El Manto de Noé. Ensayo Sobre La Paternidad (Philippe Julien)
El Manto de Noé. Ensayo Sobre La Paternidad (Philippe Julien)
El Manto de Noé. Ensayo Sobre La Paternidad (Philippe Julien)
El manto de No
Ensayo sobre la paternidad
Alianza Estudio
Alianza Estudio
PhilippeJulien
(
El manto de No
Ensayo sobre la paternidad
Traduccin de Ana Mara Magaldi
y Patricia Guthmann
Revisin tcnica de
Hlyda Peretti
Alianza
Editorial
INDICE
Prefacio / 13
l. Un triple declinar / 17
11. Una triple dimensin / 35
Conclusin / 89
<O
10
Para Emmanuelle
Para Jacques-Henri
l'Hl~FACIO
--
13
14
Philippe Julien -
liar- de la figura del padre. fuera posible este descubrimiento de Freud: a pesar de nuestras afectadas maneras de personas adultas. la sexualidad humana permanece siendo infantil. Y as, ~ anto rs
se debilita la imagen social oel padre ms- reclama
el hijo una imagen grande, fuerte, bell(!!
Quin se la dar? Quin se la garantizar?
Extrafla paradoja de este siglo en el que Hitler no
fue el nico en provocar la adhesin de la juventud
repitindole que haba sido traicionada por sus padres y que heredaba las uvas verdes de sus claudicaciones y de sus cobardas. Hitler no fue el nico
en hacrselo creer: en efecto. en nuestra poca ms
que en cualquier otra, la juventud ha sido objeto de
solicitacin y de seduccin para mejor consagrarla a
una causa.
Tal es la paradoja que es preciso analizar. Obtiene la paternidad su consistencia de la imagen
que ofrece. fuerte o miserable? ;O, por el contrario.
de la denominacin del nombre del padre? Padre!
Un simple sustantivo de algunas letras colocado en
el origen de algo inagotable.
Micromgas no juzgaba por la aparente grandeza. Hoy. a travs de estas pginas sobre el padre. se
invita al lector a este encuentro.
Junio de 1990
UN TRIPLE DECLINAR
- _-----::_----
. --~--~---~-- -~-~-- --
----- - -
--~
18
As tambin cuando San Pablo dice: "Me arrodillo en presencia del padre, del que toda patria (descendencia) recibe su nombre" (Efesios. m. 14). de1
El manto de No
Philippe Julien
Htstotre des pres et de la patemtt, dirigida por Jean Delumeau y Daniel Roche (La,rousse, 1990, 475 pginas). El padr
es el Rey, es Dios.
.
2 Emile Benvenlste, Le uocabulatre des tnstttuttons mdoeuro
pennes. Parts, Mlnult, 1969, t. 1, p. 272. Asimismo: wEn su ft
guracln original la relacin de la paternidad fistca se excluye
(p. 210).
19
p. 6.
El manto de No
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21
Philippe Julien
.
. . ha tenido una doble consecuenEsta mvers1on
eta:
1. La autoridad paterna. que con:ema indi.v~sible
mente a la sociedad poltica. religiosa y fanHhar. se
centra exclusivamente en la farnilia con el Ideal bur-
de tene
nd1co rom
donde surge la nueva fuerza del a d agw ~u
mano que define la paternidad: Pater is est q.ue
1 que el matnmonuptiae demonstrant. el pad re es e
nio destgna.s As, el hijo tiene por padre al marido
de la madre.
Es decir que~ derecho de ~~ida~ ~obre ~ 1 o
~ radica en el poder polti~o o reh 1.QSO sino ~
un lazo prealable: la conyu9afid~.6 El carnpdo sde
.-art lanza pasan o ee
mntico se restringe y se P ic~
1
lo social-pblico a lo soclal-pnvado. pasando d
amo fundador al h ombre de tal mujer.
s Digesto, 2, 4. 5.
1 l odujo el
Este cambio radical llene relacin con el que ~ r i. !smo
E 1 Grecia antigu a Zeus es
e m
Judeo-crlstlanlsmo. n a . >
todo oderoso- (Pater panto"Padre de todas las cosas , 1 adre
p
d re de un hijo lla crat.orJ. Por el contrario, Jehovd no deviene pat al Ftat de una
.
1 al consenllmle n o,
mado Jesus stno grac asl d
de Is rael La teologa trtnl.
cumple os eseos
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Philippe Julien
El manto de No
2. Pero este primer cambio no se produce sin generar otro. En efecto, con la monarqua son desechados al mismo tiempo el absolutismo poltico y la
"realeza domstica". No se trata so,amente de la limitacin del campo del poder del Padre-en-tantoamo sino de una modificacin cualitativa del poder
en eL interior mismo de la familia
Este declinar no data del siglo XVIII. Se ha operado lentamente y durante numerosos siglos bajo la
influencia de la Iglesia, antes de que el Estado moderno tomara poco a poco el relevo.
En efecto, el cristianismo relativiz el derecho
rom.a no del pater familias sobre sus hijos. Al pedir a
la Igl.e sia el bautismo de sus propios hijos, el cristiano los introduce en otra filiacin, de la que no es
amo sino servidor. La Iglesia sabr recordrselo: de
la ley, el padre no es el legislador sino el representante: y en caso de conflicto con la Iglesia educadora del joven cristiano, el padre debe saber someterse.
El caso ms notable es el del matrimonio de
sus hijos e hijas. al menos en la Iglesia latina. En
efecto, la Iglesia lucha con sorprendente constancia
contra el poder paterno para que el matrimonio se
fundara sobre el solo consentimiento de los jvenes
esposos y no sobre el de los padres de sus respectivas familias. Este destronamiento progresivo de la
"realeza domstica" se basaba en un desafio importan te (en una tctica importante): apoyjl..f..se_e~l
23
---
24
Philippe Julien
Una segunda definicin del .el:=.pa~ ms reciente. ms burguesa, resulta del tomar en cuenta.
sobre todo a partir del siglo xrx, los derechos del
hijo.
Iodo hijo tiene derechos
cada vez ms numero--~~
sos y precisos en funcin de su bien, de su inters y
de su bienestar. Ahora bien, para la realizacin de
stos. todo hijo tiene derecho a una filiacin paterna. Derecho universal que concierne tanto al hijo
menor como al primognito, tanto al hijo natural. al
hijo adoptivo. como al hijo legtimo.
De ello se desprende una nueva definicin del
ser-padre, concebida en trminos de roles a desempear y de tareas a cumplir. Es padre el qe se
ocupa realmente del hijo. es decir, el que-F'e sponde-a.
sus derechos -derechos no slo a conservar Ja-vida
sino a entrar en el mundo de la cultura y a iQtegrarse en la sociedad de los adultos.
De esta manera, en el curso del siglo xvm y
sobre todo del XIX, el hijo ya no es ms aquel de
quien se encarga-globalmente esa microsociedad
que es la comunidad aldeana. Una bella imagen del
padre-educador nace, exaltada por Diderot y JeanJacques Rousseau. Ella se encarna en el siglo XIX
con la familia nuclear, urbana y burguesa. Se expande en el siglo xx con lo que se llama el "nuevo
padre", el que lleva en brazos, cambia los paales,
El manto de No
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diante los representantes de la ley,: para salva~uarlos derechos de filiacin del nio. mediante los
pediatras. parac onstruir-el legajo mdico. mediante
los puericultores para inic iar al hijo en la socializacin, mediante los tnstitutores e institutrices para
formar al joven ciudadano en la Repblica. etc. As ,
un supuesto saber adquirido y posedo por aquellos
y aquellas que intervienen en torno al nio constituye una opinin fonnada por datos mdicos. pslcosociolgicos, pedaggicos, que implican una tica subyacente. reconocida o no. Ese saber determina un
trabajo de asistencia mdica. maternal (nodrizas).
social, educativa y juridica que justifica investigacio-
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El manto de No
Phllippe Jullen
nes, encuestas. legajos de todo tipo. El ejemplo ms
impactante es el de las exigencias requeridas para la
adopcin de un hijo: pero est lejos de ser el nico.
Asi, el hijo debe..~ protegido 9~1 gadre.Jle se de
~
....... ..._
g~ieI_!.ja escuela.o los veci[lOS sg_spech_an_g~erce
violencias-fsicas o abusa sexualmente de su hija~ -~
Todo ello por ~l bien supuestamente sabido del hijo.
en fun cin de criterios cada vez m~
escribi una jurista:
MDesde 1804, el poder paterno tal como lo entenda
la ley se ha alterado progresivamente por la multiplicacin de los controles judiciales o administrativos a los cuales puede dar lugar su ejercicio.''7
Este saber adquirido, supuestamente sabido, acerca
del bien del hijo. deja atrs al llamado padre y reduce a una magra racin de dieta su competencia en
caso de "dificultades" fsicas, psquicas o sociales
del hijo. La paternidad "ocupacional" se ha vuelto
social; es compartida. fragmentada, plural y, en consecuencia y por definicin. intercambiable.
2. Pero, ms an, a esta relatlvzacin del padre se
agrega otra, mucho ms radical. que proviene del
lugar asignado a la madre por la ley civil.
--
27
--- -
-........
......
Pero en fin no subsiste al menos una definicin irreductible y necesaria del ser - padre?
Es_pa"re, si_mplemente. el genitor d el hljo. No es
ste un fundamento slido y una roca in controvertible?
As es como se hablar d e "paternidad biolgica". Y en nombre de sta se ver entonces quebrantado el viejo pilar de la paternidad y de la filiacin:
Pater is est quem nuptiae d.emonstrant (g_ad!:.~~s~!~
que las nupcias designan).
-Adnde nos conduce este camino? De hecho,
qu produjo? ~i se quiere fund a r la paterni.~ad
en la "verdad" biolgica, aparece ms que nunca su
fragilidad. En efecto, esta tentativa ha permitido la
ZB
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Philippe JuUen
29
-~
30
Philippe JUlien
que nunca un saber de lo imposible. Qu imposible? Cuanto mas el saber cientfico torna inteligible
la relacin entre el espermatozoide y el vulo, ms
hace aparecer como imposible que lo verdadero de
la paternidad sea del orden de lo que ese saber
muestra. Puede. en efecto, decirse que se es hijo o
hija de un espermatozoide? Una grieta se abre aqu.
Estaba ya all. por cierto; pero cuanto mas avanza
el saber, mas se _en_sancha }a grieta.y habrae ntonces abuso de lenguaje al hablar de paternidad biol-
-~
taL
es
--
.....
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31
Conclusin
o:
II
.....
35
36
Philippe Julien
...I.Elp~
Lo que revela el psicoanlisis no es lo que ofi-
cialmente dice el discurso poltico o religioso. Originalmente. para el nio. el padre es instaurado como
Nombre por la madre. Para el nio (no para la sociedad!) es la madre quien inscribe un lugar en el
orden simblico -lugar vaco que luego tal hombre
podr ocupar.. . a su manera.
_
Dicho de otro modo, para el nio la falta de merito. la insuficiencia y la impostura se conjugan en
el hombre que de l-mismo se declara padre: yo soy
el padre . y no lo es. sino que viene a ocupar un
lugar. Y puede hacerlo en la medida en que un
lugar vaco est ya ahL Veremos cmo a propsito
del padre real. En pocas palabras, l no es padre
como el jefe poltico o religioso que, identificndose
con el significante que lo representa. se declara. en
trminos de ser, en el ejercicio de su jefatura.
El mFmto de No
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Philippe J ulien
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cluido, forcluid.o del orden simblico, no habr alternativa posible: nada que ganar y nada que perder!
Entonces. ante tal circunstancia, cuando se vuelve
necesario, ms all de la rutina habitual. que el sujeto apele a ese lugar simblico del Nombre-delPadre. nada responde. Habitualmente estamos sostenidos por la relacin con nuestro semejante en
una relacin de espejo a espejo: yo soy por el otro.
l lo es por m. " La rejilla imaginaria"3 es suficiente
para esclarecer nuestra conducta.
Pero no siempre alcanza. En efecto. cuando,
nombrado presidente de la corte de apelacin de
Dresde, Schreber tuvo que dirigir a colegas veinte
aos mayores que l; cuando un hombre se entera
de que su mujer va a tener un hijo dentro de algunos meses; cuando un hombre sabe por su mdico
que ser estril para siempre ... entonces la relacin
de espejo con el semejante no alcanza. Se ab re en
ella una grieta desde donde el sujeto apela a l Nombre-del-Padre. Pero si ste no responde. s i hay forclusin qu hacer con este agujero en lo simblico
sino llenarlo con un delirio? As es como se desencadena una psicosis.
Si. por el contrario. gracias a la madre. el Nombre-del-Padre no est forcluido. l ser el fundamento de una verdadera autoridad llamada paterna.
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Philippe Julien
/bid . p. 560.
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Phllippe Julien
Que exista entonces un padre que est a la altura y que l sea la nica causa de la privacin de
la madre! Tal es la apelacin: que la madre sea privada por ese padre solamente!
As. el hijo se vuelve hacia el padre en tanto privador-privador a doble titulo:
l. Por empezar. ste es erigido como amo legislador.
haciendo la ley (y no como su representante). As es
como Freud nos presenta al padre primordial. el Urvater. en su "mito cientificon de Totem y Tab: l
priva a los hijos no de una sino de todas las mujeres. Este padre mtico es la Imagen de un Padrecomo-amo. es decir. el que se corresponde con el
de,;:;eo del nio:
Este padre es bu scado. deseado. porque es promovido como digno de ser amado. Y es en razn de este
amor que . en el momento de la declinacin del
Edipo, se produce una identificacin con l. una incorporacin, una Einverleibung, dice Freud, de su
voz dictando la ley: voz de la conciencia!
A esta herencia Freud le ha dado el nombre de supery. El supery, nos dice Freud, es el heredero del
Edipo. Y es as como el masoquismo moral saca de
all provecho.
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El manto de No
Philippe Julien
Responder a estas preguntas es abordar la tercera dimensin de la paternidad: el real del padre.
Hemos definido como primera dimensin de la
paternidad la del padre como Nombre. La madre
instaura para el nio un lugar fuera de ella en posicin tercera entre ella y su hijo. En efecto. el Nombre-del-Padre es la inscripcin hecha por la madre .
del significado de su falta.
Nombre sin atributos, lugar vaco, de modo que
un hombre pueda ocuparlo ... a su manera. En efecto, afirmar que el padre como Nombre es fundado
por la madre no es decir que ese padre es designado
por ella para cumplir tal funcin. para desempear
tales tareas. No se trata de exaltar tamao sojuzgamiento.
Qu se quiere decir cuando se habla de padre
real? No se trata fuWmente del padre de la realidad
emprica, ni simplemente del genitor. El padre real
es otra cosa: es el que introduce lo imposible. Existe
Jo no-demostrable y por ende el no-saber en lo concerniente al decir-verdadero. El real es la imposibilidad de que a toda verdad corresponda su saber, es
decir, lo demostrable de aquello en lo cual ella es
verdadera. De este modo el padre real es el real del
padre, es decir, aquello que se llega a intuir de la
imposibilidad de saber, que concierne a lo verdadero de la paternidad. Mater certissima. Pater semper
45
XVII,
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Phillppe ,Julien
El manto de No
Pero la procretica no es la primera. Los telogos cristianos a partir del siglo IV hasta la escolstica quisieron fundar la paternidad de Dios sobre
una definicin de la generacin: natural para Cristo. adoptiva para los hombres. Mediante un saber
onto-teolgico de la generacin quisieron demostrar
el decir-verdadero de la nominacion de Dios por el
nombre de Padre. 7 Falso saber. que borr esta verdad: Dios engendra porque se lo nombra y se le reza
con ese nombre de Padre. y no a la inversa; es la
paternidad la que norma la generacin y no a la in-
versa.
Ms radicalmente, cul es la funcin del padre
real? El padre real para el hijo es el hombre de una
mujer. No se trata en primera instancia de una relacin vertical entre un hombre con su hijo. El ruo
tiene un padre real en la medida en que este hombre es el que ha hecho de una mujer. de sta a la
que yo llamo mam, la causa de su deseo y el objeto
de su goce. Tal es el escndalo que revela el psicoanlisis: la nica garanta real de la funcin paterna
es la de un hombre vuelto hacia una mujer (habitualmente la madre. pero no siempre!) que es la
causade su deseo.
7
Desde ese supuesto saber sobre la naturaleza" de la generacin se ha desprendido hasta nues tros das la doctrina
sobre la sexualidad. Cf. el articulo de Joseph Motgnt MRellglon
~l paternlt". en la revista Uttoral. nm. 11/12, Du pere, Edlt.
Eres. 1984, pp. 5 - 15.
47
las novelas policiales. Esto es verdad y no solamente en los libros. Si se quiere conocer a un hombre,
basta con mirar a la mujer que ha elegido. Entre
parntesis agreguemos: no ocurre lo mismo a la inversa. pues para las mujeres no es tan simple; ellas
son un poco ms inasibles, ms enigmticas, ms
dctiles en cuanto a su goce.
Si la garanta de la funcin es un hombre
padre-hacia, vuelto hacia una mujer, entonces qu
consecuencias se desprenden de ello en lo que hace
a su relacin con el nio?
1. El 1padre real es el que introduce para el nio una
castracin, esto es, un decir-no: t no eres el falo de
tu madre . no eres lo que a ella le falta. El es el agente de esta castracin no porque sea e l gran lobo
malo, que por celos castiga a l nio por gozar de la
madre. No es por rtvaltdad retorcida o competitiva.
En absoluto -al menos en el mejor de los casos ...
El padre real es agente de la castracin en tanto instaura una cortina, un velo. para el nio. un justo
decir-a-medias en lo que concierne al goce de esta
mujer. Establece para el nio un no-saber de su
gozo de hombre de tal mujer. Teln! Lo real e~ esta
imposibilidad de demostrar mediante un saber la
verdad de su goce. Y el padre es padre de lo real. de
este real: W
Este goce no te concierne. No es asunto
tuyo. Puedes imaginar todas las escenas primitivas
(en el sentido freudiano) que quieras: eso ser tu
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Philippe Julien
fantasma. S, pero yo no me prestar a ello con demostraciones o exhibiciones, sean las que fueren .
Tu habitacin es tu habitacin y la ma es la ma."
El real del padre es la imposibilidad de saber verdaderamente sobre el goce paterno. No se debe entonces analizar al padre real sino, por el contrario, al
velo puesto delante de l. Esto es lo que. hizo decir
un da a Lacan:
MExcluyo la posibilidad de analizar al padre real. y
ms an el manto de No cuando el Padre es imaginario."
El pdre real es el que Cam, el h~o . vio en su desnudez de padre ebrio y adonnecido en su lecho; el
hijo sabe y quiere compartir su saber con sus dos
hermanos, Sem y Jafet. Pero stos recubren al
padre con una capa retrocediendo... para no ver
nada. Y No al despertar los bendecir, no sin maldecir a Cam ... el que pretenda saber.9
2. El real del padre permite responder finalmente a
la pregunta por el Padre imaginario que el hijo se
plantea: cmo hacer el duelo, ms all del amor y
del odio, del padre ideal? Desde ahora podemos responder: podr hacer ese duelo si tiene un padre real
es decir, un hombre que no se casa con, que no endosa, que no se identifica con la imagen de un padre
todopoderoso. de un amo, precisemos: de un educador que hace la ley, sobre todo.
8 Tlvtston, Paris, Seull, 1973, p. 35. (J. Lacan, Pstcoanltsts. Radiofona & Televtsfn, Barcelona, Ed. Anagrama, 1977,
pp. 102- 109.)
9 En Ja Bfblfa, Libro del Gnests, capitulo 9.
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ficiencia, incluso de fraude y, para decirlo de una
vez, de excluir el Nombre-del-Padre de su posicin
en el significante."JO
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III
Conclusin
UN TRIPLE DISCURSO
El psicoanlisis no tiene nada que decir en
cuanto a la declinacin social del ser padre: por el
contrario, le concierne directamente la posibilidad
que se da a cada uno, a cada una. de decir sin dilaciones en qu medida l o ella tuvieron o no un
Padre:
l. Un padre como Nombre gracias a la madre.
2. Un padre como imagen ideal que l o ella ha
erigido para hacer contrapeso al servicio sexual de
la madre.
3. En fin. un padre real, como agente de castracin, en tanto introductor de un no saber del goce
de la madre (genitivo objetivo).
Sin embargo. queda an ' un interrogante: si el
Padre imaginario es el que hace la ley. qu~ relacin
tiene en cambio el padre real con la ley? Y .de qu
ley se trata? No podemos responder a esto sino
abordando el discurso tico propiamente dicho.
1. Decir el bien
Hemos visto las tres dimensiones de la paternidad, instauradas respectivamente por la madre. por
el nio y finalmente por un hombre que ocupa el
lugar del padre real. Estas tres dimensiones permiten responder a la pregunta no por el ser-padre.
sino por el haber-tenido un padre. Pero por esto
mismo, por el hecho de haber tenido un padre qu
ley tica se le transmite al sujeto?
Para responder a esta pregunta es necesario
presentar los distintos discursos ticos en los que la
paternidad ocupa un lugar. Este lugar se diferencia
en Occidente segn tres posturas.
El discurso ms antiguo es el que nos leg la
Antigedad greco-latina. Conserva an su actualidad pues posee a nuestro entender un gran sentido
comn y una evidente sabidura.
Lo que plantea ese discurso es decir el bien, a
fin de desearlo y de realizarlo. Este decir se basa en
un doble postulado.
En primera instancia. tal o cual bien es promo55
56
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57
5 .a
El manto de No
59
Phllippe Julien
qve habla de ella para darle la razn. No se conforJll con leer pblicamente los textos sagrados y con
hacer cumplir los ritos lit rgicos. Sabe mediante la
argumentacin deducir de ellos la necesidad de tal
0 cual accin para el cumplimiento de lo que fue
leido en el texto y representado en el rito.
Lo que est en juego en cada caso es lo mismo:
2. Decir la ley
Este discurso en el que el Bien y el Ser se conjugan para fundar los bienes y los seres fue socavado por otro discurso.
l.
PRIMERA CRISIS
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Philippe Julien
El manto d e Ntw
h1
Pero agregaba:
"Se da uno cuenta de que todo en la Lracltclon
juda va en contra de eso? En ella el cor~e no p~ sn
de lo ms perfecto a lo menos perfecto, lo me noH
perfecto es simplemente lo que es. a saber. radicalmente imperfecto y no hay ms que obedecer estricta y puntualmente. si se me permite la expresin. al
que lleva el nombre de Jahv. al que se suman
otros nombres. Este eligi a su pueblo y no existe
razn para oponerse . ~
No le queda entonces al pueblo elegido otra alternativa que la de '"traicionarlo eventualmente y es
de lo que obviamente no se privaron los judos". 2
Claro est: "Qu puede resultar ms insoportable
que el hecho de ser un elegido. un llamado a .... un
nombrado para ... T
Uno de los signos ms evidentes de la manera
en que el discurso tico del Bien se resiste al de la
Ley lo constituye el discurso prolfico durante los siglos del texto bblico acerca de la vocacin de Moiss en el captulo 3. versculo 14 del Libro del
Exodo. Moiss le pregunta su nombre a Dios. e l
nombre que dira su ser. Ahora bien. Qu se le responde? "Ehyh asher hyh".
Pero, cmo Lraducia Cada cual lo hace desde
su postura tica. Segn el discurso ontolgico del
Bien. se lo traduce como: "Soy el que es". el ser in2 Le Smtnare, libro xx. Encore. Paris, Seutl, 1975, p. 9 1
(An. Barcelona-Buenos Aires, Palds, 1981, p. 120).
62
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Phillppe Julien
11:1
ll.
SEGUNDA CRISIS
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. III. EL
IMPERATIVO KANTIANO
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V.
FREUD DESCONSOLADO
Algunos aos antes de su muerte. Freud escribe una obra sobre la tica. EL malestar en la cultura.
Existe malestar no a causa de la cultura y de la ine. vitable represin. sino en ella. debido al supery.
Freud nota que esa instancia pesa mucho sobre la
humanidad: ms se la satisface y ms exige. Mecanismo extrao: la voz del supery es tanto ms exigente cuanto que se la obedece. La conciencia
moral, escribe Freud, "se comporta con severidad y
desconfianza tanto mayores cuanto ms virtuoso es
el individuo".s
Triste 'observacin! Por qu esta ferocidad?
No existe en el ser humano cierta complicidad para
sufrir esta crueldad? No se acerca Freud al pensamiento de Kant. quien reconoca que la ley moral
5 El malestar en
XXI ,
p. 121.
El manto de No
69
Ibid .. p . 126.
70
El manto de No
Philippe Julien
11 .
p. 663, y en
71
3. Un bien-decir
Freud deca que la neurosis es el negativo de la
perversin. En efecto. la sexualidad humana no. es
natural como el instinto: es perversa. en el sentido
en que. en tanto humana y no animal. es "por naturaleza" deriva. desvo, sometida a lo aleatorio del
goce del otro. no reductible a la genitali.dad . ya qu.e
no est sometida a un objeto predeterminado y umversal que le otorgara su unidad y su finalidad.
Necesita entonces de una ley. Ahora bien. esta
ley que se le impone llene como efecto la neurosis
social como reverso y "negativo" de la perversin.
Pero. no existe otra ley? No existe otra va
ms que la neurosis para transitar con la sexualidad como fundamental y "naturalmente" perversa?
Una ley que. lejos de ser su negativo. fuera el
apoyo mismo de la sexualidad? Una ley para
transgredir apoyndose en ella como en un borde
necesario para inventar caminos siemp!'e nuevos?
La respuesta a estas preguntas. que se reducen
a una sola. tiene como condicin previa evaluar en
su dimensin ms amplia lo que Freud denominaba
el malestar. no el malestar de. sino en nuestra civilizacin considerada moderna y de avanzada.
72
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El manto de No
l.
.'
73
En otras palabras, tropieza con el muro del lenguaje. de un lenguaje que se opone a la palabra, en
la medida en que el sujeto es all hablado, ms que
lo que l mismo habla.
11. LA EXALTACION
DEL YO
El manto de No
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75
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76
IV
Philippe Julien
> .. .
J
i.
'
'
80
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81
82
Philippe Julien
la antropologa social mostr que ese discurso precientfico slo deba su prestigio a la bipolaridad
complementaria de las funciones y de los roles. asignada al trabajo del hombre y de la mujer en el contexto de una cierta cultura. En los umbrales del
siglo XXI, al extenderse poco a poco en el planeta. la
igualdad profesional y domstica (casi adquirida!)
entre hombres y mujeres pondria en evidencia lo ridculo de la distincin tradicional de lo mascuJino y
lo femenino. Slo quedara desafortunadamente! el
.. peasco biolgico" de los nueve meses de gestacin.
1. Un amor de amistad
El manto de Noe
80
Esta amistad que los antiguos, griegos o lo.Unos, segn las pginas tan admiradas en Aristtc
les, reservaban para la ciudad de los hombres. se
refiere ahora a la pareja que constituyen un hombre
y una mujer. Cada uno es el espejo del otro. Lo que
el Libro del Gnesis deca de Eva. que era u na
"ayuda semejante" a Adn. se torna tambin cierto
para Adn. La similitud funda la reciprocidad y su
reflexin en el sentido ptico del trmino. As, en la
amistad el narcisismo del amor finalmente hall su
velocidad de crucero y su medida gracias a esta sabidura que la pasin le negaba con sus ansias, sus
sufrimientos y sus eternas reivindicaciones.
Pero entonces , si el porvenir est ah. la identificacin desde la infancia con tal rasgo segn el
Ideal del yo ya no produce segregacin. los varones
por un lado. las nias por el otro. Los rasgos se han
vuelto comunes. Con el cuestionamiento de la complementa riedad se habr vuelto inconsistente la dl ferencia misma hombre- mujer?
Est el escndalo de la segregacin que revela
el psicoanlisis superado con la igualdad de funcin
y el nacimiento de un nuevo universal que aba rca n
la vez a mujeres y hombres?
Nada de eso. Si la relatividad de las tareas y dr
las funciones permite cada vez menos una ld entlH
cacin que las distinga , no por ello sta dcjn <Ir
existir. Si es cierto que est sometida ms q11 r
nunca a las contingencias de nuestra his toria. p11
manece indestructible porque es capa a la pa11opll11
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de las tareas y de las funciones, .Y la supera ampliamente. Cada uno, cada una sigue aprendiendo del
discurso del Otro, de su discurso comente, lo que
puede significar comportarse como un verdadero
hombre, como una verdadera mujer. Los puntos de
referencia cambian, desde luego, a una velocidad
desconocida hasta ahora pero, concretamente, no
por ello sojuzgan menos.
No obstante, sus fluctuaciones modernas dejan
entrever actualmente, m~ rpidamente que en el
pasado, que la identificacin ideal no lo es todo.
Hay un ms all. Sin duda el psicoanlisis freudiano naci justamente en un siglo en el que la fragilidad de estas identificaciones en masculino o en femenino nos obliga finalmente a interrogar a este
ms all.
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que no son perversos. lo que nos dic~n no puede explicarse por el goce flico. como quena Charcot.
Nos hablan de un goce que experimentan Y del
que nada saben. del mismo modo en que los poetas
hablan del enigma del goce de la mujer.
No hablan de la mujer; pero esto no impide que
sean ellos tambin poetas. para decirnos el "sin
porqu" del goce de Dios. Por lo que ~ste vi~jero del
siglo XVII que fue Angelus Silesius pod1a escribir:
"Dios es todo por s mismo. su cielo. sus delicias.
Entonces por qu nos cre? No lo sabemos."
Hstoriadores y socilogos concuerdan en que el poder del padre sobre su familia se vuelve cada
vez ms limitado por la autoridad -finalmente reconocida- de la
madre, y por la creciente ingerencia de la sociedad civil en torno
al hijo, en nombre de su inters, de su bien y de su felicidad. Pero,
qu pasa con los hijos y las hijas? qu significa ser padre?. En
la medida en que se pretenda poder responder a esta pregunta
planteada en trminos de ser, no puede sino constatarse, hoy ms
que nunca, una declinacin, una insuficiencia, un demrito, incluso hasta una impostura.
Sea que se trate de derechos sobre el nio, del nio o al nio, el
discurso social sostiene cada vez menos el ser padre. H .. que lamentarlo o alegrarse por ello?
Por el contrario, un hijo, una hija, puede responder a la pregunta
qu significa haber tenido un padre? Y es de su decir de lo que
testimonia el psicoanlisis con Sigmund Freud y Jacques Lacan.
Tal es la paradoja que Phlllppe Jullen, psicoanalista francs, analiza en su libro.
Alianza Editorial
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Cubierta: Pablo Darra~n