Este documento analiza las ideas de Eugen Drewermann sobre la neurosis y la culpa desde una perspectiva teológica y psicoanalítica. Drewermann concibe que la neurosis exhibe un doble aspecto, siendo a la vez un mal y una señal hacia la curación. La culpa es entendida como una experiencia fundamental de la incapacidad humana para la existencia auténtica.
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Este documento analiza las ideas de Eugen Drewermann sobre la neurosis y la culpa desde una perspectiva teológica y psicoanalítica. Drewermann concibe que la neurosis exhibe un doble aspecto, siendo a la vez un mal y una señal hacia la curación. La culpa es entendida como una experiencia fundamental de la incapacidad humana para la existencia auténtica.
Este documento analiza las ideas de Eugen Drewermann sobre la neurosis y la culpa desde una perspectiva teológica y psicoanalítica. Drewermann concibe que la neurosis exhibe un doble aspecto, siendo a la vez un mal y una señal hacia la curación. La culpa es entendida como una experiencia fundamental de la incapacidad humana para la existencia auténtica.
Este documento analiza las ideas de Eugen Drewermann sobre la neurosis y la culpa desde una perspectiva teológica y psicoanalítica. Drewermann concibe que la neurosis exhibe un doble aspecto, siendo a la vez un mal y una señal hacia la curación. La culpa es entendida como una experiencia fundamental de la incapacidad humana para la existencia auténtica.
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4.
LA TEOLOGA FRENTE AL INCONSCIENTE:
ANGUSTIA Y CULPA EN EUGEN DREWERMANN
Jung elabor un complejo modelo de la psique, y concibi un camino para la cura de sus alteraciones al ritmo de la experiencia clnica. Kierkegaard desentra el sentido de la individualidad para el curso de una vida humana, e invit a una reflexin sincera sobre la situacin del hombre en el mundo. Eugen Drewermann es heredero, en puntos significativos, del talante espiritual de estos dos clsicos, y en todo caso ha sabido sacar consecuencias de aquellas intuiciones fundamentales. Y ha aportado desarrollos originales.
Desarrollos que an estn en construccin y puesta a punto, a travs del insustituible control de la clnica y el acompaamiento espiritual 1 . ste justamente el ncleo doctrinal que aqu se destaca. Ante todo, para Drewermann el sentido teleolgico de la neurosis viene expresado en los intentos de curacin realizados por la psique. La neurosis no es solamente una seal de alarma, como puede serlo el dolor, sino que es adems un intento de socorrerse a s mismo, es decir, es la decisin a favor de un camino, de una direccin determinada 2 .
Todos los procesos psquicos se hallan dirigidos hacia una determinada tendencia. Pero sta queda cortada por la neurosis, como si un callejn sin salida bloquease la conciencia. Y todo acto de revolverse contra el sntoma no hace ms que empeorar el conflicto. Pero,
1 La preocupacin del autor dice as: ...tendremos que hablar de las relaciones de la psicoterapia y la cura de almas, a fin de eliminar la diferencia fctica, la concurrencia absurda de los empeos teolgicos y psicolgicos por las almas, mediante una evocacin, o bien una meditacin sobre la originaria unidad religiosa y psicolgica de ambas..., Eugen DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa moral (I. Angustia y Culpa), Bilbao 1996, 10. 2 cf Mathias BEIER, A Violent God-Image, New York 2004: Sin as a neurosis before God (51-55); Sin as despair is a mis-relation to God as the source of ones existence and then to oneself (114-119). afirma Drewermann, el tesoro est en el alma, es una parte integral, aunque oculta, del hombre. En realidad, el camino hacia la curacin se encuentra obstaculizado por el yo 3 .
En consecuencia, se puede definir tambin la neurosis como una escisin interna, una disensin dentro de s mismo. El tesoro que se halla en el inconsciente est aguardando a que se le saque a flote. El nudo de sus contenidos ha de ser recogido por la conciencia, la cual debe ir desatndolo poco a poco, e incorporndolo a la conciencia. He ah el proceso formal de la curacin. Se ve, pues, que la enfermedad se ha convertido en un precioso indicador de la curacin, ya que seala de dnde ha de venir sta 4 .
Por tanto, Drewermann concibe que la neurosis exhibe un doble aspecto. Negativamente, es un mal, una enfermedad. Pero positivamente, es una herida en el alma que seala el camino hacia la curacin; es ya una parte de ese camino, porque conduce al foco de la enfermedad. Su sentido y finalidad consisten en atraer la atencin del hombre hacia un lugar en donde est sepultada una parte de su ser. Y todo esto, a fin de que el hombre recoja esa parte separada de su alma esa alma parcial, ya que el complejo vive autnomamente y se convierta en persona integral. Todas las energas, cualidades y tendencias de la personalidad han de actuarse en esa vivencia y experimentacin, han de desarrollarse e integrarse de manera plenamente consciente. Y entonces el hombre ser lo que por naturaleza tiene que ser. Ese es el camino del desarrollo de la personalidad, a saber: que la psique llegue al pleno conocimiento y actuacin de sus propios dones 5 .
Al complejo autnomo hay que conducirlo hacia ese estado liminal o de suspensin, sacndolo de la noche del inconsciente, para introducirlo en la luz de la conciencia. En el
3 ...el aborrecimiento de s y el autorrechazo de la vida fallida y disipada irrumpen con vehemencia sobre el yo, pero sin operar un cambio, porque todo contenido pasa precisamente por las funciones y relaciones, que contribuyeron a crear y encubrir el vaco del verdadero yo. El crculo diablico no se rompe..., DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 109. 4 Because the manner in which the archetypes approach the ego of the human person depends very much on the manner in which the ego feels firmly grounded or not vis-a-vis another person () And beyond all the images it is important to believe in a person who lives in all the images and yet, in order to integrate this images, must be more than all the images, BEIER, A Violent God-Image, 270. 5 En realidad, la psicologa de profundidad pudo descubrir las fuentes de la religiosidad como fuerzas curativas de la psique humana, despus de desescombrar los cascotes neurticos, DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral, 9. estadio intermedio, el hombre siente la pulsacin de la vida. Y si supera la angustia y la estampida inicial, entonces puede pasar revista ms quedamente con la mirada de su alma a las posibilidades que la vida le ofrece, y tomar una decisin con perfecta serenidad.
Este el punto de partida para el anlisis de Drewermann. Sin embargo, l tiene en cuenta que el humano es un ser relacional por naturaleza. Y en toda relacin siempre media una tensin inicial, una crisis que psicolgicamente se elabora tambin como culpa. As, comenta que los mitos de las diferentes culturas cantan recurrentemente la tragedia de la existencia en general, la verdad fundamental de que toda vida humana est insolublemente cada en la culpa y tiene que pagar su precio en sufrimientos y desdicha y con el fracaso de toda su buena voluntad 6 .
En este punto ya es posible indicar que esta fundamental experiencia de culpa manifiesta una incapacidad o limitacin para la existencia autntica. Ahora bien, qu puede significar la afirmacin de la autenticidad si bsicamente es un proceso de llegar a ser? Y un proceso que no tiene rumbo predeterminado ni meta definitiva? Aqu slo queda reconocer en caso de sentir el escozor de la radical insuficiencia que ni un colectivo ni una persona humana, sino Dios slo, perdona la culpa originaria de existir 7 .
Y sin embargo, dnde est esa culpa? Acaso en el ensayo-error de una vida que deviene? Hacia all apunta la doctrina kierkegaardiana de los estadios. Y ya que estas son cuestiones que ataen a la forma humana de estar en el mundo, a un impulso irreversible de devenir autntico, las respuestas se buscan con temor y temblor.
Cmo no iba a desconfiar con sus entraas de la tica el pensador dans! de Hegel, claro, como representante exttico de la razn ilustrada (sapere aude) y de la raicon- religion dEtat.Para el espritu tico, ella permanece como la verdad de la religin, incluso cuando se pierde la fe. El origen del mal est en la ignorancia. Los hombres hacen
6 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 51. 7 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 112. el mal por escrupulosidad, necedad y pereza, pero se les puede ensear, ilustrar, amonestar y hasta urgirles con insistencia a obrar el bien 8 .
Y sin embargo... El Antiguo Testamento presenta la existencia como un caso patolgico cuya cura slo procede de la fe en Dios 9 . Para el espritu sapiencial el hombre de espaldas a Dios voluntaria o involuntariamente encuentra insoportable, horrenda maldicin, su condicin de criatura caduca, contingente e imperfecta. Es ms, cada nueva fatiga lo sume an ms en su ruina perecedera precisamente por su no-ser divino, absoluto. El hombre sin Dios no soporta ser mero hombre. Es justamente esta dolorosa toma de conciencia como un ser radicalmente innecesario, absolutamente superfluo y balad por completo, lo que le permite reconocerse como criatura a travs de una crisis narcisstica. Aqu acontece una suspensin de toda conviccin tica y un salto al vaco de la fe. nicamente la relacin con Dios decide sobre lo que es cada quien. Entonces la urgencia fundamental no consiste en descubrir qu debo hacer, sino quin soy, cmo debo considerarme 10 .
Por qu fracasa la voluntad tica? Drewermann destaca la experiencia del hombre sin Dios ni destino de eleccin elaborada en el Gnesis 11 . El relato bblico parece descubrir un hombre urgido vitalmente de Dios, acosado sin cesar por la pulsin de su aprobacin absoluta; aprobacin que parece traducirse en la buena reputacin de que goza el justo ante los ojos del prjimo, en el prestigio que da el sentirse elegido y disfrutar, por lo tanto, de prosperidad, de vida, de amor.
Es esta lucha por el reconocimiento la que lleva a ver en el hermano un enemigo mortal, ante la posibilidad de que nuestro prestigio sea arrebatado por su mera existencia. En ausencia de esta garanta de aceptacin divina previa a toda sociabilidad, las relaciones interhumanas slo manifiestan una lucha a muerte por el propio reconocimiento
8 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 114. 9 There is in anxiety an opportunity for humans to encounter God () This, Kierkegaard thought, was Abrahams faith: a faith by means of infinity into the finite. It is thus possible that the fear which bolongs necessarily to humans does not lead to despair but instead to faith. But this presupposes that the fear is not left but grounds itself in God, BEIER, A Violent God Image, 113. 10 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral, 116. 11 cf BEIER, A Violent God Image, Fear, Evil, And the Origins of a Violent God Image, 23-130. mortalmente amenazado, al final de la cual vencedores y vencidos sufren dicha ausencia por igual 12 .
Ya en el libro del Gnesis se muestra la impotencia de la ley moral ante el fracaso del hombre radicalmente separado de Dios, hostil a todo lo radicalmente otro y acosado por la agresividad salvaje de su temor. El intelectualismo tico se juega su suerte en su encuentro con los hombres sin Dios que desesperadamente luchan por su justificacin y reconocimiento. Todas sus apelaciones a la inteligencia y a la buena voluntad aran en aquel mar que es el corazn guerrero, desordenado en el fondo de su alma 13 .
Drewermann da la razn a Schopenhauer cuando afirma que la doctrina del pecado original revela la esencia del cristianismo en su contundente negacin de la autosuficiencia iluminista: el hombre, por estar separado de Dios y en tanto est separado de Dios, no puede ser bueno desde luego, en perspectiva yavista la prueba de ello est en vivir o no en armona con lo otro. Es esta esencia la que funda al cristianismo como religin de redencin, pues presupone que en ausencia de Dios los hombres enferman enfermedad que es un desvo, un extravo del proceso de humanizacin que descarta o supera la violencia: pero es culpable el hombre de tal extravo, es responsable de su propia enfermedad?. El proceso de humanizacin es el proyecto de Dios para su Creacin. Dentro del cristianismo, el presunto pesimismo de la doctrina del pecado original es su horizonte mental evidente, y la nica cuestin que podra honradamente plantearse es cmo entenderlo y fundarlo 14 .
Pero la doctrina del pecado original seala algo ms que una hiptesis sobre la infidelidad o bien sobre la imposibilidad humana de mantenerse fiel a Dios. Tal como la ha transmitido el cristianismo, la doctrina del pecado original exhorta a una mejor comprensin del hombre, sobre cmo superar el propio desgarramiento interior. Siguiendo a Kierkegaard, el mito de la cada no seala un suceso remoto, sino el acontecimiento del mal en m, la generacin del mal desde mi propio corazn. El mito del nacimiento de la culpa humana
12 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 116. 13 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral, 117. 14 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral, 118. describe la naturaleza de El Pecado renaciendo en cada hombre y dando direccin a la historia humana. La intencin de la exposicin cristiana pasa por el reconocimiento de cmo viven en realidad los hombres y cmo ha de ser su aventura hasta su reconciliacin en Dios 15 .
El anlisis de Drewermann es contundente: Cuando el Seor dijo a Can: Por qu te enojas y pones tan mala cara? Si hicieras lo bueno podras levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado est esperando el momento de dominarte. Sin embargo, t puedes dominarlo a l (Gn 4-7), no estaba invitando a una lucha titnica contra el propio temor, o al despliegue de la propia fortaleza contra un mal exterior (todo lo cual redundara en soberbia), sino precisamente a reconocer con humildad la propia insuficiencia y desamparo que se abandona a la gracia.
Aventurando una consecuencia se dira: con la aparicin de la angustia empieza el proceso de humanizacin devenir consciente; es decir: el mal tambin forma parte de ese proceso colectivo, porque antes de la cada el hombre era un animal ms sin voz, sin reflexin.
Nuevamente con Kierkegaard (El concepto de la angustia, La enfermedad mortal), Drewermann cree que el relato bblico describe la aparicin de la angustia as 16 : el ser humano descubre lo que es la tentacin, que es en primer lugar tentacin de transgresin, aunque desde luego no sepa de sus consecuencias. Esta tentacin de desobediencia trae por primera vez el temblor producido por la toma de conciencia de ser capaz de rebelin, de eleccin. Pero la mtica prohibicin inclua tambin la prohibicin de tentacin, de toma de conciencia, de eleccin (en cada acto de concienciacin habla la serpiente, smbolo de sabidura y astucia, como Prometeo). Esta es la verdadera causa de la angustia, el descubrimiento de la propia capacidad de rebelin, de exploracin por simple curiosidad, si se quiere, desde luego y nuevamente sin que se piense siquiera en las consecuencias. Es este temor producido por una sbita y an precaria toma de conciencia el
15 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral, 119. 16 cf BEIER, A Violent God Image, Shame, the Threat of Death, and the Punishments of God in Light of Five Basic Paleoanthropological Forms of Anxiety, 82-87. que se torna insoportable, el demonio es as un demonio interior y contra l se invoca el auxilio divino porque se descubre que aquel es superior al mandato de no debes. En su desesperacin, la mujer hace tal nfasis en el mandato divino no con absoluta certeza que manifestara tambin calma, sino que su exageracin manifiesta precisamente la terrible duda o la suspensin momentnea de aquel mandato tras el descubrimiento de algo diferente: la condicin humana que supera la mera supervivencia a travs del conocimiento y transformacin del mundo por medio del trabajo. Aparece as la actividad propiamente humana con una elaboracin mtica ambigua, ya sea como producto de un justo castigo o como una justa liberacin, como un comenzar a hacerse plenamente humano tras el abandono de un Paraso en el que la permanencia estaba sujeta a la inconciencia, a la simple vida vegetativa. Pero ya entonces todo lo destinado a la proteccin del hombre y a su bien aparece en el campo de la angustia como una carga insoportable, Dios mismo no parece ya ser el origen, la fuente de la vida de la plenitud de la Creacin, sino la fuente de una angustia mortal, y el motivo de ser bueno se basa desde ahora exclusivamente en el temor a la clera divina temor que indica separacin y lejana 17 .
Qu papel podra jugar la persuasin tica en este desgarramiento? Qu justificacin puedo argir, a qu retrica acudir frente a mi condicin? Y quiz lo ms importante: el cumplimiento de cul cdigo moral o normativo nos devolver la paz? Pues aunque los hombres ignoren la verdad, no es suficiente con descubrrsela: las mitologas de todos los tiempos han coincidido en la incapacidad humana para soportar la verdad, frente a la cual arrancan sus ojos en su deseo de ignorarla por pura angustia 18 . El resultado de tanto dolor est a la vista, mas no as su procedencia ltima, la fuente que malogra al hombre con el dolor infligido a s mismo y a los dems. Para Drewermann, lo que malogra a los hombres segn la narracin yavista en su desamparo infinito es la transgresin de su buena voluntad, la permanencia maniaca en una guerra contra el mundo producida por la angustia de saberse cado, hasta que al final buscan hacerse ellos mismos como Dios en su desesperacin narcotizante 19 .
17 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 120. 18 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 119. 19 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 121. El psicoanlisis brinda una muy pertinente ayuda para la comprensin de aquella postracin humana descrita en la Biblia. Aborda el ansia de amor y la angustia de su privacin, que transforma mi buena voluntad en un resentimiento agresivo y mi desesperado esfuerzo por ser aceptado en un dramtico despliegue de fuerza y poder 20 .
Compensacin y angustia reflejan la misma experiencia que la doctrina cristiana de la soberbia como origen del pecado: son reacciones al temor de no ser/parecer lo suficientemente amables, a ese sentimiento de humillacin con el que la carencia y la exclusin nos hace infrahombres.
Drewermann opina as que todo el mal proviene de la angustia, y el psicoanlisis muestra que cada paso de maduracin del yo va acompaado de angustia. Pero resulta preciso ampliar la comprensin de la problemtica misma de la angustia humana. La angustia no es solamente producida por un ambiente hostil, sino que es elemento esencial del hombre, es el reflejo subjetivo del hecho de tener conciencia y ser libre 21 .
El ser humano es el nico animal para el que la pobreza, la soledad, la enfermedad, el rechazo y la muerte no son slo peligros a eludir, sino condicionantes de la propia existencia y a la postre ineludibles. Su proceso de toma de conciencia es doloroso en primer lugar porque descubre la fatalidad de tener que hacerse hombre a partir de su propia nulidad. Resulta apenas comprensible que el vrtigo de este absurdo produzca neurosis, la evidencia terrible de saberse un punto absolutamente innecesario entre la contingencia de su vida y el acoso de una libertad que incluye siempre la posibilidad de un fracaso absoluto 22 .
Una mirada psicoanaltica sobre la doctrina del pecado original descubre que un hombre sin angustia no sera hombre; que encubrirla sera negarle su conciencia, su libertad, su
20 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 122. 21 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 123. 22 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 124. humanidad en sentido estricto; y que la superacin de esta enfermedad de muerte que es la angustia slo proviene de la decisin de confiar 23 .
Tal vez as se entienda mejor la consideracin freudiana del hombre como animal enfermo. Tras una contundente dosis de sufrimiento resulta posible y necesario reconocer esa fuga hacia la pretensin divina. Si tras la derrota total se hace Dios presente, entonces tal vez el salto al vaco de la fe permita liberarse de la voluntad de fuga y sus impulsos neurticos de autosalvacin. Sin Dios la conciencia de la angustia existencial es necesariamente patgena, y la cuestin nica est en si se quiere redimir al hombre para que sea hombre o de que sea hombre 24 .
La angustia lleva al fracaso de toda existencia porque en su horizonte slo encuentra lucha, temor y todo tipo de exigencias que impiden organizar y proyectar la propia vida. La angustia como raz del mal es la fuerza decisoria de Ricardo III y la ms fiel expresin de su ser. Porque ella genera sus acciones a partir de la frustracin y el odio, anula cualquier asomo de espontaneidad y generosidad, y crea en su sombra el temor al hermano hostil que slo aguarda el momento oportuno para causar dao. Es la fenomenologa de la cada por pura angustia, de la huida hacia el abismo 25 .
El espritu religioso cree vigorosamente que el hombre quiere ser bueno y aspira a la verdad en cuanto la angustia se calma en su interior, que la fe vence a la angustia y cura as su enfermedad de absurdo y de muerte. Al elaborar el mito del pecado original en trminos de una doctrina de la coaccin de la angustia en el campo de la lejana de Dios culpablemente provocada, Drewermann presenta una teologa de la salvacin que recupera para el hombre la dignidad no por su voluntad de poder, sino a partir precisamente de su impotencia 26 .
23 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 124. 24 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 125. 25 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 127. 26 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 129. Tipologa de la angustia neurtica
Tal la improcedencia de reducir la salvacin a la virtud o a la conducta moral correcta. Drewermann quiere aprehender la esencia del pecado como separacin personal y existencial, como la consecuencia de una relacin fallida con Dios anterior a toda falta moral 27 .
Considera que la exposicin de la desesperacin que hace Kierkegaard la verdadera enfermedad de muerte como prdida de la gracia, prdida de la justificacin en Dios, como desesperacin ante Dios, anuncia la doctrina psicoanaltica de la neurosis como un valioso recurso hermenutico de la doctrina dogmtica del pecado, con sus consecuencias teraputicas.
Pregunta Drewermann: si estar desesperado es preferir estar muerto y, no obstante, tener que sufrir la vida suspendido entre Eros y Tnatos, sin poder morir; si es estar muerto en vida, sofocado en el no-morir, enmudecido sin poder llorar, o como sospecha el plural Fernando Pessoa suspendido en el pasmo esencial de un nio si al nacer, notara que naci de veras, cul es, entonces, la esencia de la desesperacin? Hacia dnde seala la intuicin kierkegaardiana?
En primer lugar, la desesperacin suele manifestarse en los mbitos cotidianos: sufrir la ruina econmica, la prdida de prestigio, del empleo, la frustracin profesional, el resquebrajamiento de un orden que le daba sentido a la propia vida... De tal manera que a simple vista, cuando se da un valor absoluto a cualquiera de tales bienes, cuando un hombre pierde todo aquello a que est apegado su corazn, entonces desespera 28 .
Pero, adems, tal prdida trae consigo no solamente un estado de carencia, sino adems una crisis de la propia vala y la del entorno, hasta alterar profundamente la actitud frente a la vida en general. Siguiendo el escrutinio kierkegaardiano, Drewermann aduce que en
27 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 132. 28 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 134. realidad tal hombre viva ya desesperado, evadido de s mismo, alienado por la pura exterioridad de sus apegos. Por la sencilla razn de que el cmulo de su experiencia hasta ahora no haba representado una vida autntica, radicalmente genuina, constructora de sentido. De tal manera que la desesperacin subsiguiente viene a impulsar el conocimiento de s mismo, el reconocimiento por oposicin, el sobrecogimiento frete a la tarea de tener que hacerse y que ya no entraa un mero escape hacia la nada primordial. Como en la psicoterapia, el enfermo termina considerando como una autntica dicha el haberse despertado de su desesperacin latente por tal golpe de destino o por tal desgracia 29 .
Si la desesperacin, en esencia, es una falsa relacin consigo mismo motivada por una relacin inautntica con el entorno, su advenimiento indica entonces un giro fundamental, un salto o conversin en la visin de s mismo y del mundo. El estado de desesperacin indica ms, mucho ms, que un golpe del azar, por fuerte que ste sea: la desesperacin irrumpe como definitiva para el sentido de la propia existencia.
Ahora bien, existencia en Kierkegaard dice tambin experiencia de s mismo los tres estadios, e indica decisin frente a la urgencia de autenticidad, es decir frente a la condicin propiamente humana de dejarse-ser. Y es en este sentido existencial que el hombre Kierkegaard se experimenta como llamado a la salvacin. En conclusin, Kierkegaard crea que el hombre slo puede realizar su mismidad si es capaz de aceptarse como ser espiritual en su condicin de criatura 30 .
Es justamente aqu donde asoma el camino de salvacin: el hombre es una sntesis de finitud e infinitud, hecha posible por su capacidad de reflexin sobre s mismo. Al enfrentarse se ve abocado a proyectar su determinacin hacia un horizonte de existencia que lo desborda, pero que sabe posible y necesario. En virtud de su llamado, el hombre asume su proceso de humanizacin, se hace responsable de s mismo... o se encierra en la pura corporeidad esttica.
29 Aunque tal vez la desesperacin para Kierkegaard sea fruto de la posibilidad de eleccin: o continuar apegado por inercia y falta de valor a la enfermedad aunque ahora conscientemente, o asumir el riesgo sobrecogedor de entregarse a una existencia autntica; cf BIER, A Violent God Image, 120-121. 30 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 136.
La libertad as apenas presentida viene a anunciar la existencia autntica, pues el hombre carecera de libertad si persistiera en la pura necesidad; y aparecera como un espectro si permaneciera en la pura posibilidad: pero al hombre se le presenta la tarea de realizar en s la sntesis de necesidad y posibilidad, sin sacrificar su libertad. El hombre tiene que definir su libertad en la realidad de su existencia 31 .
La libertad entonces, as reconocida, resulta a un tiempo el bien peculiar, supremo del hombre, y su carga mayor. Porque viene a desvelar la desesperacin de vivir en una falsa relacin consigo y con el mundo, y el imperativo de asumir la autenticidad por la libertad. Es el juego de la angustia.
Dando un paso ms, la autenticidad se pone a prueba en la convivencia por la cual los hombres desaparecen en la servidumbre de la masa, o bien contribuyen al proceso de humanizacin realizndose en la sociedad y en la historia. Porque, tanto en el plano individual como en el colectivo, la posibilidad de la libertad exige una constante vigilia.
Con todo, nada es ms evidente que la renuncia a la libertad. La experiencia de los tres estadios describe la situacin del hombre en el esfuerzo por descubrirse. Ella muestra la tensin entre la sntesis de lo humano y su desgarramiento interior, la posibilidad y la impotencia, la maravilla de estar llamado y la debilidad para responder consecuentemente. Pero muestra tambin cmo el vrtigo de la angustia abre el horizonte de la infinitud. Despus de esto slo queda la eleccin 32 .
Jung llamaba coniunctio al reconocimiento de los opuestos que conduce a la reconciliacin interior, al proceso de individuacin, al encuentro con la autenticidad. Y Drewermann saca las consecuencias al establecer un isomorfismo entre las cuatro formas fundamentales de la
31 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 137. 32 Kierkegaard described sin as despair. Despair is the result of human anxietygetting lost in staring down the abyss of nothingness and leads humans to lose sight of the Divine. The other, theological possibility, is, instead of trying to deal with the fear on ones own and thus being consumed by it, instead of keep-staring- upon-oneself, to reach for help to an absolute freedom, God, which calms the fear stirred by the experience of the possibility of ones own nothingness, BEIER, A Violent God Image, 112. angustia neurtica conocidas por el psicoanlisis y las cuatro manifestaciones de la desesperacin descritas por Kierkegaard, representadas en el esquema:
Diagrama 3 Cuatro formas de neurosis como expresin de los cuatro tipos de desesperacin frente a la libertad. Fuente: DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa moral, 139
a. Neurosis coactiva
Su fenomenologa introduce en la cuestin de si la religin es neurtica, o hace neurticos; y, a la inversa, si la ausencia de religin enferma al hombre, y si la curacin de la psique va paralela a una maduracin en Dios.
Kierkegaard llama desesperacin de la necesidad a la condicin en la que un hombre ve reducida su existencia a la pura inmediatez, en la que el juego de posibilidades se ve reducida al mximo. Pero, agrega, no se requiere de un profundo anlisis para descubrir que no son las necesidades de la realidad las que ahogan su mismidad, sino que es el sujeto mismo quien reduce la realidad a la necesidad. Como tal, refleja un modo de existir desesperado.
En tal estado no hay deseos, aspiraciones o deberes propiamente tales, sino impulsos y coaccin. En l, los caprichos son psquicamente transformados en una tenaz y desgastante lucha consigo mismo en aras de la represin, de la tirana de los deberes, de la intransigencia y fanatismo. El universo es el producto de la ley y ante ella fenece todo lo dems. Todo est ya, y tiene que estar, minuciosamente establecido.
Es tpico en l lo que Drewermann denomina el pero adversativo: si, pero... Es una evasin del propio deseo a travs de limitaciones autoimpuestas e inventadas: ya estoy muy viejo para eso, hay otras cosas ms importantes, no tengo tiempo... Pero este rgido mecanismo de defensa contra lo posible no es desenmascarado hasta que la fuga a la necesidad alcanza el ncleo de toda la existencia 33 , hasta que el sujeto se reconoce en su desnudez, caducidad, carencia radical. Slo ante esta evidencia se pone en movimiento el originario despliegue de fuerzas en busca de lo absoluto que ha sido la aventura humana por eso es preciso haber dejado en claro la simultaneidad de los estadios.
Porque en el fondo el dolor del neurtico proviene de su presentimiento, como ser arrojado- en-el-mundo, de la posibilidad de su anulacin. En este esquema de concurrencia letal, el otro aparece slo como un competidor por el reconocimiento, el reflejo de la propia insuficiencia. Para el desesperado de la necesidad, el fallo del otro es lo que le da derecho a continuar en la ilusin de su perfeccionismo absoluto:
El sentimiento fratricida de Can es caracterstico del neurtico coaccionado, tiene el sentimiento de poder hacer lo que quiere, de poder ofrendar lo mejor que posee, pero sin ser nunca suficientemente bueno, sin llegar jams a la altura, porque junto a l hay otro que se las arregla mejor y por cuya mera presencia tiene que sentirse anulado. Los hombres que en principio carecen de razn de ser, tienen que eliminarse en una concurrencia mortal 34 .
Segn Drewermann, y siguiendo a Kierkegaard, un puente para la curacin puede tenderse con el reconocimiento de la propia contingencia, con la humildad ante la falsedad de todo autorrequerimiento, con el valor de pensar y sentir que podra existir tambin como un ser
33 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 142. 34 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 143. innecesario. Y ms all: reconocer en s mismo una voluntad que lo justifica, algo o alguien que quiso y acept su existencia manifiestamente innecesaria antes de toda accin propia. Este puente que permite la reconciliacin con la propia contingencia lleva tambin, y consecuentemente, a dejar valer al otro, a superar el deseo de suprimirlo y a canalizar la agresividad latente hacia la cooperacin voluntaria 35 .
Este es el contenido del mensaje bblico desde el que parti Drewermann, y que el sujeto debe experimentar en s realizar existencialmente: los hombres que han perdido su comunicacin con Dios, que perseveran en una falsa relacin consigo mismos, sucumben en una espiral de violencia cuyo combustible es la propia postracin tal la dialctica del amo y el esclavo, dolorosa prueba de fuerza al final de la cual vencedores y vencidos siguen encadenados entre s. La experiencia de s como llamado hace posible encontrar al otro en la afirmacin de los propios lmites, pues l quiere que lleguen a ser en solidaridad. Concluye:
La superacin de la neurosis coactiva requiere previamente un acto de confianza en el origen de la existencia. Respecto a la posibilidad de la fe, la desesperacin y la neurosis aparecen como pecado; pero reconocer como pecado la propia desesperacin es aceptar la gracia de poder ser 36 .
b. Histeria
El caso de la desesperacin de la posibilidad es la histeria: el deseo impulsivo de evitar toda coaccin, las limitaciones de la realidad con sus condiciones y obligaciones. El histrico busca desconectarse de lo necesario, en una fuga fantasiosa y enajenada, construyendo la indeterminacin deseada para asegurar su libertad en la esfera de la pura posibilidad.
35 Por ejemplo, Arthur SHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representacin, Madrid 1985, especialmente v. II, Afirmacin y negacin del deseo de vivir por la voluntad, llegada a la conciencia de s misma, donde trata el tema de la compasin como resultado de la negacin del yo. 36 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 146. Mientras que el neurtico coaccionado slo conoce la gravedad de la vida y huye de la posibilidad, el histrico elabora su angustia en forma de comedia, en la que su papel, desde luego, no est definido. En el fondo, tambin la histeria es necesidad de aprobacin, del afecto ajeno que hace posible el amor propio, pues el histrico vive en funcin de la representacin. Tal es precisamente la razn de que el histrico, el desesperado de la posibilidad, sea en realidad mero esclavo de la imaginacin de su libertad ilimitada 37 .
Encontramos una buena figura en el Seductor kierkegaardiano de O lo uno O lo otro: el nmada del amor que en su eterna huida del compromiso acaba siempre frustrado, porque paradjicamente el amor mismo es el compromiso del que ms huye; pero dispuesto siempre a encontrar la felicidad en la prxima esquina.
A l habra que decir, con Drewermann:
No busques en el otro a un sustituto de Dios; no encontrars a tu prjimo hasta que hayas encontrado en ti, desde Dios, una solidez absoluta; slo cuando te hayas encontrado en Dios podrs dejar vivir al otro como hombre junto a ti, sin abrumarlo con expectativas absolutas y sin encerrarte en tus propios desengaos 38 .
La experiencia kierkegaardiana muestra, pues, que la justificacin de la existencia la tiene el nico ante Dios quien deja realizar en s su mismidad, relacin sta que hace posible el autntico amor interhumano ante el abandono de tener que ser Dios. Si se recupera as la sntesis de la realidad en la que la libertad se pone a prueba, entonces el neurtico coaccionado aprende que puede bastarle para ser hombre que Dios exista; y el histrico aprende que tiene la consistencia suficiente ante Dios para no tener que deificar al otro.
37 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 148. 38 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 151. O militantismos escapistas. c. Depresin
Kierkegaard llama desesperacin de la infinitud al estado de depresin por el cual un hombre sucumbe ante su propia finitud, su limitacin y temporalidad, generando sentimientos extremos de culpa y expiacin. Por su parte, Drewermann la identifica con las formas neurticas de la depresin.
En contraste con el neurtico coactivo, el depresivo se siente culpable no tanto por su accin deficiente como por el mero hecho de existir, buscando en cada oportunidad dnde depositar la carga insoportable de su existencia 39 .
Como piensa que su vida es una carga para todos, cree que la nica manera de no molestar es dejando de existir. Pero ante la inevitabilidad de la situacin, busca como objetivo de su vida la expiacin de aquella culpa existencial. Por lo tanto, busca ser utilizado porque slo mediante el servicio sacrificial justifica su existencia como un corto permiso para existir. Esta su angustia le lleva a adivinar los deseos ajenos, a identificarse sobremanera con el padecimiento y la vida del otro, para confirmar as su idea de que este es un mundo en el que no debe vivir, salvo como carne de presa. Es ms, considera el padecimiento insoportable como su merecida recompensa 40 .
El talante del depresivo como desesperado de la infinitud, como angustiado fugitivo de la finitud, lo arrastra tambin a tener que ser Dios, a ser todo en todos. Se culpa por la maldad del mundo, y en su impotencia renuncia a toda exigencia propia, a toda posesin o propiedad. Tendra derecho a ella si justificara su derecho a existir; pero su ausencia le impele a obedecer sin miramientos hasta la aniquilacin. sta es el precio de su inutilidad.
El neurtico compulsivo reacciona legtimamente ante la agresin moral, siente que est en su derecho como sujeto volitivo; pero tal agresin encontrar las puertas abiertas en el
39 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 153. 40 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 155. depresivo, siempre dispuesto a admitir el derecho de todos menos el propio, en un perenne acomodamiento a las exigencias externas.
Resulta comprensible, entonces, que las exigencias ms frustrantes de ciertas formas de religiosidad encuentren terreno abonado en el depresivo. En efecto,
Muchas exigencias del cristianismo sobre la entrega sin lmites y sobre el amor al prjimo parecen destinadas, en determinada exgesis, a hacer depresivo al hombre, canonizando unilateralmente la autodisolucin y equiparando normalmente el deber de la autorrealizacin con el egosmo acristiano 41 .
Mas tambin para el depresivo la salvacin proviene de la experiencia profunda de alguien que lo conoce y quiere precisamente en su finitud. Como el depresivo es terriblemente pesimista respecto de lo no eterno, la fe puede llevarlo a descubrir valor y grandeza en lo finito y temporal precisamente por su limitacin. Este es el escndalo de la fe y la paradoja de la existencia cristiana. Es una experiencia definitiva que levanta al depresivo de su tumba de resignacin y abatimiento, y por la cual reivindica desde Dios el propio derecho a vivir. El desesperado de infinitud puede superar su radical culpabilidad al familiarizarse desde Dios con la verdad y la razn de ser de su propia vida 42 .
d. Esquizofrenia
Con la esquizofrenia nos referimos a una actitud vital que, en contraste con la depresin, no se refugia en otro, sino que huye del otro. Hay que sealar como su caracterstica fundamental una extraordinaria frialdad y reserva, una enorme distancia afectiva respecto a los hombres y las cosas y una aparente desvinculacin de las manifestaciones o prcticas dialgicas 43 .
41 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 158. 42 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 159. 43 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 160. El esquizoide huye constantemente del mundo no tanto porque le resulte insufrible, como al depresivo, sino porque le es absolutamente indiferente. Parece guardar una distancia asptica frente a todos no para ocultar su participacin y compromiso en la vida comn, sino porque no los tiene absolutamente. Por eso suelen ser sujetos de fra racionalidad.
Si el histrico exhibe abiertamente su sentimiento de culpabilidad, al esquizoide le resulta imposible su responsabilidad ante nada. No obstante, desconfa del entorno, pues ve con menosprecio la posible opinin que sobre l se tenga. Vive por eso contrarrestando el efecto opresivo del aburrimiento y el pasmo que lo tornan incapaz de aventura interior alguna, aunque sin llegar al riesgo de la hostilidad abierta. Tambin l ignora para qu est el mundo con l incluido, deambulando como fantasma entre fantasmas, encargado de un oficio oscuro y obligado a una comunicacin mecnica. No logra entusiasmarse sinceramente con nada, todo lo que dice y hace es impersonal, arbitrario, casi burocrtico. La fosilizacin emocional lo hace incapaz de discriminacin moral, especialmente frente a las ocasiones de dolor. Por eso es difcil para el analista evaluar la importancia real que tal o cual dato ha tenido en su vida 44 .
En su frgido comportamiento, el esquizoide estimula una actividad mental sustitutiva, poblando el espacio entorno con proyecciones y fantasas. El mundo se va volviendo para l un caleidoscopio de conspiraciones secretas, y tras la justificacin aparentemente racional de su mana persecutoria, la demencia comienza a aparecer.
Claramente repiten tales ideas alocadas la situacin real del tiempo de la infancia con su impotencia sobre la realidad y sus exigencias de fantasiosa omnipotencia 45 .
Puede observarse entonces el impulso del esquizoide a suplantar la realidad por su conciencia, por su pensamiento. Es as como manifiesta la tendencia al egocentrismo, como rector de todo cuanto existe. Aqu se manifiesta tambin la voluntad desesperada del esquizoide por ser como Dios.
44 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 160. 45 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 163. Y paradjicamente, aunque l no tiene otro dios que s mismo, resulta ser un dios sin personalidad, sin potencialidades, nulo. Al ser el sostn al que se aferra una mismidad inexistente, el esquizoide se encuentra permanentemente expuesto a la disgregacin irreconciliable.
En verdad el mundo tiene que resultar absolutamente extrao para el esquizoide, a merced de una multitud de voces que luchan por hacerse or. l teme ante todo a lo cotidiano, precisamente por la ausencia de perspectivas abarcadoras de vida. La angustia es la experiencia ltima y constante de una existencia que es ajena a s misma. Por eso la esquizofrenia resulta de un estado de separacin de Dios, en el que el hombre es aptrida en esta tierra. Y por eso, tambin, la experiencia definitiva de una bondad sin lmite detrs de todas las cosas y en todas las cosas, abre al hombre la perspectiva que libera su mirada de la inmediatez fosilizada en la angustia esquizofrnica frente al mundo.
El anlisis suele mostrar que el esquizoide puede aprender mucho del depresivo para su curacin, y viceversa. En su autoritarismo existencial, el esquizoide puede abrirse por contraste a la cndida infinitud del depresivo. Y en su fijacin por manipular secretamente la realidad, el depresivo puede encontrar sorprendente el universo distanciado de su hermano esquizoide. Pero lo definitivo, para Drewermann, es que desde experiencias distantes y aun opuestas, puedan estos modelos-tipo llegar a compartir una misma dimensin comunicativa plena de sentido y esperanza 46 .
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Drewermann ha querido mostrar que estas cuatro manifestaciones neurticas reflejan conflictos que involucran a la totalidad de la vida humana, que ponen en juego a la libertad como fundamento del proceso de llegar a ser humano.
Ellas describen la desesperacin de s mismo en una aparente ausencia radical de Dios, una espiral generada por la angustia y generadora a su vez de una angustia infinita. Espiral que
46 DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 164. revela su irrealidad en el momento mismo en que el hombre descubre que su separacin de Dios nunca ha sido total, sino provocada paulatinamente por el desgarramiento y la ceguera que produce el conflicto entre finitud e infinitud.
Resultan improcedentes las condenas moralizantes del pecado por s mismo, sin ahondar en sus causas. Porque ha sido voluntad de Dios que el pecado no se enseoree sobre el mundo, sino que la gracia acte en la comprensin de la relacin del hombre con respecto a Dios y por lo tanto con respecto al hermano, a la sociedad y a la naturaleza. De la misma forma que el fracaso y la perdicin laceran lo ms profundo del corazn humano, as tambin es en la experiencia genuina e intransferible de Dios-amor como el hombre renace a la salvacin 47 .
47 Pero la teologa y la psicologa de profundidad habran de instruirse recprocamente, no slo para entender la desdicha, la enfermedad y el pecado, sino tambin para entender la salvacin, la redencin, DREWERMANN, Psicoanlisis y Teologa Moral-I, 57. cf BEIER, A Violent God Image,Fear, Evil, and the Origins of a Violent God Image: Conclusion, 130.