Botellas Desechables

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Botellas desechables, problemas permanentes

1. En los municpios de Tatahuicapan y Soteapan, en Los Tuxtlas, la acumulación de PET es


alarmante. Fotografía: Paulo Quintana.

1. En los municpios de Tatahuicapan y Soteapan, en Los Tuxtlas, la acumulación de PET es


alarmante. Fotografía: Paulo Quintana.

Edith Escalón*

Vamos a la tienda, compramos agua o un refresco, cuando se acaba tiramos la botella ¡y listo!
Un envase desechable no es gran problema… ¿pero que tal cien millones? Cada año, coinciden
los estudios de consumo, cada mexicano tira a la basura más de 7 kilogramos de botellas
vacías, o sea que entre todos generamos más de 780 mil toneladas anuales.

Hubo un tiempo en que sólo se vendían refrescos en envases de cristal (y en dos tamaños, ¡no
en 14 como ahora!) pero eso pasó de moda. Hoy estamos en la era de lo desechable y las
bebidas embotelladas son el mejor ejemplo. México es el principal consumidor del mundo, y la
gran mayoría de esos envases que se usan en la industria son del material flexible y resistente,
casi siempre transparente, al que llaman PET por su nombre en inglés (Polietilen tereftalato).

Este plástico fue creado y patentado por científicos europeos en 1941; en nuestro país llegó en
los años ochenta y se arraigó rápidamente por las ventajas que le vio la industria: es barato,
irrompible, liviano, impermeable, indeformable ante el calor y reciclable, entre otras
cualidades.

Pero para la sociedad es prácticamente una plaga. Incontrolable porque nuestro consumo de
bebidas embotelladas sigue creciendo a pesar de las campañas en contra, y porque no se
recicla ni el 20 por ciento de lo que se genera, todo lo demás va a la basura: rellenos sanitarios,
calles, tiraderos a cielo abierto, playas, terrenos baldíos, ríos, el mar… de todos los residuos
sólidos que tiramos 30 por ciento es PET, un material que tarda de 100 a mil años en
degradarse.

Si el camión de la basura pasa por la cuadra aparentemente nos deshacemos del paquete de
manera individual, aunque sigue siendo un problema colectivo. Pero ¿qué pasa en donde no
hay servicio de recolección municipal? Se guarda, se entierra o se quema… en cualquier caso,
contamina y afecta de muchas formas a la gente, a los animales y a los ecosistemas.
Problemas de salud, en primer lugar

Pet-02El principal uso del PET en nuestro país es en botellas de refresco (más del 50 por ciento
del que se produce), seguido del agua embotellada (17 por ciento). Muchos años de
publicidad, combinados con la desinformación, contribuyeron a arraigar en México (y en el
mundo) el consumo de refrescos y bebidas en envases desechables como parte de nuestros
hábitos de consumo. Pero la publicidad es una estrategia para vender, las empresas que la
usan no se preocupan por los efectos secundarios que ese consumo provoque.

Aunque el PET no es considerado un material peligroso, el consumo excesivo de


productos envasados en recipientes de este material puede ocasionar a largo plazo problemas
en el sistema respiratorio y problemas en la piel por acción de los «ftalatos», compuestos
químicos que se agregan para hacer el plástico más flexible y duradero, éstos pueden
desprenderse con facilidad, por ejemplo, con altas temperaturas. Al ser liberados al líquido y
ser ingerido, estas partículas se acumulan dentro del cuerpo.

Estudios científicos de la Food and Drug Administration, en Estados Unidos, apuntan a que,
silenciosamente, éstos compuestos afectan la fertilidad de hombres y mujeres, además de
presentar riesgos para el desarrollo fetal. Por otra parte, la quema de PET libera toxinas más
dañinas al ambiente, como las dioxinas que pueden causar enfermedades respiratorias,
asociadas al cáncer.

Además de la basura, en México tenemos el problema de la obesidad y diabetes


asociada al consumo excesivo de bebidas azucaradas, con saborizantes y colorantes artificiales
como los refrescos de cola, que tienen el equivalente a 15 cucharadas de azúcar por cada taza.
Este problema y otros derivados del consumo de bebidas embotelladas no son exclusivos de
las ciudades, el consumo es casi igual en zonas rurales, donde el problema no termina con los
daños a la salud humana y el impacto económico, también afecta a los espacios naturales.

Contaminación ambiental

Recordemos que buena parte de las zonas altas en biodiversidad se encuentran rodeadas por
poblaciones rurales, alejadas de las cabeceras municipales. En la gran mayoría no hay servicio
de recolección de basura, aunque eso sí, hasta en las más apartadas llegan los camiones
repartidores de las empresas que venden bebidas embotelladas (y muchos otros productos
enpaquetados) que desde luego, no se hacen responsables de los desechos que generan.
¿Qué hacen con el PET las comunidades? lo «guardan», lo entierran o lo queman. Como vimos,
cualquier opción es un problema.

Un estudio del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana en Los Tuxtlas, que


analizó la situación económica y de conservación en la región de la Sierra de Santa Marta,
abordó el problema de la contaminación por PEPet-01T en comunidades cercanas a esta zona
natural donde habitan, entre otras muchas especies, los monos araña y aullador, ambas en
peligro de extinción.

Después de entrevistar a amas de casa y dueños de tiendas de los municipios de Tatahuicapan


de Juárez y Soteapan sobre el consumo de refresco y el tipo de disposición final de las botellas,
determinaron que la cantidad de envases desechados es alarmante, sobre todo porque el 55
por ciento terminan quemados, generando gases que no sólo provocan problemas de salud
sino que contaminan el aire y contribuyen al calentamiento global.

El resto de los envases va a basureros al aire libre, o terminan enterrados, y sólo un mínimo
porcentaje se reusa. Los científicos notaron que aun cuando el 95 por ciento de las personas
saben los problemas que provoca el PET, en sus municipios no hay estrategias claras para
evitar la contaminación, en principio porque no pasa el camión de la basura, pero más aún,
porque nadie se hace responsable de las botellas.

Puesto que el PET tarda tanto en degradarse; y que habrá cada vez más envases, la
degradación de los mismos resulta cada vez más difícil. Estos amontonamientos afectarán de
manera directa la belleza de los espacios naturales, y desafortunadamente fortalecerá la
proliferación de plagas como mosquitos y cucarachas, concluyen los científicos.

Además aseguran que aquellos plásticos que sean acarreados por las corrientes de las lluvias
terminarán en ríos y algunos otros en el mar, en donde también liberarán sus componentes
(dioxinas y aftalatos), afectando la salud y estabilidad de especies más vulnerables.

Problema de todos

Para los investigadores, la responsabilidad de la contaminación es de todos, y por tanto el


problema requiere de la participación de la empresa comercializadora de bebidas, los
consumidores, y las autoridades locales como los ayuntamientos y demás niveles de gobierno,
ya que están obligados a responder por la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de
los Residuos, en materia de prevención de la generación, aprovechamiento, gestión integral de
los residuos, de prevención de la contaminación de sitios y su remediación.

Para Paulo Quintana, investigador del Instituto de Neuroetología y coordinador del proyecto
de investigación,»La propuesta más sensata es que los consumidores tomen conciencia de lo
que significa comprar. Debemos darnos cuenta de que nuestros actos de consumo tienen
consecuencias muy importantes, no solo en nuestras vidas, sino también en la sociedad y en el
medio ambiente».

Comentarios: [email protected]

*Colaboradora de la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la UV.

Ilustración: Sergio Segura

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