Cuentos Chinos
Cuentos Chinos
Cuentos Chinos
antologa
1981 Centro Editor de Amrica Latina S. A. - Junn 981, Buenos Aires. Hecho el depsito de ley. Libro de edicin argentina. Impreso en octubre de 1981. Pliegos interiores: compuesto en Grfica Integral, Av. Pueyrredn 538, 4to. piso, Buenos Aires; Impreso en Talleres Grficos FA.VA.RO. SAIC y F, Independencia 3277/79, Buenos Aires. Distribuidores en la Repblica Argentina: Capital: Mateo Cancellaro e Hijo, Echeverra 2469, 5to. C, Buenos Aires. Interior: Ryela SAICIF y A, Belgrano 624, 6to. piso, Buenos Aires.
ESTUDIO PRELIMINAR
Durante mi primer viaje a China, en el ao 1957, alcanc a conocer los viejos mercados populares de Pekn, donde los artesanos, tan modestos en su indumentaria como refinados en sus producciones, trabajaban al aire libre junto a juglares de todo tipo, que tambin venan del fondo de la antiqusima civilizacin china: una marcha ininterrumpida que, segn las ltimas investigaciones, se inici hace unos quinientos mil aos en esa misma regin, entonces sumamente boscosa y transitada por rinocerontes y elefantes, cuyos huesos y colmillos constituyeron materia prima del naciente hombre chino (aquel que se conoce justamente como el "hombre de Pekn"). Con lentos y maravillados pasos recorra yo esas ferias populares: un da qued extasiado ante un equilibrista cuya inusual calva denunciaba su avanzada ancianidad que haca dar vueltas sobre su cabeza, un enorme jarrn de porcelana para recibirlo en difcil equilibrio sobre su frente. Recuerdo que el viejo equilibrista tena un promontorio sebceo en la frente, donde reciba el jarrn despus de cada voltereta en el aire, seal de que todo su organismo ya estaba acondicionado por y para ese ejercicio, que seguramente haba practicado desde su ms temprana infancia. Me sorprendi los pocos espectadores que seguan sus difciles pruebas con el jarrn, mientras cerca el publico se agolpaba fascinado alrededor de una muchacha cuyo arte consista en relatar cuentos. La muchacha, de evidente extraccin campesina, completaba los efectos de la voz y los gestos con una variada serie de instrumentos musicales que tena el alcance de las manos: timbales, gongs, campanillas, castauelas y el tpico violn chino, que la narradora usaba alternativamente para enriquecer con sonidos un idioma de por s musical como ningn otro. Cada instrumento serva para subrayar el nfasis y la sugestin del relato: el violn acompaaba la letana de un alma dolorida mientras el repique de una castauela de timbre acutico surga para sealar el suspenso del relato. As, en una feria de Pekn, tuve la plena vivencia del relato oral y sus convenciones musicales: punto de partida muchas veces milenario del cuento y el teatro de China.
Cuentos primitivos La tradicin oral se desarroll en la historia ms remota, con las distintas variantes propias de la extensin continental del territorio chino. De tal modo, en el centro de China pude presenciar otra extraa "forma" del cuento oral. El relator blanda dos trozos de madera que golpeaba entre s o sobre una mesa, como acompaante rtmico de las palabras y los gestos, reforzando las pausas y enfatizando sus partes culminantes. Uno de sus cuentos trataba del asedio y la lucha de un cazador y un tigre: los golpes de los maderos diferenciaban los pasos y movimientos del hombre y del tigre. Este primitivo cuento oral, que debi recrearse en cada interpretacin, no solamente se fue enriqueciendo con el acompaamiento musical, sino que tambin debe considerarse la particularidad de su posterior traslado a una escritura ideogrfica, donde la simultnea expresin literaria y plstica de la escritura china
configura su peculiar ambigedad y una carga de significaciones que no tiene parangn con ningn otro idioma del mundo. Condiciones que crean una literatura que se caracteriza por una prodigiosa economa de palabras, que hacen del cuento y la poesa las formas nacionales chinas por excelencia, ya que desde siempre cuentos y poemas se elaboran preferentemente restando palabras y sintetizando situaciones, en vez de acumularlas como sucede en la novela. Por ello esta seleccin se inicia con las fbulas y aforismos de la tradicin oral: textos breves cuyos orgenes se pierden en los albores de la historia, pero que de ningn modo constituyen piezas de museo, sino vivencias de hombres y mujeres del pas ms poblado del mundo, al punto que un erudito poeta clsico, como lo era el presidente Mao Tse-tung, los ha empleado constantemente en su significacin de sabidura popular. El ms destacado ejemplo es el cuento tradicional "El viejo tonto que traslad la montaa", un texto de ms de 2.500 aos y seguramente el ms conocido actualmente en China: el visitante seguramente se ha de asombrar cuando escuche la expresin de "el espritu del viejo tonto", dicho como un gran elogio a la perseverancia humana; por cierto nos hallamos ante una parbola donde campea el taosmo, esa humildad campesina que paradjicamente constituye la raz del irreductible orgullo nacional del pueblo chino.
Cuentos con fantasmas Segn la tradicin china, el universo era un huevo enorme que un buen da se parti en dos: arriba qued el cielo y abajo la tierra, y en el centro apareci el hombre original, que creci da a da durante ocho mil aos, hasta que su cabeza se parti a su vez para formar el sol y la luna, mientras la sangre del gigante se transformaba en los enormes ros de China. Esta visin primitiva de un mundo simtrico y de un hombre que nace y crece en armona e identificacin con la naturaleza ha marcado el pensamiento de China y su literatura. Consecuencia de ello es la creencia de que el hombre es superior a cualquier divinidad, lo que explica la ausencia del misticismo y de fanatismo religioso en toda la historia china, junto al desarrollo de una literatura donde los hombres triunfan sobre cualquier fuerza sobrenatural. En esta literatura, los fantasmas no son de temer para los hombres de carne y hueso. Lo explica Wang Tche-fu, personaje de un relato de la dinasta King, hace de esto un milenio: "No se dejen dominar por fenmenos sobrenaturales. Nosotros somos seres formados en la verdadera imagen del cielo y de la tierra, criaturas emanadas de elementos positivos y negativos. Somos la pura encarnacin de la realidad. Qu podemos temer entonces de esas apariciones que son menos que efmeras?" De acuerdo con estos cuentos chinos, los fantasmas existen vaya si existen!, pero ocurre que son seres pusilnimes: un solo guerrero valiente o un nico letrado virtuoso pueden poner en fuga a todo un ejrcito de espectros. En la presente antologa hemos recogido cinco ejemplos de esos relatos que abundan a lo largo de muchos siglos de literatura.
Cuentos de la dinasta Tang La dinasta Tang (618-907) seala la edad de oro de la poesa, el cuento y la pintura, coincidiendo su esplendor con el apogeo de la vieja civilizacin china. Corresponde a esa poca la culminacin del desarrollo y la centralizacin del Imperio, con fronteras que se extendieron desde Corea hasta Vietnam, con una capital Changan, hoy Sian- que fuera la ciudad ms populosa del mundo de entonces: sus calles rectilneas eran transitadas por caravanas de rabes que recorran el Camino de la Seda, junto con cristianos nestorianos, mientras los primeros monjes, llegados de la India, enseaban el budismo a peregrinos de Japn. Una sociedad tolerante y refinada cre variadsimas formas literarias y plsticas, que tendan a fundirse en una misma expresin artstica, al punto que surgieron grandes poetas que tambin fueron grandes pintores. Uno de los mayores genios de la dinasta Tang, el poeta Wang Wei (701-761) fue adems msico famoso. Su mayor elogio lo formul el crtico Dong-po con slo cuatro caracteres: "Su poesa es pintura, su pintura poesa". Es durante la dinasta Tang cuando aparece el cuento como gnero literario, con el rigor conceptual y formal que en Occidente es tema contemporneo, pero que en China resulta historia bien antigua. De tal modo en la posterior dinasta Ming, el crtico Hu Yin-lin (1551-1602) estableca sus caractersticas genricas y su evolucin: "El perodo de las Seis Dinastas es rico en cuentos de fantasmas. La mayora de ellos no fueron inventados deliberadamente, sino que se basaban en simples relatos deformados por la tradicin oral. Es solamente durante la dinasta Tang cuando comenzaron a escribirse verdaderos cuentos creados por la imaginacin de los escritores". Los diez relatos de la dinasta Tang que figuran en esta antologa son muestras de los extraordinarios valores literarios que se produjeron en la dinasta Tang, consecuencia de la aparicin de una sociedad urbana, que en muchos cuentos vemos transitar por las populares calles de Changan. Gnero artstico por excelencia, el cuento expresa un momento con la objetividad de la novela y la intensidad del poema. Estos diez cuentos de la dinasta Tang son como peces refulgentes, a veces fabulosos o bien realistas, recogidos del fondo ocenico de la literatura china, que nos prueban fehacientemente la universalidad del arte y la universalidad del hombre.
Un cuento vuelto a contar "El vuelo a la luna" integra el volumen Antiguos relatos vueltos a contar tercera coleccin de cuentos de Lu Sin (1881-1936), precursor y artfice del gran cambio cultural de China. Los aos transcurridos entre la Guerra del Opio de 1840 y el Movimiento del 4 de Mayo de 1919 forman el sexto y ltimo perodo en la historia de la literatura clsica china (la Revolucin de los Taiping, las Reformas de 1898, el levantamiento antimperialista de los Boxers y la Revolucin de 1911 constituyen los principales acontecimientos poltico-sociales que sirven de trasfondo al perodo). Lu Sin es la llave maestra que abre el camino a la moderna literatura de su pas (cf. al respecto el volumen 112 de esta Biblioteca Bsica Universal: La verdadera historia de A. Q. y otros relatos de Lu Sin). En las tres grandes ciudades donde el escritor actu existen museos a su memoria: Shanghai, Cantn y Pekn. El de la primera es el ms importante, quiz 6
porque all escribi la mayor parte de su obra. En ese museo se conservan las pertenencias del escritor: desde su silabario y el pupitre escolar hasta la obra Despus de morir, de Gogol, que traduca cuando le sorprendi la muerte, abierto el libro y marcada con una raya roja la ltima frase que alcanz a traducir. Esto simboliza la singular universalidad de Lu Sin: erudito e investigador de la antigua cultura china, fue tambin un gran conocedor y divulgador de la literatura occidental en su pas. Cuando Bernard Shaw visit China quiso conocer a Lu Sin, cuyas obras ya haban sido traducidas en Europa, y lo invit a visitarlo en su hotel de Shanghai: al escritor vestido con su gastada tnica de profesor no lo dejaron entrar en el lujoso hotel, dada su doble condicin de chino y de pobre. Tuvo que bajar Bernard Shaw para que Lu Sin pudiera subir a su departamento. En esa terrible dcada del 20 fue cuando Lu Sin escribi en Shanghai sus ocho Antiguos relatos vueltos a contar, a los que pertenece "El vuelo a la luna". El personaje principal de este relato es Yi, tambin un hroe tradicional, arquero legendario que cazaba enormes tigres mientras se alimentaba con patas de oso, y que en el relato pasa hambre y debe alimentarse con cuervos. Tanto saquearon a ese pueblo que caus la admiracin de Marco Polo y de Mateo Ricci los imperios europeos que lo convirtieron en territorio de hambrunas y desolada muerte.
La antologa Los materiales de este libro son deudores de algunos de mis trabajos anteriores dedicados a este pueblo que mucho admiro, en particular: Cuentos de la dinasta Tang (Buenos Aires, Capricornio, 1965), As escriben los chinos. Desde la tradicin oral hasta nuestros das (Buenos Aires, Orion, 1976) y "Diez mil aos de escritura china", extenso artculo publicado en la revista mexicana Circulo Abierto, en noviembre de 1978. En esta ocasin, deliberadamente he prescindido de toda referencia erudita, tanto para no fatigar al lector con acotaciones infinitas e intiles casi siempre, dado lo alejado de nuestros respectivos contextos histricos como para dejarlo librado al puro goce esttico, al ritmo pleno del relato. Tambin y correlativamente, he buscado recortar la zona ms antigua de la narrativa china, pero destacando su vertiente popular y bullente, antes que la ms clsica y dogmtica. Bernardo Kordon
I CUENTOS PRIMITIVOS
PALILLOS DE MARFIL
Cuando Chu, ltimo rey de la dinasta Chang, orden que de un marfil de inmenso valor se le fabricaran palillos para comer, su to y consejero, el prncipe Ki, se mostr sumamente triste y preocupado. Los palillos de marfil no pueden usarse con tazones y platos de barro cocido: exigen vasos tallados en cuernos de rinoceronte y platos de jade, donde en vez de cereales y legumbres deben servirse manjares exquisitos, como ser colas de elefante y fetos de tigre. Llegado a esto, difcilmente el rey estara dispuesto a vestir telas burdas y vivir bajo un techo de paja: encargara sedas y mansiones lujosas. Me inquieta adonde conducir todo eso dijo el prncipe Ki. Efectivamente, cinco aos despus el rey Chu de la dinasta Chang asolaba el reino para colmar sus despensas con todas las exquisiteces, torturaba a sus sbditos con hierros cadentes, y se embriagaba en un lago de vino. Y de este modo perdi su reino.
EL MURO DESMORONADO
Haba una vez un hombre rico en el Reino de Sung. Despus de un aguacero el muro de su casa empez a desmoronarse. Si no reparis ese muro le dijo su hijo por ah puede entrar un ladrn. Un viejo vecino le hizo la misma advertencia. 10
Aquella misma noche le robaron una gran suma de dinero al hombre rico, quien elogi la inteligencia de su hijo, pero desconfi de su viejo vecino.
LA SOSPECHA
Un hombre perdi su hacha y sospech del hijo de su vecino. Observ la manera de caminar del muchacho: exactamente como un ladrn. Observ la expresin del joven: como la de un ladrn. Observ tambin su forma de hablar: igual a la de un ladrn. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable del hurto. Pero ms tarde encontr su hacha en un valle. Y despus, cuando volvi a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecan muy diferentes de los de un ladrn.
EL ASNO DE KUICHU
Nunca se haba visto un asno en Kuich, hasta el da en que un excntrico, vido de novedades, se hizo llevar uno por barco. Pero como no supo en qu utilizarlo, lo solt en las montaas. Un tigre, al ver a tan extraa criatura, lo tom por una divinidad. Lo observ escondido en el bosque, hasta que se aventur a abandonar la selva, manteniendo siempre una prudente distancia. 11
Un da el asno rebuzn largamente y el tigre ech a correr con miedo. Pero se volvi y pens que, pese a todo, esa divinidad no deba de ser tan terrible. Ya acostumbrado al rebuzno del asno, se le fue acercando, pero sin arriesgarse ms de la cuenta. Cuando ya le tom confianza, comenz a tomarse algunas libertades, rozndolo, dndole algn empujn, molestndolo a cada momento, hasta que el asno, furioso, le propin una patada. "As que es esto lo que sabe hacer", se dijo el tigre. Y saltando sobre el asno lo destroz y devor. Pobre asno! Pareca poderoso por su tamao, y temible por sus rebuznos. Si no hubiese mostrado todo su talento con la coz, el tigre feroz nunca se hubiera atrevido a atacarlo. Pero con su patada el asno firm su sentencia de muerte.
trasladar la montaa? El Viejo Sabio no pudo contestar nada al Viejo Tonto. Del Li Tse, obra de Li Yu-ku (ao 500 a. C.)
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vino, sino para ir a jugar en un tugurio. De ms est deciros cmo estas palabras aumentaron mi pena. Estaba sola en plena noche, sintiendo la ausencia de mi marido y confundida con la presencia de un extrao, a quien no tena el valor de enfrentar para decirle que se fuese. Esa mujer junt sus manos en forma de crculo y me dijo: "Por aqu se pasa al Paraso". Trat de introducir all la cabeza, pero ese crculo se deshizo muchas veces. La mujer, impaciente, me dijo entonces que iba a buscar la cuerda de Buda, para que yo me convirtiese tambin en Buda. Ella no volvi nunca y fueron ustedes quienes llegaron para socorrerme. De Aquello que no habl Confucio
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haba tomado la forma de un cordero. Despus de escupirlo, para evitar que tomara otra forma, Song se apresur a venderlo. Y se fue, enriquecido en mil quinientas monedas. En su poca, el noble Che Tsong coment el hecho en los siguientes trminos: "Song Ting-po hizo algo inmejorable: gan mil quinientas monedas vendiendo un fantasma". De Cuentos extraos
TIEN PU-MAN
Ki Yun (dinasta Tsing) Tien Pu-man, sirviente de una granja, se extravi una noche en un lugar desierto erizado de tumbas. Tropez con una calavera, la cual silb entre dientes: Maldito seas! Me pisaste la cara! Rstico pero valiente, Tien Pu-man replic: Quin te manda ponerte en mi camino? Alguien me puso aqu murmur el crneo. No es mi deseo cerrarte el camino. Entonces por qu no maldices a quien te puso aqu? apostrof Tien, furioso. Es que el causante de mi desgracia es hombre de mucha suerte y no le presta ninguna atencin a los maleficios. Te atreves a decirme que soy un hombre de mala suerte? exclam Tien, a la vez indignado y divertido. Por otra parte, te parece bien temer al afortunado y perseguir al desgraciado? T tambin eres hombre de suerte dijo la calavera, lloriqueando. Por eso no me atrev a embrujarte, y me content con dirigirte algunas palabras para intimidarte. Acaso no sabes que el mundo est acostumbrado a temer al afortunado y hostilizar al desgraciado? As proceden los hombres. Por qu te indignas si los espritus hacen lo mismo? Por favor, te agradecer toda la vida si me sacas de aqu y me colocas en un lugar seguro, donde nadie me pise la cabeza. Tien prosigui su camino como si nada hubiese ocurrido, y nunca ms volvi a tener otros encuentros molestos. De Memorias de la choza Yu Wei.
YUAN TCHE-YU
Lieu Yi-king (dinasta del Sur y del Norte) Un da, cuando se diriga al excusado, Yuan Tche-yu fue protagonista de un hecho singular. A su lado surgi un fantasma gigantesco, de ms de diez pies de altura, de tez negra y ojos inmensos, vestido con una casaca negra y cubierto por un bonete plano. Sin turbarse de modo alguno, Yuan Tche-yu conserv toda su sangre fra.
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La gente suele decir que los fantasmas son feos dijo con la mayor indiferencia, dirigiendo una sonrisa a la aparicin. Y esa gente tiene toda la razn! El fantasma, avergonzado de su fealdad, desapareci. De Cuentos de este mundo y del ms all.
TSUEI MING-KO
Tai-Fu (dinasta Tang) Tsuei Ming-ko, natural del distrito de Poling se conduca como un hombre honesto y responsable que nada tiene que temer a espritus y divinidades. A la edad de diez aos falleci por enfermedad repentina, pero pudo ser resucitado dieciocho aos despus. Segn aleg, su convocatoria al imperio de la muerte slo se debi a un lamentable error. Despus de un ao de reclamos y splicas, decidieron que poda irse. Efectivamente, tienes el derecho de volver al mundo de los vivos le dijo el rey de los muertos. Por desgracia tu cuerpo ya est descompuesto. Qu hacer? Tsuei suplic al rey que lo resucitara. Si aceptas retornar a la vida por medio de la metempsicosis le propuso el rey te colmar de riquezas y honores. Pero frente al justificado rechazo de Tsuei Ming-ko, cuyas protestas resultaban difciles de replicar, el rey se vio abocado a un problema sumamente delicado. Despus de largas consultas y apurado por los reiterados reclamos del muerto por error, el rey no pudo hacer otra cosa que mandar buscar un filtro milagroso en el Reino de Occidente. Transcurrieron muchos aos antes de que ese filtro llegara a sus manos. Se lo aplicaron al esqueleto de Tsuei Ming-ko, que volvi a cubrirse de carne, con excepcin de los pies, donde los huesos siguieron a la vista. A continuacin de este suceso, los familiares del difunto lo vieron ms de una vez en sueos, comunicndoles su resurreccin. Como insisti en aparecer en sueos, decidieron abrir el atad, y en efecto lo encontraron resucitado. Su convalecencia dur ms de un mes. En el imperio de los muertos, Tsuei tuvo oportunidad de comprobar en su expediente que en vida deba ser nombrado prefecto diez veces. En consecuencia solicit cargos peligrosos, despreciando y burlndose de las cosas sobrenaturales, en conocimiento de los trminos en que estaba fijado su destino. Nombrado prefecto de Siutchu, se traslad a la capital, instalndose en el palacio de la prefectura, cuya sala de audiencia tena fama de embrujada. Haca tiempo que haba sido abandonada por los otros prefectos. Se deca que ese pabelln fue habitado en otros tiempos por Hsiang Yu. Pero desde su llegada, Tsuei orden restaurarlo y lo convirti en su sala de audiencia. Un da, una potente voz conmovi todo el edificio. Aqu estoy yo, el rey paladn del reino Tchu del Oeste! tron la voz, Quin es ese Tsuei Ming-ko que se atreve a suplantarme en mi palacio? Eres todo un miserable, Hsiang Yu! opin flemtico el prefecto. Mientras estabas vivo no fuiste capaz de contener a Liu Pang, quien conquist el imperio y se convirti en Emperador de los Han. Y ahora, muerto, vienes a disputar a Tsuei
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Ming-ko esta habitacin ruinosa? Por otra parte, siendo rey has cado en el ro Wu. Te han cortado la cabeza, y la expusieron al mismo tiempo que tu cuerpo, pero en puntos distantes de muchas docenas de miles de lis. Aunque ahora goces de algunos poderes sobrenaturales, no ser yo quien te tenga miedo. Dijo esto y aquella voz poderosa se apag. Desde entonces el palacio fue exorcizado. Transcurrieron algunos aos y Tsuei fue nombrado prefecto de Huatch. Los vecinos que vivan cerca del templo consagrado a los espritus de la montaa Hu sorprendieron al caer la noche un inslito movimiento en el templo. Algunos curiosos se acercaron a espiar y vieron que el patio estaba iluminado con antorchas. Varios centenares de fantasmas en formacin de parada, recibieron de un seor la orden de escoltar a la futura esposa del tercer hijo del amo, con la consigna de no producir ningn ruido que fuese susceptible de irritar al prefecto Tsuei. Nunca nos atreveremos a hacerlo! respondieron los fantasmas. El destacamento parti y todo volvi a sumirse en el silencio. De Seleccin de relatos sobrenaturales.
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EL DERROCHADOR Y EL ALQUIMISTA
Li Fu-yen Tu Tse-chuen vivi al final de la dinasta de los Tchue del Norte (557-581) y al comienzo de la dinasta de los Suei (581-617). En su juventud, derroch sin medida, y nunca quiso preocuparse por sus intereses. Esencialmente extravagante, bebedor y libertino, en poco tiempo disip toda su fortuna. Entonces se dirigi a sus familiares y conocidos, pero todos lo rechazaron por su conocida poltronera. Un da de invierno, cubierto de harapos y con el vientre vaco, vagabundeaba por la capital sin tener nada donde clavar el diente. El crepsculo lo sorprendi sin saber qu hacer. Se detuvo en la puerta occidental del Mercado del Este, transido de fro y hambre. Elev la vista al cielo y comenz a lanzar suspiros de lamento. Se le acerc un viejo, que se apoyaba en un bastn. Por qu os lamentis? Entonces Tu le cont todo, echando pestes contra la indiferencia de sus familiares y amigos. Su rostro expresaba una gran clera. Cunto dinero necesitis para solucionar vuestra situacin? pregunt el viejo. Podra arreglarme con treinta o cincuenta mil sapecas dijo Tu. No es nada replic el viejo. Pedid otra cantidad. Cien mil. No me parece suficiente. Un milln. Es poco. Tres millones. As est mejor aprob el viejo. Del interior de su manga retir algo de dinero y le dijo: Aqu tenis para esta noche. Maana a medioda os espero en el Hotel de los Persas. Sed puntual. Al da siguiente Tu cumpli la cita con la mayor exactitud. El viejo le entreg los tres millones y parti sin decir siquiera su nombre. Frente a esta sbita riqueza, el gusto por el despilfarro volvi a encenderse en el corazn de Tu, quien se crey asegurado para siempre de no caer en la miseria. Comenz a comprar caballos soberbios y trajes suntuosos, dedicando todo el tiempo a beber en compaa de alegres bribones, a ofrecer conciertos, a cantar y danzar en el barrio de las cortesanas. Nunca se le cruz la idea de que deba administrar su fortuna. Dos aos despus, su bolsa comenz a agotarse poco a poco. Carroza, caballos, trajes, todo ese lujo fue cambiado por bienes cada vez ms modestos. Pas del caballo al asno, y del asno a la marcha a pie. Nuestro derrochador lo hizo tan bien que poco tiempo despus se encontr otra vez en la calle. De nuevo, sin saber qu hacer, se puso a gemir delante de la puerta del mercado. Inmediatamente apareci el viejo, quien lo tom de la mano y le dijo: Qu pas? Otra vez reducido a la ltima miseria! Pero yo os ayudar. Cunto os hace falta? Tu sentase demasiado avergonzado para atreverse a responder, pero el viejo lo apur tanto que muy confuso termin por aceptar el ofrecimiento de ayuda. Entonces el viejo le dijo:
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Maana a medioda id al mismo lugar que la otra vez. All fue Tu, lleno de vergenza, y recibi diez millones. Antes de recibir esa suma, tom la firme resolucin de lanzarse de lleno en el mundo de los negocios y dejar atrs en riquezas a todos los Cresos del mundo. Pero una vez que tuvo el dinero en la mano, el corazn le habl de otro modo y Tu cay de nuevo en la vida de placer. Al cabo de tres, o cuatro aos a lo sumo, volvi a encontrarse ms pobre que nunca. Una vez ms, encontr al viejo en el mismo lugar. Abrumado de vergenza, se volvi sobre sus pasos, tapndose el rostro con las manos. El viejo lo detuvo tomndolo del brazo: Oh! Sois desafortunado para los negocios! Esta vez le entreg la suma de treinta millones y le dijo: Si esto no os salva de vuestra mala suerte, quiere decir que sois realmente incurable. Tu se dijo a s mismo: "Llev una vida de libertino y malgast todas mis riquezas. Nadie entre mis ricos familiares me tendi alguna vez la mano; solamente este viejo me ofreci dinero tres veces. Cmo demostrarle mi agradecimiento?" Entonces propuso: Con esta suma podr hacer mucho bien en el mundo. Cuidar que no le falte abrigo y comida a la viuda y al hurfano, y de tal modo espero ser absuelto ante la moral. Esto justamente esperaba de vos respondi el viejo. Una vez arreglados vuestros negocios, venid a verme el ao prximo, el da quince de la sptima luna, a la sombra de los enebros gemelos, frente al templo taosta. Como la mayora de las viudas y los hurfanos de sus deudos se encontraban al sur de la regin Hu, Tu fund su obra en Yangtch. All compr cien hectreas de buenos arrozales, edific una gran casa en el poblado, y construy ms de cien asilos sobre los caminos principales, donde fueron acogidos muchas viudas y hurfanos. Gestion matrimonios para sus sobrinos y sobrinas, y reuni en el cementerio ancestral las cenizas de los miembros de su familia enterrados en otros lugares. De tal modo se mostr reconocido hacia sus benefactores, e implacable con respecto a sus viejos enemigos. Una vez liquidados sus negocios, en el da fijado se dirigi al templo. Encontr al viejo cantando a la sombra de los dos enebros y juntos subieron hasta el pico Yunte de la montaa Hu. Despus de haber recorrido una quincena de kilmetros, llegaron frente a un edificio imponente, que tena algo de sobrenatural. Encima planeaban nubes color arco iris y revoloteaban los fnix y las cigeas. En lo alto de la sala central haba un horno de alquimista, de ms de nueve pies de altura, de donde se escapaban llamas violetas, lanzando resplandores que atravesaban las ventanas. Nueve vrgenes de jade rodeaban el horno, con un dragn apostado delante, y un tigre blanco detrs. Era la hora de la cada del sol. El viejo se quit su traje de profano y apareci con sus atributos de sacerdote taosta, capa roja y sombrero amarillo. Le ofreci al novicio tres pldoras de guijarros blancos y un cubilete de vino, dicindole que los tragara rpidamente. Despus lo hizo sentarse sobre una piel de tigre, extendida en el costado oeste y frente al oriente. Y entonces le hizo esta especial recomendacin: Ni una sola palabra: aunque sean dioses, demonios, vampiros, bestias feroces, horrores del infierno, familiares encadenados y torturados con mil dolores, todo es ilusin. Es preciso no moverse, ni hablar. Permaneced tranquilo y firme. Recordad en cualquier circunstancia lo que termino de deciros. 22
Despus se retir. Cuando Tu mir hacia el patio, slo alcanz a ver un gran cntaro lleno de agua. Apenas desapareci el sacerdote, surgieron millares de caballeros y carros de guerra, erizados de lanzas y banderas, que llenaban valles y montaas con un clamor que haca temblar el cielo y la tierra. Su generalsimo, de ms de diez pies de altura, estaba, igual que su cabalgadura, acorazado con una resplandeciente armadura dorada. A la cabeza de centenares de guardias con arcos tendidos y espadas desnudas, el gigante avanz por la sala, vociferando: Quin eres? Cmo te atreves a enfrentarme? Y los guerreros rodearon a Tu, blandiendo sus armas, apremindole a que dijera su nombre y la razn de su presencia. Pero Tu no dej escapar una sola slaba. Enfurecidos por su silencio se pusieron a gruir y bramar como una tormenta: Qu esperamos? A sacarle los ojos y cortarle la cabeza! Como Tu no respondi nada, el jefe se enfureci hasta la locura, pero termin por irse. Repentinamente aparecieron tigres, dragones, perros salvajes, leones, vboras, por millares, rugiendo, silbando, abalanzndose sobre l, buscando aplastarlo y devorarlo. Pero Tu permaneci imperturbable y todo eso se desvaneci. De repente comenz a caer una lluvia torrencial. Los rayos desgarraban las tinieblas, torbellinos de llamas se elevaban por doquier, y los relmpagos azotaban el cielo de tal modo que resultaba imposible abrir los ojos. El patio no tard en encontrarse sumergido bajo ms de diez pies de agua, y este volumen, con la rapidez del relmpago y el bramido del trueno, se volc irresistiblemente como una montaa en erupcin, como un ro que desborda, y en un abrir y cerrar de ojos se desplom a sus pies. Pero Tu permaneci sentado, impasible, y el diluvio de inmediato desapareci. Despus volvi el gigante con un carcelero con cabeza de toro y otros horribles demonios del infierno. Pusieron un gran caldero delante de Tu, mientras lo rodeaban amenazantes picas, cuchillos y tridentes. Si dices tu nombre te perdonamos la vida exigi el jefe. En caso contrario te atravesamos el corazn y despus te echamos en el caldero. Como siempre, no respondi nada. Entonces trajeron a su mujer y la echaron al pie de la escalinata. Sealndola con el dedo, le dijeron a Tu: Si dices tu nombres, la dejamos libre. Tampoco hubo una respuesta. Inmediatamente se pusieron a flagelar a la mujer hasta dejarla cubierta de sangre, a clavarle flechas, arrancndole pedazos de carne, quemndola con carbones ardientes. Sin ya poder aguantar tanto sufrimiento, la mujer le suplic, llorando y gritando: Aunque yo sea una mujer bien simple e indigna de vuestro amor, sin embargo os he servido ms de diez aos. Aqu estoy atrapada por los demonios y condenada a sufrir estos suplicios insoportables. No me atrevera a pedir que por m vayis de rodillas a solicitar que sea perdonada. Pero una sola palabra que pronunciis es suficiente para que me concedan la vida. Todo ser tiene un corazn. Ser posible que me rechacis la gracia de decir una sola palabra? En el patio, inundada de lgrimas, ella continu insultndolo y maldicindolo. Pero Tu no le prest la menor atencin. De modo que crees que no me atrevo a martirizarla? dijo el jefe. Y orden a sus demonios que trajeran un cuchillo bien afilado, y la despedazaran centmetro 23
por centmetro, empezando por los pies. Su mujer comenz a lamentarse ms fuerte que antes. Tu permaneci inconmovible. Este bandido es un brujo avezado. No hay que dejarlo salir con vida! dijo el jefe. Y orden que lo decapitaran. Con la cabeza separada del tronco, el alma de Tu fue conducida inmediatamente frente al Rey de los Infiernos. Es el brujo del pico Yunte? pregunt el Rey. Arrojadlo al infierno! Entonces le hicieron sufrir toda clase de suplicios: le vertieron bronce fundido en la garganta, fue golpeado con una barra de hierro, machacado en un mortero, triturado en un molino, arrojado en un foso en llamas, hervido en un caldero, obligado a trepar por una montaa de cuchillos, a atravesar un bosque de espadas. Pero, recordando siempre las palabras del sacerdote, tuvo el valor de soportar todos estos sufrimientos sin dejar escapar un solo suspiro. Cuando los carceleros anunciaron que las pruebas de torturas haban terminado, el Rey dijo: Este hombre es un canalla afeminado. En vez de reencarnarlo en forma de hombre, ser mejor convertirlo en mujer e introducirlo en la familia del subprefecto Wang Kin del distrito de Chanf en Songch. De tal modo Tu renaci en un cuerpo de mujer. En su infancia fue muy enfermiza. Siempre debi soportar los pinchazos de acupuntura y llenarse con amargas tisanas. Muchas veces se cay de la cama o sobre la estufa. A pesar de todos los sufrimientos, la nia nunca dej escapar el menor suspiro. Al crecer se convirti en una muchacha bella y encantadora, pero jams pronunci la menor palabra. Su familia la consider muda de nacimiento. A menudo insultada y humillada por algunos de sus familiares, nunca replic ante cualquier ofensa. Lu Kuei, un joven laureado, conmovido por su belleza, la pidi en matrimonio por intermedio de un casamentero. Al principio la familia declin la oferta a causa del mutismo de la doncella. No hay ninguna necesidad de que hable, siempre que sea una buena esposa dijo Lu. As dar una excelente leccin a aquellas que tienen la lengua demasiado larga. Entonces la familia acept su pedido y Lu la despos con gran pompa. Durante muchos aos se amaron ardientemente. Tuvieron un hijo, y este nio ya tena la edad de dos aos y estaba dotado de una inteligencia extraordinaria. Un da, Lu tom al nio en sus brazos y habl a su mujer. Pero ella se mantuvo en silencio. El ensay todos los medios para hacerla hablar, pero como siempre no obtuvo ninguna respuesta. De repente, loco de clera, exclam: Hace mucho tiempo, el ministro Kia fue despreciado por su mujer, quien jams se dign sonrer a su marido. Pero en la caza del faisn, l se revel un excelente arquero, y ella entonces se arrepinti de haberlo menospreciado. En cuanto a m, de ningn modo soy tan feo como Kia, y mi talento literario vale ms que el arte de cazar faisanes. Y sin embargo desdeas responderme cuando te hablo. Para qu conservar al nio, puesto que el marido es tan despreciado por su mujer? Y dicho esto, tom al nio por los pies, y golpe la cabeza como si se tratase de una piedra. De un solo golpe la cabeza se estrell en pedazos y la sangre salpic toda la habitacin. Tu, con el corazn dominado por el amor maternal, olvid sbitamente su promesa y lanz un grito de horror: Ay! An con el grito en los labios, Tu se encontr de nuevo sentado en el mismo lugar, frente al sacerdote. Era antes del amanecer. Del horno del alquimista 24
surgieron llamas purpreas, que lamieron el techo y se elevaron hacia el cielo. Toda la casa fue pasto del fuego y reducida a cenizas. Sois un estpido! grit el sacerdote. He aqu toda mi obra destruida! Mientras deca esto tom a Tu por los cabellos y lo hundi en el cntaro lleno de agua. Entonces el fuego se apag. Mientras se trat de alegra, dolor, clera, terror, odio, deseo, vuestro corazn supo ser dueo de s mismo dijo el sacerdote. Solamente el amor fue la prueba que resultasteis incapaz de superar. Si no hubieseis lanzado ese grito, mi elixir habra sido un xito, y vos ya seras inmortal. Qu difcil es encontrar un hombre que pueda alcanzar la divinidad! Cierto es que puedo rehacer una vez ms mi elixir, pero en lo que a vos se refiere, casteis nuevamente en el mundo terrestre. Adis y buena suerte! De tal modo le seal el camino de retorno. Tu quiso una vez ms subir a la plataforma de la sala central para echar una ltima mirada. El horno estaba demolido. Dentro se vea una barra de hierro, del grosor de un brazo, y algunos pies de largo. El sacerdote se quit su tnica y se puso a tallar esa barra con un cuchillo. De vuelta al mundo, avergonzado de haber decepcionado al viejo, Tu jur que hara todo lo posible para reparar su falta. Pero cuando retorn, sobre el pico Yunte no encontr a nadie. Entonces volvi a su casa con el corazn pleno de remordimientos.
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Mi pobre borrico no es lo suficientemente bueno para servir de montura a una belleza como vos. Sin embargo os ruego lo aceptis. Por mi parte me sentir feliz de marchar detrs de vos. Ella y l se miraron y rieron alegremente. Las otras dos muchachas no tardaron en imitarlos y pronto el grupo se hizo amistoso. Tcheng las acompa en direccin al este, hasta el Parque Leyeu, y al llegar ya obscureca. Se detuvieron delante de una casa magnfica, rodeada de un muro de adobe con una gran puerta. La belleza de vestido blanco, antes de entrar, se dio vuelta y le dijo: Esperad un momento. Una de las sirvientas se mantuvo cerca de la puerta y le pregunt su nombre. Tcheng se lo dijo y de paso pregunt el nombre de la bella. Entonces se enter que se llamaba Yen y que perteneca a una familia muy numerosa. Un momento despus le pidieron que entrara en la casa. Tcheng at su asno en el portn, dejando su sombrero en la montura. Primero vio a una mujer, de unos treinta aos, que vino a recibirlo. Era la hermana mayor de la muchacha. Haban iluminado hileras de candelas y ya estaba servida la cena. Terminaban de vaciar muchas copas de vino, cuando reapareci la joven belleza, vestida con ropa nueva, y todo el mundo continu bebiendo alegremente. Ya muy avanzada la noche, Tcheng se acost con la bella. Sus encantos, su delicadeza, su modo de cantar, de rer y moverse, todo en ella resultaba exquisito y como extrao a este mundo. Un poco antes del amanecer, Yen le dijo: Lleg la hora en que debis retiraros. Mi hermano es miembro del conservatorio de msica y sirve en la guardia real. Vuelve a casa con la aurora y es preciso que no os encuentre aqu. Cuando lleg al extremo de la calle, la puerta de la muralla del sector an estaba cerrada. Cerca de la puerta haba una pastelera. El dueo comenz a suspender las linternas y avivar el fuego del horno. En espera del toque de diana de la maana. Tcheng descans en el alero del negocio y se puso a charlar con el patrn. Indicando el lugar donde pas la noche, Tcheng le pregunt: Girando a la izquierda hay un portn. A quin pertenece esa casa? Ah no hay ninguna casa: slo un terreno llano y algunas ruinas le respondi el patrn. Pero yo vengo de all insisti Tcheng. Por qu me decs que no hay ninguna casa? De repente, aclarndose el problema, el patrn exclam: Ah! Ahora comprendo. All suele haber una zorra que a menudo atrae a los hombres para pasar la noche con ella. Ya van tres veces que la encontr. Quizs vos tambin la visteis? Avergonzado y confuso, Tcheng sali del paso diciendo que no. Al amanecer volvi al mismo lugar. All encontr el mismo muro y el mismo portn, pero adentro slo hall un baldo donde no crecan ms que matorrales salvajes. Camin a su casa. Tcheng se encontr con Wei, quien le reproch por haber faltado a la cita convenida. Tcheng se limit a formular algunas excusas, cuidando de no traslucir nada de su secreto. Desde entonces, obsesionado por los encantos de esa bella, trat de verla una vez ms, guardando su imagen en el fondo del corazn. Diez das despus, en el curso de un paseo por el Mercado del Oeste, frente a una tienda de vestidos, la vio inesperadamente, siempre acompaada por sus sirvientas. Tcheng se puso a llamarla en voz alta, pero ella lo evit y se perdi entre la multitud. Entonces Tcheng se lanz en su persecucin, sin dejar un solo 26
instante de gritar su nombre. Finalmente ella se detuvo. Dndole la espalda y escondiendo el rostro detrs de su abanico le pregunt: Por qu me buscis, puesto que sabis quin soy? Aunque lo sepa replic Tcheng. Qu importancia tiene? Qu vergenza! Me confunde tanto estar frente a vos! Os amo tanto! replic Tcheng. No os da pena abandonarme? Cmo puedo pensar en abandonaros? Lo que ocurre es que tengo miedo de que me tomis horror. Tcheng protest, dando tal acento de sinceridad a sus juramentos, que ella termin por bajar el abanico, y volvindose hacia l, apareci con toda su resplandeciente belleza. Yo no soy la nica de mi especie entre las mujeres del mundo humano. Pero ocurre que vosotros no sabis reconocernos. Lo mo, pues, no es nada extrao! Y como Tcheng le suplic que lo acompaase, ella advirti: Si no se aprecian a las mujeres como yo, es porque se las considera fatales. Pero yo no lo soy de ningn modo. Si vos no me encontris desagradable, estoy dispuesta a serviros toda mi vida. Tcheng le propuso entonces vivir juntos. Yen le dijo: Continuando por esta calle hacia el este, encontraris un barrio tranquilo, y una casa en la cual un enorme rbol domina toda la techumbre. Esa casa se alquila. El otro da, cuando os encontr al sur del barrio Siauping, haba all un hombre montado sobre su caballo blanco que se diriga hacia el este. Acaso no es vuestro cuado? En su casa hay muchos muebles, y vos bien podis pedirle que os preste algunos. Justamente en esa poca, los tos de Wei debieron ausentarse al ser llamados para cumplir funciones oficiales, dejando sus muebles en depsito. Poniendo en prctica el consejo de Yen, Tcheng fue a la casa de Wei para pedrselos prestados. Interrogado sobre el uso que iba a dar a los muebles, Tcheng respondi: Ahora tengo una bella amante y alquil una casa. Los muebles los necesito para ella. Wei le respondi con una risotada: De qu belleza me hablas? Con una facha como la tuya, me imagino que valdr poca cosa. Wei le entreg cortinas, mosquiteros, camas y esteras. Le mand tambin un sirviente astuto para espiar a la mujer. Instantes despus, el sirviente volvi sin aliento e inundado de sudor. La viste? pregunt Wei. Cmo es? Maravillosa! Jams se vio una mujer como ella! Wei tena muchas relaciones, y en su vida aventurera tuvo oportunidad de conocer muchas mujeres bellas. Le pregunt a su sirviente si la amante de Tcheng era comparable a alguna de ellas. No se la puede comparar con nadie! exclam el sirviente. Wei pretendi compararla con las cuatro o cinco mujeres que conceptuaba las ms hermosas, pero el otro insisti: No se la puede comparar con nadie! Wei tena una cuada, la sexta hija del Prncipe de Wu, cuya majestuosa belleza era considerada por sus primos como algo sin par. Ser la amante de Tcheng comparable a la sexta hija del Prncipe de Wu? Pero el sirviente declar una vez ms: No se la puede comparar con nadie! Estupefacto, Wei se frot las manos y 27
exclam: Es posible que exista tal mujer en este mundo? Entonces, bruscamente, orden que le trajeran agua para lavarse el cuello, se hizo un nuevo peinado, se puso colorete en los labios, y se dirigi a la casa de Tcheng. Cuando lleg el dueo de casa estaba ausente. Al entrar, Wei vio a un pequeo criado que se encontraba barriendo, una sirvienta cuidando una puerta, y nadie ms. Pregunt al criado, quien con una sonrisa le respondi que no haba nadie en la casa. Pero recorriendo las habitaciones con la mirada, percibi la punta de un vestido rojo bajo una puerta, y al acercarse descubri que all se esconda la bella. Wei la hizo salir de la obscuridad para mirarla, y la encontr mucho ms bella de lo que se haba imaginado. Loco de pasin, la tom entre sus brazos para poseerla, pero ella se resisti. El la apret tan fuerte, que a punto de ser vencida ella le dijo: Me rindo, pero dejadme un instante para tomar aliento. Pero cuando l volvi a la carga, la bella volvi a resistirse, y eso se repiti varias veces. Finalmente, con todas sus fuerzas Wei logr dominarla, y la bella, ya sin aliento, baada en sudor, considerndose perdida se desplom sin defensa y palideci como muerta. Por qu estis tan triste? le pregunt Wei. Ella respondi con un largo suspiro: Mi pobre y desgraciado Tcheng! Qu queris decir? Con su estatura de seis pies, no puede siquiera proteger a una mujer. Puede l llamarse un hombre? A vos, que sois joven y rico, y que tenis tantas bellas amantes, no os hace falta una mujer como yo. Pero Tcheng es pobre, y solamente yo lo quiero. Tenis el coraje de arrebatarle su nico amor, vos que podis colmar todos sus deseos? Cmo compadezco al pobre Tcheng! Cay en la miseria, y al mismo tiempo perdi su independencia: lleva vuestra ropa y come vuestros alimentos. Por eso est a vuestra merced. Si l tuviese con qu comer, no tendramos que pasar por todo esto. Al escuchar estas palabras, Wei, que no dejaba de ser un hombre galante y magnnimo, desisti inmediatamente de sus intenciones, y con todo respeto se excus ante la dama. Momentos despus Tcheng volva a su casa. Se saludaron con Wei con sonrisas muy cordiales. Desde entonces Wei suministr ampliamente todo lo que necesit la pareja de enamorados. Yen sala a menudo con Wei, ya sea en carroza o a pie, aceptando ir a cualquier parte. Todos los das Wei gozaba sin reticencia de su compaa, y en una intimidad que no admita ningn lmite. Ella tena todas las complacencias, salvo la de entregarse, lo que a los ojos del joven caballero la haca ms adorable y digna de respeto. Por su parte l se mostraba prdigo. Ni el vino, ni las comidas deliciosas, apartaban a Yen de su pensamiento. Un da, sabiendo que l la adoraba, se expres en esta forma: Tantos favores me confunden. S que soy indigna de vuestra bondad. Pero no puedo traicionar a mi Tcheng, ni satisfacer vuestros deseos, ms en cambio puedo testimoniaros mi agradecimiento. Nac en Chans y fui educada en la capital. Los miembros de mi familia fueron gente de teatro, y la mayora de mis parientes son favoritos o concubinas de hombres ricos. Por supuesto estn relacionados con todos los libertinos. Si vos tenis el ojo puesto en alguna belleza, apetecible pero difcil de conquistar, entonces puedo hacer que sea vuestra. De tal modo quiero mostraros mi reconocimiento. Oh, acepto muy feliz! respondi Wei. 28
En el mercado haba una costurera llamada Tchang la Decimoquinta, que gustaba a Wei por la pureza de sus formas. Le pregunt a Yen si la conoca. Es mi prima y ser fcilmente vuestra respondi Yen. Y diez das despus se produjo esa conquista. Pasados algunos meses, cuando el joven se saci, Yen le dijo: La conquista de las mujeres del mercado es cosa, demasiado fcil. De ningn modo est a la altura de los servicios que os puedo brindar. Decidme si os apetece alguna que sea tan hermosa como poco accesible, y har lo posible por complaceros. El otro da, cuando la fiesta de Hanche1 cont Wei fui al templo Tsienf con algunos amigos, y vi al general Tiao Mien que ofreca un concierto en la gran sala. Entre las msicas haba una tocadora de cheng, de unos diecisis aos, con los rizos tapndole las orejas. Estaba encantadora, adorable! La conocis? Es la favorita del general respondi Yen. Su madre es justamente mi hermana. Me ocupar de vuestro pedido. Wei salud con toda deferencia, y Yen le prometi su ayuda. Ella comenz a frecuentar la casa del general. Un mes despus, Wei la apur a cumplir su plan. Yen le pidi dos piezas de seda para regalo, y Wei se apresur a entregrselas. Dos das despus, cuando Yen se sentaba a cenar con Wei, el general le envi un valet con un caballo negro para rogarle que fuera a su casa. Al anuncio de esta invitacin, ella, sonriente, le dijo a Wei: Ya est! Para comenzar, Yen haba conseguido que la favorita del general fuese atacada por una enfermedad, contra la cual la medicina resultara impotente. La madre de la joven y el general, muy alarmados, resolvieron consultar a un adivino. Y Yen, a escondidas unt la mano del adivino y le hizo decir que la joven enferma deba ser alojada en su casa para conjurar los espritus malignos. Llegado el momento de la consulta, el adivino dijo al general: Esta casa es nefasta para ella. Es preciso que se vaya hacia el sudeste, a una casa donde volver a encontrar su aire vital. Al informarse del lugar designado, el general y la madre de la joven descubrieron que justamente se trataba de la casa de Yen. Entonces el general le pidi permiso para poder hospedar all a su favorita. Al principio Yen se neg con el pretexto de que no poda ofrecer las necesarias comodidades, y slo acept despus de muchos ruegos. Entonces el general envi en una carroza a la joven y a su madre, con su menaje y embelecos. Apenas lleg a la nueva casa, la enferma se sinti sana y salva. En contados das, Yen puso secretamente a Wei en relaciones ntimas con la joven, y un mes despus ella se encontraba encinta. La madre tuvo mucho miedo, y con todo apuro volvi a llevar a su hija al general. As termin esta aventura. Un da Yen le dijo a Tcheng: Si podis encontrar cinco o seis mil sapecas, yo me encargo de que os produzcan algn beneficio. El consinti y pidi prestado seis mil sapecas. Entonces ella le dijo: Id a la feria. All encontraris un caballo con una mancha en la grupa. Compradlo y venid con l.
Esta fiesta tena lugar cada primavera. Ese da haba que abstenerse de hacer fuego y deba comerse todo fro (hanche).
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Tcheng fue hasta la feria y vio a un hombre llevando a un caballo en venta, en cuya grupa se vea una mancha negra. Lo compr y volvi a la casa. Sus cuados lo abrumaron con sus burlas: Por qu comprasteis un caballo que nadie quiere? Poco tiempo despus, Yen le dijo: Lleg el momento de vender el caballo. No pidis menos de treinta mil sapecas. Tcheng lo puso en venta. Le ofrecieron veinte mil, pero no acept. En la feria todos se sorprendieron: Por qu se se empecina en comprar tan caro y el otro no lo vende? Tcheng volvi a su casa montando el caballo, y el otro lo sigui hasta la puerta. Le ofreci veinticinco mil sapecas. Tcheng las rechaz rotundamente, declarando que no lo vendera en menos de treinta mil. Pero como todos sus cuados comenzaron a reprocharle su testarudez, Tcheng fue presionado a vender el caballo a un poco menos de treinta mil. Ms tarde termin por descubrir la razn de la insistencia del comprador. Ese hombre era el cuidador de la caballeriza imperial del distrito de Tchaoying. Haca tres aos se le haba muerto un caballo con una mancha en la grupa. En la vspera de abandonar sus funciones, se vea de tal modo obligado a reembolsar una suma de sesenta mil sapecas por la prdida del animal. Al comprar otro a mitad de precio, ganaba una buena suma. Por otra parte un caballo vivo aumentaba sus beneficios, pues le corresponda una paga de tres aos de forraje no consumido. Y esta fue la razn por la que insisti tanto para comprar ese caballo. Una vez Yen le pidi vestidos a Wei, porque los que tena estaban muy gastados. Wei le propuso comprarle una pieza de seda, pero ella no quiso, diciendo que prefera la ropa confeccionada. Entonces Wei hizo venir a un tendero llamado Tchang Ta, y le present a Yen para que pidiera lo que necesitaba. Tchang Ta la vio y qued tan asombrado que le dijo a Wei: Esa que tenis en la casa no es una mujer corriente. Espero que la llevis de vuelta de donde la sacasteis a fin de evitar desgracias. Tal era la impresin de sobrenatural que provocaba su belleza. Sin embargo, nadie poda comprender por qu ella no cosa, contentndose con ropa de confeccin. Un ao despus, Tcheng fue nombrado capitn de la prefectura de Huat, y su cuartel general estaba en el distrito de Kintcheng. Como en ese momento Tcheng tena una mujer legtima en la casa, se vea obligado a salir de da y volver a casa para dormir, lamentndose siempre de no poder pasar la noche con Yen. De tal modo, antes de ocupar su cargo en la campaa, le rog a su amante que lo acompaara. Pero ella no acept: Estar juntos en viaje, solamente por uno o dos meses, no nos brindar mucho placer. Ser mejor que me entreguis lo suficiente para vivir en ese tiempo y cuidar la casa mientras espero vuestra vuelta. Tcheng insisti, lo que no hizo sino afirmar su resistencia. Entonces Tcheng le pidi a Wei una ayuda pecuniaria, y Wei se le uni para tratar de persuadir a Yen, preguntndole los motivos de su rechazo. Despus de una larga vacilacin, ella termin por confesar: Un adivino me predijo que un viaje al oeste me sera fatal. Esta es la razn de no querer acompaarlo. Pero Tcheng, demasiado enamorado para pensar en esas cosas, se ech a rer con Wei y opin: 30
Cmo una mujer tan inteligente puede ser tan supersticiosa? Y continuaron insistiendo para que efectuase el viaje. Y si las palabras del adivino resultaran ciertas? Prefers que muera por culpa vuestra? Qu absurdo! declararon los dos hombres, que continuaron insistiendo. Finalmente Yen fue obligada a partir, pese a sus lamentaciones. Wei les prest su caballo y les dese feliz viaje, acompandolos hasta linkao. Al da siguiente llegaron a Mawei. Yen iba adelante, montando el caballo; Tcheng la segua sobre su asno, y la sirvienta y el resto de la comitiva venan atrs. Justamente desde haca unos diez das, los maestros de la caballeriza de la Puerta del Oeste adiestraban a los perros de caza de Lutchuan. Se cruzaron en el camino. De repente los perros saltaron de los matorrales, y Tcheng vio cmo Yen caa a tierra, y tomando la forma de un zorro se escap hacia el sur, seguida por toda la jaura. Tcheng se puso a gritar desesperadamente, y corri detrs de los perros, pero no los pudo retener. Despus de correr algunos centenares de metros, ella fue atrapada por los perros. llorando como un nio Tcheng sac dinero de su bolsa para comprar los despojos, y los enterr all mismo, plantando una vara para sealar el lugar. Cuando ech una mirada atrs, el caballo de Yen pastaba en el borde del camino. Sus vestimentas permanecan sobre la silla de montar, y sus zapatos y medias an colgaban de los estribos. Slo los adornos de la cabeza se vean en el suelo; todo lo dems haba desaparecido, y lo mismo ocurri con la sirvienta. Era como si se hubiesen evaporado. Diez das despus, Tcheng entr de vuelta en la capital. Wei, muy feliz de verlo, le pregunt: Cmo est Yen? Muri! respondi Tcheng entre sollozos. Wei lo acompa en su dolor. Se abrazaron en medio de la habitacin y lloraron juntos con toda desesperacin. Despus Weile pregunt qu enfermedad la haba arrebatado. La mataron los perros de caza respondi Tcheng. Por ms feroces que sean, los perros de caza no son capaces de matar a un ser humano! protest Wei. Pero ella no era un ser humano - dijo Tcheng. Entonces quin era ella? exclam Wei muy azorado. Cuando Tcheng le cont toda la historia, Wei lleg al colmo de su estupefaccin, sin dejar de su suspirar un solo instante. Al da siguiente tomaron un coche y fueron juntos a Mawei, y despus de abrir la tumba para verla una vez ms, retomaron llorando. Al recordar las cosas del pasado, coincidieron en que lo que les segua pareciendo extrao era que ella nunca quiso coserse sus propias ropas. Ms tarde Tcheng fue nombrado inspector general de la corte y se convirti en un hombre sumamente rico, llegando a poseer ms de doce caballos en su caballeriza. Muri a la edad de sesenta y cinco aos. Durante el perodo de Tali (766-779), en ocasin de vivir en Tchonglin, hice amistad con Wei, quien muchas veces me cont esta historia, de la que conoca los menores detalles. Tiempo despus Wei fue nombrado canciller de la corte imperial, al mismo tiempo que alcalde de Longtch, donde muri mientras desempeaba su cargo. Oh! Todo esto quiere decir que inclusive un animal es capaz de abrigar sentimientos humanos, conservar su castidad frente a la violencia, y sacrificar su 31
vida por un hombre. Tantas cosas que una inmensa cantidad de mujeres no son capaces de sentir ni expresar! Lstima que el tal Tcheng no fuese ms inteligente, pues, haba amado la belleza de Yen sin saber apreciar su corazn. Si l hubiese sido sabio, hubiese podido descubrir las leyes de la metamorfosis, discernir los lmites entre lo humano y lo divino, y de tal modo expresar con las artes de la literatura el misterio, de los sentimientos de su bella, en vez de limitarse al simple goce de sus encantos. Qu lstima todo esto! En el segundo ao del perodo de Kientchong, part a Sutchow en calidad de Consejero a la Izquierda del Prncipe. Al mismo tiempo, el general Pei Ki, el alcalde de la capital Suen Tcheng, el viceministro Tsuei Sin del ministerio de asuntos civiles, el Consejero a la Derecha Lu Tchuen, se dirigieron todos hacia el sudeste, en el valle del ro Azul. De la provincia de Chensi hasta Sutchow, viajamos juntos en tierra y en barco. Con nosotros se encontraba tambin el ex consejero Tchu Fang, que realizaba un viaje de placer. Nuestro barco descendi los ros Ying y Hu. Pasamos los das en una permanente fiesta, y de noche charlbamos, y cada cual contaba las leyendas ms extraas. Al escuchar la historia de Yen todo el mundo fue profundamente conmovido, y me pidieron que la redactara. Y as fue como escrib el presente relato.
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fresno y all se introdujeron. Tchuenyu se extra mucho de eso, pero no se atrevi a formular preguntas. De pronto se encontr en un pas donde todo, las montaas, los ros, las plantas, los caminos y hasta el clima, era absolutamente distinto al mundo humano. Despus de haber recorrido varias leguas percibi las almenas y murallas de una ciudad. Vehculos y peatones pasaban sin cesar por los caminos. Los lacayos que escoltaban la carroza de Tchuenyu gritaban "cuidado, cuidado!" con gran rudeza, y los peatones se apresuraban a apartarse a derecha e izquierda. Entraron en una gran ciudad, pasando por una puerta roja coronada con una torre donde haba un cartel con una inscripcin en letras doradas: "Gran Reino del Fresno". Los guardianes que cuidaban la puerta dejaron sus puestos para correr a saludarlo. Despus apareci un caballero que anunci: Dado que Su Alteza el yerno real viene de tan lejos, Su Majestad ha dado la orden de conducirlo al Hotel Oriental para que tome el debido reposo. Despus volvi a montar a la cabeza del cortejo para sealarle el camino. No tardaron en llegar frente a una gran puerta abierta, Tchuenyu descendi de la carroza y entr. All haba balaustradas multicolores y pilastras esculpidas, y en el patio filas de rboles florecidos o cubiertos de frutas extraordinariamente raras. En el saln nada faltaba: mesas, veladores, almohadones, ricos tapices y biombos, y ya estaba servido un festn. Tchuenyu se sinti encantado de todo lo que vea. Despus anunciaron la llegada del primer ministro, y Tchuenyu descendi la escalinata para recibirlo con todo respeto. Un hombre vestido de prpura, con un cetro de marfil en la mano, se le acerc e hicieron los saludos recprocos entre husped y anfitrin. El canciller le dijo: Aunque nuestro pas est muy lejos del vuestro, nuestro rey os invit a venir aqu con la esperanza de aliarse a vos por un matrimonio. Cmo puede atreverse un humilde servidor como yo a aspirar a un honor tan alto? respondi el joven. El ministro le rog que lo acompaase hasta el palacio. A cien pasos entraron por una puerta roja. Lanzas, alabardas y hachas se erizaban por todos lados, y centenas de oficiales se apartaban para dejar libre el camino. En sus filas se encontraba un conocido borracho llamado Tcheu Pien, amigo del husped. Tchuenyu se alegr interiormente de este encuentro, pero no se atrevi a dirigirle la palabra. Despus el ministro le hizo subir la escalinata que llevaba al gran saln, solemnemente rodeado de guardias como la plaza de armas imperial. All vio a un hombre de maciza solidez, majestuosamente sentado en el trono, vestido de seda blanca y coronado con una diadema escarlata. Tchuenyu, intimidado y tembloroso, no se atreva a mirarlo de frente. Por la advertencia de los cortesanos alineados a su lado, se arrodill. El rey le dijo: A pedido de vuestro padre, que concedi este honor a nuestro pequeo reino, os damos como esposa a nuestra segunda hija Yao-fang. Y como Tchuenyu permaneci con la cabeza inclinada, sin atreverse a decir nada, el rey concluy: Tened la bondad de volver al hotel de los huspedes reales y esperar la ceremonia de la boda. Mientras el canciller lo acompaaba al hotel, se puso a reflexionar seriamente, y cay en la cuenta de que su padre, como general de frontera, haba desaparecido en un encuentro con el enemigo sin dejar seales de vida. Enterado que su padre estaba en buenos trminos con el Reino del Norte, pens que bien pudo arreglar este matrimonio. Pero de cualquier modo estaba perplejo e incapaz de explicarse 33
todo eso. Con gran pompa esa noche le ofrecieron, a modo de regalo nupcial, corderos y ocas salvajes, dinero y seda. Msicos con instrumentos de cuerdas y de bamb, mesas servidas iluminadas con candelabros y faroles, afluencia de carrozas y caballeros, esplndidos regalos de boda, nada faltaba en la ceremonia. Entre las seoritas de honor escuch nombrar a las Ninfas de las Montaas Floridas, y a las Ninfas del Ro Lmpido, como tambin a las hadas de los Pases Altos y de los Pases Bajos. El cortejo comprenda millares de doncellas portadoras de sombreros de fnix verde, vestidas de gasa color de nube dorada, con joyas de oro y piedras preciosas que encandilaban la vista. Persiguindose a travs de las puertas y retozando como diablejas, bromeaban con el novio sin cesar, con tanto encanto, gracia y agudeza de espritu que l no saba cmo replicarles. En la ltima primavera, en la fiesta de la Purificacin1 deca una de esas doncellas fui con la seora Lingtch al templo Tchanch para ver ejecutar a Yeuyn la danza brahmana en el Patio Hind. Estaba sentada con otras jvenes en un banco de piedra bajo la ventana del norte, cuando vuestros jvenes amigos y vos llegaron, y saltaron de los caballos para ver el baile. Pero vos fuisteis lo suficientemente atrevido para abordarnos sin el menor embarazo, riendo y bromeando con nosotros. Recordis cmo mi hermana Kiongying y yo atamos un pauelo en la punta de un bamb? Y despus el diecisis del sptimo mes acompa a Chang Tchen-tse al monasterio de Hsiaokan para escuchar al bonzo Kihsiuan que comentaba el sutra Avalokitezvara. Finalizado su discurso le obsequi dos alfileres de oro en forma de fnix, y por su parte Chang Tchen-tse le entreg una caja de cuerno de rinoceronte. Vos tambin os encontrabais all en esa oportunidad, y con el permiso del bonzo tomasteis los alfileres y la caja para observarlos de cerca. Despus de haber admirado largamente esos trabajos, vos os volvisteis hacia nosotros y nos dijisteis: "Estas bellsimas cosas y sus propietarios no pueden pertenecer al mundo humano". Despus me pedisteis mi nombre y mi direccin, pero yo no os quise contestar. Qu gesto galante tenais mientras me clavabais la mirada! No recordis? Tchuenyu le respondi con versos de la cancin: En el fondo del corazn la guardo, jams, nunca jams la olvidar. Las doncellas exclamaron: Quin hubiese pensado entonces que entrarais en nuestra familia? Justo en ese momento llegaron tres hombres suntuosamente vestidos que se acercaron y despus de saludarlo le anunciaron: Por orden de Su Majestad somos los servidores de honor de Vuestra Alteza. Uno de ellos le pareca un viejo amigo. No seris Tien Tse-hu de Fonyi? le pregunt Tchu-enyu. Y cuando el otro le respondi que efectivamente era el mismo Tchuenyu le estrech la mano y convers un buen momento con l. Cmo es que os encontris aqu? le pregunt.
En el curso de esta fiesta, que tena lugar el tercer da del tercer mes del calendario lunar, la tradicin impona que se baasen en los ros para "purificarse" y preservarse de los males del ao.
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En el curso de mi viaje respondi Tien, monseor Tuan, el canciller y el marqus de Wutcheng, me recibieron muy bien, y por eso an me encuentro bajo su techo. Sabis que Tcheu Pien se encuentra aqu? pregunt Tchuenyu. Tcheu es ahora un gran personaje. Es el comandante de la ciudad y goza de un gran prestigio dijo Tien. A menudo me acord su proteccin. Charlaron y rieron con todas las ganas, hasta que se anunci: El yerno real puede entrar para la ceremonia. Mientras los tres servidores de honor le presentaban sus espadas, y le ayudaban a arreglar el peinado, sus pendientes y su traje, Tien le dijo: Jams pens que os asistira en una ceremonia tan importante. Ojal nunca olvidis a vuestros amigos! Decenas de hadas comenzaron a ejecutar una extraa msica melodiosa y pura, con notas plaideras jams odas en el mundo humano. Y decenas de lacayos, portadores de candelabros encabezaron el cortejo. De un extremo al otro, sobre muchos Li el camino estaba decorado a ambos lados por letreros de oro y esmeraldas, con tonos resplandecientes y delicadas esculturas. Sentado en su carroza, Tchuenyu no se senta contento. Le invadan malos presentimientos. Su amigo Tien le bromeaba para distraerlo. Las doncellas con quienes terminaba de charlar circulaban cada una en una carroza de alas de fnix. Cuando lleg frente a la puerta del Palacio Sioy, las primas hadas lo esperaban en gran nmero y lo invitaron a descender. Y la ceremonia transcurri como en el mundo humano. Cuando corrieron el cortinado y levantaron el gran abanico de plumas, pudo finalmente ver a su prometida, la princesa de la Raza de Oro. Bella como una diosa, contaba aproximadamente quince aos. Y la ceremonia prosigui en la mejor forma. Despus de la boda, Tchuenyu y la princesa se amaron ms y mejor cada da, y la gloria y el prestigio del joven creci con el tiempo. La magnificencia de su tren de vida, de sus festines y recepciones slo poda compararse con los del rey. Un da, el rey lo invit a tomar parte con sus oficiales y guardias en la gran cacera en el oeste del reino, en la Montaa de la Tortuga Divina. All se levantaban los picos sublimes en medio de inmensos terrenos pantanosos y lujuriosos bosques donde pululaban pjaros y bestias salvajes. Despus de toda una noche de vigilancia, los cazadores retornaron con el producto de una afortunada cacera. Y otro da, Tchuenyu le dijo al rey: El da de mi casamiento, Vuestra Majestad me dijo que con ello cumpla los deseos de mi padre. Pues bien: como general de frontera, mi padre, despus de una derrota, desapareci en un pas extranjero, y hace unos dieciocho aos que no ha dado ninguna noticia de l. Puesto que Vuestra Majestad sabe dnde encontrarlo, quiero ir a verlo. Vuestro padre sirve siempre en la frontera del norte replic vivamente el rey y me escribe a menudo. Lo que vos debis hacer es mandarle una carta. No es necesario que vayis en persona. Entonces el Rey orden a la princesa que preparase regalos para el padre de Tchuenyu, y que se los enviara junto con el mensaje. Algunos das despus lleg la respuesta, en la que Tchuenyu pudo comprobar que estaba escrita de puo y letra de su padre. En la carta expresaba sus preocupaciones y daba consejos a su hijo con la ternura de antes. Le peda noticias de los parientes y amigos, y le rogaba que le informase sobre lo que suceda en su pas natal. "Estamos tan alejados uno del otro, que toda comunicacin parece imposible por los obstculos 35
naturales." La carta estaba escrita en trminos plenos de tristeza y lamentaciones. Le deca a Tchuenyu que no fuese a visitarlo, pero predeca que se veran tres aos despus. Tchuenyu se puso a llorar tristemente con esa carta en la mano, incapaz de contener su emocin. Un da la princesa le pregunt: Por qu no tomis un puesto oficial? Siempre llev la vida de un libertino, y no soy nada versado en los asuntos de Estado. Podrais ensayar insisti la princesa yo os ayudar. Fue ella quien habl al rey. Das despus el rey resolvi: En mi Estado Tributario del Sur nada marcha bien y el gobernador termina de ser destituido de sus funciones. Yo quisiera servirme de vuestro talento para poner orden. Id all con mi hija. Con el consentimiento de Tchuenyu, el rey orden a su intendente preparar el equipaje: oro, jade, seda bordada, cofres, maletas, sirvientes y lacayos. Carrozas y caballos formaban una larga fila el da de la partida de Tchuenyu, que como joven ocioso y vividor jams haba soado con merecer un cargo tan alto. De ms est decir que sentase con el corazn alegre. Envi una nota al rey, dicindole: "Hijo de una familia de militares, jams aprend el arte de gobernar. Ahora, con la responsabilidad de un puesto tan importante, me temo no solamente no cumplir con mi deber, sino tambin desprestigiar el buen nombre de la corte. Por eso quisiera buscar en la inmensidad del pas a los hombres de sabidura e inteligencia que puedan secundarme. He podido observar que Tcheu de Yintchuan, comandante de la ciudad, es un oficial leal y honrado, que respetando siempre la integridad de la ley, podra convertirse en mi brazo derecho para bien de todos. Tambin se puede contar con Tien Tse-hu, de Fongi, desprovisto an de cargo oficial, quien pleno de clarividencia y de habilidad es muy entendedor en los principios de gobernar. A estos dos hombres los conozco desde hace diez aos, y los considero dotados de talento y dignos de nuestra confianza para los asuntos polticos. Por estas razones quisiera pedir que Tcheu sea nombrado consejero general, y Tien ministro de finanzas de mi Estado. De tal modo mi gestin de gobierno podra ilustrarse con mritos notables en el perfecto mantenimiento de la ley". El rey acept estas sugerencias y esos dos hombres fueron nombrados para tales altos cargos. El Estado del Sur es nuestra gran provincia dijo el rey. Tierra frtil, poblacin prspera y poderosa, no puede ser gobernada sino con una poltica de tolerancia. Con Tcheu y Tien como colaboradores, sed digno de la confianza del Reino. Al mismo tiempo la reina deca a la princesa: Vuestro marido es impetuoso, un gran bebedor, y an se encuentra en plena juventud. Una mujer debe mostrarse tierna y obediente. Servidlo como es preciso y no tendr ninguna preocupacin. Aunque el territorio del sur no se encuentra demasiado lejos no podr venir a vernos de maana y de noche. Cmo evitar las lgrimas en el momento de la despedida? Despus Tchuenyu y la princesa se despidieron, y en carroza escoltada por la caballera se dirigieron hacia el sur, ambos sonrientes y charlando con toda alegra. Pocos das despus llegaron a destino. Los magistrados y funcionarios de la provincia, los bonzos y sacerdotes, 36
ancianos de la regin, msicos, oficiales y guardianes, todos se juntaron para darles la bienvenida. Una muchedumbre inmensa cubra el camino. El sonar de los tambores y campanas, y el rumor de la multitud dominaba muchos kilmetros a la redonda. Sbitamente Tchuenyu vio elevarse dentro de l las almenas, las torres y los pabellones que anunciaban a una ciudad prspera. A la entrada de la gran ciudad, sobre la puerta se lea en grandes caracteres dorados: "Estado Tributario del Sur". Al llegar a su residencia pudo ver las ventanas pintadas de rojo y las puertas laqueadas que se ordenaban en una perspectiva majestuosa. Una vez instalado se inform de usos y costumbres del pas, y comenz a ocuparse de los enfermos y miserables, cediendo a Tcheu y Tien las riendas de los asuntos polticos, y de tal modo el orden rein perfectamente en el pas. En el transcurso de los veinte aos de su reino, impuso las buenas costumbres, y el pueblo entero cantaba sus elogios, le enviaba tabletas en memoria de sus mritos y edificaba templos en reconocimiento de las bondades de su gobernador. El rey lo tena en alta estima, concedindole altos honores y ttulos, y termin nombrndolo canciller. Al mismo tiempo Tcheu y Tien se vieron honrados por su buena administracin, y muchas veces fueron ascendidos a ms altos cargos. Tchuenyu tuvo cinco hijos y dos hijas. Mientras los hijos fueron dotados de cargos oficiales reservados a la nobleza, sus hijas se casaron dentro de la familia real. Su gloria y su renombre brillaron entonces con un resplandor sin par. Ese ao el reino de Sndalovia atac la provincia. El rey orden a Tchuenyu reunir un gran ejrcito para defenderla. Tchuenyu nombr a Tcheu al frente de una tropa de treinta mil hombres para resistir a los invasores frente a la Ciudad de la Torre de Jade. Pero Tcheu, demasiado temerario, subestim las fuerzas del enemigo. Todo su ejrcito fue puesto en derrota, y huy completamente solo, despojado de sus armas, y a favor de la noche pudo penetrar en la capital de la provincia. Por su parte, los agresores recogieron el botn de armas y armaduras y se volvieron a sus tierras. Tchuenyu hizo arrestar a Tcheu, y exigi su castigo, pero el rey les perdon a ambos. En el mismo mes Tcheu muri de un fornculo en la espalda. Diez das despus la princesa muri tambin de enfermedad. Tchuenyu pidi permiso a fin de abandonar la provincia para acompaar al cortejo fnebre hasta la capita. El rey consinti, y pidi a Tien, ministro de finanzas, que lo reemplazara como gobernador. Abrumado de pena, Tchuenyu sigui el cortejo de gran pompa. A lo largo del camino, hombres y mujeres vertan lgrimas, funcionarios y altas personalidades ofrecan sus ltimos homenajes, y el camino se vea repleto de una inmensa muchedumbre que apenas si dejaba avanzar la carroza fnebre. Cuando llegaron al Reino del Fresno, el rey y la reina, en tristes vestidos de duelo y llorando desesperadamente, lo esperaban en las afueras de la capital. La princesa fue honrada con el ttulo pstumo de Princesa de una Obediencia Ejemplar. Un cortejo compuesto de guardianes, msicos y portadores de doseles, la condujeron hasta la colina del Dragn Enroscado, a diez Li al este de la ciudad, y all la sepultaron. En el mismo mes, Jong-sin, hijo del difunto consejero general Tcheu, condujo tambin el atad de su padre a la capital. Si bien durante mucho tiempo gobern en un Estado exterior, Tchuenyu supo acrecentar sus relaciones con el interior del reino, y se encontraba en buenos trminos con toda la nobleza y todos los grandes de la corte. Despus de su vuelta a la capital no supo guardar la medida, rodendose de un gran nmero de amigos y relaciones, y cada da se vea ms poderoso y se haca ms sospechoso a los 37
ojos del rey. Fue entonces cuando se le inform al rey que un misterioso presagio anunciaba una gran catstrofe al reino, que provocara la transferencia de la capital y la destruccin del templo ancestral. La catstrofe sera provocada por una familia extranjera muy prxima a la familia real. Entonces se form la opinin en la corte que la desgracia sera provocada por Tchuenyu a causa de su incontrolado lujo y presuncin. De inmediato fue confinado en su casa y se le prohibi todo contacto con el exterior. Estimando que en el transcurso de tantos aos no haba gobernado mal su provincia, y que ahora era vctima de calumnias, Tchuenyu se enferm de pena. Advertido de ello, el rey le dijo: Sois mi yerno desde hace ms de veinte aos; desgraciadamente mi hija ha muerto joven y no os ha podido acompaar hasta la vejez. Es una gran desgracia! Despus la reina tom a su cargo la educacin de los hijos de Tchuenyu, y el rey le dijo a ste: Hace mucho tiempo abandonasteis a vuestros parientes y es tiempo que vayis a visitarlos. Dejad vuestros hijos aqu sin ningn temor por ellos. Tres aos despus os recibiremos con alegra. Pero mi familia est aqu replic Tchuenyu. Qu parientes queris que vaya a ver? Habis venido del mundo humano le dijo el rey con una sonrisa. Vuestra familia no est aqu. Bajo el golpe de estas palabras, Tchuenyu se perdi largamente en un estado de sueo. Finalmente despert con el recuerdo de su pasado, y con lgrimas implor al soberano el permiso de retornar a su mundo. El rey ech una mirada a los hombres de su cortejo, significndoles que lo dejaran partir, y Tchuenyu se despidi con una profunda reverencia. Volvi a encontrarse con los dos viejos mensajeros que lo acompaaron hasta que pasaron la gran puerta. Y all vio un coche miserable que lo esperaba sin ninguna escolta, y se le apret el corazn de pena. Mont en el coche, y al cabo de algunos ti volvi a salir de la ciudad. Recorri el mismo camino que la vez de su llegada, y pas por las mismas montaas y llanuras. Pero los dos mensajeros que lo acompaaban tenan un gesto tan ruin que sintise angustiado. Cuando les pregunt cundo llegaran a Yangtch, los mensajeros continuaron sus canturreos, y slo momentos despus se dignaron contestarle: Llegaremos pronto. De repente, como saliendo de un agujero, volvi a ver su pueblo con las mismas callejuelas y casas de antes. Abrumado por la emocin, dej correr sus lgrimas. Los dos mensajeros lo ayudaron a descender del coche. Pas la puerta, subi las escaleras, y repentinamente se vio a s mismo acostado en la antecmara del este. Posedo de terror, no se atrevi a acercarse a s mismo. En voz alta los dos mensajeros lo llamaron varias veces por su nombre, y entonces despert como de costumbre. Vio a sus dos sirvientes que barran el patio, y a sus dos convidados que se lavaban los pies cerca del lecho. El sol poniente an se demoraba sobre la muralla del oeste, y un resto de vino an reverberaba la luz bajo la ventana del este; as comprendi que en el sueo de un instante haba vivido toda una vida. Profundamente emocionado no cesaba de suspirar, hasta que llam a sus dos amigos para contarles su sueo. Vivamente sorprendidos, lo acompaaron para buscar el agujero en el tronco del fresno. Tchuenyu lo seal y dijo: Este es el lugar donde entr en mi sueo. 38
Sus dos amigos pensaron que poda ser la obra de zorros encantados o espritus de los rboles. Se llam a los domsticos y estos, armados de hachas cortaron el tronco, rompiendo las ramas y races para buscar hasta el trasfondo del agujero. A diez pies encontraron un gran foso, al aire libre, suficientemente ancho para contener una cama. Adentro se amontonaban montculos de tierra cuyas formas recordaban las murallas de una ciudad, y palacios y pabellones. All pululaban enjambres de hormigas. En medio se encontraba una pequea torre escarlata, habitada por dos hormigas gigantes de cabeza roja y alas blancas, de un largo de tres pulgadas. Decenas de gruesas hormigas montaban guardia alrededor de ellas, y las otras hormigas no se atrevan a aproximarse. Ah estaban el rey y la reina en la capital del Reino del Fresno. Y aun descubrieron otro agujero, subiendo la rama del sur, a unos cuarenta pies de altura. En el tnel de la rama se encontraba una ciudad hecha de tierra, con torrecillas, tambin habitada por hormigas, y eso era el Estado Tributario del Sur que haba gobernado Tchuenyu en persona. Otro agujero a veinte pies hacia el oeste, que pareca de una profundidad fantstica, contena un caparazn de tortuga ya podrida, del grosor de un cao de chimenea. La humedad de la lluvia haca crecer menudas hierbas bien compactas, que producan un claro-obscuro en todo el caparazn: esta era la Montaa de la Tortuga Divina donde Tchuenyu haba cazado. Descubrieron adems un agujero a ms de diez pies hacia el este, en una vieja raz tan sinuosa como un dragn. All se levantaba una pequea loma, aproximadamente de un pie de altura: esto era la Colina del Dragn Enroscado con el mausoleo de la princesa, que fue la mujer de Tchuenyu. Recordando el pasado, Tchuenyu se entristeca ms con cada descubrimiento, pues todo se revelaba igual a su sueo. Prohibi a sus amigos que destruyeran algo, y orden que taparan de inmediato ese agujero y que lo dejaran como lo encontraron. Esa noche se produjo una fuerte tormenta, y en la maana, cuando fue a ver el agujero vio que todas las hormigas haban desaparecido. Esto confirmaba el augurio: "El reino ser vctima de una catstrofe que provocar la transferencia de la capital". Record la guerra con el reino de Sndalovia, y rog a sus dos amigos que buscaran sus huellas. Quinientos metros al este de la casa, cerca del lecho de un ro seco desde haca mucho tiempo, se elevaba un sndalo, tan bien cubierto por una vid salvaje que el sol no poda atravesar su follaje. Al costado del rbol se encontraba un pequeo agujero, donde se esconda una gran colonia de hormigas. No era ese el Reino de Sndalovia? Ay! Si el misterio de las hormigas no resulta insondable, cmo podremos comprender las metamorfosis de los grandes animales que se esconden en las montaas y las selvas? En ese tiempo, Tcheu y Tien, los compaeros de juerga de Tchuenyu, habitaban en el distrito de Liubo, y no los haba visto haca diez das. Orden al sirviente que corriera a traerle sus noticias. Tcheu haba muerto de enfermedad repentina y Tien, presa de misterioso mal, no poda dejar el lecho. Entonces Tchuenyu comprendi el vaco del sueo y la vanidad de la vida, se convirti al taosmo y renunci para siempre al vino y al libertinaje. Tres aos despus muri en su casa, a la edad de cuarenta y siete aos, justamente en el trmino previsto en su sueo. En el octavo mes del ao once del perodo de Tchen-yuar (hacia 795), en el transcurso de un viaje de Sutch a Loyang, me detuve al borde del ro Hu, donde por azar me encontr con Tchuenyu. Me inform de sus palabras y fui a ver los vestigios de las hormigas en el lugar del hecho. Despus de muchas verificaciones, finalmente me convenc de la autenticidad de esta historia que 39
termino de escribir para aquellos a quienes puede interesar. Aun cuando exista algo de sobrenatural y de poco normal, los ambiciosos podrn sacar una leccin. Que la gente honesta que lea esta historia de sueo no vea en ella una simple cadena de coincidencias, sino que aprendan a no dejarse dominar por el orgullo de su fama y de su posicin en el mundo. Y Li Tchao, viejo consejero militar de Huatch agreg este comentario: Llevado hasta las nubes, Todopoderoso en el imperio; pero el sabio se re de l: alborotadas hormigas y nada ms.
EL MONO BLANCO1
Annimo En el ao 545, bajo la dinasta de los Liang, el emperador envi al sur una expedicin comandada por el general Lin King. Al llegar a Kueln, el general enfrent a las fuerzas rebeldes coaligadas de Li Che-ku y de Tchen Tche, mientras que su lugarteniente Euyang Ho penetraba hasta Tchangle, limpiando de enemigos todas las cavernas e internndose en un terreno peligroso. Resulta que la mujer de Euyang, que tena el cutis delicado y blanco, era de una belleza arrebatadora. General le dijeron sus hombres. Por qu habis trado hasta aqu a una mujer tan bella? En esta regin hay un dios que se jacta de raptar a todas las muchachas, y sobre todo no perdona a las ms bellas. Es preciso redoblar la guardia. Vivamente alarmado, esa noche Euyang dispuso que sus guardias rodeasen la casa, y escondi a su mujer en una habitacin secreta, encerrndola con una docena de sirvientes a quienes encomend la misin de protegerla. La noche era muy obscura y soplaba un viento lgubre. Sin embargo todo permaneci tranquilo hasta el alba. Finalmente, cansados de velar, los guardias comenzaron a dormitar. Repentinamente creyeron percibir la presencia de algo inslito. Sorprendidos, despertaron y saltaron del suelo, pero la mujer ya haba desaparecido. La puerta permaneca cerrada y nadie supo cmo ella pudo salir. Se lanzaron afuera, buscando con la mirada en la montaa escarpada que tenan enfrente, pero la noche era tan obscura que nada poda verse a un paso, y result imposible continuar la bsqueda. Lleg la luz del da y tampoco se encontr ningn rastro. Profundamente indignado y afligido, Euyang jur que jams volvera solo, y que antes encontrara a su mujer. Con el pretexto de que estaba enfermo, hizo acampar all a su ejrcito, y cada da se lanzaba a buscar en todas direcciones, hurgando hasta en las quebradas ms profundas y peligrosas. Un mes despus, a treinta leguas del campamento, en un bosquecillo de bamb encontr uno de los zapatos bordados de su mujer, que aunque empapado por la lluvia result fcil
Este cuento es una stira sobre el famoso calgrafo Euyang Siun, que tena fama de parecerse a un mono.
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reconocerlo. Ms afligido que nunca, Euyang prosigui su bsqueda. Con una treintena de sus hombres ms aguerridos, pasaba la noche durmiendo en las grutas o simplemente al aire libre. Despus de marchar diez das ms, y alejarse unas sesenta leguas del campamento, descubri al sur una montaa sinuosa y cubierta de bosques. Llegado a la falda de la montaa, la encontr rodeada por un ro profundo. La travesa se hizo sobre una balsa improvisada. A lo lejos, entre precipicios y a travs de los bambes de esmeralda, percibieron el brillo rojizo de vestidos de seda, y escucharon voces y risas femeninas. Ayudndose con cuerdas, aferrndose a las vias salvajes, los guerreros treparon los precipicios. All arriba se alineaban rboles suntuosos, que se alternaban con cuadros de flores extraas, y se extendan los prados encantadores. Todo se vea calmo y fresco orno un retiro fuera del mundo terrestre. Hacia el este, bajo un portal cavado en la misma roca, decenas de mujeres, vestidas con todo lujo, pasaban y volvan a pasar con gestos de diversin, riendo y cantando de lo mejor. Cuando vieron a los hombres, quedaron como paralizadas. Dejaron que stos se acercaran, y despus las mujeres preguntaron: Por qu vinieron aqu? Al escuchar la respuesta de Euyang, las mujeres suspiraron y se miraron entre ellas: Vuestra mujer se encuentra entre nosotras desde hace ms de un mes. Ahora est enferma y guarda cama. Venid a verla. Pasando la reja de madera del portal, Euyang vio tres habitaciones espaciosas arregladas como un gran saln. A lo largo de las paredes se vean hileras de lechos recubiertos de cojines de seda. All estaba su mujer, acostada sobre un lecho de mrmol, cubierta con mantas lujosas, y frente a ella se expona toda clase de alimentos exticos. Al acercarse Euyang, ella se dio vuelta hacia l, lo reconoci, pero vivamente le hizo un gesto para indicarle que se fuese. Entre nosotras las hay que estn aqu desde hace diez aos le dijeron las mujeres. Aqu vive un monstruo matador de hombres. Inclusive con una centena de mozos bien armados. No podris hacer nada. Ser mejor que os volvis antes que retorne nuestro amo. Pero traednos dos toneladas de buen vino, y diez perros que le servirn de carnada, y algunas decenas de kilos de camo, y entonces nosotras podremos ayudarlos a matarlo. Es preciso que volvis dentro de diez das, justo a medioda, y de ningn modo ms temprano. Las mujeres le rogaron que partiera lo ms pronto posible, y Euyang se retir inmediatamente. Euyang volvi en el da fijado con un excelente licor, el camo y los perros. El monstruo es un gran bebedor le contaron las mujeres. A menudo suele beber hasta caer borracho. Una vez ebrio, le gusta medir sus fuerzas. Nos pide que lo atemos de pies y manos a su cama, con telas de seda. Entonces le resulta suficiente dar un salto para romper todas las ataduras. Pero cuando lo atamos con triple vuelta de seda, en vano se esfuerza para liberarse. Esta vez, si lo atamos con el camo escondido en la tela de seda, estamos seguras que sus esfuerzos resultarn intiles. Todo su cuerpo es duro como el hierro, pero hemos observado que siempre se protege una sola parte, algunos centmetros debajo del ombligo. Seguramente que all es vulnerable. Despus, mostrndole una gruta al lado de la casa, le indicaron: Ah est su despensa. Escondeos adentro y en silencio espiad su llegada. Dejad el vino junto a las flores y soltad los perros en el bosque. Cuando hayamos cumplido con nuestro plan, entonces os llamaremos y saldris de vuestro 41
escondite. Euyang y sus hombres hicieron lo que le recomendaron, y reteniendo la respiracin quedaron a la espera. Hacia medioda, algo parecido a una larga pieza de seda blanca cay de lo alto de una montaa vecina, y se pos en el suelo, y penetr en la caverna. De all, un instante despus sali un hombre de bella barba, de seis pies de altura, vestido con una tnica blanca. Avanz con un bastn en la mano, rodeado de sus mujeres. Al ver a los perros, sorprendido, se abalanz sobre ellos, los despedaz y los devor hasta la saciedad. Y todas las mujeres compitieron en la forma encantadora y risuea con que le ofrecieron el vino en tazas de jade. Cuando bebi varias pintas de licor, las mujeres lo ayudaron a entrar en su casa. Continuaron escuchando algunas risas femeninas. Momentos despus las mujeres salieron para avisar a los guerreros. Entraron con la espada en la mano, y se encontraron con un gran mono blanco, los cuatro miembros atados a la cama. Al ver acercarse a los forasteros, y ante la imposibilidad de desatarse, se encogi e hizo rodar sus ojos fulgurantes. Al unsono, todas las armas se abatieron sobre l, pero slo encontraron un cuerpo de hierro y piedra. Clavndose finalmente debajo del ombligo las lminas entraron directamente en su cuerpo. Bruscamente comenz a brotar la sangre. Entonces el mono blanco comenz a gemir y dijo: Si muero es porque as lo quiso el cielo. Vosotros no tenis la suficiente fuerza para matarme. En cuanto a vuestra mujer, ya est preada. No matis a su hijo, que con el tiempo servir a un gran monarca y har que su familia sea ms prspera que nunca. Apenas pronunci estas palabras, muri. Los guerreros se dedicaron entonces a buscar los bienes del monstruo. Encontraron montones de objetos preciosos, y sobre las mesas, inmensas cantidades de cosas buenas para comer. All estaban todos los tesoros conocidos del mundo, incluyendo varios galones de esencias exticas y un par de excelentes espadas. Haba treinta mujeres, todas eran de una belleza incomparable, y algunas se encontraban all desde haca diez aos. Contaron que cuando una mujer envejeca o se ajaba, la llevaban no saban dnde. El mono blanco gozaba solo de sus mujeres y nunca se le conoci un cmplice. Cada maana se lavaba, se cubra con su sombrero. Invierno y verano usaba una tnica de seda blanca con un cuello del mismo color. Todo su cuerpo estaba cubierto de pelos blancos, largos de varias pulgadas. Cuando se quedaba en casa, le gustaba leer tablillas de madera, con escrituras que parecan indescifrables jeroglficos, y cuando terminaba de leerlos los ocultaba en un escondrijo de las rocas. A veces, cuando reinaba el buen tiempo, se ejercitaba con sus dos espadas, hacindoles trazar crculos fulgurantes, que lo rodeaban con una halo luminoso, como si fuese la luna. Beba y coma los alimentos ms diversos, particularmente fruta, nueces y sobre todo los perros, a quienes gustaba chuparles la sangre. A medioda se iba volando, desapareca en el horizonte. En slo media jornada haca un viaje de mil leguas. Tena la costumbre de volver a casa todas las noches. Todos sus deseos eran inmediatamente colmados. Nunca durmi de noche; la pasaba de cama en cama, gozando de todas las mujeres. Muy erudito, se expresaba con una elocuencia magnfica, y penetrante. Sin embargo, en cuanto a su fsico, nunca dej de ser una especie de gorila. Ese ao, en la poca en que las hojas comienzan a caer, el mono blanco, triste y apagado, se lament: 42
Termino de ser acusado por las divinidades de la montaa y ser condenado a muerte. Pero pedir proteccin a otros espritus, y quizs logre escapar de la condena. Justo despus de la luna llena, su escondite se incendi y todas sus tablillas fueron destruidas. Entonces se consider perdido. Viv mil aos sin progenitores. Ahora voy a tener un hijo. Quiere decir que mi muerte est prxima. Despus, contemplando a todas sus mujeres, llor largamente. Esta montaa es inaccesible. Nunca nadie pudo llegar aqu. Desde su altura jams pude divisar un solo hachero, ya que abajo est lleno de tigres, lobos, y toda clase de bestias feroces. Cmo los hombres podrn llegar aqu si no es por la voluntad del Cielo? Euyang volvi a casa llevndose jades, joyas y toda clase de cosas preciosas. Tambin condujo a todas las mujeres, algunas de las cuales an recordaban a sus familias. Al cabo de un ao, la mujer de Euyang dio a luz una criatura que se pareca en todo a un mono. Ms tarde Euyang fue ejecutado por el emperador Wu, bajo la dinasta de los Tchen. Pero su viejo amigo Kiang Tson, que mucho quera al hijo de Euyang por su extraordinaria inteligencia, lo alberg bajo su techo. De tal modo el nio fue salvado de la muerte. Al crecer se convirti en un buen escritor y un excelente calgrafo. En pocas palabras, fue un personaje famoso en su tiempo.
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El lago Tongting est tan lejos de aqu! prosigui. Sola, frente a este inmenso horizonte, cmo hacer llegar un mensaje a los mos? Tengo destrozado el corazn, y fatigados los ojos de tanta espera, pero nadie conoce mi desgracia. Puesto que vos os dirigs hacia el sur y pasaris muy cerca del lago Tongting, puedo confiar una carta en vuestras manos? Soy un hombre de bien respondi Lieu. Al escuchar vuestras palabras siento hervir mi sangre! Os ruego me aceptis como un humilde servidor. No pido otra cosa que llegar all volando, aunque sea sin alas. Pero el lago Tongting es muy profundo, y yo apenas si marcho sobre la tierra. Cmo podr llevar vuestro mensaje? Visto que las vas terrestres y ultraterrestres no se comunican, mucho me temo que voy a decepcionaros, fallando en mi misin. Conocis el medio que me permita llegar a feliz trmino? Nunca podr expresaros cunto me conmueve vuestra bondad! le respondi ella en medio del llanto. Si alguna vez lograse una respuesta a mi mensaje, no me bastar toda mi vida para testimoniaros mi agradecimiento. Cmo es que me atrev a pediros eso sin saber vuestra aceptacin? Ahora os puedo decir que no es ms difcil llegar a Tongting que ir a la capital. Y respondiendo a las preguntas de Lieu, ella precis: Al norte del lago Tongting hay un gran naranjo, venerado por los campesinos como el rbol sagrado de la aldea. Tomad este cinturn, atad cualquier cosa en su extremo, y golpead tres veces sobre el tronco del rbol. Alguien se presentar a vuestro llamado. Seguidlo y no tendris ninguna dificultad. Ser muy feliz si fuera de esta carta podis decirle a mis padres todo lo que termino de confiaros con el corazn abierto. No dejis de hacerlo, os lo suplico mil y mil veces! Estoy a vuestras rdenes le respondi Lieu. Entonces ella retir una carta del bolsillo y se la entreg con una reverencia. Despus dirigi la mirada hacia el Oriente y llor, incapaz de contener su dolor. Profundamente emocionado, Lieu puso la carta en su bolso, y formul una ltima pregunta: Por qu cuidis de estos corderos? Acaso las divinidades comen tambin carne? No respondi ella. Estos no son corderos, sino los mandaderos de la lluvia. Qu queris decir? Que pertenecen a la categora de relmpagos y truenos. Lieu mir con atencin a los corderos, y observ que marchaban con la cabeza alta y los ojos fulgurantes. Su modo de pastar y de beber resultaba completamente sorprendente, pero en cuanto a la talla, los cuernos y vellones nada se diferenciaban de los corderos ordinarios. Como soy vuestro mensajero agreg Lieu espero que cuando volvis al lago Tongting no os neguis a recibirme. Qu ocurrencia! exclam ella. Os guardar el afecto que slo se tiene a un padre! Se dijeron adis y se separaron. Lieu se dirigi hacia el este. Despus de recorrer varias docenas de pasos, l se dio vuelta: la doncella y los corderos ya haban desaparecido. Esa misma noche lleg a la ciudad y se despidi de su amigo. Un mes despus lleg a su pas natal, orden sus cosas y de inmediato se dirigi al lago Tongting. Exactamente al sur del lago encontr el naranjo sagrado, y una vez retirado su cinturn golpe tres veces el tronco y esper. Pronto vio salir del agua a un guerrero que le pregunt: 44
De parte de quin vens, querido husped? Sin revelar an toda la verdad, respondi: Deseo visitar a vuestro gran rey. Hendiendo las aguas para abrirle camino, el guerrero gui a Lieu hasta el fondo del lago, hacindole esta recomendacin: Cerrad los ojos y llegaris en un instante. Lieu obedeci y al instante se encontr delante de un gran palacio, con grupos de pabellones con millares de portales y arcadas, rodeados de todas clases de plantas y rboles de los ms raros del mundo. El guerrero le hizo seal de detenerse en un rincn de un gran saln: Quiere el husped tener la amabilidad de esperar aqu? Qu edificio es este? pregunt Lieu. Es el Palacio de la Bveda Divina respondi el guerrero. Mirando con detencin alrededor de s, Lieu vio que el palacio contena todas las piedras preciosas conocidas: columnas de jade blanco, escaleras de jaspe, lechos de coral, persianas de cristal, dinteles de esmeralda incrustada de esmaltes, artesonados de luces de arco iris con aplicaciones de mbar. Del conjunto surga una impresin de belleza extraa, imposible de describir. Mientras el rey se haca esperar, Lieu pregunt: Dnde est el prncipe de Tongting? Su Majestad se encuentra en el Pabelln de Perlas Negras respondi el gua. Est conversando con el Sacerdote del Sol sobre el Can del Fuego. Pero pronto terminarn. Qu es el Can del Fuego? pregunt Lieu. Nuestro prncipe es un dragn dijo el hombre. Vale decir que el agua es su elemento. Con una sola gota de agua puede inundar montaas y valles. El sacerdote taosta es un hombre, en consecuencia el fuego es su elemento. Con una antorcha puede incendiar todo un palacio. Las propiedades de los elementos son diferentes; sus efectos no son los mismos. Como el Sacerdote del Sol es un experto en las leyes de la naturaleza humana, nuestro prncipe lo invit para conversar con l. Apenas termin la explicacin cuando se abri la puerta del palacio. En medio de una escolta de nubarrones apareci un hombre vestido de prpura, con un cetro de jaspe en la mano. Transportado de jbilo, el guerrero exclam: He aqu a nuestro rey! Despus el gua se adelant para anunciar la llegada de Lieu. El rey gir su mirada hacia el viajero y le pregunt: No sois del mundo humano? Lieu respondi afirmativamente mientras haca una reverencia. El rey le devolvi su saludo y lo hizo sentar en el Palacio de la Bveda Divina. Nuestro reino de las aguas es profundo y sombro dijo el rey dragn. Y no soy sino un ignorante. Qu razn os trae aqu, seor, a travs de una distancia de mil leguas? Soy un compatriota de Vuestra Majestad dijo Lieu. Nacido en el sur, curs mis estudios en el noroeste. Al fracasar en un examen, hace de esto poco tiempo, y pasar por la orilla del ro King encontr a vuestra hija bienamada que haca pastar unos corderos en pleno campo. Los cabellos al viento, mojada bajo la lluvia, me dio pena verla. La interrogu y ella me respondi que estaba en esa condicin por los maltratos de su marido y el abandono de sus suegros. Mientras me hablaba verti muchas lgrimas que me llegaron directamente al corazn. Despus me confi una carta y le promet entregrosla. He aqu por qu estoy ante vuestra presencia. Entonces le entreg la carta al rey, quien despus de leerla escondi el rostro detrs de la manga y se puso a llorar. Toda la culpa fue ma, la culpa de su viejo 45
padre! Fui como un hombre ciego y sordo, sin sospechar siquiera que lejos de aqu mi pobre hija haba cado en desgracia. Pero vos, seor, aunque extrao a nosotros, habis venido en nuestra ayuda. Mientras viva no podr olvidar nunca vuestra bondad! El rey llor un poco ms y su squito lo acompa en las lgrimas. Entonces un eunuco del palacio se acerc al rey, quien le entreg la carta con la orden de pasarla a las mujeres que se encontraban en el palacio interior. Momentos despus se escucharon los lamentos que llegaban de los apartamentos interiores. Alarmado, el rey dijo a su sbditos: Ordenad rpido a las mujeres que no alboroten, no sea que las escuche el prncipe de Tsientang. Quin es ese prncipe? pregunt Lieu. Es mi hermano menor dijo el rey dragn. Fue prncipe del ro Tsientang, pero ahora vive en retiro. Por qu no queris que sepa la novedad? pregunt Lieu. Porque es demasiado impetuoso dijo el rey. Tiempo ha, los nueve aos de diluvio bajo el reinado de Yao el Sabio fueron la consecuencia de uno de sus accesos de clera. ltimamente querell con los generales del Cielo e inund las Cinco Montaas. Como tengo a mi favor algunos mritos viejos y recientes, el Soberano del Cielo acord su perdn a mi hermano, pero en cambio debe ser guardado aqu bajo cadenas. La gente de Tsientang espera todos los das su retorno. Al terminar estas palabras se produjo un gran alboroto. Pareca como si el cielo se desplomase y se hundiese la tierra. Todo el palacio fue sacudido como una espiga en medio de un temporal. Entre los torbellinos de humo y nubarrones que surgan de todas partes, apareci un dragn escarlata, de mil pies de largo, ojos de relmpago, lengua de sangre, escamas bermelln, crines de llamas. En el cabello llevaba una gran cadena de oro atada a un pilar de jade. Y repentinamente envuelto en truenos y relmpagos, al mismo tiempo que se desencadenaba una tempestad de nieve y granizo, se lanz hacia el cielo azul y desapareci. Dominado por el pnico, Lieu cay a tierra. El rey fue en persona a levantarlo y lo tranquiliz: No tengis miedo, que no es nada. Despus de un largo momento nuestro bachiller comenz a recobrar el espritu. Cuando se sinti suficientemente recuperado pidi permiso para retirarse: Permitidme salir con vida de aqu y no volver nunca ms. No tenis ninguna necesidad de partir dijo el rey. Mi hermano tiene la costumbre de irse de este modo, pero no volver del mismo modo. Tened la bondad de permanecer un momento ms. Orden que trajeran licores. Y con toda cordialidad comenz a brindar. Pronto se levant una brisa de alegra que trajo nubes de buenos augurios. En un desfile de estandartes y banderas, al son de flautas y caramillos, detrs de miles y miles de doncellas vestidas de rojo que charlataneaban y rean a carcajadas, avanzaba una bella doncella de cejas bien arqueadas, cubierta de joyas resplandecientes y vestido de seda que flotaba en largas cintas. Cuando se acerc Lieu pudo comprobar que ella no era otra que la bella afligida que le confi el mensaje; ahora tena un gesto feliz y triste a la vez, y an se le deslizaban algunas lgrimas de alegra. Y mientras que humaredas rojas y prpuras se elevaban en su derredor y llegaban a velar su figura, penetr en el palacio interior, en medio de densos perfumes que danzaban en torno de ella. 46
Rindose, el rey le dijo a Lieu: Aqu est de vuelta la cautiva del ro King! Se excus y volvi a entrar en el palacio interior, sintindose los ecos de dulces efusiones que duraron un buen rato. Despus volvi el rey y comenz a beber con Lieu. Se encontraba all otro hombre, vestido de prpura, un cetro de jaspe en la mano, que se mantena al lado del rey con un gesto de orgullo y magnificencia. El rey le present a Lieu: Esta es el prncipe de Tsientang. Lieu se levant y fue a saludarlo. El prncipe le devolvi el saludo con la mayor cortesa, y le dijo: Mi pobre sobrinita ha sido lastimosamente humillada por el granuja de su marido. Seor: gracias a vuestra magnanimidad las noticias tan lejanas de sus desgracias han podido llegar a nuestros odos. Sin vuestra gentil intervencin, la pobrecita hubiese llegado a confundirse con el lodo del ro King. Mis palabras son impotentes para expresar mi agradecimiento. Lieu le agradeci con una reverencia y volvi a su lugar sin atreverse a agregar una palabra ms. Entonces el prncipe se volvi hacia su hermano mayor y le cont su aventura: Despus de partir esta maana del Palacio de la Bveda Divina, llegu en una hora al ro King; el combate que all libr demor otra hora, y otra hora me llev volver hasta aqu. En el camino de vuelta vol hasta el noveno cielo y tuve una entrevista con el Soberano Celestial. Cuando supo la injusticia cometida me perdon y me absolvi de la vieja condena. Esta maana estuve demasiado dominado por mi indignacin y demasiado apurado para deciros adis. Lamento haber alborotado todo el palacio y sobre todo considero imperdonable que alarm a nuestro querido husped. Y el prncipe retrocedi y volvi a hacer una reverencia. Cunta gente habis matado? le pregunt el rey. Seiscientos mil. Destrusteis campos? Alrededor de trescientas leguas. Dnde est ese marido ingrato? Me lo com. Tocado por la piedad, el rey dijo: Es cierto que ese granuja era intolerable. Pero a vos se os fue la mano. Felizmente el Emperador del Cielo, siempre clarividente, os ha perdonado a causa de la gran injusticia que provoc tanta destruccin. De otro modo, cmo podra asumir vuestra defensa? Es preciso no actuar en adelante de este modo. El prncipe hizo otra reverencia. Esa noche alojaron a Lieu en el Saln de la Claridad Cristalina. Al da siguiente fue ofrecida en el Palacio de las Esmeraldas otra fiesta en su honor. Particip toda la familia real. Hubo un gran concierto y sirvieron toda clase de buenos vinos y manjares delicados. Como comienzo, a la orden del saln, diez mil soldados danzaron al son de trompetas, cuernos, tambores y juegos de campanas, enarbolando estandartes, espadas y alabardas. Uno de los guerreros avanz para anunciar que se trataba de la Marcha triunfal del Prncipe de Tsientang. Esa danza marcial fue ejecutada con tanta bravura y fogosidad que puso en carne de gallina a todos los espectadores. Despus, al son de gongs, cmbalos e instrumentos de cuerdas y de bamb, un millar de doncellas vestidas de seda y adornadas con perlas y jade danzaron en el lado izquierdo del saln. Una de las danzarinas se 47
destac para anunciar que era la celebracin del retorno de la princesa. Las melodas eran tan suaves y quejumbrosas que sin quererlo todo el mundo dej caer las lgrimas. Terminadas las dos danzas, el rey dragn, transportado de alegra hizo distribuir piezas de seda a los danzarines y danzarinas. Despus todos los invitados se apretaron en sus puestos en el festn y tomaron vino hasta ms no poder. En plena fiesta el rey se incorpor y golpeando la copa sobre la mesa, cant: Vasto es el gran cielo azul y la tierra sin lmite! Infinito el ideal que cada uno guarda en si mismo. El zorro se cree dios, y la rata se cree santa, ensuciando el templo, escondido bajo su muro. De repente un trueno y todo es disperso! Gracias a vuestra bondad que derramasteis a mares, al fin volvi mi hija a los brazos paternales! No encuentro ninguna palabra para deciros gracias. Despus que cant el rey, la princesa hizo una reverencia y contest: Unidos por el cielo y separados por la muerte l fue un esposo indigno, y yo la mal casada. Al borde del ro King arrastr la desgracia, cabellos sueltos al viento, ropa empapada de lluvia. Gracias a vos, oh seor, mensajero valiente, aqu estamos reunidos, ms felices que nunca! Jams, para siempre jams os podremos olvidar! Terminado el canto, el rey y la princesa se levantaron y ofrecieron al unsono una copa a Lieu, quien vacilando al principio termin por aceptar y la vaci de un trago. Despus present a su vez dos copas a los dos prncipes y cant: Las nubes de jade pasan, del mismo modo que fluye el agua. Oh princesa que llora como una flor bajo la lluvia! Un mensaje enviado os liber de la pena. Vengado su ultraje, hela aqu serena. Gracias por el concierto, gracias por el festn! Mi casa en la montaa espera al peregrino. Os dir adis con el corazn partido de dolor! Cuando termin de cantar los vivas surgieron de todas partes. El rey retir de una caja de jaspe un cuerno de rinoceronte, muy apropiado para abrir los ojos. Al mismo tiempo la princesa dispuso sobre una bandeja de mbar, un jade que esclareca la noche. De pie le ofrecieron estos presentes a Lieu, quien los acept con muchos agradecimientos. Despus todas las mujeres del palacio interior lo cubrieron con piezas de seda, con perlas y piedras preciosas, que como montculos resplandecientes fueron elevndose delante y detrs de l. Y Lieu no dejaba de mirar a todos lados, confuso y corriente, saludando sin cesar. Al fin del festn, ya ahto de vino y placer, se retir y pas la noche en el Saln de la Claridad Cristalina. Al da siguiente lo volvieron a festejar una vez ms en el 48
Pabelln de la Luz Lmpida. El prncipe de Tsientang, con los vapores del vino en la cabeza, combado como una fiera, le dijo a Lieu con un gesto brutal: Sabis que una roca dura se raja, pero no se dobla, y que un bravo prefiere hacerse matar antes que humillarse? Quiero proponeros una cosa. Si consents, todo ir bien entre nosotros. En caso contrario, pereceremos los dos. Qu os parece? Tened la bondad de decirme de qu se trata le respondi Lieu. Sabis que la mujer del seor King es la hija de nuestro soberano dijo el prncipe. Bella y virtuosa, ella es altamente considerada por todo el mundo. Por desgracia ha sido vctima de un hombre indigno. Pero ahora todo ha terminado. Yo quisiera presentrosla, y sera feliz de contaros en adelante como pariente. De tal modo, aquella que todo os debe por reconocimiento, tendr la felicidad de serviros para siempre, y nosotros que tanto la queremos tendramos el placer de verla en buenas manos. Un hombre magnnimo no se detiene a medio camino. Aceptadla! Lieu se mostr grave un instante: Despus rompi a rer y dijo: Jams pens que el prncipe de Tsientang tuviese ideas tan poco dignas de un hombre galante. Creo haber escuchado que al montar en clera habis saltado los nueve continentes y desplazasteis las cinco cordilleras. Adems os he visto romper la cadena de oro y arrancar el pilar de jade para correr a vengar a vuestra sobrina. Me pareca que nadie poda compararse con vos por la bravura y el sentido del honor; correr a la muerte para vengar una ofensa, arriesgar la vida por una persona querida, he aqu en efecto las verdaderas muestras de la grandeza. Pero ahora que los msicos afinan sus melodas, y que el husped y el anfitrin estn en perfecta armona, por qu tratis de imponerme vuestra voluntad sin ninguna preocupacin por el honor? No es esto lo que esper de vos! Si vos me sorprendieseis sobre un mar en furia, o en una montaa tenebrosa, entonces podra intimidarme con vuestras escamas y barbas de erizo, para cubrirme de nubes y lluvia y amenazarme de muerte; en ese caso os considerara una fiera y no os reprochara nada. Pero ahora os presentis como un ser humano, sentado aqu para charlar sobre cosas mundanas, y tan bien hicisteis para mostrar todos los sentimientos humanos y todas las delicadezas de conducta, que seguramente entre los hombres hay pocos valientes y pocos sabios que os puedan igualar, sin hablar de los monstruos acuticos. Ser posible que empleando las ventajas de vuestro cuerpo de reptil, de vuestro temperamento violento, y del pretexto de la borrachera os atrevis a obligarme a torcer una conducta? He aqu lo que no encuentro nada correcto. Cierto es que mi cuerpo es muy dbil, y yo quepo perfectamente sobre una sola de vuestras escamas. Sin embargo, con mi corazn invencible espero triunfar de vuestra inhumanidad. Prncipe: espero que reflexionis un poco! Avergonzado y confuso, el prncipe se excus: Aunque educado en el palacio, he permanecido ignorante de las reglas de etiqueta. Por ello me he excedido en mis palabras y os he herido en vuestros principios de honor. Reconozco que he cometido una falta realmente reprobable y me sentir muy feliz de que tengis a bien conservar intacta vuestra amistad hacia m. Esa noche hubo an otro festn donde rein la misma alegra que las veces anteriores. Lieu y el prncipe se hicieron buenos amigos. Al da siguiente Lieu pidi permiso para irse. La reina ofreci otro festn en su honor en el Saln de la Luz Difusa, que se llev a cabo en compaa de gran nmero de concubinas, sirvientes y eunucos. Derramando lgrimas, la reina le dijo: 49
Mi hija se siente tan adeudada por vuestra bondad que jams podremos testimoniar satisfactoriamente nuestra gratitud. Y tan pronto nos queris abandonar! Hizo venir a la princesa para que le diese las gracias. Volveremos a vernos un da? le pregunt la reina. En ese momento Lieu se arrepinti de no haber aceptado la proposicin del prncipe de Tsientang. Senta el corazn abrumado por la pena. Terminado el festn todos se despidieron con lgrimas en los ojos. En el momento de partir, lo cargaron con nuevos regalos, entre los cuales haba incontables joyas preciosas. Lieu sali del lago por el mismo camino de su llegada, escoltado por una docena de hombres que cargados con su equipaje no lo abandonaron hasta dejarlo sano y salvo en su casa. Despus se dirigi a Yantch, a casa de un joyero, para vender algunas de las joyas, de las cuales bastaba una pequea parte para convertirlo en millonario. En toda la costa derecha del ro Hu no hubo ningn hombre rico que pudiese comparar su fortuna con la de Lieu. Se cas con una muchacha llamada Tchang, que muri poco tiempo despus de la boda. Volvi a casarse pronto con otra llamada Han, que muri algunos meses despus. Entonces Lieu abandon su tierra natal y se instal en Nan-kn. A menudo el tedio de la viudez le hizo pensar en casarse nuevamente. Lo visit una casamentera que le hizo esta proposicin: Conozco una dama llamada Lu, oriunda del distrito de Fanyang. Su padre Lu Hao fue magistrado de Tsengli. En su vejez lo domin el taosmo y comenz a errar solo entre las nubes y los manantiales y desapareci no se sabe dnde. Su madre se llama Tcheng. El ao pasado la joven se cas y entr a formar parte de la familia Tchang de Tsin-gh, pero desgraciadamente el marido muri poco tiempo despus. Su madre, que tanto se lamenta por la juventud y belleza de la joven viuda, quisiera encontrarle un buen marido. Ser posible que ella os interese? Lieu busc un da propicio para celebrar la boda. Como las dos familias pertenecan a la mejor sociedad, la magnificencia de las ceremonias, de los ajuares y regalos dejaron con la boca abierta a todos los nankineses. Un mes despus del casamiento, al entrar cierta noche en la alcoba, Lieu observ detenidamente a su esposa y la encontr muy parecida a la hija del rey dragn, aunque bien poda asegurar que su mujer la sobrepasaba en belleza. Entonces le cont lo sucedido. Ser posible algo parecido? le dijo su esposa. Pero a propsito, sabis que tendremos un hijo? Al conocer esta novedad, la quiso aun ms. Un mes despus del nacimiento del hijo, ataviada con un vestido suntuoso y recubierta de joyas, su mujer recibi en la casa a todas sus relaciones. En el curso de la recepcin, le dijo a Lieu con una sonrisita: Ser posible que no recordis haberme visto hace mucho tiempo? Una vez fui mensajero de la hija del rey dragn respondi Lieu. Nunca olvido eso. Yo soy la hija del rey dragn dijo su esposa. Gracias a vos fue denunciada la injusticia en el ro King, y de tal modo jur dedicar mi vida para testimoniar mi gratitud. Pero puesto que rechazasteis la proposicin de mi to, y como vivamos lejos uno del otro, y en dos mundos diferentes, no pudimos cambiar una sola palabra. Mis padres desearon casarme con el hijo del dios del ro Tchukin y yo no poda faltar a mi juramento, ni desobedecer a mis padres. Qu hacer entonces? 50
Aunque vos me rechazasteis y me fue imposible veros, jur que de cualquier modo os reservara mi corazn hasta la muerte. Y confi mi pena a mis padres; se compadecieron y me dejaron en libertad para partir en vuestra bsqueda. Pero por entonces vos tomasteis por esposas a las seoritas Tchang y Han. Entonces se present la ocasin favorable y mis padres fueron felices de que finalmente pudiesen realizarse mis esperanzas. Ahora que ya he logrado poder serviros y amaros para toda la vida, ya puedo morir con mis deseos colmados. Ella se puso a llorar con clidas lgrimas y continu: Si de inmediato yo no os he dicho quin era, fue porque s que mi belleza no hizo mella en vuestro espritu. Si ahora me confieso es porque vos me habis dado pruebas de vuestro amor. Una mujer como yo es indigna de vuestro corazn. Como s que deseis tener un hijo, os ofrezco uno para ganar el derecho de vivir a vuestro lado. Consents en eso? Antes de saber si me amabais, la angustia y la tristeza desgarraban mi corazn. El da que fuisteis mi mensajero, me dijisteis sonriente: "Espero que no os olvidis de m despus de volver al lago Tongting". Pensasteis en ese momento en lo que somos ahora? Ms tarde, cuando mi to os propuso este casamiento, lo rechazasteis categricamente. Por qu? Es que realmente no lo deseabais o bien os negasteis porque os haba ofendido? Decdmelo! Todo est sealado por el destino respondi Lieu. Cuando os vi por primera vez a orillas del ro King, os encontr tan plida y agotada de dolor que me domin la idea de tomar vuestra defensa. Pero en ese momento el corazn no capt otra cosa que vuestro dolor, sin pensar en otras implicaciones. Si os dije que esperaba y que deseaba en el futuro otro encuentro, fue debido a que esas palabras se escaparon por azar y nada ms. Cuando el prncipe de Tsien-tang quiso imponerme el casamiento, su insolencia me puso furioso. En definitiva slo quise hacer un acto de justicia. Cmo poda casarme con una mujer a la que terminaba de causar la muerte del marido? He aqu la primera razn de mi rechazo. Y adems, siendo la integridad la base de mi conducta, cmo poda rebajarme a violentar mi conciencia? Esta es la segunda razn de mi rechazo. Esa vez en el festn, razon de acuerdo con mis principios, sin pensaren otra cosa que en la correccin, sin temer a nada, ni a nadie. Pese a ello, el da de mi partida, al ver la ternura de vuestros ojos, me arrepent de todo corazn por lo que dije. Despus, tomado por el torbellino de las cosas humanas, me encontr con la imposibilidad de testimoniaros mi sentimiento. Qu alegra encontraros ahora como miembro de la familia Lu! En todo caso, el amor que guard en el corazn no fue una pasin efmera. En adelante os amar siempre con un corazn sereno! Profundamente emocionada, su mujer no pudo hacer otra cosa que derramar lgrimas y despus agreg: Aunque soy de otra esencia que los humanos, no me creis desprovista de sentimientos. Sabr responder a vuestra bondad! Puesto que todo dragn puede vivir diez mil aos, tendris a mi lado la misma longevidad. Pasaremos libremente por cualquier lado, sobre la tierra y bajo el mar. Tened confianza en m! Jams imagin que iban a ofrecerme la inmortalidad de los dioses! exclam Lieu rindose de alegra. Los dos volvieron entonces al lago Tongting, donde la magnificencia de la recepcin real super toda descripcin. Ms tarde se instalaron en Nanhai (Cantn) durante cuarenta aos. Sus castillos, ropajes y festines fueron de un esplendor principesco, Lieu se mostraba generoso con todas sus relaciones. A pesar de su edad ya avanzada, la perennidad de su aspecto juvenil era la admiracin de todos. Durante el perodo de 51
Kaiyuan (713-741), el emperador, deseoso de encontrar el secreto de la larga vida, orden su bsqueda a todos los alquimistas del reino. Entonces Lieu se sinti vigilado e intranquilo, y prefiri volver con su mujer al lago. All se perdieron durante ms de diez anos sus huellas en el mundo. Hacia el fin del perodo Kaiyuan, su joven primo Siu Ku, destituido de su funcin de magistrado en la capital, fue exiliado en el sudeste. Cuando atravesaba en pleno da el lago Tongting y miraba hacia lo lejos, pudo ver cmo de repente surga del agua una montaa toda verde. Los remeros se apresuraron para llegar a la costa, exclamando: No hay ninguna montaa por ese lado! Debe ser un monstruo del agua! En el durar de un parpadeo la montaa se acerc a la barca. Una embarcacin pintada de colores vivos descendi lentamente de la montaa y se dirigi directamente a la barca de Siu. Y alguien le grit: El amo Lieu os invita a pasar! Entonces Siu comprendi. Tan pronto lleg al pie de la montaa, se arremang su tnica y trep rpidamente. All arriba haba palacios como los de la tierra y Lieu estaba all, los msicos delante de l, y detrs las doncellas cubiertas de perlas. La riqueza de los objetos de arte sobrepasaban en mucho a los del mundo de los hombres. Hablando aun con mayor elocuencia que antes, y luciendo aun ms joven, Lieu lo recibi en la escalinata. Tomndolo de la mano le dijo: Hace poco tiempo que dejamos de vernos y vuestros cabellos ya estn grises. Vos estis destinado a la inmortalidad, mientras que pobre de m!, algn da me convertir en huesos secos replic Siu con una sonrisa. Entonces Lieu le dio cincuenta cpsulas, dicindole: Cada una de estas pldoras os dar un ao ms de vida. Cuando se acerque el trmino de vuestra vida, no dejis de volver aqu. No es necesario quedarse demasiado tiempo en el mundo humano, donde se debe sufrir tanto. Festejaron alegremente el encuentro, y despus Siu se retir. Lieu entonces pareci desvanecerse sin dejar otros rastros de su vida, pero Siu a menudo contaba esa historia a sus relaciones. Cuarenta y ocho aos despus, Siu desapareci a su vez. Yo, Li Tchao-wei, de la provincia de Kans, me siento colmado de admiracin al escribir esta historia. Esta nos demuestra que las principales de las cinco categoras de seres vivientes1, poseen fuerzas sobrenaturales. Sin tales propiedades, cmo los reptiles podran expresar virtudes humanas? El rey dragn de Tongting se muestra realmente poderoso y magnnimo, mientras que la impetuosidad y la franqueza caracterizan la conducta del prncipe de Tsien-tang. Por cierto son virtudes que deben transmitirse de muy lejos. Siu Ku, primo de Lieu, fue el nico ser humano que pudo aproximarse al reino de las aguas. Desgraciadamente ha contado esta historia sin escribirla. Y como es interesante, la transcribo aqu.
Los chinos de la antigedad dividan el reino de los animales en cinco categoras: animales de pluma, de pelo, de coraza, de escamas y de cuerpo desnudo. Esas categoras comprendan como principales especies el fnix, el licornio, la tortuga, el dragn y el hombre. Del hombre, el ms inteligente de todos, provenan las virtudes que posean los otros animales.
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Tsien-hong a pedir prestado un caballo negro con arneses dorados en casa de su primo Chang que era consejero militar en la capital. Esa noche hizo limpiar su mejor ropaje, tom un bao y rehizo su maquillaje: la alegra lo tuvo despierto toda la noche. Al salir el sol se puso un sombrero, s mir detenidamente en el espejo temiendo en todo momento que le fallase algn detalle de su presentacin. As ocup el tiempo hasta medioda. Entonces mont en su cabalgadura y se dirigi directamente hasta el barrio de Chengy. En el lugar fijado lo esperaba un sirviente: Sois vos el seor Li? Desmont e hizo atar su caballo en la saliente del techo del portal; entr, cerrando precipitadamente la puerta detrs de l. Y ah estaba Pao, quien sali de la casa, sonrindole de lejos: Quin es el intruso que termina de forzar la puerta? Sin dejar de bromear, entraron por una puerta interior a un patio donde haba cuatro cerezos y una jaula de un loro suspendida en el costado noroeste. Al ver a Li, el loro se puso a gritar: Alguien viene: bajen pronto la cortina! De naturaleza reservada, y ya con el corazn poco confiado, Li se detuvo al escuchar el grito del loro, vacilando en seguir adelante. Entonces Pao fue a buscar a la madre de la joven, quien baj por la escalinata para desearle la bienvenida y lo invit a sentarse frente a ella. La madre, en la cuarentena, se vea an muy encantadora y hablaba con mucha gracia. Hace mucho tiempo que escuchamos hablar de vuestro talento le dijo al joven. Ahora compruebo cmo vuestra persona es digna, de su fama. Tengo una hija, que a pesar de su poca educacin no es demasiado despreciable. Me atrevo a sugerir que puede gustaros y conveniros. La seora Pao me habl de esto y yo sera feliz de ofreceros su mano. No soy sino un rstico respondi el joven y me siento todo confuso de que vos me recibis con tanta" buena voluntad. Si me aceptis me concedis un alto honor para toda mi vida. Estaban preparando el festn y cuando ya estuvo listo, la madre llam, a Jade. Sali de la habitacin del este, y Li fue a inclinarse delante de la joven. Al entrar ella, a Li le pareci que toda la sala se transformaba en un inmenso ramo de rosas, y cuando sus miradas se encontraron, qued como encandilado. Ella sentse al lado de su madre, quin le dijo: A ti que te gusta repetir estos dos versos: A travs de los bambes, pasa agitando la cortina el viento. Mi buen amigo volver otra vez? Y bien! Aqu est el autor de ese poema. T que tan seguido pasas el da entero leyendo sus obras, qu piensas de l, ahora que lo tienes aqu? Jade sonri levemente, y bajando la cabeza dijo con voz queda: Verlo vale menos que escucharlo: toda la belleza cabe en un poeta de genio. Li se levant e hizo varias reverencias: La seorita ama el talento y yo amo la belleza. Nuestras cualidades sern variadas y se complementarn. Jade y su madre se cambiaron una sonrisa. Brindaron con vino varias veces. Luego Li se incorpor para pedir que la joven cantase. Al comienzo ella quiso sustraerse, pero finalmente, cediendo a la insistencia de su madre, se puso a cantar con voz de oro una meloda maravillosa. Hacia el fin del almuerzo, ya caa 54
la noche. La casamentera condujo al joven a descansar en un apartamento del oeste, donde el patio era bien tranquilo y las habitaciones muy agradables con magnficos cortinados. Ella orden a las sirvientas Kuei-tse y Wan-cha que le quitasen los zapatos y el cinturn. Despus Jade vino a acompaarlo. Nada ms tierno y acariciante que sus palabras! Y cuntas gracias al desvestirse! Y con las cortinas bajas, cuntos goces sobre la almohada! A l le dominaba la impresin de compartir el lecho con una divinidad. Al llegar la medianoche, de repente Jade se puso a llorar, y mirndolo fijo le dijo: Soy una cortesana y me considero indigna de estar en vuestra compaa. Ahora vos me amis pero mucho temo que cambie vuestro sentimiento cuando se aje mi belleza. Entonces ser como una enredadera sin apoyo, como el abanico abandonado en el otoo. En el momento de intensa alegra de ahora, ya presiento la tristeza del futuro. Muy emocionado, Li pas su brazo bajo la nuca de la bella y le dijo suavemente: Ahora que realic el sueo de mi vida, prefiero que me conviertan en polvo antes de renunciar a vos. Dadme una pieza de seda blanca para que escriba con mi mano mi promesa, bajo palabra de honor, de nunca abandonaros. Reteniendo sus lgrimas, Jade orden a la sirvienta Ying-tao levantar el cortinado y traer candela. Despus le dio a Li un pincel y tinta. Para llenar los momentos de ocio, adems de la msica, Jade adoraba la lectura de poesas, y recados de escribir, pinceles y tabletas de tinta, todo provena de la familia real. Entonces ella tom un bolso bordado, y de all retir una pieza de seda blanca de tres pies de largo, cuadriculada de finas rayas negras, y se lo ofreci a su amante para que pudiese escribir a su gusto. Li posea un gran talento de improvisador; una vez que tomaba el pincel escriba de un solo tirn. Jur fidelidad eterna como las montaas y los ros, el sol y la luna, y sus palabras tenan tal ardor y sinceridad que iban directamente al corazn. Cuando termin de escribir, le entreg la pieza de seda a Jade, pidindole que la guardara en su cofre de joyas. Desde entonces vivieron da y noche siempre juntos durante dos aos, felices como un casal de martn-pescador planeando en pleno cielo. En la primavera siguiente, en su calidad de laureado en examen oficial, Li fue nombrado secretario general del distrito de Tcheng. En la cuarta luna, antes de partir a su puesto y de visitar a sus padres en Lo-yang, invit a sus amigos y conocidos de la capital a una fiesta de despedida. Entonces estaban en la ms bella temporada del ao, entre la primavera y el verano. Al terminar la fiesta, y cuando ya se retiraron los invitados, Jade, abrumada por la tristeza de la separacin le dijo: Con vuestro talento y celebridad, por supuesto, contis con muchas admiradoras que buscarn unirse con vos. Vuestros padres viven solos y les falta una nuera para cuidar la casa. Antes de vuestro retorno, seguro que os obligarn a casaros con un buen partido. El juramento que me habis hecho no ser sino palabras vanas. Por ello deseo presentaros una pequea peticin. Quisierais escucharla? Li se sinti sorprendido: En qu os he ofendido para que me digis tales cosas? Os escucho: formulad vuestros deseos, que sern rdenes para m. Apenas tengo dieciocho aos, y vos an no habis cumplido veintids. Os faltan an ocho aos para llegar a la treintena, que para un hombre es la edad de casarse. Acordadme entonces ese tiempo para poder acumular en el lapso de ocho aos la alegra y el amor de toda mi vida. Despus tendris tiempo para 55
escoger como esposa a una seorita de familia distinguida. Entonces yo me retirar del mundo con los cabellos cortados y el vestido de monja. Es esto lo que deseo y no pido nada ms. Li no pudo retener las lgrimas de la vergenza y la emocin. He jurado al cielo que os permanecer fiel hasta la muerte. Cuando aun pasando mi vida entera con vos no podra colmar mis deseos, cmo puedo tener otra idea en la cabeza? Os suplico que tengis confianza en m. Slo tenis que esperarme aqu. Dentro de ocho meses volver a Hotch y enviar a alguien para buscaros. Volveremos a estar reunidos dentro de muy poco. Pocos das despus se despidi y parti hacia el este. Apenas transcurrieron diez das en su puesto cuando pidi licencia para ir a visitar a sus padres en Loyang. Mucho antes de su vuelta, su madre le tena concertado un casamiento con una prima de la familia Lu, y ya se haban puesto verbalmente de acuerdo. Como su madre fue siempre severa e intransigente, Li qued perplejo y no se atrevi a decir nada. Entonces tuvo lugar la ceremonia del compromiso y poco tiempo despus deba efectuarse la boda. Como la familia Lu era de las ms poderosas, reclam para la ceremonia nupcial una dote de un milln de plata contante, condicin sin la cual no poda realizarse el casamiento. Pero la familia del joven era pobre y nuestro hroe debi pedir dinero prestado en todos lados. Aprovechando su licencia, visit a sus amigos ms lejanos, viajando por los valles de Hu y del ro Azul, en el transcurso del otoo al verano. Estimndose perjuro, atras adrede su vuelta, dejando a Jade sin noticias para que abandonase todas las esperanzas. A todo lugar donde llegaba recomendaba a sus conocidos que no dejasen escapar ningn dato sobre su casamiento. Ya haba pasado con exceso la fecha fijada para su retorno. Jade ensay entonces, diversas veces y por distintos medios, obtener alguna novedad de su amado, pero las contestaciones fueron siempre vagas y cada da diferentes. Durante un ao y ms, ella busc en todos los orculos y consult a todas las adivinas. Despus cay en la angustia y la desesperacin. Enferma, agotada, siempre acostada en su habitacin solitaria, iba de mal en peor. A pesar del silencio del joven, el amor de Jade permaneca entero. Haca regalos a sus amigos para obtener alguna noticia de su amante. Persistiendo as en esa bsqueda, su bolsa comenz a agotarse, y a menudo debi enviar secretamente a su sirvienta para malvender sus vestidos y ajuar al Mercado del Oeste, por intermedio de un revendedor llamado Heu King-sien. Cierta vez ella confi a su sirvienta Wan-cha un alfiler de cabellos de amentista para liquidarlo en casa del revendedor. En el camino la sirvienta se encontr con un viejo joyero que haba trabajado en el palacio y que al percibir el alfiler lo examin de cerca y dijo: Este alfiler lo hice, hace mucho tiempo, cuando la hija menor del prncipe Hu comenz a llevar rodete, y el prncipe me encomend cincelar la pieza. La pag diez mil sapecas y por eso siempre me acuerdo. Quin sois y de donde viene esta joya? Mi patrona es justamente la hija del prncipe Hu contest la sirvienta. Ella hizo un mal casamiento y nuestra casa est en plena decadencia. El hombre con quien se cas se encuentra en Ixtyang y no da seales de vida. Ya hace dos aos que ella cay enferma y l no le manda ninguna noticia. Ahora mi duea me mand vender esto, para contar con un dinero que le permita seguir buscando noticias del ausente. El joyero comenz a verter lgrimas y dijo con voz triste: 56
Es posible que una joven de alta nobleza haya cado en ese estado? Me parte el corazn ser testigo a esta altura de mi vida de tal desgracia! Entonces condujo a la sirvienta a casa de la princesa Yensien, quien muy emocionada de esta historia, suspir largamente y despus entreg a la sirvienta mil doscientas sapecas por el alfiler. En ese momento, la novia de Use encontraba en la capital. Despus de haber recogido la suma necesaria para su casamiento, Li volvi a su puesto del distrito de Tcheng. Hacia el fin de otoo, pidi una extensin de su licencia para casarse en la capital. All se aloj de incgnito en un barrio tranquilo, cuidndose de no hacerse notar. A todo esto haba un joven bachiller, llamado Tsuei Yun-ming, que era primo de Li y hombre de buen corazn. En compaa de Li, haba concurrido en otros tiempos a las fiestas en casa de Jade, charlando y riendo con ella en los mejores trminos de camaradera. Cada vez que tena alguna noticia de Li, se la transmita a Jade con toda sinceridad. Ella a menudo lo ayudaba con dinero y ropa, y por eso l le guardaba un gran agradecimiento. Cuando Li volvi a la capital, Tsuei inform a Jade, quien ofendida, exclam: Alguna vez se vio tamaa infamia? Entonces ella suplic a todos sus amigos que hiciesen lo posible para que Li volviese a su lado. Consciente de haber faltado a su juramento, y sabiendo que Jade, enferma, languideca en esa espera, Li sentase muy avergonzado como para volver a verla, y slo le caba la idea de evitar ese encuentro. Para pasar desapercibido sala de su casa muy temprano y volva muy tarde. Jade lloraba da y noche, sin comer ni dormir, pero todo era en vano. Dominada por la pena y la indignacin, su enfermedad se agrav rpidamente. Como esta noticia se expandi en la ciudad, todos los jvenes bachilleres quedaron impresionados por el amor de Jade, y los hombres de buen corazn se mostraron indignados de la ingratitud de Li. Lleg la tercera luna, la estacin de los paseos primaverales. Con cinco o seis amigos, Li fue al templo Tchong-king para contemplar las peonas en flor. Mientras paseaban por la galera del oeste, les recitaba poemas a sus compaeros. Entre ellos se encontraba un ntimo de Li, llamado Wei Hsia-king, quien le dijo: Qu bella es la primavera en plena floracin! Y qu triste debe ser para la pobre Jade, que slo se alimenta de sus llantos en su habitacin solitaria! Pensar que vos la abandonasteis con tanta crueldad! No es sta la conducta de un hombre honesto. Pensad en ello! Mientras Wei, entre suspiros, haca estos reproches a Li, apareci un joven gallardo, trajeado con una tnica de seda amarilla, armado con arco y carcaj. Luca soberbio, magnficamente vestido, pero como squito slo traa a un pequeo trtaro con la cabeza rapada. Como caminaba detrs del grupo de jvenes, sorprendi parte de la conversacin. Sbitamente se adelant a Li y lo salud: Vos sois el joven Li? Mi familia es de Chantong y pertenecemos a la familia real. Aunque desprovisto de talento literario, mucho admiro esta cualidad en los otros. Siempre he sido uno de vuestros fervientes admiradores, y siempre esper que algn da iba a conoceros! Qu feliz me siento de encontraros hoy! Mi humilde morada no est lejos de aqu, y cuento con algunos msicos para divertiros. Adems tengo ocho o diez jvenes lindas y una docena de excelentes caballos: todo queda a vuestra disposicin. Tened a bien honrarme con vuestra presencia! Estas palabras encantaron a los compaeros de Li. Saltaron sobre sus cabalgaduras y se pusieron a seguir al joven gallardo, quien los condujo a toda 57
velocidad. Despus de vueltas y ms vueltas los llev hasta el barrio de Cheny. Al comprobar que se encontraba muy cerca de la casa de Jade, y no queriendo pasar por all, Li busc un pretexto cualquiera y se aprest a volver sobre sus pasos, cuando el joven gallardo le dijo: Por qu os retiris? Mi humilde morada queda a slo cuatro pasos. Y tomando la brida del caballo, oblig a Li a marchar a su lado. En el tiempo de un pestaeo llegaron frente a la casa de Jade. Desesperado, Li comenz a azotar a su caballo, tratando de escapar. Pero de inmediato el joven anfitrin lo hizo detener por sus sirvientes, que lo obligaron a entrar. Se cerr el portn detrs de ellos y alguien anunci en voz alta: Aqu est el joven seor Li! Las exclamaciones de sorpresa partieron de todas partes, y un delirio de alegra pareci posesionarse de toda la casa. La noche anterior, Jade haba soado que Li era trado por un hombre de tnica amarilla, y que le haban dicho que se quitara los zapatos. Al despertar cont su sueo a su madre, a quien ella misma dio esta explicacin: Los zapatos simbolizan la unin; esto quiere decir que an volver a ver a mi amado. Pero descalzarse significa separacin. Nosotros nos uniremos y despus nos separaremos para siempre. De acuerdo con este sueo, lo ver una vez ms y despus morir. En la maana ella le pidi a su madre que la peinase. Su madre, creyendo que deliraba, en un principio no le prest atencin, pero Jade insisti tanto que su madre cumpli con su deseo. Apenas termin de arreglarse el peinado cuando lleg Li. Jade estaba enferma haca tanto tiempo, que sin ayuda le era imposible darse vuelta en el lecho. Sin embargo esta vez, al escuchar el anuncio de la llegada de Li, se levant muy lentamente y se cambi de vestido como si un espritu ultraterrestre hubiese tomado posesin de su cuerpo. Y cuando vio al amante infiel, le clav una mirada cargada de clera y no dijo una palabra. Ella estaba tan debilitada que apenas si lograba mantenerse en pie. De tiempo en tiempo esconda el rostro detrs de la manga, sin poder impedir de volverse inconscientemente para poder mirarlo una vez ms. Todos quedaron impresionados hasta derramar lgrimas. Algunos instantes despus, trajeron vino en abundancia y una docena de platos. Y como todo el mundo se extraaba y preguntaba quin haba hecho venir a Li, se supo que fue debido al joven gallardo. La mesa fue puesta y todos tomaron asiento. Jade, sentada en un costado, gir la cabeza para mirar largamente al joven Li. Despus elev la copa, y en un brindis ech el vino al suelo: Soy la ms desgraciada de las mujeres, y vos el ms ingrato de los hombres. Por morir tan joven de desesperacin, ya no estar aqu para cuidar a mi vieja madre. En adelante: adis msica y vestidos de seda! Hasta el infierno me perseguir mi dolor. Todo esto, seor, es vuestra obra! Adis! Despus de muerta me convertir en un espritu vengador, y jams dejar en paz a vuestras esposas y concubinas! De inmediato, tomando con su mano izquierda el brazo de Li, arroj la copa de vino al suelo, lanz largos gritos y expir. La madre, levantando el cuerpo de Jade, lo entreg en los brazos de Li, conminndolo a hacerla volver a la vida, pero l no la pudo reanimar. Li estuvo de luto, llorando da y noche, abrumado de dolor. En la vspera de los 58
funerales, Jade se le apareci entre los cortinados funerarios, tan bella como fue en vida. Llevaba una pollera de rojo granate, una tnica prpura con una capa escarlata y verde. Se apoyaba contra una cortina, acariciando con sus dedos las abrazaderas bordadas. Mir a Li y le dijo: "Gracias por haberme acompaado aqu. Me parece que an os queda un resto de afecto hacia m, lo que me hace arrancar, aun entre las sombras, suspiros de remordimientos" Despus ella desapareci. Al da siguiente fue sepultada en el cementerio de Yusuyuan, fuera de la capital. Luego de derramar lgrimas sobre su tumba, Li volvi a la capital. Al mes siguiente se cas con su prima. Pero ese pasado doloroso, siempre presente, le impuso una vida sin alegra. A la quinta luna de ese verano, Li, en compaa de su mujer volvi a su puesto en el distrito de Tcheng. Diez das despus de su llegada, mientras estaba acostado con su mujer, se escuch un ruido inslito fuera del mosquitero. Mir sorprendido, y vio escondido detrs de la cortina a un joven apuesto que sin cesar le haca gestos a su mujer. Vivamente alarmado salt del lecho, y se lanz en la persecucin del intruso, dio varias vueltas alrededor del mosquitero y no encontr a nadie. Desde entonces se mostr desconfiado y celoso por cualquier cosa, y la vida matrimonial se hizo infernal. Finalmente se calm un poco por la intervencin conciliadora de los amigos. Pero diez aos despus, al entrar en la casa, vio a su mujer que tocaba el lad sobre el lecho. De repente, lanzado desde la puerta, cay sobre el regazo de su mujer una cajita de una pulgada de dimetro, de cuerno de rinoceronte, cerrada con los lazos de los objetos galantes. Al abrir la caja, Li encontr dos granos de amor, una mosca cantrida, y otros afrodisacos y sortilegios de amor. Repentinamente furioso, aullando como una fiera, tom el lad y con l comenz a golpear a su mujer para que confesase la verdad. Pero ella no supo cmo justificarse. Despus de esto, la castig a menudo y de modo brutal. Comenz a tratarla con toda crueldad, hasta que finalmente la cit en el tribunal y la devolvi a sus padres. Despus del divorcio, Li se encarniz con sus sirvientas y concubinas, que apenas las tomaba de servicio se convertan en sospechosas, y de puro celos mat a varias para escarmiento de las dems. Un da hizo un viaje a Yangtch y all compr a una famosa cortesana llamada Ying La Undcima, cuya resplandeciente belleza le gust mucho. Pero cuando estuvieron juntos, comenz a hablarle de otra cortesana, que haca tiempo haba amado, pero a quien castig con la muerte por determinada culpa. Todos los das le contaba la misma historia, para que ella se atemorizase y le fuese fiel. Cada vez que abandonaba la casa, l la encerraba bajo una bveda cuya puerta se lacraba. Al volver examinaba cuidadosamente los cierres antes de dejar salir a la mujer. Otras veces llevaba un pual bien afilado y lo exhiba a sus sirvientas mientras amenazaba: Es de acero de Kech, forjado expresamente para cortar el cuello de una culpable. En suma toda mujer que l quera se transformaba en sospechosa. Se cas tres veces sin dejar de ser siempre un marido sombro.
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como es debido. Al escuchar estas palabras el joven se sinti transportado al cielo. Introducido en la casa se encontr con una anciana dama de cabello gris y algo encorvada de espaldas. Era la madre de la bella. La salud en voz baja y le pregunt: Escuch decir que tenis una serie de habitaciones desocupadas para alquilar. Es verdad? Me temo que mi casa sea demasiada srdida y pequea para tener el honor de alojar a un joven seor como vos respondi la mujer. En consecuencia no me atrevo a hablar con vos sobre alquiler. Ella lo condujo a una sala de recepcin realmente esplndida, y despus de rogarle que tomara asiento, le dijo: Tengo una hija que aunque muy joven y poco versada en artes, le gusta sin embargo recibir visitas. Me agradara presentrosla. La hizo venir. Ojos radiantes y brazos resplandecientes, la joven se acerc con tanta gracia que el visitante se incorpor como en pleno desvaro y se mantuvo con la cabeza baja, sin atreverle a mirarla. Despus de cambiarse los saludos, sin dejar de hablar de la lluvia y del buen tiempo, percibi en su persona encantos incomparables. Sentse de nuevo. El t fue preparado, el vino vertido, y todo servido en una vajilla de perfecta limpieza. El joven se demor mucho tiempo, hasta la cada de la noche y ya se escuchaba el tambor de la ronda. La anciana, dama le pregunt dnde viva. El joven respondi con una mentira: "a leguas fuera de la puerta Yenping", esperando que lo retuviera a causa de lo lejano de su residencia. El tambor suena se limit a decir la anciana. Apuraos en volver para evitar una contravencin. Demasiado feliz de quedarme con vosotros, no sent pasar el tiempo respondi l. Qu puedo hacer ahora, tan lejos de casa y sin parientes en la ciudad? Puesto que no encontris tan srdida nuestra casa sugiri la joven. Qu tiene de malo que pasis la noche aqu? El dirigi algunas miradas a la anciana dama, quien finalmente otorg su aceptacin. El joven llam entonces a su paje y le orden traer dos rollos de seda, ofrecindolos para los gastos del festn. Pero la bella lo detuvo sonriente: No; las reglas de hospitalidad no permiten esto de ningn modo. Ser nuestra humilde casa quien se har cargo de los gastos de esta noche, que por otra parte no estarn a la altura del husped. En cuanto a lo dems, hablaremos de eso ms tarde. El insisti pero fue en vano. Se encaminaron hacia el saln del oeste, en donde los cortinados y el lecho eran esplndidos, y los almohadones y colchas de gran lujo. Trajeron candelabros y una cena copiosa. Levantada la mesa, la anciana se incorpor, mientras al lado el joven y la bella se animaban en su conversacin, rean y retozaban sin cesar. Al pasar el otro da delante de vuestra casa dijo el joven os vi entre las dos hojas de la puerta. Desde entonces mi corazn es completamente vuestro. En el descanso y mientras me alimento, nunca dejo de pensar en vos. Lo mismo ocurre en mi corazn respondi ella. Si vine hoy, no fue simplemente por el alojamiento. Quisiera realizar el ideal de mi vida. Pero no s lo que me reserva mi destino... Apenas dijo estas palabras cuando volvi a entrar la anciana, quien le pregunt de qu hablaban, y al enterarse, se ri y le dijo al joven: 61
Existe una gran atraccin entre hombre y mujer. Si se aman, inclusive la autoridad de los padres resulta impotente para separar a los enamorados. Pero resulta que mi hija es de condicin demasiado humilde para compartir vuestro lecho. El joven se incorpor precipitadamente y hacindole una respetuosa reverencia le dijo: Os ruego me aceptis como vuestro servidor. Entonces la anciana lo consider como su yerno. Despus de haber vaciado abundantes copas, se despidieron. Al da siguiente bien temprano l hizo transportar todo su equipaje a la casa de la bella y all se instal. En adelante se encerr all adentro, sin dar ningn signo de vida a sus familiares o amigos. No se juntaba con otra gente que no fuesen comediantes, danzarines y compinches, ocupando todo el tiempo en divertirse y jugar. Cuando se le agot la bolsa vendi sus bellos caballos y sus sirvientitos. Meses despus, dinero, recursos, sirvientes, caballos, todo haba sido derrochado. A partir de entonces la anciana dama comenz a mostrarse cada da ms fra, mientras que la joven se mostraba ms amorosa que nunca. Un da ella le dijo. Hace un ao que vivimos juntos y an no tengo hijos. Se dice que la divinidad del Bosquecillo de Bamb responde a los ruegos de los amantes con la misma seguridad que responde el eco. Os agradara ir a ofrecerle una libacin? Sin sospechar ningn complot, el joven puso gran placer en la excursin. Con el dinero de su vestuario empeado compr vino y carne para las ofrendas, y se encamin con su bella al templo para pronunciar sus ruegos. Dos noches despus volvieron a la casa, y el joven, montado en su asno, segua detrs del coche. Al llegar frente a la puerta norte del barrio del Sktanyang, la joven le dijo: Cerca de aqu, dando vuelta la callecita, se encuentra la casa de mi ta. Ser mucha molestia visitarla? El acept con gusto. A menos de cien pasos de all vio que una puerta se abra para dejar paso al coche. Su sirviente detuvo el atalaje y anunci: Hemos llegado. El joven descendi y entonces alguien apareci en el portal, preguntndoles quines eran. Y volvi a entrar para anunciar a la seora Li. Instante despus apareci nuevamente, acompaado de una dama que representaba una cuarentena de aos, quien pregunt: Lleg mi sobrina? La joven baj del coche y la dama la recibi con amables reproches: Por qu dejasteis pasar tanto tiempo sin visitarnos? Se contemplaron sonrientes, y la joven present su compaero a su ta, y despus entraron juntos en un jardincito situado cerca de la puerta oeste. All se encontraba un pabelln en medio de una profusin de bambes y de rboles en medio de la quietud de estantes y cabaas. Este palacete pertenece a vuestra ta? pregunt el joven. Pero la bella, sonriendo, no le contest y habl de otra cosa. Despus les sirvieron el t con frutas exticas y deliciosas. En eso lleg un hombre inundado de sudor, trayendo un caballo de raza por la brida, y anunci: El ama sigue cada vez peor. Ya comenz a delirar. Es preciso volver a casa de inmediato. Me siento desorientada dijo la joven a su ta. Dejadme partir adelante a caballo. Os lo devolver de inmediato para que volvis con mi marido. El joven, dominado por la ansiedad, quiso acompaar a su mujer, pero la ta cuchiche algo a su sirviente, y con un gesto le indic que retuviese al joven en la 62
puerta. Mi hermana va a morir pronto dijo la ta. Es necesario que hablemos juntos de las medidas que debemos tomar para los funerales. Qu puede servir que corris detrs de mi sobrina en una situacin como esta? Entonces l se qued y se puso a conversar con la ta de los gastos del entierro y de los ritos funerarios. Al caer la noche an no haban devuelto la cabalgadura. Me extraa que no vengan a buscarnos! dijo la ta. Id rpido a ver lo que pasa y os seguir enseguida! El joven corri hasta la casa de la bella y encontr la puerta cerrada y sellada. Vivamente sorprendido interrog a un vecino, quien le explic: La seora Li tom esta casa solamente en alquiler. Terminado el tiempo del arriendo, el propietario recuper su posesin. Hace ya dos das que la seora Li se ha mudado. Interrogado por su nueva direccin, el vecino dijo que no saba nada. El joven se propuso volver al barrio de Siuanyang para interrogar a la ta. Pero como ya era noche le fue imposible ir. Entonces se desprendi de alguna ropa para empearla y tener con qu comer y alquilar una covacha donde dormir. En el colmo de la indignacin, no pudo cerrar los ojos en toda la noche. Bien temprano parti sobre su asno y lleg frente a la puerta de la ta, pero transcurri el tiempo y nadie respondi. Finalmente, despus, de gritar a voz en cuello repetidas veces, un lacayo sali lentamente de la casa. Le pregunt rudamente: Est all la ta? Jams habit en esta casa respondi el lacayo. Pero anoche bien que estaba aqu! respondi el joven. Por qu queris engaarme? Le pregunt a quin perteneca esa casa. Es la residencia de Su Excelencia el ministro Tsuei. Ayer alguien alquil este pabelln para recibir a un primo llegado de lejos, pero se han ido antes de la noche. Completamente desconcertado y medio enloquecido, no sabiendo qu hacer, el joven volvi finalmente a su antiguo hotel del barrio de Putcheng. El propietario del hotel sinti piedad y le dio de comer. Pero el joven, dominado por una gran desesperacin, no prob ningn alimento durante tres das y cay gravemente enfermo. Diez das despus segua tan mal que el hotelero, temiendo que sucumbiese en su casa lo transport al lugar donde se depositaba a los moribundos abandonados. All yaca en estado tan lamentable que se compadecieron todos los empresarios de pompas fnebres y se ofrecieron a alimentar por turno al joven moribundo. Tiempo despus comenz a recuperarse, y termin por incorporarse y moverse ayudndose con un bastn. Entonces lo enrolaron en las pompas fnebres y as fue como pudo ganar lo suficiente como para subsistir. Algunos meses despus recuper algo de vigor, pero cada vez que escuchaba los cantos plaideros de los llorones sentase ms desgraciado que los muertos y lloraba con largos sollozos, incapaz de retener sus abundantes lgrimas. Y al volver de las ceremonias fnebres nunca dej continuar los plaidos. Hombre de gran inteligencia, no necesit mucho tiempo para adquirir toda la maestra de ese arte, y al poco tiempo ningn llorn profesional poda compararse con l en toda la capital. Entonces se produjo una rivalidad entre los empresarios de pompas fnebres. Los del mercado oriental, sin rivales en cuanto al lujo de los coches fnebres, 63
acusaban en cambio una neta inferioridad en el arte de los cantos fnebres. Su jefe, sabiendo que nuestro hroe sobresala en ese arte, lo contrat al precio de veinte mil sapecas. Y sus viejos colegas, los llorones expertos, ensearon en secreto al joven todas las nuevas y viejas melodas, cantando en coro con l. De tal modo se ejercit reservadamente en el transcurso de varias semanas. Los jefes de las dos empresas fnebres se pusieron de acuerdo en las siguientes disposiciones: "Cada uno har una exposicin de aparatos fnebres en plena calle de Tienmen para mostrar sus mritos. La parte que pierda pagar cincuenta mil sapecas para los gastos del festn". Antes de la competencia fue firmado un contrato y se dieron las necesarias garantas. Una muchedumbre calculada en decenas de millares de espectadores afluy de toda la capital para asistir al concurso. El jefe del barrio alert a la polica, quien inform al magistrado de la capital. Los ciudadanos llegaban de todas partes, dejando sus casas desiertas. La competencia se inici en la maana. La revista de carrozas, atades y accesorios de pompas fnebres de toda clase dur hasta medioda. Como los empresarios del mercado occidental no pudieron establecer su superioridad, su jefe comenz a palidecer. Superponiendo varios lechos, levantaron una plataforma en la esquina sur del cruce de calles. All apareci un hombre de larga barba, con una campanilla en la mano, escoltado de varios ayudantes. Avanzando la barba, las cejas levantadas, frotndose las manos y bajando la cabeza, salud al subir al estrado, y se puso a entonar la elega del Caballo Blanco. Orgulloso y seguro de s mismo por sus viejos xitos, el cantor giraba la vista sobre esa muchedumbre como si para l nadie existiera. La ovacin unnime lo elev a las nubes proclamndolo invicto, el primero de su poca. Instante despus el jefe del mercado oriental hizo elevar una plataforma en la esquina norte, y all apareci un joven de sombrero negro, con un plumero fnebre en la mano, acompaado de cinco o seis ayudantes. Era nuestro hroe. Se ajust la tnica, levant y baj lentamente la cabeza y aclarndose la garganta comenz a preludiar con un gesto tmido. Y se lanz a cantar la elega del Roco sobre el Peral. Su voz era tan resonante y pura que al devolver el eco temblaron los rboles de los bosques vecinos. Antes que hubiese terminado el primer versculo, todos los asistentes escondieron los rostros detrs de las mangas y se pusieron a sollozar. El jefe del mercado occidental, bajo la rechifla de la muchedumbre, con mucha vergenza se apresur a depositar el dinero de su apuesta perdida y se retir con el mayor disimulo. Por entonces el emperador haba ordenado la convocacin en la capital de todos los gobernadores de las provincias exteriores una vez por ao. Eso se llamaba la "Cuenta rendida a la Corte". Por ese motivo el padre de nuestro hroe se encontraba en la capital con algunos de sus colegas y no sin previamente quitarse las tnicas e insignias de altos funcionarios haban ido de incgnito a ver el espectculo. Su viejo domstico, marido de la nodriza del joven, pudo reconocer al hijo de su amo a causa de sus gestos y por el tono de su voz. No se atrevi a abordarlo y se limit a verter lgrimas. Sorprendido, el seor de Yingyang interrog al viejo, quien respondi: Seor: el cantor se parece mucho a vuestro hijo desaparecido. Cmo se te ocurre? Imposible! Mi hijo fue asesinado por ladrones tentados por su bolsa demasiado repleta. Y al recordarlo el padre tambin se puso a llorar. Por su parte el viejo sirviente interrog a los empresarios: Quin es ese cantor? Dnde pudo aprender a cantar tan bien? 64
Todos le dieron la misma respuesta: Es el hijo de fulano. Sin embargo el nombre citado le resultaba desconocido. Muy extraado, el viejo domstico se acerc suavemente al joven y lo mir de cerca. Pero al verlo el cantor se turb y trat de escapar mezclndose entre la muchedumbre. El sirviente lo retuvo por la manga: Seguro que sois vos mismo! Y se abrazaron llorando y volvieron juntos. Cuando llegaron al alojamiento, el padre explot: No tienes vergenza de aparecer frente a m? Tu conducta ha deshonrado a la familia! Despus del reproche lo arroj fuera, y a pie lo Llev a un terreno situado entre el lago Kiukiang y el Jardn de los Durazneros. All lo desnud y lo flagel con un centenar de latigazos, hasta que sucumbiendo al dolor cay desmayado. El padre lo dej all, creyndolo ya muerto, y se fue. A todo esto el jefe del coro haba enviado a algunos de sus ntimos para que cuidaran al joven artista. Volvieron para anunciar a sus camaradas lo que haba ocurrido. Todo el mundo lo deplor y enviaron a dos hombres munidos de una frazada para enterrarlo. Al llegar lo encontraron an tibio, y el corazn segua palpitando. Lo tuvieron incorporado un momento y recuper un poco de aliento. Entonces transportaron al joven a casa de ellos y le dieron de beber agua con la ayuda de una pajita. En la maana siguiente recuper el conocimiento, pero qued imposibilitado de mover los miembros durante ms de un mes. Las heridas de la flagelacin se ulceraron y apestaban tan fuerte que sus compaeros no pudieron aguantar ms su presencia. Una noche lo abandonaron en el borde de una calle. Los peatones, de lstima, le arrojaban a menudo algn resto de comida con la que se aumentaba. Al cabo de cien das comenz a marchar trabajosamente con la ayuda de un bastn. Vestido, con una harapienta tnica de algodn armada con cien nudos, lamentable como una perdiz colgada, andaba con un tazn roto en la mano, errando y mendigando por las callejuelas de todos los barrios. En todas las estaciones del ao slo conoci el abrigo nocturno de las cuevas y los pozos llenos de bosta, y vagabundeaba todo el da a travs de calles y mercados. Cierto da, mientras culminaba una tempestad de nieve, el fro y el hambre lo arroj a la calle. Mendigando una ayuda, lanzaba gritos tan desgarradores que a todos aquellos que lo vean y escuchaban se les apretaba el corazn de pena. Nevaba tan fuerte que ninguna casa tena una puerta entreabierta. Lleg a la puerta este del barrio Anyi, recorri todo el largo de la muralla del norte, y despus de pasar frente a seis u ocho casas, encontr una sola con una puerta semiabierta. Era justamente la casa de la bella Li Wa. Sin saberlo, l se puso a gritar con insistencia. Bajo las torturas del hambre y el fro, su voz se escuch tan plaidera que nadie poda orla sin sentirse dominado por la piedad. Y esa voz golpe al odo de la joven y bella Li que estaba en su dormitorio. Fue ella quien advirti a su sirviente: Reconozco su voz: seguro que es l. Y sali precipitadamente y lo vio tan descarnado y cubierto de lceras que pareca haber perdido las formas humanas. Sois vos de verdad? le pregunt muy emocionada. Pero el joven, posedo por una clera que no le dejaba pronunciar palabra, debi contentarse con hacerle un signo con la cabeza. 65
Ella lo tom en sus brazos, lo envolvi con su capa bordada y lo arrastr hasta la antecmara del oeste. All, rompiendo en sollozos le dijo: Toda vuestra desgracia es por mi culpa! Y cay desmayada. Vivamente alarmada, su madre corri gritando: Qu pasa? Es l dijo la joven al recobrar los sentidos. Hay que echarlo dijo la madre. Para qu hacerlo entrar aqu? Pero sombra y grave, la joven protest: No! Es un hijo de buena familia. Hace tiempo lleg a casa en carroza y suntuosamente vestido, pero en menos de un ao lo dejamos sin nada. Despus nos desprendimos de l por medio de una superchera. Todo eso es inhumano! Arruinamos su carrera y lo convertimos en algo innoble a los ojos de sus padres. El amor entre padre e hijo es un sentimiento nacido de la naturaleza, pero por culpa nuestra el corazn de su padre se endureci al punto de querer quitarle la vida. Y vedlo ahora cado en tan espantosa miseria! Nadie en el mundo ignora que todo eso le ocurri por nuestra culpa. La corte est repleta de sus familiares y amigos. Pobres de nosotros si las autoridades llegan a hacer una investigacin sobre este escndalo! Sin contar que ultrajando a los hombres y engaando al cielo no encontraremos llegado el momento ninguna gracia frente a los espritus y los dioses. "Hace ya veinte aos que he vivido como vuestra hija, y lo que he ganado asciende a cerca de mil piezas de oro. Ahora que vos tenis ms de sesenta aos, os dar con todo gusto una suma que asegure vuestra vida por veinte aos ms como rescate de mi libertad. Despus me ir con l a vivir a otra parte. Nuestra casa no estar situada lejos de aqu, y as tendremos el placer de llegar a saludarnos de maana y de noche. Tales son mis deseos. La madre, sintiendo que la decisin de la joven era irrevocable, termin por consentir. Pagado el rescate, an le quedaron a la bella algunas centenas de piezas de oro. Li alquil en el norte de la ciudad algunas habitaciones alrededor de un pequeo patio, a cinco casas de donde viva antes. Le dio un bao al joven y procedi a cambiarle de ropa. Primero le prepar agua de arroz para limpiarle los intestinos, ms tarde lo aument con productos lcteos para purificarlo interiormente. Diez das despus comenz a regalarle el gusto con toda clase de delicados manjares terrestres y acuticos. Escogi para l lo mejor que haba en sombreros, zapatos, calcetines, y toda clase de ropa. Al cabo de algunos meses tena la piel ms suave, y al fin de un ao estaba completamente restablecido. Un da ella le dijo: Ahora que habis recobrado la salud y la energa espiritual, por qu no tratis de valuar lo que an os queda de vuestro viejo bagaje literario? Despus de reflexionar, l respondi: Slo puede quedarme una cuarta parte. Ella dispuso preparar el coche para un paseo, y el joven la sigui a caballo. Al llegar a la librera de los clsicos, cerca de la puerta lateral al sur de la Torre de Banderas, ella le pidi que escogiera todos los libros que quisiera, y as lo hizo por el valor de cien piezas de oro. De inmediato hizo empaquetar y cargar los libros para transportarlos a su casa. Desde ese momento ella le rog que dejase toda otra preocupacin, para entregarse de cuerpo y alma, da y noche a sus estudios. A menudo lo acompaaba mientras l trabajaba y se acostaban despus de medianoche. Cuando se senta fatigado, ella le aconsejaba que escribiese algunas poesas para distraerse. En slo dos aos l hizo grandes progresos despus de haber agotado todos los 66
libros del imperio. Ahora puedo afrontar un examen declar l. An no. Es preciso aguerrirse mejor, estar preparado para librar cien batallas. Despus de otro ao de preparacin, ella le dijo: Ahora es el momento! En la primera confrontacin obtuvo un xito tan sensacional en el examen oficial que su reputacin tuvo repercusin hasta en el ministerio de ritos. Inclusive los viejos letrados, al ver sus escritos le tomaron gran estima y buscaron su amistad. Pero la joven le dijo: An esperad un poco! Hoy da todo bachiller, apenas aprueba un examen, se imagina que los mejores cargos de la corte estn ya a su alcance, y que va a ser famoso en todo el imperio. En cuanto a vos, vuestro pasado marcado por el oprobio os coloca en posicin desventajosa con relacin a los otros bachilleres. En este caso, es preciso aguzar vuestras armas para obtener victoria tras victoria. Y despus de rivalizar con los mejores, debis esperar una superioridad sin vuelta. Entonces el joven redobl su ardor en el trabajo y su reputacin no ces de crecer. Ese ao hubo un concurso especial para lo ms florido de todo el imperio. El joven, tratando el tema de los consejos directos ofrecidos al emperador, obtuvo la palma e inmediatamente fue nombrado inspector del ejrcito de Tchengt. Y todos los grandes magistrados de la corte se convirtieron en sus amigos. Cuando estaba listo para partir, la joven le dijo: Puesto que habis recobrado vuestro rango social, ahora debemos separarnos. Dejadme volver al lado de mi vieja madre para cuidar de sus ltimos das. Tendris que casaros con una seorita de gran familia que sea digna de ofrecer sacrificios a vuestros ancestros. Debis cuidaros mucho de comprometeros con un casamiento imprudente. Cuidaos bien! Y ahora me voy para siempre. Dejando correr sus lgrimas el joven respondi: Si me abandonis me cortar el cuello. Pero ella insisti en la necesidad de la separacin, mientras l le suplicaba con acentos cada vez ms conmovedores. Finalmente ella concedi en parte: Voy a acompaaros pasando el ro hasta Kienmen. All, me dejaris volver a casa. El acept. Un mes despus llegaron a Kienmen. Antes de su separacin, una proclama anunciaba que el padre de nuestro hroe, que fuera gobernador de Tchangtch, haba sido llamado a la corte para ser nombrado gobernador de Tchengt e inspector general de Kienmen. Doce das despus lleg el nuevo gobernador. El joven le present sus credenciales desde la puerta del despacho. El gobernador no quera creer que se trataba efectivamente de su hijo, pero a la vista de las credenciales donde figuraban los nombres del padre y del abuelo con sus respectivos ttulos, se mostr enormemente sorprendido. Sali al encuentro de su hijo, que lo recibi con una profunda reverencia. Lo incorpor, y acaricindole la espalda, llorando le balbuce: Otra vez estamos padre e hijo como antes! Despus le pregunt todo lo ocurrido, y as lo hizo su hijo. Maravillado, el padre le pregunt dnde se encontraba ahora la bella Li. Ella me acompa hasta aqu, pero debe volverse a su casa. No hay que dejar eso as opin el padre. En la maana siguiente recogi a su hijo en su coche y partieron a Tchengt dejando a Li Wa convenientemente instalada en Kienmen. Al da siguiente orden a una casamentera arreglar la boda y preparar las seis ceremonias para recibir solemnemente a la prometida. Fue as como los jvenes fueron debidamente casados. En los siguientes aos la bella Li se revel una esposa irreprochable y excelente duea de casa, y se vio mimada 67
por sus suegros. Aos ms tarde, los padres del joven murieron casi al mismo tiempo. El joven mostr tanta piedad filial en el duelo que crecieron plantas milagrosas sobre el tmulo fnebre y creci trigo con tres espigas por tallo en los campos vecinos. Las autoridades locales informaron de esto al emperador, agregando que muchas mariposas blancas se anidaban en el techado de nuestro hroe. Maravillado, el emperador le otorg muchos favores y lo ascendi a mayor grado. Transcurridos los tres aos de duelo, fue sucesivamente promovido a diversos puestos importantes. En menos de una dcada fue nombrado gobernador de diversas provincias y su mujer recibi el ttulo de duquesa de Kienkuo. Tuvieron cuatro hijos, que ms tarde llegaron a ser grandes magistrados; el menos importante de ellos es an gobernador de Taiyun. Los cuatro hijos se aliaron a grandes familias, de modo que todos adquirieron una fama y una prosperidad sin par. No es cosa sublime que una muchacha de vida liviana haya mostrado tanta virtud, no cediendo en grandeza a ninguna herona antigua? Cmo no mostrarse admirado? Mi to abuelo, antiguo gobernador de Tsintcheu, asumi un alto puesto en el ministerio de finanzas, cargo que abandon para convertirse en inspector general de transportes sobre tierra y agua. Tres veces sucedi a nuestro hroe en sus cargos y por ello conoca tan bien su historia. En el perodo de Tchenyuan (785805), mientras un da comentbamos con Li Kong-tsuo de Longs los mritos de las heronas clebres, le cont la historia de la duquesa de Kienkuo. La escuch con el mayor inters y me recomend que la escribiese. Entonces moj mi pincel en la tinta y anot esta historia para que sea recordada siempre. Fue escrita en la octava luna del ao Yihai (en 795).
WU-CHUANG LA INCOMPARABLE
Siu Tiao Lieu Tchen, hombre de corte durante el reinado Kient-chong (780-783), tena un sobrino de nombre Wang Sien-keh. Despus de la muerte de su padre, Wang y su madre fueron a vivir con la familia de su to. Lieu tena una hija llamada Wu-chuang (La Incomparable), algunos aos menor que Wang. Los dos nios jugaban siempre juntos, y la mujer de Lieu sola llamar cariosamente a Wang por su diminutivo. As pasaron varios aos, en los cuales Lieu trat de la mejor forma a su hermana viuda y particularmente a su sobrinito. Un da la madre de Wang cay enferma. Sintindose perdida, llam a Lieu y le expres su ltima voluntad: Slo tengo un hijo y bien sabes cunto lo quiero. Mi gran pena es irme sin verlo casado. Wu-chuang es una chica tan bella como inteligente y yo la quiero mucho; no hay que casarla con otra familia. Te confo a mi hijo. Si t consientes en que se casen, mis ojos se cerrarn sin la menor pena. Queda tranquila, hermana dijo Lieu. Vas a restablecerte. De lo dems no tienes que preocuparte. Pero ella muri y Wang condujo su atad para sepultarlo en su tierra natal de Siangyan.
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Despus de tres aos de duelo, se dijo: "Aqu estoy solo en el mundo. Es preciso que tome mujer para tener descendientes. Wu-chuang est en edad de casarse, y to, aunque es ahora un gran magistrado, no faltar a su palabra". Entonces hizo su equipaje y se fue a la capital. Por entonces, Lieu, nombrado ministro y comisario de impuestos, tena una casa seorial de magnficos salones donde siempre se mova una multitud de altos personajes. Cuando Wang se present en la casa, Lieu lo aloj en la escuela de la familia en compaa de la gente joven. Lo sigui tratando como un sobrino, pero guard un silencio total sobre el asunto del matrimonio. Ocurri cierta vez que Wang recibi a travs de una ventana a Wu-chuang, convertida en una belleza tan radiante que pareca una deidad. Cay locamente enamorado y lo domin el temor de que su to no consintiera ese matrimonio. Entonces vendi todo su equipaje, con el que obtuvo algunos millones en plata contante, y con ese dinero se dedic a dar cuantiosas propinas al intendente de su to, a escondidas de ste, y sigui sobornando a todos los domsticos. Los invitaba a beber y comer, con el fin que le permitiesen el paso libre por todo el palacio. Se cuid de mostrarse muy respetuoso con los primos que vivan bajo el mismo techo. En la fiesta de su ta la sorprendi con el obsequio de preciosos adornos en jade y cuerno de rinoceronte, maravillosamente esculpidos. Su ta se mostr encantada. Diez das despus le envi a una vieja como intermediaria para pedirle la mano de Wu-chuang. Justamente es lo mismo que yo deseo dijo la ta. De eso hablaremos dentro de poco. Poco tiempo ms tarde una sirvienta vino a decirle a Wang: El ama habl con el seor sobre el casamiento. Pero de acuerdo con la respuesta del patrn, un poco evasiva, parece que hay algo que no anda... Al escuchar estas palabras el joven se sinti consternado y no durmi en toda la noche, temblando de miedo de que su to dijese que no. Pero a pesar de esto no cedi en nada en sus esfuerzos por agradarlo. Un da bien temprano, Lieu se dirigi a la corte, y volvi bruscamente al galope, jadeando lleno de sudor. Slo atin a decir: Cerrad bien el portn! Cerrad bien el portn! Nadie saba lo que suceda y rein el desorden en toda la casa. Momentos despus pudo explicar: Las tropas de Kingyuan se han sublevado, y Yao Long-yen entr en el Saln Hangyuan de la corte imperial con sus fuerzas armadas! El emperador abandon el Palacio por la puerta del norte, y todos los ministros escaparon con l. Fue el pensamiento puesto en mi mujer y mi hija que me condujo hasta aqu, slo por un momento, para poner en orden mis cosas. Haced venir de inmediato a mi sobrino, a quien le confo a mi familia y le concedo la mano de mi hija Wu-chuang! Al enterarse de esto, sorprendido y embargado de alegra, se puso a dar muestras de agradecimiento a su to. Y despus de haber ordenado atalajar veinte bestias y cargarlas con oro, plata y sedas, Lieu le dijo: Cmbiate de ropa y lleva estas cosas, saliendo por la Puerta Kaiyuan. Despus te instalars en un albergue bien retirado. Tu ta, Wu-chuang y yo saldremos por la Puerta Kihsia, y rodeando la muralla iremos a reunimos contigo. Wang ejecut sus rdenes. Escondido en un albergue fuera de la ciudad, esper la cada de la noche, pero nadie lleg. Finalmente sali en busca de la familia de su to, y volvi a caballo, con una linterna en la mano, dando vuelta a la ciudad hasta la Puerta Kihsia, que encontr cerrada. All montaban guardia algunos soldados armados de picas. 69
Wang desmont y con la mayor discrecin les dirigi la palabra: Qu pasa en la ciudad? y agreg. Sali alguien hoy por esta puerta? El mariscal Tchu se proclam emperador respondi un guardin. Esta tarde un hombre ricamente vestido acompaado de cuatro o cinco mujeres, trat de pasar por esta puerta. La gente de la calle lo reconoci y dijeron que era el ministro Lieu, comisario de impuestos. Entonces el sargento no se atrevi a dejarlo pasar. Ms tarde al anochecer lleg la caballera mandada en su persecucin e inmediatamente fue conminado a volver con su familia y entrar de vuelta en el norte de la ciudad. Wang rompi a llorar y volvi al albergue. A medianoche, inesperadamente se abrieron las puertas de la ciudad: aparecieron tantas antorchas que todo se ilumin como si fuese de da, y soldados armados de lanzas y espadas anunciaron la salida del comisario de la ley marcial, enviado detrs de los mandarines que fugaron de la ciudad para ejecutarlos sin juicio alguno y en el mismo lugar donde los encontrasen. A Wang lo domin el pnico y escap dejando abandonado todo su equipaje. De vuelta a su tierra natal de Siangyang, permaneci tres aos en el campo. Finalmente, al anunciarse que la capital haba sido recuperada y que la paz reinaba nuevamente en todo el imperio, Wang volvi a la capital para informarse de lo que le haba sucedido a su to. Lleg al sur del barrio de Sintchang y al detenerse su caballo sin saber dnde ir, vio a alguien que lo abordaba sin dejar de hacer reverencias. Mir con atencin a ese hombre y reconoci al domstico Saihong, que haca mucho tiempo, despus de haber servido con su padre fue tomado por su to en premio a sus mritos. Entonces se estrecharon la mano con lgrimas de alegra. Cmo se encuentran mi to y mi ta? Viven en el barrio de Hsinghu. Wang se sinti inmensamente feliz: Inmediatamente ir a verlos. Ahora soy un liberto dijo Sai-hong. Vivo en casa de un conocido que puso un cuarto a mi disposicin. Y me gano la vida vendiendo seda. Ya es muy tarde. Es preferible que pasis la noche en mi casa, y maana podremos ir juntos a ver a vuestros tos. El viejo lo condujo a su alojamiento y le sirvi una excelente comida. Ya de noche le lleg la noticia de que el ministro Lieu haba sido condenado a la pena capital junto con su mujer, por haber colaborado con el enemigo, mientras Wuchuang terminaba de entrar en el palacio como sirvienta. Abrumado de dolor, Wang lanz tales lamentaciones que todos los vecinos se compadecieron de l. En toda la vastedad de la tierra ya no me queda un solo familiar! Ya no s dnde ir! Despus inquiri-: Quedan algunos viejos domsticos de la casa? Slo hay una vieja sirvienta llamada Tsai-ping, que estuvo al servicio de Wuchuang. Pero ahora ella trabaja en la casa del general Wang Suei-tchong, jefe de la guardia imperial. Ay! Ya no guardo ninguna esperanza de volver a ver a Wu-chuang! suspir Wang. Si me permitiesen ver a Tsai-ping morira sin pena. Como el general haba sido amigo de su to, se present en su palacio y se anunci como sobrino, y despus de contarle toda su historia le pidi la autorizacin de rescatar a Tsai-ping, aunque fuese a un precio alto. El general sinti gran simpata por el joven, y emocionado de tanta desventura, consinti. 70
Wang alquil una casa y se instal con Sai-hong y Tsai-ping. Un da Sai-hong le dijo: Mi joven amo: vos ya sois un hombre, y es preciso que consigis un puesto oficial en vez de permanecer confinado en la tristeza. Wang se dej persuadir y se dirigi al general, quien lo recomend a Li Tsi-yun, gobernador de la capital. Este ltimo lo hizo nombrar subprefecto del distrito de Fuping e intendente de la posta de Tchangl. Algunos meses despus se anunci que un comisario del palacio imperial, conduciendo una treintena de doncellas destinadas al servicio del mausoleo pasara la noche en la posta de Tchangl con diez carrozas de cortinas bajas. Escuch decir que las doncellas del palacio son elegidas entre las jvenes de buenas familias dijo Wang a Sai-hong Me pregunto si Wu-chuang no se encontrar entre ellas. Podras constatarlo por m? Hay millares de doncellas en el palacio replic Sai-hong. Por qu ha de estar Wu-chuang entre ellas? Anda a ver! Nunca se sabe! Entonces hizo pasar a Sai-hong por un postilln, y con el pretexto de servir el t lo introdujo dentro del custodiado dormitorio de las doncellas. Le dio tres mil sapecas, con las siguientes instrucciones. Permanece cerca de la estufa, sin dejar jams ese lugar. Apenas la descubras, vienes a avisarme. Se pusieron de acuerdo y Sai-hong se retir. Sucedi que las doncellas, mantenidas siempre detrs de los cortinados, se mantuvieron invisibles; slo se les escuchaba el parloteo nocturno. Cuando ya bien avanzada la noche se apagaron todos los ruidos, Shai-hong se mantuvo all, lavando los tazones y atizando el fuego, sin atreverse a ir a acostarse. De repente escuch una voz que le hablaba detrs del cortinado: Sai-hong! Cmo sabes que me encuentro aqu? Y luego esa voz se diluy en un sollozo ahogado. El amo joven es ahora director de la posta dijo Sai-hong. Hoy presinti que vos estabais aqu y me encarg saludaros. Por el momento no me atrevo a decir nada ms dijo la voz. Maana, despus de mi partida, encontrars una carta que dejar bajo un colchn purpreo en el pabelln del nordeste. Entrgaselo a mi prometido. Dicho esto, ella se retir. De inmediato se produjo un gran alboroto detrs del cortinado. Alguien grit: Una doncella se encuentra mal! Y el comisario de turno reclam que trajeran rpidamente un cordial. La enferma no era otra que Wu-chuang. Sai-hong corri a contarle todo a Wang, quien turbado pregunt: Qu hacer para verla? En este momento el puente de Wei se encuentra en reparacin se le ocurri a Sai-hong. Haceros pasar por el comisario de los trabajos del puente. Al pasar la carroza podris estar bien cerca de ella. Si Wu-chuang os reconoce, abrir la cortina y vos la veris. Wang sigui sus consejos. Cuando lleg la tercera carroza, la cortina se entreabri frente a l. Ech una ojeada en su interior y all estaba Wu-chuang. Lleno de pena, Wang sinti que se le quebraba el corazn. Al mismo tiempo Saihong le entreg la carta encontrada bajo el colchn del pabelln. Eran cinco hojas de papel decorado, cubiertas de caracteres que no podan ser de otra persona que 71
Wu-chuang. Con trminos quejosos le describa todas sus miserias. Terminada esta lectura, Wang llor amargamente, pensando que no vera ms a su amada. Pero al terminar la carta ella le deca en post scriptum: "Escuch decir que en Puping, cierto viejo fiscal llamado Ku Cheng es un hombre de gran corazn. Podras pedirle ayuda?". Wang present una solicitud a su superior, pidindole licencia para abandonar su cargo en la posta y retornar a su funcin de subprefecto de Puping. Antes tuvo el cuidado de informarse de la direccin del viejo fiscal Ku, quien viva en una aldea. Despus fue a visitarlo en su casa. Le dedic frecuentes visitas, e hizo todo lo posible para ayudarlo, llenndolo de ricos regalos; sedas bordadas, jades y piedras preciosas. En el transcurso de un ao entero nada dijo de sus intenciones. Al finalizar sus funciones, pidi el retiro y permaneci en esa regin. Un da Ku fue a verlo a su casa y le dijo: Slo soy un rudo soldado, y adems viejo. En qu os puedo servir? Como vos me prodigasteis vuestros beneficios, pienso que seguramente podis tener algo que pedirme. Soy un hombre de buen corazn, y para testimoniaros mi gratitud por vuestra bondad, aqu me tenis dispuesto a serviros en lo que tengis a bien pedirme. Aunque al hacerlo me cueste la vida! Dejando correr las lgrimas Wu le hizo un profundo saludo y le cont toda la verdad. Despus de haberlo escuchado, Ku levant varias veces los brazos al cielo y exclam: Eso es muy difcil! De todos modos tratar de ayudaros, pero no se puede esperar que tengamos xito de un da para otro. Wang le hizo otra reverencia: Qu importa el tiempo que deba esperar si puedo verla antes de lanzar mi ltimo suspiro? Pasaron seis meses sin que se produjera ninguna novedad. Un da alguien golpe la puerta y entreg a nuestro hroe un mensaje de parte de Ku: "El mensajero que envi a la montaa Mao se encuentra de vuelta; en consecuencia os espero en casa". Wang fue all a revientacaballo. Al verlo Ku no dijo una sola palabra. Cuando Wang le quiso hablar de su mensajero, le respondi: Lo mat. Tomad t si os agrada. Muy avanzada la noche, pregunt a Wang: Tenis en vuestra casa una sirvienta que conoce a Wu-chuang? Wang le respondi que Tsai-ping la conoca. Entonces Ku la hizo venir inmediatamente. La mir un buen momento, y despus, sonriente y satisfecho, dijo: La retengo en prstamo por cuatro o cinco das. Ahora vos no tenis otra cosa que hacer que volver a vuestra casa. Pocos das despus corri el rumor de que un alto magistrado se haba presentado en el distrito para presidir la ejecucin de una doncella del palacio. Vivamente sorprendido, Wang envi a Sai-hong para saber quin haba sido ejecutada. Se trataba de Wu-chuang. Al conocer esta noticia, Wang grit entre sollozos: Cont con la ayuda de Ku. Y ahora todo termin! Verti lgrimas y lanz suspiros sin fin. Esa misma noche, alguien llam a la puerta con golpes precipitados. Era Ku, quien entr trayendo una camilla: Aqu est Wu-chuang! Parece muerta, pero su corazn an late. Maana recuperar los sentidos, y vos podris darle algn cordial. Es necesario guardar un 72
silencio absoluto. Wang la llev dentro de la casa y pas toda la noche cuidndola solo. En la maana el calor volvi a anidarse en el cuerpo de ella y abri los ojos. A la vista de Wang lanz un grito y nuevamente cay desmayada. Ahora creo haberos devuelto todos vuestros favores le dijo Ku a Wang. Me contaron que un sacerdote taosta de la montaa Mao posea una extraa droga: quien la toma parece morir de inmediato, pero tres das despus vuelve a la vida. Entonces envi a un mensajero para pedirle esa droga, y me mand una dosis. Ayer, de acuerdo con mi plan, di esta pcima a Wu-chuang con la orden de suicidarse, como aliada del partido rebelde. Al llegar al mausoleo, me present como pariente y rescat su cadver con el pago de cien piezas de seda. A todo el largo del camino aceit la mano a todos los funcionarios y guardianes para que no abrieran la boca. No hay pues ningn peligro de ser descubierto. Para vuestra mayor tranquilidad, yo tambin voy a suicidarme. En cuanto a vosotros es preferible que no os quedis aqu. Frente a la puerta hay diez cargadores de equipajes y cinco caballos con cien piezas de seda. Partid antes del amanecer con Wu-chuang, y cambiando de nombre, refugiaos lejos de aqu para escapar a todas las persecuciones. Al terminar estas palabras desenvain y levant su cuchillo. Wang salt para detener su brazo, pero en vano: de un golpe se separ la cabeza del tronco. Amortajaron cuerpo y cabeza y antes de romper el alba los amantes iniciaron la marcha. Atravesaron Setchuan, bajaron las gargantas del ro Azul, para finalmente detenerse en Kianglin. Cuando comprobaron que ninguna noticia alarmante llegaba de la capital, Wang volvi con su mujer a su casa de campaa de Siangyang. All ambos vivieron juntos hasta la vejez, rodeados de numerosos hijos. Ay! La vida humana est llena de vicisitudes, de encuentros y separaciones. Pero nada es comparable a esta historia, que conforme mi opinin quedar como nica en el mundo. Mientras Wu-chuang caa en la esclavitud en una poca turbulenta, Wang se mantuvo fiel hasta desafiar a la muerte, y finalmente logr liberarla, gracias a las extraas medidas tomadas por el valeroso Ku. Despus de haber superado tantas dificultades, y errar por todas partes como fugitivos, la joven pareja volvi finalmente al pas natal, y vivieron cincuenta aos de feliz vida conyugal. No es sta una bella historia?
EL ESCLAVO KUENLUEN1
Pei Hsing En el reinado de Tali (766-799) haba un joven llamado Tsuei, oficial de la guardia imperial de la Orden de Mil Bueyes. Su padre, famoso magistrado, estaba en buenas relaciones con un ministro, personaje ilustre de su siglo Un da su padre lo envi a visitar al ministro para informarse del estado de su salud. Tsuei era un bello muchacho de rostro puro como el jade. Su modestia de carcter se una a un gran seoro de maneras y fineza en sus palabras.
Bajo la dinasta Tang los esclavos trados de los Mares del Sur solan ser llamados esclavos Kuenluen.
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El ministro orden a sus sirvientes levantar el cortinado e introducir al joven en su dormitorio. Tsuei, hincado de rodillas, le present el mensaje de su padre. El ministro se interes mucho por el joven y lo hizo sentarse para conversar amistosamente con l. All se encontraban tres jvenes favoritas, todas ellas de una belleza resplandeciente. Cortaban en rebanadas los duraznos colorados y llenaban los tazones de oro. Cubrieron la fruta con crema azucarada, y despus la sirvieron. El ministr dijo a una de las servidoras, vestida de muselina roja, que ofreciese un tazn al joven. Pero ste, intimidado por la presencia de las bellas muchachas no se atreva a comer. Entonces el ministro orden a la bella de vestido rojo que le sirviese con una cuchara, lo que oblig al joven a comer un durazno, y la bella le sonri con un gesto pleno de picarda. Cuando Tsuei se despidi, el ministro le dijo: Cuando tengis tiempo, venid a verme; entre nosotros no debe haber ceremonias. Despus orden a la muchacha de vestido rojo que lo acompaara hasta la puerta. Cuando Tsuei, antes de salir de la casa se volvi para mirarla por ltima vez, ella le hizo una sea mostrndole tres dedos levantados, y girando tres veces la palma de la mano le indic un espejito que ella llevaba en el seno: Acordaos de esto. Y no dijo ninguna palabra ms. Al volver a su casa, Tsuei inform a su padre lo que le haba dicho el ministro. Despus de retornar a su gabinete de estudio cay en un estado de xtasis y adormecimiento. Siempre taciturno y silencioso, sumergido en sus sueos, permaneci da y noche sin pensar siquiera en alimentarse, no haciendo otra cosa que cantar este poema: En el Monte de los Inmortales vi un deidad, resplandeciente su mirada como una estrella fugaz. La luna se deslizaba por una puerta roja: sobre su belleza de nieve esparci su tristeza. Alrededor de l nadie comprenda lo que le ocurra. Sucedi que en su casa haba un esclavo Kuenluen, llamado Moleh, quien despus de observarlo detenidamente le pregunt: Qu pasa en vuestra alma que os atormenta sin cesar? Por qu no confa en vuestro viejo esclavo? Gente como t puede comprender y mezclarse en cosas de amor? le replic Tsuei. Confiadme vuestras penas insisti Moleh- y os traer una solucin. Tarde o temprano tengo la seguridad de triunfar. Sorprendido por ese tono de seguridad en s mismo, Tsuei le confi su secreto. Se trata de algo bien simple le dijo Moleh. Por qu no me lo contasteis antes en vez de desconsolaros por nada? Cuando Tsuei le cont las seas enigmticas que le dirigi la joven, Moleh explic: Nada es ms fcil de adivinar! Tres dedos levantados quiere decir que en la casa del ministro hay diez departamentos para alojar a las cantantes, y que ella habita el tercer departamento. Al girar tres veces la palma de la mano, ella os seal los quince dedos, para indicar el quince del mes. Y el espejo sobre su seno 74
es la plena luna en la noche del quince, fecha en que os ha dado la cita. Transportado de alegra, Tsuei le pregunt: Y hay un medio de cumplir mis deseos? Maana es quince dijo Moleh con una sonrisa. Dadme dos piezas de seda azul obscuro para haceros una malla. En la casa del ministro hay un dogo terrible que guarda las puertas de la residencia de las cantantes, de tal modo que ningn forastero puede introducirse all, pues el perro no tardara en devorarlo. Se trata de un perro de la famosa raza de Haitch, vigilante como Argos y feroz como un tigre. En el mundo entero no hay nadie que pueda con l, a no ser vuestro viejo esclavo. Esta noche voy a dejarlo fuera de combate para que vos podis cumplir con vuestra cita. Para envalentonarlo, Tsuei le ofreci vino y carne. Hacia medianoche el esclavo sali con un martillo munido de una cadena. En menos tiempo que el necesario para una comida, ya estaba de vuelta y anunci: El perro muri. Ya no hay ningn obstculo delante de nosotros. La noche siguiente, justo antes de medianoche, hizo vestir a Tsuei una malla azul obscuro. El esclavo lo carg en sus espaldas, franque diez murallas, penetr en la residencia de las cantantes, para finalmente detenerse frente a la tercera puerta. A travs de los entreabiertos batientes decorados, una lmpara destellaba vagamente. Slo se escuchaban los suspiros de la joven, quien permaneca sentada como si esperase a alguien. Terminaba de quitarse los aretes de esmeralda y el colorete de su rostro. Con el corazn desbordando de tristeza, ella canturreaba un poema: Penando su amor, oh, oropndola en llanto! Furtivamente se despoja de sus joyas bajo las flores; el azur siempre desierto, la espera siempre vana, en su flauta de jade suspira su pena. Los guardianes dorman a pierna suelta y no se escuchaba el menor ruido. Tsuei levant el cortinado y entr. Durante un instante la muchacha permaneci como paralizada. Despus salt del lecho y le tom la mano a Tsuei: Saba que un joven inteligente como vos comprendera las seas de mi mano. Pero por medio de qu magia habis podido valeros para llegar aqu? Tsuei le cont el plan de su esclavo Moleh, y cmo lo haba transportado sobre su espalda. Dnde est vuestro Moleh? le pregunt. All, detrs de la puerta. Entonces ella rog al viejo que entrara, y en un tazn de oro le ofreci vino para beber. Pertenezco a una rica familia que vive cerca de la frontera del norte le cont a Tsuei. Mi actual amo, que entonces comandaba all el ejrcito de frontera, me oblig a convertirme en su concubina. Me da vergenza de m misma por no haber sabido darme muerte, y haber aceptado vivir en esta desgracia. Con el rostro pintado de blanco y rojo, conservo siempre un corazn triste. Las comidas servidas con palillos de jade, el perfume que siempre fluye de los biombos de ncar, y las perlas y las esmeraldas de las favoritas que duermen bajo las colchas bordadas, todo eso me repugna, pues me siento encadenada. Puesto que vuestro buen servidor est dotado de una fuerza sobrenatural, por qu no me liberis de mi prisin? Si conquistase mi libertad, podra morir sin pena. Y sera feliz de serviros como esclava. Qu decs, seor? Tsuei se mantuvo callado y sumamente plido. Fue Moleh quien respondi: 75
Seora: si as lo queris, nada ms fcil. La joven se mostr encantada. Moleh le pidi que para empezar le dejase transportar su equipaje. Despus de tres idas y vueltas, dijo: Tengo miedo que pronto se haga el da. Entonces coloc a las dos sobre su espalda y franque una docena de altas murallas, sin que fuese alertado ningn guardin de la casa del ministro. Una vez que llegaron a la casa escondieron a la joven en el gabinete de estudios. Al da siguiente, en la casa del ministro, se comprob la desaparicin de la joven y se encontr muerto al perro. Fuertemente alarmado, el ministro exclam: Las puertas y murallas de mi casa estn siempre muy atrancadas y mejor vigiladas. Quien las ha franqueado sin dejar rastros como si volase, debe ser un hroe lanzado a enderezar entuertos. Mejor no decir nada de esto, para evitar mayores males. La joven permaneca escondida en casa de Tsuei haca ya dos aos, cuando en la estacin de las flores sali un buen da para pasear en coche en el parque de Kiukiang. Un hombre de la casa del ministro le vio por casualidad y la denunci a su amo. Al escuchar esta novedad, sorprendido, el ministro hizo llamar a Tsuei y lo interrog. Dominado por el miedo, no atrevindose a guardar el secreto, Tsuei le cont toda la historia, confesando que fue Moleh quien llev a l y ella en su espalda. La culpa de lo sucedido es de la muchacha opin el ministro. Puesto que ella est a vuestro servicios desde hace tanto tiempo, ya no corresponde hacer justicia. Pero por mi parte es preciso que me desembarace de vuestro esclavo, por constituir un peligro pblico. Envi entonces cincuenta de sus guardias, armados hasta los dientes, para cercar la casa de Tsuei con la orden de capturar al esclavo Kuenluen. A todo esto, con su pual en el puo Moleh franque las altas murallas como si tuviese veloces alas de un gaviln. Le arrojaron una lluvia de flechas, pero no lo alcanzaron. En menos tiempo que un pestaeo se perdi de vista. Un gran pnico se produjo entonces en la casa de Tsuei. Dominado por el terror, el ministro se arrepinti de su orden contra el esclavo. En el transcurso de un ao, se rodeaba todas las noches con un gran nmero de domsticos armados de espadas y ballestas. Ms de diez aos despus alguien de la casa de Tsuei cont que haba visto a Moleh vendiendo drogas en el mercado de Loyang. Tena un aspecto ms joven y gallardo que nunca.
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bellas favoritas y siempre rodeado de una muchedumbre de sirvientes. En ese aspecto ya haba usurpado las prerrogativas del emperador. Al declinar su vida, se volvi peor, sin preocuparse de cumplir los respetos debidos al soberano, ni siquiera en la salvacin del imperio frente a su peligro inminente. Cierto da, Li Tsing, que ms tarde deba convertirse en duque de Wie, pero que entonces era un simple ciudadano, pidi una audiencia a fin de presentarle un hbil plan de estrategia poltica. Yang Su, como siempre, lo recibi sentado en su lecho. Li se acerc, salud y dijo: El imperio se encuentra en pleno trastorno; por todas partes los rebeldes se sublevan para apropiarse del poder. Como canciller de la casa imperial, vuestra Excelencia tendra que ver el modo de agrupar alrededor de s a los hombres ms valiosos. Por eso no es conveniente recibir sentado a las visitas. Yang Su reaccion, y componiendo un gesto de seriedad se incorpor y pidi disculpas. Convers con su visitante, se mostr muy encantado y acept su proposicin antes de levantar la audiencia. Mientras Li hablaba con tanto ardor, una de las favoritas, belleza deslumbrante que se mantena en primera fila con una escobilla roja en la mano, lo observaba detenidamente. Cuando l se retiraba, ella sali a la galera exterior y dijo a un oficial: Preguntad a quien se retira su nombre y direccin. Li respondi al pedido oficial. La joven se lo agradeci con un gesto y entr en el palacio. Li volvi al hotel esa noche, y poco antes del amanecer escuch de pronto que golpeaban discretamente en la puerta. Fue a abrir y se encontr con una persona encapuchada, vestida de prpura, que llevaba un bastn y un bolsn. Y se present con estos trminos: Soy la seorita de la escobilla roja del palacio del canciller Yang. De inmediato l le rog que entrara. Cuando ella se quit su abrigo y su capuchn, l se encontr frente a una belleza de unos diecinueve aos, de rasgos pursimos y suntuosamente vestida. Ella le hizo una profunda reverencia y Li, sorprendido, le devolvi el saludo. Desde hace mucho tiempo estoy al servicio del canciller dijo ella. He visto mucha gente llegada de todo el imperio, pero nunca a alguien como vos. La vida no puede desarrollarse sin tutor, y siempre busca aferrarse a un gran rbol. Es por eso que he llegado aqu. El canciller Yang es el hombre ms poderoso en la capital replic Li. Cmo explicarme lo que terminis de decir? Apenas si es un moribundo en su ltimo estertor asegur la joven. Muchas jvenes se fueron de su casa, sabiendo que ya no puede esperarse nada de l. Por su parte, no hizo nada para rescatar a las servidoras y favoritas que lo abandonaron. Tranquilizaos: he pensado bien antes de dar este paso. Interrogada sobre su nombre y rango, ella respondi que se llamaba Tchang y que era la mayor de su familia. Su cutis, sus arreglos, palabras y gestos, eran verdaderamente de una deidad. Frente a esta conquista inesperada, Li, simultneamente rebosante de alegra y dominado por el temor, sentase presa de mil inquietudes. Ojos indiscretos buscaban sin cesar de espiar detrs de la puerta, y algunos das despus se orden a la polica buscar a la joven, si bien se pidi 77
esto con poco ardor. Entonces, con la joven disfrazada de hombre, Li mont en su caballo y abandonando la casa se dirigieron a galope en direccin a Taiyun. En mitad del camino se detuvieron en un albergue de Lingch. El lecho ya preparado y la carne chirriando en el fuego, Tchang peinaba sus largos cabellos cados hasta el suelo, cerca de la cama, mientras Li limpiaba su caballo delante de la puerta. De repente apareci un hombre de talla mediana, con una barba rojiza y rizada, montado sobre un desgarbado borrico. Tirando su bolsn de cuero cerca del fogn, se meti en la cama, y apoyndose en la almohada mir cmo Tchang se peinaba sus cabellos. Vivamente indignado, Li, indeciso, continu limpiando su caballo. Tchang examin atentamente el rostro del intruso; con una mano ella recogi su cabellera y con la otra, detrs de su espalda le hizo sea a Li de contener su clera. Con rapidez ella termin de peinarse. Despus avanz amablemente hacia el intruso y le pregunt su nombre. Siempre recostado sobre el lecho, l respondi que se llamaba Tchang. Tambin yo me llamo Tchang dijo ella. Entonces puede ser que yo sea vuestra hermana. Y de inmediato ella le hizo una profunda reverencia y le pregunt su rango de familia. El otro le respondi que era el tercero, y a su turno le pregunt lo mismo. La mayor respondi ella. Entonces, muy alegremente, l exclam: Me siento muy feliz de encontrar aqu a la mayor de mis hermanitas. De lejos ella llam a Li: Ven a conocer a mi hermano mayor, el tercero. Li fue a saludarlo y le rog que se sentara cerca del fuego. Qu hay en la olla? pregunt el recin llegado. Cordero. Ya debe estar cocido. Tengo hambre dijo el hombre de la barba rizada. Y mientras Li fue a comprar pan, el recin llegado retir un pual de su cintura y se puso a trozar la carne. Comieron juntos. Terminada la cena, el hombre de la barba rizada cort en pedacitos los restos del cordero y le dio de comer a su borrico. Todo fue hecho en un instante. Conforme vuestra vestimenta, tenis un aspecto pobre le dijo a Li. Cmo es que con tal situacin pudisteis conquistar a una mujer tan maravillosa? As pobre como me veis, mi espritu es muy elevado dijo Li. A nadie se lo contara, pero a vos no os guardar secretos. Y le cont toda la historia. Y ahora dnde vais? pregunt el otro. Voy a refugiarme a Taiyun dijo Li. As que no me buscis a m! Tenis vino? Li le dijo que al oeste del albergue haba una taberna, y all fue a comprar una jarra de vino. Mientras beban el otro dijo: En vuestro aspecto y ademanes veo bien que vos sois realmente un hombre de honor. Conocis a un hombre valiente en Taiyun? Conozco all a un hombre que considero sublime. Frente a l los otros slo pueden aspirar a ser ayudantes o capitanes. Cmo se llama? Igual que yo. Qu edad tiene? Apenas veinte aos. Qu hace ahora? Es el hijo del general de la provincia. Es posible que sea l dijo el otro. Pero es preciso que yo lo vea para mayor seguridad. Podrais presentrmelo? 78
Tengo un amigo que se llama Lieu Wen-tsing, que se encuentra en muy buenos trminos con l. Por su intermedio concertar una cita. Pero por qu deseis conocerlo? Un astrlogo me dijo que hubo un extrao presagio en Taiyun. Y me encarg que lo averiguara. Vos parts maana. Cundo llegaris a Taiyun? Li calcul la fecha eventual de su llegada y el otro le dijo: Al da siguiente de vuestra llegada, esperadme en el puente de Fenyang. Apenas dichas estas palabras, mont en su borrico, parti del mimo modo que un pjaro toma vuelo, y desapareci en un pestaear. Li y la joven se sintieron tan sorprendidos como encantados y temerosos. Momentos despus terminaron por tranquilizarse: Un caballero tan gallardo no engaa a nadie. Nada tenemos que temer de l. Despus prosiguieron su camino a todo galope. Llegaron a Taiyun en el da fijado y volvieron a encontrarse con gran alegra con el hombre de la barba rizada. Juntos fueron a visitar a Lieu y le dijeron para tantear el terreno: Hay un excelente adivino que desea ver a Li Che-min.1 Podrais invitarlo a venir aqu? Lieu, que haca tiempo tena en alta estimacin a Li Che-min, envi inmediatamente un mensajero a buscarlo. Li Che-min no tard en llegar, sin tnica ni calzado, vestido solamente con una capa de piel, pero el gesto majestuoso y el rostro de incomparable distincin. Al verlo, el hombre de la barba rizada, sentado silenciosamente en un rincn, sinti la revelacin. Despus de brindar con algunas copas le dijo a Li: He aqu sin duda alguna un futuro hijo del cielo! Li felicit a Lieu, quien sintise orgulloso de su clarividencia. Despus de la partida de Li Che-min, el hombre de la barba rizada le dijo a Li: Hay un ochenta por ciento de posibilidad de que sea l, pero es necesario que tambin lo vea mi amigo el sacerdote taosta. Vos y mi hermanita debis volver juntos a la capital. Fijmonos un da y, alrededor del medio da venida verme en la taberna del este de Machang. All, cuando bajo la ventana del piso alto veis a mi borrico en compaa de un asno muy flaco, significar que all arriba estaremos el sacerdote y yo. Slo tenis que subir. Con la promesa de ser exactos en la cita, el hombre de la barba rizada se retir. Li y su mujer fueron a la taberna en el da y hora fijados. Efectivamente las dos monturas estaban all. Subindose las tnicas, llegaron al piso alto y encontraron bebiendo juntos al sacerdote y a su amigo. Su llegada fue alegremente recibida. Les rogaron que se sentaran y despus vaciaron una docena de copas. En el piso bajo encontraris un cofre con cien mil sapecas dijo el hombre de la barba rizada. Elegid un lugar bien tranquilo para alojar a vuestra mujer. Y una vez ms fijad el da para venir a verme en el puente de Fenyang. El da de la cita, Li encontr en el puente al sacerdote taosta y al otro. Juntos fueron a ver a Lieu, a quien encontraron jugando al ajedrez, y despus de algunos cumplidos comenzaron a conversar. Lieu envi urgentemente una nota: a Li Chemin, invitndolo a asistir a un juego de ajedrez. El sacerdote se puso a jugar con Lieu, mientras el hombre de la barba rizada y Li observaban. Un instante despus lleg Li Che-min. Su sorprendente distincin impona el respeto. Salud y se sent.
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El esplendor de su aspecto y la serenidad de su mirada resplandeca en su derredor como si pasase una brisa acariciante. Al verlo, el sacerdote palideci de terror, puso una pieza sobre el tablero y dijo: Para m la partida est perdida. Esta jugada me derrot. Me cerr toda posibilidad. Nada me queda por hacer! Abandon el juego y pidi permiso para retirarse. Al salir le dijo al hombre de la barba rizada: Este mundo no es el vuestro. Ser mejor que vayis a probar fortuna en otra parte. Valor y que no tengis que arrepentiros! Todos decidieron volver a la capital. De acuerdo con vuestro itinerario dijo el hombre de la barba rizada a Licalculo la fecha de vuestra llegada. Al da siguiente venid a verme con vuestra mujer en mi humilde alojamiento. Bien s que vos y mi hermanita no contis con ninguna fortuna. Os presentar a mi mujer y podremos conversar sobre muchas cosas. Venid sin falta. Se retir suspirando. Li, apurando su montura, volvi a su casa. Tan pronto lleg a la capital, en compaa de su mujer visit al hombre de la barba rizada. Se detuvieron frente a una puertita de madera. Golpe, le abrieron y a modo de saludo le dijeron. Hace tiempo que el amo me encarg de esperar vuestra llegada. Los hicieron entrar y pasaron por varias puertas interiores que se vean ms y ms imponentes. Cuarenta esclavas estaban alineadas en el patio y veinte esclavos los guiaron hacia el saln del este, amueblado con una suntuosidad inaudita, con cofres repletos de joyas exticas, adornos y espejos como nunca se vieron en el mundo humano. Cuando fueron desembarazados del polvo del camino, los vistieron con ropa nueva de una gran magnificencia. Entonces se anunci la llegada del amo. El hombre de la barba rizada avanz, llevando un sombrero de gasa y un abrigo de piel, y de toda su apariencia se desprenda una majestad real. Los recibi con toda cordialidad, y llam a su mujer que vino a saludarlos. Tambin ella era de una belleza de deidad. Se les invit a pasar al saln central, donde ya estaba servido un banquete que superaba a todos los festines reales. Cuando se sentaron a la mesa, veinte msicos alineados frente a los convidados ofrecieron un concierto, cuyas melodas, desconocidas en la tierra, parecan llegar del paraso. Terminada la cena, se sirvi vino. En el saln del este, los sirvientes instalaron veinte lechos, todos cubiertos de seda bordada. Al retirar las colchas encontraron manojos de llaves y libros de cuentas. He aqu todo lo que poseo como riqueza y tesoros dijo el hombre de la barba rizada a Li. Y todo esto os lo entrego. Sabis por qu? Bien s que para tentar algo en este mundo tendr que guerrear como un dragn durante veinte o treinta aos para levantar un reino. Puesto que ya existe un dueo del mundo, para qu seguir aqu? Vuestro amigo Li Che-miri de Taiyun ser realmente un gran soberano que durante tres o cuatro aos reinar en paz. Con vuestro talento incomparable, si secundis con la mejor voluntad a este monarca de la paz, llegaris seguramente al rango de canciller. En cuanto a mi hermanita, con su belleza verdaderamente divina y su espritu sin igual, har honor a su ilustre marido. Ella fue la nica en valorizarlo, y solamente un hombre como vos la puede cubrir de honores. De tal modo un gran ministro encontrar a un jefe genial, como si cumpliesen una cita. El viento se levanta con rugidos de tigre, y la nube se hincha con el gruido del dragn. De ningn modo esto es simple efecto de la 80
casualidad. Con esto que os entrego, podis ayudar al jefe predestinado a fundar un imperio. Id con l! De aqu a diez aos se producirn sucesos asombrosos a millares de Li al sudeste de China, y entonces ser la hora de mi triunfo. Entonces, acompaadme a brindar con este vino en mi honor y hacia esa direccin! Despus orden a todos sus domsticos presentarles los saludos y respetos, dicindoles: En adelante el seor Li y mi hermana sern vuestro dueo y duea! A continuacin vistise con ropa de guerrero, y con su mujer y seguido de un solo esclavo, parti a caballo y pronto desapareci a lo lejos. Con la posesin de esa casa, Li se convirti en un hombre rico y poderoso, y puso sus recursos a disposicin de Li Che-min para ayudarle a conquistar todo el imperio. En el reinado de Tchenkuan (627-649), mientras que Li, en calidad de ministro a la Izquierda del emperador tomaba el cargo de canciller, lleg un informe de las tribus del sur, anunciando que un millar de galeras con cien mil hombres armados haban penetrado en el reino de Fuy. El rey haba sido masacrado, su trono ocupado, y se terminaba de fundar un nuevo Estado. Li comprendi que finalmente el hombre de la barba rizada haba triunfado. Se lo dijo a su mujer. Los dos, en trajes de ceremonia se prosternaron frente al sudeste, y vertieron vino al suelo como libacin para felicitar de lejos a su viejo amigo que terminaba de triunfar. Por eso se ve que la ascensin al poder supremo no est al alcance de los simples hroes, sin hablar de aquellos que errneamente se creen hroes. Todo individuo que se subleva se parece al cuzco que ladra a la carroza que pasa. Pues est dems decir que nuestro imperio ser prspero durante miradas de generaciones. Tambin se dice que Li debe gran parte de su arte de estratega al hombre de la barba rizada.
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EL VUELO A LA LUNA
Lu Sin I Las bestias inteligentes saben lo que el hombre est pensando; cuando not que su casa se aproximaba, el caballo afloj el paso, inclin la cabeza al mismo tiempo que su amo y empez a cabecear acompasadamente, como un triturador de arroz. La mansin pareca suspendida entre la bruma del atardecer y un humo negro y delgado brotaba de todas las chimeneas de los vecinos, porque era la hora de la cena. Al or los cascos del caballo, algunos asistentes haban acudido a dale la bienvenida y se mantenan rgidos con sus armas al costado, frente a la puerta. Yi desmont lentamente junto al basurero. Los criados cogieron las bridas y la fusta: cuando puso el pie en el umbral del gran portn, dio una mirada al carcaj lleno de flameantes flechas que colgaba de su cintura; a los tres cuervos y al gorrin destrozado, en su bolsa; entonces tuvo los ms terribles presentimientos. Pero entr a grandes trancos, enfrentando las cosas con cara cnica, indiferente al ruido de sus flechas al golpear el carcaj. Al llegar al patio interior vio a Chang E mirando hacia afuera por la ventana redonda. Tena una expresin tan agria, que era seguro que haba visto ya los cuervos. Se detuvo repentinamente... pero no tena ms remedio que entrar. Las doncellas de servicio acudieron a saludarlo y desataron su arco y sus flechas y lo libraron tambin de su bolsa de caza. Not que sonrean nerviosamente. Seora!... llam mientras avanzaba hacia el cuarto de su mujer, despus de lavarse la cara y las manos. Chang E haba estado contemplando el crepsculo desde la ventana redonda. Se volvi con lentitud y le dirigi una mirada distrada, pero no le habl. Llevaba algn tiempo conducindose de ese modo; un ao por lo menos. Mas, como de costumbre, l entr y se sent en la vieja y gastada piel de leopardo sobre el canap de madera, frente a ella. Rascndose la cabeza, dijo entre dientes: Otra vez tuve mala suerte; no encontr sino cuervos... Puah!... Alzando sus onduladas cejas, Chang E se levant de pronto y empez a recorrer el cuarto mientras se lamentaba: Otra vez tallarines con salsa de cuervo! Otra vez tallarines con salsa de cuervo! Me gustara saber si hay alguien ms en el mundo que en todo un ao no come otra cosa que tallarines con salsa de cuervo! Qu desgraciada soy, haberme casado con vos y comer slo tallarines con salsa de cuervo todo el ao! Seora! Yi salt de su asiento y la sigui. No obstante no fue todo tan mal hoy continu con suavidad. Cac tambin un gorrin, que podis hacer cocinar para vos. Nu-sin! llam a la criada. Trae ese gorrin y mustraselo a tu ama. La bolsa de caza haba sido llevada a la cocina, pero Nu-sin corri y volvi, sosteniendo el gorrin con ambas manos, para presentarlo a Chang E. Oh! ella lo mir y lo apret suavemente con dos dedos. Es chocante! dijo con enojo. Est completamente destrozado. No tiene nada que comer! S, est hecho pedazos Yi repuso consternado. Mi arco es demasiado fuerte y mis flechas demasiado grandes. No podis usar flechas ms pequeas? No
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tengo ninguna. Desde que mat al jabal gigante y a la tremenda pitn... Es esto un jabal gigante o una tremenda pitn? Se volvi a Nu-sin y orden: Srveme un tazn de sopa Luego volvi a su cuarto. Perplejo, solo en el vestbulo, Yi se sent con la espalda hacia la pared y oy cmo cruja la lea en la cocina. Record lo enorme que era aquel jabal; al asomar en la distancia pareca una pequea loma. Si no lo hubiera matado entonces, si lo hubiera dejado sostenerse hasta hoy, habra carne para medio ao, librndose de todas estas molestias cotidianas por el asunto de la comida. En cuanto a la tremenda pitn, se podra haber hecho una sopa... Nu-yi entr y encendi la lmpara; sus dbiles rayos alumbraron el arco y las flechas rojos, el arco y las flechas negros, la ballesta, la espada y la daga colgando en el muro opuesto. Despus de echarles una mirada, Yi movi amenazadoramente la cabeza y suspir. Nu-sin trajo la cena y la deposit en la mesa del centro: cinco grandes tazones de tallarines a la izquierda y uno de sopa a la derecha; en el medio, un gran tazn de salsa de carne de cuervo. Mientras coma, Yi advirti para su interior, que los tallarines no eran un manjar muy apetitoso y ech una furtiva mirada a Chang E. Fingiendo no ver la salsa, haba impregnado de sopa sus tallarines comindose medio tazn. Su rostro sorprendi al marido: estaba ms plido y ms delgado. Pens que deba estar enferma. Despus pareci en mejor disposicin de nimo y se sent silenciosamente en el borde de la cama a beber agua. Yi se instal en el canap de madera, cerca de ella, acariciando la vieja piel de leopardo que estaba perdiendo el pelo. Ah! dijo en tono conciliatorio. Cac este leopardo manchado en las colinas del Oeste, antes de nuestro matrimonio. Un paisaje encantador... siempre dorado y brillante. Esto le record su comida en aquellos das. Coman slo las cuatro patas de los osos y la joroba de los camellos; todo lo dems se lo daban a los sirvientes y ordenanzas. Cuando la gran cacera terminaba, coman jabal salvaje, liebres y faisanes; como era un buen tirador, estaba en condiciones de matar cuanto le daba la gana. Se le escap un suspiro. La cuestin es que tiro demasiado bien dijo. Por eso el lugar entero est limpio de caza. Quin poda suponer que no bamos a dejar sino unos cuantos cuervos!... Chang E esboz una dbil sonrisa. Hoy puede considerarse como un da de suerte. Yi estaba ms animado. Por lo menos cac un gorrin. Tuve que caminar diez millas ms que de ordinario para encontrarlo. Podrais ir un poco ms lejos an... S seora. Eso es lo que quiero decir que har. Saldr temprano maana. Si despertis temprano, llamadme. Me propongo ir veinte millas ms lejos para ver si logro encontrar algunos corzos o liebres... no ser fcil, sin embargo. Cuando mat al jabal gigante y a la tremenda pitn, haba mucha caza. Recordis la cantidad de osos negros que pasaban ante la puerta de mi suegra y que ella me pidi varias veces que matara?... S? Chang E pareci recordar. Quin poda imaginar que iban a desaparecer de este modo! Cuando me pongo a pensar en ello, realmente no s cmo vamos a arreglarnos en el futuro. Yo estoy muy bien. No tengo ms que beber el elixir que me dio el taosta y puedo 84
volar hasta el cielo. Pero debo pensar primero en vos... por lo cual, he decidido internarme un poco ms lejos maana... Mmm... Chang E haba terminado el agua. Se tendi suavemente y cerr los ojos. La luz mortecina ilumin los descuidados afeites de su rostro. Una parte de los polvos se le haba desprendido, la piel bajo sus ojos se vea obscura y la pintura de sus cejas no pareca muy pareja; pero todava su boca era roja como el fuego y aunque no estuviera sonriendo se marcaban los tenues hoyuelos de sus mejillas. Ah! Cmo a una mujer como sta puede drsele slo tallarines con salsa de cuervo todo el ao? Yi se senta avergonzado al pensar en ello. Le ardieron las mejillas y las orejas.
II La noche pas y surgi el nuevo da. Cuando Yi abri los ojos y vio un rayo de sol inclinado oblicuamente en el muro del oeste, se dio cuenta de que no era muy temprano. Mir a Chang E, que yaca con los brazos extendidos, profundamente dormida. Se visti sin hacer ruido, se desliz del canap cubierto con la piel de leopardo, camin hacia el vestbulo en punta de pies y, mientras se lavaba la cara, le dijo a Nu-keng que ordenara a Wang Sheng ensillar su caballo. Como estaba tan ocupado, desde haca tiempo haba eliminado el desayuno. Yu-yi puso cinco panes cocidos, cinco puerros y un paquete de salsa de pimentn en su bolsa de caza, que at firmemente en la cintura de su amo, junto al arco y las flechas. Yi se apret el cinturn, sali del vestbulo con sus largos y livianos pasos y dijo a Nu-keng, que entraba: Me propongo ir ms lejos en busca de caza y es posible que regrese un poco ms tarde. Cuando tu ama despierte, haya desayunado y parezca estar en buena disposicin de nimo, dile que lo lamento mucho, pero que le ruego me espere para que cenemos juntos. No lo olvides! Dile que lo lamento mucho. Sali rpidamente, se balance en el estribo y pas como un relmpago entre los ordenanzas armados a cada lado. Muy pronto estaba galopando fuera de la aldea. Frente a l se extendan los campos de sorgo por los cuales cruzaba cada da. No les prest atencin, pues haba odo mucho tiempo antes, que all no haba caza. Con dos azotes de su fusta, el caballo cubri cerca de veinte millas sin detenerse. Ante l haba un espeso bosque. Como el caballo resollaba jadeante y estaba cubierto de sudor, disminuy la velocidad. Despus de tres o cuatro millas ms llegaron al bosque, donde Yi no vio sino avispas, mariposas, hormigas y saltamontes, pero ni rastro alguno de caza. Haba esperado que en su nuevo lugar de operaciones hallara a primera vista cantidades de zorros o cuando menos liebres; pero ahora se daba cuenta de que eso era slo un sueo quimrico. Volvi sobre sus pasos y vio otra extensin de campos de verde sorgo, con una o dos hozas de barro a la distancia. La brisa era fragante y el sol brillaba, pero no se oa ni un slo pjaro. Maldita sea! Con un rugido expres lo que senta. Despus de avanzar unos pocos pasos ms, sin embargo, su corazn empez a brincar; en el terreno llano, junto al barro de una choza lejana, se vea un ave. Picoteando en la tierra a cada paso que daba, pareca una enorme codorniz. Cogi el arco y coloc en l una flecha, estir la cuerda todo lo que pudo y la lanz; la
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flecha cort el aire como una estrella fugaz. Yi nunca erraba el tiro, sa era una cuestin fuera de duda. Todo lo que tena que hacer era espolear su caballo en direccin a la flecha y recoger la pieza. Pero cuando se acercaba a ella, una anciana levant la enorme codorniz atravesada por la saeta y corri vociferando hacia l. Quin sois? Por qu habis matado la mejor de mis gallinas ponedoras negras? Quiz no tenis otra cosa que hacer? El corazn de Yi dio un salto, mientras refrenaba su caballo. Qu? Una gallina? pregunt nerviosamente. Cre que era una codorniz. Estis ciego?... Y vos debis tener ms de cuarenta aos! S seora. Cumpl cuarenta y cinco el ao pasado. Tan viejo y portndoos como un tonto! As cualquier da confundiris una gallina ponedora con un cuclillo! Quin sois, en todo caso? Soy Yi yi. Mientras deca su nombre se dio cuenta de que su flecha haba atravesado el corazn de la gallina, la que por supuesto, estaba muerta. De aqu su voz se arrastrara lentamente mientras desmontaba. Yi yi?... Primera vez que oigo ese nombre. En su cara haba una expresin desconfiada. Hay algunos que me conocen. En los tiempos del buen rey Yao, mat a varios jabales salvajes y pitones... Oh, mentiroso! Su Excelencia Feng Meng arquero chino considerado discpulo de Yi acompaado de otros mat a esos animales. Tal vez sois uno de sus compaeros. Pero cmo podis jactaros de haberlo hecho solo! Es una vergenza! Realmente seora! Ese amigo Feng Meng ha estado visitndome en los ltimos aos, pero nunca hemos trabajado juntos. El no tiene nada que ver con esto. Mentira! Todos dicen lo mismo. Escucho esa historia cuatro o cinco veces al mes. Muy bien. Hablemos de negocios. Qu pasa con esta gallina? Tenis que indemnizarme! Era mi mejor gallina ponedora; pona un huevo al da. Tenis que darme dos azadones y tres husos. Por quin me habis tomado, seora? No soy hacendado ni hilandero. De dnde voy a sacar azadones y husos? Tampoco llevo dinero encima, slo cinco panes cocidos, pero de la mejor harina. Os los dar como tambin cinco puerros y un paquete de salsa de pimentn, a cambio de vuestra gallina. Qu me decs? Mientras con una mano sacaba los panes cocidos de su bolsa, con la otra recogi la gallina. La anciana no se mostr reacia a aceptar los panes, pero insisti en que tenan que ser quince. Despus de regatear algn tiempo, acordaron que fueran diez y Yi accedi a llevar el resto al medioda siguiente o al subsiguiente, dejando una flecha como garanta. Slo entonces se sinti tranquilo. Meti la gallina en su bolsa, mont de un brinco y parti de regreso. A pesar del hambre, se senta feliz. Haca ms de un ao que en casa no probaban la sopa de gallina. Atardeca cuando sali del bosque y empez a fustigar a su caballo en direccin a la casa. La bestia estaba exhausta, y slo al crepsculo lleg a los familiares campos de sorgo. Una figura sombra apareci a la vista, a cierta distancia del camino y una flecha silb al cortar el aire. Sin refrenar su caballo, antes bien estimulndolo a seguir, Yi coloc una flecha en su arco y dispar. Se oy el choque de las dos flechas que se encontraban y 86
una chispa brill en el aire; entonces ambas saetas, metida una en la otra formaron algo como una V invertida, se vinieron abajo y cayeron en tierra. Apenas las dos flechas se haban encontrado, ambos hombres dispararon las segundas, que igualmente chocaron en pleno aire. En esa forma dispararon nueve, hasta que la provisin de flechas de Yi se agot; entonces pudo ver a Feng Meng, muy regocijado, al otro lado, con otra saeta en la cuerda tensa dirigida a su garganta. "Aja! pens Yi. Me imagino que ha ido a la costa a pescar, pero ha estado rondando todo este tiempo con trucos como ste. No me sorprende, pues, lo que la anciana dijo..." Rpido como el rayo, el arco del otro, curvo como una luna llena, lanz silbando a travs del aire la flecha dirigida a la garganta de Yi. Tal vez hubo un defecto en la puntera, porque lo hiri en plena boca. Se derrumb, traspasado, y cay. Su caballo permaneci inmvil. Al ver que Yi haba muerto, Feng Meng avanz lentamente a grandes trancos. Sonriendo, como si brindara por su propia victoria, mir con fijeza el rostro del cadver. Estaba en esa tarea, contemplndolo con profunda atencin, severa y prolongadamente, cuando Yi abri los ojos y se incorpor con viveza. Has hecho viaje intil cien veces o ms. Escupi la flecha y se ech a rer. No conoces la habilidad que me gasto para "tragar la flecha"! Tus trucos no sirven para nada. No puedes matar a tu maestro de boxeo con golpes que has aprendido de l. Debes buscar de tu propia cosecha. Te estoy pagando con tu propia moneda... mascull el vencedor. Yi se puso de pie, con un rugido de risa. T ests siempre citando algn proverbio. Pero ahora no consigues con eso sino impresionar a las ancianas. T no puedes imponerte sobre m. Yo siempre he sido un cazador y no voy a entregarme al bandolerismo como t... Mir la gallina en el saco; quera convencerse de que sta no haba sido aplastada. Subi al caballo y parti. Maldito seas! Los juramentos lo siguieron. Nunca pens que iba a descender a esto. Un muchacho tan joven, capaz de maldecir en esa forma! No es extrao que la anciana haya sido embaucada. Yi movi tristemente la cabeza y sigui su camino.
III Antes de llegar a los campos de sorgo haba cado la noche. Los astros parpadeaban en el cielo y la estrella de la tarde luca con brillo extraordinario en el occidente. El caballo segua su camino a lo largo de las blancas colmas, entre los campos, marchando al paso, porque estaba fatigado. Afortunadamente, la luna en el horizonte empezaba a derramar su luz de plata. Caramba! al or el ruido de sus propias tripas, Yi perdi la paciencia. Mientras ms empeo pongo en mejorar la subsistencia, ms cosas irritantes me pasan, sin tomar en cuenta el tiempo que malgasto! Apret las rodillas a los flancos de su caballo para acelerar la marcha; pero el animal se limit a sacudir las nalgas y sigui caminando al mismo tranco lento. "Seguro que Chang E estar muerta de hambre, con lo tarde que es pens. Es posible que est de mal humor, pero gracias a Dios llevo esta gallina para hacerla feliz. Le dir: Seora, anduve ms de sesenta millas en total para traeros
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esto... No, no es una frase buena, suena demasiado jactanciosa." En medio de su alegra, al ver luces ante s se detuvo inquieto. Pero el caballo, sin que nadie lo apurara, empez a galopar. Una luna redonda, blanca como la nieve, alumbr el camino y una brisa fresca acarici su rostro... Era mejor que volver al hogar despus de una gran cacera! El caballo se detuvo instintivamente junto al basurero. Yi se sorprendi al ver que reinaba una gran confusin; slo Chao Fu fue a reunirse con l. Qu pasa? Dnde est Wang Sheng? pregunt sorprendido. Wang Sheng ha ido a casa de la familia Yao en busca de la seora. Qu? Ha ido vuestra ama a casa de la familia Yao? -Yi salt estpidamente en su montura. S, seor. Mientras contestaba, Chao tom las riendas y el ltigo. Yi desmont y cruz el umbral. Despus de pensar un instante se volvi para preguntar: Ests seguro de que, cansada de esperar, no ha ido al restaurante? No, seor, no ha ido. He preguntado en los tres restaurantes. No est all. Yi inclin pensativo la cabeza mientras caminaba hacia el interior. Las tres criadas estaban juntas, esperando nerviosamente frente al vestbulo. Asombrado, Yi pregunt con voz tonante: Qu? Estis todas aqu? Vuestra ama no va nunca sola a casa de la familia Yao! Lo miraron en silencio, mientras se quitaba el arco, el carcaj y la bolsa con la gallina. De repente Yi empez a sentir pnico. No se habra suicidado Chang E, presa de la clera? Envi a Nu-ken a llamar a Chao Fu, a quien le orden que buscara en el estanque del patio trasero y en los rboles. Tan pronto como entr en la casa, sin embargo, se dio cuenta de que sus conjeturas eran equivocadas. La pieza estaba en gran desorden, el guardarropa abierto, y apenas mir al otro lado del lecho not que el cofre de las joyas haba desaparecido. Sinti como si le hubiera cado encima una ducha de agua fra. El oro y las perlas no significaban nada, por cierto: pero el elixir que le haba dado el taosta estaba guardado en ese cofre de joyas. Despus de dar dos vueltas en crculo a la pieza, Yi se dio cuenta de que Wang Sheng estaba en la puerta. Seor inform ste-, nuestra ama no est donde la familia Yao. No han jugado majong hoy da. Yi lo mir y no dijo nada. Wang Sheng se retir. Me llamis, seor?... dijo Chao Fu entrando. Yi sacudi la cabeza y lo despidi con un movimiento de la mano. Continu describiendo crculos en la habitacin, luego camin hasta el final del vestbulo y se sent. En la pared opuesta vio el arco y las flechas rojos, el arco y las flechas negros, la ballesta, la espada y la daga. Despus de meditar algn tiempo, pregunt a las criadas, que seguan all, de pie como troncos: A qu hora desapareci vuestra seora? No estaba aqu cuando traje la lmpara dijo Nu-yi. Pero nadie la vio salir. La vio alguna de vosotras tomar una medicina que haba en el cofre de las joyas? No, seor. Pero ella me pidi en la tarde que le trajera agua para beber. Yi se puso de pie consternado. Sospechaba que lo haban dejado solo en la tierra! 88
Visteis a alguien volando hacia el cielo? Oh! exclam Nu-sin de repente, despus de pensar unos instantes. Cuando sal al patio, una vez encendida la lmpara, vi una sombra negra volando en esa direccin, pero nunca me imagin que pudiera ser nuestra ama... Su rostro palideci. Debe haber sido! -Yi se golpe una rodilla y de pronto se levant de un salto. Mientras sala, se volvi para preguntar a Nu-sin. Qu camino segua? Nu-sin seal con un dedo y todo lo que l pudo ver cuando mir en esa direccin fue el disco redondo, blanco como la nieve, de la luna, suspendido en el cielo, con su vago pabelln y sus rboles. Cuando nio, su abuela le contaba que el palacio de la luna era encantador; an tena un vago recuerdo de la descripcin de la anciana. Al contemplar la luna flotando en un mar de zafiro se sinti, como pocas veces, consciente de su propio peso. De pronto se volvi iracundo y su clera se tradujo en una perentoria necesidad de matar. Con los ojos dilatados, grit a las criadas: Traedme el arco con que dispar al sol! Y tres flechas! Nu-yi y Nu-keng trajeron un inmenso arco del centro del vestbulo, le quitaron el polvo y se lo dieron a Yi, con tres largas flechas. Levantando el arco con una mano, apret con la otra las tres flechas, encaj las tres en la cuerda, estir el arco al mximo y apunt hacia la luna. Se mantena firme como una roca y llenos de relmpagos los ojos. Sus cabellos, flotando al viento, parecan fuego negro. Por un instante volvi a lucir como el hroe, que largo tiempo atrs haba disparado contra el sol. Se oy un silbido uno solo- y tres saetas surgieron de la cuerda, una despus de otra, tan rpidas que ningn ojo pudo verlas, ningn odo orlas. Las tres flechas deban dar al unsono en la misma zona de la luna porque iban una en pos de la otra a una distancia no mayor que la que existe entre dos cabellos. Pero para estar seguro de no errar, haba variado levemente la puntera, as las flechas tocara tres sitios diferentes y causaran tres heridas. Las criadas lanzaron un grito. Vieron la luna que temblaba y pensaron que con seguridad iba a caer... pero an continuaba suspendida apaciblemente, esparciendo una luz tranquila y brillante, inclume. Yi ech hacia atrs la cabeza y lanz un juramento hacia el cielo, mientras observaba y esperaba. Pero la luna no hizo caso. Avanz tres pasos y la luna retrocedi tres pasos. A su vez dio tres pasos atrs y la luna los dio hacia el frente. Se miraron el uno al otro en silencio. Con indiferencia, Yi apoy su arco contra la puerta del vestbulo y entr. Las tres criadas lo siguieron. Se sent y exhal un suspiro. Bueno, vuestra ama ser feliz slo por sus propios medios a partir de hoy y para siempre. Cmo tuvo corazn para abandonarme y volar all sola? Acaso me encontraba demasiado viejo? Pero si slo hace un mes me dijo: "No sois viejo. Es un error de vuestra parte pensar que estis viejo"... Esa no puede haber sido la razn dijo Nu-yi. Algunas gentes os caracterizan como un guerrero, seor. Algunas veces, en verdad, parecis un artista agreg Nu-sin. Qu insensatez! Pero la verdad que esa salsa de cuervo es realmente incomible. No puedo condenarla porque no era capaz de digerirla... Voy a cortar un trozo de pierna de aquella piel de la pared, para remendar la piel de leopardo en el sitio en que est gastada... Se ve bastante fea. Nu-sin dio 89
unos pasos hacia el interior. Esprate un segundo dijo Yi reflexionando. Eso no corre prisa. Estoy hambriento. Despablate y preprame un plato de gallina con pimentn y echa al horno cinco libras de panecillos. Luego me ir a la cama. Maana voy a ir en busca de ese taosta para pedirle un poco ms de elixir, as podr seguirla. Di a Wang Sheng y a Nu-keng que le den cuatro pintas de alubias a mi caballo!
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ndice
ESTUDIO PRELIMINAR .................................................... 3 I. Cuentos primitivos ........................................................... 7 II. Cuentos con fantasmas ................................................. 13 III. Cuentos de la dinasta Tang ......................................... 19 IV. Un cuento vuelto a contar ............................................. 81
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