Pandillas en Centroamérica y México

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MARAS, CLICAS O PANDILLAS EN CENTROAMRICA Y MXICO Ramiro Anzit Guerrero 1.

Orgenes A principios de los aos 80 llega a los Estados Unidos, principalmente a Los ngeles (California), un grupo numeroso de inmigrantes salvadoreos que escapaban de las sangrientas guerras internas que viva El Salvador (1). Algunos de estos jvenes forman las agrupaciones que tomaran el nombre de Maras y cuyas dos vertientes principales seran la Mara Salvatrucha (MS 13) y la Mara 18 (MS 18). La palabra mara deriva de las hormigas marabuntas en alusin a la forma en que stas se expanden, invadiendo y devorando todo lo que encuentran a su paso. La palabra Salvatrucha estara formada por El Salvador y trucha, expresin que define al sujeto que es hbil o astuto para escaparse de la polica. Sus miembros son conocidos como mareros. Con el tiempo, otras comunidades latinas se van sumando a las maras, en particular nicaragenses, guatemaltecos, hondureos, ecuatorianos, mexicanos y peruanos. Las maras surgen en un principio como organizaciones de proteccin del barrio o la calle en la que se vive y para impedir que bandas provenientes de otros barrios sobre todo en reaccin contra el predominio de los barrios de cholos mexicanos en East Los Angeles- se apoderaran del control o el dominio de la zona. El carcter especial de estas bandas es el uso abierto y sancionado de la violencia, ya sea como proteccin o como agresin, y la prctica sistemtica del delito. El consumo de drogas y el aumento constante en la adquisicin y el uso de armas aceleraron esta espiral de violencia hasta lmites extremos. Pronto el narcotrfico, el trfico de armas, los asaltos y otras actividades delictivas se convirtieron en las acciones principales de las maras. La pertenencia a una mara le otorg a muchos jvenes desocupados, sin familia, sin documentos y provenientes de hogares dispersos por la guerra civil y la miseria, una identidad. El Barrio, la clica, con su forma de vida denominada la vida loca se transform en una razn de ser y un lema: Por mi madre vivo, por el Barrio muero. En muchos casos se gener una especie de identificacin de los integrantes de la mara los homeboys o hommies- entre s, como pertenecientes a una misma familia, lo que les otorg lazos de fraternidad similares a los de las mafias criminales. A su vez, la solidaridad entre los miembros de la mara signific una total indiferencia y hasta el desprecio por el resto de la sociedad. La reaccin del gobierno estadounidense, al comprobar la gravedad de la situacin, fue encarcelar y repatriar a los miembros de estas organizaciones. Ya poco despus del fin de la Guerra Civil en El Salvador, que se logra con los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992, el Servicio de Inmigracin y Naturalizacin de los Estados Unidos elimin las clusulas que otorgaban a los salvadoreos la condicin de refugiados de guerra. En el ao 2000 los gobiernos estadounidense y salvadoreo firman un acuerdo por el cual el pas del norte se reservaba el derecho a deportar a todo ciudadano salvadoreo que cometiera delitos. El hecho de que estos delincuentes, muchos de ellos excombatientes o exguerrilleros con experiencia en la construccin de armas caseras, volvieran a sus pases de origen, permiti que se organizaran las maras en estas naciones, copiando el modelo de las pandillas en California y creando as una organizacin criminal trasnacional con sede en los Estados Unidos pero con bases operativas en los pases centroamericanos. Slo en la frontera entre Mxico y Guatemala existiran ms de 200 de estas pandillas con un total de aproximadamente 3000 miembros. En el caso de El Salvador, y en forma 1 Vol. I agosto-diciembre 2008 www.somecrimnl.es.tl

similar en Honduras, el pas se ha convertido en refugio de poderosos sindicatos criminales, compuestos en gran parte por ex miembros de los Escuadrones de la muerte, que utilizan las maras como cortina de humo para dirigir el trfico de drogas y de armas con impunidad. 2. La Vida Loca Los smbolos de la Mara Salvatrucha son el numero 13 y las letras MS, que suelen tatuarse junto a otros motivos, en diferentes zonas del cuerpo. Lo mismo con el nmero 18, en el caso de la Mara rival. Sus integrantes se distinguen por tener el cabello rapado, pantalones muy holgados y el cuerpo decorado con tatuajes, sobre todo en los brazos, pecho, espalda y rostro. En las maras de frontera (Guatemala- Mxico) algunos de los cabecillas se distinguen por tatuarse una lgrima por cada vida cobrada. Tres puntos en la zona del codo, en los nudillos o en el espacio entre el dedo pulgar y el ndice significaran, segn algunos, la-vida-loca, que es como los jvenes definen su forma de vida. Otros motivos de tatuaje son: calaveras, cruces gamadas, la imagen de la Virgen en la mayora de los casos la Virgen de Guadalupe-, telas de araas, atades, las dos caras simbolizando la tragedia y la comedia (2), murcilagos, tigres, dragones, serpientes, alacranes. Los integrantes de las maras son jvenes de entre 12 a 35 aos, aunque se da el caso de que nios de hasta 9 aos de edad se integran a estos grupos. Adems de identificarse con los tatuajes, utilizan una especie de cdigo gestual que denota pertenencia. Al principio, se utilizaron muchas palabras y expresiones provenientes del ingls, pero con el tiempo se han substituido por giros locales. Suelen tambin marcar sus zonas de control con graffitti, con smbolos que denotan la clica que gobierna la zona. Imgenes religiosas, como la de la Virgen Mara, o leyendas en estilo gtico son tambin muy frecuentes. As como los tatuajes pretenden reflejar la historia del individuo que los porta, los graffitti simbolizaran la historia del Barrio. El ingreso a la mara asume distintas formas segn la regin o el pas. Una de las ceremonias de iniciacin en la Mara Salvatrucha es que el candidato soporte 13 segundos de golpiza. En este ritual llamado brincamiento el candidato se debe pelear con tres pandilleros y en algunos casos con cinco. En otros casos debe pasar por un tnel formado por hommies quienes se encargan del maltrato. Otra de las obligaciones sera matar a un miembro de una organizacin enemiga. El consumo de drogas es cotidiano, desde aspirar pegamento hasta el uso drogas ms pesadas como cocana o crack. Se consume tambin marihuana, anfetaminas, herona y otras drogas. El consumo de alcohol tambin es corriente (cerveza, ron, tequila, guaro, etc). Las armas ms usadas son piedras, puales, machetes, granadas de mano y todo tipo de armas de fuego (pistolas, escopetas de cao recortado, metralletas, etc.). Las maras son agrupaciones estrictamente jerrquicas, a pesar de semejar fraternidades. Los cabecillas son, en general, quienes han demostrado mayor sangre fra en la prctica de los delitos, o quienes poseen una mayor capacidad de liderazgo. Sin embargo, con frecuencia se hacen votaciones por ejemplo, qu castigo recibir algn miembro de la mara que haya violado una de sus reglas-, lo que da una cierta ilusin de participacin. Muchas son las reglas que regulan el funcionamiento de las maras, y varan de acuerdo a las regiones. Las reglas ms frecuentes son, por ejemplo, la prohibicin de alternar con alguien de la mara enemiga y la obligacin de participar en toda pelea en la que la mara est envuelta. Otra 2 Vol. I agosto-diciembre 2008 www.somecrimnl.es.tl

regla comn es la obligacin de reaccionar y responder toda provocacin, aunque se est en condiciones de inferioridad. Cuando se ingresa a la clica, se ingresa para toda la vida. No est permitido el abandono de la misma, que es considerado como desercin. Es aceptado, sin embargo, que los jvenes que pasan los 30 aos lentamente vayan alejndose de la actividad delicitiva calmarse o frenar-, por lo menos los pocos que tienen la fortuna de no haber terminado en prisin, en el hospital o en el cementerio. 3. Ser mujer en un mundo hipermachista Los roles de los sexos en las maras son los tradicionales, fijados por una sociedad machista. En un principio, las jvenes slo tenan el rol de ser las novias de los mareros, y si participaban en forma activa de las acciones de la pandilla, era solamente para servir de mensajeras o correos, pero actualmente las jvenes adoptan ms y ms las costumbres de sus compaeros: ejercer la violencia, usar armas y tatuarse al igual que los muchachos. El rito de iniciacin de las muchachas en las maras tiene dos variantes: la tradicional golpiza de los trece segundos; la otra es el contacto sexual obligatorio con un nmero determinado de hommies de la pandilla. La primera alternativa es la ms corriente y la que da ms status. Quien se decide por la segunda opcin debe conformarse con una posicin subalterna en el grupo. La mayora de las jvenes que ingresan en las maras tienen entre 16 y 18 aos y, en general, permanecen menos tiempo que los muchachos. Muchas son atradas por la aparente fraternidad de la clica pero al poco tiempo se dan cuenta que los esquemas de poder son los mismos que en los de la sociedad en general. Mientras que los jvenes dicen ingresar a la mara para recibir respeto y ganar poder, las jvenes van en busca de la amistad que no encontraron en otros ambientes. La mayora de las jvenes se alejan de las bandas al quedar embarazadas, lo que sucede con mucha frecuencia, puesto que poco y nada se sabe de mtodos anticonceptivos. Todas dicen desear un futuro mejor para sus hijos, lo cual es un deseo que suele ser muy difcil de llevar a la prctica. Las jvenes que roban, se drogan, tienen relaciones sexuales con los homeboys, se tatan y utilizan la violencia, rompen con muchos ms tabes que los muchachos, reciben una condena mucho ms dura de parte de la sociedad y les resulta enormemente ms difcil separarse de la mara y reinsertarse en la sociedad. La religiosidad est tambin presente en la vida de los mareros. Muchos se consideran, paradojalmente, creyentes, y las iglesias son espacios neutrales, respetados cuando hay pelea. En las iglesias tampoco, por lo general, se porta armas. La idea es que slo Dios comprende a los mareros, y no los juzga. Todos los miembros de la mara, al ingresar, reciben un nuevo nombre, o seudnimo. El seudnimo funciona como smbolo de una nueva identidad y tambin para marcar la doble vida que muchos llevan. Con frecuencia se sabe solamente el apodo de los homeboys y no su verdadero nombre. 4. Reclutamiento La violencia de las maras es brutal, impiadosa, injustificada y, sobre todo, visible. Los jvenes integrantes de las pandillas viven en la calle, ostentan sus cuerpos tatuados y no ocultan su acceso 3 Vol. I agosto-diciembre 2008 www.somecrimnl.es.tl

a las armas o su aficin por las drogas. Representan la violencia visible y personificada, pero no debemos olvidar que forman parte de una sociedad con una carga de violencia constante en todos sus estratos: violencia de parte de las autoridades y de la polica, y violencia en la esfera privada: el maltrato a las mujeres y a los nios, el machismo, los roles de gnero, la discriminacin: desde las estructuras de poder hasta las estructuras familiares, todo est traspasado por esta cultura de la violencia. Son muchos los motivos por los cuales las maras siguen reclutando jvenes. Es una historia compleja sin soluciones rpidas o unilaterales. Muchos afirman que mientras el problema se enfoque como problema policial y se deje de lado su aspecto social y cultural no se podr frenar este fenmeno. Las sangrientas guerras civiles con su herencia traumtica y la influencia de las pandillas norteamericanas han contribuido a su formacin, pero tambin la pobreza, el desempleo, las corrientes migratorias del campo a la ciudad, la creciente urbanizacin, el derrumbe de la estructura familiar, los padres ausentes, la bsqueda de la identidad de los jvenes, la cultura de la violencia siempre presente. Y no menos el problema del hacinamiento: las viviendas nfimas, donde, estadsticamente, conviven 3,3 personas en cada habitacin, pero donde no es raro que hasta 5 adultos y 5 nios vivan en un slo cuarto y cocina. En familias donde reina el desempleo, el alcoholismo y la violencia, los nios y jvenes que no quieren o pueden permanecer en su casa tienen una sola alternativa: la calle. Y ya en la calle son presa fcil de las clicas, que les ofrecen una identidad y la ilusin de pertenecer a una familia. Otras alternativas no existen: el tiempo sobra, los adultos no tienen trabajo, los nios con frecuencia no van a la escuela y no hay canchas de ftbol, bibliotecas, cafs, discotecas o espacios donde los jvenes puedan reunirse para actividades positivas. Queda slo el Barrio o la esquina. Abandonar la escuela es, cuando no causa del ingreso a la mara, su consecuencia. Y quien no deja voluntariamente la escuela luego del ingreso a la pandilla, deber dejarla a la fuerza, puesto que las escuelas cierran sus puertas a los mareros. El temor a la violencia, el uso de drogas, las armas, son motivos atendibles, pero es, a la larga, una situacin insostenible. El contacto con la polica es, ms que contacto, un choque. Ambos grupos se aborrecen. Los mareros ven en la polica a sus enemigos y los policas suelen usar violencia no provocada y apalear a los mareros en cuanto se les presenta la oportunidad. Las dos partes recurren a la violencia como la aparente solucin de los problemas, lo cual llevan este espiral de violencia a crecer an ms. La mayora de los jvenes integrantes de las maras acaban tarde o temprano en la crcel. Se calcula que cerca del 70% ha cumplido, alguna vez, una condena de prisin (3). La mayor parte por delitos de asalto, maltrato u homicidio. Si bien existen algunas instituciones para la rehabilitacin de jvenes pandilleros, la gran mayora acaba en las crceles comunes, donde se los mezcla con delincuentes comunes y con integrantes de las maras rivales. La situacin de las crceles deja mucho que desear: hacinamiento, malas condiciones de sanidad, prisioneros que permanecen meses y hasta aos sin juicio y sin sentencia. En las crceles se reclutan nuevos adeptos a las maras, lo que hace de este castigo una contribucin a la espiral de violencia. La vida como marero es, desde todo punto de vista, desgastante. De entre los jvenes que han pertenecido a la mara ms de cinco aos, 8 de 10 quieren alejarse (segn encuestas realizadas por la UCA, Universidad Centroamericana y por UNICEF) (4) pero es un deseo enormemente difcil de realizar, puesto que son jvenes marcados por sus tatuajes y su dependencia de la droga. No 4 Vol. I agosto-diciembre 2008 www.somecrimnl.es.tl

tienen trabajo y las escuelas se niegan a recibirlos. Carecen de familia, vivienda y una red social y familiar que los apoye. Hasta ahora ha sido la Iglesia Catlica, en colaboracin con algunas organizaciones de cooperacin internacional, quienes intentan crear espacios donde estos jvenes puedan recibir apoyo en su reinsercin social, pero an queda mucho por hacerse. Un ejemplo de programa muy apreciado ha sido el del Hospital Rosales en San Salvador, que ofrece la posibilidad de borrar los tatuajes con rayo Lser, lo que significa para muchos jvenes la esperanza de una nueva vida: ser aceptados en las escuelas y poder conseguir un trabajo, metas imposibles de alcanzar para quienes estn marcados. Lamentablemente son enormemente ms los interesados en el tratamiento que las posibilidades del Hospital de brindar ayuda, pero el programa es un ejemplo de apoyo concreto en el proceso de reinsercin social. 5. Leyes antimaras Los delitos que los mareros cometen van desde robos simples hasta operaciones complejas con caractersticas de comandos paramilitares, crmenes por encargo, el paso por la frontera de ilegales y disputas de territorios por el control y el manejo de drogas. Los mareros son tambin utilizados, sobre todo los ms jvenes, por los carteles de la droga. Son la carne de can de los barones del narcotrfico: a sueldo, aprovisionados de dinero, armas pesadas y drogas para consumo propio, son pagados para introducir el comercio y vigilar la zona. Sus filas estn formadas en su mayora por jvenes pobres y sin educacin, lo que los deja en una situacin de exclusin social sin insercin en el sistema. Los ms arrojados suelen ser los miembros ms jvenes, de apenas 12 o 13 aos de edad, quienes desean ganar status en la mara. Tambin utilizan a los inmigrantes recin llegados, los cuales son ms baratos y temerarios, al venir de situaciones de una pobreza extrema. Cabe aclarar que no slo de pobres e inmigrantes se nutren las maras, ya que entre ellos se puede encontrar a personas que han pertenecido a las fuerzas armadas y de seguridad de pases centroamericanos. Algunos de stos provendran del rea de inteligencia y fuerzas especiales. Por otro lado, han resurgido las agrupaciones clandestinas de represin a la manera de los Escuadrones de la muerte, ahora conocidas como la temida Sombra Negra, que se dedican a secuestrar o eliminar a objetivos seleccionados dentro de las maras. Se ha detectado la presencia de, entre otros, miembros de la polica como integrantes de estos grupos. Varios pases centroamericanos han legislado para intentar frenar este problema. En julio de 2003, Honduras promulg reformas a su Cdigo Penal, que culminaron en la llamada Ley antimara, la cual desat una campaa inmediata de detenciones. Tres meses despus, en octubre de 2003, El Salvador aprueba una ley antimara an ms severa, que define como marero a todo aquel que se rena habitualmente, que haga seas o tenga smbolos como medio de identificacin, que se marque el cuerpo con cicatrices o tatuajes (5), la cual di origen a detenciones muy controversiales. En Mxico, al ao siguiente (2004), se procedi a la tipificacin del delito de pandillerismo, que facilita la detencin de sospechosos de pertenecer a estas bandas. Desde agosto de 2004, El Salvador ha desarrollado un programa denominado Plan Sper Mano Dura cuyo nombre hace innecesaria las explicaciones (aunque luego, a raz de las crticas, se intent cambiar este nombre por el de Plan Sper Mano Amiga). Como muchos sealan, sin embargo, combatir a las maras con la represin policial y sin medidas sociales, slo empeora la situacin. Al decir del escritor mexicano Rafael Ramrez Heredia, los mareros son como las serpientes de la cabeza de la Medusa: cuando se le corta una, nacen diez nuevas. (6) 5 Vol. I agosto-diciembre 2008 www.somecrimnl.es.tl

6. La frontera Mxico-Guatemala Segn cifras de abril del 2006, existiran cerca de 80.000 pandilleros en Centroamrica, principalmente en El Salvador, Honduras y Guatemala (7) Sin embargo, el problema de la aparicin y multiplicacin de las maras no es un problema solamente en El Salvador o en Centroamrica. Las maras se reproducen tambin en todo Mxico y desde all muchos intentan penetrar continuamente a los Estados Unidos. Se calcula que en Mxico hay 10.000 jvenes pertenecientes a las Maras, en su mayora en el estado de Chiapas. La franja fronteriza Mxico-Guatemala les brinda a las maras un espacio para actuar con mucha impunidad, lo que los llev a establecerse y crear un imperio del terror no slo contra los migrantes sino tambin para las poblaciones fronterizas de ambos pases. La ciudad guatemalteca de Tecn Umn, que funciona como embudo de los muchos migrantes que suean con probar fortuna en el pas del norte, es considerada como un nido de maras. En menor escala, lo mismo sucede en Ciudad Hidalgo, ciudad fronteriza del lado mexicano. La tctica de los mareros es la siguiente: mezclarse con los migrantes en los trenes de carga, a los que stos, tramo por tramo, van ascendiendo. Durante el viaje se identifican a quienes lleven consigo dinero u objetos de valor, y a los que son ms vulnerables, a causa de su edad o de su sexo. Eligen luego el momento ms propicio para actuar: los lugares de cruce clandestino, espacios de evasin de los controles migratorios o los espacios donde los migrantes se concentran y refugian, como ser casas abandonadas o estaciones de ferrocarril. A la primera oportunidad, atacan, asaltando y robando dinero, pertenencias y hasta la ropa y los zapatos de las vctimas. Tambin sucede que obligan a los migrantes a pagar por la proteccin que les otorgaran contra maras contrarias o contra las acciones de las autoridades. Actan generalmente armados con cuchillos, machetes u otros objetos punzantes, y casi sin excepcin, lo hacen bajo el influjo de estimulantes, drogas y alcohol. Es frecuente encontrarlos en cantinas, bares y prostbulos luego de cometer sus abusos (8). Los intregrantes de estas bandas suelen provenir de las poblaciones aledaas; son conocedores del terreno y especialistas en encontrar lugares de difcil acceso, sin vigilancia policaca, y, escondidos por la maleza o por un terreno propicio a las actividades delictivas, actan con total impunidad. Sus vctimas son muy vulnerables, y la osada de los migrantes de internarse en las zonas de descampado es justamente el ansia de evadir los controles migratorios. Muertes, heridas y violaciones son delitos cometidos a diario. Las maras fronterizas actan en grupos ms pequeos, sin un asentamiento fijo, actuando indistintamente en ambas zonas de las fronteras, lo que las hace ms difciles de ubicar y combatir. Otro factor que dificulta la accin policial es el carcter clandestino de las vctimas, quienes, por desconocimiento de sus derechos, el miedo a las represalias o la desconfianza por las autoridades, no tienen motivaciones para realizar la denuncia correspondiente. Esto refuerza la situacin de impunidad de la cual se aprovechan los mareros. Si bien las maras fronterizas han demostrado una crueldad extrema tanto en la eleccin de las vctimas ms indefensas como en el calibre de la violencia empleada, existen muchas organizaciones de este tipo en distintos puntos de Mxico. En principio se expanden siguiendo el trayecto del tren de la frontera: desde Tecn Umn en Guatemala, con Suchiate, Chiapas, a 6 Vol. I agosto-diciembre 2008 www.somecrimnl.es.tl

Coatzacoalcos, Veracruz. La Procuradura General de la Repblica (PGR) de Mxico ha registrado la presencia de mareros en Oaxaca, Jalisco, Tamaulipas y Baja California Norte. Se ha mencionado tambin Villahermosa, Guadalajara, y, por supuesto, el Distrito Federal (9). En abril del 2006 se acaba de celebrar la II Convencin Antipandillas en San Salvador, con unos 200 delegados policiales de Centroamrica, Mxico y Estados Unidos, donde se intercambiaron experiencias y propuestas para combatir y prevenir el problema de las maras. 7. La globalizacin del terror Los Estados Unidos ya han advertido sobre los vnculos que habra entre los mareros y el terrorismo de origen islmico. En este sentido han comenzado a realizar una operacin de cierre y control de fronteras con Mxico, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panam y Honduras. La finalidad sera evitar que dentro de las actividades que llevan a cabo los integrantes de las maras, como paso de ilegales, asesinatos y operativos comandos, stos se involucren tambin en acciones terroristas por encargo, como una nueva actividad criminal de las pandillas. Segn el Washington Post, en julio de 2004, uno de los lideres de Al Qaeda (Andan El Shukrijumah) se habra reunido con miembros de las maras en la Repblica de Honduras, despus de ingresar ilegalmente desde Nicaragua. A su vez tambin habra tenido reuniones en Panam. El objetivo del lder terrorista sera comprometer a los pandilleros en atentados de embajadas de pases como Espaa, Gran Bretaa y los Estados Unidos. A su vez, el fanatismo de stos jvenes se asemeja en algunos casos al que ejercen los fundamentalistas islamitas. Uno de estos hechos se di cuando en el ao 2005 en Honduras, atacaron con armamento un mnibus pblico, donde perdieron la vida 24 personas y 16 resultaron heridas. Esta accin fue un acto de venganza ante la acusacin que hicieron al gobierno hondureo de asesinar a dos pandilleros, prendindoles fuego, en crceles estatales. La red criminal de las maras se extiende en ms de doce estados dentro de los Estados Unidos y cinco pases de Centroamrica. Este es otro elemento que considera el gobierno estadounidense al sealar a los integrantes de la pandillas como una posible amenaza terrorista, al tener la capacidad de utilizar sus canales habituales para el trfico de drogas, como el paso ilegal de terroristas internacionales. Notas: (1) A causa de las guerras internas en El Salvador (1981-1992), que cobraron la vida de 70.000 personas, se inici una enorme migracin de salvadoreos, tanto dentro de los propios lmites del pas, como a los pases limtrofes y fundamentalmente a los Estados Unidos y a Mxico. En el ao 2000 viva cerca de un milln de salvadoreos en el pas del norte, sobre todo en Los Angeles, California. Luego de los terremotos del 2001 se increment an ms el nmero de inmigrantes. (2) Este curioso tatuaje, smbolo clsico de la tragedia y la comedia, simbolizara en estos casos, segn algunos, la alegra y la tristeza: la tristeza de estar tirando tiempo en la crcel, y la alegra al recuperar la libertad y poder reintegrarse a la Vida Loca de la Mara. (3) Ver Schmidt, Johan. Grupptryck: om ungdomsgng i El Salvador. Foto: Magnus Rosshagen. Rdda Barnen/ UBV, Stockholm, 1998

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(4) Ver Strm, Anna. La vida loca: rster frn gngens El Salvador (med bilder av Magnus Rosshagen). Atlas, Stockholm, 2000 (5) Ver Juan Balboa, En ascenso, la presencia de maras salvatruchas en territorio mexicano, noviembre de 2004 (en: http://ciss.insp.mx/migracion/index.php?seccion=noticias&id_not) (6) Ver Si matan al marero que lo maten! Me importa madres, entrevista de Diego Murcia y Christian Guevara a Rafael Ramrez Heredia (en: http://www.elfaro.net/Programas/Imprimir/Imprime_Pagina.asp?Url) (7) ver: noticia en El diario de Hoy: http://www.elsalvador.com/printedf/printedfv1.asp?url (8) ver: Maras Salvatruchas no reconocen la ley; dinero, drogas y mujeres, su objetivo de vida (en: http://www.lacrisis.com.mx/maras260204.htm ) Bibliografa: Bartolomei, Mara Luisa. Nios/nias y adolescentes en conflicto con la ley. Un estudio sobre la situacin en El Salvador. Instituto de Sociologa del Derecho, Universidad de Lund, 1997 Candelario, Sheila. Violencia, globalizacin y literatura: o el dilema del Eterno Retorno en El Salvador, en http://www.denison.edu/collaborations/istmo/n08/articulos/violencia... Clancy, Tom. Los dientes del tigre. Buenos Aires, Emec, 2004 Cortes, Carlos. De la banana republic a la repblica http://www.denison.edu/collaborations/istmo/n09/foro/banana.html de las maras, en

El Salvador. Lnder i fickformat. Stockholm, Utrikespolitiska Institutet, 2002 Floyd, Carmilla. Respekt. Ett reportage frn gngens & vldets Los Angeles. Fotografier av Joseph Rodrguez. Stockholm, Bokfrlaget DN, 1998 Hamilton, Nora & Stoltz Chinchilla, Norma. Seeking Community in a global city. Guatemalans and salvadorans in Los Angeles. Temple University Press, Philadelphia, 2001 Isaksson, David. El Salvador- fred mot alla odds. Utrikespolitiska Institutet, Stockholm, 1993 Isaksson, David. Efter kriget. Om barnen i El Salvador. Stockholm, Rdda Barnen, 1993 Maras Salvatruchas no reconocen la ley; dinero, droga y mujeres, su objetivo de vida, en: http://www.lacrisis.com.mx/maras260204.htm Pineda, Eduardo et al. Jvenes sedientos de amor. El Salvador, 1999 Ramrez Heredia, Rafael. La Mara. Alfaguara, Barcelona, 2004 Schmidt, Johan. Grupptryck: om ungdomsgng i El Salvador. Foto: Magnus Rosshagen Rdda Barnen/ UBV, Stockholm, 1998

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Strm, Anna. La vida loca: rster frn gngens El Salvador (med bilder av Magnus Rosshagen). Atlas, Stockholm, 2000 Diversos artculos en la prensa escrita y en peridicos y revistas digitales.

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