(Micro Relato) Solo Un Poco

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Solo un poco.

(Escrito por Roco Manque)


La mayora de las personas buscan paz en algn momento de su vida. Yo, personalmente,
la busco la mayor parte del tiempo
Baj el bolgrafo con el que estaba escribiendo. Estbamos en la segunda hora de clases,
literatura. La profesora nos haba dado como tarea escribir Nuestras memorias Alegando
a algo as como el ultimo preciado trabajo antes de la graduacin.
Mir mi hoja, no haba escrito nada ms que aquellas palabras, tan pobres, pero tan llenas
de significado. Tambin detalle en que la hoja estaba ms llena de garabatos y formas raras
que de letras. Dibujar es algo que me resulta indispensable, es mi preciado cable a tierra.
-Seorita Elizabeth!- Aunque no todos piensen igual, cerr mis ojos. Aqu bamos de
nuevo.
-Si profesora?- Ya poda or el cotilleo de fondo.
-Qu cree que est haciendo? Estamos en la hora de literatura, no en la clase de arte. A
direccin!Tom todas mis pertenencias y me dirig al lugar que durante mis aos de instituto se me
hizo frecuente. No logr llegar a l cuando sent que dos chicos pasaban cerca de m, y sin
consideracin, me empujaban para seguir sin siquiera mirarme. Suspir. Siempre ha sido
as, desde que mis grandes amigos de la primaria quedaron a muchas horas de viaje, en otro
pas, no logro socializar con nadie all, en Australia. Y lo que comenz como solo das, se
convirti en aos de entera soledad.
Los siguientes acontecimientos se me hicieron tan montonos, tan cotidianos, que
simplemente los pas, indiferente. En los ltimos aos ya nada me importaba lo suficiente
como para considerarlo mnimamente relevante.
Como de costumbre en este ltimo mes, el director me envi de vuelta a mi casa. No s qu
es lo que deba hacer contigo realmente, sola decirme.
Llegu a casa y tom las llaves que se encontraban en mi mochila. Cuando abr la puerta,
no me tom la atencin de mirar a nada en particular, saba que lo que vera sera la casa
vaca, sin mi padre. Era lo normal.
Cuando mi madre muri, en Londres, mi padre acept ese trabajo con el importante puesto
administrativo all, en Australia. Lejos de todo y todos lo que le recordase a mi madre.
Excepto yo. Hundindose en su trabajo, se olvidaba de todo, incluso de que tena una hija,
supongo. Prcticamente viva sola, l tan solo se ocupaba de que me llegase el dinero

suficiente como para subsistir, ah se terminaba nuestra estrecha relacin de padre e hija.
Una vez que Sal de mi habitacin, ya preparada para una larga sesin de renovante pintura
libre, me dirig a mi santuario personal, mi taller de dibujo. Una pequea habitacin donde
era capaz de sacar hasta el ms mnimo resquicio de mis sentimientos.
Pero cuando abr la puerta me quede petrificada. Qu haca l all? Eso no era bueno, para
nada bueno.
-Debemos hablar- Mi padre difcilmente me dirige la palabra, nicamente para criticarme y
reclamarme que l daba todo envindome a un instituto digno y yo lo tiraba a la basura con
simples sueos de dibujante. Algo me deca que esa ocasin no sera diferente.
-Acerca de...?- Yo lo saba, pero como siempre, hacindome la desentendida. Mi padre me
mir con genuino enfado. Esta vez la cagu.
-Me han llamado del instituto, ya debes saber el por qu No es as? De lo contrario, no
estaras aqu- Solt todo tan de golpe y tan mordazmente que no hice ms que asentir. Maldita sea Elizabeth! Es que acaso lo que te digo no hace ms que rebotarte en esa
cabeza perdida que tienes? Madura de una maldita vez!Y nuevamente mi cerebro entr en modo Automtico. No poda, o quizs no quera, or
mas. Todo se haca tan distante e indiferente que no eran ms que simples imgenes
corriendo frente a mis ojos. Poda ver a mi padre mover los labio y apuntar a su alrededor
pero a mis odos no llegaba sonido alguno.
Entonces sucedi, el sonido que rompi la quietud del agudo silencio que me envolva.
Una hoja rasgndose. Luego otra y otra. No poda ser cierto, mi padre, l, estaba
destrozando todos y cada uno de mis trabajos.
No supe que tan fuerte grit, ni que tan desgarrador fue, pero de un momento a otro sent mi
garganta rasgarse por tan feroz alarido. Mi padre, asustado por tremendo grito, se volte,
pero yo sal corriendo de all, tomando mi mochila del recibidor y saliendo de la casa con
un fuerte portazo.
Cuando estaba ya corriendo por las calles de la ciudad, tena un solo objetivo en mente.
Aquel pequeo bosque a las afueras de la ciudad. Con lgrimas en los ojos y repitiendo las
imgenes de mis aos de dedicacin siendo destruidos, lo nico que mi cerebro ordenaba
era acelerar mi carrera hasta el punto que sent mis piernas anestesiadas por el dolor.
Una vez que llegue all, mis piernas se rindieron y simplemente me deje caer, llorando.
Como pude me arrastre hasta el enorme sauce que no hace mucho tiempo encontr, lo rodee
y me arrastr hasta el pequeo arrollo que yaca detrs de l. Entonces acerqu mis
temblorosas manos y beb, beb tanto como me fue posible debido a mi sentida garganta.

Ya con mi respiracin regulada y mis manos no tan temblorosas, me arrastr de vuelta al


rbol a tomar mi mochila y de ella saqu mi iPod y mi preciado cuaderno de dibujo. Me
sent a la sombra de la majestuosa roca y cerr los ojos.
Cada palabra que mi padre ha tenido el descaro de lanzar, como si de una daga se tratase,
regresaron a mi memoria, todo mi esfuerzo arruinado en apenas segundos y yo Yo tan
intilmente incapaz de poder hacer algo.
Entonces algunas lneas curvas en mi cuaderno comenzaron a tomar forma por cada vez
que pasaba mi lpiz por sobre la hoja.
Aquel sonido de hojas rasgadas poda orlo an por encima de la msica de mi iPod y las
lneas se tornaron ms oscuras y bruscas debido a la presin que ejerca con el lpiz.
Cuando ya me encontraba acabando con el dibujo, sent como, de forma poco sutil, me
quitaban los auriculares.
-Pero qu...?- Antes de poder continuar divise al culpable de tal acto acuclillado frente a
m -Ah! Solo eres t. No deberas hacer eso, hace dao- le reproch, no era la primera vez
que me lo haca.
-Lindo dibujo- Me felicit, mirndolo fijamente. Luego volvi su ojos color miel hacia m
Mal da, pequea?- pregunt, casi con sdica diversin. Yo lo mir mal.
-Puedo solo fingir que eres un retorcido producto de mi imaginacin y hacerte
desaparecer?- susurr, bastante molesta. Aquel simplemente no era un buen da. Pero l era
tan jodidamente exasperante que dudaba que siquiera me tomara en serio.
-No lo creo- Dijo, con aires de engredo Este lugar es enteramente moOh! Lo haba olvidado completamente. Mire aquel majestuoso rbol y encontr grabado,
aunque algo desgastado, un nombre escrito de forma precaria.
Leo
Aquel era el nombre de ese molesto adolescente que, ciertamente, me pona de los nervios,
y es que, esa vestimenta de instituto de los aos 50 no era particularmente normal.
Pero, l no era un adolescente normal. l era nada ms y nada menos que el alma en
pena, como elocuentemente se me haba ocurrido llamarle, de un antiguo estudiante cuya
alma estaba atada al rbol en el que me encontraba reposando. Por tal, l deca que todo
aquello le perteneca, aun cuando su alma no poda sobrepasar los lmites de aquel peculiar
bosque.
Lo conoc hace dos semanas, en una de mis tantas visitas a aquel lugar. Siempre sonriendo

me abordaba con la misma pregunta Mal da, pequea? Sinceramente, esto no debe ser
ms que algn severo problema en mi psiquis. Pero, si as me puedo sentir en paz, est
bien.
Para cuando Sal de mis pensamientos, el an se encontraba absorto en el dibujo. Yo lo
imit. Se trataba de un ngel, era una mujer joven con el rostro parcialmente cubierto por
sus cabellos, de modo que solo su ojo izquierdo poda apreciarse y en l, la sensacin del
anhelo a la distancia. Sus manos entrelazadas a la altura de su pecho y sus alas
indolentemente extendidas le daban un toque de rebelda y compasin, extraa mezcla y
comparacin. Completando el dibujo, una enorme y tenebrosa figura alzndose detrs,
como queriendo atraparla.
-Interesante concepto- Dijo Leo, mientras yo lo miraba atenta. Sonri Creo que para que
este aqu en estos momentos, yo deb de haber buscado esa anhelada libertad en algn
momento de mi vida- declar, mirndome a los ojos Y no solo eso, aunque no recuerdo
nada, solo s que lo que busco ahora es paz- Susurr, mientras se recostaba en mi regazo Y sabes? Solo la encuentro cuando estoy contigoY lo nico que atin a hacer fue sonrerle. Porque, aunque reniegue de l, sus sonrisas y
palabras me hacen olvidar mis pesares, brindndome paz por al menos unas horas, mientras
est a mi lado.
-Dime Leo, el mundo de los espritus Es tan terrible como el de los vivos?- Pregunt. Y
mirando al cielo esper su respuesta. l era un espritu en busca de paz y yo, una humana
en busca de lo mismo Por qu no hacerlo juntos?
-Solo un poco- fueron sus simples palabras. Yo sonre, resuelta.
Fin.
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consulta mi direccin de correo es: [email protected]
Espero hayan disfrutado la lectura.

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