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ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin
FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 1
Alejandra Laera EL TIEMPO VACO DE LA FICCIN LAS NOVELAS ARGENTINAS DE EDUARDO GUTIRREZ Y EUGENIO CAMBACERES Introduccin (fragmento) [] Entretiempo Es precisamente la percepcin de una ausencia donde no estaba previsto que la hubiera, los intentos de constituir la novela a partir de una carencia, la construccin de una especie de imposibilidad fundante del gnero, lo que me interesa destacar como punto de partida. Por eso, comenc presentando la confianza en la novela expresada por Mitre junto con la frustracin de Vicente Fidel Lpez, as como la defensa de la lectura de novelas realizada por Sarmiento junto con las promesas incumplidas de su escritura hechas por esos mismos aos. Al hacerlo, quise acentuar no tanto el entusiasmo por el gnero entusiasmo juvenil, efmero, sino ms bien la dificultad de su constitucin y el efecto de vaco novelesco que, como consecuencia, produce esa dificultad. Esto no significa, de todos modos, que no se hayan escrito algunas novelas en el mismo momento en el que los letrados postulan la relacin entre el gnero y la nacin. All estn Soledad, La novia del hereje y Amalia, pero tambin Un capitn de patricios, de Juan Mara Gutirrez, y Esther y La familia de Sconner, de Miguel Can (p), todas escritas entre fines de la dcada de 1840 y fines de la dcada siguiente por los letrados que estuvieron exilados durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. De hecho, este grupo de ficciones novelescas romnticas se incorpora al ms amplio conjunto de las llamadas ficciones fundacionales latinoamericanas que Doris Sommer data aproximadamente a mediados del siglo XIX y a travs de las cuales se ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 2 plasmara la vinculacin entre novela y nacin. Segn Sommer, en esas ficciones fundacionales entre las que elige Amalia como representativa del gnero en el Ro del Plata la articulacin entre novela y nacin se produce en los matrimonios heterosexuales formados por hombres y mujeres que pertenecen a grupos coyunturalmente enfrentados (Sommer, 1991 y 1990: 71-98). 4 Desde esta perspectiva, que tiende a considerar la narracin novelesca como construccin de alegoras, esas uniones estaran promoviendo o anunciando, a travs de una retrica del amor, el futuro de conciliacin previsto para la consolidacin de las naciones latinoamericanas: matrimonios convenientes con sexualidad productiva, para naciones pacificadas que renegocian las jerarquas sociales y de clase. Ahora bien: el hecho de que en la Argentina esas ficciones fundacionales hayan sido escasas, de corto aliento, y hayan resultado, contra lo esperado, estriles y discontinuas, desdice ese carcter fundacional, tanto en lo que hace a la constitucin del gnero como al vnculo que este habra entablado con la construccin de la nacin. Qu pueden fundar ficciones poco ledas y aun incompletas? Cmo reconocer la configuracin efectiva de una nacionalidad all donde no hay herencia ni continuidad, all donde no se consigue iniciar una genealoga? Por lo mismo, y a diferencia de Doris Sommer, quien lee el prlogo de Mitre a Soledad como un manifiesto de la campaa de construccin de la nacin, prefiero leer, en ese mismo prlogo y en esa novela destinada a ser un dbil ensayo, en palabras de su autor, un deseo diferido: lo que no pudo ser. Si consideramos el siglo XIX como el momento fuerte de emergencia del gnero en Europa, pero tambin en los Estados Unidos y el Brasil, en la Argentina la novela emerge tardamente, lo hace despus de la etapa inicial de construccin de la nacin. Basta revisar un listado de novelas posteriores a fines de la dcada de 1850 para observar que los ttulos escasean; en total: unas diez novelas en la dcada de 1860 y algo menos en la siguiente, con predominio de novelas breves y con tramas endebles, de corte romntico sentimental. 5 Si bien las quejas acerca de la poca cantidad de novelas se escuchan a mediados de siglo en casi toda Latinoamrica, en Chile, Mxico o Per empieza a ser reconocido un corpus nacional, en general deudor de un romanticismo tardo, entre las dcadas de 1860 y 1870. Aunque lentamente, los debates sobre el gnero, su importancia dentro de un programa civilizador, los temas que deba desarrollar y la condicin de sus lectores sern acompaados por los textos de ficcin, y a fines de la
4 En todos los casos en que utilizo ediciones que no son en idioma castellano, la traduccin me pertenece. 5 Para un relevamiento de las novelas argentinas del siglo XIX, vase Lichtblau (1959). De todos modos, Lichtblau omite algunos textos (por ejemplo algunos folletines de Eduardo Gutirrez) e incluye otros difcilmente catalogables como novelas (por ejemplo relatos de Juana Manuela Gorriti y de Eduardo L. Holmberg). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 3 dcada de 1860 pese a que algunos letrados mantienen su queja la novela encuentra una continuidad o, al menos, identifica all la fundacin del gnero: Martn Rivas, de Alberto Blest Gana en Chile en 1862, Mara, de Jorge Isaacs en Colombia en 1867, las primeras novelas cortas de Ignacio Manuel Altamirano en Mxico a comienzos de la dcada de 1870. Acaso el mejor ejemplo no sea, de todos modos, un pas hispanoamericano sino el an imperial Brasil, en el que el proyecto romntico se impuso a mediados de siglo con las figuras de novelistas propiamente dichos como Jos de Alencar y Bernardo Guimares. 6 En este punto, cabe preguntarse cul debera ser la relacin entre la organizacin de un corpus latinoamericano y los corpus nacionales. Esto es: de qu manera, y eludiendo el mero comparatismo, ponerlos en relacin sin subsumir o neutralizar las diferencias en funcin de formular hiptesis generalizadoras. La cuestin de la constitucin de la novela, de la emergencia de la ficcin novelesca en la Argentina del siglo XIX, es un ejemplo de los riesgos simplificadores de toda generalizacin enmarcada en la coartada latinoamericanista. Vemoslo desde otro ngulo: un caso como el de Juana Manuela Gorriti resulta significativo, ya que se trata de una escritora que entre las dcadas de 1860 y 1870 se dedic con constancia a las letras, promovi con intensidad un dilogo americano y caracterizada como novelista por sus contemporneos. Sin embargo, aunque considerada escritora argentina, Gorriti desarrolla su actividad en Lima hasta los aos de 1880 cuando se instala en Buenos Aires, lo cual conduce a plantearse si esa misma dedicacin a la ficcin es posible por participar de un crculo literario cuyo centro estaba fuera del Ro de la Plata. Algo similar ocurre con su caracterizacin como novelista, ya que si bien Gorriti escribi cuentos largos y ciertas ficciones que podran denominarse nouvelles como Peregrinaciones de un alma triste, recin de 1876 la primera novela, en una acepcin estricta, fue la tarda Oasis en la vida, escrita a fines de la dcada de 1880, hecho que, ms all de Gorriti, pone de relieve el uso todava lbil del trmino novela. 7 En ese sentido, ms cerca de la figura de escritora de novelas est Eduarda Mansilla, al menos si se considera que tres de
6 De hecho, Antonio Candido organiza su Formao da literatura brasileira alrededor del vnculo entre el romanticismo y la configuracin de la nacionalidad. E incluso seala que ya antes, con Joaquim Manoel de Macedo, la ficcin haba ganado prestigio y quien escriba novelas haba podido alcanzar la gloria literaria (vase Candido [1957] (1975). 7 El uso de la palabra novela es ambiguo en Hispanoamrica y se utiliza, con bastante frecuencia, para nombrar los relatos sobrenaturales o fantasas, es decir que se asimila a todo relato de imaginacin, como puede verse en el caso de muchas narraciones de Gorriti que hoy decididamente denominamos cuento. Un ejemplo contrario de la inestabilidad del gnero es que, en los aos setenta, Juan Bautista Alberdi publica Peregrinacin de luz del da, la que puede considerarse una novela alegrica, y le pone como subttulo cuento. ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 4 sus ficciones El mdico de San Luis (1860), Luca Miranda (1860) y Pablo ou la vie dans les pampas (1869) son, definitivamente, novelas; pero tambin en relacin con ella habra que hacer ciertas salvedades que advierten sobre las dificultades para hacer ficcin novelesca en la Argentina: desde el uso de seudnimos masculinos para escribir sus dos primeras historias, hasta el hecho de residir por largas temporadas en Pars y publicar all su ltima novela, escrita, adems, en francs. En lneas generales, puede afirmarse que, por entonces, las novelas se escriben de manera aislada, que algunas se publican en folletn sin pasar nunca al formato libro y que no responden a un plan novelstico ni a un proyecto de largo plazo. Pero, sobre todo, es preciso destacar que se trata de textos que difcilmente resistan una lectura actual y cuyas tramas son tan precarias como su ritmo narrativo. Quin recuerda hoy la Luca Miranda de Eduarda Mansilla, que recin se publica en libro en 1882, o El hogar en la pampa de Santiago Estrada, que l mismo omite de sus obras completas en 1889? Es posible considerar novelas, en el sentido estricto de la palabra, las dos o tres nouvelles de tema fantstico escritas por Eduardo Holmberg a fines de la dcada de 1870 si, pese a su extensin, slo se publicaron en la prensa, nunca en libro y hasta quedaron incompletas? Cmo recordar, en todo caso, el nombre de algn novelista cuando, en verdad, no lo hubo? Ms que una prueba del fallido talento eventual de cada escritor, la debilidad de estas novelas es una prueba de la debilidad del gnero. Al realizar este rpido relevamiento me estoy refiriendo a los aos que van desde 1860 hasta fines de la dcada siguiente, es decir a los aos de las luchas civiles, de la Confederacin Argentina, de la reunificacin nacional, de la Guerra del Paraguay y de la guerra de fronteras, que son los mismos aos en los que se publicaron el Fausto, Una excursin a los indios ranqueles o el Martn Fierro. Y tambin, los primeros tomos de las historias argentinas de Vicente Fidel Lpez y de Bartolom Mitre que saldran completas en la dcada de 1880. No trato con esto de desestimar la articulacin entre narracin y nacin o en palabras de Homi Bhabha la bsqueda de la nacin tal como es escrita. 8 Por el contrario, esa articulacin result sumamente eficaz, como bien lo demuestran los grandes relatos de las historias nacionales. Ms bien, quiero destacar que no fue la novela el gnero articulador, aunque en algn momento s se haya depositado en l una buena parte de las expectativas al respecto. En cambio, esa suerte de programa romntico que promova una novela nacional como expresin
8 Bhabha destaca que la ambivalente, antagnica perspectiva de la nacin como narracin establecer los lmites culturales de la nacin, de modo tal que puedan ser reconocidos como conteniendo umbrales de sentido que deben ser cruzados, borrados y traducidos en el proceso de produccin cultural (vase Introduction: narrating the nation y DissemiNation: time, narrative, and the margins of modern nation, en Bhabha (ed.) (1990) 1-7 y 291-322). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 5 privilegiada de la civilizacin qued clausurado. De hecho, las pocas novelas que se escribieron despus no recuperan el legado de la generacin anterior, no disean un proyecto novelstico y tampoco tienen la impronta nacional de las anteriores. En ese sentido, producen una discontinuidad en el gnero que no es efecto de la afirmacin potica de sus autores ni de un recambio esttico. Por eso, y dado que tampoco es mi propsito llevar a cabo una tarea de rescate de novelas o autores olvidados, me interesa poner en evidencia el vaco vinculado con la ficcin novelesca en la Argentina junto con el sealamiento de que han sido otros los modos de narrar la nacin. Y esos modos fueron los empleados por Sarmiento, por Mitre y por Lpez, los mismos que plantearon por primera vez en el Ro de la Plata la importancia de la novela para la civilizacin de los pueblos. Fueron todas estas observaciones las que me llevaron a rastrear los diversos desplazamientos temporales de la fundacin del gnero hasta ver si se encontraba o no, en su momento de emergencia, una articulacin eficaz entre novela y nacin. Es a partir de tales preocupaciones, y subrayando el marco desolador en el que se instala la ficcin en la Argentina, que quiero localizar la irrupcin o emergencia del gnero en la dcada de 1880, cuando en apariencia repentinamente se escriben en diez aos casi cien novelas. Novelas del ochenta: ficciones liminares e identidades en crisis La dcada de 1880 es el momento fuerte de emergencia del gnero, en el sentido que le da Raymond Williams para referirse a los nuevos significados, nuevas prcticas, nuevas relaciones y tipos de relaciones que se crean continuamente. 9 Se instaura a partir de entonces una continuidad en la produccin de novelas, aunque eso no implica perder de vista la heterogeneidad que parece ser constitutiva de esta instancia. Slo provisoriamente es posible agrupar novelas tan diferentes como las de esos aos, novelas en cuya diversidad puede leerse no slo la ausencia de un proyecto cohesivo de tipo generacional, sino sobre todo el background de debates acerca del gnero, de disputas alrededor de
9 Lo emergente se diferencia de lo residual, o sea lo que ha sido formado efectivamente en el pasado, pero todava se halla en actividad dentro del proceso cultural, y que a su vez incluye la distincin entre aquello que puede presentar una relacin alternativa e incluso de oposicin con respecto a la cultura dominante y la manifestacin activa de lo residual [...] que ha sido total o ampliamente incorporado a la cultura dominante (para la distincin entre lo emergente, lo residual, lo dominante y lo nuevo, vase Williams [1977], 1980: 143-149). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 6 ciertos objetos narrables y las tensiones provocadas por propuestas que son, en muchos casos, inconciliables. Si tomamos como ejemplo el ao 1884, especialmente prolfico, en l encontramos la publicacin de Inocentes o culpables?, de Antonio Argerich, La gran aldea, de Lucio V. Lpez, Juvenilia, de Miguel Can, Msica sentimental, de Eugenio Cambaceres, Fruto vedado, de Paul Groussac y Arturo Sierra, de Julio Llanos. De todas ellas, sera paradjicamente la novela autobiogrfica de Can la ms aclamada por sus contemporneos, mientras las restantes son objeto de repudio, como Msica sentimental, o de indiferencia, como Arturo Sierra. No obstante, es en la interseccin entre continuidad y heterogeneidad donde emerge el principio que logra hacer, de la novela, un gnero: la posibilidad de organizar, al menos, dos series en el interior de la produccin ficcional del momento. En palabras de Franco Moretti, es en el siglo XIX cuando, al alcanzar la autonoma esttica y la influencia social, la novela comienza a comportarse como un gnero en el sentido fuerte: reproducindose con abundancia, regularidad y sin demasiadas variaciones. 10 En la Argentina, las dificultades ante las que choca la voluntad de hacer ficcin se vinculan tanto con la heteronoma de la literatura como con el impacto social ms inmediato que parecen tener otros textos. Pese a las resistencias del contexto, en los aos de 1880 la novela logra una abundancia y asume una regularidad, pero la cantidad de variaciones entendidas ms bien como pruebas, como manifestaciones inaugurales a cargo de los escritores se combina con el requisito de la reproduccin enunciado por Moretti que, en sentido estricto, slo se cumple en el interior de la serie. Serializar, encontrar un principio ordenador de la heterogeneidad y un principio reproductor a partir de variaciones mnimas, tiene dos implicaciones: por un lado, la comprobacin de la constitucin del gnero; pero tambin, por otro lado, la posibilidad de visualizar mejor las orientaciones, las exclusiones y los cambios producidos a lo largo de la dcada de 1880, y de confrontar la novela con otros gneros, otros significados de circulacin literaria y otras prcticas culturales. De todas las ficciones escritas a lo largo de los aos de 1880, las dos series que se organizan son precisamente aquellas que, a mediano plazo, funcionaran como la divisoria de aguas entre formas ficcionales, poticas y pblicos: la novela popular y la novela moderna de la alta cultura. Para su constitucin y emergencia, el gnero requiere de la
10 On literary evolution, Moretti [1988], 1997: 262-278. Moretti propone leer la evolucin literaria a partir de la dualidad que caracteriza el evolucionismo darwinista: azar y necesidad. As, encuentra que la multiplicidad en los tipos de novelas propios de los siglos XVIII y XX (es decir, los perodos de su gnesis y problematizacin) se debe al azar, mientras la escasa variacin del perodo fuerte del gnero, en el siglo XIX, est regida por la necesidad. ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 7 relacin entre reproduccin y variedad que surge de la convivencia de ambas series, pero requiere tambin del teln de fondo en el que se distinguen, y que est dado por una diversidad de propuestas que emparientan la novela con gneros residuales como la crnica de costumbres y las memorias, a la manera de La gran aldea o la misma Juvenilia. A diferencia de las restantes novelas de la poca, en la novela popular y la novela moderna de la alta cultura la ficcin emerge con nuevas formas, con un nuevo tratamiento de ciertos temas, y resulta tan resistente a la naturalizacin con la cual se borra u oculta la voluntad imaginativa como a la manipulacin cultural que las asimila sin ms a las instituciones o a la lgica estatal. Por otra parte, es tan notable como sintomtico del contexto que, para constituir el gnero, sea preciso que la voluntad de producir ficcin encarne en la largamente frustrada y postergada figura de novelista. Porque, desde ya, no es lo mismo ser un novelista que publicar, entre otros textos, una novela; as, no diramos que Lucio V. Lpez se asume como novelista al escribir La gran aldea pero sin duda debemos calificar de tal a Eugenio Cambaceres. Las diferencias parecen sutiles y, sin embargo, son centrales para abordar la produccin ficcional del perodo, porque muestran la convivencia de distintas figuras de escritor, la tensin entre modelos residuales y modelos emergentes, y permiten vislumbrar, en el campo cultural, los contornos todava difusos de un campo literario autnomo. En el proceso de constitucin del gnero ingresan, por lo mismo, diversos factores definitorios. Por un lado, en las propias novelas, pero tambin en artculos y en cartas, aparecen diseminadas marcas textuales que se refieren a ese proceso de constitucin mientras organizan un aparato crtico que se disputa los textos, los valora y los ordena jerrquicamente. Por otro lado, los novelistas se insertan en el mercado de bienes culturales a travs de la prensa, que adopta, por medio de la publicacin de folletines, reseas y avisos publicitarios, un nuevo papel como administrador cultural. Ahora bien: quines escriben esas ficciones, tan irresistibles para el pblico, que las transforma en un xito, como resistidas por la crtica y los letrados contemporneos?, cmo llamar a esas novelas cuyas ficciones ponen en cuestin los principios de cohesin nacional a travs de los cuales la nacin poda ser narrada? Los dos novelistas del ochenta, los que construyen una posicin especfica, son Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres: ellos constituyen el gnero con sus novelas populares y sus novelas modernas, con sus similitudes, sus diferencias, sus intercambios. Al hacerlo, escriben lo que llamo ficciones liminares, es decir novelas en las que se produce ficcin en los umbrales de la ficcin. Esto es: lo que caracteriza, antes que nada, a ambos novelistas es que escriben sus primeros textos en una zona fronteriza entre lo real y lo ficcional, en una zona de negociacin en la cual construyen sus representaciones. Porque sus novelas necesitan ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 8 crear primero un espacio preliminar para constituir desde all la ficcin: negociacin de subjetividades reales y ficticias para empezar a narrar, nfasis en el lado referencial de la narracin ficcional, nombres reales y ficcionales ubicados en el mismo nivel de la narracin, voluntad imaginativa ejercida sobre los materiales reales que ingresan al relato, ya sean los archivos policiales y los relatos orales usados por Eduardo Gutirrez, o los chismes de sociedad y los personajes de saln convocados por Eugenio Cambaceres. A lo largo de la serie que arman sus textos, y hasta que el fortalecimiento del marco genrico permita su abandono, ese espacio preliminar es permanentemente recordado y olvidado al mismo tiempo, caracterstica que hace de sus primeras novelas ficciones liminares: all la voluntad imaginativa configura las representaciones desviadas y anmalas de las novelas de Cambaceres y configura los hroes populares de los folletines de Gutirrez. En el comienzo de la primera edicin de Literatura argentina y realidad poltica, David Vias afirma que la literatura argentina es la historia de la voluntad nacional (Vias, 1964: 3). Quiero destacar, en esa afirmacin, la nocin de voluntad, porque es un aspecto generalmente dejado de lado: esa voluntad que gua la conformacin de una literatura argentina y que Vias ubica en la poca de Rosas, la misma que pareca ser insuficiente para constituir en la dcada de 1850 una ficcin nacional, es la que, con otro impulso, otras motivaciones y otros objetivos, emerge en los aos de 1880. Porque tambin la constitucin del gnero puede leerse como la historia de una voluntad, slo que su impulso colectivo se tradujo en voluntarismo individual y su contenido nacional revirti en diversas formas de la imaginacin. 11 Ms todava: la voluntad imaginativa de novelistas como Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres produce fricciones respecto de una voluntad nacional para la cual la autora, la estabilidad y la coherencia son los principios cohesivos que garantizan el diseo narrativo de la identidad nacional. Cul es entonces me pregunto la articulacin entre la novela y la nacionalidad en esta instancia de constitucin y emergencia del gnero, pero tambin en esta instancia de reconfiguracin de lo nacional en el marco de la consolidacin del Estado modernizador de la dcada de 1880? Si, como dice Flora Sssekind, la figura de autor acostumbra a funcionar como fundamento y origen de las significaciones de un texto y la nacionalidad como prueba y lmite para las inquietantes ambigedades y rupturas de la ficcin (Sssekind, 1984: 32), qu
11 De hecho, una teora ya clsica sobre el surgimiento de la novela en la Inglaterra del siglo XVIII, como la de Ian Watt, se fundamenta en el pasaje de lo colectivo a lo individual en trminos de tradicin y experiencia (Watt [1957],1987: I). Tambin Anthony Cascardi destaca la importancia de lo individual y del individuo en la modernidad al presentar su teora de la novela (The theory of the novel and the autonomy of art, Cascardi (1992): 72-124). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 9 lugar ocupan estas novelas que alteran la relacin previsible entre el novelista y el tipo de ficciones que produce, a la vez que ponen en cuestin toda identidad? Porque las representaciones de las novelas de Gutirrez, con sus gauchos criminales convertidos en hroes populares, y de las novelas de Cambaceres, con los retratos desviados y anmalos de los miembros de su propio grupo, en lugar de garantizar las identidades nacionales en trminos de clase, de grupo, de diferencia con el otro, narran su puesta en crisis. 12 All retorna lo liminar: en las adulteraciones y los desvos, los monstruos y los criminales, los excluidos y los advenedizos, las adlteras y las prostitutas... Ese lmite, lo liminar, es la zona de un desacomodamiento que se narra como tal entre la realidad y la ficcin. All no hay garanta de estabilidad ni de cohesin, slo desvos. En ese punto, las ficciones liminares que escriben los novelistas del ochenta se diferencian del resto de la produccin ficcional: mientras los otros textos construyen identidades estables (con la ayuda de las memorias, autobiografas y crnicas de costumbres), las novelas de Eduardo Gutirrez y de Eugenio Cambaceres ponen en crisis las identidades y representan el momento en el que los sujetos han dejado de reconocerse. Si, segn la lectura de Doris Sommer, las ficciones fundacionales articulaban novela y nacin en los matrimonios heterosexuales y en su productividad sexual, las novelas a travs de las cuales se constituye el gnero plantean lo contrario: estn protagonizadas por hombres solos que han elegido el celibato o que se han visto obligados a abandonar su hogar, tratan de matrimonios que caen en la mutua infidelidad y de hijos que mueren o nunca llegan a nacer. La novela ya no es, como alguna vez se quiso, el equivalente alegrico y totalizador de la nacin y sus identidades, sino que opera sobre los restos y los huecos que el Estado modernizador de los aos ochenta practica en la reconfiguracin de lo nacional. Por eso, si las ficciones liminares son aquellas que constituyen a la novela como gnero en la zona fronteriza entre lo real y la pura ficcin, es porque, sin antecedentes ni genealoga, el espacio de la ficcin debe ser inventado en los propios textos para poder contar aquello que los otros gneros y las otras novelas de la poca no quieren ni pueden contar. Nada ms lejos de las ficciones deseadas, nada ms amenazante que ese ocio, exceso o inutilidad con que a lo largo del siglo muchos haban calificado la ficcin, retornando transfigurados: en las figuras desviadas de Cambaceres que alarman a los miembros de la elite o en los gauchos que en los folletines Gutirrez convierte en hroes populares.
12 Con nuevas connotaciones, con otro sentido, resuena ac, sin duda, aquello que de manera reveladora seala Ricardo Piglia en El matadero de Esteban Echeverra acerca del nacimiento como tal de la ficcin: la ficcin como tal en la Argentina nace, habra que decir, en el intento de representar el mundo del enemigo, del distinto, del otro (Echeverra y el lugar de la ficcin, Piglia, 1993). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 10 Las novelas de Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres Entre la importante cantidad de estudios dedicados a la produccin literaria de la dcada de 1880, han sido pocos los trabajos sobre Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres, as como tambin lo han sido aquellos interesados especficamente en el surgimiento de la novela en nuestro pas. 13 Frente a esta escasez de abordajes conjuntos, el intento ms completo de sistematizacin del gnero sigue siendo el que llev a cabo en las primeras dcadas del siglo XX Ricardo Rojas en su Historia de la literatura argentina. Pero es Rojas, tambin, el que plantea ciertos principios de lectura que actualmente se mantienen en tanto supuestos y que es preciso poner en discusin. En primer lugar y a diferencia de los criterios utilizados para organizar los otros gneros literarios, las novelas escritas durante la dcada de 1880 quedan separadas en dos grupos: uno forma parte de los tomos dedicados a los modernos, mientras el otro se encuentra ubicado al final del ltimo de los volmenes iniciales dedicados a los gauchescos (Rojas, 1960: II, VII y VIII). La separacin es radical, ya que la distincin entre una literatura alta y una baja, realizada sobre la base de criterios predominantemente temticos, supera la relacin dada por el gnero y la poca. En consecuencia, Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres son separados en esta historia debido al asunto que tratan en sus novelas, antes que contrapuestos en funcin del modo en que se constituye el gnero. En segundo lugar, ha sido Ricardo Rojas el primero que ha destacado, de entre todos los rasgos de la literatura y de los escritores del ochenta, el fragmentarismo. La caracterstica fragmentaria de la escritura, precisamente, puede ser adjudicada a buena parte de los escritores de la poca, pero no a Gutirrez y a Cambaceres, quienes, pese a la publicacin de folletines en un caso y a la inclusin de lo fragmentario como recurso novelstico en otro, conforman con su escritura, a lo largo de la dcada, una obra caracterizada, en distintos niveles, por su cohesin. A lo largo de mi investigacin intent superar la separacin tajante entre Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres, no para proponer un mero comparatismo o una vinculacin forzada entre la produccin de ambos, sino para poner de relieve los cruces y los intercambios entre sus dos propuestas ficcionales en la instancia de constitucin de la novela. Para ello, fue necesario poner en discusin ciertos supuestos crticos (la nocin de generacin del ochenta, el evolucionismo de Cambaceres, la mera iteracin en los folletines de Gutirrez) y, ante todo, cuestionar el carcter natural y siempre a la luz de movimientos
13 Entre estos ltimos, vase en particular Lichtblau (1959) y Garca (1952). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 11 de importacin con el que se da cuenta del surgimiento del gnero en los aos de 1880, como si fuera la manifestacin lgica y necesaria de una poca. Todo esto me llev a organizar mi lectura en dos partes complementarias: mientras en la primera relaciono el gnero con sus condiciones de produccin y con las diversas apropiaciones culturales que involucra, en la segunda me detengo en las historias que narran las novelas y los modos como lo hacen. 14 El primer captulo est dedicado a la configuracin del novelista en la dcada de 1880: sus propiedades, su posicin en el espacio social, la imagen que ellos mismos dan de s en los textos, la imagen que de ellos construyen los crticos y, por ltimo, el papel fundamental que asume la prensa en tanto administrador de los bienes culturales que asume, en buena medida, la lgica del mercado. Representantes de dos vertientes posibles de la emergente figura de novelista, Eduardo Gutirrez y Eugenio Cambaceres definen la adopcin de puntos de vistas diferenciales de acuerdo con sus posiciones sociales de origen. De all que enuncie, para el caso de Gutirrez, un punto de vista profesional, que lo liga estrechamente al mercado a travs del periodismo y que est regido por la urgencia; en cambio, en Eugenio Cambaceres me interesa subrayar la tensin entre el nfasis puesto en el ocio y la dedicacin continua y casi exclusiva a la tarea de escribir novelas, a partir de lo cual estara definiendo un punto de vista amateur como condicin de la escritura ficcional. Por ltimo, quiero aclarar que, en este abordaje conjunto, he intentado salvar el riesgo sobre el que advierte No Jitrik cuando observa que se atribuye a la literatura del 80 lo que corresponde a los hombres del 80 y se la califica o describe como si calificara o describiera lo que estos hombres han hecho en lo econmico, lo poltico y lo edilicio, cuando de lo que se trata es de hallar el punto en el que los sentidos se encuentran sin invadir las especificidades (Jitrik, 1968). Efectivamente, la asimilacin de la produccin literaria a la actividad poltica de los hombres del ochenta es casi una constante en los estudios crticos, de manera tal que se hace indispensable un acercamiento a los textos sin los prejuicios de clase que impiden leer en ellos ciertos contenidos y procedimientos textuales que no pueden explicarse en trminos meramente ideolgicos. El segundo captulo est dedicado a la novela popular con gauchos de Eduardo Gutirrez, en la que encuentro una primera matriz histrica de la cultura popular masiva. Mi lectura est orientada por la consideracin de las dos vertientes de lo popular que convergen en ella: su relacin con la popularidad y el xito que adquieren en la prensa, as como sus vnculos con la tradicin popular rural en funcin de la cultura popular
14 Para una revisin de la dcada de 1880 en relacin con la emergencia de un nuevo campo cultural y con los procesos de profesionalizacin pero desde la perspectiva de las artes plsticas, vase Malosetti Costa (2002). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 12 urbana que est comenzando a configurarse en medio del proceso de modernizacin. Por un lado analizo, en el marco de la prensa, cmo los folletines se constituyen en la transformacin de ciertos gneros periodsticos y en la nacionalizacin de novelas populares extranjeras. Por otro lado, llevo a cabo una lectura de la relacin que los folletines populares con gauchos establecen con la tradicin nacional y la disputa de la que participan: la oralidad y la escritura, la gauchesca y la poesa culta de tema rural, el verso gaucho y la prosa folletinesca, cuestiones vinculadas entre s por un movimiento de filiaciones y afiliaciones. El tercer captulo se centra en las novelas de Eugenio Cambaceres, a las que denomino novelas modernas de la alta cultura debido a su carcter urbano, cosmopolita y a su inclusin en una polmica relativamente transnacional, rasgos todos estos que las ponen en contraste con la novela popular. Por lo mismo, reubico la produccin de Cambaceres en el marco de la polmica sobre el naturalismo que, superpuesta en parte a otros debates, se desarroll en la Argentina a lo largo de la dcada de 1880. A modo de cierre, me detengo en la participacin tarda pero definitoria de Cambaceres en la prensa portea, participacin que lo acerca, imprevistamente, a un escritor como Gutirrez. En resumen, a travs de las distintas inflexiones de la polmica no slo puede leerse la produccin novelstica de Cambaceres, su violenta adscripcin al naturalismo y su recepcin crtica, sino tambin la disputa entre poticas dispares, la discusin sobre los rasgos de la novela nacional y la funcin reguladora y consagratoria de la prensa en el incipiente mercado de bienes culturales. La segunda parte est formada por tres captulos en los que llevo a cabo una lectura ms centrada en los textos. En el captulo 4 pongo en relacin las novelas de Gutirrez y de Cambaceres con otras novelas contemporneas y analizo las historias narradas en funcin de las diferentes configuraciones de la identidad nacional que ellas proponen. En ese sentido, las novelas de la poca configuraran una suerte de mapa urbano y rural que puede leerse en clave familiar y en clave nacional porque es all donde se construyen las diferentes identidades (individuales, de grupo, nacionales). En los captulos 5 y 6 me detengo, respectivamente, en las novelas de Cambaceres y de Gutirrez. Propongo all un abordaje que pretende revisar ciertos supuestos y postulados de la crtica alrededor de la produccin de ambos escritores. En relacin con Eduardo Gutirrez, sus folletines han sido relegados al olvido o al rescate historicista, y opacados definitivamente por la lectura excluyente de Juan Moreira que comenz a realizarse en las ltimas dcadas del siglo XX: o bien las novelas con gauchos han sido asimiladas sin ms a los cdigos folletinescos descuidando los aspectos textuales particulares y naturalizando su condicin popular, o bien ha funcionado el fuerte supuesto de que la novela popular puede ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 13 reducirse a un argumento y un hroe prototpicos perdindose de vista que cada una de las novelas con gauchos es fundamental para potenciar el efecto posterior de la primera. 15 En relacin con Eugenio Cambaceres, su produccin ha sido generalmente sometida a una jerarquizacin interna que es consecuencia del supuesto evolucionista segn el cual las primeras novelas resultan pruebas o ensayos hasta llegar a la novela cerrada y completa que sera En la sangre. Esta lectura teleolgica dominante se ampara en una consideracin en buena medida convencional de la novela naturalista y su visin de mundo. 16 Intentando sortear estos supuestos y postulados, propongo en los captulos de la segunda parte un principio de lectura con el cual recorro la emergencia del gnero y la ficcin argentina de los aos de 1880: se trata de la reproduccin, con sus distintas acepciones y variantes. El anlisis de las cuatro novelas de Eugenio Cambaceres est organizado alrededor de la categora de reproduccin, en tanto mquina narrativa que aparece tematizada en distintos niveles del relato (desde lo formal a lo anecdtico) y a travs de la cual se procesa la representacin de identidades. A partir de all leo en las novelas de Cambaceres, de Pot-pourri (1882) a En la sangre (1887), las representaciones desviadas y anmalas que o bien no han sido analizadas o bien han sido asimiladas sin problematizacin al verosmil realista. Simultneamente, pongo en relacin la novela de Cambaceres con otros textos y discursos decimonnicos, desde la novela satrica de
15 Por un lado, Jorge Rivera aborda en su conjunto la obra de Gutirrez en la nica biografa que existe sobre el escritor y tambin en su breve ensayo sobre el folletn, donde propone una clasificacin y una descripcin de sus novelas que tiende a considerarlas como ejemplos de las funciones folletinescas (Rivera, 1967 y 1968). Por otro lado, el ms relevante de los anlisis de Juan Moreira, prescindente del marco genrico, es el que ha elaborado Josefina Ludmer, quien lee a partir de la novela, y a travs de las representaciones peridicas de su protagonista a fines del siglo XIX y a lo largo del XX, la serie del hroe de la violencia y la justicia popular en la Argentina (Los escndalos de Juan Moreira, en Ludmer (comp.) (1994), y Ludmer (1999): 225- 300). Una propuesta alternativa es la desarrollada por Adolfo Prieto en su anlisis del criollismo entre 1870 y 1910, quien explica, a partir de ciertos textos entre los que incluye Juan Moreira y Santos Vega, el modo de apropiacin de los signos criollistas de los folletines por parte de los nuevos grupos de lectores, as como la permeabilidad entre el sector popular del pblico y los sectores letrados cuando algunas de las historias pasan al teatro (Prieto, 1988). 16 Lecturas de lo ms dispares operan con este supuesto evolucionista instaurado por el abordaje de Ricardo Rojas en su Historia de la literatura argentina (Rojas, 1956): en un extremo, Claude Cymerman, con su considerable aporte bio-bibliogrfico en el que incluye una lectura en clave de las novelas y algunas aproximaciones temticas (Cymerman, 1993); en el otro, David Vias, quien lee en el revs del evolucionismo formal el avance de una ideologa reaccionaria, una suerte de naturalismo moral anclado en las modificaciones que constituyen el pasaje de las dos primeras novelas a las dos ltimas: disolucin del humor, abandono del lenguaje afrancesado, traslado del conflicto de la propia clase a los nuevos habitantes (Biologa, escepticismo y repliegue: Cambaceres y los naturalistas, Vias, 1971). ALEJANDRA LAERA El tiempo vaco de la ficcin FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial 14 costumbres de Paul de Kock y las novelas naturalistas de Zola, hasta el discurso degeneracionista del cientificismo y los discursos sobre la inmigracin. Por su parte, en el captulo dedicado a las novelas populares de Eduardo Gutirrez propongo la reproduccin en tanto condicin propia de la lgica folletinesca. Para ello, considero las constantes a lo largo de la serie de folletines con gauchos as como las variantes irreductibles que se practican entre el primero (Juan Moreira, 1879-1880) y el ltimo (Pastor Luna, 1885-1886). Al involucrar aspectos tan dismiles como la copia y la variacin, la autonoma y la repeticin, la tcnica y el relato, la reproduccin est en la base del folletn, pero retorna en el nivel de la historia y de los recursos narrativos, en el de las soluciones polticas de corte reformista y en los efectos sociales provocados.