El Servicio de Millones
El Servicio de Millones
El Servicio de Millones
LAS
DISPUTAS ENTRE EL REY Y EL REINO. EL FRAUDE EN SU
APLICACIÓN.
UN ENFOQUE INTRODUCTORIO
Por tanto lo primero que tenemos que hacer es analizar el impuesto dentro del
contexto histórico en el que se desarrolla, olvidando cualquier comparación con el sistema
actual, con el que no guarda parangón. En este sentido el, o mejor dicho los Servicios de
Millones, son un conjunto de servicios aprobados por las Cortes, más concretamente por las
Cortes de Castilla, que tuvieron su origen en un caso concreto, dar salida económica al
desastre de la Armada Invencible, y que acabaron por convertirse, a lo largo del siglo XVII en
una de las fuentes de financiación principales de la monarquía hispánica. Ello, además, debe
enmarcarse dentro de la situación complicada, tanto en política internacional, como nacional,
a la que se enfrentó la monarquía, y más concretamente el reino de Castilla.
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Cataluña y Portugal, y como forma de financiación de la cada vez más voraz maquinaria
estatal.
En este sentido debe quedar claro que cuando hablamos del Reino, representado
en las Cortes, estamos haciendo referencia a las ciudades, que son las que controlan las Cortes
en Castilla. Y dentro de las ciudades estamos hablando de las oligarquías urbanas que
controlan el poder municipal en su totalidad. Las Cortes empiezan a ver con malos ojos la
política internacional de la monarquía puesto que los fondos que ésta libra son empleados
fuera de las fronteras en casi todas las ocasiones. No obstante cederán a las pretensiones de la
monarquía a cambio de más control político de la corona, en forma de más control sobre la
hacienda del reino. Este concepto no existía en Castilla, al contrario que en la corona de
Aragón, y produce una lucha, a lo largo de todo el siglo XVII entre ambas instituciones, como
luego, a lo largo de la exposición del presente trabajo podrá verse.
Pero esa lucha por el poder no tiene sólo un sentido ascendente entre las
ciudades, o lo que es lo mismo las Cortes, y el Rey. También tiene un sentido descendente, de
ámbito municipal por el control de cómo se iba a distribuir el cobro de estos Servicios entre
los pecheros de los municipios.
Las oligarquías municipales van a utilizar este sistema, además de una forma de
coartar el poder real, como una forma de afianzar su poder municipal. Puesto que tenían
libertad a la hora de redistribuir las cantidades entre la población, y ante la falta de una
administración tributaria, tal y como la podemos considerarla hoy día, las oligarquías de las
ciudades van a generalizar el fraude en la recaudación, como parece demostrado por los
estudios realizados a ese respecto.
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La generalización del fraude conllevó otro problema. La Corona no va a ingresar
las cantidades firmadas en los Servicios, a pesar de que parece que, a la altura de 1650, éstas
habían sido superiores a las inicialmente pactadas. Es aquí donde se ve el otro gran problema
que representó este Servicio de Millones, a nuestro entender, en la época; el fraude. La
generalización de éste supuso el empobrecimiento del tejido económico del país, en una época
de crisis política, económica y social. Esta situación ya fue denunciada y criticada por los
arbitristas en la época y así queda recogida en los textos.
Cabe destacar que en todo este proceso hay dos visiones con matices diferentes
dentro de la historiografía. Por un lado está el representado por Bartolomé Bennassar, que
quizás emplee una visión más idealista de la situación al considerar que tras el segundo
Servicio de Millones el Reino va a conseguir controlar la situación. Él lo ve como una
reacción cuasi nacionalista de las Cortes castellanas ante la política internacional de Felipe II
y Felipe III. Por otro lado está la visión, desde nuestro punto de vista más realista, de José
Ignacio Andrés, Cárceles Egea y Artola, que se encuentran más en la línea de considerar que
la monarquía no pierde tanto poder tras la concesión de estos Servicios. Ello es así porque
ellos consideran que se arbitraron medios que poco a poco van a socavar constitucionalmente
al país hasta el total control de estos Servicios.
Por último, citar, en otro aspecto, la dificultad de estudio que nos hemos
encontrado para estudiar individualmente este Servicio. El estudio más con detalle que existe
parece ser la tesis doctoral que el propio José Ignacio Andrés realiza sobre el tema, tesis que
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no ha podido ser consultada. La demás bibliografía empleada representa un estudio parcial de
la materia o bien referido a las consecuencias políticas que este Servicio supusieron, o bien a
las consecuencias económicas del fraude en las ciudades. No obstante en conjunto, toda ella
nos ayuda a comprender mejor la notable importancia que este Servicio tuvo a lo largo de la
historia moderna de este país.
Por último citar que otra clave que del estudio de este impuesto se entresaca, es
el referente a las reticencias que en el país existía sobre la dependencia de la banca extranjera,
sobre todo genovesa, que existía en la época. A ello se ha de unir el problema de la
amortización de los juros que surgen a partir de estos impuestos y de anteriores, en los que se
plantea, del mismo modo una lucha en la que participan las tres partes: la corona, los
genoveses y la oligarquía de las ciudades.
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EVOLUCIÓN HISTORICA DEL SERVICIO DE MILLONES
Una vez que la situación se había normalizado, Felipe II convoca unas nuevas
cortes en 1592 en las que comienza el proceso de enfrentamiento del Rey con las Cortes. Las
Cortes se van a mostrar partidarias de pagar un nuevo Servicio, de aproximadamente un
millón y medio de ducados anuales, pero esta vez van a imponer unas condiciones muy
concretas expuestas en las propias negociaciones:
1- El dinero debía gastarse en la defensa de Castilla. Ello se enmarca en el rechazo de las
Cortes a que el dinero que salga de las arcas del reino de Castilla, principal
contribuidora de la monarquía, se emplee en empresas fuera de sus fronteras.
2- Que el dinero del Servicio debía emplearse para pagar a compañías en armas dentro
del reino de Castilla.
3- Que se controlara el dinero que se pudiera gastar fuera del Reino.
4- Que se acabara con los préstamos extranjeros.
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Ello produce un enfrentamiento directo entre la monarquía, representada en la
mentalidad autoritaria de Felipe II, y las Cortes. Felipe II se niega a tal hecho, y ello provoca,
en cierta medida, la suspensión de pagos de 1596, cuya culpa la atribuye el Rey a las propias
Cortes.
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El primer servicio de millones en tiempos de Felipe III tuvo como principal
defecto que no se recauda lo previsto ( tema que luego se tratará ) sino más o menos la mitad
de ello. Por ese motivo se van a convocar unas segundas cortes en Valladolid en las que se
intenta aumentar la recaudación a los dos millones y medio de ducados. A cambio las
ciudades consiguen que se conforme la Hacienda del reino en Castilla. Esta hacienda estará
controlada por las ciudades; no responde ante el Consejo de Hacienda, sino ante las propias
Cortes, y en concreto ante la Diputación. Este organismo está compuesto por cuatro o cinco
procuradores elegidos de entre las Cortes.
Además se instaura la figura del visitador, que es un regidor de ciudad con voto
en Cortes que controla la Hacienda del Reino y que a su vez puede nombrar a delegados.
Pero los genoveses conseguirán que, las facultades que el Consejo de Hacienda
tiene sobre la deuda consolidada, la administren ellos mismos, consiguiendo, del mismo
modo, que se amorticen los juros consolidados. Por último van a conseguir bajar el interés de
los nuevos juros al cinco por ciento, con lo que la banca genovesa conseguirá hacerse con el
poder económico de la corona de forma efectiva. Luego se produce la llegada al poder del
Conde Duque de Olivares, lo cual supuso un cambio notable en la política nacional e
internacional del país.
Olivares comienza un proceso ambicioso en el ámbito internacional. La política
“ pacifista “ basada en la cierta extenuación del país tras un amplio período de guerras
sostenidas en Europa va a ir concluyendo a favor de una política más agresiva. El Conde
Duque no va a poder permitir que las contribuciones vayan a depender sólo de las ciudades.
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detrimento de la hacienda del rey. Ello era la base de la negociación real que se había
producido entre el Rey y el Reino, y por ello vuelve a plantear un conflicto entre ambas
partes. Esta situación se observa en las cortes de 1630 y en las de 1632, en las que no va a
conseguirse grandes avances en este tema por la resistencia de las oligarquías ciudadanas. Las
cortes de 1634 van a terminar por consolidar la situación.
En los años 1638, 1639, 1640 se conceden nuevos servicios y rentas, como la de
la pasa, o el servicio de baldíos y realengos. En 1642 se extiende a la alcabala para financiar
la guerra en Cataluña y Portugal, y al ser insuficientes, se aumentaron los juros. Todo ello se
enmarca en los peores años de la política peninsular. Ya desde 1626, la venta de medio millón
de ducados de juros sobre los servicios de los dieciocho millones, admitida a inicios de 1626
por las Cortes, había hecho inevitable la prórroga de los servicios, ya que parte de lo
recaudado por ellos debía destinarse a satisfacer sus intereses a los compradores de títulos. El
servicio, que se había concedido por algo muy concreto, pasa a ser tenido en cuenta como un
ingreso más ordinario de la corona, y a lo largo del siglo llegará a convertirse, junto con las
alcabalas, en la fuente principal de financiación de la misma.
No obstante, y a pesar de la existencia de este marco tan negativo, las Cortes que
habían concedido servicios, arbitrios y juros prácticamente sin rechistar, se van a negar a la
reforma del Servicio de Millones. Los motivos seguían siendo el mantener el peso político de
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las oligarquías castellanas en el poder del Reino, junto a los pingües beneficios que del fraude
las mismas se beneficiaban.
Tras la caída de Olivares, se va a conceder una prórroga de seis años al Servicio
de los Veinticuatro Millones, a partir del uno de agosto de 1644. Al final de todo este proceso
de concesiones, en torno a 1650, se calcula que se debían al rey unos cincuenta millones de
los impuestos firmados en escrituras entre el período comprendido de 1632 a 1648.
Algún sector considera que a pesar de las condiciones que estaban firmadas en
las escrituras de millones entre el Rey y el Reino, muy desfavorables para el primero, el
incumplimiento de las mismas hizo que el control efectivo de las Cortes estuviera muy
limitado. En este sentido, José Ignacio Andrés considera que desde el primer Servicio los
incumplimientos fueron notables. Además considera que en las propias escrituras se
arbitraban medios de control por parte de la corona. De entre ello podemos destacar:
1- que la monarquía disponía de un representante en las comisiones locales, que estaban
compuestas por dos regidores y un corregidor. El corregidor defendería los intereses
de la corona a pesar de estar en minoría.
2- Además, y a pesar de que no estaba en las escrituras, el propio Consejo de Hacienda
mandó contadores a las provincias del Reino para revisar las cuentas del Servicio
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entre los años 1606 y 1628. Además en 1619 la Real Hacienda consigue que se le de
libertad de disposición de fondos.
3- En muchas ocasiones va a disponerse del dinero para cuestiones muy diferentes a las
establecidas en las escrituras de los Servicios.
4- A partir de 1632, además, se toman dos medidas más de control que fueron el envío
de administradores de millones, nombrados por el monarca, a las ciudades, y la venta
de las tesorerías.
Otro sector doctrinal afirma que los Servicios de Millones, sobre todo a fines del
siglo XVI y a principios del XVII, fueron el medio empleado por las Cortes para limitar el
poder del Rey en la hacienda castellana, y por tanto en el control político total de reino.
Bennassar habla incluso de una reacción nacionalista en este sentido por parte de las ciudades
que hacen frente a la situación política a la que conducía la política internacional de la casa de
Austria. Para este sector, el control del Reino, fue bastante amplio y se basan en considerar
que la recaudación la hacían directamente las ciudades y ellas eran las que administraban los
fondos recaudados. Para este sector la existencia del corregidor es meramente testimonial,
puesto que se encuentra en franca inferioridad y en muchas ocasiones no defendía de la mejor
forma los intereses de su monarca. La venta de cargos municipales además había agravado la
situación en el siglo XVII.
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LA COMISIÓN DE LOS MILLONES CONTRA EL
FRAUDE.
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Conseguido más o menos reformar la Comisión desde el punto de vista
administrativo, se va a intentar hacer una serie de reformas para desplazar al Consejo de
Castilla tras la propia caída de Olivares.
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A pesar de todas estas reformas, a la altura de 1650 el problema en la
administración de los servicios no estaba resuelto. Se va a imponer una nueva idea consistente
en crear unas nuevas figuras, los administradores generales, especializados en temas
hacendísticos y destinados a controlar efectivamente estos recursos. Con ello se pretendía
desplazar a los corregidores de estos temas. El propio Consejo de Hacienda había advertido a
Felipe IV sobre estos aspectos. En manos del administrador general se coloca la dirección de
cada circunscripción. Su función será la de reunir los testimonios necesarios para las
contribuciones y la de inspeccionar los arrendamientos.
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En el proceso de lucha entre la monarquía y las Cortes, y tras un largo proceso,
el Rey consigue lo que pretende. Controlar a través de sus órganos los principales impuestos
de los que dependía la corona. En todo este largo proceso, que brevemente se ha expuesto,
debido a la complicidad del mismo, y a los múltiples vaivenes que sufre desde el primer
intento de reforma por parte del Conde Duque de Olivares, parece que la Comisión de
Millones va a ser utilizada para socavar el orden constitucional castellano.
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LOS CONTEMPORÁNEOS ANTE EL FRAUDE: LA
DENUNCIA ARBITRISTA. SUS CONSECUENCIAS.
Las oligarquías que, al fin y al cabo, controlan la recaudación del impuesto, van
a quedar a salvo del pago del mismo. El proceso de venta de cargos públicos agrava aún más
esa situación. Ya en la época se va a denunciar por algunos autores las prácticas de estas
oligarquías y las consecuencias que estos servicios estaban teniendo para el conjunto de la
actividad económica del país. Algunos autores denuncian, por ejemplo, la práctica fraudulenta
de la oligarquía que pone los bienes a nombre de la Iglesia para evitar contribuir
económicamente con impuestos.
Además las oligarquías van a revertir el cobro de las cantidades firmadas en los
servicios a la población, fundamentalmente mediante fórmulas en su beneficio o mediante la
agravación de los impuestos indirectos. Éstos no hacen más que gravar la situación de los
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pecheros, como el conjunto de los impuestos indirectos. Impuestos que además no eran
empleados en el conjunto productivo del país, sino en actividades improductivas. Todo ello
dibuja un panorama desolador desde el punto de vista económico y fiscal en la época sobre la
que estamos tratando.
En este sentido José Ignacio Andrés Ucendo, afirma, que para reunir los fondos
establecidos en las escrituras, se van a establecer toda una serie de impuestos a lo largo del
siglo XVII, que gravaban productos de consumo: son las sisas que gravaban las cántaras de
vino, vinagre y aceite, así como cada libra de carne. Estas contribuciones se van aumentando
a lo largo de todo el siglo, con lo que a la altura de 1685, y como ejemplo, el vino pagaba una
octava parte y 60 maravedíes, el vinagre la octava y 32 maravedíes, y el aceite la octava y 48
maravedíes. La libra de carne llegó a cargarse con ocho maravedíes y la cabeza de ganado
con ocho reales.
Con todos estos ejemplos se quiere hacer referencia a que los que de verdad
sufren las consecuencias de la imposición de los Servicios de Millones va a ser el conjunto de
pecheros que son los que de verdad contribuyen al servicio. Y no hay que olvidar que son los
pecheros del Reino de Castilla no del de Aragón. Ello pudo ser un motivo por el que la crisis
del XVII ataca con menos virulencia a Aragón, y más concretamente a la Corona de Cataluña.
Este panorama desolador no fue ajeno a los autores de la época. Desde un primer
momento hubo autores en contra de estas imposiciones, como fue el caso de Caxa de Leruela
y de Sancho de Moncada. Pertenecen al grupo de los arbitristas que tienen su origen ya en el
siglo XVI, donde ya denunciaban la situación que podía acontecer.
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Caxa de Leruela denuncia la connivencia entre la justicia y las ciudades cabeza
de partido, que son los principales participantes de todo este proceso. Todo ello va a suponer
el enriquecimiento de unos pocos en perjuicio de la mayoría del país. También supone el
empobrecimiento de las actividades tradicionales del país como fue el caso de la ganadería.
Con todo ello lo que viene a decir, acertadamente, es que la recaudación de los Servicios de
Millones se hace en perjuicio de la actividad productiva del reino.
Todo ello va a producir que la situación, a fines del siglo XVII, sea
auténticamente caótica. Y en los textos de los contemporáneos se acusa directamente a los
Concejos, a los cobradores y a las Contadurías de Hacienda de esta situación. Tampoco se
salvan los corregidores, a los que se les acusa de fragilidad y connivencia con las oligarquías,
con lo que el panorama que se dibuja es francamente desolador.
Francisco Alcázar Arriaza vio como principales problemas del sistema los
siguientes:
1- la gran cantidad de tributos
2- el gran número de personas que trabajan en ellos
3- el fraude y la opresión que ello suponía para los súbditos
4- el fraude dentro de la propia administración.
Otro autor, Francisco Centani, da otro punto más de importancia. Acusa este autor
directamente a la Corte y al problema que se producía con la administración de la deuda. Era
práctica habitual que un ministro tomara dinero a bajo interés y luego pidiera un interés más
alto al monarca por él.
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Precisamente esta situación tan generalizada de fraude, es la que va a instar a los
reyes, sobre todo a partir del Conde Duque de Olivares, a intentar revertir la situación para
hacer más efectivo el cobro de los impuestos, y en concretamente del Servicio de Millones,
como ya se ha comentado que a lo largo del siglo se convirtió en uno de las principales
fuentes de financiación de la corona española.
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LA NUEVA CONCEPCIÓN DEL SERVICIO DE MILLONES A
PARTIR DE LAS CORTES DE 1667.
Con todo este proceso lo que la corona va a conseguir es controlar a las ciudades
directamente. Los corregidores van a empezar a ser personas con formación jurídico
administrativas que dependieran directamente de la corona, abandonando el nombramiento de
antiguos veteranos de guerra. Con ello se pretende eliminar la corrupción en este sector de la
administración, puesto que en muchas ocasiones, los corregidores se encuentran cercanos a
las oligarquías ciudadanas.
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LA EVOLUCIÓN DE LA RECAUDACIÓN EN EL
SERVICIO DE MILLONES.
2000
1800 Nominal ( en negro )
1600
1400
1200
1000
800
600
400
En plata ( en rojo )
200
0
1601 1625 1655 1685
Este gráfico, expuesto por José Ignacio Andrés Ucendo, ayuda a comprender los
problemas y las cantidades que efectivamente se cobraron de los servicios de Millones a lo
largo del siglo XVII. Entre los años 1596-1601 el Reino va a conseguir pagar las cantidades
establecidas en las escrituras. De hecho se rinde 20.3 millones de ducados, lo que era más de
la cantidad inicialmente prevista, ello a pesar de la crisis derivada de la peste Atlántica. En
1611 comienza a pagarse un nuevo servicio, el de los 17,5 millones de ducados pagaderos en
nueve años, cuyos resultados fueron parecidos.
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valores de la paga oscilaron alrededor de los 700 millones de maravedíes anuales, lo
que la convierte en la fecha en la segunda fuente de ingresos de la monarquía.
2- Entre 1632 y 1683 se desarrolla la segunda etapa. Es la etapa de mayores ingresos por
parte de la corona. Se aportan por término medio 1500 millones de maravedíes, con lo
que se convirtieron en la principal fuente de ingreso de la monarquía.
3- Desde 1683 se abre una nueva etapa de declive que se abre con el Encabezamiento
General del Reino, que provocó un descenso en la recaudación cercano al treinta por
ciento. A partir del uno de enero de 1686 desciende aún más tras el cese de los tres
millones y las carnes.
La curva en plata nos muestra más realmente la recaudación, puesto que los impuestos
de millones se pagaban en cobre, soportando una continua deflación a lo largo del siglo por
los continuos problemas monetarios de la monarquía. No obstante la curva en plata más o
menos coincide con la nominal en cuanto a las tendencias de recaudación. No obstante el
cobrar en cobre suponía un problema puesto que los pagos que se hacían fuera de las fronteras
castellanas, tanto en la Península como en el exterior, debían realizarse en este metal.
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CONCLUSIONES: LA IMPORTANCIA DEL
SERVICIO DE MILLONES PARA LA MONARQUÍA.
Por último citar, que, a pesar de la importancia que por todo ello pueda tener
este Servicio en la historia de Castilla, hemos encontrados ciertas dificultades bibliográficas
sobre la cuestión. Sólo la tesis doctoral del citado autor José Ignacio Andrés Ucendo titulada
La fiscalidad en Castilla durante el siglo XVII: el servicio de millones, 1601-1700, parece
emplearse en su estudio monográfico. El resto de bibliografía consultada es parcial y siempre
hacen referencia a un aspecto concreto de este Servicio, no a su generalidad. Dicha tesis no se
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encuentra en el catálogo Fama de la Universidad, por lo que no ha podido ser consultada más
que parte de la misma.
No obstante, y a pesar de este inconveniente, del resto de bibliografía citada se
han podido sacar datos suficientes para comprender, al menos, la innumerable cantidad de
aristas que este Servicio supone. Esperamos que la visión sea lo conveniente dada la
naturaleza de este trabajo.
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BIBLIOGRAFÍA.
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TRABAJO REALIZADO Y PRESENTADO POR LOS ALUMNOS DE
SEGUNDO CURSO TURNO DE TARDE:
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