Poesía - Mayra Oyuela

Mayra Oyuela
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Ballena de sal
Una ballena de sal apareci muerta en la Plaza Central de Tegucigalpa. Nadie sabe nada, la expectativa a puerta cerrada y el miedo, como una piedra torcida en la mano, se abalanza sobre el crepitar de los pasos. Rifles despuntando esperanzas, palabras cunticas midiendo injusticias. Se ha levantado un tringulo de humo sobre la plaza y perfora a cuadros el grito glacial de la multitud. Una sustancia violenta ronda las esquinas, hombres verduscos con bombas tragapalabras llenan alforjas de desesperacin, cuento comn para empezar el da. Slo seis heridos pronostic el diario. Nadie vio nada, nadie sabe nada, y la ballena de sal vuelta piedra, por la impotencia de rostros que siempre sern ajenos.
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Escribindole una casa al barco

Esta casa vuela, su altura conjura un papalote que se distorsiona a la distancia. Esta casa es un mar y un barco tambin, donde crispados, salimos a contemplar los delfines ms blancos de la locura. Esta casa tiene un color, un nombre, su capitn Morgan lanza de sus anzuelos aurelianos peces, espectros que devoramos en lo profundo de los desvelos. Esta casa barco se desliza por las olas de una Tegucigalpa oscura mientras humanos veleros, navegan lento dentro de botellas.
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Tragame luna
O aterriz en este ocano que soy. Mir que tengo la piel fosilizada de lenguas y un abanico azul que golpea desde mis trompas de falopio. He acampado en la sangre del abismo, he provocado la suntuosa apata por los ocasos. Mir que busco los ojos del sur y llevo en las manos el paracadas de la locura. Escuchame luna, la serpiente de la soledad molde mi estatura rompiendo mis olas, inyectando la dosis precisa de la seduccin. Mir que me ha mordido desde adentro, profundo, vaciando los restos de la nostalgia, esa que se reproduce en el inventario de las sorpresas, me ha dejado intacta la incertidumbre y esta resea de manipular los gneros a mi conveniencia. He volado profundo tus cielos, luna, mientras un hombre ha deletreado mi arena ms hmeda. He comido de la catarsis de la investidura. Trgame luna o volvete caracol, velero, arrecife, lo que querrs pero volv, acamp, quedate
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Orillas
Era el pasado un tren sin rumbo, llevaba por embestida la plvora que en los ojos de mi padre apuntaba a su propia soledad. "El hombre nace para contemplar:
la tierra, la cosecha, los hijos y todas las mujeres iniciadas en ese arte llamado amor".
Quizs, mi padre en su propio afn rasg la tierra, mordi la cosecha, crey que sus hijos eran un sueo y am a todas y cuantas carabelas lo hicieron llegar a sus orillas. Mi padre de manos resueltas como arena, se dejo trepar por unas caderas imprevistas que lo preservaron en sal, pero la penumbra es blanca y negra y se amarillenta con la soledad. Mi madre guarda a escondidas de l una foto donde an emerge lo clandestino de su propia tica, ambos, ausentes ya de efervescencia andan los pasos tersos por tanto roce con las despedidas; se ven, a tientas parpadean un morse de amor nufrago, pero hoy ya es martes y hace cuarenta aos que mi padre no ve el mar.
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Prohibido olvidar
Despus de cruzar ciertos agujeros atraves la nostalgia como se atraviesa un suspiro en medio de cualquier semforo. Mis zapatos tienen clavculas, bocas que se atragantan de pasos. Primigenia me apresuro, por primera vez en los labios del hombre que jams bes. La nostalgia est cocida a mano como ese delantal que guarda en su ropero mi madre. En silencio comienzo una oracin con la frase "prohibido olvidar", la noche es un teln que humedece un abrazo ms por ofrecer, uno persuasivo de adioses que no son definitivos. Concluyo: que los besos son para los que aman sin promesas ni esperanzas.
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Pequea historia de amor

Regreso a los das de calendario, trnsito casi espiritual. Me remueve ese ngel que lleva en sus angustias cualquier mujer, ando el vestido salpicado de impavidez. El amor fue como una bisagra lista a abrirse como mis ojos, como latidos. Ya asaltada en esta razn una mano invisible se sumerge bajo mi pecho. Sacudo el resto de espesor que dej en mis labios los besos de un pasado mordaz. La amnista no es para los pobres y mucho menos para los que no han aprendido a olvidar. Comienza abril y no pierdo mi tiempo en recordar, el manto de capricornio embisti mis rotulas, la historia qued arrodillada a la mitad de la puerta.
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Residuosueo y viceversa
Me dejo caer como pedazo de agua en el recipiente de la nostalgia, sin que esto signifique acabar de morir desciendo. El recuerdo es el estigma de un pual que atraviesa mi puerta todas las noches, cuando el blanquecino de los sueos abre veredas en m y la magia de la tarde cae, como luz perpendicular, en un almendro, sonrojndolo, y entonces llueve sin que lo pueda evitar sobre la nia del letrero publicitario de mis recuerdos y en el blanco de las manos de mi madre. Pero la tarde tambin trae consigo residuos de ceniza dejando mis labios con sabor a tumba, y yo empaco los vestidos que jams estrenar me desnudo al paisaje, en un vuelo origami desciendo, me dejo caer, como pedazo de agua recuerdo, sin que esto signifique acabar de morir.
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