava h o para cier~ tos estratos de la poblacin es "actual" Voltaire, as pueden ser actuales, e incluso lo son, estos grupos literarios y las combinaciones que representan: objetivo quiere decir, en este c m , que el desarrollo de la renovacin intelectual y moral no es simultneo en todos los estratos sociales, lodo lo contr&o: incluso hoy, es bueno repetirlo, muchos son ptolomeicos y no copernicanos. (Existen muchos "conformismos",muchas luchas por nuevos conformismos, y combinaciones distintas entre aquello que es, divel-samente compuesto, y aquello que trabaja para que llegue a sei-,y son muchos los que trabajan en este sentido.) Colocarse en el punto de vista de una "sola" lnea de movimiento progresivo, por el que cada adquisicin nueva se acumula y convierte en premisa de nuevas adquisiciones, es un grave error: no slo las lneas son mltiples. sino que tambin se dan pasos atrs incluso en la lnea "ms" progresista. Por otra parte, Nizan no sabe plantear la cuestin de la llamada "literatura popular", o sea del xito que tiene entre las masas nacionales la literatura de folletn (de aventiiras, policiaca, de terror etctera), xito que es ayudado por el cinemat grafo y el peridico. Y sin embargo es sta la cuestin que representa la parte mayor del problema de una nueva literatura en cuanto expresin de una renovacin intelectual y moral: porque slo entre los lectores de la literatura de folletin se puede seleccionar el pblico suficiente ? nece. sario para crear la base cultural de la nueva literatura. Me parece que el problema es ste: cmo crear un cuerpo de literatos que artsticamente sea a la literatura de folletn lo que Dostoievski era a Sue y a Souli o cw mo Chesterton, en la novela policiaca, es a Conan Doyle y a WaUace, etctera. A este propsito hay que abandonar muchos prejuicios, pero especialmente hay que pensar que no se puede tener el monopolio, y no slo eso, sino que se tiene en contra una formidable organizacin de intereses editoriales. El prejuicio ms comn es ste: que la nueva literatura
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debe identificarse con una escuela artstica de origen intelectual, como fue para el futurismo. I La premisa de la nueva literatiira no pnede dejar de ser histricopoltica. popular: debe tender a elaborar lo que ya existe, polmicamente o de otro modo no importa; lo que importa es que hnnda sus iaces en el humus de la ciiltiira popular tal como sta es, con sus gustos, sus tendencias, etctera, con sil mundo moral e intelectual aunque sea atrasado y convencional.
3 <59>Risorgimento itnlinno. <I>. La funcin del Piamonte en el Risorgimento italiano es la de tina "clase dirigente". En realidad no se trata del hecho de que en todo el territorio de la pennsula existiesen ncleos de clase dirigente homognea cuya irresistible tendencia a unificarse deter-min la formacin del nuevo Estado nacional italiano. Estos nicleos existiau, indudablemente, pero su tendencia a iinirse era muy problemtica, y lo que ms cuenta, ellos, cada uno en su mbito, no eran "dirigentes". El diligente presupone al "dirigido", <y quin era diiigido por estos nicleos? Estos ncleos no queran "dirigir" a nadie, o sea no queran poner de acuerdo sus intereses y aspiraciones con los intereses v aspiraciones de otros grupos. Queran "dominar", no "dirigir", y an ms: queran que dominasen sus intereses, no sus personas, o sea queran que una fuerza nueva, independiente de todo compromiso y condicin, se convirtiese en rbitro de la Nacin: esta fuerza fue el Piamonte y de ah la funcin de la monarqua. El Piamonte tuvo por lo tanto una funcin que puede ser comparada, en ciertos aspectos, con la del partido, o sea del personal dirigente de un grupo social (y de hecho siempre se habl de "partido piamonts"); con la determinacin de que se trataba de un Estado' con un ejrcito, una diplomacia, etctera. Este hecho es de la mxima importancia para el concepto de "revo lucin pasiva": que no es que un grupo social sea el dirigente de otros grupos, sino que un Estado, aunque limitado como potencia, sea el "dirigente" del grupo que debera ser dirigente y pueda poner a disposicin de ste un ejrcito y una fuerza polticodiplomtica. Es posible referirse a lo que se Uam la funcin del "Piamonte" en el lenguaje poltico-histnco internacional. Servia antes de la guerra vena a ser el "Piamonte" de 36 los Balcanes. (Por lo dems Francia, despus de 1789 y I durante muchos aos, hasta el golpe de Estado de Luis Napolen fue, en este sentido, el Piamonte de Europa.) El que Servia no lograra xito como lo logr el Piamonte se debe al hecho de que en la posguerra hubo un despertar poltico de los campesinos tal como no haba existido desde 1848. Si se estudia de cerca lo que sucedi en el reino ~ugoslavo, ve que en l las fuerzas se
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"servistas" o favorables a la hegemona servia, son las fiierzas conu-al-iasa la reforma agraria. Encontramos un bloque rural-inrelectual antiservio, y las fuerzas conservadoras partidarias de Serqia tanto en Croacia como en las otras regiones no servias.' Tampoco en este caso existen ncleos locales "dirigentes", sino dirigidos por la fuerza servia, mientras que las fue1.zas subversivas no tienen, como funcin social, gran importancia. Para quien observa superficialmente las cosas servias, habra que preguntar qu habna sucedido si el supuesto bandidaje que se dio en el napolitano y en Sicilia desde el 60 hasta el 70 se hubiese dado despus de 1919. Indudablemente el fenmeno es el mismo, pero el peso social v la experiencia poltica de las masas campesinas eran muy distintos despus de 1919, de lo que eran despus de 1848. Lo importante es profundlar el significado que tiene una funcin tipo "'Piamonte"en las revoluciones pasivas, o sea el hecho de que un Estado snstituye a los grupos sociales locales para dirigir una lucha de renovacin. Es uno de los casos en que se da la funcin de "dominio" y no de "direccin" en estos grupos: dictadura sin hegemona. La hegemona ser de una parte del grupo sociai sobre todo el grupo, no de ste sobre ovas fuerzas para p o tenciar el movimiento, radicalizarlo etctera, segn el modelo "jacobino". 11. Estudios orientados a captar las analogas entre el periodo siguiente a la cada de Napolen y el siguiente a la guerra del 1418.' Las analogas son vistas slo desde dos puntos de vista: la divisin territorial y aquella, ms bistosa y superficial, del intento de dar una organizacin jurdica estable a las relaciones internacionales (Santa Aianza 7 Sociedad de S a c i o nes). Parece por el contrario que el rasgo ms importante que debe estw diarse es el que se ha llamado de la "revolucin pasiva", problema que no resalta llamativamente porque falta un paralelismo exterior a la Francia del 1789-18 15. Y sin embargo todos reconocen que la guerra del 1 4 1 8 representa una fractura histrica, en el sentido I de que toda una serie de 36 bis cuestiones que molecularmente se acumulaban antes de 1914 se han "amontonado", modificando la estructura general del proceso precedente: hasta pensar en la importancia que ha asumido el fenmeno sindical, trmino general en el que se suman diversos problemas y procesos de desarrollo de distinta importancia Y significado (parlamentarismo, organizacin industrial, democracia, liberalismo etctera), pero que objetivamente refleja el hecho de que una nueva fnena social se ha constituido, tiene un peso ya n o desdeable, etctera, etctera.
9 <60> Risorgivzento italiano, Cnimrr. ;Qu significa en el libro de Alberto Cappa sobre Cavour,' el insistir continuamente en la afirmacin de que
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la poltica de Cavour representa el "justo medio"? 2Por qu '3usto"? ;Quiz porque ha niunfado? La 'justeza" de la poltica de Cavour no puede ser teorizada a priori; no puede iratarse de una qusteza" racional, absoluta, etctera. En realidad no se puede hablar de una funcin de intermediario en Cavour, lo que disminuira su figura y su significado. Cavour sigui su lnea propia, que munf no porque mediase entre extremismos opuestos, sino porque representaba la nica polticajusta de la poca, precisamente por la ausencia de competidores vlidos e inteligentes (polticamente). En Cappa el 'justo medio" se parece mucho al "precio justo", al "ptimo gobierno" etctera. En realidad sucede que Cappa no advierte cul fue la poltica cavouriana real, la poltica independiente, original etctera, cualquiera que sea el juicio que de la misma se pueda dar de acuerdo con los resultados que tuvo en la poca siguiente, o sea aunque deba decirse que fue mucho menos "nacional" de lo que Cappa, segn las pautas oficiales, quiere hacer creer, aunque fuese una lucha victoriosa conua las fuerzas populares (sin "justo medio"), lo que contribuy a con* truir un Estado estrecho, sectario, sin posibilidades de accin internacional porque estaba siempre amenazado por el surgimiento de fuerzas subversivas elementales que precisamente Cavour no quiso "nacionalizar". Que Cavour, como mtodo de propaganda poltica, asumiese uiia posicin de "justo medio" no tiene ms que un significado secundario. En realidad las fuerzas histricas chocan entre s por su programa "extremo". 37 Que entre estas I fuerzas, una asuma la funcin de "sntesis" superadora de los extremismos opuestos es una necesidad dialctica, no un mtodo apriorista. Y saber encontrar en cada ocasin el punto de equilibrio progresista (en el sentido del programa propio) es el arte del poltico no del justo medio, sino precisamente del poltico que tiene una lnea muy precisa y de gran perspectiva para el futuro. Cappa puede ser utiiizado como ejemplo en la exposicin de la forma italiana del "'proudhonismo" giobertiano, de la antidialctica del oportunismo emprico y de corta vista.
5 <61> htroducnn al estudio de lafilosofia. 11 Hegemona de la cultura occidental sobre toda la cultura mundial. Aun admitiendo que otras culturas hayan tenido importancia y significado en el proceso de unificacin "jerrquica" de la cidiiacin mundial (y ciertamente tal cosa debe admitirse sin ms), han tenido valor iinivenal en cuanto que llegaron a ser elementos constitutivos de la cultura europea, la nica histrica o concretamente universal, esto es, en cuanto que han connibuido al proceso del pensamiento europeo y han sido asimiladas por ste. 21 Pero tambin la cultura europea ha sufrido un proceso de unifica-
cin y, en el momento histrico que nos interesa, ha culminado en Hcgel y en la crtica al hegelianismo.
31 De los dos primeros puntos resulta que se toma en cuenta el procc so cultural que se personifica en los intelectuales; no se trata de hablar de l a culturas populares, para las cuales no se puede hablar de elaboracin crtica y de proceso de desarrollo. 41 No se trata tampoco de hablar de aquellos procesos culturales que culminan en la actividad real, como sucedi en la Francia del siglo >n?Ii, o al menos hay que hablar slo en conexin con el proceso culminado en Hegel y en la filosofia clsica alemana, conio una prueba "prctica", en el sentido al que repetidamente y en otras partes' se ha aludido, de la recproca reductibilidad de los dos procesos, uno, el francs, poltico-juridico, el oiro, el alemn, terico~speculativo. 51 De la descomposicin del hegelianismo resulta el inicio de un nuevo pproceso cultural, de carcter distinto al de los precedentes, en el cual se unifican el movimiento prctico y el pensamiento terico (o tratan de unificai-se a travs de una lucha tanto terica como prctica). 61 Yo es importante el hecho de que tal movimiento nuevo tenga su cuna en obras filosficas mediocres o, por lo menos, no en obras I maes- 37 bis ti-as filosficas. Lo qne es importante es que nace un nuevo modo de concebir el inimdo y el hombre, y que tal concepcin no est ya reservada a los @-andesintelectuales, a los filsofos de profesin, sino que tiende a volverse popular. de masas, con carcter concretamente mundial, modificando (aunque sea con el resultado de combinaciones hbridas) el pensamiento popular, la momificada cultura popular 71 Que tal inicio resulte de la confluencia de vanos elementos, aparentemente heterogneos, no causa asombro: Feuerbach, como crtico de Hegel, la escuela de Tubinga como atirmaciii de la crtica histrica y filosfica de la religin, etctera. Incluso debe sealarse que tal transformacin n o poda dejar de tener conexiones con la religin. 81 La filosofia de la praxis como resultado y coronacin de toda la histcria precedente. De la crtica del hegelianismo nacen el idealismo moderno y la filosofia de la praxis. El inmanentismo hegeliano se vuelve historicismo; pero es historicismo absoluto slo con la filosofa de la praxis, historicismo absoluto o humanismo absoluto. (Equvoco del atesmo y equvoco del desmo en muchos idealistas modernos: evidente que el atesmo es una forma puramente negativa e infecunda, a menos que sea concebido como un periodo de pura polmica literanc-popular.)
8 <62>Posado J presente. Eplogo pl-imero. El tema de la "revolucin pasiva" como interpretacin de la poca del Risorgimento y de toda poca compleja de cambios histricos. Utilidad pelig~os tal tema. Peligros de de derrotismo histrico, o sea de indiferentismo, porque el planteamiento general del problema puede hacer creer en un fatalismo etctera; pero la concepcin sigue siendo dialctica, o sea que presupone, incluso postula como necesaria, una anttesis vigorosa :que presente todas sus posi: bilidades de explicacin intransigentemente. Por lo tanto no teora de la "revolucin pasiva" como programa, como fue en los liberales italianos del Risorgimento, sino como criterio de interpretacin en ausencia de otros elementos activos en forma dominante. (Por lo tanto, lucha conu-a el morfinismo poltico que emana de Croce y su histoiicismo.) (Parece que la teora de la revolucin pasiva es un necesario corolario crtico de la I~ltrodu~ci~z nticn de In ecoriomn poltirn.)' Revisin de algunos conn In ceptos sectarios sobre la teora de los partidos, que precisamente repre38 sentan I una forma de fatalismo del tipo "derecho divino". Elaboracin de los conceptos de partido de masas y del pequeo partido de lite y mediacin entre los dos. (Mediacin lerica y prctica: tei-icamente ,:puede existir un grupo, relativamente pequeo, pero siempre notable, por ejemplo de algnnos miles de personas, homogneo social e ideolgicamente, sin que su misma existencia demuestre una vasta condicin de cosas y de estados de nimo correspondientes, que no pueden expresarse slo por causas mecnicas extraas y por lo mismo transitorias?) 5 <63> ?iso~&%nento ifolin,lo. Cfr. Attilio Monaco, Ignleotli poliiiri ilnpok tnni doppo il Quorantotto, Roma, Librera Internacional Treves-TreccaniTumminelli, 1933, pp. 873, en 2 vol., 50 liras.' Cuando en 1849 comenz la reaccin borbnica en el napolitano, los inscritos en las listas de los "atendibles", o sea afectados por la vigilancia policiaca, fueron 31 067 y hacia el final alcanzaron los 100 000. La mayor parte incurri en las penas menores del domicilio forzoso, del exilio, de la detencin, de la reclusin o simplemente la crcel preventiva durante meses e incluso 6 0 s . Monaco ha tratado de reconstruir la lista de estos luchadores, pero ha tenido que limitarse a los condenados a las penas ms graves y especialmente a los condenados por las Grandes Cortes especiales y que pasaron largos aiios en prisin. Estos fueron cerca de un millar, de distintos orgenes sociales: propietarios y comerciantes, mdicos y abogados, sastres y carpinteros. campesinos y braceros ... El libro de Monaco debe ser muv interesante por vaiias razones: 11 porque muestra que los elementos polticos activos fueron en el Xapolitano ms numerosos de lo que se poda
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pensar (100 000 sospechosos y sometidos a medidas de polica es un buen nmero en tiempos en qiie los partidos eran embrionaiios); 21 porque da informaciones sobre el rgimen carcelario borbnico para los polticos y para los comunes (que se encontrabanjuntos): 157 polticos murieron en prisin, al menos 10 se volvieron locos; 31 se puede ver, por el libro, qu participacin tuvieron en la actividad poltica las divei-sas categonas sociales. El penal de Procida fue el ms poblado de polticos: en 1854 haba en l 398.
5 <64> Traducibilidad de las diriemzs culturfls nflonnlo_ Paralelo entre la civizacin griega y la latina e impor Itancia que han tenido respectivamen- 38 his te el mundo griego y el latino en el periodo del Humanismo ! del Renaci. miento. (Publicaciones actuales sobre la vieja cuestin de la "superioiid a d y "originalidad" del arte griego en comparacin con el latino: vase el estudio de Augusto Rostagni, "Autonomia della letteratura latina", en la Italia Leftera& del 21 de mayo de 1933 y sig.)' Por lo que respecta al Humanismo y el Renacimiento, Rostagni no distingue los divel-sosaspectos de la cultura italiana: 1 El estudio humanista-erudito del clasicismo grecorro 1 mano que se vuelve ejemplar, modelo de vida etctera. 21 El hecho de qiie tal referencia al mundo clsico no es otra cosa que la envoltura ciiltural en la que se desarrolla la nueva concepcin de la vida y del inundo en competencia y a menudo (y cada vez ms) en oposicin a la concepcin religiosa-medieval. 31 El movimiento original que el -'hombre nuevo" 1-ealiza como tal, 7 que es nuevo y original no obstante la envoltura humanista, ejemplificada en el mundo antiguo. X este respecto debe observarse que espontaneidad y vigor de arte los hay antes de que el humanismo se "sistematice", de ah la proposicin esbozada en otro lugar de que el humanis mo es un fenmeno en gran parte reaccionaiio, o sea que representa el alejamiento de los intelectuales de lar masas que estaban nacionalirnd* se, y por consiguiente una interrupcin de la formacin poltico-nacional italiana, para retornar a la posicin (en otra forma) del cosmopolitismo imperial y medieval. El paralelo entre griegos y romanos es un problema falso e intil, de origen y carcter poltico. ~Tuxieron romanos una fdosofa? Tuvieron su los propio "modo de pensar" y de concebir el hombre y la vida y sta fiie su "filosofia" real, incorporada en las docuinas jurdicas y en la prctica poltica. Puede decirse (en cierto sentido) para los romanos Y los griegos lo que Hegel dice a propsito de la poltica francesa y de la filosofa alemana.'
g <65> Infroduccin al esfudio de lofilosofin. Cfr. el libro de Santino Caramella, Senso coinunp. Teorin ~ P r a t i r app. 176, Bari, Laterza, 1933. Contiene , tres ensayos: 11 la crtica del "scntido comin"; 21 las relaciones entre la teora y la prctica; 31 universalidad y nacionalidad en la histoiia de la filosofa italiana.'
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8 <66>Pmndo ypwsente. En el sucederse de las generaciones (y en cuanto que cada generacin expresa la men Italidad de una poca histrica) puede ocurrir que se tenga una ~ i e j a generacin de ideas anticuadas y una-joven generacin de ideas infantiles, o sea que falte el eslabn histrico intermedio, la generacin que podra educar a los jvenes. Todo esto es relativo, se entiende. Este eslabn intermedio no faita nunca del todo; pero puede ser muy dbil "cuantitativamente;' y por consiguiente serle materialmente imposible desempear su misin. Adems: lo dicho puede suceder para un grupo social y no para otro. En los grupos subalternos el fenmeno se da [ms] a menudo y en forma ms grave por la dificultad, innata en el ser "subalterno", de una continuidad orgnica de las capas intelectuales dirigentes y por el hecho de que para los pocos elementos que pueden existir a la altura de la poca histrica es dificil organizar lo que los norteamericanos llaman trust de cerebros.
<67> Cuestin n p r i n . ?Qu debe entenderse por "compaa agrcola"? Cna organizacin industi-ial para la produccin a<qcola que tenga caractersticas permanentes de continuidad orgnica. Diferencia entre compaia y empresa. La empresa puede ser para fines inmediatos. variables cada ao o grupo de aos, etctera, sin inversiones inmobiliarias, etctera, con capital de ejercicio "de aventura". La cuestin tiene importancia porque la existencia de la compaiia y del sistema de compaas indica el grado de industrializacin alcanzado y tiene una repercusin sobre la mentalidad de la masa campesina. Arrigo Serpieri: "La estabilizacin en el espacio de la empresa es realizada cuando aqulla coincide con una roncpnin, unidad tcnico-econmica que establemente coordina tierra, capitales y fuerzas de trabajo necesarias para la produccin". (Sobre algrinos de estos problemas cfr. el artculo de Serpieri " 1 momento attuale 1 della bonifica", en Grrnrrhia de julio de 1933.)'
<68> Tmins d r riiltum. Orgenes popiilares del concepto de superhoiiilxe. Solre este arg~iiiiento habi que ver la ohra de Farinelli. II iomantirmno nrl inundo intim ( 3
wl.. Bocca). (En el bol. 2". capitulo donde se habla del rnoriro del "honibre fatal" y del *genio incornp~.endido".)'
g <69>Pasadoy presente. En nna memoria politicujurdica juvenil de Daniele Manin (cfr. el articulo de 4. Levi sobre la "Politica di Daniele Manin" en la Nuoua Riuista Sto,iui de mayo-agosto de 1933) se usa la expresin "loco por decreto". Tommaseo, ano I tando el escrito de Manin, recuerda 39 hir cmo de una seora, admirada pblicamente por Xapolen, se deca que era "bella por decreto".' Por decreto es posible ser muchas cosas y el epigrama est siempre vivo. g <70> Renacimiento. Sobre la figura y la importancia de Lorenzo el Magnfico deben verse los estudios de Edmondo Rho. Se annncian esmdios de R. Palmarocchi que no parece tener la capacidad de interpretar la funcin del hlagnfico. Desde el punto de vista histrico-poltico Rho sostiene que el hlagnfico fue un mediocre, falto de capacidad creativa. Diplomtico, no poltico. El Magnfico simplemente habra seguido el programa de Cosimo. Como poltica exterior (italiana, referente a toda la pennsula) Lorenzo habra tenido la idea genial de organizar una liga itlica que sin embargo no fue realizada etctera. (Palmarocchi ha recopilado Le pi bellepagnede Lorenzo en la ed. Ojetti y en la introduccin trata de representar la figura de Lorenzo.)' La funcin de Lorenzo es importante para reconstruir el nudo histrico italiano que representa el paso de un periodo de desarrollo imponente de las fuerzas burguesas a su decadencia rpida etctera. El mismo Lorenzo puede ser tomado como "modelo" de la incapacidad burguesa de aquella poca para constituirse en clase independiente y autnoma por la incapacidad de subordimar los intereses personales e inmediatos a programas de vas to alcance. En este caso, habr que ver las relaciones con la Iglesia de Lorenzo y de los Mdici que [le precedieron y] le sucedieron. Quien sostiene que Savonarola fue "hombre de la Edad Media" no toma suficientemente en cuenta su lucha con el poderdeclesistico, lucha que en el fondo tenda a hacer a Florencia independiente del sistema feudal eclesistico. (Con Savu narola se hace la confusin usual entre la ideologa que se funda en los mitos del pasado y la funcin real que debe prescindir de estos mitos. etctera.)
" E n el inanuscrito sigue una palabra cancelada: "esmial".
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g <71> P m n d o j presente. Cfr. el articulo de Crispolto Crispolti en Gernrrhin de julio de 1933 sobre "Leone XlII e I'Italia" (sobre el libro de Edoardo Soderini, 11 Po~itifirnfo Leone XIII, 701. 11, Rnpporti ron /'Italia e con la di Francin, Mondadori editore). Crispolti escribe que el anticlericalismo italiano (y por consiguiente el desarrollo de la masonera) desde 1878 hasta 1903 (pontificado de Len XIII) fue una consecuencia de la poltica antiitaliana del Vaticano. Tampoco Ci-ispolti<est> satisfecho con los libros de Soderini. Remite al libro de Salata y al ".kchi\io Galimberti". Libros de Soderini "ulicos, oficiales" del Vaticano. El artculo de Crispolti cs interesante.'
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<72> Mquinrielo. (Nuevo Maquiawlo, cfr. cnaderno especial etctera.)' A propsito del Renacimiento, de Lorenzo de !ddici etctera, cuec tin de ':$i-an poltica y de pequea poltica", poltica creatila y poltica de equilibrio, de conservacin, aunque se trate de conservar una situacin miserable.' .&cusacin a los franceses (y a los galos desde Julio Csar) de ser volubles etctera. Y en este sentido los italianos del Renacimiento no han sido nunca '\~oluhles",ms bien seguramente hay que distinguir entrc la gran poltica que los italianos hacan en el "exterior" como herza c o s mopolita (mientras la funcin cosmopolita dui-) y la pequea poltica del interioi-, la peqnea diplomacia. la estrechez de los piogramas etctera, por consigniente la debilidad de conciencia nacional que habita exigida una actividad audaz y de confianza en las fuerzas populares-nacionales. Concluido el periodo de la funcin cosmopolita, qued el de la 'pequena poltica" en el interior. el esfuerza desmedido para impedir cualquier cambio radical. En realidad el "pie de casa", las manos limpias etctera que tanto se han reprochado a las generaciones del siglo XIr: no son sino la conciencia del fin d e una funcin cosmopolita en la forma tradicional y la incapacidad de crearse una nuera apoyindose en el pueblo-nacin.
<73> Risorgimento italiano. Cfr. A. Rossi, Le cause stonc~popoliticl~eriella tardi7~nunificnzione e indipendenfa d'lrnlia, Roma, Cremonese, 1933, pp. 112, 8.00 liras.' (El ttnlo mismo es curioso y demuestra lo difundida que est la concepcin mitolgico-fatalista en el estudio del Risorgimento.)
<74> F7-eud j el hombre colectirm El ncleo ms sano e inmediatamente aceptable del freudismo es la exigencia del estudio de los contragolpes morbosos qne tiene toda construccin de "hombre colectivo", de todo
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"conformismo social", de todo nivel de civilizacin, especialmente en aquellas clases que "fanticamente" hacen del nuevo tipo humano a alcanzar una 't-eligin", una mstica etctera. Hay que ver si el freudismo no deba conciuir necesariamente el periodo liberal, qlle se caracteriza precisamente por una mayor responsabilidad (y sentido de tal responsabilidad) de grupos seleccionados en la construccin de "religiones" no autoritarias, espontneas, libertarias etctera. Un soldado de conscrip cin no sentir por las posibles matanzas cometidas en la guerra el mismo grado de remordimiento que un voluntario etctera (dir: me fue ordenado, no poda hacer otra cosa, etctera). Lo mismo puede observarse para las distintas clases: las clases subalternas tienen menos "remordimientos" moraies porque lo i que hacen no les conciernes ms que en sentido lato etctera. Por eso el freudismo es ms una "ciencia" aplicable a las clases superiores y podra decirse, parafraseando a Bourget (o un epigrama sobre Bourget), que el ''inconsciente" comienza slo despus de tantas decenas de miles de renta.' Tambin la religin es menos fuertemente sentida como causa de remordimiento por las clases populares, que seguramente no estn demasiado lejos de creer que en todo caso tambin Jesucristo fue cruciicado por los pecados de los ricos. Se plantea el problema de si es posible crear un "conformismo", un hombre colectivo sin desencadenar una cierta medida de fanatismo, sin crear "tabes", cnticamente, en suma, como conciencia de necesidad libremente aceptada porque "prcticamente" se le reconoce tal, por un clculo de medios y fines que adecuar, etctera.'
<75> Tema de cultura. El diccionario de Rezasco.' Lo menciona Felice Bernabei en las Mnnmie inedite di un archeologo (primera parte publicada en la Nuoua Antolog'adel 16 de julio de 1933). Rezasco (Giulio) fue varias veces Secretario General de Instruccin Pblica (o sea subsecretario) Bernabei habla de l un poco ligeramente como compilador de un liocabolano deUa Bvromazia y escrihe: "Xo s si alguna parte de este Vocabulario de Rezasco fue algunavez publicada". (La redaccin de la Xuoua Antologia no ha credo oportuno aclararlo.)' Parece que Rezasco no se ocupaba de sus deberes burocrticos y empleaba el horario de trabajo para compilar el vocabulario.'
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5 <76> Risorgimnlo italiano. Resea del libro de Sello Rosselli sobre Pisacrrnepublicada en la A'uor~aRivista Stoncrr de 1933 (pp. 156 sig.).' Pertenece a la serie de las 'Tnterpretaciones" del Risorgimento igual que el libro de Rosselli. Tampoco el aiitor de la resea (como Rosselli) entiende cmo lo que falt en el Risorgimento [fiie] un fermento 'Jacobino" en el sentido clsico de la palabra, y cmo Pisacane es una figura altamente interesante porque es de los pocos que entendi esa falta, si bien l mismo no fue "jacobino" tal como era necesario para Italia. Se puede obsermr tambin que el fantasma que recorri a Italia antes de 1859 no fue el del comunismo sino el de la Revolucin francesa y el terror, no fue "pnico" de burgueses, sino pnico de "terratenientes", y por lo dems el comunismo, en la propaganda de Metternich, era simplemente la cuestin y la reforma agraria.
8 <1> La religin, la lo& J el opio de la miseria. En las Conversazioni crifi- 2 che (Serie ir, pp. 300-301) Croce busca la "fuente" del Paese di Cuccagna de Matilde Serao y la encuentra en un pensamiento de Balzac. En el relato La Rabouilhse escrito en 1841 y titulado ms tarde Un minage de garion, hablando de madama Descoings, la cual desde haca veintin aosjugaba su famoso terno, el "socilogo y filsofo novelista" observa: Cetlepassion, si uniumlement ondamne, n'a jamais t tudie. Pmonne n j . a ml'opium r de [a misire. La lo&, la plus puissanfe fe du monde, ne dNel.ppmait-ellepas des erpances magigues? Le coup de muletre quifaisait voir aux joueurs d a m u s a dr et de jouissances ne durait que ce yue dure u n chil; tandis que la l o b donnait ciny jours dkxisience a ce magnifipue c[air: Que& est aujuurd 'hui la puissance sociak qui peui, p m r quaranfe sous, r~ous rendre heureux pendant cinq j m n e a uous liurer iddement tous les bonheurs de la civilisation? Croce habia obserxado ya (en su ensayo sobre la Serao, Lxtimaiura della nuova Italia, 1 1 p. 51) que el Paese di Cuccama (1890) tena su idea gene1, ratriz en un fragmento del otro libro de la Serao, R uenhedi Napoli (1884). en el cual "se pinta el juego de la lotera como 'el gran sueno de felicidad' que el pueblo napolitano 'repite cada semana', viviendo 'durante seis das en una esperanza creciente, invasora, que se extiende, sale de los confines de la vida real'; el sueno 'donde estn todas las cosas de las que l est privado, una casa aseada, aire salubre y Fresco, un bello rayo de sol clido en el piso, un lecho blanco y alto, una cmoda briante, macarro nes y carne todos los das, y el litro de vino, y la cuna para el beb, y la ropa interior para la mujer, y el sombrero nuevo para el marido"'.' El pasaje de Balzac podra relacionarse tambin con la expresin "opio del pueblo" utilizada en la Critica de lajilosoja delDmecho de Hegel publicada en 1844 (verificar la fecha), cuyo autor fue un gran admirador de Balzac: "Senta tal admiracin por Balzac que se propona escribir un ensayo crtico sobre la Comedia humana", escribe Lafargue en I sus recuerdos s u 2 bis hre Carlos Marxa publicados en la conocida recopilacin de Riazanov (p. 114 de la edicin francesa). En estos ltimos tiempos (quiz en 1931) se '
a En
el manuscrito: T. M.".
ha publicado una carta indita de Engels en la que se habla ampliamente de Balzac y la importancia cultural que es preciso ambuirle.' Es probable que el paso de la expresin "opio de la miseria" usada por Balzac para la lotera, a la expresin 'bpio del pueblo" para la religin, haya sido ayudada por la reflexin sobre la "apuesta" de Pascal, que compara la religin con el juego de azar. Debe recordarse que precisamente en 1843 Victor Cousin indic la necesidad de editar el manuscrito autntico de las Penses de Pascal, que fueron impresas por primera vez en 1670 por sus amigos de Port-Royd muy incorrectamente. y fueron reeditadas en 1844 por el editor Faugere siguiendo las indicaciones de Cousin. Las Penses, en donde Pascal desarrolla su argumento de la "apuesta", son los fragmentos de una ApologSe de la Religzon chrtienne que Pascal no lleg a concluir. He aqu la lnea del pensamiento de Pascal (segn G. Lanson), Sfona della leltnulurafrancese, 19a edicin, pp. 464): "Les hommes ont mpris pour la religion, ils en ont haine et peur qu'eUe soit vraie. Pour gurir cela, it faut commencer par montrer que la religion n'est point conuaire i la raison; ensuite, qu'eUe estvnerable, en donner respect; la rendre ensuite aimable, faire souhaiter aux bons qu'elle fut vraie, et puis montrer qu'elle est d e " . Despus del discurso contra la indiferencia de los ateos que sirve como introduccin general de la obra, Pascal expona su tesis de la impotencia de la razn, incapaz de saber todo y de saber alguna cosa con certeza, reducida ajuzgar por las apariencias ofrecidas por el ambiente de las cosas. La fe es un medio superior de conocimiento: sta se ejerce ms all de los lmites a que puede llegar la razn. Pero aun cuando as fuese, aunque no hubiera ningn medio para llegar a Dios, a travs de la razn o a travs de cualquier oa ;<a, en la absoluta imposibilidad de saber, todava sena necesario actuar como si se supiese. Puesto que, segn el clculo de probabilidades, hay ventaja en apostar a que la religin es \rerdadera, y en 3 normar I nuestra vida como si fuese verdadera. Viviendo cristianamente se arriesga infinitamente poco, algunos aos de turbios placeres (plaisir mel), para ganar el infiiito, la gloria eterna.' Hay que reflexionar que Pascal fue muy fino al dar forma literaria, justificacin lgica y prestigio moral a este argumento de la apuesta, que en realidad es un modo de pensar muy difundido respecto a la religin, pero un modo de pensar que "se avergenza de s mismo" porque al mismo tiempo que satisface, parece indigno y bajo. Pascal hizo frente a la "vergenza" (si as puede decirse, porque podna ser que el argumento de la "apuesta" hoy popdar, en formas populares, haya derivado del libro de Pascal y no fuese conocido antes) y trat de dar dignidad y justificacin al modo de pensar popular (cuntas veces se ha odo decir: ",:qu perdemos con ir a la iglesia, con
creer en Dios? Si no existe, paciencia; pero si existe, no te ser til haber credo?'etctera). Este modo de pensar, incluso en la forma pascaliana de la "apuesta", huele algo a volterianismo y recuerda el modo de expresarse de Heine: "quin sabe si el padre eterno no nos prepara alsguna buena sorpresa despus d e L muerte'" o algo parecido. (Ver cmo los e s a tudiosos de Pascal explican y justifican moralmente el argumento de la "apuesta". Debe de haber un estudio de P. P. Trompeo en el libro Rilegature giameniste en el que se habla del argumento de la "apuesta" en relacin con Manzoni.*Hay que ver tambin a Ruffini por su estudio sobre el Manzoni religioso.)' De un artculo de Arturo Marescalchi, "Durare! Anche nella bachicoltura", en el Cornm delh Sera del 24 de abril de 1932: "Por cada media onza de semilla cultivada se compite por premios que desde una cifra modesta (hay 400 de mil liras) llegan hasta muchos de 10 a 20 mil liras y cinco que van desde 25 mil hasta 250 mil l b . En el pueblo italiano est siempre vivo el sentido de tentar la suerte; en el campo todava hoy no hay quien se abstenga de las 'pescas' y de las tmbolas. Aqu se tendr gratis el billete que permite tentar la fortuna"? Por lo dems, hay una estrecha conexin entre L lotera y la religin, a los premios muesvan que se ha sido "elegido", que se ha recibido una particular gracia de unsanto o de IaVugen. Se podra hacer una confrontacin entre la concepcin atvica de la gracia entre los protestantes, que ha dado la forma moral al espritu d e emprelsa capitalista, y la concep cin pasiva y holgazana de la gracia propia del pueblo bajo catlico. 0 b servar la funcin que tiene Irlanda al volver a poner en vigor las loteras en los pases anglosajones y las protestas de los peridicos que representan el espritu de la Reforma, como el Manchater Guardinn? Hay que ver adems si Baudelaire en el tnlo de su libro Los parasos artifa~iales tambin en el tratamiento) se inspir en la expresin "opio (y del pueblo": la frmula podra haberle llegado indirectamente a travs de la literatura poltica o periodstica. No me parece probable (pero no est excluido) que existiese ya antes del libro de Baizac alguna forma de decir por la que el opio y los dems estupefacientes y narcticos fuesen presentados como medio para gozar un p-so articial. (Hay que recordar, por otra parte, que Baudelaire hasta 1848 particip en cierta actividad prctica, fue director de semanarios polticos y tuvo una participacin activa en los sucesos pansienses de 1848.)
Cfr. C&o
8 (XXVIlI), pp. 6666 b s 72-75 bis, 75 bi576. i,
3 bis
5 <2> Cuestiones de mtodo. Si se quiere estudiar el nacimiento de una concepcin del mundo que no fue nunca expuesta sistemticamente por su fundador (y cuya coherencia esencial debe buscarse no en cada escrito indi~<dual serie de escritos, sino en el desarrollo total del variado trabao jo intelectual en el que los elementos de la concepcin se hallan implcitos) hay que hacer preliminarmente un trabajo filolgico minucioso y realizado con el mximo escrpulo de exactitud, de honradez cientfica, de lealtad intelectual, de ausencia de todo prejuicio y apriorismo o toma de partido. Ante todo, es preciso reconstruir el proceso de desarrollo intelectual del pensador dado para identificar los elementos que se conirtieron en estables y "permanentes", o sea que fueron asumidos como pensamiento propio, distinto o superior al "material" precedentemente estudiado y que sirvi de estmulo; slo estos elementos son momentos esenciales del proceso de desarrollo. Esta seleccin puede hacerse para periodos ms o menos largos, segn lo que se desprende de lo intrnseco y no de noticias -r externas (que sin embargo pueden I ser utilizadas) y da lugar a una setie de "descartes", o sea de doctrinas y teoras parciales por las cuales aquel pensador puede haber tenido, en ciertos momentos, una simpata, hasta el punto de haberlas aceptado proisionalmente p haberse servido de eUas para su trabajo crtico o de creacin histrica y cientfica. Es una observacin comn de todo estudiow, como experiencia personal, que cada nuera teona estudiada con "heroico furor" (o sea cuando no se estndia por simple curiosidad exterior sino por un profundo inters) durante cierto tiempo, especialmente si se es joven, atrae por s misma, se aduea de toda la personalidad y es limitada por la teora estudiada a continuacin hasta que se establece un equilibrio critico y se estudia con profundidad sin por ello rendirse de inmediato a la fascinacin del sistema o del autor estudiado. Esta serie de observaciones valen tanto ms cuanto ms el pensador dado es impetuoso, de carcter polmico v carece del espritu desistema, cuando se &trata una personhidad en'la cual la ac&dad de terica p la prctica estn indisolublemente entrelazadas, de un intelecto en contin~~creacin perpetuo morhiento, que siente vigorosamente y en la autocritica del modo ms despiadado y consecuente. Dadas estas premisas, el trabajo debe seguir estas lneas: 11 la reconstruccin de la biografia no slo por lo que respecta a la actividad prctica sino especialmente para la actividad intelectual; 21 el registro de todas las obras, incluso las ms desdeables, en orden cronolgico, diiidido segn temas inunsecos: de formacin intelectual, de madurez, de posesin y aplicacin del nuer-omodo de pensar y de concebir la iida y el mundo. La busca del lat. rnotiu, del ritmo del pensamiento en desarrollo, debe ser ms importante que las afirmaciones casuales y los aforismos aislados.
Este trabajo preliminar hace posible cualquier investigacin posterior. Entre las obras del pensador dado, adems, hay que distinguir entre las que el autor llev a trmino y public y las que permanecieron inditas, por no estar acabadas, y publicadas por algn amigo o discpulo, no sin rexisiones, correcciones, cortes, etctera, o sea no sin una intervencin activa del editor. Es evidente que el contenido de estas obras pstumas debe ser tomado con mucha discrecin y cautela, porque no puede I ser con- 4 bis siderado defi~iitivo, sino slo material todava en elaboracin, todas<a provisional, no puede excluirse que estas obras, especialmente si estmieron en elaboracin durante largo tiempo y que el autor no se decidi nunca a completar, en todo o en parte fuesen repudiadas por el autor o no consideradas satisfactorias. En el caso especfico del fundador de la filosofa de la praxis, la obra literaria puede ser separada en estas tres secciones: 11 trabajos publicados bajo la responsabilidad directa del autor: entre stos deben ser considerados, en lneas generales, no slo aquellos materialmente dados a la imprenta, sino aquellos "publicados" o puestos en circulacin en cualquier forma por el autor, como las cartas, circulares, etctera (un ejemplo tpico son la Critica alprograma de Gotha y el epistolario);' 21 las obras no impresas bajo la responsabilidad directa del autor, sino por otros, pstumas; por lo pronto, de stas sera conveniente tener el texto diplomtico, o sea que est ya en vas de realizarse, o por lo menos una minuciosa descrip cin del texto original hecha con criterios diplomticos. Una y otra seccin deberan ser reconstruidas por periodos cronolgicccrticos, a iin de poder establecer confrontaciones vlidas y no puramente mecnicas y arbiuarias. Debera estudiarse y analizarse minuciosamente el trabajo de elaboracin realizado por el autor sobre el material de las obras despus editadas por l mismo: este estudio dara por lo menos orientaciones y criterios para evaluar crticamente la credibidad de las redacciones de las obras ~ c 1~ tumas compiladas por otros. Cuanto ms el material preparatorio de las obras editadas por el autor se aleja del texto definitivo redactado por el mismo autor, tanto menos es confiable la redaccin de otro escritor de un material del mismo tipo. Una obra nunca puede ser identicada con el material bruto, recogido para su compilacin: la seleccin definitiva, la disposicin de los elementos componentes, el mayor o menor peso dado a ste o aqul de los elementos recogidos en el periodo preparatorio, son precisamente lo que constituye la obra efectiva. Tambin el estudio del epistolario debe hacerse con ciertas precaucicnes: una afirmacin taxativa hecha en una carta no sera probablemente repetida en un libro. La vivacidad estilstica de las cartas, si bien a menu~ ~ ~~
do es ms eficaz que el estilo ms mesurado y ponderado I de un libro, a veces conduce a deficiencias de argumentacin; en las carm, como en los discursos, como en las conversaciones,se incurre ms a menudo en errores Ig'cos; la mayor rapidez del pensamiento va a menudo en pejuicio de su solidez. Slo en segundo trmino, en el estudio de un pensamiento original e innovador, viene la conmhucin de oeas personas a su documentacin. As, al menos como cuestin de principio, como mtodo, debe plantearse la cuestin d e las relaciones de homogeneidad entre los dos fundadores de la filosofa de la praxis. La afirmacin de uno u otro sobre el acuerdo recproco vale slo para el argumento dado. Ni siquiera el hecho de que uno escribi algunos captulos para el libro escrito por el otro es una razn perentoria para que todo el libro sea considerado como resultado de un perfecto acuerdo. No hay que subestimar la contribucin del segundo, pero tampoco hay que identificar al segundo con el primero, no hay que pensar que todo lo que el segundo atribuy al primero sea absolutamente autntico y sin infiltraciones. Es cierto que el segundo ha dado pruebas de un desinters y una ausencia de vanidad personal nicos en la historia de la literatura, pero no se trata de eso, ni de poner en duda la absoluta honestidad cientfica del segundo. Se trata de que el segundo no es el primero y que si se quiere conocer al primero hay que buscarlo especialmente en sus obras autnticas, publicadas bajo su directa responsabi1idad.a De estas observaciones se derivan numerosas advertencias de mtodo y algunas indicaciones para investigaciones colaterales. Por ejemplo, :qu valor tiene el libro de Rodolfo Mondolfo sobre el Matmialismo Stonco di Feukco EngeLP editado por Formiggini en 1912?' Sorel (en una carta a Croce)' pone en duda que se pueda estudiar un argumento de tal naturaleza, dada la escasa capacidad de pensamiento original de Engels,c y a menudo repite que no hay que confundir entre los dos fundadores de la fdosofia de la praxis. Aparte la cuestin planteada por Sorel, parece que por el hecho mismo que se supone (se ama), una escasa capacidad teortica en el segundo de los dos amigos (por lo menos su posicin s u b alterna respecto al primero), es indispensable investigar a quin corresponde el pensamiento original, etctera. En realidad, una investigacin sistemtica de este gnero (excepto el libro de Mondolfo) en el mundo de la cultura no se ha hecha nunca, incluso las exposicion& del segundo, algunas relativamente sistemticas, son asumidas ya en primer plano, c e
a
mo I fuente autntica e incluso la nica fuente autntica. Por eso el libro 5 bis de Mondolfo parece muy til, al menos por la directiva que traza.
Cfr. Cuodmo 4 (XIII). pp. 4112.
3 <3> Un repertorio de ln$bsof de ln prmis. <l> Sena utilsimo un inventario crtico de todas las cuestiones que se han planteado y discutido en torno a la filosofia de la praxis, con amplias hibliograas criticas. El material para semejante obra enciclopdica especializada es a tal punto extenso, dispar, de diverssirno valor, en tantas lenguas, que slo un comit de redaccin podra elaborarlo en un tiempo no breve. Pero la utilidad que tendna una compilacin de tal gnero sera de una importancia inmensa tanto en el campo cientfico como en el campo escolar y entre los estudiosos libres. Se converria en instrumento de primer orden para la difusin de los estudios sobre la filosofa de la praxis, y para su consolidacin en di* ciplina cientfica, diferenciando netamente dos pocas: La moderna y la anterior de aprendizajes, de papaga)ismos y de diletantismos periodsucos. Para construir el proyecto habna que estudiar todo el material del mismo tipo publicado por los catlicos de los distintos pases a propsito de la Biblia, de los Evanaelios, de la Patrologa, de la Liturgia, de la Aplogtica, grandes encicl&dias especializad& de diverso valor pero qui se publican continuamente y mantienen la unidad ideolgica de los centenares de miles de sacerdotes y otros dirigentes que forman el andamiaje y la fuerza de la Iglesia Catlica. (Para la bibliograa de la filosofia de la praxis en Alemania deben verse las compilaciones de Ernst Drahn, citadas por el mismo Drahn en la introduccin a los nmeros 6068-6069 de la Reklarns Uniumal Biblithek.)' 2. Habna que hacer para la iosofia de la praxis una labor como la que Bernheim hizo para el mtodo histrico (E. Bernheim: Lehrbuch derhistorischen Methode, 6aed., 1908, Leipzig, Duncker u. Humblot, traducido al italiano y publicado por el editor Sandron de Palermo) .'El libro de Bernheim no es un tratado de la fdosofia del historicismo, pero implcitamente est vinculado con sta. La llamada "sociologa de la filosoia de ia praxis" de& n a i ser a esta hlosofia lo que el libro de Bernheim es al historicismo en 6 general, o sea una exposicin sistemtica de cnones prcticos d e i r q t i g a cin e interpretacin para la historia y la poltica; una recpp'ici$de'c4terios inmediatos, de cautelas criticas, etctera, una iiiole'ga de la histo* p de la poltica, como son concebidas por la fdosofia de:$ praxis. En a ; l: * nos aspectos habra que hacer, de algunas tendencias 4e la filosofia de 1aZ 1 praxis (y por casualidad las ms dihuididas por su tosqu;jdad) la misma cfi-;)
tica (o tipo de critica) que el historicismo moderno ha hecho del %iejo mtodo histrico y de la vieja filologa, que haban conducido a formas ingenuas de dogmatismo y sustituan la interpretacin y la construccin histrica con la descripcin exterior y la catalogacin de las fuentes crudas a menudo acumuladas desordenada e incoherentemente. La fuerza mayor de estas publicaciones consista en esa especie de misticismo dogmtico que se haba venido creando y popularizando Y que se expresaba en la afirmacin no justificada de ser seguidores del mtodo histrico y de la ciencia. 3. En torno a estos argumentos hay que remitirse a algunas observaciones de la serie "Revistas tipo" y de aqullas en torno a un "Diccionario crtico".'
g c4> Los peridicos de las grandes capital~5. Cna serie de ensayos sobre el periodismo de las ms importantes capitales de los Estados del mundo, siguiendo estos criterios: 11 Examen de los dizuios que en un da determinado (no elegido por casualidad, sino en el que se ha registrado algn acontecimiento importante para el Estado en cuestin) salen en una capital -Londres, Pars, Madrid, Berln, Roma etctera- para tener un trmino lo ms homogneo posible de comparacin, o sea el acontecimiento principal y el relativo parecido de los otros, a fm de tener un cuadro de la diversa manera como los partidos y las tendencias reflejan sus opiniones y forman la llamada opinin pblica. Pero como ningn diario, especialmente en ciertos pases, es cotidianamente el mismo desde el punto de xista tcnico, habr que procuiarse para cada uno los ejemplares de toda una semana o del p e n e do en que se tiene el ciclo completo de ciertas secciones especializadas o de ciertos suplementos, cuyo conjunto permite comprender la fortuna que han tenido los asiduos. 6 bis 21 Examen de I toda la prensa peridica, de toda especie (desde la deportiva hasta los boletines parroquiales) que completa el examen de los diarios, en cuanto que son publicados segn el diario tipo. 31 Informacin sobre el tiraje, sobre el personal, sobre la direccin, s e bre los fmanciadores, sobre la publicidad. En suma, se debena recons truir para cada capital el conjunto del mecanismo editorial peridico que difunde las tendencias ideolgicas que operan continua y simultneamente sobre la poblacin. 41 Establecer la relacin de la prensa de la capital con la de las provin-
cias; esta relacin varia de pas a pas. En Italia la difusin de los peridicos romanos es muy inferior a la de los peridicos milaneses. La organiza cin territorial de la prensa francesa es muy diferente de la de Alemania etctera. El tipo de semanario poltico italiano es probablemente nico e n el mundo y corresponde a un tipo de lector determinado. 51 Para ciertos pases hay que tener en cuenta la existencia de otros centros dominantes adems de la capital, como Miln para Italia, Barcelona para Esparia, Munich para Alemania, Manchester y Glasgow para Inglaterra, etctera. 61 Para Italia el estudio podra ser extendido a todo el pas 7 a toda la prensa peridica, graduando la exposicin por importancia de los centros: por ejemplo: 1' Roma, Mln; 2" Turn, Gnova; 3" Trieste, Bolonia, Npoles, Palermo, Florencia, etctera; 4" Prensa semanal poltica; 5" Revistas polticas, literatura, ciencia, religin, etctera.
<5> La influencia de la cultura rak en la ciuil&cBn occidental. Ezio Levi ha publicado en el libro Castelli di Spagna (Treves, Miln)' una serie de articulos publicados dispersamente en rexlstas y referentes a las relaciones de cultura enwe la civilizacin europea y los rabes, realizados especialmente a travs de Espaa, donde los estudios al respecto son numerosos y cuentan con muchos especialistas: los ensayos de Levi se basaban casi siempre en las obras de los arahistas espaoles. En el Marzocm del 29 de mayo de 1932, Levi resea la introduccin al libro L'eredita deliislam de hgel Gonzlez Palencia (la introduccin fue publicada en opsculo independiente con el tulo El Islamg Occidazte, Madrid, 1931) y enumera toda una serie de prstamos hechos a Europa por el mundo oriental en la c e cina, en la medicina, en la qumica, etctera.' El libro completo d e Gonzlez Palencia ser I muy interesante para el estudio de la contribucin de 7 los rabes a la civilizacin europea, para un juicio sobre la funcin ejercida por Espaa en la Edad Media y para una caracterizacin de la misma Edad Media ms exacta que la corriente.
Cfr. C u o d m o 4 (Xiii), p. 9.
<6> El uipitalismo antiguo y una disputa entre modernos. Se puede exponer, en foriia de reseria crticrrhiblio~fica, llamada cuestin del cala pitalismo antiguo. l ] Una confrontacin entre las dos ediciones, la prime-
253
7 bis
ra en francs, que luego fue traducida a algunas otras lenguas europeas, y la segunda, reciente, en italiano, del librito de Salvoli sobre el Capitalismo antico con prefacio de G. Brindisi (ed. Laterza).' 21 Artculos y libros d e Corrado Barbagallo (por ejemplo L'Oro e ilFuoco,' los libros referentes a la era clsica de la Storia Universale que est en vas de publicacin por la Utet de Turin," etctera) y la polmica que tuvo lugar hace algin tiempo sobre el tema en la A k w a Rivisfu S t h c a entre Barbagallo, Giovanni Sanna y Rodolgo hlondoifofo." Barbagallo debe observarse especialmenEn te, en esta polmica, el tono desencantado de quien se las sabe todas sobre las cosas de este mundo. Su concepcin del mundo es que no hay nada nuevo bajo el sol, que "todo el mundo es uno", que "cuanto ms camhian las cosas ms son las mismas". La polmica parece una imitacin en tono de farsa de la famosa "Disputa entre los antiguos y los modernos". Pero esta disputa tuvo gran importancia cultural y un significado progresista; fue la expresin de una conciencia difusa de que existe un desarrollo histrico, que se haba entrado ya de plano en una nueva fase histrica mundial, completamente renovadora de todos los modos de existencia, y tena una punta envenenada contra la religin catlica que debe sostener que cuanto ms retrocedemos en la histona tanto ms debemos encontrar a los hombres perfectos, porque estn ms prximos a las comunicaciones del hombre con Dios, etctera. (A este propsito debe verse lo que escribi Antonio Labriola en el fragmento pstumo del libro no escrito Da un secolo allltro sobre el significado del nuevo calendario instaurado por la Revolucin francesa? entre el mundo antiguo y el mundo moderno no hubo jams una conciencia in prw a funda de separacin, ni siquiera por el advenimiento del ~ristianismo.)~ Por el contrario, la polmica de Barbagallo era exactamente lo contrario de progresista, tenda a difundir escepticismo, a quitar a los I hechos econmicos todo valor de desarrollo y de progreso. Esta posicin de Barbagallo puede ser interesante de analizar porque Barbagallo se declara todava partidano de la filocofia de la praxis (cfr. su polemiquita con Croce en la Nuoua Riuista Storica de hace algunos aiios): escribi un librito sobre este tema en la &blioteca de la Federacin de Bibliotecas Populares de Miln8 Pero Barbagallo est ligado por fuertes vnculos intelectuales a Guglielrno Ferrero (y es un poco loriano). Es curioso que sea profesor de histona de la economa y se tome la molestia de escribir una Stmia U r u . rio sale alguien que tiene de la historia una concepcin tan pueril y superficialmente acnuca; pero no sera asombroso que este su modo de pensar fuese atribuido por Barbagallo a la filosofa de la praxis.
5 <7> La funcin mundial de Londres. ?Cmo se ha constituido histricamente la funcin econmica mundial de Londres? Intentos nortearnericanos y kanceses para sustituir a Londres. La funcin de Londres es un aspecto de la hegemona econmica inglesa, que contina incluso despus de que la industria y el comercio ingleses han perdido la posicin anterior. ,;Cunto rinde a la burguesa inglesa la funcin de Londres? En algunos escritos de Einaudi de antes de la guerra hay extensas alusiones a este asunto. El libro de Mario Borsa sobre Londres. El libro de Angelo Crespi sobre el Imperio ingls.' El libro de Guido de Ruggiero.' El asunto ha sido tratado en parte por el presidente del Wesuninster Bank en el discurso pronunciado en la asamblea social de 1929: el orador aludi a los lamentosa porque los esfuerzos hechos para conservar la p e sicin de Londres como centro financiero internacional imponen sacrificios excesivos a la indusma y al comercio, pero observ que el mercado financiero de Londres produce una renta que contribuye en gran medida a saldar el dficit de la balanza de pagos. Segn una encuesta hecha por el Ministerio de Comercio resulta que en 1928 esta coumbucin fue de 65 millones de libras esterlinas, en el 27 de 63 millones, en el 26 de 60 millones; esta actividad debe considerarse poi lo tanto como una entre las mayores industrias "exportadoras" inglesas. Se toma en cuenta la parte importante que corresponde a Londres en la exportacin de capitales, que produce una renlta anual de 285 millones de libras esterlinas y que facilita 8 ia ex~ortacin mercancas inglesas Doroue las inversiones aumentan la de capacidad de adquisicin de los mercados exanjeros. El elrportador ingls encuentra adems en el mecanismo que la finanza internacional se ha creado en Londres, facilidades bancarias, cambiarias, etctera, superiores a las existentes en cualquier otro pas. Es evidente, pues, que los sacrificios hechos para conservarle a Londres su supremaca en el campo de las finanzas internacionales estn ampliamente justicados por las ventajas que de eUos se derivan, pero para conservar esta supremaca se crea esencial que el sistema monetario ingls tuviese como base el libre m o ~ b i e n r o del oro; se crea que toda medida que obstaculizara esta libertad ira en pe juicio de Londres como centro internacional para el dinero a vistas. Los depsitos extranjeros hechos en Londres a este ttulo representaban sumas importantisimas puestas a disposicin de aqueila plaza. Se pensaba que si estos fondos hubieran dejado de afluir, la tasa del dinero sera probablemente ms estable pero sena indudablemente ms alta? :Qu ha sucedido despus del hundimiento de la libra esterlina con todos estos puntos d e vista? (Sena interesante ver qu trminos del len-
. .
En el rnanusciito: "lamentoshechos".
guaje comercial se han vuelto internacionales por esta funcin de Londres, trminos que aparecen a menudo no slo en la prensa tcnica, sino tambin en los peridicos y en la prensa peridica poltica general.)
Cfi-. Cund-o4
(XIII), pp. 34 bis35.
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8 43, R O M O Ard@ y lafilosofa de la praxis. (Cfr. el libro Soini nan recogidos y ordenados por Giovanni Marchesini, Florencia, Le Mounier, 1922.)' Recoge una parte de escritos ocasionales, tanto del periodo en el que ArdigO era sacerdote (por ejemplo una interesante polmica con Luigi De Sanctis, cura catlico secularizado y convertido luego en uno de los propagandista ms verbosos y faltos de criterio del Evangelismo) como del periodo siguiente a la secularizacin del mismo ArdigO y de su pontificado positivista, que el mismo Ardlg6 orden y dispuso para su publicacin. Estos escritos pueden ser interesantes para un bigrafo de ArdigO y para establecer con exactitud sus tendencias polticas, pero en su mayor parte son pacotilla sin ningn valor y escritos de modo perversisimo. El libro est dividido en varias secciones. Entre las polmicas ( l a seccin) es notable aqulla I contra la masonera de 1903; Ardigo era antimasn y en forma vivaz y agresiva. Entre las cartas (4=seccin) aquella dirigida a la Garrettu di Manfoua a propsito del peregrinaje a la tumba de Vittorio Emanuele 11 (en la Gazzetta di Mantooa del 29 de noviembre de 1883).' Ardigo haba aceptado formar parte de un comit promotor del peregrinaje. "El peregrinaje sin embargo no era del gusto de muchos fanticos revolucionarios, que se haban imaginado que yo pensaba como ellos y que por ello renunciaba a mi fe polticc-social con la susodicha adhesin. Y as se expresaron privada y pblicamente con las ms fieras invectivas en mi contra"? Las cartas de Ardigo son enfticas y altisonantes: "Ayer, porque les interesaba hacerme pasar por uno de ellos, lo que nunca he sido (y lo saben o deben saberlo), me proclamaron, con alabanzas que me daban asco, su maestro; y eso sin entenderme o entendindome al revs. Hoy porque no me encuentran dispuesto a prostituirme a sus objetivos parricidas, quieren agarrarme de una oreja para que escuche y aprenda la leccin que (muy ingenuamente) pretenden recitarme. jOh, cunta razn tengo de decir con Horacio: Odi profanun vulgus et arceo!".' En una carta posterior del 4 de diciembre de 1883 al Bachigliom, peri dico democrtico d e Padua, escribe: "Como sabis fui amigo de Alberto Mano; venero su memoria y abrazo con toda el alma aquellas ideas y aquellos sentimientos que tuve en comn con l. Y por consiguiente me
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opongo sin titubeos a las bajas facciones anrquicas antisociales... Tal aversin ma la he expresado siempre clarsimamente. Hace algunos aos en una reunin de la Sociedad de la Igualdad Social de Mantua dije as: 'La sntesis de vuestras tendencias es el odio, la sntesis de la ma es el amor; por eso estoy con vosotros'. Pero se segua queriendo hacer creer mi solidaridad con el socialismo antisocial de Mantua. De manera que senti el deber de protestar, etctera"? La carta fue reproducida en la Gmztta di Mantoua (del 10 de diciembre de 1883; la Gauelfa era un peridico conservador de extrema derecha, dirigido entonces por A. Luzio) con otra coletilla violentisima' porque los adversarios le haban recordado el canonicato etctera. En julio de 1884 escribe a Luzio que '*nadame impedira asentir" a la 9 propuesta que se le haba hecho de entrar en la lista para las elecciones comunales de Mantua. Escribe tambin que considera a Luzio 'ms radical que muchos supuestos demcram... Muchos se llaman demcratas y no son ms que mentecatos enredadores..." En juni-agosto de 1883 se serva, sin embargo, del peridico socialista de Imola, nMoto, para responder a una serie de artculos annimos de la liberal (habr sido conservadora) Gauetia dellEmilia de Bolonia, en donde se deca que Ardigo era un liberal muy reciente y se le atacaba brillantemente aunque con mucha y evidente mala fe polmica El Moh de Imola "naturalmente" defiende a Ardig6 a capa y espada y lo exalta, sin que &digo busque distinguirse? Entre los pensamientos, todos ellos vulgares y uiviales, destaca uno sobre el Materialismo storico (p. 271), que hay que poner sin ms junto al artculo sobre la Influenrn sociale ddi'oemplano de A Lona. He aqu el pensamiento completo: "Con la Crmupcin moai t & la Histm'a se quiere l i lsa explicar una formacin natural (!) que de eso (sic) depende slo en parie y slo indirectamente, olvidando otros esenciales coeficientes.Voy a explicarme. El animal no vive si no tiene su nutricin. Ypuede procurrsela porque en l nace el sentimiento del hambre, que lo lleva a buscar cornida. Pero en un animal, adems del sentimiento del hambre, se producen muchos otros sentimientos relativos a otras operaciones, los cuales, por su parte, tambin actan para moverlo. De manera que con la nutricin se mantiene un organismo dado, que tiene aptitudes especiales, algunas en una especie, algunas en otra. Una cada de agua hace mover un molino para producir harina y un telar para producir una tela. De manera que, para el molino, adems de la cada de agua se necesita el grano que moler y para el telar hacen falta los hilos que componer entre s. Mantenindose con el movimiento un organismo, el ambiente, con s s importaciones de u ot~o gnero (!?), determina, como decimos, muchos funcionamientos que no dependen directamente de la nutricin, sino de la estructura es257
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pecial del aparato funcionante, de una parte, y de la accin, o sea importacin nueva del ambiente, de la otra. As pues un hombre, por ejemplo, es incitado en muchos sentidos. Y en todos irresistiblemente. Es incitado por el sentimiento del hambre, es incitado por otros sentimientos, producidos en razn de la estructura suya I especial, y de las sensaciones y de las ideas hechas nacer en l por la accin externa, y por el amaestramiento recibido etctera, etctera (sic). Debe obedecer al primero, pero debe obedecer tambin a los otros, quiera o no quiera. Y los equilibrios que se forman entre el impulso del primero y de estos otros, por la resultante de la accin, resultan diferentsimos, segn una infinidad de circunstancias, que hacen jugar ms al uno que al otro de los sentimientos incitantes. En una piara de puercos el predominante ser el sentimiento del hambre, en &a pobl&in de hombres, muy diferentemente, porque tienen tambin otros intereses fuera del de en~ordar.- - ~ hombre mismo el eouilibrio En el se diversifica segn las disposiciones que pudieron hacerse en l, y por lo tanto, con el sentimiento del hambre, el ladrn roba y el caballero, por el contrario, trabaja: teniendo cuanto le hace falta para satisfacer el hambre, el avaro busca tambin lo no necesario, y el filsofo se contenta con aquello y dedica su obra a la ciencia. Pero el antagonismo puede ser tal que logran prevalecer los sentimientos que son distintos de los del hambre, hasta hacerles callar en absoluto, hasta soportar morir, etctera, etctera (sic). La fuerza, donde est y acta el animal, es la de la natwaleza, que lo llena y lo fuerza a actuar en sentidos multiformes, tranformndose variadamente en su organismo. Pongamos que sea la luz del sol, a la cual se debera reducir la concepcin materialista de la historia, en vez de a la razn econmica. A la luz del sol, entendida de modo que tambin ella se pueda referir al hecho del idealismo impulsivo del hombre"? (Fin.) Este pasaje fue publicado por primera vez en un nmero nico (probablemente impreso por el Gimnale dT&) a beneficio de la Cruz Roja en enero de 1915. Es interesante no slo para demostrar que Ardig6 jams se preocup por informarse diectamente del tema tratado y no haba ledo ms que algn artculo estrafalario de algn periodicucho, sino porque sirve para documentar las extraas opiniones difundidas en Italia sobre la "cuestin de barriga". I ?Pero por qu solamente en Italia se difundi esta extra5a interpretacin "bamiguesca3 No puede no estar vinculada al movimiento por el hambre, pero as la acusacin de "barriguismo" es ms humillante para los dirigentes que la hacan que para los gobernados que sufran realmente el hambre. Y no obstante todo, h d i g 6 no era un recin iiegado.
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5 <9> Algw~os problemas para el estudio del &awoUo de Iafilosofade la @aris. La filosofia de la praxis ha sido un momento de la cultura moderna; en cierta medida ha determinado y fecundado algunas de sus corrientes. El estudio de este hecho, muy importante y significativo, ha sido descuidado o es incluso ignorado por los as llamados ortodoxos, Y eso por la siguiente razn: que la combinacin filosfica ms relevante se ha producido entre la filosofa de la praxis y diversas tendencias idealistas, lo que a los llamados ortodoxos, vinculados esencialmente a la particular c e rriente de cultura del ltimo cuarto del siglo pasado (positivismo, cientificismo) les ha parecido un contrasentido si no es que una astucia de charlatanes (todava en el ensayo de Plejnov sobre los ProblPmas fundamentales hay algunas alusiones a este hecho, pero solamente rozndolo de pasada y sin intento alguno de explicacin crtica).' Por eso parece necesario restablecer el planteamiento del problema tal como fue intentado por Antonio Labriola. Ha sucedido lo siguiente: la filosofia de la praxis ha sufrido realmente una doble revisin, o sea que ha sido subsumida en una doble combinacin filosfica. Por una parte, algunos de sus elementos, de manera explcita o implcita, han sido absorbidos e incorporados por algunas corrientes idealistas (basta citar a Croce, Gente, Sorel, el mismo Bergson, [el pragmatismo]; por la otra, los llamados ortodoxos, preocupados por haUar una filosofia que fuese, segn su punto de vista muy resuingido, ms amplia que una "simple" interpretacin de la historia, creyeron ser ortcdoxos, identificndola fundamentalmente con el materialismo tradicie nal. Otra corriente ha vuelto al kantismo (y se pueden citar, adems del profesor Max Adler, viens, los dos profesores italianos Alfredo Poggi y Adelchi Baratono). Se puede observar, en general, que las corrientes que han I intentado combiaciones de la filosofia de la praxis con ten- tobu dencias idealistas son en su inmensa mayora <de> intelectuales "puros", mientras que la que ha constituido la ortodoxia era de personalidades intelectuales ms marcadamente dedicadas a la actividad prctica y por lo tanto ms ligadas (con lazos ms o menos exm'nsecos) a las grandes masas populares (lo que por lo dems no ha impedido a la mayor parte dar volteretas de no poca importancia histricc-poltica). Esta distincin tiene gran alcance. Los intelectuales "puros", como elaboradores de las ms extendidas ideologas de las clases dominantes, como lderes de los grupos intelectuales de sus pases, no podan dejar de servirse cuando menos de algunos elementos de la filosofia de la praxis, para robustecer sus concepciones y moderar el excesivo filosofismo especulativo con el realismo historicista de la teora nueva, para enriquecer con nuevas armas el arsenal del grupo social al que estaban ligados. Por otra parte, la tendencia or259
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todoxa tenia que luchar contra la ideologa ms difundida entre las masas populares, el trascendentalismo religioso, y crea superarlo slo con el ms crudo y trivial materialismo que era, tambin l, una estratificacin no indiferente del sentido comn, mantenida viva ms de lo que se crea y se cree, por la misma religin que en el pueblo tiene su expresin mvial y baja, supersticiosa y de brujera, en la que la materia tiene una funcin no pequea. Labriola se distingue de unos y otros por su afimacin (no siempre segura, a decir verdad) de que la filosofade la praxis es una filosofa independiente y original que tiene en s misma los elementos de un desarrollo ulterior para pasar a ser, de interpretacin de la historia, filosofa general. Hay que trabajar precisamente en este sentido, desarrollando la posicin de Antonio Labriola, de la cual los libros de Rodolfo Mondolfo no parecen (al menos por lo que recuerdo) un desarrollo coherente. Parece que Mondolfo no abandon nunca completamente el punto de vista fundamental del positivismo de alumno de Roberto Ardigo. El libro del discpulo de Mondolfo, Dimbrini Palavi (presentado por un prefacio de Mondolfo) sobre la I Filosofi di Antonio Labnolti es una prueba de la pw breza de conceptos y de directivas de la ensefianza uni\zersitaria del propio Mondolfo. por qu la fdosofia de la praxis ha tenido este destino, de haber servido para formar combinaciones, con sus elementos principales, tanto con el idealismo como con el materialismo filosfico? El trabajo de investigacin no puede ser sino complejo y delicado: exige mucha delicadeza en el anlisis y sobriedad intelectual. Porque es muy fcil dejarse engafm por las semeianzas exteriores y no ver las semeianzas ocultas y los nexos kcesarios camufiados. a identificacin de los concept& que la filosofia de la praxis ha "cedido" a las fdowfias tradicionales y por los que stas han encontrado algn instante de rejuvenecimiento, debe hacerse con mucha cautela crtica, y significa ni ms ni menos que hacer la historia de la cultura moderna despus de la actividad de los fundadores de la filosofia de la praxis. La absorcin explcita evidentemente no es dificil [de rastrear], por ms que tambin esto deba ser analizado crticamente. Un ejemplo clsico es el que representa la reduccin crociana de la filosofia de la praxis a canon emprico de investigacin histrica, concepto que ha penetrado incluso entre los catlicos (cfr. el libro de monseior Olgiati) , que ha contribuido a crear la escuela historio#~ca econmi' co-jurdica italiana que se ha difundido incluso fuera de Italia. Pero la investigacin ms dificil y delicada es la de las absorciones "implcitas", no confesadas, que se han dado precisamente porque la filosofa de la praxis ha sido un momento de la cultura moderna, una atmsfera difusa, que ha
modificado los viejos modos de pensar por acciones y reacciones no aparentes y no inmediatas. El estudio de Sorel es especialmente interesante desde este punto de vista, porque a h-avs de Sorel y de su xito se pueden obtener muchos indicios al respecto; lo mismo puede decine de Croce. Pero el estudio ms importante parece que debe ser el de la fdosofia bergsoniana y el pragmatismo [para ver en qu medida algunas de sus posiciones seran inconcebibles sin el eslabn histrico de la filosofia de la prZ&S]. Otro aspecto de la cuestin es la enseanza prctica de ciencia poltica que la filosoia de la praxis ha dado a los mismos adversarios que la combaten violentamente por principio, as como losjesuitas combatan tericamente a Maquiavelo aun siendo en la prctica sus mejores discpulos. En una "Opinione" publicada por Mario Missiroli en la Stampa de la I p u caen que fue corresponsal en Roma (hacia 1925) se dice poco ms o menos que habna que ver si en lo ntimo de sus conciencias los industriales ms inteligentes no estn convencidos de que la Economa Crtica ha vi% to muy bien sus asuntos y si no se sirven de las enseanzas as aprendidas.' Todo esto no sena nada sorprendente, porque si el fundador de la fiose fia de la praxis analiz exactamente la realidad, no hizo sino sistematizar racional y coherentemente lo que los agentes histricos de esta realidad sentan y sienten confusa e instintivamente y de lo que han adquirido mayor conciencia despus de la crtica adversaria. El otro aspecto de la cuestin es an ms interesante. ?Por qu incluso los llamados ortodoxos han "combinado" la fdosofia de la praxis con ous filosofias y con una predominantemente ms que con oca? De becho, la que cuenta es la combinacin con el materialismo tradicional, la combinacin con el kantismo no ha tenido ms que un xito limitado y slo entre grupos intelectuales restringidos. Sobre este tema hay que ver el ensayo de Rosa sobre los Proreessi e a m t i nello suilvppo deIlafilosoJia dea praxis, que indica cmo las partes constituyentes de esta filosofa se han desarrollado en distinta medida, pero siempre segn las necesidades de la actividad prctica? O sea que los fundadores de la nueva ilosofia se habnan adelantado en mucho a las necesidades de su poca e incluso de la siguiente, habran cread0 un arsenal con armas que todava no servan por ser anacrnicas y que slo con el tiempo seran repulidas. La explicacin es un poco capciosa, en cuanto que no hace ms que dar [en gran parte] como explicacin el hecho mismo a explicar vuelto abstracto, sin embargo hay en eila algo de cierto que se puede profundizar. Una de las razones histricas parece que debe buscarse en el hecho de que la filos* fia de la praxis ha tenido que aliarse con tendencias extraas para combatir los residuos del mundo precapitalista en las masas populares, espe-
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cialmente en el terreno religioso. La filosofia de la praxis tena dos tareas: combatir las ideologas modernas en su forma ms refinada para p o der consti I ~ isu propio grupo de intelectuales independientes, y educar r a las masas populares, cuya cultura era medieval. Esta segunda tarea. que era fundamental dado el carcter de la nueva filosofia, absorbi todas sus fuerzas no slo cuantitativamente, sino tambin cualitativamente; por razones "didcticas", la nueva filosofia se ha combinado en una forma de cultura que era un poco superior a la media popular (que era muy baja), pero absolutamente inadecuada para comhatir las ideologas de las clases cultas, mientras que la nueva filosofia haba nacido precisamente para superar la ms alta manifestacin cultural de la poca, la fdosofia clsica alemana, y para suscitar un grupo de intelectuales propios del nuevo grupo social del cual era la concepcin del mundo. Por otra parte la cultura m o derna, especialmente idealista, no logra elaborar una cultura popular, no logra dar un contenido moral y cientfico a sus propios programas escolares, que siguen siendo esquemas abstractos y tericos; permanece como la cultura de una resmngida aristocracia intelectual, que en ocasiones tiene influencia sobre la juventud slo en la medida en que se vuelve poltica inmediata y ocasional. Hay que ver si este modo de "alineamiento" cultural no es una necesidad histrica y si en la historia pasada no se encuentran alineamientos similares, teniendo en cuenta las cimmstancias de tiempo y lugar. El ejemplo clsico y anterior al modernismo es indudablemente el del Renacimiento en Itaiia y de la Reforma en los pases protestantes. En el libro Stona zii'eta barocca in Italia,en la p. 11, Croce escribe: 'El movimiento del Renacimiento fue aristocrtico, de crculos selectos, y en la misma Italia, que fue su madre y nodriza, no sali del crculo de la corte, no peneU hasta el pueblo, no se convirti en costumbre o 'prejuicio',o sea persuasin colectiva y fe. La Reforma, por el contrario, si tuvo esta eficacia z penetracin pojmlal; pero la pag con un reiraso de su desarrollo intriwco, con la lenta y repetidas veces interrumpida maduracin de su germen vita1".6 Y en la p. S: 'Y Lutero, como aquellos humanistas, reprueba la uisteza y celebra la alegra, condena el ocio y exhorta al trabajo; pero, por otra parte, es conducido a La desconfianza y La hostilidad contra las letras y los I estudios, de modo que Erasmo pudo decir: ubicumpue regnat lutheranismus, ibi likmmm est i n f m f m C ~ y ciertamente, aunque no fuese slo por efecto de aquella aversin en que haba entrado su fundador, el protesmtismo alemn fue durante un par de siglos casi estril en los estudios, en la critica, en la fdosofia. Los reformadores italianos, sealadamente aquellos del crculo de Juan de Valds y sus amigos, unieron por el contrario sin esfuerzo el humanismo al misticismo, el culto de los estudios a la austeridad
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moral. El calvinismo, con su dura concepcin de la gracia y la dura disciplina, tampoco favoreci la libre investigacin y el culto de la belleza, pero le aconteci, interpretando y desarrollando y adaptando el concepto de la gracia al de la vocacin, llegar a promover enrgicamente la vida econmica, la produccin y el aumento de la riqueza". La reforma luterana y el calvinismo suscitaron un vasto movimiento popular-nacional all donde se difundieron, y slo en perioos subsiguientes una cultura superior; los reformadores italianos fueron infecundos en grandes sucesos histricos. Es verdad que tambin la Reforma en su fase superior necesariamente asume los modos del Renacimiento y como tal se difundi incluso en los pases no protestantes donde no haba existido la incubacin p e pular; pero la fase de desarrollo popular permiti a los pases protestantes resistir tenaz yvictoriosamente a la cruzada de los ejrcitos catlicos y as naci la nacin germnica como una de las ms vigorosas de la Europa moderna. Francia fue lacerada por las guerras de religin con la victoria aparente del catolicismo, pero tuvo una gran reforma popular en el siglo XVII con el iluminismo, el volterianismo, la enciclopedia que precedi y acompan a la revolucin de 1789; se trat realmente de una gran reforma intelectual y moral del pueblo francs, ms completa que la alemana luterana, porque abarc incluso a las grandes masas campesinas de las zonas rurales, porque tuvo un fondo laico marcado y trat de sustituir la religin por una ideologa completamente laica representada por el vnculo nacional y pauico; pero tampoco sta tuvo un florecimiento inmediato de alta cultura, a no ser por la I ciencia poltica en la forma de ciencia 1 3 positiva del derecho. (Cfr. la comparacin hecha por Hegel de las particulares formas nacionales adoptadas por la misma cultura en Francia y en Alemania en el periodo de la revolucin francesa; concepcin hegeliana que a travs de una cadena un poco larga condujo al famoso verso carducciano: "fraternizando en la misma fe, -decapitaron Emmanuel Kant a Dios, Massimiliano Robespierre al rey".)' Una concepcin de la fdosoEa de la praxis como reforma popular moderna (porque son puros abstraccionistas aquellos que esperan una reforma religiosa en Italia, una nueva edicin italiana del calvinismo, como Missiioli y Ca.)' ha sido tal vez entrevista por Georges Sorel, un poco (o muy) dispersamente, intelectualistamente, por una especie de furorjansenista contra las fealdades del parlamentarismo y de los partidos polticos. Sorel ha tomado de Renan el concepto de la necesidad de una reforma intelectual y moral, ha afirmado (en una carta a Missiroli) que a menudo grandes movimientos histricos a o > son representados por una cultura moderna etctera? Pero me parece que semejante concepcin se halla implcita en Sorel cuando se sirve del cristianismo primitivo como trmi263
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no de comparacin, con mucha literatura, es verdad, pero sin embargo con ms de un grano de verdad, con referencias mecnicas y a menudo articiosas, pero sin embargo con algn relmpago de intuicin profunda. La filosofia de la praxis presupone todo este pasado cultural, el Renacimiento y la Reforma, la filosofia alemana y la revolucin francesa, el calvinismo y la economa clsica inglesa, el liberalismo laico y el historicismo que est en la base de toda la concepcin modema de la vida. La filosofa de la praxis es la coronacin de todo este movimiento de reforma intelectual y moral, dialectizado en el contraste entre cultura popular y alta cultura. Corresponde al nexo Reforma protestante + Revolucin francesa: es una filosoa que es tambin una poltica y una poltica que es tambin una filosofia. Atraviesa todava su fase popular: suscitar un grupo de intelectuales independientes no es cosa fcil, exige un largo proceso, con acciu nes v reacciones, con adhesiones y disoluciones y nuevas formaciones muy numerosas y complejas: es la concepcin de un grupo social I subaltemo, sin iniciativa histrica, que se ampla continuamente, pero desorgnicamente, y sin poder sobrepasar uncierto grado cualitativo que est siempre ms all de la posesin del Estado, del ejercicio real de la hegemona sobre la sociedad entera, que es lo nico que permite un cierto equilibrio orgnico en el desarrollo del grupo intelectual. La filosofia de la praxis se ha convertido tambin eiia en "prejuicio" y "supersticin"; as como es, es el aspecto popular del historicismi m ~ d ~ r n o , ~contiene ero en s un nrinci~io suveracin de este historicismo. En la historia de la de cultura, que es mucho ms larga que la historia de la filosofa, cada vez que la cultura popular ha aflorado, porque se atravesaba una fase de &nsformacion& de la ganga se' seleccionaba el metal de una nueva clase, se ha tenido un florecimiento de 'inaterialismo", viceversa en el mismo momento las clases tradicionales se aferraban al es~iritualismo. Hegel, a caballo de la Revolucin francesa y de la Restauracin, dialectiz los dos momentos de la vida del pensamiento, materialismo y espiritualis mo, pero la sntesis fue "un hombre que camina de cabeza". Los continuadores de Hegel han destruido esta unidad y se ha regresado a los sis temas mecanicistas por una parte y a los espiritualistas por la otra. La filosofa de la praxis, en su fundador, ha revivido toda esta experiencia, de hegelianismo, feuerbachismo, materialismo francs, para reconstruir la sntesis de la unidad dialctica: "el hombre que camina sobre sus pies". El desgarramiento sufrido por el hegelianismo se ha repetido para la filosofa de la praxis, esto es, de la unidad dialctica se ha regresado por una parte al materialismo filosfico, mientras que la alta cultura modema idealista ha tratado de incorporar aquello que de la filosofia de la praxis le era indispensable para encontrar algn nuevo elixir. "Polticamente" la con-
cepcin materialista est cerca del pueblo, del sentido comn, est estrechamente vinculada a muchas creencias v nreiuicios. a casi todas las supersticiones populares (brujeras, espritus, etcetera). Esto se ve en el catolicismo popular y especialmente I en la ortodoxia bizantina. La religin 14 popular es crasamente materialista, sin embargo la religin oficial de los intelectuales trata de impedir que se formen dos religiones distintas, dos e s tratos separados, para no alejarse de las masas, para no convertirse tambin oficialmente, como lo es realmente, en una ideologa de grupos r e s tringidos. Pero desde este punto de vista, no hay que hacer confusiones entre la actitud de la fdosofia de la praxis y la del catolicismo. Mientras aqulla mantiene un contacto dinmico y tiende a elevar continuamente nuevos estratos de masa a unavida cultural superior, ste tiende a mantener un contacto puramente mecnico, una unidad exterior, basada especialmente en la liturgia y en el culto ms llamatimmente sugestivo sobre las mandes multitudes. Muchos intentos herticos fueron manifestaciones de fuerzas populares para reformar la iglesia y acercarla al pueblo, elevando al pueblo. La iglesia reaccion a menudo en forma violentsima, cre la Com~aa Jless. se acoraz con las decisiones del Concilio de Trende . to, por ms que haya organizado un maravilioso mecanismo de religin "democrtica" de sus intelectuales, pero como individuos aislados, no como expresin representativa de grupos populares. En la historia de los , desarrollos culturales hay que tener especialmente en cuenta la organiza7 : cin de la cultura y del personal en el que tal organizacin cobra forma concreta. En el libro de G. De Ruggiero sobre Rinascimenfo e Rijonnn puede verse cul fue la actitud de muchsimos intelectuales, con Erasmo a la cabeza: se plegaron ante las persecuciones y las h~gueras.'~El portador de la Reforma fue por ello precisamente el pueblo alemn en su conjunto, como pueblo indistinto, no los intelectuales. Precisamente esta desercin de los intelectuales ante el enemigo explica la "esterilidad" de la Reforma en la esfera inmediata de la alta cultura, mientras que de la masa popular, que ha permanecido fiel, no se selecciona lentamente un nuevo grupo de intelectuales que culmina en la fdosofia clsica. Algo similar ha sucedido hasta ahora con la fdosofia de la praxis; los grandes intelectuales formados sobre el terreno, adems d e ser poco numerosos, no estaban ligados al pueblo, no salieron del pueblo, sino que fueron la expresin de dases inter I medias tradicionales, a las cuales regresaron en los grandes '%rajesv 14 bis histricos; otros permanecieron, pero para someter la nueva concepcin a una re*isin sistemtica, no para procurar su desarrollo autnomo. La a f i a c i n de que la filosofia de la praxis es una concepcin nueva, independiente, original, aun siendo un momento del desarrollo histrico mundial, es la afirmacin de la independencia y originalidad de una nueI
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va cultura en incubacin que se desarrollar con el desarrollo de las relaciones sociales. Lo que en cada sucesiva oportunidad existe es una combinacin variable de lo viejo y lo nuevo, un equilibrio momentneo de 1 s relaciones culturales correspondientes al equilibrio de las relaciones sociales. Slo despus de la creacin del Estado, el problema cultural se impone en toda su complejidad y tiende a una solucin coherente. En todo caso la actitud precedente a la formacin estatal no puede dejar de ser crihcamente polmica, y nunca dogmtica, debe ser una actitud romntica, pero de un romanticismo que conscientemente aspira a su ordenado clasicismo. Nota 1. Estudiar el periodo de la Restauracin como periodo de elaboracin de todas las docmnas historicistas modernas, incluida la filosofia de la praxis que es su coronacin y que por lo dems fue elaborada precisamente en vsperas del 48, cuando la Restauracin se resquebrajaba por todas partes y el pacto de la Santa Alianza se caa a pedazos. Es sabido que Restauracin es solamente una expresin metafrica; en realidad no hubo ninguna restauracin efectiva del ancien rgime, sino slo un nuevo ordenamiento de fuerzas en el que las conquistas revolucionarias de las clases medias fueron limitadas y codificadas. El rey en Francia y el papa en Roma se convirtieron en jefes de sus respectivos partidos y no ya indiscutidos representantes de Francia o de la cristiandad. La posicin del papa fue especialmente sacudida y desde entonces se inici la formacin de organismos permanentes de los "catlicos militantes" qne despus de otras etapas intermedias: el 184849, el 1861 (cuando ocurri la primera disgregacin del Estado pontificio con la anexin de las Legaciones emiliana), el 1870 y la posguerra, se convirtieron en I la poderosa organizacin de la Accin Catlica, poderosa, pero en posicin defensiva. Las teoras historicistas de la Restauracin se oponen a las ideologas del siglo mlIi, abstraccionistas y utopistas, que siguen viviendo como filosofia, tica y poltica proletxia, difundida especialmente en Francia basta 1870. La fil&&ia de ia praxis se opone a e& concepciones dieciochescaspopulare9 corno lilisolia d r iii&ir, rri todas pus f&-ma<. d a d e las riiis i"la;itiIcs huta la d r l'roudhon. que sulri6 cierw inoculacim del Iiistoririsirio conservador y que parece puede ser llamado el Giobem Francs, pero de las clases populares, por la relacin de atraso de la historia italiana en comparacin con la francesa, como aparece en el periodo de 1848. Si los historicistas conservadores, tcnicos de lo viejo, estn bien situados para criticar el carcter utpico de las ideologasjacobinas momificadas, los filsofos de la praxis estn mejor situados tanto para apreciar el valor histrico real y no abstracto que el jacobinismo tuvo como elemento creador de la nueva nacin francesa, o sea como hecho de actividades circunscritas en determinadas circunstancias y no idoliadas, cuanto para apreciar
la misin histrica de aquellos mismos conservadores, que en realidad eran hijos vergonzantes de los jacobinos, aunque maldiciendo los excesos mientras administraban cuidadosamente su herencia. La filosofa de la praxis no slo pretenda explicar yjustificar todo el pasado, sino explicarse yjustificarse histricamente tambin a s misma, o sea que era el mximo "historicismo", la liberacin total de todo "ideologkmo" abstracto, la conquista real del mundo histrico, el inicio de una nueva cinlizacin.
Cfr. Cuaderno 4
5 <lo> La religin, lo loteta y el opio de lo miseria. Giulio Lachelier, filsofo francs (sobre el cual cfr. el prefacio de G. De Ruggiero al libro del mis mo Lachelier Psicologia e Metafiiuz, Bari, Laterza, 1915) escribi una nota ("aguda" dice De Ruggiero) sobre la "apuesta" de Pascal, publicada en el libro D u f o n k l de 1Snduction (Pars, Alcan, en la "Bibliothque de philosophie contemporaine").' La objecin principal al planteamiento que Pascal hizo del problema religioso en la "apuesta" es la de la "lealtad intelectual" hacia uno mismo. Parece que toda la concepcin de la "apues ta", por lo que I recuerdo, est ms cerca de la moral jesutica que de la 15bis jansenista, es demasiado "mercantii", etctera (cfr. en el precedente cuaderno otras notas sobre este tema) .'
8 <11> Relaciones entre elEstado y la IgZersa. El Vmaerts del 14 de junio de 1929, en un artculo sobre el concordato entre la Ciudad del Vaticano y Prusia, escribe que: "Roma ha considerado caducada (la legislacin precedente que y constitua de hecho u n concordato) a consecuencia de los a cambios polticos ocurridos en Alemania".' Admitido este principio, incluso afirmado de propia iniciativa por el Vaticano, puede conducir muy lejos y ser rico de muchas consecuencias polticas. En la Vossische 2a'tung del 18 de junio de 1929 el ministro de finanzas prusiano, Hoepker-Aschoff, planteaba as la misma cuestin: "Igualmente no es posible desconocer el fundamento de la tesis de Roma que, en presencia de los muchos cambios polticos y territoriales ocurridos, exiga que los acuerdos fuesen adaptados a las nuevas circunstancias". En el mis mo artculo, Hoepker-Aschoff recuerda que "el Estado prusiano haba sostenido siempre que los acuerdos de 1821 estaban todava en vigor".' Para el Vaticano, parece, la guerra de 1870 con sus cambios temtoriales y polticos (engrandecimiento de Prusia, constitucin del Imperio germnico bajo la hegemona prusiana) 7 e1 periodo del Kulturkampf, no eran
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"cambios" tales que constituyeran "nuevas circunstancias", mientras que habnan sido esenciales los cambios ocurridos despus de la gran guerra. Evidentemente ha cambiado el pensamiento jurdico del Vaticano y ain podra cambiar ms segn las conveniencias polticas. "Con 1918 se tuvo una importantisima innovacin en nuestro derecho, innovacin que extraamente (ipero en 1918 haba censura de prensa!) 16 pasaba ante la desatenlcin general: el Estado volva a subsidiar el culto catlico, abandonando despus de sesenta y tres aos el principio cavouriano que se estableci como base de la ley sarda del 29 de mayo de 1855: el Estado no debe subsidiar ningn culto". A. C. Jemolo, en el arculo "Religione dello Stato e confessioni ammesse" en Aruuovi Studi di Dintto, Economia, Politica, ao 1930, p. 30. La innovacin fue introducida con D. L. [Lugartenencial] 17 de marzo de 1918 n. 396 y 9 de mayo de 1918 n. 655. A este propsito Jemolo remite a la nota de D. Schiappoli '7 recenti prowedimenti economici a vantaggio del clero", Npoles, 1922, extrada del vol. Zmir de las Actas de la R Academia de Ciencias Morales y Polticas de Npoles? (Concmdatosy tratados internacionales). La capitulacin del Estado moderno que se efecta por medio de los concordatos es enmascarada identificando verbalmente concordatos y tratados internacionales. Pero un concordato no es un tratado internacional comn: en el concordato se realiza de hecho una interferencia de soberana en un solo territorio estatal, porque todos los artculos de un concordato se refieren a los &dadanos de uno solo de los Estados contratantes, sobre los cuales el poder soberano de un Estado extranjero justifica y reivindica determinados derechos y poderes de jurisdiccin (aunque sea de una especial jurisdiccin determinada). Qu poderes ha adquirido el Reich sobre la Ciudad del Vaticano en virtnd del reciente concordato? Y sin embargo, la fundacin de la Ciudad del Vaticano da una apariencia de legitimidad a la ficcin jurdica de que el concordato es un tratado internacional bilateral comui. Pero se estipulaban concordatos todava antes de que la Ciudad del Vaticano existiese, lo que significa que el territorio no es esencial para la autoridad pontiiicia (al menos desde este punto de vista). Una apariencia, porque mientras el concordato limita la autoridad estatal de nna de las partes contrayentes, en su propio territorio, e influye y determina su le16 bis gislacin y su I administracin, ninguna limitacin es sugerida para el territorio de la otra parte: si acaso existe limitacin para esta otra parte, se refiere a la actividad desarrollada en el territorio del primer Estado, bien sea de parte de los ciudadanas de la Ciudad del Vaticano, o de los ciudadanos del otro Estado que se hacen representar por la Ciudad del Vaticano. El concordato es, pues, el reconocimiento explcito de una doble so-
berana en un mismo territorio estatal. Ciertamente no se trata ya de la misma forma de soberana supranacional (suzerainet) tal como formalmente le era reconocida al papa en la Edad Media, hasta las monarquas absolutas y en otra forma incluso despus, hasta 1848, pero es una deriva cin necesuia de compromiso. Por otra parte, incluso en los periodos ms esplndidos del papado y de su poder supranacional, las cosas no siempre fueron muy fciles: la supremaca papal, aunque reconocida jurdicamente, era impugnada de hecho en forma a menudo muy violenta y en la hiptesis ms optimista se reduca a los privilegios polticos, econmicos y fiscales del episcopado de los distintos pases. Los concordatos atacan de modo esencial el carcter autonmico de la soberana del Estado moderno. iObtiene el Estado una contrapartida? Ciertamente, pero la obtiene en su mismo territorio por lo que concierne a sus propios ciudadanos. E Estado (y en este caso habra que decir mejor 1 el gobierno) obtiene que la Iglesia no obstaculice el ejercicio del poder, sino incluso que lo favorezca y sostenga, as como una muleta sostiene a un invlido. O sea que la Iglesia se compromete con una determinada forma de gobierno (que es determinada desde fuera, como lo documenta el propio concordato) para promover aquel consenso de una parte de los gobernados que el Estado explcitamente reconoce no poder obtener con medios propios: he aqu en qu consiste i capitulacin del Estado, porque a de hecho acepta la tutela de una soberana exterior cuya superioridad prcticamente I reconoce. La misma palabra "concordato" es sintomtica. i 7 Los arculos publicados en Nuovi Stzldisobre el concordato es& entre los ms interesantesy se prestan ms fcilmente a la refutaci6n.i (Recordar el "tratado" suiido por la Repblica democrtica georgiana despus de la derrota del general Denikin).6 Pero tambin en el mundo moderno, ?qu signica prcticamente la situacin creada en un Estado por las estipulaciones concordatarias?Significa el reconocimiento pblico a una casta de ciudadanos del mismo Estado de determinados pxivilegios polticos. La forma no es ya la medieval, pero la sustancia es la misma. En el desarrollo de la historia moderna, esa casta vio atacado y destruido un monopolio de funcin social que explicaba y justiticaba su existencia, e1 monopolio de la cultura y de la educacin. El concordato reconoce nuevamente este monopolio, aunque atenuado y controlado, porque asegura a la casta posiciones y condiciones preliminares que, con sus solas Fuerzas, con la inunseca adhesin de su concepcin del mundo a la realidad efectiva, no podra mantener y tener. Se entiende, pues, la lucha sorda y srdida de los intelectuales laicos y laicistas contra los intelectuales de casta para salvar su autonoma y su funcin. Pero es innegable su capitulacin intrnseca y su alejamiento del E s
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tado. El carcter tico de un Estado concreto, de un determinado Estado, es definido por su legislacin vigente y no por las polmicas de los francotiradores de la cultura. Si stos afirman: el Estado somos nosotros, nicamente afirman que el llamado Estado unitario es slo "supuestamente tl, a "porque de hecho en su seno existe una escisin muy grave, tanto ms grave en cuanto que es afirmada implcitamente por los mismos legisladores y gobernantes, los cuales en efecto dicen que el Estado es al mismo tiempo dos cosas: el de las leyes escritas y aplicadas y el de las conciencias que ntimamente I no reconocen esas leyes como eficientes y tratan srdidamente de vaciarlas (o al menos limitarlas en la aplicacin) de contenido tico. Se trata de un maquiavelismo de pequeos politicastros; los fdsofos del idealismo actual, especialmente de la seccin papagayos amaestrados de Nuoui Studi, se pueden considerar las ms ilustres vctimas del maquiavelismo. Es til estudiar la divisin del trabajo que se intenta establecer entre la casta y los intelectuales laicos: a la primera se le deja la formacin intelectual y moral de los ms jvenes (escuelas elementales y medias), a los otros el desarrollo ulterior de losjvenes en la Universidad. Pero la escuela universitaria no est sometida al mismo rgimen de monopolio al que por el contrario est la escuela elemental y media. Existe la Universidad del Sagrado Corazn y podrn ser organizadas otras Universidades Catlicas equiparadas en todo a las Universidades estatales. Las consecuencias son obbias: la escuela elemental y media es la escuela popular y de la pequea burguesa, esaatos sociales que son monopolizados educativamente por la casta, porque la mayora de sus elementos no llegan a la Universidad, o sea que no conocern la educacin moderna en su fase superior critico-histrica sino que slo conocern la educacin dogmtica. La Universidad es la escuela de la clase (y del personal) dirigente por su propia cuenta, es el mecanismo a travs del cual se realiza la seleccin de los individuos de las otras clases que se han de incorporar en el personal gubernativo, administrativo, dirigente. Pero con la existencia, en paridad de condiciones, de universidades catlicas, tampoco la formacin de este personal ser ya unitaria y homognea. No slo eso: sino que la casta, en sus propias universidades, realizar una concentracin de cultura laicoreligiosa, tal como desde haca muchas dcadas no se haba vuelto a ver y se hallar de hecho en condiciones mucho mejores que la concentracin laicoestatal. De hecho no es ni lejanamen Ite comparable la eficiencia de la Iglesia, que est toda ella como un bloque en apoyo de su universidad, con la eficiencia organizativa de la cultura laica. Si el Estado (incluso en el sentido ms amplio de sociedad c i d ) no se expresa en una organizacin cultural segn u n plan centralizado y tampoco puede hacerlo, porque su legislacin en materia religiosa es lo que es, y su equivocidad no
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"finanzas" individuales. Muchos de estos curas, apenas obtenido el ttulo pblico, abandonaron la Iglesia (durante la guerra, por la movilizacin y el contacto con ambientes de vida menos sofocantes y estrechos que los eclesisticos, este fenmeno adquirir cierta amplitud). La organizacin eclesistica sufra, pues, una crisis constitucional que poda ser fatal para su poder, si el Estado hubiese mantenido ntegra su posicin de laicismo, aun sin necesidad de una lucha activa. En la lucha entre las formas de vida, la Iglesia estaba por perecer automticamente, por agotamiento propio. El Estado salv a la Iglesia. I Las condiciones econmicas del clero fueron mejoradas repetidamente, mientras el nivel de vida general, pero especialmente el de las capas medias, empeoraba. El mejoramiento ha sido tal que las '^vocaciones"se han multiplicado maravillosamente, impresionando al mismo pontfice, que las explicaba precisamente por la nueva situacin econmica.' La base de seleccin de los idneos al sacerdocio ha sido, por lo tanto, ampliada, permitiendo ms rigor y mayores exigencias culturales. Pero la carrera eclesistica, si bien es el fundamento ms slido del podero vaticano, no agota sus posibilidades. i nueva estructura escolar a permite la inclusin en el personal dirigente laico de clulas catlicas que irn reforzndose cada vez ms, de elementos que debern su posicin solamente a la Iglesia. Hay que pensar que la infiltracin clerical en la organizacin del Estado debe aumentar progresivamente, porque en el arte de seleccionar individuos y conservarlos permanentemente ligados a ella, la Iglesia es casi imbatible. Controlando los liceos y las otras escuelas medias, a travs de sus fiduciarios, la Iglesia seguir, con la tenacidad que le es caracterstica, a los jvenes ms valiosos de las clases pobres y los ayudar a proseguir los estudios en las Universidades catlicas. Las hecas subsidiadas por colegios de pensionistas, organizados con la mxima eco noma, junto a las Universidades, permitirn esta accin. La Iglesia, en su fase actual, con el impulso dado por el actual pontfice a la Accin Catlica, no puede conformarse slo con crear curas; quiere peneuar el Estado (recordar la teora del gobierno indirecto elaborada por Bellarmino) y para eso son necesaxios los laicos, es necesaria una concentracin de cultura catlica representada por laicos. Muchas personalidades pueden llegar a ser auxiliares de la Iglesia ms valiosos como profesores de Universidad, como altos funcionarios de la administracin, etctera, que como cardenales u obispos. Ampliada la I base de seleccin de las Vocaciones", semejante actividad laicc-cultural tiene grandes posibilidades de extenderse. La Universidad del Sagrado Corazn y el centro neoescolstico son slo las primeras clulas de este trabajo. Enue tanto ha sido sintomtico el Congreso filo
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sfico de 1929: all chocaron idealistas actuales ) neoescolsticos y stos participaron en el Congreso animados por un espritu batallador de conq u i ~ t aEl grupo neoescolstico, despus del concordato, quera precisa.~ mente mostrarse batallador, seguro de s para interesar a los j~enes. Hay que tener en cuenta que una de las fuerzas de los catlicos consiste en que les tienen sin cuidado las "refutaciones perentorias" de sus adversarios no catlicos: la tesis refutada la retoman sin perturbarse y como si no tuviera ninpina inipoi wricia. El .'desinters" iri;elcxiu.il, lalc.dli.id 11 Iioiiiadc~, cienfica no las enuenden o las cntiendcn como debilidad \ sinif~lma dr los otros. Ellos cuentan con el poder de su organizacin mundial que se impone como si fuera una prueba de verdad, y en el hecho de que la gran mayona de la poblacin no es todava "moderna", es todaia ptolomeica como concepcin del mundo y de la ciencia. Si el Estado renuncia a ser centro activo y permanentemente activo de una cultura propia, autnoma, la Iglesia no puede sino triunfar sustancialmente. Pero el Estado no slo no interviene como centro autnomo, sino que destruye a todo opositor de la Iglesia que tenga la capacidad de limitar su dominio espiritual sobre las multitudes. Se puede prever que las consecuencias de semejante siniacin de hecho, permaneciendo inalterado el cuadro general de las circunstancias, pueden ser de la mayor importancia. La Iglesia es un Shylock incluso ms implacable que el Shylock shakespeariano: ella querr su libra de carne incluso a costa de desangrar a su vctima, y con tenacidad, cambiando continuamente sus mtodos, tender a alcanzar su programa mximo. Segn la expresin de I Disraeli, los cristianos son losjudos ms inteligentes 20 que han comprendido qu haba que hacer para conquistar el mundo.' La Iglesia no puede ser reducida a su fuerza "normal" con la refutacin en el terreno filosfico de sus postdados tericos y con las afirmaciones platnicas de una autonoma estatal (que no es militante): sino slo con la accin prctica cotidiana, con la exaltacin de las fuerzas humanas creadoras en toda el rea social. Un aspecto de la cuestin que hay que valorar correctamente es el de las posibilidades financieras del centro vaticano. La organizacin en desarrollo cada vez mayor del catolicismo en los Estados Unidos hace posible recolectar fondos muy notables, adems de las rentas normales ya aseguradas (que sin embargo desde 1937 disminuirn en 15 millones al ao por la conversin de la deuda pblica del 5% al 3.50%),'0 y al bolo de San Pedro. Podransurgir cuestiones internacionales a propsito de la intervencin de la Iglesia en los asuntos internos de otros paises, con el Estado que subsidia permanentemente a la Iglesia' La cuestin es elegante, como se dice.
La cuestin financiera hace muy interesante el problema de la llamada indisolubilidad entre Tratado y Concordato proclamada por el ponfice. Admitiendo que el papa se hallase en la necesidad de recurrir a este medio poltico de presin sobre el Estado, ;no se planteara de inmediato el problema de la restitucin de las sumas percibidas (que estn vinculadas precisamente al Tratado y no al Concordato)? Pero stas son tan ingentes y es de pensarse que habrn sido gastadas en gran parte en los primeros anos, que su restitucin puede considerarse prcticamente imposible. Ningn Estado podra hacer un prstamo tan grande al Pnnfr ce para sacarlo de problemas y mucho menos un particular o un banco. La denuncia del Tratado desencadenm'a tal crisis en la organizacin 20 bir prctica de la Iglesia que la Isolvencia de sta, aunque fuese a largo plazo, sera aniquilada. La convencin financiera anexa al Tratado debe ser considerada, por lo tanto, como la parte esencial del Tratado mismo, como la garanta de una casi imposibilidad de denuncia del Tratado, planteada por razones polmicas y de presin poltica. Fragmento de carta de Len XIII a Francisco Jos (con fecha al parecer de junio de 1892, reproducida en las pp. 244 y sig. del libro: Francesco Salata, Perla stmia diplomutica delh Questione Romana, E, Treves, 1929): 'Y no callaremos que en medio de tales obstculos nos falta el modo de subvenir deproplo a las incesantes y mltiples exigencias materiales, inherentes al gobierno de la Iglesia. Verdad es que vienen en nuestra ayuda las ofertas espontneas de la caridad; pero siempre tenemos presente con d o l o s el p e n s a m i e n t o d e q u e r e s u l t a r n e n a g r a v i o aNuestros hijos; y por otra parte no se debe pretender que la caridad pblica no sea inagotable"." "De pmpio" significa "percepciones mediante impuestos" a los ciudadanos de un Estado pontificio, por cuyos sacrificios no se expenmenta d o h , a lo que parece: sejuzga natural que las poblaciones italianas paguen los gastos de la Iglesia universal. En el conflicto entre Bismarck y la Santa Sede se pueden encontrar los orgenes de una serie de cuestiones que podran ser planteadas por el hecho de que el Vaticano tiene su sede en Italia y tiene determinadas relaciones con el Estado italiano: Bismarck "hizo que sus juristas (escribe Salata, vol. cit., p. 271) elaboraran la teora de la responsabilidad del Estado italiano por los hechos polticos del Papa que Italia haba estatuido en tal condicin de invulnerabilidad e irresponsabilidad por daos y ofensas causadas por el Pontfice a otros Estados".
Cfr. Cundcrno 1 (XI'i),pp. 3-3 bis, y C u a d m o 4 (XIU), pp. 25 bis29
g <12> Natural, contra natura, artificial, etctera. ;Qu significa decir que cierta accin, cierto modo de vivir, cierta actitud o costumbre son "naturales" o que son, por el contrario "contra natura"? Cada uno, en lo ntimo, cree saber exactamente I lo que eso significa, pero si se pide una respuesta 21 explcita y motivada se ve que la cosa no es tan fcil como podra parecer. Por lo pronto hay que establecer que no se puede hablar de "naturaleza" como de algo fijo, inmutable y objetivo. Advertimos que casi siempre 'haturai" significa "justo y normal" segn nuestra actual conciencia histrica, pero los ms no tienen conciencia de esta actiialidad determinada histricamente y consideran su modo de pensar eterno e inmutable. Se observa entre algunos grupos fanticos de la 'haturalidad esta opinin: acciones que a nuestra conciencia parecen "contra natura" son para ellos "naturales" porque son realizadas por los animales; y no son los animales "los seres ms naturales del mundo"? Esta opinin se escucha frecuentemente en ciertos ambientes, a propsito sobre todo de cuestiones relacionadas con las relaciones sexuales. Por ejemplo: por qu el incesto sera "contra natura" si est difundido en la 'haturaleza? Pero tales afirmaciones sobre los animales no siempre son exactas, porque las observaciones son hechas con animales domesticados por el hombre para su utilidad y obligados a una forma de Cda que para los animales mismos no es "natural" sino conforme al n del hombre. Pero aun cuando fuese verdad que ciertos actos tienen lugar entre los animales, ;qu significado tendra esto para el hombre? La "naturaleza" del hombre es el conjunto de relaciones sociales que determina una conciencia histricamente definida; esta conciencia slo puede indicar lo que es 'hatural" o "contra natura". Adems: el conjunto de las relaciones sociales es contradictorio en todo momento y est en continuo desarrollo, de manera que la "naturaleza" del hombre no es algo homogneo para todos los hombres en todas las pocas. Se oye decir a menudo que cierto hbito se ha convertido en una "segunda naturaleza"; pero la i "primera naturaleza" habr sido precisa- 2i.bir mente la 'primera"?' En este modo de expresarse del sentido comn, no se baila implcita la alusin a la historicidad de la "naturaleza humana"? Una vez constatado que, siendo contradictorio el conjunto de las relaciones sociales, la conciencia de los hombres no puede dejar de ser contradictoria, se plantea el problema de cmo se maniesta tal contradiccin y de cmo puede obtenerse progresivamente la unificacin: se manifiesta en todo el cuerpo social, con la existencia de conciencias histricas de grupo (con la existencia de esaficaciones correspondientes a diversas fases del desarrollo histrico de la civiluacin y con anttesis en los grupos que corresponden a un mismo nivel histrico) y se maniesta en los indi~iduos
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como reflejo de tal disgregacin "vertical y horizontal". En los p p o s s u b alternos, por la ausencia de autonoma en la iniciativa histrica, la disgregacin es ms grave y ms fuerte la lucha para liberarse de los principios impuestos y no propuestos en la consecucin de una conciencia histrica autnoma: los puntos de referencia en tal lucha son dispares y uno de ellos, precisamente aquel que consiste en la "naturalidad", al poner como ejemplar a la "naturaleza"obtiene mucho xito porque parece obvio y sencillo. ,Cmo debera formarse, por el contrario, esta conciencia histrica propuesta autnomamente? cmo debera elegir y combinar cada uno os elementos para la constitucin de tal concien;ia autnoma? Cada elemento "im~uesto" habr de re~udiarse ~ r i o r i ? a Habr de renudiarse como impuesto, pero no en s mismo, o sea que habr que darle una nueva forma que sea propia del grupo dado. Que la instruccin sea obligatoria no significa que deba repudiarse y ni siquiera que no pueda serjustificada, con nuevos argumentos, una nueva forma de obligatoriedad: hay que hacer "libertad de lo que es 'hecesano", pero para ello hay que reconocer una necesidad "objetiva", o sea, que sea objetiva principalmente para el I grupo de que se trata. Por eso hay que referirse a las relaciones tcnicas de produccin, a un determinado tipo de civilizacin econmica que para ser desarrollado exige un determinado modo de vivir, determinadas reglas de conducta, un cierto hbito. Hay que convencerse de que no slo es "ohjetivo" y necesuio un cierto equipo, sino tambin un cierto modo de comportarse, una cierta educacin, un cierto modo de convivencia, etctera; en esta objetividad y necesidad histrica (que por lo dems no es obvia, sino que tiene necesidad de que se la reconozca crticamente y se la baga sustentable en forma completa y casi "capilar") se puede basar la "universalidad del prinapio moral, ms an, nunca ha existido otra universalidad que no sea esta objetiva necesidad de la tcnica c i d , si bien interpretada con ideologas trascendentes o trascendentales y presentada en cada ocasin en la forma ms eficaz histricamente para alcanzar el objetivo deseado. Una concepcin como la arriba expuesta parece conducir a una forma de relativismo y por lo tanto de escepticismo moral. Se observa que otro tanto puede decirse de todas las concepciones hasta aqu elaboradas por la losofia, cuya imperatividad categrica y objetiva ha sido siempre posible de ser reducida, por la "mala voluntad", a formas de relativismo y e s cepticismo. Para que la concepcin religiosa pudiese al menos parecer absoluta y objetivamente universal, sena necesario que se presentase monoltica, por lo menos intelectualmente uniforme en todos los creyentes, lo que est muy lejos de la realidad (diferencia de escuela, sectas, tendencias y diferencias de clase: simples y cultos, etctera): de ah la funcin del papa como maestro infalible.
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Lo mismo puede decirse del imperativo categrico de Kant: "obra cw mo quisieras que obrasen todos los hombres en las mismas circunstancias". Es evidente que cada uno puede pensar, bona fide, que todos deberan obrar como l, incluso cuando I realiza acciones que por el contrario 22 bis son repugnantes a conciencias ms desarrolladas o de civilizacin distinta. Un marido celoso que mata a su mujer infiel piensa que todos los maridos deberian matar a las mujeres infieles, etctera. Puede observarse que no existe delincuente que no justifique ntimamente el delito cometido, por perverso que pueda ser: y por lo tanto no carecen de cierta conviccin de buena fe las protestas de inocencia de tantos condenados; en realidad cada uno de stos conoce exactamente las circunstancias objetivas y subjetivas en que cometi el delito y de este conocimiento, que a menudo no puede transmitir racionalmente a los otros, saca la conviccin de estar "iushficado"; slo si cambia su modo de concebir la vida Ilew a un juiciokstiuto, cosa que a menudo sucede y explica muchos suicibios. La frmula kantiana, analizada realistamente, no supera cualquier ambiente dado, con todas sus supersticiones morales y sus-costumbres brbaras; es esttica, es una forma vaca que puede ser llenada con cualquier contenido histrico actual y anacrnico (con sus contradicciones, naturalmente, por lo cual lo que es verdad del lado de all de los Pirineos, es mentira del lado de ac). La frmula kantiana parece superior porque los intelectuales la llenan con su particular modo de vivir y obrar, y se puede admitir que a veces ciertos grupos de intelectuales son ms avanzados y civilizados que su ambiente. El argumento del peligro de relativismo y escepticismo, por lo tanto, no es viido. El problema a plantear es otro: tiene en s esta dada concep cin moral las caracteristicas de una cierta duracin? O bien es mudable cada da o da lugar, en el mismo grupo, a la formulacin de la teora de la doble verdad? Adems: puede constituirse sobre su base una lite que gue a las multitudes, las eduque y sea capaz de ser "ejemplar'? Resueltos estos puntos afumativamente, la concepcin I es justificada y viida. 23 Pero habr un periodo de relajacin, incluso de IiberMaje y disolucin moral. Esto est lejos de ser excluido, pero tampoco ste es un argumento vlido. Periodos de disolucin moral ha habido a menudo en la historia, aun manteniendo su predominio la misma concepcin moral general, y han tenido origen en causas reales y concretas y no en las concepciones morales: stos muy a menudo indican que una concepcin ha envejecido, se ha disgregado, se ha convertido en pura hipocresa formalista, pero trata de mantenerse en auge coercitivamente. o b l om d o a la sociedad a una i " . doble vida; a la hipocresa y al doblez precisamente reaccionan en formas 277
exageradas los periodos de libertinaje y disolucin que anuncian casi sienipre que una nueva concepcin se est formando. El peligro de no vivacidad moral es representado por el contrario por la teora fatalista de aquellos grupos que comparten la concepcin de la "naturalidad" segn la "naturaleza" de los brutos y para quienes todo est justificado por el ambiente social. Todo sentido de responsabilidad individual viene as a embotarse y toda responsabilidad individual es anegada en una abstracta e inencontrahle responsabilidad social. Si este concepto fuese cierto, el mundo y la historia estm'an siempre inmviles. Si en efezto el individuo, para cambiar, tiene necesidad de que toda la sociedad sea cambiada antes que l, mecnicamente, por quin sabe qu fuerza exuahumana, ningn cambio se producirajams. La historia por el contrario es una continua lucha de individuos y de grupos para cambiar lo que existe en cada momento dado, pero para que la lucha sea eficaz estos individuos y grupos tendrn que sentirse superiores a lo existente, educadores de la sociedad, etctera. El ambiente, pues, no justifica sino slo "explica" el comportamiento de los individuos y especialmente de aquellos histri21 bis camente ms I pasivos. La "explicacin" servir a veces para hacernos indulgentes con los indi5iduos Y dar material para la educacin, pero no debe nunca convertirse en ')ustiKcacin" sin conducir necesariamente a una de las formas ms hipcritas y repugnantes de conservadurismo y de 'Teaccionarismo". Al concepto de "natural" se contrapone el de "artificial", de "convencio nal". ;Pero qu simifica "artificial" y "convencional" cuando se refiere a los fenmenos ke misas? Significa simplemente -histrico2', adquirido a travs del desarrollo histrico, e intilmente se trata de dar un sentido peyorativo a la cosa, porque sta ha penetrado incluso en la conciencia comn con la expresin de *segunda natnraleza". Por lo tanto, podr hablarse de arficio y de convencionalidad con respecto a idiosincrasias personales, no a fenmenos de masas ya en curso. V~ajarpor ferrocarril es "artificial", pero ciertamente no es como ponene colorete en la cara. Segn las alusiones hechas en los pargrafos precedentes, como positividad se plantea el problema de quin deber decidir que una deteminada conciencia moral es la que m& corresponde a una detemiinada etapa de desarrollo de las fuerzas productivas. Ciertamente no se puede hablar de crear un "papa" especial o una oficina competente. Las fuerzas dirigentes nacern por el hecho mismo de que el modo de pensar estar dirigido en este sentido realista y nacern del mismo choque de los pareceres discordes, sin "convencionalidad y "artificio" sino "naturalmente".
Cfr. Cuadnno 8 (X>nlII), pp. 4617, 47 bis48 bis, 49
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c13> C h i p popular del "superhombre".Cada vez que nos tropezamos con algn admirador de Kietzsche, es oportuno preguntarse y averiguar si sus concepciones "superhumanas" contra la moral convencional, etctera, etctera, son de puro origen nietzscheano, o sea, producto de una elaboracin de pensamiento que se deba situar en la I esfera de la "alta 24 cultura", o bien tiene orgenes mucho ms modestos, que estn, por ejemplo, vinculadas a la literatura de folletn. ({Yno habr sido el mismo Nietzsche influido en algo por los novelistas franceses de folletines? Hay que recordar que tal literatura, hoy degradada a las porteras y los tabucos, e i tuvo muy difundida entre los intelectuales, al menos hasta 1870, as como hoy la llamada novela policiaca). De todos modos parece poderse afirmar que mucha supuesta "superhumanidad" nietzscheana tiene como nico origen y modelo doctrinal no a Zaratustra sino al Conde de Montemislo de A Dumas. El tipo ms logradamente representado por Dumas en Montecristo encuentra, en otras novelas del mismo autor, numerosas rplicas: puede identificarse, por ejemplo, en el Athos de Los tres mosqueieros, en Jos Bakamo y seguramente tambin en otros personajes. As, cuando se lee que alguien es admirador de B a h c , hay que ponerse en guardia: tambin en Balzac hay mucho de novela por entregas. Vautrin es tambin, a su modo, un superhombre, y el discurso que le hace a Rastignac en el Papa Goriot tiene mucho de ... nietzscheano en sentido popular; lo mismo debe decirse de Rastignac y de Rubempr. (Vmcenzo Morello se ha convertido en "Rastignac" por una tal filiacin... popular y ha defendido a "Corrado Brando".)' Ei xito de Nietzsche ha sido muy fabricado: sus obras completac han sido editadas por el editor Monanni, y se conocen los orgenes culturalesideolgicos de Monanni y de su ms fiel clientela. Vauuin y el "amigo de Vaubin" han dejado honda huella en la literatura de Paolo Valera y de su Folh (recordar el turins "amigo de Vauuin" de la Folla).' Gran seguimiento popular ha tenido la ideologa del "masquetero" tomada de la novela de Dumas. Que se tenga cierto pudor en justificar mentalmente las propias I con- 24 bis cepciones con las novelas de Dumas y de Bahac, se entiende fcilmente: por eso se las justifica con Nietzsche y se admira a Baizac como escritor de arte y no como creador de figuras novelescas del tipo folletinesco. Pero el nexo real parece cierto culturalmente. El tipo del "superhombre" es Montecristo, liberado de aquel particular halo de "fatalismo" que es propio del bajo romanticismo y que <es> an ms marcado en Athos y en J. Balsamo. Montecristo llevado a la poltica es sin duda sobremanera pintoresco: la lucha contra los "enemigos perscnales" de Montecristo, etctera.
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Se puede obserlar cmo ciertos pases han permanecido provincianos 7 atrasados incluso en esta esfera en comparacin con otros; mientras ya Sherlock Holmes se ha vuelto anacrnico para mucha Europa, en algunos pases se est todava en Montecristo y en Fenimore Cooper (cfr. "los salvajes", "puo de hierro", etctera). Cfr. el libro de Mario Praz: La carne, la murte e il diauolo nella lelfmtzrra romantica (Edizione della Cu1tura):'junto a la investigacin de Praz, habra que hacer esta otra investigacin: la del "superhombre" en la literatura popular y sus influencias en la vida real y en las costumbres (la pequea burguesa y los intelecniales son particularmente influidos por tales imgenes novelescas, que son como su "opio", su "paraso artificial" en contraste con la mezquindad y estrechez de su vida real inmediata): de ah el xito de algunos lemas como: "es mejor vivir un da como len que cien aos como oveja", xito particularmente grande en quien es justa e irremediablemente oveja. Cuntas de estas ovejas dicen: joh, si tuviese yo el poder aunque fuese por un solo da!, etctera; ser 'usticiero" impiacable es la aspiracin de quien siente la influencia de Montecristo. Adolfo Omodeo ha observado que existe una especie de "mano muerta" cultural, constituida por la literatura religiosa, de la que nadie parece querer ocuparse, como si no tuviese importancia y funcin en la vida nacio25 nal y popular? I Aparte el epigrama de la 'hiano muerta" y la satisfaccin del clero de que su literatura especial no sea sometida a un examen crtico, existe 0h.a seccin de la vida cultural nacional y popular de la que nadie se ocupa ni se preocupa crticamente y ella es precisamente la literatura de folletn propiamente dicha e incluso en sentido amplio (en este sentido c a ben en ella Victor Hugo e incluso Baizac). En Montemito hay dos captulos donde explcitamente se diserta acerca del "superhombre" de folletn: el titulado 'Tdeologa", cuando Montecris to se encuentra con el procurador Viliefort, y el que describe el almuerzo en casa del vizconde de Morcerf durante el primer viaje de Montecristo a Pars. Hay que ver si en otras novelas de Dumas existen brotes "ideolgicos" de este tipo. En Los tres nwsqueferos,Athos tiene ms del hombre fatal genrico del bajo romanticismo: en esta novela los humores individualistas populacheros son ms bien halagados con la actividad aventurera y extralegal de los mosqueteros como tales. En Jos Balsamo, el poder del individuo est ligado a fuerzas oscuras de magia y al apoyo de la masoneria europea, por lo que el ejemplo es menos sugestivo para el lector popular. En Balzac las figuras son ms concretamente artsticas, pero todava enuan en la atmsfera del romanticismo popular. Rastignac y Vautrin no deben ciertamente confundirse con los personajes dumasianos y precisamente por ello su influencia es ms "confesable", no slo por parte de
hombres como Paolo Valera y sus colaboradores de la Folln sino tambin por intelectuales mediocres como V. Morello, que sin embargo se consideran (o son considerados por muchos) como pertenecientes a la "alta cultura". Junto a Balzac puede situarse a Stendhal con la figura de Julien Sorel y otras de su repertorio novelesco. Para el "superhombre" de Sietzsche, adems de la influencia romntica francesa (y en general del culto a Napolen) I hay que ver las tenden- ?5 bis cias racistas que culminaron en Gobineau y luego en Chamherlain y en el pangermanismo (Treitschke, la teona de la potencia, etctera). Pero quiz el "superhombre" popular dumasiano debe considerarse una reaccin "democrtica" a la concepcin de origen feudal del racis mo, que se puede unir a la exaltacin del "galicismo" hecha en las novelas de Eugenio Sue. Como reaccin a esta tendencia de la novela popular francesa hay que recordar a Dostoieuski: Rasklnikov es Montecristo "criticado" por un paneslansta-cristiano. Para la iniluencia ejercida sobre Dostoievski por la novela francesa de folletn, hay que coniontar el nmero nico dedicado a Dostoievski por la Cultura? En el carcter popular del Superhombre" se hallan contenidos muchos elementos teatrales, exteriores, de 'primadonna" ms que de superhombre; mucho formalismo "subjetivo y objetivo", ambiciones infantiles de ser el "primero de la clase", pero especialmente de ser considerado y proclamado tal. Para las relaciones entre el bajo romanticismo y algunos aspectos de la vida moderna (atmsfera de Conde de Montecristo) hay que leer un artculo de Louis Gillet en la Rmw des Dmx Mondes del 15 de diciembre de 1932.6 Este tipo de "superhombre" tiene su expresin en el teatro (especialmente francs, que contina en tantos aspectos la literatura por entregas cuarentaiochesca): hay que ver el repertorio "clsico" de Rnggero Ruggeri como n m a r c h e di %ola, Lhrtigiio, etctera, y muchos trabajos de Henry Bemstein.'
Cfr. C d m o 14 (l), pp. 2-3, 14 bis, 15 bis. y Cud-8
(XXWII), p. 80 bis.
P <14> Relaciones entre el Esfado y la Igksiu. (Cfr. p. 15 bis.)' El Director General del Fondo para el Culto, Raffaele Jacuzio, ha publicado un Commento &Ua nuoua legi.slazionz in maten's ecclaia.stica con prefacio de Alfredo Rocco (Tunn, Utet, 1932, en 8",pp. 693,60 liras) donde recoge y comen-
16
26 bis
ta todos los actos tanto de los rganos estatales italianos, como de los vaticalnos para la puesta en prctica del concordato. Aludiendo a la cuestin de la Accin Catlica,Jacuzio escribe (p. 203): "Pero como en el concep to de poltica no enua solamente la tutela del ordenamiento jurdico del Estado, sino tambin todo cuanto corresponde a las providencias de orden econmico social, es bien dificil... considerar en la Accin Catlica a pnon excluida toda accin poltica cuando... se hacen entrar en ella la accin social y econniica y la educacin espiritual de la juventud.' Sobre el concordato debe verse tambin el libro de I'incenzo Morello: Il conyiito dopo il Concordato (Bompiani, 1931) y la respuesta de Egilberto Martire: Ragioni deUa Conciliazione (Roma, Rassegna Romana, 1932). Sobre la polmica Morello-Martire hay que ver el artculo firmado Novus en la CnticaFascsitadel 1" de febrero de 1933 ("Una polemica sulla Conciliazione").' Morello pone de relieve aquellos puntos del Concordato en los que el Estado se ha perjudicado a s mismo, ha abdicado de su soberana y no slo eso sino que, parece, pone tambin de relieve cmo en algunos puntos las concesiones hechas a la Iglesia son m5s amplias que las hechas por otros pases concordatarios. Los puntos controvertidos son principalmente cuatro: 11 el mauimonio; por el art. 43 del Concordato el matrmonio es regido por el derecho cannico, o sea que se aplica en el mbito estatal un derecho extrano a l. Por ste, los catlicos, en base a un derecho exuao al Estado, pueden anular sus matrimonios, a diferencia de los no catlicos, mientras que "el ser o no ser catlico debera ser impertinente a los efectos civiles"; 21 por el a r t 5, prrafo 3', se establece la interdiccin de algunos empleos pblicos para los sacerdotes apstatas o reos de censura, o sea que se aplica una "pena" del Cdigo Penal a personas que n o han cometido, frente al Estado, ningn delito punible; el art. 1" del Cdigo quiere por el contrario que ningn ciudadano pueda ser castigado sino por un acto expresamente previsto por la ley penal como I delito; 31 segn Morello no se ve cules son las razones de utilidad por las que el Estado ha hecho tabla rasa de las leyes eversivas, reconociendo a los entes eclesisticos y rdenes religiosas la existencia jurdica, la facultad de poseer y administrar sus propios bienes; 41 enseanza; exclusin decidida y total del Estado de las escuelas eclesisticas y no ya slo de las que preparan tcnicamente a los sacerdotes (o sea exclusin del control estatal de la enseanza de la teologa, etctera) sino de aquellas dedicadas a la enseanza general. El a r t 39 del Concordato se refiere de hecho tambin a las escuela elementales y medias sostenidas por el clero en muchos Seminarios, colegios y conventos, de las cuales el clero se sirve para atraer a nios y muchachos al sacerdocio y a la \ida monstica, pero que en s no son todava especializadas. Estos alumnos deberan tener de282
recho a la tutela del Estado. Parece que en otros concordatos se tuvieron en cuenta ciertas garantas con respecto al Estado, por las que el clero n o es formado de manera contraria a las leyes y al orden nacional, y precisamente imponiendo que para tener muchos empleos eclesisticos es necesario un ttulo de estudio pblico (el que da acceso a la Universidad).
Cfr Cunderna4 (XIII), p. 10 bis, y Cuodenzo 14 (11, p. 21 hir
8 c15> Origen popular del superhombre. (Cfr. pgina 23 bis) .' Sobre este tema debe verse la obra de Farinelli n ~omnnlicismo mondo latino (3 vol., nel Bocca, Turin). En el 5-01. 2", un captulo donde se habla del motivo del "hombre fatal" y del -genio incomprendido'.'
Cfr. Cuodmno 15 (11). p. 39.
g <16> Los fundadmes de lafilosofa de la pruxis e Italia. Cna recopilacin sistemtica de todos los escritos (incluso del epistolario)' que se refieren a Italia o consideran problemas italianos. Pero una recopilacin que se limitara a esta seleccin no sera orgnica y completa. Existen escritos de ambos autores que, aun no refirindose especficamente a Italia, tienen u n significado para Italia, y un significado no genrico, se entiende, porque de otra manera todas las obras de ambos escritores puede decirse que conciernen a Italia. El plan de la recopilacin podra ser elaborado segn I estos criterios: 11 escritos que se refieren a temas "especficos" de cntica histrica y poltica, que aun no refnindose a Italia, tienen relacin con problemas italianos. Ejemplos: el articulo sobre la Constitucin espaola de 1812 tiene relacin con Italia, por la funcin poltica que tal Constitucin ha tenido en los movimientos italianos hasta el 48.' Igualmente tiene relacin con Italia la cntica de la Misaia dz la flusofa conea la falsicacin de la dialctica hegeliana por Proudhon,3 que tiene sus reflejos en correspondientes movimientos intelectuales italianos (Gioberti: el hegelianismo de los moderados; concepto de revolucin pasiva; dialctica de revolucin-restauracin) . Lo mismo puede decirse del escrito de Engelsa sohre los movimientos libertarios espafioles de 1873' (despus de la abdicacin de h a d e o de Saboya) <que> tiene relacin con Italia, etctera. De esta segunda serie de escritos seguramente no hay que hacer la recopilacin, simo que es suficiente una exposicin critico-analtica. Proba-
27
= En el manuscrito: >E.".
283
blemente el plan ms orgnico podra ser uno en tres partes: 11 introduccin histric~ntica;1 escritos sobre Italia; 31 anlisis de los escritos refe 2 rentes indirectamente a Italia, o sea que se propongan resolver cuestiones que son esenciales y especficas tambin para Italia.
Cfr Cuaderno 9
8 <17> La tendencia a disminuir al nduersano: es por s misma una d e m o ~ tracin de la inferioridad de quien est posedo por ella. En efecto, se tiende a disminuir rabiosamente al adversario para poder creer que seguramente se triunfar sobre l. En esta tendencia, por lo tanto, se oculta oscuramente un juicio sobre la propia incapacidad y debilidad (que se quiere convertir en valor) e incluso podria reconocerse en ella un inicio de autocrtica (que se avergenza de s misma, que tiene miedo de manifestarse explcitamente y con coherencia sistemtica). Se cree en la "voluntad de creer" como condicin de la victoria, lo que no sena equivocado 27 bis si no fuese concebido meclnicamente y no se convirtiese en un autoengao (cuando contiene una indebida confusin entre masa yjefes y rebaja la funcin del jefe al nivel del ms atrasado e inmaduro afiiado: en el momento de la accin el jefe puede tratar de infundir en los afiliados la persuasin de que el adversario ser ciertamente vencido, pero l mismo debe hacerse unjuicio exacto y calcular todas las posibilidades, incluso las ms pesimistas). Un elemento de esta tendencia es de naturaleza opicea: de hecho es propio de dbiles abandonarse a la fantasa, soar con los ojos abiertos que los propios deseos son la realidad, que todo se desarrolla segn los deseos. Por eso se ve de una parte la incapacidad, la estupidez, la harhaxie, lavileza, etctera; de la otra, las ms elevadas dotes del carcter y la inteligencia: la lucha no puede ser dudosa y ya parece tener en el p u i o la victoria. Pero la lucha sigue siendo soiiada y ganada en sueos. Otro aspecto de esta tendencia es el de ver las cosas oleogriicamente, en los momentos culminantes de elevado carcter pico. En la realidad, por dondequiera que se comience a operar, las dicultades aparecen inmediatamente graves porque nunca se pens concretamente en ellas; y como siempre hay que comenzar por cosas pequeas (en general las grandes cosas son un conjunto de pequeas cosas), la "pequea cosa" es despreciada, es mejor conMuar soando y posponer la accin hasta el momento de la ''grancosa". La funcin de centinela es pesada, aburrida, cansada; ?por qu "desperdiciar" as la personalidad humana y no conservarla para las grandes horas del herosmo? y as sucesivamente. No se reflexiona que si el adversario te domina y ti los diminuyes, re284
conoces estar dominado por uno al que consideras inferior; pero entonces icmo habr logrado dominarte? ?Cmo es que te ha vencido y ha sido superior a ti precisamente en aquel instante decisivo que deba dar la medida de tu superioridad y de su inferioridad? Ciertamente que habr estado por medio la I "cola del diablo". Pues bien, aprende a tener la cola 28 del diablo de tu parte. C n motivo literario: en el captulo xn' de la segunda parte del Don Quijote el caballero de los Espejos sostiene haber vencido a Don Quijote: "Y hchole confesar que es ms hermosa mi Casilda que su Dulcinea; y en slo este vencimiento hago cuenta que he vencido a todos los caballeros del mundo, porque el tl Don Quijote que digo, los ha vencido a todos; y a habindole yo vencido a l, su gloria, su fama y su honra, se han transferido y pasado a mi persona, Y tanto el vencedor es ms honrado Cuanto ms el vencido es reputado; as que ya corren por mi cuenta y son mas las innumerables hazafias del ya referido Don Quijote".'
Cfr. Cuadmw8 (XXVnI). pp. 48 bis-49, y Cuaderno 9
(m'), 73 p.
5 <18> "Pantano y parittico". El significado de paritario y panttico es de los ms interesantes y "significativos". Significa que 1 000 O00 tiene los mismos derechos que 10 000, a veces que uno tiene los mismos derechos que 50 000. :Qu significa paritario en las empresas Schneider de Creusot? Qu significa en el Consejo nacional para la industria de las minas de carbn, en Inglatem2 :Qu si@ca en el Consejo directivo del U.I.L. de Ginebra, etctera? entre quines se establece una paridad? Lo curioso es que sean los catlicos los ms animosos defensores del paritarismo, para los cuales una persona humana (un alma) debera ser igual a oira etctera; pero ya Rosrnini quera que el poder representativo fuese establecido n o segn el "alma inmortal" igualmente d i o s a para Dios, sino segn la propiedad. Vaya espirituaiismo!
Cfr. Cmdmm9 (XIV),p. 31
5 <19>E mdiw ctlc y el m f m (moribundo) a l i .Cfr. en la Civilta l aio utlw Cattolica I del 19 de noviembre de 1932, p. 381, la reseca de libro de Luigi 28 bis Scremin, Appvnti di rnor&pofession&per i mdin' (Roma, Editorial "Studium", 1932, en 12", pp. 118, 5 i i i ) : "... a en la p. 95, aun citando a s
Prmmer, se dice mal que 'para un acatlico que desee y exija un ministro de su religin, es lcito al mdico, a falta de otros, hacerle conocer al ministro mismo el deseo del enfermo, y est incluso obligado (sic) a hacerlo slo cuando juzgue daino para el enfermo no satisfacer este deseo'. La sentencia del moralista es muy distinta; y en efecto Priimmer (1, 526) nos dice que no se debe Uamnra un ministro acatlico, el cual no tiene ningn poderpara administrar los sacramntos: sino ms bien ayudar al enfermo a hacer un acto de contricin. Que si el enfermo exige a b s o l u t a m e n t e que se liame al ministro acatlico y de la negaiiua na&sen graues daos se puede (no ya se debe) hacer conocer al dicho ministro el deseo del enfermo. Y se debena distinguir an, cuando el enfermo fuese de buena fe y perteneciese a un rito acatlico, en el cual los ministros estuviesen i n v e ~ tidos de verdadero orden sacro, como entre los griegos separados".' El pasaje es significativo.
Cfr. Cuaderno 9
g <20> Las innovaciones en el derecho procesal y la jlosofia de la praxis. La expresin contenida en el prefacio a la Critica de la economia politica (1859)? "as como no se juzga lo que un individuo es por lo que l se parece a s mismo"' puede ser relacionada con la evolucin que ha tenido lugar en el derecho procesal y con las discusiones tericas al respecto, y que en 1859 eran relativamente recientes. El viejo procedimiento exiga de hecho la confesin del acusado (especialmente para los delitos capitales) para emitir la sentencia de condena: el "habemus confidentem reum" pareca el apogeo de todo procedimiento judicial, de donde las solicitaciones, las presiones morales y los diversos grados de tortura (no co29 mo pena, sino como medio procesal). I En el procedimiento reformado, el interrogatorio del acusado nene a ser solamente un elemento a veces desdeable, en todo caso til slo para dirigir las ulteriores averiguaciones de la instruccin y del proceso, tanto que el acusado nojura y se le reconoce el derecho de no responder, de ser reticente e incluso de mentir, mientras que el peso mximo se les confiere a las pruebas materiales objetivas p a los testimonios desinteresados (tanto que los funcionarios del Estado no debenan ser considerados testigos sino slo relatores del ministerio pblico) Hay que averiguar si ya se ha hecho tal aproximacin entre el mtodo instructivo para reconstruir la responsabilidad penal de los individuos y
a
En e manuscrito: "1856" l
286
el mtodo critico, propio de la filosofa de la praxis, de reconstruir la "personalidad" objetiva de los acontecimientos histricos y de su desarrollo, y <si ya ha sido> examinados el movimiento para la reforma del derecho procesal como un elemento "sugestivo" para la reforma del estudio de la historia: Sorel habna podido hacer la observacin, que cabe dentro de su esflo. Debe observarse cmo la reforma del derecho procesal, que tuvo una importancia no pequea incluso en la esfera poltica, determinando un fortalecimiento de la tendencia a la divisin de los poderes y a la independencia de la magistratura (y por consiguiente a la reorganizacin general de la estructura [del aparato] gubernativo) se ha atenuado en muchos pases, revirtiendo en muchos casos a los viejos mtodos procesales e incluso a la tortura: los sistemas de la polica norteamericana, con el tercer grado de los interrogatorios, son basrante conocidos. As, ha perdido muchas de sus caractersticas la figura del abogado fiscal, que deberia representar objetivamente los intereses de la ley y de la sociedad legal, los cuales son lesionados no slo cuando un culpable queda impune sino tambin y e s pecialmente si un inocente es condenado. Parece, por el contrario, que se ha formado la conviccin de que el fiscal es un abogado del diablo que quiere en el infierno especialmente a los inocentes para tomarle el pelo a Dios, y que el fiscal debe por lo tanto querer siempre I sentencias de 29 bis condena.
Cfr Cvoderno 1
(m), 72 bis p.
8 <21> Oratoria, conriersa&nes, cultura. Macaulay, en su ensayo sobre los Oradores ticos (comprobar la cita), atribuye la facilidad de dejarse deslumbrar por sofismas casi pueriles propia de los griegos, incluso los ms cultos, al predominio que en la educacin y en la vida griega tena el discurso vivo y hablado. El hbito de la conversacin y de la oratoria genera cierta facultad de encontrar con gran prontitud argumentos de cierta apariencia brillante que cierran momentneamente la boca del adversario y dejan apabullado al auditorio.' Esta observacin se pnede trasladar tambin a algunos fenmenos de la vida moderna y a la fragilidad de a base cnl! tural de algunos grupos sociales como los obreros urbanos. Esta explica en parte la desconfianza de los campesinos contra los intelectuales electoreros: los campesinos, que rurnian largamente las afirmaciones que han odo declamar y cuyo bnUo los ha impresionado momentneamente, ter= En el manuscrito: "ha examinado-.
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minan, con el buen sentido que recobra el predominio despus de la emocin provocada por las palabras convincentes, por hallar las deficiencias y la superficialidad y en consecuencia se vuelven desconfiados por sistema. Otra observacin de Macaulay que hay que considerar: refiere una sentencia de Eugenio de Saboya, el cual deca que los ms grandes generales haban resultado aquellos que se haban visto de repente a la cabeza de un ejrcito p por consiguiente en la necesidad de pensar en maniobras grandes y globales.2 O sea que quien por profesin se ha vuelto esclavo de las minucias se burocratiza: ve el rbol y ya no el bosque, el reglamento y no el plan estratgico. Sin embargo los grandes capitanes saban conciliar una y otra cosa: el control del rancho de los soldados y la gran maniobra, etctera. Puede aadirse aun que el peridico se parece mucho I a la oratoria y 30 a la conversacin. Los artculos de peridicos son por lo comn apresurados, improvisados, semejantes, en muy gran parte, por la rapidez de la ideacin y la argumentacin, a los discursos electorales. Son pocos los peridicos que tienen redactores especializados y, por otra parte, incluso la actividad de stos es en gran parte improvisada: la especializacin sirve para impro>isar mejor y ms rpidamente. Faltan, especialmente en los peridicos italianos, las reseas ms elaboradas y ponderadas (para el teatro, para la economa, etctera); los colaboradores snplen slo en parte esta falta y, no teniendo una orientacin unitaria, dejan escasa huella. La solidez de una cultura puede ser, por lo tanto, medida en tres grados principales: a) la de los que solamente leen peridicos; b) la de quienes leen tambin revistas no de variedades; c) la de los lectores de libros, sin tener en cuenta una gran multitud (la mayora) que no lee ni siquiera peridicos y se forma alguna opinin asistiendo a reuniones peridicas y de los periodos electorales, a cargo de oradores de muy diversos niveles. Observacin hecha en la crcel de Min, donde estaba en venta i S o k la mal yora de los detenidos, incluso polticos, lea La Gazretta delb Spwr Entre cerca de 2 500 detenidos se vendan, al mximo, 80 ejemplares de Il Sok, despus de la Gazdta dello Spolt las publicaciones ms ledas eran la Domnica del Coniere y el Coniere dei Picoli. Es verdad que el proceso de civiiizacin intelectual se ha desarrollado durante un periodo largusimo especialmente en la forma oratoria y retrica, o sea con nula o demasiado escasa ayuda de escritos: la memoria de las nociones escuchadas de viva voz era la base de toda instruccin (y tal sigue sindolo en algunos pases, por ejemplo en Abisinia). Una nueva tradicin comienza con el Humanismo, que introduce la "tarea escrita" en las escuelas y en la enseanza: pero puede decirse que ya en la Edad 30 bis Media, con la eswlartim, se critica implcitalmente la tradicin de la pe-
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dagoga basada en la oratoria y se trata de dar a la facultad mnemnica un esqueleto ms slido y permanente. Si se reflexiona, se puede observar que la importancia dada por la escolstica al estudio de la lgica formal es de hecho una reaccin contra la "facilonena" demostrativa de losviejos mtodos de cultura. Los errores de lgica formal son especialmente comunes en la argumentacin hahlada. El arte de la imprenta revolucion luego todo el mundo cultural, dando a la memoria una ayuda de valor inestimable y permitiendo una extensin inaudita de la actividad educativa. En esta investigacin, por lo tanto, est impicita la otra, de las modificaciones cualitativas adems de cuantitativas (extensin de masa) aportadas al modo de pensar por el desarrollo tcnico e instrumental de la organizacin cultural. Incluso hoy la comunicacin bablada es un medio de difusin ideolgica que tiene una rapidez, un rea de accin y una simultaneidad emotiva enormemente ms vasta que la comunicacin escrita (el teatro, el cinematgrafo y la radio, con la difusin de altoparlantes en las plazas, baten todas las formas de comunicacin escrita, desde el libro hasta La revista, el peridico, el peridico mural) pero en superficie, no en profundidad. Las Academias y las Universidades como organizaciones de cultura y medios para difundirla. En las Universidades las lecciones orales y las tareas de seminario y de laboratorio experimental, la funcin del gran profesor y la del asistente. La funcin del asistente profesional y la de los "ancianos de Santa Zita" de la escuela de Basilio Puoti, de los que habla De Sanctis? o sea la formacin de la misma clase de asistentes "voluntarios" ocurrida por seleccin espontnea debida a los mismos alumnos que ayudan al maestro y prosiguen sus lecciones, enseando prcticamente a estudiar. Aigunas de las observaciones precedentes han sido sugeridas por la lectura del Saggio popolare di sociologia, que se resiente de todas las deficiencias de la conversacin, de la facilonena argumental de la oratoria, de la dbil estructura de la lgica formal.' Sena curioso hacer con I este 31 libro una ejemplicacin de todos los errores lgicos indicados por los e s colscos, recordando la justsima observacin de que incluso los modos de pensar son elementos adquiridos y no innatos, cuyo correcto empleo (despus de su adquisicin) corresponde a una calificacin profesional.' No poseerlos, no advertir que <no> se poseen, no plantearse el problema de adquirirlos a travs de un "'aprendizaje", equivale a la pretensin de construir un automvil sabiendo emplear y teniendo a disposicin propia la fbrica y los instrumentos de un herrero de aldea. El estudio de la "vieja lgica formal" ha cado ya en descrdito y en parte con razn. Pero el problema de obligar a hacer el aprendizaje de la lgica formal como con-
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31 bis
trol de la facilonera demostrativa de la oratoria vuelve a presentarse apenas se plantea el problema fundamental de crear una nueva cultura sobre una base social nueva, que no tiene tradiciones como la vieja clase de los intelectuales. Cn "bloque intelectual tradicional" con la complejidad y capilaridad de sus articulaciones logra asimilar en el desarrollo orgnico de cada componente indiridual, el elemento "aprendizaje de la lgica" sin necesidad siquiera de un aprendizaje distinto y diferenciado (as como los nios de familias cultas aprenden a hablar "segn la gramtica", o sea que aprenden el tipo de lenguaje de las personas cultas sin necesidad de particulares y fatigosos estudios gramaticales, a diferencia de los nios de familias donde se habla un dialecto o una lengua dialectal). Pero tampoco eso sucede sin dificultades, conflictos p prdidas netas de energa. El desarrollo de las escuelas tcniceprofesionales en todos los grados post-elementales, ha representado el problema en otras formas. Debe recordarse la afirmacin del profesor G. Peano, de que tambin en el Politcnico y en las matemticas superiores resultan mejor preparados los alumnos provenientes del gimnasio-liceo en comparacin con los provenientes de los institutos tcnicos! Esta mejor preparacin es dada por el complejo enseanza "humanista" (historia, literatura, filosofa) como e s t ms ampliamente demostrado en o m s I notas (la serie sobre los "inte lectuales" y el problema escolar) .' Por qu las matemticas (el estudio de las matemticas) no pueden dar los mismos resultados, si las matemticas estn tan prximas a la lgica formal que se confunden con eiia? En la medida del hecho pedaggico, si hay semejanza, hay tambin una enorme diferencia. Las matemticas se basan esencialmente en la serie numrica, o sea en una idmita serie de igualdades (1 = 1) que pueden ser combinadas en modos infinitos. La lgica formal tiende a hacer lo mismo, pero s& lo hasta cierto punto: su carcter abstracto se mantiene slo al principio del aprendizaje, en la formulacin inmediata cruda y desnuda de sus principios, pero se acta concretamente en el discurso mismo en el que la formulacin absh-acta se realiza. Los ejercicios de lenguaje que se hacen en el gimnasio-liceo hacen parecer despus de cierto tiempo que en las traducciones latino-italianas, greco-italianas, no hay nunca identidad en los trminos de las lenguas confrontadas, o al menos que tal identidad, que parece existir en los comienzos del estudio (rosa italiano = rosa latn), se M complicando cada vez ms con el progreso del "aprendizaje", esto es, M alejndose del esquema matemtico para llegar a un juicio histrico y de gusto, en el que los matices, la expresi~dad "nica e individual i d a " tienen el predominio. Y no slo sucede esto en la confrontacin entre dos lenguas, sino que sucede en el estudio de la historia de una misma "lengua", que hace ver cmo vara semnticamente el mismo sonido-
palabra a ti-avs del tiempo y cimo varia su fiincin en el periodo (cambios morfolgicos, sintcticos. semnticos, adems de fonticos). Sofn. Cn eupeiiinento hecho para demostrar cun frgil es el apiendizaje hecho por va "oratoria": doce personas de cierto grado elevado dc cultura se repiten una a otra un hecho complejo y luego cada uno escrihe lo que recuerda del hecho escuchado: las doce versiones difieren de la narracin I oiiginal (escrita para control) a menudo en forma asonihrosa. Esta experiencia repetida puede servir para demosuar cmo hay que d e s confiar de la memoria no educada con mtodos apropiados.
Cfr. Cundrma 1 X\'i). pp. 8 M 0 his y 97 bis99.
32
8 c22> Senli>nientoreligioso e infeltctuales del siglo XIX (hnsfnln guerrn rnutldinl). En 1921 el editor Bocca de Turin recogi en 11-esgruesos volfimenes, con prefacio de D. Parodi, una serie de CoTlfessioni eprofessiorii di fede di Llferati, Filoso/, uo~nini polirici, etctera, aparecidas preiiamente en la revista Coenobiu~n, publicada en Lugano por Bignami, como respuestas a un cuestionario sobre el sentimiento religioso y sus distintas relaciones.' L a
recopilacin puede ser interesante para quien quiera estudiar las corrientes de opinin hacia tlnes del siglo pasado y principios del actual entre los intelectuales especialmente "democrticos", si bien es defectuosa en muchos aspectos. En el le' tomo se contienen las respuestas de los siguientes literatos, etctera, italianos: Angiolo Siliio Novaro, prof. Aifredo Poggi, prof. Enrico Catellani, Raffaele Ottolenghi, prof. Bernardino Varisco, Augusto Agabiti, prof A. Renda, Vittore Marchi, director del peridico Dio @Popolo,Ugo Janni, pastor valdense, A. Paolo Sunzio, Pietro Ridolfi Bolu p e s e , Xicola Toscano Stanziale, director de la Rassegna Critica, doc. Giuseppe Casco, Luigi Di Mattia, Ugo Perucci, maestro elemental, prof. Casimiro Tosini, director de Escuela Normal, Adolfo Artioli, prof. Giuseppe Morando, director de la Rivista Rosminicana, presidente del Liceo Ginnasio de Voghera, profesor Alberto Frixia, Vittorio Nardi, Luigi Marrocco, puhlicista, G. B. Penne, Guido Piccardi, Renato Bruni, prof. Giuseppe Rensi. En el segundo tomo: Francesco Del Greco, prof. director de Manicomio, Alessandro Bonucci, prof. de Universidad, Francesco Cosentini, director de Caraltere, Giampiero Turati, Bruno Franchi, redactorjefe de la Scuola P o sitiua di firitto Cnmimle, Manfredi Siotto-Pintor, prof. de Universidad, prof. Enrico Caporali, Giovanni Lanzaione, director de la re lvista Arte e Morale, 32 bis Leonardo GattuRiossard, teniente de los alpinos, Pietro Raveggi, publicis ta, Widar Cesanni-Sforza, Leopoldo De Angelis, prof. Giovanni Predien,
29 1
33
Orazio Bacci, Giuseppe Benetti, publicista, prof. G. Capra-Crodova, Costanza Paiazzo, Pietro Romano, Giulio Carvaglio, Leone L~uzatto, Adolfo Faggi, prof. de Universidad, Ercole Qnadrelli, Carlo Francesco Gabba, senador, prof. de Universidad, doctor Ernesto Lattes, publicista, Settimio Corti, prof. de filosofia, Bruno Wllanova d'Ardenghi (Bruno Brunelli), publicista, Paolo Cahino, pastor evanglico, prof. Giuseppe Lipparini, prof. Oreste Ferrini, prof. Luigi Rossi Case, prof. h t i o c o Zucca, Vittoiia Fabrizi de' Biani, prof. Guido Falossi, prof. Benedetto De Luca, publicista, Giacomo L e ~ Minzi, biblifilo (!) de la Marciana, prof. Alessandro .4rr&, Bice i Sacchi, prof Ferdinando Belloni-Filippi, Nella Dona-Cambon, prof. R e meo Manzoni. En el tercer tomo: Romolo Murri, Giovanni Vidari, profesor de Universidad, Luigi Ambrosi, prof. de Llniversidad, Salvatore Farina, Angelo Flavio Guidi, publicista, Conde Aiessandro d'Aquino, Baldassarre Labanca, prof. de Historia del Cristianismo en la Universidad, Giannino AntonaTraversi, autor dramtico, prof. Mano Pilo, Aiessandro Sacchi, prof. de Universidad, Angelo De Gubernatis, prof. de Universidad, Giuseppe Sergi, prof. de Universidad, Adolfo Zerboglio, prof. de Universidad, Vittorio Benini, prof. de Universidad, Paolo Arcari, Andrea Lo Forte Randi, Arnaldo Cervesato, Giuseppe Cimbali, prof. de Universidad, Alfredo Melani, arquitecto, Sihio Adrasto Barbi, prof., prof. Massimo Bontempelli, AchiIle Monti, prof. de Universidad, Velleda Benetti, estudiante, Achiile Lona, prof. Francesco Pietropaolo, prof. Amilcare Lauria, Eugenio Bermani, escritor, Ugo Fortini del Giglio, abogado, Luigi Puccio, Maria NoneViUari, escritora, Gian Pietro Lucini, Angelo Vaidmini, prof. de Universidad, Teresina Bontempi, inspectora de los asilos de infancia en el Cantn Ticino, Luigi Antonio Viliari, Guido Podrecca, iUfredo Panzini, abogado, Amedeo Massari, prof. Giuseppe Barone, Giulio Caprin, abogado Gabriele Moreiii, Riccardo Gradassi Luzi, Torquato Zucchelli, teniente coronel honorano (sic), Ricciotto I Canudo, prof. Felice Momigliano, Attilio Begey, Antonino h i l e , prof. de Universidad, Enrico Morseiii, profesor de Universidad, Francesco di Gennaro, Ezio Mana Gray, Roberto Ardig6, Arturo Graf, Pio Viazzi, Innocenzo Cappa, duque Colonna Di Cesar6, Pas quaie Viilari, Antonio Cippico, Alessandro Groppali, prof. Universidad, Angelo Marzorati, Italo Pizzi, Angelo Crespi, E. A Marescotti, F. BelloniFilippi, prof. de Universidad, Francesco Porro, astrnomo, prof. Fortunato Rizzi. Un criterio metodolgico a tener presente al examinar la posicin de los intelectuales italianos con respecto a la religin (antes del Concordato) es dado por la circunstancia de que en Italia las relaciones entre el Estado y la Iglesia eran mucho ms complejas que en los otros pases: ser pa292
triota signific ser anticlerical, aunque se fuese catlico, sentir "nacionalmente'' significaba desconfiar del Vaticano y de sus reivindicaciones territoriales y polticas. Recordar cmo el Cornere ddn Sera en una eleccin parcial en Miln, antes de 1914, combati la candidatura del marqus Cornaggia, temporalista, prefiriendo que fuese elegido el candidato socialista.'
Cfr. Cuadmio 1
g Q3> Caballeros azules (o prn+es azules), uinganos j escarabajos estercoleros. Luigi Galleani, hacia 1910, recopil un mamotreto farragoso, titulado Faccia a faccia col nemico (editado por las Cronache Sowersive, en los Estados Unidos, en Chicago o en Pittsburgh), en el que recogi de peridicos diversos, sin mtodo ni critica, los relatos de los procesos de una serie de supuestos libertarios individualistas (Ravacbol,Henry, etctera).' La recopilacin es para ser tomada con pinzas, pero se puede extraer de ella alguna idea curiosa. 11 El onormoleAbbo en su discurso de Livomo de enero de 1921 repiti literalmente la declaracin de "principios" del individualista Etievant, reproducida en apndice en el libro de Galleani, incluso la frase sobre la "lingstica" que suscit la hilaridad general, es repetida al pie de la letra.' Ciertamente el onorevoleAbbo se saba de memoria el pasaje y ello puede servir para indicar cul fue la cultura de tipos como el onoreuole I Abbo y 33 bis cmo tal literatura fue difundida y popular. 21 De las declaraciones de los acusados se desprende que uno de los motivos fundamentales de las acciones "individualistas"era el "derecho al bienestar" concebido como un derecho natural (para los franceses, se entiende, que ocupan la mayor parte del libro). Varios acusados repiten la frase de que "una orga de los seores consume lo que bastara a mil familias obreras"; falta cualquier alusin a la produccin y a las relaciones de produccin. La declaracin de Etievant, reproducida en el texto escrito integral, es tpica, porque en eUa se trata de construir un ingenuo y pueril sistema justificativo de las acciones "individualistas". Pero las m i s mas justificaciones son vlidas para todos, para los gendarmes, para los jueces, para los jurados, para el verdugo: cada individuo est encerrado en una red determinista de sensaciones, como un puerco en una jaula de hierro, y no puede evadirse de ella: el individualista lanza l bomba, el a gendarme arresta, el juez condena, el verdugo corta la cabeza y ninguno puede evitar el actuar as. No hay va de escape, no puede haber punto de resolucin. Es un libermismo e individualismo que parajustificarse mo-
ralmente a s mismo se niega de modo lamentablemente cmico. El amilisis de la declaracin de Etievant muesu-a cmo la oleada de acciones individualistas que se abati sobre Francia en cierto peiiodo eran la consecuencia episdica del desconcierto moral e intelectual qne corroy a la sociedad francesa desde el 7 1 hasta el dreyliisismo, en el cual hall un desahogo colectivo. 31 A propsito de Henry se reproduce en el libro la carta de un cierto Galtey (debe verificarse) al Fignro.' Parece que Henry se enamor de la mujer de Galtey, reprimiendo "en su propio seno" este amor. La mujer, enterndose de que Henry haba estado enamorado de ella (pasece que no lo haba advel-tido), declar a un petiodista que si lo hubiese sabido, 34 segui-amente se le habia entregado. Galtey en la carta, declara I que no tiene nada que objetarle a su mujer y al-guinenta: si un hombi-e no ha lcgrado encarnar el sueo romntico de su esposa sobre el caballero (o prncipe) azul, peor para l: debe admitir que ott-o lo sustituya. Esta mezcolanza de prncipes azules, de racionalismo materialista wlgar y de hurtos en las tumbas a la Ravachol es tpico y merece resaltarse. 41 En su declaracin en el proceso de Lin de 1894 (debe verificarse) el prncipe iiropotkin anuncia con tono de segiiridad que pasma cmo dentro de los siguientes diez aos se producira la u-ansformacin final.'
Cfr Cuaderno 1 ( X W , pp. 2 bis3
<24> Aplogo del Cad, del saquito perdido en el mercado, de los dos Benedetti, de los cinco huesos de aceituna. Rehacer el cuento de las Mi)una noches.'
Cfr C u n d m o 9
(m, 37 bis p.
8 <25> El mal menor o el menospeor (a emparejar con la otra frmula falta de criterio del "tanto peor tanto mejor"). Se podna tratar en forma de aplogo (recordar el dicho popular de que "peor nunca est inuerto"). El concepto de "mal menor" o de "menos peor" es de los ins relativos. Un mal es siempre menor que uno subsiguiente mayor y un peligi-o es siempre menor que uno subsiguiente posiblemente mayor. Todo mal resulta menor en comparacin con otro que se anuncia mayor y as hasta el infinito. La frmula del mal menor, del menos peor, no es sino la forma que asume el proceso de adaptacin a un movimiento histiicamente regresivo, movimiento cuyo desarrollo es guiado por una fuerza audazmente
eficaz, mientras que las fuerzas antagnicas (o mejor, los jefes de las mismas) estn decididas a capitular pro~esivamente, por pequefias etapas y no de un solo golpe (lo que tendna un significado muy distinto, por el efecto sicolgico condensado, y podra hacer nacer una fuerza competid* ra activa contraria a la que pasivamente se adapta a la "fatalidad, o re Iforzarla si ya existe). Puesto que el principio metdico es justamente que los pases ms avanzados (en el movimiento progresivo o regresivo) son la imagen anticipada de los otros pases donde el mismo movimiento se haU en sus comienzos,' la comparacin es correcta en este campo, por lo a que puede servir (pero siempre servir desde el punto de ~ i s t a educativo)
34 bis
8 Q62 El movimiento 3 e l f i n . ;Es posible mantener vivo y eficiente un movimiento sin la perspectiva de los fines inmediatos y mediatos? La dirmacin de Bernstein segin la cual el movimiento es todo y el fin es nada, bajo la apariencia de una interpretacin "ortodoxa" de la dialctica! ociilta una concepcin mecanicista de la xlda y del movimiento histrico: las fuerzas humanas son consideradas como pasivas y no conscientes, como un elemento no dismil de las cosas materiales, y el concepto de evolucin vuigar, en el sentido naturalista, se postula en siistitucin del concepto de desarrollo y evolucin. Esto es tanto ms interesante de observar en cuanto que Bernstein tom sus armas del arsenal del revisionismo idealista (olvidando las tesis sobre Feuerbacb), lo que por el contraiio habra debido conducirlo a valorar la intervencin de los hombres (activos,y por lo tanto perseguidores de ciertos fines inmediatos y mediatos) como decisiva en el desarrollo histrico (se entiende, en las condiciones dadas). Pero si se analiza ms a fondo, se ve que en Bernstein y en sus partidaiios, la intervencin hamana no est excluida del todo, al menos implcitamente (lo que sena demasiado estpido) sino que es admitida slo de modo nnilateral, porque es admitida como "tesis" pero es excluida como "antesis"; sta, considerada eficiente como tesis, o sea en el momento de la resistencia y de la conservacin, es recharada como anttesis, o sea como iniciativa e impulso progresivo antagnico. Pueden existir "fines" para la resistencia y la conservacin (las mismas ''resistencia y conservacin" son fines qne exigen una organizacin especial civil I v militar, el control acti- 3s vo del adversario, la intervencin oportuna para impedir que el adversario se refuerce demasiado, etctera), no para el progreso y la iniciativa innovadora. S o se trata ms que de nna sofisticada teorizacin de la pasividad, de un modo "astuto" (en el sentido de las "astucias de la pro~lden295
cia" de Vico) con las que la "tesis" interviene para debilitai-a la "anttesis", porque precisamente la anttesis (que presupone el despertar de fuerzas latentes y adormecidas que hay que espolear intrpidamente) tiene necesidad de plantearse fines, inmediatos y mediatos, para reforzar su m o ~ l miento superador. Sm la perspectiva de los fines concretos no puede existir movimiento del todo.
Cfr. Cuaderno 9 (XIV), pp. 10 bis1 1
g <27> i\fm h'ordnu. Gran difusin de los libros de Max Xordau en Italia, en los esmtos ms cultos del pueblo ! de la pequea burguesa urbana. Le . menwplle con~~enzionali nostra nudtn y Depnerazione haban llegado (en della . .. 1921-1923)rispcc~i\.amente la oci;iia y A la <Iiiini;ic~iirii~ii. la piibliciia c~i cin r c y h i - de los Fratclli Ili~<.c;i i'urn:' pero oios lihiin pasuon en la dc posguerra a manos de los editores Madella y Banon y fueron lanzados por los vendedores ambulantes a precios bajsimos en cantidades muy notables. Han contribuido as a introducir en la ideologa popular (sentido comn) una cierta serie de creencias y de "cnones crticos"o prejuicios que aparecen como la ms exquisita expresin de la intelectualidad refinada y de la alta cultura, tal como stas son concebidas por el pueblo, para el cual Max Sordau es iin gran pensador y cientfico.
Cfr. Cuaderno 9 (m), 15 p.
9 <28>Anghnied El trmino es toda5fa empleado en Sicilia para indicar ciertas prestaciones obligatorias a las cuales est atado el trabajador a@cola en sus relaciones contractuales con el propietario o arrendamio o subarrendatario de quien ha obtenido una tierra en lo que se llama aparcera (y que n o es sino un contrato de participacin o de simple alquiler 35 bis con pago en especie, fi ljado en la mitad, o incluso ms, de la cosecha, adems de las prestaciones especiales o angherie). El trmino es ain el de los tiempos feudales, de donde ha derivado al lenguaje comn el significado peyorativo de Vejacin", que sin embargo no parece que tenga an en Sicilia, donde es considerado costumbre normal. Por lo que respecta a la Toscana, cuna de la aparcera (cfr. los estudios recientes al respecto hechos por impulso de la Academia de los Georgofili) debe citarse el f r a p e n t o de un artculo de F. Guicciardini (en la
"hghera: vejacin, violencia, extorsin. (N. d. T.)
296
Nuoua Antalogia del 16 de abril de 1907: "Le recenti agitazioni agrazie in Toscana e i doveri della proprieta"): "Entre los convenios accesorios del convenio de aparcena, no aludo a los convenios que llamar 'angricos', en cuanto constituyen gravmenes del colono, que no tienen en corres pondencia ninguna ventaja especial: tales senan las coladas gratuitas, el acarreo de agua, el corte de lea y ramaje para las estufas del patrn, la contribucin en vveres a favor del guardin, el suministro de paja y e s tircol para la cuadra de la hacienda y en general todos los suministros gratuitos a favor del paun. Y no podra decir si estos convenios son los do timos restos del rgimen feudal que han sobrevivido a la destruccin de los casdios y a la liberacin de los colonos, o si son incrustaciones que se han formado por abuso de los patronos y coharda de los colonos, en tiempos ms cercanos a nosotros en el tronco genuino del contrato".' Segn Guicciardiii, estas prestaciones han desaparecido casi en todas partes (en 1907), lo que es dudoso incluso para Toscana. Pero adems de estas 'angherie", hay que recordar otras, como el derecho del patrn a encerrar a los colonos en casa a cierta hora de la tarde, la obligacin de pedir permiso para casarse y hacer el amor, etctera, que parece han sido rees tablecidas en muchas regiones (Toscana, Umbna) despus de haber sido abolidas a consecuencia de los movimientos agrarios de la primera dcada de este I siglo, movimientos dirigidos por los sindicalistas. 36
9 <29> DisrusionesprolijoJ, knder un peh en cuatro, etctera. Es una actitud de intelecniales la de expresar fastidio ante las discusiones demasiado largas, que se desmenuzan analticamente en sus ms mnimos particulares y que no quieren acabar sino cuando entre los participantes se ha llegado a un acuerdo perfecto en todo el campo de disensin, o por lo menos cuando las opiniones contrapuestas se han enfrentado totalmente. El intelecnial prfesional cree suficiente un acuerdo sumario sobre los principios generales, sobre las lneas directrices fundamentales, porque @esu@one Queel esfuerzo individual de reflexin llevar necesariamente al acuerdo sobre las "minucias"; por eso en las discusiones entre intelectuales se p r o cede a menudo por rpidas alusiones: se tantea, por as decirlo, la formacin cultural recproca, el "lenguaje"recproco, y hecha la comprobacin de que se encuentran sobre un terreno comn, con un lenguaje comn, con modos comunes de razonar, se pasa adelante expeditamente. Pero la cuestin esencial consiste precisamente en que las discusiones no se producen entre intelectuales profesionales, sino que hay que crear previa-
16 bis
mente un terreno comn cultural, un lenguaje comn, modos comunes de razonar entre personas que no son intelectuales profesionales, que no han adquirido todava el hbito y la disciplina mental necesarias para conectar rpidamente conceptos aparentemente dispares, como a la im7ersa para anaiizar rpidamente, descomponer, intuir, descubrir diferencias esenciales entre conceptos aparentemente similares. Y se aludi, en otro pargrafo,' a la ntima debilidad de la formacin a hablada de la cultura y a los inconvenientes [de la conversacin o dilogo] respecto a lo escrito: sin embargo, aquellas obsenaciones, correctas en s mismas, deben ser integradas con stas arriba expuestas, o sea con la conciencia de la necesidad, para difundir orgnicamente una nueva forma cultu Iral, de la palabra hahlada, de la discusin minuciosa y "pedante". Justa adecuacin de la palabra hablada v de la escrita. Todo ello debe observarse en las relaciones entre intelectuales profesionales y no intelectuales formados, que por lo dems es el caso de todo -o d , de e s cuela, desde la elemental hasta la universitaria. El no tcnico del trabajo intelectual, en su trabajo *personal" con los libros, choca con dificultades que lo frenan y a menudo le impiden ir ms all, porque l es incapaz de resolverlas de inmediato, lo que por el conuario es posihle en las discusiones de viva voz inmediatamente. Se observa, aparte la mala fe, cmo se dilatan las discusiones por escrito por esta iazn normal: que una incomprensin exige dilucidaciones y en el curso de la polmica se multiplican las dificultadesde entenderse y de deberse explicar.
Cfr Cuodono 9
3 <30> Tiempo. En muchas lenguas extranjeras la palabra "tiempo", introducida del italiano a travs del lenguaje musical, ha adoptado un sipificado propio, general pero no por ello menos determinado, que la palahra italiana tempopor su generalidad no puede expresar (tampoco podra decirse "tiempo en sentido musical o como se entiende en el lenguaje musical" porque d d a lugar a equvocos). Por lo tanto es preciso mducir al italiano la palabra italiana fempo: 'Gelocidad del ritmo" parece ser la traduccin ms exacta, y que por lo dems corresponde al significado que la palabra tiene en la msica, y solamente "rima" cuando la palabra "tiempo" es adjetivada: 'iiuno acelerado" (o tiempo acelerado), "ritmo aminorado", etctera. Otras veces 'Gelocidad del ritmo" es usada en sentido elptico por "'medida de la velocidad del ritmo".
Cfr Cuaderno 9 (XIV), p. 36
298
c1> Humanismo J Renacimiento. <Qu significa que el Renacimiento haya descubierto al "hombre", que haya hecho del hombre el centro del universo, etctera, etctera? *Acaso antes del Renacimiento el "hombre" no era el centro del universo, etctera?Podra decirse que el Renacimiento cre una nueva cultura o civilizacin en oposicin a las precedentes, pero hay que "limitar" o sea "precisar" en qu consiste esta cultura etctera. :Es cierto que antes del Renacimiento el "hombre" no era nada y se ha convertido en todo? <Ose ha desarrollado un proceso de formacin cultural en el que el hombre tiende a convertirse en todo? Parece que debe decirse que antes del Renacimiento lo trascendente formaba la base de laculturamedieval, :pero aquellos que representaban esta cultura acaso eran "nada" o bien aquella cuitura no era el modo de ser "todo" para eiios? Si el Renacimiento es una gran revolucin cultural, no es porque del "nada" todos los hombres hayan empezado a pensar en ser "todo", sino porque este modo de pensar se ha difundido, se ha convertido en fermento universal, etctera No ha sido "descubierto" el hombre, sino que se ha iniciado una nueva forma de cultura, o sea de esfuerzo para crear un nuevo tipo de hombre en las clases dominantes.
8 Q>Pasado 3; presente. Una definicin inglesa de la civilizacin: "La civilizacin ha sido definida como un sistema de control y de direccin que desarrolla del modo ms fecundamente econmico la mxima potencialidad de un pueblo".' La traduccin no parece exacta: qu significa "fecundamente econmico"?La definicin en conjunto dice poco porque es demasiado genrica. "Civilizacin" puede sustituirse por "rgimen poltico", "gobierno", con un signicado ms preciso. 8 <3> H u m n i s m y Renacimiento. De una resea (Numia AntoEogi~ 1" del de agosto de 1933) de Arminio Janner del libro: Emst Waiser, Gesammlte Studien zur Geisiesgeschichte der Renaissance (ed. Benno Schwabe, Basilea, 1932).' Segn Janner la idea que nos hacemos del Renacimiento est determinada sobre todo por dos obras capitales: La civilti del R i n a s k n t o
I bis
de Jakoh Burckhardt ! la S t o ~ i n ; della L e t l ~ m t i i r n t d i n t ~ a De Sanctis. El I de libro de Biirckliardt fue interpretado de manera diferente en Iialia y fuera de Italia. Apal-ecido en 1860, tuvo resonancia eoi-apea, influy en las ideas de Piietlsclie sobre el superhombre y por esta va suscit toda una literatnra, especialmente en los pases nrdicos, sohre artistas y condotliefi del Renacimiento, literatura en la que se proclama el derecho a una vida bella y heroica, a la libre expansin de la personalidad sin consideracin a vnculos moi-ales. El I Renacimiento se resume as en Sigismondo Malatesta, Cesare Bol-gia, Len X, el Aretino, con Llaquiavelo como terico y aparte. solitario, iMiguel Angel. En Italia, D'.bnunzio representa esta interpretacin del Renancimiento. El libro de Burckhardt (u-aducido por Valhusa en 1877) tuvo en Italia distintas influencias: la traduccin italiana pona ms a la luz las tendencias anticuiiales que Burckbardt vio en el Renacimiento y que coincidan con las tendencias de la poltica ; culmra la italiana del Risorgimento. Tambin el otro elemento sacado a la Inz por Bui-ckhardt en el Renacimiento, el del individualismo y de la formacin de la mentalidad moderna, fue visto en Italia como oposicin al mundo medieval representado por el papado. En Italia fue menos notada la admiracin por una vida vigorosa y de pura belleza; los ro>zdottie>.i,los aventureros, los inmoralistas hallal-on en Italia menos atencin. (Estas obsei-vaciones parecen dignas de tenerse en cuenta: hay una interpretacin del Renacimiento y de la <idamoderna que es auihuida a Italia [como si huhiese nacido oiiginalmente y en los hechos en Italia] pero no es ms que la interpretacin de un libro alemn sohre Italia, etctera.) De Sanctis acenta en el Renacimiento los colores orcuros de la corrupcin poltica y moral; no obstante todos los mritos que se le puedan reconocer al Renacimiento, destrw a Italia v la llev a ser sierva del extranjero. En suma, Burckhardt ve el Renacimiento como punto de partida de una nueva poca de la civiliiacin europea, progresista, cima del hombre moderno: De Sanctis desde el nunto de vista de la historia italiana. v vara .. Italia el Renacimiento fue el punto de partida de un retroceso etctera. Burckhardt y De Sanctis, sin embargo, coinciden en los detalles del anlisis del Renacimiento, estn de acuerdo en senalar como elementos caractersticos la formacin de la nueva mentalidad, el alejamiento de todos los vnculos medievales frente a la religin, a la autoridad, a la patria, a la familia. (Estas observaciones de Janner sobre Burckhardt y De Sanctis deben revisarse.) Segn Janner, "en los ltimos diez o quince aos, sin embargo, se ha venido formando poco a poco una contracorriente de estudiosos, en catlicos, que impugnan la realidad de estas caractersticas su m a ~ o n a (destacadas por Burckhardt y De Sanctis) del Renacimiento y tratan de
destacar en el mismo otras en gran parte opuestas. En Italia Olgiati, Zabiighin, Toffaniri. en los pases alemanes Pastoi-, en los primeros volnnenes de la Stoa d i Papi y Walser".' De \Iralser hay un estudio sobre la religiosidad de I Pulci ("Lebens und Glaubensprohleme aus dein Zeitalter der Re- 2 naissance", en DieiVeueren Sprachn, 10" Beiheft). Este autor (retomando los estudios de Volpe y de otros) analiza el tipo de hereja de Piilci y las vicisitudes de la abjuracin que tuvo que hacer ms tarde; muestra "de modo bastante convincente" el origen (averrosmo y sectas msticas jiidaicas) y demuestra que en Pulci no se trata slo de alejamiento de los sentimientos religiosos ortodoxos, sino de una nueva fe suya (entretejida con magia y espiritismo) que ms tarde se resuelve en una amplia comprensin y tolerancia de todas las fes. (Hay que ver si el espiritismo y la magia no son necesariamente la forma que deban adoptar el naturalismo y el materialismo de aquella poca, o sea la reaccin a lo trascendente catlico o la primeia forma de inmanencia primitiva y tosca.) En el libro que Janner resena parece que tres estudios interesan especialmente, en cuanto iliistran la nueva interpretacin: "El cristianismo y la antigiiedad en la concepcin del piimer Renacimiento italiano", "Estudios sobre el pensamiento del Renacimiento" y "Problemas humanos y artsticos del Renacimiento italiano". Segn Walser, la afirmacin de Burckhardt de que el Renacimiento fue paganizante, critico, anticurial e irreligioso no es exacta. Los humanistas de la primera generacin como Petrarca, Bwcaccio, Salutati, frente a la iglesia no se apartan de la actitud de los estudiosos medievales. Los humanistas del siglo XV, Poggio, Valla, Beccadelli son ms crticos e independientes, pero frente a laverdad revelada tambin callan y aceptan. En esta afirmacin Walser est de acuerdo con Toffanin, que e n su libro Chr cosa fu LUmallesimo?, afirma que el humanismo, con su culto a la latinidad y la romanidad, fue bastante ms ortodoxo que la literatura docta en lengua vulgar de los siglos XiII y xv.' (Annacin que puede ser aceptada, si se distingue en el movimiento del Renacimiento el alejamiento ocurrido con el Humanismo de la vida nacional que fue formndose despus del ao mil, si se considera el Humanismo como un proceso progresista para las clases cultas "cosmopolitas", pero regresivo desde el punto de vista de la historia italiana.) (El Renacimiento puede ser considerado como la expresin cultural de un proceso histrico en el cual se constituy en Italia una nueva clase intelectual de alcance europeo, clalse que se dividi en dos ramas: una 2 bis de ellas ejerci en Italia una funcin cosmopolita,vinculada al papado y de carcter reaccionario, la otra se form en el extranjero, con los desterrados polticos y religiosos, y ejerci una funcin [cosmopolita] progresista en los diversos pases en donde se estableci o particip en la organiza-
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cin de los Estados modernos como elemento tcnico en el ejrcito, en la poltica, en la ingeniena etctera.)
g <4> Pasado J prmnte. Sena interesante una confrontacin enae las concepciones monrquicas militantes propias de la Italia meridional y de la septentrional. Para el Medioda es posible remontarse al escrito de C. De Meis en el Soimmo, al ensayo de Gino Doria publicado en la N u w a Italia hace algunos anos.' Para el Norte las teoras de Giuseppe Brimati, de los peridicos RSabaudo y La Monarchia.' Es cierto que slo para Italia meridional se puede hablar de una ortodoxia absoluta y consecuente. En el 3-orte la institucin de la monarqua ha estado siempre ligada a una ideologa general de la cual la monarqua debera ser el instrumento. En este sentido el monarquismo septentrional puede vincularse a Gioberti.
g <5> Temas de cultura. Risorgimento y Renovacin en Gioberti. Hay que ver la distincin que hace Gioherti entre Risorgimento y Renovacin, entre la situacin anterior al 48 y posterior al 48, tanto interna -relaciones entre los diversos Estados italianos y las clases sociales italianas- como internacional, de la posicin de Italia en el conjunto de las relaciones entre los Estados europeos y las fuerzas polticas de estos Estados.'
<6> Introduccin al estudio de lafiloso&. En Tertuliano (De Anima, 16) se encuentra la afirmacin de que "Lo natural es racional" y viceversa, lo que puede vincularse con la proposicin de Hegel: "Lo que es real es racional etctera". La proposicin de Tertuliano es citada y comentada por Gioberto (Rinnwumento ciuiie, Parte U, cap. 1, p. 227 de la reduccin hecha por P. A. Mentio y editada por Vallecchi).' Hay que pensar que Gioberti recum a Tertuliano para no recurrir a Hegel y por eso precisamente debe verse qu fue lo que Tertuliano quiso 3 decir exactamente y si Gioberti no lo forz I en sentido hegeliano para no recurrir a Hegel para un concepto que le era necesario.
<7> Maquiauelo. La funcin de los inteleaualer. Sobre la funcin de los intelectuales en el desarrollo de la vida poltica, sobre las relaciones del pueblo y los intelechiales hay que ver lo que escribe Gioberti especialmente en el R i n n o v a m f o . Gioberti no emplea el trmino 'Fntelectuales" pero habla del "ingenio". Hay que observar que Gioberti distingue la de-
5 <8> Hu~nanismoy Renachiento (continuacin de la nota recapitulativa que se inicia en la primera pgina).' (En cada caso hay que distinguir los chistes contra el clero que son tradicionales desde el siglo m, de las opiniones ms o menos ortodoxas sobre la concepcin religiosa de la vida.)' Walser, que titi largo tiempo en Italia, obserba que para comprender el carcter del Renacimiento italiano es til, dentro de ciertos lmites, conocer la psicologa de los italianos modernos. Observacin que me parece muy aguda, especialmente por lo que concierne a la actitud frente a la religin y que plantea el problema de qu es el espritu religioso en Italia modernamente, y si ste puede ser comparado, no digo con el espiitu religioso de los protestantes, sino incluso con el de otros pases catlicos, especialmente Francia. Que la religiosidad de los italianos es muy superficial es innegable, as como es innegable que tiene un carcter estrictamente poltico, de hegemona internacional. A esta forma de religiosidad est ligado el Primate de Gioberti, que a su vez conuibuy a fortalecer y organizar lo que exista ya antes en estado difuso. S o hav que olvidar que desde el siglo Xni en adelante Italia conuibuy a la historia mundial especialmente por ser sede del Papado y que el catolicismo italiano era sentido c o mo un sustituto del espritu de nacionalidad y estatal. y no slo eso, sino tambin como una funcin hegemnica mundial, o sea como espritu imperialista. As, es correcta la observacin de que el espritu anticurial es una forma de lucha contra capas sociales privilegiadas; y no se puede negar que en Italia las capas religiosas tuvieron una funcin [(posicin)] econmica y poltica mucho ms radical que en los dems paises, donde la formacin nacional limitaba la funcin eclesistica. El anticurialismo de los intelectuales laicos, los "chistes" anticlericales etctera, son I tambin 3 bis una forma de lucha entre intelectuales laicos e intelectuales religiosos dado el predominio que tenan estos ltimos. Si el escepticismo y el paganismo de los intelectuales son en gran parte meras apariencias superficiales y pueden aliarse a un cierto espiritu religioso, tambin en el pueblo (di. libro de Domenico Guem sobre las el Comenti popolan nel Rinuscmento)' las manifestaciones licenciosas (carrozas y cantos carnavalescos) que a Walser le parecen ms graves, pueden explicarse del mismo modo. Como los italianos de hoy, los del Renacimiento, dice Walser, saban "desarrollar separada y simullneamente los dos factores de la humana capacidad de comprensin, el raaonal y el mstico, y de modo que el racionalismo
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llevado hasta el absoluto escepticismo, por un invisible vnculo, inconcebible para el hombre nrdico, se une en forma slida al ms primitivo;omisticismo, al ms ciego fataiismo, al fetichismo y a la crasa supersticin".*Estas seran las correcciones ms importantes que Walser aporta a la concepcin del Renacimiento propia de Burckhardt y de De Sanctis. EscribeJanner que Walser no logra distinguir el Humanismo del Renacimiento, y que si probablemente sin Humanismo no hubiera habido Renacimiento, ste sin embargo supera por importancia y por sus consecuencias al Humanismo. Tambin esta distincin debe ser ms sutil y profunda: parece ms justa la opinin de que el Renacimiento es un movimiento de gran alcance, que se inicia despus del ao mil, del que el Humanismo y el Renacimiento (en sentido esuicto) son dos momentos conclusivos, que tuvieron en Italia su sede principal, mientras que el proceso histrico ms general es europeo y no slo italiano. (El Humanismo y el Renacimiento como expresin literaria de este movimiento histrico europeo tuvieron en Italia su sede principal, pero el movimiento progresista despus del ao mil, si en Itaiia tuvo mucho que ver con las Comunas, precisamente en Italia decay, y precisamente con el Humanismo y el Renacimiento que en Italia fueron regresivos, mienuas que en el resto de Europa el movimiento general culmin en los Estados nacionales y luego en la expansin mundial de Espaa, de Francia, de Inglaterra, de Pormgal. En Italia, a los Estados nacionales de estos pases correspondi la organizacin del Papado como Estado absoluto -iniciado por Alejandro VI-, organizacin que disgreg al resto de Italia etctera.) Maquiavelo es representante en Italia de la comprensin d e que el Renacimiento no puede ser tal sin la fiindacin de un Estado nacional, pero como hombre l es el terico de lo que sucedi fuera de Italia, no de acontecimientos italianos.
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<9> Temar de cultura. Giobertz J eljacobinlsmo. Actitud de Gioberti con respecto al jacobinismo antes y despus del 48. Despus del 48, en el Rinnouamenro, n o slo n o hay ninguna alusin al pnico que el 93 difiindi en la primera mitad del siglo, sino que Gioberti muestra incluso claramente sus simpatas por losjacobinos (justifica el exterminio de los giroudinos y la lucha en dos fsentes de los jacohinos: contra los extranjeros invasores y contra los reaccionarios internos, aunque, muy moderadamente alude a los mtodos jacobinos que podan ser ms suaves, etctera).' Esta posicin de Gioberti frente al jacobinismo francs despus del 48 debe sealarse como hecho cultural muy importante: se justica por los excesos de la reaccin despus del 48, que Ileiaban a comprender mejor y a jushficar la salvaje energa del jacobinismo Francs.
Pero adems de este aspecto hay que observar que en el Rinnwamento Gioberti se manifiesta como un autntico jacobino, al menos tericament ,y en la situacin italiana dada. Los elementos de este jacobinismo puee den resumirse, a grandes rasgos, como sigue: 11 En la afumacin de la begemona poltica y militar del Piarnonte que debera, como regin, ser lo que Pars fue para Francia: este punto es muy interesante y debe ser estudiado en Gioberti incluso antes del 48. Gioberti sinti la ausencia en Italia de un centro popular de movimiento nacional revolucionaio como fue Pars para Francia, y esta comprensin demuestra el realismo poltico de Gioberti. Antes del 48, Piamonte-Roma deban ser los centros propulsores, para la poltica-milicia el primero, para la ideologa-religin la segunda. Despus del 48, Roma no tiene la misma importancia, al contrario: Gioberti dice que el movimiento debe ser contra el Papado. 21 Gioberti, aunque sea vagamente, tiene el concepto de lo "popular-nacionai"jacobino, de la hegemona poltica, o sea de la alianza entre burguese~intelectuales[iugenio] y el pueblo; esto en la economa (y las ideas de Gioberti en economa son vagas pero interesantes) y en la literatura (cultura), en donde las ideas son ms diferenciadas y concretas porque en este campo hay menos en qu comprometerse. En el Rinnwamento (Parte 11, captulo "Degli scrittmi") escribe: "... Una literatura no puede ser nacional si no es popular; porque, si bien es de pocos el crearla, universal debe ser su uso y su disfrute. Adems de que, debiendo aqulla expresar las I ideas y los afectos comunes y sacar a la luz aquellos sentidos que yacen ocultos y confusos en el corazn de las multitudes, sus cultivadores deben no slo mirar al bien del pueblo sino sacar provecho de su espritu; tanto que esto nene a ser no S& lo el fin sino en cierto modo tambin el principio de la literatura civil. Y se ve con el hecho de que no llegan al colmo de la perfeccin y de la eficacia sino cuando se incorporan y hacen, por as decirlo, una misma cosa con la nacin, etctera".' De cualquier modo, que la ausencia de un qacobinismo italiano" era sentida se revela en Gioberti. Y Gioberti debe ser estudiado desde este punto de vista. Adems: hay que observar cmo Gioberh, tanto en el Pnnato como en Rinnmamento, demuestra ser un estrnhga del movimiento nacional y no solamente un tctico. Su realismo lo lieva a compromisos, pero siempre e n el crculo del plan estratgico general. la debilidad de Gioberti, como hombre de Estado, debe buscarse en el hecho de que l fue siempre un desterrado, por lo tanto no conoca a los hombres que deba manejar y dirigir y no tena amigos fieles (o sea un partido): cuanto ms l fue estratega, tanto ms deba apoyarse en fuerzas reales, y stas no las conoca y no poda dominarlas ni dirigirlas. (Para el concepto de literatura nacional-popular hay que estudiar a Gioberti y su romanticismo
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moderado.) Asimismo hay que estudiar a Gioberti para analiral- lo que en otras notas se indica como "nudo histiico del 4849"' \; el Risorgiinento en general, pero el punto culttiral ms importante me pal-ece ste de "Gioherti jacohino", jacohino terico, se entiende, porque en la prctica no tuvo manera de aplicar sus doctl-inas. < l b Teinns <ie c u l t u ~ aLas discusiones sohre la -erra futura. Guerra . total, importancia de la aviacin, de los pequeos e~ercitos profesionales en comparacin con los grandes ejrcitos de la leva etctera. Estos argumentos son importantes en si y por si y merecedores de estudio \; consideracin. La literatura al respecto debe ser ya imponente en todos los pases (veo citado un libro: Rocco Morretta, C o ~ m sarfl 1 p e r m di do~nnr~i?, 0 Miln, Casa ed. G. hgnelli. 1932, pp. 368. 18 liras).' Pero hay un aspecto de la cuestin que parece tambin digno de consideracin: todas estas disputas sobre la hipottica guerra futura son el I terreno de una "guerra" real actual: las viejas estructuras militares (estados mayores etctei-a) son modificadas por la intervencin. en el equilibrio entre las viejas armas, de la aviacin y sus oficiales. Se sabe que las ~lejas esu-ucturas militares representaban una determinada poltica conservadora-reaccionaria de viejo e s tilo, dificil de vencer y de eliminar. Para numerosos gobiernos actuales, la aviacin, las discusiones sobre la importancia de la aviacin, sobre el m o do como deben establecerse los planes estratgicos de una guerra futura etctera, son la ocasin para eliminar molecularmente las viejas personalidades militares, ligadas a un viejo hbito poltico y que podran organizar golpes de Estado etctera. Por ello la importancia de la aviacin es doble: tcnicomilitar y poltico-inmediata.
g <11> Rismgimento italiano. Cfr. el ensayo de Gioacchiio Volpe: "Italia ed Europa durante il Risorgimento", en la N w a Antobgia del 16 de agos to de 1933.' Es un esbozo muy "descriptivo" de lapoltica internacional europea en sus reflejos con la situacin italiana. Util como catlogo de hechos, pero sin estudio ni profundizacin de los nexos histricos. Histo ria del tipo Rinaudo.' Que el equilibro europeo ha sido un elemento del proceso histnco italiano y viceversa es apena? mencionado, ?pero cul nexo general entre las dos series de acontecimientos, entre los dos procesos? Y se trat de "dos" procesos o de uno solo? ?Y se uat de un solo si proceso histnco, qu peso dar a la iniciativa o a la pasividad italiana etctera? (Hay que recordar el libro de Omodeo L'& del Risorgimento,' que desde el tinilo, o al menos en el tinilo, falsiiica el juicio histrico y la obra
de Ci-oce S t o ~ i a dEuropn, que postulando un solo proceso histrico ciirw peo, exalta la pasividad y solamente tiene e n cuenta sta, en cuanto qiie omite el periodo histiico ^militantenetctera.)' De cualquier niodo, el estudio de Volpe es itil porque resume, aunque sea "dcscnptivainente" la situacin poltica internacional que condicion el Risorgimento italiano.
3 <12> E~nm l rnrlt~on. ~ Filosofia de la praxis y "economisino hist6iico". Confiisin entre los dos conceptos. Sin enihargo debe plantcarsc el prw hlema: <Qu importancia hay qiie atiihuii- al "economisino" en el desa rrollo de los inCtodos de investigacin historiogrilica. admitiendo qiie el econoinismo n o pnede sei- confiindido con la tilosotia de la praxis? Qtic un gi-tipo de financieros, que ticncn intci-eses en un pais determinado, puedan p i a r la poltica de I este pas, provocar en el inisino una guerra 5 b i s o alejarla d e l, es indudable: pero la compi-ohacih <leeste Siecho n o es "filosofia d e la praxis", es "eci>noinismohistrico" o sea rs la afirmacin de que "inmediatamente", coino "ocasin", los hechos han sido intluidos por determinarlos intereses de grupo etctera. Qiie el "olor del petrleo" pueda atraer conflictos senos sohre un pas es tamhin cierto etci.tcra, ctctera. Yero estas afirmaciones. conuoladas, demostrarlas, ctctei-a, no son an filosofa de la praxis, al conti-ano,pueden ser aceptadas y hechas por a@ien que rechaza en hloqiie la filosol'a de la praxis. Pnede decirse qne el factor econmico (entendido en el sentido inmediato y,ju<laicodel economismo histtico) n o es sino uno de tantos modos como se presenta proceso histrico (factor de raza, religin. etctera) peel ms prof~indo ro es este proceso ms profundo el que la filosofa de la praxis qniere explicar y precisamente porque es una filosofa, una "antropolo&+a" y n o un simple canon d e investigacin histrica. 3 <13> Los sobrinitos del padre Bresciani. G P@ii. En la Itnlio L e t t ~ r ~ ~ n a del 27 de agosto de 1933 Luigi Volpicelli escrihe as de I'apini (incidentalmente, en un ensayo sohre "Prohlemi della lettcratnra d'oggi", puhlicado en varias entregas): "No basta a los cincuenta anos 3 u e Papini quiera perdonai-me mi franqueza- no hasta decir: el esciitor dehe ser maestro; hay que poder decir al menos: vean aqu, rufianes, el arte verdadero, el arte maestro. Pero limitarse a proponer, en el quinciia~simoano de edad, o an ms all, al escritor como maestro, ciiando inaesu-o no se ha sido nunca, no vale ni siquiera como me^^ niljm. iY claro, estamos en las mismas de siempi~e! Papini ha ejercido torios los oficios, para Iiicgo ensuciarlos todos: filsofo,para concluir que fa filosora es tina especie de gan-
grena del cerebro, catlico, para incinerar el universo con un diccionario apropiado, literato, para dictaminar por ltimo que no sabemos qu hacer con la literatura. Eso no quita que Papini no se haja conquistado un lugarcito en la historia de la literatura dentro del captulo 'los polemistas'. Pero la polmica vale lo que la oratoria: es simplemente la forma pura y hueca, es mero amor a las palabras y la tcnica, al gesto, un caligrafismo 6 espiritual y congnito; en suma, la I cosa ms alejada posible del escritor como maestro".' Papini ha sido siempre un "polemista" en el sentido que dice Volpicelii, y lo es todava hoy, porque no se sabe si en la expresin "polemista catlico" a Papini le interesa ms el sustantivo o el adjetivo. Con su "catolicis mo", Papini habra querido demostrar no ser un simple 'polemista", o sea un "calgrafo", un funmbulo de la palabra y de la tcnica, ipero no lo ha logrado! Volpicelii se equivoca en no precisar: el polemista es polemista de una concepcin del mundo, aunque sea el mundo de Polichinela, pero Papini es el polemista 'buro", el boxeador de profesin de cualquier palabra: ~ o l ~ i c e l l i ~ h a debido Uegar explcitamete a la airmacide q;e el cabna tolicismo de Papini es un traje de clown, no la ''piel" formada con su sangre "renovada". etctera.
B <14> Temas de cultura. Discusiones sobre la guarafutura (cfr.la nota en la p. 4 bis).' Ver el artculo del general Orlando Freri ("L'agguerrimento delle nuove generazioni", en la Gerarchia de agosto de 1933)' que es tanto ms interesante en cuanto que ha sido publicado casi simultneamente con las dimisiones del general Gazzera del ministerio de la guerra y del vertiginoso viaje de Balbo de Roma a Chicagoo.' El artculo de Freri plantea la cuestin del ''pequeo ejrcito" de paz como ejrcito de "graduados y especiaiistas" que debe crearse en relacin con el desarrollo de la %Milicia Volunmia y por razones de balance (o sea en relacin con las necesidades modernas de un equipo mecnico vasto y costoso que no puede ser satisfecho con un ejrcito de paz numeroso, etctera).
5 <15> Humanismo y Renacimkto. Las obras completas de Maquiavelo fueron editadas por ltima vez en Italia en 1554, y en 1557 el Decamorn ntegro: el editor Giolito despus de 1560 dej de imprimir tambin a Petrarca. A partir de entonces empiezan las ediciones castradas de poetas, cuentistas, novelistas. La censura eclesistica fastidia hasta a los pintores. Pastor, en la Sturia dei Papi escribe: "Puede ser que en los pases catlicos la prohibicin general de escritos en defensa del nuevo sistema terres
tre (copernicano) apagase la predileccin por la astrononia; pero en Francia los galicanos, refirindose a la libertad de!a iglesia francesa, no conside lraron como obligatorios los decretos del Indice y de la Inquisicin y si en Italia no surgi un segundo Galileo o un Sewton o un Bradley, difcilmente puede atribuirse la culpa al decreto contra Coprnico". Bruers seala sin embargo que los rigores del Indice suscitaron entre los cientficos iin pnico espantoso y que el mismo Galileo en los 26 aos transcurridos desde el primer proceso hasta su muerte no pudo profunduar libremente y hacer estudiar a sus discpulos la cuestin copernicana. Segn el mismo Pastor, resulta que especialmente en Italia la reaccin cultural fue eficiente. Los grandes editores desaparecen en Italia: Venecia resiste ms, pero por iltimo los aiitores italianos y las obras italianas (de Bruno, de Campanella, de Vanini, de Galileo) son editadas ntegramente slo en Aiemania. en Francia, en Holanda. Con la reaccin eclesistica que culmina en la condena de Galileo concliiye en Italia el Renacimiento incluso entre los intelectuales.'
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9 <16> Los sobri,iitos del padre Bresciani. G Papini Debe verse la conferencia "Carducci, alma sdegnosa", pronunciada por Papini en Forii para la inauguracin de la "Settimana romagnola di poesia" y publicada en la Nuoua Antologin del 1" de septiembre de 1933.' La falsedad, la insinceridad histrinica de esta conferencia es tal que paraliza de asombro. Sena interesante, adems de Papini, hacer una investigacin sobre la aversin contra Roma que estuvo de moda en Italia hasta 1919 en el movimiento vociano y futurista. Discurso de Papini "Contro Roma e B. Croce".? del binomio odioso para Papini [en 19131 ha seguido siendo odioso , Benedetto Croce. Hay que confrontar la actitud abiertamente trivial con respecto a Croce de este discurso sobre Carducci con la untuosamente jesutica y cristianucha del ensayo " 1 Croce e la Croce".' 1
<17> Temas de cultura. Ttulo exacto del Dizionano del linguag@o iraliano stonco ed amministraliuo di Giulio Rezasco (Florencia, Le Monnier, 1881, pp. 1287).'
<18> Introduccin al estudio de lafilosofa. Sentido comn. <i> Los catlicos (jesuitas) llaman "argumentum liminare" de la posibilidad de demos ira^ la existencia de Dios a aquel que consiste en el llamado "consenso universal". Reseando la obra del padre Pedro Descoqs S.J. (Praelaectiom
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Theologiaehrafuralis. Coun de Thiodice, tomo primero: De Dei cognoscibilitate, parte primera, Pars, I Beauchesne, 1933, en 8" gr., pp. Vi-725, 100 francos, escrito en parte en latn y en parte en francs y que puede ser un til repertorio de todas las opiniones sobre la existencia de Dios), la Cir~ilta Catte lica del 2 de septiembre de 1933 escribe: "El hecho, o sea la universalidad moral de la 'creencia' en Dios, est establecido de modo riguroso y cientfico con ayuda de los ms acreditados estudios de etnologa y de historia de las religiones. Esta investigacin, al comienzo de la teodicea, tiene un alto valor en cuanto que hace tocar con la mano la importancia y universalidad del problema. Sin embargo, el padre Descoqs no cree que por s solo ofrezca una prueba apodctica y rigurosa de la existencia de Dios; si bien el argumento que de l se deduce tiene una fuerza riehhp>nenter suasir~a y es de admirable confumacin, despus que la existencia de Dios haya sido probada por otras tas".' 11. Federico Jodl, Cnfica dellldenlismo. Traducida y anotada por G. Rensi, Roma, ed. "Casa del Libro", 1932, en 16", pp. 274, 10 liras. Es interesante la breve resea de la Ci~iiltaCattolicn del 2 de septiembre de 1933, porque muestra cmo la filosofa de Santo Toms puede aliarse al materialismo tdgar. Jodl critica el idealismo desde un punto de vista mecanicista y naturalista (cuestin de la realidad del mundo externo) y esta critica complace a los jesuitas hasta el punto en que no se deducen de ella conclusiones ateas: t C m o es posible que mentes cultas, como las deJodl y Rensi, no logren percibir en la losofia cristiana, en la de Santo Toms especialmente, el sistema necesario para manrener la realidad del mundo material sin menguar las exigencias y la primaca del espritu? Cuando Jodl explica en ltimo anlisis el mundo como el efecto de las leyes y del acaso, +o adtierte que se pierde en palabras vacas? Y cuando, habiendo sostenido la paradoja de que las miras de los idealistas son las de apoyar la teologa eclesistica -ipinsese en Croce, en Brunschvieg, en tantos otros!- acaba por proponer su ideal, 'el Cielo sobre la Tierra', <nose ve que ese lema, puesto al final de su libro, no puede significar sino la supresin de cualquier Cielo?"Justamente la Ciuiltn Cattolicareprocha aJodl el identificar "el idealismo con el platonismo", "como si desde Kant hasta Gentile las Ideas trascenden1 tes no hubieran sido el espantapjaros de los idealistas".' El libro de Jodl puede ser interesante (como los de Rensi) para establecer la fase actual del 'inaterialismo vulgar" que no puede lograr derrotar a ninguna forma de idealismo porque no logra comprender que "el idealismo no es ms que un esbozo de intento de historizar la filosofa. La polmica CarliniOlgiati Neoscolnstica, idealismo e spi&mlismo, Miln, "Vita e Pensiero", 1933. pp. 180, 6 liras y el articulo de Cuido De Ruggiero en Edircrr- I O I I ~.\iiziomle L (de Lombardo Radice) de marzo de 1933 no pueden seinir para demostrar 312
que el idealismo apoya al clericalismo, sino que algunos idealistas individuales no encuentran en sil filosofia un terreno slido de pensamiento y de fe en la vida. (Sobre esta polmica cfr. tambin mismo nmero de la Civilti Cattolica, artculo "Brancolando in cerca di una fede"' [y artculos en los nms. sigs. de Civilta Cattolica].)' LII. Del cap. XI de la 11 parte del Rinnmiarnenfo de Gioberti puede extraerse este fragmento de historia de la filosofia: "El humanismo se relaciona con las doctrinas filosficas anteriores y es el ltimo trmino del psicologismo cartesiano, que siguiendo rrar distintas en Francia y en ~ b i n a n i a , Ueg no obstante al mismo resultado. Y que, transformado por Locke y a Kant en sensualisrm empBnco y espemlatiiio, pari a poco andar por fuerza de la lgica el atesmo material de los ltimos condillacqiiianos y el ater mo refinado de los nuevos hegelistas. Y Amedeo Fichte, partiendo de los a principios de la escuela crtica, baha identificado a Dios con el hombre; como despus Friedrich Scheling lo confundi con la naturaleza; y Hegel, recogiendo sus dictados y entrelazndolos, consider el espritu humano como la cima del absoluto; el cual, discurriendo desde el punto abstracto de la idea al concreto de la naturaleza y pasando al del espritu, adquiere en ste la conciencia de s mismo y se vuelve Dios. Los nuevos hegelistas, aceptando la conclusin, rechazan la hiptesis insubsistente del absoluto pantesta y el edificio fantstico de las premisas; de donde, en vez de afirmar con el maestro que el espiitu es Dios, ensenan que el concepto de Dios es una vana imagen y una larva quimrica del espritu".' I Parece interesante la nota de Gioberti de que la filosofia clsica alemana y el inaterialismo francs son la misma cosa en lenguaje distinto etctera. El pasaje debe emparentarse con aquel de la Sagrado Familia donde se hahla del materialismo francs? (Recordar que en la Sagrada Farnilia la expresin "humanismo" es empleada precisamente en el mismo sentido qiie Giw berti -no trascendencia- y que "neo-humanismo" qiiera llamar el autor a su filoso6a.)'
5 <19> Ternm de cultura. Francesco Savorgnan di Braza ha recopilado en un libro ( D o Leotiardo a i\.lnrconi, Miln, Hoepli, 1933, pp. \XI-368, 15 liras) una serie de sur al-tculosque atribuyen a "indi~idualidades" italiaias una serie de inventos y descubrimientos (termmetro, barmetro, dinamo, galvanoplstica. higrmetro, telfono, paracadas etctera) que al parecer a menudo han sido "usurpados" por extranjeros.' En otra nota' se hizo notar cmo semejante "reivindicacin" es propia de "italiano mezquino" que en realidad reduce a Italia a la funcin de China donde, como es sabido, se invent "todo". La nota se refera incluso a Cristbal Coln
y el descubrimiento de Amrica y estaba xinculada a una serie de observaciones sobre el hecho de que en el siglo x' los italianos perdieron el e s \ pritu d e empresa (como colectividad), mientras que los italianos "emprendedores", si queran afirmarse, tuvieron que ponerse al servicio de Estados extranjeros y de capitalistas extranjeros.
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8 &O> Georges Sorel. En la Critica Fascista del 15 de septiembre de 1933 Gustavo Glaesser resume el reciente libro de Michael Freund (Georges So>d.Der erolutionare Konseruahmus, Klostermann Verlag, FrankFurt am Mein, 1932) que muestra la clase de tonto rpe puede hacer un idelogo alemn de un hombre como Sorel.' Hay que sealar que, si bien Sorel puede, por la variedad e incoherencia de sus puntos de vista, ser utilizado parajustificar las ms dispares actitudes pi&ticas, sin embargo es innegable en Sorel un punto fundamental y constante, su radical "liberalismo" (o teora de la espontaneidad) que impide toda consecuencia conservadora de sus opiniones. Rarezas, incongruencias, contradicciones se encuentran en Sorel siempre p dondequiera, pero l no puede ser separado de una tendencia constante de radicalismo popular: el sindicalismo de Sorel no I es un indiferenciado "asociacionismo" de "todos" los elementos sociales de un Estado, sino slo de uno de ellos, p su 'tiolencia" no es la violencia de "cualquiera" sino de un [solo] "elemento" que el pacifismo democrtico tenda a corromper etctera. El punto oscuro en Sorel es sil antijacobinismo y su economismo puro; y esto que, en el terreno [histrico] francs, debe 1-elacionarsecon el recuerdo del Terror y luego de la represin de Galliffet, adems de con la a~~ersinlos Bonaparte, es el a nico elemento de su doctrina que puede ser distorsionado y dar lugar a interpretaciones conservadoras.' 3 <?1> Temas de cultura. Csars el cesarismo. La teora del cesaiismo, que hoy predomina (cfr. el discurso de Emilio Bodrero "L'iimanita di Giulio Cesare", en la Xuma Antologia del 1 de septiembi-e de 1933)' ha sido in6 trodiicida en el lengnaje poltico de Xapolen 111, el cual no fue ciertamente un gran historiador o filsofo o terico de \a poltica. Es cierto que en la historia romana la figura de Csar no se caracteriza slo o principalmente por el "cesarismo" en este sentido estricto. El desarrollo histrico del que Csar fue la expresin asume en la "pennsnla itlica", o sea en Roma, la forma del "cesarismo" pero tiene como marco todo el territorio imperial y en realidad consiste en la "desnaciona1izacin"de Italia y en su subordinacin a los intereses del Imperio. Tampoco; como dice Bodrero,
Csar transform a Roma de Estadwciudad en capital del Impeiio, tesis absurda y antihistrica: la capital del imperio era donde resida el emperador, un punto mvil; la cristalizacin de una capital condujo a la escisin, al surgimiento de Constantinopla, de Miln etctera. Roma se convirti en una ciudad cosmopolita, y todaltalia se convirti en centro de una cosmpolis. Hay que hacer una comparacin entre Catilina y Csar: Catilina era ms "italiano" que Csar, y su revolucin, con otra clase en el poder, seguramente habna conservado para Italia la funcin hegemnica del periodo republicano. Con Csar la revolucin no es >asolucin de una lucha entre clases itlicas, sino de todo el Imperio, o al menos de clases con funciones principalmente imperiales (militares, burcratas, banqueros, contratistas, etctera). I Por otra parte Csar, con la conquista de la Galia, desequilibr 9 el cuadro del Imperio: el Occidente comenz con Csar a luchar conua el Oriente. Esto se ve en las luchas entre Antonio y Octa%lo continuar hasy ta la escisin de la Iglesia en la que tuvo influencia el intento de Carlomagno de restaurar el Imperio, as como la fundacin del poder temporal del papado romano. Desde el punto de vista de la cultura es interesante el acnial mito de "Csar" que no tiene ninguna base en la historia, as como ninguna base tena en el siglo m la exaltacin de la repblica romana 1 1 como una institucin democrtica y popular etctera.
5 <22> Intr-oduccin al estudio de la fllosofa. P r a p t i s m o j. politicn. El 'pragmatismo" (deJames, etctera) no parece que pueda ser criticado si no se tiene en cuenta el cuadro histtico anglosajn en el que naci y se diundi. Si es verdad que toda filosofia es una "poltica" y que cada filsofo es esencialmente un hombre poltico, tanto ms puede decirse lo mismo sobre el pragmatismo que construye la filosofia "utilitariamente" en sentido inmediato. Pero esto no es pensable (como movimiento) en pases catlicos, donde la religin y la vida cultural se escindieron desde los tiempos del Renacimiento y de la Conuarreforma, mienti-as que s es pensable para los pases anglosajones, en donde la religin est muy ligada a la vida cultural de todos los das y no est centralizada burocrticamente y dogmatizada intelectualmente. En todo caso el pragmatismo se evade de la esfera religiosa positiva y tiende a crear una moral laica (de Upo no francs), tiende a crear una "filosofa popular" superior al sentido comn, es un "partido ideolgico" [inmediato] ms que un sistema de filosofia. Si se toma el principio del pragmatismo tal como es expuesto por Jarnes: "el mejor mtodo para discutir los diversos puntos de cualquier teora es el de comenzar por poner en claro qu diferencia prctica resiilm a del hecho de que una n otra de las dos alternativas fuese la verdade-
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ra" (U'. James, Le uariefonne deiiu scienru religiosa. Studio sulla ~ ~ t u?nann, u m trad. de C . C. Ferrari y M. Calderoni, ed. Bocca, 1904,pp. 382),'se ve cul es la inmediatez del politicismo filosfico pragmtico. El filsofo "indin Iduai" tipo italiano o alemn est ligado a la "prctica" mediatainente (y a menudo la mediacin es una cadena de muchos eslabones), el pragmatismo lo quiere ligar de inmediato y en realidad resulta as que el f i l u sofo tipo italiano o alemn es ms "prctico" que el pragmatista que juzga por la realidad inmediata, a menudo vulgar, mientras que el otro tiene un fin ms elevado, fija la meta ms alta y por consiguiente tiende a elevar el nivel cultural existente (cuando tiende, se entiende). Hegel puede ser concebido como el precursor terico de ias revoluciones liberales del siglo SIS. pragmatistas, a lo sumo, ayndaron a crear el movimiento del Los Rotary Club o a justificar todos los movimientos conservadores y retrgrados (a justificarlos de hecho y no slo por distorsin polmica como sucedi en el caso de Hegel y el Estado prusiano).
9 c23> Ensqo ppulnr de socioIogri~.ObjeciGn al empirisino: la inipstigacin de nna serie de hechos para hallar sus relaciones presupone un "concepto" que permita distingnir esa serie de hechos de otras series p o sibles: ,:cmo se har la seleccin de hechos a aducirse como pi-tieba de la verdad de la suposicin propia, si no preexiste el criterio de seleccin? -Pero qu ser este criterio de seleccin sino algo superior a cada hecho individual investigado? Una intuicin, una concepcin, cuya historia debe considerarse compleja, un proceso que tinctilar a todo cl pr-oceso de desarrollo de la cultura etctera. (Observacin a relacionar con la otra sobre la "ley sociolgica" en la que no se ha hecho ms que repetir dos veces el mismo hecho, unavez como hecho y otra vez como ley. Sofisma del d o hle hecho y no ley.)'
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9 <24> Los sob,fniloj dolpndre Breximzi. G Pnpini. En Papini falta rectitiicl: diletantismo moral. En el primer periodo de su carrera literaria esta deliciencia no impresionaba, porque Papini hasaha su autoriclad en s mismo. era el 'partido en si mismo". Diverta, no poda ser tomado en seiio sino por unos pocos filisteos (recordar la discusin con Annihale Pastore) .' Hoy Papini se ha insertado en un vasto mo\imiento del que extr-aeautori<fa(l: su acti~iidad ha \iielto por lo tanto canallesca en el sentido ms <lespi.eciase hle, de fiancotiiado~;de sicario mercenaiio. Si un nio rompe los \idiios para divertirse o por u-avesiti-a,aunque sea 1 arficiosa. es una cos;~; prro si rompe los \idiios poi- cuenta del wndedor de iidrios es 011-a cosa.
<25> Temas de cultura. Obras d t consulta. cl> E. Wiuzburger y E. Roes ner, Hbners Geographisch-Slatistich Tabellen,Viena, L. W. Seidel und Sohn, 1932, en 8", pp. 564. sta de 1932 es la 71. edicin. Indispensable no slo para los gegrafos v los estudiosos de estadstica, sino para cualquiera que desee estar informado de las condiciones polticas, econmicas, sociales, financieras, comerciales, demogrficas etctera de todos los pases del globo. En la 7 I s edicin se ha aadido un apndice sobre los partidos pcliticos de cada Estado, adems de elaboraciones ms completas de datos econmicos, industriales, etctera.' 11. A. Kriszties, Bibliographie des sciences sociales. En 1933 ha aparecido el n tomo (1927), Pars, Giard, en 8", pp. 1269, 170 francos.' '
<26> La Accix Catlica. En el otono de 1892 se celebr en Gnova un Congreso catlico italiano de estudiantes de ciencias sociales; ah se observ que "la necesidad del momento presente, ciertamente no la nica necesidad, pero tan urgente como cualquier otra, es la reivindicacin cientfica de la idea cristiana. La ciencia no puede dar la fe, pero puede imponer a los adversaxios el respeto, y puede conducir a las inteligencias a reconocer la necesidad social y el deber individual de la fe (!) ".En 1893, por impulso de tal Congreso, patrocinado por Len XIII (la encclica Rem m h'ouarum es de 1891), fue fundada la Rivista Intenurzionale di Scienre S o cialiy Discipline Awilialio, que todava se publica. En el fascculo de enero de 1903 de la revista se resume la actividad de la dcada.' La actividad de esta revista, que nunca ha sido muy "ruidosa", debe sin embargo ser estudiada incluso en comparacin con la de la Critica Sociale de la que deba ser la conuapartida etctera.
8 Q7> Mapiavelo. <I> Cfr. lo que escribe Aleri sobre Maquiavelo en el libro Delprincip e de& lettere. Hablando de las "mximas inmorales y tirnicas" que se podran extraer "aqu y all" del Prncipe, Alfien seala: "y stas son sacadas a la luz por el autor (para quien bien observa) mucho ms para revelar a los pueblos las ambiciones y astutas crueldades de los prncipes que no, ciertamente, I para ensear a los prncipes a practicar- io bis Las: porque stos ms o menos siempre las emplean, las han empleado y las emplearn, segn sus necesidades, ingenio y destreza".' Aparte la interpretacin democrtica, la nota es justa: ciertamente que Maquiavelo no quena "slo" ensear a los prncipes las "mximas" que ellos ya con* can y empleaban. Quera por el contrario ensear la "coherencia" en el arte del gobierno y la coherencia empleada para un cierto fin: la creacin
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de un Estado unitario italiano. Es decir, El Prinnpeno es un libro de "ciencia" acadmicamente entendido, sino de "pasin poltica inmediata", un "manifiesto" de partido, que se basa en una concepcin "cientfica" del arte poltico. Maquiavelo ensea verdaderan~ente "coherencia" de los la medios "bestiales", y esto va contra la tesis de Alderisio (de quien habr quever el escrito "Intorno ali'arte dello Stato del Machiavelli. Discussione ulteriore dell'interpretazione di essa come 'pura politica"', en Nuovi Studi de juniooctubre de 1932),'pero esta "coherencia" no es algo meramente formal, sino la forma necesaria de una determinada lnea poltica actual. Que, adems, de la exposicin de Maquiavelo se puedan extraer elementos de una "pura poltica" es otra cuestin: ello tiene que ver con el lugar que Maquiavelo ocupa en el proceso de formacin de la ciencia poltica "moderna", que no es pequeo. Alderisio plantea mal todo el problema' y las pocas buenas razones que puede tener se pierden en la inconexin del cuadro general equivocado. 11. La cuestin de por qu Maquiavelo escribi El Pnncipe y sus otras obras no es una simple cuestin de cultura o de psicologa del autor; sirve para explicar en parte la fascinacin de estos escritos, su vivacidad y originalidad. No se trata ciertamente de "tratados" del tipo medieval; tampw co se trata de obras de un abogado curia1 que quiere justificar las operaciones o el modo de operar de sus "sustentadores" o sea de su pnncipe. Las obras de Maquiavelo son de carcter "individualista", expresiones de una personalidad que quiere intervenir en la poltica y en la historia de su pas y en ese sentido son de origen "democrtico". Existe la "pasin" del "jacobino" en Maquiavelo y por eso l deba gustar tanto a los jacobinos y a los iluministas: es ste un elemento 'haciolnai" en sentido autntico y debera ser estudiado preliminarmente en toda investigacin sobre Maquiavelo.
8 <28> Riso7gimento italiano. Cfr. la resea de A. Omodeo (en la Critica del 20 d e julio de 1933) del libro de N. Rosselli sobre Cado Pisacane,' que es interesante en muchos aspectos. Omodeo tiene lavista aguda al sealar no slo las deficiencias orgnicas del libro, sino tambin las deficiencias orgnicas del planteamiento de Pisacane respecto al problema del Risorgimento. Pero esta agudeza le viene del hecho de que se sita en el punto de vista "conservador y reaccionario". parece exacta la afirmacin de Omodeo de que Pisacane fuese Zin fragmento del 48 francs injertado en la historia de Italia", as como no es exacta la comparacin hecha por Ros selli de Pisacane con los sindicalistas modernos (Sorel etctera, en accin).'Pisacane debe emparentarse con los revolucionarios rusos, los na-
rdniki, y por eso es interesante la alusin de Ginzhurg a la influencia de Herzen en los emigrados italianos.' Que Bakunin, ms tarde, tuviese tanto xito en el Medioda y en Romaa no carece de signscado para comprender lo que Pisacane expres en su poca, y parece exuao que precisamente Rosselli n o haya xisto la relacin. La relacin entre Pisacane y las masas plebeyas no debe verse en la expresin socialista ni en la sindicalista, sino ms bien en las de tipo jacobino, aunque sea extremo. La critica de Omodeo es demasiado fcil para el planteamiento del problema del Risorgimento sohre bases plebeyo-sociaiistar, pero no sena igual de fcil para el planteamiento sohre bases "jacobinas-reforma agraria", ni sera fcil desmentir el egosmo burdo, e c trecho, antinacional de las clases dirigentes, que en realidad estaban representadas en este caso por los nobles terratenientes y por la burguesa rural ausentista, y no por la burguesa urbana de tipo industrial y por los intelectuales "idelogos", cuyos intereses no estaban "atalmente" ligados a los de los terratenientes, pero que [deberan haber estado ligados] a los de los campesinos, o sea que fueron escasamente nacionales. As, no es "todo oro" la observacin de Omodeo de que tener programas definidos era en el periodo del Risorgimento una debilidad, porque no se haba elaborado la "tcnica" para realirar los programas mismos. Aparte el hecho de que en Pisacane n o existieron programas defmidos, sino slo una "tendencia general" ms I definida que en Mazzini (y en reali- i i dad ms nacional que en hlazzini), la temi contra los programas definidos es de carcter estrictamente retrOgrado y conservador. Que los programas definidos deban ser elahorados tcnicamente para ser aplicables es cierto, y que los programas definidos sin una elaboracin del proceso tcnico* [por el cual se realizarn] sean una vacuidad tambin es cierto, pero tambin es cierto que los polticos como Mazzini, que no tienen "programas defmidos", trabajan slo para el rey de Prusia, son fermentos de extorsin que infaliblemente ser m o n o p o l i d a por los elementos [ms] retrgrados que a travs de la "tcnica" acabarn por prevalecer sobre todos. En conclusin, tambin de Pisacane debe decirse que no representaba en el Risorgimento una tendencia "realista" porque estaba aislado, sin un partido, sin cuadros previamente dispuestos para el futuro Estado etctera. Pero la cuestin no es tanto de historia del Risorgimento cuanto de historia del pasado vista con intereses contemporneos muy inmediatos, y desde este punto de xlsta la resea de Omodeo, como otros escritos del mismo autor, es tendenciosa en sentido conservador y retrgrado. Por lo dems, esta resena es interesante por el tema de las "ideologas" modernas suscitadas
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por el reexamen de la historia del Kisorgi~neiito, tantia importancia tieque nen para compirnder la cula~ra italiana de las dtinias dcadas. F n tema interesante, que fue mencionado por Gioberti (en el Rinnoiinmento por ejemplo) es el de las posibilidades tcnicas de la revolucin nacional en Italia durante el Risorgimento: cuestin de la capital I-evolucionaria (como Pars para Francia), de la disposicin regional de las fuerzas insurreccionales etctera.' Omodeo critica a Rosselli por no haber indagado la organizacin meridional, que no deba ser tan ineficaz en 1857 si en 1860 fue suficiente para inmovilizar a las fiierm borbnicas, pero la crtica no parece muy fundada. En 1860 la situacin baba camcientes. & pues, no se trata de confrontar la organizacin del 60 con la del 57, sino las diversas situaciones, especialmente "internacionales". Es probable tambin que como organizacin en el 60 se estuviese peor que 1 en el 57 por la reaccin ocurrida. De la resea de Omodeo es oportuno citar este pasaje: "Rosselli se entusiasma con la mayor riqueza de los programas. Pero el pi-ograma, referido a una hipottica situacin futura, es a menudo un estorboso e intil bagaje: lo que sobre todo importa es la direccin, no la especificacin material de las obras. Todos hemos visto lo que valan los programas para la posguerra, estudiados cuando no se saba an cmo podramos salir de la prueba, en qu estado de nimo, con qu necesidades apremiantes. Falsa concrecin por lo tanto, por debajo de la indeterminacin t n rea prochada a Mauini. Por lo dems, no pocos puntos de las reivindicaciones socialistas eran (y son) postulados sin la determinacin del proceso tcnico para lograrlos, y provocaban y provocan no slo y no tanto la reaccin de las clases perjudicadas, sino la repugnancia de quien, libre de los intereses (!) de clase, siente que no est maduro ni un nuevo orden moral ni un nuevo orden jurdico: situacin netamente antittica de la de la revolucin h c e s a que los diversos sociaiismos consideran ejemplar: porque el nuevo orden jurdico-moral en 1789 estaba vivo en la conciencia de todos y se presentaba como de fcil realiiacin". (Critica, 20 de julio de 1933, pp. 283-84). Omodeo es muy superficial y crdulo: sus opiniones deben compararse con el ensayo de Croce sobre el "Partito come giudizio e come pregiudiio", publicado en 1911.' La verdad es que el programa de Pisacane era tan indeterminado como el de Mazzini, y l tambin slo indicaba una tendencia general, que como tendencia era un poco ms precisa que la de Mazzini. Toda especificacin "concreta" de programa y toda determinacin del proceso tcnico para lograr sus puntos presuponen un partido, y un partido muy seleccionado y homogneo: el partido faltaba 320
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tanto a Mazzini como a Pisacane. La ausencia de programa concreto, con tendencia general, es una forma de "mercenarismo" fluido, cuyos elmentos acaban por alinearse con el ms fuerte, con quien paga mejor, etctera. El ejemplo de la posguerra, en vez de dar la razn, se la quita a Omodeo: 11 porque programas concretos en realidad no existieron nunca en aquellos aos, sino slo tendencias generales ms o menos vagas y fluctuantes; 21 porque precisamente I en aquel periodo no existieron par- 12 bis tidos seleccionados y homogneos sino slo bandas gitanescas fluctuantes e inciertas, que eran smbolo de la indeterminacin de los programas y no viceversa. Tampoco la comparacin con la Revolucin francesa de 1789 es apropiada, porque entonces Pars desempe un papel que en Italia despus del 48 ninguna ciudad poda desempear con ningn programa. La cuestin debe ser planteada en los trminos de la "guerra de movimientoy+perra de asedio", o sea para arrojar a los ausuiacos y a sus auxiliares italianos era necesario: 11 un fuerte partido italiano homogneo y coherente; 2 que este partido tuviese un programa concreto y e s 1 pecificado; 31 que tal programa fuese compartido por las grandes masas populares (que entonces no podan ser sino agrarias) y las hubiese educado para levantarse "simultneamente" en todo el pas. Slo la profundidad popular del movimiento y la simultaneidad podan hacer posible la derrotd del ejrcito ausuiaco y de sus auxiliares. de este punio de vista no beneficia tanto el conuaponer Pisacane a Mazzini, como Pisacane a Gioberti. auien tena una visin estratrica de la revolucin italiana. e s , hKitgica no en el sentido estrictamente militar (como Mazzini le reconoca a Pisacane)%ino poltico-militar. Pero tambin a Gioberti le faltaba un partido y no slo en el sentido moderno de la palabra, sino tambin en el sentido que entonces tena la palabra, o sea en el sentido de la Revolucin francesa, de movimiento de los 'espritus". Por lo dems el programa de Mazzini polticamente era, para la poca, demasiado "determinado" y concreto en sentido republicano y unitario, a diferencia del de Gioberti, que se aproxima ms al tipo de jacobino tal como era necesario para la Italia de entonces. Tambin Omodeo, en el fondo (y ste es su antihistoncismo) se sita implcitamente en el punto de vista de una Italia preexis tente a su formacin, tal cual existe hoy y en la forma en que se constituy en 1870. (No obstante su aversin por la tendencia econmicq.urdica, .. Omodeo se coloca en el punto de vista que es el de Sahiemmi en su opisculo sobre Mazzini:' la predicacin genricamente unitaria de Mawini es el ncleo slido del mazzinianismo, su contribucin real al Risorgimento). Por lo que respecta a la actitud de los "libres de los intereses de clase", stos, en la posguerra, se comportaron como en el Risorgimento: nunca supieron decidirse I y se plegaron al vencedor, al que, por lo dems, no 13
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decidindose haban ayudado a vencer, porque se trataba de quienes representaban a su clase en sentido estrecho y mezquino.
<29> Literatura popular. Artculo de Andrea Moufflet en el iMmcure de Fruncedel 1" de febrero de 1931 sobre la novela de folletn. La novela de folletn, s e e n Moufflet, naci de la necesidad de la ilusin, que infinitas existencias mezquinas experimentaban, y seguramente experimentan an, para romper la mste monotona a que se ven condenadas.' Observacin genrica: es posible hacer para todos novelas y no slo de folletn: hay que analizar qu particular ilusin le da al pueblo la novela de folletn, y cmo cambia esta ilusin con los periodos histrico-polticos: hay el esnobismo, pero hay un fondo de aspiraciones democrticas que se reflejan en la novela folletinesca clsica. Xovela "tenebrosa" a la Radcliffe, novela de intriga, de aventuras, policiaca, de horror, del hampa etctera. El esnob se ve en la noxrela de folletn que describe la vida de los nobles o de las clases altas en general, pero esto gusta a las mujeres y e s pecialmente a las jvenes, cada una de las cuales, por lo dems, piensa que la belleza puede hacerla entrar en la clase superior. Existen para Mouffiet los "clsicos" de la novela de folletn, pero esto se entiende en cierto sentido: parece que la novela de folletn clsica es la 'cdemocrtica" con diversos matices de V. Hugo, Sue, Dumas. El artculo de Mouflet debe leerse, pero hay que tener presente que $1 examina la novela de folletn como "gnero literario", por el estilo, etctera, como expresin de una "esttica popular", lo cual es falso. El pueblo es "contenidista", pero si el contenido popular es expresado por los grandes artistas, stos son preferidos. Recordar lo que <hez escrito acerca del amor del pueblo por Shakespeare, por los clsicos giiegos, y modernamente por los grandes novelistas rusos (Tolstoi, Dostoievski). Lo mismo, en la msica, Verdi.' En el artculo "Le mercantilisme littraire", de J. H. Rosny ain, en las iVouue/les Linraires del 4 de octubre de 1930, se dice que V. Hugo escribi Los misera6les inspirado por los iWskrios de Paris de Eugenio Sue y por el xito que stos tuvieron, tan grande que cuarenta aos despus el editor Lacroix estaba todava estupefacto. Escribe Rosny: "Los folletines, tanto en la intencin del director del I peridico como en la intencin del fw Iletinista, fueron productos inspirados en el gusto del pblico, y no en el gusto de los autores"? Esta definicin es tambin unilateral. Y en efecto; Rosny escribe slo una serie de observaciones sobre la literatura "comercial" en general (por consiguiente tambin sobre la pornogrfica) y sobre el lado comercial de la literatura. Que el "comercio" y un determinado
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"gusto" del pblico se encuentren no es casual, tanto es as que los folleunes escritos en torno al 48 tenan una determinada orientacin polhc* social que toda~fa hoy los hace ser buscados y ledos por un pblico que vive los mismos sentimientos del 48.
8 <30>Periodrsrno Mark Twain, cuando era director de un peridico en California, public una vnieta que representaba a un asno muerto en el fondo de un pozo, con la leyenda: "Este asno muri por no haber rehuznado".' Twairi quena poner en evidencia la utilidad de la publicidad yeriodstica, pero la vieta puede tener tambin otros significados.
8 <31> Pasado y presente. Discusiones sobre el Congreso internacional hegeliano celebrado en Roma en 1933 (111 Congreso de la Sociedad Internacional hegeliana). Se quiso ver en el mismo una afirmacin tendenciosa del idealismo realista italiano (Gentile etctera) en medio del Aiio Santo proclamado por el Vaticano por el 1900 aniversario de la muerte de Cristo. El Congreso fue as combatido tanto por los catlicos como por los epgonos del positivismo o neocriticismo.'
9 <32>Funcin cosmopolita de la literalura italiana. Siguiendo con el ensayo de Augusto Rostagni sobre la "Autonomia della Letteratura romana" publicado en 4 entregas en la Italia Lefkraria del 21 de mayo de 1933 y sig.' S e g h Rostagni la literatura latina surgi al principio de las guerras pnicas, como causa y efecto de la unificacin de Italia, como expresin esencialmente nacional, "con el instinto del progreso, de la conquista, con el impulso de las ms elevadas y vigorosas afirma~iones".~ Concepto antihistrico, porque entonces no se poda hablar de fenmeno "nacional", sino slo de romanismo que unificajurdicamente a Italia (y todava a una Italia que no corresponde a lo que hoy entendemos por Italia, porque estaba excluida la Alta Italia, que hoy tiene no poca importancia I en el concepto de Italia). Que Rostagni tenga razn al hablar de "autonoma" de la literatura latina, o sea al sostener que sta es autnoma de la literaturagriega, puede aceptarse -pero en realidad haba ms "nacionalidad" en el mundo griego que en el roman~itiico. otra parte, incluso admitienPor do que con las primeras guerras pnicas algo cambiase en las relaciones entre Roma e Italia, que se tuviera una mayor unidad incluso territorial,
"En el nmiuscrito: "nacimienton.
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eso no quita que este periodo sea muy breve y tenga escasa importancia literaria: la literanua latina florece despus de Csar, con el Imperio, o sea precisamente cuando la funcin de Italia se vuelve cosmopolita, cuando no se plantea ya el problema de la relacin entre Roma e Italia, sino entre Roma-Italia y el Imperio. No se puede hablar de nacional sin lo territorial: en ninguno de estos periodos el elemento territorial tiene una importancia que no sea simplemente jurdicomilitar, o sea "estatal" en sentido gubernativo, sin contenido tico-pasional.
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3 <33> Humanismo. Renacimiento.Puede ser cierto que el Humanismo naci en Italia como estudio de la romanidad y no del mundo clsico en general (Atenasy Roma): pero entonces hay que distinguir.' El Humanis mo fue "poltico-tico", no artstico, fue la bsqueda de las bases de un "Es tado italiano" que habda debido nacerjunto y paralelamente a Francia, a Espaxia, a Inglaterra: en este sentido el Humanismo y el Renacimiento tienen como exponente ms expresivo a Maquiavelo. Fue "ciceroniino" como sostiene Toffinin: o sea que busc sus bases en el periodo que precedi al Imperio, la cosmpolis imperial (y en ese sentido Cicern puede ser un buen punto de referencia por su oposicin primero a Catilina, luego a Csar, o sea al surgimiento de las nuevas fuerzas anti-itlicas, de clase cos mopolita). El Renacimiento espontneo italiano, que se inicia despus del ao mil y florece arsticamente en Toscana, fue sofocado por el Humanis mo y por el Renacimiento en sentido cultural, por el renacimiento del latn como lengua de los intelectuales, contra el vulgar etctera. Que este Renacimiento espontneo (del siglo x i especialmente) slo pueda ser pai rangonado con el florecimiento de la literatura griega, es innegable, mient a que el "politicismo" de los siglos m-m es el Renacimiento que puede rs I ser referido al Romanismo. Atenas y Roma tienen su continuacin en las iglesias ortodoxa y catlica: tambin aqu hay que sostener que Roma fue continuada por Francia ms que por Italia, y Atenas-Bizancio por la Rusia zarista. Civilizacin occidental y oriental. Esto hasta la Revolucin francesa y quiz hasta la guerra de 1914. En el ensayo de Rostagni muchas observaciones particulares agudas, pero la perspcti~ equiv&ada. Kostagni confunde laCultura libreira con la espontanea. Que la desvalori~acin los romanoi fuese debida al Rnde mantillsmo, especialmente alemn (en el campo artstico) puede ser cierto; que haya tenido motivos prcticos inmediatos etctera, puede tambin ser cierto. Pero Rostagni habna debido investigar si no obstante no hubo en este unilateralismo una verdad, aunque fuese unilateral. Verdad de
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cultura, no esttica, porque la "autonoma" esttica es de los artistas individuales, entre otras cosas, y no de las agrupaciones culturales; y aunque fuese "autonoma de cultura" que ciertamente debera existir, como precisamente lo demuestra el hecho de la escisin cultural entre Oriente y Occidente, entre iglesia Catlica y Ortodoxia bizantina etctera. Pero entonces se necesitaban no motivaciones superficiales,sino ms profundas investigaciones no slo en literatura sino en la cultura general.
5 <34> Literaturapopllhx npngioniero chicantu, de Johan Bojer (traducido por L. Gray y G. Dauli, casa Editorial Bietti, Mn, 1930).' Dos aspectos culturales que observar: 11 la concepcin "piideliana" del protage nista, que continuamente recrea su "personalidad" fsica y moral, que es siempre distinta y no obstante siempre igual. Puede interesar por el xito del pirandelismo en Europa y entonces hay que ver cundo escribi Bojer su libro; 2 aspecto ms estrictamente popular, contenido en la ltima 1 parte de la novela. Para expresarse en trminos "religiosos", el autor sos tiene en forma pirandeliana lavieja concepcin religiosa y reformista del "mal? el mal est en el interior del hombre (en sentido absoluto); en cada hombre hay, por as decirlo, un Can y un Abel, que luchan entre s: es preciso, si se quiere eliminar I el mal del mundo, que cada uno venza en s mismo al Can y haga triunfar al Abel: el problema del "mal" no es, pues, poltico o econmic<rsocial, sino "moral" o "moralista". Cambiar el mundo externo, el conjunto de las relaciones, no cuenta nada: lo que es importante es el problema individual-moral. En cada uno hay el "judo" y el "cristiano", el egosta y el altruista: cada uno debe luchar en s mismo etctera, matar el judasmo que existe en uno mismo. Es interesante que el pirandelismo haya servido a Bojer para cocinar este viejo plato, que una teora que pasa por antirreligiosa etctera haya servido para representar el viejo planteamiento cristiano del problema del mal etctera.
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8 <35> Pasado y pesak 'Los lugares comunes al revs". Para muchos, ser "originales" significa solamente poner de cabeza los lugares comunes dominantes en una cierta poca: para muchos este ejercicio es el mximo de la elegancia y del esnobismo intelectual y moral. Pero el lugar comn trastocado sigue siendo siempre un lugar comn, una trivialidad. Seguramente el lugar comn volteado es todava ms trivial que el simple lugar comn. El bohemio es ms listeo que el comerciante de pueblo. De ah el sentimiento de fastidio que viene con la kecuentacin de ciertos crculos que creen ser de excepcin, que se presentan como una aristocracia
alejada del vivir comn. El demcrata es aburrido, pero cunto ms aburrido el supuesto reaccionario que exalta al verdugo, y quiz hasta las h e peras. En el orden intelectual Giovanni Papini es un gran fabricante de lugares comunes volteados; en el orden poltico fueron tales los nacionalistas al viejo estilo, como Coppola, Forges-Davanzati. Maraviglia y especialmente Giulio De Frenzi.' En la misma serie intelectual hay que situar a Farinelli con su lirismo y patetismo que son ms fastidiosamente pedantes que los escritos de Zumbini.' (La expresin "lugar comn al reiis" es empleada por Turguniev en Padres e hijos. Bazrov enuncia el principio as: "Es un lugar comn decir que la instruccin pblica es til, es un lugar c o mn al revs decir que la instruccin pblica es perjudicial" etctera).
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8 c36> Pasado y presente. De la Encklopedia Itnliana (artculo "Guerra", p. 79): "Demasiados escritores del Segundo Imperio parecen convencidos de que la retrica -a la que dan fcil aliciente los episodios guerreros de la Revolucin I y del Primer Imperi* basta para mantener en alto el espritu militar y que el alto espritu militar basta por s solo para neutralizar la eventual superioridad tcnica ajena".' Esta afirmacin, si es justa en la critica militar, es an ms perentoria en la crtica de la accin poltica. Quiz en un solo aspecto de la accin poltica, a saber, en el electoralista en los regmenes ultrademocrticos liberales puede ser cierto que la retrica y el "alto espritu" de lucha (de papel) puede sustituir el previo ordenamiento tcnico minucioso y orgniio y dar en consecnen6a "estrepitosas"victorias. Este juicio puede ser transferido a la serie de notas "Maauiavelo" en la narte en oue se analizan los diversos momentos de una situacin, y especialmente en el momento ms inmediato en el que cada situacin culmina y se resuelve efectivamente, o sea se convierte en historia.
<37> Mapiavelo. iEs la accin poltica (en sentido eshicto) necesaria para que se pueda hablar de "partido poltico"? Se puede observar que en el mundo moderno en muchos pases los partidos orgnicos y fundamentales, por necesidades de la lucha o por otra causa, se han fragmentado en fracciones, cada una de las cuales adopta el nombre de Partido e incluso de Partido independiente. A menudo, por lo tanto, el Estado Mayor intelectual del Partido orgnico no pertenece a ninguna de tales fraccie nes sino que opera como si fuese una fuerza directriz por s sola, superior a los partidos, y a veces as tambin lo ve el pblico. Esta funcin se puede estudiar con mayor precisin si se parte del punto de vista de que un pe-
ridico (o un grupo de peridicos), una revista (o un grupo de re\lstas), son tambin "partidos" o "fracciones de partido" o "funcin de determinados partidos". Pinsese en la funcin del Times en Inglaterra, en la que mvo el Coriiere della Sera en Italia,' y tambin en la funcin de la llamada "prensa de informacin", supuestamente "apoltica", e incluso en la prensa deportiva y en la tcnica. Por lo dems, el fenmeno ofrece aspectos interesantes en los pases donde existe un partido nico y totalitario de gobierno: puesto que tal Partido no tiene ya funciones estrictamente polticas sino slo tcnicas de propaganda, de polica, de influencia moral y cdmral. La funcin poltica es indirecta: porque si no existen otros partidos legales, existen I siempre otros partidos de hecho o tendencias in- 16 coercibles legalmente, contra las cuales se polemiza y se lucha como en un juego de gallina ciega. En todo caso es cierto que en tales partidos las funciones culmrales predominan, dando lugar a un lenguaje poltico de jerga: o sea que las cuestiones polticas se revisten de formas culturales y como tales se vuelven irresolubles. Pero un partido tradicional tiene un carcter esencial "indirecto", o sea que se presenta explcitamente como puramente "educativo" (lunis etctera), moralista, de cultura (sic): y es el movimiento libertario: tambin la llamada accin directa ("terrorista") es concebida como "propaganda" con el ejemplo: de ah se puede an reforzar el juicio de que el movimiento libertario no es autnomo, sino que vive al margen de los otros partidos, "para educarlos", v se puede hablar de un "iibertarismo" inherente a todo partido orgnico. (?Qu son los "libertarios intelectuales o cerebrales" sino un aspecto de tal "marginalismo" con respecto a los grandes partidos de los grupos sociales dominantes?) La misma "secta de los economistas" era un aspecto histrico de este fenmeno. Se presentan por lo tanto dos formas de ''partido" que parece hacer abs traccin [(como tal)] de la accin poltica inmediata: aqul constituido por una lite de hombres de cultura, que tienen la funcin de dirigir desde el punto de vista de la cultura, de la ideologa general, un gran movimiento de partidos &es (que son en realidad fracciones de un mismo parhdo orgnico) y, en el periodo ms reciente, partido no de lite, sino de masas, que como masas no tienen otra funcin poltica que la de una fidelidad genrica, de tipo militar, a un centro poltico visible o invisible (a menudo el centro visible es el mecanismo de mando de fuerzas que no desean mos trarse a plena luz sino operar slo indirectamente por interpsita persona y por "interpsita ideologa"). La masa es simplemente de "maniobra"y es 'bcupada" con prdicas morales, con aguijones sentimentales, con mitos mesinicos de espera de edades fabulosas en las que todas las conwadicci<~ nes y miserias presentes sern automticamenteresueltas y sanadas. 327
5 <38> Lttnat~m popul, <1> Junto a las cuestiones como: "Por qu la literatura itaIWa no es popular en Italia?", '$xise un teatro italiano:'" ewtera, hay que siniar la ~. 16 bis o m 'Es necesario en Italia 1 provocar una reforma religiosa como la protestante?? y la oPa: Sobre la i m ~ o ~ n k r i d del Wrrrimento. o sea sobre la indiferencia ~ o ~ u l a r ad en el periodo de las luchas por la independencia y unidad nacionales" [(el apoliticisno del pueblo italiano y por wnsiguiente el aestatalismo y el rebeldismo)]. Un ?atlogo" sa exacto de todas e t s cuestiones que desde hace ms de un siglo (desde la Revolucin ancesa) obsesionan a Im intelec&er italianos (y que de hecho peridicamente me& ven a oresentarse en formas ms o menas nuevar; la de la unidad de la len-" . de la relacin entre arte y vida, de la novela, del teamo, de la novela foliefinexa, se debaten t e &va hoy y as tambin la de una reforma intelectual y mwal-o sea de una revolucin popular- que tenga la misma funcin que la reforma protestante, y tambin de la popularidad del Risorpimento que finalmente habrasido a l c a n d a con laguerra de 1915 y con las transformacionesposte"ores, de donde se deriva el empleo, en rgimen de i m flacin, de los trminos de revolucin y revolucionario) puede dar la mejor orientacin para reconstruir el &ter fundamental de la cultura italiana y Las exigencias que por ella son indicadas y hechas evidentes. n. La consigna de Giovanni Gentile: 'ii'olvarnos a De Sanctis!" qu significa? qu puede y debena significar?De Sanctis, en la ltima fare de su vida y de su actividad, &rigi su atencin a la novelanaturalista, que fue la forma "intelectualista" a d o p tada en Europa Occidental por el movimiento de "ir al pueblo", del populismo de los intelectuales a fines del siglo XIX despus del advenimiento de las grandes masas obreras por el desarrollo de la industria moderna y la decadencia definitiva de la democracia cuarenraiochesca Recordar, de De Sanctis, el esnidio S&rn r E u ' s u paso a la Izquierda parlamentaria, su temor a una recuperacin reaccionaria velada bajo formas pomposas etctera. Juicio de De Sanctis: 'Falta la fibra porque falta la fe. Y falta la fe porque falta la cultura".' pero qu significa "cultura" en este caso? Significa indudablemente una -concepcin de la vida y del hombre" coherente y unitaria, y de difusin nacional, o sea una "filosofia pero convertida precisamente en "cultura" o sea que hagenerado una tica, un modo de vivir, una conducta civil e individual. Esto exiga ante todo una unificacin de la 'clase culta" y en este sentido trabaj De Sanctis 17 con la fundacin del 1 "Crculo filolgico" que habra debido determinar -la unin de todos los hombres cultos e inteligentes" de Npoles. 111. Es interesante, desde este punto de vista, esta nota de Luigi Pirandello escrita e de en Bonn cuando eraestudiante, en los aos 1889-90 (cfr. ~ u m ~ n f o b g k d1"l enero de 1934): "Nosotros lamentamos que a nuesm Literatura le falte el drama -y a este respecto se dicen tantas cosas y tantas ovas se proponen: confortaciones. exhortatie nes, aadidos, proyect- tarea -: la verdadera corrupcin no x ve o no se quiere a ver. Falta la concepcin de la vida y del hombre. Y sin embargo tenemos campo que d r a la pica y al drama rido estipido alejandrinismo, el nuestro"! Pero segw;unena te este juicio de Pirandello no hace sino reflejar discusiones de esnidiantes alemanes
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sobre la necesidad genrica de una Weltanxhauung y es ms superficial de lo que parece. Por lo dems, Pirandello se hizo una concepcin de la vida y del hombre, pero "individual",incapaz de difusin nacional-popular:como fermento crtico ha tenido gran impormcia cultural, como ya se seal en otra arte?
C6. Cuadrrno 23 (Vi), pp. 34 y p. 4
g <39> Maquiauelo. El poder indirecto. Una serie de manifestaciones en donde la teora y la prctica del poder indirecto, de la esfera de la organizacin eclesistica y de sus relaciones con los Estados, son aplicadas a relaciones entre partido y partido, entre grupos intelectuales y econmicos y partidos etctera. Caso clsico el del intento de la Action Francaisey de susjefes ateos e incrdulos que tratan de valerse de las masas catlicas organizadas por L Accin Catlica como tropas de maniobra en favor de a la monarqua.
5 <qO> Freudismo. Puede decirse que la "libido" de Freud es el desarrollo "mdico" de la Voluntad de Schopenhauer? Algn contacto entre Freud y Schopenhauer me parece posible de identiiicar.
<41>Maquiauelo. Escrito por el (general) Luigi Bongiovanni en la N u e ua Antologia del 16 de enero de 1934 ("La Mama: giudizi in contrasto"): ' l a guerra en su duro realismo avanza slo por la va de los hechos. Lo que importa es vencer. La victoria no se mide en sacrificios, sino en resultados. Ms an, la victoria es siempre el efecto de una superioridad: incluso es su innegable constatacin. Cuando I cuesta poca sangre, quiere de- 17 bis cir que la superioridad era nsita en uno de los dos contendientes, por efecto de sucesos anteriores".'
8 <42> Pasado y presente. No existe en Italia una traduccin de la obra de Clausewitz sobre la guerra. Tampoco parece que Clausewitz fuese conocido por la vieja generacin: en un artculo de la Nuoua Antologia (16 de diciembre de 1933, "Appunti sdia constituzione degli organi di comando i guerra") del almirante Sianni, el nombre se cita siempre como n 'Clausemniitz".' Habra que relacionar este hecho con la afirmacin hecha por el general De Bono (en sus memonas editadas por Mondadon) de que los oficiales de su generacin no se ocupaban de poltica, no lean los
peridicos, no saban a menudo ni siquiera quines eran los componentes del gobierno.' Cul poda ser el nivel de cultura de los oficiales de la pasada generacin es fcil imaginarlo: un oficial que se desinteresa de la vida poltica de su pas se parece demasiado a un soldado de fortuna de tipo medieval. Parece que el primer libro que resume el pensamiento militar (poltico) de Clausewitz es el de Emilio Canevari, Clausmiiz e la gue rra odierna, Roma, 1934 (o 1933).' g <43> Aoblemas de mliura. E racimw, Gobinenu y los ol7gene.s hisilicos de la L jilosofa de la praxis Debe leerse la Vita di Gobineau escrita por Lorenzo Gigli' para ver si Gigli ba conseguido reconstruir exactamente la historia de las ideas racista y encuadrarlas en el marco histrico de la cultura moderna. Es preciso para ello remitirse a las tendencias historiogrficas de la Francia de la Restauracin y de Luis Felipe (Thierry, Mignet, Guizot) y al planteamiento de la historia francesa como una lucha secular entre la aris tocracia germnica ( h c a ) y el pueblo de origen glico o galuromano. La polmica sobre tal cuestin, como es sabido, no qued limitada al campo 18 cientfico, sino que se extendi al camlpo de la poltica inmediata y militante: algn aristcrata reivindic el dominio de los nobles como debido a un "derecho de conquista" y algn escritor democrtico sostuvo que la Revolucin francesa y la decapitacin de Luis XVI no fueron ms que una insurreccin del elemento glico originario contra el elemento germnico superpuesto a la antigua nacionalidad. Es sabido que muchas y de las ms populares novelas de Eugenio Sue (Los mistoios del pueblo, El judlo errante etctera) dramatizan esta lucha y que los Misterios delpueblo estn salpicados por cartas de Sue a los lectores (de las entregas) en las que m i lucha es expuesta en forma histrico-poltica, como Sue poda y saba hacerlo. En la polmica participaron peridicos y revistas (por ejemplo la h e de doux Mondes en los primeros aos de publicacin reabri la cuestin, en forma moderada, contra el fanatismo de algunos nobles que exageraban).' La misma cuestin, en la historiografa francesa, se present nuevamente en cuanto a las relaciones entre galos y romanos, y son conocidos los voluminosos tratados de Jullian sobre la historia de la Galia.l Hay que observar que de tal discusin se derivan (al menos parcialmente) dos tendencias: 11 la de la fiiosoa de la praxis, que del estudio de los dos eshatos de la p u blacin h c e s a como esnatos de origen nacional distinto pas al estudio de la funcin econmicusocial de los estratos mismos; 21 la del racismo y de la superioridad de la r z germnica que, de elemento polmico de la aa aristocracia francesa parajustificar una Restauracin ms radical, un retorno integral a las condiciones del rgimen prerrevolucionario, pas a ser, a 330
travs de Gobineau y Charnberlain, un elemento de la cultura alemana (de importacin francesa) con desarrollos nuevos e impensados. En Italia la cuestin no poda prosperar porque la feudalidad de origen germnico fue destruida I por las Revoluciones comunales (excepto en el Medioda y en Sicilia) dando lugar a una nueva aristocracia de origen mercantil y autctona. Que tal cuestin no es abstracta y libresca, sino que se poda convertir en una ideologa poltica militante y eficiente, ha sido demostrado por los acontecimientos alemanes. <44> Lzterafura popular. Que una parte de la actual poesa es "puro cultem i s m o tipo siglo XW" resulta por confesin espontnea de algunos crticos ortodoxos de la misma. Por ejemplo, Aldo Capasso en su ensayo sobre Vngaretti (fragmento citado en Leonardode marzo de 1934) escribe: 'El aun atnita no podra formarse, si el poeta fuese menos lacnico".' EJ "aura atnita" recuerda la famosa definicin de que "del poeta el fin es La mara villa". Se puede seiialar sin embargo que el culteranismo clsico, lamentablemente, ha sido popular y sigue sindolo todava (es sabido cmo al h o m bre del pueblo le gustan las acrobacias de imgenes en poesa), mientras que el culteranismo actual es popular entre los intelectuales puros. Ungaretti ha escrito que sus poesas les gustaban a sus compaiieros de trinchera "del pueblo",' y puede ser verdad: gusto de carcter particular ligado al sentimiento de que la poesa "dificil" (incomprensible) debe ser bella y el autor un gran hombre precisamente porque est alejado del pueblo y es incomprensible: esto sucede tambin con el futurismo y es un aspecto del culto popular por los intelectuales (que en verdad son admirados y despreciados al mismo tiempo)
18 bis
8 <45> Pasado J presente. El compilador de los boletines de guerra del Comando Supremo italiano, desde mayo de 1917 hasta nonembre de 1918, incluido tambin el ltimo y ms famoso, fue el actual general Dw menico Siciliani.'
5 <46> Pasado y presente. La nactralidad de Suiza en 1934. El consejero Motta, jefe del Departamento federal del Exterior, en un discurso prcnunciado en Friburgo el 22 de julio, con ocasin de la jornada tesinesaa
a
33 1
19
del Tiro federal, dijo: "Mientras Suiza est resuelta a defenderse I -as deca recientemente el insigne jefe del Gobierno italiano al seor Wagniere, nuestro ministro en Roma, y yo no creo cometer una indiscrecin revelando esta frase amistosa- ninguno osar contraer la responsabilidad de tocarla".' De todos modos el onmoleMotta ha hecho saber que 'tecientemente", en comparacin con el 22 de julio de 1934, la diplomacia suiza ha debido plantear la posibilidad de una agresin contra su territorio al gobierno italiano y ha recibido de ste palabras amistosas.
5 <47>P(~(adoypresente. el Congreso geogrfico celebrado en VarsoEn via en agosto de 1934 el profesor Ferdiando Milone de la Universidad de Bari present un estudio de las causas y los efectos de la diversa dishibucin de la indusma en las diferentes partes de Italia.'
20
5 <48>Dktin&nes. En el estudio de los diversos "grados"o ''momentos" de las situaciones militares o polticas no se suele hacer las debidas distinciones entre: "causa eficiente", que prepara el suceso histrico o poltico de diverso grado o significado (o extensin) y la "causa determinante" que inmediatamente produce el suceso y es la resultante general y concreta de la causa eficiente, la "precipitacin" concreta de los elementos reahnente activos y necesarios de la causa eficiente para producir la determinacin. Causa eficiente y causa suficiente, o sea "totalmente" eficiente, o al menos suficiente en la direccin necesaria para produck el evento. Naturalmente estas distinciones pueden tener distintos momentos o grados: o sea que hay que estudiar si cada momento es eficiente [(suficiente)] y determinante para el paso de un desarrollo al otro y si puede ser destruido por el antagonista antes de su "productividad".
8 <49> Principios de mtodo. Antes de juzgar (y para la historia [en acto o politica] el juicio es la accin) hay que conocer y para conocer hay que saber todo lo que sea posible saber. <Peroqu se entiende por "conocer'? Conocimiento iibresco, estadstico, "erudicin" mecnica, -conocimiento histrico-, intuicin, "contacto" real con la realidad v v y en movimienia to, capacidad de "simpatizar" psicolgicamente hasta con el hombre individual. "Lmites" del conocimiento (no cosas intiies),o sea conoamiento crtico, o de lo hecesario": por lo tanto un "conocimiento genenl" m-tico.
g 6 0 > Maquiauelo. Una mxima del mariscal Caviglia: "La experiencia de la mecnica aplicada de que la fueim se agota alejndose del centro de produccin se reencuentra en forma dominante en el arte de la guerra. EL ataque se agota avanzando; por eso la victoria debe ser buscada lo ms posible en las cercanas del punto de partida" (Letre ba@ngl,edel Piaue, p. 244). ' Mxima similar en Ciau~ewitz.~ el mismo Caviglia observa que las Pero tropas de ruptura deben ser ayudadas por tropas de I maniobra: las tro- 20 bis pas de ruptura tienden a detenerse despus de obtenida la "victoria" inmediata en su objeti\-o de romper el frente adversario. Una accin estratgica con finesno territoriales sino decisivos y orgnicos puede ser desarrollada en dos momentos: con la ruptura del frente adversario y con una maniobra subsiguiente, operaciones asignadas a u-opas distintas. La mxima, aplicada al arte poltico, debe ser adaptada a las diversas condiciones; yero sigue en pie el punto de que entre el punto de partida y el objetivo se requiere una gradacin orgnica, o sea una serie de objetivos parciales. Se puede equiparar a la consigna cuareotaiochesca.
5 6 1 > Mapuiarielo. En el Mein KamPf; Hitler escribe: "La fundacin o la destruccin de una religin es un gesto incalculablemente ms relevante que la rundacin o la destruccin de un Estado: no digo de un partido...".'Superficial y acritico: los tres elementos: religin (o concepcin del mundo "activa"), Estado, partido, son indisolubles y en el proceso real del desarrollo histrico-poltico se pasa del uno al otro necesariamente. En Maquiavelo, en los modos y en el lenguaje de la poca, se observa la comprensin de esta necesaria homogeneidad e interferencia de los tres elementos. Perder el alma para salvar a la patria o al Estado es un elemento de laicismo absoluto, de concepcin del mundo positiva y negativa (contra la religin o concepcin dominante). En el mundo moderno, un partido es tal, ntegramente p no, como sucede, fraccin de un partido m& grande, cuando aqul es concebido, organizado y dirigido de modos y formas tales que se desarrolle integralmente en un Estado (integral, y no en un gobierno tcnicamente entendido) y en una concepcin del mundo. El desarrollo del partido en Estado reacciona sobre el partido y exige de l una continua reorganizacin y desarrollo, as como el desarrollo del partido y del I Estado en concepcin del mundo, o sea en transfor- 2 1 macin total y molecular (individual) de los modos de pensar y de operar, reacciona sobre el Estado y sobre el partido, obligndolos a reorganizarse continuamente y plantendoles problemas nuevos y originales que resolver. Es evidente que tal concepcin es obstaculizada en el desarrollo prc333
tico por el fanatismo ciego y unilateral de "partido" (en este caso de secta, de fraccin de un partido ms amplio, en cuyo seno se lucha), o sea por la ausencia tanto de una concepcin estatal como de una concepcin del mundo que sean capaces de desarrollo en cuanto histricamente necesarias. La vida poltica actual ofrece un amplio testimonio de estas angustias y estrecheces mentales, que por otra parte provocan luchas dramticas, porque ellas mismas son el modo como el desarrollo histrico se efecta prcticamente. Pero el pasado, y el pasado italiano que ms interesa, desde Maquiavelo en adelante, no es menos rico en experiencias; porque t e da la historia es testigo del presente.
21 bis
5 <52> Temas do cultura. Lgica fortnal~mentalidad enf+ca. Para comprender hasta qu punto es superficial v fundada sobre dbiles bases la mentalidad cientfica moderna (pero seguramente hahr que hacer distinciones entre unos pases y otros) basta recordar la reciente polmica sobre el llamado 'liomo oeconomicus", concepto fundamental de la ciencia econmica, tan plausible y necesario como todas las absti-accionesen que se basan las ciencias naturales (y tambin, aunque en formas diversas, las ciencias histricas o humansticas). Si fuese injustificado. por sic a b s traccin, el concepto distinwo de homo oeconomicus, igualmente injus tifcado sena el smbolo H 2 0 para el agua, dado que en la realidad no existe ninguna agua H 2 0 sino una infinita cantidad de "aguas" individuales. La objecin nominalista vulgar retomana todo su vigor etctera. La mentalidad cientfica es dbil como fenmeno de cultui-apopular, pero es dbil tambin en el medio de los I cientficos, los cuales tienen una mentalidad cientfica de grupo tcnico, o sea que comprenden la abstraccin en su ciencia particular, pero no como "forma mental", y ms an, comprenden su particular "abstraccin", su particular mtodo abstractivo, pero n o el de las otras ciencias (mientras que hay que sostener que existen varios tipos de abstraccin y que es cientfica aquella mentalidad que logra comprender todos los tipos de abstraccin y puede jusficarlos). El conflicto ms grave de "mentalidad es sin embargo el que existe entre las llamadas ciencias exactas o matemticas, que por lo dems n o son todas las ciencias naturales, y las "humanistas" o "histricas", o sea aquellas que se refieren a la actividad histrica del hombre, a su intervencin activa en el proceso vital del universo. (Hay que analizar el juicio de Hegel sobre la economa poltica y precisamente sobre la capacidad demostrada por los economistas de "abstraer" en este campo.)'
5 4 3 > Problemas de cultura. DisraeIi iPor qu Disraeli comprendi, me- 22 jor que cualquier ouo jefe de gobierno i & las necesidades imperiales? n, Se puede hacer una comparacin entre Disraeli y Csar Pero Disraeli no consigui plantear el problema de la transformacin del imperio britnico y no tuvo continuadores: el inglesismo ha impedido la fusin en una sola clase imperial unificada de los grupos nacionales que necesariamente se estaban formando en todas las tierras del imperio. Es evidente que el imperio ingls no poda cimentarse bajo un andamiaje burocrticomilitar como sucedi con el romano: fecundidad del programa de un "parlamento imperial" pensado por Disraeli. Pero este parlamento imperial habra debido legislar tambin para Inglaterra, cosa absurda para un i n g l . slo un semita sin prejuicios como Disraeli poda ser la expresin del imperialismo orgnico ingls.' Fenmenos histricos anlogos modernos.
g <1>La Riuisfa d'ltalia del 15 de junio de 1927 est enteramente dedicada a Maquiavelo en ocasin del N centenario de su muerte. He aqu el ndice: 11 Charles Benoist, "Le Machiavliime perptuel"; 21 Fippo Meda, Y1 machiavellismo"; 31 Guido Mazzoni, 'S1 Machiavelli drammahrgn"; 41 Michele Scherillo, "Le prime espenenze politiche del Machiavelli; 5 1 Vittorio Cm, "Machiavelli e Petrarca"; 61 Aifredo Galletti, "Nicco10 Machiavelli umanista"; 71 Francesco Ercole, 'TI Pruicipe"; 81 Antonio Panella, "Machiavelli srorico"; 91 Plinio Carli, 'N. Machiavelli scrittore"; 101 Romolo Caggese, "Cib che 6 vivo nel pensiero politico di Machiavelli"! El artculo de Mazzoni es mediocre y prolijo: eruditdiistricc-divagativo. Como le sucede a menudo a este tipo de crticos, Mazzoni no ha entendido bien el contenido literano de la Mandrcigor-a, faisiica el carcter de maese Nicia y por consiguiente todo el conjunto de los personajes, que estn en funcin de la aventura de maese Nicia, el cual no se esperaba un hijo del acoplamiento de su mujer con Calmaco disfrazado, sino que por el contrario esperaba que su mujer se volviera fecunda por virtud de la planta mandrgora y que fuese liberada por el acoplamiento con un extrao de las supuestas consecuencias mortiferas de la pocin, que de otra manera habran sido sufridas por l mismo. El gnero de tontera de maese Nicia est bien circunscrito y representado: l cree que la esterilidad de su mujer no depende de l mismo, viejo, sino de la mujer,joven pero fria, y a esta presunta infecundidad de la mujer quiere ponerle remedio, no hacindola fecundar por otro, sino obteniendo que de infecunda sea transformada en fecunda. Que maese Nicia se deje convencer de dejar acoplarse a su mujer con uno que tendr que morir para liberarla de un presunto maleficio que de otro modo sera causa de alejamientopara l de la mujer o de muerte para l, es un elemento cmico que se encuentra en o m s formas en la novelstica popular, donde se suele pintar la perversidad de las mujeres que para dar seguridad a los amantes se hacen poseer en presencia y con el consenhmiento del mando (motivo que, en otra forma, aparece tambin en Boccaccio). Pero en la Mandrgora se representa la estupidez del mando y no la perversidad de la mujer, cuya resistencia puede ser domada slo con la intervencin de la autoridad materna y la del confesor. 339
El artculo de Vittorio Cian es todava inferior al de Mazwni: la retrica estoposa de Cian halla modo de arraigarse hasta en el bronce. Es evidente que Maquiavelo reacciona a la tradicin petrarquista y trata de destruirla, no de continuarla; pero Cian ve, con su poder adivinatorio infantilmente aplicado, precursores por doquiera y adivinaciones milagrosas en cada frasecita trivial y ocasional y redacta diez pginas sobre el tema, por no decir los acostumbrados lugares comunes amplificados de los manuales para las escuelas medias y elementales.
Cfr. C u a d m 2 (xxnr), 51-52 pp.
1 bis
9 <2> Pasquale Villari, Niccolo Machiauelli e i suoi M p i , a cargo de Michele Scherillo, Ed. I Ulnco Hoepli, Miln, 1927, dos tomos, 60 liras. (Es la reedicin de la conocida obra de Villari, a excepcin de los documentos que en la edicin de Le Monnier ocupan todo el tercer tomo y parte del segundo. En esta edicin de Scherillo los documentos han sido clasificados con comenmios sumarios sobre su contenido, de modo que fcilmente se puede ir a buscarlos en la edicin Le Monnier.)'
Cfr. C d m o 2
(mp. 55.
<
8 <3> Artculo de Luigi Cavina en la Nuoua Antologia del 16 de agosto de 1927: "11 sogno nazionaie di Niccolo Machiavelli in Romagna e il governo di Francesco Guicciardini".' El tema del ensayo es interesante, pero Cavina no sabe extraer de l todas las consecuencias necesarias, dado el carcter superficialmente de* criptivo y retrico del escrito. Despus de la batalla de Pana y la definitiva derrota de los Franceses, que aseguraba la hegemona espanola en la pennsula, los seores italianos fueron invadidos por el pnico. Maquiavelo, que se haba trasladado a Roma para entregar personalmente a Clemente VI1 las Historiaflorentinasque haba concluido, propone al papa crear una milicia nacional (signicado preciso del trmino) y lo convence de hacer un experimento. El papa enva a Maquiavelo a Romana a ver a Francesco Guicciardini que era su Presidente, con un breve de fecha 6 de junio de 1525. MaquiaVelo deba exponer a Guicciardini su proyecto y Guicciardini deba dar su parecer. El breve de Clemente W debe de ser todo l interesante; expone el desorden en que se encuentra Italia, tan grande que induce a buscar re-
medios aunque sean nuevos e inusuales y concluye: "Res magna est, ut iudicamus, et salus est in ea cum status acclesiastici, tum totius Italiae ac prope universae cristianitatis reposita", donde se ve cmo Italia era para el papa el trmino medio entre el Estado eclesistico y la cristiandad. ;Por au el exrierimento en Romaa? Adems de la confianza que el tenia en la Prudencia poltica de Guicciardmi, seguramente hay que pensar en otros elementos: los romaolos eran buenos soldados, haban iombatido con d a r y lealtad en Agnadello, aunque fuese como mercenarios. Adems, en Romaa haba existido el precedente de Valentino, que reclut entre el pueblo buenos soldados, etctera. Y desde 1512 Guicciardini haba escrito que dar armas a los ciudadaa nos "no es cosa ajena a un vivk de repblica popular, porque cuando se da unajusti& buena g ordenadas +S, aquellas armas no se emplean en perjuicio, sino en utilidad de la patria" y haba alabado incluso la institucin de la ordenanza ideada por Maquiavelo (tentativa de crear en Flo rencia una milicia urbana, que prepar la resistencia durante el asedio). Pero Guicciardini no crea posible hacer el intento en Romaa por las muy lieias divisiones (le parti& qiir all predominaban (intcrcsantes los juicios de Ciiicciarriini sobre la Kuiriana). los gil~elinos despui.s de la \m toria de Pava estn dis~uestos cualauier novedad: aunaue no se les den a armas nacer algn desorden; no es posible dar a m a s para oponer a los imperiales precisamente a Ics partidarios de los imperiales. La dificultad es aumentada adems por el hecho de que el Estado es eclesistico, o sea I sin directivas a largo plazo y con fciles gracias e impunidad, a la larga y a cada nueva eleccin de papa. En otro Estado las facciones se podnan domar, no en el Estado de la Iglesia. Puesto que Clemente VI1 con su breve haba dicho que para el buen resultado de la empresa se necesitaban no slo orden y diligencia, sino tambin el empe>io el amor del pueblo, Giiicciardini dice que eso no puede ser porque "la Iglesia en realidad no tiene amigos, ni aquellos que desearan vivir bien, ni por diversas razones lo$ sediciosos y mstes". Pero la iniciativa no tuvo ms consecuencias, porque el papa abando n el proyecto. El episodio, sin embargo, es del mayor inters para m a s trar cun grande era la voluntad y el poder de persuasin de Maquiavelo, por losjuicios prcticos inmediatos de Guicciardini y tambin por la actitud del papa que evidentemente permaneci durante algn tiempo bajo la influencia de Maquiavelo; el breve puede interpretarse como un compendio de la concepcin de Maquiavelo adaptada a la mentalidad pontificia. No se conocen las razones que Maquiavelo (debe de) haber opuesto a las observaciones de Guicciardini, porque ste no habla de ellas en sus
cartas v las cartas de Maauiavelo a Roma no se conocen. Puede o b s e m da que 1& innovaciones mktares defendidas Dor Maauiavelo no m n ser improvisadas en pleno desarrollo de la in-in espaola 7 qe sus p r e ; puestas al papa en aquel momento no podan tener resultados concretos.
$ cl> Una doble serie de investigaciones. Una sobre la poca del Risor- 3 gimento y una segunda sobre la historia anterior que tuvo lugar en la pe nnsula italiana, e n cuanto que cre elementos culnuaies que tuvieron r e percusin en la Epoca del Risorgimento (repercusinpositiva y negativa) y siguen actuando (aunque sea como datos ideolgicos de propaganda) tambin en la vida nacional italiana tal como ha sido formada por el Risorgimento. Esta segunda serie debera ser una recopilacin de ensayos sobre aquellas pocas de la historia europea y mundial que twieron un reflejo en la pennsula Por ejemplo: 11 Los diversos significados que ha tenido la palabra -Italia" en las diversas pocas, tomando como punto de partida el conocido ensayo del profesor Carlo Cipolla' (que debena ser completado y puesto al da). 21 El periodo de historia romana que marca el paso de la Repblica al Imperio, en cuanto crea el marco general de algunas tendencias ideolgicas de la futura nacin italiana. No parece que se comprenda que precisamente Csar y Augusto en realidad modifican radicalmente la posicin relativa de Roma y de la pennsula en el eqnilibrio del mundo clsico, quitando a Italia la hegemona "territohl" y transfuiendo la funcin hegemnica a una clase 'Smperial" o sea supranacional. S es verdad que Csar i contina y concluye el movimiento democrtico de los Gracos, de Mario, de Catina, tambin es verdad que Csar vence en cuanto que el problema, que para los Gracos, para Mario, para Catilina se planteaba como problema a resolverse en la pennsula, en Roma, para Csar se plantea en el marco de todo el Imperio, del que la pennsula es una parte y Roma la capital "burocrtica";y eso slo hasta cierto punto. Este nexo histrico es de la mxima imporl tan& para la historia de la pennsula y de Roma, por- 4 que es el comienzo del proceso de "desnacionalizacin" de Roma y de la pennsula y de su conversin en un 'kteeno cosmopolita". La aristocracia romana que, en los modos y con los medios adecuados a la poca, haba unificado la pennsula y creado una base de desarrollo nacional, es dominada por las fuerzas imperiales y los problemas que ella misma ha suscitado: el nudo histnc~poitico deshecho por Csar con fa espada y se inies cia una poca nueva, en la que el Oriente tiene un peso a tal punto grande
que acaba por dominar a Occidente y conducir a una fractura entre las dos partes del Imperio. 31 Edad Media o poca de las Comunas, en la que se constituyen m e lecularmente los nuevos grupos sociales urbanos, sin que el proceso alcance la fase ms alta de maduracin como en Francia, en Espaa etctera. 41 Epoca del mercantilismo y de las monarquas absolutas que en Italia tiene manifestaciones de escaso alcance nacional porque la pennsula e s t bajo la influencia exhanjera, mientras en las grandes naciones europeas los nuevos grupos sociales urbanos, introducindose enrgicamente en la estructura estatal de tendencia uniraria, revigorizan la estructura misma y el unitarismo, introducen un nuevo equilibrio en las fuerzas sociales y s e crean las condiciones de un desarrollo rpidamente progresista. Estos ensayos deben ser concebidos para un pblico determinado, con el in de destruir concepciones anticuadas, escolsticas, retricas, absorbidas pasivamente por las ideas difusas en un determinado ambiente de cultura popular, para suscitar en consecuencia un inters cientfico por las cuestiones uatadas, que por tanto sern presentadas como vivas y operantes tambin en el presente, como fuerzas en movimiento, siempre act~ales.~
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g Q> L'Eta del Risurgimto de Adolfo Omodeo (ed. Principato, Messina) .' Este libro de Adolfo Omodeo parece fallido en su conjunto. Consiste en una reestructuracin de un manual escolar y del manual conserva muchas caractersticas. Los hechos (los acontecimientos) son simplemente descritos como puros enunciados de catlogo, sin nexos de necesidad hi tnca. El estilo del libro es desdifiado, a menudo irritante; los juicios son tendenciosos, a veces parece que Omodeo tiene una cuestin personal con ciertos protagonistas de la historia (por ejemplo con los jacohiios franceses). Por lo que se refiere a la pennsula italiana, parece que la intencin de Omodeo habra debido ser la de mostrar que el Risorgimento es un hecho esencialmente italiano, cuvos orgenes deben encontrarse en Italia y no slo o predominantementeen los desarrollos europeos de la Revolucin francesa y de la invasin napolenica. Pero esta intencin no es realizada de otro modo sino iniciando la narracin en 1740 en vez de en 1789 o en 1796 o en 1815. El periodo de las monarquas iluminadas no es en Italia un hecho aua
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tctono y no 2s "original" italiano el movimiento de pensamiento a lvinculado (Giannone y los realistas). La monarqua ilustrada parece que puede considerarse la ms importante derivacin poltica de la poca del mercantilismo, que anuncia los tiempos nuevos, la civilizacin moderna nacional; *pero hubo en Italia una poca del mercantilismo como fenmeno social? El mercantilismo, de haberse desarrollado orgnicamente, habra hecho todava ms profundas y seguramente definitivas las d i l ~ . 12 siones en Esmdos regionales; el estado informe e inorgnico en el que las distintas partes de Italia se encontraban desde el punto de vista econmico, la no formacin de fuertes intereses constituidos en torno a un fuerte sistema mercantilista-estad, permitieron e hicieron ms fcil la unificaa n de la poca del Risorgimento. Parece adems que en la conversin de su trabajo de manual escolar en iibro de cultun general con el ttulo de Ei del R s r i r e t ,Omodeo ioginno habra debido cambiarle toda la economa (la estructura), reduciendo la p i e europea y ampiiido la parte italiana Desde el punto de vista europeo, la poca es la de la Revolucin francesa y no del Risorgimento italiano, del liberalismo como concepcin general de la vida y como nueva forma de civilizacin estatal y de cultura, y no slo del aspecto "nacional" del liberalismo. Ciertamente es posible hablar de una poca del Risorgimento, pero entonces hay que resuingir la perspectiva y enfocar a Itaiii y no a Europa, desarrollando de la historia europea y mundial slo aqueUos nexos que modifican la estructura general de las relaciones de fuerza internacionales que se oponan a la formacin de un gran Estado unitario en la pennsula reprimiendo cada iniciativa en este sentido y sofocndola en su nacimiento, y desarrollando el tratamiento de aquellas comentes que. por el conaario, desde el mundo internacional inuan en Italia, alentando a las fuerzas autnomas y loc+es de la misma naturaleza y hacindolas ms vlidas. Esto es, existe una Epoca del Risorgimento en la historia que se desarroll en la pennsula italiaqa, no existe en la histw ria de Europa como tal: en sta corresponde la Epoca de la Revolucin &ancesa y del liberalismo (como ha sido tratada por Croce, en forma defectuosa, porque en el cuadro de Croce falta la premisa, la revolucin en Francia y las guerras subsiguientes: las derivaciones histricas I son pre- 13 sentadas como hechos en s, autnomos, que tienen en s mismos sus propias razones de ser y no como parte de un mismo nexo histrico, del que laRevolucin francesa y las guerras no pueden ser sino elemento esencial y necesario).' 8Qu signica o puede significar el hecho de que Omodeo inicie su narracin con la paz de Aquisgrn, que pone trmino a la guerra de sucesin en Espaa? Omodeo no "razona", no "justifica"este criterio metodolgico 347
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suyo, no muestra que ste sea la expresin de que un determinado nexo histrico europeo es al mismo tiempo nexo histrico italiano, que hay que insertar necesariamente en el desarrollo de la vida nacional italiana. Por el contrario, eso puede y debe ser "declarado".La personalidad nacional (como la personalidad individual) es una simple abstraccin si se la considera fuera del nexo internacional (o social). La pe~onaiidad nacionai expresa un "distinto" del complejo internacional, por lo tanto est ligada a las relaciones internacionales. Hay un periodo de dominio exuanjero en Italii, durante cierto tiempo dominio directo, posteriormente de carcter hege mnico (o mixto, de dominio directo y de hegemona). La cada de la pennsula bajo la dominacin extranjera en el siglo xvi haba provocado ya una reaccin: la de orientacin nacionaldemocrtica de Maquiavelo que expresaba al mismo tiempo el sentimiento por la perdida independencia en una determinada forma (la del equilibrio interno entre los Estados italianos bajo la hegemona de la Florencia de Lorenzo el Magnfico) y la v e luntad inicial de luchar para reconquistarla en una forma histricamente superior, como principio absoluto segn el tipo de Espaa y Francia. En el siglo m 1 equilibrio europeo, Austria-Francia, entra en una nueva fase 1 el con respecto a Italia: hay un debiitamiento recproco de las dos grandes potencias y surge una tercera gran potencia, Prusia. Por lo tanto, los ongenes del movimiento del Risorgimento, o sea el proceso de formacin de las condiciones y las relaciones internacionales que permitirn a Italia reunirse en nacin y a las fuenas internas I nacionales desarrollarse y extenderse, no deben buscarse en este o aquel acontecimiento concreto registrado en una u otra fecha, sino precisamente en el mismo proceso histrico por el que el conjunto del sistema europeo se transforma. Este proceso, por su parte, no es independiente de los sucesos internos de la pennsula y de las fuerzas que en ella tienen su sede. Un elemento importante y a veces deasivo de los sistemas europeos lo haba sido siempre el Papado. En el curso del siglo m n el debilitamiento de la posicin del Papado como potencia europea es francamente catastrfico. Con la Contrarreforma el Papado haba modicado esencialmente la estructura de su potencia: se haba enajenado las masas populares, se haba hecho cmplice de guerras de exterminio, se haba confundido con las clases dominantes en forma irremediable. Haba perdido as la capacidad de influir tanto directa como indirectamente en los gobiernos a travs de la presin de las masas populares fanticas y fanatizadas: es digno de observarse que precisamente mientras Bellarmino elaboraba su teora del dominio indirecto de la Iglesia, la Iglesia, con su actividad concreta, destrua las condiciones de cualquier dominio suyo, incluso indirecto, alejndose de las masas populares. La poltica realista de las monarquas ilustradas es la manifestacin de es348
ta desautorizacin de la Iglesia como potencia europea y por consiguiente italiana, e inicia tambin el Risorgimento, si es verdad, como lo es, que el Risorgimento era posible slo en funcin de un debilitamiento del Papado tanto como potencia europea cuanto como potencia italiana, o sea ccmo posible fuerza que reorganizase los EFtados de la pennsula bajo su hegemona. Pero todos stos son elementos condicionantes; todana no se ha hecho una demostracin, histricamente vlida, de que ya en el siglo XiTIl se haban constituido en Italia fuerzas que tendan concretamente a hacer de la pennsula un organismo poltico unitario e independiente.
Cfr. Cmderno 9 (m, W 8 bis y 74-75 pp.
9 <3> Los mgenes del Risorgimento. Las investigaciones sobre los orgenes 15 del movimiento nacional del Risorgimento estn casi siempre viciadas por la tendenciosidad poltica inmediata, no slo por parte de los escritcres italianos, sino tambin por parte de los extranjeros, especialmente franceses (o bajo la influencia de la cultura francesa). Hay una "doctrina" francesa sobre los orgenes del Risorgimento, segn la cual la nacin italiana debe su fortuna a Francia, especialmente a los dos Napoleones, y esta doctrina tiene tambin su aspecto polmiccmegativo: los nacionalii tas monrquicos (Bainville) hacen a los dos Napoleones (y a las tendencias democriticas en general susci~achs la ~evolucin) reproche dc por el haber debilitado la oosicin relativa de Francia en liurooa con su ooliti~a 'hacionalitaria", o Sea de haber estado contra la tradkn y los'intereses de la nacin &cesa, representantes de la monarqua y los partidos de derecha (clericales) siempre anttalianos y que consistiran en tener por vecinos conglomerados de pequeos Estados, como eran Alemania e Italia en el siglo m.' En Italia las cuestiones "tendenciales y tendenciosas" planteadas a este respecto son: 11 la tesis democrtica francfila,segn la cual el movimiento es debido a la Revolucin francesa y es una derivacin directa snya, que ha determinado la tesis opuesta; 21 la Revolucin francesa con su intervencin en la pennsula interrumpi el movimiento "verdaderamente" nacional, tesis que tiene un doble aspecto: a] el jesutico (para los cuales los sanfedistas eran el nico elemento "nacional" respetable y legtimo), y bl el moderado que se refiere principalmente a los principios reformadores, a las monarquas ilustradas. Algunos aaden adems c] el m o ~ miento reformador fue interrumpido por el pnico suscitado por los acontecimientos de Francia, por consiguiente la intervencin de los ejr-
citos franceses en Italia no interrumpi el movimiento indgena, sino que incluso hizo posible su recuperacin y cumplimiento. Muchos de estos elementos son desarrollados en aquella literatura a la 16 que se alude en la seccin "Interpretaciolnes del Risorgimento italiano", literatura que si bien tiene un significado en la historia de la cultura poltica, no lo tiene, sino muy escaso, en la de la historiografia.' En un artculo, bastante notable, de Gioacchiio Volpe, "Una scuola per la storia dell'Italia moderna" (en el Corriere della Sera del 9 de enero de 1932) se dice: %dos lo saben: para comprender el 'Risorgimento' no basta remontarse a 1815 y ni siquiera a 1796, el 60 que Napolen en irrumpi en la Pennsula y provoc la tempestad. El 'Risorgimento', ccmo renovacin de vida italiana, como formacin de una nueva burguesa, como conciencia creciente de problemas no slo municipales y regionales sino nacionales, como sensibilidad a ciertas exigencias ideales, hay que buscarlo mucho antes de la Revolucin: es tambin el sntoma, uno de los sntomas, de una Revolucin en marcha, no slo fkancesa, sino, en cierto sentido, mundial. Todos igualmente saben que la historia del Risorgimento no se estudia slo con documentos italianos, y como hecho nicamente italiano, sino en el cuadro de la vida europea; vtase de corrientes de cultura, de transformaciones econmicas, de situaciones internacionales nuevas, que incitan a los italianos a nuevos pensamientos, a nuevas acUWdades, a un nuevo orden poltico". En estas palabras de Volpe se resume lo que habra debido ser el objetivo de Omodeo en su libro, pero que en Omodeo permaneci inconexo y exterior. Se tiene la impresin de que ya sea por el thilo, ya sea por el planteamiento cronolgico, el libro de Omodeo slo ha querido rendir homenaje ''polmico" a la tendenciosidad histrica y no a la historia, por razones de "competencia" oportunista poco claras y de todos modos poco recomendables. En el siglo m n , cambiadas las condiciones relarivas de la pennsula en el cuadro de las relaciones europeas, ya sea por lo que respecta a la pre17 sin hegemnica de las grandes potencias que no podian permitir el I surgimiento de un Estado italiano unitario, ya sea por lo que respecta a la posicin de potencia poltica (en Italia) y cultural (en Europa) del Papado (y tanto menos podan permitir las grandes potencias europeas un Estado unificado italiano bajo la supremaca del Papa, o sea permitir que la funcin cultural de la Iglesia y su diplomacia, ya bastante estorbosas y limitadoras del poder estatal en los pases catlicos, se reforzaran apoyndose en un gran Estado territorial y en un ejrcito correspondiente) cambia tambin la importancia y el significado de la tradicin literaricmetrica exaltadora del pasado romano, la gloria de las Comunas y del Renaci-
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miento, la funcin universal del Papado italiano. Esta atmsfera C U ~ N I ~ italiana haba permanecido desde entonces indistinta y genrica; beneficiaba especialmente al Papado, formaba el terreno ideolgico de la potencia papal en el mundo, el elemento discriminativo para la seleccin y educacin del personal eclesistico y laic~lesistico, los que el Papa de do tena necesidad para su organizacin prctic~administrativa,para centraliar el organismo eclesistico y su influencia. para todo el conjunto de la actindad poltica, fdosfica,jurdica, publicstica, cultural que cons titua la mquina para el ejercicio del poder indirecto, despus que, en el periodo anterior a la Reforma, haba servido para el ejercicio del poder directo y de aquellas funciones de poder directo que podan ejercerse concretamente en el sistema de relaciones de fuerzas internas de cada uno de los pases catlicos. En el siglo XMlI se inicia un proceso de di* tincin en esta comente tradicional: una parte se vincula cada vez ms conscientemente (por programa explcito) con la institucin del Papada como expresin de una funcin intelectual (tico-poltica, de hegemona intelectual y ciil) de Italia en el mundo y acabar por expresar el Aimdo giobertiano (y el neogelfismo, a travs de una serie de movimientos I 18 ms o menos equvocos, como el sanfedismo y el primer periodo del lamennesismo, que son examinados en la seccin de la "Accin Catlica" y sus orgenes) y subsiguientemente con la concrecin en forma orgnica, bajo la direccin inmediata del propio Vaticano, del movimiento de Accin Catlica, en donde la funcin de Italia como nacin es reducida al mnimo (al contrario de aquella parte del personal central vaticano que es italiano, pero que no puede poner en primera lnea, como antes, su ser italiano); y se desarrolla una parte "laica", incluso en oposicin al papado, que busca reivindicar una funcin de primado italiano y de misin italiana en el mundo independientemente del Papado. Esta segunda parte, que no puede nunca referirse a un organismo todava tan poderoso como la Iglesia romana y por lo tanto carece de un punto nico de centralizacin, no tiene la misma solidez, homogeneidad, disciplina que la otra, tiene varias lneas quebradas de desarrollo y puede decirse que conuye en el mazzinianismo. Lo que es importante histricamente es que en el siglo mii esta tradicin comienza a disgregarse para concretarse mejor, y a moverse con una dialctica ntima: si.gnica que tal tradicin literario-retricasesst convirtiendo en un fermento provocador y organiza&or del t&o ideolgico en el que las fuerzas polucas efectivas lograrn determinar e i alineamiento, aunque sea t u m u l t u ~ ode las ms grandes masas popula, res necesarias para alcanzar ciertos fmes, lograrn pr en jaque al mis mo Vaticano y a las otras fuerzas de reaccin exister'es en la'pennsula
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junto al Papado. Que el movimiento liberal haya conseguido suscitar la fuerza catlico-liberal y obtener que el mismo Po IX se situase, por poco que fuese, en el terreno del liberalismo (lo que fue suciente para disgre19 gar el aparato poltico-ideollgico del catolicismo y quitarse la confianza en s mismo) fue la obra maestra poltica del Risorgimento y uno de sus puntos ms importantes de resolucin de los viejos nudos que hasta entonces haban impedido pensar concretamente en la posibilidad de un Estado unitiaio italiano. (Si estos elementos de la transformacin de la tradicin cultural italiana se postulana como elemento necesario en el estudio de los orgenes del Risorgimento, y l destruccin de tal tradicin es concebida como un a hecho positivo, como condicin necesaria para el surgimiento y desarro1 0 del elemento activo liberal-nacional, entonces adquieren cierto signi1 ficado, no desdeable, movimientos como el "jsenista", que de otra manera apareceran como simples curiosidades de eruditos. Se tratara, en suma, de un estudio de los "cuerpos catalticos" en el campo histricopoltico italiano, elementos cataiticos que no dejan rastro de s pero que tuvieron una insustimible y necesaria funcin instrumental en la creacin del nuevo organismo histrico.) Alberto pGgaud, autor de un libro sobre Bonuparte, prsdat de la R+m blaoue Ita&nne v oue est . rle ~ a r a n d o libro sobre Le bremipr Rovaunu ~ otro , ' , d7talie (que y a ha sido publicado casi todo fragmentariamente en distintos peridicos), es uno de los que "sitan en 1814 el punto de partida v en iombardiel toco del movimiento politico que t u k ti.rrnin en 1870 con la toma dc Rima". lkildo Peroni, que en la .truniin A r ~ l n l o p n 16 de del agosto de 1932 pasa revista a estos escritos todava dispersosde Pmgaud, observa: 'Nuestro Risorgimento entendido como despertar poltico- comienza cuando el amor a la patria deja de ser una vaga aspiracin sentimental o un motivo literario y se vuelve pensamiento consciente, pasin 20 que tiende a traducirse en realidad mediante una accin que se desarrolla con continuidad y no se detiene ante los ms duros salcricios. Ahora bien, semejante transformacin se ha dado ya en la ltima dcada del siglo m1y no solamente en Lombarda, sino tambin en Npoles, en Pia1 monte, en casi todas las regiones de Italia. Los "patriotas" que entre el 89 y el 96 son enviados al exilio o suben al patulo, han conspirado, adems de para instaurar la repblica, tambin para dar a Italia independencia y unidad; y en los aos siguientes es el a&or a la independencia el que inspira y anima la actividad de toda la clase poltica italiana, bien sea que colabore con los franceses o que intente movimientos insurreccionales
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cuando resulta evidente que Napolen no quiere conceder la libertad solemnemente pr~metida".~ todos modos, Peroni no considera que el m e De vimiento italiano deba buscarse antes de 1789, esto es, afirma una dependencia del Risorgimento respecto de la Revolucin francesa, tesis que no es aceptada por la historiograa nacionalista. Sin embargo, parece cierto lo que afirma Peroni si se considera el hecho especfico y de importancia decisiva, del primer agrupamiento de elementos polticos que se desmoilar hasta formar el conjunto de los partidos que sern los protagonistas del Risorgimento. Si bien en el curso del siglo x\m empiezan a aparecer y a consolidarse las condiciones objetivas, internacionales y nacionales, que hacen de la unificacin nacional una tarea histricamente concreta (o sea, no 6 lo posible, sino necesaria), es cierto que slo despus del 89 esta tarea se vuelve consciente en grupos de ciudadanos dispuestos a la lucha y al sacrificio. La Revolucin &ames, pues, es uno de los acontecimientos europeos que mayormente operan para profundizar un movimiento ya iniciado en las "cosas", reforzando las condiciones positivas (objetivas y subjetivas) del movimiento mismo y funcionando como elemento de agregacin y centralizacin de las fuerzas humanas dispersas en toda la pennsula y que de otra manera habran tardado ms en "centrarse" y comlprenderse entre ellas. Sobre este mismo tema hay que ver el artculo de Gioacchio Volpe: "Storici del Risorgimento a Congresso" en EducazioneF~cnsta julio de de 19320Volpe informa sobre el Vigsimo Congreso de la Sociedad Nacional para la Historia del Risorgimento, celebrado en Roma en mayo-junio de 1932. La historia del Risorgimento fue primero concebida predominantemente como "historia del patriotismo italiano". Luego empez a profundizarse, "a ser vista como vida italiana del siglo xix y casi disuelta en el cuadro de aquella vida, envuelta toda ella en un proceso de transformacin, coordinacin, unificacin, ideales y vida prctica, cultura y poltica, intereses privados y pblicos". Del siglo XIX se retrocedi al siglo ~ T I yI se vieron nexos antes ocultos, etctera. El siglo x m "fue visto desde el ngulo visual del Risorgimento, incluso como Risorgimento tambin l: con su burguesa ya nacional; con su liberalismo que abarca la uia econmica J la uida religiosa y luego la poltica J quz no ex tanto un principio ' como una exigencia deproductorer, con aquellas primeras aspiraciones concretas a 'una forma cualquiera de unidad' (Genovesi), por la insuficiencia de los Estados aislados, ya reconocida, para hacer frente, con su restringida economa, a la invasora economa de pases mucho ms grandes y fuertes. En el mismo siglo se delineaba tambin una nueva situacin internacional. Entraban plenamente en juego fuerzas polticas europeas interesadas en una organizacin ms independiente y coherente y menos estticamente equilibrada de la pennsula italiana. En suma, una nueva 'realidad' italia353
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na y europea, que da significadoy valor incluso al nacionalismo de los literatos, resurgido despus del cosmopolitismo de la poca precedente".' 22 Volpe no alude especficamente a la relacin nacional e I internacional representada por la Iglesia, que tambin sufre en el siglo m1 una radi1 cal transformacin: la disolucin de la Compaa de Jess en que culmina el fortalecimientodel Estado laico contra la injerencia eclesistica, etctera. Se puede decir que hoy, para la historiografia del Risorgimento, dado el nuevo influjo ejercido despus del Concordato, el Vaticano se ha convertido en una de las mayores, si no es que la mayor, fuerza de rmora cientfica y de "maltusianismo" metodolgico. Anteriormente,junto a esta fuerza, que fue siempre muy importante, ejercan una funcin restrictiva del horizonte histrico la monarqua y el miedo al separatismo. Muchos trabajos histricos no fueron publicados por esta razn (por ejemplo, algunos libros de historia de Cerdea del barn MannoP el episodio BoUea durante la guerra etctera).?Los publicistas republicanos se haban especializado en historia "libelista", explotando toda obra histrica que reconstruyera cientficamente los acontecimientos del Risorgimento: de ah se sigui una limitacin de las investigaciones, una prolongacin de l a historiografia apologtica, la imposibilidad de aprovechar los Archivos etctera: en suma, toda la mezquindad de la historiografa del Risorgimento cuando se la compara con la de la Revolucin francesa. Hoy las preu cupaciones monrquicas y separatistas se han ido atenuando, pero han crecido las vaticane&as y clecales. Gran parte de los ataques la Stmia deUEuroba de Croce han tenido evidentemente este ori~en:%s ex~lica se tambin la interrupcin de la obra de Francesco Salata Perla stmia diplomatica della QiLestirmeRomana cuyo primer tomo es de 1929 y ha permanecido sin continuacin? En el Vigsimo Congreso de la Sociedad Nacional para la Historia del Risorgimento se han tratado temas que interesan en grado sumo a esta 23 seccin. El estudio de Pietro I Silva: ZZ pobletna ilaliano neiia diplmnazia aropea del Xiinr secolo es resumido as por Volpe (en el artculo citado): 'Xl siglo xvm quiere decir influencia de grandes potencias en Italia, pero iambin sus contrastes; por eso, es progresiva disminucin del dominio directo extranjero y desarrollo de dos fuertes organismos estatales al Norte y al Sur. Con el tratado de Aranjuez entre Francia y Espaa, 1752, e inmediatamente despus, con el acercamiento Austria-Espaa, se inicia un estancamiento de cuarenta aos para los dos reinos, aun con muchos esfuerzos por romper el cerco austro-francs, intentando acercamientos con Prusia, Inglaterra, Rusia. Pero esos cuarenta aos marcan tambin el desarrollo de aquellas fuerzas autnomas que, con la Revolucin y con la ruptura del sistema austrdmncs, se lanzarn a la lucha para una solu-
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cin en sentido nacional y unitario del problema itaiiino. Y he aqu las reformas y los principios reformadores, objeto, en los ltimos tiempos, de muchos estudios, para el reino de Npoles y de Sicilia, para la Toscana, Parma y Piacenza, L~mbarda".'~ Carlo Morando (Le r i J m senemtesw mi lvultati dea ipcentestmiogafY2) ha estudiado la posicin de las reformas italianas en el cuadro del reformismo europeo, y la relacin entre reformas y Risorgimento." Para la relacin entre Revolucin francesa y Risorgimento, Volpe escribe: T s innegable que la Revolucin, bien como ideologa, bien como pasiones, bien como fuerza armada, bien como Napolen, introdujo nuevos elementos en el flujo en mo\imiento de la vida italiana. No es menos innegable que la Italia del Risorgimento, organismo vivo, asimilando lo asimilable de cuanto vena de fuera y que, en cuanto ideas, era tambin reelaboracin ajena de lo que ya se haba elaborado en Itaiia, reacciona, al mismo tiempo, a ello, lo elimina y lo integra, de cualquier modo lo supera. Ella uene tradiciones propias, mentaiidad propia, problemas propios, soluciones propias: que son por lo dems la verdadera y profunda raz, la verdadera ca Iractenstica del Risorgimento, constituyen su sustancial continuidad en la poca precedente, lo hacen capaz a su vez de ejercer tambin l su propia accin en otros pases; del modo como tales acciones, no milagrosa sino histricamente, se pueden ejercer, dentro del crculo de pueblos vecinos y atines".'2 Estas observaciones de Volpe no son siempre exactas: cmo se puede hablar de "tradiciones, mentalidad, problemas, soluciones" propios de Italia? O al menos qu significa esto concretamente? Las tradiciones, las mentalidades, los problemas, las soluciones eran mltiples, contradictw rias, de naturaleza a menudo slo individual y arbitraria y no eran vistos entonces unitariamente. Las fuerzas tendientes a la unidad eran escassimas, dispersas, sin nexos entre s y sin capacidad de suscitar vnculos recprocos y eso no slo en el siglo m r sino que puede decirse que basta r, 1848. Las fuerzas contrarias a las unitarias (o mejor tendencialmente unitarias) eran, por el contrario, poderossimas, coaligadas y, especialmente como Iglesia, absorban la mayor parte de las capacidades y energas individuales que habran podido constituir un nuevo personal dirigente nacional, dndoles por el contrario una orientacin y una educacin c o s mopolita-clerical. Los factores internacionales y especialmente la Revolucin francesa, extremando estas fuerzas reaccionarias y deteriorndolas, potencian por contragolpe las fuerzas nacionales en s mismas escasas e insucientes. Es sta la contribucin ms importante de fa Revolucin francesa, muy dificil de evaluar y definir, pero que se intuye como de peso decisivo en cuanto a dar el impulso inicial al movimiento del Risorgimento.
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Entre las otras memorias presentadas en el Congreso debe sealarse la de Giacomo Lumbroso sobre La reazionepopolnre contra i f i a n m i aliafine del 17W.Lumbroso sostiene que 'las masas populares, especialmente campesinas, reaccionan no instigadas por los nobles 1 y ni siquiera por amor a vivir en paz (de hecho jempuaron las armas!), sino, en parte al menos, por un oscuro y confuso amor pauio o apego a su tierra, a sus ins tituciones, a su independencia (!?): de donde la frecuente apelacin al sentimiento nacional de los italianos, que actan como 'reaccionarios' ya en 1799","pero la cuestin est mal planteada as y llena de equvocos. Para empezar no se habla de la "instigacin" de los curas, mucho ms eficaz que la de los nobles (que no eran tan contrarios a las nuevas ideas como parece desprenderse de la Repblica partenopea);y adems, qu si@ca el parntesis irnico de Volpe segn el cual parece que no se puede hablar del amor a vivir en paz cuando se empuaron las armas? La conuadiccin es slo verbak 'kvir en paz" es entendido en sentido poltico de misonesmo y conservadurismoy no excluye para nada la defensa armada de las propias posiciones sociales. Por otra parte, la cuestin de la actitud de las masas populares no puede ser planteada independientemente de la de las clases dirigentes, porque las masas populares pueden rebelarse por razones inmediatas y contingentes contra "extranjeros" invasores en cuanto que nadie les ha enseado a conocer y seguir una orientacin poltica distinta de la localista y restrinRida. Las reacciones espontneas (en cuanto quc lo W I I ) tlc las niisai pplares s6lo puidcii ser\& pala indic:ai. la "lurrza" de direwin de las claces a11xen lidia lo5 lil~cral~ohurcuc~srs u olvidan siempre a las masas populares. Volpe habra debido, en este punto, tomar posicin a propsito de aquella literatura sobre el Risorgimento equvoca y unilateral, de la que Lumbroso dio el espcimen ms caracterstico: tquin es "pauiotas o "nacional" en el sentido de Lumbroso, el almirante Caracciolo ahorcado por los ingleses o el campesino que se levanta contra los franceses>~Domenico Cirillo o Fra Diavolo? Ypor qu la poltica anglfila y el dinero ingls deben ser ms nacionales que las ideas polticas francesas?
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8"). Ciasca estudia las "transformacionesque en el curso del siglo x w y ~ especialmente en la segunda mitad del mismo van teniendo lugar en la vida de casi todas las regiones de Italia, y que no se l i t a a reformas h g mentarias impuestas por prncipes ilustrados y poco sentidas por la poblacin, sino que afecta a toda la constitucin estatal, a toda la estructura econmica del pas, a todas las relaciones entre las clases y se manifiesta en las corrientes predominantes en el pensamiento poltico, social y econmico" (Nuova Rivisfa Storiul de 1931, p. 577) .' Las reformas admimistrativas y financieras, la poltica eclesistica, la historia del pensamiento ya haban sido estudiadas; Ciasca aporta una nueva contribucin para el e s tudio de la vida econmica de la poca. Francesco Lemmi, Le migini del Risq'mento Italiano, Min, Hoepli. Del mismo Lemmi, La Bibliagrapa del Rismgimento Italiano, Societa Anonima Romana. Carlo Morandi, Ideeefopmau'onipolifichein Lombardia dal 1748 a1 1814, Turn, Bocca. Massimo ieij, n Risorgimentn dello spiritn italiano (1725-i861), Miln,L'Esame, Edizioni di storia moderna, 1928.' En el XII Congreso Internacional de Ciencias Histricas que se deba celebrar en Varsovia del 21 al 28 de agosto de 1933, deban presentarse las siguientes ponencias sobre el Risorgimento: l"] G. Volpe, '? rappom politici diplomatici tra le p d i potenze europee e I'Italia durante il Risorgimento"; 2"] A. C. Jemolo, "L'Italia religiosa del secolo mm"; 3"] Pietro Silva, "Forze e iniziative nazionali ed infiuenze suaniere neli' opera dell'assolutis 27 m0 iu Iminato in Italia".'
Cfr. Cuaderno 9
9 4> Interpretaciones del Risurgimento. Existe una notable cantidad de interpretaciones, las ms dispares, del Risorgimento. Su misma cantidad es un signo caracterstico de la literatura histnc~poltica italiana y de la situacin de los estudios sobre el Risorgimento. Para que un acontecimiento o un proceso de acontecimientos histricos pueda dar lugar a tal gnero de literatura hay que pensar: que aqul sea poco claro y justificado en su desarrollo por insuficiencia de las fuerzas "ntimas" que parecen haberlo producido, por la escasez de elementos objetivos "nacionales" a los que hacer referencia, por la inconsistencia y gelatinosidad del organismo estudiado (y de hecho a menudo se ha odo mencionar el ''milagro" del Risorgimento). Tampoco puede justificar semejante literatura la escasez de documentos (dicultad de investigacin en los Archivos, etctera), porque en ese caso todo el curso del desarrollo podra ser documento en s mismo: incluso es precisamente evidente que la debilidad orgnica de
un complejo 'bertebrado" en este curso de desarroiio es el origen de este desenfreno del "subjetivismo" arbitrario, a menudo raro y estrafalario. En general puede decirse que el significado del conjunto de estas interpretaciones es de carcter poltico inmediato e ideolgico y no histrico. Incluso su alcance nacional es escaso, bien sea por el carcter excesivamente tendencioso, bien por la ausencia de toda aportacin constructiva, bien por el carcter demasiado abstracto, a menudo extrao y novelado. Se puede observar que tal literatura florece en los momentos ms caractens ticos de crisis polticosocial, cuando el alejamiento entre gobernantes y gobernados se hace ms grave y parece anunciar acontecimientos catas trficos para la vida nacional, el pnico se difunde entre ciertos grupos intelectuales ms sensibles y se multiplican los conatos para determinar una reorganizacin de las fuerzas polticas existentes, para suscitar nuevas corrientes ideolgicas en los dafiados y poco consistentes organismos de 28 partido o para exhalar I suspiros y gemidos de desesperacin y negro pesimismo. Una clasificacin racional de esta literatura seria necesaria y e s tara llena de significado. Por ahora se pueden fijar provisionalmente algunos puntos de referencia: 11 un grupo de interpretaciones en sentido esmcto, como puede ser la contenida en la Lotta politica in Italia y en los otros escritos de polmica polticmcultural de M e d o Chiani,' que ha determinado toda una serie a travs de los escritos de Mario Missiroli; como la de Piero Gobetti y de Guido Dono;' 2 un grupo de carcter ms sus 1 tancial y serio, con pretensiones de seriedad y rigor bistoriogrico, como las de Croce, Solrni, Salvatorelii;' 31 las interpretaciones de Cunio Malaparte (sobre la Italia Barba~a, sobre la lucha contra la Reforma protestante etctera), de Carlo Curcio (L'eredita del Risurgimmto, Florencia, La Nuo' va Italia, 1931, pp. 114, 12 liras)' etctera. Hay que recordar los escritos de F. Montefredii (cfr. el ensayo de Croce a este respecto en la Lctteratura dea nuova Italia)6 entre las 'Yarezas" y las de Aldo Ferrari (en libros y libritos y en artculos de la Nuova Rivasta Ston'ca) como rarezas y novelas al mismo tiempo;' lo mismo el librito de Vicenzo Cardareiii, Pamlc a'ltalia (ed. Vallecchi, 1931): Otro grupo importante est representado por libros como el de Gaetan0 Mosca, Tw+m dci gobemi e p e r n o p a ~ l a m m t apublicado por prime~, ra v a en 1883 y reeditado en 1925 (Miln, Soc. An. Istituto Editoriale Scientifico, en 8 , 301,25 liras);9as como el libro de Pasquale Turiel' pp. lo, Gouemo e gouernati; de Leone Carpi, L'ltolio vivente, de Luigi Zini, D i e mitm' e dn modi di p e r n o ; de Giorgio Arcoleo, h e r m di Gabilzetfo;de Marco Minghetti, Ipartitipolitin e IB lmv influenza nea gnrstizia e nellmmi29 nisCrauone, libros de extranjeros, I como el de Laveleye, Lctrere d'ltolia, de von Loher, La nrurva Italia y tambin el de Brachet, L'ltolie qu'on uoit et 358
l'ltalie p b n ne voit pus; adems de artculos de la Numa Antologia y de la Rassegna Settimnak (de Sonnino), de Pasquale Villari, de R Bonghi, de G. Palma, etctera, hasta el artculo famoso de Sonnino en la Nuoua Antnlogia, Torniamo allo Statut~!"'~ Esta literatura es una consecuencia de la cada de la Derecha histrica, de la subida al poder de la llamada Izquierda y de las innovaciones "de hecho" introducidas en el rgimen constitucional para orientarlo a una forma de rgimen parlamentario. En gran parte son lamentaciones,recriminaciones, juicios pesimistas y catastrficos sobre la situacin nacional, y a tal fenmeno alude Croce en los primeros captulos de su Stotia drtalia da1 187P al 1915; a esta manifestacin se contrapone la literatura de los epgonos del Partido de Accin (tpico el libro pstumo del abate Luigi Anelli, editado recientemente, con notas y comentarios de Arcangelo Ghideri)" tanto en libros como en opsculos y artculos de revistas, incluidos los ms recientes publicistas del partido republicano. Se puede observar este nexo entre las diversas pocas de florecimiento de tal literatura seudohistrica y seudocritica: 11'' literatura debida a elementos conservadores, furiosos por la cada de la Derecha y de la Camarilla (o sea por la disminuida importancia en la vida estatal de ciertos grupos de grandes propietarios terratenientes y de la aristocracia,puesto que de una sustitucin de clase no se puede hablar), heptica, biliosa, acrimm niosa, sin elementos constructivos, sin referencias histricas a cualquier tradicin, porque en el pasado no existe ningn punto de referencia reaccionario que pueda ser propuesto para una restauracin con cierto pudor y alguna dignidad: en el pasado estn los viejos regmenes regionales y las influencias del Papa y de Ausuia. La "acusacin" hecha al rgimen parlamentario de no ser hacional" sino copiado de modelos exuanjeros I no es sino una vacua recriminacin sin sustancia, que solamente 30 esconde el pnico por una intervencin, por pequea que sea, de las masas populares en la vida del Estado; la referencia a una "nadicin" italiana de gobierno es necesariamente vaga y abstracta porque tal tradicin no tiene perspectim histricamente apreciables: en todo el pasado no exis ti jams una unidad territorial-estatal italiana, la perspectiva de la hegemona papal (propia de la Edad Media hasta el periodo del dominio exUanjero) fue trastornada con el neogelfismo etctera (Esta perspectiva, en fin, ser hallada en la poca romana, con oscilaciones, segn los partidos, entre la Roma republicana y la Roma cesrea, pero el hecho tendr un nuevo significadoy ser caracterstico de n u e w orientaciones impresas a las ideologas populares).
a En
el manuscrito: "1870".
Esta literatura reaccionaria precede a la del grupo Oriani-Missiroli, que tiene un signiicado ms popular-nacional, y esta ltima precede a la del grupo Gobetti-Dorso, que tiene an otro significadoms actual. De todos modos, tambin estas dos nuevas tendencias mantienen un carcter ab* tracto y literario. Uno de los puntos ms interesantes extrados de ellas es el problema de la falta de una Reforma religiosa en Italia como la protes tante, problema que es planteado de modo mecnico y exterior y repite uno de los motivos que guan a Mararyk en sus estudios de historia rusa.'' El conjunto de esta literatura tiene una importancia "documental" para las pocas en que apareci. Los libros de la "derecha" pintan la corrup cin poltica y moral en el periodo de la Izquierda en el poder, pero las publicaciones de los epgonos del Partido de Accin no presentana como mejor el periodo de gobierno de la Derecha. Resulta que no ha habido ningn cambio esencial en el paso de la Derecha a la Izquierda: el maras31 mo en que se encuenm el I pas no es debido al rgimen parlamentario (quc soiamenw hacr pblicoy notorio lo que anrrs'perniakuia <iculmo daba lugar a publicaciones clandestinas lil)rlistas) sinu a la dehilidad e inconsistencia orgnica de la clase dirigente y a la gran miseria y atraso del pas. Polticamente la situacin es absurda: a la derecha estn los clericales, el partido de la Sillah que niega en bloque toda la civilizacin moderna y boicotea al Estado legal, no slo impidiendo que se constituya un vasto partido conservador sino manteniendo al pas bajo la impresin de la precariedad e inseguridad del nuevo Estado unitario; en el cenIro estn todas las gamas liberales, desde los moderados hasta los republicanos, sobre los que operan todos los recuerdos de los odios del tiempo de las luchas y que se destrozan implacablemente; a la izquierda el pas miserable, atrasado, analfabeta expresa en forma espordica, discontinua, histrica, una serie de tendencias subversivasanarcoides, sin consistencia ni orientacin poltica concreta, que mantienen un estado febril sin futuro consmictivo. No existen "partidos econmicos" sino grupos de idelogos dclasss de todas las clases, gaiios que anuncian un sol que nunca quiere salir. Los libros del grupo Mosca-Tunello empiezan a ponerse de moda en los aos anteriores a laguerra (se pueden ver en L %celas continuas mena ciones de Tuneiio)'"y el libro juvenil de Mosca fue reeditado en 1925 con algunas notas del autor para recordar que se trata de ideas de 1883 y que el autor, en 1925, ya no est de acuerdo con el escritor de veinticuatro aos de 1883. La reedicin del libro de Mosca es uno de tantos episodios de la inconsistencia y el diletantismo poltico de los liberales en la primea
En el manuscrito: 'presenta".
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ra y segunda posguerras. Por lo dems el libro es burdo, inmaduro, escrito apresuradamente por un joven que quiere "distinguirse" en su poca con una actitud extremista y con palabras fuertes y a menudo triviales en sentido reaccionario. Los conceptos I polticos de Mosca son vagos y vaci- 32 lantes, su preparacin filosfica es nula (y tal ha seguido siendo a lo largo de toda la carrera literaria de Mosca), sus principios de tcnica poltica son tambin vagos y abstractos y tienen un carcter ms bien jundico. El concepto de "clase poltica", cuya afirmacin se convertir en el centro de todos los escritos de ciencia poltica de Mosca, es de una debilidad extrema y no est razonado ni justificado tericamente. Sin embargo, el libro de Mosca es til como documento. El autor quiere ser desprejuiciado por programa, no tener pelos en la lengua y as termina por poner a la vista muchos aspectos de lavida italiana de la poca que de otro modo no habnan hallado documentacin. Sobre la burocracia civil y militar, sobre la polica, etctera, Mosca ohece cuadros a veces artificiosos, pero con una sustancia de verdad (por ejemplo, sobre los suboficiales del ejrcito, sobre los delegados de seguridad pblica, etctera). Sus obser\aciones son especialmente valiosas para Sicilia, por la experiencia directa de Mosca en aquel ambiente. En 1925 Mosca haba cambiado de punto de vista y de perspectivas, su material estaba superado, sin embargo reedit el libro por vanidad literaria, pensando inmunizar10 con algunas notitas palinb dicas. Sobre la situacin poltica italiana precisamente en 1883 y sobre la actitud de los clericales se pueden encontrar algunas ideas interesantes en el libro del Mariscal Lyautey, Lertres de Jainesse (Pans, Grasset, 1931). Segn Lyautey muchos italianos, entre los ms devotos del Vaticano, no crean en el futuro del reino; prevean su descomposicin, de la que habna nacido una Alta Italia con Florencia como capital, una Italia Meridie nal con capital en Npoles, y Roma en medio, con salida al mar Sobre el ejrcito italiano de entonces, que en Francia era poco apreciado,Lyautey refiere el juicio del conde de Chambord: "Ne vous y trompez pas. Tout ce que j'en sais, me la (i'arme italiana) fait Ijuger tres sneuse, tres digne 33 d'attention. Sous leurs fagons un peu thiuales et leurs plumers, les officiers y sont fort instruits, fort appliqus. C'est d'ailleurs l'opinion de mon neveu de Parme qui n'est pas pay pour les aimer"." Todo el esfuerzo de interpretacin del pasado italiano y la serie de consuucciones ideolgicas y de novelas histricas que del mismo se han derivado est predominantemente ligado a la "pretensin" de encontrar una unidad nacional, al menos de hecho, en todo el periodo desde Roma hasta hoy (y a menudo incluso antes de Roma, como en el caso de los "pelasgos" de GiobertiI6y en otros ms recientes). $ 3 n o naci esta preten-
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sin, cmo se ha mantenido y por que persiste todava? 2Es un signo de fuerza o de debilidad? ?Es el reflejo de formaciones sociales nuevas, seguras de s y que buscan y se crean ttulos de nobleza en el pasado, o bien es por el contrario el reflejo de una turbia '%olunrad de creer", un elemento de fanatismo (y de fanatizacin) ideolgico, que debe "resanar" las debilidades de esuuctura e impedir una temida ruina? Esta ltima parece ser la interpretacin correcta, unida al hecho de la excesiva importancia (relativamente a las formaciones econmicas) de los intelectuales, o sea de los pequetios burgueses en confrontacin con las clases econmicas atrasadas y polticamente incapaces. Realmente la unidad nacional es sentida como aleatoria, porque fuerzas "salvajes", no conocidas con precisin, elementalmente desuuctivas, se agitan continuamente en su base. La dictadura de hierro de los intelectuales y de algunos grupos urbanos con la propiedad de la tierra mantiene su solidez slo sobreexcitando sus elementos militantes con este mito de fatalidad histrica, ms fuerte que cualquier carencia y que cualquier ineptitud poltica y militar. Es en este terreno donde la adhesin orgnica de las masas populare+nacionales al Estado es sustituida por una seleccin de '\oluntarios" de la "nacin" concebida abstractamente. Nadie ha pensado que precisamente el pro34 blelma planteado por Maquiavelo al proclamar la necesidad de sustituir por milicias nacionales a los mercenaxios adventicios y desleales, no est resuelto mientras tambin el "voluntarismo"no haya sido superado por el hecho "popular-nacional" de masas, porque el voluntansino es solucin intermedia, equvoca, tan peligrosa como el mercenarismo. El modo de representar los acontecimientos histricos en las interpretaciones ideolgicas de la formacin italiana se podra llamar "historia fetichista": por ella, en efecto, se convierten en protagonistas de la historia "personajes" absnactos y mitolgicos. En la Lompolitica de Oriani se tiene el ms popular de estos esquemas mitolgicos, el que ha engendrado la ms larga serie de hijos degenerados. AU encontramos la Federacin, la Unidad, la Rmolucin, la Italia, etctera. En Oriani est clara una de las causas de este modo de.concebir la historia por medio de figuras mitolgicas. El canon crtico de que todo el desarrollo histrico es documento de s mismo, que el presente ilumina yjustica el pasado, es mecaniado y exteriorizado y reducido a una ley determinista de rectilinearidad y de "uniliearidad (tambin porque el horizonte histrico es resmngido a los confines geogrficos nacionales y el acontecimiento es desarraigado del conjunto de la historia universal, del sistema de relaciones internacionales al cual, por el contrario, est necesariamente soldado). El problema de buscar los orgenes histricos de un acontecimiento concreto y circunstanciado, la formacin del Estado moderno italiano en el siglo xrx,
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es transformado en el de ver este Estado, como Unidad o como Nacin o genricamente como Italia, en toda la historia precedente, as como el pollo debe existir en el huevo fecundado. Para el tratamiento de este argumento deben verse las o b s e r ~ ~ i 0 n e S crticas de Antonio Labriola en los SnEtti uari (pp. 487-90, pp. 317-442 passim, y en el primero de sus Saggi en las pp. 5052)." Sobre este punto debe verse tambin a Croce en la St& deUa Stmiogralfus 11, pp. 227-28 de 35 la la edicin y en toda esta obra el estudio del origen "sentimental y prctico" y la "imposibilidad critica" de una "historia general de Italia"." Otras observaciones vinculadas con stas son las de Antonio Labriola a propu sito de una historia general del cristianismo, que a Labriola le pareca tan inconsistente como todas las construcciones histricas que asumen como sujetos "entes" inexistentes (cfr.Sagg'o, 111, p. 113)." Una reaccin concreta en el sentido indicado por Labriola se puede estudiar en los escritos histricos (y tambin polticos) de Salvemini, el cual no quiere saber nada de "giieifos" y "gibelinos", uno partido de la nobleza y del Imperio y el otro del pueblo y del Papado, porque l dice conocerlos slo como "partidos locales", combatientes por razones absolutamente locales, que no coincidan con las del Papado y el Imperio. En el prefacio a su libro sobre la Rivoluzionefiancese se puede ver teorizada esta posicin de Salvemini con todas las exageraciones antihistricas que entraa (el libro sobre la Riuolusionefiancere es criticable tambin desde otros puntos de vista: que la Revolucin pueda considerarse concluida con la batalla de Valmy es una afirmacin insostenible): '%a innumerable vasiedad de los sucesos revolucionarios" suele ambuirse en bloque a un ente "Revolucin", en vez de "asignar cada hecho al indislduo o a los gru-. pos de individuos reales, que fueron sus auto re^".^ Pero si la historia se' redujese slo a esta bsqueda, sena bien msera cosa y resultara, por otra parte, incomprensible. Habr que ver cmo resuelve concretamente Salvemini las incongruencias que resultan de su planteamiento demasiado unilateral del problema metodolgico, teniendo en cuenta esta precaucin crtica: si no se conociese por otras obras la historia aqu relatada y nivisemos slo este libro, Enos resultana comprensible la serie de sucesos descrita?O sea, se trata de una historia "integral" o de una historia "polmica" y polmicamente complementaria, que se propone slo (y obtiene sin proponrselo, necesariamente) aadir I algunas pinceladas a un 36 cuadro ya esbozado por otros? Esta precaucin debera estar siempre presente en toda crtica, porque de hecho a menudo hay que vrselas con obras que "por s solas" no seran satisfactorias, pero que pueden ser muy tiles en el cuadro general de una determinada cultura, como "integradoras y complementarias" de otros trabajos o investigaciones.
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Escribe Adolfo Omodeo en la Criticadel 20 dejulio de 1932, p. 280: "A los patriotas les ofreca la tesis que entonces haba vuelto a poner en circulacin Salvemini: de la historia del Risorgimento como pequefia histcria, no suficientementeirrigada de sangre; de la unidad, ddiva ms bien de una fortuna propicia que merecida conquista de los italianos; del Fsorgimento, obra de minoras contra la apata de la mayoria. Esta tesis generadaa por la incapacidad del materialismo histrico para apreciar en s la grandeza moral, sin la estadstica emprica de los cubos de sangre vertida y el cmputo de los intereses (tena una especiosidad fcil y estaba destinada a correr por todas las revistas y peridicos y hacer denigrar por los ignorantes la obra dura de Mazzini y de Cavour), esta tesis serva de base a Marconi para una argumentacin moralista de estilo uociano". (Omodeo escribe de Piero Marconi, muerto en la guerra, y de su publicacin lo udii il comandamento, Florencia, sin fecha.)" Pero el mismo Omodeo, en su libro LEta del Risorgimento" no ha conseguido dar una interpretacin y una reconstruccin que no sea extrnseca y de ostentacin. Que el Risorgimento haya sido la aportacin italiana al gran movimiento europeo del siglo XIX no significa sin ms que la hegemona del movimiento estuviese en Italia, y no significa tampoco que tambin por la "mayoria de la minora" activa el movimiento mismo no haya sido seguido con repugnancia y obtorto collo. La grandeza individual 37 de Cavour y de Mazzini resalta an ms en L perspectiva histrica I como a la palma en el desierto. Las observaciones crticas de Omodeo a la concepcin del Risorgimento como "pequefia historia" son malvolas y triviales, y tampoco l logra comprender cmo tal concepcin ha sido el nico intento un poco serio de "nacionalizar" a las masas populares, o sea de crear un movimiento democrtico con races italianas y con exigencias italianas (es extrao que SalvatoreUi, aludiendo en una nota de la Cultura a la Stmia dEuropa de Croce y a la Eta del Risorgimento de Omodeo, encuentre en sta la expresin de una orientacin democrtica y en la h i s toria crociana la expresin de una orientacin ms estrictamente liberal conservadora)." Por lo dems se puede observar: si la historia del pasado no se puede escribir sino con los intereses y para los intereses actuales, la frmula cntica de que hay que hacer la historia de lo que el Fsorgimento fue concretamente (si no significa un llamado al respeto y a la suficiencia de la documentacin), ?no es insuficiente y demasiado restringida? Explicar cmo se h i o el Risorgimento concretamente, cules son las fases del proceso histrico necesario que culminaron en aquel determinado evento,
a En e texto l
de Omodeo: "germinada"
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puede ser slo un nuevo modo de representar la llamada "objetividad" externa y mecnica. Se bata a menudo de una reivindicacin "poltica" de quien est satisfecho y en el proceso al pasado ve justamente un prcceso al presente, una critica al presente y un programa para el futuro. El grupo Croce-Omodeo y Ca. est santificandountuosamente (la unmosidad es especialmente de Omodeo) el periodo liberal, y el mismo libro de Omodeo Momenti di guard4tiene este significado: mostrar cmo el periodo giolittiano, tan "difamado", incubaba en su seno un "insuperable" tesoro de idealismo y herosmo. Por lo dems estas discusiones, en cuanto son puramente de metodologa emprica, son inconcluyentes. Y si escribir historia significa hacer historia del presente, es gran libro de historia aquel que en el prelsente 38 ayuda a las fuerzas en desarrollo a hacerse ms conscientes de si mismas y por lo tanto ms concretamente activas y operantes. El defecto mximo de todas estas interpretaciones ideolgicas del Risorgimento consiste en que han sido simplemente ideolgicas, o sea que no se dirigan a suscitar fuerzas polticas actuales. Trabajos de literatos, de diletantes, construccionesacrobticas de hombres que quenan hacer despliegue de talento si no de inteligencia; o bien dirigidas a pequeas camarillas intelectuales sin futuro, o bien escritas para justificar fuerzas reaccionaias en acecho, prestndoles intenciones que no tenan y fines imaginarios, y por lo tanto, pequeos servicios de lacayos intelectuales (el tipo ms acabado de estos lacayos es Mario Missiroli) y de mercenarios de la ciencia. Estas interpretaciones ideolgicas de la formacin nacional italiana deben estudiarse tambin desde otro punto de vista: su sucesin "acntica", por impulsos individuales de personas ms o menos "geniales", es un documento del primitivismo de los xlejos partidos polticos, del empirismo inmediato de toda accin constructiva (incluida la del Estado), de la ausencia en la vida italiana de cualquier movimiento '\.ertebrado" que tenga en s posibilidades de desarrollo permanente y continuo. La falta de per* pectiva histrica en los programas de partido, perspectiva construida "cientficamente"o sea con seriedad escrupulosa, para basar en todo el pasado los fines que se han de alcanzar en el futuro y que se han de propm ner al pueblo como una necesidad en la que se debe colaborar conscientemente, ha permitido precisamente el florecimiento de tantas novelas ideolgicas, que son en realidad la premisa (el manifiesto) de movimientos polticos que se suponen abstractamente necesarios, pero para suscitar los cuales no se hace luego nada de prctico. I Es ste un modo de proce- 39 der muy i para facilitar las "operaciones" de las que a menudo son Ilatl madas "fuerzas ocultas" o "irresponsables"que tienen por portavoces a los
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"peridicos independientes": stas tienen necesidad de vez en cuando de crear movimientos ocasionales de opinin pblica, que mantienen vivos hasta el logro de determinados objetivos y que luego dejan languidecer y morir. Son manifestaciones como "las compaias de fortuna", autnticas compaas de fortuna ideolgicas, prontas a servir a los grupos pluwcrticos o de otra naturaleza, a menudo ngiendo precisamente luchar contra la plutocracia, etctera. Organizador tpico de tales "compaias" lo ha sido Pippo Naldi," discpulo tambin l de Oriani y director de escena de Mario Wssiroli y de sus improiisaciones periodsticas. Sera til compilar una bibliograa completa de Mano Missiroli. Algunos de sus libros: La Monarchia socialista (de 1913),Pohnica Iikraie, Opinioni, ico@o di Stalo (de 1925), Una battaglia po<iuta, Italia. d'oggi (de 1932), La itpubbliul deglz accattona (sobre Molinella), AmoreeFam, Date a &are ... (1929). Un libro sobre el Papa, de 1917, e t ~ t e r a . ~ Los principales argumentos puestos en circulacin por Missiroli son: I"] que el Risorghento fue una conquista regia y no un movimiento popular; 2"l que el Risorgimento no resolvi el problema de las relaciones entre el Estado y la Iglesia, argumento que est ligado al primero, porque "un pueblo que no haba sentido la libertad religiosa no poda sentir la libertad poltica. El ideal de la independencia y de la libertad se volvi pammonio y programa de una minora hei-oica,que concibi la unidad contra la aquiescencia de las multitudes populares"." La ausencia de la Reforma protestante en Italia explicara en ltimo anlisis todo el Risorgimento y la 4 historia moderna nacional. Missiroli aplica a Italia el criterio l hermenu0 tica aplicado por Masaryk a la historia rusa'8 (si bien Missiroli ha dicho que aceptaba la crtica de Antonio Labriola contra el Masaryk historiador)." Como Masaryk, Missiroli (no obstante sus relaciones con G. Sorel) no comprende que la "reforma" intelectual y moral (o sea "religiosa") de alcance popular en el mundo moderno se ha dado en dos tiempos: en el primer tiempo con la difusin de los principios de la Revolucin francesa, en el segundo tiempo con la difusin de una serie de conceptos tomados de la filosofia de la praxis y a menudo contaminados con la filosofa del iluminismo y luego del evolucionismo cienrifista. Que semejante "reforma" haya sido difundida en formas groseras v en forma de folletitos no es una objecin vlida contra SLI significado histrico: no es de creerse que las masas populares influidas por el calvinismo absorbieran conceptos relativamente ms elaborados y refmados que los ofrecidos por esta literatura de opsculos: se presenta, al contrario, la cuestin de los dirigentes de tal reforma, de su inconsistencia y ausencia de carcter fuerce y enrgico.
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Tampoco intenta Missiroli analizar por qu k minoria que gui el m e a vimiento del Risorgimento no "fue el pueblo", ni "ideolgicamente", asumiendo como propio el programa democrtico que sin embargo llegaba al pueblo a travs de las traducciones del francs, ni "econmicamente" con la reforma agraria. Lo que "poda" suceder, porque el campesinado era casi todo el pueblo de entonces y la reforma agraria era una exigencia fuertemente sentida, mientras que la Reforma protestante coincidi precisamente con una guerra de campesinos en Alemania y con conflictos entre nobles y burgueses en Francia, etctera (no hay que olvidar que con la reforma agraria especul, por el contrario, Austria, para azuzar a los campesinos contra los patriotas latifundistas y que los liberales conservadores, con las escuelas de enseanza mutua y con I instituciones de ayu- 41 da mutua o de pequeo crdito sobre fianzas populares, trataron slo de conquistarse las simpatas de los artesanos y de los escasos ncleos obreros de las ciudades: la Asociacin general de los obreros de Turin tuvo entre sus fundadores a Cavour). "La unidad no haba podido realizarse con el Papado, universal por naturaleza y orgnicamente hostil a todas las libertades modernas; pero tampoco haba conseguido triunfar sobre el Papado, contraponiendo a la idea catlica otra idea igualmente universal que respondiese del mismo modo a la conciencia individual y a la conciencia del mundo renovado por la Reforma y la Revolucin".loMrmaciones abstractas y en gran parte faltas de sentido. Qu idea universal opuso al catolicismo la Revolucin francesa? Por qu, entonces, en Francia el movimiento fue popular y en Italia no? La famosa minora italiana, "heroica" por deinicin (en estos escritores la expresin "heroico" tiene un significado puramente "esttico" o retrico y se aplica a don Tazzoli tanto como a los nobles milaneses que se arrastraron ante el emperador de Austria,"' tanto que incluso se escribi un libro sobre el Risorgimento como de una revolucin "sin hroes"31con un sentido igualmente literano y acartonado), que condujo al movimiento unimio, en realidad se interesaba en intereses econmicos ms que en frmulas ideales y combati ms para impedir que el pueblo interviniese en la lucha y la convirtiese en social (en el sentido de una reforma agruia) que contra los enemigos de la unidad. Missiroli escribe que el nuevo factor aparecido en la historia italiana despus de la unidad, el socialismo, ha sido la forma mas poderosa asumida por la reaccin anhunitaria y anhliberal (lo cual es una tontera y no coincide con otros juicios del mismo Missiroli, segn los cuales el s o c h s m o habra introducFdo en el Estado las fuerzas po&dares antes ausentes e indiferentes). Como el mismo Missiroli escribe: "El socialismo no slo no vigoiiz la pasin poltica (!?), sino que ayud poderosamente a extinguirla; fue el partido de los polbres y de la plebe hambrienta; las 42
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cuestiones econmicas deban adquhir rpidamente el predominio, los principios polticos ceder el campo (!?) a los intereses materiales"; se creaba una "rmora, lanzando Las masas a las conquistas econmicas y evitando todas las cuestiones institucionales". Esto es, el socialismo cometi el error (al revs) de la famosa minona: sta hablaba slo de ideas abstractas y de instituciones polticas, aqul olvid la poltica por la pura economa. Es verdad que en otro lugar Missiroli. precisamente por eso, alaba a losjefes reformistas etctera; estos argumentos son de origen orianesco y republicano, adoptados superficialmente y sin sentido de responsabilidad. Missiroli es, en realidad, slo lo que se Uama un escritor brillante; se tiene la-impresin fundada de que se burla de sus ideas, de Italia y de todo: solamente le interesa el juego momentneo de algunos conceptos abstractos p el inters de caer siempre de pie con una nueva condecoracin en el pecho. (Missiroli il misirirz) (~Missiroli mueco que mondo el en cualquier direccin, vuelve siempre a quedar derecho por efecto de un contrapeso que lleva en L base.) a El movimiento poltico que condujo a la unificacin nacional y a la formacin del Estado italiano, ?debe necesariamente desembocar en el nacionalismo y en el imperialismo militarista? Se puede sostener que este resultado es anacrnico y antihistnco (o sea artificioso y de no gran alcance); est realmente contra todas las tradiciones italianas, romanas primero, catlicas despus. Las tradiciones son cosmopolitas. Que el movimiento poltico tuviese que reaccionar contra las tradiciones y dar lugar a un nacionalismo de intelectuales puede ser explicado, pero no se uata de una reaccin orgnicepopular. Por otra parte, incluso en el Risorgimento, Mauini-Gioberti tratan de injertar el movimiento nacional en la tradicin cosmopolita, crear el mito de una misin de la Italia renacida en una nueva Cosmpolis europea y mundial, pero se trata de un mito verbal y retrico, fundado en el pasado y no en las condiciones del pre43 sente, ya formadas o I en proceso de desarrollo (tales mitos han sido siempre un fermento de toda la historia italiana, incluso la ms reciente, d e s de Q. Sella hasta Enrico Corradini, hasta D'Annunzio). El que un evento se haya producido en el pasado no significa que deba reproducirse en el presente y en el futuro; las condiciones de una expansin militar en el presente y el futuro no existen y no parece que estn en proceso de formacin. La expansin moderna es de orden financiero-capitalista. En el presente italiano el elemento "hombre" o es el "hombreiapital" o es el "hombre-trabajo". La expansin italiana puede ser slo del hombre-trabaj o y e l intelectual que representa el hombre-trabajo no es el tradicional, lleno de retrica y de recuerdos acartonados del pasado. El cosmopolitis mo uadicional italiano debena convertirse en un cosmopolitismo de tipo
moderno, o sea capaz de asegurar las mejores condiciones de desarroiio al hombre-trabajo italiano, en cualquier parte del mundo que se encuentre. No el ciudadano del mundo en cuanto cMs romanus o en cuanto catlico, sino en cuanto productor de ciniizacin. Por eso se puede so* tener que la tradicin italiana se contina dialcticamente en el pueblo trabajador y en sus intelectuales, no en el ciudadano tradicional y en el intelectual tradicional. Ei pueblo italiano es el pueblo que "nacionalmente" est ms interesado en una forma moderna de cosmopolitismo. No S& lo el obrero, sino el campesino y especialmente el campesino meridional. Colaborar para reconstruir el mundo econmico en forma unitaria est en la tradicin del pueblo italiano y de la historia italiana, no para dominarlo hegemnicamente y apropiarse el fruto del trabajo ajeno, sino para existir y desarrollarse precisamente como pueblo italiano: se puede demostrar que Csar est en el origen de esta tradicin. El nacionalismo de marca francesa es una excrecencia anacrnica en la historia italiana, propia de gente I que tiene la cabeza vuelta hacia atrs como los conde- 44 nados dantescos. La "misin" del pueblo italiano est en la recuperacin del cosmopolitismo romano y medieval, pero en su forma ms moderna y avanzada. Sea pues riacin proletaria, como quera Pascoli; prolemia como nacin porque ha sido el ejrcito de reserva de los capitalismos extranjeros, porque ha dado enseanzas a todo el mundo junto con los pueblos eslavos. Precisamente por eso debe introducirse en el frente moderno de lucha para reorganizar el mundo incluso no italiano, que ha contribuido a crear con su trabajo, etctera.
Cfr C u a d m 9
8 <6> La w t i n itaiianu Hay que ver los discursos pronunciados por el Ministro del Exterior D i o Grandi en el Parlamento en 1932 y las discusiones que de aquellos discursos se derivaron en la prensa italiana e internacional.' El onorevole Grandi plante la cuestin italiana como cuestin mundial, a resolverse necesariamente junto con las otras que constituyen la expresin poltica de la crisis general de la posguena, intensificadas en 1929 de modo casi ca~utrfico, saber: el problema francs de la seguria dad, el problema alemn de la paridad de derechos, el problema de una nueva organizacin de los Estados danubianos y balcnicos. El planteamiento del onormole Grandi es un hbil intento de obligar a cualquier p e sible Congreso mundial Uamado a resolver estos problemas (y a cualquier intento de la actividad diplomtica normal) a ocuparse de la "cuestin itah a " como elemento fundamental de la reconstruccin y pacificacin eu-
ropea y mundial. En qu consiste la cuestin italiana segn este planteamiento? Consiste en que el incremento demogrfico est en contradiccin con la relativa pobreza del pas, o sea en la existencia de una sobrepoblacibn. Sera necesario, por lo tanto, que se le diese a Italia la posibilidad de expandirse, tanto econmica como demogrficamente etctera. Pero no parece que la cuestin as planteada sea de fcil solucin y no pueda dar 45 lugar a objeciones 1 fundamentales. Si bien es verdad que las relaciones generales internacionales, tal como se han venido endureciendo cada vez ms desde 1929, son muy desfavorables a Italia (especialmente el nacionalismo econmico y el "racismo" que impiden la libre circulacin no slo de las mercancas y capitales. sino sobre todo del trabajo humano), puede tambin preguntarse si a suscitar y endurecer tales nuevas relaciones no ha contribuido y sigue conmbuyendo la misma poltica italiana. La bsqueda principal parece que debe ser en este sentido: la baja tasa individual de la renta nacional es debida a la pobreza "natural" del pas o bien a condiciones histric+sociales creadas y mantenidas por una determinada orientacin poltica que hacen de la economa nacional un tonel de las Danaides? Esto es, el Estado nos cuesta demasiado caro, entendiendo por Estado, como es necesario, no slo !a administracin de los servicios estatales, sino tambin el conjunto de las clases que lo componen en sentido estricto y lo dominan? Por lo tanto, ?es posible pensar que sin una modiicacin de e s tas relaciones internas, la situacin pueda cambiar para mejor aun cuando internacionalmente las relaciones mejorasen? Puede observarse tambin que la proyeccin en el campo internacional de la cuestin puede ser una coartada poltica frente a las masas del pas. Que la renta nacional sea baja, puede concederse, ipero no es luego destruida (devorada) por la excesiva poblacin pasiva, haciendo imposible cualquier capitalizacin progresiva, aunque fuese con ritmo aminorado? Por lo tanto la cuestin demogrfica debe ser a su vez analirada, y hay que establecer si la composicin demogrtka es "sana", incluso para un rgk men capitalista y de propiedad. La pobreza relativa "natural" de pases a & lados en la civilizacin moderna (y en tiempos normales) tiene una importancia tambin relativa; todo lo ms impedir ciertas ganancias marginales 46 de "posicin" geogrfica. La riqueza nacional est condicionada por L I dia visin internacional del trabajo y por el haber sabido elegir, entre las posibilidades que esta divisin ofrece, la ms racional y redhable para cada pas dado. Se trata pues, esencialmente, de "capacidad directiva" de la clase econmica dominante, de su espritu de iniciativa y de organizacin. Si estas cualidades faltan, y la empresa econmica est fundada esencialmente en la explotacin de rapia de las clases trabajadoras y productoras. Nngn acuerdo internacional puede remediar la situacin.
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No se tienen ejemplos, en la historia moderna, de colonias de "poblacin"; nunca han existido. La emigracin y la colonizacin siguen el flujo de los capitales invertidos en los diversos pases y no viceversa. La crisis actual que se manifiesta especialmente como cada de los precios de las materias primas y de los cereales muestra que el problema no es de riqueza "natural" para los diversos pases del mundo, sino de organkzacin social y de transformacin de las materias primas para ciertos fines y no para otros. Que se trate de organizacin y de orientacin polticoeconmica se desprende tambin del hecho de que cada pas y c~lizacin moderna ha tenido "emigracin" en ciertas fases de su desarrollo econmico, pero tal emigracin ha cesado y a menudo ha sido reabsorbida. Que no se quiera (o no se pueda) cambiar las relaciones internas (y ni siquiera rectificarlas racionalmente) es resultado de la poltica de la deuda pblica, que aumenta co~itinuamente peso de la pasividad "demogrel fica", precisamente cuando la parte activa de la poblacin est restringida por la desocupacin y la crisis. Disminuye la renta nacional, aumentan los parsitos, el ahorro se restringe y es desinvertido del proceso productivo y es vertido en la deuda pblica, o sea que es hecho causa de nuevo parasitismo absoluto y relativo.
Cfr Cuadmo 9
3 <7> Sobre la eshudura econmica naciond En la R i f m So&k de maye junio de 1932 se public una resea del libro de Rodolfo Morandi (Storia &Uugrande industria I in Italia, ed. Laterza, B&, 1931) resea que contiene algunas ideas metodolgicas de cierto inters (la resea es annima, pero el autor podra ser identificado en el profesor De Viti De Marco).' Se objeta ante todo a Morandi no tomar en cuenta lo que ha costado la industria italiana: "Al economista no le basta que se le muestren fbricas que dan trabajo a millares de obreros, obras de saneamiento que crean tr i nas cultivables y otros hechos similares con los que el pblico generalmente se contenta en susjuicios sobre un pas, sobre una poca. El economista sabe bien que el mismo resultado puede representar un mejoramiento o un empeoramiento de una cierta situacin econmica, segn que se haya obtenido con un conjunto de sacrificios menores o mayores". (Esjusto el criterio general de que hay que examinar el costo de introduccin de cierta industria en el pas, quin ha hecho gastos, quin ha obtenido beneficios y si los sacrificios hechos no podan hacerse en otra direccin ms tilmente, pero todo este examen debe hacerse con una perspectiva no inmediata, sino de largo alcance. Por lo dems, el solo cri37 1
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terio de la utilidad econmica no es suficiente para examinar el paso de una forma de organizacin econmica a otra; hay que tener en cuenta tambin el criterio poltico, o sea si el paso ha sido objetivamente necesario y corresponde a un inters general cierto, aunque sea a largo plazo. Que la unificacin de la pennsula deba costar sacrificiosa una parte de la poblacin por las necesidades inderogables de un gran Estado moderno es algo que debe admitirse, pero hay que examinar si tales sacrificios fueron dismbuidos equitativamente y en qu medida podan ser evitados y si fueron aplicados en una direccin justa. Que la inuoduccin y el desarrollo del capitalismo en Italia no haya ocurrido desde un punto de vis 48 ta nacional, sino desde estrechos puntos de I vista regionales y de grupos restringidos y que en gran parte haya fallado respecto a sus objetivos, determinando una emigracin morbosa, nunca reabsorbida y cuya necesidad nunca ha cesado, y arruinando econmicamente regiones enteras, es ciertsimo. La emigracin debe de hecho ser considerada como un fenmeno de desocupacin absoluta por una parte, y por la otra como manifestacin del hecho de que el rgimen econmico interno no aseguraba un standard de vida que se aproximase al internacional al punto de no hacer preferir los riesgos y sacrificios que enuaria abandono del propio pas a trabajadores ya ocupados.) Morandi no logra valorar el significado del proteccionismo en el desarrollo de la gran indusma italiana. As, Morandi recrimina absurdamente a la burguesa "el propsito deliberado y funestisimo de no haber intentado la auentum saludable del Sur, donde la produccin ap'cola malamente puede recompensar los grandes esfuerzos que exige al hombre". Morandi no se pregunta si la miseria del Sur no est determinada por la legislacin proteccionista que ha permitido el desarrollo indusmal del Norte, y cmo pda existir un mercado interno que explotar con impues tos y otros privilegios, si el sistema proteccionista se hubiese extendido a toda la pennsula, transformando la economa rural del Sur en economa industrial (sin embargo se puede pensar en semejante rgimen proteccionista panitaliano, como un sistema para asegurar determinadas rentas a ciertos grupos sociales, o sea como un "rgimen salarial"; y se puede ver algo parecido en la proteccin cerealera, vinculada a la proteccin indusuial, que funciona slo a favor de los grandes propietarios y de la industria harinera etctera). Se reprocha a Morandi la excesiva severidad con que juzga y condena a hombres y cosas del pasado, porque basta hacer una 49 comparacin entre las condiciones antes y despus I de la independencia para ver que a pesar de todo algo se ha hecho. Parece dudoso que se pueda hacer una historia de la gran indusaia prescindiendo de los principales factores (desarrollo demogrfico,polti-
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ca financiera y aduanal, ferrocarriles etctera) que han conmbuido a determinar las caractersticas econmicas del penodo considerado (crtica muv iusta: man Darte de la actividad de la Derecha histrica desde Cavour 1 hasta 1876 fue de hecho dedicada a crear las condiciones tcnicas generales en las que una gran indusma fuese posible y un gran capitalismo pudiese difundirse y prosperar; slo con el advenimiento de la Izquierda y especialmente con Crispi se tiene la "fabricacin de fabricantes" a travs del proteccionismoy los privilegios de todo gnero. La poltica fmancierade la Derecha orientada al equilibrio hace posible la poltica "productivista" subsiguiente). "As, por ejemplo, no se logra comprender cmo es que baba tanta abundancia de mano de obra en Lombarda en las primeras dcadas despus de la unificacin, y en consecuencia que el nivel de los salarios permaneciese tan bajo, si se representa el capitalismo como un pulpo que alarga sus tentculos para hacer constantemente nuevas presas en las zonas rurales, en vez de tener en cuenta la transformacin que simultneamente ocuni en los contratos agrarios y en general en la economa rural. Y es fcil concluir simplistamente sobre la testarudez y estrechez de mente de las clases patronales observando la resistencia que oponen a toda solicitud de mejoramiento de las condiciones de las clases obreras, si no se tiene tambin presente lo que ha sido el incremento de la poblacin respecto a la formacin de nuevos capitales". (Pero la cuestin no es tan simple. La tasa de ahorro o de capitalizacin era baja porque los capitalistas haban querido mantener toda la herencia de parasitismo del periodo anterior, con el fin de que no disminuyese la fuerza poltica de su clase y de sus aliados.) Crtica de la defmicin I de "gran industria" dada por Morandi, el cual, 50 no se sabe por qu, ha excluido de su estudio muchas de las ms importantes actividades industriales (transportes, indusmas alimenticias, etctera). Excesiva simpata de Morandi por los colosales organismos indusmales, considerados demasiado a menudo, sin ms, como formas superiores de actMdad econmica, a pesar de que se recuerdan l s quiebras desastrosas a de Ilva, de Ansaldo, de la Banca de Descuento, de Snia Viscosa, de Italgas. "Otro punto de discordia, el cual merece ser destacado, porque nace de un error muy difundido, es aqul en que el A. considera que un pas debe necesariamente quedar sofocado por l competencia de otros pases si coa mienza despus de aqullos su propia organizacin indusmal. Esta inferim ridad econmica, a la que esma condenada tambin Italia, no parece en absoluto demostrada, porque las condiciones del mercado, de la tcnica, de los ordenamientos polticos, estn en continuo movimiento y por lo tanto las metas a alcanzar y los caminos a recorrer cambian t n a menudo y a sbitamente que pueden encontrarse en ventaja individuos o pueblos que baban quedado ms atrs o que casi no se haban movido. Si no fuese as,
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mal se explicara cmo continuamente pueden surgir y prosperar nuevas .~ . . industrias junto a las mis viejas en el misnlc>p i s y cmo tia ~mdido real7 x s e el enorme riecarroUo indusinal del . laon a fines del sirtlo .ua~ado". (A , u este respecto habna que investigar si muchas industrias italianas, en vez de nacer sobre la base de la tcnica ms avanzada en el pas ms avanzado, como habra sido racional, no han nacido con las mquinas de desecho de otros pases, adquiridas a buen precio, s, pero ya superadas,y si este hecho no result "ms ti" para los industriales que especulaban con el bajo precio de la mano de obra y con los privilegios gubernativos ms que con una produccin tcnicamente perfeccionada.) si Al hacer el anlisis del informe I de la Banca Comercial Italiana a la asamblea social para el ejercicio de 1931, Attilio Cabiati (en la Iu@rm Se &le, julio-agosto de 1932, p. 464) escribe: "Resalta de estas consideraciones el vicio fundamental que siempre ha afligido la vida econmica italiana: la creacin y el mantenimiento de una estructura industrial demasiado superior tanto a la rapidez de formacin de ahorro en el pas, como a la capacidad de absorcin de los consumidores internos; viviente por lo tanto para una parte notable slo por la fuerza del proteccionismo y de las ayudas estatales de diversas formas. Pero el proteccionismo pamo que en algunos casos alcanza y supera el cien por ciento del valor internacional del producto, al encarecer la vida haca ms lenta a su vez la formacin del ahorro, que para colmo era disputado a la industria por el Estado mismo, a menudo apremiado por sus necesidades, desproporcionadasa nuestra e s tructura. La guerra, ampliando fuera de medida tal estructura, oblig a nuestros bancos, como escribe el informe antes citado, 'a una poltica de tesorena valerosa y pertinaz', la cual consisti en tomar emprstitos 'a r e tacin' en el exuanjero, para prestar a ms largo plazo en el interior. 'Semejante poltica de tesorera tena sin embargo -dice la relacin- su Lmite natural en la necesidad para los bancos de conservar a toda costa adecuadas reservas de inversiones lquidas o de fcil realizacin'. Cuando estall la crisis mundial, las 'inversiones lquidas' no se podan realizar sino a un descuento formidable: el ahorro exterior interrumpi su flujo: las i n d w mas nacionales no pudieron pagar. De manera que, a @ t G ari~LC, el sistema bancario italiano se encontr en una situacin en muchos aspectos idntica a la del mercado financiero ingls a mediados de 1931... (el error) antiguo consista en haber querido dar vida a un organismo indusmal des proporcionado a nuestras fuerzas, creado con el propsito de hacemos 'inS2 dependientes del extranjero': sin reflexionar I que, en la medida en que no 'dependamos' del exuanjero por los productos, ramos cada vez ms dependientes por el capital".? Se plantea el problema de si en otro estado de cosas se podr ampliar
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la base industrial del pas s i n recurrir al extranjero para L s capitales. El o ejemplo de otros pases (por ejemplo el Japn) muestra que eso es posible: cada forma de sociedad tiene su ley de acumulacin del ahorro y es de considerarse que tambin en Italia se puede obtener una acumulacin ms rpida. Italia es el pas que, en las condiciones creadas por el Risorgimento y por su modo de desarrollo, tiene el mayor peso de poblacin parasitaria, esto es, que vive sin intervenir para nada en lavida productiva, es el pas de mayor cantidad de pequea y mediana burguesa rural y urbana que consume una fraccin grande de la renta nacional para ahorrar una fraccin de la misma insuficiente para las necesidades nacionales.
Cfr. Cuodmo 9 (XIV), pp. 84-85 bis y 86 b i d 7
8 <S> Las secfas a el Risorgimnfo. Cfr. Pellegrino Nicolli, La Carboneria in Italia. Vicenza. Edizioni Cristofari. 1931. Nicolli trata de distineuir en el " Carbonarismo las diversas corrientes, que a menudo lo componan, y de dar un cuadro de las diversas sectas que pulularon en Italia en la primera parte del siglo m.De una resea del libro de Nicolli publicada en Marzocm del 25 de octubre de 1931 se extrae este pasaje: "Es un revoltijo de nombres extraos, de emblemas, de ritos, cuyos ongenes se ignoran las ms de las veces; una confusa mezcolanza de propsitos dispares, que varan no solamente de sociedad a sociedad, sino en la misma sociedad, la cual, segn las pocas y las circunstancias, cambi de mtodos y programas. Del vago sentimiento nacional se llega a Las aberraciones del comunismo y, a la inversa, existen sectas que, inspirndose en los mismos sistemas revolucionarios. asumen la defensa del trono v el altar. Parece oue revolucin y reaccin tienen I necesidad de b a h e en un campo cerrado, donde no 53 penetra ojo profano, tramando conjuras a la luz de antorchas humeantes y manejando puales. Un hilo que nos gue en medio de este laberinto no existe y es en vano pedrselo a NicoUi, que sin embargo ha hecho todo lo posible por encontrarlo. Tngase tambin slo presente el Carbonaris mo, que es en cierto sentido el gran n o en el que confluyen todas las dems sociedades secretas". Nicolli se ha propuesto "recoger sintticamente cuanto hasta ahora ha sido escrito por historiadores vlidos" sobre las sociedades secretas en el Risorgimento.' Se puede observar: 1-1 que la multiplicidad de las sectas, de los p r c ~ gamas y los mtodos, adems de ser debidaa al carcter clandestino del movimiento sectano, es ciertamente debida tambin al primitivismo del m e
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En el manuscrito: "debido".
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vimiento mismo, o sea a la ausencia de tradiciones fuertes y arraigadas, y por lo tanto a la ausencia de un organismo "central" slido y con orientacin firme; Z"] la multiplicidad puede parecer ms "morbosa" de lo que era realmente por la inmensa pedantera erudita del investigador: realmente, en todas las pocas, existen movimientos "sectarios" extraos y curiosos, a los cuales ni siquiera se les presta atencin, en mayor medida de lo que se supone comnmente.
Cfr. Cuodma 9 ( X I V ) , pp. 71-71 bis.
5 4 .
5 <9> CUniates populares en el Risop'mento. Carlo Bini (cfr Le piu bellepagine di Carlo Bini, seleccionadas por D i o Provenzal).' Giovanni Rabizani, en un estudio sobre Laurence Sterne en Italia (seguramente en la coleccin "L'Italia negli scnttori stranieri" del editor Rocco Carabba)' recuerda a Bini y seala un notable contraste entre los dos: Sterne ms inclinado a los anlisis sentimentales y menos escptico, Bini ms atento a los problemas sociales, tanto que R a b i a n i lo llama incluso mcialista.' En todo caso es de observarse que Liorna fue de las poqusimas ciudades que en 184849 vio un profundo movimiento popular, una intervencin de masas plebeyas que tuvo vasta repercusin en toda la Toscana y que caus espanto I entre los grupos moderados y conservadores (recordar las M m r i e de G . Giusti).' Bmi debe verse por lo tanto junto a Montanelli, en el cuadro del 1849 toscano.
Cfr. Cuodenzo 9
(m,7 1 bis. p.
9 < bLos esmtos del padre Carlo Mana Curci Los escritos del padre l Curci, despus de su conversin al catolicismo liberal, son tiles para reconstruir la situacin italiana hacia 1880. La conversin de Curci, clebre y batalladorjesuita de la CivBlti Grnolicq representa, despus de 1870, uno de los mayores golpes recibidos por la poltica vaticana de boicot del n u c vo Estado unitario y el comienzo de aquel proceso molecular que trans formar el mundo catlico hasta la fundacin del Partido Popular. Algunos escritos del padre Curci despus de su conversin: R modano disidio tra la Chksa e l'ltalia, considerado con ocasin de un hecho particular, lla edicin corregida y aumentada, en S", pp. XII-276, 1878, 4.50 liras; La n u w a Italia e i uecchi relanti Estudios tiles toda%<a para el ordenamiento de los partidos parlamentanos, en S", pp. VIII-256, 188l,5.25 liras; Il k t i umo Regio, tarlo superstife della ChieJa Catlolica. Estudios dedicados al joven
clero y al laico creyente, en V, pp. VIII-336, 1883,4.50 liras; Lo scandalo del Vaticano Regio, duce la Provvidenza, buono a qualche cosa, en S", pp- XV1-136, 1884, 2.25 liras. (Estos libros estn todava en venta en Utet de Turin, se@n el catlogo de 1928.)'
g <11> Caractersticaspopularer del &w.~mmto. Voluntarios e intervencin popular. En el nmero del 24 de mayo de Gimient Fasckta (reproducido por el C&ere della Sera del 21 de mayo de 1932)' se publica este mensaje del onweuokBalbo: "Las creaciones originales de la historia y de la civilizacin italiana, son debidas al voluntariado de la Juventud. La santa canalla d e Garibaldi, el heroico intervencionismo del 15, las Camisas Xegras de la Revolucin Fascista han dado unidad y poder a Italia, han hecho de un pueblo disperso una nacin. A las generaciones que hoy se aso Iman a s la vida bajo el signo del Littorio, la tarea de dar al nuevo siglo el nombre de Roma". La airmacin de que la Italia moderna ha sido caracterizada por el voluntariado es justa (puede aadirse el ardilismo de guerra), pero hay que sefialar que el voluntariado, aun en su mrito histrico, que no puede ser rebajado, ha sido un subproducto de la intervencin popular, y en este sentido es una solucin de compromiso con la pasividad de las masas nacionales. Voluntariadepasividad van juntos ms de lo que se cree. La solucin por el voluntariado es una solucin de autoridad, de lo alto, legitimada formalmente por el consenso, como suele decirse, de los "mejores". Pero para construir historia duradera no bastan los "mejores", se requieren las ms bastas y numerosas energas nacionales-populares.
cfr. Cuaderno 9
3 <12> La posicin gecpolitica de Itaiia. La posibilidad de los bloqueos. En la la Conferencia de Washington (23 de diciembre de 1921) el delegado ingls Balfour dijo, hablando de Italia: 'Italia no es una isla, pero puede considerarse como una isla. Recuerdo la extrema dificultad que tuvimos para abastecerla incluso con el mnimo de carbn necesario para mantener su actividad, sus arsenales y sus fbricas durante la guerra. Dudo que ella pueda nutrirse y aprovisionarse o seguir siendo una efectiM unidad de combate, si realmente fuera sometida a un bloqueo v si su comercio martimo se interrumpiera. Italia tiene cinco vecinos en el Mediterrneo. Espero y creo que la paz, paz eterna, pueda reinar en los ansexta sesin de
tiguos hogares de la civilizacin. Pero nosotros hagamos un examen io y calculador como el de un miembro cualquiera del Estado Mayor General. Este, considerando el problema sn ningn prejuicio poltico y solamente i 56 como una cuestin de estrategia, le d i i a a Italia: tenis cinco vecinos, I cada uno de los cuales puede, si quiere, establecer un bloqueo de vuestras costas sin emplear una sola nave de superficie. No sena necesario que desembarcara tropas y presentase batalla. Vosotros perecenais sin ser conquistados".' (Baifour hablaba especialmente bajo la impresin de la guerra submarina y antes de los grandes progresos realizados por la aviacin de bombardeo, que no parece pueda permitir un bloqueo inmune a represalias; sin embargo, en algunos aspectos su anlisis es bastante justo.)
Chi Cuadenio 9 (XIV),pp. 88-88 bis.
5 <13>Publiuacin p examm de los libros p memorias de los antiliberaks y anttfranceres en el penodo de la Reuolucinf7ancesa y de Napokn y de los ream'onarios a elpetiodo del Risurgimmto. Son necesarios, en cuanto que tambin las fuerzas contrarias al movimiento Liberal italiano fueron una parte y un aspecto no desdeable de la realidad, pero en ellos hay que tener presentes algunos criterios metodolgicos: 1-1 algunas reediciones, como la del M m a n d u m de Solaro della Margarita y quiz tambin los libros a cargo de Lovera di Castiglione y del jesuita Ilario Rinieri,' o tienen un objetivo actual, el de reforzar ciertas tendencias reaccionarias en la interpretacin del Risorgimento (representadas por los jesuitas de la Civil& Catolica) o son presentados como textos para la accin actual (el Papa de De Maistre y el mismo M m a n d u m de Solaro etctera). 2-1 Las descripciones de las ' intervenciones francesas en las diversas regiones italianas bajo el Directw no y posteriormente, son debidas muy a menudo slo a los reaccionarios: los '3acobmos" se enrolaban y por lo tanto tenan otras cosas que hacer que escrib memorias: los cuadros, por L tanto, son siempre tendenciw o sos y sera muy ingenuo reconstruir la verdad en base a tal literatura. Entre estas publicaciones cfr. Ranuccio Ranieri, Lln~iasione jrancese de$ A h z U m 1798-99 e una memmia del tempo imdita di Giouanni Battisfa 1 Semone, Pescara, Ediciones del Adritico, 1931. De la narracin de Simo57 ue, antijacobmo y legitimista, se desprende I que en Chieti ciudad la fuerza jacohina era de cierta eficiencia, pero en el campo (salvo excepciones debidas a rivalidades municipales y al deseo de tener ocasin de hacer vendetta) prevalecan las fuerzas reaccionarias en la lucha contra Chieti. Parece que ms que la memoria de Simone, enftica y verbosa, es intere-
sante la exposicin de Ranieri que reconstruye la situacin del Abruzzo en aquel periodo de historia?
8 < l b CaIZoFelice. Debe leerse su biogra6a escrita por Francesco k m m i para la "Collana storica sabauda" del Ed. Paravia. Algunos puntos importantes de la biografia de Lemmi: la aversin de Carlo Felice contra la rama de los Caganano: en algunas cartas escritas por Carlo Felice a su hermano tono Emanuele en 1804 se leen contra los padres de Carlo Alberto palabras "candentes" dictadas no se sabe por cul resentimiento y que llegan hasta a repudiar como una vergenza aqueila no deseada sucesin; Carlo Felice y los movimientos de 1821. S a l a Lammi que Carlo Felice no hiio nunca una poltica itaiiana sino que se ocup slo de extender sus posesiones.'
g <15> La Rmolun de 1831. En el A~ch~giginnaiio aiio m,1932) (4-6, Albano Sorbelli publica y comenta el texto del Plan poltico constitutivo de la Revolucin de 1831 escrito por Ciro Menotti. El documento >afue publicado por Enrico Rufni en 1909 (?) en el Archivo Erniliano del Risorg k m t o Nazionak, ffasc. 10 y 11. Tambin el libro de Arrigo Solmi sobre los hechos del 31 se basa en este plan. Ahora se ha podido, con un reactivo, hacer revivir el escrito de Menotti y foto~afiarlo para el Archiginnusio.'
<16>ProsperM&& y e148 itnliano. En la Reuzle des Deux M& (&c. del 15 de mayo de 1932) se publica un puado de cartas de Prospero Merime a la condesa De Boigne (autora de Memminr famosas). Sobre el 48 en Italia: 'los piamonteses no se preocupan en absoluto de nuestra ayuda y nosotros impedimos a los itaiianos ayudarles prometindo lles el refuer- 58 zw de nuestro invencible ejrcito: un viajero que viene de Lombarda cuenta que el pas, como en plena Edad Media, est dividido en tantas pequeas repblicas como pueblos y aldeas hay, hostiles los unos a los otros en la espera de tomar las armas". Merime era partidario de la unidad itaa En
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liana. (Cuenta ancdotas picantes sobre la situacin francesa: por ejemplo los campesinos, al votar por Luis Napolen, crean votar por Napolen 1. Intilmente se les trataba de explicar que los restos del Emperador se encuentran sepultados en los Invlidos.)' Que la esperanza de una posible ayuda del ejrcito francs haya influido en el 48 para restringir el movimiento de voluntarios, etctera, es posible, sin embargo no se explica el hecho de que los voluntarios que se presentaron fueron mal empleados y maltratados, no explica la inercia militar del mismo Piamonte y la ausencia de una clara direccin polhco-militar, en el sentido explicado en las notas subsiguientes; no explica tampoco el lema de 'Ttalia lo har por s misma".
Cfr C u a d m o 9 (XIV), p. 87 bis.
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5 c17> Martin Beltrani Scalia: Giornali di P a l m o nel1848-1849, con breves alusiones a los de [os otrasprincipaks ciudades d t Italia en el mismo periodo, a cargo de su hijo Vito Beltrani, Paiermo, Sandron, 1931. Se trata de una exposicin, condensada en pocas lneas, del contenido de los peridicos publicados en Palermo en 1848 y 1849 y tambin del ao anterior, as corno de numerosos peridicos del continente (de Npoles, Roma, Toscana, Piamonte y de Suiza, o sea la "Italia del Popolo" de Mazzini), exposicin hecha generalmente da por da. Para los peridicos no sicilianos se da importancia a lo que concierne a Sicilia. En 1847 los peridicos palermitanos eran apenas seis; en el 4849 Beltrani Scalia enumera ciento cuarenta y uno y n o debe excluirse que se le haya escapado alguno. En los resmenes de B. S. se refleja la ausencia de partidos permanentes: se trata en su mayor parte de opiniones personales, a menudo contradictorias en la misma hoja. Parece que el ensayo de I B. S. demuestra que tena razn La Farina cuando en la Stona donrmntadu della nvoluzione sinliana escribi que 'la prensa peridica, salvo escasas y honorables excepciones, no respondi nunca a la altura de su ministerio: fue escndalo, no fuerza".'
Cfr. Cuadmo9 (XIG'), p. 88.
8 c18> El 1849 en Florencia. En la Rassepa Nazionale (reproducido por el ~Manocco 21 de febrero de 1932) Aldo Romano puhlica una carta de del Ruggero Bonghi y una de Cirillo Mouzania escritas a Silvio Spaventa en
"En el manuscrita: "Montario-.
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1849 desde Rorencia, durante el periodo de la dictadura Guerraui-Montanelli,' carta aue son interesantes para juzgar cul era la actitud de los moderados respecto a la fase democrtica d z movimiento revolucionario del 48-49. Impresiona el hecho de cmo estos dos moderados se muestran extraos a 16s acontecimientos, espectadores solamente curiosos pero malvolos y no actores interesados. He aqu un fragmento de Bonghi, e s crito quince das despus de la fuga del Gran Duque y de estilo brescianesco: "La faccin republicana pretende erigir por doquier aquel mstil que con tan poca ayuda se erigi en Florencia, desde la noche en que se conoci la proclama de De Laugier y mediante la cooperacin de algunos liorneses hechos venir para este fin. Esta ereccin tiene poca o ninguna oposicin en las ciudades principales o ms populosas; pero ene mucha en las ms pequeas y muchsima en el campo. Ayer por la tarde se quera erigir fuera de Porta Romana; hubo vtores; luego oposicin entre quie nes queran y quienes no queran; luego cuchilladas y disparos; por 1mo un gran destrozo. Los campesinos de los alrededores, creyendo que se trataba de un jolgorio por el retorno del gran duque, o porque ya hubie ran sido instigados y preparados para la reaccin, o por lo que fuese, comenzaron tambin ellos a lanzar vtores a Leopoldo 1 , a disparar tiros, a 1 sacar banderas, a agitar pauelos, a disparar cohetes y cosas por el estilo". Ms sintomtico todava es el escrito de Monzani,a que da una muestra de la que deba ser la propaganda derrotista de los moderados: "La ceguera y, lo que es peor, la I mala fe, la astucia, el engao, me parecen llegados al 60 colmo. Se habla mucho de patria, de libertad, pero pocos tienen la patria en el corazn ni sabran hacer sacrificios extremos y exponer las vidas para su salvacin. Estos santsimos nombres son lamentablemente profanados, y los ms se sirven deellos como pala (!) para obtener poder o riqueza. Seguramente me engaar, pero esperar de stos la salvacin me parecera lo mismo que esperarlab del turco. Y no soy afecto a engaarme ni a coo rrer detrs de fantasmas, que ya demasiado los italianos se han dejado atrapar en la red de las quimeras y las utopas de ciertos apstoles, los cuales son ya demasiado dainos para nuestra desgraciada pauia". Las dos caras le fueron secuestradas a Spaventa e n el momento de su arresto. Los Borbones eran demasiado estrechos de mente para servirse de ellas conna los liberales, hacindolas publicar y comentar por sus plumista (odiaban demasiado a los plumistas para tenerlos a su servicio), se limitaron a pasarlas a las actas del proceso Spaventa. (Toda la chocarrera
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8 c19> M m t o s de vida inhramente cokdiuag unitaria m el desarrollo nacional delpueblo italiano. Examinar en el desarrollo de la vida nacional d e s de 1800 en adelante todos los momentos en los que al pueblo italiano se le ha planteado para resolver una tarea al menos potencialmente comn, en los que habra podido tener lugar una accin o un movimiento de carcter colectivo (en profundidad y en extensin) y unitario. Estos m o mentos, en las diversas fases histricas, pueden haber sido de distinta naturaleza y distinta importancia nacional-popular. Lo que importa en la investigacin es el carcter potencial (y por consiguiente la medida en que la potencialidad se ha traducido en acto) de colectividad y unitariedad, o sea la difusin temtorial (la regin responde a esta exigencia, si 61 no es que tambin la provincia) y la I intensidad de masa (o sea la mayor o menor multitud de participantes, la mayor o menor repercusin positiva e incluso activamente negativa que el movimiento ha tenido en los diversos estratos de la poblacin). Estos momentos pueden haber tenido carcter y naturaleza distintos: guerras, revoluciones, plebiscitos, elecciones generales de pqicular significado. Guerras: 1848-49,1859,1860,1866,1870,guerras de Africa (Eritrea y Libia), guerra mundial. Revoluciones: 182021, 1831, 181849, 1860,fnsn' sicilianos, 1898, 1904, 1914, 1919-20, 1924-25. Plebiscitos para la formacin del Reino: 1859-60, 1866, 1870. Elecciones generales con distinta extensin del sufragio. Elecciones tpicas: la que lleva a la Izquierda al poder en 1876, la que sigue a la ampliacin del sufragio despus de 1880, la de d e s pus de 1898. La eleccin de 1913 es la primera con caractersticas populares notables por la grandsima participacin de campesinos; la de 1919 es la ms importante de todas por el carcter proporcional y provincial del voto que obliga a los partidos a agruparse y porque en todo el territorio, por primera vez, se presentan los mismos partidos con los mismos programas (a grandes rasgos). En medida mucho mayor y ms orgnica que en 1913 (cuando el colegio uninominal restringa las posibilidades y falsificaba las posiciones polticas de masas por la artificiosa delimitacin de los cm legios) en 1919 en todo el territorio, en un mismo da, toda la parte ms activa del pueblo italiano se plantea las mismas cuestiones y trata de resolverlas en su conciencia histricopoltica. El significado de las elecciones de 1919 es dado por el conjunto de elementos "unificadores", posivos y
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negativos, que en ellas confluyen: la guerra ha sido un elemento unificador de primer orden en cuanto dio la conciencia a las grandes masas de la importancia que tiene incluso para el destino de cada individuo aislado la construccin del aparato gubernativo, adems de haber planteado una serie de problemas concretos, generales y particulares, que reflejaban la unidad popular-nacional. Puede afirmarse que las elecciones de 1919 tuvieron para el pueblo un carcter de Constituyente (este carcter lo tuvieron tambin las I elecciones de 1913, como puede recordar cualquiera que ha- 62 ya asistido a las elecciones en los centros regionales donde mayor era la transformacin del cuerpo electoral y como fue demostrado por el alto porcentaje de participacin en el voto: estaba extendida la conviccin ms tica de que todo camhim.a despus de la votacin, de una autntica palingnesis social: as al menos en Cerdea) si bien no lo hayan tenido para "ningn" partido de la poca: en esta contradiccin y distanciamiento entre el pueblo y los pamdos consisti el drama histrico de 1919, que fue entendido inmediatamente slo por algunos grupos dirigentes ms avisados e inteligentes (y que tenan ms que temer para su futuro). Hay que obseriar que precisamente el partido tradicional de la constituyente en Italia, el republicano, demostr el mnimo de sensibilidad histrica y de capacidad poltica y se dej imponer el programa y la orientacin (o sea una defensa abstracta y retrospectiva de la intervencin en la guerra) por los grupos dirigentes de derecha. El pueblo, a su manera, miraba al futuro (tambin en la cuestin de la intervencin en la guerra) y en ello consiste el carcter implcito de constituyente que el pueblo dio a las elecciones de 1919; los partidos miraban al pasado (slo al pasado) concretamente y al futuro "ahstractamente", como "tened confianza en vuestro partido" y no como concrecin histricepoltica constructiva Entre las otras diferencias entre 1913 y 1919 hay que recordar la participacin activa de los catlicos, como hombres propios, con su propio partido, con su propio p r e grama. Tambin en 1913 los catlicos participaron en las elecciones, pero a mvs del pacto Gentiloni, de modo solapado y que falsificaba el significado de la alineacin y de la inluencia de las fuerzas poiticas tradicie nales. Para 1919 hay que recordar el discurso pronunciado por Giolitti de entonacin constituyentista (retrospectiva)y la actitud de los giolittianos respecto a los catlicos ial como resulta de los artculos de Luigi Ambrosini en la Stampa En realidad los giolittianos fueron los triunfadores de las elecciones, en el sentido de que imprimieron el carc Iter de constitu- 63 yente sin constituyente a las elecciones mismas y lograron atraer la atencin del futuro al pasado.'
cfr. C v d m 9 Caro
<20> Risorgimnto y cuestin miental. En toda una serie de escritos (tendenciosos a favor de los moderados) se da un signicado trascendental a las manifestaciones literarias del periodo del Risorgimento, en las que la cuestin oriental es presentada en funcin de los problemas italianos:' planes de orientalizacin y balcanizacin de Austria para compensarla por el Lombarda-Vneto cedido paccamente en beneficio del renacimiento nacional italiano, etctera. No parece que tales planes sean prueba de gran capacidad poltica, como se pretende: ms bien parece que deben ser inteipretados como expresin de pasividad poltica y de desaliento frente a las dificultades de la empresa nacional, desaliento que se d i s k tras nia significaba de hecho crear una situacin polticwliplomtica europea (e implcitamente militar) por fuerza de la cual Ausuia se hubiese dejado "baicanizar"; significaba tener la hegemona poltica y diplomtica de Europa, jcasi nada! No se comprende por qu Ausma no poda, conservando el Lombardd'neto, o sea la supremaca en Italia y una posicin dominante en el Mediterrneo central, conquistar tambin una mayor influencia en los Balcanes y por consiguiente en el Mediterrneo oriental: ste hubiera sido incluso el inters de Inglaterra, que basaba en Austria un sis tema de equilibrio contra Francia y Rusia. El mismo escaso sentimiento de iniciativa poltica autnoma y la desconfianza en las propias fuerzas q u e estaba implcito en el proyecto de Balbo- deba hacer sorda a Inglaterra a tales sugerencias. Slo un fuerte Estado italiano que hubiese podido sus tituir a Ausma en su funcin antifrancesa en el Mediterrneo cenaal 64 hubiera podido mover a I Inglaterra a simpatas respecto a Italia, como en efecto sucedi despus de las anexiones en Italia central y la empresa de los Mil contra los Borbones; antes de estos hechos reales, slo un gran partido Ueno de decisiones y de audacia y seguro de sus propios movimientos por estar arraigado en las grandes masas populares, habra tal vez obtenido el mismo resultado, pero eso precisamente es lo que no exista, e incluso Balbo con sus amigos no queran que se formase. La balcanizacin de Ausuia despus de la prdida de la hegemona en la pennsula y permaneciendo los Borbones en Npoles (segn el plan neogelfo) habra tenido consecuencias graves para la poltica inglesa en el Mediterrneo. El E s tado napolitano se habra convertido en un feudo ruso, o sea Rusia habra tenido la posibilidad de una accin militar exactamente en el centro del Mediterrneo. (La cuestin de las relaciones entre los Borbones de Spoles y el zarismo es todo un aspecto de la historia desde 1799 hasta 1860 que hay que examinar y profundizar: en el libro de Sitti sobre el Capitule straniero i Italia, editado en 1915 por Laterza, se ve que an existan en Italia n 384
meridional cerca de 150 d o n e s de obligaciones estatales rusas: residuo no desdeable de la conexin que se haba venido formando entre Npcles y Rusia antes de 1860, contra Inglaterra.) No hay que olvidar que la Cuestin oriental, si bien tena su nudo estratgico en los Balcanes y en el Imperio turco, era especialmente la forma polticdplomtica de la lucha enue Rusia e Inglaterra: esto es, era la cuestin del Mediterrneo, del Asia cercana y central, de la India, del Imperio ingls. El libro en que Balbo sostiene su tesis: Le Speranre d'talia, fue publicado en 1844y la tesis misma no tuvo otra eficacia que la de hacer conocer la cuestin oriental auayendo la atencin sobre ella y por lo tanto facilitando (quiz) la poltica de Cavour a propsito de la guerra de Crimea. No tuvo ninguna eficacia en el 59 (cuando Piamonte y Francia pensaron crearle enemigos a I Auswia 65 en los Balcanes para debilitar sus fuerzas militares) porque tal accin fue circunscrita,de poco alcance y en todo caso se redujo a un episodio de organizacin de la actividad militar franco-piamontesa: lo mismo puede decirse del 1866, cuando una diversin similar fue pensada por el gobierno italiano y Biismarck para la guerra contra Austria. Intentar, en tiempo de guerra, debilitar al enemigo crendole enemigos en el interior y en t e do el penmetro de los confines polticwmilitares, no es elemento de un plan poltico para el Oriente sino un hecho de administracin ordinaria de la conducta blica. Por lo dems, despus del 60 y de la formacin de un Estado italiano de notable importancia, la orientaiiiacin de Austna tena un significado internacional bien diferente y tena el consentimiento tanto de Inglaterra como de Francia. Algunas publicaciones recientes se han ocupado de los proyectos borbnicos, que no pasaron de proyectos, de expansin en Oriente, para extraer de eUos un argumento a favor de la rehabilitacin del gobierno napolitano;' tales proyectos habrn sido vistos con agrado por Rusia e impedidos por Inglaterra,que sobre la cuestin de Malta fue intratable frente a Npcles. (Habr que ver el libro de Pieuo Silva sobre el Mediterrneo.)'
CFr. Cuodsmo 9 ( X W , 72-72 bis. pp.
Q1> La "meanra mutua". Para la importancia que tuvo en el movimiento liberal del Risorgimento el y la difusi& prctica de la "enseanza mutua". cfr. dos libros de Arturo Linacher sobre Emico Maver. aue , fue uno de los &ncipales colaboradores de la Antdogi y de Vieusseux y uno de los principales divulgadores del nuevo mtodo pedaggico.'
. L
cfr. Cuadmo 9
3 c22> Corrientes populares. Para los movimientos populares de izquierda del 4849 hay que ver: Nicola Valdiiro Testa, Gli Irpini nei moti politici e nella reazione del 184849, Npoles, R Contessa e Fratelli, 1932, en S", pp. 320,15 liras?
Cfr. C u n d m o 9
(m,93 bis. p.
Q3> E. De Anicis y G. C. Abba. Significado de la Vita Militare de De Amicis. La Vita Militare debe ponerse junto a algunas publicaciones de G. 66 C. Abba, no obstante el contraste ntimo y la diielrente actitud. G. C. A b ha es ms "educador"y ms "nacional-popular":l es ciertamente ms concretamente democrtico que De Amicis, porque polticamente es ms robusto y ticamente ms austero. De Amicis, no obstante las apariencias superficiales, es ms servil frente a los grupos dirigentes en formas patemalistas. En la Vita Militare hay que ver el captulo: "L'Esercito Italiano durante il colera del 1867" porque pinta la actitud del pueblo siciliano frente al gohiemo y a los "italianos" despus del levantamiento de septiembre de 1866.' Guerra de 1866, insurreccin de Palemo, clera: tres hechos que no pueden separarse. Habr que ver la dems literatura sobre el clera en todo el Medioda en 186-67. No se puede juzgar el nivel civil de la vida popular de aquella poca sin tratar este tema. (*Existenpublicaciones oficiales sobre los delitos contra la autoridad -soldados, oficiales, etcteradurante el clera?) En el momento del levantamiento era prefecto de Palermo Luigi Tw relli, sobre el cual cfr. Antonio Monti, i2 conte Luigi Txelli, Miln, R. Istituto Lombardo di Scienze e Lettere, 1931, en 8", pp. 513, 30 liras. Despus de la represin, Torelli recibi la medalla de oro al valor civil.' El libro debe verse tambin porque Torelli tuvo en todo el Risorgimento una funcin bastante signicativa.
Cfr. Cuadnno 9
8 <24>Elprobloma de la direccinpoltica a la formacin y desarrollo de la nacin y delEstado m o h o en Italia. Todo el problema de la conexin entre las diversas corrientes polticas del Risorgimento, o sea de sus relaciones recprocas y de sus relaciones con los grupos sociales homogneos o subordinados existentes en las diversas secciones (o sectores) histricas del temtorio nacional, se reduce a este dato de hecho fundamental: ros mo-
derados representaban un grupo social relativamente homogneo, por lo que su direccin sufri oscilaciones relativamente limitadas (y en todo caso segn una lnea de desarrollo orgnicamente progresista), mientras que el Uamado Partido de Accin no se apoyaba I especficamente en nin- 67 guna clase histrica y las oscilaciones sn6idas por sus rganos dirigentes en ltimo anlisis se componan segn los intereses de los moderados: la afirmacin ambuida a Vittorio Emanuele 1 de "tener en el bolsio" al 1 Partido de Accin o algo parecido' es prcticamente exacta y no slo por los contactos personales del Rey con Garibaldi sino porque de hecho el Partido de Accin fue dirigido "indirectamente" por Cavour y el Rey. El criterio metodolgico en que hay que basar el propio examen es el siguiente: que la supremaca de un grupo social se manifiesta de dos m e dos, como "dominio" y como "direccin intelectual y moral". Un grupo social es dominante de los grupos adversarios que tiende a "liquidar" o a someter incluso con la fuerza armada y es dirigente de los grupos afines y aliados. Un grupo social puede e incluso debe ser dirigente aun antes de conquistar el poder gubernamental (sta es una de las condiciones principales para la misma conquista del poder); despus, cuando ejerce el poder y aunque lo tenga fuertemente en el puo, se vuelve dominante pero debe seguir siendo tambin "dirigente". Los moderados siguieron dirigiendo el Partido de Accin incluso despus de 1870 y 1876 y el Ilamado "transformismo" no fue sino la expresin parlamentaria de esta accin hegemnica intelectual, moral y poltica. Puede incluso decirse que toda la vida estatal italiana desde 1848 en adelante est caracterizada por el transformismo, o sea por la elaboracin de una clase dirigente cada vez ms numerosa en los cuadros establecidos por los moderados despus de 1848 y la cada de las utopas neogiielfas y federalistas, con la absorcin gradual, pero continua y obtenida con mtodos diversos en su eficacia, de los elementos activos surgidos de los grupos aliados e incluso de los I ad- 68 versarios y que parecan irreconciliablemente enemigos. En este sentido la direccin poltica se convirti en un aspecto de la funcin de dominio, en cuanto que la absorcin de las lites de los grupos enemigos conduce a la decapitacin de stos y a su aniquilamiento durante un periodo a menudo muy largo. De la poltica de los moderados resulta claro que pueae y debe existir una actividad hegemnica incluso antes del ascenso al pcder y que no hay que contar slo con la fuerza material que el poder da para ejercer una direccin eficaz: precisamente la brillante solucin de estos problemas h i o posible el Risorgimento en las formas y los lmites en que se realiz, sin 'Terror", como "revolucin sin revolucin", o sea como "revolucin pasiva" para emplear una expresin de Cuoco en un sentido un poco distinto del que Cuoco quiere decir.' 387
?En qu formas y con qu medios los moderados consiguieron establecer el aparato (el mecanismo) de su hegemona intelectual, moral y poltica? En formas y con medios que se pueden llamar "liberales", o sea a travs de la iniciativa individual, "molecular", 'privada" (o sea no por un programa de partido elaborado y constituido segn un plan precedentemente a la accin prctica y organizativa).Por otra parte, esto era "normal" dadas las estructuras y la funcin de los grupos sociales representados por los moderados, de los que los moderados eran el grupo dirigente, los intelectuales en sentido orgnico. Para el Partido de Accin el problema se presentaba de modo distinto y distintos sistemas organizativoshabnan debido emplearse. Los moderados eran intelectuales "condensados" ya naturalmente por la organicidad de sus relaciones con los grupos sociales de los que eran expresin (para toda una serie de ellos se realizaba la 69 identidad de representado y representante, o sea que los moderados I eran una vanguardia real, orgnica de las clases altas, porque ellos mismos pertenecan econmicamente a las clases altas: eran intelectuales y organizadores polticos y al mismo tiempo jefes de empresa, grandes agricultores o administradores de fincas, empresarios comerciales e indusuiales, etctera). Dada esta condensacin o concentracin orgnica, los mcderados ejercan una poderosa atraccin, de modo "espontneo", sobre toda la masa de intelecmales de todo grado existentes en la pennsula en estado " d i s o " , "molecular", por las necesidades, aunque fuese elementalmente satisfechas, de la instruccin y de la administracin. Resalta aqu la consistencia metodolgica de un criterio de investigacin histrico-pcItica: no existe una clase independiente de intelectuales, sino que cada grupo social tiene su propia capa de intelectuales o tiende a formrsela; pero los intelectuales de la clase histricamente (y realistamente) progresista, en las condiciones dadas, ejercen un poder de atraccin tal que acaban, en ltimo anlisis, por subordinarse a los intelectuales de los otros grupos sociales y en consecuencia por crear un sistema de solidaridad entre todos los i n t e l e c ~ d e con vnculos de orden psicolgico (vanidad, ets ctera) y a menudo de casta (tcnicejundicos, corporativos, etctera). Este hecho se da "espontneamente" en los periodos histricos en los que el grupo social dado es realmente progresista, o sea que hace avanzar realmente a toda la sociedad, satisfaciendo no slo sus exigencias existenciales, sino ampliando continuamente sus propios cuadros por la continua toma de posesin de nuevas esferas de actividad econmiceproductiva. Apenas el grupo social dominante ha agotado su funcin, el bloque i d e e lgico tiende a desmoronarse y entonces a la "espontaneidad" puede suceder la "constriccin" en formas cada vez menos larvadas e indirectas, hasta las autnticas medidas de polica y los golpes de Estado.
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El Partido de Accin no slo no poda tener, dada su naturaleza, un 70 poder de atraccin semejante, sino que l mismo era atrado e infiuido, bien fuese por la atmsfera de intimidacin (pnico de un 93 terrorista reforzado por los acontecimientos franceses del 4849) que lo haca dudar de acoger en su programa determinadas reivindicaciones populares (por ejemplo L reforma agraria), bien fuese porque algunas de sus maa yores personalidades (Garibaidi) estaban, aunque fuese de tiempo en tiem po (oscilaciones),en relacin personal de subordinacin con los jefes de los moderados. Para que el Partido de Accin se hubiese convertido en una fuerza autnoma y, en ltimo anlisis, hubiese logrado por lo menos imprimir al moxlmiento del Risorgimento un carcter ms marcadamente popular y democrtico (ms all no poda seguramente Uegar dadas las premisas fundamentales del movimiento mismo), habna debido contraponer a la actividad "emprica" de los moderados (que era emprica slo como un decir, porque corresponda perfectamente al fin) un programa orgnico de gobierno que reflejara las reivindicaciones esenciales de las masas populares. en primer lugar de los campesinos: a la "atraccin e s pontnea" ejercida por los moderados habna debido contraponer una resistencia y una contraofensiva "organizadas" segn un plan. Como ejemplo tpico de atraccin espontnea de los moderados debe recordarse la formacin y desarrollo del movimiento "catlico-liberal", que tanto impresion al papado y en parte logr p a r a i i i sus movimientos, desmoralindolo, en un primer tiempo impulsndolo demasiado a la izquierda -con las manifestaciones liberalizantes de Po M- y en un segundo tiempo empujndolo a una posicin ms a la derecha de la que habra podido ocupar y en definitiva determinando su aislamiento en la pennsula y en Europa. El papado ha demostrado posteriormente haber aprendido la leccin y ha sabildo en tiempos recientes maniobrar brillan- 71 temente: el modernismo primero y el popularismo son movimientos similares al catlico-liberal del Risorgimento, debidos en gran parte al poder de atraccin espontnea ejercida por el historicismo moderno de los intelectuales laicos de las clases altas por una parte, y por la ona por el movimiento prctico de la iiiosofia de la praxis. El papado ha atacado al modernismo como tendencia reformista de la Iglesia y de la religin catlica, pero ha desarrollado el popularismo, o sea la base econmico-social del modernismo y hoy con Po XI hace de ste el punto de apoyo de su poltica mundial. Por el conuario, el Partido de Accin careci incluso de un programa concreto de gobierno. Aqul, en sustancia, fue siempre, ms que nada, un organismo de agitacin y propaganda al servicio de los moderados. Las disensiones y los contlictos internos del Partido de Accin, los odios tre-
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mendos que Mazzini suscit contra su persona y su actividad por parte de los ms gallardos hombres de accin (Garibaldi, Felice Orsini, etctera) fueron determinados por la falta de una firme direccin poltica. Las po. Imicas internas fueron en gran parte tan abstractas como lo era la predicacin de Mazzini, pero de aqullas se pueden extraer tiles indicaciones histricas (valgan por todas los escritos de Pisacane, que por lo dems cometi errores polticos y militares irreparables, como la oposicin a la dictadura militar de Garibaldi en la Repblica Romana). El Partido de Accin estaba empapado de la h-adicin retrica de la literatura italiana: confunda la unidad cultural existente en la pennsula -aunque limitada a un estrato muy sutil de la poblacin y contaminada por el cosmopolitismo vaticano- con la unidad poltica y territorial de las grandes masas po. pulares que eran extraas a aquella tradicin cultural y les tena completamente sin cuidado, suponiendo que conocieran su misma existencia. Se puede hacer una comparacin entre losjacobios y el Partido de Accin. 72 Los jacobilnos lucharon valerosamente para asegurar un %<nculo entre ciudad y campo y lo consiguieron victoriosamente. Su derrota como partido determinado se debi al hecho de que en cierto punto chocaron conh-a las exigencias de los obreros parisienses, pero ellos en realidad fueron continuados en otra forma por Napolen y hoy, muy mseramente, por los radicalessocialistasde Herriot y Daladier. En la literatura poltica francesa la necesidad de vincular la ciudad (Pars) con el campo fue siempre iivamente sentida y expresada; basta recordar la coleccin de novelas de Eugenio Sue, conocidsimas incluso en Italia (Fogazzaroen su Piccolo mondo antico muestra cmo Franco2 Maironi reciba clandestinamente de Suiza las entregas de los Mistoi delPopoloque fueron quemadas por mano del verdugo en algunas ciudades europeas, por ejemplo en Viena) y que insisten con particular constancia en la necesidad de ocuparse de los campesinos y vincularlos a Pars; y Sue fue el novelista popular de la tradicin poltica jacobia y un "incunable" de Hemot y Daladier desde tantos puntos de vista (leyenda napolenica, anticlericalismo y antijesuitismo, reformismo pequeoburgus, teoras penitenciarias, etctera) . Es verdad que el Partido de Accin fue siempre iml plcitamente antifrancs por la ideologa mminiana ( c k en la Crtica, ao 1929, pp. 223 sig. el ensayo de Omodeo sobre "Primato h c e s e e iniziativa italiana"), pero tena en la historia de la pennsula la tradicin a ' la que remibise y vincularse. La historia de las Comunas es rica en experiencias a este respecto: la burguesa naciente busca aliados entre los c m pesinos contra el Imperio y contra el feudalismo local (es cierto que la
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En el manuscrito: 'Piero".
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cuestin se vuelve compleja por la lucha entre burgueses y nobles por dis putarse la mano de obra barata: los burgueses necesitan mano de obra abundante y sta slo pueden darla las masas rurales, pero los nobles quieren a los campesinos ligados al suelo: fuga de campesinos a las ciudades, donde los nobles no pueden capturarlos. De todos i modos, aunque 73 en situacin distinta, aparece, en el desarrollo de la civilizacin comunal, la funcin de la ciudad como elemento directivo, de la ciudad que profundiza los conflictos internos en el campo y que se sirve de ellos como instrumento poltico-militar para abatir el feudalismo). Pero el ms clsico maestro de arte poltico para los grupos dirigentes italianos, Maquiavelo, haba planteado ya el problema, naturalmente en los trminos y con las preocupaciones de su tiempo; en los escritos poltico-militares de Maquiavelo se ve bastante bien la necesidad de subordinar orgnicamente las masas populares a las capas dirigentes para crear una milicia nacional capaz de eliminar las compaas de fortuna.$ A esta comente de Maquiavelo debe seguramente vincularse a Carlo Pisacane, para el cual el problema de satisfacer las reivindicaciones populares (despus de haberlas provocado mediante la propaganda) es visto predominantemente desde el punto de vista militar. A propsito de Pisacane hay que analizar algunas antinomias de su concepcin: Pisacane, noble napolitano, consigui aduearse de una serie de conceptos poltico-militares puestos en circulaciu por las experiencias guerreras de la revolucin francesa y de Napolen, trasplantados a Npoles bajo el reinado deJos Bonaparte y de Joaqun Murat, pero especialmente por la experiencia viva de los oficiales napolitanos que haban militado con Napolen (en la conmemoracin de Cadorna hecha por M. Missiroli en la Nuova Antologia se insiste en la importancia que tal experiencia y tradicin militar napolitana, a travs de Pianell, por ejemplo, tuvo en la reorganizacin del ejrcito italiano despus de 1870);6 Pisacane comprendi que sin una poltica democrtica no se pueden tener ejrcitos nacionales de conscripcin obligatoria, pero es inexplicable su aversin contra la estrategia de Garibaldi y su desconfianza hacia Garibaldi; l tiene frente a Ganbaldi la misma actitud despectiva que tenan frente a Kapolen los Estados Mayores del antiguo rgimen. La individualidad que ms se re lquiere estudiar para estos problemas 74 del Risorgimento es Giuseppe Ferrari, pero no tanto en sus obras Ilamadas mayores, verdaderos mamotretos farragosos y confusos, sino en los opxulos de ocasin y en las cartas.' Pero Ferrari estaba en gran parte fuera de la realidad italiana concreta: se haba afrancesado demasiado. A menudo susjuicios parecen ms agudos de lo que realmente son, porque l aplicaba a Italia esquemas franceses, los cuales representaban situacio39 1
nes mucho ms avanzadas que las italianas. Puede decirse que Ferrari se encontraba, con respecto a Italia, en la posicin de la y que en cierto sentido posea "clarividencia". El poltico, por el contrario, debe ser un realizador efectivo y actual; Ferrari no vea que entre la situacin italiana y la francesa faltabaun eslabn intermedio y que precisamente e s te eslabn era el que haba que soldar para pasar al siguiente.' Ferran no supo "traducir" el francs al italiano y por eso su misma "agudeza" se converta en un elemento de confusin, suscitaba nuevas sectas y escuelitas pero no incida en el movimiento real. Si se profundiza la cuestin resulta que, en muchos aspectos, la diferencia entre muchos hombres del Partido de Accin y los moderados era ms de "temperamento" que de carcter orgnicamente poltico. El trmino ~acobiio" acabado por asumir dos significados: uno es el propio, hs ha i tricamente caracterizado, de un determinado partido de la revolucin francesa, que conceba el desarrollo de lavida francesa de un modo determinado, con un programa determinado, sobre la base de fuerzas sociales determinadasy que explic su accin de partido y de gobierno con un mtodo determinado que se caracterizaba por una extremada energa, decisin y resolucin, dependiente de la creencia fantica en la bondad de aquel programa y de aquel mtodo. En el lenguaje poltico los dos aspec75 tos deljacobmismo se escindieron I y se llamjacobino al hombre poltico enrgico, resuelto y fantico, por estar fanticamente convencido de las virtudes taumatrgicas de sus ideas, cualesquiera que stas fuesen: en esta definicin prevalecieron los elementos destructivos derivados del odio contra los adversarios y enemigos, ms que los constructivos, derivados de haber hecho propias las reivindicaciones de las masas populares, el ele mento sectario, de camarilla, de pequeo grupo, de desenfrenado individualismo, ms que de elemento poltico nacional. As cuando se lee que Crispi fue un jacobino, es en este signif~cado peyorativo que hay que entender la afirmacin. Por su programa, Cnspi fue un moderado puro y simple. Su "obsesin"jacobiia ms noble fue la unidad polticwerritorial del pas. Este principio fue siempre su brGjula de orientacin, no s l en o el periodo del Risorgimento, en sentido estricto, sino tambin en el periodo subsiguiente,de su participacin en el gobierno. Hombre fuertemente pasional, l odia a los moderados como personas: ve en los moderados a los hombres de la ltima hora, los hroes de la sexta jornada, gente que habra hecho la paz con los viejos regmenes si stos se hubieran vuelto constitucionales, gente, como los moderados toscanos, que se haban aferrado a la casaca del gran duque para no dejarlo escapar; l se fiaba poco de una unidad hecha por no-unitarios. Por eso se liga a la monarqua que l comprende ser absolutamente unitaria por razones dinsticas y abraza
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el principio de la hegemona piamontesa con una energa y un ardor que no tenan los mismos polticos piamonteses. Cavour haba advertido que no se tratara al Medioda con estados de sitio: Crispi, por el contmio, inme&atamente establece el estado de sitio y las cortes marciales en Sicilia para el movimiento de los Fasci y acusa a los dirigentes de los Fasci de tramar con Inglaterra para la separacin de Sicilia (seudc-tratado de Bisacquino) ? Ce liga estrechamente a los latifundistas sicilianos, porque era la capa ms unitaria por miedo a las reivindicaciones campesinas, al mismo tiempo en que su poltica general tiende a reforzar 1 el industrialismo septen- 76 hionai con la guerra de tarifas contra Francia y con el proteccionismo aduanal: no utubea en arrojar al Medioda y las islas en una crisis comercial pavorosa, con tal de reforzar la indusaia que poda dar al pas una independencia real y habra ampliado los cuadros del grupo social dominante; es la poltica de fabricar al fabricante. El gobierno de la derecha desde el 61 basta el 76 slo haba creado, y tmidamente, las condiciones generales externas para el desarroUo econmico: organizacin del aparato gubernamental, caminos, vas frreas, telgrafos, y haba saneado las finanzas cargadas de deudas por las guerras del Risorgimento. La Izquierda haba tratado de poner remedio al odio suscitado en el pueblo por el fiscalismo unilateral de la Derecha, pero no haba conseguido ms que ser una vlvula de seguridad: haba continuado la poltica de la Derecha con hombres y frases de izquierda. Por el contrario, Crispi dio un verdadero empujn hacia adelante a la nueva sociedad italiana, fue el verdadero hombre de la nueva burguesa. Su figura se caracteriza sin embargo por la desproporcin entre los hechos y las palabras, entre las represiones y el objeto a reprimir, entre el instrumento y el golpe asestado; manejaba una culebrina herrumbrosa como si hubiera sido una moderna pieza de artillera. Tambin la poltica colonial de Crispi est ligada a su obsesin unitaria y en eilo supo comprender la inocencia poltica del Medioda; el carnpesino meridional quera la tierra y Crispi, que no se la quera (ni poda) dar en la misma Italia, que no quena hacer "jcobinismo econmico", proyect el espejismo de las tierras coloniales que explotar. El imperialismo de Gispi fue un imperialismo pasional, oratorio, sin ninguna base econmico-financiera. La Europa capitalista, rica en recursos y llegada al punto en que la tasa de ganancia comenzaba a mostrar una tendencia decreciente, tena necesidad de 1 ampliar el rea de expansin de sus inversiones ren- 77 tables; as fueron creados, despus de 1890, los grandes imperios coloniales. Pero la Italia todava inmadura no slo no tena capitales que exportar, sino que tena que recurrir al capital extranjero para sus propias y ms e s hictas necesidades. Faltaba, pues, un impulso real para el imperialismo ita'lianoy esta carencia fue sustituida por la pasin popular de los rurales cie-
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gamente orientados hacia la propiedad de la tierra: se trat de una necesidad de poitica interna que resolver, desviando su solucin al infinito. Por eso la poltica de Crispi tuvo en su contra a los mismos capitalistas (septentrionales)que ms gustosamente habran visto empleadas en Italia las sumas ingentes gastadas en fi-ica; pero en el Medioda Crispi fue popular por haber creado el "mito" de la tierra fcil. Crispi imprimi un fuerte sello a un vasto grupo de intelectuales sicilianos (especialmente, porque intluy en todos los intelectuales italianos creando las primeras clulas de un socialismo nacional que deba desarrollarse ms tarde impetuosamente), cre aquel fanatismo unitario que determin una permanente atmsfera de suspicacia contra todo lo que pw diera oler a separatismo. Esto no impidi, sin embargo (y se comprende) que en 1920 los latifundistas sicilianos se reuniesen en Palermo y pronunciasen un verdadero ultimtum contra el gobierno "de Roma", amenazando con la separacin,1as como no impidi que muchos de estos latifundistas siguieran consermndo la ciudadana espaola e hicieran intervenir diplomticamente al gobierno de Madrid (caso del duque de Bivona en 1919) para la tutela de sus intereses amenazados por la agitacin de los campesinos ex-combatientes." La actitud de los diversos grupos sociales del Medioda desde el 19 hasta el 26 sirve para iluminar y poner de relieve algunas debilidades de la orientacin obsesivamente unitaria de Crispi y para poner de relieve algunas correcciones aportadas por Giolitti 78 1 (pocas en realidad, porque Giolitti se mantuvo esencialmente en lava trazada por Gispi; el jacobinismo de temperamento de Crispi, Giolitti lo sustituy por la diligencia y la continuidad burocrtica; mantuvo el "espejismo de la tierra" en la poitica colonial, pero adems apuntal esta poltica con una concepcin "defensiva" militar y con la premisa de que hay que crear las condiciones de libertad de expansin para el futuro). El episodio del ultimtum de los lafundistas en 1920 no est aislado y del mismo podra darse otra interpretacin, por el precedente de las clases altas lombardas que en alguna ocasin amenazaron con "actuar por s solas" reconstituyendo el antiguo ducado de Miln (poltica de extorsin momentnea contra el gobierno), si no hallaba una interpretacin autnr i u <:II las i:ampaiias libradas por el .Mntrtmdrilr 1919 hasu la dcfenestrnrin de los hermanos Sdim f<,qli<,.'. seria deniasiddo sinivlista considc nue 0 . L rar totaimente casuales, o sea no ligadas de alguna manera a corrientes de opinin pblica y de estados de nimo que permanecan subterrneos, latentes, potenciales por la atmsfera de intimidacin creada por el unitarismo obsesivo. El Mattino en dos ocasiones sostuvo esta tesis: que el Medioda entr a formar parte del Estado italiano sobre una base contractual, el Estatuto albertino, pero que (implcitamente) sigue conservando su pro-
pia personalidad real, de hecho, y tiene el derecho de salirse del vnculo estatal unitario si l base contractual es de cualquier modo disminuida, o a sea si se cambia la constitucin del 48. Esta tesis fue desarrollada en el 1920 contra un cambio constinicionai en cierto sentido, y fue retomada en el 24-25 contra un cambio en otro sentido. Hay que tener presente la importancia que tena el Manino en el Medioda (era entonces el peridico ms difundido); el Maaino fue siempre crispino, expansionista, dando el tono a la ideologa meridional, creada I por el hambre de tierra y los sufrimien- 79 ms de la emigracin, tendiente a toda vaga forma de colonialismo de pcblacin. Del Mattino hay que recordar adems: 11 la violentisima campaa contra el Norte a propsito del [intento de] manumisin por parte de los textiles lombardos de algunas industrias algodoneras meridionales, Ilegando a l punto en que se estaba por transportar las mquinas a Lombarda, disfrazadas de hierro viejo para eludir la legislacin sobre zonas industriales. intento kustrado precisamente por el peridico que lleg hasta a hacer una exaltacin de los Borbones y su poltica econmica (esto sucedi en 1923);" 2 la conmemoracin "afligida" y "nostlgica"de Mana Sofia hecha 1 en 1925 y que provoc protestas y escndalo.'' Es cierto que para apreciar esta posicin del Mattino hay que tener en . . cuenta alpnos clcmento>de coiiirul me~odolqco: i..irclri a\.tmiiirrt:I ro y la venalitkld de los Scdrlogliu (ha!. quc rcioicl.ii- q u e \lari:i Soiia 1i.iiY continuamente de intervenir en la poltica interna italiana, por espritu de venganza si no es que con la esperanza de restaurar el reino de Npoles, incluso gastando como no parece dudoso: en la Unita de 1914 o 15 fue publicado un suelto contra Errico Malatesta en el que se afirmaba que 1c.1~ dcoiiwcimieriios de junio de 1914 pudian lialx-,: sido pauocinados y suh%idiados cl E ~ w d o por Mawr dusuid~o travi.s de 7 . i de Ikxa ~ bn," dadas las relaciones de "'amistad",parece que nunca interrumpida, entre Malatesta y Mara Sofia; en la obra Uomini e cose della uecchia Italia, B. Croce reexamina [tales] relaciones a propsito de un intento de hacer evadirse a un anarquista que haba cometido un atentado, seguido de una gestin diplomtica del gobierno italiano ante el gobierno francs para hacer cesar estas actividades de Mana Sofia;" recordar adems las ancdotas sobre Mara Sofa contadas por la seora B., que en 1919 frecuent a la ex reina para hacerle un retrato; por ltimo Malatesta no respondi jams a estas acusaciones, como era su obligacin, a menos que sea cierto que l respondi en una carta a un periodiquito clandestino, editado en Francia por P. Schicchi y titulado R Picconiere, cosa muy dudosa)," el diletantismo poltico e ideolgico de los I Scarfoglio. Pero hay que insistir en 80 el hecho de que el Mattino era el peridico ms difundido del Medioda yque los Scarfoglio eran periodistas natos, o sea que posean aquella in-
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tuicin rpida y "simptica" de las corrientes pasionales populares ms profundas que hace posible la difusin de la prensa amarillista. O a o elemento para calibrar el alcance real de la poltica unitaria obsesiva de Crispi es el conjunto de sentimientos que se crearon en el S e p tentrin con respecto al Medioda. La "miseria" del Medioda era "inexplicable" histricamente para las masas populares del Norte; stas no comprendan que la unidad no se haba producido sobre una base de igualdad, sino como hegemona del Norte sobre el Medioda en la relacin territorial de ciudad-campo, o sea que el Norte concretamente era un "pulpo" que se enriqueca a expensas del Sur y que [su] incremento econrnic~indushialestaba en relacin directa al empobrecimiento de la economa y la agricultura meridionales. El hombre del pueblo de la Alta Italia pensaba por el contrario que si el Medioda no progresaba despus de haber sido liberado de los obstculos que al desarrollo moderno opona el rgimen borbnico, esto significaba que las causas de la miseria no eran externas, enconaables en las condiciones econmicepolticas objetivas, sino internas, innatas en la poblacin meridional, tanto ms que estaba arraigado el convencimiento de la gran riqueza natural de la tierra; no quedaba ms que una explicacin, la incapacidad orgnica de los hombres, su barbarie, su inferioridad biolgica. Estas opiniones ya difundidas (la haraganera napolitana era una leyenda de vieja cepa) fueron consolidadas e incluso teorizadas por los socilogos del positivismo ('Jiceforo, Sergi, Ferri, Orano, etctera) asumiendo la fuerza de "verdad cientfica" en una poca de supersticin de la c i e n ~ i a . ' ~produjo as una Se polmica Norte-Sur sobre las razas y sobre la superioridad e inferioridad 1 del Korte y del Sur (cfr. los libros de N. Colajanni en defensa del Medioda desde este punto de vista, y la coleccin de la Riuista Popolare)." Qued en el Norte la creencia de que el Medioda era una "bola de plomo" para Italia, la persuasin de que los progresos de la civiiizacin indusmal moderna de la Alta Italia habran sido mucho mayores sin esta "bola de plomo", etctera. A principios del siglo se inicia una fuerte reaccin meridional tambin en este terreno. En el Congreso Sardo de 1911, celebrado bajo la presidencia del general Rugiu, se calcula cuntos centenares de millones fueron extorsionados a Cerdea en los primeros cincuenta aos de Estado unitario, a favor del continente." Campaas de Salvemini, culminadas en la fundacin de Unita, pero conducidas ya en la V c (cfr. oe nmero nico de la V c sobre la "Cuestin meridional" reeditado luego oe en opsculo):" en Cerdeia se inicia un movimiento autonomista, bajo la direccin de CTmbertoCau, que tuvo tambin un peridico cotidiano, n Paese. En este principio de siglo se realiza tambin un cierto "bloque i n t e lectual", "panitaliano", con B. Croce y Giustino Fortunato a su cabeza,
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que trata de imponer la cuestin meridional como problema nacional capaz de renovar la vida poltica y parlamentaria. En toda revista de jvenes que tengan tendencias liberales democrticas y en general se propongan rejuvenecer y desprovincializar la vida y la cultura nacionales, en todos los campos, en el arte, en la literatura, en la poltica, aparece no slo la influencia de Croce y de Fortunato, sino su colaboracin; as en la k e p en Unit& pero tambin en la Patria de Bolonia, en la Azione Liberalede Miln, en el movimiento joven liberal guiado por Giovanni Borelli, etctera." La influencia de este bloque se abrir paso al establecer la lnea poltica del Com'ere della Sera de iberhni, I y en la posguerra, dada la nueva situacin, aparece en la Stampa (a travs de Cosmo, SalvatoreUi y tambin Arnbrosini) y en el giolittismo, con la inclusin de Croce en el ultimo gobierno Giolitti. De este movimiento, ciertamente muy complejo y multilateral, se da hoy una interpretacin tendenciosa incluso por G. Preuolini, quien sin embargo fue una tpica encarnacin del mismo; pero queda la primera edicin de la Cultura italiana del mismo Prezzoiini (1923) especialmente con sus omisiones, como documento autntico." El movimiento se desarroll hasta su mximo, que es tambin su punto de disolucin: este punto debe identificarse en la particular toma de p e sicin de P. Gobetti y en sus iniciativas culturales: la polmica de Giovanni Ansaldo (y de sus colaboradores como "Calcante"o sea Francesco Ciccotti) contra Guido Dorso es el documento ms expresivo de tal punto de llegada y de resolucin, incluso por la comicidad que ahorapa resulta e+dente en las actitudes de gladiadores y de intimidacin del unitarismo o b sesi~o'~ Ansaldo, en el 25-26, creyera poder hacer creer en un retorno (que de los Borbones a Npoles, parecera inconcebible sin el conocimiento de todos los antecedentes de la cuestin y de las vas subterrneas a travs de las cuales se producan las polmicas, por sobreentendidos y por referencias enigmticas para los no "iniciados": sin embargo es notable que incluso en algunos elementos populares, que haban ledo a Oriani, exista todava el temor de que en Npoles fuese posible una restauracin borbnica y por consiguiente una disolucin ms amplia del nexo estatal unitario). De esta serie de observaciones y de anlisis de algunos elementos de la historia italiana despus de la unidad se pueden extraer algunos criterios para apreciar la posicin de contraste entre los moderados y el Partido de Accin, y para descubrir la distin Ita "sabidura" poltica de estos dos partidos y d e las diversas corrientes que se disputaban la direccin poltica e ideolgica del ultimo de stos. Es evidente que para oponerse eficazmente a los moderados, el Partido de Accin deba ligarse a las masas rurales,
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especialmente meridionales, ser "jacobino" no slo por la "forma" externa, de temperamento, sino especialmente por el contenido econmicosocial: la unin de las diversas clases rurales que se realizaba en un bloque reaccionario a travs de las diversas capas intelectuales legitimistasclericales poda ser disuelta para llegar a una nueva formacin liberal-nacional slo si se haca fuerza en dos direcciones: sobre los campesinos debase, aceptando sus reivindicaciones elementales y haciendo de ellas parte integrante del nuevo programa de gobierno, y sobre los intelectuales de los estratos medios e inferiores. concentrndolos e insistiendo en los asuntos que ms les podan interesar (y ya la perspectiva de la formacin de un nuevo aparato de gobierno, con las posibilidades de empleo que ofrece, era un elemento formidable de atraccin para ellos, si la perspectiva se hubiese presentado como concreta por estar apoyada en las aspiraciones de los rurales). La relacin entre estas dos acciones era dialctica y recproca: la experiencia de muchos pases, y ante todo de Francia en el periodo de la gran revolucin, ha demostrado que si los campesinos se mueven por impulsos "espontneos", los intelectuales comienzan a oscilar y, recprocamente, si un grupo de intelectuales se sita sobre la nueva base de una poltica filocampesina concreta, esto acaba por arrastrar consigo fracciones de masa cada vez ms importantes. Puede decirse sin embargo que, dada la dispersin y aislamiento de la poblacin rural y, por lo tanto, la dificultad de concentrarla en organizaciones slidas, conviene iniciar el movimiento por los grupos intelectuales; pero en general la relacin dialctica entre las dos acciones es lo que se necesita tener presente.= Puede decirse tambin que partidos campesinos en el sentido estricto 84 de la I palabra es casi imposible crearlos: el partido campesino se realiza en general slo como fuerte corriente de opiniones, no ya en formas esquemticas de encuadramiento burocrtico; sin embargo, la existencia aunque slo sea de un esqueleto organizativo es de utilidad inmensa, bien sea para una cierta seleccin*de hombres, bien sea para controlar los grupos intelectuales e impedir que los intereses de casta los transporten imperceptiblemente a o u o terreno. Estos criterios deben tenerse presentes en el estudio de la personal& dad de Giuseppe Ferrari, que fue el "especialista" inatendido de cuestiones agrarias en el Partido de Accin. En Ferrari tambin hay que estudiar bien su actitud respecto del bracerismo agrcola, o sea los campesinos sin tierra y que viven al da, en los cuales funda una parte conspicua de sus ideologas, por las cuales l es todava buscado y ledo por determinadas corrientes (obras de Ferrari reeditadas por Monanni con prefacio de LuC
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gi Fabbri) Hay que reconocer que el problema del bracerismo es dificilsimo e incluso hoy de ardua solucin. En general hay que tener presentes estos criterios: los braceros son todava hoy, en la mayor parte, y lo eran por lo tanto mucho ms en el periodo del Risorgimento, simples campesinos sin tierra, no obreros de una indusma agrcola desarrollada con capital concentrado y con divisin del trabajo; en el periodo del Risorgimento estaba ms d i d i d o , en forma relevante, el tipo del obligado frente al del adventicio. Por lo tanto su psicologa, con las debidas excepciones, es la misma del colono y del pequeo propietario (hay que recordar la polmica entre los senadores Tanari y Bassini en el Resto del M i n o y en la Permeranza que tuvo lugar hacia finales de 1917 o principios del 18, a propsito de la realizacin de la frmula "la tierra para los campesinos" lanzada en aquella poca: Tanari estaba a favor, Bassini en contra, y Bassini se fundaba en su experiencia de gran industrial agrcola, de propietario de haciendas agrcolas en donde la divisin del trabajo e s taba a tal punto avanzada que haca indivisible la tierra por la desaparicin del I campesinmartesano y la aparicin del obrero moderno)." La cuestin se planteaba en forma aguda no tanto en el Medioda, donde el carcter artesanal del trabajo a@cola era demasiado evidente, sino en el valle paduano, donde ste es ms velado. Pero tambin en tiempos recientes la existencia de un agudo problema de bracerismo en el valle paduano se deba en parte a causas "extraeconmicas": 11 sobrepoblacin que n o eiicoiiuaba desahogo en la i.riiih~acin como < . t i el Siii y era mantelaida iirtilicialmeiite con la poltica (Ir ohi-as phliciis; 2 1 pdiiiis de 10, propietarios que no queran consolidar en una nica clase-de braceros y medieros la poblacin trabajadora, alternando la aparcera con la conduccin de economa sirvindose de esta alternancia para determinar una mejor seleccin de aparceros privilegiados que fuesen sus aliados (en todo Congreso de terratenientes de la regin paduana se discuta siempre si convena mejor la aparceria o el cultivo directo y estaba claro que la deasin se tomaba por motivos de orden poltico-social). Durante el Risorgimento el problema del bracerismo paduano se presentaba bajo la forma de un fenmeno temble de pauperismo. As es visto por el economista Tullio Martollo en su Sto& deli'lntenzazionale, escrita en 1871-72, trabajo que hay que tener presente porque refleja las posiciones polticas y las preocupaciones sociales del periodo precedente 28 La posicin de Ferrari es debilitada adems por su "federalismo" que, especialmente en l, que viva en Francia, pareca ain ms como un reflejo de los intereses nacionales y estatales franceses. Hay que recordar a Proudhon y sus libelos contra la unidad italiana combatida desde el confesado punto de vista de los intereses estatales franceses y de la democra399
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cia." En realidad las principales corrientes de la poltica francesa eran violentamente contrarias a la unidad italiana. Todava hoy los monrquicos (Bainde v Ca.)" "re~rocban" retrosoectivamente a los dos irjaooleones 86 el haber creado I el mito nacionalitario y haber conuibuido a hacerlo realizar en Alemania y en Italia, rebajando as la estatura relativa de Francia que "debera" estar rodeada por un puado de estaditos tipo Suua para estar "segura". Ahora bien, fue precisamente bajo la consigna de "independencia y unidad. sin tomar en cuenta el contenido ooltico concreto de tales frmulas genricas, que los moderados despus del 48 formaron el bloque nacional bajo su hegemona, influyendo en los dos jefes supremos del Partido de Accin, Mazzini y Garibaldi, en distinta forma y medida. Cmo es que los moderados tuvieron xito en su intento de desviar la atencin del fruto a la cscara lo demuestra, entre tantas otras cosas, esta expresin de Guerrazzi en una carta a un estudiante siciliano (publicada en el Archiui Storico Sidiano por Eugenio de Carlo -correspondencia de F. D. Guerrazzi con el notario Francesco Paolo Sardofontana di Riella, reproducida en el ~Marzocco 29 de noviembre de 1929): "Sea lo que fuere lo del que deseis - despotismo, o repblica o lo que sea- no matamos de divia diros; con esta palanca, as se hunda el mundo, hallaremos el camino"." Por lo dems, toda la laboriosidad de Mazzini ha sido concretamente resumida en la continua y permanente predicacin de la unidad. A propsito del jacobinismo y del Partido de Accin, un elemento a situar en primer plano es ste: que losjacobinos conquistaron con la lucha sin cuartel su funcin de partido dirigente; ellos en realidad se 'Tmpusieron" a la burguesa francesa, conducindola a una posicin mucho ms avanzada que la que los ncleos burgueses primitivamente ms fuertes habran querido "espontneamente" ocupar, e incluso mucho ms a m zada que la que las premisas histricas deban consentir, y de ah los contragolpes y la funcin de Napolen 1. Este rasgo, caractenstico del jacohi87 nismo (pero antes tambin de Gomwell p de los I "cabezas redondas") y por lo tanto de toda la gran revolucin, de forzar la situacin (aparentemente) y de crear hechos consumados irreparables, empujando hacia adelante a la burguesa a fuerza de patadas en el trasero, por parte de un grupo de hombres extremadamente enrgicos y resueltos, puede ser as "esquematizado": el tercer estado era el menos homogneo de los estados; tena una lite intelectual muy dispar y un grupo econmicamente muy avanzado pero polticamente moderado. El desarrollo de los acontecimientos sigue un proceso de los ms interesantes. Los representantes del tercer estado inkilmente plantean slo las cuestiones que interesan a los componentes sicos actuales del grupo social, sus intereses "corpo-
rativos" inmediatos (corporativos,en el sentido tradicional de inmediatos y egostas en sentido burdo de una determinada categora): los precursw res de la revolucin son de hecho reformadores moderados, que engolan la voz pero que en realidad exigen bien poco. Poco a poco se va seleccionando una nueva lite que no se interesa nicamente en reformas "corporativas", sino que tiende a concebir la burguesa como el grupo begemnico de todas las fuerzas populares, y esta seleccin ocurre por la accin de dos factores: la resistencia de las viejas fuerzas sociales y la amenaza internacional. Las xlejas fuerzas no quieren ceder nada y si ceden algo lo hacen con la voluntad de ganar tiempo y preparar una contraofensiva. El tercer estado habna cado en estas "trampas" sucesivas sin la accin enrgica de losjacobinos, que se oponen a cualquier detencin "intermedia" del proceso revolucionario y mandan a la guillotina no slo a los elementos de la vieja sociedad que se resiste a morir, sino tambin a los revolucionarios de ayer convertidos hoy en reaccionarios. Los jacobios, por lo tanto, fueron el nico partido de la revolucin en accin, en cuanto que no slo representaban las necesidades y aspiraciones inmediatas de las personas Gsicas actuales que constituan la burguesa francesa, sino que representaban el movimiento revolucionario en su conjunto, como desarrollo histrico I integral, porque representaban las necesidades in- 88 duso futuras y, de nuevo, no slo de aquellas determinadas personas fisicas, sino de todos los grupos nacionales que deban ser asimilados al grupo fundamental existente. Hay que insistir, contra una comente tendenciosa y en el fondo antihistnca, que los jacobinos fueron realistas al estilo Maquiavelo y no abstraccionistas.Estaban convencidos de la absoluta veracidad de las frmulas sobre la igualdad, la fraternidad, la libertad y, lo que importa an ms, de tales verdades estaban convencidas las grandes masas populares que los jacobimos movilizaban y llevaban a la lucha. El lenguaje de los jacobinos, su ideologa, sus mtodos de accin, reflejaban perfectamente las exigencias de la poca, aunque "hoy", en una situacin distinta y despus de ms de un siglo de elaboracin cultural, puedan parecer "abstraccionistas" y "frenticos". Naturalmente las reflejaban segn la tradicin cultural francesa y de ello es una prueba el anlisis que del lenguaje jacobino se hace en la SagradaFamiZiaY y la admisin de Hegel que considera paralelos y recprocamente traducibles el lenguaje jurdicopoltico de los jacobinos y los conceptos de la filosofa clsica alemana," a la cual por el contrario se le reconoce hoy el mximo de concrecin y que ha originado el histoncismo moderno. La primera exigencia era la de aniquilar las fuerzas adversarias o al menos reducirlas a la impotencia para hacer imposible una contrarrevolucin; la segunda exigencia era la de ampliar los cuadros de la burguesa como tal y ponerla a la cabeza
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de todas las fuerzas nacionales, identificando los intereses y las exigencias comunes a todas las fuerzas nacionales, para poner en movimiento estas fuerzas y conducirlas a la lucha obteniendo dos resultados: a) OF ner un blanco ms amplio a los golpes de los adversarios, o sea crear una relacin polticemilitar favorable a la revolucin; b) quitar a los adversa89 nos toda zona de pasividad en la que I fuese posible enrolar ejrcitos vandeanos. Sin la poltica agraria de los jacobinos, Pars habra tenido la Vande ya a sus puertas. La resistencia de la Vande propiamente dicha est ligada a la cuestin nacional agudizada en las poblaciones bretonas, y en general algenas, por la frmula de la "repblica una e indivisible" y por la poltica de centralizacin burocrtico-militar, a las cuales los jacobinos no podan renunciar sin suicidarse. Los girondinos trataron de hacer palanca en el federalismo para aplastar al PmFs jacobino, pero las mopas provinciales llevadas a PmG se pasaron a los revolucionarios. Excepto en algunas zonas perifricas, donde la distincin nacional (y Lingstica) era grandsima, la cuestin agmia predomin sobre las aspiraciones a la autonoma local: la Francia rural acept la hegemona de Pars, o sea comprendi que para destruir defmitiwmente el viejo rgimen deba formar un bloque con los elementos ms avanzados del tercer estado, y no con los moderados girondinos. Si es verdad que los jacobinos "fonaron" la mano, tambin es verdad que ello sucedi siempre en el sentido del desarrollo histrico real, porque no slo organizaron un gobierno burgus, o sea que hicieron de la burguesa la clase dominante, sino que hicieron an ms, crearon el Estado burgus, hegemnico, o sea que dieron al Estado nuevo una base permanente, crearon la slida nacin moderna francesa. El que, a pesar de todo, los jacobinos permanecieran siempre en el terreno de la burguesa, est demostrado por los acontecimientos que marcaron su in como partido de formacin demasiado determinada y rgida y la muerte de Robespierre: no quisieron reconocer a los obreros el derecho de coalicin, manteniendo la ley Chapelier, y como consecuencia tuvieron que promulgar la ley del "maximum". Desuuyeron as el bloque urbano de Pars: sus fuenas de asalto, que se agrupaban en la comuna, se dispersaron, 90 decepcionadas, y el Termidor consigui el predomi Inio. La revolucin haba encontrado los lmites ms vastos de clase; la poltica de las alianzasy de la revolucin permanente haba acabado por plantear nuevas cuestiones que entonces no podan ser resueltas> haba desencadenado fuerzas elementales que slo una dictadura militar habna logrado contener. En el Partido de Accin no se encuentra nada que se parezca a esta orientacinjacohina, a esta inflexible voluntad de convertirse en el partido dirigente. Ciertamente, hay que tener en cuenta las diferencias: en Italia la lucha se presentaba como lucha contra los viejos tratados y el orden
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internacional vigente y contra una potencia extranjera, Austria, que los representaba y sostena en Italia, ocupando una parte de la pennsula y controlando el resto. Tambin en Francia este problema se present, al menos en cierto sentido, porque en cierto punto la lucha interna se convirti en lucha nacional librada en la fronten, pero esto sucedi despus que todo el temtorio estaba conquistado por la revolucin y losjacobinos supieron obtener de la amenaza externa elementos para una mayor energa en el interior: comprendieron bien que para vencer al enemigo externo deban aplastar en el interior a los aliados de ste y no titubearon en llevar a cabo las masacres de septiembre. En Itaiia este vnculo, que sin embargo existia, explcito e implcito, entre Ausma y al menos una parte de los intelectuales, de los nobles y de los terratenientes, no fue denunciado por el Partido de Accin o al menos no fue denunciado con la debida energa y del modo prcticamente ms eficaz, no se convirti en elemento poltico activo. Se transform "curiosamente" en una cuestin de mayor o menor dignidad pamtica y dio lugar adems a una serie de polmicas acrimoniosasy estriles hasta despus de 1898 (cfr. los artculos de " R e m Scriptor" en la Critica SoMle, despus que reanud sus publicaciones, y el libro de Romualdo Bonfadini, C i n w n f a anni di patriotPismo) ." Hay que rcroiddr a este respecto la cuestin de los "interrugatorioi"de Fedciico Conldonieri: Ronfadini, cii c.1 Libro drites citado. afirma en una nota haber visto la coleccin I de los "interrogatorios" en el Archivo de EI 91 tado de Miln y alude a cerca de 80 fasc~ulos.~ Otros han negado siempre que la recoleccin de interrogatorios existiese en Itaiia y as explicaban su no publicacin; en un artculo del senador Salata, encargado de hacer investigaciones en los archivos de Viena sobre los documentos concernientes a Italia, articulo publicado en 1925 (?), se deca que los interrogatorio~ haban sido descubiertos y seran publicados?' Recordar el hecho de que en cierto periodo la CiviIta (rnolicadesafi a los liberales a publicarlos, afirmando que aqullos, de conocerse, habran nada menos que hecho saltar por los aires la unidad del Estado.'' En la cuestin Confaionieri el hecho ms notable consiste en esto, que a diferencia de otros patriotas indultados por Austna, Confalonieri, que sin embargo era un notable hombre poltico, se retir de la vida activa y mantuvo despus de su Liberacin una actitud muy reservada. Toda la cuestin Confaionieri debe reexaminarse cnticamente, junto con la actitud mantenida por l y sus compaeros, con un examen profundo de las memorias escritas por cada uno, cuando las escribieron: para las polmicas que provoc son interesantes las memorias del francs Alejandro Andryane, que tributa mncho respeto y admiracin a Confalonieri, mientras ataca a C . Pallavicino por su debilidad."
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A propsito d: las defensas hechas incluso recientemente de la actitud adoptada por L aristocracia lombarda frente a Austria, especialmente a despus del intento insurreccional de Miln de febrero de 1853 y durante el virreinato de Maximiliano, hay que recordar que Alessandro Luzio, cuya obra histrica es siempre tendenciosa y aciimoniosa contra los demcratas, llega al punto de legitimar los fieles servicios prestados a Au* tria por Salvoxi: muy lejos del espritu jacobino!" La nota cmica en la cuestin la da Aifredo Panzini, que en la Vita di Cavmr, hace toda una variacin tan melindrosa como nauseabunda yjesutica acerca de una "piel de tigre" expuesta en una ventana aristocrtica durante una visita a Miln de Francisco Jos.<' 92 Desde todos estos puntos de vista deben ser consideraidas las concep ciones de Missiroli, Gobetti, Dorso, etctera, sobre el Risorgimento italiano como "conquista regia"." Si en Italia no se form un partido jacobino las razones deben buscarse en el campo econmico, o sea en la relativa debilidad de la burguesa italiana y en el clima histrico distinto del de Europa despus de 1815. El Emite encontrado por losjacobinos, en su poltica de forzado despertar de las energas populares francesas para aliarlas a la burguesa, con la ley Chapelier y aqulla sobre el 'fnaximum",se presentaba en el 48 como un espectro^' ya amenazante, sabiamente utilizado por Austria, por los viejos gobiernos e incluso por Cavour (adems de por el papa). La burguesa no poda (quiz) extender ms su hegemona sobre vastos estratos populares a los que por el contrario pudo abrazar en Francia (no poda por razones subjetivas, no objetivas), pero la accin sobre los campesinos ciertamente siempre era posible. Diferencias entre Francia, Alemania e Italia en el proceso de toma del poder por parte de la burguesa (e Inglaterra). En Francia se da el proceso ms rico en desarrollos y en elementos polticos activos y positivos. En Alemania el proceso se desarrolla en algunos aspectos de modos que se parecen a los italianos, en otros a los ingleses. En Alemania el movimiento del 48 fracas por la escasa concentracin burguesa (la consigna de tipo jacobino fue dada por la extrema izquierda democrtica: "revolucin en permanencia")"ly porque la cuestin de la renovacin estatal se halla entrelazada con la cuestin nacional; las guerras del 64, del 66 y del 70 resuelven juntamente la cuestin nacional y la de clase en un tipo intermedio: la burguesa obtiene el gobierno ecoumic~indusuial, pero las viejas clases feudales permanecen como capa gubernamental del Estado poltico con amplios privilegios corporativos en el ejrcito, en la admiiictracin y sobre la tierra: pero al menos, si estas viejas clases conservan en Alemania tanta importancia y gozan de tantos privilegios, ejercen una
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funcin nacional, se convierten en los %telectuales" de la burguesa, con un deter Iminado temperamento dado por el origen de casta y por la tra- 93 dicin. En Inglaterra, donde la revolucin burguesa se desarrolla antes que en Francia, tenemos un fenmeno semejante al alemn de fusin entre lo viejo p lo nuevo, no obstante la extremada energa de los '5acohiios" ingleses, o sea las "cabezas redondas" de Cromwell; la vieja aristocracia permanece como capa gubernamental, con ciertos privilegios, se convierte tambin ella en la capa intelectual de la burguesa inglesa (por lo dems la aristocracia inglesa es de cuadros abiertos y se renueva continuamente con elementos provenientes de los intelectuales y la burguesa). A propsito sona dignas de verse algunas observaciones contenidas en el prefacio a la traduccin inglesa de Utopia e SciendSque hay que recordar para la investigacin sobre los intelectuales y sus funciones histrico-sociales. La explicacin dada por Antonio Labriola de la permanencia en el pcder en Alemania de los Junkers y el kaiserismo no obstante el gran desarrollo capitalista,* oscurece la explicacin correcta: la relacin de clases creada por el desarrollo industrial con la fijacin del lmite de la hegemona burguesa y el cambio de posiciones de las clases progresistas, indujo a la burguesa a no luchar a fondo contra el viejo rgimen, sino dejar subsistir una parte de su fachada tras la cual ocultar su pi-opio dominio real. Esta diferencia de proceso en la manifestacin del mismo desarrollo histrico en los diversos pases debe vincularse no slo con las distintas combinaciones de relaciones internas en la vida de las distintas naciones, sino tambin con las distintas relaciones internacionales (las relaciones internacionales suelen ser subestimadas en este tipo de investigaciones). El espritu jacobino, audaz, temerario, est ciertamente ligado a la hegemona ejercida durante tanto tiempo por Francia en Europa, adems de a la existencia de un centro urbano como Pm's y la centralizacin conseguida en Francia por obra de la monarqua absoluta. Las guerras de Napolen, por el contrario, con la enorme destruccin de I hombres, entre 94 los ms audaces y emprendedores, debilitaron no slo la energa poltica militante francesa, sino tambin la de las otras naciones, si bien intelectualmente fueron tan fecundas para la renovacin de Europa. Las relaciones internacionales ciertamente han tenido gran imponancia para determinar la lnea de desarrollo del Risorgimento italiano, pero han sido exageradas por el partido moderado y por Cavour para los fines de su partido. Es notable, a este respecto, el hecho de Cavour que tema como al fuego la iniciativa garibaldina antes de la expedicin de Quarto y del paso del Estrecho, por las complicaciones internacionales que poda
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el manuscrito: "es".
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crear y luego fue impulsado l mismo por el entusiasmo creado por los Mil en la opinin europea hasta ver como factible una nueva guerra inmediata contra Ausuia. Exista en Cavour cierta deformacin profesional del diplomtico, que lo llevaba a ver "demasiadas" dificultades y lo induca a exageraciones "conspirativas" y a prodigios, que en buena parte son funambulescos, de sutileza y de intriga. En todo caso Cavour actu egregiamente como hombre de partido: que adems su partido representase los ms profundos y duraderos intereses nacionales, aunque slo en el sentido de dar la ms vasta extensin a la comunidad de exigencias de la burguesa con la masa popular, es otra cuestin. A propsito de la consigna "jcobina" formulada en el 48-49 hay que estudiar su complicado destino. Retomada, sistematizada, elaborada, intelectualiada por el grupo Parvus-Bronstein, se manifest inerte e ineficaz en 1905 y a continuacin: se haba convertido en una cosa abstracta, de gabinete cienco. La corriente que se le opuso en sta su manifestacin literaria, por el contrario, sin emplearla "de propsito", la aplic de hecho en una forma apegada a la historia actual, concreta, viva, adaptada al tiempo y al lugar, como surgida por todos los poros de la determinada sociedad que haba que uansformar, I como alianza de dos grupos sociales, con la hegemona del grupo urbano." En un caso se tuvo el temperamentojacobino sin un contenido poltico adecuado; en el segundo, temperamento y contenido "jacobiio" segn las nuevas relaciones histricas, y no segn una etiqueta literaria e intelecnialista.
Cfr. C u o d m 1
Q QS> Antisemitismo en el RisUrgimento.En las Confssioni eprfsswni di f e de da LetEerati, F l s j , umnini politici, etctera (en 3 vols. Bocca, Turn, iooi 1921) se publica una correna lricosentimental de Raffaele Ottolenghi que refiere algunos de sus recuerdos de "judo" piamonts, de los que pueden extraerse algunos datos sobre la condicin de losjudos en el periodo del primer Risorgimento.' Un judo, veterano de Napolen, regres a su pas con una mujer f a rn cesa: el obispo, habiendo sabido que la mujer era cristiana, hiio que los gendannes se la Uevaran contra su voluntad. El obispo se adueaba, manu militari, de los nios judos que, durante alguna disputa con sus padres, hubieran amenazado con hacerse cristianos (Brofferioregistra una serie de estos hechos en su hi~toria).~
Despus de 1815 los judos fueron arrojados de las universidades y por consiguiente de las profesiones liberales. En 1799, durante la invasin austrerusa, hubo pogromos; en Acqui slo la intervencin del obispo logr salvar al bisabuelo de Ottolenghi de los fusiles de la multitud. En Siena, durante un pogromo, los judos fueron mandados a la Iioycra sin que el obispo quib.era intervenii a su favor. En el 48 el padre de Oiiolenghi regres a Acqui desde Turn, vestido de guardia na;ional: irritacin de los reaccionarios que hicieron correr la voz del sacrificio ritual de un ni50 cristiano por parte de Ouolenghi; campanas a rebato, venida de los villanos de los campos para saquear el Gbetro. El obispo se neg a intervenir y Ottolenghi fue salvado por el alcalde con un simulacro de arresto hasta la llegada de las tropas. Los reaccionarios y los clericales queran hacer aparecer las innovaciones liberales del 1 48 como una invencin de losjudos. (Habna que reconstruir la historia 96 del niio Mortara que tuvo tan clamoroso eco en las polmicas contra el dencalismo.)'
cfr. c7iadnno I (XW), 9-9 bis. pp.
5 Q6> La reiunn nudad-campo en el Risorgimentn y en la estructurn nacional italiana Las relaciones entre poblacin urbana y poblacin rural no son de un solo tipo esquemtico,especialmente en Italia. Por lo tanto hay que establecer qu se entiende por "urbano" y por 'rural" en la civilizacin moderna y qu combinaciones pueden resultar de la permanencia de formas anticuadas y retrgradas en la composicin general de la pw blacin, estudiada desde el punto de vista de su mayor o menor aglomeracin. A veces se da la paradoja de que un tipo rural sea ms progresista que un tipo supuestamente urbano. Una ciudad industrial" es siempre ms progresista que el campo que depende de ella orgnicamente. Pero en Italia no todas las ciudades son '?ndusuiales"y menos an son las ciudades tpicamente industriaies. Las "cien" ciudades italianas son ciudades industriales, la aglomeracin de la poblacin en centros no rurales, que es casi el doble de la francesa, <demuestra que existe en Italia una indusmaiimcin dos veces mayor que en Francia? En Italia el urbanismo no es slo, y ni siquiera "especialmente", un fenmeno de desarrollo capitalista y de la gran industria. La que h e durante mucho tiempo la ms grande ciudad italiana y sigue siendo de las ms grandes, Npoles, no es una ciudad indusmal: tampoco Roma, la actual mayor ciudad italiana, es indusmal. Sin embargo tambin en estas ciudades, de tipo medieval, existen fuertes ncleos de poblacin del tipo
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urbano moderno; pero cul es su posicin relativa? Se hallan sumergidos, apretados. aplastados por la otra parte, que no es de tipo moderno y es la inmensa mayona. Paradoja de las "ciudades del silencio". En este tipo de ciudad existe, entre todos los grupos sociales, una unidad ideolgica urbana contra el campo, unidad a la que no I escapan ni siquiera los ncleos ms modernos por funcin civil, que sin embargo existen: existe odio y desprecio contra el '\iilano", un frente nico implcito contra las reivindicaciones del campo que, de realizarse, haran imposible la existencia de este tipo de ciudad. Recprocamente existe una aversin "genrica" pero no por ello menos tenaz y apasionada del campo contra la ciudad, contra toda la ciudad, todos los grupos que la constituyen. Esta relacin general, que en realidad es muy compleja y se manifiesta en formas que aparentemente parecen contradictorias, tuvo una importancia primordial en el desarrollo de las luchas por el Risorgimento, cuando ste era an ms absoluto y operante de lo que es hoy El primer ejemplo notable de estas aparentes contradicciones debe estudiarse en el episodio de la Repblica Partenopea de 1799: la ciudad fue aniquilada por el campo organizado en las bordas del cardenal Ruffo, porque la Repblica, tanto en su primera fase aristocrtica como en la segunda, burguesa, olvid completamente al campo por una parte, pero por la otra, pre~lendo posibilidad de un levantamiento jacobino por el cual la prola piedad agrcola que gastaba sus rentas agmias en Kpoles, poda ser desposeda, privando a la gran masa popular de sus fuentes de ingresos y de vida, dej fros si n o es que suscit la hostilidad de los hombres del pueblo napolitanos. En el Risorgimento, adems, se manifiesta ya, embrionariamente, la relacin histrica entre Sorte y Sur como una relacin similar a la de una gran ciudad y un gran campo: siendo esta relacin n o ya la orgnica normal de provincia y capital industrial, sino la que se da entre dos vastos territorios de tradicin c i d y cultural muy distinta, se acentan los aspectos y los elementos de un conflicto de nacionalidad.' Lo que en el periodo del Risorgimento es especialmente notable es el hecho de que en las crisis polticas, el Sur tiene la iniciativa de la accin: 1799 Npoles, 2@21 Palermo, 47 hfessina y I Sicilia, 47-48 Sicilia y Npoles. Otro hecho notable es el aspecto particular que cada movimiento asume en la Italia Central, como una va intermedia entre Xorte y Sur: el penodo de las iniciativas popuiares (relativas) va desde 1815 hasta 1849 y culmina en Toscana y en los Estados del Papa (la Romaa y la Lunigiana deben ser siempre consideradas como pertenecientes al Centro). Estas peculiaridades se manifiestan tambin posteriormente: los acontecimientos de junio de 1914 culminaron en algunas regiones del Centro (Romaa y Marcas); la crisis que se inicia en 1893 en Sicilia, y que repercute en 408
el Medioda y en Lunigiana, culmina en Miln en 1898; en 1919 ocurren las invasiones de tierras en el Medioda y en Sicilia, en 1920 la ocupacin de las fbricas del Sorte. Este relativo sincronismo y simultaneidad demuestra la existencia ya despus de 1815 de una estructura econmicopoltica relativamente homognea, por una parte, y por la otra muestra cmo en los periodos de crisis es la parte ms dbil y perifrica la que reacciona primero. La relacin de ciudad y campo entre Norte y Sur puede tambin estudiarse en las diversas concepciones culturales y actitudes mentales. Como se ha mencionado, B. Croce y G. Fortunato, a principios de siglo, estwleron a la cabeza de un movimiento cultural que, de un modo u otro, se o p na al movimiento cultural del Norte (idealismo coritra positi~smo, clasicismo 0 classicitacontrafuturismo). Hay que sealar el hecho de que Sicilia se separa del Medioda tambin en el aspecto c u l t u d si Crispi es el hombre del indusnialismo del Norte, Pirandello en lneas generales est ms cerca del futurismo, Gentile y el actualismo estn tambin ms prximos al movimiento futunsta (entendido en sentido amplio, como oposicin al clasicismo tradicional, como forma de un romanticismo contemporneo). Distinta es la estructura y el origen de las capas intelectuales: en el Medioda predomina todava el tipo del "leguleyo", que pone en contacto a las masas campesinas con las de los propietanos y con el aparato estatal, en el Norte domina el tipo del "tcnico" de empresa que sirve de vnculo entre la masa I obrera y los empresanos:' la vinculacin con el Estado era funcin 99 de l s organizaciones sindicales y de los partidos polticos, diiigidos por a una capa intelectual completamente nueva (el actual sindicalismo de Estado, con la consecuencia de la difusin sistemtica a escala nacional de este tipo social- en forma ms coherente y consecuente de lo que le e n posible al viejo sindicalismo, es hasta cierto punto y en cierto sentido un instrumento de unificacin moral y poltica). Esta compleja relacin ciudad-campo puede estudiarse en los progmmas polticos generales que trataban de afirmarse antes de la llegada del fascismo al gobierno: el programa de Giolitti y de los liberales democrticos tenda a crear en el Norte un bloque "urbano" (de industriales y obreros) que fuera la base de un sistema proteccionista y reforzara la economa y la hegemona del Norte? El Medioda estaba reducido a un mercado de ventas semicolonial, a una fuente de ahorros y de impuestos y se le mantena "disciplinado" con dos series de medidas: medidas policiacas de represin despiadada de todo movimiento de masas con matanzas peridicas de campesinos (en la conmemoracin de Giolitti, escrita por Spectator -bfissiroli- en la Nuova Antnlogia se manifiesta asombro porque Giolitti se opuso siempre enrgicamente a cualquier difusin del socialis 409
mo y del sindicalismo en el Medioda,' mientras que L cosa es natural a y obvia, porque un proteccionismo obrero -reformismo, cooperativas, obras pblicas- slo es posible si es parcial; o sea que cada privilegio presupone sacrificados y despojados); medidas policiaco-polticas: favores personales a la capa de los "intelectuales" o leguleyos, bajo la forma de empleos en las administraciones pblicas, permisos de saqueos impunes de las administraciones locales, una legislacin aplicada menos rgidamente que en otras partes, dejando al clero la disponibilidad de patrimonios n o im tables, etctera, o sea I incorporacin a "ttulo personal" de los elementos meridionales ms activos en el personal dirigente estatal, con particulares privilegios "judiciales",burocrticos, etctera. As el estrato social que habra podido organizar el endmico descontento meridional, se converta por el contrario en un instrumento de la poltica septenmonal, un accesorio de su polica privada. El descontento, por falta de direccin, no lograba asumir una forma poltica normal y sus manifestaciones, expresndose slo en forma catica y tumultuaria, eran presentadas como "esfera de polica"judicial. En realidad a esta forma de corrupcin se adhenan aunque fuese pasiva e indirectamente hombres como Croce y Fortunato por la concepcin fetichista de la "unidad" (cfr. el episodio FortunatoSalvemini a propsito de Unita, referido por Prevol'mi en la primera edicin de la Cultura ifaliana) . i No hay que olvidar el factor polhc~moral la campaa de intimidade cin que se haca contra toda, aunque fuese objetivisima, constatacin de motivos de conflicto entre Norte y Sur. Hay que recordar la conclusin de la encuesta Pais-Serra sobre Cerdea despus de la crisis comercial de la dcada 1890-190O6 la acusacin ya mencionada,' lanzada por Cnspi a y los fasci sicilianos de estar vendidos a los ingleses. Especialmente entre los intelectuales sicilianos exista esta forma de exasperacin unitaxia (consecuencia de la formidable presin campesina sobre la tierra seorial y del populismo regional de Crispi) que se ha manifestado tambin reciente mente en el ataque de Katoli contra Croce por una alusin inocua al separativismo siciliano del Reino de Npoles (cfr. respuesta de Croce en la Critica).8 El programa de Giolitti fue "turbado" por dos factores: 11 la atmacin de los intransigentes en el partido socialista bajo la direccin de Mussol'mi y su coqueteo con los meridionalitas (librecambio, elecciones de Molfetta, etctera), que destrua el bloque urbano septentrional; 21 la 101 introduccin del sufragio universal que ampli de modo I inaudito la base parlamentaria del Medioda e hizo dificil la corrupcin individual (demasiados que corromper por las buenas y en consecuencia aparicin de los golpeadores). Giolitti cambi de "partenaire", sustituy el bloque urbano (o mejor
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contrapuso para impedir su completa descomposicin) por el "pacto Centiloni", esto es, en definitiva, un bloque entre la industria septenmonal y los rurales del campo "orgnico y normal" (las fuerzas electorales catlicas coincidan con las socialistas geogrficamente: o sea que estaban difundidas en el Norte y en el Centro)' con extensin de los efectos tambin en el Sur, al menos en la medida inmediatamentesuficiente para "rechficar" tilmente las consecuencias de la ampliacin de la masa electoral. El otro programa u orientacin poltica general es el que se puede Uamar del Comere della Sera o de Luigi Alberhni y puede identificarse en una alianza entre una parte de los industriales del Norte (teniendo a su cabeza a los textiles, algodoneros, sederos, exportadores y por consiguiente librecambistas) con el bloque rural del Medioda: el Coniere apoy a Salvemini contra Giolitti en las elecciones de Molfetta de 1913 (campaa de Ugo Ojetti),'' apoy al ministerio Salandra primero y al de Nitti a continuacin, o sea a los primeros dos gobiernos formados por estadistas meridionales (los sicilianos deben considerarse aparte:" siempre han tenido una parte leonina en todos los ministerios desde el 60 en adelante, y han tenido numerosos presidentes del Consejo, a diferencia del Mediodia, cuyo primer lder fue Salandra; esta "invasin" siciliana puede explicarse w r la ~oitica extorsin de los oartidos de la isla. aue baio cuerda han de > mantenido siempre un espritu "separatista" a favor de Inglaterra: la acusacin de Crispi era, en forma aventurada, la manifestacin de una preo cupacin que obsesionaba realmente al grupo dirigente nacional ms res ponsable y sensible). La ampliacin del sufragio en 1913 haba provocado ya los primeros sntomas de aquel fenmeno que tendra su mxima expresin en los aos 19-2C-21 a consecuencia de la experiencia polticoorganizativa adquirida por las masas campesinas en la guerra, I o sea la ruptura relativa del bloque rural meridional y el aleiamiento de los camoesinos, guiados por unparte por los inteleckales {oficialesen guerra):por los grandes propietanos: se tiene as el sardismo, el partido reformista siciliano (el Uamado U L L eTuDo ~arlamentario Bonomi estaba constituido Dor Bonomi v 22 diputados sicilianos) con el ala extrema separatistarepresentada por la Si& Numa, el grupo del Rinnouamento en el Medioda constituido por combatientes que intent constituir partidos regionales de accin segn el tipo sardo (cff. la rexlsta Volonta de Torraca, la uansformacin del Pe polo Romano, etctera) ." En este movimiento la importancia autnoma de las masas campesinas est graduada desde Cerdea hasta el Medioda y hasta Sicilia, segn la fuerza organizada, por el prestigio y la presin idem lgica ejercida por los grandes propietarios, que tienen en Sicilia un mximo de organizacin y de solidez y que por el contrario tienen una im. l
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portancia relativamente pequeiia en Cerdea.a igualmente graduada es la independencia relativa de las respectivas capas intelectuales, naturalmente en sentido inverso al de los propietarios." (Por intelectuales es preciso entender no slo aquellas capas comnmente designadas con esta den* minacin, sino en general todo el estrato social que ejerce funciones organizativas en sentido lato, tanto en el campo de la produccin como en el de la cultura y en el poltico-administrativo: corresponden a los suboficiales y oficiales subalternos en el ejrcito y tambin en parte a los oficiales superiores de origen subalterno). Para analizar la funcin poitic*social de los intelectuales hay que investigar y examinar su actitud psicolgica frente a las clases fundamentales que ellos ponen en contacto en los diversos campos: ?tienen una actitud "paternalista" frente a las clases insmmentales? jo creen ser una expresin orgnica suya? ?tienen una actitud "servil" frente a las clases dirigentes o se creen ellos mismos dirigentes, parte I integrante de las clases dirigentes? En el desarrollo del Risorgimento, el llamado Partido de Accin tena una actitud "paternalista", por eso no logr ms que en medida muy limitada poner a las grandes masas populares en contacto con el Estado. El llamado 'transformismo" no es ms que la expresi6n parlamentaria del hecho de que el Partido de Accin fue incorporado molecularmente por los moderados y las masas populares fueron decapitadas, no absorbidas en el mbito del nuevo Estado. De la relacin ciudadxampo debe partir el examen de las fuerzas m* uices fundamentales de la historia italiana y de los puntos programticos en los que hay que estudiar yjuzgar la orientacin del Partido de Accin en el Risorgimento. Esquemticamente se puede tener este cuadro: 11 la fuerza urbana septentrional; 21 la fuerza rural meridional, 31 la fuerza rural septenuionalientral; 4-51 la fuerza rosal de Sicilia y Cerdea. Permaneciendo firme la funcin de "locomotora" de la primera fuerza, hay que examinar las diversas combinaciones "ms tiles'' aptas para constituir un "tren" que avance lo ms expeditamente en la historia. Por lo p~-onto, primera fuerza empieza por tener problemas propios, interla nos, de organizacin, de articulacin por homogeneidad, de direccin poltico-militar (hegemona piarnontesa, relacin entre Miln y Turn, etctera); pero queda establecido que, ya "mecnicamente", si tal fuerza ha alcanzado cierto grado de unidad y de combatividad, ejerce una funcin directiva "indirecta" sobre las otras. En los diversos periodos del Risorgimento se advierte que, al colocarse estas fuerzas en una posicin de intransigencia y de lucha contra el dominio extranjero, ello determina una
a En el rnanii~crito: "Sicilia".
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exaltacin de las fuerzas progresistas meridionales: de ah el sincronismo relativo. nero no la simultaneidad. en los movimientos del 20-21. del 31. de1 48. En el 5940 este "mecanismo" histrico-poltico acta con todo el rendimiento posible, porque el Norte inicia la lucha, el Centro se adhiere pacficamente y en el Sur el Estado horbnico se derrumba bajo el empuje de los ganbaldinos, empuje relativamente dbil. Esto sucede porque el Partido de Accin I (Garibaldi) interiiene oportunamente, despus de l4 que los moderados (Cavour) haban organizado el Norte y el Centro; o sea que no es la misma direccin poltico-militar (moderados o Partido de Accin) la que organiza la simultaneidad relativa, sino la colaboracin (mecnica) de las dos direcciones, que se integran felizmente. La primera fuerza deba, pues, plantearse el problema de organizar en torno a s las fuerzas urbanas de las otras secciones nacionales y especialmente del Sur. Este problema era el ms difcil, erizado de conuadicci* nes y de querellas que desencadenaban oleadas de pasiones (una solucin burlesca de estas contradicciones fue la llamada revoluciu parlamentaria de 1876). Pero su solucin, precisamente por esto, era uno de los puntos cruciales del desarrollo nacional. Las fuerzas urbanas son socialmente h o mogneas, por lo tanto deben hallarse en una posicin de perfecta igualdad. Esto era cierto tericamente, pero histricamente la cuestin se planteaba de otra manera: las Fuerzas urbanas del Norte estaban netamente a la cabeza de su seccin nacional, mientras que para las fuerzas urbanas del Sur se no era el caso, por lo menos en igual medida. Las fuerzas urbanas del Norte, por lo tanto, deban obtener de las del Sur que su fimcin directiva se limitase a asegurar la direccin del Sorte con respecto al Sur en la relacin general de ciudadlampo, o sea que la funcin directika de las fuerzas urbanas del Sur no podaSer ms que un momento subordinado de la msvasta funcin directiva del Xorte. La contradiccin ms estsidente naca de este orden de hechos: la fuerza urbana del Sur no poda ser considerada como algo en s misma, independiente de la del iiorte; plantear la cuestin as habra significado afirmar prejuiciahente un insanable desacuerdo "nacional", desacuerdo tanto ms grave cuanto que ni siquiera la solucin federalista habra podido superarlo; se habna afirmado la existencia de naciones distintas, entre las cuales habra podido realizarse slo una alianza diplomticomilitar contra el enemigo comn, Ausma (el nico elemento de comunidad y solidaridad, en suma, habna consistido slo en tener un enemigo "comn"). Pero en realidad existan slo algunos "aspectos" de la cuesI tin nacional, no "todos" los aspectos y ni si- lo5 quiera los ms esenciales. El aspecto ms p x 7 eera la dbil posicin de las fuerzas urbanas meridionales con relacin a las fuerzas rurales, relacin desfavorable que se manifestaba en ocasiones en una autntica sujecin de
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la ciudad al campo. La estrechavinculacin entre fuerzas urbanas del Norte y del Sur, dando a las segundas la fuerza representativa del prestigio de las primeras, deba ayudar a aqullas a hacerse autnomas, a adquirir conciencia de su funcin histrica dirigente en forma "concreta" y no puramente terica y abstracta, sugiriendo las soluciones que habra que dar a los vastos problemas regionales. Era natural que se encontraran fuertes oposiciones en el Sur a la unidad.. la tarea ms grave para resolver la situacin corresponda de todos modos a las fuerzas urbanas del Xorte, que no slo deban convencer a sus 'hermanos" del Sur, sino que deban comenzar <por convencerse>aa s mismas de esta complejidad de sistema poltico: prcticamente, pues, la cuestin se planteaba en la existencia de un fuerte centro de direccin poltica, en el cual necesariamente habran debido colaborar fuertes y populares individualidades meridionales y de las islas. El problema de crear una unidad Norte/Sur estaba estrechamente vinculado y en gran parte absorbido en el problema de crear una cohesin y una solidaridad entre todas las fuerzas urbanas nacionales. (El me namiento desarrollado ms arriba de hecho esvlido para cada una de las tres secciones meridionales, Napolitano, Sicilia, Cerdea.) Las fuerzas rurales septenuionales-centrales planteaban a su vez una serie de problemas que la fuerza urbana del Norte deba plantearse para establecer una relacin normal ciudadcampo, expulsando las interferencias y las influencias de origen extrao al desarrollo del nuevo Estado. En estas fuerzas rurales haba que distinguir dos corrientes: la laica y la clerical-austriaquizante. La fuerza clerical tena su peso mximo en el Lombardo-Vneto, adems de en Toscana y en una parte del Estado ponticio; la laica en el Piamonte, con interferencias ms o menos vastas en el resto de Italia, adems de en las legaciones, especialmente en Romaa, tambin en las otras secciones, hasta el Medioda y las islas. Resolviendo bien estas relaciones inmediatas, las fuerzas urbanas septenuionales habran dado un ritmo a todas las cuestiones similares I a escala nacional. En toda esta serie de problemas complejos el Partido de Accin fracas completamente: de hecho se limit a hacer cuestin de principio y de programa esencial la que era simplemente cuestin del terreno poltico en el que tales problemas habran podido centrarse y haliar una solucin legal: la cuestin de la Constituyente. No se puede decir que haya fracasado el partido moderado, que se propona la expansin orgnica del Piamonte, quera soldados para el ejrcito piamonts y no insurrecciones o ejrcitos garibaldinos demasiado grandes. *Por qu el Partido de Accin no plante en toda su extensin la cues
a Integrado sobre la
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tin agraria? Que no la planteasen los moderados era obvio: el planteamiento dado por los moderados al problema nacional exiga un bloque de todas las fuerzas de derecha, incluidas las clases de los grandes terratenientes, en torno al Piamonte como Estado y como ejrcito. La amenaza por Austria de resolver la cuestin agraria en favor 'de los campesinos, amenaza que se cumpli en Galizia contra los nobles polacos a favor de los campesinos rutenos, no slo provoc la confusin entre los interesados en Italia, determinando todas las oscilaciones de la aristocracia (sucesos de Miln de febrero del 53 y acto de homenaje de las ms ilustres familias d a n e s a s a FranciscoJos precisamente en la vspera de las horcas de Beiiore)," sino que paraln al mismo Partido de Accin, que en este terreno pensaba como los moderados y consideraba "nacionales"a la aistocracia y a los propiehos y no a los millones de campesinos. Slo de* pus de febrero del 53 Mazzini tuvo algunos gestos sustancialmente democrticos (vase el Epistolario de aquel periodo)," pero no fue capaz de una radicalizacin decisiva de su programa abstracto. Debe estudiarse la conducta poltica de los garibaldinos en Sicilia en 1860, conducta poltica que era dictada por Crispi: los movimientos de insurreccin de los campesinos contra los barones fueron despiadadarnente aplastados y se cre la Guardia nacional anticampesina; es tpica la expedicin represiva de Niio Bixio en la regin catanesa, donde las insurrecciones fueron ms violentas. Y sin embargo [tambin] en las NotereUede G. C. Abba hay I ele- 107 mentos para demostrar que la cuestin agraria era el resorte para hacer entrar en movimiento a las grandes masas; basta recordar los discursos de Abba con el M e que va al encuentro de los garibaldios inmediatamente despus del desembarco de Marsala.16En algunos cuentos de G. Verga hay elementos pintorescos de estos alzamientos campesinos que la guardia nacional sofoc con el terror y los fusilamientos en masa." (Este aspecto de la expedicin de los Mil no ha sido nunca estudiado y analizado.) La falta de planteamiento de la cuestin agraria llevaba a la casi impe sibilidad de resolver la cuestin del clericalismo y de la posicin antiunitaria del Papa. A este respecto los moderados fueron mucho ms audaces que el Partido de Accin: es verdad que ellos no distribuyeron los bienes eclesisticos entre los campesinos, pero se sirvieron de aqullos para crear una nueva capa de grandesy medianos propietarios ligados a la nueva situacin poltica, y no titubearon en manumitir la propiedad de la tierra, aunque slo fuese la de las Congregaciones. El Partido de Accin, adems, estaba paralizado, en su accin entre los campesinos, por las veleidades mazzinianas de [una] reforma religiosa, que no slo no interesaba a las grandes masas rurales, sino que por el contrario las haca propensa a una instigacin contra los nuevos herticos. El ejemplo de la Revolucin 415
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francesa estaba all para demostrar que los jacobinos, que haban logrado aniquilar a todos Los partidos de derecha inchyendo a los girondinos en el terreno de la cuestin agraria y no slo impedir la coalicin rural contra Pars sino multiplicar sus partidarios en las provincias, fueron perjudicados por los intentos de Robespierre de instaurar una reforma religiosa, que sin embargo, en el proceso histrico real, tena un significado y una concrecin inmediatos. (Habra que estudiar atentamente la poltica agraria real de la Repblica Romana y el verdadero carcter de la misin r e presiva encomendada por Mazzini a Felice Orsini en la Romaiia y en las Marcas: en este periodo y hasta el 70 -incluso despus- con el nombre de bandolerismo se entenda casi siempre el movimiento catico, tumultuoso y salpicado de ferocidad, de los campesinos I para aduearse de la tierra.!
Cfr Cuodma 1 (XW), 24 b i d 9 bis pp.
8 Q7> Los moderados p los intelectuales. Por qu los moderados deban conseguir el predominio en la masa de los intelectuales. Gioberti y Mzzini. Gioberti ofreca a los intelectuales una filosofia que apareca como original y al mismo tiempo nacional, capaz de poner a Italia al menos en el mismo nivel de las naciones ms avanzadas y dar una nuexa dignidad al pensamiento italiano. Mazzini por el contrario ofreca slo afirmaciones nebulosas y alusiones filosficas que a muchos intelectuales, especialmente napolitanos, les deban parecer hueca palabrera (el abate Galimi haba enseado a burlarse de aquel modo de pensar y razonar).' Cuestin de la escuela: actividad de los moderados para introducir el principio pedaggico de la ensefianza recproca (Confalonien, Capponi, etctera); movimiento de Ferrante Aporti y de los asilos, vinculado al problema del pauperismo.' En los moderados se airmaba el nico movimiento pedaggico concreto opuesto a la escuela "jesutica";esto no poda dejar de tener eficacia tanto entre los laicos, a los cuales daba en la escuela una personalidad propia, como en el clero liberalizante y antijesutico (hostilidad encarnizada contra Ferrante Aporti, etctera; la recuperacin y educacin de la infancia abandonada era un monopolio clerical y estas iniciativas destruan el monopolio). Las actividades escolares de carcter liberal o liberalizante tienen un gran significado para captar el mecanismo de la hegemona de los moderados sobre los intelectuales. La actividad escolar, en todos sus g~ados, tiene una importancia enorme, incluso econmica, para los intelectuales de todos los grados: la tena entonces an mayor que hoy, dado lo restringido de los cuadros sociales y las escasas vas abiertas a la iniciativa de los pequeos burgueses (hoy: periodis416
mo, movimiento de los partidos, industria, aparato estatal extenssimo, han ampliado en forma inaudita las posibilidades de empleo). La hegemona de un centro directivo sobre los intelectuales se afirma a travs de dos lneas principales: 1] una concepcin general de la vida, una filosofia (Gioberti), que ofrezca a los seguidores una "dignidad" intelectual que d un principio I de distincin y un elemento de lucha Contra las IW viejas ideologas dominantes coercitivamente; 21 un programa escolar, un principio educativo y pedaggico original que interese y d una actividad propia, en su campo tcnico, a aquella fraccin de los intelectuales que es la ms homognea y la ms numerosa (los docentes, desde el maestro elemental hasta los profesores de universidad) Los Congresos de cienficos que fueron organizados repetidamente en el periodo del primer Risorgimento tuvieron una doble eficacia: 11 reunir a Los intelectuales del grado ms elevado, concenundolos y multiplicando su influencia; 21 obtener una concentracin ms rpida y una orientacin ms decidida en los intelectuales de grados inferiores, que normalmente tienden a seguir a los universitarios y a los grandes cientficos por espritu de casta. El estudio de las revistas enciclopdicas y especializadas da otro aspecto de la hegemona de los moderados. Un partido como el de los moderados ofreca a la masa de los intelectuales todas las satisfaccionespara las exigencias generales que pueden ser ofrecidas por un gobierno (por un partido en el gobierno), a travs de los servicios estatales. (Para esta funcin de partido italiano de gobierno sirvi ptimamente despus del 4 8 49 el Estado piamonts que acogi a los intelectuales exiliados y mostr en modelo lo que habra hecho un futuro Estado unificado.)
Cfr. Cuaderno 1 (XVI), pp. 42 bis43 bis
<28> Direccin politicornilitar del movimiento nacional italiano. En el examen de la direccin poltica y militar imprimida al movimiento nacional antes y despus del 48 hay que hacer algunas observaciones preventivas de mtodo y nomenclatura. Por direccin militar no debe entenderse 6 lo la direccin militar en sentido estricto, tcnico, o sea con referencia a la estrategia y a la tctica del ejrcito piamonts, o de las tropas garibaldinas y de las diversas milicias improvisadas en las insurrecciones locales (cinco jornadas de Miln, defensa de Venecia, defensa de la Repblica Romana, insurreccin de Palermo en el 48 etctera); debe entenderse por el contrario en sentido mucho ms amplio y ms apegado a la direccin poltica autntica. El problema esencial que se planteaba desde el
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punto de I vista militar e n el de arrojar de la pennsula a una potencia extranjera,Austria, que dispona de uno de los mayores ejrcitos de laEuropa de entonces y que tena adems no pocos ni dbiles partidarios en la pennsula misma, incluso en el Piamonte. Por lo tanto, el problema militar era ste: cmo conseguir moiiluar una fuerza insurreccional que e i tuviese en condiciones no slo de arrojar fuera de la pennsula al ejrcito austriaco, sino tambin de impedir que ste pudiera regresar con una contraofensiva, dado que la expulsin violenta habna puesto en peligro la solidez del Imperio y por consiguiente habra galvanizado todas sus fuerzas de cohesin para una revancha. Las soluciones del problema que fueron presentadas absuactamente eran numerosas, todas ellas contradictorias e ineficaces. "Italia lo har sola" fue la consima niamontesa del 48. Dero sic.. nific una derrota desastrosa. La poltica incierta, ambigua, timida y al mismo tiempo aventurada de los partidos de derecha piamonteses fue la causa principal de la derrota: fueron de una astucia mezquina, fueron la causa de que se reuraran los ejrcitos de los otros Estados italianos, napolitanos y romanos, por haber mostrado demasiado pronto que deseaban la expansin piamontesa y no una confederacin italiana; ellos no favorecieron, sino que obstaculizaron, el movimiento de los voluntarios; ellos, en suma, queran que los nicos soldados xlctoriosos fuesen los generales piamonteses, ineptos para el mando de una guerra tan dicil. La ausencia de una poltica popular fue desastrosa: los campesinos lombardos y vnetos enroiados por Austria fueron uno de los instrumentos ms eficaces para sofocar la revolucin de Viena y por consiguiente tambin italiana; para los campesinos, el movimiento del LombardwVneto era una cosa de seores y de estudiantes como el movimiento viens. Mientras que los partidos nacionales italianos habnan debido, con su poltica, determinar o ayudar a la disgregacin del Imperio ausuiaco, con su iner111 cia obtuvieron que los regimientos italianos fuesen uno I de los mejores puntales de la reaccin austriaca. En la lucha enue el Piamonte y Austria el n estratgico no poda ser el de destruir el ejrcito ausmaco y ocupar el territorio del enemigo, que habra sido un fin inalcanzable y utpico, sino que poda ser el de disgregar la organizacin interna austriaca y ayudar a los liberales a llegar al poder establemente para cambiar la estructura poltica del Imperio a federalista o al menos para crear un estado prolongado de luchas internas que diese respiro a las fuerzas nacionales italianas y les permitiese concentrarse poltica y militarmente (el mismo error fue cometido por Somino en la guerra mundial y ello contra las insistencias de Cadorna: Sonnino no quena la destruccin del imperio de los Habsburgo y se neg a cualquier poltica de nacionalidad; incluso des pus de Caporetto, una poltica nacionalista fue aplicada de mal grado y
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maltusianamente y por eso no dio los resultados ms rpidos que habna podido dar). Despus de haber iniciado la guerra con el lema "Italia lo har sola", despus de la derrota, cuando toda la empresa estaba comprometida, se intent recibir la ayuda francesa, precisamente cuando, incluso por efecto del fortalecimiento austriaco, en Francia haban subido al poder los reaccionarios, enemigos de un Estado unitario y fuerte y tambin de una expansin piamontesa: Francia no quiso dar al Piamonte ni siquiera un general anciano y se recurri al polaco Chrzanowski. La direccin militar era una cuestin ms vasta que la direccin del ejrcito y de la determinacin del plan estratgico que el ejrcito deba ejecutar; abarcaba adems la movilizaci6n poltico-insurreccional de fuerzas populares que se habran alzado a espaldas del enemigo y habnan obstaculizado sus movimientos y los servicios logsticos, la creacin de masas auxiliares y de reserva de donde extraer nuevos regimientos y que diesen al ejrcito "tcnico" la atmsfera de entusiasmo y de ardor. La poltica popular no se aplic ni siquiera despus del 49; por el contrario, acerca de los acontecimientos del 49 se intrigb estultamente para intimidar a las tendencias democrticas: I la poltica nacional de derecha se empen en 112 el segundo periodo del Risorgimento en la bsqueda de la ayuda de la Francia bonapartista y con la alianza francesa se equilibr la fuerza a u s triaca. La poltica de la derecha en el 48 retard la unificacin de la pennsula por varias dcadas. Las incertidumbres en la direccin poltico-militar, las continuas oscilaciones entre despotismo y constitucionalismo tuvieron sus contragolpes desastrosos tambin en el ejrcito piamonts. Puede afirmarse que cuanto ms numeroso es un ejrcito, en sentido absoluto, como masa reclutada, o en sentido relativo, como proporciones de hombres reclutados sobre la poblacin total, tanto ms aumenta la importancia de la direccin poltica sobre la simplemente tcnica-militar. La combatividad del ejrcito piamonts era elevadsima al principio de la campaa del 48: los derechistas creyeron que tal combatividad era expresin de un puro espritu militar y dinstico abstracto, y comenzaron a intrigar para restringir las libertades populares y destruir las expectativas de un futuro democrtico. La "moral" del ejrcito decay. La polmica sobre la fatal Novara est toda aqu. En Novara el ejrcito no quiso combatir, por eso fue derrotado. Los derechistas acusaron a los demcratas de haber llevado la poltica al ejrciio y haberlo disgregado: acusacin estpida, porque el constinicionalismo precisamente "nacionalizaba" al ejrcito, haca de l un elemento de la poltica general y con ello lo reforzaba militarmente. Tanto ms estpida La acusacin en cuanto que el ejrcito se dio cuenta de un cambio de direccin poltica, sin necesidad de "disgregadores", por una multiplici-
dad de pequeos cambios, cada uno de los cuales puede parecer insignificante y desdeable, pero que en conjunto forman una nueva atmsfera a fkante. Responsables de la disgregacin son por lo tanto aquellos que cambiaron la direccin poltica, sin prever las consecuencias militares, e i to es, que aplicaron una mala poltica en sustitucin de la anterior que era buena, porque corresponda al . El ejrcito es tambin un "instrumenn to" para un fui determinado, pero est constituido por hombres pensantes 113 y no por autmatas que se pueden emplear en los lmites I de su cohesin mecnica y sica. Si se puede y se debe, incluso en este caso, hablar de oportuno y de correspondiente al fin, hay que incluir sin embargo la di Uncin: segn la naturaleza del instrumento dado. Si se golpea un clavo con una maza de madera con el mismo vigor con que se golpeana con un martillo de acero, el clavo penetra en la maza en vez de en la pared. La direccin poltica justa es necesaria incluso en un ejrcito de mercenarios profesionales (tambin en las compaas de fortuna haba un mnimo de direccin poltica, adems de la tcnicemilitar); tanto ms necesaria es sta en un ejrcito nacional de leva. La cuestin se vuelve an ms compleja p dicil en las guerras de posiciones libradas con masas enormes que S& lo con grandes reservas de fuerzas morales pueden resistir el gran desgaste muscular, nervioso, psquico: slo una habilsima direccin polhca, que sepa tener en cuenta las aspiraciones y los sentimientos ms profundos de las masas humanas, impide su disgregacin y desmoronamiento. La direccin militar debe estar siempre subordinada a la direccin poltica, o sea que el plan estratgico debe ser la expresin militar de una determinada poltica general. Naturalmente puede darse que en una condicin dada, los hombres polticos sean ineptos, mientras que en el ejrcito existan jefes que a la capacidad militar anen la capacidad poltica: es el caso de Csar y de Napolen. Pero en Napolen se vio cmo el cambio de polhca, coordinado con la presuncin de tener un instrumento militar abstractamente militar, condujo a su ruina: tambin en los casos en que la direccin poltica y la militar se hallan unidas en la misma persona, es el
arte poltico y arte miiim: los soldados vean en Csar no slo a un gran jefe militar, I sino especialmente a sujefe poltico, eljefe de la democracia. Hay que recordar cmo Bismarck, siguiendo las huellas de Clause~itz,~ sostena la supremaca del momento poltico sobre el militar, mientras que Guillermo n, como refiere Ludwig,' anot rabiosamente un peridico en el que se reproduca la opinin de Bismarck: as los alemanes ganaron bnllantemente casi todas las batallas, pero perdieron la guerra. Existe cierta tendencia a sobreestimar la aportacin de las clases popu-
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lares al Risorgimento, insistindose especialmente en el fenmeno del voluntariado. Las cosas ms serias y ponderadas a este propsito fueron e s cntas por Ettore Rota en la Nuoua Rivisla Stmica de 1928-29.' Aparte la observacin hecha en otra nota' sobre el significado que hay que dar a los voluntarios, es preciso sealar que los mismos escritos de Rota demues tran cmo los voluntarios eran mal &tos y saboteados por las autoridades piamontesas, lo que precisamente confirma la mala diieccin poitico-militar. El gobierno piamonts poda enrolar obligatoriamente soldados en su territorio estatal, en proporcin con la poblacin, as como Austria pcda hacerlo en el suyo y en proporcin con una poblacin enormemente mayor: una guerra a fondo, en estos trminos, habra sido siempre desas trosa para el Piamonte despus de cierto tiempo. Establecido el principio de que "Italia lo har por s sola" era preciso o bien aceptar de inmediato la Confederacin con los otros Estados italianos o proponerse la unidad poltica territorial sobre una base tan radicalmente popular que las masas se hubieran visto inducidas a levantarse contra los otros gobiernos, y hubieran constituido ejrcitos voluntarios que acudieran en ayuda de los piarnonteses. Pero precisamente ah estaba la cuestin: las tendencias de derecha piamontesas o no queran auxiliares, pensando poder vencer a los austriacos slo con las fuerzas regulares piamontesas (y no se entiende cmo podan tener semejante presuncin) o habran querido ser ayudadas a tnilo gratuito (y tampoco aqu se entiende cmo polticos serios pcdan pretender semejante absurdo): en la realidad no se puede pretender entusiasmo, espritu de sacrificio, etctera, sin una contrapartida ni siquiera de los propios sbditos de un Estado; tanto menos es posible pretenderla de ciudadanos extraos al Estado bajo un programa genrico y abstracto I y por una fe ciega en un gobierno lejano. Este fue el drama del 4849, pero ciertamente no es justo despreciar por ello al pueblo italiano; la responsabilidad del desasue debe atribuirse tanto a los moderados ccmo al Partido de Accin, o sea, en iiltimo anlisis, a la inmadurez y a la esfassima eficiencia de las clases dirigentes. Las observaciones hechas sobre la deficiencia de direccin polhcc-milita en el Risorgimento podran ser rebatidas con un argumento muy trivial y gastado: "aquellos hombres no fueron demagogos, no hicieron demagogia". Otra trivialidad muy difundida para detener el juicio negativo sobre la capacidad directiva de los jefes del movimiento nacional es la de repetir de varios modos y formas que el movimiento nacional se pudo operar por mrito de nicamente las clases cuitas. Dnde est el mrito es difcil entenderlo. Mrito de una clase cuita porque su funcin histrica es la de dirigir a las masas populares y desarrollar sus elementos progresistas: si la clase culta no ha sido capaz de cumplir su funcin, no debe ha.
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blarse de mrito, sino de demrito, o sea de inmadurez y debilidad ntimas. As hay que entenderse acerca de la palabra y del concepto de demagogia. Aquellos hombres efectivamente no supieron guiar al pueblo, no supieron despertar su entusiasmo y su pasin, si se entiende demagogia esu significado primordial. &ca&ar& ellos al menos el fin que s ~ o n a nDecan aue se 1 r o ~ o n lan ? ~ A a creacin del Estado moderno en Italia y produjeron algo bastardo, se proponan suscitar una clase digente amplia y enrgica y no lo consiguieron, insertar al pueblo en el cuadro estatal y no lo lograron. L a mezquina vida poltica desde el 70 hasta el 900, el rebeidismo elemental y endmico de las clases populares, la existencia burda y fatigosa de una capa dirigente escptica y poltrona son la consecuencia de aquella deficiencia: y tambin es su consecuencia la posicin internacional del nuevo Estado, falto de autonoma efectiva por estar minado en su interior por el Papado y por la pasividad malvola de las grandes masas. En I realidad, adems, los derechistas del Risorgimento fueron grandes demagogos: hicieron del pueblenacin un instrumento, un objeto, degradndolo, y en eso consiste la mayor y ms despreciable demagogia, precisamente en el sentido que el trmino ha asumido en boca de los partidos de derecha en polmica con los de izquierda, si bien son los partidos de derecha los que siempre han ejercido la peor demagogia y los que a menudo han apelado a la escoria popular (como Napolen 111en Francia).
Cfr C u n d m 1
Q9> El nexo 184849. Novara En febrero de 1849 Silvio Spaventa visit en Pisa a D'Azeglio y dej constancia del coloquio en un escrito poltico compuesto en 1856, mientras estaba en la ckcel: "CTn hombre de Estado piamonts de los ms ilustres me deca un mes antes: nosotros no podemos vencer, pero combatiremos de nuevo: nuestra derrota ser la derrota de aquel partido que hoy nos vuelve a empujar a la guerra; y entre una derrota y una guerra civil nosotros elegimos la primera: ella nos dar la paz interna y la libertad y la independencia del Piamonte, que no puede darnos la otra. Las previsiones de aquel sabio (!) hombre se cumplieron. La batalla de Novara se perdi para la causa de la independencia y fue ganada para la libertad del Piamonte. Y Carlos Aiberto, a mi parecer, hizo el sacrificio de su corona ms a sta que a aqulla" (cfr. Silvio Spaventa, Del 1848 al 1861. Cartas, escritos, documentos, publicados por B. Goce, 2a ed., Laterza, p. 58 nota).' Hay que preguntarse si cumplieron las "previsiones" o si se prepar la derrota por hombres tan sabios como D'Azeglio.
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En un artculo publicado en el Cuniere de& Sera del 14de mayo de 1934 ("Onoranze americane a Filippo Caronti"), Antonio Monti reproduce de las M& de Caronti (inditas y conservadas en el Museo del Risorgimento de Min) estos dos episodios: Caronti, despus de haber vencido a los ausmacos en Como en 1848, form una compaa de voluntarios y se dirigi a Turn para buscar m a s . El ministro Balbo le dio esta respuesta que Monti considera 'asombro Isa": 'Es intil ya el armarse, ya que 117 un ejrcito regular y fuerte destrozar ai enemigo. Acaso queris serviros de las armas entre vosotros para que las discordias entre comascos y milaneses resurjan en perjuicio del buen xito de la causa italiana?" (No es intil recordar que poco antes de la guerra del 48 el P i o n t e se haba desprovisto de armas para enviarlas a Suiza a los catlicos reaccionarios insurrectos del Sonderbund)? Sobre la "preparacin" de la derrota de Novara, Carouti narra que mientras se preparaba febrilmente una reanudacin de la lucha armada en Como y se organizaban voluntarios, lleg la noticia del armisticio concluido despus de Novara por el general Chrzanowsky (Monti escribe Czarnowsky). Caronti se enfrent ai general, que dijo: "Nous avons conclu un armistice honorable. -Comment, h o n e rable? -Oui, tres honorable avec une arme qui ne se bat pas". El dilogo es confirmado por Gabriele Camozzi." Pero no importan las palabras del general polaco, que era una pajilla arrastrada por la tormenta, sino la orientacin dada a la poltica militar por el gobierno piamonts, que prefena la derrota a una insurreccin general italiana.
cfr. Cundemo 1 (M), 80. p.
5 <30> A pmpsito de la amenaza continua que el gobierno ausfriaco hacia a los nobles del Lomardo-Vneto de promulgar una legislacin agraria favorable a los campesinos (amenaza no vana porque ya haba sido puesta en prctica en Gaiizia conwa la aristocracia polaca),' son interesantes algunos datos de historia de Polonia contenidos en un articulo de la Pologne Limire, resumido en el Marzocm del 1" de diciembre de 1929.' El perib dico polaco, buscando las causas histricas del espritu militar de los pw lacos, por las que se encuenwan voluntarios polacos en todas las guerras y g u e d a s , en todas las insurrecciones y en todas las revoluciones del siglo pasado, se remite a este hecho: el 13 de julio de 1792 "una nacin que Coniaha 9 millones de habi~antes, que tenia 70 000 sol<ia<los bajo l a ~ a r mas, fue conquistada sin habcr sido vencida". El 3 de mavo de 1791 tue prodamada una constitucin cuyo espritu ampliamente democrtico p e
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da convertirse en iin peligro para los vecinos, el rey de Prusia, el emperador de Ausma, I y el zar de Rusia y que tena numerosos puntos de contacto con la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano votada por la Constituyente francesa en agosto de 1789. Polonia fue conquistada con la plena connivencia de los nobles polacos, los cuales, ms previsores que sus hermanos de Francia, no esperaron la aplicacin de la carta con% titucional para provocar la intervencin extranjera. Estos prefirieron vender la nacin al enemigo antes que ceder la ms mnima parte de las tierras a los campesinos. Prefirieron caer en servidumbre ellos mismos antes que conceder la libertad al pueblo. Segn el autor del artculo, Z. S t Klingsland, los 70 000 soldados tomaron el camino del exilio y se dirigieron a Fmcia, lo cual es por lo menos exagerado. La sustancia de los acontecimientos polacos, sin embargo, es altamente instructiva y explica gran parte de los acontecimientos hasta 1859 incluso en Italia. Hay que sealar el hecho de que una publicacin polaca escrita en francs para la propaganda en el extranjero (as al menos parece) explique la particin de Polonia en 1792 especialmente por la traicin de los nobles ms que por la debilidad militar polaca, no obstante que la nobleza tenga todava en Polonia una funcin muy relevante y Pilsudski se haya guardado muy bien tambin l de proceder a una reforma agraria radical. Extrano "punto de honor" nacional. Dariuin en el Viaje de un naturalista alrededor del mundo refiere un episodio similar para Espaa: sus interlocutores sostenan que una derrota de la flota aliada franco-espaola se haba debido a la deslealtad de los espaiioles, los cuales, si de verdad hubiesen combatido, no habran podido ser vencidos.Wejor desleales y traidores que "sin espritu militar invencible".
Cfr Cuodmo 1 (XW), 73 bis74 bis pp.
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5 <31> Italia real e Italia legal. La frmula elucubrada por los clericales despus del 70 para indicar el malestar poltico nacional resultante de la contradiccin entre la minona de los patriotas decididos y activos y la mayora contraria (clericales y legitimismpasivos e indife I rentes). En Turn se public hasta algunos aos antes de la guerra un diario (luego semanario) dirigido por un abogado Scala y titulado L'talia Reale, rgano del ms negro clericalismo.' ?Cmo surgi la frmula, por quin fue elucubrada y qu justificacin terico-poltico-moral se le dio? Hay que hacer una investigacin en la Civilla Cattoliul y en los primeros nmeros de la misma Italia Realede Turn, que en los ltimos tiempos se redujo a ser un insulso libelo de sacrisda. La frmula es afortunada desde el punto de vis
ta "demaggico" porque exista de hecho y era fuertemente sentido un claro alejamiento entre el Estado (legalidad formal) y la sociedad civil (realidad de hecho), <perola sociedad civil estaba toda y solamente ella en el "clericalismo"?Por lo pronto la sociedad civil era algo informe y catico y as sigui siendo durante muchas dcadas; por lo tanto al Estado le fue posible dominarla, superando a medida que se presentaban los conflictos que se manifestaban en forma espordica, localista, sin nexo y simultaneidad nacional. El clericalismo no era, pues, tampoco l la expresin de la sociedad civil, porque no consigui darle una organizacin nacional y eficiente, no obstante que era una organizacin fuerte y formalmente compacta: no era polticamente homognea y tema a las mismas masas que en cierto sentido controlaba. La frmula poltica del "non expedit" fue precisamente la expresin de ese temor e incertidumbre: el boicot parlamentario, que pareca una actitud violentamente intransigente, en realidad era la expresin del oportunismo ms plano. La experiencia p* litica francesa haba demostrado que el sufragio universal y el plebiscito de base amplsima, en determinadas circunstancias, poda ser un rnecanismo muy favorable a las tendencias reaccionarias y clericales (cfr. a este respecto las ingenuas observaciones de Jacques Bainville en su Historia de Francia, cuando reprocha a los legitimistas el no haber tenido confianza en el sufragio universal como por el contrario hizo Napolen 111);' pero el clericalismo italiano saba que no era La expresin real de la sociedad civil y que un posible xito habna sido efimero y habra I determinado el ataque frontal por parte de las energas nacionales nuevas, evitado felizmente en 1870. Experiencia del sufragio ampliado en 1882 y reaccin cris pinc-masnica. Sin embargo, la actitud clerical de mantener "esttico" el conflicto entre el Estado y la sociedad chi1 era objetivamente subversiva, y toda nueva organizacin expresada por las fuerzas que entretanto maduraban en la sociedad poda servirse del mismo como terreno de maniobra para abatir el rgimen constitucional monrquico: por eso la reaccin del 98 abati juntamente al socialismo y al clericalismo, juzgndolos con justicia igualmente "subversivos" y objetivamente aliados. Desde este momento, por lo tanto, comienza una nueva poltica vaticana, con el abandono de hecho del "non expedit" incluso en el campo parlamentario (la Comuna era tradicionalmente considerada sociedad civil y no EI tado) y ello penniti la introduccin del sufragio universal, el pacto Gentiloni y finalmente la fundacin en 1919 del Partido Popular. La cuestin de la existencia de una Italia real y una Italia legal vuelve a presentarse en otra forma, en los acontecimientos del 24-26, hasta la supresin de todos los partidos polticos, con la afirmacin de haberse alcanzado ya la identidad entre lo real y lo legal porque la sociedad civil en todas sus
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formas estaba encuadrada por una sola organizacin poltica de partido y estatal.
Cfr. C o &
1 (XVi), pp. 82 bis83 bis
5 <32> Piero Pieri, Il Regno di Napoli da1 luglio 1799 al marzo 1806. Npoles, Ricciardi, 1928, pp. 330, 25 00 liras (til para comprender mejor la Repblica Partenopea a travs de la poltica de los Borbones en el breve periodo de la restauracin).'
Cfr. Cuodmo I (XVI), p. 64 bis.
121
g <33> Giovanni Maioli, Ilfondutore de& Societa Nazionale, Sociedad Nacional para la Historia del Risorgimento, Roma, 1928 (contiene 22 cartas de Giorgio Pallavicino y de Felice Foresti sobre el periodo 185658, cuando Paliavicino, presidente de la Sociedad Nacional de la que era secretario G. La Farina, trabajaba para crear el bloque liberal de derecha y del centro sobre dos pilares: "opinin italiana", "ejrcito sardo". Una fiase de Pallavicino: "el revolucionario italiano, hombre fortsimo en el campo de la accin, es I demasiado a menudo un nio en el del pensamiento").' Hay que sealar que en la actual historiograa del Risorgimento, que es tendenciossima a su manera, se da como "agudo realismo poltico" todo aquello que coincide con el programa piamonts de los moderados: es un juicio del sentido de adivinacin bastante ingenuo y poco agudo: corresponde a la concepcin del "Gesta dei per AUobrogos" rebarnizada y desempolvada de cualquier concepto moderno.
Cfr Cuodono 1
(m), 64 bis. p.
8 <34> Giuseppe Solitro, Dwfamigeratigarrettieri deU'Awbia (Luigi Mazzoldi, Pieuo Perego), Padua, Draghi, 1927,15 liras. (En la resea publicada por la Fiera htteraria del 16 de diciembre de 1928, Guido Zadei escribe que posee material indito y no aprovechado sobre Mazzoldi y sobre una curiosa polmica en la que Filippo Ugoni acusa a Mazzoldi de propaganda comunista,' que querr significar propaganda para la reforma agraria en sentido ausuiaquizante).
Cfr. Cuadmo 1 (XVI), 64 bis. p.
3 <35> Gioberti y el catolicismo liberal. En el prefacio a las Letture del Risorgimato Carducci escribe: "Habindose alejado de la GiovamItaliaen 1834 volvi a aquello que Santarosa quena y llamaba wnsprracin liferaria y l la hizo con cierta filosofia batailadora, que llevaba muy en alto la tradicin italiana, hasta que sali a la palestra con el Primatoy predicando la liga de los principios reformadores, con el pontfice de jefe, atrajo a las almas timoratas y a los ingenuos timoratos, atrajo y embelesa al joven clero, que a su vez arrastraron tras s al pueblo creyente incluso de los campos". En otro punto Carducci escribe: "... el abate italiano reformista y medio jacw bino con Parini, sobreviviente con Cesarotti y con Barbieri de la revolucin, que se haba hecho con Di Breme pregonero del romanticismo e incitador en el carbonarismo del 21, que haba participado con Gioberti en las conspiraciones y proclamas el Primado de Italia y la Renovacin, que con Rosmini haba sealado las fallas de la Iglesia, que con Andreoli y con Tazzoli haba ascendido al patulo ..."'
Cfr. C d m o I
(m), 65. p.
8 0 6 > A p f o Sandona Despus del armisticio Sandoni hizo una inves tigacin en los Archivos vieneses para I recoger la documentacin oficial 122 aushiaca sobre una serie de acontecimientos del Risorgimento itaiimo. Antes de la guerra Sandoni haba publicado, enae onas cosas: Gmbibuto oUa simia &proassi de121 e& SpteRq, Turn, Bocca, 1911: "L'idea unitaria ed i partiti politici alla ngia del 1848", en Riuisfa d'ltalia de junio de 1914: l Regno imnbar&uendo. La costituzwnec imminisbarione, Miln, Cogliati, 1912.'
m.Cuodenia 1
0 7 > Confulontery agaespmuacadores de AwfRa. Los confidentesque oper b n en el extranjero y que dependan de la Cancillera de Estado de aa M, no deban actuar como agentes provocadores: esto se desprende de las precisas inshucciones del prncipe de Mettemich que en un despacho secreto del 8 de febrero de 1844 dirigido al conde Appony, embajador de Austna en Pars, se expresaba as a propsito del servicio que prestaba en la capital francesa el famoso Attilio Partesom "Elpn que el Gobierno imperial se propone no es el de encontrar culpables ni provocar empresas cnminales.. Partesoui debe en consecuencia considerarse como un observa-
dar atento y fiel y evitar con cuidado ser agente provocador". (Documentos de la Staaukanzlei de Viena.) El paraje es reproducido por Augusto Sandoni en el estudio: "11 preludio delie cinque giornate di Milano-Nuovi documenti", publicado en la Rivkfa d'italia del 15 de enero de 1927 y sig. con referencia a la acusacin lanzada por el doctor Carlo Casati (Nuoue Riuelazioni sui fatfi di Milano del 1847-48, Miln, Hoepli, 1885) y por el Archiuio triennale delle cose d'italia (vol. r, Capolago, Tip. Elvetica, 1850) contra el barn Torresani, director general de la polica de Miln desde 1822 basta 1848 de haber organizado un servicio de agentes provocadores que organizaban tumultos.' Debe observarse, sin embargo, que no obstante las disposiciones de Metternich, los agentes provocadores podan operar igualmente o por necesidades de las policas locales o incluso por necesidades personales de los mismos "observadores".
Cfi: C u a d m o 1 (XVI), pp. 71-71 bis.
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<38>El nexo 1848-49. La liga aduanal, promovida por Cesare Balbo y pactada en Turn el 3 de noviembre de 1847 por los tres representantes del Piamonte, de la Toscana y del Estado ponticio, deba anticiparse a la constitucin de la Confederacin poltica que luego fue negada por el mis mo Balbo, haciendo abortar incluso la liga aduanal. La Confederacin era deseada por los Estados menores italianos; los reaccionarios piamonteses (entre quienes se contaba Balbo) creyendo ya asegurada la expansin territorial del Piamonte, no queran petjudicarla con vnculos que la habran obstaculizado (Balbo en las Speranze d'ltalia haba sostenido que la Confederacin era imposible mientras una parte de Italia siguiera en manos de extranjeros !?) y desautorizaron la Confederacin diciendo que las ligas se forman antes o despus de las guerras (!?): la Confederacin fue rechazada en el 48, en los primeros meses (comprobar). Gioberti, con otros, vean en la Confederacin poltica y aduanal, formada incluso durante la guerra, la premisa necesaria para hacer posible la realizacin del lema "Italia lo har por s sola".' Esta poltica infiel con respecto a la Confederacin, con las otras directivas igualmente falaces a propsito de los voluntarios y de la Constituyente, muestra que el movimiento del 48 fracas por las intrigas astutamente mezquinas de los derechistas, que fueron los moderados del periodo siguiente. Estos no supieron dar una orientacin, ni poltica ni militar, al movimiento nacional.
Cfr. Cuaderno I (M),bis-72 pp. 71
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g <39> La Constitunn espaola de 1812. iPor qu fue tan popular? Habra que compararla con las constituciones otorgadas en 1848. La razn de la popularidad de la constitucin espaola no parece que deba buscarse en su forma ultraliberal, o en la pereza intelectual de los revolucionarios liberales italianos o en otras cuestiones secundarias, sino en el hecho esencid de que la situacin espaola era "ejemplar" para la Europa absolutista y los liberales espaoles supieron encontrar la sohicin jundicoconstitucional ms apropiada y ms generalizada de problemas que no eran solamente espafioles, sino italianos, especialmente del Medioda
Cfr. Cuadmw 1
3 c40> Sicilia. Luigi Natoli: Riuendicazioni (attraumo le rinoluzioni siciliane 124 del 1848-1860),Treviso, Cattedra italiana dei publicita, 1927, 14 liras. 'Natoli quiere reaccionar contra aquella tendencia de estudios y estudiosos que todava hoy, o por escaso dominio de los testimonios o por residuos de antiguas prevenciones polticas, pretende devaluar la contribucin de Sicilii a la historia u n i t k a del Risorgimento. El autor polemiza especialmente con B. Croce, el cual considera la revolucin siciliana de 1848 como un 'movimiento separatista' pejudicial para la causa italiana, etctera".' Lo que es interesante, en esta literatura siciliana, periodstica o libresca, es el tono fiiertemente polmico e irritado (unitarismo obsesionado). La cuestin, por el contmio, debena ser muy simple, desde el punto de vista hist rico: el separatismo o existi o no existi o existi slo como tendencia en una medida que habr que determinar segn un mtodo histricamente objetivo, de corriente o de ideologa; la reconstruccin de las dificultades enconuadas en Sicilia por el movimiento unitario podran no ser mayores o distintas de las encontradas en otras regiones, comenzando por el fiarnonte. S en Siciiia el separatismo hubiera existido, ello no d e i bena ser histricamente considerado ni reprobable, ni inmoral, ui antipamtico, sino slo considerado como un nexo histrico a justificar histricamente y que de todos modos debena servir para exaltar an ms la energa poltica de los unitarios que en l triunfaron. El hecho de que la polmica conuna encarnizada y violenta significa pues que estn en juego "intereses actuales" y no intereses histricos, significa en el fondo que estas publicaciones tipo Natoli demuestran ser ellas mismas precisamente aquello que querran negar, o sea el hecho I de que 125 el estrato social unitario en Sici!ia es muy tenue y que domina a duias penas fuerzas latentes "demoniacas" que podnan incluso ser separatistas
si=esta solucin, en detenninadas ocasiones, se presentase como til para ciertos intereses. Natoli no habla del movimiento del 67 y mucho menos de ciertas manifestaciones de la posguerra, que sin embargo tienen un va. lor de sntoma para revelar la existencia de-corrientes subterrneas, que muestran un cierto aleiamiento entre las masas ~ o ~ u l a rveel Estado unis tario, sohre el cual especulaban ciertos grupos dirigentes. Parece que Natoli sostiene que la acusacin de separatismo juega con un equvoco, explotando el programa federalista que en un primer momento pareci a algunos hombres insignes de la isla y a sus representados la solucin ms conveniente a las tradiciones polticas locales, etctera. De todos modos, el hecho de que el programa federalista haya tenido defensores ms fuertes en Sicilia que en otras partes y que haya durado ms tiempo, tiene su significado.
2
g <41> Inrerpretaciones del fisurgimentu. Cfr. Massimo Lelj: Il Risoigimnto dello spirito italiano (1 7L-l86l), 'Z'Esame", Edioni di Storia moderna, Miln, 1928, 15 liras.
Cfr. C m d m o 3 (XX), p. 38.
8 <42>F e d m o Conjalonm. Para comprender la impresin "penosa"que produca entre los exiliados italianos la actitud de inercia de Confalonieri durante su residencia en el extranjero, despus de la liberacin de Spielberg, hay que tener presente un fragmento de la carta escrita por Mazzini a Filippo Ugoni el 15 de noviembre de 1838, publicada por Cgo Da Como en la X u w a Antologia del 16 de junio de 1928 ("Lettera inedita di Giuseppe Mazzini"):' 'Me sorprende que Confalonieri regrese. Cuando t me hablas de la guerra que provocara en mi corazn el pensamiento de mi madre, de mi padre, de la hermana que me queda, dices la verdad; pero Confa126 lonieri por cul afecto poderoso es reclal mado en Italia? iDespus de la muerte de Teresa su mujer? No comprendo la vida sino consagrada al deber, o al amor que es tambin un deber. Entiendo, sin aprobar o desaprobar, al individuo que renuncia a la lucha por la verdad y por el bien frente a la felicidad o infelicidad de personas queridas y sagradas; no entiendo a quien renuncia para vi~lr, como se dice, tranquilo; ocho o diez aos
a
En el manuscrito: "que".
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de vida de individualismo, de sensaciones que pasan y no producen cosa alguna para los dems, concluidos por l muerte, me parecen cosa desprea ciable para quien no tiene creencias de vida futura, ms que despreciable todava para quien las tiene. Confalonieri, d o , en edad ya avanzada, s i n fuertes deberes que lo aten a una familia de seres amados, debera, segn yo, tener todo en poco salvo la idea de conuibuir a la emancipacin de su pas y a la cruzada contra Austria".' Da Como, en su introduccin a la carta, escribe: Y por esto hay sin embargo en nuestra carta un afligido pensamiento para Federico Confalonieri. l haba pasado de Londres, un ao antes, d.ectamente a Franc a Mazzini haba sabido que estaba triste y silencioso, pero los padecii mientos, segn l, no deban cambiar el fondo del alma. Lo segua con inquietud, porque quera que fuese siempre una alta y erguida figura, un ejemplo. Pensaba que si l mismo hubiese salido de Spielberg, encontrando un desierto en torno suyo, no se habra interesado en otra cosa ms que en voiver a intentar algo en pro de la antigua idea y concluirla. No quera que suplicase, que desease y obtuviese el regreso quien haba suiido quince anos sin humillarse, sin indicios de cambio. Quera que fuese siempre u n nuevo Farinata degli Uberti, como lo represent Gabriele Rosa, afectuoso y constante exaltador, hasta lo ltimo, de su compeero de prisin"? Da Como est completamente desencaminado y las palabras de Maz- 127 zini, lejos de afiigidas, son speras y duras. La hagiografa impide a Da Corno percibu el tono justo de las palabras de Mazzini. Otras alusiones a Confalonieri en el epistolario mazziniano y en las cartas de los otros exiliados: el juicio real hay que buscarlo precisamente en estas cartas privadas, porque se comprende que los exiliados no quisieran arrojar sombras pblicamente sobre la figura de Confalonieri. Una investigacin indis pensable debe hacerse en las relaciones de los informadoresaustriacos al gobierno de Viena desde los pases donde Confalonieri residi desp~s de su liberacin y en las instrucciones que estos informadoresreciban de Mettemich.
cuerdo de la muerte del glorioso Vittorio Emanuele: aquella inmensa d e s gracia, sin embargo, poda ser cien veces ms grande si no se hubieran ganado con la aspiracin del oxgeno varias horas de vida".' (Siguen puntos suspensivos, del editor Guidi a lo que parece, porque completan toda la lnea, o sea que no se trata de los usuales puntos suspensivos.) :Qu significa?
Cfr Cuoderno 3
(m), 49 bis. p.
128
5 <44> Federico Confalonien. Confalonieri, antes de ser trasladado a Spielberg y despus de su liberacin, antes de ser trasladado a la crcel de Gradisca, para ser luego deportado, fue a Viena. Ver si tambin en esta segunda estancia en \'iena, que se dijo fue debida a razones de salud, sos tuvo conversaciones con hombres polticos austriacos. Los datos externos sobre lavida de Confalonieri se pueden encontrar en las publicaciones de D'hcona.' Como curiosidad I habr que ver el drama de Rino Alessi, n co?teAquik' :Pero por qu Alessi ha elegido llamar a Confalonieri el conde "Aguila'?
C r Cuaderno 3 (XX),. 55 f. p
S <45> La Rtpblica Partenopea J las clases roiolucionarias en el Risorgimento. En la edicin Laterza de las "Memorie storiche del regno di Napoli da1 1790 al 1815" de Francesco Pignatelli Prncipe de StrongoliA (Nmo Cortese, Memmie di un generale della Repubblica e dellll'lmpero,2 vol. en 8",de pp. 136-CCCCXXV,312,50 iiras), Cortese publica un ensayo "Stato e ideali polihci neliltalia meridianale nel Settecento e I'esperienza di una +oluzione",' en el que se plantea el problema: cmo es que, en el Medioda de Italia, la nobleza parece estar de parte de los revolucionarios y luego es ferozmente perseguida por la reaccin, mientras que en Francia nobleza y monarqua estn unidas ante el peligro revolucionario. Cortese se remonta a los tiempos de Carlos de Borhn para encontrar e1 punto de contacto entre la concepcin de los innovadores aristcratas y la de los burgueses: para los primeros la libertad y las reformas necesarias deben ser garantizadas sobre todo por un parlamento aristocrtico, mienaas que estn dispuestos a aceptar la colaboracin de los mejores de la burguesa; para sta el control debe ser ejercido y la garanta de la libertad confiada
a
En el manuscrito: Tuomboli".
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a la aristocracia de la inteligencia, del saber, de la capacidad, etctera, de cualquier parte que stavenga. Para ambas el Estado debe ser gobernado por un rey, rodeado, iluminado y controlado por una aristocracia. En 1799, despus de la fuga del rey, se hace primero el intento de una repblica aristocrtica por parte de los nobles y luego el de los innovadores burgueses en la siguiente repblica napolitana. Parece que los acontecimientos napolitanos no pueden ser contrapuestos a los franceses; tambin en Francia hubo un intento de alianza 1 entre monarqua, nobles y alta burguesa despus de un comienzo de ruptura entre nobles y monarqua. Pero en Francia la revolucin tuvo la fuerza motriz incluso en las clases populares que le impidieron detenerse en las primeras etapas, lo que por el contrario falt en la Italia meridiw nal y subsiguientementeen todo el Risorgimento. Por otra parte hay que tener presente que el movimiento napolitano tuvo lugar despus del francs, cuando la monarqua estaba bajo la pesadilla del terror francs y vea u n enemigo en cualquier partidario de las ideas innovadoras, fuese noble o burgus. El libro de Cortese merece verse.
cfr. cuaderno3
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B <46> El pueblo en el Riswgimento. 11 Ver el libro de Niccol8 Rodolico: Rpopola ogli inizi del Risorgimento, Florencia, Le Monnier, en 8", pp. 312. 21 En el estatuto de la Sociedad secreta Esperia fundada por los hemanos Bandiera se lee: 'No se hagan, sino con sumo cuidado, afiliaciones entre la plebe, porque sta casi siempre por naturaleza es imprudente y por necesidad corrupta. Hay que dirigirse de preferencia a los ricos, a los fuertes y a los instruidos, dejando de lado a los pobres, los dbiles, los ignorantes"' (hay que verificarlo). Hay que recoger todas las observaciones que en el primer periodo del Risorgimento (antes del 48) se refieren a este tema y ver el origen de esta diferencia. Una causa debe buscarse en los procesos que siguieron al intento de rebelin militar de1 21 en Piarnonte y otros lugares: diferencias de actitud entre soldados y oficiales; los soldados o traicionaron a menudo o se mostraron muy dbiles ante los jueces en la instruccin de los procesos. Actitud de Mazzini antes y despus de la insurreccin de febrero de 1853 en Miln; despus de 1853 deben verse sus instrucciones a Crispi para la fundacin de secciones del Partido de Accin en Portugal, I en las cuales se recomienda poner un obrero en cada Comit de tres.'
Cfr. Cuadmo3 (XX), 58 bis p.
130
<47> Italin y la alcachofa La imagen de Italia como una alcachofa, cuyas hojas se comen una a una, es atribuida a numerosos prncipes italianos, no slo de la casa de Saboya. La i h a atribucin corresponde a Vittorio Emanuele 11 (y ello no sena contrario a su carcter, como lo demuestra la ancdota de Quintino Sella, citada por Ferdinando Martini; ch. otra nota) .' Segn Amerigo Scarlatti (en la Italza che S n i ~ i de febrero de 1928),'la e imagen se debera a Vittorio Amedeo 11, como se desprende del Vqage d7talJe de Misson, editado en La Haya en 1703.
Cfr. C u n d m 3
(m), 66. p.
8 <48>Piero Pieri, 2 regno di Napoli da1 luglio 1799 al marw 1806, Npoles, Ricciardi, 1928, pp. 314,25 liras. Estudia la poltica horbnica despus de la primera restauracin y las causas de su hundimiento en 1806, ocurrido aun n o habiendo en el interior ninguna fuerza contraria activa y cuando el ejrcito francs estaba todava lejos. Estudia el dificil rgimen de las clases en el Medioda y el nacimiento del pensamiento liberal que sustituy al verdadero jacobinismo de 1799. (:Pero se puede llamar "jacobinismo" a la orientacin poltica de los revolucionarios napolitanos de 1799?) Parece que se trata de un libro muy interesante. Para comprender la orientacin de las clases y su desarrollo en el Medioda debe de ser muy interesante tambin el libro de A. Zago: L'istmionepubblica epriuata nel Napoletano (1767-1860), Citti di Castello, "11 Solco", 1927, pp. 228, 15 liras. (El desequilibrio entre la actividad escolar estatal y la privada se ha dado despus de 1821: las escuelas privadas florecen, mientras la actividad estatal decae: se constituye as un estrato de intelectuales netamente separado de las masas populares y en oposicin al Esta131 do, relatimente fuerte en la disgregacin pol Itica general, a duras penas unificada exteriormente por la represiu policiaca. Este argumento merece ser profuudiiado.)'
Cfr. Cundmm3 (XX), 6747 bis. pp.
8 c4%-El nudo histrico 184849. Reconstruir y analizar minuciosamente la sucesin de los eobiernos v las combinaciones de oartidos constituciou nales y absolutistas) en el Piarnonte desde el comienzo del nuevo rgimen hasta la proclamacin de Moncaiieri, desde Solaro della Margarita hasta Massimo d'keglio. Funcin de Gioberti y de Rattaui y su poder efectivo
sobre la mquina estatal que haba permanecido inmutable o casi desde la poca del absolutismo. Significado del llamado connubio Cavour-Rattazzi: fue el primer paso de la disgregacin democrtica? ,-Pero hasta qu punto Rattazzi poda considerarse un liberaldemocrtico?
Cfr. Cuaderno 3 (XS), 77 p.
<SO> Criterios introductivos. La historia como "biografia"nacional. Este modo de escribir la historia comienza con el nacimiento del sentimiento nacional y es un instrumento poltico para coordinar y fortalecer en las grandes masas los elementos que constituyen precisamente el sentimiento nacional. 11 Se presupone que aquello que se desea ha existido siempre y no puede afirmarse y manifestarse abiertamente por la intervencin de fuerzas externas o porque las virtudes ntimas estaban "adormecidas"; 2 ha dado lugar a la historia popular oleogrfica: Italia es pensada verda1 deramente como algo abstracto y concreto (demasiado concreto) al mismo tiempo, como la bella matrona de las oleograas populares, que influyen ms de lo que se cree en la psicologa de ciertos esuatos del pueblo, p e sitiva y negativamente (pero siempre de modo irracional), como la madre de quien los italianos son "hijos". Con un paso que parece brusco e irracional, pero que tiene indudablemente eficacia, la biograGa de la "madre" se transforma en la biograa colectiva de los "hijos buenos", contrapuestos a los hijos degenerados, descarriados, etctera. Se comprende que Isemejante modo de escribir y declamar la historia naci por razones 132 prcticas, de propaganda: pero por qu se contina todava en esa mdian? Hoy, esta presentacin de la historia de Italia es doblemente antihis trica: 11 porque est en contradiccin con la realidad; 21 porque impide valorar adecuadamente el esfuerzo realizado por los hombres del Risorgimento, disminuyendo su figura y originalidad, esfuerzo que no fue slo respecto a los enemigos externos, sino especialmente contra las fuerzas internas conservadoras que se oponan a la unicacin. Para comprender las razones "pedaggicas" de esta forma de historia, tambin en este caso puede servir la comparacin con la situacin francesa en la misma poca en que se dio el Risorgimento. Sapolen se llam emperador de los franceses, y no de Francia, y lo mismo Luis Felipe, rey de los franceses. La denominacin tiene un carcter nacional-popular profundo, y significa un corte neto con la poca del Estado pauimonial, una mayor importancia dada a los hombres en vez de al territorio. Por eso en Francia Tvariana" puede ser ridiculizada hasta por los ms ardientes
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patriotas, mien.ras que en Italia poner en caricatura la figura estilizada de Italia significara sin ms ser antipauiota como lo fueron los sanfedistas y los jesuitas antes y despus de 1870.
Cfr. Cunderno 3 (XX). pp. 77-77 bis
ta nel 1848" (en la Nuoua Antologia del 1" de marzo de 1929).' Reproduce
P <51>El nudo histrico 184849. Cfr. Carlo Pagani, "Dopo Custoza e Vol-
algunos documentos inditos sacados del archivo Casati de Miln, no esenciales, pero significativos para ver la crisis poltica de aquel momento, crisis poltica que fue uno de los elementos principales de la derrota militar: falta de una orientacin unitaria poltica bien establecida y resuelta, titubeos, accin irresponsable de las camarillas reaccionarias, ninguna 133 atencin a las necesidades del ejrcito como I masa humana, etctera. Inglaterra era contraria a la intervencin militar de Francia a favor del Piamonte: Palmerston declar que la intervencin francesa desencadenara una guerra europea porque Inglaterra no la habra tolerado, mientras que slo flojamente apoyaba al Piamonte por medios diplomticos para evitar una derrota ruinosa y cambios territoriales demasiado favorables a Ausuia. El articulo de Pagani debe revisarse si se trata de reconstruir los acontecimientos del 48-49 para hallar elementos de concordancia y de apoyo a otros documentos. Para los sucesos del Ministerio CasatiGioberti (julieagosto de 1848) cfr. l carta de Gioberti a Giuseppe Massari publicada con un proemio del a senador Matteo Mazziotti en la Numia Antologia del 16 de junio de 1918. Para la misin de Carlo d'Adda en Francia e Inglaterra desempeada por encargo del gobierno provisional de Miln, cfr. Carlo Pagani en el &S@ con@ del Congresso Storico di Trento .m11926 (discurso: "11 Governo prowisorio di Milano nel 1848 e il Trentino"; Carlo Pagani, Lbmini e cose in Miinno da1 mnrw aU'agosto del 1848, Ed. Cogliati, Miln (con documentos extrados del Museo histrico del Risorgimento de Miln y especialmente de los archivos Casati, d'Adda, Arese, Giulini-Cnvelli, Restelli).'
Cfr. Cuodcrno3 (XX), 77 bis78. pp.
4 2 7 Lus voluntarios. Acerca de los voluntarios algunas observaciones agudas se encuentran en las Me& de Leonetto Cipriani, especialmente para los voluntarios toscanos y para el modo como fueron tratados por el
ejrcito piarnonts en 1848. Las Memoriede Cipriani deben leerse tambin por algunas impresiones vivas sobre los acontecimientos del Risorgimento.'
<53> Luzio J la histonografia tendenciosa 7 facciosa de los moderados. <1> Hay que sealar cmo el modo de escribir la historia del Risorgimento de k Luzio ha sido alabado a menudo por los jesuitas de la Ciuilla Cottolica. No siempre, pero ms a menudo de lo que se cree, el acuerdo enae Luzio y los jesuitas es posible. Cfr. en la Civilti Caltolica del 4 de agosto de 1928 las I pp. 216-17 del articulo "Processo politico e condanna dell'abate Gio- 134 berti nell'anno 1833".' Luzio debe defender la poltica dc Carlos Alberto (en el libro Mazzini carbonaro, p. 498) y no titubea cn juzgar duramente la actitud de Gioberti en el proceso por los sucesos del 31, de acuerdo con los jesuitas.' Hay que sealar cmo de los artculos publicados por la Ciuilta Caltolica en 1928 sobre el proceso de Gioberti se desprende, segn los documentos vaticanos, que el Papa ya haba dado previamente, en forma loyolesca, su placet a la condena capital y a la ejecucin de Gioberti, mientras que en 1821, por ejemplo, la condena a muerte de un eclesis hco en Piamonte haba sido transformada en trabajos forzados por la intervencin vaticana.' 21 Sobre la literatura "histrica" de Luzio referente a los procesos del Risorgimento hay que hacer numerosas observaciones de orden polticw faccioso, de mtodo y de mentalidad. Demasiado a menudo Luzio (por lo que concierne a los arrestados de los partidos democrticos) parece que reprocha a los acusados no haberse hecho condenar y ahorcar. Incluso desde un punto de vista jurdico o judicial, Luzio plantea la cuestin de modo falso y tendencioso, asumiendo el punto de vista del 'juez" y no el de los acusados: de ah sus intentos (ineptos y estpidos) de 't-ehabilitar" a losjueces reaccionarios, como Salvotti." Incluso admitiendo que Salvotti pueda ser considerado irreprensible, bien personalmente, bien como funcionario austriaco, eso no cambia el hecho de que los procesos por l incoados fuesen contrarios a la nueva concienciajundica representada por los patl iotas rewliicionarii>c que a Csius Irs paiu iiwm monrtriiosos. y l a cori(lici>ii ariisado era dificilisima v delica<lisima:incluso tina M (1c.l quena admisin poda tener consecuencias catastrficas no slo para el acusado, sino para toda una serie de personas, como se vio en el caso de Pallaricino. A la "justicia" sumaria, que es una forma de guerra, no le importa nada la verdad ni la justicia objetiva: le importa I slo destruir al 135 enemigo, pero d e modo que parezca que el enemigo merece ser desuuido y admita 1 mismo merecrselo. Un examen de los escritos "histricojudiciazios" de Luzio podra dar lugar a toda una serie de observaciones
de mtodo histrico interesantes psicolgicamente v fundamentales cientficamente (hay que revisar el articulo de Mariano d'Amelio "11 successo e il diritto" en el Corriere della Sera del 3 de septiembre de 1934) 31 Este modo de hacer la historia del Risorgimento al estilo Luzio ha mostrado su carcter faccioso especialmente en la segunda mitad del siglo pasado (vms determinantemente despus de 1876, o sea despus de la llegada de la izquierda al poder): ste ha sido adems un rasgo caracterstico de la lucha poltica entre catlicos-moderados (o moderados que deseaban reconciliarse con los catlicos y encontrar un terreno para la formacin de un gran partido de derecha que a travs del clericalismo tuviese una base amplia en las masas rurales) y los demcratas, que por razones anlogas queran destruir el clericalismo. Cn episodio tipico fue el ataque desencadenado contra Luigi CasteUazzo por su presunta actitud en el proceso de Mantua que condujo al ahorcamiento en Beifiore de don Tazzoli, de Carlo Poma, de Tito Speri, de Montanari y de Frattini. La campaa era puramente facciosa, porque las acusaciones hechas a Castellazzo n o fueron hechas a otros que en los procesos notoriamente se comportaban indudablemente peor de lo que se afirmaba respecto a Castellazzo y no persuasivamente, porque hombres . . como cardu;ci se mantuvieron s&idarios con el atacado; pero CasteUazzo era re~ublicano. masn jiefe de la Irlasonera?, v haba incluso manifes , tado simpatas por la Comuna. -Castellazzo se comport peor que Giorgio Palla\kino en el proceso Confalonieri? (cfr. ataques de Luzio contra Andryane por su hostilidad a Pallavicino).Ts verdad que e1 proceso de Mantua concluy con ejecuciones capitales, mientras que eso no sucedi en el caso de Confalonieri y compaeros, pero aparte de que esto no de136 he modificar el juicio sobre las accio Ines de los individuos, ise puede decir que las ejecuciones de Belfiore se debieron al presunto comportamiento de Cateilazzo y no fueron por el contrario la fulminante respuesta a la insurreccin milanesa del 3 de febrero de 1853' $no contrihuy a reforzar la voluntad despiadada de Francisco [os la actitud vil de los nobles mila~U
frente a esta serie compleja de acontecimientos. Los moderados trataron de atenuar la responsabilidad de los nobles milaneses en forma verdaderamente asquerosa (cfr. los Cinqunnta anni di pntnoltismo de R. Bonfafini).' Ver qu actitud asume Luzio en la cuestin de los Interrogatorios Confalonieri y en la del comportamiento de Confalonieri despus de su liberacin. Sobre la cuestin de Castellazzo cfr. Luzio: I Mrirtiri di BeFore en las diversas ediciones (la 4a es de 1924); I p r o m s i polilici di Miilano e di Manfova restituiti dnll'rlusrrin, Miln. Cogliaii. 1919 (este librito debera ha-
blar de los Interrogatorios Confalonieri que el senador Salata escriba haber "descubierto" en los archivos vieneses);' La Massoneria e il Risorgimento Italiano, 2 vals., Bocca (parece que este trabajo ha llegado a su 4a edicin en poqusimo tiempo, lo que sena maravilloso); cfr. tambin P. L. Rambaldi, "Luci e ombre nei processi di Mantova", en el Archiiiio Stmico Italiano, v-XUII, pp. 257-331 y Giuseppe Fatini, "Le elezioni di Grosseto e la Massoneria", en h'uoua Antologia del 16 de diciembre de 192g9(habla de la eleccin a diputado de Castellazzo en septiembre de 1883 y de la campaa que se desencadeno Carducci apoy a Castellazzo y escribi contra el "encarnizamiento fariseo moderad^").'^ 41 Qu se proponan y en parte se proponen todava (pero en este campo desde hace algunos aos muchas cosas han cambiado) los historiadores y publicistas moderados con sta su infatigable, hab'ilsima y muy bien organizada (a veces parece que haya existido un centro directivo para I esta actividad, una especie de masonera moderada, a tal punto es grande el espritu de sistema) labor de propaganda? "'Demostrar" que la unificacin de la pennsula fue obra sealada de los moderados aliados a la dinasta y legitimar histricamente el monopolio del poder. Hay que recordar que a los moderados pertenecan las principales personalidades de la cultura, mientras que la izquierda no brillaba (salvo pocas excepcicnes) por demasiada seriedad intelectual, especialmente en el campo de los estudios histricos y de la literatura de grado medio. La actividad polmica de los moderados, a travs de su "demostraciri" domesticada lograba disgregar ideolgicamente la democracia, ahsorhiendo muchos de sus elementos individuales y especialmente influyendo en la educacin de las generaciones jvenes, formndolas con sus concepciones, con sus consignas, con sus programas. Adems: 11 los moderados, en su propaganda, carecan de escrpulos, mientras que los hombres del Partido de Accin estaban llenos de "generosidad" patritica, nacional, etctera y respetaban a todos aquellos que realmente haban sufrido por el Risorgimento, aunque en algn momento hubieran sido dbiles; 21 el rgimen de los archivos pblicos era favorable a los moderados, a los cuales se les permita individualmente hacer investigaciones de documentos contra sus adversarios polticos y mutilar o silenciar documentos que habran sido desfavorables a los suyos; slo desde hace pocos aos ha sido posible publicar epistolarios completos, por ejemplo de moderados toscanos," que todava en el 59 se aferraban a los faldones del gran duque para no dejarlo escapar, etctera. Los moderados no reconocen sistemticamente una fuerza colectiva agente y operante en el Risorgimento fuera de la dinasta y de los moderados: del Partido de Accin reconocen las virtudes de personalidades individuales que son exaltadas tendenciosamente para 439
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capturarlas; ovas son difamadas, obteniendo en todo caso romper el nnculo colectivo. En realidad el Partido de Accin no supo contraponer nada 138 1 eficaz a esta propaganda, que a vavs de la escuela se convirti en enseanza oficial: lamentaciones o desahogos tan puerilmente sectarios y partidistas que no podan convencer a losjvenes cultos y dejaban indiferentes a los del pueblo, esto es, carecan de eficacia en las nuevas generaciones: as el Partido de Accin fue disgregado y la democracia burguesa nunca supo crearse una base popular. Su propaganda no deba basarse en el pasado, en las polmicas del pasado, que siempre interesan poco a las grandes masas y slo son tiles, dentro de ciertos lmites, para constituir y reforzar los cuadros dirigentes, sino en el presente y el futuro, o sea en programas constructivos en oposicin (o integradores) a los programas oficiales. La polmica del pasado era especialmente Wcil y peligrosa para el Partido de Accin, porque haba sido vencido, y el vencedor, por el solo hecho de serlo, tiene grandes ventajas en la lucha ideolgica. No carece de significado el que nadie haya pensado nunca en escribir una historia del Partido de Accin, no obstante la indudable importancia que tuvo en el desarrollo de los acontecimientos: hasta pensar en los intentos democrticos del 4849 en Toscana, en el Vneto, en Roma y en la empresa de los Mil. En cierto periodo todas las fuerzas de la democracia se aliaron y la Masonena se coniirti en el perno de aquella alianza: ste es un periodo bien determinado en la historia de la Masonena, convertida en una de las fuerzas ms eficientes del Estado en la sociedad civil, para poner un dique a las pretensiones y los peligros del ciericalismo, y este periodo acab con el desarrollo de las fuerzas obreras. La Masonera se convirti en el blanco de los moderados, que evidentemente esperaban conquistar as al menos una parte de las fuerzas catlicas especialmente juveniles; pero en realidad los moderados valorizaron las fuerzas catlicas controladas por el Vaticano y as la formacin del Estado moderno y de una conciencia 139 laica nacional (en definitiva el sentimiento I patritico) sufri un duro contragolpe como se vio a continuacin. (Obseriaciones que hay que profundizar.)
Cfr. Cuaderno 3 (XX). 65*6 y 78-78 bis pp.
5 c54> Confalonimi. En un artculo de Panfilo (Giulio Caprin) en el Cmw e della Sera del 26 de septiembre de 1934, se dice: 'Teresa, consumida
por las aflicciones,deba morir antes de que el nuevo emperador Fernando concediese la gracia que Francisco siempre haba negado al aristcrata
conspirador no arrepentido".' Aquel "no arrepentido" no es y posible a despus de que Silvio D'Amico ha publicado la peticin de gracia hecha por Confalonieri y conservada en el museo italiano de Spielberg.' El articulo de Capnn resea el libro de Luigi Cena, Vila di u w moglie (Miln, Baldini e Castoldi, 12 liras) sobre Teresa y la vida 'kmorosa" no muy regular de Federico. Con el titulo Confalonieri (novela), el editor Treves ha publicado un libro de Riccarda Huch (1934,8 liras).'
5 <55> Los aconecimientos de febrero de 1853 en Mikin y los moderados. En el artculo sobre "Francesco Brioschi" (Mamcco del 6 de abril de 1930,' captulo del libro Rievocazioni dell'Otlocento) Luca Beltrami recuerda cmo Bnoschi fue acusado de haber firmado la declaracin de devocin a Francisco Jos en febrero de 1853 (despus del atentado de un zapatero viens). Beltrami afirma que Bnoschi no firm (si hay un Brioschi entre los firmantes, no se trata del ilustre matemtico, profesor de la Universidad de Pava y futuro organizador del Politcnico de Mln). Beltrami anota: "y no sera posible tampoco definir como acto de vil adulacin el de los funcionarios del gobierno, 'invitados' a firmar la protesta contra el acto insano e inconsciente de un zapatero viens", olvidando: 11 que el documento fue firmado despus de la represin de Mdn y en vsperas de Belfiore; 21 que los nobles milaneses firmantes no eran "funcionarios"; 31 que si Brioschi, funcionario, no firm, sin ser perseguido, signiiica que no I slo los nobles, sino tambin los funcionarios podan no firmar. Por lo tanto en su anotacin est implcita la condena moral de todos los firmantes.
Cfr. Cuaderno6 (ViII), p. 1
IX,
8 <56> Italia en el sigZo XYIII. La influencia francesa en la poltica, en la literatura, en la fdosofa, en el arte, en las costumbres. Los Borbones reinan en Npoles y en el ducado de Parma. Acerca de las influencias francesas en Parma deben verse las publicaciones minuciosas de Henri Bedarida: P a m dans lapolitiquzfran~aise xvrrPsiecle, Pars, Alcan [y otras dos au anteriores]. Tambin debe verse: Giuseppea Ortolani, Italie et Fmnce au x ~ siecle, en Mlangzs de littrature et d 'hisfoirepublispar 12L7nionin&/ledu&? f fiancoitaliennq Pans, Ed. Leroux! En la poltica francesa Italia, por su posicin geogrfica, est destinada
a En e l
manuscrito: "Tullio".
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a asumir la funcin [de elemento] de equilibrio ante la creciente potencia de Austria: en consecuencia Francia, desde Luis XIV hasta Luis XVI, tiende a ejercer en Italia una accin de predominio, anticipando la poltica de los Napoleones, anticipacin que se revela en los repetidos proyectos o tentativas de federar los Estados italianos en serx%io de Francia. (Estos elementos de la poltica francesa deben analizarse atentamente, para e s tablecer la relacin entre los factores internacionales y los nacionales en el desarrollo del Risorfimento. Hay que sealar cmo este planteamiento de la poltica francesak en las a&fpodas del que sostiene ~ a c ~ uBaines ville en la critica de la poltica napolenica contrapuesta a la de la monarqua.)'
cfr. c~uadrmo (VIII), pp. 1 bis-2 6
cardinale condot-
133s trata de "rehabilitar" al cardenal Ruffo (el hecho debe citarse en la seccin "Pasado y presente" en la que se citan otras "rehabilitaciones": la de Solaro delta Margarita, de F a Diavolo etctera, y I se alude al hecho r de que algunos maestros "polemizan" con las Memwie de Settembrini y encuentran en ellas demasiada "demagogia" contra los Borbones)' atribuyendo la responsabilidad de las represiones y de los pe jurios a Borhn y a Nelson. Parece que Manes no sabe orientarse bien para establecer las divisiones polticas y sociales en el Napolitano; a veces habla de una divisin entre la nobleza y el clero por una parte y el pueblo por la otra; otras la divisin desaparece p se ven nobles y clero de ambas partes. En cierto punto dice que Ruffo "asume un carcter absolutamente nacional, si es que puede usarse esta palabra de color demasiado moderno y contempu rneo" y entonces debera concluir que no eran nacionales los patriotas exterminados por las bandas sanfedistas. (Sobre las relaciones entre nobleza, clero p pueblo cfr. el libro de N. Rodolico sobre la Italia Meridional y su artculo en Marzocco, n. 1 1 de 1926.)'
Cfr Cuaderno 6 (ViII), p. 2
8 <58> Una opinin de StendhaL Cfr. P. P. Trompeo, "Stendhal fra un Cardinale ed un Tunzio", Xziova Antalogia del 1" de febrero de 1935. Trompea, despus de enumerar algunos juicios de Stendhal muy favorables a la causa de la libertad italiana y al valor de los patriotas italianos, como
Santarosa etctera (p. 4 4 9 , exmdos de Rom, Naples et Florence y de Promenades dansRom, concluye: "Perojuzgaba que conira una Aushia segura de si cualquier intento de insurreccin habra fracasado, incluso por los pocos seguidores que tena en el pueblo 'i'innocence vertueuse et gironddne de los conspiradores, y que por otra parte una intervencin a favor de una Italia todava inmadura para una recuperacin vlida habra sido un riesgo demasiado fuerte para Francia".'
Cuaderno a rayas, formato de contabilidad. Mismas caracteristicas del Cuaderno 12 (m). primera pgina de cubierta hay una etiqueta con la inscripcin: Soc. En la An. F.Ni De Magistris - Milano Via Broletto 1; en el espacio blanco de L etiqueta las sia guientes anomiones: "Elpermle ~ a d e r n o contiene lujar numerodar d d u w al ireinta de la Mia 7047". Otra etiqueta pegada por Tatiana despus de la muerte de Gramsci fleta la indicacin: "Compirtop.60. XXXS Cuaderno de 30 hojas y M) pginas en total. Cada pgina est numerada y sellada en el anvem por la direccin & lacrcel. El sello (Carapmol eypd dt Tun) impreso en la primera pgina del criaderno lleva, a pluma la sigla VA (VincenzoAzzariti). Todas las pginas Fueron numeradas en el reverso por G m n x i con el uso de la letra a la, 2a, etctea El cuaderno est enteramente utilizado. a excepcin de las ltimas 15 lneas de la p. 30a En cada caraaparece un margen e n blanco hacia el borde interno, de amplitud equivalente a cerca de un tercio de la extensin de toda la pgina. Tal margen est sealado por un trazo vertical de pluma perfectamente rectilneo y resulta parcialmente utilizado slo entre la p. 7a y la p. 8. Se incluyen en este cuaderno 40 notas (39 textos C, I texto B) agrupadas bajo el ttulo general Notes hbrevcrrohe [opolirico de M<"4~inucb. primera nota en el manuscrito la no est precedida por el signo de pargno que en el texto ha sido integrado en la ediOn. Son utilizados textos A de los Cuadernos: l (XVI), en 5 pargrafos;4 (XUI), en 7 pargrafos; 7 (W), 2 pargrafos, 8 (XXVIU). en 17 pargrafor; 9 en en 12 pargrafo~. Para establecer la fecha de este cuaderno hay que tener presente la referencia a articulos del Comcrrdelh Sera de marzo de 1932 (p. 3, 5 2) y la referencia al tixiculo de Ln Culfura de octubre-diciembre de 1933 (p. 18a. 5 25). La hiptesis ms verosmil es que el cuaderno fue iniciado en Turi en 1932,junto con el cuaderno "especial" sobre los intelectuales de idntico formato, y terminadoen Fomiaen los primeros meses de 1934.
(m,
Cuaderno escolar a rayas (15 x 20.5 cm), cada pgina de 22 Ineas; cubierta en carnilinaflexible, verde olivo, diseos e ilustraciones en el centro que representan el templo egipcio de Abu Cimbel; en la cuarta pgina de la cubierta una didasdiabajo el ttulo "Egipto". En el borde superior de la primera pgii~a e la aibierta. a pluma, 6grira el d nmero de matrcula (7047); una etiqueta pegada por Tatiana despus de la muerte de Gramsci lleva laindicacin: "Complctop. 80. r'. En las pnmeras tres lneas de la primera pgina de apertura del cuaderno est la riguiente anotacin: "Elpescnte m d m o contiene hoja;>numeradas del uno o1 ~ n i m t a p e d c nenmts o In MIn 7047 Oramci Antonio". S i p e un espacio en blanco (4 lneas) parcialmente ocupado, hacia el borde externo, por el sello d e la crcel (Carapenal espcciai de T u 4 sobre el cual se encuenwa la sigla V (Vincenzo Azzariu). A Cuaderno de 40 hojas y 80 pginas en total. Cada pgina est numerada y sellada en el anverso por la direccin de la crcel. El cuaderno est enteramente utilizado. incluidos tos mrgenes laterales d e cada catilla, y comprende 80 noras de lar cuales 71 son textos B. 6 textos A y 3 textos C. Resultan inditos lossipientes textos B: 47 ("Caractersticas de la cultura italiana"); 74 (Tasado y presente. La aiitwritica y la hipocresa d e la aiitocritica"); 76 ("Pasado y presente"); B 78 ('Pasado y presente'). En la tercera pgina de la cubierta figura el siguiente apiinre:
Revistas mandadas al depsito: Rassewa della Sf~mpGEsfem:
iVio 1927 -faltan los primeros 8 iascciilos y: el 23 del 7 de junio, el 32 del 9 de agor to, el 38 del 20 de septiembre, e1 41 del 12 de octubre, el 52 del 26 de diciembte.
~
r2o 1928 -completo (52 ejemplares). Para e1 establecimiento de la fecha de este cuaderna las fuentes citadas por Gnmsci indican un periodo comprendido enwe finales de 1932 y los primeros meses de 1933. Algunas irregularidader en la sucesin de los pargmfor hacen pensar. sin embargo, en una redaccin diwontiniia, con espacios dejados en blanco y iitilizados en un periodo poiterior As los tres pargrafos con que sr abre el cuaderno, ercriios en las pnmeras dos carillas (pp. 1-1 bis), con toda probabilidad fueron aiiadidos por GramsUramsU~ cuando ya el ciiaderno, iniciado en la p. 2, estaba completamente esrrito o al-ruenos
escrito en su mayor parte. La hiptesis se apoya en varios detalles: al comienzo del 8 1 Granisci remite al posterior 5 2, que evidrntemente ya debia estar escrito: las ltimas palabras del 5 3 invaden el borde inferior de la p. I bis prohableinente porque la pgina siguiente ya haba sido utilizada; por ltimo. lagraiia de estos tres prinieroa pargrafos es notablemente distinta de la de los pargrafos inmediatamente siguientes. mientras que tiene rasgos de notable semejanza con la de las notas redactadas hacia el final del cuaderno. A pues, parece posible canchiir qiie en iina etapa avaiizada en la redaccin del s cuaderno, si no es que precisamente al final de ste. Granisci utiliz las dos caras iniciales, anteriormente dejadas en blanco, en este orden: primero p. I bis para los +$ 2 y 3, y posteriormente p. I para el $ 1. Tratndose de iina sola pgina del cuaderno, se ha considerado oportuno. en la nunieracin de los pargrafos del texto, mantener el orden normal de sucesin de las pginas. Oua de las anomalas de redaccin presentes en este cuaderno est en la p. 39 bis, donde la continuidad inchiso verbal existente entre el S 74 y el 6 76 es rota por el 75. Es dificil establecer a qu periodo corresponden los idtimos textos de este cuaderno. Puede tratarse de notas aadidas mucho ms tarde (1935), basndonos en lafiiente probable del $ 74, identificada, como conjetura en un editorial de Critica Farnrtn de marro de 1935. Por lo den& a este periodo parecen remitir lasalusiones contenidas en el 77, cuyo trmino de referenciaes con toda probabilidad la Iiicha poltica en la c m .
Cuaderno escolar a r a p ; mismas dimensiones del Cuaderno 14 (1); misma cubierta con ilustraciones y didascalias, aqu de color marrn-gris. En el borde superior de la primera pgina de lacubierta, a pluma, figura el nmero de matnciila (7047);una etiqueta, pegada por Tatiana despus de la muerte de Gramsci, lleva la indicann: -U CompMo p. 80". En las primeras mes Lneas de la pgina de apertura del cuaderno est la siguiente anotacin: Tlperente cuaderno umtime hqm numeradas d d uno al cuarenta perlme&nte a a la Mla 7047 G>-a& AnkmW'. Sigue, como en el Cuaderno 14 ( I ) , el sello de L crcel (Caro penal erpe"a1 dt T e ) y la siglaVA (Vincenzo kzariti). En la p. 1 bis, arriba, lasiguiente anotacin de mano de Gramsci: "Cuadmo iniciado en 1933 y ermto sin tornar en menta Ins diuiriom de temar y ngrupa>aieutmde nolas o," md m erp~ciak". Cuaderno de 40 hojas y 80 pginas en total. Cada pgina est numerada y sellada enel anverso por la direccin de la crcel. El cuaderno est enteramente urilizado, a excepcin de la p. 1 (en blanco. salvo las primeras mes lneas para laanotacin de la administracin carcelaria) y de la p. 1 bis (en blanco, salvo las primeras dos lneas). En ste, como en el Cuaderno 14 (1). Gramsci utiliza tambin los mrgenes laterales de cada carilla El cuaderno comprende 76 notas: 75 textos B y 1 texto A (5 68). Resultan inditos, o casi, los siguientes pargraos: 5 9 ("Noras autobiogrcas"), no incluido en la precedente edicin de los Cuadernos, pero publicado en L'Europa Letteraria de febreroabril de 1962: 5 31 (%moduccin al estudio de la filosofa"); 5 64 (Traducibilidad de las diversas culturas nacionales); 5 75 ('Temas de cultura"). E &o de 1933 es indicado por el mismo Gramwi como fecha de inicio del cuaderL no. Parece, ajuzgar por las fuentes utilizadas, que se puede atribuir la redaccin de todo el cuaderno al ltimo periodo de Turi: desde el invierno hasta el verano de 1933. Las tentes u u l i en los primeros pargnos ron de enero-febrero. En el Q 14 en la p. 11 bis se utiliza LitnDo Lertermia del 9 de abnl de 1933; en el 5 20 en la p. 14 se cita CriticaFar&tn del 1" de mayo de 1933; Lo Ginki CnLfoliradel 6 de m a p ea citada en el 5 40 de la p. 24, el fascculo del 20 de mayo de la misma revista es citado en el 5 51 de la p. 30 bis; en el 54 de la p. 33 bis Gramsci cita la rensta Pqmo de junio de 1933: en la p. 39 se citan Gera~diiadejulio 1933y la iVuavo Riuirtn Stonra de mayo-agosto de 1933; de en la p. 40 se cita la Numa Anldogio del 16 de julio de 1933.
Cuaderno escolar a rayas (14.8 x 20.5 cm), cada cadla de 22 lneas; cubierta en cartulina flexible, de color azul con bordes oscuros. La primera pgina de la cubierta lleva abajo, impresa. la inscripcin: Canolerie Ditta Ciigini Rossi - Roma En el borde superior una etiqueta. pegada por Tatiana despus de la muerte de Gramsci. Ilem las siguientes indicaciones: "Compkto de la p. 1 n In 72. XYIP'. En las primeras ues lneas de la pgina inicial s r lee la sigiiiente anotacin: - E l p c senU m o h o contiene hoja. numerada d d uno al lrcinlo y se pplunenmtc a la Mlo i047 OrnmciAnton< sigue el sello de la crcel (Cmpmdcrpnol dc Tuni sobre el que est esrampada la sigla VA (Vincenzo Aaanti). En la sptima lnea al cenuo, de mano de Gramsci, el ttulo del cuaderno: Tmas de nilhrra, 1". Cuaderno de 36 hojas, en total 72 pginas. Cada pgina est numerada y sellada por el derecho por la direccin de la crcel. El cuaderno est enteramente utizado a excepcin de los siguientes espacios en blanco: p. 1 (en blanco, salvo las anotaciones d e s critas), p. 1 bis (en blanco), p. 36 bis (ltimas dos lneas en blanco). En cada carilla Gramsci utiliz tambin el margen derecho. El cuaderno comprende treinta notas: 29 textos C " 1 texto B. El 16 (XXII) forma parte del grupo de los Cuadernos de Titri, ajuzgx por el sello carcelario. Sin embargo, la nica fuente nuem utilizada por Gramsci que harido identificada por nosotros con toda seguridad es de febrero de 1934 (cfr 11 y nota 10).Por lo tanto. parece probable que el cuaderno slo fuese iniciado en Turi y completado despus del u-aslado de Gramsci a la Clnica Cusurnano de Formia.
Cuaderno 17
(m): 193335
Cuaderno escolar a rayas (15 x 20.5 cm), cada carilla de 22 lineas; ciihierta en cartulina, rojenegra, marmoleada: en la cuarta pgina de la cubierta sigla impresa de la casa Laterra; al centro de la primera pgina de la cubierta una etiqueta impresa Ileia las siguientes anotaciones a pluma: "El prc~mtemanmio ronlienr h q m nurnp~ndasd d tino al cuarenta pmtenecicnte o detenido Grnmn dntonio ;CILi 7047. Otra etiqueta, pegada por l Tatiana despus de la muerte de Gramsci, lleva las siguientes indicaciones: ~Incomplelo W p .40". En la segunda pgina de la cubierta, arriba. a pliinia. una indicacin de mano. Resulta indito slo el 5 17 ('Tenias d e cultura"). Cuaderno de 40 pginas slo por el anvcno. El reverso de cada pgina lleva impreso abajo a la izquierda el sello de la crcel con la nueva inscripcin: Casapenal para minwlidaificorg psipicos Tun (&ni).El sello impreso en la ltima hoja (p. 40 bis) Ileba a Ioiz la firma del director de la crcel (P. Sorrentino). El cuaderno fiie utilirado slo parcialmente y precisamente d e la p. 1 a la p. 22. De la p. 1 a la p. 17 las notas abarcan toda la carilla incluyendo los mrgenes laterales; desde la p. 17 bis hasta la p. 22 aparece en blanco el margen izquierdo de cada carilla. En la parte utilizada del cuaderno hay los siguientes espacios en blanco: las ltimas siete lneas de la p. 19 bis, las ltimas cinco lneas d e la p. 22. E cuaderno comprende 53 noras: 52 textos B y un texto A, la priirieia nota ('HitL manismo y Renacimiento") y la trigsimo tercera ("HumanisiiieRenaciniiento")no van acompaada por el signo d e pargrafo, que en el texto de la presente edicin se ha aadido. Resulta indito solamente el 5 17 ('Temas de culti~a"). Este cuaderno contiene los borradores de dos instancias que Gramsci enbi desde Formia entre 1934 y 1935. La primera no lleva fecha, pero es de septiembre de 1934. La copia definitiva enviada por Gramsci se halla ahora en el casillero poltico cential del Archivo Central del Estado, y ha sido publicada por Costanzo Casucci, 1 rarteysio 1 di Gram nel Carellmiopolitico cmtrnk en RuUegnn de$ AArrhivi di Slofo, septiembre-diciernbre d e 1965 (ario XXV, n. 3). pp. 431-32. El borrador s encuentra entre La p. 19 y la p. 19 bis e interrumpe el orden de redace cin regular entre los $ 5 47 y 48. Damos a continuacin el texto conipleto que va precedido por el siguiente encabezado: INtnnna del detenido Antonio Gromci, artunlmnite reduido e i n t m a d o en la Clnica dcl do& C-rnono dcFmMa, a S. E. Benito M w h i , Jefe del g&mo:
~
"Debido a que me encuentro en las condiciones indicadas por el art. 176 del Cdigo Penal para ser admitido a la libertad condicion al... Por mis gra\simas condiciones de salud, en diciembre delao pasado, VuestraErcelencia me concedi, por instancia de mi familia, ser internado en una Clnica privada. bajo la custodia del Arma de los C.C.RR Las nuevas condiciones de vida. dadar las caractersticas de mi enfel-medad. no han permitido, sin embargo, obtener los resultados que se podan esperar y el poco mejoramiento obtrnido, con el comienzo de la estacin otofial. amenaza con ser amilado nuevamente. mientras que mi organismo, debilitado por los largos sufrimientos pasados, n o est en condiciones de superar nuevas crisis. Suplico a V. E. tenga a bien intervenir para que me sea concedida una condicin de existencia que, e n las formas consideiada ms oportunas. me conceda la posihilidad d e atenuar, si n o es que de anular del todo, las formas ms agudas de mi mal, que desde hace cuatro aos ha demolido mi sistema nervioso y ha convertido mi existencia en una continua tortura Libertad ~igilada. corifmamiento de polica. tratainicnto de confinado: lo que le ruego tenga a bien concederme es el fin de la condicin de recliiso en sentido estricto, con t o b las formas de recliisin y de vigilancia diurna y nocturna de t o d a las horas que impide el reposo y la tranquilidad necesarios en mi caso paradetener la destruccin progresivay torturante del organismo. El articulo 191 del Reglamento carcelario en vigor exige que el condenado qiie presentadenianda de mnisa para la libertad vigilada indique la localidad donde, en caso de ser aceptada su instancia, se propone establecer su residencia Dadas las condiciones especiales de esta instancia ma, suplico me sea concedido, en caso de aceptaciii, consultar a un mdico, porque n o puedo etitar residir en una clnica especializada o cerca de una clnica especializadan
El segundo borradoc interrumpido de golpe y parcialmente cancelado con largos -os d e pluma, se encuentra entre la p. 21 bis y la p. 22 y separa los $ 5 52 y 53. Damos a continuacin el texto que lleva el encabezado: I h t i , inspzdorgenml d e P S., ron/* cha 19 de junio de 1935:
"IlusVisimo Seor Inspector, me dirgo asu cortesa porque deseo solicitar la conclusin de mi prctica en curro. No se trata de un apresuramiento nerlioso por mi parte (no obstante que las condiciones de mis nervios son muy nialas). sino de una urgencia razonada. como usted mismo podr juzgar. La ltima vez que nos encontramos, usted pudo constatar hasta qu punto me hallaba padeciendo por un ataque de gou, no obc tante que desde hace muchos aos, por mis mismas condiciones de vida, mi alimem taccin es d e las ms sobrias y moderadas (siempre he sido abstemio y no como carne desde hace ocho aos). Hace algunas semanas el doctor Giordano, un mdico romano que etctera, al hacerme un reconocimiento general encontr enseguida, en el primer examen, que padeca d e una llamada -distesis" en el ombligo, forma eufemistica qiie significa un brw
te de hernia, mucho ms peligrosa que las hernias inguinales. E recorioriniiento se L llev a cabo en presencia del doctor Ruggero, asistente del doctor Cusuniano. director de la clnica Slo por mis insistencias desesperadas, he conseguido obtener una alimentacin (o nealimentann) que"
La copia enviada por Gramsci se halla depositada tambin en el Archiva Central del Estado y fue publicada en el citado artculo de C. Casucci (p. 438). Cuaderno iniciado en Turi y terminado en Formia. Del I al 9 25 re utilizan &emticamente fuentes de agostoseptiembre de 1933, que resiiltan ser contemporneas o muy poco anteriores a la redaccin de esta parte del cuaderno. En Turi podiian haber sido escritos tambin los $6 27-33, que san fruto de tina revisin de revistas de junie julio de 1933. Seguramente escrito en Formia es el grupo de notas redactado entre la p. 16 "la p. 22, a partir del 38, en el que Gramsci utiliza htentes de diciembre de l 9 3 k n e r o de 1934. la ltima fuente localirada es del 30 de agosto de 1934 ( 5 47); sigue el borrador de instancia al Jefe del gobierno, redactado en septiembre de aquel %o. Respecto al (iltimo grnpo de pa-grafos (47.53). redactado tambin en Formia, es ms dificil establecer su fecha por la falta de fuentes declaradas o localizadas. Como punto de referencia puede servir la fecha (19 de junio de 1935) indicada en el encabezado del borrador de instancia al inspector de polica Valenti, escrito antes del 9 53.
Cuaderno a r a F con formato de contabilidad (21 -4 30.5 cm aproximadaiiieiirc),cax da carilla de 31 lneas. Cubierta en cartulina azul, el lomo fori-ado en tela negra Al centro de la primera pgina de cubierta una etiqitera con la inscripcin: %c. .h. F.lli De >bgisuirMilano \?a Broletto l . Misinas caractersticas de los Cuadernos 12 (XXIX) y 13 (XXX). Falta la etiqueta con la nunierarin dada despus de la muerte de Gramsci; en el espacio de la etiqueta de la cubierta hay una indicacin con lpiz i-cr jo, N 4, que no parece de mano de Gramsci. Cuaderno de 30 hojas, en total 60 pginas no nimieradas y faltar del xllo carcelailo. Se hallan exriias slo la primera pgina (anverso y reverso) y la iiiilarl de lasegunda (slo por el anverso, primeras 14 lneas). En las tres pginas del cuaderno tiliradas por Gramsci se ha dejado un margen blanco hacia el borde interior. de amplitud equiralente a cerca de un tercio de la extensin de la p~ina. .. Ese mareen est marcado por una raya vertical perfectamente reculnea trazada con lpiz negro y aparece tambin en las dos primeras pginas no utilizadas. hl centro de la primera lnea de la pgina inicial figura el tulo dado por Gramsci al cuaderno: .Virolar ~Mopuiowia II. El cuaderno recoge tres notas de texto C. retoniadas del Cuaderno 2 ( X W . a L primera de esta notas no l l e el signo de pargrafo que ha sido integrado en la pre~ sente edicin. Para este cuaderno se carece de elementos directos que pernitan establecer la fecha No obstante. es seguro que fue escrito despus de la conclusin del Cuaderno 13 (XXX)(iVofnr hvr sobre la pdtira deiMnqinouelo), terminado en 1934. ee
Cuaderno eacolai- a rayas (14.7 x 19.8 cm). cada carilla de 22 lneas; cubierta en cartulina rgida. negra, lomo negra. En la primera pgina de cubierta, una etiqueta, pegada por Tatiana despus de la muerte de Grarisci. lleva las siguientes iridicacioiirs: " l r i m n pkto X desde lrr p. 3 liarlo lo 142". Cuaderno de LM) hojas, numerada por e l anverso y e! reveno en orden pi-ogrerirw, desde la 1 hasta la 320. Falta el sello carcelao. La numeracin es d r Gramsci. El cuaderno hie utilizado slo parcialmente. La primera pgina (deirrho y revs) fite dejada en blanco; est ocupada la segunda pgina (anverso y reverso) que Ilew la numeracin 3 4 ; fueron dejadas en blanco las pp. 510; h e r o n utilizadas las pp. 11-141; quedaron en blanco las pp. 142-320. En la parte del cuaderno utilizada por Granisci figuran los siguientes espacios en blanco: primeras dos lneas de la p. 3: ltima Enea de la p. 4; primeras 5 lneas de la p. 11; ltimas tres lneas de la p. 141. I esuitura invade reguiara mente el margen derecho d e cada &lla y se hace insegura en las ltimas pginas. El cuaderno no tiene ttulo. En la p. 3 se anuncia 'una doble serie de investigacio, nes. Una sobre la poca del Risorginiento y una segunda sobre la historia anterior que tuvo lugar en la pennsula italiana..." Sin embargo, las notas efectivaniente recogidas conciernen predominantemente al Risorgiinento y en algunos casos a la Italia posterior al Risorgirnento. Se trata de 58 notas: 57 textos C -se toman textos A de los Cuadernos 9 l (XVI), 3 (XX), 6 (VII1)- y l texto B (S 58). La nota intmdiictoria en las pp. 3 4 y los S 3 y 4 no llevan el signo de pargrafo, integrado en la presente edicin. Resultan inditos los siguientes pargrafos: 3 12 ('La posicin gropolitica de Italia. La posibilidad de los bloqueos"); 8 32 (Piero Pieri, "El reino de Npoler desdejulio de 1799 hasta marro de 1806"); 8 41 ("Interpretacin del Risorginiento"). Cuaderno iniciado en el curso de 1934 proseguido hasta los primeros meses de 1935. Para establecer su fecha, adern% del punto genrico de referencia proporcionad o por la falta d e sello carcelario, es posible tomar en cuenta algunas fuentes n u e m que parecen aproximadamente contemporneas a la redaccin de las notas en que son utilizadas. Se trata de tres nmeros del Cmim d c l h Sera, respectimente del 14 de mayo, 3 de septiembre y 26 de septiembre de 1934. utiliados respectivamente en las p p 116, 135 y 139, y de un nmero d e la Numa Anlorogin del 1" de febrero de 1935, citado en la p. 141.
(m,
11. Notas
LC MS INT
R
MACH LVN PP SG SM ON SF CPC
DC
FG
L n da1 c n m Einaudi, Tuin, 1%5. em ~ R molennlirmo sfmico e kzfilarofa di Bmedelto Cmrr, ihid., 1948. Gli inUllenuoli c I'organirnrim del& niiura. ibid.. 1949. I Riwrginmtq ihid., 1949. l Note su1 Mochiavelli, sulla politira e sullo Slnlo n o d m o , ibid., 1949. Letteraiira e uita nnrtnale, ihid., 1950. P w a l o eprerenfe, ibid., 1951. k i t t i gimanili (1914-1918).ibid., 1958. sotto kz Mole (1916-1920).ibid., 19M). L'Ordinc h'umo (1919-1WO), ibid., 1 954. Saiolumo c fmLisno. L'OnmeNum 11921-1922).ihid., 1%6. La m t - m e deiprtifo rontunrrln (1923-1926),ibid., 1971. Descripcin de L s cuadernos. o Libros de Gramsci depositados en el 'Fondo Gramci", sin contraseas carcelarias. Libros del 'Fondo Gramsci", con contiaseas carcelanas. Libros de Gramsci depositados en Ghilarza. sin contraseas carcelarias.
FG, C. c m . * G. Ghilarra
*La mayor parte de estos Libros lleva el sello de lacrcel de Tun. el nmero de n m ucula de Gramsci (7057) y la firma del direcror. Puerto que durante la prisin de Gramsci en Tun se sucedieron en la crcel cuatro directores. la firma del director permite establecer el periodo en que el libro fue recibido por Gramsci. La sigla FG, C. mrc es completada, por consiguiente, con las siguientes indicaciones: Tun 1: firma del director G. Parmegiani, fallecido el 16 de marzo de 1929: corresponde al periodo comprendido entre el 19 dejulio de 1928. fecha de lallegada de Gramsci aTuri, y fines de febrero de 1929. Tun E h n a del sustituto de P-egiani o del nuevo director G. Gualueri, en servicio
en Turi desde el 3 L de mavo de 1929 hasta el 24 de noviembre de 1930 corresponde al periodo comprendido enue marro de 1929 y nmienibre de 1930. Turi UI: firma del direcror V. Azwiti, en servicio en Turi desde noi,ienibre de 1930 hasta el 18 de marzo de 1933: cori-esponde a ese periodo. Turi IV:firma del director P. Sorrenrino. en servicio en Turi desde e1 18 de marzo de 1933: corresponde al periodo comprendida entrr esa fecha y cl 19 de noviembre de 1933. fecha de la partida de Gramsci de Timi Turi, falta la firma del director: corresponde a aquellos libros, con el sello de la crcel de Tuiiri y el niiinero de mauiciila de Grainsci, pero no consignado a Grainsci por la oposicin del director Es probable que estos libros le fuesen consignados a Gramrci e n el momento de su partidade Turi. Miln: libros consignados a Gramsci duranre el periodo de w detencin en la crcel de Miln. Algunos de estos libros llevan tambin la contrareria de la crcel de Turi. v e n este caw la circunstancia se ha sealado. Pero en otros casos tales libros resultan consignados a Grainrci, incluso e n Tiiri. sin iilteriorrs indicaciones Son mi. Npoles) raros los libros con la contraseria de ctn-les de trlisito (Palernio,
Cuaderno 13 (XXX)
9 1. 'La caracterstica fundamental del M+.." Texto C (ya en M K H , 3-8): es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XXVIU), 8 21: 'El moderno Prncipe".
'
Cfr. Luigi Russo, Prdtgomeni a :\larhio~ielli, cit. pp. 19-31 (cap. 111: " 1 !&chiwelli 1 artista-eroe della tecnica politica-). En la p. 29 Rosso escribe que \'alentino fue %,s'ascendido por nuestro autor a prncipe-mito de sii doctrina". Cna referencia a este escrito de Croce sobre la pre\isi>n de los Iicchos sociales est tambin en el Cuaderno 10 (XXXU). parte 11, 9 41. VI, p. 24a Cfr. Croce, Cultura e ito morale, cit.. pp. 191-98. Cfr a este respecto, Cuaderno 6 (W11). 8 30.
'
8 2. -Las notas escritas a propsito del estudio de las situaciolies..." Texto C (ya en X W 4041): es utilizado iin textoA del Ciiade~mo (XX\'III). 9 37: A , 8 "El moderno Prncipe".
'
Cfr nota 1 al Cuaderno 8 (XX\'III). 24. Se trata del discurso pronunciado par Nitti en la Cnia-a el 9 de julio de 1919 ya mencionado por Gramsci en el Cuadcrno 1 (XVi). 8 116, p. 75 bis (ch.. nota 5). Cfr. nota I al Cuaderno 8 (XXViII), 9 102.
8 3. "Adems de e n el modelo ejeniplar de las v a n d e s monarqiia abs<iliimde Francia y Espaa ..." Texto C (ya en MACH, 11-12): es utilizado un textoA del Cuaderno 8 (XXViII), 9 43: "~a~"ia\;elo".
'
8 43.
8 4. Tomando como punto de partida laafirniacin de Forcolo.,." Texto C enMACH. 160): es utilizdo im oxto A del Ciiadcrno 8 (XXVIII). 8 44 'Maximaro maquiavlico".
(ya
8 5. "Gran poltica (alta poltica) -pequea poltica Texto C (ya en M4W. 141): es utilizado un texto A del Cuaderiio 8 (XXXIII), 5 48: "Maquiavelo. El moderno Prncipe".
Cfr. nota 1 al Cuaderno 8 (XXWII), 5 48.
6. 'La cuestin de la clase poltica.." Texto C (ya en hMCH, 140): es utilizada la primera parte de un texto A del Cuaderno 8 (XXVIU), 8 52: 'Maquiavelo. El moderno Prncipe".
'
8 7. "Cuestin del 'hombre colectivo'..." Texto C (ya en MACH, 8345): es utilizada la segunda parte del citado texto A del Cuaderno 8 (XXiXi), 52. dr. cn panicular p. 20.
'
'
Cfr. Cuaderno 1 (m?), 44. p. 41 y nota 42. 5 Cfr nota5 al Cuaderno4 ( X I I ) , 8 15. Cfr. Cuaderno 7 (VI), 8 39.
8 8. "La concepcin de Croce, de la poltica-pasin..." Texto C (ya en MACH, 12-13):es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XXWII), 8 56: "Maquiavelo. El moderno Prncipe".
'
5 9. "Schopenhauer compara la enseiianza de ciencia poltica de Maquiavelo..." Texto C (ya en MACH, 1160): es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XXVIR), O 58: "Maquiavelo".
'
10. "La cuestin inicial a plantear y resolxr en un tratado sobre Maquiavelo..." Texto C (ya en MACH, 11-12), es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XXVIU), 5 61: "Maquiavelo".
464
'
Cfr. noia I al Cuaderno 8 (XXI'ID), B 61. Las palabras entre comillas son una parfrasis de una afirniacin de Marx, recordada por Gramsci repetidasveces, cfr. por ejemplo Cuaderna 4 (XIII), 15. p. 5 4 y nota B.
8 11. "una concepcin del derecho que debe ser esencialmente renovadora." Texto C (ya en icUCH, 8889): es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XXVII), 8 62: 'lilaquiavelo".
5 12. "Bacon llam 'Reyes Magos' ..." Texto C (ya en M.1CH, 164): es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XXTlII). 69: 'Maquiavelo".
'
Cfr. nota l al Cuaderno 8 (XXVII), 5 69. Los datos sobre Felipe de Cornrnynes y las noticias sobw la comerciante de Tours esun tomados de la obra de Lanson, Hirtairt de la Litfircturefianpir, cit., respecti\amrnte p. 178 nota 1 y p. 179.
3 13. 'Junto a los mritos de la moderna 'maquia\,elstica' ..." Texto C (ya en MACH. 13-17): son utilizados un texto A del Cuaderno I (XVI), 3 10: S o b r e Maquiavelo", y dos textosA del Cuaderna 8 (XXi'iII). 5 114: "Maquiavelo", y 3 78: Waquiavelo".
' Cfr. nota 1 al Cuaderno 1 ( m ) . 5 10. ' Cfr. nota 2 al Cuaderno 1 ( m ) , 5 10.
Cfr. Russo, ProIcgm~zin MadiiavcUi, cit. pp. (cap. V: -L%ttc delb -a come corollario del Aincipe"). La ancdota de Bandello es recordada tambin por Ruso en los Pmipnimi. cit., p. 15: "el ingeniossimo Maese Niccol tuvo al sol ms de dos horas de espera a l s amigos. para ordenar ues mil infantes, segn aquel orden que haba escrito o en el Arte della h a y nunca logr poderlos ordenar. Ueg a -arlo de apuros Gioianni de las Bandas Negras y en un abrir y cerrar de ojos, con trompas y tambores y gestos, orden a aquella gente en divemos modos y formas, con grandsima admiracin de todos los que all se hallaban" (Mamo Bandello, NOLJ.& Prwmio al cuento XL d e la parte 1: %gamo iisato da una scaltrita donna al marito, con una subita astuia"). Cfr. nora 1 al Cuaderno 8 (XXVID). 8 114.
Cfr. nota 2 al Cuaderno 8 (XXVIII). 5 114 Cfr. nota 1 al Cuaderno 6 (VilI), 5 66. Cfi: Cuaderno 8 (XXWII), 5 162 )-nota J.
14. "Otro punto a establecer y desarrollar ." Texto C (ya en IIF~M, 37-38]: es utilizado un texto h del Cuaderno 8 (XXWI), 5 86: "Maquiavelo".
'
5 86
15. 'En la nocin d e gran potencia dehe considerarse.,." Texto C (ya en MACH, 167): es utilizado un texto . del Ciiadrrno 8 (XXVIII). S 79: i 'Maquiavelo. Gran potencia".
5 16. "El 'demasiado' (y por lo tanto superficial y niecnico) realismo poltico..." Texto C (ya en iWCH, 39-40): es utilizado un texto A del Cuaderno 8 (XX\?IIj, 8 W "Maquiavelo. Ser y deber ser".
'
Cfr. Cuaderno 6 (Wil), 86 y nota 1; la reniirion est p en la nota 1 al Cuaderno S 8 (XxVm). 84. Cfi nota 2 al Cuaderno 8 (XXWIl), 5 84.
5 17. wAnlisisde las situaciones: relaciones de fuerza" Texto C (ya en MACH, 41-50): son utilizados una parte del citado trxto A del Cuaderno 4 5 38, cfr. e n particular pp. 67-57 bis, y un texto A del Cuaderno 8 (XXVIII). 163: "Maquiavelo. Relaciones de fuerza".
(m,
'
Esta cita del prefacio de Mari a Para la mtirn de la mnonrio pdilim-aadida en el margen en el manuscrit- est tomada de los textos de Marv traducidos por el mismo Gamszi en el Cuaderno 7 (W).a las pp. 3 b i d . Cfr tambin nota 1 al Cuaderno 4 (m),38. 5 Cfr. nota 2 al Cuaderno 4 (XIII), 5 38. Cfr. nota 3 al Cuaderno 4 (XUI), 38. Cfr. nota4 al Cuaderno 4 (XIII), 5 38. Cfr. nota 6 a Cuaderno 4 (XIII), 5 38. l
8 18. "Algunos aspectos tericos y picticos del 'economisnio'." 29-36): es utilizada una parte del rirado texto A del Ciiaderno Texto C (ya en AMACH, 4 (XUI), 8 38, d r en particular pp. 70 bis74.
' Cfr. nota 4 al Cuaderno 1 (m),29. 8 ' Cfr. Cuaderno 9 (m?,97 y Cuaderno 10 (XXXIII), parte U, 8 41. Xn', p. 29a. 8
* Cfr. nota 2 al Ciiaderno 4 ( X U ) , 8 26.
Cfr. nota 6 al Cuaderno 4 (XIU), 8 15. C f ~en particular. Cuaderno 4 (XUI), 8 3. i Cfr. nota 1 al Cuaderno 8 (XXViU), 5 61. Cfr. nota 13 al Cuaderno 4 (XIII). 8 38, y nota 2 al Cuaderno 1 (X'I), 8 25. Cfr nota 14 al Cuaderno 4 (XIII), 8 38. 'O Cfr nota 15 al Cuaderno 4 (m),38. .41gunas palabras saltadas al recopiar la 8 cita en este texto C han sido reinregradas entre corrlietes. " Cfr. nota 16 al Cuaderno 4 (XIII). 8 38. " Cfr. nota 1 a Cuaderno 7 (VE), 21. l 5 " Para esta alusin a la lucha contra la teora de Trotsky de la "revolucin permanente-, cfr Ciiaderno 1 (XW), 44 (p. 42) y nota45. 1 , Alusin a la obra de Marx, El 18 Brumao de Lub Bonaparic, cit.
'
5 19. "Elementos para calcular Lajerarqua de potencia..." Texto C ( ~en IWCH, 167): es utilizado un texro A del Ciiaderno 4 ( W I ) , 8 67: 'Iinz portancia relativa de las potencias".
8 20. "Charles Benoist ..." Texto C (ya en MACH, 158 y 8-10): es milirado un texto A del Cuaderno 4 ( W I ) , 8 8: "Maquiavelo y Marx".
'
Cfr nota 1 al Cuaderno 4 (XIU). 8 8. Cfr Cuaderno 4 (XUI), 8 4 y nota 1.3 8, "Cuaderno 8 (XXViII), 9 58 y nota l . Cfr. en este misnio Cuaderno, el precedente 8 l .
8 21. 'Contina sobre el Xumo P&+" Texto C (ya en MACH, 20): es utilizado un texto A del Ciiaderno 4 (XIII), 8 10: %hrr y Maquiavelo".
'
Cfr. el precedente
81
8 22. 'Bibliografi.~." Texto C (ya en M A W , 213): es utilizado un texto A del Ciiadrrno 4 (XIII), 5 29: W a quiavelo".
'
Cfr. nota 1 al Cuaderno 4 (XIII), 5 29. Cfr nota 2 al Cuaderno 4 (XIII), 5 29.
5 23. 'Obserwciones sobre algunos aspectos de la rstriictrira de los partidos politicos en periodos de crisis orgnica." Texto C (ya e n M W 5 M 8 y 36-37): son utilizados textos A del Ciiadcl-no 4 {XIII), A , 5 69: 'Sobre los partidos"; del Cuaderno 7 (171). 8 77: *Los intelectuales. Los partidos polticos"; del Cuaderno 4 (XIII), 5 hh: "El eleiiirnto inilitar en poltica": del Cuaderno 9 (m), "hlaquiavelo. Relaciones d e fuerza, etctera". cfr en particular p. 30; 8 40: 8 22: 'Pasado y presente"; y el resto del citado 8 40.
'
' '
*
'
Cfr. el precedente 8 17. Cfr. nota 1 al Cuaderno 3 (XX). 8 51. Giamsci, prohabletiientr. tena prewiite en panicular el siguiente paraje del 18 Bmnoeo. "Francia slo parece escapa- al <lec potismo de una dase para reincidir bajo el desporisnio de iin individuo. y concrem e n t e bajo la autoridad de un indiridiio sin autoridad. Y la lucha parece haber terminado en que todas las clases se postraron de hinojos, con igual impotencia y con i g i d mutismo. ante laculatad.4 fusil" (Ohmerrogidnrm dorLontor, t. 1, p. 313). Cfi-. Cuaderno 1 (XVI) 43, en particular pp. 24 his25 his. 8 Cfr. nota 13 al Cuaderno 9 ( X N ) . 5 89. Cfr. nota 1 al Cuaderno 9 (XN). 8 22. Cfr el subsiguiente 5 38. Cfr., a este respecto, el precedente 8 1. p. la. y Cuadei-no 6 (ViII), 8 30. Esta digresin sobre los recuerdos de Toni~ii&o Tittoni est tomada d e un precedente texto B del Cuaderno 5 (IX). 8 44. cfr. e n particular p. 23.
8 24. =1propsito de lar confrantaciones ..." Texto C (parcialmente en M C H , 6567): es titilirado un texto Xdel Cuaderno 7 (Vil). 8 10: '%suuctura y superesuuctura".
'
' CFr. nota 3 al Cuaderno 7 (ViI), 8 10. ' Gramsci recuerda aqu el discurso pronunciado por Troky el I I de noviembre
de 1922 en el N Congreso de la Internacional Cornunisla Cfr. el siguiente pasaje reproducido en el suplemento n. 35 de La Compondnnct Intmrrnntionole (21 de di-
cienibre de 1922): "?Por qu la guerra civil slo empez eritrc nosotros con todo s u ardor despus del 7 de noviembre? !Por qu despus tiivinios qiie seguir, di,rante casi cinco aiios sin interrupcin. la guerra civil al Sorte. al Siir, al Oeste ? al Este? Es la ~onsecuencia que hayamos conquistado el poder demasiado f?? de cilniente. A menudo se ha dicho qiie derribamos a nuestras clases propietarias. Es verdad en cierto sentido. Polticamente. el pas acababa apenas de salir de la harbalic zarista. Los campesinos no tenan casi ningtina expri-ieiicia poltica, los pequeos propietarios del canipo tenian hien poca. la hiirgucsa media tena algo ms, gracias a las Diimas, etctera, la aristocracia tena cierta organizacin bajo la forma de los Senisno, etctera. Por tanto las grandes reservas de la contrarreuoliicin: los campesinos ricos. en ciertos periodos. y los campesinos medios, la biirguesia mediana, los intelectuales y toda la pequea borgueria, todas esas reservas estaban por asi decirlo todata intactas. casi inutilizadas. y slo cuando la biirgiiesia empez a comprender lo qiie perda al perder el poder. busc poi- todos los iiiedior. cediendo riaturalmerite el primer lugar a la &stocracia. a los funcionarios aristcratas, etctera, poner en movimiento las reservas potenciales de la contrarrevolucin. As. esa guerra civil pmlongada fue la revanchade la historia por la facilidad con qiie habamos obtenido el poder iPero hien est lo que hien acaba! En el curso de esos cinco anos, hemos mantenido nuestro p o d e r Para los partidos occidentales, por el contrario. y rii general para el m o ~ miento obrero de todo el mundo. se piiede afirmar diora con ccrudiimhre qiie en vuestro caso la w e a ser mucho nis dificil antes de la conquista del poder y mucho ms fcil despus. En Alemania, todo lo que pueda ser movilizado contra el proletai-iado lo ser, sin hablar de Italia, donde la contrarrevoluciii re ha Ilevado hoy da a cabo antes incluso d e la victoria de la reuoliiciii. M~issolini sus y fascistas han tenido, tras haber conquistado la influencia en todo el pas, gracias d fracaso de la re\.olucin de 1920 a la que no le falt ms que un partido revo lucionario. que tomar actualmente el poclrr? la burguesa les ha cedido ese pw adder Pero Musolini representa la organizacin y la unin de todas l a fueversarias a la revolucin adems de algiiiias fueque aii es posihle ganar para la revolucin. Pero no quiero profundizar ms en ese tema, que ser el objeto de otro informe. En Francia, en Inzlaterra. por todas partes. vemos a la huratliesa, instruida por el ejemplo ruso y armada de toda laexperiencia histricade los pases democrticos capitalistas, organizar y movilizar todo c i m t o piiede poner en accin. Ello prueha que todas rus friena~ encuentran desde hoy en el camino se del proletariado y que, paraconquisiarel poder, el proletariado deherneuvalUar, paral-, combatir y vencer a todas esas fuerzas mediante sus procedimientos reve lucionarios. Pero desde el instante en qiie el proletariado tome el poder y no le a quedar a la conuarrevalucin casi ninguna reserw, y el proletariado tendr d e s pus de la conquista del poder en Europa Occidental y en el resto del mundo la via mucho ms franca para su trabajo creador que nosorros en R~ia".
'
'
Las noticias que preceden -salvo la alusin a los libros de Villari y de Tommasini- estn tomadas del artculo de Adolfo Oxilia citada en el texto, "'Machiavelli nel teatro", en La Cultura octubrediciembre de 1933 (ao XII, farc. n3,pp. 91222, cfr. en particular p. 914. Son d e G m s c i , por el contrario. las referencias a las conocidas obras de Pasquale Villar (X~ccdoMarhiov~Uiruoi trmpi. 3 vols.. 1877eA l882), y de Oreste Tomrnasini (Lo vi& r gli roitti di Nzrrd6iClarlziaiulli nella loro re lorime o mnchuiuel*rm, 2 vols.. 18831911). 1 Cfr. las citm de Traiano Boccalini en el Cuaderno 14 (1). 5 33. Cfr Cuaderno 4 (WII), 4 y nota 1, y 5 8. Cfr. Oxilia, "Machiavelli nel teatro", en Ln Cultura cii., p. 914.
26. "Hegemona politicwultural." T a t o C (ya en hIACH, 168): es utilizado un texto A del Cuaderno Y (XIVJ,5 132: Temas de cultura", cfr. en particular p. 94.
27. -El cesarismo." Texto C (yaen MACH, 5861): son utilirados dos textos Adel Cuaderno9 ( X i V ) , 133: "Maquiavelo. El cesarismo", y 136, con el mismo "nilo.
'
28. "Sobre el desarrollo d e la tcnica militar." Texro C (ya en MACH, 152-53):es utilizado un texto A del Cuaderno 9 (Xii?. mas de cultura. Sobre el desarrollo de la tcnica militar".
5 137: Te-
29. Voluntansmo y masas sociales." Texto C (ya en R 197.98): es utilizado un texto A del Ctiadenio 9 quiavelo. Voluntarismo y 'masa social'".
'
30. "El nmei-o g la calidad en los regmenes r-eprrsentativos." Texto C (ya en iCWCH. 8M2): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 (XIV),5 69: "M* quiavdo".
'
9 69.
5 31. "El reorrnia de las proporciones definidas." Texto C (ya en M4CH. 77-79): es iitilizado iin icxio A del Cuaderno 9 (?a\?, 8 62: "Maquiavelo".
Cfr nota I al Cuaderno 9 ( m ? . 5 62. Cfr. nota 2 al Cuaderno 9 (m'),62. 5
5 32. "Sobre el concepto de gran potencia." Texto C ()aen M4CH. 168): son utilirados dos textos A del Cuaderno 9 ( X N ) . 88: "Maquiavelo. Grandes potencias", y 5 16: gran potencia. Poltica exterior".
'
(m). 16 5
5 33. "Sobre el concepto de partido politico." Texto C (ya en hMCH, 22-23): es utilizado un texto Adel Cuaderno 9 (XIV). qoiawlo. Importancia y significado de los partidor".
5 64: 'Ma-
'
(m. 75
9 34. 'Sobre el origen de las guerras." Texto C ()a en hMCH, 169): es utilirado un texto A del Citaderno 9 (XIV). 70: "M* 8 quiavelo".
5 35. "Arte poltico y arte militar." Texto C (a en MACH. 138): es utilizado itn texto A del Cuaderno 9 (XIV). 5 19: "Ma) quiavelo. Poltica y arte militar".
'
(m. 19. 5
5 36. 'Sobre la burocracia" y Texto C ( aen MAWI, 7477): son utilizados dos textos A del Cuaderno 9 (XIV), 8 21: 'Maquiavelo. Histozia de L burocracia", y 68: "Maqiiiavelo. Centralismo orgnico y a centralismo democrticos.
'
Cfr. nota I al Cuaderno 9 (XIV). 68. Cfr. nota 2 al Cuaderno 9 (m), 68.
37. "Xotas sobre lavida nacional francesa." Texto C (yaen MACH, 101-13): son iitilizados rextosrl del Cuaderno I ( m ) , 18: "El error de Maurras. Notas sobre el partido monrquico francs"; 48: 'Eljacohinismo al revs de Charles Maurras"; 53: "Maiirrasianisnio y sindicalismo": 131: "Baiiirille y el s u h g i o universal en Francia"; 5 106: "b concepcin religiosa de Mawras".
' Cfr. nota 3 al Cuaderno 1 (XV), 48. ' Cfr. nota 4 al Cuaderno 1 ( M ) , 48.
'
'
Cfr Cfr. Ch Cfr nota nota nota nota 5 al Cuaderno 1 ( M ) , 48. 2 al Cuaderno 1 ( M ) , 130. I al Cuaderno 1 ( M ) , 8 106. 2 al Cuaderno 1 (XVI), 106.
38. "Xaurras y el 'cenu-alismo orgnico'." Texto C (ya e n MACH, 113-220): son utilizados dos textos A del Ciiaderno 1 (XW). 5 49: "El 'centralismo orgnico' y las doctrinas de Maiirras". y $ 54: 'La hatalla de Jutlandia'.
'
Cfr nota 1 al Cuaderno 1 ( m ) , 5 54. Cfr Epicarmo Corhino, Ln bottogiia d.& Jllond, vln de un crmomUtq Giiiffr, Miln, 1933; con toda probabilidad Gramsci ley una resea de este lihro en Nuoua Rzuistn Sfonro,octubrediciembre de 1933 (ao XViI. fasc. V-Vi),pp. 571-72.
8 39. "Italo Chittaro, La capclni di comando." Texto C (!a e n MACH, 221-18): es utilizado un texto A del Cuaderno l
(m),79. 3
'
40. 'C. Gentile y la filosofa de la poltica." Texto C ( aen iMACH, 216): es utilizado un texto hdel Cuaderno 1 y tile y la filosofa de la poltica italiana".
(m),87: T e n !
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Cuaderno 14 (1)
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De esta remisin se desprende qiir el 2 fue escrito antes que el 5 l. Tngase presente adems que los primeros trrs pargrafor fueron escritos con el citadeno ya iniciado, en las primeras dos carillas que inicialmente no habian sido iirili=das (cfr DC). Giaiiisci ciertamente toma como punto de partida, e n ste y en otros par+Wbs de este cuaderno, los debates sobre arquitectura ficciirnter en rsie prriodo (1933) en la prensa. Ko est d a - o , sin embargo, que la expresin entre comillas sea una cita textual (que no se ha hallado) o una partasir libre.
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C r Adriano lilgher. "Perdi I'artista scrive. o dipinge. o rcolpisce, ecc?", en Ufaf. Lo rheSmue. febrero de 1929. cit. D. 32: '...si oasainos finalinerire a la arouitectii~a. .
esra p i e d a de toque de todas h estticas, segn la felicsinia fraw de Giieppe Rensi, la reona crociana nos parece decididamente fallida. <quien podr creer que la construccin de edificios imponentes y costosos no tenga o w finalidad que la de remediar las deficiencias de nuestra memoria?" De este a-ticulo de Tilgher, Gramc ci se ocup p en el Cuaderno 2 (m?. y en el Cuaderno 3 (XX), 155; 103, otra alusin x encoenua en el subsiguiente 28 de este mismo Cuaderno 14 (1).
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8 4. "Literatura popular" Texto A: retornado, junto con otras noras sobre el mismo tema. en iin texto C del Cuaderno 16 ( X X I I ) , 3 13: "Origen popular del 'superhombre'", cfi en particular pp. 23 hic25 (ya en L W 122-24).
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Rasugnac era tambin seudnimo de \Gncenzo Morello: ski exaltacin del p e n e naje dannimziano Corrado Brando ya fue aiirerinrmente sealada por Gramsci. en un a-ticulo del &do delPopolo del 16 de febrero de 1918 (cfr. SG, 179) Gramsci alude aqu a hfario Gioda. Cfr el arculo citado de Unifo del 28 de febrero d e 1924, "Caratteri italiani. G i d a o del romanticismo": "Mario Gioda era el 'amigo de Vautrin'. de L Folla dc Paolo Valera. era el discipiilo ms genial y a prometedor de Paolo Valera" (CPC 368). Para otras alusiones de Gramsci a M* rio Gioda cfr Cuaderno 3 (XX), B 53 y nota l. Cfr. Cuaderno 6 (VIII), 5 108 y nota 2. La definicin de la literatura religiosa como "una inmensa mano niiierta espiritual, que nosotros debemos rei>indicar con plena conciencia a nuestro pensamiento modernoSest en un articiilo de Adolfo Oniodeo (-11 valore iiiiiano della stona cristiana") publicado por el Giomole C d i m del& Fila<o/in Zfnliarra y citado por Benedetto Croce en su escrito: 'Intorno d l r coiidirioni prcsenii della stonw @\a in Italia, 111: L a storiografia della iilosofia e della religione". en Lo Critica, 20 de ma):o de 1929. cit., p. 173 (ahoraen Benrderto Croce. Umio d e l l a r l o r i ~ a j a itoann nel seralo decimonono, vol. 11, 4a ed., 194, p. 227). La nota de Granisci se derixa ciertamente de este escrito de Crocc.
'
Esta cita de Piilci est tomada de un artculo de Donwnico Biilferetti. 7 cente1 nario di Luigi Pulci: en P@oo, diciembre de 1932 ( a i o W , n. 12). pp. 732-37. c h e n particiilai- p. 735. Esta expresin paxaliana fue ya utilizada por Giainsci i i i el artculo 1 inonaci di Pascal" e n Auanfi!del 26 d e febrero de 1917 (cfr Smiti 19/5-21, cit., pp. 31-33] V'ase t m b i n ou-a utilila<in hecha de ella por Grainrci, en el memorial dirigid o el 3 de ahril de 1928 al presidente del Tribunal Espcial: T n una poli.niica con los jesuitas el filsofo francs Pascal escribi qiie era ni& fcil encontrar frailes qiie encontrar huenas irarones. Puede decirse, de erre proceso, que es ms Ecil hallar policas que hallar pruebas o testigos ? que es atin ni& fcil encontcir agentes pro\.ocadores que policas..." (cfr. "Una letreia di Gratnsci al Presidente del Tribunale Speciale", en 'Trent'anni di bita e lotte del r a " . Qundnnidi % n o d a , n. 2. 1951, p 84).
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Cfr. Maoi-o Fasiani. "Schemi tioi-ici ed 'eiporiibilia' linaiiriari". en La Riforina S* &le, septienihre+ctubre de 1932 (aiio XXXiX, n. 5). pp. 481-514. La cira est en la p. 500. Ibid., p. 5M. Esta cita del T ~ o l l n r o Sooolopin Gmnalrde Vilficdo Pal-cto csr en el articiilo cidi tado de Fasiaiii en la p. 497, nota 7.
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1 l. Temas de culriira Las grandes potencias miindiales." Texto B (ya e n PP. 206-8).
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Cfi nota 1 a! Cuaderno 6 (VIIl), 8 199. Otra alusin al anlisis rnarxiano de la Constitncin espatiola de 1812 est en el Cuaderno 9 ( \ ) 97. En la edicin N ' 5. italiana citada por Gramwi (La qwstiane miento&, =arrasde Carlos Marx. 1853-56, Mongini, Roma, 1903; I~iego Maru-EngelsLarralle, O ? mi. 11, a cargo de Eten @, tore Ciccotti, Miln, 1914) no est incluido, por el conmrio. este artculo de Mara sobre la Constitucin espaiiola El articulo 48 de la Constitucin d e Weiniar permita la siispensiii de las garantas constitucionales y de los derechos fimdameiitales de los ciudadanos en caso de perturbacin del "orden y la seguridad piiblica".
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Cfr Jaiiies B ~ y c e Drrnocrniie i n d m n ~ la d . italiana a cargo de 1 Drgli Occhi. 2 . , . vols., Hoepli, Miln, 1930-31 Granisci alude aqu al clainoroso proceso. intentado e n Dapxi, Tennessee, en 1923, cantia un joveli inaesti-o.John Tlionias Scopes, arrestado Imio laacusaciii de haher enseriado la teora evolucionista e n la escuela superior de Daytoxi. Mora aqu el recuerdo de una experienciajuvenil dr Grmsci qiie ya hic evocada en un articulo de febrero de 1916, "La biiona stainpa", en la seccin 'Sotto la Ilole'; c S.M. 39-40: B n realidad inorotros n o hacemos deiiiaiiado caso de esta h lenta labor de eninantanamiento intelectual deliida a los clet~icales. %leoiiw Es qiie se escurre como la anguila, blandiicho. que no parece consistente y en cambio es como el colchn que resiste los caonazos ms que los moros de Lieja. Es increihle la cantidad de opsciilos, revistas. folletos, correos parroquiales que circulan por todas partes, qiie tratan de infiltrarse iiicliiso en las familiar ms refractarias, y que se ocupan de tantas otras cosas adems de la religin. Rrcuerdo, por ejemplo. este hecho: vi hace dos o tres aos. cuando incluso el Cb nieredella h a t a c a b a a los zucareros por la insoportahlr especulacin que eje); can, y que an ms que nuncaejercen, un folleto no ni& amplio qiie una postal ilustrada. uno de esos misterios no s si semanales o lnensuales que alguna beatona se encarga de distribuir en los pueblos mediante el desmibolso de un abono anual de diez cntimos. Y bien, en aquel misterio de una parte se hallaba representado Jesucristo en la cruz sufriendo el ultraje mximo, y de la otra estaba impreso el consejo de orar en aquella semana (o en aquel mes) por los pobres azucareros tan injustamente perseguidos por los enemigos de la religin. tales como los socialistas y la ine\ita.ble masoneh". El episodio se reinonta probableniente a lacampaa electoral de 1913. que Gramsci sigui e n Cerdeasinipatirando con la propaganda de la Liga antiproteccionista, grupo dejvenes meridionalistas organizados en torno a Attilio Deffenu y Nicolo Fancello. A un documento de este grupo publicado en Lo Vo'ocedel 28 de agosto de 1913 (ario V, n. 35). Granisci se adhiri ocicialmente; su firma d e adhesin aparece en efecto registrada en l V+ a redel 9 de octubre de 1913 (ao V. n. 41). Cfr a este propsito el libro de Giriseppe Fiori, VIta di Antonio Granr, LateBari. 1966, pp. 97 ss.
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Cfr. el precedente 5 7 y nota 2 al Ciiaderno I (XVI), 5 89. Cfr. Cuaderno 8 (XXViII), 5 112 y nota 2. Felice Cavallotti polemiz en Varias ocasiones con Costanzo Chaiivrt. quien fue desde 1875 hasta 1918 (ao de su muerte) director del cotidtano filo~obierniata
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IIPqdlo Romano En la poca del escndalo de la Banca Romana, Cavallotti present contia Chauwt una denuncia ante la magistratura. Cfr Cuaderno 4 (m), y nota l. 8 68
5 13. "Maquiavelo. -Quin es legislador?" y Texto B ( aen IUICH, 135-36) 5 14. 'Carcter no nacional-popular de la literatura diana." Texto A: retoniado en un texto C del Cuaderno 21 (XG11). 5 1: "Nexo de problemas", cfr en pai-ticular pp. 4 4 ( aen L W , 5860). y
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Cfr. Cuaderno 6 (Vlii), O 26 y nota 3. Cfr. Cuaderno 6 (IW), 26 y Cuaderno 9 (m),134. 8 8 En realidad, en el cuento "Lontano" ( Nouelkpcrun a m o . vol. I, l5a ed., Mon6 dadon, Miln, 1949, pp. 9S137). Gramsci tena en la crcel una edicin de este cuento publicado en el mismo volumen junto con i turno: d r Luigi Pirandello, l I lumq novela, Lonfnn+ cuento, Treves, Miln, 1915 [G. Gliilana, C. Cnrc]. l Sobre esta obra d e SiMo D ' h i c o (nl a r ilnliono, elo Treves, Mitn, 1932) Gramsci haba\isto con toda probabilidad diversas reseiias? entre ellas un articulo de htonioValenti ( " D ' h i c o e la stona del teatro iratiano". en Lilafin Letlmna 1" de enero de 1933, ao IX, n. 1). G m s c i probablemente tena presente el artculo "11 teatro moderno e l a s u crisi" -en La Civilti Caffolica,17 de diciembre de 1932 (ao LXXXlII, vol. N). pp. 563-74-, que se ocupa de Pirandello (pp. 57071) a propsito de ii tcatro itnliono y ovas obras de Silwo D ' h i c o : en el mismo artculo se remite al precedente ensayo, "L'originaliti e Luigi Pirandello", de la CiM11a Calid<& 15 d e mayo de 1923 (ao WMn vol. U), pp. 33037: 7 de julio de 1923 (ao LXXN. vol. m). pp. 15-11; 4 de agosto de 1923 (ao LXXTV, vol. iii), pp. 219-23. Cfc Silvio D ' h i c o , "Poesia di Pirandello". en Lilalia Lcllnno.30 de octubre de 1932 (ao N, n. 44). En una nota introductona se precisa que el a-riciilo es un extracto del libro il fpnfmitaliano, citado anteriormente por Grainsci. Cfr. en Lifolia Letleroria del 4 de diciembre de 1923, cit., en la seccin 'Discu*
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dic la fechainexaca de 1908 (corregida Imego, pero no en todos los caos. romo 1907). Es posible, sin embargo, que Granisci tuviese presente el articulo l e lntte e i uionfi della Chiesafra gli errori di i i n secolo (1832-1932)' en Lo Ciiiiliri Cntiom, 1" de octubre de 1932 (ao LXXXII, uol. n ) p p 3-14 (rn este ai-tculo se ', menciona tambin la Parrondi, pero sin indicacin de fecha). : En este criterio se inspir Gramsci durante la elahoraciii de los textos C, reuniendo esras dos secciones en el Cuaderno 20 (XXVJ, tiiiilado prrcisanientr -Accin catlica. Cailicos integrales, jesuitas, iiiodernistas".
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8 22. -Temas de cultura. Personalidades del mundo ecoriniico nacional." Texto B (yaen PP, 198-99).
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(XX), 43. 5
8 23. Waquiavelo. Cesarismo y equilibrio 'catash-fico' de las iiierzas politicce~iales." Texto B (ya en M C H , 6142). 8 23. -Elementos de cultura italiana La ideologa 'romana'." Texto B (ya en INT. 48).
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Cfr. la resea de Adolfo Omodeo al volumen IU de los Ddwrdtgkitrn de Biilow. en La Cntiw 20 d e septiembre de 1931 (*o XXiX, fasc. V ,pp. 38488. La cira ) est tomada de la p. 384.
S 25. "Pasado y presente. La Igi~a don Ferrante." de Texto B (ya en PP. 69).
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Sobrelas~&hch:lanota1alCuaderno9(]0,#63.Pan.lad~~n~ bre el golpe de Fstado W s t a que tuvo lugar durante la preparacin de estas tesis, & la carta de G r W a Togliani, Terracini. etctera, del 9 de febrero de . 1924: "En 1921-22 el partido tena esta concepcin oficial: que era imposible el advenimiento de una dictadura fascista o militar; con grandes dificultades logr hacer quitar de l a tesis que esta concepcin debiera quedar escrita, haciendo modificar fundamentalmente las t& 51 y 52 sobre la tictira" (Togliatti, Lo forniwiow dd gnippo d i r i p a dcrpmtiro m n i r t a itahm, cit., p. 199).
8 26. "Notas de cultura italiana A propsito del protestantismo en Italia, etctera." Texto B (ya en IM, 4346).
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Cfr. "Gerrnanesimoe rtoricismo di Ernesto Renan. Saggio inedito di Giorgio S e rel", en La Critico. 20 de marro de 1931 (ao XXIX,fasc. U). pp. 110-14;20 de mayo de 1931, pp. 199-207.20 dejulio de 1931, pp. 358.67; 20de septiembre de 1931, pp. 43040. Todos los datos sobre este escrito y sobre las circunstancias de su frus uada publicacin estn tomados de dos notas de Benedetto G o c e : la primera, al principio de la primera parte, en la p. 110; la segunda al final de la publicacin (P. "4). Ch.nota4alCuaderno9(]0,#111. Sobre este ensayo, que es de Trouky, dr. el Cuaderno 7 (W),S 44 y nota 3. El ensayo de Trouky en polrnira con Mararyk es efecti-ente citado por G e betti en un articulo sobre Troukv ouhlicado en i i h b d d M i n o del 5 de abril , de 1921 (ahora en Gobeui, Sainipdi*ci, ciL. a cargo de Paolo Spriano, pp. 2b 10, cfr. en particular p. 208). Una alusin al mismo ensayo est tambin en el es crim "Storia della iivolruione r u s d . publicado en la Riuduzi~w i&mk 4 de mayo de 1922 (ao 1. n. 11-12) y luego utilizado, con algunas variantes, como primera parte del Pnradarro W @ i b rtrrro (ahora en Piero Gobetti, %tti stmici, h . trrari cfilarfci a cargo de Paolo Spnano, Einaudi, Turin. L%9, pp. 293-309, cfr. en particular p. 295). Esta referencia al libro de Proudbon est tomada de la nota 2 en la p. 434 de la ltima entrega del citado ensayo de Sorel (Lo Cvitico, 20 de septiembre de 1931, cit.). Sobre los principios educativos de Renan y sobre la relacin RenanProudhon, vase en el mismo escrito, pp. 432-34; en la p. 434 estla larga cita del libro de Proudhon al que hace referencia la nota reproducida por GramJci y que contiene el punto de vista de Proudbon sobre la "reproduccin" en Francia de la reforma protestante, de la que Gramsci habla ms adelante.
Otra alusin a esta posicin de los moderados de la Perreveranra aparece mmbin e n el Cuaderno 6 (Viii). 8 158, p. 63.
27. "Literatura popular. Origenes populares del 'siiperhomb~r'." Texto A. retomado.junto con otras notas sobre el mismo tenia, e n el citado texto C del Cuaderno 16 (XXII), 13, cfr. en particular pp. 25-25 bis (ya en L W 124). Q
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enero de 1933 (ao iX, n. 1). Se trata del artculo de Tilgher ya citado repetidas veces "Perch I'artista wiive o dipinge, o scolpisce, ecc?", en L'llalia chr Smvg febrero de 1929, c i t
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Cfr. Cuaderno I (XVI), 26 y nota 2. 5 A una conclusin distinta, que acenta los riesgos, incluso prcticos, de la aplicacin de este principio a k'sociologa", llega Grainri en el Cuaderno 28 (m),$ 3.
Q 30. 'Literatura popular. Orgenes populares del superhombre." Texto A retomado, junto con arras notas sobre el mismo tema, en el citado texto C del : Cuaderno 16 (XXII), P 13, cfK en particular p. 25 his (Feii LW, 124).
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Este aniculo de Louis Gillet, escrito en ocasin del dcimo aniversario del adwnimiento del fascismo al poder. fue traducido casi ntegramente, bajo el ttulo "La nuo& Roma". en la R u r s e p S d f ~ m n n i de& Stampo Ertm. 27 de diciembre e de 1932 (ano W, &. 5L), pp. 2791-2803. Es sta dergniente la fuente de Gramsci, a como es segura la alusin al fascismo en la referencia genrica a "algunos as s pectos de la vida moderna". En particular, la atencin de Gramsci fue probablemente atrada por la ltima pane del articulo en donde Gillet descrihe un encuentro suyo con Mussolini en tonos retricos de hajo romanticismo, como se desprende del siguiente pasaje: "Lentamente l se vuelve hacia m, deja su peri-
dico y con titi g a t o ine invita a sciitarnie. Los rctl-atria dc Miiarolii~i son cotiocidos. Ellos expresan insiificienteiiiciitc arlisrllo que iiiipi-csioiia <Ir iiiiiirdiato: la masa, el peso, la niiisci~latiira. la poteiiria 'lel lioinlxr. Drbc rlc Italicr en este Atentos a sus r& cuerpo tina energa pica como la <Ir los hiiraraiier in~lwsistil>lrs. leras si l, el hijo del herrero, cierra el pinio. Siriito rorpi-csa al teiirr aiite mi, inofensivo 7 en reposo, esia fucira <Ir Iirciiles popiilai <Icaspecto vri-dadem a iiiente foi-inidahle. I mscara rlehre, <Ir la liriite inmrrisa en loi-iii de coi-rr, parece menos dura y sobre todo niiiclio ms fina que en las fotografias. El color es plido, el iastro popular pero lleno de inodelados dclica<lon.El ojo es itiiiy bello, de un castao dorado capaz de pasar de la ternura a la tempestad .." (p. 2801).
5 31. "Los sobrinitos del abate Bresciani." Texto B (ya en L13, 150).
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La cita del wrw de L a c a est roiiiada probableniente de la olira escolar de En& co &-rara, citada por Granisci en el subsiguiente 5 33. Cfi. Eniicn Cariara. Stcd esempi dello lelfmtiirn ilnliona para el w o de las esmilas iioi-niales. los institutos tcnicos y escuelas afines, vol. N llGnpurcmlo, 2a ed., Siporrlli, Miln. 1913, p. 158: 'Non ti hastaba, pedantuzzo stracco. / delle Miise e di Febo niariiiolo. / aver mandato m e z o Dante a sacco; / che lui ancor, che nelle p i o x e solo, / Iiai uistamente s deserto e fiacco, / che d'ima lancia 6 f a t o un pimteritolo". (No te bastaba. pedantuelo harapo, / de las Miisas y Febo ratero. / haber saqueado medio Danie; / que hasta a l, que en la prora es nico. / lo has dejado tan yernio y flaco, / que de una lanza ha resultado un punzn.)
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La ancdota de Bandello ya haba sido mencionada en el escrito de RUSO, AdLgommi a Machiauclli, repetidamente citado por Gramsci: cfi. nota 5 al Cuaderno 13 (XXX), 13: pero esta 'relectura" de Grarnxi debe referirse a otra fuente: 5 con toda probabilidad al Nvolumen cit. de la obra de Cai-rara. donde la Dedico de Bandello es reproducida en las pp. 147-49, en un texto qur corresponde a la cita de Gramsci.
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20, p. 14. Sf&z cd c m i &kLttrratvm iroGnna para uso de las escuelas s p normales, institutos tcnicos y escuelas afines, vol. VII: L'Ot(ocm4 2a ed., Signrei, Miln, 1913, p. 59, nota 2, donde se habla de Maquiavelo Tomo autor del que fue interpretado como si tuviese una intencin satrica y revoluci<~nana como el Giorno". La cita de Croce reproducida por G m s c i no es textual. Gramwi retama un juicio de Croce ya mencionado en el Cuaderno 4 (XUI), 3 4: 'Maquiavelismo y marb a d d k i bomcca in Ilalio, cit. p. 82. xismo", p. 45 bis, y extrado de la S i La hase entre comillas no es unacita textual de B~calini. sino un breve resumen interpretativa de un pasaje de L s Raggungli di Po-& o al cual el niismo Carrara remite en el Lugar citado en la precedente nota 2 segn el texto reproducido en el tomo V de su obra. Cr. Carrara, S t o M ed umpi d r k &flcrafuraifaliana, cit., vol. V: Il .%unto, pp. 5861; & en panicular pp. 59-60: "... el abogado fiscal les . hizo saber que Maquiavelo, por los abominables y execrables preceptcx, que se lean en sus escritos, m merecidamente haba sido condenado, como de nuevo y severamente deba ser castigado, por haber sido hallado de noche en un reb% o de ovejas, a las cuales se ingeniaba en aconiodar en las bocas dientes postizos de perros, con evidente peligro de que desapareciese la rara de las ovejas, p e m nas tan necesarias en este mundo".
5 34. "Maquiavelo. Partidos polticos y funciones de polica.' Texto B (ya en MACH, 26).
S 35. "Los sobrinitos del padre Bresciani." Texto B (ya en LW, 84-85).
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Cfr. el articulo de Giovanni Papini, "Lo scrittore conte Maestro", en N o dalo [ogia, l0 de enero de 1933 (ao LXViII, h c . 1459). pp. 3M2. Cfr. el artculo de Luigi Chianni, *Arte e wta", en EdurmioneFarcUla. diciembre de 1932 (ao X).pp. IOI320. Un articulo c o n m Papini (firmado " 1 polemista di turno") est en L'ltatin Mte 1 ratia, 4 de diciembre de 1932. cit., bajo el ttulo "'Farfanicchi' e 'filistei'. Biue di Papini". Cfr los artculos de Gherardo Casimi, "Mom dell'intellettuale", y de Bruno Spampanato, =AntifawismodeUa cultura", en Cn(i~nFara<fqlo de enero de 1933 (ao XI, n. 1). pp. 3 4 y 8-9.
8 36. 'Criterios metodolgicos." Texto B (ya en PP. 173). 8 37. "literatura popular. Italia y Francia" Texto B (ya en L W , 6364) 8 38. "Noras de cultura italiana" 4647). Texto B (ya en m,
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Cfr. L 7 & k r h S, & a cargo de Gino BargagLCPeuucci, Le Monnier, Florencia, 1932. Acerca de este libro Gramsci haba visto las reseas citadas ms adelante. Ch: en la seccin 'Libri' de EducoUancFm'nsNls julio de 1932 (ao X), pp. 601-3, la resea de G. M. Boccabianca al libro de Bargagli-Peuucci. en polmica con el padre Gemelli. Cfr. el m k u l o de Sebastiano Timpanaro, Z'attualifa scientifica L'Italia e la scienza, 1" , en L'talia LdUmna. 11 de septieinhre de 1932 (ao N, n. 37). La segunda parte del artculo fue publicada en L k l M fittoorin del 16 de octubre de 1932, cit.
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Sobre La relacin entre las concepciones de Mamoni y las doctrinas de Thierry dr el Cuaderno 7 (Vi[), $50 y 8 51. Cfr. Cuaderno 3 (XX), 8 148; Cuaderno 6 (VIII). 8 9. Cuaderno 7 (VII), 8 50; Cuaderno 8 (XXWII), 8 9. Este libro de Zotuili es ya citado por Gramsci en el Cuaderno 7 (Vil). 8 50. Algunas notas concernientes a este tema sern recogidas luego por Gramsci en el Cuaderno 25 (XXUI) bajo el ttulo Al m g m de l h*faia ( i t r o& largnipa o hsoi sociales subnlfrmar). Con toda probabilidad Gramsu tena presente aqu. directa o indirectamente, algunas indicxiones de Engels en el escrito L. Fcurrnch y dfin de iofilosofa clnca o h n n (cfr.Marx-Engels, O b r a r ~ m g i d q cit., p. 391): "Dese la implantacin de la gran industria, es decir, por lo menos. desde la paz europea de 1815, ya para nadie en Inglaterra era un secreto que all la lucha poltica giraba toda en tomo alas pretensiones de dominacin de dos clases: laaristocracia terrateniente (ion&d nr*tocmry) y la hurgue6a (middh &). En Francia, se hizo patente este mis mo hecho con el retorno de los Borbones; los historiadores del periodo de la Res-
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tauracin, desde Thicrry hasta Giiirot. h l i p r t y Tliiet-s. lo proclaman coiist;uitemente coino el hecho que da la clave para enreridrr la historia de Francia desde la Edad Media". Cfi: ranibin la carta de Etigrls a Stai-kenbiii-gdel 25 de enero de 1894 (ibid.. p. 508): "Marx drsctibri la concepcin materialiste de la historia, pero Thierry, hlignet, Guirot y todos los histoiiadores ingleses hasta 1850 deiniies tranque yase renda aello". Unjuicio de Marx sobt-eTliirrry ("b@wde la 'Iiiclia de clases' en la Iiistoriografa francesa") est rii la carta a En@ del 27 de julio de 1854 (cfr. G r t e g i c Afam-Engek. trad. italiana, vol. 1 . Editori Riiiniti, Roma, 1950, 1 pp. 315 s . ) . Cfr tambin la carta de Marx a Weidemeyer del 5 de Iiiarro d e 1852 (Marx-Engels. T'rrke, XXVIII, Dietr, Berln, 1963, pp. 5039).
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Cfr. el artculo de Gino Dona, "Carlo Alberto", en La Numm I f ~ l i a20 de marzo , 1 de 1931 (ao 1 , n. 3), pp. 85-90, en particular p. 85.
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Cfr Cuaderno 8 (XXVIII), 209 y nota 2.5 230 y nota l. Paul Bourget. "Les ides politiqries et sociales de Balzac: en Les NarvclLr Littmirrr. 8 de agosto de 1931 (ao X n. 460). Tambin esta cita est tomada del artculo citado de Paul Bourget.
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Q 44. 'Concordatos." Texto A: retomado, junto con otra nota sobre el ~iiismo tema. rn un texto C del Ciiaderno 16 (XXII), Q 14: "Relaciones eiitre el Estado v la Iglesia", cfr. en particular pp. 2626 bis (ya en MACH. 257-58).
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Cfr. el arculo firmado Zlows, T n a poleniica siilla Conciliazione". en Ccf;raFos&a, 1" de febrero de 1933 (*o Xi, n. 3), pp. 5656. Los datos bibliogrficos referentes a Vincenzo Morello y Egilberto Martire estn contenidos en este artculo.
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Cfr el articulo de Adolfo Faggi, 'Voi populi rox Dei". en Il A'arzrro, 1' de n o iienibre de 1931 (ao XXXW, n. 44).
8 46. "Los sobrinitos del padre Bresciani." Texto B (ya en LIY. 150).
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Cfr Guido Mazoni, SLono ktternna d'ltnhn. L'oftactnfo. Parte 1, Vallardi. Miln. 1913, p. 650. La cita de Gramwi puede tambin ser indirecta.
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De la Stmin dello sfmiogrnjn itoiiona de Croce, Gramsci tena la primera edicin, de 1921: c6. nota 13 al Cuaderno 7 (\TI), 8 1; en la segiinda edicin (1930) se ariadi en apndice el ensayo "Intorno alle condiiioni presenti della storiografia italiana", que Gramwi haba ledo en la Cnticn: d r . Cuaderno 8 (XXViU). 23, p. 12 y nota 5. De Italia in mmmino, de Volpe, Gramsci teniala primera cdinn dc 1927:cfr. nota 3 al Cuaderno 3 (m), 82. Del prefacio de Volpe a la tercera edicin (Trever. 8 Miln, 1931). GramJci tuvo probablemente noticia indirectas. Sobre la HistDin de & Gauh de CamleJullian cfr. Cuaderno 5 (IX), 5 42, p. 21 y nota 4. ' Una alusin alas posiciones de Montefredini, tambin en relacin a u n conocido ensayo de Benedetto G o c e , esr ya en el Cuaderno 9 (m, 89, p. 69 bis (d. 8 nota 11). Sobre la relacin FomnaoSai~emini el planteamiento de la cuestin meridiu en nal cfk la observacin de Gramsci en el Cuaderno 1 (XVI), 43, p. 26 y nota 8. Cfr Cuaderno 5 (IX), 88. 5 ' En una carta a su madre del 3 de octubre de 1927 (cfr. LC, 131-32) Gramsci recuerda haber comprado en T u h , en 1913, un lote de libros usados sobre Cerdea, entre los que se enconoaba uno en el que se recopilaban las 'Catas de Arb-
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rea? se trata de una coleccin de documentos -de discutible autenticidad- de literatura e historia sarda, editados en 1863 por Pieuo Martini. pero ya en circulacin desde antes, a partir de 1845, y utilizados en la propaganda para las reivindicaciones sardistas. datos del libro de Nello Qnilici (%@m, Niluppo e imuIfcirnm & i borgerin ta ini w Edic. de Nuovi Problemi, Ferrara, 1932) estn tomados con toda probai la bilidad de un artculo de Mano Diana, 'Un proceso alla borghesia, en L'Itnlin LdlsmM.29 de enero de 1933 (ao IX n. 5).
8 48. Tasado y presente. Centralismo orgnico y cenuauno democrtico. Disciplina" Texto B (ya en PP. 6 5 6 ) .
5 49. 'Maquiawh. EL Estado." Texto B (ya en MACH, 125-26).
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Cfr. R a s r p a Scmmnalcah Sionp<iErfoa, 3-10 de encro de 1933 aoVm. fasc. 1-2), pp. 77-82; la cita est en la p. 80. la resea del articuio de G. Miskolcq est
en laseccin 'Riviste', bajo el ttulo 'L'opcra del regime per il Ninovamento spirimale, culuirale ed economico del pese".
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fundado en 1924, despus del delito Matteotti, por un grupo de disidenteade derechadel Partido Popular, hostiles a la descubierta colaboracin entre catlicos y socia& tas como movimiento catlico de apoyo al fascismo. Cfi. Gabriele De Rasa, Stoa dd mminmto mndm,rnl. 1 : iiPartiloPopdmcItnlj,mLate= Bari, 1%6, pp. 501 1 S, y Renzo De Felicc, Murrdini ii fascirtn, 1, Einaudi, Turn, 1%6, pp. 657-58.
8 53. "Maquiavelo. La fuerza de los partidos agrarios." Texto B (ya en MACH, 147). 8 54. Tasado y presente." Texto B (ya en PP. 94-95).
55. "Accin Catlica" Texto B (ya en MACH, 23637)
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Ch.La resetia al libro de Vercesi en La secan 'RiviMa della stampa' (TI papato
nel secolo m") la CIviUn Oimlic4 7 de enero de 1933 (ao LXXXIV), pp. de 17375; la cita est en la p. 174.
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Estas indicaciones estn tomadas de una pgina publititatia dedicada a La Rifwma Smiolcincluida fuera de texto en el A l n i m c m Lmmnio 1933,Bompiani, Miln, 1933.
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Es posible que una de las ideas para este pargrafo le viniera a Gramsci de la lectura de una gacetilla (Tillusione dell'azione") de la seccin 'Dogana' de Ctitmz Fmar(4 15 de febrero de 1933 (ao XI,n. 4). p. 70. donde se cita entre otras cosas el siguiente pasaje del Mderar imede Daniel Rops: Yo conozco el argumento: 'ESZsinquietor porque no actuis. Vuestn inquietud no es ms que eljuego del espritu demasiado alejado de la voluntad material. y que vaga sin ancla, a La de-
,+>a'. alii ni& brutalmente: '!La inquietiid? Mirad a la ciibierta del Pri$r, miO
rad la hoca ardiente de los altos hornos. el rini6ii de la chalupa e n la tempestad, mirad pues si sois hombres inquietos'. Ko inc parcrr qiie tenga sentido oponer la inaiiietud a la accin. Son dos datos a tal "unto difrl-eiiiccque no tienen contacto. Todos los das 5-einos homhirs que parecen actuar, que act~aii incliiso con frenes,pero para los c m k s la accin no es iiis que tina nianifcstaci~i totalnlente exterior en la que nada de esencial se halla einpriiado, y que puede incluso e s tar en oposicin con la conciencia profunda".
8 59. "Juztificacin de las autobiografas." Texto B (ya en PP. 174). 8 60. "Periodismo.Almanaques." Texto B (ya en m,164).
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8 61. "Crtica literaria. Sinceridad (o espontaneidad) y disciplina." Texto B (ya en LW, 2628).
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Estas ideas de Berrini sobre el teatro son probablemente un recuerdo de conversaciones privadas. Sobre Nino Berrini, dr. Cuaderno 6 (Viii), 5 26 y nota 2.
3 63. Temas de cultura. Cmo estudiar la historia? Texto B (ya en PP. 17W4).
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El juicio recordado con cierta aproximacin por Gramwi est en la obra del h i s toriador ingls Robert Seeley (183495) L ' ~ p a n s i m dcll7nghilimn (dos cursos de Lecciones), Laterza, Bari, 1928 (traduccin e introduccin de G. Falco). En el captulo titulado "Lo scisrna dell'Iinpero Britannico", Sreley, hablando de la infradoloracin de la Revolucin americana por parte de la historiografa inglesa, sos tiene la tesis segn la cual \ o es misin del historiador reconducir al lector al pasado, o hacerle ver los acontecimientos tal colno aparecieron a los contenip*
8 70. Waquiavelo. Cundo puede decine que un partido est Formado y no puede destruirse con medios normales." Texto B (ya en MACH,23-26).
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Sobre este tema vanse algunas observaciones de Gramri en el infonne presentado ante una reunin del Comit directivo del PCI ( 2 3 de aeosto de 1926): "en " ~, todo partido, pero especialmente en los partidos democrlicos y socialdemou-
ticos en los que el aparato organizativo es muy relajado, existen @esestratos. El esuato superior muy resuingido. que de costumbre est constituido por parlamenrarios e intelecniales estrechamente vinculados a menudo a la clase dominante. El estrato inEerior constituido por obreros y campesinos, pequenos burgueses urbanos, como masa de partido o como masa de poblacin influida por el partido. Un esnato intermedio que, en la situacin actual, tiene una importancia todava superior a la importancia que tena en los periodos normales en cuanto que representa a menudo el nico estrato activo y polticamente vivo de estos partidos. Es este esoato intermedio el que mantiene el vnculo entre el grupo superior dirigente y las masas del partido y de la poblacin influidaspor el partido" (CPC 114-15). Recordando 'los hechos de junio de 1914" Gramsci alude a los acontecimientos de la %emana rojam; para la tesis de una responsabilidad del Estado Mayor a= friaco en estos sucesos dr.Cuaderno I (XVI). 44, p. 35 bis y nora 15.
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Cfr. la reseiia IProgrammi dei giovani" del citado A l m w c r o I&aO editor Bombiani, pp. 36061.
1933 del
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5 35 y Cuaderno 7 (Vil),$5 50 y 51
Es posible que la idea para este prigi-afo le iiriiei-ii a <;r;unui rlc tima nota de la lo seccin 'Dogana' (Yecessita dell'aiiioci-itica'). en <:rfrraFmn~f<i.de niamo de 1935 (ao XIII, n. 9). p. 201. Debe ircordaix tambiPn qiii en el iiiisiiw peiiodo Critico F a s ~ r f estaba empeada en una iiitenw campaa sobre el rcnia "Fin del n Parlamento": bajo este ndo recurrente se haban publicado ditrariti ms rlr un ao. casi en cada nmero. numerosos arriciilos de jiirisrns y dirigentes fascistas.
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Esta referencia a las "opiniones de Cesanno Rossi" se refiere con roda probabilidad a la a l t a con la cual, en agosto dc 1921, Cesare Rossi. quien halia sido.junto con Mussolini, signataiio del "pacto de pacificacin" entre socdinras y fascistas, dimiti del cargo de vicerccret&o general de los J m i despus del desconocimiento que de aquel "pacto" hizo la mayoria de los dirigentes fascistas.La carta de dimisin d e Cesare Rossi. publicada por el Popoln d'lfalzo del 21 d e agosto de 1921 (puede leerse ahora tamhin en apndice al libro de Cesare Rossi, 1 deliUo 1 Mazeoffi,Cexhina, Miln, 1965, pp. 571-77) fue conienia& por Gramsci en un articulo aparecido en L'Odine Xumo del 26 de agosto d? 1921 (%a realti e arbitrio", ahoi-a en SF, 3W2). En esta carta Rossi haba observado -en un pasaje citado en el comentario de Granisci- que el fascismo "all donde aparece como dominador se h a convertido en un puro, autiitica y exclusivo mo\"miento de conservacin y de reaccin". 'El vicesecretxia de los/nr"-atiadia G r a m ~ i confirma nuestras observaciones sobre la critica del fascisnio que es esencialmente disensin entre ncleos urbanos y nicleor rurales. y no de hoy sino congnita al desarrollo mismo del movimiento fascista." De ah derivaba la previsin de una prxima escisin y de una disolucin del fascirnio. Recordando estas viejas polmicas, ahora Granisci parece sacar la conclusin de que slo la debilidad de sus adversarios permiti al fascismo sobrevivir y superar siis crisis.
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La revista LZdurniionePdifica, de Cxntilr, apmci en 1925 y 1926 coino continiiz+ cin de La Numo Paliiia Libcrnle, que inici sti pid>liciicinen 1923. En 1927 el ttulo de la revista LEdurnuOn~Polilica transfoi-marlo en Edu:durarionrFarrUra. La fue misma rmista vohi a cambiar de tiilo en 1933, contirtindose en C>mUn FnsNto La revista quincenal L'EduraUonr Politira fue fundada por Arcangelo Ghislrri en 1898 y dirigida poi-l hasta 1901; interrunipi sii piiblicarin cri 1902.
Cuaderno 15 (11)
1. Tasado y presente. Estudios sobre la estructura econmica nacional.^ Texto B (ya en PP, 9596).
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Entre las posibles fuentes de informacin sobre el argumento de este pargrafo Grams tena seguramente presente el articulo de Attilio Cabtati, -lacrisi e i n u u vi prowedimenti del govemo", en Ia RifS& o& enerwfebrero de 1933, cit., pp. 21-33, y el editoral "Statalismo corporativo", en Crittrakarasta, I* de febrero de 1933 (ao XI,n. 3). pp. 4142. En tomo a estas iniciatiw Gramsci probablemente haba seguido tambin los comentxios de la prensa extranjera a havs de La RnUegna Seimnnk d r h Sfntnpa Ertcra (que en este periodo residra particularmente consultada).
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Cfr. el libro de la Sociedad de las Naciones citado en la nota 1 al Cuaderno 6 (vnI), 96.
presente en particular una publicacin del Parlamento in~ls:
ComMtUc m Fimnre and Indurfry. Repon presented to Parliament by ihe Fmancial
Secretary to the Treasure by Comniand o His Majesty, junio de 1931. Londres. 1931 [FG, C m., 1111. Tu"
Q 6. Waquiavelo. Concepciones del mundo y actitudesprcticas totaiitarias y parciales." Texto B (ya en MACH, 2829). Q 7. "Maquiavelo. Elecciones." Texto B (ya en MACH, 159).
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Esta cita de la G&a P & (en una nota de comentano a la noticia del nombramiento de Hitler como canciller) est tomada de la R m p a S~uitnonaledel& SfarnpaEstna, 14 de febrero de 1933 (akVIII, fasc. 7). p. 346.
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Gramsci tiene presente aqu un articulo de A. Messineo, E concetto di nazione 'l nella filosofia dello Stato", en la CiviUo Cnttoliur 18 de febrero de 1933 (ao LXXXW Y O 1),pp. 324-36, donde enee otras cosas se cita y comenra un escrito de Mauzizio Maraviglia aparecido en Scuoka e Cdura: AnmU d& IINhizionc Me dia, reptiembre-octubre de 1932, pp. 223 s Se lee en el arculo de la CIlnUg Ca. ndtur Yada nueva concepcin filosfica comienza siempre por criticar a las que la precedieron para poner al desnudo sus lados dbiles. El <aln de Aquiles, es. cribe M. Maraviglia, de las iilosofias precedente$ fundadas en el derecho natural y en exigencias racionales, consiste en haber querido explicar la oposicin remitindose a exigencias nahirales o a l a pura razn. Era preciso por el contrario di rigirse a la historia; y a la historia se dirigi".
Q 9. "Notar antobiogrf~cas." Texto B (indito en L precedente edicin de los Cuadernos, pero editado en L E u W a Ldtemrio, febrerwbril de 1962, n. 13-14, p p 8-10).
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En la carta a Tania del 6 de marro de 1933 reaparecen gran parte de los motivos desarrollados en estas 3-otas autobiogif~cas":Tengo todava vivo el recuerdo (eso no siempre me sucede ys en estos ltimos einpos) de tina c o m p d n que te hice en la conversacin del domingo para explicarte lo que me sucede. Quiero repetirlo para extraer algunas conclusiones prcticas que me interesan. Te dije poco m% o nienos as: imagina un naufragio y que cierto nmero de personas se refugian en una chalupa para s a l m sin saber dnde. cundo y despus de qu peripecias efectivamente se salvarn. Antes del naufragio, como es natual, ninguno de los fuhiros nufragos pensabaconvertirse en,.. nufrago y por lo
tanto mucho menos pensaba en verse llevado a cometer los actos que los nufr* gas. en ciertas condiciones, pueden cometer, por ejemplo. el acto de volverse... antropfagos. Cada uno de ellos, si hubiera sido interrogado en fro acerca de qu hubiera hecho en la alternativa de morir o volverse canbal, habra respondido. con la mxima buena fe aue. dada la alternatiba ciertamente habra eleeL u do morir Se produce el naufragio, el refugio en la chalupa, etctera. Despus de algunos das, llegando afaltr losvveres, la idea del canibalisnio se presenta bajo una luz distinta, hasta que en cierto punto, de aquellas personas dadas, cierto ni* mero se welve verdaderamente canbd. {Pero se trata en realidad de las mismas personas? Entre los dos momentos, aqul en que la alternativa se presentaha c o mo una pura hiptesis terica y aqul en que laalternativa se presenta en toda la fuerza de la necesidad inmediata, ha ocurrido nn proceso de transformacin 'molecular' por ms rpido que sea, en el cual las personas de antes n o son ya las personas de despus y no puede decirse, sino desde el punto de vista del estado civil y de la ley (que son, por lo dems, puntos de vista respetables y que tienen su importancia) que se trate de las mismas personas. Y bien. como te he dicho, un cambio similar esta producindose en m (canibalismo aparte). Lo ms grave es que en estos -os la p e ~ n a l i d a d desdoblar una parte ohserci el proceso, se la otra pane lo sufre, pero la pane observadora (inictitm existe esta parte significa que hay un autocontrol y la posibilidad de recuperarse) siente la precariedad de la propia posicin. o sea que prev que llegar u n punto en qiie su hincin desparecer, o sea que no habr ya autocontrol sino que la personalidad entera rerengullida por un nuevo 'indiiiduo' con impulsos. iniciativas, modos de pensar distintos de los anteriores. Y bien. yo me encuentro en esta situacin. No s qu casa podr quedar de m despus del fin del proceso de mutacin qiie siento en va de desarrollo. La conclusin prctica es sta: es preciso que durante cierto tiempo yo no escriba a nadie, ni siquiera a ti. salvo lar desnudas y crudas noticias sobre los hechos de la existencia Este tiempo se puede establecer aproximadamente en el periodo que es necesario para que se desarrolle la prctica del abogado de la que tanto hemos hablado. Si la prctica se desarrolla favorablemente, tanto mejor; habr, dentro de ciertos limites. un pisado qiir olvidar (suponiendo que ciertas cosa. puedan ser olvidadas, o seaqiie no dejen huellas permanentes). Si la prctica se desarrollara desfavorablemente, ya se ver lo qiie hay qiie hacer. Entretanto, ninguna palabra que de ningn modo n i h e o contpliqiie la dificil sucesin de las horas" (LC 757-58).
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Cfr. Cuaderno 4 (XIII), Q Q 13 y 23, y Cuaderno 7 (1%).9 6, retornados en C m derno 11 (XVIII), Q 9 25 y 26. Como "apndice" del Emqopopulnrde Bujarin ( o sea de la obra cit. Ln tbmi du >nalnolinr htmipe) Gramsci consideraba con toda probabilidad la memoria presentada ante el Congreso internacional de historia de la ciencia y la tecnol* ga (Londres, 1931). TheDTg o r d f i d i c e f i o m s f o n d p i d a diak&ali\iotoi&oi, f publicada en el libro cit. Scimce ot Uv Cmw Rmds. L a resea bibliogrfica de Armando Carlini, aqu citada, est en Numa Anfdqia, 16 de mano de 1933 (ao LXVIU, fasc. IW),pp. 301-7; cfr en particular p. 306 donde se discute la obra de Th. Whittaker, i++mmm ~o a NCWMEfophysi~ En& versity Press, Cambridge, 1932.
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' Para este juicio de Maaini sobre Pisacane cfr. Cuaderno 7 (VII), $ 92 y nota 1.
12. 'Pasado y presente." Texto B (ya en PP, 133).
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Este proverbio zul es mencionado en un artculo del Ecmurmirr (8 de abril de 1933) reproducido por la R m r p ScUirnonok d& Sfampa Estera del 25 de abril de 1933 (aoVII, f-. 7), p. 932.
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Q 7 y nota I
' e. 'Gli
L?fo*a
La
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Se trata de dos principios tomados del paraje repetidas veces citado por Gramsci del prefacio de Marr a Pmo i mticn & In c m o i n i plticn: dr. en particular Cuaa derno 4 (XIII), 5 38, p. 67, y Cuaderno 13 (m), p. 7 a 5 17,
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Ci el precedente 5 3.
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CFr. el artculo de Gherardo Casini, 'Elenenti politici di una letteratura", en CntiurFararta lo de mayo de 1933 (ao XI, n. 9), pp. 16142. Otras intervenciones de Casini en la polmica entre 'contenidistar y calgrafor" aparecieron en Crilica Fnsrta, IS de marzo de 1933 (aiio Xi, n. 6). pp. 101-3 ("Necessita dell'umano), y 1" de abril de 1933 (ao Xi, n. 7). p. 140 (comentario a un artculo de Euriaio De Micbelis).Adems de en CntimFrnOrlo. Gramrci haba seguido esta polmica que se prolong durante cerca de un aiio, a uavs de LIlalra LdIcma Cfr. nota 1 ai Cuaderno 3 (XX), 76. 5
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En la traduccin de Gramsci del paraje del MnntlL<todrlPnrtido ComnUtn en el que aparecen estos trminos -en el Cuaderno 7 (ViI), p. 4 bis: cfr. D G . Zunpbrger es traducido como "Artigiani privilegiati" (en la vaducdn de Togliatti: "maeiui d'arte", cfr. Marx-Engels, O p c r e s u cit., p. 292; en la uaduccin Canti~ mori Meuomonu 'membri delle corporazioni". & Karl Marx-Friedrich Engels, . Man+sto del Pmftto Cmmrn*tn, 2a ed., Einaudi, Turn, 1949, p. 94). Para los trminos pfahibrgciy Pfahl6UrgmcchopGramsci se limit a dar una traduccin p r h i o nal: "Borghesi". pero con un signo de parntesis, para el primer trmino, y Tfahlborghesia" para el segundo (en la uaduccin de Togliatti los dos trminos son traducidos por "borghigiani", ch. Opn s c d ~ ,cit. p. 293; en la uadoccin Cantimori Meuomonti con "popolo minuto"; cfr. Mani/ata cit., p. 94). Sobre las cuestiones controvertidas suscitadas por la traduccin de los trminos Zunpbrgn; pfahl6Urgny pf&rgmch& vase el comentario de Einnia Cantimori Mezzomonti a la edicin citada del Manif& ddPartilo Cmnunlre pp. 53-56. La resea de Piero Pieri al libro de k g o Solmi, ~ ' n m n n U h u & n e f i ~ ~ d~ 1 ~ di Reeno ILalico ncli'h McdioEvo. est en i~ N u m Ilaiia. 20 de enrm de 1933 (ao " N, n. 7). pp. 26-30; para las cims de Gramwi cfr. en particular p. 28.
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Cfr. la resea de Augusto Vicinelli en L'ltntin Lettermin. 22 de enero de 1933 (ao IX, n. 4). en la seccin 'Libri d'oggi'. Ovas noticias sobre la obra de Zoma p u e den haber sido tomadas de los catlogos Utet que Gramsci reciba regularmente. El libro de Giureppe Z o n a L'anima dr1l'Oltormlo (Paravia.Tiirin. 1924) es citado en un ensayo de E. Li Gotti, "La poetica del 'Condiatore'-, en La Nuouo Ifali4 20 de mano de 1933 (ao N n. 3). p. 82. ,
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Para los estudios de Gobetti sobre Luigi Ornato dehen verse: i I perfil tra7ado en el ankulo 'La crisi fivoluionaria dell'Ottocento in Italia", publicado en L'Arduo, 31 de mayo de 1921 (ao 1, n. 5 ) . pp. 177-84 (iwelto a publicar en Rfimgilnmfo rmui croi, Ed. del Baretti, T-n, 1926,pp. 12940: ahora en Open ronpie&di Pm GD l bei vol. U: S d t i sfmici, &termi r f h o J i & Einaudi, Tufin. L%9, pp. 165-72); los ensayos: 'La filosotiadi Luigi Ornato e la cultura politica dell'Ottocento". publicado en Ilvfita d l t d i o , 15 de junio de 1921 (ao XXIV, f a x . VI). pp. 194-206 (vuelto a publicar en R i s q i m f o S mi, cit. pp. 247-70, ahora en Opere mp&II, cit., pp. 172-87). e " 1 misticismo di Luigi Ornato", e n CmiscLniia, 14 de junio de 1924 1 (ao m, n. 24) (vuelto a publicar en R i s q i m t o rema cmi cit., pp. 11449, ahora en O@ mp&II, cit, pp. 24347). Amplias referencias a Ornato estn tambin en los dos ensayos dedicados a G i o m Mana Bertini (dr. iipmsin c I'Opma di G i m n Mmia Bcrtini. en Opere mmpk!zII, cit., pp. 201-31, y G M M i n i c lafihofa d d R i . r m @ m t ibid., pp. 709-54). ~ Cfr nota 1 al Cuaderno 1 (XVI), B 44.
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Cfr. Luigi Einaudi, Snggi ed. La Riforma Sociale, Tufin, 1933: de este volumen que recoge escritos publicados en la revista La Riforna Soalp entre 1927 y 1932, Gramsci tuvo noticia probablemente a travs de un anuncio publicitafio. pero crr noca ya los ensayos all recogidos, habindolos seguido a medida que iban saltendo en la revista.
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La resea de Croce a los escritos de Lucien Herr est en La Crifim, 20 de enero de 1933 (ao XXXI, fasc. 1). p. 39. Lai carta de Sorel a Lagardelle fueron publicadas en EdurorionrFarcista, marzo de 1933 (ao XI, fax. 111).pp. 22943; abril de 1933 ( k . I ) pp. 32C-R junio de V, 1933 ( f a . VI), pp. 501518; agmt-ptiemhre de 1933 ( k . VIII-N), pp. 760-83: n o ~ e m b r e 1933 (fasc.XI). pp. 956-73. Las alusiones a Lucien Herr estn en la de carta del 28 de noviembre de 1902 en el faxciilo cirado de abril de 1933 (p. 332).
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De este lihro de Daniel Rops SS ocupa Aldo Capen un articulo publicado e n la seccin 'Noterelle e echermaglie' ("Un libro di Daniel Rops7 en L a N u m [Lolia, 20 de febrero de 1933 (ao N, n. 2). pp. 68-72. A la edicin iraliana hace refemncia un artculo de Ugo D'Andrea, "L'uomo. la macchina e la ricerc di Dio", en CdicnFarNfa. 15 de abril de 1933 (ao XI, n. 8). p. 160.
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Cfr. el citado ~ r c u l o Capasso, de lihro di Daniel Rop", en La N-a Italia, 20 de febrero de 1933, cit., p. 68. Capalude a las crticas dirigidas por R o p 'a la escuela de intelectuales americanos que niega casi en bloque la civilizacin de s u pas: Hemingway, Mencken, etctem..; a los 'nuevos humanistas': Waldo F m k y a la pmfundsima idea de Dohamel de que un de elevada civil* cin debe florecer tambin mkticamente". Cfr. el subsiguiente 5 53 y nota l.
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xvt c m 1
Fr n&
Cfr. el articulo firmado Novus, "Pensiero religioso conteniporaneo", en Critica 1' de mayo de 1933, cit. pp. 16869;dr.en particdar p. 168: "En el Su@-
&de febrero pasado la oposicin entre religin y Estado es planteada muy rudamente: la primera se resuelve en una relevante subjetividad, frente a la masiva, visible y potente objetividad del segundo. Se vuelve en sustancia a la definicin, ya dendel materialismo histrico de la religin pvotso& asunto piiMdo". G r a m ~ poda tener presente cuanto escribi Lenin a este respecto en %o erii udurimc ( f .Lenin, Opm m f d e t c , vol. XXV, Editori Riiiniti, Roma, 1967, pp. 423 cr 4241.
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Se uata del articulo d e Novus, 'Pensiero religiosa conten~pomeo", sobre el cit., cual puede veme el precedente $32 y nota 2. De este volumen que recoge la polmica Carlini-Olgiau, Gramwi se ocupa en el Cuaderno 17 (N), 5 18. La resea de Armando Carlini, en h r d o , mano de 1933. cit., pp. 11012, se ocupa en particular de publicaciones de Regis Yolivet, Mariano Maresca, Enrico Gstelli.
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Cfr. "Corriere genwese", en Llt&zldtnmia, 19 de febrero de 1933 ( G o iX, n. 8). Cfr. Edoardo Scarfoglio, l l 6 h di Don Chl<MLtr, cit, pp. 232 s.
5 35. Tasado y presente. Historia de 10s 45 caballeros hnpws." Texto B (ya en PP, 8546).
$ 36. 'Pasado y presente." Texto B (ya en PP, 27-29).
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Cfr L Cntrca 20 de marzo de 1933 (ao XXXI, fx. pp. 15960. a 111, P m u d h w ur vV a so rmnrpmidona, P r s 1872 No parece que Gramsd haya visto en la crcel este libro. a, LTialiaLcuamna, 13 de noviembre de 1932 (ao I , 46). V n.
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Cfr. Cuaderno 8 (XXVID), 8 22.5, p. 74 bis y nota 3. Cfr el artculo de Ugo Spirito, "Dentro e fuori", en CdicnFn<cisfn, I D de julio de 1932 (ao X n. 13). pp. 2 4 3 4 . para la tesis de la -corporacin propiegria" cfr. el artculo ya citado de Ugo Spirito. 'Individuo e Stato nella conceuone corpora ti=", que reproduce la relacin presentada en la Convencin corporatin de Ferrara de mayo de 1932.
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Cfr. Tullia Frand, "11'barbaro cbe non era privo d'ingegno'" (en la seccin 'Commenti e frammenti'), en IIMaru~co,18 de septiembre de 1932 (ao XXXW, n. 3&381.
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Cfr. los m'culos de Ugo Spirito, 1 fascismo nclla fase corporativa", en Lmnardo, '1 marzo de 1933, ciL, pp. 92-94, y "Origine e awenire della Corporazione fasckta", en L'Ifolia Ldlcrnna, 26 de mano de 1933 (ao K, n. 13).
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Cfr. el m'culo de Angelo Brucculeri, "Problemi internazionali. Rasegna, en La &it<i & t o f k 6 de mayo de 1933 (ao LXXXIV, vol. 11). pp. 2.5544, en particular pp. 2.657.
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La reseade Arnoldo h4omigliano del libro de Qcil Roth, Glz tbrn in I. -a est en La hrzova ItaiUr, 20 de abril de 1933 (ao iV, n. 4), pp. 142-43; para la c i u de Gramsci cfr en particular p. 142. El libro de Gixorno Lumbroso, Z moli PDpdnri ronho i fi-onrmi allnfine d d serob Xirlll, es reseado por Benedetto Croce en La Cnliro, 20 de marzo de 1933 (ario XXXI, faw.11). pp. 14042. Cfr. La Nuovn ZteSn. 20 de abril de 1933. cit.. p. 143.
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Los ensayos de Croce recogidos en el libro Poerio popdan cpouio d'nrtt (laterza, Bari, 1933) fueron publicados mtexiorniente en loa faxciilos de La Cnticnentre 1929 y 1932.
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La resea, firmada con uei asteriscos. del libro de Lionel Robhins, An &ay on tfu Noture ond Signzjicnnre o Emnornir Senre, fue publicada bajo el titulo %he f cosa E la scienza economica?"en 1Rifmm S&, o& marzoabril de 1933 (ao XL, vol. XLiV, n. 2). pp. 218-26. Gramsci alude aqu al prefacio y postscriptiim de Marx a la primera (1867) y a la segunda edicin (1873) del primer tomo de El rapiW, y al prefacio del mismo Marx a Paro la &tia de la e m i n i n poltico (1859).
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Cfr Salwtore \%itutti, 'La grande industia in Italia", en EducnrioneFarNta, febrero de 1933 (ano X1,fasc. 11). pp. 13448, cfr. en particular p. 135. Gramsci alude aqu a la carta de Engelr a Turati del 26 de enero de 1894, publicada con el ttulo "La futura rivoluzione italiana e il Partito socialista" en Critica So&k 1" de febrero de 1894 (ao N, 3), pp. 35-36: reimpresa inuchas veces, n. en d i r e m ocasiones (ahora tambin en un apndice a Lenin. S d r n m i i m t o ralo italiano, Editori Riuniti, Roma, 1962, pp. 249-52). Cfr. el arculo citado de Valitutti. p. 139: S e ha obsermdo que el sindicalismo fue, en muchos aspectos, una derhacin del meridionalisrno y que sus jefes he
ron casi todos meridionales. Ciertamente ste prosper ms en las zonas econ& micamente ms arrasadas".G-rci pensaba que esta alusin poda referi- a lo que l mismo haba escrito sobre el sindicalismo en el ensayo sobre la cuestin meridional: T a c e el sindicalismo, que es la expresin instintiia, clcmental, primitin, pero sana de la reaccin obrera contra el bloque con la burguesa y por un bloque con Iw campesinos,y m pmw lugar con lor rampsinar mmidimialcr. Precisamente asi: incluso, en cierto sentido. el sindicalismo r s un dbil intento de los campesinos meridionales, representados por sus intdectuales ms avanzados. de dirigir al proletaiado. <Por quin est constituido el nideo dirigente del sindicalismo italiano. cul es la esencia ideolgica del sindicalismo italiano? El ncleo dirigente del r i n d i d s m o est constituido por meridionales casi exclusim e n t e : Labriola, Leone, Longobardi, Orano" (cfr. CPG 146). El ensayo gramsciano sobre la ccestin meridional. esmto en 1926, fne pitblicado por primera ver, como es sabido. en enero de 1930 en la revista terica del PW,editada en Pars, Lo Stato Opaoia. Cierto nmero de ejemplares de la revista, en edicin especial en papel de arroz, se difundi clandestinamente enire los grupos comunistas operantes en Italia y entre algunos intelectuales de orientacin antifascirta que estaban en contacto con estos grupas. Se a i basnde fw se en testimonios orales, que con uno de tales grupos tuvo relacin durante algunos aiios Salntore Valitutti. En particular Pietro Grifone. perteneciente entonces a un grupo comunista romano. nos ha declarado que dio a leer a Valitutti un ejemplar de Sido Opeaio con el ensayo de GramsU. Cfr. nota 7 al Cuaderno 10 (XXXIII), parte 1, 3 3.
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Los fragmentos resumidos o citados del libro del cardenal John Henrv Newman, Lrdurm and E s a y on Univmit);Subjecls, ertri tomados de un arculo de Fernii, " 1 Cardinale di Oxford, publicado en dos nmeros sucesivos de Lhamhio, mar1 zo de 1933 (ao XIU, n. 3). pp. 245-50, abril de 1933 (n. 4 . pp. 33545; & en y ) . particular el fascculo de abril, pp. 339-40.
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Cfr. el artculo de Sergio Panunzio, " afine del parlamentxismo e I'accenrrai mento delle responsabiliti", en Geraichia, abril de 1933 (ao XIII, n. 4), pp. 298 305, dr en particular p. 303.
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Cfr. Cuaderno 13 (XXX), 'TNoras breves sobre la polirica de Maquiavelo." Cfr el precedente 47 y nota l. Cfr. Cuaderno 3 (XX), 8 119. p. 63 y nota 1.
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Cfr. Mario Pornpei. "Lafamigliae il fascismo: un'inchiertadafare", en CritimFar &ta, 1' de mayo de 1933, cit., pp. 16245, cfr. en particular p. 163.
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Cfr. resea no firmada en la seccin "Bibliografca: en Lo Guilli Gilfoiira, 20 de mayo de 1933 (ano W M N .vol. 11). p. 382. Otras referencias de Gramwi a la encuesta del Saggialmrestn en el Cuaderno 10 (XXXIII), parte ii, 8 I I y 41. El artculo de Giorgio Granata es reproducido parcialmente en la seccin 'Doga na' (7 baluardo deU'Ottocento7 en el citado nmero de CnfiraFas&fa del I" de mayo de 1933, p. 170. Cfr. nota 1 al Citademo 10 (XXXIII), parte 11, 59.1. Cfr. Cuaderno 8 (XXVIii), 3 83, p. 27 y nota 5.
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C r Cuaderno 3 (XX), 8 41 y nota 1. i teora americana tal como es referida por f. a Cambon suena as: Ze u d l L plus en honneur i chaque poque a toujours a e t tir les plus hautes intelligences de ceue poque. Lorrque sous le Mdicis, c'taient la peinmre et la uulpture, les cervaux les plus a t e s s'y adonnaient. Lonard de Vinci, Michel Ange e m b d e n t toutes les connaisances, mme techniques de leur temps, mais iis taient avant tout peintres et sculpteun. Les gran& navigateurs du r+e d'Elisabeth, les hardis pionnien comme le Franpis L d l e seraient aujourd'hui des hommes de chemins de fer" (Victor Cambon, AifamaHenry Ford, Ma vicd oum -un, cit. pp. VII-VIU). Esta referencia a Carlyle es sugerida probablemente por un artculo de Enrico Rocca, 1 1Duce e I'arte del n o s m tempo". en Cnriur Faras& 15 de mayo de 1933 (aiio X ,n. 10). p. 86. El libro de Tbomas Carlyle, On thc H a , H m Wmhip and I LheHemim in K i j . deba ser conocido por Gramrci, ajuzgar por otras alusiones en los Cuadernos. Cfr. por ejemplo Cuaderno 9 8 121.
(m,
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Para el semanario i Vinndnnie, repetidas veces citado por Gramsci en los Cuaderi 5 89. nos. cfk nota 6 al Cuaderno 2
(m,
Ugo Bernasconi, "Parole alla buona gente", en P?pm, junio de 1933 (aiio V, n. 6). pp. 677-82.
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C.el artculo firmado Argo, "Idee d'olve confine ('Cancezione di una letteraturarivoluzionaria')" en EducnuOneFar&t~,marzo de 1933, cit., pp. 24-68. No se precisa en este ahculo cul sea el escrito de Paul Nizan comentado por el colaborador de EducaziweFasNta que firma con el seudnimo Argo. En el Cuaderno 10 (XXXIII), parte 11, 50, Gramsci seala el comentario de oua revista h c e s a al libro de Paul Ni-, La chims & gmie El Mandc era una revista de literatura militante fundada en 1928 por Henri Barbusse. Las observaciones de Gramsci se refieren al siguiente p a j e del arculo
citado por Argo: Yveamos, ahora. el anlisis de los 'males' de los que se lamenta Nien materia de literatura. 'El prolerariado -por lo que l dice- no lee. Es culpa de sus patrones -que le prodigan historias policiaca, o hrroic-ntimenmies, y sport (Fatala, F a n t o m , Froufrou. te Miroir des Sports. Detective, Police Ma~arine. Petit Pansien). Una de las tareas inmediatas de la literatura revoliicionaxia es la de crear n pblico. llegar a su pblico'. Y llegamos finalmente al i meollo de la cuestin. Quin se encargar de cumplir esta misin revolucionaxi6 Se procede por exclusin. Hay que eliminar al popdisino, es decir lo 'popular pintoresco' (fuera los seores nirive, Pallii, Prvost, Bart). Fuera la lxteratura pequeoburguera (Thibaudet, Chamson. Diihamel), hma aquellos que son 'tentados por la revolucin. pero no o- dar el ltimo p' (Bloch. Berl. Malraux), f ~ c e ra, en fin. los colaboradores de M & convertido en rgano socialdemocrtico y radicalsocialista" (pp. 267-68).
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Este anlisis de la situacin polticosocial en rl reino de Yugoslavia utiliza probablemente noticias tomadas de tina resea de poliuca exterior de Umberto Nani en EducnzioncFarrtn.fehrero de 1933, cit., pp. 16166 ('La crisi dell'Europa cerr trmrientale"). La idea para esta segunda pane del pargrafo fiie tornada probablemente de una resea de Giorgio Candeloro dcl libro de Cado rapaso, Lo Un- Europea e In Grande AUcanrn del 1814-15 (Lo Nuoua Ifa12a, Florenda, 1932). en EducoiioneFmM 4 abril de 1933 (ao XI, fasc. IV), 373-75. pp.
'
Alberto Cappa Cauour. Late-, Bari, 1932 [FG, C. rnrr., Turi NI. libro. ledo El por Gamsci en la crcel, es solicitado en la citada carta a Tania del 8 de niayo de 1933 (cfr. LZ 777). L
'
'
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Los datos bibliqqftcos y las noticias sobre el contenido de este libro de Attiiio Monaco estn tomados de una resea de Ersilio Mtchel en !&&a LcUnnnn del 21 de mayo de 1933 (ao M, n. 21).
'
Santino Caramella S e m m u n r T & c p i c a , LateBan, 1933 [FG, C. carc. Turi NI. Este libro es pedido por Gramsci en una carta a Tania del 23 de agosto de 1933 (cfr LC 812). A este iiiino periodo pertenece con toda probabilidad la anotacin del Cuaderno barada presumiblemente en un anuncio editorial.
8 66. 'Pasado y presente." Texto B (ya en PP. 1034). 8 67. Tkestin agraria." Texto B (ya en PP. 100).
'
Arrigo Serpieri, momento attuale della bonifica", en Gnczrdiin,julio de 1933 (ao XIIi, n. 7), pp. 531-37. La cita de Granisci esti en la p. 535.
5 68. Temas de cultura" Texto A: retomado en un texto C del Cuaderno 16 (XW), 15: 'Origen popular del 5 superhombre" (ya en LVN; 142).
'
Cfr. A m r o Farinelli, Ilmnuinticiwm nel mondo I ii 3 vols.. Bocca, Tu&. 1927; la rlw idea para el comentano de G m s c i est tomada probablemente del sumario de la obra reproducido en un anuncio editorial.
'
Cfr Alessandro Levi, *La politica di Daniele Manin", en Nmm RiuUla Sfmcn, maymagosto de 1933 (ao XVIII, fasc. III-N), pp. 22976, cfr. en particular 239.
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Las ideas para este pargrafo estn tomadas probablemente de una resea de Edmondo Rho a la edicin de escritos de Lorenzo de Mdicis realizada por Palma rocchi y mencionada por Gramvri en el texto ( k p i bculpagincdilmnuodr'hftd i 4 seleccionadaspor Roberto Palmarocchi,Treves-Treccani-Tumminelli,Miln, 1932). En esta resea. Rho alude a sus propios estudios sobre el Magnfico. Por lo que respecta a Im otms estudios de Palmarocchi sobre el tema, es probable que G m s c i tuviese presente el anuncio de un libro publicado en 1933: Roberto Pahnarocchi, La politica italiana di Lormro d Magnifim. Firncllo p m n ronfm InnorVIll (Biblioteca storica toscana. per cura della R Depurarime toscana di storia patria), Olschki, Florencia, 1933.
'
Oispolto Cispolti, Zeone XIE e I'ltalia". en Gcrorck julio de 1933. Ot, 57% pp. 88. Para la mencin del libro de Salata (Pcr lo slaia diplmnatca dcUn ~l~~ mana, cit.) y el archivo Galimberti d r en particular p. 584.
'
Ia indicacin "Nuevo Maquiavelo" que acompaa a este pargrafo anticipa p r o bablemente la intencin de recopilar nuevas notas sobre este tema: lo que suceder en parte con el Cuaderno 18 (XXXII), 'Nicols Maquiavelo. 11". Cfr. el precedente Q 70.
'
Titulo y datos bibliogrficos del libro de Agostino Rossi, Lc uw rfmic"poBliche i &lo LardNa unr@azioae e indepmdmza diiolio, pudieron ser tomados del Boletn bibliogrfico de la N w a Iidia, 20 de mayojunio de 1933 (ao N, n. %),p. 198. De todos modos el Libro es reseado por Cado Morandi en Lmnmdo, agost-p tiembre de 1933 (ao N, n. E-9). pp. 38%91.
'
Ch. Cuaderno 7 ( )Q 50, p. 35. V, Una idea para este pargrafo se le pudo ocurrir a Gramsci por l lectura de un a
anculo de E. Gimnez Caballero, "Analisi della Reppublica spagnola", en C n h u Farci<L% 1' de agosto de 1933 (ao XI,n. 15). pp. 29498, en donde se utiliza el psicoanlisis para explicar L s desarrollos de la situacin espaola despus de la o cada de la monarqua.
'
(m,Q 17.
Cfr. Felice Bernabei, MmMie inrdifc di un orcheobgo (1). con una introduccin de G. Q. Giglioli, en Nuouo Antohp, 16 de julio de 1933 (ao U<WI, faw. 1472).
pp. 267-86. Para las referenck a Rezasco, cfr. pp. 271-72. Los otros captulos de las Moimicde Bernabei estn en los fascculos del 1" de agosto, 16 de agosto, 1' de septiembre y 16 de septiembre.
'
Cfr. F. Pr., "Pisacane", en Numn RivUfa Sfaim, eneroabril de 1933 (ao XVII, fasc. 1-11). pp. 15674.
Cuaderno 16 (XXII)
5 1. "La religin, la lotera y el opio de la miseria" TextoC (yaen MACH, 728-91); son utilUados textos Adel Cuaderno 8 (XXMI), 209, 228,230, todos con el ttulo T r religin, la lotera y el opio del pueblo". ;
'
"
' '
Cfr. nota 1 al Cuaderno 8 (XXVIII), 5 209. m. 2 al Cuaderno 8 (XXWI), 5 209. nota Cfr. nota 1 al Cuaderno 8 (1. -) 5 230. Cfr. nora 2 al Cuaderno 8 (XXWI), 5 230. Cfr. nota 3 al Cuaderno 8 (XXVIII). 5 228. C nota 4 al Cuaderno 8 (XXWII), 5 228. CfT nota 5 al Cuaderno 8 (XXVUI), 8 228. CfT nom 3 al Cuaderno 8 (XXVUI), 5 230. G m s c i dude aqu con toda probabilidad al Manchwfw Gvardian W c l , era e A yque una de las dos publicaciones ingle=, junto con el La6mir Mmthiy, recibidas en Tu" & nora I al Cuaderno 7 (VII), 5 69. .
5 2. "Cuestiones de mtodo." Texto C (ya en MS7679): es utiluado un texto A del Cuaderno 4 (XUI), 5 1.
' '
Cfr. nota 1 al Cuaderno 4 ( U ) , 5 1. Cfr. nota 2 al Cuaderno 4 ( U ) , 5 1. Cfr nota 3 al Cuaderno 4 ( 5 ) a1. ,
5 3. "LIn repertorio de la filosofia de la praxis." Texto C (ya en M$ 102-3): son utilizados dos textos A del Cuaderno4 (WI),5 9: "Un repertorio del marxismo",y fj 5: Wateridismo histrico y criterios o cnones prcticos de interpretacin de la historia y de la poltica".
'
Se m del librito de las ediciones Reklam de Lipilg, que contiene una seleccin antolgica de textos de Marx oaducidos casi ntegramente por Gramsci en el Cuaderno 7 (VII): M , LohnarbnfundKaptlal. ZurJudm+zge und andnSchz@m our dnFnihzeiC ciL (m.DC). i~ inuoduccin de Ernst Drahn. aqu mencionada
516
'
'
por Gramwi, est en Las pp. 314 de este volumen: en la p. 14 se cita el vabajo bibliogrfico del mismo Drahn, iMa-Bi&graphhil Berln, 1923. Cfr. sobre esta obra de Bernheim la nota 2 al Cuaderno 4 (m),5. 8 El hdo Tkccionxio crtico" a aqu con toda probabilidad una Mnante del titw lo de seccin "Nociones enciclopdicas" usado habitualmente en los Cuadernos.
8 4. 7.0s pe"dicor de las grandes capitales." Texto C (ya en m,157-58): es utili2ado un texto A del Cuaderno 4 ( X U ) , 5 89: Temas de cultura".
5. 'a infiuencia de la cultura rabe en la civilizacin occidentai." L Texto C (ya en M , 82): es utilizado un texto A del Cuaderno 4 (XIII), 8 92: T e m a de cultura".
'
5 6. "EL capitalismo antiguo y una disputa entre modernos." Texto C (ya en M, 187-88): es utilizado un texto A del Cnaderno 4 mas de cultura".
(m),M): Te
'
'
" '
(m, 5 99. De este libro de Barbagallo, GramsU se ocupa ms ampliamente en el Cuaderno 3 (m), 112. Cfr. Corrado Barbagallo, Staia W v m & 5 vols., Utet, T-h, 193138. Cfr. nota 17 al Cuaderno 1 (XVI), 25. 5 Cfr. nota 3 al Cuaderno 4 (XUI), 8 60. Cfr nota4 al Cuaderno 4 ( m ) , 5 60. Cfr. nota 5 al Cuaderno 4 ( m ) , 5 60. CfTi Corrado Barbagallo, i mafmo*smo slmim, Federazione Iraliana delle Biblb l teche Popolai, Miln, 1917.
C.fr. nota 2 al Cuaderno 2
5 7. "La funcin mundial de Londres." a Texto C (ya en PP,208-9): es utilizada l segunda parte del citado texto A del Cuaderno 4 (XUI), $ 60. !
'
(m),60. 8
517
' La alusin se refiere, con toda probabilidad. al libro de Cuido De Ruggiero, L'Impm bntannico dopo lo guma, Vallecchi, Florena. 1921; una amplia resea de esta obra, firmada por Maxio Sarmati (seudnimo de Urnberto Calosso), fue publica& en L'Ordinc Nuevo diario del 20 de diciembre de 1921 (ao 1, n. 352).
5 8. "Roberto Ardigd y la filosofa de la praxis." Texto C ( aen y 177-80): es utilizado un texto A del Cuaderno 4 (XIII), 5 6,
m,
'
5 9. "Algunos problemas para el estudio del desarrollo de la filosofia de la praxis." Texto C (ya en MS81-89): son utilizadas dos textos Adel Cuaderno 4 (XIII), 5 3: 'Dos aspectos del marxismo" y 5 Zrl: Za restauracin y el historicisnio".
'
Cfc Plejnov, Lcr pmLrarr fondonrmtola du mmxisnu. cit., p. 109, nota 1: "Mon ami Vktor Adler acrit lejour des funraillesd'Engels, que le socialisme, te1 que Marx et Engels le comprenaient est une docuine non seulement conomique, mais aussi universeiie. (Je cite d'apr.3 I'dition idienne: F. Engels, Ermumy'cpdittquc. Introduction et notes biograpbiques et bibliographiques, par Filippo Tumti, Victor Adler e1 Karl Kautrky, U, Mais plus est rraie cette caractristique du so1895). cialisme tel que le comprenaient Marx est Engels, plus est uange l'impression que I'on ressent en wyant Victor Adler admettre la posibilit de remplacer la base matrialiste de cetie 'docuine universeiie' par une base kantienne. Que penser #une docwine universek don1 la bax philosophique n'aaucune Liaison avec tout son diiice?"h probable que Gramsci tuviese presente este pasaje en esta su refe rencia (aadida al texm C) al comeniano de Plejnov en torno al problema, por l planteado, sobre la relacin entre el marxismo y ovas orientacionesfilosfiCfr. h d r o Diambrini Palaui, npmsinoflarofico di Antanio Lob>ida. con prefacio de Rodolfo Mondolfo, Zanichelli, Boloniq 1922 [FC. C. rorc., Tu" 111; es un Libro que Gamsci tena en Roma antes de su arresto (cfr. LC 263).
Para el libro de monseor Francesco Olgiati sobre MKX,repetidas veces mencicnado por Gramsci, &. nota 4 al Cuaderno 7 (a), 5 33. Cfr nota 1 al Cuaderno 4 (;m), 5 3. % nota 4 al Cuaderno 3 (XX), 5 31. . Cfr. nota4 al Cuaderno4 ( m ) , 5 3. Cfr. sobre el mismo tema Cuaderno 8 (XXVIII), 5 208. Cfi., L este respecto, Cuaderno 14 ( I ) , 5 26. Para la alusin a la aiirmacin de Sorel en una c r a Mkiroli. dr.Cuaderno 4 aa (XiiI), 5 44, y Cuaderno 10 (XXXUI), parte il, 5 43. X1U.Sobre la base de estas referencias se ha considerado necesario modificar el sentido de este pasaje con una integracin editorial, sealada en el texto con los acostumbrados corchetes. " Cfr. nota 7 al Cuaderno 4 ( m ) , 5 3.
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E t s indicaciones estn tomadas del prefacio de Guido De Ruggiero al libro de sa Julei Iachelier, Psimlogur c rnefa/iro, uad. italiana de Guido De Ruggiero. Laterza, Bari, 1915. &. en parcular p. IX. Con toda probabilidad Gramsci tuvo ocasin, en el periodo de Formia, de ver este libro de Lachelier. el cual, sin embargo, n o se conserv entre 10% libros de la crcel. En realidad ooas referencias a la 'apuesta" de P d , y contenidas en el z Cuaderno 8 ( X X V L I I ) , 5 5 228 y 230, son retomadas en el 5 1 de este mismo Cuaderno 16 (XXII), dedicado tambin al terna 'La religin, la lotera y el opio de la miseria".
5 11. 'Relaciones entre el Esado y la Iglesia." Texto C ( aen MACH, 249-57): son utilizados dos textos A, con el mismo titulo, del y Cuaderno 1 (XVI), 5 5 3 y 5, y dos textos Adel Cuaderno4 ( m ) , 5 54: '1918", y 5 53: Toncordatos y @atados internacionales".
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' '
Cfr. nota 1 al Cuaderno 1 (XVI). 3. C: nota l al Cuaderno 1 (XVI), 5 5. Cfr. nota 1 al Cuaderno 4 (XIII), 54. Cfr. nota I al Cuaderno 4 (Xiii), 5 53. Cfr. nota 2 al Cuaderno 4 (m),53. 5 Cfr. nota 3 al Cuaderno 4 (m),53. 5 Cf* n o n 4 al Cuaderno 4 (Xm), 5 53. Cfr. nota 5 al Cuaderno 4 ( m ) , 5 53.
'O
Cfr. nota 6 al Cuaderno 4 (XLiI). 53. Por efecto del RDL 3 de febrero de 1934 por el cual s decida la eniisin de un e emprstito redimible 3.50% par;rsiistituir la renta de la deuda ronsolidada 5% y del Littorio 5%. re estableca tanihin que la reduccin del inters comenzara a pariir de 1937. La cira d r 15 millones de reduccin de las rentas anuales del Vaticano, indicada por Cramwi, es el correspondiente de reduccin respecto a mil millones de liras en titulos del Estado, que en lugar de los 50 milloner al ao habran producido de hecho, por efecto de laconversin, 35 millones. Sobre los detalles de esta operacin financiera, cfr. el libro de Pietro Crifone, i rapilolefinanl umio in Italia, Einaudi, T-n, 1945. pp. 128-29. " Cfr. Salata, Pcr h sfmo diploniafrca <lelb Qurrtione Rornonn, 1:Da Gwmr alln Triphre A&cit., pp. 24445. Las cursivas espaciadas son de Gramsci.
$ 12. "Natural, contra natura. artificial, etctera" Texto C (ya en PP, 2004): son utilizados textos A del Cuaderno 8 (XXVIII), B 151: Temas de cultura. Contranatura, natural, etctera", $153: Temas de ciilnira Contra natura, natural, etctera". Q 156: Temasde cultura. Contra natura, natural, etctera". 8 159: Temas de cultura. Natural, contra natura, etctera*.
'
$ 13. "Origen popular del 'superhombre'? Texto C (ya en L W , 122-24): son utilitados algunos textosA del Cuaderno 14 (1), Q 4: "Literatura popular", Q 27: "Literatura popular. Orgenes populares del 'superhombre': 5 30: %teratura popular. Orgenes populares del superhombre" y un texto Adel Cuademo 8 (XXVlII), Q 242: "Orgenes populares del 'superhombre"'.
'
'
Cfr.Cuaderno 6 (ViII), Q 108 y nota 2; la remisin est yaen la nota 3 al Cuaderno 14 (I), Q 4. Cfr. nota4 al Cuaderno 14 (1). Q 4. Cfr. nota 2 al Cuaderno 14 (1), Q 27. Cfr. nota 1 al Cuaderno 14 (1). Q 30. De algunas obras de Henry Bernstein, as como del repertorio 'clsico" de Ruggero Ruggeri, Gramsci re ocup en las "Cronache teauali" de 191620 (cfr. L W , 229,303-5,3054,357). Tambin el Artig.rnencionado por Gramsci en el repertorio de Ruggeti es un trabajo de Henry Bernstein; i m m h m di%& i por el contrario, es de Henri Lavedan.
9 14. "Relaciones entre el Estado y la Iglesia." Texto C (yaen MACH, 257-58): es utilhdo un texto A del Cuaderno 4 (XIII), 8 94: "Cow cordato", y un tedo A del Cuaderno 14 (1), 44: "Concordatos".
' Cfr el precedente 5 11. ' Cfr. nota I al Cuaderno 4 (m),94. ' Cfr. nota 1 al Cuaderno 14 (I), 9 44. El titulo exacto del libro de Vincenzo Mordio
*amo por
5 15. -Origen popular del 'superhombre'." Texto C (ya en LW, 142): es utilizado un texto A del Cuaderno 15 (11). 5 68: Temas de cultura".
'
9 16."Los fundadores de la filosoa de la p m i r e Italia." Texto C (ya en ,M$ 103-4): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 Engels e Italiam.
(m, 97:"Marx5
'
'
Cfr. nota I al Cuaderno 9 9 97. Cfr. Cuaderno 6 (VIII), 5 1 9 l remisin est ya en la nota 2 al Cuaderno 9 9 ,a 97. Cfr. nota 3 al Cuaderno 9 (XIV), 5 97. Cfr. nota4 al Cuaderno 9 (XIV), Q 97.
(m.
(m,
'
95 del
3 18. T a r i m i o y paittico." Texto C (yaen PP. 1160): es u W d o un texto A del Cuaderno 9 ( m , O 41: 'Nociones enciclopdicas. 'Paritario'".
5 19. "El mdico catlico y el enfermo (moribundo) acatlica." Texto C (ya en MACH, 299-300): es utilizado un texto A del Ciiaderno 9 'Catolicismo".
(m,128: 5
'
(m, 128.
Q 20. "Las innovaciones en el derecho procesal y la filosolia de la p~axis." Texto C (ya en PP. 18485): es utilizado un texto A del Cuaderno I (XVI), 5 113: 'Revolucin en el derecho penal y en el procedimiento penal y inaterialismo histrico".
'
Q 21. 'Oratoria, conversacin, cultura" Texto C (ya en PP, 179-82): son utilizados dos textos A del Cuaderno 1 ( m ) , "Ideas y estmulos" y 8 153: Tonvenacin y cultura".
122:
' "
*
Cfr. nota 3 al Cuaderno 1 ( m ) . 153. Cfr., a este respecto, Cuaderno 8 (XXWI). 229.
'
Se alude aqu a un pasaje de Engels sobre el AntiJhihGng. cfr. nota 5 al Cuaderno 1 (XVI), 5 153. y Cuaderno 4 (XIII), 5 18. Cfr. nota 6 al Cuaderno 1 (XVI), 5 153. Se trata de L s notas recogidas en los textos C del Cuaderno 12 (XXIX). Apuntw a y notos dirpwsa para un grupo de mq01 soc In hUfaio dr lor intzkctuoler J da In miium en Ilolk.
5 22. "Sentimiento religioso e intelectuales del siglo XIX (hasta la guerra mundial)." Texto C (parcialmente ya en LW, 192-93): son utilizados algunos textos A del Cuaderno 1 ( m ) , 8 Q 19 (en parte), 21.22 y 23.
'
Hay algunas imprecisiones en este recuerdo de Gnnwci. No se trata de elecciones parciales, sino de las elecciones generales para la Cmara de Diputados de % octubre de 1913: en aquella ocasin el Cmiwe de& . a haba combatido la candidatura en el N Coleeio de Miln. del catlico maroris Carlo Ottaiio Coman" " gis apoyado por las asociaciones constitucionales milmesar sobre la base del della Scraapoy la candidadel 6 pacto Gentiloni. ConoaCornaggia, el -e
522
beral Iro Bonu, result electo, no un socialista sino el radical Luigi Gasparotto (ck. Luigi Albertini, V d annl div>(aptitim, parte 1, vol. 11, Zanirhelli, Bolonia, &l. pp. Z 5 )
5 23. 'Caballeros -les (o prncipes azules), znganos y escarabajos estercoleros." Texto C (ya en PP. 6 4 : es utilizado un texto A del Cuaderno 1 (D'I), 2: 'Cara a %) 5 cara con el enemigo".
' Cfr. nota I al Cuaderno 1 ( M ) , 5 2. ' Cfr. nota 2 al Cuaderno 1 ( M ) , 5 2. ' e. 3 al Cuaderno 1 ( M ) ,5 2. nota
B. nota4 al Cuaderno 1 ( M ) ,9 2.
5 24. "Af&p del Cad..." Texto C ( aen PP, 226): es utizado un texto A del Cuaderno 9 (XiV), y gos".
5 49:*Apb
'
(m, 9 49
(m, 7:Temas 5
5 25. -El mal menor o el menos peor." Texto C (yaen PP. 191): son utilizados dos textos A del Cuaderno 9 de cultura El mal menor" y 5 45: 'Pasado y presente".
'
Cr. n o 1 al Cuaderno 9
(m, 9 7.
8 26. T I movimiento y el h." Texto C (>a PP, 119091): es utilirado un texto A del Cuaderno 9 ( m ,S 6 Temas en : de cultura. El movimiento y el h".
5 27. "Max N O ~ ~ U . " Texto C (ya en PP. 218): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 (XIV), 5 13: Temas de cultura.Max Nordau".
'
9 28. "Angherie." Texto C (ya en PP. 192-93): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 ( W , 3: TIoci* 9 nes enciclopdicas. Angherie".
'
(XIV), 3.
29. "Discusionesprolijas, hender un pelo en cuatro, etctera." Texto C (ya en PP. 191-92):esutilado un texto Adel Cuaderno 9 de cultura Discusiones, corw un pelo en cuatro, etctera".
(m,44:Temas 9
'
Cfr. el precedente 9 21
5 30. T i p o . " Texto C (ya en PP, 215): es utizado un texto A del Cuaderno 9 (XIV), 47: Tociones 8 enciclopdicas. Tiempo".
Cuaderno 17 (Iv)
5 1. "Humanismo y Renacimiento." Texto B (ya en E2 11). 5 2. Tasado y presente." Texto B (ya en PP. 132).
'
Esta definicin de la civilizacin est tomada de un editorial del Daity Mail parcialmente traducido en Rarrcgno %Ltirnann& del& StampaErfrrc del 1" de agosto de 1933 (*o W , a . 31), p. 1643. Se trata de un articulo apologtico sobre el f. If a+ cismo; entre ovas cosas el pasaje citado por Gramsci es seguido por el siguiente comeniano: "Mussolini ha demostrado al mundo cmo esta forma de control puede ser ejercida con el mayor xito por el Rgimen Fasrista".
'
Cfr. Arminio Janner, "Problemi del Rinauimento", en la seccin 'Note r Rassegne' de laN-n Anta1" de agosto de 1933 (ao IXVIII, fasc. 1473). pp. 45863. Todo el pargrafo es un resumen de este articulo-resea deJanner; los c o menianos de Gramsci estn entre parntesis. El anlisis del arculo contina en el subsiguiente 5 8. Cfr. Janner, "Problemi del Rinasmento", cit., p. 459 (el inciso entre parntesis es de Gramsci) . Cfc ibid, p. 460. Gramsci conoca directaneme el libro de Giuseppe Toffanin, que se conserv entre los libms de la crcel; cfr. nota 7 al Cuaderno 5 (IX), 5 123.
'
'
'
'
Vincenro Gioberti, 1 annovarnmlo ="le dllalin, edicin limitada. con prefacio, 1 notas y comentanos de P. A Menrio,Vallecchi, Florencia, 1925. Aunque el libro no se consera entre las obras del Fondo Gramsci puede suponerse que Gramsci tena en este periodo un ejemplar en la crcel, como se desprende de sta y de otras citas direcm, as como de numerosas referencias a Gioberti en pargrafo$ subsiguientes de este mismo Cuaderno. Cfr. en particular, adems del precedenteg5,10~$7,9,18y28.
'
Gramsci se refiere aqu a las consideraciones elaboradas por Gioberti en el captulo sexto del Rinnmiammfo (DI& d a m m r i n 6 de& dnmpgia). resumido en la citada edicin de Menrio en las pginas 31819. Cfr el precedente 5 6 y nota L .
'
Cfr el precedente 8 3. Este inciso entre parntesis de Gramsci comenta el siguiente paraje del artculo de Arminio Janner citado: Walser aade que todo cuanto de anticurial poda existir en aquellos humanistas se hallaba ya en la literatura satrica medieval contra el clero. l no ve aqu un corte neto entre la Edad Media y el Renacimiento; as como en la Edad Media, junto a ciertas tendencias crticas, coexistan numerosas tendencias sinceramente ortodoxas, asi una fe profunda animaba tambin a los humanistas autores de facdiw contra el clero" Uanner, 'Problemi del inas cimento: cit. p. 460). El libro de Domenico Guerri, Ln co>5entcpopOlarcnelinnrcimlo. *te, burkc hit, nello E i r m d d &unelkxo y del BurchieUo, Sansoni, Florencia, 1932, es ya menciw nado por Gramwi en el Cuaderno 8 (XXViII), H 68.
' Esta cita del libro d e Walser est en Janner, 'Problemi del Rinascimento", cit.,
p. 461.
'
'
Gramsci tiene presente aqu muy probablemente el siguiente pasaje del Rinnounm a t o (ed. cit, p. 252): 'El ejemplo de Francia nos ensea lHab!a podido ella en po- pasadas defenderse contra toda Europa y mantener intacto su ser de nacin, si no hubiese tenido unidad poltica y centraiiracin de direccin y de mando en la merrpolii El consenso nacional de entonces, guiado por un admirable sentido de progreso y de conservacin, comprendi que la secta de los federales [Girondinosl era ms formidable que la guerra externa; de manera que, identificando entre ellos a los hombres sealadas, puso en combatirlos aquella energa feroz que todos saben; y si los medios fueron a veces dignas de reproche, el obje tivo h e bello y glorioso". Cfr. Gioberti, i "nmomcnfo durle d Y l ~ l ; oed. cit. pp. 35657. Para esta cita direcl , ta y para Las ovas referencias a Gioberti en este pargrafo, cfr nota 1 al precedente 6. Cfr Cuaderno 3 (XX), 9 158 y 162;Cuaderno 8 (-1). 9 $9 33 y 93; Ctiaderno 9 (xrv), 8 129.
'
Este libro de Rocco Morretta es reseado por Ersilio Michel en L'llalin Letierario, 10 de septiembre de 1933 (ao M, n. 37).
'
Gioacchino Volpe, "Italiaed Europa durante il Risoigimento: en Nuova Anfo16 de agosto de 1933 (ao U(VII1, fasc. 1474). pp. 481-508. A Cosranzo Rinaudo, asesor de f i n a a s e n Tunn durante la guerra. profesor de historia general en la Escuela de Guerra y director de la Rivkto M r Ilalinno, u Gramsci le haba dedicado unaserie de notas polmicas en el Auan'!piamonts de enerdebrero de 1917. Cfr. "SM, Figlio di pove i . "pp. 27678, y Tra me e .., me", pp. 287-88; cfr. m b i n SG,45, LO (1), pp. 64-65;"Per un omaggio al prof.
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Costanro Rinaudo", pp. 67-68: 45, LO (Ir), p. 89; y el juicio de Gramsci sobre el tipo de historia cultivada por Rinaudo y sus 'hiritos-cientficos: "La historia para l no es sino una sucesin de guerras, de batallar, de nacimientos y muertes de reyes. Su cerebro e un pergamino diseado con f>diarconstela& de datos y s nombres. Sus infinitas relaciones, los cargos que desempea en distintos departamentos y comisiones de estudio. le han servido al profesor Rinaudo para hacer imponer sus libros de texto en lar escuelas. Quien ha tenido que estudiar en ellos, odia asu autor, por el tiempo que le ha hecho perder, por los despropsitos con los que ha intentado empantanarle el cerebro. I s personas inteligentes han a tenido que hacer un buen esfuerzo para olvidar las sandeces que el autor de los 277). Enfamosos rexta de historia haba hecho depositar en sus cerebros" (SM, tre los libros de Gramsci se ha conservado un manual escolar de Rinaudo: Costanzo Rinaudo, Corso di sfmio gmenLprri pnnnri, vol. N, Barbera Florencia, 1899 [FGl. C6-. nora4 al Cuaderno 8 (XXVIII), Q 119. Un juicio anlogo wbre la Staa d'Eumpa nrl secolo &&u>nono de Croce. precisb mente en relacin con l obra de Omodeo, est en Cuaderno 9 a 89. p. 68 bii.
(m.
Q 12. Temas de cultura." Texto B (ya en PP. 11844) Q 13. "Los sobrinitos del padre Bresciani. G. Papini." Texto B (ya en L W 164).
'
LuigiVolpicelli, "Prohlemi della leueratura d'oggi. Centinirnto e Stile", en L'ltoha LeneranO, 27 de agosto de 1933 (a%o IX n. 35).Las otras entregas del erisap de Volpicelli estn en L'Iton Lettcrmia del 20 de agosto (n. 34) y del 3 de reptirmbi-e (n. 36).
8 14. Temas de cultura. Discusiones sobre la guerra fiituia." Texto B (ya en PP. 1%).
' CFr el precedente 10. "dando Freri, "L'agguerrirnento delle nilove generariorii". en ;ernrrhio. agosto de 1933 (ao XIII, n. 8). pp. 67081. Noticias sohre la dimisin del general Gauera ysohre sii siirritucin por Miissolini. ocurrida el 22 de julio de 1933, y sobre el viiljr d r Iralo Baho estn eviden-
temente tomadas de las revisisras y peridicos ledos por Gramwi en la Qrcel en este periodo. Cfr. por ejemplo, la 'Cronaca politica' de la N w Antologi4 1' de agosto, cit., pp. 17-25.
'
Para este pargdo G m s c i utiliza noticias tomadas de un arculo de Antonio Bmen, "Il centenario della abiura di Galilei" ('Cronacbe del pensiero filosofico'), en Gnnnhia, agosto de 1933, cit. pp. 7004. La cita de la Sfono dn Papi de Pastor est en la p. 702.
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Cfr. Cuaderno 8 (XXWI), 8 144, y Cuaderno 15 (11), 75. La ocasin para volver m a ocuparse de laobra de Rezasco y para anotar sus & bibliogricos completos es ofrecida a Gramsci por una noma pie de pginaa la tercera enuega del evrito ya mencionado de Felice Bernabei, "Memorie di un archeologo", iiI, en Nvoun Anto* 16 de agosto de 1933. cit. pp. 556.82; &. en particular p. 582. L a nota ' dice: A propsito del wcabulario de la burouacia del mnimdotort G. Rezasco, del cual Bernabei ignoraba si alguna parte haba sido alguna ver publicada (V. Nwua Antobgia del 16 de julio, p. 272). el senador Tito Poggi nos advierte cortsmente que aqul fue completado y publicado. El grueso volumen de 1287 p& ginas fue editado en Florencia en 1881 por Im sucesores de Le Monnier con el ttulo D*ionoo dd ngmggio ifnlinnostmim Ed omisUnlrhiEmo di Giulio h m . Fue Uiiisse Poggi, padre del senador, quien hizo la correccin de pmebas de la voluminosa publicacin".
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'
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Cfr. C. Beraldo, s.J., Intorno alla conoscibiliti di Dio". en 0i Civilla Cnffolica, 2 de septiembre de 1933 (ao LXXXN, vol. 111). pp. 4 8 M 5 ; cfr. en particular p. 482. La resea, no firmada,del libro de Jodl est en la seccin 'Biblio@laa de Lo Cid k i Cdtoco, 2 de septiembre de 1933, cit., pp. 49859; cfr. en particular l cita a de Gramsci en la p. 499. Cfr. Giovanni Busnelli, s.J., 'Bmcolando in cerca di una fede", en Lo Gvfa Cnn& o 2 de septiembre de 1933, cit., pp. 417-28. En este articulo son citados y dis cuudas el libro de Armando Carlini y Franceso Olgiati, Newmimtica, idcornio, sp*itdr<m,y el arfculo de Guido De Ruggiero sobre "Educazione nazionale" de marro de 1933 al que alude Gamsci en el texto. Oua referencia indirectaala pw Imica Carlini-Olgiati est ya en el Cuaderno 15 (11). 33. Los artculos de Ln CiuiUi Caftalicn a los que alude Gramsci, firmados, como el primero, por el padre Busnelli, son: "Dflidedismo alla fede secondo il praf. A Carlini-, en Lo Oind Caata. 16 de septiembre de 1933 (atio LXXXIV, vol. 111). pp. 55%8; 71 pensiero aristotelico e il ripensamento moderno della fede e della ragione secondo il prof. k Carlini: en Lo Cidl. Caffdic~18 de noviembre de 1933 (ao LXX>(IV, vol. IV),pp. 37893. Cfr. Gioberti, nrinnaranvnfocivilr d'ItnGq ed. cit. pp. 395-96 (las cursivas son de Gramsci). En las indicaciones iniciales Gramsci incurre en una inexactihid porque el pasaje est tomado en realidad del captulo dcimo de la obra de Gioberti. En la edicin que Gramsci tiene presente (dr nota I al precedente 5 6) el captulo I, el ltimo de la obra, est resumido. Cfr. Cuaderno 10 (XXXIII), parte U, 13 y nota 1. No se encuenua en Maix la frmula aqu mencionada por G m c i . En el prefacio a la %grado f + a se emplea la expresin k a l e Hurnanismus" (humanismo real) y en k M a d f a r emM*fiinr6juir m de 1844 Marx define el comunismo como spmitive Humanismus" (humanismo positivo).
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Datm bibliogrcos e hiormaciones sobre este libro estn tomados probablemente de una resea de Giuseppe A Andriulli en L'ifalU1 & SSrrivl, septiembre de 1933 ( a i o XVI, n. 9), p. 266. Cfr. Cnaderno 3 (XX), 5 80.
I 1933 (ao X ,n. 18). pp. 34649. Para un juicio anlogo sobre Sorel dr.Cuaderno 11 (XVIII:, $66, pp. 73-73 bis.
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Emilio Bodrero, "Umaniti de Giulio C-e" (discurso pronunciado en Rmini el 10 de septiembre en ocasin del develamiento de la estatua de Julio Csar don* da por el jefe del gobierno a la ciudad), en N Antologia, 16 de septiembre de fasc. 1476), pp. 161-75. 1933 (ao IXVILI,
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Es pmible que esta cita de James sea indirecta No se ha bailado. sin embargo, la fuente de que se skM G m s c i .
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5 24. -Los sobrinitos del padre Bresciani. G. Papini." Texto B (ya en LW, 161).
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Annibale Pastore era docente de filosofia teortica en Twn durante los anos universicarios de Gramwi. Sobre sus relaciones con GramsU, el misma Pastore ha dejado dos testimonios: 'Gramsci u a i miei dixepoli", en A m t i ! del 25 de febrero de 1951, y "Eccezionale Studente", en Amuind!del3 de enero de 1952. U n a d e c l e cin de Pastore es recogida por Domenico Zu&m ("Antonio Grams-3all'l'niwrsitidiTorino 1911-1915",en SM114diciembre de 1957, aoXii.n. 6, pp. 1091-1111). Cfr. tambin Giuseppe Fiori, V di G m , Latena, Bari, 1966, pp. 108-9. m
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Datos bibliogrficos y noticias sobre esta obra estn tomados de una resea de G. Caraci en Lenardo, agostmptiembre de 1933 (ao N, n. 8-9). p. 370. Los datos de la obra bibliogrfica de Rrisztitiw estn tomados con toda probabilidad del 'Bolleino bibliogrsfico' de Lcmwdo, agosteseptiembre de 1933, cit., p. 401.
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No puede excluirse que a Gramsci le cayera casiialmente en las manos este fa* dculo de enero de 1903 de la Riv*ta Infrma*rmalc S c h z So&li cDisrip1:m Audi siI*rr& pero tambin es posible, por el contrario, que noticias y citas hayan sido tomadas de una fuente indirecta (que sin embargo no ha sido identificada).
'
Esta cita de Nfieri est en la primera pane de un estudio de M. Cerini. "Machiavelli e ALferi", en . N u m Italia, 20 de julio de 1933 (ao N, n. 7), pp. 217-18 k ( m . en particular p. 217). Cfr. Felice Alderisio, %torno all'arte dello Stato del Machiavelli. (Discussioned en & Sfudi di D m C tenore dell'interpretarione di essa come 'pura politica') ", N fo, Emnmnia cPoWi% juniwctubre de 1932 (MI. V fasc. m-N-V), 232-52. . pp.
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Cfr. a L a i q U ) de julio de 1933 (ao XXXI, fasc. N). pp. 281-86. Cfr. Cuaderno 15 (11). 5 52 y nota 2. Cfr. Cuaderno 15 (II), S 52 y nota 3. La referencia probablemente es a algunas consideraciones elaboradas por G i e beni en el captulo primero de la segunda parte de la obra (Ddn-tnrmo i& iiam cd niropm). Cfr. i nn~vatnrmo i civtic d'ltnlis ed. cit, pp. 21562. Cfr. n. 1 al Cuaderno 10 (XXXIii), parte ii, 5 59. Cfr. Cuaderno 7 (m), 92 y nota 1. 5 Para el conocimiento que G m M tena del Maui'ni de Gaetano Salvemini, m . nota 3 al Cuaderno 4 5 59.
(m,
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De este articulo de Andrea Moufflet Gramsci se ocup ya en el Cuaderno 6 (WI). 5 11l. Aqu u t i l i i reproduciendo tambin algn fragmento, una nota de l la seccin 'Marginalia' ('Stile e fortuna del romanro d'appendice"), en i Mamcm, 8 de febrero de 1931, cit. Cfli Cuaderno 9 66, donde sin embargo no se alude a los grandes novelistas nisos. Cfr. J. H. Rosny, "Le mercantilirme littraire", en Nniurllu i i t h z i n r , 4 de ocr tubre de 1930 (ario IX, n. 416).
(m,
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No ha sido hallada la fuente de la que Gramsci obtuvo la noticia de este episodio en torno a Mark Twain.
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P a n este pargrafo es probable que Gramsci tuviera presente un articulo dc Guido Calogero, "Del Congreso hegeliano", en LiraGa Lmnmia, 18 de jiinio de 1933 fa50 K. n. 25). donde entxe oiras cosas se oolemizaba contra una interuretacin .. del Congreso segn la cual "aqul habra sido obra exclusiva de los idealistas i t a lianos, incluso de los actualistas que celebrando aHegel habran querido celebrarse a s mismos; y lo habran hecho precisamente en la mitad justa del ao santo p a n perturbar con su idealismo y hegelianismo la pacifica universalidad del catolicismo". Por lo que concierne a las crticas de epgonos del positivismo o ne* criticismo, es probable que Gramsci tenga presente una polmica entre Giovanni Gentile y Francesco Orestano relacionada con el desarrollo del i Congreso hegeliano. Cfr. Giovanni Gentile, Wegel, Orestano e il fascismo", en EduaziomFarN@ junio de 1933 (aiio XI, fasc. VI), pp. 49498. Cfr. tambin o t r a intervenciw nes de Geutile en el nmero de Lmnavdo de julio de 1933 (ao N, n. 7). bajo el ttulo 'Documenti. Hegel, Orestano e il fascismo", pp. 32628.
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Ch.. Cuaderno 15 (II), Q M y nota l . Ch..Augusto Rosragni, "Autonomia della letteranua latina (In)", en Llfatia LmnaM, 4 de junio de 1933, cit.
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Gramsci contina en este pargrafo el anlisis critico del citado ensayo de Augusto Rosragni "Autonomia della letteratura latina", para el cual dr. tambin Cua demo 15 (11), 8 M, y en este mismo Cuaderno, el precedente Q 32. En particular Gramsci se ocupa aqu de la primera parte del ensayo aparecida en Lltntia Lel* raia,21 de mayo de 1933, cit. Toffanin,&f mafu l'umnesimo. cit. Para el conocimiento de rsta ohra por parte de Giamsci, dr. nota 7 al Cuaderno 5 (Do, 123. Q
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Esta novela no se conserva en el Fondo Gramsci; sin embargo es probahle que Gramsci la haya ledo en este periodo tomndola de la hiblioteca de la crcel de Turi o de la crcel de Civitavecchia, adonde fue trasladado el 19 de noviembre de 1933 y donde permaneci hasta el 7 de diciembre, fecha de su traslado a la clinica C m m a n o de Formia
' Seudnimo de Luigi Fedenoni. ' Bonaventura Zumbini, estudioso de la literaturaitaliana, muerto en 1916. En 1878
sucedi a Luigi Settembiuii en la ctedm de la Universidad de Npoles. En el j u t cio de Gramsci pueden haber i d u i d o Las crticas de Croce ( d ren particular Conumarionl oitiche, serie i, cit., pp. 181-84). Por lo que respecta a Arturo Farinelli. profesor de literatura alemana en la Universidad de Turn en los &os en que Gramsci era estudiante, debe recordarse el inters con que su obra e a seguida en el ambiente ordinovista Cfr un articub resea de Togliatti en el Drdinr N u m , serie 1, 15 de mayo de 1919 (aiio 1, n. 2). "'Franche parole a la mia nzione' di A. Farinelli", ahora en Palmiro Togiiim, Opere, 1, Edito" Riuniti, Roma, 1976. pp. 3G33; cfr tambin una semblanzaescrita
17 de febrero de 1921. Palabras de admiracin por Farineiii (en contraste con el juicio negativo expresado en los Cuadernos) x encuentran tambin en un articulo de 1913 en el Cmnrrr GziumC fonoatribuibles al joven Gramsci; cfr. "Perla verir". cit. pp. 3-5. De esta cita directa -vase tambin una mencin en el Cuaderno 15 (n), 52- x S desprende que Gamsci tena la novela de Turgunicv, aunque no se haya conservado entre los libros de la crcel. Se ha conservado, por el contrario, otra novela de Turguniev, Le rnrmmic di un roziafme Slavia, Turin, 1929 [G. Ghilarza, C.
~ T C ] .
'
El trmino h a est en el tomo XVIII de la Ennclopedio ILnliznn, publicada en 1933,y ocupa las pp. 5E94. La cita puede haber sido tomada de una fuente indirecta o de un extracto.
'
Una alusin a la funcin de partido del Conicrc dclh Scm err ya en el discurso pronunciado por Gramsci en la Cmara de Diputados el 16 de mayo de 1925 (ahora en CPC 7185).
5 38. "Literatura popular." Texto A. la primera parte est tomada de un texto C del Cuaderno 21 (XVII). B 1: T e xo de los problemas" (ya en L W , 57-58); la segunda y tercera parte son retomadas en dos textos C del Cuaderno 23 (VI), $ 1: "Regreso a De Sanctis". y 5 2: "Una nota juvenil de Luigi Pirandello" (yaen L W , 5 6 y 45. .)
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'
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Gramsci alude a un adculo de Giovanni Gentile, lorniamo a De Sanctk", en Quadriuio, 6 de agosto de 1933 (ao 1, n. I ) , explcitamente recordado en el texto C del Cuaderno 23 (VI), 5 1. Para otras alusiones de G m i a este ensayo de De Sanctis, dr. Cuaderno 7 5 31, y Cuaderno 9 5 42. Este pensamiento de De Sanctis y Las menciones ~ubsiguientes Circulo filol* al coy a sus fines estn tomados de un articulo de F. Torraca, "Nel cinquantmirno annivenatio della morte di Franceaco De Sanctir. L'uomo". en Nuova Anfdogio,
m),
(m,
su vida, por la novela naturalista. Luigi PirandeiIo, "Nasta di personaggi" (Carras inditas: 1889-1933),en h a AntologuS IDde enem de 1934 (ario LXM, f x . 1483). pp. H 5 , en particular p. 5. Cfr Cuaderno 6 (Vm), 26, y Cuaderno 9 (xrv), 5 134. 8
8 39. 'Maquiavelo. El poder indirecto." Texto B (ya en MACH, 164). 8 40.Treudismo." Texto B (ya en PP,221)
41. "Maquiavelo." Texto B (ya en MACH, 218).
'
Cfr.Luigi Bongio-ni, "'La Mama: giudiii in convdsto", en N m a Anfdoga, 16 de enero de 1934 (ao LXIX, fasc. 1484). pp. 27080, en particular p. 276.
'
Cfr. Giuseppe S i r i a n ~ "Appunti sulla costituzione degli organi di comando in , guerra: en Nuova AnfobguS 16 de diciembre de 1933 (ao LXVIU, fasc. 1482). pp. 52633. Cfr. Cuaderno 6 (m),166 y nota 1. 8 Cfr. EmEm &nevar, ClaurmuiD.e In gumo odiema, F. Campitelli. Roma, 1936 [FG]. Evidentemente, sin embargo, en el momento de redactar esta nota Gramsci no tena an conocimiento directo del libro de CaneMii. Los datos indicados por Gramsci se refieren a una edicin anterior de este libro y estn basados en una resea de Ernesto Brunetta, Clausewitz", en L'lfotio LcUciana, 4 de febrero de 1934 (ao X n. 5). En el Fondo Gramsci se ha conservado tambin un opsculo de Croce sobre la obra de Clauewitz: Benedetto Croce, Azime, Surcesso r Gnidiuo. Nole in nuirgzm al %m Xrkge' &i Clausmuib, memona leda en la Academia de Ciencias Morales y Polticas de la Sociedad Real de Npoles (extracto), Tipogra f a Torella, Npoles, 1934 [FG].
43. 'Problemas de cultura. El racismo, Gobineau y los orgenes histricos de la filo sofia de la praxis." Texto B (ya en PP, 185-86).
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Cfr. Lorenzo Gigli, V t di Gobiwu, Bompiani, Milh. 1933. El libro es reseado ia enne 1933 y 1934 en varias revistas que Gramsci tena a su disposicin. Cui por
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ejemplo, una resea de Enzo Borrelli, en Leonardo, diciembre de 1933 (ao W, n. i 12), pp. 52829. Es probable, sn embargo. que para estas referencias al libro de Gigli y a las teoras de Gobineau, Gramsci tuviera presente un artculo de Aido Romano, "Gobineau", en Lifalia LUmwa, II de febrero de 1934 (ao X, n. 6). Las consideraciones desarrolladas por Gramsci en el c m del pargrafo son sin embargo independientes de este y retoman y desarrollan alusiones al mismo tema que estn ya en el Cuaderno 7 (VII), Q 51 y Cuaderno 16 (XXII). 8 13, p. 25 bis De Gobineau se conserva en el Fondo G-sci un torno de su obra sobre el Renacimiento: cfr. Joseph-Arthur Gobineau, La Rmnirranr4 WenneManz, s.t, tomo 1 [FG]. Gramsci haba ledo en la crcel de Miln, en los primeros meses de 1928, algunos viejos nmeros de la Reuuc dDmxMond, que posea la biblioteca de la crcel: cfr. LC 198. Jullian, Histman de la Gnulc, cit. Cfr. Cuaderno 5 (IX), 5 42, pp. 20 bis2 l .
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El fragmento de Aido Capasso aqu citado por Gramsci est en un artculo de A. Bici, 'Poeti d'oggi, 1 : Ungaretii o dell'analogismo", en Lmnmdo, marzo de 1934 1 (ao V n. 3), pp. 111-17, en particular p. 115 (las ciirsisas estn e n el texto). . C.Cuaderno 9 (xrv), 8 2.
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Esta informacin est tomada de un artculo de Renzo Segala, "Siciliani", en Cm&re de& S m ,23 de julio de 1934.
46. "Pasado y presente. La neuh.alidad de Suiza en 1934." Texto B (ya en PP. 124).
'
El m e n t o del discmo del consejero Gimeppe Motta citado por Gramsci est tomado de una crnica contenida en el citado nmero del Corrire & b Scra del l 23 de julio de 1934 ('Le rnanife~tarionidi Friburgo. Significative dichiarazioni del consigliere Mota?.
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i noticia est tornada de una breve crnica dedicada al Congreso Geogrfico de a Vmovia en Comcre della Ser& 30 de agosto de 1934 ("il convibutc degli italiani al Congresso Geografico di V-via").
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Cfr. Enrico Caviglia, Lc t baUaghi ddpiavp, Mondadori. Miln. 1934, p. 244 [FG]. m De Enrico Caviglia Gramri tena en este periodo a su disposicin otros dos Libros conservados en el Fondo Gramwi y que no llevan sello carcelaiio: La baffngb deih Bainnw?, Mondadori, Miln, 1930 [FGI; La d m l M r n n bu&@. Oip~EflD, Mondadori, Miln, 1934 [FGI. Cir. Canevari, &urmib c h gue>m o d i m i a cit. p. 61: "si la ofensiva sobrepasa el punto culminante del ataque sin haber alcanzado su objetivo, el cambio de fuerzas que tiene lugar genera una reaccin que es mucho ms eficaz que el ataque". Este principio de Clausewiu es recordado tambin en la citada resea de Brune tta (cfr. nota3 al precedente 5 42). que es, con toda probabilidad, la fuente directa de GramsO.
'
Esta cita de M& Kampfde Hitler est tomada con toda probabilidad de una &ente indirecta, que sin embargo no ha sido encontrada.
'
Za economo poIifica es la cien& que tiene su origen en estos puntos de vista, pero luego debe mostrar la relacin y el movimiento de las masas. en su determinacin cualitahva y cuantitativa y en sus complicaciones.Es sta una de las ciencias que ha surgido en la poca moderna, como en su propio terreno. Su desarrollo muestra el espectculo interesante del modo como el pmsan*nto (v. Smith, Say, Ricardo) de la cantidad infinita de hechos individuales, que se encuentran p+ mero ante l, descubre los principios simples de la cosa, el intelecto activo en ella y que la gobierna" (Georg Fnedrich M'ilhelm Hegel, Lituannrli dijloroJm del di"no, parte UI,seccin 1 , 189, Lateiza, B*, 1965, p. 172).Gramxi recurri pro. 1 bahlemente a una fuente indirecta, que sin embargo no ha sido localizada
'
Con toda probabilidad Gramsci tena presente a este respecto el libro de Maurois, La vie deDUrOeIS cit., c6. en particular pp. 273 a.
Cuaderno 18 (Xxxn-iV bs i)
5 l . %RiuUta dlfalio..." Texto C (ya en MACH, 211-12): es utilizado un texto A del Cuaderno 2 ( X X N ) , 5 31: "NicolsMaquiavelo".
'
(m. 5 31.
5 2. 'Pasquale Villari, Nicmlo Mochimelli e i n<m mp." Texto C (ya en MACH, 212): es utililado un texto A del Cuaderno 2 (XXW), 5 36: 'Maquiavelo".
'
5 36
5 3. "Artculode Luigi Gavina.." Texto C (ya en MACH, 120-21): es utilizado un texto A del Cuaderno 2 Ticols Maquiavelo".
(m, 5 41:
Cuaderno 19 (X)
8 1. "Una doble serie de investigaciones..." Texto C (ya en R 34): es utilizada la premisa de un texto A del Cuaderno 9 (m,89, 5 dr. en particular p. 68.
'
8 2. =LE& del R*or@niento... Texto C (ya en R. 41-44): son utilizados una pane del citado texto A del Cuaderno 9 (m, 89, dr. en panicular pp. 68-58 bis, y otro texto A del mismo Cuaderno, 9 99: O -LEfa dd R*mgimmfo de Omodeo y los orgenes de la Italia moderna".
'
3. "Losorgenes del Risorpirnento." Texto C (yaen R. 47-55): son utilizados dos textos A del Cuaderno 9 (XIV), 8 101 y 108, con el mismo tulo: =Orgenesdel Risorgimento"..
' Esta anotacin est tomada al pie de la leva del texto A, donde la referencia de
' Cfr. nota 1 al Cuaderno 9 (m, 108. 5 Cfr. nota 2 al Cuaderno 9 (m, 108. '
G m x i estaba en el 4 89 (21 del Cuaderno 9 ( X M . .. . .
Cfr. nota 3 al Cuaderno 9 ( W , 108. C6i nota4 al Cuaderno 9 8 108. Cfr. nota 2 al Cuaderno 6 (Viii), 8 46: la remisin est ya en la nota 5 del Cuaderno 9 (>o, 108. Q Para las polmicas clericales con respecto a la Stain dEumpo dr Cuaderno 10 (XXXiii), parte 1, 8 4, p. 44, y notas4 y 5. * Para este libro de Salata m. nota 6 al Cuaderno 5 (M).O 141. 'O m.nota 6 al Cuaderno 9 108. " Cfr. nota 7 al Cuaderno 9 O 108.
(m,
(m, (m,
" "
Cfr. nota 8 al Cuaderno 9 (xiv). 108. Cfr. nota 9 al Cuaderno 9 (m'), 108. 5
Q 4. Tiibliografia" Texto C (ya en R 178):es utilizada una parte del citado texto A del Cuaderno 9 ( W , 3 89, en particular pp. 68 bis69, junto con oaos dos textos A del mismo Cuaderno. 3 1W: 'Bibliografia", y 9 109: -Bibliografa".
'
(m, 109. Q
Q 5. 'Interpretaciones del Risorgimento." Texto C (yaen R 55-67): es u t i k d a unaparte del citado texto Adel Cuaderno9 ( W , Q 89, en panicular pp. 6971, junto con o w n textos A del mismo Cuaderno, 5 91: 'Interpretaciones del Risorgimento", 5 104, Q 106: Tutor& f e t i c h i i , 107: "Adolfo Omodeo", Q 111: 'Missiroli y la historia italiana moderna*, 5 127: Tisorgimento".
Cfr. nota 6 al Cuaderno 9 Q 89. Cfr. nota 8 al Cuaderno 9 (xiv),Q 89. En el Fondo Gramsci se conservan los siguienteslibros de Solmi y de Salratorelli: Solmi, DUcorsi niPo std i f d i a . ct; Luigi Salvatorelli, IlpoUUmpotico fatiano i. del 1700 al 1870, Einaudi, Turn, 1935 IFGI. Cfr. nota 1 al Cuaderno 6 Q 35;la remisin e s 6 ya en la nota 9 al Cuaderno 89. 9 Cfr. nota 10 al Cuaderno 9 (xiv),3 89. Cfr. nora 11 al Cuaderno 9 (>o. 89. Q Cfr. nota 12 al Cuaderno 9 5 89. Cfr. nora 1 al Cuaderno 9 Q 91. Cfr. nota 13 al Cuaderno 9 (>o, 89. Q 'O Cb. nota 14 al Cuaderno 9 (>o, 89. Q Cfr. nota 15 al Cuaderno 9 (>o, 89. Q Cfr. nota 16 al Cuaderno 9 5 89. Cfr. Cuaderno 3 (XX), Q 40 y nota 4, y Cuaderno 7 (VII), Q 44 y nota 2; la remisin e s 6 en la nota 17 al Cuaderno 9 Q 89. " Cfr. nota 18 al Cuaderno 9 3 89. 15 Cfr nota 19 al Cuaderno 9 (>o, 89. Q l6 Otra alusin de Gramsa a la teora giobertiana de la derivacin pehgica de los itaiianos se M l a en el Cuaderno 14 (1). 3 72. " Cfr. nota 1 al Cuaderno 9 5 106.
(m,
'
(m,
m),
(m,
(m.
''
(m,
(m,
(m,
(m,
542
a Cfr. n
' Cfr. nota 3 al Cuaderno 9 (m, 106. o 4 al Cuaderno 9 (m, 106. " Cfr. nota I al Cuaderno 9 (m, 107. Cfr. nota 3 al Cuaderno 9 (m,89; la remisin est ya en la nota 2 al Cuaderno 5 9 (xrv), 8 107. " Probablemente estaobservacin sobre el juicio de Sal\atorelli en tomo a la
dEui0pa de Croce y a la Eii del Rirqinutilo de Omodeo deriva de un recuerdo basado en una interpretacin errnea dada por G m s c i a im pasaje del artculo de Luigi Salvatorei, "U pensiero di Bismar&", en La Culiuro, abriljunio de 1932 (ao XI, fasr 11),pp. 295-316. Aqu Salvatorelli, ocupndose de la obra de Johmnes Ziekunch, Pditirche Gachichte d a w r n dnilrdim I(nirniclur (3 vols., Frankfurt a m Mein, 1925-1930). escribe que "Ziekunch se enfrenta con las tendencias de la historiograa contempornea, tales como pueden verse entre nosotros en la StaM dEumpade Croce o tambin en LifoddllirorgiinnfoifnGanode Omodeo. Estos dos autores consideran la obra bismarckiana desde un punto de vista anlogo al de Ziekunch (se podr observar que en aqullos prevalece la orienracin liberal, y en ste la democrtica)-. La diferenciacin entre la orientacin liberal y la democrtica se refiere, pues. no a Croce y a Omodeo, sino a Croce y Omodeo de una parte y a Ziekursch de la o u a Se trata de la obra de Adolfo Omodeo, Motnmto &1In vila d i g w a . Dodinn e do& Ltfere dci codufi publicada por entregas en La Critica desde el 20 de junio de 1929 hasta el 20 de noviembre de 1933. Para referencias de Cramsci a e n t r e w &ladas, cfr. Cuaderno 8 (XXVnI), 119 y nota 2, y Cuaderno 9 (XIV), 43 y nota l. La obra fue posteriormente recogida en un libro: Adolfo Omodeo, M m t i della uifa di gumo. LateBar, 1934. Sobre Naldi & Cuaderno 1 (XVI), 116. p. 76; la remisin est ya en la nota 3 . al Cuademo 9 ( X W I , 107. Cfr.notaIalOladerno9 111. Cfr.notaZalCudemo9 111. Cfr. Cuaderno 3 (XX), 40, y nota 4, y Cuaderno 7 5 44, y nota 2; la remisin est ya en la nota 3 al Cuaderno 9 111. BCfr.n~ta4alCuademo9 (W.5 111. Cfrnota5alCuaderno9 111. Cfr. nota 17 al Cuademo 1 (XVI), Q 43. Alusin a la obra de Piero Gobetti, Risqinzmfo -S mi, ciL
"
(m, (m,
(m,
m),
(m,$
''
6. Za cuestin iraliana" Texto C (yaen MACH, 195%): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 "Ia cuestin italiana".
(W, 105: 5
'
7. "Sobre la esiructura econmica nacional." Texto C (ya en MACH. 185.88): san utiliados dos textos A del Cuaderno 9 8 110: "RodoIfoMorandi, Simia ddLi grn& indurtna in Itno", y 112: "La industria italiana".
'
Cfr.nota1alCuaderno9(XN), 110.
8 8. =Lassectas en el Risorgimento." Texto C (ya en R 132): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 en el Risorgimento".
'
8 9. "Corrientes populares en el Risorgimento. Carlo Bini." Texto C (ya en R 1 4 : es utilizado un texto A del Cuaderno 9 6) 8 92: Corrientes populares en el Rirorgimento (historia de las clases subalternas). Cado Bini".
(m,
'
'
Cfr. nota 1al Cuaderno 9 8 92. Cfr. nota 2 al Cuaderno 9 (XIV), 92. C: nota 3 al Cuaderno 9 (XN), 8 92. Cfr. nota 4 al Cuaderno 9 5 92.
(m, (m,
10. T o s escritos del padre Carlo Maiia Curci." 8 Texto C (yaen R. 188): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 (XIV), 94: 'Bibliografa".
'
(m, 5 94.
P 11. "Caractersticaspopulares del Risorgimento. Volunfanos e intervencin popular." Texto C (ya en R 165): es u t i h d o un texto A del Cuaderno 9 (XIV), 5 %: "Caractersticas populares del Risorgimento. Voluntanos e intervencin popularB.
'
544
8 12. Za posicin geopoltica de Italia La posibilidad de los bloqueos." Texto C (indito): es utilirado un texto A del Cuaderno 9 (>o.5 118: ILa posicin geopoltica de Italia La pasibilidad de Los bloqueos".
'
5 13. Tubli-in y examen de los brm y memorias de los antiberales y antihance ses en el periodo de la Revolucin rancesa y de Napolen y reaccionarios en el pen* do del Risorgimento." B 113. Texto C (ya en R, 130-31): es utilizado un iexto Adel Cuaderno 9
(m,
' Cir,nota 1 al Cuaderno 9 (m, P 113. ' Ch: nota 2 al Cuaderno 9 (m, 113. 5 ' Cfr. nota 3 al Cuaderno 9 (]o,113. 5
5 14. 'Yarlo Felice." Texto C (yaen R 182): es utiluado un texto A del Cuaderno 9 lice".
(m,116: W l o F e 5
'
5 15. "ia'la~e~lucin 1831." de Texto C (ya en R 182): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 . lucin de 1831".
'
5 16. 'Prosper Merime y el 48 italiano." Texto C (ya en Q 169): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 (XW), Q 114: 'Merime y el 48".
'
545
'
18. "El 1849 en Florencia" Texto C ()a en R 153-54): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 1849 en Floreiicia".
(m,102: "El 8
'
(m,102 5
19. 'Momentos de vida intensamente colectiva y unitaria en el desarrollo nacional del pueblo italiano." Texto C (ya e11 R 112-14): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 (XIV), 8 103: "Mo mentos de vida intensamente colectiva y unitaria en lavida del pueblo italiano'.
'
( W 5 103. ,
3 20. 'Xisorgimento y cuestin oriental." Texto C (ya en R 11012): es utilizado un texto Adel Cuaderno 9 gimento y cuestin oriental",
(m),93: %sor-
'
Ct nota 1 al Cuaderno 9
(m,93. 8
5 21. "La 'enseanza mutua'." Texto C (ya en R 186): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 "Risorgimento".
(m, 123: 5
'
(m,123 5
( W 5 129: Xisorgi,
22. "Comentes populares." Texto C (ya en R 185): es utilizado un texto A del Cuaderno 9 mento. El nudo histrico 1848-49".
'
546
Q 23. 'E. De Amicis y G. C. Abba" Texto C (ya en LW, 133, y en R 187): son utilizados dos textos A del Cuaderno 9 (m, 126: "Risorgimento", y Q 5: "Risorgimento italiano. Insurreccin de Palermo de 1866".
'
(m,
y del Estado moderno en Italia" Texto C (ya en i t 69-89): es utilizado un texto A del Cuaderno I (XVI), 44: 'Direc8 cin poltica de clase antes y despus de la llegada al gobierno".
' Cfr. nota 1 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. ' Cfr. nota 3 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44.
Q 44.
Cfr. nota 2 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 4 , y nota 1 al Cuaderno 4 (XIII), Q 57. 4 Cfr. nota 4 al Cuaderno 1 ( M ) . Q 44.
Cfr. nota 6 al Cuaderno 1 ( M ) . 8 44. Cfr. nota 7 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. Cfr. nota 8 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 4 . 4 Cfr nota 10 al Cuaderno 1 (XVI). Q 43; la remisin est ya en la nota 9 al Ciiaderno 1 ( M ) , 8 44. 'O Cfr nota 10 al Cuaderno I ( M ) , 8 44. " Cfr. nota 11 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. " Cfr nota 12 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. " Cfr. nota 13 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. Cfr. nota 14 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. l5 Cfr. nota 15 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. Cfr nota 16 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. " En realidad, por lo que se refiere a las afirmaciones de Croce. Malatesta respondi en un annilo del lm@o de Ginebra; d r la ltima parte de la nota 16 al Cuaderno I (XVI), 5 44. CfTi nota 17 d Cuaderno I ( M ) . Q 44. l9 Cfr nota 18 al Cuaderno 1 ( M ) . Q 44. m Cfr. nora 19 al Cuaderno 1 ( M ) . 44. Cfr. nota 20 al Cuaderno l ( M ) , Q 44. Cfr. nora 21 al Cuaderno 1 ( M ) , Q 44. Cfr. nota 22 al Cuaderno 1 (m), Q 44.
'
"
" "
"
" ''
"
" "
Q 25. "Antisemitismo en el Rkorgirnento." Texto C (ya en R. 168): es utilizada una parte del citado texto Adel Cuaderno 1 (XVI), 5 19: "Noticiassobre las relaoner enmejudos y crisiianm en el Risorgimento".
'
'
Cfr. notas l y 3 al Cuaderno 1 ( m ) , 8 19 Cfr. nota 2 al Cuaderno 1 ( m ) , Q 19. Cfr. nota4 al Cuaderno 1 ( m ) , 19.
5 26. Za relacin ciudairkampo en el k a g h e n t o y en la esmimua nacional iiaoana" Texto C (ya en R 95-1W):es utilizada una parte del texto A del Cuaderno 1 (XVI), $ 43: Xeuistas tipo", en partidar pp. 24 bis29 bis.
t en el Cuaderno 5 (m), 157. nota 16 al Cuaderno 1 (XVI),5 43. " Cfr. nota 17 al Cuaderno 1 ( m ) ,5 43. Cfr. nota 18 al Cuaderno 1 (XVI), 5 43. Cfr. nota 19 al Cuaderno 1 ( m ) ,$43. " Cfr. nota 20 al Cuaderno 1 ( M ) ,5 43.
5 27. l o s mcderados y los intelectuales." Texto C (yaen R. 104.5): es utilUadn un texto A del Cuaderno 1 ( m ) , 46: 'las mc5 d e d o s y los intelectuales".
Cfr. nota 1 al Cuaderno 1 ( m ) ,5 46. Sobre el movimiento de Ferrante Aporti cfr. tambin el Cuaderno 5 (K),5 3; la remisin est ya en la nota 2 al Cuaderno I ( m ) ,5 46.
D 28. "Direccin poltic-ilitar del movimiento nacional italiano.* Texto C (ya en if, 9095): son utilirado6 algunos textos A del Cuaderno 1 (XVI),$ 114: Tsorgimento. Direccin poltica y militar", 5 117: "Direccin poltica y militar en el Risorgimento". 5 118: "El problema de Im v~lunmios el Risorgimento". 8 119: en Za demagogia", 5 129: T I ms difundido lugar comn".
'
'
5 II donde el voluntarismo es visto como 'sustituto de la intervencin popular". Otras notas de Gramsci sobre el mluntarismo estn en Cuaderno 13 (m), y Cuaderno 14 (I), S 18. 5 29,
Q 29. E nexo 184849. No-" 'L TextoC (yaen& 109-10):es utilizadoun textoAdelCuaderno 1 ( M ) , S 121: 'No1849".
'
'
Cfr. nota l al Ciiaderno I ( m ) , 3 121. Cfr. Cuaderno 6 m),119, y Cuaderno 5 (IX). 12. 5 Q Cfr. Antonio Monti, "Onoranre amencane a Filippo Caronti", en C m n m dello% .
m 14 de mayo de 1934. ,
continua que el gobierno austriaco haca a los n* bles del Lombard*Vneto." Texto C (ya en R 137-38): es utilizado un texto A del Ciiaderno I (m),115. 5
'
8 31. 'Italia real e Italia legal.Texto C (ya en & 176-77): es utilirado un texto A del Cuaderno 1 ( m ) . $ 130: 'Italia real e Italia legal".
'
5 32. "Piero Pieri. i i di Napdi ddlugUo 1799 al ~ u m 1806." o Texto C (indito): es utilizado un texto A del Cuaderno 1 ( m ) . Q 83.
C: nota 1 al Cuaderno 1 ( m ) , Q 83; sobre el mismo libro de Pie dr.el subsiguiente 48 que retorna un texto A del Ciiaderno 3 (XX), 134. 5
33. "Giovanni Maioli. Ilfondatoic d e l b SmiUi NmonaL." Texto C (ya en R 186): e utilizado un texto A del Cuaderno 1 ( M ) , 5 84. s
'
5 34. "Giwppe Solitro, D w janigwati gournim dcU'Arrrtlrn" Texto C (ya en R 182-83): es utilmdo un texto A del Cuaderno 1 (XVI), 5 85
'
8 35. Tioberti y el catoliUsmo liberal." Texto C (ya en R. 147): es utilizado un texto A del Cuaderno 1 (XVi), 5 88: "Gioberti".
'
5 36. "Augusto Sandona" Texto C (ya en R. 182): son utilizados dos textos A del Cuaderno I (XVI), O 108: 'Sobre el Risorgimento" y 5 111: "De Augusto Sandoni".
'
37. "Confidentes y agentes provocadores de Austria." Texto C (ya en ES 14142): es utilizado un texto A del Cuaderno 1 (XVI), 5 109
Cfr. nota I al Cuaderno 1 ( M ) , 5 108; la remisin est yaen la nota 1 al Cuaderno 1 (XVI), 109.
8 38. 'El nexo 184849." Texto C (ya en R 108-9): es utilizado un texto A del Cuaderno 1 ( m ) , vadicciones de los moderados antes del 48".
P 1L : D n O
'
Cfr. nota 1 al Cuaderno 1 (XVI), O 108; la remisin est yaen lanota 1 al Cuaderno 1 (XVI), 110.
5 39. '2a Constitucin espazoia de 1812." 9 Texto C (yaen R, 131):es utilizado un texto Adel Cuaderno 1 (m), 140: %Con* titucin espaola del 12 en el Risorgimento".
9 40. 3icilia" 5 Texto C (ya en R, 13536):es utilizado un texto Adel Cuaderno 3 (XX). 24: "Motivos del Wrgimento. El separasmo siciliano".
5 41. 7nterpretacione-s del Risorgimento." s Texto C (indito): e u t i l i o un texto A del Cuaderno 3 ( m ) , 5 65.
42. Tederico Confalonieri." Texto C (ya en 8,13839): es utilizado un texto A del Cuaderno 3 ( m ) . 5 81
' Cfr. nota2 al Cuaderno 3 ( m ) , 9 81. ' e. 3 al Cuaderno 3 (XX), 81. nota P
9 43. "La muerte de Viuorio Emanuele U." Texto C (ya en R, 187): es utirado un texto A del Cuaderno 3 (XX), 84 5
'
Cfr.notalalCuaderno3 (lM),$81.
' Cfr. nota 1 al Cuaderno 3 ( m ) , 5 84. ' Cr. nota 2 al Cuaderno 3 ( m ) , 5 84.
9 44. Tederico Confalonieri." Texto C (ya en R, 141): es utirado un texto A del Cuaderno 3 ( m ) , 8 92.
' Co-. Alessandro D'Ancona, Fcdmm Gmfakmiai,Miln, 1898. Este libro es citado repetidas veces por Luzio en su estudio, recordado por Gramsci, sobre Salvovi. ' La informacin sobre el dramade ALessiest tomadapmbablementede una cr.
nica del Conicnddln Scm 2A de agosto de 1934, en la que se da noticia de un l-
me basado en este drama ("Comere t e a d e : Un be1 successn italiano con 'Teresa Confalonien'-).
Q 45. "La Repblica Partenopea y las clases revolucionariaJ en el Risorgimento." Texto C (ya en R 129): es utilizado un texto A del Cuaderno 3 (XX), Q 103: "El Ri~isorgimento y las clases revolucionarias".
'
Q 46. TI pueblo en el Risorgnento." Texto C (ya en R 16263): es utilizado un texto A del Cuaderno 3 (XX), Q 107: Zas daJes sociales en el Risorgimento".
' Cfr. nota 1 al Cuaderno 3 ( m ) . 5 107. ' Cfr. nota 2 al Cuaderno 3 (XX), 5 107.
Q 47. 'lcia y la alcacboh" Texto C (ya en R 165): es utilizado un texto A del Cuaderno 3 (XX), Q I D "El Risorgimento".
'
Se alude aqu a la ancdota sobre Viuorio Emanuele atribuida a Quintino Sella y reproducida en las memode Ferduiando Martini, recordadas repetidas veces por G m s c i : &. en particular el Cuaderno 3 (XX), Q 38, p. 19 y nota 2, y el Cuaderno 6 W), 114, p. 50 bis.
5 48. Wero Pieri, ll Regm di Napdi dd hrglio 1799 ai nam 18M." Texto C (ya en R 180): es u W o un texto A del Cuaderno 3 (XX), Q 134
'
Q 49. T nudo histrico 184849." i Texto C (ya en R 108): es utilizado u n texto A del Cuaderno 3 (XX), Q 158.
5 50. "criterios introductivos." Texto C (ya en R,6768): es ufikado un texto A del Cuaderno 3 (XX), 8 159: "Risorgimento". 5 51. ' I T nudo histrico 1848.19." Texto C (ya en R 1Fd-85): er u 6 h u l o un texto A del Cuaderno 3 ( m ) , 8 162
'
Cfr. nota 1 al Cuaderno 3 (XX), 162. 8 Cfr. nota 2 al Cuaderno 3 (XX), 8 162.
'
Cfr. Leonetto C i p w i i , AmmturcdclLi nria t& Zanichelli, Bolonia, 1934. Gramsci i, con toda probabilidad tena presente el amplio extracto de esta obra publicada por entregas, con el mismo titulo. por la Nuoua Anfobgin: 1, 1" de diciembre de 1933 ( z i o IXVIII.k. 1481). pp. 321.5); 11, 16 de diciembre de 1933 ( h c . 1482), pp. 495-525: m,1' de enero de 1934 ( z i o LXIX, fasc. 1483), pp. 8 M l X N, 16 de enero de 1934 (fasc. 1484). pp. 24469; V. 1" de febrero de 1934 (k. 1485),pp. 357-8RVI, 16 de febrero de 1934 (fac. 1486), pp. 600-27. Sobre el tema al que alude Gramsci dr. en particular la tercera entrega.
8 53. "Luzio y la historiografia tendenciosa y facciosa de los moderados." Texto C (ya en R 119-23):ron u t i l i o s dos textos A del Cuaderno 3 (XX), 8 163: "La 'historia del Riorgimento' de Alessandro Luzio", y 5 125: "Luigi Castellazzo, el proceso de Mantua y los ouos pmesos bajo Ausma".
'
ral de Viena. segn la cual "el delito de alta traicin es tal solamente si la relativa accin fracasa; si sta tiene xito el delito no existe". Cfr. otra alusin de Gramxi a la polmica Lwio-Andryane en Cuaderno 8
"
Cfr. nota 2 al Cuaderno 3 (XX), 125. Cfr. nota 3 al Cuaderno 3 (XX). 5 125. Cfr. nota4 al Cuaderno 3 (XX), 125. Cfr. a este respecto Cuaderno 6 (VIII), 114.
'
'
1934. A la peticin de gracia dirigida por Confalonieri al emperador y citada por Silvio D'Amico en iin captulo de su libro CoUlu,Gramwi s refiere ms ampliamente e en el Cuaderno 8 (XXVIII), 91. Las indicaciones sobre la novela de Riccarda Huch estn probablemente tomadas de la seccin 'Libri Ricewti' del Comcrc ddln %4 28 de septiembre de 1934.
55. "Los acontecimientos de febrero de 1853 en Miln y los moderados." Texto C (ya en R 152-53): es utirado un texto A del Cuaderno 6 (VIU), 5 1: "Risorgimento. Acontecimientos de febrero de 1853 y moderados daneses".
'
5 56. ltaiia en el siglo XVIU." Texto C (ya en R 127-28): es utilado un texto A del Cuaderno 6 (WI). 6: "Risor* mento. Iralia en el siglo XVIII".
' Para la critica de Jacquer Balliville a la poltica de los dos Napoleones a la que
Gramxi alude repetidas veces, cfr. en particular Cuaderno I (XT), 44 y no8 ta 29.
'
(m), . 6
57. T a Repblica partenopea" Texto C (ya en R, 130): es utilizado un texto A del Cuaderno 6 (VIII), Q S: Tsorgimento italiano. La repblica partenopea".
'
m),8. Q
Antdoao, l0 de febrero de 1935 (ao W<, fasc. 1509). pp. 439-50, c .' cular p. 445.
en parti-
FotocompaiSn: Aifavit. S A. de C. V. . Impresin: Encuadernann Tcnica Edito"a1. S. A. Calr. San Lorenzo 279,454,09880 M&rico.D.E
Emilio Garca Riera Mxico visto por el cine srtrnnjno Tomo 1: 1894.1 940 Tomo 11: 1906194OJilmografia Tomo 111: 1941-1 969 i. Tomo I! 1941/1969filmografia Tomo V 197@l988 i Tomo V : 197@1988filmngrnfia Jaime Garca Terrs El leatru de los aacuntecimientos Antonio Gramsci Cundnnos de la rnrcel l6 uolrnmesl Hugo Hiriart Disnlucin sube las lulara?ius Sobe la n a f u r a h de los w o s Brbara Jacobs Omito a el tiempo Meri Lao Las S i r e m Jos Lezama Lima Diarios (193949 / 19658) Hctor Manjarrez El camino de los sentirnienlos Antonio Marimn Mas voces cantando Carlos Monsivis Dius de parda7 Amm perdido A ustedes les comtu. AnlologiB de la crnica en Mxico Entrada libre. Crnicus de la suciedad yue se mganira Los ritualu del caos Nunio catecismo para indios T~?II&J Augusto Monterroso La paiaba rnagicu Edith Negnn Nocturno en que f o h se oye. J o ~ i h u e l f < ante la m'tica u Jos Clemente Orozco .4utubiograJia Curtas a ~Waiga?ita Octavio Paz Apariencia desnuda (La obra de Marcel Duchamp)
Armando Pereira (comp.) La esmtura hnplice. Juan Garda Ponm ante la mtico Sergio Pitol El arte de la fuga Pasin pm la l r a m Elena Poniatowska La noche de Tlalelolco Fuerte a el silencio Nada, d i e . Las u m del l m b h o Luz y luna, las lunitos Silvestre Revueltas Silvestre Rmeltas pm l mLrmo Jos Rodrguez Feo Mi m e s p o n d n n a wn Laama LiRlo Mara Rosas TepoztlUn: Crniul de desliurtos y reristacia Guiomar Rovira Mujeres de maz Eduardo Serrato Tiempo cman, tiempo abterlo. Sergiio Pitol ante la crtica Pablo Soler Frost Cartos de Tefmiln Hugo J. Verani La hoguera y el uiento. JosEoUlio Pacheco ante la otica Jorge Volpi La imaginaan y el poder. Unn histmia idectunl de 1968 Paul Westheim Arte antiguo de Maiw I ~ f u n d a l n e n t a ~ arte prehispanico m Mnco del Escultura y ceram'ca del M&co antiguo Eric Wolf Pueblos y culturas de Mesoamnco Vanos autores El ojno de e.scritm [Entrevistos u m granda autmsl