Tema 32 PENTECOSTÉS
Tema 32 PENTECOSTÉS
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2. CATEQUESIS
La Iglesia naciente.
Nos dice San Lucas que, tras la Ascensin del Seor a los cielos, los apstoles
perseveraban unnimes en la oracin, junto con algunas mujeres y Mara, la
madre de Jess, y con sus hermanos (Hch 1, 14). En ese pequeo grupo de
los que haban permanecido fieles al Seor estaba ya la Iglesia, el pequeo
grano de mostaza en medio de un mundo hostil. Once discpulos, ya que Judas
se haba suicidado, un pequeo grupo de parientes y amigos y Mara, la madre,
que acompaa desde ahora la andadura de sus nuevos hijos, como le haba
encomendado Jess desde la cruz. Ella es ya la Madre de la Iglesia naciente.
Poco tiempo despus, Pedro, cabeza de la Iglesia, recuerda a sus compaeros
que es necesario que uno de los que nos acompaaron todo el tiempo en que
convivi con nosotros el Seor Jess...se asocie a nosotros como testigo de la
resurreccin (Hch 1, 21-22). La Iglesia es el nuevo pueblo de Israel, y como el
primer Israel estaba fundado sobre los doce hijos de Jacob, tienen que ser
doce los que transmitan autorizadamente la mundo la gran noticia de la
resurreccin del Seor, el centro de la vida y mensaje de Jess de Nazaret.
La venida del Espritu Santo.
El mismo San Lucas nos contina narrando los comienzos de la Iglesia: Al
cumplirse el da de Pentecosts, estaban todos juntos en el mismo lugar...Se
llenaron todos de Espritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, segn
el Espritu les conceda manifestarse (Hch 2, 1.4)
Con la venida del Espritu Santo comienza la misin universal de la Iglesia.
Aquellos hombres temerosos abren las puertas de la casa donde se refugiaban
por miedo a los judos y se lanzan a predicar en medio de Jerusaln. Su
testimonio es claro: A este Jess lo resucit Dios, de lo cual todos nosotros
somos testigos. Exaltado, pues, a la diestra de Dios y habiendo recibido del
Padre la promesa del Espritu Santo, lo ha derramado (Hch 2, 32-33).
La gente que les escucha lo entienden cada uno en su lengua. As, segn el
relato de San Lucas comentan sorprendidos: cada uno los omos hablar de las
grandezas de Dios en nuestra propia lengua (Hch 2, 11). Es lo contrario del
relato de la torre de Babel. El Espritu se convierte as en el principio de una
humanidad que, superando las divisiones y las incomprensiones, se renen
para formar el nico pueblo de Dios. La predicacin de los apstoles, el
Evangelio del Cristo viviente, vence la dispersin de los hombres y consigue la
unidad de las gentes: la unidad de los creyentes que forman su Iglesia.
La accin del Espritu Santo en la Iglesia.
El evangelio segn San Juan habla tambin muy frecuentemente de la accin
del Espritu Santo en la Iglesia. Ya en el relato del bautismo en el Jordn, se
presenta a Jess como aquel que da el Espritu. l es el que bautiza en el
4.- ORACIN
Oh Dios, que por el misterio de Pentecosts santificas a tu Iglesia,
extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espritu sobre
todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazn de
tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la
predicacin evanglica. Por N.S.J. Amn.