Echavarren (1) El Diablo en Acrobat

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EL DIABLO EN EL PELO

Roberto Echavarren

EL DIABLO EN EL PELO

4 Echavarren, Roberto El diablo en el pelo - 1 ed. - Buenos Aires El Cuenco de Plata, 2005 352 pgs. - 20x13 cm. - (latinoamericana) ISBN 987-1228-X-X 1. Novela I. Ttulo CDD U86X

el cuenco de plata / latinoamericana


Director editorial: Edgardo Russo Diseo y produccin: Pablo Hernndez

2005, Roberto Echavarren 2005, El cuenco de plata Mxico 474 Dto. 23 (1097) Buenos Aires, Argentina www.elcuencodeplata.com.ar ISBN: 987-1228-X-X Impreso en julio de 2005

Prohibida la reproduccin parcial o total de este libro sin la autorizacin previa del editor y/o autor.

Pero en la carrera, con pesada mano, el destino me agarr del pelo. Marina Tsvetieva

PRIMERA

PARTE

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Una noche caliente acudi a la fiesta de aniversario de un msico en un predio abierto, ya campo, en las afueras. Desde el enclave, relativamente elevado, se divisaban macizos de caabrava, laderas verdes, la cua lunar, un cielo picoteado de luceros. Antes que nada, en primer plano, haba un rbol de magnolias: iluminaba el oscuro con una dentadura muy blanca, crneas de ojos muy blancas, espuma de olas resplandeciente de noctilucas. Al retirarse, cumplido el plazo del festejo, bajo el tema De vuelta de los muertos, quit el candado y abri el portn. Lentamente la camioneta, su nueva fiel servidora, gir frente al rbol de magnolias en direccin a la salida. Las ruedas resbalaron sobre el balasto hasta que el vehculo, coleando un poco, se alej, delante de una nube de polvillo. Sobre la avenida principal, en el centro, ya de madrugada, compr una rosa a un chico sin dientes que le sonri. Le qued en la retina una gota plateada del rbol de magnolias. Le pareca divisar, en cada esquina, a lo lejos, por calles que desembocaban en el estuario, un copo flotante de espuma blanca. Hasta que percibi el bulto. Alguien, Don Quin, caminaba en el mismo sentido que el vehculo. Capt primero la espalda: una cortina de pelo fuliginoso fulguraba bajo el alumbrado. Cargaba una mochila negra. Dnde terminaba la crin? Dnde empezaba la mochila? La crin semoviente aminor la marcha. Toms fren para avizorar el hocico entre las greas. Se trataba de una hembra? Imposible decirlo. El caminante torci en una esquina. El coche dobl tras l. Estacion en la vereda de enfrente. A causa de cierto desembarazo en la marcha del desconocido, decidi que era varn. Cruz frente al coche y volvi la cabeza. El chofer salud con una venia. El anmalo baj a la calzada, se acerc. Sonrea. Se rea. Grit dos veces:

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No soy una mina! No soy una mina. Se defina por lo que no era. Ya lo s. Se haba dado cuenta en el momento mismo. El zangolotino par cabe la ventanilla. Cambi de postura, solt una frase. Tena que retenerlo a como diere lugar. Lo invit a subir, cosa que el otro hizo, con una sonrisa maravillada; se acomod en el asiento, ubicando la mochila entre las piernas. El auto es tuyo? La pregunta le pareci no slo abrupta, sino extraamente descolocada, como si el vehculo fuera ms importante que su persona. Craso, directo, el desconocido pona en evidencia una escala de intereses. Pero a la vez le brindaba un pretexto para hablar, de modo que le sigui la corriente. S. Por la manera en que contestaste pienso que debe ser tuyo. Los que usan el auto de pap responden de otro modo. Son demasiado enfticos al asegurar que son los dueos. Sobrepasado el primer punto del examen, continu: Mirame, para que te vea bien. Ah! Tens cara de bueno. Debs ser buensimo. Habra preferido otro calificativo. Es posible aprovecharse de los buenos. Los buenos no resultan perturbadores. No soy una mina, en cambio, s lo era. Bamboleaba las crines, que se detuvieron un instante. Llevs una motosierra en la mochila? retruc el chofer, intentando robar el control de las preguntas. Slo traigo ropa. Abri el bolso, como si estuviera frente a un oficial de aduanas. Toms desde revisar el contenido. Pas dos das en casa de un loco. Nos peleamos y me llev mis cosas. Era de Coln, un barrio lejano. Lo invit a dar un giro. No, gracias. Qued en encontrarme con unos conocidos en un bar. Te puedo acercar adonde vayas. No, no vale la pena.

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La actitud del reyuno no era naranjas de la China. Era slo lo que era: seductora, indolente. Tal vez estaba cansado. Tal vez quera posponer la aventura para incrementar el deseo de Tommy. Cmo cazar esa paloma de camisilla blanca? Juli, Julin, Juliano, as se llamaba. Sonri; los dientes del apstata brillaron cuajados en la boca. Una magnolia ahogada. La cifra del verano. Poda pasarle el telfono: esperar sentado a que lo llamase. Sentado, en efecto; previ el ansia torturante, el acecho enloquecido de un campanillazo, que sonara o no sonara, el salto del corazn cada vez al descolgar, el desencanto al or el saludo de un pelmazo, no la voz esperada; y todo esto sin trmino, por das y das. Ni siquiera traa un lpiz; debera por tanto confiar en la memoria del otro. No, de ningn modo; para asegurar la comunicacin necesitaba el nmero de la blancura alucinatoria. Quisiera verte en otro momento. Puedo llamarte? Tengo telfono. Pero no me gusta darlo a quien no conozco. Mi madre atiende, se preocupa. Se lo di a un tarado que me llama todo el tiempo. No soy un plomo, no soy un delirante. Ya viste que tengo cara de bueno. Tu madre no tendr quejas de m. La paloma vacil; tal vez hubiera pensado en las mismas cosas. Al fin produjo la cifra mgica. El chofer la grab en la mente a fuego, como una marca sobre los cuartos de una vaca; la pelota estaba en sus manos; poda llamarlo cuando se le ocurriese. (Curiosamente, no se le ocurri pensar que el nmero fuese falso.) Tras algn circunloquio, el apstata dio a entender que su destino presente era la discoteca de entendidos a la vuelta de la esquina. Justo all voy tambin yo. Era verdad; a falta de algo mejor, planeaba caer por esa disco; por lo tanto entraron juntos. El chaval le pidi unas monedas para depositar la mochila en ropera. Si Toms tuvo alguna esperanza de ablandarlo en el bailongo a causa del trago, no hubo trago: el otro no acept invitaciones. Desapareci presto entre la gente, que era mucha; en noche de domingo slo cobraban la consumicin. Para olvidarlo, al menos por esa velada, dedic notable energa a conocer a algunos que le despertaron un inters mediocre. Top de nuevo a No soy una mina;

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intercambiaron dos o tres frases. Su dentadura, bajo la luz negra, brillaba fosforescente. Se mora de ganas de hablar con l, pero ste volvi a apartarse. Cuando se dio vuelta, despus de seguirlo con los ojos, descubri, frente por frente, a alguien que hasta entonces no haba visto; era espigado, pareca una chica tmida; le record a la hija del agregado cultural de la Embajada de Brasil, una muchacha a quien haba conocido de adolescente; ella se haba enamorado de l, persiguindolo con furia. Ahora la flaca brasilera remont el cauce de su mirada, se volvi a un costado, a fin de depositar la copa vaca sobre la repisa. Toms aprovech ese interludio para acercarse; se presentaron. Le llam la atencin el modo extrao en que el guacho colocaba la voz, que recordaba el graznido de un pjaro. Cada vez que l deca una frase, Miss Brasil quedaba prendada de sus labios; s: era sordo; no, como dicen, tapia, porque algo oa. No tard en presentarle al ncleo de sus conocidos, todos ms sordos que l; se comunicaban por seas. No obstante bailaban con desenvoltura; oan con la membrana de todo el cuerpo, explic Jos que as se llamaba el falso brasilero de ojos verdes. Al fin de la noche se reparta el pescado; invit a Jos a tomar un trago en otro bar. Todos los locales estaban cerrados, por lo que compraron una botella en un veinticuatro horas y enfilaron para la casa. Mientras conduca entraban a la Rambla Miss Brasil le puso una mano en el muslo. Tengo mucho para contarte acerca de mi vida. Se refugiaron en el domicilio del chofer. Esperaba, respirando el aire lento. Cuntame tu vida entromp los labios, para que el sordo comprendiera. Con una sonrisa deslumbrada, en el espejismo de la hora y el alcohol, la melena crespa a lo largo de la espalda hasta el coxis, Jos se vea enormemente atractivo. Al poco rato haban olvidado las solemnidades; se tiraban uno a otro los almohadones del sof, saltaban y se cruzaban, empujndose hasta hacerse caer; caan, se revolcaban. Despatarrados, sudando, ajustaron los cuerpos uno encima del otro. Frot las corvas, el trax fibroso, las largusimas piernas futboleras, la ajorca que llevaba Jos en un tobillo.

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Dos das ms tarde, ya con el sol alto, repuesto, en plena posesin de su energa, estuvo en condiciones de pulsar el telfono. De no haberse agotado en una drstica gimnasia con Miss Brasil, no habra resistido dilatar la llamada tanto. No obsta; la espera fue un acierto. Cre que no ibas a llamar dijo Julin. Fingido o real en su urgencia, el reclamo, desde el otro extremo, denotaba una disposicin a reunirse. Combinaron para verse esa misma noche en el cruce de dos avenidas cntricas. La crin centelleante, lquida, de un azul intenso, caa sobre el jeans blanco, otra magnolia; en el principio del bochorno, la silueta se expona en la esquina como una bandera del vicio; un camin de negros lascivos, a la izquierda, remontaba con pesadez la calzada de alquitrn; llegaran antes que l? Era posible que el avechucho no hubiera soliviantado ya un motn? De haber arribado un poco ms tarde, lo habra encontrado todava peripuesto en la parada? Fueron al apartamento. Al trepar los escalones, el lustroso alz los hombros, hizo la segunda de sus preguntas financieras: Esta casa es tuya? No. Es alquilada. Tales cuestiones eran signos de advertencia; tuvo cuidado de esconder las llaves y la billetera. Como en la disco, el rapaz rehus un trago. Mi padre es borracho; mi padrastro tambin. Cuando toman, se ponen violentos; no quiero parecerme a ellos, ni repetir lo que ellos hacen, ni quedar mal. Slo tenerlo cerca, percibir el soplo sin alcohol, lo incendiaba. Despus que se revolcaron, el galn no dur mucho tiempo entre las sombras retintas de la cama. Tampoco reclam dinero. A partir de entonces nuestro protagonista altern la incitacin ingenua y astuta de elegir creencia entre dos muchachos; se apoyaba en el semisordo para apaciguar el entusiasmo hacia Julin. Con el semisordo no tena contemplaciones. Un da se retras. No tuvo la paciencia de esperarlo. A su regreso encontr bajo la puerta un mensaje que haba escrito con un cortaplumas sobre la hoja de un agave arrancada al jardn vecino.

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Julin le haca visitas cortas de dentista dos horas a lo sumo en horarios que implicaban una agenda nutrida. Paulatinamente las cosas cambiaron. Empez a venir a ltima hora y a permanecer ms tiempo, hasta que otra vez tumbado por el porro se qued a dormir. Pero me adelanto. Una tarde, en la poca en que todava vena temprano seran las siete dijo que tena que estar a las nueve en la playa. Por qu? Es la fiesta de Iemanj; qued en encontrarme con unos conocidos para hacer las ofrendas; ya compr el barquito de tergopol y las velas que hay que encender; tengo todo aqu, en la mochila. Slo me falt comprar los merengues porque no me alcanzaba el dinero. Si no te molesta, yo me encargo de los merengues. Y te acerco en el coche. Segn el calendario, la fiesta se celebraba al da siguiente, el dos de febrero; pero algunos preferan festejar por anticipado, para evitar la aglomeracin en la playa y los empujones que estorbasen la ceremonia y perjudicasen el fervor. Al compartir las devociones del muchacho, lo sostena con ambas manos, impelido por una sensibilidad divertida y encantada; y esperaba, bien criado y hasta demasiado bien criado, conocerlo mejor y meterse con discrecin en su vida. En la playa se reunieron con otros tres. El chofer reconoci a uno; era suave, bajo, de manos diminutas; para realzar su figura usaba, cuando sala de noche, zapatos de plataforma. Toms haba conversado con l dos meses antes en una disco; lo haba invitado con un vaso, sin apartar la vista de sus ojos, que permanecieron vacos. Obtuvo, con todo, su telfono, pero por una razn u otra dej pasar los das sin llamarlo; cuando lo llam, mucho despus, y lo invit a salir, el suave se excus (Cualquier noche menos hoy) pretextando que ya haba marcado una cita con su novio estable. Esa misma velada lo cruz en el centro; caminaba acompaado por quien dedujo sera la dichosa pareja. Los dos jvenes triscaban el paso en animada conversacin; el compaero rea y agitaba la testa con vivacidad. Supo ah y entonces que ese momentneo rival le atraa ms que el garzn a quien haba telefoneado. Pero los jovenetos pasaron sin verlo; se volvi, con todo, para echar una

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ltima ojeada. Clav los ojos en la vibrante crin del novio, que desapareca rauda entre el gento. Hay que morirse! En la playa, al verlos juntos, se dio cuenta de que aquella crin era la de... Julin! Cmo no lo haba reconocido? Sin que tuviera conciencia de que fueran una pareja, haba interceptado a ambos por separado! Puedo elegir. Haba logrado a uno; comparado con Julio, el otro desmereca. Lo salud, aunque no encontr ms palabra que oponer; obviamente, los muchachos continuaban vindose entre ellos. Le fue presentado el pai de santo; era un treintaero rapado; lo acompaaba un pibe de quince, su amante. Incluyendo a Juli, todos eran cetrinos. El pai de santo, hecho una pelota, cavaba en la arena, vecino a la rompiente, y plantaba velas adentro de la fosa a fin de protegerlas del viento. Si una vela se apagaba tres veces explic quera decir que no tomaba, y no convena insistir. Se remangaron los pantalones y entraron al agua. El pai bendijo, con palabras rituales, a cada uno de los concurrentes. Los novios haban trado sendos barquitos blancos de espuma de plstico. Se adentraron, con el maestro de ceremonias, a travs de una regin de olas pequeas; llevaban consigo las piezas nuticas portadoras de velas ardientes. El mar se callaba, reflejaba las llamas. La nao de Julin cargaba los merengues de Toms, ese azcar que eran los propios sentimientos ofrecidos. Desde la costa, parado en la arena, no despegaba la vista de su obsesin. Le impona un perfume blanco, sugerido por el tufo del mar. La tusa suelta sobre la espalda se funda, en la zona de los glteos, con las calzas negras, remangadas a lo pescador. Ese pescador haba hecho todo lo que tena en su poder para convertirse en diosa. Entraba con tal confianza que haca tambalear; sin gnero, a su juicio, era la propia diosa que se meta en el agua; concentraba una virtud que le vena de lo ambiguo. El principio de esa fuerza ocultaba el rostro con una visera inescrutable, una cortinilla de cordoncillos o de dijes colgadizos, segn aparece en las ilustraciones; o con la veladura de una crin que le sirve de chal: los cabellos de caballo de Julio. Completado el rito, las piernas y los pies pegoteados de arena, entraron a un caf de la costa a tomar refrescos. El chofer llev al

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oficiante, emparejado con el nio, hasta su domicilio. Despus, a la diosa, la mejilla un poco enfurecida, inflada para soplar, a la casa del suave, donde pernoctara. Los volvi a ver una semana despus, de nuevo juntos, en la disco. Actuaban como un casal de palomitos. Se tomaban de la mano. Eran pareja; todos lo saban. A ratos se peleaban y se separaban, a ratos se reconciliaban. Toms aprovech que el otro haba ido al bao para invitar a Julin a su apartamento. Tras prolijas consultas, idas y venidas, dio una mala noticia. Mi compaero se siente mal. Mejor me quedo con l. Estoy cansado de espritu; la mayor gentileza que puedo rendirme a m mismo es ocuparme de mis asuntos, y slo interesarme en los dems cuando la ocasin lo justifique. Ya basta. Y sin embargo el pituso, das despus, telefone. Pero en ese entonces l ya haba decidido cortar por lo sano. Rehus concretar una cita. Se maravillaba por esta demostracin de autocontrol; haba resuelto el embrollo con eficacia y aplomo. Y ah quedaron las cosas. Julio no se dio por enterado, sin embargo; diestro en mover hilos, como un titiritero apoyado en larga prctica, telefone siete das despus. Me prometiste que iramos juntos a Parque del Plata. En efecto: apremiado por el atractivo mozo haba proferido, sin pensarlo dos veces, una invitacin a pasar un fin de semana en el chalet de su ta Irma, en ese balneario. El impulso prematuro le dio que lamentar. Juli se lo haba tomado al pie de la letra. Ahora, un poco ms familiarizado con sus andanzas y su romance con el suave, Toms se volvi prudente, ms cauto para expresar sus emociones. Imagin el terreno de la casa, la hondonada del jardn, el recorrido hasta la alberca; se permiti unos momentos de libre observacin; cada vericueto era una trampa para su compulsiva tendencia a salirse de horma. El entusiasmo podra inducirlo a verter incontinente demostraciones de las que pudiera luego arrepentirse. Imagin la humillacin resultante, de pronto insufrible, al regreso, a lo largo de quilmetros de carretera, habiendo comprobado que su nmesis no le corresponda. Resolvi no caer en la encerrona.

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Me invitaste, con una firmeza poco comn. Se defendi como pudo: pretext ocupaciones; lleg incluso a insinuar, no sin perfidia, que ya haba llevado a cabo ese trayecto recientemente, en compaa de otra persona. Sin embargo, acept encontrarlo en Montevideo. Julin haba ganado. No ms llegar, le comunic que haba roto con su consorte. Segn l, el otro lo haba cambiado por un potro flamante. Te usan y despus te tiran. Pero el coletazo est sobrepasado. Las paletas grandes y nveas de los dientes, el contorno vas de la cara, le daban el aire de un conejo. Ese conejo que l vea de vez en cuando entre las manchas de la luna. Para no traicionarse, para no turbarse, bajo peligro de su vida, el anfitrin no se atreva a fijar la vista en el roedor arrellanado sobre el sof, las punteras abiertas. Robaba instantneas parpadeantes, poco precisas, que lo obnubilaban y rendan escasa informacin; saludaba, hipnotizado, al bargueo. Como Perseo ante una Gorgona, senta que se asfixiaba. Para contrarrestar esa tendencia petrificante le habra gustado oponer un espejo al reverbero de la risa de Julin; le habra gustado esconderse tras el espejo para devolver a su foco, destello a destello, el conjunto de chispas que lo amenazaba. Se haban conocido en la oscuridad; en esa ocasin el trigueo ofreca, sin duda a causa de los polvos que se aplicaba, el semblante lunar de una japonesa, ms plido que el blanco. Descubri, ms adelante, ya sin maquillaje, el tinte pastel del cutis. Sin embargo las primeras impresiones son las ms difciles de borrar; en particular sta, que le serva de patrn normalizador, ya que las sucesivas la corregan sin suprimirla: lo vea blanco, y no atezado. En segunda instancia sin embargo no caba duda de que fuese mestizo. Los rasgos, con todo, le haban parecido mongoles desde el comienzo; proviniese de las Planicies, de Alaska, de la frontera de la Repblica Oriental: era un indio. Cuando anot, en un cuaderno, el nmero telefnico que haba confiado a la memoria, agreg, junto al nombre, el calificativo piel roja, para no confundirlo con ningn otro. Lo que lo vuelve misterioso es el pelo: grueso, lacio, retinto; no me lo imagino como una almeja pelada. Contribuyen al aspecto abori-

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gen la nariz corva, los pmulos altos, los labios regordetes que denotan, abiertos o apretados con impaciencia, un capricho sensual sin escrpulos ni cortapisas. Una negrita se enjabona la piel y se la frota con una esponja de alambre, para sacarse, dice, el color, porque tiene vergenza de ser negra: era el recuerdo de un filme que haba visto de chico. Te podra refregar los grumos chocolate de los ijares con un cepillo de acero. Penss que desapareceran? Ya s que soy oscuro. Mi abuelo paterno, por si te interesa, est enterrado en el cementerio indio cerca de Tambores. Fue uno de los ltimos combatientes suicidas en los entreveros contra las tropas criollas que exterminaron a los indios. Toms conoca la historia. El primer presidente de Uruguay, apenas nacido el nuevo Estado, atrajo a los charras, una etnia de cazadores nmades, que eran los pobladores originales del territorio, a reunirse con l para discutir el plan de un supuesto robo de ganado en el Brasil. Los indios llevaran a cabo el secuestro; el presidente prometa darles cobijo, a su vuelta, en el recin creado pas bajo su jurisdiccin. Organiz con todo cuidado un operativo de genocidio sin atenuantes. La trampa final consisti en atraer a los indios, infundindoles la mayor confianza y asegurndoles su buena disposicin y amistad hacia ellos, a un terreno conveniente para llevar a cabo una accin de sorpresa en su contra. Pese a los recelos de algunos caciques, los charras aceptaron al fin reunirse con el presidente y su ejrcito en los potreros del arroyo Salsipuedes. Antes de atacarlos, las tropas que los cercaban se apoderaron de sus armas y caballos. Un escuadrn se lanz veloz sobre las chuzas y algunas tercerolas de los indios, tomndolas en su mayor parte y arrojando al suelo bajo el tropel a varios hombres. Apenas el presidente, cuya astucia se igualaba a su serenidad y flema, hubo observado el movimiento, dirigindose a Venado, el cacique principal, le dijo: Emprstame tu cuchillo para picar tabaco. El cacique desnud el que llevaba a la cintura y se lo dio en silencio. Al recogerlo, el presidente sac una pistola e hizo fuego sobre Venado. Era la seal convenida para la matanza. El segundo regimiento busc su alineacin a retaguardia de los que se haban lanzado sobre las

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chuzas y los dems escuadrones, formando una gran herradura, estrecharon el crculo y picaron espuelas al grito de Carguen y con sus sables y bayonetas los sorprendieron y atacaron en su campamento y all mataron tanto a hombres como a mujeres y nios sin consideracin ni piedad. Muy pocos pudieron huir. Los sobrevivientes fueron llevados a pie a Montevideo, los hombres con las manos atadas a la espalda, y repartidos al mejor postor entre las familias de pro y entre los capitanes de barco fondeados en el puerto. Quien reciba a una india joven deba tambin aceptar a una vieja, y no se admitan devoluciones. Una ta abuela, que vive en Tambores, guarda, dentro de una cueva, lanzas, arcos, carcajes con flechas, un mazo de hondas para tirar piedras, una boleadora con que peleaban, una estera de junco en que consista su toldo, que cargaban las mujeres, riendas, lazo, y un quillap, que era un poncho de pieles. Todo eso le qued, y nadie lo usa. El corazn de Toms se haba vuelto demasiado grande para su pecho. Dijiste quillap? pregunt con voz apagada. De una impaciente ondulacin de la mano, el muchacho continu: A los de mi familia, cuando nacen, les meten, a un costado, en la cintura, un pedazo de cuerno debajo de la piel, para certificar que pertenecen al grupo, o ms bien a la familia, porque no hay grupo. Dicen que si la mujer gorda que, segn ellos, vive en las estrellas, no ve el pedazo de cuerno incrustado en la piel, no reconoce a los de verdadero espritu, ni los deja seguir surfeando por las alturas. Y dnde est tu pedazo de cuerno? habl deliberadamente con una elaborada tersura. Mi madre, que vino de joven a Montevideo, hizo, despus, que me extirparan la incrustacin. No le gustaba que el hijo tuviera una seal de barbarie. Ac se marc la cicatriz, ves? Se atormentaba en secreto con la eterna pregunta de si Julin acudira o no a las citas. ste, entrado en confianza, ya no se preocupaba por hacer buena letra frente a su ocasional compaero; desde que se sentaba en la sala, aceptaba un vaso de alcohol.

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Se ubicaba sin trasparecer emocin alguna, sin entusiasmo perceptible. Era un animal de exposicin, un dolo a ser venerado por su propia irradiante presencia. Nunca iniciaba las caricias. Si stas empezaban de la otra parte, responda gil y acompasado. Soy devorador de corazones, soy devorador de tu ilusin, berreaba el proftico CD. El muchacho se limpiaba la espuma de los labios con la punta de la lengua. Entonces dejaba el vaso sobre un estante y proceda al asunto. Esa lasitud empuj al dueo de casa a decir: Parecs indiferente. Es lo que me dicen todos. Quines son todos? Quera y no quera saber. No estaba interesado en acreditar una experiencia demasiado amplia en el carn de calificaciones del mancebo; a pesar de lo cual contaba con las indulgencias plenarias y circunstanciales; es ms, oa un sordo barullo, un terreno de alusiones, un ajetreo de idas y venidas. Si bien a l no le cobraba por complacerlo, despus de una comida confortable, le pregunt a quemarropa si era taxi-boy. No soy, pero tengo amigos taxis. Se mostraba buen jugador con las palabras. No se le poda sonsacar algo que no quisiese decir. No revelaba el trajn oculto, cualquiera que fuese, pero tampoco retaceaba el buen humor. Sabiendo que cada uno era infiel al otro ninguno de los dos tena inters en sincerarse. Se agarraban, se trenzaban, en aparente paridad de condiciones, ostensible compartido ardor; despus de arrancar, el visitante se calentaba tanto como Toms. Ese babear y temblar de labios casi empez a tener sentido. Algo ocurra, una especie de pantomima que, si bien no lo dejaba del todo estupefacto, lo tena hechizado. Entonces el chaval, con prolijo empeo, rellenaba uno y otro vaso cada vez que quedaban vacos. Un inters mayor se haba presentado, sin embargo: la felicidad de ese dolor, o el dolor de esa felicidad. Hay un halo de luz que quiebra el miedo, hay un toque de amor que inunda el sueo. Despus del coito, se recoga y adormilaba; prefera no romper con palabras el momento privilegiado de la unin; era casi comple-

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tamente feliz, con los prpados cerrados, dentro de una mstica comunin y derrame de jugos. Pero el chico, pronto a la censura, lo sacuda siempre con el mismo reproche: Te dorms como un viejo. Haba inhalado polvo antes de llegar? Trotacalles trasnochador, posiblemente recin se levantaba de la siesta y se senta fresco como una lechuga (una de sus expresiones favoritas) entrando a la primera etapa de su jornada nocturna. Tanto hinch con tens fro, o tens calor, como un viejo que el acusado, considerndose en salud y venturoso, contest un da: Qu puedo hacer? Ser entonces que soy un viejo. Santo remedio: la comparacin cay de sus labios para no reaparecer jams. En lo que concerna a su casa literal y averiguada, a su habitacin de cal y ladrillo, Toms mantena francas, de par en par, las puertas de todos los roperos. El joven acus la provocacin. Por qu dejs todo abierto? El contenido est a la vista. Se puede meter la mano. Perdn, es que soy desordenado; la prxima vez cerrar, te lo prometo. Sin complicaciones de artificio mutuo, Toms siempre anclaba frente a Jos en la disco; se pona bajo su resplandor. Una pelusilla simptica bajaba hasta sus labios apelotonados; era ms alegre, bastante ms depravado que la original Miss Brasil. Crecido rpido en el pas de los sordos, haca rueda con ellos, gobernados paradjicamente por una msica que no oan. Un profesor de historia, cuyo aspecto evocaba el retrato de juventud de Luis II de Baviera: ojos claros, boca chica, labios en forma de arco de Cupido, surgi de ninguna parte y le plant a Toms un beso en la boca. Se haban conocido ligeramente un mes antes, en la barra de Valizas, en ocasin de unos das de playa. Lo introdujo a Jos y compaa. Bailaron todos juntos, formando ronda, pero Luis II, casi enseguida, interrumpi el zangoloteo y lo freg a chupones, a vista y paciencia de los sordos.

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Contra su propia expectativa, l no se resisti al embate; antes bien lo secund; en lo que estuvo mal; ya que se encontraban en presencia de Jos. La yegua negra no tena desperfectos. Pero Toms senta curiosidad por el recin venido. Para mitigar su vergenza arrastr al rey loco hasta un rincn oscuro. All continuaron los toqueteos. Despus abandonaron el local por la cama. Luis de Baviera estaba dotado de un nfimo palitroque; lo empujaba con furia ciega en el intento de franquear pasaje entre las nalgas. El esfnter de su vctima sufri embestidas que lo desgarraron. Despus que hubo lavado la sorpresiva abundante sangre, Toms enfrent la pltica. Bien, si te parece que me quede, me quedo y conversamos dijo el pichn de estudioso. Cul es el camino temerario de la verdad? Cul es su historia, cules son sus efectos, cul es su entramado con las relaciones de poder? Hay que dejarlo a la ciencia respondi el historiador. Pero quin puede establecer una reparticin entre ciencia e ideologa? Esta posicin de rbitro, de juez, de testigo universal es un papel que rechazo absolutamente. Hay que verificar los datos. A partir del momento en que se quiere hacer una historia que tiene un sentido, una utilizacin, una eficacia poltica, no se la puede hacer correctamente ms que a condicin de estar ligado de una manera o de otra a los combates que se desarrollan en ciertos terrenos. Fue aburrimiento puro. El rey hablaba de sus preferencias, siempre de mal gusto, pero no lata all ni un criterio ni una inquietud. Miraba sin ver, admiraba sin inteligencia. Despus que redondearon la charla, al anfitrin le pareci que sera mejor dejar de verlo; era su conclusin firme, sin lamentarlo. A causa de la guerra bvaro-prusiana, el semisordo dej de telefonear. Ante s mismo y ante los presentes en la ronda, haba sido alevosamente sustituido; el comportamiento de Toms era inexcusable. No soy celoso dijo la primera vez que se cruzaron. Una noche, al salir de la disco, lo top junto a la puerta. El club ya cerraba, no admitan a nadie. Entonces, cualquiera fuese el gra-

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do de molestia de Jos, tratando, con xito, de rearmonizar lo que haba parecido un principio de separacin, Toms lo invit a dar una vuelta. Miss Brasil sonri su consentimiento a nada menos que la convocatoria de volver a follar. Despus del acto, critic severo a Luis II. Parece mala persona. Es malo en la cama corrigi su acompaante. Las emociones, en los sueos lcidos, cubren el espectro de la experiencia despierta, se extienden desde una aceptacin neutral del sueo lcido a escansiones de libre y exaltado estmulo. Los soadores lcidos habituales, por casi unanimidad, subrayan la importancia del desapego para prolongar la experiencia y retener un grado de lucidez. Toms no quera seguir de chapern de Miss Brasil en las fiestas, ni esperar el agujero postizo de las visitas espordicas de Julin. Tuvo la idea de apartarse del foco de su atencin aunque fuera un poco: viaj a Buenos Aires. Un salto trae otro. No tard en reconocer que le interesaba salir del circuito lascivo e internarse en la Argentina profunda. En una inauguracin conoci a una dibujante de Crdoba, Eudoxia Semionova, que le dio novedades de la sierra. All soy menos susceptible de admitir la coexistencia simultnea con otro, por superfluo que sea acab la frase con un golpe sobre la mesa de los tragos, que hizo tambalear todas las botellas, y un rugido de ultratumba. Toms se excit, como le suceda a veces cuando acababa de cortarse el pelo y se miraba en el espejo del bao. Me gustara pasar algn tiempo entre olor de peperina, un tnder de nubes suspendido sobre la cabeza, estereofona natural, verdadera evidencia con la boca abierta y los dedos dentro. La sorpresa y el halago le arranc a Eudoxia un aullido de bestia. Con la tranquilidad que necesitaba para su trabajo; el burro, la parra, cambiaran su corazn y le permitiran ver claro. En el suplemento turstico del diario porteo Clarn ley acerca de una institutriz flamenca, la cual, convocada al campo de la Patagonia

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para educar la prole de un estanciero viudo, termin casndose con l y compartiendo su vida por un cuarto de siglo. Puso entre parntesis la estancia y los caudales; jug con la idea de un novio tierra adentro. Tema segua temiendo encerrarse en el carril de su absoluta obsesin por Julin; buscaba un proyecto alternativo para la retirada. Eudoxia viva en La Cumbre, y hacia all se encamin. Oh, en cuanto a m, soy perfectamente discreta. La perfeccin no llega rpidamente su fogosidad alcanzaba un diapasn casi desagradable para l; un privilegio ms soportado que admitido. Estableci contacto con dos directores teatrales de Crdoba capital; envi demos de sus trabajos musicales para la escena. Uno le respondi, hacindole ms justicia de la que se haba atrevido a esperar, con la oferta de que se ocupara tanto del sonido como de las luces de una pieza que pensaba poner en escena en la siguiente temporada. Ema, una relacin de Eudoxia, nacida en el terruo de La Cumbre, encontr para l una casa sobre una calle muerta frente a un bosque, a trescientos metros del campo de golf, dotada de un jardn espacioso. Ya que se encontraban fuera de temporada, el alquiler era razonable. Sobre la falda de un cerro se ergua un mamotreto construido en los veinte, adquirido y reformado en los treinta por el esposo hngaro de Heddy Lamarr, un industrial con vinculaciones nazis y peronistas. El castillo semejaba la estacin de esqu delineada en cartn al principio de Treinta y nueve escalones, de Hitchcock. Perteneca a la Secretara de Inteligencia del Estado. Los jerarcas visitantes bajaban en helicptero para jugar al golf. Al revs del agrimensor de Kafka, Toms no intent acercarse a la mole, ni merode su vecindad bien custodiada. Con la misma avidez tarda con que los protagonistas abandonan los personajes de ficcin que les asigna el libreto, y se entregan al anonimato de una natural cpula, vagaba, segn su impulso, a travs de senderos en herradura, transitados por burros trashuman-

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tes que hacan la ruta de las estancias, o por ciclistas enfundados en licra, montados en bicicletas de cubiertas robustas. Desde la sombra verdosa de la enredadera, que finga podar, Belarmino, el jardinero de la casa que haba alquilado, un italiano mayor, lo asediaba. Un minuto despus golpe la puerta. Quiere que monte a la azotea para revisar el tanque? Una tarde Belarmino lo invit a una inauguracin en una casona de Los Cocos. Los cuadros, de colores estridentes, artificiales, representaban cascadas, bosques de encinas, una iglesia corpulenta y pintoresca aprisionada por enredaderas; todo adornado, blando, muy verde. Una mujer de Cornwall, de carne indisciplinada, tom posesin de Toms y le relat cuatro intentos seguidos de suicidio tras abandonar el pas natal y afincarse en la sierra. Haba llegado aqu liada a un jugador de polo cordobs. Fue abandonada por el jugador a las primeras de cambio, pero permaneci, a pesar de todo, como un fsil procedente de un mar del pleistoceno levantado por plegamientos terrestres a la cima de estratos rocosos; la suicida no perteneca ni al mar ni a la montaa; no encontraba en el globo lugar donde ubicarse. Toms abri los ojos y vio la cara de la mujer muy cerca, completamente desorbitada, entorpecida por el furor, untndose las encas con una bomba de crema de chocolate. Algo grit, decidiendo ir al grano de una vez. Para llenarme. No somos otra cosa que masas de carne, rganos, fluidos en estado de intercambio. Esa historia, narrada con fervor compulsivo, fue la iniciacin, para l, al mundo quieto, sutil, del invierno semi rural que lo rodeaba. Otra mujer en la inauguracin, que pareca un hombre, de nariz ancha y recta, ojos acuticos, una cinta negra alrededor del cuello como la Olimpia de Manet, miraba en calma, con un xtasis soador, una larga oruga que se desplazaba por el marco de la ventana. Haba huido de la flexibilizacin laboral en Buenos Aires e imparta rdenes precisas acerca de todo, como si el rumbo al que ahora se entregaba respondiera a un plan y no a los caprichos de la desesperacin. Slo dos parejas lsbicas vivan, aparentemente felices, en sus huertos de nabos.

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Belarmino pas junto a la pileta vaca, trep una cuesta muy suave, atraves la glorieta, todava vestida con los restos florales del verano. Miraba desde lejos, con una especie de gratitud desapegada. Lo haca con una sola meta. Obligar a Toms a abrirle la puerta, atraerlo y resucitar una conversacin con el pretexto de la escasez de agua para el riego. Al abrir la puerta principal, el jardinero entr eyectado. Salud con entusiasmo, tomndolo primero de un brazo, luego de un hombro y finalmente de la nuca. Lo atrajo a s y lo bes rpido. Quiero invitarte a mi residencia, para los manjares de una cena superior. Pas a moverse en el plano de esa simpata inestable y desconcertada que, a falta de un recurso mejor, la urgencia del deseo emplea como vehculo y disfraz para abordar a su objeto sin espantarlo. Slo hay un espectculo ms penoso que el del amor contrariado: el del deseo no correspondido. As, mientas Toms volva aliviado a su nido de indiferencia, Belarmino por su parte entraba en uno de esos estados de ebullicin que slo pasan inadvertidos a quienes los padecen: el cambio de ritmo en la respiracin, la inminencia de una prdida de control, que lleg a neutralizar, pero cuyos ecos siguieron flotando a su alrededor. Ese mismo raspaje exhaustivo a que los cirujanos someten a veces el tero enfermo de ciertas mujeres, Belarmino pareca haberlo sufrido no en el cuerpo, cuya vitalidad, aunque muy deliberada, no dejaba de ser genuina, sino en el espritu, que alguna herramienta de jardinera pareca haber arrasado. Y como no tena secretos, empezaba a enrojecer, como si tocar a Toms fuera una manera de pedirle perdn. Los propietarios de la finca donde viva, y que administraba, eran de Buenos Aires y no venan nunca. l se encargaba de todo y operaba como seor de la hacienda. La tarde prefijada introdujo a Toms a una amplia galera donde arda el ms reconfortante fuego. Mientras cenaban, cont: Fui propietario de un invernadero en La Plata. Me enamor de Benegas, un jovencito potro que necesitaba proteccin. Me di cuenta de que para apaciguar sus relinchos tena que sacarlo de La Plata.

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Nos mudamos a la sierra por amor. Aqu yo quera guardarlo como en un relicario o joyero, para conservar la pareja. Primero, con el producto de la venta de mi negocio, compr una casa grande en el centro de La Cumbre, pero despus el casern se me hizo oneroso y lo vend. Nos mudamos a una casucha en un cerrito cubierto de un monte espeso. Llegar hoy es casi imposible porque la subida es abrupta y se nos acab el dinero para reparar el camino. Esa barranca frondosa nos aisl del mundo. As pasamos varias dcadas. De manera indirecta, a travs de pudorosos circunloquios, dio a entender que Benegas, a pesar de sus precauciones, lo haba traicionado con un muchacho del pueblo, que haca el reparto de una verdulera. Generoso en los repartos, Belarmino le dej a Benegas la casucha y se vino a vivir en hacienda ajena. No poda mirarle la cara, no lo poda perdonar. Toms vio a travs de la ventana las copas de los rboles que giraban contra el cielo y ahog un gemido en su muequera de toalla. Belarmino se acerc a la silla y le puso la mano sobre el hombro. Vamos al living a tomar un caf? Empezaba a anochecer, y se entretuvieron escuchando aosas grabaciones de zarzuelas ibricas y cubanas de la coleccin de Belarmino. En medio de un aire de Agua, azucarillos y aguardiente el jardinero confes, cada vez ms comunicativo, que en el terreno amatorio no tena al da de hoy ningn lazo que lo retuviese. Cuando el alcohol coron su influjo, durante el crescendo de La alegra del batalln, se puso a revolver el puo y el brazo en un vrtice de molinillo. En el final retumbante, el dorso de su manaza desfalleci sobre el posabrazos del bergre, entreabriendo con lasitud callosos dedos. La mano pareca solicitar iniciativas de su convidado. Si uno est aqu solo, el campo debera ser suficiente consuelo acot Toms con ligereza inconvincente. Basta abrazar los eucaliptos. No le pareci que el dictum fuese cruel. Apenas abanicaba aire fro sobre quien amenazaba con tirrsele encima. Tales deslindes, por fortuna, convencieron al jardinero de que no era llegado el momento de tocar la zona, mirada de soslayo, del pantaln.

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Cmo es? respondi, confundido. Siempre que perda el hilo, recurra a esa muletilla. ste era el mundo de Toms. Al jardn llegaban oxidados ladridos. El ntimo, leve paso de las aves, especies desconocidas para l, daban al entorno un aire subrepticio de confabulacin. Esculcaban los canteros, hacan su panzada de insectos y de semillas. Un ejemplar de pico corvo y fino como una caa de pescar era el ms aventajado para desenterrar lombrices. Sobre los eucaliptos anidaba una ruidosa colonia de cotorras. Entre los aromas del jardn sobreflot un estimulante olor a bosta. Contra el tejido de alambre que lo separaba del vecino, asomaron las cabezas un tordillo y un zaino. Eudoxia Semionova, huesuda y alta como un ciprs erecto, se levant y se puso el sombrero. Fue caminando hacia la puerta, el felpudo de felpa verdosa; hizo girar con trabajo la redonda cabeza de vidrio del picaporte. Se detuvo, volvi dos pasos, el sombrero en la nuca, adonde la madre senil bordaba un encaje de bolillos. Esta noche jugaremos con Toms al domin. Algunas tardes, despus de tomar un plato de sopa, recogan el mantel y jugaban una partida. El que perda estaba obligado a pagar una prenda, que no consista en tocar un instrumento, sino en decir una guasada; delimitaciones intuitivas llamaban a esas suertes de confeccin propia o ajena, acerca de un tpico que se decida por anticipado. El montevideano dijo los versos de un poeta del Chaco: La experiencia que no tuve: el diablo en el cuerpo; y mientras el cuerpo expiraba en la pgina, la pgina tena cuerpo de mar; una membrana, un prpado horizonte: el diablo en el pilago; y mientras el diablo se desplegaba yo escriba el pliego, y mientras el diablo navegaba

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yo lo segua en mi bote de papel; pero yo no saba qu era el diablo; ms bien el diablo estaba en otro lado y yo no conoca ese lado. Eudoxia, con el aire dulce y superior de quien inventa cuentos, respondi: No ves que el diablo soy yo y que mi infierno sos vos? La mam senil se devanaba los sesos, que sus ojos acuosos, delineados por rbitas calcreas, localizaban en el cielorraso. Encarnaba, segn ella misma deca, a un escritor de nombre Diego Ramrez, cuyas coplas haban recorrido la sierra: Devil es el diablo que est en el cielo; y dios tirando piedras se ve muy feo. Tarde o temprano una onerosa deuda atrasada de secreta severidad por cada minuto de placer que vivimos, sufrimos aos de pena: no es la venganza de dios, es la venganza del diablo contribuy Toms. Eudoxia abri un libro y ley al tuntn: No vio al diablo todo lo que, en un mundo perfecto, le habra gustado. La mam sac de la costura una corneta de cotilln. Sus dbiles pulmones le permitieron hinchar, contra toda esperanza, la lengeta roja, que se expandi: un apndice rgido, como un pirigundn; daba un pitazo agudo, ahogado, fuera de propsito. La sequa se prolongaba ya por varios meses. La reserva de los diques flaque. De las canillas goteaba sarro verdinoso. Camiones aguateros vendan agua a domicilio. Los cerros quedaron cenizos, descacharrados. Belarmino, impedido de regar, con una buena voluntad fuera de control, se empeaba en la poda, pinchndose las yemas con espi-

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nas. ste era su pretexto favorito. Golpeaba la puerta y solicitaba alcohol; Toms acuda con el frasco y el algodn, desinfectaba los rasguos. Sala al campo en plena noche. La falta de alumbrado destacaba el vrtigo ondulatorio del cielo; una copa vertida, que volcaba tentculos de cuspe. En su ascender, los lamos chirriaban como bisagras; se desenrollaban hacia las centellas con la violencia de cohetes. No tena valor, le pareci, para perseverar en la auscultacin de ese vientre derramado. Volva a la casa con un trote sencillo; no se senta mal ni malquerido, apenas un sobresalto de conjetura en las venas. Algunas noches aullaba el viento; oa temblores caractersticos de origen imprecisable: postigos que tableteaban, quebradero de ramas, retumbar de ciclones en el cao de la chimenea, forzando el paso con una especie de ululante silbido. La chimenea se mova, se bamboleaba, corra el riesgo de caerse y por lo tanto de causar colaterales destrozos. Entretanto l, all agazapado, consultaba los leos, remova las brasas, esquirlas crujientes. Penetraba capas de silencio. Entro por el hueco. Sobre el sof dej el cuerpo amodorrado. Atraves el cao, subi por el oscuro, no saba adnde. Se explic separando las palabras, suave pero gravemente: Las ocasiones se muestran a la vez en sitios muy alejados unos de otros. Yo abandonar mi cuerpo y volver a l durante aos, hasta que se queme, y entonces ya no volver ms. A fin de disponer las secuencias snicas para Dos hombres y un caballo, la obra teatral que le haban encargado, alquil algunas horas el estudio de grabacin perteneciente a un conocido msico que vacacionaba en la zona. Tambin asista a los ensayos en la sala Casal de Crdoba. Sobre el escenario de tablas desgastadas que haban sido negras, dos hombres, dos soldados, an sin uniforme, ensayaban sus partes, sentados en sillas o tirados en el suelo. Regimientos del Tercer Reich, perseguidos por partisanos serbios, se repliegan, al fin de la guerra, entre barrancos de tierras malas; abandonan equipo a medida que progresan; en una retirada noctur-

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na, que ms que retirada es un desbande, dos soldados pierden contacto con el resto de la compaa. Uno est herido en el torso y en una pierna. Mientras avanza con dificultad, amanece en medio del bosque. Se refugian en la cueva de un cerro, al borde de una caada, tras peas y vegetacin. El que est sano caza para los dos. Recoge bellotas, como en la edad de oro. Pero los partisanos serbios reconquistan el terreno paso a paso; en cualquier momento estarn all. Al disolverse la compaa haban captado la provisin de cigarrillos a repartirse entre la tropa. Endebles como estn, el tabaco, fumado debajo de una manta, les provoca trances. Vuelan todas las noches a una playa nudista en el Japn. Libres de la disciplina militar, les cuesta creer que fueron soldados una vez. Jan, el herido, proviene de Berln. En su adolescencia, en los aos de Weimar, haba sido amante del escritor ingls Christopher Isherwood. Isherwood viva en el palacio Hatzfeld, sede del Instituto de Investigaciones del Dr. Magnus Hirschfeld, al que llamaban el Einstein del sexo, pero ms bien deberan haberlo llamado el Einstein del estilo opin Jan porque estudi, en Travestis, la erotizacin, que nos concierne, de la vestimenta. El ingls y el futuro soldado dorman con frecuencia en una buhardilla en el obrero barrio este de Berln, que Jan ocupaba junto con sus padres. El padre era un tipgrafo anarquista que toleraba por principio el amancebamiento de los jvenes; la madre bendeca el pan que les llegaba va Isherwood. Recorran Berln en expediciones de Wanderlust. Dos lesbianas los pintarrajeaban y les prestaban pieles y botines de alto empeine. En un show de cabaret entonaban a coro: Somos las seoritas del camin diecisiete,/ colocamos caos en los retretes./ Si quieren estrenar un inodoro funcional,/ no tienen ms que telefonear! En esa sala haba telfonos mesa a mesa, una novedad en el momento, para tomar pedidos y concertar citas. Cuando la risa lo agota, Jan jadea, se encorva, escupe sangre. Nadie dira que el bien alimentado actor ser convincente en su rol de agona la noche del estreno. Su nombre es Ramn; adems de

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actuar, remienda la carpintera del teatro. Toms simpatiza con l. Rebatiendo las pausas, juegan al ajedrez; el director baja por una escala de madera para quejarse de su conducta, e invita a Ramn a retomar sus lneas. Entre los cuerpos sucios, las hundidas bocas cuarteadas, el berlins evoca el ojo de un nio mendigo, cuando l tambin era nio; vacilaba entre el verde y el palo y le recordaba un ojo de jaguar. Esa pupila resuma para l el Wanderlust. Gusti, su compaero, a quien el escorbuto le hace caer los dientes, vena de los alrededores de Schwbish Hall, en la Selva Negra. Sus padres cultivaban la tierra. A los quince fue sorprendido por la polica copulando con un camarada en un orinal pblico de Heilbronn. De haber salido al campo, pens, de haber eyaculado entre las vacas, como sola, no habra sido arrestado. Sus primeras armas las hizo con las gallinas y con las ovejas. A las ovejas les meta hormigas en el culo. Lo destinaron a una crcel de menores, pero el compaero con quien haba copulado en el bao de Heilbronn, que ya era adulto, fue enviado a un lager donde muri. Gusti fue sometido a un tratamiento de hormonas para cambiarle el sexo. En consecuencia se masturbaba cada media hora pensando en un rapaz hondero con quien haba corrido, de chico, a travs de los sembrados, con quien se haba escondido en los bosques. A los trece el hondero se ahorc colgndose de un rbol, porque sus padres insistan en que entrase a un seminario catlico para ordenarse sacerdote. Gusti lo encontr, pendido, al borde de un claro. Las moscas lo haban descubierto antes que l. Abraz al hondero, rasp el cachete contra la emisin que acartonaba su pantaloncillo, decidido a rechazar, de all en adelante, cualquier restriccin impuesta a sus tendencias. El cuerpo vive, el cuerpo pide. Y nada ms. Junto a las brasas encubiertas una fogata los denunciara Gusti toma la cabeza de Jan: con un trozo de vidrio (la navaja qued en la mochila del equipo, arrojada a una zanja para aligerar la huda) afeita su barba. La cara sin carne es toda ojos y dientes: una mscara del furor. Pasa el dedo por sus labios emparchados. Los dientes se conservan blancos, enteros, la plida lengua ya le hace una pavorosa seal.

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Disfrutan del olor de las propias heces. Poco a poco el hambre los extena. De noche se tapan con la misma manta. Las estrellas huyen por un costado, paralelizando la retirada de las tropas alemanas. Un tanque arde en las cercanas. El tufo del petrleo ardiendo les llega por rfagas. Estoy muerto, murmura el agonizante. Muerto y consumido, como todo el resto. De m queda esta piel hundida, los huesos empapados, pero igual veo todo. Hasta que lleguen y me quemen con un lanzallamas seguir volviendo a este cuerpo despus de cada noche. Un caballo pasa; Gusti extrae la pistola y hace ademn de dispararle. Pero no le tira. El fogonazo alertara a sus perseguidores; adems ya es demasiado tarde; no le atrae la idea de morir junto al cadver de un caballo. Teln. Desde la montura del caballo alquilado Toms salud al decrpito ex de Belarmino, que avanzaba por el borde de un arroyo. Como si fuera una araa culandrona, daba pasitos laterales para evitar las piedras. Vesta un overol de jardinero, trabajaba haciendo jardines, igual que Belarmino. Pero trabajaba menos. Echaba para atrs, a cada paso, una cabeza calva de forma ovoide. La voz recordaba un cloqueo de bataraza. El pescuezo era demasiado angosto. Aqu me tiene, azada en mano, pero yo nac para cantar. S, me gustan los tablados. Y en el teatro, s, en las tablas, habra podido lucirme, levantando polvo de estrellas como Miguel de Molina y Mara Antinea. Intencionales o no, se desataron dos incendios favorecidos por la sequa. Una negra columna de humo sobresali en las inmediaciones del poblado; otra humareda ms vasta y poderosa se elev desde el confn del horizonte contra un cielo sin nubes. El incendio del bosque cercano haba quemado una casa y la mitad de otra. Toms se meti entre las brasas. Una hilera de gotitas de sudor perfectamente alineadas, todas del mismo tamao, brillaban sobre la piel tostada de un nio que acarreaba baldes, seguido de otro mayor, hacia los restos que humeaban.

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Entonces, como en esos concursos de belleza en que las aspirantes al trono esperan el veredicto en fila, multiplicando por diez una sola y misma ansiedad, y el jurado lo anuncia a una de ellas, una sola da un paso al frente, as, con esa misma arbitrariedad, se adelant un mozo oscuro, de llamativa cola de caballo. Recorrieron el costillar de ramas incendiadas, ya medio sofocado el fuego por la banda de nios. Toms pregunt al mozo oscuro cul era el mejor camino para acercarse al otro fuego. El nacido y criado en la sierra, indgena notorio, se ofreci a transportarlo en su camin de reparto. Era un Mercedes antiguo, que l manejaba, estacionado all como a propsito para su salida; lo seal con honesto orgullo. Si quers, te llevo. Invitado y persuadido, Toms se sent en la cabina; practic el arte de la escucha simptica. Queda cerca del ro Pinto. A medida que se aproximaban, el resplandor resalt cada vez ms grande. Era una puesta de sol fuera de foco, inmvil, como si se hubiera detenido el tiempo. Ya a punto de asfixiarse, empezaron a toser. Para evitar que el camin se incendiara, el indio lo detuvo sobre un regato de agua. Acto seguido se quit la camisa; descubri un torso chorreante, espejeante, del tono y la cualidad del caramelo. Estoy abafado dijo. Qu es abafado? Una palabra portuguesa; le extra orla en la sierra. Repicaba en sus odos la frase de disculpa, como si l pudiese tener objeciones de que el nacido y criado se quitara la tricota; la fogarada destell sobre el torso que se derreta. Buen humorista, el indio propuso que se acercaran an ms al incendio a ver si podan prevalecer dentro del crculo de llamas; no fue necesario, en ese plan, conservar las ropas. El comechingn sonrea; el motivo del tatuaje, ahora Toms lo distingui bien, era un colmillo de lobo; se marcaba o se borraba segn girase con relacin al fuego. Helos aqu en el aprontamiento de sus placeres repentinamente confesados, con la urgencia de una catstrofe que sirve de ocasin y estmulo.

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Pasando por una ligera depresin del terreno, el pie de Toms qued un instante pisando el vaco. El indio lo recogi de un brazo de una manera brusca, le agarr la mano y la llev a sus genitales. Chpatela! Haba demasiado poca luz, o sta era excesiva, segn se inclinara o se volviera hacia los troncos ardientes, cuyos lengetazos, reflejados en los pechos del indio, pareca que los iban a licuar, otros tantos pabilos que ardan y crujan al unsono, mascando la calma y la selva. Tras esa pared vibratoria, tras esa membrana derretida de caramelo Toms detect con la palma, de un modo bruto, el corazn, el hgado. Meti un dedo en el ombligo y lo desbraguet, demorando la paja. Levant la cabeza para admirar la doble hilera de dientes blanqusimos, el latigazo de la coleta mojada sobre la cola. Mientras desataba, con la mano libre, el nudo de las chuzas, sinti que los coletazos lo abanicaban. Se arrodill para succionarlo. Los pechos enhiestos del indio temblaban como atravesados por un tiento que los estirase, jalndolos cada vez ms hacia el fuego, en un baile del sol, hasta destrozarlos, destornillndole los pezones. Era, s, el lugar donde l supuso que se abrasaran juntos, como todo el resto. En la maana que sigui al estrago se encontr con Ema, cuyos campos haban soportado el impacto mayor de la quemazn. Haba perdido dos potreros y una avenida de alisos. El fuego tom una forma ms aguda al fondo de una caada y sobre unos barrancos de considerable filo y grandeza. Disputable, sin embargo, en cuanto al importe total de los destrozos, que todava humeaban, Ema deplor con particular sentimiento la prdida de la avenida de alisos, amn de los dos potreros para pastoreo de ganado, en el momento lgido de la sequa. No convena, por ahora, visitar esos lugares, ni nadie tena urgencia por constatar las prdidas. Para contrabalancear la idea del fuego, dmonos un chapuzn en el ro Pinto propuso Ema. Fue aceptada. El hijastro de quince y su hijo de cinco los acompaaban. La carretera se volva por momentos vertiginosa; daba la impresin de que estaban volando. Interrumpido por roquedales, in-

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crustado entre zcalos y laderas abruptas, el Pinto caa en cascadas, chorreaba sobre ollas de piedra, sesgaba todos los montes y se retraa en bolsas y meandros de sorpresa indiscutible. Hoy soltaba una baba ennegrecida por la papilla de los tizones; el lecho estaba completamente negro. A pesar de sus cortos aos, el nio conoca el lugar que escogieron como la palma de su mano. Siguiendo un aparente sistema de secreto y ocultamiento, oficiaba de gua para el visitante. Se apartaron de los otros, meandro a meandro, bordeando y atravesando la corriente. Que l se hubiera ligado a un nio de tal firmeza de temple y buen juicio le pareci una circunstancia afortunada. En un remanso construyeron un canal y un puerto para botes de papel, que adornaban de plumas. Botaban los botes y los sacaban de puerto; stos giraban entre corcovos, ya presa de los remolinos, o eran tragados por los rpidos en materia de segundos. Una colonia de sapos tan voluminosos que casi parecan chimpancs, lomos cubiertos de verrugas, aparecieron sobre la ribera, a medias bajo el agua. De repente, sin quid pro quo, el nio levant el espcimen ms fino, color verde botella con ojos saltones como lamparillas congeladas. Los deditos apretaban con decisin los flancos gruesos del animal, las patas se debatan en el aire. Toms se sorprendi de que el nio explorador no sintiera asco; l mismo no se avena a tocarlo. En la base de su repulsin alentaba sin duda una ancdota de infancia; una pariente le haba advertido que la orina del sapo causa ceguera. Cierto: de las glndulas epiteliales de las ranas trepadoras, que viven en las regiones tropicales, fabrican los indios un veneno sumamente eficaz para poner a sus flechas, tan potente como el curare. Tambin el sapo del Ro Colorado, el bufo alvarius, posee una ponzoa que ataca instantneamente el sistema respiratorio de animales tanto o ms grandes que el hombre. La muerte es segura. No obstante, el mismo veneno ordeado artificialmente y puesto a secar en una cpsula de vidrio se neutraliza y da paso a una drstica droga. Desde dentro, el tiempo del reloj desaparece y se hace eterno. El sujeto se desintegra; uno no sabe dnde est ni quin es. El nio contrajo los labios y apret la panza del sapo. El anuro produjo un chorro abundante de orina, que traz un limpio penacho

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y cay en el agua. La mueca de la boca que dibuj entonces la cara infantil le record a Toms la que marcaba su propio abuelo siempre que haca un esfuerzo. El nio, en cierto sentido, era su abuelo. Resultaba ms experimentado en materia de sapos, por lo pronto. Un bando de sanguijuelas, suerte de ninfetas-faunillos que saturaban la corriente, se le haba adherido a las nalgas. Para librarse del chupeteo y despegar una por una las sanguijuelas, se quit el baador. Cuidado con ellas avis el infante. Se te meten por el culo y no salen ms. As advertido, limpi los corpezuelos con la mayor cautela y trep a una roca para secarse. La criatura tambin se quit el baador; seguramente quera comprobar si tena adherencias y si haba cogido huspedes en la cola. Despus se ech sobre la roca, desnudo, boca abajo. Libradas a s mismas, sus nalguitas inquietaron a Toms; temblaban apenas, como un doble postre royal, bajo el impacto de la vida. Frente al desparpajo del faunillo-ninfeta, cobr conciencia de su propia lascivia; su mente entr en la perturbacin que la perplejidad repentina de sus emociones haba creado. Consciente de que Ema y el hijastro adolescente se preguntaran la razn de tan larga ausencia, se incorpor y le peg un tinguiazo al nio en la espalda para que se espabilara y lo siguiese. Al confrontar al quinceaero, que permaneca solitario, la espalda contra una roca, masticando una pajilla, se volvi consciente de un secreto incmodo. El quinceaero pos sobre los recin venidos una mirada grave de la mayor concentracin, que Toms registr entre caliente y torva, condenatoria por despecho; y soport su aguijn con estolidez. Ema, la verlos, traicion inquietud, que su tacto le impeda por cierto verbalizar. Con una mano se ajustaba automticamente la malla sobre el muslo izquierdo. Noches ms tarde Toms fue invitado a cenar. Mientras serva el locro, en medio de una conversacin que se refera a los comicios agrcolas, Ema mencion, como al acaso o record de pronto haber tenido un sueo en que Toms apareca. Mi hermana, que es lsbica, aunque la ltima temporada aqu mantuvo un affaire con el propietario de un campo vecino, vive en Boston. Cada sorpresa tiene su anunciador; en el sueo ella volva

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de Boston y me acusaba de no entender la nueva moral: Desde ahora, dijo, en la lnea de vida que favorecemos, o que deberamos favorecer, infinitamente la ms interesante y recomendable: se permite hacer el amor a los infantes. Estabas presente. Entonces te pregunt cul era tu opinin acerca del asunto. No respondiste directamente. Pero comentaste: Lo que hago, lo hago por cario.

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La muchacha, de preez avanzada, jugaba a las cartas con el oriental de ojos llamativos y shorts justos, de nombre Eduardo, que se hospedaba en el garaje de la casa. Toms lleg de improviso en la moto de Guido, un camarada; fueron invitados por la muchacha a tomar la leche. Desde un ngulo de la mesa estudi los ojos de Eduardo, que rehusaba devolver la mirada: esa zona flgida en el cristal convexo ail, comparable a una canica tambin al ojo de un avestruz que hubiera devorado esa canica ms un horizonte desvado, de gouache sobre papel poroso. Terminada la partida de cartas el oriental se sent bajo la prgola. Las uvas colgantes translcidas como las pupilas estaban madurando. Tocaba guitarra en un conjunto completado por el fratello que favoreca chalecos abiertos que descubran el pecho bronceado, usaba barba tupida que disimulaba dientes irregulares y la novia del hermano. El lampio Eddy llevaba siempre shorts cortsimos, tan ajustados que, al verlo por primera vez, Toms pens que se trataba de la amante de su propio hermano el barbudo. Ambos venan de Nueva Helvecia, cerca de Colonia Suiza. Al regresar al comedor para una partida de conga, mientras oscureca y beban t de tilo, Toms mencion a un amigo que viva en Nueva Helvecia; tropezaron con el nombre de Nelson Vargas.

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Muri hace tres meses, picado por una araa le inform Eduardo. Transmita el deceso sin exhibir ninguna emocin, como si el propio sentimiento por la persona hubiera disminuido hasta nulificarse. Mudo unos instantes, Toms consider la amistad de juventud que lo haba unido a Nelson. No pudo evitar que el impacto de la noticia repercutiera sobre su transmisor; por eso le choc el talante impasible de Eduardo. Apenas lo conocas? No, lo visitaba en su casa una vez por semana y hablbamos con frecuencia; me prest varios libros. Todava conservo uno en la mochila. Dice as: En la rama del laurel vi dos palomas desnudas la una era la otra y las dos eran ninguna; vecinitas, les dije dnde est mi sepultura? Una alianza instintiva, para siempre, no agresiva, contra o ante el mundo, llev a Toms a admirar el shorts blanco de Eddy, que volvera a lucir inmaculado por la maana. Te explico mi direccin, pass cuando quieras a visitarme. Eduardo era hurfano, aislado, de una pobre elegancia artesanal. Y esa condicin solitaria, que suele deprimir cuando afecta a virtudes mal distribuidas, en su caso, al contrario, daba a su talento un carcter especialmente atrayente, como el que de pronto poseen ciertas piedras, genuinas pero poco requeridas, que por un golpe de fortuna dejan el morral del artesano y pasan a lucir sobre la carne viva que decidi exhibirlas. Un chaleco peruano, una golilla, surgi una tarde montado en su bicicleta de chatarra, callado, fantasmal, a tomar mate, con un ttulo que autorizaba vagamente a educarlo. Ya haban vaciado tres termos cuando el anfitrin, ubicado a sus espaldas, levantaba las manos para posarlas sobre el cuello del invitado. En ese instante Eddy se incorpor, anunci que se marchaba. Timidez, parquedad campesina, desabrimiento?

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Es la lluvia, pens Toms, y ech el auto contra el temporal con el propsito de retribuir la visita de Eduardo. Lo consider como una mera lluvia, pero era el primer chaparrn que rompa una sequa de ocho meses. Bajo el hervor del aguazo, vigorizado por l, rumbeaba hacia el garaje de montaa donde viva el guitarrero. No haba imaginado lo amargamente violento del diluvio. Debi parar en varias ocasiones para remover ramas y hojarasca arrastradas por el vendaval; avanz como pudo entre correntadas salvajes y vegetaciones que invadan la carretera. Ese trayecto, que de ordinario duraba media hora, le tom, en tales circunstancias, hora y media. Frente a la vivienda de Eddy una araucaria, la ms alta confera del predio, haba sido partida por un rayo; embisti heroicamente una columna del alumbrado, que cay a su vez y arrastr los cables que traan electricidad a la casa, causando un apagn. Eddy sali de la cabina y dio unos pasos vacilantes, con fuerte viento en la cara que lo azot de lluvia, como si estuviese a bordo de una chalupa en el embudo de un tifn, se acerc y lo bes en la mejilla. Instalados en la cochera, encendi una vela roja; las siluetas se proyectaron como flidos alargados contra las paredes amarillas. El agua repiqueteaba sobre el zinc, los chorros retumbaban por los desages. Ocurrente y didctico, Toms compar el garaje construido en 1930, donde caa el aguacero con mezcla de granizo, entre un murmullo de ros que enviaban los cerros, con la gruta agreste donde Dido y Eneas se vieron obligados a tomar refugio, una noche de tormenta, en medio de una cacera. Era as: Los cazadores rodeaban el bosque con mallas; anhelaban que entre los rebaos mansos se les presentase un espumante jabal o un rojo len descendiera frente a ellos de la montaa. Pero la diosa aull en lo ms alto; desencaden una borrasca capital que precipit a la reina de Cartago y al caudillo de Troya, perplejos y sanos, en una boca de lobo; esa abrigada felpa protectora los uni en connubio firme. Se haban quedado sin msica a causa del apagn. Bajo los maullidos del viento, Eddy ley unas lneas que haba encontrado en una revista:

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Corderos inocentes. Todos con faldas, asexuados, un magnfico maullido epiceno. Sexo con suspensorio, con acompaamiento en si bemol. No tuvo que trasponer la mano encima de la almohada, ni acariciar la nuca del Eduardo, para espantarlo. Bast que recitara: De las sagradas puertas los resquicios,/ y huecos ms propicios,/ que capaz a su intento le abren brecha..., para que, avisado por un radar, el joven se incorporara en direccin al piano, un pequeo teclado que tena en el rincn. A partir de entonces se cruzaron, confusos, como fantasmas de panteras grises sombreando las paredes. Dada la situacin, Toms no poda regresar a La Cumbre esa noche; Eddy se vio forzado a invitarlo a pernoctar sobre su propio colchn. El invitado se durmi enseguida, pero lo despabilaron los truenos. La vela se haba consumido. Las luces de los faros de un coche que doblaba el recodo proyectaban contornos de linterna mgica sobre las paredes; pero nadie saba nada acerca de la hora. Las ramas chicoteaban los muros. Surgi en el cielo, no el exterior de la tormenta, sino uno de l, o de l y de Eduardo, con la conviccin probable de su indiferencia, un proyector, un faro; el haz suba y bajaba sobre las olas con efecto muy deseable; como un sol diagonal caa desde el mstil, horadaba lo negro, descubra la sbana blanca de la espuma encima de un grumo de tirabuzones gris plido en hilera deslizndose con nerviosa rapidez. Cuando despert ya haba amanecido Eduardo se inclinaba sobre l en una especie de aleteo y maravilla; lo miraba fijo. Ninguno de los dos dijo nada, ni haba para qu. La incomodidad, la tirantez, fue superada ms tarde, se disolvi con el t. La energa elctrica estaba restaurada. En una mezcla de agravio y buen espritu, demasiado feliz para su propia seguridad, Toms le pidi que pusiera msica. Afuera las madreselvas, el rosal, goteaban; los pjaros piaban; el sol, una yema batida naranja oscuro, despuntaba entre los cerros. El perro asom el hocico por la puerta entreabierta con la esperanza de compartir el desayuno. Entonces escucharon un tema de Motley Cre:

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Shes got an alligator bag top hat to match dressed in black on black shes got a Philipino girlie. Traducime, por favor pidi Eduardo. Cada tanto, con aprensin y expectativa mezcladas, Toms viajaba a Montevideo. El trayecto por tierra, ms el trasbordo a la otra orilla, exigan preparativos y tiempo. Esos viajes interrumpan, ms que ayudaban, los prospectos de trabajo continuo y fructfero, pero tambin es cierto que adelantaban sus asuntos. Volva no slo intacto sino depurado, como si ese perodo de hibernacin, adems de conservarlo, lo hubiera limpiado del nerviosismo, el miedo, las vacilaciones, los escrpulos, la necedad, toda esa hojarasca de vicios que siempre lo haba malogrado. En cuanto desembarcaba y entraba a su apartamento, el contestador le trasmita los mensajes que haban dejado entretiempo tanto Jos como Julin. No lamentaba verlos. Su mente estaba en un estado de vaivn pero sus modales eran encantadores. Apreciaba el disfrute de estar con ellos; primero convocaba a Jos, para que le contagiara la buena disposicin y chispeante alegra de su persona. Era un preparativo excelente para invitar al otro ms tarde. Esperaba que Julin aceptara su convite sin retractarse. Una vez aplaudido e inspeccionado el semisordo, poda enfrentar el lea de una entrevista con la Gorgona. Este sitio queda vaco cuando no ests? pregunt Julin, de sobremesa. No. Un primo de Tacuaremb viene aqu cuando no estoy. Mentira. Un mes tras otro encuentro las mismas revistas regadas por suelo, abiertas en idntica pgina, con la misma idntica exacta foto que la vez anterior. Por qu te interesa saber si el apartamento queda vaco o no? Me lo vas a pedir en prstamo para usarlo como buln? Le hizo gracia la palabra buln, antigua y en desuso.

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Est bien, no me prestes tu buln concedi, magnnimo. Hay electrodomsticos que podran ser robados. Pero deberas dejarme la llave del chalet de tu ta en Parque del Plata, para que vaya con mis amigos. All no habr tanto para afanar, supongo, especialmente en invierno, o s? El que considerase esa casa con intencin de desvalijarla o apenas divertirse no para encontrarse con l, sino para complotar con otros, lo mortific. Sabs que cumpl dieciocho? Haba cumplido la mayora de edad en su ausencia! Bueno; al menos ahora no me denunciars por violador de menores. Con cada sacudn Julin reacomodaba la peluquera, que luca ilesa, subiendo y cayendo armoniosa ante cualquier transporte de los sentidos o la mente. Decida cundo mojar los labios, cundo cambiar el disco, cundo recostarse en la cama; era un impecable maestro de ceremonias. Tom, Tom, Tom! Qu ests haciendo? Me contagis tu calentura! Por qu necesitaba contagiarse? El encendido acaso no atizaba desde dentro, desde la mdula, desde donde sobreflota, a partir del perineo, un aura de acepciones, pelotas de rastrn que rebotaban en las esquinas de la cancha? Iba a responderle: Vos me contagis la tuya, para devolverle las pelotas; pero se contuvo. No necesitaba que Juli lo encendiese con ningn masaje. l se excitaba solo, no ms verlo. Haba hecho pala antes de venir? El zarpe lo volva locuaz, aunque nunca perda el tapujo que concerna sus maquinaciones y andares. Despus de fornicar, peroraba exaltado: Podramos tener una relacin, no te parece? Qu? Ya tenan una relacin. Con los ojos bien cerrados Toms se colg de esa frase. No: no habla en serio, no dice la verdad, por algo hizo la proposicin entre risas. Ya tenan al menos un enganche polinizante por as decir, que contaminaba de un polen que vena desde ms all, desde otros pjaros y flores, entrelazamientos annimos, previos o concurrentes, quin podra determinarlo? Y qu era Julin? No un ingenuo,

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poda suponerse; no tena ideas demasiado estables con principios buenos y serios que colocaran su felicidad en los afectos y tareas de la vida domstica. Por espurio que fuese su planteamiento de una relacin, por hipcrita que resultase su uso de esa palabra, Toms no estaba dispuesto a cerrar el comps de la pregunta, ni a descartar la sugerencia con una frase cnica. l s quera una relacin. Pero prefiri no responder. Oficialmente estaba dormido. Por cierto yo mantendra cierta libertad agreg Julio despus de una pausa. Libertad para acostarte con otros? aqu Toms no pudo contenerse: era el ncleo del asunto. No. Esa negacin, suspendida en el aire del cuarto, le pareci a Toms el ndice ms preciso de la mala fe del otro; lo que saba, o mejor, conjeturaba acerca del perdulario le haca suponer que no dejara de aprovechar su ausencia para trabar historias con cualquiera; tampoco necesitara su ausencia para tenerlas. Dej el tornillo sin retorcer. Si hubiera intentado acorralar a Julieta, habra cado l mismo en una trampa, habra traicionado su inquietud, habra terminado preso de la falacia. Prfida o no, la declaracin del mozo rindi un suficiente margen de agradable expectativa, tuvo sobre Toms un efecto concluyente. Y desde ese momento pas a considerarse en su fuero ntimo comprometido con l, una novia de guerra a quien, durante permisos cortos, visitaba desde su campo de maniobras. Ests bien, ests bien repeta, risueo, el chaval. Slo hay que suprimir tus patas de gallo estiraba la piel de la sienes del recluta con un dedo. Ests bien se basaba, si no en la sinceridad del afecto, al menos en la felicidad del disfrute. Un inasible compromiso le dio a Toms alas para atreverse a mayores. Por ensima vez le solicit el favor que hasta ahora le haba negado darse vuelta con excusas tales como: Prob una vez, pero me duele. Julin no dejaba que lo comiese entendi por dos posibles motivos: a) para no desencantarlo al romper su imagen de macho (si no se haba dado cuenta ya que eso a l, como mnimo, no le importaba); b) hacerse valer, hacerse rogar, en definitiva cotizarse!

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Te doy doscientos si dejs que te coja no se lo haba planteado hasta entonces en trminos desnudos, porque le pareca humillante para s mismo pagar un precio. Ahora, joder!, la oferta del remate tuvo un xito instantneo. Durante el acto que aconteci con pasmosa facilidad Toms tuvo la impresin de que le estaba haciendo un hijo. El pasivo le pidi por burla que lo repitiera una y otra vez; pensaba que no se le parara? (ya no era un guacho). Para sorpresa del burln, Toms qued empalmado y acab cinco veces y sigui bombendolo a destajo hasta que Mr. Coolo dijo que era suficiente. Tu hermana es parecida a vos? S, pero usa un corte estilo paje. Era dos aos mayor, su doble femenino, aunque ms sobria, con el pelo ms corto. Solt otros datos: tena tres hijos, tres inditos; abandonada por el padrillo, se haba refugiado en la casa materna. Me gustara tener una ametralladora para matarlos a todos menos a la vieja. Por qu? Se aprovechan, le piden plata, la usan; va a cumplir cincuenta, ha fregado pisos toda la vida, debera descansar, en cambio tiene que sacarle los mocos a los mocosos, cocinar y lavar ropa. Mi sorella ni se molesta; slo persigue a un vecino casado; le entrega la llave para que entre de noche. l, sube por ella o por vos? Esa maana, al levantarse, compartieron un gramo de merca. Haba envejecido y estaba un poco rancia, porque Toms no era un consumidor regular; tuvo, no obstante, un efecto drstico sobre Julio, que revivi con vehemencia sus conflictos domsticos. Con mi padrastro no nos hablamos, es un ordinario, le avergenza presentarme a sus colegas a causa de mi aspecto, me acusa de ser afeminado y de no querer trabajar. Amenaza con hundirme en la zanja de donde l viene; qu hara yo all abajo, entre palada y palada, servir el t? Toms le apret los cachetes: Julito: tengo que irme. Lo haba llamado por primera vez Julito!

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Cerr el bolso. El taxi lo esperaba para llevarlo al embarcadero: Es lo que puedo darte por ahora, el resto es para mi viaje. No le exigi los doscientos que l le haba prometido por clavarlo! (Aunque, es cierto, haban compartido la merca...) En el buque se desplom. Nada lo distraa: ni el video acerca de una cantante tetona, ni la lectura de los diarios acerca de la traqueotoma, infeccin urinaria y fallecimiento de un Papa cada vez ms feroz, ms vitrilico, reducido por fin al silencio. Se encontraba convertido en vapor, embargado, alzado... Se atiborr de cerveza para neutralizar el pico de arrebato y la reminiscencia rayana. Volver a la sierra justo ahora, despus de haber traspasado esa colina, agujereado ese hondn! Curioso: se haba mudado a La Cumbre en primer trmino para distanciarse y trabajar libre de aagazas. Nadie lo robaba, lo vigilaba, lo abandonaba. Slo l abandonaba, intermitente. Haba inventado una vida paralela; ese doblez lo esconda. Juzgada con la vara drstica de la ortodoxia, la intromisin de Montevideo, con sus detalles de color y su peculiar temperatura emocional, podra haber propiciado una recada, con todas sus consecuencias: vulnerabilidad, vuelta a cero. Y aunque pareciera escapar, lo malo de ese esquema de vida es que La Cumbre se pona solitaria por las noches. Tuvo un impulso salvaje: rerse. Pero se reprimi, y una fraccin de segundo despus el asunto le pareci tan razonable y tan difano. Otros, para ser otros, se aventuraban en mundos de lo ms amenazantes: viajaban miles de kilmetros, se perdan en pases insalubres. Aprovech sus viajes peridicos a la ciudad de Crdoba vinculados con su trabajo para visitar, de madrugada, un stano llamado El Andarivel donde siempre encontraba, trepado a su taburete, los codos sobre la barra, al mismo aterciopelado taxi-boy. Jams lo sorprendi con otro cliente; pero no se engaaba ni derramaba lgrimas de ternura. Era indio, pero cualquier semejanza con el piel roja deba ser descartada. En verdad no eran parecidos. El cordobs tena la cabeza cuadrada caracterstica de una variedad aborigen de la sierra. Se rapaba los parietales y un pena-

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cho fofo le caa sobre la frente. El pabelln de la oreja apareca cribado por un semicrculo de brillantes (un precioso signo de pregunta!); sobre el lbulo destacaba un diamante del que penda una cadenilla; colgando en arco, como la de un cerrojo, se abrochaba por el otro extremo a la aleta de la nariz. Se instalaba en el bar como un cangrejo ermitao, traa su propio repertorio de msica ambient que pasaba para entretenerse en los ratos de espera. Despus de una mdica conversacin y un par de tragos, iban al mismo hotel que el indito sugera. Su desempeo, por cierto, resultaba impecable. Toms disfrutaba cada segundo de servicio experto. En sus contorsiones, en sus meneos, el taxi imparta un toque de gracia flexible si era penetrado, y bien que lo era. Careca sin embargo de un recorte caracterstico, de una singularidad que lo distinguiese ms all de cortesas meramente profesionales. La ejecucin no distaba mucho de una clase de aerobismo. Al despedirse, sola entregarle a Toms una tarjeta para la disco del sbado a la noche, pero ste careca de entusiasmo por la convocatoria y no se presentaba a la cita. Pasado el mes, volvi, puntual, a Montevideo con ganas crecientes de ver a Julin. Le telefone pero no estaba. Telefone a Jos; no lo encontr tampoco. Para combatir su reaccin de pnico acudi a la disco donde haba conocido a ambos. El boliche se encontraba en decadencia y casi vaco. Observ a un bailarn perseverante y nico, reducido al presente, y a esa forma particularmente reducida del presente que son los caprichos y las contrariedades del cuerpo; era a su manera un fundamentalista de la actualidad, para quien pasado y futuro no resultaban sino ficciones nocivas, diseadas con el nico fin de corromper su ensimismamiento. Nunca el sonido de la msica haba puesto a Toms tan alegre; quera retribuir la gentil exhibicin del desconocido y lo invit a beber. El otro no se sorprendi. Estaba demasiado ocupado ejecutando sus rutinas para gozar de la distancia que exige la sorpresa. Nos sentamos?

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Me llamo Gaby. Completamente desgastado a esa hora, el que haba sido pareja del dueo se entrometi en su mesa y empez a quejarse ante Toms de maltratos por parte de ese seor el dueo, abocado, en tal precisa coyuntura, a la quiebra. Ah, chiche bombn! celebr, cuando Toms lo incluy en la rueda de tragos. No te ciegues a ti mismo, ya elegiste al bailarn. Gaby no se coca al primer hervor, pero haca un lejos gallardo. De cerca era pasable. Luca un ostentoso rub en el meique. Trabajaba de enfermero en un hospital infantil. Munidos de una cerveza, regresaron a la casa. Gaby se abri de piernas a la menor insinuacin. No dejaba que el partenaire sustrajese el rgano despus de haber culminado, obligndolo a pelechar en pastoreo dentro del continente para ganar el tiempo de un nuevo engorde. Boca abajo en la cama, volvi la cabeza, lanz una carcajada y dej al descubierto la ntegra cavidad palatina con una muela completamente negra. A fin de desembarazarse de l a la maana siguiente Toms pretext un almuerzo de familia. Una vez solo, telefone a Jos y a Julin. Tuvo suerte. Encontr a ambos, felizmente desocupados. Vendran en el da mismo: Jos en el turno de la tarde, Julin a la noche. Si Julin le fallaba, al menos volvera a la sierra habindose revolcado con dos sustitutos. Sinceramente interesado, su corazn iba volvindose menos aprensivo y ms ligero. Encontr tiempo para desempolvar, dio al ambiente un toque ms vivido, que volvera plausible la estada interina, durante sus ausencias, del pariente tacuaremboense. Jos apareci vestido de gato con botas con un par de caa alta y punta cuadrada, estilo bucanero lentes oscuros, cinto de pesada hebilla Harley Davidson a falta de moto marca dem. Harley Davidson haba crecido; era un chivato con futuro de bastn floreciente. El vello, hoy, le arponeaba la cara. Se haba ennoviado cont con un modisto que encargaba trabajos a su madre costurera. Motivado por celo profesional, traz unos esbozos de varios diseos de prendas novedosas.

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Al cabo de dos horas se durmi. Pero ya se acercaba el turno de Julin. Toms tena el tiempo justo para despertar al semisordo, echarlo, y prepararse para la visita. No fue fcil; un par de vigorosas sacudidas no alcanzaron a despabilarlo; emerga a medias de ese otro mundo y no entenda la urgencia de su anfitrin. Ms que con la boca, interrogaba con los ojos hinchados. Sus chillidos de pjaro no adquiran an la forma de palabras. Mis tos me esperan a cenar ya! Lo desaloj como pudo del colchn, lo visti, lo pein, lo roci de perfume, le calz las concluyentes botas y se despidieron. No terminaba de cerrar la puerta cuando son el timbre. Haba olvidado la cartera? Se asom al balcn. Era Julin. Llegaba puntualsimo. Haba visto salir al bucanero? Ese ritmo frentico, la conciencia del entrenamiento, un rcord para s mismo, su ejercicio de contabilidad cotidiana le daba valor a Toms para enfrentar al campen ms relajado. Se ech agua en el morro, apacigu los ojos irritados con unas gotas de colirio, se lav los dientes. Tena la cara roja pero la mente clara. Haba esperado un mes para esto. Por lo comn desdeoso, Juli se mostr efusivo y dicharachero. Sin duda vena de inhalar su gasolina. Inquira acerca de las aventuras del montas de Crdoba. Toms se vio obligado a inventar lances con hippies entre los surcos donde crecan melones, una guerra de los huertos en San Marcos Sierras. Ah, ya sospechaba que tenas algn motivo para quedarte all arriba coment con expresin pcara. Salieron a comprar helados al mismo negocio adonde haba acudido rato antes con el bastn florecido. El vendedor le lanz por lo bajo ojeadas tangentes. An de vos podra difcilmente creerse que tanta variedad se te ofreciera en un solo da, le pareci que implicaba. Ah, seor, le habra contestado, si otros jvenes son en absoluto como yo considero que es ste, pensara que se me han concedido cinco en uno. Juli estaba en una disposicin cualquier cosa menos pacfica. En el trayecto de vuelta a la casa bisbiseaba observaciones de cmico veneno acerca de los transentes; a veces se les rea en la cara. La

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droga metabolizaba adrenalina, espoleaba un comentario constante; pero Toms, como los sordos, no lo escuchaba con las orejas; captaba la turbulencia de la voz a travs del envoltorio elctrico de su cuerpo, registraba en el empuje de la red de sus terminales nerviosas la bocanada de irrisin por parte del coquero y reciba noticias acerca del calibre de su energa. Ms que bailar, giraban impetuosos sobre el parquet del living, se arrojaban mutuamente contra los muebles. El joven era ms agresivo; a veces lo volteaba, a veces lo esquivaba. Sacudido por las vueltas, como el fetiche que en verdad era, el pelo volaba por su cuenta. Toms tirone de esas alas; se adueaba de esa prtesis monstruosa, infibulada, quin sabe por qu, como un injerto absurdo que no guardase ninguna relacin de correspondencia con su punto de apoyo, el crneo del muchacho. Julio ya no posaba de chongo. Nunca haba sido enftico en la pose, pero ahora los roles se intercambiaban. Ser posedo iba mejor con su naturaleza: eso prefera pensar Toms en ruta hacia el dormitorio. Reciba una impresin inmediatamente favorable de su galn. Sus ojos absorban la verdad en los de l: todo lo que le estaba reservado de ptimo en sus experiencias pasadas, y an por conocer, era a la vez honrado y hacedero. Como una mosca que huele un charco de sangre, Toms no poda acreditar tanta fortuna. La nariz maya, los pmulos de garbanzo, el pelo de colla peruana, el tambor del mnimo abdomen con esparcidas tachas chocolate, Julio era un prisionero, entrenado para bailar y tocar la flauta el da de su propia faena, borracho como un gallinazo al que plantaron un embudo en la garganta a fin de amortiguar la inconveniencia del degello. Suba a una pirmide enana junto a un cenador; suba al son de lescalina, pero rompa las flautas que l mismo haba tocado, escaln por escaln, durante su final ascenso. La crencha superlativa azabache con ondulaciones art nouveau, la perfeccin chata del planismo en los dibujos del cuerpo de un cdice maya, describan su propio sacrificio. El dechado, que era para l un objetivo a largo plazo, crucial pero remoto, lo alcanz muy pronto. Dentro del autobs en que volva a La Cumbre, oliendo a otro champ, vecina a l, Toms

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adivinaba la guedeja de un extrao, un casual compaero de asiento; antes que verla, la ola. En un giro animal el durmiente desconocido derram las huascas sobre el hombro de nuestro protagonista. Una mecha abrev en el vaso de t fro que sostena por inercia en la mano. A ratos el compaero de asiento se dorma, a ratos se despabilaba y l oa su respiracin alerta. Las manos de ambos, por un movimiento de amistad creciente entre sus partes, se tocaban sin querer. Casi boca a boca, respiraban; el dueo de los cabellos lo sahumaba con su aliento. Al borde de esa catarata cuya veneracin lo tornaba grave, Toms se prometi que sta era la ltima vez que se despeda de Juli para marchar a la sierra. Le pareca descabellado residir en un lugar tan remoto del polo de su inters, tan apartado del sueo del caballo propio. En los cerros no lo esperaba nadie. Disfrutaba, con todo, de ese empuje annimo, traspasado de actividades que no le concernan en directo, una vida que se articulaba con o sin l. Pero las preguntas apremiantes, y aun algo ms que apremiantes, lo obligaron a concretar de nuevo la gran maniobra que realizaba peridicamente. Eran las fiestas de fin de ao. Pens pasar al menos tres semanas en Montevideo; por lo tanto, en vez de tomar el mnibus, viaj en la camioneta: era lo que Julin le haba pedido. Un jazmn del Cabo, a su llegada, le dio la alarmante noticia: el verano estaba all. Capullos cabezones se apretujaban detrs de una verja, rodaban sobre las baldosas, eran pisoteados por los perros, aumentando el sofoco, espesando el remezn del mormazo, un aroma que mareaba, casi un castigo. En vez de suspirar y moralizar sobre los anchos bordes de su especulacin, en vez de notificarse ante Gaby y Jos, los brigadistas de auxilio, concentr, con sentido verdadero y firme, su impulso en el cautivo maya y se comunic con l. Para su sorpresa, Julin respondi picado de celosa: Mir que sos rpido: cuando estuviste aqu la ltima vez por un plazo tan breve, apenas unas horas, segn decas encontraste tiempo para acostarte con un enfermero que se llama Gaby. Cmo supiste? Quin te dijo?

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No importa quin me dijo. Sers vidente? El acusador ri; al menos lo haba hecho rer. Un amigo de Las Piedras, Marcelo, que se dedica a las cosas de religin, conoce a ese otro, Gaby, que vive tambin ah en Las Piedras y tiene en la casa un templo de quimbanda. Marcelo me mostr una foto de l; aparece teido de rubio, disfrazado de Pomba Yira. Cmo te las arreglaste, cmo encontraste tiempo, si slo te quedabas una noche y salas pitando? Toms no supo si alarmarse o alegrarse. Quin aclara una mala reputacin! Los celos, en cualquier caso, lo halagaron. Faltaba ver si Julin se vengara. Esa noche se vieron en la plaza de Coln, el barrio alejado donde viva. Nunca lo haba ido a buscar ah antes. Un olor a campo, en rfagas provocadoras, se mezclaba al de los combustibles del camino. Cuando se encontraron pens que era tiempo razonable para satisfacer una curiosidad: Dnde queda tu casa exactamente? Prefiero no decirte. Por qu se negaba? No le tena confianza? La negativa bast para que Toms se encaprichase. Le haba abierto las puertas de su casa; de sus alacenas, de los roperos de su dormitorio. Con qu derecho el rufin le negaba la suya? En verdad no haba tenido verdadero inters por el dato, su pregunta haba correspondido a una deferencia corts. Pero la negativa de Julin lo desconcert e hiri su amor propio. Viniste a casa muchas veces. Por qu no puedo saber dnde vivs? No pretendo entrar, no te preocupes; no tengo el proyecto de tomar el t con tu seora madre. La fierecilla cedi al reclamo, pero slo en apariencia. Nombr cierta calle, cierta plaza, seal cierto chalet. Toms se dio cuenta de que menta. Hace meses me contaste que vivas en un gran bloque para familias necesitadas. No sin habilidad el joven retruc que los apartamentos eran todos de planta baja, edificados en hilera en el sector trasero del

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terreno; resultaban por lo tanto invisibles desde la calle; los tapaba el mediano chalet residencial que daba al frente. La explicacin no convenca. No obstante, superado por tales argucias, el chofer renunci a insistir y decidi olvidar cualquier litigio. Siempre ests as, tan alegre? pregunt el misterioso, en un tono de cuasi reproche. Parque del Plata! Casi un ao antes ya lo haba invitado y desinvitado. Pero esa nube inicial de malentendidos, esa selva de prevenciones, se dilua, mes tras mes, aunque nunca se disolva del todo. Ahora, al empezar el verano, centro y culminacin de su tentativa, le apeteci compartir con el otro el mismo aire de mar. Toms no era un hedonista. Crea que una tuna, por ejemplo, propone un problema. Pero todo era ahora, ya, aqu un mundo miope, inmediato, cuyas leyes toleraban slo un tipo de dilacin: el prembulo. Un techo espacioso entregado de un solo golpe, un pulmn de pronto ensanchado, y cmo tales cosas deben ser sentidas, entre los canteros de tunas y los laureles de Parque del Plata. A ese hbitat ya haba llevado a un antiguo amante, en la poca chorreada de la gomina; con la lengua, se le haba dejado la espalda iridiscente, como si su saliva fuese baba de caracol. Haba aportado una tajada de cumplimiento al espesor de los veranos; pero el precedente no estorbaba esta nueva circunstancia; ms bien la volva plausible. Prevalecera el impulso de declararle su afecto? En caso de no ser correspondido, quedara prisionero de su verdugo hasta la vuelta. Vamos, espero poder pilotearme bien. Compartiran all un par de noches. Se afirmara un lazo, si ste exista; o se formara uno, si no haba nada. La crcel de amor, el emblemtico castillejo, derrumbado tempo ha. La crcel nueva era la misma, pero tena otro nombre: Ilse? No: Julio, Juliana, Ana. La idea que siempre haba estado all, como todo lo necesario, encontraba una coyuntura en el terreno de las realizaciones, una contingencia cuyo asidero no dependa slo de l. Una columna de fuego, torcida por la ventolina, quemaba los

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escalones de caracol. Treinta, cuarenta y nueve escalones? No importaba el sofoco ni achicharrarse dentro de la torre. El tiempo, en la playa, fue de lluvia y viento. Ocurra lo siguiente: no slo la imagen del amado se hallaba destrozada desde haca aos en el recuerdo sino que tambin los ojos, fuertemente astigmticos, de Toms, reflejaban en ambientes opacos, y ms todava en momentos de emocin, los objetos vistos en planos al principio borrosos, as que Juli hasta ese momento no haba tenido ningn rostro todava, sino slo una grcil figura en la que se destacaban las bolas de mbar oro viejo; tan grcil y aniada como era esta figura, era slo aniada en apariencia. Pero ahora su cara traspas la mancha vaca como si llegara de lejanas distancias, como si alguien moviera con torpeza la ruedecilla de unos gemelos para acercar y ver distintamente un objeto apartado. Primero apareci dentro del lente todava opaco el cabello, oscuro como la noche, liso, pegado al crneo y partido con raya al medio. Luego se abrieron paso los ojos, aquel violceo azul negro de alquitrn mojado. Ese rostro slo se pareca a la traduccin de la imagen perdida, al lenguaje de otra realidad tercamente callada y serena; ningn pensamiento haba detrs de esa frente que no se hallase en consonancia con todo su ser. O as le pareca. De pronto se introdujo otra luz ms clara desde una pantalla rasante, alternaba bandazos de color, vea un contorno de plantas en la aureola de una particular calgine. Fue como un suave salir al encuentro, un ligero triunfo. La msica empez una rumba sacudida, ruidosa y con ella un cario de corto aliento pero loqusimo. Sinti que slo ahora iba a reanudar aquello en el punto en que haca aos lo interrumpiera tan vilmente. Aquello de que uno deba arrepentirse slo puede perdonrselo uno a uno mismo. Pero antes de haber concluido la rumba ya se haba perdonado. Chiche, su invitado, se contoneaba, la crin ondulaba sobre la espalda como la cortina del templo sacudida por un soplo del espritu. El pez axolotl, atornillado entre los glteos, abri los ojos entre grumos de sarro verdinoso, levant sargas rasantes de un fondo siempre vivo, siempre de parados. Propelido por el pop del radio levantaba al compaero por el tronco, manejndolo desde el pez

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ciego que hoy, nuevamente, tena ojos en la tiniebla. La boca del pez escupi, al revs del calamar, una nube blancuzca y Julito con los glteos pegoteados de gluten se desvaneca. Ocupado en l ms y ms buscaba alrededor algn modo de serle til. Condujo en medio de la oscuridad hasta la estacin de gasolina en busca de condones. Al volver, confundido por los barquinazos, no alcanz a distinguir una piedra grande, medianera, y la embisti. Se hundieron el guardabarro izquierdo y la careta, el farol se hizo aicos, la hlice tras el radiador se atasc. En tales condiciones resultaba imposible conducir a Montevideo, como tenan pensado, a la maana siguiente. No le qued otra opcin sino llevar el coche a un garaje de reparaciones. Habiendo examinado las abolladuras, el chapista dijo necesitar cuarenta y ocho horas para concluir el arreglo. Ya qued en cenar maana con unos amigos se excus Julio. No puedo quedarme. Insist para que organizaran esa comida. No les puedo fallar. No hay problema, pescs el bus en la ruta. Te acerco en taxi hasta la parada. Pero no dijo el travieso despus de pensarlo un rato. Me quedo con vos. Fuera cual fuese el motivo que le haba hecho cambiar de idea, tal fidelidad conmovi a su anfitrin. El accidente era una gracia disfrazada; por esa causa permaneceran juntos, anclados en el balneario, cuarenta y ocho horas ms. Es mi ltimo recurso, seores. El torren de Villa Elsa daba acceso a una azotea con vista al mar. A la hora de la tarde en que subieron, unos bloques de pizarra metamrfica acerada se zambullan en el agua desde la cala. Sobre ellos, bandas verdes y rosadas en tonos pastel, deslizndose como una cabellera, caan del cielo y contaminaban la superficie del estuario. A poco oscureci y fueron acribillados por una lluvia de luceros. Haca fro. Para evitar una congestin, que era el peligro de la noches cambiantes, se pusieron a cubierto en el altillo que daba a la azotea. All descubri un olvidado radio de baquelita que perteneca a su ta, como todo lo dems. En l, de nio, haba escuchado

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una transmisin del tercer movimiento de una sinfona Pattica que avanzaba sus resoluciones como tanquetas, en aserto enrgico y nervioso contra cualquier nostalgia, un aserto alegre, combativo, contra todos los males pasados y presentes. Encendi el radio; se revolvan como peces luchadores unidos por la boca; resbalaban pesados entre los bales de la buhardilla o caan a la intemperie sobre las baldosas. Al azar de los programas emprendieron furiosas cabalgatas o cavatinas. Los pies de uno se enredaron en el cable de una lmpara de pie; el tirn la arranc del rincn donde estaba; al caer, el bulbo se hizo aicos, quedaron en tinieblas, tanto dentro como fuera. A cada giro y galope arriesgaban partirse la nuca. Soy un tronco bailando dijo el joven. La msica aceleraba. Con el ejercicio, se les pas el fro. La percusin del dance lo elevaba al trance; atravesado por el ardimiento, el castaeteo de un clinamen de fosfenos que lo sacuda desde la base del tronco, desde el perineo, no saba dnde se encontraba salvo por colisiones intempestivas que le recordaban ngulos y contornos del ambiente. Quemaba energa que no saba que encerraba. Esa pura interioridad orgnica se volvi exterioridad pura, acepcin de sentido; pero el chisporroteo parpadeante no lo dejaba ver. Ellos as mudos, se orina una deslumbrante paloma. Un gnomo dark de cejas depiladas, uas largas violeta oscuro, un diablillo, hizo una sea con los dedos ensartados de sortijas, invitndolo al bao. Pero no! l estaba con Julin. Estaba con l, no es cierto? Entonces decidi no entrar al clset con el gnomo. Ms all, sobre una plataforma, divis a un castao. La coleta caa sobre la espalda en forma de plumero abombado a la banana, una coiffure de los cuarenta, con un asimtrico sombrerito de Elsa Schiaparelli. Pero el castao no segua la moda, ni de los treinta ni de los noventa. Tena un aspecto ajeno; ajeno a qu? No estaban de verdad en una disco! El castao elev los brazos fingiendo un sbito frenes, vino a colarse casi por enfrente, coordinando con l sus movimientos. A la luz de la maana, comprob que la pelcula impermeabilizante de la azotea haba quedado destrozada por los taconeos y los taconazos.

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No se puede luchar con las palabras; su trmula desigualdad confirma a veces el mal tiempo tan francamente: lluvia y sudestada. El temporal dur los cuatros das que permanecieron en el balneario. A falta de auto, caminaban: un brisk walk que los reconfort, a travs de una feria de artesanas. El garzn se prob con gestos histrinicos un anillo de ampulosa hematina. Le quedaba bien de una manera rimbombante. Los pierdo siempre augur entre ominosos carcajeos que asombraron al parco vendedor. Toms no osaba comprarle ninguno para no contravenir el espritu de la profeca. De verdad: no se asign ningn derecho. Le ajust al cuello una gargantilla estilo navajo, de caas de bamb y turquesas. Recreaba la estampa brutal de un derviche o berdache; demasiado logrado para ser credo. Jams la usara gru el gan, con desabrimiento. Sin inconsistencia o falta de poderes el chapista cumpli su palabra; el vehculo qued pronto el da y a la hora prefijados. Estaban en vsperas de navidad. Demasiado ocupado con Julin, no se haba dado cuenta. Antes de volver a la ciudad compr en el supermercado una pelota para los sobrinos del muchacho, y un anisetto para la madre. Ya en Montevideo, persuadido de recibir cualquier amabilidad de l, en vez de ir con los suyos, Julin persista en su carcter de invitado y continu durmiendo en el apartamento. Se quedaba por rutina, por un sortilegio heredado de la convivencia previa? El sol entraba en la sala; cola de mono, movi el polvo rubio que atravesaba el haz de luz; emblanqueci los prpados de Julin, hinchados de mucho dormir. Destellaba contra los esculpidos labios de la novia. Toms viva en un raro entendimiento prctico, ms all de la verdad o la mentira. Era el riff vibrante de una liberacin; se trataba en realidad de un estado de abstraimiento. De a poco comprendi, crey comprender, que Juli lo invitaba a franquearse. Lo hacs slo por el relajo? Depende. Si estoy solo, quiero tener pareja; si ando con alguien, me porto tan mal que arruino todo.

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Iban, de consigna, manos a la cintura. El principal efecto de su rapport fue un cambio de planes. Tena pensado volver a la sierra pero no se resignaba a abandonar su flirteo, a la sazn feliz y exitoso. Sin encontrar nada que reprocharse, se le ocurri invitarlo a pasar una nueva temporada en otra localidad de la costa. Una maana se despertaron anormalmente tarde con la campanilla del telfono. La administradora del teatro Sols, una conocida, preguntaba acerca de sus planes para el verano. Dndolo por sentado, Toms anunci que viajara a Punta del Diablo, en la angostura de Castillos. Julin se encontraba en la cama, a tiro de oreja; la noticia que le daba a la amiga despert su curiosidad. Te vas solo? pregunt despus que colgara el tubo. Quers venir conmigo? Si es por poco tiempo. La otra vez, como te dije, perd una cena a causa de vos. Mis amigos me reprocharon que no estuviera. Toms dej entre parntesis cualquier interrogante acerca de la ndole de tales cenas. Es slo por dos das. Seguro? Seguro. Su ilusin se activ enormemente: viajaran a principios de enero, pero faltaban veinticuatro horas para fin de ao. El muchacho propuso que pasaran nochevieja juntos. Para acentuar el matiz chcaro de su privacidad, Toms no estuvo de acuerdo. Saba muy bien que esa noche cesaba el transporte pblico. Librado a sus recursos, Julin quedara atrapado en su barrio remoto, lejos de los mayores festejos. Se empeaba en que salieran juntos porque necesitaba un chofer. Las circunstancias te lo explicarn mejor de lo que yo puedo: no te conviene mostrar las cartas en fecha tan sealada. Mejor dejarlo en la duda. Para qu descubrir en seguida tu falta de juego? sta es la flor de tu secreto. Si pasan nochevieja juntos y algo no marcha bien, tu proyecto, el viaje al ocano, que es lo que ms te importa, quedar comprometido. No puedo. Ya combin con otros.

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Podras al menos llevarme hasta el centro; all me encontrar con otra gente. Esta variante confirmaba la sospecha de que la invitacin a celebrar juntos era mayormente utilitaria, por lo tanto reiter su negativa. Estoy comprometido a una reunin de familia. No s a qu hora quedar libre. Se encontr dividido entre dos ideas: deba ser cauteloso con su compromiso para evitar muchos detalles desagradables; mientras un zumbido en su oreja, una picazn en su rabo, un temerario entusiasmo lo incitaban a desechar toda prudencia. En la medianoche caliente cada hoja de hibisco, contrastada con la mejilla, tena la temperatura de la sangre. Hubo un momento al comienzo de la cena con su ta Irma, al que dio todo relieve: levant la vista y la copa, en confianza; estaba ligado con ella y no poda retrotraerse; le importaban sobre todo sus atenciones, alguna parte de su conducta en que no poda excusarse de atenderla; y su actitud en esto era firme, tanto como era pleno su albedro. Ms tarde se encontr con aquel camarada que pondra en su pecho un pequeo dolor de ignorante leopardo. Pierre posea el previsible catlogo de virtudes y defectos de quien no termina de estar conforme con su propio cuerpo. Alto, demasiado alto; el hbito de encogerse para hablar con los dems le haba curvado la espalda, dndole el contorno de una incipiente giba. Aunque flaco, le pesaba el vientre. En conjunto era agradable, pero algn aspecto de su conducta no poda excusarse; tarde o temprano sacaba a relucir una infelicidad o un resentimiento. Hicieron escala en Avanti, un bar de lesbianas. Los parroquianos, sofocados de calor, se agrupaban en la vereda a tomar aire. Entre ellos, acompaado por otro joven afectadamente tmido, de cejas depiladas, se encontraba Julin. Si en efecto reconoci al recin llegado, se call la boca y no lo dio a entender. Toms entr al pub en busca de cerveza y vasos. Ya provisto, volvi a salir, le entreg un vaso a Juln y brind con su equvoco enamorado.

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Feliz ao! Como ves, consegu transporte. Julin le seal a una fesima maricona que bailaba en ronda, de carne difcilmente apetecible, un pauelo rojo a lo pirata en la cabeza. Una chaperona muy conveniente y libre de compromisos. Pierre, en tanto, intent trabar conversacin con el acompaante de Julin, el joven de las cejas depiladas en perpetuo arco interrogante, pero ste se mantuvo compuesto, irnicamente reservado, como un discreto espa. Ya sin esperanzas con respecto a l, Pierre abord ahora al propio novio de Toms, convirtindose en repentino rival. Fiel a su tctica de no mostrar las cartas esa noche, Toms puso drstico remedio a los confusos avances de su camarada. Ya es hora de irnos. Nos esperan en su casa unos amigos. En el momento en que se despedan, Pierre tuvo la suma indelicadeza de suplicar a Julin que montara con ellos en el vehculo. Fuera de s, Toms clav un rotundo codo en las costillas del giboso, impidindole concluir la untuosa frase de convite. Pierre se volvi, perplejo, con una sospechosa falta de acuidad. Entonces Toms contrajo el rostro en una guiada de grand guiol. Pierre, un profesional director de teatro, no poda dejar de percibir ese mudo idioma histrinico. Pero ay, fue Julin quien bien lo interpret, clavndole los ojos. Pillado in fraganti, sin poder deshacer la ofensa, Toms se limit a arrastrar consigo la malevolente carcasa de su compaero, mientras sobre los rasgos de Julin se impona una horrenda dureza, que le impidi responder al saludo. Su mente, su imaginacin, incluso su recuerdo todo era blanco y liso salvo la campanilla del telfono; la nica representacin que vala la pena: la imagen del muchacho, o el presentimiento de su voz. Saba que el ngel deportivo no era slo su mesas personal. No obstante, habiendo en apariencia perdonado el desaire, picado tal vez de curiosidad por el viaje, Julin le telefone como tenan acordado, y an antes de la fecha que corresponda. Se citaron la vspera de la partida en el apartamento de Toms.

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Como una muchacha de carcter estable y buen juicio, Julin compartira su cama esa noche. Saldran a la maana siguiente. Cunto pudo decirse de un error de clculo! Pasaron las horas, y el desvo de la regla estricta que haban acordado se haca cada vez mayor. El garzn no apareca ni telefoneaba para explicar su ausencia. A la una de la madrugada son el telfono. Me junt a chupar con unos guachos de mi barrio, parados en una esquina; otro pas, busc pelea con un loco que estaba conmigo. Sacaron las navajas. Entonces alguien avis a los milicos y los arrestaron. Ahora voy hasta la comisara con una manta y un refuerzo de salame para el loco. Y despus sin falta sigo para tu casa. Ya llego, ya llego! Se rea. Qu improbable, esa noche de calor, sonaba la manta. Transcurrieron varias horas ms sin que llegase. Toms perdi la tranquilidad: no pudo ni por asomo conciliar el sueo. Qu tal si, en desquite por nochevieja, el otro lo defraudaba, incumpliendo su compromiso? Juzgando mentiras que no consideraba merecer, pasaba las pginas de una novela rusa, pero no lograba concentrarse en lo que lea. Timbraron a la hora del desayuno. Ciego de insomnio y de rabia, no se dign responder al primer llamado. Insistieron. Dej pasar unos instantes, para dar a entender que lo sacaban del sueo. Por fin se asom al balcn. All debajo estaba Julin con su mochila. Un buen truco me jugaste. Fue una tctica, sin duda, para manipular mi curiosidad y ejercitar mi talento para hacer conjeturas. Lo meti en la cama y le exigi una inmediata reparacin militar. Lo abri de piernas, meti la nariz entre los glteos. Vena de un topetazo con algn otro? En efecto, le pareci que el esfnter estaba mojado. Ah y entonces lo serruch sin contemplaciones. De otro modo no voy a poder dormir. No pegu el ojo en toda la noche! Cuando se despertaron, a media tarde, lo serruch de nuevo. Me calma los nervios. Manejar ms tranquilo. Juntos, sonrientes, pobre tramposo Toms, apoyndose sin deliberacin o se trataba de una deliberacin tan antigua como el

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olvido para no dejar que uno de ellos pudiera resbalar, caer, en la trampa siempre suicida del contra-amor, pasaron por San Carlos, un pueblo de tranquilidad pasmosa, en direccin a Rocha. La plaza luce la primera iglesia de tiempos de la colonia; sus campanarios estn decorados con platos de cermica de Triana. Esa tarde crepitaban bajo el sol poniente. Al lado de la iglesia hay un cementerio antiguo. Rodeados de ramas muertas y de brisa fresca, all estaban, estuvieron, despreciando con alegra mansa, zumbones, aceptando haber llegado, y negando el misterio de su emigracin. Sobre una piedra leyeron: Aqu yace el indio Manumise. Combati a los invasores de Inglaterra. No quiso renunciar a ninguna de sus tres mujeres y muri sin recibir los sagrados leos. Se presume que se encuentra en el infierno. Tocada por el sol rasante una buganvilla de brcteas fucsia se encendi en un rincn. Guyunusa, pens; estoy con Guyunusa, la ltima charra vendida y exportada a la Exposicin de Pars. El pedazo de cielo rosado remataba, como si fuera un moo, sobre la testa reluciente de Julin. Ms all, las luces se encendieron, todava inseguras, a lo largo de la pradera. Desde la iglesia bajaron al ro, acrecido de lluvias; la corriente herva de espuma, arrastraba troncos y un camoat. Asomadas apenas sobre el desborde, las cabezas de vidrio de las farolas del paseo delineaban una mdica Atlntida. Toms no estaba en absoluto enojado consigo mismo cuando atravesaron la zona de los palmares. Ya era noche. La niebla lo despist. Sobre sus tallos curvos, las luces de un cruce carretero se abombaban como fruta hmeda, chorreando bocanadas de vapor. Ante un cartel que alumbraba con nen verde las caras y las manos, se detuvieron y bajaron a estirar las piernas. No estaba en absoluto enojado; sobre la pared color de jade del establecimiento donde tomaron caf, un insecto cuyo nombre desconoca, de pesada caparazn plida, descendi por la pared a la altura de los labios de Guyunusa. stas eran sus palabras, ms o menos, en ellas se encerr la idea atormentadora que lo mantena en movimiento: no poda librarse de l; en eso consista su humilde locura. Cimbronazos de aire acutico bandeaban la carrocera, la desviaban entre plumones de maz con azcar. La nube tena forma de

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oreja de elefante. Un prpado mayor se levant sobre el horizonte y por debajo, contra un fondo violceo, apareci el incuestionable flor del mar, la espuma fosforescente, la banda elctrica de noctvagas noctilucas. Haban llegado. Esper con el motor en marcha que Julin recabase informacin acerca de un posible alojamiento. De acuerdo a las directivas recibidas, entraron a un recin construido complejo de cabaas. Surgi un individuo desagradable y corpulento que los encar con desconfianza. Pareca un paisano cerril de la zona. Obsesionado por la diferencia de edades de la pareja, pregunt a Toms tres veces consecutivas la suya; ese examen no arroj ninguna conclusin terminante, pero el paisano condescendi a entregar la ropa de cama y conducirlos, cariacontecido, hasta la ltima de las cabaas. Descansaron un rato en la cama doble. Enrollaron un faso y salieron a chupar cerveza. La niebla se haba condensado en llovizna. Revoloteando como mosquitos, las gotitas circundaban los globos de luz de la carretera. Un cartel anunciaba un loteo prximo. Pasaron tras el cartel y entraron a una zona boscosa. Iban mojndose, chupando de las latas. A contraluz de una luz distante, admir el mueco. Quin es? Aqu estaba, y no lo conoca: un Don Quin en el escenario del bosquecito, contrastado en el preciso hiato donde las ramas entreabran el sendero a la playa de la Mula. Era exotismo? Quin lo poda expresar? El exotismo se haba vuelto ms extico todava. Pero no. Era un exotismo acarreado por l, no menos ajeno. Pods elegir a quien se te ocurra. Para qu me invits? Ser porque te divierto? pregunt Julin, pidiendo un cumplido. Lo tom de la cintura, desat la gruesa crencha, tan empapada como un repasador empapado. Nada tenan en comn salvo un punto de contacto en el disfrute; un punto certero, casi imposible de soportar. Levantaba al otro por el tronco, giraban y se derrumbaban juntos, en el guin acrobtico de un circo de payasos. Los laureles les rozaban el culo. Al virar amartelados pisoteaban calndulas, se

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precipitaban sin msica al fondo del barro, en una tumbadera se revolcaban hasta que se bizcochearon todo. Volvieron al alojamiento y se dieron una ducha. Mientras se secaba, el ragazzo advirti: Si te dorms, te mato. Toms no pensaba dormirse. Escandida de piedras redondas, la pennsula haca pensar en la cresta de un gliptodonte. Tomas baj a orinar en la playa. Un menhir alargaba su sombra sobre la arena, una sombra singular evocaba la silueta de un diablo con un cuerno. Entre las caas, sarcstico, zumbaba, chiflaba, se carcajeaba contento. Era una voz? Era una media voz. Era incompleta. Esa imperfeccin le otorg un poder abismal. No era un canto humano pero lo imitaba; precisamente esa diferencia lo haca extraordinario. Tan raro, tan parcial, tan persuasivo. Era, como muchos lo aseguran, un rumor tan corriente como el viento. Entraron a lo que pareca el nico boliche de Punta del Diablo abierto a esa hora. Cada instante traa una nueva agitacin, se tragaba una felicidad abrumadora. Julia usaba una camisola blanca, suelta, sobre un shorts negro muy corto, muy justo, cuyos apretados bordes terminaban en la ingle. Trepado a la banqueta del bar, luca sus piernas. Los clientes guachos en su mayor parte miraron suspicaces a la pareja anmala. Un Don Juan no tard en invitarlo: Flaca, bails? No soy una mina. Eran las mismas palabras que haba pronunciado la noche en que se conocieron! Perdoname, loco. No te vi bien. Tal confusin repentina le result a Toms regocijante. El indioindia, una gestalt de verdadero equino, era un caballo-yegua. Espejeaba hacia uno u otro gnero su brillo pcaro con respingos de manflor. Quin puede fijar el momento en que la razn se descontrola, empieza a pasear su propia ruina? No soy una mina beba sin tasa. Pareca muy lejos la poca en que rehusaba el trago pretextando el alcoholismo del pap. Su compaero no se opona, lo bancaba;

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pero lleg un momento en que el cuerpo caedizo de Julin resbalaba al suelo. Y para peor, no se quera ir. Lo mejor fue que cerraron. Lo custodi hasta el coche, sostenindolo con mano de hierro. Hasta ah todo bien. Pero en la camioneta el borracho puso el radio al mximo; no se resignaba a terminar la pachanga. Eso tena que reconocerle: llevaba las cosas hasta su santo y agotador extremo. Hundido, perdido, no se resignaba al silencio. En vista de lo cual, y dado que en la cabaa no haba radio, insisti en quedarse en la cabina de la camioneta para seguir su fiestita a todo volumen. Me quedo aqu y se durmi. Por la puerta abierta del coche sala una pierna de lo que pareca la vctima de un asesinato. Vencido por el propio sueo, Toms entr a la cabaa y se fue derecho a la cama. Lo despabilaron fuertes golpes en la puerta. Entreabri los ojos. Se encontr con los pectorales esculpidos del habitante de la cabaa de al lado. Al recoger a Julio de su inconsciente festejo y apagar el estruendo del radio, not que todos los habitantes de las cabaas circundantes, como si fueran zombies arrancados a su letargo, lo rodeaban amenazantes, aproximndose ms, en apretado coro crepitante de insultos y maldiciones. Rescatados del pozo sin fondo del sueo recin a media tarde, duchados y peinados, salieron rumbo a la playa. Los habitantes del campamento los miraban duros, sin sonrisas ni movimientos de cabeza. Al entrar al coche, los intercept el desagradable paisano administrador. Se acerc con una urgencia que desdeca su balumba: La prxima vez los desalojo de la cabaa. Por qu? La radio! Nadie pudo dormir. Con malignidad ligera, Julin arroj por la ventanilla de la camioneta un diente de ajo que el chofer guardaba, por mor de buena suerte, en el compartimiento de los guantes. Para restituir el equilibrio de las cosas, Toms compr en el mercado otro ajo y lo puso en el sitio donde guardaba el primero.

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Tomaron la calle que bordea la baha de pescadores. Pasaron de largo para internarse en la dentadura y quebradero de un vasto promontorio que divide la playa del pueblo de otra ms amplia de muchos kilmetros, vaca, con excelente mar. Julio no tena ni la prctica ni el gusto de la natacin. Atravesaba el promontorio por su parte ms alta. Toms le entreg el bolso para que no se mojase, y as aligerado descendi a explorar abra por abra las hendiduras del pen. Los pies tentaban apoyos sobre un capitoneado de lapas y de actinias, cuyo tacto rudo le araaba las plantas de los pies. A veces perda el equilibrio, los maretazos lo barran, caa al agua y se zambulla hasta afirmarse eufrico en la prxima roca, siempre bajo el peligro de ser destrozado contra las piedras por el golpe de una ola, chorreando sangre por los raspones abiertos del trax y las piernas. Arriba, recortada contra el sol, distingua la silueta del alto paracleto, que custodiaba su bolso y lo vichaba desde su percha. El viento revoleaba sus mechones. Entre las hebras se ensaaban mosquillas con forma de diablos. El muchacho se llev una mano a la cabeza y la encontr llena de hombres, que colgaban de sus cabellos como los menudos animales que entre ellos suelen nacer, conque al sacudir la cabeza los hombres saltaban por el aire como el granizo que arrastra el furor del viento; y muchos de los que se haban encaramado encontraron la muerte y l los aplastaba bajo sus pies, aunque algunos se aferraban y se las componan para esconderse entre la hebras, como los marinos que, en la tempestad, trepan por el cordaje para bajar las velas y amortiguar el viento. En la playa que segua al promontorio un chonguerete de rulos en sortija sostena una caa de pescar en la mano; con la otra liaba a pulso la cintura de una mujeruca a su lado. Toms envidi esa unin mansa y dese habitar para siempre junto al cuerpo extendido, empastado, que tena junto a l sobre la arena. Hablar equivala aqu a irritar. En medio de aguas crecidas, dentro de una choza voladiza, sobre una lengua de arena sin luz elctrica, bajo cielos titilantes, habitaran callados, guisando pesca. El viento no les dara tregua. Pero el nimo de Julin no era propicio al proyecto; si se lo hubiera sugerido, lo habra encontrado tan absurdo como la navegacin del Kon Tiki.

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La cabeza recostada sobre las nalgas de la diosa, Toms disfrut el artificio de un idilio piscatorio. Luego semi incorporse para observar el nacimiento del pelo en la nuca de Julin. Admir un fornculo en la base del cuello, sobre la piel parda, semejante a una mnima aguamala. Detect imperfecciones, manchas violetas que, en horas de la noche disimulaba la crema anti-acn. Escudri el rostro lvido, triangular, de gato, plpebras de china atosigadas por la luz abrumadora que achataba esos ojos apretados, como los de un minino durmiendo, un minino recin parido y ciego. En la punta de fra razn y de vejez moral en que nos encontramos es preciso, lo reconozco, hacer un esfuerzo sobre uno mismo para poder comprender las horribles luchas de que era teatro el alma de nuestro hroe; y despus para no rerse de ellas. Le entreg la cadena de oro que llevaba al cuello para que no la robase el mar y camin hacia la rompiente. Julin lo sigui unos pocos pasos; slo consenta mojarse hasta donde le llegaba el shorts, que era corto, pero no acept que Toms le prestase un baador suyo que traa de repuesto. No muestres en la playa/ la pantorrilla/ que hay muchos tiburones/ cerca la orilla. Desde lo hondo, desde una regin de olas restallantes, el nadador se volte a mirar ese punto, el campamento de minsculo aluvin, el campamento nfimo, distante, casi invisible, donde lo esperaba una loba varada: Andrmeda. Era su referente, su calcomana; pero tambin el detritus de un pingino, una marca annima, que sin embargo lo imantaba. Lo domin el vrtigo; aquel mar poda tragarlo sin traza en cualquier momento; compensaba apego con desapego. Bajo el agua oy el sonido vibrante, el zumbido de onda larga, envolvente, sin principio ni fin. Despus el agua misma lo devolvi, como un vmito, sobre la rompiente. Lejos de cansarlo, el bao le multiplic el empuje. El cuerpo le peda ejercicio. Los primeros quilmetros los corri y despus sigui andando. En un extremo del desplayado, contra unos arbustos, distingui dos seres morenos que limpiaban mejillones y los metan dentro de un balde con agua. Resultaba imposible, de primera impresin, sa-

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ber si eran varones o hembras. Disminuy el paso y los salud. Las criaturas correspondieron, sonrientes, invitantes. Se acerc. Eran dos chilenos de piel notoriamente retinta, tirabuzones rasta adornados con bolitas azules y rojas, indgenas originarios de la isla de Pascua. Acampaban en el monte cercano. Del bolso de uno asomaban los largos cuellos de unos bolos; esos mochileros jugaban a malabaristas y montaban un espectculo cada vez que necesitaban monedas para solventar el recorrido de la costa. Pasamos la luna de miel en el cabo Polonio; ahora seguimos rumbo al Brasil. Toms se despidi del feliz casal y les tuvo promesa de compartir un bajativo ms tarde en el pueblo. Se dej cautivar por las imgenes sin sonido que vea a lo lejos, una sucesin de tornados brutales. Alcanz y franque el broche de unas rocas. Al doblar el cabo surgi una playa chica con un fondo de piedra chata. En ese diente las olas batan con mayor furia. Se quit el baador, que le estorbaba, lo colg de una pea, y se zambull en cueros. No era contra el individuo mal afeitado que el mar lanzaba zarpazos. La furia no tena nombre ni objeto. En un revolcn se dio de espaldas contra el fondo, se magull. El labio le temblaba; no era expiacin, pero s dolor. A pesar de lo cual se sinti mejor que nunca; le aument el coraje hasta la intrepidez. Se desentendi, como si ya no tuviese contacto con la tierra: era slo la intimidad del bro, a mil leguas de los sentimientos tiernos. Dio unos pasos tambaleantes al afirmarse sobre la costa. Esa franja, sin que l lo supiese, estaba bajo el control de la Armada. El fusil terciado, un capote sobre los hombros, un guardia marino lo enfrent a pocos metros. Nunca haba podido curarse de cierto sentimiento de turbacin cuando lo abordaba un oficial; tan pronto como le suceda, ya no era l. Pero ahora, hecho un nudo contra los bandeos del agua, golpeado, rejuvenecido, le import un santsimo botn. Al baarse la primera vez haba perdido los billetes que llevaba en el bolsillo del baador. Cuando se dio cuenta, ms tarde, ese contratiempo no le preocup; guardaba una reserva de dinero en la cabaa. Pero Julin, a cambio de or la noticia, se desesperaba, preguntaba inconsolable hasta cunto ascenda la prdida.

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Con el dedo sobre la arena haba escrito: Viva el amor gay. Era un deber bien hecho, un intento de halagar a Toms. La palabra gay sonaba respetuosa, a la vez que simplona. Haba trazado sobre la arena esos signos arabizantes. All cerca, unos nios dibujaban otras encaracoladas leyendas. Tambin ah dice Viva el amor gay coment Toms, riendo. No era la felicidad de apretar la mano de un hombre amado lo que le impulsaba a tomar la de su compaero; algo en l le deca que era ridculo pasar dos horas a solas con un joven cuyos ojos trasuntaban a veces cierta disposicin benvola, sin tomarle la mano al menos una vez. Al anochecer la luna menguante surgi sobre el agua; pareca el pabelln erecto de una piratera sangrienta, el pabelln inmvil de una oreja cortada, flotando sobre el horizonte. Entonces Julin baj de la cabina del auto, se aproxim. Toms pensaba: Si por azar un viajero, en estos terrenos despoblados, descubriera a un merodeador nocturno, si lo parase aqu, en el camino, si de repente lo alzase sin consideracin, hozndolo, no hara nada que yo no est haciendo ahora. Tomaron despus una calleja lateral de pedregullo que viboreaba entre ranchos construidos sin permiso municipal sobre terrenos pblicos. Su trayectoria era una mezcla de determinacin y de azar, porque la lnea pareca trazada de antemano pero cada uno de sus puntos encerraba un desvo posible. Una pelea de borrachos con botellas rotas, radios porttiles, tropiezos y un pobre perro que titubeaba entre los dos bandos, los entretuvieron unos minutos. Toms tropez con un cajn de fruta expuesto al exterior de un pequeo almacn. Cayeron varias naranjas, se detuvo a recogerlas y decidi comprar un kilo. Adems de chauchas y de zanahorias, el local exhiba, para el prstamo o la venta, sobre unos estantes enclenques, curvos, de madera de pino, una edicin fsil de las obras completas de Lenin y esas novelas que un ao s y otro no se suelen leer en verano, que parecen contagiadas del ambiente de la costa, cmplices de las peripecias de la temporada, sus argumentos atravesados por el desco-

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lorido de las tapas expuestas al sol sobre la arena. Son cajas para guardar el tiempo. Conservan, tanto sus historias como el cartn spero y reseco que las recubre, un generoso unto del verano, de un verano inmemorial que se repite y dura. Alrgico a leer, Julin se refugi en la camioneta que acababan de cargar de gasoil; lo sobresalt a bocinazos y lo oblig a despejar su curiosidad. La cabina pareca latir al ritmo de una msica demencial. Reanudaron la marcha por la callejuela. El bar donde bailaran la noche anterior se converta en restorn a la hora de cena. Se sentaron. Julin cay en completo silencio. Alternaban en l hiperactividad y quietud, verborragia y mutismo, euforia y apata, como si su carcter no hubiese encontrado an, debido a su juventud, un diapasn congruente, una manera de ser. Despus de comer pescado, las mesas fueron retiradas para despejar el rea y los tambores iniciaron el candombe. Habiendo bebido un par de cervezas, Julin volvi a la vida. Empez a saltar apoyando las manos en los hombros de Toms. Ese emparejamiento llamaba la atencin de los concurrentes, las miradas revelaban una proporcin de curiosidad y de condena. Toms recogi su bolso y camin sin prisa hacia la puertita adornada con una letra blanca; atraves invariable la zona de grosera que rodeaba las espaldas del indio, risas y el olor inverosmil de la pequea degradacin. Al volver, comprob que Julin segua en el mismo sitio, pero agarraba por la cintura a una cuarentona. No slo la agarraba, sino que saltaban juntos. Una idea impartida imperdonable, una idea que l ni siquiera haba temido lo tomaba por sorpresa: esa pimpante dama serva de colchn a todos los resbalones de Julio, que eran muchos. Cay una vez ms con una especie de sofoco. Cuando abri los ojos, Toms not que lo invitaba a unirse a ellos con la mano alzada. Bajo las lonjas, el tro prosper en la jarana. La acompaante saltarina, una madura cordobesa, acampaba a la sazn en el fortn de San Miguel. Dijo tener una hija de la misma edad de Julin (Querr presentrsela? Toms se alarm). Le toc el turno a Julin de mear la cerveza. Aprovechando que no estaba, la jamona quiso sacar de mentira verdad:

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Ese chico es tu hijo? Julin volva en ese momento y alcanz a or la pregunta; antes de que Toms tuviera tiempo de abrir la boca, se adelant: No, soy la mujer. Segn avanzaba la noche, aumentaba la borrachera. Arrebatado, irrefrenable, Julin se convenci de que Toms no le comprara ms cerveza. Entonces hizo la ronda del local, pidiendo a todos y a cada uno de los asistentes que lo convidaran de su botella o de su vaso. Recoga copas abandonadas, robaba botellas. A veces las acercaba a Toms como si fueran trofeos. ste experiment una reaccin de apego salvaje: se sinti unido a l, cmplice en el reparto del botn del maln. Alguien se acerc y le pidi unos pesos para comprar vino. Iba a drselos cuando Vivina, con un gesto brusco, le detuvo el brazo: No le des! Nosotros estamos comprando slo cerveza. No te lo voy a quitar, nena, es todo tuyo repuso el pedigeo y se apart. Ya de vuelta en la cabaa Julin pareca incapaz de saber si la luz estaba prendida o apagada, si estaba vestido o desnudo, si haba alguien con l o estaba solo. Su hinchado labio superior aleteaba sobre las blancas paletas de conejo, en una especie de ronquido. Su compaero lo deposit sobre el lecho boca arriba, le baj los pantalones, le levant las piernas, lo clav por delante era la primera vez que lo haca en esta posicin y procedi a serrucharlo bien de frente. Julin lo miraba lo vea? con ojos vidriosos. Lo dejaba hacer, sin posibilidad de resistencia. Quin sabe cunto tiempo despus Toms despert con la garganta reseca y fue al bao a beber agua de la canilla. En el suelo, esparcidos en abanico alrededor del inodoro, vio los contenidos de su billetera y la billetera misma, despanzurrada. Al principio no pudo entender por qu estaba all. Se le haba cado del bolsillo mientras orinaba, ms temprano? No, el despliegue aparatoso de tarjetas por el suelo de baldosas era prueba irrebatible de que Julin se la haba confiscado y esculcado, olvidndola o abandonndola manifiestamente a causa de su ebriedad.

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Restituy los contenidos a la billetera y la llev al dormitorio. Se durmi enseguida, aunque no tard ni dos minutos en volver a despertar. Pero qu? Haba o no haba dinero? No saba en concreto si faltaba. Sali del cuarto y a la luz del pasillo hurg la cartera, comprobando que en efecto faltaban cien dlares. Se estaba cobrando un precio por ser posedo de frente? O slo continuaba su implacable campaa de pedigeero y robo que haba desplegado en el baile con relacin a la cerveza? Toms haba sido lo suficientemente estpido o distrado para perder dinero en el mar. Por qu no poda l entonces distraerlo de un poco ms? Sac del cuarto los pantalones de Julin y revis sus bolsillos. All no haba nada. Dentro de los zapatos tampoco. Entonces extrajo la mochila del placard y se la llev afuera. La vaci sobre la mesa de comer. En el mismo fondo, bien debajo de todo el resto, encontr un extra par de jeans cuidadosamente enrollado. Lo desenroll; al meter el dedo en el pequeo bolsillo portamonedas su yema roz una nfima esfera de papel. La extrajo y despleg con todo cuidado: era el billete de cien dlares. A la maana siguiente, al abrir los ojos, cobr conciencia de su malestar, que se deba a la vez a una terrible resaca y a darse cuenta, clara y sobria, de que su pretendido compaero y amigo lo haba robado. Las sienes le pulsaban fuerte. Despus de una ducha casi a ciegas se despej lo bastante como para hacer la maleta. Ya era tiempo de partir: el viaje empezaba a parecerle una temporada en el infierno. El pelo hmedo, peinado al costado con un esmero como de comunin, los ojos hinchados por el sueo, Julin apareci a la entrada de la cabaa. Toms ya haba puesto los bultos en el vehculo y partieron, pero antes de regresar a la ciudad decidieron aprovechar el da en la playa. Pens transcribir esta historia de a dos y tres renglones, un facsmil mental, todo lo que la volva nica, pero omitiendo los

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titubeos, las imperfecciones, y hasta los bajones en plena carrera. Durante el da se entretuvieron con las mismas maromas, encontraron un pingino muerto, las alas apartadas cuanto fuera posible del pecho redondo. Las dunas se hacan cada vez ms altas. Ya pronto nos vamos. Para terminar, quiero que me penetres aqu dijo Toms. El chulo no mostr ningn entusiasmo, pero pas la lengua por las magulladuras de su compaero. Acostado boca abajo sobre la arena mientras lo cabalgaban, Toms volvi la cabeza hacia la playa, enrojecida por el sol poniente. A travs de un cubo de luz rosada pasaron a caballo dos jinetes. Pero fue sobre todo al volver, cuando llegaron a la camioneta y se sacaron los shorts de bao y se cambiaron, cada uno en un ngulo, de modo que Toms no poda ver bien a su compaero escondido tras el capot, fue entonces que, sin decir una palabra, se sinceraron. Julio, con pretexto de acomodar sus ropas, revisaba la mochila para cerciorarse de que los cien dlares estaban todava all. Aunque, obstaculizado por el vehculo, apenas lo adivinaba, Toms capt el ritmo de su ajetreo. El muchacho al principio busc de un modo calmo, casi sigiloso. Pero a medida que se convenca de que el billete no estaba en donde lo haba puesto, ni en ningn otro lugar de la mochila, su rebusca alcanz un comps de paroxismo. Luego ces abruptamente. Haba comprendido. Fue incorporndose de a poco, ech un vistazo hacia Toms mientras su cara mostraba todava huellas de maravilla y sobresalto, incluso vergenza al descubrirse birlador birlado. Ahora ambos saban que el otro saba. Arribados a Montevideo despus del viaje nocturno, Toms slo pens en dormir y recuperarse, pero contra toda expectativa el incansable requera accin. Vamos a la Rambla a ver amanecer. Pareca incongruente que Julin admirara el riomar color caf cuando vena del mar translcido en que haba rehusado baarse. Pero su preferencia era legtima y comprensible; su entusiasmo va-

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ledero: ste, el riomar, era lo que l conoca y amaba. Toms se hizo cargo del desafo. Se dio cuenta de que no poda negarse a acompaarlo. Se sentaron en el muro de contencin de la Rambla, las piernas colgando, para presenciar la ceremonia de un nacimiento acutico: resplandor naranja, una yema de huevo, un rojo choclo con granos apretados y rojos e gneo el vello, el sol repicaba en contraste de pujos y tremezones, se achatada o se estiraba alternativamente hasta que se despeg de un respingo de la lnea del horizonte y subi, bamboleante, para estrenar el da. A pesar de tener los ojos enrojecidos, Toms vea con precisin cada pliegue del ribazo, bicicletas verde loro y verde cadmio. Crey que alucinaba: un pollito de quince, camisa flotante de seda azul, que haba pasado la noche ostensiblemente en vela como ellos, facciones carcomidas de cansancio, ojos azules, con una trenza que parta por la mitad su espalda desde la nuca al ano, pas a su lado, provocndolo.

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El resplandor de la siesta penetraba por entre los batientes de las ventanas. La camiseta de Juli recoga la luz deslumbrante. Se me ocurre: por qu no te acompao a Crdoba? En realidad, no tengo ningn programa para el verano. Vale decir s: una invitacin para acampar con unos amigos, guachos como yo, de mi barrio, que tienen carpa, pero no tengo ganas de comer sardina en lata todos los das. A Toms le molest que lo eligiesen en virtud de una dieta rica y balanceada. El apego creciente que experimentaba desde las ltimas semanas lo haba hecho pensar en llevarlo, aun antes de que se lo propusiera. Pero llevarlo, con todo, supona entretenerlo, porque abandonado a sus propios recursos, Juli no aguantara mucho tiempo. Y estar pendiente de l significaba descuidar el propio trabajo.

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Significaba adems poner su corazn al desnudo, exponerse al desencanto del pendejo en su ncleo ms ntimo, al peligro de ser desertado en cualquier momento. Vos me conocs slo de parranda. Pero yo trabajo. Llevo una vida rara. No sera divertido para vos. Todos somos raros. Tens que trabajar? Dejame que te acompae durante el viaje. Manejars nueve horas, no? Yo vuelvo cuando vos digas. Enseguida si te parece. No quiero molestarte en tu trabajo all. Como el preludio de una tormenta de teatro infantil imagin Toms su instalacin en la sierra. Pero una vez impregnadas las sbanas del olor del muchacho, una vez contaminada cada taza y cada cucharilla de su aliento y su presencia, separarse de l resultara difcil, en todo caso insoportable quedar solo en el teatro abandonado de su felicidad. Por lo tanto sugiri una tregua. Yo me voy ahora, as adelanto trabajo. Dentro de un mes te mandar un pasaje y me visitars. Era una prueba para verificar la perseverancia de los amantes. Juntos haban pasado la prueba del agua, en las playas. Juntos deban pasar, en un futuro inminente, la prueba de fuego, en la sierra. Entretanto se abra un intervalo, un comps de espera, una regla de separacin y de silencio; la prueba fundamental, de hecho, a que son sometidos Pamina y Tamino en La flauta mgica. Esa pausa reforzara su amor, si era autntico. Amor omnia vincit. El amor triunfa sobre las dificultades. Julin no estuvo de acuerdo. Dentro de un mes no s si estar vivo respondi. O te acompao ahora o Era una tentacin demonaca. Sacuda la cabeza como un cubilete, la sombra del diablo zigzagueaba sobre la alfombra. Poda aceptar o rechazar la oferta; una ligera, juguetona oferta de verano. No pudo rechazarla, ni quedarse en conjeturas; lo habra inquietado para siempre, para siempre se habra reprochado perder a Julin por cobarda, impedirse la experiencia de convivir un tiempo con l. Supo que necesitaba cometer ese error. Necesitaba tocar los lmites con las manos.

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Igual se tom un respiro; decidi que no viajaran juntos desde Montevideo. Yo saldr maana para arreglar unos asuntos en Buenos Aires. Vos viajars pasado maana. Te ir a esperar al puerto. En Buenos Aires se puso al da en asuntos profesionales y entrevist a un par de camaradas. No obstante, slo pensaba en la llegada del montevideano. Pas una noche sin dormir. A la madrugada, cuando lleg al puerto, la embarcacin ya haba atracado. Avanzando desde el fondo de la galera de arribos, entre un grupo indistinto de pasajeros, vio la chaquetilla de jeans nvea, la cabeza inclinada sobre un hombro. Por las banderolas del hangar se derramaba un chorro de luz rojiza sobre las hebras flameantes como una bandera. El fresco impalpable del principio del da impregnaba los edificios y las flores azules de jacarand. Desayunaron en un caf sobre la avenida Crdoba, que abra recin. La ciudad estaba desierta, sin trnsito a esa hora. El mozo extendi un mantel blanco sobre la mesa y trajo caf y medialunas recin horneadas. Me recomendaste puntualidad, ya s, pero lo cierto es que, desde mi barrio de Coln, tom el bus demasiado tarde. Cuando llegu al puerto, casi no me dejan embarcar. Estaban levantando la pasarela. Toms no se detuvo a pensar en la vertiginosa contingencia de un desencuentro. Se puede tener celos de una ciudad? Por poco que despierte, abre vericuetos por donde se filtran, con el ofrecimiento de un cigarrillo, obscenas invitaciones; en cualquier momento peligraba perderlo. Por lo tanto no convena diferir la escapatoria. Slo en el campo, con los rumiantes, sobre un respaldar irreductible de terrones, entre la red rizomtica de la hierba, podra asegurar este bagual. No me quisiste mostrar Buenos Aires, donde nac, dira el muchacho ms tarde, con una sonrisa. Enfilaron por la autopista a Rosario. Como si la hubieran planchado, la tierra era uniformemente chata y montona, salvo por la variedad que aportaban los culti-

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vos. Esa pampa hmeda ofreca alfombras de trigo o esmeralda a perder de vista, un horizonte sumergido contra la amplia intemperie del cielo. Almorzaron en un parador de ruta. El mozo que los atendi era manito quebrada. Bes efusivo a una mujer provecta que entraba cuando ellos entraron. El marica y la vieja charlaban como ntimas bien humoradas amigas. La ltima pieza de domin que cae, empujada por la cada de todas las anteriores: el mariquita se quit el gorro de bsket y surgi una llamarada de flagrante pelo rubio. Cmo sera su vida en el campo? Se acostara con el mozo lechero? A quin prodigaba carantoas? Al viejo gerente detrs del mostrador? Al llegar a Rosario termin la autopista. La carretera se volvi de doble mano. Manejar resultaba cansador y riesgoso a causa de los frecuentes camiones y buses que atestaban la ruta. No haba avenidas de circunvalacin o trboles de ningn tipo. El peor fastidio para el chofer era atravesar, a cada pocos kilmetros, algn pueblo o ciudad ubicado al paso. Ac cruzan ocas. Ojo el lomo de burro, que divide el pavimento como una cordillera! Ms all una luz roja de semforo se enciende: el camino deviene avenida principal de Santa Mara o de cualquier otro pueblo. Treinta calles despus las gallinas invaden la calzada en vvida conversacin. Parece un juego de tablero infantil de dificultades, una carrera de obstculos, el acertijo para la caza del tesoro. Esto durante cientos de kilmetros, desde Rosario a Crdoba, hasta las estribaciones de la ciudad capital. All termina la pampa, el terreno se arruga. Empieza el serpenteante tendido en cornisa de los cerros, a lo largo de caadas, entre desfiladeros, por encima de diques y a travs de incontables pueblitos defendidos por ingentes lomadas de burro y luces de trfico. A la vera de la ruta sanatorios y centros de vacaciones para electricistas, soldadores o gente de teatro. Ms adelante disminuye el trnsito, la geografa se vuelve ntima. En la falda de una loma Toms distingui la casa de campo donde viva Belarmino. Tomaron la va de acceso a La Cumbre, que Julin, desdeoso, bautizara despus el poblacho. Se detuvieron frente al portn de la querencia.

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Los caballos del vecino relincharon. Toms abri el candado y desanud la cadena del portn. Desocupadas haca un mes, las habitaciones olan a humedad y a moho. Las hojas del ropero del dormitorio crujieron en alarma frente al paso redoblado de los visitantes que se repantigaron, sin abrir las maletas, en la ancha cama de hierro con respaldo de columnas. Era la primera vez que Toms comparta esa cama con alguien que no fuese un gato. A la maana siguiente, despus de levantarse y lavarse, visitaron a Luisa, la lugarea que cocinaba y limpiaba para l, a fin de hacerle saber que haban llegado. Viva junto a un dique del arroyo, envuelta en el rumor de la catarata. Toms golpe las manos. A los ladridos de los cuzcos la mujer apareci en la puerta frunciendo el rostro, haciendo de visera con la palma. Se rumoreaba que mantena relaciones carnales con el padre. Tena tres cros, pero si hubo marido, brillaba ahora por su ausencia. Una vez Toms la haba encontrado tirada sobre el piso de la cocina, los ojos en blanco, presa de sbitas convulsiones, mientras lquidos hirvientes se vertan desde las ollas. Ahora Luisa bizqueaba. Ech ojeadas rpidas en direccin a Julin. S: su patrn, este hombre de teatro, rompa la imagen austera que haba mantenido ante ella durante meses. Mientras Toms despertaba bajo la ducha, su acompaante chismorreaba con Luisa, bebiendo el caf que ella le serva. A pesar, o a causa, de ser hijo de una empleada domstica, ante el menor desliz de la cocinera, Julin aconsejaba a su patrn que la echase. A la tarde dorma siestas sin fin. Hace tres das que llegu. Puedo irme maana si te parece. Antes me gustara subir al aerocarril de Los Cocos. Qu? Nunca subiran a ese aerocarril. Al principio Toms pudo concentrarse en el trabajo. Despus acort las jornadas en el estudio de sonido. Permaneca en la casa, cerca del otro, leyendo, tomando notas acerca de la obra cuya msica deba ensamblar. Pero se volvi irresoluto y qued paralizado.

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Acompaada del marido y de los hijos, Ema pas una maana a buscarlos para darse un chapuzn en el ro Pinto. El camino bordeaba una meseta que serva de plataforma de lanzamiento para los vuelos en planeador. Al fondo, contra el horizonte, relumbraba el lago artificial de Cruz del Eje. Desde la meseta se lanz un joven en parapente mas, sin que lo pudiera remediar, sus largos cabellos se enredaron al caer entre las matas de la ladera. Lo rescataron cortndole el pelo. La corriente del Pinto se haba oscurecido meses antes, a causa del incendio; ahora rodaba prstina entre ollas y cataratas, desbordante a causa de las lluvias. Quien se situaba debajo de esos saltos reciba un masaje vigorizante. Nios y mayores se zambulleron desde una roca redonda a una alberca profunda. Todos, menos Julin. A pesar de los ruegos insistentes de su compaero para que se uniera a la tribu anfibia, se qued quieto. Con el shorts corto de siempre, plegaba las piernas a un costado, sobre la roca, como la cola de la sirenita de Andersen. Una mueca le contraa la sonrisa; tena el aspecto de una prostituta (lo que era). Para contrarrestar la vergenza ajena y propia, Toms se le acerc a traicin por la espalda y lo arroj al agua. Tras algunas brazadas de sirena que ha olvidado nadar, Julin sali del hoyo exclamando protestas. Pero el dao estaba hecho. Envenenado por su comportamiento esquivo, por su malhumor, su compaero perdi la paz; para calmarse, trepaba una y otra vez hasta el vrtice de un tobogn de piedra, desde el cual se deslizaba, aturdindose, a ciegas, dentro de un chorro poderoso que lo ensordeca, lo golpeaba y lo eyectaba hacia lo ms hondo de la poza, donde el agua era ms fresca; de ah sala a respirar y ver la luz. As se fue calmando. A la noche, con un fuerte viento en las caras, miraron el torbellino que despanzurraba varias constelaciones; tan chisporroteantes en sus sinapsis, que Toms imagin que recoga todas las estrellas juntas, las mezclaba y las funda en un taller celestial de laminaje para obtener aquel colosal puente blanco. Estoy aqu slo por vos susurraba Julieta a su odo mientras bailaban, cheek to cheek, corriendo de un cuarto al otro de la casa. Tal vez estuviera dopada o borracha, tal vez las dos cosas.

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Toms vio los retratos que podan nacer de aquella cabeza. Porque todo poda arreglarse. Pifiar. S que sta es una manera tan buena como otra. Si estoy condenado a pifiar, s tambin que nada puede ser tan congruente, tan necesario e inevitable. Aprovech las habilidades culinarias de Luisa para agasajar a un variopinto contingente de los que residan todo el ao o slo pasaban all sus vacaciones. Noche a noche invitaba a unos o a otros a cenar bajo la enramada del jazmn, junto al declive, para que conocieran a Julin, a fin de divertir al divertente. Por qu darse tantas molestias? Qu importa? Estaban de farra, embalsamados en olor de peperina. Dos lsbicas fabricantes de potiches acudieron una noche a probar los potajes. Una, de dientes largos y desparejos, las races blancas del pelo asomando entre mechas color caoba, narr un filme polaco que haba visto en su infancia acerca de monjas endemoniadas. Su pareja, una enana que pareca Sancho Panza por la figura, no por los dichos, con encapotados ojos de botn, se revel en verdad una monja endemoniada. La virago se ech cual vaca en un sof y permaneci inmvil, sin hablar, rebufando. No estaba, a su criterio, en compaa que justificase el ejercicio de sus dotes histrinicas. Ya mamada, decidi retirarse. La monja flaca la acompa. An no haban llegado a los postres. Otra noche apareci un estudiante de leyes. Se haba separado de su novia porque descubri que era homosexual. Si se larga a ser gay, cmo se van a aprovechar de l, como lo van a joder! coment Julin, contrito, previendo un sendero de espinas. Los convites eran reciprocados pocas veces; los ceramistas y pintores que invitaba no se sentan cmodos en presencia del muchacho ambidextro que Toms arrastraba consigo. Un medioda visitaron a Eudoxia Semionova. La encontraron en la huerta, trepada a una escalera plegadiza, la cabeza oculta tras los zarcillos de via colgantes de la prgola. Los zoquetes de colegiala, de un color dudoso, flojos, cados, exhiban pantorrillas plidas, sorprendentemente peludas. La tijera sin filo que manejaba

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all arriba cortaba apenas; la viadora tironeaba, sacuda y desgarraba el engarce de los racimos que, una vez arrancados, meta en una canasta amplia y vetusta. Baj la escalera, la cabeza temblona, envuelta en un pao azul; pareca una dama duende o un elfo de los jardines trasparentado por la gasa; zumbona, chasqueaba la lengua. Cmo estn mis pichones? En esto, una tarntula, sin duda oculta en algn racimo, salt sobre el descarnado brazo de la diva. Sus carrillos vacilaron, haca gallos, gorgoteaba grgaras de alarma y espanto. Dando por fin toda su osada a sus capacidades espant al arcnido con una tarantela: Ay madre a m me ha picado la tarntula daina. Maldita la araa que ti en la barriga pint una guitarra! Maldita la araa que a m me pic! Hay que sudar bailando! As circula la sangre, la fiebre contrarresta y disipa el veneno; a menos que sea mortal, claro. Esto diciendo le entreg a Juli una caa rematada de una horquilla. Podras, mi querido, bajar con este gancho los higos ms altos? A medida que caan, Eudoxia los depositaba sobre un extrao mueble compuesto de bandejas de vidrio donde la fruta se estacionaba al sol hasta encontrar su punto. Pasaron a la cocina, donde se coca un menjurje de membrillos. Eudoxia revolva y degustaba el preparado espeso con un cucharn de madera; insisti en darle a Julin un sculo suplementario (ya lo haba besado antes) a modo de reconocimiento indeleble por la colecta de higos. Olvid limpiarse los labios pegoteados de dulce, o era un hbito, un truco, impuesto a la vctima; cubiertos de almbar, pringosos, los imprimi sobre los protuberantes de l, que callaba y sonrea.

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Ese da Julin llevaba una camiseta con una imagen del Gato Silvestre, que su amigo le haba comprado el da previo en La Falda. Las sedas de caballo, as como la camiseta, que rebasaba, a modo de pollern o tnica, el exiguo borde del shorts, enloquecieron a Eudoxia: Se dira una muchacha de primera comunin. O un indio cherokee. De dnde lo sacaste? El elogiado, al rer, exhiba la porcelana de los dientes blancos y parejos. Yo tambin tuve esas crines en mi tiempo; la mantilla de la misa no alcanzaba a cubrirlas, aunque nunca, debo reconocer, fueron tan luengas, je, je! Ni tus dientes tan blancos estuvo por agregar Toms. Engatusada por el comanche, Eudoxia los invit esa noche misma a un gazpacho; era su recurso de mamacha. Otra invitada esa noche, una pintora de Ro Cuarto, botas negras con cierre al costado estilo beatle, larga falda oscura, le pidi a Toms (para tranquilizarme) un cigarro de marihuana. Un mes antes haba perdido a su hija en un accidente de moto. Arrasada de dolor, necesitaba distraerse. Eudoxia haba alquilado Nuestro Hitler, un filme de Syberberg, que vieron en parte despus de comer. El pelo recin lavado, tirante, todava hmedo, Julin se repantigaba en un silln sin pronunciar palabra. Adormecida por el porro, la pintora dio unos cabeceos y se incorpor. Me voy a dormir, buenas noches. El muchacho la estudi mientras ella se desperezaba y se despeda. De vuelta en casa coment: Me habra gustado coger a esa veterana de Ro Cuarto. Lstima que estuviera tan viudita, tan apenada por la muerte de la guacha. Toms no poda creer lo que oa. La noche que me esperabas para viajar a Punta del Diablo continu el demonio te dije que me haba atrasado para llevarle una manta a un loco que estaba preso. Te ment! Me acost con una chirusa que llev a mi apartamento mis padres haban viajado a Tacuaremb. Nunca ms la volv a ver.

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Toms record. S!, recordaba la primera noche en el balneario, la lluvia, el contorno de un desconocido a contraluz rodeado de un halo que provena de un distante farol de mercurio. Era un misterio; un chongo que se daba vuelta como un guante. Se maravill. Se maravillaba, siempre, ante esa voltil criatura. De acuerdo al ngulo, a la circunstancia, daba o reciba; era un comodn, un resplandor que espejeaba, un acertijo que se desbundaba detrs de una cortina. La brisa bamboleaba esa cortina. Boca abajo, sobre el sof, Julin se adormil. Toms se ech encima, roz con la lengua salpicados fornculos sobre el cutis tirante, volcanes liliputienses en la orografa curvcea de esa espalda. Un timbrazo lo interrumpi. Belarmino, el infaltable jardinero, estaba a la puerta. Vena para presentarle a su nuevo ayudante. Se llamaba Omar. Belarmino lo haba recogido en la carretera, cargando una mochila, haciendo autostop. No deba incomodarse en buscar otro alojamiento o fuente de trabajo. El chico fue convencido con destreza de que le convena quedarse a vivir con l. Despus de todo, la casa de Belarmino era buena sin lugar a dudas, y l mismo un anfitrin clido y gentil. Omar haba roto con su padre, all en la pampa seca; haba llegado a esta zona a causa de un to que viva en Crdoba capital, donde atenda un bar mixto tirando a mezclado. El jardinero y su ayudante compartan techo y lecho. Los dos eran aficionados al cine; alquilaban a diario tres pelculas y las vean en el televisor ubicado frente a la cama matrimonial. El cutis de Omar era tiznado y Julio, burln, lo apod el negrillo, aunque no pareca ms negro que l. Belarmino pidi t: era el onus probandi de la amabilidad de Toms, una ceremonia cada vez que acuda. Cmo es? desbarraba. Pero enseguida retom el hilo de sus preocupaciones. Esta vez haba trado un disco con selecciones de La viejecita, una zarzuela. En carroza abierta hasta aqu he llegado

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y en la misma puerta me grit un soldado... Puto! Viejecita que vas al saln no puedes pasar que el que baile contigo esta noche pierde el comps. Diriga el comps con la mano derecha. Levantaba el ndice y el meique de la izquierda, que sostena la taza humeante. Opinaba sobre el tiempo, las dalias, los muchachos que ahora vienen tan difciles. Pero Omar, por contraste, ostentaba raras prendas. Era un genio de la electrotecnia y de la mecnica; arreglaba tanto un radio, como encontraba soluciones para los achaques del antiguo Falcon de Belarmino, que era el nico tipo de auto que resista los caminos sin asfaltar de la sierra. Lo ayudaba con los jardines. Y por ltimo... le vena como anillo al dedo. En dos das mi pupilo cumple veinte. Y yo, veintiuno. Vamos a festejarlo con una cena. Querras venir? Con tu amigo, claro. Penetrado espontneamente de atencin hacia Julin, que dorma de nuevo, una ingeniosa y animada sospecha entr en el cerebro de Toms. Omar, por lo menos a primera vista, era un joven amistoso y encantador. Le pareci que Julin estaba celoso de l. Si le daba celos, form el propsito insidioso de estimular esos indicios. El autobs haba dejado a Benegas a la vera de la ruta, a trescientos metros de la hacienda donde viva Belarmino. Avanzaba con pasitos de hormiga, sorteando las piedras de la senda. Su crneo ralo echado hacia atrs se balanceaba como un huevo en equilibrio inestable. Su sweater, que colgaba de los hombros a la manera de mediados del siglo pasado, se enred en un alambre suelto del jauln de los faisanes. Haba dos jaulones. Albergaban en conjunto unos doce especmenes, casi todos machos. Los machos eran feroces entre s; castigaban al rival, picoteaban su flanco y clavcula hasta sacarle sangre; con frecuencia moran destrozados. Belarmino echaba

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las vctimas a la cacerola y venda el resto. Un faisn abri la cola cuajada de ocelos, desasidos, fantsticos. Omar, el casco azul-violeta chorreante de gel, tal las plumas lubricadas de un nade, invit a Toms a inspeccionar un penco boquinegro de crin y cola enjalbegados, que pastaba en un potrerillo cerca de la casa. El potro, al verlos, retrocedi unos pasos. De un salto diestro, el negrillo le amarr una soga al pescuezo. Puso la cabeza del penco debajo de su sobaco. La camisa verde litro, de seda, que estrenaba para su onomstico, se abri y dej escapar una poderosa vaharada de colonia con que se haba rociado abundantemente. Le seal una cicatriz sesgada bajo el ojo izquierdo del equino, una herida que se haba hecho, explic, al enredarse en el alambrado. Te quiso conquistar el negrillo? pregunt Julin, cuando convidado y celebrado hubieron regresado de su periplo. El dueo de un campo lindero, sentado a la mesa del banquete de cumpleaos, devoraba un plato de gnocchis de remolacha. Difcilmente podra decirse de l que careca de polenta; pero no llevaba del todo bien su madurez; engordaba a ojos vista, hinchado por el alcohol; sin embargo mantena un porte an gallardo porque haba sido jugador de polo y de pato en su juventud. Su pareja, sentado frente a l, se abstraa en el aria Casta diva cantada por Maria Callas; era un desnutrido especialista en computacin, de bigotes cadentes y delgados a lo Prince. Escuchaba exttico, sin probar bocado, como un faquir o un liviano viento, esa cadencia que paralelizaba la marcha de la luna. Mientras tanto Belarmino, excelente cocinero, festejando a su gallito, arrastraba sin parar fuentes desde la cocina. El to del negrillo haba venido tambin desde su reino nocturno de Crdoba. Se paseaba por el saln con un vaso entre los dedos. La luz lateral de un farol confera a sus ojos nix, de crneas enrojecidas, una brillante dureza. Penetrado de atencin grave hacia Julin, no le preocup que hubiese llegado en compaa de Toms. Buscaba interesarlo, echndole sal en la cola, y para eso se insinuaba con historietas acerca de sus amoros, que desplegaba como un diente de oro, o el falso rub de un anillo barato, para cazar mariposones. En verdad, justipreciaba a Julin: lo entenda, pene-

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traba su tipo, como un aficionado a los caballos sabe reconocer al potro favorito que ganar la carrera. Consideraba las ancas y el uso de las ancas. Entre ambos se estableci la complicidad fatal del oficio: los dos tenan calle. Entre los presentes, el to era el nico libertino. Saba tratar con la mercadera, discutir un precio, manejar los favores y las prebendas. l mismo haba trado a un muchachito desde Crdoba, una pareja de ocasin para pasar el fin de semana; eso no le impeda tomar en cuenta a Julin como un posible recambio. No s para qu vino al campo si no disfruta el aire el to se quejaba de su compaerito, que no abandonaba el cuarto y con el cual las cosas no parecan andar bien. Duerme todo el da carraspe, impaciente. Despus de cena, los orientales salieron al jardn; Toms pretendi mostrar a su amigo el bosque de eucaliptos. Anduvieron pisando una ancha zona pringosa donde iba acumulndose la sombra, donde sus pies chasqueaban como lenguas. El terreno descenda hacia un aleteo de luces, all abajo en la hondonada; eran los focos de la carretera. Algo se agit entre las ramas, un crujido de hojas a sus espaldas denunci a Benegas, que los segua. Espiaba? Su camisa de manga corta revelaba bracitos flccidos, la espalda encorvada de un disneico. Sin la menor cortesa, ignorando a Julin, se dirigi a Toms con voz alocada de ponedora y solt impromptu una conferencia erudita acerca de la vida del cantante Miguel de Molina, protegido de Eva Duarte. A los diecisis Miguelillo se enrol como grumete en el yate de un prncipe marroqu o ser bey? . Desembarcaron en Tnger. El mayordomo del prncipe cubri al joveneto de ricas prendas, collares de oro, y lo instruy acerca de los usos locales: T no digas esta boca es ma; corresponde a las caricias de mi seor, que para eso ests aqu; es cosa hacedera y corriente en un paje; de otro modo l, que tanto te ama, se disgustar y te tomar tirria. Igual despus, cuando se aburra de ti, podrs escoger si sers macho o esclavo de placer el resto de tu vida. Esto es slo un intermedio. Vaya mayordomo! El prncipe entretuvo a Miguelillo tomado de la mano; cenaban frente a un corro de servidores y corre-

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veidiles. Las aventuras del prncipe, con todo, terminaron por llamar la atencin de la polica. Para eludir el arresto y la investigacin, huy a Fez en un sedn negro (un coche de aguas negras, dira ya sabemos quin). Entonces Miguelillo, abandonado y sin recursos, qued varado en Tnger. Cunto sufri ese nio! Mucho ms tarde, al acabar la guerra civil espaola, el Jefe de Seguridad de Madrid bajo Franco lo rapt del teatrillo donde zapateaba. Ser yo amigo de lo inautntico? Pero mi autenticidad, mi unicidad, ata a esta posesiva marioneta sin mezcla, de s a s, un orgulloso atractivo que la vida, ms autntica que el amor, o que la preocupacin por otro, no obtiene sino a travs de la diferencia entre un tal y un tal, distinto de los individuos que pertenecen a la extensin del mismo gnero lgico pues, miembros de esa extensin, ellos no son precisamente nicos en su gnero. El Jefe de Seguridad llev a la Miguela a un baldo; tanto haba deseado la orgnica cabellera que se la arranc con las manos mechn a mechn y se dira que en este sacrificio, o lo que se quiera, estaba entero el Jefe. Apurado y sin tres dientes que le derrib a golpes con la culata de la pistola, Miguel debi encargar una peluca a medida, con vida y aura propias, un fetiche que le fabricaron a su gusto y satisfaccin en la friolera de cuatro das. Era una peluca rizada, una obra maestra, segn l mismo la calific en sus memorias, idntica o casi, a su propia original coiffure, arrasada por el Jefe. Por increble que parezca: el coliseo, corral, candilejas donde bailaba le exiga cumplimiento de contrato. En ese pas sin verdad la polica exista y no exista, sobre todo no se poda invocarla, y Miguelito, mudo ante el gerente del teatro, tuvo que cumplir lo que haba firmado an sin leer la letra chica. Por raro que parezca la paliza y el susto no haban alcanzado a acallar al histrin, casi muerto, como si fuera ms autntico cuando estaba ms cerca de lo que quera ser. La boca sin labios escupa incontinente blidos de saliva cuyas parbolas caan sobre la mejilla de Julin. ste, sin interrumpir directamente el monlogo de Benegas, se acerc, despreciando el peligro, en plena lnea de fuego de los salivazos; se plant frente a Toms y le peg un chupn en la boca.

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La cotorra borracha, perpleja, quiz ofendida, emiti an dos o tres frases subordinadas. Despus vocablos sueltos, tentativos, hasta que ces por completo; dio media vuelta y se fue, como un tanque de juguete que obedece con precisin a un comando remoto. Junto con el caf los esperaba una comedia hollywoodense, sin duda favorita de Belarmino y Omar. Un yanqui y un chino ya superados el conflicto racial y la escasez de vivienda comparten felices una bizarra brownstone en Brooklyn. El idilio es interrumpido por los padres del asitico, que viven en Taiwn; preocupados por su porvenir, envan a Nueva York, todos los gastos pagos, a una candidata adecuada para el matrimonio. El chino la rechaza. Para cubrir las apariencias decide casarse con una lsbica, conocida suya. Los progenitores vuelan desde Taiwn a Nueva York para asistir a la boda. Despus de enredos varios, los abrumados ancianos terminan por descubrir que el hijo los prefiere rubios y acceden a la boda entre socios, por ms que uno venda seguros y el otro sea calefaccionista de profesin. Envalentonado por la succin neumtica de Julin frente al fan de Miguel de Molina, mientras miraban la cinta Toms le puso una mano sobre el muslo. Pero el testarudo, con un gesto de esquivez, la apart rpido lo cual no escap a la atencin de Belarmino. Por qu estuviste tan brusco conmigo en la velada? pregunt Toms mientras manejaba de regreso a casa. No me gusta que miren y comenten. Y entonces por qu me chuponeaste frente a Benegas? Eso fue para joder a la maricona. Una maana Luisa no vino a trabajar. A media tarde son un campanillazo en el portn. Bah, un joven. Un mocetn nervioso, entrecortado, dijo ser primo de la cocinera. La internaron en el hospital de urgencia. Tiene apendicitis. La operan pasado maana. A falta de ayuda Julin fri dos o tres tortillas nadando en aceite y Toms, por cumplimentarlo, engull con ostensiva fruicin esos

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restos carbonizados; su fruicin creca, al parecer, con todo lo que la naturaleza le haba dado de cordialidad y recta intencin. Para remediar el hambre visitaron un medioda a Ema, que los convid con pan de chicharrones y vino tinto destilado de las uvas de su campo. Dentro de dos semanas me voy de vacaciones a Rocha con la familia. A la vuelta pasar por Montevideo y me gustara verte, Julin. A Toms ya s que no lo voy a ver, porque andar por aqu todava. Por qu no me dejas tu direccin? Tratar de visitarte. Va a ser difcil que me encuentres objet Julin, buscando zafar el compromiso. Un amigo rico me invitar casi seguro a pasar una temporada en Punta del Este. Ema concluy impecable que el muchacho era un taxi-boy que dependa de los llamados de sus benefactores. A pesar de la reserva expuesta, vindose acorralado, Julin accedi a escribir sus datos en la agenda de Ema. Ignorante del su verdadero domicilio, que el ingrato siempre le haba negado y revelaba ahora complaciente, sin poderse contener Toms asi el librillo en el momento en que pasaba de mano en mano. Antes de que pudiera descifrar algo en l, familiarizndose con la caligrafa de Julin, ste manote y se lo arrebat furioso a vista y paciencia de la propietaria estupefacta. Lucharon sin cuartel, con gran peligro para la integridad de la agenda. Rodaron sobre las tablas del piso hasta encallar en el borde espeso de una alfombra hecha en un telar de Santiago del Estero. Toms, a quien la rabia multiplicaba la fuerza, termin por prevalecer. La destartalada agendita qued en sus manos. Consider la semiborrada inscripcin, pero sus ojos ya no la vean, ya no estaba interesado en averiguar nada, habra preferido tirarle al ingrato el librillo por la cabeza, pero no pudo; lo vigilaban los ojos preocupados de Ema. La vergenza le pas por la nuca como un cepillo. Bien que le tuviera verdadero afecto a Ema, qued tan incmodo ante la testigo de ese humillante enfrentamiento que evit verla durante el remanente de su estada en La Cumbre. Vecinos y forasteros testimoniaban que sobre el cerro Uritorco, vecino al pueblo de Capilla del Monte, platos voladores extraterrestres

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descendan, atravesaban la capa terrestre y estacionaban, a la manera del dios de los muertos, en un hangar subterrneo bajo la base del cerro. Luces sobre el Uritorco! Los platvolos s existen! Una anciana lugarea, interrogada por un canal de televisin de cable acerca de la sustancia de los aterrizajes, se extendi en pormenores: Si viera qu bonitos son! Bajan a cada rato. Yo veo las luces, cmo guian. La nave capitana, al descender, va rotando el espectro de un arco iris. Ahora yo, qu quiere que le diga? Soy una mujer vulgar. Tengo cara de papa. Pero si le expreso mis verdaderos sentimientos, debo confesarle que al fin aburren. Yo quiero un living amueblado y pan en la mesa, no que me ametrallen con juegos de luces. Recuerda aquel cantito? A los pobres les dan hueso y a los ricos les dan pan. A los pobres no les dan. A los ricos pan con queso. A usted no lo fatigaran los aviones a reaccin, si viviera al costado de un aeropuerto? Ya s que es distinto, estas naves de aqu vienen de una tierra de nadie. Esa noche Eduardo, el msico de Colonia, y su hermano, el de la dentadura despareja y los chalecos, tocaban en Capilla del Monte, justo en el pub enjardinado sobre el arroyo donde descendieron. No vea a Eduardo desde la tormenta que inaugurara la estacin lluviosa. Hoy, un cinto de trebejos de plata y unas bombachas de gauchito, un aro de cuero en el pescuezo, varios aros de metal en los lbulos y ristras de finas pulseras en las muecas, trasportaba los amplificadores hasta el podio, una plataforma de madera baja. Se saludaron y Toms le present a Julin. El msico torci la boca y baj la vista, turbado en su ntimo pudor por un motivo que l mismo tal vez no quisiera reconocer. Ya de por s lacnico, se volvi positivamente mudo. No volvi a dirigirle la palabra. El hermano en cambio, que tena novia, y por lo tanto le importaba un pito el acompaante de Toms, no estaba receloso, sino sumamente amable. A partir de esa noche los visit con frecuencia, trayndoles demos del grupo plagados de la palabra nena. El gauchito, entretanto, montado en la tarima, de lo sublunar reina soberana, entonaba un aullido delgado a la luna, que des-

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punt en el cielo, distante y prxima, como la lamparilla que sostiene Bottom en El sueo de una noche de verano. Eduardo solt la guitarra y se desplom en los brazos de su fratello. ste lo recogi y lo abanicaba, ante el suspenso pblico. Es un vahido, disculpen, dijo el hermano, y empez a cantar en lugar de l. De entre los concurrentes, Toms reconoci a Tito, compatriota apuesto, aunque le faltasen algunos dientes. Funga de cuidador en una casita cerca de Capilla del Monte. Se dedicaba a la caza y cra de pjaros, zorzales, calandrias, churrinches. Las puntas del pelo exhiban vestigios de una tintura color platino que se haba aplicado meses antes, en la poca en que segn l haba trabajado como modelo en Buenos Aires. Perseguido por un dulzor un poco ptrido, Tito marcaba puntos con las mujeres maduras y apostaba a ganar. Ahora, por ejemplo, se haba amartelado con una espaola de edad indefinida que acampaba en el bosque cercano. Ella le facilitaba cocana. Tuviste un topetazo con Tito? pregunt Julin, celoso o excitado. No, Toms no haba tenido un topetazo con Tito, por ms que una noche lo visitara en su rancho, junto con un amigo, para tomar cerveza y compartir un asado. La tucumana que trabajaba en la barra entre mscaras y un largo objeto de caucho coronado por dos cabezas seal a un morrudo con aspecto de guardaespaldas: era la conexin que venda frula. Toms le hizo confianza y le entreg un billete. Pasaron los minutos y el morrudo no regresaba. Al fin desesperaron. Tito sugiri visitar a la espaola en su carpa para pedirle o comprarle un gramo. A cambio de la mercanca la espaola exigi nada menos que un derecho de pernada: el rubio gan ex modelo deba fornicar con ella una vez ms. Mientras Toms y Julin aguardaban en la camioneta, la tela de la carpa empez a agitarse en todas direcciones, cimbraba a ojos vista por los impactos de un combate interior. Al fin, con el cabello en desorden, dando tumbos, Tito emergi de la carpa con un gramo y Toms se lo pag. Traa adems un paquetito de hongos que le haba birlado a la espaola y que com-

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partieron. Los hongos no servan para nada. Pero la cocana result excelente. Tito mezcl el polvo con unas gotas de agua en el cuenco de una cuchara que traa en la mochila, ajust una correa alrededor del bceps, llen la jeringa y busc una vena para inyectarse. En el pliegue del codo surga un promontorio o callo alrededor del cual estaban tatuados los rayos de un sol luciente. A pesar de haber sealado de manera tan enftica el blanco de su goce, haba perdido las venas en ese lugar a causa de los frecuentes pinchazos; intent alcanzar una vena, pero no pudo; entonces se descalz y se pinch el empeine. Se col una burbuja coment. Hay que extraerla para evitar un soplo al corazn. Succionaba sangre con la jeringa y la vaciaba, regando chorros rojizos entre los rboles del bosque. El paquete, que no todos consiguen, envuelto en papel de seda, deba alcanzar para los tres. Toms envolvi el remanente de la mercadera y esper que el pajarero se limpiase la sangre con un pauelo sucio. Despus de depositarlo en su vivienda, volvieron a la casa y se pusieron hasta las narices. Otras veces la blanca haba excitado la verborragia de Julin, Pero esta vez cay en un mutismo ominoso. Urgido a manifestarse, rompi a llorar. Soy un bichicome pronunci, moqueando. No tengo dnde caerme muerto. Mi viejo era dueo de una casa; la vendi y se gast la plata en vino. Nos dej en la calle. Tanto mi madre como yo dependemos de mi padrastro, un cavador de zanjas tan asqueroso como mi viejo. Qu voy a hacer? Qu trabajo voy a conseguir? Los datos acerca de la familia eran conocidos. Pero el siguiente dato no: No sirvo para nada. Hace cuatro aos repito el mismo curso de la secundaria. Contradeca a las claras un embuste previo, confeccionado ad hoc en los das de Parque del Plata: Mi madre me considera un genio. Pas el ao con slo tres materias para examen. Para cambiarle las ideas, Toms trajo lpiz labial y delineador. Lo maquill la Carmen, con la boca muy roja. Esparci los me-

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chones sobre la cara y los pectorales, que moj con aguardiente. Este mueco amdidextro, esta poupe diseada negaba qu?, afirmaba qu? Si debiera pensar que no es sino un mueco, o una mueca, le aplicara las categoras que me sirven de ordinario para agrupar las cosas espacio-temporales. Pero no. Aqu hay el misterio de una mirada que parece viva. Ah, Lolito! A pesar de la obstruccin nasofarngea, la bronquitis, el ardor en los ojos, el escozor en la mandbula, el latido en las sienes, el cansancio paralizante, a la maana siguiente Toms exultaba. El llanto de Juli, su protesta de emocin y sentimientos, su demostracin de efmera ternura incluso hacia Toms, no haba significado otra cosa sino lstima por s mismo. Pero el camino de las lgrimas estaba perfumado, el cielo luca ms brillante despus de la tormenta. Luisa, recin operada, convaleca. Un conocido de Toms, Guido, cocin para ellos algunas veces en reemplazo de la ausente. Guido era lo contrario de Julin. Nacido y criado en Crdoba capital, prefera la vida del campo, o por lo menos esa interzona de los puebleros de la sierra donde, falto de un trabajo regular, sobreviva del pichuleo y la hospitalidad de los amigos. Julin, al orlo, arqueaba las cejas con una media sonrisa, entre apiadado y divertido. Adepto a la joda urbana, nada le pareca ms absurdo que los planes agrestes y minimalistas del cocinero. Sali al jardn en su eterno minishorts, con la pretina desabotonada, porque el descanso estival le haba aadido algn kilo, y por el solo placer de interrumpir a Guido y Toms, que conversaban al borde de la piscina, se sent, deliberado, sobre las piernas del ltimo y empez a besarlo. Fue el mismo procedimiento que haba empleado ante Benegas. Al arreciar las caricias el testigo, incmodo, se levant y se fue. Acto seguido Julin volvi a la casa y se tir en el sof a dormir la siesta. Un nio desconocido entr por el portn montado en una bicicleta. Usaba sombrero de paja con barbijo; el sudor le goteaba so-

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bre la frente y los cachetes enrojecidos. Para secarse la cara empapada sac del bolsillo de la jardinera un pauelo de fantasa estampado con los tres chanchitos. Y enseguida, sin decir agua va, sin saludar siquiera, se ubic al costado de Toms, que lea sentado en una banqueta, empujndolo rudamente para hacerse lugar. Qu les? Esta casa es tuya? Con quin vivs? Sin esperar respuesta, le enjaret de un tirn: Mi nombre es peligro. Peligro! Soy malo y no me importa! Soy el demonio, soy el Satans de estas alturas. Soy muy malo! Mato nios, mato abuelos. Te odio! Aunque ests borracho, aunque ests dopado, aunque seas careta, te matar! Tens miedo? Quers ver sangre? Quers que desgonce a alguno? Quers que le corte la pierna a alguien? Cul es mi nombre? Satans! Soy el demonio embrujado, soy un peligro andante, caminante!, viviente! No quiero a tu abuela! No quiero a mi novia! Quiero ser peligroso! Uso cuchillo, uso motosierra, uso todo. Me gusta matar y ver sufrir! Qu me gusta, estpido? Mi nombre es peligro! El nio estaba en la cima de su exaltacin cuando apareci Julin, pachorriento; cerraba un ojo a causa de la resolana, que le daba de frente. Tom al gur de un brazo, lo sac del asiento, le dio un empelln hacia la salida, mientras vociferaba: ramos pocos y pari la abuela! Y al cerrar el portn: Nene, en tu casa estarn nerviosos. Andate rpido, porque voy a soltar los perros. Ojo; no vuelvas ms! Un perro salchicha husmeaba por el patio, la cola parada como una antena. Al descubrirlo, Toms le sirvi un tazn de leche. Es el cuzco del vecino. El can sorba rpido con la alongada lengua, formando un torbellino malabar de gotas. Justo entonces entr Julin, que haca sus rondas de vigilancia. A pesar de tener una pierna acalambrada o dormida por culpa de una mala posicin en el sof, de donde acababa de incorporarse, igual se agach, tom al animal por la cerviz y lo llev al lmite del terreno. All le aplic un soberano puntapi que lo elev por el aire una gran distancia. Estupefacto

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por la repentina violencia, aullando de dolor y terror, el salchicha aterriz en mitad de la calzada. Para que hiciera un poco de ejercicio, Toms le pidi que fuera a comprar melones. Julin trajo melones, pero falt dinero del vuelto. Al da siguiente lo mismo. Considerando que provea sus expensas, que le brindaba regalos y atenciones, su anfitrin se molest por las rateras que lo escarmenaban. No me diste el cambio justo. El artero no respondi directamente; slo anunci que, en vista de la actitud de Toms, decida: Ecco il tempo di partir; me ne vado. Averigu los horarios de los buses. Sac la mochila del ropero y empez a empacar sus pertenencias. Al ver que su anfitrin no intentaba retenerlo, interrumpi su tarea; lanz una ojeada rpida hacia la zona que ocupaba ste y dijo con voz calma: A vos te trat bien, comparado con otros. Fue un golpe tctico. Toms sopl el humo del cigarrillo hacia la cara tersa. La perspectiva cambiaba. Ah, s? Qu les hiciste? Los desvalij. Oy un chisporroteo; el choque elctrico no avisaba. Un cajn secreto, imprevisto, se abri de golpe ante sus ojos. Me gustara si es posible saber cmo lo hacas. Le pas un brazo por la espalda, lo apart del equipaje, lo condujo hasta el sof. Cmo era? Yo no portaba armas. Salvo una vez. Sala con un pinta, lo vea en su casa dos, tres noches, averiguaba qu cosas haba, si tena revlver, si viva solo o acompaado, a qu horas sala y por dnde podran colarse mis amigos. Despus les explicaba. Entonces ellos se metan en la casa y le afanaban todo. Pero a vos, en cambio, no te rob. No haba nada que robar opuso Toms. No creas; ellos, cuando entran, se llevan hasta los buzos.

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Le dio carne de gallina pensar que alguien tan central en su vida podra haberlo traicionado de un modo alevoso, desvalijndolo. Chispazos apremiantes lo atravesaron, su cuerpo se estremeci en un escalofro fugacsimo, como un relmpago, que lo sacudi de pies a cabeza y lo hizo arder, se sinti agujereado en la mitad de su cuerpo por una boca de tormenta, por un vacio abismal, que preludiaba la desintegracin del universo. Me escurro fuera de m. Julin era la amenaza oculta, la muerte oculta. Era la parte del diablo. Pero ms all del albur de un robo, ms que un ocasional saqueo, tema que el muchacho, centro de sus afectos, pudiera desaparecer de su vida de repente, en cualquier instante, sin previo aviso, pudiera desaparecer para siempre junto con sus pertenencias sin que l hubiese vislumbrado realmente cmo era. Deba retener a ese ladrn desconocido, costase lo que costase. No slo a causa del dudoso honor de no haber sido asaltado a mano armada. En qu difera l de las vctimas? Por qu se haba abstenido Julin de organizarle una destruccin a domicilio? Lejos de repelerlo, la confesin lo enardeci. Aunque sus peripecias fueran muchas, tal vez se dejaban reducir con facilidad a dos o tres categoras recurrentes. Pero la indefinida, misteriosa libertad, su puro y total albedro, su capricho o su saa o su impavidez, sntesis inagotable de iniciativas no reveladas, nunca tan presente y peligrosa como cuando se descuidaba de l, lo aturdi. Hizo una sonrisa torcida. Como el prncipe feliz del cuento, haba desdeado hasta el presente tomar precauciones. Haba desdeado suponer motivos ocultos a la conducta manifiesta del otro. Ahora Julin rompa su reserva. Lo recorri un chorro de lucidez. Haba esperado que el muchacho llegara a tomarle cario. Pero ahora el fantasma, el metejn que haban creado entre ambos, se transformaba en lo que siempre haba sido: pasin de curiosidad. La mejor manera de neutralizar a tu enemigo es conocer su prximo paso. Ms dignas de atencin que las crnicas policiales, esas inmundicias escritas al dictado, mis noticias estn aqu. El muchacho se qued esa noche; tambin se qued la siguiente, y se qued otras. Al ver que Toms entraba en vereda, recuper su reticencia.

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Las siestas se hicieron ms breves; mientras l trabajaba, Julin iba casi todas las tardes en micro hasta una tienda de ropa de Los Cocos, atendida por una amiga de Guido, una portea rubia de corpachn inmenso, versin aumentada de Lisa Presley. All el chivato falluteaba era su expresin favorita para aludir al intercambio verbal mientras Lisa venda ropa. El ndice entre dos pginas, escuch el tintineo de la campanilla, el chirriar de la puerta de entrada. Julin volva a esa hora casi crepuscular. Un relmpago le cort a Toms la respiracin. La alegra no me deja sentarme en la silla, me para de un salto y me lanza a dar zancadas por la pieza como un tigre en una jaula. La inconmovible, la indestructible aparicin del muchacho resultaba siempre efectiva, siempre eficaz, siempre convincente. No me burlo. Lo nico que me importa es la idea. Que all apareciese una idea dependa de factores estructurales como el esqueleto pero tambin del cutis sudado o brotado de acn. Hoy, ayer, cul era la versin ms lograda de la idea? Ni siquiera la peor era deleznable. Lo abrazaba como si no se hubieran visto durante semanas. Es el dos de febrero, la fecha de Iemanj. Te acords? El ao previo haban festejado juntos sobre la costa. Ahora, lejos del estuario, cmo le haran? Iran al arroyo en vez de al mar? Por qu no? Recogieron una brazada de anmonas, calas, rosas, margaritones, calndulas, corolas flamgeras que Belarmino llamaba orejas del diablo. Llevaron velas y miel y se instalaron en un meandro recoleto del arroyo San Esteban, donde el agita se apuraba. Julin encendi una sola vela, desprotegida; a pesar de que intent cubrirla con el cuerpo y con las manos, el viento la apagaba una y otra vez. Toms encendi las suyas junto a unos arbustos para evitar que la brisa las extinguiese. Cada uno escribi en un papel un mensaje a la diosa. Enterraron los mensajes, cada cual por su lado, junto a las velas. Toms verti miel sobre las flores y deposit el ramo una Ofelia floral en el agua; el ramo flot, alejndose con la corriente, gir un poco antes de hundirse del todo.

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Esa noche acabaron en un concierto en La Falda. El nombre del grupo era Cabellos son poderes. Debajo anunciaban, en letras rojas sobre una banda negra: El felino del astroflash. Humildes, a veces extravagantes, fueron llegando los pjaros zonales. Babeaban una mecha cada sobre la boca, el amorcillo, violeta o fucsia, o los tirabuzones rasta, que iban del rosado hasta el champn. Los ms optaban por la socorrida, a veces mugrienta, cola de caballo; eso siempre funcionaba, ya que la euforia suele soltar el moo. Deshacer la trenza en cambio, que se pega segn el fragor del pogo a la espalda sudorienta, resulta laborioso. El cantante del grupo telonero era un tusn retinto de capa negra, gran pico amarillo, calzas que aplastan las bolas. Le decan el Demonio. Ms murrio y agresivo de lo que se esperaba, estren bailanteros trancazos. Un haz de luz, desde abajo, en forma de pirmide de cristal, le perforaba el perineo. Mechones verticalizados por el bosque ptreo de las geles daban la impresin de culminar el kundalini del ano. El aroma txico de la laca, con que se mantenan enhiestos los batidos de mamachas de los ms faroleros, se una a la catinga entre los pebetes agolpados en el pogo, tteres espsticos que trapaban a la plataforma. A su turno los guardias de seguridad los vomitaban, acelerando el holocausto compulsivo ante la bandeja de los dioses. Desde la barra del bar, un amigo viejo y fiel que no guarda rencor a los desprecios, sobrio, enflaquecido, suba a un platvolo volador que pasaba a recogerlo y observaba desde la altura el halo de las poblaciones, el hangar que giraba como una colmena enloquecida. Los Dioscuros Felinos eran una dupla de cantantes-bailadores. Avanzaban y retrocedan al ritmo funky, el talle ajustado por medias stretch semitransparentes y rotas que libraban los pezones y los bceps. Uno, alto, se llamaba Bibi; una redecilla traslcida le aplastaba el pelo. Twiggy era bajo, gil petit boxeador con apliques oro en las extensiones rasta. Temblaba la tierra, pareca, por un derrumbe masivo, cavernas y montes enteros caan bajo la concusin del vibrato. Al promediar el concierto, Bibi desmembr un mueco de paja disfrazado de polica, le sac del vientre una tira de chinchulines y ley el mensaje entreverado de las tripas: El polica dice: Djennos sancionarlos en el nombre de todos.

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El dragoncillo compaero, halagado por el aguante, zarpull a un farfullador que lo insultaba: Con esa camiseta parecs un turista frustrado! Te conozco desde la secundaria y ya eras cagn! Me encantaba jugar siempre a ser mujer, a pesar de que insististe en hacerme varn. Mujer de noche; hombre de da, es algo que vos, mientras dormas... Vos jams pudiste controlarme! Neverknow! Yo prefera jugar siempre a ser varn, a pesar de que insististe en hacerme nena. Mujer de da, hombre a escondidas? Es lo que soy! Sin gnero. As es mi vida. Haba perdido a Julin, que esa noche se mostraba ms que nunca distante, poco expansivo. Se dej arrastrar por el gento hacia los kioskos de bebida, donde cruz a un locutor conocido suyo que tena a su cargo un programa musical en radio Crdoba. El locutor lo invit a acompaarlo a los camarines, donde entrevistara a los Dioscuros. Se toparon con Bibi el jarifo alto toalla al hombro, secndose el cuerpo. Por qu se maquillan, se pintan las uas, se criban de aros? Enfatizamos la imagen porque si los pibes se parecen a nosotros, esto es una etapa en su camino para individuarse. No pienso que quieran ser como yo. Ms bien, slo quieren mostrar que no son como cualquiera. No creo que estn tratando de volverse copias de a uno por uno. Nuestro aspecto es una expresin de nuestra manera y pienso que los chicos lo eligen por un motivo, para manifestar que no quieren ser peleles de la moda. Lucir como nosotros no es estar a la moda. Aprenden que pueden expresar su sentir de cualquier manera. No escuchen a las estrellas, ni a los padres, ni a nadie... Hagan lo que quieran! No aparecemos siempre igual, no seguimos un concepto. Tampoco nos bajamos del podio y nos transformamos en el vecino de al lado. Seramos un show de drag. No pods mostrar algo que no seas vos. Te sentiras incmodo. La gente se dara cuenta. Se melaba con crema de menta los tatuajes, una sucesin de mscaras y pentmetros azules alusivos. Entr Twiggy, su pareja musical, los labios pintados de violeta: Fantaseo con el murn, un varn mujer no necesariamente homosexual, capaz de concebir hijos. El locutor agradeci, concluyendo para la audiencia:

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Los Felinos rompen a tu niito, rompen el paquete de compulsiones y hbitos que con tesn le inculcaste a travs de aos de aprendizaje vigilado. Lo rompen por vos, aunque no para vos. Agradeceles igual. Afuera diluviaba; el viento haba arrancado la pinocha de las ramas, dispersndola sobre los senderos y las carroceras de los vehculos. Al no descubrir a Julin por ninguna parte, corri y se refugi en la camioneta. Aparecera, tarde o temprano, sin necesidad de buscarlo; era la ventaja de vivir aqu, en un enclave de laboratorio, un circo de Liliput, bajo un rgimen de libertad condicional. A travs del parabrisas vea a los chabones que dejaban el hangar y se escurran al costado de la camioneta. Los focos iluminaban calzas de spandex, un antebrazo cubierto de esclavas, collares de coral, muequeras de cuero o de toalla. Iluminaron, tambin, la chaquetilla blanca de Julin, su perfil deformado por el correr de las gotas contra el vidrio, mientras se acercaba a la puerta. En el espejito adosado a la visera del parabrisas control que la crin estuviese acomodada, los mechones sujetos al caracol pequesimo de las orejas. El chofer maniobraba dividiendo el aguaje, pero captaba al mismo tiempo, de soslayo, instantneas furtivas de la flor azteca que un fondo negro del cabello enmarcaba y separaba de su entorno. La curva del naso, los pmulos felinos, los belfos rotundos; esa mezcla de soberbia y de suavidad, ese lenguaje privado ms all de los referentes tnicos y de las connotaciones econmicas, no formaba parte del mundo; un mundo emanaba de l. Deba retenerlo durante un cierto tiempo, no para concluir nada, sino para estar prximo a ese mbito portentoso; mitad de su atencin puesta en l; la otra mitad reservada para el manejo. Apresurndose con lo que poda darle el corazn lleno aceler hasta la casa. No se trata todava de la destruccin fsica del cosmos tal como presagian los mitos. Presionaba a Julin, preguntndole si lo quera. Recin te estoy conociendo contestaba el otro, remiso. Prefiero no hablar de eso, no me acoses. Tengo verdadero inters en vos.

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Ya s que sos al pedo. Pero me gusts. Entonces tens mal gusto. Verlo estaba asociado a sentimientos a veces poco agradables, tanto que, excepto bajo una ecunime luz moral, que lo justificaba como una oportunidad para aprender, estara a veces a mil millas de distancia y contento de tenerlo lejos. En la trastienda del Club Ciclista de Los Cocos no haba camarines. Slo un cuarto grande sin muebles, con una palangana en el suelo. Debido a la falta de confort el transformista Luciano tardaba mucho tiempo en producirse y aparecer. Su edecn entretanto, el Chinito, un joven de la sierra que haba trabajado como travesti en Buenos Aires, se asomaba al escenario y peda paciencia al pblico, que aplauda y pataleaba clamando por la estrella. Luciano ajustaba la moa del vestido, experimentaba con el rouge. Apareci disfrazado de Ruby Keeler, la actriz del musical La calle 42. Enseguida despus del tap dance volvi a esconder su afilada silueta en el cuchitril. Los espectadores quedaron sumidos en una segunda, an ms desconcertante operacin de tinieblas. Sobre la escena vaca se apagaron tres focos de colores, de manera que cuando Luciano emergi de nuevo en capelina verde deslavada, cintas y vestido ajustado al torso de caa, cantando La vie en rose en lipsynching, plasm un neto chiaroscuro que acentu las bolsas bajo sus ojos, esas protuberantes vejigas enharinadas. Bajo tal impresin, una mujer del campo que haba llevado a sus tres criaturas, exclam en voz alta: El trolo es masoca! Su tercer avatar consisti en una gitanilla de rutilantes volados, cuyo desenfado risueo exhiba encas carentes de caninos; bajo el frente justo de la falda se esculpa, excesivamente ntido para los propsitos de Luciano, el volumen de su pene. Finiquit interpretando una graciosa tonadilla por soleares: Solterita quiero ser/ solterita quedo yo. Una maana se les ocurri guardar el recuerdo de su correra a una regin de cerros crudos, y pasaron por casa de Eudoxia con el fin de pedirle prestada una cmara de fotos.

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Qu joven, qu guapo es! se quejaba, inconsolable, la longeva, frente a un Juli resplandeciente. Apretaba, exprima con los dedos las mejillas del zafado, una sonrisa de labios deformes, ameboides. Los que no tienen manos son presa de los que tienen manos; los que no tienen piernas son presa de los cuadrpedos; los ms dbiles son el alimento de los fuertes y por regla general un viviente es comida de otro. Lo que hay detrs de cada mscara es un estmago. Y el planeta es un gran esturin. No vinieron aqu, ya s, para invitarme a Los Terrones prosigui, matter of fact sino a recabar apenas una cmara. But Ill tell you one thing: aunque no es nada que me interese, nunca fui a sos... como quieran llamarlos... terrones. Una vida aqu, y nada. Toms se excus: Unos amigos nos esperan. Van a llenar la camioneta. Qu clase de amigos? balbuce Julin, sinceramente sorprendido. Eudoxia apret el bceps de Toms, para indicarle que acceda. Se limpi el dulce de leche del bigote con una servilleta, se desat el delantal, enred una chalina sobre sus hombros puntiagudos, se aprovision de cmara, rollos, lentes de sol, sombrero de paja color jacarand. No me olvido de nada. Ah, una botella de agua mineral! Por Dios, dnde estn las llaves? Y arrancaron. El chofer del camin a la vera de la ruta les indic un desvo a travs de una regin de altas cumbres, que deban seguir para llegar a Los Terrones. Qu polenta tiene! murmur Eudoxia tras la gasa, como si Obern en persona le hubiera administrado, a travs de la retcula de la tela, el polen de una flor roja. Y despus: Adis, seor! agit el brazo descarnado que cubra el evanescente foulard. No se resignaba a que camin y camionero desaparecieran tras un recodo. Viraron por una trocha en herradura, maravillosa e incomparable, que ondulaba y se retorca sobre valles y colinas en direccin al

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este. Llegaron a un mundo con el que jams haban soado: era el verdadero mundo de los indios montaeses, al este del sol y al oeste de la luna. Las chozas, como la gente, morena y arrugada, parecan haber surgido de la tierra misma, efecto de la calcinante accin del sol sobre las ptreas murallas, las vertientes guijarrosas; un panorama spero en sus dorsos y sin embargo accesible, con horizontes que invitan a la aventura, sin cadenas infranqueables ni mares ilimitados; y luego el clima seco y exultante, suave pero sin pereza, frondoso pero sin torpor, excitante pero sin extenuacin, rico en vientos que sobresaltan. Por largos trechos siguieron campo a travs, entre desfiladeros, salvando pedregales o laderas tapizadas de menuda hierba, en busca de la interrumpida trocha. En otros, el camino de herradura estaba tallado sobre la roca como una repisa. Dando vueltas de caracol ascendieron a una meseta. El encargado del parador se ofreci como gua a cambio de una propina. Pero ellos eligieron andar solos. Les seal, con gestos y palabras, los vericuetos que bajaban hasta una caada y luego suban hasta la mayor cima, una cresta esqueltica que pareca oscilar ante ellos. Bajaron sin apresurarse por escalones irregulares y gigantes hasta una franja arenosa por donde corra un torrentito. Arrodillados al borde del agua fra, se lavaron las manos y la cara. Ciega por los destellos, empecinada con las sedas de caballo, slo pisar el minsculo diluvio de la cascada, la fotgrafa gast un rollo entero en instantneas del nio. Eudoxia se nutra vida de las mieles del mancebo. Ante los refistoleos de la obsesa, entre sonrisas y sonrojos aumentando en importancia, Toms ya no supo qu hacer; los dej, pues, a su suerte, aunque, por un prurito de cortesa, volvi atrs dos o tres veces para cerciorarse de que avanzaban sin contratiempos. Sin embargo, despus de un rato, le apeteci correr. Huy para adelante en el cncavo microclima; se le llenaron los pulmones de aire rudo, helado casi, que secaba el sudor, enfriaba el cuerpo, arrancaba lgrimas. Salt por sobre un fascculo de flores amarillas, se aboc a una colonia tupida de mariposas celestes; zigzagueaba, rebotaba.

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Un sentimiento punzante lo sobrecogi, como el retumbe de un rezongo; preso en la trampa de su propio impulso haba descuidado las indicaciones del lugareo; haba sobrepasado sin duda el correspondiente desvo y continuado en la direccin errnea. El embudo de la caada, cerrndose cada vez ms, no daba trazas de practicable. La corriente, que haba remontado hasta entonces, manaba de los entresijos de una roca de flancos verticales. No poda seguir avanzando. A pesar de lo cual se resista a deshacer lo recorrido para no toparse a boca de jarro con sus compaeros. Consideraba el regodeo de Eudoxia vis vis el chongo; recordaba el comentario de ste acerca de la madura y, segn l, apetecible viudita de Ro Cuarto. Aparta de m ese cliz. Por una vez experimentaba los celos del cclope Polifemo en su gruta pedregosa. Los descubrira, barrunt, fornicando tras la copa verde, poco tupida, de un espinillo: la desgastada, jadeante pichona Galatea amartelada en contorsiones de trabajosa cpula a Acis, el chongo Julio. Desde sorprenderlos para no tener que matarlos a pedradas. Era prematuro preocuparse del regreso. El sol todava estaba alto. Los terrones ascendan en espirales, exhiban colores sorprendentes, diversos a cada vuelta salomnica de los remates. Toms quera a toda costa descubrir el camino alterno que le permitiese obviar la confrontacin odiosa que ms lo afliga. Le arda la cara. Intent trepar los flancos del caadn, se aferr a sinapsis de rizomas que se desprendan del parco polvo de roca apenas l procuraba asirlas. Los pedruscos donde procuraba afirmar los pies tambin cedan y rodaban pendiente abajo. Aumentaba, a medida que suba, el riesgo inminente de que cayera. No era alpinista, no tena ni pico ni cuerda para escalar. Anticip su despee al fondo del barranco con la columna vertebral partida. Entonces se arrepinti, busc descolgarse de su percha con cuidado mientras an era posible. Las bayas de un arbusto interrumpieron el panorama del cielo donde planeaba un guila; agit las alas justo encima de l; las plumas se abrieron para l. Pas las yemas sobre las brutales espinas de una crucera. S, estaba perdido. No tuvo ms remedio que volver atrs, temblando ante un encuentro posible con los infames.

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Localiz el desvo que debera haber tomado ms temprano; incluso descubri un cartel indicador, que en su viaje de ida ni siquiera haba percibido. Con humillacin, con prisa, subi una cuesta al sesgo sin rboles ni maleza hasta llegar a la pelada cumbre del pico ms alto. El viento azotaba con nervio. Ante el ensanche brutal del panorama se mare. Le faltaba el aire. Tuvo que tirarse al suelo. Temblaba como una hoja. Desde all se despleg a sus ojos el pas en varias leguas a la redonda. En la direccin nortea, abajo y a lo lejos, reconoci la meseta en donde haba estacionado el coche y el parador de donde haban partido caminando. Asomados a la baranda, no lejos del vehculo, distingui a Eudoxia y a Julin como si fueran dos semillas negras. Haban terminado el periplo y parecan escudriar, con las manos a modo de visera sobre los ojos, tratando de descubrir el punto justo donde l estaba ahora. Bebi un trago de la botella que haba aferrado, sin darse cuenta, durante todo el camino; era la botella que Eudoxia haba trado a la excursin, con la que l inadvertidamente huy, privndolos de agua. Sinti vergenza, sinti despecho. Tan pronto dispuesto vengarse, su vanidad y su imprudencia quedaban satisfechas por igual. Luego de tirar con un gesto despectivo la botella de agua mineral, emprendi el regreso. Equivocaba el sendero una y otra vez a causa de la turbacin. Lacerado, sudando, trepidante, alcanz, despus de varias marchas y contramarchas, el arroyito inicial, donde Eudoxia haba descargado su metralla fotogrfica sobre Julio. Camino del cielo, los tres haban dejado all huellas impresas sobre la arena hmeda. Un contrito Aquiles frente a dos orgullosas tortugas, no confes que se haba perdido; dijo, ms bien, que haba investigado, por espritu de aventura, otras laderas y caones y para dar color a su currculo exager un poco el lance. Pero Eudoxia insista en contraponer una versin diferente: Ya s que te escondiste a dormir la siesta bajo la copa de un palisandro. La claridad del crepsculo iluminaba el agua alquitranada en los ojos del indio.

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Ahora, solos, caminaron por los terrenos cercanos a la cancha de golf donde chalets de otro tiempo se alineaba entre vastos jardines. Ni un rbol de grandes hojas claras, con frutos incomestibles en forma de balones, ni ningn otro enigma botnico interes a Julin ni lo sac de su mutismo. El novio lo estrech por la cintura, escudri los ojos violceos que apuntaban hacia otra parte. Intent besarlo. No me gusta que me besen. Pero si nos besamos desde que nos conocimos, siempre, desde hace un ao. Desde que empec a coger con guachos, cuando era chico, me acostumbr a no besar; siempre que puedo lo evito. Una hora ms tarde los grillos, las ranas, iniciaron el relevo. Sentado en un banco del jardn Julin miraba las estrellas. Si tu caballo se aleja, no lo persigas. Si de veras es tuyo volver solo. Pero si ests acompaado de gente mala, cudate de cometer algn error. El chaval entr a la sala. Un peluquero me ofreci ciento veinte dlares por mis mechones. Pienso cortrmelos. Toms coligi que lo deca para provocar. A todo esto La Cumbre iba a tener su espectculo veraniego en el nico teatro de butacas chirriantes e incmodas, utilizado de vez en cuando para jugar al bingo. Un grupo de cantantes ad hoc de la capital representara Lady Macbeth del Distrito de Misensk, la pera de Shostakvich. El electricista de la compaa, conocido de Toms, le pidi que lo ayudara con las luces. Alivi por unos das su preocupacin esencial con Julin. El pblico del estreno inclua el tout La Cumbre: un pintor oleaginoso con esposa de pelo oxigenado, dos agentes inmobiliarios, cinco antiguos ingleses y tres antiguos ucranianos, ms una concurrencia robada al festival de Cosqun que se celebraba en esos momentos. Lady Macbeth fue la primera pera la primera obra escnica que Julin presenciara en su vida descontando los culebrones de la televisin. Toms obtuvo para l un asiento en mitad de la tercera fila de platea, mientras l mismo, escondido tras bambalinas, espiaba con toda tranquilidad sus reacciones.

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El argumento transcurre en una zona rural al sur de Mosc. Katarina, la mujer de un hombre de negocios, se enlaza con Serguei, mozo rubio que carga el heno de la granja. Ausente en un viaje comercial el marido de Katarina, el padre de ste, un anciano lujurioso, se hace cargo de la casa. Por las noches ronda el patio solariego con la esperanza de ver abrirse la ventana del dormitorio de la joven. Entretanto el pen Serguei copula con su ama. Al notar que el anciano hace sus rondas, Serguei escapa por la ventana y se descuelga por el cao metlico de un desage. Por desgracia el cao cede y se desprende, cayendo sobre el patio. Alertado por el estrpito, el suegro aprehende al infractor. Con ayuda de la servidumbre Serguei es izado en el aire con garfios que le han ensartado en las tetillas y el anciano lo zurra a latigazos hasta desmayarlo de dolor. El ejercicio le da hambre. Katarina le prepara una espesa sopa de hongos a la que aade una pcima para las ratas: Es amanita muscaria explica extrada de la orina de un chamn mongol. Te har ver las cuatro columnas del universo. El viejo toma la sopa, canta como la campanilla de una estacin ferroviaria, y cae muerto. Tales alternativas de grotesco macabro hacan rer a Julin a carcajadas. La mujer separ de repente el cuerpo del borde de la mesa y bebi hasta vaciar el vaso. Estuvo un rato con los ojos cerrados, escuchando. Es mi marido que vuelve; lo s, reconozco la manera con que crujen los ejes de su carro. Matmoslo. Katarina y Serguei acuchillan al marido y esconden el cuerpo en el stano. Apenas pasado un mes los amantes se casan. El da en que celebran la boda el comisario de polica, uno de los invitados a la fiesta, descubre, a causa del mal olor, el cuerpo putrefacto del asesinado esposo entre barricas de aceite y bolsas de papas. Los culpables son apresados y condenados a destierro en Siberia. La caravana de presos se abre camino a pie por la estepa invernal y nevada. Al casarse con Katarina el ambicioso Serguei haba buscado posicin y fortuna. Ahora, siendo ambos prisioneros, pierde su inte-

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rs y la abandona. Ella lo reclama y lo insulta; exasperado, l la manda azotar con un cinturn por otro preso. Una expresin horripilada y a la vez absorta apareci en el rostro de Julin. Como si pensase: No me siento separado y distinto, mi entidad se confunde con el castigo de la escena. A la noche siguiente acampan junto al Volga. Lo cruzarn en balsa cuando amaneciera. Aprovechando la oscuridad, Serguei se junta con Sonia, otra prisionera. A cambio de hacer el amor, ella le pide un par de medias. Aprovechador, cnico, Serguei se arrastra hacia la debilitada Katarina, le demuestra ternura y finge tener un pie helado. Ella se apiada y le entrega sus propias medias. A la maana, cuando los prisioneros se incorporan, Katarina descubre sus calcetines largos, horribles pero abrigados, con unos inconfundibles puntitos rojos, en los tobillos de Sonia. Bajo la mirada de los guardias, los prisioneros enfilan hacia el embarcadero. La msica se vuelve de plomo, el agua de la escena se solidifica en espirales estables. Entonces, de un movimiento diestro, Katarina arroja a su rival al Volga y a continuacin se arroja ella misma; la corriente las arrastra y ambas se hunden muy pronto. Todos aplaudieron. Julin qued serio. Ms tarde coment: Es una tarada. l ya andar con otra, sin preocuparse ni por Katarina ni por Sonia. Toms le quit los calzones con los dientes, le mordi una tetilla. Julin aull, tal Serguei cuando Katarina le retorca el dedo gordo como una papa. Cada relmpago confirmaba las nalgas del desnudo, como una doble Hagia Sofa. Parado sobre el colchn, Toms se dej caer; aplast mosaicos vidriados, claraboyas; un torbellino de cuarzo giraba dentro de un palo de agua. El espasmdico recto se ajust a la banana melada que lo bata. Te gusta as, te gusta? preguntaba Julin todo el tiempo, respondiendo a los bandazos. El anillo inteligente succion la leche limpita. Fue a lavarse y volvi envuelto en una toalla. Al extenderse sobre la cama pronunci, claro y distinto:

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Te quiero. Nunca antes lo haba dicho. De los dilogos telefnicos con la madre surgieron dos imperativos ostensibles para su vuelta a Montevideo. a) El estudio. La madre se haba comprometido a inscribirlo en el liceo; pero la participacin personal del interesado result imprescindible para el trmite de cambiar de establecimiento y de horario. b) Por intermedio de genetrix misteriosos seores le hacan llegar ofertas de empleo extraoficiales; tanto menos comprensibles cuanto que el muchacho nunca haba trabajado. La mensajera no especificaba la ndole de sus inversiones ni el ramo de sus negocios ni el tipo de trabajo que le ofrecan a Julin. La partida, en suma, era inminente; Toms resolvi fijar l mismo la fecha. Le pareci que eso al menos demostraba su intervencin en el asunto; lo haca sentirse dueo de s y de la circunstancia. Para amortiguar el trauma de la separacin, tambin l partira a Buenos Aires, viajaran juntos desde La Cumbre. Una vez all, el muchacho seguira solo rumbo a Montevideo. Cuando le anunci la data, las crneas de Julin enrojecieron, socorridas de lgrimas. No s vos dijo, a modo de explicacin pero yo nunca estuve tantos das seguidos con el mismo tipo. Aunque a Julin no le apasionaban las aventuras rsticas, emplearon las ltimas horas antes de su partida en conocer algunos lugares que no haban visitado todava. La camioneta corri por la calle gris, resbaladiza, mal restaurada; giraba con suavidad por las curvas desiertas; se introduci por senderos de grava poco visibles. Conducir acompaado por el gur le ensanchaba los pulmones, aspiraba la nublazn que dejaba gotitas de humedad sobre el parabrisas. El primer punto del itinerario fue Paso del Indio. En la falda de un cerro, bajo el alto dosel de una gruta, brotaba un manantial. El vrtice superior presentaba una hendidura, o lucerna, un estrecho pasaje por donde se filtraba el resplandor cimero del cerro.

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Por indio que fuese, Julin no era la persona indicada para intentar escurrirse por aquel difcil paso. De hecho, ni siquiera quera terminar de subir los escalones que llevaban a la gruta pero subi, casi a tirones, arrastrado por su compaero. Llova. Se refugiaron bajo el dosel de piedra. El agua chorreaba tambin por las paredes interiores, asperjeaba un vaho de gotas pulverizadas. Toms apret la boca contra el emporcado, empapado tusn, que apart el cachete y evit de un salto el beso. En cualquier momento puede aparecer alguno. En verdad no se vea absolutamente a nadie. Enseguida se escabull camino abajo. Toms permaneci en la altura unos minutos. Desde all vio el fondo del vallecito. Sobre un mantel de pasto muy verde y prolijo se esponjaba un par de gallinas. Era una estampa de la edad de oro, slo daada por la esquivez del chaval, ms duro que el mrmol a mis quejas. El lamento de un pastor perforaba el ambiente, abra un agujero a travs de ese ptimo enclave. La nocin de falta. Al descender recorri una zona baja del arroyo sombreada por altos rboles cuajados de fruticas rojas. All no creca la hierba. Eran esas fruticas las mismas que el bho Asclafo haba robado del infierno? Resbal sobre una costra de barro jabonoso. Pero no cay, al menos por entonces. Enemiga de los deportes, Julieta lo esperaba en el estacionamiento, donde un paisano de la zona venda piedras expuestas sobre un murete pintado de blanco. Las piedras eran de varios tipos y colores. El paisano responda a las preguntas y explicaba la virtud particular de cada una. Estn pintadas? pregunt burln Julin. El paisano lo ignor, como si una vida sufrida le hubiera enseado a mantener la dignidad callando. Toms compr una mica roja y negra, una pirita verde, y un guijarro blanqusimo. La nariz del coche surgi casi vertical sobre el cerro Campana. Haba llovido casi todo el da; ahora, apenas, escampaba. Vamos a tener el mejor de los tiempos. Templado, seco, estable.

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Los neumticos trazaron una espiral sobre el barro; el tardo sol despunt entre un aura de vapores que pronto se disiparon. Desde la altiplanicie se dominaba el panorama de una postal de Baviera, una Baviera desmantelada, eso s, sin espesor histrico. Todo estaba quieto, reservado de antemano en un tesoro de la memoria. El alejamiento inminente pona a Toms fuera de s, traspasado por el chorro que desagotaba el dique. Ese espejo hialino, penetrado de luz, pareca, hasta el fondo, adquirir una consistencia difana de caja de vidrio; era una mquina simple de apresar el tiempo. En una tienda adyacente de chucheras para turistas compr una cajita facetada de platina para regalrsela a Julin. Pero l se entusiasmaba por una coleccin de cuchillos, en particular uno en forma de cimitarra, que Toms no se atrevi a comprarle. No arriesg poner en sus manos un arma blanca. Pero tampoco quiso defraudarlo con un pobre regalo sustituto; por lo tanto guard la cajita para s. La inhibicin ms fuerte contra el morder las hembras de la especie ley Toms en una hoja de La Cumbre News con que le haban envuelto el cofrecillo se encuentra en la rata de Alemania, y el significado de esto podra ser que el macho es varias veces ms pesado que la hembra y que sus largos incisivos pueden infligir severas heridas. Slo durante la breve poca del celo la hembra muestra miedo y timidez frente al macho. En cualquier otro momento se vuelve una furia, mordindolo sin vacilar. Cuando estos animales son criados cautivos, tienen que ser separados cuando el perodo de celo termina, de otro modo los machos se transforman pronto en cadveres. A medida que oscureca, ascendieron por una ruta que serpenteaba, apoyada en prolijos contrafuertes de piedra. La minuciosa tcnica con que haban sido ensamblados los bloques recordaba las antiguas carreteras romanas. El trabajo, de notable efecto, resultaba hoy anacrnico. Debi haber sido en su poca una carretera importante, pero ahora pareca fuera de uso, reemplazada por otra ms ancha y recta, trazada a travs de cerros dinamitados. Pero adnde conduca este antiguo camino? Difcil saberlo. No estaba sealizado. Recorrerlo abra una zona desconocida de aventura, una dimensin preparada desde tiempo atrs, puesta en reserva para quien la supiese descubrir.

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Sobre la calzada los focos iluminaron gemas de vivo amarillo; eran los ojos de un mochuelo apostado en la trocha para su caza nocherniega. Por ms que el coche continuaba avanzando, el mochuelo no se mova ni su mirada hipntica, ofrecida como una exposicin de piedras, era un reto para que el coche se detuviera. El ave no se resignaba a perder ese lugar elegido. Hasta que un aletazo roz el cap; el mochuelo escap a ltimo momento. A medida que avanzaban encontraron varios pares ms de ojos de topacio, intensos y urgentes. Parecen prostitutos al borde de un parque, acechando a la clientela acot. Julin no responda. Subieron hasta la espina dorsal de la sierra. En el aire seco, transparente, se abri una doble visin: de un costado, en el fondo del lejano valle, titilaban las luminarias de Capilla del Monte, el pueblo del cual se alejaban; del otro costado, en cuya direccin iban, flotaba un collar de luces contra la lnea del horizonte. Cruz del Eje, pens. Y de dio cuenta adnde conduca el camino. A todo esto, en la base de una profunda olla abrupta justo a sus pies guiaban, prisioneros de la copas de los rboles, los faroles del pueblito de San Marcos Sierras. La brisa traa un rumor sin nombre, ladridos perdidos, un roce de cadenas contra las paredes de roca. Se volvi hacia Julin, habra querido decirle: Eh, eh, es aqu! Pero las palabras no salieron de su boca. No parecan adecuadas. Qu tena l que ver con todo esto? Si el lugar no obstante fuera slo un escenario, vale decir un paisaje, entonces mereca la pena? Lo haba encontrado en compaa de Julin y este hecho era crucial. Se sinti ligado a l y al enclave, a los dos a la vez por una emocin desenfrenada. Unido junto a una pareja ocasional, observaba desde la altura un rin de geografa. Qu ms? El enclave era un embudo neumtico de estupor y eco, colmado de resonancia para l. Fuera de eso, no entenda nada, porque quin gobierna la suma de lo incalculable? quin sujeta en la mano las riendas de lo incomprensible? Esa tromba, una teora del caos, la ruta bajaba sin obstculos hacia el abismo, siempre ms y ms hondo, en pronunciadas curvas, rodeando las gargantas; el aire entraba por la ventanilla cada

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vez ms hmedo y caliente, ms cargado de la pesada, soporfera atmsfera tropical de invernadero de la fosa. A la entrada del pueblo los detuvieron varios nios. Ofrecan paquetes de llantn, ambay y pasionaria. Con una mente curiosa y solcita toler el reclame de sus ofertas; despus mir hacia el final de la calle y pregunt: Por aqu se llega a la plaza? La plaza, casi absolutamente en tinieblas, era un carmen de naranjos y de fresnos. Las luces de un restaurante brillaban en una esquina. Se acercaron. Las mesas estaban dispuestas bajo una prgola. Las flores de glicina caan sobre las mesas como artistas sin trapecio. Insectos pesados, de una variedad desconocida, caminaban entre los platos; si eran aplastados con los pies despedan un olor insoportable. Un adolescente, sentado sobre un muro lateral, las rodillas en alto, la cabeza torcida sobre un hombro, se trenzaba la coleta con languidez infinita pintada en toda su persona y hasta en el movimiento mismo de los dedos. Los dems muchachos ostentaban remaches en las orejas, el pelo suelto en terroso desorden o atado en diversas llamativas figuras. Eran los labriegos hippies de la regin o sus visitantes amigos, un turismo marginal de pequeos artesanos y de guitarristas. El restaurante era su punto de encuentro. Toms reconoci a Rita, oriunda, segn declaraba, de la playa montevideana de Malvn. Sus rubicundos cachetes hacan pensar en una mongol. Lo salud en un estado de contento no comn. Que ella no hubiera ejercido anteriormente un nimo tan amistoso se deba a que nunca haba coincidido con l a la hora propicia en este sitio que, sin exagerar, poda decirse que constitua una curiosidad digna de conocer. Rita saba cmo hacerse agradable; lea las cartas; era su santa aficin; emanaba de su mirada y su cerebro. Si tena falsedad, era por el modo complaciente en que se conduca para no herir susceptibilidades; pero no tena aire de exageracin o estudio. Felices recorridos? Felices exploraciones? Trataron los temas que corresponden a un conocimiento que se inicia: Iban a bailar? Se dedicaban a los conciertos?

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Cuando esos puntos estuvieron satisfechos y cuando su conocimiento avanz sustancialmente, Toms elogi su sutileza y se las arregl para solicitar una consulta de baraja. S. Por suerte en el bolso haba trado el mazo. Para lograr mayor recogimiento y privacidad se levantaron de la mesa y caminaron por el carmen; al borde de una senda encontraron un espacio ntimo, no tan lejos de un farol que no pudiesen ver las cartas. Aqu podremos resolver nuestros asuntos. Se sentaron en un mohoso banco de cemento. l baraj y cort. Ella extendi las figuras. Observando el diseo y la secuencia, dictamin: Le estn rindiendo una visita, puede muy bien ser que se la estn rindiendo ahora. No han tenido dificultad, supongo, en encontrar una frmula de convivencia. Es posible concili Toms. Pero en el futuro volvern a varios lugares y tendrn que separarse. Correcto tambin. Que se vayan en paz. Hgale una graciosa reverencia. Los dos caballeros se van, y me quedo muy contenta con que hayan cruzado la calle. Pero cualquier atencin excesiva hacia l debe ser evitada cuidadosamente. Ah lo veo con su pobre madre, que tiene poco para que la sostenga; el Emperador; ste es l. Demasiado seguro, tirnico, inamovible. Hay que tratarlo con guantes, no darle tanta monta. En tanto hablaban, el objeto del intercambio, Julin, se paseaba por el pastito; despus entr en el coche y encendi el radio. No haba tenido la iniciativa de pedir una consulta; pero la espera lo volvi curioso acerca de su propia suerte, de modo que cuando Toms estuvo despachado, pidi turno a la mntica. Rita mezcl el mazo, y le lleg a Toms el momento de pasearse por las vereditas. No entr al coche, ubicado demasiado lejos como para poder pescar desde all el hilo de lo que discutan; opt por aproximarse sin que lo notasen hasta una distancia recatada; se sent en el murete del enjardinado, guarecido bajo la enorme copa de un jacarand. Hasta all llegaban rfagas de conversacin, risas

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explosivas del restaurante ubicado enfrente. Pero de la pareja en consulta oa apenas murmullos entrecortados. Para que sus voces predominaran sobre las otras y se hicieran distintas, se fue acercando a ellos poco a poco. El ms alto propsito que poda desear por el momento era ser slo medio caballero; con tales sentimientos como eran mostrados en las cartas, no poda suponerse con exactitud que no estuviese expectante y aprensivo. A causa de las tinieblas y la agitacin, colision contra las invisibles espinas de un rosal, que le desgarraron la cara. Entonces oy distintamente: Quers preguntar por Toms? No. No quers saber nada acerca de tu relacin con l, de sus perspectivas de porvenir? No, no quiero saber nada. Seguro? Seguro. Julin no tena ningn inters, era clarsimo, en averiguar qu pasara entre ellos; esa comprobacin constern al disimulado escucha. Lo que el otro quera saber era muy diverso. En los pasados meses anduve con algunos amigos, pero despus me pele; me pele con unos cuntos. Mi pregunta es: en esta nueva temporada, ahora, cuando vuelva a Montevideo, voy a hacer muchos nuevos amigos? Amigos: ocasionales protectores; quera averiguar, exactamente, si tendra xito como prostituto, o si sus brillantes das de ligue y fortuna haban pasado haca rato. La escucha clandestina del conjunto de la lectura de baraja sac a Toms de su sueo dogmtico. l no pareca ocupar ningn espacio en los planes de Julio. La historia entre ellos haba sido apenas un interludio de verano entre un pasado de aventuras y un futuro de aventuras: un guila caracolera desciende sobre un ratn, dos mosquitos copulan sobre la laguna. La intolerable trampa, ahora s, prevista por l desde haca tiempo con precisin fatal, caa sobre su cola, apresndolo. Al bajar de repente la puerta de reja, le magullaba las nalgas. Como en un filme-catstrofe (atrapado!) no tena escapatoria. Sobrevenan las circunstancias ms difciles.

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Pero tanto como durase el perodo de proximidad y tortura, l era un prisionero voluntario. Quera ser prisionero. No se convencera, hasta el ltimo suspiro, de que la historia no tena chance; por lo tanto no buscaba desligarse. Con la sentencia en suspenso, mientras el suspenso durase, mantendra una esperanza; y si dos permanecen juntos, una forma de colaboracin no puede descartarse; las cartas, en efecto, se recombinan; de la friccin surgen chispas... quin sabe! Sentirse prximo y saberse distante: esto era el infierno; y el infierno durara an algunas horas, las necesarias para viajar y despedirse en el puerto. Poda contarlas, eso s, minuto a minuto; eran las horas de la noche, las ms parcas en consuelos. No podra dormir. De eso estaba seguro. Y justo porque eran pocas, esas horas resultaban muchas. Eran a la vez preciosas y sofocantes. Lo ahogaba una afeccin tan sensible y con tan afligido descontento, que se senta desmenuzar con aquel picor y desesperacin interior que es lo peor. Experimentaba un apego compulsivo, junto al sndrome de privacin sbita. Era el eclipse. Hoy he cruzado el hielo muerto, el estero vaco, la llanura seca y esteparia he cruzado, pero no he visto terraza donde asolearme. Fijaba la vista en la lnea que divida la carretera en dos carriles. Se le ocurri pasarse a la izquierda, chocar de frente contra un camin que avanzaba en direccin contraria. Desahog la presin de otro modo: sin pudor ni control, descontando el entonces espiabas, espet: Por qu rehusaste preguntar por m a la baraja? No quera que esa mujer opinara sobre el asunto. Una hbil invencin. No convincente. En ese momento cruzaron la entrada de Capilla del Monte; Julin exclam de apuro: Aqu cerca est el boliche donde conseguiste la coca. Y todo el mundo lo frecuenta. Por favor vayamos, si no tens inconveniente. Es el momento perfecto para tomar un trago. Actuaremos con libertad y amor a la patria. Igual que los mochuelos de la carretera vieja, el noctmbulo reviva al avanzar la madrugada. Pero el chofer no estuvo de acuerdo. Trataban de desviarlo de su curso fatal con recursos banales. En general no permita que las

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cosas tomaran tan mal cariz; pero haba un desgarro tal en su corazn que lo anonadaba. Ignor la propuesta. Apret el volante con los dedos agarrotados. Viajaba a velocidad constante hacia una inequvoca conclusin. En llegando a la casa se concedi un vaso de vodka, se calz los audfonos, y se intern en las vastedades inconclusas de La guerra y la paz, la pera de Prokfiev. Dej de lado los amoros de Natacha y el Prncipe Andrei y pas directo a las batallas napolenicas de la segunda parte. La furia de los ejrcitos ventilaba la suya. Slo haba transcurrido media hora de tormentas en el Asia, cuando el Tentador Horrible le puso la mano en el hombro. Puedo sentarme a escuchar contigo? Acabaron, como era usual, y pese a todo, acaricindose; frot el cuerpo luminiscente con asiduidad lgubre. Pero su estado irrazonable le impona una deplorable falta de relajamiento, con lo cual su emisin fue prematura. Tras las ltimas gotas, Julin se durmi ipso facto. Entonces todo empeor. Lejos de apaciguarse con la hartura crasa de su precipitado clmax, Toms qued an ms abierto y vulnerable que antes a la catstrofe extramusical de la velada. El abrazo haba sido un paliativo intil. En vez de resolver las cosas, lo entregaba a una completa falta de recursos, sin ninguna opcin en absoluto para cambiar de nimo, salvo un estallido puro y simple, claro est. Por ms que rozase la piel del otro, que roncaba, l ya no tena piel. Lo haban arrancado de cuajo al pulmotor que le permita respirar; era privado de golpe de una droga a la que se haba vuelto adicto. Fuera del rgimen de prisin domiciliaria de La Cumbre, el muchacho se hara humo. Las paredes aprietan ellas mismas. Un sofoco insoportable lo avasall. Enloquecido, sacudi a Julin hasta despertarlo. Lo jal fuera de la cama, lo llev al sof, se sent junto a l. Pero el cnclave forzado no sirvi de nada. Modoso, prudente, comedido, el bruto se limit a ostentar la torpeza de su estado somnoliento. Cmo despertar la emocin, un semblante de afecto en esa mole, cmo hacerlo llorar? Todo fue intil. Lo dej volver al

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camastro y permaneci en el sof la noche entera, cavilando. Si fuera compartida con el que amaba, no considerara que debiera sentirse lstima por el poblador de esta habitacin. Tan extremada alarma, todo sospechas, lo que saba y lo que no saba, lo llev a considerar a Julin, menos que un malcriado hijo de la fortuna lo que haba sido hasta ahora, el mal junto a l, tan completamente reservado. Lleg la hora de levantarse; el joven sali del bao oliendo a champ y las sedas de caballo hmedas, estiradas con el peine, excitaron a Toms. Despejado por el caf sinti la urgencia de aprovechar los escasos momentos an disponibles antes de partir hacia la terminal de buses. Pero el sacapelotas doblaba sus trapos; los acomodaba en la mochila. Tena la certeza de que se negara a quitarse el rompevientos negro que se acababa de poner. Lo atrajo hacia s de todos modos e intent voltearlo sobre la cama pero, sin proponrselo, haba encendido el botn de la violencia. La contraparte respondi con un empujn. De replicar l a su vez con una bofetada, habra desatado la guerra irremisible, quin sabe con qu consecuencias, siempre lamentables, porque los alejara uno del otro an ms de lo que ya estaban. Julin haba crecido entre porrazos y trastazos. En ese terreno le llevaba ventaja; por ende a Toms le convena inhibirse. Se dej caer sobre el colchn, se llev las manos a la cara; fingi un mudo acceso de llanto, como un nio que contrae las facciones pero no acierta a gritar en los primeros momentos despus de una cada. Esa actitud de no confrontacin caus un efecto; los ojos de Julin enrojecieron y se licuaron. Loco, loco! dijo. Le puso una mano en el hombro. No s lo que me pasa agreg. Tengo un quilombo en la cabeza. Toms haba obtenido un xito; no obstante, esa traza de manifiesta emocin que haba provocado en el otro lo dejaba con la mitad de su mente insatisfecha. El tunante lagrimeaba, s, pero no dijo lo que l quera or. Extrada mediante un tour de force en una situacin lmite, la confesin, supuestamente espontnea, manifestaba desconcierto, pero no apego.

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Roz con las yemas los pezones bajo el buzo oscuro, derriti de a poco la resistencia del enquilombado. Voy a cogerlo hasta que se gaste; voy a cogerlo hasta gastarme. Triste como un muerto, sus esfuerzos por enardecerse no conducan a nada. Su utensilio o combinacin de utensilios por primera vez no funcionaba. Mejor! Se alegr de haber derrotado a su propio glande; el abandono coincida con la saciedad. Ay! se equivocaba; se empalm; ni siquiera en esta ocasin el apndice dej de rendir su tributo. Pero malgastaba al indefectible pen sobre un tmulo impvido. Igual que horas antes, el remedio result peor que el achaque. Calculada para debilitar y adormecer, la lechada, en vez de narcotizarlo, lo sumi en un desasosiego ms vivo, en un vrtice ms agudo, que lo tragaba sin consuelo ni alivio. Se encontr frente a frente a un espritu que decida, de acuerdo con su conducta, si poda avanzar o si deba ser precipitado al fuego. De haber tenido los poderes que van con la capacidad consider aqu las tribulaciones se acabaran. Virtudes, seoras de todo lo criado, libradoras de los lazos y enredos que pone el demonio, quien las tuviere, bien puede salir y pelear con todo el infierno junto, y contra todo el mundo, y sus ocasiones. A punto de embarcarse en la terminal se cruz con Ramn, un conocido que tambin se iba, pero slo a Crdoba, capital. Haba pasado el fin de semana en La Cumbre visitando a su abuela. Se haban visto en el teatro durante los meses del pasado invierno; Ramn construa y pintaba escenografas. Tambin se desempeaba como actor. En ocasiones, de paso por Crdoba, Toms haba pernoctado en su apartamento, aunque no en su cama. El escengrafo le haba telefoneado desde la ciudad tres das antes: Voy para La Cumbre, es el cumpleaos de mi abuela. Puedo quedarme en tu casa por una noche? No, no, no: no poda; a causa de Julin, para empezar. Adems l ya se iba a Buenos Aires, tena que prepararse. Al encontrarse de improviso en la estacin, con gran candor se acerc a l. Fue como entrar a otro espacio, de pronto, por una grieta, un paso del indio que lo conduca ms all de su anonada-

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miento actual, rascaba una pared, desprenda el revoque, acceda a un inopinado refrigerio; se aferr a Ramn como a un salvavidas. Lo importante era mantenerlo lo ms lejos posible de la influencia nociva de Julin. No slo no los present: acicateado por el miedo de que el escengrafo le preguntase: Quin es tu amigo? conversaba sin pausas, interrogndolo acerca de mltiples asuntos. Ramn, hay que decirlo, tena los ojos levemente bizcos; sus haces convergan a la distancia en algn punto imprecisable; se le ocurri que ese valo de adensamiento y convergencia daba lugar a una escena que, como la escena teatral, se volva ejemplar y necesaria. Ms felices en su reencuentro quiz que en ese pasado mismo, ms probados, ms seguros en el conocimiento del carcter del otro, la perfecta excelencia de mente de Ramn volcaba en el dilogo un encantador trmino medio de espontaneidad y sensatez. Haber estado esperando tanto tiempo, esperando slo lo peor; y ahora despus de cinco minutos discuta con un recin llegado acerca de un tema que no haba previsto: la serial de televisin Viaje a las estrellas. La fatiga, con todo, de una noche insomne, le permita concentrarse slo a medias en la trama. Dej hablar a Ramn poniendo su atencin en piloto automtico. Librado a su propio rumbo, ste se manifest erudito en las cuatro dcadas que haba durado la serial; detallaba cambios de guionistas, las tendencias argumentales de cada dcada y perodo. Muy bien; adelante, calcul Toms; es un tema que rinde; durar por lo menos hasta que llegue el bus. Buck y Spok aterrizan en el planeta de las superficies resplandecientes; a m me recuerdan los paneles rugosos de Antonioni, no s por qu. Es posible que tengas razn. Es posible que uno no salga de uno mismo ni un minuto por da, o minutos que no cuentan. Pero no entiendo: al despertarme, record con susto a la mueca que presida ese planeta, las falsas pestaas como plumas de plumero, el trajecito plateado, la hebilla gigante en la cintura, el peinado ovular rgido, los tentculos en vez de brazos, la boca de donde brotaban varias lenguas. Chocaban entre s, entraban en conflicto, se estorbaban? Es probable que no, es probable que colaborasen unas con otras, en una operacin demasiado compleja

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para ser descrita. La mueca, enseguida, maniobraba con la inmensa hebilla rectangular del cinturn; se pelaba el vestidito de astronauta; y qu vemos? El monte de Venus es una protuberancia calva y roma una ameba? Dnde est el caracol embudo? Ah! No tiene mamas ni pezones. Lo curioso es que los habitantes de ese planeta, segn explica la mueca, poseen los atributos que en verdad vemos sobre o en los cuerpos de otros; de modo que sus mamas, las mamas inexistentes de la mueca, son los pezones de Buck, o han sido transferidas a los pezones de l, aunque siguen siendo de ella. De veras? Los oficiales al servicio de la mueca se van a las manos, domean a Buck y lo toman prisionero. Entonces lo colocan sobre una camilla e incrustan en sus pectorales hebillas metlicas (buck-les) conectadas a una carga elctrica que estimula las teticas, para que produzcan leche en un intervalo de x generaciones de clones de Buck. Despus operan un corte transversal sobre el pene. A pesar de que han rebanado el rgano en dos mitades, el corte es perfecto y los trozos se montan uno encima del otro, de modo que el rgano parece ntegro. Esta transformacin lleva, segn ellos, a una salida de uno mismo. Entonces Buck se convierte en algo mucho ms grande y poderoso que l. Oleadas de excitacin recorren su cuerpo desde otros polos, en particular desde los pectorales, pinzados por las hebillas. Como rgano de placer, el pene no monopoliza la excitacin; en otras palabras, no compromete los recursos no-masculinos. No me digas. El siguiente episodio ocurre en la fbrica de fetiches del planeta. All se hilan, labran y componen los head-dresses, o adornos de cabecera. Empieza el Dance-Thing, o Danza de los objetos: animados de una vida aparentemente autnoma, los adornos de cabecera se bambolean y pivotan de acuerdo a una tendencia magntica, como si fueran sillas bailarinas. Despus, por un proceso de cosido e infibulado encarnan sobre la cabeza de los escogidos para un deporte que llaman la guerra. No difiere mucho de la guerra de honor entre las tribus piel rojas. El fin de la lucha consiste en privar al contrincante de su head-dress cortndolo con una cuchilla o un hacha. Cualquier guerrero, como los cheyenes, se avergonzara de arrancar el cuero cabelludo a un anglo sin head-

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dress aadi la didctica mueca ante Buck, que se retorca de dolor sin escucharla. S, lo hacen concedi, con un ademn malquisto pero no se atreven a traerlo como trofeo al typee, la tienda cnica; seran el hazmerrer; las cabezas sin head-dress son universalmente destestadas, y slo humillan a su captor. Toms se despidi de su Mesas, que le haba regalado la friolera de treinta minutos de conversacin en un paraso paralelo, cuando anunciaron el embarque. Tal vez lo mejor que pueda hacer sea cerrar los ojos, pens al desplomarse sobre el asiento, descalabrado por el insomnio y el reciente esfuerzo por atender los devaneos de Ramn. Habra querido no sumarse a la lucidez ambiente hasta llegar a Buenos Aires. Pero no fue as. Despert al poco rato; afortunadamente para l, Julin, sentado al lado suyo, ya se haba dormido. El contacto codo a codo con el acompaante le desgarraba la piel. Menos sosegado que nunca, tuvo el impulso de sacudirlo, despertndolo, como haba hecho la noche previa. Qu pasa con nosotros? Lo ms seguro es que acabaran a las trompadas. El bochorno frente a los dems pasajeros no le import; que no le importara daba la medida de su estado. Aun as, se concentr en alcanzar la calma. Si optaba, despus, por pelear, deba prepararse, reponer fuerzas. Record que tena pulmones. Visualiz el propio perineo. Desde all suba eso quiso creer un vrtice de luz hasta los bronquios. El dormido, entretanto, (pero estaba dormido?) recost la cabeza sobre su hombro. Voluntaria o involuntariamente? En otra situacin el gesto lo habra desarmado; ahora lo irrit. Tal vez era un truco propiciatorio a fin de asegurar que llegara sin inconvenientes a destino (todava dependa de l para la comida y el trasbordo.) Apart esa cabeza de un codazo. A primeras de la madrugada el bus se detuvo en un parador. Julin se mostr muy persuadible persiguindolo por los vericuetos hasta el interior de la cantina. Tena los ojos bien abiertos, una apariencia de bestia azorada que nunca le haba conocido. Pareca pensar: Me matar de hambre? Una vez alimentado, recuper la conciencia nmade. Rompevientos negro, chaquetilla blanca, bands hasta la verija que oscilaban a la

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mnima estremecedura, ojeadas atrapantes aunque no tan obvias, mi chiquito, Lola-Lola trillaba por la galera comercial del parador. Ich bin von Kopf bis Fuss aus Liebe eingestellt denn das ist meine Welt; umsonst, gar Nichts. Horas ms o menos, la luz le escarb los prpados. Se encontraban detenidos en un embotellamiento sobre el ingreso a la capital. Cuando desembarcaron, rato despus, Toms eligi para despedirse un tono que imitaba la tersura. Julin abri el semicrculo de sus dientes, fabric una sonrisa blanca, tan ancha como el presente y el porvenir juntos. El msico parti hacia la veredita de Llegadas; pero buscaba Salidas. La ntida, luminosa maana lo ilustr: los taxis paraban en el piso de abajo. Gir en redondo para descender por la escalera. Entonces descubri que Julin se haba quedado vindolo. Al notar que volva atrs, probablemente pens que, en un rapto, se acercara a l a fin de agregar algn dislate pattico a los adioses. Construy de nuevo la sonrisa. Se miraron a los ojos, con y sin sonrisa respectivamente, divertidos y desafiantes. Pero Toms se desvi hacia el palier y baj los escalones.

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Sobre el buque de vuelta a Montevideo, un da oscuro de marzo, ahora frente a las costas desiertas de Punta Yeguas, con una lluvia menuda que casi borraba los pocos objetos que podan discernirse desde las ventanas, fuera del mar gris y un tanto picado, fue demorndose en contemplar el agua, que le interesaba tanto por s misma como por el hecho de que lo acercaba a Julin; el anuncio de arribo a puerto fue muy bien acogido.

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Le telefone, como sola a cada una de sus llegadas. Lo atendi la madre. El mueco dorma la siesta y no poda ser disturbado. Le devolvi el telefonazo recin a la noche. La voz del auricular son distante, displicente: Pas una semana en Durazno, con un conocido; estuve ms borracho que sobrio. No me acuerdo de nada. Es probable que la noticia fuese falsa, un mero expediente para demostrar que l no era el nico que lo invitaba. Me gustara que nos viramos propuso Toms. A la madrugada pasar por Spok, un bar nuevo. Si quers nos cruzamos ah. No. Ya tengo planes para hoy. Qu tal la noche de maana? Podras venir a mi casa a las diez? No s. Quedamos si te parece en que vendrs. Si no pods, llamame. Pero esa misma noche acudi a Spok arrastrado por Pierre, el director de teatro, su confidente del momento. Conversaban al pie de una escalerilla torneada, en un pasadizo estrecho junto a la barra; a las tres ms o menos entr Julin, solo. Los pmulos siberianos lucan ms anchos que nunca, hinchados por el alcohol; pero estaba flaco; se vea demacrado, ms amarillo de lo corriente para su complexin ya amarilla. Al deslizarse a su lado por la pasarela aproxim el cachete para que lo besara. Toms iba a hacerlo cuando Pierre, el hada de los desastres, chasque un encendedor y aproxim rpido la llama al rostro del demacrado. Con los mismos ojos abiertos de alarma salvaje que mostrara en la parada nocturna del bus al regreso de La Cumbre, Julin apart la cabeza y sigui su camino. Se reuni, al fondo, con un grupo de adolescentes. Pierre salud a dos conocidos y los present; iban a, o venan de Asia Menor? No le importaba, ni le interes. Vigilaba de reojo a su imn. Los rapados que lo rodeaban se esfumaron y permaneci solo al costado de la puerta del retrete. Era la ocasin perfecta para acercarse y conversar. Ve y dile, se amonest a s mismo. Dudaba en abordarlo, ya que, al entrar, el otro no se haba detenido con l. Bien es cierto que la acometida de Pierre lo haba espantado. Pensara que l lo haba inducido? La cara india se contraa, observ, como envenenada por una ofensa.

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Para salir de dudas resolvi acercarse; pero cuando dio vuelta la cabeza comprob que el muchacho ya no estaba. Con habilidad pasmosa, como un Houdini, aprovechando una instantnea inadvertencia, se haba escabullido. Entonces perdi todo pudor; busc en los rincones y en los retretes, recorri el sitio como un posedo, intilmente. Con ntima zozobra, incapaz de volver a casa solo, encontr a un precario e insatisfactorio sustituto que le trajo no obstante una pasajera calma. Hicieron el amor en un letargo, sin despegarse, frotndose con una ebria indolencia, y pudo dormir. Sinti un alivio inmenso, como el que alguna vez haba experimentado despus de una turbonada, cuando la lluvia se detena y el ronquido del viento volva a ser un murmullo suave y amigable. La paz le dur muy poco; al despertar ya lo torturaba la pregunta acerca de si Julin vendra o no vendra esa noche. El incidente de Spok, por cierto, no ayudaba las cosas. Pasaron las horas y no apareci, ni llam por telfono para avisar que no vendra. Si hubiera tenido menos ansias y ms resignacin, habra evitado cualquier nuevo intento por comunicarse; pero se sinti prisionero en el lugar de quien suplica; cerca de medianoche disc de nuevo. Respondi el padrastro. Sali hace diez minutos. Esper todava un par de horas; despus, ya sin sosiego, con la certeza de que el escurridizo no se llegara, acudi a Spok, igual que la noche previa. Esta vez tuvo suerte: caz a Jos, vacante. No lo vea de varios meses. El semisordo le haba dejado un saludo en el contestador, por Navidad, al que l no se haba dignado responder. Ahora, un verano ms tarde, se le figur la criatura ms cordial y estimulante que pudiese encontrar, tan atractivo y mejor persona que aqul sobre quien haba malgastado sus atenciones. Se arrepinti por haberlo zaherido, traicionndolo con el rey loco. Pero ni Luis de Baviera ni nadie se interpondra ahora entre ellos. Al son del eterno hit Piel morena, mi delirio y mi condena Toms pareca en gloria despus de quedar libre de cualquier sentencia. Al verlo alegre algunos taxis se le aproximaron por ver si

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enganchaban viaje. Pero l no quera ms que a Jos, que burbujeaba como un Alka-Seltzer, los ojos verdeantes realzados de kohl, una camisola de seda suelta como un litro sobre las caderas. Bajo todos los respectos reiteraron la primera salida, algo tan primitivo como la fotografa del primer deseo. No obstante sospech un leve deterioro, un desfase ntimo, en razn tanto del lapso transcurrido como de las cambiantes expectativas de cada cual. A pesar de lo que tuvo la impresin de correr con ventaja: por un singular mecanismo vamprico sin diferencia irreversible, disfrut con la fe sencilla de la primera vez. Y de nuevo fue posible jugar a que Jos era Julin. El muchacho tuvo, o segua teniendo, un caso con un modisto, segn le dijera la ltima vez que se encontraron, all por noviembre. Pero adems de eso, su madre era costurera. A l mismo se le ocurran ideas en cuanto al diseo de prendas de vestir. Usaba un pantaln pata de elefante que le haba confeccionado la madre. Con el propsito ostensible de proveerla de clientes, pero tambin para ayudar y estimular a un amigo, lo acompa a varias tiendas del centro, donde eligieron telas para un par de camisas y de pantalones. Le agrad que Jos lo trajera por tal motivo al hogar y lo presentara a la madre. Era algo que Julin jams habra hecho. Respetuosa, la mujer se arrodill frente al nuevo cliente, levant el centmetro hasta su ingle; y tal si fuera un prestidigitador que arroja puales alrededor de un blanco, clav los alfileres en torno a los testculos de Toms. De mente alegre y desenvuelta, el jabato lo aguardaba sobre una cama quejumbrosa tras el portal de vidrios que daba al taller de costura. El cliente pas desde el taller al bao a travs de la habitacin donde el otro simulaba dormir y aprovech para cosquillearlo sin armar jarana. La costurera, el ceo fruncido, apretaba los labios alrededor de una ristra de agujetas, porque dos semanas atrs haba roto con su pareja a causa del hijo. Sos vicioso y trasnochador. Te junts con virados, y sos virado vos mismo lo acus el padrastro. Entonces el gamn se abri la bragueta y sac afuera el pedazo.

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Acercate, lam, chup, si es que soy virado le grit. No tuvo que decir ms; el padrastro dej de ver a la mam y as estaban. Tena la esperanza de que su ltimo viaje a La Cumbre, para desocupar la casa y llevarse sus cosas en la camioneta, no fuese un via crucis demasiado lacerante. Tom el autobs en el horario de la noche. Entre las linternas de los inspectores, la cortina de cabello, el vehculo en que haba viajado antes, todo le hizo recapitular ese va crucis. Del medio de la nada salan destellos rpidos, sesgaban a travs del vidrio. La enigmtica sonrisa de Julin, movindose en crculos, le hizo rebobinar todas las etapas del descenso. Le pareci casi trivial matarlo. Cortar, por ejemplo, con tosco filo de piedra, en tajos groseros, irregulares, un zigzag sobre la seda de brillo amortiguado. Al menos as le arrancara gritos de verdadero dolor, un verdadero sentimiento. La palidez se insinuaba en el aire; era la llegada indefectible del otoo sobre la inmvil, amarilla falda de los montes; estaba ah, en cada detalle y noticia, sutil pero autoritario. De la noche le qued un sabor amargo de metal. Ahora por fin entraba en un orbe sin soluciones pero con tareas. Su ansioso y precipitado balbuceo fue interrumpido por el revuelo de cierta blanca forma humana en el interior de la casa. Era Luisa. Con ojeras, dientes afilados de vampiro, una verdadera condesa sangrienta. La euforia recrudeca. Restregaba la espalda contra los muros de terminacin rstica. Atribulada hasta la muerte, representaba la resurrecta de una pera gtica. No obstante le ayud a empaquetar sus pertenencias. De pulso inseguro, Belarmino cort una rosa y la coloc, espinas y todo, en un vaso sobre el bargueo. Era tiempo de aprehender las novedades. A todo placer su hora: Omar haba desaparecido junto con el to cachafaz, cuyo bar en Crdoba cerraron por deudas. La desaparicin del negrillo, como todo el resto, corresponda al ltimo acto de un drama rural de Chejov. Tras el agite del verano, los cerros recobraban su impavidez. Toms se preguntaba, de toda esa mezcolanza de recorridos entre los montes y los valles, en ese corazn de laguitos, afluentes y caadas cules se ajustaran a una presencia emblemtica en su

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memoria, cules tomaran valor de representantes. Hoy brillaban azules reflejando el cielo. Subi por un sendero muy desigual hasta una cresta pareja que una dos cerros, sobre la cual se desliz a horcajadas, como si fuera la aguda cumbrera de un techo de dos aguas. Las golondrinas volaban por debajo, contra el suelo del valle sesgaban rumbo al norte. Entre los pedruscos que pis sobre el mayor pinculo recogi uno sangriento, abombado y poroso. Gir en redondo, punto por punto, despacio, con miedo de marearse y desbarrancarse, enfrentando el este, el norte, el oeste, el sur y otra vez el este. Levant la cabeza hacia el cenit. Un cable de acero viboreante se descolgaba desde all; el coletazo le destroz la boca. Pero l cortaba el cable con los dientes. Entonces el cielo se abri como si fuera una piata. Julin se encontraba arrodillado sobre la camilla de un consultorio; el foco de luz daba de lleno sobre su barriga, que pareca hinchada, como si estuviese gestando. El tinte de la piel, ya de por s cobrizo, tomaba un caris amarillo hepatitis. El mdico lo examin, complet la ficha y la entreg a la nurse, quien la guard en el cajn de un fichero metlico bajo llave. Estaba enfermo, estaba preado? Toms vea esta escena desde el corredor del hospital, a travs de una ventana de vidrio transparente que daba al consultorio; no pudo or lo que deca el doctor. Para agravar las cosas, ese doctor tena los rasgos de un gerente teatral que Toms aborreca y con quien no estaba en buenos trminos; por tanto resultaba difcil si no imposible abordarlo para inquirir acerca de la salud del paciente. Qu hacer? Cmo acceder a la ficha? La angustia de tener fuera de alcance una informacin vital para l se redobl en el momento de abrir los ojos. El sueo le haba dado noticias acerca de Julin y lo haba mantenido prximo a l. Ahora, despierto, era mucho peor. Acababa de interrumpir el nico lazo que lo vinculaba con el muchacho. No he trabajado sin interrupcin para solucionar nuestro diferendo, decidi, por ms que pensaba en l constantemente. Conozco yo ciertas buenas personas que estn dispuestas a comprar cualquier cosa que valga la pena, y que podrn darle ms

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dinero del que el bribn ese haya podido ver junto en su vida. Ya conozco yo el pao. Emprendi una accin concreta que agregase algn otro dato al informe. Con la ms clara vista de la conciencia se le represent el da de la fiesta de Iemanj; sobre el arroyo San Esteban escribieron sendos mensajes a la diosa. Esos papeles fueron enterrados. Por discrecin, ni se le ocurri espiar lo que Julin haba escrito en el suyo. Pero ahora, espoleado por la urgencia de obtener cualquier dato, por fragmentario que fuese, y a pesar de que haba pasado un mes desde la fiesta y de que esa misma noche haba diluviado, convirtiendo en barro la ribera del arroyo y en pulpa el papel, igual enfil rumbo a los pajonales, vibore entre huellas de encorvadas crestas, atraves el tajamar por un brazo poco caudaloso; y penetr en la isleta de los ruegos. Ms se le ennegrecan las uas al cavar, menos encontraba; ni la ms mnima traza donde alguien pudiese haber guardado un secreto. Ah y entonces se ilumin; supo lo que tena que hacer; no ahora, sino de vuelta en Montevideo: comprar un grabador de bolsillo para proponerle un negocio. Ms tarde el mismo da, sentado sobre un banco, absorto como estaba en el jardn de los cerezos, volc el termo, no sobre la boca del mate, sino sobre el dorso de su propia mano que lo sostena. El chorro hirviente lo quem hondo; expuesta como un estigma, la llaga no se borr hasta pasado medio ao. Se instal firme en el centro de sus preocupaciones. Aunque solo, conviva con l; respiraba por su boca. Supongo que estaras contento si dejramos de bailar; pero dara mundos todos los mundos que uno pueda dar por hacerlo otra media hora. Al aproximarse al puerto, su influencia se hizo absoluta. Ni siquiera en el trasbordo, ni cuando buscaba en el bolsillo monedas para propinar al maletero, ni cuando se inclin a recoger la correspondencia regada en el piso del zagun, dej de pensar en l. Tena un plan nuevo. No pudo contenerse; lo llam. Oy en el auricular la voz entresacada de la siesta, penetrada de desdn. Le propuso que se reunieran para discutir acerca de un trabajo. El muchacho asumi que se trataba de pasar drogas a la otra orilla.

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No voy a meterme paquetes en el culo, si eso es lo que vas a pedirme. No. Es una tarea legal y se paga por hora. Por hora? Entonces ser trabajar de masajista en un saln? No, gracias. Es un laburo que pudre y no compensa. Hay que bancarse a cualquier trolo. Entre incmodas pausas se col la voz de Mara Creuza acompaada de una guitarra y un batir de palmas contra la caja del instrumento: Os meus bracos precisan dos teus. No. Es otro negocio. Qu cosa es? la voz no trasluca curiosidad. Amar sin sufrir ni temer, sigui el radio. Prefiri reservar para otro momento la exposicin del plan por miedo a recibir un instantneo rechazo. Tenemos que encontrarnos; te explico cuando nos juntemos. Ah, s. Bueno, cuando pueda, te llamo yo a vos concedi desabrido, dndole la razn como a los locos. Pero vos ojo! no vuelvas a llamarme, entendiste? Ni cumpli su falsa promesa, ni Toms os telefonear, porque se lo haban prohibido. Aun as, no se dio por derrotado. Meramente atac desde otro ngulo. 25 de marzo Juli, Te asombrar que te escriba, pero es el nico medio de contacto que an me queda abierto. Aquello que senta por vos se qued en La Cumbre. Te devuelvo tu libertad. No hace falta que te lo diga, no es cierto? Igual prefiero que conozcas mi punto de vista. Pasemos la pgina. Lo que motiva esta carta es la oferta de un negocio. Colecciono materiales para un espectculo de teatro acerca de los hechos de la vida... que vos conocs.

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Con ese fin me gustara que nos reuniramos en una serie de ocasiones a fin de que me cuentes tus experiencias. S que tens necesidades monetarias, por lo tanto estoy dispuesto a pagarte, por una hora de conversacin..., por hora y media... y por dos horas... El billete adjunto va como sea de buena voluntad, para crear confianza. No comentes esta proposicin con nadie. T. No hubo respuesta. Pero el contumaz no se qued de brazos cruzados. Faltaba una pista por investigar: Gaby, el enfermero con quien haba salido en primavera. l y Julin, sin conocerse entre s, tenan un amigo en comn, un correveidile siniestro llamado Marcelo, experto en cosas de religin; que en su caso era magia negra. Entre los oficios de las diosas, Marcelo haba chismorreado a Julin acerca del encuentro entre Gaby y Toms. Era posible y aun probable que hubiese transmitido alguna informacin en reverso, id est que Gaby hubiese odo acerca del pillete. De ser as, quiz tuviese interesantes nuevas. Espero haber guardado el nmero. Dnde est? No se haba tomado el trabajo de listarlo en la agenda. El papel, por suerte, haba quedado prisionero entre las hojas de un cuadernillo. Ah estaban: el telfono de la casa y el del hospital. Opt por la residencia. Estoy todo de blanco. No por enfermero, sino por oficiante en ritos de santera; aparentemente funcionaba un templo en el domicilio. Se citaron para verse a primeras de la tarde en un bar elegido por el otro, de la avenida principal. En el saln, a esas horas vaco, Gaby esperaba junto a una gran pecera, la ata aplastada contra el vidrio, ante un pez rosa que sacuda al girar un largo cilindro de detrito que le colgaba del ano.

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Luca un rub en la sortija. Usaba una blusa de raso rojo; del pecho colgaban cadenas con dijes. Toms le dio las gracias por haber venido. No, no conoca a Juliancito en persona; pero saba de l a travs de la peste comn: Marcelo. Entre los dos se maravillaban de que vos soltases tanto dlar aqu y all. Me cont y le dije: Con se me acost yo tambin. Ellos se rean mucho entre ellos, muy mucho. De qu se rean? Se rean del pinta, o sea vos, que no era ms que un pinta, pero que se haba encachilado. El pez coleaba alrededor de un rbol de baquelita; dio una voltereta, sacudi el vientre y desprendi el colgajo. Julin me dijo que Marcelo le haba mostrado una foto tuya, en que ests disfrazado de Pomba Yira. Esa no es una foto de Pomba Yira. En esa foto estoy horrendo. Yo era rubio de ojos verdes, vos me conociste ya morocho de ojos marrones. Cuidado que eso fue despus de una quimbanda: en la foto andara de negro y rojo con una capa negra y una estampa en la mano. No sal bien, era una foto horrible, entonces se la regal. Por qu se la regal? No s. No estara yo todo rubio ah? Estuve rubio, un rubio oro dieciocho, platino prcticamente. Pero no: en esa foto yo no estaba rubio ni tena los ojos verdes. Us mucho tiempo un mechn rubio, esta parte aqu delante, una mecha, despus todo el pelo de mi color, no? Es lo que usaba en esa poca. Despus me qued de un rubio bochinche toda la cabeza. Esa foto fue tomada tres aos atrs me parece; no excede de tres. Por ser Marcelo tan envidioso yo no le poda contar mi vida personal por miedo a que l me la envidiara, pero el tema de que yo te conoca surgi al hablar l de Juliancito, lo lindo que era Juliancito o Julito yo qu s; y que estaba saliendo con un msico de teatro. Y ah, cuando se inici ese tema, yo ya te haba conocido, que no sos actor, pero que trabajs para el teatro. El haba mencionado a Julin tiempo antes, una vez, en un templo: A este templo viene Julin porque era hijo de la casa, as que capaz que caa esa noche. Debi haber sido una fiesta de quimbanda, otra cosa no, quimbanda o nacin, que son las variantes que practico. Nacin es la parte de los

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santos cabocos. Lo practiqu muchsimos aos; hoy da no es que est en desacuerdo, simplemente es algo que me cansa mucho, son horas de estar parado, quieto; entonces me cansa. La quimbanda es movimiento: hay batuque, jolgorio, juajuaju, para el costado, para arriba, para abajo. Pero no: yo a Julin nunca lo pude pescar en ninguna quimbanda, o sea que tampoco te puedo decir que fuera a eso muy seguido. La primera vez que vi a Marcelo fue ah dentro, la primera vez que lo vi en mi vida. Despus lo vi en la plaza, que se me acerc para hablar, y fue cuando intimamos. Y nos seguimos viendo. l siempre vena a casa o yo iba a casa de l, pero poco y nada, porque enseguida me di cuenta de que el gur no me serva para tenerlo cerca. Cuando lo cruc en la plaza pregunt: Disculpame, vos vas a lo de Olga? S. Y entonces se sent y de ah en ms, mi martirio! No me gustaba ese ritmo sexual que tena l, de tanta gente constantemente. Debe hacer de esto dos aos y pico, tres, no ms de eso. Nos encontrbamos en la plaza o l me llamaba y deca que iba a estar en la plaza o: Si quers te paso a buscar al salir del liceo. Y yo: Despus nos vemos en la plaza; salgo tarde del liceo. Me habl de Julin el da en que nos conocimos, prcticamente estoy seguro. Vuelta y media iba yo a ese templo, porque las quimbandas ah me gustan. Iba con otro amigo, la Pocha. Iba y estaba Marcelo. En ese momento Julin ya era amigo de l, ya se habra terminado el asunto entre ellos calculo, se seguiran viendo porque eran hermanos de religin. Era una cita obligada, en el templo; porque Julin ira por sus intereses. Pods no tener collar, ni tener la obligacin de presentarte; pero es una vez por semana, tres o cuatro horas cada visita. No es para decirle a tu pai o mai de santo: no vengo. Una vez a la semana ests ah en calidad de hijo, de hijo reciente. Ya fuiste en otras ocasiones como curioso, hablaste con el dueo de casa y particips del rito. Cuando empezs a participar del rito en el momento de la iniciacin, que se hace con unos yuyos, se te ata un trapo en la cabeza, tipo turbante viene a ser. Quien te lava la cabeza, las manos y los pies es quien te va a mandar, quien te dominar en el da de maana. Quien anuda el trapo es tu padrino. Si el que te domina

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no est vos pods recurrir al padrino. Uno puede llegar solo, la puerta est abierta, te mets, el padrino es una persona que est ah adentro y lo elegs: Yo quiero que usted sea mi pai y usted mi padrino. Siempre hay un jefe absoluto en un templo; bajo l est el subjefe. Por lo general el subjefe es el padrino de todo el mundo. Un hermano cualquiera no puede; tiene que ser una persona religiosamente ms adelantada que vos para que te oriente. Hace tres aos Marcelo me dijo: Tengo un amigo que se llama Julin, que viene al templo. Ah vos no estabas en escena. Tres amigos habamos ido al templo, y me coment: Vos sabs que ac viene l. Parece que era parte importante de su vida en aquel momento, supongo que a esa altura estaran a punto de romper, o ya habran roto. Me volvi a hablar de l cuando surgiste vos. Julin iba por la plaza de La Paz a trillar; l ah era populi. Y Marcelo paraba en la plaza a ver si lo vea. No en la plaza de Las Piedras. La plaza de La Paz es prcticamente muerta, triste, y la verdad es que la de Las Piedras tiene movimiento. Vos fuiste el enganche fabuloso: decan que largabas dlares a lo loco, era interesante saber que haba alguien que largaba dlares con tanta facilidad como lo hacas vos. Y evidentemente despus que Marcelo me cont y yo le sonsaqu todo lo que pude de vos ahora estoy seguro que le dije: Yo me encam con se. Y entonces en un abrir y cerrar de ojos Marcelo corri a la casa del otro a contarle. Lo ltimo que me dijo fue: Julin se va para Mxico con el msico. No s si podr sacar el pasaporte porque es positivo, tiene sida, y para otorgarlo exigen un examen. No va a poder pasar el examen; por lo tanto no le otorgarn el pasaporte. Soy muy enamoradizo, pero ahora estoy solo. Sabs cmo es la onda gay: salgo dos o tres veces contigo y me aburriste. Ahora no me interess, me interesa otra bragueta y otra cola. Cuando me voy, creyendo que estamos bien, chac! Una sola vez en veintisis aos romp yo la relacin y he tenido cantidad de relaciones de este tipo. En el cine no sabs el nombre del loco con quien cogiste, porque no se habla. Hablan las manos. La boca chupa. Uno me pregunt: Qu te parece si vamos a casa? Vivs lejos? No: ac por El Gaucho. Bueno, vamos. Eso me pas una vez sola en el cine. He tenido otras propuestas de salir a la calle pero como la

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pieza no me interesaba, no sal. No son los mismos que van a los bares. El que va al cine es aquel que tiene novia pero se hace coger; entonces precisa algo rpido y poco visible. Vas al bao a penetrar a otro o a hacer vuelta y media; el masturbarse es en las butacas. Besitos y cariitos no corren mucho. Voy al cine desde que soy mayor de edad. Antes changaba en el caf de la terminal de mnibus. Me vesta putamente, me mova maricn como para provocar; entonces un tipo, borracho, me preguntaba si se poda sentar a mi mesa. Le deca que s, se sentaba: Buenas noches. Hola, cmo ands? A ese bar yo llegaba, peda un medio y medio simple, hasta que me iba en viaje. Haba gente en la barra tomando, yo los miraba; si me miraban, los segua mirando hasta que me invitaban: Ven; y yo: No, ven vos. Se sentaban: Qu ests haciendo? Trabajando. As se va a lo seguro. Ah, s, y de qu trabajs? Tu billetera habla. Siempre fue lo mo. Mi billetera no dice nada. Chau. Yo precisaba plata en ese momento. Mi pap haba renegado de m, dijo que yo no era hijo de l. A los quince me llam al cuarto y me pregunt: Mhijo, usted se hace coger? S. Se arm un quilombo de todos los colores, era una de llantos y de lgrimas: Lo mato ahora, lo mato despus. Se puso bravo, me ech de casa. Me fui a la casa de Malena Peregal, una lsbica amiga de una hermana de religin. Pero yo primeramente me tuve que ir de casa por la religin a los catorce. Tendra once o doce cuando andaba por los templos en los cantegriles de Aparicio Saravia entre esa gente que junta cosas en los carros. Me encantan los basureros y me encanta mirar adentro de cuanto tarro de basura hay. Y ah haba basureros grandes y entonces yo viva metido en ese sitio. Sonaban los tambores y a m me encantaba, y esas ropas extravagantes que se ponan, y que daban vueltas y vueltas y vueltas sin caerse. Me quedaba toda la semana en Las Piedras en casa de mis padres. El viernes, cuando sala de la escuela, me tomaba el mnibus con tnica y guardapolvo puesto, pagaba el boleto y me iba a casa de mis abuelos. Ese fin de semana era macumba viernes, sbado y domingo. Le deca al abuelo que estaba en casa de un amigo que ellos conocan. Pero yo estaba en los templos, mirando, solo.

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Despus me fui al rancho de la Teresa porque mam me dijo: O la religin o nosotros. Agarr el bolso y me mand mudar. Mam es catlica. Yo en casa cantaba todo el da los himnos de la macumba y era un total fantico. Hoy en da perd el fanatismo y me encuentro escptico. Mi primer lavado de cabeza fue con el Nstor. Era malo ser menor y estar en la lnea cuando hacamos la rueda porque podan caer los milicos. La Teresa era de religin, igual que la Malena Peregal en la segunda oportunidad que me fui de casa. Entre una y otra volv a casa porque mam entendi. El ser macumbero por un lado y el ser homosexual por otro dio vuelta a mis padres como una media. Mis primeras experiencias fueron en el hipdromo de Las Piedras, que estaba cerrado. Todos se tiran donde hay mucha gente, pero ah no levants. A m me gustan los lugares oscuros con poca gente. Haba chircales ms altos que yo y haba gente grande que saba para lo que estaba. A m me gustaba ver, a m lo que me interesaba del hombre era verlo desnudo. Me daba miedo mantener una relacin sexual. Era de carretera por cmo provocaba e induca a que el tipo tuviera una ereccin y entonces rajaba; no sala corriendo pero le deca: Yo no. Entonces era mirarse, conversar, que no me tocaran. Siempre llevaba conmigo la hoja del centro de una revista porno. Era la excusa perfecta: No viste a un muchacho rubio as y as? Daba cualquier dato de una persona que no exista. Siempre fui muy teatrero. Es tu hermano o algo? No, no; tengo que darle la hoja de dentro de esta revista. Empezaba que mir que aqu, que mir que all; entonces el otro se excitaba solo. Llegaba un momento de la conversacin: Y vos cmo la tens? No s, por qu no la tocs? Y yo s, la tocaba. Pero tena miedo de que me fuera a coger. Entonces conoc al negro la Pocha. Yo estaba en un templo, el dueo del templo cumpla un cinco de abril y el cinco de abril, pasadas las doce, era mi cumpleaos. En materia religiosa las tres cuartas partes de lo bueno, lo malo, lo nocivo, adnde se poda y no se poda ir, lo aprend de l. Algunos usan los templos como pantalla para pasar droga, o para lucrar, o para hacer fiasco, porque se

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hacen los incorporados, se hacen los posedos, para tomar vino, whisky, caa. O bien hay lugares de gente trabajadora, o de clase media para arriba, donde se practica religin. Era un pai, la Pocha, pero no tena templo y siempre andaba con sus hijos de arrastro de un templo a otro. Era gil para el teatro. Muchas veces era ms lo que chupaba que la posesin que tena encima. Si se tena que portar bien se portaba bien. Pero en lugares que se prestaban para el candombaile era noche de alcohol y de relajo, de risas, de gritos, de incorporaciones truchas. Creo que fuimos a ciento cincuenta templos en La Teja, el Cerro, Las Piedras. Yo despus me estabilic en casa de Nstor, mi primer pai de santo. l me puso la mano. Me enamor de l, andbamos de novios. Pero entre pai de santo y filho no se pueden tener relaciones. l estaba deseando, yo tambin estaba deseando, as que dijimos: Bueno. El me sac la mano, aquello que l hizo un da, aquel rito, fue deshecho. Fuimos al templo de la Naty, otro maricn. Nstor me sac la mano una tarde y por la noche yo ya era hijo de otro, as no tenamos ms compromiso de ninguna especie. Entonces Nstor y yo cogimos, pero a l se le pinch el globo y perdi todo inters enseguida, aunque yo segua re-interesado en l. Despus me pele porque hubo lo de macho: Fulano es mo; No, fulano no tiene etiqueta. La primera vez que cog mismo? Me cogieron en un terrapln. Yo vena de Malvn Alto caminando a casa de mis abuelos, tena la plata para el mnibus pero me vena caminando para ver si enganchaba algo. Enganch a un muchacho que a la verdad tuvo una delicadeza... Divino. Yo le tena terror, ah le perd el miedo. A se no lo vi nunca ms. Para m el condn era para no quedar embarazada, pero como yo no tena miedo de quedar embarazado... A todo esto la Pocha me haba enseado varios trillos, lugares donde se changaba. Conoc a muchos travestis: algunos de los templos, otros de changar en tal o cual lado. El famoso negro la Pantera fue el primer travesti que conoc y me qued mudo. Era un negro viejo con una peluca rubia, borracho las veinticinco horas del da. Ese changaba debajo del Acueducto, ahora ya falleci. En el Prado, Paso Molino, paraban mujeres, paraban travestis o un macho que te cobraba por calles que de noche son vacas, toda

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la parte de rboles y el parque presta. La Pocha iba a tomar un trago de caa por aqu, un trago de vino por all. Salvo algn garrn, coga cobrando abajo de aquel arbolito, dentro de aquel auto, atrs de aquel muro. Yo conoc mucho maricn vestido de mujer; travesti con silicona, poco. Si a m no me gustan las mujeres, para qu quiero tener un seno? Los travestis son de otra mentalidad: se creen que son mujeres. Yo siempre tuve claro que era varn y que a m me gustaban los varones. Changaba peludo en las piernas, me pona dos o tres pares de medias, un par de medias claritas, entonces en la noche no se te nota un pelo. Un da del rancho de Teresa sal, no me acuerdo cmo consegu la ropa, si de Teresa o de mi hermana, me acuerdo que mi primer vestido era un vestido rojo de licra que me hice yo mismo bien pegadito al cuerpo, y paraba con la Pocha. l tambin se travestizaba. Yo no quera estar parado solito en una esquina; l ya era iniciado viejo cuando lo conoc, se inici con una tal la Pechito, un travesti viejo de Las Piedras; le ense como era el yeito. Yo estaba en un rancho donde tena que aportar, era nuevito en la calle, changaba que era un lujo. La Pocha me deca que para changar hay que dejar descansar la imagen. No pods pararte todos los das en el mismo cruce donde te ve todo el mundo; hay que ir tres o cuatro das al centro, otro da a una esquina, otro a otra con una peluca diferente. A los tipos que ya te vieron no les gusta salir siempre con el mismo. Hasta ese momento yo era pasivo. La Pocha me ense el garrn. Despus de dos o tres viajes que vos habas cobrado, si queras y te gustaba uno que no tuviera plata igual te lo echabas. Jams antes un garrn; primero plata, despus ese garrn que te gust, y despus segus cobrando. Iba a un descampado a coger, a veces a un jardn, a veces a un motel, pero en algunos no te dejaban entrar vestido de mina, porque el travesti se droga y es muy problemtico, rompe vidrios y espejos para pedir ms plata. Empieza cobrando cincuenta pesos, pero despus te dice: Mir que yo te hice esto y esto, que no entraba en el precio; son doscientos. Si no me pags, con el tacn rompo un espejo, cazo un vidrio y te corto. No, que vos ests loco. Te aviso. Me pags. Ese es el yeito: se trabaja as hasta el da de hoy.

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Yo lo hice, pero pocas veces y borracho hasta la manija. Me chupaba un litro de caa Valverde con miel antes de salir a changar. Era tal el pedo espeluznante que tena que no me importaba abrirle la cara a quien fuera o meterle un cuchillo. Nunca apunt con un arma, siempre pensaba: Bueno, vamos a los vidrios, pico de botella. Una sevillana es un arma blanca, un pico de botella es ms prctico, lo tirs. Para contener a una barrita de siete u ocho malandros que me queran coger a prepo yo agarr y romp una botella. Por lo general los tipos le tienen miedo al travesti, saben que est dispuesto a cualquier cosa porque no tiene nada que perder, no le importa matarse l mismo o matar a otro. El pico de botella o el tacn del zapato; haba quien usaba una media gillette en la boca, se cortaba los brazos: Viste cmo me corto? Hago lo que se me antoja. A m no, mi amor. And largando algo. Cunto sale un parabrisas nuevo? Quinientos pesos. Bueno, dame cien pesos o en este momento te vuelo el parabrisas de una patada. La punta del tacn siempre era de fierro. Lo mandbamos hacer as para que la contusin fuera peor. No seas malo, dame cien pesos y quedate quietito. O quers que tu mujer se entere dnde estabas vos cuando se quebr el parabrisas, qu estabas haciendo, con quin estabas? No es una disculpa, pero en estado alcohlico, sumamente alterado, yo lo haca. Es para changar tranquilo, para perderle el miedo a los milicos, perderle el miedo a lo que te pueda pasar esa noche. Por eso se consume mucho alcohol, para apaciguar los nervios y para agarrar coraje, porque estn los tipos que te quieren pegar, los que te quieren robar, hay tipos que son muy peligrosos porque te ven parado en una esquina y saben que llevs levantados seiscientos pesos. Llegan a salir amistosamente contigo, o llegan directamente a robarte. Si no la comands te sacan un chumbo, un cuchillo, o un pico de botella como nosotros, porque ellos estn tan diestros como nosotros y saben cules son las ventajas y desventajas. Yo revlver tuve en la cabeza dos veces, y una vez sal con un gitano. En un pozo se cay un pedazo y yo le dije: Se te cay el 38. Pero sac otra arma, una grandsima, no s si calificarla de Magnum. La Pocha en el asiento de atrs lloraba a moco tendido, se le caan las lgrimas al ver el arma y que nosotros bamos rumbo a un monte desierto completamente.

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Despus de varios meses de prostitucin callejera la Pocha me llev a lo de Corujo, un bar en Las Piedras con travestis siliconados. A veces Nstor, mi antiguo pai de santo, tambin changaba ah vestido de mujer. Habl con la Cristian, la duea del bar y le dije: Mir, Cristian, vos me dejs que yo changue ac? Y me dice: Mir: ac a las manos no, babado no. Babado es robar, un matufio. Y me instal tres aos. Todas las noches changando, de once de la noche a seis de la maana. Tomaba mate con yerba La Oveja, o yuyo de la oveja, para no acabar y tambin dejaba caer una gotita sobre la cabeza de pene. Con eso tenas ereccin pero no acababas ni a palo, para poder seguir cogiendo con otro cliente. Y siempre los apuraba: Rapidito, acabar. Yo pensaba en la plata. Borracho, aguantaba cualquier cosa, fuese quien fuese. Deca para m: en media hora tengo tanta plata, y esto que pasa ahora es un mal sueo. Y a todo responda: S papito, s papito. Pero te sentas usado, manoseado, y pensabas en la plata: saqu tanto, saqu cunto. En lo posible ni siquiera los miraba, asqueado de los viejos babosos. Hasta que decid dejar de changar. Me baj de un camin donde haba cogido, sal a la ruta a las cinco de la maana, borracho del todo. Pas un mnibus, ah levanta a noventa o cien la velocidad, me agarr de costado, me tir contra un muro, no me mat de casualidad, no tuve ninguna fractura pero me descoloc el organismo, vestido de mujer y todito ensangrentado. Un paso ms y el mnibus me habra agarrado de lleno y yo no existira. Nunca me haban fichado. Yo saba cul era el proceso por los otros. Me llevaban para Canelones, a la Comisara, ah pasaba la noche y me iba al da siguiente. Si me preguntaban yo contestaba que ya estaba fichado. Otra vez luces y flashes y pngase de costado y haga all y diga ac, todo eso de nuevo? Estaba en la puerta del bar con la Leticia y vena la polica. Veamos los focos all a lo lejos, eran azules. Nos metan de a veinte en la camioneta. La veamos y era el grito. No quedaba nadie. Nos escondamos encima del techo, arriba de los rboles, en la cabina de un camin, rpido, ya! Los que estaban dentro del bar rajaban para adentro de la casa. La polica no poda entrar a la casa sin orden de allanamiento.

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Si el milico te agarraba, el milico te coga, y te largaba. Siempre haba alguno que quera coger. Yo era nuevito, o bastante nuevito, y me decan: Mir, si me la chups, te largo. Pero la camioneta era un poroto. Despus empezaron a mandar miliquitos jvenes del centro, vestidos de particular. Jugaban al casn, es decir al pool un juego por el que nunca me interes y chupaban. Eran milicos diferentes, de la Jefatura de Montevideo, decan: Polica! Quieto todo el mundo! Empezamos a caer. Esto era bajo el comisario Rojas que dentro de todo era un tipo accesible. No era maldito. Te meta en un calabozo, te dejaba las horas que tenas que estar y te largaba. Con libreta a veces nos daban doce horas en vez de veinticuatro. Yo pasaba revisin mdica todos los mircoles. Examen de HIV cada tres meses. Miraban el pito, la cola, comprobaban que estabas sano; entonces te daban una constancia que yo presentaba a los milicos. No deja de ser una pena que un hombre est prostituyndose. Con una prostituta no hay problemas, pero con un varn s. Cuando yo empec a coger tena la clara idea que los tipos me iban a pagar para cogerme pero ac los tipos te pagan para que te los levantes. No la mayora, sino el noventa y nueve por ciento. El que no se hace coger la chupa. No hay otra. Con los policas es distinto. Y los garrones tienden a ser activos; de pronto pueden ser activos y tambin pasivos. Prcticamente todos los clientes tienen arriba de los cincuenta. Haba barritas de dieciocho a veinticinco aos que antes del baile pasaban por el bar a chupar vino. Ellos queran coger, decan: A ver esa conchita, a ver esa conchita y me masturbaban. Me acuerdo en la terminal de mnibus un tipo supermacho me dijo: Te voy a hacer esto, te voy a hacer aquello, te voy a hacer lo otro. Yo encantado: Cmo no. Llegamos al mueble y lo primero que me dice es: Sacate el vestido, me lo quiero probar a ver cmo me queda. Le hice esto, le hice lo otro, todo yo. Tena trabajo, mujer e hijos. Le pareca mejor que lo vieran con una mujer o una supuesta mujer que con un tipo vestido de hombre. Una situacin complicada fue cuando cambiamos de comisario. El nuevo, Helguero, era siniestro, un marica tremendamente reprimido. Odio nos tena a nosotros y odio les tena a las mujeres.

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A las putas les tena ms odio que a nosotros. Despus de caer presos, cuando estbamos en el calabozo: Nada de bochinche! Si nos ponamos: juajuaju! mandaba un milico que nos tirara baldes de agua. En el peor calabozo, el que tena peor olor, el ms oscuro, el ms lejano, no se sentan los ruidos de la comisara ni los ruidos de la calle; te pregunts si todava hay un mundo fuera; uno se siente aislado, y encima con baldazos de agua fra en pleno invierno. Este asumi, y en dos meses cerr lo de Corujo. Los travestis siempre nos pelebamos, con la Betty estuve peleado mucho tiempo no me acuerdo por qu, con la Claudia porque supuse que me haba robado, aunque haba sido otro maricn el que me haba robado, la Janet, y me pele con la Leti por problemas de cobranzas. Todos cobrbamos lo mismo. No poda haber diferencias de precio. Competamos en cuerpo, pero no en precio. Como estaba peleado me fui a la ruta a changar con la Pocha. Vino la camioneta y no la vimos. Cuando nos dimos cuenta estaba a seis metros: vena despacito. Yo de pollera rosada, medias, tacones altos, blusa, un bochinche era yo. El comisario Helguero manejando. La Pocha re-cag. Yo me descalc y dej los zapatos en la carretera. Cuando la camioneta fue a dar la vuelta hacia nosotros, dije: Pocha, corr! El comisario grit: Alto o disparo! y arranc a los tiros. Las balas las sent pasar al lado de m, hacen: zuum, zuum! Dos veces me tir cuando yo estaba en la misma esquina, y dos veces me escap. Sala como alma que lleva el diablo y me meta dentro de cualquier puerta. Este tena odio. Si l te quera agarrar y vos te escapabas, el odio se multiplicaba. Entonces era una paliza y cualquier violencia con el pretexto de que habas resistido el arresto. Una vez lo cruc en la Clnica, yo iba a la revisacin. Lo vi, pero segu de largo; entonces l me grit: Seor! Yo iba vestido de hombre. Usted no estaba parado en tal esquina a tal hora tal da? No, seor. A qu viene? Vengo a pedirle un medicamento a la Doctora Vilma porque tengo una afeccin a la garganta. A usted qu le importa? Vaya, vaya, dijo. Di media vuelta y l bisbiseaba: Ya te voy a agarrar. Yo pens para m: Si corrs ms que yo me vas a agarrar. Y me fui moviendo el cuello, como significando: No; no me vas a agarrar. Y no me agarr sabas?

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Despus de eso y lo del mnibus que casi me atropella habl con mi doctora. Estaba sumamente estresado: yo sala a changar y cada noche pensaba que no volva. Ya haba cumplido dieciocho aos, me acercaba a los diecinueve. Senta confianza en ella porque demostraba una calidad humana que no se encuentra. Le dije: Ando mal. Qu te pasa? No quiero changar ms; van a terminar matndome. Aparte los pedos eran brutales, los quilombos que yo armaba. Me agarraba a las pias con los machos mamados que estaban en el bar. Me tocaban el culo, yo ya andaba medio elctrico por algn lo con otro travesti y les preguntaba: Vos me tocaste? Pero qu te cres, puto! contestaba el otro. Y ah se armaba la gresca y todo el mundo sala para afuera. Las peleas eran afuera. Se agregaban otros: los amigos del macho y los amigos del puto. Una vez por tres vasos de vino se arm un lo que puedo decir que me di el lujo de sacar a todo el Corujo para afuera. El tipo me quera coger por tres vasos de vino. Yo le dije que no, que cobraba plata; si no, no sala a ningn lado. La Cristian, la duea del bar, con un revlver tiraba en medio de la ruta para controlar la situacin. No chango ms porque me van a matar o mato a alguno. Yo estaba en cualquiera. A m no me interesaba nada de nada. Pero los ratos en que estaba fresco pensaba en lo que haba hecho la noche anterior; y no me quera acordar. Si fulano me ve o mengano me agarra me van a matar. Cada da enemigos nuevos. Eso le dije a la doctora. Por qu no cuids enfermos? Vos sals de esto si te consigo pacientes? S. Y me consigui pacientes en la Mdica Uruguaya y en la Espaola. La primera paciente fue la suegra. Yo iba al sanatorio vestidito de varn, bien educado, como siempre fui, para ser acompaante al lado del paciente. Entonces pude empezar a elegir yo con quien me acostaba. A m me gusta gente de mi edad, de veintiuno a treinta, con lindo fsico, y no me gusta que sea afeminado, pero s que se deje coger. Aunque a vos te vi afeminado y pens: Este se deja coger. Te vi con un dejo, quiero decir, no te vi con un porte de macho total. Pens: Con ste hay posibilidades de vuelta y media, o de que yo me lo coja a l. Qued super-asombrado de que vos me terminaras cogiendo a m. Claro: no te lo iba a decir, pero... Vos me invitaste a

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tomar un whisky y despus a conversar a tu apartamento. Aparte de que me atraas. A los de ms de treinta los veo desprolijos, viste? Sobre todo si ya son casados y todo eso, se vuelven panzones, medio calvos; pero como vos estabas atractivo, y sos atractivo cuestin aparte me gustaste, y me dije: Con ste, regio! Pero como eso no se habl en el boliche qued pensando que vos eras pasivo, y la situacin fue otra, entends? Ta: fue otra, y fue otra. El calor volvi el sbado siguiente, o ms bien Domingo de Ramos; ya haban dado las dos de la madrugada. Toms se aprontaba para salir de ronda. Vesta pantaln negro, musculosa blanca. Son el timbre. No esperaba a nadie. Se asom al balcn. Era Julin. Estoy a punto de salir. No, si te ibas, andate noms, total sos libre como escribiste. Yo me las tomo, pero te advierto que no me involucres en tus manas. Me imports un pito; mucho menos tus obras de teatro. A medida que hablaba suba el volumen; haba venido con la intencin de hacer un nmero de estruendo y amenaza. Toms temi que la anciana bajo cuya persiana el chulo, exaltado por la frula, vociferaba las lneas de su rol de acosador, se despertase. Se arrepinti de haberle dicho que pensaba salir; era mejor que entrara. Pas, te ruego. Dentro podremos hablar ms cmodos. El ataque de Pierre en Spok le haba dado a Julin motivo para esperar lo peor; recelando que Toms lo agrediera, o que tuviese compaa, se neg a entrar. Pero tampoco se decida a partir. Su mejor baza era armar un escndalo en la calle. Te ment cuando te dije que te quera; hago de lady-gay con un veterano cuando se me da la gana, despus me aburro y lo mando a cabecear. En La Cumbre cacareaste que yo era al pedo. Y bien, no era, al menos all y entonces. En cambio, vos s que sos al pedo. Soy completamente al pedo! solt una carcajada demonaca. Nunca lo haba visto con una plus mauvaise mine, devastado por la merca; la piel exhiba un tono verde faisand; en la punta de la nariz destacaba un absceso color fogata. Soy todo dulzura de la cintura para abajo. De la cintura para arriba soy todo veneno.

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Ya s, no me queras. Un poco de simpata, al menos, habras de tenerme, para soportar conmigo casi todo el verano. El agresor se desconcert. Buscaba herir. Esperaba que l perdiera el control, que estallara, que se fuera de lengua, revelando inadvertido el plan de venganza que pudiera haber tramado. Pero no obstante orlas por primera vez, Toms tena tan rumiadas y consabidas las palabras hirientes, que se mantuvo en calma. Eran speras, s, pero no novedosas. Estaba vacunado contra ellas. No sos ningn corderito. Te quers vengar. Ests preparando un truco. De qu me vengara? No me hiciste nada. Te agradezco que me hayas acompaado en la sierra por algunas semanas. Eso es todo. Pero te ment. Me mentiste? Yo ya saba con quin estaba tratando; no tom en serio nada de lo que decas. Cierto que, a causa de que estbamos siempre juntos, me acostumbr a que compartiramos todo. Me volv adicto a vos, como si fueras una droga. Ahora es diferente; lo de la sierra est pasado y pisado, desde hace un mes! No te das cuenta? Estoy bien. Salgo con otros. S. Con billetes siempre vas a encontrar con quin salir. No te escrib la carta para hablar de La Cumbre. Lo que te propongo es un negocio. Pretends comprarme, como si fuese lo nico que me interesa; habrs pensado: Este se mueve por la guita. Te ofrezco un trato! Me conts tu vida, yo pago. Despus te enseo ingls. Cuando mi obra se estrene, nos vamos a Inglaterra a festejar. No me interesa el ingls, jachu, jachu! Prefiero Brasil. Este invierno pienso viajar a Brasil. Por la vereda pasaban algunas jovencitas; aunque no tena el ms mnimo inters en ellas, el pilongo las pirope con rudeza. Formaba parte del espectculo. Enseguida se le fueron los ojos hacia los bceps de Toms. Haciendo una mueca obscena, coment: En La Cumbre no los tenas tan duros, ni tan grandes. Se oyeron ruidos, un jadeo catarroso tras la celosa; la anciana se haba levantado, obvio, y se apostaba a escuchar.

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Si me molests otra vez, o si molests a mi madre con llamadas o cartitas, vengo, tiro la puerta abajo, y te liquido con un chumbo. Despus de varios esfuerzos por apaciguarlo hablando quedito, Toms le transmiti las buenas noches por la rendija de la puerta, asegur el cerrojo. Prefera ignorar, por inters en lo que ataa a su tranquilidad inmediata, cuanto se haba implicado en su contra. Pero la visita an no haba concluido. Fue desviado de su primera direccin escaleras arriba por un nuevo timbrazo. El don mafioso quera despedirse. En vez de abrir, se asom al balcn. La cara verde, abajo, reclamaba dinero. Arroj un billete que revolote en zigzag como una hoja de otoo. Es lo que tengo por ahora. Habr de sobra cuando nos reunamos a conversar. Si no te aviso antes del jueves, significa que rechac tu propuesta; y de remate, que no te voy a ver ms. Los muros retemblaron bajo el caonazo; aturdido por el estruendo de explosiones colosales, Toms apenas tuvo valor para captar en el aire la destruccin y los desgarramientos de la batalla. Temblaba an por la aparicin intempestiva del otro; pero el agua de las pupilas de Jos lo mir sin objeciones; se vea en el horizonte aprobatorio de esos ojos. Se aflojaron en el canyengue compartido con la persuasin de que estaban bien juntos. No quera volver solo a casa; era incapaz de afrontar solo ese embole reciente de la visita de Julin, insensible en su conducta hacia l, deficiente tanto en la justicia como en la compasin. El semisordo lo acompa. Habindose quitado las botas, el cinturn con hebilla de Harley Davidson, qued en slip, mordiendo una manzana. Espero que me entiendas. Voy a hacer que me entiendas. No tengo la menor vergenza acerca de lo que implico. Despleg sobre el sof el interminable esqueleto, ofrecido para que lo aferrase como un mstil atravesando el tifn. Ya estaban dormidos como verdaderos operarios cuando sonaron golpes en la puerta. El iracundo haba vuelto! Sali al balcn. Contempl una espantosa negrura que yaca sobre un sinfn de destellos blancos. Unas cuantas estrellas asombrosas caan hacia el

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oeste, vacilantes y opacas, vistas a travs de una frentica corriente de humo. Pero no haba nadie. Sinti que dejaba una gran felicidad a sus espaldas cuando sali de la casa con Jos al da siguiente; juntos siguieron caminando y el chico estall en palabras de admiracin y de alegra acerca del cielo luminoso y de la posibilidad de bajar hasta la playa. Su amigabilidad, su fraternidad, su sinceridad, su rectitud: afirmaba estar seguro de que los sordos posean mayor valor y calidez que cualquier otro grupo de hombres; que slo ellos saban vivir, slo ellos merecan ser respetados y amados. Bajo un cielo sereno, abrasador, sin una nube, envuelto en el fulgor de unos rayos solares que mataban todo pensamiento, Jos horadaba la arena con sus tacones de bucanero. Se quit la camiseta, porque estaba templado, y se estir boca arriba sobre una roca plana. Cuan delgado y largo era! Apoyaba los glteos y las paletillas, mientras que la cintura quedaba al aire como si fuera el arco de un puente. Memorias de personajes de gran valor y sufrimiento que en ese momento se le ocurrieron a Toms, las mejores para animar y fortificar la mente mediante los ms altos preceptos, le quitaban toda gana de hablar. Apretaba fuerte los prpados cerrados bajo el sol. La invectiva de Julio resonaba en sus odos; era su pensamiento central en medio de la quietud. S en qu ests cavilando interrumpi el semisordo. Es en tu prxima obra de teatro, no es verdad? Los estampidos de can o ametralladora y las humaredas de los incendios lejanos son otros tantos problemas laterales, que el estratega debe atender. La malicia introduce la discordia y la astucia conserva el mundo en la discordia. Con las espaldas vueltas hacia donde quera ir derecho, a la madrugada visit otra disco; en el retrete haba uno solo, para hombres y mujeres se top frente a frente con Julin, que se miraba en un espejo suspendido junto a la puerta. Un partidario le sostena por detrs las puntas del cabello destellante como si fuera la cola abierta de un ave del paraso, un vestido de cola, o el caminero

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extendido al paso de algn dignatario. Hablaban entre ellos acerca del drstico corte que haba, si no demediado, al menos reducido en un cuarto la extensin de las hebras. Toms inclin apenas la cabeza; no quera entrometerse en la pltica. El malcriado ni siquiera respondi al saludo. Estaba repuesto, s, de la fatiga de la noche previa con ayuda de una buena dosis de sueo de que sala rejuvenecido. Al presente era una nia radiante baada en agua de almendras; festejaba, se dira, su fiesta de quince, refrigerndose en el mingitorio entre gorjeos de sus compaeras menos agraciadas. Toms no tuvo siquiera el consuelo de redescubrir aquel encendido fornculo en la punta de la nariz de Julin, que tanto detonaba bajo el farol de la calle horas antes. Por un pase de magia, haba disminuido su volumen; quedaba de l apenas un antojo gris y tenue. Amostazado, confuso, arrebaado, se escondi detrs de una columna; desde all espiaba las evoluciones del chulo por la pista de baile. ste saludaba a sus relaciones con sonrisas amplias y fallutas que l le conoca bien; se demoraba en abrazos aparatosos, a cuenta, posiblemente, del voyeur que lo acechaba. Pasaba a su lado provocativo sin registrar su existencia, como si fuese transparente. Solicitado al fin por alguna cita ya marcada, o apenas para continuar la noche en otro departamento menos bullicioso, ms atemperado, el marichico se retir. Al descender los escalones de la salida levant la cabeza, cruz una mirada con Toms. Juliette haba especificado que, o bien telefoneara antes del jueves para hablar de negocios, o... ya nunca! El Mircoles de Ceniza estbamos en Semana Santa, ya se sabe al volver de una salida corta, consult el contestador: la cinta registraba ajetreos confusos: un radio encendido, un choque de trenes? En el ltimo segmento del mensaje, encima de un ronquido cavernoso de mal augurio, justo antes de que cortaran, un ncubo o un scubo, el chulo, posiblemente, escupa una execracin sorda. Eso fue todo.

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El Viernes Santo, ante la certeza de que su torturador no volvera a sobresaltarlo, resolvi viajar a un festival de bandas en un campo de Colonia, que haba sido organizado por un Comit Anti-razzias en protesta contra los desmanes de la polica, que asolaba a los que pitaban un porro o tomaban vino en la calle. Lo acompaaba Donato, un compinche de juventud, profesor de fsica en la secundaria. Jos el semisordo haba partido el da anterior con idntico destino. En carretera levantaron a varios marginalitos de pelambrera apelmazada bajo gorros de lana, que hacan autostop rumbo al evento. Dos o tres mil jvenes y unos pocos menos jvenes se desperdigaron por una vasta loma; algunos no tenan dinero para comprar el pan que se venda in situ y recurran a la caridad de los ms prsperos. En la ribera de un arroyo haban montado un precario sistema de duchas con baldes volcadizos, pero la mayora de los que hormigueaban por el terreno mantena un aspecto notoriamente terroso. El antiguo Luis de Baviera, que se haba topado con l un ao antes en Valizas, se entretena con otros bajo una hilera de calzoncillos tendidos a secar; pero Toms no sinti el impulso de entablar una pltica y sigui de largo. Tres travestis presentaban un video acerca de su gnero de vida. Uno, con marcadas patas de gallo, brilloso de pankake derretido por el sol, prodigaba, con cada sonrisa, una perpleja ausencia de incisivos. Hablaba en nombre del grupo. Los ingentes y flccidos senos de un pardo, el segundo de la trada, eran sostenidos por un armazn de alambre diseado a la manera del Golden Gate, cuya ingeniera no estaba disimulada por el escote extra bajo. El tercero ocultaba parches pintarrajeados tras gafas como anteojeras de caballo. La muestra del video se frustr; el proyector que traan se haba daado. A travs de los cursos que enseaba en la secundaria, Donato conoca a barras de adolescentes que derivaban alrededor de las

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carpas. A Toms le bastaba seguirlo, ahorrndose el esfuerzo personal de interactuar. Encontr a Jos frente a un quiosco de bebidas. Acampaba bajo los rboles con un grupo de camaradas, incluido un vendedor de coca carente de escrpulos a quien llamaban el Cubano. Tiempo antes, el Cubano haba dejado corto a Toms en una transaccin espuria. Figuraba entre ellos, por aadidura, un joven de aspecto cerval y menudo que en ese momento emerga de un bao en el arroyo. Una demoiselle entrada en carnes, baja y redonda, la nica mujer de la partida, se acostaba al presente con Jos, que era bi, a pesar de que en pblico la tratara con displicencia. Unas magnficas franjas con brillantes colores en prisma surgieron de pronto; declinaron a un tremeluz manchado por una tenue gota de rojo; un anillo de vapores, girando locamente alrededor de la calma del centro envolvi el campo como una inmvil pared intacta, de siniestro esplendor. Y un gemido bajo, la queja infinita de la furia de la tormenta, lleg desde ms all de los lmites de la amenazadora quietud. Un chaparrn era inminente. Entre iluminaciones sbitas de los relmpagos ocurri la primera aparicin del diablo; tena el aspecto de un hombre de tierra adentro, con pantalones bombachos que se abrochaban a la altura del caprino tobillo. Sobre la cabeza, entre los cuernos enrulados, se enredaban algunos oropeles. Prendida del pecho colgaba una escarapela: representaba una mano amputada con un ojo en la palma, y apareca puesta en medio del cielo. En vez de pensar en la prudencia, Toms reconoci en ella, ms bien, una real viviseccin del cuerpo humano, una muda alusin al estado de naturaleza como escombro y la instauracin del fragmento como categora dominante. Lo observ, maltrecho, solitario, trabajando con pesadez en una frentica escena de nubes negras iluminadas por los destellos de mundos distantes. Se mova lento, exhalando en el centro del huracn el exceso de sus fuerzas en una blanca nube; y la vibracin del escape de vapor era como el trompeteo de una criatura impaciente por reanudar la lucha. Los pectorales de un gigante moreno, en forma de balones con argollas, sobresalan de un corsage de spandex amarillo oro era un oro opaco. Le habra gustado agarrar esos senos a mitad descubiertos.

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En esto emergi una estatua-dios, marcado para morir: un rubio claro de ojos acerados, el torso desnudo, perneras de cuero con tiradores, tatuado de la cabeza a los pies. Tena un aro metlico en el pescuezo asegurado a un poste por una cadena remachada. Se mantena en posicin lordsica, que facilitaba el ser penetrado por detrs. Le haban afeitado la cabeza. En el entrecejo destacaba el tatuaje de una cruz con pespuntes azules; la vertical descenda sobre el tabique de la nariz, la horizontal se extenda a lo largo de las cejas. Connotaba un desafo imposible de soslayar. La perforacin por el ano, la retraccin e impulsin, deban ser tan cabales como era notorio ese crucero, cuyo vrtice aluda a un tercer ojo. El tatuaje era un reclamo; su importe deba verificarse; en caso contrario, denunciaba la tentativa que, por no haber obrado un impacto suficiente, ni estirado al mximo los ligmenes internos, no se haba hecho carne como corresponda. Varios peones de larga cabellera colocaban sobre un podio a la intemperie el equipo de una banda de nombre Cross, pero se detuvieron. La nublazn se adens en perlas de humedad. Intercambiaron opiniones entre s y decidieron invertir la secuencia. Empezaron a desmontar los amplificadores. En caso de aguacero, ya inaplazable, el cableado sera una fuente de peligros. El horizonte se entenebreci ms por el tamiz de una cortina de lluvia que avanzaba derrapando desde el norte y el oeste. El ventarrn de aire fro cay sobre los cuerpos calientes. Un garoto que tocaba la guitarra acstica se interrumpi. A las primeras gotas muchos corrieron a buscar cobijo, pero otros saltaban bajo el aguazo. Los rayos aterrizaban sobre los confines y tambin en las cercanas. Jos sacaba fotos aprovechando los flashes de los relmpagos. El aguacero se intensificaba, sin visos de calmarse. El fotgrafo, su novia enana y no sorda, el profesor de fsica y el chico cerval se refugiaron en la camioneta de Toms. Jos le dio fuego y le quem segundo ardimiento! los dedos que sostenan el cigarrillo. Con los vidrios empaados resultaba imposible saber qu ocurra fuera. El vehculo se encontraba en un alto, a poca distancia del puesto donde vendan cerveza. El chofer abri la portezuela, puso un pie en tierra a fin de comprar un par de tragos, pero se hundi en la corriente hasta la rodilla, y tuvo que desistir.

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Una perplejidad, sin embargo, surgi, que no fue de desdear. Uno de los oficiales voluntarios del campo golpe en la ventanilla. Ayudado de otros, arrastraba a un joven semiahogado, descubierto inconsciente en una zanja. Pidi que lo llevara hasta el hospital de un pueblo vecino. Los ocupantes evacuaron el vehculo; cada cual tom el rumbo que le pareci menos desastroso. Introdujeron al accidentado en el asiento de atrs; el responsable del campo mont delante para indicar la ruta al chofer. Siguieron una huella larga, jabonosa, entre torrentes desatados, hasta la carretera de pavimento que los condujo a Villa Perla, dotada de un flamante dispensario y sanatorio. Mientras el paciente era atendido en el servicio de emergencia el chofer, fumando, esperaba noticias bajo la arboleda del portal, frente al edificio constructivista envuelto en una gara plateada, ms desamparado de lo que poda imaginarse. Como alguien de temperamento ecunime y un buen ciudadano, reconsider la blanquecina pared, la configuracin conjunta de los acontecimientos, y sus males no le parecieron tan graves como haba supuesto en verdad de poca importancia; y aqu terminaban las dificultades de su nimo. No tardaron en llegar novedades acerca del comatoso. Bajo la ropa empapada, sobre la piel roja y tumescente, haban descubierto una capa de hormigas negras de abultado trasero, que al picarlo le haban producido una reaccin alrgica. Pasara el resto de la noche en cuidados intensivos. Cumplido su turno de servicio, el guardia voluntario volva en bus a Montevideo desde la terminal de Villa Perla. Libre de pronto de cualquier incumbencia, Toms sinti un despunte de curiosidad y ternura por ese lugar ignoto. Se acariciaba la nariz y sonrea tranquilizador. Remont una trocha que lo llev a travs de plantos de pigmentos contrastantes. Desde un pedazo de cielo de momento escampaba las estrellas parecan observarlo con atencin, como por ltima vez. La luna ti los troncos brillosos por el agua. La ltima estrella, imprecisa, como si regresase a la neblina de sus comienzos, luch contra la colosal negrura. Empezaba a llover

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de nuevo. Entre remolinos, un chasquear resonante y hueco se acerc y se alej. En el campamento, entre tiendas derrumbadas y jvenes cuerpos que trasegaban en el barro, los ms hbiles haban encendido fogatas, todo un logro, dado que la madera estaba irremediablemente hmeda. La gente se reuna alrededor de las llamas; los perros, al sacudirse, rociaban a todos. Tocado de un sombrero de ala ancha, protegido bajo un capote de lluvia que por previsin haba trado la estampa de un combatiente matrero en las guerras civiles de un siglo atrs Donato conversaba con el inevitable crculo de curiosos y conocidos. Tena una presencia espectral, como si perteneciese a un daguerrotipo sepia, o a una placa de rayos x. Toms lo lament, y percibi una gran prdida posible. Entraron a un jacaln vaco que daba seales de haber funcionado como capilla. En el interior arda una fogata alimentada con los cuadros santos; el humo impeda respirar. Consumidos los materiales combustibles, el fuego disminuy hasta que slo quedaron rescoldos. Salieron mientras se disipaba el carbnico y reingresaron. Pareca el nico sitio seco en leguas a la redonda. Extendieron en el piso los sacos de dormir. Fue oportuno entrar de los primeros. No slo ellos tuvieron la idea de refugiarse all. La iglesia pareci enseguida una tienda de primeros auxilios durante la guerra de Crimea. Arropado en su saco de dormir, Toms oa el continuo arrastre de pies sobre las baldosas del recinto, entretanto el agua repiqueteaba por techos y desages; a pesar de todo se durmi. Entresueos not muy prxima una presencia; semincorporse; y en efecto: al abrir los ojos alguien se agachaba junto a l y agarraba su par de botas, que para mayor seguridad haba colocado junto a la cabeza. Era comprensible que quisieran robrselas; casi todos los asistentes usaban sneakers, embebidos en barro a estas horas. Sorprendi al intruso en el preciso instante en que las tomaba; pegadas a las suyas, distingui en la tiniebla unas crneas sanguinosas; reconoci al ladrn por las crneas! Era Pvel, el trigueo del Cerro que, un ao antes, venda marihuana en Valizas. Toms le haba puesto

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entonces unas gotas de colirio en los ojos inyectados para aliviar esa perpetua irritacin de maldormido alcohlico. Era Pvel, cuyo nombre provena de, y era un homenaje al protagonista de la novela La madre, de Gorki o, en su defecto, al filme de Pudovkin, que justificaban el terrorismo pre-bolchevique. El padre de Pvel, dirigente obrero del Partido Comunista, veneraba el libro, o el filme, o ambos, y el muchacho de piel oscura y crneas rojas que tena ante s era el resultado de ese homenaje. Al comprobar que la vctima lo miraba con los ojos bien abiertos, Pvel volvi a depositar el calzado en el suelo con el mismo sigilo con que lo haba levantado y le acerc a la oreja una lengua con cheiro de grapa: Ser de la negra noche nos lo ensea infame turba de nocturnas aves. Repeta de memoria, como a peticin de parte, los versos que Toms le haba recitado el ao previo; y los devolva ahora en el oscuro. Despuntaba el Sbado de Resurreccin. En lugar de Donato, que se haba extendido a su vera cuando entraron, aunque enfundado en el saco de dormir de ste, respiraba un desconocido. Los pmulos, recubiertos de lodo, mostraban, en los sectores an visibles, la sazn de una pecosa pera. Es que haba resucitado con un cuerpo nuevo en el capullo antiguo? No le tom mucho rato descubrir, capa y chambergo de alas flexibles, al mariscal de campo contra el alfizar de la ventana. Haba cedido, por un gesto de verdadera compasin, el saco al durmiente cuando ste irrumpi en el recinto, calado y temblando, horas antes. Donato era an la muerte que duerme mal. El rosa del amanecer se reflejaba en los charcos; el viento haba limpiado el cielo y secaba rpido la tierra; un caballo, no se saba por qu, esperaba ensillado, carona y montura secas, con las riendas atadas a una encina retorcida.

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Caminaron hasta un puesto de venta de pan y de caf. En la cola de los que aguardaban turno apareci el muchacho cerval. Haba pasado la noche en blanco, de fogn en fogn, tratando de secarse. Pidi al motorista que lo dejara entrar un rato en la cabina del coche. No haban pasado diez minutos cuando surgi el plenipotente Cubano, mercachifle en coca, acompaado de un adltere, ambos munidos de damajuanas vacas. Llvanos hasta la canilla urgi Mr. Cuba. Hay alguien durmiendo ah dentro. Scalo. No puedo. No peg el ojo en toda la noche; se acaba de dormir. Vas a tener que despertarlo. Te ofrezco lo siguiente: uno de ustedes me acompaa en el asiento delantero, con las dos damajuanas. No. Vamos los dos. As que vas a tener que sacar a se de ah atrs. No lo saco. Entonces te rompo un vidrio con la damajuana. Y ah quedaron: el chofer parado junto a la camioneta, empeado en demostrar que no perda la tranquilidad; el Cubano bocasucia denostando, hasta que enred la cola entre las patas y se fue. Pensaba bastante en Julin, formando mil esquemas divertidos para el progreso y culminacin de su apego, vnculo y lazo; imaginando dilogos interesantes contrarrestaba mediante nuevos argumentos cualquier desaprensin de la otra parte. Sin embargo, la palabra sacrificio no me dice nada; de ninguna de sus deplorables respuestas, de ninguna de sus negativas crasas, emerge la alusin a un sacrificio de mi parte. Atraves un alambrado entre retorcidos postes que parecan resurrectos andrajosos; entr a un potrero con vacas que se apartaron por prudencia; con ojos vivos, enormes, lo miraron, torciendo la cabeza por encima del lomo. No se engae nadie, no, pensando que ha de durar lo que viere

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ms que dur lo que vio, porque todo ha de pasar de igual manera. El viento le enrojeca los cachetes, lo haca lagrimear. Un toro lo persigui en corridas cortas, indeciso. Todo lo exterior y local que pudiera suponerse, con la gratitud de su contento, con espritu y precisin, estaba all. Una paloma, posada en la rama de un tala, encontr su ojo; la golilla trocatinte variaba del xido al violeta; el pico bermejo espulgaba las plumas de un ala; despleg la cola en abanico; se volte casi de frente para considerarlo con ambos ojos. Sus sentimientos son clidos, pero imagino bastante tornadizos. Esa paloma haba aparecido ms de una vez, y nunca sin una conexin agradable; ya fuera un piropo a su gusto o el recuerdo de algo que hubiese ocurrido; era un seuelo alegre y concntrico. De vuelta entre las carpas se reuni con Donato, con Jos y su pareja retacona y cachetuda. El cerval dorma an en el asiento trasero. Cargaron el equipaje y salieron rumbo a Montevideo. No haban pasado cinco minutos de su llegada, cuando se figur la historia completa de un asunto muy otro. No saba de Julin desde la noche fatdica y el match indeciso del Domingo de Ramos. Tanto haba quedado en suspenso, que una vez que lo reconoci, el nombre de l no volvi a paralizarlo. Tena preguntas que hacer. Ahora las lenguas de fuego se cruzaban en zigzag. Se desataban las lenguas! No soport quedar ms tiempo en ascuas. Todo menos or el chisporroteo dentro de su propia cabeza. Era como conducir autitos chocadores en el parque urbano: impactos furiosos, un aura de charamusca, la imposibilidad de dar marcha atrs. Eso, en resumen, constitua el estado de las cosas. Le haban prohibido telefonear o escribir so pretexto del escndalo materno, como si ella no supiera que el hijo jineteaba a cualquier hora mostrencos de varias layas. Para circunvenir el inconveniente alquil un disfraz de dama; un disfraz epistolar, es cierto. Faltaba ver si su oponente reaccionara con otro alarde de amenazas, o si convendra, rendido al fin, en los encuentros.

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Juli, Juli, tena planes para vos y para m, pero me los cortaste al hilo y me dejaste picando. No estoy enojada con vos; al contrario, esta cartita, puente de plata, certifica tu buena conducta. Recuerdo slo los buenos aspectos de nuestra vida en comn; a las cinco de la tarde, en La Cumbre, me preparabas el caf con leche. Te hablo de igual a igual. No haya bronca. Perdn. Te estoy agradecida. Soy un pedazo de pan. De m pods hacer lo que quieras. El proyecto que te propuse sigue en pie. Si quiero invertir dinero en vos, por qu me lo vas a prohibir? Soy una mina superdiscreta, no hay peligro de comprometerte a causa de los datos que me des. En caso de que no lo sepas, te aclaro: mi versin alterar los nombres de las personas y hasta de las calles y lugares que menciones en tus historias; todo aparecer distinto a como fue, por licencia potica! No exijo datos verdaderos acerca de nadie. Al charlar acerca de tus correras va a surgir aunque no lo creas una nubarada de ocurrencias y de diversiones, el tiempo pasar sin sentirlo. S, el tiempo vuela. Antes de que cante el gallo habrs amontonado una ponchada de billetes. Si me conceds lo que te pido (no me hagas un feo) quedar en deuda con vos y agradecida por el resto de mis das (cortos, largos?) y te tendr en cuenta siempre para lo que se te ofrezca. Un besito de tu hembrita Clara Dobl el papel. Lo meti en el sobre junto con el dinero. Dos das ms tarde son la esperada campanilla. Colgaron. El demonio haba inventado un nuevo mtodo de tortura. Ese escollo, con todo, fue temporario. Pasada una hora llam de nuevo. Y la voz se identific. Hablaba seco, sin cortapisas: propona una cita en un rincn del Prado en un cuarto de hora. Por ms que corriera, Toms no llegara a tiempo. De mala gana, el otro le concedi unos minutos de prrroga.

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En la rotonda de Milln y Larraaga una cola de ancianos y de liceales esperaba el bus; el ltimo en la fila, una torre de bano lustroso, Julin vesta una chaqueta de nylon azul con una lista roja y otra verde. In praesentia se mostr ms gentil. En la plaza de Coln hay un caf, te acords? Ah podremos conversar sugiri con una sonrisa de Chabela. Las semanas de soledad e infierno se evaporaban por un encanto. Toms guardaba el registro de muchas sensaciones: dolor, grave una vez, ahora atenuado; algunas instancias de sentimiento enternecido, algunos soplos de amistad y reconcomio. Se mova por resortes como un optimado autmata exitoso, se reconoca bajo el influjo de una ineluctable eficacia; todo terminaba por suceder: bastaba con ponerse a ello. Eligieron una mesa apartada en un rincn vaco. El mesero tena una cara blanca de consistencia de butifarra; los labios extraordinariamente encarnados estaban recubiertos por un bigotico pelirrojo. Espant dos moscas con el repasador. Una cerveza? Vea con nitidez, poro a poro, esa piel encerada del camarero. Por contraste, aunque lo tena enfrente y lo consideraba todo lo posible, no captaba los detalles del rostro de Julin; era una vibracin indistinta, tan poderosa que lo privaba de la facultad de percibir. Se senta mirado, la mirada del otro relampagueaba y lo recubra de vergenza. Se resign a no verlo, se concentr en las palabras que oa, que ya de por s lo absorbieron, exigieron su ntegra capacidad de escucha. Entonces el joven sacudi las crenchas, se llev la mano al bolsillo sobre la nalga: Ac lo tengo, tu mensaje. Siempre (?) lo llevo conmigo. Fingi incorporarse para extraer el papel masacrado. Ac lo traigo, no lo tir. Y lo mir como si no estuviera mirando a una vctima, sino a un camarada investigador, a un alumno.

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SEGUNDA PARTE

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Atencin Radio Uno. Es el 16 de mayo del 2005. Julin les habla. Vine de Argentina a los siete. A los once me mud a un complejo de viviendas econmicas en Coln, donde me hice un grupo de amigos. Como son muchos edificios, tens muchos amigos. Siempre hay uno ms grande que otro. ramos los mayores del grupo, yo y tres ms. Uno de sos, un ao mayor, tuvo relaciones conmigo en el apartamento de l. Nos agarramos, nos masturbamos, y nada ms que eso. Pero ninguno de los dos eyaculbamos. Eyacul por primera vez a los doce o trece. Me masturbaba. A veces lo haca con otros, a veces no. Creo que todo muchacho ha mantenido relaciones con un amigo, un primo, hasta con los hermanos, en particular si tiene un hermano mayor. Yo no tuve esa desgracia. Entre parientes salen bobos. Un pibe, cuando empieza a eyacular, las primeras relaciones que tiene son con amigos o compaeros. Desde entonces tuve ms contacto carnal con los varones, que empiezan mostrndose qu tienen, qu no tienen, y sacndose las dudas entre ellos. No eran relaciones importantes. Se daban por momentos. Cuando era entre varios nos masturbbamos, cuando estaba solo con otro, nos la ponamos entre las piernas, nos apretbamos. Seora, cuide a su hijo, que no se junte con su amiguito, que no se encierren en un cuarto a jugar nintendo. Dle Gevral, as le mete ms la mano. Despus de un cierto punto, uno se da cuenta de lo que est haciendo, se asusta, y se pasa a las chicas. Hacia los trece ya era otra historia, otro ambiente: entr al liceo y me inici con el sexo femenino. Haba contacto con las mujeres, las nias, las atorrantas, las mugrientas. A esa edad tuve novia. Tuve cantidad de guachas estpidas, a las que apenas les daba un beso y ramos novios y

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todas esas pavadas. Pero lleg el momento de ponerla, creo que a los catorce, con una que tena quince, y tuvimos la asquerosa inmunda relacin sexual. Con la asquerosa inmunda fue una cogida sola. Despus anduve con otras, pero para cogerlas haba que hacer un curso. No eran vrgenes pero se hacan las difciles. Como en todas partes del mundo: se hacen las santas pero son unas putas. Segu de vez en cuando con las gurisas hasta los quince. Yo me crea el super one, pero nada que ver. Tena xito, pero era en el liceo, donde sirve cualquier porquera. Conoc a un par de locos de fuera del liceo. Los conoc por mis compaeros de clase. Pero aqullos curtan otra onda. Ah dej de ser el nene de mam. Ya haba dejado de ser el nene haca rato: me cruzaban ideas raras. Me aburra hacer todo lo que hacan los dems, ir a jugar con las maquinitas. Yo quera algo grande, armar un quilombo, estar en lugares donde no te dejan estar, chupar cerveza. Ya le daba al Pegapren desde que entr al liceo, que te deja ardiendo hasta el culo. Nunca solo; siempre con otra gente. No lo pruebe, seora. A los catorce conoc el porro. Una persecucin brbara para conseguir un porro. Creamos que llevbamos un cargamento de un milln de dlares y era un porrito solo. No desarroll mucho la mente, pero la desarroll un poquito ms. Entr en una onda que me gust. Estaba podrido de todo. Fue cuando empec a no pasar nunca de ao. Me junt con unos pintas de Coln, la barra del Satans, que le decan as por lo bueno que era. Ya iba al centro por mi lado, pero ahora empec a ir con stos a 18 de Julio, a la casa de conocidos de ellos. Nos presentaban tipos para salir, gente del ambiente. bamos a tomar cerveza con los viejos a un bar, nos chupbamos todo. Ah empez la joda, se me cag la vida. A los diecinueve y seis meses Julin se interna en el SaintBois y muere de un sida con patas. Nunca me gust cobrar para salir, pero como no tena y siempre necesitaba, s peda prestado. Despus se me pudri el bocho. Conoc otra gente que andaba en la pesada. Hacamos varias cosas. Nunca le pegamos a nadie, nunca agredimos a nadie, juez, perdneme, abogada, nunca nos sobrepasamos, pero se nos ocurri ir a la casa de un sargento hijo de puta que nos mand a todos en cana.

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Cayimos todos en cana. Me dieron una paliza de novela. No, Dios nunca quiera eso. Habamos ido cuatro o cinco veces a hacer puntera a un campo all por Canelones con ese grupo antes del asalto, para que te veas tirando. El 15 de octubre llegamos a la casa del comisario. Eramos cinco: uno iba con un 38, dos con 22 cortos, otro con una chumbera, que la haba transformado en escopeta 22 (le cambian el cao y tira 22). No seora, no se compre un 22 porque es una cagada, no llega ni adonde est el mozo, ah, con el repasador y esa moa negra grasienta, porque el chumbo se desperdiga para todos lados. A los pocos metros te da vuelta como una media, pero ya ms adelante el chumbito no te pega. El 22 es una bala muy chica, el cao es corto, tirs y pods pegar, pero es un plomito. Todo el mundo que se compra un revlver para los chorros se compra un veintids, es lo ms comn. Dicen: Ay, no lo quiero matar. Pero si te va a dar a vos, matalo. Si tirs a pegarle en la espalda, no creo que entre hasta los pulmones, al corazn menos. No mata a nadie, ni siquiera lo detiene. Si le pegs en una pierna, puede seguir corriendo. Seora: compre un 38, o una de 9 milmetros, cmpresela a los milicos, la venden muy barata. Hace tres aos los policas pedan que les cambiaran el tipo de arma, queran una de 9 milmetros, que slo usaban los comisarios pero los policas comunes no. En aquel tiempo vino un cargamento lleno de 9 milmetros. Y los vendan por ah, si habr malandros en esta vida. Es un arma que te jode, no es permitida a los ciudadanos. Si dispars con 9 milmetros a un chorro vas vos en cana. Lo compr al miliquito fulano, y ah van todos en cana, seora. En aquel tiempo tambin conoc a un milico que venda una de 9 milmetros. Nunca llegamos a tenerla en la mano, lamentablemente, porque era muy cara. Habamos decidido robar la casa del sargento, comisario, o como se llame. A mis compaeros se les ocurri, porque decan que tena plata. Octubre todava no era, porque estaba fresco y me cagu de fro. Fuimos en un Volkswagen rojo, paramos enfrente de la casa. Golpeamos la puerta. Apareci la hija. Uno le peg un empujn, otro encaon a la madre, la abuela, la ta, yo que s quin puta era esa vieja, y el milico estaba arriba, porque la casa era de dos pisos. El sargento le peg un tiro al Fabio, que muri en el hospital, le

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peg varios tiros por la espalda: no importa, la vida es as, pobre Fabio. Salimos corriendo, no al auto, sino para cualquier lado. Corr como un hijo de puta pero me agarraron a las diez cuadras. Me llevaron encapuchado: No sabs nunca donde ests, pero creo que fue a Jefatura, en San Jos y Yi. Ah s me dieron la viaba hasta joderme la vida. Con la mano. Me rompieron los riones. Estuve tres das, seoras y seores, en Jefatura, sin comer nada, cagado, meado, con fro, seoras y seores. Siendo menor, vos tens que firmar y decir que hiciste eso. No s cmo carajo le llaman a ese papel de mierda. En una mquina de escribir del ao del jopo redactan una declaracin. Vos tens que firmar indicando que esa declaracin es verdadera, pero yo no firm. Me podan matar a palos que no iba a firmar. Si hoy o maana caigo, tampoco firmo nada. Los otros ya eran mayores de edad, creo que les tienen que probar algo. Pero el que es menor, como yo era entonces, tiene que firmar l mismo, admitiendo lo que hizo. Al tercer o cuarto da, el Fabio muri en el Hospital Militar, tena diecinueve aos. [Julin llora] Tuvo al milico hijo de puta con un 38 en la cabeza y no le quiso disparar, y mir dnde est ahora, enterrado ya hace cuatro aos. As que t, chico, no dudes en disparar, porque si no, te cagan a chumbazos. Es verdad: no quiso matar al hijo de puta se. La idea era no dispararle a la gente. Nosotros lo que queramos era afanar las armas que tena el milico, y plata. Pero el milico chum!, parriba, era un milico de alma, para defender y robar al Estado. El Fabio, pobre, lo tuvo delante con el chumbo y no le quiso disparar. Lo llevaron al Hospital Militar, de yapa. No le habrn dado ni una aspirina al pobre, para dejarlo morir, y muri. Yo, sin embargo, lo hubiera cagado a chumbazos al hijo de puta se. En realidad, tir; pero no le pegu. Con el quilombo que haba en la puerta, y la chiquilina gritando, y el vecino y la abuela y el primo y el to, le err al hijo de puta. Tir ms de uno, porque fue pa, pa, pa!, pero err porque yo a la vez me mova, se era el problema. Fue as: Fabio no le quiso disparar, y el milico le peg en la espalda. Cuando le dio, Fabio corri conmigo unos metros dentro de la casa. Y corriendo, yo le tiraba al milico. Fabio estaba delante de m; la vieja estaba delante de Fabio; el milico estaba tirado ah en la escalera. Yo no poda hacer todo junto: o lo agarraba al Fabio,

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o le tiraba al milico, o corra, o me quedaba parado. Hice todo junto. Dentro de la casa estbamos Fabio y yo, Juan, El Pata, fulano y mengano. Vean qu mala es la vida. Pas tres das dentro. La nica persona que vino a buscarme cuando me soltaron de una comisara que queda cerca de Avenida Italia, fue mi madre. Lleg en taxi, me trajo ropa, sub al taxi y volvimos a casa. Despus del delito no tuve contacto con los otros. Desde que nos arrestaron quedamos incomunicados. Los policas venan y me decan: Sabs que fulano dijo esto y esto. Yo contestaba: No, no fue as, es mentira; l que haga la suya, yo hago la ma. Pendejo hijo de puta. Y me pegaban. Nunca figur en un acta o en ninguna parte que yo entr en una comisara, ni tiene que figurar, porque, como te dije, era menor. Nunca le llev una puta flor al Fabio. Creo que hay un nicho en el Cementerio del Norte, no s de quin carajo es. Orin sangre una semana por los golpes en los riones. Pero despus, para m, ya estaba todo cocinado. Si te agarraron una vez, qu te importa que te agarren dos o tres ms. Y a m no me podan tocar. No te tocan porque vos pods hacer una denuncia de que te maltrataron. Al tiempo consegu un abogado, que si yo caa en una comisara, o no apareca por cuarenta y ocho horas, mi vieja me ira a buscar con l. Y ste traera una papeleta y no s qu ms historias para que un mdico me viera por si me haban pegado. As los milicos no podan toquetearme. Obvio que si yo iba con un chumbo y tiraba, me iban a agarrar; pero en el sentido de agarrarme por gusto, no, no pueden. Adems soy porteo, as que la ley de otro pas me protege. Fuimos a la Embajada Argentina. No nos dieron bola, esos problemas no se pueden discutir en la Embajada. Pero hice eso para que no me limpiaran. Me sent un poco ms seguro, nada ms que un poco. Nos cost un huevo el abogado, eso s. Era un viejo feo. El hijo tambin era abogado, estaba lindo. [Ya en casa se ba, descans y recuperado era la madrugada del Domingo de Gloria enfil hasta una disco, la misma donde encontrara a Julin la semana anterior, la noche del Domingo de Ramos. A pesar de que la devocin pueda no ser interrumpida, la curiosidad no ha de quedar satisfecha por una novia que no comparece.

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En la vereda, antes de entrar al local, lo saludaron. A contraluz del farol que le dejaba la cara en sombra, no reconoci al principio la silueta en blusa roja y pollern drapeado, hasta que la mir con detenimiento: era Vanesa, un sordo de la comparsa de Jos. En ocasiones bailaba con pantaloncillos bvaros, justos e inverosmiles; casi siempre, como en este caso, el pollern era de gasa, con un tajo al frente hasta el ombligo: usaba por debajo un minishort ajustado negro. Evocaba, en cada pose y mohn airoso, la atmsfera de una femineidad absoluta. Dado que era sordo tapia, pareca difcil intimar con ella; un titubeo paralizaba el trato antes de elegir una sonrisa o el gesto mudo de los dedos. Saba, a partir de ahora, que Jos andaba con su chirusa; los haba transportado en el da mismo desde el festival de Colonia. En consecuencia, lo que antes fuera coto vedado, id est los amigos del semisordo, se abra en abanico bajo las nuevas circunstancias para el tiro de estacin, aunque las presas pudiesen escaparse por el costado libre de la red. Ya dentro tropez con Pepo, un mulato para qu negarlo sordo tambin. A diferencia de Jos, que lograba comunicarse por telfono, stos eran irremisibles. Le caan bien, pero an as, no le corra apuro. Sin prueba ni evidencia, pens que Pepo y Vanesa estaban empatados. Se permiti una descarada pregunta, escrita sobre una servilleta, a fin de establecer su conjetura. No escribi Pepo sobre la misma servilleta, porque no haba otra somos slo mejores amigos; a los dos nos gustan los machos de verdad. El pollern rojo volvi desde la pista por sus fueros. Hubo tal turbacin en los ojos de la interesada, tanta desconfianza en sus miradas rpidas e inquisitivas que pasaban del uno al otro, con respecto a lo que hubiera podido acontecer entre Pepo y Toms, que ste decidi acortar el perodo de duda, distender la atmsfera. Lo invit a un trago y despus a bailar. Viendo que nada estaba an cocinado sin su consentimiento, Vanesa levant las arqueadas cejas; proyect su mejor sonrisa al momento de inaugurar los contoneos. Bailaron candombes, el sordo absorba el sound con los erguidos pezones. En cada quiebre de caderas pona la flor de su

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provocadora esbeltez, presa en ocasiones de horribles sonrojos. Se expresaba en impromtus de muecas, abra los dedos en abanico. Al cabo de un margen apreciable de xitos danzados, Toms le propuso que abandonaran juntos el local. Van estuvo de acuerdo pero requiri, con el parntesis de una sonrisa, tiempo para despedirse de un grupo de conocidos. Por ms que la disco no fuese su residencia, llevaba en los labios el acogedor rictus de una anfitriona que sabe recibir; con meneos de risuea galantera en sus carantoas se despeda como la reina del cachivache de un considerable plantel de sordos camuflados.] Segu yendo al centro. Ya tomaba merca en aquel tiempo, antes de los diecisis. Entonces tomaba dos cervezas y no serva ni para un carajo. Ahora tomo dos y media y tampoco sirvo para un carajo. Conoc gente en el centro que estaba en la joda y que me poda apoyar, porque haba negros que me queran romper la cabeza. No le ca muy bien a mucha gente, en todo sentido. Los otros asaltantes pensaron que yo los haba vendido a los milicos. Uno de los que cay en cana tena muchos conocidos que transaban merca. Era uno que afanaba de antes y traa merca no s de dnde puta. Ese buchone. Igual le tocaron cinco aos. La ventaja de buchonear es que te reducen un poco las pias, no la pena. Tuvieron problemas porque los milicos empezaron a ir todos los das a las casas de ellos. Se dijo que yo haba buchoneado, porque haba salido sin condena. Pero nada que ver. Entonces sos me queran limpiar, seoras y seores. Al principio me cuid, andaba con el ojo ms grande que la cabeza. Me esperaban abajo en el edificio para romperme la cabeza. No tuvieron los huevos para agarrarme, creyeron que andaba calzado, pero nunca ando calzado. Despus pens: and a la puta madre, si te quieren hacer algo te lo van a hacer. Y ahora pienso lo mismo. Sala con tipos, coma, tomaba. Nunca me pagaron, yo peda prestado. Los conoca, me acostaba, les robaba, los desvalijaba. No los desvalijaba: me llevaba alguna cosa, unas pertenencias. La gente estaba desesperada entonces comprando videos. Haban surgido los videoclubes y todas esas gansadas. La furia del equipo de

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audio vino despus; primero fue el video: todo el mundo quera tener uno y los podas revender en seguida. No estaban caros, pero a la gente le convena comprarlos ms baratos, nuevos, porque los que yo robaba eran los ltimos modelos que haban salido. A los viejos les sacaba todo, menos la cama y los muebles. Todo lo que poda en una mochila, en un bolso, en una cartera. No, yo nunca toqu nada. Deca: La casa est sola, tal da, a tal hora. Vayan. Nunca me meta en eso directamente, nunca me gust la violencia. Mi mochila la compr hace poco. Al candidato lo conoca en una calle o en un bar. En general me lo presentaban. Es lo que pasa. No quedaba quemado, porque los robados no abren la boca. En aquel tiempo yo estaba apoyado por los mismos delincuentes. Les deca a los que robaban: Que a m no me pase nada, que a m no me jodan; si alguien me jode, me busca, yo los cago a ustedes. Entonces, a m no me jodan. Muchos me amenazaban: Ay, hijo de puta. Aunque si a m me hacen un escndalo, hago uno todava ms grande. Algunos saban dnde viva, aparecan cerca de mi casa. Pensaban que me iban a asustar, pero yo les gritaba a toda boca: Pajero de mierda, si me quers armar un quilombo, tengo ms cogote que vos, pelotudo de mierda. Mi madre me acepta tal como soy, soy el hijo. Ella sabe lo que hago por alcahuetes. Despus yo mismo le cont, y me dijo: Est mal. Los que robaban eran y no eran gay. Algunos eran, pero ellos no pensaban que lo fuesen. Haba otros que tenan mujer. Esos casi nunca iban a las reuniones, ni se acostaban con hombres. Eran ms brutos, no tenan onda, ni siquiera se los poda presentar porque no arman ambiente. Yo, en cambio, les daba apoyo, caa bien, les haca la conexin para que fueran a robar. Los que eran taxis no robaban ellos mismos: avisaban y arreglaban las cosas como yo, pero nunca metan directamente la mano en la lata. Hoy hay muchos quemantes, en el sentido de que salen con alguien y le pegan un fierrazo, aunque ms no sea para sacarle la camisa. As creo que son ahora, porque lo que pueden garronear, lo garronean. Entre los quince y los diecisis fui la cosita linda que todo el mundo agarra. Si alguien tiene cara de ngel qu vas a pensar? Tens la ventaja de que todos te llevan rajando a la casa. Los viejos

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piensan que el guacho no hace nada. Despus ya no tens cara de nene tmido. A los del grupo de ladrones yo no les pregunto cmo les fue ni qu hicieron. Les pido que no se les vaya la mano nada ms. No en el robar, sino en hacer dao. Siempre van calzados, obvio. Les pido que, si por una casualidad est la madre o la hermana del tipo en la casa donde entran, no les peguen un tiro, o si sale un vecino con una escopeta, no le hagan bum bum! Son cosas rpidas. Me presentan a alguien en una reunin, yo salgo con esa persona un par de veces y despus les doy los datos para el asalto. Lo nico que les digo es: tiene tal cosa, vive solo o no, y a qu horas sale. Despus dejo que se arreglen como puedan o quieran. Ahora son todos mayores. Ya no estn todos aqu. Con algunos me pele, porque siempre hay diferencias, por avaricia, en los repartos. En un momento penss que si a fulano lo agarran no va a abrir la boca; sin embargo, despus de un tiempo, ya no tens seguridad ni confianza. Entre ellos siempre discuten, se pelean mucho, hay mucha bronca. La ltima vez que anduve mezclado con la banda fue en diciembre, justo antes de viajar con vos a La Cumbre. Yo y otro estuvimos a comer en casa de unos brasileros en Malvn Norte. Despus los robaron. Pero no les avis yo. Calculo que fue el otro. Los que entraron s eran ellos, me doy cuenta por la manera en que hicieron el trabajo. No me gusta causar mal a la gente, sin embargo no me importa que roben a sos que te tratan como a un muequito. Peda un helado con una pistola arriba? Me lo traan. Te siguen la corriente para tenerte ah un rato. Yo he estado con otros que ni un caramelo me daban pero me senta bien con ellos. En cambio muchos no te aprecian, te consideran un pendejo bobo: Qu quers, nene? Tom. Y despus de unos das: Ay nene, nene, no vengas, amorcito, porque esta semana tengo que ir al dentista. Se encaman con otro y todo as, no sos el nico, entends? Sabs lo que pasa? Que ellos tienen, y uno no tiene. A ellos qu les hace, tener un poquito ms, un poquito menos? A la mitad de esa gente no le sirve armar un escndalo, porque no quieren que se entere la hermana, el sobrino, el padre. Ellos viven solos y cada tanto llevan la novia a la casa de

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la hermana. Son unos tapados. No pueden ir a la comisara y decir: Este pendejo me rob. [Ya en el apartamento, el pecho de Van se le iba en arranques, como una paloma que abre las alas. Pidi lpiz y papel. Escribi deslavazados trazos que el sonidista tradujo por: Tengo miedo de no estar a la altura de tu expectativa. Trat de reasegurarlo mediante caricias, pero el centro del problema era que la chica se resista a quitarse un pequeo slip rojo, en verdad una bombacha femenina, retardando la revelacin consternada de un rgano que, segn el esquema de las cosas, no debera despuntar all, ya que ella era una mujer. La contradiccin deba disimularse por un juego de escamoteo que ejercitaba como un baile. A pesar de todo el bulto desbordaba a cada instante del irrisorio paquete que habra de contenerlo. Para mejor encapsularlo Vanesa hizo un nudo con el slip. Dado que el tirador del slip estorbaba en ocasin de que Tom lo follase, con un regocijo que le vena de infringir un tab de Vanesa, exigi que se pelara. Entonces, destapado, recurri a cualesquiera contorsiones para disciplinar el atributo. Bajo ninguna circunstancia la contraparte deba tener la excrecencia ante los ojos. De comn acuerdo deban asumir que no exista. Aniquilada por voluntarista decreto, contrabandeada a travs de manejos interminables, la pija sin tapujos resurga aqu y all, rebelde y cabezona. Ese ahinco conmovedor por corregir la anatoma pagaba el sacrificio de un conducto en nombre de un goce sublime de la idea, cosa mental, que se le antepona. Hijo de un sargento de la guardia, Van esperaba que le cortaran eso s lo explic el indeseado apndice y le fabricaran una vagina. An no concretaba la intervencin ya que sus padres eran adversos y l careca de recursos para solventarla. Frgido, no aceptaba el concurso de los testculos en el proceso de excitarse. El acoplamiento por va trasera le pareca una triste parodia. De ah su poco entusiasmo, vergenza incluso, al ofrecer ese agujero degradante para concretar la unin. El polvo se converta en una oportunidad bochornosa de exhibir un error de forma. Al contrario, el atuendo y el maquillaje, lejos de resultar un disfraz, construan su naturaleza, eran el idioma de su verdad. Podra haber dicho: Me encuentro ms autntica cuanto ms cerca estoy de lo

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que sueo ser. Puede que la ayuda de ropas finas, ms el privilegio del pudor, diera a esta mujer modlica consistencia. Pero careca de desempeo; slo se vea como programa, a travs de un cultivo preciosista del engao.] Uno viva en Gaboto y 18, arriba de una panadera, en un apartamento viejo, pero que arregl muy bien. Fui a La Pasiva a llamar por telfono y l estaba haciendo la cola. Y, che? le dije, estoy apurado, no me dejaras llamar? S, s, muy bien, contest, pas, pas, tiernito, o una palabra parecida que no estoy acostumbrado a or. Entonces abr el ojo y pens: ta, este mismo; de aqu no me voy. Muy canchero el viejo. Digo viejo por decir, sesenta y pico tendra. Pero estaba muy bien, se cuidaba. Era petiso, ancho de cintura, pero no tena panza. Y ah lo conoc. Despus, hablando, me coment: Sabs que yo ando ac, en la vuelta? Me tir la patada. Si quers, le digo, yo tambin ando ac, tambin en la vuelta. Pinta, me dijo, no quers tomar una cerveza espumosa? Bueno, y ah me sent. Tomamos una cerveza, pero l muy bien, muy correcto, con la corbata aqu arriba, casi en la nariz, un saco recin comprado y un bolso. Tomamos la cerveza y nada ms. Hablamos quince minutos. Me dijo que era abogado. Mentira. Para impresionarme. Pero era lindo. Me gusta la correccin, las cosas que no encontrs en los monglicos stos de veinte y pico. Me atrajo, porque si no me atraen no me gusta acostarme. Me gust porque tena ojos claros, estaba bien arregladito y peinadito, usaba el pelo muy cortito. Tres veces creo que lo vi antes de ir al apartamento. Si me juntaba a hablar no quera terminar cogiendo, me pareca grosero. Despus s fui al apartamento. Lo penetr. Lo pasaba bien. Me divierte el compartir momentos con la gente. Despus l me sobr. Lo llam en una buena nos habamos acostado una vez y me dijo: No puedo. No era verdad. El cliente no haba quedado conforme. Claro, me borr, y tena otro; lo supe porque fui a espiarlo para sacarme las dudas, con un amigo que tena un Toyota viejo. Nos quedamos ah en el auto, enfrente del apartamento, y vi que sala uno, y despus sali l. A la otra semana me llam y le dije: Est mal. Si estoy de macho con vos, por qu me borrs, y ahora me llams?

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Pero a l le convena para hacerse coger. Estuve saliendo con l cinco semanas, a veces una vez a la semana, a veces dos, y me prestaba guita. Yo no digo: Dame tanto. Digo: Me prests, porque necesito sacar los boletos, o necesito esto? Yo necesito a veces. Lo vi, pero me aburra, porque no estaba para la merca ni para nada. No poda hablar de eso porque se escandalizaba. Ah no me gust. Entonces, yo siempre me juntaba con esa banda, los ladrones. Me preguntaron: No tens a nadie, che? Y yo: S tengo. Es fulano. Me dijeron: Ta, vos prepar algo, que despus... Los putos no te denuncian, no te pueden denunciar. Mismo si vas a una comisara y habls acerca de un viejo puto, de alguien puto, no te dan bola. Tengo la experiencia: me denunciaron. No hacen nada: slo les piden plata a los viejos. Nadie est en la mira de nadie, nadie est cuidado por los milicos. Ms bien ayudan a los que roban, para que les den algo. Los milicos no quieren a los putos, ni les hacen caso. Adems la gente se equivoca. Vos: cmo hacs una denuncia si vas a una comisara? Le conts al milico y l lo escribe, no? Pero no es as: una denuncia slo est hecha cuando vos la escribs con tu propia mano. Nunca hablaste con un abogado? No te explic? Ese cuaderno que usan los milicos, que es un cuaderno berreta de cien hojas, no sirve para nada. Vos mismo tens que escribir en una hoja a mano y firmarla: eso es una denuncia. A la gente la engaan. Para m est mal. Los milicos se cagan de risa, y lo que escriben no sirve ni para el culo. Te dije que iba a vigilar al viejo en el coche de un amigo para ver si se acostaba con otro guacho. En realidad iba para averiguar a qu horas entraba y sala. Quera estar seguro, porque llamar por telfono no sirve, muchas veces no contestan. Fue un domingo que entraron, porque me haba dicho: El domingo me voy a la casa de mi hermana. Robaron uno de los televisores, porque el otro grande no lo pudieron llevar, un video, un grabador, cantidad de casetes, ropa, qu ms? Muchas cosas ms que ellos no me dijeron. El viejo se dio cuenta que yo estaba implicado; me dijo que era el nico que saba cundo l no iba a estar. Me amenaz, pero me la pas por el culo, la amenaza. Me amenaz y mand a unos negros, pero los negros no se animaron a tocarme. Yo haba dejado de llamarlo. Antes de que me agarre del pes-

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cuezo, pens, no voy ms. Lo cruc por 18 o San Jos, no me acuerdo. Si vos tens un problema, le dije, es problema tuyo, yo no fui ms porque me senta mal con vos, le invent cualquier pavada. Ese fue el ms ladilla: por eso me acuerdo. Mand a unos negros, como te dije, cerca de mi casa, pero los negros no me agarraron. Los llamo negros, pero no eran nada negros. Blancos; as de grandes. Mand a un flaco y a dos lomudos. Llegu a mi casa de noche y me encontr con los tres tipos. Julin? me dicen. Y el apellido tambin. Yo: S, qu? Me dicen: Disculp, ven, tengo un recado para vos. Me aviv y me fui al carajo. Un recado. Me mostr un papel en blanco. Yo dentro de m: la puta que te pari, negro hijo de puta. As corr. As corrieron los negros. Con unos cortes grandes as. Chuh. Era para asustarme. Acuchillarme no creo que me acuchillaran. No creo. Te pueden matar a cuchilladas, pero ellos no matan, por dos pesos no matan. Pegarme, patearme, s. Corr. No les iba a hacer frente, no iba a cagar a palos a un negro que tiene un lomo, un brazo que es un garrote. Si me da tres pias, me desmaya. El veterano que te dije no fue el nico que mand gente. Mandaron otros. Aunque no me encontraron. Un amigo me dijo: Vinieron unos buenos muchachos a buscarte. [Fuera de la cama, cuando bailaba o trotaba, Vanesa manifestaba soltura. En su afn, nada extrao para una novia, haba cierto desembarazo. Su cara no era falta de atractivo, ni su persona. Su dedicacin al espritu de fachada no disminua el espectro de sus afectos, ni el registro de sus emociones era inexistente; jug con fervor el rol de prometida; era celosa, aunque Toms no le diera motivo de suspicacia.] Pero a vos no te quera hacer mal. Cuando volv de La Cumbre a Montevideo me dio pena. Pens: l me llev de buena onda, me trat bien. Por eso no te quera ver ms. Ya que te hago mal, para qu te voy a seguir viendo? Porque vos me queras. Yo te quera tambin. Entonces me dio pena. No te vi ms, para qu te voy a ver, para joderte? En el sentido de que vos creas que... Pens: para qu lo trat mal? Que haga su vida, que se acueste con todo el mundo.

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Me dio pena porque me port mal. Que me queras, que yo no te quera. Te hice mal al darte dolores de cabeza. Entonces pens: cuando vuelva a Montevideo no lo veo ms, porque hago mal a una persona que es bien. Al final te defraud. Cuando te enfureciste a lo ltimo que ya nos venamos, me doli en el corazn que no me dirigieras la palabra en el bus, que estuvieras cortado, verdad? Me dola que el tipo por quien yo senta estuviera cortado conmigo. Quera estar bien, porque vos me atras, me gusts, toda tu onda y que fums porro, que hacs msica, me gusta que seas una persona linda, una persona prolija, que tiene proyectos, me gusta una persona as. Te fastidi a lo ltimo, cuando me vena. Yo te quera, s, pero no s, viste? Estabas para la joda; vos queras a alguien para coger. Me port mal en el sentido de que no te haca caso, met la pata, soy una mala persona, s, me equivocaba. La verdad, estaba reprodrido ah. Yo deca, pa! quiero estar con l, no s. Y meta la pata. Vos comentabas: Sos tan discreto para tus cosas, pero ac no sos discreto. Mientras que al desayuno te prometa quedarme tres semanas, a la tarde le contaba a Luisa que haba venido slo por tres das. Si le hago mal, pens, para qu lo voy a encontrar otra vez? Que se acueste con quien quiera. No sos re-feliz as? Entonces, para qu te voy a joder? Me quedo en casa, salgo cuando quiero, estoy para la joda. Me acuerdo de las cosas buenas: que te haca el caf con leche. Cuando me mands cartas me jods. Hoy le tu carta, la llevo ac, la llevo siempre conmigo. Escribs: Me preparaste el caf con leche. Ves? Eso ya me puso triste. Mi madre me entreg la carta: Hay una carta para vos. Ay, gracias, vieja. Le y me vino lstima. Por eso pens: voy a llamar al loco. Mir lo que hice con los pesos que me regalaste, mir: compr los boletos, porque trabajo en una peluquera de mierda, si no, no me da la plata, che. Con lo que mandaste compr los boletos. En la peluquera me pagan por mes. Entonces pens: saqu los boletos para trabajar. Son cincuenta boletos. As no le pido plata a la vieja. Yo robo, me porto mal, ella me entiende. Igual sos mi hijo, seas lo que seas; te fui a buscar cuando saliste de Jefatura. Pag al abogado para que me sacaran. Trato de estar bien con ella, pero no

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puedo. Le pido plata y me dice: No tengo. Si sigo con el trabajo, el mes que viene te doy. Le vienen achaques, le duele la columna. Le pido prestado y me da. No piensa en s misma, no se compra cosas para ella, piensa en los hijos. Le solicit un adelanto a la patrona de doscientos pesos para que me comprara los boletos, me comprara una campera. Me dio una sorpresa. Es una porquera pero igual no importa, estaba contenta. Claro, no tiene hijo para siempre. Sufre mucho. Se levanta a las seis y se va a trabajar. Trabaja hasta las cinco. Cobra quinientos pesos por cuidar a esos gurises. La plata que gana me la da. Por eso agarr tu plata, si no, no la agarraba. No quiero tu plata. Bastante mal te hice. Me trataste bien, me compraste lo que quera. Chinchn. Hicimos Chinchn con Toms! Ta, lo voy a llamar, pens, le voy a pedir disculpas; que venga, digo, porque quiere hablar. Vos dijiste: Quiero hablar con vos de igual a igual, ac tengo la carta. Ta, pens, es una buena persona. Pero no entiende que lo dejo de ver porque le hago mal. Disculpas te tendra que pedir por lo mal que me port, en serio. Si algn da te pudiera ayudar, te ayudara. Cuando volv a Montevideo en la terminal tom el 230, pas por Agraciada. Mi vieja me abraz y me dijo: Por fin ests aqu. Se puso a llorar porque ella quiere que yo est ac, que est con ella, el hijo que tiene soy yo, tiene otros pero estn casados. Le dije: Me port mal con la gente que me llev all a la Argentina, vieja. Ta, dijo, vos disculpate con esa gente. Me gustara devolverte el dinero, todo. Si trabajo te voy a devolver la plata. Bueno, me voy. Ya son las siete. No, las seis y media. Igual, mi vieja est sola. Me pide que la acompae. Por eso me voy. [Haban pasado tres meses desde el regreso de Crdoba, desde que se haban dejado de ver. Julin beba sin parar, lo que explica el tono efusivo de la ltima parte de la pltica. Cuando se despedan en la camioneta, dijo que haba querido regalarle un jarrn con flores, cuyo precio haba abonado en parte en una florera, pero que la empleada, cuando l volvi a retirar el pedido, no reconoci el depsito. El otro coligi que menta. Le pareci improbable, asimismo, que hubiera trabajado o trabajara de ayudante de peinador. Nunca

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en adelante volvi a mencionar el tema. Sus ltimos esfuerzos al irse estuvieron dedicados a extraer ms dinero del que haban acordado para la entrevista. Su tctica, con todo, era astuta: simulaba encontrarse ms borracho de lo que estaba para no hacerse responsable de sus pedigeeras. Ya en el coche, en tren de despedirse, adornado con oropeles de buenos sentimientos, ofreci una pieza maestra: dijo no haber recibido el importe que guardaba en la cartera. La segunda reunin transcurri en otro bar de la misma plaza. Tom menos. Por momentos se lo vea tenso y reservado. Varios repolludos hombretones entraron al local y se sentaron a una mesa cercana. El chaval los consider con atencin circunspecta; susurr al odo de su compaero que eran policas vestidos de civil. Se trataba de una encerrona planeada por l mismo?] A otro lo conoc en el Olimpia, es un baile aqu en la plaza. Trabajaba en UTE (compaa elctrica del Estado). No s qu carajo era, pero un cargo importante deba ser, porque siempre andaba en pedo, de ac para all y de all para ac. Viva solo, haba reformado una casa vieja y la haba dejado linda. Vena al Olimpia todos los sbados, pareca casi el dueo del baile, llegaba siempre de traje, con camisa y corbata, y mandaba, en el sentido de que tena muchos conocidos y hablaba con todos. Una noche precisaba al Rulo, de ac de Coln, no s para qu cosa, y yo lo conoca. Entones me dijo: As que vos conocs al Rulo? Mucho gusto. Soy de aqu del barrio. Pero el veterano no aparentaba nada de nada. De entrada ni se me ocurri que era gay, porque andaba muy serio. Pero al otro sbado yo haba tomado una cerveza con alguna gente, despus me qued por aqu en la plaza y l me vio y me hizo entrar al baile. Y dentro me invit: Sentate, tom un trago. Y siempre trayendo gente de aqu para all. Como de madrugada no hay mnibus, llevaba en auto a los amigos, y yo me enganch en los viajes. En uno bamos cuatro, pasamos por la casa de l en Pearol a buscar una chaqueta u otra cosa. Vi que era una casa grande, cerca de la estacin. Afilaba con muchas minas, bailaba con muchas, pero nunca vi que subiera al auto con una. Todos hablaban de las putas, y la compro, y la cog,

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y me cogi, pero l nada. No al principio, pero despus me quem la cabeza: qu haca de verdad este number one? Nunca nada con nadie. Viva solo, ya era veterano: entonces, ta! Estaba bastante destruido porque tomaba mucho. Seguimos vindonos. Una vez fui a una fiesta a la casa de l. No era una fiesta, sino un cumpleaos. Me mostr los cuartos, pero no me insinu nada. Fuimos a dejar a unas personas a Paso Molino; despus dijo: Vuelvo a casa a hacer una llamada. Volvimos. Tena cuatro telfonos. Y ah me tuvo, en el comedor, esperando cincuenta horas, l supuestamente haciendo la llamada desde el dormitorio. Y entonces s: me invit a una cerveza y hablamos pila. Me tiraba patadas, me preguntaba con quin andaba, con quin no. Era muy jodedor, jodedor de joder. Entonces yo nada; me rea. Me dijo nene, o manteca, pavadas de sas, y se cay de maduro que era gay. Y, manteca, no sals con ninguna de estas locas? No me gustan las regaladas, le deca yo. Tanto manteca, tanto mirar con cario, te empezs a calentar la cabeza y a sospechar. Me hablaba y me miraba. Me estaba mirando la cara, mirando la mano, me estaba mirando entre las piernas, y el loco nunca era as, yo vea que l nunca fijaba la vista en nadie. Bueno, ah tuvimos una cosa, no me dijo nada en concreto, me meti la mano entre las piernas, obvio que quera hacer algo, no? Me cay bien el veterano, ya tenamos ms confianza, y nadie se enteraba. Me llevaba a veces al centro a pavear, pero nunca fuimos a ningn boliche, slo a bares. Difcil que lo encontrara en la casa. Le gustaba la noche, no tanto para joder, sino ms bien por aparentar, quera ser un personaje, no le daba bola a ninguno. Le gustaban los hombres pero nunca mostraba la hilacha ni daba qu hablar, a las mujeres las afilaba, pero bien como chistoso, para que no hubiera sospecha. Conoc a viejos, a viejas, amigos de l. A veces tomaba dos cervezas y no pasaba nada, pero otras se pona histrico y peleaba por cualquier cosa: Por qu llegaste cinco minutos tarde? No me banqu eso. Pero era un tipo bien. A se lo robaron. Ellos saban, porque yo les comentaba, a qu horas no estaba, qu haca, qu tena. A m no me import que lo robaran. Me pareca una persona canchera, pero no le tena aprecio. No era aprecio lo que le tena, le tena buena onda, nada ms. Que vaya a romperle las bolas a otro.

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[Acomodados en el sof, Toms callaba, no se senta obligado a elegir msica atmosfrica con motivo de y en concordancia con la visita de Vanesa. Escuchaba la Chacona de Bach sin que la sorda se enterase. Recostaba en tanto la mejilla sobre los muslos blancos como colinas de mrmol del muchacho, captaba esa conmocin de las fibras contradas en nfimos, casi imperceptibles, tironeos. Sin embargo Vanesa no se conformaba con la catatonia. Produca sonidos que lo sobresaltaban, lo obligaban a abandonar de pronto el hilo de sus distracciones para ocuparse del paroxismo de la criatura. Ante el fracaso de hacerse comprender por su marido, se precipitaba sobre lpiz y cuaderno. En letras de molde irregulares, con ortografa salvaje, configuraba apenas una serie de slabas apuntaladas con retratos infantiles que la representaban a ella o a su interlocutor, emperifollados y con los acentos circunflejos de un maquillaje enftico. Le habra gustado separar las actividades de ambos y eliminar las interferencias de la sorda; que se dedicase a pergear sus maniques estudiaba corte y confeccin en una escuela para discapacitados mientras l se desligaba. Pero, como un perro, la infanta lo persegua infatigable con sus chillidos, reclamaba atencin hacia sus garabatos.] En aquel tiempo andaba mucho por Pearol, conoc a alguien, pero ste era joven, tendra veinte y pico; sal un tiempo con l. Iba con un amigo a tomar cerveza a la casa del guacho, que era peluquero, manicura. Trabajaba en el domicilio mismo, peinando a las viejas. Muy bien el gur. No sala, se asustaba, viva encerrado haciendo peinaditos. Tena una vida de aventura, pero dentro de la casa. Iba al centro slo una vez al mes. Una vez lo llev al Yancler [Chantecler], que es un baile. A l no le gustaban los boliches. Se me ocurri ir a Yancler un sbado, porque es gratis para las gurisas y hay un cincuenta por ciento de rebaja para los hombres. No le gust, no se encontraba. Igual, das de semana bamos a bares, bamos a caminar aunque fuera o tomar algo. Era bobito, pobre, viva encerrado. Nos casamos, tuvimos muchos hijos. l se cans, se aburri de m. A se no lo robaron.

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Otro caso fue en Zufriategui y Trabajo. Hay unos apartamentos. Los locos festejaban el mes de estar juntos o algo por el estilo. A m me llev un amigo de la casa, pero no tuve relaciones con ellos. Fuimos a la fiesta, que fue un domingo, y tomamos y hablamos. ramos unos diez, doce. Slo pasamos un rato, yo no fui el que organiz nada, a m me llevaron como bulto. La fiesta result buena. Juntamos todas las mesas e hicieron striptease ah arriba dos maricas que se crean que estaban divinas pero nada que ver. Tendran veinte y algo pero se notaba que la carita ya tena grasita. Pusieron msica, se sacaron la ropa. Otras veces me invitaron a unas comidas que hacan. Siempre iba con este amigo, nunca me mandaron solo ni tuve contacto solo. Cuatro, cinco, o seis ramos los que bamos siempre para all. No fue como otras fiestas adonde me llevaban y me presentaban a alguno, que me pegaba la patada acerca de si quera salir o no quera. Esta vez nada. No era para hacer negocio de changa. Aunque me acost con un amigo de ellos, creo que era arquitecto, no s qu mierda era. Y tambin cog con uno de los que vivan en Zufriategui. El que me gustaba en realidad era la pareja, el ms macho de los dos, pero me acost con el afeminado. Me daban merca, a veces un dinerillo. Los de la casa tomaban mucha merca, cierto grupito se separaba e iba al cuarto. Igual no era un secreto porque te ands cagando de risa. A sos de ah a un tiempo los robaron. Los que robaron fueron los mismos de siempre. No es difcil pasar desapercibido, porque, si en un lugar entra y sale gente, los vecinos ya no dan bola, piensan: Estn cogiendo, o Trajeron a los machos. Portero no haba, era un edificio viejo, con un corredor largo. Uno de los de la casa filmaba fiestas, cumpleaos de quince; le sacaron las filmadoras, videocaseteros, adaptadores, cmaras de fotos. A m, despus, los ladrones me dieron algo de dinero, yo tena una deuda de merca con uno de la banda. De eso har un ao y medio. Las vctimas harn barullo, pero una denuncia en serio es difcil que la hagan. A m una vez me persiguieron con una grabacin por telfono. Sacs dos cablecitos del auricular, los enchufs haciendo un puente: de ah sale la grabacin. Llamaron a la casa de un amigo, porque el telfono en casa lo pusieron hace poco. Y me dijeron: Qu bien lo hiciste, refirindose a un arrebato, y despus que con-

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versamos del asunto: Sabs que todo esto lo grab? Y yo pancho. Haba conocido a un tipo por un amigo. El tipo haba cobrado el sueldo y lo asaltaron. Yo tena algo con el amigo, que era conocido de l. l seguro tuvo algo con mi amigo, pero nunca lo quiso aparentar porque era muy tapado. Yo siempre andaba con el otro e bamos juntos a verlo. Si vos vas a una casa dos o tres veces por semana y luego te borrs... Yo me borr porque mi amigo ya no iba, entonces yo tampoco. No le pregunt a ste: por qu no vamos a la casa de fulano? Y el robado me llam y me dijo: Qu bien lo hiciste, acusndome de haber pasado informacin para que lo asaltaran. Despus me dio la noticia de que haba grabado la charla que estbamos teniendo. Qu bien para vos que lo grabaste, contest. Eso no sirve, no te pueden llevar preso por un casete. Si te hacen un juicio, en el juicio eso no va a valer, no lo toman en cuenta, no es prueba. Haciendo averiguaciones lo sabs, mi grupo se lo pregunt a un abogado. Le preguntan a los abogados muchas cosas. La gente cree que te asusta porque mandan un alguacil a tu casa. Pueden mandar a todos los que quieran, pero el alguacil no va a entrar por la ventana. Apareci uno en casa de un amigo y me mostr un papel, me lo mostr a m porque abr, y estbamos todos juntos: Yo soy el alguacil fulano. Me dio una tarjetita y sac un fajo de actas o testimonios. El Juzgado 16, creo, manda un papel: Por su inters... que se presente. Contest: No tengo ningn inters. Entonces nadie ms apareci, ni los milicos vinieron a golpear la puerta, ni nada por el estilo. Es como una denuncia en Brasil, algo estpido. [Vanesa senta pasin por las competencias en drag que alguna disco organizaba peridicamente. Se preparaba con nerviosismo indefectible durante las semanas previas. Esa mujer de fachenda consegua, en los escasos minutos mientras desfilaba por el podio, ser, no slo para los dems, sino para ella misma. Como corolario de un sueo realizado acumul no pocos honores: los ttulos de Princesa y aun de Reina. Esos honores no venan solos: incluan pasajes de excursin a Arerungu y a Punta Rubia.] A otro de Coln lo conoc tambin en el Olimpia, pero de da. Yo iba a hacer natacin. El tipo vena con el hermano. Lo vea porque l

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siempre estaba haciendo fierros. A veces, yo jugaba al ping pong con l. Un da fui a la ducha, me moj y sal corriendo, porque llova. Me guarec en la parada, mojado hasta el culo. l esperaba un taxi y yo el mnibus, y agarr y me dijo: Quers que te acerque? Justo lleg un taxi y le contest: Voy a unas pocas cuadras, vivo cerca. Entonces me llev y me dej en casa. Otras veces, si nos cruzbamos en la parada de la plaza, l me acercaba. Llegamos a una cierta confianza, jugando al ping pong y eso. De l ya me haba dado cuenta, porque pasaba todo el tiempo mirando hacia la piscina. Era obvio que miraba a los gurises. Pens: capaz que mira por curiosidad, o porque le gustan. Pero l no aparentaba nada. Al tiempo me lo encontr en una feria que hay ac los sbados. Era medioda. l siempre andaba con el hermano, pero ese da andaba solo. Me invit a comer al Baco, entonces despus de comer me dice: No quers pasar por mi casa? No saba bien a lo qu iba. Estuvimos tomando martinis y me tir un manotazo. Salimos por ms de un mes. Era ayudante de arquitecto. Yo lo visitaba dos veces a la semana. Viva ac en Lezica, pasando el puente a mano izquierda, solo. La casa era de l y del hermano, pero ste viva en un apartamento y no era gay. El ayudante de arquitecto haba tenido novias para que el hermanito no sospechara; segn me cont, se haba estado hasta por casar. Pero todo era para taparse. Una o dos veces un conocido me alcanz en auto hasta la casa del tipo. Otros ms se enteraron de dnde viva, porque comentaron entre ellos. Despus se abri el tema de que haba que hacer algo. Pero este loco no sala nunca, siempre estaba en la casa. Al Olimpia vena de maana o de tardecita, siempre antes de las seis. Entonces de maana o antes de las seis pareca un disparate hacer algo. La nica manera de que caiga, pens, es meterme yo en la cosa. Lo planeamos y les dije: Yo y l vamos a tomar Nortea hasta cansarnos. Cuando sea el momento, apago las luces y ustedes entran. Como en todos lados, l dejaba la llave en la puerta misma, del lado de dentro. A m no me daba la cabeza para engancharme con ese tipo. No me gustaba, yo qu s, era sexo lo que l quera, entonces ta, yo buscaba slo sexo. Cuando lo robamos, adems, l ya me iba borrando, aunque no me borr de golpe. Con las cervezas qued me-

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dio abombado, pero no se durmi. Igual se hizo lo que se tena que hacer. Apagu las luces, saqu la tranca y las llaves, dej la puerta abierta. Lo agarraron y lo tuvieron ah en el silln, apuntndole con un revlver. Me par y sal, me fui sin decir nada. Buscaron y encontraron la plata. Llevaron un video, una grabadora, relojes y cosas viejas, cmo se llaman? Veleros, candelabros. Tenan valor porque estaban forrados de oro, haban sido de la madre. [Por esas fechas estaba prximo un nuevo torneo, que justific la competencia efervescente de Vanesa. Ofrecan de premio un pasaje a Porto Alegre. La zozobra no lo dejaba dormir. Su nico tema, sealizado con gestos y dibujos, se centraba en componer un conjunto del mayor clat. Ya haba conseguido el vestido y las joyas; slo le faltaban los zapatos: poda Toms comprrselos?] Por compartir un gramo conocs cada pinta que es de terror. A partir de ah ya tens contacto. Algunos no les tienen lstima ni al hermano siquiera. Aunque hayas compartido un gramo dos o tres veces, hoy o maana ellos te ven en la calle tirado y te roban igual. Hay algunos que son muy mala leche, pero s pods hacer amistad con los que sabs que no te van a cortar la cabeza. Ahora algunos se fueron para Brasil, otros andan por ah en la vuelta, otros tienen quinientos hijos, entonces ya no estn para nada. El hermano de uno se enferm, se intern, es medio paranoico, se persigue con que los milicos lo van a agarrar. Ahora, si yo quisiera organizar algn robo, tendra que reunir tipos que fueran vivos. [En compaa de Pepo, asesor indispensable, se trasladaron al Paso Molino: el calzado all es menos caro que en el centro. Las pantorrillas torneadas de Vanesa se reflejaban en los espejos rastreros de los negocios. No tard en encontrar el modelo que buscaba, un clsico de charol negro y punta aguja: ideal. Para evitar las objeciones del padre guerrero, la velada del desfile Vanesa se prepar en casa de Toms. Acudi con Pepo, que no slo la ayud a vestirse, sino que se prepar tambin l para participar en la contienda. Una slfide de ballet, el new look de Christian Dior, se combinaban en el vestido de cocktail de Vanesa, que le

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ajustaba el talle con un corsage negro, falda de gasa blanca evanescente plisada y acampanada; evocaba un rbol de magnolias, o bien una sola gardenia, enhiesta.] Cruc a un enfermero, era un loco de treinta y pico, llevaba el pelo largo, distinto a las personas con quienes estaba acostumbrado a salir. Yo siempre estaba con gente ms correcta. Lo conoc en un cumpleaos no s de quin, empezamos a tomar y a hablar y unos jugaban a la conga. Despus me llev a mi casa en un taxi. Lo vi en otra reunin, pregunt por l y me dijeron: Es cr. Me lo presentaron de nuevo pero yo ya saba que se era el que me haba llevado una vez en taxi a casa. Conversamos acerca de la primera fiesta, y ah l me tir un par de patadas: Lindo pedo tenas, habas tomado mucho? S, dije, me cay mal. Medio loca era, hablar no le gustaba tanto sino ir a lo concreto. Viva con un amigo, sera una ex pareja, y la noche en que me lo presentaron por segunda vez fui a la casa. Pero no me acost, arreglamos para otro da. Despus fui por mi cuenta, siempre me invitaban a comer de noche, pero el amigo no se iba y a l no le gustaba hacerlo frente al otro. Fui como tres veces, hasta que un da me esper en casa de un conocido. Y ah hicimos una cama de tres. El conocido haba estado casado. La familia saba lo que haca, pero l se portaba serio; los parientes tenan el orgullo de que les hubiese dado una hija. Nos veamos con el enfermero una vez cada tanto. Tena horarios complicados porque trabajaba en la Espaola y tambin en el Clnicas. Cont a mi grupo lo que haba dentro de la casa, y tambin que viva con la otra marica. Tenan quinientas cerraduras por el lado del frente, pero slo una por el lado del fondo. Entraron por atrs. Llevaban una gorra, o algo que les tapaba la cara. Estaba slo el amigo. Uno lo control y los dems revisaban. Vieron la moto, pero no se la tocaron. Al enfermero, despus, no lo encontr nunca ms. No tenamos amigos en comn. No s si se enter de que yo lo entregu, si se mat, se muri o qu. Pero gracias a l conoc a un moreno que trabajaba en el Hospital Militar. Cambi de hospital! Este era flaco, feo, africano, tena el pelo motudo. A veces el negro iba a comer a la casa del

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enfermero y as lo conoc. Yo iba a visitar al negro, que curta merca. Siempre consegua y siempre tena. No me acost con l. El andaba con un guacho de la calle, que no era de la calle en particular, sino que se haba peleado con la madre y se haba ido a vivir a lo de la novia, despus se pele con la novia y qued en la calle. Curtiendo toda onda, conoci al negro y viva con l. Estaba siempre ah, siempre curtan. Cuando yo iba, el loco era muy correcto, limpiaba la casa y haca de comer. Y el negro tena merca arriba. Yo iba un lunes a las diez de la maana, y tena!, iba un martes a las tres de la tarde, y tena! Entonces pens: este negro guarda un arsenal ah. Lo llamaba y le deca: Hola, che, vengo tal da. Le tiraba la patada: No conviene que tengas mucha, che, no sea que te caigan los milicos. Para ver si deca cunto tena. No, no tengo mucho, contestaba, voy a buscar una vez al mes. Si l iba a buscar una vez al mes, y yo iba dos o tres veces por semana y siempre tena, calcul que guardaba una provisin. Al gur lo inyectaba. Una vez o un comentario: que le haba conseguido jeringas. Como yo saba que tena bastante merca, un da entraron y se la sacaron, nada ms. Ese da no haba nadie. El negro haba ido a Sarand del Yi a visitar a la familia. Me haba dicho: No vengas a cenar el lunes porque voy a casa de mis padres. Y al gur no lo dej dentro de la casa. Yo no saba dnde guardaba la merca: si en el bao, si en el cuarto; l siempre haca muchos movimientos antes de traerla; pero la buscaron y la encontraron. No s cunto le sacaron, no era un paco, pero tampoco era poco. Diez, once gramos? No haba demasiadas cosas para llevar: una garrafa chica, una garrafa grande, una cocina; pero no importa, ese da slo buscaban la blanca. Despus lo vi, me lo cruc, Sabs que entraron a mi casa? cont, creo que lo que buscaban era dinero. Revolvieron todo para ver dnde estaba. El choto! Y encontraron las vitaminas. Igual, despus lo visit varias veces, hasta que l se fue para Argentina. Dicen que all muri de una sobredosis. [Eligieron, para la tercera tertulia, un bar que no frecuentara la polica, en el borde de un camino vecinal. Lo rodeaba el campo verde. Un perro negro se enrollaba sobre el escaln de la puerta. Con la esperanza de ganar a Juli a su causa, Toms expuso una teora ad hoc acerca de la pareja abierta: sin que importe el n-

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mero de infidelidades, dos personas se quieren con tesn; la apertura introduce variantes en la vida de ambos, una dosis de novedad ante el desgaste de la rutina. Si es de veras compatible, la pareja destaca como superior a las chances alternas que se investigaron. Esos individuos, a travs de sus andanzas, reinciden en estar juntos; forman un vnculo libre y autntico. Julin discrep: Esa unin abierta, o como quieras llamarla, que para m no es una pareja, no durara ni quince das, el plazo para encontrar a otro negro que coja mejor.] Otro tipo, un viejo petiso, gordo, de bigotes tena una tienda aqu en Coln donde venda ropa y zapatos. Una vez mi madre fue a comprar ropa, y yo me compr unos zapatos, nos hizo un descuento. Despus fui y me compr algo ms y me volvi a hacer descuento. Al tiempo lo encontr en la calle, en Sayago. Me salud y pregunt si poda acercarme a algn sitio. Le dije que s, me sub al auto. Me llev a la casa de l, son unos apartamentos largos, dos viviendas en realidad, una al frente y otra al fondo, que se comunican. Tuvimos relaciones una vez sola. Me chup la pija y nada ms. Despus pas por la casa unas cuatro veces. l siempre quera hacer algo pero yo le deca que slo haba ido a visitarlo. Entonces los ladrones entraron en la casa, yo les abr la puerta. El loco no se resisti, se sent. Y le robaron las cosas. Se llevaron muchas pavaditas, electrodomsticos chicos. Sal, como siempre, antes que los otros, solo. No me import que conociera a mi madre. A ella cualquier cosa que le digan le entra por un odo y le sale por el otro. El viejo, ms adelante, me cruzaba con el coche, me haca una guiada y se rea. Entonces ah s, yo estuve seguro de que fue l quien haba mandado, dos o tres semanas despus del robo, a unos amigos negros para que me pegaran. Me hablaron dulcemente. Me golpearon a la entrada de mi apartamento. Pas as: yo llegaba de madrugada. Hay poca luz en el porche. Cuando iba subiendo la escalera, tres me agarraron por la espalda y el pescuezo y me tiraron para atrs. Result una paliza jodida, no liviana. Me dieron pias en la cara y en el cuerpo. Yo me tir al suelo, me arroll, y me tap la cara. Me

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patearon, me pegaron con la culata de un arma. Lo que ms me jodi fueron los golpes en el lomo y en las costillas, que quedaron marcadas de hematomas. Me levant, quise ver si tena algo quebrado. En casa dorman. Ped plata a mi madre (que me vio un poco sacudido pero pens que me haba peleado con alguien) y tom un taxi al Hospital Saint-Bois, donde me revisaron. Ah dije que me haba cado de la bicicleta. Me indicaron que me pusiera un faja y unas vendas raras, pero no les hice caso. Por un tiempo qued duro. Me dola la columna. Y me dolan los riones tambin, que los tengo delicados desde los golpes que me haban dado en Jefatura cuando me agarraron despus del primer asalto. Tuve que tomar pastillas. Estuve una semana o ms encerrado. No me gustaba salir con la cara marcada. Unos amigos descubrieron que los que me haban pegado eran de Coln. Ubicaron a uno, que desembuch y dijo quin los haba mandado. Yo no estaba del todo seguro, porque poda haber sido tanto un pinta de tres meses atrs, como otro ms reciente. Entonces, cuando supe, fui hasta la casa del viejo a pedirle que me disculpara por lo del robo, y ah mantuve relaciones con l de nuevo. l qued contento porque me vio machucado. No le cont nada, ni me pregunt l. Y en la tabla debajo del colchn escond tres gramos de cocana. Otras personas, no yo, hicieron la denuncia. Dijeron que haban visto que l venda droga en el domicilio, que lo haca para mantener relaciones sexuales. Y contaron dnde la esconda. La polica hizo un allanamiento, encontraron la merca, y lo tuvieron en vueltas. Pero no fue en cana. Qued fichado, eso s. [Por presencia, gracia y aptitudes Van prevaleci en el desfile sobre sus rivales. El aplauso lo reconoci como ganador. El jurado no obstante defendi los intereses del dueo de la disco que, en bancarrota, no estaba dispuesto a pagar un dispendioso pasaje a Porto Alegre. Con una decisin cortada a la medida de las circunstancias el jurado confiri la corona a un grotesco segundn, pareja del dueo. La sorda se conform de bonne grce con el ttulo de Primera Princesa.] Un milico cay en la comisara contando que una loquilla a quien le gustaba atraer a los guachos tena merca en la casa. La

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casa quedaba entre el Complejo Verdisol y la Ancap, le dicen el barrio Conciliacin. Un pata lo conoci por medio de un travesti. El travesti nos llev a los dos, y conoc a la loca que curta merca. Viva en una casita que era una pieza grande con una pared por medio. De un lado tena un cuarto y del otro la cocina. La loca tomaba la presin, limpiaba edificios de apartamentos y haca limpiezas a domicilio. Ella deca que nos poda conseguir un poco de merca cada tanto, aunque no tena mucha plata. Era semitravesti, siempre tena un macho, algn malandro. Por ah hay negros que se acuestan con cualquier cosa; as que dejaran plata, me imagino, porque no creo que ella ganara tanto como para comprar merca. Empezamos a visitarla por la merca, yo y mi amigo. Una vez llevamos a otros, pero se zarparon; gente que son as, les peg mal, y le robaron el control remoto del televisor y tambin el telfono del cuartito. Entonces la loca dijo: Vengan slo ustedes. bamos, pero nunca tuvimos sexo, porque a ella le gustaba tenerte ah, conversar gansadas; siempre viva agarrado de la mano, dicindote nene, dndote besitos, haciendo mimitos, te quiero. Nunca tuvimos algo directo; al final no lo cog ni me chup la pija ni nada. Despus se calent, nos acus de haberle robado. Creo que fue un problema con el travesti. El travesti se pele con mi amigo a cuchillazos. Y a la loca le meti chuco, un teje: le envenen las ideas diciendo que nosotros ramos tal y cual cosa. Y como ella conoca a todos los malandros de La Conciliacin, porque se acostaba con todos, nos poda hacer romper los huesos; esos negros con la cabeza de un mosquito te pegan un chumbazo y qu pasa? Las pias te las arregls, te pons un parche, hacs lo que sea, pero un chumbazo en la cabeza, no. Nos avivamos y hablamos con un milico. No fuimos a la comisara: Queremos decirle que... No. Mandamos a un milico que yo conoca a informar que cierta gente haba buchoneado que ah en ese lugar haba merca. El travesti casi siempre tena, y guardaba un poquito. Los milicos fueron y, como era la casa de un travesti, entraron pim, pum, pam!, allanaron. A la loquilla la habrn tenido bajo el ojo un buen tiempo. El travesti igual despus cay por gusto los milicos no quieren a los travestis. Viva en un conventillo de Agraciada con otro travesti brasilero, y dicen que el brasilero haba

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agarrado a un tipo del pescuezo por Bulevar, y apareci con catorce mil pesos. Con el brasilero cay el otro, por bruto, y le encajaron un ao o algo as. [Toms fue presentado al modisto que salvo los zapatos haba provisto a la Princesa con las galas de su parure. Se llamaba Dumas; era maduro, desgarbado, de lquidos ojos azules. Diseaba ropa para travestis y para damas. Tanto la mam de Jos como Pepo hacan trabajos de costura para l. Anunci en seguida que era el novio de Jos, que esa noche brillaba por su ausencia. Tal vindicacin chocaba con lo que Toms saba: que el semisordo en la actualidad andaba con la mujer chaparra. Dumas exalt el espritu de la sordera; a fin de mantenerse cerca de su idolatrado, asista a las reuniones semanales de la Asociacin de Sordos. No slo eso: se aplicaba a aprender el idioma de los minusvlidos. Gracias a las pericias y observaciones que realizara dentro del selecto grupo, se consideraba autorizado a concluir un veredicto favorable no slo a su novio, sino a la genuina ndole de los tapias: eran todos gente franca, leal a ms no poder, y de una sola pieza!] Un loco de Antel, la compaa telefnica, viajaba mucho, iba de un pas a otro, comprando cosas, porque en ese tiempo estaban haciendo un cableado. A l fui yo el que le meti la merca, s. Tuvo una historia rara con Martn, un amigo mo taxi. No s por qu problema discutieron. El tipo lo quera agarrar a piazos. Yo lo conoca de vista, a veces ellos estaban en Yancler. El de Antel acusaba a Martn que le haba afanado unos documentos que eran muy importantes, pero no le haba afanado ni un puto papel, entonces no saba de qu carajo hablaba. Iba Martn a cualquier lado y se lo encontraba a ste: a la entrada del liceo, en todas partes, y le armaba escndalo. Llamaba a la casa y lo amenazaba. En conclusin fui yo por cuenta propia, golpe en la puerta, y me present: Mir, soy el amigo de Martn. Ah, pas. Entr y le aclar: Martn me dijo que l no tiene nada que ver con los papeles sos, que no sabe ni que existan. Para qu quiere esos

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papeles si no le sirven? S, me dice, capaz que slo por hacer dao los agarr. Me carg ah en esa visita y tuvimos relaciones. Despus fui otra vez ms y nos volvimos a acostar. No me atraa. Iba para chupar un poco. No. Es que tena que ir, porque ya habamos arreglado con Martn. Y fui una tercera vez y le met tres gramos de merca en una maceta para que no jodiera ms. Despus lo amenac, que si no dejaba tranquilo a Martn yo iba a ir a la casa, iba a dejar merca, y le iba a avisar a los milicos. l no me dio pelota porque pens que yo no podra entrar a la casa. Entonces Martn lo denunci. Despus fue ms arreglo de los milicos que otra cosa. Lo apretaron y le sacaron plata, bastante creo, porque trabajaba en un convenio con el Estado y hubo gran quilombo. Qued impedido de salir del pas. Si trabajs para el Estado no pods tener relaciones homosexuales. Pods, pero no te dejan. Un amigo trabajaba en la Intendencia. Lo encontraron cogiendo en la Rambla. Le armaron un lo, a pesar de que no era menor el tipo con quien estaba; aunque era un guacho igual. Lo acusaron por ultraje al pudor. Lo tuvieron veinticuatro horas incomunicado. Tuvo que pagar una multa, lo obligaron a trabajar horas extra. Y sin embargo, despus, de la Intendencia lo volaron. No conocs a Marcelo X? A se lo agarraron con un menor en un mueble. l no cay en cana pero lo volaron del Canal, no trabaj ms. Lo denunci la madre del menor. De otro modo cmo podran saber a qu mueble iban, a qu hora iban a estar, a qu hora iban a terminar de coger? A m no me interes nunca amenazar a alguien con el hecho de que yo fuera menor. No creo que funcione. Tens que tener algo planeado. Si no, hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que te vaya bien y un cincuenta por ciento de que te vaya mal. Lo decisivo es convencer a los milicos, viste? [Toms tena miedo que Julin, por un capricho de inconstante, dejara de buenas a primeras de concurrir, que interrumpiera la serie de los encuentros antes de redondear la informacin, el nico bien duradero que pudiera dejarle esa voltil criatura. Para apaciguar su propia intemperancia ide un recurso interno. Cerraba los ojos, se

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concentraba en un punto dentro de los prpados, pinchando la pantalla de la visin. Por ese agujero entraba a un terreno de conjetura, una tierra de nadie. Volaba con las alas de Pegaso en direccin a la Gorgona: estuviese donde estuviere, la encontraba. Cuando la tena enfrente, le peda permiso para entrar en su cabeza: Toc, toc. Ante un silencio cmplice, que tomaba por un asentimiento, pasaba adelante. La cavidad del crneo de su opositor era una cripta forrada de terciopelo rojo. Estaba dentro de la cabeza de Julin! Qu hacer? Aprovechaba para soltar una frase concerniente a su preocupacin, pero en vez de decir: No te olvides de acudir a la cita, cambiaba el pronombre: Que yo, Julin, no me olvide de asistir; Tom no es mal tipo, etctera.] La primera vez que sal con un veterano? A m de chico no me llevaban ms que para mostrarme, para hacerlos desear. Mis amigos taxis que ya tenan experiencia me explicaban: Todava tens que esperar un tiempo. No quera cobrar porque me cortaba, deca que no. Y mis amigos me aconsejaban: Entonces hacelo de garrn. Me proponan: Ven, no quers ir a casa de un amigo? Entonces yo iba. Dej que te hablen, que te toquen, dales un beso. La primera vez fue con uno bastante viejo en un apartamento chico del centro. Fuimos en cantidad de ocasiones a esa casa. Una noche llegamos, ellos se fueron, y yo me qued. Tuvimos sexo oral de parte de l. No fue algo disfrutable al principio, despus s, me fue llevando de a poco. Lo vi mucho, y lo veo ahora. Yo tena experiencia con los guachos, no con gente mayor. En las fiestas adonde me llevaban siempre queran besarme en la boca y eso s me cortaba, porque con los guachos con quienes empec ni me besaba siquiera. Los guachos me cogan, o por lo menos me punteaban. Cuando pens: ste me rompi todo, tena quince. Fue un compaero del liceo, unos meses mayor. l tena hepatitis, haca como tres semanas que no sala de la casa. Cada tanto yo lo visitaba, saludaba a la madre. l siempre estaba solo en la cama. Un da estuvimos tirndonos una paja. Jugbamos al Family Game, justo tena en la casa esa porquera, un jueguito muy pavo. Cuando yo iba, iba otro ms, siempre. Y despus empec a ir solo y l estaba solo. Dijo: Estoy reprodrido: no salgo, no puedo visitar a mi novia, y con mi

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vieja ac no me puedo hacer ni la paja. Sac la pija para afuera, se quit el buzo y qued desnudo. Despus que lo vi en bolas me gust, pero me pareci que me estaba cargando en el sentido de que me tomaba el pelo. Pens: capaz que yo engrano y despus sale a contarle a todo el mundo que me quera acostar con l, entonces le dije: No, no, boludo, me voy, me voy, si llega a entrar tu vieja va a pensar cualquier estupidez. Pero l insisti: Dale, dale, metete en la cama. Yo estaba vestido, pero ah s, me met en la cama, estaba con una calentura brbara. Me chup la pija primero, despus dijo: Dale, vamos. Lo cog, y dijo: No acabes. Dejate vos un poco. Yo tena contacto con guachos pero nunca me haba dejado as directamente, nunca haba sentido tanto dolor ni tanta cosa, me penetr del todo. Los otros, antes, no s qu haran. Me ech baba y me cogi en serio. Pero me doli, porque lo hizo a lo bruto. Otras veces yo lo coga a l y l no me coga; le deca que no me gustaba, y me acababa arriba. Despus anduve con otra persona, pero era mayor, una vez me cogi, pero yo ya estaba acostumbrado y disfrut. [La vedette derrochaba sonrisas, cosechaba cumplidos de amateurs y de parroquianos: un negro guasn parecido a un oso panda se le peg e insista en enlazarse. Vanesa se negaba pero vencida por la tozudez del pretendiente y con el propsito de evitar exabruptos consinti en dar unos pasos amarrada. A cada giro el negro manoseaba duro. La bella intentaba huir de la bestia, peda auxilio a Toms agrandando los ojos y muequeando hasta que el modisto aconsej: Como caballero de esta dama, te corresponde defenderla. Divertido ante su papel de paladn, Toms toc al oso panda en el hombro. No se dio por enterado; entonces insisti: el negro dio vuelta la cara en actitud fiera. Mudo igual que la sorda el interpelante gir el ndice en alto; seal el propio pecho, despus las tetas falsas de Van; por prurito didctico decidi traducir: Yo tambin quiero bailar con la Princesa. El oso arrug la nariz en un esbozo de gruido, pero la firmeza del aspirante sumada a la lucha de la cautiva por desasirse lo persuadi de ceder, no sin antes bufar contrariado.]

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La cuarta parte de la gente con que me acost seran guachos como yo; los dems, gente mayor. Siempre se dio ms con ellos. Te podrs acostar con los guachos si te pons un cartel, porque andan diciendo por ah lo que hiciste. Adems yo ya estaba servido con los veteranos. Sabas a qu ibas, qu pasaba, qu no pasaba. Cuando era chico me enteraba, como en todos los barrios, que fulano se haba hecho coger por mengano, por eso pensaba que ni loco iba a coger con alguien de aqu: el otro, por ponerse chistoso, lo contara. Aunque tuvieran novia igual buchoneaban y se saba. Siempre es as: pregunts, escuchs, y te comentan. Buscaba gente que fuera discreta y que no viviera en Coln. Pero claro: empec en Coln. Me acostaba por el beneficio, porque sacaba plata, pero tambin porque me gustaba. No sacaba mucho. Sala porque me senta bien, lo pasaba bien. Si tuviera que elegir entre un guacho y una mina, no eligira a la mina. Matmosla. A las minas las banco menos que a los gurises. Si a una mina la dejara embarazada, te juro que la mato. Nunca tuve esa desgracia, no voy a pagar por una monglica que no se acuerda de cundo tuvo el perodo, que no se acuerda de tomar la pastilla. No voy a atender a una guacha estpida. Si quiere un vaso de agua, que se lo vaya a buscar; si le duele la espalda, que pague a un masajista. A un guacho infantil no lo agarrara. Si fuera vivo como yo, menos lo agarrara. Es difcil que tenga un poquito de cabeza. Tampoco considero que yo tenga cabeza. A los guachos les quema el mate la plata. A m me lo quema tambin, pero no tanto como para andar cagando todo. Ellos no saben ni lo qu quieren. Yo s: porque si tengo que elegir entre una mina, un guacho, o un veterano, si el veterano es como la gente, lo elijo. Ellos no saben si agarran al guacho, a la guacha, o al viejo. Hay que matar a todos los guachos. No son nunca nada serio, nada que te apasione, por lo menos yo no les veo nada. Con un guacho tengo sexo rpido, con la gente veterana tengo camas. Con un pendejo de diecisis nunca estara un mes porque lo nico que sabe es boludear, slo sirve para pajearse al lado tuyo, atrs, en el medio hablando guasadas, cree que se las sabe todas porque curte merca, porque escucha rock. Una semana s pero un mes no. O encontrs esas mariquitas serias que slo hablan

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de matemticas, de qumica, fsica, abogaca o arquitectura, de lo nico que saben hablar es de lo que estn estudiando, o encontrs a los punks que slo hablan estupideces, que fulano viste as, que mengano viste as, que vamos a pararnos los pelos, a ponernos un aro, que el porro esto y la merca aquello. De eso hablo yo tambin, para estpido estoy yo. Con un veterano me parece ms copante, es un estilo papi. Un tipo mayor, porque vivi ms puede contar ms cosas, pero me aburren cuando no fuman porro o no toman merca. En general los que no lo hacen estn encerrados escuchando cumbia o dndole de comer al gato; sern muy copantes en la cama pero a las tres horas cuando reg las plantitas, cuando se puso a mirar televisin o un video o a escuchar la radio los huevos ya me dan por los tobillos; eso lo hago yo en mi casa, es re-estpido, es bien de viejo. Ms copante es la persona que despus de las tres, cuatro o diez horas en las que mantuviste relaciones se fuma un cohete, se jala un gramo. Me gusta sentirme bien, que me atiendan, me gusta alguien que tenga treinta y pico o cuarenta y pico. A esos no los llamo veteranos o s los llamo a falta de mejor trmino. Me gusta la plata, la bebida, y la persona cuando me hace sentir atendido. Con un veterano encontrs sexo, que me gusta, encontrs atencin, encontrs beneficio, y uno piensa en eso. No te hacs rico ni te alcanza para vivir pero te alcanza capaz para comprarte alguna cosa o darte un gusto. Si vas con una persona mayor qu encontrs? Cuanto mayores son resultan ms correctos, me atienden mejor. Igual me aburro si son cerrados. Me interesan los divertidos, que les gusta salir de noche, conversar, que son abiertos a la juventud. Con ellos lo que hago es andar del uno para el otro y me divierte. No busco exactamente lo rpido. No me importa que no sepan lo que quieren. Pero si tienen plata, si les gusta estar conmigo y si no son aburridos como un mate me interesan. Los que tienen plata hacen ms vida nocturna, vida, vida! Los que no tienen plata salen, se enloquecen por dos o tres das, tienen momentitos, pero despus quedan un mes achatados en la chicoria. A m me gusta salir todos los das. Las relaciones no me duran qu tendr? Si yo tuviera los huevos para estar diez aos encerrado podra seguir con un viejo que

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no salga de la casa. No tengo los huevos porque me gusta la movida y cuando la gente es movida se va, yo me canso o canso a la gente. A veces me enloquezco, no me pueden seguir el trote, me deliro, no importa, es un detalle. Estaba fresco y coherente, slo haba tomado un vaso de CocaCola. Me gusta cuando hago cama de tres oler un gramo, fumar un porro, tomar pastillas; entonces, despus no me acuerdo de nada. Pero de esa vez s me acuerdo bien. Penetr al geronte y el otro loco me penetr a m. Si lo hacen tranquilos me gusta una buena penetracin. [Se reunan dos veces por semana en uno u otro caf. No volvan a los locales donde el entrevistado, ebrio, vomitaba sobre la mesa y el piso volmenes ingentes de bilis, que Toms no habra podido concebir que adquiriera esos tonos pardoazules. All dejaba una buena propina; igual, al salir, la mirada del mozo les quemaba la espalda.] El pai de santo [que haba dirigido la ceremonia en honor de Iemanj a la que haban concurrido con Toms tiempo antes en la playa de Malvn] me agarr bronca porque pensaba que yo haba metido tejes con el pendejo con quien l andaba para que se pelearan, y s se pelearon. Me lo cruc el sbado pasado. Estaba en un bar, me mir con rabia. Me mira, y se me re en la cara. Si no puedo darle con la mano, le parto una silla en la cabeza. Iba a cagarlo a trompadas ya. Pero queds pegado como un moco. O lo agarro del pescuezo, o le rompo una botella en el mate. Pero habra quedado pegado en la calle, re-pegado. Despus lo volv a encontrar bailando en la disco y agarra y me dice: No te moriste todava? Yo tengo humor. Pero me miraba y se rea y vea que por humor no lo haba dicho, que lo haba dicho con veneno. No s si se traum o qu, pero se pele con el pendejo se, y dice que nosotros lo pusimos en contra de l. Algo bobo era, porque se meti con un botija de quince que lo larg por banda. Pero l se enamor, le gust el culo. Yo pensaba que se le iba a pasar pero ta, se la agarr conmigo, me acus: Porque vos lo llams a casa, como si yo

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hubiera gastado cincuenta fichas del telfono pblico. Nos juntbamos en lo del loco a tomar cerveza, de esto hace diez meses. El pendejo le deca que se iba a dormir, pero como a las dos de la maana se meta en los bailes y a coger por ah y despus el otro quedaba rabioso porque le contaban que lo haban visto en los boliches, entonces nos preguntaba a nosotros. Yo saba que haba ido a bailar, s, porque lo haba visto, pero no poda decirle: s, s, lo vi. Si le digo que s, buchoneo, si le digo que no, miento. Le deca: No s, por no meterme en los. Entonces nos acusaba de que lo cubramos. Inventaba que habamos hecho cama de tres con el pendejo. Yo ni loco. Slo se da manija. Yo ya hice diez mil cosas en la vida desde entonces, pero l sigue pensando que lo jodimos. Por eso he tenido muchas agarradas, y las locas que se creen estrellas dicen: Te denuncio, porque los padres tienen amigos influyentes. Qu me importa a m? Denunciame! Te rompern las bolas, te parar la polica en la calle: Tens documentos? Pero nada ms. O se creen que los machos los van a defender? Los machos les chupan todo lo que tienen, ellas les pagan las cervezas. Callate la boca, puto bobo. Le pate la mesa a la mierda, tir todo. Un macho ah salt, se sac la campera: Par el carro. Si yo tuviera que arrancar una maceta para darles por la cabeza, la arrancara; nos trenzamos a las pias, nos sacaron en seguida y peleamos fuera; todo es pamento lo que hacen, que se vayan a cagar. En el boliche haba uno que deca que yo andaba cogiendo con un sidoso: Tengan cuidado con ste, que adems es medio chorro. Me enter, y me dicen: Dale un sosegate porque todo el mundo est oyendo. All esper, sentado a una mesa: este puto va a ir al bao y lo agarro. Fue el puto al bao, como toda marica, a mojarse el pelo; yo atrs; haba otros dos: uno de lentes y un viejo medio pelado que siempre anda en la cumbia ah. Se fue a mojar la cara, entonces le di contra la pared y le dije: Mir, puto de mierda... Ay, yo no dije esas cosas, primero averigu. Y lo cagu a trompadas en la cara; l se defendi, pero por lo que se defendi y la nada... Sali todo colorado, se sent quietito, se ve que no dijo esta boca es ma. No s dar una pia, creo, y no me gusta pegar,

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pero hay idiotas que me calientan; agarrara del pescuezo a unos cuantos. Estuvieron en el barrio preguntando por m, me contaron que el loco me andaba buscando, pero yo no di bola, sala y andaba por todas partes. Un da de semana me lo encontr all en una calle que se llama San Andrs y que tiene una placita, a la que dicen placita de Andrs; siempre se junta gente ah, y me dice: A vos mismo te andaba buscando, porque te estuviste metiendo con el Beto. Yo sala siempre en Coln y a todas partes con dos amigos; ya no los veo; uno de ellos era gay; se encontraron y se acostaron entre ellos. Yo no haba tenido nada; bueno s haba tenido algo con el gay nada ms, pero uno de esos me involucr, dijo que habamos estado haciendo cama de tres y se enteraron todos. Entonces vino ste que se crea la pareja de Beto, con quien yo me haba acostado antes pero no el da que ellos pensaban. No s, digo, yo me fui, despus no s que pas entre los dos, a m me importa un corno lo que haya pasado. And, si vos lo mataste queriendo decir, te lo comiste me empez a pechar: Vos te vens a hacer el vivo. Los que andaban con l no se metieron y nos agarramos a las pias, despus aparecieron otros y dijeron: Djense de joder. l traa una navaja y la sac justo cuando llegaron los dems pero no se anim a clavarme. [Cont que concurra a un templo afrobrasilero y que haba usado un collar de Pomba Yira. Algunas personas dijo, implicando quiz que se encontraba entre ellas encomendaban trabajos para debilitar y tener control sobre otros, de los cuales esperaban recibir algn beneficio. El manejo, explic, resultaba paradojalmente desfavorable: el tercero se cagaba y el controlador vea acrecentado su poder, pero la vctima, al encontrarse dbil, fracasaba econmicamente perda el empleo, por ejemplo y dejaba de beneficiar al victimario.] No, no puedo hablar de eso. Pero no es nada raro, yo no s mucho de eso. Desde hace tres aos o cuatro voy a un templo, pero nunca hice un trabajo de magia ni nada. Nunca hice un trabajo para mal. No s de eso yo. Me llev un amigo. Tengo respeto por

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eso, pero no hablemos. He hecho trabajos por la enfermedad de mi madre. Prendo una velita roja para que se cure. Y despus nada ms. A veces voy a algunas reuniones o fiestas. Me gusta ver, pero no me meto. Hoy es el da de San Jorge y en todos los templos hacen fiestas. Yo fui slo a este templo de Las Piedras. Cuando puedo voy, pero no por ganancia. Se visten, cantan y bailan. Los nombres no s, me mataste. Voy y me atiendo. Vas, explics los problemas que tens, conts si ests bien o mal, si vas a hacer algn trabajo. Llevo una ropa de mi madre. Ella usa un pauelo en el pescuezo, para los problemas de columna. Te santiguan el pauelo. S, una vez me dieron un collar de Pomba Yira, una mai me lo dio. Un collarcito rojo, finito. Despus lo perd. Hablemos de otra cosa. Todas las maricas andan en la religin, viste? Es as. Quieren ser alguien y siempre se tiran a la religin: Yo soy tal cosa. A veces escucho que una marica le pregunta a otra: Tens brazo de religin? Hay muchos que estn para hacer el bien, otros se metieron pero no saben siquiera para qu estn, piensan que pueden sacar provecho de eso: controlar gente, ganar plata. Hacen trabajos pagos y de eso viven. Viene una persona, paga, y le hacen un trabajo para que le vaya mal a otro. Se quedan enclaustrados en las casas prendiendo velitas para ganar cien, doscientos pesos por semana. Tienen templo, y tambin tiran las cartas. Prefieren decir que son diosas antes de ir a trabajar en algo. Marcelo, mi amigo, quera vivir de la religin, pero no pudo. Tiraba las cartas, imaginate lo que sala en las cartas. Deca cualquier cosa y cobraba un disparate. A l le gusta vivir de la nada haciendo lo menos posible. Es muy delirante, y as como l hay muchos. Se le llama hijo de religin al que est haciendo la carrera para ser despus pai de santo. Voy cada vez que puedo, pero no tengo compromiso, no lo tomara en serio, nunca tom en serio nada. S, me santiguan, pero nunca baj ningn pai ni nada. Siempre saludo a todos, tengo trato as noms. En este templo hay varios encargados: una mujer y algunos hombres. Yo me atiendo con cualquiera. Va mucha gente a pedir trabajo, o para curarse una enfermedad. Hay una fiesta en que se visten todos de blanco, rezan mucho, padrenuestros y esas cosas. Otros das hacen fiesta de Pomba Yira, y ah las mujeres se visten todas de colorado con pendientes, y se

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incorporan, aunque un hombre puede tambin incorporar a la Pomba Yira. Escriben en carteles ah dentro: tal da hay tal fiesta. Hay muchas en el ao. Yo voy al ech. Tambin algunos dioses viejitos que te hablan con mucha paciencia y te dan consejos. Y la Pomba Yira se re, tiene humor. Alguna gente he visto que van a los templos y hacen plata y despus se dan cuenta de que no es lo que buscan. A Marcelo, que jug con la religin, le fue como el culo. Por favor, hablemos de otro tema. [En el camino compraron champn y una torta de dulce de leche para compartir con el nutrido squito de travestis concursantes, condiscpulos en la escuela de corte y confeccin para discapacitados, el triunfo de Vanesa. Ella se descalz e insisti en que su novio junto a ella bebiese de uno de los zapatos de punta aguja que estrenaba esa noche. El ms feo y menos joven changaba en Bulevar. Su padre, con quien viva, no tena idea, segn l, acerca del origen de la contribucin vitanda que reciba del vstago. Uno, recto y flaco, mandadero en una farmacia comparta el alojamiento con una parienta fue el primero en irse para no retardar la vuelta al suburbio apartado donde lo esperaba su celadora. El mejor amigo de la Princesa mantena largas conversaciones con ella en el idioma incgnito; exiliado del ruedo, slo atendido de vez en cuando en los apartes, Toms presenciaba, resignado a no intervenir, el intercambio de las mimosas.] No encontr ese punto de sabidura como para decir: es mejor vivir en una casita de lata y todo contento. Pienso que la plata es importante tanto como la felicidad y la tranquilidad. Es bueno ser menos avaro y ms tranquilo, no dejar a la gente de lado por la plata. Creo que hice mucho mal; hice mal, aunque no tanto, un poquito. Si estuviera delirado slo por la plata, saldra a trabajar. Hay gente que vive para hacer el mal y nada ms, y nunca se supera. Cada vez le va peor. Lo digo por experiencia propia y porque mismo ves que es as. Me port mal y muy feliz no soy, no soy Alicia en el Pas de las Maravillas. Siempre me pasa algo feo. No soy feliz en mi casa. Porque nadie me quiere, nadie me tiene aprecio, siempre me castigan. Quisiera vivir solo con mi madre. Hice

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mal a varias personas, amargndolas, me port algo mal y me va algo mal. Y as estoy. Conoc gente que ha robado y sin tener en apariencia nada que ver ha perdido el trabajo, o le roban la casa. Y tan bien que andaba, tena plata de ms. Capaz que es una cosa de la vida, que a nadie le va todo lindo. No estoy muy seguro. Capaz que yo rob, trat mal a la gente, y despus no encuentro la felicidad, aunque no s qu es la felicidad: poder andar bien y tener plata y vivir con la gente que quers: mi madre. Un rencor tuve yo contra m mismo a causa de ti. Te hice rabiar, nos pelebamos, te hice la vida imposible sin querer. Al tiempo, cuando llegu ac, examin mi comportamiento y me arrepent. Pens que me tendra que haber conducido de otro modo, te tendra que haber prestado ms atencin. Andaba medio boleado all. Qu pienso ahora? Ahora no pienso. Te dije en octubre que quera tener una historia con vos, por eso me arrepent despus del verano, cuando volv a Montevideo. Te estaba manipulando, era como jugar: que s, que no. Me presionaste tanto que casi me mataste y tuve que volar. No estaba delirado por vos. Con mucha gente me pas igual: no me he largado con ellos. Lleg el momento de largarme y no me largu con la sospecha de que esa persona me prometa una gran cosa pero se ira y nunca ms me la iba a dar. El problema no est en que alguien se acueste, sino en que si se acuesta con otros hoy o maana te mande a la mierda. El riesgo es que te tiren al carajo. Uno no queda enganchado porque no se enganch, de otro modo habra quedado ensartado en un fierro solo como un perro. Si vos encontrs a otro que es mejor en la cama, por qu vas a retener al primero? No se puede correr el riesgo de querer. Si me acuesto todos los das con alguien diferente, es obvio que a las dos semanas voy a encontrar a alguien mejor y si el loco te pareci bien en la cama te parecer bien para todo lo dems. Uno busca a la gente ms para la cama que para otra cosa, aunque no se d cuenta. Cmo pods querer, si a las dos semanas el otro se puede ir? Yo no tomara ese riesgo. Querer, quiero a mi mam. Para llegar a querer le tengo que tener mucha confianza a otro, ah fallo yo porque no puedo confiar, siempre desconfo.

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Estaba con bronca conmigo, pero tambin con vos. Me pareci que te portaste duro conmigo all en La Cumbre. Despus todo pas y me di cuenta de que no deba haberme enojado. Aunque tambin pens que yo te haca mal. Para qu seguir pinchando? En conclusin, me quise olvidar y me olvid. [Durante algunos encuentros tomaba poco. Otras veces, como durante la charla siguiente, tom hasta no poder tenerse en pie. El dilogo se interrumpa por incoherencia.] Todo el sexo que tuve? No traje el cuaderno. Impresionante. A partir de cuando era nia, o nio? Son lindos aquellos tiempos. Entonces yo pensaba que era alucinante, pero no lo es, sino algo igual a todo. Pods acostarte con mujeres y con tipos sin creerte que sos un cr ni que es una gran cosa. El otro da, de tarde, estaba en la biblioteca del liceo. Vi a los pendejos de trece, catorce aos, y todos se miraban con ganas. Y ellos no se daban cuenta. Viste cmo es la cosa? Se miran, se manosean jodiendo, pero no se dan cuenta. Creo que lo mismo me pasaba a m en aquel tiempo, hace cuatro aos. Tuve sexo slo con pocas personas en el liceo. Aunque calentarse, todos los pendejos se calientan. Siempre haba miradas y jueguitos raros, sin embargo a nadie se le cruzaba por la cabeza qu era lo que estaba haciendo. Las nenitas son ms apagadas, ms bobas, porque a veces no saben siquiera qu es una masturbacin. Mientras que los gurises ya de diez aos saben. Son ms despiertos. Por eso es que hay tanta relacin y tanto hablar de sexo entre muchachos. El lesbianismo a los trece o catorce me parece difcil que se presente en un liceo, mientras un muchacho que tiene trece ya est con la pija parada todo el da, se mete en el cuarto y se masturba. Los pendejos se calientan entre ellos, se miran y se manosean, aunque sea jugando, siempre estn con bruto bulto. Y me cojo a sta y me cojo a la otra, pero hablando de gurisas se calientan entre ellos. Cuando estaba en primer ao tuve un condiscpulo ms grande, ya repetidor, un rubio con rulitos y unos bochones azules, una manteca el gur y todas las gurisas vivan muertas por l. Ahora me fijo, pero en aquel tiempo no me fijaba en la boca y esto y aquello.

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Cuando me sentaba con l volva siempre al tema: Me cojo a fulana y me cojo a mengana, siempre hablaba de quilombos, pero a m me pareca que era mentira. Una vez fui al bao y saqu la pija para afuera, y l tambin; nos miramos, no sabamos qu decirnos, pero en la mirada ya estaba todo. Nos metimos en un gabinete, l me la chup a m, yo se la chup a l, todo rpido. No acabamos porque estbamos nerviosos. Saltando un ao, me lo encontr en la plaza de Coln. Trabajaba en la tienda Tata y andaba en bicicleta. Me pregunt: Cmo ands? Te vens a mi casa? Sub en la bicicleta junto con l y fuimos hasta Pearol. Ah s tuvimos un sexo pleno en la cama. Me cogi y lo cog. Despus empec a tener relaciones fuera del liceo. En esa poca iba mucho a la puerta del Zorba, el club ah al costado, en la plaza de Coln. En la entrada se juntan muchos pendejos, pero no los dejan pasar porque son menores de quince o no tienen plata. Los pendejos se cargan entre ellos, a veces sin darse cuenta, y despus se juntan para coger. Creo que si voy a esta hora y me paro ah a mirar, voy a descubrir a dos pendejos que se juntan. Iba al Zorba y encontraba gente del liceo; saludaba, y siempre alguien te mira extrao: no te est metiendo la pezuca, no te est preguntando una cosa, tampoco te mira la bragueta ni el culo. Esas miradas vienen de pendejo extrao: ni ellos saben que te miran, sin darse cuenta se calientan y se queman la cabeza. Iba al Zorba y haba dos o tres que siempre estaban ah, y siempre bamos a los vagones, porque en aquel tiempo, hace tres aos, haba vagones; ahora no hay ms tren. Hoy me encuentro con alguien y le digo: Nos vemos en tal lugar a tal hora. Pero entonces no combinbamos. Los pendejos no tienen cabeza, o no asumen su tendencia como para decir: Me voy con este loco. Lo consideran algo pasajero as noms. Siempre dicen: Vamos a fumar un porro, o cualquier otra pavada. Muchos lo hacen porque se sienten presionados por las locas. Las que no cogen andan con el novio de la mano, y el novio re-alzado. Pero tambin hay gurisitas que van para adelante siempre, cogen mucho, tanto con un tipo mayor como con gurises. Y ellas se agrandan: que anduve con fulano y anduve con zutano, y el gur se quiere hacer el macho pero no pasar por ridculo y tiene miedo. Entonces se reprimen con las gurisas y andan entre ellos.

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Los sbados a las once llegaba a la plaza de Coln, conversaba con conocidos y despus me iba para la puerta del Zorba donde siempre se juntan. Te queds jodiendo. A las tres de la maana sale alguna cosa. Se miran, se hablan, y despus: Me acompas all? Es muy corriente eso. No se verbaliza: Qu vamos a hacer? Se hace. Algunas veces los penetraba. Muchos se negaban porque era la primera vez, pero al final se decidan. Despus que te calents puede pasar cualquier cosa. Siempre en la puerta estaban ms o menos los mismos, pero no te acosts con los mismos. Es lo que pinta en el momento. No calculs: ay, me voy a apuntar para ver a fulano. No. Vas. En aquel tiempo yo no pensaba. Iba por ir, para juntarme con alguna gente. Eran punkies; haba muchos en el barrio. No me gusta la onda de ellos. Parecen muy que se las saben todas y que andan muy en la pesada, pero son re-pavos. Se visten todo apretado. Yo normal, siempre iba con jeans, una camisa, algo como la gente. Nunca iba con esos buzos sucios de una semana por lo menos, rotos, escritos, que recin haban salido entonces. Yo haca casi lo mismo que ellos, pero ellos marcan ms. Antes de pasar por ridculo siempre busqu lo comn. Llevaba el pelo largo, pero todo despuntado, feo. Me lo cort a los catorce. Y despus s, me lo empec a dejar bien largo. Despus de tantos sacrificios para que quede parejo, da lstima cortarlo. Me ayuda que lo tengo lacio. [El da de los trabajadores, que era feriado, Vanesa propuso una excursin a la playa: Toms estuvo de acuerdo; pensaba disfrutar de la jornada envuelto en un silencio de pecera. Al recogerlo, Vanesa expres el deseo perentorio de involucrar a Pepo el infaltable. El chofer se resisti. Saba que lo esperaban ocho horas de pltica entre camaradas, con l fuera del circuito. Sobre todo no quera tener que forzar una sonrisa a cada visaje incomprendido de las conferenciantes. Entonces invit a un camarada para que lo acompaase mientras los gestuales se despachaban a gusto entre s. Su eleccin recay en Pierre, el director de teatro que a menos que hubiese salido en bicicleta se encontrara tal vez disponible. En efecto, respondi al timbrazo sosteniendo entre los dedos una paleta de pintor, y se entusiasm con el proyecto del paseo.

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Un vaho lila ocultaba toda cosa, salvo las muy prximas; un anuncio alveolado: Albergue transitorio Los Delfines, alta rotatividad, se hizo visible de repente. Entraron a una playa anchsima pero tapada de niebla. Slo surga en primer plano un silln de espumaplast destripado a navajazos. Caminaron hasta la rompiente. Hundidas las pantorrillas en la familiaridad del agua, dos o tres pescadores recogan una amplia red, que flotaba an en parte, con ruedas de corcho cosidas a los bordes. El vaho slo permita apreciar el esfumino de los contornos, or una voz, parecida al grito ronco de un pjaro, que daba instrucciones breves. Sobre la arena saltaba el sobrante invendible de la pesca: roncaderas, pejesapos, mojarras. Los idiomas apartados impedan a los concurrentes disfrutar en comn algn chiste acerca de los intiles moribundos que se asfixiaban; slo se conjeturaba un acuerdo de propsito, se supona una general benevolencia, en vista de lo cual Toms opt por dejar a los sordos a su aire. She is in fashion: concntricos, silbantes, Vanesa y Pepo saltaban alrededor de los pescadores. Y l con Pierre salieron con paso enrgico a lo largo de la rompiente. Los pmulos en ngulo del Pierre se borraban bajo la calgine, lanzas palpitantes de humo disparadas hacia el cenit desde una base de oscuridad. Qu costas, marinas o de ro, recubra la humazn? Se encontraron dentro de una nube de desconocimiento. Ni su conciencia de s mismo deba ser abandonada. Esta hazaa era obtenida a pulso sobre una profunda preocupacin con Juli que buscaba exorcisar. Vanesa, por su parte, se haba disuelto en filigrana. Al regreso, antes de verla, le pareci sorprender su blanca voz de pato, a menos que fuese un gaviotn. La ingenua estaba celosa de Pierre; en su cara tensa, plida, los ojos oscuros pasaban de uno al otro; buscaba cerciorarse, siempre atenta tras una pista que justificase su sospecha. El fro les haba calado los huesos y emprendieron el retorno.] Por entonces tom mucha merca, lo ms rico que hay. Pruebe, seora, si le duele la columna; yo le dara a mi madre cuando le duele un par de toques y sale saltando. El porro ya lo conoca,

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porque en el liceo los gurises fuman un porro entre cincuenta, pero igual, ellos se matan y se dan de cabeza contra el cordn. Despus estuve curtido de merca, me pegu a la merca que pareca un chicle. Me re-cop. Quince, tena. Ahora tengo un poco ms de cabeza y pienso: Me voy a hacer mierda otra vez? No, no. Quera un gramo todos los das. Estaba elctrico. No me importaba quin fuera, haca cualquier cosa por eso. Por un tiempo sal con un veterano chico, gordo, feo. Buscaba gente mayor que me atrajera. No lo pasaba bien con los gurises. Quera otra cosa. Cuando me calentaba quera coger, quera acabar. Pero los gurises casi siempre se cortaban. Me di cuenta de que no servan. Vi que estas locas del centro se acostaban en una cama, y yo quera ser un poco ms amplio. Haba una vez un chanchito..., una peluquera, se llamaba Silvio, Orgaz u orgasmo, Org. Viva en el centro, Cerro Largo y no s qu mierda, en unos apartamentos viejos, feos, horribles: el comedor era chiquito as, la cocina era as, el cuartito era as. La maricona tena una cama de cuatro plazas, una sbana de dos plazas y faltaba un cacho; segn los momentos era maricona o no. No me gustaba. Treinta y cuatro deca ella que tena pero tendra treinta y nueve y medio. Fui a la peluquera, cada semana me haca un bao de crema, fueron dos o tres baos de crema; me prestaba: me serva para limpiarme el culo la plata que me daba ella. Empec a ver gente mayor, no locas, porque las locas, las mariconas medio peladas, gordas, no me gustan. Me gusta otra cosa, gente mayor que se comporta bien, viste? Haba uno en Coln que lo conoc saliendo del liceo. Pasaba en un Toyota colorado y me sacaba la lengua. Qu asco, pensaba; siempre me haca lo mismo. Bruto viejo ah sentado, no era feo, pero me daba asco lo que haca. Una vez me sub al auto. Pero me arrepent. Porque me quera chupar la pija ah mismo. Y yo no. Eran las doce del medioda. Me quera chupar la pija a una cuadra de la plaza. Dije: No, no, agarr y baj, me fui a la mierda, a mi casa, camin como puto unas diez cuadras. Y l me volvi a esperar a la puerta del liceo. Se baj del coche y me dijo: Disculpame, todo maricn,

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porque tena momentos en que se desataba. Qued pegado, tuve que inventar que era mi to para los compaeros de clase. Quers ir a mi casa? Claro, pero a medioda no puedo porque mi mam se va a preocupar. Yo era gur chico. Me dice: Ta, te espero a las nueve de la noche en la plaza de Coln. Te pods imaginar que fui, perfumado hasta los huevos, divino. Era un da de semana. Lo encontr al viejo mugriento. Tomamos una cerveza en la plaza. Me llev adonde viva, en la casa de la madre. La madre haba muerto haca aos. Estaba medio traumada la maricona porque se le haba muerto la madre. Yo quera darle una trompada y cagarla a piazos. Le deca: Quiero cincuenta pesos para vestirme. Yo quera merca. Qu toms? Una cervecita fra? Trajo una cerveza de esas baratas, brasileras, Prinz creo que era, dos pesos costaba. Tir la lata para afuera de la ventana. Re-mugrienta. Pero la casa, bien de marica puta, brillaba hasta el piso. Me acost dos veces con l. Despus me borr la marica, re-estpida era. Ni Coronado fumaba. Qu voy a hacer con una puritana yo? [Se toc los prpados a sabiendas de que encontrara los diminutos pespuntes cosindole la vista. De los ojos le brotaban lgrimas de sangre. Tumbado en la cama y contemplando el maana, simplemente meditando, entre cita y cita, miraba un simple punto vaco y notaba que su mirada se desviaba y se diriga hacia las cintas grabadas de la conversacin que formaban una pirmide casual, convertida ahora en una pira ardiente.] Alguien que me haya cogido bien? Ral. Pobre Ral, no lo quiero meter en esto. Me ayud en los estudios, me ayud a arreglar los quilombos que tuve. Tuve quilombos en todas partes. Me cagaron a palos. Pobre Ral, estuvo atrs, con abogado y todo. Salamos a cenar juntos, a divertirnos. Pero era estpido, pobre Ral. Medio retrasado mental era, como todo puto. Cuarenta y pico tena. Se perfumaba hasta el culo. Me cogi un tiempo, pero no me gustaba a m. Tuvo un problema despus, econmico. Se envolvi con unos prestamistas, que le queran sacar el apartamento. Pidi cincuenta mil pesos a los prestamistas. Entonces se puso de socio con un viejo estpido en la plaza de Maldonado. Abrieron un

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negocio de ropa interior. El otro fundi la casa. Mir cmo sera: yo iba a ser el responsable de ir a Maldonado a controlar las ventas. Pero no llegu a ir. l le daba plata al viejo para que les pagara a los empleados, pero ste los usaba para que trabajaran para l en otro negocio. Ral no iba porque estudiaba en Montevideo; abogaca, me parece. Yo no tengo la culpa de que se haya fundido. Me prestaba plata cada vez que lo vea. Viva a una cuadra de 18 y a una cuadra de Bulevar. Lo vi bastante, como tres meses, porque me prometi trabajo en Maldonado. Ral se puso medio histrica el ltimo tiempo. Me mandaba: Hac esto y hac lo otro. Y tens que estar a las dos ac y a la una ac. And a la puta que te pari, le dije. No sos mi padre. Ni a mi padrastro le hago caso. Se quejaba de que yo iba a verlo muy poco. Se delir conmigo. Lo vea dos veces por semana. Cuando l me exiga, hasta tres. Entonces le dije: No puedo, tengo cosas que hacer. Mentira. Lo que pasa es que l no le daba a la pala. l slo fumaba porro. La merca hace mal. No hace mal, hace bien, para el espritu, para la columna. Era aburrido Ral, y adems se arruin en el negocio. Y no tena plata para pagarme. Me tens re-podrido, le dije. Y nos cagamos a trompadas. Me agarr del pelo, me quiso revolcar: Sos un pendejo idiota. Lo tuve que sacudir. Ese da yo haba tomado merca. Al tiempo fui y le ped disculpas. Despus a Ral lo robaron. Traicion a Toms. Ah, vos sos Toms! Me refiero a Ral. Dijo que cierto da no podra llegar a la casa temprano porque tena que ir a cobrar. Y yo arregl el robo. Les dije a los de mi banda: Tal da a tal hora l cobra. Vayan y rmpanle el pescuezo. Lo agarraron por la calle, le pegaron unos chirlos y le robaron el sueldo. Nunca ms lo vi. Qu quers? Me tocaba el bulto, pero era todo una pasin armada. Yo te quiero, quiero estar slo contigo, pero estaba con otros. Iba al Olimpia y encontraba a todos los machos que quera. Deca: Los domingos no puedo porque voy a la casa de mi madre. Y era mentira. Me borraba por otros machos. Yo no soy macho, pero bueno, ta. No los llevaba a la casa, porque yo lo esperaba en la puerta. Se iba para los muebles, coga por la calle. Apareca al amanecer con brutas ojeras, a m me daba bronca. Vena cogido. Si me haba prometido dulce amor. Es igual que vos, igual que todos los putos. Por qu te

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acosts con todos los machos, all en Buenos Aires, ac en Uruguay? No podemos tener una relacin. Yo pensaba en vos y quera estar con vos. [La caja fuerte, donde el to rico Mac Pato conserva su tesoro, se hunde en una grieta abierta por un sismo. Cualquier intento por rescatarla presenta un riesgo, ya que la sima donde cay est a punto de derrumbarse en otra fosa an mayor y ms profunda, en rigor sin fondo, de donde ser ya imposible recobrarla a ningn precio. Cmo salvar el tesoro? El uso de la excavadora, pongamos por caso, provocara ensanches en la fisura y precipitara el hundimiento definitivo. El pato Donald idea un recurso que, si bien requiere una alta cota de paciencia y de perseverancia, es el nico, dadas las condiciones, que har posible recabar, al menos en parte y de a poco, la fortuna. Abre un tnel del ancho de un brazo, que comunica con la cavidad del tesoro; por all introduce las vas de un tren elctrico de juguete que, yendo y viniendo de continuo, arrastra vagonetas abiertas como las que se usan en las minas. El tren penetra en la cueva y topa la montaa de oro, un mdico gradual resbala sobre el cuenco de las vagonetas; el tren entonces retrocede. De modo equivalente, Toms procuraba mantener, a costa de tacto y mansedumbre, una perpetua vigilia, un delicado equilibrio que asegurase la continuidad de las revelaciones.] Siempre tuve problemas con personas que te presionan, que quieren verte ms seguido. No queran que saliera, no queran que me divirtiera, no queran nada. Pero tengo que salir, si no, me muero. Pobres infelices. Conoc a un tipo en el centro, con quien tuve una historia rpida, vi que el loco no me serva porque era un plomo y no tena dnde caerse muerto. Adems era amarrete. Y me presionaba. l y otros aparecen donde no tienen que estar. Me van a esperar a mi barrio, por ejemplo. Sals y te los tens que andar pechando. Con este loco salamos intercalado, porque nunca dej de ver a otras personas. Lo recuerdo porque era muy fastidioso. Yo iba al apartamento pero le deca que tena que estudiar, llegar a mi casa a dormir. Y el loco no entenda, se calentaba. Y siempre que

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tombamos terminbamos discutiendo. Entonces mucha trompada, mucha bronca. Me hartaba. Pero lo segua viendo. No era la persona perfecta: aburrido, posesivo, tena siempre la misma rutina, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Deca que no tena plata, me daba apenas un poquito. No me serva. Pero lo pas bien con el loco. Hablbamos; me entenda ms o menos. Discutamos siempre, pero eso es lo de menos. Yo no quera nada en serio en aquel entonces, ahora quiero algo en serio, quiero casarme contigo, Toms. Nos vamos a casar? Nos vamos a casar con Toms! En aquel tiempo todo me cansaba, ahora me gusta que me estn persiguiendo. Cuando era gur chico mucha gente se me pegaba slo para usarte tres veces pero yo los usaba una vez sola. De los diecisiete para atrs todos fueron unos pesados. Me decan: Nos vemos tal da? Yo: S, s, chau. Apareca cuando andaba por ah cerca pero no calculaba: tal da dejo de hacer esto o lo otro para ir a casa de fulano, no; me pareca asqueroso, inmundo. Ahora en cambio dejo de hacer mis tareas para venir a hablar con un amigo. Te gust, Toms? [De regreso en el apartamento los solcitos sordos prepararon t; lo sirvieron con pundonor junto a unos pasteles que haba trado Vanesa. Aun apreciando el esfuerzo de las chicas ante el impasse comunicativo, el dueo de casa pretext para evadirse que haba llegado la hora de depositar a Pierre en su domicilio. Sali con l de arrastro prometiendo volver pronto. Fuera lo pens mejor y decidi que necesitaba un trago. Sentado ante Pierre en El farolito alambic, como pescado del fondo del mar y trado al caf para su salvamento, un espectculo de msica. Al volver a la casa, considerablemente ms tarde, comprob que Vanesa frunca el entrecejo, sospechaba de Pierre ms que nunca. Ya cenaste? pregunt por escrito. Ya cen. A la verdad no tena hambre. El rostro de la dama se volvi ominoso. Con letras entrecortadas que escriba pidi dinero para que ella y Pepo comieran. Pero To-

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ms se disculp: daba la casualidad de que en ese momento no contaba con la suma solicitada, ante lo cual la sorda, violeta de furia, exigi que la transportara junto a su acompaante, claro ipso facto al barrio de Pearol donde viva. Bajo la lluvia, entre luces verdes, el coche resbalaba sin pausas. Entonces lo supo: ste era el fin de su enganche. Fue un alivio, al despedirse, rozar con los labios la mejilla escaldada de la Primera Princesa.] Tengo a un tipo que es casado de all cerca del barrio, hablamos del tema tomando cerveza y el loco dijo que estaba bien, que sala para adelante. Vos pons la guita para el mueble y yo consigo a la loca. Alguno se va a tener que dejar coger, le dije. No hay drama, contest, y ah quedamos, de esto hace muy poco, pero ahora no encuentro a la loca. No quiero una sidosa reventada que se caiga a pedazos, quiero una linda como la gente y no encuentro. Me gusta una guacha que no sea punk, que no sea rea, con educacin pero que tenga su picarda por dentro. Igual al tiempo necesits un arma, necesits agarrar una pistola, un macho que me coja. Con una veterana s me copo, alguien que te puede educar, tipo mam. Pero siempre me tiran como un trapo, no me quieren. Por qu nadie me quiere? Toms, vamos a casarnos? Conoc a una vieja en la Biblioteca de Coln. No s qu mierda cobraba ah. Me gust cmo se vesta, con prendas de seda de colores oscuros, no quilombera, tena una onda tipo viejas de pelcula, viste? Entonces la mir no porque la quisiera enganchar, sino porque me peg esa onda. Estaba bien pintada, tena un pantaln y una blusa. La mir y me dijo: Buscs algo? Estoy buscando unos libros. Despus volv, ya con la idea de encontrarla, porque ella trabaja ah, cobra una cuota. Voy a hacerme socio, le dije. Me puse a hablar. Tengo un hijo de ocho aos que est con mi marido. Saqu en conclusin que viva sola, y le miraba las tetas y le miraba la concha, para que cachara algo. Me gustaban las tetas, envidia me dio. Le pregunt si me prestaba unos libros, eran de historia, porque tena que dar un examen, pero mierda: no estudiaba. Puedo quedrmelos un da ms e ir a devolvrtelos a tu casa? Entonces la vieja dijo: S, s. Estuve clavado como un palo, all,

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justo en hora, con los libros. Hola, puedo pasar? S, pas. Estaba escribiendo algo en la computadora. Entr al comedor, dej los libros encima de la mesa. Aqu estoy trabajando, dijo. Pas a la piecita que tena al lado del comedor. Ah, qu interesante! Entonces la mir cmo escriba. Te gusta escribir? S, estudi dactilografa. Y la miraba y la miraba y la miraba. Che, no tens novia? pregunt. No, le dije, tengo novio... No, en serio: Me parecen muy pavas las guachas, y ya le tir la patada de que no eran vivas porque no cogan. No, le dije, son muy quietas, no me gustan. Vos tens pinta de picarn. Nos miramos hasta que ella no me sacaba los ojos. Ven, acompaame, y todo empez ah en el silln, a los chupones. Despus, como dos o tres veces a la semana, estaba clavado en esa casa yo. Me deca: Tengo trabajo hoy. Pods venir a buscar los libros maana? Por si alguien escuchaba siempre meta un libro entremedio. Ven maana a buscar los libros porque no los encontr. Cogimos dos o tres veces. Despus llam y: No, no vengas. Me borr porque sera muy pendejo, no haba cumplido diecisiete, me borr como un perro. No s qu quera la vieja. No me daba plata. Una bichicoma. Casi siempre buscan a alguien que tenga un poco ms de futuro para sentirse protegidas, y no que ellas tengan que proteger al guacho. Capaz que dentro de dos aos, con veinte, si estoy vivo, pueda coger con alguna. Y con otro pensamiento si me voy a enganchar: que ella tenga una posicin buena para que me pueda sacar a comer. Antes no me importaba la posicin, pero ahora s. Tipo tu amiga, la pintora, lstima que estaba medio viudita. Una onda as... [Sin aviso los sordos se presentaron una semana despus del incidente para recoger el ajuar del ropero. Trajeron bolsas negras de plstico que llenaron con chales, faldas, bombachas bordadas de lentejuelas, aditamentos que slo una mente adiestrada poda coleccionar. Mientras Pepo recoga los enseres, Vanesa, en abstracta compulsin que pareca no encajar con las circunstancias dramticas de la despedida, controlaba su propia imagen en el espejo de la sala y con dedos giles, automticos, ante la mirada estupefacta del dueo de casa, reacomodaba de continuo los mechones sobre las sienes y las patillas, los repegaba con saliva a los cachetes en el estilo rolingo

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o napolenico como si fueran arrastrados hacia el futuro por el viento ululante de la historia.] Me coga, fumbamos faso y le dbamos a la pala, lo pasaba bien con l porque era atorrante. Se me tiraba con que era bisexual pero nada que ver, menta. Era bastante compaero, tena unos huevos de oro, me aguantaba que llegara tarde. Nos pelebamos pero despus si nos cruzbamos me saludaba bien. Nos pelebamos porque l sala con alguien y me dejaba tirado. Me deca: Estate por ac tal da, no importa la hora, pero estate. Entonces yo no iba a otros lugares y me daba bronca porque, si l no apareca, saba que se haba ido a coger por ah. Yo siempre llegaba, no a la una o a las dos aunque s a las dos y media o tres de la maana: no tengo auto, no hay mnibus para Lezica de madrugada. Era socio con otro en una casa antigua yendo para Lezica, profesor de gimnasia y aerobismo para viejas: re-copante porque se daba palizas con todo. Me enseaba a bailar pero yo era un tronco, tena una azotea donde bailbamos igual que con vos en Parque del Plata; yo era un tronco, s, vos me queras tirar, pero l me encantaba, porque estaba entrando a la pubertad linda. Curta una onda pendejo estpido americano a pesar de que tena treinta largos; cintura y mucha teta pero con grasa cada, estaba un poco rellenito. Igual me re-cop la onda del loco, tena una onda espectacular, re-cra porque se enganchaba en todas: si sos rockanrolero, capaz que va y se mete en el rockanrol. Nos pelebamos pero despus me saludaba y me invitaba y empezbamos otra vez hasta que al fin vi que l tena demasiados coginches, obvio que me iba a borrar; despus se puso ovrico, cuando se empez a cortar la buena onda nunca ms. No lo rob; qu me iba a llevar, los espejos? Adems no puedo bajarle el hacha a todos porque habra terminado hasta el huevo; est bien que uno, dos, tres te denuncien y no les den pelota pero sin van siete, ah la cosa se pone grave, ah s dan pelota. Cada persona que sale conmigo la roban: o traigo yeta o estoy metido en algo no? En general se paran en Colonia pero un poco ms abajo; a veces me han recogido en la plaza de los Bomberos atrs por la parte del

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cuartel; hay changa quemante que nadie se para, yo lo he hecho por ah pero muy casual. Cuando subo me hago el inocente para despus bajar el hacha. Pas un viejo en auto: Hola, cmo ands? Tens algo que hacer? No, no s. Me gustan los sabrositos, dijo y me invit a tomar algo. Despus subi a un amigo en San Jos y Julio Herrera, donde estudi computacin. Nos fuimos a La Pasiva, un queme, el viejo levant a otro guacho dentro del bar que estaba emborrachndose con unos amigos. Lo miraba, lo miraba, el guacho se levant y dijo: S? El viejo lo invit a seguir con nosotros y: Hola, Hola, nos saludamos a pesar de que no lo conoca y se sent. Despus los cuatro nos metimos en un Mercedes claro y de ah nos fuimos al Buceo y terminamos en casa del viejo. El guacho se encam con l y yo cog con el otro, medio gordo, panzn, no me gust porque usaba bigotitos, no me gusta el bigote, y me dio cincuenta pesos para el taxi. Sal mareado, con un pedo tsico, me tom el mnibus. Me gust el Mercedes, por eso recuerdo este caso. Me pareci extrao que me dijera: Sabs manejar? No. Ah, si supieras, te dejaba el auto, dabas unas volteretas, y nos recogas. No s por qu me dio confianza. Si hubiera sabido manejar, terminaba en Brasil.

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Una maana el padre me vio subir por la escalera y me par: Tengo que decirte una cosa. Me acuerdo que estuve cagado hasta los pelos tres das pensando que el loco me iba a preguntar por qu cargaba al hijo. El padre y la madre ya eran bastante viejos, tenan un hijo como de treinta. Yo cargaba al hijo, lo miraba de arriba abajo. Cuando volv a ver al viejo, me confes: Quiero estar a solas con vos. En ese momento me re. Mi hijo trabaja en un camin, cada vez que est ah parado, yo estoy en el camin. No fui al camin. El viejo no me gustaba, tena como setenta, bien feo,

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petiso, pero yo precisaba plata y una vez cuando no haba nadie lo llev a casa. Despus me acost tambin con el hijo, era petiso como el veterano. Nunca le coment lo del padre. [Presuncin vana querer agotar las andanzas de Julin, inventoriar exhaustivo un testimonio incorruptible. Ante la mera serie de las ancdotas de su Scheherazade, el cuerpo histrico de Toms se senta derrotado. Pero el telescopaje ampliaba las perspectivas dentro de su propio ojo con un golpeteo de cascanueces que rompa todo asidero temporario.] A travs de un loco al que desvalij conoc cantidad de tipos, al tiempo me cruc con uno que era empresario. Antes de coger todo era importacin y exportacin y porcentaje. Me pareca que me iba a matar de los nervios. Lo escuchaba porque en una de sas yo garroneaba algo. El viejo me deca: Recibo un crdito para pagarle a no s quin. Yo trataba de cachar dnde agarraba la plata. Pero explicaba: No, no, todo se hace a travs de los bancos, una tarjeta, un cheque. [Tena que decir que s, estimular, rerse, en la lnea de humor que mantuviere la continuidad de las recordaciones mientras habitaba en el centro de su mayor secreto bajo un granizo que abrasaba.] Curt merca con un tipo all de Coln, pero no tena nada que ver. Compramos merca juntos y fuimos a un depsito vaco que pertenece a una bodega, y curtimos ah. El loco se empez a delirar; nunca me haba quemado la cabeza por acostarme con l sin embargo de repente me entr a manosear y ah s me calent, lo cog y l quiso, pero le dije que no. Una sorpresa brbara, nunca en la puta vida se me haba ocurrido tener algo con el loco. Despus se disculp, me dijo que l no haca eso. Siempre pasa lo mismo: toman merca y son otra cosa. No s si se hacen los bobos, no se dan cuenta de lo que hacen, o qu. [Al salir de un boliche entabl contacto por azar con un joven de acento resbaloso, que derrochaba suburbio.

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Result vecino y conocido de Julin. Nosotros le decimos Chichi. Toms asoci el mote a una cancin que transmitan en el radio por entonces, cuyo estribillo era: Ah! Se me calienta la chichi. Consultado, Julin sostuvo que no le decan Chichi, sino Chiqui.] Un sbado de noche, creo que fue el momento ms feliz de mi vida, baj del mnibus en la plaza de Coln y ah me qued con unas gurisas y dos o tres locos que eran amigos de las gurisas. Se quedaron jodiendo y lleg uno al que las gurisas cargaban. Nos pusimos a hablar. Una loca le toc al recin venido la rodilla, le tocaba la cara y se chuponeaban, pero la otra dijo: Tengo que ir a buscar a mi hermano. Entonces ellas se fueron, dos locos salieron atrs persiguindolas y me qued con uno, el que besaba. Pa, dijo, son todas iguales, te dejan con la pija parada, con la pija al mango. No te calientes, le contest, porque as son. Me invit a tomar cerveza y all mismo estaba lleno, as que bajamos una cuadra ms all del Zorba, l tena un porro, fumamos en el oscuro y quedamos algo tocados, pero tampoco era para delirarse. Hablamos hasta que amaneci. Ahora vigilan los milicos porque mucha gente va no a coger sino a curtir merca y el primer gil que pasa por ah a trabajar lo agarran y lo cagan a palos y la gente hace una denuncia, pero entonces no, y con ste Encaramos? le pregunt. Agarramos caminando despacito para el Monte de la Francesa, aunque ya era de da. l llevaba un pantaln blanco que qued negro despus en el Monte: le chup el culo y tuvimos un par de cogidas muy buenas. Esto porque ya lo conoca, si sale con alguno que no conoce capaz que se quiere hacer el macho. Te levants lo que sea, pero cuando vas a un lugar se quieren hacer los santos, se cortan o no hacen ni la mitad de las cosas que haran con un conocido. En la misma plaza encontr a un peludo que andaba con otro que estaba en pedo. Sabs dnde hay una canilla? Quera mojarle la cabeza al otro, para que pudiera caminar, porque estaba rehecho pelota. Lo acompa a la canilla: hay una abajo detrs de las vas, yo saba dnde estaba. El loco no era de Coln. Llevamos al amigo a la canilla, lo mojamos, lo trajimos para ac y lo sentamos

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ah enfrente en un banquito de la parada. Entonces el peludo dijo: Ahora me voy a mojar yo. Yo no estaba con el bocho podrido. No me acompas? Ta, le dije. Soy del Cerrito de la Victoria, unos conocidos ac conocen muchas locas. La otra vez estaba con una y me dijeron que viniera a coger all atrs en los vagones. Antes haba vagones, ahora ya no. Se moj y dijo: Vamos a dar una vuelta y agarr por un camino que estaba oscuro como el culo. Cuando dijo eso ya cach todo. Iba duro porque no saba qu mierda quera hacer l. Llegamos hasta los vagones, se me puso a hablar, no me acuerdo las palabras que deca pero me preguntaba si yo no haba tenido nada con un hombre. Le dije que no, y le pregunt por l. Dijo que s haba tenido. No me anim a preguntarle qu haban hecho y me re; el loco me miraba y lo mir, nos tocamos el bulto, nos chupamos la pija y nos cogimos todo. Yo calculaba que con el amigo se daran cada paliza hasta quedar afnicos. Despus otras veces en el baile lo miraba y me saludaba pero nunca sacaba el tema y nunca estuve solo con l como para preguntarle: El otro es tu novio? aunque creo que el nico zafado de su bandita era l, y sin embargo el que menos marcaba. Tendra miedo, pienso, de que yo le dijera algo al amigo, por eso cada vez que lo vea se me acercaba desesperado l slo y me saludaba, yo me rea como diciendo: Lo que cogers con ste, y l se acercaba para que el otro no pudiera or si yo le hubiera preguntado por gusto y de frente: Che, tu amigo se la come? Si a los locos los encars de frente la mayora encaran, lo que no me gusta de ellos es que viven saliendo con esas putas; si van a echar un polvo, porque estn aburridos, lo echan con sas, por eso me corto con los locos, no hay onda de condn. Los veteranos en cambio siempre andan con los condones arriba. Levantan ac afuera a guachos que piden diez pesos para un vino; s, algunos levantan a las doce, pero la mayora a las cinco, cuando termina el baile en el Olimpia y se reparte el pescado. Yo iba siempre ah, pero unos cuantos se pelearon porque se corri la bola de que nos habamos acostado unos con otros. Uno estaba podrido, se haba infectado y dijo que lo haba contagiado yo, yo tambin me agarr una infeccin y me dieron inyectables, como por casualidad se pudri medio pueblo y comentaron: fulano se sienta, y mengano tambin. Me pareci quemante y dej de ir.

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[Julin se enter de que Toms estaba pintando su apartamento y ofreci ayuda. Buscaba introducirse, recelaba el otro, para ratear las cintas de las conversaciones. Haba hablado porque le pagaban, pero tema que la revelacin de los robos pudiera ser usada en su contra. Entonces, con un requiebro de maosa ternura, le hizo saber que haba soado con l. Quera verlo al natural y ofreca llevarle cocana a la casa. No la traa a las entrevistas, aclar, porque sospechaba que Toms le tendiera una celada con la polica. Este temi que el pillo, una vez dentro de la casa, escondiese unos gramos bajo el colchn o en cualquier otro sitio y lo chantajeara con la amenaza de una denuncia, o lo denunciara para comprometerlo, sin advertirle que lo pona en dificultades. Son el telfono. Te quiero dijo Julin, as, abrupto. Qu bicho te pic? No s. Creo que mi lnea est estropeada. Nadie me llama o los llamados que espero no timbran. Si cuelgo podras hacerme el favor de discar mi nmero a ver si funciona? No lo hizo. A los pocos minutos el telfono son de nuevo. Qu pas? No me acordaba de tu nmero, estaba buscando dnde lo tengo anotado minti Toms. Cuando se vieron le devolvi las camisolas que le haba regalado y quitado en La Cumbre, ms una caja de platina comprada en el cerro Campana. Antes de entregrsela, mantuvo la caja un rato entre las manos a fin de contagiarle un poder de irradiacin. En contrapartida le pidi a Julin un recuerdo cualquiera. En vista de que pasaba el tiempo y no lo traa, una tarde, en el momento de finalizar, mientras le pona en la mano los billetes, propuso: Ahora vamos a conseguir mi regalo. Ya lo tens elegido? S. Seal un negocio en una galera. Tardaba horrores en completar la compra a pesar de que, sito en un pasaje poco transitado a esa hora, el negocio estaba vaco salvo por Julin y el vendedor. El futuro beneficiario lo miraba a travs

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del cristal del escaparate; se vio reflejado en l: una silueta de lentes opacos, el merodeador de las siestas de Coln. Julin sali por fin con un envoltorio. El otro lo abri instantneamente. El regalo consista en un pato de loza brillante con el pescuezo estirado hacia lo hondo de una laguna imaginaria. Colocado al borde de una repisa, sumerga el gaote en el oscuro del estante inferior. Era el ave de sangrientos rastros: Voy manchando los lagos y remontando el vuelo. La dificultad para resolver la adquisicin no haba radicado en el objeto, sino en el color: el ejemplar que el muchacho haba visto y elegido anticipadamente, rojo fuego, estaba agotado; el nico que encontr a la hora de la compra era celeste. Por eso haba tardado tanto en decidirse. Celeste imperio! Sin que el comprador lo quisiera en principio as, equivali, trasmutado, a una ofrenda a Iemanj.] Me peds que te hable de Las Piedras? El problema es que hay mucho reo y tambin hay mucho viejo en auto que va a coger con los travestis, que viven en ranchos de lata. Tienen un lugar, El Corujo, no me digas que ya no existe, porque siempre estuvo abierto. Tambin hay mucha puta y hay mucho chongo estpido que se confunde si es activo o pasivo. Entonces no sabs cuando te levants a alguien si pretende nada ms coger o qu, salvo que sea muy evidente. Los conocs ah en la plaza o caminando, hay gente que hace mandados y anda de aqu para all, los sbados se re-llena de reos, los viernes es mejor porque hay slo uno o dos bares abiertos. Lo que te corta all son los travestis, porque lo ms comn es que los hombres los busquen. Tambin hay maricas que andan en auto y agarran a los guachos reos, bichicomes, que no se baan hace tres meses; capaz que esas maricas no largan ms de veinte pesos. En Las Piedras los guachos se hacen coger por los travestis, no lo poda creer pero es as, he conocido guachos que han dicho que la primera persona por quien se han hecho coger es un travesti. Cae de maduro, te juro; hay un rubio all en La Paz, divino, a todos se les cae la baba por l, un amigo sali y lo cogi y despus le dijo que no lo forzara ms porque le dola, que haca tiempo que no lo penetraban. Mi amigo le pregunt por quin se haba hecho penetrar y le

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contest que por los travestis. Si vos pass por lo de Corujo ves que hay guachitos parados casi toda la noche fuera esperando que el travesti se desocupe para salir con ellos. Los travestis les dan la bala; me voy a hacer travesti. [Telefone a Gaby, el enfermero, a quien mantena en retaguardia desde la conversacin junto a la pecera, para invitarlo a que lo acompaara y guiara por el laberinto de brazos orientales donde acontecan muchas de las ancdotas del Casanova orillero. Se propona explorar de noche lo que Julio le contaba durante el da. Gaby, por su parte, conoca bien la zona porque viva en Las Piedras. Al presente sus frecuentaciones se reducan a los cines porno del centro una vez por semana en horario vespertino, pero el proyecto de un safari motorizado lo entusiasm. Se encontraron en el mismo bar de la plaza de Coln donde Toms se reuna con su entrevistado en horas de la siesta. El enfermero se haba encasquetado una peluca de bucles que le cubra los hombros. Buscaba camuflarse como un melenudo adolescente? Vaco por las tardes, el caf de Coln rebosaba el sbado a la noche de gamines lustrosos. Era la hora de precalentamiento; desde ah saltaban al fiesteo. Los que no tenan plata se mamaban en el enjardinado o bien sobre un puente de madera encima de las vas. En botellas de refresco mezclaban inopinados cocktails de vino y caa. Toms bebi con ellos. Los bailes del Olimpia, frente a la plaza, eran el mayor magneto. Slo algunos podan pagar la entrada. Los pobretones formaban grupos cerca de la puerta y sacudan las melenas con loco afn. Con el proyecto de volver ms tarde a Coln, los exploradores continuaron a travs de La Paz y desembarcaron en Las Piedras. All entraron a un pub cum maquinitas cum billar cum baile de cumbia. Arrempujados en una y otra direccin por la marea de enrgicos bailarines, que les impedan acceder a la barra, recalaron contra la mesa de billar. Entre los que maniobraban los palos se destac un rubio de batida pelambre que Toms bautiz Susan Hayward. Al inclinarse

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sobre el fieltro para acertar algn tiro, Susan devolvi la mirada con un destello lquido de los ojos verdes. Agotada la reserva de bolas, el jarifo sonrea. Con la mano libre se rasc el vientre a travs de la camiseta blanca. Toms mir el reloj. Susan le pidi un cigarrillo. Salieron a dar una vuelta. Por iniciativa del ltimo, aterrizaron en un rancho. Un nio cortaba arpillera y papel plateado sobre una mesa, sobre otra haba un primus. El gurisito hiperquintico puso una caldera con agua al fuego; cuando sta hirvi, sirvi el mate. Mezcla de curiosidad y excitacin saltaba por encima del respaldo de las sillas como en una carrera de obstculos; haca crujir los resortes de la cama con maniobras de entrenamiento; persista en un resoluto aunque festivo disturbio, en vista de lo cual, despus de tomar mate un rato, Susan invit a su ocasional compaero al cuarto vecino. Sobre el suelo haba un colchn tapado con una piel de oveja.] Conoc a un chiquito trillando por la Rambla de Pocitos, un carita de tierno el gur y cogimos en el faro de Punta Carretas. Me dijo que la madre viva en Las Piedras, lo llam y quedamos en encontrarnos en la Escuela Experimental. Cogimos all una sola vez pero tuve trato con l otras veces; andaba mucho con gurisas y jugaba a los novios, aunque le encantaba que lo cogieran. Era muy manteca. Hace poco no s qu problema tuvo con el padre (se habr dado cuenta que el hijo era hija) entonces el guacho agarr la moto y se mat a propsito contra un camin. [Se acerc a Susan, a la aureola clara de su camisilla, a la colmena oxigenada del peinado; esa fina dureza esponjosa, de penetrante aroma, por su densidad de laca al tocarlo pegoteaba los dedos. Viene del estero trayendo su perfume. El nimo de Toms mejoraba. En un punto alto y digno Susan cont que era padre de una nia. Se haba mostrado solcito, pero ya no viva con su pareja porque le cortaba las salidas. De vez en cuando vea a la nia en casa de su propia madre, donde se alojaba de momento. Trataba de reconci-

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liarse como padre respetuoso pero se haba separado del rbol de la familia; cuando lo apretaban, zafaba. Anoche, sin ir ms lejos, haba desmochado sobre este mismo colchn a dos hembritas. Aunque no estimulado en la ms alta medida por la circunstancia, Toms pens que prefera ver de nuevo a Susan antes que no verlo. Era ms de lo que poda decir con respecto a muchas personas de Montevideo.] Tengo un amigo re-viejito, una marica muy dura con cara de sapo y papada, que siempre hace comidas aqu en La Paz y convida a todos aquellos con los que coge. Se gasta toda la plata en cenas y les paga a los chongos que vienen solos para la casa porque saben que hay guita y chupe. Le he dicho ocho mil veces: Despus que se les para la pija no les tens que dar un peso. Se arregla el pelo y dice: Cmo no les vas a dar para un vinito? Ni te pajes y les pags? Te chupan el vino y encima les vas a estar pagando otro vino? Me contesta con una palabra rara que sac del diccionario. [Bordearon la plaza de Las Piedras. Un caballero montado a su bici apoyaba el hombro contra un rbol. El penacho negro del cerquillo le cubra los ojos, caa transversal sobre la oreja. De repente torci la cholla y mir en direccin al parabrisas. Comprob que el conductor lo estudiaba. Se acerc y pregunt la hora. Vena de visitar a un to donde haba cenado embutidos con aguardiente. Se llamaba Mauricio. Toms lo invit a un trago. Primero tengo que dejar la chiva objet el peluconero. Si quers, nos encontramos a la entrada del pueblo, donde vivo. Los faros iluminaron la cola del ciclista adjustada por un jeans nveo; dio, semincorporndose, el pedaleo inicial; la delgada rueda levant el chisguete de un charco de lluvia que le moj los glteos en divisoria coincidente con la raja. El toldo de lona fuliginosa, encerada, de una camioneta, ondeaba delante del coche a medida que se acercaban a la cita. Pareca el teln de un teatro armado contra el viento. La llama no tiene un fin externo a s misma. Si el corazn no se aferra a las criaturas, la prdida o la ganancia no lo tocan. Hay un fondo ciego que raspo,

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un fondo inmediato del universo. Contra los bordes de la lona destellaban las luces de la ruta. Gaby persista en un decidido aunque silencioso disgusto acerca del encuentro que Toms haba concertado con Mauricio. En su opinin el ligue resultaba riesgoso. No te preocupes lo calm el chofer. Vos pass al asiento de atrs y l se sienta a mi costado. Si saca un arma o se pone violento, entre los dos lo controlamos.] Nunca encontr a nadie en la cama que yo dijera: mat. Son ms o menos todos lo mismo. Los ms interesantes son los que tienen ms plata, que te pueden ayudar. Para cama, re-buenos, no s si alguna vez tuve, no me acuerdo. Porque tampoco soy de esos que se deliran pensando en la buena cama. En cambio si conociera a alguien que me llevara en una limusina Mercedes a una mansin en Carrasco ah s hago guardia en la puerta, en el sentido de que t, encontr el amor de mi vida. [Estacion y apag las luces en la esquina donde lo haba convocado Mauricio. Un perro negro, que Toms ya conoca de las entrevistas de la siesta, dorma encogido a la puerta del mismo bar donde Julin horas antes haba vomitado. El techo de zinc cruja bajo el viento. Al fondo de la interseccin emergi el muchacho. Ya haba dejado la chiva. Ms que verlo oa el arrastre de los pasos sobre la grava. Dentro de sus ojos impregnados de las luces del farol se deshicieron y rehicieron mil ventrculos que replicaban esa silueta hasta el infinito. La figura creciente desmultiplic el conjunto; se incrust, nica, en la ventanilla. Ac estamos. Sub. El monte en la coronilla, era un moo? No. Produca la ilusin de un rodete el aro de piel de conejo, de finos pelos flotantes de Angora, que le sujetaba en lo alto la coleta caballuna.] El verano ltimo estuve preso [se refiere a la estada en Crdoba], pero el verano anterior fui a la playa con Carlos. Hay muchos

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mariconazos en Pocitos; pocos encaran y cogen porque ah no hay ningn lugar apropiado, tens que ir al Buceo y muchos no quieren. En cambio por Malvn hay un montero viste?, un sector de arbolitos en la playa misma. Algunos bichicomes viven ah pero cuando oscurece ya no importa. bamos de da y nos quedbamos hasta la noche. De da mujeres y chiquilines entran al monte a cambiarse, Carlos tambin coga de da, pero a m no me daba para eso; iba a cambiarse llevaba vaquero y se meta por la puta madre, a veces lo seguan y se trenzaban, pero yo chupaba cerveza y me quedaba conversando, formando, hasta que se haca de noche. Cuando ya nos bamos me haba puesto el pantaln y todo llegaron un rubiecito y otro cerca de las escaleras. El rubiecito se par, tena una cara de nena, y pregunt: Estn slo para el cuento? Y se fueron despacio. Carlos los sigui. Los gurises se sentaron en la Rambla del otro lado del vestuario. Carlos les habl y dijeron que eran del Buceo. Uno meti un paco: dijo que vena de Buenos Aires. Ya se mandan mudar? preguntan. Dijimos que s. Pero el rubiecito propuso: Ahora vamos a casa a baarnos. Si nos esperan, volvemos a las nueve. Dijimos que s esperaramos. Volvieron y cogimos entre los arbustos. [Era el fin de la noche; los jovenetos salan del baile. En el caf de la plaza de Coln algunos hombres esperaban a sus ligues. Los que haban formado casal se internaban en el Monte de la Francesa para un frenes dominguero hasta que aclarara. Mi madre muri hace un mes Mauricio palme la mesa. A las dos semanas mi viejo meti a una mina en casa. No me gust; nos peleamos. Me ech y desde entonces no lo he vuelto a ver. Y dnde vivs? Trabajo en la herrera de un to, que fabrica galpones, ah a la entrada de Las Piedras, donde me recogiste, y duermo ah. A mi viejo voy a matarlo porque me rob mi herencia. La casa donde vive es un bien del matrimonio, no me puede echar para meter a una puta. No simpatiz con Gaby; crea haberlo visto, asegur, por las calles de Las Piedras. Lo consideraba un obvio mariquita, en consecuencia despreciable. La antipata fue mutua.

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Toms combin una cita con el flamante contacto para el da siguiente. Acto seguido deposit a Gaby en las afueras del pueblo donde se levantaba el chalet familiar de bloques. Bajo una prgola entrelazada por la inevitable parra descansaba un coup Lincoln Zephyr 1938 que perteneca al padre de Gaby; milagrosamente entero atravesaba el siglo; gris perla, lnea aerodinmica, sugera la silueta de una torcaza dormida.] Adnde vas? Ah, te alcanzo: son cinco minutos. Iba despacito conversando hasta que par antes de llegar al puente: Lindo pichn dijo mientras me tocaba la pierna, y esas novias? No tengo novia. Y qu hacs entonces? Ya te salieron pelos en las manos de tanto pajearte? No, no tengo pelos. Me tir la patada de si haca alguna cosa con hombres. Le dije que s y agarramos para la Pilsen, pero l tuvo miedo de que nos viera la cana y propuso ir a Piedras Blancas. Se portaba canchero pero tena cara de mafioso, no le tena confianza, no saba si me iba a traer de vuelta. Entonces fuimos al Monte de la Francesa. No me dej coger, no estaba de humor; ese da no me pag. Despus hicimos otra cita, quera conocerlo ms a ver si le poda sacar algo, por eso mucha pelota a la plata no le di el primer da. En la siguiente s le pregunt si me poda prestar y me prest ciento y pico. Me hice coger. Pero no me gust, era muy brusco. Lo encontr cuatro veces ms. La ltima apareci en pedo, todo colorado con una baranda a whisky que apestaba y no quera coger, slo chupar y hablar. Estacion en el Monte y nos quedamos conversando. Esa vez no me pag, me la aguant y me fui. [Mauricio se mostr muy agradable y sonriente en el primer encuentro; pero sus cortesas y su sonrisa denotaban naturalidad. Toms siempre haba pensado que l simulara lo que le pareciera pertinente a su llegada; pero el contento del otro result sorpresivo. Se detenan y bajaban del coche bajo las glicinas de una calle tranquila de Las Piedras. Algunos paseantes, conocidos del herrero, paraban y formaban rueda, chupaban del pico de la botella, sacudan las melenas con incrementado furor. Mauricio operaba como un ngel del bien y del mal. Acordaba tragos a quien quera, los

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negaba con igual volubilidad. A los obsequiados permita quedarse unos instantes; si alguno denotaba un inters notorio en hacer conversacin con Toms y armar rancho aparte, el herrero lo proscriba en un santiamn. Exhiba a su protector como si se tratase de una novia, se arrogaba el derecho de frustrar cualquier intento por parte de terceros que pudiese amenazar su posicin. Ese control desesperaba al visitante, al que parecan escaprsele, uno tras otro, pjaros que emprendan el vuelo cuando el guila imperial los amenazaba de un picotazo. El monopolio que el herrero ejerca, ese aire de agente y guardia personal le comunicaba a pesar de todo un sentimiento clido de pertenencia en un hbitat extrao. Igual no se resignaba a que lo protegieran.] Si usa Cascola y no toma Coca-Cola se le va a partir la cola. Vos me penetraste por primera vez cuando me ofreciste doscientos pesos. No te agarr los doscientos, picarn, igual compartimos medio gramo. Calculo las cosas con veteranos porque si te largs de primera no consegus nada, contigo no quera conseguir nada pero soy as, con la gente mayor ya mido las cosas por ventaja o por un contacto. Voy casi siempre a trillar al Parque Batlle. Hay muchas mariconas que changan por la avenida y por las calles de atrs. A las once o doce empiezan a llegar las geishas, pero no vayas a las tres de la madrugada porque encontrs a las mariconas viejas como la Cachuzo, que va a pasear el perrito. Tiene tetas-tetas, llega a Metrpolis con vestidos, es ms antigua que la vela. De da no puedo andar todo envaselinado pero los viernes, los sbados o cualquier da de semana tarde, aunque mi madre est ah quilombeando, me hago puc, puc, puc! chuh, chuh, chuh! me pongo un revoque as para cubrirme los granos, me tapo de pankake y salgo. Al parque voy los viernes y los sbados antes de ir a bailar, despus bien cogidito y con algo de plata llego al boliche, pero a ese parque voy tambin entre semana. Alguno que otro viejo hay. A veces llego ms a hablar que a otra cosa, para no quemarme, si te ven siempre apretando dicen: Ah, se va con todo el mundo; en cambio si no te ven coger y no te conocen ests limpio.

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Un sbado fui, di la vuelta y entr por la Carreta hacia la fuente, pero result as, calculativo: un gur me cruz en bicicleta gritando: Llegan los botones! Se vena la avalancha de mariconas; unas disparaban, otras se escondan arriba de los rboles. No s si detuvieron a alguien porque todos rajamos hacia el Obelisco. Hay das en que los milicos sacan la camioneta blanca y tienen orden de arrestar a un cupo de personas. No dejan changar a los taxis como yo pero a los travestis ni los tocan. A las mariconas les revienta que discriminen de ese modo. Otra noche vena de visitar a un amigo que tiene sida, pas por el parque pero estaba re-cansado, sin plata y tena que caminar un toco hasta Ro Branco para tomar el mnibus. Me sent bajo el monumento a la Carreta y apareci un viejo bobo maricn que apenas entraba en el auto, de brazos flaquitos pero papada enorme y panza horrible. Vamos a conversar a otro sitio, me dice. Me quera llevar a una zona donde estuviera bien oscuro, pero le ped: Pods seguir por 18 mientras conversamos? No qued contento pero igual lo hizo. Al llegar a la plaza del Entrevero le dije: Mir, tengo que llegar a la casa de un amigo a recoger mis llaves. Baj y me fui a la mierda, as ahorr el trayecto a pie hasta la terminal. El asqueroso estar ah esperndome todava. [Mauricio poda remitirlo a todos los que conoca, y el esfuerzo que haba realizado en sa, la primera oportunidad, para ser puesto al nivel de camarada era una buena prueba de sus opiniones acerca de l. Por callejas sin pavimentar accedieron a un predio donde detrs de ligustros y caabrava se esconda un rancho. All se alojaban los ntimos del herrero: carpinteros, electricistas, empaquetadores de la procesadora de pescado. Un grado de inesperada cordialidad en la bienvenida que le dispensaron alegr a Tom. Se manifestaron complacidos de verlo porque le mostraban la casa y los muebles. Pero esos trabajadores no le resultaron para nada atractivos. Era como si el herrero los hubiese escogido ex profeso por tal razn. Un pardo tocaba el bombo y Mauricio el tamboril. Toms recordara un tema reiterado por entonces: Marta, sos la nmero uno,/ Marta cuando pueda te vacuno.

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Con esa bandita despus trepaban a la camioneta y terminaban fumando un porro a la intemperie en algn descampado bajo el agudo puntear de las estrellas. Una noche fra especialmente clara Mauricio se alej para ir del cuerpo. Quedaron separados slo tal vez por nueve metros, pero eso no impidi que uno de los cofrades, hervido en Kaipiroska, pidiera entretanto a Toms que le chupase el glande. La propuesta fue debidamente ignorada; le pareca del todo infeliz; no tena una justificacin que significara una diferencia material para compensar el descrdito en que habra cado.] Pero este otoo me puse light, me dediqu a la gente mayor. (No hace poco, hace mucho ya.) Y ahora primicia! conoc a un loco del Partido Blanco, que est currando porque se va a tirar para edil. Quiere que lo ayude. Nos encontramos en un barcito bichicomiento con vidrieras, que queda antes del Viaducto. Hablamos un poco de poltica y de sexo. Combinamos volver a encontrarnos para cenar. No le quiero manguear enseguida; primero quiero asentar el piso. Aunque no creo que llegue a gran cosa, es un pobre bichicome. Vive con los padres en una casa; segn l es en Nuevo Pars, una casa antigua pero reformada. Mi mam la reform, dijo, y ah hicimos el club poltico tambin. Me pregunt cundo pasara para una reunin del partido y para una reunin sexual. Vive en el altillo, o sea que ah tiene su buln. Pero no creo que me meta, porque me parece un pelado inservible, poco gente, que le puedo sacar poca plata. Y en poltica tens que alcahuetear como un negro para que te den una Coca-Cola. En lo econmico creo que est bien: es el gerente de una empresa de guardias de seguridad experta en detectar bombas. Si los blancos ganan, a l le darn el trabajo de cuidar el Palacio. Usa la camioneta de la firma. No le pude preguntar, porque quedara en evidencia, si era socio de la empresa. A vos cuando llegu a tu casa te averig en seguida si era alquilada o era tuya. Hay que investigar. No me acuses: ya te veo con el hacha en la mano. Te pareci muy evidente, te molest que te hubiera preguntado cunto te costaba el alquiler de ese apartamento? Este me parece un muerto de hambre porque anda con la camioneta de la empresa. Obvio, le pregunt: De quin es? Es ma. No mientas, insist, de quin es? Es una cuatro por

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cuatro, bruto camin. Ya le vea pinta a l de no poder mantenerla, porque tendra que pagar por la patente y el seguro. Es de la empresa, reconoci. Por eso te digo: se muere de hambre, no me conviene. Es un trabajador que tiene un sueldo mensual de cinco mil pesos y lo invierte en ropa y ahora en el partido. En lo fsico es flacucho, feo, tiene los dientes unos para afuera, otros para adentro. Habla ceceando, como mi abuela, pero charla hasta por las orejas con una voz engolada, siempre de poltica. Tiene contacto con los grandes, con diputados, ediles. El que lo est apoyando es un edil actual que ser candidato para diputado en las elecciones. Si el otro sale diputado, ste queda de edil, y adems le darn el trabajo del Palacio. Si le dan el trabajo del Palacio me puede acomodar a m, pero de aqu al dos mil ocho, no me sirve eso. Sin embargo no lo quiero dejar descartar como contacto. No lo voy a dejar tirado. Tiene tarjetas de senadores. Si me hago amigo de l, tambin me hago amigo de esos otros. Y si hoy o maana tengo algn problema, si me encuentran cogiendo y me llevan en cana, digo: Djenme hacer una llamada. Lo llamo y le digo: Sacame de ac, porque si no, te hundo. Quiero decir que ya conoce a todos los senadores. Y no quiero que conozca al Presidente, pero s que me d una mano, no? Cuando se proponga para diputado yo voy a estar al lado de l, con una sonrisa de oreja a oreja diciendo: Vivan los blancos! Y no es un trabajador que ande con la cabeza gacha, que tenga que ir a la oficina todos los das porque si no lo echan. Est asegurado por el partido, que es lo ms grandioso y hermoso de esta vida. Voy a estar con un diputado! Ah s, entro con una metralleta igual adonde quiera, ya que l siendo gay, y ms o menos mi pareja no mi pareja, pero que cojo con l s que me va a salvar el culo. Es una metfora. Ayer estudiaba eso en el liceo: la metfora. Porque si no, grito a los cuatro vientos que es reputazo. Si hoy o maana sin querer se rompe una vidriera y te encuentran con algo en la mano y te agarran los oficiales de la ley y te llevan a una comisara y te preguntan: Usted quin es? les contesto: Djenme hacer una llamada. Y llamo: Fulano, sacame de ac, si no grito a los cuatro vientos que cojo contigo! No, no lo voy a amenazar. Le dir: Che, Fulano, ayudame. Digo jodiendo. Si hoy o

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maana voy a buscar merca a la casa de un loco, medio gramo, y justo cae la polica y el loco tiene cincuenta gramos en la casa, voy en cana yo tambin. Y sin embargo no soy ningn traficante. Una racha de mala suerte, nada ms. Hay que prevenir esas rachas. No s, mi proyecto es ser presidente. Si hago una carrera breve para trabajar en una empresa sera un engao, porque necesitara un apoyo. Sabs lo que pasa? Si s escribir y en las prximas elecciones salen los blancos, me podran dar un puesto pblico. Y eso es lo que estoy pensando ahora en relacin con mi futuro tanto a travs de los blancos como de los colorados o del frente amplio, que enchufa a ms gente que ninguno. Sabiendo lo menos posible computacin, dactilografa, un poquito as por encima, si el blanco sale diputado le voy a pedir que me meta. Si el amigo a cuyo servicio l est y que es edil en este momento sale diputado, le voy a pedir que me lo presente. Y s que pinchndolo a este loco me lo har conocer. Ya he pinchado al loco: Necesito algo, le dije, no me dejs tirado. Me puede tirar dinero. Me conformo con poco: mil, dos mil pesos por mes, la mensualidad para la nena. Y s que aguanto con el loco, no lo quiero dejar mal. Despus de que entre y haga bucho, un poco de taco, en el Partido, ser apenas un diputadito. Recin para las elecciones siguientes ser un diputado o un senador fuerte. En ese momento, si no perd el contacto, voy a tener algo ms definido con l. No me curra en lo sexual, no me jode, no me pide que me acueste, no anda con afn dicindome: No te doy esto si no te acosts. Slo le ped un prestamito una vez nada ms, de doscientos pesos. Es muy amplio. Al loco no le sirve dejarme tirado porque yo, en el momento en que l se lance al parlamento, le puedo presentar a mucha gente tambin, le puedo llenar el bulto, le puedo presentar a conocidos que tenga por ah, gurisas amigas de mi hermana; amigos de mi hermano no, que se es un chorro; amigos de mi padrastro, amigas de mi madre, amigos del vecino, puedo hablar con medio pueblo para que lo apoyen cuando empiece a hacer reuniones. [Mauricio era morrudo, la Kaipiroska lo volva pcaro y calentn, entonces se soltaba. Pero slo cuando estaban solos y aun as dentro de ciertos lmites. Toms deba tener en cuenta, muy en cuenta, las ideas de

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l cuando hablaba. No estaba permitido por ejemplo acercar la lengua a su boca ni meterle el dedo en el orto, eran dos zonas sagradas, fuera de trfico. La boca estaba reservada a las mujeres y la cola a Dios. Se amachinaba con gran despliegue de entusiasmo preguntando todo el tiempo: Te gusta as, te gusta? Cmo el temperamento de Toms y su inteligencia podan soportar la investigacin en esa poca de mayor astucia no lo dejaba conforme. Asentir S, me encanta equivala a confirmar la separacin tajante entre activo y pasivo, ya que Mauricio por supuesto le adscriba slo un rol. Entonces prefera intranquilizarlo. No le deca Prefiero que no pero le daba a entender que a l asimismo le gustaba ponerla. Para qu te vas a molestar? se persegua el herrero. Mir, voy a conseguir una mina y hacemos cama de tres. Pero nunca concret la operacin. A Toms le pareci con todo que cierto reviramiento de su parte le ganaba el respeto del otro, que contaba a sus amigos: No, si a l tambin le gusta castigar.] Un viejo me pasa a buscar a veces por la plaza de Coln en el coche, no es un Monza, es un cachilo. No cojo con l porque es muy seco, es difcil sacarle conversacin. Me pregunta: Cundo nos conoceremos mejor? Y yo: Pronto, pronto. Enseguida que tirs plata, digo para m. Siempre anda con esos trajes duros, con corbata, trabaja en una empresa. Nos conocimos en la plaza, eran las cinco, yo andaba delirado. Me salud, no poda parar ah, y me sub enseguida, discreto como soy. Me invit a tomar algo al Chopicn, siempre voy a ese bar con uno distinto. Nos sentamos, pedimos un caf, conversamos pero no hablamos de nada ntimo. Y qu hacs, cmo ests? l siempre anda apurado. El tema es conocernos, dice. Pero no s si la casa donde vive es de l, el auto s es de l, ya me dijo. Est lindo. Me gusta lo duro. Nos vemos la semana que viene? S. Pero no hablamos de plata, se es el problema, ah estamos, no cogemos. Lo voy a ver el prximo martes a las cinco. A ver qu quiere, a ver si cenamos, ya quiero comer algo como la gente. Nunca le hablo grosero, yo muy culto, con la camisita planchada, estirada, el pelito mojado, Cmo te llams? S, no, bueno. Ya me est pudriendo, un da de stos le pregunto:

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Bo, hermano, qu quers? ya me sac la paciencia, muy pulcro, muy serio, tiene poco humor. Dice: Qu bien que ests, has estudiado? Le contesto: S, estudio, estoy en quinto humanstico. Qu le voy a decir? Que repet primero? No le voy a confesar soy un vago de mierda, se asusta entonces, no me da ni para el boleto, viejo estpido. Un da de stos le inventar que se muri mi abuela Antonella y que tengo que viajar a Italia, a ver si me larga unos pesos entre pizza y pizza. Me siento muy solo. S, ya s, estoy rodeado, pero es gente para coger un ratito. S que si hoy o maana mi padrastro estira la pata voy a quedar en bola total. Y a veces me siento bajo de nimo, frustrado porque hice muchas cosas que capaz que no tendra que haber hecho. No encuentro lo que quiero. Pens que al reiniciar el secundario este ao iba a tener ms futuro: Voy a hacer esto, voy a hacer lo otro. Pens que me iba a dar empuje, pero me decay ms todava porque encontr que mis compaeros no me servan para nada. Est lleno de pendejos, todos menores que yo. Todava no consegu pase para el nocturno. Si no curro con viejos, qu me queda? No puedo conseguir un trabajo. Necesito diploma de esto, diploma de lo otro. No s: estoy solo, siempre estoy solo. S, lo elijo yo, pero no puedo meterme con la primera persona que encuentre en la calle y decirle: Me quedo contigo. Si el otro est igual que yo, que no quiere nada, quin le va dar apoyo a un puto traumado?

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Hay muchos viejos inmundos babosos con los que me he acostado que ni quiero nombrar o no me acuerdo. Es difcil tener contacto con gente mayor. O te agarrs a una maricona de stas gordas y viejas, o te tens que ir a regalar a un boliche. Si es por eso, me pongo una tanga y me paseo por Bulevar y me paran todos los

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viejos. De cien babosos que lleguen, capaz que diez son como la gente. Tampoco soy muy selectivo. No me quemo la cabeza siguiendo a alguien tres o cuatro horas. Ando siempre a quinientas revoluciones por segundo, viste? De repente quiero a alguien, despus lo odio, me olvido, y cargo a otro. Locos que haya querido u odiado, que les haya tenido ms aprecio que a otros porque me trataron bien, puede ser que haya algunos. Me acuerdo de este gur que se fue a Salto, lo aprecio ms que a otras personas. Sabe lo que hago, sabe que ando por ah encamndome con cualquiera y sin embargo nunca me trat mal. No se llama una relacin, no es nada. Capaz que le tengo un poquito ms de simpata porque se port bien. De todos me olvido por suerte, no me quiero acordar ni me acordar de pavadas. Un guacho que conoc viva con los padres, era guacho de cabeza, muy ladilla, me cay bien y lo vea seguido. Despus se enconch por obligacin. La madre supo que era re-puto y el padre, que era medio loco, le dijo que cmo eso para la familia, que tena que tener novia o s o s. Lo enconcharon a prepo, la dej embarazada y nos dejamos de ver. Frente a los padres yo era el culpable de haber emputecido al nene. Tremendo boludo era, yo lo voy a emputecer? Nos acostbamos en una pieza arriba del garaje que usaba para arreglar bicicletas, hacamos de todo. Yo sala por el garaje y aunque me iba de maana temprano los padres igual me vean y saban que me quedaba a dormir. Ms que el hecho de dejarlo de ver, me molest que le hicieran una injusticia. Pero pensar si lo quise o no me parece tonto. Me cay bien nada ms. No hubo otro, el ms cercano fue se. Pero me olvido de todo y de todos. Ahora al que le tengo ms simpata, el que me parece ms cra, es el viejo con quien estuve el lunes, el que vende tarjetas de crdito, que me muestra pelculas. Siempre me est ayudando, se pasa dndome consejos: Ay, Julin! Parece Mara Dolores, pero lo hace bien, si me estuviera rompiendo las pelotas todo el tiempo cuando estoy con l obvio que nunca ms lo visitara. Tampoco le suelto mucho el hilo, nunca le suelto el hilo a la gente, no le doy confianza

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ni me abro mucho para ver qu es lo que viene adelante, a ver si me da ms, si pone el auto a nombre mo, ah s que lo amo y lo adoro, lo digo jodiendo pero es as, siempre espero a ver qu hace o qu no hace el otro. He conocido gente que tiene plata, pero es tan idiota que no sabe ni vestirse porque les sacs los lentes y el trajecito, el autito, la casita y la guita del bolsillo y son re-estpidos que no valen un peso, no sirven ni para mascar un pedazo de pan duro, unos idiotas que deberan estar enterrados o muertos. No espero que alguien sea un prncipe hablando pero s que no sea embolante. Nunca encontr a una persona que tenga re-buena onda, mucha presencia, que est bastante ubicada en todos sus pensamientos, que fume y que le d a la papa. Cuando me dieron una paliza, capaz que todos hicieron una colecta, mandaron a los negros y festejaron juntos. El que encarg la colecta podra haber sido el zapatero de Coln y los que contribuyeron todos sos a quienes les promet que los amaba y que los quera. Le tuve algo de simpata a cierta gente que me deposit un poco de confianza, pero anduve con tantos calculando slo si me servan o no me servan que me cuesta engancharme en la idea de si me caan simpticos o no. Un poquito de simpata s me despertaban pero me port mal, porque ellos me expresaron afecto y no les correspond. A veces pienso: me ir tan mal en la vida, ser un puto tan desgraciado porque siempre jod a otros putos, me port mal aunque no mat a nadie? Ellos jodieron antes, yo ca en la vida de ellos y los jod, soy el justiciero, ah va, y ahora hay gente que me est jodiendo a m. No encuentro el modo ni la forma de ser un poquito feliz. Qu hago? Salgo con unos cuantos monglicos, paso tres, cuatro, diez horas con ellos por semana, eso no me da ninguna felicidad, estoy comiendo con ellos y pienso: ay! por qu estoy ac? Capaz que soy rayado por la inestabilidad absoluta en que vivo, pero un rayado bueno, porque todava no mat a nadie. A veces me arrepiento de haberlos robado, fueron mis amigos, tal vez algunos no compartan mi onda pero son re-bien, el veterano estpido de Ejido no comparte mi onda, el poltico no comparte demasiado mi

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onda; slo buscan una persona estable para divertirse, pero eso me aburre. Todava no encontr a la persona exacta con quien pueda compartir todo. A veces me quemo la cabeza con lo que hice y para qu lo hice. Lo haca por hobby, porque con la plata que agarraba de los robos no coma de modo que no tena necesidad, pero si no hubiera agarrado esa plata no entrara a muchos lugares, no me vestira, andara en bolas. Mi madre no me compra ropa porque no puede, bueno, es cierto que a m la ropa me importa un carajo y la poca que tengo me la compr ella. Pero no andara en mucho lugar donde ando aunque no me d para un auto ni una casa ni para estar haciendo viajes estratosfricos. No s si lo que estoy haciendo est bien o est mal, me gustara ser un puto imbcil que vive enclaustrado en la casa mirando novelas todo el ao, pero no puedo. Si hago una cosa me siento mal, si hago otra me siento mal, no s para dnde puta ir. No te pas que empezabas a hacer algo y sentas que no estabas para eso? Necesitaba robar, era una oportunidad: que se joda la otra persona! Hay momentos en que ni yo me entiendo, pero no es un juego mo porque hasta mi propia madre me aclar que no sabe por qu soy as. En ciertos momentos me entra un arrepentimiento pero a los cinco minutos cambio de idea y me entra la maldad: que se jodan, que se mueran, que se pudran! Mi madre hace tiempo me lo deca (yo no le hago caso): A vos el diablo te quiere agarrar. No es un juego mo, es algo que tengo y nadie me explic, por qu soy malo no s. Porque soy un pobre pendejo en la puta vida? Capaz que tengo un resentimiento no hacia las personas sino hacia m mismo, que lo descargo con otras personas. Yo mismo me culpo por no luchar para ser algo y por estar siempre mirando a la gente que est all arriba. Me la agarro con ellos, los dao a propsito, pero no tienen nada que ver. No es tanto una frustracin por lo material, porque si tuviera plata seguira teniendo problemas sentimentales a causa de no tener una familia segura o alguien seguro a quien querer; es tanto material como sentimental. No puedo querer a una persona porque estoy podrido, porque no s qu hacer. Considero que no soy nada.

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No puedo querer a nadie porque no me quiero a m mismo, exacto. Estoy siempre jodiendo y digo: la plata, la plata, la plata, pero hoy o maana capaz que la tengo y seguir siendo un infeliz de mierda como ahora. Aunque querer a alguien es sufrir como un perro si te estn usando y todos los putos te usan. La joda me gusta pero tarde o temprano te lleva a meter alguna cagada, entonces no me sirve. Estoy tan podrido de hacer un da una cosa y otro da otra que me importa un pedo si me pasa un camin por arriba o no. No es porque est sidoso, hay das en que estoy tan bajoneado que me importa un pedo todo, no encuentro qu hacer con mi vida y no logro lo que parece tan fcil, vivir no desorganizado, proyectar sin ser tan infeliz, sin tener estudios ni un trabajo. Muy poca gente consigue estas dos cosas al mismo tiempo: disfrutar y ganar plata, porque la vida no es slo trabajo y darle de comer a tus hijos, es tambin disfrute, es tu vida. Sin plata no coms, no te vests ni pods ir de aqu a Buenos Aires, y divirtindote no consegus ni estudios ni trabajo ni nada. Si ests en un empleo doce horas por da y tens que dormir ocho, cuntas te quedan? Una. Mirs televisin. Y otra cogs, si pods. Pero la vida no es slo trabajar. Cmo se llama eso? Vivir la vida. Me estoy divirtiendo y no estoy proyectando mi futuro. Se marcha la persona que te banca, tu madre, tu padrastro y sos un pobre bichicome, viste? te sents como una mierda, sos un sorete rodando por el espacio, porque no servs ni para caer. Pero sirvo para coger, eh? Mucha gente vive en un rancho de lata pero la pas divino cuando tena veinte, gente que te cuenta mil ancdotas: La vida, la redisfrut, iba a todos los bailes, pero mirs y tienen una casita que apenas la pueden mantener y un sueldo que no les alcanza hasta fin de mes. Y la otra persona, un abogado que cuando tena diecisiete estudiaba, cuando tena veinte estaba haciendo la carrera y no poda salir a bailar con los amigos, cuando tena veinticinco no poda festejar porque se estaba por recibir, cuando tena treinta se cas porque la madre le consigui novia, a veces se siente infeliz pero tiene un auto, una casa, un negocio donde poner a trabajar a los hijos.

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Tens que encontrar la posibilidad de vivir y de ser alguien en la vida, por eso y por muchas cosas ms a veces estoy bajoneado. Te parece una boludez lo que yo quiera hacer. Vos penss que yo estoy para la joda, vos penss que una persona que est en la calle, que trabaja para la calle, una persona puta que trabaja en la calle, penss vos que est para la joda, pero la puta lo que est haciendo ah es trabajar y capaz que alguna vez se divierte, s, haciendo lo que hace, pero despus en la vida de esa puta hay complicaciones y no es nada feliz. Eso me pasa a m. Vos me mirs y dirs: este guacho de mierda se cree que es no s qu cosa, pero hay ciertos das y ciertos momentos cuando no es pura joda la vida, cuando te quems la cabeza por tus problemas. Vivo en la joda pero todos los das cuando ando fresco de mente me torturo, entonces no es tanta la joda, no es joda mi vida. No s, te veo con un poco de cario, no s cmo decirte, te veo de buena manera, como un amigo a veces, hablando, y digo: aqul pensar que yo estoy para la joda, que es pura joda mi vida. Bueno, ta, a l le gusta joder, yo qu s, le gusta hacer esto, no s qu est inventando, no s qu quiere hacer, pero si lo quiere hacer, que lo haga. Ac me ves, estoy otra vez ac, hay veces que no tomo en serio lo que ests haciendo pero pienso: el loco me parece bien, a veces le hablo con un poco de sinceridad. Vengo a hablarte de la joda pero hay veces que vengo con la cabeza quemada de arrepentimiento y te expreso algo que no es joda, como ahora. [No tengo imgenes actualizadas de m mismo y necesito fotos para incluir en el programa de una pieza en que colaboro. Podras tal vez sacarme unas pocas en un paraje de rboles? Ideal sera el Monte de la Francesa. Por qu me elegiste a m para que te sacara las fotos? pregunt Julin, desconfiado. Hay buena luz. Son las tres de la tarde. Me gustara aprovechar nuestro encuentro para solucionar tambin ese problema: as mato dos pjaros de un tiro. Adems, por observaciones que te he odo, se me ocurre que podras tener dotes de fotgrafo. La prctica en todo caso te ensear algo.

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Fueron al Monte de la Francesa, de amplia fama, segn las historias del entrevistado acerca de su jolgorio. Senta curiosidad por recorrer, aun mismo cuando fuera de da, ese terreno. Un sector era usado como basurero por los vecinos. Al adentrarse descubrieron un rea limpia y arbolada, con lamparazos de luz entre los troncos. Toms mont a un tocn inclinado que pareca el lomo de un toro; se prendi de las ramas como si fueran astas. Despus se puso de perfil contra un tejido de alambre, como si a travs de l espiase la trama secreta de otra vida. No se equivocaba; a pesar de su falta de prctica Juli demostr, como comprobara despus al revelar las fotos, que tena condiciones para la tarea. Aunque el propsito verdadero al haber trado la cmara era lograr instantneas de l. Para qu? Necesitaba, se le ocurri, una imagen en que concentrar la mente, para calmarse, enviar mensajes inter-fono que fueran recibidos por su destinatario. No pretenda hacerse dueo de la situacin. S, al menos, sobrevivirla. Juli se opuso. Pens que las instantneas que quera sacarle estaban destinadas a completar un expediente que, al lado de las grabaciones, tena intencin de presentar en Jefatura? Corra y se tapaba la cara; a pesar de lo cual el documentalista obtuvo algunas tomas a quemarropa, movidas y desenfocadas, las primeras que jams obtuviera de l; lo mostraban fruncido, como ante un mal olor; pareca una india molesta por un importuno en su camino a travs de la selva, una india vieja a la verdad: se llamaba Guyunusa.] Trajiste la foto que me sacaste la semana pasada? Me sacs una foto? pediste y yo dije: Adnde quers ir? Al Monte de la Francesa. Y ah ya calcul: me quiere sacar una foto a m. Todo eso era para sacarme una foto a m. No es darle importancia, pero no s para qu quers ese fichero, no s si vas a inventar una pelcula o si quers ir al Palacio para que me encarpeten, si vas a ir al Palacio diciendo: Tengo todo, el pelo, las grabaciones, las fotos. O ahora tambin me vas a pedir que escriba las cosas que digo? Pero te sigo la corriente, con suerte capaz que caigo en cana y me meten donde est todo el machero. Bueno, eso de las fotos no s, puede ser que yo tenga el bocho podrido y ta. Pero sos un tipo ms

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inteligente que yo, no? Si a m me pons a hacer una suma de cuatro cifras estoy dos horas hacindola. Vos sos un tipo que tiene ms mente que yo, no ms mente sino ms prctica, no pods inventar lo que hace un pobre puto en unos pobres y mugrientos barrios como La Paz, Las Piedras, llenos de reos y casuchas con tejitas, y ranchitos? Una persona como vos, con tu cabeza, puede pasar por estos cantegriles a pata y hacs una novela en vez de estar aguantando las impertinencias de un pendejo idiota. Soy un puto como cualquiera, los otros putos tambin van al parque Batlle y tambin van al Parque Rod, vos tambin. Si vas al Barrio Borro y a los negros les pregunts: Vos te hacs coger? te pegan un tiro, pero si les das quinientos pesos se hacen coger, todo por plata. Y vos, no s qu quers inventar, por m que inventes lo que quieras, una persona con tu cabeza puede inventar. Pienso: l hace todo lo que hace un pobre puto en la vida de l, entonces para qu me pregunta? O es por curiosidad, para saber si yo te quera? O querrs saber si este tipo es monglico o retrasado mental? No tengo la varita mgica para saber qu es, s que para un espectculo no es. Pienso: Bueno, le digo y le cuento. No tengo miedo, si no no lo hara, me importa un pedo, si me importara algo no vendra. [En el caf donde conversaron al fin de la excursin accedi a regaadientes a que le tomara un par de retratos cara a cara; stos resultaron perfectos a su modo: en uno estaba serio, con los labios hinchados, la mirada brutal; en el otro sonriente, pcaro, maligno. Que te fotografiara a vos era un truco. Lo nico que queras era fotografiarme a m. Para qu? Te estoy entrevistando; en casa desgrabo las cintas; sin embargo, en muchos momentos, cuando estoy solo, pienso: pucha, qu cara tiene este loco? Con desparpajo y presuncin increbles el mesero manifest inters directo en escuchar la conversacin, a cuyo propsito se plant a un lado de la mesa. Ante la mirada inflexible del entrevistador que lo proscriba, evolucion en redondo y se par a sus espaldas. Al fin habl: Yo tambin espero que me graben. Toms qued callado.

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Cuando se levant para ir al bao, el mozo pregunt al otro: Che, para qu te graban? Juli, conciliador, invent un motivo para la tarea que acometan, aparentemente tan agudo e inteligente como el camarero que lo incomodaba: Mi amigo viaja a Espaa. Est completando la cinta para que la oigan all mis abuelitos y otros parientes, en particular la ta Eufrasia, ya que por una u otra inexplicable razn se obstinan en permanecer en Burgos, una ciudad con poco que la recomiende; l les entregar este saludo de mi parte.] No soy puro acostarme con todo el mundo, no soy un bichito cogedor, me acuesto como cualquier puto que se acuesta con ms gente que un hetero. El hetero va con una mujer capaz que una vez al mes, o una vez a la semana, por idiota, porque no sabe levantarse una gurisa. Al homo se le dan ms facilidades. Con todo me habra gustado ser una persona normal. Lamentablemente soy un pobre puto. No puedo meterme con una mina porque estara haciendo infeliz a una persona, sera infeliz yo, y al fin estara pasando la vida que es corta no slo sin ser feliz sino adems sin tratar de serlo siquiera. Una persona que sigue para la joda consideran que no madur. Si no te lo dijeron, es porque no tuvieron las bolas para decrtelo. No te lo estoy diciendo yo, es lo que dice la gente: si a una persona de treinta o cuarenta, o seis mil aos, le gusta seguir saliendo, es que no madur. Para ellos madurar es eso: casarse, encerrarse, trabajar doce horas, vivir en tu casa cagado de fro, ir de tu casa al trabajo, del trabajo a la casa. Yo no estoy de acuerdo con eso. Entonces por qu digo que es tan lamentable ser puto? Si vas de la mano con una loca no vas feliz con la loca, porque lo que quers tener de la mano es un loco. Pero no se puede andar con un hombre de la mano. Ya s que todos se encaman con todos, pero es slo por un rato, es para joder, para pasarla bien. Pods ser feliz slo con una mujer que la llevs a tu casa, se la presents a tus padres: Nos queremos, nos amamos. Si vas de la mano con un hombre la gente te grita: Puto, mierda, vas a tu casa y tus padres se te desmayan porque: Ay, un hombre! Vas a vivir junto con un hombre? Qu horrible, viven juntos!

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Todo te lo cortan. Y qu voy a esperar, treinta aos ms para ver si los putos hacen ocho mil campaas y recin pueden andar de la mano? Es como un castigo. No pods besar a otro hombre en la calle, los vecinos ya estn comentando y estn creando anti-putos. Aunque despus de los quince o los diecisis los guachos se hagan coger, son anti-putos sin darse cuenta. Es una pena si uno quiere liberarse y ser feliz con un hombre. [Un solo cabello grueso y longo nadaba en el charcal de cerveza encima del mantel de hule. Con tanto disimulo como lo permitan las circunstancias el entrevistador intent pescarlo. El cabello oscil presa del vrtigo en el canto y cay sobre la silla inmediata. De all a la primera ocasin, durante una ida de Juli al mingitorio, pensaba meterlo en el estuche del casete colocado por l previsoramente sobre el mismo asiento. Qu hacs? No te alcanzan las grabaciones, las fotos, que ahora pretends tambin llevarte un pelo mo? Qu ocurrencia. Apenas estaba sacndolo de delante de los ojos.] Si alguien te despierta simpata, ya hay un poco de amor, sentimientos. Hasta las putas que estn changando experimentan eso. Experiment amor tanto contigo como lo estoy experimentando con los viejos stos. Suena como algo falso y estpido y capaz que s lo es, pero si me gusta estar con alguien estoy experimentando algo. Experimento con todos los que a la vez estoy viendo. Es igual. Experimentar simpata es experimentar un poco de amor. Pero no digo amor porque me parece una burla, ya s que el amor es algo ms intenso que eso. Lo que me parece lamentable es andar correteando a un puto, andar atrs de un puto y que el puto se haga el interesante. Prefiero andar atrs de una concha. Por desgracia rebajo mucho a los putos como personas. Porque el puto se cree mucha cosa y es muy poca; como ellos mismos se dan cuenta que son menos que otras personas, entonces se quieren hacer los mejores. Experimento un acercamiento al amor. Pero condiciono los sentimientos a la joda y a la plata; entonces quedan atrs, siempre escondidos.

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Aunque tambin he estado con personas que viven en un ranchito de lata y no me daban ni dos pesos y una vez tuve que comprar comida porque si no se moran de hambre, sin embargo les tuve aprecio. Un guacho de unos ranchitos de all de Coln me llev a la casa. Nos acostamos y el gur se me dio vuelta, estaba divino, me acost varias veces. Sent cierto aprecio, no fue lstima. S que lstima no era, sent aprecio por el gur que viva en un ranchito de lata con cincuenta latas ms alrededor. Salamos cada tanto a joder pero a veces le tena que aguantar muchas jodas. Qu pas? Nada, lo dej de ver, pobre guacho. Justo me entr la maldad de golpe. No era para andar de novios ni nada de eso, ya que el gur mucho no me gustaba porque era un gur, no era para andar de novios e ir todas las semanas a la casa porque l viva en un barrio que nada que ver. Por el de 18 y Gaboto experiment un poco de amor. Lo rob porque me estaba engaando. No. Lo digo en broma. Por celos no fue. Claro que experiment amor por el hijo de puta. Despus lo rob por descontrol mental. Se port mal y lo tuve que sopapear un poco. Me tom por un tipo al pedo. Porque yo ms o menos lo quera, me aburra es verdad pero era bueno. Despus no lo quise ms y me pareci una persona al pedo. Result que lo tuve que hurtar y lo hurt. Fue una venganza. Brindo por ser feliz, tanto en sentimientos como superndome en la vida. Si sos feliz en pareja, sos infeliz en otra cosa. Me gustara tener un auto, una moto, una casa en Punta del Este. Qu desea? Sacar cinco mil dlares. [Mauricio era tan buen mozo como haba parecido el primer da, su aspecto mejoraba cuando hablaba, y sus maneras eran tan exactamente como deban ser, tan naturales, vivaces, que Toms pudo compararlas en su excelencia con las de una sola persona. No eran iguales, pero quiz fuesen igualmente buenas. Haba conversado con Julin esa misma tarde, pero no le bastaba; a la noche, sin que en su deseo pudiera comprender cmo haba ocurrido, se vio cargado del mayor abatimiento, un vaso en la mano, entre la gente del bar, frente a Mauricio, con la preocupacin que l debi percibir al presenciarlo.

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Vos te entristecs. No te entristezcas. Yo te voy a sacar la tristeza; ven que toco el tambor; ya vas a ver: te voy a llevar, uno por uno, a todos los boliches de Canelones.] Un loco vino a recogerme por la plaza de Coln, l ya vena cohete, tiene un auto que le anda como el culo y casi nos matamos, el auto es un BMW pero lo tiene hecho mierda, anda a todo lo que da y para; anda a todo lo que da y para. No s si no lo sabe manejar o si el motor est jodido, en una cuadra va a cien por hora y despus no andamos, increble. Nos tomamos unos whiskies con Cola, nos entonamos bien, conversando con unos amigos que haca tiempo que no vea, unos peludos en Yancler tenan el ojito muy abierto, si les movas una llave de auto se te casaban, pero mi amigo no los quiso levantar por estpido. Si queran venir por qu no? Yo les ped un trago de cerveza, entonces convers con ellos; me hacan caruchas, miraban y se rean; obvio que si el loco le peda que salieran, salan, si vamos a coger, s, a coger; una buena joda se podra haber hecho; si entran dos pueden entrar tres, si entran tres pueden entrar cuatro, hacen precio adems. Llegamos al hotel. Cuando paramos le dije: No quiero entrar aqu; vamos a la Rambla. Dio marcha atrs y enganch el paragolpes en un rbol. Omos un ruido de latas. Al salir para adelante el animal aceler en forma tremenda, se senta olor a goma quemada. Abro la puerta en notable estado etlico, saco la cabeza y le digo: Ah, enganchaste el guardabarro. Cuando se baja comprobamos que el paragolpes se haba incrustado debajo de la rueda. Lo cinchamos para destrabarlo y pudimos avanzar hasta la esquina, nos metimos en una estacin de servicio y unos mecnicos lo sacaron de abajo del auto. De ah nos fuimos a la Rambla, estacionamos cerca del cementerio. Hicimos unas pavadas entre nosotros y, muy monglicos, vimos que los milicos pasaban de aqu para all y en una se quedaron parados a una cuadra, que les veamos las luces, pero ni bola les dimos. En realidad, los vea yo slo, porque l estaba con un pedo tsico y no se daba cuenta de nada. Despus los milicos cruzaron enfrente de nosotros y dieron vuelta la manzana. Cuando ya haba-

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mos terminado la estupidez sexual y estbamos abrazados, aparecen con bruta linterna: chuh! l me saca enseguida la mano de la espalda y se baja. Los milicos dicen: Buenas noches. Documentos. El patrullero se haba parado al costado, pero cuando vieron que al nuestro le faltaba la chapa porque el paragolpes estaba arrancado con matrcula y todo, avanzaron y bloquearon el frente. Tuvo que abrir la valija para mostrarles el paragolpes con la matrcula. Lo gracioso es que al auto le faltaba tambin un vidrio de atrs. Estuvieron unos quince minutos conversando. Yo estaba patas para arriba, quieto, cuando de repente escucho que el milico dice: La muchacha tiene documentos? Y l contesta: Creo que no. El polica se acerca y pide: Disculp. Documentos? y me mete la linterna as, no en la cara, sino ms abajo, en la zona de los bolsillos. Es mayor usted? Y mira la cdula. Dnde vive? Qu estn haciendo ac? Nada, le contest, venimos de un boliche y nos quedamos un rato hablando. Entonces le dijo al otro: Fulano, separalos. Llevate a se dos pasos para all. Agarra y dice: Mir, loco, qu andaban haciendo aqu? Dec la verdad, porque si no, te fichamos en la comisara, y eso no le va a gustar a tu madre. El loco ste dice que te conoci hace cinco minutos, que te levant ah atrs en la esquina. No, lo correg, yo lo conozco, s dnde trabaja, s el nmero de telfono. El milico me pidi el nmero dnde lo ubicaba, y se lo dije de memoria. Yo escuchaba que al otro le preguntaban lo mismo: Dice que hace cinco minutos que lo levantaste. Por qu no decs la verdad? Porque ste es un lugar slo para parejas. Yo estaba tranquilo, porque a m, si me fichan, me cago de risa. No, le digo, no estbamos haciendo nada. Ah, pero el loco dice todo al revs. Entonces los milicos se fueron para atrs y le sacaron cien pesos. Voy a pasar de nuevo y no te quiero ver por ac, advirti uno. l les dio la plata. Se treparon al auto y salieron, zum!, ms rpido que nosotros, persiguiendo a otro y el loco esa noche no me pag, porque el milico se llev mi regalito. [Mauricio tena un iniciador al porro, un conocido en Pearol donde acudieron una noche a conseguir palanca; el tal era el Jopo, el pelo un emplasto luciente enmantecado le caa sobre la espalda y

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haca preguntarse a Toms si no estara alelado ante la camiseta turquesa de Jopo, en el matiz sorprendente de los ojos verde agua. Por el mote dedujo que habra ostentado un llamativo pompadour en sus primeros aos, ahora crecido y derrumbado en irremisibles bands que le hacan justicia. El garaje le serva de taller y dormitorio. Los recin venidos se sentaron en la cama mientras Jopo lustraba incansable una bicicleta tan destellante como su pelo y ojos. La haba pintado l mismo, cont; no slo eso, la haba armado a partir de piezas de deshecho; aunque bien pudiera estar camuflando un vehculo robado. Un espritu sumiso podr ser paciente, uno decidido resolver, pero aqu haba ms, aqu haba una mente elstica: el poder de pasar rpido del mal al bien y de hallar tarea que lo sacara de s mismo, eso era de naturaleza. Controlaba los cambios, los frenos, la alineacin, repasaba con una gamuza el farol y los pedales. Parece un caballo campen se ri. l mismo era un potro campen alaciado para una feria pecuaria, con las mismas patas y ancas de animal erecto. Los padres estaban en Espaa visitando parientes. En qu parte no s. Vinieron de Galicia con una mano atrs y otra adelante. Cuando era pibe, recorramos la ciudad en sulky, juntando chatarra. Oyeron extraados lo que pareca el ronquido de un tigre. Jopo abri la puerta; era un negrito que no tena nada que ver. Result hablador, como suelen ser los gamines que se meten en pandillas de grandes. No se daba cuenta de que resultaba cargoso. Mis padres criaron el capn. Otros parientes lo robaron, no para hacer el sacrificio al que estaba destinado, sino para comrselo noms. Mis padres persiguieron a los ladrones; no tanto por el animal en s, sino por la fiesta para la cual lo necesitaban. Los ladrones eran de nuestra familia. Igual, cuando los agarraron, los mataron. A fin de espantar el peligro salieron todos a dar una vuelta por la zona. Dejaron al negrito donde el diablo perdi el poncho. Nosotros seguimos hasta el centro mintieron. Pero volvieron al garaje. Y ah empez la cosa. A Toms le bajaron los pantalones. La cola al aire sobre el camastro, callaba.

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Aparentemente a Mauricio no le import compartirlo con su amigo. Cuando el dolmen de Jopo, agudo y compacto, estuvo duro, lo introdujo, por derecho de hospitalidad, en el trasero alzado. Pero se resista a tocarlo; tampoco se dejaba tocar por Toms; era como si el posedo tuviese sarna. A juzgar por la conducta del penetrador, las caricias no resultaban aceptables entre machos. Y sin embargo pareca concernido por satisfacerlo: Te gusta as, te gusta? eso confirmara su buen desempeo. Y a vos qu te importa? ] Tienen quince aos y recin empiezan la joda, que es despertarse tarde, fumar, ponerse en pedo. Son cra los guachos, linda gente, los padres apenas les dan de comer, no s de dnde sacan la plata para las otras cosas, siempre tienen un curro raro, roban pilchas para sacar treinta o cuarenta pesos. Bajo casi todos los das, los veo desde las siete hasta la una o dos de la madrugada y ms tarde salgo para el centro. Para tomar prefieren vino en vez de cerveza y le meten azcar, mezclan Espinillar con vino y martini, hacen una sopa, hiede ah dentro, toman un trago y salen picando. Prefiero las soreteadas de los locos y no de las maricas que siempre son falsas y si se te acercan es por algo, capaz que quieren que compartas un macho con ellas. A todas las arpas de Montevideo, mariconas de boliche, mariconas de la calle, conozco; puras arpas, fallutos. Te saludan, se paran a conversar contigo y despus hablan mal de vos. Vas a un boliche, vas a todos los bares, y los mismos chucos: todo el mundo cuchicheando, chusmeando. Tens que ponerte pollera y tomar agua Salus, si no sos una rea, una ordinaria. Prefiero a los gurises del complejo, fumamos y tomamos ah abajo. Pero son asexuados, no entiendo, no cogen ni con locas ni con locos ni nada. Una que otra guacha pasa por delante de ellos y le gritan alguna ordinariez. Hoy da los guachos se tiran al fumo, no piensan en coger; yo s porque soy re-puto. Los de ahora se concentran en los cohetes y en el vino, eso los aplaca. Antes no era as, no haba fumo, pensaban ms en las guachas. Corregime si no, yo no lo viv. A m me interesa todo pero estos guachos buscan divertirse a la manera de ellos. Me aburre estar siempre en el mismo lugar. Me

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encanta ver la Rambla, por eso voy una vez cada tanto, ellos en cambio dicen: Ah, s, est buena la Rambla pero no toman la decisin de ir. Qu les cuesta? No tienen iniciativa. Yo busco algo mejor capaz, aunque tambin en mi barrio me acost con algunos. Ellos en cambio son gente quieta porque encuentran lo de ellos cerca. Yo no encuentro lo mo en ninguna parte, me divierte ir a un lugar y a otro, quiero ver qu pasa aqu y all, me rebusco. Si me quedo quieto creo que estoy perdiendo un tiempo de mi vida. A los treinta, cuarenta, sos viejo. Igual pods seguir saliendo, pero si tens una familia no. Tampoco me veo como un viejo estpido haciendo las mismas cosas que hace un guacho, tens que ubicarte. Capaz que te canss de tanto joder, capaz que entonces estoy ubicado y tomo menos. [Subieron al primer piso de un bar pretencioso y de buen tono. Los asistentes aadan algunos toques de refinamiento al look de Las Piedras: chaquetas de cuero ms caras, cortes de pelo menos glamorosos, ms a la moda. Permanecan inamovibles en una actitud cool, como en una iglesia, faltos de la espontaneidad de Mauricio y sus colegas. En dos pantallas pasaban videos. Mauricio eligi el momento oportuno para borrarse; tanto l como sus amigos preferan la bailanta El Conducto, un galpn angosto y largo. En El Conducto, como en cualquier parte, estaba prohibido consumir bebidas no despachadas en el mismo negocio. Al entrar el herrero contrabande escondida debajo de su chamarra una botella de Kaipiroska. Despus se agachaban y bailaban en cuclillas un zapateado boyardo, entonces mamaban del gollete. La tctica no impidi que el barman los detectase: o le entregaban la botella, dijo, o abandonaban el local.] No considero a nadie como mi amigo, pero cuando pasa un problema, como el de este guacho, Sebastin, que choc en la moto contra un camin y se revent todo y est en coma en el Hospital Italiano, me doy cuenta de que le tena aprecio. Si a m me hubieran preguntado: Es tu amigo? habra dicho que no. Es un conocido. Subi a casa muchas veces, jodimos, hicimos muchas cosas juntos,

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nunca nos tocamos un pelo, pero hablamos y el loco me cont cantidad de cosas. Hay un aprecio que no demostrbamos frente a los otros. Nos conocamos porque habamos conversado solos mucho tiempo. Lo que le pas ahora me jodi bastante. Mismo a otras personas con las que hablo casi todos los das no las considero re-amigas pero capaz que si les pasa algo jodido como lo que le pas a ste me afectara: pienso en otros guachos que viven en el complejo; son mis amigos aunque no nos amamos. Seas o no seas duro, una persona con la que estuviste hablando todos los das, si despus te enters que est hecha mierda, te toca un poco. A veces digo: no tengo amigos. Pero con la gente que trato hay obligadamente una amistad, algo con ellos. El conocido que me llev ayer al Hospital hace mantenimiento de UTE (compaa elctrica del estado) tres o cuatro veces por semana. Es un loco cr que se acomod y hace eso de noche. Este fue un cargue en el parque, as nos conocimos, har un mes. Algunas veces cogemos, otras hablamos y no cogemos. Y tenemos una amistad chica. Lo llam al trabajo y le pregunt si me poda hacer entrar al Hospital Italiano. Me contest que era muy difcil pasar al CTI. Anoche vino a buscarme ac a Coln y fuimos. Pero le dije: Tengo que volver a mi casa porque si no mi madre se preocupa. Y l dice: No, dale, vamos a un hotel y pasamos toda la noche. Es una buena excusa para tus padres que te quedaste cuidando a un enfermo. No es tan as como l piensa. Yo llamando a mi casa una vez a la semana y dicindole a mi madre que est todo bien ya alcanza. Si no aparezco a la noche ella no se va a preocupar; es lo que hago siempre, pero le dije: No voy a llamarla ahora porque ya es tarde y tengo que volver. En verdad no tena nimo. Hice una cita con l slo por si me haca entrar al CTI. Quise pasar como si fuera de la familia para ver a este gur que est en coma, pero no me dejaron porque slo admiten a la madre. Entonces ayer, que me vino a buscar, yo estaba bastante desenchufado de la joda. Me llev hasta el hospital, entr con l, hablamos con los mdicos, pero igual, no pude verlo. Despus dimos una vuelta por el parque, nos colamos en una canchita donde no haba nadie y nos dimos unos chupones. Me estoy metiendo con todos los negros de UTE. El edil trabaja all

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tambin. El del BMW trabaja en una empresa brasilera que tiene un consorcio con UTE. Voy a instalar un interno desde mi casa. [En medio del conflicto por la Kaipiroska Toms se alej hacia el bao. Dos peludos orinaban uno al costado del otro, conversando; cuando se fueron apareci otro de talle fino, se adelant hacia la canaleta. Toms sigui el ejemplo de los anteriores y se ubic, pitn afuera, junto al que orinaba. Aprovech que las paredes del retrete lo protegan del radio de vigilancia de Mauricio, su manager, para abordar sin permiso al peludo, que pareca alegre. Pero al or que le hablaban, el desconocido se paraliz de espanto; tomado por sorpresa se le cort el chorro; no atin a responder; se abroch la bragueta y opt por retirarse. Reacios a entregar la Kaipiroska, Mauricio y su barrita fueron echados del bar. Haca calor; muchos haban tenido la idea de salir a tomar el fresco. Al verlo aparecer, Mauricio grit: Tom, Tom! Le haca seas con el brazo. Casi al mismo tiempo, desde otro ngulo, con acento de burla un tris melifluo, lo llamaron: Tom, Tom! en cmara de eco. Era el peludo a quien l haba abordado en el retrete. Mova el brazo igual que el otro, sonrea invitante. La voz contena una dosis de irona, no importa! El sonidista qued cautivado. No supo a cul de los dos reclamos responder. Mauricio le ahorr la decisin. Salt sobre el rival rugiendo: Ya te advert que no te metieras con mi amigo! Y antes que pudiera defenderse le dio al peludo como en bolsa. El agredido balbuce apenas una excusa y escap en abierto conflicto con su dignidad tan rpido como pudo de la tremenda paliza. Toms no caba en s. Nunca dos machos se haban peleado por l. Al salir del retrete, sabiendo que Mauricio era su embajador, el tipo le haba pedido a l nada menos que le presentase a Toms porque se lo quera comer. El herrero no era difcil de enojar: lo amenaz con la patada ms pior si se meta en honduras. No

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obstante el veto y la amenaza, el pelucn, intimidado al principio en el mingitorio, tuvo una iniciativa y supo cumplirla. Pero a partir de la golpiza todo se estrope. Si pasaba a su vera, avergonzado, apartaba la vista guardando una rigurosa compostura, por miedo a que lo vapulearan de nuevo. Toms not, cuando parta, que por casualidad el peludo se retiraba al mismo tiempo. Lo vio caminar por la vereda de enfrente, fren, esper que pasara. No pudo hablarle: Mauricio y sus adlteres llenaban la camioneta y lo insultaran de nuevo.] Los que me decan: Usalo, usalo, cuando les cont que estaba saliendo con vos eran todos. Piensan con avaricia. Usalo, tiralo, sacale lo que le puedas sacar, matalo igual para sacarle algo. Decan eso las mariconas con las que me junto ac en La Paz. El peor es el peluquero de la colita que conociste la noche de fin de ao en Avanti. Tiene un puto veneno porque nunca logr hacer nada en su vida y ya est viejo. Se cree una estrella y no es nada estrella sino un puto normal que no tiene dnde caerse muerto. Corta el pelo pero tambin hace limpiezas en edificios de apartamentos. A se no le pods comentar nada porque es envidioso. Un amigo recibi una carta de Espaa de otro que haba viajado y ste se enfureci porque a l no le mandan ni una postal en Navidad. Ya anda el estpido haciendo novio por carta. Tambin el gordo sapo, el que hace las comidas y las orgas en la casa, tiene un instinto venenoso. Siempre dice: Tiralo, usalo. Como a l le hacen eso, se lo desea a otros. Cuando me vea en el centro comiendo con alguien me preguntaba: Y cundo vas a instalar el cotolengo? Segn l yo debera andar slo con gurises de trece aos, porque l anda con los de diecisis. Y tambin Marcelo, la macumbera, que conoca a tu amigo Gaby, es muy venenoso. Yo en cambio no me quemo la cabeza por nadie. O s, me quemo la cabeza, pero callado la boca. Tengo maldad. Si a m me preguntan: Vos sents algo por fulano? Haras algo por alguien? dira que no. Si me hubieran preguntado: Vos te preocuparas por Sebastin si estuviese hecho mierda en un hospital? me habra cagado de risa. Por qu voy a andar preocupndome si no es mi

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marido? Qu mierda me importa si no es mi macho? Pero ahora que le pas esto s me asust. A veces me preguntan y digo: Ta, que revienten, pero llegado el momento el corazn se me afloja. Pero slo en el momento, antes no. Tengo que verlo destruido, ensangrentado, para decir: Pobrecito. [Mauricio ya no viva en la herrera ni se desempeaba como herrero; su pariente quin sabe por qu causa lo haba echado. Volvi contrito al hogar, se reconcili con el padre a quien ayudaba fabricando uniformes. Uniformes de qu? De soldado, polica, bombero, cualquier cosa. Le present a un hermano ms chico y a un camarada de niez y de barrio. Era segn dijo de total confianza. Tena un aspecto extraordinariamente macilento, ostentaba una dentadura lechosa amarfilada, demasiado pareja. Mauricio explic que su amigo haba perdido los dientes por el impacto de un brazo de mquina en la fbrica donde trabajaba. Tambin podra haberlos perdido en una pelea. Los postizos le daban el aspecto de un cadver, un cadver relativamente joven. Despus de la farra el ex herrero insisti en que los cuatro terminaran celebrando en el apartamento de Toms. Difcilmente poda ste imaginar una situacin ms triste en s que la de abocarse a un tte tte con el postizo. Pero Mauricio se empecinaba y venci por cansancio. Era vehemente; Toms no quera ofenderlo. El hermano, un cero a la izquierda, tena un pedo tsico; se ech no ms llegar en el sof de la sala y se durmi ipso facto. Sonaba un rap suave: Las estrellas formarn sonrisas en la noche a la distancia/ pues la guerra de lactancias/ ha llegado al fin desde tu arribo a esta galaxia. Turulato por el heraldo de la muerte, Toms se apart de la dentadura. Sus comodidades se limitaban a una sala ruidosa y un oscuro dormitorio detrs. Se refugi en el dormitorio. Cuando Mauricio entr siguindole los pasos, el dueo de casa aclar que no estaba dispuesto a participar en el menuetto con el cadver de la muerte blanca. Fue con todo una noche movida.

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Con la primeras luces Toms tropez con un vmito; Mauricio se haba tomado el trabajo de taparlo con un trapo de piso, pero ah estaba, vetas rosadas y consistencia de locro. Los llev cumplidamente a Las Piedras. Compartan entretanto la ltima botella de Kaipiroska olvidada bajo el asiento la velada previa; pasaba de trompa en trompa a modo de desayuno. El sol naciente les escarbaba los ojos hinchados y enrojecidos. En vez de conducirlos a sus casas como imagin que querran, pidieron descender en una feria callejera de verduras y ropa que a esa hora precoz se iniciaba. De vuelta en casa, comprob que de la cmoda del dormitorio faltaba un reloj, del ropero un par de jeans, quin sabe qu ms. Cayendo sobre el colchn sin inters en levantarse nunca, se dio cuenta de todo: Bajaron en el mercado para liquidar all los chirimbolos.] A veces llegaba al barrio de El Dorado, pasando Las Piedras, a unos campos con ranchitos cados del cielo, calles de pedregullo o tierra, a visitar al sobrino de la peluquera venenosa. Es un guacho de quince. Carlos se acost con l, dice que se abri como una mariposa cuando le empez a chupar el culo, pero no le dio tiempo a coger porque entr gente y el gur baj las patas y se hizo el macho. Tambin iba a El Dorado a la casa de Marcelo el macumbero que me llevaba a los templos de quimbanda; vive ah en un ranchito de uno por uno. De chico fui a lo de mi ta por parte de padre, una rea bichicoma metida en religin. Haba hecho un templo all en Piedras Blancas. Era chico cuando nos invit a la porquera sa: tena todo junto en un cuarto, el templo y la vivienda. Me acuerdo que haba criado una chiva y la sacrific en una ceremonia cuando vinieron unos brasileros. Ella trabajaba todo con sangre, con gallinas, haca siempre cosas malas, era una macumbera muy india de aspecto y adems changaba. Por lo que me cont mi madre trabaj de puta cerca del cuartel de los milicos. Ya estaba casada con un milico pero segua changando, no sera gran sacrificio para ella, ordinaria igual que mi padre. Le faltaban todos los dientes en aquel tiempo, cobrara un peso; no me acordaba de mi ta yo, si chango no es por ella.

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Supo que nos habamos mudado al complejo y empez a venir al apartamento a visitarnos y se quedaba dos o tres das con todos los gurises y tiene ms hijos que la rabia. Una vez le hizo un trabajo a mi madre para que se enfermara y mi madre se enferm. Cuando alguien se traga la lengua, cmo se llama? Epilepsia! Un par de veces tuvo esos ataques. Supimos que era por un trabajo que le haba hecho la otra porque encontramos unas cosas raras, unos papeles, unas piolas que haba dejado dentro de un ropero; mi madre dijo que haba dejado algo, mi padre tambin. Ah, Dios te ayuda repite ella, pero con todo lo que le pas a veces es difcil creer que existe Dios, porque desde que tena cinco aos est luchando para poder vivir, eran nueve hermanos y la madre la mandaba a trabajar en las plantaciones de arroz de Tacuaremb. Ahora tiene las vrtebras fuera de lugar porque en la edad del desarrollo estuvo trabajando siempre inclinada. Se cas con un tipo que la jodi bastante, de l naci mi primer hermano, ac en Montevideo. La jodi, la abandon porque ella era muy joven, el tipo era viejo y las hermanas de l, las cuadas le hacan la vida imposible; decan que era inculta, de afuera, bruta. Conoci a mi padre y se fue a Buenos Aires y la pas peor todava. Ahora est con mi padrastro, una persona que no le sirve porque no es feliz tampoco, si est con l es por vieja. No quiere quedarse sola, necesita para comer porque no tiene una jubilacin y a esta edad no se puede meter a fregar pisos. Sin embargo creo que Dios nunca la ayud. Cundo la va a ayudar, cuando cumpla noventa aos? Estoy convencido de que Dios no existe. Capaz que las cosas del mal s existen, porque vas a un templo de quimbanda y peds que le hagan mal a una persona y le hacen mal, pero si peds que le hagan bien no s qu pasa, no s si te hacen bien. Mi ta haca el mal, haca abortos, haca que la gente se perjudicara en la vida. Tena un hijo que se llamaba Jaime que se cri con mi hermano, ella lo adoraba al gur. El padre lo ataba a un palo y le pegaba hasta que se desangraba. Pero el gur despus de grande lo ayud, no tuvo rencor. Ella lo adoraba y sin embargo se

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le muri en un accidente de moto, y eso le pas por mala. Lo nico que adoraba en la vida era su hijo, no s cmo explicar eso porque no s nada de eso, pero la cosa ms grande que tuvo en su vida fue su hijo y sin embargo se le muri en un accidente de moto, har menos de un ao. Ella fue una persona mala toda su vida y mir cmo le fue. Tiene muchos hijos ms pero se le caa la baba siempre que hablaba de Jaime y slo hablaba de l. Hace un tiempo fui por primera vez por mi propia iniciativa a un templo de quimbanda, tena el pensamiento de que todo eso era una cosa de mal. Conoc a Marcelo en una yuyera, con l cog tres veces nada ms y me llev a esa cosa. Pens que en el templo iban a acogotar gallinas como haca mi ta, pero a los aos, ms tarde, empec a entender. Me dijeron que ellos no trabajaban con sangre, que no era una religin cruzada, yo esas cosas no las saba, eso de cruzar con el diablo no, lo de ellos era una religin slo blanca, trabajaban con maz, no hacan el mal, no hacan abortos. Recin ah empec a cachar, pero nunca cach mucho porque no me dio por meterme en el tema a fondo y empezar a preguntar. Escuchaba pero no preguntaba. Mi impresin original, mi expectativa es que eso era todo malo, y quera ver cmo era; despus me di cuenta de lo que hacan, que curan gente y que hacen trabajos para que a la gente le vaya bien. No s si te pueden curar o conseguir trabajo, pero lo que s s es que te dicen las cosas. Meto la mano en el fuego que si te dicen: Usted tenga cuidado, no vaya a tal lugar, es porque a la verdad no tens que ir a tal lugar. Si te sale un reuma en la mano y te curan no s, ah tengo dudas pero si vos vas y te dicen: No est con esa persona porque es mala en esos consejos s creo. Decs que te quers atender y explics el problema, te hacen un pase, te dan vuelta para sacarte los dolores y los males y las cosas negativas del cuerpo y si te tienen que dar un consejo te lo dan, saben qu te suceder en el futuro, entonces te aconsejan para que no te suceda algo malo: No ande con esa persona, o Usted estudie, eso hace tiempazo que me lo dijeron. Nunca les di bola, haba conocido a una maricona dentro del templo, me enter que le decan la Pocha. Tiene un templo l solo y hace abortos y cosas ma-

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las. En aquel tiempo me juntaba mucho con l porque siempre lo encontraba y tens que pasar dos o tres horas ah durante las ceremonias y los bailes. Me daba conversacin y me invitaba al centro. Es maricona total. Entonces me dijeron: No ande con esta persona de rulos. Dan ganas de pensar ms en las cosas malas en el sentido de que si quers hacerte un aborto ellos te hacen un trabajo, no s qu mierda pasa y te sale el gur. Si peds que a fulano le vaya mal en el trabajo, en la vida, te sale que le vaya mal, eso hacen en los templos tipo la Pocha. Y sin embargo vos vas y sos bueno y ayuds a todo el mundo y tu vida sigue siendo una cagada, entonces da ms ganas de creer en las cosas malas que en las buenas, entends? Creo que Dios es un cuento y que el Diablo es verdad, lo que se me cruza por la cabeza es eso. Que Dios te ayuda es un cuento pero el Diablo s existe, porque vos vas a un lugar donde hacen el mal y s el mal te sale. Pero si le peds a Dios nunca lo encontrs, slo a estos curas que son unos fantasmas y andan cogiendo gurises chicos, porque es la verdad, son personas como cualquiera que dicen: Ay, Dios esto y Dios lo otro y es mentira todo eso. No por la mentira de Dios sino por una mentira de lo falsos que son ellos, que despus de noche andan babosos por cogerse un gur. Aparentan una cosa pero son otra cosa diferente, viste? Capaz que mi madre no se puede quejar porque tiene un techo, pero bueno nos cagamos en el techo que tiene. Para m es horrible en el dos mil tener una vida de perro encerrada en la casa, viviendo con un hombre que nunca la saca ni a comer. Tiene que cocinar de maana, cocinar de noche y esa persona no la saca ni a la esquina en todo el ao. Sale, hace su vida, juega al pool, llega tarde borracho. Ella no. La vida de mi madre si me pongo a pensar es para pegarse un tiro, la felicidad de ella est entre las cuatro paredes de un apartamento. Si fuera una casa que viera un poco de tierra pero no, es un apartamento donde tens que limpiar. Ahora no puede salir porque tiene quinientos mil gurises, los hijos de mi hermana. Es una vida inmunda y asquerosa.

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Desde los quince voy al templo de quimbanda, en conclusin no saqu nada, no tengo fe en que te curen, mi madre no se ha curado, mi padrastro no ha dejado de tomar. No necesito averiguar el futuro, ms o menos uno calcula: si sals a robar todos los das, creo que un futuro muy bueno no vas a tener, no? Si vos fueras al templo te diran: No se junte con filho (queriendo decir yo) porque filho es malo, filho no sabe qu hacer, filho tiene la cabeza en otro lado, mire que filho est lindo, para qu mierda meterse con eso? Voy a mear. [Tras las cortinillas tomatito del ventanuco que daba a la plaza pidieron bebidas, acogidos al pequeo ambiente soleado, en burda desatencin hacia los buses que doblaban traqueteantes por la esquina. Juli entresac una mecha de pelo y se la meti entre los labios para provocar. Toms fue al bao. Bajo la luz parda del pico elctrico, frente al espejo, entrevi a un extrao. El arrebato lo pona plido o enrojecido, segn se viera. Volvi un poco ms fresco. Juli escriba en un papel. No pudo contenerse y se lo quit. Era una lista de sus encuentros semanales confirmados o a confirmar. Martes a tal hora: fulano; mircoles: un nombre y un signo de interrogacin. Jueves... Listaba para matar el tiempo, y con el propsito de aguijonear a Toms. No te aburrs sin hacer nada saltando del uno al otro? Te puedo asegurar que no me aburro. En un arranque voluble determin: Lamento que los gays no puedan tomarse de la mano por la calle. Pero vos no sos carioso con ninguno, ni en privado ni en pblico. Qu te importa que puedan o no agarrarse de la mano? No pas mucho tiempo sin que los dedos de Juli rozaran los suyos. Tuvo un sentimiento que le daba vergenza analizar. Se pareca demasiado al jbilo, al jbilo insensato!] Dnde tir la plata que me diste? No fui a un puto hotel, cog en los campos como un reo. Ni un hilito te compraste, dijiste. Le di plata a mi madre para que pudiera ir a visitar a mi abuela en

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Tacuaremb, pens con razn que se la haba sacado a un macho y se enoj: En qu andars? Pero no me alcanzaba para comprarle nada de regalo entonces prefer que pudiera viajar. Le prest plata a mi hermana. Ella se imagina, obvio, y mi madre tambin se imagina que estoy changando. Le prest plata a un loco que quera ir a un hotel con una concha, pagu una deuda de merca, chup mucho, me compr champ, lo que pasa es que necesito, es algo menos que me compra mi vieja, fui a Metrpolis una vez sola y me gast cien pesos, le compro roscas dulces a mi madre, en todas esas estupideces as chiquitas viste que se va la plata? Y tambin gasto mucho en telfono. Llamo siempre a algn celular. Uno de un quiosquito a la entrada de una galera en 18 y Yaguarn usa el celular como nico telfono. Me quiero acostar con el sobrino que trabaja con l. El to se vive quejando de la poltica, que los blancos, que los colorados, que los del Frente Amplio, no quiere a nadie. Me tir la patada el sobrino que a veces trabaja en el quiosco, me coment, digo, que tiene una novia, pero que la haba dejado. Habla con un tonito cantado, dice que se echaba cada polvo: rechancha, re-sucia era la mina, pero est medio melanclico, da la impresin de que hace mucho que no coge, entonces par las antenitas y pens: ste mismo. Le pregunt si andaba para la joda y me dijo que s, que no, se ri, jijiji! Hablo con el sobrino cuando el to no est. Tiene perita y bigotitos, me parece ms simptico que el viejo que tiene unas entradas extraas y una cabeza de huevo, panzn, petiso, me da por el hombro, creo; se re y tiene ochenta dientes, es rebaboso, no me gusta el carcter del tipo, habla como reo: El otro da me levant a una negrita y me hizo un tete brbaro. Tir la patada a ver si yo andaba para la joda, pero le dije que no. Lo tengo ah, tirndolo, a ver si cae en el pozo claro, a ver si larga plata. Se acuesta con unas locas y les paga, me tira la patada y me mira con ganas el culo. A lo ltimo cuando me voy dice: Me traje una minita, una negrita, me chup la pija como los dioses. Parece absurdo que una persona mayor hable de coger despus de una conversacin seria, entonces me doy cuenta. S, lo voy a agarrar y lo voy a dejar en calzoncillos, vas a ver. Si no me da, antes de encamarme con ese viejo me tiro por la ventana. Le pregunt si no me ofreca trabajo en

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el quiosco ahora que el sobrino entr a la universidad, pero dice que no, que igual entre ellos se arreglan. Si te preciso te llamo. Me pagar mil ochocientos, mil setecientos, mil seiscientos, pero es un quiosquito que ests ah en 18 y no hacs nada, venders caramelitos, papelitos, dibujitos, ositos, me cago de la risa, vendo merca yo ah, qu osito ni osito: Un gramo, tom, Pastillitas de menta, para qu quers pastillitas de menta? and a cagar, botija, tom el osito con la merca adentro. En tres meses me cago hasta los huevos. Si agarro ese laburo me sirve porque el tipo es un conocido, si falto el loco me perdona, no me pide referencias y hago la ma. Si alguna vez encuentra a algn loco que met adentro del quiosco le digo: Es un amigo, un amigo que viene del barrio, vamos a coger dentro del quiosco igual. Y despus que coja con el viejo una vez lo tendr amenazado: Mir que le cuento a tu sobrino, le saco ms todava: Me subs el sueldo o le cuento a tu sobrino que te cog. Me lo llevo a estos muebles que son de tres por uno, estos muebles que no entra ni mandanga en Palermo o Ciudad Vieja (cobran diez pesos la hora, creo), le meto el dedo en el culo, me cago la pija y digo: Mir, gordo, este hijo de puta quiso coger conmigo y no me quiere pagar, lo cago a trompadas y lo tengo amenazado: Si me echs, le cuento a tu sobrino. [El agujero negro cambi de sitio, ahora estaba ubicado en el entrecejo de Julio: un lunar, era la apertura milimtrica dispuesta para que el entrevistador entrase en el cerebro de quien tena enfrente. Esa cabeza careca de cerrojo, ya estaba dentro de l, s. Aspiraba, adems del olor a cerveza, el perfume cido, acre, mareador de los pensamientos de su contrincante, y brindaba en contra. Si yo fuera usted... No, no era l, pero habitaba esa cmara oscura, como un piloto en vuelo rasante arrojaba panfletos de propaganda sobre trincheras enemigas: Hay que rendirse, lo trataremos bien. El otro pareci advertir la estratagema; sus sentidos percibieron que Toms ingresaba por tan seguros medios a su esfera; entonces coment como al pasar que uno de sus protectores, con quien l cenaba de vez en cuando, asista a un curso donde enseaban cmo sugestionar a la gente. Algunos sirven para eso, otros no complet enigmtico.]

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Atiendo el telfono hasta la cuatro menos cuarto, despus voy a buscar a mi sobrino a la escuela. El otro da aparec en esa escuelita de porquera y el maestro no me quera dar el gur. Estaba del otro lado del muro. Me dijo: Disculpe, usted quin es? El to, no la ta. No, disculpe, estamos esperando a la madre. Usted sabe el nmero de documento de la madre? No, qu voy a saber el nmero. Y el gur gritaba: To, to! Y yo: Vengo a buscar al nio. Estaba borracho y perda el equilibrio, haba tomado unas cervezas con un malandro muy cabeza hueca que estuvo en el Iname (Instituto de Proteccin al Menor) porque acuchill a uno dentro de Zorba. Le peg una pualada, entonces la polica lo sali a buscar, lo agarr y lo meti en el Iname para que el herido lo reconociera, porque no lo mat, lo dej medio tilingoso. Si el otro deca: S, fue l, lo mandaban a la crcel, pero no lleg a verlo ni a acusarlo, no le hicieron juicio porque se escap antes. Est requerido, y los milicos lo corretean a cada rato. Es un queme pero igual muy gente el loco, a los que l ve que lo apoyan no los toca. Lo visito seguido, porque vive frente a la casa de mi hermano, es amigo de l ah en el Barrio Nuevo. Hablamos de cmo est la mano con la cana, de que ahora cuando te agarran malandreando los milicos no te arrestan, te cagan a piazos en todas partes del cuerpo y despus te sueltan. Y l roba como toda persona normal, roba casas cuando estn solas. El otro da me cont una historia rara: entraron a una casa y haba un perro polica que era una cosa as, del suelo hasta ac, en cuatro patas. El loco se cag todo cuando lo vio, pens: Este perro me come, pero el perro en vez de atacar se escondi; era grande pero de poca edad. Ah afanaron hasta los azulejos. No me cuenta cmo hace para robar, l habla pero yo no le pregunto: Y de quin es el auto? De dnde sacaste el chumbo? Le tiraste? El gil me tiraba dice y el chumbo me pas por ac; si me hubiera pegado en el corazn me mora. Qu jodido, le digo. S, est jodida la mano. l me tiraba dos y yo le tiraba tres o cuatro. El otro era el cuidador y l era el malandro. Pero no le puedo preguntar, porque quedo como un buchn; si hoy mismo o maana tiene un problema el loco empieza a carburar

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la cabeza, entonces yo me callo, es un problema preguntar por un detalle, si hoy o maana ellos te encuentran y estn fumados o con un par de lneas arriba y revirados igual te pegan un chumbazo, a vos te matan y ellos estn nada ms que cuatro o cinco meses en la cana o dentro del Iname, te pegan y queds monglico, invlido, ciego, sordo. Por eso no me gusta enterarme de nada, ellos me cuentan: Estuve afanando. Pa, mir qu bueno, te felicito loco, tirame una mano, soy el hermano del Delfn que conoce a todos los malandros, mucho gusto. El otro da le di a mi hermano doscientos pesos para que comiera. No somos muy amigos pero cuando necesita algo me juego los huevos. Tena que comprar la garrafa, pagar la luz y el agua. Ahora trabaja en una fbrica de bateras, gana muy poco, tiene una mujer y dos nenes, viven en una casa que l construy con ayuda de otros, no saba hacer una planchada. Tiene muy poca cabeza para meterse en cosas que no le convienen, por desgracia sa es la verdad. A veces le va mal, a veces bien, pero al loco le dicen: Metete en esto, y se mete. Te vas a estar ensuciando por quinientos pesos? Los gasts en media semana de comida. Para qu te vas a estar metiendo con guita falsa si el loco que la imprima cay en cana y se llev diez mil dlares y no los comparti con nadie? Mi hermano no cay sino el loco que los haca en la imprenta. Yo no me ensucio como se ensuci l. Volviendo a este loco, el malandro que vive enfrente de la casa de mi hermano, con quien me emped con cerveza: es un negro sidoso con una cara grasienta inmunda, se contagi de alguna puta. Voy porque me conviene estar bien con los chorros. El loco conoce a mucha gente, a los malandros de Coln. Si estoy bien con l y hoy o maana tengo algn lo, no s cul, no tengo la bola mgica entre las piernas, si me meten un chumbo en la cara, digo: No seas malo, soy amigo de fulano. Les chupo el culo a los malandros y tambin a los milicos, trato de estar bien con los negros, les hablo: Necesits algo? Avisame. Si no, hoy o maana te agarran en la esquina y te hacen mierda; lo mismo los milicos. No los banco. Los mastico pero no los trago. El otro da me cruc con uno: Cmo ands, negro? Bien, bien. Le di la mano y me pregunt por alguien. Pa, le dije, ni idea tengo, no s dnde vive. Est todo bien? S, digo, cuando

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quieras preguntar algo, est todo bien. Pero tambin le dije: Yo creo que ustedes le rompen los huevos a la gente que no est en nada. El estaba preguntando por un guacho que anda en bicicleta y tiene diecisis, con un lomo ms grande que yo, un culo de oro y un bulto de plata. Entonces le digo al milico: Vos pinchs a la gente mal. Porque l pincha a los guachos que nada que ver, y lo andaba pinchando, lo andaba asustando; se le mete un milico adelante y le empieza a preguntar, entonces el guacho se asusta. Lo pincha para ver si larga algo. Si ellos no joden, no garpan. [Surga al fondo de una avenida de pitas con la cara realzada por una sonrisa ganadora, o bien desentendindose volteaba la cabeza, flameaba las crines a izquierda y derecha, como si debiera controlar los flancos ante un eventual peligro. Era su modo de lucir los pmulos y de no demostrar obsecuencia frente al individuo que acechaba su llegada. Una vez sucedi lo que ste ms tema: no vino. Fue un castigo porque Toms le dijera, un poco para provocarlo, que dos machos se haban peleado por l. Las cosas se arreglaron ms tarde, pero a partir de ese momento la inseguridad del entrevistador aument. No le bastaba con haber marcado la cita, ni con emitir por telegrafa mental sugestiones de control peristltico. Se bancaba adems, en el momento de salir, casi siempre a la madre, que atenda el telfono. Tenemos una cita, de veras debe despertarlo pronto, seora, por favor. Pregntele si va a venir. Sera de provecho para los dos. A pesar de tales sobresaltos sa fue la etapa ms feliz de su vida en pareja. No tenan contacto carnal. Para su recuerdo, su odio, acaso su despecho coleccionaba las confidencias del suo tesoro, un farfallone de la especie Don Juan. Suceda que Juli, ebrio, lo tentaba con un besuqueo, o el porro lo precipitaba a l en brazos de su investigado. No ahora; otra vez, loco, gracias, me tengo que ir. Si quers combinamos para hacer eso otro da. No, no quiero combinar. Toms no quera cambiar de registro ni recaer en el infierno de la celosa. Obliter su propia urgencia, como si se cubriera con un

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delantal. Un delantal mojado y brillante tendido al sol. El juego de ser camaradas generaba un espritu cmplice, estimulaba las confidencias, el progreso de las revelaciones.] Sos malo, ests inventando: no vine el martes porque me dorm. El domingo cuando me fui a acostar eran las doce me dijeron que mi sobrino se haba cado y lo haban llevado al hospital, com algo y fui hasta all y estuve hasta el lunes. Volv, com y me fui de nuevo. Se me pas lo tuyo. Llamaste el martes despus de la hora de la cita y te dijeron que recin haba salido. Habra ido seguro al hospital o a la casa de alguien, no s, me olvid justo, en serio. Vos penss que soy Satans. No es que siempre me olvide, no es tan as, no lo hice a propsito. Por qu tens ese trauma de que siempre estoy con bronca y que hago las cosas por venganza? Justo me olvid porque tena otras cosas en la cabeza. Me olvid exactamente. No es por Satans, no es que sea un sorete andante que siempre quiere que a la gente le vaya mal. No se te fue esa idea ni quiero que se te vaya, ni estoy ac para convencerte de otra cosa. Por qu tens esa pica conmigo? S, tens una pica escondida. [Atendiendo a su vampireo, a la necesidad de cercarlo con su baba, de sacarle la mierda, el raconto de Juli no deja de ser la elaboracin de un duelo para Toms, aunque con las manos bien en la masa, cuando no en la masita. Las reacciones del entrevistador quedaban implcitas y relativizadas, su inters se demostraba por la mera insistencia al preguntar. Pretenda una vuelta de tuerca: en vez de conjeturas e imaginaciones acerca de un amor perdido, saturarse de informacin. Queras saber acerca de Albertina o de Lolita? Bueno, tom, hasta que digas basta. Garbo habla, Lolita habla.] Esto s es verdad: me pele con una mujer, con la mujer del tipo que tuvo el accidente de la moto. No me pele. Slo hablamos, nada de pias. Vive cerca de mi bloc de viviendas, pens que yo haba tenido algo con el marido. No era verdad, est rayada, se la agarra con todo el mundo. Mi amigo se est recuperando, le hicieron una operacin y le sacaron los cogulos del cerebro. No lo fui a ver porque me pele con la mujer, me acus de haberme acostado

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con l. Me pele en el hospital; la cruc despus cerca de casa y me insult de nuevo. Me doli porque me conoce hace unos cuantos aos y sabe que antes de puto soy gente. A l lo vieron salir de casa muchas veces de noche o de madrugada. Iba a joder, a acostarse con mi hermana. La mujer sospech de ella, sospech de m, sospech hasta de mi vieja. Yo entraba a mi casa y encontraba a mi hermana cogiendo con ste. Pero la mujer se rebaj delante de un puto por el marido. Si yo fuera mujer nunca me rebajara. Cmo le va a tener envidia a un macho que se haya acostado con su macho? Si tens fe en que tu marido es hombre, no pods tener dudas y celos por un puto. Bueno, la verdad es que s me acost con l muchas veces. l me coga tambin en el perodo en que se acost con mi hermana. Te res, de todo te res. Tens una cara que creo que Satans sos vos y no yo, o que ests haciendo un curso acelerado conmigo para llegar a ser Satans. [So con un rbol tras un alambrado en un campo lleno de bosta, de noche. Al lado del rbol un gato negro aporreado de bombas de alquitrn. Quin le tiraba las bombas? l, l le haba tirado las bombas, era el mensaje que haba dejado en la cabeza del otro: Que yo, Julin, me siento mal, tapado de marrn por todo lo que hice y me arrepiento.] Te cont que fui a S&L, el burdel? No? Hace tanto que no nos vemos entonces? Hay una mugre brbara. Vos entraste ah? Nunca te apareciste por el fondo de todo, la pieza 15? Tendrs la experiencia de cules son las piezas buenas, cules las malas y baratas. Me metieron en las baratas, en la pieza 15. Es un cajoncito desde donde se escucha todo, bueno qu quers?, antes que la intemperie prefiero la piezuca, la baratija sa de cien pesos. Tomamos una cerveza antes, yo tom una sola. Fuiste a un pub muy chiquito que queda a una cuadra del S&L? Viste que es re-chiquito? Estuve ah con un tipo, hicieron un show unos muchachos, macacadas, un teatro raro. El lugar es re-estpido, apenas se escucha la msica pero se junta gente y pods conversar, pods cagarte de risa y despus se apagaron las luces, las dos lamparitas que haba, y se prendi una ms grande y ah salieron tres guachos, uno

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rubio vestido con una pollera escocesa y un top, me acuerdo, se puso una pollera que era chiquita as, como si estuviera en bolas casi, y el top se le haca tetas porque l tena, se ve que haca fierros el guacho. Despus de la cuarta o quinta cerveza que estbamos podridos ah escuchando nos retiramos y fttt! estacionamos enfrente del mueble y entramos al hotel mugriento y nos dieron esa pieza donde cagan los gatos. Ah dormimos con un amigo muy conocido, muy bueno. Tiene una cara extraa, no s cuntos aos tendr, no s en qu trabaja, ni qu hace, no s nada. Lo conoc de la calle. Es un tipo trillero, anda en auto, me recogi cerca del Obelisco. Siempre est entrajado, vive muy entrajado, me dijo que haba tenido una reunin. [Una ventana a un mundo paralelo, un instrumento no de ilusin sino de desilusin: es el momento desencantado y amargo del despertar, que mata el amor. Toms est furioso porque apagan una vela que arde en el sueo. Esa vela no debe apagarse, piensa, porque ha sido encendida en honor de los dioses. El sueo se extingue como la vela. El entrevistador pregunta desde el sueo, y la respuesta lo lastima y lo despierta.] Cambiando de tema como los locos: hace dos aos o tres, cuando recin estaban arreglando la plaza Cagancha (ya estabas por ac?) en aquel tiempo yo era un nio, andaba por el centro y encontr a un loco, justo al atravesar la plaza pasaba l muy guapo Cambiando de tema como los locos: hace dos aos o tres, cuando recin estaban, la carita es igualita a Ricky Martin, el cuerpo no es lo mismo. Yo andaba con un amigo en moto, paramos y nos pusimos a hablar, nos cont que viva en el Prado y se haba peleado con el hermano y por eso se estaba quedando en un hotel ah cerca. Hablamos, no tocamos el tema, pero nos dimos cuenta, tanto l como yo, de que ramos putos, putos. Tena que llevar un buzo al hotel y me pidi que lo acompaara. Lo acompa. Atrs de la plaza me quiso encajar unos chupones, que yo ni ah viste? yo reperseguido en pleno centro, en aquel tiempo no haca nada en la calle, ahora igual cojo debajo de un farol. Me dio unos chupones y un nmero de telfono, lo llam. l se haba ganado unas becas

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para irse a Canad y a Europa, en aquel tiempo tena veintids pero era re-traumado, es lo lamentable, porque me lo encontr hace poco, har una semana, y sigue traumado igual. Qu pena: tiene veinticinco y est divino. Lo cruc en la callecita peatonal, Barbato, cuando yo iba a la casa de otro. Me haba dado los chupones en la calle, tena arranques calentones, y despus: Ay qu horrible lo que hice. No le gusta ir a los boliches gay, no se acuesta si piensa que el otro no se cuida y averigua hasta la salud de la nieta y de qu races viene, y traumado tambin con que lo vean caminando al lado de otro hombre. Lo encontr y sigue lindo y hermoso, me reconoci y me sigui: Disculp, a vos te conozco. Ah, s, cmo ands? Soy fulano. Ya volv. Dice que se pajea todos los das, que franele una vez sola en todo el ao pasado; en el que corre pienso que ninguna. Entramos a un bar a tomar caf porque haca ocho grados bajo cero esa noche. Lo vi un poquito ms suelto, pero un poquito nada ms: sigue traumado con el miedo de agarrar una peste. Una cosa es que experimentes miedo, otra que seas paranoico y en un ao no te relaciones con nadie. Metete el forro. Lo dej tranquilo, a ese monglico a la cama no lo pude llevar. Pobre tarado, no me gusta estar con una persona as, no me sirve, me siento mal. Es muy cra para dar consejos pero no los puede poner en prctica. Vos ests perdiendo cosas lindas de la vida por toda la persecucin que tens, me deca, entonces yo le contest: Vos tambin, porque l no garcha con nadie. Me pregunta: Por qu depends en el afecto de ciertas personas y de otras no? Que yo sepa has estado con mucha gente y sin embargo no sentiste que la usaste ni que te us, y lo nico que pensabas era en acabar. Por qu no penss lo mismo cuando ests con algunos otros? No s, ser porque esa persona me quema la cabeza, con esa persona me siento mejor. Y sin embargo te mands mudar. A l le pasa algo distinto pero no muy diferente: encuentra a una persona y no disfruta en la cama por el miedo que tiene. Como es traumado me enfri, no me copa tener que salir cuatro semanas para enganchar una vez. La madre es soltera y l vive con ella, entonces tiene terror de que la mam se entere de que el nene es puto. Y siempre dice jodiendo, porque no es verdad: Estoy orgulloso de lo que soy. Dice eso para taparse el ojo, pero ni l se lo tapa. No est orgulloso, a la verdad

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est arrepentido. Yo tambin estoy arrepentido, pero soy reputo qu voy a hacer? Agarr la cuchara y entr a sacudir la mierda: ya mi vieja sabe, todo el mundo sabe, tengo la vida cagada qu quers? Otros la dejan quietita, yo la tiro para todos lados. [Toms flaqueaba, por envidia de un lado y por la sensacin de prdida de otro. Pens en cmo haba vivido Juli su juventud, en cmo se haba dejado llevar por sus impulsos y acostado con tal cantidad de hombres que no se poda ver ningn hilo conductor tras el ciego deseo de conocer el mundo a travs del sexo. Era un gran amante, sa era su carrera, aunque no saba apenas nada del amor. Igual que algunos msicos no saben nada de msica aparte de su don para tocarla.] El viernes con un viejo estpido tuvimos que acostarnos, haca fro. Estoy tosiendo, no ves? Ya me est dando asco, empieza a gemir que parece una vaca, te da bronca, parece que te va a acabar en la oreja, hace unos alaridos raros. Tendr sesenta, un cliente viejo, conocido del centro, trilla con auto. No trilla mucho, pero justo coincidi que me levant. Est quedando redondo pero est lindo igual. Haca tiempo que no lo vea. Tiene un quiosquito en Villa Biarritz, pasamos por ah dos o tres veces y me dijo: Aqu vivo yo. Me tiene confianza, qu pregunta, conversamos mucho en el auto. Justo el viejo contaba que haba conocido a un muchacho y el gur se apeg a l y le deca, cagndose de risa, que tena un hermano dos aos mayor, que en aquel tiempo era futbolista, re-macho. El gur mencion rindose que jugaba en la cama con el hermano, el otro se haca chupar la pija y se lo coga, le prometa que despus de acabar iba a dejar que se lo hiciera a l, pero nunca lo dejaba, y el mayor trauma que tena era eso; pero lo contaba como un chiste, y el favorito del padre era el jugador de ftbol. De l nunca se acordaba; el hermano jugaba al ftbol y era campen, jugaba a las bochas y era campen; l jugaba y chumba!, la quedaba. Hablbamos con el viejo de lo gay, de por qu. Es la verdad: aunque uno no lo acepte a veces, porque no le gusta hablar del tema, creo que una persona es gay o tuvo sexo desde chico con hombres por carecer de una buena relacin con el padre, que todo empieza por el

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padre. Yo no tuve una buena relacin con mi padre, el viejo ste tampoco, y conoce muchos gurises que tampoco tuvieron una buena relacin con el padre. Los aos decisivos de tu vida son desde que naciste hasta los cinco, no s qu mierda pasar, ah creo que necesits a tu padre. El mo no me daba bola y aunque nunca lo vi cogiendo con otro hombre sin embargo tuve tendencias de puto. Entonces hablbamos de eso: no s qu pasa en el cuerpo y en el cerebelo que por no tener una buena relacin con el padre tens una tendencia. Algunos no lo aceptan porque les parece deshonroso, y dicen: Siempre tuve una buena relacin con mi padre. Mentira; el padre ni la hora les daba. Cuando sos chico cositas muy chiquitas te marcan. Problemas econmicos no son, porque conozco gente que viva muy bien en una casa muy linda. Recuerdo muy pocas cosas agradables de mi infancia y sas ocurrieron con mi madre. Cosas feas recuerdo muchas, recuerdo todo, me acuerdo de cuando mi padre llegaba en pedo y le pegaba a mi madre. Ella se dejaba, para que no nos pegara a nosotros. No s si fue lo malo o qu; mi madre se preocupaba mucho por nosotros en todos esos quilombos. Yo tendra tres o cuatro. Ella me quera arreglar la vida, siempre se ocupaba de comprarnos juguetes, de llevarnos al parque, una vez nos pase en petiso e hizo que nos tomaran fotos, me acuerdo de ese da. Todos esos detalles a mi padre le parecan re-estpidos: Mir si vamos a ir al parque, hay que quedarse en la casa, hacer esto y lo otro, pero l no saba ni clavar un clavo, todo lo haca ella, me acuerdo que haca cenefas para cortina arriba de las ventanas. Me pongo a pensar y me doy cuenta de que no le sobraba el tiempo: tena que trabajar para darnos de comer, limpiaba, siempre limpi, se preocup cuando yo era chico de que tuviese una buena infancia. A veces nos quedbamos solos con la vecina de al lado y ella vena de noche tarde, sera muy tarde porque siempre nos dormamos antes de que llegara y la mujer donde ella trabajaba le daba comida; si no, la compraba; nunca nos falt comida y me quedan todos los dientes, ves? Mi padre nos hubiera trado botellas vacas para mascar. A veces nos llevaba a los empleos: recuerdo una casa antigua con una seora que andaba con bastn, simptica, nos daba bizco-

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chos y yo jugaba con el hijo que tena soldaditos y despus mi madre me compraba soldaditos de plstico y macaquitos y muequitos. Trabajaba en mil lugares y sin embargo ms de una vez por semana nos llevaba al parque y nos inclua en todos los viajes que hiciera la escuela. Y es lo que le machacan a mi madre ahora, dicen que el nene sali puto porque ella lo cuid; se lo reprocha mi padrastro. Claro que sabe que soy puto, soy una mujer andante, cmo no va a saber, se nota a una cuadra lo que soy. Ella no me dice pero me doy cuenta. Ahora hace tiempo que no se pelean fuerte, pero antes cuando se peleaban yo me daba cuenta por qu era: era por m; le preguntaba a mi madre por qu se haban peleado y me deca que por nada; cuando me deca por nada calculaba que discutan por m. Mi padrastro llegaba en pedo y deca: Tu hijo es puto porque vos lo mimaste. No es que me mimara. Si tengo recuerdos lindos fue porque ella se preocup de darme lo que pudo. Mi padre en cambio no saba si estbamos vivos o muertos. Llegaba en pedo, caa arriba de la cama, despus se levantaba y se iba. En aquel entonces trabajaba en el mercado, bien a lo malandro, bien a lo sucio, a lo mugriento, a lo reo. Es la verdad: mi padre es lo peor, lo ms bajo que hay. En un tiempo llevaba fruta a casa, por eso pienso que trabajaba en el mercado, y despus llev carne, trabajara cargando camiones viste a estos negros mugrientos brutos? La parte india me viene de l, es oscuro, bien indio, asqueroso. Mi madre fue la nica que nos ense, porque si dependiera de l yo andara todava a caballo y con una pluma en la cabeza. Ella nos educ lo mejor que pudo aunque tampoco tuvo educacin, pero a los cuarenta que cumpla segua aprendiendo cosas para poder ensearnos. Lleg de afuera siendo una canaria bruta, pero trabajando en casas y fregando pisos aprendi a hablar bien, a ser algo educada. Y nos enseaba a hablar bien; me acuerdo que me sentaba y me deca: Eso no se tiene que decir, tens que hablar as, que tena que terminar las palabras y las oraciones. Me puse boca sucia ahora que soy boludo pero no es por mi madre; me puse boca sucia, ordinario, soy bastante groncho porque estuve en la calle y ya se me fue eso del nene; despus que sals de

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casa cambis. Mi madre deca: No le haga caso a su padre: no se dice mierda, no se dice puta, no se dice puta madre, no se dice concha y se come as. Porque mi padre llegaba y si se le antojaba comer milanesas con la mano las coma, y nadie le deca nada, sin embargo ella nos ense: Tens que agarrar el tenedor as. Aunque tambin nos ense a quererlo, pero no lo quiero; si lo pudiera matar lo mataba. Veamos cmo l le pegaba, ella no reaccionaba, era chiquita de tamao pero nos deca: Es el padre de ustedes, tienen que quererlo. Poda estar cubierta de moretones pero llegaba el da del padre y compraba un regalo para l y nos peda que se lo entregramos, y nosotros bamos y se lo dbamos. Aunque l le pegara nunca nos dijo: No quieran a su padre. Capaz que yo y mi hermana salimos rencorosos porque vimos que si a ella le pisaban la cabeza la agachaba todava ms. Hay que ser buenos. Es la edad tambin, es una vieja, pero en aquel tiempo tendra que haberse hecho respetar un poco. Siempre estuvo agachando la cabeza frente a todos. Dice que nosotros salimos rencorosos. Soy parecido a mi hermana, si algo nos parece mal saltamos, si le podemos dar por la cabeza a alguien, le damos. Me considero un egosta, no me importan los dems, pero mi madre es atrasada: si no est bien el vecino de enfrente se siente mal ella, entends lo que te digo? Si eso es irle bien yo quiero que me vaya mal. Soy todo lo contrario: malo, histrico, no perdono nada, no tengo paciencia con la gente, con la vida. Una noche mi padre lleg, abri la puerta y agarr a mi madre del pescuezo. Estaba lloviendo, ella recin se haba baado y tena el pelo mojado. El crey que vena de la calle y la acogot preguntndole adnde haba ido; la agarr a trompadas. Era bueno al principio pero despus la empez a cagar; todo lo que una persona puede inventar para hacerle la vida imposible a otra lo haca. Era como vivir en una prisin. Llegaba esa persona en pedo y tenas que correr a servirla. Se le tiraba encima y la cagaba a golpes. Otra noche haba de comer croquetas con arroz, mi padre apenas prob y tir la comida contra la pared y ah otra vez el quilombo. Cada vez que se peleaban mi hermana y yo nos bamos para el cuarto.

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Una vez que tomaba, se crea el superman, por todo lo que le molestaba se la agarraba con ella. Fresco era una lechugita, divino el hijo de puta, pero en pedo deca todo lo que no se animaba a decir cuando estaba fresco. Igual era animal, sorete, una persona que no sabe ni hablar, sin embargo era bueno para los amigos de l. bamos a las comidas que tena por el trabajo y todos decan: Ay, qu buena persona es su esposo, seora. Comidas a las que iba todo el mundo y l era el alcahuete de todos, haca el asado y entonces lo halagaban. Creo que en ese momento cavaba zanjas. Mi madre siempre con una sonrisita. Lo que no saban es que la agarraba a golpes todas las noches. Para todos l era divino, re-bueno, tipo aduln, muy canchero, no saban que si hubiese sido por l nos mataba de hambre. Trabajaba pero toda la plata se la chupaba. Aqu en Montevideo paramos primero en el camino Carrasco. Haba gallinas en un corral al fondo y me acuerdo que jugbamos con las gallinas. Si lo vas a comparar con una casa, es horrible el apartamento donde vivo ahora porque slo pods sacar la cabeza por la ventana para tomar sol. Todava no haba entrado a la escuela entonces. Tena un perro y un pato, y mi padre mat delante de nosotros al pato para comerlo: Dije que haba que matarlo, y chuh! sac un cuchillo y le cort la cabeza. Era bastante animal, haca cosas que si te pons a pensar un poquito no eran buenas, por ejemplo matar delante de un nio de tres o cuatro un bicho que tenamos desde haca tiempo y al que queramos, y al perro lo ech a la mierda. Despus vivamos en una casa vieja de una ta inmunda, pero ella apoyaba mucho a mi padre porque deca que trabajaba todo el da, que tenamos que aprender de l. Pero si llegaba en pedo qu mierda estaba aprendiendo yo? La vieja era un veneno, nos daba la leche sin azcar para no gastar, nos trataba mal cuando mi madre no estaba, no nos dejaba salir a la calle, tenamos que quedarnos quietos. Pasamos ah unos seis meses y despus fuimos a Pearol, a una casa grande, linda. Cuando nos abandon nos quedamos un tiempo sin l ah. Despus la vendi, se debe haber chupado toda la plata. Cuando l se fue me sent aliviado, mucho mejor, no lo extra para nada, nunca ms lo volv a ver. S lo fui a ver, era bruto:

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Jugs al ftbol? Vamos a jugar al ftbol? Hace un ao o dos que no lo veo. Nos cruzamos un par de veces, cay en casa de mi madre y mi padrastro estaba ah pero no dijo nada. Mi padrastro hizo su entrada al mudarnos para ac a las viviendas econmicas. Es un poco mejor que mi padre pero no gran cosa. A ella siempre la agarr un borracho. No poda decidir, verdad? con tres hijos, capaz que tena miedo de que nos faltara un padre. Ahora me pongo a pensar: necesitaba compaa, querra una pija, ser puta mam? No, no me la imagino ponindose una pija en la boca, nunca jams la vi cogiendo. A mi padre s la vi tocarla, siempre se pona baboso, idiota. Mi madre no quera, l le deca gansadas, ella aguantaba. Por ms que lo aprecies en pedo no lo bancs. Ella no toma. Un recuerdo lindo? Cuando viva en camino Carrasco fui de visita a lo de un guachito que era amigo, tena la misma edad que yo, cinco, seis. Entramos a jugar al cuarto y en el cuarto nos manoseamos todo. No creo que haya sido una tentacin gay, puta para el futuro, pero el guacho me quera coger, nos refregbamos. Fue una sola vez, en realidad yo ya no viva all y fuimos a ver a la vieja que nos haba alquilado la casa. El chico no era hijo de la duea, viva en el fondo. No me acuerdo si en aquel tiempo me gust o no, pero ahora pienso: por qu no me agarra otra vez? Debe tener veinte. Nunca ms lo vi, lo voy a buscar, en una de sas lo encuentro y me quiere refregar de nuevo. Me considero bastante femenino por el modo de moverme y cmo ando, soy un flaco esqueltico, entonces ms puto me hace todava. No me gusta aparentar ser gay; no soy re-macho, quiero serlo; si no, sos un puto cualquiera. Me siento como lo peor, no me gusta ser tan femenino, me mortifica bastante. Por dentro me siento bruto puto, me gusta el sexo con el hombre, coger y que me cojan, las dos cosas, qu asco. No pienso que alguien al que le guste coger y ser cogido tenga por necesidad que ser femenino; no pienso que soy femenino porque me haga coger ni nada de eso, sino por mi fsico en el sentido de que soy flaquito as, no tengo lomo, y por el

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modo de actuar y de caminar, acto femenino sin darme cuenta, por la manera de ser ma que no soy grosero, que no soy agresivo, que soy una persona buena!

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Cuando ves a alguien ms de una hora, corrs el riesgo de enamorarte. Es una frase para poner en el cine! Nunca me enamor de nadie, pero creo que a cada persona con quien estoy la quiero un poquito. Cada persona con quien estoy pienso que me puede herir. Por qu tengo ese trauma? Desde que empec a crecer me di cuenta de que el amor pasa shuttt!, as de rpido. No s por qu, porque si yo quisiera a alguien, aunque le arrancaran una pata, le sacaran un ojo, lo querra igual. No tengo ningn ejemplo, es todo teora. Mi perro. Conoc a una persona en la Ciudad Vieja y no quera enamorarme porque tena miedo de sufrir. Desde chico pens que es muy difcil poder ser feliz; capaz que por mi madre que vi que no era feliz en todo momento tengo miedo que me hieran. Viv con l en la Ciudad Vieja y vi que era puro paco, me quera slo para la cama; yo no lo quera slo para la cama. Yo quera amor, que me diera ms tiempo, que me diera importancia. Pero admito que si no soy gente con l, l no va a ser gente conmigo. Lo quera de cierta manera, quera que estuviera conmigo. l estaba pero yo no senta que estuviera. La cama y el amor estn muy separados. No s por qu sent eso con ste. Era bueno, sensible, tena sentimientos pero muy escondidos, ms que yo, creo; nunca se los pude descubrir. Yo tena un sentimiento pero vi que no me serva la persona, que me estaba embolando al pedo. Con el tipo con quien ms me embal fue ste; fue el que me afect primero. Ahora me s defender. Defenderse es saber lo que te va a venir. Otra cosa muy importante es poder aceptar que algo termin; es muy difcil. Antes me pona como un nene chico que dice: quiero

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esto y quiero esto otro, sufra y lloraba y me mataba. Separarme de l me cost pero aprend; con un par de golpes aprends. Aunque parezca que soy fro a veces veo gente y me gusta estar con esa gente, me siento bien y sin embargo ta: esa gente me dej. Odio estar presionando para que me sigan viendo, entonces agarro y no los llamo ms. Con ese tipo aprend muchas cosas; l era bueno pero no tan bueno, era malo pero tampoco tan malo. Yo estaba ah y l me daba poca bola. Me enrabi, decid terminar pero no quera resignarme a que haba terminado. A veces uno piensa: No, capaz que es un problema pasajero, buscs pretextos, pero se termin y se termin, ya fue. Me iba y pensaba: Nunca ms vuelvo y al tiempo volva. A l no le importaba, era un veteranillo, la misma edad que vos tena. Cuando alguien te fastidia ya le empezs a dar por la cabeza. l estaba fastidioso y fastidiado. Capaz que no quera que yo viviera ah porque coma mucho; pero soy econmico. Creo que a lo ltimo al loco lo empec a cansar, llegaba tarde y me retaba, todo le molestaba. Cuando quers a alguien, como te deca, cuando a una persona le sacan un ojo o le cortan una pata aprends a querer a esa persona en serio. Claro que a l no le haba pasado nada. Y yo le quera cortar las patas. Durante un tiempito si l no me deca: Vamos a salir yo no sala, me quedaba all incrustado; si me quedaba como una ostra ah l no me deca: Vamos a la esquina. No lo culpo porque estaba ocupado; pero pens: Lo pudro, l no quiere nada conmigo, me agarra para la joda. Entonces qu hice? Me pel para la mierda solo. Sala, chupaba, hablaba con gente y terminaba cogiendo. Ah se armaba el despelote y otra vez lo mismo: l se enteraba y me peleaba, me controlaba, hasta que no tuve ms paciencia. Despus recel de querer a alguien, pero estaba un poco ms seguro de lo que haca con la gente con quien me estaba acostando. Tuve un poco ms de confianza en m porque saba lo que no haba que hacer. Por un tiempo no me enganch con nadie ni le daba bola a nadie, slo tena sexo con la gente. No pods esquivar los golpes pero creo que hacen bien, aunque me parece que me faltan muchos

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golpes ms todava para aprender desde el punto de vista sentimental y como persona. Aprend con el loco se lo que era la vida: que no todos son tan buenos ni todos son tan malos, que no existen los amigos porque no hay una persona que te apoye cuando la necesits. Los que cre mis amigos no eran amigos; hay conocidos nada ms porque cuando te hacen falta te dejan tirado. Despus de un tiempo tuve slo sexo con la gente, y ahora tambin. [Para qu quers escuchar las boludeces que te diga un pendejo impertinente como yo? Ya estaban terminando. A pesar de lo cual aspiraba a continuar vindolo. Pero cmo? No poda encontrarlo con la misma inocencia de la etapa previa a las revelaciones, ni Julin, acostumbrado al pago, quedara conforme con una relacin desinteresada. Bajo qu formato pasar de la confesin al coito?] Aqu estamos otra vez, vivitos y culeando. Soy nuevito yo, el lunes tuve mi primera experiencia con un chino. Llam por telfono a un loco de las viviendas de Sayago; dijo que tena un negocio. Me acompas? As lo rematamos entre los dos. Dnde es? le pregunto. Tens que ir hasta la Ciudad Vieja, all hay una pensin. Un chino alquila una pieza para coger. Hoy tengo que salir con l, si quers venir todo bien. Mir que larga plata. Imagin que era un chino del mercado de ochenta mil aos, mugriento. Pero llego y veo al chinito: tena cuarenta y pico, de camisa y corbata, re-limpito, re-amable y chistoso: Necesitan algo, muchachos? Pens que iba a tener que hablar por seas, pero el chino hablaba todava mejor que yo. Mi amigo estuvo un rato con l chuponeando y despus dijo: Te presento a un conocido. Acarreamos un par de cervezas y empezamos a conversar. Y qu hacs, qu estudis? El chino todo me lo preguntaba a m. Yo: Nada, nada. Entonces propuso: Vamos a darnos una ducha juntos. Se duch l y mi amigo, y despus yo solo. Salimos y empez a chuponear y a refregarse con mi amigo, porque el chino es vuelta y vuelta, entonces chuch-chach, me empez a chupar la pija y me dijo: Entr. Le manose el culo, le chup la pija, el otro le chupaba los huevos, todo triqui-traca, inmundo. Me chupaba la cola, quera que mi amigo

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se tirara un pedo, le meta los dedos en el agujero y se los chupaba. Despus que vi eso no lo chupone ms. Le di unos besitos en el pescuezo, un besito aqu y un besito all: and a cagar. El chino me punte, pero no me dej coger porque era muy bruto, tena una pijita de mierda pero igual te parte al medio. Me hice todo el lindo, entonces me volvi a chupar la pija y despus me lo cog. Me quera chupar los pies, me quera meter el dedo en el culo, y: Hac esto y hac lo otro hasta que acabamos. l acab un rato despus, y nos pusimos a hablar. Otra vez quiso fiesta pero le dije que no. Sal de la ducha y me sent a ver cmo cogan ellos. Me cabece un poco la pija en la segunda vuelta, aunque tampoco era para andar pelendose por el chino. Un poco ms flaco que yo, pero tena ms carne en el culo. Un cuerpo extrao. La pija es larga y fina. Me dio ciento cincuenta pesos, ms las cervezas que tomamos. [Es el momento de concluir, pens aprensivo pero a la vez aliviado. Tengo que encontrar la fuerza para decrselo.] El pobre y el bichicome piensan en quedarse quietos, pero a m no me gusta quedarme en lo mismo. Sin embargo no me dan los huevos para luchar. Ella slo quera que no me diera cuenta de que soy un pobre diablo en la puta vida, siempre me cubri sin hacerme entender que haba nacido pobre y que tendra que luchar para poder comer, me lo escondi hasta los diez o doce que sal de bajo sus polleras. Pero mam se termina, no te da de comer, no te da nada. Me gustara engaarme con que todava falta mucho, pero tens que poner los huevos ya. Tengo miedo a luchar y quedarme en el mismo pozo como le pas a mi madre, miedo a sacrificarme al pedo. No lucho en absoluto, paso el momento: pim, pam, pum! Sobrevivo, pero no hacer nada te desgasta, te hacs mala sangre. Llegu a la secundaria de puro culo, y algo artstico nunca se me ocurri; me gusta ver algn dibujo raro estratosfrico en una revista y me imagino cualquier cosa. No me gusta leer, nunca llegu a leer un libro entero. Si encontrara algo que correspondiese a mi mente: joda, coginche, orga, merca leera un libro de ocho mil pginas y me divertira, cada vez querra saber ms y ms y ms, pero si no

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me pudro. Si sos un nene pulcro querrs saber acerca de la vida de San Puta o te interesar leer sobre la vida de Pern. Coga o no coga con Eva? No tens un libro sobre Pern? No puedo pasar de nada a presidente. Sera divino meterme en un juego para sacar alguna ventaja pero no es tanto miedo a perder como a salir mal parado. El que se tiene que salvar el pescuezo es uno. Aunque por tener el pescuecito sano trancs la felicidad capaz, te trancs vos en tanto no pods superarte. Estoy ms cerca de mi propio sentimiento cuando me encuentro solo, separado de todo, pensando de verdad en lo qu es mi vida. Por eso me encanta ir a la Rambla. No me gustara vivir en Pocitos para hacerme el puto fino, no voy a la Rambla del parque Rod porque hay mucho malandro, te sents en la arena y viene uno y te mete un chumbo y te sacan hecho pulpa. Pero a veces camino desde Pocitos hasta el Buceo, me gusta estar solo, no s si lo has hecho, sin fumar nada a veces o fumando algo nunca lo has hecho? Estar solo caminando en la arena y ser vos mismo y slo vos y pensar qu mierda sos vos en este mundo y qu mierda es el mundo. Me da angustia; puede ser que una cierta felicidad. Cuando pienso en qu estoy haciendo siempre estoy solo en un lugar solo, en la arena frente al mar. Me renueva. Pienso que sos uno de los tantos macaquitos que hay arriba de la tierra conjeturando qu es la vida? Sos vos sobreviviendo, vos en muchas cosas, pasa algo y te matan, algo muy comn, aparece una peste y mata a todos los perros. Qu es la vida? Cruzs por la calle y viene un camin, te atropell y te moriste como un perro, y vos te estabas quemando la cabeza haca cinco aos porque tenas un crdito, porque tu mujer se haba quedado embarazada y necesitaba un aborto, o porque no sos feliz con tu madre o no sos feliz con tu padre. Todo eso pensaste durante aos y al fin cruzaste la calle una vez y te pas un auto por arriba. Qu es la vida? Gente que tiene mucho, gente que no tiene nada, gente que tiene de comer, gente que tiene que revolver los tachos de basura para darles de comer a los hijos, gente que vive en un apartamento propio, que es igual a los que estn en un rancho de

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lata y a otros que estn en Canad, en Brasil. Por desgracia hay algo que cambia mucho la vida que son unos billetes. Vos, con esos billetes, si quers pods tener carne para dar a tu hijo al que quers mucho. Hay sentimientos ah. Y a veces no tens eso y ests en un rancho de lata chupando fro muerto de hambre, y otras personas tienen ese papel as cuadrado y estn en un apartamento comiendo tranquilos no? Si te pons a pensar en la vida, es algo muy distinto para cada cual. Qu es la vida? La joda? Yo he jodido mucho, me gusta joder porque a veces todo me importa un pedo. Te digo: no voy a chupar una pija, no me voy a meter una pija en el culo si s que tiene sida, pero tampoco me persigo, no me persigo pensando si hoy o maana me va a pasar un auto por arriba. No me persigo pensando si viene un negro y me pega un tiro en la cabeza para robarme los championes, no me persigo por nada, no voy a andar paranoico pensando que me puedo morir, no: Viv la vida. Si te mors te moriste y si viviste viviste. Pido a Dios todos los das que si me pasa algo me mande para un lado o para otro, que no me deje en el medio. La joda es algo en mi vida que me tranquiliza. No invent otra cosa. Slo la joda. Me siento bien s, pero no le saco provecho. No s si me alcanza o me sobra pero estoy bien. Uno a veces se rompe el pescuezo por cien pesos. Qu son cien pesos? Un papel cuadrado. Qu pods hacer con eso? Comprar un gramo. Qu es un gramo? Algo que digers y est todo divino y cosas as. Te pons a pensar y es una estupidez la vida. Qu sos vos ac? Dicen que el amor es el nico valor de la vida. Pero hay amores y amores. Hay amores de hijo, que estn bien. Hay amores de gente que es amor de un ao, dos y chau quin te conoce. Te deja recuerdos buenos y malos. La joda es algo que te hace sentir bien en el momento. El amor es un recuerdo bueno que ... Hay gente que no puede estar bien. Son momentos, es la vida tuya, cosas de cada persona. Todo est en la bola de grasa ac dentro de una cosa de hueso, esa bola de grasa funciona ocho mil millones de veces por segundo y si a esa cosa vos la tens bien un loco se siente bien estando encerrado capaz, se siente bien comiendo mierda, todo el da mascando yerba de un tacho de basura. En

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cambio otra gente tiene de comer, tiene de todo, pero est mal ac en la bola que no s si es de grasa o qu, est mal y se siente mal. Una persona mal de la cabeza de un da para otro puede sacarle la vida a alguien que proyecta once mil cosas en un ao y en diez aos y en veinte y cuando sea abuelo. Tiene veinte y proyecta muchas cosas, pero si lo agarra una persona mal de la cabeza le puede quitar todos esos sueos. Te vas a poner a pensar? De qu te vas a arrepentir? De cosas que hiciste? No pods arrepentirte de nada, ya las hiciste. Yo hice mal a mucha gente que rob, aunque algunos dicen que les rob y es mentira. Cogiste o no cogiste, chupaste, te sentaste o no te sentaste, todo eso lo penss y es la vida. Qu es la vida? Mors como un perro despus. Lo que importa es sobrevivir en esta cosa que no s qu es, que le llaman tierra. Tengo quince minutos para sentarme en la playa y me siento bien. Hay gente que vive encerrada en una mquina que tiene cuatro ruedas y trabaja todo el da para comer, hay gente que est encerrada porque quiere ah, o en una oficina entre cuatro paredes para tener ms y ms y ms, sin poder vivir un momento lindo a veces. Yo tengo eso en la cabeza: para qu trabajar da y noche? Son cosas estpidas de la vida. No digo que sea estpido que ests quince minutos, media hora, diez horas tomando sol. Ni me parece estpido que una persona est veinte horas trabajando, porque capaz que algn provecho le saca. Hay gente que camina, hay otra que anda en auto. Por qu anda en auto? Porque trabaj veinte horas capaz. Son cosas. Qu sida? Te mors como una mosca, te mors como sea.

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TERCERA PARTE

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Bajo una fuerza compulsiva se levant de la cama antes de que sonara la hora; unci el sayo a su cuerpo con varios pulveres; se dirigi al bar de Coln. Lleg demasiado temprano. Camin en sncopa de aqu para all, resbalando algunas veces, hasta que despus de un largo peregrinaje volvi a la plaza. Tantas veces con espeluzne, posea en ese instante, brevemente, el poder de aterrar. La deposicin haba terminado. Julin no se daba cuenta. Haba terminado, terminaba ahora. Ya terminamos. Tomado por sorpresa, el guacho beba su destino de labios del otro. Contrajo las facciones, acus el golpe, que lo vulneraba. Los ojos mostraron susto, confusin, pena. Las entrevistas, aun para alguien tan voluble como l, se haban transformado en hbito; eran un factor de su rutina y de su ingreso. Movido por el propsito de no damnificarlo un segundo ms, de no dejarlo caer en el vaco, Toms tendi enseguida una red de trapecista. Lamentara mucho, dijo, que una amistad como la que mantenan quedara trunca, o sufriera menoscabo, debido a un manejo poco hbil de ese delicado trnsito. Te agradezco de veras que hayas colaborado conmigo. Gracias no slo por tu buena disposicin; sino, adems, porque cumpliste de un modo ntegro. No olvidar, por el resto de mi vida, el favor que me hiciste. Y agreg: Se me ocurre que podramos continuar vindonos, aunque de diferente modo. Vos me atras. Qu tal si salimos cada tanto y yo te pago como cualquiera? No, no me pagues; para que no haya distancia entre nosotros.

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Se haba dejado llevar por un impulso autntico de generosidad, o manipulaba, como era su costumbre, las emociones del entrevistador? Tal vez las dos cosas, siempre mezcladas en su alma turbia. De algo estaba seguro: la frase no poda ser tomada al pie de la letra. No, de ningn modo. Como quieras; a m s me gustara seguirte viendo. Prefiero coger con vos antes que con el chino. Por qu tena siquiera que compararlo con el chino? Entonces podremos vernos, como antes, a la noche, en vez de a media tarde? S, pero slo despus de las doce. Todava no te cont. Te explico. Me otorgaron un permiso de matrcula en el liceo nocturno. Ahora, segn el nuevo horario desde hace dos semanas mis clases terminan a medianoche. Entre el abandono de las clases y el reinicio en el nuevo horario haban pasado dos meses. El nivel de exigencia en la noche era menor ya que estaba concebido para trabajadores diurnos. Con todo, el mequetrefe haba perdido demasiado tiempo esperando los resultados burocrticos de su gestin de transferencia. Nunca se haba aplicado; ahora tendra que hacer un doble esfuerzo para ponerse al da con las materias. Era poco probable. Sin embargo, cunto encanto de fresco fingimiento contena la novedad de un corregido que cambiaba el nomadismo por la institucin. Se citaron a la medianoche en un cruce cerca del liceo. El estudiante apareci sin tiles ni libros. Me los guarda una condiscpula acot sospechosamente. El pelo, bajo el alumbrado, semejaba brillantes canutillos de azabache. Apenas terminaba de poner las nalgas en el asiento cuando solicit: Me pregunto si podemos pasar por una casa en las inmediaciones. Para qu? Un loco me entreg una tarjeta con una direccin. Quiero comprobar si realmente vive ah. Otro manejo, otra intriga; considerando que era la primera vez que se encontraban para hacer el amor despus de varios meses, satisfacerlo estaba por debajo de su dignidad. En absoluto, en absoluto.

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Era la vspera de un feriado. Pubs y discotecas abran como si se tratase de un fin de semana. El liceal insinu que visitaran una disco; enseguida se arrepinti. Mejor no vayamos; me pudren las locas. Toms habra preferido llevarlo directamente a un hotel; pero no quera demostrar apuro, no quera empujar al pjaro demasiado rpido adentro del trampero. Al contrario. De hecho lo celaba menos que antes; se senta relativamente tranquilo. Tena los documentos que necesitaba. Acostarse con l era contingente. Entonces bajaron a La Pirmide. Juli se enzarz enseguida con quienes haba combinado por telfono para encontrar en ese sitio: el ubicuo Carlos y un alto, de acento madrileo, que lo acompaaba. Esos dos junto con l se metieron en el sanitario para castigarse con merca. El bracito apoyado en el mostrador, Toms no caba en s; no rivalizaba con los amigotes; haba venido para complacerse bajo el resplandor sobrio de estos focos que lo acariciaban. Guyunusa surga del retrete cada poco rato para pedir otro whiskola que tomaba casi de bebido. Enseguida volva a su retiro a complotar con mpetu inexorable. Toms entr en cierto momento al mingitorio para cambiar aguas; el indio estaba contando algn chiste; al verlo se par en seco; para llenar el vaco de la conversacin sus adlteres forzaron temas inocuos, pero no conseguan encender el dilogo; entonces, como dentro de una gruta marina, slo se oan los gorgoritos de la cisterna. Toms estaba mucho menos irritable; de hecho, nadaba en un mar de quietud. Por qu? Posea la informacin. Eso era todo. Sin temor a equivocarse supuso que los nuevos secretos mascullados en el retrete eran apenas variantes del material ya escaneado y no aspiraba a ms. Aceptaba sus lmites; sa era la fuente de su alivio. No tuvo que volver a la letrina. Pasado algn tiempo, los adlteres emergieron con un pedido urgente: Por favor no le des ms de tomar, resbal y se cay; se le traba la lengua, va a perder el conocimiento, podras hacerte cargo de l?

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El pitorro se encontraba extendido en el suelo cuan largo era; los camaradas intentaban remediarlo, sentndolo y apoyando su espalda contra la pared de baldosas, pero enseguida resbalaba de nuevo hacia un costado y hunda el hocico entre los charcos de orina del piso. Por fin lo levantaron entre todos, subieron la escalera hacia la calle y lo ubicaron en el auto. Al caer en el asiento pareci despertar, sesg un momento los ojos vidriosos hacia Toms. ste no deseaba de ningn modo afirmar que las maneras del borracho fuesen las mejores que podan existir. Ce contretemps, sin embargo, no signific en absoluto el fin de la velada para ninguno de los dos. Todo lo contrario. Recin ahora el chofer actuaba con arbitrio. Poda tirarlo al agua desde el muy cercano muelle de la escollera, como el propio Julio haba profetizado que l hara. Lo llev en cambio al hotel De Ultramar, a doscientos metros de la costa. Al extraerlo de la cabina, el cuerpo resbal como una aceitosa trucha y se dio de cabeza contra el pavimento. Hlas! Estaba herido? No. Los borrachos tienen huesos de gelatina, nunca se hacen dao al golpearse. Los ojos, en cambio, se entreabrieron, como si la concusin lo hubiese sobresaltado. Qued panza arriba, su billetera resbal del bolsillo a la calzada. Toms la recogi y la escondi bajo el asiento. Emparej el cuerpo inerte sobre su hombro y lo acerc a la puerta del hotel. Los atendi un calvo achinado de bigote teido. Al comprobar que Julieta desfalleca raptada, drogada? frunci el entrecejo: Vyanse. No hay vacantes. Toms mir el cielo azul oscuro, una cinta de estrellas. Estaba all arriba escrita, en cdigo de guios y chisporroteos, la historia de Julin? S, estaba escrita. Tena la impresin de una extrema miseria; a la vez un curioso aliento de paz y reconciliacin. No exista ya nada que pretendiese o desease, sino que permaneca por as decirlo neutral. El lobby de la siguiente posada se ubicaba en el remate de una altsima escalera y el edificio no contaba con ascensor. A riesgo de rodar abajo con su presa, arremeti al piano nobile sosteniendo, le

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pareci, el peso incomportable del mundo entero. Arriba un viejo viejsimo, al verlos avanzar como la figura doble de Atlas y la tierra, intimidado pero corts, extendi una llave sin hacer preguntas. La habitacin que le asignaron se encontraba por suerte en el mismo piso, al doblar la esquina del corredor. Ubic el fardel sobre el camastro. Poda creerse tanta felicidad? A qu podra atribuirse? Ella estaba de nuevo all a sus pies! Con perseverancia, con ejemplar, inagotable paciencia haba esperado lo que pareca una eternidad. Tanta tristeza como la del ltimo coito en La Cumbre se converta ahora en hipogeo radiante? Una bombilla central, desnuda, oscilaba sobre la cama. No se molest en apagarla, ni en encender la veladora tenue de la mesa de luz. Qu va! El mismo bulbo central de los bombardeos sobre Guernika iluminaba la carnicera. De un sobresalto slo perceptible para s mismo pens que era el tonto ms grande de la creacin, el ms inexplicable y absurdo: por unos pocos minutos no pudo ver nada ante s; cuando consigui recuperar la vista descubri que el agnico se encontraba todava sobre la cama boca abajo y cola arriba servicial. Sera ms que fcil ahogar su pesada respiracin con una almohada. No haba tiempo que perder. Empez por quitarle los botines amarillos, flamantes, pagados con el dinero de otro benefactor, desliz hacia los pies los jeans justos de una tela verde veraniega, le pas la camiseta por encima de la cholla. Bajo la piel de seda tirante palp los msculos de los omplatos. Apart las negras chuzas rebatidas, expuso su nacimiento desde la nuca. Fueron los primeros efectos abrumadores de la sorpresa, pero todava no haba terminado con l. Senta agitacin, dolor, una mezcla de deleite y angustia, no poda considerarse ni fro ni amistoso, sino simplemente confuso. Aplic sobre la espalda la bomba de succin de los labios. Das y noches en Siberia. Pegaba el odo auscultando el regurgite. Un lobito en la taiga: eso quera ser. Dese que todo estuviera quieto, pero l mismo era el principio de los cambios; acampaba sobre esa espalda como si fuera un trnsito enemigo a ser liquidado al amanecer. En una pelcula acelerada, atropellada, sin darse cuenta, convulso l tambin haba bebido no paraba de eyacular, la friccin engendraba vislumbres, piedras pardas levantadas por el vstago sucio cuyo

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empuje las descascaraba; glbulos de tintalaja descubiertos por su ojo pineal en el extremo de esa caa clavada en lo profundo; un ojo con luz propia que le serva de linterna. Qu vea? Los chisguetes ensanchaban la cavidad copada, era la surgente. Despert sobre la misma espalda, bajo la misma luz atroz. Se haba dormido? Nunca le haba pasado, salvo una vez, de gur, al raspar la ingle contra la montura del caballo: el prepucio se le haba inflado, pareca, como una vulva, un pezglobo, el buche de una iguana, una vejiga luminosa. Pero hoy, an con el apndice daado, inici una nueva acometida. Para entonces, por borracha que estuviese, Julieta ya haba recuperado cierta capacidad de reaccin y rechazaba entredormido los remezones. En el auto, a la maana siguiente, encontr la billetera de su compaero, que l haba escondido bajo el asiento. Aparte de la cdula de identidad, contena dos papelillos, cada uno con un nombre y una direccin. Pens que eran las personas que deban ser avisadas en caso de accidente, pero le irrit no reconocer los nombres; Julin siempre lo superaba. Sin pensarlo dos veces los guard en el propio bolsillo, reingres al hospedaje, restituy la cartera a los pantalones del dueo que dorma, dej un billete doblado en su bolsillo, la mitad por cierto de lo que se propona darle, ya que los tragos y el precio del hotel se haban llevado casi todos sus recursos. En algn momento Toms haba consultado a Zez, un pai de santo, que le haba aconsejado baarse en cerveza y ptalos de clavel para quedar limpio de toda influencia nociva. En ningn caso, subray, deba devolver mal por mal, porque quedara prisionero de un circuito que tarde o temprano lo perjudicara. Ahora lo encontr por casualidad en una disco; el pai conversaba junto a la pista con dos desconocidos. Lo salud y fue presentado a ellos. Reconoci a uno, por haberlo visto en otro local supuestamente hetero, aunque, en mayor o menor medida, todos hoy en da eran mezclados. Llevaba entonces, igual que ahora, colgando sobre el pecho, un dije de plata en forma de corazn. Record haber sido atrado por el corazn, sin atreverse a abordarlo.

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Zez fue al retrete; l aprovech para intimar con los garzones; tena, por fin, servido en bandeja al zagalejo de la joya. Enfebrecido por la pltica, descuid reconocer con una frase de bienvenida la vuelta de Zez; el pai se sinti excluido, sin que le faltara razn; pens tal vez que Toms ambicionaba quedarse con ambos muchachos; antes de que pudiese hacer algo por retenerlo, Zez ya se haba escabullido hacia el bar. Imagin que volvera, pero no fue as. Despus de esperarlo un rato sali tras l con el propsito de excusarse, pero por desgracia ya se haba marchado. Al tiempo se enter de que Zez haba sufrido un accidente; un coche atropell la moto que conduca; al caer se quebr las piernas y varias costillas; esa noticia aument su sentimiento de culpa por la indelicadeza de aquella noche. En lugar del pai, encontr junto a la mesa de pool a un viejo conocido: Pierre. Ya estaban cerrando; le present a los chicos e invit a todos a su apartamento que, a causa de tareas de pintura, se encontraba en el mayor desorden. Corazn de Plata se sent sobre el rollo de una alfombra. Desde all presida; sacando las peores conclusiones a partir de cualquier dato que admitiesen los dems acerca de s mismos. Era su modo de colocarse en una posicin temida e inviolable. Labios anchos, cejas enmaraadas, el alma de ragazzo-ragazza asomaba a sus ojos con una crueldad feminoide, un humor malvolo, con que sibilaba sus eses sensuales de marica. Tortuoso, negador, era una mquina de seducir. Pretenda ser un hetero a quien atraen los travestis. A esa altura Toms ya haba desarrollado anticuerpos contra tales aparatos; ms que encerrarse en una puja, prefiri parlamentar sin inters de convencer. El hedonismo adujo ha sido siempre la filosofa de los que carecen de pensamiento. La educacin cristiana convierte lo que era indiferente en delito notorio y el apego a lo sensible es comprometido por una culpa. Porque en la lujuria se ha instalado lo prohibido, un anacoreta se apasiona hasta desfallecer a la vista de un novillo pastando, que es tambin el placer de negar y de causar dolor. Pero el imperativo categrico, el disfrute de ser libre, al contrario, acepta sufrir como una opcin; sufre optando por el gozo.

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Del otro lado de la lnea Julin se mostr arisco: Gracias por la guita espet, dando a entender que la cantidad no haba sido suficiente. Perdoname. No fue mi intencin dejarte con tan poca plata, pero despus de pagar los diez whiskolas que consumiste en la cantina, no qued gran cosa. Lleg una risa en sordina, significando: touch, you have a point there. No me gust que rapiaras los papeles que tena en la billetera. En cuanto a la billetera, si es que algo falta, aclaro que se abri cuando vos te caste detalle que por supuesto no recordars ; sus contenidos se desparramaron por la calzada. Recog lo que encontr. Si algo falta, decmelo; o bien se perdi donde rodaste, o bien estar en el piso del cachilo Faltan dos tarjetas con dos nombres y otros datos. Si te parece, me fijo ahora. El auto est parado enfrente. Te vuelvo a llamar en cinco minutos. Como si ensayara los movimientos de una obra de teatro, fue hasta donde supo que no iba a encontrar nada. Ese ajetreo lo calm. Despus de marcar un plazo verosmil de busca, tom de la repisa de la chimenea uno de los papelitos: Encontr una tarjeta que dice: Gustavo Papen. Qu ms? Con ese juego, Julin se dio por vencido. Mi madre me entrega plata para que pague las cuentas de la luz, del agua; despus me pregunta incrdula si las pagu. No me tiene confianza; me conoce. Con un toque de ordinariez, como una leve hinchazn, levantaba un poco el labio superior. Pero Toms ya no quera saber ningn secreto. Al contrario, ahora le repelan. Lo mejor que me puede pasar es que me arresten. As tengo la vida resuelta: cuarto, comida y todo el machaje. En la cama se neg a quitarse la camisa y el slip. Es un jueguito noms.

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La sabidura prostibularia de Julieta lo hera, siempre lo hera, aunque lo excitase; porque l haba buscado un plus sentimental, el perfume estrujado de la entrega. Se sent sobre su escroto; se movi de un modo tan diestro que l no pudo contenerse y culmin en un minuto; enseguida recuper la dureza; pero esta vez ella no consinti en que se la metiera de nuevo: Me duele. Siempre lo dejaba as. Como la serpiente enroscada a un palo que en el desierto combata la peste, Toms mantena enhiesta la banderilla de ese taxi. Se vean una vez por semana. Mal que bien, con protestillas, el tunante se acomodaba al formato, se mantena en caja. Una madrugada, al salir de un bar, un camarero retace el cambio adrede, para engrupir a los achispados. Con entonacin perentoria si bien estrambtica a causa del trabado de la lengua Julito le reclam el dinero. Haba observado con lucidez extrema los detalles de la transaccin. No es cierto que deje de estar claro de mente cuando estoy borracho; al contrario, lo veo todo mejor, mismo as cuando no pueda dar ni dos pasos, y tengan que sostenerme por tarumba; igual me doy cuenta de todo. De una ventana con una orla de pegotes un gallego anunci que no haba vacantes. No obsta: Juvencia bata palmas, mostrando su fibra de jinetera terraja, fuera de control, en pleno entusiasmo de su relajo, en abierto desafo a la orden que los despeda. Poco despus, en el hotel siguiente, la cara tom un cariz cada vez ms muerto y amarillento, los ojos revelaron cansancio. Pareca un pichn sin emplumar. Al sentarse en la cama a medio desvestir, el haz de la veladora le dio un aura de momia indgena conservada en hielo. sa fue la noche que Toms tuvo desempeo ms competente. Encontraba al marichico disponible, sin ganas, pero tampoco sin maas. Confundi la lasitud con la dulzura. No debera, se dijo, ser ms astuto que la otra mitad. Ni ms desconfiado de lo que en realidad era. Eran las siete, la hora de volver a la casa para abrir a los pintores que renovaban el apartamento. Lo mir un rato dormir, en una especie de vigilancia, y despus lo despert:

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Me voy pero puedo volver a la una. No, no vuelvas. Yo salgo pronto; y tendras que pagar dos das de hotel, en vez de uno. Llam recin a la semana. Te acords de la ltima vez que nos encontramos? No me senta bien. A la noche siguiente segu dndole a la matraca. Me qued afnico; entonces me vino fiebre. Lo oa jadear como si tuviese un grillo en la glotis. Tres das despus agreg un nuevo toque al quebranto. Es hepatitis. Uno de mis sobrinos que vive conmigo, ya sabs se enferm y me contagi. Toms record, s, recordaba, el sueo de meses antes en La Cumbre. Un pronstico. Julin apareca arrodillado sobre una camilla. El foco del consultorio iluminaba su panza prominente. El mdico palpaba esa piel extraa, alimonada, ocre. Qu contena esa vasija? Una criatura? Is she pregnant? No. Ahora se confirmaba el diagnstico tcito. La primera reaccin que tuvo fue: No puedo vivir separado de l! Pero enseguida le vino a la mente el costado positivo de la enfermedad. No andara, al menos, por calles y por plazas busconeando al pasitrote. Y quin sabe? La conciencia de su fragilidad lo llevara tal vez a arrepentirse y a cambiar de vida. Me sacrificar como Florence Nightingale. El enfermito necesita ayuda! Se imagin llegando con los bolsillos llenos de caramelos a su casa seran perjudiciales para el hgado? la fruta no le caera mal, un montn de libros para instruccin y solaz del pequeuelo; era la ocasin de colarse y conocer a la familia. Mas cunto me engaaba! ay, cun diferente era, y cun de otra manera lo que en su falso pecho se esconda! Se enfrent a una gran desilusin. Bajo ningn pretexto subray con tono de gnster el heptico, dentro de los lmites de chocarrera admitidos por su menoscabo podra aparecerse en su domicilio. En cuanto a los libros, ni siquiera te molestes en mandarlos. Yo, sencillamente, no leo. Tampoco quiero que me llames, molesta-

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rs a mi madre, que es la nica que atiende, yo no puedo moverme. Si se me ocurre, y si tengo energa, te llamar yo. La reserva hostil del apestado lo enfureci. La hepatitis es una consecuencia de tantos dislates incurridos, ojal le sirva de escarmiento. Reanud sus misivas por telefona inalmbrica, el llamado control mental; buscaba inducir en el desagradecido un sano arrepentimiento, un decidido adis al pasado; no que se volviera anacoreta, eso no convena a su propsito, pero s que se trocara en un concubino fiel. Le serva de consuelo pensar que Julin quien jams haba sido un concubino fiel estaba demasiado agotado para hablar por telfono y por eso lo llamaba slo una vez cada siete das. Pero tampoco le fue posible mantener esa ilusin. Tropez en La Pirmide con los dos amigos del aquejado: Carlos, de calzas justas, botones exteriores de cromo en la bragueta, se crea el colmo del atractivo; no se dign saludar; mientras el alto madrileo que lo acompaaba se mostr acogedor. Sabs que Juli est enfermo? Claro que lo s respondi Aldonza La Mancha. Hablo por telfono con l todos los das. Todos los das. A l no lo llamaba casi nunca apenas una vez por semana y cotorreaba con el compinche a cada hora! Cuarentallegu a cuarenta de fiebre. Se oa agradable, rindose a costa de la enfermedad. Y entonces: Me tienen que hacer unas punciones y un nuevo examen. Puedo llevarte al laboratorio. No, gracias. Ya arregl con mi madre. Vamos en taxi. Necesits alguna cosa? No... Aunque la verdad s. Mir, ojo!: tens la libertad de negarte. Pero necesito plata para el test. Podras mandarme algo? Aprovech que se acercaba el cumpleaos para mandarle una cajita de metal esmaltado (otra cajita!) con un billete que cubra los

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supuestos gastos del examen. Y el mismo da del aniversario, cerca del fin de la tarde, se dej or la voz aceitada del mancebo: Gracias. Qu vas a hacer hoy de noche? Por qu le pregunt eso, de repente? Voy a una fiesta de cumpleaos. Cumpleaos de quin? obviamente, Julin no esperaba esa noticia: era su fecha. De un conocido. Organiza una reunin privada en La Pirmide. Aficionado al reviente ms que ninguno, el heptico se vea obligado a pasar su onomstico entre frazadas. Cuando por un designio coincidente, no menos fortuito, Dumas el modisto haba invitado a Toms a la fiesta de un mdico entendido en strippers, para quien la celebracin estaba asociada al relajo. Desencantado con Jos de un tiempo a esta parte, Dumas usaba a Toms como pao de lgrimas. Hasta hace poco un dechado de virtudes, el semisordo haba pasado a ser un nido de serpientes. A cada reunin que yo lo llevaba, se encerraba en el bao y pasaba all cogiendo con cada uno de los invitados, incluido el dueo de casa. El bochorno fue tan grande porque eran mis amigos. Y coga hasta por las orejas. No las usa para or. Desde mi vuelta de Bolivia yo viva en una pensin. Alquil un apartamento para compartirlo con l. Al fin y al cabo, me dej penetrarlo una vez sola. Te das cuenta? Y a la maana siguiente estaba hecho un erizo. Eso es homofobia o qu? Le aguantaba la vela; lo comprenda demasiado bien. Ya entonados, vieron llegar a los artistas que tomaran parte en el show, a los que Aldo, el mdico swinger, contrataba por chirolas, porque, siendo mayormente strippers, con tal de lucirse ante los invitados actuaban por la propaganda. Pero atencin! Aqu llega un flaco en gabardina y gacho. Qued patitieso. En principio no le atraan los strippers hinchados de esteroides, la comidilla del viejero. Pero ste... era otra cosa. Un impermeable verde con las solapas altas, ojos de almendra, rulos impregnados de gel contra la nuca, boca de sapo, pas en direccin al altillo que serva de camarn.

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No se consideraba experto en sueos; casi siempre se olvidaba de todo al despertar; pero a veces recordaba algn detalle de un sueo por reencontrarlo en la vigilia, al da siguiente. Tambin haba olvidado el sueo de esa maana. Se acord al ver pasar al tipo del impermeable. l entraba a un cuarto donde se alzaban dos mesas de arquitecto carcomidas y en desuso. Levant la tapa de una, que se haba curvado por la humedad. Las correas que sostenan la tapa estaban resecas, agrietadas y a punto de partirse. En la caja del pupitre pululaba una colonia de termitas; las obreras alarmadas transportaban rpido, para esconderlas, las larvas blancuzcas hacia los bordes. Una tercera clase de individuos, de aspecto amenazador, dotados de cuatro alas, ojos saltones, cabeza de gelatina translcida de renacuajo, se posicionaban en cruz diagonal sobre el tablero, en formacin de combate. Eran los guerreros. El flaco del impermeable se pareca a uno de esos guerreros de la colonia. Las mesas de arquitecto iban acompaadas en el sueo, lo recordaba bien, por dos correspondientes banquetas; las mismas donde Dumas y l se sentaban ahora, frente a la barra del mostrador. Se preguntarn qu han estado vichando por tanto tiempo: son los actores de mi espectculo dijo Aldo. Ya nos dimos cuenta. Quisieras por favor es tu especialidad como modisto ayudarlos a vestirse? Tendrs que retocar algn jopo, atar algn moo, retirar un bigud. Acompa a Dumas hasta el diminuto vestidor situado encima del escenario, donde los jvenes se preparaban. Chocaban, al transformarse, unos contra otros. Ciertos devenan lobas bajo pieles de marta; otros recios cowboys. Dumas sujetaba clemtides en los rodetes, ensartaba paoletas en los bolsillos traseros de los cowboys, compona una semitica policroma de preferencias y variedades. dem, el flaco de la gabardina se transformaba a todas luces, segn el maquillaje facial, en Michael Jackson. Slo que su ropa no imitaba ningn atuendo particular del divo. Se puso calzas rojas con una banda longitudinal de galn de oro que alcanzaban slo

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hasta la rodilla y caan encima de blancas y tupidas medias de crochet calado; usaba cordoncillos de strass sobre alpargatas rojas; ajust al talle una faja dorada; visti una chaquetilla roja recamada de oro; se cal una boina vasca, tambin roja. Al llegar su turno baj por la escalera de caracol tan rpido como un mono. Toms fue tras l y atropell a ms de uno para observar la performance desde bambalinas. Michael hizo una breve reverencia; anunci que bailara la Danza del Diablo. Irgui el cuerpo. Lo mantuvo un segundo inmvil, los brazos rgidos, un poco separados a los costados. Al son de la chirula y el tamboril, que tocaban dos negros, se desliz primero hacia la parte delantera del podio. Retrocedi enseguida con un pas battu. Se adelant otra vez, ejecutando el paso ms difcil, el entrechat. Entrechat quatre, primero; cruzando, descruzando, volviendo a cruzar las piernas en el aire; entrechat huit, despus; y finalmente el entrechat douze. Su tenso y espigado tronco se disparaba a ms de medio metro de altura. Holgaba suspendido en el aire mientras los pies inverosmiles se cruzaban hasta dos y tres veces por salto. Toms qued lelo, ya que el entrechat douze es un paso rara vez logrado, incluso por los ms atlticos bailarines. An no se haba repuesto de su asombro cuando el Diablo ejecut la variacin final, el entrechat en cabriolet. Pareca un macaco jugando con un cuchillo. A todo esto Dumas se haba tirado cuan largo era sobre una sbana dispuesta sobre el escenario, fumando un cigarrillo. Entonces el Diablo cumpli su cometido de llevarse el cadver, bien vivo, de Dumas, que jugaba el rol de pecador. Despus de la estremecedora danza realiz otros pasos con msica de Michael Jackson y terminado el nmero, en el altillo, frente al espejo, mientras se aplicaba crema desmaquillante, murmur para s: Listo el pollo. Comparado con los machorros que campeaban por el billar, con los travestis de estuco, Michael Jackson concretaba una estimulante alternativa. No obstante la estupidez de las reuniones privadas, en tal estado de estancamiento, enfermo por no saber del enfermo, e imaginndose ms fuerte, porque su fuerza no era puesta a prueba, sinti impaciencia por conocerlo. Lo que ms lo intrig, en todo su

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derroche de atencin y cautela, fue haber perdido la oportunidad de hablarle. Esa dicha oportunidad resurgi a los pocos das. Dumas lo llev a casa de Aldo, que le mostr las fotos de la fiesta. El mdico se jactaba de haber probado personalmente a cada participante del espectculo. Toms le pregunt acerca del mulo de Michael. De todo ese tropel de engendros es el ms completito. Se llama Lucas. Los padres estn separados. Vive con el pap en el Cerro pero los domingos visita a la mam no s si en la sacrista de una iglesia su abuelo es, creo, sacristn o en un convento. Si te interesa telefonearle a la parroquia, o a la abada, donde l se encuentra con su familia los domingos, podras decirle por ejemplo: Te vi bailar en el show de Aldo, me gustara que hicieras de Michael en el cumpleaos de mi hermana. Se destacaba en el bulevar, a contraluz de los faros. A una sea suya el espinazo mgico surgi al costado de la camioneta. Llevaba pantalones oscuros plisados con alforzas, camisa formal blanca, corbata negra angosta como una cola de renacuajo, del tipo que hace tiempo usaban los petiteros, versin local de los mods. A travs de la avenida, bajo las luces, posaban algunos travestis. El cielo, tras un tul fino de ala de insecto, trasparentaba el ltimo resplandor rosa hacia la zona del Cerro. Ese aroma de colonia salvaje de Lucas se mezcl a los olores de las plantas del camelln central y de los laterales. Dejaron atrs el edificio de la Presidencia, se encaminaron por el desvo, con sus parapetos, su csped central, sus aceras, sus lneas divisorias ahora interrumpidas, pintadas de blanco; sus plazuelas de emergencia, sus puentes colgantes sobre decrpitos canales de barro. Mi abuelo es catlico fervoroso. Reza el rosario en voz alta todas las tardes con la familia. Tengo dos tas monjas, una en Chile y otra en Brasil. Pero si algo me gusta es parecerme a Michael Jackson. Pertenezco a un club de fans. Nos reunimos para publicar un fanzine loco con fotos de Michael, noticias, notas que escribimos. La llama del encendedor ilumin sus pupilas; encerraban una chispa verde. El cabello de ribetes cobrizos resaltaba contra la piel

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mate. Tena los pmulos altos, las mejillas flacas, un rostro triangular de vampiro. O de termita! Igual que Julin, concurra al liceo nocturno. Los cursos de la academia de computacin le salan gratis porque su madre trabajaba all de secretaria. Le record a una flaca de su adolescencia, partenaire en un corto que haba filmado en Parque del Plata. En la pelcula, la muchacha y l se suicidaban juntos arrojndose al mar desde una escollera: sa era la particin del medioda, en el momento de mayor calor. Lucas tena el mismo cartlago afinado de mamboret acutico; sus facciones mantenan la misma reserva y sangre fra. Se disfrazaba de Michael en clubes y fiestas; donde se lo pidieran. Y, aparte de todo, encars con locos? Disfruto con eso; pero necesito plata. Si me acuesto con locos es porque les cobro. Vivo con mi viejo y una hermana chica; l arregla relojes, pero tiene poca clientela y menos ganancia; a veces no tenemos qu poner en la olla. Para perfeccionar el parecido con Michael se ti, semanas ms tarde, color ala de cuervo, trenz, a la altura de las sienes, una gua de cabellos que ajustaba, como una corona, el peinado prerrafaelita. Tal como haba diagnosticado el mdico, result completito. Se dejaba poseer sin ambages, sin oponer ningn tipo de resistencia; al contrario, bien que colaboraba. Y nunca aspir a otra cosa: slo complacerlo segn su inmediata preferencia. Sobre tales clusulas sentaron un acuerdo de colaboracin. Faltaba investigar hasta qu punto el chico, unos meses menor que Julin, procesaba en su cabeza todo aquello. Y cmo cogan! Lucas no peda: serruchame! pero se abra como bruta flor. Toms nunca antes haba encontrado un espcimen con tal aguante para los bandazos y que no lo apurase a acabar con quejas de me duele. Para mejor exponer el orificio, la bmbola se echaba en la cama boca arriba; doblaba el espinazo en U como la hembra de la liblula; la cola en alto adquira una cualidad aerosttica; Toms la ensartaba al vuelo y empujaba con rapidez, como un ratn nervioso que se mete en un hoyo. El martillo

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de jade entraba en la regin del jade. Despus golpeaba a izquierda y derecha, un bravo luchador que desordena las filas enemigas. Con movimientos ascendentes y descendentes, como los de un caballo salvaje que corcovea a travs de un torrente, se hunda y se retiraba. Lo atormentaba, alternaba la rapidez, tal un gorrin que pica las sobras de arroz en un mortero. Y haca una pausa. Henda el hoyo como una serpiente que se introduce para hibernar; permaneca en equilibrio; al fin golpeaba de repente, tal un guila que atrapa un conejo. Se alzaba y se dejaba caer como un gran velero que se enfrenta al oleaje. Quero a mulher que existe en voc. No. No era una mujer, obvio. Era un cuerpo usado sin inhibiciones. Enganches tan tenaces no recordaba haber tenido. Sesin tras sesin se volvi un atleta tntrico. Con una rudeza que slo disculpaba la excitacin y la desmenta perversamente, quitaba el glande, mojado en suculencia del hoyo protector, pasaba de un salto del dormitorio a la sala, cambiaba el disco y volva, en un captulo nuevo, para reestrenar el ejercicio y retardar la culminacin. Duraban un nmero considerable de msicas que en verdad se repetan a travs del connubio, casi siempre las mismas, elegidas por el invitado. Toms evitaba presionarlo para que admitiera su aprovechamiento. Las hembras eran el referente inevitable de las conversaciones erticas de Lucas; obliteraban cualquier referencia directa a lo que hacan ellos entre s. Una noche tom de ms y vomit. Reg todo: la cama, la estufa, la alfombra, el ropero, la ropa desperdigada por el piso, los zapatos. Cierto que, aparte de empujar a las ancianas y de romperles la crisma, los rapieros se arrancan a veces entre ellos los artculos que les atraen. No obstante a Toms le sorprendi que alguien tan despierto y gil como el bailarn se dejara ratear no una sino dos veces en quince das. Jvenes como l, en dos ocasiones consecutivas, le haban arrancado los zapatos y la chamarra. Eso al menos cont. Le vino a la mente aquella frase de Lady Bracknell en La importancia de llamarse Ernesto: Perder a un progenitor puede considerarse una desgracia; perder a dos ya es un descuido. In-

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ventaba Lucas latrocinios a fin de que su protector se apiadase y le regalara por encima de la suma convenida para cada encuentro zapatos y chamarras? Por prurito de verosimilitud, en todo caso, no apareci de nuevo usando prendas que deca desaparecidas; as su vestuario se redujo a ojos vista. Toms esperaba sin esperar; esperaba y tema que Lucas le dijese basta. El dentista sabe que el paciente tiene un umbral de dolor o pnico ms all del cual lanzar un chillido. Llegara ese momento, tena certeza. Entretanto el guacho telefoneaba, vez tras vez, para concertar las citas. Fuera de la primera ocasin, l nunca volvi a tener la iniciativa de procurarlo. Segua el impulso. No introduca cambios en el protocolo de los encuentros. Tena un miedo supersticioso de que cualquier mudanza en las dosis de candor e impenitencia rompiese el equilibrio inestable de las prestaciones. Te hago el sapo, Lucas? Lucas resollaba y sus piernas se separaban espasmdicamente mientras se retorca exponiendo el recto, las piernas pateando en el aire, la garganta hinchada. Ambos croaban con un grito bronco entre un verde olor de esperma submarino. Se encontraban regularmente en la parada del mnibus. Una noche Toms se retras, pero al contrario de su expectativa, el mamboret lo recibi exultante. Mientras te esperaba, pas por aqu una admiradora. Vos sos Michael Jackson? me pregunt. La mina era mi fan! No de Michael, sino de m mismo! Me haba visto bailar en un show haciendo de Michael y me reconoci y salud. A partir de entonces Lucas mantuvo informado a Toms acerca de la evolucin del idilio con su admiradora. A falta de mejor alojamiento, copulaban en el Jardn Botnico, escondidos tras una casuarina. Incluso pernoctaron all en una oportunidad y se retiraron al amanecer. Hay afirmaciones que cambian lo slido y lo claro de maneras extraas, presentan una distancia entre las cosas que hace difcil la comprensin o transforman a los individuos en ciudadanos de dos

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pases: esa existencia doble, en el caso de Lucas, se resolva sin combate aparente. Qu te gusta ms, coger o que te cojan? Joder! Voy a poner un aviso en el diario anunciando que soy el nico que disfruta por igual de las dos cosas. Una parte de Toms deseaba que Julin se mantuviera para siempre en el acm de su dolencia, sus sentimientos suspendidos en la neutralidad de un mar de asombros. Pero despus de dos meses de cama, el mdico dictamin una incuestionable mejora, pronosticando que en breve el mocito se pondra en pie como esas muecas que giran la cabeza a cada paso y deben ser sostenidas para que no se caigan. S, llegaba la fecha esperada y espantosa de su reencuentro; Julin telefone para acordar un rendezvous. Un da de sol, despus de almuerzo, estara en condiciones de salir con vos a dar una vuelta en auto. Te paso a buscar por la puerta. Explicame cmo llegar al complejo. Desconfiado como un gato, Julin tena un proyecto diferente. Tomar un taxi y te encuentro en la plaza de Coln, como siempre. Es un disparate, si casi no te pods mover. Vas a gastar por gusto dinero en un transporte. Era la ltima oportunidad, lo saba bien, de acceder, si no al interior, que le estara vedado de seguro, por lo menos a la puerta o las inmediaciones de su vivienda. Superado luego el impedimento locomotor, Toms carecera de todo pretexto para acercarse. En sta, como en otras coyunturas, buscaba una prueba, una seal de afecto que lo distinguiera de los dems amigotes, protectores o conocidos. Pero el apache se mantuvo en sus trece; acostumbrado a ganar todas las partidas, no anticip que su admirador osara arriesgar un desencuentro por tal minucia. Confieso que existe una discrepancia Toms estaba furioso tras meses de ser postergado: o te recojo en tu casa o no salimos. Ante tal inesperada porfa, Julin no se dio por vencido; opt apenas por un repliegue tctico. Te llamo en otro momento. Y colg.

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Imperturbable, Toms empu el auricular y disc el nmero. Hola! El reportero de la ictericia respondi en tono risueo. Crea que llamaba para disculparse, pero no fue as. No me malinterpretes. No puedo pasar por alto tu falta de confianza. Tomate el tiempo que necesites, no me contestes ahora. Entretanto te deseo suerte. A las dos semanas Julin telefone: Perdn, perdn, estuve mal. Nos encontraremos donde y como quieras. Destil, con todo, una gota de acbar: Te cuento que ya sal. Un amigo pas el otro da a buscarme en auto. Si la farsa es el nihilismo, prefiri no investigar si se haban juntado en el complejo o en la plaza, si lo haba sacado a pasear un compinche o un amante. De cualquier forma, no pudiendo huir ni retroceder, su mente estaba muy dispuesta al encuentro. Despus de un quilmetro y medio de arracimado arrabal la perspectiva se ensanch de repente: apareca en su plenitud el complejo de viviendas Yapey, cuatro manzanas de sucesivos conjuntos cuartelarios de cemento gris que posean una fealdad extraterrestre. El o los arquitectos haban tenido el cabal propsito de asesinar el paisaje, pero su xito no fue ms que mediano porque la regin trasera del complejo se abra a una regin campestre y boscosa. Julin surgi a la distancia, como un garbanzo oscuro; avanzaba muy lento, arrastrando las piernas con mociones rgidas. Ese tardo aproximarse permiti a Toms recuperar el aliento y una relativa calma. A pesar de su caracterstico tinte cetrino, el recuperado irradiaba un arrebol de salud, un aura de tules abrochados a su contorno, retazos desgarrados de su crislida recin abierta. Mientras una sonrisa casi franca resplandeca en el rostro despejado, tom las manos del chofer y las sacudi breve pero intensamente. Cmo dadas las peculiares desventajas de sus respectivas situaciones se enterara l de los reales sentimientos del otro? Ma-

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reado por las ondas expansivas de una simpata universal, olvidando que hasta el presente ste era un territorio vedado para l y que toda la comarca le haba estado prohibida con tesn, escuchaba rebosante las explicaciones de su compaero. A tu izquierda est la canchita de ftbol, ves? Ah nos reunimos de noche los del complejo a fumar un faso; los milicos no se animan a meterse en la hondonada oscura. Y a la derecha, fijate cunto verde! Ya te haba contado, no? A m me gusta lo abierto; por eso no podra vivir en el centro. Y ms all, detrs de esa lnea de eucaliptos, se ve la casa de mi hermano en un sector pobre de casuchas nuevas. Por ese camino, si continuamos unos trescientos metros, llegaremos al Flamingo, una quinta transformada en disco; en el jardn colocaron flamencos de plstico. Podramos venir una noche no te parece? Quiero decir, cuando est curado. El pjaro pregunta a la serpiente: Cules son tus designios sobre m? Aunque me engae, verlo me produce una alegra hipntica; mi alegra en este momento es la alegra del guacho, tan real como la ma. Qu conmemoran estas piedras? pregunt Julin en la Rambla, frente al monumento al Holocausto. No hay ningn muerto enterrado aqu? Deberan matar a alguno y ponerlo abajo de estas piedras, as al menos tendramos a alguien a quien conmemorar. A pesar del buen color que asomaba en los cachetes, juzgando por su extenuacin, este frgil paraltico pudiera ser la primera vctima designada. Las piernas colgando en el filo del muelle encima del agua, pareca una muequita de felpa. La enfermedad le haba otorgado, ante los ojos de Toms, el beneficio de la duda, una segunda oportunidad de vida. Salvo prueba en contrario, Julin ya no era un taxi-boy, sino un resurrecto glorioso corregido por la hepatitis. No encontraba palabras que lo sacasen de su turbacin. Por eso arriesg el carril de una ancdota problemtica. Intervine con las luces y sonido en una obra de teatro. El argumento es el siguiente: un indio prende fuego y arrima piedras para calentarlas y colocar sobre ellas los pescados que va a asar. Alguien dispara al indio que cae. El que dispar enciende una linterna y se acerca a l. Contra la cabeza ensangrentada del muerto descubre

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unos tarros de pintura. Abre los tarros y le pinta la piel. En eso viene otro, le baja el pantaln al indio, y lo coge as, muerto. Hablan sobre la necesidad de tomar en cuenta el arte indgena y de asociarlo comunitariamente. Se ren. El indio muerto se levanta, va a una esquina del escenario, saca de all a una mujer vestida de india, etctera. Despus de la funcin salimos a cenar. Sin que me diera cuenta por qu, me pusieron al costado del alcalde. Una senadora volte un chorro de salsa golf sobre su peplo de seda oscura. Al limpiar la salsa empuj un vaso de vino que se derram sobre la falda de Inmaculada de Hasburgo, invitada al festival. El alcalde larg una carcajada y un chisguete de su saliva aterriz sobre mi plato de penne alla arrabiata, que tuve que devolver sin terminar. Seguro que vas a encontrar mi casa diferente. Est cambiada, es verdad. Admirable! Perfectamente bien hecho. Examinaba ante todo las aberturas; algunas haban sido ensanchadas. Resultaran vulnerables para sus compinches los ladrones? Se sentaron en la cama, a esa hora baada de sol. Toms levant el velo de la camisilla para considerar la epifana: tal como lo haba visto en el sueo premonitorio el vientre amarillo de Julin se abombaba. Est en cinta? La parturicin de Guyunusa! Palp la ijada con manchas chocolate, aplic la oreja al ombligo. Se desperezara la criatura? Un huevo en las aguas del comienzo! Un ser divino vagabundeaba en la soledad del mundo ocenico. En este vientre veo tierras y ciudades; todo lo veo en el vientre; aqu alcanzo el nadir. La salud del feto se explica segn el modo de nutricin y capacidades de la madre, pero aqu hay un aguamadre, con madre o sin ella: una figura sin tiempo, una fuente de poder, enterrada al revs. El mundo primordial se rompa, inmediato; un mundo nace con cada nuevo dios. Ests en el cuarto o en el quinto mes? Mediante algunos cambios y manejos, lleg a ubicarse en el espritu de la cosa; hecho un futuro pap, lo ensart con delicadeza; apretaba a la vez a la madre y al hijo.

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En la ducha despus, la joven esposa no quera mojarse el pelo; lo tena recin lavado y enjuagado, con un brillo chisporroteante. El esposo levant esa cortina interminable y acamp a su sombra: Hagamos aqu una tienda. Levant el pelo a la manera de un toldo y peg los labios a la cruz del coxis. Los faroles se encendan como pezones rosados contra el cutis celeste. Ante el umbral del complejo cuasi carcelario de Yapey se despidi como un prometido ya confirmado, un consanguneo casi. El muchacho insisti en que no le pagara. Ya me hiciste demasiados favores. Manso y derrotado, el chofer se despidi. Pero a medio camino, en la rotonda de salida, volvi atrs. Al or el crujido de las cubiertas que mordan el balasto, el semiparaltico dio un respingo, bambole la crin espantadiza. Lo atacaba un tigre? Su galn quera aplastarlo? Al volver la cabeza se le agrandaron los ojos, mientras las luces del auto cabeceaban a causa de los baches. Fren con violencia, sac un brazo por la ventanilla y le extendi un billete. Es para confirmar que nos seguiremos viendo. Nunca muy demostrativo, el chaval trataba, a su modo, de hacerse agradable. Era como si la enfermedad hubiese invaginado sus malos humores y multiplicado su solicitud. Uno de sus recursos para atraer la atencin consisti en el proyecto de teirse el pelo. De qu color me lo pinto? Bandas violeta y amarillo de uno y otro lado: eso te recomiendo; o un rojo punz, uniforme. Pero el proyecto no lleg a concretarse: Te una toalla color sangre antes de que el rojo llegara al pelo. Despus apareci mi madre, que volva de hacer un mandado, y me dio vergenza continuar. El vientre se deshinchaba. Perdera el beb? En tal estado de esperanzas y connivencia, el marichico encarnaba, cuando quera, a un prncipe de pelcula italiana tocado por

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una fruicin non-sancta, troppo sensible para asumir las responsabilidades de su gnero y condicin. Se rea en staccato, levemente histrico. Era su imagen soft. Sin embargo, al bajar los escalones de la Rambla, que los devolvan a la playa, Toms acometi un tema cercano a su corazn: los estudios del pibe. A riesgo de resultar pesado y en verdad lo era enumer las ventajas de completar el ciclo secundario. Pero le echaron un balde de agua fra. Cada maana me despierto en una cama distinta no se refera al momento actual, sino a su gnero de vida, pasado y prospectivo futuro. No puedo andar con el librito abajo del brazo. El estudio no es para m. Ya estaba recuperado. La enfermedad no lo haba vuelto bueno. Neutraliz sus hbitos apenas por un tiempo. La abstinencia increment el ansia por recuperar el antiguo tren de vida, excit un apetito mayor. Un barbudo apuesto apuesto segn un criterio convencional meditaba sobre la arena, las piernas cruzadas en una pose de yogui. No advirti posiblemente a la pareja que transitaba junto a l. Pero Julio, con una trompa feroz de filoxera, chup a ese candidato; lo robaba con la mirada. Era un ejemplar de persona que te puede servir. Se sentaron a tomar un helado. En la mesa adyacente dos ancianas platinadas, foulards de seda que disimulaban cuellos flccidos, movan las cucharillas con zarpas de venas azules a la manera de discretas profetisas prontas a leer las hebras del t en el fondo de los cuencos. Si tu padre tena un campo, por qu lo vendi? Julin lo consideraba con atencin grave. Trataba de decidir, de una vez por todas, si Toms contaba con medios que pudiesen ser esquilmados. Esa mirada era un operativo lbrego de codicia, se hunda en ella una tonelada silenciosa de alquitrn. Te gusta Michael Jackson? ...

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Por qu, pudiendo elegir entre muchos discos, tom de la repisa precisamente ese Bad que Lucas haba dejado en prstamo la noche previa, para el crash course que le imparta acerca del cantante? Por puro espritu de cambio Julin opt esta vez por copular sobre el sof. Queda ms cerca de la msica. Le haba llamado la atencin una mancha de semen, pegote endurecido sobre la tela del respaldo? Haba detectado el preservativo olvidado bajo los almohadones? Lucas, horas antes, tambin haba elegido el sof para sus carnestolendas. Toms moj de saliva no slo el esfnter sino adems la ingle y el peritoneo de su vctima dispuesta. Pero las nalgas esquivaban, retorcindose, los dardos salicdicos que las acometan. Empapado del sudor de la espalda de Julin, se vio obligado a desistir. Su glande no mantena la dureza reglamentaria para penetrarlo; se ablandaba y rebotaba. Es un derretimiento. Quin lo dira! Demasiadas noches perforando a Lucas haban causado esa disfuncin. Entonces el otro se volvi hacia l y lo encul como al principio, en las primeras salidas. Entr a aquel lugar donde giraba la mquina del planetario. Una joven se prostituye para delinquir. Cualquier parecido con la biografa del espectador pareca deliberado. Si un candidato la lleva a su apartamento, ella avisa al novio y le franquea la entrada. El prometido y su cmplice dominan al cliente y lo fuerzan a confesar si esconde dinero o artculos de valor. Desfiguran o matan sin necesidad a los asaltados. En una sesin el novio golpea con un cortafro el crneo de un hombre maduro. Da demasiado trabajo se queja. A estas palabras, Julin solt la carcajada. Toms haba alentado la injustificada expectativa de que su acompaante, cuya trayectoria paralelizaba la de la herona de esta pelcula, se conmoviera y terminara revelando algn secreto, quiz el ms horroroso episodio de sus latrocinios. Haba matado a alguien? Fue la pantomima de Hamlet ante su padrastro y la reaccin culposa de ste, que indujo a Toms a llevarlo al cine y abrigar tal dislate? Acabado el filme le pregunt:

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En la serie de robos de tu grupo, cuyo mtodo era por lo visto equivalente, llegaron a matar a alguna de las vctimas? Julin no respondi. l insista. No quiero hablar de eso. Testarudo, incompetente Toms: frustrado en la confesin que esperaba suscitar, igual porfiaba y machacaba; era todo curiosidad. Julin sonrea. Pero segua sin decir nada. Hasta que al fin, harto de apremios, lo tom del brazo: No, boludo, no. Los asaltos, los robos que te cont en las entrevistas no ocurrieron. Yo no preparaba nada de antemano, los inventaba al hilo, a medida que beba la cerveza y preguntabas. Es lo que queras or. Por eso me pagaste. Entonces jodete. Si hoy tuviera que recordar algo de lo que te dije, no podra. Subray el final con una carcajada. Lo mir de soslayo, saboreando el golpe. Pero... Ah bueno. Lo que te cont acerca de los acostones y de la joda, eso s que es verdad. En eso no te ment. Un doble golpe. Lo converta en ingenuo por haber credo los robos, pero adems lo cacheteaba con el raboseo de sus aventuras, justo antes, precisamente, de una nueva racha de libertinaje. Ms all de cualquier conjetura, algo quedaba en claro: el muchacho le retiraba su confianza. l crea haberla adquirido despus de un otoo industrioso, persiguindolo con entrevistas. Pero no. No es que todos los asaltos fuesen inventados. El problema pareca otro; por qu no le tena ya confianza? Por qu le negaba ahora lo que le haba confesado antes? Crey encontrar la causa: La ancdota acerca de la salsa golf, la risa del alcalde! Julin apreciaba las relaciones haut placs: candidatos a diputados que cortejaba con xito modesto. Gracias a la petite histoire referida por Toms, de sus antecedentes de teatro, conclua que ste estaba mejor relacionado de lo que l pensaba. Contaba con relaciones de peso que lo apoyaran para que fuera escuchado. Eso lo volva peligroso, porque si as lo decida, podra denunciarlo en cualquier momento. Entonces neg lo que haba admitido antes.

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Hoy cumple aos Donato, un amigo. Te importa si le llevo una botella y lo saludo? pensaba invitarlo a subir, presentarlo como haba hecho con sus relaciones en La Cumbre pero, despus que se desdijera acerca de sus confidencias, el mal sabor de boca le impeda festejar con l en compaa de terceros. Esperame un momento en el auto. Si tens programa, igual nos vemos otro da. Yo me borro. El aroma de los alisos ensanchaba los ollares del bagual, lo tironeaba para el costado del parque, que no quedaba lejos, donde tena su querencia. Pero l estaba all para impedirlo. No, de ningn modo. Te invit a salir. No voy a dejarte plantado. La hiel le ennegreca la visin, pero se aferr a su derecho. Un insecto abri las alas y evolucion en redondo, como un helicptero, ante las luces del auto. Como siempre en situaciones equivalentes, despus de una hora de placer y de penitencia, el desahogo no calm ni un poquito la ira del ofendido. Tras un rpido usufructo, encontraba el infierno. No poda dejar de tomar en cuenta las circunstancias que rodeaban el trato mutuo; a pesar de lo cual pretenda interesarlo por el propio afecto, por su tendencia antigua. Se sinti burlado y encontr mucho que lamentar. Una pequea venganza lo calmara. Julin descont que lo devolviera en coche hasta las inmediaciones del complejo, como lo haba hecho desde el inicio de su recuperacin. Al fin de la maana siguiente, poco despus de levantarse de la cama compartida, combin con la madre, por telfono, para ir a comer con ella. Qu lstima! Yo tambin tengo un compromiso se despidi el chofer, al frenar en la esquina inmediata a donde paraba el bus. Qued en visitar a unos tos; ya llevo retraso. Por lo menos te acerqu al transporte, no? Era domingo; buses haba pocos. Julin tena por delante una buena espera, ms un viaje demorado hasta su destino. Con suerte, llegara a almorzar para la cena. Toms se haba portado con l hasta entonces como un caballero. Pero ahora le peg en la madre.

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La ta de Toms, la seora Irma, quera desprenderse de Villa Elsa, el inostentoso chalet que posea en Parque del Plata, y que l asociaba con no pocas experiencias. A la mujer le resultaba difcil, por razones de salud, desplazarse hasta all. El sobrino, entonces, asumi la tarea de liquidar la propiedad. Irma pensaba invertir el producto de la transaccin en un apartamento en Montevideo. A ese fin, Toms visit una casa de altos que se encontraba disponible cerca de la ex crcel y actual shopping de Punta Carretas. Las palomas se colaban a travs de los vidrios rotos; haban hecho nidos mayormente bajo la incompleta tablazn del suelo; los detritus se acumulaban formando una alfombra que cruja bajo los pasos. Claramente el contexto reactiva las connotaciones; la imagen capital que le sugera el cielorraso opresivo y la cerrazn del da fue un tanque de agua estancada. No se oa el gotear de la cisterna El grabado de una Virgen cuajada de joyas, traslcida a travs de orlas de humedad, casi amenazante, colgaba de un clavo aejo. Al fondo de un placard descubri una caja de ampollas de vidrio que contenan un lquido rojo; acerc las ampollas a la luz. Pareca sangre. Era sangre? Sin duda. Por cuntas dcadas haba estado all atesorada? Una vida entera? La vida de quin? Le vino a la mente el fino polvo fino de ruinas del sueo de las termitas; esto tambin era destruccin, era ruina, pero no era un sueo. Al lado de las ampollas descansaba un desgarbado par de guantes de verano, grises de polvo. Guantes? No: eran polainas! de un gnster bailarn de 1920, de tela elstica, con ristras de botones a los costados. A pesar del repugnante contexto las desempolv y las llev consigo, para premiar el esfuerzo de Lucas. Ya tena gacho y zapatos de charol; las polainas completaran su atuendo de gnster, igualito al de Michael en el video. Toms se comportaba con respeto, si no arrobamiento, frente a la msica de Michael, en consideracin a que era el dolo de Lucas.

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Fuera como fuese, honraba esos momentos de audicin devota, aunque no tan solemnes que impidieran al bailarn reproducir los pasos de su maestro. En los primeros das de noviembre en dos semanas Lucas cumplira dieciocho aos, la mayora de edad; el derecho a votar, que ganara entonces, no le quitaba el sueo; tampoco se lo quitaba el que se volviese penalmente imputable; haba un nico motivo ostensible que aparentemente lo inquietaba, relacionado con su mayora. Entonces y slo entonces Aldo, el mdico especialista en burlesco, podra recomendarlo para intervenir como stripper en los shows de La Pirmide. Toms se pregunt si el bailarn tendra xito como stripper o si resultara un fiasco. No es un macho tetn. Carece de la necesaria pared de bife; no podr competir con los lomudos, que es lo que el pblico pide. Representar, a lo sumo, una rareza apetecida por pocos. l es otra cosa: un entertainer de cara emblanquecida por los polvos de arroz, una geisha ms blanca que la luna. Los ojos, como en un dibujo, figuran los ocelos de la mariposa Cabeza de Muerto, un halo oscuro a los lados cuya amplitud me hace pensar en las fosas orbitales de una calavera. La eventual introduccin de Lucas como stripper en el escenario del local concluira naturalmente eso conjeturaba Toms el vnculo entre ellos. Tanto mejor. El accionar entre dos muchachos ya lo tena harto; a la larga o a la corta resultaba insostenible. Haba perdido la capacidad de control. No prevea el peligro ni poda, por s mismo, romper con ninguno de los dos. Al presente las piezas de ese ajedrez se movan solas. Ni pensar en el mate. Todo eran citas marcadas. Ven, baby, comete a los ricos! La frase de Aerosmith reson mientras fornicaban. Se asombr de que tuvieran tanto mpetu; la adrenalina de la msica y la adrenalina del cuerpo producan cuanto hay de ms logrado y original en ese embate snico, aquello mucho de lo mismo, el ro de remolinos que pasaba por el cristal de Lucas, en cuyo fondo distingua grumos verdosos, bosta de caballo. El olor del culo sobreflotaba, embargaba el ambiente sin ninguna necesidad de extinguirse. sta era justo la escena en que

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Toms quera estar. El bichero del chinchorro se engancha a la chalupa. Esa msica prestaba ritmo al tozudo aserrar, perfeccionaba su comps de perro famlico. Coger hasta morir; o mejor: coger despus de morir. Por vez primera para l el perpetuo clmax no tuvo trmino; triunfaba sobre la urgencia de eyacular para seguir a una escuela de delfines segn condiciones diferentes a las leyes que haba conocido hasta entonces. No se cansaba de or a Lucas hablar acerca de los videos de Jackson porque, al introducirlo a ellos, el fan difunda entre ambos esos sentimientos ms agradables de nuestra naturaleza: aguda curiosidad y clida predisposicin. El video que dirigi John Landis proyecta imgenes de peleas callejeras, sexo y muertos vivientes. Los Testigos de Jehov no tardaron en condenar a su siervo. Lo echaron de la cofrada? S. ... Despus hizo el video de Bad. La cinta parece que relata un acontecimiento verdico, que slo vari en parte para satisfacer las necesidades de la cancin. El joven Michael ha terminado sus estudios y vuelve al hogar, vale decir, al gueto. Se ha puesto demasiado blanco, demasiado refinado para ese barrio. Sus antiguos compaeros de gang lo increpan y lo obligan a cometer un robo. Michael avanza sobre su vctima, un pobre viejo, posiblemente un itlico o un hispanohablante. Cuando est encima de l lo incita a que corra. Le est temblando el pulso; en el ltimo instante o no pudo contener un arrepentimiento; ya es demasiado educadito como para andar metido en esos trances. Sus compaeros son todos unos negros grandotes y malos; aparecen y lo insultan, se lo quieren comer. Entonces, Come baby! empieza el show! y Michael ya no es el flaquito tmido y escrupuloso; ahora tiene el cabello suelto, cadenas, cazadora negra e innumerables cremalleras que cierran sus encantos secretos y calentitos. Se me hace agua la boca. No tardan en aparecer sus secuaces: negros, latinos, asiticos, todos ellos demasiado malos como para ser cierto. Explota la msi-

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ca y los pasos de baile, una coreografa desnuda en una terminal de subway. Ahora es Michael quien increpa a sus brothers al pulso de un furioso interrogatorio: Who is bad? Los antiguos compaeros de gang se ven rodeados y asienten: el joven universitario de color sigue siendo tan iracundo como siempre. No que Toms se lo propusiera, pero las citas con Lucas se hicieron ms frecuentes porque el ragazzo insista con un frenes tal vez ligado a sus necesidades monetarias. Por otra parte la incertidumbre con respecto a Guyunusa lo forzaba a tener siempre listo ese plan B, una bandeja en el horno, un proyecto auxiliar que lo sostuviera, especialmente ahora que, furioso porque se haba negado a acercarlo hasta su domicilio la ltima vez que se haban visto, Julin ya no le telefoneaba. Lucas llam desde una distancia de pocas cuadras. Aqu estoy con mi novia, mi fan, de que te habl; vive en Las Piedras, pero me acompaa esta noche. Podemos pasar por tu casa? Tena un nuevo tono confianzudo, un raro entusiasmo que buscaba ser contagioso pero sonaba artificial. No pareca borracho. Era algo diferente, diferente en todo caso al pequeo ritual que haban compartido hasta entonces. Toms qued perplejo. Qu podra decirle yo a la novia: soy el que perfora a tu macho? Quiere l hacer cama de tres, o planea traerla de testigo para acusarme de violador de menores? Lucas es an, quieras que no, tcnicamente, un menor. O querrn asaltarme en pareja, como en la pelcula que vi con Julin, de triste memoria? No. No permitir que me obliguen a ir ms all de donde quiero llegar. Estoy ocupado. Llamame el viernes. Lament con rubor la rudeza de haber dicho tanto; pero de no haber hablado as, no hubiese sido suficiente. So que caminaba de madrugada hacia su casa por un tramo de acera que corresponda al baldo vecino; hubiese credo que estaba solo, de no ser porque oy un taconeo rpido detrs de l. Lo atacaran por la espalda? El agua negra entonces se evapor. Abri los ojos. La luz mortecina del dormitorio revelaba los volmenes

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como si fueran piedras expuestas al bajamar. Con la boca pastosa camin hacia el bao; mientras se duchaba olvid los pormenores del sueo. Toms era hurfano, el nico hijo de la hermana ms joven de la seora Irma. Por nacimiento le perteneca, con toda probabilidad de quedar permanentemente fijado all, la malcrianza de su ta y abuela. El crecer con desventajas para conectarse con otros a sus pocos aos, lo haba hecho buscar relaciones bienintencionadas, lo que la naturaleza le haba dado en todos los sentimientos apasionados que cambiaran su destino. Visitaba de vez en cuando a una mntica, de nombre Genoveva. Un da despus de la llamada de Lucas hizo una cita con aqulla. Al leerle las cartas, la mujer opin que no le convena ponerse en contacto con Julin; ste, enrabiado por el plantn del da domingo, le gritara cualquier disparate. l mismo llamara cuando decidiera recomponer las cosas. Vis vis Lucas le anticip que iba a estar envuelto ahora mismito en una gran trapacera. Empezaba a creer agreg que una mala fuente le causaba un perjuicio; que no se creyera inmune a la sospecha comn a todos en la desgracia o la enfermedad. Captaba el ansia de su informante. Poda referirla a la hostilidad de alguno. Era razonable suponer que la evidencia se encontraba en el fondo de esta coyuntura, y l meramente lo saba. Quin otro sino Julin? pens. Tena sus razones. Haba quedado furioso por la brusca despedida. Quin ms plausible, en esas circunstancias, para neutralizar el peligro de que Toms lo denunciase por venganza de agravios supuestos? Solicitara a un compinche, al horrible pai Marcelo o al igualmente siniestro travesti La Pocha, ambos consumados especialistas en causar malparanzas, que hicieran tambalear, clavndolo con un trabajo, la salud o la fortaleza de Toms. No tiene sentimientos hacia los otros; puede olvidarse y desertar sin el menor escrpulo a quienes ha guiado a la ruina; y est ms all del alcance de todo sentimiento de justicia o de compasin. Por favor vea pronto al pai Zez, para que lo bendiga le aconsej Genoveva.

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Pens consultar a Zez, el pai conocido de l, pero ste acababa de ser masacrado en un accidente de moto. Se encontraba en cuidados intensivos en el hospital con sus cien fracturas, inmovilizado por el yeso; haba faltado poco para que lo amasaran. Su propio deseo, de ser un amigo leal que le rindiese alguna visita en el sanatorio, se vio contrariado por el imperativo sbito de viajar a Parque del Plata al da siguiente. Un agente inmobiliario le trasmiti una oferta para comprar Villa Elsa. Sugiri que fuera al balneario enseguida para conocer in situ al prospectivo comprador y discutir con l las condiciones de la venta. Dos das antes, el mircoles, Lucas haba marcado cita para hoy, viernes. ste era su da. Cuando llam para combinar, Toms actu bajo el impulso del momento: Quisieras venir conmigo a Parque del Plata? Es para vender la casa de mi ta. Si vens, podramos pasar all la noche. Nosotros siempre nos vamos a divertir, no? fue la bien cocinada respuesta del mamboret. A pesar de su gran apego, que lo llevaba a prendarse, ajustando su nimo a los vaivenes del antojo de Julin, esta vez haba resistido llamarlo. No eran compatibles; deban prohibirse cualquier compromiso. Su criterio no pudo oponer tal resolucin, aunque sus sentimientos s. Justo cuando sala son un campanillazo: era l. Obviamente, buscaba reconciliarse. Un grupo de conocidos... ya te cont. Fui a un concierto en el saln de actos del complejo...; sos mismos tocan maana de noche en Santa Luca. Se me ocurri que podramos ir juntos; te parece? S. No hay problema. Seguro? Seguro. Sin tomar ventaja de la conexin, con medios muy limitados, Toms hizo las paces en buen entendimiento; se comprometi a telefonearle a las tres de la tarde del da siguiente, un sbado, para combinar los detalles de la cita.

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En perfecta libertad fuera de su empeo, se puso alegre. Su fortuna era moderada: se haba reconciliado con su pupilo; pensaba darle educacin, esperaba proveerlo con medios de subsistencia respetable en el futuro. Recogi a Lucas en la academia de computacin; lo acompa hasta el Cerro, donde viva, para que retirara el equipaje. Estacion junto a la pared desnuda, gris, de un camposanto nuevo. No haban plantado siquiera algunos rboles que dieran sombra. Lucas sigui a pie hasta su vivienda, ubicada, segn dijo, ms all de lo previsible y transitable, sobre un sendero de barro en la precaria villa miseria que empezaba a la vuelta de la esquina del cementerio. Toms no tena mayor inters en averiguar dnde estaba exactamente. Desde la camioneta observ, mientras esperaba, a unos muchachos que jugaban a la pelota en la calle; dos cascotes marcaban el arco, no lejos del muro. Un tiro, pateado a puro sentir, que podra haber sido menos corajudo y ms sabio, elev el baln fuera de la cancha, por encima del arco y del muro; fue a parar justo entre las tumbas. Un jugador entr a rescatarlo; a los pocos instantes, rebotaba de nuevo sobre este lado, el costado de la vida. Lucas volvi y reanudaron la marcha; pero no haban pasado dos calles cuando pidi al chofer que se detuviera en un tenderete donde vendan ropas de nio. Como excusa razonable para justificar la dilacin, explic que la vendedora era una antigua compaera de escuela. Mi hermano mellizo y yo la compartamos nunca hasta ahora haba mencionado a un hermano mellizo. Era la novia de los dos. Ella no saba cundo estaba con uno y cundo con otro. Quiso ponernos dijes de color en las orejas para diferenciarnos; ese recurso supona nuestra buena voluntad y cooperacin; despus empezamos a sentir que deberamos haber sido ms considerados, pero entonces cazbamos cualquier excusa razonable para posponer el maldito momento de la identificacin. Atravesaron un bosque sobre una colcha crujiente de pinocha que borraba la senda. El lugar de las rutas muertas: el chalet que

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perteneca a su ta y en el que l haba vivido por temporadas se desprendera de ellos para ser recordado slo de vez en cuando. El edificio no representaba slo, sino que era la historia de su propio cuerpo; tanto uno como otro haban sido masajeados por un intervalo idntico de tiempo. El frotaje era notorio en todos los detalles: un techo que se cae, la pared que envejece; la luz de cada da iluminaba la decadencia, retratndola en s. Aunque el viaje result intil: sin dar ninguna explicacin los interesados no comparecieron y el agente inmobiliario escurra el bulto. Era esto un sntoma del maleficio? De haber viajado solo habra regresado en la noche misma, pero acompaado por un garoto de programa, ya tena programa; no le poda fallar. Traerlo no haba sido la iniciativa correcta. Es cierto que Julin haba pasado por aqu en un equinoccio. Igual intuy que no haba sido una buena idea traer a Lucas ni vincularlo a los intereses de la familia. Pero a lo hecho pecho: ahora ms vala permanecer y relajarse. Caminaron por una lengua de arena a lo largo de la desembocadura del arroyo; despus vadearon la ensenada. Dos nios, las piernas en el agua como ellos, pescaban con un mediomundo peces ms grandes que orejones a los que llamaban tapaderas; en efecto tenan forma de tapa, como la del radiador de un coche. Lejos de ser incompatible con un armazn dbil y nimos variables, era refrescante meter los pies en el vado llano. Nunca lo haba picado aqu un bagre del fondo; en caso de clavarle el aguijn erctil, como le haba sucedido a muchos, se le hinchara el pie; imagin la punzada repentina. Pero tambin esta vez su anticipacin miedosa lo enga; y el mal da fue aplazado. Miraba a Lucas con una doble complacencia; el sentido del placer y el sentido de hacer justicia, de atenderlo. Deba, por su honor, en todos sus principios, admirarlo: era un apreciable mdium de Michael; elegancia que, si en una persona o mente, no pareca comn ni vulgar. A sus ojos, de un gris verdn, con curvadas pestaas y cejas, no se les poda negar elogio; pero la piel, que pens en algn momento que careca de color, daba la impresin ahora de no necesitar mayor eflorescencia.

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Haba refrescado. El aire fro se colaba entre los laureles y los ciruelos. Sobre la mesa del comedor apareci un insecto en forma de paraleleppedo tornasolado con borlas negras en la mitad de las antenas. Le dicen guitarrero acot Lucas porque emite un chirrido bajito. Si acercs la oreja y pons atencin, oirs riffs de thrash. A su pedido Toms tradujo una letra de Michael: Plumere tu cola/ respet lo que te gusta/ porque hace tiempo que me conocs/ y sabs que no estoy jugando. Por qu lo alarmaba Lucas? Podra ser una cuestin difcil de contestar. No saba cmo era, pero haba en l tal frialdad y reserva, tal aparente indiferencia acerca de si gustaba o no, que entre la luz baja, con la confusin de su cansado cerebro, el tic de su conciencia, la vehemencia del coito, la efusin de su trasero, el fuego de su garganta, el cosquilleo de sus nalgas, las ratas de su desvn, el alboroto en los odos, Lucas lo inquietaba. Por una razn u otra, uno busca el milagro y para lograrlo es capaz de abrirse paso entre la sangre. Contagiado por el vaticinio de Genoveva, le espet a quemarropa cmo pudo?: Tus amigos del Cerro son ladrones? S, todos; menos yo. La respuesta fue asombrosamente parecida a la que le haba dado Julin tiempo atrs al preguntarle si era taxi: No soy; pero tengo amigos taxis. Lament haber tratado a travs de tres largos meses a una persona cuyas intenciones pudieran no gustarle, haciendo ms de lo que habra querido o menos de lo que debera; quiz estuviese bebiendo sin saberlo un triste veneno mientras conversaba con el amigo. Al enterarse de que Toms volara a Buenos Aires para resolver una cuestin de trabajo, el mulo de Bad y de Dangerous estall en sorpresivos sollozos. Mi hermano mellizo balbuce fue a Buenos Aires a los once a visitar a unos parientes. Al cruzar una avenida lo aplast un camin y lo mat. Absorbi su historia, su situacin, tanto como su atractivo y consider el destino de tal desenvoltura; pareca imposible sentir

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otra cosa sino compasin y respeto; en conjunto lo acompaaba con sentimientos suavizados y caritativos; eran sentimientos encantadores, pero no duraderos, Not que esa noche Lucas se le resista, aunque no de forma abierta; pens al principio que era una impresin imaginaria, pero al cabo confirm una tirantez, una contraccin en cada uno de sus msculos, como si estuviera juntando vapor para estallar de un momento a otro. Sinti los crmenes que bullan ah para surgir maana en los titulares de los diarios, sinti la miseria molindose a s misma en un mortero. Soy una hiena flaca y hambrienta pareca decir pronta a empezar su carrera de deber laborioso. El balneario estaba lo bastante desierto como para que si algo aconteca no lo oyeran en una legua a la redonda. Prefiri quitar independencia a las manos, no comprometer su parte de fortuna con un desempeo exigente e inhibirse de frotar aquel torso ms de lo necesario para lograr una descarga. Es como un estado de guerra, pens. Como la causa primordial de las cosas. Es exactamente como un estado de guerra. Si algo pudo ser ms donde su cuidado estaba en lo mximo, el agradecimiento y el elogio intentaron contrarrestar la crispacin implosiva que notaba en todo el ser del invitado. Tuvo la precaucin de colocar su morral sobre el dinero, para dificultar el robo, si lo intentaba. Yaciendo a oscuras, en el fin de las cosas, antes de dormirse, apoy una mano sobre la mano flaca del otro, entrelaz los dedos. Por milenios y cientos de miles de aos los yacentes, dioscuros con talle de avispa, surgan de la mano dentro del mbar; en la resina del sueo; surgan del fondo de un espejo, que suspenda las vidas de los efmeros en ruta hacia el acople permanente entre esfinge y momia. Ta Irma telefone a la hora del desayuno y lo despert; fue tan fcil complacerla como casi siempre, aunque estuvo ms cansadora; a la ansiedad acerca de su salud se agregaba ahora la frustracin de que los interesados en la compra de Villa Elsa hubieran desaparecido. Se duch y encendi el radio. Un do de guitarras brasileras se enzarzaba como pjaros combatientes.

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Lucas se incorpor, tomaron caf y salieron. Era un da de ventarrn, pero muy luminoso. Qu te parece? Nos fumamos un porro? O volvemos a Montevideo ya? Volvemos a Montevideo, ya respondi el muchacho, como si tuviera algo importante que cumplir en su da. Incapaz de una penetracin real en el carcter del camarada o en su propio valor para su compaa, u opinin acerca de lo compatible de la pareja, Toms cubra su trato con un manto de amabilidad, decidido a no arriesgar nada. Fue a cambiar moneda a un comercio. Al volver capt, a travs del parabrisas, la mirada del que lo esperaba dentro del coche. Fue un flechazo de concentrada atencin, meticulosa y grave, con el cual no estaba familiarizado. Esa vigilancia tena algo que ocultar y la misma reserva prevaleci en otros tpicos. Quilmetros adelante, le pint la onda de recoger a dos autostopistas. Paro? No pares. Pueden ser peligrosos. No creo. Igual, para mayor seguridad, vos pass atrs; uno se sienta a mi costado y el otro contigo. As al menos tendremos ms chance de resistir si nos atacan. El acompaante obedeci en silencio, con disgusto; con sospechoso sigilo. Los mochileros viajaban hacia un campamento en las sierras de Minas. Eran de San Fernando de Maldonado. El sol haba conferido a sus rostros un tinte mate. Pensaban compartir algunos das acampados en grupo, alrededor de fogones, las pantorrillas araadas, para filmar a la bruja de Blair o alguna perdiz. En eso de la exploracin soy medio piedra... confes uno, con un vistazo lateral, casi vergonzoso. En el cruce correspondiente se despidieron y se bajaron. Toms se alegr de que hubiera tenido lugar tal encuentro; haba servido para ventilar la atmsfera y camuflar el primer impacto de su incomodidad con Lucas. Viste cmo no eran peligrosos? Tengo un sexto sentido que me advierte acerca de las situaciones de riesgo; hasta ahora no me he equivocado asegur no sin petulancia.

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S corrobor el compaero, lacnico. Y despus, a boca de jarro: Cunto tiempo pone este coche para ir de Montevideo a Las Piedras? Depende de si hay trfico o no; depende de la hora. Por qu Las Piedras? Ah viva la novia. Por qu este coche? Pensaba Lucas manejarlo? Bueno, no debera salar demasiado la pierna de ese cordero, ni todo ese cuarto de atrs. Sin descartar la impresin de sobresalto pero manteniendo un tono servicial, al entrar al cono urbano le pregunt: Dnde te conviene que te deje? Por favor: quisiera ir a tu apartamento. Mi padre entr a trabajar hace pocos das a una empresa de vigilancia; hoy tiene horario continuo y no estar en la casa. Mi hermanita est con mi madre. No quiero quedarme solo. Su mencin de la hermanita corri la cortina, pareca el resultado de un sentimiento real, as que no pudo librarse de l tan pronto como habra deseado. Pero, para qu quera venir? Planeaba hacerle una confesin? Consultarlo? Slo si es por poco tiempo adujo. Le extra el apego repentino, sobre todo porque se haba mostrado remoto y callado durante casi todo el viaje. Ojal se despidieran ya. Por cierto, tena cosas que hacer. La principal era ponerse en contacto con Julin, segn le haba prometido. Me quedo slo un rato, s? Est bien. Podra haberlo obligado a bajar por una decisin de facto en cualquier esquina que contase con transporte hasta su domicilio. Pero enseguida sucumbi a un barrunto: qu tal si hubieran desvalijado la casa mientras l no estaba? En su primera visita, Julin haba examinado atentamente las aberturas. De hecho, era una idea descabellada; slo haba estado ausente pocas horas y nadie, comprendido Julin, estaba al corriente de que viajara. Oli un peligro, s, pero no saba de qu costado vendra el ataque. En caso de robo, Lucas sera un auxilio que no caba desdear. Puede ser desagradable, por el momento. Enfrente de la casa comprob a simple vista que la puerta no haba sido violada; todo lo que haba imaginado pareca una simple

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bagatela, indigna de fomentar preocupaciones. Era el momento exacto para seguir derecho hasta la parada del bus, despedirse de Jackson. Por mostrarle agradecimiento no obstante, y no desencanto, resolvi: Debe estar preocupado; me encargar de l, aunque sea un minuto. Estacion a la vuelta de la esquina. Bajaron. Le sirvi a Lucas un vaso de agua. Escuch primero los mensajes del contestador. Antes de que terminara el ltimo, timbr el telfono y se vio, durante un breve nterin, fortuitamente envuelto en conversaciones con interlocutores varios, como si fuera anunciado y conocido que l llegara a la casa en ese instante. Advirti que el muchacho emerga a cada rato desde la cocina para cerciorarse si segua ocupado. La naranja se pasea de la sala al comedor: no me mates con cuchillo, mtame con tenedor. Lucas pareca sentirse mal; sin embargo l tuvo una especie de satisfaccin al ver que tanta gente agradable le prestaba miramiento y de poder exhibir esa deferencia ante el otro, que se encoga de hombros, suspiraba y se meta de nuevo en la cocina al comprobar que l segua en el telfono. No aceptaba que tuviera obligaciones? No saba si alegrarse o enojarse, avergonzado o apenas divertido, en tal estado de mente que no arrojaba conclusin con respecto a la importancia de Julin para l. Muy sinceramente deseaba llamarlo; se lo haba prometido; pero no estaba inmediatamente en su poder. Levant, por ltima vez, el auricular: era l. Deba estar muy interesado en verlo, para haber as roto el protocolo, dado que, segn haban acordado la vspera, corresponda a Toms la responsabilidad de llamarlo. ste se sumergi en todas las sensaciones de curiosidad, maravilla y arrepentimiento, pena y alegra, ante el reclamo venturoso que lo convocaba. A pesar del tono despreocupado y burln del gan, con el dominio que le era caracterstico, crey detectar inquietud en la pregunta: Ests seguro de que no te vas a olvidar de recogerme? A las nueve en punto estar en el complejo. En medio de una carcajada Julin no estaba dispuesto a despedirse demasiado pronto Toms se dio vuelta; Lucas estaba ah, detrs de l; escuchaba todo. Probablemente se haba enterado de los pormenores del encuentro que planeaban para esa noche.

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Desde la compactera, Jackson cant: Every night stance is like taking a chance./ Its not about love and romance/ and now you are gonna get it. Se despidi de Julin; estaba libre de nuevo. Ahora, por fin, poda concentrarse en Lucas, aunque no fuera ms de un minuto. Qu pretenda? Por qu se obstinaba, ahora que haban terminado los llamados, en permanecer en la cocina? Se acerc para cerciorarse; lo encontr inmvil, parado en el centro del cubculo. Al darse cuenta de que lo miraban, disimul: se puso a bailar a lo Michael. Pero no fue como las otras veces; careca de la soltura de marioneta despreocupada que haba aprendido de los videos; se le notaba rgido; esa impresin fue fugaz y result inconclusiva. El dueo de casa se aproxim; le roz el bozo con los labios; le pidi disculpas por la demora involuntaria. Mas el cuerpo del otro se contraa cada vez ms. Su interlocutor le palp la mano, intent tomrsela, en seal de afecto. Lucas mantena el puo cerrado. Si quers venir, te espero en el living. Y sali. Por fin! el primer remanso de paz y quietud despus de tanto ajetreo. Deseaba que el visitante despachase su asunto y se fuera; l haba trajinado y conducido; ahora estaba exhausto. Si slo pudiera dormir una siesta antes del encuentro de la noche. Se inclin para mullir un almohadn. Entonces sinti la punzada bajo el omplato izquierdo. Se dio vuelta. Lucas sostena en la mano un cuchillo de mesa baado en sangre. Era su propia sangre. El cuchillo tena filo dentado, para cortar churrasco. Se lo haba metido, retirndolo en seguida. Primero pens que se trataba de un chiste, grosero por cierto, inoportuno, fuera de lugar. Iba a decrselo. Iba a explicarle todo. Un segundo despus, se dio cuenta. Qu locas fantasas forma uno cuando se trata de su querida persona! Qu fcilmente se equivoca! En la cocina, momentos antes, cuando l entr y lo bes, Lucas mantena el cabo oculto del cuchillo en el puo cerrado, que l no quiso violentar, mientras ocultaba la hoja en la manga de la camisa. Juntaba fuerzas para el ataque, en espera de que desocupase el telfono. Y se lo

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clav a fondo, sin aviso, sin misericordia, en el lugar calculado del corazn, para derribarlo de un solo golpe, como si fuera un toro. Cuchillo en mano, ahora, mantena una expresin fiera, aunque quiz oscilaba entre la repugnancia y la bravura; frunca la cara lo mismo que Michael en los videos, en los momentos de coraje. Por qu? aventur, sin obtener respuesta. Estaba celoso de su conversacin con Julin? Dinero era lo que deseaba? Haba proyectado el ataque antes de entrar? Esto ltimo, sin duda; por qu si no haba insistido extraamente en venir con l? En una reminiscencia de la pelcula Nuestra Seora de los turcos, el herido dijo: Te quiero, te quiero! Nuestra Seora, subida a un altar, cantaba Coi sospiri di clemenza ti perdono el aria de Ana Bolena antes de su decapitacin en la pera de Bellini Ti perdono, ti perdono! bajaba del altar y persegua a un caballero andante Ti perdono, ti perdono! que renda su espada y sala huyendo. En vez de perseguirlo, Toms retroceda, suavemente, con el mayor recato, sin volver la espalda. Igual que un animal vencido en la lucha, ofreci el pescuezo para que el atacante lo cortase, con la esperanza de que, al rendirse, desistiera de rematarlo. Entre los animales, esa tctica suele dar buenos dividendos. Convence una plegaria en la agona? Una confesin de amor en el momento extremo? El shock suscitaba en Toms un spersentimiento, por lo tanto es lcito mantener que en ese momento no menta. Vio con el rabo del ojo el chorro de su propia sangre salpicado sobre los almohadones. Supo que le quedaban escasos momentos de fuerza y lucidez. Deba aprovecharlos para huir. No de un modo desordenado se desliz contra un bargueo, siempre en retroceso, sin sacar los ojos de su contrincante, a fin de ganar la puerta del vestbulo. Sorprendido de que la vctima, en vez de derrumbarse, le hablara, Lucas aguard unos momentos, por ver si flaqueaba. No tard en advertir, sin embargo, que intentaba escapar. Toms franque la puerta y se encontr en el rellano superior de la escalera. Su agresor prob pararlo con una llave de karate. Osci-

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laron y se bambolearon, pero la fuerza de gravedad acab por imponerse. Entonces rodaron trenzados escaleras abajo un piso entero hasta el rellano de la entrada. A causa del aceleramiento de la cada se golpearon con un impacto atroz contra la puerta de calle. Slip and stumble Trip and fall Down the stairs And hit the wall! Suponiendo que el otro no tardara en irse, al entrar no haba pasado ni la llave ni el cerrojo (cosa que de ordinario nunca dejaba de hacer); felix culpa!; su omisin result providencial. La puerta, con todo, no ceda, porque los cuerpos en lucha presionaban contra la hoja e impedan que girase hacia dentro, su nico posible comps de apertura. Apoy la espalda contra la pared lateral del pasillo; se irgui de a poco, con gran dificultad, porque Lucas intentaba impedrselo. Semincorporado, por fin, oprimi el picaporte; la puerta cedi una hendija por donde se escabull calle afuera. Para evitar que el criminal lo persiguiese, intent cerrar tras s; pero no pudo: la lengeta del picaporte se haba atascado contra el marco. Un pedazo de hocico, un ojo verde de su matador, un enorme manchn de sangre lquida sobre la pared en que se haba apoyado para erguirse, fue lo que vio por la hendija antes de apartarse. Disculpame murmur Lucas, que se qued dentro. No lo sigui por miedo a que lo vieran. Se haba excusado de antemano, invocaba su perdn para que, si sobreviva, no lo denunciase. Dio unos pasos vacilantes, se le nubl la vista. Ya a punto de perder la conciencia, franque la acera y baj a la calzada con la nocin de lograr que algn vehculo se detuviese ante su cuerpo, de pie o yacente. Arriesgaba la vida para salvarla. Un cochecito rojo se aproxim; se detuvo; una mujer con mechas claras, en el asiento del acompaante, lo mir con terror. El vidrio de la ventanilla estaba subido. Toms intent gritar: Al hospital! pero mova los labios sin emitir la voz. Eso fue lo ltimo que supo. No hubo nada ms.

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Estaba extendido boca arriba, cuan largo era, sobre el pavimento; curiosos se haban agolpado a su alrededor; lo miraban desde una altura, como si fueran palmeras o jirafas. Dos paramdicos le pinchaban los brazos; esos pinchazos lo despertaron. Al comprobar que abra los ojos, uno de ellos dijo: Usted perdi mucha sangre. Litros. La presin arterial no existe. Le estamos aplicando suero para revivirlo. De entre los curiosos se adelant un polica joven, pardo, cachetudo. Pareca del campo. Intimidado por el accidente, aunque con cierta cortesa, le pregunt nombre, domicilio, motivo de la pualada, nombre del agresor. Al agonizante le pareci justificado hacer constar esos hechos antes de sumirse una vez ms en la inconsciencia. Respondi a todo con ahogado esfuerzo, con frases cortas. Le preocupaba que Lucas segn lo que l saba, haba quedado emboscado en el apartamento robase su computadora con la informacin incorporada al disco duro. Conoca el inters de la liblula en ese rubro; ya le haba regalado un modelo ms antiguo, que l no usaba. Al salir hacia Parque del Plata el da previo haba tenido, con todo, la precaucin de esconder la notebook tras unas cajas. Los paramdicos le pidieron que se pusiera de lado; al voltearse se dio cuenta de que no poda respirar: Me asfixio! Me asfixio! Tiene el pulmn lleno de sangre. No hay nada que podamos hacer. No tenemos baln de oxgeno. Lo subieron a una camilla y lo metieron en la ambulancia. Segn pudo constatar dej sobre el pavimento un inmenso charco granate oscuro. Usted no es socio de nuestro servicio coment uno de los paramdicos; un vecino que s es nos avis. No tenamos obligacin de venir, pero vinimos igual. Dio la casualidad que estbamos cerca. Si no hubiramos acudido como lo hicimos, usted habra terminado de desangrarse. No habra llegado vivo al hospital. Le aconsejo que se haga socio de nuestra empresa. Los beneficios, los conoce.

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Nuevo desmayo. Cuando recuper la conciencia se vio puesto sobre una plancha metlica. Lo estaban desnudando. Alguien explic que lo llevaban a la mesa de operaciones. Una mujer de bucles castaos sostena en la mano su billetera. Iba a guardar los valores dijo en la caja del hospital. La nurse le solicit telfonos de parientes o amigos a fin de participarles su condicin. Le vamos a aplicar la anestesia. Es alrgico a algn medicamento? Prefiero que sea slo local. Le dieron la razn, como a los locos. Con el trax fuertemente vendado, tubos de transfusin y de suero que se injertaban en el brazo y en la nariz, una mscara de oxgeno, despert en la sala de cuidados intensivos. Le dola la dentadura. Ese dolor lo haba expulsado de un agradable sueo de ter. Tante, con la lengua, la razn de su insoportable molestia: era un trozo de hilo grueso atascado entre dos dientes, que le dificultaba el respirar. Le hizo seas a la enfermera, que no estaba lejos. El anestesista probablemente at ese hilo para asegurar el tubo de salivacin mientras lo operaban aventur la nurse. Traiga un gancho quirrgico para extraerlo. No puedo sin orden del mdico. En un silbido asordinado: Si no me quitan el hilo, saldr al corredor y me pondr a gritar. Ni lo intente. Una cnula le atraviesa el trax para drenar el pulmn; aparte de los tubos de suero y de sangre, que le cuelgan de la nariz y del brazo. Volvi acompaada por una mestiza obesa que se present como la anestesista; exasperada, con la cara contrada por la furia, farfull: Es extravagante que proteste por un hilo; su propia vida cuelga de un hilo. Sinti un gran alivio, a pesar de todo, cuando lo extrajo. Julin le preocupaba. Qu hora es? Demasiado tarde, quiz, para llevarlo al concierto. Nunca falt a una cita con l. l s falt, un par de veces.

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El muchacho pensara que le haba dado una sonriente e hipcrita seguridad para despus deliberadamente faltar a la cita; que lo haba engaado, tanto como siempre haba esperado que lo hiciera, en castigo por alguna supuesta ofensa real o imaginaria sin saber que l se encontraba agnico sobre el camastro de respaldo regulable, alto como un barco. No slo no haba podido acudir; tampoco haba podido avisarle que no ira. Qu fiasco! En parte lo regocijaba Julin se lo tena merecido, en parte lo asustaba, porque no quera enojarlo. Se le represent el pelo lustroso de champ, vestido con su mejor ropa, juntando desengao con despecho. Por cunto tiempo lo esperara en vano justo en estos precisos momentos al borde del camino de entrada a las viviendas?, media hora?, una hora entera? O, malhumorado por el desprecio, ya haba tomado un mnibus hacia el parque Batlle? Bueno, l se lo ha ganado. Y desde el punto de vista de las justificaciones, es un crimen perfecto. Curioso: no pensaba en su asesino. ste se haba borrado a s mismo. Su conducta zanjaba la cuestin, disolva cualquier vnculo; al clavarle el cuchillo haba quedado fuera de la sociedad de sus congneres, haba pasado al otro lado del espejo. Adems era un mero ejecutor: el verdadero mal vena de otro lado. Slo consider: Cmo baj la guardia! Cmo me dej envolver! Se daba cuenta no obstante de que todo podra haber sido peor: que lo hubiera atacado, por ejemplo, en el balneario, donde nadie habra acudido a socorrerlo; o que lo hubiese apualeado de noche, cuando ningn vecino hubiese llamado a la ambulancia; o que la puerta de la casa hubiese estado cerrada con llave, como era corriente, y l se hubiera desangrado dentro del apartamento hasta morir, prisionero de su asesino. O que la ambulancia no llegara a tiempo para salvarle la vida; o que no hubiese sobrevivido la operacin. La calamidad, con todo, pens, ya se haba manifestado. No haba podido destruirlo; al menos no por ahora. Sera falso afirmar que la propia sobrevivencia le resultaba indiferente; su impresin actual de alivio provena de que l navegaba en la cama barco y ya no tena que encargarse de nada; se haba puesto, mal que bien, en manos calificadas. Es un alivio que a uno lo asesinen. La responsabilidad, la vigilancia, las atenciones, correspon-

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dan todas ahora a los mdicos y a las enfermeras. Cumplo la esperanza del reloj; me paro un instante para ver pasar el tiempo. Le tomaron la presin: cinco. Las transfusiones continuaron. Tambin suero, antibiticos, calmantes. Estoy fuera de peligro? No. El riesgo de infeccin est agravado por el paso de la cnula intercostal. Las infecciones son ms peligrosas todava que la ciruga. Por lo comn, sobrevienen en la primera semana. Se declara una septicemia que no responde a los antibiticos. La dilisis de rin es el ltimo recurso; pero an as muchos mueren. La investigacin estuvo, est, a punto de sacarme del partido. Sinti clemencia y ternura por este cuerpo, que terminaba pagando todas las deudas, las de la curiosidad y las del corazn. Entretanto una anciana acababa de fallecer en la cama inmediata. Un adolescente tom su sitio; era un caso complejo de trasplante de mdula; a ltima hora, a causa del decaimiento de su estado, los mdicos haban decidido no operar. Uno de nuestros sentidos roza los pasados de la inconcebible unidad: es el sentido del olfato. Se iba acercando a una parva de heno, y los temas ociosos fueron relegados. Su cuerpo era un guante que se daba vuelta; los labios de la sutura, que an no haba visto, gruesos y hasta groseros, sobresalidos, demarcaban las diferentes zonas... qu zonas? Cada excitacin incongruente, especfica, emerga del revs de un terreno privativo; qu extraordinario. Horas ms tarde le dijeron que tres amigos y un primo tomaban sus noticias. Estaban en la sala de espera. El mdico de guardia permita que los recibiese ahora; ms bien, que recibiese a uno en nombre de los dems. Est bien. Que pase. Entr Donato. Habl con el portero de enfrente, que tiene una copia de tus llaves. Abri la puerta a la polica, a fin de que registrara tu casa. Despus me entreg las llaves. Como supuse que el atacante se habra llevado un juego, hice cambiar la combinacin de la cerradu-

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ra; as no podr volver cuando se le cuadre. Tambin pens que se hubiese llevado las llaves del coche; por suerte encontr una copia en tu escritorio; met la camioneta en un garaje, donde est segura. Por las rendijas de la persiana vea las copas de los pltanos; las hojas resplandecan con el primer verde de la estacin. La luminosidad envolva la cama aun en la penumbra: Hay una pequea bola roja de vida nueva que est naciendo dentro de m, en los tejidos, en el pulmn. Debo evitar que se infecte. En 1988 Donato dixit Michael Jackson estren la pelcula Moonwalker, cuyo merchandising inclua un videogame. Vos eras Michael, y cuando te atacaban los malvados, los destruas bailando. A l lo haba atacado un bailarn. Donato le regal un cuaderno, donde anot algunos sueos que tuvo en el hospital. 22 de octubre Sueo que escribo sobre un libro de testimonios o de quejas que el gobierno ha puesto a disposicin de los ciudadanos. Garrapatear sobre estas pginas resulta mprobo porque son de arena. Con la punta de un cuchillo trazo la palabra caverna. Escribir es un riesgo; estoy exiliado en un campo de trabajo en Siberia; las autoridades amenazan con bloquear el regreso de los que protestan. Adems, es intil: estoy seguro de que harn desaparecer el libro. En los das subsiguientes ni siquiera poda incorporarse a fin de que las enfermeras lo lavasen. Para cambiar la ropa de cama lo rotaban como si fuese una salchicha. Le humedecan la piel con una esponja, pero lo secaban mal; en consecuencia se le pasparon las nalgas y la ingle. La venda era deshecha a diario para desinfectar la sutura, un edema de labios anchos cubierto de costras rojinegras que circundaba casi toda su espalda, segua una ruta curvcea bajo el sobaco izquierdo y terminaba en la mitad del pecho. Al despegar la cinta adhesiva le arrancaban pedazos de piel; la espalda se volvi un hatajo de llagas.

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Es precioso coment la nurse. Ese doctor es un genio. Si usted viera los zafarranchos, las alforzas fruncidas que perpetran otros, se dara cuenta de que a usted le hicieron una obra maestra de alifafe. El cirujano que lo haba intervenido apareci por primera vez en el cuarto. Haba viajado enseguida despus de la operacin. Volva de un congreso en Ro. Era extrao ver a ese alto jugador de bsquetbol concernido por su salvamento. La dieta era puntual y rutinaria: el intervenido coma una manzana al horno y debi limpiarse los dedos con la servilleta antes de extender la mano. La cuchilla no slo le perfor los bronquios sino que le cort adems una arteria junto al corazn, de ah que perdiera tanta sangre. Cuando lo vi en el quirfano no cre que se salvara. Pero usted resisti, para mi sorpresa. A pesar de los malestares poda dormir por perodos cortos entresacados al ruidaje ambiente, a las peleas en el corredor entre los enfermeros. Con frecuencia una bandeja rodante chocaba contra algn obstculo indiscernible desde la cama. Otras un tanque de oxgeno colida contra un silln de ruedas. Los calmantes obraban durante cierto lapso, pero su efecto se desvaneca antes de la hora prescrita para la renovacin de la dosis. Con estabilidad y buenos pensamientos consider: Esto llevar pronto a algo mejor o peor. Habl con tu primo a calzn quitado Pierre sonrea amable, aparentemente concernido. Le cont todo tal y como sucedi. No pudo agradecerle que vertiera gratis sobre alguien de su parentela la inundacin castalia de tan cndida intimidad. Nunca le perdon, aunque lo intentara, esa inconcebible falta de tacto, esa infidencia sospechosa de mala intencin que habra de tener tan psimos resultados. Vino su ta Irma hecha una exhalacin, deshecha. No la haba mandado avisar para no inquietarla, pero su cautela empeor las cosas. Entre la publicidad de un desodorante y el vaticinio de inminentes lluvias, ella se enter de la noticia por el televisor.

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Qu pas? Pens que te habas muerto. El muerto la recibi con una sonrisa. Un desconocido me asalt en la calle. Intent huir. Me atac. Al verme sangrar, tuvo miedo de que lo identificaran y sali corriendo sin llegar a robarme; la billetera est aqu noms, en la caja del hospital. Esa versin no contradeca aparentemente en ningn respecto crucial los datos del informativo, de modo que estuvo bien; sin exceder su alerta y su atencin logr salir con ventaja, en la gloria de haber conspirado con xito. Ella estuvo de lo ms agradable, encantadora. Mientras conversaban, se qued dormido en la mitad de una frase. Lo despert un spero murmullo. Era la voz ronca de un to que se alzaba cada vez ms faosa. Circulaba la versin que haba divulgado Pierre quien, en todo candor, la tena del propio Toms. El accidente, deca el to, era la consecuencia de un srdido altercado, de un episodio nefando de relajo. Demostraba tal deterioro moral que exoneraba al herido grave de cualquier apoyo que pudiera prestarle su familia. l, por lo pronto, se borraba, negndose a toda asistencia futura, y haba entrado al cuarto slo para instar a Irma all presente, que lo oa estupefacta desde el silln, a retirarse. Le falt aliento para terminar; no le falt compulsin desalmada. Despacio, pasito, quedito aleccion Irma. Toms segua con los ojos bien cerrados, aprensivamente feliz de que ella al menos no lo abandonase. El veterano portero del edificio de enfrente a su domicilio, a cuyo cargo haba confiado una copia de las llaves, sola tener malas pulgas si lo contrariaban; pero en esa ocasin aunque en tono rudo se demostr solidario: Vine para advertirle: abr a los policas porque el gran acontecimiento los hizo aparecer. Siempre esperan beneficiarse. Revisaron los roperos, eso lo s, aunque no sub con ellos. Le digo ms: hace un tiempo entraron a un apartamento en el quinto piso de mi edificio, con el propietario ausente; de un cajn se llevaron cinco mil dlares. Ellos buscan dinero.

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Ya que la noche previa no haba dormido all, pudo congratularse de que la cama de su dormitorio estuviese pulcramente tendida el da del atentado; ese factor descorazonaba cualquier hiptesis que vinculara el crimen a la pasin. Pasando a otro tema: el gandul se que lo atac apareci ms tarde, en la misma noche. Quiso llevarse el auto. Usted lo haba estacionado a la vuelta. El portero de ah lo vigilaba y me avis. Tena la llave; abri la portezuela, se sent al volante e intent encender el motor, pero no pudo hacerlo arrancar. Entonces son la alarma; el muchachn se asust y se fue. Cunto tiempo tarda este coche para ir desde el centro hasta Las Piedras? Mire: voy a aconsejarlo. No ande con mocosos; slo buscan aprovecharse; a usted no le sirven. sa o cualquiera otra noche el personal del sanatorio detonaba un circuito de estallidos en cadena para aterrorizar a los enfermos, sus rehenes. Consider la barahnda y su propia fatiga; pero sus alarmas eran intiles, el mayor error a sus ojos en que a veces caa: la falta de respetuosa aceptacin de sus circunstancias. Los ingleses alguien murmuraba en el corredor, bajo el derrumbe estrepitoso de lo que pareca un juego entero de vajilla cran cada perro negro increble. Enterrado en el fondo del predio de Parque del Plata, junto a un laurel y un granado, ese perro, mezcla de mona y de len, haba muerto bajo las ruedas de un auto. Ahora remontaba por una cauda ardiente de fosfenos. Serruchame. Despus que se enjuag las lagaas, se lav los dientes, aparecieron una maana dos agentes de investigacin de la Jefatura. Hasta ahora el mdico nos tena prohibido entrevistarlo. Pero parece que ya pas lo peor. Perdn si lo molestamos. Qu ms remedio dadas las circunstancias. Est algo recuperado, parece; en caso contrario el doc no nos hubiera autorizado a pasar. Soy (mamn, hijo de puta, cabrn?) Hortensio. Mucho gusto.

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En vez de elegir el silln se sent sobre la cama para lograr un efecto de inmediatez y confidencia. Las plpebras contradas como rajas se aproximaron; los ojos centelleaban de astucia y movilidad. El segundo polica se mantena en silencio, de pie, unos pasos ms atrs, atento y avizor, el cutis horadado por la viruela, los extremos de la boca curvados hacia abajo en un rictus de invariable amargura, miedo y desconfianza. Incmodo ante la mirada del paciente, que lo examinaba, apart la vista, como si escondiera algn designio adverso. Qu motivo pudo tener para agredirlo? espet el confianzudo. Robarme la computadora. Yo le haba regalado un modelo antiguo. l no tena plata para comprarse uno de ltima generacin. Tambin quiso robarme el coche, con un sentido experto en acreditar pertenencias. Por suerte no pudo hacerlo arrancar; falto de prctica, supongo. Pero cul era la actitud de l hacia usted? Nunca le manifest si senta algo? No, en absoluto. No cree que l estuviera humillado, o celoso, si es que usted no haca caso de ciertas pretensiones... sentimentales que l pudiera sostener hacia usted, y se fue un motivo para vengarse? No. Tiene novia; me habl acerca de ella. Dnde dijo que vive? En el Cerro? No sabe exactamente dnde? Se guard de darle el telfono de la parroquia, iglesia, abada, donde fuera que Lucas se juntaba con su madre los domingos; evit mencionar al abuelo sacristn, que rezaba el rosario en voz alta; evit extenderse acerca de las tas monjas, la escuela de computacin, la profesin de la madre. Antes de medir la magnitud de su riesgo prefiri callarse la boca. Aunque en la fecha del crimen faltasen slo diez das para su cumpleaos, Lucas era an legalmente un menor, inimputable segn el cdigo penal. Su caso ira ante un juez de menores. Podra argir, en su descargo, que l lo molestaba fsica o moralmente; la cuchillada habra sido la respuesta merecida a una agresin de hecho o de palabra que atentase a su pudor. Y hete aqu conejo en trampa, mi querido agnico o recauchutado; terminaras t entre rejas, por violador; y el asesino libre.

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Volver con fotos. Tendra inconveniente en identificarlo? No, en absoluto. Me interesa que lo prendan. No estoy asustado, pero s que puede entrar aqu cuando se le cante, como entraron ustedes, como entran todos. Le conviene eliminarme; total, soy el nico testigo. No quiero que me atraviese como una brochette una vez ms. El perro recorra la habitacin bajo la lluvia de fosfenos. A su debido tiempo Toms haba arrojado al estuario el collar del pequins muerto, que an conservaba mechones enredados de su pelambre y estaba impregnado de su olor. Y tan rubio como el perro, apareci Marcos. No saba que estaba all. Pero estaba. Eran iguales, el perro y Marcos, bajo cierto respecto. 30 de octubre Viajo en bus con mi hermana; ella debe comparecer ante un comit de inspeccin nazi. Todava no se sabe si la obligarn a firmar el cuestionario con su propia sangre de una herida de cuchillo en el seno o le aplicarn cnulas finas que se la chupen. Me llega a m el turno del examen: aunque el lugar sigue siendo Alemania, el perodo histrico ha cambiado: ahora estamos en los primeros cincuenta, bajo Adenauer. Mi hermana y yo nos sentamos sobre una cama en un dormitorio de mansarda. Todo est a oscuras. El examinador, de pelo rapado color zanahoria, est ante nosotros. Le pido a mi hermana que encienda la luz porque temo que el alemn me ensarte una aguja de repente, sin que yo pueda impedirlo. Con luz habr por lo menos una posibilidad de defenderse. Me pregunto si el apagn abarca toda la ciudad, slo un barrio o apenas la casa en que estamos. De repente se enciende la luz. Mi hermana se llama Madera, el inspector, seor Madera. Cuando le hablo a mi hermana, l piensa que me dirijo a l, y este malentendido me obliga a dar explicaciones.

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El seor Madera me dice que renuncia a su papel de torturador, cuyo desempeo no ha llegado a concretarse. Ahora me ordena no ha dejado de ocupar su puesto de autoridad que, al revs, sea yo quien lo pinche a l. Le prevengo que si le causo algn dolor no ser adrede y no debera tomarse un desquite. La jeringa es muy pequea, en verdad del tamao de una ua; la aguja es tan larga como la mitad de mi dedo meique. Le palmeo la nalga para relajarla, y le clavo la aguja, aunque slo a medias. A medida que presiono la jeringa, voy hundiendo, siempre con cautela y despacio, la aguja. Los policas volvieron. El inspector avispado y conversador abri el portafolios, extrajo una foto tamao carn que representaba al acusado. El puetero gur de la instantnea, con jopito a lo petitero, un resplandor mortfero en las pupilas amarillas, trasparentes, era Lucas? El de la foto tena el cabello corto. Cuntos meses deberan pasar para que creciera como lo conoci? No. No es l. El comisario retir sin majadera el cartn de ante los ojos del invlido. Se dio cuenta de que, por una razn u otra, la vctima no iba a colaborar. Ac tiene mi tarjeta. Llmeme cuando quiera, por cualquier consulta. Pregnteme lo que le parezca. Asegur que regresara. Pero no apareci ms. Toms estaba en San Pablo, diez aos antes de la fecha; la niebla lo desorientaba; era la esquina del albergue Los Tucanes? Marcos iba con l. En direccin contraria se acercaban dos negros altos y fuertes. Pero San Pablo est lleno de negros. No es para asombrarse. Un rubio, en cambio, un rubio portugus, un marino rubio, un capitn de quince aos, del bar O bom crioulo, como Marcos, no se encontraba todos los das. Embelesado con su parejita, ni siquiera mir a los cafres; o sea que los vio sin verlos. Pero al deslizarse junto a l uno de los dos le enganch el cuello con el brazo y lo tasc; jalaba, obligndolo a arquearse hacia atrs, mientras el filo de un cuchillo le pinchaba la espalda:

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Dinheiro, dinheiro! El agredido se llev la mano al bolso sin oponer ninguna resistencia. Marcos, entretanto, salt al medio de la calle, dio la alarma a voz en cuello: Ladrao, ladrao! Contra toda expectativa los rapieros, por miedo de que los sorprendieran, dejaron libre a la vctima sin cobrar la billetera. Saltaron como gatos y desaparecieron en la noche. Se incorpor mientras Marcos, clavado en la mitad de la calzada, sonaba todava, como un pjaro que guarda el nido, el grito de alarma. Despus se acerc, lo abraz entre lgrimas y borbot convulso: Eu defendo voc! Eu defendo voc! Si cortamos la cabeza, y luego descuartizamos el bagual de parte a parte, nuestro proceder ser furia en la muerte, luego ensaamiento: Toms fue castigado por la aparicin de Pierre el giboso. Meses atrs, con una mueca de gato maula, le haba lanzado a Julin en la cara la llama viva del encendedor. Esta vez cont que, borracho, se haba encontrado con l en un bar de ambiente. En vez de ignorarlo con reserva, como corresponda, nunca hubo hombre ms dedicado a ser amable, como si un gran bien fuera a advenirle del muchacho; lo testimoniaba el aflujo de regocijo que puso al detallar su historia. Esta noche me hart del parque; no hay nadie, me dijo. Por eso vine, necesito un trago. As fue que hablamos de putero; estuvimos de palique como chanchos, encantados, muertos de risa, por ms de una hora, sin darnos cuenta de que el tiempo pasaba. Apenas lo hubo odo, pareciendo racional y desafectado, corts con las damas, ventajoso sobre la superioridad negligente, Toms pens: S, parece tener una grandiosa benevolencia conmigo. Coronando su ronda de perjudiciales chivatazos, haba complicado el trato, difcil de por s, que l mantena con su amor Gracias. Es el empujn que necesitaba para recuperarme. Una sonrisa demasiado gil, a la vez nerviosa y congelada por falta de crdito, segua animando la cara de Pierre, haca brillar los mismos ojos, no tan burlones, acaso ms graves, detrs de los mismos anteojos:

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Tu taxi tena la cola sobresaliente; se habr puesto siliconas? No opuso Toms, ya a punto de sofocarse. La cola se pone en evidencia cuando usan jeans de mujer. Ah, debe ser eso. El pantaln era de una tela elstica, metalescente: se dira collant. Lo embretaba bien en ancas y piernas, re-chico. Sus mofletes se sobresaltaban al mnimo temblor, sensibles, pareca, al soplo del pensamiento; se haba encorvado, encogido an ms, se pona grun. Slo lograba resultados mediocres en su trabajo. Haba aspirado en un momento, esa nocin le haba cruzado la cabeza, que Toms deviniese su amante. El despecho del giboso no era, a la verdad, personal; era un resentimiento metalescente, generalizado a las circunstancias conjuntas de la vida. Aunque sus maneras parecen halageas, es mejor mirar alrededor y constatar qu es lo que hace. Se jur que, una vez fuera del hospital, lo evitara por el resto de su vida, de la vida de Pierre, por el resto de muchas vidas. Dumas, el modisto, lo visitaba con frecuencia; se al menos no lo envenenaba. Trajo informes de Aldo, el mdico swinger a travs de quien Toms haba conocido a su asesino. El doctor en strippers, flemtico, como si fuera la cosa ms notoria del mundo, declaraba: Recomend al guacho para un encuentro casual; una vez, dos veces. Ms, es locura. No se le pudo sino hacer justicia al cirujano, que prob su destreza al cortar y coser. Haba en el tono de voz de la practicante, mientras le aseguraba que deba corroborar la opinin de ella en el espejo para enterarse de las noticias de su colaborador, la felicidad de restaurar una piel junta y prometedora, fuerte en los surcos, acerca de lo cual era compelida a dar una buena nota; suspir y sonri, dejando el balance de aprobacin mucho en su favor. A las dos semanas de internamiento, una amiga le prest un telfono celular. En el mismo instante un desgarrn le borrone la vista. No era la costura que le tironeaba a cada movimiento. Era la

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emocin sensible y dolorosa de poder llamar a Julin. O-ddio! No estaba curado de l. Era la misma presin antigua en la base del esfago. Sin quererte herir te hice sufrir/ cuando estaba muriendo yo a los tajos. Se oblig a pulsar los fatdicos nmeros de su nmesis. Al reconocer la voz, el otro eligi un tono conmemorativo de resignada nostalgia. Uno de estos das amanec cerca de tu casa. Iba a timbrarte pero despus pens: No, si l no quiere verme, para qu voy a llamar? Con el saludo, inclua la noticia de una fornicacin en el vecindario; lo informaba que haba dormido en casa de otro, en las inmediaciones de su apartamento. Y he hallado ms amarga que la muerte a aquella cuyo corazn es lazos y redes, y sus manos ligaduras. Decidi no acusar el golpe. Te estoy llamando desde el sanatorio. La noche misma en que planeaba encontrarte para que furamos juntos al concierto, unos tipos con opiniones diferentes, pero que pensaban lo mismo, me asaltaron; me hirieron; por eso no fui a buscarte. El otro no hizo preguntas ni comentarios. Finga ignorar muchas cuestiones, proceda igual que con cualquiera de sus conocidos que le confesase una fechora: desdeaba interrogar, para que despus no lo acusaran de trasmitir datos a las autoridades. Infinitamente avezado y ni la mitad engredo, ni por un segundo crey que el atraco hubiese ocurrido tal como Toms lo presentaba. Ni era una excusa por no aparecer, ya que seguramente habra tenido lugar no la noche de la cita sino en algn otro momento posterior. Su casi muerte por lo tanto no result una justificacin vlida para que lo perdonase, sino a lo sumo constitua una prueba de que el herido llevaba una vida doble, lo cual eliminaba cualquier razn para sentirse solidario. Quers que te lleve una frazada? (risas) Recordaba la mentira de casi un ao antes, en vspera del viaje a Punta de Diablo, de que deba socorrer a un amigo entre rejas con una manta. Pero si lo haba clavado con un maleficio, Toms no iba a darle la oportunidad de comprobar su efecto por inspeccin ocular directa. No, no vengas. Cuando salga de aqu te avisar desde la casa.

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Gota a gota la cnula drenaba del pulmn una mezcla de sangre y secreciones amarillas. Cada madrugada las enfermeras controlaban la altura a que haba llegado el lquido en el frasco y escriban un informe. Durante semanas el nivel medio no disminuy. Pero un buen da le dijeron que poda levantarse. No era algo que pudiese hacer solo. Llevaba en la mano la vasija de sus propias deyecciones, una prtesis de la que an no se poda separar; cuidaba de no jalar brusco ni enredar de ningn modo el cao de su chorro deletreo, mientras una enfermera lo asista en su ruta hacia el bao. Fue un viaje sentimental y conversable, aunque sus tpicos y los de la enfermera rara vez se mezclaban. He aqu los primeros pasos de Julin despus de la hepatitis; los mos son todava ms difciles. Mir su figura en el espejo del retrete. El orificio del pecho por donde drenaba el pulmn le hizo pensar en la branquia redonda de un escualo. Encapuchada por el albornoz que le haba regalado Dumas, su cabeza pareca la del viejo Cronos. Nada de eso superaba la impresin cruda del edema; tironeado por la gran costura, su tronco se haba torcido. El que recio se suena las narices, se sacar sangre.

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El mar estaba negro bajo la dudosa luz de la tormenta; las piernas se hundan hasta las rodillas en un tembladeral de arena. Quin poda andar sino a zancadas? Valvas rotas de mejillones, conchillas de toda especie, le cortaban las plantas. A poco que se metiera en el agua, las olas lo corran como un felino sarcstico; andaba por la orilla, empapado como rata costera. La lluvia cae, no porque me necesite. Ni la necesito yo, porque soy lluvia; tan mojado como la lluvia misma. Encontr un pedazo de cuerda azul que formaba un lazo; representaba, le record, el collar y la correa del perro rubio, que le devolvan ahora, a travs de un trayecto de ida y vuelta por el agua.

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La ola le toc el hombro con su lenguarada, dio la vuelta, chasque y escupi contra su cintura; un sdico cumplido. El brazo de mar lo apret alrededor del talle, como una faja; remat de un bofetn el desquite, ms all, ms ac de la barrera de la piel, en franca violacin de la frontera del cuerpo. Toms se zambulla y sobresala con quebranto, la espuma le masajeaba las heridas y los pechos, reacomodaba el vello y el remolino del cabello. Aunque la palmada lo reconfort, esos reveses lo aplastaron contra el fondo con planazos tales que se rasp la cicatriz todava delicada y se hizo un desgarre. Sobre las crestas se acercaba a la costa una embarcacin indonesia color verde lechuga. El casco se apoyaba en dos patines laterales; llevaba un par de ojos dibujados a los flancos, de modo que el espoln de proa recordaba la proboscis de un insecto: la vera efigie del mamboret acutico. Gracias repiti, he podido olvidar a Julin por diez minutos. Se arrastr por el desplayado como una tortuga. Se concentr en olvidar. Desde un sitio distante, desde un helicptero en vuelo all arriba, se vio a s mismo como si fuera un grano de arena confundido en el cotilln de la playa. En la cabaa de Donato que lo haba invitado al mar por unos das para recuperarse, despus de un mes largo en el hospital colgaba una placa pintada al leo con un toque ingenuo. Representaba al diablo. Estaba sentado en una banqueta con una pierna cruzada; fumaba; sus ojos se enrojecan por la brasa del cachimbo. l no comparte la banqueta con nadie. A cien metros de la cabaa, semioculto por un macizo de fronda, se levantaba un edificio lbrego, que evocaba, o quiz era, un templo de vud; el alero, cubierto por un quincho de hebras largas y desparejas, impona a la veranda color de sangre una cuasi completa veladura; pero se captaba, con todo, la impronta lacre. Vecino, mire: al costado del templo vud, codo con codo, esa seorita choza descalabrada; qued interrumpida su construccin por falta de fondos, o de habitantes; quin sabe? Es un esqueleto a medio deshacer, ya desgonzado, del caballero Don Quijote despus de su lucha contra las aspas. O la carcasa vaca de una mosca, cuyo

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espritu, alma, cogollo, yema, ha sido chupada por el templo: es su zombi. Despus de haber pasado cinco das en la casa de otro hombre, Toms regresaba a la suya una noche de verano. La hetaira fantasma o la doncella-zorro, Lucas, de chaleco blanco, o qualcuno che somiglia a lui, pas corriendo por la vereda frente a la puerta y lo roz con un brazo. Fue como si el asesino, que merodeaba el lugar del crimen con la idea de volver a entrar al apartamento y robar, lo hubiera reconocido cuando era demasiado tarde, cuando ya estaba encima de l y no pudiese volver atrs. Hizo un esquince, aceler y huy hacia delante por la avenida de alisos que lo trag limpiamente. Su cara es una masa de entraas. Cabalga el chillante viento sur. An no saba si el hecho de recobrarse contaba o no con la aprobacin de Julin. Alentado por su oferta mtica de llevarle una toalla (o una manta) al sanatorio, puls los nmeros negros, mostrando la blanca dentadura de un espectro sonriente. Se puso en contacto con l en un instante. Estoy de vuelta en el hogar. El demonio nunca cesaba de sorprenderlo; fue tan cuidadoso en su cortesa, que pens que debera haber recibido una versin diferente de su vida hasta la fecha. Huidizo, casi hostil, propuso: Si quers que nos encontremos, pas a buscarme por el complejo. Lamento no poder manejar hasta Coln objet el convaleciente. El cirujano me prohibi conducir; cualquier maniobra brusca, dice, podra desgarrar tejidos que an no terminan de cicatrizar. Bien; en ese caso, no nos veremos. Yo no puedo visitarte. Al centro no voy casi nunca, slo cuando mi madre me encarga algn trmite, cosa muy rara, y siempre en horario de oficina, es claro. Si voy, te avisar; puede que entonces, si me alcanza el tiempo, te haga un saludo breve; en cualquier caso, no ser pronto. No obstante su crudeza, la crueldad sobrenatural y el hecho, que conoca bien por va indirecta, de que iba con frecuencia al parque por las noches a hacer sus rondas, estuvo a punto de creerle.

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Tragarse la pldora resultaba menos daino para su constitucin. Pero el desmn sirvi, esta vez s, para que renunciara a cualquier pretensin que pudiera mantener sobre l. Tuvo el efecto de que se rebelara frente a su verdugo. Si se haba inclinado para pasar bajo ese dintel con jambas de piedra o de madera, las horcas caudinas de la muerte, entonces el mayor amor, el ms constante, se volva compatible con la burla infinita, con la msica ms loca, con el arrobo de ser lcido. La muerte se haba hecho presente como un desgarramiento cmico en el teln de fondo. Al abrirse el vaco, adivinaba al ser amado: No hay nada. Las partculas de nieve en el interior de la esfera de vidrio de su escritorio clinaban, bullan; el torbellino borraba todas las formas. El vaco libera las ataduras; ya no hay enredos en el vaco. Exhiba el fenmeno de la indiferencia como vrtice de su experiencia del mundo: si ya sabemos que el mundo puede oponernos una indiferencia completa y que con seguridad ha de atestigurnosla, entonces sabremos tambin que las experiencias parciales de la indiferencia nos introducen al modo de nuestras relaciones con el mundo. A travs de l me habla el silencio del mundo, su global indiferencia. Y sin embargo, mientras estuviera vivo, habitaba un entre dos. 28 de noviembre Julin muestra una expresin de rutina, estereotipada, no tiene ms corazn que una piedra y un temperamento de demonio. Le doy la espalda. Pero me siento traspasado por sus ojos; entonces me vuelvo y lo miro al sesgo; su expresin me parece triste, como si la vida que lleva lo hiciera sentirse mal, aunque sospecho que se trate apenas de una comedia. Lo fisgo otra vez: ahora me parece discernir en sus ojos una chispa de alegra pcara mal disimulada. Con tal de mantenerlo en vilo, el muchacho no dejaba de telefonear. Cada siete das propona una visita, que cancelaba indefectible a las pocas horas bajo cualquier pretexto. Toms lo atenda

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como a un vampiro familiar, le segua el juego, casi calmo y casi alegre; no le importaba de verdad que se vieran o no. Pasado un mes, el torturador marc una cita con viso de probable. Ajust con minucia las circunstancias del encuentro e insisti en que Toms le diera seguridades de que acudira. Se vieron en las inmediaciones del parque, cerca de los circuitos acostumbrados del prostituto. A la luz de nen de una heladera la cara mongol apareci deshecha de agotamiento, las narinas se hinchaban como ollares, por haber sido usado muchas veces. S, salgo todas las noches. Quedarme en casa mirando el televisor me parece una prdida de tiempo. Si vengo al parque en cambio, al menos conozco a alguno: anoche ligu con el empresario de una fbrica de Santos. A Toms ya no le interesaban sus historias; pero el otro fue implacable. Una noche pas Lala, el poltico. Un travesti amigo lo llam para conversar; despus me llam a m. Cuando me vio, Lala sali corriendo; quiero decir, apret el acelerador. Se habr asustado, digo yo. Obviamente no sos su tipo. El busca machorros sanforizados. S, puede ser. Pero estoy en acecho de otro: el poltico X...; si lo veo me tiro abajo de las gomas, te juro; por se muero. Toms resolvi no llevarlo a su domicilio. El cuarto de hotel adonde fueron tena la forma extraa de un martillo irregular. Parece una casa dijo Julin. Pareca, en efecto, porque tena ms de un ambiente, pero no era. Era apenas un colchn provisorio. Vivan en el mundo del como si; pero las paredes se desgastaban cada vez ms hasta casi borrarse; y quedaba slo la conviccin de lo gratuito. Ya no tena conciencia de tenerlo entre los brazos; ni siquiera de haberlo penetrado. Rfagas de humo se desplazaban desde una profundidad hueca. Una bandera cosida de pelo, compuesta de trocitos cuadrados como escapularios de crin unidos por rebarbas, se abra frente a l en un raudo levante y crepitar de giros, restallaba sobre su cabeza. Un instante despus advirti que haba cado en la ms completa ausencia de espritu.

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No te duermas dijo el muchacho. No quiero irme a media maana. No descansar bien aqu, no descansar bien en casa. En un rincn arbolado y sombro se despidieron. Cundo te llamo? Pasado maana? Traspasado corrigi Toms. Los coches disminuan la marcha alrededor de la rotonda, los focos se demoraban sobre las siluetas. El giser de la fuente principal, iluminado por un reflector antibombardeo, restallaba en altura con fulguraciones que encandilaban. Colgando las piernas del muro de la alberca, Julin tomaba el fresco. Toms pas en coche y circunval la fuente. Al verlo, su amigo apront una mueca risuea y se acerc ajustndose la pretina. Estaba avergonzado de que lo pillara infraganti en lo ms expuesto de su negocio. Qu hacs? Dirigs el trfico? Espero a un conocido levant el brazo y mir un imaginario reloj pulsera en su mueca. Despert al medioda, con dolor de cabeza y la nocin de que no tolerara verlo esa noche, como haban combinado. Para no obligarse a responder el telfono sali calle afuera. Cuando volvi, horas ms tarde, encontr varios mensajes suyos en el contestador. Al otro da llam de nuevo: En qu ands? Estoy de fajina. Cuando llega fin de ao, hay papeles inservibles que eliminar. Un camarada a su lado clasificaba los libros. Maana es Nochebuena, podras pasar a recogerme por Coln? Ya sabs que no habr transporte. Igual que el ao previo, por estas fechas, Julin solicitaba el servicio de un chofer. Le dio la misma respuesta que le haba dado doce meses antes. Estoy comprometido. No s a qu hora quedar libre. Y, como el ao previo, se encontraron a pesar de todo en la noche de la fiesta. Toms acudi a La Pirmide y Julin se encon-

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traba dentro; el pelo atado en mitad de la espalda se abra como los alerones oscuros de una paloma contra la pluma blanca de la camiseta. Feliz Navidad le dio un beso en la mejilla. El otro respondi con una sonrisa parca; no estaba para conversar con quien no lo haba querido traer. El olor a sudor y a perfume, las peleas oscuras y puntillosas, lo asfixiaban, pero el conjunto lo dejaba indiferente, como puede dejar indiferente un ro desbarrancado, apenas teido de desprecio. Cmo haba podido olvidar? Un par de aguachirles se abstraan en el pool. Le trajeron a la memoria la aspiracin profesional de su matador: convertirse en uno de los chicos Pirmide. Eligi un palo de billar, una vara muy dura sera quebracho? En caso de que el otro sacara una navaja, o lo agrediera con una botella, l ya tena pronta el arma. Palo en mano, ascendi con deliberada lentitud los escalones hasta la guarida de su asesino. Un stripper al que ya conoca se asom al ventanuco del piso alto. Le hizo ademn de que entrara al teatrillo donde se desvestan. Toms escondi la vara de la justicia detrs de la espalda. El portero, tambin stripper, lo dej pasar sin notarla. Un muchachito que pareca una gallina, con todo ese arreglo de cuero alrededor de la cintura, culminaba sus contorsiones en el podio. Dos oficinistas pelados, cuarentones, comentaban, vaso en mano, los mritos y demritos del performer. El que lo haba saludado se acerc. Cmo ands? Conocs a un tal Lucas? Teido ala de cuervo, una segunda Cleopatra. Trabaja aqu. No, no trabaja. En caso contrario, yo lo conocera. La mano oculta tras la espalda despert la curiosidad del portero: Eh! No puede entrar ac con ese palo. Me voy. Ya tengo averiguado lo que vena a saber. Regres forzoso es consignarlo en esta memoria al parque con frecuencia. De lejos avizoraba al indio entre ndulos precarios

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por una senda de hormigas cuyos periplos se disolvan en un laberinto de conjeturas. Lo reconoca por el gesto de extrapolar la cabeza, ms pendiente que sus camaradas de las gomas que pudiesen levantarlo en otro viaje. Cada vez que senta ganas de verlo, pasaba por el bosque. Al refrescar el identikit, lo consideraba ms siniestro y se arrepenta menos de distanciarse. El muchacho caminaba por la vereda de la avenida en direccin al parque. Llevaba en la mano una botella de cerveza. A pesar de la hepatitis reciente beba sin parar. Toms sac el brazo por la ventanilla y lo salud; el otro devolvi un calco fantasmal del saludo, no slo porque estuviera beodo s lo estaba sino tambin porque haba descubierto a Ariel, su nuevo amigo, en la cabina de la camioneta. Esa coincidencia inform al trotacalles que haba sido sustituido. En su semblante, desencajado por la consternacin, saltaron unas lgrimas. El guila con sangre tiene cercado el rostro; la mazorca en divina tierra, en mstil de sonajas est apoyada. No consideraba peligroso al nuevo Michael Jackson aunque de hecho el paralelo con su asesino sangre sobre la pista de baile lo contagiaba de una luz roja, siempre con alguna aprensin. El contact finish de la madre de Ariel confera a las mejillas del chico el acabado mate de una mueca tailandesa, el look oriental de Michael. Robaba tambin a genetrix una treintaera fuertona que tocaba la guitarra y funga independiente, con amantes ocasionales un cinto ancho de goma charolada roja, que usaba terciado sobre sus calzas de cuero negro, que participaban al mismo tiempo del pantaln de montar y del de un zuavo. En vez de la camisilla negra de tul visti una noche una de tansa tirante y abierta en forma de red que imprima a su cutis un sistema de hidrovas rojas como los canales de Marte. Las rgidas bolitas de los pezones emergan erectas entre los cuadrantes. se fue el toque punk de Ariel. Un efluvio de ungento emanaba del cuello del favorito, un aro grande, rotundo, en cada oreja, un halo notorio alrededor de los ojos. Qu? Se los estaba pintando. En la mano derecha sostena el delineador que aplicaba a las plpebras, mientras las aletas de su nariz de base ancha temblaban sensitivas

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como tiembla el pericarpio en forma de ala de las smaras de un fresno. Se mojaba el pelo y al levantar la cabeza enviaba chisguetazos en ms de una direccin; las mechas se pegoteaban a los parietales y al cuello con el wet look que requera para bailar refrescado. Confes que siempre haba sentido, desde nio, sin que l pudiera explicrselo, un embeleso injustificable ante el dolo Michael Jackson. Ese amor no se haba desmentido con el paso del tiempo y ahora a sus diecisiete pensaba lograr con un lifting un mayor parecido con l; la idea de la operacin sobre facciones tan laudables contena el excitante cruel de un dios loco. Con tales sentimientos como eran mostrados por el momento no podra suponerse que Ariel fuera a dejar de visitarlo. No estaba actuando un papel, ni haca insinceras declaraciones. l difcilmente las habra esperado. El trasero, reluciente y duro dentro de la pernera de nonato, percuta contra la cremallera de la bragueta de Toms que lo chicoteaba, como la filigrana infinitamente maleable de una encendida vela roja. Los parlantes metidos en las orejas, Ariel se senta alegre y con inclinaciones gregarias, sin nada del pudor y reserva del da que lo conoci. El entresijo de espiras y tirabuzones melados detrs de las orejas destilaba esencia que intoxicaba. Toms caracole, vareaba el instrumento, alternaba los ngulos del asedio. El otro escamoteaba el hoyo pero no le impeda insistir. Ese caracoleo, mientras dur, jams perdi realce. Se confunda, como si un dios protector del joven le lanzase puados de arena a los ojos para impedir que lo alanceara. Pero como la jabalina ensarta un sargo entre las piedras de la caada: as lo clav de repente. Ariel qued estupefacto, por un instante perdi el poder de reaccionar; enseguida grit: Par, par! El agresor se inmoviliz para no empeorar el inconveniente, contento y temblando de perseverar entre los retortijones del alanceado, hasta que, por desespero, larg el chisguete. Nadando en sudor establecieron una tregua y recuperaron el aliento, unidos en un abrazo cara a cara. 14 de febrero Tengo ante mi vista la caja de cartn de un video de Michael Jackson. Sobre el canto hay una impre-

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sin hologrfica del rostro del cantante, con efecto de esmalte en relieve, forma de camafeo, hebilla de un cinturn, un Cristo en una estampa new age. Estoy en un cuarto con una cantante que telefonea a Michael Jackson. Es un telfono interno de Neverland. La cantante o es una productora? es tmida, pero cuando habla con Michael pretende aparentar seguridad. O ser sorda? Levanta la voz, como si la conexin del interno estuviese estropeada, martilla cada palabra con el volumen alto que debera, segn ella, asegurar que la comprendan. Al mismo tiempo una cocinera mexicana entra al cuarto trayendo una sopera caliente. Es la comida de Michael. l prefiere esa simple dieta domstica a las extravagancias de un restorn que arruinaran su salud. La mexicana me sirve a m tambin un plato de sopa, con trozos de zanahoria y papa. Me habra gustado que contuviese ms lquido. Al levantar la cuchara con un trozo de zanahoria, noto que all sobreflota un pendejo negro, grueso, enrulado que se ha colado en la sopa. Pertenece a la cabeza o a la ingle de Michael? Su captor de llamadas registr, de vez en cuando, telefonazos de Julin. Si l responda, colgaba meramente, pero dejaba el picor; daba noticia de que se encontraba disponible, en caso de que lo necesitase. Una tarde de lluvia divis por la ventana a un ganforro en chamarra, disimulado bajo la copa de un fresno. Circunspecto sin ser gazmoo, se detena en la vereda de enfrente, torca la cabeza en direccin a la ventana. Le result imposible determinar si ya estaba parado cuando se asom, o si se haba detenido a mirar en ese instante. Llevaba el pelo corto, una chaqueta de plstico azul y verde. Dio dos o tres pasos, par, mir de nuevo. Avanzaba a trancos breves, a la manera de un pingino, con los brazos pegados a los flancos, como si sostuviera un pelotn de excremento entre las nalgas. Ese modo de andar estaba sazonado por un ingrediente que, al amalgamarse, le caus a Toms cierta repugnancia. Le record

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al director de su liceo, cuando l era adolescente; caminaba como alguien que tiene un zapapico clavado en la cola y aprieta las nalgas a fin de no perder la continencia. Se alej del alfizar; retom una idea que trabajaba con cabal disfrute. Slo ms tarde entendi. La comprensin y la gratificacin vinieron juntas: la personita de la calle no era otro que Julin! El pelo corto contradeca su idea de l; pero no era corto de verdad: para evitar que se mojara, lo haba escondido bajo el cuello levantado de la chaqueta. Pasaba, llevado quiz por la ocasin, si es que haba dormido la noche previa con alguien de la zona. Entretanto, aprovechaba para fisgonear. Al ver a Toms en la ventana entrepar, con la expectativa de un cabeceo cmplice. Pero l no lo haba reconocido! En el video nuevo que miraban con Ariel Michael baila en compaa de unos indios enjabelgados que parecen charras. Ellos miran con mil ojos vacos de las cordilleras, tal vez slo revelan restos de un mundo anterior medio humano, medio bestia, y acaso demonaco; en pie por encima de capas de piedra y cantos rodados, con los cuales mares de pocas posteriores haban cubierto el terreno primario, y en su seno, se opina, habanse conservado las andanzas de los achaparrados hombres peces, lascivos engendros del diablo. De repente una llamarada atraves el azul del cielo; enseguida, toda la selva arde. Los agentes del incendio son los colonos de la Amazonia, con el propsito de robar la selva a los cazadores y recolectores, aprovechndola para la agricultura. Michael y los indios son testigos cariacontecidos, llorosos e impotentes de la catstrofe. No slo presencian el incendio; una lista desordenada de horrores planetarios concurre ante sus ojos: un elefante es muerto para robarle los colmillos, un hombre es perseguido y derribado de un balazo. Tan slo el diminuto banquete de la araa basta para romper el equilibrio de todo el cielo. Humean los tizones de la quema. Entonces Michael cruza el campo achicharrado donde haba estado el bosque, se prende con ambas manos a un par de troncos que an subsisten en pie; con energa chamnica funge de antena pararrayos y atrae la electricidad de la atmsfera; un transtorno violento, una tormenta con relmpagos y detonaciones explota al-

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rededor de un centro de baja presin: el ojo del huracn. La tierra se moja y reverdece, la lluvia regenera la vida. No slo eso: el equilibrio es restaurado para toda la serie de desastres: la selva crece de nuevo, el elefante recupera sus colmillos, el hombre muerto resucita y se incorpora, igual que una pelcula pasada al revs. Mano negra, moreno! Ah, me olvidaba! El chalet de Parque del Plata se vendi. La ta Irma, habiendo renunciado a comprar la casa derruida frente al shopping de Punta Carretas, se mud a un edificio tranquilo en una calle poblada de pltanos, que le agrada muchsimo. En sus noches juntos, Toms y Ariel escuchaban, a veces, un programa de radio cuyo locutor, entre tema y tema, propona adivinanzas. A partir, por ejemplo, de las letras: N. g...a. p..v.r. .. ch...ngos, haba que reconstruir un conocido refrn. Trabajando en tndem, encontraron la clave. (No guardar pavor a los chongos?) No gastar plvora en chimangos! La pesca del atn haba durado un tiempo. La ballena del invierno estaba encima. Por qu decidi un da cortar la relacin que los haba unido con su nuevo amigo durante meses? Como Prspero, deshizo el vnculo, liber la energa del aire en el aire. No quiso forzar a Ariel a que dejara de ser lo que era: un radioso ambiguo, que no terminaba de aceptar que lo cogieran. Haba depositado en el culo del otro una semilla. Si esa semilla se transformaba en palo verde, no era cuestin suya. En las cenas sola encontrarlo sentado al lado de l; no sin alguna maa de su parte se ingeniaba para llamar y concertar las citas. Siempre telefoneaba. Cmo ands? Nos vemos esta noche? Tengo una tarea para entregar maana. A veces daba su aquiescencia; no poda evitar reconocer lo que Ariel vala. Cundo nos encontramos?

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No estar en Montevideo por tres semanas. El muchacho insista en la procura. La mesa era de nuevo convenientemente cubierta con un mantel, el intercambio restablecido, las maneras desenvueltas. Hasta el nuevo pinchazo, que sembraba la duda y la desazn. Qu estar haciendo? se preguntaba Toms. Las excusas no siempre surtan el efecto pretendido y no podan repetirse en automtico. Si Ariel procuraba ignorar cualquier intentona de apartarlo, l debera concluir que haba llegado el momento de despedirse. Nos vemos esta noche? Nos vemos cuando quieras. Pero ahora estoy saliendo con alguien que no slo me da la cola, sino que no me cobra. Cmo pudo ser tan bruto? No era cierto, no tena a nadie.

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