Despierta, Pegaso COR

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A la dolorosa muerte del Príncipe Don Juan de gloriosa memoria, hijo de


los muy Católicos Reyes de D'España Don Fernando el quinto y Doña Isabel
la tercera deste nombre.

Tragedia trobada por Juan de la Encina

Despierta, despierta tus fuerzas, Pegaso, Natura Divina, del mundo maestra,
tú, que llevabas a Belerofonte, tú muestras tus fuerças que son infinitas,
llévame a ver aquel alto monte, tú hazes, deshazes, tú pones y quitas
muéstrame el agua mejor de Parnaso, ¡qué grandes labores que labra tu diestra!
do cobre el haliento de Homero y de Naso
y el flato de Maro y estilo de Aneo,
y pueda alcanzar favor sofocleo De allá, desde el cielo la tierra dotaste
contando en España muy mísero caso. de Príncipe tal que nunca fue;
tan bueno, tan justo, tan lleno de fe,
En este trabajo Melpómene entiende, que bien pareció que en él te esmeraste.
tú, que en tragedias siempre entendiste; Como para ti así lo criaste
esfuerça mi fuerça con lloro muy triste, de mucha virtud, de mucha bondad,
de todo plazer mi pluma defiende. llegando ya al medio de su pubertad,
Si quieres que escriba, desciende, mujer muy perfeta su par le enviaste.
desciende.
La perla preciosa por mar nos traxeron,
Con una centella de tu mucha lumbre la gran Margarita, la flor de Alemaña
tú puedes, si quieres, subirme en la cumbre; juntónosla Dios con la flor de España,
pequeña centella muy gran fuego enciende. que nunca en el mundo tales dos se
vieron.
Estando Castilla en gran perdición, Las gracias perfetas con ella nacieron,
sembrada de robos por nuestros pecados, bondad y virtud, criança y nobleza,
los pueblos perdidos y muy trabajados, la pompa y estado, la gala y belleza
los unos con otros en gran turbación, y tal se la dimos si tal nos la dieron.
diónos Dios reyes de tal perfección
que fueron remedio de mal tan entero, Muy bien Alemaña y España trocaron;
dióles Dios hijo varón heredero, de España les dimos a la Archiduquesa
juntando a Castilla, Sicilia, Aragón. y ellos nos dieron preciosa Princesa,
los unos los otros contentos quedaron.
¡Oh, cuántos plazeres España sintió Y todos en uno muy bien se hermanaron;
en todos lugares haciendo alegrías, nunca se vio un troque tamaño,
fiestas las noches y fiestas los días, do no recibieron ningunos engaño,
cuando el gran Príncipe ya nos nació! ningunos perdieron y todos ganaron.
Pariólo nobleza, bondad lo engendró,
de todas virtudes tomó la criança; ¿Quién dirá el gozo que España mostró
él era de España la flor y esperança, sintiendo gran gloria destos casamientos,
de niño cresciendo su fama creció. las fiestas, los trajes, los recebimientos,
después que en España la Princesa entró?
Mostró en su niñez tal índole y muestra, De Burgos la noble, después que casó
que Lépido Emilio ni Marco Catón a Salamanca en fin se vinieron.
no dieron a Roma tan gran coraçón, Contar de las fiestas que allí les hizieron
ni fue su esperança mayor que la no fue sino sueño que en sueño pasó.
nuestra.
Mostró Salamanca tal gozo en llegando sintieron aquesta pasión de pasiones,
los Príncipes ambos, tan bien recebidos, las partes en partes y todas enteras.
que todos andaban en gozo encendidos
los unos corriendo, los otros saltando, Los cielos, la tierra y el mar, y el profundo,

saltando, bailando, bailando, danç ando, y todos los sinos y más los planetas, y
bordados y letras, romances, canciones, constelaciones, estrellas, cometas, y el
toros y cañas, cien mil invenciones, otro hemisperio del polo segundo,
los unos tañendo, los otros cantando. lloraban tal caso venido en el mundo.
Los cielos lloraban de gozo con él,
El Príncipe nuestro precioso, ecelente, la tierra y el mar de verse sin él,
ya reposado en su gran ciudad, de envidia Plutón, y en esto me fundo,
al día tercero sintió enfermedad que yo cierto creo y aún claro parece.
mostrándola poco no poco doliente. Según fue su vida, según que murió
Luego se vio muy triste la gente, que no tardó mucho que al cielo subió
aunque pensaban su mal ser liviano, y allá reina agora según que merece.
creció la dolencia pensando ser sano,
Aquel es buen reino que nunca fenece;
hasta que vino la muerte presente.
aquel es buen reino que nunca se acaba,
aquel es buen reino que a Dios siempre alaba,
No cierto por falta de más que oraciones, aquel es buen reino que nunca entristece.
que nunca cesaba muy gran multitud Allí no hay pesares, allí no hay tristezas,
a Dios mil promesas pidiendo salud, allí no hay peligros, allí no hay temores,
a santos y santas andando estaciones; allí no hay dolencias, allí no hay dolores,
plegarias y misas y mil procesiones, allí no hay miserias, allí no hay pobrezas,
mas no quiso Dios por nuestros pecados allí los tesoros, allí las riquezas,
oír nuestros ruegos no poco aquexados, allí los triunfos, allí las vitorias,
que vino la muerte sin más dilaciones. allí grandes gozos, allí grandes glorias,
allí los primores, allí las lindezas.
¡Oh, muerte cruel, dolor miserable
no tienes vergüença ni tienes temor! Acá en este mundo cien mil desventuras,
¿Por qué nos veniste llevar tal señor cuidados, fatigas, trabajos y
tan presto, tan moço de fama loable? daños, robos y muertes,
¡Oh, caso terrible, fortuna mudable, maldades, engaños, pasiones,
que nunca sosiegas con pasos dudosos, tormentos, pesares, tristuras,
muy más envidiosa con los poderosos, placeres amargos, amargas
en tal desventura no sé cómo hable! dulçuras, descontentamientos y
desesperanças, falsas firmezas de
Con mucho dolor mostrad sentimiento, varias mudanças, deleites que
sátiros, faunos, ninfas y musas, cuestan cien mil amarguras.
que aquí no tenéis de poner escusas
a tantos viniendo tan gran perdimiento; Perdió todo el mundo perdiendo su vida,
en muerte tan grande yo triste no siento placer y reposo, descanso y consuelo.
quién hay que no sienta muy gran perdición; Perdiose en la tierra, cobrose en el cielo,
razón haze fuerza y fuerza razón su vida cobrada, la nuestra perdida.
a todas las cosas sentir gran Perdido es el gozo, tristura es venida,
tormento. tristura nos manda que todos lloremos,
lloremos, lloremos, que todos perdemos
Las gentes, las aves, retilias y fieras, y cada cual pierde según su medida.
los valles, collados, las silvas, los montes,
las islas, los mares, los ríos, las fontes, Sus padres perdieron un hijo acabado,
las sirtes, los golfos, las playas riberas, la flor de sus bienes, la luz de sus ojos,
los cuatro elementos, las zonas y esperas, cobraron tristuras, pesares, enojos,
imperios y reinos, provincias, regiones, labor muy subida perdió su dechado ;
divina bondad, poder muy sobrado, Su Gran Majestad, real celtitud,
pues ya que tan presto llevarlo quesiste, nos dexa en España muy mucho dolor,
el tiempo que a él de menos le diste de aqueste dechado saquemos labor
dalo a sus padres muy acrecentado. que en su mocedad murió de tal suerte
enxemplo nos dexa de vida y de muerte
La triste princesa muy más que muguer, que muy bien viviendo, murió muy mejor.
amada y querida de su tan querido,
perdió su bien todo, perdió gran marido,
perdió que eran ambos un alma y querer.
Perdió más que nadie pudiera perder.

Murieron las glorias, nacieron cuidados,


gran pérdida vino por todos estados,
perdió todo el mundo gran gozo y placer.

Por él eran todos sin falta regidos,


ninguno de él iba jamás descontento,
a cada cual daba su merecimiento,
con él eran todos por regla medidos:
los buenos, honrados, los m alos, punidos,
y todos hallaban en él buen señor,
los pobres socorro, los ricos, amor;
los suyos quedaron del todo perdidos.

Los suyos perdieron su bien y esperança,


sus vidas, sus glorias, sus grandes favores,
perdieron consuelos, cobraron dolores,
cobraron trabajo, perdieron holgança,
perdieron firmeza, cobraron mudança,
cobraron pesar, perdieron placer,
perdieron cobrar, cobraron perder.
Perdióse del todo su gran confiança.

También con los suyos yo triste perdí


la vida quedando por siempre en tristura,
perdí mi esperança, perdí mi ventura,
perdí que quería servirse de mí.
El bien deseado por poco lo vi,
que siempre esperaba de suyo llamarme
y agora que quiso por suyo tomarme
la buena fortuna lançome de sí.

Pures Dios así quiso que así yo perdiese


tan larga esperança en tan breve suma
aquí daré fin por siempre a mi pluma,
pues mi dicha quiso que más no escribiese.
También es razón que ya no viviese
con otro señor perdiéndole tal, salvo
si fuese al príncipe igual.
Igual en el mundo no creo que hobiese.

La gran flor de España llevó Dios en flor,


en flor floreciente de mucha virtud,

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