Leyenda Del Duende
Leyenda Del Duende
Leyenda Del Duende
No hay una sola persona que no haya escuchado hablar sobre los duendes. De esas pequeas criaturas con las que las madres amedrentan a los nios: "Te van a llevar los duendes". Cuando era pequeo me daba miedo de encontrarme con ellos. Los duendes son unos pequeos hombres en miniatura que miden como medio metro de altura, usan boina grande y visten lujosamente, con trajes de colores. La mayor parte del tiempo andan juntos. Andan por los potreros, cafetales y caminos solitarios, no les importa si es noche o de da con tal de andar vagabundos. Al visitar una casa se hacen invisibles, molestan demasiado, echando cochinadas en las comidas, tiran lo que se encuentre en sus manos. Pero lo que ms persiguen es a los nios de corta edad, los engaan con confites y juguetes bonitos; as se los llevan de sus casas para perderlos. Si el nio no quiere irse, se lo llevan a la fuerza; aunque llore o grite. Una vez un seor, quin me merece todo respeto, cont que una noche, cuando l iba a caballo con otro amigo vio saltar un chiquito a la orilla del camino. Al ver esa figurilla en ese camino tan solitario y en horas tan inoportunas ambos se extraaron; bajaron el ritmo de los caballos para preguntarle hacia donde se diriga. Voy a hacer un mandadillo dijo el pequen. Pero a pesar de que apresuraban el paso, el pequen los segua a cierta distancia, con una habilidad increible. Aquel espectculo los puso como piel de gallina, y no queran mirar hacia atrs; y cuando quisieron mirar, haba desaparecido. Algo muy parecido a esta historia anterior le sucedi al hijo de un amigo. Sus padres lo buscaron por todos lados, se haba perdido haca dos das, quin estaba en un potrero lejano del pueblo. Cuando se le pregunto como haba llegado all, dijo que unos hombrecitos muy pequeos se lo haban llevado dndole confites y juguetes; pero cuando estaban lejos del pueblo, pellizcaban y molestaban y mientras lloraba, aquella jerga de chiquillos rean y bailaban. Este suceso se coment mucho en aquel pueblo y es digno de estudiarse por lo misterioso del caso. Dicen las gentes que para ahuyentar los duendes de una casa, aconsejan poner un baile bien encandilado con msica bien sonada.
LA VIUDA ALEGRE
En los das en los que la energa elctrica era un extrao y raro fenmeno, dcadas atrs, pasadas las altas horas de la noche, cuenta el vulgo qu, metido en la oscuridad, en medio de las callejuelas angostas y adoquinadas, apareca a lo lejos el resplandor de la luz vida, intermitente de un farol. Movindose con insistencia, lujuria, de un costado a otro, agarrado de las manos bellas, plidas y misteriosas de la "Viuda Alegre". Adelante de sus pasos apresurados y del perfil hermoso, sensual, esbelto y sutil de quien tambin llamaban la "Viuda Negra", que se tapaba con un velo, escondiendo su rostro en la oscuridad de la noche. Cubierta de un traje negro caminaba seductoramente, dispuesta a lograr una nueva conquista para el camino a la locura o a la muerte. Los caballeros de aquel tiempo temerosos se escondan o corran Aseguran que la viuda alegre era un alma en pena, que en su vida terrenal haba dado malos pasos. Luego de enviudar, antes de su deceso, tuvo una vida pecaminosa llena de infidelidad y lujuria, razn por la que fue expulsada del purgatorio, del ms all. Enviada de regreso a la vida, posiblemente para cumplir una misin o sedienta de venganza. Desde entonces iba buscando en el camino a caballeros, jvenes, hombres casados; impvidos, para seducirles con el menear incisivo de la luz de su farol. Los caballeros hipnotizados la seguan, atrs, ablicos, por la calle Bolvar, por San Blas, San Sebastin, los chaquianes. Ella se insinuaba, ante los ojos y odos escondidos de los testigos, que se encontraban asombrados tras las rejas de las ventanas y balcones. Se iba por las casas, llegaba a las puertas grandes, barrocas, desproporcionadas, coloniales, de dos hojas, que se encontraban aseguradas con puntales de madera, resguardadas de la viuda alegre. Ella tocaba las puertas, llamaba a los maridos de cada pocilga, con cnticos, melodas seductoras, con lamentos, voces obscenas. El sonido y la luz del candelabro ingresaban por las rendijas de las ventanas, por debajo de las puertas. La familia, la esposa, se encargaban de proteger, y sobre todo de guardar al marido, al padre de familia para que no caiga en la seduccin de la viuda. Les amarraban en los cuartos ms distantes, en los stanos. Oraban, hasta que la viuda buscara otra casa. por lo general con voces de angustia era frecuente or: Busque otra puerta! Una vez que caa en tentacin algn caballero, ante la provocacin de la dama, esta la llevaba, hacindole recorrer por todas las calles del pueblo, avergonzndoles, en presencia de las miradas solapadas y la burla de la gente; para luego guiarles a los barrancos del ro Tomebamba, a los despeaderos y acantilados del Vado y San Sebastin. Entonces, a solas, asentaba el farol en un costado y se desvesta, se sacaba el abrigo y el vestido negro, poco a poco. El caballero observaba ansioso, la luz del farol iba desvanecindose conforme la mujer iba despojndose de sus vestiduras, mientras al hombre, en una metamorfosis, le nacan cuernos en la cabeza, en la frente: "igualitos a los que luce Lucifer". La viuda se destapaba pausadamente, hasta que al final, un instante antes de apagarse el farol y de descubrirse por completo el rostro, la viuda alegre desapareca. El hombre caa inconsciente al barranco, algunos moran, otros quedaban locos y heridos, pero todos con dos cuernos en la frente deshonrados. La gente del pueblo aseguraba haber visto en ese tiempo, esconderse en los portones de las pocilgas de las casonas, de vez en cuando en conflictos, a hombres convertidos en diablos, con unos extraos cuernos y con un rabo en las posaderas, que se quedaba a veces atascado en las rendijas de las puertas que dan a la calle, que se cerraban en el apuro. Contaban que los familiares de algn caballero desaparecido, acostumbraban buscarlo en los despeaderos, para luego refundirle en algn lugar recndito de la casa, para siempre.